Apuntes Ética Eudemia

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ÉTICA UDEMIA

LIBRO 1

1. La felicidad, el supremo bien.

“lo más hermoso es lo más justo; lo mejor, la salud; pero lo más agradable es lograr lo que uno
ama”. Pag. 411.

“Mas nosotros no estamos de acuerdo con él, porque la felicidad, que es la más hermosa y la
mejor de todas las cosas, es también la más agradable”. Pag. 411.

“Ante todo, se ha de examinar en qué consiste el bien vivir y cómo adquirirlo: si por naturaleza
llegar a ser felices todos los que obtienen esta denominación (como ocurre con los grandes y
pequeños de estatura y de aspecto diferente), o bien por medio del estudio (como si la felicidad
fuera una cierta ciencia), o por algún ejercicio (pues muchas cosas no existen entre los hombres ni
por naturaleza ni por el estudio, sino que son adquiridas por medio de los hábitos, las malas por
medio de malos hábitos, las buenas por medio de hábitos buenos); o si la felicidad no viene por
ninguno de estos medios, sino por uno de los dos siguientes: por la inspiración de algún ser
demoniaco, a manera de trasportados, como es el caso de las personas poseídas de ninfas o de
dioses, o por obra de la fortuna (mucha gente, en efecto, identifica la felicidad con la buena
suerte). Pag. 413.

“Con todo, el ser feliz y el vivir dichosa y bellamente consistirían principalmente en tres cosas al
parecer las más deseables; unos dicen, en efecto, que la prudencia es el mayor bien, otros la
virtud, otros el placer”. Pag. 413.

2. Naturaleza y condiciones de la felicidad.

“No es lo mismo, en efecto, la salud y las cosa sin las cuales no es posible la salud, e igualmente
ocurre en muchas otras cosas, de suerte que el vivir bien no es idéntico a aquellas cosas sin las
cuales no es posible vivir bien” Pag. 414.

3. Opiniones sobre la felicidad.

“Igualmente, es inútil examinar la opinión de la masa, pues ella habla al azar sobre casi todo, y de
manera especial acerca de la felicidad. Hemos de examinar solamente las opiniones de los sabios,
ya que está fuera de lugar aplicar el razonamiento aquellos que no tienen ninguna necesidad de
ello, sino sólo de experiencia”. Pag. 415.

“Pues si el vivir bien depende de cosas que proceden de la suerte o de la naturaleza, escaparía a la
esperanza de muchos (pues no les es accesible, en efecto, por el esfuerzo, ni depende de ellos ni
de su propio trabajo); pero sin consiste en tal cualidad personal y en las acciones idóneas, el bien
podrá ser más común y más divino: más común, porque será posible a un mayor número de gente
participar de él, y más divino, porque la felicidad será accesible para aquellos que dispongan, ellos
mismo y sus acciones, de una cierta cualidad”. Pag. 416.

4. La felicidad y los géneros de vida.


“Pero hay tres bienes que conducen a la felicidad y que hemos reconocido más arriba como los
mayores para el hombre: la virtud, la prudencia y el placer. Vemos también que hay tres géneros
de vida que escogen vivir todos los que tienen esta facultad de elección: la vida política, la vida
filosófica y la vida de placer. De estas vidas, la filosofía quiere ocuparse de la prudencia y de la
contemplación de la verdad; la política, de las nobles acciones (es decir, las que se desprenden de
la virtud); la de goce, de los placeres corporales”. Pag. 417.

“Y Anaxágoras de Clazómenas, preguntando quién era el hombre más feliz, dijo: Ninguno de los
que crees, sino uno que te parecería extraño. Él respondió de esta manera, porque vio que su
interlocutor no imaginaba que fuera posible recibir el apelativo de feliz sin ser grande, bello o rico,
mientras que él, quizá, pensaba que el que vive sin dolor y con pureza según la justicia o que
participa de algún conocimiento divino, éste tal es feliz, humanamente hablando”. Pag. 417.

