Hernandez Arregui y La Invencion de Una
Hernandez Arregui y La Invencion de Una
Hernandez Arregui y La Invencion de Una
HISTORIOGRAFIA
Valeria A. Caruso a
E-mail: caruso.valeria@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3689-8839
a
Universidad de Buenos Aires, Instituto de
Investigaciones de Estudios de Genero,
Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires,
Argentina
199 Hist. Historiogr., Ouro Preto, v. 14, n. 35, p. 199-224, jan.-abr. 2021 - DOI https://doi.org/10.15848/hh.v14i35.1746
HISTÓRIA DA Artículo original
HISTORIOGRAFIA
RESUMEN
Este trabajo tiene por objeto analizar el proceso de configuración de una historiografía de la izquierda peronista,
luego de 1955, observable en las intervenciones intelectuales realizadas por Juan José Hernández Arregui por
medio de su ensayística histórica. En primer lugar, se exploran las condiciones de posibilidad que intervinieron en el
proceso de emergencia de esa ensayística histórica, así como sus características. En segundo término, se analizan
las acciones desplegadas por este intelectual para difundir y legitimar su concepción sobre el pasado nacional y el
peronismo. Esta indagación sostiene que las luchas por la vigencia del peronismo durante el periodo en el que esa
fuerza política estuvo proscripta fueron constitutivas de las formas que ensayó Hernández Arregui para abordar el
pasado argentino.
PALABRAS CLAVE
Hernández Arregui. Izquierda peronista. Historiografía.
ABSTRACT
This article aims to analyze the process of configuration of a historiography of the Peronist left, after 1955, that can
be found in the intellectual interventions made by Juan José Hernández Arregui through his historical essays. This
article starts by exploring the conditions that affected the process of emergence of this essay and their characteristics.
Following, the actions employed by Hernández Arregui to spread and legitimize his conception of the national past
and Peronism are analyzed. This article argues that the struggles for the validity of Peronism during the period when
this political force was banned were constitutive of the ways that this author tried to address the Argentine past.
KEYWORDS
Hernández Arregui. Peronist Left. Historiography.
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Valeria A. Caruso
Introducción
Tulio Halperín Donghi (1996), en su clásico trabajo sobre el revisionismo histórico,
denominó como “neoreviosionistas” las reelaboraciones del pasado que emergieron a
fines de 1950 y se consolidaron durante la década de 1960. Cuestionaba el uso que
los neoreviosionistas realizaban del pasado nacional, pues, en su opinión, siempre lo
adecuaban a sus proyecciones políticas, anteponiéndolas a las claves de verdad que
portaban las fuentes de la historia. La razón política, acusaba entonces Halperín, antes
que la histórica, forzaba las comprensiones sobre lo pretérito nacional en las obras
de Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós, Eduardo Astesano, Hernández Arregui y
la dupla Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde. Pocos motivos encontraba el
hacedor de Revolución y guerra para no reducir esas narraciones sobre el pasado a las
de la poética política de Francisco Urondo en Adolecer.
1
Recordemos que, en estos ensayos, Altamirano documenta en mayor grado el proceso de acercamiento
de distintos referentes de las izquierdas al peronismo, aunque no así el proceso formativo de la IP ni las
características específicas de sus intelectuales.
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
las bases de una historiografía de la IP.2 Si bien autores como Goebel (2005, 2013) y
Stortini (2004) han analizado las características del revisionismo histórico durante la
década de 1960, aun no contamos con una síntesis interpretativa que permita acceder
a las particularidades de esta empresa historiográfica en términos contextuales. Quien
más se ha aproximado a la cuestión ha sido Omar Acha (2009), otorgando un espacio
de visibilidad a esta historiografía que, en otros trabajos, le había sido negada.
En ese sentido, este trabajo tiene por objeto analizar las características y condiciones
de posibilidad que intervinieron en la configuración de una historiografía de la izquierda
peronista luego de 1955 a partir del examen de la obra de Juan José Hernández Arregui.
