15 Anuario IEHS 29&30.D2.Mauro2

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Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015), 267-287

I POPOLARI EN LA ARGENTINA. LUIGI STURZO Y


EL ANTIFASCISMO CATÓLICO DE ENTREGUERRAS 1

Diego Mauro2

Palabras clave Resumen


Democracia El propósito del artículo es reconstruir las acciones y las ideas de
cristiana, una de las tendencias del antifascismo católico de los años treinta y
Partido católico, cuarenta: la de los llamados “populares”, un grupo de militantes
Populismo, provenientes del Partido Popular de Buenos Aires y seguidores del
Catolicismo liberal pensamiento político de Luigi Sturzo durante su largo exilio en
Londres y Nueva York. Si bien
Recibido los “sturzianos” argentinos no lograron su principal cometido, lanzar una
27/5/201 agrupación democristiana de envergadura, contribuyeron tras ese objetivo
5 a la difusión de la obra de Sturzo en el país y a la emergencia de una
Aceptado vertiente “populista” en el catolicismo democrático del período de
8/6/2015 entreguerras.

Key words Abstract


Christian Democrats, The purpose of this article is to explore the actions and ideas of one of
Catholic party, the trends of the Catholic anti-fascism of the thirties and forties: the so-
Populist, called “the popular”, a small group of militants from the Popular Party
Liberal Catholicism of Buenos Aires. They were followers of political thought of Luigi Sturzo
into exile in London and New York. Even when the “sturzianos” did not
Received achieve their main aim, the creation of an important Christian
27/5/201 Democratic Party, they helped to spread Sturzos work in the country
5 and formed a “populist” democratic tendency within Catholicism in the
Accepted interwar period.
8/6/2015

L a contención del “virus” modernista a comienzos del siglo xx desató una


verdadera caza de brujas en la Iglesia católica, allanando el camino para la
implantación de modelos organizativos más centralizadores. La Unión Popular
Católica, lanzada en la primera posguerra durante el pontificado de Benedicto
XV, y, en la década siguiente, la Acción Católica fueron las grandes apuestas de
Roma en ese plano, concebidas para

1 El trabajo se realizó con una beca de estancia posdoctoral del CONICET. Agradezco
especialmente al personal del archivo del Istituto Luigi Sturzo de Roma. Versiones previas se
discutieron en el I Congreso Latinoamericano e Ibérico de Historia Social (ALHIS, COLMEX,
México, marzo de 2015) y en las IV Jorna- das Catolicismo y Sociedad de Masas en la Argentina
(UNMdP, Mar del Plata, mayo de 2015). Agradezco los comentarios recibidos en ambas
oportunidades.
2 Investigaciones Socio-históricas Regionales - CONICET / Universidad Nacional de Rosario.
diegomauro@conicet.gov.ar.
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disciplinar el vasto y heterogéneo mundo de instituciones del laicado.3 A


diferencia de otros modelos posibles –como el de la Volkverein en Alemania–,
las organizaciones romanas recortaban substancialmente los márgenes de
autonomía de las entidades existentes –círculos de obreros, ligas, uniones
electorales, asociaciones culturales, co- mités, ateneos, etc.–, poniéndolas bajo el
control de juntas o consejos de gobierno directamente vinculados a las jerarquías
eclesiásticas de cada país.4 Al mismo tiempo, se buscaba coordinar las actividades
y evitar, en la medida de lo posible, la competen- cia, reordenando las tareas de
militancia en ligas, tal el caso de la Unión Popular, o en ramas, como ocurrió
luego con la Acción Católica Italiana. Ninguna de las ligas o ramas contemplaba
la formación de partidos políticos, de modo que la creación de esas orga-
nizaciones significaba simultáneamente el desmantelamiento de la democracia
cristia- na que desde principios del siglo xx ensayaba diferentes formaciones.
Para los sectores dominantes de la curia romana, apoyados por las vertientes
mo- nárquicas del catolicismo europeo y fortalecidos por las purgas propiciadas
por la crisis modernista, la democracia electoral seguía aprehendiéndose en buena
medida en los moldes intransigentes de Pío IX, como uno de los males surgidos
del seno del libera- lismo. En el caso de los países considerados católicos, como
España, Portugal, Italia o Argentina, el apoyo a los partidos de inspiración
cristiana significaba, además, ir a contramano de los ascendentes nacionalismos
favorables a la Iglesia. Crear partidos y enfrascarse en la lucha comicial suponía
arriesgarse a erosionar el proceso de progresi- va asimilación entre nación y
catolicismo, que necesitaba de un clero y un laicado ale- jados de las partes en
disputa, jugando en cada caso el rol de garantes de la identidad nacional.5
En Argentina, la Unión Popular Católica –lanzada en 1919– no logró los
resultados esperados por sus impulsores y se disolvió a fines de la década de
1920, fuertemente resistida por los Círculos de Obreros, los grupos
democristianos e incluso por las jerar- quías de algunas diócesis. Mejor suerte
corrió la Acción Católica, creada en 1931 según el modelo de su homóloga italiana.
Ayudada por un contexto nacional e internacional favorable y por las tensiones
en el interior de las propias experiencias partidarias ca- tólicas, logró un inédito
grado de verticalización, así como la desarticulación de los pequeños partidos
que se habían formado en Buenos Aires, Rosario y Santa Fe.6
Sobrevivieron, no obstante, algunos grupos que, a contramano de la postura
de las jerarquías locales, siguieron impulsando la formación de partidos y
agrupaciones de

3 Se intentaba dar por terminado de esa manera un período de relativa experimentación política
ini- ciado con el papado de León XIII, tras la férrea intransigencia de Pío IX. Al respecto, ver los
trabajos de Filoramo y Menozzi (2009), Lill (2010). Sobre la crisis modernista, ver Botti (2012).
4 Para el caso del catolicismo alemán, ver Fattorini (1986, 1997).
5 Sobre el nacionalismo católico, ver Botti, Montero y Quiroga (2013), Mallimaci y Cucchetti (2011).
6 La bibliografía al respecto es bastante extensa: Ghio (2007), Zanatta (1996, 1999), Bianchi (2001), Cai-
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mari (2010), Mallimaci (1988), Vidal (2010), Lida y Mauro (2009), Blanco (2008), Mauro (2010),
Romero
(2010), Acha (2010).
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inspiración democristiana, dando vida en la segunda mitad de los años treinta a


un movimiento antifascista católico.7
La figura del filósofo Jacques Maritain –como destacaron trabajos recientes–
causó verdadera fascinación, principalmente entre los llamados “personalistas” o
“evangéli- cos” de la revista Orden Cristiano, y adquirió pronto un lugar
preponderante.8 No fue, sin embargo, como veremos en este trabajo, la única
influencia de importancia. Tam- bién el creador del Partido Popular Italiano, Luigi
Sturzo –exiliado en Londres y en Nue- va York entre 1924 y 1946–, gozó de
predicamento, sobre todo a mediados de los años cuarenta cuando el ascenso
de la democracia cristiana en Italia lo puso en el centro del candelero.9 Se
constituyó, además, en el principal referente de una de las tendencias del
antifascismo católico local, i popolari argentini, quienes pretendían poner en
marcha un partido de alcances nacionales y con quienes mantuvo vínculos
epistolares por más de una década, desde mediados de los años treinta hasta
por lo menos mediados de los años cuarenta.
El propósito del presente artículo es reconstruir las acciones y las ideas de los
“stur- zianos” argentinos que, aun cuando finalmente no lograron su principal
cometido, lan- zar una agrupación política de cierta envergadura, contribuyeron
tras ese objetivo a la difusión de la obra de Sturzo en el país y, como
analizaremos en el apartado final, a la emergencia de una vertiente “populista”
entre los católicos democráticos del período de entreguerras.10

los sturzianos argentinos:


la búsqueda del partido y los emprendimientos editoriales

Si bien la figura de Luigi Sturzo no era desconocida en el catolicismo argentino


de los años veinte, su ascenso a los primeros planos se produjo en la década
siguiente, en el contexto de fuerte polarización generado por la guerra civil
española, el avance del fascismo y el comunismo y, finalmente, la segunda
guerra mundial. En ese marco, la vida y la obra de “Don Sturzo” comenzaron a
despertar un creciente interés entre los católicos antifascistas, cada vez más
aislados y deseosos de hallar figuras de peso inter- nacional que los ayudaran a
sostener su prédica.

