26715-Texto Del Artículo-71156-1-10-20161026
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13-30, 1997-1998
I
nen que ver con las postrimerías del siglo pasado mos escogido un título que no sólo enunciara el
y con buena parte del presente. En efecto, son tema de esta investigación, sino que adelantara en
muchos los esfuerzos que, al escribir esa etapa de algo el resultado a que hemos llegado: «Las Re-
nuestro pasado, han hecho algunos historiadores formas Liberales de 1884: "la República no tiene
por evadir aquellos sucesos, pero los aconteci- necesidad de sabios"». Su objetivo general es,
mientos, de una u otra forma, siempre los llevan fuentes en mano, investigar, sistematizar y elabo-
a ellos. Otros, en cambio, se han empeñado en rar una crítica histórica sobre aquellos sucesos.
entender y justificar aquellas «reformas libera- Los objetivos específicos que nos han de permitir
les», pero no han logrado una respuesta que satis- la consecución del objetivo general, son: l. inves-
faga los espíritus críticos. Y algunos otros, los tigar y presentar el contexto histórico y jurídico
14 REVISTA ESTUDIOS
de las relaciones «Iglesia-Estado» en que se pro- Conforme avanzó la vida política indepen-
dujeron tales reformas; 2. determinar la naturale- diente, más se sintió la necesidad de la inde-
za del liberalismo que inspiró aquellas medidas y pendencia eclesiástica. La permanencia hasta
exponer cómo es que se hizo efectivo en el país; entonces bajo la autoridad del Obispado de
3. sistematizar los hechos históricos y las medidas León de Nicaragua se hacía cada vez más incó-
jurídicas con que se llevaron a la práctica esas re- moda y difícil por poco operante. El Presidente
formas; y 4. elaborar una crítica histórica, desde Carrillo escribía en 1840 al Vicario Gabriel del
el presente, sobre aquellos acontecimientos. Campo: «Desengañémonos, dos familias dife-
Para desarrollar esta investigación -en la que rentes no pueden vivir bajo un mismo techo;
hemos trabajado con las fuentes documentales de nosotros debemos tener lo nuestros", Sin em-
la época y con una valiosa y extensa bibliografía bargo, hubo que esperar todavía un tiempo más.
de apoyo-, hemos seguido el siguiente plan. Pri- En efecto, fue en el gobierno de don José Ma-
mero, abordamos la cuestión de las relaciones ría Castro Madriz, en 1848, cuando se iniciaron
«Iglesia-Estado» en aquel entonces. Segundo, negociaciones directas con la Santa Sede, por
trabajamos sobre la naturaleza del liberalismo de medio del Ministro en Europa don Felipe Moli-
la época y su presencia en Costa Rica. Tercero, na, para lograr la erección definitiva de la dió-
preparamos una exposición sistemática de los he- cesis de Costa Rica. El Dr. Castro le escribió
chos históricos y de las medidas jurídicas con se así al Papa Pío IX:
impusieron esas reformas. Cuarto, exponemos
una valoración crítica sobre tales acontecimien- «...(deseamos) decretar la erección de una Dióce-
tos. Después, escribimos unas Consideraciones sis en esta República y la presentación a S. Snd. de
Conclusivas, en las que damos la explicación, co- un Obispo para servirla. Las razones que nos han
mo resumen, del título que hemos escogido para movido son tan obvias y urgentes que me bastará
este trabajo. Finalmente, consignamos la Biblio- indicarlas para que merezcan la indispensable
grafía General que ha servido para su elaboración. aprobación de S. Snd. La primera de estas razones
Si esta investigación llega a constituir una es que no pueden conciliarse la independencia y
aporte que sirva para leer con más provecho soberanía de la República de Costa Rica con la
nuestro pasado, estaremos suficientemente re- dependencia a una Diócesis extraña. La segunda
compensados. Si no lo llega a ser, al menos espe- es que un pueblo pacífico, laborioso y católico co-
ramos que sirva para rememorar una época que, mo el nuestro, debe vivir independiente y aun ais-
por muchas razones, es la que ha engendrado la lado en ciertas circunstancias para disfrutar de
Costa Rica de hoy. los bienes merecidos ...y la tercera razón, o más
bien, la consecuencia lógica de las anteriores es
que el clero y los costarricenses claman unánimes
1. LA DIÓCESIS DE COSTA RICA por una Diócesis y Obispo en fuerza de una nece-
y EL ESTADO: sidad imperiosa, fundada en otras causas que ha
de elevar al conocimiento de V Sd. Dn. Felipe
No es extraño que en un país donde el cato- Molina, Ministro Plenipotenciario nombrado pa-
licismo constituye parte integrante de su identi- ra la Santa Sede ... »5
dad nacional, los esfuerzos por ser diócesis, es
decir, por conseguir la independencia religiosa en Esta vez, los esfuerzos sí tuvieron result{ldo:
cuanto al campo administrativo se refiere, sean bajo la Presidencia de don Juan Rafael Mora Po-
muy antiguos. Ya desde el siglo XVI se hicieron rras, Pío IX erigió la «Diócesis de San José de
gestiones en tal sentido, pero ni esas ni las que se Costa Rica» mediante la Bula Christianae Reli-
multiplicaron en las postrimerías de la colonia y gionis Auctor de 28 de febrero de 18506. Monse-
a lo largo de los primeros años del siglo pasado ñor Thiel, comentando este suceso de tanta im-
tuvieron resultados positivos.' portancia, dice:
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 15
«Entonces quedaron por fin totalmente a Costa Rica y el 5 de enero de 1852 tomó for-
cumplidos los deseos seculares de los católicos malmente posesión del obispado''.
