Nos Mueve La Esperanza

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I N I C I O D E A Ñ O E D U C AT I V O PA S T O R A L 2 0 2 1

NOS MUEVE
LA ESPERANZA

En el transcurso de la Pandemia, se han visto


muchos gestos de generosa entrega y sacrificio.
Hemos descubierto a héroes silenciosos,
mujeres y hombres que están entregando
la vida por los demás.

ORACIÓN DE INICIO

SOÑEMOS EN COMUNIDAD

C A M I N E M O S E N U N A E X P E R I E N C I A PA S C UA L

C I U DA DA N Í A PA R A E L B I E N CO M Ú N

RECURSOS

P. Erick Oñate Jorquera, SDB


ORACIÓN INICIAL

En el nombre del Padre, del Hijo


y del Espíritu Santo. Amén.

Oremos con el salmo 42.


Repitamos la antífona: “Nos mueve la esperanza”.

Salmo 42.

Como anhela la cierva corrientes de agua, así, mi


alma te anhela a ti, oh Dios.
Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo,
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

R: Nos mueve la esperanza.

Mis lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo


el día me repiten:
¿Dónde está tu Dios?

R: Nos mueve la esperanza.

Recordándolo, me desahogo conmigo: ¡cómo


entraba en el recinto,
cómo avanzaba hasta la casa de Dios, entre gritos
de júbilo y acción de gracias, en el bullicio festivo!

R: Nos mueve la esperanza.

¿Por qué estás abatida, alma mía,


por qué estás llorando?
Espera en Dios, que aún le darás gracias: Salvador
de mi rostro, Dios mío.
M E D I TA C I Ó N D E L A PA L A B R A

Lejos del Templo, de la luminosa presencia de Dios,


el salmista vive la sequedad mortal de la ausencia. Su
experiencia nos recuerda a las primeras semanas de la
cuarentena, del aislamiento familiar, de la ausencia de de
aquellos que ya no están con nosotros. Nos hace recordar
a las templos cerrados, incluso para la celebración de la
Pascua y de la Navidad. Nos evoca la distancia física, la
amenaza del otro y el desconcierto de un nueva realidad
que se nos impone.

Su grito lanzado al viento, expresa la sed y el fuerte


anhelo de volver a ver el rostro divino. Expresa, en nuestro
contexto, el deseo de volver a retomar nuestra vida
cotidiana, nuestras rutinas que aportan seguridad y nos
quitan de la incertidumbre de la Pandemia.

El salmista, vive con en medio de las lágrimas y acaricia


los gozosos recuerdos del pasado, cuando otros hurgan
en la herida de la ausencia: «¿Dónde está tu Dios?».
En este período de vacaciones hemos tenido, quizás,
la posibilidad de visitar a nuestros familiares, de hacer
memoria de los bellos momentos con ellos, de superar
la ausencia y distancia física a través del vínculo, del
reencuentro, del recuerdo de los gratos momentos, de
la solidaridad, del compartir y la oración con ellos.

El salmista, como en los tiempos más duros de la


Pandemia, interroga a Dios en medio del dolor: «¿Por
qué me has olvidado?». En su corazón, se fragua la
esperanza, la certeza de que el “Dios con nosotros” está
ahí, en cada persona misericordiosa, en cada hermana y
hermano que necesita ayuda; la certeza de que incluso
en medio del dolor, Dios está gestando algo nuevo y
necesita que confiemos en Él y cooperemos con Él para
un mundo nuevo, con sentido y en comunión los gozos
y esperanzas, con las tristezas y angustias de las mujeres
y hombres de nuestro tiempo.

NOS MUEVE LA ESPERANZA


PA R A C O M PA R T I R

¿En qué me interpela


la oración del salmista, con qué realidad
personal y social me conecta?

NOS MUEVE LA ESPERANZA


PRECES

1. Señor Jesús, te damos gracias por el don


de la vida; ayúdanos a protegerla en todo
momento y en cada lugar.
2. Haznos testimonio vivo del Evangelio de la
alegría; saliendo al encuentro de quiénes
sufren y están marginados de la sociedad.
3. Que nuestra comunidad educativa pueda
crecer en solidaridad, para que a ninguna
familia le falte el pan de cada día.
4. Que la incertidumbre de la Pandemia no
frene nuestra caridad y que la esperanza
ilumine los momentos de duelo, tristeza y
dolor.
5. Acoge en tu Reino a nuestros familiares y
amigos que partieron a tu encuentro en
Pandemia y ayúdanos a vivir el duelo de la
pérdida con la esperanza de la Resurrección.

Concluyamos nuestra oración rezando juntos


el Padre nuestro....