7 Sobre el antifascismo católico y la influencia de Maritain, ver Zanca (2013). Más centrados en la
de- mocracia cristiana de la primera mitad del siglo xx, los trabajos de Ghirardi (1983), Martín
(2012), Castro, (2011), Mauro (2011).
8 Sobre los maritainianos, nuevamente ver Zanca (2013, 2013b). También los catolicismos belga y
norteamericano gozaron de cierto prestigio. 1943. La tradición americana de la libertad religiosa
en la reconstrucción del mundo, Orden Cristiano, n° 47, 15 de agosto; 1944. El heroísmo de los
católicos belgas, Orden Cristiano, n° 50, 1 de octubre.
9 Sobre Sturzo y el antifascismo internacional, consultar Guccione (1995). Centrado en sus
vínculos con España, el trabajo de Botti (2009). Para el caso Argentino, Miranda Lida tomó nota
de la influencia de Sturzo en su biografía sobre monseñor de Andrea: Lida (2012).
10 La categoría populista se emplea en la clave teórica de Mouffe (2007) y Laclau (2011).
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Los primeros en difundir su obra –y a la postre, sus principales seguidores–


fueron algunos de los miembros del Partido Popular de Buenos Aires, creado en
1927 por José Pagés, Félix Luchía Puig y el sacerdote Sebastián Monteverde
(Pagés 1930). La agrupa- ción, inspirada en el disuelto Partido Popular Italiano,
agitaba las banderas del pen- samiento socialcristiano y, como había sido la
intención del fundador de los Círculos de Obreros, Federico Grote, no exigía la
confesionalidad de sus miembros.11 Posturas similares adoptaron también otros
partidos de base democristiana como la Unión Po- pular de Rosario o la Unión
Santafesina durante la segunda mitad de la década de 1920, reuniendo sectores
provenientes de los denominados comités de Acción Católica creados en 1921
(Mauro 2011). Consumidos por los fracasos electorales y los enfrenta- mientos
internos y cercados por el endurecimiento de las posiciones del Episcopado tras
la adopción del modelo de la Acción Católica Italiana, las diferentes agrupaciones
terminaron disolviéndose hacia 1930, pasando muchos de sus militantes a las
filas de la Acción Católica. Parte del Partido Popular de Buenos Aires, empero, a
pesar de las derrotas y del éxodo de algunos de sus miembros, logró mantener
una cierta cohesión, alcanzando incluso representación en el Concejo Deliberante
de Buenos Aires.
Entre 1932 y 1934, el partido reclutó nuevos militantes y realizó una serie de
reunio- nes con el propósito de discutir la situación argentina y europea y los
alcances de la llamada Internacional Blanca. Se crearon, además, comisiones de
estudio que, entre otras cosas, se abocaron a analizar los programas del disuelto
Partido Popular Italiano y los de otros partidos de supuesta inspiración católica
de Europa y América Latina. Se acordó, finalmente, tras varias asambleas, una
carta orgánica y se retomó la actividad editorial a través de un pequeño periódico
llamado Presente, redactado por la Juventud partidaria e impulsado por uno de los
dirigentes más emprendedores del momento, Miguel Guglielmino.
Los llamados populares se presentaban como defensores de los principios
social- cristianos y alentaban una tendencia obrerista que, en nombre de un
modelo social de tintes más corporativos –aunque explícitamente antifascista–,
propendía a la instau- ración de la proporcionalidad en las cámaras y la
representación de los intereses profe- sionales en el Estado. Con dicho fin
proponían la “constitución de Consejos Superiores de la cultura, la industria, el
comercio y el trabajo” elegidos directamente por las con- federaciones nacionales
de las respectivas profesiones “con funciones consultivas y con derecho de
iniciativa para la presentación de leyes”. Al igual que el Partido Socialista, los
“populares” argentinos impulsaban también la supresión de los impuestos al con-
sumo, el combate del latifundio y la sanción de leyes para proteger a los
trabajadores, como las de jornada máxima, salario mínimo, salario familiar e
higiene laboral. Propo- nían, además, el “reconocimiento jurídico de las
organizaciones sindicales”, así como la sanción de una ley que estableciera “la
asociación profesional obligatoria y el sindicato libre, asegurando así la adhesión al
sindicato de preferencia”. De esa manera, según el
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11 Sturzo se refirió en diferentes oportunidades al tema: ver Sturzo (1925, 1926).


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partido, se luchaba por la democracia “pero no en la forma inorgánica y


centralizada de hoy, sino por la democracia orgánica, popular y descentralizada
del mañana”, para lo cual era imprescindible combatir tanto “el fatalismo de una
dictadura del proleta- riado como la de ciertas oligarquías prepotentes a través
de intereses económicos o de violencias políticas”.12
Por entonces, en consonancia con las exigencias de la dictadura del general José
Félix Uriburu, y tal como hicieron también otros partidos, redactaron una
minuciosa carta orgánica que regulaba el funcionamiento interno, basado en el
voto de los afiliados y la creación de consejos de gobierno según el modelo de
los partidos de masas. Se man- tenía la apertura de 1927, no exigiendo la
profesión de la fe católica para afiliarse –tal como defendía con insistencia
Sturzo–, pero se la incorporó como condición para ser candidato o para formar
parte de los órganos directivos del partido.13
El modelo volvía a ser, en líneas generales, el Partido Popular Italiano o, al
menos, lo que suponían había sido el PPI. Sus referencias al respecto eran, por
esos años, las conferencias de Luigi Chiti, un emigrado italiano seguidor de i
popolari, y los artículos publicados por Sturzo en el Matí de Barcelona,
traducidos y comentados por Miguel Guglielmino, por entonces en funciones de
secretario general.14 Chiti, que había co- menzado a escribirse con Sturzo, ofició
de nexo y pronto se estableció un flujo epis- tolar regular entre varios militantes
del PPA y el líder del disuelto PPI. Tras algunos intercambios, Gulgielmino se
atrevió incluso a pedirle a Sturzo una foto autografiada para colocar en el local
de la sede, ya que, según le explicaba, esperaban seguir lo más fielmente posible
las enseñanzas de quien consideraban “il nostro Maestro”.15 Chiti, por su parte,
muy activo en la agrupación, comenzó a evaluar la posibilidad de editar en el
país El Estado totalitario, que acababa de ser traducido en Madrid.16 Intentaba
conven- cer a Sturzo argumentando que sería un aporte fundamental, dado el
crecimiento de las corrientes “nacionalistas” –en muchos casos abiertamente
fascistas– entre los cató- licos argentinos, y una oportunidad de impulsar el
partido que, con la llegada de Gu- glielmino a la secretaría, se había reactivado. Le
proponía, en concreto, hacer un folleto con el sello partidario –la denominada
Editorial Popular– y enviarlo también a otras publicaciones periódicas. Sturzo se
mostró inmediatamente interesado, autorizando la publicación y cediendo los
ingresos de las posibles ventas a la causa “popular”.17 La