Si bien la vida y obra de este intelectual peronista ha sido estudiada por diversos
autores (PIÑEIRO IÑIGUEZ 2007; GALASSO 2012), consideramos pertinente indagar
las características de los aportes historiográficos realizados por este autor.
Una de las hipótesis que plantea esta indagación sostiene que las luchas por
la vigencia del peronismo fueron constitutivas de las formas de abordar el pasado
argentino que ensayó Hernández Arregui, en tanto precisó recurrir a lo pretérito para
explicar la actualidad del movimiento proscripto, inscribiéndolo en una relectura del
pasado nacional en la que el peronismo fue interpretado como la reactualización de las
gestas populares decimonónicas contra la opresión imperialista en el Río de la Plata.
Asimismo, buscó destacar la trascendencia del movimiento proscripto en la historia de
las izquierdas argentinas argumentando sobre las razones por las cuales el peronismo
era la expresión histórica y presente de la verdadera izquierda nacional de la Argentina.
Una segunda hipótesis sostiene que la construcción de esta empresa historiográfica
funcionó como la plataforma desde la cual este pensador erigió sus credenciales
intelectuales en un contexto cultural vedado para los peronistas.
2
Por cuestiones de extensión no podemos ocuparnos aquí de analizar los aportes de Ortega Peña y
Duhalde a la corriente historiográfica iniciada por Hernández Arregui. Las contribuciones de esos autores
serán tratadas en un trabajo de próxima publicación.
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los actos elaborados por los actores que son objeto de nuestra pesquisa y los efectos
de sus acciones en el contexto histórico en el que fueron expresados puede ayudarnos
a comprender mejor los procesos pretéritos que estudiamos. Al respecto, conviene no
perder de vista que, mientras el peronismo gobernó el país (1946-1955), no precisó
de la elaboración de una narrativa histórica específica y diferenciada a la instituida
hasta el momento. De hecho, no alentó las empresas del revisionismo histórico situado
en el Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, sino que, por el
contrario, anudó la significación de sus acciones de gobierno a la cosmogonía de la
historiografía liberal vigente.
Lo expuesto hasta aquí nos introduce en la segunda cuestión del enfoque contextualista
que nos interesa recuperar a fines de esta indagación, referida a la propuesta teórico-
metodológica de John G. A. Pocock (2011) sobre el quehacer historiográfico. Para Pocock,
“la historiografía es la elaboración de relatos (a lo que hay que añadir la construcción de
contextos) sobre ciertos tipos de acción” en los que “el contexto siempre es parcialmente
(nunca del todo) producto de las acciones realizadas en él” (2011, p. 274). Esos relatos,
productos de la acción, engendran a su vez nuevas acciones en el contexto del que son
parte y producto, permitiendo a los actores otorgarles inteligibilidad a las circunstancias
que los rodean. Asimismo, Pocock nos recuerda que la política es constitutiva de toda
perspectiva historiográfica, dada la necesidad de determinados actores de comprender
su devenir en tanto sujetos y partícipes de la historia que habitan y realizan con sus
actos. Esta cuestión no implica una versión uniforme sobre lo acontecido, sino que, por
el contrario, emerge del despliegue de distintos entendimientos sobre lo pretérito que el
autor confronta con “una estructura política capaz de contar su propia historia” (2011,
p. 275). Esa historiografía emergente acciona críticamente cuestionando las formas
instituidas de entender lo sucedido, compitiendo por la interpretación dominante del
pasado en un contexto plagado de disputas por interpretar lo acontecido. Es decir, la
emergencia de estos relatos historiográficos, a la vez que se da para contrarrestar las
versiones “oficiales” sobre el pasado, busca renarrar lo sucedido, lo que está sucediendo
y lo que, potencialmente, puede suceder como manera de intervenir en el presente.