BENDICIÓN

Padre de infinita misericordia;


al inicio de este Año Educativo Pastoral,
te pedimos que la esperanza
acreciente nuestra confianza en tu bondad
y en lo que podemos hacer como sociedad
para salir de la crisis social y sanitaria
que nos presenta esta Pandemia.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

INICIO
PRIMERA REFLEXIÓN

SOÑEMOS EN COMUNIDAD
UN FUTURO CON ESPERANZA
Nos señala el Papa Francisco en el libro «Soñemos
juntos» (2020).
«Cuando pienso en los desafíos que se nos plantean,
me siento abrumado. Pero nunca pierdo la esperanza.
Estamos acompañados. Sí, estamos zarandeados, con
dolor, impotencia e inclusive miedo. Pero con esta crisis
también se nos presenta una oportunidad para salir
mejores.
Lo que el Señor nos pide hoy es una cultura de servicio,
no una cultura de descarte. Pero no podemos servir
a los otros a menos que dejemos que su realidad nos
afecte.
Para que así sea, tenés que abrir los ojos y dejar que
te toque el sufrimiento a tu alrededor; así vas a poder
escuchar la voz del Espíritu de Dios que te habla desde
las márgenes. Por eso quiero advertirte sobre tres
centros que son nefastos, que impiden el crecimiento,
la conexión con la realidad, y especialmente impiden
la acción del Espíritu Santo. Pienso en el narcisismo, el
desánimo y el pesimismo.
1. El narcisismo te lleva a la cultura del espejo, a mirarte
a vos mismo y centrar todo en vos. Si no se trata de vos,
lo demás no lo ves. Te enamorás tanto de esa imagen
que te hiciste que te ahogás en ella. Las noticias son solo
buenas si te benefician a vos; si son malas, entonces sos
la principal víctima.
2. El desánimo hace que te quejes de todo y no veas lo
que te rodea ni lo que te ofrecen los demás; solo ves lo
que creés que perdiste. El desánimo lleva a la tristeza,
que es un gusano muy malo en la vida espiritual, que
te corroe por dentro. Con el tiempo terminás encerrado
y no sos capaz de ver nada más allá de vos mismo.

3. Y también está el pesimismo, que es como un


portazo que le das al futuro y a la novedad que este
puede albergar; una puerta que te negás a abrir por
miedo de que aparezca algo nuevo algún día.

Son tres maneras de bloquearte, paralizarte y centrarte


en aquellas cosas que no te permitirán salir adelante. En
el fondo es preferir las ilusiones que disfrazan la realidad
en vez de descubrir todo lo que podemos llegar a realizar.
Son cantos de sirena que te alienan. Para actuar en
contra de estas cosas, hay que comprometerse con
lo pequeño, con lo concreto, con las acciones positivas
que uno puede tomar, ya sea para sembrar esperanza
o reclamar justicia.

P R E G U N TA S

¿Qué mundo, comunidad educativa


y sociedad pospandémica soñamos?

¿Qué rasgos de la cultura del narcisismo,


del desánimo y del pesimismo
debemos “transformar” en el proceso educativo
con niñas, niños, adolescentes y jóvenes?

INICIO
SEGUNDA REFLEXIÓN

CAMINEMOS EN UNA EXPERIENCIA


PASCUAL Y SALESIANA

En la cultura cristiana, la Pascua de Jesús, su paso de la


muerte a la Vida Eterna, a la Resurrección, constituye
uno de los centros de gravedad en el que gira toda
la celebración y el anuncio evangélico. La experiencia
Pascual de Jesús, se hace camino de vida, experiencia y
aprendizaje constante para enfrentar la vida cotidiana,
la vida social y eclesial.
La Pascua de Jesús, es el cumplimiento de la esperanza,
de la promesa salvífica de Dios con su pueblo. Porque
el mal no triunfa sobre el bien, sabemos que el dolor,
el sufrimiento, la desigualdad social, el odio, la guerra
y la muerte no tienen la última palabra. Siempre hay
posibilidad en Cristo de un cielo nuevo y de una tierra
nueva.
La vida cristiana y salesiana, nos exigen una «ACTITUD
PASCUAL de DISCERNIMIENTO en cada contexto y
situación histórica; es decir, se nos pide buscar JUNTOS
un sentido trascendente en la inmanencia de la vida,
se nos pide vivir con esperanza. Por ello, para este año,
de forma muy concreta se nos invita, entre otras cosas
a pasar de una cultura de la indiferencia a una cultura
de la fraternidad; de una cultura narcisista a una cultura
comunitaria; de una cultura del pesimismo a una
cultura de la alegría y el optimismo pascual; de una
cultura del desánimo a una cultura de la esperanza...
PA R A C O M PA R T I R

¿Qué procesos «pascuales»


(por ejemplo: pasar de una cultura del descarte
a una cultura del encuentro)
se nos invita a cultivar en nuestra comunidad
eduacativo-pastoral y en la sociedad?

