Su309 19

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Sentencia SU309/19

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS


JUDICIALES-Requisitos generales y especiales de procedibilidad

APLICACION DE LA LEY EN EL TIEMPO-Contenido


normativo 

RETROACTIVIDAD DE LA LEY-Alcance

ULTRAACTIVIDAD DE LA LEY-Alcance

RETROSPECTIVIDAD DE LA LEY-Alcance

RETROACTIVIDAD Y RETROSPECTIVIDAD DE LA LEY-


Diferencias

Los contornos que separan la retroactividad de la retrospectividad,


teniendo en cuenta la necesidad de armonizar el principio de respeto por
los derechos adquiridos y las situaciones jurídicas consolidadas con el
imperativo constitucional de allanar situaciones de desigualdad
incompatibles con los postulados del Estado social de derecho: “Esta
restricción general a que las normas sean aplicadas de manera
retroactiva evita que se entrometa en la producción de efectos frente a
hechos consumados, es decir, aquellas situaciones que se produjeron,
cumplieron y quedaron terminados en vigencia de una norma anterior,
por lo que al tratarse de hechos que fueron ya resueltos conforme a la
regla antigua deberán ser acatados por la nueva, a pesar de tener
consecuencias diferentes; sin embargo esta Corte ha sido clara en
señalar que ‘cuando se trata de situaciones jurídicas en curso, que no
han generado situaciones consolidadas ni derechos adquiridos en el
momento de entrar en vigencia la nueva ley, ésta entra a regular dicha
situación en el estado en que esté, sin perjuicio de que se respete lo ya
surtido bajo la ley antigua”

SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Características de
los efectos en el tiempo

SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Efectos ex
nunc/SENTENCIA DE CONSTITUCIONALIDAD-Pueden darse
excepcionalmente efectos ex tunc solamente cuando la Corte lo
estipula expresamente

Si la Corte Constitucional guarda silencio sobre los efectos que le


imprime a una determinada decisión de control abstracto, se entenderá
que se trata de efectos ex nunc, que aparejan una aplicación general,
inmediata, hacia futuro y con retrospectividad, a menos, claro, que la
propia Corte expresamente consigne que lo resuelto en la providencia
tiene efectos ex tunc, es decir, que sus efectos se extienden hacia
situaciones jurídicas que se materializaron en el pasado al amparo de la
norma objeto de control.

UNION MARITAL DE HECHO Y SOCIEDAD


PATRIMONIAL ENTRE PAREJAS DEL MISMO SEXO-
Alcance de la sentencia C-075/07

UNION MARITAL DE HECHO Y SOCIEDAD


PATRIMONIAL ENTRE PAREJAS DEL MISMO SEXO-
Reconocimiento se extiende a las uniones que se habían consolidado
con anterioridad a la sentencia C-075/07

PAREJAS HOMOSEXUALES-Vulneración de la dignidad


humana y libre desarrollo de la personalidad al excluirlos de
régimen de protección patrimonial

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS


JUDICIALES-Improcedencia por cuanto no se desconoció
precedente sobre reconocimiento de unión marital de hecho entre
parejas del mismo sexo, según sentencia C-075/07

Referencia: Expediente T-7.071.794

Acción de tutela formulada por Darío


Gómez Suárez contra la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema
de Justicia

Magistrado Ponente:
ALBERTO ROJAS RÍOS

Bogotá, D.C., once (11) de julio de dos mil diecinueve (2019).

La Sala Plena de la Corte Constitucional, integrada por las magistradas


Gloria Stella Ortiz Delgado, quien la preside, Diana Fajardo Rivera,
Cristina Pardo Schlesinger, y los magistrados Alejandro Linares Cantillo,
Luis Guillermo Guerrero Pérez, Carlos Bernal Pulido, José Fernando
Reyes Cuartas y Alberto Rojas Ríos, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, específicamente las previstas en los artículos
86 y 241 numeral 9º de la Constitución Política, y en los artículos 33 y
siguientes del Decreto 2591 de 1991, ha proferido la presente
SENTENCIA

En el proceso de revisión de los fallos de tutela del 8 de octubre y del 25


de julio de 2018, pronunciados en segunda y primera instancias,
respectivamente, por las Salas de Casación Penal y Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, dentro de la acción de tutela promovida por el
ciudadano Darío Gómez Suárez contra la Corte Suprema de Justicia –
Sala de Casación Civil−.

El expediente de la referencia fue escogido por la Sala de Selección de


Tutelas Número Once1, mediante auto proferido el 26 de noviembre de
2018, indicando como criterio orientador de selección la necesidad de
pronunciarse sobre una determinada línea jurisprudencial (criterio
objetivo), con fundamento en el literal a) del artículo 52 del Acuerdo 02
de 2015.

I. ANTECEDENTES

A través de apoderado judicial especialmente constituido, el señor Darío


Gómez Suárez formuló acción de tutela en contra de la Corte Suprema de
Justicia –Sala de Casación Civil−, reclamando la protección de su
derecho fundamental al debido proceso, el cual considera vulnerado por
la decisión del 12 de febrero de 2018, adoptada por dicha autoridad
jurisdiccional dentro del proceso ordinario de declaratoria de unión
marital de hecho identificado con número de radicación 11001-31-10-
018-2008-00331-01, en el cual el aquí accionante fue demandado.

1. Hechos

La situación fáctica que sustenta la solicitud de amparo se describe en el


escrito de tutela de la siguiente manera:

1.1. El 31 de marzo de 2008, el señor Rodolfo Hurtado Polanía instauró


demanda contra el señor Darío Gómez Suárez, con el fin de que se
declarara que entre ellos había existido una unión marital de hecho desde
el 1º de junio de 2002 hasta el 1º de febrero de 2008 y, por ende, que
había surgido una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes,
de conformidad con el artículo 2 de la Ley 54 de 1990 2. En consecuencia,

1
Integrada por la magistrada Cristina Pardo Schlesinger y el magistrado Alejandro Linares Cantilllo.
2
“Ley 54 de 1990. Artículo 2.—Se presume sociedad patrimonial entre compañeros permanentes y
hay lugar a declararla judicialmente en cualquiera de los siguientes casos:
a) Cuando exista unión marital de hecho durante un lapso no inferior a dos años, entre un hombre y
una mujer sin impedimento legal para contraer matrimonio;
b) Cuando exista una unión marital de hecho por un lapso no inferior a dos años e impedimento legal
para contraer matrimonio por parte de uno o de ambos compañeros permanentes, siempre y cuando
la sociedad o sociedades conyugales anteriores hayan sido disueltas (y liquidadas)* por lo menos un
año antes de la fecha en que se inició la unión marital de hecho.
Los compañeros permanentes que se encuentren en alguno de los casos anteriores podrán declarar la
existencia de la sociedad patrimonial acudiendo a los siguientes medios:
solicitó también que se decretara judicialmente la disolución y
liquidación de dicha sociedad.

En la demanda se alega, grosso modo, que demandante y demandado


iniciaron desde junio de 2002 una convivencia permanente y singular;
que la misma fue conocida por amigos y familiares; que la pareja
compartía eventos sociales, familiares y recreativos, así como viajes
nacionales e internacionales; que el demandante estuvo al lado del
demandado durante su enfermedad y que le colaboró como empleado en
sus actividades económicas; que compraron dos inmuebles; y que en
febrero de 2008 el demandante presentó su renuncia a la empresa del
demandado y se terminó la relación sentimental, debido a la pérdida de
unos activos y a la instalación de cámaras de seguridad en el sitio de
trabajo.

1.2. El proceso correspondió por reparto al Juzgado 18 de Familia de


Bogotá, el cual dio el correspondiente traslado al demandado. Éste se
opuso a las pretensiones y formuló las excepciones que denominó
“inexistencia de los elementos constitutivos de la unión marital de
hecho”, “prescripción” e “ilegalidad de las pretensión”.

1.3. En virtud de las medidas de descongestión judicial dispuestas por el


Consejo Superior de la Judicatura, el proceso pasó al Juzgado 3º de
Familia de Descongestión de Bogotá, el cual, luego de agotado el debate
probatorio, mediante sentencia del 31 de enero de 2012 declaró no
probadas las excepciones de mérito y, en cambio, declaró la existencia de
la unión marital y la consecuente sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes conformada por los señores Rodolfo Hurtado Polanía y
Darío Gómez Suárez, vigente desde el 1º de junio de 2002 hasta el 1º de
febrero de 2008, y la vez declaró su estado de disolución.

1.4. Inconforme con la anterior determinación, el señor Darío Gómez


Suárez interpuso recurso de apelación.

1.5. La Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de


Bogotá, por sentencia del 14 de febrero de 2013, revocó íntegramente la
decisión del a quo y, en su lugar, concluyó que las pretensiones no tenían
vocación de prosperidad, pues no podían desprenderse efectos
patrimoniales de la convivencia entre demandante y demandando. Señaló
el ad quem que el momento a partir del cual se debía contabilizar el
1. Por mutuo consentimiento declarado mediante escritura pública ante notario donde dé fe de la
existencia de dicha sociedad y acrediten la unión marital de hecho y los demás presupuestos que se
prevén en los literales a) y b) del presente artículo.~o~
2. Por manifestación expresa mediante acta suscrita en un centro de conciliación legalmente
reconocido demostrando la existencia de los requisitos previstos en los literales a) y b) de este
artículo.”
*(Nota: La expresión “y liquidadas ”, contenida en el literal b) del anterior artículo, fue declarada
inexequible por la Corte Constitucional mediante sentencia C-700 de 2013, M.P.: Alberto Rojas Ríos)
*(Nota: La expresión “por lo menos un año”, del literal b) del anterior artículo, fue declarada
inexequible por la Corte Constitucional mediante sentencia C-193 de 2016, M.P.: Luis Ernesto Vargas)
término de dos años previsto en la Ley 54 de 1990 era la expedición de la
sentencia C-075 del 8 de febrero de 2007 −que hizo extensivo el régimen
de las uniones maritales de hecho a las parejas del mismo sexo−, de
modo que como la relación afectiva entre las partes se terminó
definitivamente en marzo de 2008, entre uno y otro evento no alcanzaron
a transcurrir los dos años de cohabitación exigidos por la ley para el
surgimiento de una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes.

1.6. Contra la sentencia de segunda instancia dictada dentro del proceso


ordinario el allí demandante, señor Rodolfo Hurtado Polanía, promovió
recurso extraordinario de casación, etapa durante la cual las partes
defendieron cada una sus posturas: el demandante recurrente, por un
lado, arguyó que la sentencia C-075 de 2007 reconoció las uniones
maritales entre personas del mismo sexo y, aunque no se otorgó efectos
retroactivos a dicha decisión, debe entenderse que se está ante el
fenómeno de la retrospectividad, por lo que lo resuelto por la Corte
Constitucional era aplicable al caso de marras en la medida en que la
convivencia entre las partes se prolongó hasta después de proferido el
mencionado fallo de constitucionalidad; el demandado, por su parte,
afirmó que compartía la argumentación de la Sala de Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá y que, de acuerdo con
el artículo 45 de la Ley 270 de 1996, los efectos del control de
constitucionalidad no son retroactivos, salvo que así se manifieste
expresamente, de lo que se colige que en el caso concreto no se cumplió
el término de dos años para la conformación de la sociedad patrimonial
entre compañeros permanentes.

1.7. Mediante sentencia del 12 de febrero de 2018, la Sala de Casación


Civil de la Corte Suprema de Justicia casó la sentencia recurrida y dictó
fallo sustitutivo en el que confirmó en su totalidad el fallo de primera
instancia que había accedido a las pretensiones.

El órgano de cierre de la jurisdicción ordinaria señaló que la


retrospectividad permite que un nuevo régimen regule situaciones
jurídicas que están en curso o, lo que es lo mismo, mientras estén
produciendo efectos, lo cual la diferencia de la retroactividad, que supone
alterar situaciones consolidadas en el pasado. Dicho fenómeno –precisó−
se predica tanto de las leyes como de las sentencias de control de
constitucionalidad.

En tal sentido, la Sala de Casación Civil estimó que el juez de segunda


instancia cometió un yerro de derecho al aplicar indebidamente el
artículo 2 de la Ley 54 de 1990 desatendiendo lo resuelto en la sentencia
C-075 de 2007, por cuanto, bajo las consideraciones descritas, el plazo de
dos años para la conformación de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes debía contarse desde el inicio efectivo de la
convivencia y no desde la fecha del fallo de constitucionalidad.
2. Contenido de la petición de amparo

El señor Darío Gómez Suárez reclama la protección de su derecho


fundamental al debido proceso, el cual estima vulnerado a raíz de la
decisión dictada por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia al interior del proceso ordinario que concluyó con la declaratoria
de la existencia de una unión marital de hecho y de la consecuente
sociedad patrimonial entre compañeros permanentes entre él y el señor
Rodolfo Hurtado Polanía.

Esgrime que la decisión adoptada por la autoridad jurisdiccional


accionada, que revocó la de la Sala de Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá para, en su lugar, confirmar la proferida por el
Juzgado 3º de Familia de Descongestión de Bogotá en el sentido de
acceder a las pretensiones de la demanda promovida por el señor Rodolfo
Hurtado Polanía, incurrió en varios defectos constitutivos de causales
específicas de procedencia de la acción de tutela contra providencias
judiciales, con fundamento en los siguientes argumentos:

2.1. Defecto orgánico por desconocimiento de la competencia de la


Corte Constitucional

Expone que es competencia exclusiva de la Corte Constitucional fijar los


efectos en el tiempo de sus sentencias y que, de acuerdo con lo prescrito
la Ley Estatutaria de Administración de Justicia, dichas providencias
tienen efectos hacia el futuro, a menos que la Corte resuelva lo contrario.
Ello –subraya− como consecuencia de la separación funcional de poderes
consagrada en el artículo 113 superior, la función asignada a esta
Corporación de guardar la supremacía e integridad de la Carta y el
principio de seguridad jurídica.

2.2. Desconocimiento del precedente por indebida aplicación de los


efectos en el tiempo de la sentencia C-075 de 2007

Sostiene que como la Corte Constitucional no fijó los efectos en el


tiempo de la sentencia C-075 de 2007, se debe entender que se aplica
hacia futuro, que es el efecto general de los fallos de constitucionalidad
conforme a lo establecido en el artículo 45 de la Ley 270 de 1996.
Refiere que tal ha sido la postura reiterada por este Tribunal en las
sentencias C-113 de 1993, C-131 de 1993, C-226 de 1994 y C-037 de
1996.

No obstante –expresa−, en el caso bajo estudio la Sala de Casación Civil


de la Corte Suprema de Justicia se arrogó la competencia exclusiva de la
Corte Constitucional, al darle un efecto retrospectivo a la sentencia C-
075 de 2007, en oposición a lo previsto por la Ley Estatutaria de
Administración de Justicia y a la propia jurisprudencia constitucional en
cita, sin algún apoyo más que su propio precedente del 14 de diciembre
de 2015 relativo a la retrospectividad de la Ley 54 de 1990, equiparando
así, de manera indebida, la modulación de los efectos de la sentencia de
constitucionalidad con la modulación de los efectos de la ley.

2.3. Desconocimiento del precedente por equivocada interpretación de


la sentencia C-075 de 2007

Arguye que la sentencia C-075 de 2007 por ninguna parte señala que la
decisión se aplica a uniones maritales de hecho anteriores a dicho
pronunciamiento, por lo que ha de concluirse que los efectos son a futuro
y no como lo consignó la autoridad accionada al manifestar que “la
protección de las parejas homosexuales [emanada de dicho fallo]
refugiaba tanto a los nuevos vínculos, como a los que estuvieran en
desarrollo”.

Agrega que no es función del juez, sino del legislador, determinar el


grado de protección que requieren ciertos grupos de personas, por lo que
no puede sustituirse por aquel la apreciación de este último, ni imponerse
niveles de protección máximos o ideales.

Explica que es distinto el tratamiento que se da a los casos de


reconocimientos de pensiones de sobrevivientes, porque allí el titular del
derecho ha muerto y su patrimonio no sufre mengua alguna a causa de la
sustitución pensional, no obstante lo cual la jurisprudencia exige varios
requisitos para su reconocimiento.

2.4. Violación directa de la Constitución por transgresión de los


principios de seguridad jurídica, confianza legítima y derechos
adquiridos

Anota que la aplicación de la sentencia C-075 de 2007 a una unión


marital homosexual existente antes de su expedición, tal como la efectuó
la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, viola la
seguridad jurídica, la confianza legítima y los derechos adquiridos con
justo título y de acuerdo al ordenamiento vigente en su momento.

En su parecer, la decisión censurada ataca la confianza de las personas


que convivían con otra persona del mismo sexo bajo la convicción de que
la normatividad vigente no generaba derechos patrimoniales sobre estas
uniones, es decir, se defrauda a quienes sostenían relaciones de este tipo
con la seguridad de que ello no comprometería sus bienes propios.