costarricenses. Se obtuvo la independencia ecle- En su episcopado, como bien ha precisado
siástica, complemento de la independencia polí- Monseñor Sanabria, el año de 1853 es, por va-
tica. Pronto se duplicó el número de parroquias; rias razones, el de más importancia histórica: se
sin trabas ni pérdidas de tiempo se despacharon estableció el Cabildo, se dieron los primeros pa-
los asuntos de conciencia; alas visitas episcopa- sos en la fundación y construcción del Semina-
les se practicaron con regularidad, extendiéndo- rio, se otorgó el título de «poniificia» a la Uni-
se hasta las tribus más remotas de la República; versidad de Santo Tomás y se ratificó el
en suma, se cumplió lo que desde 1560 hasta Concordato, es decir, el convenio con la Santa
1850 los costarricenses habían esperado tanto: Sede que definió el marco legal de las relacio-
la erección de un Obispado propio-l. nes entre el Estado y la naciente diócesis. Este
documento se firmó en Roma el 7 de octubre de
El Pbro. Dr. Anselmo Llorente y Lafuente, 1852. En representación de Pío IX firmó el Car-
por entonces en Guatemala, fue nombrado pri- denal Secretario de Estado, Monseñor Antone-
mer obispo. Preconizado en el Consistorio del 10 lli, y en nombre del Gobierno de Costa Rica el
de abril de 1851, fue consagrado el 7 de noviem- Marqués Fernando de Lorenzana. El Congreso
bre de ese mismo año en aquel país. Se trasladó Nacional lo aprobó el I? de diciembre de ese
de nuevos templos parroquiales, entre otras co- del liberalismo «disminuir la intervención del Es-
sas. Asimismo, su labor doctrinal no sólo fue fe- tado en todos aquellos asuntos que no sea estric-
cunda, sino de clara defensa de los principios de tamente necesaria». En cambio, como en los de
la Fe. Dice el historiador Ricardo Blanco que tradición católica la Iglesia había conservado su
poder y autoridad entre los ciudadanos, los movi-
«Nada, absolutamente, podemos criticar a mientos liberales, dice ese mismo autor, tendieron
Monseñor Thiel en relación con sus actuaciones más bien al fortalecimiento del Estado con el fin
de índole doctrinal como obispo católico en los de arrebatarle su poder y autoridad a la Iglesia-',
acontecimientos que precedieron y sucedieron al En efecto, el Estado le disputó el derecho a ense-
84. Censurable sería que hubiese actuado de ñar, el derecho a unir en matrimonio y a romper
otra manera, ya que entonces tendríamos que este vínculo, el derecho de laicizar muchas de sus
concluir en que fue un falso pastor. Si era sacer- instituciones, el derecho de legislar en materia de
dote católico y para remachar obispo, lógico era conciencia, en fin, como bien lo resume Monse-
que defendiese los dogmas y principios de su ñor Sanabria, el Estado liberal tuvo como finali-
Iglesia, con el mismo derecho, celo y ardor con dad «...entronizar la libertad de conciencia, la li-
que los liberales defendían sus propias convic- bertad de cultos, la libertad de pensamiento,
ciones. De no haber sido así, hoy nos veríamos laicizar todas las instituciones aún las más sagra-
obligados a juzgarlo como un traidor ya su epis- das como el matrimonio y acostumbrar al ciuda-
copado como a una farsasl". dano a ignorar a Dios valiéndose para conseguir
su objeto de la enseñanza laica o neutra». 23
En este marco histórico, acontecieron las re- Para ello, nada mejor que propugnar la sepa-
formas liberales. ración entre el ciudadano privado y el ciudadano
estatal, permitiendo, ante la imposibilidad de dis-
poner otra cosa, que el ciudadano como persona
2. EL LIBERALISMO Y SU PRESENCIA privada tenga su religión, la cual, sin embargo, no
EN COSTA RICA: ha de ser objeto de manifestaciones exteriores y
públicas de ningún género. Pero, como ha dicho
Se denomina «liberalismo» a la corriente el escritor citado, «los preceptos cristianos no ad-
político ideológica que tiende a la limitación del miten esa distinción entre el hombre público y el
poder del Estado en beneficio de la libertad indi- hombre privadow", porque cristianamente el ser
vidual. Su mensaje central se puede resumir di- humano se concibe como una sola unidad antro-
ciendo que « ••• todo hombre, por el solo hecho de pológica de cuerpo y espíritu, de pensamiento y
serlo, es titular de un importante número de de- acción, y, por tanto, no admite ese divorcio que
rechos que le garantizan una vida libre y frente a propone el Estado liberal. Esta es una de las razo-
los cuales el Estado debe contener su acción> nes fundamentales por las que el conflicto entre la
respetarlos; más aún, ha de defenderlos y asegu- Iglesia y el Estado, casi podría decirse, fue inevi-
rarlosw", table en los países de tradición católica.
A partir del siglo XVIII el liberalismo se En Europa se sufrió con gran fuerza ese con-
convirtió en un poderoso movimiento ideológico flicto a lo todo lo largo del siglo XIX y aun du-
que transformó la vida política de casi todo el rante los primeros años del presente. América fue
Occidente. Sin embargo, como bien distingue escenario de ese enfrentamiento también durante
Francisco Antonio Pacheco, el liberalismo no se el siglo pasado y parte del xx. y Centroamérica
desarrolló del mismo modo en los países de tra- no se escapó de vivirlo. Sólo que aquí asumió un
dición religiosa protestante que en los de tradi- carácter eminentemente anticlerical y tuvo, ade-
ción católica. En los primeros <dareligiónfue ab- más, otra característica. Tanto el partido liberal
sorbida por el Estado», por lo cual «sus como el conservador convirtieron a la Compañía
actividades se convirtieron en un apéndice de la de Jesús en el centro de sus atenciones, pues ella
voluntad estatal», siendo, entonces, la consigna fue una institución que marcó en buena medida la
18 REVISTA ESTUDIOS
vida política de la segunda mitad del siglo pasa- voluntad, hizo comprender a los liberales que «si
do. A tal grado llegó esto, que se identificaba su estaba en el poder era para mandar y no para
consolidación o su expulsión del territorio con la obedecer», como perspicazmente ha dicho Mon-
derrota o el triunfo de esos partidos. señor Sanabria". Pero su sucesor no tuvo el mis-
En 1871 triunfó el liberalismo en Guatemala mo temple y cedió ante las presiones del General
con Justo Rufino Barrios a la cabeza. Para toda Barrios. En efecto, como dice don Abelardo Bo-
Centroamérica fue también el triunfo del libera- nilla, «el General don Próspero Femández, ce-
lismo, pues, como bien señala Monseñor Sana- diendo a la presión guatemalteca ejercida a tra-
bria, «Barrios desde Guatemala tuvo la prepon- vés de Nicaragua ya la influencia de la masonería,
derancia política sobre el resto de Centroamé- desató una campaña antirreiigiosasé). Esta,
rica», y Costa Rica no fue la excepciórr". Pero efectivamente, se inició en 1884 y se prolongó
su presencia en el país, entendido en sus formas algún tiempo, cobrando vida en las «reformas li-
extremas y anticlericales, según se ha explicado, berales» y cuya expresión jurídica 10 fue las así
no se justifica de suyo, sino, más bien, como un llamadas «leyes liberales».
elemento ajeno a la realidad nacional.
