Ondas de Forma
Ondas de Forma
Ondas de Forma
No siempre va afectar a todos por igual, puede ser que afecte de diversas formas y
manera a las personas que la recibe. A algunas personas les puede afectar en su
salud, ya hemos hablado de esto en Geobilogía y Vibraciones.
Esta teoría ha sido difundida por León Chaumery y André de Belizal y otros. Aquí en
España por el Dr. Fco. Javier Merino de la Fuente en su libro “Radiónica, Ciencia y
Magia de la Vida”. Cada día se está estudiando más pues, se viene observando una
influencia importante en los seres humanos en relación con algunas patologías.
La denominación de Onda de Forma (O.D.F.) las dieron estos investigadores ya
mencionados para explicar las radiaciones producidas por cuanto objeto que nos
rodea.
Fueron otros dos investigadores como Albert Masón y Jacques Bersez los que
desentrañaron y puesto en claro lo que son las O.D.F., afirmando lo siguiente: Las
O.D.F. no existen por sí mismas, no habiendo más, que formas que vibran y oscilan
según la acción de fenómenos exteriores, generalmente radiaciones cósmicas,
aunque también otras con las que entran en resonancia y armonía.
Dicho de otra manera, las formas y sobre todo las geométricas, son capaces de
vibrar y resonar con las ondas del espectro electromagnético, reflejar y emitir otra
serie de ondas características y frecuencias, que son las O.D.F., de tal modo, que no
son en sí creadas por las propias formas, sino, que son inducidas en ellas por la
interacción de las ondas del citado espectro electromagnético, fundamentalmente
por las cósmicas y las telúricas, sin olvidar las propias emitidas por los seres
humanos.
Se sabe que:
A.- Las O.D.F. emitidas por las formas geométricas simétricas son beneficiosas y
benignas.
B.- Las O.D.F. emitidas por polígonos y formas geométricas irregulares no
compensadas, son nocivas y dañinas.
Los investigadores Chaumery y Belizal nos dicen que las O.D.F. son el producto de
formas geométricas que captan la energía ambiente en una parte muy débil y
resultante de sus combinaciones. Sobresaturadas de la energía captada, estas
formas la irradian a continuación en vibraciones.
La materia no emite solo las radiaciones que conocemos sino también una vibración
determinada por su forma: la refracción angular, que se encuentra a la base de
todas las emisiones vibratorias y que se ha dado en llamar “emisión de ondas de
forma”. Esta radiación puede ser beneficiosa o dañina para la vida.
Los estudiosos más importantes de las ondas de forma fueron, a principios del siglo
XX, dos científicos franceses, Chaumery y De Belizal, quienes realizaron estudios de
colores, asociándolos a ondas de forma. En un importante descubrimiento
identificaron un radiación, ubicada entre los colores blanco y negro, cargada de
gran cantidad de energía. Además de clasificar las ondas, construyeron varios
aparatos receptores y emisores para investigaciones y fines terapéuticos.
Otros investigadores llegaron a la conclusión de que las figuras geométricas pueden
ser cargadas y emitir el flujo magnético de la Tierra si se orientan de manera
correcta. Además se ha descubierto que determinadas formas geométricas, o
simbólicas son sensibles a las ondas de pensamiento u ondas abstractas, pudiendo
ser amplificadas y enviadas al destinatario elegido, actuando a distancia.
Emisiones debidas a las formas.
Las Emisiones Debidas a las Formas, nos sitúan en el corazón mismo de los
engranajes que sustentan la materia, por lo que nos hallamos ante una
problemática sumamente compleja y difícil de abordar, sin duda se trata de una
temática que habría que encarar necesariamente desde una perspectiva
multidisciplinar, porque cuando en algo están involucrados, lo físico, lo biológico, lo
vital, en definitiva el ser humano, la historia cobra otras dimensiones.
