Psicologia Aplicada A Las Situaciones de
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
M.Y.M.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Índice general
Dedicatoria…………………………………………………………………………. 3
Índice general………………………………………………………………………. 4
Prólogo………………………………………………………………….................... 8
Emergencia……………………………………………………………... 15
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5.5. Pánico………………………………………………………………... 48
Oculares (EMDR)…………………………………………………… 72
6.7. Counseling…………………………………………………………… 77
6.8. Coaching……………………………………………………………. 87
6.9. Resiliencia…………………………………………………………… 89
Post-traumático……………………………………………………… 135
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Abrazo de mariposa………………………………………………. 74
Afrontamiento de situaciones, esquema…………………………... 23
Cuestionario de Evaluación de Pánico……………………………. 49
Decálogo de Petición de Cambios………………………………… 85
Exposición en la Imaginación……………………………………. 98
Focusing…………………………………………………………… 97
Modelo PRECEDE………………………………………………… 83
Reprocesamiento Cognitivo………………………………………. 138
Silla Vacía…………………………………………………………. 121
Técnicas Cognitivas………………………………………………... 91, 128, 170
Técnicas Conductuales……………………………………………... 92, 124, 128, 169
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Prologo
Son muchas las experiencias que inspiraron en mí el deseo de realizar el presente trabajo.
Vienen a mi mente recuerdos de personas que sufrieron asaltos sintiéndose vejadas, con
sentimientos de impotencia, cólera y hasta sentimientos de culpa. Personas, como el de
un bombero que sufrió graves quemaduras en el 90% de su cuerpo y que tuvo y tiene
hasta hoy que vivir con una nueva imagen personal, conociendo sus limitaciones.
Experiencias como las que se viven al acudir al llamado de una emergencia; entre ellas
recuerdo la de un joven adolescente que atravesaba una fuerte depresión y que se encerró
en su habitación, amenazando quitarse la vida; o como aquella vez que acudimos para
atender un supuesto caso de infarto y lo que hayamos fue a un señor octogenario que se
sentía solo y que quería compartir las enseñanzas de su vida. Y como aquella ocasión,
luego del Terremoto de Pisco (2007), en que realizamos una sesión de “defusing”, con
los compañeros bomberos que acudieron a dicho evento y en donde una de ellos, nos
manifestaba el impacto que sintió al ver el dolor, la pérdida, la crisis que se vivía en el
entorno.
Por esas experiencias y otras más, es que he recopilado diversa información sobre la
aplicación de la Psicología a las situaciones de emergencia; con el único motivo de aportar
un documento que recoja y brinde la información básica necesaria para las personas
interesadas en éste tema y que desean ayudar.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Como bien plantean algunos autores, en la literatura sobre la temática, a menudo nos
encontramos con que se utiliza de manera indistinta, como sinónimos, los conceptos de
emergencia, desastre y catástrofe; si bien hay diferencias en cuanto a la magnitud de los
efectos o consecuencias de estos sucesos traumáticos en las que se establece cierta
delimitación y diferenciación, otros autores consideran oportuno agruparlas bajo el
concepto de “situaciones de emergencia”, y focalizan sus aspectos o características
comunes, entre ellas la urgencia en la intervención.
Todos estos eventos comparten las siguientes características que sustentan el concepto de
situaciones de emergencia:
- En todos los casos se requiere de una intervención ante una demanda que no se puede
postergar por la seriedad y urgencia de la situación.
- Salvando las distancias entre estos eventos, debido a la magnitud y las repercusiones,
personales y sociales de cada uno de ellos, en todos los casos aparecen reacciones
psicológicas bastante similares en los sujetos.
- Todos estos eventos suelen ser imprevisibles, accidentales y sorpresivos, lo que provoca
alteraciones en los individuos.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
diversos eventos estresantes que las precipitan, entre las que se encuentran las situaciones
de emergencia.
En las últimas décadas se han dado acontecimientos que generaron la necesidad de aplicar
los estudios e investigaciones propios de la psicología al ámbito de las emergencias, los
desastres y las catástrofes. En este sentido son muchos los autores que señalan ya a la
“Psicología de Emergencias” como una nueva especialidad dentro del ámbito profesional
del psicólogo, aunque muchos otros la enmarcan dentro del ámbito de la salud o social.
Indiscutiblemente se hace cada vez más necesaria la investigación, el desarrollo y
aplicación de estos conocimientos a este tipo de eventos, cada vez más frecuentes en
nuestros tiempos.
Los efectos de los desastres sobre la salud se manifiestan en lo físico, lo mental y lo social.
Tradicionalmente, se ha brindado una atención más detallada solo a los aspectos físicos y
sociales. Los programas de salud en las emergencias se han dirigido básicamente a la
atención médica inmediata, al problema de las enfermedades transmisibles, agua y
saneamiento ambiental, así como los daños a la infraestructura sanitaria.
Afortunadamente, en los últimos años, se ha comenzado a prestar atención al componente
psicosocial, que siempre está presente en estas tragedias humanas, pero definiendo lo
psicosocial en un sentido amplio que abarca no solo la enfermedad psíquica, sino también
otros problemas como la aflicción, el duelo, las conductas violentas y el consumo
excesivo de sustancias adictivas.
Además de los desastres provocados por amenazas naturales, también los efectos
generados por la violencia social masiva y las guerras han provocado un gran impacto
sobre la salud mental de las personas que se han sentido presas del miedo, han sufrido
heridas y mutilaciones, la muerte de seres queridos, y graves pérdidas económicas.
Igualmente, la salud mental se ve afectada como resultado de los desplazamientos de
grandes grupos humanos, de la vida en campamentos, o del hacinamiento en suburbios
con precarias condiciones sanitarias y económicas. En estas circunstancias las
necesidades de atención psicosocial pasan a un primer lugar debido al estrés al que la
población está sometida y a los traumas específicos de grupos con mayor vulnerabilidad.
En este contexto, son muchos los países de América Latina que además presentan una
baja capacidad de respuesta ante los problemas de salud mental en situaciones de
emergencia.
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física y/o se producen muertes, lesiones, destrucción y pérdidas materiales, así como
sufrimiento humano. Por lo general, se sobrecargan los recursos locales, que se tornan
insuficientes, y quedan amenazados la seguridad y funcionamiento normal de la
comunidad.
En las grandes emergencias se requiere, con carácter urgente, una intervención externa de
ayuda para aliviar o resolver los efectos producidos y restablecer la normalidad. Las
emergencias se expresan como verdaderas tragedias o dramas humanos y por ende, no
solo es necesario tener en cuenta los aspectos de atención a la salud física y las pérdidas
materiales, sino también atender la aflicción y consecuencias psicológicas del evento en
cuestión.
A nivel del individuo, se define la crisis como aquella situación generada por un evento
externo que sobrepasa toda capacidad emocional de respuesta del ser humano; es decir,
sus mecanismos de afrontamiento le resultan insuficientes y se produce un desequilibrio
e inadaptación psicológica. Las crisis pueden o no necesitar de una intervención
profesional, ya que en ocasiones pueden ser manejadas mediante el apoyo familiar y
social.
El término “emergencia médica” se reserva para aquellos casos que requieren de una
atención profesional inmediata debido al riesgo que puede tener su vida, la existencia de
sufrimiento intenso o por la aparición de complicaciones.
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Las acciones deben tener un carácter integral que abarque no solo lo curativo, sino que
incluyan también perfiles preventivos y de rehabilitación. En la atención a las
enfermedades físicas, además, es necesario abordar la dimensión humana del problema
con un contenido social.
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CAPÍTULO 2: Marco teórico de la Psicología de
Emergencias.
Lindermann (1944), trabajó con los sobrevivientes y las familias de las víctimas del
incendio del Club Nocturno “Coconut Grove” en Boston, a raíz de cuyos trabajos surgió
el cuerpo teórico de la “terapia breve intensiva y de urgencia” y su informe clínico sobre
los síntomas psicológicos de los sobrevivientes se convirtió en la base para las teorías
sobre el proceso del duelo.
Partiendo de estos trabajos Gerald Caplan, miembro del Massachusetts General Hospital
y del Harvard School of Public Health, desarrolla los principales trabajos que existen
sobre la intervención en crisis y sentó los principios de la psiquiatría preventiva. Las
investigaciones descriptivas van descubriendo posteriormente que las reacciones de las
víctimas no son iguales durante la fase de impacto del evento y posterior a éste. En este
sentido Friedman y Linn (1957), investigaron sobre los sobrevivientes del barco “Andrea
Doria” y plantearon que al tratar con víctimas de sucesos traumáticos se debe tener en
cuenta las diferentes respuestas que se dan, tanto en la fase inicial o de impacto como en
el de la recuperación, en una situación de desastre.
Robert Lifton (1967), empieza a describir la conducta que se presenta en las fases o
periodos posteriores al impacto del desastre, realizando su estudio sobre los problemas
psicológicos a largo plazo que se presentaron después del bombardeo atómico en
Hiroshima.
Erick Erickson (1976) luego de la inundación de Búfalo Creek, realizó una investigación
sobre las consecuencias de tipo emocional que se derivan de la desorganización social y
física de una comunidad por la acción de un desastre natural.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Se han realizado muchos aportes por profesionales de la salud mental, aplicando sus
conocimientos en la ayuda a víctimas de acontecimientos críticos, como desastres
naturales, atentados terroristas, accidentes vehiculares, etc.
En enero de 1982, una tormenta inunda la Costa de California, originando que más de 100
familias quedaran sin hogar, al término de varios días se puso en marcha el Proyecto
COPE (Counseling Ordinary People in Emergencies) que coordinó los servicios de más
de 100 profesionales particulares en salud mental, con los recursos de los gobiernos
federal y local; trabajando durante más de un año, proporcionando asesoramiento
individual y grupal, sin ningún costo para el que lo solicitara. El 19 de Setiembre de 1985
se produjo un violento terremoto en la Ciudad de México causando la muerte de
aproximadamente 5,000 personas. Ante esta realidad la facultad de Psicología de la
Universidad Autónoma de México, con asesoramiento israelí, el Instituto Mexicano de
Psicoanálisis y el Instituto Mexicano de Seguridad Social, dieron inicio a un “programa
de intervención en crisis” con el propósito de ofrecer apoyo psicológico a las víctimas y
damnificados de la tragedia.
El 13 de noviembre de 1985, el Volcán del Nevado del Ruiz hizo erupción arrasando al
poblado de Armero en Colombia, causando un saldo de 22,000 muertos y 5,000 heridos.
En agosto de 1986 el Ministerio de salud de Colombia con el asesoramiento de la
Organización Panamericana de Salud, establecieron un “Programa de Atención Primaria
en Salud Mental” para víctimas de desastres, contando con el asesoramiento del Dr. Bruno
Lima y la Dra. Raquel Cohen.
la Norma Básica, que recoge como uno de los fines de la Protección Civil, la protección
y atención de la población en situaciones de grave riesgo colectivo, calamidad pública o
catástrofe; la Dirección General de Protección Civil asume como un objetivo más la
respuesta psicosocial, tanto desde el punto de vista de la prevención, como de la
planificación, la intervención y la rehabilitación. Por ello, se forma un Grupo de
Psicología de Catástrofes, coordinado por la Subdirección General de Planes y
Operaciones y manteniendo nexos de colaboración con el Centro Europeo de
Investigación Social de Situaciones de Emergencia (CEISE), para los temas relacionados
con la investigación psicosocial y con la Escuela Nacional de Protección Civil, para los
aspectos relacionados con la realización de actividades formativas.
En nuestro país, un grupo de médicos del Hospital Central de la Policía acudieron en los
días posteriores del terremoto de Huaraz (Perú, 1970) a las zonas más afectadas por el
aluvión posterior. De esta experiencia, el Dr. Raúl Jerí publica su trabajo de investigación
“Problemas de conducta en los desastres”, donde describe las perturbaciones psicológicas
observadas en los pobladores de la zona del terremoto y enfatiza la importancia de
tratarlas rápidamente.
En fecha más próxima, luego del Terremoto en las ciudades peruanas de Pisco e Ica (15
de agosto del 2007), el Colegio de Psicólogos del Perú, organizó una brigada de
psicólogos, conformada por diez profesionales colegiados, quienes asistieron a un total
aproximado de 174 personas, de las cuales 142 eran menores y 32 adultos. En Enero del
2008, el gobierno peruano publica el “Plan Regional de Operaciones de Emergencia”,
estableciendo que dentro de las actividades del Sector Salud, está la de “brindar asistencia
de salud a la población afectada, incluyendo las acciones de salud mental”; a pesar de
ello, aún en la actualidad no se ha conformado un organismo élite que agrupe
profesionales en la salud mental y que estén prestos para acudir a atender a las víctimas
de una situación de emergencia; solo existen distintas organizaciones, tanto públicas,
como privadas, que cuentan con psicólogos y que en caso del requerimiento de su
participación en una situación de emergencia, se tendría que convocarlos.
Desde el punto de vista psicosocial, hay que destacar el rol del “soporte social” o “Redes
de soporte social” y su importancia para ayudar a las personas a superar las situaciones
de crisis y facilitar la rehabilitación y reconstrucción posterior a un desastre; ya que ellas
facilitan la resiliencia en los afectados.
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- Las personas aprendan a valorar e identificar las situaciones de posibles riesgos, sobre
todo aquellas que por condiciones particulares pueden estar más expuestos (como vivir
en la ladera de un cerro, a la orilla de los ríos, en una zona sísmica).
- Conozcan los recursos y los procedimientos que pueden utilizar para buscar
protección, disminuir los riesgos, recibir o prestar primeros auxilios.
4.1.2. Etapa de Advertencia: se entra en esta etapa, cuando se tiene información con un
grado aceptable de confiabilidad, sobre la posible ocurrencia de una situación de
emergencia. En este caso, resulta importante la concientización y preparación psicológica
de los sujetos y población en general, para el afrontamiento de la situación concreta que
se va a presentar y la adopción de medidas que correspondan.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
b) Disminuir los niveles de estrés, de las personas que intervienen en las emergencias o
desastres.
f) Preparar a las víctimas, para las posibles reacciones que surjan en el futuro.
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4.4.2. Proximidad: la intervención debe realizarse lo más próximo posible al lugar del
evento traumático, para minimizar los efectos posteriores.
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Dicho en otras palabras, los síntomas que se presentan como consecuencia de un episodio
intenso y amenazante, son una respuesta psicológica ante la amenaza. No representan, por
lo tanto, una enfermedad mental por sí mismos y aun cuando suelen mostrarse de un modo
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incómodo y desagradable son una “señal de alarma” de la que dispone nuestro organismo
para generar acciones de protección y cuidado ante el peligro inminente.
Así llegamos a un punto importante, la vivencia de una situación de crisis representa una
señal de alerta ante la que es necesario activar todas nuestras habilidades para cuidarnos.
Una situación crítica demanda, entonces, una serie de acciones concretas por parte de las
personas destinadas a superar la situación de amenaza. Las crisis no requieren de
espectadores. Requieren de personas capaces de tomar el control de la situación personal
(responder a la señal de alarma) y tomar decisiones para su restablecimiento.
Todos los síntomas psicológicos tienen un evento que los activa. El malestar no ocurre
en el vacío. En términos muy generales, la situación de crisis tiene una serie de elementos
sociales que pueden ser por sí mismos el factor precipitante; sin embargo, cada persona
puede vivir en estos momentos situaciones concretas que van más allá de la situación
general. Algunos de estos factores específicos pueden ser, por ejemplo, dificultades
económicas especiales, sentimientos de amenaza y peligro debido al lugar en que se vive,
temores respecto a la situación académica o laboral, desconcierto y ansiedad ante
situaciones de violencia vividas u observadas.
Algunas personas que se encuentran desconcertadas ante una crisis intentan hacer las
cosas como si no estuviese pasando nada. Esto es negativo, puesto que la desorganización
y el desequilibrio disminuyen nuestra capacidad para utilizar al máximo nuestras
capacidades. Por tal motivo, la recomendación es que, si se encuentra muy perturbado, la
acción más adecuada es reconocer que lo está y evitar, por lo tanto, cualquier tipo de
acción impulsiva e irracional.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
importante que sepa que esa perturbación no tiene por qué ser un hecho irreversible y que
el mismo paso del tiempo implica cambios importantes en lo que se piensa y se siente
sobre la situación de crisis.
EVENTO CRÍTICO
ELABORACIÓN
RESOLUCIÓN
El siguiente cuadro ilustra de un modo más claro lo que puede esperarse en cada una de
estas fases:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Una última característica que es importante mencionar aquí es que las situaciones críticas
representan estupendas oportunidades para el crecimiento personal. Las crisis también
constituyen oportunidades privilegiadas para transformar las condiciones de vida, para
cambiar, para crecer. Porque el esfuerzo que exigen las situaciones críticas para
restablecer de nuevo la normalidad, permiten a las personas cambiar, revisar, mejorar
algunos aspectos de su vida que, en condiciones normales, no se tomaron el tiempo de
considerar.
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Búsqueda de Pedir ayuda a amigos, hablar con alguien que puede hacer
algo al respecto, contarle el problema a un familiar. Útil
Apoyo Social
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Otra entidad clínica frecuentemente relacionada con la presencia de eventos críticos son
los ataques de pánico. Cuando se presenta de un modo aislado se le conoce como ataque
de pánico, y cuando es reincidente se le denomina Trastorno de Ataque de Pánico (TAP).
También nos referiremos al Síndrome de Burn-Out, a los Trastornos por Ansiedad, a la
Conducta humana en los incendios, a la Conducta suicida y a otros trastornos.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Alta Emocionalidad: personas emotivas con poca mediación cognitiva, tienden a estar
predispuestas al estrés.
Dificultad para identificar y comunicar emociones: las personas con dificultad para
identificar y comunicar emociones suelen no percibir los indicadores estresantes,
encontrándose en mayor riesgo.
Focalización Externa: personas que tienden a atribuir al exterior las causas de los
eventos negativos, tienden a experimentar un mayor nivel de estrés.
Kobasa (1979) ha planteado los siguientes elementos como factores personales que
previenen la respuesta de estrés:
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- Accidentes, incendios.
- Torturas.
- Secuestros.
- Experiencias de combate.
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Otras formas de estrés severo (pero no extremo) pueden afectar seriamente al individuo,
pero generalmente no son los detonantes típicos de un trastorno por estrés postraumático,
como por ejemplo la pérdida del puesto de trabajo, divorcio, fracaso escolar, etc.
El profesional que trabaja con este tipo de pacientes debe considerar el carácter
multidimensional y necesariamente complejo de este tipo de trastornos.
Los pacientes (y a menudo sus familiares más cercanos) necesitan sentirse comprendidos
y apoyados mientras tratan de encontrar un significado a la experiencia recientemente
vivida.
La entrevista también facilita una “alianza de trabajo” efectiva, necesaria para el normal
desarrollo del proceso terapéutico en etapas posteriores, así como una ocasión única para
el establecimiento de una adecuada relación terapéutica (rapport), imprescindible para el
éxito terapéutico.
Además, la entrevista permite extraer los detalles de la experiencia vivida por el sujeto,
evaluar los niveles pasados y presentes de funcionamiento del sujeto y determinar la
modalidad de tratamiento, así como los objetivos terapéuticos más adecuados en cada
caso concreto.
- Sub/escala del Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI; Keane, Malloy, &
Fairbank, 1984; Schlenger & Kulka, 1987).
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los tres grupos de síntomas mencionados son los que en mayor medida se presentan en
la población afectada por el trastorno por estrés postraumático, sin embargo, es común
observar en la práctica clínica otros problemas asociados al mismo. Entre los trastornos
asociados destacan principalmente:
- Depresión:
Muchas personas sufren episodios depresivos posteriores, pérdida de interés, descenso de
la autoestima e incluso en los casos de mayor gravedad ideaciones suicidas recurrentes.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Estudios recientes muestran, por ejemplo, que aproximadamente el 50% de las víctimas
de violación muestran ideas recurrentes de suicidio.
- Ira y Agresividad:
Se tratan de reacciones comunes y, hasta cierto punto lógicas, entre las víctimas de un
trauma. Sin embargo, cuando alcanzan límites desproporcionados interfiere de forma
significativa con la posibilidad de éxito terapéutico, así como en el funcionamiento diario
del sujeto.
- Abuso de drogas:
Es frecuente el recurso a drogas como el alcohol para tratar de huir o esconder el dolor
asociado. En ocasiones esta estrategia de huida aleja al sujeto de recibir la ayuda adecuada
y no hace más que prolongar la situación de sufrimiento.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
C.2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos
del trauma.
C.6. Restricción de la vida afectiva (p. Ej., incapacidad para tener sentimientos
de amor).
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
D.4. Hipervigilancia.
No obstante, es posible que los síntomas después de un evento traumático sean más leves
y no alcancen a llenar los criterios del DSM-IV para TEPT, lo cual podría denominarse
“Respuesta Normal al Estrés”; la persona, en este caso, generalmente se recupera
espontáneamente o luego de una Sesión de Recuperación (“debriefing”), la que se
analizará más adelante.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Las características típicas del trastorno de estrés post-traumático son: episodios reiterados
de volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias o sueños que tienen lugar sobre
un fondo persistente de una sensación de “entumecimiento” y embotamiento emocional,
de despego de los demás, de falta de capacidad de respuesta al medio, de anhelos
constantes y de evitación de actividades y situaciones evocadoras del trauma. Suelen
temerse, e incluso evitarse, las situaciones que recuerdan o sugieren el trauma. En raras
ocasiones pueden presentarse estallidos dramáticos y agudos de miedo, pánico o
agresividad, desencadenados por estímulos que evocan un repentino recuerdo, una
actualización del trauma o de la reacción original frente a él o ambos a la vez.
El comienzo sigue al trauma con un período de latencia cuya duración varía desde unas
pocas semanas hasta meses (pero rara vez supera los seis meses).
Este trastorno no debe ser diagnosticado a menos que no esté totalmente claro que ha
aparecido dentro de los seis meses posteriores a un hecho traumático de excepcional
intensidad.
Un diagnostico “probable” podría aún ser posible si el lapso entre el hecho y el comienzo
de los síntomas es mayor de seis meses, con tal de que las manifestaciones clínicas sean
típicas y no sea verosímil ningún otro diagnóstico alternativo (por ejemplo, trastorno de
ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo o episodio depresivo).
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
También suelen estar presentes, pero no son esenciales para el diagnóstico, desapego
emocional claro, con embotamiento afectivo y la evitación de estímulos que podrían
reavivar el recuerdo del trauma. Los síntomas vegetativos, los trastornos del estado de
ánimo y el comportamiento anormal contribuyen también al diagnóstico, pero no son de
importancia capital para el mismo.