En efecto, como bien expresa José Abdulio
Cordero, el costarricense había vivido un «libe- 3. LAS LEYES LmERALES DE
ralismo espontáneo, nacional por excelencia», 1884 -1894:
que respondía «a la natural forma de vida costa-
rricense, presente en la Colonia, la Independen- La primera medida que se tomó, siguiendo el
cia y la República». Por ello, más que una doctri- modelo liberal guatemalteco, fue la expulsión de
na, que un sistema, el liberalismo tico fue «un Monseñor Thiel y de los Padres Jesuitas. Esta ac-
marco de vida ... algo vital... una realidad de vi- ción se legalizó mediante el decreto N° 4 del 18
da ... una creencia medularsl''. Por esto, el Iibera- de julio de 188432. Publicado en La Gaceta del
Iismo entendido al modo guatemalteco, que no día siguiente, fue precedido de una «Proclama» a
responde de ninguna manera a nuestra identidad los costarricenses en la cual el General Fernán-
nacional, no tuvo un lugar de consenso en la Cos- dez presentó su justificación de ese decreto, acu-
ta Rica de los años ochenta del siglo pasado. De sando tanto a los Jesuitas como al obispo de
ahí que Rodrigo Facio haya afirmado que ese li- «amenazar trastornar el orden público», según
beralismo anticlerical fue, más bien, «una ten- señala la Cartilla Histórica de Costa Rica33. En
dencia superficial, adventicia, de importación, ella dijo el Presidente Fernández:
no justificada por la realidad nacionalwl,
Así, su presencia en nuestro país fue conse- «Las ambiciones bastardas de unos pocos hom-
cuencia directa de la dictadura del General Barrios bres, que ni aún siquiera llevan el para nosotros
en Guatemala, que se empeñó en extender en sagrado nombre de costarricenses, con trabajos
nuestros países ese liberalismo eminentemente an- lentos y solapados, unas veces, y otras a faz des-
tirreligioso. De allí vino «...el liberalismo pasio- cubierta, han tratado de hundir en el tenebroso
nal, anticonservatista, antirreligioso y antitodo», abismo lo más caro para la patria: la tranquili-
como muy bien lo ha descrito José Abdulio Corde- dad del hogar doméstico, el orden público y la so-
ro Solano/". y llegó a Costa Rica «...en parte me- beranía del Poder Civil... criminal sería para con
diante la acción política o diplomática y en parte la patria, desleal con mi conciencia y réprob an-
mediante la acción de las logias masánicasw". te la historia, si yo no tratara de poner término a
Aunque ese liberalismo había triunfado en tan alarmante como anárquica situaciánsé"
Guatemala desde 1871, en Costa Rica los años
setenta le fueron adversos: la presencia del Gene- Por eso, dijo, «...he dictado el decreto que ex-
ral don Tomás Guardia en el ejercicio pleno del traña de la República al Obispo Diocesano y a
poder civil constituyó un rudo golpe para su di- los Padres de la Compañía de Jesús, causa per-
fusión, porque el General Guardia, con su férrea manente de las agitaciones turbulentas que desde
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 19
mucho tiempo vienen minando el orden social.» Y metidas en el Decreto de ayer y es inútil todo es-
terminó diciendo que «el Gobierno respeta pro- fuerzo afin de obtener lo que V.S. Ilma. desea-Y'.
fundamente la sagrada religión de nuestros ma- Así, se dejó de mala manera sin su Pastor a
yores, y jamás intentará profanarlawé, la Iglesia costarricense, quien, junto con los Pa-
El decreto, por su parte, considerando, pri- dres Jesuitas, fue expulsado intempestiva y vio-
mero, que la acción tanto de los Padres Jesuitas lentamente del territorio nacional, sin tiempo pa-
como del Obispo «pone en evidencia la mira de ra ordenar cosa alguna ni de sus legítimos
trastornar el orden público con el fin de apode- asuntos ni de sus pertenencias, y menos aún ha-
rarse de la dirección de negocios que sólo incum- cer de su conocimiento alguna razón válida y
ben al Poder Público constitucionalmente esta- probada para tan arbitrario e ilegal proceder.
blecido»; segundo, que «están de manifiesto las Pero lo más interesante es que, de manera in-
tendencias del expresado Diocesano Eclesiástico mediata, el Gobierno comunicó a los otros países
a sobreponerse al Estado en sus más altas funcio- centroamericanos este hecho. Y lo hizo en forma
nes»; y tercero, que, «el primero y principal de- tal que dejó traslucir los verdaderos motivos de
ber del Gobierno es el de alejar ambiciones bas- esa acción. El telegrama dice:
tardas y tramas astutas para trastornar el orden
y seducir a las personas sencillas para que sirvan «En estos momentos el Gobierno que presido se
a sus réprobos propósitos», declaró: ha visto en la necesidad de emitir y ejecutar un
decreto por el cual se expulsa de la República al
1° Extráñase del territorio de la República al Ilmo. Obispo y Padres de la Compañía de Jesús,
Diocesano Don Bernardo A. Thiel. por convenir así a la tranquilidad del país y a las
2° Extráñase igualmente del territorio de la Re- ideas que sustenta mi Gobierno.
pública a la Compañía de Jesús establecida Próspero Fernández-v:
en Cartago.
3° El Ministro de Policía queda encargado de la Los gobiernos centroamericanos no tardaron
ejecución de este decreto. en contestar. El Presidente de Honduras le notifi-
có al General Fernández el arribo del telegrama
Tal decreto se puso en práctica de manera in- diciéndole entre otras cosas, que «agradezco a U.
