Clase
Clase
Clase
Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante,
vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes. No se
le puede apreciar el rostro porque el sombrero la opaca. Hay mucha gente que conoce sus gritos o
bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. Vive en sitios enmarañados, con árboles
frondosos, alejada del ruido de la civilización y en los bosques cálidos, con animales dañinos.
Los campesinos cuentan que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, estos se
enturbian y se desbordan, causan inundaciones, borrascas fuertes, que ocasionan daños
espantosos.
Castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los
esposos infieles y a los vagabundos. Maldice con plagas los ganados de los propietarios que
usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes. A los que andan en malos
pasos, les hace ver una montaña inasequible e impenetrable, o una maraña de juncos o de
arbustos difíciles de dar paso, borrándoles el camino y sintiendo un mareo del que no se
despiertan sino después de unas horas, convenciéndose de no haber sido más que una
alucinación, una vez que el camino que han trasegado ha sido el mismo.
Dicen que para librarse de las acometidas de la Madremonte es conveniente ir fumando un tabaco
o con un bejuco de adorote amarrado a la cintura. Es también conveniente llevar pepas de
cavalonnga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán; sirve así mismo,
para el caso, portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración de San Isidro
Labrador, abogado de los montes y de los aserríos.
Hombre Caimán
E
l Hombre Caimán es una leyenda que se desarrolla en la población ribereña de Plato,
Magdalena, en la Costa Caribe colombiana.1 Cuenta la historia de Saúl Montenegro, un
hombre cuya pasión por espiar a mujeres desnudas lo condenó a quedar convertido en un ser
con cuerpo de caimán y cabeza humana.2
En Plato se celebra anualmente el Festival del Hombre Caimán. También existen una plaza y
un monumento en su honor que son patrimonio cultural de la población. La leyenda del
Hombre Caimán quedó inmortalizada en la canción "Se va el caimán" del barranquillero José
María Peñaranda.
La leyenda[
Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy mujeriego que tenía por afición
espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río Magdalena. Previendo que
podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le
preparara una pócima que lo convirtiera temporalmente en caimán para que no sospecharan
las bañistas y poderlas admirar a placer. El brujo le preparó dos pócimas, una roja que lo
convertía en caimán, y otra blanca que lo volvía hombre de nuevo.
Montenegro disfrutó por algún tiempo de su ingenio, pero en una ocasión, el amigo que le
echaba la pócima blanca no pudo acompañarlo. En su lugar fue otro que, al ver el caimán, se
asustó al creer que era verdadero y dejó caer la botella blanca con el líquido que lo convertía
en hombre de nuevo. Antes de derramarse completamente, algunas gotas del líquido
salpicaron únicamente la cabeza de Saúl, por lo que el resto su cuerpo quedó convertido en
caimán. Desde entonces, se convirtió en el terror de las mujeres, quienes no volvieron a
bañarse en el río.
La única persona que se atrevió a acercársele después fue su madre. Todas las noches lo
visitaba en el río para consolarlo y llevarle su comida favorita: queso, yuca y pan mojado
en ron. Tras la muerte de su madre, (que murió de la tristeza por no haber podido encontrar al
brujo que había elaborado las pócimas porque había muerto), el Hombre Caimán, solo y sin
nadie que lo cuidara, decidió dejarse arrastrar hasta el mar por el río hasta Bocas de Ceniza,
como se conoce la desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe a la altura
de Barranquilla. Desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato hasta
Bocas de Ceniza, permanecen pendientes para pescarlo en el río o cazarlo en los pantanos
de las riberas
Leyenda de Bochica
(Leyenda de Cundinamarca)
La historia de esta leyenda, cuenta que en época de los Chibchas, durante días y
noches llovió tanto que se arruinaron los cultivos; las casas se vinieron al suelo, y se
mojaron tanto que lo mismo servía tener techo de palma o no.
El Zipa, quien comandaba todo el imperio Chibcha, y los caciques, que eran como los
capitanes o gobernadores de los poblados de la sabana, se reunieron para buscar una
solución, pues no sabían qué hacer y el agua seguía cayendo del cielo en torrentes. Se
acordaron entonces de Bochica, un anciano que no era de su tribu y quien había aparecido de
repente en un cerro de la sabana.
Dicen que era alto y de piel colorada, con ojos claros, barba blanca y muy larga que le llegaba
hasta la cintura. Vestía una túnica también larga, sandalias, y usaba un bastón para apoyarse.