Las formas curan y si pueden curar también pueden matar. Cuando mencionamos
el poder de las formas, nos estamos refiriendo a algo palpable, demostrable,
repetible. Una simple configuración geométrica aplicada a un árbol puede provocar
que sus hojas caigan o que sus tumores desaparezcan, también que plantas cuyas
semillas han sido tratadas mediante la proyección de algunas determinadas
configuraciones se desarrollen esplendorosamente. Las extrapolaciones al ser
humano las dejo a disposición de la imaginación.
Ya en el paleolítico superior o incluso antes, se conocía este fenómeno de las
formas y su influencia. Los petroglifos o las pinturas en las que aparecen espirales,
laberintos, cruces etc. nos indican que la utilización que hacían de las formas
nuestros antepasados era probablemente algo más que una mera manifestación
artística. Los egipcios eran maestros en la aplicación de las formas. La cruz ansada,
los bastones de mando, los acumuladores de madera semiesféricos…, se utilizaban
seguramente como elementos de trabajo y/o de dominio debido a su poder
operativo. También los Pakua chinos, esos artefactos octogonales que llevan en su
interior el símbolo del yin y del yang pudieron ser utilizados en clave radiónica y
como elementos de armonización de espacios.
Las llamadas civilizaciones del románico y del gótico, nos enseñan que los sabios
maestros constructores no dejaban nada al azar. Cuidaban y ajustaban
escrupulosamente cualquier elemento que iba a ser parte integrante del edificio
sagrado así, esos templos ubicados en zonas altamente patógenas eran
reconvertidos en lugares de salud, de paz y de espiritualidad, debido a la emisión
de forma resultante generada por la medida, por la proporción, por la polaridad de
la piedra, por la orientación etc. Poco a poco, esa sabiduría fue diluyéndose y su
pista se perdió definitivamente en los albores del renacimiento. Hay algo de esas
antiguas culturas que me ha llamado poderosamente la atención la atención y que
invita a una profunda reflexión. La utilización de las formas y de las energías sutiles
de ellas emanadas se hallaban siempre en manos de la clase sacerdotal, chamanes
en su caso, y por lo general no trascendía al pueblo. Y es que la manipulación de
energías de las que conocemos más bien poco puede entrañar serios peligros.
UN INTENTO DE DEFINICIÓN
Evidentemente estamos rodeados de formas, el entorno físico donde se desarrolla
nuestra experiencia vital es un entorno de formas. De alguna manera un tanto
simplista podría decirse que las formas tienen que ver con la apariencia externa y
ordenada que adoptan los distintos elementos de la creación. Ahora bien, las EDF
exigen un planteamiento que responda fundamentalmente a dos preguntas:
¿Pero…qué es lo que en realidad manifiestan las formas? Y ¿Cuáles son los efectos
de sus emisiones? Vayamos por partes. Los primeros descubrimientos relacionados
con las EDF se deben al coronel ruso Skariatine (1883 – 1963) más conocido como
Enel.
En el año 1908 este pionero realiza un primer viaje a Egipto descubriendo una
fuerte radiación en el interior de la gran pirámide. Enel fue el primero que relacionó
algunos tipos de cáncer con determinadas EDF. Posteriormente, en la década de los
años 30 los franceses André de Belizal, Leon Chaumery y Morel, y más tarde Jean
de la Foyé y Roger de Laforest entre otros, trabajan sistemáticamente en la
investigación experimental constatando que las formas pueden influir en los
procesos de salud y enfermedad en cualquiera de los reinos de la naturaleza
mediante una extraña energía vehiculada por las entonces llamadas “ondas de
forma”, denominación en la que influyó sin duda la teoría, del electromagnetismo
muy en boga en aquel momento.
Pero hoy sabemos que la aplicación de las EDF no se limitan solamente al campo de
la salud, están siendo utilizadas también en la industria convencional; la creación
de nuevos polímeros, la capacidad de modificar algunas propiedades físicas de los
metales o la posibilidad de influir en la variación de las temperaturas de fusión o
vaporización de diferentes elementos, son algunos fenómenos que se realizan con
determinadas EDF. Se conoce muy poco de la situación actual de la investigación.