5. Opiniones sobre los bienes de la vida.

“En efecto, hay muchas circunstancias a causa de las cuales los hombres rechazan el vivir, como
por ejemplo, las enfermedades, los sufrimientos excesivos, las tempestades; de suerte que es
evidente que si, desde el principio, se nos diera la elección, hubiera sido preferible, al menos por
estas razones, no haber nacido”. Pag. 419.

“Pues bien, se dice que Anaxágoras respondió a uno que le suscitaba tales dificultades y le
preguntaba por qué razón se escogería existir más que no existir: para conocer, dijo, el cielo y el
orden de todo el universo”. Pag. 418.

“De lo que se ha dicho, resulta, entonces, evidente que todos los hombres asocian la felicidad con
una u otra de las tres vidas, la política, la filosófica y la de placer”. Pag. 419.

“Sócrates el Viejo, pensaba que el fin es el conocimiento de la virtud, e investigaba qué es la


justicia, el valor y cada una de las partes de la virtud; y su conducta era razonable, pues pensaba
que todas las virtudes son ciencias, de suerte que conocer la justicia y ser justo iban simultáneos,
dado que, en cuanto hemos aprendido la geometría y la arquitectura, somos ya arquitectos y
geómetras. Pag. 420.

6. El método.

“Y está bien, asimismo, juzgar por separado el argumento en favor de la causa y del hecho
demostrado, por la razón que acabamos de dar, es decir que no hay de tratar todas las cosas
simplemente con argumentos, sino, a menudo, más bien, con los hechos observados (ahora, en
cambio, cuando no se puede refutar un argumento, uno está obligado a creer lo que se le ha
dicho). Y, también, porque, frecuentemente, lo que parece haber sido demostrado por un
argumento es verdadero, pero no por la causa que presenta el argumento. En efecto, es posible
demostrar lo verdadero por medio de lo falso, como es evidente por los Analíticos”. Pag. 422.

7. El objeto de la investigación: la felicidad humana.

“Sin duda se reconocer que es el mayor y el mejor de los bienes humanos (decimos humanos,
porque podría, quizá, existir una felicidad propia de algún ser superior, por ejemplo, un dios);
pues, de entre los otros animales que son de naturaleza inferior a la de los hombres, ninguno
participa de tal apelación; un caballo, en efecto, no es feliz, ni un ave, ni un pez, ni ningún otro ser
cuyo nombre no implique alguna participación de un divino elemento en su naturaleza, sino que,
en virtud de alguna otra clase de participación en las cosas buenas, unos tienen una vida buena y
otras mala”. Pag. 422.

8. Opiniones sobre el bien mejor.

“El bien, en efecto, se emplea en muchas acepciones, tan numerosas como las del ser. Así, tal y
como ya se ha analizado entre otras obras, la expresión ser significa sustancia, cualidad, cantidad,
tiempo, y se encuentra, además, tanto en el hecho de ser movido como en el de mover; y el bien
existe en cada una de estas categorías: en la sustancia, como intelecto y Dios; en la cualidad, como
lo justo; en la cantidad, como la moderación; en el tiempo, como la oportunidad; en el
movimiento, como maestro y discípulo”. Pag. 425.

“Asimismo, tampoco el bien común es un bien en sí (pues podría encontrarse incluso en un bien
pequeño), ni realizable; así la medicina no considera cómo procurarse cualquier clase de bien, sino
cómo procurarse la salud. Y, análogamente, cada una de las otras ciencias. Pero el bien tiene
muchos aspectos y uno de ellos es la belleza, y unas partes e realizable y otra no. La parte
realizable es el bien con vistas al cual se actúa, mientras que el bien que se halla en los seres
inmóviles no es realizable” pag. 428.

LIBRO II

NATURALEZA Y GÉNESIS DE LAS VIRTUDES

1. La felicidad y las virtudes intelectuales y éticas.

“Todos los bienes son exteriores o interiores al alma, y, de etas dos clases, los del alma son
preferibles, según la distinción que hicimos ya en los trabajos exotéricos. En efecto, la prudencia,
la virtud y el placer están en el alma, y a algunas de ellas o a todas se las reconoce universalmente
como un fin. Pero de los contenidos del alma, unos son modos de ser o facultades, otros
actividades y movimientos” Pag. 431.

