Historia de La Iniciación Cristiana
Historia de La Iniciación Cristiana
Historia de La Iniciación Cristiana
En la parte histórica, los dos capítulos de la tesis tratan la IC desde sus orígenes hasta la
liturgia romana clásica y en las otras liturgias occidentales y luego desde la Edad Media hasta
nuestros días y en América Latina y en Argentina.
1.2. Fuentes romanas para el estudio de la IC Junto a los datos neotestamentarios, existen para
el estudio de la IC diversas fuentes, tanto en Oriente cuanto en Occidente. En mi tesis sólo me
he limitado al estudio de Occidente. No abordo aquí el tema en el Nuevo Testamento ni en la
Didajé, vinculada a los escritos neotestamentarios. Tampoco lo hago con la primera fuente
romana: San Justino ni con el importante aunque muy conocido testimonio de la Tradición
Apostólica (215), atribuida a San Hipólito de Roma. Acerca de la iniciación en otros cultos
puede verse entre otros. Durante el S. V comienza un cambio con respecto al sistema de la
iniciación cristiana que la Iglesia había adoptado en los siglos anteriores. Una fuente
importante del este siglo es la carta del papa Inocencio I al obispo de Gubbio. Igualmente se
encuentran elementos en San León Magno, San Gelasio y posteriormente en San Gregorio
Magno. Son particurlamente importantes tres fuentes litúrgicas romanas: la carta de Juan el
diácono a Senario, el sacramentario Gelasiano Vetus (GeV) y el Ordo Romanus XI. Como
principal nexo entre la Tradición Apostólica (S.III) y el sacramentario Gelasiano Vetus (S.VIVII),
la Carta de Juan el diácono a Senario (Roma, inicio del S. VI) contiene la explicación de varios
ritos y permite reconstruir parcialmente el ritual de la IC de esa época. Con respecto a los
destinatarios, el autor dice que “estas cosas se hacen “también” con los niños, que todavía
nada entienden a causa de su misma edad”. En cambio, el ritual del GeV estaba organizado
exclusivamente para niños. Esto implica una etapa de transición. En efecto, de los rituales del
sacramentario antes citado el estrato más antiguo coincide –en términos generales– con el
ritual descrito en la Carta “Ad Senarium”. Este ritual aporta a la tradición litúrgica la rica
eucología para la celebración de la IC. Este documento distingue dos unciones hechas con el
crisma: una unción hecha por el presbítero sobre el vértice de la cabeza (unción post-
bautismal) y otra unción hecha por el obispo sobre la frente: el sacramento de la Confirmación.
V. Saxer afirma –en continuidad con R. Cabié– que este texto es uno de los más antiguos que
se pueda considerar a favor de la aparición del rito de la Confirmación como sacramento
autónomo y reservado al obispo. Esta enseñanza del papa Inocencio I tendrá gran influjo en
Occidente. El GeV habla del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía (GeV 444-452). Habla de
dos unciones: una presbiteral (“in cerebro”) y la otra episcopal (“in fronte”). Finalmente, el
Ordo Romanus XI, cercano cronológicamente al GeV, nos sitúa en la práctica romana propia
del S.VII, o quizá incluso de la segunda mitad del S. VI, en la cual se había hecho habitual el
Bautismo en la edad infantil. El rito bautismal conserva la estructura y el itinerario, mantenido
a través de los diversos escrutinios cuaresmales, propio del Bautismo de los adultos. Ha
trasladado los escrutinios de los domingos III, IV y V de Cuaresma al transcurso de la semana y
los ha aumentado a siete. Respecto de la IC enumera los tres sacramentos celebrados en la
vigilia pascual. En conclusión, podemos ver que durante estos primeros siglos en Roma la IC ha
tenido en un primer momento como destinatarios a los adultos (sin exclusión de los niños) y
luego ha crecido la IC de los niños. Los documentos analizados nos permiten ver el orden y la
unidad de los sacramentos, aunque algunos de ellos: las cartas de Inocencio y Gelasio y,
probablemente la carta de Juan el diácono, nos permiten pensar en la Confirmación como rito
autónomo pero siempre reservada al obispo. Esto no indicaría posponerla a la primera
Comunión. El tiempo de Cuaresma es ciertamente el tiempo por antonomasia para la
preparación próxima de la iniciación mientras que el Sábado Santo lo es para la preparación
inmediata y la Vigilia pascual para la administración de los sacramentos. No obstante, esta
fecha es siempre conveniente y no absolutamente necesaria.
1.3. La iniciación cristiana en las otras iglesias occidentales. Pablo VI afirma que testimonios
muy antiguos sobre el sacramento de la Confirmación “se hallan contenidos tanto en los
documentos litúrgicos (...) como en muchos testimonios de los Padres”1 y sitúan a ésta entre
el Bautismo y la Confirmación. Este valioso texto ha sido tomado como premisa para esta
argumentación. De hecho, el mismo Pablo VI cita en dos notas de la Constitución Divinae
Consortium Naturae, además de San Hipólito y los sacramentarios Gelasiano Vetus y
Gregoriano Hadriano (de la tradición romana), a San Ambrosio, Tertuliano, libros litúrgicos de
la tradición hispánica y galicana y otros libros litúrgicos romanos-galicanos. Estas y otras
fuentes han sido estudiadas en la tesis. Como ejemplo, cito a San Agustín, San Cesáreo de
Arlés, San Isidoro de Sevilla, San Idelfonso de Toledo, etc.