Alguna pequeña reseña de la fundación francesa Ark’all cuyo representante más
conocido es el Doctor en física matemática e ingeniero químico Jacques Ravatin,
sale a la luz muy de tarde en tarde. La propia investigación del grupo Ark’all
provocó que las mencionadas “ondas de forma” pasaran a denominarse Emisiones
Debidas a las Formas (EDF). La razón es que al parecer, no se trata de ondas ni por
lo tanto, tienen carácter ondulatorio.
Estaríamos pues, ante “emisiones” que nada tienen que ver con el
electromagnetismo ni con ningún otro tipo de energía conocida, más aun, es posible
que no pertenezcan a nuestro universo físico o dicho de otra manera, estas
emisiones trascienden lo tridimensional. Del trabajo experimental realizado hasta el
momento se puede deducir que las EDF interaccionan con la fuerza de la gravedad,
con las corrientes magnéticas terrestres y con radiaciones comprendidas o no
dentro del espectro electromagnético por lo que se deduce de alguna manera que
estas radiaciones son como ya hemos sugerido antes, de origen desconocido.
En consecuencia las formas absorben energía, la modulan y la irradian. La sutileza
de la energía emanada por las EDF dificultan su detección y es precisamente esta
sutileza la que explica su poder de penetración lo que sugiere que actúan sobre los
niveles más íntimos de la materia y en el caso de los seres vivos sobre los niveles
celulares o más allá de ellos. Recordamos que todo el engranaje de la vida se
sustenta en lo más sutil, en lo más delicado, de ahí el tremendo poder de
armonización o des-armonización de las formas.
En este sentido los fenómenos que a veces se dan alrededor de los más grandes y
conocidos receptores y emisores de onda de forma como las pirámides, las estatuas
de la isla de Pascua o las catedrales, no pueden hacer otra cosa que cuestionar las
tesis del pensamiento estrictamente racional. El antes mencionado profesor Ravatin
aporta dos conceptos que pueden ayudar a comprender las EDF.
El primer concepto tiene que ver con lo que Ravatin denomina “lo local” que se
localiza en el ámbito de las tres dimensiones, es decir, se trata del mundo físico
conocido en el cual podemos tener referencias y contacto con las cosas.
El segundo concepto se refiere a “el global” y representa al universo donde las
referencias se pierden, donde no existen anclajes, donde no sirven ya las
herramientas físicas ni tampoco las psíquicas que utilizamos habitualmente. Es este
un universo que está más allá de lo físico. Y precisamente en este universo infinito
se halla inserto nuestro limitado “el local”, sin embargo, tanto “el local” como “el
global” son mundos que están estrechamente interrelacionados y entre los que se
da un intercambio constante de información.
El ser humano pertenece a ambos mundos. Lo que Ravatin nos cuenta tiene un
perfecto paralelismo con la teoría del físico cuántico David Bhom. Para él existen
dos mundos, el “implícito” y el “explícito”. El uno es real e invisible el otro es
ilusorio y visible. Lo que nosotros hacemos es captar frecuencias que nos llegan
desde ese mundo real e invisible para transformarlas en la realidad física que
conocemos y que es una más entre otras innumerables realidades insertas en un
ingente número de posibles mundos existentes.
También Castaneda, siguiendo las enseñanzas del chaman indio Don Juan Matus
viene a corroborar lo antedicho aportando unas mismas ideas aunque con
diferentes matices. Don Juan denomina “tonal” a nuestra realidad ilusoria y
“nagual” a la puerta que nos conduce al reino del Águila que es el verdadero
mundo sobre el que se fundamenta el nuestro cotidiano. Bien, las EDF habría que
enmarcarlas dentro este contexto, dentro de este origen. Estamos pues en la
frontera de lo misterioso, de incomprensible, de lo inabarcable.
