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DOCUMENTO DE CAS OS JURÍD ICOS DE PEN AL GEN ERAL

LAS TEORÍAS DEL D ELITO

“PROYECTO DE GRADO”

PRES ENTADO POR: S ARITA GÓMEZ PINTO


CÓDIGO: 200223013

UNIVERS IDAD DE LOS ANDES


HIPERTEXTO DE DERECHO PENAL GEN ERAL
BOGOTÁ, DICIEMBRE D E 2007
2

INDICE PÁG.

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………….....4
AS PECTOS GENERALES DE LA EVO LUC IÓN DE LA TEORÍA D EL D ELITO…6

CASO 1 – CORTE S UPREMA D E JUS TICIA, S ALA D E CAS ACIÓN PENAL No.
09, MAGIS TRADO PONENTE: DR. DÍDIMO PÁEZ VELANDIA. FEBRERO 3 DE
1994….……………………………………………………………………………………..20
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………22
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...23

CASO 2 – CORTE S UPREMA D E JUS TICIA, S ALA D E CAS ACIÓN PENAL No.
10437, MAGIS TRADO PONENTE: D R. RIC ARDO CALVETE RANGEL.
OCTUBRE 11 D E 1995…………………………………………………………………..25
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………27
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...29

CASO 3 – CORTE S UPREMA D E JUS TICIA, S ALA D E CAS ACIÓN PENAL No.
6527, MAGIS TRADO PONENTE: D R. DÍD IMO PÁEZ VELANDIA. AGOS TO 4 DE
1992………………………………………………………………………………………...31
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………33
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...33

CASO 4 – CORTE S UPREMA D E JUS TICIA, S ALA D E CAS ACIÓN PENAL No.
12772, MAGIS TRADO PONENTE: D R. JORGE AN ÍBAL GÓMEZ GALLEGO.
ABRIL 27 D E 2000..………………………………………………………………………35
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………37
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...38
3

CASO 5 – CORTE S UPREMA DE JUS TICIA, S ALA D E C AS ACIÓN PENAL NO.


No. 22941, MAGIS TRADO PONENTE: DR. ÁLVARO ORLANDO PÉREZ
PIN ZÓN. ABRIL 20 DE 2006. …………………………………………………………..40
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………41
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...44

CASO 6 – CORTE S UPREMA DE JUS TICIA, S ALA D E C AS ACIÓN PENAL NO.


17028, MAGIS TRADO PONENTE: D R. JORGE AN ÍBAL GÓMEZ GALLEGO.
MARZO 21 DE 2001……………………………………………………………………...45
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………47
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...48

CASO 7 – CORTE S UPREMA DE JUS TICIA, S ALA D E C AS ACIÓN PENAL NO.


No. 15488, MAGIS TRADO PONENTE: DR. FERNANDO E. ARBOLEDA RIPOLL.
JULIO 16 DE 2001………………………………………………………………………..51
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………52
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...53

CASO 8 – CORTE S UPREMA DE JUS TICIA, S ALA D E C AS ACIÓN PENAL NO.


No. 14389, MAGIS TRADO PONENTE: DR. JORGE CÓRDOBA POVEDA.
NOVIEMBRE 13 D E 2001……………………………………………………………….55
POS ICIÓN JURIS PRUDENCIAL………………………………………………………56
ANÁLIS IS DEL C AS O…………………………………………………………………...56

CONCLUS IONES GENERALES ……………………………………………………….59


BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………….61
4

DOCUMENTO DE CAS OS JURÍD ICOS DE PEN AL GEN ERAL

LAS TEORÍAS DEL D ELITO

INTRODUCCIÓN

La teoría del delito ha sido un tema de gran importancia a la hora de configurar las políticas
penales de una nación. M uchos doctrinantes han dedicado su vida al análisis de los
elementos fundamentales que configuran estas teorías – acción, tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad –, sin embargo, llegar a la concepción del delito como una acción típica,
antijurídica y culpable ha sido el producto de un proceso largo. Rudolph von Ihering es
considerado el autor que marcó el origen de la teoría del delito moderna toda vez que
sostuvo que “los hechos podían ser objetivamente lícitos o ilícitos, sin relación con las
cualidades del autor, es decir, independientemente de la relación moral del sujeto con
1
ellos” .

Así, y de la mano de la filosofía, la teoría del delito ha venido a configurar, y justificar en


muchas situaciones, la adopción de modelos penales. El desarrollo teórico se ha visto
influenciado por la cambiante realidad social que de forma paralela ha ido determinando y
perfilando las críticas a cada sistema, permitiendo un avance y el alcance de una teoría cada
vez más congruente.

De esta manera, la teoría del delito constituye un tema de fundamental importancia para
cualquier curso de derecho penal general. Su estudio y comprensión es de vital
trascendencia para cualquier penalista o estudiante de esta rama del derecho. Por esta razón,
y en el marco del Hipertexto de Derecho Penal General que viene desarrollando la
Universidad de los Andes, bajo el concepto de conseguir un estudio más profundo de cada

1
Nodier Agudelo, Curso de derecho penal. Esquemas del delito. 3ª edición Bogotá: Temis, 2002, p. 20
5

área del conocimiento jurídico y de proporcionarles a los estudiantes de la facultad de


Derecho una herramienta de gran utilidad para el aprendizaje, el tema de la evolución de la
teoría del delito ha sido de obligatorio estudio.

La metodología que se implementó en la investigación ha sido determinada por una


selección previa por parte del director del Hipertexto de Derecho Penal General, de los
textos de mayor relevancia para esta temática. Así, y de forma muy cautelosa, se hizo un
estudio de cada uno de los autores propuestos que concluyó en la realización del
correspondiente formato de investigación, en los cuales es posible apreciar, de manera
resumida, las distintas posiciones doctrinales adoptadas por cada autor, al mismo tiempo
que el tratamiento que cada uno le da de manera independiente al tema.

El presente documento, con el fin de presentar un análisis detenido de aspectos de


importancia dentro de la teoría del delito, pretende reunir las sentencias de mayor
relevancia que sobre los temas del error, la omisión y la imprudencia, ha emitido la Corte
Suprema de Justicia en Sala de Casación Penal. De esta forma, y con el fin último de servir
como una base de casos que sirva de herramienta para el estudio didáctico de este tema en
el programa de Derecho Penal General de la Universidad, se comenzaran presentando
algunos aspectos generales de la evolución de la teoría del delito. A continuación, se
iniciará con el análisis casuístico para lo cual lo primero será presentar una descripción con
fines pedagógicos de los hechos de cada caso, lo cual a su vez permitirá enunciar el
problema jurídico que dentro de la evolución de la teoría del delito es posible esbozar, para
luego continuar enunciando la respuesta que al mismo dio la Corte Suprema de Justicia, y
de forma paralela, se presentará la solución que debería darse con fundamento en cada una
de las teorías del delito más relevantes, a saber, el causalismo clásico o naturalista, el
causalismo neoclásico o neokantiano y el finalismo o teoría de la acción final.
6

BREVE RES EÑA D E LA EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA D EL DELITO

CAUSALISMO CLÁSICO

La primera teoría cuatripartita del delito (acción, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad)


fue el denominado causalismo clásico, naturalista o positivista, cuyos principales
representantes fueron Franz von Liszt y Ernst von Beling. En la teoría del delito causalista
clásica el concepto fundamental es la acción causal. El esquema parte además de una
distinción entre una parte objetiva, conformada por la acción, la tipicidad y la antijuricidad,
y una parte subjetiva, integrada por la culpabilidad.

En el concepto de acción lo que importa es la modificación del mundo exterior causada de


manera voluntaria. Los elementos de esta teoría de la acción son: a) La manifestación de la
voluntad; b) El resultado; y c) La relación de causalidad. Como la acción es considerada
como un fenómeno natural donde el proceso causal es decisivo, se dice que este esquema
del delito profesa un concepto causal de acción. En resumen, según esta escuela “para que
exista acción, basta que el sujeto haya querido algo, pero ese algo querido, no es un
problema que se indaga en la acción sino en la culpabilidad, porque el delito es acción
típica, antijurídica y culpable, y sólo en la culpabilidad se estudia el elemento subjetivo del
2
delito” . Es una acción que no implica valoración alguna, pues no se entra a calificar el
aspecto externo de la misma, ni el resultado, simplemente se constatan.

En el seno de esta teoría del delito difícilmente encuentra explicación la figura de la


omisión, lo anterior, debido a las consecuencias de adoptar un concepto “causal” de acción,
pues esta noción implica que “lo que no sea acción (entendida como modificación del
mundo exterior) no entra en el ámbito del Derecho Penal”. Como quiera que la omisión no
supone una modificiación del mundo exterior, sino, por el contrario, permitir que la

2
Ibídem, p. 26
7

modificación del mundo exterior siga su curso, difícilmente tal teoría de la acción cobija el
comportamiento omisivo. Incluso, de encontrarnos frente a un caso de omisión, en el marco
de este esquema del delito se estaría frente a una atipicidad por la imposibilidad, como lo
explican los neoclásicos, de entender comprendida a la omisión dentro de la acción por ser
esencialmente contrarias.

La tipicidad, también aspecto objetivo del delito, “es la descripción de las características
3
externas del comportamiento” . Consiste en una descripción de las características externas
de la acción, sin valoración, por lo que se trata de un tipo objetivo-descriptivo.

La antijuridicidad en el sistema clásico es un concepto valorativo, pero desde una


perspectiva objetiva, toda vez que se trata de la “relación de contradicción objetiva entre la
4
conducta del sujeto y el total ordenamiento jurídico” . Una conducta antijurídica es aquella
que se encuentran en contradicción de forma objetiva con el orden jurídico de un Estado.
Vendría a ser, entonces, la falta de permiso para actuar. Se trata de un concepto objetivo-
normativo.

La culpabilidad, aspecto subjetivo, es un nexo psicológico entre el autor y el hecho. Se


manifiesta a través del dolo y la culpa que vienen siendo la culpabilidad misma. Ambos
representan diferentes modos de vinculación entre el autor y el hecho, razón por la cual se
habla de formas, clases o grados de culpabilidad.

El concepto de dolo que se maneja es un dolus malus, es decir, un dolo que comprende el
conocimiento de la ilicitud del comportamiento. Así las cosas, son elementos del dolo el
conocimiento de los hechos, el conocimiento de la antijuridicidad o ilicitud y la voluntad.
Los dos primeros conforman el elemento cognitivo o cognoscitivo del dolo, mientras que la
última constituye el elemento volitivo del mismo.

3
Ibídem, p. 29
4
Ibídem, p. 30
8

La culpa o imprudencia, por su parte, se agota en la simple previsibilidad del resultado


típico, cuyo nexo de causalidad con relación a la acción ya ha sido constado en sede de la
acción típica.

Como quiera que el dolo es un elemento de la culpabilidad, es en este escenario es donde se


entran a analizar los errores como eximentes de responsabilidad penal.

El error de tipo, que es el error que recae sobre alguno o todos los elementos del tipo (sobre
los hechos), determina la ausencia de dolo al excluir el conocimiento de los hechos.
Podemos decir que el error de tipo se configura cuando la persona que desarrolla la acción
no tiene conciencia de la misma (la persona no sabe lo que hace). Como quiera que el dolo
es un elemento de la culpabilidad, el error de tipo supone la exclusión de esta categoría del
delito (es una causal de inculpabilidad).

El error de prohibición, que es el que recae sobre la ilicitud del comportamiento (sobre la
antijuridicidad), también conlleva a la exclusión del dolo al excluir el conocimiento de la
antijuridicidad. Podemos decir que el error de prohibición se estructura cuando la persona
que realiza la acción tiene conciencia de que la esta llevando a cabo, pero no es conciente
de que dicha acción está prohibida penalmente (la persona sabe lo que hace, pero no sabe
que lo que hace está prohibido). De nuevo, dado que el dolo es un elemento de la
culpabilidad, el error de prohibición implica la exclusión de esta categoría del delito (es una
causal de inculpabilidad). Tal teoría del error de prohibición es conocida como “teoría del
dolo”, dado que se considera que esta eximente de responsabilidad penal excluye tal
elemento de la culpabilidad.

Sin embargo, bien se trate de error de tipo o de error de prohibición, se debe distinguir si el
error es invencible o vencible:
9

El error (de tipo o de prohibición) invencible es aquel que ni siquiera con cierta prudencia o
diligencia se puede superar, razón por la cual excluye absolutamente la responsabilidad
penal, al descartar la configuración del nexo psicológico en el cual consiste la culpabilidad.

En cambio, el error (de tipo o de prohibición) vencible es aquel que con cierta prudencia o
dilgencia se puede superar, motivo por el cual la presencia del mismo excluye el dolo, pero
deja intacta la otra forma de culpabilidad: la culpa o imprudencia.