Él les había enseñado a sembrar y cultivar en las tierras bajas que quedaban próximas a la
sabana y a orar. Cuando se iniciaron las lluvias, Bochica estaba visitando el poblado de
Sugamuxi (hoy Sogamoso), en donde había un templo dedicado al Sol.
Los chibchas decidieron llamarlo, porque pensaron que Bochica era un hombre bueno que
podría ayudarlos, o todo el imperio se acabaría a causa de la gigantesca inundación. El
anciano dialogó con dificultad con los caciques, pues no dominaba su lengua, pero se hacía
entender y le comprendían bastante. Se retiró a un rincón del bohío que tenía por habitación,
rezó a su dios, que decía era uno solo. Luego salió y señaló hacia el suroccidente de la
sabana.
Cuentan además, que cientos de indios organizaron una especie de peregrinación con él. Se
detuvieron después de varios días en el sitio exacto en donde la sabana terminaba, pero las
aguas se agolpaban furiosas ante un cerco de rocas. Los árboles enormes y la vegetación
selvática frenaban la furia del agua.
Bochica, con su bastón, miró al cielo y tocó con el palo las imponentes rocas. Ante la sorpresa
y admiración de unos y la incredulidad de todos, las rocas se abrieron como si fueran de
harina. El agua se volcó por las paredes, formando un hermoso salto de abundante espuma,
con rugidos bestiales y dando origen a una catarata de más de 150 metros de altura. La
sabana, poco a poco, volvió a su estado normal. Y allí quedó el "Salto del Tequendama".
Dicen que Bochica, tiempo después, desapareció silenciosamente como había venido.
La laguna de Iguaque, caracterizada por su paisaje frío, alguna vez se llenó de flores y plantas de
colores, el agua comenzó a burbujear como si hirviera y apareció una hermosa mujer delgada, de cabello
largo y esbelta. En su brazo derecho tenía un niño de cinco años. Caminaron sobre el agua hasta la orilla.
Eran Bachué y su hijo, venían a poblar la tierra.
Cuando el niño creció y fue un hombre contrajo matrimonio con Bachué, tuvieron muchos hijos, pues en
cada parto tenía cuatro, cinco, seis hijos y hasta más. Primero se instalaron en la sabana y después
recorrieron todo el imperio Chibcha. Poblaron cada rincón con sus hijos. Ella enseñó a sus hijos a tejer,
construir bohíos, amasar el barro, cultivar y trabajar los metales. Su esposo entrenó guerreros y les
enseñó los valores de la vida.
Cuando Bachué consideró que la tierra estaba lo suficientemente poblada, dispuso todo para volver a la
laguna de Iguaque. Acompañada por una multitud, regresó al sitio del que salió y en compañía de su
esposo se lanzó al agua y desaparecieron.
Tiempo después Bachué y su esposo se convirtieron en una serpiente que salió a la superficie y la
recorrió en presencia de todos, dejando como mensaje que siempre los acompañarían.
La laguna de Iguaque se convirtió en un lugar sagrado y allí se celebraban ceremonias en honor a
Bachué.
La sociedad chibcha se rigió por el matriarcado; por eso el nombre del esposo es desconocido. La mujer
era la encargada de transmitir las tradiciones y costumbres a los descendientes. Ella era considerada una
diosa, pero además una maestra, a quien debían el tipo de organización, las tradiciones y valores de su
cultura.
Los arhuacos celebran sus fiestas en lugares sagrados, cuyo acceso está prohibido a
los curiosos, a los traficantes blancos y a los negros.
Una de sus costumbres ha adquirido fuerza religiosa: el esposo no vive en la misma
cabaña que la de su esposa y sus hijos. Cada familia tiene dos, y cuando el hombre
apetece comer, se va a sentar frente a una piedra colocada en medio de las dos
cabañas, y a ese lugar, le tiene que lleva los alimentos su mujer, sin importar si el día
está lluvioso o soleado.
Los arhuacos también crían ganado, pero como no lo llevan a pastar, se torna bravío.
La leyenda
La leyenda suele ser un relato maravilloso que algunas veces tiene origen en algún
evento histórico, pero que suele estar enriquecido por numerosos elementos
fantásticos.
El Mito
A diferencia de la leyenda, el mito describe más claramente una historia que
guarda una estrecha relación con lo religioso.