«hasta hoy han estado bajo la autoridad eclesiás- los conflictos que han sobrevenido y pudieran
ticas/", Señala, además, que la construcción y ad- sobrevenir entre la Constitución y las disposicio-
ministración de ellos en lo futuro dependerá del nes del enunciado Concordato», sin más se de-
poder civil de cada provincia. Pocos días después, cretó la derogación de la ley N° 24 del 2 de di-
el 22 de julio, mediante la Ley W 38 se prohibie- ciembre de 1852 que establecía el Concordato
ron todas las comunidades religiosas en el país, se como ley de la República44.
prohibió la enseñanza religiosa así como también Pero no pararon allí las medidas liberal gua-
los votos religiosos, pretendiendo con una ley po- temaltecas. El I" de setiembre, mediante el de-
sitiva legislar incluso para el fuero interno. creto N° 6, el General Fernández, considerando
En efecto, considerando que toda orden mo- que la efectividad de la tolerancia de cultos que
nástica o religiosa «se opone al espíritu liberal consagra la Constitución «exige que se eviten los
de nuestras leyes políticas»; considerando que desacatos a que dan lugar las procesiones de las
«los individuos de las diversas órdenes religiosas imágenes fuera de los templos», decretó que
que residen en el país hacen vida monástica yad- «con excepción de la procesión del Corpus, las
miten al noviciado y uso del hábito, hijos del país de Semana Santa y la del Santo Patrono, prohí-
y extranjeros, con grave mal para la sociedad»; bense todas las demás procesiones de imágenes
considerando que «los actos ejercidos por dichos fuera de los templosv'",
religiosos en concordancia con lo anterior son En medio de la efervescencia de este estado
nulos ante la ley civil»; y, finalmente, conside- de cosas también tuvo lugar la promulgación del
rando que «es obligación de los Representantes Código Civil, el 28 de setiembre de 1887, en el
del pueblo poner coto a semejante conducta», es- que se hizo efectiva la «nueva legislación matri-
pecialmente a «los ataques de que es objeto por monial anunciada desde 1884»46. Esa legislación
parte del Clero la enseñanza laica del Estado-t', fue llevada por el Colegio de Abogados, como
la ley en cuestión establece, entre otros artículos: dice Monseñor Sanabria, «mucho más lejos de lo
que se proponía el Gobiernos", En efecto, aun
«Queda absolutamente prohibido en la República cuando el entonces nuevo Código Civil recono-
el establecimiento de órdenes monásticas o religio- cía el matrimonio celebrado por la Iglesia Católi-
sas, cualquiera que sea su clase y denominación. ca «una vez inscrito en el Registro del Estado Ci-
El Estado no reconoce los votos hechos en di- vil»48, sin embargo, en el título IV, capítulo IV,
chas comunidades. como dice el autor antes citado, «introducía el
Los religiosos que, rigiendo la presente ley, rein- matrimonio civil facultativo» y ponía en manos
cidan a juicio del Poder Ejecutivo en los hechos de la autoridad civil «conocer toda demanda so-
que a ella han dado origen, serán extrañados del bre divorcio y separación y sobre nulidad o cual-
territorio de la República. quier otra cuestión relativa al matrimoniov". Es
Se prohibe al Clero en ejercicio de su ministerio decir, se introducía el divorcio perfecto, esto es,
tomar injerencia alguna en la dirección de la en- se admitía la disolución del vínculo matrimonial.
señanza que se da en los establecimientos costea- Así cobró sentido el capítulo VII del mencionado
dos con fondos nacionales combatir dicha ense- título IV, dedicado, precisamente, al divorcic'".
ñanza por razón de ser exclusivamente laica»43. El 20 de agosto del año siguiente, mediante
la ley N° 77, el Congreso Nacional, a instancias
Sin duda, estos hechos ponían en entredicho del Ministro de Instrucción Pública don Mauro
el Concordato existente entre el Estado y la San- Fernández, procedió a cerrar el capítulo de las re-
ta. No podía, por tanto, tolerarse su existencia. formas liberales en Costa Rica, decretando la
Así, considerando que «el Concordato celebrado clausura de la benemérita Universidad de Santo
entre el Gobierno de la República y la Santa Se- Tomás. Efectivamente, el movimiento que produ-
de Apostólica, está en oposición con la ley funda- jo en el país «el estallido de los cohetes de fabri-
mental, por lo cual es imposible su observancia», cación guatemalteca», según la expresión de Her-
y que «declarada su caducidad quedan resueltos nán Peralta." halló su culminación en el cierre de
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 21
la única institución de educación superior que había se tuvieron en mira al dictarse aquella ley», el
en Costa Rica, porque era «pontificia» con plena va- Congreso estableció:
lidez jurídica, es decir, por su relación con la Iglesia.
Así, considerando que la Universidad de San- «La prohibición establecida por el artículo prime-
to Tomás «no tiene organizadas las facultades que ro de la ley de 22 de julio de J 884, comprende to-
constituyen la vida propia de esta institución»; da congregación religiosa de hombres o de muje-
considerando que en el país no había condiciones res, de eclesiásticos o de seglares, ligados con
suficientes «para organizar un centro de investiga- cualquier género de votos que vivan o no en comu-
ción científico»; considerando que los progresos de nidad. Las congregaciones religiosas ...no podrán
la ciencia y los medios de la condición social del aumentar el personal que en la actualidad tuvie-
país son incompatibles con «los estatutos y demás ren. Las de varones quedarán impedidas de repo-
disposiciones que rigen la Universidad»; y final- ner los miembros que en lo sucesivo faltaren por
mente, considerando que los estudios superiores muerte, o por ausencia, aunque sea temporal, del
sólo pueden desarrollarse en toda su extensión con territorio de la República ... el Poder Ejecutivo
«la reforma de esas leyes», el Congreso decretó: puede en cualquier tiempo expulsar del país dichas
congregaciones, cuando lo tuviere por convenien-
«Mientras las condiciones sociales del país no te, o prohibir la renovación de religiosass=.
