Los vudús querían llevar instrumentos musicales a los hombres para que tuvieran entretenimiento, pero cuando fueron a pedírselos a Mawu, el creador, fueron encarcelados uno a uno. Ñoxo Ananu fue a ver a Mawu y gracias a su astucia y humildad logró que liberara a sus hijos y les diera los tambores y ritmos musicales, trayendo así el entretenimiento a la tierra.
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Los vudús querían llevar instrumentos musicales a los hombres para que tuvieran entretenimiento, pero cuando fueron a pedírselos a Mawu, el creador, fueron encarcelados uno a uno. Ñoxo Ananu fue a ver a Mawu y gracias a su astucia y humildad logró que liberara a sus hijos y les diera los tambores y ritmos musicales, trayendo así el entretenimiento a la tierra.
Descripción original:
historia del origen de los vudús en la cultura fon del dahomey
Los vudús querían llevar instrumentos musicales a los hombres para que tuvieran entretenimiento, pero cuando fueron a pedírselos a Mawu, el creador, fueron encarcelados uno a uno. Ñoxo Ananu fue a ver a Mawu y gracias a su astucia y humildad logró que liberara a sus hijos y les diera los tambores y ritmos musicales, trayendo así el entretenimiento a la tierra.
Los vudús querían llevar instrumentos musicales a los hombres para que tuvieran entretenimiento, pero cuando fueron a pedírselos a Mawu, el creador, fueron encarcelados uno a uno. Ñoxo Ananu fue a ver a Mawu y gracias a su astucia y humildad logró que liberara a sus hijos y les diera los tambores y ritmos musicales, trayendo así el entretenimiento a la tierra.
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KUMEDJI, EL ESPIRITU DE LA ASTUCIA Y HUMILDAD.
Cuando Mawu nos hizo y vinimos sobre la tierra, no
teníamos instrumentos musicales: tambores, timbales, marimbas...No teníamos nada para divertirnos y pasar agradablemente el tiempo. Después de comer o de cenar, como no teníamos nada qué hacer, todos nos íbamos a dormir. Así es que, en aquel tiempo, los hombres se pasaban la mayor parte del tiempo durmiendo. Los vudús llegaron a la tierra antes que nosotros y se dieron cuenta de la vida tan aburrida que llevábamos. Un día se reunieron para buscar una solución: -Los hombres llevan una vida muy triste, se dijeron. Hay que ir a ver a Mawu y pedirle los instrumentos musicales para que se diviertan. Pero ir a casa de Mawu era un asunto muy serio ¿A quién se le podía enviar? Todos tenían miedo. -Que vaya Xebioso, el iracundo, dijo alguien. -¡Keeeyi! ¡Encantado! Ya veréis cómo os traigo los tambores en un abrir y cerrar de ojos, dijo todo envalentonado el vudú del Rayo. Xebioso se presentó ante Mawu y Mawu le preguntó: -¿Qué quieres? ¿Por qué has venido a verme? -He venido a coger los instrumentos musicales para llevárselos a los hombres y se diviertan, porque llevan una vida muy aburrida, dijo Xebioso con tono decidido. Mawu ordenó que lo apresaran y lo encerraran en un lugar oscuro. Los vudú, al constatar la tardanza de Xebioso, volvieron a reunirse y dijeron: -Vamos a enviar ahora a Sakpata. El es dueño y señor de la tierra. Es valiente y turbulento y no tendrá miedo de Mawu. Que sea él el que vaya en busca de los tambores. Sakpata se presentó ante Mawu y quiso halagarle diciendo: -Segbo Lisa, eres el creador del universo y no te vemos nunca. Vengo a pedirte que vengas a visitarnos a la tierra. Pero Mawu sabía a lo que había venido y no quiso dejarse halagar. Dio órdenes de que se le capturase y se le encerrase con Xebioso. Uno tras otro, todos los vudús se presentaron ante Mawu con la misma misiva y todos corrieron idéntica suerte; sólo quedaba Ñoxo Ananu, la madre de todos ellos, que se lamentaba de su soledad y del destino de sus hijos: -¡Tantos hijos como he tenido y que ya no me quede ninguno! A todos los ha encerrado Mawu en su casa y me he quedado sola en la tierra. ¿Qué puedo hacer ahora? Y después de darle muchas vueltas, se dijo: -Iré a donde están ellos. Antes se fue a consultar a Fa para saber qué espíritu le podría ayudar en semejante misión. Salió Kumedji, y Kumedji le dijo: -Ya sé por qué has venido a verme. Tranquilízate, porque lograrás lo que deseas. Pero antes tendrás que purificarte al pie del Árbol Inmortal. Ananu se purificó y se fue a visitar a Mawu, le saludó y Mawu le preguntó: -Ananu, madre de tantos hijos, ¿cómo estás? -Estoy bien, señor, respondió Ananu. -Y ¿qué te trae por aquí? -Nada señor. Estaba sola y aburrida y me dije que hacía mucho tiempo que no iba a ver a mi señor. Por eso he venido a verte. -¡Mentira! ¿Por qué no me dices la verdad?, le imprecó Mawu mirándola con ojos furibundos. -Esa es la verdad, señor. ¿O no está bien que venga a saludar a mi creador? -Me estás mintiendo. ¿Por qué lo haces? ¿Has visto acaso a tus hijos estos días? Sabes muy bien que están aquí y por eso has venido: para verlos a ellos, no para saludarme a mí. -Señor, soy muy anciana y sabes muy bien que mis hijos ya no se preocupan de mí desde hace mucho tiempo y que me han abandonado. -¡Aaah! Pues, sí. Aquí están. Xebioso vino diciendo que se iba a llevar los tambores a la tierra para que los hombres se divirtieran. No quise dárselos y lo encerré. Luego vinieron Sakpata, Lisa, Gu... y a todos los tengo encerrados. Ahora vienes tú y tengo la impresión de que me estás mintiendo. Pero no importa. Te voy a dar a ti todos los instrumentos musicales: tambores, maracas, marimbas, timbales... Distribúyelos tú entre tus hijos como te parezca; que cada uno elija el instrumento que le guste, que cada uno coja un tambor y un ritmo y que se lo lleve. Mawu liberó a todos los hijos de Ananu y Ananu repartió en la tierra ritmos y tambores entre todos ellos hasta quedarse sin nada. A Nesuxwe le dio el tambor largo, a Xebioso el corto, las maracas y timbales fueron para los jóvenes, "la caja de resonancia" para los blancos... -Ya tenéis vuestros tambores. Aprended a tocarlos, pero sabed que todos ellos pertenecen a Sakpata, el vudú de la tierra. Por eso Sakpata sabe tocar todos los tambores y conoce todos los ritmos, mientras que Ananu no conoce ninguno; se quedó sin ritmos y sin tambores y ahora no sabe tocar ni bailar.
Ñoxo Ananu fue quien trajo los tambores a la tierra y, gracias
a ella, hoy se puede tocar y bailar y la vida de los hombres se hizo más agradable y divertida. (Bokonon Bili-Boto. Gbehizankon 1972).