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
que a partir de ellas realizaban. Esto se hace más evidente si consideramos que, desde
1955, las maneras de interpretar el pasado argentino fueron renarradas por referentes
intelectuales identificados con el movimiento proscripto en su intención de explicar la
trascendencia del fenómeno peronista en la historia argentina.3
De allí que resulte pertinente examinar los contextos que creó la narrativa
histórica pergeñada por Juan José Hernández Arregui durante el periodo de la
proscripción al peronismo como uno de los elementos constitutivos de la IP como
cultura política. Por “cultura política”, entendemos “un conjunto de representaciones
que cohesionan a un grupo humano en el plano político, es decir una visión del
mundo compartida, una lectura común del pasado, una proyección hacia el futuro,
vivida en grupo” (SIRINELLI 1999, p. 462). En ese sentido, consideramos que las
renarraciones del pasado argentino elaboradas por Hernández Arregui contribuyeron
a la gestación de nuevos marcos de inteligibilidad sobre la actualidad del movimiento
por entonces proscripto que alimentaron la imaginación histórica y política de los y las
peronistas.4
3
Esta inquietud no ha signado exclusivamente las preocupaciones de aquellos intelectuales que se
identificaron con el peronismo, sino también, pulsionó la reflexión sobre el pasado nacional de distintos
referentes políticos culturales. Al respecto véase, Neiburg (1998); Acha (2009) y Ribadero (2017).
4
Hemos examinado el proceso formativo de la IP como cultura política y sus especificidades en Caruso
(2019a).
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Al respecto, el editor Arturo Peña Lillo, al rememorar esa coyuntura, señalaba que “la
persecución política obligaba a quienes se habían identificado con el gobierno depuesto
en 1955 a una suerte de marginación tanto laboral como profesional” (PEÑA LILLO
2005, p. 63). Resaltaba que este había sido el caso de Hernández Arregui, a quien
había alentado, junto con Jorge Abelardo Ramos (a quien luego nos referiremos), para
que finalizara “lo que estimábamos un libro capital para el momento que vivía el país”.
5
La FORJA fue fundada en 1935 por un grupo de intelectuales radicales disidentes a la decisión de
la UCR de abandonar la abstención electoral, considerada como el último bastión de resistencia para
deslegitimar el régimen de Agustín P. Justo. Este movimiento intentó recuperar las ideas de Hipólito
Yrigoyen y fue tributario de los principios de la Reforma Universitaria de 1918 y de las ideas de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana. Entre sus miembros se destacan Juan B. Fleitas, Manuel Ortiz
Pereyra, Arturo Jauretche, Homero Manzi, Oscar y Guillermo Meana, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo,
Atilio García Mellid, Jorge Del Río, Darío Alessandro (padre) y Raúl Scalabrini Ortiz.
6
En 1955, el gobierno de facto del general Eugenio Aramburu difundió el decreto 3.855, que ordenaba la
disolución del partido peronista, con el fin de lograr su desaparición del escenario político. En marzo de
1956, promulgó el decreto 4.161, que, vigente hasta 1964, penaba con la cárcel a quien tuviera en su
poder fotos de Perón y Eva Perón, pronunciara sus nombres o entonara la marcha peronista.
7
Sobre el proceso de “desperonización” de las universidades argentinas, véase Neiburg (1998). Respecto
al accionar de las “comisiones investigadoras” instruidas por el gobierno de facto, véase Ferreyra (2018).
8
Ese mismo año y por esa misma editorial, Jorge Abelardo Ramos publicó su Revolución y contrarrevolución
en la Argentina.
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Fue justamente ese lugar de alocución el que intentó habilitar Hernández Arregui;
inauguró una senda que posibilitó la expresión de los intelectuales peronistas no solo
perseguidos por la dictadura, sino también denostados por los exponentes culturales
consagrados de la época, como los que se nucleaban en torno a la revista Sur, dirigida
por Victoria Ocampo. Asimismo, sentó las bases desde las cuales arremeter contra sus
antagonistas intelectuales. Desde la óptica de Hernández Arregui, el desvelamiento
de las pulsiones ideológicas que habían actuado —y actuaban— en el proceder de la
intelectualidad local permitiría comprender las causas que habían intervenido en el
ocaso de la experiencia peronista en el poder del Estado.