1.4. Desde la Edad Media hasta la actualidad Al esplendor de la patrística, le sigue la progresiva
sistematización teológica, que encuentra su expresión en los teólogos medievales,
especialmente Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura y luego la recepción de la reflexión
teológica (especialmente tomista) en los concilios de Florencia y Trento. En el S. XI se
generalizó la praxis del Bautismo de neonatos, lo cual provocó una reorganización de la IC. En
el S. XIII se separa la Confirmación del Bautismo como norma habitual y la Eucaristía exige
tener uso de razón para recibirla: la Confirmación se celebra apenas pasa el obispo, sin tener
en cuenta la edad y la Eucaristía apenas llegados a la edad de la discreción. Esto último se debe
a la prescripción de la comunión anual del Concilio Lateranense IV (1215), el cual pide a los
fieles que se acerquen a la Eucaristía al menos por Pascua, desde que hayan llegado “ad annos
discretionis”.11 En el Pontifical Romano del S. XIII, la Confirmación aparece ya separada del
Bautismo no sólo en la praxis sino también en los mismos rituales. 10. PABLO VI, Constitución
Divinae Consortium Naturae, en CEA, Ritual Romano de los Sacramentos: Ritual de la
Confirmación, 456-457. 11. IV Concilio de Letrán can.21, en H. DENZINGER – P. HÜNERMANN,
El magisterio de la iglesia, n° 812, 361. Durante el S. XVI, en el ámbito catequístico y litúrgico,
el gran fruto del Concilio de Trento fue la publicación del Catecismo Romano y de los libros
litúrgicos para las distintas celebraciones. El Catechismus ad parochos, promulgado en 1566
por San Pío V, fijó la edad para administrar la Confirmación en el uso de la razón, es decir que
la praxis del lateranense para la edad de la primera Comunión, ahora lo es también para la
Confirmación: la edad de la discreción. Durante el S. XVIII, en Francia, concretamente en
Toulon, se posterga la Confirmación para después de la primera Comunión. Este cambio del
orden tradicional de los sacramentos se verificó en 1748, como lo atestiguan las “Instructions
sur le Rituel”12 promulgada por el obispo de esa sede, Louis Albert Joly de Choin. El
mencionado Ritual establecía como regla que los catequizandos no fueran confirmados sino
después de recibir su primera Comunión. Respecto a este cambio R. Cabié afirma que “la
Confirmación se celebró en el pasado a menudo después de la primera comunión, pero era
únicamente por razones prácticas, debido a la ausencia del obispo; en principio la Eucaristía
era cumbre de la iniciación, como lo es del organismo sacramental”.13 A partir de la primera
mitad del S. XIX se difunde en Francia esta costumbre. Así lo decidieron diversos concilios
provinciales durante la segunda mitad de ese siglo, es decir confirmar después de la primera
Comunión o en el mismo año. La misma determinación se toma en tres diócesis erigidas en ese
momento (La Reunión – Martinica y Guadalupe), pero una intervención romana (1854)
procuró la recuperación del orden tradicional procurando impedir la extensión del uso
tolerado en las diócesis francesas. Igualmente, en Francia se inició un movimiento en la
dirección deseada por Roma, cuando Mons. Robert, arzobispo de Marsella, decidió administrar
la Confirmación antes de la Comunión. León XIII mediante la carta Abrogata14 Revista Teología
• Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 53 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO
PROGRESIVO DE CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] 12. L. A. JOLY DE CHOIN, Instructions
sur le Rituel. Nouvelle édition, augmentée de notes nombreuses et intéressantes par M.
GOUSSET, París-Besancon, 1826. 13. R. CABIÉ, “La iniciación cristiana”, en A. MARTIMORT
(ed.), La Iglesia en oración. Introducción a la liturgia, (nueva edición actualizada y aumentada),
Barcelona, Herder, 1992, 639. 14. A. LAMERI, “Il sacramento della Confermazione, Evoluzione
storica della prassi sacramentale dell’iniziazione cristiana e criteri teologico-pastorali circa la
scelta dell’età di conferimento”, en: Rivista Liturgica, Diventare cristiani oggi: tra realtà, attese
e sfide (1/2004), 93-94. Cf. también el libro de Pietro Muroni donde el autor realiza un extenso
análisis de la epístola Abrogata de Léon XIII, P. MURONI, L’ ordine dei sacramenti dell’
iniziazione cristiana, 359-366. También se puede con- dirigida al mencionado arzobispo (1897)
y de acuerdo con él, recuerda la práctica tradicional: Confirmación y luego Eucaristía. En 1910,
San Pío X, mediante el decreto Quam Singulari15 “sobre la edad de los niños para ser
admitidos por primera vez en la Eucaristía”, no intenta modificar el orden de los sacramentos
sino que adelanta la primera Comunión para la edad de la discreción, es decir alrededor de los
siete años. Pocos años después, el Código de Derecho Canónico del año 1917 mantiene el
orden tradicional. Una consulta hecha a la Sagrada Congregación para los sacramentos y una
instrucción de ésta como respuesta, “autorizaba administrar la Confirmación de manera
excepcional, cuando no era posible actuar de otro modo, después de la primera Comunión”.16
Tanto las intervenciones de León XIII y San Pío X como la afirmación del CIC (1917) y la
intervención de la Sagrada Congregación para los sacramentos (1932) se sitúan, además, en el
marco del Movimiento litúrgico.17 En el S. XX y, en relación a la concepción de la IC, se
replantea la reflexión sobre la Confirmación. En relación a este sacramento, los temas más
discutidos han sido la ubicación de la misma en la IC y la edad para la administración de la
misma. La problemática en relación a la IC entró en el aula conciliar de manos del esquema
sobre liturgia. Una de las novedades ejemplares de la Sacrosanctum Concilium es la decisión
de restablecer el catecumenado de los adultos. Después de esta determinación conciliar se
inicia el camino que lleva a la composición de un nuevo Rito de la iniciación cristiana de
adultos (1972). También ha sido tratado el tema en el ámbito de la actividad misionera de la
Iglesia. En efecto, en Ad Gentes 14 no es difícil observar las resonancias del catecumenado de
los primeros siglos. Los documentos conciliares18 hablan de la IC en el sentido tradicional.