Afirma que la seguridad jurídica, compuesta por la certeza del derecho y


la previsibilidad de su aplicación, es esencial en el estado social de
derecho, y se ve obstaculizada cuando se toma por sorpresa a los
ciudadanos, por lo cual “debe tenerse especial cuidado en no caer en la
retroactividad pura, maquillada del eufemismo de la retrospectividad”.
Subraya que la retroactividad está proscrita y así lo ha defendido la
doctrina, en razón a que viola derechos adquiridos; por tanto, no se puede
regular mediante una ley nueva una situación jurídica consolidada bajo
un régimen anterior, como lo es en este caso la unión entre las partes
enfrentadas, que se consolidó en el momento de su iniciación, esto es,
antes de la sentencia C-075 de 2007.

2.5. Retroactividad en el caso materia de esta acción de tutela

Alega que el señor Darío Gómez Suárez adquirió la propiedad sobre sus
bienes y contrajo sus deudas conforme al régimen existente como
patrimonio exclusivo, debido a que para entonces las parejas
homosexuales no eran reconocidas como titulares de derechos
patrimoniales comunes.

En tal sentido –manifiesta−, mal podía la Sala de Casación Civil


reconocer efectos económicos a la unión de hecho hacia el pasado
(insiste, cuando la Corte Constitucional no lo previó así), convirtiendo
por contera el patrimonio propio en patrimonio común en detrimento de
los derechos del accionante, pese a que para esa época la relación entre él
y el señor Rodolfo Hurtado Polanía no sólo no estaba autorizada por la
ley, sino que se consideraba atentatoria del orden público y tenía
reproche social.

Expresa su inconformidad con que, por virtud de una aplicación


retroactiva del régimen de sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes del mismo sexo, el demandante dentro del proceso
ordinario, quien sólo era un empleado del allí demandado, tenga derecho
ahora a despojar a este último de la mitad de su patrimonio, por una
convivencia que no tenía reconocimiento en el orden jurídico.

2.6. Responsabilidad de los Estados por omisión legislativa en la


protección de las minorías

Aduce que es diferente la hipótesis de que los Estados deban responderle


a las minorías por omitir medidas legislativas orientadas a su protección,
pero que ello no puede remediarse con una apropiación por parte del juez
de esa iniciativa, la cual, por demás, solo puede atribuirse el juez
constitucional en casos excepcionales, y en ningún caso desconociendo
los derechos adquiridos, la confianza legítima y la seguridad jurídica de
los ciudadanos, al dotar de efectos situaciones que la ley no contemplaba
en su momento.

Con fundamento en lo anterior, el señor Darío Gómez Suárez solicita que


se deje sin efectos la sentencia del 12 de febrero de 2018, por la cual la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia casó la decisión
del 14 de febrero de 2013 proferida por la Sala de Familia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá y confirmó, como juez de
segunda instancia, la sentencia dictada el 31 de enero de 2012 por el
Juzgado 3º de Familia de Descongestión de Bogotá, para que, en su
lugar, se ordene al órgano de cierre de la jurisdicción ordinaria que emita
una nueva sentencia en la cual “tenga en cuenta que la sentencia C-075
de 2007, solo se aplica para el futuro, y que como ésta se profirió el 7 de
febrero del año 2007, al primero de febrero del año 2008, fecha en que
se disolvió la unión, según la misma sentencia, había transcurrido
menos de un año de la unión con efectos jurídicos, por lo cual no se
alcanzó a presumir la existencia de la sociedad patrimonial, por no
haber perdurado la unión por los dos años, como mínimo, que exige el
artículo 2 de la Ley 54 de 1990.”

Para sustentar su solicitud, el accionante acompañó el escrito


introductorio de los siguientes documentos:

 Copia de la sentencia de primera instancia, proferida el 31 de enero


de 2012 por el Juzgado 3º de Familia de Descongestión de Bogotá3.

 Copia de la sentencia de segunda instancia, dictada el 14 de febrero


de 2013 por la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá4.

 Copia de la sentencia de casación, pronunciada el 12 de febrero de


2018 por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia5.

3. Traslado y contestación de la acción de tutela

Mediante auto del 11 de julio de 2018 6, la Sala de Casación Laboral de la


Corte Suprema de Justicia admitió a trámite la acción de tutela, dispuso
oficiosamente la vinculación del señor Rodolfo Hurtado Polanía, de los
Juzgados 18 de Familia y 3º de Familia de Descongestión, ambos de
Bogotá, de la Sala de Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá, y ordenó la notificación del extremo pasivo, así como de las
partes e intervinientes dentro del proceso radicado bajo el número 11001-
31-10-018-2008-00331-01.

Integrado el contradictorio, las accionadas se pronunciaron en los


siguientes términos:

3.1. Respuesta de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de


Justicia
3
Cfr. fols. 44-60 cuad. ppal.
4
Cfr. fols. 61-86 cuad. ppal.
5
Cfr. fols. 87-108 cuad. ppal.
6
Cfr. fols. 2-3 cuad. primera instancia.
Por oficio número PSCC 459 del 16 de julio de 2018 7, el Presidente de la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia remitió copia de
la sentencia dictada el 12 de febrero de 2018 dentro del proceso 11001-
31-10-018-2008-00331-018.

3.2. Respuesta del señor Rodolfo Hurtado Polanía

A través de apoderada judicial, mediante memorial del 17 de julio de


20189, el señor Rodolfo Hurtado Polanía, promotor del proceso
encaminado al reconocimiento de la unión marital y de sus efectos
patrimoniales de que se trata, dio respuesta a la acción de tutela
oponiéndose a los argumentos del actor.

Manifestó que no es cierto que sea indebida la aplicación de los efectos


de la ley en el tiempo respecto de las sentencias de control de
constitucionalidad, pues la misma Corte Constitucional ha admitido esta
analogía refiriendo que, salvo disposición en contrario, dichos fallos
tienen una aplicación general, inmediata y hacia el futuro, pero con
retrospectividad (citó las sentencias T-389 de 2009 y T-860 de 2011). Así
que la Sala de Casación Civil no incurrió en yerro alguno ni se
extralimitó en sus competencias–indicó−, pues lo que realizó fue una
aplicación retrospectiva de la sentencia C-075 de 2007, en armonía con
lo desarrollado por la jurisprudencia constitucional acerca de las
sentencias de constitucionalidad condicionada.

Expuso que al criticar el razonamiento de la Corte Suprema de Justicia el


accionante confunde los conceptos de retroactividad y de
retrospectividad, y que su descontento se dirige contra la doctrina
jurisprudencial sentada y ampliamente reiterada por esa alta Corporación
sobre la materia desde hace trece años.

Sostuvo que la figura de la retrospectividad es una expresión de equidad


e igualdad en las relaciones jurídicas conforme a los cambios que se
suscitan en la sociedad y orientada a remediar las injusticias existentes,
tal como lo ha sostenido la Corte Constitucional; de modo, entonces, que
la disparidad de criterios por parte del accionante no es un argumento
para atacar una providencia judicial como la que aquí se cuestiona.

Enfatizó que, contrario a lo aseverado por el tutelante, no se produjo una


aplicación retroactiva de la sentencia C-075 de 2007, pues cuando esta
fue proferida la convivencia entre los contendientes no estaba finiquitada,
de lo que se deriva que, al ser una situación jurídica en curso, era pasible
de la aplicación retrospectiva del nuevo régimen.

7
Cfr. fol. 21 cuad. primera instancia.
8
Cfr. fols. 22-43 cuad. primera instancia.
9
Cfr. fols. 47-55 cuad. primera instancia.
3.3. Respuesta del Juzgado 18 de Familia de Bogotá

La Jueza 18 de Familia de esta ciudad contestó mediante comunicación


del 17 de julio de 201810. Afirmó que la decisión objeto de censura no fue
dictada por ese Despacho judicial sino por el Juzgado 3º de Familia de
Descongestión de Bogotá, no obstante lo cual estaría presta a acatar lo
que se definiera por parte del juez constitucional.

4. Fallo de tutela de primera instancia

Mediante sentencia del 25 de julio de 2018, la Sala de Casación Laboral


de la Corte Suprema de Justicia negó el amparo solicitado por el
accionante.

El a quo basó la anterior determinación en que, a su juicio, el extremo


pasivo no actuó de manera negligente, como tampoco la providencia
objeto de censura era arbitraria o caprichosa. Por el contrario –estimó−,
la autoridad accionada emitió un fallo dentro del marco que le confiere la
autonomía judicial y en ejercicio de las facultades de interpretación y
aplicación del derecho que le son propias, de conformidad con los
elementos de convicción aportados.

Tras realizar un recuento de los principales argumentos esbozados por la


Sala de Casación Civil en la sentencia atacada, señaló que dichas
consideraciones se acompasaban con lo decidido en otras oportunidades.

Subrayó que la decisión enjuiciada se ajusta a las reglas mínimas de


razonabilidad jurídica y que, en tal sentido, no se debe emplear el
mecanismo de la tutela como una tercera instancia en la cual debatir de
nuevo lo que ya fue objeto de pronunciamiento judicial, toda vez que el
hecho de que el accionante no coincida con el criterio del juzgador no
invalida lo actuado.

5. Fallo de tutela de segunda instancia

La anterior decisión fue impugnada por el accionante. El expediente fue


remitido, entonces, a la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia, la cual, mediante sentencia del 8 de octubre de 2018, confirmó el
fallo del a quo.

Sostuvo que la decisión de la Sala de Casación Civil al interior del


proceso ordinario de unión marital de hecho fue razonable y ponderada,
en tanto interpretó motivadamente lo dispuesto en el ordenamiento legal
y la jurisprudencia.

10
Cfr. fol. 74 cuad. primera instancia.
Estimó que las consideraciones de la autoridad accionada corresponden a
la valoración del juez de conocimiento bajo el principio de la libre
formación del convencimiento, de acuerdo con la autonomía de que goza
la administración de justicia.

Así, concluyó que la decisión adoptada no puede ser controvertida


mediante acción de tutela, pues esta última no es una instancia adicional,
y que acoger los argumentos del accionante implicaría desconocer los
principios constitucionales de independencia y sujeción a la ley de los
funcionarios judiciales, así como los del juez natural y las formas propias
de cada juicio.

6. Actuaciones en sede de revisión

6.1. En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 61 del Acuerdo 02 de


2015, el magistrado sustanciador presentó informe ante la Sala Plena de
la Corte Constitucional, en el que expuso que en el expediente T-
7.071.794 se examinaba una acción de tutela contra providencia judicial
proferida por la Corte Suprema de Justicia, además de que se trataba de
un asunto de relevancia constitucional.

En atención a lo anterior, en sesión del 30 de enero de 2019 la Sala Plena


decidió asumir el conocimiento del caso.

6.2. En consecuencia, por auto del 4 de febrero de 2019 el magistrado


sustanciador resolvió poner a disposición de la Sala Plena el expediente a
que se alude y suspender los términos para fallar a partir del 30 de enero
de 2019 y hasta por el término de tres meses, de conformidad con lo
previsto en los artículos 59 y 61 del Reglamento Interno de este Tribunal.

6.3. Mediante auto del 5 de marzo de 2019, el magistrado sustanciador


ordenó oficiar al Juzgado 18 de Familia del Circuito de Bogotá para que
remitiera a la Corte copia íntegra del expediente contentivo del proceso
ordinario de unión marital de hecho identificado con número de
radicación 11001-31-10-018-2008-00331-01.

6.4. Por escrito radicado en la Secretaría General de esta Corporación el


15 de marzo de 2019, el apoderado del accionante solicitó que se
decretara, como medida provisional de protección, la suspensión de los
efectos de la sentencia objeto de tutela, con el propósito de que no se
llevara a cabo la eventual liquidación de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes que sigue al proceso declarativo hasta tanto la
Corte Constitucional no emitiera un pronunciamiento definitivo.

6.5. Por auto del 3 de abril de 2019, la Sala Plena negó la medida
provisional solicitada, al advertir (i) que la inscripción de la demanda
ordenada por el juzgado de origen no constituía en sí misma una
afectación iusfundamental y, por el contrario, permitía conservar la
integrar del acervo patrimonial en torno al cual gravita el proceso, (ii)
que los motivos subyacentes a la solicitud de medida provisional eran
supuestos relacionados con la afectación de derechos patrimoniales, y
(iii) que no se cumplían las condiciones jurisprudenciales de
razonabilidad y proporcionalidad para suspender el fallo de casación
atacado.

II. CONSIDERACIONES

1. Competencia

La Sala Plena es competente para conocer los fallos proferidos dentro de


la acción de tutela de la referencia, con fundamento en lo dispuesto en los
artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991,
y el artículo 61 del Acuerdo 02 de 2015 (Reglamento Interno de la Corte
Constitucional).

2. Planteamiento del caso

El señor Darío Gómez Suárez promovió acción de tutela en contra de la


Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, reclamando la
protección de su derecho fundamental al debido proceso. Según la
demanda constitucional de amparo, la vulneración se ocasionó con la
decisión dictada el 12 de febrero de 2018 por la mencionada
Corporación al interior del proceso ordinario en el cual se declaró la
existencia de una unión marital de hecho entre el señor Rodolfo Hurtado
Polanía y el accionante, junto con la consecuente sociedad patrimonial
entre compañeros permanentes.

El tutelante alega que la decisión adoptada por el órgano de cierre, al


aplicar a su caso la sentencia C-075 de 2007 cuando la convivencia entre
las partes surgió con anterioridad a dicha providencia, incurrió en varios
defectos constitutivos de causales específicas de procedencia de la acción
de tutela contra providencias judiciales, los que denominó: (i) defecto
orgánico por desconocimiento de la competencia de la Corte
Constitucional, (ii) desconocimiento del precedente por indebida
aplicación de los efectos en el tiempo de la sentencia C-075 de 2007, (iii)
desconocimiento del precedente por equivocada interpretación de la
sentencia C-075 de 2007, (iv) violación directa de la Constitución por
transgresión de los principios de seguridad jurídica, confianza legítima
y derechos adquiridos, (v) retroactividad en el caso materia de esta
acción de tutela, y (vi) responsabilidad de los Estados por omisión
legislativa en la protección de las minorías.
De acuerdo con lo anterior, solicita que se deje sin efectos la mencionada
sentencia de casación del 12 de febrero de 2018, para que, en su lugar,
se ordene a la Sala de Casación Civil que emita un nuevo fallo en el cual
“tenga en cuenta que la sentencia C-075 de 2007, solo se aplica para el
futuro, y que como ésta se profirió el 7 de febrero del año 2007, al
primero de febrero del año 2008, fecha en que se disolvió la unión,
según la misma sentencia, había transcurrido menos de un año de la
unión con efectos jurídicos, por lo cual no se alcanzó a presumir la
existencia de la sociedad patrimonial, por no haber perdurado la unión
por los dos años, como mínimo, que exige el artículo 2 de la Ley 54 de
1990.”

3. Problemas jurídicos

Con base en los hechos descritos, las preguntas jurídicas a las que debe
dar respuesta la Sala Plena en esta oportunidad son las siguientes:

(i) ¿Se configura un defecto orgánico por desconocimiento


de la competencia de la Corte Constitucional por parte de la Sala
de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia al establecer,
mediante la sentencia del 12 de febrero de 2018, los efectos en
el tiempo de la sentencia C-075 de 2007, no obstante que la
Corte Constitucional no efectuó un pronunciamiento expreso
sobre los efectos de dicho fallo de constitucionalidad?

(ii) ¿Se configura en la sentencia de casación del 12 de


febrero de 2018 un defecto por desconocimiento del precedente
fijado por la Corte Constitucional sobre la aplicación de los
efectos en el tiempo de sus providencias, desarrollado en las
sentencias C-113 de 1993, C-131 de 1993, C-226 de 1994 y C-
037 de 1996?

(iii) ¿Se configura un desconocimiento del precedente por


equivocada interpretación del alcance de la sentencia C-075 de
2007 por parte de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema
de Justicia al considerar, mediante la sentencia del 12 de febrero
de 2018, que dicho fallo de constitucionalidad aplica a las
uniones maritales de hecho homoafectivas conformadas con
anterioridad a aquel pronunciamiento?

(iv) ¿Se configura una violación directa de la Constitución


en la sentencia de casación del 12 de febrero de 2018, por el
presunto desconocimiento de los principios de seguridad jurídica,
confianza legítima y derechos adquiridos, al modificar la
autoridad accionada el régimen patrimonial de las uniones entre
personas del mismo sexo constituidas con anterioridad a la
sentencia C-075 de 2007?
(v) ¿Se configura una violación directa de la Constitución
en el fallo de casación del 12 de febrero de 2018 como
consecuencia de la alegada aplicación retroactiva de la sentencia
C-075 de 2007 a una unión marital de hecho surgida con
anterioridad a la sentencia de constitucionalidad y finiquitada
después de dicha providencia?

(vi) ¿Se configura un defecto constitutivo de causal


específica de procedencia de tutela contra providencia judicial a
partir del argumento planteado por el actor según el cual la
responsabilidad del Estado por omisión legislativa en la
protección de minorías no puede remediarse mediante
intervención judicial?