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fuerzas espirituales defensivas que luchan por la liberación nacional en los países
dependientes”. Esta denuncia sobre aquellas actitudes y procederes intelectuales,
interpretados como desviados en relación con los intereses autóctonos, fue también
una manera de posicionarse frente a los saberes instituidos y a las figuras consagradas
de la intelectualidad nacional para reinsertarse él mismo como autor de una nueva
interpretación sobre el devenir histórico argentino que lo reposicionaría como escritor
“verdaderamente nacional”.
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9
Véase, por ejemplo, la reseña realizada por F. J. Solero en Ficción, enero- febrero 1958, n.11; J. C.
Portantiero, “Nacionalismo y ser nacional”, Nueva Expresión, enero de 1958, n.1; J. Gelman y J. C.
Portantiero “Sobre el terrorismo crítico”, Cuadernos de Cultura, mayo de 1958, n. 35.
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En ese clima político se fue forjando la escritura de un nuevo ensayo que selló
esa particular lectura del fenómeno peronista. La formación de la conciencia nacional,
publicada en 1960 por la editorial Hachea —gestionada por el propio Hernández
Arregui— fue la obra que consolidó su interpretación sobre el pasado argentino.12 En su
prólogo, el autor establecía que “el propósito de este trabajo es el de contribuir desde la
izquierda nacional —en oposición a la izquierda sin raíces en el país— al esclarecimiento
de la cuestión nacional”. Es decir, enunciar para el peronismo un espacio de relevancia
dentro de la tradición de las izquierdas locales, al mismo tiempo que develar el proceso
formativo de la conciencia nacional a lo largo de su historia —Hegel mediante— para
resaltar, además, el carácter extranjerizante y antinacional de las izquierdas tradicionales
respecto al peronismo.
En la lectura que Hernández Arregui realiza en este trabajo, las masas argentinas
serían las realizadoras del destino nacional, expresión de “la cultura autóctona” y
sujetos de la historia en tanto representarían las “creaciones colectivas, nacidas del
paisaje y de una asociación de símbolos históricos [que] condensan las características
espirituales de la comunidad entera” (HERNÁNDEZ ARREGUI [1960] 1973, p. 48).
10
Con “frondizismo” nos referimos al nombre que recibió la gestión de gobierno desplegada por Arturo
Frondizi, quien presidió constitucionalmente el país entre 1958 y 1962.
11
En noviembre de 1959, por medio de la aplicación del decreto-ley 9.080/58, se facultaba judicialmente
al Poder Ejecutivo Nacional y se legalizaba la intervención de la Fuerzas Armadas en temas de competencia
civil. La aplicación del Plan CONINTES puso en manos de las Fuerzas Armadas, principalmente del
Ejército, el desarrollo de las acciones contra las protestas políticas y sociales que se dieron durante el
período.
12
El nombre “Hachea” remite a las iniciales del autor. Por medio de este emprendimiento editorial,
pudo dar continuidad a la publicación de sus ensayos ante la imposibilidad de conseguir editores para
sus escritos. Financió la publicación de su libro recurriendo a la venta adelantada de ejemplares, una
metodología que volvería a aplicar para costear la edición de su tercera obra publicada en 1963, ¿Qué
es el ser nacional? Al respecto, véase Reportaje exclusivo a Hernández Arregui. Una revolución nacional
que rompa con el colonialismo, Compañero, 27 de agosto de 1963, n. 12, p. 4.
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Para este pensador, la fractura de esa unidad histórica fue originada por el accionar
de la oligarquía vernácula. La obtención de beneficios económicos con el liberalismo
europeizante junto con la adopción de instituciones políticas que copiaban el modelo
inglés y los estandartes culturales franceses como baluartes de la “alta cultura”
cohesionaban un “deber ser” cultural instrumentado por la intelligentsia local que negaba
la vigencia del legado hispánico en las tradiciones populares argentinas, postulando
así un proyecto civilizatorio foráneo. Desde la perspectiva de Arregui, eso que la elite
política cultural llamaba “progreso” no era otra cosa que una de las formas con las
que aquella legitimaba la dominación “al servicio del latifundio, el antiprogreso”, en
tanto perpetuaba las formas de explotación y opresión de las clases “auténticamente”
nacionales.