5.2.5. Conclusiones.
El estrés postraumático puede representar “una de las más severas e incapacitantes formas
de estrés humano conocido” (Everly, 1995 - pg. 7).
Este síndrome puede llamarse, según denominaciones de otras escuelas, “síndrome del
desgaste” o “estrés profesional”, habiendo sido identificado en poblaciones profesionales
muy selectivas como son: profesionales de la salud, docentes, cuidadores, hasta en el
personal de los servicios de emergencia.
Los españoles han traducido Burn Out como "achicharramiento", nombre poco apropiado,
porque parece referirse más a incapacidad que a desgaste.
El nombre literario que ha sido prestado de la literatura a la ciencia sobre este síndrome
es el “síndrome de Tomás”. Esto alude a uno de los personajes centrales de la novela de
Milan Kundera, “La insoportable levedad del ser”. El personaje Tomás, es un prestigioso
neurocirujano de un país socialista, que por motivos políticos y personales debe
abandonar su alto puesto en un importante hospital y termina como médico general en un
pueblo pequeño donde sólo atiende casos fáciles y deriva por especialidades a los
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
complejos, trabajando en tiempos ilimitados, por un sueldo con el cual no alcanza a cubrir
sus mínimas necesidades vitales (“me convertí en un dador de aspirinas o de órdenes de
inter consultas”, dice en algún momento, mostrando la insatisfacción que experimenta por
su nuevo trabajo). Es más, termina decidiendo ser empleado de una empresa limpiadora
de ventanas donde obtiene más gratificaciones que en su puesto de médico mediocre.
Se han descrito tres grupos definidos de síntomas para el Síndrome de Burn Out o
síndrome de desgaste profesional o síndrome de achicharramiento o síndrome de Tomás.
Estos son clásicamente:
A este grupo clásico de síntomas, se han agregado algunos más, estos son:
Irritabilidad.
Sentimientos de frustración, incompetencia y aburrimiento.
Toma de riesgos innecesarios y tendencia a los accidentes.
Incumplimiento del horario laboral.
Uso de alcohol o drogas.
Conflictos interpersonales.
Proyección de culpas hacia los pacientes.
Sentimiento hacia el trabajo como poco gratificante y reconocido.
Falta de discriminación entre lo privado y lo profesional.
Falta de imaginación a la hora de resolver situaciones e implementar estrategias
para el cambio.
5.3.3. Clasificaciones.
Gillespie, diferenció dos tipos de Burn Out que surgen precisamente por la ambigüedad
en la conceptualización del síndrome:
5.3.3.1. Burn Out activo: Se caracteriza por el mantenimiento de una conducta asertiva.
Se relaciona con los factores, organizaciones o elementos externos a la profesión.
5.3.3.2. Burn Out pasivo: Predominan los sentimientos de retirada y apatía. Tiene que ver
con factores internos psicosociales.
Posteriormente otros autores, como Maslach y Jackson, entienden que está configurado
como un “síndrome tridimensional” caracterizado por agotamiento emocional,
despersonalización y reducida realización personal.
Edelwich y Brodsky (1980) proponen cuatro etapas por las cuales pasa todo individuo
con Burn Out:
Otros expertos van más allá e introducen otro nuevo término denominado “tedium” para
diferenciar dos estados psicológicos de presión diferentes. El Burn Out es el resultado de
la repetición de la presión emocional; mientras que Tedium, sería consecuencia de una
presión crónica a nivel físico, emocional y mental.
El Tedium, por tanto, es más amplio que el Burn Out. En concreto, Pines y Kafry habían
planteado que el tedium “se caracteriza por sentimientos de depresión, vaciamiento
emocional y físico y una actitud negativa hacia la vida, el ambiente y hacia sí mismo; y
ocurriría como resultado de un evento vital traumático súbito y abrupto, o como resultado
de un proceso diario, lento y gradual”.
Como en toda manifestación patológica de conducta se han descrito diferentes grados que
son una escalera de gravedad, en la cual una vez adquirido una gravedad mayor, es difícil
retornar a niveles inferiores a menos que se adquieran técnicas de afrontamiento
adecuadas. Así el síndrome de Burn Out puede ser:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
5.3.4.3. Grave: se desarrolla aversión por la tarea, cinismo hacia la profesión y los
pacientes, lo cual lleva a mayor ausentismo y, frecuentemente, a abuso de alcohol y
fármacos.
5.3.4.4. Extremo: caracterizado por crisis existenciales severas que llevan al aislamiento,
depresión crónica o enfermedades psicosomáticas.
Dos descripciones pioneras del síndrome, ejemplifican estos grados. Para Sardi: “La
mayoría de los profesionales afectados, al ser incapaces de dar respuestas eficaces, se
abandonan al ejercicio de una práctica cotidiana, rutinaria, de mínimos incentivos,
intentando encontrar a manera de compensación estímulos vitales, fuera de la profesión”.
Para Maslach: “El médico se siente emocionalmente exhausto, despersonalizado,
frustrado y fracasado. Se le suman síntomas físicos como cefaleas, dolores
osteoarticulares, dolores digestivos y cardiovasculares y perturbaciones en la esfera
sexual”.
5.3.5. Causas.
Enumeraremos las causas más descriptas como origen del síndrome. El orden no está
jerarquizado, dependiendo de cada profesional en particular la importancia o magnitud de
cada causa, sin descartar que en la mayoría de los casos el síndrome se dé por la suma de
varias de ellas. Las mismas son:
- Falta de descanso
- Falta de recursos
- Falta de tiempo
- Falta de retribuciones
- Falta de expectativas
5.3.6. Neurobiología.
Retomemos aquí la definición de estrés de Bohus, quien nos advertía que la respuesta a
un estresor (es decir, la falta de reconocimiento personal, profesional, económico, etc.)
depende de la magnitud y duración del estresor, de la posibilidad de predecir o controlar
la situación (conocer las variables de la real situación sociocultural en la que nos
desarrollamos profesionalmente), las estrategias de afrontamiento (las vivencias
anteriores y nuestras experiencias tempranas) y de los sistemas biológicos de respuesta
(resiliencia y flexibilidad adaptativa, principalmente el adrenal y el autonómico).
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Recordemos, también que, para las escuelas cognitivistas modernas hay cuatro tipos de
respuestas primarias al estrés o a cualquier situación aversiva: faint (desmayo), freeze
(parálisis), flight (huida) y fight (lucha).
Desde este punto de vista, el Síndrome de Desgaste, que nos ocupa, se corresponde con
alguna forma de respuesta que se interpone o se intercala con otra.
Por ejemplo:
La suma de todos los anteriores produce una reacción que activa distintos procesadores
de respuesta que:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Pero, sin duda esta habilidad regulatoria se ha perdido en el síndrome que nos ocupa. Por
lo que algunos autores postulan, que en el síndrome de Burn Out podrían ocurrir las
siguientes alteraciones:
5.3.7. Conclusiones.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Isabel Pérez Jáuregui en su libro “Cuando el estrés laboral se llama Burn Out”, escribe lo
siguiente: “La existencia del hombre se caracteriza por la búsqueda de sentido, por hallar
valores a ser descubiertos y desplegados en nuestra vida personal y profesional. Es una
búsqueda con aciertos y equivocaciones, con certezas y dudas. El movimiento existencial
hacia la autorrealización y trascendencia en el mundo y con los otros es el sentido... En el
trayecto de ese devenir profesional se va trazando una línea que puede sufrir una serie de
vicisitudes y riesgos que hace deteriorar o perder la vocación... Cualquiera de nosotros
puede sufrir estrés laboral (como Tomás), y resulta imprescindible dar una respuesta
personal y social acerca de cómo encararlo...”.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El ser humano durante miles de años se ha tenido que enfrentar a infinidad de peligros;
cuando estos se presentaban, las respuestas más eficaces para preservar la integridad del
sujeto eran dos: la huida o la lucha.
Citamos al profesor vasco Enrique Echeburúa quien ilustra, con el siguiente ejemplo,
cómo funciona el mecanismo de la ansiedad:
5.4.1. Ansiedad:
La ansiedad es la más común y universal de las emociones. Reacción de tensión sin causa
aparente, más difusa y menos focalizada que los miedos y las fobias. La reacción
emocional ante un peligro o amenaza se manifiesta mediante un conjunto de respuestas
tanto fisiológicas, cognitivas y conductuales.
5.4.2. Miedo:
Es una respuesta emocional normal ante situaciones que implican peligro para el sujeto.
5.4.3. Fobia:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
- Preocupación.
- Inseguridad.
- Miedo o Temor.
- Aprensión.
- Hiperactividad.
- Paralización motora.
- Conductas de evitación.
5.4.4.3. Síntomas fisiológicos o corporales:
43
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los rasgos característicos de este grupo de trastornos son los síntomas de ansiedad y
conductas de evitación. En el trastorno por angustia y en el trastorno por ansiedad
generalizada, la ansiedad suele ser el síntoma predominante mientras que la conducta de
evitación casi siempre se da en el trastorno por angustia con agorafobia. En los trastornos
fóbicos la ansiedad aparece cuando el sujeto se enfrenta con el objeto o situación temidos.
En el trastorno obsesivo-compulsivo la ansiedad se hace patente cuando el individuo
intenta resistir las obsesiones o las compulsiones. La conducta de evitación casi siempre
está presente en los trastornos fóbicos y con frecuencia en los obsesivos-compulsivos. En
el trastorno por estrés postraumático el síntoma predominante es la re experiencia de un
trauma y no la ansiedad o la conducta de evitación. Sin embargo, en este trastorno son
muy frecuentes los síntomas ansiosos y la conducta de evitación. También hay siempre
una elevada activación. La ansiedad producida por la separación de figuras paternales es
una forma de reacción fóbica, siendo clasificada como trastorno por angustia de
separación. Estudios recientes indican que los trastornos por ansiedad son los que se dan
con más frecuencia entre la población general. La fobia simple es probablemente el más
común de los trastornos por ansiedad en este tipo de población, pero en cambio, el
trastorno por angustia es el más frecuente entre la población que busca tratamiento. Los
trastornos por angustia, los trastornos fóbicos y los trastornos obsesivos-compulsivos son
aparentemente más frecuentes entre los parientes biológicos de primer grado de las
personas afectadas que entre la población general.
44
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Grado de interferencia en
Ausente o ligero Profundo
la vida cotidiana
(Tomado de “Trastornos por Ansiedad” de Julio Becerra Vicente).
45
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Las distorsiones cognitivas que aparecen en el trastorno por ansiedad generalizada (Beck,
1985), son:
Beck (1985) añade que, en los trastornos por ansiedad, pánico y fobias, la activación
cognitiva de los esquemas de amenaza, produciría una especie de “bypass cognitivo”: una
especie de evitación, cortocircuito o dificultad para que operara el pensamiento racional
del sujeto; el sistema primitivo de procesamiento de la información competiría con el
sistema racional y evolucionado de procesamiento. Esto explicaría el típico “conflicto
neurótico” entre la razón y la irracionalidad, percibida por el sujeto en sus cogniciones.
A continuación, representamos el modelo:
Esquemas cognitivos
( peligros, amenazas referidas a las relaciones sociales, identidad personal, rendimiento, autonomía y salud)
Y
Eventos actuales activadores
Distorsiones cognitivas:
maximizaciónó n del peligro,
minimizaciónó n de la seguridad y habilidades de afrontamiento,
anticipaciónó n del da ñ o „visi ó n catastr ófica ‟
PENSAMIENTOS:
Aprensi ó n,
indecisi ón,
pensamientos sobre amenazas
CONDUCTAS:
Inhibici ón del habla y del movimiento;
conductas de huida o evitaci ón.
(Tomado de “Psicoterapia Cognitiva de Urgencia” de Juan J. Ruiz Sánchez, Juan J. Imbernón Gonzales y Justo J. Cano
Sánchez. ESMD-UMEDA, 1ra. Edición 1999.)
46
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
47
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
5.5. Pánico.
Los individuos que han experimentado un trauma tienen posibilidades de experimentar
ataques de pánico cuando son expuestos a situaciones relacionadas con el evento
traumático. Estos ataques incluyen sensaciones intensas de miedo y angustia acompañadas
de síntomas como taquicardias, sudoración, náuseas, temblores, etc.
48
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Esquemas Cognitivos
(Amenazas:
Amenazas: pérdida
p é de control personal, ahogo, enojo
Distorsiones Cognocitivas :
Visi ón catastr ófica
Minimizaci ón de su predicci ón y control
PENSAMIENTO:
Interpretaciones Catastr óficas
Aprensi ón creciente a las sensaciones
Atenci ón selectiva a las sensaciones
CONDUCTA:
Incapacidad de movimiento corporal
(Tomado de “Psicoterapia Cognitiva de Urgencia” de Juan J. Ruiz Sánchez, Juan J. Imbernón Gonzales y Justo J. Cano
Sánchez. ESMD-UMEDA, 1ra. Edición 1999.)
Son similares a los del trastorno de ansiedad generalizado, pero adaptados a este trastorno
(Jarret y Rush, 1988):
Los cuestionarios más utilizados para la evaluación del pánico suelen ser autorregistros
que incluyen un listado de síntomas habituales del pánico que el sujeto puntúa como
presentadas o no presentadas y/o la intensidad con la que aparecen. Como ejemplo damos
dos tipos de cuestionarios-auto registros:
49
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
- Nombre:
- Fecha: Hora: (Duración)
- Con: Pareja ( ) Amigo ( ) Familiar ( ) Solo ( )
- Situación ansiógena: SI / NO. Si aparece, breve descripción: ………………………
…………………………………………………………………………………………..
- Ansiedad máxima (rodee con un círculo)
012345678
Ninguna / Extrema
- Sensaciones (márquelas):
2
5.6. La Conducta Humana en los Incendios.
Revisaremos en forma general los hallazgos sobre las conductas manifestadas durante los
incendios, prestando una especial atención a la conducta de huida, evacuación y al papel
de las alarmas asociado a estas conductas. Asimismo, se describe un modelo general del
comportamiento en los incendios indicándose, a partir de éste, las posibles líneas de
investigación y la necesidad de integrar los descubrimientos de esta área en los campos
de acción de los responsables de la seguridad contra incendios.
El problema del control de los incendios en edificios, así como la reducción de sus
consecuencias perjudiciales ha sido tratado tradicionalmente como un problema propio
del campo de la ingeniería y, más recientemente, de la disciplina de la ingeniería de
seguridad contra incendios.
2Referencia “La Conducta Humana en los Incendios” de Fernando Talayero y Juan I. Aragonés; Revista
Papeles del Psicólogo, 1997.
50
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
A diferencia de los estudios sobre el aspecto físico del incendio, la investigación dirigida
al componente humano ha sido muy escasa. En la revisión que hace Canter (1990) de los
estudios más relevantes realizados en Estados Unidos e Inglaterra sobre incendios
ocurridos en los años 60 y 70 puede apreciarse los diferentes tipos de actividad humana
que se abordan. Sin embargo, distinguiremos tres temas fundamentales que suelen tratarse
con frecuencia:
estudios que tratan este tema abordan aspectos tales como la frecuencia y tipo de
incendios que se producen, la influencia de éstos en la normativa, el impacto de los medios
de comunicación en el público, y los factores culturales detectados mediante estudios
comparativos a nivel internacional (Appleton, 1990).
Los investigadores han prestado atención a toda la gama de conductas que se producen
durante el desarrollo de un incendio real. Los datos sobre estas conductas se han obtenido
mediante estudios estadísticos de un gran número de incendios o a través del estudio de
casos en profundidad de un incendio en particular. En un primer momento los estudios
eran de tipo descriptivo (qué se ha hecho, con qué frecuencia, quién lo ha hecho y en qué
orden) para pasar a estudios más analíticos, que se centraron en obtener modelos típicos
de conducta o relacionar la conducta y el desarrollo del incendio en una secuencia
temporal.
En concreto, tratan de identificar las tres o cinco primeras acciones que se realizan y las
diferencias observadas según diversas variables tales como sexo, edad, familiaridad con
el edificio, experiencia en incendios o cantidad de humo presente. La mayoría de los
incendios estudiados corresponden a incendios en viviendas o edificios residenciales.
52
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
que, por orden de frecuencia, son: la evacuación, la lucha contra el incendio y avisar a
otros ocupantes del edificio o a los bomberos. La mayoría de las conductas tiene que ver
exclusivamente con una de las tres categorías o alguna combinación de ellas. La secuencia
de acción más frecuente parecía estar dirigida únicamente a un fin: salir del edificio o
luchar contra el incendio. En general, hubo muy poca evidencia de conducta irracional o
no social, llegándose a concluir que la mayoría de las personas realizaron conductas que
podrían considerarse adecuadas a la situación.
Los incendios en edificios múltiples reflejan una alta frecuencia en las acciones de
búsqueda de información y de contactar con otras personas dando y/o recibiendo ayuda.
Finalmente, los incendios en edificios públicos han mostrado que la mayoría de la gente
se comporta de forma adecuada, aunque se ha detectado la existencia de conductas
inapropiadas como la errónea interpretación de la situación y la demora en responder a
los primeros avisos sobre la existencia del incendio. En este tipo de edificios se han
detectado, además, factores diferenciales como la importancia de los “ayudantes no
oficiales” en la gestión del incendio antes de la llegada de los equipos de emergencia
(Cortés, 1995).
53
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Se han aplicado dos modelos distintos a la hora de estudiar este tipo de conducta en una
situación de incendio en un edificio que se corresponden con las dos aproximaciones
dominantes: la ingeniería y las ciencias sociales. Sime (1994) afirma que la ingeniería se
basa en el modelo de movimiento humano denominado “ciencia física”, el cual asume
que en una situación extrema de posible entrampamiento la gente se comporta de manera
irracional exhibiendo conductas de pánico y compitiendo por el acceso a la salida. Este
es el modelo predominante en las normativas de incendios. Por otro lado, las ciencias
sociales han elaborado el modelo de comportamiento denominado “ciencia social”, el cual
considera que la gente se comporta de manera activa y racional, pensando y actuando
según la información de que dispone e influida por factores sociales como los de factores
de grupo (conocidos o extraños) o el rol que se desempeña en el edificio.
La metodología que se ha utilizado en esta área de estudio han sido los experimentos de
laboratorio, las investigaciones de simulacros de evacuación, las simulaciones virtuales y
los estudios estadísticos y estudios de casos de incendios reales.
Aunque los experimentos de laboratorio han sido criticados por su escasa validez
ecológica, resulta de interés presentarlos brevemente en estas páginas a fin de ilustrar este
tipo de investigación.
54
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
de oficinas de dos formas distintas: la evacuación total (evacuación de todas las plantas
al mismo tiempo) y la evacuación selectiva y secuencial (se empieza por evacuar la planta
del supuesto incendio y posteriormente las demás). Concluyeron que la normativa
tradicional sobre la ubicación de las salidas tiene una limitada importancia en
comparación a determinados aspectos humanos: los sistemas de comunicación, los
procedimientos operativos de evacuación y la formación de los sujetos.
Se han creado modelos informáticos que simulan la extensión del humo y las llamas y los
patrones de conducta de huida que asumen en relación a los planos de los pisos y de las
vías de evacuación. Así, por ejemplo, el modelo EXIT89 para edificios de gran altura,
calcula la ruta más corta desde cualquier lugar del edificio a un lugar seguro (normalmente
la calle), simula el movimiento de la gente por cualquier ruta definida y, si está bloqueada
por el humo, su movimiento por rutas alternativas que lleven a la salida. Estos cálculos
son realizados por el programa a partir de la introducción de datos relativos al diseño del
edificio, el número de ocupantes, su localización y la extensión del humo (Fahy, 1994).
Estos modelos se han utilizado para la evaluación del riesgo de incendio y de la seguridad
de las personas en los planos del edificio en fase de diseño. Las simulaciones virtuales
están más influidas por el modelo de “ciencia física” que por el de “ciencia social”.
55
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
éxito, al provocar una evacuación más rápida y con una mayor ejecución de conductas
adecuadas.
Este modelo confirma la idea de que debe proporcionarse información clara y precisa a
los sujetos sobre el incendio con el fin de ayudar a interpretar la situación, motivando la
conducta de evacuación, reducir el estrés y ayudar en los procesos de solución del
problema y toma de decisión.
A pesar de que las circunstancias de cada incendio son únicas y los diferentes “tipos de
edificios” condicionan los patrones de conducta realizados, existen una serie de conductas
que se mantienen constantes independientemente del suceso. Canter y colaboradores
(1990), desarrolla un modelo general de conducta humana en los incendios, en el que
distingue tres etapas, que indican los momentos en que se puede producir un cambio en
la secuencia de acción: la interpretación, la preparación y el acto.
56
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
5.6.5. Conclusiones.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
de interés es el papel que juega el rol y el contexto social en las acciones de la etapa de
preparación. Finalmente, habrá que prestar atención al estudio de la efectividad de las
medidas tecnológicas y de diseño contra incendios aportada por la ingeniería en relación
a los actos de la última etapa.
Para concluir, sería deseable que los responsables de la seguridad contra incendios en
aspectos tales como el diseño de los edificios, la instalación de sistemas de seguridad, la
implementación de planes de emergencia y la elaboración de normativas, consideren los
resultados aportados por las ciencias sociales y los integren en sus respectivos campos de
acción si se quiere optimizar la seguridad de las personas ante los incendios.
3
5.7. La Conducta Suicida.
Expondremos a continuación, los principales aspectos que debe contener una terapia
psicológica especializada a las personas que han realizado un intento de suicidio. Se
analizan y orientan los principios que caracterizan la terapia de las crisis suicidas, los
pasos a seguir en el tratamiento psicoterapéutico del suicida, y un conjunto de factores
específicos para el manejo de estos pacientes que es necesario que domine el personal
especializado que los trate en una intervención terapéutica. Se describen los principales
componentes de estos factores, y algunas habilidades que deben tener los terapeutas para
lograr calidad y eficiencia en la atención de salud a las personas con conductas
autodestructivas.
5.7.1.1. Actividad:
En la crisis suicida el terapeuta debe ser activo para que el paciente sienta que algo está
sucediendo, con el objetivo de restablecer en el paciente el sentimiento de que él es
importante y que el terapeuta está haciendo todo lo posible por ayudarlo en su difícil
situación. Necesita que se le resalte la significación de su vida y se le reafirme su
autoestima. Hay que evaluar las fuerzas del paciente y el entorno, y determinar si factores
5.7.1.2. Autoridad:
Complementa los dos anteriores, pues el suicida se siente como un ser abandonado,
desamparado y rechazado. Otras personas, y en especial aquellos significativos en la
situación, han de ayudar a reconstruir en el paciente los sentimientos de autoestima y
autoconfianza, así como a restablecer los lazos entre el sí mismo del sujeto y los otros,
lazos que él experimenta que han sido quebrados o bloqueados. En la interacción con los
otros está la clave de la conducta suicida. Se debe informar de la situación a los miembros
de la familia.