Ahora bien: dado que en el sub examine el objeto del reclamo


constitucional es una sentencia de casación, es preciso determinar, en
primer lugar, si se encuentran reunidos los requisitos generales de
procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales.

Sólo en el evento de que se constate que se encuentran reunidos los


requisitos generales para abordar el estudio de fondo, la Corte entrará a
determinar si los reproches esbozados por el tutelante –relacionados
principalmente con el razonamiento a partir del cual la Sala de Casación
Civil de la Corte Suprema aplicó la sentencia C-075 de 2007 al caso
concreto–, se enmarcan dentro de las causales específicas de procedencia
de la acción de tutela invocadas en el libelo.

4. Procedencia de la acción de tutela

4.1. Doctrina constitucional sobre la procedencia de la acción de tutela


contra providencias judiciales11

La Constitución de 1991 instituyó la acción de tutela como un


mecanismo encaminado a la protección judicial inmediata de los
derechos fundamentales de las personas cuando de la acción u omisión de
cualquier autoridad pública o, en determinados eventos, de particulares,
se desprenda vulneración o amenaza a los mismos. Este recurso de
amparo sólo es procedente en la medida en que no se disponga de otro
medio eficaz de defensa judicial para salvaguardar los derechos
invocados, a menos que se utilice para conjurar de manera transitoria un
perjuicio irremediable, o para hacer cesar un daño que se le viene
ocasionando al solicitante.

La jurisprudencia de este Tribunal ha reconocido que las decisiones


adoptadas por los jueces de la República, así sea de forma excepcional,
11
Consideración tomada de la sentencia SU-034 de 2018.
también pueden dar lugar a la vulneración de garantías constitucionales.
Por lo tanto, si bien en nuestro ordenamiento jurídico ocupan un lugar
muy importante los principios de cosa juzgada, seguridad jurídica y
autonomía judicial, la preponderancia que ostentan los derechos
fundamentales en el Estado social y democrático de Derecho habilita su
protección en todo contexto, aunque sólo en circunstancias
extraordinarias la acción de tutela se torna procedente para enervar lo
resuelto en una providencia judicial.

Con el propósito de identificar las hipótesis en las cuales es viable acudir


a la acción de amparo para controvertir decisiones de los jueces cuando
el agravio iusfundamental se origina en una providencia por ellos
proferida, a partir de la sentencia C-590 de 2005 esta Corte estableció los
requisitos generales y causales específicas de procedencia de este
mecanismo residual de defensa de los derechos en tales casos.

Como requisitos generales de procedencia, también denominados por la


jurisprudencia como requisitos formales, la referida providencia
desarrolló seis supuestos, a saber:

(i) Que el asunto objeto de estudio tenga una clara y marcada


relevancia constitucional, lo que excluye que el juez
constitucional se inmiscuya en controversias cuya resolución
corresponde a los jueces ordinarios, imponiéndole entonces la
carga de exponer los motivos por los cuales la cuestión
trasciende a la esfera constitucional, por estar comprometidos
derechos fundamentales.

(ii) Que se hayan desplegado todos los mecanismos de defensa


judicial, tanto ordinarios como extraordinarios, de que disponía
el solicitante, a menos que se pretenda conjurar la consumación
de un perjuicio irremediable a sus derechos fundamentales;
exigencia enfocada a evitar que la tutela sea utilizada para
sustituir el medio judicial ordinario.

(iii) Que la acción de tutela se haya interpuesto dentro de un


término razonable y proporcionado a partir del evento que generó
la vulneración alegada, es decir, que se cumpla con el requisito
de inmediatez; con el fin de que no se sacrifiquen los principios
de cosa juzgada y seguridad jurídica que sustentan la certidumbre
sobre las decisiones de las autoridades judiciales.

(iv) Que si se trata de una irregularidad procesal, tenga una


incidencia directa y determinante sobre el sentido de la decisión
a la cual se atribuye la violación. Empero, si la irregularidad
constituye una grave lesión de derechos fundamentales, la
protección de los mismos se genera independientemente del
efecto sobre la decisión y, por lo tanto, hay lugar a la anulación
del juicio (v. gr. prueba ilícita susceptible de imputarse como
crimen de lesa humanidad).

(v) Que se lleve a cabo una identificación razonable de los


hechos generadores de la vulneración y los derechos afectados, y
que hubiere alegado tal circunstancia al interior del proceso en
donde se dictó la sentencia atacada.

(vi) Que la acción no se dirija en contra de sentencias de tutela,


con el fin de que no se prolonguen indefinidamente las
controversias en torno a la protección de los derechos
fundamentales; máxime si tales fallos están sometidos a un
riguroso proceso de selección, que torna definitivas las
providencias excluidas de revisión. Igualmente, en la
jurisprudencia constitucional se ha precisado que son
improcedentes las acciones de tutela que atacan fallos proferidos
por la Corte Constitucional12.

4.2. Verificación de los requisitos generales de procedencia de la


acción de tutela contra providencia judicial

Como medida inicial, es necesario que la Corte determine si en el sub


júdice están debidamente reunidos los presupuestos jurisprudenciales
para atacar, mediante acción de tutela, una providencia judicial, como en
efecto lo es el fallo de casación del 12 de febrero de 2018, que casó el
fallo del ad quem y, en sede de instancia, confirmó la sentencia por la
cual el a quo declaró la existencia de una unión marital de hecho entre
los señores Darío Gómez Suárez y Rodolfo Hurtado Polanía, junto con la
consecuente sociedad patrimonial entre compañeros permanentes.

La Sala verificará la concurrencia de los requisitos generales de


procedencia de la acción de tutela contra la providencia judicial
censurada y, simultáneamente, determinará la aptitud de los reproches de
cara a un estudio de fondo. Sólo si se supera esta fase del escrutinio se
procederá al examen de la eventual configuración de las causales
específicas de procedibilidad alegadas por el accionante.

4.2.1. Relevancia constitucional

En primer lugar, es evidente que el caso bajo estudio reviste la relevancia


constitucional necesaria para ser examinado en esta sede, habida cuenta
de que el debate gira en torno a la presunta vulneración del derecho
fundamental al debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Carta,
por el alegado error judicial que se le endilga a la Sala de Casación Civil
de la Corte Suprema de Justicia.
12
Cons. sentencia SU-116 de 2018
Por otra parte, la cuestión relativa a los alcances de la protección
reconocida mediante la sentencia C-075 de 2007 a las parejas del mismo
sexo que conforman una unión marital de hecho es igualmente un asunto
que concita el interés de la Sala, por cuanto está directamente asociado a
la justiciabilidad de los derechos de un sector de la población
históricamente discriminado.

Sin embargo, la Sala considera que el cargo sobre la incompetencia de la


Corte Suprema de Justicia para declarar la responsabilidad del Estado por
omisión legislativa –por negar en la ley un adecuado nivel de protección
a las parejas homosexuales–, no es asunto relevante para el caso
concreto, porque ello no involucra un debate sobre un agravio de
naturaleza iusfundamental y, en todo caso, la providencia enjuiciada no
declara la responsabilidad del Estado por el hecho del legislador, aunado
a que un debate sobre esa específica materia es del resorte de la
jurisdicción de lo contencioso administrativo. Por lo tanto, este específico
reproche no será incorporado en el ulterior análisis que realice la Corte.

4.2.2. Subsidiariedad

En lo que atañe al agotamiento de los recursos judiciales ordinarios y


extraordinarios, en el sub júdice se tiene por satisfecha dicha exigencia,
en vista de que la sentencia de casación del 12 de febrero de 2018 fue
proferida por el órgano de cierre de la jurisdicción ordinaria y, en esa
medida, el actor no disponía de otros medios de impugnación para rebatir
la decisión que fue desfavorable a sus intereses.

4.2.3. Inmediatez

En lo referente al requisito general de inmediatez, se observa que la


providencia objeto del reproche fue proferida por la Sala de Casación
Civil de la Corte Suprema de Justicia el 12 de febrero de 2018, la cual
fue notificada por edicto fijado el 16 de febrero siguiente y desfijado el
20 de los mismos mes y año. Por su parte, la demanda constitucional de
amparo se radicó el 9 de julio de 2018.

La acción de tutela se interpuso, entonces, dentro de un término


razonable (poco más de cuatro meses) a partir de la ocurrencia de la
conducta judicial a la que el ciudadano atribuye la violación de sus
garantías iusfundamentales.

4.2.4. Incidencia directa y determinante de la irregularidad procesal en


el sentido de la decisión
En la presente controversia no se discute una irregularidad procesal por
parte de la autoridad judicial accionada, por lo que no es exigible este
requisito.

4.2.5. Identificación de los hechos que generan la vulneración y


oportuna alegación de los mismos al interior del proceso

En lo que toca a la identificación razonable de los hechos que generan la


vulneración, la Sala encuentra que el peticionario expuso con claridad la
conducta de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia a
la que le atribuye la vulneración de su derecho fundamental al debido
proceso.

Por lo demás, los argumentos en que el actor sustenta su inconformidad


fueron puestos de presente en el marco del proceso ordinario de unión
marital de hecho en el que fungió como extremo pasivo.

4.2.6. La solicitud de amparo no se dirige contra una sentencia de tutela,


ni contra decisión emanada de la Corte Constitucional

Esta exigencia no resulta quebrantada en la presente ocasión, dado que la


providencia que se estima violatoria del derecho al debido proceso del
señor Darío Gómez Suárez fue proferida en sede de casación por la Corte
Suprema de Justicia al interior de un proceso ordinario de unión marital
de hecho, mas no dentro de un trámite de amparo constitucional.

Reunidas así las condiciones mínimas de procedencia, es viable


emprender el estudio de fondo de la controversia.

5. Metodología y fundamentos de la decisión

En atención a lo anterior, la Sala Plena examinará el problema jurídico


planteado a partir de los siguientes ejes temáticos: a) Las causales
específicas de procedencia de la acción de tutela contra providencias
judiciales –Reiteración de jurisprudencia–; b) Los fenómenos de
aplicación de la ley en el tiempo; c) Los efectos en el tiempo de las
sentencias de constitucionalidad; y, finalmente, d) La sentencia C-075 de
2007 y sus efectos. Una vez desarrollado este marco jurídico, la Sala
Plena se ocupará del análisis del caso concreto y adoptará las decisiones
a que haya lugar en relación con la protección constitucional deprecada.

a) Las causales específicas de procedencia de la acción de tutela


contra providencias judiciales –Reiteración de jurisprudencia–13

En la sentencia C-590 de 2005 citada en precedencia también se


determinaron ciertos escenarios especiales en los que, al advertirse que
13
Consideración tomada de la sentencia SU-034 de 2018.
una decisión judicial adolece de ciertos defectos, se hace oportuna la
intervención del juez constitucional en salvaguarda de los derechos
fundamentales. Tales defectos han sido denominados por la
jurisprudencia como causales específicas de procedencia, o requisitos
materiales:

“a. Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario


judicial que profirió la providencia impugnada, carece,
absolutamente, de competencia para ello.

b. Defecto procedimental absoluto, que se origina cuando el juez


actuó completamente al margen del procedimiento establecido.

c. Defecto fáctico, que surge cuando el juez carece del apoyo


probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el
que se sustenta la decisión.

d. Defecto material o sustantivo, como son los casos en que se


decide con base en normas inexistentes o inconstitucionales o
que presentan una evidente y grosera contradicción entre los
fundamentos y la decisión.

f. Error inducido, que se presenta cuando el juez o tribunal fue


víctima de un engaño por parte de terceros y ese engaño lo
condujo a la toma de una decisión que afecta derechos
fundamentales.

g. Decisión sin motivación, que implica el incumplimiento de los


servidores judiciales de dar cuenta de los fundamentos fácticos y
jurídicos de sus decisiones en el entendido que precisamente en
esa motivación reposa la legitimidad de su órbita funcional.

h. Desconocimiento del precedente, hipótesis que se presenta,


por ejemplo, cuando la Corte Constitucional establece el
alcance de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica
una ley limitando sustancialmente dicho alcance. En estos casos
la tutela procede como mecanismo para garantizar la eficacia
jurídica del contenido constitucionalmente vinculante del
derecho fundamental vulnerado.

i. Violación directa de la Constitución.”

Cuando se advierte la configuración de alguna de dichas causales


específicas de procedencia, se está en presencia de auténticas
transgresiones al debido proceso que reclaman la reivindicación de la
justicia como garante de los derechos, por lo cual esta Corte ha sostenido
que en esos casos “no sólo se justifica, sino se exige la intervención del
juez constitucional”14.

De modo que el juez ante quien se controvierte una providencia por


conducto de la acción constitucional de tutela, se encuentra llamado, en
primer lugar, a verificar que concurran los requisitos generales previos a
adelantar un escrutinio de mérito, y pasado este primer tamiz, a constatar
que el reproche contra la decisión de que se trata esté enmarcado en al
menos una de las causales específicas antes enunciadas.

Agotado este doble cotejo, el juez constitucional conseguirá precisar si el


pronunciamiento judicial acusado quebranta los derechos consagrados en
la Constitución y, de ser así, le corresponderá despojarlo de la coraza que
le otorgan los principios de cosa juzgada y seguridad jurídica15.

b) Los fenómenos de aplicación de la ley en el tiempo

De conformidad con los artículos 52 y 53 de la Ley 4 de 1913 16, la


vigencia de la ley comienza con su promulgación o inserción en el Diario
Oficial, y sus efectos vinculantes inician dos meses después de
promulgada, a menos que la propia ley “fije el día en que deba principiar
a regir, o autorice al Gobierno para fijarlo, en cuyo caso principiará a
regir la ley el día señalado.”

A su turno, la parte primera de la Ley 153 de 1887 17, que en su artículo


49 derogó el artículo 13 del Código Civil, prescribe las reglas generales
para resolver los conflictos en la aplicación de las leyes en el tiempo,
entre las cuales se contemplan (i) el principio de prevalencia general de
la ley posterior sobre la anterior, (ii) la regla de que las meras
expectativas no constituyen derecho contra la ley nueva que las anule o
cercene, (iii) el efecto general inmediato de las leyes, (iv) la subsistencia
del estado civil adquirido conforme a la ley anterior pero con arreglo a la
ley posterior en cuanto al ejercicio de derechos y obligaciones inherentes
a dicho estado, (v) la conservación de derechos reales constituidos bajo
ley anterior pero con sujeción al imperio de la ley nueva en cuanto a su
ejercicio, cargas y extinción, (vi) la validez de los contratos celebrados
bajo ley anterior con sometimiento de sus efectos a la ley nueva, y (vii) la
preferencia de la ley preexistente favorable en materia penal, entre otros.

Por su parte, el Constituyente de 1991 no dejó de lado la cuestión de la


aplicación de la ley en el tiempo, y en el artículo 58 Superior consagró el
efecto no retroactivo de las leyes al enunciar que se garantizan los
derechos adquiridos con justo título, los cuales no pueden ser
desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores. Ello, claro está, sin
14
Sentencia T-078 de 2014
15
Sentencia T-064 de 2016.
16
Código de Régimen Político y Municipal
17
Por la cual se adiciona y reforma los códigos nacionales, la Ley 61 de 1886 y la 57 de 1887.
perjuicio del principio de favorabilidad penal previsto en el inciso 3º del
artículo 29 de la Carta, a cuyo tenor “en materia penal, la ley permisiva o
favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la
restrictiva o desfavorable.”

A partir de este contexto, se tiene que, en principio, las normas que


integran el ordenamiento jurídico rigen con efecto general e inmediato
para los actos, hechos o situaciones jurídicas que tienen lugar con
posterioridad a su entrada en vigencia. No obstante, ante tránsitos
normativos, los operadores jurídicos se enfrentan a escenarios en los que
se abre paso la aplicación de las normas con distintos efectos en el
tiempo.

La retroactividad se configura cuando una norma se aplica a las


situaciones que se consolidaron con anterioridad a su entrada en
vigencia18. La irretroactividad de la legislación implica, entonces, la
imposibilidad genérica de afectar situaciones jurídicas consolidadas antes
de la entrada en vigencia de una disposición nueva 19. El alcance de esta
proscripción –que, como se vio, cuenta con fundamento constitucional–
se plasma en que la nueva disposición no tiene vocación para afectar
hechos o consecuencias jurídicas que se han formado válidamente al
amparo de una ley anterior, como garantía de seguridad jurídica. En
consecuencia, la excepcional aplicación retroactiva de una norma sólo
puede tener lugar por expresa disposición del legislador –en tanto
productor de la norma–, jamás al arbitrio del juez.