La imputabilidad, por su parte, es “un presupuesto de la culpabilidad. Para que se pueda


hablar de culpabilidad, es necesario que previamente se constate la imputabilidad del
5
sujeto, entendida como capacidad de entender y de querer” . Se trata entonces de la
capacidad de un sujeto de determinarse libremente con conocimiento y voluntad.

Se trata de un sistema bastante simple, pero que no dio los rendimientos necesarios para
analizar la compleja realidad jurídico-penal. Esto sucedió, por ejemplo, frente a la omisión,
la cual es necesario explicarla a partir de valoraciones normativas, ajenas al concepto causal
de acción. Aparecieron además elementos subjetivos y normativos del tipo, que rompieron
la pretendida estructura exclusivamente objetivo-descriptiva del tipo penal. De igual forma,
el concepto de culpa o imprudencia limitado a la previsibilidad del resultado se reveló
como insuficiente para abordar el estudio de algunos casos. Finalmente, se esbozaron
algunas críticas al concepto objetivo-valorativo de la antijuricidad y al de culpabilidad
como mero nexo psíquico entre el autor y el hecho.

CAUSALISMO NEOCLÁSICO

Ante la imposibilidad de explicar el injusto en términos meramente objetivos y la


culpabilidad exclusivamente desde una perspectiva subjetiva, fue necesario reestructurar el

5
Ibídem, p. 31
10

concepto del delito. La nueva concepción, que en la actualidad se denomina causalista


‘neoclásica’ y cuyo mayor exponente fue Edmund M ezger, “pudo ciertamente mantener en
principio la separación entre injusto objetivo y culpabilidad subjetiva y afirmar el dolo
como forma de culpabilidad, pero tuvo que reconocer ciertas excepciones y buscar por ello
otra explicación distinta para diferenciar injusto y culpabilidad. (Igualmente), al afirmar la
presencia de injusto se valora el hecho desde el punto de vista de su dañosidad social, y al
6
constatar la culpabilidad se lo valora desde el punto de vista de la reprochabilidad” .

Esta concepción se fundamentaba en la filosofía de los valores neokantiana según la cual la


realidad debe referirse a “determinados valores supremos en los que se basan las
respectivas disciplinas, configurarla y delimitarla mediante los mismos y sistematizarla
7
desde el punto de vista de dichos valores”

La reelaboración se inició con el concepto de acción. “Se debilitó la noción de acción a


través de la introducción del concepto de comportamiento que fue entendido como
8
materialización en el mundo exterior de la eficacia de la conducta humana” . De esta forma,
se habló de acción como materialización de la voluntad y se aceptó la posibilidad de entrar
a considerar la tipicidad incluso prescindiendo de la acción.

En relación a la omisión se señaló lo siguiente: “Examinando la omisión en general,


podríamos decir que en ella no existe movimiento. La esencia de la omisión como
fenómeno relevante para el derecho no está en el simple no hacer sino en la no evitación de
9
algo que se tenía el deber jurídico de impedir” . Se presenta además un “cuestionamiento

6
Claus Roxin. Derecho penal. P arte general. T. I: Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. 2ª edición alemana
(reimp.), Diego-Manuel Luzón P eña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal (trad.). Madrid: Civitas,
2001, p. 199.
7
Ibídem, p. 201
8
Jescheck, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas. Miguel Olmedo Cardenete (trad.)., Tratado de Derecho P enal. P arte
General. 5ª edición, Granada: Comares, 2002, p. 220.
9
Nódier Agudelo, Ob. Cit., p. 37
11

de la distensión muscular en la omisión cuando se trata de la omisión con culpa


inconsciente” 10.

Como se puede apreciar, se introducen criterios valorativos en la acción propios de las


teorías filosóficas neokantianas, que conllevan al entendimiento de la acción como
comportamiento humano. Empero, se siguió manejando un concepto de acción causal
subyacente, que no se separaba demasiado del concepto de acción del causalismo clásico,
razón por la cual a esta escuela también se le denomina causalismo, pero caracterizándola
con los adjetivos de neoclásico o neokantiano.

El aporte de esta escuela respecto de la figura de la omisión, puede verse en las críticas que
lanzan a la escuela causalista clásica por la ausencia de la misma en su teoría: 1) Por la
imposibilidad de entender a la omisión comprendida dentro de la acción por ser contrarias
en su naturaleza; y 2) Por la imposibilidad de establecer la omisión empíricamente:
haciendo referencia a la necesidad de que exista una obligación o deber legal en cabeza de
la persona que deja de actuar (posición de garante).

En síntesis, los neoclásicos sostienen la necesidad de que la omisión sea una figura
independiente del concepto de acción y, que para que se pueda hablar de omisión, debe
existir un deber legal que deja de ser cumplido por parte de quien tiene dicho deber.

Una teoría de la acción alternativa durante dicho período fue la teoría de la acción social,
esbozada por Eberhart Schmidt, según la cual la acción se entiende como “un fenómeno
11
social cuyo efecto va dirigido a la realidad social”

En cuanto a la tipicidad, se descubren los elementos normativos que “sólo a través del
12
contenido valorativo (…) gozan de un sentido” . Igualmente, a través de los elementos

10
Ibídem, p. 36
11
Jescheck, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas, Ob. Cit., p. 221
12
Ibídem, p. 221
12

subjetivos del tipo “se hizo inviable la idea de un tipo puramente objetivo determinado sólo
por factores del mundo exterior” 13

En lo referente a la antijuricidad se dedujo que el injusto material “debe ser comprendido


como dañosidad social (…se) abrió la posibilidad de graduar el injusto según la gravedad
14
de la infracción del interés” , dando lugar al desarrollo de nuevas causales de justificación.
Obsérvese que a la concepción objetivo-formal de la antijuridicidad propia del causalismo
clásico, el causalismo neoclásico enfrentó una concepción objetivo-material de la misma,
en la cual el concepto de bien jurídico desempeña un papel mucho más importante.

También hubo cambios en la concepción que se tenía de la relación entre el tipo y la


antijuricidad toda vez que “el tipo ya no aparecía como la descripción de un suceso externo
carente de valoración, sino como un ingenioso recurso del legislador para recoger en el tipo
15
delictivo los elementos característicos del contenido de injusto de un hecho” ; el tipo se
convirtió en tipo injusto, entrando a cumplir “el cometido formal de describir los límites del
comportamiento punible, por lo que los elementos materiales del delito vienen a ser sólo la
16
antijuricidad y la culpabilidad”

Con respecto a la culpabilidad, Reinhart Frank “divisó la culpabilidad en la formación de la


17
voluntad contraria a deber que le puede ser reprochable al autor” . Esta teoría del delito
supuso entonces el reemplazo del concepto psicológico de culpabilidad por el concepto
normativo de culpabilidad, que ya no la concibe como mero nexo psicológico entre en autor
y el hecho, sino como un juicio de reproche o exigibilidad que se le hace al autor por haber
obrado en contra del derecho, pudiendo no hacerlo. El fundamento de este juicio de

13
Ibídem. p. 221
14
Ibídem, p. 221
15
Ibídem, p. 222
16
Ibídem, p. 222
17
Ibídem, p. 222
13

reproche o exigibilidad individual en el cual consiste la culpabilidad es entonces el “poder


actuar de otro modo” (el libre albedrío).

Sin embargo, a pesar de este trascendental cambio en la concepción de la culpabilidad (que


supuso una mejor explicación de causales de inculpabilidad como el estado de necesidad
disculpante), el dolo y la culpa siguieron siendo considerados elementos de la misma, y
aquél siguió siendo concebido de la misma manera, es decir, como un dolus malus, que
abarca el conocimiento de la antijuridicidad. Por lo anterior, el tratamiento del error (de tipo
y de prohibición) es básicamente igual al de la teoría causalista clásica.

Sin embargo, de la mano de la metodología valorativa, hay un diferente entendimiento de la


culpa o imprudencia, que no es concebida ya como mera previsibilidad del resultado,
siendo necesario además para su configuración que el autor haya infringido el deber
objetivo de cuidado y que dicha infracción del cuidado debido se haya realizado en el
resultado. Así, el eje de la imprudencia deja de ser la previsibilidad y pasa a ser la
infracción al deber objetivo de cuidado.

Por último, la imputabilidad deja de ser en este esquema un presupuesto de la culpabilidad


y pasa a ser un elemento de ésta, teniendo cabida ahora en ella dado que se maneja un
concepto normativo y ya no meramente psicológico de culpabilidad.

FINALISMO

Las bases metodológicas del finalismo o teoría de la acción final fueron fijadas ya en 1930
por Hans Welzel, quien “quiso convertir (…) la esencia real de la acción humana en el
18
concepto central de la teoría del delito (planteamiento ontológico)” . Posteriormente este
autor desarrollará una de las teorías del delito contemporáneas más incluyentes.

18
Ibídem, p. 225
14

Si el causalismo neoclásico representó un rompimiento sistemático parcial con el


causalismo clásico, el finalismo representó una ruptura sistemática total con aquél. Lo
anterior, más allá de que metodológicamente el finalismo esté más emparentado con el
causalismo naturalista que con el causalismo neokantiano.

En lo que se refiere al método, aparece como reacción frente al relativismo gnoseológico


del neokantianismo. La metodología neokantiana era subjetivista, según lo cual, el método
19
es el responsable de diferenciar las clases del conocimiento científico . A este relativismo
gnoseológico el finalismo opone un ontologicismo bastante acentuado. Por ello, el
pensamiento finalista “se esforzó en elaborar las estructuras lógico-materiales preexistentes
a toda configuración jurídica y a conformar el Derecho penal según la ‘naturaleza de las
20
cosas’” .

Así pues, y según el concepto finalista de acción “la persona puede dominar el suceso
dentro de ciertos límites y, de este modo, dirigir su comportamiento a la completa
consecución del fin. La dirección final de la acción se ejecuta con la anticipación espiritual
del objetivo la elección de los medios de acción necesarios y la realización de la acción en
21
el mundo real” . Este es el presupuesto de la teoría de la acción final, que es la piedra
angular de esta teoría del delito, según la cual la acción es ejercicio de actividad final.

A partir de este concepto final de acción se generaron importantes modificaciones en la


teoría del delito. La más importante de ellas es el estudio del contenido de la voluntad ya
desde la misma acción típica, con el consiguiente “traslado” del dolo al tipo penal,
concretamente al tipo penal subjetivo. Se dijo que el dolo, equiparable a la finalidad de la

19
Santiago Mir P uig, Introducción a las bases del derecho penal. Concepto y método. 2da edición., Montevideo-Buenos
Aires: B de F, 2003., 176, 239
20
Jescheck, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas, Ob. Cit. p. 226.
21
Ibídem, pp. 226 - 227
15

acción típica, debía ser parte del tipo toda vez que la función del último consistía en
“caracterizar la acción en todos sus elementos esenciales para la punibilidad” 22.

Sin embargo, es muy importante tener presente que el concepto de dolo del finalismo es
diferente al del causalismo, pues un dolo natural, neutro o avalorado, que no comprende el
conocimiento de la antijuridicidad, el cual se conserva como elemento de la culpabilidad.
Los elementos del dolo del finalismo son entonces exclusivamente el conocimiento de los
hechos y la voluntad de realizarlos.

También la culpa o imprudencia es “trasladada” al tipo penal, siendo concebida igualmente


como previsibilidad, infracción al deber objetivo de cuidado y realización de la infracción
al cuidado debido en el resultado.

Lo anterior tiene también efectos en materia de error, pues el error de tipo, que excluye el
conocimiento de los hechos y, por ende, el dolo, pasa a ser ahora una causal de atipicidad.
No obstante, al igual que ocurría en el esquema causalista, se debe distinguir entre el error
de tipo invencible y el error de tipo vencible. El primero de ellos excluye absolutamente la
tipicidad y, por lo tanto, la responsabilidad penal. En cambio, el segundo de ellos, como
quiera que supone una falta de diligencia o imprudencia, excluye el dolo, pero deja intacta
la culpa o imprudencia.

En materia de antijuridicidad, como quiera que el dolo pasa a ser el eje del injusto típico,
deja de ser preponderantemente objetiva, para pasar a ser preponderantemente subjetiva,
fundada esencialmente en el desvalor de acción. Dicho injusto típico, que tiene como eje el
desvalor de acción, es conocido como injusto personal.

De manera que se “alcanzó al fin una subjetivización de la antijuricidad (…). Los


elementos subjetivos del tipo fueron agrupados junto con el dolo bajo el concepto superior

22
Ibídem, p. 227
16

de ‘elementos personales del injusto’, y el ‘desvalor de acción’ confrontado al ‘desvalor de


resultado’”23.