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trabajadores peronistas habrían encontrado la fuerza para impulsar las luchas para el
ejercicio del poder y lograr la unidad nacional en detrimento de las potestades que se
arrogaban las fuerzas extranjerizantes que las constreñían.
13
El semanario El Popular se inició como una publicación de oposición a Frondizi, aunque varios de
sus artífices habían participado de su gobierno. Durante sus 13 entregas intentó reflejar los debates
políticos de la época en relación con las promesas truncas del desarrollismo, la vigencia del peronismo
en los sectores populares y la crisis de las izquierdas locales, que se evidenciaba en el surgimiento de
una ensayística crítica a las posiciones tradicionales de los partidos socialistas y comunistas. Entre sus
colaboradores más destacados se encuentran Arturo Jauretche, José Nun, Ismael Viñas, Rodolfo Ortega
Peña, John William Cooke y Alicia Eguren.
14
STRASSER, Carlos. Acerca de una Izquierda Nacional. El Popular, 14 de septiembre de 1960, n. 1,
p. 10. Strasser comenzó su militancia política como dirigente estudiantil en el Movimiento Universitario
Reformista. En 1959, organizó un ciclo de discusiones sobre “Las izquierdas en el proceso argentino”,
en el que participaron Silvio Fondizi, Rodolfo Ghioldi, Alexis Latendorf, Nahuel Moreno, Rodolfo Puiggrós,
Librorio Justo, Jorge A. Ramos, Esteban Rey e Ismael Viñas. Más tarde, las discusiones fueron editadas en
un libro bajo el mismo título del ciclo. Una de las preguntas a las que los expositores debieron responder
refería a si era posible concebir el peronismo como la “verdadera” izquierda nacional.
15
Cabe aclarar que la noción de bonapartismo no fue utilizada por Hernández Arregui para caracterizar
el gobierno de Perón, sino que, por el contrario, es próxima a la interpretación realizada por Jorge
Abelardo Ramos (1959) en Revolución y contrarrevolución en la Argentina, lo cual nos habla sobre las
adscripciones políticas del reseñista antes que de los entendimientos del filósofo peronista.
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
piensa que hay que superar a Perón mediante un partido socialista nacional.
Y yo sostengo que si Perón no estuviese a la altura de la revolución nacional y
de sus objetivos posibles, las masas lo hubiesen abandonado. Esta posición
del proletariado argentino no aclara, en otro orden, algo que a Ramos le
resulta un tanto inexplicable. Mi condición de peronista y marxista. Soy
peronista porque soy marxista. Es decir, por adecuación objetiva de mi
pensamiento al grado de desarrollo de la conciencia política del proletariado
nacional, cuyo símbolo es Perón. Perón es el eje de cohesión nacional de
las masas. El único que no ha quebrado el imperialismo (HERNÁNDEZ
ARREGUI 1960, p.10).
16
VALENZUELA, Carlos. Con Abelardo Ramos. Un reportaje de Carlos Valenzuela. El Popular, 3 de
noviembre de 1960, n. 8, p. 2.
17
Esta inferencia resulta de la atención que mereció en los ámbitos intelectuales progresistas el libro
de Ismael Viñas (1960) Orden y Progreso. La era del frondizismo, publicado casi en simultáneo al de
Hernández Arregui, y que, en espacios políticos e intelectuales como los de la revista El popular, era
inscripto dentro de la órbita de la izquierda nacional. Al respecto, véase STRASSER, Carlos. Otra vez
sobre una izquierda nacional, El Popular, 21 de septiembre de 1960, n. 2, p. 5.
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de ruta se negaba a reconocer y que, unos años más tarde, terminaría por desencadenar
un quiebre de relaciones cuando aquel impulsase la formación del Partido Socialista de
la Izquierda Nacional (PSIN).
18
Sobre el proceso de “desperonización” universitaria, véase Neiburg (1998, p. 196-204).
