Acuerdo de Paz
Acuerdo de Paz
Acuerdo de Paz
Luego de más de cincuenta años de conflicto armado con las FARC, el Acuerdo de Paz pone fin a la
violencia con esa guerrilla. El Acuerdo busca impedir que haya más víctimas y concentrar todos los
esfuerzos en construir una paz estable y duradera.
Por la vía del Acuerdo de Paz, las FARC se comprometieron a entregar todas sus armas a las
Naciones Unidas, a no incurrir en delitos como el secuestro, la extorsión o el reclutamiento de
menores, a romper sus vínculos con el narcotráfico y a cesar los ataques a la Fuerza Pública y a la
población civil. El Acuerdo logra que, a partir de su aprobación por la ciudadanía, las FARC hagan
política sin armas. El Acuerdo incluye un plan de desarrollo agrario integral con acceso a tierras y
servicios y una estrategia de sustitución sostenible de cultivos ilícitos.
- El fin de las FARC como movimiento armado: entregarán todas sus armas y se
reincorporarán a la vida civil.
- El fin del secuestro, la extorsión y las hostilidades contra la población y la fuerza pública
por parte de este grupo.
- Satisfacción de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.
- Un campo en paz con oportunidades legales y reales de desarrollo económico, sin
narcotráfico.
- El fortalecimiento de la democracia y de las instituciones del estado en el territorio
nacional.
- Una lucha más eficaz contra las organizaciones criminales y el narcotráfico.
- La Reforma Rural Integral busca superar la pobreza y la desigualdad en el campo y brindar
condiciones de bienestar a todos los habitantes rurales.
- Los desplazados por el conflicto podrán volver a sus tierras, trabajar en ellas y vivir en paz.
- La población rural tendrá oportunidades de educación, salud, trabajo digno y vivienda.
- Se reconstruirán las regiones rurales más afectadas por el conflicto con la participación de
las comunidades.
El Acuerdo Final busca que las diferencias puedan resolverse de manera pacífica y que el país
transite hacia una cultura de reconciliación, convivencia, tolerancia y no estigmatización que le
apunte a la construcción de la paz.
Con el punto de participación política se logrará una democracia fortalecida, donde todos quepan,
puedan opinar y tengan derecho a no estar de acuerdo. Donde las ideas se defiendan con
argumentos y nunca más con las armas.
Para garantizar esto se facilitará la creación de nuevos partidos y movimientos políticos, como
medidas para promover la transparencia en los procesos electorales y reformar la organización
electoral. Además, se promoverá la participación e incidencia de las comunidades en la
formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de los procesos planeación territorial y regional,
dando una mayor relevancia a la veeduría y control ciudadano.
Si bien el conflicto antecede al problema del narcotráfico, no es posible la construcción de una paz
estable y duradera si no se resuelve este problema, el problema de los cultivos ilícitos y las
economías ilegales asociadas a ellos.
Sin conflicto habrá oportunidades de desarrollo legal para los campesinos que se han visto
involucrados en el ilícito.
A través de programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, se les dará a los cultivadores, antes
amenazados por la guerra, opciones reales de vida y trabajo en la legalidad. De esta forma, se
fortalecerá la presencia permanente del Estado y el trabajo conjunto con los habitantes de estas
tierras para garantizar la sostenibilidad de estas comunidades.