Igualmente, en la 54 Revista Teología • Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 MARIO
ALBERTO HALLER sultar P. TURNER, PAUL, “Benedict XVI and the sequence of the sacraments
of initiation”, Worship 82 (2008) n. 2, 132-140. 15. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA
DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Decreto “Quam singulari”, en: E. PARDO (ed.),
Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De San Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos,
Monte Carmelo, 2006, 38-42. 16. R. MINNERATH, “El orden de los sacramentos de la iniciación
cristiana. Reflexiones sobre la exhortación apostólica postsinodal «Sacramentum Caritatis»”,
en: OR N° 35, 31 de Agosto de 2007. 17. En la tesis se han considerado los aportes de L.
Duchesne, L. Beauduin y Odo Casel, aunque aquí los omitimos. 18. CEE, La iniciación cristiana,
Reflexiones y orientaciones, Madrid 1998, 43-44. Aquí se sintetizan distintos documentos
conciliares y post-conciliares en tres párrafos, muy ricos en contenidos. época post-conciliar,
tanto los libros litúrgicos emanados de la reforma conciliar cuanto el Código de Derecho
Canónico de 1983 como el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC), publicado primeramente en
1992 y luego en 1997, mantienen el orden tradicional. 1.5. La IC en América Latina y en
Argentina Una presentación de la IC en América Latina y en Argentina requiere tener presente
la simultaneidad de los hechos con lo sucedido durante la época que va aproximadamente
desde Trento hasta nuestros días. Aunque se trate de un tema no sólo importante sino muy
interesante, no lo puedo abordar aquí. Es un período que va desde la primera evangelización,
pasando por los concilios regionales (especialmente el limense III –con notable influjo en
nuestros territorios–) y el Concilio Plenario para América Latina (1899) hasta las conferencias
generales del episcopado latinoamericano de la segunda parte del S. XX: (Río de Janeiro,
Medellín, Puebla, Santo Domingo) y la reciente conferencia de Aparecida, ya en el tercer
milenio. Esta última habla no sólo de la IC sino también de la catequesis permanente. En
efecto, afirma que “se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de IC
(…) Así, asumiremos el desafío de una nueva evangelización, a la que hemos sido
reiteradamente convocados”.19 En referencia a Argentina y concretamente desde una
perspectiva regional, y casi como un dato histórico sintomático, he visto cómo en Entre Ríos ya
en la época independentista (y como fruto de la no resuelta cuestión del patronato), la
Confirmación no se haya administrado durante más de cuarenta años. Sencillamente, dicho
sacramento ha estado ligado por principio y de hecho al obispo y en consecuencia, no cabía
preguntarse acerca de la edad sino “aprovechar” la presencia de un obispo o delegado suyo
para recibir el sacramento mencionado. Durante el S. XX junto a la praxis de continuar
administrando los sacramentos según el orden tradicional ha ido “in crescendo” la praxis de
posponer la Confirmación después de la Comunión. Como Revista Teología • Tomo LIV • Nº
122 • Mayo 2017: 47-67 55 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO PROGRESIVO DE
CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] 19. CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO
LATINOAMERICANO, Documento de la Va Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano (Aparecida: 2007), 287. contrapartida al último hecho señalado, algunos
obispos en las últimas décadas del mencionado siglo y otros al inicio del tercer milenio
restablecen el orden tradicional. En Entre Ríos y para la arquidiócesis de Paraná lo hizo el
entonces arzobispo Mons. E. Karlic. En efecto, ha implementado el re-ordenamiento de los
sacramentos de IC, es decir Bautismo, Confirmación y Primera Comunión en el año 1997.20 En
2003, su sucesor Mons. M. Maulión, luego de una evaluación general de la catequesis y del
proceso del re-ordenamiento promulga mediante decreto la continuidad del mismo en la
arquidiócesis de Paraná.21 Además, existen otras iglesias particulares de Argentina en la
actualidad que también han incorporado el orden tradicional: La Plata, Santa Fe, San Miguel,
Mar del Plata, etc. 2. Aproximación teológica a la IC En la segunda parte de la tesis, luego del
artículo dedicado al estudio de la IC en la época conciliar (antes, durante y después del Concilio
Vaticano II), se la estudia en los rituales y en la eucología22 de algunos libros litúrgicos
reformados, especialmente el Misal Romano. Luego, se trata acerca de la reflexión teológica
sobre la IC en algunos autores y finalmente se trata del tema de la unidad y el orden de la IC y
la reflexión sobre la Eucaristía como culminación de la misma. Actualmente, crece la
conciencia de la unidad e incluso del orden de los sacramentos de la IC y la conciencia de la
unidad de los aspectos catequísticos y litúrgicos, también en la praxis con niños aunque
inspirada en la propuesta del RICA. 56 Revista Teología • Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-
67 MARIO ALBERTO HALLER 20. Cf. Boletín del Arzobispado de Paraná (Nº68), Decreto 94/97,
“Hacia un cambio fundamental en la vida litúrgica de Paraná, septiembre de 1998, 37-42. Cabe
destacar que Mons. Karlic a su vez se inspira en idéntica decisión del obispo de Salford, luego
Arzobispo de Liverpool (Inglaterra), Mons. P. Kelly. 21. M. MAULIÓN, Decreto 22/05 del
Arzobispo de Paraná. 22. Como se sabe, la lex orandi supone la lex credendi, es decir la oración
de la Iglesia contiene lo que la iglesia cree. En consecuencia, los textos eucológicos permiten
también adentrarnos en el tema ya que la lex orandi contiene valiosas afirmaciones sea en la
eucología menor sea en las plegarias eucarísticas del Misal Romano, especialmente en los
prefacios de las Misas rituales de los sacramentos de la IC. Existe también otro prefacio
