Criterio Revisitando Una Fuente Compleja

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Revista Electrónica de Fuentes y Archivos

Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”


Córdoba (Argentina), año 7, número 7, 2016, pp. 67-86
ISSN 1853-4503

Criterio, revisitando una fuente compleja (1928-1966).


Entre una polémica historiográfica, la relación con la jerarquía y una propuesta
metodológica

Sebastián Pattin*

Resumen
En el siguiente artículo se aborda la revista católica Criterio entre 1928 y 1966 a partir de una
serie de consideraciones historiográficas y metodológicas. Así inicialmente se presenta la revista,
nacida en 1928, y se expone su recorrido histórico atendiendo la fuerte recomposición a partir del
fallecimiento de Gustavo Franceschi y el ingreso de una joven generación en la década de 1960.
Luego el análisis se centra en la polémica historiográfica en torno a la naturaleza de Criterio
como un objeto heurístico en los primeros años de vida, la relación con la jerarquía en la década
de 1960 y posteriormente propone una aproximación cuantitativa a los colaboradores entre 1955
y 1966.

Palabras clave: revista Criterio - catolicismo - década de 1960

Abstract
The following paper contains an examination of the Catholic magazine Criterio during the years
between 1928 and 1966 on the basis of a set of historiographical and methodological
considerations. For these purposes, we will introduce the journal, originally established in 1928,
and its historical trajectory, taking into account its recomposition after the death of Gustavo
Franceschi and the entry of a young generation in the 1960s. Thereafter, the inquiry focuses on
the historiographical controversy surrounding Criterio’s nature as a heuristic object in the first
years of its existence, the relationship with the hierarchy in the 1960s and, later on, we propose a
quantitative approach to the contributors between 1955 and 1966.

* Westfälische Wilhelms-Universität Münster. Alemania. E-mail: spattin@hotmail.com


Key words: Criterio magazine - catholicism - the 1960s

Fecha de recepción: 10/10/2016


Fecha de aceptación: 27/12/2016

Las revistas culturales argentinas, y en general latinoamericanas, pusieron el acento


en el cauce de lo público y en la definición de lo político.1 Atendiendo al lector
contemporáneo, permitieron una modalidad de participación en la arena pública,
proyectada como espacio de alineamiento y conflicto, menos efímera que la prensa
periódica generalista, pero más inmediata, atenta y accesible que los libros.2 A partir de
ellas se pueden explorar no sólo las ideas políticas, sociales y culturales de una época,
sino también la emergencia de identidades, reconocer su complejidad y pluralismo,
examinar el funcionamiento de redes y rastrear las trayectorias de sus personalidades
más determinantes, entre otras cuestiones.3 Así las revistas, pero también los periódicos,
se han constituido, a pesar de las dificultades derivadas de la escasa importancia que la
Iglesia otorgó a la creación de un acervo documental de la cultura católica, como
nuevos objetos de análisis en la historiografía argentina.4 Aun siendo considerada la
“gran revista católica”, el acceso a la colección completa de Criterio se configura como
una empresa paradójicamente difícil atendiendo que sólo la Fundación Criterio, la
Biblioteca de la Universidad de San Andrés, la Biblioteca de la Universidad Nacional de
General Sarmiento y la Biblioteca Nacional Mariano Moreno disponen del acopio
íntegro.5

1
Beatriz SARLO, “Intelectuales y revistas: razones de una práctica”, Le discours culturel dans las revues
latino-américaines (1940-1970), América-Cahiers du CRICCAL, núms. 9-10, 1992, pp. 9-16.
2
Alejandro EUJANIAN, Historia de revistas argentinas (1900-1950). La conquista del público, Buenos
Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1999. Resultado de la hibridación entre el libro y el
periódico, las revistas, presentes desde el siglo XVIII, se afirmaron como productos culturales mientras se
conformaba un público lector diversificado en función de géneros, edades, profesiones, habilidades,
gustos y expectativas.
3
Michel GRUNEWALD, “Revues et réseaux catholiques en Allemagne (1871-1960)”, Michel
GRUNEWALD y Uwe PUSCHNER (eds.), Das Katholische Intellektuellenmilieu in Deutschland, seine
Presse und seine Netzwerke (1871-1960), Berna, Peter Lang SA, 2006.
4
Silvia SAYTTA, Regueros de tinta, El diario Crítica en la década de 1920, Buenos Aires,
Sudamericana, 1988; Ricardo SIDICARO, La política mirada desde arriba. Las ideas del diario La
Nación (1909-1989), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1993; Alejandro LAFOURCADE, La revista
Humor como medio opositor a la dictadura militar, tesis de grado, Universidad del Salvador, 2004, 2004,
y Miranda LIDA, La rotativa de Dios. Prensa Católica y Sociedad en Buenos Aires: El Pueblo (1900-
1960), Buenos Aires, Biblos, 2012.
5
No obstante ello, en Argentina se pueden consultar colecciones parciales en las hemerotecas de la
Biblioteca del Congreso, de la Biblioteca de la Universidad Católica Argentina y de la Biblioteca de la
Universidad Católica de Córdoba. Asimismo, en Europa Criterio puede ser parcialmente consultada,

68
Ahora bien, en el marco de un creciente policentrismo temático y metodológico, 6 el
presente artículo propone revisitar Criterio entre 1955 y 1966, un objeto largamente
estudiado, pero a partir de nuevos abordajes.7 Si bien se encuentra una gran cantidad y
diversidad de bibliografía disponible, los distintos estudios estuvieron, en general,
centrados en otros actores, preguntas y problemáticas en las cuales Criterio constituyó
una suerte de fuente heurística secundaria o complementaria.8 A nuestro entender, una
reflexión desde y sobre Criterio puede arrojar luz sobre la cultura pública de la
comunidad católica.

atendiendo su llegada a círculos internacionales, en las hemerotecas del Iberoamerikanisches Institut en


Berlín, en la Biblioteca Nacional de España en Madrid, en la Biblioteca Apostólica Vaticana en Roma y
en la Bibliothèque nationale de France en París.
6
Si bien la historiografía religiosa argentina del siglo XX se desplegó inicialmente al ritmo de la historia
política, y en relación directa a la actuación pública de la Iglesia, se fueron incorporando a los “padres
fundadores” distintas estrategias heurísticas abriéndose a un policentrismo temático y metodológico. A
partir de entonces, los estudiosos han centrados sus esfuerzos en temas diversos que incluyen desde la
relación de la Iglesia con las Fuerzas Armadas, los sindicatos o los peronismos hasta el mundo de las
ideas, los intelectuales y la cultura católica. Consultar: Roberto DI STEFANO y José ZANCA, “Iglesia y
catolicismo en Argentina. Medio siglo de historiografía”, Anuario de Historia de la Iglesia, Universidad
de Navarra, vol. 24, 2015, pp. 15-45. No obstante ello, es necesario destacar que Michel Winock elaboró
un trabajo fundamental a partir de la revista francesa Esprit, entendida como un movimiento también,
donde confluyeron dos dimensiones, una política y una profética. Consultar: Michel WINOCK, “Esprit”.
Des intelllectuels dans la cité (1930-1950), París, Éditions du Seuil, 1996 [1975].
7
En el período comprendido entre 1955 y 1966, los trabajos existentes sobre Criterio, que suelen
inscribirla en el universo de las ideas políticas argentinas al “progresismo”, al “liberal-conservadorismo”
o al “liberalismo”, así también como a nuevos modelos políticos como el “desarrollismo”, han sido
netamente instrumentales o han tendido fuertemente al encasillamiento. Consultar: Oscar TERÁN,
Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina, 1956-1966, Buenos
Aires, Ediciones Puntosur, 1991; Mariana HEREDIA, “La identificación del enemigo: la ideología
liberal conservadora frente a los conflictos sociales y políticos en los años sesentas”, Sociohistórica,
núm. 8, 2001, pp. 83-120; Guillermo ROBLES, “De la nación integral a la nación plural: la revista
Criterio durante el Onganiato (1966-1970)”, IX Jornadas Interescuelas, Córdoba, 2003, y Guillermo
ROBLES, “Criterio y las primeras manifestaciones de la violencia insurreccional en Argentina (1966-
1970)”, X Jornadas Interescuelas, Rosario, 2005; Pablo PONZA, “El Concilio Vaticano II y el ethos
revolucionario en la Argentina de los sesenta-setenta”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 2008, disponible
en: https://nuevomundo.revues.org/29443?lang=es, Francisco TEODORO, “ La revista Criterio y el
fenómeno peronista: un acercamiento al discurso y las ideas políticas de los „católicos liberales‟ en la
Argentina (1955-1962)”, Revista Cultura y Religión, vol. 6, núm. 1, 2012, pp. 76-91. No obstante ello,
en una perspectiva más sugerente encontramos a Natalia ARCE, “La modernidad, ¿ese infierno tan
temido? La revista Criterio y sus ideas en torno a la renovación católica en vísperas del Concilio
Vaticano II”, ponencia Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales, Universidad Nacional
de Mar del Plata, Mar del Plata, 2007. Otra excepción a dichos abordajes más clasificatorios y políticos
es el artículo de María del Carmen FERNÁNDEZ y Mirta MOSCATELLI, “Educación y libertad en la
revista Criterio (1955-1958)”, La Trama de la Comunicación, vol. 12, UNR Editora, 2008.
8
María Inés BARBERO y Fernando DEVOTO, Los nacionalistas, Buenos Aires, CEAL, 1983; Fortunato
MALLIMACI, El catolicismo integral en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1988; Fernando DEVOTO,
Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005;
Loris ZANATTA, Del Estado liberal a la Nación católica, Bernal, Universidad de Quilmes, 2005, y
Roberto DI STEFANO y Loris ZANATTA Historia de la Iglesia Argentina: desde la conquista hasta
fines del siglo XX, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2000.