La ultractividad20 consiste en la aplicación de una norma que ha sido


expresa o tácitamente derogada a situaciones de hecho que, si bien
tuvieron lugar durante su vigencia, por el efecto general e inmediato de
las leyes, en la actualidad sus efectos se encuentran cobijados por una
nueva disposición jurídica. De este modo, aunque la nueva ley es de
aplicación inmediata, en virtud del fenómeno de la ultractividad se
admite la pervivencia de la normatividad anterior con el objetivo de
preservar las pretéritas condiciones de adquisición y extinción de una
determinada relación jurídica, en beneficio de los derechos adquiridos y
las legítimas expectativas de quienes se rigieron por la norma derogada21.

El fenómeno de la retrospectividad, por su parte, es consecuencia normal


del efecto general e inmediato de la ley, y se presenta cuando las normas
se aplican a situaciones que si bien surgieron con anterioridad a su
18
Sentencias C-177 de 2005, T-110 de 2011, T-564 de 2015.
19
Sentencias T-389 de 2011, T-110 de 2011, T-564 de 2015.
20
Sentencias C-763 de 2002, C-377 de 2004, T-110 de 2011, T-525 de 2017.
21
Sentencia T-110 de 2011. En esta oportunidad, la Corte Constitucional definió que los efectos
ultractivos de las normas consisten en que la “situación en la que una norma sigue produciendo efectos
jurídicos después de haber sido derogada. Estos efectos se dan de manera concurrente con los efectos
de la ley derogatoria, pero sólo frente a ciertas situaciones que se consolidaron jurídicamente a partir
de lo contenido en la norma derogada mientras estuvo vigente. El efecto ultractivo es la consecuencia
de la irretroactividad, y por ello se fundamenta también en el respeto que nuestro orden jurídico
garantiza a las situaciones jurídicas consolidadas, respecto de los efectos de las normas nuevas.”
entrada en vigencia, sus efectos jurídicos no se han consolidado al
momento en que cobra vigor la nueva ley. En efecto, la jurisprudencia
constitucional ha puntualizado que “el efecto en el tiempo de las normas
jurídicas es por regla general, su aplicación inmediata y hacia el futuro,
‘pero con retrospectividad, […] siempre que la misma norma no
disponga otro efecto temporal…’. De este modo, ‘aquello que dispone
una norma jurídica debe cumplirse de inmediato, hacia el futuro y con la
posibilidad de afectar situaciones que se han originado en el pasado
(retrospectividad), es decir, situaciones jurídicas en curso al momento
de entrada en vigencia de la norma’”22.

Este fenómeno ha sido abordado por este Tribunal como un “límite a la


retroactividad, asociando su propósito a la satisfacción de los principios
de equidad e igualdad en las relaciones jurídicas de los asociados, y a la
superación de aquellas situaciones marcadamente discriminatorias y
lesivas del valor de la justicia que consagra el ordenamiento jurídico
colombiano, de conformidad con los cambios sociales, políticos y
culturales que se suscitan en nuestra sociedad.”23

En desarrollo de esta postura jurisprudencial, la Corte Constitucional ha


precisado los contornos que separan la retroactividad de la
retrospectividad, teniendo en cuenta la necesidad de armonizar el
principio de respeto por los derechos adquiridos y las situaciones
jurídicas consolidadas con el imperativo constitucional de allanar
situaciones de desigualdad incompatibles con los postulados del Estado
social de derecho:

“Esta restricción general a que las normas sean aplicadas de


manera retroactiva evita que se entrometa en la producción de
efectos frente a hechos consumados, es decir, aquellas
situaciones que se produjeron, cumplieron y quedaron
terminados en vigencia de una norma anterior, por lo que al
tratarse de hechos que fueron ya resueltos conforme a la regla
antigua deberán ser acatados por la nueva, a pesar de tener
consecuencias diferentes; sin embargo esta Corte ha sido clara
en señalar que ‘cuando se trata de situaciones jurídicas en
curso, que no han generado situaciones consolidadas ni
derechos adquiridos en el momento de entrar en vigencia la
nueva ley, ésta entra a regular dicha situación en el estado en
que esté, sin perjuicio de que se respete lo ya surtido bajo la ley
antigua’24.”25

De acuerdo con lo expuesto, y conforme a la jurisprudencia de esta


Corporación, se puede concluir que las reglas de derecho sobre
22
Sentencias T-389 de 2009 y T-110 de 2011.
23
Sentencia T-110 de 2011.
24
Sentencia C-619/01.
25
Sentencia T-415 de 2017
aplicación de la ley en el tiempo son las siguientes: “(i) por regla
general las normas jurídicas se aplican de forma inmediata y hacia el
futuro, pero con retrospectividad; (ii) el postulado de irretroactividad de
la ley implica que una norma jurídica no tiene prima facie la virtud de
regular situaciones jurídicas que se han consumado con arreglo a
normas anteriores; (iii) la aplicación retrospectiva de una norma
jurídica comporta la posibilidad de afectar situaciones fácticas y
jurídicas que se han originado con anterioridad a su vigencia, pero que
aun no han finalizado al momento de entrar a regir la nueva norma, por
encontrarse en curso la aludida situación jurídica y; (iv) tratándose de
leyes que se introducen en el ordenamiento jurídico con el objeto de
superar situaciones de marcada inequidad y discriminación (tuitivas), el
juzgador debe tener en cuenta, al momento de establecer su aplicación
en el tiempo, la posibilidad de afectar retrospectivamente situaciones
jurídicas en curso, en cuanto el propósito de estas disposiciones es
brindar una pronta y cumplida protección a grupos sociales
marginados.”26

c) Los efectos en el tiempo de las sentencias de constitucionalidad

Cuando a través de un juicio de constitucionalidad se determina que un


enunciado normativo no es compatible con el Estatuto Superior, se
producirá un fallo que declare dicha circunstancia mediante su expulsión
del orden jurídico o el establecimiento de unos condicionamientos para
su subsistencia, por oposición a la exequibilidad simple, que ocurre
cuando se declara conforme a la Constitución y, por tanto, se mantiene
intacta la disposición tal como fue concebida por el legislador. La
inexequibilidad de una norma apareja la imposibilidad de aplicarla por
ser contraria a la Constitución, al paso que la exequibilidad condicionada
conlleva que el contenido y el alcance de una determinada disposición
corresponderán a la interpretación fijada sobre el particular por parte de
la Corte Constitucional.

Empero, hay eventos en los que la norma, pese a adolecer de vicios,


alcanza a generar consecuencias en el mundo del derecho antes de su
extinción o modulación por parte del juez constitucional, lo que crea una
necesidad de certidumbre, particularmente en lo que respecta a los
efectos temporales de la decisión de inexequibilidad o exequibilidad
condicionada.

El artículo 45 de la Ley 270 de 1996 27 prescribe que las sentencias que


dicte la Corte Constitucional en ejercicio de la competencia que el

26
Sentencia T-110 de 2011.
27
ARTÍCULO 45. REGLAS SOBRE LOS EFECTOS DE LAS SENTENCIAS PROFERIDAS EN
DESARROLLO DEL CONTROL JUDICIAL DE CONSTITUCIONALIDAD. Las sentencias que
profiera la Corte Constitucional sobre los actos sujetos a su control en los términos del artículo 241 de
la Constitución Política, tienen efectos hacia el futuro a menos que la Corte resuelva lo contrario.
artículo 241 de la Carta le defirió, tienen efectos hacia el futuro salvo que
la propia Corte resuelva lo contrario.

Se trata de una facultad que emana de la función de guarda de la


integridad y supremacía de la Constitución encomendada a este Tribunal
por el Constituyente, a partir de lo cual se establece la validez y la
eficacia de las normas en el complejo entramado que es el ordenamiento
jurídico. El cabal cumplimiento de dicho cometido implica, así pues, la
posibilidad de que la Corte determine los efectos de las sentencias en las
que desarrolla la función de control abstracto de constitucionalidad.
Sobre el particular, desde su más temprana jurisprudencia, la Corte
sostuvo:

“[I]naceptable sería privar a la Corte Constitucional de la


facultad de señalar en sus fallos el efecto de éstos, ciñéndose,
hay que insistir, estrictamente a la Constitución. E
inconstitucional hacerlo por mandato de un decreto, norma de
inferior jerarquía. Pues la facultad de señalar los efectos de sus
propios fallos, de conformidad con la Constitución, nace para la
Corte Constitucional de la misión que le confía el inciso primero
del artículo 241, de guardar la "integridad y supremacía de la
Constitución", porque para cumplirla, el paso previo e
indispensable es la interpretación que se hace en la sentencia
que debe señalar sus propios efectos. En síntesis, entre la
Constitución y la Corte Constitucional, cuando ésta interpreta
aquélla, no puede interponerse ni una hoja de papel.”28

Bajo ese entendimiento, por regla general, es cierto que las decisiones de
inexequibilidad y exequibilidad condicionada de esta Corte tienen efectos
hacia el futuro, pero también lo es que esos efectos pueden ser definidos
en otro sentido por la propia Corporación29. Así, la jurisprudencia
constitucional ha definido que existen dos efectos de las referidas
sentencias de control abstracto de constitucionalidad: de un lado, los
efectos ex nunc –desde entonces– que se sustentan en principios como la
seguridad jurídica y la confianza legítima, en la medida en que se acepta
que las personas han ajustado su conducta a la disposición que hasta ese
preciso pronunciamiento se presumía conforme al Texto Superior; y, de
otro lado, los efectos ex tunc –desde siempre–, que se asemejan
materialmente a una declaratoria de nulidad en tanto comportan despojar
de la validez de la norma inconstitucional desde su origen, lo que
obedece al principio de supremacía de la Carta y de los mandatos
superiores que ella contempla.

La Corte Constitucional está llamada, entonces, a resolver sobre la


compatibilidad entre las normas y la Carta, contando para ello con la
28
Sentencia C-113 de 1993, reiterada en la sentencia C-037 de 1996.
29
Sentencia C-444 de 2011.
facultad de valorar, en cada caso, cuál decisión preserva en mayor
medida el ordenamiento superior y los valores sobre los que está fundado
el pacto político, que operan, en última instancia, como límites al
legislador:

“[A]l decidir sobre estas demandas, la Corte debe adoptar la


modalidad de sentencia que mejor le permita asegurar la guarda
de la integridad y supremacía de la Constitución. Y por ello, en
reiteradas oportunidades, esta Corporación ha sostenido que el
juez constitucional cuenta con varias alternativas al momento de
adoptar una determinación, ya que su deber es pronunciarse de
la forma que mejor permita asegurar la integridad del texto
constitucional, para lo cual puede modular los efectos de sus
sentencias, ya sea desde el punto de vista del contenido de la
decisión, ya sea desde el punto de vista de sus efectos
temporales”.30

Ahora bien: en la jurisprudencia constitucional se ha reconocido que la


competencia en cabeza de la Corte en lo que atañe a determinar los
efectos de sus fallos debe mirarse en clave de su estrecha
correspondencia con los efectos en el tiempo de las normas de derecho:
los efectos generales, inmediatos, hacia futuro y con retrospectividad
(predicable de situaciones jurídicas iniciadas en el pasado pero que se
encuentran en curso) coinciden esencialmente con los denominados
efectos ex nunc, que son, a su vez, los efectos que tienen en principio las
sentencias de control abstracto de constitucionalidad al tenor del artículo
45 de la Ley Estatutaria de Administración de Justicia 31. Asimismo, la
excepción a la irretroactividad, atribución exclusiva del productor de la
norma que se sustrae a la regla general, se patentiza a nivel de los
pronunciamientos de la Corte cuando esta –de quien emana la regla de
derecho que resulta del control– resuelve expresamente asignarle a sus
fallos efectos ex tunc32.
30
Sentencia C-737 de 2001.
31
En la sentencia T-389 de 2009 se señaló: “De este modo, la jurisprudencia constitucional ha
desarrollado las características principales y generales de los efectos en el tiempo de las sentencias
de control de constitucionalidad, que como se dijo, aplican a los fallos de inexequibilidad y de
exequibilidad condicionada. Dichas características, derivan en gran medida de los efectos en el
tiempo de las normas de derecho. En este orden, se tiene que el efecto temporal de las proposiciones
jurídicas es por regla general, (i) la aplicación general, inmediata y hacia el futuro, pero con
retrospectividad, y (ii) siempre que la misma norma no disponga otro efecto temporal, esto es, que
quien produce la norma tiene prima facie, la posibilidad de asignarle efectos temporales distintos de
los que sugiere la regla general descrita.| Luego, aquello que dispone una norma jurídica debe
cumplirse de inmediato, hacia el futuro y con la posibilidad de afectar situaciones que se han
originado en el pasado (retrospectividad), es decir, situaciones jurídicas en curso al momento de
entrada en vigencia de la norma. Este efecto temporal, coincide con la noción de los efectos
temporales de actos jurídicos, denominados efectos ex nunc. Éstos suponen justamente, efectos
inmediatos, hacia el futuro y vinculantes para situaciones jurídicas originadas en el pasado y en
curso. La Corte Constitucional ha desarrollado pues, la tesis según la cual, por regla general los
efectos de sus sentencias de constitucionalidad son ex nunc, salvo que la misma Corte asigne otros
efectos temporales, en los términos del artículo 45 de la Ley 270 de 1996.”
32
La citada sentencia refirió a este aspecto en los siguientes términos: “Ahora bien, la situación
contraria a la irretroactividad, es decir los efectos retroactivos, coinciden con el efecto de los actos
jurídicos que pretenden afectar situaciones del pasado, denominados efectos ex tunc. Éstos, son
En efecto, esta comprensión da cuenta de la coherencia a la que debe
apuntar el sistema jurídico, toda vez que los criterios generales que
regulan los efectos de las normas en el tiempo se proyectan en la
modulación que realiza la Corte Constitucional de sus sentencias de
control de constitucionalidad, tal como, con absoluta nitidez, lo ha
explicado la jurisprudencia de este Tribunal:

“Una interpretación sistemática de las normas reseñadas


[artículos 243 C.P. y 45 Ley 270 de 1996] permite concluir que
el efecto temporal de las sentencias de control, que coinciden en
lo esencial con los efectos en el tiempo de las proposiciones
jurídicas, es i) la aplicación general (erga omnes), inmediata y
hacia el futuro, pero con retrospectividad, ii) siempre que la
sentencia (o la norma) no dispongan otro efecto temporal, esto
es, que quien produce la providencia o la disposición normativa
tiene prima facie la posibilidad de asignarle efectos temporales
distintos de los que sugiere la regla general descrita.

Esto quiere decir que el efecto práctico de una sentencia de


control sobre la norma controlada (inexequibilidad o
exequibilidad condicionada) debe cumplirse de inmediato, hacia
el futuro y con la posibilidad de afectar situaciones que se han
originado en el pasado (retrospectividad), es decir, situaciones
jurídicas en curso al momento en que se expide la sentencia. Tal
como se explicó en la citada T-389 de 2009, este efecto temporal
coincide con la noción de los efectos temporales de actos
jurídicos, denominados efectos ex nunc. Éstos suponen,
justamente, efectos inmediatos, hacia el futuro y vinculantes
para situaciones jurídicas originadas en el pasado y en curso.
Por ello, la Corte Constitucional ha desarrollado la tesis según
la cual, por regla general los efectos de sus sentencias de
constitucionalidad son ex nunc, salvo que la misma Corte asigne
otros efectos temporales, en los términos del artículo 45 de la
Ley 270 de 1996.”33

En suma, si la Corte Constitucional guarda silencio sobre los efectos que


le imprime a una determinada decisión de control abstracto, se entenderá
que se trata de efectos ex nunc, que aparejan una aplicación general,
inmediata, hacia futuro y con retrospectividad, a menos, claro, que la

propios de las nulidades o anulaciones. Implican justamente, que las situaciones surgidas del acto que
se anula, deben ser modificadas para dejarlas como estaban antes de su expedición. Esto es, como si
el acto no se hubiera producido. | La Corte Constitucional ha descartado pues, los efectos ex tunc
para sus sentencias de control de constitucionalidad como efecto general, aunque dichos efectos – se
insiste- pueden darse si la Corte así lo estipula de manera expresa. Y, la justificación de su exclusión
sugiere, tal como se ha explicado, el respeto y garantía por situaciones jurídicamente consolidadas,
por los derechos adquiridos y por los principios de la buena fe, confianza legítima y seguridad
jurídica, entre otros.”
33
Sentencia T-860 de 2011.
propia Corte expresamente consigne que lo resuelto en la providencia
tiene efectos ex tunc, es decir, que sus efectos se extienden hacia
situaciones jurídicas que se materializaron en el pasado al amparo de la
norma objeto de control.

d) La sentencia C-075 de 2007 y sus efectos

En la sentencia C-075 de 2007 la Corte Constitucional se ocupó de la


demanda de inconstitucionalidad promovida contra los artículos 1 y 2
(parciales) de la Ley 54 de 1990, “[p]or la cual se definen las uniones
maritales de hecho y el régimen patrimonial entre compañeros
permanentes”, modificada por la Ley 979 de 2005, por la alegada
vulneración del principio de dignidad humana y del derecho a la libre
asociación a causa de que dicho régimen legal no amparaba a las parejas
homosexuales unidas en un proyecto de vida común.