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
cuestión. Para Hernández Arregui, esa noción refería, antes que a la conformación de un
partido político —como el que Ramos impulsó en 1962—, a una corriente ideológica que
contribuyera “al esclarecimiento de la cuestión nacional a partir de la propia realidad y
no de realidades foráneas”.19 Esto implicaba la comprensión del contenido revolucionario
del peronismo como encarnación popular de la realización política de la nación. De allí
que considerara que “el caso de Fidel Castro en Cuba refleja esta etapa histórica más
avanzada de la lucha de América Latina y del mundo colonial en crisis y de la cual Perón
es un antecedente necesario”.20
Esa cuestión, desde la perspectiva del autor de Imperialismo y cultura, era cada
vez más evidente entre las nuevas generaciones intelectuales que se acercaban al
peronismo, lo cual confirmaba la paulatina “nacionalización de las izquierdas”. Un índice
de esa cuestión se observa en el análisis crítico que realiza Rodolfo Ortega Peña sobre
la trayectoria intelectual de Lugones publicado en la revista El Popular. Este abogado,
antiguo militante de la juventud comunista, elegía interpretar la obra política y literaria
del “Poeta nacional” sirviéndose de las claves de lectura contenidas en la ensayística
de Hernández Arregui. Consideraba que la existencia misma del autor de Romances del
Río Seco representaba “un momento esencial en el proceso de formación de nuestra
conciencia nacional,” dado que su historia de vida podía leerse como caso testigo “de
las dos negaciones, la de la izquierda abstracta y la de la oligarquía”, que caracterizaban
el accionar de los intelectuales argentinos.21
Por otro lado, y en estrecha vinculación con los dos niveles anteriores, se
advierte un tercer nivel de intervención política e intelectual de Hernández
Arregui hacia el interior del peronismo. Si a principios de 1960 se afirmaba en la
órbita de lo privado por medio de su relación epistolar con John William Cooke,22
19
A mediados de 1962, Ramos impulsa la fundación del Partido Socialista de la Izquierda Nacional
(PSIN), que, si bien, tal como menciona Ribadero, aunó en su seno a “jóvenes de clase media ilustrada,
inmersos en una búsqueda por canalizar y conjugar un tipo de intervención tanto política como intelectual
(241)”, como Ernesto Laclau, Adriana Puiggrós y Félix Schuster, entre otros, también generó rispideces
y rupturas con antiguos compañeros de ruta que rechazaron la iniciativa del autor de Revolución y
contrarrevolución… de organizar un espacio político de izquierda por fuera del peronismo. Tal fue el caso
de Hernández Arregui, para quien la iniciativa de Ramos no solo era errada porque se impulsaba en un
contexto en el que se estaba produciendo un “giro a la izquierda” en el peronismo, sino que también
dividía voluntades en torno a una u otra opción política (PIÑEIRO IÑIGUEZ 2007, p. 64).
20
HERNÁNDEZ ARREGUI. Sobre la revolución cubana. Política (segunda época), febrero de 1961, año I,
n. 2.
21
ORTEGA PEÑA, Rodolfo. Lugones. Escritor en un país colonial. El Popular, 3 de noviembre de 1960, n.
8, p. 5.
22
COOKE, J. W.; HERNÁNDEZ ARREGUI, J.J. Correspondencia (1960-1964). Fondo John William Cooke-
Alicia Eguren, Biblioteca Nacional Argentina, caja 6, carpeta 3.
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23
Este semanario, dirigido por Mario Valotta, contó con 79 números, publicados entre el 7 de junio de
1963 y la 1ª quincena de abril de 1965.
24
Sobre el crecimiento político de los liderazgos sindicales en el contexto de las elecciones de 1962,
véase Smulovitz (1988).
25
Hemos analizado esta última cuestión en Caruso (2019b).
26
Reportaje exclusivo a Hernández Arregui. Una revolución nacional que rompa con el colonialismo.
Compañero, 27 de agosto de 1963, n. 12, p. 4. Para Hernández Arregui, Mondolfo era el “único europeo
que ha contribuido al desarrollo de los estudios filosóficos en la Argentina”.