Finalmente, la teoría de la culpabilidad también tiene importantes modificaciones. La


misma sigue siendo concebida como un juicio de reproche o exigibilidad que se le realiza al
autor por haber obrado en contra del ordenamiento jurídico-penal, pudiendo no hacerlo. En
otras palabras, continua teniendo como fundamento el “poder actuar de otro modo” (el libre
albedrío). En otras palabras, la culpabilidad es definida en este esquema del delito como “el
reproche que se hace al sujeto imputable, que ha obrado de manera típicamente dolosa o
culposa y con antijuridicidad; tal reproche se hace al individuo porque no se comportó
24
conforme al derecho habiéndolo podido respetar”

No obstante, al “trasladarse” el estudio del dolo y de la culpa al tipo penal, los elementos de
la culpabilidad se modifican bastante, quedando limitados a: a) La imputabilidad; b) La
conciencia (potencial) de antijuridicidad; y c) La exigibilidad de otra conducta.

En esta teoría del delito “la conciencia de la antijuricidad (… se convirtió) en el factor


central de la culpabilidad; y es que el reproche por la defectuosa formación de la voluntad
se dirige al autor sobre todo cuando éste ha resuelto cometer el hecho con conocimiento de
25
antijuricidad” . Sin embargo, la conciencia de la antijuridicidad o ilicitud que se exige es
un conocimiento potencial de la antijuridicidad, a diferencia de lo planteado por el
causalismo.

Si bien se le criticó al finalismo por “vaciar la culpabilidad al sacar de ella el dolo y la


culpa”, lo que realmente sucedía era que se concebía de la siguiente manera: “la conciencia
de lo injusto no hace parte del dolo; éste está en la acción, es tipo subjetivo (…). La
conciencia actual o potencial de la antijuricidad hace parte del juicio de reproche. Pero

23
Ibídem, p. 227
24
Nódier Agudelo, Ob. Cit., p. 93
25
Ibídem, p.
17

repárese bien: se habla de conciencia actual o potencial. Desde luego, el reproche será
mayor o menor en uno u otro caso” 26.

Toda vez que el conocimiento de la antijuridicidad o de la ilicitud del comportamiento en


esta teoría del delito no hace parte del dolo, el tratamiento del error de prohibición es
también distinto. Recordemos que en este esquema del delito, “los casos de error debieron
ser diferenciados (…). El error de tipo (por un lado) que excluye el dolo, (…) y el error de
27
prohibición que niega la conciencia de la antijuricidad (por el otro)” .

También en materia de error de prohibición se debe distinguir entre error invencible y error
vencible. De esta forma, sólo en el caso de error de prohibición invencible “debía decaer
completamente el reproche culpabilístico, pues de lo contrario éste seguiría existiendo
28
aunque de modo atenuado” .

En otras palabras, si el error de prohibición es invencible, no hay responsabilidad penal al


excluirse totalmente el juicio de reproche individual que supone la culpabilidad. Pero, en
caso de ser vencible el error de prohibición, el mismo recibe un tratamiento muy diferente
al que se le daba en el causalismo: En primer lugar, no hay como tal una exclusión del dolo,
pues el mismo no incluye el conocimiento de la antijuridicidad, y ha sido previamente
constatado en sede de tipicidad, de manera que el autor ha de responder a título de dolo,
pese a la presencia del error. Pero, en segundo lugar, la existencia del error supone la
atenuación del juicio de reproche de la culpabilidad, lo cual conlleva a una punibilidad
atenuada.

26
Ibídem, p. 94
27
Jescheck, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas, Ob. Cit, p. 227
28
Ibídem, p. 227
18

Gráficamente, como lo expone el profesor Nódier A gudelo Betancur, tenemos que el


manejo del error en el finalismo es el siguiente 29:

- conciencia y voluntad de realizar el tipo = dolo


- dolo + conciencia de antijuridicidad = responsabilidad total
- dolo + no conciencia de antijuridicidad por error invencible = no responsable (por falta
de culpabilidad)
- dolo + voluntad de realizar el tipo + error vencible = responsabilidad por delito doloso
(el dolo queda intacto pero la responsabilidad se atenúa)

El concepto finalista del delito fue ultimado por Armin Kaufmann “a través de la
fundamentación de una nueva teoría del delito omisivo que, (…) fue entendido (…) como
tercera forma de manifestación del hecho punible que poseía una estructura autónoma de
sus elementos. La omisión es para los finalistas una forma especial del delito que ni
siquiera es abarcada por el concepto final de acción, y que sólo a través de la conversión del
pensamiento sistemático desarrollado para el delito de comisión puede ser entendida en
30
todos sus aspectos” .

El mayor aporte de Armin Kaufmann consistió en elaborar una nueva teoría del
fundamento de la posición de garante. La doctrina tradicional se adscribía en esta materia a
la teoría formal del deber jurídico, según la cual lo decisivo para la configuración de la
posición de garante era la fuente de la misma: la ley, el contrato o la ingerencia (o
comportamiento precedente antijurídico). Kaufmann se opone a ello, elaborando la teoría
material de las funciones, según la cual lo decisivo no es la fuente de la posición de garante,
sino su fundamento, que puede ser de dos clases: a) el deber de proteger un bien jurídico; o
b) el deber de controlar una fuente de peligro.

29
Nódier Agudelo, Ob. Cit., p. 98
30
Jescheck, Hans-Heinrich y Weigend, Thomas, Ob. Cit, p. 228
19

Hechas estas importantes aclaraciones previas que le permitirán al lector ubicarse mejor, se
pasará a continuación a plantear los casos y a esbozar una solución alternativa para los
mismos.
20

CASOS DE ERROR DE TIPO Y ERROR DE PROHIBICIÓN

CASO 1

Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal Rad. 09. Sentencia de
febrero 3 de 1994.M .P.: Dídimo Páez Velandia.

HECHOS

- El honorable juez, dr. Rigoberto Rueda, trabajaba como cualquier día en su despacho en
compañía de su recién nombrado secretario, el sr. Doroteo Buenaparte, cuando llegó a su
conocimiento un caso muy interesante. El caso versaba sobre los señores Valbuena y
Collazos, y su abogado el doctor Calamar por los delitos de falsedad por ocultación, falso
testimonio y fraude procesal.
- El apoderado de la señora Luz Clarita Blanco, quien se constituyó como parte civil,
solicitó una medida de aseguramiento contra los señores Calamar, Valbuena y Collazos,
a la vez que el embargo de los bienes de los procesados en cuestión. Sin embargo, el juez
no dio trámite a esta última solicitud debido a que no se denunciaron bienes de propiedad
de los procesados.
- El juez Rigoberto decidió llamar a indagatoria al abogado Calamar, a quien se le resolvió
su situación jurídica. Dos días después, de forma muy diligente, el apoderado de la parte
civil fue al juzgado del dr. Rigoberto “a ver como iba la vaina” y patinar sus otros
casitos. Para su sorpresa, no había sido notificado del auto por medio del cual se le
resolvía la situación jurídica al abogado Calamar. Como no entendía la razón de este
exabrupto, decidió interrogar al secretario, quien le respondió: “hermano, no se preocupe
que los términos están suspendidos por una semana”. El apoderado de la sra. Luz Clarita
se fue entonces muy tranquilo a tomar tinto. M omentos después, llegó al despacho el
abogado de los acusados y radicó una solicitud de revocatoria de la medida de
aseguramiento que había pedido la parte civil, diligencia que muy comedidamente
tramitó el juez Rigoberto.
21

- La semana siguiente, y cumpliendo con la labor de patinar semanalmente sus casitos, el


apoderado de la sra. Luz Clarita se sorprendió al encontrar que en el Juzgado del dr.
Rigoberto, durante la misma semana en la que supuestamente estaban suspendidos los
términos, se dio trámite a la revocatoria de medida de aseguramiento presentada por los
denunciantes. Por esta razón decidió recusar al juez, ya que suspendió los términos para
él pero no lo hizo para los acusados.
- Por averiguaciones propias, el apoderado de la sra. Luz Clarita pudo establecer que la
providencia de revocatoria se había dictado estando pendiente la recusación. Igualmente
se enteró de que el auto por medio del cual se le había resuelto la situación jurídica al
abogado Calamar, aparecía notificado desde hacía mucho tiempo, lo que significaba que
ya no podía recurrirlo puesto que se había vencido el término para hacerlo.
- Como el apoderado de la sra. Luz Clarita no era cualquier abogaducho pintado en la
pared, fue al juzgado y revisó los estados originales, pero encontró, para su sorpresa, que
la notificación del auto en cuestión estaba adicionada al estado, lo cual pudo establecer
fácilmente toda vez que se evidenciaba la desalineación horizontal y una letra de
máquina de escribir distinta a la del resto de la información contenida en el estado.
- Ante los hechos, el apoderado de la sra. Luz Clarita le dice: “M ire mi señora, nos están
viendo la cara, ahora lo que hay que hacer y le sale bien baratico es denunciar al juez
Rigoberto y al secretario don Doroteo por los delitos de abuso de autoridad, falsedad y
prevaricato, no se preocupe que eso está ganado”.
- La sra. Luz Clarita le hace caso a su abogado y denuncia a los infractores. Se inicia el
proceso en contra de los señores Rigoberto y Doroteo, y al tener la oportunidad de rendir
indagatoria explica el juez lo siguiente:
- El señor Rigoberto manifestó haber sido nombrado magistrado del Tribunal de Santa
Rosa de Viterbo, razón por la cual dejó encargado al secretario, Doroteo, del juzgado en
el que se surtió la actuación objeto del caso. Explicó que su secretario no tenía la
experiencia ni el conocimiento suficiente para haber manejado la situación que se
presentó. En cuanto a la recusación instaurada en su contra, manifestó que sólo se había
enterado de la misma al volver al juzgado a recoger unas cosas que había olvidado.
- El secretario Doroteo fue declarado persona ausente por su no comparecencia al proceso.
22

- También se practicó un dictamen pericial, del cual se concluyó que en efecto los estados
habían sido alterados por Doroteo.

PROBLEMAS JURÍDICOS

• ¿Se configura algún tipo de error eximente de responsabilidad penal?


• ¿El error es de tipo o de prohibición?
• ¿El error es vencible o invencible?
• ¿Cuál sería la consecuencia de la configuración de tal clase de error frente a una teoría
del delito causalista y una teoría del delito finalista?

DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

Considera la Corte Suprema de Justicia respecto del presente caso:

• Respecto del exjuez Rigoberto


- Esta probado dentro del proceso que el dr. Rigoberto actuó dando un trato
preferencial que es castigado por ley. “Ese tratamiento desigual con respecto a los
defensores y a la parte civil constituye un acto arbitrario e injusto; un abuso de la
autoridad de juez y por tanto del director del proceso”.
- El delito consistió en suspender los términos para la parte civil y no para los
defensores de Valbuena y Collazos, lo cual constituye una afrenta contra la
Administración Pública por el delito de abuso de autoridad
- Hay, pues, certeza para condenar al exjuez.

• En relación con el secretario Doroteo Bonaparte:


- Respecto del delito de falsedad en documento público:
- El error, en los términos del num. 4 del artículo 40 del C. P., ciertamente constituye
causal de inculpabilidad por ser “fruto de la convicción invencible de que en el
23

actuar no concurre alguna de las exigencias necesarias para que el hecho


corresponda a su descripción legal”. Sin embargo, este no el caso.
- Según se encuentra probado en el proceso, el ex secretario alteró los estados con el
fin de hacer una notificación de un auto en forma retroactiva. De este modo, y tal
como lo revela el dictamen grafológico, se cometió dicha falsedad. “Resulta
entonces obvio deducir el dolo en el actuar del secretario procesado, puesto que
sabía plenamente la alteración que realizaba y voluntariamente quiso hacerla para
ayudar indebidamente al procesado mencionado”
• Respecto del delito de prevaricato por omisión:
- El secretario en mención se abstuvo deliberadamente de pasar al despacho con el
proceso respectivo el memorial de recusación al proceso con la revocatoria de la
medida asegurativa. Entonces, dolosamente se abstuvo de cumplir con una función
que concretamente le imponen sus deberes secretariales. M ediante ese prevaricato
por omisión se “vulneró el bien jurídico de la administración pública, al incumplir
dolosamente uno de sus agentes con determinada obligación”
- No cabe duda de que lo hizo con conocimiento y voluntad

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

En el presente caso la Corte encontró que los hechos probados eran muy distintos a los que
alegaban los procesados Rigoberto y Doroteo, de manera que, según los hechos que el Alto
Tribunal encuentra demostrados, no se configuraría ninguna eximente de responsabilidad
penal. Sin embargo, vale la pena hacer el ejercicio mental de determinar cuál habría sido la
solución al caso en caso tal de ser ciertas las explicaciones que dieron los sindicados, es
decir, que el juez se encontraba encargado de otro despacho y que el secretario quedó, por
consiguiente, encargado del juzgado, sin tener los conocimientos necesarios para
desempeñar esta labor. En otras palabras, vale la pena preguntarnos cuál sería la solución
del caso de haber incurrido el secretario Doroteo en un error en el momento de falsificar los
estados y no darle a trámite a la recusación.
24

CAUS ALIS MO:

Entrando ya al caso en concreto el problema dogmático que supone el caso es en relación


con el comportamiento del secretario Doroteo. La pregunta es si, en caso de creerle al juez
Rigoberto sus exculpaciones, es decir, que Doroteo se quedó encargado del despacho sin
tener los conocimientos para hacerlo y, por lo tanto, realizó estos comportamientos bajo
error, cuál sería el efecto jurídico que lo anterior supondría.