I permitan la creación de una Universidad como
elemento corporativo con la organización que a Sin embargo, el caso de las Hermanas de la
~ sus funciones corresponden, queda abolida esta Caridad se convirtió en excepción, porque ellas
institución; y en su reemplazo créase Escuelas atendían los institutos de beneficencia social, ta-
r
r
superiores profesionales de Derecho y Notaria-
do, de Ingeniería y de Medicina. Deróganse to-
les como el Hospital San Juan de Dios y el Hos-
picio de Huérfanos, y en ese momento resultaba
I
das las leyes y disposiciones que puedan oponer- cuando no imposible, sí contraproducente a todas
se al presente decreto-S: luces prescindir de sus valiosos servicios. Por
esto, porque eran ellas quienes estaban entrega-
Finalmente, debe señalarse que bajo el go- das a este servicio de amor al prójimo, la ley en
bierno de don Rafael Yglesias se volvió a pun- cuestión contempló que «Las Hermanas de la
tualizar sobre algunos aspectos de las leyes libe- Caridad pueden entrar libremente a la Repúbli-
rales que cristalizaron las reformas liberales de ca en cualquier número, siempre que vengan
aquella época. Así, «con el fin de fijar bien el destinadas al servicio de establecimientos de be-
sentido del artículo primero del decreto de 22 neficenciasé", [O tempora, o mores! decían los
de julio de J 884 y garantizar los resultados que antiguos romanos, y no sin razón.
Fecha Resolución
y la razón de esto, dice don Hernán Peralta, es «Acerté a encontrarme con el Lic. Cleto Gonzá-
que «la justicia ha de ser siempre justicia, y el des- lez Víquez --dice el Pbro. valenciano-, en esa
terrado de ayer no puede ser el glorificado de hoy. época lleno de vida y como siempre leal y since-
¿Se condenó a un inocente? ¿Tendría quizá alguna ro en sus afirmaciones históricas, aunque rema-
culpa el Prelado perseguidoi=» El mejor modo de tado liberal. -Don Cleto, le dije, ¿sería usted tan
contestar tan sesudas preguntas sería la revisión del amable que me dijera lo que hubo de cierto en
proceso seguido pero, expresa este mismo autor, esa afirmación de revolución fraguada por el Sr.
Obispo Thiel y los Jesuitas contra el gobierno?-
«Lástima grande que el gobierno no dijese en- Con gusto, me contestó, y la contestación es cor-
tonces ante qué tribunal se siguió el proceso con- ta y categórica: la supuesta revolución fue un co-
tra Thiel; cuál fue la prueba de testigos y qué di- mento de la masonería para encontrar un
jeron estos en sus declaraciones; quién fue su pretexto que justificara el destierro del Sr. Obis-
abogado defensor, ya que ni los criminales pue- po y de los P.P.Jesuitas: esa es la verdade'".
den ser condenados sin ser oídos en juicio; cuál
fue, en fin, la información judicial seguida y qué Ahora bien, según se ha mostrado anteriormen-
resultados dio»57. te, esas ideas antic1ericales fueron completamente
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 23
ajenas a la entraña más pura del ser costarricen- bres del gobierno costarricense a las indicacio-
se. No calzaron, en esencia, ni aún con quienes se nes del dictador de Guatemalas/é.
han dado en llamar insignes liberales, porque de
ellos se debe decir, como lo hace Mario Sancho Agrega más adelante que «... la invasión de
en sus Memorias, que Costa Rica por el liberalismo guatemalteco no
está justificada porque Costa Rica cerró su fron-
«... contra ley, dieron entrada libre a cuantos tera al conservatismo de Carrera y a toda in-
frailes y monjas quisieron sentar aquí sus rea- fluencia centroamericana antes de la llegada al
les ... En punto a liberales de esta laya, se ha da- Poder en Guatemala del Partido Liberal.» Y lo
do el caso peregrino de que don Ricardo Jiméne; que es más, explica este historiador que «... la
haga él mismo plantas de liberalismo aun cuan- persecución del 84 no tuvo razón de ser porque
do fue a menudo paseando bajo el palio del San- Costa Rica no tenía un pasado conservatista a
tísimo y aclamado en los Congresos Eucaristi- base de catolicismo que hubiese provocado con
cos, y en sus últimas tenencias de Poder propició su intolerancia una reacción antirreligiosa como
las fiestas de la Coronación de Nuestra Señora la que entonces se produjo.é".
de los Angeles, y que luego, para las de su Tri- Idéntico juicio histórico ha emitido sobre es-
centenario, llegó hasta a autorizar una emisión to el historiador Ricardo Blanco Segura en su
l
t
de sellos de correo en honor y provecho de la
Virgen Milagrosa, en premio de lo cual la clere-
cía dispuso poner su retrato, en actitud contrita,
obra I 884: la Iglesia, el Estado y las reformas li-
berales. Dice:
r
24 REVISTA ESTUDIOS
Al decreto que secularizó los cementerios, puede obligar a nadie a cumplir/os ni eximir a
bien se aplica lo que Monseñor Sanabria dice al ninguno de su observancia; mucho menos en
referirse a ellos y a su relación con la Iglesia y el darle o no existencia.»
