Cualidades Del Exorcista

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«La práctica de la brujería, con todo el cortejo de miserias que la rodean, de odios y

ambiciones, de envidias y venganzas, abre las puertas a la acción de Satanás sobre los
humanos». El padre Abelardo Pérez Ruiz llegó de España a Guatemala 23 años atrás.
Dejó La Rioja para colaborar con el obispo de Sololá en la formación de los sacerdotes
que acuden al Seminario Mayor Nuestra Señora del Camino. Nacido en Briones hace 58
años, comenzó a conocer el mundo de las personas que sufrían trastornos vinculados a la
brujería y el satanismo, padecimientos que la ciencia no acertaba a explicar.
Tras quince años de experiencia y cientos de casos a sus espaldas -hasta hace un año
con la ayuda del también sacerdote riojano Ángel María Pascual, que ahora ha regresado
a su tierra-, hoy es uno de los exorcistas más prestigiosos de Centroamérica.
«En España, la brujería puede tener muchas acepciones, pero en Guatemala significa el
arte de entenderse con el demonio, de invocarle, de solicitarle favores, igual da que sean
buenos que malos. Desde la curación de dolores de cabeza, de estómago, o los favores
de una mujer -esté casada o no-, o hacer daño a un familiar porque no reconoce el
derecho a unos dineros», explica el cura riojano.
Porque en muchos pueblos del centro y el sur del continente americano, el brujo es un
profesional, los hay como champiñones y a los que muchas veces se profesa una fe ciega
en los procedimientos supersticiosos que emplean». Se han aprovechado, además, de
antiguas civilizaciones precolombinas como la Maya para, a través de sus ritos y
vestimentas, causar mayor impacto entre la gente más ignorante y desprotegida. En
Guatemala estas prácticas están demasiado extendidas.
El primer caso
El primer caso con el que se encontró el padre Abelardo, según confesó a la periodista
guatemalteca Gemma Gil Flores, fue el de una posesión diabólica en una chica de 17
años, curiosamente cuñada de un seminarista. «Su personalidad se transformaba por
momentos, le molestaba si rezaban cerca y era incapaz de soportar el agua bendita. Eran
reacciones propias de una persona poseída por una fuerza espiritual negativa que no
consiente los signos cristianos. De repente, caía de rodillas y se ponía a rezar de forma
fervorosa e, de manera inesperada, se transformaba en una especie de monstruo
profiriendo insultos, gritos y rechazos». Abelardo y Ángel Mari lo estudiaron en
profundidad, al tiempo que solicitaron la pertinente autorización al obispo de Sololá, sin la
cual ningún sacerdote puede practicar un exorcismo. Pronto nos cercioramos de que se
trataba de una posesión», confirma.
Fue entonces cuando el obispo de la diócesis le encomendó esta misión que, aclara el
padre Pérez, «nada tiene que ver con lo que se ve en las películas».
Desde luego, trabajo no le faltado desde entonces. «Está tan solicitado el demonio, el
espíritu del mal, por unos y por otros -argumenta el padre Pérez-, que no es de extrañar su
presencia dentro del misterio de su acción entre los hombres, en sus vidas y hasta en sus
cuerpos». Recalca el sacerdote de Briones que todos los que invocan al maligno son
bautizados y que «nos encontramos ante un misterio, como lo afirma expresamente el
Catecismo de la Iglesia Católica». «El tratamiento de estos casos -profundiza- nos ofrece a
los sacerdotes la posibilidad de llevar a cabo una cura pastoral de resultados muy
positivos. Por lo general, los afectado suelen acudir primero acudir a los médicos y, sobre
todo, a los psiquiatras. Pero cuando se les cierra toda posibilidad y su mal sigue
atormentándoles, entonces acuden a nosotros».
El mero hecho de que el religioso les atienda y les escuche, tanto a ellos como a sus
familias, les hace mucho bien. «Nuestra misión primordial es acercar a estas personas a
Dios a través de la oración y de los sacramentos, acercarlos a la Virgen. Son las mismas
armas pastorales que empleó Jesús, tal como nos narran los evangelios. No hacemos otra
cosa que rezar y ayudar a rezar».
Pero todo no es tan austero. El exorcismo tiene sus señas de identidad, esa parafernalia
que ha sido conveniente exagerada a la hora de llevarlo al cine. Por eso el padre Abelardo
le resta cualquier viso de montaje dramático. «El exorcismo es una oración ritual,
dispuesta por la Iglesia, que incluye letanías a los santos, un salmo responsorial y un
pasaje bíblico. También se practica la imposición de manos, una profesión de fe, una
renuncia expresa a Satanás y a sus falacias, para concluir con una conjura al demonio
para que, por medio de la oración, su presencia maligna abandone ese cuerpo cristiano al
que está manipulando». Aunque son minoría, en los casos de posesión diabólica los
afectados llegan a perder la conciencia y llegar a ser «manipulados de forma despótica por
el espíritu impuro». Añade el sacerdote riojano: «El diablo habla por su boca, dicen cosas
incoherentes e irreverentes hacia los objetos sagrados; la persona sufre malestar cuando
se reza, si se le da un rosario, termina rompiéndolo, mira con odio las imágenes de la
Virgen, grita si se le rocía con agua bendita e intenta esquivar la estola... Ni las manos del
sacerdote soporta».
Vejación y posesión
Sin embargo, la mayoría de las veces estas gentes enfermas no están poseídas en sí
mismas, sino afectadas por lo que los expertos denominan «vejación», un estado que
anula su voluntad de forma temporal. Por el contrario, quienes llegan a padecer una
auténtica posesión diabólica ven cómo su voluntad queda completamente anulada. «Estas
personas -explica Pérez Ruiz- son maltratadas por el espíritu del mal a través de sustos,
de sombras que aparecen y desaparecen en sus casas, de ruidos extraños, de miedos
inexplicables que generan ansiedad, de trances de desesperación y accesos de angustia,
que, científicamente, no tienen explicación. Porque, además, las vejaciones vienen
acompañadas a problemas de salud tal como dolores de cabeza, de estómago, de nuca,
de garganta, de ovarios o de vientre».
La paciencia es una de las cualidades del exorcista, pues los casos de posesión no se
solventan en una sesión ni en dos. Una joven -«gran cristiana», específica- necesitó
veinticinco sesiones. Aunque el caso más fuerte con el que se ha cruzado fue el de una
mujer de 30 años, quizá la más sana de la familia, que desarrollaba una fuerza física
descomunal, hasta el punto de que había que sujetarla entre cuatro o cinco personas. «El
maligno no se manifestaba a través de la palabra, pero se reía de forma burlona. Gracias a
Dios, ahora está totalmente recuperada».

¿En qué consiste un exorcismo?


Es un rito litúrgico en el que la Iglesia, con el poder que ha recibido de Cristo,
conjura al demonio a que salga del cuerpo del poseído. Al comienzo, el sacerdote,
revestido del alba (vestidura litúrgica blanca) pide perdón a Dios por sus pecados,
después se ofrece una letanía de los Santos con la que se les pide ayuda para
sacar el demonio; se leen unas partes escogidas de la Biblia, se recita un Credo,
un Padre Nuestro, una oración a Dios para que libere a esa persona y, finalmente,
se conjura al demonio para que salga. Eso es el exorcismo.

¿Cuál es el tiempo promedio de una curación?


No es curación sino una expulsión porque la persona se encuentra perfectamente
sana en su cuerpo y en su mente. De hecho, he tenido algunos casos que han
pasado por las consultas de los psiquiatras y les han visto perfectamente bien, sólo
en los brevísimos momentos en que ese demonio aflora, que esa segunda
personalidad maligna se manifiesta, entonces es cuando el mismo psiquiatra
queda sorprendido por las transformaciones.
En cuanto el tiempo necesario para expulsar al demonio depende, ha habido casos
que en media hora se ha conseguido y hay casos que ha durado varias semanas y
meses.

Una vez que se expulsa al demonio, ¿puede volver a poseer a esa persona?
Si la persona cambia de vida, si se acerca a Dios, cree y recibe los sacramentos,
comulga y ora, no va a haber ningún problema, pero si la persona no hace todo
eso, sucede lo que dice Jesús en los Evangelios, que el espíritu maligno al salir de
un cuerpo amenaza con volver por donde ha salido, y si entra de nuevo será con
siete espíritus peores.

Yo conocí una persona a la que se exorcizó, pero no era religiosa y no hizo caso
de los consejos, así que volvió a quedar poseído. Nunca se comienza un
exorcismo si la persona no está decidida a cambiar de vida, a dejar el pecado y
volver a la amistad con Dios y al cumplimiento de los diez mandamientos. 

¿Qué es exactamente el demonio, una energía, una fuerza, un ser de carne y


hueso, ¿cómo lo describiría?
El demonio no es una energía ni una fuerza, es un ser personal espiritual que no
tiene cuerpo, por eso, la gente que suele tener problemas para creer en su
existencia es porque se lo imagina como un ser con cuernos y rabo y ese es un
modo de pintarlo en la iconografía.

El demonio es un ser que se reveló al principio de los tiempos, antes de la creación


del mundo y digo un ser, pero en realidad Dios creó muchos seres espirituales, a
los que puso a prueba y se revelaron, odiaron a Dios irremisiblemente y decidieron
apartarse, esos fueron los demonios. El más poderoso de todos estos ángeles de
los que se revelaron es el que llamamos Diablo o Satán, los otros son meramente
demonios.

¿Una persona que esté poseída puede llegar a cometer delitos?.


Un poseso lo que puede llegar a hacer, aunque no es fácil, es matarse a sí mismo,
pero actos delictivos no, porque en el momento que está poseso sufre una crisis
que le cambia todo, la fisonomía, la voz.

Las crisis de posesión son breves, pueden durar cinco o diez minutos, pero
durante ese tiempo esa persona se encuentra torpe, no puede hacer cualquier
cosa, no es como cuando estamos en nuestro propio ser. Aunque el demonio
habla y se mueve por ese cuerpo, no puede normalmente hacer cosas complejas.
Los actos delictivos no se cometen en acto de posesión.

¿Para ser un sacerdote exorcista hay que tener unas cualidades especiales?
Lo primero de todo y muy importante es que uno no puede ser nada aprensivo y
tiene que estar psicológicamente muy bien asentado porque no hay nada que
impida al demonio entrar por cualquier muro y más cuando las personas que se
dedican a esto alguna vez van a sufrir alguna manifestación demoníaca.

Si la persona tuviera grietas psicológicas se podría derrumbar, le comerían


literalmente los miedos. La segunda condición imprescindible es que hay que tener
conocimientos de psiquiatría, y la tercera, formarse con otros exorcistas, uno no
puede por su cuenta encerrarse en el despacho y estudiar solo, tiene que estar
con otro para aprender de los errores.

Esas son las tres condiciones previas. Después se necesita el permiso del Obispo
que es quien decide que alguien lo sea. Yo le puedo asegurar que no pensaba
hacer mi tesis de licenciatura sobre este tema, sino sobre un tema de historia, pero
fueron mis superiores los que me pidieron que lo hiciera sobre el exorcismo, a
pesar de los muchos reparos que yo puse. Eso me dejó muy tranquilo porque no
he sido yo el que he decidido mi ocupación presente.

¿Se ha visto involucrado en algún peligro?


Yo diría que la persona que está anclada en Dios, cimentada en Dios no tiene
nada que temer porque el demonio al lado de Dios no es nada. El demonio es un
ser finito y Dios es un ser infinito. Dios lo puede todo. Si uno hace la labor de Dios,
si uno le pide a Dios que le proteja no hay nada que temer. A veces, lo único que
quiere es manifestarse para decir que está aquí con rabia, pero Dios no le permite
hacer nada.

NATURALEZA Y ALCANCE DEL EXORCISMO CATÓLICO 


1. NOMBRE Y NOCIÓN 

1.1. Inútil es buscarlos fuera del vocabulario y usos cristianos. Los exorcismos designan el
medio, el procedimiento empleado para alejar la presencia real o presunta del demonio, a fin de
desalojarlo de un lugar, de un objeto, de un cuerpo, sobre todo de un cuerpo humano, que él
ocupa, posee —de ahí "posesos"—, infecta u obsesiona.

El término se remite etimológicamente a "exorkismós"  , extraño a la grecidad clásica y que por


su valor específico y sentido semántico y técnico pertenece, en sí mismo y en sus derivados, al
lenguaje eclesiástico. Pero ya "orkós"  (juramento, testigo del juramento), "orkízo"  (hacer jurar,
tomar por testigo un juramento) y "exorkízo"  (conjurar, exorcizar) son vocablos que orientan el
sentido.

Dos veces emplea este verbo la versión de los LXX, en el sentido de hacer prestar juramento
(Génesis, 24, 3) y de abjurar, apelar a la conciencia, al deber (III Reyes, 22, 16), con sus
paralelos neotestamentarios San Mateo 26, 63 ("Te abjuro en nombre del Dios vivo que nos
digas si tú eres el Cristo, Hijo de Dios")  y Hechos 19, 13 ("ciertos judíos exorcistas giraban de
una parte a otra invocando sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús..."). 
1.2. Propiamente hablando, el exorcismo es una abjuración al demonio para obligarlo a evacuar
un lugar, a abandonar una situación, a dejar en libertad una persona que tiene, más o menos,
en su poder. La abjuración se hace ya bajo la forma de una orden intimada directamente al
demonio pero en nombre de Dios o de jesucristo, ya de una invocación o de una súplica dirigida
a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo para conseguir que ellos den la orden de expulsión o que
aseguren su ejecución. Esto exige en el cristiano la creencia en el soberano poder de Dios sobre
los demonios; es su aplicación práctica. Por esto el exorcismo constituye un acto insigne de fe y
de religión. 

1.3. De una manera más general y simplemente como abjuración o conjuro de los demonios y
como oración o ceremonia preservativa o defensiva de ellos, ya se encuentra su uso en el
judaísmo y en diferentes formas de paganismo moderno y antiguo, mezclado aquí con toda
suerte de aberraciones y abusos supersticiosos. Esto no debe extrañarnos, pues aún bajo sus
deformaciones manifiesta la creencia y vida religiosa. Y si la malicia, sutilidad curiosa y pereza
humanas abusan de un principio, de una costumbre, de una institución, ésto no es razón para
que se incrimine o rechace la institución misma, la costumbre o el principio.

2. HISTORIA

2.1. Hemos aludido al ámbito extracristiano. Interesa el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo


y los Apóstoles. Lugar muy importante tienen los exorcismos durante la vida pública del
Salvador, según los refieren los Evangelios (San Marcos, 1, 32 ss., 39; San Mateo, 4, 23 ss.;
San Lucas, 7, 21; 8, 2; 13, 22: "He aquí que yo echo a los demonios y curo a los enfermos") yla
afirmación de San Pedro: "Pasó haciendo el bien y curando a todos los que estaban bajo el
poder del diablo"  (Hechos, 10, 38).

Siete casos especiales narran los evangelistas sinópticos; pero no se trata de acumular citas.
Cristo se dirige a los demonios en forma imperativa, con magisterio y como Dios. Laconismo
absoluto y autoritario, sin réplicas y sin resistencia del demonio; incluso a distancia. Y cuando
suplican introducirse en animales es porque nada pueden sin su permiso. Confiesan su
divinidad. Y Cristo refuta la injuria de echar al demonio por su poder: "Si Satán combate a
Satán, ¿cómo subsiste su reino? "  (San Mateo, 12, 26). El uso de los exorcismos es prueba de
su misión divina, incluso si los hacen otros en su nombre. Y al asociarlos a los Apóstoles a su
misión divina los asocia a su poder taumatúrgico (San Marcos, 16, 17 ss.), poder comunicado
también a los setenta y dos discípulos (San Lucas, 10, 17): "Los mismos demonios se nos
sometían en vuestro nombre"  (San Lucas, 18, 20). Poder que con otros carismas no son un
mérito del que los emplea y poder en su eficiencia, además, condicionado. Exige una fe viva
(San Lucas, 9, 37-44; San Marcos, 9, 13-28; San Mateo, 17,  24 ss.) y  la expulsión de algunos
demonios requieren ayuno y oración (San Mateo, 17, 19 ss.). El exorcismo en nombre de Jesús
no es fatalmente eficaz ni mágico o automático (como el uso judío); debe ser acompañado con
virtudes y actos morales particularmente antipáticos a los demonios. 