“Pero la palabra función se dice en dos acepciones: en ciertos casos, en efecto, la función es algo
distinto del uso; por ejemplo, la función de la arquitectura es una casa, no el acto de construir; la
de la medicina, es la salud, no la acción de curar o sanar; en cambio, en los otros casos, el uso es la
función; por ejemplo, la función de la visión es el acto de ver, y de la ciencia matemática, la
contemplación. De ahí que, en los casos en los cuales el uso es la función, el uso sea
necesariamente mejor que el modo de ser”. Pag. 431.

“Además, concedamos que la función del alma es hacer vivir, y que esto consiste en un uso y un
estar despierto (pues el sueño es una especie de inactividad y de reposos); por consiguiente, ya
que la función del alma y de su virtud es, necesariamente, una idéntica, la función de la virtud será
una vida buena. Este, entonces, es el bien perfecto, que, como hemos dicho, es la felicidad”. 432.

“Pero la felicidad era también lo mejor; luego la felicidad es la actividad de un alma buena. Y, dado
que la felicidad era algo perfecto, y que hay una vida perfecta y una vida imperfecta, y lo mismo
ocurre con la virtud (pues una es total y otra parcial), y que la actividad de las cosas imperfectas es
imperfecta, entonces la felicidad deberá ser la actividad de una vida perfecta en concordancia con
la virtud perfecta”. Pag. 432.
“A continuación hemos de considerar el alma, porque la virtud es una propiedad no accidental del
alma. Y puesto que investigamos la virtud humana, comencemos por dejar sentado que hay dos
partes del alma que participan de la razón, pero no de la misma manera, sino que a una le es
natural el mandar y a la otra el obedecer y escuchar (y si hay otra parte que de alguna manera sea
irracional, dejemos de lado esta parte). Pag. 434.

“Pues, si hablamos de él en cuanto hombre, es necesario que posea la facultad de razonar como
principio y con vistas a su conducta, esta facultad de razonar dirige no la razón, sino el deseo y las
pasiones; por consiguiente, el hombre debe necesariamente poseer estas partes. Y, así como una
buena constitución física se compone de virtudes particulares, así también la virtud del alma, en
cuanto fin”. Pag. 435.

“Pero hay dos especies de virtud: la ética y la intelectual. En efecto, alabamos no sólo a los justos,
sino también a los inteligentes y sabios. Pues hemos supuesto que lo digno de alabanza es la virtud
o la obra, y estas cosas no son actividades, sino fuente de actividades. Y, puesto que las virtudes
intelectuales se acompañan de razón, éstas pertenecen a la parte racional, la cual, por tener razón,
gobierna el alma; en cambio, las virtudes éticas pertenecer a la parte irracional, que, a pesar de
ello, por su naturaleza es capaz de seguir a la parte racional; pues no describimos el carácter de un
hombre diciendo que es sabio o hábil, sino que es benévolo o atrevido”. Pag. 435.

“La virtud, pues, es esta disposición que resulta de los mejores movimientos del alma, y es
también la fuente de las mejores acciones y pasiones del alma; y, de alguna manera, es producida
y destruida por las mismas causas, y su uso se extiende a las cosas que producen su crecimiento y
su destrucción y para las cuales ella nos dispone de la mejor manera. He aquí una señal de que
tanto la virtud como el vicio tienen que ver con las cosas agradables y penosas: los tratamientos,
en efecto, que son remedios y que operan por medio de sus contrarios, como en los otros casos,
existen en razón del placer y del dolor”. Pag. 436.

2. El carácter: pasiones, facultades y modos de ser.

“Viene a continuación la clasificación, hecha en los tratos anteriores, de pasiones, facultades y


modos de ser. Llamo pasiones a lo que sigue; indignación, temor, vergüenza, apetito y, en general,
todo lo que en sí mismo va, comúnmente, acompañado de placer o dolor”. Y no hay ninguna
cualidad que le corresponda, pero sí con respecto a las facultades. Llamo facultad a aquello en
virtud de lo cual los que actúan según sus pasiones son llamados de acuerdo con ellas; por
ejemplo, irascible, insensible, amoroso, púdico, desvergonzado. Los modos de ser son las
disposiciones causantes de que lo que hay en nosotros sea conforme o contradictorio con la razón,
por ejemplo, valentía, moderación, cobardía, intemperancia”. Pag. 437.