12 Partido Popular. Ni conservadorismo liberal, ni sectarismo Rojo, Buenos Aires, 1934 (AS SDB
528, 8). 13 Sobre la no confesionalidad del partido, ver Sturzo (1925).
14 AS SDB 528, 1: Carta de Guglielmino a Sturzo, 27 de agosto de 1936. Artículos compilados por:
Ferrán Camps i Vallejo y Clotilde Parellada i Rosell (1992).
15 AS SDB 528, 3: Carta de Guglielmino a Sturzo 3/11/36; SDB 528, 1: Carta de Guglielmino a Sturzo,
27 de agosto de 1936; 7: Carta de Guglielmino a Sturzo, 16/12/1936.
16 La edición española había sido traducido por A. Mendizábal: Luigi Sturzo, 1935. El Estado
totalitario. Madrid: Cruz y Raya.
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17 AS SDB 528, 4-6: Carta de Chiti a Sturzo, 4/12/1936.
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edición argentina salió casi inmediatamente a fines de 1936 con sello del partido
y una cubierta de tapa diseñada por el hijo de Chiti. Si bien se trataba de un
pequeño folleto bastante rudimentario y de circulación limitada, la firma de
Sturzo generó repercusio- nes. Entre ellas una crítica del principal diario católico, El
Pueblo, alineado con los secto- res “nacionalistas”.18 El periódico cuestionaba a
Sturzo y a los populares argentinos por afirmar que el fascismo era totalitario y
que la Acción Católica no gozaba de libertad en Italia. Según el diario, eran
falacias alentadas por los comunistas y defendidas también por los católicos
“viejos” que, apegados al liberalismo como el fundador del PPI, eran en última
instancia la fuente de todos los males. Inmediatamente, Guglielmino escribió a
Sturzo contándole detalladamente la recepción del opúsculo y explicándole que
desde el partido se había intentado enviar una contestación para comenzar una
polémica pública pero que, supuestamente, el director de la hoja había decidido
no publicarla ni dar cabida al debate.19
Durante 1937, paralelamente, el periódico Presente publicó varios artículos sobre
la de- mocracia cristiana y la Carta de los obispos belgas que Sturzo pidió difundir en
el país para combatir los “malos entendidos” sobre el fascismo, sobre todo frente a
las “confusiones” que generaba entre los católicos la cruenta guerra civil que se
desenvolvía en España.20
Tras las repercusiones logradas por El Estado totalitario –editado también
como artículo por Hechos e Ideas con un prólogo de Chiti a fines de 1936–21, Sturzo
satisfecho ofreció ceder al partido los derechos de sus Essai de sociologie, que
acababa de editarse en Francia.22 No le interesaba el dinero pero pretendía que el
texto, aunque vinculado al partido, saliera en una editorial de prestigio académico.
Comenzó, además, por pedido de Guglielmino, a enviar notas breves y reflexiones
manuscritas sobre la situación en Italia y las acciones del fascismo para que i
popolari argentini tuvieran elementos para contrarrestar las manipulaciones de los
sectores nacionalistas que se “olvidaban” de las palabras del papa.23 En una de esas
cartas, Sturzo le recordaba al secretario del PPA que en Italia ni la Iglesia ni la
Acción Católica habían podido defender los “sindicati cristiani (Confederazione
Italiana dei Lavoratori che raggruppava più di un milione di lavoratori cattolici)”. El
fascismo los “privò di ogni diritto” y los forzó a disolverse en 1927. De igual
manera, “il Papa per non continuare i contrasti con il fascismo, sciolse egli stesso i
boy- scouts cattolici con una lettera di protesta, che certi cattolici hanno
dimenticato”.24 Le

18 Sobre el diario El Pueblo, ver Lida (2012).


19 AS SDB 528, 15: Carta de Guglielmino a Sturzo, 12/3/1937.
20 AS SDB 528, 11-12: Carta de Sturzo a Guglielmino, 14/1/1937.
21 Luigi Sturzo, 1936. El Estado Totalitario, Hechos e Ideas, n° 16, Buenos Aires, pp. 354-367.
22 La edición francesa había sido de Bloud & Gay: Luigi Sturzo, 1935. Essai de sociologie. París:
Libraire Bloud & Gay.
23 AS SDB 528, 14: Carta de Sturzo a Guglielmino, 12/2/1937.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •
24 “...el papa para no continuar los enfrentamientos con el fascismo, disuelve él mismo los boy-scouts
católicos con una carta de protesta que algunos católicos han olvidado...”.
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recordaba también los enfrentamientos de 1931 y la encíclica Non abbiamo bisogno,


así como muy especialmente las declaraciones del papa sobre la guerra en África, en
parti- cular el discurso del 28 de agosto de 1935, que “nessun giornale cattolico
italiano” ni “nes- sun vescovo” explicaron y difundieron. De tal modo, “il discorso
stesso fu dimenticato.25 Entre tanto, la correspondencia dejaba entrever algunas
disidencias y rivalidades en
el interior del PPA entre Guglielmino y Chiti por la edición de los Essai.26 Según
este úl- timo, la obstinación del primero por autofinanciar la obra, en contraste
con el deseo de Sturzo de buscar un sello editorial de prestigio, tenía el único
propósito de asegurarse la autoría del prólogo. De esa manera, señalaba,
anteponía su vanidad y sus pequeñas ambiciones personales a los intereses del
partido, valiéndose, además, para descalificar- lo en las reuniones internas, de su
condición de “gringo (lo straniero in genere e l'italiano in specie)”, ya que, le
explicaba a Sturzo, “gli argentini” los consideraban “essere inferiori” y, por tanto,
cualquier diferencia se convertía en una cuestión de honor personal que hería la
“suscettibilità” de los locales.27
A pesar de las tensiones y las rivalidades, las labores conjuntas del consejo
directivo y del “núcleo sturziano” siguieron adelante. Más calmado, en otra de
sus cartas, Chiti morigeraba sus juicios y señalaba que, aun con sus defectos,
Guglielmino era valioso para el partido. Era emprendedor y bastante activo,
sobre todo comparado con las otras figuras dirigenciales como la de José Pagés
al que definía como “di principi ina- movibili come vecchio milite della Democrazia
Cristiana, ma políticamente non atto”.28 Por entonces, además, desde el Partido se
organizó el Comité Argentino por la Paz Civil y Religiosa en España, que apoyó el
pedido internacional de tregua realizado por Sturzo: “Si España no se halla
preparada todavía para que cese la guerra”, señalaban, “nos corresponde trabajar
para preparar la paz. No […] como los terribles idealistas que quieren un triunfo
absoluto de la República en nombre del socialismo, del comunismo o de la
democracia; o bien la victoria de Franco en nombre del fascismo, del nacio-
nalismo o de la religión católica. No se puede destruir una mitad de España para
dar la victoria a la otra mitad”.29 La intervención generó inmediatamente
repercusiones, empezando por las del embajador español en Buenos Aires, Ángel
Ossorio y Gallardo, defensor de las ideas democristianas y uno de los difusores y
traductores de la obra de Sturzo en España desde mediados de los años veinte.
Ossorio y Gallardo le escribió disgustado porque, si bien agradecía las buenas
intenciones del PPA, se necesitaba un mayor compromiso, ya que estaba “en pugna
sencillamente que en el mundo haya o no

25 AS SDB 528, 16/17: Carta de Sturzo a Guglielmino, 19/3/1937. “... el discurso mismo fue olvidado...”.
26 AS SCR 486, 3: Carta de Guglielmo a Sturzo 12/3/1937.
27 AS CF 466, 55: Carta de Chiti a Sturzo, 24/7/1937; CF 466, 59: Carta de Sturzo a Chiti,
13/08/1937; CF 466, 69: Carta de Chiti a Sturzo, 2/9/1937.
28 AS SCR 486, 6 Carta de Luigi Chiti a Sturzo, 24/4/1937. “... de principios inamovibles como
viejo mili- tante de la Democracia Cristiana, pero políticamente no activo”.
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29 AS SCZ 509, 69: Una tregua de navidad, propicia el Partido Popular en la guerra de España.
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haya derecho, haya o no haya libertad, haya o no haya personalidad humana”. En