69
Una breve presentación de Criterio

En 1928 Atilio Dell‟Oro Maini fundó la revista Criterio y jóvenes de una nueva
generación perteneciente al “renacimiento católico” de principios de siglo XX que, si
bien tempranamente abrigó un pujante nacionalismo, en tanto corpus de ideas
antiliberales, no dejó de compartir espacios, ideas y sociabilidades con destacadas
figuras del viejo orden liberal decimonónico.9 En rigor de verdad, Criterio fue resultado
de un doble contexto donde, por un lado, es fundamental el hervidero cultural del
período de entreguerras donde, a modo de ejemplo, un somero relevamiento da cuenta
de la enorme cantidad de publicaciones literarias que, entrelazando política y literatura,
se fundaron en el transcurso de estos años como Martín Fierro (1919), Claridad (1920),
América Literaria (1922), Cuadernos Literarios de Oriente y Occidente (1927), Azul
(1930), Clave de Sol (1930), Contra (1930), entre otras.10 Por otro lado, las lecturas
clásicas ponen de relieve el despliegue inicial del “catolicismo integral” 11 donde a partir
de la creación de la Unión Popular Católica Argentina en 1919 se atestigua un impulso,

9
Esta generación tempranamente promovió la participación del laicado a través de la creación de
Centros Católicos de Estudiantes en las universidades nacionales y, mediante la publicación Tribuna
Universitaria (1913), estableció redes de contacto e intercambio con estudiantes católicos del país
llegando, inclusive, a proyectarse continentalmente. Una generación que, comprometida con un modelo
político y con su militancia e identidad religiosa, no perdió sus vínculos con el viejo patriciado, ni con el
hervidero cultural de época.
10
En el ya prolífico mundo de las revistas encontramos la fundación en 1863 de El Mosquito y de Caras y
Caretas en 1898 ambas de humor político, y en 1904 El Hogar de la editorial Haynes dirigido a las
mujeres de la elite porteña. En 1919 la Editorial Atlántida creó El Gráfico y Billiken, y en 1922 la
publicación destinada para el público femenino de las clases medias Para Tí, año en el cual Antonio
Zamora fundó también Claridad la revista literaria representante del grupo literario de Boedo. En 1927 se
comenzó a distribuir Radiolandia de Julio Korn, y un año después El Día Médico y el Boletín
Matemático. Asimismo la década de 1930 fue prolífica en tanto nació en 1933 Crisol, en 1935 La Ley, en
1938 Sol y Luna de Mario Amadeo y Juan Carlos Goyeneche, en 1939 El Pampero, y Vea y Lea de
Emilio Ramírez.
11
Poulat establece que el “catolicismo integral” es “romano, intransigente, integral y social. Romano en
primer lugar; el papado está en la cabeza y el corazón. Intransigente, es decir, dos cosas: primero
antiberal, la negación y la antítesis de ese liberalismo que constituye la ideología oficial de la
sociedad moderna; pero también inquebrantable sobre los principios que marcan esa oposición.
Integral, dicho de otra manera rechazando dejar reducirse a prácticas culturales y convicciones
religiosas, pero preocupado por edificar una sociedad cristiana según la enseñanza y bajo la conducta de
la Iglesia. Social, en varios sentidos: porque tradicionalmente penetra la vida pública; porque así ha
adquirido una esencial dimensión popular; en fin porque el liberalismo económico de la sociedad
moderna ha suscitado la cuestión social donde la solución exige una amplia movilización de las fuerzas
católicas”, Fortunato MALLIMACI, “Catolicismo y liberalismo: las etapas del enfrentamiento por la
definición de la modernidad religiosa en América Latina”, Jean-Pierre BASTIAN (coord.), La
modernidad religiosa: Europa latina y América Latina en perspectiva comparada, México, Fondo de
Cultura Económica, 2004, p. 36. La fundación en 1931 de la Acción Católica Argentina, a imagen y
semejanza de la Acción Católica Italiana, que tuvo el propósito de formar una militancia de combate
católica de la Iglesia, es decir, “un brazo laico, obediente y disciplinado”, puede considerarse la
culminación de la romanización y del “catolicismo integral”.

70
ni exitoso ni homogéneo ni dirigido por una racionalidad última, de organizar las
agrupaciones de laicos bajo la égida de la autoridad eclesiástica.12
En 1929, Dell‟Oro Maini, junto con Tomás Cullen –titular de la Editorial Criterio– y
parte del Consejo de Redacción, renunció a raíz del cuestionamiento de Zacarías de
Vizcarr, censor eclesiástico, quien comprendía que los editores de Criterio no obedecían
las directivas de las autoridades eclesiásticas. El carácter de los artículos de los
nacionalistas maurrasianos y el alto vuelo intelectual generaron incomodidades en un
censor y una institución que, además de cultivar un perfil bastante rústico, preferían una
publicación homogénea y en línea de máxima de “combate, masiva y accesible.”13 En
definitiva, no sólo lo político, el profesado agnosticismo de Charles Maurras y la
condena papal de la Acción Francesa en 1926, sino también la sensibilidad abierta a las
vanguardias estéticas, generaron rispideces que, si bien habían podido ser mediadas por
Fortunato Devoto, obispo auxiliar de la diócesis, concluyeron finalmente con la
renuncia de los laicos.14
En 1932, Gustavo Franceschi,15 entonces un reconocido polemista e intelectual,
asumió la dirección por designación del arzobispado de Buenos Aires quien devino
temporalmente el principal accionista de la revista.16 Criterio llegó, entonces, a

12
Así comprende que iniciativas como los Centros Católicos de Estudiantes en 1910, el Ateneo Social de
la Juventud en 1917, la Liga Argentina de la Juventud Católica en 1921 y los Cursos de Cultura Católica
en Buenos Aires en 1922, fueran progresivamente tuteladas por la institución. En ese sentido, Criterio no
fue una excepción. Consultar: Fernando DEVOTO, “Atilio Dell‟Oro Maini: Los avatares de una
generación de intelectuales católicos del centenario a la década de 1930”, Prismas, núm. 9, 2005, pp.
187-204.
13
Dichos colaboradores maurrasianos, Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Juan Emiliano
Carulla, Bruno Jacovella y César Pico, entre otros, participaron activamente con el periódico nacionalista
La Nueva República.
14
Por ello, Criterio no fue un producto típico del nacionalismo aunque colaboraran en ella muchos
conspicuos nacionalistas. Tomás Casares, compañero en la Facultad de Derecho de director saliente,
asumió provisoriamente la gestión para que luego de seis meses, ya en 1930, Enrique Osés se hiciera
cargo de Criterio. Osés, vinculado en el futuro a las publicaciones nacionalsocialistas El Pampero y
Crisol, favoreció enfáticamente el golpe militar en Septiembre de 1930. Criterio, crítica furiosa de
Marcelo T. Alvear y de Hipólito Yrigoyen, celebró la llegada del General José F. Uriburu a la presidencia
de facto del país. A su vez, en este breve interregno la revista contuvo la asidua colaboración de
sacerdotes abiertamente reconocidos antisemitas y pronazis como Leonardo Castellani y Julio Meinville.
15
Gustavo Jan Franceschi (1881-1957) ingresó en 1904 al seminario y, luego de su ordenación, fue
asignado como cura párroco de la Basílica Nuestra Señora de la Piedad en el barrio de San Nicolás y
como capellán en la Prisión de Encausados. En sus años de juventud participó en las iniciativas
asociacionistas de los Círculos de Obreros Católicos y de la Liga Democrática Cristiana del polémico
sacerdote Federico Grote bajo la Rerum Novarum y la Doctrina Social de la Iglesia. Además, dirigió el
periódico Justicia Social y fue secretario general de la Liga Social Argentina en 1907. La formación
intelectual de Franceschi bebió, además del tomismo, de intelectuales tan diversos como Gilbert K.
Chesterton, Jacques Maritain y Gabriel Marcel. Franceschi participó junto con Carlos Ibarguren, Gustavo
Martínez Zuviría, Juan Pablo Echagüe, Enrique Bachs y Manuel Gálvez, entre otros, como miembro
fundador de la Academia Nacional de Letras en 1931.
16
Ello significó el desplazamiento de los componentes nacionalistas afines la Acción Francesa de Charles
Maurras y a las vanguardias estéticas como Ernesto Palacio, Alberto Presbisch, Juan Carulla o Rodolfo