2.2. La Iglesia primitiva recoge y aplica las directivas de su Fundador. La realidad eficiente del
exorcismo fue utilizada por los apologistas en favor de la divinidad del cristianismo (Tertuliano,
Apol. 23; Minucio Félix, Oct. 27). San Cipriano y Lactancio testimonian el temor de los cristianos
en los demonios. San Hilario de Poitiers señala la Imposición de las manos como parte del rito,
en cambio San Martín de Tours usaba el cilicio y la oración; San Eufrasio los signos de la Cruz y
Orígenes afirma que no se necesita sabiduría sino fe. San Atanasio rechaza la retórica que
provoca risas en los demonios, pero que no pueden soportar la Sagrada Escritura. Y Gregorio
de Nisa exige la oración y  la imposición de las manos y  rechazo de toda simonía. Quien más ha
hablado de exorcismos es San Cirilo de Jerusalén, exigiendo orden y decencia y aludiendo al
óleo exorcizado. "Ad litteram"  refiere los exorcismos del milenario rito bautismal.

3. DISCIPLINA Y DOCTRINA DE LA IGLESIA


3.1. Jamás la Iglesia ha abandonado la práctica del exorcismo, aún en su sentido pleno y
primitivo, es decir, los ritos destinados a expulsar al demonio de las personas, lugares u objetos
cuya presencia e influencia se manifiestan sensiblemente. Podemos remitirnos al Código de
Derecho Canónico  (cánones 1151-1153; cfr. los comentarios respectivos de la B.A.C., Madrid,
1952, pág. 431 s.) y a la meridiana explicación de Santo Tomás de Aquino en su " Suma
Teológica "  (IIª IIae, 90, 2).

3.2. Exorcismo de los posesos. Cabe señalar que no debe sobreestimar-se ni subestimarse


la naturaleza y eficiencia real del exorcismo; en última instancia, la fe católica nos ancla en Dios
con plena seguridad y confianza. De ahí que deban agotarse todas las tentativas naturales para
que no se confundan los casos de cercanía y/o posesión diabólicas con cuadros psicóticos,
orgánicos, etc., aún cuando presenten fenómenos de levitación, preanunciaciones, xenoglosia,
etc.; no se descartan, por ende, sintomatologías coincidentes. Cualquiera sea el caso de
posesión, jamás el demonio puede llegar a ejercer domino directo sobre el alma del
endemoniado; esto es propiedad exclusiva del Creador. Por otra parte, es doctrina tradicional,
ya expresada por San Atanasio y San Hilario, que con la difusión del cristianismo disminuye el
caso de posesión, pero recrudece cuando se debilita la influencia de la Iglesia; baste recordar la
época renacentista con su auge de prácticas supersticiosas, hasta de idolatría demoníaca, o
cuando se profanan los lugares santos, aún cuando alternan cosas sagradas y profanas. De ahí
la circunspección prudentísima de la Iglesia, con sus reglas extremadamente precisas, para
evitar que cualquier precipitación no torne inconvenientes y despreciables la naturaleza y
finalidad del exorcismo; actitud que reviste una gravedad excepcional en nuestra época
confundida y escéptica. En relación con los malos espíritus deben salvaguardarse los derechos
soberanos de Dios y la dignidad humana, para que ninguna forma de conjuro degenere en
práctica supersticiosa y mágica, de procedimientos mecánicos y  casi como homenaje al
demonio (cfr. Santo Tomás, op. cit.).

3.3. Los exorcismos son sacramentales. Éstos —sabemos— son las cosas, en sentido
restringido, o acciones de las que suele servirse la Iglesia para conseguir por su impetración
efectos principalmente espirituales (cfr. canon 1144 del Código de Derecho Canónico).  La
Iglesia tiene la plena potestad sobre los sacramentales que son de institución eclesiástica, pero
vinculados mediatamente al poder santificador de su Fundador, autor de los sacramentos. Los
hay en un sentido amplio y estricto; a este género pertenecen los exorcismos públicos, tanto
solemnes como simples (cfr. los menciona dos comentarios del Código de Derecho
Canónico).Por ser sacramental el exorcismo ejerce un influjo no físico sino moral, y en rigor no
tiene en cuenta principalmente la santidad del exorcista. Su eficiencia no es incondicionada ni
infalible, pero sí independiente de los méritos del ministro, a quien, empero, la Iglesia le exige
condiciones especiales, ante todo, la licencia explícita para cada caso. La eficacia del exorcismo
proviene de la victoria de Cristo Redentor sobre el reino diabólico. En efecto, los demonios
sienten naturalmente horror hacia los misterios de la fe, por los que se conocen vencidos; de
ahí que huyan y se atormenten ante el signo de la Cruz o el nombre de Jesús. La Iglesia con su
oración, impetra a Cristo, su Esposo, la fuga de los demonios. Y goza de un poder especial para
imperar sobre los demonios (cfr. " Suma Teológica",  III ª , 71, 3;118 Ir, 90, 2). En todos los
casos, sin embargo, Dios tiene razones para que no se logre dicha fuga; no puede negarse la
relación entre las cualidades morales del exorcista y del paciente. De ahí, que la Iglesia insista
en la conducta irreprochable del exorcista.

3.4. Exorcismos preparatorios del Bautismo. Son exorcismos públicos simples, para los
que no se requiere ninguna delegación especial de la autoridad competente. Sin el bautismo, en
cuanto tal, no producen un efecto diferente del bautismo mismo, aunque preparan la
adquisición c la gracia con la plena remisión de los pecados —efecto formal del bautismo en
cuanto tal—, en cuanto apartan la influencia externa del demonio y sus esfuerzos para
oponerse a la salvación del bautizando y obstaculizar la liberación del reato de la culpa y  de la
pena (cfr. "Suma Teológica”,  IIIª, 71, 3).

3.5. Exorcismos sobre cosas inanimadas. Su rito considera las viviendas y otros objetos
materiales. La Iglesia sabe que los demonios, en tanto que naturalezas inteligentes y
superiores, tienen la capacidad natural de obrar en el mundo visible y de servirse de las fuerzas
naturales para sus designios perversos. No obstante esta actividad, como todo accionar munda-
no, está siempre subordinada a las reglas y límites impuestos por la Divina Providencia.
Además, como consecuencia del pecado original, este poder natural de los espíritus malos tiene
una extensión nueva. En consecuencia, lugares y cosas pueden estar sometidos, como las
personas, a ciertas in-fluencias diabólicas especiales. Señálese, por ejemplo, un lugar sacro
desacralizado. El exorcismo en estas eventualidades no es sino una oración o súplica dirigida a
Dios, en nombre de la Iglesia —impetración sacramental—, para que se digne rechazar o frenar
dichas influencias; oración que implica la fe en la omnipotencia divina y la esperanza y
confianza filial en su misericordiosa bondad. Así la Iglesia bendice bajo forma de exorcismos, la
sal, el agua, el aceite., que a su vez sirven para la bendición y consagración, sobre todo
solemne, de otros objetos o lugares destinados al culto público o privado (templos, altares,
ornamentos y vasos sagrados, campanas, etc.). El agua bendita, de uso tan frecuente y popular
entre los fieles, es una mezcla de agua y sal exorcizadas, a la que, gracias a las súplicas
solemnes de la Iglesia, Dios les ha concedido una virtud de protección especial contra los
espíritus infernales.

4. CONCLUSIÓN

Cabe señalar, en primer término, el carácter eminentemente religioso y moral del exorcismo.
Tal como ha sido recibido y practicado en la Iglesia Católica, el exorcismo es una consecuencia
natural, lógica, de la creencia en las posesiones diabólicas. Su aplicación directa a personas y a
cosas, está fundada inmediatamente en la promesa de Cristo (San Marcos, 16, 17) y en su
ejemplo y el de los apóstoles y  conforme a los principios y  usos de toda la tradición cristiana.
Pero también constituye un acto de religión en cuyo fondo un análisis atento descubre
elementos esenciales de diversos actos virtuosos. Exorcizar, dentro de los límites y según las
condiciones señala-das por la Iglesia, es dar testimonio de que se cree en la existencia de los
ángeles, en la caída de una parte de ellos y en las consecuencias funestas del pecado; y sobre
todo, en la omnipotencia y la misericordia divinas, de las que se espera protección y seguridad
eficaces contra la influencia de los malos espíritus. Por cuanto los exorcismos constituyen
fórmulas rituales imperativas o conminatorias contra los demonios —reclamos humillantes para
ellos—, evitan, así, la apariencia de homenaje idólatra. La invocación de Dios o de Nuestro
Señor Jesucristo, cuya eficiencia se espera —aunque condicionada a las diversas aptitudes
morales del sujeto o del ministro—, el conjunto ritual, con sus órdenes, amenazas y reproches,
no tiene nada de carácter mágico o supersticioso; por tanto, sin la mínima analogía con otras
prácticas en diversos pueblos antiguos y modernos. No nos extrañen los abusos de algunas
épocas; son cuestiones históricas. Pero "abusus non tollit usum".  Se ha querido
mostrar yesclarecer el principio y  la naturaleza del exorcismo, comprobar su legitimidad y las
sabias prescripciones que a este respecto tiene reglamentada la Iglesia. Reconocemos la
actualización del tema, brindado en estos días por la prensa, a cuyo propósito, objetivamente,
no nos corresponde opinar. Queremos subrayar que fuera del ámbito religioso este tema no
tiene sentido, pero dejamos como punto final estos dos interrogantes: ¿Por qué tanto interés
por este tema? Hacen pensar en las oleadas pendulares de la eterna problemática religiosa y la
audacia de esta época fagocitadora, en cuanto extraña al espíritu de Cristo, de todo lo sagrado.
En segundo lugar, ¿a qué se debe esta especie de dicotomía o dialéctica entre un proceso
aceleradamente tecnológico, característico de nuestra época, y la "presencia" —sit venia verbi
—  demoníaca?

Para entender qué es el exorcismo se debe partir de Jesucristo y de su propia


praxis.
Jesucristo vino para anunciar e inaugurar el Reino de Dios en el mundo y en los
hombres. Los hombres tienen una capacidad de acoger a Dios en sus corazones
(Rom 5,5). Esta capacidad de acoger a Dios está, sin embargo, ofuscada por el
pecado; y a veces en el hombre el mal ocupa el lugar donde Dios quiere vivir. Por
esto Jesucristo vino a liberar al ser humano del dominio del mal y del pecado, y así
también de todas las formas de dominio del maligno, esto es, del diablo y de sus
espíritus malignos llamados demonios, que quieren desviar el sentido de la vida
del hombre. Por esta razón Jesucristo expulsaba a los demonios y liberaba a los
hombres de la posesión de los espíritus malignos, para hacerse espacio en el
hombre, de manera que, este último, tenga la libertad hacia Dios. Él quiere dar su
Espíritu Santo al hombre que es llamado a convertirse en templo suyo (cf. 1Cor
6,19; 1Pe 2,5) para dirigir sus pasos (cf. Rom 8,1-17; 1Cor 12,1-11; Gál 5,16-26)
hacia la paz y la salvación.

El ministerio de la Iglesia

- Es aquí donde entra la Iglesia y su ministerio.

La Iglesia está llamada a seguir a Jesucristo y ha recibido el poder, de parte de


Cristo, de continuar su misión en su nombre. Así la acción de Cristo para liberar al
hombre del mal se ejercitará a través del servicio de la Iglesia y de sus ministros
ordenados, delegados del Obispo para cumplir los sagrados ritos dirigidos a liberar
a los hombres de la posesión del maligno.

El exorcismo es, pues, una antigua y particular forma de oración que la Iglesia
utiliza contra el poder del diablo. He aquí cómo en el Catecismo de la Iglesia
Católica se explica qué es el exorcismo y cómo se ejerce:

"Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo,


que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y
substraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (Mc 1,25s), de
Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf. Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En
forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El
exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso
del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando
estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a
los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que
Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre
todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es
importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una
presencia del Maligno y no de una enfermedad (cf. Código de Derecho Canónico,
can. 1172)". (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1673).

La obsesión y sus características

La Sagrada Escritura nos enseña que los espíritus malignos, enemigos de Dios y
del hombre, desarrollan su acción de diversas maneras; entre ellas se señala la
obsesión diabólica llamada también posesión diabólica. Sin embargo, la obsesión
diabólica no es el modo más frecuente como el espíritu de las tinieblas ejerce su
influjo. La obsesión tiene características de espectacularidad y en ella el demonio
se apodera en un cierto modo de las fuerzas y de las actividades físicas de la
persona que padece la posesión. No puede, sin embargo, apoderarse de la libre
voluntad del sujeto, y por esto el demonio no puede comprometer la voluntad libre
de la persona poseída hasta el punto de hacerla pecar. Esto a pesar que la
violencia física que el diablo ejerce en el obseso es una incitación al pecado, que
es lo que el diablo busca lograr. El ritual del exorcismo señala diversos criterios e
indicios que permiten llegar, con prudente certeza, a la convicción de cuándo es
que se tiene delante una posesión diabólica. Entonces el exorcista autorizado
podrá realizar el solemne rito del exorcismo. Entre estos criterios se encuentran: el
hablar o entender muchas palabras en lenguas desconocidas; evidenciar cosas
distantes o inclusive escondidas, demostrar fuerzas más allá de la propia
condición, y esto junto con la aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los
Santos, la Cruz y las Imágenes santas.

Se debe subrayar que para poder realizar el exorcismo es necesaria la


autorización del Obispo diocesano, autorización que puede ser concedida para un
caso específico o también en modo general y permanente al Sacerdote que
ejercita en la diócesis el ministerio de exorcista.

El Ritual del Exorcismo

El Ritual Romano contenía, en un capítulo específico, las indicaciones y el texto


litúrgico de los exorcismos. Este capitulo era el último y quedó sin ser revisado
después del Concilio Vaticano II. La redacción final de este Rito de los Exorcismos
ha demandado muchos estudios, revisiones, actualizaciones y modificaciones con
varias consultas de las Conferencias Episcopales, después de un análisis de parte
de una Asamblea Ordinaria de la Congregación para el Culto Divino. El trabajo ha
demandado 10 años y ha dado como resultado el texto actual, aprobado por el
Sumo Pontífice, que es hecho hoy público y puesto a disposición de los Pastores y
de los fieles de la Iglesia. Quedará pendiente todavía un trabajo que compete a las
respectivas Conferencias Episcopales: y es el de la traducción de este Ritual a las
lenguas habladas en los respectivos territorios; estas traducciones deberán ser
exactas y fieles al original en latín y deberán ser puestas, según la norma
canónica, a la "recognitio" (al reconocimiento) de la Congregación para el Culto
Divino.

El exorcismo

En el ritual que hoy presentamos se encuentra, ante todo, el rito del exorcismo
propiamente dicho, de ejercitarse sobre una persona posesa. Siguen las oraciones
a recitarse públicamente por un sacerdote, con el permiso del Obispo, cuando se
juzga prudentemente que existe un influjo de Satanás sobre lugares, objetos o
personas, sin llegar al estado de una posesión propia y verdadera. Hay, además,
una colección de oraciones para recitar privadamente por parte de los fieles,
cuando estos sospechan con fundamento de estar sujetos a influjos diabólicos.
El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia, según la cual existen
Satanás y los otros espíritus malignos, y que su actividad consiste en alejar a los
hombres del camino de la salvación. La doctrina católica nos enseña que los
demonios son ángeles caídos a causa de su pecado, que son seres espirituales de
gran inteligencia y poder: "Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es
más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre
criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en
el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause
graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza
física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina
providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El
que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros
sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman"
(Rom 8, 28)" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 395).