vinculado al tema: que se encuentra en el Misal para las Misas de la Virgen María. Es el
prefacio La función de la Virgen María en los sacramentos de la iniciación cristiana y ha sido
explicado en la tesis. 2.1. La iniciación cristiana en el magisterio pontificio post-conciliar Juan
Pablo II en la exhortación apostólica Ecclesia in America señala que “mientras el Bautismo y la
Confirmación tienen la función de iniciar e introducir en la vida propia de la Iglesia, no siendo
repetibles” (EA 35), la Eucaristía no sólo culmina la IC sino que continúa siendo el centro vivo
permanente en torno al cual se congrega toda la comunidad eclesial, ya que es “el lugar
privilegiado para el encuentro con Cristo vivo” (EA 35). Asimismo, en 1987, el papa polaco
invitó a un grupo de obispos franceses a considerar la Confirmación “como parte integrante de
la IC, y no como un suplemento facultativo” y “sobre todo (…) evitar el reservarla para una
élite”.23 También, en una catequesis sobre este sacramento afirma que el redescubrimiento
de la presencia del Espíritu Santo impulsa a dirigir una atención particular al sacramento de la
Confirmación y expresa que el vínculo inseparable que existe entre la Pascua de Jesucristo y la
efusión pentecostal del Espíritu Santo se expresa en la íntima relación que une los
sacramentos del Bautismo y la Confirmación. Luego, dice que “el hecho de que en los primeros
siglos la Confirmación constituía en general una única celebración con el Bautismo, formando
con éste según la expresión de San Cipriano, un sacramento doble (CEC 1290), manifiesta ese
estrecho vínculo”. Concluye, finalmente afirmando que “esa práctica se ha conservado hasta
hoy en Oriente, mientras que en Occidente, por múltiples causas, se ha consolidado la
celebración sucesiva, y también normalmente distanciada, de los dos sacramentos”.24 Como
fruto del Sínodo de los obispos sobre la Eucaristía (2005), Benedicto XVI publica en el año 2007
la exhortación apostólica SCa. en la cual dedica tres números a los sacramentos de la
iniciación. Es allí donde afirma que “nunca debemos olvidar que somos bautizados y
confirmados en orden a la Eucaristía. Esto requiere el esfuerzo de favorecer en la acción
pastoral una comprensión más unitaria del proceso de iniciación cristiana”.25 Además, afirma
que “es necesario prestar atención al tema del orden de los sacramentos de la iniciación” y
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ITINERARIO PROGRESIVO DE CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] 23. JUAN PABLO II, Los
sacramentos en la vida y la misión de la Iglesia y en cada uno de sus miembros, Alocución a los
obispos del sur de Francia en visita “ad limina apostolorum”, en L’Osservatore Romano (1987),
4 de octubre, 9. 24. JUAN PABLO II, Audiencia del 30.9.1998 [en línea]
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii /audiences/1998/documents/hf_jp-
ii_aud_30091998_sp.html [consulta: 3 de septiembre 2013] 25. SCa. 17 añade que
“concretamente, es necesario verificar qué praxis puede efectivamente ayudar mejor a los
fieles a poner de relieve el sacramento de la Eucaristía como aquello a lo que tiende toda la
iniciación”.26 2.2. Autores estudiados En la tesis he analizado algunos textos de Henri
Bourgeois, Dionisio Borobio y Pierpaolo Caspani. La principal obra estudiada de Henri
Bourgeois es su libro Teología catecumenal y dentro de ésta el tercer capítulo de la misma,
titulado Iniciación y Cristianismo27 y un aspecto importante dentro de este capítulo es el tema
del lugar de la Confirmación en la IC.28 Remito al lector sea a la lectura de esta obra sea a la
presentación hecha del argumento en mi tesis. Lo mismo hago con el segundo autor
estudiado, es decir Dionisio Borobio quien trata el tema de la IC en varias de sus obras. De
hecho, es el mismo D. Borobio que expresa su propia postura en uno de sus artículos.29 El
tercer autor analizado es P. Caspani.30 Este autor afirma que cristiano no se hace, se es hecho,
es decir somos hechos cristianos por Dios, a través de ritos sacramentales. En este sentido la
categoría de iniciación cristiana no tiene la función de reclamar la función procesual del llegar
a ser cristiano sino que designa el momento sacramental fundante. Pero eso no significa
excluir el acto de fe ya que afirmar que somos iniciados por los sacramentos no significa excluir
la fe de la dinámica de la iniciación; de hecho no se puede hablar de sacramentos sin por eso
mismo implicar la fe.31 P. Caspani no niega la importancia 58 Revista Teología • Tomo LIV • Nº
122 • Mayo 2017: 47-67 MARIO ALBERTO HALLER 26. Ibid., 18 27. Cf. H. BOURGEOIS, Teologia
catecumenal, Barcelona, Centre de Pastoral litúrgica, 2007, 121-193. 28. El autor ha publicado
un artículo específico para tratar este tema. H. BOURGEOIS, “La place de la confirmation dans
l’initiation chrétienne”, Nouvelle Revue théologique (NRT 115/4), 1993, 516-542. 29. D.
BOROBIO, La iniciación cristiana en perspectiva ecuménica, Barcelona, Centre de Pastoral
Litúrgica, Phase v 213, 1996, 197-231: 230-231 30. Sacerdote nacido en Milán, pertenece a la
Iglesia ambrosiana. Ha obtenido la tesis doctoral en la Facultad de Teología de Italia
septentrional y es profesor en el Seminario de Milán. La dissertatio de su tesis doctoral se
titula La pertinenza teologica della nozione di iniziazione cristiana, realizada en el año 1999 en
Milán. Considero esta obra como la principal aunque no sea la única ya que tiene otras: libros,
artículos, etc. 31. P. CASPANI, La pertinenza teologica della nozione di iniziazione cristiana
(Dissertatio – Series Mediolanensis 7), Milano, Glossa, 1999, 884 del itinerario catecumenal
sino que afirma que éste pretende hacer que el creyente se disponga a ser iniciado –hecho
cristiano– a través de un acto gratuito de Dios en la acción sacramental de la Iglesia. 2.3.
