Zanatta - La Edad Neoliberal

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 7

Zanatta: “La edad neoliberal”

Si bien los años noventa habían comenzado bajo el signo del Consenso
de Washington -un vasto plan de reformas económicas liberales-, este período
se cerró con evidentes señales de crisis. En algunos países, las reformas
liberales coincidieron con la consolidación de instituciones democráticas,
mientras que en otros acentuó su fragilidad, desembocando en graves crisis
sociales y reiterados episodios de inestabilidad política.
I. Apertura de mercados y globalización: Los años noventa fueron de
primacía económica en la agenda latinoamericana. Con Chile a la cabeza, se
impuso el giro liberal en algunos países, no sólo en lo económico, sino también
en lo ideológico y lo político. Cabe mencionar de entrada que, aunque las
medidas económicas parecieron semejantes para todos, dichas reformas no
tuvieron las mismas modalidades ni fueron iguales en todas partes.
¿En qué consistían dichas reformas? En principio, eran estructurales, es
decir, buscaban modificar las bases mismas del sistema productivo y
financieros de los países de Latinoamérica. El objeto de fondo era abrir las
economías locales a la competencia internacional para obligarlas a ser más
eficientes e innovadoras, e incrementar el rol del capital privado a expensas del
papel del estado.
La prioridad fue restablecer el equilibrio macroeconómico, a través de la
reabsorción del enorme déficit público, el control de la inflación y el
saneamiento de la balanza de pagos. Para ello, los gobiernos recurrieron a
masivos planes de privatización de las empresas públicas, a la liberalización de
sectores antes considerados estratégicos -y, por tanto, alejado del capital
privado-, y a la reducción de las barreras comerciales.
¿Cuál fue el balance general? En principio y en relación con su efecto
económico, es posible decir que antes de que se iniciara la grave recesión (a
mediados/fines de los noventa), la economía creció, con mayor rapidez en la
primera mitad de la década. No lo hizo a niveles excepcionales, pero si permitió
revertir el signo negativo de la “década perdida” (los ochenta).
I.I. Globalización: En este período es cuando la economía latinoamericana
se integró a ritmo acelerado a los veloces cambios del mercado internacional.
Para esto fue que surgieron las reformas estructurales, ya que se buscaba
mayor disciplina económica y la apertura comercial antes que el crecimiento
económico, que sólo recibió un tenue impulso.
Durante los años noventa, la mayoría de los países latinoamericanos
incrementó la dependencia de los flujos financieros internacionales. En un
primer momento de las reformas fueron voluminosos, pero con el pasar del
tiempo y renovada ascensión de la crisis, empezaron a disminuir, provocando
nuevamente crisis (como la de Argentina en 2001, donde la falta de capital
extranjero nos llevó al “default” y al corralito).
II. La sociedad latinoamericana en los años noventa: los nuevos
movimientos sociales: El panorama social no fue brillante en Latinoamérica,
dado que se produjo una brecha entre el retorno del crecimiento económico (no
imponente, pero concreto) y numerosos indicadores sociales, marcados por un
empobrecimiento claro, con enormes deferencias de país a país, dado que fue
más tenue en algunos (México, Uruguay y Chile), y decididamente peor en
otros.
II.I. Desempleo: En principio, el impacto se sintió en el ámbito del empleo,
que disminuyó en lugar de crecer; por otro lado, donde la desocupación fue
reabsorbida, se crearon solo empleos marginales, de escasa o nula
productividad1.
II.II. Gasto social y pobreza: El aumento de la desocupación y la
subocupación tuvo como contrapartida el crecimiento del gasto social, que llegó
a niveles nunca antes alcanzados en la historia del área, algo inesperado en
una era neoliberal. El impacto que tuvo en la pobreza fue muy limitado, y
cuando se inició nuevamente la recesión, la pobreza llegó a niveles más
elevados que en los ochenta.
II.III. Desigualdad: La verdadera nota gravosa del escenario social
latinoamericano fue la desigualdad, que en general permaneció sin cambios e
incluso empeoró en el transcurso de la década 2. Hay debates historiográficos
sobre este tema, con respecto a que influencia tuvo el modelo económico
neoliberal en esta desigualdad: los antiliberales sostienen que el plan
económico rompió el tejido social equitativo y cohesionado que tenían antes los
1
Aunque, por ejemplo, las mujeres pudieron ingresar al mundo laboral, la brecha de ingresos entre trabajadores
especializados y los del vasto sector informal se amplió aún más.
2
Sólo hubo dos excepciones. Uruguay, por un lado, donde el crecimiento económico y la distribución de la renta
lograron cierto equilibrio. Cuba, por otro, donde las diferencias sociales fueron menores que en otros países de la
región, el precio fue el ingreso per cápita que resultó muy disminuido.
países; mientras que los liberales dicen que el modelo económico tuvo impacto