Influjo a través de la mentira

Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es


habitualmente ejercitado a través del engaño, el embuste, la mentira y la
confusión. Como Jesús es la Verdad (cf. Jn. 8,44), así el diablo es el mentiroso por
excelencia. Desde siempre, desde el principio, el engaño ha sido su estrategia
preferida. No hay duda que de el diablo logre enredar a tantas personas en las
redes de sus mentiras, pequeñas o clamorosas. Engaña a los hombres
haciéndoles creer que la felicidad se encuentra en el dinero, el poder, y en la
concupiscencia carnal. Engaña a los hombres persuadiéndolos de que no tienen
necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia y de la
salvación. Incluso engaña a los hombres disminuyendo, es más haciendo
desaparecer el sentido del pecado, sustituyendo a la ley de Dios como criterio de
moralidad, por las costumbres o las convenciones de la mayoría. Persuade a los
niños de que la mentira es un modo apropiado para resolver diversos problemas, y
así, poco a poco se crea entre los hombres una atmósfera de desconfianza y de
sospecha. Detrás de las mentiras y los engaños, que llevan en sí la imagen del
Gran Mentiroso, se desarrollan las incertidumbres, las dudas, un mundo donde no
hay más seguridad ni Verdad y donde, en cambio, reina el relativismo y la
convicción que la libertad consiste en el hacer lo que se quiere: así no se entiende
más que la verdadera libertad es la identificación con la voluntad de Dios, fuente
del bien y de la única felicidad posible.

Lucha, gracia y victoria

La presencia del diablo y de su acción, explica la advertencia del Catecismo de la


Iglesia Católica : "Esta situación dramática del mundo que "todo entero yace en
poder del maligno" (1 Jn 5, 19), hace de la vida del hombre un combate: "A través
de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de
las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día
según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir
continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la
gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo" (Concilio Ecuménico
Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual, Gaudium et
spes, n. 37,2)" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 409).

La Iglesia está segura de la victoria final de Cristo y por lo tanto no se deja


arrastrar por el miedo o el pesimismo, pero al mismo tiempo es consciente de la
acción del maligno que busca desanimarnos y sembrar la confusión. "Tengan fe
-dice el Señor- Yo he vencido al mundo!" (Jn. 16,33). En este marco encuentran su
lugar los exorcismos, expresión importante, aunque no la única, de la lucha contra
el maligno.

La demonología y el exorcismo parecen estar de nuevo “de moda” en el mundo


-luego de su decadencia tras pasadas épocas de gran apogeo como la Edad
Media y los mismos tiempos bíblicos. ¿Que lo explica ? Varios factores. Destaca la
gran crisis mundial de anti-valores que ha hecho prosperar al mal por doquier;
situación propicia para la manifestación de éste en su forma mas extrema: la
demoníaca..Manifestación que a su vez  se da tanto al nivel personal –el mas
determinante- como al nivel societal –éste a través de sistemas de abrumador
yugo político, económico o cultural-mediático.

En relación a esto último, recordemos en tal sentido los señalamientos de un gran


profeta de los actuales tiempos: Juan Pablo II: “En nuestros tiempos, el mal ha
crecido desmesuradamente, sirviéndose de los sistemas perversos que han
practicado a gran escala la violencia y la prepotencia…Ha sido un mal en
proporciones gigantescas, un mal que ha usado incluso las estructuras estatales,
internacionales y medios de comunicación para llevar a cabo su funesto cometido,
un mal erigido en sistema….un mal ante el cual el hombre se ve tan incapaz por si
mismo de enfrentarlo que se siente como atado con cadenas”

El Papa, por cierto, se refería no sólo a sistemas como los terribles y


ominososregimenes fascistas y comunistas que él conoció tan de cerca, sino
también a otro ese otro imperio del mal de afanoso materialismo y consumismo,
con poderosos medios de comunicación y publicidad a su servicio, que él llamó el
capitalismo salvaje.

Cabe hacer analogía con los tiempos bíblicos, durante los cuales –como hemos
dicho antes- también se daba el mal en gran escala hasta niveles demoníacos. “El
mal erigido en sistema” estaba emblematizado en esos tiempos por el yugo del
imperio romano. Un gran estudioso de dicha época, José Antonio Pagola, ha
discernido sus efectos así: “¿ Había alguna relación entre la opresión que ejercía
sobre Palestina en ese entonces el Imperio Romano y el fenómeno
contemporáneo de tantas personas poseídas por el demonio ?...si, se podía
establecer una conexión entre la posesión demoníaca y la opresión romana,.a
partir del terror y la frustración que generaba el imperio romano sobre gentes
absolutamente impotentes para defenderse de su crueldad”   
Ante todo el mal de hoy día -en lo personal y a nivel de sistema- la integridad
emocional o psíquica de muchos se ha visto tensada análogamente hasta el límite,
o el colapso….Hasta el punto de muchos sentirse enfrentados o “encadenados” –
como dijo El Papa- a bajas u oscuras fuerzas difíciles de controlar, fuerzas de
semblanza o carácter demoníaco.

Lo cual a su vez ha traído también la consecuente propensión en muchos de


interesarse en ayudas o “soluciones de protección, limpieza, o expurgación”, de
tipo exorcista -las cuales ya parecían históricamente relegadas,……a fin de
enfrentar el mencionado tipo de mal.

        Por otro lado, lo anterior también ha traído


el riesgo de soluciones superficiales o erradas, resultantes en “remedios” peores
que la enfermedad”…Como el caso de algunos sistemas de superchería, o
pseudos-religiones en boga; algunos de los cuales incluso recurren a torcidos
“pactos” o deplorables practicas sacrificiales –incluso de animales, lo cual SI
debería estar relegado de una vez por todas al “baúl de la historia” –pues
representan un estadio inferior de la evolución humana !....y el caso incluso de
cierta “espiritualidad narcista light” de algunas corrientes vinculadas al New Age.

…Pero también, el regreso del Tema a instituciones bien establecidas como la


iglesia Católica –aunque ésta también ha permitido un deplorable abuso del mismo
en el pasado, como ocurrió durante el fanatismo de la Inquisición Medieval.

En un nuevo tiempo de Cuaresma, pre-Semana Santa, luce, por lo demás,


particularmente oportuno abordar un tema tan vital –aunque espinoso- como el
planteado en el presente artículo.

El regreso del exorcismo hoy dentro de la Iglesia, y el interés común entre


las religiones sobre el tema.
En relación al renovado interés sobre el Tema dentro de la iglesia, cabe notar por
ejemplo que en el último gran sínodo de obispos africanos, realizado en Roma a
fines del año pasado, una de las decisiones aprobadas fue: “Cada obispo debería
designar un exorcista en toda diócesis donde no lo haya”….Una decisión
relacionada también, por cierto, con salirle al paso a las nefastas prácticas de
brujería extendidas en el Africa de hoy.

Por otro lado, el mencionado cónclave también reconoció los aspectos respetables
de las religiones ancestrales africanas y la necesidad de la Iglesia entenderse con
ellas, a través de la siguiente cátedra: “Es necesario una distinción entre lo cultural
y lo religioso, y especialmente entre lo cultural y las perniciosas prácticas de
brujería que causan la ruptura y la ruina de familias y sociedades. Por tanto,
siguiendo al Concilio Vaticano II, los Padres Sinodales no rechazan nada de
cuanto es verdadero y santo en dichas religiones…La Iglesia por eso exhorta a sus
hijos para que, con prudencia y caridad, por medio del diálogo y de la colaboración
con los seguidores de las demás religiones, siempre dando testimonio de la fe y de
la vida cristiana, reconozcan, conserven y hagan conocer los valores espirituales,
morales y socioculturales que se encuentran en ellas”.

Lo anterior nos lleva a una mas general reflexión propia: la importancia de que la
militante conciencia o lucha contra lo demoníaco no sea causa de fanatismos, o
irracional rechazo o menosprecio de las legítimas identidades religiosas o
espirituales de otras culturas…Lo cual, con frecuencia, simplemente ha ocurrido
por ignorancia, falta de apertura mental, o falta  de compasiva comprensión.

Todas las genuinas prácticas religiosas o espirituales se deberían naturalmente


encontrar o entenderse en torno a su común devoción al bien, así como repudio al
mal en todas sus formas o extremos –incluyendo al demoníaco,..así como en el
repudio común a todas aquellas prácticas que desvirtúen o profanen lo que es de
Dios.

De hecho, las practicas exorcistas -en sus respectivos ropajes culturales- son
comunes en la mayoría de las grandes religiones o tradiciones espirituales,
además de la cristiana..Tales como el Islam, el judaísmo, el hinduismo, el taoísmo,
la espiritualidad indígena, etc

....En el caso de lo indígena -con frecuencia un blanco de automático rechazo de


muchos no informados cristianos, mucho de las nociones básicas encontradas en
dicho tipo de espiritualidad sobre el exorcismo coinciden con lo cristiano (como por
ejemplo el uso de los “5 elementos” (“tierra”, “agua”, “aire”, “fuego” y éter”) como
medio ritual, en los antiguos ritos exorcistas de ambas tradiciones).

…Aún mas, en algunos casos el hoy por lo general mas urbanizado y mas
modernizado cristianismo puede tener importantes cosas que aprender o re-
aprender de las tradiciones espirituales que se han mantenido mas cerca de la
tierra. En ese particular, es interesante el siguiente juicio de un clérigo cristiano
español, por tratarse de uno de los mas reconocidos exorcistas de la Iglesia
católica hoy en día: el padre Jose Antonio Fortea: “La sociedad del campo es por
lo general más sana, más apegada a la naturaleza, y tiene una conciencia más
clara de la ley natural. Pero en un entorno urbano, completamente artificial, que ha
perdido el concepto de las leyes cristianas, allí el hombre se cree dueño y señor
de la ley moral. Él hace y deshace como quiere, y eso lo lleva a olvidarse
totalmente del Creador”. 

Justificación del tratamiento del Tema.

Habiendo expuesto todo lo anterior, tiene sentido el renovado interés de Hoy en la


demonología y el exorcismo ? ¿ Se trata un avance o un retroceso en la evolución
espiritual ? ¿ Tiene algún puesto en lo profético o en la misión de cómo mejor
enfrentar los difíciles o retadores tiempos actuales ?  ¿ Y si lo tuviera, cómo mejor
entender la relevancia del Tema y lo que toca hacer a cada quien al  respecto ?

Se trata en todo caso de un asunto delicado; pero, a nuestro modo de ver, hoy
insoslayable. En este trabajo intentaremos, como un servicio público, aportar a la
respuesta de dichas preguntas; sin pretender la rigurosidad académica o teológica,
sino mas bien centrándonos en lo básico.

  …..En el convencimiento de que se trata de un tema que no puede seguir


estando relegado a los cenáculos de los supuestamente mas entendidos, sino que
tiene que ser aclarado también para todo el gran público interesado.

Nociones conceptuales sobre el exorcismo.

El término “exorcismo” viene del latin exorcismos, y éste a su vez del


griegoexorkizeinque que significa “abjurar”. Abjurar significa a su vez
“solemnemente renunciar a algo o repudiarlo”.

…En términos mas concretos, y a los efectos de este trabajo, se define como: “la
práctica de expulsar demonios u otras entidades espirituales indeseables de una
persona, lugar o incluso objeto, que se crean poseídos”.

¿ Pero cómo podría ser posible dicho fenómeno de posesión ? La respuesta


estriba en nuestra naturaleza y la naturaleza de lo que nos rodea: Somos cuerpo y
espíritu, y, además, “no estamos solos” sino que, en ambas mencionadas
dimensiones, compartimos la Creación con una multitud de otras “criaturas” !

Mientras nos manejemos bien en nuestro propio ámbito y lo que nos circunda,
respetando las leyes del Creador, nos irá bien, y mantendremos con dichas otras
criaturas las debidas delimitaciones o relaciones..En caso contrario, lo opuesto
resultará –incluyendo que podamos ser atacados, “engullidos” o “poseídos” por
algunas de ellas!
En cuanto a la ocurrencia de ello en la dimensión espiritual, se trataría de algo afín
a lo que nos puede pasar en el plano físico-biológico con los microbios -por
ejemplo. Estos están en todos lados en multitud, incluso en partes de nuestro
propio organismo como la piel. Mientras mantengamos nuestra inmunidad natural
bien –en un sano vivir propio de acuerdo a las leyes biológicas- podremos coexistir
con los microbios sin que éstos sean una amenaza -y hasta beneficiarnos de
alguna “actividad limpiadora” de éstos como “especialistas en el consumo de
impurezas”. Pero en cuanto nuestras defensas biológicas se derrumben, los
microbios podrían pasar sus naturales limites para invadirnos, causarnos
enfermedad, y hasta –literalmente- poseernos o consumirnos.

Lo mismo pasaría con la entidades espirituales indeseables. Están también por


todos lados, y “son legión” –como dice en La Biblia. Pero si mantenemos nuestro
sistema inmunológico espiritual fuerte no podrán hacernos nada. Mientras que si
no lo hacemos, podremos –al igual que con los microbios- ser pasto de dichas
entidades.

Y cuál es la mejor forma de mantener nuestro sistema inmunológico espiritual


fuerte ?...Pues simplemente vivir y obrar -en pensamiento, palabra y obra- según
las leyes de Dios….Teniendo en cuenta que en definitiva “todo está en manos de
Dios”….Un Dios que es amor, perdón, misericordia. Y un Dios, por tanto, que sólo
puede suscitarnos fe y gratitud..En lo cual a su vez sólo puede prosperar la luz; NO
la desesperanza, la depresión, el miedo, la ingratitud o el resentimiento u odio..En
esto último lo que prosperaría sería la oscuridad que conduce al pecado o el mal, y
en la forma extrema de éste a lo demoníaco !

Por ello en La Biblia (Efesos 6:10-20) encontramos como “regla de oro” por
excelencia a fin de enfrentar cualquier amenaza de mal demoníaco lo
siguiente:“Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra
las acechanzas del demonio”.

Mas allá de todo lo básico anterior, se podrían hacer otras precisiones,


dependiendo de las creencias de cada quien. Como decir que “hay entidades y
entidades”;..vale decir: que hay diversidad entre éstas e incluso una
jerarquía….Así, en la definición de exorcismo señalada se habla de “demonios” (en
plural) pero también sabemos que en el cristianismo se habla de “El Demonio” –
para querer decir un “Jefe Mayor”, o de mayor poder, entre “las entidades
indeseables”….Como  también se habla de San Miguel Arcángel como “Jefe de la
Milicia Celestial” o de las entidades angélicas –vale decir las que trabajan del lado
del bien..(en la Bibliografía al final de este trabajo, por cierto, se cita un libro
particularmente interesante sobre el tema de los ángeles y demonios).

Cabe destacar que todas las criaturas mencionadas, como parte de la Creación,
estarían todas sujetas al Orden o Plan de Dios…Aún “las indeseables” o “las del
lado oscuro”;..pues a estas Dios también  les habría deparado –en un plano
superior- el papel de servir a dicho Plan como “acicates” para la Evolución o el
crecimiento de la inducirnos a una continua alertez y a un continuo fortalecimiento
para resistirlas o librarnos de ellas!……En esa especie de misterio de que –en
palabras de Juan Pablo II: “Tras la experiencia punzante del mal se llega a
practicar un bien mas grande”  (también recogido en algunas enseñanzas
indígenas como la del sabio yaqui Don Juan cuando habló de que cada uno de
nosotros de vez en cuando necesitaba “un pinche tirano para que nos mostrara el
valor de la libertad”).

Tal “lucha” contra el mal, hasta que nos liberemos plenamente en lo personal o
volvamos en lo societal a una “nueva era dorada” o de plena gracia, donde todo
será luz o bienestar; sin amenazas o mas asechanzas: el prometido Reino de
Dios..Donde nuestro desarrollo espiritual no requeriría ya mas de ningún esfuerzo
de permanente guardia, pues regirían siempre el bien y la espontaneidad !!

        Desde tal perspectiva el mal demoníaco en definitiva no sería sino “la otra
cara de la moneda”, pues, como ha dicho Ione Szalay: “Si el bien es la Verdad,
entonces el mal no es sino la desarmonía; y  el pecado, el error de haber disociado
o fragmentado la unidad original..La palabra “diablo” viene del griego “diabolo” que
significa “escisión” –ó: “lo que rompe o el que rompe la unidad” En la tradición
cristiana también se ha definido el Diablo como “El Mentiroso por excelencia”.

…Ó como también ha dicho Omraam Mikhael Aivanhov: “El Diablo no existe


separadamente para hacerle frente a Dios. El Diablo es un aspecto de la
Unidad..Dios no tiene adversarios, no los puede tener: todo se inclina ante El, todo
Le obedece porque El es el Creador. Puede ser que nosotros tengamos
adversarios porque somos ignorantes y transgredimos sin cesar las leyes de Dios,
pero Dios no”

Visiones del significado del bien y el mal, de lo demoníaco y de lo exorcista.

