Las Infecciones Micóticas Sistémicas o Profundas

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Las infecciones micóticas sistémicas o profundas, son infecciones por hongos

cuya puerta de entrada al cuerpo es habitualmente un sitio profundo como


mucosas o un órgano interno como el pulmón, tracto gastrointestinal o los senos
paranasales, cuyo mecanismo de diseminación es por via linfohemática, con
afección uni o multiparenquimatosa.
Las micosis sistémicas por patógenos verdaderos, son en general producidas por
hongos dimorfos, lo que significa que el microorganismo puede tener dos formas:
mohos (con hifas septadas y conidias) y otra forma habitualmente de levadura (en
tejidos vivos), y producen infección en huéspedes con situación inmunológica
normal. El contacto inicial suele producirse por inhalación del hongo, y ocasiona
síntomas respiratórios. Las manifestaciones clínicas iniciales pueden variar según
el estado subyacente del huésped, y muchas se desarrollan en presencia de un
estado de inmunodeficiencia. La mayor parte de las infecciones se resuelven y
deja en los pacientes una intensa inmunidad específica
Coccidioides immitis crece a varios centímetros de profundidad en la capa
superior del suelo, donde pueden sobrevivir a temperaturas altas y a humedad
baja. El hongo se vuelve a la superficie después de un período de lluvias, la
construcción de la tierra, o la cosecha del cultivo, donde se forman esporas que
son liberadas y que se extienden por las tormentas de viento y polvo.
Los casos clínicos son relativamente comunes en perros, llamas, primates y
muchas especies no nativas mantenidas en zoológicos en las regiones
endémicas. La enfermedad también fue documentada en gatos y en caballos.
La principal forma de contagio de la enfermedad es por la inhalación de los artroconidios
dispersos en el ambiente. Otra forma de contagio, menos frecuente, es la inoculación directa de
esporas en el tejido del animal, lo que origina la formación de un granuloma localizado.

Signos clínicos
Las infecciones en los animales varían desde asintomáticas a graves y mortales.
El hongo es capaz de invadir casi cualquier tejido del cuerpo. Los sitios más
comunes de propagación varían con las especies, pero casi todos los tejidos y
órganos pueden ser afectados. La afección del corazón o del pericardio puede ser
más común en animales que en humanos. La propagación puede o no estar
acompañada de signos de enfermedad sistémica .
La diseminación hematógena y linfática de endosporas origina la enfermedad
diseminada. Uno de los órganos mayormente afectados son los ojos, causando
uveítis granulomatosa unilateral o bilateral; también afecta frecuentemente el
ángulo de filtración, cuerpo ciliar, retina y coroides. En algunos de los casos se
puede presentar hipema y hemorragia vítrea.
Los órganos que se encuentran afectados principalmente son linfonódulos,
pulmón, hueso, corazón, mediastino y piel.
Enfermedad pulmonar leve:

Cursa con manifestaciones clínicas leves a inaparentes después de una a cuatro semanas de
exposición. Un hospedero con el sistema inmunológico competente podrá combatir la infección e
inclusive resolverla.

Enfermedad multisistémica diseminada: Se presenta después de meses o años de la exposición y


es más frecuente en perros que en gatos. Los felinos son naturalmente más resistentes a este tipo
de presentación. A partir de los pulmones se disemina hacia todos los órganos por medio de las
circulaciones linfática y sanguínea.

La histoplasmosis, una micosis sistémica y endémica en una amplia zona de las


Américas, es causada por la inhalación de las partículas infectantes del hongo dimórfico térmico
Histoplasma capsulatum. En la naturaleza, este hongo crece en forma filamentosa, pero
una vez ingresa a los tejidos del hospedero, se convierte en levadura . El dimorfismo, considerado
un factor de virulencia, es de particular interés puesto que es necesario tanto para su adaptación a
los tejidos como para el desarrollo de la enfermedad; así mismo, le permite al microorganismo
adaptarse a diferentes condiciones ambientales gracias a la expresión de genes específicos, cuyos
productos son críticos para su supervivencia y la colonización . La forma miceliar de H. capsulatum
es saprofita-geofílica, y generalmente, se encuentra en recintos o ambientes cerrados (minas,
cuevas, pozos, casas o construcciones abandonadas), así como en espacios abiertos contaminados
con excretas de murciélago y de aves (ricos en nutrientes necesarios para su crecimiento).

Histoplasma capsulatum, un hongo dimórfico, es el agente etiológico de la histoplasmosis. La


micosis sistémica es endémica en zonas tropicales, subtropicales y templadas de América y África.
Actualmente, la micosis es considerada cosmopolita. El hongo crece en suelos con abundante
materia orgánica, excremento de aves (pollos, gansos, pavos y algunas aves migratorias, entre
otras) y guano de murciélagos en ambientes cerrados, tales como minas, cuevas, cavernas,
túneles, criptas de iglesias y casas abandonadas, o en espacios abiertos, entre ellos parques y
paseos públicos. La materia orgánica en descomposición, en condiciones de humedad y
temperatura adecuadas, constituye el nicho ecológico para que desarrolle la fase micelial del
hongo y se formen los microconidios que constituyen la principal forma infectante de Histoplasma

Signos clínicos en caninos y felinos

La histoplasmosis es una infección sistémica que suele iniciarse en los pulmones o en el tracto
gastrointestinal, diseminándose posteriormente a linfonódulos, hígado, bazo, médula ósea, ojos y
demás órganos (Morgan et al., 2004). Histoplasma spp. es un patógeno intracelular que se ubica
en vesículas fagocíticas en el citoplasma de los macrófagos del hospedero. Se mencionan cinco
formas clínicas: asintomática, pulmonar aguda benigna, pulmonar crónica, diseminada aguda y
diseminada crónica (Kauffman 2007; Wheat 2006). La enfermedad se desarrolla en una gran
variedad de mamíferos. Los gatos son más susceptibles que los perros. Los perros menores de
cuatro años son los más vulnerables a la enfermedad. Los perros de las razas pointer, Brittany
spaniel y weimaraner se infectan más comúnmente. No existe predilección por sexo, tanto en
perros como en gatos (Morgan et al., 2004). La principal vía de infección suele ser la inhalación de
conidios infectivos procedentes del ambiente, tanto en gatos como en perros y seres humanos.
Tras la inhalación, los conidios pasan de la fase micelial a la fase de levadura y éstas son
fagocitadas por células del sistema mononuclear fagocitario, donde se multiplican como levaduras
intracelulares. La diseminación hematógena y linfática dan lugar a la enfermedad multisistémica
(Ettinger & Feldman 2004; Morgan et al., 2004). Aunque la diseminación del agente puede afectar
a cualquier sistema, los órganos más afectados en perros son: pulmones, tracto gastrointestinal,
linfonódulos, hígado, bazo, médula ósea, ojos y glándulas adrenales. En los gatos los órganos más
afectados son: pulmones, hígado, linfonódulos, ojos y médula ósea (Morgan et al., 2004). El tipo
de enfermedad desarrollada, tanto en perros como en gatos, va a depender de la respuesta
inmunitaria del hospedero. En los perros, el periodo de incubación es de 16 días,
aproximadamente.

Fases de la enfermedad La histoplasmosis

se desarrolla en dos fases; la fase primaria, caracterizada por causar una reacción pulmonar o
cutánea, y la fase progresiva, que es la diseminación del agente causal en todo el organismo.

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