Estado:
Sobre el extrañamiento perpetuo de los reli-
«... 10 que no tiene explicación es el poquísimo giosos del país, dice que «la pena de extraña-
seso de los gobernantes, que teniendo en su ma- miento perpetuo, es tan grave, que no se conoce
no el remedio, no lo aplican por sí mismo. Los otra en nuestra legislación, y para imponerse, la
cementerios eran propiedad de la Iglesia: estaba equidad, la justicia, la misma humanidad exigen
en el derecho de mandar en ellos. ¿Por qué el que el acusado use del derecho de defensa ... y no
Estado no hacía un cementerio? Más aún ... es que se imponga con sólo el resultado de una in-
inexcusable la desidia de los gobiernos, la de los formación gubernativa»
representantes extranjeros y aun la de los mis- En cuanto a la prohibición de la enseñanza
mos no católicos, que pudiendo hacerlo no esta- religiosa expresa que «... el proyecto establece
blecían por su propia cuenta sus cementerioss'". que: "todo acto discurso que tienda (Fijáos: se
castiga la tendencia, la intención; ¿dónde esta-
Por esto, habiendo una solución tan clara al mos ?... ) a hacer nugatoria la enseñanza que da
problema de los cementerios, es un hecho que su el Estado, queda absolutamente prohibido". He
secularización no obedeció a razones históricas y aquí otro nuevo delito que rechaza la razón en
menos aun humanitarias, sino a que eran propie- nombre de la libertad y del derecho-é". Porque,
dad de la Iglesia. Porque mucho campo había en se pregunta, «¿no es el afán de todas las nacio-
el país para hacer muchos cementerios, pero se nes buscar los mejores sistemas de enseñanza,
siguió el camino que más dolía. para implantar/os y abandonar los antiguos ?» Y
El diputado don Manuel Dávila expuso en el se responde con ironía: «Pero no, Costa Rica de-
Congreso, el 16 de julio de 1884, la mejor crítica be ser una excepción. El sistema, el plan de en-
y el más agudo enjuiciamiento que de la ley so- señanza que adopte será el mejor; el único
bre comunidades religiosas se haya hecho. Co- y... desgraciado del que piense o diga lo contra-
mienza diciendo que «para mí todos los ciudada- rio, porque irá a la cárcell ... ¡Qué progreso al fi-
nos, todos los habitantes de la República están nal del siglo XIX!»
bajo el amparo de las disposiciones de la Carta Por todo ello, concluye el diputado Dávila di-
Fundamental, y no es, en este concepto, ninguna ciendo que si la ley se emite tal cual fue propues-
de las varias clases sociales superior a las de- ta, cosa que en efecto pasó, «traerá graves conse-
más»67. Por ello, no hay razón para perseguir a cuencias al país, de las que no quiero ni debo ser
las comunidades religiosas, y menos todavía pa- responsable». Y agrega: «he prometido a la pa-
ra prohibirlas, porque «¿qué ley infringen los que tria observar y defender la Constitución, y no de-
en Costa Rica viven en comunidad?». Por el con- bo aceptar una ley que la viola; ...suplico se ha-
trario, la misma Constitución protege y garantiza la ga constar esta exposición en el acta de este día».
libertad de creencia y de culto, permitiendo, ade- Su profecía se cumplió: el país se sumergió
más la manifestación de las opiniones políticas=. en una difícil y contradictoria situación que llevó
En cuanto al desconocimiento que el Estado hasta denunciar el Concordato unilateralmente,
hizo de los votos religiosos, dice acertadamente cuando en las relaciones internacionales lo más
el diputado en cuestión: elemental es el cumplimiento, por ambas partes,
de lo que bilateralmente se acordó. Con razón
«...se introduce el Estado en un fuero que no es afirma el mismo señor Dávila:
de su competencia: elfuero de la conciencia. Los
votos de pobreza, castidad y obediencia, que di- «El Concordato es un contrato bilateral en que
cen hacen los que abrazan el estado religioso, se estipulan derechos y deberes recíprocos: la
son puramente del fuero interior; el Estado no falta de cumplimiento de esos deberes por una de
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 25
las partes, no da derecho a la misma para sus- por ello, cerrándola se afectaba a la Iglesia, sin
traerse a todos; al contrario, da derecho a la embargo, ante todo, lo que se hizo fue terminar,
otra parte para exigir el cumplimiento de todos.» como bien dice José Abdulio Cordero, «con el
patrimonio histórico de la nacionalidadslí,
Pero no bastó al Gobierno el evidente atrope- En efecto, las razones que se adujeron para
llo de la Constitución y de los tratados internacio- clausurar «aquella puerta venerable», como la ha
nales, pues ¡hasta las procesiones de imágenes, llamado el escritor mencionado, y que se señala-
manifestación pública del culto cristiano, fueron ron como considerandos de la ley, sólo fueron
prohibidas], a pesar de ser Costa Rica un pueblo «...un magnífico pretexto para dar el último toque
de católicos. Bien lo dijo el diputado Dávila: a la empresa que habían iniciado don Próspero y
«...(los gobernantes) somos los Representantes de su gente de gobierno. La institución, por su mis-
este Pueblo Soberano y Católico, y en nuestra mo nombre y sus beneméritos antecedentes, irra-
mano no está perturbarle en sus creencias, ni mu- diaba un molesto tufillo a Iglesia y a escolástica,
cho menos en su nombre, legislar contra ellas». a tiempos pasados. Había que cerrarlasl".
Con razón, pues, el historiador Blanco Segu- Su clausura fue, por ello, hija directa de la
ra evaluando la actitud asumida en todo esto por reacción liberal anticatólica de la época. Bien se
el Congreso Nacional, dice que «no se puede du- expresa don Hernán Peralta cuando dice que la
dar de que nuestro Congreso de i884 fue pródi- reacción liberal
go en doctores en derecho torcidosl''.
En cuanto al matrimonio civil y al divorcio «...presenció la muerte de la Universidad de
establecidos en el Código Civil de 1887, hay que Santo Tomás herida por la espada de un golpe
preguntar, como lo hace Monseñor Sanabria: salido del Ministerio de Instrucción, recogió el
último suspiro de esa entidad que guardaba en
«¿ En aquella fecha, en Costa Rica, el matri- sus anales la historia de la cultura nacional, y
monio civil facultativo, tal como lo introdujo la contempló su cadáver; no envuelto enflores sino
nueva legislación, respondía a una cierta urgen- en los fragmentos de su célebre gabinete de quí-
cia social, si es que en estas cosas puede hablar- mica, forzado, atropellado y destruido por la
se de urgencias sociales de esta naturaleza, se- fuerza pública-":
mejante a la que obliga a las autoridades, aun de
pueblos muy católicos, a tolerar la prostitución De las causas de su cierre, ninguna ha podi-
para evitar males mayoresr sl' do justificarse. Es más, en la Memoria que diri-
gió don Mauro Fernández al Congreso en 1885
Ciertamente, a la luz de lo que se ha venido «elogió el funcionamiento de la Universidadsl'',
exponiendo, se debe decir que mientras que tres años después propició su clau-
sura. ¿Será que en sólo tres años decayó tanto la
«... no parece que aquellos legisladores hayan venerable institución? Hay que expresar, con
procedido por consideraciones de carácter so- Constantino Láscaris, que tal vez «la Universi-
cial, por erróneas que ellas fueran, sino simple- dad fracasó en extensión, pero no en calidadsll,
mente por afanes liberalescos doctrinarios, y Por ello, se puede afirmar que más que a una ne-
porque con ello creían ellos vindicar las inter- cesidad de readecuar la educación costarricense,
venciones estaduales de que tan celosos fueron, su clausura se debió a móviles anticlericales, lo-
en contra de las intervenciones de la iglesia en grando con esto que «la enseñanza del país que-
una institución social fundamental, como es el dara culturalmente acéfala» 78.