3. Naturaleza de la virtud ética.

“Hechas estas distinciones, hay que aceptar que, en toda cosa continua y divisible, hay un exceso,
un defecto y un término medio, y esto en su relación mutua o bien en relación con nosotros”.

Pero en todo el término medio relativo a nosotros es lo mejor, porque esto es lo que la acción y la
razón ordenan. Y en todas partes esto también produce la mejor disposición, lo cual es evidente
por inducción y por razonamiento; pues los contrarios se destruyen mutuamente y los extremos
son contrarios uno respecto del otro y respecto del término medio, ya que el término medio es el
otro con relación a cada uno de los dos; por ejemplo, lo igual es mayor que lo menor y menor que
lo mayor. Por consiguiente, es necesario que la virtud ética se reviera a determinados términos
medios y que sea un modo de ser intermedio”. Pag. 438.

4. Virtud, placeres y dolores.

“Las facultades y modos de ser están en relación con las pasiones, y éstas se distinguen por el
dolor y el placer. Por consiguiente, de etas consideraciones y de las posiciones anteriores se sigue
que toda virtud ética está en relación con los placeres y dolores. Porque para toda alma que, bajo
el efecto de ciertos factores, tiende, naturalmente, a hacerse peor o mejor, existe un modo de ser
relativo a estos últimos”. Pag. 442.

5. Virtud y término medio.

Ahora bien, puesto que se ha establecido que la virtud es este modo de ser que nos hace capaces
de realizar los mejores actos y que nos dispone lo mejor posible de cara al mayor bien, siendo el
mejor y el más perfecto el que está de acuerdo con la recta razón, o sea, el término medio entre el
exceso y el defecto relativamente a nosotros, se deduce necesariamente que la virtud ética será
un término medio propio de cada uno, y que está en relación con determinados términos medios
en los placeres y dolores”. Pag. 440.

“Por consiguiente, los modos de ser que nos hacen escoger deliberadamente los ejercicios físicos,
serán favorables a la salud de modo distinto: en un caso, se elegirá más esfuerzo; en otro, más
resistencia; y será contrario a la medida y a lo que es conforme a la razón, se da a los placeres, y
no el que acepta pasar hambre. Y esto ocurre, porque, desde el origen, nuestra naturaleza no se
aleja, igualmente, del término medio respecto de todas las cosas, sino que somos menos amigos
del esfuerzo y más del placer, y esto mismo sucede respecto del alma”. Pag. 443.

6. Responsabilidad humana.

“Puesto que la virtud y el vicio y las acciones que proceden de ellos son, unas veces, alabados y,
otras, censurados (pues se censura y alaba no lo que existe por necesidad, suerte o naturaleza,
sino todo aquello de lo que somos nosotros la causa, ya que de aquello de lo cual otro es la causa,
es él el que recibe la alabanza y la censura), es evidente que la verdad y el vicio están en relación
con las acciones de las cuales el hombre mismo es la causa y principio”. Pag. 446.

7. Acción voluntaria e involuntaria.

Ante todo, hemos de considerar lo voluntario y lo involuntario. Estas acciones parecen ser una de
estas tres cosas: deseo, elección y pensamiento; lo voluntario estando en conformidad con una de
ellas, mientras que lo involuntario les es opuesto. Pero el deseo se subdivide en tres: volición,
impulso y apetito, de suerte que hemos de distinguir estas cosas, y primero considerar la
conformidad con el apetito”. Pag. 447.

“Además, toda perversidad lo hace a uno más injusto, y la incontinencia parece ser una
perversidad. El hombre incontinente es aquel que obra de acuerdo con el apetito y
contrariamente a la razón, y manifiesta su incontinencia cuando su conducta está regida por el
apetito, de suerte que el incontinente obrará injustamente al obrar de acuerdo con su apetito.
Luego obrará voluntariamente, y lo que es conforme al apetito es voluntario. (pues, en verdad,
sería extraño que fuera más justo haciéndose incontinente). “. Pag. 448.