De esta manera, y siguiendo la misma línea argumentativa, tenemos que el ex secretario


Doroteo incurrió en un error de prohibición vencible, toda vez que aunque sí era conciente
de la conducta que estaba realizando, no lo era sobre la antijuridicidad de la misma. Sin
embargo, si es posible afirmar que con cierta prudencia, Doroteo, nuevo secretario del
despacho judicial del sr. Rigoberto, hubiera podido superar dicho error. Por esta razón, y
como consecuencia del error de prohibición vencible en el que incurrió Doroteo, éste sería
responsable penalmente por un delito culposo. Pero como quiera que los delitos imputados
no admiten la modalidad culposa, su comportamiento sería impune.

FINALIS MO:

Como venimos diciendo, el problema central del caso en estudio se relaciona con el
comportamiento del secretario Doroteo. Otra vez, sin embargo, en sede del finalismo, la
pregunta será ¿cuál sería el efecto jurídico en caso de creerle al juez Rigoberto sus
exculpaciones?

Al respecto, debemos precisar que la claridad que tenía el secretario al momento de


comisión del acto da cuenta del conocimiento que de los hechos tenía el sr. Rigoberto. De
esta manera, y haciendo un análisis en sede de tipicidad, tenemos que no hay cabida a un
error de tipo. No obstante, y pasando a analizar el tema de la culpabilidad, tenemos que en
el finalismo se entiende la conciencia de antijuridicidad como un elemento de ella. Así, y
bajo el presupuesto de que el sr. Doroteo se quedó encargado del despacho sin tener los
25

conocimientos para hacerlo y, por lo tanto, realizó estos comportamientos bajo error, es
posible afirmar que el secretario se encuentra incurso de un error de prohibición.

Procede ahora determinar si se trataba de un error vencible del que con un poco de
prudencia hubiera podido salir, o si por el contrario era un error invencible. Teniendo en
cuenta las condiciones particulares del caso, podemos afirmar que se trata de un error
vencible cuya consecuencia innegable sería la responsabilidad penal del sr. Doroteo por
delito doloso pero con punibilidad atenuada.

CASO 2

Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 10437. Sentencia de
octubre 11 de 1995. M . P.: Dr. Ricardo Calvete Rangel.

HECHOS

- El joven Eutimio Frenesí Lengüeta, egresado de la facultad de derecho y quien en días


anteriores había sido nombrado juez promiscuo municipal, decidió irse a vivir al
corregimiento de Tulapac, corregimiento conocido por la falta de abogados y de
despachos judiciales. Con todas las buenas intenciones y las ideas de justicia que tenía, el
sr. Frenesí decidió comenzar a trabajar en el despacho judicial lo antes posible, para
“ganarle la batalla al crimen y hacer justicia”.
- Un día muy particular, el 26 de agosto de 1991, en horas de la tarde, la Sra. Amalia
Jacinto del Perpetuo Socorro, una mujer muy conocida en el Tulapac por sus deliciosas
empanadas, formuló una denuncia en contra del sr. Pedro Valderrama, reconocido
jugador de tejo y por cierto muy apuesto, por haber cometido “un delito contra la libertad
y el pudor sexual” de la menor M aría Juliana Avello, quien a la fecha, contaba con
apenas 10 años de edad.
26

- Nuestro querido juez promiscuo municipal, sin mayor tardanza, dispuso abrir indagatoria
preliminar y ordenó librar orden de captura en contra del sr. Valderrama, quien horas
después, fue capturado mientras se tomaba unas cervezas en el tejo “La golosa”.
- Una vez llevado a las instalaciones del juz gado, fue oído en versión libre, y al siguiente
día, con la mayor presteza, el Sr. Frenesí Lengüeta le definió la situación jurídica al sr.
Valderrama y decidió, de la misma forma en la que lo había hecho siempre en todos los
procesos tramitados en el despacho judicial, que por lo complicado del asunto, era
necesario imponerle al sr. Valderrama “una medida de aseguramiento de detención
preventiva por el delito de acceso carnal violento en menor de catorce años”. Tanto el
personero como el defensor del acusado, estuvieron presentes en dichos trámites.
- El referido funcionario judicial envió la actuación al Juzgado Noveno de Instrucción
Criminal por razón de competencia, quien abrió la correspondiente investigación. Dicho
despacho, consideró “inexistente el auto de detención proferido por el despacho del juez
Frenesí Lengüeta”, sin embargo, mantuvo al sr. Valderrama bajo detención.
- El apoderado del Sr. Valderrama, quien había apostado una gran suma de dinero al
torneo de tejo local que se realizaría el próximo mes, y con el afán de sacar a su
defendido de la cárcel, solicitó la nulidad de la medida de detención irregular. Sin
embargo, el Juzgado Noveno de Instrucción Criminal decidió no revocar tal decisión
pues consideró que no había nuevas pruebas que la desvirtuaran. El apoderado entonces
pensó: “esa platica, se perdió”.
- Exactamente un año después, y ante los hechos ocurridos, el Tribunal Superior del
Distrito Judicial ordenó “compulsar copias para que se investigue la conducta en la que
pudo incurrir el dr. Frenesí Lengüeta”. De hecho, el 6 de agosto de 1992, se le abrió
investigación penal por el presunto delito de prevaricato por acción, y en abril del 93, se
dictó medida de aseguramiento contra dicho funcionario judicial.
- El sr. Frenesí Lengüeta, quien no entiende lo que sucede, afirma que “en todos los
procesos que tramitó siguió el mismo procedimiento con el convencimiento de que lo
hacía correctamente y sin que ningún defensor o personero, presentes en dichos trámites,
lo hicieran caer en cuenta de su error”. El procurador, al oír las palabras del sr. Frenesí,
27

decide que hubo una causal de inculpabilidad (artículo 40, numeral 4 C. P.), sin embargo,
la Fiscalía dice que esa causal no procede.

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Se configura algún tipo de error eximente de responsabilidad penal?


• ¿El error es de tipo o de prohibición?
• ¿El error es vencible o invencible?
• ¿Cuál sería la consecuencia de la configuración de tal clase de error frente a una teoría
del delito causalista y una teoría del delito finalista?

DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

El Tribunal que conoció del caso, en sentencia de primera instancia:

• El Tribunal considera que el dr. Eutimio Frenesí Lengüeta actuó de buena fe, creyendo
con la convicción errada e invencible de que actuaba de forma correcta. La actuación
cuestionada es fruto de la ignorancia, razón por la cual no se configura el delito de
prevaricato.
• A igual conclusión se llega respecto del delito de privación ilegal de la libertad, respecto
del cual, el Tribunal afirma que “el dolo es la única forma de realización de este hecho
punible, y se traduce en la conciencia de estar privado ilegalmente de la libertad a
alguien y en querer ese acto como expresión del abuso de la función, y tal actitud (…) no
aparece manifestada”.
• El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cartagena, por medio de la sentencia del 16
de febrero de 1995 absolvió al ex juez promiscuo municipal, el dr. Eutimio Frenesí
Lengüeta de los delitos de prevaricato y privación ilegal de la libertad.
28

La Corte Suprema de Justicia, en sentencia de segunda instancia manifestó que en efecto se


configuró un error invencible y eximente de responsabilidad bajo los siguientes
argumentos:

• La irregularidad cometida consistió en realizar en la fase de indagación preliminar un


trámite que corresponde al sumario.
• El fiscal afirma que en efecto el acusado actuó con dolo toda vez que las normas que
indican el procedimiento no exigen ningún esfuerzo mental para interpretarlas.
• Por su parte, el acriminado aceptó en su indagatoria haber incurrido en error y además
aportó una relación de casos en los cuales realizó un trámite similar bajo el
convencimiento de que actuaba acorde a la ley. “Se puede sostener que no existe ningún
elemento de juicio que permita inferir que el ex – Juez conocía el procedimiento
ordenado por la ley y que pese a ello se rebeló a aplicarlo”
• “Está probado que actuó así hasta que le pusieron de presente que estaba en un error,
ante lo cual tomó los correctivos inmediatos”
• Igualmente, debe tenerse en cuenta que en el municipio en el que se desempeñaba el dr.
Frenesí Lengüeta, no hay abogados radicados, razón por la cual, los únicos que podrían
arrojarle alguna luz sobre lo acertado o erróneo del procedimiento eran el Personero y el
secretario, quienes consideraron que el acusado lo estaba haciendo bien.
• “Nadie aduce que las decisiones tomadas fueran desacertadas (…) se observa una gran
disposición de administrar justicia sin miramientos de ninguna clase, actuando con
prontitud y evitando la impunidad, aunque desafortunadamente sin las formalidades
señaladas en el estatuto respectivo.
(…)
• No es posible llegar a la conclusión de que el acriminado tuvo intención y voluntad de
realizar un hecho que sabía típico y antijurídico.”
• Es cierto que lo lógico es que quien asume la responsabilidad de ser juez sea versado en
temas jurídicos, sin embargo, es esa una aspiración que no puede ser tomada como
presunción de infalibilidad.
29

• La falta de experiencia judicial del funcionario fue la razón por la que desconoció las
normas procesales.
• Hizo muy bien el Tribunal al calificarlo como invencible y excluyente de culpabilidad al
tenor de lo previsto en el numeral 4º del artículo 40 del Código Penal.

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO:

El problema dogmático que supone el caso es en relación con el comportamiento del juez
Lengüeta. De esta manera, y considerando que el juez le impuso al sr. Valderrama una
medida de aseguramiento de detención preventiva sin que tuviera la facultad para hacerlo,
tenemos que el sr. Lengüeta incurrió en una conducta tipificada en la ley como delito de
prevaricato por acción. No obstante, y con el fin de determinar su responsabilidad penal, es
necesario emprender un análisis de la culpabilidad. En este estadio es donde se entra al
análisis subjetivo. De esta manera, y de conformidad con los hechos, el señor Lengüeta sí
incurrió en un error de prohibición invencible.

Por un lado, se trata de error de prohibición toda vez que el ex juez, actuó con conciencia
de lo que estaba haciendo pero sin saber que su conducta era penalizada por la ley. Por otro
lado, se trata de un error invencible ya que aunque era un juez de la república, ya había
actuado antes de la forma en que aquí se le denuncia sin que nunca antes nadie, ni el
procurador que también se encontraba presente y quien era la única persona que estaba en
la capacidad de haberlo hecho caer en cuenta de su actuar ilegal, ni ninguna otra persona
del pueblo, lo hiciera caer en cuenta de que estaba obrando en contra de la ley.

De esta manera, tenemos que el sr. Lengüeta, no es culpable, precisamente por


configurarse un error de prohibición, que excluye el dolo y, por ende, la culpabilidad.
30

Como se acaba de demostrar, no responde penalmente por la existencia de un error de


prohibición invencible.

FINALIS MO:

Entrando al análisis de la misma situación desde una teoría finalista, tenemos que el punto
central recae también sobre los efectos que la configuración de un error de prohibición de
carácter invencible tiene sobre la responsabilidad penal del juez Lengüeta.

Por un lado, tenemos que en efecto se configura el error de prohibición que excluye la
culpabilidad. En efecto, al entrar a analizar la conciencia de la antijuridicidad de la
conducta que se le imputa al juez, tenemos que este aspecto no se predica de su actuar y
que por esta razón, está inmerso en un error de prohibición.

Respecto del carácter de vencible o no del error, debe considerarse que realmente el sr.
Lengüeta no estaba en la posibilidad de salir del error con cierta prudencia. De hecho, y
como lo afirma el mismo juez, él estaba convencido de que su actuar era acorde a la ley por
un lado, y que tan era así que había actuado de la misma manera en diferentes ocasiones del
pasado. Por otro lado, tenemos que ni el procurador ni ningún abogado que sirvió de
defensor en su despacho y frente a los cuales actúo de manera similar, lo hizo caer en la
cuenta del error que cometía. De esta manera, se tiene que el sr. Lengüeta, aún actuando
con la prudencia debida, incurrió en un error de prohibición y que por tal se trata de un
error invencible eximente de responsabilidad.

De esta manera, y dado que se configura un error de prohibición invencible el efecto en


ambos esquemas del delito es el mismo: se excluye la culpabilidad y, por ende, la
responsabilidad penal. No obstante, la diferencia radica en que para el causalismo no se
configura la culpabilidad por no estructurarse el dolo, mientras que para el finalismo no se
estructura por no configurarse la conciencia de la antijuridicidad, elemento independiente
del dolo.
31

CASO 3

Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 6527. Sentencia de
agosto 4 de 1992. M . P.: Dr. Dídimo Páez Velandia.