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
los prejuicios vertidos por sus oponentes políticos e insistido en presentarse como
un “hombre de Ideas” del movimiento proscripto. Se reconoce a sí mismo como un
“peronista de la izquierda nacional” y explicita su intención “de contribuir, en el plano
exclusivamente ideológico a la creación de una tendencia de ‘izquierda nacional’
peronista”.
27
Sobre esta última cuestión, puede consultarse Besoky (2016).
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Por otro lado, recordaba que la Revolución de Mayo se había producido por la
crisis del sistema virreinal antes que por la acción deliberada de las masas. A partir de
entonces, la separación de España había sido usufructuada por las minorías urbanas que
imponían sus intereses particulares en detrimento de los colectivos. Las elites nativas
habían irrumpido sobre las prerrogativas políticas y económicas de los pueblos del
interior en virtud de su incorporación al mercado internacional. La derrota del interior
frente a Buenos Aires se advertía transitoria, pues la pregnancia de lo “auténticamente”
nacional pervivía en sus tradiciones y en la lucha que durante su devenir histórico
las masas habían emprendido contra la opresión política y la explotación económica
orquestada desde Buenos Aires. Asimismo, su vitalidad se ponía de manifiesto en la
vigencia de la causa peronista y, a escala continental, en la égida cubana, que alumbraba
un camino de emancipación para los pueblos latinoamericanos.
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Hernández Arregui y la invención de una historiografía para la izquierda peronista
Conclusiones
Al comienzo de esta indagación señalamos la pertinencia de considerar las claves
conceptuales brindadas por Pocock para apreciar que, en cierto sentido, toda historiografía
es un fenómeno político en sí mismo. Siguiendo esta propuesta teórica, puede
interpretarse que, en ciertas circunstancias, la emergencia de nuevas historiografías
puede estar asociada a demandas políticas y sociales de otorgarle inteligibilidad a
determinados actores, eventos y fenómenos no inscriptos en las narrativas históricas
vigentes. De allí que la competencia de relatos sobre el pasado condense un conjunto
de disputas sobre el sentido de la historia como una manera de dirimir las disputas
políticas que se despliegan en el presente.
Entendemos que un abordaje de esta índole permitió apreciar con mayor precisión
las características de la empresa historiográfica emprendida por Hernández Arregui en
los albores de la proscripción al peronismo.
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realizaba en el peronismo se ponía de manifiesto en las masas obreras del interior que
se identificaban con el gobierno depuesto. En ellas residía el “verdadero” sentido de
lo nacional, que las interpretaciones de los intelectuales liberales y de las izquierdas
tradicionales obturaban, exponentes como eran de un pensamiento extranjerizante que
impedía la realización de la conciencia nacional.
Creó, junto a otros actores, un espacio para la realización intelectual por medio
de una relectura que conectaba las luchas populares del pasado con la actualidad del
peronismo en un contexto en el que éste era percibido como la única fuerza política
con capacidad de suturar la crisis de legitimidad que atravesaba el país. En definitiva,
la demanda de nuevas interpretaciones de la historia encontró en la obra de Hernández
Arregui un vínculo pretérito con las gestas del presente que contribuyó a delinear los
marcos simbólicos de la izquierda peronista como cultura política.
REFERENCIAS
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INFORMACIÓN ADICIONAL
BIOGRAFÍA ACADÉMICA
Valeria A. Caruso es Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires (FFyL-UBA). Se desempeña como docente de la carrera de Historia en esa casa de
estudios. Desarrolla tareas de investigación como becaria posdoctoral del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, y del Instituto de Investigaciones de Estudios de Genero
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad De Buenos Aires (CONICET/IIEGE). Se
especializa en historia intelectual argentina durante el periodo de la proscripción al peronismo.
FINANCIACIÓN
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
CONFLICTO DE INTERESES
Sin conflicto de interés declarado.
MÉTODO DE EVALUACIÓN
Sistema doble ciego de revisión por pares.
EDITOR RESPONSABLE
Omar Acha - Editor Executivo
DERECHOS DE AUTOR
Copyright (c) 2020 História da Historiografia: International Journal of Theory and History of
Historiography.
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