71
imprimir 50.000 ejemplares estableciéndose como faro cultural del catolicismo local y
continental adquiriendo una estabilidad en su propuesta editorial que, atada al
presbítero, se configuró como una bitácora personal donde el prelado se constituyó
como mediador y comentarista.17
Sobre el itinerario intelectual de Franceschi, Tulio Halperín Donghi señaló:

“Una vez dejado atrás el arrebato de entusiasmo con que presenció el alzamiento
español, cuando el eclipse de la democracia en el continente europeo abre un
espacio para regímenes cuyos principios son también los suyos, no pasa de
dedicarles defensas tan reticentes como pueden ser las que niega que el mariscal
Pétain este afectado de decadencia senil, o que el régimen de Franco sea menos
respetuoso de las libertades democráticas que el de Stalin; en 1944, cuando en la
Argentina misma un gobierno militar esboza por unos meses un avanza en esa
misma dirección, su reticencia se mantiene, y cuando al año siguiente una
mutación radical reorienta ese régimen hacia la reforma social bajo el signo de la
doctrina social de la iglesia, su reacción se resume en un título memorable: „No
abusemos de las encíclicas‟.”18

Los intereses enciclopedistas e inquietudes intelectuales de Franceschi implicaron


que no resignara un buen grado de autonomía de la Conferencia Episcopal. El derrotero
intelectual lo llevo desde la “vía militar a la cristiandad” a un corporativismo social al
estilo de Engelbert Dollfuss en Austria o de Antonio de Oliveira Salazar en Portugal,
que posteriormente dio lugar a la adhesión a una “democracia cristiana” de fuertes
rasgos antiliberales.19

Irazusta, mientras que los laicos fundadores como Dell‟Oro Maini se trasladaron a la revista Número
(1930-1931).
17
Si bien el diálogo de Francheschi y Criterio con el nacionalismo, una suerte de sentido común de
época, se extendió, no vacilaron en denunciar las desviaciones maurrasianas y el fuerte sesgo anticlerical
de ciertos nacionalistas. Incluso en 1939 se registró una breve pero intensa polémica entre el antiguo
colaborador de Criterio Enrique Oses, quien entonces ejerció la dirección de Crisol, y Franceschi en
torno del nacionalismo y sus aristas anticlericales. Por otro lado, si bien la revista perdió su sofisticación
estética, es decir, desaparecieron los dibujos, grabados y xilografías, la pluma de Franceschi abordó una
diversidad de temas como literatura, filosofía, ciencia política, arte, teología, educación y política
nacional e internacional que mitigaron la perdida de lectores.
18
Tulio HALPERÍN DONGHI, Las tormentas del mundo en el Rio de la Plata. Como pensaron su época
los intelectuales del siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015, p. 111.
19
Así, más allá de la férrea defensa realizada al golpe militar de 1943, el cual fue definido como “una
racha purificadora, católica y nacionalista, del ambiente social”, al punto de recibir una misiva publica
por parte de uno de los líderes del golpe, el general Pedro Pablo Ramírez, comprendió rápidamente los
límites de la “vía militar a la cristiandad”. Consultar: “La Revolución”, Criterio, 10 de Junio de 1943, p.

72
Franceschi cultivó una apertura a teólogos y pensadores católicos que, como Karl
Rahner, Hans Küng o Henri de Lubac, fueron condenados por Pío XII en Humani
Generis (1950). La fuerte impronta del catolicismo francés y alemán con sus propuestas
tendientes a la apertura y al diálogo convivían con el catolicismo más cerrado de corte
hispanista y romano.20 En el nuevo escenario introducido por la Revolución Libertadora
en 1955,21 Franceschi y Criterio encarnaron el umbral entre un catolicismo que
promovió y actuó bajo el halo de la “nación católica”, del Syllabus errorum y de la carta
encíclica Rerum Novarum, y otro que comenzó a incorporar a la modernidad como una
esfera con la cual dialogar.22
A raíz del creciente deterioro físico y posterior fallecimiento de Franceschi, Jorge
Mejía23 pasó a dirigir la revista. El nuevo director, teólogo vinculado a los círculos
“proconciliares” europeos más importantes, renovó las páginas de Criterio y la
convirtió en una caja de resonancia de los últimos debates pastorales, eclesiológicos y

128; “Consideraciones sobre la revolución”, Criterio, 17 de Junio de 1943, p. 149, y Gustavo


FRANCESCHI, “Nuevas consideraciones sobre la revolución”, Criterio, 1 de Julio de 1943, p. 200.
Consultar: Marcelo MONTSERRAT, “El orden y la libertad. Una historia intelectual de Criterio, 1928-
1968”, Noemí GIRBAL-BLACHA y Diana QUATTROCCHI-WOISSON (comps.), Cuando opinar
es actuar: revistas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Academia Nacional de Historia, 1999. Aunque
durante el peronismo Criterio dejase de pronunciarse políticamente, Zanca sugirió un modus vivendi, ello
no imposibilitó que condenase, a través de grandes elipsis, rodeos y metáforas, la “obediencia debida”, el
“nacionalismo extremo” y a los “intentos totalitarios”.
20
A modo de ejemplo, Editorial Criterio publicó en 1956 el libro ¿Qué es el personalismo? de Emmanuel
Mounier.
21
Así el radiomensaje navideño Benignitas et humanitas de Pío XII de 1944 y el ascenso de figuras
democratacristianas como Alcide de Gasperi y Konrad Adenauer fueron cruciales para una progresiva
aceptación de la democracia su horizonte político. Luego de la Segunda Guerra Mundial el catolicismo
universal redefinió su horizonte político, e incluso sus alianzas en política internacional, estableciendo a
la democracia y al capitalismo como sistemas preferibles frente al “comunismo ateo” de la Unión
Soviética. Ello resultó en una paradoja para el catolicismo local que todavía cultivaba una predilección
por los sistemas más autoritarios de gobierno. Franceschi debe ser comprendido en este doble contexto
entre las experiencias nacionales y coyunturas internacionales.
22
Claudia TOURIS, “Tensiones en el campo católico. La cuestión del peronismo después de 1955”,
Anuario del Instituto de Estudios Histórico-Sociales, núm. 22, 2007, pp. 325-348.
23
Jorge Mejía (1923-2014) ingresó en 1939 al seminario metropolitano de Villa Devoto en Buenos Aires
y fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1945. En el seminario, fue compañero de cohorte de
Lucio Gera y tuvo como profesores distinguidos, externos de la compañía, a Leonardo Castellani y
Franceschi. En los últimos meses de 1945 partió a Roma con el fin de profundizar sus conocimientos en
los textos sagrados, allí cursó de 1946 a 1948. En 1950 se laureó en Sagrada Escritura en el Pontificio
Instituto Bíblico y, un año después, se doctoró, summa cum laude, en teología en la Universidad
Angelicum de Roma. A su regreso, en 1951, ejerció la docencia universitaria de Viejo Testamento,
Teología y Filosofía en la Universidad Católica Argentina y la dirección de Criterio hasta 1977. En 1963
y 1964 continuó su formación, gracias al apoyo económico de Criterio, en École Biblique et
Archéologique Française y, en el Concilio, donde se desenvolvió como corresponsal de dicha publicación
y luego, en el transcurso de 1964, como perito conciliar. En 1967 fue nombrado secretario por Antonio
Quarracino en el Departamento de Ecumenismo y Relaciones Interreligiosas del Consejo Episcopal
Latinoamericano (CELAM).