HECHOS

- La sra. M agdalena Rebolledo Palacios, una mujer de origen muy humilde, vivía de lo
que le daba arrendar los cuartos de la casa que heredó de su fallecida tía abuela. Uno de
sus inquilinos era el sr. M orticio Alberto Ramírez Pataquiva, a quien le había ‘echado el
ojo’, porque era un comerciante de mucha importancia en la plaza de la ciudad. El sr.
M orticio A. Ramírez, tenía un granero que surtía en su mayoría con productos
comprados a la empresa “M ás barato por docena Distribuciones”, propiedad del sr. Pedro
Barriga Rentería.
- Un día, un mensajero de la empresa “M ás barato por docena Distribuciones”, llevó un
pedido para el sr. Ramírez Pataquiva, a la casa de la sra. M agdalena Rebolledo Palacios,
quien, en ausencia de su inquilino, vio la oportunidad para ayudar al hombre que la
trasnochaba, y recibió el pedido, firmando la factura en el espacio que decía “quien
recibe”.
- Ese mismo día, en horas de la tarde, hubo un desfile de toros en la plaza donde el sr.
Ramírez Pataquiva tenía su granero. No obstante, y por alguna razón que aún no se
conoce, los toros se asustaron y comenzaron a correr por toda la plaza destruyendo
locales, entre ellos el granero del sr. M orticio Alberto quien, como consecuencia de los
daños causados por los animales, terminó con severos problemas económicos.
- Como el sr. Ramírez Pataquiva no pudo pagarle al sr. Barriga Rentería lo que le debía
por la mercancía recibida por la sra. Rebolledo Palacios, el último negoció la factura y se
la vendió al sr. Laureano Triana Perilla, quien, a sabiendas de la mala situación de don
M orticio, y después de oír el consejo de un abogado amigo, no tuvo reparo en escribir
sobre dicho documento a máquina, “y M agdalena Rebolledo Palacios, Casa 8 Av la
esperanza”, para proceder a presentar demanda ejecutiva contra ella.
32

- La demanda se presentó una semana después y aunque el Juzgado libró mandamiento de


pago, la sra. M agdalena afirma no ser deudora de “M ás barato por docena
Distribuciones” toda vez que su firma aparece en el espacio correspondiente al recibido.
Por lo anterior, y siguiendo los consejos de otro de sus inquilinos quien era estudiante de
derecho, la sra. M agdalena interpuso una denuncia en contra del sr. Laureano Triana
Perilla, quien fue acusado por los delitos de Falsedad en documento privado y fraude
procesal.
- El Juzgado del circuito falló en armonía con la acusación, pronunciamiento que fue
confirmado por el Tribunal.
- El sr. Laureano Triana, aburrido y sin plata, decidió interponer recurso de casación
argumentando que “actúe con el convencimiento de que no estaba incurso en un hecho
punible”, en últimas, lo que afirma el sr. Laureano, es que se reconozca la causal de
inculpabilidad.
- Usted trabaja en la Corte Suprema de Justicia y se le pida resuelva el recurso de
casación.

PROBLEMAS JURÍDICOS

• ¿Se configura algún tipo de error eximente de responsabilidad penal?


• ¿El error es de tipo o de prohibición?
• ¿El error es vencible o invencible?
• ¿Cuál sería la consecuencia de la configuración de tal clase de error frente a una teoría
del delito causalista y una teoría del delito finalista?
33

DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

La Corte, no aborda con profundidad suficiente el tema del error, sin embargo, y aunque
decide no casar el fallo impugnado por falta de técnica casacional, es prudente resaltar los
siguientes argumentos que aunque de forma tangencial, tocan el tema en consideración:

• Primero: Si bien en la demanda se pone de presente la falta de aplicación del numeral 4


del artículo 40 del Código Penal, no se dice cual sería la consecuencia de dicha
inaplicación, que dentro del contexto de la demanda sería la indebida aplicación del
artículo 221 del Código Penal.
• Segundo: De igual forma, se cae en otra falencia toda vez que como lo afirma el Juzgado
Penal del Circuito de Neiva: “…Triana Perilla no es un profano en el conocimiento de
las leyes y (…) con frecuencia pide y oye el consejo de sus amigos los abogados
litigantes, de tal manera que aunque hubiese creído erradamente en la ilicitud de su
comportamiento, tal error no era invencible pues le habría bastado consultar la ley o a sus
consejeros, para salir del pretendido error”.

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

En el presente caso la Corte encontró que los hechos probados eran muy distintos a los que
alegaba el procesado Laureano Triana Perilla, de manera que, según los hechos que el Alto
Tribunal encuentra demostrados, no se configuraría ninguna eximente de responsabilidad
penal. Sin embargo, vale la pena hacer el ejercicio mental de determinar cuál habría sido la
solución al caso en la situación tal de ser ciertas las explicaciones que dio el sr. Triana
Perilla, es decir, que en el momento de escribir a máquina sobre la factura que le había
comprado al sr. Barriga: “y M agdalena Rebolledo Palacios, Casa 8 Av la esperanza”, para
proceder a presentar demanda ejecutiva contra ella, lo hizo de buena fe y sin saber que
dicha acción era punible. En otras palabras, vale la pena preguntarnos cuál sería la solución
del caso de haber incurrido el sr. Laureano en un error en el momento de falsificar la
34

factura que compró del sr. Barriga y adelantó los trámites necesarios para dar inicio a un
proceso ejecutivo.

CAUS ALIS MO:

Para comenzar el análisis a la luz de la teoría causalista del delito, y considerando que en
efecto el sr. Laureano no tenía conocimiento alguno de que su proceder era contrario al
ordenamiento jurídico, tenemos que se ve inmerso en un error de prohibición. De esta
manera, y aunque el sr. Laureano era conciente de que estaba escribiendo como responsable
del pago sobre una factura el nombre y la dirección de la sra. M agdalena, no lo era sobre la
antijuridicidad de esta acción.

Ahora, y para determinar que clase de error de prohibición se configuró, debe tenerse en
cuenta que tal y como el sr. Laureano lo manifestó, antes de proceder de esa manera,
consultó con un abogado amigo y por lo visto, éste no le advirtió de lo ilegal de la acción.
Sin embargo, y si bien hasta este momento podría decirse que se trata de un error de
prohibición invencible que lo eximiría de toda responsabilidad penal, debe tenerse en
consideración que el sr. Laureano no era un profano en el conocimiento de las leyes que
con frecuencia pedía el consejo de sus amigos los abogados litigantes, de tal manera que
aunque hubiese creído erradamente en la ilicitud de su comportamiento, tal error no era
invencible pues le habría bastado consultar la ley o a sus consejeros, para salir del
pretendido error.

En conclusión, y aceptando que se configuró un error de prohibición vencible, se tiene que


el sr. Laureano debe responder por delito culposo, toda vez que no tuvo la prudencia
necesaria. Sin embargo, como quiera que los delitos que se le imputan no admiten la
modalidad culposa, su conducta resultaría en consecuencia impune.
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FINALIS MO:

Igualmente, en sede del finalismo, y como se ha planteado hasta el momento, el análisis de


la teoría del delito tiene un enfoque diferente. Bajo esta perspectiva, y también suponiendo
que el sr. Laureano sí incurrió en un error por no tener conocimiento de la ilicitud de su
proceder, es necesario entonces analizar si dicho error debe calificarse como vencible o no.

Otra vez, y para tener más claridad respecto de la clase de error que se configura, se
recuerda que el análisis de la tipicidad incluye para el finalismo un análisis subjetivo de un
dolo avalorado en lo referente al conocimiento de los hechos que podría tener el aquí
imputado, y que demarca precisamente la posibilidad de predicar un error de tipo. Al
respecto debe decirse que dicho error no se configura y que el sr. Triana Perilla tenía un
claro conocimiento de la actuación que estaba realizando tal y como se acaba de exponer.

No obstante y pasando al análisis de la culpabilidad, estadio en el que se debe analizar la


conciencia de la antijuridicidad, y sosteniendo como hasta aquí se ha venido haciendo que
el sr. Triana Perilla actúo sin ningún conocimiento de que su proceder era antijurídico, se
configuraría entonces un error de prohibición pero vencible, toda vez que el aquí imputado
sí estaba en condiciones de superarlo con cierta prudencia. De hecho, y como se mencionó
a la hora de determinar la calidad de vencible o no del error en el causalismo, si era posible
que el sr. Laureano saliera de su error con un poco de prudencia. De esta manera, se predica
la responsabilidad penal del sr. Triana Perilla quien responde entonces por delito doloso
con punibilidad atenuada.

CASO 4

Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 12772. Sentencia de
abril 27 de 2000. M . P.: Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego.
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HECHOS

- El sr. Pacífico Fernández Fernández, administrador agropecuario, vivía solo en un


apartamento de la ciudad de Soledad. A mediados del año 93, y cansado de tanto trabajar
y del desorden de su apartamento, acordó con la sra. M aría Idilio Tello, que desde ese día
en adelante, su hija, Lady Patricia Gómez Tello, de 14 años de edad, le haría el aseo
diario del apartamento del profesional a cambio de un poco de dinero.
- El sr. Pacífico estaba muy contento de contar con la ayuda de Lady, no solo porque ahora
su apartamento estaba en orden, sino porque por su belleza, era “un descanso para sus
ojos”.
- Después de un tiempo, el sr. Fernández Fernández no pudo resistirse más a la belleza de
Lady y la sedujo en varias oportunidades. Finalmente, en febrero del 94, la joven le dio
el si, y tuvo relaciones sexuales con su empleador por primera vez. Esta situación se
repitió en repetidas oportunidades hasta el mes de agosto.
- La madre de Lady, la sra. M aría Idilio Tello, denunció al sr. Fernández Fernández quien
fue escuchado en indagatoria y después afectado con la medida de seguridad de
detención preventiva por el delito de acceso carnal abusivo con menor de 14 años.
- En sentencia de primera instancia, el Juzgado del Circuito condenó al acusado a prisión
de 20 meses. El sr. Fernández alegó que se configuraba un error invencible sobre las
calidades personales de la víctima, sin embargo, el Tribunal Superior confirmó el fallo.
- El sr. Fernández Fernández, quien se encuentra ahora cumpliendo su pena en la prisión,
decidió interponer un recurso de casación por medio de una demanda que se resume:
- “El actor invoca “error de hecho en la interpretación de las pruebas aportadas al proceso,
yerro que impidió la aplicación del num. 4 del artículo 40 del C. P.”
- De conformidad con un dictamen médico legal realizado a la víctima ocho meses después
del primer acto carnal, la ofendida revelaba una edad clínica aproximada de 15 años, lo
que implicaba que para el momento de la primera relación sexual, la mujer ya había
sobrepasado los 14 años de edad. Explica el demandante que el Tribunal no hizo un
análisis de los alcances de esta prueba, actitud que lo ‘situó en un ostensible error de
37

hecho por falso juicio de existencia’. Añade que el Tribunal no tuvo en cuenta este
dictamen y prevaleció una apreciación personal del juez.
- El procesado insiste en que estuvo convencido de no haber cometido ningún delito toda
vez que la ofendida le manifestó que tenía 15 años de edad, y además la apariencia de la
víctima daban la impresión de que se trataba de una mujer con ‘experiencia en esta clase
de relaciones’
- Afirma el actor que el Tribunal incurrió en falso juicio de identidad al tributarle
credibilidad a todo lo dicho por la madre de la menor, respecto de que ella le había
manifestado la edad de la niña. Igualmente, incurre el Tribunal en la misma falsedad por
la valoración de los testimonios aportados al proceso, los cuales permitían demostrar con
fundamento en las conductas ‘agitadas y desenvueltas’ de la ofendida en materia
amorosa, que ‘se trataba de una persona con la madurez psicológica propia de un adulto’.

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Se configura algún tipo de error eximente de responsabilidad penal?


• ¿El error es de tipo o de prohibición?
• ¿El error es vencible o invencible?
• ¿Cuál sería la consecuencia de la configuración de tal clase de error frente a una teoría
del delito causalista y una teoría del delito finalista?

DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

La Corte Suprema de Justicia decidió no casar la sentencia del Tribunal por falta de técnica
casacional. En últimas, y aunque en la sentencia no se tocó el problema jurídico de fondo o
al menos se hizo sólo de manera muy superficial, vale la pena resaltar un argumento
esgrimido por el Alto Tribunal:
38

• Respecto del error de tipo alegado, afirma la Corte: “Si se trata de establecer la
posibilidad del error de tipo en la apreciación del procesado, debe partirse de una
confrontación llana entre la edad real de la víctima a la fecha de los hechos (menor de 14
años), que se conoce por medio de la copia del registro civil de nacimiento, y la pura
apariencia externa de sus rasgos físicos en la esfera del profano y no del científico (…).
Una cosa es la edad revelada por los signos y exámenes clínicos que sólo maneja el
médico forense, y otra puede ser la edad aparente que se ensaya o piensa de acuerdo con
rasgos físicos accesibles a cualquier observador lego”

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO:

En el caso en concreto, el problema central versa sobre si puede aceptarse la procedencia o


no de un error de tipo, y en caso de que la respuesta fuese afirmativa, sobre las
consecuencias de la configuración del mismo. Es decir, se entra a estudiar qué pasaría con
el sr. Fernández Fernández en caso de creerle que en efecto no sabía que su empleada del
servicio, Lady Patricia Tello, con quien tuvo relaciones sexuales, era menor de edad.