matrimonio» 72. De este modo, no puede menos de concluir-
se esta consideración histórica expresando, con
Si desatinadas fueron todas aquellas medi- el historiador Peralta, que «la persecución del 84
das, la última lo fue todavía más. Si la Universi- no fue un movimiento sociológico, sino un coto
dad de Santo Tomás era tan cercana a la Iglesia y, contra los sentimientos religiosos del pueblo
26 REVISTA ESTUDIOS
costarricense, de suyo ecuánime y sereno y ale- tar derechos y libertades en nombre de un régi-
jado de ruidos y de discusiones sobre asuntos re- men de derecho y de la misma libertad. Sin em-
ligiosos o meramente espirüualessl''. bargo, esos esfuerzos por justificar aquello han
Sin embargo, se debe decir en honor de los tenido, al menos, un merito: destacar la impor-
liberales costarricenses y en consonancia con lo tancia de tales acontecimientos y precisar aspec-
que de ellos hemos afirmado, que «en sus refor- tos decisivos en la formación y consolidación del
mas había inconscientemente un cierto empeño Estado costarricense. Sólo que, a diferencia de
de conciliar su posición y conciencia religiosa, casi todos ellos, estamos convencidos que sin ha-
que aunque no muy clara, quien más quien me- ber recurrido a las prácticas que más ofendieron,
nos, la tenían todos, con su inquietud y casi di- se pudo haber logrado lo que, a fin de cuentas, se
ríamos exasperación de espíritu por hacer algo alcanzó. Y la prueba de ello es que cuando cin-
"liberal ". Y lo hicieronsé'', cuenta años después todo aquel desatino jurídico
se derogó, en ulio de 1942, en nada cambió la es-
tructura del Estado costarricense en lo que tenía
,.
CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS de «liberal», entendiendo este concepto en su
acepción positiva'". Es más, en mucho seguimos
Las extravagancias de la historia se repiten defencieno los derechos y libertades individua-
con más frecuencia de lo que cualquiera se puede les, sobre todo hoy a la luz de la Declaración
imaginar; sólo que en cada ocasión se revisten con Universal de los Derechos Humanos. Pero por
distintos con distintos ropajes, expresando nuevas más que haya sido decisivo lo que el Estado lo-
y variadas circunstancias que muchas veces y con gró con las imposiciones liberales de 1884 y de
gran facilidad pasan de lo individual a lo social. los años siguientes, nada justifica el atropello de
Cuando el químico francés Antonine Laurent fue derechos y libertades fundamentales de ciudada-
guillotinado el 8 de mayo de 1794, en medio de nos e instituciones. No aceptamos la máxima de
los furores de la Revolución Francesa, alguien jus- que «el fin justifica los medios». A nombre suyo
tificó su inmerecida muerte diciendo que «la Re- en la historia del mundo, así como en la Costa Ri-
pública no tiene necesidad de sabios». Hoy, a po- ca de aquel entonces, se han cometido absurdos
co más de cien años de la imposición de las así que ha costado mucho enderezar.
llamadas «leyes liberales» por parte del Estado Más bien concordamos con el historiador
costarricense, pareciera que esas palabras hubie- Ricardo Blanco Segura, cuando ha afirmado que
ran sido dichas, no en el contrasentido que les dio «hay tres factores que están por encima de toda
origen, sino con toda la exactitud semántica que confesión religiosa o ideología política: la paz,
puedan tener. En efecto, todavía hoy sigue siendo la libertad y la estabilidad democrática de un
un hecho que por entonces nuestra República no pueblo y de un Estado que, en resumen, desde su
es que no tuvo necesidad de sabios, sino que no los independencia han creído como católicos y han
tuvo del todo. Quizá por eso es que el acucioso vivido como liberalesv/". Pero con un «liberalis-
historiador Ricardo Blanco Segura llegó a afirmar, mo» al estilo costarricense.
sin ambages, que «no puede dudar de que nuestro
Congreso de 1884 fue pródigo en doctores en de-
recho torcidov/", NOTAS
Todo el proceso de reforma liberal de fines
l. Artículo presentado en la Universidad Juan Pa-
de fines del siglo pasado, en su esencia y en sus
blo II como requisito para optar por el grado
manifestaciones, fue un contrasentido. Por más
académico de Maestría en Doctrina Social de
esfuerzos que hayan hecho ilustres historiadores, la Iglesia.
aquello no calza ni con la tradición del ser costa-
rricense ni con el entorno histórico de la época82. 2. Doctor en Filosofía por la U.A.C.A., Bachiller
Es más, ni siquiera con una filosofía verdadera- en Ciencias Religiosas, Profesor de Teología e
mente liberal, pues se llegó al exceso de arreba- Investigador de la Historia. Maestro Catedrático
Las reformas liberales de 1884: la República no tiene necesidad de sabios 27
7. La Iglesia Católica en Costa Rica durante el 23. La Primera Vacante de la Diócesis de San Jo-
siglo XIX (En: Costa Rica en el siglo XIX. San sé, p. 28.
José: Tipografía Nacional, 1902), p. 313.
24. Idem.
8. Para una síntesis de su vida y obra, cf. Ricardo
Blanco Segura, Obispos, Arzobispos y Repre- 25. Ibid, p. 35.
sentantes de la Santa Sede en Costa Rica (San
José: EUNED, 1984), p. 59-61. 26. El ser de la nacionalidad costarricense,
(España: Tridente, 1964), p. 143-144.