El problema jurídico que esta Corporación se propuso dilucidar en esa


oportunidad se contrajo a “determinar si la ley, al establecer el régimen
patrimonial entre compañeros permanentes y limitarlo a las uniones
conformadas por un hombre y una mujer, viola los derechos
fundamentales a la igual protección, al respeto de la dignidad humana,
al mínimo vital y a la libre asociación de los integrantes de las parejas
conformadas por personas del mismo sexo.”

La decisión adoptada por la mayoría fue la de “Declarar la


EXEQUIBILIDAD de la Ley 54 de 1990, tal como fue modificada por la
Ley 979 de 2005, en el entendido que el régimen de protección en ella
contenido se aplica también a las parejas homosexuales.”

La Sala Plena sostuvo que la protección y las instituciones creadas por el


legislador en la Ley 54 de 1990, modificada por la Ley 979 de 2005, les
son aplicables a las parejas del mismo sexo que compartían una unión
marital de hecho.

Para llegar a esta conclusión, la Corte, preliminarmente, descartó la


configuración de la cosa juzgada constitucional. Encontró que se
examinaba una norma formal y materialmente distinta a la controlada por
la Corte mediante la sentencia C-098 de 1996. En efecto, la Ley 54 de
1990 fue modificada por la Ley 979 de 2005, en la cual, si bien se
mantuvo la dimensión protectora de la mujer y la familia que se
encontraban en la Ley 54 de 1990, se incorporaron ingredientes nuevos,
en cuanto se establecen unos mecanismos para que los compañeros
permanentes, cumplidos ciertos supuestos, pudieran acceder a un
régimen de regulación de los aspectos patrimoniales de su relación. Así,
en palabras de la Corte, “por tal motivo, el conjunto normativo sometido
a control de constitucionalidad es formal y materialmente distinto de
aquel que fue controlado por la Corte mediante la C-098 de 1996, no
habiéndose configurado la cosa juzgada constitucional”.

Adicionalmente, la Corte Constitucional sostuvo que la sentencia C-098


de 1996 no solo restringió expresamente su análisis a la dimensión
protectora de la mujer y la familia presentes en las normas demandadas
en su momento –artículos 1 y 2 (parcial) de la Ley 54 de 1990–, sino que,
además, dejó abierta la posibilidad de un nuevo examen de
constitucionalidad cuando, entre otras hipótesis, se derivara un impacto
negativo para personas homosexuales.

Desvirtuada la configuración de la cosa juzgada constitucional, la Corte


abordó el régimen patrimonial entre compañeros permanentes y la
situación de la comunidad homosexual frente al ordenamiento jurídico.
Frente a la primera consideración, la sentencia C-075 de 2007 sostuvo
que con la modificación a la Ley 54 de 1990 que tuvo lugar a partir de la
Ley 979 de 2005 no desaparecían los fundamentos primigenios de la ley
–protección a la mujer y a la familia– y, por tal motivo, la norma, en
principio, se encuentra ajustada a la Constitución.

Sin embargo, este Tribunal advirtió que la norma conllevaba una


insuficiencia de regulación, puesto que en la actualidad, junto a la pareja
heterosexual, existen –y constituyen opciones validas a la luz del
ordenamiento superior– parejas homosexuales que plantean, en el ámbito
patrimonial, requerimientos de protección que son, en buena medida,
asimilables a aquellos que se predican de la pareja heterosexual.

Por otro lado, con respecto a la situación de la comunidad homosexual


frente al ordenamiento jurídico, la Corte Constitucional, citando
jurisprudencia sobre los casos donde se establecía que la diferencia de
tratamiento entre parejas homosexuales y heterosexuales puede
considerarse como una forma de discriminación en razón de su
orientación sexual, estableció que i) de acuerdo con la Constitución, está
proscrita toda forma de discriminación en razón de la orientación sexual;
ii) existen diferencias entre las parejas heterosexuales y las parejas
homosexuales, razón por la cual no existe un imperativo constitucional
de dar tratamiento igual a unas y a otras; iii) corresponde al legislador
definir las medidas necesarias para atender requerimientos de protección
de los distintos grupos sociales y avanzar gradualmente en la protección
de quienes se encuentran en situación de marginamiento; y, iv) toda
diferencia de trato entre personas o grupos que sean asimilables solo es
constitucionalmente admisible si obedece a un principio de razón
suficiente.

Como consecuencia de lo anterior, y al emprender en concreto el juicio


de validez de los preceptos impugnados, la Corte Constitucional
consideró que la falta de reconocimiento jurídico a las parejas
homoafectivas por parte de la ley demandada era un “atentado contra la
dignidad de sus integrantes porque lesiona su autonomía y capacidad de
autodeterminación al impedir que su decisión de conformar un proyecto
de vida en común produzca efectos jurídicos patrimoniales, lo cual
significa que, dado un régimen imperativo de derecho civil, quedan en
situación de desprotección que no están en capacidad de afrontar”.

Por lo anterior, en la sentencia C-075 de 2007 se determinó que no existe


una razón constitucionalmente admisible que justifique someter a un
régimen que resulta incompatible con una opción vital a la que han
accedido en ejercicio de su derecho al libre desarrollo de la personalidad,
ni resulta de recibo que la decisión legislativa de establecer un régimen
para regular la situación patrimonial entre compañeros permanentes sea
indiferente ante los eventos de desprotección a los que se enfrentan las
parejas del mismo sexo.

Al evidenciar la vulneración al principio de igualdad, la Corte consideró


que es necesario proteger a las parejas homosexuales como consecuencia
de la exclusión originada en las normas demandadas, pues al no incluir a
las parejas homosexuales en el régimen patrimonial previsto para las
uniones maritales de hecho, el legislador realizó una restricción
injustificada a la autonomía de las parejas homosexuales, dado que no
solo obstaculizó la realización de su proyecto de vida en común, sino que
tampoco ofreció una respuesta adecuada para las situaciones de conflicto
que se puedan presentar cuando por cualquier causa cese la cohabitación.

Por lo anterior, la Sala Plena declaró que “la pareja homosexual que
cumpla con las condiciones previstas en la Ley para las uniones
maritales de hecho, esto es comunidad de vida permanente y singular,
mantenida por un periodo de al menos dos años, accede al régimen de
protección allí dispuesto, de manera que queda amparada por la
presunción de sociedad patrimonial y sus integrantes pueden, de manera
individual o conjunta, acudir a los medios previstos en la ley para
establecerla cuando así lo consideren necesario.”

A partir del análisis de la libertad de configuración del legislador, la


Corte sostuvo que, si bien estos temas son de reserva y libertad del
órgano democrático, en este escenario, la ausencia de protección en el
ámbito patrimonial de la pareja homosexual resultaba lesiva de la
dignidad de la persona, era contraria al libre desarrollo de la personalidad
y comportaba una forma de discriminación proscrita por la Constitución.

Cabe anotar que en dicha providencia la Corte Constitucional no fijó


expresamente los efectos en el tiempo de la decisión de exequibilidad
condicionada allí adoptada.

6. Resolución del caso concreto


6.1. Análisis sobre la configuración de los defectos constitutivos de
causales específicas de procedencia de la acción de tutela contra
sentencia

La Sala Plena se concentrará ahora en el estudio de las causales


específicas o materiales de procedibilidad de la solicitud de amparo.

Como se mencionó en precedencia, el accionante alega que se


configuraron varios defectos en la sentencia del 12 de febrero de 2018,
por la cual la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia casó
la decisión del 14 de febrero de 2013 proferida por la Sala de Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá y confirmó, como juez
de segunda instancia, la sentencia dictada el 31 de enero de 2012 por el
Juzgado 3º de Familia de Descongestión de Bogotá, en tanto declaró la
existencia de una unión marital de hecho entre los señores Darío Gómez
Suárez y Rodolfo Hurtado Polanía, junto con la consecuente sociedad
patrimonial entre compañeros permanentes, con fundamento en la
sentencia C-075 de 2007.

Agrupando los cargos formulados en la demanda, es menester entonces


establecer si el fallo de casación a que se alude incurrió en los vicios
denominados defecto orgánico, desconocimiento del precedente y
violación directa de la Constitución. Para cumplir tal cometido, la Sala
efectuará primero una breve reseña del contenido de la sentencia del 12
de febrero de 2018 y, enseguida, analizará si la Sala de Casación Civil
vulneró el derecho fundamental al debido proceso de que es titular el
promotor de la acción.

6.1.1. Contenido de la sentencia de casación del 12 de febrero de 2018

Mediante la providencia objeto de censura, la Sala de Casación Civil de


la Corte Suprema de Justicia resolvió un recurso extraordinario de
casación instaurado por Rodolfo Hurtado Polanía contra el fallo de
segunda instancia que negó las pretensiones del demandante dentro del
proceso ordinario 11001-31-10-018-2008-00331-01, en el cual se
reclamaba que se declarara la existencia de una unión marital de hecho y
la consecuente sociedad entre compañeros entre los señores Darío Gómez
Suárez y Rodolfo Hurtado Polanía

El cargo único del recurso extraordinario de casación consistió en la


aplicación errónea, por parte del ad quem (la Sala de Familia del Tribunal
Superior de Bogotá), de los artículos 45 de la Ley 270 de 1996 y 1, 2, 3,
4, 5, 6, 7, 8 y 9 de la Ley 54 de 1990, así como de los efectos
retrospectivos de la sentencia C-075 de 2007.
Para sustentar el cargo, el casacionista sostuvo que, aun cuando la
sentencia C-075 de 2007 otorgó a las parejas homosexuales la posibilidad
de conformar una sociedad patrimonial con efectos hacia el futuro, las
garantías otorgadas por dicha providencia también les son aplicables a
aquellas parejas del mismo sexo que venían conviviendo en unión marital
de hecho con anterioridad a la expedición de la sentencia de
constitucionalidad cuya su convivencia se prolongó hasta después de tal
pronunciamiento, de acuerdo con el fenómeno de la retrospectividad.
Arguyó, asimismo, que dicha era la interpretación necesaria para superar
la marcada inequidad y discriminación de las parejas del mismo sexo.

En las consideraciones, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de


Justicia inició su estudio con los efectos de retroactividad, ultractividad y
retrospectividad como instituciones jurídicas desarrolladas para resolver
los problemas de sucesión de leyes en el tiempo.

Agotado dicho análisis, la sentencia sostuvo que estos criterios son


extensibles, en cuanto sean compatibles, a las decisiones de control de
constitucionalidad, “en los eventos en que se declare inexequible una
disposición, o se condicione su hermenéutica a través de una
exequibilidad condicionada [casos en los que] los fallos se aplicarán
hacia el futuro, rigiendo las relaciones que se conformen en lo sucesivo,
así como los efectos de las que estaban en ejecución, sin alterar las que
están definidas bajo el régimen normativo anterior. Sin perjuicio, claro
está, de que la Corte Constitucional module los efectos de sus
resoluciones, atribuyendo consecuencias hacia el pasado o difiriendo su
vigencia.” Por tal motivo, es necesario verificar si la sentencia expedida
por la Corte Constitucional “previó efectos retroactivos o ultractivos,
pues en estas eventualidades deberá estarse a lo decidido. De lo
contrario, únicamente tendrá consecuencias respecto a las nuevas
situaciones jurídicas o aquellas que se encuentren en curso.”

Por otro lado, la sentencia objeto de tutela sostuvo que la jurisprudencia


de la Corte Suprema de Justicia ha declarado los efectos retrospectivos de
la Ley 54 de 1990 a las uniones maritales de hecho de las parejas
heterosexuales. En ese sentido –expuso– la Corte también puede aplicar,
de manera retrospectiva, los efectos de la sentencia C-075 de 2007. En
otras palabras, si se había aplicado retrospectivamente la Ley 54 de 1990
a las uniones maritales de hecho de aquellas parejas heterosexuales que
formaron convivencia con anterioridad a la expedición de dicha ley,
también es posible aplicar las disposiciones de dicha ley, bajo los
condicionamientos de la sentencia C-075 de 2007, a las parejas
homosexuales constituidas con anterioridad a dicha sentencia de
constitucionalidad, en el supuesto de que no hayan finalizado la
cohabitación antes de la fecha de la expedición de la mencionada
providencia. Según el fallo de casación impugnado, “tal entendimiento es
el que mejor consulta la Constitución Política y efectiviza la fórmula del
estado social de derecho, por proteger los derechos de las personas
históricamente discriminadas, así como salvaguardar la dignidad
humana, el libre desarrollo de la personalidad y la libertad sexual.”

Por lo anterior, estimó la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de


Justicia que no se trata de una aplicación retroactiva de la sentencia C-
075 de 2007, pues las situaciones consolidadas conservarán su estatus
jurídico, lo que significa que los vínculos maritales extinguidos con
antelación al 7 de febrero de 2007 (fecha de expedición de la C-075 de
2007) se mantendrán intangibles.

No obstante, indicó que “los efectos económicos de los lazos


homosexuales que estuvieran en latencia, a la referida fecha, se
gobernarán por las reglas de la sociedad patrimonial desde que
comenzó la relación. ‘Desconocer esa realidad sería tanto como hacer
tabula rasa de un vínculo afectivo con vocación de permanencia, al que
precisamente la Corte Constitucional guareciéndolo con los derechos
consagrados en la Ley 54 de 1990, en procura de proteger las garantías
de las minorías, entre ellas, la de libre y voluntariamente conformar una
familia. O, lo que es peor, que quien a la luz de los hechos tenía la
connotación de compañero o compañera, no puede ser reconocido como
tal porque la convivencia tuvo génesis antes de que se profiriera el
mentado fallo.’”

Como consecuencia de lo anterior, la Corte Suprema de Justicia


consideró que la Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá
“vulneró el ordenamiento sustancial” al imponer que el conteo de tiempo
se hiciera a partir de la emisión de la sentencia de exequibilidad
condicionada, en vez de hacerlo desde el inicio efectivo de la
convivencia, negando el ad quem por esa vía los efectos retrospectivos de
la sentencia C-075 de 2007.

En virtud de ello, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de


Justicia casó la sentencia de segunda instancia y procedió a dictar
sentencia sustitutiva en la que confirmó la decisión de primera instancia
que accedió a declarar la unión marital entre los contendientes –con sus
consecuencias patrimoniales–, tras verificar la concurrencia de los
requisitos de i) comunidad de vida, ii) singularidad, iii) permanencia; iv)
inexistencia de impedimentos legales que hagan ilícita la unión, y v)
convivencia ininterrumpida por dos años.

6.1.2. ¿La Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia


vulneró el derecho fundamental al debido proceso?

La Sala Plena debe ahora determinar si, en efecto, la decisión adoptada


por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en el
mencionado fallo de casación del 12 de febrero de 2018 constituyó una
violación al debido proceso del señor Darío Gómez Suárez, a la luz de la
jurisprudencia constitucional sobre causales específicas de procedencia
de la acción de tutela contra providencias judiciales.

En esa dirección, se repasará primero la definición y rasgos trazados por


la jurisprudencia en relación con las causales de defecto orgánico, de
desconocimiento del precedente y de violación directa de la Constitución
para, seguidamente, verificar si tales vicios se materializaron en la
decisión censurada.

6.1.2.1. Sobre el defecto orgánico

La jurisprudencia constitucional ha establecido que este defecto tiene


como fuente principal el artículo 121 de la Constitución, el cual dispone
que las autoridades del Estado solo pueden ejercer las funciones que les
asigna la Constitución y la ley34. Este mandato se concreta en la actividad
judicial a través de la cláusula del debido proceso consagrada en el
artículo 29 Superior, conforme a la cual los ciudadanos deben ser
juzgados por un juez o tribunal competente, esto es, por el juez natural de
cada causa35.

Asimismo, la Corte Constitucional ha establecido que el defecto


orgánico tiene carácter i) funcional, cuando la autoridad judicial
extralimita de forma manifiesta el ámbito de las competencias otorgadas
tanto por la Constitución, como por la ley 36, lo cual ocurre cuando un
funcionario judicial asume competencias que no le corresponden 37, o ii)
temporal, cuando los jueces, a pesar de contar con atribuciones para
realizar determinada actuación, la realizan por fuera del término
contemplado para ello. En ese orden, de acuerdo con la Corte, en las
hipótesis en que un operador judicial desconoce los límites temporales y
funcionales de la competencia, se configura un defecto orgánico y, en
consecuencia, se produce una vulneración el derecho fundamental al
debido proceso38.

En el caso bajo examen, el accionante afirma la existencia de un defecto


orgánico con base en que, si la Corte Constitucional es la única autoridad
competente para fijar los efectos de las sentencias de constitucionalidad –
al tenor del artículo 45 de la Ley 270 de 1996–, no podía la Corte
Suprema de Justicia suplantar a esta Corporación, dotando a la sentencia
C-075 de 2007 de otros efectos en el tiempo, distintos a los fijados en la
propia providencia.