Como primera medida, debe precisarse que para el causalismo el error de tipo también se
considera dentro del ámbito de la culpabilidad y se configura sobre la conciencia de los
hechos. Así, y creyéndole al sr. Fernández Fernández sobre su desconocimiento absoluto
respecto de la edad de Lady, si es posible afirmar que el aquí imputado se ve incurso dentro
de un error de tipo, toda vez que sencillamente no sabía que era lo que estaba haciendo.

Debe recordarse que la madre de Lady, a la hora de acordar con el sr. Fernández para que
su hija le arreglara el apartamento del último, le manifestó la edad de la menor. No
obstante, y creyendo lo manifestado por el sr. Fernández de que Lady le había afirmado que
tenía 15 años, que aparentaba físicamente más edad y que además se comportaba como una
mujer versada sobre las conductas sexuales, incluso así, no podría afirmarse que se trata de
39

un error invencible, toda vez que el sr. Fernández podía, con cierta prudencia, averiguar la
edad real de la menor.

Se tiene entonces que aunque sí se configura un error de tipo, el mismo no es invencible, y,


por tal razón, aunque hay exclusión del dolo, queda indemne la culpa. Sin embargo, toda
vez que este delito no admite la modalidad culposa, no le correspondería al sr. Fernández
ningún tipo de responsabilida penal.

FINALIS MO:

Al emprender el mismo análisis a la luz de la teoría finalista del delito, tenemos que el
estudio del error de tipo, en el que está inmerso el sr. Fernández Fernández, se realiza en el
momento de analizar la tipicidad. De esta manera, y creyendo las afirmaciones del aquí
imputado, tenemos que el sr. Fernández no tenía conocimiento sobre los hechos y por tal
hay lugar al error de tipo que se predica.

Ahora, y al considerar las mismas circunstancias que se tuvieron en cuenta en el análisis


causalista respecto de la determinación de si se trata de un error vencible o invencible, se
concluye que él mismo es vencible por las mismas circunstancias, es decir, porque el sr.
Fernández estaba en la posibilidad de averiguar la edad real de Lady si hubiera tenido cierto
grado de prudencia.

Respecto de los efectos que la configuración de un error de tipo tiene sobre la


responsabilidad penal, tenemos que la calidad vencible del error, se traduce en una
exclusión del dolo, quedando así indemne la culpa. No obstante, y dado que dicho delito
imputado al sr. Fernández Fernández no admite la forma culposa, el comportamiento del sr.
Fernández también resulta impune.
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CASO DE OMIS IÓN

CASO 5

Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 22941. Sentencia de
abril 20 de 2006. M . P.: Dr. Álvaro Orlando Pérez Pinzón.

HECHOS

- En el mes de diciembre, el sr. Gonzáles Pinto, padre de dos niñas, Sofía de 8 años y
Tatiana de 2, y esposo de la sra. Natalia Agudelo, decidió sorprender a su familia con
unas vacaciones en el condominio “Playa Blanca” en Santa M arta.
- Una mañana, el sr. Gonzáles Pinto se dirigió en compañía de su hija Tatiana a la
recepción del condominio para averiguar por los precios de las motos acuáticas. M ientras
la señorita de la recepción le daba la información respectiva, el sr. Gonzáles se percató
de la desaparición de su hija menor y empezó a gritar como loco.
- Después de buscar por todos lados, y para pesar de todos, fue encontrado el cuerpo sin
vida de la menor en el fondo del tanque de almacenamiento de agua, cuya tapa, por orden
de la administradora, la Sra. Liliana Concha y Toro, era quitada diariamente para medir
el nivel del líquido. De todas formas, y como lo acostumbraba hacer también todos los
días, la sra. Concha y Toro había dispuesto obstaculizar el paso con un escritorio y una
silla.
- Ante la trágica muerte de la menor, y con ayuda de los padres de Tatiana, la Fiscalía
acusó a la sra. Concha y Toro como autora del delito de homicidio culposo, decisión que
fue ratificada por la Fiscalía Delegada ante el Tribunal.
- El juzgado que conoció del caso fallo absolviendo a la sra. Liliana argumentando que la
misma no tenía una posición de garante, que no excedió los límites de ries go permitido y
que en últimas no era imputable objetivamente.
- El Sr. Gonzáles, que no entiende lo que pasa, recurre a su despacho para que le de un
concepto al respecto y le explique la decisión proferida por el juzgado debido a que su
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condición de lego no se lo permite. Además, el sr. Gonzáles quien está muy triste por la
pérdida de su pequeña y quiere que alguien pague por su muerte, oyó por ahí, que la
decisión se puede impugnar.

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Cuándo se infringe el deber objetivo de cuidado?


• ¿Infringió la sra. Concha y Toro el deber objetivo de cuidado?
• ¿Cuál sería la consecuencia de dicha infracción frente a una teoría del delito
causalista clásica, una teoría causalista neoclásica y una teoría del delito finalista?

POS ICIONES JURIS PRUD ENCIALES


La Corte afirma que no ha sido ajena al análisis propio de los institutos de la imputación
objetiva:

a) En relación con el principio de confianza ha dicho que: “cuando ha precedido una


adecuada selección del personal, impide que un defecto en el proceso de trabajo con
implicaciones penales se le pueda atribuir a quien lo lidera, a condición naturalmente de
que no lo haya provocado dolosamente o propiciado por ausencia o deficiencia de la
vigilancia debida”
b) En relación con el principio de confianza y el riesgo permitido también ha dicho la
Corte: “la causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado (…).
La imputación jurídica – u objetiva – existe si con su comportamiento el autor despliega
una actividad ries gosa; va más allá del ries go jurídicamente permitido o aprobado, con lo
cual entra al terreno de lo jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo,
siempre que exista vínculo caudal entre los tres factores”. De esta manera, la imputación
objetiva no existe si el autor no trasciende el ries go jurídicamente admitido.

Una circunstancia que exime de la imputación objetiva es el principio de confianza. No


obstante, se ve limitado por la primacía sobre él, del principio de defensa o principio de
42

seguridad. Esto significa que “el hombre medio debe prever que si bien en la actividad
diaria está sujeto al principio de confianza, determinadas personas pueden obrar en contra
de los reglamentos” como los niños, los incapaces, los ancianos, etc.

c) En relación con la prohibición de regreso y la superación del ries go permitido, la Sala ha


expuesto:

• Superación del ries go permitido: “el desconocimiento de las normas sí puede generar
peligros. Pero peligros inherentes a ese desconocimiento, es decir, que la infracción no se
vincula para nada con resultados extraños a lo que suele suceder. Por eso la doctrina
considera, por ejemplo, que "la imputación al tipo objetivo presupone que en el resultado
se haya realizado precisamente el ries go no permitido creado por el autor. Por eso está
excluida la imputación, en primer lugar, si, aunque el autor haya creado un peligro, para
el bien jurídico protegido, el resultado se produce, no como efecto de plasmación de ese
peligro, sino sólo en conexión casual con el mismo" (Claus Roxin. Derecho penal. Parte
general. Tomo I. fundamentos. La estructura de la teoría del delito. M adrid, Civitas,
1997, T: Diego-M anuel Luzón Peña y otros -de la 2a. edición alemana-, página 373)”

d) En relación con el principio de confianza y la autopuesta en peligro: “desde la


perspectiva de la imputación objetiva, ‘no todo engaño que pudiera concebirse causal
respecto del resultado perjudicial permite la imputación del resultado a la conducta del
autor’ (…); se debe recordar que la imputación jurídica del resultado, que se constituye
en el primer nivel de desarrollo de la teoría de la imputación objetiva, se sustenta en el
principio de que el ries go jurídicamente desaprobado que se concreta de manera efectiva
en la producción del resultado, es el fundamento de la imputación, con lo cual se
pretende superar aquellas tendencias ontologicistas que enlazaban acción y resultado con
exclusivo apoyo en las conocidas teorías de la causalidad”

Tal y como se ha visto, la Corte afirma que los criterios de imputación objetiva parten de
dos supuestos básicos: el de riesgo permitido y el principio de confianza.
43

Igualmente, en reiteradas oportunidades, ha precisado que "actualmente el juicio de


imputación se fundamenta en la delimitación de ámbitos de competencia: solo se responde
por las conductas o resultados que debo desarrollar o evitar en virtud de los deberes que
surgen de mi ámbito de responsabilidad y que se desprenden de los alcances de la posición
de garante.”

Respecto del caso que se estudia, explicó la Corte:

• La construcción del complejo de apartamentos se hizo incluyendo el estanque en un sitio


no estratégico, situación que es totalmente ajena a la administradora.
• Por otro lado, la administradora no elevó ese peligro, conocido y admitido por todos los
copropietarios quienes no manifestaron inconformidad alguna respecto de la situación.
• Si bien “las funciones de la administradora del edificio le exigían realizar las gestiones
necesarias para velar, entre otras cosas, por la seguridad de los residentes (…). Sobre este
aspecto, en consecuencia tenía posición de garante”, la procesada realizó todas las
gestiones de cuidado que estimó oportunas y “podía confiar en que aquellos (los
copropietarios), igualmente realizarían las actuaciones dentro del ámbito de competencia
de sus roles dentro del grupo”.
• Los progenitores de la menor eran los garantes de la seguridad de la menor “y en relación
con quienes la procesada sí podía esperar tuvieran mediana diligencia a favor de su
familia”.
• El padre de la menor conocía todo lo relacionado con la apertura diaria del estanque y de
forma tácita aprobaba las medidas adoptadas por la administradora.
44

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO CLÁS ICO:

Procede analizar el comportamiento desplegado por la sra. Liliana Concha y Toro


administradora del complejo de apartamentos.

Por un lado, tenemos que desde un enfoque causalista clásico ni siquiera se ha producido
una acción ya que no hay una alteración externa de la realidad. De esta manera, el análisis
termina en este estadio incluso si la administradora por un lado, o el padre de la menor por
el otro, detentaban una posición de garante respecto del cuidado y supervisión de la menor.
La conclusión entonces a la que ha de llegarse desde esta teoría, sería la de afirmar la
atipicidad por la imposibilidad de entender comprendida a la omisión dentro de la acción
por ser esencialmente contrarias.

CAUS ALIS MO NEOCLÁS ICO:

En este segundo escenario si es relevante considerar la existencia de una obligación o deber


legal en cabeza de la persona que deja de actuar. En el caso en particular, y aunque se le
imputa a la sra. Concha y Toro la muerte de la menor por no haber tenido todas las
precauciones requeridas para garantizar la seguridad de todos los habitantes del complejo
de apartamentos, es determinante estudiar si en efecto, la sra. Liliana infringió el deber que
detentar una posición de garante le imponía.

De esta manera, y considerando los hechos del caso, tenemos que el comportamiento
desplegado por la sra. Administradora si contraviene una obligación legal que es la de velar
la seguridad de todos los habitantes del complejo de apartamentos, especialmente cuando se
trata de un tanque de agua destapado que constituye un peligro para todos los
copropietarios. Igualmente, debe precisarse que en efecto hubo una violación al deber
objetivo de cuidado en tanto la sra. Liliana no actuó de la manera en la que una persona
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razonable y prudente en su misma situación lo habría hecho. No era suficiente afirmar que
un mueble era una medida de precaución suficiente para avisar a los copropietarios del
complejo de apartamentos que el tanque estaba abierto.

En este orden de ideas, por haber infringido un deber de cuidado, la sra. Concha y Toro si
debe responder legalmente por omisión.

FINALIS MO:

Por último, y desde una teoría finalista, no sólo es necesario considerar la existencia de un
deber legal, también procede emprender un análisis respecto de las situaciones especiales
que requieren especial cuidado. De esta manera, tenemos por un lado la situación de la sra.
Administradora y por el otro la del sr. Gonzáles Pinto.

Respecto de la primera situación, debe afirmarse que la sra. Concha y Toro si detentaba una
posición de garante respecto del funcionamiento del complejo de apartamentos. De hecho,
y como claramente se afirma, la decisión de dejar abierto el tanque provenía de la sra.
Liliana en su calidad como administradora. Así, infringió el deber objetivo de cuidado y
por lo anterior, es responsable penalmente por comisión por omisión.

