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HORA SANTA – JUEVES SANTO

AMBIENTACIÓN

CANTO EUCARÍSTICO haz de nosotros amigos fieles,


ORACIÓN discípulos verdaderos,
enamorados de tu amor.
Señor Jesús, Es noche de Alianza Nueva, de
en esta hora de silencio y de paz, banquete del Reino; noche
al adentrarnos en la noche de tu entrega, sacerdotal
en que las sombras de la inquietud se acercan, en que del todo te consagras;
queremos estar contigo tiempo de orar y velar...
que nos amas hasta el extremo. Noche de gracia en que nos salvas.
Tú has puesto para nosotros lo que tú eres; Acepta, Señor, nuestra compañía en
nosotros ponemos ante Ti lo que somos, para esta hora;
adorarte en espíritu y en verdad. siembra en nosotros tu Evangelio y
En la intimidad profunda de esta noche santa, en que haznos capaces de vivir contigo y
tus palabras son tu testamento, desde Ti
tu voluntad última, tu oración, todas las cosas,
amando, como Tú, hasta el extremo.

CANTO Y ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

PRIMER MOMENTO. EUCARISTÍA

Lectura del evangelio de Juan:

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo
que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.

MEDITACIÓN:

Miramos, contemplamos los signos de la Eucaristía: el pan y el


vino, signos de la entrega de Jesú s. Y el sagrario, expresió n de
su presencia permanente entre nosotros.

Señ or Jesú s, tenemos mucho que agradecerte. Vivimos hoy como comunidad, como
Iglesia, gracias a la Eucaristía. Sal a nuestro encuentro y ensé ñ anos a descubrir los
signos de tu presencia en nuestras vidas. Haznos crecer en deseos de conocerte y
permanecer junto a Ti, para que nuestra norma de conducta sea siempre vivir
siempre imitando tu ejemplo y dando frutos de bondad, de alegría, de perdó n y de
unidad.

Nos pides permanecer, ser fíeles, crecer en nuestra pobre fe, alimentar nuestra vida
con tu presencia y para esto es necesaria la intimidad contigo, buscar los momentos
para encontrarte, para conocerte, para vivir contigo, en Ti...

 ¿Dónde alimentamos nuestra permanencia?


 ¿Descubrimos la Eucaristía como ese espacio de comunión, de encuentro con los hermanos
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y con Dios, como lugar donde alimentar nuestra fe?
 ¿Tenemos en nuestra vida espacios de oración personal y comunitaria para crecer en la
intimidad con Él?

ORACIÓN Y CANTO

SEGUNDO MOMENTO. MANDAMIENTO DEL AMOR

Lectura del evangelio de Juan:

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y
permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie
tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo
os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he
llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido
vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y
que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
Lo que os mando es que os améis los unos a los otros. (Jn 15, 9-17)

MEDITACIÓN:
Miramos los signos del lavatorio: la toalla y la jofaina que nos hablan de un Dios que
por amor nos lava los pies.

El mandamiento que Jesú s nos da es el del amor. La iniciativa parte de Jesú s. É l nos
amó primero. Su amor es invitació n, es punto de partida para el nuestro; y algo má s,
es gracia derramada que nos capacita para amar como É l mismo nos amó . Su amor es
el del Padre, su amor es el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones.

Señ or, ensé ñ anos a mirar a cada persona con una mirada fraterna. No permitas que
nuestro corazó n se cierre a tantas injusticias que nos rodean y a tantos hombres
que sufren. Haz que sepamos reconocer en cada ser humano tu rostro vivo para que te
adoremos y te sirvamos por medio de nuestra entrega y nuestra solidaridad.

• ¿Nos sentimos así de amados por El?


• ¿Nos sentimos invitados a amar, a servir a los hermanos?
• ¿En quiénes se concreta esa invitación?
Derriba en nosotros las altas murallas

ORACIÓN:
LA GRACIA DEL AMOR FRATERNO

Señor Jesús,
Tú quisiste que nos amásemos unos a otros como levantadas por el egoísmo, el orgullo, la
Tú nos habías amado; vanidad.
y Tú nos amaste Aleja de nuestras puertas las envidias que
como el Padre te había amado a Ti. Ese destruyen la unidad.
fue tu gran testamento final. Líbranos de las inhibiciones, calma
los impulsos agresivos, purifica las
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intenciones y que lleguemos a sentir como Tú sentías y a
amar como Tú amabas.