Unidad y orden de la iniciación cristiana R. Minnerath, arzobispo de Dijon, expresó que en el
Sínodo sobre la Eucaristía, se “escuchó con gran interés el testimonio de los padres orientales,
que han permanecido fieles a la praxis de la Iglesia antigua de conferir los tres sacramentos de
iniciación juntos y en el mismo orden también a los niños”.32 En relación a este tema, Santo
Tomás explica la prioridad absoluta de la Eucaristía porque ella contiene a Cristo mismo en su
pasión redentora y, en consecuencia, los otros sacramentos se ordenan a la Eucaristía como a
su fin, y encuentran su consumación en ella.33 El Card. E. Karlic afirma que “esta es la unidad y
el orden que debemos recuperar como ideal al cual tender, haciendo que el misterio aparezca
en el esplendor de su riqueza y así despliegue mejor su eficacia salvadora en la vida
pastoral”.34 De hecho, para subrayar la unidad de los sacramentos de la iniRevista Teología •
Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 59 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO
PROGRESIVO DE CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] 32. R. MINNERATH, “El orden de los
sacramentos…”, 4. 33. Santo Tomás habla de los sacramentos como un “organismo
sacramental” observando que la vida espiritual guarda cierta semejanza con la vida corporal y,
en relación a los sacramentos de la iniciación cristiana, afirma que a la generación, crecimiento
y nutrición en el orden natural les corresponden el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía en
la vida espiritual (ST III, 65,1). En la Confirmación, se perfecciona el Bautismo concediéndose
un nuevo don del Espíritu Santo, que hace que los bautizados lleguen a la “mayoría de edad”.
En relación a la Eucaristía como culminación, Santo Tomás afirma que “el Bautismo es principio
de la vida espiritual y puerta de los sacramentos, mientras que la Eucaristía es coronación de la
vida espiritual y fin de todos los sacramentos, ya que la santificación que éstos nos comunican
nos preparan para recibirla o para consagrarla”. (ST III, 73,3). Inmediatamente, añade que “la
recepción del Bautismo es indispensable para incoar la vida espiritual, mientras que la
Eucaristía es indispensable para culminarla. Pero no es indispensable recibirla de hecho. Es
suficiente tenerla con el deseo, como con el deseo o la intención se tiene el fin”. (ST III, 73,3).
Continúa señalando que “la otra diferencia está en que por el Bautismo el hombre se ordena a
la Eucaristía. De ahí que, por el mismo hecho de que los niños se bautizan, están orientados
por la Iglesia hacia la Eucaristía. Por consiguiente, de la misma manera que cree con la fe de la
Iglesia, así con la intención de la Iglesia desean la Eucaristía, y, por ende reciben la cosa
significada por ella”. (ST III, 73,3). Además, al considerar la Eucaristía como sacramento por
excelencia, es necesario verla en relación a los otros sacramentos, ya que éstos se ordenan a la
Eucaristía como a su fin, ya que la Eucaristía es el más importante de todos los sacramentos (ST
III, 65,3). 34. E. KARLIC, Iniciación cristiana: “Palabra y Sacramento”. Conferencia en el ENADIR
ciación cristiana, varios autores35 hablan del “gran sacramento de la iniciación cristiana”.
Ciertamente, se usa el concepto sacramento en sentido analógico semejante al uso del mismo
concepto aplicado a la Iglesia. F. Esparafita afirma: “Esta visión integral de la iniciación abarca
la evangelización y las diversas formas del ministerio de la Palabra en orden a suscitar la
conversión y la fe de los catecúmenos y de los fieles. Esta mirada global e integradora que
tiene su fundamento en el Nuevo Testamento, en los Santos Padres y en la liturgia de los
primeros siglos nos permite reconocer que la celebración de los sacramentos es sin duda el
momento descollante, el de una expresividad deslumbrante, que a la vez requiere de un
proceso de preparación – catecumenado– y de una etapa de asimilación –mistagogia–. Es
fundamental, a nuestro entender, superar el aislacionismo doctrinal y pastoral con que han
sido tratados los sacramentos de la iniciación y procurar ofrecer una mirada articulada por la
interrelación mutua de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía, sin
olvidar que esta última y sólo ella, es el culmen de este proceso”.36 2.4. La IC como
participación en la Pascua de Jesús e incorporación a la Iglesia En el RICA se afirma que “es
conveniente que toda la iniciación esté marcada por el carácter pascual, ya que la iniciación de
los cristianos no es otra cosa que la primera participación sacramental en la Muerte y
Resurrección de Cristo” (n° 8) En este camino de configuración con Cristo, el Bautismo nos
sumerge en la vida nueva de hijos en el Hijo, la Confirmación, por el don del Espíritu Santo nos
configura más perfectamente con Cristo 60 Revista Teología • Tomo LIV • Nº 122 • Mayo
2017: 47-67 MARIO ALBERTO HALLER (Encuentro Nacional de Directores) organizado por la
Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina,
Cosquín (Córdoba) 24 al 27 de Octubre de 2008. De ahora en adelante, citaré palabras de esta
conferencia digitalizada pero no publicada, salvo en una sola nota distinta, proveniente de otra
fuente. 35. Cf. A. NOCENT, La reforma litúrgica. Una relectura, Bilbao, Ediciones EGA, 1993, 57;
J. ALDAZÁBAL, Recensión de D. BOROBIO, La iniciación cristiana, en: Phase, vol. 214 (1996),
349; I. OÑATIBIA, Bautismo y Confirmación, Madrid, BAC, 2000, 3-12; A. FRANQUESA, “El gran
sacramento de la iniciación cristiana”, en: Phase 30, 1990, 185-209: 186; F. ESPARAFITA, “El
gran sacramento de la iniciación cristiana” (Tesis de licenciatura: trabajo inédito), Buenos
Aires, Facultad de Teología, 2005. 36. F. ESPARAFITA, ¿Qué entendemos por iniciación
cristiana?, [en línea] http://www.catequista.org/jornadas/ senac/catei006.php. [Consulta: 23
de abril 2011] y por la Eucaristía nos identificamos plenamente con Él: participando de su
sacrificio, nos ofrecemos con Él al Padre y comiendo su Cuerpo y su Sangre pregustamos el
banquete celestial. Cada uno de los sacramentos de la iniciación cristiana expresa una
progresiva profundización en este misterio. En consecuencia, bautizarse es injertarse en la
persona de Cristo, muerto, sepultado y resucitado, comenzando así un proceso de
configuración sacramental y vital con Él, que se perfeccionará con la Confirmación y que
alcanzará su culmen en la Eucaristía. La Iglesia, como misterio sacramental, es signo e
instrumento de la presencia de Cristo glorioso, operante en los sacramentos particulares, y de
forma absolutamente única, en el sacramento de la Eucaristía. Cristo glorioso, Cabeza de su
Cuerpo Místico, lo anima permanentemente con su Espíritu. La iniciación cristiana, acto de
Cristo glorioso que nos incorpora a su misterio, es también acto de la iglesia, que nos asume a
su misterio al hacernos miembros de Cristo. La Iglesia no es otra realidad que Cristo místico.