73
teológicos.24 Así también incorporó una generación de jóvenes intelectuales con
perspectivas sensibles a la filosofía política no cristiana, a la sociología, a la ciencia
política y a la economía.25 El objetivo era incrementar el número de colaboradores
proyectando una dirección colegiada que vivificara la revista. Así se fueron
incorporando Carlos Floria,26 Fermín Fèvre,27 Carmelo Giaquinta,28 Rafael Braun,29
Carlos Olivera Lahore30 y Natalio Botana.31 La renovación de Criterio no sólo debe
entenderse en el marco del fallecimiento de Franceschi, sino también en el contexto del
Concilio Vaticano II, el aggiornamento, el nuevo rol de los laicos, la modernización
económica y la cultura intelectual de comienzos de la década de 1960. La revista se hizo
eco de las preocupaciones mundiales de mediados de siglo XX, es decir, circularon en
sus páginas discusiones tanto sobre el carácter del capitalismo, sus límites y
desviaciones, como sobre el peligroso avance del comunismo, pero también reflexiones
en torno al capitalismo industrial, el Estado de Bienestar, la psicología, el rol de la
mujer y el desarrollo técnico.32

24
Vale recordar, desde 1953 Criterio fue legalmente propiedad de Gustavo Franceschi y de Luis
Capriotti que, a la postre, cedieron sus acciones en favor del director entrante y de algunos
colaboradores. En el Boletín Oficial número 17.434 de 1953 se indica que Alejandro Lanoel, Juan
Miguel Ignacio Sotomayor, Carlos Roberto Garat cedieron a Gustavo Franceschi las acciones que
poseían de la Editorial a cambio de $6.000 cada uno, mientras que Felipe Freier y Jaime Potenze
transfirieron su parte a Luis Capriotti. Así Franceschi y Capriotti fueron designados como los únicos
gerentes de la empresa. La revista no tuvo, aun estando vinculada con la arquidiócesis de Buenos
Aires, una relación orgánica de dependencia económica o legal con la jerarquía.
25
En el mismo sentido, el acceso a universidades católicas en la Europa de la posguerra que arrimaron a
estos jóvenes a las últimas corrientes de las ciencias sociales al catolicismo es una variable determinante
(consultar: Beatriz SARLO, La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Emecé, 2007). En esta
renovación, Criterio es considerada bajo la noción de “humanismo cristiano”, un catolicismo integral,
pero no intransigente (consultar: José ZANCA, Los intelectuales católicos y el fin de la cristiandad
(1955-1966), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006).
26
Carlos Floria (1929-2012), abogado y politólogo, miembro de Criterio desde 1955, participó del
Consejo “Justicia y Paz” y obtuvo becas de la Fundación Eisenhower y de la Fundación Fullbright.
27
Fermín Fèvre (1939-2005), crítico de arte, participó en Criterio y La Prensa. Asimismo, ejerció la
dirección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y también colaborador de Correo de la Tarde y,
más tarde, de El Cronista Comercial.
28
Carmelo Giaquinta (1930-2011), ordenado sacerdote en 1953, fue designado obispo auxiliar en Viedma
en 1980. En 1986, fue nombrado obispo de Posadas y, en 1993, arzobispo de Resistencia.
29
Rafael Braun (1935), ordenado sacerdote en 1958, se doctoró en Filosofía en la Universidad de Lovaina
en 1966 y participó como asesor doctrinal de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Asimismo, fue profesor de la Universidad del Salvador y la Universidad Católica Argentina.
30
Carlos Olivera Lahore (1924), graduado en Letras y en Historia en la Universidad Sorbona en París en
1948, se dedicó a la enseñanza y a reflexionar sobre el sistema educativo en distintos medios
periodísticos, destacándose su participación en Criterio. En 1956 fundó la Asociación por la Libertad de
Enseñanza y en 1964 el Instituto Superior de Conducción Educativa para capacitar a directores de
escuelas, supervisores y administradores.
31
Natalio Botana (1937), politólogo, se doctoró en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de
Lovaina y ejerció la docencia de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Oxford y la
Universidad Torcuato Di Tella.
32
Consultar los artículos de Marcel LALOIRE, “El futuro del capitalismo”, Criterio, 10 de Abril de
1958, p. 243; “Balance del mundo para un mundo más humano, Bruselas 1958”, Criterio, 10 de Julio de

74
Luego del fallecimiento de Franceschi la tirada se asentó en torno a 30.000 por
número.33 Una cifra considerablemente inferior si se la compara con Qué Sucedió en
Siete Días que, en la misma época, imprimió 200.000 ejemplares y con Azul y Blanco
que llegó a 140.000.34 Ahora bien, si ampliamos el espectro de publicaciones
incorporando a Che y a Usted, proyectos editoriales que tuvieron un hondo impacto en
el campo periodístico, pero que carecieron de apoyo económico y terminaron finalmente
desapareciendo, no superaron los 20.000 ejemplares, podríamos concluir que aunque
Criterio fuese una revista de difusión restringida y venta por suscripción, ello no la
convirtió en una empresa económica completamente inviable.35 Ello produjo que, no
obstante, la revista promoviera continuas campañas para que los lectores acercaran
nuevos suscriptores prometiendo libros y suscripciones gratuitas como recompensas, así
como también fomentaron la distribución de ejemplares en las parroquias.36
Criterio tuvo una difusión limitada y un lugar menor en el concierto del mercado
editorial general, pero no resignó su lugar de referencia intelectual dentro del
catolicismo. A partir de 1959, Criterio recreó su identidad en torno a la renovación de
la Iglesia de cara al Concilio Vaticano II y en la formación de una “opinión pública”
dentro de la misma.37 No obstante lo cual, ello no implicaba que Criterio modificase su
naturaleza. En otros términos, la revista no buscaría masificarse, ni volverse un medio
socialmente inclusivo o con reminiscencias democráticas.38 Atendiendo que se dirigió a
círculos de intelectuales, no tuvo que esforzarse por hacer de los análisis políticos o
de la doctrina algo atractivo para un lector medio, ni fácil de leer para un público

1958, p. 489; “¿Un nuevo humanismo?”, Criterio, 9 de Octubre de 1958, p. 727; y de Jacques
LECLERCQ, “La revolución del siglo XX”, Criterio, 24 de Julio de 1958, p. 526; “La revolución del
siglo XX”, Criterio, 14 de Agosto de 1958, p. 570; “La revolución del siglo XX. De la igualdad
jurídica a la igualdad social”, Criterio, 24 de Abril de 1958, p. 283.
33
Consultar apéndice en: Lila CAIMARI, Perón y la Iglesia católica, Buenos Aires, Emecé, 2007. Esta
cifra se conforma a partir de las entrevistas realizadas con colaboradores de la publicación y con
miembros de la Imprenta Buschi quien imprimiera Criterio en estos años.
34
Silvia SIGAL, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, PuntoSur, 1991, p. 129.
35
En el mismo sentido, la revista Así, editada por Héctor Ricardo García futuro fundador y director en
1963 de Crónica, emitió en su primer número 80.000 ejemplares que llegó a duplicar luego de un mes.
Por otro lado, la publicación de humor político Tía Vicenta editó 50.000, La Prensa mantuvo 350.000
luego de la restitución a la familia Gainza Paz y La Razón osciló alrededor de los 500.000 ejemplares de
ventas. Consultar: Carlos ULANOSVKY, Paren las rotativas. Diarios, revistas y periodistas (1920-
1969), Buenos Aires, Emecé, 2005, pp. 152-223.
36
En rigor de verdad, es llamativa la exhortación a los lectores para distribuir la revista en parroquias
cuando Criterio no tuvo desde sus comienzos un perfil parroquial. Además, lejos estuvo de alcanzar
el registro del diario El Pueblo que configuró a sus lectores como “cruzados” en las décadas entre 1900 y
1960. Por el contrario, en estas campañas, Criterio se erigió como un instrumento indispensable para
comprender la realidad de la Iglesia y de la vida política, social y cultural argentina.
37
José ZANCA, Los intelectuales… cit., p. 150.
38
“La Misión de la prensa”, Criterio, 10 de Julio de 1958, p. 486.

75
masivo sin mayor formación doctrinaria, teológica o dogmática. Si bien Criterio
careció de reminiscencias populares y democráticas como sí tuviera el diario El
Pueblo,39 tampoco fue una revista académica como Stromata o Estudios. Es decir, el
lugar de Criterio, “la gran revista católica”, es opaco y ello dificulta una clasificación
que suture el debate.