ese escenario, había que renunciar a las “ilusiones de avenencia”, pidiendo
“sencillamente al cielo el triunfo de la justicia”.30 En otra carta, más crítico,
señalaba directamente que la culpa era de “los egoístas, los temerosos y los
vacilantes.”31
Mientras, por un lado, los sturzianos argentinos eran cuestionados por Ossorio y
Ga- llardo, Monseñor Franceschi, desde Criterio, hacía públicas sus divergencias con
Sturzo. Si bien acordaba en lo referido al corporativismo, disentía en el trato que
se daba a regímenes como los de Portugal y Austria que, en su opinión, no
podían considerarse fascistas, sino, por el contrario, plenos ejemplos de doctrina
socialcristiana, evitando por el momento entrar en el debate sobre la situación
en España.32 También Mario Intaglietella, director del periódico fascista Il
Matino d´Italia, intervino calificando las reflexiones de Sturzo como “povere e
infantili” debido a su “mentalitá vecchia, corrotta”. Cuestionaba, además, a
Franceschi por aceptar publicar a Sturzo en Criterio y, peor aún, por mostrarse de
acuerdo con él en algunos aspectos.33
Después de las polémicas de esos años, i popolari comenzaron a evaluar las
posibi- lidades de financiar un pequeño periódico. Según Guglielmino, era un
paso indispen- sable para crear “ambiente” porque, aun cuando solían traducir
los textos de Sturzo con rapidez, no lograban publicarlos fácilmente. Por otro
lado, como había ocurrido frente a las críticas del diario El Pueblo, no contaban
con un espacio donde continuar el debate y fijar posición y quedaban a merced
de sus enemigos que, por el contrario, con- taban con varias publicaciones,
muchas directamente fascistas. El objetivo, por tanto, concluía Gulgielmino a
mediados de 1938, era poner en circulación al menos un peque- ño periódico,
de unas pocas hojas que les permitiera facilitar las tareas de difusión y alimentar
el debate. El párroco de Pilar, Silvio Braschi, cercano a Guglielmino y militante del
partido, se ilusionaba incluso con la posibilidad de que Sturzo visitara el país y tal
vez dictara una conferencia en la Universidad de Buenos Aires, escenario
inmejorable para el lanzamiento del nuevo diario.34
El proyecto siguió adelante y, aun cuando finalmente la visita de Sturzo no se
con- cretó, el primer número de Tiempos Nuevos vio la luz el 1 de mayo de
1939, en coin- cidencia con el cambio de dirección del partido, encabezado
ahora por Guglielmino, quien asumió también como director y responsable de la
nueva hoja. Aunque bastante rudimentaria, de salida mensual y sin una fuente
de financiamiento sólida, constituía

30 AS SCZ 509, 19: Carta del embajador español en Buenos Aires a Sturzo, 9/8/1938. En términos
simi- lares, se manifestó también Mendizábal en carta personal a Sturzo, al frente por entonces
del comité francés por la paz en España, AS SCZ 509, 28: Carta de Mendizábal a Sturzo, 23/9/1938.
31 AS SCZ 509, 42: Carta del embajador español en Buenos Aires a Sturzo, 29/9/1938.
32 Franceschi, 1939. Criterio, 11 de septiembre. AS SBU 427, 37-38, Carta de Guglielmino a Sturzo, 19/11/39.
33 1937. Il corporativismo di fronte ai cattolici (Risposta a un articolo di Criterio), Il Mattino D
´Italia, 12 de noviembre.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •
34 AS SCR 486, 11: Carta de Guglielmino a Sturzo, 11/11/1938; SCR 486. 13: Carta de Braschi a
Sturzo, 5/8/1938.
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de todas maneras un hecho significativo que venía a romper el tono monocorde


de la mayoría de las publicaciones relacionadas con el catolicismo.35
La salida del periódico –que hizo de Sturzo su principal referente– generó un
re- novado clima de optimismo entre sus miembros. Silvio Braschi se permitió
entonces retomar, tras el fracaso de la edición de los Essai –que finalmente no
pudo ser finan- ciada–, el proyecto de publicar Il ciclo della creazione. Tetralogia
cristiana. Poema drammatico in un prologo e quattro azioni, editado por
Bloud & Gay en París en 1932;36 texto con el que se pretendía relanzar la Editorial
Popular o crear directamen- te un nuevo sello editorial.37 Sturzo aceptó la
propuesta y siguió de cerca las labores de traducción a cargo del sacerdote
Carlos Cuchetti y las de diseño realizadas por Domingo Petriella, a quienes
escribió de puño y letra para agradecer el esfuerzo, eva- luando con ellos incluso
la posibilidad de teatralizar y musicalizar la obra.38 El éxito de Il ciclo
entusiasmó a Braschi que volvió a proponerle a Sturzo editar sus obras ma-
yores, insistiendo en que le garantizaban calidad y rigurosidad en las
traducciones;39 aspecto éste particularmente sensible tras una serie de
conflictos generados por la traducción que de Politique et morale había
realizado Ángel Ossorio y Gallardo para Losada.40
Entre tanto, i popolari se presentaron a las elecciones municipales de 1940 en
la ciudad de Buenos Aires con una formación llamada Acción Comunal.41 Entre
sus pro- pósitos en dicha esfera, en sintonía con el programa de 1932, se contaba la
instauración del referéndum, así como un conjunto de medidas obreristas: baja
de tasas, salario familiar, combate a la especulación, becas de estudio para las
familias trabajadoras, planes de vivienda obrera y de atención médica. Se
agitaban también las banderas generales del partido: representación proporcional,
reconocimiento de los sindicatos,

35 1940. Tiempos Nuevos, 1 de mayo. “...mentalidad vieja, corrupta...”.


36 AS SEG 605, 18: Carta de Braschi a Sturzo, 3/12/1940.
37 AS SEG 605, 13: Carta de Braschi a Sturzo, 15/8/1940.
38 AS SEG 605, 22: Carta de Sturzo a Cuccheti, 13/1/1941; SEG 605, 27: Carta de Sturzo a Petriella,
11/3/1941; SEG 605, 32: Carta de Petrelli a Sturzo, 5/4/1941.
39 AS SEG 506, 25: Carta de Braschi a Sturzo, 21/1/41; SEG 606, 25: Carta de Braschi a Sturzo, 9/6/1942.
40 Luigi Sturzo, 1938. Politique et morale. París: Bloud & Gay. Edición argentina: 1940. La política y
la moral. Buenos Aires: Losada. AS SDF 534, 1: Carta de Ossorio y Gallardo a Sturzo, 31/1/1939;
SDF 534, 20: Carta de Ossorio a Sturzo, 3/6/1939; SDF 534, 4: Carta de Editorial Losada a Sturzo,
8/3/1939; SDF 534, 7: Carta de Editorial Losada a Sturzo, 10/5/1939. El conflicto se originó
debido a una serie de notas que Ángel Ossorio y Gallardo introdujo en el texto, como traductor,
sin autorización de Sturzo. Preo- cupado, Sturzo pidió a Guglielmino y a Braschi que difundieran
su descargo en diarios y revistas. AS, SEG 605, 16: Carta de Sturzo a Ossorio, 6/9/1940. AS SEG 605,
28: Carta de Ossorio a Sturzo, 6/10/1940. AS SEG 605, 21: Carta de Braschi a Sturzo, 16/12/1940;
SEG 605, 26: Carta de Guglielmino a Criterio, 14/1/1941.
41 Los candidatos fueron Miguel Guglielmino, Domingo Galati, Enrique Valdes, Gilberto
Monasterio, Arturo Salas Moyano, Tomás Doyle, Héctor Uccello, Tomás González, Miguel Tejera, Julio
Carabelli, Fran- cisco Ferreiro, Alfredo Lazcano, Manuel Cambra y Alejandro Pissinis.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •

impuestos progresivos, división de los latifundios, respeto a los derechos de la


perso- nalidad humana.42
A pesar del entusiasmo con el que encararon la campaña –cubierta por
Tiempos Nuevos–, la rotunda derrota sufrida –que no les permitió siquiera
lograr el ingreso de un representante al Consejo– los devolvió de lleno al trabajo
intelectual. Durante 1941 y 1942, Braschi tradujo con frecuencia artículos de Sturzo
aparecidos en The New York Times y en Il Mondo, una revista mensual en
italiano, editada en New York bajo la direc- ción de Giuseppe Lupis.43 Sturzo
colaboró también, por entonces, con la preparación de un texto de Guglielmino
sobre el fascismo, para el ciclo de conferencias radiofónicas Renovación Social,
publicadas luego por la revista Orden Cristiano, que, tras su apari- ción en 1941 se
convirtió rápidamente en la principal tribuna del antifascismo católico en Buenos
Aires.44
Asimismo, al igual que la nueva revista, el grupo comenzó a nutrirse de
información proveniente de la agencia ICI (Información Católica Internacional),
que publica folletos con las encíclicas papales e intervenciones de la Universidad
Católica de América en Washington, y muy especialmente del Centro de
Información pro Deo, con el que Stur- zo tenía un estrecho vínculo desde su
radicación en los Estados Unidos el año anterior y cuyo propósito era “dare
notizie alla grande stampa mondiale circa gli avvenimenti religiosi, con spirito
moderno, democratico e internazionale” (Guccione, p. 12).45
Durante 1942, entusiasmados con la esperanza de dinamizar y tal vez relanzar
el Partido Popular, Guglielmino, Chiti y Braschi impulsaron en el ámbito local el
movi- miento de resistencia al fascismo People and Freedom, creado en Londres
por Sturzo en 1936 y refundado en Estados Unidos tras su radicación en Nueva
York (Guccio- ne, p. 9). I popolari lograron conformar una comisión de
propaganda con miembros de Orden Cristiano, Restauración Social –donde
Sturzo publicó algunos artículos– y la Comisión Pro Defensa del Cristianismo
vinculada al ciclo radial Renovación Social. El emprendimiento pareció tener un
inicio auspicioso y, de hecho, Sturzo se mostró esperanzado con la posibilidad
de sumar el apoyo de De Andrea, con quien se escribía regularmente desde su
participación en el Seminario Internacional de Estudios Sociales en Estados
Unidos.46 Sin embargo, tras varios meses de estancamiento no exento de