CASOS SOBRE DELITO IMPRUD ENTE

CASO 6 – Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. rad. 17028. Sentencia de
marzo 21 de 2001. M . P.: Dr. Jorge Aníbal Gómez Gallego.
46

HECHOS

- Llegadas las vacaciones de mitad de año, el señor Libardo García y su esposa la sra.
Catalina Higuera decidieron viajar de M edellín, a Bogotá, para visitar familiares y ver el
arbolito de navidad del parque la 93 que según les han dicho, es muy bonito. Con ese fin,
pidieron un taxi, el era conducido por el sr. Emilio Guzmán.
- En la misma vía, y ese mismo día, el sr. Hernando Hernández, quien conducía un
tractocamión cisterna, viajaba de Bogotá a M edellín, acompañado de su mejor amigo, el
sr. Francisco Yepes.
- A las dos de la tarde, y en una semicurva, el conductor del tractocamión trató de
adelantar por el carril izquierdo, a otro vehículo de la misma naturaleza. Sin embargo, no
alcanzó a culminar con la maniobra, dejando expuesto en el carril izquierdo, el enorme
tanque que remolcaba, contra el cual colisionó el taxi a pesar de los esfuerzos del
conductor de éste para evitarlo. Como consecuencia del choque, el sr. Libardo García
perdió la vida, y tanto su mujer como el conductor del taxi, sufrieron diferentes lesiones
corporales, que les causaron incapacidad absoluta de 180 y 60 días respectivamente.

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Incurrió el Sr. Hernando Hernández en imprudencia que determinó de manera


directa, exclusiva y predominante, la causación de los resultados penalmente
típicos?
• ¿Qué diferencias existen entre el nexo de causalidad y el nexo de antijuridicidad
o de determinación?
• ¿Infringió el sr. Hernández con su maniobra el deber de cuidado?
• ¿Cuál sería la consecuencia de dicha imprudencia frente a una teoría del delito
causalista clásica, una teoría causalista neoclásica y una teoría del delito
finalista?
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DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

Todos los cargos fueron surtidos de manera correcta por el Tribunal. Por un lado, señaló
que el procesado Hernández trans gredió el deber objetivo de cuidado establecido en el
artículo 135 del C. N. T. T.: “habrá de reconocerse como creación de un peligro suficiente
la infracción de normas jurídicas que persiguen la evitación de un resultado penalmente
típico”. En últimas, al sujeto lo que se le reprocha es el “haber creado el peligro no
amparado por riesgo permitido y sí abarcado por el fin de protección del tipo”.

Igualmente, y tal y como lo afirmó el Tribunal: “El resultado de una previsión de posibles
peligros basada en la experiencia y en la reflexión indican con su existencia que, con su
infracción, el peligro de un accidente entra dentro del terreno de lo posible”.

Respecto de la maniobra en sí, la Corte, citando al Tribunal, transcribe los postulados del
doctrinante Olano V., afirmando que: “como quiera que la maniobra exige suspender
momentáneamente la aplicación práctica del principio de conservación de la derecha, no
puede remitirse a duda que es una de las maniobras más peligrosas debido al aumento
de velocidad que se le imprime al vehículo sobrepasante.

De igual forma, el artículo 136 del C. N. T. T. prohíbe adelantar a otros vehículos ‘2. En los
tramos de vía en donde exista línea separadora central continua o prohibición de
adelantamiento. 3 En las curvas o pendientes donde exista una visibilidad menor de cien
(100) metros)’.

Como bien lo reconoce el procesado, la maniobra de sobrepaso se realizó en un lugar donde


la visibilidad para sobrepaso era de 48.40 metros. Por esta razón, es claro que el Sr.
Hernández infringió la prohibición en cuanto realizó una maniobra de sobrepaso en una
curva de visibilidad menor a 100 metros. Igualmente, se detectaron 2 señales de tránsito
indicativas de la formación curvilínea de la vía.
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“Incurre, pues, en culpa, el conductor que intenta el sobrepaso en condiciones de visibilidad


limitada e inferior a la reglamentaria (…). Esta actitud gravemente imprudente del
conductor del banquero se encuentra enlazada causal y a título de imputación objetiva con
el resultado típico.”

“Hernández ejecutó otros movimientos adicionales también temerarios que aceleraron el


impacto (…). Lo que el imprudente conductor debió hacer tan pronto advirtió la
proximidad del taxi fue reducir la velocidad o frenar para minimizar los daños (…) en vez
de frenar por el contrario acelera para tratar de coger su carril correspondiente pero sólo
(logra) esconder el cabezote en su carril (…). Ni aún el impacto indujo a Hernández a
detener su vehículo, sino que continuó la marcha y fue a estacionarlo muchos metros más
adelante (el taxi quedó en sentido contrario al que llevaba) (…) y en el lugar de los hechos
no se advirtió huella de frenada alguna del tractocamión”

Como se ve, muchas fueron las imprudencias cometidas imputables al procesado, las
cuales, determinaron de manera directa, exclusiva y predominante, la causación de los
resultados penalmente típicos, tal y como lo afirmó en segunda instancia el Tribunal.

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO CLÁS ICO:

Dentro de la tipicidad, tiene relevancia el análisis de la acción, el resultado y el nexo de


causalidad. Con respecto a lo anterior, se tiene que la acción – adelantar en semicurva – y el
resulado – muerte del pasajero del taxi y lesiones personales de otro pasajero y del
conductor del taxi –, sí tienen un nexo toda vez que la colisión de los vehículos fue
producida causalmente por la acción del autor, es decir, por el sr. Hernández.
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En sede de culpabilidad estudiamos la culpa, que consiste exclusivamente en la


previsibilidad del resultado, pues tenemos que recordar que en el causalismo clásico no se
conocía el elemento normativo de la infracción al deber objetivo de cuidado, que es la
esencia del delito culposo moderno. De todas maneras, y a la luz de lo anteriormente dicho,
se tiene que el resultado de la acción que inició el sr. Hernando que era tratar de sobrepasar
un camión en una semicurva, era totalmente previsible toda vez que por su condición de
conductor de camión podía representarse el resultado.

De esta forma, el sr. Hernández es responsable penalmente a título de culpa, no por haber
infringido el deber objetivo de cuidado, sino por la previsibilidad de la colisión con un
carro que se condujese en dirección contraria.

CAUS ALIS MO NEOCLÁS ICO:

Como se ha expuesto, el tipo en esta escuela del delito se ve demarcado de la misma


manera que en el causalismo clásico. No obstante, en sede de culpabilidad si es posible
apreciar una diferencia respecto de las dos teorías causalistas. Para los neoclásicos, se debe
considerar tanto la previsibilidad como el deber objetivo de cuidado, según lo cual, el
agente debe realizar la conducta como la habría ejecutado cualquier hombre razonable y
prudente en su misma situación. De esta forma, tenemos que el sr. Hernández venía
conduciendo con exceso de velocidad e intentó adelantar un camión en una semicurva,
infringiendo el deber objetivo de cuidado, toda vez que un hombre prudente, en su misma
situación, no habría procedido a adelantar un camión en una semicurva con poca
visibilidad.

Por otro lado, tenemos que también se configura el nexo de determinación toda vez que la
violación del deber de cuidado que se acaba de explicar, es determinante para la producción
del resultado.
50

De esta manera, y como consecuencia de todo lo hasta aquí expuesto, se tiene que el sr.
Hernández, desde una teoría causalista clásica, es responsable por los delitos culposos que
aquí se le imputan.

FINALIS MO:

Respecto de los delitos de imprudencia, como el que aquí se considera, desde una óptica
finalista, el análisis se efectúa, ya no en sede de culpabilidad, sino en el estadio de la
tipicidad.

En el tipo objetivo del delito culposo se entra a estudiar la relación de causalidad al igual
que la infracción al deber objetivo de cuidado. De esta manera, y como se ha mencionado,
existe un nexo de causalidad entre el actuar del sr. Hernández y el resultado de la colisión
que ocasionó los resultados que ya se conocen. Por otro lado, y respecto del segundo
elemento que se debe considerar, el deber objetivo de cuidado, se tiene que fue claramente
infringido por el sr. Hernández al realizar una maniobra que ponía en peligro la vida de las
demás personas que transitaran por la carretera al igual que la suya propia y su copiloto. No
actuó de la misma manera en la que lo hubiera hecho una persona prudente, situación que a
su vez demarca el nexo de determinación entre ese actuar reprochable y la muerte del sr.
Libardo y las lesiones personales en el sr. Emilio y en la sra. Catalina. En otras palabras,
entre la violación del deber de cuidado que se ha demostrado y el resultado producido, se
presenta además, una relación de determinación, es decir, que la violación del deber
objetivo de cuidado es en efecto determinante para la producción del resultado, a saber la
muerte del sr. Libardo y las lesiones personales en el sr. Emilio y la sra. Catalina.

Por otro lado, y respecto del tipo subjetivo, es necesario realizar un análisis de la
previsibilidad de su conducta. En este ámbito, deben tenerse en cuenta tres aspectos. Por un
lado, y de conformidad con el aspecto volitivo, tenemos que el sr. Hernández no buscaba en
ningún momento ocasionar los daños que se generaron con su actuar, sin embargo, sí era
51

posible para el imputado conocer la amenaza que la conducta representaba para los bienes
jurídicos y de prever el resultado de acuerdo con ese conocimiento.

De esta forma, sí es posible afirmar que los resultados de su acción eran totalmente
previsibles y que como consecuencia de todo lo dicho hasta aquí, es responsable
penalmente por el delito culposo.

CASO 7 – S entencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad.15488.


Sentencia de julio 16 de 2001. M . P.: Dr. Fernando E. Arboleda Ripoll.

HECHOS

- El 12 de noviembre transitaba en dirección oriente – occidente por la calle 17 una


camioneta de transporte colectivo afiliada a la empresa “Expreso de la M añana.”,
conducida por el Sr. Abadón Quijote.
- El mismo día, transitaba en dirección norte – sur por la carrera 32 un taxi conducido por
el Sr. César M oncayo, con 4 pasajeros.
- A la una de la tarde, en la intersección entre la calle 17 y la carrera 32, colisionaron los
dos vehículos ocasionándole la muerte al Sr. César M oncayo, conductor del taxi, y
diferentes lesiones corporales a los 4 pasajeros del mismo vehículo.
- El conductor de la camioneta de servicio colectivo explicó que la culpa del accidente la
tuvo el conductor del taxi porque se desplazaba a alta velocidad, y porque no respetó la
señal del ‘PARE’. Sin embargo, según las declaraciones de los demás pasajeros del taxi,
la camioneta, que se desplazaba a alta velocidad, al ver al taxi, no intentó ni frenar ni
esquivar el vehículo.
- En el informe del Agente de Tránsito se concluyó que el accidente se presentó por falta
de precaución de los dos conductores, y pruebas técnicas realizadas con posterioridad,
informaron que ninguno de los dos automóviles detuvo su marcha en el momento de
llegar a la intersección.
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- Los exámenes de sangre que se le practicaron al difunto sr. M oncayo, arrojaron


resultados positivos para alcohol etílico en concentración de 14.243 mg/100 ml. En
cambio, los mismos exámenes fueron negativos en el caso del señor Quijote.

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Se configura un delito imprudente?


• ¿Cuáles serían los resultados de dicha imprudencia para una teoría causalista
clásica, una causalista neoclásica y una teoría finalista del delito imprudente?

DECICIONES JURIS PRUD ENCIALES

El cargo “se estructura sobre la base de que el tribunal, no obstante reconoce que el
procesado tenía el derecho de prelación sobre la vía, y que la señal de ‘PARE’ ubicada
sobre la carrera fue desconocida por el taxista, concluyó que el hecho le era imputable y,
por tanto, que era responsable, por haber violado el deber de cuidado que le era exigible,
desconociendo de esta manera, que su conducta se ubicaba dentro de los límites del riesgo
permitido, por tener el derecho de prelación en virtud de los reglamentos de tránsito, y estar
amparado por el principio de confianza.

No es cierto que los juzgadores no hayan considerado los límites del deber de cuidado,
frente al principio de confianza “lo hacen sin la afectación del lenguaje que emplea la
fundamentación del injusto en la teoría de la imputación objetiva, pero si es analizado el
contenido de sus argumentaciones”. La versión de uno de los ocupantes del taxi lesionados,
confirman que “mientras algunos vehículos fueron prudentes al llegar al citado cruce de
vías, el Sr. Abadón Quijote impetuosamente pretendió cruzar la carrera 32, y, por ende, no
se preocupó de verificar la causa por la cual quienes lo antecedían se habían detenido ni por
examinar visualmente la carrera 32, antes de tratar de atravesarla”. En últimas, el derecho
de prelación que le otorgaban las normas jurídicas al procesado, dejó de tener vigencia en
virtud de la actitud que asumieron los demás conductores.
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ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO CLÁS ICO:

La situación que merece consideración especial es, si en sede de culpabilidad y a la luz de


la teoría clásica del delito, era previsible el resultado.