Criterio entre 1928 y 1932: una polémica historiográfica

En torno a Criterio entre 1928 y 1932 surgió una rica e intensa polémica, aunque no
haya suscitado una discusión abierta y sostenida en el tiempo, a partir también de los
distintos usos y modos de comprensión de una revista como mecanismo heurístico.40
Las distintas propuestas giraron en torno a la naturaleza y a la posible caracterización de
Criterio en el universo del “renacimiento” católico de comienzos de siglo XX. Bien
podría considerarse que esta querella demuestra los diferentes gestos interpretativos en
torno a una fuente como es Criterio, es decir, si construir sobre una revista compacta y
homogénea o bien dar cuenta de las diferencias en su interior historizando la propia
fuente. A su vez, se pone de relieve una compleja relación intertextual, entre
continuidades y discontinuidades, entre Criterio y los documentos de la Conferencia
Episcopal Argentina en un marco académico preocupado mayoritariamente por el
concepto de “nación católica”.
Ahora bien, un conjunto de estudios consideraron a Criterio una “vocera oficiosa”,
“representante autorizada” e incluso llegaron a presentarla como “boletín doctrinal de
parroquia” de la Iglesia fundamentándose en la dirección del joven presbítero

39
Miranda LIDA, La rotativa… cit., p. 100. Si bien en 1960 Ediciones Criterio publicó Teología para
principiantes de Francis Joseph Sheed, es recién en 1964 con la Guía para la lectura de la Biblia que
Mejía se acerca personalmente a la divulgación de conceptos religiosos.
40
En el mismo sentido, se originaron debates en torno a la interpretación de la financiación inicial de
la revista. Por un lado, Mallimaci y Devoto señalaron que, fundándose en el primer panfleto
promocional de Criterio, Dell‟Oro Maini encontró a través de sus vínculos personales, a partir de su
participación en la Asociación Nacional del Trabajo, financiamiento proveniente de empresas y
empresarios, además de importantes aportes de familias patricias como Martínez de Hoz, Pereyra
Iraola, Unzué de Alvear, Anchorena de Larreta, Peralta Ramos o Zuberbühler. Por otro lado, si bien Auza
aceptó dicha lectura indicó, sin identificar fuentes que lo respaldaran, que Criterio recibió
rápidamente un aporte financiero fundamental de origen eclesiástico que condicionó, junto con su
intención de ser reconocida como oficialmente católica, su futuro inmediato. A nuestro entender,
más allá de la discusión por el origen del sostén económico que dio vida a Criterio, el hecho de
importancia fue la temprana injerencia de la jerarquía en la figura de Zacarías de Vizcarra, gran
promotor de la idea (e ideal) de hispanidad, como el primer censor eclesiástico junto al presbítero
Restituto Pruneda.

76
Franceschi, la sintonía general con la Conferencia Episcopal y el clima de ideas
compartido en el milieu católico.41 Así Criterio es una fuente para analizar las
representaciones sociales respecto de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, pero
también el vínculo del catolicismo con las corrientes políticas nacionalistas.
Asimismo, la revista es entendida como producto de un clima de ideas que reposaba
en la crisis del liberalismo y el temor hacia la creciente influencia de las izquierdas, es
decir, se estructuró sobre las premisas del antiliberalismo y el anticomunismo militante
de entreguerras. Incluso estos trabajos, llegando a identificar a Criterio directamente
con la Iglesia, la presentaron como intento concreto de erigir un “programa cultural
consistente” dentro del catolicismo argentino. En general, estas lecturas más cerradas y
netamente políticas sobre la publicación en la década de 1930 y 1940, cuando el
“catolicismo integral” alcanzó su esplendor y una unidad discursiva en torno a la
“nación católica”, contaminaron el período iniciado en 1928 y concluido en 1932, y
también impidieron comprender con mayor flexibilidad los años por venir.
Por otra parte, otro conjunto de análisis indicaron que Criterio no debe asemejarse
tout court a la Iglesia institución.42 Fernando Devoto, en el marco de una investigación
más amplia sobre el nacionalismo, el tradicionalismo y el fascismo en Argentina,
introdujo el mayor giro innovador en materia hermenéutica sobre el período entre 1928
y 1932 a través de una fina lectura de la composición y de las notables tensiones
internas.43 En principio, la primera composición de la revista, que se extendió por un
bienio donde participaron intelectuales católicos denominados “liberales” provenientes
del estradismo, nacionalistas y católicos, impide considerarla una representante oficiosa
de la Iglesia. Por otro lado, el encuentro en Criterio del “vanguardismo cultural”, del
“reaccionarismo político” y del “catolicismo tradicionalista” se fundó en el rechazo a la
modernidad, al liberalismo, al individualismo y en defensa del orden jerárquico; pero su
existencia se explica igualmente a través de vínculos sociales. Por lo tanto, la
publicación fue entendida no sólo como un conjunto de textos, sino como una
institución, un ensamble de personas pertenecientes a los mismos círculos sociales o

41
María Ester RAPALO, La revista Criterio y el pensamiento autoritario en la Argentina (1928-1943),
Informe CONICET, 1987, mimeo, y Susana BIANCHI, Catolicismo y peronismo. Religión y política en
la Argentina, 1943-1955, Buenos Aires, Prometeo/IEHS, 2001.
42
Loris ZANATTA, Del Estado liberal… cit., y Fernando DEVOTO, Nacionalismo… cit.
43
El acceso al archivo personal de Dell‟Oro Maini y la puesta en dialogo con el diario El Pueblo y la
Revista Eclesiástica de la Arquidiócesis de Buenos Aires expuso la imposibilidad de asimilar a
Criterio acríticamente a la jerarquía. Aquí la comparación como metodología se impuso como vía para
esclarecer los roles de los distintos medios de comunicación al interior del catolicismo argentino.

77
que, en lo concreto, compartieron una serie de sociabilidades. 44 En ese sentido,
desprender del primer conjunto de colaboradores único y preciso proyecto político
cultural consistente se configura como una tarea inadecuada. Por lo tanto, es probable
que su perfil de haute culture no encajase en una Iglesia antiintelectual y rústica.45
En línea con este tratamiento crítico de la fuente, Miranda Lida sugirió tomar en
cuenta la influencia del catolicismo francés, elemento vivificante de la vida intelectual
local, en la fundación de Criterio. A partir de un tratamiento metodológico donde la
revista es considerada “semanario de actualidad” y “revista cultural”, la estudiosa
incluía la performatividad de Criterio que se dirigía a la formación de una elite cultural
católica insertándose no sólo en la trama de revitalización espiritualista de la primera
postguerra, sino también en la efervescente vida cultural de la primera mitad del siglo
XX.46 El entonces semanario acogió a escritores que no eran claramente militantes de la
“causa católica” ni actores del “catolicismo integral”. Ello pone en cuestión, por otro
lado, la construcción académica que produce, y reproduce, un catolicismo compacto y
homogéneo y la comprensión de la revista como una sociabilidad.47

Criterio, entre la jerarquía y la libertad

Criterio fue un proyecto intelectual abierto y, por momentos, conflictivo que escapó
al control o a la supervisión de una Iglesia. Entre 1955 y 1966 la relación con la

44
La comprensión y el tratamiento metodológico de la fuente implicó, en primer lugar, deconstruir
aquello que se presentaba como un bloque homogéneo tanto “los católicos integrales” como Criterio.
Además, el estudioso estableció un fuerte diálogo con la propia historia de la joven generación y el resto
del mundo editorial nacionalista.
45
En rigor de verdad, Criterio fue producto de los intensos debates sobre el rol del laico católico en la
sociedad sucedidos en los Cursos de Cultura Católica, es decir, en orden de abordar una publicación
periódica como fuente en sí misma debe insertarse en una trama más allá de lo textual. En el debate en
torno a la participación del catolicismo en la prensa surgieron dos grandes posicionamientos. Por un lado,
quienes atizaron la creación de un periódico de noticias ordenadas y juzgadas, en concreto, un diario de
gran tirada y alcance nacional como el diario El Pueblo a la luz de La Prensa o La Nación. Por el otro,
quienes postularon la creación de un semanario de interpretación, orientación y combate, bien escrito e
informado. Criterio, nombre que responde al propósito de formar un criterio cristiano para todas las
esferas de la vida, es una prueba fiel del resultado de aquel debate.
46
Miranda LIDA, Historia del catolicismo en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015, pp. 119-134,
y “Estética, cultura y política en la revista Criterio (Argentina, 1928-1936)”, Nuevo Mundo Mundos
Nuevos, 2015, disponible en: http://nuevomundo.revues.org/67968. La propuesta implica explorar
Criterio más allá de su dimensión de actualidad política sino en tanto que revista cultural.
47
Maurice AGULHON, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, Buenos Aires, Siglo
XXI, 2009.