9. Monseñor Sanabria, ob. cit., p. 118-119.
27. La Universidad de Santo Tomás (En: Abe-
lO. El texto completo en: Colección de Tratados lardo Bonilla, Antología de la literatura
Internacionales celebrados por la República costarricense. San José: UACA, 1981), p.
de Costa Rica (San José: Tipografía Nacional, 256.
1892), p. 79-87. Sobre esta síntesis que se ex-
pone, cf. Ricardo Blanco Segura, Historia 28. El ser de la nacionalidad costarricense, p. 148.
Eclesiástica de Costa Rica (San José: ECR,
1967), p. 325 s.s. 29. Abelardo Bonilla, Historia de la literatura cos-
tarricense (San José: UACA, 1981), p. 81.
11. Constantino Láscaris. Desarrollo de las ideas
filosóficasen Costa Rica (San José: UACA, 30. Anselmo L/orente y Lafuente, p. 220.
1983), p.67.
31. Idem.
12. Ob. cit., p. 156.
32. La Gaceta, 19 de julio de 1884.
13. Ibid, p. 158.
33. Ricardo Fernández Guardia, Cartilla Histórica
14. Ob. cit., p. 75. de Costa Rica (San José: Lehmann, 1973), p.
1221.
15. Ob. cit., p. 218. \
34. La Gaceta, 19 de julio de 1884.
16. (San José: ECR, 1973).
35. Idem.
17. Ricardo Blanco Segura, Los que el Obispo juz-
gare (San José: ECR, 1982), p. 50. 36. Telegrama del Ministro don Bernardo Soto a
Monseñor Thiel, recibido en Limón el 19 de ju-
18. Monseñor Sanabria, Bernardo Augusto Thiel lio de 1884. El texto está reproducido en los
(San José: ECR, 1982), pp. 15-35. Para una apéndices de la obra Bernardo Augusto Thiel,
síntesis de su vida y obra, cf. Ricardo Blanco p. 691 s.s.
28 REVISTA ESTUDIOS
38. El texto de este telegrama se reproduce 59. Cartilla Histórica de Costa Rica, p. 121.
en la obra de don Hernán Peralta, Don
Rafael Yglesias (San José: ECR, 1968), 60. La Tribuna, 4 de agosto de 1942.
p. 123.
61. (San José: ECR, 1976), p. 173-174.
39. La Gaceta, 24 de julio de 1884.
62. Hemán Peralta, ob. cit., p. 122.
40. La Gaceta, 25 de julio de 1884.
63. Ibid, p. 162.
41. La Gaceta, 21 de julio de 1884.
64. Idem.
42. Considerandos 2, 3,4 Y 6 de esta ley. La Gace-
ta, 23 de julio de 1884. 65. P. 273. El destacado pertenece a la cita.
43. Artículos 1, 3, 5 y 6 de esa ley. 66. Anselmo Llorente y Lafuente, pp. 123-126.
44. Ley No. 43, artículo único. La Gaceta, 29 de 67. A petición suya el texto se publicó en La Gace-
julio de 1884. ta, 19 de julio de 1884.
45. La Gaceta, 2 de setiembre de 1884. 68. El señor Dávila cita los artículos 12 y 36 de la
entonces Carta Magna vigente.
46. Monseñor Sanabria, Bernardo Augusto Thiel,
p.323. 69. El destacado y el paréntesis son del señor Dá-
vila.
47. Ibid, p. 324.
70. 1884: La Iglesia, el Estado y las reformas libe-
48. Código Civil (San José: Tipografía Nacional, rales, p. 299.
1910), arto 59.
71. Bernardo Augusto Thiel, p. 325-326.
49. Artículo 54.
72. Idem.
50. Los capítulos siguientes de ese título IV tarn-
bién se refieren a lo mismo. 73. Ob. cit., p. 86.
52. La Gaceta, 22 de agosto de 1888. Consideran- 75. Esta reflexión del historiador Peralta no apare-
dos de esta ley. ce en la edición de su obra que hemos citado
aquí y que hizo la Editorial Costa Rica. Sin ern-
53. La Gaceta, 6 de junio de 1894. Considerando bargo, en la la edición que hizo Trejos en 1928
único de esta ley y artículos 1, 2 y 3. sí aparece en la p. 166.
80. Bernardo Augusto Thiel, p. 332. Bonilla, Abelardo. Antología de la literatura costarri-
cense. San José: UACA, 1981.
81. Cf. cita n. 68.
___ o Historia de la literatura costarricense. San
82. Entre quienes han querido justificar aquellos José: UACA, 1981.
sucesos, o que los han ignorado del todo, que
es otra forma de excusarlos, cf. Carlos Mon- Burgess, Paul, Justo Rufino Barrios. San José: EDU-
ge Alfaro, Historia de Costa Rica (San José: CA,1972,
Trejos, 1978); Carlos Calvo Gamboa, Rafael
Yglesias Castro (San José: MCJD, 1980); Calvo Gamboa, Carlos. Rafael Yglesias Castro. San
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1981); Miguel Picado, La Iglesia costarri- Cordero Solano, José Abdulio. El ser de la nacionalidad
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1988); Astrid Fischel, Consenso y represión
(San José: ECR, 1990); Claudio Antonio Fernández Guardia, Ricardo. Cartilla histórica de
Vargas, El Liberalismo, la Iglesia y el Esta- Costa Rica. San José: Lehmann, 1973.
do en Costa Rica (San José: Guayacán,
1991); y otros más. Fischel Volio, Astrid. Consenso y represión. San José:
ECR,1990.
83. Sobre la derogación de las leyes liberales del
siglo pasado, cf. Gustavo Adolfo Soto, La Igle- Láscaris, Constantino. Desarrollo de las ideas filosóficas
sia Costarricense y la Cuestión Social (San Jo- en Costa Rica. San José: UACA, 1983.
sé: EUNED, 1985), pp. 298-309.
Meléndez, Carlos. Documentos fundamentales del si-
84. 1884: La Iglesia, el Estado y las reforas libera- glo XIX. San José: ECR, 1978.
les, p. 328. Cf. epígrafe de esta investigación.
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1979.
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