Como primera medida, puede afirmarse que el sr. M oncayo conducía irrespetando las
normas de tránsito. De hecho hizo caso omiso a la señal del PARE y por esa razón
colisionó con el colectivo conducido por el sr. Abadón Quijote. Respecto de lo anterior, se
tiene que no era previsible para el conductor del colectivo que alguien fuera a omitir las
señales de tránsito, y confiado en que llevaba la vía, prosiguió su andar terminando en una
colisión. Como se sabe, en el causalismo clásico no se conocía el elemento normativo de la
infracción al deber objetivo de cuidado, por esta razón, y considerando que no puede
declararse la responsabilidad penal del sr. Abadón Quijote por una situación que no era
previsible, debe afirmarse que no se configura un delito imprudente.

CAUS ALIS MO NEOCLÁS ICO:

Teniendo como fundamento que en este escenario sí cabe considerar la infracción al deber
objetivo de cuidado al igual que la previsibilidad, debe comenzarse el análisis tratando de
establecer si hubo una infracción a dicho deber.

Como primera medida, tenemos que el sr. Abadón conducía por una calle y tenía prelación
sobre el cruce; además, puede afirmarse que el sr. M oncayo, quien transitaba por la carrera,
conducía irrespetando las normas de tránsito. De hecho hizo caso omiso a la señal del
PARE y por esa razón colisionó con el colectivo conducido por el sr. Abadón Quijote.
Respecto de lo anterior, se tiene que no era previsible para el conductor del colectivo que
54

alguien fuera a omitir las señales de tránsito, y confiado en que llevaba la vía, prosiguió su
andar terminando en una colisión.
En segundo lugar, y en sede de culpabilidad, es necesario analizar si el sr. Abadón infringió
el deber objetivo de cuidado, para lo cual debe precisarse que el sr. Abadón sí actuó de la
misma manera en la que un hombre prudente y razonable lo hubiera hecho en sus mismas
circunstancias. Tan es así, que ante la prelación en la vía, era de esperarse que el sr. Abadón
no disminuyese la marcha y no era previsible que otro vehículo que sí debía detenerse en
virtud de una señal de tránsito que lo obligaba a hacerlo, no lo hiciera. De esta manera,
tenemos que el sr. Abadón no infringió el deber de cuidado.

Por último, debe estudiarse el nexo de determinación. Al respecto basta decir que como no
se configura una violación al deber de cuidado, no hay por ende, ninguna relación de
determinación con el resultado de la colisión. De esta manera, tenemos que desde una teoría
causalista neoclásica, el sr. Abadón no es responsable penalmente por un delito de
imprudencia.

FINALIS MO:

Desde la plataforma finalista, se tiene que desde una óptica del tipo objetivo, procede el
análisis de la violación al deber de cuidado. Así, y como se ha establecido, el sr. Abadón
actúo de la manera en la que un hombre razonable y prudente lo habría hecho al continuar
con el recorrido de su vehículo en un cruce en el que él tenía prelación. Así, y también
desde la óptica del tipo objetiva, se tiene que tampoco se configura el nexo de
determinación, toda vez que primero, no se presenta ninguna violación al deber de cuidado
y por ende, no hay relación de determinación con el resultado.

Ahora, respecto de los elementos del tipo subjetivos, procede emprender el análisis de la
previsibilidad del resultado. De esta manera, tenemos que el resultado no era previsible,
toda vez que no era posible para el sr. Abadón, suponer que con su comportamiento acorde
55

a las normas de tránsito y en virtud de la prelación sobre la vía que tenía, podía causar una
colisión. De hecho, la posibilidad de conocer la amenaza que la conducta representa para
los bienes jurídicos y de prever el resultado de acuerdo con ese conocimiento no se
configura en el presente caso.

En este orden de ideas, el sr. Abadón no es responsable penalmente desde un estudio


finalista de su situación.

CASO 8 – Sentencia: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Rad. 14389.
Sentencia de noviembre 13 de 2001. M . P.: Dr. Jorge Córdoba Poveda.

HECHOS

- En vísperas de su cumpleaños, el sr. Ignacio Lombana estaba tomándose unos tragos en


uno de los sitios de moda de la ciudad, ‘Bogota Cerveza y Compañía’. Después de unas
cuantas cervezas, el sr. Ignacio decidió ir a seguir la rumba en una discoteca que queda
en Chía, y como se sentía aún en condiciones para manejar, se montó en su campero y
arrancó en dirección a la discoteca.
- Para ahorrarse el peaje, decidió tomar la vía de Guaymaral. En un momento en el que la
vía en la que iba transitando el campero se cruzaba con la carretera principal de Chía, el
sr. Lombana hizo caso omiso de la señal de PARE y se estrelló con un taxi conducido
por el sr. Leonidas Alfonso, quien transportaba al sr. Camilo Díaz por la carretera
principal.
- Como resultado de la colisión, falleció el conductor del taxi, y tanto el Sr. Lombana,
como el pasajero que iba en el taxi, sufrieron lesiones personales.
- Los Agentes de Tránsito lograron probar que el sr. Ignacio Lombana, conductor del
campero se encontraba bajo la influencia de bebidas alcohólicas.
- Acusado de homicidio y lesiones culposas agravadas,
56

PROBLEMA JURÍD ICO

• ¿Se configura un delito imprudente?


• ¿Cuáles serían los resultados desde cada una teoría causalista clásica, una causalista
neoclásica y una teoría finalista del delito imprudente?

DECIS IONES JURIS PRUD ENCIALES

“No es cierto, como lo afirma el casacionista, que los falladores hayan interpretado
erróneamente el artículo 21 del Código Penal, en el sentido de que hayan entendido que no
exigía la relación causal concreta entre la acción del agente y el resultado antijurídico,
bastando la violación de la norma administrativa, esto es, el desvalor de acto para darla por
establecida, sino que, por el contrario, en las dos sentencias, que forman una unidad
inescindible, se estimó necesario el nexo causal material entre la conducta del agente y el
resultado para la configuración del punible, ya que teniendo en cuenta la manera como
ocurrieron los hechos y, particularmente, el estado de alicoramiento del procesado y que no
respetó la prelación de la vía, coligieron que este comportamiento, a la vez negligente e
imprudente, fue la causa física determinante del insuceso, habiendo, además descartado la
culpa de la víctima y el caso fortuito”

ANÁLIS IS ALTERNATIVO A PARTIR DEL TRABAJO DE INVES TIGACIÓN

CAUS ALIS MO CLÁS ICO:

Comenzando el análisis respecto del tipo, encontramos que la acción desplegada por el sr.
Lombana produce causalmente el resultado que es la muerte del sr. Alfonso y las lesiones
del sr. Díaz.
57

Como se ha dicho, en este estadio de la teoría del delito aún no se conocen los elementos
normativos de la infracción al deber objetivo de cuidado, aspecto que a decir verdad
resultaba muy criticable. Sin embargo, y en sede de previsibilidad, tenemos que los
resultados ocasionados por la conducta desplegada por el sr. Ignacio eran totalmente
previsibles y era posible para dicho sr. conocer la amenaza que su conducta ofrecía.

Por lo anterior, se tiene que el sr. Ignacio Lombana es responsable penalmente por el delito
culposo de homicidio y lesiones personales también culposas.

CAUS ALIS MO NEOCLÁS ICO:

El punto central que debe ser analizado frente a esta teoría del delito, al igual que ocurre en
el causalismo clásico, es el de la culpabilidad. Como se ha mencionado, el neocausalismo
clásico reconoce además de la previsibilidad de la conducta, la infracción al deber objetivo
de cuidado como elemento de la culpa. Según lo anterior, y habiendo establecido que sí era
previsible para el sr. Lombana deducir que no respetar una señal de PARE en un cruce con
una carretera principal podía ocasionar resultados nefastos tal y como fue el caso, es
procedente continuar el análisis respecto del deber de cuidado. Se tiene que hay una
violación al deber de cuidado toda vez que cualquier persona prudente y razonable que se
encontrara en la misma situación del sr. Lombana, hubiera detenido su vehículo en el cruce
con una carretera principal, aún más si había una señal de tránsito que lo ordenaba como es
el caso. De esta manera, como el sr. Lombana no obra acorde con tales exigencias, realiza
una infracción al deber objetivo de cuidado.

Igualmente, puede también afirmarse que hay una relación de determinación entre la
violación al deber de cuidado que se acaba de demostrar y los resultados de la acción. Por
todo anterior, es claro que el sr. Ignacio es responsable penalmente por los delitos culposos
que se le imputan.
58

FINALIS MO:

El análisis en sede de finalismo se divide en dos etapas principalmente como se ha dicho


hasta ahora. Por un lado, respecto del tipo objetivo, se tiene, como primera medida, que en
efecto se configura una acción que tiene nexo de causalidad con el resultado. Igualmente,
dicha acción es constitutiva de una violación al deber de cuidado porque el sr. Lombana no
actuó de la manera en la que un hombre razonable y prudente lo hubiera hecho al
encontrarse en su misma situación. De hecho, esta infracción al deber de cuidado es lo que
determina de manera clara el resultado producido. Así, si el sr. Lombana no hubiera hecho
caso omiso de la señal de tránsito y se hubiera detenido en el cruce con una carretera
principal, tal y como lo hubiera hecho una persona razonable y prudente en su situación, no
se habría producido la colisión con el taxi y no se le hubiera ocasionado la muerte al
conductor del mismo, y lesiones personales a su pasajero.

Ahora, y respecto del tipo subjetivo, es procedente continuar con el análisis de la


previsibilidad. Por esto, y aunque es claro que el sr. Lombana no tenía la intención de
ocasionarle la muerte al sr. Leonidas ni tampoco las lesiones personales al sr. Camilo, si era
posible que el sr. Ignacio conociera la amenaza que su conducta representaba para los
bienes jurídicos y de prever el resultado de acuerdo con ese conocimiento.

Por lo anterior, se puede concluir que el sr. Lombana es responsable por los delitos de
homicidio culposo y lesiones personales culposas como consecuencia de su actuar
imprudente, que supuso una violación al deber objetivo de cuidado que le era exigible.
59

CONCLUS IONES GENERALES

Llegar a la concepción del delito como una acción típica, antijurídica y culpable ha sido el
producto de un proceso largo. En la actualidad, “Se habla de comportamiento típico cuando
una acción y omisión encaja en una descripción legal, de antijuridicidad cuando el
comportamiento contraviene el ordenamiento legal lesionando o poniendo en peligro, sin
justa causa, un interés jurídicamente tutelado; culpabilidad cuando al sujeto se le puede
hacer un juicio de reproche por su comportamiento material y psicológico que lesionó el
31
mencionado bien jurídico”

En la teoría del delito moderna hay consenso en que estos cuatro elementos (acción,
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad) conforman el concepto de delito. Sin enbargo, los
debates giran en torno al contenido de estas categorías. En es orden de ideas, se han
perfilado los tres esquemas del delito que aquí hemos abordado: 1) Esquema causalista
clásico; 2) Esquema causalista neoclásico; y 3) Esquema finalista.

Lo que este banco de casos demuestra, es que las diferencias fundamentales de estas teorías
pueden ser apreciadas en la práctica. Cada una de las escuelas se erige sobre las críticas que
se le plantean a la anterior; falencias que son apreciables si se entra a considerar una misma
situación desde cada uno de los tres panoramas teóricos, tal y como se trató de hacer en el
presente escrito.

La omisión y los delitos imprudentes parecen ser los aspectos más disímiles entre las tres
escuelas. No obstante, también fue posible apreciar gracias al presente estudio, que el
análisis de los errores, tanto de tipo como de prohibición, procede en categorías del delito
distintas entre una y otra escuela, produciendo, además, resultados distintos en algunos
casos (los de error de prohibición vencible) y trasformándose la argumentación que lleva a
una determinada conclusión en casi todos ellos.

31
Nódier Agudelo, Ob. Cit. pp. 17 -18
60

Debe decirse que aunque hoy en día la teoría del delito ha tenido un desarrollo aún mayor,
la importancia de las tres teorías del delito que se tuvieron en consideración en el presente
documento no pueden desconocerse ya que presentaron las bases y permitieron el avance
que hoy en día se predica desde distintos enfoques.

Por último, debe agregarse que la argumentación de la Corte Suprema de Justicia no es


congruente con una sola teoría del delito a lo largo de sus decisiones. Por un lado, vemos
respecto de los delitos de imprudencia, que en la jurisprudencia del Alto Tribunal imperan
las teorías propias del causalismo, situación que no se presenta al considerar los delitos de
omisión en los que pareciera adoptar una posición aún más moderna como lo es el
funcionalismo. En últimas, se pone en evidencia la falta de congruencia jurisprudencial, al
menos en términos conceptuales y teóricos.
61

BIBLIOGRAFÍA

- Código de procedimiento penal


- Código penal colombiano
- Constitución política de Colombia
- Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal No. 09, Febrero 3 de 1994. M .
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- Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal No. 6527, A gosto 4 de 1992. M .
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- Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal No. 14389, Noviembre 13 de
2001. M . P.: Dr. Jorge Córdoba Poveda.
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- Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal No. 22941, Abril 20 de 2006. M .
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Ed. Bogotá: Temis, 2002.
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