2.3 Conversaciones Dificiles
2.3 Conversaciones Dificiles
2.3 Conversaciones Dificiles
Douglas Stone, Bruce Patton y Sheila Heen del Harvard Negotiation Project
Entregar un mensaje difícil es como lanzar una granada explosiva. Puedes cubrirla con azúcar, puedes
lanzarla suave o con fuerza, pero no importa cómo lo hagas, hará daño. Sin embargo, hay esperanza.
Este libro ofrece una manera de tratar creativamente con las conversaciones duras y al mismo tiempo
tratar a la gente con decencia e integridad. Las conversaciones difíciles son parte de la vida y no vas a
poder eliminar el temor y la ansiedad, ni lograr los resultados perfectos, pero sí puedes bajar el temor y la
ansiedad.
1. Error # 1: Suposición sobre la verdad: Presume que hay la verdad y hay equivocación, o más
específicamente, que yo tengo la razón y tú estás equivocado. Esta actitud lleva a problemas sin
fin. A cambio, hazte aprendiz. Reorienta el propósito de la conversación de tratar de defender tu
perspectiva, a comprender las percepciones, interpretaciones y valores de las dos partes. No tiene
que ver tanto con lo que es verdad como de lo que es importante para cada persona.
a. Dejar de discutir sobre quién tiene la razón. Explorar las historias del uno y el otro.
b. Percibimos el mundo de maneras distintas porque tenemos distinta información.
Recibimos información distinta, nos fijamos en cosas diferentes. Lo que percibimos tiene
que ver con quiénes somos y lo que consideramos importante.
c. Tenemos distintas interpretaciones porque somos influenciados por nuestras experiencias
del pasado. A veces hemos creado “reglas” basadas en aquellas experiencias que tienen
que ver con cómo funciona el mundo, cómo las personas deben portarse, etcétera.
d. Moverse desde la certidumbre a la curiosidad
e. Aceptar ambas historias: Adoptar una posición “Y” (o “Más”).
f. Buscar entender- trata en tu imaginación de ponerte dentro de la historia de la otra persona.
Esto tiene que ser el primer paso.
2. Error # 2: No entender la diferencia entre la Intención y el Impacto. Presumimos que lo hizo a
propósito. Pensamos que sus intenciones fueron malas basado en el impacto de sus acciones en
nosotros. Presumimos lo peor del otro y nos tratamos a nosotros mismos con más gracia. Luego
saltamos de las malas intenciones a un mal carácter y entramos en juicios. Esto sólo resulta en una
actitud defensiva.
No se debe presumir que tan solo porque le expliques tus buenas intenciones, la otra persona no
debe sentirse herida. Cuando nos enfocamos en aclararle nuestras intenciones, nos falta escuchar
lo que la otra persona realmente está tratando de decirnos. No escuchamos su dolor y sus
sentimientos. Es útil aclarar las intenciones, pero esto después de escuchar lo que la otra persona
realmente quiere decir.
a. Escuchar más allá de las acusaciones para oir los sentimientos. Comienza con escuchar y
reconocerle los sentimientos, y regresa más tarde a las cuestiones de intenciones.
b. Estáte abierto a reflejar la complejidad de tus propias intenciones. No siempre son 100 por
ciento puras. Somos una mezcla de “bien” y “mal”.
3. Error # 3: Tratamos de descubrir quién tiene la culpa. Hablar sobre la culpa es similar a hablar
sobre la verdad: resulta en poco aprendizaje y mucho desacuerdo, negación y reñir. Enfocarse en fijar la
culpa es mala idea porque inhibe nuestra capacidad de aprender qué realmente está causando el
problema y de hacer nada significante para corregirlo. (página 59)
Las conversaciones difíciles no sólo involucran los sentimientos; éstos se encuentran en el mero corazón
de la conversación. No hay cómo negar su presencia. Dejar de reconocerlos y de hablar sobre ellos desvía
las conversaciones y nos bloquea de las relaciones sanas y de buena calidad. Las emociones no
expresadas infiltrarán o de repente se meterán con fuerza en la conversación. Los sentimientos no
expresados hacen difícil el escuchar, porque no podemos avanzar más allá de las emociones escondidas.
Nos impiden una curiosidad abierta y honesta hacia la otra persona. Dejar nuestros sentimientos sin
expresarse daña nuestro autoestima porque nos preguntamos por qué no nos defendemos. Cuando
excluimos nuestras emociones, también excluimos partes importantes de nosotros.
Es un desafío reconocer nuestros sentimientos. Muchas veces ni sabemos cómo de veras nos sentimos.
Los autores nos sugieren varias cosas que recordar:
1. Explora tu “huella emocional”. Explora cómo tu familia manejaba las emociones en el pasado,
cuáles emociones se creen aceptables para sentir y expresar y cuáles no, cuáles se podrían discutir
con facilidad, etcétera.
2. Aceptar que tener sentimientos es normal y natural. No hay nada malo en tener sentimientos,
simplemente existen.
3. Reconocer que personas buenas pueden tener sentimientos malos. No siempre estarás contento
con los sentimientos que experimentas.
4. Aprende que tus sentimientos en una conversación difícil son tan importantes como los de la otra
persona.
5. Busca los sentimientos que están escondidos debajo de las atribuciones, juicios y acusaciones.
6. Usa el deseo de echar las culpas como una clave para encontrar sentimientos importantes.
Pregúntate qué se pone en riesgo. Las conversaciones difíciles amenazan nuestra identidad. Tenemos
que enfrentarnos con nosotros y con nuestras inseguridades. Tres identidades centrales:
1. ¿Soy una persona competente?
2. ¿Soy una persona buena?
3. ¿Soy digno de ser amado?
Solidifica tu identidad
1. Conoce lo que afecta tu identidad. Observa los patrones que tienden a desequilibrarte y pregúntate
por qué. ¿Qué de tu identidad se siente arriesgado?
2. Reconoce la complejidad de tu identidad (adopta la posición “Y” (o “Más”). Eres una mezcla de
bueno y malo.
3. Acepta tres cosas acerca de ti mismo:
a. Cometerás errores.
b. Tus intenciones son complejas, y nunca serán 100 por ciento puras.
c. Tú has contribuido al problema.
1. Haz preguntas.
2. Reconoce los sentimientos.
3. Olvida las palabras, enfócate en la autenticidad. Escucha porque tienes curiosidad y porque te
importa, y no sólo porque es tu obligación.
En una conversación difícil, tu tarea principal no es persuadir, impresionar, mostrarte más listo, o ganarle
al otro. Es simplemente expresarle lo que tú ves y cómo te sientes.
Mis perspectivas y sentimientos son tan legítimos y valiosos como los tuyos.
El no expresarte te deja fuera de la relación.
Comienza con lo que es de mayor importancia.
Evita un acercamiento indirecto. Aclara el tema al compartir tus pensamientos directamente, e
indícale honestamente que te interesa saber si la otra persona percibe la situación de manera
distinta y, si es así, cómo la ve ella.