“Sin embargo, el incontinente no hace lo que desea, pues la incontinencia consiste en obrar
contrariamente a lo que se cree que es lo mejor bajo la influencia del apetito; de donde resultará
que la misma persona obrará al mismo tiempo voluntaria e involuntariamente, y esto es
imposible”. Pag. 448.

“Un hombre obra con continencia cuando obra contrariamente a su apetito y conforme a su razón,
de suerte que si obrar justamente es voluntario como también obrar injustamente (en efecto,
estas dos maneras de obrar parecen voluntarias, y si una lo es, debe también serlo la otra), pero
obrar contrariamente al apetito es involuntario, entonces la misma persona realizará al mismo
tiempo una acción voluntaria e involuntariamente”. Pag. 449.

8. La elección y la voluntariedad de una acción.

Por otra parte, la persuasión se opone a la fuerza y a la necesidad, y el continente se dirige hacia lo
que está persuadido debe seguir y procede no por fuerza, sino voluntariamente; pero el apetito
guía al hombre sin haber usado la persuasión, porque no participa de la razón. Se ha dicho, pues,
que sólo esos hombres parecen obrar por fuerza e involuntariamente, y por qué causa: por una
cierta semejanza a una acción forzada, de tal manera que la atribuimos también a los objetos
inanimados”. Pag. 452.

9. Definición de lo voluntario y de lo involuntario.

“Una vez concluido este tema y puesto que lo voluntario no ha sido definido ni por el deseo ni por
la elección, nos resta, entonces, definirlo como lo que está de acuerdo con el pensamiento. Lo
voluntario, así pues, parece ser opuesto a lo involuntario”. Pag. 455.

10. La elección deliberada.


11. Virtud, elección y rectitud del fin.

LIBRO III

EXAMEN DE LAS VIRTUDES ÉTICAS

LIBRO VII

SOBRE LA AMISTAD

1. Naturaleza de la amistad.

En efecto, la tarea de la política consiste, sobre todo, según parece, en promover la amistad; y, por
eso, se dice que la virtud es útil, pues es imposible que sean amigos entre sí los que son
recíprocamente injustos”. Pag. 490.

“pero, igualmente, si son justos, tampoco se perjudicarán; por consiguiente, la justicia y la amistad
son lo mismo o casi lo mismo. Además de esto, consideramos que el amigos es uno de los mayores
bienes, y que la carencia de amistades y la soledad es lo más terribles, porque toda la vida y el
trato voluntario con los demás tienen lugar con los amigos; pasamos, en efecto, nuestros días con
nuestro familiares, parientes y amigos, o con los hijos, padres y esposa, y los actos privados de
justicia para con los amigos dependen solamente de nosotros, mientras que las acciones justas
respecto de los demás hombres están determinadas por la ley y no dependen de nosotros”. 490.

2. Los fundamentos de la amistad.

“Pero lo agradable y lo bueno son diferentes. Debemos, pues, intentar definir estas cuestiones y
otras conexas con ellas tomando el siguiente punto de partida: la cosa deseada y objeto de
volición es un bien o un bien aparente. Por eso, lo agradable es deseado, porque es un bien
aparente; pues unos opinan que es un bien; otros se lo imaginan así sin ser de esta opinión
(porque la imaginación y la opinión no se encuentran en la misma parte del alma). Es, pues,
evidente que tanto el bien como lo agradable son objeto de la amistad”. Pag. 494.

“Se sigue en esto, necesariamente, que hay tres clases de amistad, y que no se nombra en
conjunto según un solo sentido, ni como las especies de un solo género ni de una manera del todo
equivoca”. Pag. 495.

“La amistad fundada en el placer es propia de los jóvenes, pues ellos tienen el sentido del placer.
Por eso, la amistad de los jóvenes cambia fácilmente, porque, al cambiar de carácter con la edad,
cambia también el placer. Pero la amistad según la virtud es la amistad de los mejores”. 496.

“Las demás clases de amistad, en cambio, se dan también entre los animales, pues la utilidad se
encuentra, evidentemente, en cierto grado entre los hombres y los animales domésticos, y entre
los mismos animales”. Pag. 497.