Algunos autores asumen una terapia directiva en lo esencial a la que pretende enseñar un
modelo cognitivo y conductual, aportando un punto de referencia racional y científico
para que el paciente pueda interpretar su propio comportamiento: identificar, evaluar,
modificar sus cogniciones y afectos negativos, aprender habilidades sociales y conductas
protectoras, y generar un estilo de afrontamiento que incremente la inmunidad general a
adquirir trastornos psicológicos que desemboquen en procesos autodestructivos.
Existen pasos a seguir en el tratamiento del paciente suicida, y estos se aplican, tanto en
la ayuda que se brinda ante una llamada telefónica que anuncia la intención suicida, como
con el paciente que vemos cara a cara. Tienen la intención de ayudar a la persona a tratar
con los problemas emocionales y sociales que le llevaron al acto:
59
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El desarrollo de estos pasos para el tratamiento terapéutico del paciente con conducta
suicida exige que el terapeuta o personal especializado domine un conjunto de factores
específicos para el manejo de estas personas. Estos factores son:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
61
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Si existe cualquier razón para sospechar de nociones o fantasías suicidas, es esencial que
el terapeuta insista en que el paciente las exprese, con los detalles tan concretos como sea
posible. La afirmación explícita de todas las nociones suicidas puede tener un efecto
catártico y facilitar la prueba de realidad, tanto por parte del paciente, como del terapeuta.
Cualquier noción irreal acerca de la muerte se debe aclarar; por ejemplo, la fantasía de
que uno realmente verá a los otros arrepentirse y despertará del sueño posteriormente. Ya
sea a partir de fantasías conscientes o de cualquier otro material escrito o dicho por el
paciente (notas, expresiones, cartas, etc.), el terapeuta puede descubrir en contra de quién,
se intenta inconscientemente agredir.
Entre más primitivas sean las fantasías, es mayor el riesgo de suicidio. Como siempre, los
factores culturales se tienen que tomar en cuenta, pero en general, el relativo primitivismo
de las fantasías se relaciona con el pobre desarrollo de la estructura de la personalidad y
los problemas de control de impulsos.
Las propias personas con conducta suicida también pueden ser portadoras de mitos sobre
el suicidio, por lo que se debe trabajar sobre estos, pues su presencia, en unión de otras
variables, dificultan la adopción por el paciente de un comportamiento más activo ante
las realidades de su existencia, empobreciéndose su visión de las circunstancias y su
autoestima, por lo que se vuelve más vulnerable a dirigir hacia sí mismo los impulsos
agresivos generados por sus frustraciones cotidianas.
Cuando una persona explica un método de suicidio con gran número de detalles, esto
indica que ha empleado mucho tiempo y esfuerzo planeándolo, por lo que está muy
62
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
interesado en su ejecución. En los casos en que los detalles del plan sean bizarros, ello
indica posibilidad de psicosis, y los psicóticos con ideas suicidas tienen altos riesgos.
Los pacientes suicidas sufren de visión de túnel (visión estrecha y rígida de la realidad,
sobre todo de sus aspectos negativos) y solo ven una solución en particular, generalmente
de signo pesimista. Por lo tanto, es importante mostrarles que existen otras opciones, como
en los estudios de casos que realizó Shneidman con pacientes altamente suicidas. Se debe
emplear el autorregistro de variables cognitivas que tiene una clara finalidad terapéutica,
la cual es, incrementar la objetividad del paciente respecto a sus cogniciones, demostrar
la relación entre cogniciones negativas, sentimientos desagradables y conductas
inadecuadas; lo que es más importante, distinguir entre una interpretación realista
de los acontecimientos y una interpretación distorsionada por significados idiosincráticos.
En esta dirección, Ross sostiene que la perspectiva cognitiva utiliza tres recursos básicos
o procedimientos para modificar los sistemas informantes alterados que se producen en
la visión de túnel:
El tercer procedimiento está dirigido a educar al paciente para que comprenda (“haga
insight” - tomar conciencia) la naturaleza emocional y situacional de sus distorsiones
cognitivas, para de este modo permitir la entrada de nueva información al sistema, y
63
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
5.7.2.7. Negociar por una demora y utilizar otras variables involucradas en el acting out
(impulso):
Un factor crítico en el manejo terapéutico del acting out es establecer un convenio para
aplazar la acción. Las personas que realizan un acting out buscan, en forma característica,
la descarga inmediata del impulso. En principio el impulso es el instrumento de la
emoción, la semilla de todo impulso es un sentimiento que estalla por expresarse en la
acción. Mucho de su placer reside en lo inmediato de un acting out, y, por lo tanto,
cualquier demora es probable que mitigue gran parte de la tentación.
Alguien puede llamar por la línea de urgencia y decir: “Estoy sentado en la punta de la
ventana y me voy a tirar”. La sugerencia al terapeuta sería que dijera: “Mire, no hay nada
que pueda hacer si usted desea tirarse, nadie se lo puede impedir; por otro lado, tampoco
nadie le puede impedir que lo haga mañana, así que le sugiero que lo posponga un poco
y venga con nosotros para que lo podamos discutir y después si siente deseos de hacerlo
esa será su decisión”.
Al paciente que padece de impulsos repentinos hay que enseñarle a identificar las señales
de alerta que le indican que el impulso viene en camino, para que actúe antes que pierda
el control sobre su emoción. Esto descansa en la aplicación sistemática de
recomendaciones como son el hecho de evaluarse a sí mismo diariamente en lo referente
a tensión interior, control emocional y vulnerabilidad psicológica; evaluar las
consecuencias probables de los impulsos que usted imagina, sueña o ha tenido en la
realidad; reforzar sistemáticamente la autoestima del paciente, sus creencias de
autocontrol y de autoeficacia de este control; enseñarle a retirarse del escenario
provocador y socializar la agresividad mediante actividades físicas preferentemente
(ejercicios o actividad práctica que le gusten al sujeto); y buscar una persona que lo ayude
a comprometerse con la conducta de evitación y control, una vez desencadenado el acting
out (impulso).
Los individuos deprimidos tienen una triada cognoscitiva negativa; es decir, tienen una
perspectiva negativa de sí mismos, del mundo y del futuro, y en los suicidas también
aparece. Estos patrones cognoscitivos dan lugar a muchos de los síntomas del proceso
suicida y de la depresión. Por ejemplo, la parálisis de la voluntad, que se observa en los
pacientes depresivos y suicidas, se deriva de su desesperanza y pesimismo, dado que
esperan un resultado negativo y dudan cuando se les pide que se comprometan a llegar a
una meta. De igual manera sobreestiman las dificultades de sus tareas de la vida diaria, y
subestiman sus propias habilidades, esperando solo fracasos.
A medida que se desarrolla el proceso suicida, se vuelven más frecuentes e intensos los
pensamientos automáticos negativos. Este incremento en pensamientos automáticos
negativos se facilita por el cada vez más penetrante estado de ánimo melancólico que
experimenta el paciente. Así pues, ocurre un círculo vicioso.
64
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Trabajar con las distorsiones cognitivas del paciente ayuda al terapeuta a dirigirse con
ellas hacia los aspectos esquemáticos que pueden estar dando lugar a la conducta de
autoagresión. Para identificar las distorsiones cognitivas que pueden estar en la base de
procesos depresivos o suicidas recomendamos la “Escala de Actitudes Disfuncionales”
(DAS) de Weismann (ver anexo 2); y para modificarlas, revisar la obra “Terapia
Cognitiva aplicada a la Conducta Suicida” (1995), cuyos autores A. Friman y MA.
Reinecke, han desarrollado un compendio de técnicas cognitivas y conductuales.
Shneidman sugiere que, dado que el suicidio con frecuencia es una crisis diádica (de
pareja) altamente cargada, el terapeuta debe considerar el trabajo con el otro significativo
en la vida del paciente, sea un padre, cónyuge o amante homosexual. No se sugiere que
se vea al otro significativo con la misma frecuencia con la que se ve al paciente, pero se
le debe involucrar directamente.
El análisis del papel del otro en la díada suicida es necesario, porque la interacción del
otro adoptando actitudes y conductas en pro de la salud y de la vida, puede facilitar el
inicio de la acción de los mecanismos psicocorrectores de la personalidad en el paciente
65
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
suicida, pues la capacidad del hombre para enfrentar de forma saludable la vida está muy
vinculada a su riqueza de intereses, a su capacidad de autodeterminación, a su flexibilidad
para encontrar alternativas adecuadas ante situaciones tensas y contradictorias, y a la
riqueza de sus objetivos y planes futuros.
La familia se utiliza para movilizar la motivación del paciente hacia el cambio, pero
comprometiéndola con asumir las consecuencias de los cambios y tratando de que
modifique su sistema de relaciones con el paciente, para que aparezcan premisas para un
apoyo óptimo y para la estabilidad de los mismos.
Es muy útil que el terapeuta sepa quién es el médico que atiende con regularidad al
paciente, y que establezca ciertos vínculos con él para el caso en que se realice un agudo
intento de suicidio. En este caso, el médico estará mucho mejor equipado que el terapeuta
para el manejo de una urgencia médica que amenace la vida del paciente. En general, es
muy útil una relación con el hospital base, de modo que se le pueda internar por un breve
período, si esto fuera necesario de acuerdo con el grado de letalidad que este posea, o para
protegerlo de un peligro en particular.
Por supuesto, en esta etapa se podría indicar la farmacoterapia con la precaución de darle
al paciente la cantidad de tabletas estrictamente necesarias para su mejoría, y explicar la
metodología del medicamento a un familiar íntimo que pueda controlar su ingestión.
El terapeuta debe tener la libertad de actuar en la forma que él considere más adecuada, o
en otras palabras, ser capaz de poner en práctica lo que él juzgue más apropiado en el
transcurso del tratamiento. La capacidad de maniobra implica la posibilidad de emprender
acciones dotadas de un propósito, a pesar de los obstáculos o inconvenientes que se
presenten. Puede parecer frío y calculador hablar de controlar el proceso de tratamiento,
pero creemos que por poco que se reflexione sobre la cuestión, resulta evidente que el
cliente no se halla en posición de saber cuál es la mejor forma de enfocar su problema; si
no fuese así, ¿por qué ha venido a buscar ayuda profesional?
La dirección del tratamiento constituye una responsabilidad técnica y ética intrínseca del
terapeuta, y que si éste abdica de tal responsabilidad provoca un perjuicio al paciente, y
66
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
sobre todo al suicida. El terapeuta no puede manejar con efectividad la resistencia del
paciente, si no está preparado para poner fin a la relación terapéutica cuando la situación
lo exija, aunque siempre en el caso del paciente suicida lo dejaría enlazado a otro
terapeuta.
El terapeuta tiene que saber observar cuándo el paciente recupera su sensación de control
de sí mismo, para a partir de este momento tratarlo como una persona independiente. El
trato sobreprotector del terapeuta puede molestarle y manifestarse la resistencia como
hostilidad, hasta la aparición de sentimientos y conductas agresivas hacia él.
67
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Ninguna estrategia, considerada de forma aislada, puede ser etiquetada como superior al
resto en cuanto a su efectividad para todo tipo de pacientes o bajo todo tipo de
circunstancias.
Parece evidente que la elección de una técnica sobre otra dependerá en buena medida de
la propia formación teórica y práctica del profesional de la salud mental.
Esta primera categoría de tratamientos incluye compartir información básica con el sujeto,
a través de libros, artículos y otros documentos de interés que permita adquirir al paciente
nociones esenciales de conceptos relacionados con el trastorno como conocimientos de
psicofisiología, introducción al concepto de respuesta de estrés, conocimientos jurídicos
básicos relacionados con el problema (como por ejemplo en casos de violación,
delincuencia), etc.
68
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Este incremento del autocontrol emocional del paciente a través de la hipnosis como
estrategia de control del estrés permitirá al paciente beneficiarse de otras estrategias de
intervención posteriores.
En una segunda fase, varias técnicas pueden ser utilizadas para la integración y resolución
de los recuerdos traumáticos. En este contexto el paciente puede aprender a modular la
distancia cognitiva y emocional hacia el evento traumático y los recuerdos asociados.
Por otro lado, la hipnosis puede servir como estrategia para poder acceder a recuerdos
dolorosos y traumáticos que pueden estar influyendo en el estado presente del sujeto y de
los que, en ocasiones, no es consciente o han sido reprimidos.
Estrategias como los ensayos encubiertos o la potenciación del propio auto concepto irían
encaminadas en esta dirección.
La filosofía Freudiana sigue siendo compartida, en mayor o menor medida, por toda una
serie de escuelas terapéuticas englobadas bajo el concepto de terapias psicodinámicas.
La psicoterapia psicodinámica breve, por ejemplo, comprende entre una y dos sesiones
semanales durante un promedio de entre 12 y 20 sesiones.
A pesar de que existen una gran variedad de aproximaciones grupales al tratamiento del
trauma en general, la terapia de grupo pretende alcanzar los siguientes objetivos
terapéuticos:
- Estabilizar las reacciones, tanto a nivel físico como psíquico, frente a la experiencia
traumática.
70
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El hecho de unirse permite, además, una mayor efectividad en la lucha por erradicar los
estigmas que aún permanecen en la sociedad hacia las personas con problemas
psicológicos.
En primer lugar, un grupo no tiene un pasado, una historia o un futuro común. En cambio,
la familia si los tiene y es en buena medida el factor determinante del éxito en la terapia.
En segundo lugar, el rol del terapeuta familiar, en la mayoría de los casos, es más
directivo.
El terapeuta de grupo suele actuar más como un facilitador de procesos y dinamizador del
grupo.
Pero quizás la diferencia más importante sea que el objetivo final del terapeuta familiar
es la de fortalecer al grupo en sí mismo, a la vez que, a sus miembros individuales,
mientras que la meta de la terapia de grupo es que el propio grupo se auto disuelva cuando
sus miembros individuales hayan resuelto sus conflictos.
Las estrategias terapéuticas abarcan una variedad de objetivos, desde los más ambiciosos
que tratan de intervenir sobre la familia en su conjunto, desde una perspectiva sistémica
y global, hasta los más centrados en ofrecer estrategias, información y pautas de actuación
concretas a los miembros de la familia del paciente para que lo apoyen durante el proceso
terapéutico, potenciando la comunicación entre las familias y reduciendo posibles focos
de tensión.
71
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
4
6.6. Desensibilización y Reprocesamiento mediante Movimientos Oculares
(EMDR).
La EMDR considera además que el organismo humano busca la auto curación no sólo de
las lesiones físicas sino también de las psicológicas (neurofisiológicas); de acuerdo con
esto, después de un acontecimiento traumático el cerebro procesa la información hasta
hacerla útil y no lesiva. No obstante, cuando el trauma es muy severo, se bloquea este
procesamiento, con lo cual la información adquirida queda en el cerebro en su estado
original perturbador, y continúa produciendo síntomas ante una serie de estímulos. La
hipótesis es que la EMDR activa y desbloquea dicho sistema de procesamiento de
información, con lo cual los recuerdos traumáticos son elaborados hasta hacerlos útiles y
no lesivos.
El cliente repite los grupos de movimientos hasta que el valor de la escala USP es de 0 ó
1.
73
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Elija un lugar cómodo y tranquilo, y de ser posible aireado; donde no pueda ser
interrumpido en aproximadamente 15 minutos. Siéntese en una posición cómoda.
Comience con una respiración lenta y profunda. Inhale por la nariz y exhale por la boca.
Mantenga este ritmo respiratorio durante toda la técnica.
Enfoque su mente sobre una palabra, imagen o sensación corporal que refleje su estrés o
recuerdo traumático. A continuación, cruce los brazos sobre el pecho. La punta del dedo
medio de cada mano debe de quedar bajo la clavícula y el resto de los dedos y la mano
deben de cubrir el área que se encuentra debajo de la unión de la clavícula con el hombro
y de la clavícula con el esternón, para ello, mano y dedos deben de estar lo más
verticalmente posible (los dedos dirigidos hacia el cuello y no hacia los brazos). Una vez
hecho esto, se pueden entrelazar los dedos pulgares (formando el cuerpo de la mariposa)
y los otros dedos formarán las alas.
74
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Se pueden cerrar los ojos o tenerlos semicerrados, viendo hacia la punta de la nariz.
Empiece ahora golpeando suavemente con la yema de sus dedos un lado y el otro de su
pecho en forma alternada, como el aleteo de una mariposa. Cuando lo desee, deténgase.
Revise el efecto de la técnica sintiendo su cuerpo. Recuerde el hecho traumático y detecte
si ha disminuido su respuesta negativa.
Repita el proceso anterior hasta completar al menos unos 15 minutos. Al finalizar los 15
minutos la respuesta negativa debiera haber disminuido en forma considerable.
Repita la técnica de dos a tres veces en el día si está trabajando sobre un hecho intenso.
De lo contrario es suficiente practicarlo una vez al día durante una o dos semanas para
hacer desaparecer la respuesta corporal traumática.
75
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Resultados semejantes se han encontrado en otros estudios controlados todos ellos con
pacientes postrauma, siendo los acontecimientos traumáticos de muy diversa naturaleza.
Se ha intentado utilizar EMDR en otro tipo de pacientes; aunque aún no puede concluirse
con seguridad su efectividad, los primeros estudios indican que es poca, por ejemplo, en
trastornos alimentarios, de pánico, de ansiedad y fobias.
A pesar de que no hay tantos estudios controlados como en los demás grupos etáreos, la
EMDR se ha encontrado tan eficaz en los niños como en los adultos y además con mayor
rapidez. Actualmente, los terapeutas utilizan EMDR en niños incluso desde los dos años
de edad.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
6.6.4. Conclusiones.
5
6.7. Counseling.
El Counseling trata fundamentalmente con problemas que tienen que ver con su vida
actual, mientras que la psicoterapia se centra en problemas que tienen una raíz más
profunda y que tengan que ver con vivencias pasadas.
Tanto el Counselor como el psicoterapeuta tienen que respetar el derecho del cliente a
tomar decisiones con su propio sistema de valores, recursos personales y capacidad de
autodeterminación.
5 Referencia “El Counseling: una tecnología para el bienestar del profesional” de J.L. Bimbela.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El Counseling puede ser realizado por aquellos profesionales que trabajen en áreas
sanitarias, sociales, culturales, de prevención, mediación o actividades humanitarias tales
como: trabajadores sociales, diplomados en enfermería, pedagogos, maestros, abogados
de familia, psicopedagogos, psicólogos, médicos, mediadores, orientadores familiares,
ONG's, etc.
En relación con el tipo de situaciones en las que es aplicable, es importante señalar que
aunque su utilidad será máxima en aquellas situaciones en las que aparecen alteraciones
emocionales (angustia, ansiedad, desmotivación, miedo, rabia, etc.) en los dos
protagonistas (la escena de “comunicar malas noticias” sería un ejemplo paradigmático),
su aplicación es también adecuada en aquellas situaciones en las que la alteración
emocional afecta sólo a uno de los protagonistas (por ejemplo: médico que se pone “malo”
cuando tiene que atender a un paciente drogodependiente, o usuaria que llega muy
nerviosa porque ha descubierto una mancha “muy sospechosa”).
Existe una idea básica que fundamenta esta metodología y le da su sentido último: “la
salud es un derecho, no una obligación”. Esto puede sonar excesivamente filosófico; sin
embargo, en un principio es fácilmente trasladable a situaciones cotidianas de los
profesionales de la salud: con frecuencia, los sanitarios que fuman habitualmente, se
sienten perseguidos y culpables por las campañas anti-tabaco llevadas a cabo por las
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Son tres los grupos de habilidades fundamentales para una aplicación óptima del
Counseling: habilidades emocionales, habilidades de comunicación, y habilidades de
motivación para el cambio de conducta.
Son habilidades dirigidas a manejar tanto las propias emociones como las de los pacientes
y allegados, y las de otros profesionales. A continuación, se formulan algunas preguntas
para situar el tema emocional:
- ¿Cómo puede establecer una relación que motive al usuario a cuidar su salud, un
profesional que esta “harto”, “quemado y más” de su trabajo?
emociones, pues este tipo de emociones pueden resultar útiles, ya que al ser desagradables
empujan a buscar soluciones y a actuar sobre las situaciones a las que están asociadas. El
objetivo es lograr que estas emociones no desborden al profesional (sea por su intensidad
y/o duración) y pierdan entonces su funcionalidad. Para ello, se interviene sobre los tres
niveles de la respuesta humana que están en el origen y mantenimiento de las emociones:
nivel cognitivo, nivel fisiológico y nivel motor.
b) Se centran en lo peor que pueda ocurrir, aunque las probabilidades de que ocurra lo
peor realmente son inciertas y, a menudo, remotas.
c) Magnifican la propia responsabilidad en las cosas que “salen mal”, incitando al auto-
castigo.
d) Juzgan, moralizan.
En resumen, se trata de pensamientos que, en lugar de interpretar objetivamente la
realidad y buscar soluciones a los problemas, se empeñan en hacer negativa esa realidad,
consiguiendo a veces bloquear cualquier intento de solución. Por eso, cuando uno se
siente incapaz de enfrentarse a una situación y empieza a entrar en el juego de los
pensamientos improductivos, suele ser útil decirse: “¿Para qué me sirve pensar esto? Si
lo único que consigo es sentirme peor, va a ser más saludable y gratificante dirigir mi
pensamiento a interpretar la situación de forma más objetiva y buscar soluciones
realistas”.
Ante una situación difícil es probable que no se sepa cómo actuar por inhibición o por
bloqueo, o que se actúe de forma descontrolada o desorganizada.
Una de las formas para evitar ambas reacciones consiste en plantearse la situación
siguiendo las seis fases del “Esquema de Afrontamiento de Situaciones” que se muestra
a continuación:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
- ¿Cuáles son las ventajas que el profesional obtiene al ejercer los citados verbos
clave de la comunicación?: ¿quién es el primer (y gran) interesado en obtener,
preguntando, información fiable para poder intervenir más eficazmente?, ¿qué obtiene?,
¿qué gana el profesional empatizando?, ¿y reforzando?
- ¿Cuáles son las ventajas que el propio usuario obtiene cuando el profesional se
comunica de esa manera (preguntando, escuchando, empatizando) y no de otra más
“unidireccional”?