42 1940. Haga un gesto de independencia - vote por un partido de renovación integral, Tiempos
Nuevos, 9 de marzo.
43 No se pudieron hallar los números correspondientes del periódico. La referencia a los artículos
se toma de la correspondencia y de las publicaciones posteriormente realizadas por Orden
Cristiano. AS, SEG 606, 30: Carta de Braschi a Sturzo, 19/9/42.
44 Guglielmino, Miguel, 1941. Condena del fascismo, Orden Cristiano n° 7, 15 de diciembre.
Beltramino, Pedro, 1942. Nuevo orden social, Orden Cristiano n° 11, 15 de febrero.
45 “proporcionar noticias a los grandes diarios mundiales sobre los sucesos religiosos con un
espíritu moderno, democrático e internacional”.
46 AS, SED 570, 35: Carta de Sturzo a De Andrea, 3/6/1942. AS, SED 570, 38: Carta de Sturzo a De
282 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi
Andrea, 27/8/1942. AS, SED 570, 41: Carta de Sturzo a De Andrea, 3/10/1942.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •

tensiones internas, perdidas además las esperanzas de lograr cualquier tipo de


apoyo por parte del Episcopado y del propio De Andrea, el grupo se diluyó.47
Según Braschi los grandes responsables eran las autoridades eclesiásticas que
“hanno dichiarato il si- lenzio sopra il nostro movimento [...] Di Pueblo y Libertad
non si dice nulla e non si dirà mai niente”; por un lado, porque los obispos “non
vogliono apparire inferiori ai vescovi del nord”; por otro, reflexionaba Braschi,
porque “pretendono che i cattolici non faccia- mo politica democratica
cristiana”.48 Para Chiti, algo más autocrítico, no podían dejarse de lado tampoco
los problemas y las divergencias ideológicas del propio arco antifas- cista. En
particular, las fricciones con los miembros de Orden Cristiano debido, entre
otras razones, a la defensa que del “liberalismo” y muy especialmente del
“liberalismo económico” hacían las principales plumas de la revista. Los
contrapuntos en ese plano derivaron incluso en una árida disputa por el nombre
del movimiento, ya que, según los “maritainianos”, el término “pueblo” no era el
más apropiado por ser asociado a los nacionalistas católicos y, por tanto, a la
intervención estatal y al denominado “estatis- mo”. En concreto, proponían
rebautizar el grupo como “Justicia y libertad”, tal como concretamente hicieron
en las convocatorias desde la revista.49
Por entonces, tampoco el reinicio de las reuniones del Consejo Directivo del partido
–renombrado Unión Democrática Argentina– generó expectativas favorables. Según
Guglielmino, la tarea de reflotar la agrupación era casi imposible frente al peso
de las corrientes “nacionalistas” entre los católicos, el escaso apoyo del Episcopado
y la franca oposición “del clero y la Acción Católica” que no querían que los
católicos “come citta- dini” formaran “un partito ne popolare ne d'altra specie”.50
Según Braschi, por otra par- te, lograr el apoyo de los párrocos de la ciudad de
Buenos Aires era imposible porque “sono ricchi, molti sono capitalisti, tutti hanno
l'automobile […] Il clero povero”, al que Sturzo sugería convocar, según Braschi,
no existía en Buenos Aires.51 Chiti, habitual- mente más autocrítico, no negaba
esos factores, pero ponía en primer plano los errores cometidos por la
“inexperiencia” del grupo y las ambiciones personales de algunos de sus
referentes, en una clara alusión a Guglielmino, con quien mantenía una relación
no exenta de roces y rivalidades.52
En busca de una posible salida, Braschi sugirió por entonces acercarse a otros
parti- dos de inspiración cristiana fuera del país, tanto de Estados Unidos53 –
aprovechando

47 AS, SEG 605, 4: Carta de Sturzo a Chiaraviglio, 9/9/1941.


48 “...han declarado el silencio sobre nuestro movimiento... De Pueblo y Libertad no se dice nada y no
se dirá nunca nada... no quieren parecer inferiores a los obispos del norte... pretenden que los
católicos no practiquemos política democrática cristiana...”.
49 AS, SEG 606, Carta de Chiti a Sturzo, 10/8/1942. Justicia y Libertad, Orden Cristiano nº 17,
15/2/1942. 50 AS, SEG 605, 37: Carta de Brasci a Sturzo, 8/9/1941.
51 AS SEG 606, 27: Carta de Braschi a Sturzo, 10/7/1942.
52 AS, SEG 606, 5: Carta de Chiti a Sturzo, 9/5/1942.
284 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi
53 AS, SEG 606, 23: Carta de Braschi a Sturzo, 26/2/42.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •

las relaciones tejidas por Sturzo– como de América Latina.54 Se llegó a formar
incluso una comisión encabezada por Gugliemino que se sumó a un comité
integrado por diferentes exponentes del antifascismo católico en el país como
Eduardo Krapf, Pedro Podestá, Alberto Vlez y el director de Orden Cristiano,
Alberto Duhau, para participar de un encuentro regional en Uruguay. La
iniciativa, sin embargo, no sobrevivió al golpe de estado de 1943, que suspendió
la actividad política y disolvió los partidos.55

los sturzianos argentinos y el canto de cisne


de sus proyectos partidarios

Mientras en Argentina el golpe militar de 1943 se recostaba en figuras


emblemáticas del nacionalismo católico de signo integrista, internacionalmente
los vientos comen- zaban a soplar cada vez más claramente a favor de los
católicos antifascistas y la de- mocracia cristiana.56 El giro no necesariamente se
reflejaba en el episcopado argentino, cercano al gobierno militar, ni en el principal
diario católico local, El Pueblo, como bien dejaba en claro Orden Cristiano, pero
sí en algunos sectores del laicado y en el pla- no editorial.57 De hecho, en poco
tiempo, los sturzianos pasaron de tener que abrirse paso a la fuerza para lograr
editar a Sturzo en el país a competir con varios grupos repentinamente
interesados en su obra.58 El director de la revista Océano, por ejemplo, le solicitaba
artículos y lo alentaba a visitar Buenos Aires,59 y la imprenta Corinto, a cargo de
Dionissio Petriella de la Asociación Dante Alighieri, le ofrecía editar Italia en el
mundo del futuro, recientemente publicado en Barcelona.60 Germán Marco Echeve-
rría, director del nuevo semanario Estrada –censurado poco después por las
jerarquías eclesiásticas–, le escribía para solicitarle originales, ya que “se tornaba
urgente que los demócratas cristianos” difundieran “el precioso tesoro de la
doctrina social”61 y, desde

54 1943. La revista argentina ORDEN CRISTIANO, Orden Cristiano n° 32, 1 de febrero.