78
jerarquía se puede caracterizar, si bien estable y cordial, como ambigua y espinosa.48 A
partir de la recientemente publicada autobiografía de Mejía, se conocen las tensiones
subyacentes entre la publicación y el cardenal Caggiano.49 Así en 1961 Arturo
Frondizi reglamentó, en uno de sus tantos guiños a la Iglesia, las funciones de la
Comisión Nacional para la Calificación y Autorización de los Espectáculos Públicos.
El decreto presidencial número 5797/61, reglamentando el decreto-ley 62/57 de la
Revolución Libertadora, estableció como motivos de censura las expresiones artísticas
que atentaran contra la “preservación de la familia”, los “símbolos patrios”, los “valores
éticos y culturales nacionales”, el “pudor” y las “creencias religiosas” o que bien
promovieran la “violencia”, la “deshonestidad” y el “delito”. Ello provocó que la Junta
Ejecutiva del Círculo de Periodistas Cinematográficos, presidida por Jaime Potenze,50
colaborador estable de Criterio, repudiara el intento de censurar los contenidos de la
industria cinematográfica pidiendo abiertamente su derogación.51
En los días posteriores el director de Criterio recibió una carta de Caggiano,
fechada el 27 de Septiembre de 1961, donde cuestionó el silencio de la revista que fue y
debía ser, por definición y por tradición, celosa expositora y defensora de la doctrina
católica. Así luego de citar detalladamente las encíclicas Vigilanti Cura de Pío XI y
Mirada Prorsus de Pío XII, Caggiano advirtió que las palabras pontificias obligaban a
reflexionar “seriamente a quienes sobreponen los valores estéticos y artísticos a los
valores morales y a quienes rechazan toda intervención de vigilancia y de censura
tachándolas de „amenazas y opresiones‟.”52 La puesta en valor del rol de la autoridad al
interior de la Iglesia también implicó el reforzamiento de la tutela eclesiástica sobre
la sociedad toda. El cardenal señaló que la “Autoridad Pública” tenía la obligación,
legal y moral, de vigilar a los medios y salvaguardar la moralidad pública. Caggiano
48
La reproducción completa de los documentos pasó a ser, en ocasiones, una mera selección de los
fragmentos más representativos un hecho que, por cierto, no pasó desapercibido. En 1955 el cardenal
primado Caggiano envió una carta en el marco de la participación de los católicos en la política
partidaria en la Revolución Libertadora donde advirtió los riesgos del “ humanismo integral” que, más
allá de la indudable inspiración cristiana, no respetaba la teología tomista y, por ende, a la autoridad de la
Iglesia. No es un mero detalle que en Marzo de 1958 se encuentre la reproducción completa de las
conclusiones del Congreso del Humanismo Cristiano Universal donde se afirmó que el catolicismo
debía “humanizar” y “democratizar” al capitalismo como la única posibilidad para revertir la tendencia
sombría de la economía internacional.48 En un gesto desafiante, Criterio abrió sus páginas a una
expresión que dentro del catolicismo había sido condenada explícitamente por la jerarquía local unos
años antes y por la encíclica Humani Generis de Pío XII de 1950.
49
Jorge MEJÍA, Historia de una identidad, Buenos Aires, Letemendia, 2005, pp. 228-239.
50
Jaime Potenze (1918-1991), abogado dedidcado a la crítica de arte, colaboró en La Prensa, La Nación,
La Opinión, Criterio, La Gaceta, Confirmado, Esprit y Revue Internationale du Cinema.
51
Es de notar que dicho repudio y otra declaración condenatoria del Cine Club Enfoque fueron
publicadas en Criterio respectivamente el 26 de Agosto y el 14 de Septiembre.
52
Jorge MEJÍA, Historia... cit., p. 230.

79
finalizó su misiva señalando que, si Criterio no definía su situación, hacía suyo el
contenido de las declaraciones que evidenciaban una posición que no sólo no era la de
la Iglesia, sino que era contraria a ella. La respuesta de Mejía indicó que no adhería a
las declaraciones mencionadas invocando la necesidad de profundizar la reflexión en
torno a los acontecimientos, las expresiones artísticas y la censura, como razón
seminal para justificar su publicación. Incluso llegó a ofrecer su renuncia no sólo
porque tenía otras tareas que ocupaban su acción pastoral, sino también por “no haber
cumplido” con las tareas que su cargo implicaba. Ahora bien, Mejía era consciente que
su dimisión hubiese implicado un problema mayor para el cardenal primado quien
hubiese tenido que enfrentar, en un clima de mayor efervescencia en vísperas del
Concilio, con la renuncia del director de “la gran revista católica”. Por ello, Caggiano,
cerrando la polémica, no aceptó su renuncia y aconsejó continuar la tarea pastoral
acorde con los lineamientos del obispo de su diócesis. “Somos un mismo cuerpo en el
cual hay subordinaciones necesarias puestas por la misma cabeza del Cuerpo Místico
que es Cristo Jesús”, agregó para finalizar.53
El intercambio epistolar da cuenta de las tensiones y límites de la relación entre la
jerarquía y los medios católicos constituyendo un indicador de la imposibilidad de
establecer una visión monolítica del catolicismo. Ni El Pueblo, ni Criterio, ni
Combate, ni Estudios, ni Stromata, ni Verbo representaron a la Conferencia Episcopal
Argentina. Lida señaló sobre El Pueblo, afirmación que consideramos válida para el
resto de los medios católicos, que la publicación de los documentos oficiales de la
Iglesia no convierte al medio en una correa de transmisión de las ideas de jerarquía,
como si además estas pudieran ser definidas de manera compacta y homogénea. En
definitiva, cada revista estableció una relación particular con las autoridades y uno de
los desafíos de las pesquisas es determinar la naturaleza de ese vínculo y sus
especificidades.

Una aproximación cuantitativa a los colaboradores de Criterio

Entre 1955 y 1966 participaron 355 autores en la revista de los cuales el 54% eran
extranjeros, 42% argentinos y para el restante 4% no se estableció su nacionalidad. El

53
Jorge MEJÍA, Historia... cit., p. 238.

80
30% colaboradores extranjeros provenía de Francia, el 11% de Bélgica, el 10% de
España, 9% de Italia, 8% de Alemania, 7% de Estados Unidos y 5% de América
Latina.54 No es casual que, el efervescente universo intelectual católico francoparlante
colaborase con el 40% de los colaboradores extranjeros, en tanto la Universidad
Católica de Lovaina encarnó una referencia ineludible para Criterio y más
ampliamente para el campo intelectual católico de la década de 1950 y 1960.55 La
institución se transformó en un faro del pensamiento católico mundial por el rol
determinante en el Concilio del “equipo Belga” compuesto fundamentalmente por
profesores de la Facultad de Teología. 56 Así la revista debe ser pensada en el contexto
de una red continental e internacional de núcleos que podríamos denominar
“renovadores”.57 En los años por venir, la revista recibió acusaciones por ser un “agente

54
El 20% restante incluye a Suiza, Austria, Países Bajos, Inglaterra entre otros. El análisis que se realiza
se funda, a modo de precaución metodológica, en el apartado “Autores” en el Índice General de cada año
donde se registran las notas firmadas por colaboradores más o menos permanentes, más o menos
ocasionales, nacionales e internacionales que, vale detallar, no necesariamente coincidieron con la línea
editorial de Criterio, recordemos su tradicional apertura. No obstante lo cual, en esta parte del Índice no
son incluidas las secciones de “Artes Plásticas”, “Cine”, “Danza”, “Libros”, “Música” y “Teatro” que, en
tanto dichos apartados poseen un elenco estable de colaboradores, no modifican sustancialmente las
conclusiones de la presente pesquisa. Aun cuando el análisis no contemple las plumas detrás de la
sensibilidad artística, un área donde Criterio ostentó un grado de apertura notable y una profunda
permeabilidad a las vanguardias estéticas, contribuirá a comprender las convivencias que se dieron en una
publicación que se encuentra en el umbral entre la tradición y la renovación. Aun habiendo demostrado
interesantes aportes, el abordaje presenta de igual manera sus límites, en otros términos, requiere
diversificar las estrategias interpretativas y los abordajes para construir una Criterio más compleja y
acabada.
55
A modo de ejemplo, luego de la Segunda Guerra Mundial el 40% de los estudiantes latinoamericanos
allí residentes se volcaron a estudiar ciencias económicas, psicología, pedagogía y ciencia política. No
es casual, por tanto, que Rafael Braun y Natalio Botana, dos de los más preeminentes colaboradores de
la publicación de Criterio en los años venideros, hayan estudiado en Lovaina.
56
Caroline SAPPIA y Paul SERVAIS, Les relations de Louvain avec l’Amerique latine. Entre
évangélisation, théologhie de la libération et mouvements étudiants, Louvain, Publications des Archives
de l‟Universtité catholique de Louvain, Academia Bruylant, 2006.
57
No obstante ello, la redacción recibía ya en tiempos de Franceschi colaboraciones de quienes fueron
considerados sospechosos por el papado de Pío XII en la encíclica Humani Generis en 1950 como Joseph
Folliet, Jean Lacroix, Henri de Lubac, Yves Congar y Karl Rahner. Si bien Criterio a partir de la
dirección de Mejía registró un giro aperturista y tendiente a establecer un dialogo con la
modernidad, Franceschi no fue un representante del pensamiento más cerrado y antimoderno del
“catolicismo integral”. En los últimos años el veterano prelado, quien había discrepado con Jacques
Maritain en los años treinta, devino, aun con las particularidad de su apropiación, un heredero de la
“nueva cristiandad” profana que pugnó por una ciudad laica vitalmente cristiana, con pluralismo religioso
y cierta filiación democrática. Criterio fue una caja de resonancia de Humanismo integral (1936) una
de las obras de Maritain más discutida, y podría afirmarse influyente, dentro del catolicismo
latinoamericano. A su vez, cultivó una apertura notable a corrientes de pensamiento católico francés y
alemán que lejos estuvieron de nutrir las bases teológicas y políticas del tomismo más dogmático,
conservador, hispanista y romano en las páginas del quincenario. Consultar Marcelo MONTSERRAT,
“El orden…” cit., p. 187 y ss.