No hay un antes y un después temporal entre ser incorporados a Cristo y ser incorporados a la
Iglesia: somos Iglesia porque somos miembros de Cristo. Cristo Cabeza y los cristianos sus
miembros, constituimos la Iglesia, el Cristo total. La progresiva configuración con Cristo se
expresa por la gradual incorporación a su Iglesia y se celebra en la secuencia sacramental de la
IC. La salvación en Cristo no es sólo “intramundana” sino que tiene una dimensión
escatológica, ya que los fieles al participar en el misterio pascual de Cristo (muerto, sepultado
y resucitado) anticipan su futura condición, ya que Cristo ha entrado, con su humanidad en la
gloria divina y en Él se tiene ya el estado final. En consecuencia, participar sacramentalmente
del Cristo pascual constituye el “germen” de nuestra salvación definitiva. La gracia no es simple
medio para alcanzar el fin, es ya el fin incoado. Ambas realidades, gracia y gloria, consisten en
lo mismo: en la comunión con Cristo. Por los sacramentos alcanzamos esta íntima unión con Él
y vamos conformando nuestra vida con la suya. La iniciación cristiana es participación en la
resurrección de Cristo y anticipa al iniciado aquel momento glorioso en que toda la creación
será recapitulada en Cristo, aquel momento final en que Cristo será todo en todos. Revista
Teología • Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 61 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO
PROGRESIVO DE CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] 62 Revista Teología • Tomo LIV • Nº
122 • Mayo 2017: 47-67 MARIO ALBERTO HALLER 2.5. La Eucaristía como culminación de la
iniciación cristiana E. Karlic afirma –siguiendo a Santo Tomás– “que la Eucaristía es causa final
porque influye como fin, que está en el deseo del que se bautiza o, cuando el bautizado es un
infante, en el deseo de la Iglesia”. Es en la Eucaristía cuando se hace perfecta la comunicación
y participación del misterio de la redención ya que la Eucaristía es el sacramento que obtiene
la máxima identificación con Cristo porque es la presentificación del sacrificio redentor del
Señor. Además, en la Eucaristía no se puede pretender en modo alguno comulgar
exclusivamente con Jesús. Él que comulga con él, comulga necesariamente con todos los
hermanos, que se han convertido en miembros de un único cuerpo. Tal es el alcance del
misterio de Cristo: Cabeza y Cuerpo. Una expresión del mencionado autor –en relación a la IC
de los niños– resume admirablemente este argumento: “El niño, ordenado al encuentro
personal con Cristo para ser en Él hijo de Dios Padre, está, por eso mismo, ordenado a ser
miembro de la Iglesia, Cuerpo Místico del Señor. Ser de Cristo es ser de la Iglesia, sin que haya
un antes y un después temporal. Esta incorporación acontece por la fe y los sacramentos de la
iniciación cristiana, la cual constituye una unidad litúrgica en tres etapas sacramentales:
Bautismo, Confirmación y Eucaristía. La Eucaristía es la culminación de la iniciación porque
lleva a la plena participación de Cristo en su Misterio pascual”.37 V. Fernández afirma que “si
la Eucaristía es la plenitud de la «iniciación» cristiana, (…), entonces la Confirmación debería
administrarse antes de ella”. Luego, añade que “administrar la Eucaristía antes de la
Confirmación no responde nítidamente al sentido y a la belleza de esta orientación”.38
Finalmente, reflexionar sobre este tema implica considerar al “sacramento de los
sacramentos” como la culminación de la IC39 no 37. E. KARLIC, “El niño en el seno materno y la
iniciación cristiana”, en J. MIMEAULT – S. ZAMBONI – A. CHENDI (edd.), Nella luce del Figlio.
Scritti in onore di Réal Tremblay nel suo 70 genetliaco, Bologna, EDB, 2011, 482. 38. V.