Por otra parte, como explica Mircea Eliade, el relato mítico posee una estructura
circular que transcurre durante un tiempo extra-temporal y a-histórico en el cual
los sucesos se repiten periódicamente simbolizando con frecuencia
acontecimientos cíclicos observables en la naturaleza. Otras veces, el mito
representa una explicación sobre el origen del mundo y es un sustento de la
cosmovisión de una cultura.
El mito, en general, es una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de
los elementos y supuestos básicos de una cultura.
Es un relato de hechos maravillosos protagonizado por personajes sobrenaturales (dioses,
semidioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).
La narración mítica cuenta, por ejemplo, cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados seres
humanos y animales, y cómo se originaron ciertas costumbres, ritos o formas de las
actividades humanas. Casi todas las culturas poseen o poseyeron alguna vez mitos y vivieron
en relación con ellos.
En cambio, la leyenda, es una narración tradicional o colección de narraciones relacionadas
entre sí de hechos imaginarios pero que se consideran reales.
A veces se da una mezcla de hechos reales y de ficción, aunque se parte de situaciones
históricamente verídicas. La palabra procede del latín medieval legenda y significa ‘lo que ha
de ser leído’.
El Ánima Sola
Cundinamarca y Boyacá
Esta leyenda muisca cuenta como durante varias semanas llovió por toda la
sabana hasta que los cultivos quedaron arruinados y las casas inundadas.
El Zipa, que era el regente de todos los cacicazgos de la zona, decidió
entonces recurrir al dios Bochica a por ayuda.
Bochica, con su bastón, desintegró esas rocas y el agua pudo fluir montaña
abajo. Es así como se formó la espectacular cascada hoy conocida como el
Salto del Tequendama.
14- El patas
El patas es una criatura pequeña con pies enormes y velludos. Se dice que
anda cubierto de hojarasca y musgos. Es bastante tímido y huidizo, pero
ayuda a los viajeros perdidos en el bosque dejando huellas en el camino.
15- La Mancarita
Se dice que por las calles de la Bogotá colonial se solía escuchar el galopar
de una mula que a su paso levantaba chispas del suelo. Esta se atribuía al
fantasma de la mula de Don Álvaro Sánchez.
No obstante, un día fue encontrado el cadáver de una bruja en cuyos pies,
que parecían pezuñas, tenía unas herraduras como las de la mula. Desde
ese entonces, no se volvió a escuchar tal sonido por las calles.
18- El sombrerón
Esta figura aparecía y desaparecía de los pueblos sin dar aviso. Perseguía a
borrachos y pillos siempre a altas horas de la noche en sitios solitarios.
La diosa Bachué es la madre primigenia del pueblo Muisca. Fue diosa de fuentes de agua como
manantiales y arroyos, así como pobladora de la tierra y protectora de las cosechas. Bachué
enseño preceptos como la paz, la armonía y la convivencia a los primeros pobladores Muiscas. Al
parecer se le rindió culto junto a la figura de su consorte (que emergió junto con ella en forma de
un niño de la laguna de Iguaque) en un santuario especial que posiblemente se ubicaba en el
actual San Pedro de Iguaque. Según las creencias chibchas tras haber poblado el mundo y haber
dejado sus enseñanzas entre los Muiscas, la diosa volvió junto con su compañero y se convirtieron
ambos en serpientes al ingresar a la laguna sagrada de Iguaque. En varios mitos Muiscas, como por
ejemplo el de la cacica de guatavita, aparece la figura de la Serpiente asociada a la de la laguna
sagrada
MITOS INDIGENAS PIJAOS
Tradición oral El pueblo Pijao tiene muchas creencias en la mitología, especialmente en los
espíritus del monte, el agua y la tierra. Según la creencia, los espíritus están dentro de las siete
capas del mundo, ubicados en el tercer escalón Chiri, o frío. Según cuenta Nelsy Vega Oyola,
profesora indígena, entre las ánimas del viento se encuentran el ‘Chilacó de Viento’, ‘El Pollo de
Viento’, ‘Burro de Viento’, ‘Culebra de Viento’, ‘El Burro sin Cabeza’, entre otros, estos tienen un
significado dependiendo del canto. “El Chilacó anuncia desgracias o muerte, si el canto es grueso,
es porque va a morir un hombre y si es delgado, fallecerá una mujer. “Por su parte, ‘El Pollo de
Viento’, anuncia invierno o verano; tenemos también que si ‘El Guaco’ canta sobre un árbol
frondoso, es porque va a llover, pero si se posa sobre un árbol seco, se aproximan días de sequía”.
El silbido de la ‘Culebra de Viento’ también anuncia lluvias