34
Sentencia SU-072 de 2018.
35
Ibidem.
36
Sentencias T-362 de 2013 y T-121 de 2016.
37
Ibidem.
38
Ibidem.
Sin embargo, como se viene de explicar en las consideraciones generales
de esta sentencia de unificación, los efectos en el tiempo de las
proposiciones jurídicas, se aplican prima facie a las sentencias de la
Corte Constitucional, a través de la aplicación general, inmediata, hacia
futuro y con retrospectividad expresada en los efectos ex nunc, siempre y
cuando este Tribunal no determine expresamente otros efectos de la
providencia, como ocurre con los ex tunc o hacia el pasado, que
constituyen una excepción a la regla general de irretroactividad.

Como se enunció ut supra, al pronunciar la sentencia C-075 de 2007 la


Corte Constitucional no previó explícitamente los efectos de dicha
decisión y, por tanto, ese silencio significa que los efectos de lo allí
resuelto son ex nunc, es decir, el régimen que entonces se reconoció a las
uniones homosexuales ha de aplicarse de manera general, inmediata,
hacia futuro y con retrospectividad, lo que implica la posibilidad de
modificar las relaciones que surgieron con anterioridad a la expedición
de dicha sentencia, pero que se encontraban en curso al momento de
declararse la exequibilidad condicionada.

En ese orden de ideas, la Sala Plena considera que no le asiste razón al


accionante cuando afirma que en el fallo de casación del 12 de febrero
de 2018 la Corte Suprema de Justicia usurpó la competencia de este
Tribunal Constitucional, pues –se insiste–, dado que la sentencia C-075
de 2007 no definió expresamente sus efectos en el tiempo, era forzoso
concluir que son ex nunc ‒como acertadamente lo dedujo el juzgador de
casación‒ y que, como tal, cobijan tanto a las situaciones jurídicas
ulteriores como a aquellas que para ese momento no se habían
consolidado.

Se colige de lo anterior que la sentencia proferida por la Sala de Casación


Civil de la Corte Suprema de Justicia no está incursa en un defecto
orgánico, pues dicha autoridad no hizo propias atribuciones que le fueran
ajenas y, por el contrario, en normal desarrollo de su función
jurisdiccional, dio estricta observancia a las normas estatutarias sobre los
efectos de las sentencias de control abstracto de constitucionalidad, en
concordancia con las reglas elementales de aplicación de la ley en el
tiempo.

6.1.2.2. Sobre el desconocimiento del precedente

El desconocimiento del precedente establecido por la Corte


Constitucional adquirió la entidad de causal autónoma de tutela contra
providencias judiciales, debido a que, según la jurisprudencia, protege la
interpretación que realiza esta Corporación de los contenidos
constitucionales, normas sobre las que tiene la guarda y protección.
De acuerdo con lo anterior, el defecto por desconocimiento del
precedente tiene lugar cuando el juez se aparta de las decisiones de la
Corte Constitucional, sin realizar referencia expresa a los
pronunciamientos que sirvieron de sustento para resolver casos análogos
y sin exponer razones suficientes que ameriten el distanciamiento.

De acuerdo con la Corte, para evaluar si se está frente a dicho defecto es


preciso i) determinar la existencia de un precedente o de un grupo de
precedentes aplicables al caso concreto y distinguir las reglas
decisionales contenidas en estos precedentes39; ii) comprobar que el fallo
judicial impugnado debió tomar en cuenta necesariamente tales
precedentes, pues de no hacerlo incurría en un desconocimiento del
principio de igualdad40; y, iii) verificar si el juez tuvo razones fundadas
para apartarse del precedente judicial, bien por encontrar diferencias
fácticas entre el precedente y el caso analizado, bien por considerar que
la decisión debería ser adoptada de otra manera para lograr una
interpretación más armónica en relación con los principios
constitucionales, y más favorable a la vigencia y efectividad de los
derechos fundamentales, de acuerdo con el principio pro persona41.

A partir de lo anterior, este Tribunal ha precisado que no se configura el


defecto siempre que el funcionario jurisdiccional reconozca y señale las
decisiones anteriores de las que se aparta, y argumente con suficiencia
los motivos por los cuales toma distancia de lo resuelto con anterioridad.
Por ello, el manejo legítimo del precedente obliga a que el juez i) dé
cuenta del balance judicial vigente; ii) presente los razonamientos
adecuados y suficientes para el abandono o cambio de la norma
jurisprudencial; y, iii) explique de qué manera su propuesta hermenéutica
desarrolla de mejor manera los derechos y principios superiores.

En esa medida, las autoridades están en el deber de seguir las decisiones


proferidas por los órganos de cierre y, en especial, las decisiones
proferidas por la Corte Constitucional. En carácter vinculante del
precedente permite garantizar los principios de igualdad, justicia formal,
seguridad jurídica, buena fe, a la vez que propende a la coherencia del
sistema jurídico en general. Empero, “esa sujeción no es absoluta, toda
vez que los mandatos de autonomía e independencia judicial facultan al
juez para apartarse del precedente, siempre que formulen una carga
argumentativa adecuada y suficiente. Tales criterios han sido valorados
por esta Corte para identificar si existió o no un manejo ilegitimo del
precedente que quebrantara derechos fundamentales de las partes de un
proceso”42, sin soslayar ‒se enfatiza‒ el valor acentuado del precedente
cuando se trata de pronunciamientos de esta Corporación, tanto de la Sala

39
Sentencia SU-114 de 2018.
40
Ibidem.
41
Ibidem.
42
Ibidem.
Plena, como aquellos adoptados por las Salas de Revisión que
constituyen jurisprudencia en vigor.

En el caso que ocupa en esta oportunidad a la Sala, el actor plantea dos


cargos por el defecto de desconocimiento del precedente, los cuales hace
consistir en dos premisas puntuales: en primer lugar, que el fallo de
casación del 12 de febrero de 2018 se apartó del precedente sentado en
las sentencias C-113 de 1993, C-131 de 1993, C-226 de 1994 y C-037 de
1996 sobre la aplicación de los efectos en el tiempo de las sentencias de
constitucionalidad; y, en segundo lugar, que la Sala de Casación Civil
incurrió en un yerro interpretativo porque en el texto de la sentencia C-
075 de 2007 no se señaló que la decisión fuera aplicable a uniones
maritales homosexuales anteriores a dicho pronunciamiento.

Pues bien: en relación con el primer aspecto, la Sala advierte,


preliminarmente, que en ninguna de las providencias invocadas por el
tutelante como “precedentes” la Corte Constitucional se concentró en
resolver un problema jurídico semejante al que debió resolver la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en el marco del proceso
ordinario de unión marital de hecho 11001-31-10-018-2008-00331-01.

En efecto, en la sentencia C-113 de 1993 la Corte examinó la demanda


de inconstitucionalidad contra una parte del inciso segundo del artículo
21 del Decreto 2067 de 1991, por la presunta infracción de los artículos
4, 53, 84 y 23 transitorio de la Constitución. La norma acusada prescribía
que “Los fallos de la Corte sólo tendrán efecto hacia el futuro, salvo
para garantizar el principio de favorabilidad en materias penal, policiva
y disciplinaria y en el caso previsto en el artículo 149 de la
Constitución” y, a juicio de los demandantes, dicha disposición restringía
el ámbito de aplicación del principio de favorabilidad, reconocido
también en materia laboral.

La Corte adelantó un análisis que comprendía también otras


proposiciones jurídicas contenidas en el Decreto demandado y señaló que
“la Corte Constitucional, de conformidad con la Constitución, puede, en
la propia sentencia, señalar los efectos de ésta. Este principio, válido en
general, es rigurosamente exacto en tratándose de las sentencias
dictadas en asuntos de constitucionalidad.” En ese sentido, encontró que
el artículo transitorio 23 de la Carta le confirió al Presidente de la
República precisas facultades para dictar el "régimen procedimental" de
los juicios y actuaciones que deban surtirse ante la Corte Constitucional,
pero dentro de ello no podía estar comprendido el aspecto de los efectos
de las sentencias ejecutoriadas dictadas en asuntos de constitucionalidad.

En la sentencia C-131 de 1993, fueron demandados en acción pública de


inconstitucionalidad los artículos 2º -inciso 2º- y 23 -en forma parcial-
del Decreto 2067 de 1991, en vista de que, en criterio de los ciudadanos
allí demandantes, el establecimiento de requisitos para las demandas de
inconstitucionalidad y de la obligatoriedad de la doctrina constitucional
infringía los artículos 40 y 230 de la Carta.

Esta Corporación se refirió a los derechos políticos, a su núcleo esencial


y a su efectividad, y determinó que la norma impugnada creaba unos
requisitos mínimos razonables que buscaban hacer más viable el derecho
sin atentar en ningún momento contra su núcleo esencial, a la vez que
estableció que la obligatoria observancia de los fallos de la Corte no era
inconstitucional, por la supremacía de la Constitución y la fuerza de cosa
juzgada constitucional que ostentan los pronunciamientos de este
Tribunal en la estructura del ordenamiento jurídico colombiano.

Por su parte, en la sentencia C-226 de 1994 se realizó control de


constitucionalidad sobre los artículos 1º (parcial), 4º, 5º, 6º, 7º, 8º
(parcial), 10 (parcial) de la Ley 36 de 1993, reglamentaria de la profesión
de bacteriólogo. Para los accionantes, ese grupo de disposiciones violaba
el Preámbulo y los artículos 2, 6, 13, 26, 44, 49, 58, 67, 68, 71, 114, 150,
152, 153, 154, 336 de la Constitución, y estimaban que para esa
regulación debía surtirse el trámite de ley estatutaria.

La Corte sostuvo que la ley demandada no regulaba elementos


estructurales esenciales de la libertad de escoger profesión u oficio, sino
que era una expresión de la facultad conferida al legislador de
reglamentar el ejercicio de las profesiones, a fin de permitir que las
autoridades competentes ejerzan las funciones de inspección y vigilancia;
por lo tanto, no era exigible el rigor de la ley estatutaria. Además,
estableció que la ley acusada otogaba a los bacteriólogos una serie de
privilegios con respecto a ámbitos de la vida profesional que implican la
exclusión de otros profesionales igualmente idóneos para efectuar las
actividades profesionales reservadas por la mencionada ley a los
bacteriólogos; que la norma había creado un Colegio Nacional de
Bacteriólogos sin atender que ello debía tener iniciativa gubernamental;
y, que la reglamentación de las condiciones de funcionamiento de los
laboratorios por el gobierno estaba orientada por criterios esencialmente
técnicos, lo cual habilitaba la delegación legal para que autoridades
diversas al Congreso establecieran reglamentaciones del ejercicio
profesional,

Finalmente, en la sentencia C-037 de 1996, la Corte adelantó la revisión


del proyecto de ley número 58/94 Senado y 264/95 Cámara, “Estatutaria
de la Administración de Justicia”, efectuando el control previo,
automático e integral de constitucionalidad propio de las leyes
estatutarias, de conformidad con los artículos 153 y 241-8 de la
Constitución.
Así, pues, es palmario que en ninguna de las providencias traídas a
colación por el señor Darío Gómez Suárez como fundamento del cargo
por desconocimiento del precedente guarda correspondencia jurídica y
menos fáctica con el caso que debió resolver la Sala de Casación Civil en
la sentencia del 12 de febrero de 2018, por lo que no resultaban
vinculantes para la resolución del problema jurídico allí planteado.

Ahora bien: es cierto que al interior de dichas sentencias esta


Corporación dedicó consideraciones al tema de los efectos en el tiempo
de las sentencias de constitucionalidad, reiterándose invariablemente la
competencia exclusiva de la Corte Constitucional para fijar los efectos de
sus decisiones.

Sin embargo, tampoco se observa que la Sala de Casación Civil en el


fallo del 12 de febrero de 2018 haya pretermitido las reglas de derecho
extraídas de aquellos pronunciamientos, concretamente, en lo relativo a
las atribuciones propias de este Tribunal para determinar los efectos de
sus sentencias de control abstracto de constitucionalidad, pues, como ya
se señaló en el acápite sobre defecto orgánico, la autoridad judicial
accionada, al aplicar la sentencia C-075 de 2007 al caso de marras, en
ningún momento otorgó al silencio de esta Corporación efectos distintos
a los que el ordenamiento jurídico prevé.

Sobre el segundo cargo por desconocimiento del precedente, vinculado a


la “equivocada interpretación” de la sentencia C-075 de 2007, basta con
señalar que, contrario a lo que sostiene el actor, la Sala de Casación
realizó una interpretación acorde con lo decidido en esa providencia.

Es inequívoco que esta Corporación, al evidenciar el déficit de protección


a que estaban sometidas las parejas del mismo sexo, resolvió remediar
dicha a injusticia en la sentencia C-075 de 2007, haciéndoles extensivo el
régimen jurídico que beneficia a las uniones heterosexuales. Este aspecto
fue ampliamente desarrollado en el fallo de casación del 12 de febrero
de 2018, en el cual, acogiendo lo sentado por la Corte Constitucional, se
verificó que la convivencia entre los señores Darío Gómez Suárez y
Rodolfo Hurtado Polanía se produjo conforme a los requisitos legales
para la presunción de sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes, toda vez que ‒de acuerdo con lo probado en el proceso‒ su
relación de pareja estaba vigente al momento de proferirse la sentencia de
constitucionalidad condicionada.

No se observa, entonces, que el órgano judicial accionado se haya


apartado de las reglas de derecho establecidas por esta Corte, ni que las
haya desfigurado en manera alguna. De hecho, todo lo contrario, la
decisión de casar el fallo de segunda instancia, para, en su lugar,
confirmar la decisión del a quo, es expresión del riguroso acatamiento
del precedente constitucional.
6.1.2.3. Sobre la violación directa de la Constitución

De acuerdo con la Corte, todas las causales de procedencia de la acción


de tutela contra providencias judiciales son producto de un
desconocimiento de la Constitución43. Sin embargo, la jurisprudencia
constitucional ha desarrollado como causal autónoma la violación directa
de la Constitución, que se ocasiona i) cuando se deja de aplicar una
disposición iusfundamental a un caso concreto, o ii) cuando se aplica la
ley al margen de los mandatos de la Constitución44.

La primera hipótesis, ha dicho esta Corporación, se presenta porque i) en


la solución del caso se dejó de interpretar y aplicar una disposición legal
de conformidad con el precedente constitucional; ii) se trata de un
derecho fundamental de aplicación inmediata45; y, iii) en las decisiones se
vulneraron derechos fundamentales y no se tuvo en cuenta el principio de
interpretación conforme a Constitución46.

Por su parte, la segunda hipótesis está asociada a que los operadores


judiciales están sujetos a la supremacía del Texto Fundamental por sobre
el resto de enunciados jurídicos que integran el ordenamiento y, en ese
sentido, deben tener en cuenta la aplicación de la excepción de
inconstitucionalidad contenida en el artículo 4 de la Constitución, cuando
a ello haya lugar47.

La violación directa de la Constitución es un vicio que consiste, en otras


palabras, en la violación al debido proceso derivada del desconocimiento
del carácter prevalente y vinculante que ostentan las normas superiores.

A juicio del accionante, la providencia de casación del 12 de febrero de


2018 trasgrede la Constitución según dos cargos puntuales: por un lado,
estima que dicha decisión quebrantó los principios de seguridad jurídica,
confianza legítima y derechos adquiridos; y, por otro, considera que con
tal pronunciamiento la Sala de Casación Civil le dio una aplicación
retroactiva, que se encuentra proscrita, al régimen económico para
uniones maritales homoafectivas surgido a partir de la sentencia C-075
de 2007.

Como se indicó en precedencia, la Constitución consagra la


irretroactividad de la ley, a partir de la cual los derechos adquiridos no
pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores.

43
Sentencia SU-024 de 2018
44
Ibidem.
45
Sentencias T-765 de 1998, T-001 de 1999 y SU-069 de 2018.
46
Sentencias T-199 de 2009, T-590 de 2009 y SU-069 de 2018.
47
Sentencia SU-069 de 2018 y SU-024 de 2018.
La Corte ha sostenido que la noción de derechos adquiridos comprende
las situaciones jurídicas individuales que han quedado definidas y
consolidadas bajo el imperio de una ley y que, en tal virtud, se entienden
incorporadas válida y definitivamente o pertenecen al patrimonio de una
persona48. Bajo esa perspectiva, existirá un derecho adquirido cuando
durante la vigencia de la ley, el individuo logra cumplir con todos y cada
uno de los requisitos establecidos en ella, lo cual configura la existencia
de una determinada posición o relación jurídica49.

La jurisprudencia constitucional ha reconocido tres supuestos que


determinan el alcance de la protección constitucional de los derechos
adquiridos:

“En primer lugar (i) respecto de aquellas situaciones


particulares y concretas que nacen y se desarrollan en el marco
de relaciones que no tienen ni llegan a tener vínculo alguno con
la utilidad pública o el interés social, surge un derecho que hace
intangible la posición o relación jurídica que se consolidó por
virtud del cumplimiento de las condiciones contenidas en la ley.
Esas situaciones, por razones de seguridad jurídica y en virtud
del principio irretroactividad de la ley, no podrían ser afectadas
en modo alguno.