FERNÁNDEZ, Una edad para el Espíritu, Actualidad Pastoral Nº 254-255, Buenos Aires, 1999,
59-60. 39. En mi trabajo no he tomado el tema de la IC en el Oriente cristiano. No obstante y,
sin entrar en sentido propio en el tema, creo pertinente una referencia a la teología
sacramental de sólo en sentido temporal sino intentar “adentrarnos” en la comprensión de la
Eucaristía como “forma de la vida cristiana” y, en consecuencia, cumbre de todo el organismo
sacramental y de toda la vida de la Iglesia. La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida de la
Iglesia, es el don por excelencia de Cristo a la Iglesia, don de sí mismo, de su persona, de su
obra salvadora, es actualización de la obra de Cristo. Es posible hablar de una forma eucarística
de la vida cristiana y de la Eucaristía como principio que configura la existencia cristiana a
causa de la centralidad de este sacramento en la vida eclesial. En conclusión, la Eucaristía tiene
una forma intrínsecamente pascual: no sólo porque es actualización de dicho Misterio sino
porque en ella Cristo mismo está salvando hoy, es decir es Cristo mismo en su Pascua. Y el
Misterio pascual no es un acto más en la vida del Señor sino el gran acontecimiento como
punto culminante de la existencia de Jesús. Quien comulga se inserta en la dinámica pascual
de Jesucristo que elige libremente entregarse por amor; en efecto, quien comulga es
conformado sacramentalmente pero realmente al Cristo pascual. El sacramento nos hace
contemporáneos a aquel momento decisivo de nuestra historia de la salvación. En la Eucaristía
permanece siempre actual el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre; se trata de
un único sacrificio distinguiendo entre acontecimiento y Revista Teología • Tomo LIV • Nº 122
• Mayo 2017: 47-67 63 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO PROGRESIVO DE
CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] Nicolás Cabasilas, teólogo bizantino (S. XIV). “Si
Cabasilas ocupa un lugar singular en la teología bizantina, es ante todo por su doctrina
sacramental. Ningún otro ha prestado semejante atención a los sacramentos. Se podría
designar su «vida en Cristo» como un tratado de los sacramentos”. I. IPITERIS, “La santidad de
la Iglesia en la comprensión de las Iglesias de Oriente según Nicolás Cabasilas”, en: AA. VV.
Santidad de la Iglesia, Buenos Aires, Communio, Revista católica internacional, Año 21 n° 1
(edición argentina), 2014, 11-28:18. En efecto, su obra La vida en Cristo presenta la vida
espiritual como una vida de unión con Cristo que se nos comunica por medio de los
sacramentos: cristificación y deificación. Esta vida es obra de la gracia divina pero exige, sin
embargo, una cooperación humana: la buena voluntad que se somete a la gracia. En Oriente
se garantiza la unidad y el orden de los sacramentos de la iniciación cristiana: renacido en
Cristo, confirmado por la fuerza del Espíritu Santo, acogido en el cuerpo de Cristo que es la
Iglesia, naturalmente el nuevo bautizado se acerca o es llevado a la mesa de vida en la
comunión de los santos dones del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que la Iglesia dispensa en la
celebración de la divina liturgia. De ese modo, el creyente hace suya la vida de Cristo por
medio de los sacramentos y la Eucaristía es la culminación de la divinización del cristiano ya
que Cristo está presente en todos los sacramentos “pero en la Eucaristía esta presencia es tan
realística y configuradora que transforma a los creyentes en su propio ser”. Ibíd, 23. En
consecuencia, el Bautismo y la Confirmación “no pueden sin la Eucaristía introducir
plenamente en la vida cristiana; y ella obra más allá de su introducción”. Ibíd. 23. Además, “el
cristiano, que en la Eucaristía se hace uno con Cristo, debe reflejar lo que ha llegado a
participar en la vida de todos los días”. Ibíd. 26. Este último modo de concebir la Eucaristía se
puede relacionar con lo que Benedicto XVI llama la “forma eucarística” de la vida cristiana.
sacramento; se trata de la actualización y ofrenda sacramental del único sacrificio. El
sacramento nos hace contemporáneos al evento de nuestra salvación, es en consecuencia, una
invitación a hacernos contemporáneos al acontecimiento conmemorado. Esto es lo que está
llamado a vivir quien recibe la Eucaristía, plenitud de la iniciación cristiana: su misma existencia
cobra una forma eucarística, es decir pascual, al ser injertado en el Misterio pascual del Señor
se ha transformado en parte de los suyos y por lo tanto debe reproducir en sí mismo aquello
que es. 3. Pastoral de la IC Finalmente, la tercera parte de la tesis está dedicada a la pastoral
de la IC. Se considera a la misma en el contexto de la nueva evangelización, tratando
sucesivamente los destinatarios (los adultos y los niños) y los agentes de la misma (la familia y
la parroquia) recordando que la IC de adultos es el modelo paradigmático de todo itinerario
iniciático y, en consecuencia, de la IC de niños con sus variantes y opciones pastorales.
También y, aunque brevemente, trato el tema de su inserción en el año litúrgico considerado
el marco de referencia de todas las acciones catequéticas y sacramentales de la iniciación y
subrayando la importancia del domingo como Pascua semanal y día de la IC por excelencia.
Finalmente, he intentado algunas pautas orientadoras para la IC de niños sea para el período
de la infancia sea para el período de la niñez. 3.1. La iniciación cristiana en los rituales De
acuerdo a los rituales existen distintos modos de iniciación. De hecho, el modo más común en
nuestra realidad pastoral consiste en bautizar a los infantes dejando para la niñez y en algunos
casos para la adolescencia los otros dos sacramentos de iniciación a los que se accede a través
de una preparación catequística previa. El segundo modo es la IC de personas no bautizadas
(niños, adolescentes, jóvenes o adultos) que se realiza por medio de un cate64 Revista
Teología • Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 MARIO ALBERTO HALLER Revista Teología •
Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 65 [LA INICIACIÓN CRISTIANA, ITINERARIO
PROGRESIVO DE CONFIGURACIÓN CON CRISTO PASCUAL] cumenado, que culmina con los tres
sacramentos de la IC. Con la palabra “adultos” nos referimos a las personas que ya han llegado
al uso de la razón. Es por esto que el mismo RICA trae también el Ritual de la iniciación de
niños en edad catequística, es decir un ritual destinado a los niños que no fueron bautizados
en la infancia y que, habiendo llegado al uso de razón y a la edad de la catequesis, se
presentan para la IC. El RICA, en consecuencia, aconseja que los niños-catecúmenos se
incorporen al grupo de catequizandos ya bautizados que se preparan para recibir los otros
sacramentos. Esto puede servir para una reflexión pastoral: ¿no es acaso una invitación a llevar
adelante un camino catequístico semejante sea para quienes hacen el catecumenado en
sentido propio sea para quienes hacen el llamado catecumenado post-bautismal? La variante
está en que el proceso de catequesis post-bautismal ya supone en el infante bautizado la
gracia bautismal, que deberá ser desarrollada posteriormente. En efecto, “no se trata
solamente de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo
necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la
catequesis” (CEC 1231). 3.2. Ubicación de la Confirmación en la IC En la actualidad, en lo que
hace a la IC de niños bautizados, la praxis suele ser de dos modos. La praxis más generalizada
es Bautismo-Primera Comunión-Confirmación mientras que la praxis Bautismo-Confirmación-
Primera Comunión se encuentra en fase de recuperación y procura el orden tradicional de los
sacramentos. En realidad, tanto en una como en otra, el gran planteo es la ubicación de la
Confirmación: antes o después de la Primera Comunión. Es lo que señala acertadamente P.