Lo anterior nos lleva a señalar, pues, que estamos conscientes de que hay una
dimensión de lo demoníaco “simbólica”, la cual algunos –y sobre todo los que no
creen en los demonios o El Demonio- han destacado; según la cual “lo demoníaco”
sería solamente una forma de referirse al mal o el pecado en manifestación muy
degenerada..Vale decir sin llegar a concederle a lo demoníaco una personificación
en ninguna particular entidad externa a nuestra propia responsabilidad o creación;
y mucho menos, un poder prepotente!

…Esta visión estaría enfrentada a la opuesta de creer que todo lo malo que pasa
en el mundo es obra del Demonio, o de algún mal personificado externo
intimidador; subestimando la auto-responsabilidad de cada quien por sus acciones
en la vida ordinaria.

Pero podríamos además hablar de una tercera visión que postula la relevancia de
“espíritus de pecado”, una especie de noción intermedia entre lo símbólico y la
personificación del mal; la cual vincularía al tema del abuso extremo en pecados o
vicios personales con la atracción de espíritus vinculados a los mismos de origen
externo.
….Bajo tal noción podría hablarse, por ejemplo, de un “espíritu del alcoholismo” –
poseedor de los alcohólicos extremos, “un espíritu de la avaricia” –enseñoreado en
los avaros desmedidos  (en la cultura navajo, por cierto, existe una entidad con
este atributo a la cual se le conoce como “El Apostador”, “un espíritu de la lujuria”,
“un espíritu de gula o alimentación dañina”, “del consumo de drogas –legales o
ilegales”, y así por el estilo,..apoderándose cada uno de ellos de las personas que
incurran en las respectivas extremas transgresiones.

Finalmente, otra visión, mas dentro de lo profético, consideraría el tema de la gran


re-irrupción de Satanás hoy en el mundo y las consecuencias o reacción de ello,
como expresión de una gran decisiva batalla entre el bien y el mal, que se estaría
manifestando en diversos ámbitos. De esta visión sería representativa la siguiente
revelación recibida por la mística cristiana Vassula Ryden:

“Esta generación se ha vuelto muerta a Mi Palabra y prefiere vivir para Satanás


que les da todo lo que se opone a mi Ley de Amor..Vuestra  nación gobierna en
completa oposición a toda Mi Ley de Amor...El mundo ya esta saboreando los
frutos de su propio plato, provocando que la Naturaleza se rebele con
convulsiones, acarreando sobre vosotros desastres naturales, asfixiándose con
vuestras propias intrigas..Os he estado llamando durante años pero sólo muy
pocos han hecho caso. Esa purificación, que cae ahora como un azote sobre
vosotros atraerá a muchos hacia Mi…Cuando Dios habla, su voz hace temblar la
tierra. Mi Reino estará pronto con vosotros..Y todos los que han sido llamados a
dar testimonio abiertamente a cada habitante de esta  tierra,  dejarán de estar
reprimidos, puesto que la gente estará como tierra sedienta, anhelando el rocío de
mis palabras. Y ellos testificarán las obras de Dios” .

En relación a toda la anterior discusión entre las diversas visiones, algo en verdad
de vieja data, pensamos que las mismas no tienen que ser mutuamente
excluyentes, y que cada una de ellas puede tener y tiene un “puesto bajo el sol”;…
en un sabio equilibrio de la realidad de las cosas…Y bajo un común principio rector
de que ciertamente puede haber -y hay- una gradación del mal, de lo mas propio y
auto-responsable hasta lo mas ajeno y escapado de nuestra sola
capacidad….Gradación que, por otro lado, siempre estará condicionada por el –
insondable- designio último y triunfal de la voluntad de Dios !

….En dicho contexto, lo exorcista como recurso para enfrentar a una influencia o
posesión de origen externo, seria como un remedio extremo para un caso extremo.
Vale decir: un remedio para enfrentar un mal donde, por lo general, un ser humano
-bien por excesivo descuido o mal-obrar propio, ó bien por insondable designio
divino- se habría convertido en pasto para la posesión de una entidad externa
malévola.  

Unidad de lo físico, mental, y espiritual.

¿ Pero cómo saber cuando se trata de una influencia externa o posesión ?  Los
códigos exorcistas prescriben algunas formas de llegar a una conclusión.
….Pero sólo luego del descarte de otras afecciones físicas o mentales usuales.
Para lo cual se recomienda normalmente “el contar con una opinión médica
calificada”..El problema con ello es que la medicina moderna, en vista de la
degeneración mercantilista, reduccionista y materialista que ha sufrido NO siempre
puede ser considerada como “calificada” o confiable, a los fines del
esclarecimiento de la necesidad o no de una intervención exorcista.

…Para no hablar de las múltiples nuevas patologías de tipo ambiental o del estilo
de vida moderno que dicha medicina parece incapaz de entender (tales como el
efecto de contaminantes químicos, la ingesta humana insana, o el adicto uso de
aparatos como los teléfonos celulares –los cuales literalmente terminan a veces
“poseyendo” a los dueños cual “demonios tecnológicos” –incluso causando a
veces “fenómenos de ruidos, voces, sombras y hasta objetos que caen”-según se
ha reportado, probablemente como resultado de la sutil pero intensa
contaminación electromagnética que dichos artefactos ocasionan !....para no
hablar de las secuelas de la - literalmente- “posesiva” adicción a la TV, juegos de
video e Internet no infrecuentes hoy en día !  

…De modo que, con términos como “ataques epilépticos”, “personalidad


disociada”, “locura”, etc, así como tratamientos con drogas –éstas, por lo regular,
además portadoras de ingredientes de “efectos secundarios” a veces peores que
la enfermedad- un psiquiatra podría desdeñar o rechazar un real cuadro de
posesión, y los respectivos remedios de expurgación espiritual tipo exorcista
necesarios –en perjuicio de la sanación definitiva de un muy afligido paciente !

Por otro lado, cabe destacar que la misma premisa en el diagnóstico o curación de
una separación entre lo físico-mental por un lado -el supuesto terreno de los
médicos o los psiquiatras- y lo espiritual por el otro -el supuesto terreno de los
sacerdotes o exorcistas- de por si ya es un gran problema o riesgo !...Pues, como
dijimos al principio de este trabajo, el ser humano es una unidad de cuerpo y
espíritu !

….Aun mas: toda enfermedad física o mental suele tener en definitiva origen en un
desarreglo espiritual..Lo que en verdad descalificaría a toda ayuda médica que no
entienda esto o no crea en lo espiritual -algo no infrecuente hoy en día, incluso en
disciplinas como la psicología o la psiquiatría !

……Esto último tan es así que en muchos países -y sobre todo en los del Norte del
mundo- muchos profesionales de estas ramas se están declarando incompetentes
para tratar la actual avalancha de “nuevas complejas patologías emocionales-
mentales” y se han estado mudando a lo religioso, e incluso a lo exorcista, en
busca de respuestas –en una transformación revolucionaria muy herética para la
capacitación formal que han tenido dichos profesionales !!

En verdad, las medicinas del cuerpo y del alma NUNCA debieron debieron haber
sido separadas: La humanidad ha pagado un costo muy alto por ello !
En el pasado ancestral los papeles de “el médico”, “el psicólogo” y “el sacerdote”
en verdad nunca estuvieron separados, ni en el diagnóstico ni en la curación. Eran
una unidad.

Jesús fue un ejemplo mayor de lo anterior: Fue al mismo tiempo un terapeuta en lo


físico y en lo espiritual –esto último incluyendo el haber sido también un gran
exorcista..Enseñando por lo demás que la sanación espiritual siempre debe tener
prelación sobre la física o material.

La terapéutica de Jesús, por lo demás, se identificaba con una cultura sanadora


común popular, de aceptada y respetada practica en los tiempos bíblicos (como lo
ha sido en otras culturas tradicionales del mundo)…En verdad, NO  puede haber
curación física definitiva si no hay la espiritual.

Volviendo al escenario actual, si no hubiera una ayuda médica confiable, pues


quedaría en manos del exorcista determinar, en forma autosuficiente, si el caso
ameritaría su intervención..Para lo cual vendría entonces a colación la importancia
de, en efecto, contar, con un bien preparado y calificado exorcista, que cuente
además con la indispensable buena inspiración o guía divina !

Cualidades de un buen exorcista y cómo reconocer una posesión.


Por lo anterior, desde la Iglesia se ha subrayado la importancia de
las calificaciones de un exorcista profesional en los términos
siguientes: “El sacerdote, que con la especial y explícita licencia
de su respectivo superior tiene que realizar el acto del Exorcismo,
se hallara adornado del mas alto grado de piedad, prudencia e
integridad de vida;  actuará  amparado mas por la virtud divina
que la propia, lo hará libre de toda ansia de bienes humanos, y
realizará esta piadosa obra por caridad, con constancia y gran
humildad.Conviene que sea de edad madura y digno de
reverencia, no solo en razón de su cargo sino por la pureza de sus
costumbres.”
Ahora bien, una vez descartadas las afecciones ordinarias, cómo reconocer las
señales de una posible posesión ?

En la tradición cristiana usualmente por lo general se citan síntomas en la persona


afectada como los siguientes:

 i) Conocimiento de cosas o hechos antes fuera del alcance normal conocido de la
persona ii) asunción de la noche a la mañana del habla en lenguas extranjeras o
antiguas -ajenas al conocimiento previo de la persona iii) inusitadas o abruptas
manifestaciones de gran fuerza física o de habilidades paranormales iv) aversión
vehemente a todo lo santo-sagrado: vehemente blasfemia o sacrilegio v) violencia
hacia otros vi) gritos horrendos vii) contorsiones abruptas feroces viii) escandalosa
risa burlona o de sorna ix) autoflagelación x) gula grosera xi) conducta primitiva
animal xii) ojos vidriosos o que dan vuelta dentro de su orbitas xiii) lengua que
entra y sale de la boca xiv) ver espectros u oir voces xv) pensamientos obsesivos
xvi) agresiones en el cuerpo, intentos de suicidio. 

Casos de los muertos o almas en pena, de “portales abiertos”, y otros.

Además del diagnóstico y/o auxilio de seres vivos cabe añadir que habría otro
campo de actuación de la liberación o el exorcismo que no puede ser desdeñado:
el de las almas en pena o fantasmas, las cuales además pueden ejercer
manifestaciones sobre los vivos o sobre los allegados sobrevivientes –bien como
“llamadas de auxilio” o bien por alguna “cuenta pendiente” o “legado de enganche”.

En el cristianismo a este campo se le podría englobar en la general noción de


“almas en purgatorio” (almas que necesitan aun de purificación para poder estar en
paz o frente a Dios), o en la mística noción de “las moradas en el camino al Señor”
(..por otro lado, en algunas religiones o tradiciones orientales, se le relacionaría
con la purificadora noción de las “sucesivas reencarnaciones del alma” antes de su
“liberación definitiva”).

El mencionado campo tendría muy diversas facetas..Incluiría, por ejemplo desde


qué hacer, por ejemplo, frente a las almas de los seres abortados (una
problemática hoy en día muy grave hoy en día, que abarca millones de así
fallecidos, con las correspondientes consecuencias no sólo en las víctimas sino en
los perpetradores o cómplices); o qué hacer ante personas o incluso poblaciones
que han fallecido en medio de violentos sucesos  o abruptos traumas –como
homicidios, accidentes ó intempestivos desastres naturales, guerras; etc.….

..Habría una labor de “limpieza” que hacer, via liberación o exorcismo, bien en
general o en particular, por simple compasión o asunto propio, en cada uno de
tales casos, según se requiriese. Para lo cual, en el repertorio de técnicas o ritos
de liberación-exorcismo, existirían las respectivas prescripciones o
recomendaciones.

Por ultimo, estaría la categoría de “portales” abiertos -bien por algún conjuro
deliberado o alguna irresponsabilidad o imprudencia humana mayor-  hacia
“mundos del mal”, los cuales también tendrían que ser clasurados con ritos o
contra-conjuros respectivos.

Para finalizar, cabe volver a señalar -como se desprende de todo lo anterior- que el
exorcismo en verdad es una práctica muy antigua, y forma parte de los sistemas
de creencias de muchas tradiciones espirituales, religiones o culturas. Estas -mas
allá de las percibidas diferencias -muchas veces fruto de simple ignorancia mutua
como hemos dicho antes- han ostentado en verdad rasgos muy comunes en el
manejo del Tema. Sobre ello mucho mas podríamos decir.

Pero en este trabajo nos centraremos mas bien en cómo aborda al exorcismo la
cultura cristiana -y en particular la católica…Sin que ello nos impida
ocasionalmente seguirnos refiriendo ocasionalmente a las enseñanzas de otras
culturas o tradiciones –precisamente para seguir ilustrando lo universal de la
práctica exorcista.

El exorcismo en el mundo católico.

Entre todas las denominaciones cristianas, quizás el catolicismo no tenga hoy la


cultura exorcista mas viva, en virtud del gran decaimiento que ésta ha tenido
dentro de la lglesia..ello bien por razones internas o bien por la influencia de la tan
materialista o racionalista cultura moderna en que al catolicismo le ha tocado
desenvolverse.

Sin embargo, para muchos la sistematización y profundidad que históricamente ha


alcanzado el arte del exorcismo en el catolicismo no ha tenido igual en el mundo
cristiano. De allí que sea tan interesante su estudio o valoración, particularmente a
la luz del actual resurgimiento del interés en “la  demonología”.

Pero, qué nos dice el Magisterio de la Iglesia católica al respecto? ..Bastante, y en


forma clara y minuciosa.. Como veremos a continuación en el siguiente resumen
sobre aspectos esenciales del Tema..Resumen a su vez mayormente basado en lo
dicho por el Cardenal Jorge Medina Estévez, en su carácter de Prefecto de La
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos –bajo cuya
jurisdicción se encuentra el tema del exorcismo en la Iglesia.

“El exorcismo es una antigua y particular forma de oración que hace un ministro
ordenado de la Iglesia, en nombre de Jesucristo y por el poder que Jesucristo ha
otorgado a su Iglesia para liberar del poder de Satanás o El Demonio. Por lo tanto
no es oración personal sino de la Iglesia.

El Catecismo Católico señala que: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con


autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido
contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de
exorcismo. Jesús lo practicó, de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar".

Los exorcismos pueden ser simples o solemnes. El exorcismo simple se reza en el


rito del bautismo. El exorcismo solemne es un rito que sólo puede ser válidamente
celebrado por un sacerdote con el permiso del obispo del lugar. El obispo da
permiso al sacerdote para cada caso o puede, con el permiso de la Santa Sede,
formalmente otorgar a un sacerdote el oficio de exorcista. En ese caso el
sacerdote está facultado para exorcizar y no necesita un permiso particular para
cada  caso.

Solo el exorcista con la debida licencia puede verificar la verdadera posesión


diabólica. Es un proceso difícil en el que se deben descartar causas naturales. 

Según el Padre Amorth, un conocido exorcista de Roma, el poder de expulsar


demonios que Jesús confirió a todos los creyentes conserva toda validez. Es un
poder general basado en la fe y en la oración, y puede ser ejercido por individuos
o comunidades sin ninguna autorización formal. Sin embargo, en este caso, se
trata de plegarias de liberación, y no se deben llamar exorcismos. En algunas
diócesis hay laicos que han sido preparados para el ministerio o misión de
liberación (no exorcismo) bajo la dirección de un sacerdote. La liberación es
oración para liberar de la opresión del demonio pero sin utilizar el rito de
exorcismo.

Pero sólo al sacerdote autorizado, o al formalmente licenciado, corresponde el


papel o nombre de exorcista Nadie debe ejercer este ministerio sin autorización de
la Iglesia. 

Jesús vino a liberarnos del poder de Satanás y darnos la gracia de ser hijos de
Dios. Jesús impartió su poder liberador a sus discípulos para que ellos y sus
sucesores continuaran la misión de liberación y exorcismo en su nombre. Por lo
tanto el protagonista en el exorcismo es Dios a través de su ministro y no el
demonio.

El exorcista ante todo busca llevar la persona atribulada a un encuentro con


Jesús. Para ello es necesario apertura a los canales de gracia en la Iglesia: la
confesión, la eucaristía, la meditación de la Palabra, la comunidad, la
catequesis...Es un camino de fe al que se invita también a la familia.