Para prevenir el riesgo de “actuación teatral” en dos de los verbos que más fácilmente la
provocan (empatizar y reforzar) puede ser de utilidad asociarlos a aspectos concretos y
no globales. A modo de ejemplo:
Empatía concreta: “Entiendo que te parezca complicado acordarte cada día de tomar...”.
Los riesgos de la empatía global son varios: además de sonar “teatral” (con la consiguiente
pérdida de credibilidad), es tan inespecífica que no aclara qué es lo que realmente se
entiende y fácilmente puede “volverse en contra”: “¡cómo lo va usted a entender, doctor,
el hijo que está ahí muerto es el mío!”. La empatía concreta evita, por una parte, esos
riesgos y consigue, por otra, los objetivos motivadores y facilitadores de la comunicación
que busca la empatía. Es por ello mucho más eficaz.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Respecto al refuerzo, cabe señalar que los riesgos del refuerzo global son diversos:
además de sonar “teatral” (falso), es tan poco específico que no queda claro qué es lo que
realmente se quiere reforzar. El refuerzo concreto evita, por una parte, esos riesgos y
consigue, por otra, los objetivos motivadores que se buscan con el refuerzo. Resulta, por
tanto, más eficaz (“me parece estupendo que durante esta semana hayas logrado tomarte
cada día la dosis que te comenté”).
Cabe realizar una última sugerencia para evitar “sonar falso o teatral”, antes de enviarle
al paciente la frase-clave, es recomendable que el profesional se pregunte:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Tienen que ver con la motivación del sujeto o del grupo para realizar la conducta que se
pretende promover:
- La información (lo que sabe el usuario, lo que no sabe, los errores en lo que cree
saber, etc.) en relación con la conducta que se esté analizando.
- Los valores y creencias, tanto en relación con las prácticas que se quieren
modificar o eliminar como con las que se quieren promover (¿cómo “vive” el hecho de
tener que tomar 12 pastillas al día en un tratamiento antirretroviral?, ¿cómo “valora” las
relaciones sexuales sin penetración?). Es importante investigar tanto los predisponentes
de los sujetos que no realizan la conducta analizada, para poder modificarlos, como los
de los sujetos que ya la realizan, para poder reforzarlos y, además, obtener argumentos
pro-conducta que pueden ser facilitados a la población que no los tiene.
Tienen que ver con las facilidades que el individuo o el grupo tienen para realizar la
conducta, las habilidades o destrezas para:
- Incidir en el entorno a fin de prevenir y/o modificar acciones del mismo que sean
contrarias a dicha conducta.
Hacen referencia a las consecuencias que tiene para el individuo o el grupo el hecho de
haber realizado (o intentado realizar) la conducta:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Uno de los instrumentos que puede ayudar a intervenir (a nivel individual) una vez
realizado el diagnóstico P.R.E.C.E.D.E. es el “Decálogo de petición de cambios”, cuyos
10 pasos se presentan a continuación:
3º Preparar, lo que equivale a planificar y escribir detenidamente cada uno de los 7 pasos
que se plantean a continuación, en aras a aumentar la eficacia de la intervención, pues “la
mejor improvisación es aquella que está cuidadosamente preparada”.
4º Empezar con algo positivo reforzándolo. Cabe recordar aquí los comentarios realizados
en el apartado de habilidades de comunicación, respecto al riesgo “teatral” del refuerzo.
Es fundamental que las consecuencias expuestas en este punto 6 del Decálogo sean
realmente sentidas como problema por el usuario. En caso contrario, lógicamente, no se
conseguiría el efecto motivador deseado. Una buena aplicación del modelo
P.R.E.C.E.D.E. antes presentado, habrá permitido identificar aquellas consecuencias que
sí resultan problemáticas para el usuario.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
7º Ponerse en el lugar del otro (empatizar), anticipando las dificultades que se hayan
detectado al preguntarle al usuario cuando se aplicó el modelo P.R.E.C.E.D.E.
Ejemplo b: “comprendo que pueda resultar complicado recordar que cada dos horas has
de tomarlas”.
Ejemplo b: “tal vez yo no te he facilitado aún, algún truco que te permita recordar cada
toma”.
9º Pedir cambio, mediante preguntas y utilizando la primera persona del plural como
forma de implicación mutua. Cuando el usuario siente que
“conduce” su proceso, aumenta enormemente su implicación en los acuerdos y aumenta,
por tanto, la probabilidad de un cambio comportamental duradero.
Ejemplo a: “¿qué te parece que podemos hacer para que no tengas el colesterol tan alto?”.
Ejemplo b: “¿qué te parece que podemos hacer para que la infección no empeore?”.
En el caso de que el usuario no haya aportado (en el punto 9) alternativas utilizables, cabe
aplicar el punto 10.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Es importante que el usuario haya planteado (punto 9) o escogido (punto 10) una
alternativa adecuada al objetivo de cambio propuesto, se “cierre” cuidadosamente el
decálogo con la asunción de un cierto acuerdo que contemple:
- Los apoyos (metodológicos, emocionales, etc.) que el usuario va a necesitar para llevar
a cabo esta conducta.
6.7.4. Conclusiones.
El Counseling beneficia al profesional de la salud, que puede trabajar de forma más eficaz,
cómoda y satisfactoria (más éxito y mayor logro de sus objetivos, y a un costo personal
menor). También beneficia al usuario, que se siente mejor atendido, más satisfecho, y más
motivado para mantener conductas más saludables. Además, no puede olvidarse que las
instituciones sanitarias se benefician también de la aplicación del Counseling, al ver
aumentar la calidad percibida por los pacientes/usuarios/clientes y al mejorar el clima
laboral entre los profesionales (menos estrés, menos “quemados”, menos “daños
asociados”: bajas, dolores musculares, cefaleas). Finalmente, la sociedad en general
también obtiene ganancias, pues logra un uso más racional de servicios y fármacos, y
puede desarrollar estilos de vida más saludables.
6.8. Coaching.
Heike Huck define el Coaching como “un soporte psicológico utilizado durante el proceso
de verificación de pensamientos, actos y valores propios de una persona, que permite
incrementar los resultados de su trabajo y su satisfacción personal”.
6.8.2. Beneficios:
6.8.3. Dirigido a:
o conocerse personalmente
o desarrollar habilidades directivas y profesionales
o mejorar sus procesos psicológicos y, desde esa posición de equilibrio y
satisfacción personal,
o aumentar la eficiencia y productividad en el trabajo.
88
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
6
6.9. Resiliencia.
Los efectos de estos factores harán posible el atenuar y disipar el significado de riesgo,
evitar la participación en situaciones de riesgo, compensar pérdidas significativas,
promover el sentido de autoeficacia y crear oportunidades de crecimiento personal. La
Resiliencia sería el resultado del balance entre las situaciones de riesgo y los recursos
personales y sociales (factores protectores). Hay que resaltar el hecho que la resiliencia
es un fenómeno que sólo tendría lugar cuando la persona se encuentre en situaciones
adversas o de riesgo; no es una capacidad estática, sino que cambia a través del tiempo y
de acuerdo a las circunstancias (Lamas H., 1999).
7
6.10. La Terapia Cognitivo – Conductual.
Según Marks (1991) existe una “autopista” para el manejo de la ansiedad que es la
exposición (desensibilización) a la situación temida y otras “carreteras” secundarias como
son la relajación, la tensión muscular en algunos casos, la respiración, etc. Por tanto, el
objetivo principal en esta fase es que el ansioso realice una exposición terapéutica a las
conductas identificadas en la fase anterior que están implícitas en su forma de reaccionar,
porque, aunque han nacido para evitar las situaciones estresantes, como no lo consiguen
se han convertido ellas mismas en fuente de ansiedad. Por supuesto también tiene que
exponerse a las situaciones que teme. No quiere decir que reaccione a propósito, sino que
se arriesgue a que ocurra sin hacer nada por evitarlo.
Hay muchos ejemplos en la vida cotidiana que nos dan una idea de cómo es este proceso.
Uno de ellos, porque es muy común, es cuando aprende a nadar alguien que tiene miedo
al agua. Puede estudiar muchos manuales, estudiar muchos estilos, pero si finalmente no
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Emplear estas técnicas de forma eficiente y rápida implica una preparación técnica y
personal muy exigente para el terapeuta y hay que tener mucha confianza en ellas porque
el paciente se enfrenta a un sufrimiento importante.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La ansiedad como toda respuesta humana se puede contemplar desde los distintos ángulos
que se consideran clásicamente en Psicología, el cognitivo, el conductual y el emocional.
Hay que aclarar que no se trata de componentes independientes, sino de distintos puntos
de vista del mismo fenómeno. Por eso, si se comienza estudiando las cogniciones, es
decir, los pensamientos, se verá que se asocian a emociones y sensaciones y que ambos,
pensamientos y emociones, tienen la misión de favorecer la emisión de las conductas. Si
se observa el proceso desde la conducta se ve que se tiene que dar una preparación
emocional y cognitiva para realizarla y si se hace desde el punto de vista emocional se
comprueba que las emociones son preparaciones para actuar (Frijda, 1986) que conllevan
asociados pensamientos y sensaciones.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
sujetos a las leyes del condicionamiento. Por eso los pensamientos irracionales pueden
mantenerse por sus contingencias de reforzamiento, es decir, porque nos sirven para evitar
o están reforzados por nuestra conducta, y se mantienen por ello y no solo por su lógica
interna.
Hayes y colaboradores (1999) señalan también otro fenómeno que mantiene y da fuerza
a pensamientos que son dañinos para la persona y es la creencia en la literalidad del
lenguaje. Tomar el lenguaje en sentido literal significa que no se distingue la diferencia
entre el contenido del pensamiento y la realidad que refleja, es decir, cuando
reaccionamos a un pensamiento como si fuera un hecho real que ha ocurrido. En casos
concretos es fácil distinguirlo, si hablamos de una silla, por muy bien descrita que esté,
no podemos sentarnos en ella. El rechazo que muchas veces siente el tartamudo en la
comunicación es un buen ejemplo de cómo funciona la literalidad del lenguaje. En una
conversación puede surgir un pensamiento de que hablando como se está haciendo no se
va a poder mantener la conversación y el otro se va a aburrir y a sentir pena cuando
observa los atascos y la lucha para hablar. Si se actúa como si fuera cierto, es decir,
creyendo que no se puede seguir con la comunicación y que el otro se está aburriendo y
sintiendo pena, lo más probable es que se abandone la conversación lo más rápidamente
posible, y se hace realidad el pensamiento que hasta ese momento era sólo un conjunto
de palabras, porque ocurre el fin de la comunicación debido al tartamudeo.
Para desactivar la literalidad del lenguaje hay que distinguir dos partes en el pensamiento
emocional. Una parte es una predicción catastrofista del futuro que nos espera, que nos
suele dar mucho miedo, en el ejemplo, es que el otro va a aburrirse o a sentir pena. Esta
parte puede ser razonable y probable, pero no es un hecho y nadie asegura que el otro esté
sintiéndose mal. La segunda parte del pensamiento nos dice cómo debemos comportarnos
para evitar el sufrimiento ante el hecho cierto del rechazo, en el ejemplo del tartamudo,
cortar la conversación e irnos. Cuando seguimos estas indicaciones es cuando estamos
creyendo en su literalidad y cuando lo convertimos en realidad.
Por eso el pensamiento de que se va a producir un atasco genera por sí mismo ansiedad,
aunque se tenga en la soledad del dormitorio, porque reaccionamos al pensamiento como
si lo que nos dice hubiera ocurrido ya o fuera a ocurrir de inmediato.
En la vida vamos conduciendo un autobús por la carretera que lleva hacia nuestras metas
y con el motor de nuestros valores. Llevamos unos pasajeros revoltosos, que son nuestros
pensamientos, sentimientos y emociones. Todos ellos son catastrofistas: “si sigues ese
camino vas a sufrir mucho”, “te vas a estrellar”, “vas a tener un accidente”, “te vas a
atascar”, “se van a reír de ti”. Y además nos dicen implícitamente: “tuerce ya”, “haz lo
que sea para evitarlo”.
Tenemos varias alternativas:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Una de las reacciones del sujeto ante este tipo de pensamientos, encarnados en una
sensación, es evitarlos, echarlos de la cabeza y del cuerpo, intentar distraerse en otras
cosas. Otra reacción lógica es discutir la realidad del contenido, diciéndose que es mentira
que no se va a dar tal catástrofe, que no siempre ocurre, que no tiene por qué; pero con
esta discusión no se va la ansiedad ni las sensaciones y la lucha tiene que continuar.
ansiedad, pero por otra son ansiógenas en sí mismas, por eso puede ser muy importante
desensibilizarlas. La “técnica de aceptación de sensaciones” (García Higuera, 1992) nos
será de gran utilidad para este fin. La experiencia de cómo nos habituamos a una sensación
física desagradable puede ser un buen elemento para comenzar a tener la confianza
necesaria para realizar las exposiciones.
Asociadas a la ansiedad existe también otro tipo de sensaciones con un componente físico,
que se encarnan en el cuerpo, pero de una forma más indefinida, más difusa y más general.
Son sensaciones globales que nos dan una idea de nuestro estado general y en este sentido
están por debajo o por encima de las sensaciones físicas mencionadas en el apartado
anterior. Están relacionadas con la actitud como preparación a la acción (Bull, 1951). Se
pueden tratar, desde un punto de vista experiencial por medio del “Focusing” (Gendling,
1983).
1º El primer paso es hacer un lugar para sentir, dejando a un lado los pensamientos y
la racionalidad dándonos cuenta de lo que sentimos.
2º Se trata de identificar la sensación que está por encima (o por debajo) de todas las
sensaciones físicas, las engloba a todas y las uniformiza marcándonos un sentimiento
único. Es como la sensación que va más allá que las sensaciones físicas concretas que
tenemos, es más general que ellas, con menos ubicación corporal, aunque muchas veces
se sienta en el centro del cuerpo, otras se sienten en la cabeza, y la mayoría en ningún
lugar determinado.
3º Una vez sentida, se trata de conseguir un medio para anclarla, para relacionarnos
con ella, puede ser una palabra, una frase, una imagen, un sonido, etc. Cuando no se nos
ocurre dejamos nuestra mente libre y pronto acudirá a ella lo que nos evoca la sensación.
Lo probamos y chequeamos, y poco a poco podremos irlo concretando y enfocando con
más detalle.
4º Después se la deja resonar, es decir, repetimos y mantenemos aquello que la evoca
y la dejamos evolucionar hasta que cambie la sensación libremente.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Es un ejercicio muy útil para saber qué emociones y qué sentimientos ha despertado una
situación pasada, de bloqueo o traumática, o simplemente la sensación que se tiene casi
constantemente cuando se va a hablar o simplemente a pensar en ello. También se puede
aplicar para identificar y aceptar las emociones que despiertan en nosotros una situación
que tenemos que enfrentar en el futuro.
Hay que volver a resaltar la importancia de que la persona paulatinamente vaya dejando
de realizar las conductas de evitación, aplazamiento, etc. durante la exposición; porque
son las que mantienen la ansiedad. Muchas veces le es muy difícil dejar de hacerlo, en
ese caso la exposición sigue siendo válida, siempre que continúe enfrentándose al
estímulo temido. La habituación tardará más en darse, el proceso será más doloroso y se
dará solamente con relación a las respuestas de evitación que se dejen de hacer; podremos
vivir sin ellas, porque el cuerpo aprenderá finalmente que se va a seguir adelante con la
situación temida con la eliminación de la evitación.
En los que evitan más crónicamente las situaciones que le dan miedo, da buen resultado
la inundación. Van Riper propone que después de hacer esta exposición reciba un
refuerzo, por eso se tiene que hacer antes de comer, ir a la cama o recibir la aprobación
del terapeuta.
Sobre la duración de una sesión de exposición, para que sea efectiva, es muy conveniente
que la ansiedad disminuya antes de finalizar la sesión, para ello se necesitará un mínimo
de 45 minutos y es aconsejable dedicar al ejercicio hasta una hora y media. Hay que tener
en cuenta que el proceso de habituación nos enseña que dos horas seguidas es mucho
mejor que una hora cada dos días y con mayor diferencia si las horas se hacen más
separadas en el tiempo. Para asegurar que el proceso sea terapéutico, como se ha dicho,
es preciso que en la sesión baje la ansiedad. Si no baja, es que se están dando conductas
de evitación no controladas, porque el fenómeno de la habituación es una ley psicológica
general.
A continuación, se pone un ejemplo de las instrucciones que se pueden dar para hacer una
exposición en la imaginación. Hay que tener en cuenta que es difícil hacerlo solo, porque
el miedo y las conductas de evitación son muy fuertes y que la ayuda terapéutica puede
ser fundamental para el éxito de las exposiciones.
Supongamos una situación temida en la que el tartamudo teme que un cliente, al ver su
tartamudeo, pensará, o ya ha pensado que es un impresentable. Si solamente pensar en
esa posibilidad, le pone nervioso, es la ocasión para hacer una exposición en la
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
imaginación. Para ello, se busca un lugar tranquilo en el que se tenga la seguridad de que
no se va a ser interrumpido durante mucho tiempo, recuérdese lo dicho sobre la duración
mínima y recomendada de las exposiciones (mínimo 45min y recomendado hora y
media). Colocado cómodo y lo más relajado posible se define con detalle la situación:
quien es el cliente X, en qué lugar se estaba, que tartamudeo se hace, y se define con todo
detalle lo que ha podido pensar el cliente: por ejemplo, “este es un impresentable”, si es
posible se rememora o imagina el gesto que ha hecho o que ha estado a punto de hacer.
No se trata de determinar el pensamiento que ha ocurrido, porque no se sabe. Tampoco
se trata de discutir si ha pensado realmente eso o no. Es probable que ni se le haya pasado
por la imaginación y que solamente sean miedos y estén en la mente del tartamudo, pero
son justamente, a los que hay que enfrentarse.
Hay una metáfora que explica claramente qué son esas discusiones y nuestro papel en
ellas. Cuando surge un pensamiento malo que nos causa miedo, tendemos a discutirlo
sacando pensamientos buenos y alternativos para contrarrestarle y echarle de nuestra
cabeza, estableciendo una lucha contra él con toda nuestra energía. Convertimos de esta
forma nuestra cabeza en un ring de la lucha libre americana que ponen en la TV. Dos
equipos de luchadores, uno de ellos malo, y el otro bueno, se enfrentan en el cuadrilátero.
Aparentemente se hacen daño, pero en realidad no es así. Además, cuando uno de los
contendientes parece vencido, reacciona con renovadas fuerzas o salta al ring otro de su
equipo y continúa la lucha. En los pensamientos hay un equipo malo, que está diciendo
lo terrible que te va a pasar si no haces nada, el equipo bueno son los pensamientos que
discuten con él y salen a acallar a los malos. La lucha puede continuar incesantemente.
Nos identificamos con el equipo bueno, que es quien nos va a salvar, pero también somos
el equipo malo. El problema es que sobre todo somos el ring, que es quien recibes todos
los golpes y sobre el que se dejan caer con todo su tremendo peso los luchadores desde
alturas importantes. La verdad es que los luchadores no se hacen daño entre ellos. Pero
¿qué hacemos si no sacamos al equipo bueno? El equipo malo estará en el ring, le darán
por ganador, y nos hará mucho daño; pero realmente, al no tener con quien luchar, se
tendrá que ir. Antes fanfarroneará y tendremos que escuchar todas sus amenazas y
fantasías y sus retos para que salga el equipo bueno; pero si este no sale, tendrán que irse
y cuando desaparezca el ring no habrá recibido ningún golpe importante, aunque haya
pasado mucho miedo.
Una vez definido con todo detalle el contenido del pensamiento malo, se mantiene la
imagen de la situación que describe, por muy desagradable que sea, mientras se repite
constantemente la frase que refleje exactamente lo que se teme que el cliente X haya
pensado, por ejemplo, “X piensa que soy un impresentable”.
Siempre que la situación elegida produzca ansiedad, es fácil concentrarse en ella. Cuando
va transcurriendo el tiempo puede ser cada vez más difícil concentrarse, cuando se da
cuenta de que se ha distraído se vuelve de nuevo a la imagen y la frase, sin reproches,
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Momentos ideales para hacer este tipo de trabajo terapéutico son, o bien cuando se acaba
de dar el problema o bien cuando se prevé que se va a enfrentar en un futuro próximo y
se está preocupado por ello. La preocupación, tanto previa como posterior, indica que el
pensamiento está presente y con fuerza.
Es muy importante no abandonar, aunque las sensaciones sean muy fuertes. El apoyo de
alguien con confianza y conocimiento de la técnica es muy importante en las primeras
veces que se hace.
Para que la exposición sea efectiva es preciso que se dé una disminución de la ansiedad,
si se abandona antes se está reforzando las conductas de evitación y se está perdiendo una
oportunidad de sentir la habituación en un tiempo corto.
8
6.11. La Psicoterapia Cognitiva de Urgencia (PCU).
Un aspecto clave es recoger ya a partir del motivo de consulta del paciente y sus allegados
la secuencia de activación de la urgencia, y los antecedentes del sujeto a partir de la
historia clínica (salvo en urgencias más graves donde estos datos se pueden posponer
hasta que la urgencia reduce en su intensidad). La secuencia de activación de la urgencia
supone recoger datos con el paciente y sus allegados de los antecedentes inmediatos que
8Referencia “Psicoterapia Cognitiva de Urgencia” de Juan J. Ruiz Sánchez, Juan J. Imbernón Gonzales y
Justo J. Cano Sánchez. ESMD-UMEDA, 1ra. Edición 1999.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Así, por ejemplo, suponiendo que el sujeto presente un cuadro depresivo manifestado
sobretodo mediante la modalidad afectiva y somática y antecedido por problemas de
relación de pareja, pedirá información de los síntomas en esa modalidad (p.e. pérdida de
interés, apatía, problemas de apetito y sueño, etc.), así mismo como datos sobre los
cambios habidos recientemente en la pareja y el significado que tiene para el propio sujeto
(lo que piensa y significa para él/ella). Otro cuadro depresivo manifestado por síntomas
somáticos y afectivos más anómalos (p.e. despertar precoz, empeoramiento vespertino,
anorexia, etc.) precedido por antecedentes poco claros o estacionales, podría llevar al
clínico hacia la posibilidad de un cuadro de depresión mayor. Aún en este caso es
importante recoger el significado que el sujeto otorga a su estado y a las atribuciones de
malestar. Esta última información podría tener relevancia en el tratamiento, aunque este
fuera principalmente médico (p.e. seguimiento de las prescripciones, conciencia de
enfermedad, etc.).