Tena cuando hace un planteamiento de la pastoral de la Confirmación y expone el fundamento
y los peligros, dificultades e interrogantes que surgen de una y otra modalidad. Con respecto a
la Confirmación antes de la Primera Comunión, P. Tena afirma que “la situación psicológica del
niño es no sólo capaz de una actitud «espiritual», sino también más capaz del sentido de
gratuidad, fundamental para la Confirmación (…), que una edad poste- 66 Revista Teología •
Tomo LIV • Nº 122 • Mayo 2017: 47-67 MARIO ALBERTO HALLER rior más «interesada»”.40 En
relación a los peligros y dificultades de dicha opción también dice que “la pastoral de la
iniciación cristiana puede quedar reducida a las posibilidades que ofrece la pastoral de niños y
de la primera adolescencia (como máximo), sin llegar a edades más comprometidas”.41 Con
respecto a la opción de administrar la Confirmación después de la Primera Comunión, P. Tena
dice que “puede tener una mejor catequesis, adecuada a su edad, con todas las ventajas de un
planteamiento catecumenal consciente y de un compromiso de vida cristiana libremente
asumido…”.42 Sin embargo, al hablar de los peligros e interrogantes que esta opción suscita
afirma que “vincular el proceso de catequesis de adolescentes y jóvenes con el sacramento de
la Confirmación es, de alguna manera, instrumentalizar este sacramento en función de un
programa pastoral concreto”.43 P. Tena, además, afirma que: “La sobrevaloración de los
compromisos del cristiano en función del sacramento de la Confirmación (una pastoral
“exigente de la Confirmación”) pone en crisis el sacramento del Bautismo y de la Eucaristía,
cuando en realidad la Confirmación está condicionada por ambos (…). Tampoco se puede
hacer una pastoral de «facilidad» para la Eucaristía y una pastoral «exigente» de la
Confirmación, sin que esto comporte un fuerte malentendido en la Iglesia. (…). En todo caso,
parecería más coherente retrasar simultáneamente Confirmación y Eucaristía como principio…
Es la Eucaristía, en todo caso, el sacramento de la «maduración constante», juntamente con la
Penitencia”.44 Coincide con esta apreciación el actual obispo marplatense cuando afrima que
“desde el punto de vista pastoral no se debe instrumentar el sacramento para colmar un
vacío” señalando que “se ha legitimado una praxis pastoral que creemos ha sido introducida
abusivamente. Lo que se podía admitir como excepción se ha convertido en regla”.45 41. Ibid.,
19. 42. Ibid., 20 43. Ibid., 21 44. Ibid., 21.23.21. 45. [En línea] Cf. http://www.aica.org/631-
mons-marino-realizo-cambios-en-la-iniciacion-cristiana.html [consulta: 24 de junio 2013] 40. P.
TENA, “Reflexión doctrinal y pastoral”, en: La Confirmación, Barcelona, Dossiers CPL 79, 1998,
19. Conclusiones Podemos concluir afirmando que la IC tiene en el catecumenado antiguo un
principio de inspiración y un modelo aún vigente, sobre todo por su carácter procesual e
integrador, es decir que, por una parte, hablar de la IC como un itinerario “gradual” no resulta
fácil de comprender en la actualidad porque la cultura del fragmento signa profundamente
nuestra forma de ver y de vivir y, por otra parte, hablar de un itinerario “integrador” implica
aceptar que esta “integración” proviene de la misma unidad de la IC: de sus sacramentos y de
los elementos que la integran, es decir lo catequístico y lo celebrativo-litúrgico. Finalmente,
cabe subrayar que la IC nos incorpora al Cristo pascual, al Cristo místico y al Cristo eucarístico,
es decir que no sólo nos incorpora al Cristo pascual sino también a su Cuerpo: la Iglesia. Es en
este “sacramento de Cristo”, donde se reciben “los sacramentos de Cristo”, llamados entonces
“sacramentos de Cristo y de la Iglesia”. De éstos, el Bautismo es la puerta, la Confirmación la
perfección del anterior y “habilitación” para la recepción de la Eucaristía, sacramento de la
unidad con Cristo mismo y con su Iglesia. Se percibe el valor de la afirmación de Benedicto XVI
cuando dice que el Bautismo y la Confirmación se ordenan a la Eucaristía. En efecto, al unirnos
Cristo a sí mismo nos une con todos los creyentes con una unidad profundamente real y
misteriosa, tan universal que todos los que comulgan quedan unidos entre sí “en Él”. El Card.
Karlic expresó que la cultura del fragmento “ha afectado también la comprensión de la
iniciación cristiana, porque ha oscurecido la intrínseca unidad de los sacramentos del
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, los ha mostrado separados, celebrándolos con tal
independencia que los empobrece cuando no los deforma en la inteligencia de su verdad”.
MARIO ALBERTO HALLER ARQUIDI