7 Dolores de La Virgen

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LOS DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Comentario inicial

Hermanos, en el marco de nuestra Semana Santa e inundados por el silencio


contemplativo que la Iglesia tiene junto al sepulcro, venimos a poner todas
nuestras necesidades y afanes en la presencia de la Santísima Virgen María, quien,
por medio del dolor de estar junto a la cruz, une y recibe en sí misma nuestras
flaquezas, enfermedades y dolencias. Nos queda claro que Dios no quiso dejar la
humanidad en soledad y a merced del mal, por esto pensó y quiso que la Santísima
Virgen María fuera la Madre del Redentor y del hombre. Ponemos Madre Nuestra,
junto a tu corazón, el dolor y sufrimiento de nuestro pueblo.

Oremos:

Oh Dios, que quisiste que con tu Hijo, exaltado en la cruz,

estuviera la Madre, compartiendo su dolor, concede a tu Iglesia,

que, asociada con Ella a la pasión de Cristo,

merezca participar de su resurrección.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

R. Amén.

Primer Dolor: La profecía de Simeón

Del Evangelio según San Lucas:

Simeón les bendijo y dijo a María, su madre:

“Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de
contradicción - ¡a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden
al descubierto las intenciones de muchos corazones”.

Palabra del Señor


Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes palabras
con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce Jesús.
Querida Madre, obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis pecados.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Segundo Dolor: La huida a Egipto

Del Evangelio según San Mateo:

Cuando se fueron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

—Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te
avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

Se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y partió hacia Egipto,


donde residió hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que anunció el Señor
por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Palabra del Señor

Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus privaciones durante tan largo
viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en la tierra del exilio. Madre
Dolorosa, alcánzame la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios,
aún en los momentos más difíciles de mi vida.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Tercer Dolor: El Niño perdido en el templo

Del Evangelio según San Lucas:

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar ésta,
mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo
supieran. Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos. Al no encontrarlo,
regresaron a buscarlo a Jerusalén. Luego de tres días lo encontraron en el templo,
sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. Y todos los que lo oían estaban maravillados ante su inteligencia y sus
respuestas. Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo:
—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.

Él replicó:

—¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi
Padre?

Palabra del Señor

Qué angustioso fue el dolor de María cuando se percató de que había perdido a su
querido Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresó con José a Jerusalén. Durante
tres largos días buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron en el templo. Madre
querida, cuando el pecado me lleve a perder a Jesús, ayúdame a encontrarlo de
nuevo a través del Sacramento de la Reconciliación.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Cuarto dolor: María se encuentra con Jesús de camino al calvario

Del libro de las Lamentaciones:

Ustedes, los que pasan por el camino, miren, vean:

¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado!

Palabra de Dios

Acércate, querido cristiano, ven y ve si puedes soportar tan triste escena. Esta
Madre, tan dulce y amorosa, se encuentra con su Hijo en medio de quienes lo
arrastran a tan cruel muerte. Consideren el tremendo dolor que sintieron cuando
sus ojos se encontraron - el dolor de la Madre bendita que intentaba dar apoyo a su
Hijo. María, yo también quiero acompañar a Jesús en Su Pasión, ayúdame a
reconocerlo en mis hermanos y hermanas que sufren.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Quinto dolor: Jesús muere en la Cruz

Del Evangelio según San Juan:


Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la Escritura,
Jesús dijo:

—Tengo sed.

Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la


sujetaron a una caña y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo:

—Todo se ha cumplido.

Dobló la cabeza y entregó el espíritu.

Palabra del Señor

Contempla los dos sacrificios en el Calvario - uno, el cuerpo de Jesús; el otro, el


corazón de María. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su
querido Hijo cruelmente clavado en la cruz. Ella permaneció al pie de la cruz y oyó
a su Hijo prometerle el cielo a un ladrón y perdonar a Sus enemigos. Sus últimas
palabras dirigidas a Ella fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en
Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre." María, yo te acepto como mi Madre y quiero
recordar siempre que Tú nunca le fallas a tus hijos.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Sexto dolor: María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz

Del Evangelio según San Marcos:

Ya al atardecer; y como era el día de la preparación, víspera del sábado, José de


Arimatea, miembro respetable del consejo, que esperaba el reino de Dios, tuvo la
valentía de presentarse a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de
que ya hubiera muerto. Llamó al centurión y le preguntó si había muerto hace
tiempo. Informado por el centurión, le concedió el cuerpo a José. Éste compró una
sábana, lo bajó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo colocó en un sepulcro
excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.

Palabra del Señor

Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su


querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo. Oh, Madre Dolorosa,
nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos
fieles a Jesús hasta el último instante de nuestras vidas.
Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Séptimo dolor: Jesús es colocado en el Sepulcro

Del Evangelio según San Juan:

En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y en él un sepulcro


nuevo, en el que nadie había sido sepultado. “Allí, pues, pusieron a Jesús, porque
era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca”.

Palabra del Señor

¡Oh Madre, tan afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste
como a tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede por
nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración. Alcánzanos,
sobre todo, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre
en el servicio de tu Hijo amadísimo, a fin de que merezcamos alabarlo eternamente
en el cielo.

Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

Luego, mirando a la Virgen María:

La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste
y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando
triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? ¿Y quién


no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre.

Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi
Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu
Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar
deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea; porque su
pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me
inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria.

Feliz la Virgen María, que, sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del
Señor.

Amén.

Oremos:

Te pedimos, Señor,

que, al recordar los dolores de la Santísima Virgen María,

completemos en nosotros, en favor de la Iglesia,

lo que falta a la pasión de Jesucristo.

Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Despedida:

Pueden ir en paz.

R. Demos gracias a Dios.

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