Haz Señor Jesús,


que una corriente sensible, cálida y profunda corra
en nuestras relaciones;
que nos comprendamos y perdonemos; nos
estimulemos y nos celebremos; que no
haya entre nosotros
obstáculos, reticencias ni bloqueos; que
seamos abiertos y leales, sinceros y
veraces.

Y así demostremos ante el mundo que


Tú, señor Jesús,
eres el enviado del Padre
y estás vivo entre nosotros. Amen.

CANTO

TERCER MOMENTO. EL SACERDOCIO


Lectura del evangelio de Juan:
Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. (...) Yo les
he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.
No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. (...) No ruego sólo por éstos,
sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea
que tú me has enviado. (Jn 17, 11b. 14-15.20-21)

MEDITACIÓN:

Contemplamos la estola como signo del sacerdocio de Jesú s, del


sacerdocio de nuestros días significado en nuestros pastores. Es un
signo de la unidad, de la comunió n en Jesú s, de la entrega a los
hombres, de la presencia de Cristo en nuestro mundo.
El mundo necesita testigos de tu presencia Señ or, porque en la vida
de muchos hombres, la fe en Ti se ha apagado. Vivimos preocupados ú nicamente de
nuestros intereses y de aumentar nuestro bienestar y nuestra hacienda.
Suscita entre nosotros hombres y mujeres generosos, capaces de olvidarse de sí
mismos para poner sus vidas al servicio de los hombres, sobre todo de aquellos que
má s lo necesitan, y que se entreguen con alegría al anuncio gozoso de tu Evangelio.

 ¿Damos gracias a Dios por nuestros Pastores, testigos de esa unidad?


 ¿Nos sentimos también nosotros partícipes del sacerdocio de Cristo y llamados a construir,
trabajando por el Reino de Dios, la unidad en nuestro mundo?

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ORACIÓN:
ENVIADOS A ANUNCIAR EL EVANGELIO
valor para anunciarlo,
Somos tus servidores, Cristo Jesús, y coherencia de vida para testimoniarlo.
elegidos para ser apóstoles, Enséñanos a hacer todo esto orando
y destinados a proclamar la Buena Noticia de y suplicando sin cesar guiados por el Espíritu.
tu vida, muerte, y resurrección,
la Buena Noticia que es fuerza de Dios Ayúdanos a descubrir y a asimilar
para todos los que creen. el mensaje de tu muerte en la cruz y tu
resurrección:
Señor, te pedimos servirte
es escándalo y locura para muchos que
con rectitud e corazón,
con su sabiduría
sostenidos por el escudo de la fe,
no han llegado a conocer a Dios.
movidos por la caridad.
Pero lo que en Dios nos parece absurdo aventaja
Alienta nuestro esfuerzo
con mucho el saber de los hombres, y lo que en
por conocer las cosas de Dios. Que
Dios nos parece débil
aprendamos de Ti la bondad y el
es más fuerte que la fuerza de los hombres.
amor sin doblez.
Que podamos mantenernos firmes en Señor, queremos andar
los momentos difíciles por el camino de la salvación,
y superar las adversidades con tu fortaleza. Pon en llevados por la sabiduría y la fuerza de Dios
nuestros labios la palabra oportuna; danos libertad guiados por su Espíritu.
para dar a conocer tu mensaje,

Signo, entregamos unas semillas.

CANTO

CUARTO MOMENTO. ORACIÓN


Lectura del evangelio de Lucas
Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar
les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de
rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya.» Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía,
insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza; y les
dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.» (L C 22, 39-
51)

Nos quedamos con este mensaje para orar, para meditar... Se nos pide que oremos, que acompañemos a
Jesús en su oración. Que pongamos ante Él tantas situaciones y tantas personas que necesitan sentirse
queridas por Él. Vamos a unirnos a esa oración de Jesús respondiendo a cada una de las peticiones
Acógelos Señor en tu oración. (Se leen algunas intenciones del Facebook y se resaltan
las de los cirios).
BENDICIÓN

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; Te pedimos
nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, que
experimentemos constantemente en nosotros el fruto de Tu redención. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.

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