81
extranjerizante”, “afrancesada” y “europeísta” al ritmo de las tensiones producto de la
vertiginosa modernización y la persistente discusión en torno a la identidad nacional.58
La identificación de los países de origen de los colaboradores extranjeros permite dar
cuenta de los vínculos sostenidos en el tiempo con diversas redes intelectuales de
Estados Unidos. A saber, se encuentra a John C. Murray,59 John R. Powers,60 Avery
Dulles,61 John La Farge62 y Theodore Hesburgh.63 La escasez de fuentes
complementarias, correspondencia personal o entrevistas en profundidad con los
antiguos colaboradores, impide profundizar la exploración sobre la naturaleza y la
especificidad de las relaciones con las plumas extranjeras. Sin embargo, es notable el
rol de los jesuitas quienes brindaron indudablemente aceitados canales para la
distribución de la revista y para la provisión de nuevos colaboradores.64
La presencia de América Latina está representada por un pequeño puñado de
artículos de Luis Young Reyes,65 Tomás Brena,66 José Ignacio Rasco67 y, en épocas
del Concilio, Manuel Larraín Errázuriz.68 La escasa presencia de artículos firmados por
latinoamericanos, que igualmente nos muestra la apertura y el desarrollo de las redes
continentales, no se corresponde con las fuertes relaciones que Mejía cultivó siendo
secretario del Departamento para el Ecumenismo del Consejo Episcopal
Latinoamericano durante la presidencia del obispo Eduardo Pironio a partir de

58
Consultar Alejandro MAYOL, Norberto HABEGGER y Arturo ARMADA, Los católicos
posconciliares en la Argentina (1963-1969), Buenos Aires, Editorial Galerna, 1970, y Carlos SACHERI,
La Iglesia clandestina, Buenos Aires, Ediciones Cruzamante, 1970.
59
John C. Murray (1904-1967) fue un teólogo jesuita ampliamente reconocido por su intervención en
torno a Dignitatis humanae y por su participación en la revista Theological Studies.
60
John R. Powers (1945-2013) novelista y escritor de obras de teatro reconocido por libros como The
Last Catholic in America (1973) y The Unoriginal Sinner and the Ice Cream God (1977).
61
Avery Dulles (1918-2008) fue un teólogo jesuita miembro de la Sociedad Teólogica de América y de la
Comisión Teólogica Internacional especialmente interesado en el diálogo con el luteranismo.
62
John La Farge (1880-1963) fue un sacerdote jesuita y activo militante del movimiento por los
derechos civil.
63
Theodore Hesburgh (1917-2015) fue un sacerdote miembro de la Congregación de Santa Cruz,
presidente de la Universidad de Notre Dame y miembro de la Comisión de Derechos Civiles del
Congreso norteamericano.
64
Vale recordar, en ese sentido, que, en la década de 1950, por iniciativa de Pedro Arrupe, prepósito
general de la Compañía de Jesús, se crearon en América Latina los Centros de Investigación y Acción
Social. Allí Carlos Floria por recomendación del reconocido jesuita francés Jean-Yves Calvez inició una
larga relación con la orden religiosa. Así también cuando se fundó la Universidad del Salvador en 1959 se
incorporó junto a otros colaboradores de Criterio como Fermín Fèvre, Rafael Braun, Pablo Capanna y
Natalio Botana.
65
Luis Young Reyes (¿?-1971) fue un abogado chileno nacionalista y corporativista.
66
Tomás Brena (1900-1988) fue abogado y político uruguayo de la Unión Cívica del Uruguay y
posteriormente del Partido Demócrata Cristiano del Uruguay.
67
José Ignacio Rasco (1925-2013) fue un abogado y político cubano fundador del Partido Demócrata
Cristiano de Cuba.
68
Manuel Larraín Errázuriz (1900-1966) fue sacerdote chileno y destacado obispo “renovador” de
Talca.

82
1967. Criterio estuvo atenta a las alocuciones de fuerte carácter controversial de
Manuel Larraín y de Hélder Pessoa Câmara en los años inmediatamente posteriores
al Concilio sobre la situación de los pobres, los desposeídos y los trabajadores en el
Tercer Mundo.
En 1959, año de anuncio del Concilio, la participación colaboradores extranjeros
promedió el 55% para alcanzar en 1962, año de la primera sesión conciliar en
Octubre, el 70%.69 A partir de 1963, se registra una retracción de las plumas
extranjeras y las nacionales adquieren su porcentaje máximo de 62.5% en 1964 y 62%
en 1966. Bien podríamos considerar que en 1962 se dio un corte abrupto de
colaboradores nacionales debido al evento conciliar que implicó la inclusión en los
sucesivos números de contribuciones vinculadas al acontecimiento más importante
del catolicismo en el siglo XX. Si bien en 1959 se encuentran artículos que discurrían
sobre la naturaleza, alcances y objetivos del Concilio, es recién en 1962 cuando
Criterio se volvió una caja de resonancia de las diversas redes europeas y americanas
que fueron lentamente nucleándose en torno a ideas fuerzas como aggiornamento,
ressourcement, “ reforma litúrgica”, “colegialidad”, conocidas en la época como
“proconciliares” de Europa y Norteamérica, así también como de representantes locales
del espíritu renovador. A modo de ejemplo, se incorporaron, a partir de las
diferentes interpretaciones y apropiaciones en torno al proceso conciliar, Enrique
Fabbri,70 Agustín Bea,71 Carmelo Giaquinta,72 Rogert Aubert,73 José Miguez
Bonino,74 Lukas Vischer,75 Juan José Rossi,76 Rudolf Obermüller,77 Gerardo Farrell,78
Josef Hornef,79 Gerard Philips80 y Vicente Vetrano.81

69
La participación anual promedio de los autores extranjeros en Criterio entre 1955 y 1966 se encuentra
en torno al 51% en tanto que la cifra de los colaboradores argentinos rondan el 45%.
70
Enrique Fabbri (1920-2015) fue profesor y decano de la Facultad de Teología de la Compañía de
Jesús en San Miguel y miembro del Centro de Investigación y Acción Social.
71
Agustín Bea (1881-1968) fue un jesuita alemán, figura clave durante el Concilio y presidente del
Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos en 1960.
72
Carmelo Giaquinta (1930-2011) fue un sacerdote “renovador” argentino que participó activamente de
la revista Teología de la Facultad de Teología la Universidad Católica Argentina.
73
Rogert Aubert (1914-2009) fue un teólogo, historiador belga y autor de una obra monumental Nueva
historia de la Iglesia.
74
José Miguez Bonino (1924-2012) fue un teólogo metodista que participó como observador no
católico en el Concilio y miembro del Consejo Mundial de Iglesias.
75
Lukas Vischer (1926-2008) f u e u n teólogo reformista suizo, observador en el Concilio y miembro
del Consejo Mundial de Iglesias.
76
Juan José Rossi (1934) fue presbítero, periodista y miembro de la Junta Nacional de Catequesis.
77
Rodolfo Obermüller fue un pastor luterano y profesor en la Facultad Luterana de Teología de Buenos
Aires y de la Facultad Evangélica de Teología.
78
Gerardo Farrell (1930-2000) fue sacerdote, profesor universitario, teólogo, sociólogo, economista y
fundador de la Escuela Diocesana de Servicio Social.
79
Josef Hornef abogado alemán dedicado a pensar el rol del diaconado en el Iglesia.

83
La redacción de Criterio no sufrió una revolución, es decir, algunos autores
nacionales y extranjeros continuaron con su participación marcando “continuidades”,
sin por ello querer establecer un corpus ideológico esencial como si fuese algo
compacto, homogéneo y fácilmente aprehensible. Por lo tanto, atendiendo la
inadecuación de buscar un decálogo del pensamiento original de la publicación como
si fuera una rara avis in terris, la identidad de Criterio era transicional a partir de la
tensión entre la tradición y la renovación. Así Julio Álvarez,82 Joseph Folliet,83 Marcel
Laloire,84 Jacques Leclercq,85 Charles Moeller,86 Raimundo Pániker Alemany
( conocido como Raimon Panikkar),87 Ángel Miguel Centeno,88 Erik von Kuehnelt-
Leddihn,89 Raimundo Spiazzi,90 Manuel Francisco Artiles91 y Rogelio Barufaldi92
escribieron desde 1955 o 1956 hasta 1966, o sea colaboradores que transitaron la
dirección de Franceschi y la “era Mejía”. La coexistencia de plumas emblemáticas del
ecumenismo como Murray y Panikkar con Centeno quien abiertamente criticaba la
“intolerancia protestante” da cuenta de una clara política editorial.93 Así también esta
lógica también se reflejó, aun con límites, en un nivel político donde von Kuehnelt-