55 1943. Tiempos Nuevos, septiembre (AS SFK 764, 4).
56 Sobre el catolicismo y el golpe de Estado de 1943, pueden verse Bianchi (2001), Caimari
(1996), Za- natta (1999), Zanca (2013).
57 En relación a la línea editorial de El Pueblo, ver el trabajo de Lida
(2010). 58 1923. Un silencio inexplicable, Orden Cristiano n° 43, 15 de
junio.
59 AS SEO 654, 5: Carta de Revista Océano a Sturzo, s/f; SEO 656: Carta de Revista Océano a Sturzo,
1944, s/f. Oferta que Chiti consideraba tramposa ya que Océano había publicado una necrológica
favorable al ex presidente Castillo conocido por sus ideas “nazifascite” que “furono a tutti note, come
note furono le sue campagne elettorali basata sulla frode più scandolosa.” AS SFK 764, 44: Carta
de Chiti a Sturzo, 15/12/1944. “...fueron conocidas por todos, como conocidas fueron sus campañas
electorales basadas en los fraudes más escandalosos...”.
60 AS, SED 570, 62: Carta de Chiti a Sturzo, 1/10/44; SEO 671, 1 y 2: Carta de Asociación Dante
Alighieri (Petriella) a Sturzo, 26/7/1945; SEO 671, 3: Carta de Petriella a Sturzo, 16/7/1945. Edición
española: Luigi Sturzo, 1945. Italia y el nuevo orden mundial. Barcelona: Los libros de nuestro
286 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi
tiempo.
61 AS SEO 667. 13: Carta de Echeverría a Sturzo, 18/9/45.
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •

los periódicos de la comunidad italiana, se lo contactaba con insistencia para


conocer sus opiniones sobre la situación en Italia.62 De igual manera, tras la
finalización del proceso de edición de Vera Vita. Sociologia del Soprannaturale,
auspiciada por De An- drea en la Editorial Difusión,63 su director, Luchía Puig,
intentó mantenerlo en su esfera de influencia proponiéndole editar nuevos
materiales –como Inner Laws of Society, la traducción inglesa de los Essai–64 y le
pidió, entre otras cosas, “referencias norteameri- canas que resultaran de interés”
para publicar en español con el objetivo de combatir “el totalitarismo”, la
amenaza “más dañosa” por infiltrarse “dentro” de las “propias filas católicas.”65
En ese marco internacional más favorable, decidida además la guerra, aun
cuando el episcopado local continuaba dándoles la espalda, los sturzianos volvieron
a esperan- zarse con la posibilidad de lanzar un partido católico de cierta
envergadura. Los festejos por el sexto aniversario del periódico daban cuenta de
ese renovado optimismo que también se percibía en las páginas de Orden
Cristiano.66 Según Braschi, era, después de mucho tiempo, el mejor momento
porque finalmente el papa “questa volta ha parlato più chiaro, senza peli sulla
lingua, ha sostenuto quello che lei sempre ha detto”, lo cual
–aclaraba– no quería decir que en la Argentina podían esperarse cambios
repentinos o el apoyo de los obispos –ni siquiera el de De Andrea–, puesto que
“l'alto e il basso clero” preferían “l'abbraccio coi grandi milionari e col governo”,
pero aun así las cosas se encaminaban en el mundo y tarde o temprano los
cambios se harían sentir en la Iglesia

62 AS SEO 656, 44: Carta de Pizarro a Sturzo, 6/3/1944; SEO 656, 66: Carta de Vita-Finzi a Sturzo,
10/11/44.
63 AS, SED 570, 41: Carta de De Andrea a Sturzo, 16/9/1942. La primera edición fue en inglés:
1943. The True Life. Sociology of Supernatural. Washington: The Catholic University of America.
Inicialmente, el acuerdo económico propuesto por la editorial (un 10% de las ventas) no
convenció a Sturzo, pero la intervención de De Andrea respaldando a Luchía Puig que “a plena
satisfacción” –le explicaba– editaba sus propias publicaciones inclinó la balanza y permitió sellar el
acuerdo, para desagrado de los sturzianos que intentaron en varias ocasiones hacerlo cambiar de
parecer, criticando a Difusión y ofreciéndole otras alternativas que lo mantuvieran en la esfera de
influencia del grupo. Sobre el proceso de edición y las críticas a Difusión: AS, SED 570, 41: Carta
de Sturzo a De Andrea, 3/10/1942; 42: Carta de Luchía Puig a Sutrzo, 17/12/1942; 43: Carta de
Sturzo a Luchía Puig, 5/1/1943; 44: Carta de Sturzo a De Andrea, 8/1/1943. La opinión de Chiti en:
AS, SED 570, 62: Carta de Chiti a Sturzo, 1/10/44. Cuestionamientos a Difusión: AS SFK 764, 6:
Carta de Braschi a Sturzo Pilar, 13/11/1943; SFK 764, 8: Carta de Braschi a Sturzo, 12/12/1943; SFK
764, 11: Carta de Braschi a Sturzo, 3/7/1944
64 AS SEO 656, 92/93: Carta de Sturzo a Lucia Puig, 31/5/1945; SEO 669, Carta de Chiti a Sturzo,
22/4/46; SED 668, 18: Carta de Luchía Puig a Sturzo, 6/7/1946. Finalmente, saldría editado por
Difusión en la colec- ción dirigida por G. Franceschi en 1946 con el título: Leyes internas de la
sociedad. Una nueva sociología. Vera Vita; asimismo, salió editada con el título La Verdadera Vida.
Sociología de lo sobrenatural, Difusión, Buenos Aires, 1944.
65 AS, SED 570: 56, Carta de Difusión a Sturzo, 28/12/1943; 58: Carta de Sturzo a Puig, 15/1/1944.
Sturzo propuso en aquella ocasión la edición de Church and State in Fascist Italy, escrito por
Daniel Birch y editado por la Universidad de Oxford en 1939, y For democracy, publicado por
People and Freedom Group el mismo año.
288 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi
66 1945. Tiempos Nuevos, 1 de mayo. Al respecto: 1945. Homenaje a Tiempos Nuevos, Orden Cristiano n° 90.
280 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi

local.67 Chiti también se mostraba más optimista, puesto que muchos fascistas no
eran en su opinión necesariamente totalitarios. En realidad, muchos habían
confundido el fascismo “con il patriottismo”; por tanto, como estaba ocurriendo
tras la caída del rég- imen, a “moltissimi cadde la benda posta dinanzi ai loro
occhi” por la “propaganda intensa”.68
La editorial del periódico se reactivó con el folleto de Ciccolo Tucci Charla a
los católicos y comenzaron a realizarse nuevamente reuniones de discusión
interna tras un período bastante prolongado de inactividad. Orden Cristiano se
hizo eco de los encuentros y cubrió también las actividades de otros grupos
democristianos en Cór- doba y en Rosario.69 El número extraordinario sobre “La
Paz” editado a mediados de 1945, finalizada la guerra, reunió por primera vez en
mucho tiempo a la mayoría de los sectores democráticos del catolicismo, incluidos
i popolari70. Tiempos Nuevos, de igual manera, llamó por entonces a la
confluencia de los diferentes sectores, publicando ar- tículos de Manuel Ordoñez
y Manuel Río sobre las atrocidades de los totalitarismos, y de Pedro de Basaldúa
sobre la dictadura franquista.71
En esa renovada búsqueda de la unidad influía tanto el clima internacional
propicio como el ascenso, en el nivel local, de la candidatura de Perón, en la que
muchos de ellos veían la continuidad del golpe de estado de 1943 y la
encarnación local de un fascismo a la criolla. La Juventud de la Democracia
Cristiana y diferentes expresiones como la Unión Republicana Popular se
manifestaron en contra, al igual que Orden Cristiano y Orientación Social, que
publicaron numerosos artículos denunciando el peronismo y las vinculaciones
entre los católicos nacionalistas y el nuevo movimiento político. De igual manera,
los “populares” cuestionaron el modelo de sindicalismo único defendido por Perón y
llamaron a seguir el programa socialcristiano del ex PPA.72
El ímpetu reorganizador del grupo, sin embargo, duró relativamente poco.
Tras al- gunos meses se hizo evidente que, más allá del entusiasmo reinante, no
contaban con