En segundo lugar (ii) cuando se trata de situaciones particulares


y concretas que nacen y se desarrollan en el marco de relaciones
que tienen o llegan a tener un vínculo con la utilidad pública o el
interés social, surge un derecho que, si bien protege la posición
o relación jurídica, no resulta intangible. Ello ocurre, por
ejemplo, cuando se otorgan autorizaciones ambientales para la
explotación de recursos naturales o, cuando el ejercicio del
derecho de propiedad debe ser condicionado para alcanzar
propósitos de mayor interés asociados por ejemplo a los
procesos de urbanización y ordenación de las ciudades. En estos
casos y en virtud de lo dispuesto por la segunda parte del primer
inciso del artículo 58 de la Constitución, a pesar de que existe
un derecho no es este inexpugnable en tanto la situación
consolidada deberá ceder frente a intereses superiores definidos
en los artículos 1 (interés general), 58 (Interés público o social),
79 (protección del ambiente sano), 80 (manejo y
aprovechamiento de los recursos naturales y 82 (interés común).
El Estado entonces, por intermedio de las autoridades
competentes cuenta con la capacidad de limitar, gravar,
restringir o expropiar el derecho de propiedad.

48
Sentencia C-192 de 2016, C-147 de 1999 y C-168 de 1995.
49
Sentencia C-192 de 2016.
En tercer lugar (iii) las meras expectativas aluden al eventual
surgimiento de un derecho en el evento de que, en el futuro, se
cumplan las condiciones previstas en la ley. Se trata solo de la
posibilidad o probabilidad de adquirir un derecho y, en esa
medida, las autoridades en el marco de sus competencias
podrían introducir reformas no solo en las condiciones para su
surgimiento sino también para definir su alcance. No obstante lo
anterior, en ocasiones, dichas expectativas deben ser protegidas
en virtud del artículo 83 mediante la adopción de medidas
provisionales o de transición.”50

Con base en lo anterior, la Sala Plena considera que no le asiste razón al


accionante, por cuanto pasa por alto que la regulación en torno al estado
civil de las personas y a las relaciones de familia son normas de orden
público que, como tal, resultan imperativas y no están libradas a la
autonomía de los particulares, en razón a la trascendencia social y al
valor político de estas instituciones, tal como lo reconoce la Constitución
en su artículo 42.

En la sentencia C-075 de 2007 la Corte advirtió un tratamiento


discriminatorio injustificado respecto de las parejas homoafectivas unidas
en un proyecto de vida común y lo remedió ampliando hacia ellas la
protección legal de la que ya gozaban las parejas heterosexuales. La Ley
54 de 1990 es regulación de orden público y la sentencia que estableció
los mencionados condicionamientos constituye con el texto legal una
unidad normativa inescindible; por lo tanto, lo relativo a la conformación
de una sociedad patrimonial entre compañeros permanentes no es un
asunto que incumba a la libérrima voluntad de los integrantes de la
pareja.

Y la justificación de ello estriba, como lo ha señalado la propia Sala de


Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, “en que, por regla
general de principio, no se puede concebir la comunidad de vida sin un
fin económico, alimentado por el ahorro y el trabajo conjunto de la
pareja, la solidaridad y el apoyo mutuo, para un mejor bienestar, con la
esperanza de que el capital formado, cuya existencia se coteja al
momento de disolverse, que es cuando de abstracto pasa a ser concreta,
sea repartido entre los socios permanentes en condiciones de justicia e
igualdad”, porque “si no fuere así, se menoscabarían los derechos del
sujeto más débil de la relación, (…) en contravía del ánimo tuitivo que,
como quedó dicho, inspiró al legislador para presumir, bajo ciertos
requisitos, dicha sociedad.”51

Para esta Corte, lo contrario a la Constitución es alegar, en contra de la


evidencia, la existencia de unos derechos adquiridos con base en una
50
Ibidem.
51
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 12 de diciembre del 2011. Rad.
2003-01261-01. M.P. Arturo Solarte Rodríguez.
situación declaradamente opuesta a los mandatos superiores de dignidad
humana, igualdad, protección a la familia y prevalencia del derecho
sustancial, máxime cuando claramente no había una posición jurídica
consolidada, en vista de que la cohabitación entre las partes se prolongó
sin solución de continuidad hasta después de la referida sentencia C-075
de 2007.

En ese contexto, se abre paso el estudio del segundo cargo de violación


directa a la Constitución, relativo a la supuesta aplicación retroactiva de
la sentencia de constitucionalidad a que se alude.

La diferencia entre la aplicación retroactiva y retrospectiva se refleja con


más claridad si se analizan los siguientes ejemplos:

La Ley 28 de 1932 otorgó capacidad a la mujer casada, por lo que, con su


entrada en vigencia, todas las mujeres que en adelante se casaran y
también aquellas que hubieren contraído nupcias conforme al régimen
anterior, comenzaron a gozar de la libre administración de su patrimonio,
sin representación de sus maridos. El efecto general, inmediato, hacia
futuro y con retrospectividad de la norma implicó, entonces, que las
mujeres cuyo vínculo conyugal había surgido antes de la entrada en
vigencia de la ley –al igual que aquellas que se casaran después– se
vieran beneficiadas, a partir de ese momento, con la posibilidad de
comenzar a disfrutar de capacidad civil plena. En cambio, se estaría ante
el fenómeno de la retroactividad en el caso de que, aplicándose hacia el
pasado la nueva ley que reconoció la capacidad civil de las mujeres, se
invalidaran los actos jurídicos celebrados antes de la vigencia de dicha
ley por parte los maridos en representación legal de las esposas.

La Ley 361 de 1997 estableció una garantía laboral a favor de las


personas en condición de discapacidad, consistente en la prohibición a
los empleadores de despedir a los trabajadores en dicha condición, salvo
que medie autorización de la oficina de trabajo, so pena de que se genere
la obligación de pagar una indemnización equivalente a ciento ochenta
días del salario, sin perjuicio de las demás prestaciones e
indemnizaciones a que hubiere lugar según las normas de trabajo. Al
entrar en vigencia esa legislación, el efecto general, inmediato, hacia
futuro y con retrospectividad de la ley conllevó que la protección allí
contemplada beneficiara no sólo a los trabajadores en condición de
discapacidad que iniciaran una relación laboral a partir de la expedición
de la norma, sino que también aquellos que estaban vinculados al
momento de entrar en vigencia la ley contaban con la garantía de no ser
despedidos sin autorización de la autoridad de trabajo. Por el contrario, se
hablaría de un efecto retroactivo si, al aplicar hacia el pasado esta
disposición, se llegara a la conclusión de que los trabajadores en
condición de discapacidad que fueron despedidos antes de la ley, tenían
derecho a ser reintegrados y a reclamar las respectivas indemnizaciones.
Pues bien: en el caso de los efectos patrimoniales para las uniones
maritales entre personas del mismo sexo ocurre lo mismo. La sentencia
C-075 de 2007 les reconoció a los compañeros permanentes de una
relación homoafectiva los derechos patrimoniales que hasta ese momento
disfrutaban solo las parejas heterosexuales, lo que implica, como en el
sub júdice, que, por el efecto general, inmediato, hacia futuro y con
retrospectividad de las normas, las uniones homosexuales que estuvieran
en curso al momento de proferirse el fallo y aquellas que surgieran con
posterioridad, fueran acogidas a este régimen. Retroactividad habría sido
si la norma se hubiese extendido a los compañeros permanentes
homosexuales separados antes de la sentencia C-075 de 2007.

Tomando distancia de un efecto retroactivo, en la sentencia del 12 de


febrero de 2018 la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia fue explícita en indicar que lo decidido en la sentencia C-075 de
2007 no era aplicable para aquellos casos en que la relación sentimental
se había finalizado antes del fallo de la Corte Constitucional:

“No se trata de una aplicación retroactiva, como lo aseveró el


Tribunal y el opositor a la casación, pues las situaciones
consolidadas conservarán su estatus jurídico, lo que se traduce
en que los vínculos maritales extinguidos con antelación al 7 de
febrero de 2007 se mantendrán intangibles, como lo precisó esta
Sala en sentencia del 13 de diciembre de 2011.”

Así las cosas, resulta diáfano que se trata de dos fenómenos bien
distintos, pues mientras la retroactividad implica afectar relaciones
jurídicas consolidadas o definidas antes de comenzar a regir la nueva
regulación, la retrospectividad ‒como consecuencia lógica del efecto
general, inmediato y hacia futuro de las proposiciones jurídicas‒ abarca
las situaciones en curso, esto es, las que no se habían finiquitado al
momento de entrar en vigor la nueva regla de derecho. No hay, pues,
espacio para la confusión, pues el razonamiento de la Sala de Casación
Civil se inscribe, nítidamente, en el ámbito de la retrospectividad.

Y es que una interpretación diferente a la plasmada en la sentencia del 12


de febrero de 2018 implicaría, ahí sí, un desconocimiento en el caso
concreto de los principios superiores que se hallan a la base de la
sentencia C-075 de 2007. La interpretación propuesta por el accionante
refleja, en realidad, una distorsión del precedente, pues, en ningún
apartado la sentencia estableció una diferenciación temporal entre
uniones maritales homosexuales, sino que, por el contrario, se dedicó al
estudio integral de la institución jurídica. Así, advirtió un trato distinto e
injustificado entre las uniones maritales heterosexuales y las
homosexuales, sin referirse en momento alguno a la distinción entre las
uniones maritales de hecho nacidas con anterioridad y aquellas que
eventualmente surgieran después de la expedición de la providencia.

En otras palabras, propinar un trato desigual a las uniones maritales de


hecho de parejas homoafectivas a partir del criterio que propone el
tutelante, conllevaría indefectiblemente una desprotección a las uniones
maritales de hecho entre parejas del mismo sexo que estuvieran vigentes,
que es todo lo contrario a lo ordenado en la sentencia C-075 de 2007,
atentando ‒por demás‒ contra el principio constitucional de primacía del
derecho sustancial.

En definitiva, la interpretación retrospectiva efectuada por la Sala de


Casación Civil de la Corte Suprema en la sentencia del 12 de febrero de
2018 no sólo es la que mejor consulta la Constitución en términos de no
discriminación, protección a la familia, prevalencia del derecho
sustancial y dignidad humana, sino que es, además, la postura más sólida
desde el tratamiento que la ciencia jurídica ha dado a los tránsitos
normativos.

No prospera, en consecuencia, el cargo por violación directa de la


Constitución.

6.2. Conclusión y decisión a adoptar

Con fundamento en las anteriores razones, se concluye que la sentencia


del 12 de febrero de 2018, proferida por la Sala de Casación Civil de la
Corte Suprema de Justicia al interior del proceso ordinario de unión
marital de hecho 11001-31-10-018-2008-00331-01, no incurrió en las
causales de defecto orgánico, desconocimiento del precedente y
violación directa de la Constitución y, por lo tanto, la autoridad judicial
accionada no vulneró, con esa decisión, el derecho al debido proceso
invocado por el señor Darío Gómez Suárez.

Como corolario de lo expuesto, la Sala Plena confirmará la sentencia del


8 de octubre de 2018, por la cual la Sala de Casación Penal de la Corte
Suprema de Justicia confirmó la del 25 de julio de 2018, mediante la cual
la Sala de Casación Laboral de esa misma Corporación negó la tutela
deprecada.

7. Síntesis de la decisión

En esta oportunidad la Sala Plena examinó la solicitud de amparo


constitucional promovida por el ciudadano Darío Gómez Suárez contra la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, para la
protección de su derecho fundamental al debido proceso, el cual
consideró vulnerado con la decisión proferida por la mencionada
Corporación el 12 de febrero de 2018, al interior del proceso ordinario
en el cual se declaró la existencia de una unión marital de hecho entre él
y el señor Rodolfo Hurtado Polanía, junto con la consecuente sociedad
patrimonial entre compañeros permanentes.

Según el accionante, el órgano de cierre de la jurisdicción ordinaria


incurrió mediante el citado fallo en varios defectos constitutivos de
causales específicas de procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales (defecto orgánico, desconocimiento del
precedente y violación directa de la Constitución), por cuanto aplicó a su
caso particular el régimen jurídico para uniones maritales homosexuales
derivado de la sentencia C-075 de 2007, pese a que su convivencia con la
contraparte inició antes de dicho pronunciamiento de la Corte
Constitucional y, una vez proferido este, no alcanzaron a transcurrir los
dos años de cohabitación que exige la ley para la presunción de la
conformación de una sociedad patrimonial. Solicitó, por lo tanto, que se
dejara sin efectos la mencionada sentencia de casación para que, en su
lugar, se ordenara la emisión de una nueva decisión favorable a sus
intereses.

Como medida inicial, se constató que la acción de tutela es procedente en


el caso concreto, por cuanto se satisfacen debidamente los requisitos
generales establecidos por la sentencia C-590 de 2005 para atacar una
providencia judicial mediante este mecanismo excepcional de protección.

Para abordar el estudio de la controversia, la Sala Plena se refirió a los


siguientes ejes temáticos: a) Las causales específicas de procedencia de
la acción de tutela contra providencias judiciales –Reiteración de
jurisprudencia–; b) Los fenómenos de aplicación de la ley en el tiempo;
c) Los efectos en el tiempo de las sentencias de constitucionalidad; y,
finalmente, d) La sentencia C-075 de 2007 y sus efectos.

Al emprender el análisis de mérito, la Sala Plena examinó los argumentos


consignados en el fallo de casación del 12 de febrero de 2018 y,
seguidamente, valoró cada uno de los reproches señalados por el actor, en
relación con las causales denominadas defecto orgánico,
desconocimiento del precedente y violación directa de la Constitución.
Tras este estudio, se evidenció que no se configuraba ninguno de los
vicios alegados por el actor, toda vez que (i) la autoridad judicial
accionada no sustituyó a la Corte Constitucional en la determinación de
los efectos de sus sentencias de control abstracto; (ii) el fallo de casación
no se apartó del precedente sentado por la jurisprudencia constitucional
y, por el contrario, lo acogió rigurosamente; y, (iii) no se infringieron los
principios constitucionales que proscriben la retroactividad, pues lo que
hubo fue una aplicación retrospectiva de la protección reconocida a las
parejas del mismo sexo en la sentencia C-075 de 2007.
Advirtió la Corte que la Sala de Casación Civil no invadió la
competencia de este Tribunal Constitucional, pues, dado que la sentencia
C-075 de 2007 no definió expresamente sus efectos en el tiempo, era
forzoso concluir que son ex nunc ‒como acertadamente lo dedujo el
juzgador de casación‒ y que, como tal, cubren tanto a las situaciones
jurídicas ulteriores como a aquellas que para el momento de proferirse el
mencionado fallo de constitucionalidad condicionada no se habían
consolidado.

Asimismo, la Sala subrayó que la regulación en torno al estado civil de


las personas y a las relaciones de familia son normas de orden público y,
por lo tanto, su acatamiento no está librado a la libérrima elección de los
particulares. Además, indicó que la Ley 54 de 1990 y la sentencia C-075
de 2007 ‒mediante la cual esta Corporación remedió el trato
discriminatorio hacia las parejas del mismo sexo que comparten un
proyecto de vida común‒ conforman una unidad normativa inescindible.

En tal sentido, este Tribunal encontró que es contrario a la Constitución


alegar la existencia de unos derechos adquiridos con base en una
situación declaradamente opuesta a los mandatos superiores de dignidad
humana, igualdad, protección a la familia y prevalencia del derecho
sustancial, máxime cuando claramente no había una posición jurídica
consolidada, en vista de que la cohabitación entre las partes se prolongó
sin solución de continuidad hasta después de la referida sentencia C-075
de 2007.

En sustento de lo anterior, la Sala anotó que existe una nítida diferencia


entre la retroactividad y la retrospectividad, pues mientras la primera
implica afectar relaciones jurídicas consolidadas o definidas antes de
comenzar a regir la nueva regulación, la segunda ‒como consecuencia
lógica del efecto general, inmediato y hacia futuro de las proposiciones
jurídicas‒ abarca las situaciones en curso, esto es, las que no se habían
finiquitado al momento de entrar en vigor la nueva regla de derecho.

Como consecuencia de lo expuesto, se concluyó que la autoridad judicial


accionada no vulneró con la providencia objeto de censura el derecho al
debido proceso invocado por el accionante, lo cual conduce a confirmar,
sin hesitación, la decisión de negar el amparo constitucional.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional,


administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución Política,

RESUELVE:
Primero.- LEVANTAR la suspensión de términos decretada dentro del
proceso T-7.071.794.