“pero, puesto que lo que es absolutamente bueno y lo que es absolutamente agradable se


identifican, si nada se opone, y el verdadero amigo en sentido absoluto es el amigo primero, y éste
es aquel que se escoge por sí mismo (pues es necesario que sea tal, ya que aquel para quien uno
desea el bien por sí mismo debe, necesariamente, ser elegido por sí mismo), el verdadero amigo
es también, en sentido absoluto, agradable. Pag. 498.

“La amistad primera es la elección recíproca de seres absolutamente buenos y agradables,


precisamente por ser buenos y agradables, y la amistad es este modo de ser del cual nace tal
elección”. Pag. 500.

“En conclusión, la amistad primera, por la cual se nombran las otras, está basada en la virtud y
aparece gracias al placer de la virtud, como se ha dicho antes. Las otras formas de amistad tienen
lugar entre los niños, los animales y los malos. De ahí los proverbios: cada edad se complace con
los de su edad, y el malo se une con el malo por placer”. Pag. 503.

3. Amistad e igualdad.

Pero hay otra variedad en las amistades: la que se funda en la superioridad, como la de un dios
hacia el hombre, pues ésta es otra especie de amistad, y, globalmente, la del gobernante y la del
gobernado”. Pag. 504.

4. Amistad y desigualdad.

“hay tres especies de amistad: según la virtud, según la utilidad y según el placer. Éstas se dividen,
a su vez, en dos: las que se banas en la igualdad y las que se basan en la superioridad”. Pag 505.
“por naturaleza, unos nacen amorosos, otros ambiciosos. El que se complace en amar más que en
ser amado es amoroso; pero el que goza siendo amado es ambicioso. De modo que el que se
complace en ser admirado y amado es amigo de la superioridad, mientras que el que ama el placer
de amar es amoroso, ya que (este sentimiento) está en él necesariamente por el hecho de su
actividad; ser amado, en efecto, es accidental, puesto que uno puede ser amado sin saberlo, pero
no amar. Y corresponde a la amistad amar más que ser amado, pero ser amado se refiere, más
bien, al objeto del amor”. 507.

5. Amistad y semejanza.

Pero en un sentido la amistad del contrario es también la del bien. En efecto, los contrarios se
desean unos a otros a causa del término medio, como las dos partes de una contraseña se desean
una a otra, pues nace así, a partir de los dos, una realidad que es el término medio”. Pag. 509.

6. El amor a sí mismo.

“Todas estas clases de amistad están en conflicto unas con otras, pues los hombres no creen que
son amados, a no ser que se desee, para unos, bienes, para otros, la existencia, para otros, la
convivencia con ellos”. Pag. 511.

12. Autarquía y amistad.

“Hay que investigar también acerca de la autarquía y de la amistad, y acerca de las relaciones que
se establecen entre ambas significaciones. Pues se podría uno preguntar si alguien, suficiente en
todo, tendrá algún amigo, o bien si se busca un amigo en la necesidad, o si el hombre bueno será
el más suficiente. Si el hombre bueno es feliz, ¿en qué tendrá necesidad de un amigo) No
corresponde al que se basta a sí mismo tener necesidad ni de amigos útiles ni de amigos que lo
diviertan, ni de compañía, porque le basta vivir consigo mismo. Esto resulta evidente sobre todo
para la divinidad: está claro que no teniendo necesidad de nada no necesitará un amigo ni lo
tendrá, como tampoco tendrá nada de lo que necesita el señor. En consecuencia, el hombre más
feliz no tendrá, de ningún modo, necesidad de amigos, salvo en la medida en que le sea imposible
ser suficiente”. Pag. 526.

LIBRO VIII

NOBLEZA MORAL Y VIRTUD PERFECTA

1. Virtud y prudencia.

“Así pues, es evidente que los hombres son, al mismo tiempo, prudentes y buenos, y que aquellos
modos de ser corresponden a personas distintas. Y son rectas las palabras de Sócrates de que
nada es más poderoso que la prudencia, pero se equivocó cuando dijo que es una ciencia, pues es
una virtud, y no una ciencia, sino otra clase de conocimiento”. Pag. 536.