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los aspectos sociales y médicos son tenidos en cuenta en el mismo modelo A-B-C de la
activación de la urgencia y su significado, ya sea como antecedentes o consecuencias de
la misma. La desproporción entre la reacción del sujeto y los eventos desencadenantes, la
dificultad para encontrar eventos particulares de elicitación de la urgencia, o la presencia
de determinados síntomas somáticos o psicológicos de gravedad, aumenta la posibilidad
de investigar posibles causas orgánicas o seleccionar un tratamiento médico inicial. De
la misma manera el soporte y apoyo social del sujeto y su implicación en conflictos
relacionales ha de ser tenido en cuenta de cara a un pronóstico y tratamiento de la
urgencia.
Los fármacos tienen un papel esencial en muchas urgencias, sobre todo en los síndromes
de agitación, ansiedad extrema y componentes psicóticos agudos. La PCU comparte la
importancia de los fármacos en estas y otras urgencias psiquiátricas, pero añade que junto
a las propiedades farmacocinéticas del producto, está el significado que el sujeto otorga
al mismo. Un sujeto con escasa conciencia de enfermedad puede vivir la prescripción
como un acto autoritario del clínico y no seguir las indicaciones del mismo, o puede con
su actitud paranoide vivir la prescripción como un acto persecutorio. Es esencial detectar
las opiniones, pensamientos y significados del sujeto, objeto de la prescripción a fin de
abordar posibles problemas de seguimiento de los mismos. Normalmente las terapias
cognitivas han concedido una importancia fundamental a los modelos psicoeducativos de
las distintas patologías, incluido su abordaje; así mismo como a obtener feedback
constante de la opinión y pensamientos-temores del paciente sobre las prescripciones, a
fin de corregir posibles distorsiones que pudieran afectar a su seguimiento. Determinados
casos de urgencias deben de requerir de un ingreso hospitalario breve cuando su manejo
ambulatorio o contención familiar se hace imposible. Las sesiones de la PCU pueden
entonces ser aplicadas en el servicio de hospitalización en tiempo breve, por ejemplo, a
razón de una diaria, tras reducir quizás inicialmente la mayor intensidad del trastorno con
psicofármacos. Hay que tener en cuenta que para la mayoría de los terapeutas cognitivos
los psicofármacos tienen un efecto más bien de tipo sintomático, mientras que las terapias
cognitivas se dirigirían a la vulnerabilidad subyacente del trastorno.
102
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Aunque el formato de los 10 puntos está pensado para una terapia breve, también es
aplicable como terapia multimodal a más largo plazo. Constan de cinco puntos de
evaluación y cinco de intervención.
Esos significados personales se pueden exponer a través del relato del propio paciente y
sus allegados, o a través de la indagación del clínico. Para ello es importante recabar
información sobre las atribuciones causales (“¿a qué causa atribuye el paciente-allegados
la situación de urgencia?”), sus evaluaciones sobre los acontecimientos y personas
implicadas, incluyéndose a él mismo (que piensa sobre ellos, que tipo de valoraciones
hace) y sus significados personales (que le hace creer los pensamientos y valoraciones
mantenidas por él y sus allegados).
103
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Por lo tanto, el clínico no solo está atento a que los estados emocionales indiquen estilos
de pensamiento o actitudes personales más o menos conscientes, sino también a que
representen señales de procesos y significados más tácitos o inconscientes que habría que
explorar antes, que siempre intentar modificar por su apariencia disfuncional. Ante esta
última posibilidad los principios de evaluación y exploración de las terapias
experienciales o psicodinámicas pueden ser lo más indicado. El estado emocional puede
también vincularse a ciertas sensaciones, enfermedades físicas o ingesta de tóxicos
(modalidad somática), problemas o cambios en las relaciones con otros significativos
(modalidad interpersonal), determinadas conductas o actos personales (modalidad
conductual), sin olvidar los aspectos cognitivos antes mencionados.
La PCU plantea que, aunque la secuencia en la que aparece un estado emocional puede
ser iniciada por alguna de las modalidades señaladas, por lo general la mediación
cognitiva es un importante determinante del mismo. Ahora bien, esa mediación no se
articula solo por pensamientos, valoraciones o creencias en forma de reglas verbales,
como mantienen las terapias cognitivas de Ellis y Beck. La cognición, en sentido amplio,
104
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
A pesar de ello es importante aclarar que, aunque hoy en día este comprobado la utilidad,
pongamos, por ejemplo, de los psicofármacos en determinados trastornos (p.e. psicosis,
trastornos afectivos, etc.), sería sesgado concluir que los únicos factores implicados en la
etiología y posible tratamiento de los mismos son solamente de orden biológico.
Para los terapeutas interpersonales y sistémicos es frecuente considerar que los problemas
de los pacientes están causados por sus estilos de relación personal con otras personas o
105
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
forman parte de un sistema más complejo de relaciones donde ese problema juega un
papel central en el mantenimiento del propio sistema.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Autores como Bandura (1984) sostienen que los procedimientos conductuales (p.e.
entrenamiento en habilidades) son a menudo los más eficaces no solo para cambiar las
conductas, sino también los significados con ellas asociadas. Incluso la terapia cognitiva
de Beck (1979) propone los llamados “experimentos personales” para recoger evidencias
a través de actividades conductuales para modificar significados personales. También la
terapia racional emotiva, junto con la mayoría de las terapias cognitivas defienden las
“tareas inter-sesiones” como esenciales para el cambio terapéutico.
107
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Cuanto más grave sea la intensidad de la urgencia o el nivel sociocultural del paciente,
menos indicado estará el acceso a los significados personales mediante procedimientos
cognitivos directos, al menos en las fases iniciales. En estos casos, pueden estar indicados
procedimientos más conductuales o somáticos.
Los procedimientos cognitivos parecen indicados por lo general en los casos de urgencias
por depresión, intento de suicidio, trastornos de ansiedad, y tratamiento de apoyo de la
manía y las psicosis agudas.
Habitualmente las terapias cognitivas han considerado las emociones como expresiones
o productos de las cogniciones disfuncionales que había que reducir o modificar. Lo más
que se había considerado era diferenciar entre emociones disfuncionales derivadas de las
creencias irracionales y emociones funcionales derivadas de las creencias racionales (Ellis
108
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
y Grieger, 1990). Las terapias cognitivas beckianas y ellisianas han considerado que el
momento más adecuado para el empleo de las intervenciones cognitivas era cuando el
afecto estaba activado y se hacía presente, pues entonces podía detectarse su fuente
cognitiva.
Las intervenciones experienciales parecen más indicadas en casos donde el sujeto parece
no avanzar con las intervenciones cognitivo-conductuales estándares, cuando aparecen
conflictos de decisión o experiencias subjetivas poco comprendidas a pesar de los
esfuerzos racionales.
109
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
No toda urgencia, sin embargo, debe ser abordada de entrada con fármacos o solo con
ellos. En los casos donde el sujeto de la urgencia pueda exponer sus dificultades; o la
ansiedad o agitación no sea elevada, la escucha del relato del sujeto debe ser la primera
medida a tomar.
En los casos donde se evidencia un nivel de ansiedad elevado con escaso autocontrol, la
detección de deterioro orgánico o perturbaciones con componente psicótico (incluido los
trastornos afectivos) es necesaria una rápida intervención médica a fin de restablecer el
equilibrio funcional del sujeto. Una vez conseguido esto es deseable articular el
significado subjetivo del paciente de los eventos desencadenantes y de su biografía
experiencial a través de la entrevista y otros procedimientos de evaluación. Y esto suele
ser adecuado aún en los casos donde algunos clínicos tienen una concepción
exclusivamente biológica de algunos trastornos, ya que aquí también los significados
personales seguirán jugando un papel esencial (p.e. la actitud del sujeto con trastorno
bipolar o esquizofrenia y sus familiares sobre la medicación o su concepción sobre la
enfermedad que padece).
Para los seguidores de la “teoría del apego” (Bowlby, 1971), los terapeutas
psicodinámicos breves (p.e. Strupp y Binder, 1984), los terapeutas interpersonales (p.e.
Klerman, 1984) y los terapeutas cognitivos interpersonales (Safran y Segal, 1994) hay
una relación entre la activación de significados personales relacionados con el estilo
afectivo y de vinculación-relación del sujeto con otras personas con las que se relaciona
y el malestar o urgencia que presenta actualmente.
Estos autores sostienen que muchos de los trastornos clínicos, incluidas las urgencias
psiquiátricas, se relacionan directamente con las relaciones interpersonales del sujeto con
otros significativos y los cambios producidos en estas relaciones.
110
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
a) Como estresor desencadenante; p.e. la emoción expresada por la familia y las recaídas
en un paciente psicótico.
c) Como estilo de relación personal con otros, incluido el propio terapeuta; p.e. los estilos
de relación de los distintos rasgos y trastornos de personalidad y la reconsideración de
la relación terapéutica en las teorías cognitivas-conductuales.
111
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
nuevos significados alternativos (p.e. juego de roles, rol fijo, etc.) o para modificar el
propio auto concepto negativo.
Con sujetos con un grado de deterioro o gravedad alto o con escasos recursos de
afrontamiento, o bien en casos de conductas problemáticas específicas en niños, o hábitos
concretos; las intervenciones conductuales suelen ser las intervenciones prioritarias. A
mayor gravedad del caso, más prioridad inicial a acceder a los significados disfuncionales
por vía conductual.
Desde el enfoque PCU se presta especial atención a que modalidad de expresión emplea
el paciente y sus acompañantes para expresar el malestar objeto de la urgencia, la
modalidad narrativa del síntoma principal motivo de la consulta. Una misma entidad
clínica (p.e depresión) puede ser inicialmente expresada incidiendo el paciente en la
visión negativa de sí mismo, sus circunstancias y sus expectativas futuras (modalidad
cognitiva), o bien incidiendo sobre la pérdida de interés y descenso de la actividad
(modalidad conductual), los síntomas de pérdida de apetito, insomnio, etc. (modalidad
somática), y así con las otras modalidades. El terapeuta estará atento a la modalidad
narrativa (como relata y cuenta su malestar, inicio, circunstancias, etc.) afín de sintonizar
al mismo nivel del paciente como puente inicial de contacto con el mismo. A.A. Lazarus
(1983) llama a esta actividad “puenteo”.
Los datos del “puenteo” con el síntoma principal y los síntomas secundarios conformaran
el punto C, del modelo A-B-C antes reseñado.
112
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Otro sujeto puede presentar ansiedad y temor intenso (modalidad afectiva) ante sus
interpretaciones infundadas y delirantes de ser espiado (modalidad cognitiva). El
terapeuta tendrá en este caso una secuencia de activación inicial de tipo cognitivo-
afectivo.
Detectar el eslabón modal en que se activa la secuencia de la urgencia (es decir la relación
A-C del modelo), es importante seleccionar los procedimientos de intervención de manejo
de la situación desencadenante o precipitante.
113
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
trastornos mentales en su familia y las relaciones pasadas y actuales entre ellos, con la
finalidad de entender la conexión pasado-presente en la que se enmarca la urgencia. Hay
que tener en cuenta que el relato del sujeto se hace en términos de los significados
personales que éste hace de su experiencia, más que en la reminiscencia objetiva de
hechos acaecidos.
Tras haber recogido la conexión A-C, el terapeuta indaga al sujeto y sus allegados por los
significados de estos dos extremos.
a) Preguntar sobre las atribuciones del malestar presentado, a que causas atribuye su
malestar.
114
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Una vez que el terapeuta tiene los datos A-B-C ya tiene una información suficiente para
iniciar la psicoterapia cognitiva de urgencia.
Cuando se trata de casos graves, como una psicosis aguda, es habitual comenzar
reduciendo el punto C de reacción excesiva o disfuncional, por ejemplo, mediante
fármacos y eventualmente retirando al sujeto de su medio o estresores (punto A),
mediante su ingreso en un espacio de seguridad para él y las personas de su entorno (p.e.
unidad hospitalaria de psiquiatría). Una vez reducido el grado excesivo de la urgencia,
se pueden abordar tanto el modal de activación estresor, como los significados personales
implicados.
La secuencia habitual de trabajo terapéutico suele ser por lo general, aunque no siempre,
comenzar trabajando con la reducción del malestar en el punto C (según su modalidad),
a continuación, afrontando el primer eslabón de activación de la urgencia en su punto A
(según su modalidad), y por último los aspectos de significado personal, en su punto B.
Al ser la PCU una terapia de urgencias y a corto plazo, suele adoptar un rol más directivo
y psicoeducativo que otras terapias a más largo plazo. Es posible que el terapeuta
comparta su formulación A-B-C con el paciente y sus familiares y les sugiera las pautas
de intervención a seguir. Este rol es habitual ya en el modelo médico y la terapia
cognitiva-conductual en general. La mayor dificultad del mismo se encuentra con
pacientes poco colaboradores que pueden estar obteniendo ciertos beneficios de su
115
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El terapeuta debe estar atento a las dificultades antes adoptadas e intentar adoptar su estilo
de intervención a esos casos. A mayor resistencia del paciente, es deseable adoptar un
estilo menos directivo y más exploratorio, proponiendo la secuencia de intervención como
propuestas que han funcionado en otros pacientes, pidiendo la opinión del paciente,
usando periodos de prueba, y especialmente estando atentos a sus propias reacciones
emocionales-conductuales y significados personales de “contratransferencia” en la
relación terapéutica (Safran y Segal, 1994). Si el terapeuta se detecta en él mismo esas
dificultades puede auto aplicarse las mismas intervenciones de la PCU.
En la segunda sesión se vuelve a resumir los datos obtenidos en la primera sesión del
modelo A-B-C y se elige con los pacientes las intervenciones dirigidas al trabajo con el
modal de expresión del mismo malestar de urgencias, el punto C.
Es deseable que terapeuta y paciente usen los juegos de papeles (rol-playing) para simular
el manejo de los problemas de urgencias presentados en el punto C, intercambiando a
menudo las dudas del procedimiento y sus ajustes. También es conveniente dar al paciente
116
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
recordatorios de las tareas de manejo del punto C, ya sea por escrito o recogida por medios
audiovisuales (p.e. filmadora o grabadora). Terapeuta y paciente acuerdan la cita de la
próxima sesión y cuando, en qué ocasiones y cuantas veces es deseable llevar a cabo las
tareas del punto C.
La tercera sesión comienza preguntando al paciente por la evolución de los problemas del
punto C, y se continúa con la exploración de las tareas y sus efectos sobre ese punto.
La sesión termina con la propuesta de tareas para el abordaje del punto A y de repaso con
las del punto C. Se ofrece de nuevo resúmenes por escrito o medios audiovisuales.
En esta sesión se revisan las tareas propuestas para el abordaje del punto A de la secuencia
de activación de la urgencia. Posteriormente se ensayan nuevas tareas para abordar los
significados personales del punto A-C.
Respecto al trabajo con los significados del punto A-C, el terapeuta puede elegir varias
opciones:
1º- Opción de la Terapia Racional Emotiva (T.R.E) de Ellis: Si los significados tienen un
carácter de exigencias, se modela la diferencia entre exigencia versus preferencia, y como
debatir las propias exigencias. Se prepara con el sujeto un resumen del debate de las
exigencias detectadas, las alternativas preferenciales, y como ensayar (ensayo cognitivo)
induciendo imaginariamente la escena de activación, o representándola por rol-playing
psicodramático y representando su afrontamiento primero mediante las exigencias, y
después mediante las preferencias. Un procedimiento similar es la “Imaginación Racional
Emotiva” (Maultsby, 1974).
117
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
3º- Opción de la terapia cognitiva de Beck con los significados personales: Se propone
al sujeto experiencias estructuradas para comprobar la validez de sus significados
personales sobre la base de experimentos personales de contraste de evidencias. Los
llamados “diarios personales” pueden servir a este propósito (p.e. el sujeto lleva un diario
del funcionamiento de la creencia de ser un inepto y va anotando su funcionamiento en
varias áreas de su vida cotidiana).
La última sesión se dedica a repasar todo el trabajo propuesto en las sesiones anteriores y
los progresos y dificultades hallados en ellos.
La sesión comienza revisando las tareas cognitivas con el punto B, y las adicionales, si es
el caso, con los puntos A-C.
Se dedica parte de la sesión a integrar todas las tareas en una secuencia alternativa de
manejo de la secuencia de activación de la urgencia. De nuevo puede ser útil el modelado,
el ensayo imaginario y el rol-playing de la secuencia alternativa. La secuencia alternativa
puede ser resumida por medio escrito o audiovisual.
El alta no se decide siempre en la PCU por una total desaparición de los síntomas objetos
de la urgencia, ya que muchas de las urgencias psiquiátricas pueden conformar las
llamadas “exacerbaciones” o “recaídas” de cuadros más crónicos (p.e. un trastorno
bipolar). El objetivo es dotar al sujeto de estrategias de afrontamiento de sus dificultades,
de modo que éste experimente al menos un mejor manejo de los problemas que han
motivado la urgencia y de otros similares. Las estrategias desarrolladas pueden ser usadas
118
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Las terapias cognitivas parten del modelo de que las personas no reaccionan a los
acontecimientos en sí mismos, sino al significado que se le otorga a aquello
subjetivamente. Una urgencia (punto C) puede ser activada por una serie de
acontecimientos multimodales (punto A), que son interpretados subjetivamente mediante
significados personales (punto B).
El sujeto evalúa los sucesos de punto A, y su propio trastorno del punto C (“modelo de
enfermedad o conciencia de enfermedad”). El terapeuta explora y después explica a su
paciente la secuencia de activación de la urgencia, y como se podría intervenir en ella.
El modelo A-B-C de la PCU supone que el sujeto de la urgencia está respondiendo a tres
cuestiones de significado: “¿Cómo valoro y qué significa para mí lo ocurrido?
(Significado de A), ¿Cómo me valoro a mí mismo ante todo esto? (Significado de nexo
A-C), ¿Qué me está pasando y que significa para mí? (Significado de C)”.
El modelo A-B-C fue introducido en la psicoterapia por Albert Ellis (1962) en su Terapia
Racional Emotiva Conductual (TREC o en inglés R.E.C.T).
119
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Inoculación al estrés:
Este procedimiento se emplea para reducir la ansiedad y el estrés de los pacientes ante
situaciones concretas. Primero se hace una lista de los pensamientos y significados
personales asociados a esas situaciones de estrés y ansiedad. Posteriormente se le enseña
un procedimiento de relajación. En el tercer paso se elabora una jerarquía de situaciones
activadoras y se eligen pensamientos alternativos de afrontamiento de las mismas. El
cuarto paso consiste en un ensayo cognitivo-imaginario de la jerarquía desde niveles más
fáciles a más difíciles con la relajación y los pensamientos de afrontamiento. El último
paso consiste en afrontar las situaciones en la realidad.
En determinados sujetos puede ser más efectivo comprobar el funcionamiento real de sus
significados personales disfuncionales, que cuestionarlos mediante el diálogo socrático.
Para ello el terapeuta puede diseñar una hoja, donde en su encabezado este escrito el
significado disfuncional (p.e. “Soy un inepto, todo me sale mal”) y debajo del mismo
varias columnas de registro de datos en distintas áreas de la vida del paciente (p.e. familia,
trabajo, amigos, ocio) donde el paciente debe de recoger datos que desconfirmen ese
significado. De esta manera el sujeto puede por sí mismo comprobar que sus reglas o
significados personales pueden no ajustarse siempre al funcionamiento de su experiencia
cotidiana.
Psico-educación:
Las terapias cognitivas han otorgado gran importancia a explicar a los pacientes los
principios y reglas de sus terapias y procedimientos, buscando la colaboración activa de
los pacientes en ellas. En los últimos años se ha añadido también la necesidad de
explicarles a los pacientes y sus allegados el conocimiento actual sobre determinados
trastornos mentales y el manejo de ciertos factores para su mejor pronóstico. El terapeuta
explica y enseña al paciente y a sus familiares como manejar ciertos aspectos del trastorno
en cuestión, como el seguimiento adecuado de la medicación, señales de recaída, estilos
de comunicación adecuados con el paciente y la resolución de problemas frecuentes.
Focalización:
120
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
ellas, sin ponerle nombre. Una vez sumergido y en contacto con estas experiencias,
buscará un nombre o adjetivo para las mismas.
También se puede regresar en estado de relajación a escenas relevantes del pasado, usando
el mismo procedimiento, o introducir secuencias de reacciones alternativas y su
visualización.
Silla vacía:
Se pide al sujeto que se siente en una silla y frente a él está otra vacía, que puede
representar a una persona significativa de su vida o también un aspecto distinto de él
mismo. Se trata de establecer un diálogo entre ambas partes con el fin de generar y
expresar nuevos significados que puedan resolver un conflicto entre los polos
contrapuestos del sujeto, desbloquear la expresión de deseos ante autoexigencias
personales o elaborar asuntos irresueltos y no terminados del pasado (p.e. duelo). El
terapeuta puede ofrecer sugerencias para desarrollar los diálogos, pero no interviene en
los sentimientos y significados que el sujeto produce.
La silla vacía también puede ser empleada para contraponer significados disfuncionales
(p.e. una exigencia perfeccionista) con significados alternativos (p.e. derecho a cometer
errores).
121
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La técnica de la silla vacía fue creada por Perls en su Terapia Gestalt. Ha sido desarrollada
por los modernos enfoques cognitivos-experienciales (Greenberg y col., 1996) para
afrontar significados y experiencias contrapuestas en las personas de manera vivencial y
directa.
Relajación:
Hipnosis:
Consejo médico:
122
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
En los casos anteriores habría que contar con los familiares implicados, invitando a
aquellos interesados a la terapia (no se sostiene la rigidez de todas o ninguna de las
antiguas terapias familiares). En estos casos es importante detectar tanto las secuencias
de relación entre ellos como los significados que otorgan a la urgencia. En el contexto de
la PCU el terapeuta puede proponer intervenciones cortas y focales a los problemas
presentados, orientar a la familia (psico-educación) y mostrarle el manejo de ciertos
problemas (consejo conductual).
El formato de la PCU suele ser más corto de lo que permitiera una terapia de pareja, por
lo que las intervenciones en este ámbito son centrar exclusivamente en torno a la
activación de la urgencia y su manejo.
Por ejemplo, un marido depresivo puede sostener la construcción del significado personal
siguiente: “Mi mujer trabaja demasiado y en casa se dedica a los niños. Me dedica poco
tiempo a mí”, seguido de acciones como decirle a su esposa que trabaje menos y que
dedique más tiempo a salir fuera de casa. La esposa, paralelamente, sostiene el
significado siguiente: “Solo quiere estar tranquilo y me ayuda poco en casa con los niños.