Ya lo hemos dicho, “lo local” lo podemos controlar, “el global” no, de ahí que el
trabajo con las formas exija un extremo cuidado por los efectos insospechados que
a veces muestran sobre todo, las emisiones llamadas “mágicas” de las que
hablaremos más adelante. NUESTRAS CÉLULAS COMO EMISORES Y RECEPTORES DE
“RADIOFRECUENCIA” Para entender cómo interaccionan nuestras células con el
medio energético en el que se incluyen el de la EDF es preciso conocer el trabajo de
G. Lakhosvky y su teoría de la “oscilación celular”.
Lakhosvky como otros muchos grandes personajes, que no se ajustan a la ortodoxia
convencional tuvo que sufrir todo tipo de persecuciones. Y es que cuestionar el
dogma que los poderes convencionales sustentan sobre lo que es la salud y lo que
es la enfermedad siempre ha tenido consecuencias. ¿Qué dice Lakhosvky? Que la
vida depende de la radiación, que las radiaciones cósmicas son las responsables de
la vida ya que por su enorme poder de penetración llegan hasta el último rincón de
los organismos, que el ser humano no solamente recibe radiaciones sino que
también las emite, que nuestras células se comportan como “circuitos oscilantes”
de Hertz capaces de resonar a una amplia gama de frecuencias.
En la época en que este físico publicó su teoría, se creía que en el interior del
núcleo de la célula existía un filamento de estructura tubular enrollado en espiral
similar a una bobina eléctrica. Este filamento tendría en su interior materias
minerales y orgánicas conductoras de electricidad, estando las paredes constituidas
por material dieléctrico. Lakhosvky piensa que este filamento es un verdadero
oscilador microscópico por lo que debido a su tamaño podría oscilar a frecuencias
muy altas en bandas de onda extremadamente cortas lo que permitiría resonar con
las radiaciones cósmicas.
Los posteriores descubrimientos en el campo de la histología señalan que esos
filamentos tubulares del núcleo (los cromosomas) son en realidad estructuras en
forma de V o de U. La histología confirma pues, que Lakhosvky no andaba
descaminado. En la célula existen además, otros elementos con capacidad de
oscilación como los condriomas o mitocondrias del citoplasma. Tanto los
cromosomas como las mitocondrias pueden entrar en resonancia e interaccionar
tanto con las ondas cósmicas como con las telúricas estén comprendidas o no
dentro del espectro electromagnético.
APLICACIONES PRÁCTICAS
Nuestra casa como núcleo de intimidad, debiera de responder a parámetros de
armonía y de paz. Sin ellas no es posible la recuperación, ni la reflexión activa, ni la
conexión. Esta es una de las razones por las que debiéramos poner atención a las
formas con las que nos rodeamos.
Algunas sencillas recomendaciones:
- Evitar que nuestra cama y los lugares de máxima permanencia se encuentren
sobre aguas subterráneas, fallas o en la vertical de antenas. Poner atención a los
campos electromagnéticos.
- El mobiliario en la medida de lo posible debiera de ser de madera natural y
contener formas redondeadas. Evitar la exposición a ángulos sobre todo si son
inferiores a 90 grados. Colocar sobre ellos cantoneras de formas redondeadas.
Suavizar los espacios irregulares como por ejemplo las habitaciones en forma de
hacha. Se pueden colocar móviles en los puntos de separación.
- La decoración ha de ser armoniosa. No colocar cuadros que distorsionen la figura
humana. Tener cuidado con el arte abstracto y con las máscaras africanas. Las
lámparas semiesféricas es mejor desecharlas. Todas las plantas son beneficiosas,
son nuestros mejores aliados armonizadores.
Cuando intentamos aprehender la realidad, desde la apertura, desde la sensibilidad
y el sentimiento sin establecer a priori juicios de valor, cuando tomamos conciencia
de los problemas como los que pueden afectar a nuestro hogar, se produce en
nuestro interior un reajuste que afecta a todo nuestro ser global. Elaborar y elevar
nuestra propia emisión de forma es contribuir a la re-creación del mundo. Este es el
mensaje.
(Artículo basado en la obra de Jean de la Foyé)