¿Qué estrategias podemos implementar para


activar esos procesos pascuales?

¿Qué instancias de discernimiento de la


realidad podemos promover en nuestra
comunidad?

INICIO
TERCERA REFLEXIÓN

CIUDADANÍA PARA EL BIEN COMÚN


EN LA HIPERINFLACIÓN
DE LO INDIVIDUAL

Nos señala el Papa Francisco (2020) que «hoy


nuestros pueblos no están alegres: hay una tristeza
que el placer y la distracción no pueden aliviar.
Mientras una parte de la humanidad sufra la
miseria más absoluta, ¿cómo podemos estar
alegres? Paralelamente vemos un despertar, se
está reclamando un cambio, se sabe que lo que
fue no es todo lo que está por venir. La alegría del
Señor es nuestra fortaleza, pero también sabemos
que nos espera un camino por delante antes de
poder comer, beber y alegrarnos por el nuevo
modo de vivir.
Hoy es necesario evitar replegarnos en los
esquemas individuales e institucionales que nos
llevaron a las crisis que rodean toda esta situación:
la hiperinflación de lo individual, combinada
con instituciones débiles y el control despótico
de la economía por parte de unos pocos. Veo,
sobre todo, la necesidad urgente de fortalecer las
instituciones, que son una reserva vital de energía
moral y amor cívico.
Las escuelas y hospitales, las redes de instituciones
cívicas son vitales para que la gente participe
en la sociedad. Con el Covid global, muchas de
nuestras instituciones se han visto debilitadas,
degradadas, empobrecidas y desvalorizadas; pero
las necesitamos.
De todas las instituciones, la familia es
probablemente la más baqueteada hoy día.
Ha perdido, o al menos se ha desdibujado, su
identidad social como la «primera sociedad»,
donde la persona se forma como miembro de algo
más grande, con derechos, deberes y seguridad.
Erosionar la familia es debilitar letalmente
los vínculos de pertenencia de los que todos
dependemos. Esto lo ves en la tragedia de los
jóvenes y la gente mayor, aislados unos de otros.
Es una intuición, pero hace tiempo que creo
que, si prestamos atención a ambos grupos, si
los incorporamos y los unimos entre sí, pasarán
grandes cosas.
La hiperinflación del individuo va de la mano de la
debilidad del Estado. Una vez que la gente pierde
el sentido del bien común, la historia muestra que
caemos en la anarquía, el autoritarismo, o ambos:
nos volvemos una sociedad violenta e inestable.
Ya estamos ahí pensá en la cantidad de gente que
muere todos los años por violencia con armas en las
Américas. Desde que estalló esta crisis, la venta de
armas en Estados Unidos batió todos los récords.
Sin el «nosotros» de un pueblo, de una familia, de
las instituciones, de la sociedad que trasciende
el «yo» de los intereses individuales, la vida se
fractura rápido y se vuelve violenta; se genera una
batalla por la supremacía entre sectores e intereses
y, si el Estado ya no puede gestionar la violencia en
pos de la paz social, puede terminar fomentando
la violencia para defender sus propios intereses.

NOS MUEVE LA ESPERANZA


Todavía no llegamos a ese punto. La crisis nos
devolvió el sentido de que nos necesitamos
mutuamente. Ahora es el momento para un nuevo
proyecto Nehemías, un nuevo humanismo que
pueda canalizar esta irrupción de fraternidad para
terminar con la globalización de la indiferencia y
la hiperinflación del individuo. Tenemos que sentir
de nuevo que nos necesitamos unos a otros, que
somos responsables de los demás, incluso de los no
nacidos y de los que todavía no son considerados
ciudadanos.
Podemos reorganizar la manera en que vivimos
juntos para elegir mejor lo que importa. Podemos
trabajar juntos para lograrlo. Podemos aprender
lo que nos hace avanzar y lo que nos hace
retroceder. Podemos elegir».

PA R A C O M PA R T I R

¿Cómo educamos en las aulas, patios, familias y en la


comunidad educativa para una ciudadanía
del bien común?

¿Cómo fortalecemos a la familia


como núcleo de “primera identidad”
en una sociedad híperinflada por el individualismo?

INICIO
RECURSOS

PRESENTACIÓN DEL AGUINALDO

PÓSTER DEL AGUINALDO

TEXTO DEL AGUINALDO

INICIO

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