80
Gerard Philips (1899-1972) fue un sacerdote belga, figura destacada de los sectores “renovadores” y
perito del Concilio.
81
Vicente Vetrano (1931-1990) fue un sacerdote argentino, presidente de la Sociedad Argentina de
Teología y fundador de Actualidad Pastoral.
82
Julio Álvarez fue un abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires, doctor en Ciencia Política,
fundador del Partido Demócrata Cristiano e integrante de las líneas más aperturistas que tendieron a
una alianza electoral con los votantes peronistas.
83
Joseph Folliet fue un sacerdote francés que participó junto con Emmanuel Mournier en la fundación
de La Vie Catholique Ilustrée, así también integró como periodista La Croix y Temoignage Chretien.
84
Marcel Laloire fue un abogado belga que centró sus reflexiones en los desarrollos técnicos del
capitalismo contemporáneo.
85
Jacques Leclercq (1891-1971) fue un teólogo y profesor de la Universidad Católica de Lovaina,
fundador y director de La Cité Chrétienne.
86
Charles Moeller (1912-1986) fue un teólogo y profesor de la Universidad Católica de Lovaina.
87
Raimundo Pániker Alemany (1918-2010) fue un teólogo español conocido por sus esfuerzos en el
establecimiento de un dialogo ecuménico con tradiciones religiosas no occidentales.
88
Ángel Miguel Centeno (1925-2006) fue un abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires,
miembro del comité central de la Acción Católica Argentina desde 1954 hasta 1958, subsecretario de
Culto y Relaciones Exteriores en la presidencia de Frondizi y asociado a los círculos del conspicuo
nacionalista Mario Amadeo.
89
Erik von Kuehnelt-Leddihn (1909-1999) abogado y filósofo conservador austríaco.
90
Raimundo Spiazzi (1918-2002) fue un teólogo dominico italiano, perito en el Concilio y cercano al
obispo conservador Giuseppe Siri.
91
Manuel Francisco Artiles fue un miembro de la Juventud de la Acción Católica Argentina y
psicólogo.
92
Rogelio Barufaldi (1932-2014) fue un sacerdote argentino afín al catolicismo social.
93
Consultar los artículos de Ángel Miguel CENTENO, “El proselitismo de las sectas”, Criterio, 12 de
enero de 1956, p. 13; “Protestantismo en Hispanoamérica”, Criterio, 27 de septiembre de 1956, p. 689;
“Protestantismo en Hispanoamérica (II)”, Criterio, 11 de octubre de 1956, p. 729; “Apologética
antiprotestante”, Criterio, 24 de octubre de 1957, p. 735; y “La intolerancia protestante”, Criterio, 27 de
febrero de 1958, p. 125.

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Leddihn, quien fuera un feroz crítico del comunismo, compartió con Laloire quien en
paralelo señalaba sin tapujos los límites del capitalismo.
Ahora bien, la participación de las mujeres en la revista tuvo como emblema Sylvia
Matharan de Potenze, esposa de Jaime Potenze, como crítica de arte. Sin embargo, sólo
el 5% corresponde a colaboradoras activas en Criterio. En los primeros años se
encuentra a Cármen Balzer discurriendo sobre la filósofa francesa Simone Weil,94 un
extracto de la obra de Clare Boothe Luce,95 colaboraciones de mujeres de la elite
como Lucrecia Sáenz Quesada de Sáenz y Josefina Molina Anchorena96 y Alicia
Moreau de Justo,97 en tanto que, a principios de la década de 1960, la escritora Isabel
Cárdenas de Becu reflexionó sobre los conceptos religiosos en la novela “El abogado
del Diablo”,98 María Esther de Miguel resumió las conclusiones del “VII Congreso de
Escritores e Intelectuales Católicos de Italia”99 y una columna de Barbara Ward sobre
la necesidad de una reforma de carácter integrador en el comercio mundial.100 Si bien
Criterio fue una usina productora, y reproductora, de un discurso que cuestionaba
el ideal de domesticidad y del rol social de la mujer,101 el género femenino quedó
preso en el umbral entre la aceptación de nuevos modelos y las viejas
representaciones y límites institucionales.

94
Cármen Balzer fue una filósofa de la Universidad de Buenos Aires y colaboradora de Sapientia.
Consultar el artículo “Simone Weil y la seriedad de la vida”, Criterio, 22 de septiembre de 1955, p. 688.
95
Clare Boothe Luce fue una activista estadounidense republicana, escritora, feminista y embajadora en
Italia. Consultar el artículo “Bajo la higuera”, Criterio, 23 de junio de 1955, traducción por M. y B.
Kerllenevich, p. 450.
96
Lucrecia Sáenz Quesada de Sáenz y Josefina Molina Anchorena fueron escritoras y fundadoras de
la Asociación de Escritoras y Publicistas Católicas. Consultar los artículos de Lucrecia SÁENZ
QUESADA DE SÁENZ, “Cristo de nuevo crucificado”, Criterio, 24 de julio de 1955, p. 494, y de
Josefina MOLINA ANCHORENA, “Pío XII y los Congresos Eucarísticos Internacionales”, Criterio, 12
de abril de 1956, p. 252.
97
Alicia Moreau de Justo fue una escritora y política socialista examinando el rol de los sacerdotes
obreros. Consultar los artículos “Gloria y fracaso de los sacerdotes obreros” (Criterio, 31 de Enero de
1957, p. 14) y “De la caridad en política” (Criterio, 9 de Mayo de 1957, p. 301).
98
Consultar los artículos de Isabel CÁRDENAS DE BECU, “Sobre algunos conceptos de la novela „El
abogado del Diablo‟”, Criterio, 22 de junio de 1961, p. 458.
99
María Esther de Miguel fue una escritora laica y directora de la revista Señales. Consultar el artículo
“Acerca del VII Congreso de Escritores e intelectuales Católicos de Italia”, Criterio, 10 de mayo de 1962,
p. 333, y “En Roma: el 19 de mayo”, Criterio, 28 de junio de 1962, p. 454.
100
Barbara Ward fue una periodista en The Economist especialista en países en vías de desarrollo.
Consultar el artículo “La reforma del comercio mundial”, Criterio, 24 de marzo de 1966, p. 212.
101
Consultar la polémica entre Beatriz Gallardo de Ordóñez, esposa del dirigente democristiano
Manuel Ordóñez, y Enrique Eduardo Fabbri, decano de la Facultad de Teología de la Compañía de
Jesús en San Miguel, sobre el rol de la mujer en las sociedades occidentales contemporáneas. Consultar
el artículo de Enrique Eduardo FABBRI, “El mundo de la mujer”, Criterio, 22 de septiembre 1966, y
la respuesta de Beatriz GALLARDO DE ORDÓÑEZ, “Carta de lectores”, Criterio, 24 de noviembre de
1966, p. 875.

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A modo de conclusión

Al inicio del artículo indicábamos que, a partir de considerar a las revistas como
objetos en sí mismos, se podían explorar no sólo las ideas, ideologías y conceptos, sino
también la emergencia de identidades, reconocer la complejidad y el pluralismo propio
del milieu católico, examinar el funcionamiento de redes y rastrear las trayectorias de
sus personalidades más determinantes, entre otras cuestiones. En ese sentido, la
polémica historiográfica nos ha permitido comprender los distintos usos y modos de
comprensión de Criterio realizados por los historiadores atendiendo la naturaleza de sus
propias empresas intelectuales. El intercambio epistolar entre Mejía y Caggiano, es
decir, la relación de Criterio con la jerarquía, evidenció la creciente distancia entre un
medio de comunicación que aceptaba las expresiones artísticas que desafiaban al
catolicismo y las autoridades que, interactuando con el Estado, todavía actuaban bajo de
la noción de Argentina como una nación eminentemente católica. Así también la
aproximación cuantitativa a los colaboradores iluminó las diversas corrientes
ideológicas y las redes continentales e internacionales que nutrieron a Criterio
entendida, en este caso, como una sociabilidad de una identidad transicional entre la
tradición y la renovación. A su vez, dio cuenta de la escasa participación, más allá de
las representaciones aperturistas que se registraban, de las mujeres en la publicación. En
lo concreto, el universo intelectual católico fue marcadamente masculino. Entre 1955 y
1966, cambió la composición del elenco estable de la revista dando lugar
indudablemente a un cambio en el entramado intelectual en el cual se insertaba. A partir
del Concilio Vaticano II, la cultura pública católica argentina atestiguó un proceso de
transformación, no exento de contradicciones, donde la otrora impugnación dio lugar a
un diálogo con la sociedad moderna. Ahora bien, el gesto hermenéutico en el cual las
revistas devienen centros de las pesquisas no implica limitarse a ellas como fuentes para
la narrativa histórica, sino entramar estos nuevos protagonistas en un marco más amplio
y complejo dando cuenta de sus complejidades internas, sus diferencias y sus distintas
razones de ser.

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