67 “...esta vez ha hablado muy claro, sin pelos en la lengua, ha sostenido lo que siempre ha dicho... el
alto y el bajo clero prefieren el abrazo con los grandes millonarios y con el gobierno...”.
68 AS SFK 764, 41: Carta de Chiti a Sturzo, 13/10/1944. “... a muchos les cayó la venda puesta
delante de sus ojos...”.
69 1945. Sembrando la confusión, Orden Cristiano n° 80, 1 de enero; 1945. Carta abierta al
reverendo padre Luis Torti, Orden Cristiano n ° 83, 15 de febrero. Sobre la democracia cristiana
de Córdoba: 1945. Discurso del señor Agrelo, de la Unión Democrática Cristiana de Córdoba,
Orden Cristiano n° 96, 15 de septiembre; sobre la de Rosario: 1945. Cómo se nos juzga: Juan José
Andino, Orden Cristiano n° 97, 1 de octubre; 1945. La Acción Política Cristiana, Orden Cristiano n° 101,
segunda quincena de diciembre.
70 1945. Orden Cristiano, n° 90, 5 de junio.
71 Manuel Ordóñez, 1945. La tarea sigue, Tiempos Nuevos n° 62, mayo. Manuel Río, 1945. El
esfuerzo victorioso del espíritu, Tiempos Nuevos, 62, mayo.
72 1946. Refutan al candidato Perón los demócratas cristianos de la Unión Republicana Popular,
Diego Anuario IEHS 29 & 30 (2014-2015) •
Orden Cristiano, n° 102, primera quincena de enero. Sobre la visita a Luján: 1946. Orden Cristiano, n°
105, primera quincena de marzo.
282 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi

los recursos ni las fuerzas para relanzar el partido. Peor aún, el periódico
atravesaba una profunda crisis de la que ya no se recuperaría, asfixiado por
problemas financieros que se arrastraban desde su nacimiento mismo,
agravados por el impacto negativo de la guerra en la industria editorial. A
diferencia de lo que ocurría con Orden Cris- tiano, sostenida por miembros de
las élites sociales y económicas del país, Tiempos Nuevos y la Editorial Popular
no contaban con un canal sólido de financiamiento. Los Essai –cuyos derechos
había cedido Sturzo– no pudieron editarse precisamente por la falta de recursos
y, hacia mediados de los cuarenta, la propia cohesión del grupo se vio afectada
por la delicada situación económica de algunos de sus integrantes. Luigi Chiti,
por ejemplo, se lamentaba por la precariedad de su situación laboral que no le
permitía dedicarse como quería a la actividad política, y Braschi –en la misma
línea– se refería al tiempo creciente que le insumían sus tareas como párroco en
Pilar, cuya distancia con Buenos Aires –unos cincuenta kilómetros– agregaba un
factor adicional de dificultades.73
Un tanto paradójicamente, la crisis de los populares argentinos –que a la
postre resultaría más o menos definitiva– se producía en el preciso momento en
que, con el ascenso de la democracia cristiana en Italia y Europa, se vivía en el
país –y en el mun- do– un renovado interés por la figura de Sturzo.74

consideraciones finales. un antifascismo católico


de tintes populistas en la argentina de entreguerras

A diferencia de las vertientes más conocidas del antifascismo católico


argentino, que, como Orden Cristiano, ensayaban diferentes canales de diálogo y
confluencia en- tre democracia cristiana y liberalismo político y económico, los
sturzianos tomaron desde el comienzo un camino diferente que denunciaba
tanto las derivas fascistas de los nacionalistas católicos como los intentos de
reconciliación con el liberalismo, sobre todo en el plano económico.75 Tal como
manifestaban los programas partidarios entre 1934 y 1940 y las editoriales de
Tiempos Nuevos, para los populares, los principios social-

73 Una reseña sobre el folleto en 1943. Los Libros, Orden Cristiano, n˚ 48, 15 de septiembre.
74 La revista Orden Cristiano, hasta entonces más bien poco preocupada por él, publicó varios
artículos sobre su trayectoria; y el propio líder del ex PPI, ya nuevamente en Italia, envió a la
revista estudios sobre la historia y el presente de la democracia cristiana. Bárbara Barelay-Carter,
1946. Los cristianos democráticos de Italia. Su origen y su fuerza, Orden Cristiano, n° 105,
primera quincena de marzo; Luigi Sturzo, 1947. Rómulo Murri pioneer de la democracia cristiana,
Orden Cristiano, n˚ 131, primera quincena de abril. En esos artículos, destacaba la importancia de
Rómulo Murri en el surgimiento de las ideas democristianas –recientemente reconciliado con la
Iglesia– y se refería a sus primeros años en política, como alcalde de Caltagirone (Sicilia) y como
consejero nacional de la Asociación de las Comunas antes de la fundación del Partido Popular.
75 Alberto Duhau, 1943. En torno al liberalismo, Orden Cristiano n° 33, 15 de enero. Alberto Duhau,
1944. Dos liberalismos, Orden Cristiano, n° 63, 15 de abril. Sobre la separación de la Iglesia y el
Estado: 1943. La tradición americana de la libertad religiosa, Orden Cristiano, n° 47, 15 de agosto;
Carlos Coll Benegas, 1947.
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cristianos requerían necesariamente de una intervención fuerte del Estado y, desde


un primer momento, de un mayor control sobre la actividad económica que, sin
suprimir la iniciativa privada –de acuerdo con lo que el catolicismo social
defendía desde fines del siglo xix–, la encauzara hacia el bien común.
Consideraban, además, que, sin abandonar las formas de representación de la
demo- cracia parlamentaria, como se planteaba en el programa del PPA de 1940,
era preciso desarrollar nuevas variantes e instituciones que reflejaran mejor la
complejidad social y los desafíos del mundo de entreguerras.76 Silvio Braschi, por
ejemplo, entendía que había llegado el tiempo de proponer cambios en las
formas de representación y funda- mentalmente en las organizaciones
socialcristianas auspiciadas por la Iglesia. Los Círcu- los de Obreros, en concreto,
debían abandonarse porque claramente habían fracasado, puesto que “la clase
proletaria” seguía “divorziata dalla Chiesa”.77 Había, además, que terminar con las
obras de beneficencia que “i grandi capitalisti” mantenían con “piace- re” para dar
cabida a verdaderas “opere di giustizia” que reconocieran derechos a través de
leyes sociales e impulsaran la creación de nuevas “organizzazioni operaie” así como
juntas o consejos consultivos que permitieran llevar los reclamos obreros al
Estado. En otras palabras, había que combatir el fascismo y defender la
democracia electoral, las instituciones parlamentarias y los partidos políticos, pero
no para mantener o retornar solamente al “vecchio liberalismo”78 o, como
pretendía De Andrea, según los sturzianos, limitarse a “purificare” la democracia
liberal.79
Guglielmino, por su parte, aunque en un tono menos confrontativo, compartía
la misma visión. Una de las principales tareas del partido popular era
justamente, se- gún manifestaba en Tiempos Nuevos, lograr que los sindicatos
dejaran de ser “simples asociaciones de hecho” para pasar a constituir “órganos
naturales de la sociedad civil” capaces, además, de asesorar al Estado. Ello,
aclaraba, no implicaba ningún tipo de cer- cenamiento de la libertad sindical –
como pretendían los fascistas–, sino por el contra- rio el establecimiento de un
marco regulatorio justo para el ejercicio concreto de esa “libertad”, a través de
la concertación de contratos colectivos capaces de atender las demandas
obreras de salario, descanso y condiciones de vida. Principios estos que ya había
recogido la plataforma electoral del PPA en 1939 y 1940, cuando explícitamente
planteó la necesidad de que el Estado reconociera las asociaciones y les diera
una ma- yor injerencia.80

Una carta, Orden Cristiano, n° 135, primera quincena de junio; Carlos Coll Benegas, 1947. Sobre el
capital y el trabajo, Orden Cristiano, n° 140, segunda quincena de agosto.
76 Los debates en ese plano circulaban en todo el espectro ideológico. Al respecto, ver Persello
(2010), De Privitellio (2011).
77 AS SEG 606, 21: Carta de Braschi a Sturzo, 26/2/1942.
78 AS SEG 605, 38: Carta de Braschi a Sturzo,
25/11/1941. 79 AS SEG 606, 27: Carta de Braschi a
284 • Anuario IEHS 29 & 30 (2014- I popolari en la Argentina. Luigi
Sturzo, 10/7/1942.
80 1940. Reconocimiento Jurídico del Sindicato, Tiempos Nuevos, n° 9, marzo.
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Por tanto, reflexionaba en una de sus cartas Braschi, aplicar el programa