2. Suerte, buena suerte y felicidad.

“puesto que no solamente la prudencia y la virtud producen la prosperidad, sino que también
decimos que los afortunados son felices, indicando con ello que también la fortuna produce la
prosperidad y los mismos resultados que la ciencia, hemos de examinar si el afortunado y el
desafortunado lo son por naturaleza y qué es lo que hay con respecto a estas materias”. Pag. 536.
“Así, un barco mal construido navega, a menudo, mejor no por sí mismo, sino porque tiene un
buen piloto, y de la misma manera el afortunado tiene al genio como piloto. Pero sería extraño
que un dios o un genio ame a tal persona, y no a la mejor y más prudente”. Pag. 537.

“Pero es necesario que exista y sea causa, y en consecuencia, será para algunos causa de bienes o
de males. Pero si hay que suprimirla del todo, entonces debe decirse que anda viene de la suerte,
a pesar de que nosotros, cuando hay otra causa y no la vemos, decimos que la suerte es causa.
Debido a esto, definimos la suerte diciendo que es una causa imprevisible para el razonamiento
humano, como si fuera una cierta naturaleza”. Pag. 538.

“Por esto, como he dicho antes, se llaman afortunados los que, a pesar de ser irracionales, tienen
éxito siguiendo su impulso. Y a éstos no les hace falta deliberar, pues poseen un principio superior
al entendimiento y a la deliberación (los otros tienen la razón, pero no este principio), es decir el
entusiasmo, pero no pueden deliberar. Pues, aunque irracionales, consiguen incluso la rápida
adivinación propia de las personas que prudentes y sabias; sólo se les ha de negar la adivinación
que procede de la razón, pero unos se sirven de la experiencia, otros de la costumbre de la
observación, y éstos emplean lo divino; ya que la divinidad ve bien el futuro y el presente y
aquellas cosas de las que la razón se ha separado”. Pag. 541.

“Es evidente, pues, que hay dos especies de fortuna: una divina, por la que el afortunado parece
tener éxito gracias a la divinidad, y éste es el hombre que prospera siguiendo su impulso, mientras
que el otro prospera en contra de su impulso. Ambas personas son irracionales. Y la fortuna
primera es, más bien, continua, pero la otra no lo es”. Pag. 541.

3. La Norma de la virtud perfecta.

“Un hombre noble por poseer aquellos bienes que son nobles en sí mismo y por practicar actos
nobles y con vistas a ellos mismos, y son nobles las virtudes y los actos que proceden de la virtud”.
Pag. 543.

“Hay efectivamente, personas que piensan que se debe tener la virtud, pero sólo a causa de los
bienes naturales. Tales hombres son buenos (ya que los bienes naturales son buenos para ellos)
pero no tienen nobleza; pues las cosas bellas en sí no les pertenecen, y no se propone acciones
nobles. Pag. 543.

“Acerca del placer, hemos hablado también de su naturaleza y en qué sentido es bueno; y se ha
dicho que lo agradable, en sentido general, es bello, y que el bien, en sentido general, es
agradable. Pero el placer sólo tiene lugar en la acción; por esto, el hombre verdaderamente feliz
vivirá también muy agradablemente, y los hombres no en vano exigen esto”. Pag. 544.

“El hombre, en efecto se compone naturalmente de una parte que manda y de otra que obedece,
y cada uno debe vivir según su principio rector (y este es doble; pues la medicina y la salud son
principios de una manera diferente: la primera está en función de la segunda; y esto es también lo
que ocurre con respecto a la facultad teorética. Pues Dios no gobierna dando órdenes, sino que es
el fin con vistas al cual la prudencia da órdenes (pero la palabra fin es ambigua, como se ha
distinguido en otra parte), puesto que Dios no necesita nada. Así, está elección y adquisición de
bienes naturales- bienes del cuerpo- riquezas, amigos y otros bienes- que más promueve la
contemplación de la divinidad, es la mejor, y esta norma es la más bella; pero aquella que por
defecto o por exceso impide vivir y contemplar la divinidad es mala. El hombre posee esto en su
alma, y ésta es la mejor norma para ella: percibir lo menos posible la otra parte del alma como
tal”. Pag. 546.

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