en las sociedades latinoamericanas, pero que estos nodos sociales tenían
problemas más antiguos, producto de las fracturas históricas de la región.
II.IV. Movimientos sociales: En medio del caos, empezaron a surgir o
consolidarse diferentes movimientos de masas. Estos nacieron con el retorno
de la democracia y en años posteriores, con el objetivo de dar respuesta y
representación a muchos grupos sociales marginados: feministas, ecologistas,
organizaciones barriales, entre otros. A pesar de sus diferencias, lo que los
unió en una red fue un Foro Social Mundial, celebrado en Porto Alegre en el
2001, donde sus principios serían el comunitarismo y el antiliberalismo.
II.IV.I. Indigenismo: El alma más robusta y arraigada en la historia y las
sociedades locales era ya por entonces el indigenismo, con una larga historia a
sus espaldas. Empezó a manifestarse con fuerza en los noventa en América
Latina, donde las divisiones étnicas seguían siendo profundas y constantes.
Lo hizo como un movimiento social capaz de atraer un fuerte consenso
ideológico y político, además de convertirse, en ocasiones, en un movimiento
armado, como sucedió en Chiapas, en el México, donde en 1994 el “Ejército
Zapatista de Liberación Nacional” anunció que empuñaría las armas contra el
estado.
III. Luces y sombras de las democracias latinoamericanas: En términos
generales, en los años noventa la democracia continuó difundiéndose por toda
Latinoamérica: Chile lo hizo a comienzos de la década de los noventa,
alejándose del yugo de los militares; lo mismo puede decirse de México, que
por entonces logró su larga liberalización política; los países de América
Central fueron también por el camino democrático.
Estas democracias en vías de consolidación pueden ser caracterizadas
por su: solidez, legitimidad y eficiencia de las instituciones políticas:
a) Solidez: En tanto se apoyaron en un vasto consenso y una difundida
cultura democrática, es decir, en la convicción de gran parte de la población de
que la democracia representativa era el mejor o el menos imperfecto de los
regímenes políticos.
b) Legitimidad: Ya que la mayoría de los actores políticos reconocía en los
procedimientos democráticos la única modalidad para afirmar sus ideas y
programas, mientras se reducían las acciones extremas (golpes de estado).
c) Eficiencia: Ya que, aunque se consolidaron de forma lenta y
burocrática, esa misma gradualidad confería a sus elecciones un elevado grado
de credibilidad y contribuía a cimentar el estado de derecho.
III.I. Principales ejemplos de la democratización: Veamos algunos casos
particulares, como el de Chile, México y Argentina.
a) Chile: Fue el caso más paradigmático. En los años noventa se
sucedieron en la presidencia los candidatos de la “Concertación”, una coalición
de partidos en el pasado hostiles entre sí, pero luego aliados para consolidar la
democracia chilena, emancipándola de los rasgos totalitarios impuestos por el
régimen militar saliente, sin violar la Constitución vigente.
b) México: Aquí las elecciones se volvieron por primera vez competitivas y
se completó la reforma del sistema electoral, con el resultado de que, en 1997,
por primera vez en la historia el PRI perdió la mayoría parlamentaria y, en
2000, la transición democrática mexicana culminó con la elección de Vicente
Fox, del “Partido Acción Nacional”, como presidente. De este modo, terminó el
monopolio de los herederos de la revolución de 1910.
c) Argentina: Fue electo presidente de Argentina en 1989, quien basó su
popularidad democrática en dos elementos clave: la estabilidad económica
(que sería garantizada por su plan de convertibilidad, ofreciendo la paridad
cambiaria entre el peso argentino y el dólar estadounidense) y el peronismo.
Ambos elementos el permitieron tener mayor legitimidad que su predecesor,
Alfonsín.
IV. Bill Clinton y América Latina: Bill Clinton asumió la presidencia de los
Estados Unidos (1993-2000) en un nuevo contexto internacional. A principio de
los noventa se había producido una variación en la correlación de fuerzas a
nivel mundial debido al derrumbe del campo socialista y el fin de la guerra fría.
En la economía internacional habían sucedido cambios estructurales y
predominaban las ideas económicas del neoliberalismo; por lo que su doctrina
de "ampliación democrática" fue la guía en materia de política exterior; aunque
en su primer mandato se centró más en los problemas internos del país
durante su segundo período fue más activo.
Aunque los lineamientos de la política de Clinton hacia América Latina
eran claros: fortalecer el desarrollo de las democracias latinoamericanas,
promover el libre comercio en la región y combatir los problemas del
narcotráfico, el lavado de dinero, la inmigración ilegal, la degradación ambiental
y la inestabilidad generada por la corrupción y el conflicto político o social en
Latinoamérica, esta región no fue prioridad en la política exterior
norteamericana por varias razones, a mi juicio.