socialcris- tiano no era fácil pero no sólo porque los nacionalistas católicos se
inclinaban hacia el corporativismo fascista o el Episcopado les daba la espalda –o
incluso los combatía–, sino porque quienes se decían democristianos –entre ellos
el propio De Andrea, Fran- ceschi y los principales referentes de Orden Cristiano–
no estaban en realidad dispues- tos a oponerse a “i grandi politici capitalisti, i
socialisti, il cardenale, i vescovi, il clero rico, tutti daccordo contro loperaio”.81 El
Partido Popular, por tanto, tenía una tarea enorme por delante: enfrentarse a la
“società borghese, comoda, piena di prevenzioni e sprezzan- te dei diritti degli
operai”. Chiti, más directo incluso, consideraba que, tras los roces de 1943 en el
marco del fallido intento de organizar People and Freedom, los acuerdos con los
católicos de Orden Cristiano eran francamente imposibles porque se trataba de “un
piccolo gruppo di aristocratici i quali hanno terrore della parola popolo”.82
En este sentido, las diferencias de los populares con De Andrea no se debían
sólo a su supuesta falta de compromiso con la democracia cristiana en el plano
partidario y electoral o a sus modos “aristocráticos”. Para los sturzianos, a
diferencia de lo que pen- saban otros sectores del antifascismo católico, De
Andrea encarnaba un tipo de cato- licismo que debía enterrarse en el pasado. La
Casa de la Empleada, tan alabada por los grandes diarios –señalaba Braschi en
una carta a Sturzo– no era más que una “specie di club per le donne impiegata”,
bastante “aristocrático”, cuyo reglamento nada decía so- bre el “programa
cristiano sociale”, porque el clero y los obispos “preferiscono labbraccio coi grandi
milionari e col governo, sempre borghese”; y De Andrea o Franceschi –al que
Braschi de todas maneras respetaba intelectualmente– no eran excepciones.83
Por supuesto, no todos acordaban plenamente con esos juicios y menos con
una postura de confrontación abierta. Militantes como Chiaraviglio, más
moderados, con- sideraban que De Andrea podía ser, de todas maneras, un
aliado, al igual que parte de la “borghesia […] profondamente antifascista e molto
catolica”.84 Guglielmino, por su parte, aunque sintonizaba con Braschi y Chiti,
trataba de acercarse a Orden Cristiano y mantener relaciones cordiales
resaltando las coincidencias con la esperanza de lograr articular un frente. En
ese plano, la defensa del personalismo, la reivindicación de una antropología
filosófica de signo positivo y la denuncia del “estatismo” constituían un nú- cleo
duro común a partir del cual pivotaban los intentos de articulación (Zanca, 2013).
Los populares, sin embargo, enmarcaban esas desconfianzas y críticas a la
interven- ción del Estado en un discurso que, como vimos en la correspondencia
con Sturzo,

81 AS SEG 606, 23: Carta de Braschi a Sturzo, 6/4/1942. “... a los grandes políticos capitalistas, los
socialis- tas, el cardenal, los obispos, el clero rico, todos de acuerdo contra el obrero”.
82 AS SEG 606: Carta de Chiti a Sturzo, 10/8/1942. “...sociedad burguesa, cómoda, llena de
prejuicios y despreciativa de los derechos de los obreros...”, “...se trata de un pequeño grupo de
aristócratas que tienen terror de la palabra pueblo”.
83 AS SFK 764, 20: Carta de Braschi a Sturzo, 10/3/1945. “...es un tipo de club para las mujeres
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empleadas...”. 84 AS SEG 605, 43: Carta de Chiaraviglio a Sturzo, 9/9/1941.
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hacía resonar tónicas antiburguesas y anticapitalistas, que raramente se hallaban


en la revista dirigida por Alberto Duhau. Los sturzianos concebían su propia
identidad antifascista y democristiana a partir de un fuerte antagonismo basado
en la categoría pueblo, tal como había reflejado ya el programa de 1934 en el
que cuestionaban el accionar de las “oligarquías prepotentes”. En ese plano, los
populares se distanciaban del resto del antifascismo y se acercaban, de hecho, a
sus adversarios: al nacionalis- mo católico y al emergente peronismo.85 El
peligro fascista derivado de una excesiva intervención estatal –el denominado
“estatismo”– no dejaba de denunciarse intensa- mente, pero esas denuncias se
enmarcaban en una crítica igualmente firme a las élites dirigentes y al
predominio de la libertad de empresa y de las lógicas de mercado que no podían
compatibilizarse con el catolicismo. La impugnación en clave populista de
“burgueses y terratenientes” podía adquirir incluso tonos bastante severos, puesto
que consideraban a las clases dominantes argentinas responsables del ascenso
del comu- nismo y de la generación de condiciones para el surgimiento del
fascismo, incapaces de desarrollar, por mezquindad e incompetencia, el
programa socialcristiano que las sociedades demandaban. El fascismo italiano se
explicaba justamente en dicha clave: como la consecuencia de una larga historia
de decepciones y padecimientos del cam- pesinado, acrecentados en la primera
posguerra por la ceguera de los terratenientes y los burgueses que resistieron la
sanción de leyes antilatifundistas, generando el caldo de cultivo para el ascenso
de la derecha radical.86
La crisis del grupo hacia mediados de los años cuarenta tuvo mucho que ver
con las dificultades económicas que, como señalamos, les pusieron desde un primer
momen- tos vallas difíciles de sortear pero, como dejan entrever sus
posicionamientos ideoló- gicos, se vinculó también a las diferencias que los
distanciaban de otros sectores del antifascismo en materia económica y a la
hora de evaluar el rol de las clases dirigentes en el país. En ese sentido, la
coyuntura de fuerte polarización de 1945 y 1946, en la cual el antifascismo –
devenido antiperonismo– exigía posicionamientos contundentes y definitivos, los
fue colocando en lugares cada vez más incómodos y difíciles de asumir. Más aún,
frente a la insistente defensa del liberalismo económico asumida por algunos

85 Tal vez, al menos en parte, dicha visión populista, sumada a la situación de crisis y disgregación
del grupo, explique el hecho de que finalmente sólo Guglielmino firmara el manifiesto
antiperonista de res- paldo a la Unión Democrática, apoyada, sin embargo, ampliamente por los
dirigentes democristianos y muy especialmente por Orden Cristiano. 1946. Manifiesto de los
demócratas cristianos en auspicio de la fórmula presidencial Tamborini-Mosca, Orden Cristiano, n°
104, primera quincena de febrero.
86 Aunque eran críticos de las interpretaciones economicistas del marxismo, los sturzianos resaltaban
la necesidad de desarrollar aproximaciones históricas y sociológicas para comprender un
fenómeno que, como el totalitarismo, enterraba sus raíces en procesos sociales, psicológicos y
políticos de larga duración. A eso apuntaba, al menos en teoría, la “sociología historicista” que Sturzo
defendía en Chiesa e Stato, donde afirmaba precisamente que era necesario combinar el análisis de la
estructura (sociología) con el del proceso (historia) porque “non esiste struttura sociale senza
evoluzione storica, nè processo storico senza struttura sociale”. Sturzo (1958), p. XVII. “... no existe
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estructura social sin evolución histórica, ni proceso histórico sin estructura social”.
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de los sectores más visibles del antifascismo católico, tales los casos de Duhau y
Coll Benegas tras la cumbre democristiana de Montevideo en 1947.87
Enfrentados con las jerarquías eclesiásticas, críticos de los nacionalistas
católicos y las organizaciones de masas impulsadas por la Iglesia, distantes del
peronismo pero también de las vertientes más visibles del antifascismo y del
antiperonismo católicos, los populares argentinos vieron por esos años cómo se
desvanecían de una vez sus po- sibilidades de poner en marcha un partido católico
de cierta envergadura.

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87 Durante la segunda mitad de 1947, desde la revista, Coll Benegas hizo públicas varias cartas
mani- festando su preocupación por el contenido de la declaración de Montevideo que, desde su
punto de vista, conducía nuevamente al “estatismo” y, por tanto, al “totalitarismo”. Formas políticas
que entendía como la lógica consecuencia de intentar cuestionar los “puntales” de la libertad
económica: “la propie- dad privada y la libre empresa”. La idea misma de un “humanismo
económico” como el que impulsaba el sacerdote Joseph Lebret era en su opinión totalmente
errada, puesto que desconocía las “leyes de la ciencia económica”. 1947. Fijáronse las bases para
un movimiento demócrata cristiano, La Prensa, 10 de mayo. Jaime Potenze, 1947. Principios
orientadores del Congreso de Montevideo, Orden Cristiano, n° 139, primera quincena de agosto;
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Coll Benegas, 1947. Sobre el capital y el trabajo, Orden Cristiano, n° 140, segunda quincena de
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