Quiero descansar los fines de semana en casa”, seguido de acciones como decirle a su
marido que dedique más tiempo a los niños y a estar en casa los fines de semana. Las
acciones y significados de ambos se refuerzan y retroalimentan mutuamente.
El terapeuta mostraría a la pareja, por ejemplo, con esquemas dibujados o con rol playing,
el nudo sistémico y sugiriéndoles alternativas al mismo.
123
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Observación participante:
La persona puede ser ayudada a afrontar temores y cuestiones subjetivas que le generan
ansiedad extrema mediante un acercamiento gradual y jerarquizado a sus temores
124
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Algunos sujetos pueden carecer de las habilidades básicas para tratar con otras personas
(p.e. iniciar y mantener conversaciones) o exponer sus deseos y opiniones personales de
manera directa pero no agresiva (asertividad). En estos casos se suele requerir un
entrenamiento sistemático en asertividad y/o habilidades sociales. En la PCU debido a
su brevedad, se seleccionan y trabajan las áreas deficientes en estos aspectos de manera
puntual con relación a la urgencia. El modelado, el ensayo de conducta y el rol-playing
se usa para el entrenamiento en esas habilidades. Una cuestión adicional es detectar los
significados personales que la están inhibiendo, y ofrecer puntos de vista alternativos,
como los llamados “derechos asertivos” (Smith, 1977).
Asignación de tareas:
125
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El trastorno se produce por una respiración inadecuada como respuesta a los síntomas
corporales con aumento del Co2 y cambios del PH sanguíneo y nuevo aumento circular
de los síntomas corporales. La terapia básica sería el entrenamiento en respiración lenta
y las técnicas vagales.
Las terapias cognitivas conductuales consideran al trastorno de pánico como una especie
de “fobia a estímulos corporales internos” que es menos predecible y que genera una
mayor ansiedad anticipatoria que los temores externos. Además, se consideran la
combinación de factores biológicos, cognitivos (sistema de miedos y catastrofización de
síntomas corporales), de condicionamiento interoceptivo y psicofisiológicos
(hiperventilación).
Dos enfoques, que a menudo aparecen combinados, son los más destacados:
La relación de apego temprana del niño con sus progenitores, basada en una relación de
apego ansioso entre el progenitor-niño, predispone al niño, después adulto, a generar
ansiedad intensa ante las señales de separación del progenitor o vínculo afectivo posterior
con el que se haya establecido una relación de apego ansioso.
126
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
127
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
1º Con los ojos cerrados se le induce al sujeto que se imagine sintiendo las sensaciones
internas elicitadoras (p.e. mareo, taquicardia, etc.) y externas (p.e. “Estar en el parque”).
128
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
6.12.5.3. Evalúe los síntomas físicos asociados como sensaciones corporales temidas:
En el plano físico el terapeuta está atento a dos aspectos: el diagnóstico diferencial del
trastorno de pánico con otros trastornos físicos y mentales y la evaluación de los síntomas
físicos asociados como sensaciones corporales temidas.
Preguntaremos al paciente por ejemplos concretos de sus ataques de pánico, de modo que
obtengamos una lista de los síntomas más frecuentes. Es de suma utilidad preguntar
también por los síntomas más temidos, de modo que esa información sea útil frente a las
estrategias de intervención basadas en la prevención cognitiva/exposición interoceptiva.
6.12.5.4. Evalúe los cambios en los vínculos afectivos relacionales como sistemas de
apego:
129
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los problemas relacionales del paciente con otros significativos de su familia, pareja o
amigos, pueden reactivar sus patrones de apego ansioso y disparar el trastorno de pánico.
Es importante recabar del paciente y sus allegados la posibilidad de cambios recientes en
la vida relacional del paciente, como separaciones, muertes, conocer a alguien nuevo, etc.
Los conflictos paterno-filiales entre la sobreprotección y el deseo de explorar el mundo
(independencia) pueden hacerse presente.
6.12.5.8. Exponga al sujeto a las sensaciones físicas temidas y use técnicas de descenso
de la activación física:
130
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Cuando los síntomas de angustia son muy intensos, suele ser necesario el uso combinado
de medicación antipánico (p.e. alprazolam, imipramina o fenelzina).
6.12.5.9. Trabaje con los sistemas de apego de los vínculos afectivos relacionales:
Cuando hay conflictos relacionales del paciente con su pareja, familia o amistades, es
adecuado invitar a estas personas a terapia, si es posible. El terapeuta puede orientar al
paciente hacia un formato de terapia de pareja o familia más amplia, o dar varias
indicaciones iniciales tras evaluar el funcionamiento relacional del paciente. Las
intervenciones en esta área pueden incluir el manejo cognitivo de resistencias o razones
no colaborativas, el intercambio de refuerzos, la resolución de problemas, las
intervenciones paradójicas, etc.
131
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Del anterior modelo se deriva que las intervenciones con los sujetos suicidas deberían
focalizarse en el desarrollo de habilidades alternativas de afrontamiento secuenciadas y
la modificación de los significados personales disfuncionales.
El clínico dispone de dos medios muy útiles para detectar el riesgo suicida: el uso de
cuestionarios de corte cognitivo y la entrevista clínica.
Dos son los cuestionarios más prácticos para evaluar el riesgo suicida: el BDI y el HS. El
BDI (Inventario de Depresión, de Beck) puede usarse cuantitativamente, para evaluar la
gravedad de la depresión que puede asociarse con el riesgo suicida (0-9 normal, 10-20
depresión leve, 11-15 disforia, 15-20 depresión leve, 20-30 depresión moderada y mayor
a 30 depresión grave) y cualitativamente (los ítems 3,5,6,7,8 se agrupan en torno a las
actitudes de autocrítica-distímicas y los ítems 12,15,17 y 21 en torno a la anhedonia o
perdida de energía y descenso de la motivación).
Es importante que la entrevista clínica con el paciente y/o allegados, trate de recoger la
cronicidad del pensamiento suicida, la duración del problema, la historia familiar de
suicidio-depresión y las habilidades previas de manejo de problemas. Respecto al nivel
cognitivo, el terapeuta preguntará al paciente de sus razones para pensar en el intento
suicida, tratando de averiguar si desea sentirse aliviado de sus problemas o intenta
manipular a otros. Intentará también captar los significados personales o creencias
personales del paciente que alimentan sus razones suicidas, preguntándole que le hace
creer en esas razones. Otro aspecto complementario es preguntarle sobre qué significa
para él la vida, la muerte y el haber fallado en el intento.
132
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La depresión es uno de los trastornos psiquiátricos que más se relaciona con el riesgo
suicida. Dentro de la depresión el componente de la desesperanza, resalta como actitud
negativa, solución futura de las dificultades personales, es el factor que más se relaciona
con el riesgo suicida.
Hay una gran cantidad de estudios que afirman que casi el 90% de los pacientes que han
intentado suicidarse, tenían trastornos psiquiátricos.
Es importante detectar los factores desencadenantes agudos o crónicos que han disparado
el riesgo suicida del sujeto. Estos pueden incluir problemas familiares, de pareja, sociales
o laborales. También hay que considerar las redes de apoyo socio-familiar con las que
cuenta el sujeto en cuestión. El riesgo suicida aumenta con el retraimiento y la soledad
del sujeto. Es importante determinar y listar los nombres y direcciones de las personas
en las que confía el sujeto, ya que podría acudir a ellos en caso de necesidad.
Un factor poderoso de determinación del riesgo suicida junto a los significados personales
y la impulsividad es el grado de carencias conductuales o de habilidades de resolución de
problemas que tiene el sujeto. Es importante determinar el o los problemas en los que se
encuentra inmerso el paciente y las habilidades que se podrían requerir para su
afrontamiento, así como el grado en que las tiene el sujeto.
133
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La medicación puede ser una medida adecuada en caso de pacientes con un estado
depresivo intenso. Hay que advertir al paciente y sus familiares el intervalo de actuación
de los fármacos antidepresivos (normalmente 21 días), de modo que se complementen
con el apoyo familiar. Hay que valorar si el sujeto tiene tendencias impulsivas, y en este
caso la medicación deberá pasar al control de los allegados o del personal hospitalario si
es necesario su ingreso temporal, dado la posibilidad de su ingesta para intentar
nuevamente el suicidio.
Los sujetos suicidas con componentes psicóticos o de toxicidad suelen requerir el ingreso
hospitalario hasta la remisión de su cuadro agudo.
En sujetos con una actividad delirante y/o alucinatoria que le predisponga al suicidio, será
necesario el uso de psicofármacos neurolépticos para reducir esta actividad en régimen
ambulatorio u hospitalario, según el caso. Igualmente, los sujetos alcohólicos y
toxicómanos deberán ser desintoxicados de sus estados agudos y ser canalizados al alta
hacia servicios y procesos de rehabilitación.
Los sujetos con enfermedades crónicas o progresivas pueden requerir, junto al tratamiento
médico habitual, el uso de psicofármacos para disminuir el dolor y la depresión asociada,
y de medidas de soporte y afrontamiento psicosocial, de modo que su situación se haga
más llevadera.
134
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
prioridades con ellos, intentando demorar el abordaje de los problemas más crónicos para
después de la superación de la crisis suicida, de modo que se salvaguarde la vida del
paciente. En el caso de no contar con la colaboración de éstos, buscar un lugar de
residencia alternativa cercana a sus familiares.
El terapeuta debe valorar el o los problemas en cuestión a los que se enfrenta el sujeto y
el déficit de habilidades que puede tener ante los mismos. El entrenamiento en las
habilidades básicas (p.e. entrenamiento en habilidades sociales, asertividad,
comunicación, búsqueda de amistad, etc.) suele requerir un formato de terapia más amplio
que el de la PCU. En tal caso requerirá un formato de terapia más larga.
9
6.14. La Psicoterapia Cognitiva de Urgencia (PCU) en el Trastorno por Estrés
Post-traumático (TEPT): Aspectos Teóricos.
Las teorías conductuales del trastorno por estrés postraumático se basan en el modelo bi-
factorial de Mowrer (1947). Esta teoría supone que el trauma es un estímulo
incondicionado que ha producido una respuesta incondicionada de temor extremo. El
recuerdo del trauma actuaría como una especie de estímulo condicionado que generaría
una respuesta condicionada también de temor extremo. Las situaciones y recuerdos
relacionados con el trauma, posteriormente actuarían doblemente como estímulo
discriminativo y estimulo condicionado, ante los que el sujeto tendría ansiedad que
trataría de eliminar mediante evitación mental y abierta, reduciendo la ansiedad por
refuerzo negativo (Kilpatrick, 1982). La terapia derivada de este modelo se basaría en el
control de la ansiedad (p.e. inoculación al estrés) y la exposición reiterada a los recuerdos
traumáticos.
Las teorías cognitivas del TEPT han planteado que la teoría conductual bifactorial es
incompleta al no explicar suficientemente los síntomas de los recuerdos invasores y
desconsiderar el papel del significado subjetivo del mismo. Resick y Schnicke (1992,
1993) proponen que las respuestas emocionales del TEPT derivan en parte del trauma y
en parte de las interpretaciones y significados que el sujeto da al mismo. La teoría
cognitiva propone que los esquemas cognitivos se suelen adaptar a los nuevos eventos
para incorporar la información que proporcionan. Sin embargo, en el TEPT la experiencia
emocional es tan elevada por la amenaza que supone a la propia vulnerabilidad del sujeto,
que esa experiencia es rechazada o disociada de la conciencia, actuando a nivel no
consciente como esquema emocional que produce síntomas. El resultado sería una
disociación cognitiva entre los recuerdos emocionales no conscientes y el esquema
cognitivo de vulnerabilidad-temor personal. La estrategia terapéutica derivada de este
modelo añadiría a las intervenciones conductuales (especialmente la exposición), el
9Referencia “Psicoterapia Cognitiva de Urgencia” de Juan J. Ruiz Sánchez, Juan J. Imbernón González y
Justo J. Cano Sánchez. ESMD-UMEDA, 1ra. Edición 1999.
135
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
a) Utilizar los psicofármacos cuando predomina los flashbacks con mucha ansiedad o los
síntomas depresivos moderados.
El sujeto que ha experimentado una situación traumática suele mantener una serie de
pensamientos y significados personales que con frecuencia giran en torno al grado de
amenaza y catastrofismo (p.e. “No quiero pensar en eso”, “Es horrible”, “No lo soporto”,
“Si pienso en eso me pondré peor”, etc.) o la propia responsabilidad o autoinculpación
(p.e. “No debería haber hecho ese viaje”, “Por mi culpa les ha ocurrido eso”, etc.) que
suelen bloquear el recuerdo consciente del trauma y su resolución. En resumen, tres son
las áreas frecuentes a evaluar en el aspecto cognitivo:
b) Catastrofismo amenazante.
c) Autoinculpación y responsabilidad.
136
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los propios síntomas de “evitación y falta de sensibilidad” del TEPT indican el grado de
bloqueo emocional del sujeto en cuestión. Puede incluir los intentos de evitar los
pensamientos, emociones y situaciones que recuerden el trauma. La falta de sensibilidad
puede hacer que el sujeto aparezca como insensible a los eventos positivos y negativos en
general, y no solo a los eventos traumáticos.
El hecho que, desde que el sujeto experimento el TEPT, haya presentado abuso y
dependencia de alcohol o drogas, episodios de depresión mayor o episodios maniacos,
puede indicar intentos de bloquear las claves del trauma.
El terapeuta puede pedir al sujeto en la consulta que intente recordar el trauma en posición
de relajación, y así evaluar como “observación en vivo”, el grado de bloqueo-evitación
del mismo.
No hay que olvidar el impacto emocional sobre el propio terapeuta que atiende un TEPT.
El mismo puede experimentar síntomas similares al TEPT en un grado menor o mayor.
Esto es más frecuente en los clínicos que han atendido a gran cantidad de personas que
han sufrido un desastre natural o un accidente de grandes proporciones. El propio clínico
puede necesitar ayuda posterior.
Es evidente que en el caso de catástrofes naturales que han implicado a muchas personas
es necesaria la intervención de los servicios sanitarios, de ayuda social y los de seguridad,
según las necesidades inmediatas. Los psicólogos y psiquiatras de los servicios sanitarios
han de evaluar en estos casos la disponibilidad de lugares adecuados donde atender a las
víctimas y sus familiares en coordinación con los servicios sanitarios, sociales y de
seguridad.
El clínico debe de evaluar los recursos familiares, sociales y sanitarios que pueden servir
de apoyo material y emocional al sujeto. Estos pueden ser personas, lugares (p.e. casa de
refugio para mujeres maltratadas) y medios (p.e. recursos legales) para atender a los
sujetos que han sufrido un TEPT.
137
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
carácter más o menos compulsivo. Podemos preguntar al sujeto y sus allegados, por las
conductas que han aparecido con más frecuencia en el repertorio del sujeto a raíz del
TEPT y evaluar si tienen un efecto distractor o evitador de la ansiedad o malestar.
La exposición consiste en hacer revivir gradualmente al sujeto los recuerdos del trauma
con sus claves o componentes cognitivos, emocionales, sensoriales, imaginativos,
situacionales, conductuales; durante un periodo aproximado de 40-60 minutos, evaluando
cada cierto tiempo (p.e. cada 5 minutos) el nivel subjetivo de ansiedad (p.e. de 0-10).
Después se graba como tarea para casa y se registra el nivel subjetivo de ansiedad.
6.14.2.8. Use los psicofármacos y/o la inoculación al estrés, para reducir el malestar
emocional:
Como se ha apuntado puede ser necesario el uso de psicofármacos para reducir los
síntomas depresivos, maniacos o de ansiedad extrema; facilitando también esto la
posibilidad de la psicoterapia. La inoculación al estrés se puede usar cuando el nivel de
ansiedad es moderado o ya se ha reducido con la medicación, para el manejo y
afrontamiento del malestar. En la inoculación al estrés, primero se enseña al sujeto a
relajarse progresivamente, después se le enseña a registrar las situaciones-recuerdos que
le generan ansiedad y por último a relajarse y usar pensamientos de autocontrol para su
manejo gradual. El sujeto tratará de aplicarlo a situaciones reales, tras su ensayo en
consulta.
En sujetos con TEPT crónicos y crisis agudas con complicaciones como episodios
maniacos, depresivos o de abuso de sustancias, se puede trabajar con sus allegados, los
servicios sociales y sanitarios; es recomendable programar una serie de acompañamientos
en situaciones de riesgo ante estos problemas, de modo que se le pueda ofrecer apoyo
emocional o alternativas de manejo a estas complicaciones. Es deseable que el sujeto y
sus allegados tengan una guía de actuación para los momentos de crisis, que incluyan las
conductas adecuadas para llevar a cabo, como las direcciones y teléfonos de los servicios
138
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La PCU con niños, igual que otras terapias cognitivas conductuales, consiste en dotar al
niño y sus allegados de habilidades para el afrontamiento de diversas situaciones
problemáticas. A menudo se trabaja con los padres y el niño, haciendo con frecuencia
una terapia familiar. Los problemas de las urgencias con niños se suelen relacionar con
frecuencia con las etapas del desarrollo psicoevolutivo del niño, motivación principal de
la etapa y las tareas o preocupaciones de cada fase evolutiva (Slaikeu, 1998).
En la etapa de la infancia primaria (2-6 años) los motivos principales se relacionan con
las habilidades de aprendizaje, control muscular, desarrollo de conceptos corporales,
diferencias sexuales, valores culturales y sentido del bien y del mal, conceptos de realidad
física y social y desarrollo de habilidades relacionales con familia y compañeros. Las
crisis y urgencias más frecuentes se relacionan con las lesiones físicas, conflictos con los
padres, maestros o compañeros, problemas de ingreso escolar y pérdida de amistades por
emigración o cambio de domicilio.
En la infancia media (6-12 años) el motivo principal de esta fase es la desarrollar el sentido
de capacidad versus inferioridad. Las tareas de esta fase implican el dominio de las tareas
139
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
A menudo la evaluación clínica suele comenzar pidiendo a los adultos que traen al niño,
el motivo de su consulta. El terapeuta puede preguntarles sobre qué aspectos del motivo
de consulta les preocupa, y que les hace creer eso y/o que significa para ellos. El terapeuta
puede así obtener el significado del problema presentado, y determinar si hay acuerdo
entre los adultos tanto en la definición, importancia y significado del problema.
Después hay que tener un espacio y tiempo a solas con el niño. Ello permite evaluar,
entre otros aspectos, la posible ansiedad de separación del niño respecto a los adultos. En
este tiempo a solas con el niño/a se le explica con honestidad por qué le han traído los
adultos a consulta y que se le pregunta al niño/a por que estos quieren que le vea usted.
Se recoge el motivo de la consulta para el niño (que puede discrepar de los adultos) y se
le pregunta que le preocupa de ello.
Con los niños es importante disponer de técnicas de evaluación adaptadas a ellos, que
pueden afianzar la cognición imaginativa o fantástica. Estas técnicas pueden ser los Tests
proyectivos (que pueden tomarse como fuentes de evaluación cognitiva), el dibujo, el
juego o las historietas. Estos materiales pueden revelar información sobre preocupaciones
y cogniciones disfuncionales del niño.
Las guías evolutivas del desarrollo infantil, como la presentada en las consideraciones
teóricas, pueden servir también como guías potenciales para identificar las
preocupaciones infantiles.
6.15.1.2. Evalúe el estado afectivo y temores del niño y de los adultos significativos:
Algunas veces los trastornos del niño que pueden aparecer como conductas de
desobediencia, ira y otras conductas disruptivas, suelen relacionarse con depresiones
infantiles. También cualquier problema del niño de tipo crónico, con sus crisis urgentes,
puede asociarse a depresión cuando genera malestar sostenido para el propio niño/a.
Junto a la entrevista con el niño y sus allegados, se han desarrollado cuestionarios, como
el Inventario de Depresión Infantil CDI (Kovacs, 1992) para evaluar la depresión infantil.
Otro aspecto relevante suele ser evaluar los temores del niño y comprobar si se deben a
las fases evolutivas o tienen proporciones mayores a estas. A menudo los temores
infantiles no evolutivos pueden responder a los propios temores de los adultos que viven
140
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
con el niño. Los temores de los adultos pueden presionarles a conductas indebidas con
sus propios hijos. El terapeuta preguntará a los adultos por estos temores generales y los
referentes a sus hijos.
Respecto a los adultos, los padres que tienen trastornos afectivos suelen tener un nivel de
autoestima y competencia reducido para manejar los desafíos evolutivos y afectivos que
les plantean sus hijos. También estos padres suelen ser menos gratificantes y afectuosos
con sus hijos, tendiendo estos con frecuencia a recurrir a llamadas de atención extremas
como demanda de afecto; demanda que puede incluir múltiples síntomas. Es importante
por tanto que el clínico pregunte por posibles síntomas depresivos en los padres y/o los
evalúe con inventarios, como el Inventario de Depresión de Beck, BDI (Beck, 1979).
El clínico debe de tener clara la configuración de los síntomas del niño, en cuanto a un
cuadro diagnóstico. Ello le permitirá abordar determinadas cuestiones relevantes en el
malestar de la urgencia. Por ejemplo, el niño que padece un trastorno por hiperactividad
neurológica puede necesitar de un tratamiento con psicofármacos estimulantes, no así el
niño que padece una hiperactividad socio afectiva. Las guías DSM, CIE y los manuales
de psicopatología infantil pueden ser de ayuda en este aspecto.
6.15.1.4. Evalúe las relaciones del niño con su familia, sus compañeros y maestros. Evalúe
el compromiso de participación de los adultos en la terapia:
Respecto a la familia, el clínico puede evaluar varios aspectos como si esta tiene un
conocimiento adecuado del desarrollo infantil, si existen reglas claras y ajustadas, si hay
cohesión en las soluciones ante los problemas del niño, si existen unas relaciones afectivas
cálidas, si las expectativas respecto al niño son ajustadas a su capacidad y si existen
conflictos de la pareja parental o entre hermanos. Es importante tener en cuenta que el
problema del niño puede ser usado en un conflicto de pareja o familiar en las llamadas
coaliciones o alianzas, donde el problema del niño ayuda a mantener un ciclo repetitivo
los conflictos de los adultos implicados.
Por último, hay que evaluar si los padres o adultos significativos desean y están dispuestos
a participar en la terapia, ya que se considera un factor a menudo crucial para el éxito de
la terapia infantil. En caso de objeciones se pueden evaluar las creencias que mantienen
esas opiniones a fin de proporcionar información o acciones correctoras de las mismas.