El Padre Gramolazzo, otro exorcista de Roma, comenta: “Actualmente muchos


viven una fe supersticiosa o de superstición y muchos tienden a no hacerse
responsables, no saben afrontar el sufrimiento y atribuyen todo trastorno físico o
espiritual a la acción del demonio. Pero frecuentemente el remedio es una
verdadera y sincera confesión o reconciliación,..o una mayor dedicación a la
ascesis, a la oración, a la penitencia. La mentalidad popular ha exagerado los
poderes de Satanás, que son los de un ángel común”.

En la vida diaria para defenderse del mal basta con ser coherentes con el
Evangelio, no tener miedo de testimoniar la propia fe y cuidar la propia relación
con Dios.

Cuando en cambio se percibe aversión a lo sagrado, enfermedades desconocidas


o incluso síntomas difíciles de identificar, es posible que sea necesario el
exorcismo

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó


el nuevo rito de exorcismos en enero del 1999. Según su Prefecto, el
CardenalJorge Medina Estevez, el nuevo ritual es una edición actualizada de la
versión del texto de 1614. "Entre el rito anterior y el nuevo hay una gran
continuidad; no existe un cambio radical. El lenguaje es más sobrio; hay menos
adjetivos, pero la expresión de la fe en el poder de Dios para expulsar al demonio
es la misma en ambos casos”.

 El nuevo ritual reitera que el exorcismo tiene como punto de partida la fe de la
Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y “los
demonios son ángeles caídos a causa de sus pecados, seres espirituales de gran
inteligencia y poder".

En el actual ritual se encuentran el rito el exorcismo propiamente dicho y las


oraciones que hay que recitar públicamente cuando se juzga prudentemente que
existe una influencia de Satanás sobre lugares, objetos o personas, sin llegar a la
fase de una posesión verdadera y propia. Además, existe una serie de oraciones
que los fieles deben rezar privadamente cuando tienen fundadas sospechas de
que son sometidos a influencias diabólicas.

La capacidad del hombre de acoger a Dios "es ofuscada por el pecado, y a veces
el mal ocupa el puesto en el que Dios quiere vivir. Por eso, Jesucristo ha venido a
liberar al hombre del dominio del mal y del pecado. (...) Jesucristo expulsaba los
demonios y liberaba a los hombres de las posesiones de los espíritus malignos
para hacerse espacio en el hombre".

"El poder de Satanás no es infinito", sin embargo el que Dios permita que seamos
tentados "es un gran misterio".

Incluso a veces Dios mismo permite que hijos de mucho bien sean vejados u
obsesionados por lo demoníaco; piénsese en algunos santos. Pero en estos casos
nos hallamos ante planes divinos para nosotros impenetrables.

"El influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es habitualmente ejercitado por
medio del engaño, la mentira y la confusión. Así como Jesús es la Verdad, el
diablo es el Mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el inicio, la mentira
ha sido su estrategia preferida". 

Como vemos, pues, de todo lo anterior:

1)     La Iglesia cuida con celo el control del rito del exorcismo –como debe ser, por
tratarse de un asunto muy delicado…Reservando su uso sólo para los extremos y
contados casos de una comprobada total posesión..Pero también permite o alienta
el involucramiento auxiliar de los fieles en los casos mas leves ó de mera
sospecha o influencia demoníaca, catalogados no como exorcismos sino como
“liberación”..A través del llamado “Ministerio de la Liberación ó Intercesión”; una
misión de servicio que, en todo caso, también conlleva una respectiva preparación
para los practicantes –pues se trata también de un asunto de cuidado.

Ambas actividades, exorcismo y liberación, tienen sus respectivas herramientas o


protocolos –yendo de los mas rigurosos en el caso de la primera hasta los
relativamente mas flexibles o discrecionales de la segunda.

2) Como hemos antes dicho, existen algunas señales que normalmente alertarían
sobre un posible caso de posesión. Pero, ante la posibilidad de otras razones a las
cuales atribuir el desarreglo de la persona o ante la compleja contaminación física
y mental-espiritual de hoy, siempre podrá quedar alguna  duda de si -en efecto- se
trata de un caso de influencia o posesión demoníaca como tal..Por lo cual el
diagnosticador –mas allá de toda la indispensable capacitación o pureza que se da
por descontado debe tener para tan delicada labor- hará bien en mantenerse
siempre en la prudencia y la invocación de la inspiración y guía divina para su
mejor juicio.

3) La autoridad y Magisterio de la Iglesia en materia exorcista proviene


directamente de las enseñanzas del propio Jesús, quien, como narra el texto
bíblico Hechos de los Apóstoles (10,38): “Ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él”; y quien, como se narra en Mateo 10, 1:
“..llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para
expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”.  

Por otro lado, como ha reseñado Juan Antonio Pagola, Jesús, en su gran misión
exorcista “buscó el sometimiento de los demonios hablando directamente con
ellos, penetrando en su mundo, preguntándoles su nombre para dominarlos mejor,
gritándoles órdenes, gesticulando, poniéndolos furiosos y expulsándolos..Y, de tal
manera, destruyendo “la identidad demoníaca” de la persona y reconstruyendo en
ella una nueva identidad, a la cual transmitía la fuerza sanadora de su propia
persona”. La eminente expresión exorcista  Va de retro Satanás, que significa
“Aléjate Satanás”, la cual figura en el dorso la también muy exorcista Cruz de San
Benito, proviene directamente de los labios de Jesús –según el evangelio de San
Marcos (por cierto otras medallas también muy utilizadas para lo protector-
exorcista son la del Sagrado Corazón de Jesús y la de La Milagrosa)

3) Por otro lado, por mas atracción o interés que pueda suscitar hoy el tema de la
posesión demoníaca o el exorcismo, cabe subrayar de nuevo que se trata de una
ocurrencia excepcional. Y se trata de un asunto donde tampoco se le puede dar –
ni se le debe dar- al “Príncipe del Mal” –o a lo que éste representa- mas poder del
que tiene !

..Como ha dicho el reputado exorcista Jose Antonio Fortea: “El demonio sólo


posee a quienes se lo ponen fácil. No tiene en verdad tanto poder, lo único que
puede hacer es tentar. Y yo sé que con Dios siempre se le vence, aunque a veces
cueste”..Añadiendo además que: “El demonio en verdad es el que menos nos
tienta…No sería extraño que él proteste diciendo: “No me sigais culpando tanto por
cosas con las que yo no he tenido NADA que ver !”…En verdad el pecado de
hechura propia es mas importante que el demonio..”

Para redondear aun mas, y a fin de poner lo demoníaco en su justo contexto, el


Presbítero Fortea ha hablado además de tres precondiciones para que pueda
manifestarse un demonio: “i) que uno lo pida o lo permita ii) que el demonio lo
acepte iii)  que Dios lo permita”…Con lo cual, se requerían, pues, de varias
precondiciones, que definitivamente harían al fenómeno de excepcional ocurrencia
….Por ultimo, el Padre Fortea ha subrayado el siguiente afirmativo supremo
condicionante: “En definitiva, todo, esta en manos de Dios, por lo cual siempre
deberíamos tener una fe positiva o de esperanza”.

Dicho concurso de fe positiva nuestra es, en verdad, indispensable…No en valde


Jesús solía acompañar sus logros de expurgación terapéutica –física y espiritual-
de los afligidos diciéndoles lo siguiente: “Tu  fe ha curado” –a fin de no dejar de
destacar la importancia de la co-participación.

Guía práctica para las liberaciones o exorcismos.

Teniendo en cuenta todas las consideraciones anteriores, podríamos sugerir


entonces algunas orientaciones prácticas para las liberaciones o exorcismos,
desde un punto de vista católico-cristiano; teniendo en cuenta todo lo antes
expresado.

La fórmula básica seria “Biblia-Oración-Sacramentos”…En base a la invocación


-en orden de poder- de identidades  espirituales benefactoras o protectoras
fundamentales como: los ángeles y arcángeles ( en particular nuestro Angel de la
Guarda –cada quien tiene uno- y el siempre relevante San Miguel Arcángel); La
Virgen; Nuestro Señor Jesucristo, y el propio Dios Padre..A quienes siempre
debemos invocar como poder sometedor de los demonios.

En cuanto a la Biblia refiérese ello a apelar siempre al poder orientador o liberador


de las escrituras…Algunos métodos de liberación suelen incluir a su inicio la
apertura al azar de la Sagrada Biblia, a fin de ver qué mensaje orientador
pertinente nos puede deparar para la tarea a realizar…

En cuanto a lo de las plegarias u oraciones útiles, existe una gran variedad para


los fines liberacionistas…De lo cual presentaremos algunas muestras en
elApéndice a este trabajo.

Para casos moderados, hasta la recitación de la simple Oración del Padre


Nuestro –incluso sustituyendo en ella su frase  “el mal” por “el maligno”; o bien
elAve María, o el Santo Rosario, tendrán todos un poder liberador o exorcizador
inherente.

Así como la simple Oración de San Miguel Arcángel (proveniente a su vez del


“exorcismo de San Miguel Arcángel” instituido por el Papa Leon XIII el cual la
Iglesia si permite a los fieles rezar privadamente –por no requerir de las exigencias
del mas solemne y delicado Rito Romano).

En el terreno de los Salmos, El Salmo del Buen Pastor es un buen ejemplo de


cuanta certera ayuda pueden éstos brindarnos.

        Cuando hablamos de la invocación de Jesús o María muchos practicantes


suelen recomendar la Consagración a los Dos Corazones, de Jesús Y Maria, bien
a nivel personal, o grupal –incluso a nivel de países e internacional, según la
necesidad. Para lo cual, existen diversas oraciones o formulas. Una de ellas es la
pieza aportada por el religioso Rick Miller, y adaptada a Venezuela, identificada
como  “El Santo Rosario de los Misterios Dolorosos dados para estos tiempos”,
…”por la conversión de todos los venezolanos, la Consagración de Venezuela al
Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón de Jesús, y por la
Renovación de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento” –texto
disponible a través de la dirección apostoladovenezuela@gruposyahoo.com. 

La Oración de la Sangre de Cristo de la Reina de la Paz -la cual presentamos en el


Apéndice- la hemos encontrado particularmente recomendable y eficaz, por su
amplia cobertura, sencillez  y poder.

        Pero claro existe además una amplia gama de oraciones específicas para los
menesteres liberadores o exorcistas. Desde Oraciones para ritos de
Liberaciónhasta el propio antiguo gran Rito Romano de Exorcismo –solo para los
autorizados.

En cuanto a este último, actualizado por la iglesia en 1995 –como hemos dicho
antes. Entre sus precripciones figuran: “El primer paso es rociar agua bendita,
símbolo de la purificación y del bautizo. Y enseguida, las letanías que celebran las
victorias de Jesús contra el Mal. Después de la lectura del Evangelio, el exorcista
pone sus manos sobre la persona poseída e invoca el poder del Espíritu Santo.
Después, se hace la señal de la cruz ante el Demonio para mostrarle el poder de
Cristo. Al final, se lo invita a partir: Recede ergo, Satan, in nomine Patris et Filii et
Spiritus Sancti (Vete ahora, Satanás, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo)”.

En el Apéndice a este trabajo se presentarán, pues, sólo algunas oraciones


clásicas o modelos para un accesible uso general, de particular posible interés o
utlilidad para los laicos “liberadores” no profesionales.

En cuanto a lo de los sacramentos refiérese ello a recurrir en particular a


sacramentos como la Eucaristía, la Reconciliación o Confesión, y la Unción de los
Enfermos.

En cuanto a la Sagrada Eucaristía su poder liberador por si sólo es enorme. En


virtud de todo lo que ella abarca. Un connotado estudioso y aplicante de la
Eucaristía para liberaciones exorcistas, el médico anglicano Kenneth McAll ha
resumido así su gran eficacia: “La Eucaristía utiliza todos los medios tradicionales
para expulsar el maligno: las Escrituras, la oración en nombre de Jesucristo, la
confesión d los pecados y la absolución, la profesión de fe, el Padre Nuestro, la
unión en una oración de culto y alabanza, la comunión, el estrechamiento de
manos y las bendiciones. Los espíritus malignos temen el enorme poder benéfico
que todo eso genera y también la forma en que el espíritu de Dios puede cambiar
los corazones de los hombres. El sacrificio de Jesucristo, que este ofreció a Dios
sin reservas para la redención del género humano, purifica la conciencia de los
hombres, de manera que estos son auténticamente capaces de servir a Dios”.
En concusión final, esperamos con este trabajo haber hecho algún aporte
orientador de interés sobre el -hoy tan vital y en boga, pero también propenso a la
confusión o distorsión- tema de los demonios y el exorcismo !  

……En Dios, por Dios; y por un mundo mejor !

                           Algunas de las fuentes principales consultadas.

-Pagola Jose Antonio, Jesús: Aproximación histórica, Imprime Huertas IG, Madrid,


2007.

-Berzoza Martínez, Angeles y Demonios, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid,


2007.

-Ryden Vassula, La Verdadera Vida en Dios: Encuentros con Jesús,Tomo 12

-Declaraciones de Cardenal Jorge Medina Estévez, Prefecto de La Congregación


para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Internet/wikepedia.

-Pacanins Graciela, Guía de Liberación y Sanación, Caracas.

-Asistencia a charla de y consulta de pagina web de sacerdote experto exorcista


Jose Antonio Fortea.

-Szalay Ione, Enfermar también es Sanar, Editorial Kier, Buenos Aires, 2000.

-Aivanhov Omraam Mikhael, El Arbol de la Ciencia del Bien y el Mal, Ediciones


Prosveta, Frejus Cedex, Francia, 1997.

-McAll Kenneth, Healing the Family Tree, Queenship Publishing, 1998, Santa
Barbara, California, E.U.

APENDICE: ALGUNAS ORACIONES CLASICAS O  A MODO DE MODELOS


PARA TAREAS DE LIBERACION.

Oracion a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel,

defiéndenos en la batalla.

Sé nuestro amparo

contra la perversidad y las acechanzas

del demonio.

Que Dios le reprima, es nuestra humilde súplica;


y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,

con la fuerza que Dios te ha dado, arroja al infierno

a Satanás y a los demás espíritus malignos

que vagan por el mundo

para la perdición de las almas.

Amén.

Memorare a la Virgen María de San Bernardo.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,


que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡Oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.”

 Oración a la Virgen que desata nudos

                  (Oración suministrada por el Padre Petro, sacerdote exorcista


checo)

Madre de Jesús y Madre nuestra, María, Santísima Madre de Dios. Tu sabes que
nuestra vida esta llena de pequeños y grandes nudos.

Nos sentimos sofocados, aplastados, oprimidos e impotentes para resolver


nuestros problemas.

Nos entregamos a Ti, Virgen de Paz y Misericordia. Nos dirigimos a nuestro Dios
Padre, por Jesucristo y en el Espíritu Santo, unidos a todos los ángeles y a los
santos.

María coronada de doce estrellas, que pisas con tus santísimos pies la cabeza de
la serpiente, no nos dejes caer en la tentación del maligno. Mujer gloriosa, la luna y
el viento son subordinados a tus deseos: libéranos de toda esclavitud, confusión e
inseguridad. Danos tu gracia y tu luz, para ver en las tinieblas que nos rodean y
seguir el camino justo.
Madre generosa, te presentamos suplicando nuestro pedido de ayuda. Te rogamos
humildemente:

-Desata los nudos de nuestras perturbaciones físicas y de las enfermedades


incurables: María escúchanos !

-Desata los nudos de nuestros conflictos psíquicos, de nuestras angustias y


miedos, la no aceptación de nosotros mismos y de nuestra realidad: María
escúchanos! 

-Desata los nudos en el trato con el prójimo, en juzgar, despreciar y criticar, en ser
soberbios, presuntuosos, intolerantes y ofensivos: María escúchanos.

-Desata los nudos de nuestra posesión diabólica: María escúchanos !  

-Desata los nudos en nuestras familias y en el trato con nuestros hijos: María
escúchanos !

-Desata los nudos en la esfera profesional, en la imposibilidad de encontrar un


trabajo digno o en la esclavitud de trabajar con exceso: María escúchanos !

-Desata los nudos dentro de nuestra comunidad parroquial y en nuestra Iglesia,


que es una santa, católica y apostólica: María escúchanos ! 