Segundo.- CONFIRMAR la sentencia del 8 de octubre de 2018,


proferida en segunda instancia por la Sala de Casación Penal de la Corte
Suprema de Justicia, que a su vez confirmó la providencia del 25 de julio
de 2018, dictada en primera instancia por la Sala de Casación Laboral de
la misma Corporación, la cual negó la tutela del derecho al debido
proceso invocado por Darío Gómez Suárez frente a la Sala de Casación
Civil de la Corte Suprema de Justicia.

Tercero.- Por Secretaría General, DEVUÉLVASE inmediatamente el


expediente del proceso ordinario de unión marital de hecho identificado
con número de radicación 11001-31-10-018-2008-00331-01 al Juzgado
18 de Familia de Oralidad de Bogotá.

Cuarto.- Por Secretaría General, LÍBRENSE las comunicaciones


previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese y cúmplase.

GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO


Presidenta
Con aclaración de voto

CARLOS BERNAL PULIDO


Magistrado

DIANA FAJARDO RIVERA


Magistrado

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ


Magistrado

ALEJANDRO LINARES CANTILLO


Magistrado
Con aclaración de voto

ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO


Magistrado

CRISTINA PARDO SCHLESINGER


Magistrada

JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS


Magistrado

ALBERTO ROJAS RÍOS


Magistrado
Con aclaración de voto

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General
ACLARACIÓN DE VOTO DE LA MAGISTRADA
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
A LA SENTENCIA SU309/19

VINCULATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA
CONSTITUCIONAL-Contenido y alcance (Aclaración de voto)

El carácter vinculante, obligatorio y de fuente de derecho de la


jurisprudencia emanada de los órganos de cierre en sus jurisdicciones,
y de la Corte Constitucional en todo el ordenamiento jurídico cuando
involucra la interpretación de la Constitución como norma última del
sistema jurídico, está ampliamente reconocido. Esta regla de
vinculatoriedad de las sentencias de las altas cortes tiene la finalidad
de realizar múltiples principios constitucionales y guardar la
coherencia del ordenamiento jurídico. De modo que la necesidad de
observar el precedente judicial como fuente de derecho está sustentada
en el carácter vinculante de las decisiones judiciales “en especial si
son adoptadas por órganos cuya función es unificar jurisprudencia”

OBLIGATORIEDAD DEL PRECEDENTE-Se flexibilizó que


los jueces pueden apartarse de la jurisprudencia de la Corte
Constitucional, sin las cargas de transparencia y suficiencia
(Aclaración de voto)

Con el objeto de comprender la vinculatoriedad del precedente es


preciso abordar el concepto de ‘jurisprudencia en vigor’ que ha
desarrollado esta Corporación. La Corte Constitucional ha sido clara
en establecer que los jueces deben respetar la jurisprudencia en vigor,
la cual corresponde en si misma al “precedente constitucional fijado
reiteradamente por la Corte, que en diversas decisiones trata
problemas jurídicos análogos con presupuestos fácticos similares,
frente a los cuales adopta de manera uniforme la misma regla de
decisión

Referencia: Expediente T-7.071.794

Acción de tutela presentada por Darío


Gómez Suárez en contra de la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema
de Justicia

Magistrado Ponente:
ALBERTO ROJAS RÍOS
Con el acostumbrado respeto por las decisiones de la Corte
Constitucional, a continuación presento las razones que me llevaron a
aclarar el voto en la Sentencia SU-309 de 2019, adoptada por la mayoría
de la Sala Plena, en sesión del 11 de julio de ese mismo año.

1.- Aunque el texto final de la sentencia mejoró sustancialmente lo


expresado en el proyecto de fallo que fue discutido y aprobado en la
plenaria de la Corporación, esta aclaración de voto tiene como propósito
evidenciar un asunto que, si bien no cambiaba el sentido de la decisión,
debió ser mejor abordado en las consideraciones de esta sentencia. A mi
juicio, resultaba imperativo precisar que, especialmente los precedentes
de esta Corporación, son vinculantes, y que esta característica
unificadora tiene la finalidad de concretar principios superiores como la
igualdad, la confianza legítima, y el debido proceso. De igual modo, era
importante recordar que, para que el juzgador pueda apartarse
válidamente de un precedente, deberá satisfacer estrictos requisitos y
demostrar que su interpretación garantiza de mejor manera los derechos
fundamentales.

2.- En la Sentencia SU-309 de 2019, la Sala Plena decidió la acción de


tutela formulada por Darío Gómez Suarez en contra de la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia (en adelante CSJ). El
actor consideró que la sentencia reprochada, que decidió declarar la
existencia de la unión marital de hecho y la sociedad patrimonial entre él
y su ex pareja, incurrió en defecto orgánico, desconocimiento del
precedente y violación directa de la Constitución, por lo cual vulneró su
derecho al debido proceso. Lo anterior, porque considera que al concluir
que la Sentencia C-075 de 2007 tiene efectos retroactivos, la CSJ
suplantó a la Corte Constitucional como única competente para fijar los
efectos de sus decisiones y, en consecuencia, desconoció el precedente
constitucional sobre la aplicación de los efectos en el tiempo de las
sentencias de constitucionalidad, y quebrantó los principios de seguridad
jurídica, confianza legítima y derechos adquiridos.

La Sala Plena, luego de realizar un detallado estudio de la normativa y la


jurisprudencia de esta Corporación que estudia los efectos en el tiempo
de las normas jurídicas y de las sentencias de control de
constitucionalidad, concluyó que si la Corte Constitucional guarda
silencio sobre los efectos que le imprime a una decisión en control
abstracto, deberá entenderse que se trata de efectos ex nunc que implican
una aplicación general, inmediata, hacia futuro y con retrospectividad
(como el efecto general inmediato de las normas de derecho). Lo
anterior, a menos que la propia Corte establezca expresamente que lo
resuelto en la providencia tiene efectos ex tunc, es decir, que los mismos
se extienden hacia situaciones jurídicas que se materializaron en el
pasado, al amparo de la norma objeto de control. Por esta razón, luego de
advertir que la Sentencia C-075 de 2007 no fijó expresamente los efectos
en el tiempo de la decisión, concluyó que la misma podía aplicarse de
forma retrospectiva y, en consecuencia, decidió no amparar el derecho
fundamental al debido proceso del actor.

3.- Aunque comparto el análisis de la Sala Plena con base en el cual negó
el amparo, opino que afirmaciones realizadas en las consideraciones de la
sentencia relativizaron la vinculatoriedad que tiene el precedente
constitucional para los jueces, y dieron a entender que éstos últimos
pueden apartarse de la jurisprudencia de esta Corporación sin las cargas
de transparencia y suficiencia. En efecto, si bien la sentencia señaló que
las autoridades están en el deber de seguir las decisiones proferidas por
los órganos de cierre y, en especial, las de la Corte Constitucional,
sostuvo que esa sujeción al precedente “no es absoluta, toda vez que los
mandatos de autonomía e independencia judicial facultan al juez para
apartarse del precedente, siempre que formulen una carga
argumentativa adecuada y suficiente”. Considero que la sentencia debió
ser más cuidadosa al precisar las subreglas que esta Corporación ha
desarrollado sobre la vinculatoriedad de los precedentes de la Corte
Constitucional y los principios que informan estas subreglas, y realizar
las precisiones que expondré a continuación sobre los eventos
excepcionales en los cuales los jueces pueden apartarse de los mismos.

4.- En primer lugar, como lo he resaltado en otras providencias, el


carácter vinculante, obligatorio y de fuente de derecho de la
jurisprudencia emanada de los órganos de cierre en sus jurisdicciones, y
de la Corte Constitucional en todo el ordenamiento jurídico cuando
involucra la interpretación de la Constitución como norma última del
sistema jurídico, está ampliamente reconocido. Esta regla de
vinculatoriedad de las sentencias de las altas cortes tiene la finalidad de
realizar múltiples principios constitucionales y guardar la coherencia del
ordenamiento jurídico. De modo que la necesidad de observar el
precedente judicial como fuente de derecho está sustentada en el carácter
vinculante52 de las decisiones judiciales “en especial si son adoptadas
por órganos cuya función es unificar jurisprudencia”53.

Así lo dispuso la Sentencia T-211 de 201854 al establecer que el


precedente que emana de los altos tribunales “adquiere un carácter
ordenador y unificador que busca realizar los principios de primacía de
la Constitución, la igualdad, la confianza legítima y el debido proceso.
Adicionalmente, se considera indispensable como técnica judicial para
mantener la coherencia del sistema” (Negrilla fuera del original). Por su
parte, la Sentencia C-816 de 201155 explicó que la fuerza vinculante de
las decisiones de las altas cortes surge de su definición constitucional
como órganos jurisdiccionales de cierre, que les impone el deber de
52
Sentencia SU-298 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
53
Sentencia SU-053 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
54
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
55
M.P. Mauricio González Cuervo.
unificación jurisprudencial en sus respectivas jurisdicciones. Ese deber
de unificación tiene como fin “brindar cierta uniformidad a la
interpretación y aplicación judicial del derecho en desarrollo del deber
de igualdad de trato debido a las personas, mediante la fuerza
vinculante de sus decisiones judiciales superiores”. Bajo este entendido,
la Corte definió tres razones principales para establecer la
vinculatoriedad de los precedentes:

“La primera razón de la obligatoriedad del precedente se


relaciona con el artículo 230 superior. De acuerdo con este
precepto de la Constitución Política, los jueces en sus
providencias sólo están sometidos al imperio de la ley, en ese
orden, tienen una autonomía interpretativa e independencia para
fallar, pero deben hacerlo dentro de los parámetros que les
presenta la ley. (…)

La segunda razón se desprende de los principios de igualdad,


debido proceso y buena fe. El precedente es una figura que tiene
como objetivo principal garantizar la confianza en las decisiones
de los jueces a la luz de los principios de seguridad jurídica,
igualdad, buena fe y confianza legítima que rigen el ordenamiento
constitucional. En otras palabras, la independencia interpretativa
es un principio relevante, pero se encuentra vinculado con el
respeto a la igualdad en la aplicación de la ley y por otras
prescripciones constitucionales (…)

La tercera razón es que la respuesta del precedente es la solución


más razonable que existe hasta ese momento al problema jurídico
que se presenta, y en esa medida, si un juez, ante circunstancias
similares, decide apartarse debe tener unas mejores y más
razonables razones que las que hasta ahora han formado la
solución para el mismo problema jurídico o similares. En ese
orden la doctrina ha establecido como precedente:’tratar las
decisiones previas como enunciados autoritativos del derecho que
funcionan como buenas razones para decisiones subsecuentes’ y
‘exigir de tribunales específicos que consideren ciertas decisiones
previas, sobre todo las de las altas cortes, como una razón
vinculante”56.

5.- En segundo lugar, esta Corporación sostiene que el precedente es de


obligatorio cumplimiento, aún más tratándose de las sentencias
emanadas por la Corte Constitucional, máximo órgano que vigila el
cumplimiento de la Constitución Política. Por ello, en relación con los
precedentes de la Corte, establece que “la vinculación de los jueces a los
precedentes constitucionales resulta especialmente relevante para la
unidad y armonía del ordenamiento como conjunto, precisamente
56
Sentencia SU-230 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
porque al ser las normas de la Carta de textura abierta, acoger la
interpretación autorizada del Tribunal constituye una exigencia
inevitable”57.

En este sentido, la Sentencia T-656 de 201158 señaló que “el deber de


acatamiento del precedente judicial se hace más estricto cuando se trata
de jurisprudencia constitucional, en la medida en que la normas de la
Carta Política tienen el máximo nivel de jerarquía dentro del sistema de
fuentes del derecho, de modo que las decisiones que determinan su
alcance y contenido se tornan ineludibles para la administración. No
entenderlo así, resulta contrario a la vigencia del principio de
supremacía constitucional”. En lo referente a las sentencias de control
abstracto de constitucionalidad, la Sentencia SU- 230 de 201559 dispuso:

“La obligatoriedad de la jurisprudencia se desprende de los


efectos erga omnes y de la cosa juzgada constitucional. De un
lado, cualquier norma que sea declarada inconstitucional por
parte de la Corte por ser contraria a la Carta, debe salir del
ordenamiento jurídico y no puede ser aplicada por ninguna
autoridad. De otro lado, la ratio decidendi de todas las sentencias
de control abstracto de constitucional –bien declaren o no
inexequible una disposición- debe ser también atendida por todas
las autoridades para que la aplicación de la ley sea conforme a la
Constitución”.

En estos casos, basta una sentencia para que exista un precedente, debido
a que éstas determinan la coherencia de una norma legal con la
Constitución Política. Por ello, se desconoce el precedente
constitucional, por ejemplo, cuando se contraría la ratio decidendi de
sentencias de control de constitucionalidad, especialmente la
interpretación de un precepto que la Corte ha señalado es la que debe
acogerse a la luz del texto superior, o cuando se desconoce el alcance de
los derechos fundamentales fijado por la Corte Constitucional a través de
la ratio decidendi de sus sentencias de control de constitucionalidad
abstracto o concreto60.

Con el objeto de comprender la vinculatoriedad del precedente es preciso


abordar el concepto de ‘jurisprudencia en vigor’ que ha desarrollado esta
Corporación. La Corte Constitucional ha sido clara en establecer que los
jueces deben respetar la jurisprudencia en vigor, la cual corresponde en si
misma al “precedente constitucional fijado reiteradamente por la Corte,
que en diversas decisiones trata problemas jurídicos análogos con

57
Sentencia T-292 de 2006, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
58
M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
59
M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
60
Sentencia SU- 230 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
presupuestos fácticos similares, frente a los cuales adopta de manera
uniforme la misma regla de decisión”61.

En relación con este concepto, la Corte Constitucional ha establecido un


catálogo de causales en cuya evidencia es posible declarar la nulidad de
sus fallos por presentarse una grave y ostensible afectación del debido
proceso. Por ejemplo, cuando una Sala de Revisión se aparta de la
jurisprudencia sentada por la Sala Plena de la Corte o la jurisprudencia
en vigor de las Salas de Revisión de Tutela frente a una situación jurídica
similar62. De modo que se puede presentar una causal de nulidad de las
sentencias de la Corte por desconocimiento de la jurisprudencia en vigor,
lo cual siempre va a depender de que exista un precedente jurisprudencial
consolidado por las Salas de Revisión. Por lo anterior, “se ha entendido
que el concepto de ‘jurisprudencia en vigor’ guarda íntima relación con
el concepto de precedente”63. Así lo estableció la Sentencia SU-230 de
2015 al señalar que:

“el concepto de precedente y el de “jurisprudencia en vigor”


están fuertemente relacionados en la medida en que, éste último se
conforma con una regla de interpretación judicial sucesiva y
homogénea sobre un tema particular –precedente–, que debe ser
observado por las Salas de Revisión cuando estudian casos con
hechos similares en los que debe aplicarse la regla
jurisprudencial vigente. Esta posición puede ser modificada
únicamente por la Sala Plena de la Corte Constitucional como
autoridad competente para establecer una línea jurisprudencial
nueva o sentar una modificación de la jurisprudencia en vigor en
determinada situación”64.

6.- En tercer lugar, este Tribunal ha reconocido que, pese a lo anterior, el


deber de aplicación del precedente no es absoluto, por lo que el
funcionario judicial puede apartarse válidamente del mismo, en virtud de
los principios de independencia y autonomía judicial.

Sin embargo, en cualquier caso, esa posibilidad somete al juzgador a


“estrictos requisitos”65, como lo son: (i) identificar expresamente el
precedente que va a abstenerse de aplicar –carga de transparencia–; y (ii)
ofrecer una justificación razonable, seria, suficiente y proporcionada, que
manifieste las razones por las que se aparta de la regla jurisprudencial
previa –carga de argumentación–. Así se protege el carácter dinámico del
derecho y la autonomía e independencia de la cual gozan los jueces 66. En
relación con la justificación, la Corte sostiene que el juzgador debe

61
Auto 563 de 2016, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
62
Sentencia SU-230 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
63
Ibid.
64
Ibid.
65
Sentencia C-634 de 2011, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva.
66
Sentencia T-109 de 2019, M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado.
“demostrar suficientemente que la interpretación alternativa que se
ofrece desarrolla de mejor manera los derechos, principios y valores
constitucionales” 67.

7.- En síntesis, no comparto que (i) la sentencia haya referido


apresuradamente las subreglas sobre el alcance de la vinculatoriedad de
los fallos de la Corte debido a la trascendencia que tienen las mismas
para la vigencia de la supremacía constitucional, especialmente en lo que
tiene que ver con la eficacia de los principios de igualdad, debido
proceso, seguridad jurídica, confianza legítima y coherencia del sistema
jurídico; y (ii) que no haya precisado de forma directa y clara que el
juzgador que excepcionalmente se aparte de un precedente deberá
satisfacer estrictos requisitos y demostrar que su interpretación garantiza
de mejor manera los derechos fundamentales.

De esta manera, expongo las razones que me conducen a aclarar el voto


respecto de la Sentencia SU-309 de 2019, adoptada por la Sala Plena de
la Corte Constitucional.

Fecha ut supra,

GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO


Magistrada

67
Ibid.

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