6.15.1.5. Evalúe las conductas disfuncionales del niño y de los adultos y el repertorio de
reforzadores:
141
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Evalúe los intentos de solución, la coherencia de los mismos y sus efectos, puede
constituir un aspecto crucial para el posterior diseño de tratamiento. Los intentos de
solución fallidos por parte del niño y los adultos implicados pueden estar manteniendo
“más de lo mismo” (Watzlawick y col. 1989) por retroalimentación o refuerzo del
problema. El terapeuta pide ejemplos al niño y a los adultos de estos intentos de solución.
Puede también enseñar a los adultos a recoger observaciones sobre esos intentos de
solución mediante el llamado “análisis funcional” (antecedentes, conducta problema,
consecuencias e intentos de solución).
De cara a evaluar las fuentes potenciales de motivación e intereses del niño, que podrían
ser utilizadas en la terapia, se evalúa los reforzadores del niño. Para ello existen, además
de preguntarle al niño sobre sus actividades favoritas, las llamadas escalas de
reforzadores, que recogen multitud de fuentes potenciales de actividades agradables para
un niño/a.
6.15.1.6. Identifique y resuelva las creencias disfuncionales de los adultos, del niño y de
usted mismo como terapeuta, hacia la terapia infantil:
Los adultos, el niño/a y el propio terapeuta pueden presentar creencias o actitudes que
pueden perjudicar el desarrollo de la terapia infantil (Woulff, 1990).
Los adultos pueden mantener la idea de que es necesario que el terapeuta trabaje
exclusivamente con el niño/a, que se haga una evaluación neurológica del niño para “ver
que le pasa en su cabeza” sin implicarse ellos en la terapia. A menudo los padres
mantienen la creencia de que traer el niño a terapia es un signo de fracaso o debilidad
como padres o que el terapeuta podría preguntarles por otros problemas que tienen, con
consecuencias desastrosas. Estas creencias le suelen llevar a mostrarse resistentes a su
implicación en la terapia.
El niño/a también puede presentar creencias sobre que el hecho de venir a terapia es
vergonzoso si otros niños conocidos se enteraran, que puede demostrar lo mala persona
que es él/ella misma, o que cambiar podría ser aún peor que dejar las cosas como están.
El propio terapeuta puede mantener a su vez creencias personales sobre la terapia infantil
que puede interferir su desarrollo. Estas pueden incluir el creer que solo él debe de ser
competente en el cambio (excluyendo a los propios adultos y el niño), el proponerse metas
excesivamente perfeccionistas, o el confiar ciegamente en una sola estrategia de cambio.
6.15.1.7. Proporcione al niño y a los adultos, estrategias para mejorar el estado de ánimo
y vencer los temores:
142
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los adultos con depresión o temores intensos deben de recibir tratamiento individualizado
en un espacio distinto al del niño. La mejora del estado de ánimo o de los temores del
adulto facilita el abordaje y las expectativas de autoeficacia de los adultos respecto al
problema del niño/a.
Los adultos pueden ser orientados también en el manejo de los temores y depresión del
niño. Una serie de actividades se les puede recomendar al niño y a los adultos ante la
depresión del niño/a (Del Barrio, 1997): intensificar las actividades que resulten
agradables, elogiar las cosas que hace bien, procurar que esté acompañado, dar apoyo en
el trabajo escolar, estimular la conversación, hacer comidas qué le gusten y mantener un
nivel de actividad diario constante. Con el niño puede ser necesaria la terapia cognitiva
adaptada a su nivel evolutivo, que puede incluir ensayos imaginativos, uso de historias y
cuentos y otros elementos atractivos para el niño.
Los temores del niño o del adulto pueden ser manejados con estrategias de exposición,
desensibilización en vivo o imaginaria, refuerzo selectivo y diferencial y modelado de
alternativas. El terapeuta puede ensayar las conductas a llevar a cabo en la consulta con
el niño/a y los adultos, antes de su puesta a cabo en casa.
6.15.1.9. Oriente a los padres y/o adultos significativos, a no enredar al niño en sus
conflictos interpersonales:
Cuando el terapeuta detecta que el niño es una especie de arma arrojadiza en los problemas
entre los padres o adultos significativos, debe de confrontar a estos con este hecho
directamente o exponer la posibilidad de que él sospecha que hay otros problemas en el
sistema familiar o institucional que, si no se abordan, la propuesta de cambio será pasajera
o inefectiva. El terapeuta debe de reunir antes de hacer esta afirmación datos de peso de
su evaluación. El terapeuta puede recomendar la terapia de pareja, familiar o abordaje
institucional, según el caso.
143
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Puede ser necesario que el terapeuta enseñe y modele paso a paso con los adultos y el
propio niño/a formas alternativas de conducta para manejar los problemas en curso. Se
pueden proponer, por ejemplo, técnicas de relajación para manejar la ansiedad, el refuerzo
selectivo para incrementar conductas deseadas y disminuir las indeseadas, técnicas de
autocontrol para el manejo de la impulsividad, y otras técnicas aplicables a distintas
conductas disfuncionales. Lo básico es su ensayo paso por paso en consulta, usando como
modelo al propio terapeuta u otros modelos relevantes (p.e. otros niños en vivo o en
video), el refuerzo de los logros, y su posterior puesta en práctica fuera de la consulta. En
la consulta se revisan los logros y problemas de las técnicas en su aplicación real, a fin de
mejorar su eficacia.
Los problemas psicopatológicos que pueden generar más urgencias en el paciente anciano
se relacionan con la demencia, la ansiedad, la depresión, el intento suicida, el estado
confusional, los estados paranoides y los trastornos del sueño.
Los ancianos suelen mantener una serie de actitudes hacia el tratamiento psiquiátrico o
psicológico (Freeman y Reinecke, 1995), rara vez solicitan tratamiento por su propia
iniciativa, aunque experimenten un alto grado de malestar psíquico. Cuando comentan
con el médico o el asistente social sus problemas se suelen referir a su estado físico y
problemática relacional. Esta tendencia parece mantenida por creencias personales en
torno a significados relacionados con que el pedir tratamiento psíquico implica que uno
está loco, será hospitalizado, que los problemas se han de resolver por uno mismo, o que
uno no debería causar ciertos problemas o cargas a otros.
Esto indica que los clínicos han de tener inicialmente una actitud de entrevista directiva
con estos pacientes y sus allegados, a la hora de detectar sintomatología psíquica.
144
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Se puede pedir al paciente que nos comente sus problemas actuales, preguntarle que le
preocupa de ellos y que le hace creer eso. Inicialmente es preferible una actitud directiva
en la entrevista preguntándole por posibles problemas en diversas áreas de su vida.
En la evaluación del estado afectivo del anciano junto a la entrevista clínica se pueden
emplear escalas e inventarios para evaluar la depresión como la Escala de Zung y el
Inventario de Depresión de Beck; y otras escalas para evaluar el estado mental general
(p.e. El Examen Geriátrico del Estado Mental de Gurland, 1976).
El funcionamiento social del anciano hace referencia a los recursos sociales, las
actividades sociales gratificantes del anciano, y las habilidades sociales del anciano.
Existen también escalas específicas para evaluar estos aspectos (Fernández Ballesteros,
1981).
Es de suma importancia que el clínico cuente con datos del historial médico del anciano
y/o datos de evaluación médica y neurológica actual. Muchos estados psicopatológicos
pueden deberse a enfermedades médicas. Por ejemplo, la enfermedad de Addison o
hipoadrenalismo produce unos síntomas que se asemejan a la depresión clínica.
La entrevista clínica con el anciano y sus allegados nos permite preguntar por el estado
actual de sus relaciones y los conflictos presentes. Podemos recoger información del tipo
145
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
de actividad que el anciano comparte con sus familiares y amigos, y si le resulta agradable
o no. Existen también escalas específicas para evaluar este aspecto (Fernández Ballesteros,
1981).
El anciano puede presentar conductas molestas para sus familiares como un intento de
recuperar el afecto que él percibe perdido. Si ocurre este caso se deben de establecer las
condiciones para que esta persona se sienta significativa en su entorno.
Otras veces la familia vive la presencia del anciano como una carga obligatoria con
ambivalencias entre el malestar que genera y sentimientos de culpa o responsabilidad por
su cuidado. El terapeuta debe de evaluar las posibles alternativas a esta situación, como
la existencia de redes de amigos, actividades potenciales a la rutina casera y actividades
comunes más agradables con los familiares.
Un anciano que se ha jubilado o ha perdido su rol funcional anterior sin haberlo sustituido
por una gama de actividades agradables alternativas, tiene más posibilidades de tener
problemas psíquicos. El terapeuta debe de valorar el nivel de actividad actual del anciano,
por ejemplo, preguntándole con detalle que le describa que hace un día normal desde que
se levanta hasta que se acuesta, y qué actividades le resultan más agradables. También
puede preguntarle por proyectos o ilusiones anteriores no llevadas a cabo y por las
posibilidades de realizarla en el momento actual. El uso de las escalas de refuerzos es
otra forma de evaluar el nivel potencial de actividades agradables del anciano.
El nivel general de adaptación y satisfacción del anciano va a depender en gran parte del
nivel de satisfacción que le proporciona su estilo de vida actual y las actividades con las
que ocupa su tiempo. El terapeuta puede pedir al anciano que describa un día normal en
su vida y que le diga el grado de satisfacción y dominio de cada actividad. Puede usar
otros medios como las escalas específicas para evaluar los refuerzos del paciente y otras
escalas de actividad diaria (Fernández Ballesteros, 1981).
146
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La presencia o sospecha de enfermedad médica debe hacer que el clínico contacte con los
servicios médicos pertinentes. El terapeuta debe estar informado de la evolución y
tratamiento médico del paciente y coordinado con los especialistas que atienden esta área.
Esto le permite poder abordar con mayor eficacia los significados y conductas
disfuncionales que el paciente puede desarrollar en torno a este tema.
6.17. Debriefing.
La técnica del Debriefing nació en los Estados Unidos en 1983 con el trabajo del
Psicólogo estadounidense Jeffrey Mitchell durante las catástrofes naturales y en el
contexto del desarrollo de la teoría de intervención en caso de crisis. Esta, se profundizo
con el doctor noruego Atle Dyregrov, y después ha sido transformada varias veces,
principalmente en Gran Bretaña. En los últimos años, el empleo del término “debriefing”
se ha puesto de moda en Europa del Oeste, después de serlo en Estados Unidos y Europa
del Norte (Perren-Klinger, 2003).
147
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La experiencia del apoyo psicológico a las víctimas, acumulada durante el siglo veinte,
ha permitido obtener las siguientes lecciones.
Las reacciones a un incidente traumático son normales y no son muestras de una debilidad
de carácter; por consiguiente, las víctimas aun si tienen reacciones emocionales fuertes,
no deberán ser consideradas como “casos psiquiátricos”.
Este método de intervención debe llevarse a cabo lo más rápidamente posible después del
incidente. En víctimas de eventos traumáticos, lo ideal es un tratamiento breve y
focalizado, porque permite minimizar la morbilidad que, a largo plazo, provocan estos
hechos, disminuyendo la presencia de cogniciones y reacciones emocionales reactivas y
desadaptativas permanentes (Rachman, 1980).
La víctima debe poder hablar libremente de lo que le está pasando; también debe poder
revivir sus emociones, llorar, enojarse, temblar, sin sentirse juzgada.
En otras palabras, el método del Debriefing forma parte de las herramientas del apoyo
psicológico. Puede ser aplicado por no profesionales de psicología, siempre y cuando
estos sean correctamente instruidos para utilizar esta técnica.
A partir del modelo original de Mitchell, han surgido diferentes variantes. Todas ellas
son similares en su estructura y en su aplicación, y designan en todos los casos una
asistencia psicológica breve para personas traumatizadas a causa de una situación difícil
o un incidente crítico. En un primer momento se le conoce con el nombre de Critical
Incident Stress Debriefing (CISD), para luego ser denominado como Debriefing
Psicológico, de acuerdo a la visión de Dyregrov. Las otras variantes son el
Cuestionamiento Psicológico y la Indagación Psicológica.
148
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
En relación al inicio de la primera sesión, Cía plantea que el CP debe iniciarse entre las
48 a 72 horas después de haber ocurrido el evento, cuando comienzan a surgir reacciones
físicas y emocionales. En cambio, Perren-Klinger sostiene que la primera sesión debe
darse luego de las 72 horas de ocurrido el evento. Para otros investigadores, como Mehl
y Pennebaker (2003), las personas afectadas por un evento traumático, obtienen un mayor
beneficio de éstas técnicas cuando se interviene en forma diferida tres semanas después
del evento; sostienen que es en las dos primeras semanas cuando se procesa la
incorporación del trauma psicológico.
Las figuras participantes de las mencionadas variantes son, las víctimas del evento
traumático y el coordinador del grupo, que, aunque poseen un rol diferenciado, están en
una permanente interrelación. A continuación, describiremos con más detalle sus roles:
a) El Coordinador:
149
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
La “Primera Sesión” (Defusing) tiene siete etapas o fases, en las que se busca procesar la
experiencia de lo cognitivo a lo emocional, para luego volver a lo cognitivo (estas se
detallarán más adelante). Todos los modelos de intervención establecen que el proceso
de revivir la experiencia traumática, se basa en la separación de la parte cognitiva y la
parte emocional de dicha experiencia. Los participantes son informados de la normalidad
de las reacciones que experimentan, como naturales y pasajeras; y se les dan pautas para
manejarlas, con la finalidad de reforzar el proceso de integración, asignando tareas
precisas para efectuar después de la sesión, ejercicios para manejar el estrés y eligiendo
un acto simbólico que marque el fin del evento.
La “Segunda Sesión” del Debriefing, sirve para evaluar la situación de cada persona;
realizando una primera selección de las personas más perturbadas, tomando las medidas
de ayuda necesarias. En esta segunda sesión el coordinador (debriefer), propondrá la
ayuda especializada, si se confirmara que las reacciones han persistido y/o aumentado.
Fase Introductoria:
150
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
procedimiento, permitirá una mejor comprensión de lo que se realizará, para contar con
el consentimiento pleno del grupo (Perren-Klinger, 2003).
Se describen los hechos, desde el punto de vista de cada participante. Hay que tener en
cuenta que cada persona tiene una historia diferente que contar. Se puede iniciar la reunión
de la siguiente manera: “Sólo conocemos algunas partes del evento. Sería de mucha ayuda
si pudiésemos comprender lo que pasó, mediante el relato de cada uno de ustedes” (Cía,
2001). Para Perren-Klinger, ya que esta etapa se basa en los hechos del evento, la sesión
se debe desarrollar sobre las siguientes preguntas: ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Qué
fue lo que pasó?, ¿Cómo pasó?, ¿Qué ocurrió después? El uso de estas preguntas, como
el de los verbos ver, oír y hacer, ubican la experiencia en el nivel cognitivo y permiten un
relato lógico y coherente.
Los participantes establecen dos zonas de seguridad. La primera dada por el último
momento plácido antes del evento traumático; y la segunda, dada al primer momento de
seguridad relativa, después del evento. De esta manera se desea demostrar, que por muy
terrible que fuera el evento, es solo una experiencia en la vida y nos dan un principio y un
fin. A través de esta segunda etapa, el Coordinador debe controlar sus expresiones, para
evitar que los participantes se sumerjan en un flujo de emociones difíciles de contener;
por lo que deberá ceñirse a las preguntas que se relacionan a los hechos. Esta etapa
permitirá a los participantes tomar conciencia de lo que ha visto, oído y hecho; y les
permitirá construir una visión más organizada del evento. Esta fase finaliza con el
resumen de los hechos, por parte del Coordinador, remarcando las dos zonas de seguridad
antes definidas; el resumen de los hechos debe darse de manera cognitiva y en forma
breve y precisa.
Fase Cognitiva:
En esta fase o “etapa de las cogniciones”, cada participante tiene que describir sus
reacciones cognitivas. Se les pide que expresen el primer pensamiento o el más relevante,
presente durante el evento traumático. De esta manera se empieza a procesar y reformular
las cogniciones (Cía, 2001). Para Perren-Klinger (2003), esta etapa permite abordar todos
los pensamientos y preocupaciones en relación al evento y, teniendo en cuenta que cada
uno expresa su propia interpretación de los hechos, van surgiendo los propios valores.
Inbar (1994), sostiene que esta etapa nos brinda un primer diagnóstico de las atribuciones,
imágenes y evaluaciones de cada participante.
En esta fase el objetivo es identificar los hechos de mayor efecto traumático para cada
participante. Es importante que el Coordinador, defina los conceptos entre una reacción
normal y una que no lo es. Con lo que se busca legitimar las reacciones y emociones de
los participantes, evitando que se generen ideas de “locura”. Se debe incentivar el contacto
con esas emociones, con la finalidad de comprenderlas, procesarlas y aceptarlas;
reduciendo así una futura reacción disociativa. Es importante revivir la experiencia,
controlando su intensidad para evitar un desbordamiento. Se busca que las emociones, se
perciban y sitúen en diferentes partes del propio cuerpo. Luego se describe, en forma
151
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Para Cía, describir la respuesta normal al trauma, implica determinar los síntomas
personales de estrés; demostrando su universalidad, con el objeto de normalizar las
emociones del grupo. En base a ello, se desafían los sentimientos inapropiados de culpa
que suelen estar presentes en las víctimas. Además, se plantea la importancia que el
Coordinador utilice la frase “reacción de estrés” y no la palabra “síntomas”, cuando se
refiere a los mismos. Inbar, agrega que esta fase, puede servir para diagnosticar
manifestaciones desadaptativas que requieran una futura intervención terapéutica.
Fase Educacional:
Fase de Cierre:
Perren-Klinger, plantea dos etapas en este punto. Una primera etapa, en la que se trata de
crear y preparar un ritual de despedida del evento; y otra en la que se intenta el retorno a
la realidad y a la vida cotidiana.
En la primera, plantea que se trata de un acto simbólico a través del cual los participantes
expresan el fin del acontecimiento y continuar su existencia. Este acto de transición indica
a la vez, la realidad del evento y su confinamiento al pasado. El ritual puede ser de
diferentes formas, tales como: plantar un árbol, un acto de agradecimiento por estar sano
y salvo, etc.
Luego, en la otra etapa se hace una conclusión, donde el Coordinador retoma lo esencial
de lo que se ha dicho y hecho a lo largo de la sesión. Se resalta que todos estos
152
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
153
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
10
CAPÍTULO 7: El Duelo.
7.1. Definiciones.
El duelo psicológico es el estado y proceso que sigue a la pérdida de un ser querido. Esta
pérdida es definitiva y por ello se asocia generalmente a la muerte, pero se puede dar
duelo sin muerte (como tras la ruptura de una relación, en la que se tiene una pérdida).
El duelo es el nombre del proceso psicológico, pero hay que tener en cuenta que este
proceso no se limita a tener componentes emocionales, sino que también los tiene
fisiológicos y sociales. La intensidad y duración de este proceso y de sus correlatos serán
proporcionales a la dimensión y significado de la pérdida.
Estado de estrés y depresión que persiste tras un año de la pérdida (la mayoría de las
veces referidas a un ser querido). Tras un año de la pérdida, el sujeto manifestaría
(Ramsay, 1977) estado de ánimo depresivo; recuerdos intrusivos referentes a las
circunstancias de la pérdida, o sueños recurrentes respecto a la persona perdida;
reacciones de estrés (insomnio, ansiedad, etc.).
El duelo, el luto y el sentimiento de pérdida, son términos que se refieren a las reacciones
psicológicas de los que sobreviven a una pérdida significativa. El duelo es el sentimiento
subjetivo provocado por la muerte de un ser querido. Suele utilizarse como sinónimo de
luto, aunque en sentido estricto, el luto se refiere al proceso mediante el cual se resuelve
el duelo, a la expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida. El
sentimiento de pérdida es el estado de sentirse privado de alguien a consecuencia de la
muerte. En general, es preferible hablar del luto para referirnos a los aspectos y
manifestaciones socioculturales y socio-religiosas de los procesos psicológicos del duelo
y reservar el término de duelo y procesos de duelo para los componentes psicológicos,
psicosociales y asistenciales del fenómeno.
10
Referencia “El Duelo en pacientes y familias en situaciones de urgencia y cuidados críticos” de Ana
María Castañeda Chang.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Por elaboración del duelo o trabajo de duelo se entiende la serie de procesos psicológicos
que, comenzando con la pérdida, termina con la aceptación de la nueva realidad. Es un
proceso psicológico complejo para deshacer los vínculos establecidos y elaborar el dolor
de la pérdida.
Algunos determinantes que influyen en la elaboración del duelo en caso de muerte son
los siguientes:
A esto habría que añadir el factor cultural y social, que puede hacer que la elaboración del
duelo difiera mucho, si bien no deja de ser fundamental el tipo de vínculo y el apego que
el deudo tenía con el ser fallecido. Otro factor a considerar es la presencia de terceros a
los que la pérdida les afecte, con lo que se puede dar un duelo solidario.
El duelo también se puede exteriorizar con llantos, rabia, ataques violentos y un buen
número de reacciones, todas ellas normales en esos momentos. Hay que tener en cuenta
que los especialistas reconocen que para una buena elaboración y superación del duelo no
es aconsejable querer huir de esas sensaciones de dolor, pues no se pueden enfrentar si no
se sienten. Lo contrario sería la negación de la pérdida, lo que llevaría a comportamientos
desadaptativos.
155
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Reacción normal y terapéutica; surge como defensa y perdura hasta que el “Yo” consiga
asimilar gradualmente el golpe. Se observan las siguientes reacciones: shock e
incredulidad, incluso negación que dura horas, semanas o meses; sentimiento arrollador
de tristeza, el cual se expresa con llanto frecuente. Inicia el proceso de duelo, el poder ver
el cuerpo y lo que oficializa la realidad de la muerte es el entierro o funeral, que cumple
varias funciones, entre ellas la de separar al muerto de los vivos.
Dolor por la separación, desinterés por el mundo, preocupación por la imagen del muerto,
incluso pseudo alucinaciones, la rabia emerge suscitando angustia. Trabajo penoso de
deshacer los lazos que continúan el vínculo con la persona amada y reconocer la
ambivalencia de toda relación; todas las actividades del doliente pierden significado en
esta fase. Va disminuyendo con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los
aniversarios y puede durar 6 meses o más.
Fase final, donde se da una gradual reconexión con la vida diaria y la estabilización de
altibajos observada en la etapa anterior. Los recuerdos de la persona desaparecida traen
sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar del dolor agudo y la nostalgia.
• Adaptarse a un ambiente en el cual falta el ser que murió, aprender a vivir sin esa
persona, tomar decisiones en soledad, retirar la energía emocional y reinvertirla
en nuevas relaciones.