-Desata los nudos entre las varias Iglesias Cristianas y confesiones religiosas y
danos la unidad en el respeto a la diversidad: María escúchanos!

-Desata los nudos en la vida social y política de nuestros país: María escúchanos!

-Desata todos los nudos de nuestro corazón, para ser libres de amar con
generosidad: María escúchanos !

María que desatas los nudos, ruega por nosotros a tu hijo Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

“Oración de Consagración al Corazón Inmaculado de María y al  Sagrado


Corazón de Jesús.

(Impartida por el Sr. Rick Miller. Predicador comprometido con el Patronato de San
José)

Buenos días Padre, te amo Padre.

Gracias por este día.

Gracias por mi vida y la vida de mi familia.


Gracias por mi salud y la salud de mi familia.

Gracias por todo lo que nos has dado.

Querido Padre este día te ofrezco mi voluntad.

Por favor reemplázala con tu Divina Voluntad.

Enséñame lo que quieres que haga en  este día y ayúdame a lograrlo.

Querida Madre, buenos días Madre. Te amo Madre.

Por favor me reconsagro a mi y a mi familia a tu Sagrado e Inmaculado Corazón y


al Sagrado Corazón de Jesús.

Y, como venezolano, me reconsagro al Santísimo Sacramento del Altar.

Por favor pídele a San José que esté con mi familia el día de hoy.

Por favor fortalece y bendice a mi Ángel de la Guarda, que esté en el día de hoy
cerca de cada uno de los que amo.

Padre, Hijo y Espíritu Santo, por la Gracia de Dios, protéjanlos, ámenlos, nunca los
abandonen.

Amen, Amen, Amen.”

Oración de Arrepentimiento y Liberación

(Jesús dio esta oración a Vassula Ryden el 13 de noviembre de 2006:


Vassula escribió: Jesucristo me dictó esta oración, que es una oración de
arrepentimiento, sanación y liberación. Él dijo que esta "oración de exorcismo" se
necesita en nuestros tiempos tan llenos de maldad. Las personas no saben como
repudiar completamente, a Satanás, en sus oraciones. Satanás los está
controlando, cegándolos y dándoles mucho sufrimiento, ya sea por medio de la
enfermedad o tomándolos cautivos. Jesús dice, también, que mucha gente venera
a falsos dioses (ídolos).Esta oración será muy efectiva si se ora con el corazón y
con sinceridad)

Señor, me has soportado todos estos años con mis pecados, pero a pesar de ello
has tenido compasión de mí.

Me he descarriado en todos los aspectos, 


pero ahora no quiero pecar más.
Te he agraviado y he sido injusto.
Ya no lo seré nunca más.
Renuncio al pecado, renuncio al Demonio,
renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma.
Libera mi alma de todo lo que es contrario a Tu santidad.
Te suplico, Señor, que me salves de todo mal.
Ven ahora, Jesús. 
Ven ahora a habitar en mi corazón.

Perdóname, Señor, y permíteme descansar en Ti.


Porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi Luz, 
y en Ti confío.

Desde hoy, Señor, Te bendeciré en todo momento.

“ORACIÓN DE LA SANGRE DE CRISTO de Reina de la Paz

Señor Jesús, en tu nombre y con el poder de tu Sangre preciosa sellamos toda


persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera
hacer daño.

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en el aire,


en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de
la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos moveremos
hoy y todo día.

Con el poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del


maligno.

Te pedimos, Jesús, que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a  la


Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su
corte de Santos Angeles.

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la
habitan (nombrar a cada persona que habita en ella), las personas que el Señor
enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que El generosamente nos
envía para nuestro sustento de hoy.

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos,


paredes y pisos, el aire que respiramos y en Fe colocamos un círculo protector de
Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar
este día y todo día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a
tratar (nombrar a cada una de ellas).

Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual,


los negocios de toda nuestra familia y los vehículos, carreteras, aviones, o
cualquier método de transporte que vayamos a utilizar hoy, y todo día.
Con tu Sangre preciosa, Jesús, sellamos los actos, las mentes, y los corazones de
todos los habitantes y dirigentes de nuestro país, a fin de que reine tu paz y tu
corazón en él.

Te agradecemos, Señor, por tu Sangre y por tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos
sido salvados y preservados de todo lo malo. AMÉN”

   Oración de Liberación de espíritu de influencia o posesión.

               (de Manual Guía de Liberación y Sanación, Graciela Pacanins)

 “En el nombre de Jesucristo y con el poder del Espíritu Santo, yo ordeno a


cualquier espíritu que no interfiera con esta oración. Yo te ato para que no
influencies mas la voluntad de----poner nombre de persona----y salgas de su
mente, de su imaginación, de su memoria, de su emociones y de todo su cuerpo.
Yo sello con la Sangre de Jesucristo toda entrada en---nombre de persona----, y te
ordeno salgas por la herida por donde entraste sin hacer daño y sin molestar a
nadie, cuando se termine esta oración”

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El Poder de Cristo sobre Satanás

Escrito por Luis Eduardo López PadillaDomingo, 04 de Noviembre de 2007 01:54


Apologética - Artículos

1.       El Endemoniado de Cafarnaúm

2.       El Epiléptico Endemoniado

3.       La Niña Cananea

4.       El Demonio Mudo

5.       El Energúmeno de los Cerdos

6.       Otros Exorcismos

7.       Jesús Envía a Sus Apóstoles a Exorcizar

8.       Ataque Frontal de Satanás a Jesucristo

9.       Desde Su Infancia

10.   Las Tentaciones en el Desierto

11.   La Eliminación de Cristo y la Movilización de los Adversarios


12.   Posesión de Judas

13.   La Hora del Poder de las Tinieblas

14.   El Abandono

15.   Victoria Aparente

El Nuevo Testamento no nos ofrece sobre los demonios ni sobre los ángeles una
enseñanza directa y formal sobre la creación y naturaleza de estos seres invisibles.
Más bien nos proporciona una información ocasional y dispersa, toda vez que la
Revelación no ha sido dada para nuestra curiosidad sino para nuestra salvación. No
obstante, queda de manifiesto a lo largo del Nuevo Testamento cómo Cristo asume
una posición de autoridad sobre los demonios en su acción propiamente exorcista,
arrojando a los demonios de forma contundente y constante, revelando así su
victoria contra su adversario.
A continuación expondremos los casos que nos relata la Sagrada Escritura sobre la
acción por parte de Cristo de expulsar a los demonios, confirmando así de manera
inobjetable su existencia.
A.    El Endemoniado de Cafarnaúm (Mc 1, 21 – 28 y Lc 4, 31 – 37)
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo,
que se puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has
venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios. Jesús entonces, le
conminó diciendo: “Cállate y sal de él”. Y agitándole violentamente el espíritu
inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Este milagro es un exorcismo. El poseso se muestra agresivo y Jesús lo conmina y
ordena; el demonio se va, manifestándose de manera violenta. Cristo inaugura así su
victoria.
B.     El Epiléptico Endemoniado (Mt 17, 14 – 18; Mc 9, 14 – 29; Lc 9, 33 – 45)
Este caso polariza todas las discusiones sobre el exorcismo. Es el de un niño
epiléptico traído a Jesús por su padre en una situación muy desesperada.
Después de la Transfiguración, Jesús desciende del Monte Tabor con Pedro,
Santiago y Juan y se encuentra a los otros nueve discípulos en discusión con los
escribas. Vamos a citar a Marcos que relata más a detalle el siguiente exorcismo:
“Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo, y, donde quiera que se
apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja
rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido. Él le
responde: ¡Oh generación incrédula! ¡Hasta cuándo estaré con vosotros! ¡Hasta
cuándo habré de soportaros! ¡Traédmelo! Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a
Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra se revolcaba echando
espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le viene
sucediendo esto? Le dijo: desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al
agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.
Jesús le dijo: ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree! Al
instante, gritó el padre del muchacho: ¡Creo, ayuda a mi poca fe! Viendo Jesús que
se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu sordo y
mudo, Yo te lo mando: sal de él y no entres más en él. Y el espíritu salió dando
gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto
de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le
levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado
sus discípulos: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle? Les dijo: Esta clase de
demonios con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno” (Mt 17,
21).
Aquí tenemos un caso claro de exorcismo, no obstante hay quienes han pretendido
reducir este hecho a una epilepsia. Pero las características del niño son rasgos
extraños a la epilepsia: el mutismo del niño; los impulsos de suicidio por medio del
agua y el fuego; las reacciones del niño ante Cristo que responden a las
características específicas de la posesión diabólica. La coincidencia de una
enfermedad de síntomas identificables y la posesión no excluye a esta última, pues
muchas veces, según la experiencia de muchos exorcistas, el demonio utiliza las
predisposiciones naturales del sujeto.
Pero en este caso como en otros muchos, Jesús y los evangelistas distinguen
constantemente entre posesión y enfermedad, es decir, entre exorcismo y terapia.
Para los posesos del demonio, Jesucristo no efectúa un gesto terapéutico sino que
“ordena al espíritu inmundo” quien muchas veces resiste y reacciona hablando por
la boca del poseso. Así por ejemplo, Jesús interroga, o dialoga, o hace callar al
demonio. También le interpela y le ordena, siendo así que en las curaciones no hay
ni diálogo ni combate.
Este es uno de los casos más claros donde la Escritura muestra el poder de Cristo
sobre el demonio, y por ende, la existencia de estos espíritus. Finalmente, se puede
advertir que hay ciertos demonios que sólo pueden ser echados mediante la oración
y el ayuno.
C.     La Niña Cananea (Mt 15, 21 – 28 y Mc 7, 24 – 30)
Dos evangelistas refieren otro exorcismo llevado a cabo por Jesús durante su viaje a
la región de Tiro y Sidón:
“He aquí que una mujer cananea, salida de este territorio, se puso a gritar
diciendo:
‘Ten compasión de mi, Señor, Hijo de David, mi hija está atormentada por un
demonio’ (un espíritu inmundo dice Mc 7, 25).
Jesús la rechaza, pero ella insiste de manera conmovedora para que ‘expulse al
demonio fuera de su hija’. Y Jesús alaba su fe y le dice:
‘Vete, pues por tus palabras ya ha salido de tu hija el demonio’. Ella se fue a su
casa y encontró a la niña echada en la cama y que el demonio se había ido”
Aquí estamos en presencia de un exorcismo o liberación a distancia. Pero para el
caso resulta lo mismo, pues la niña queda sanada por haber sido liberada del
demonio. Por eso decimos que “Jesús pasó haciendo el bien, sanando a todos los
que habían caído en poder del Diablo” (Hechos 10, 38).
D.    El Demonio Mudo (Mt 9, 32 – 34 y Lc 11, 14)
Mateo señala brevemente el exorcismo de un hombre aquejado de mutismo:
“Le trajeron un endemoniado mudo, el demonio fue expulsado y el mudo habló”. Y
Lucas dice: “Acababa de expulsar a un demonio que había dejado mudo a un
hombre. El demonio salió y el mudo habló”.
Los demonios normalmente son locuaces por boca del poseso. Pero hay ciertas
clases de ellos que son mudos y  provocan mutismo en el poseso. En todo caso este
tipo de demonio se califica por su eficiencia, es decir, dejar mudo a un hombre.
El Energúmeno de los Cerdos (Mc 5, 1 – 20; Mt 8, 28 – 34; Lc 8, 26 – 39)
Uno de los casos más desconcertantes de la Escritura  relacionados con el exorcismo
es el del energúmeno de la región de los gerasenos. Se trata de un hombre peligroso
a quien se le encadenaba a duras penas y que rompía sus cadenas. Tal y como
sucede hoy en día con los exorcistas, muchas veces tienen que recurrir a ayuda para
poder controlar al sujeto o neutralizar la fuerza extraordinaria con la que se
manifiesta durante un exorcismo.
Dice el texto: “Al ver de lejos a Jesús corrió, se postró ante Él y empezó a gritar
con gran voz. Déjame en paz, Jesús, Hijo del Dios Altísimo. Te conjuro por Dios
que no me atormentes”.
Aquí el demonio habla por boca del poseso al que utiliza como su instrumento. Este
hecho ha perdurado hasta los días de hoy como una experiencia cotidiana de los
exorcismos. El demonio que habita en un hombre puede mover su cuerpo y
gobernar su psique bajo formas muy diversas. Así, por boca del poseso, el demonio
conjura, se resiste, insulta, negocia, descubre su identidad, etc.
“Jesús le preguntó ‘¿Cómo te llamas?’ Él contestó: ‘Me llamo Legión’. Porque
habían entrado en él muchos demonios, y le rogaban insistentemente que no les
enviase fuera de la región”.
Algunos exorcistas actuales han encontrado este nombre de Legión en diversos
casos de posesión. Así, Legión, negocia su marcha: “Envíanos a los puercos, que
podamos entrar en ellos. Y Jesús se lo permite”. La experiencia de algunos
exorcistas constata que parece ser un alivio para los demonios habitar aquí abajo, en
la tierra, pues experimentan una especie de liberación del infierno. Es como una
satisfacción sádica. Y termina el texto con un hecho muy impresionante pues al ser
los demonios expulsados y trasladados a los cerdos, estos animales impuros se
precipitan en el lago.
Otros Exorcismos
Además de los exorcismos que hemos descrito líneas arriba, los Evangelios no
relatan aunque sí mencionan muchos más. Por ejemplo, María Magdalena de quien
Jesús había echado 7 demonios (Lc 8, 2 y Mc 16, 9). Esta liberación tuvo efectos
formidables pues María Magdalena llegó hasta el Calvario y al Sepulcro, y fue la
primera en merecer ser testigo de la primera aparición de Jesucristo después de
resucitado.
Así mismo, la Sagrada Escritura menciona reiteradamente que Jesús realizaba
habitualmente su ministerio de exorcista, distinguiéndolo claramente de los ritos de
curación. Por ejemplo, en Cafarnaúm se dice que Jesús curaba a muchos pacientes
de diversas enfermedades y “lanzaba a muchos demonios, pero no les dejaba
hablar porque le conocían” (Mc 1, 32 – 34).
Esta interpelación de los demonios era muy frecuente, y Jesús siempre los mandaba
callar, tal y como lo menciona San Lucas: “Los demonios salían y vociferaban
diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Él les conminaba y no les permitía hablar,
pues sabían que Él era el Hijo de Dios” (Lc 4, 40 – 41).
En otro lugar, en respuesta a la acusación de sus adversarios que le decían que “era
por Belcebú, el príncipe de los demonios, por quien expulsaba a los demonios,
Jesús les respondía: ‘Decís que es por el poder de Belcebú por quien expulso a los
demonios; pero si por Belcebú expulso yo a los demonios, ¿vuestros hijos, por
quién los expulsan?’” (Lc 11, 18 – 19 y Mt 12, 22 – 29).
En Lucas también, Jesús, amenazado por Herodes, declara: “Id a decir a ese zorro:
he aquí que Yo arrojo a los demonios y realizo curaciones…” (Lc 13, 31).
Jesús Envía a Sus Apóstoles a Exorcizar
De los Evangelios se desprende que Jesucristo envió a sus discípulos en misión para
anunciar la buena nueva con los signos de su poder: sanar y exorcizar. Así, “les dio
poder y autoridad sobre los demonios y el poder de sanar las enfermedades”; y en
otro lugar dice que “los envió en misión de dos en dos, dándoles poder sobre los
espíritus inmundos” (Mc 6, 13 y Lc 9, 1).
En otra cita se relata a los discípulos diciéndole a Jesús: “Señor, hasta los demonios
se nos sometían en tu nombre”. Y Jesús les respondía: “Veía a Satán cayendo del
cielo como un rayo (…). Pero no os alegréis de que los espíritus os estén
sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en los
cielos” (Lc 10, 18 – 20).
Por su parte San Marcos relata que poco antes de que Cristo deje a sus discípulos,
les prescribe la misión de exorcizar diciéndoles: “A los que crean les acompañarán
estos prodigios: en mi nombre echarán los demonios (…) pondrán sus manos sobre
los enfermos y los curarán” (Mc 16, 17 – 18). Como vemos, el exorcismo está
mencionado en primer lugar.
Ya en los Hechos de los Apóstoles vamos corroborando la acción exorcista de los
discípulos de Jesús. Por ejemplo se dice: “Una muchacha tenía un espíritu
adivinador (…) iba detrás de Pablo gritando: estos hombres son siervos del Dios
Altísimo y os anuncian el camino de la salvación. Esto lo hizo muchos días, hasta
que Pablo, ya cansado, se volvió y dijo al espíritu: ‘En nombre de Jesucristo te
ordeno salir de esta mujer. Y en ese mismo instante el espíritu salió” (Hechos 16,
16 – 18).
Y más adelante dice: “Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo
(…) se curaban las enfermedades y salían los espíritus malignos”  (Hechos 9, 11
-12).
También en los Hechos, la lucha contra Satanás se presenta como lucha contra la
magia. Así Simón Pedro afronta victoriosamente a Simón el Mago, quien quiere
comprarle el poder sobre el Espíritu Santo. En Éfeso, los neófitos venidos de la
magia lanzan a las llamas una masa de libros mágicos de un enorme valor de
mercado:“Cincuenta mil piezas de plata” (Hechos 19, 13 – 19). Exactamente como
ocurre ahora que hay una proliferación de libros esotéricos y ocultistas de toda clase
y cuyo tema ahondaremos más adelante.
También Pablo condena la hechicería así como la idolatría, como obras enemigas
del Espíritu de Dios (Gálatas 5, 20). En la misma carta, pregunta: “¿Quién os ha
embrujado?” (3, 1). Pone a los Corintios en guardia contra el culto a los demonios,
incompatible con la comunión con Cristo. Es siempre el mismo combate contra
Satanás y sus diversas ramificaciones e interferencias que tiene, ya en los cultos
paganos, o en los círculos espiritistas o entre la proliferación de magos y hechiceros,
que como hemos dicho, encuentran gran aceptación en una inmensa mayoría de
bautizados, y cuyos estragos no hemos visto aún.
En conclusión de todo lo dicho:
1.       Jesús nos revela la acción perniciosa e hipócrita del Demonio y hasta qué
punto puede entrar en el hombre, desestabilizándolo, poseyéndolo, haciendo
de los hombres hijos del demonio a su imagen y a su servicio (Juan 8, 44).
Jesucristo nos pone en alerta contra el enemigo, un enemigo mortal, física
pero sobre todo espiritualmente, pues Satanás defiende la realeza que ha
recibido en este mundo mediante una guerra permanente y que hoy ha
alcanzado dimensiones verdaderamente dramáticas.