Una de ellas se refiere al cambio de actitud de Estados Unidos hacia


América Latina, en el nuevo contexto internacional, basado principalmente en
el reconocimiento estadounidense de las "democracias latinoamericanas" y el
desplazamiento de la región hacia una integración a la economía de mercado y
el libre comercio.
Ello se debe a que desde la década de los ochenta los gobiernos del área
están aplicando políticas neoliberales -impuestas por organismos
internacionales manejados principalmente por EEUU-, desean construir
vínculos económicos y políticos más fuertes con el Imperio Norteamericano y
no confrontan abiertamente a Washington como en décadas anteriores.
Además, con el fin de la guerra fría había desaparecido la "amenaza
comunista" y el peligro de un avance en la región: principio de organización de
la política estadounidense hacia América Latina en la postguerra.
Este giro en las relaciones interamericanas, ejercido mediante
mecanismos de dominación económicos y políticos sobre los países
latinoamericanos, favorece a los intereses norteamericanos por lo que América
Latina no representó un peligro inminente para los objetivos estratégicos y
políticos de la administración Clinton.
Aunque se puede pensar que el área fue prioridad de la política de la
administración por su gran interés en la concreción del TLC; considero, sin
embargo, que esto respondió básicamente a los compromisos que recibió de la
administración Bush, a los intereses norteamericanos en México y se logró en
el primer año de su mandato, por lo que durante casi toda la administración
Clinton, la región no fue muy importante en la política exterior de los Estados
Unidos.
La política de esta administración para América Latina se caracterizó,
como en las administraciones precedentes, por mantener su liderazgo y
dominación sobre la región, sólo ha variado el tono y los instrumentos
utilizados. Es válido señalar que este cambio se produce desde la
administración Bush y el nuevo contexto internacional. De tal manera que la
formulación de la política exterior norteamericana hacia la región ha tenido
mucho en cuenta los aspectos "geoeconómicos" de la seguridad nacional de
los Estados Unidos como complemento de las dimensiones estratégicas y
políticas, las cuales siguen prevaleciendo.
V. La crisis del neoliberalismo: En la época de entre siglos, una profunda
convulsión, económica y política, diezmó la confianza en el futuro de la región.
Claro esto, que no se produjo en todas partes ni con la misma intensidad, dado
que hubo países -Chile y Brasil- que salieron indemnes en el plano económico
e incluso fortalecidos en el institucional, y otros países -Argentina y Venezuela-
donde la crisis fue lo suficientemente grave para golpearlas económica e
institucionalmente.
El caso argentino es un emblema. A fines de los noventa se abrieron
profundas grietas en el modelo económico que este país había adoptado, en
estrecha sintonía con los organismos financieros internacionales, lo cual redujo
drásticamente la ya agotada competitividad de la economía argentina y su
capacidad de honrar los plazos de la deuda externa, y obligó al gobierno a
procurarse nuevos créditos para poder pagarla, los cuales ya no llegarían.
Así las cosas, en 2000 comenzó la fuga de capitales de los bancos y
empresas de crédito, y en 2001, los ahorristas argentinos comenzaron a
transferir en masa al exterior los dólares depositados en los años precedentes.
Mientras Estados Unidos y el FMI debatían sobre si debían intervenir y de qué
manera, De la Rúa se vio acorralado.
Para evitar la fuga, introdujo el denominado “corralito”, una medida
extrema con la que se limitaba en forma drástica el acceso a los ciudadanos a
sus cuentas corrientes. A ello siguió, el mismo año, una crisis sin precedentes,
que trascendió la esfera económica y resultó en el colapso del gobierno radical.
En términos económicos, la crisis que ya varias veces había estado a
punto de estallar se volvió evidente en toda la región a partir de 1998. La
recesión mundial arrastró a estas economías, cuyos indicadores fueron
negativos o se estancaron durante años, además de empeorar las condiciones
sociales y provocar el consenso de que había llegado el ocaso del “Consenso
de Washington” (en otras palabras, del liberalismo). Claro que la crisis que se
abrió entonces no se limitó al horizonte económico; de hecho, abarcó la arena
política, con efectos disímiles de país a país.

También podría gustarte