También se pueden encontrar otras fases del duelo, pues por discrepancia de autores se
tiene entre 3 o 4 fases.
156
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
7.5.1. Duelo bloqueado: Ocurre una negación a la realidad de la pérdida, donde hay una
evitación del trabajo de duelo y un bloqueo emocional-cognitivo que se manifiesta a
través de conductas, percepciones ilusorias, síntomas somáticos o mentales o relacionales.
Dado que al paciente crítico se le aparta de su medio habitual y de sus hábitos cotidianos
y que su vida depende en gran medida de terceros, se ve privado total o parcialmente de
sus puntos de apoyo afectivo. Son frecuentes los sentimientos de desamparo, impotencia,
soledad y de despersonalización, así como la alteración de la imagen corporal.
157
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
expresar sus sentimientos, le será más fácil darse cuenta del porqué de esos sentimientos
y de ciertas conductas que pueden parecer anómalas o equivocadas. Esta actitud, además,
acepta y protege las conductas y los sentimientos de ese tipo. El equipo asistencial, debe
estar preparado para aceptar lo que el paciente dice, independientemente de la carga
afectiva que posea lo expresado. El reconocimiento y la aceptación desapasionada de los
sentimientos del paciente, le refuerza en su derecho a sentirlos.
Los pacientes intubados no pueden expresar libremente sus sentimientos, incluso cuando
están despiertos y en su ambiente. Por esta razón son especialmente vulnerables a las
tensiones psicológicas. El personal asistencial debe cuidar de no caer en la tendencia
natural de comunicarse menos con los que tienen menor capacidad para hablar. Una
forma de reducir la sensación de aislamiento es ofrecer un lápiz y un papel al paciente y
mantenerlos siempre a su alcance, ofreciéndole ayuda cada vez que sea necesario. No
obstante, estos métodos no son adecuados para expresar sentimientos personales o
preocupaciones complejas. El personal asistencial puede comprender el estado afectivo
del paciente por su aspecto, por su conducta y sabe qué tipo de preocupaciones es más
probable encontrar en el paciente. Una forma de lograr que el paciente exprese sus
preocupaciones consiste en que el asistente enumere las probables inquietudes y permita
al paciente asentir cuando reconoce una como propia.
Dado que la conducta del paciente frente a su enfermedad y al medio que lo rodea está
condicionada por la percepción del estrés y no por la situación en sí, es fundamental que
tanto éste como su familia reciban la información adecuada y explicaciones sencillas. En
ausencia de estas explicaciones, el ambiente de las Unidades de Cuidados Críticos se
presenta como un lugar misterioso y hostil, repleto de estímulos nocivos, que pueden
percibirse como antinaturales e incluso mágicos. El sentimiento de vulnerabilidad del
paciente se ve exacerbado por el alto grado de complejidad técnica que lo rodea. Por
ejemplo, el paciente puede pensar que, en realidad, el monitor cardiaco está manteniendo
la actividad de su corazón; que una transfusión de sangre indica que lo están desangrando
o que la fisioterapia respiratoria indica neumonía. Un error muy difundido entre los
pacientes sometidos a derivación aortocoronaria consiste en creer que “corazón abierto”
se refiere a una intervención quirúrgica en la cual se secciona el miocardio por la mitad y
luego se lo sutura en su lugar. Tal error interpretativo puede llevar a una alteración
drástica de la imagen corporal.
158
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
ambientales no se pueden modificar, hay acciones que la enfermera puede llevar a cabo
con el fin de crear un ambiente sensorial adecuado.
La situación de tensión emocional puede llegar a su máximo con la muerte del paciente.
Las siguientes son algunas indicaciones para el personal asistencial de la Unidad de
Cuidados Críticos que tiene a su cargo un paciente moribundo:
160
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
El deseo de morir.
Un cambio de valores.
Sombra de dolor.
En el proceso de la pena está inmersa una sensación de afrenta que emerge, en especial,
tras la muerte de niños, como una necesidad de justicia. Nuestro sentido de la rectitud
sobre la vida se siente profundamente ofendido, cuando un niño muere y a menudo
tratamos, en nuestra pena, de enderezar esta situación (Lee, 1995).
Hay algo a lo que en más de una ocasión se ha denominado pena general, que un poco
arrastra a todos, desde nuestras pérdidas corrientes en la niñez. Existe un modo en que
todos sufrimos una pena, aunque no hayamos perdido a nadie. De la misma manera que
sentimos amor, aunque no hayamos amado profundamente, padecemos una pena general
que forma parte de nuestra humanidad y que está ligada a nuestros pesares personales.
De igual manera, la edad afecta a la comprensión de la pérdida y evidentemente a las
reacciones ante ella. Con la experiencia, las personas normalmente aumentan su
comprensión y aceptación, no sólo de la vida sino también de las pérdidas y la muerte.
Existe también el duelo nacional o colectivo que muchos de nosotros experimentamos
tras una tragedia, por ejemplo, cuando mueren varias personas juntas o cuando oímos
hablar del asesinato de un niño.
además de con el dolor que ello supone, con interrogantes sin respuestas y el sentimiento
de culpa de no haber podido prevenir la muerte.
Los familiares en luto viven su duelo en el contexto de una realidad social, que tiene su
propio peso en el proceso de recuperación de la pérdida. Existe una red de sostén social,
la cual tiene un rol propio según las situaciones y las necesidades de cada uno. Vollman
(1971) ha observado que las familias que utilizan sistemas de comunicación abiertos y
eficaces y facilitan la coparticipación de los sentimientos, tienen mayor probabilidad de
llegar a una mayor adaptación respecto a otras que aplican en cambio un modelo de
negación o de supresión de sentimientos.
7.7.1. Culturales.
Filosofía de la Vida.
Formación, profesión.
Hobbies o intereses personales o pasatiempos.
Trabajo.
Relación con el ambiente.
7.7.2. Interpersonales.
Capacidad de Iniciativa.
Roles familiares y sociales.
Horizontes sociales: servicio a los demás.
Cualidades: responsabilidad, espíritu de colaboración.
7.7.3. Personales.
Carácter/ personalidad.
162
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Confianza en sí mismo.
Cualidades personales: realismo, optimismo, fuerza de voluntad.
7.7.4. Espirituales.
Un sistema de apoyo que otorga realmente ayuda a individuos en situación de duelo, está
representado por los llamados grupos de ayuda (support-groups) formados por personas
que han sufrido pérdidas y que tienen un encuentro cada cierto tiempo para intercambiar
sus experiencias, para darse ánimo y crear una red de mutuo sostén, tanto dentro como
fuera del grupo. La experiencia directa con algunos de estos grupos, confirma el beneficio
que pueden obtener de ello los participantes y así ha sido confirmado por autores como
Pangrazzi (1988). Este fenómeno que ha avanzado de manera considerable en el mundo
anglosajón, en nuestro medio haya correspondencia en grupos de asistencia a alcohólicos,
tóxico-dependientes, enfermos renales, portadores y enfermos de SIDA, personas que
sufren un duelo.
Cada uno de los eslabones sociales mencionados representa un apoyo potencial o real para
quien está de luto y un espacio a tener en cuenta para dirigir nuestra mirada, atención y
recursos afectivos y creativos.
Son diversos los factores internos del individuo que explican sus reacciones: la edad, la
personalidad, su capacidad para afrontar el estrés, su visión de la vida, la confianza en sí
mismo. Una investigación realizada por Raphael y Maddison (1976), indica que
163
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Los recursos personales que permiten al individuo canalizar sus energías, diversificar el
uso del tiempo y del ambiente social; se convierten en el camino hacia la curación y la
salud. Entre ellos cabe destacar: la serenidad, la tenacidad, la fuerza de voluntad, los
hobbies personales, la eficacia, la capacidad de iniciativa, el sentido de la responsabilidad,
la apertura a la amistad, etc.
El duelo es calificado no tanto por lo que ha sucedido al difunto, sino por lo que le
acontece al superviviente. Por ello los profesionales han de ser conscientes en todo
momento de que la familia y amigos no sólo necesitarán apoyo durante el proceso previo
a la muerte, si lo hubiese habido, en el que la enfermedad pudo haber sido larga y en
ocasiones insoportable. Habiéndose producido probablemente un cambio en la estructura
familiar (emocional o económica) y que las relaciones y/o problemas que se daban antes
del proceso pueden no sólo continuar sino haberse acentuado. La compañía y
comprensión suelen ser los mejores aliados para ayudar a la familia y amigos durante el
proceso de duelo.
164
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Sin lugar a dudas, la comunicación es un hecho vital y relevante para las situaciones de
pérdida. Son muchos los esfuerzos realizados por mejorarla a lo largo de nuestra vida
profesional. Existen técnicas relacionales que potencian la empatía, tales como la
denominada relación de ayuda o el “Counseling”, el cual ya hemos descrito. Las reglas
que nunca fallan son las de escuchar atentamente en un clima que lo favorezca, en
silencio, no forzando con preguntas, sino que nos sirvan en todo caso para clarificar no
sólo lo vivido, sino también los sentimientos que nos expresa; de manera que podamos
reformulárselos a la persona haciendo un resumen de la situación lo cual la hará sentirse
comprendida y servirá para clarificar la situación y las metas a conseguir. No dan muy
buenos resultados actitudes “consoladoras”, de consejo y evaluadoras. Evidentemente el
profesional valora qué es lo adecuado para el paciente y que tipo de comunicación puede
ser más eficaz, con la idea de intentar conseguir que la persona:
Exprese sentimientos de tristeza, enojo o rabia.
Comparta pensamientos y sentimientos con sus allegados y/o grupo de referencia.
Utilice recursos adecuados.
Vuelva a asumir actividades habituales, cotidianas; no sólo de trabajo, sino
también de recreo.
Mantenga relaciones personales constructivas y establezca nuevas relaciones.
Exprese el sentido de progreso hacia la resolución del duelo.
Identifique planes alternativos para alcanzar los objetivos que eran importantes
antes de la pérdida (García, 2002).
165
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
renunciar a parte del vínculo emocional con el fallecido y a mostrar un cierto interés por
el mundo que le rodea.
La importancia de manejar la reacción de duelo en los niños, se avala por pruebas de que
los trastornos depresivos y los intentos de suicidio son más frecuentes entre los adultos
que vivieron durante su infancia la pérdida de uno de sus padres.
Una duda que suele plantearse, es si el niño debe o no acudir al funeral de sus padres. No
existe una regla clara. La mayoría de los expertos coinciden en que, si el niño lo desea se
debe respetar su decisión; si el niño se muestra reacio o se niega a asistir, se debe también
respetar su deseo. En la mayoría de los casos es mejor, probablemente animar al niño a
que asista, para que la ceremonia no quede envuelta en un misterio o fantasía aterradora.
Los niños que se encuentran en un periodo típico de duelo pueden también cumplir
criterios de trastorno depresivo, sobre todo cuando los síntomas persisten más de dos
meses después de la pérdida.
La muerte repentina suele ser más traumática que la muerte prolongada, porque cuando
la muerte es inminente puede iniciarse el duelo anticipado. El estrés que provoca la
muerte de un hijo puede provocar la desintegración de un matrimonio en el que hubiera
conflictos previos. Uno de los padres puede culpar al otro por la enfermedad mortal del
hijo, sobre todo si se trata de una enfermedad de base hereditaria. Algunos estudios
indican que más del 50% de los matrimonios que pierden un hijo o que tienen un hijo con
malformaciones terminan en divorcio.
Hasta hace poco se subvaloraba, en los casos de muerte perinatal, el valor de los lazos que
se establecen entre el feto y el neonato y sus futuros o recientes padres. En la actualidad
se considera que la pérdida perinatal es un importante trauma para ambos padres. Los
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
padres que experimentan esta pérdida atraviesan por un período de duelo, similar al que
se produce con la muerte de un ser querido.
Con respecto a las características personales, Bowlby destaca que hay tres grupos de
personas vulnerables a desarrollar duelos patológicos: aquellas que establecen relaciones
afectivas cargadas de ansiedad y ambivalencia (apego ansioso); aquellas que establecen
sus relaciones afectivas a través de cuidar compulsivamente a otros; y aquellas que
afirman de modo compulsivo, su autosuficiencia e independencia respecto a los vínculos
afectivos. Estos tres grupos de personas, ante la pérdida del ser querido, reaccionan con
culpa y autocríticas por el suceso; reacción prolongada que produciría el duelo patológico.
Estas personas desarrollaron en su infancia una peculiar manera de vincularse a sus
cuidadores, debido a determinadas experiencias. Así, las personas con un apego ansioso
tuvieron experiencias con sus padres (o sustitutos) donde estos le amenazaban con el
abandono o suicidio, o bien con amenazas más sutiles como la retirada de afecto si no
cumplían sus exigencias, o bien le referían lo detestable que era el sujeto para sus padres
y lo que les hacía sufrir. En cambio, las personas predispuestas a prodigar cuidados
compulsivos, tuvieron experiencias por parte de sus padres en el sentido de que estos le
hacían sentir responsables de su enfermedad (padres enfermos reales, o hipocondríacos)
o bien de inducirles la obligación de cuidarlos, o ambos aspectos conjuntamente. Por
último, las personas predispuestas a mostrar compulsivamente autosuficiencia e
independencia, solieron recibir críticas y castigos por mostrar sus emociones o
necesidades afectivas. Estos tres grupos de personas, posteriormente “reproducirían”
relaciones similares (p.e. pareja); y reaccionarían a la pérdida con un intenso sentimiento
de culpa.
Siguiendo la explicación que da Bowlby (1980) sobre el porqué funciona la terapia del
duelo, concluimos tres objetivos de esta:
Raphael (1977) divide el proceso de la terapia del duelo patológico en tres fases:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
En general el terapeuta puede seguir esta secuencia. Pero Ramsay (1977) ha apuntado una
serie de técnicas que pueden contribuir al proceso de “elaboración” del duelo, que
mencionaremos a continuación.
• EXPOSICIÓN SIMBÓLICA:
Por ejemplo, ordenar una habitación como si el paciente viviera los momentos previos a
su propia muerte; o imaginarse rodeado de los seres queridos, despidiéndose de cada uno
de ellos antes de morir.
Consiste en verbalizar los recuerdos vivenciales en relación al difunto, sin evitar tal tarea.
En cierto modo la “asociación libre” aplicada a esta tarea tendría la misma función.
• LA AMPLIFICACIÓN DE SENTIMIENTOS:
• JUEGO DE ROLES:
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
• DESCATASTROFIZAR:
• REATRIBUCIÓN:
Se examinan las evidencias que el sujeto tiene para su culpa y se revisan las evidencias
para explicaciones alternativas más plausibles (normalmente, atribuciones externas frente
a internas).
• AUTOACEPTACIÓN:
Se trabaja con el sujeto, sus exigencias y autocríticas por haber experimentado ciertos
sentimientos hacia el difunto (p.e. agresivos, odio, etc.) y se diferencia entre estos y la
persona.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
ANEXOS
Anexo 1: Escala de Desesperanza
Escala de Beck (EDB)
Instrucciones: Marque verdadero (V) o falso (F) según la expresión que refleje más su
realidad.
Preguntas V F
1. Veo el futuro con esperanza y entusiasmo.
2. Quizás debería abandonar todo, porque no puedo hacer las cosas mejor.
3. Cuando las cosas están mal, me ayuda pensar que no va a ser así para siempre.
11. Más que bienestar, todo lo que veo por delante son dificultades.
16. Como nunca logro lo que quiero, es una locura querer algo.
20. No hay razón para tratar de conseguir algo deseado, pues probablemente no lo logre.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Anexo 2:
Instrucción: Este inventario contiene una lista de distintas actitudes o creencias que
tienen a veces las personas. Lea cada frase con atención y decida en qué medida está o
no de acuerdo. Para cada frase señale su respuesta marcando con una X bajo la columna
que mejor describe su modo de pensar. Dado que cada persona es distinta no existen
respuestas correctas o erróneas. Para decidir si una determinada creencia es típica de su
modo de ver las cosas, basta con que tenga presente cómo es usted, la mayoría de las
veces.
Respuestas:
1 = Totalmente en desacuerdo;
2 = Bastante en desacuerdo;
3 = Ligeramente en desacuerdo;
4 = Neutral;
5 = Ligeramente de acuerdo;
6 = Bastante de acuerdo;
7 = Totalmente de acuerdo.
Ítems 1234567
2. La felicidad depende más de mi actitud hacia mí mismo, que dé la impresión que los
demás tienen de mí.
5. Correr un riesgo, incluso pequeño, es una locura porque perder es probable que sea
desastroso.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
7. No puedo ser feliz a no ser que me acepte la mayor parte de la gente que conozco.
9. Si no hago las cosas tan bien como los demás, eso significa que soy una persona
inferior.
13. Si alguien no está de acuerdo conmigo, probablemente esto indica que no le agrado.
14. Si fracaso en parte, eso lo considero tan malo como ser un completo fracaso.
17. Uno puede disfrutar de una actividad, independientemente del resultado final que
obtenga en ella.
18. La gente debería tener una razonable probabilidad de éxito antes de emprender
cualquier cosa.
19. Mi valor como persona depende en gran medida de lo que los demás opinen de mí.
20. Si no consigo el nivel máximo, es probable que acabe siendo una persona de
segunda categoría.
21. Para ser una persona valiosa debo destacarme de verdad, por lo menos en un aspecto
importante.
22. Las personas a quienes se les ocurren buenas ideas, valen más que aquellas a
quienes no se les ocurren.
24. Las opiniones que tengo de mí mismo son más importantes que las opiniones que
los demás tienen de mí.
25. Para hacer una persona buena, honesta y de valía debo ayudar a todo el que lo
necesite.
173
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
28. Si uno no tiene otras personas en las que confiar, está destinado a estar triste.
31. No puedo confiar en otras personas porque podrían ser crueles conmigo.
33. Para agradar a otras personas, lo mejor es renunciar a los propios intereses.
37. Puedo ser feliz, incluso si me faltan muchas de las cosas buenas de la vida.
40. Puedo encontrar la felicidad sin ser amado por otra persona.
174
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Anexo 3:
MBI (Inventario de Burn-Out de Maslach)
A continuación, encontrará una serie de enunciados acerca de su trabajo y de sus sentimientos en él. Tiene
que saber que no existen respuestas mejores o peores.
Los resultados de este cuestionario son estrictamente confidenciales y en ningún caso accesible a otras
personas. Su objeto es contribuir al conocimiento de las condiciones de su trabajo y mejorar su nivel de
satisfacción.
A cada una de las frases debe responder expresando la frecuencia con que tiene ese sentimiento, poniendo
una cruz en la casilla correspondiente y número que considere más adecuado.
Una
Alguna Algunas Una vez a Varias
vez al
Nunca vez al año veces al la veces a la Diariamente
mes o
o menos mes semana semana
menos
0 1 2 3 4 5 6
1 EE Debido a mi trabajo me
siento emocionalmente
agotado.
2 EE Al final de la jornada me
siento agotado.
3 EE Me encuentro cansado
cuando me levanto por
las mañanas y tengo que
enfrentarme a otro día de
trabajo.
8 EE Me siento
“quemado” por el
trabajo.
175
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
15 D Realmente no me
importa lo que les
ocurrirá a algunos de los
clientes, a los que tengo
que atender.
16 EE Trabajar en contacto
directo con los clientes
me produce bastante
estrés.
18 PA Me encuentro animado
después de trabajar junto
con los clientes.
19 PA He realizado muchas
cosas que merecen la
pena en este trabajo.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
SUB-ESCALA DE AGOTAMIENTO EMOCIONAL (EE) Punt. Max. Punt. Crítico Punt. Obtenido
SUB-ESCALA DE REALIZACIÓN PERSONAL (PA) Punt. Max. Punt. Crítico Punt. Obtenido
CONCLUSIONES:
Lugar de Evaluación:
Fecha de Evaluación:
Nombre del Evaluado:
Evaluador:
MYM
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
Anexo 4: Panfletos
(Orientaciones Psicológicas en Situaciones de Emergencia)
1. Prepárese para la tensión. Un elemento muy valioso para prevenir el efecto nocivo
de situaciones críticas es saber que vendrá una situación estresante. No permita que
situaciones difíciles le tomen desprevenido.
2. No exagere la amenaza. Las personas que mejor manejan las situaciones críticas
son aquellas que logran mantenerse razonables en mitad de la tensión y el miedo.
Evitan las exageraciones y la catastrofización. Aún en las malas evitan la
interpretación excesiva de las amenazas.
4. Tenga un plan de acción. El stress será siempre mayor si no existe un plan para
solucionar el problema. Los planes más útiles son aquellos que cuentan al menos
con dos características: son realistas y son progresivos ¡Haga la prueba!
9. Haga ejercicios de bajo impacto. Los ejercicios de bajo impacto (tales como
caminatas) favorecen la reducción de la activación fisiológica característica del
stress.
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
1. Permitir que el niño se exprese libremente lo que siente y piensa sobre los
acontecimientos actuales. Permítale hablar, reír y llorar, según sea el caso.
7. Sea discreto con los comentarios del niño. Evite involucrar al niño en discusiones
políticas acaloradas y, mucho más, que el niño exprese contenidos agresivos hacia
otras perspectivas políticas distintas a las suyas.
9. Ofrezca límites claros ante sus hijos, tal como en circunstancias de normalidad.
Mantenga un estilo disciplinario firme, congruente y afectuoso. Comprenda que
flexibilizar demasiado o suprimir las reglas de crianza debido a la situación no
reporta ninguna utilidad para el niño. Por el contrario, incrementa el desconcierto.
179
Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
10. No tema que decepciona o falla ante el niño si expresa sus propios sentimientos de
ansiedad, temor, frustración de un modo honesto. Piense que se trata de una realidad
de la que el niño no es ajeno.
12. No procure “resolverle la vida” al niño. Confíe en sus recursos. Bríndele apoyo y
orientación, pero no descalifique su capacidad para resolver problemas propios de
su edad y momento vital. En caso de presentarse situaciones especiales no dude en
buscar ayuda por parte de algún profesional de Salud Mental.
13. No suponga de antemano que el niño está “traumatizado” por los acontecimientos
sociales vividos. Obsérvelo, escúchelo, discuta sus sentimientos con él. En caso de
sospecha de alguna dificultad especial busque ayuda, pero no lo decrete como
víctima.
14. El afecto, el juego y la fantasía son necesidades fundamentales para la vida psíquica
de un niño. Considérelos como prioridades de aquello que Usted debe proveerle.
(Tomado y adaptado de un material desarrollado por el Lic. Jerónimo García durante las
intervenciones de la Catástrofe de Vargas)
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Psicología aplicada a las Situaciones de Emergencia
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