2.       Queda patente la existencia del demonio, sin duda alguna, mediante la


acción exorcista de Jesucristo. Jesús realizó exorcismos y lo hacía con
autoridad, de ahí la envidia de sus enemigos.

3.       Que el demonio habla por el poseso. Ahí reconoce a Cristo, que siempre lo
hace callar, se resiste, y suplica a Jesús para que lo deje en paz. Habla por
boca de su víctima, al marcharse agita ferozmente al poseso desde su interior
hasta su exterior, lanzando por su boca un último grito que rebela su
molestia y furor por tener que abandonar su morada. Y esto ocurre hoy en
día más de lo que la gente cree.

4.       Que Jesucristo distingue claramente entre exorcismo y curación. Son dos


funciones distintas la de sanar o curar a través de la imposición de las manos
o de la unción, y la acción exorcista en donde Jesús ordena al demonio
abandonar al poseso.

5.       Finalmente, el exorcismo es el ejercicio de un carisma que requiere por


parte del ministro de las disposiciones adecuadas y cualidades en las que el
obispo pondrá particular atención al nombrarlo: santidad personal,
prudencia, vida de oración y sacrificio, discernimiento, experiencia,
autoridad, etc.        

Ataque Frontal de Satanás a Jesucristo

Contra lo que muchos suponen, Cristo ejerció su poder contra el Demonio con la
plenitud de su debilidad humana, de tal suerte que es ésta la que ha sufrido las
tentaciones y las acciones insidiosas del demonio, y no su naturaleza divina, que
quedó intacta.
Ataque desde Su Infancia
Después de nueve meses de gestación, Jesús asume toda la condición humana que
perdura hasta su plena etapa adulta. Pero desde su infancia el Demonio lanzó contra
Jesús sus primeros ataques a través de Herodes, quien intenta hacerle morir para lo
cual desencadena, sin alcanzar su objetivo, la matanza de los inocentes (Mt 2, 13 –
18).
 
Las Tentaciones en el Desierto
El segundo momento que nos narra la Escritura es aquél en que Jesús fue llevado
por el espíritu al desierto para que fuese tentado por el Demonio (Mt 4, 1 – 11). El
desierto será el lugar de preparación interior, de plegaria y también de tentación.
En esas tentaciones Satanás pretende confirmar que Jesús era verdaderamente el
Mesías. El Demonio no tenía plena certeza de ello. Lo presumía pero no tenía una
total confirmación. La humildad de Jesús, su trabajo como carpintero en Nazaret
hace que el Demonio se confunda ante el hecho de que pudiera tener la misión de la
Redención del género humano. Por eso, el Demonio transformado en “ángel de luz”
se le insinuará con palabras de la Escritura, pero con la idea de llevarlo al mal, de
apartarlo de su misión salvadora.
El Demonio asestará su primer golpe aprovechándose de las disposiciones
corporales como consecuencia del ayuno prolongado al que voluntariamente Jesús
quiso someterse. Así, extenuado por el hambre, le dice el Demonio: “Si eres el Hijo
de Dios di que estas piedras se conviertan en pan”. La tentación va encaminada a
que Jesucristo haga uso desordenado de su potestad para hacer milagros; la sutileza
de Satanás sale a relucir. Pero Jesucristo, conciente de su humanidad, conoce
también que la Providencia gobierna su vida, y por tanto, sabe que apelar a una
prueba ulterior a ello sería faltar a esa confianza y abandono a Su Padre. Por eso le
responde al tentador con la misma Escritura: “No sólo de pan vive el hombre (Dt 8,
3) sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Posteriormente Jesús permite que el Diablo, haciendo uso de su poder angélico, lo
traslade al pináculo del Templo y le dice: “Si tú eres el Hijo de Dios, échate abajo,
porque está escrito: Él ha ordenado a sus ángeles que te lleven en sus manos, para
que no tropiece tu pie contra piedra alguna”. Y Jesús le responde: “No tentarás al
Señor tu Dios”. En este caso tentar a Dios significa ponerlo ante la alternativa de
hacer un milagro, donde bastaría la ley ordinaria de las cosas.
El Demonio, habiendo ya fracasado en dos intentos, hace un último esfuerzo y
traslada a Jesús, por medio de una invocación mágica, a una montaña y le muestra
ante sus ojos todos los reinos de este mundo y su gloria: el pasado, el presente y el
futuro del resplandeciente poderío y riquezas en un panorama inmenso y fascinante.
Y le dice entonces el Demonio: “Todo esto te daré si postrándote me adoras” (Lc
4, 5 – 7). Pero Jesús no tolera más osadía y responde enérgicamente con
autoridad: “Atrás, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y a Él
sólo servirás” (Dt 6, 13).
Satanás vencido, se aleja. Pero volverá más tarde al asecho. San Lucas dice
expresamente que se alejó de Él “hasta su tiempo” (la palabra griega kairos es muy
expresiva y designa esos momentos inestables de la historia donde todo se decide).
Este momento – este kairos – será precisamente la hora de la Pasión, la hora
del poder de las tinieblas (Lc 22, 53), pero este momento está preparado por
diversos hechos que van encaminados precisamente a la eliminación de Cristo.
La Eliminación de Cristo y la Movilización de los Adversarios
En el Evangelio de Juan (8, 44), Jesús atribuye al Demonio los complots que traman
su muerte después de la corta tregua que siguió a las tentaciones en el desierto. Los
cuatro evangelistas precisan diversos aspectos de la táctica del Demonio para
movilizar a los adversarios y para ir preparando el terreno de animadversión y
ataque directo y poner en oposición a los discípulos en contra del mismo Cristo.
Así tenemos por ejemplo la tentación de Pedro. Simón Pedro confiesa su fe en
nombre de todos y ante esta misma confesión Jesús lo alaba por que su fe no viene
de él sino de Su Padre que está en los cielos y poco tiempo después lo hace
fundamento de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia” (Mc 14, 16). Pero Pedro, embriagado por este grandísimo honor, es
reprendido por Cristo cuando trata de desviarlo de su Pasión y Jesús severamente le
dice: “¡Apártate de mi, Satanás, pues eres para mí un escándalo!” (Mt 16, 23).
Jesucristo no anda con medias tintas, pues después de haber alabado a Pedro le
llama Satán, pues el apóstol versátil, dócil a las mociones del Espíritu Santo,
inmediatamente después se entrega a las inspiraciones del Demonio.
Igualmente, en la última cena, Jesús le advierte a Pedro: “Satanás os va a cribar
como el trigo” (Lc 22, 31). Pero Pedro protesta: “Aunque tenga que morir contigo
no te negaré jamás” (Mc 14, 31). Pero, desgraciadamente, no podrá ni siquiera
velar en Getsemaní, pues se queda dormido y después de ese arranque de valor para
atacar a los soldados que vienen a detener a Jesús en el Huerto de los Olivos,
sacando la espada de la vaina, negará a Jesús por quien se manifestaba dispuesto a
dar su vida. Lo niega tres veces antes de que el gallo cante dos. Satanás, pues, sabe
cómo tentar a Pedro, un hombre impulsivo, seguro de sí mismo, pero aún
inconsistente y débil. Es decir, la roca del fundamento de la Iglesia no pasa de ser
arena. Pero Pedro resiste, sin embargo, a las tentaciones de la desesperación, estas
que siempre son muy difíciles de vencer y remonta el precipicio en el que
precisamente se hundirá Judas. Sacará provecho de estas caídas y dirá en su epístola
más adelante lo siguiente: “Sed sobrios y velad, pues vuestro adversario, el Diablo,
anda dando vueltas como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistid firmes
en la fe” (I Pedro 5, 8 – 9).
Sobre este punto, es oportuno mencionar cómo Satanás utiliza toda su astucia, toda
su experiencia y toda su naturaleza angélica para tentar a los elegidos,
particularmente a sacerdotes, religiosos y religiosas, es decir, aquellos que están
llamados a altas cimas de espiritualidad. Por tanto no hay que extrañarse de los
abandonos que se han multiplicado en el seno del clero y de la vida religiosa, pues
el Demonio sabe que hacer caer a un pastor, o a un líder religioso o laico, trae
mejores frutos por las consecuencias que ello implica. Reiteradamente en mensajes
de la Santísima Virgen en estos últimos tiempos, Ella hace referencia a este hecho
del ataque despiadado que Satanás ha tendido a comunidades religiosas,
sacerdotales, y desde luego dentro de la misma Iglesia de Dios.
Posesión de Judas
Lo que Satanás no pudo conseguir con Pedro sí lo logrará con otro discípulo, Judas.
Habiendo dejado todo para seguir a Jesús, Judas le traicionará finalmente de manera
decisiva.
Es Juan quien describe la progresión de la caída de Judas. En primer lugar, Judas
permanece con Cristo cuando se efectuó un gran distanciamiento afectivo, después
de la multiplicación de los panes y los peces, pero ya Jesucristo discierne la obra del
mal que progresa paulatinamente en Judas: “¿No os elegí Yo a los doce? Y, sin
embargo, uno de vosotros es un demonio. Hablaba de Judas, hijo de Simón
Iscariote, pues éste lo iba a traicionar y era uno de los doce” (Jn 6, 70 – 71). Es ya
un demonio, como Pedro era Satán en Mateo (16, 23), pero de Judas el demonio no
saldrá. Más adelante, Juan nos describe cómo Judas aboga aparentemente a favor de
los pobres pero “era un ladrón pues tenía la bolsa y sustraía lo que se depositaba
en ella” (12, 4 – 7). Satanás ya lo ha enredado en su avaricia y finalmente, al
comienzo de la última cena, Juan dice: “El Diablo había puesto ya en el corazón de
Judas (…) la intención de entregarlo”. Jesús lo sabe:  “Uno de vosotros me va a
entregar” (13, 22). Con todo el conocimiento de causa y con todo el respeto a su
libertad, Jesús le dirige un último gesto a su discípulo: le ofrece el bocado de la
amistad. Ya Judas se había dejado lavar los pies, pero aceptó el ofrecimiento por
pura conveniencia. Y así dice Juan: “Y tras el bocado entró en él Satán”. Jesús le
dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto (…) Judas tomó el bocado y salió
enseguida. Era de noche”, concluye Juan. (13, 27 – 30).
Satanás está a punto de lograr su empeño y su propósito, y sin embargo Jesús le dirá
poco tiempo después, durante su discurso de despedida: “Viene el príncipe de este
mundo. Sobre mí no tiene ningún poder, pero es preciso que el mundo reconozca
que Yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha ordenado” (Jn 14, 35).
La Hora del Poder de las Tinieblas
Así pues la Pasión de Jesús se convierte en la hora del poder de las tinieblas. Es la
hora de los enemigos de Jesús y el dominio de la oscuridad. ¿Quién detenta
este poder de las tinieblas?: Satanás; el poder invisible que dirige e impulsa a los
enemigos de Jesús; el principal actor antagonista de Cristo en Su Pasión Redentora
y el que también lo fue en el Paraíso incitando al hombre al pecado original. Así, los
apóstoles abandonan a Jesús, sólo después de que Satanás los reclamara para
cribarlos como el trigo.
El Demonio, aunque oculto e invisible, ocupa un plano primordial en la Pasión de
Cristo; él es el adversario directo de Cristo. Por lo mismo, en la Pasión se describe
el triunfo de Cristo contra el Demonio: “Ahora el príncipe de este mundo va a ser
echado afuera” (Jn 12, 31) y como victoria de Cristo sobre el mundo, simiente de
Satanás, con autoridad dice Jesús: “Tened confianza. Yo he vencido al mundo” (Jn
16, 33).
Debe quedar claro – en el terreno humano – que Jesús no ha triunfado. No ha
utilizado el milagro para reestablecer su situación personal. Su vida terrestre termina
en un fracaso. Pero en el plano sobrenatural por medio de la Cruz se logra la
Redención de la humanidad. Ha llevado hasta el extremo un intercambio con la
humanidad. No solamente se hizo hombre para comunicarnos Su Vida Divina, sino
también, como dice San Pablo, “se ha hecho pecado por nosotros” (II Cor 5, 21).
No es que Él haya pecado, sino que ha tomado sobre Él el pecado y la desgracia de
los hombres. Va a asumir todas las angustias hasta la muerte, pasando por el
abandono de Su Padre, que es la última y más radical de las tentaciones de Satanás.
El Abandono
Conforme se va acercando la muerte de Cristo, que lucha con sus solas fuerzas
humanas, Satanás ve aproximarse su aparente victoria. Jesucristo va a morir
torturado. Pero no le basta esto al tentador, pues su victoria absoluta sería que el
Salvador, destructor del pecado, entrara al nivel del pecado. Para eso, el Demonio
lanza su suprema tentación, la que frecuentemente asumen y viven los más grandes
santos: les vela psicológicamente la conciencia, en un momento donde se había
alcanzado una perfecta unión con Dios. Esto es un verdadero asalto supremo que
han sufrido numerosos santos, y se refleja en ese sentirse abandonados por Dios, de
sentirse odiosos a Dios: es decir, es una sensación similar a la de Cristo, que se ha
hecho pecado por nosotros. Es como un intercambio translúcido de la vida del santo
con la vida del pecador. La fe y la esperanza prácticamente están arrancadas de raíz
de la vida del hombre, y el Amor de Dios se encuentra eclipsado, aunque
paradójicamente Dios les da Su mayor manifestación de amor.
Así pues, la Pasión alcanza su máximo paroxismo con esta prueba de vértigo que
lleva a exclamar a Jesús agónico en la Cruz poco antes de morir: “Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc15, 34).
Hay quienes dicen que Jesús está recitando un salmo. Y sí, en efecto, es el inicio del
Salmo XXII, pero no lo recita convencionalmente sino más bien es la confirmación
profética del Salmo. Para mayor claridad, las dos naturalezas en Jesús, la divina y la
humana, están en su persona pero no confundidas la una y la otra, sino que están sin
mezcla, por tanto este abandono de Dios en Jesús se refiere a la humanidad de
Cristo que al haber asumido toda nuestra debilidad, llega hasta el punto de estar
privada psicológicamente, en este caso de Su mismo Padre. Es la tentación suprema,
la más terrible de todas.
Victoria Aparente
El demonio conseguirá la muerte de Cristo. Tendrá el gozo perverso de haber
eliminado al Justo de los Justos. O sea, lo borra de la superficie de la tierra. La
serpiente (Gen 3, 15) ha logrado morder el talón a la cabeza de la estirpe de la
Mujer. En esto consiste su victoria, la victoria de Satanás, pero será una victoria que
se vuelve en contra del mismo demonio, y será un eterno regalo aterrador a Satanás,
pues Jesús ha muerto por amor y por amor destruye la muerte. Pero la victoria de
Cristo no será inmediata, pues primero Jesús desciende a los infiernos y comparte
por tres días la condición de las almas separadas y su exilio sin poder gozar del
Cielo. Es la divinidad de Jesús la que ilumina esta mansión infernal antes de que Él
la libere para siempre a favor de los patriarcas y de los santos que se encuentran en
ella.
Así, Cristo con Su Pasión y Muerte triunfa sobre Satanás y alcanza su Resurrección
y posterior Ascensión a los Cielos. Vence al mundo (Jn 16, 33). El infierno no tiene
ya ningún poder sobre Él, pero su victoria no ha reducido a Satanás, no lo ha
eliminado del todo, pues él sigue actuante y actuando en el mundo y con frutos
abundantes. Sigue el combate contra el Cuerpo Místico de Cristo y contra nosotros
mismos que somos parte de la Iglesia, y este combate durará hasta el Fin de los
Tiempos, y se hará mucho más violento cuando llegue el final de estos tiempos, es
decir, ahora, pues sabe el Demonio que le queda poco tiempo. Y después de que al
final de los tiempos sea vencido, será atado por mil años (Apoc 20, 3), para ser
soltado sólo un poco antes del fin del mundo. Por tanto, nuestra tarea es sostener a
lo largo de los siglos este duro combate contra Satanás, que ahora tiene expresiones
violentísimas a todos los niveles y que llegará a su clímax con el Anticristo,
verdadero concierto y homenaje al más elevado y sorprendente esoterismo nunca
antes visto.
 
Mi experiencia tras 18 años de estudios y de Terapias me ha llevado a aceptar el hecho de que
podamos ser y a menudo lo somos, invadidos o poseídos por seres o entidades además de
nuestra propia alma-espíritu.  Año tras años en consulta, y el tratamiento de cientos de
pacientes, he aprendido y se aprende a localizar, identificar. Dialogar con, y liberar las
entidades que pudiesen estar, por diversas razones, dentro o alrededor de una persona viva.

Se han desarrollado unas técnicas muy eficaces para reconocer, confrontar y persuadir a los
espíritus, entidades, o energias, apegados o poseedores para que dejen a sus anfitriones y
vayan a un lugar mejor.

En la Práctica de esa labor se , ha descubierto que algunas entidades apegadas o poseedoras,


no han tenido antes cuerpo propio, sino que vienen de un lugar de tinieblas, con misión de
causar daño, dolor, confusión, y desarmonia. Este trabajo esta relacionado con el exorcismo en
lo referente a sacar las entidades apegadas o poseedoras, y se diferencia en que, una vez
retirada la entidad, nosotros la enviamos a un lugar seguro y beneficioso, en vez de dejarla libre
y con la posibilidad de volver a su anterior receptor o a cualquier otro.Las entidades " De la
oscuridad "podrían ser consideradas, con poca exactitud como " demonios ", pero me he
encontrado con muy pocos que exhibieses las tradicionales cualidades " demoníacas "; mas
bien parecen ser débiles y subordinados de alguna " oscura " autoridad mas poderosa. Una de
las posibilidades es la de que sean simplemente el resultado de pensamientos negativos.

Tanto el Chaman Miquel y la Sanadora Amparo de los Angeles, enfatizan el trabajo directo con
la persona afectada por la posesión, y su método altamente eficaz.

A mi parecer, los cambios manifestados podrían ser debidos solo a la sugestión hipnótica. A
causa de esta posibilidad y porque prefiero tener la máxima seguridad de hacer lo que creo que
estoy haciendo, he escogido laTERAPIA DE LA DESPOSESION ESPIRITUAL, como la mas
adecuada y efectiva.

EFECTOS CARACTERISTICOS DE LAS POSESIONES

Repentinos cambios en el comportamiento

:Tales como en el comer, beber o dormir, depresión, aumento de la cólera, rebeldía, miedo,
pánico o tendencias suicidas.

Dolor físico:

Sin causa alguna aparente ni encontrada en el laboratorio en radiografías y que no responde a


los tratamientos de la medicina tradicional.

Enfermedad grave sin causa conocida:

Infecciones persistentes y que no responden a los tratamientos, parecen ser ocasionadas por
las entidades infiltradas que a su vez padecieron y murieron a causa de dicha infeccion.
Cuando la entidad se marcha, desaparece la infeccion. Desordenes metabolicos o inflamatorios
poco frecuentes y otras alteraciones desaparecen después de la desposesion.

Perdida de energia:

La perdida de energia repentina de energia fisica es muy indicativa del estado de posesion.
Uno de los resultados mas frecuentes de la desposesion es el aumento de la energia, de vigor
y de vitalidad.

Adiccion subita al alcohol o al abuso de drogas:


En tales casos, la entidad intrusa, cuando estaba viva, se inclino en tales excesos y abusos con
el alcohol y las drogas. Una vez que se marcha la entidad, desaparece el impulso o necesidad
de beber o drogarse.

Problemas de memora y de concentración:

Cuando alguien con facilidad de aprendizaje y altas cualificaciones escolares, abruptamente ve


reducido su capacidad intelectual, es sensato asumir que la entidad que le posee es la que
padece dichas deficiencias de aprendizaje.

Voces interiores:

Si estas voces expresan un criterio opuesto al de la persona que las oye, lo mas probable es
que una entidad sea la responsable de ella.

Desordenes de personalidad multiple:

Muchas de estas multiples personalidades son posesiones. Si este es el caso, el tratamiento a


elegir es la desposesion, la cual una vez terminada, elimina tales personalidades. Puede ser
necesario un cuidadoso analisis para saber si lo que parece una personalidad multiple es en
realidad un estado de posesion.

Pesadillas recurrentes:

En particular si las pesadillas contienen elementos de violencia o de lucha contra fuerzas


amenazadoras.

  Sectas y cultos satánicos ¿Mito o realidad?

  

¿Mito o realidad?

INTRODUCCIÓN

            Hace un tiempo la Editorial Vaticana L'Osservatore Romano publicó una


serie de seis artículos que tratan del creciente problema del culto y prácticas
satánicas. Los artículos son de Mons. Angelo Scola con la colaboración del “Grupo
de investigación e información sobre las sectas”[1]. El orden que seguiré en esta
exposición es adaptado a las circunstancias del  trabajo pastoral que realizo en la
parroquia. El tema del satanismo es expuesto bajo diversos aspectos:
Fenomenológico:
- El Fenómeno del satanismo en la sociedad contemporánea
-Acciones pastorales de la iglesia frente al fenómeno del satanismo
Doctrinal:
-Las sectas satánicas
-Los ritos, los símbolos y las prácticas satánicas
-Los Ritos Satánicos en el Juicio de la Iglesia
Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos
- Motivaciones subjetivas de quien se acerca al mundo del satanismo
- La psicología y las verdaderas o falsas posesiones
- Consideraciones finales
Aspecto Jurídico
El Exorcismo
- Qué es un exorcismo?
- Quién puede realizar un exorcismo?
- Condiciones para realizar un exorcismo
- Normas para la realización de un exorcismo
- Verdadera posesión diabólica
 
ASPECTO FENOMENOLÓGICO
El Fenómeno del satanismo en la sociedad contemporánea[2]
            En la sociedad actual está creciendo la adhesión a sectas satánicas, la
participación en los ritos introducidos por estas, la invocación de seres demoníacos,
el culto personal y solitario del demonio, y la afirmación de ideas provenientes del
ambiente satanista.
Definición
             Podemos dar una definición general de lo que es el satanismo[3]:
“personas, grupos o movimientos que, de forma aislada o más o menos
estructurada y organizada, practican algun tipo de culto (por ej: adoración,
veneración, evocación) del ser que en la Biblia se indica con el nombre de demonio,
diablo, Satanás”. El Diablo o Satán “no es una abstracción, sino que designa una
persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios”[4].
            Para los satanistas el Diablo es considerado como: ser o fuerza metafísica;
o como misterioso elemento innato en el ser humano; o energía natural
desconocida. Es importante saber que muchas veces no se lo define propiamente.
Muchos hablan de la “energía natural desconocida” no dando a conocer a quién se
refieren. Se esconde de mil modos y engaña como engañó a nuestros primeros
padres[5]. Se lo llama de muchas maneras pero sobre todo se lo invoca a través de
diversas prácticas rituales. Nuestro interés es definir no al Demonio[6] sino a los
adoradores de éste.
Acciones pastorales de la lglesia frente al fenómeno del satanismo[7]
            El reconocimiento de la existencia del fenómeno satanista. Esta es una de
las primeras acciones que debemos realizar ya que se ha venido dando una cierta
tendencia entre pensadores y teólogos a indicar que no existe ni el demonio ni el
infierno.  Es un hecho que toca, por tanto, a nuestra fe.
 
            Es un problema complejo: no sólo de carácter religioso. También afecta a
otros sectores de la sociedad. En nuestras sociedades es, incluso, considerado un
problema de seguridad de Estado, por sus implicaciones en diversos campos.
 
            Debe haber alguien que lo estudie y pueda dar informaciones convenientes
y serias a los agentes pastorales, así como a los miembros de las comunidades. Ese
conocimiento no puede ser una simple información, sino que debe concluir en una
toma de posición desde la fe. Si se le estudia no es por simple curiosidad, sino para
brindar aportes a quienes tienen la tarea de la evangelización directa.
 
ASPECTO DOCTRINAL
    Las sectas satánicas
            Los grupos son muy diversos algunos están relacionados entre sí otros no,
ciertos grupos son desconocidos hasta para las mismas personas que frecuentan el
ambiente satanista. En Estados Unidos se encuentra, la mayor concentración de
grupos satánicos conocidos, es decir, que actúan más o menos abiertamente y es
también en ese país donde podemos encontrar las mayores referencias
bibliográficas sobre el satanismo contemporáneo[8], grupo satanista que ha tenido
cierta notoriedad, también después de la observación que como participante ha
hecho el sociólogo americano William Sims Bainbridge, es The Process Church of
the final Judgement (La Iglesia del Proceso del Juicio Final), surgido en 1965 en
Inglaterra y difundido en algunos paises, sobre todo en Estados Unidos antes de su
escisión en dos grupos diversos; actualmente The Process se ha extinguido.
También se conocen algunos grupos de Inglaterra[9] e Italia[10].Existen grupos
que no se presentan como satánicos, afirmando que practican ritos paganos para
relacionarse con las “fuerzas ocultas de la naturaleza”, pero en realidad ponen de
manifiesto aspectos que permiten su ubicación dentro del mundo del
satanismo[11].
 
Los ritos, los símbolos y las prácticas satánicas
 
            Los ritos satánicos son un conjunto de gestos y de palabras orientados a
provocar un cambio de las situaciones o acontecimientos que no se pueden obtener
a través de medios o instrumentos comunes. Es una especie de liturgia
invertida. No se puede excluir que durante estos ritos, algunos grupos lleguen a
perpetrar actos de escarnio o profanación de cadáveres, violencias físicas incluso
sobre menores y hasta homicidios rituales.
  
               La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas satánicas es
la Church of Satan[12], fundada en EEUU en 1966 por Anton Szandor La Vey. Este
hombre La Vey es escritor de tres libros que constituyen un punto de referencia
para el mundo satánico contemporáneo: The Satanic Bible Complete Witch (La
Hechicera perfecta de la Biblia Satánica), The Satanic Rituals (Los ritos satánicos)
aquí se encuentran ritos en latín, francés, inglés y alemán.
 
               La misa negra es el rito principal. Este rito es oficiado por un
celebrante, un diácono, y un subdiácono (servidores); como instrumentos se
utilizan cirios, un pentáculo invertido, un cáliz lleno de vino o de licor, una
campanilla, una espada, un crucifijo invertido. El altar es una mujer desnuda y los
participantes llevan vestidos negros con capucha. El rito imita más o menos lo que
es la Misa Católica con las oraciones en latín, francés e inglés. En lugar de invocar
el nombre de Dios se invoca Satanás y a diversos demonios; se recita el Padre
Nuestro en sentido contrario (padre nuestro que estas en el infierno); se dicen
blasfemias contra Jesucristo, y la Hostia es profanada de varias maneras
(utilizándola en prácticas sexuales, pisándola repetidamente y con odio). 
  Los Ritos Satánicos en el Juicio de la Iglesia[13]
            Hoy, pululan las más variadas formas de una sacralidad que se podría
definir naturalista,  una concepción de la naturaleza (del cosmos y del hombre) que
-casi al estilo de la era precristiana- vuelve a ser considerada divina en sí
misma[14]. 
 
            “No creer ya en Dios no significa creer en nada; por el contrario,
significa creer en todo”. Esta conocida intuición de Chesterton describe bien la
condición de muchos hombres de hoy, los cuales, tras abandonar la fe cristiana y
decepcionados de la razón iluminista, no consiguen liberarse de la angustia de su
soledad radical frente al mundo y al tiempo.  Para dominarla recurren a la magia,
que permitiría obtener la protección de poderes ocultos, y no renuncian a buscar
una alianza con las mismas potencias del mal.
 
            Por esto proliferan las prácticas mágicas; incluso algunos fieles “cristianos”
participan en grupos satánicos que practican un culto abiertamente contrario a la
religión católica. La acción ordinaria de Satanás consiste en inducirnos al pecado,
que es un extravío culpable de la libertad.
 
            La enseñanza del Concilio Vaticano II ilumina esta situación: “El hombre, al
examinar su corazón, se descubre también inclinado al mal e inmerso en muchos
males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno.  Negándose con
frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompió además el orden debido
con respecto a su fin último y, al mismo tiempo, toda su ordenación en relación
consigo mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas.  De ahí
que el hombre está dividido en su interior. Por esto, toda vida humana, singular o
colectiva, aparece como una lucha, ciertamente dramática, entre el bien y el mal,
entre la luz y las tinieblas”[15].
 
         Las advertencias de la Sagrada Escritura sobre la ilicitud de los cultos a
Satanás son constantes, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.  El
punto central de la condena de la Biblia es la conciencia de que estos cultos
implican un rechazo del único y verdadero Dios; lo que está en juego es el señorío
de Dios sobre su pueblo: “Yo, yo soy el Señor, y fuera de mi no hay salvador” (Is
43,1-1). En la Alianza el Señor había mandado: “A Yahveh tu Dios temerás, a él le
servirás, por su nombre jurarás. No vayáis en pos de otros dioses, de los dioses de
los pueblos que os rodean, porque un Dios celoso es Yahveh tu Dios que está en
medio de ti. La ira de Yahveh tu Dios se encendería contra ti y te haría desaparecer
de la haz de la tierra. No tentaréis a Yahveh vuestro Dios, como le habéis tentado
en Massá” (Dt 6, 13-16).
 
        La condena veterotestamentaria (A.T.) permanece intacta en el Nuevo
Testamento: “Dícele entonces Jesús: <Apártate, Satanás, porque está escrito: Al
Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto>” (Mt 4, 10). Los escritos
apostólicos recogen con fuerza la condena de las brujerías: “Ahora bien, las obras
de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería,
odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias,
embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya
os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios” (Gal.5,1
9-2 1).
 
       Es unánime al respecto la doctrina de los Padres de la Iglesias sobre todo de
los primeros siglos del cristianismo, cuando abundaban los ritos mágicos y
satánicos. Podemos recordar las palabras de Tertuliano: “De astrólogos, brujos,
charlatanes de cualquier clase, ni siquiera se debería hablar. Y sin embargo,
recientemente, un astrólogo que se declara cristiano ha tenido la desfachatéz de
hacer la apología de su trabajo. (... ) La astrología y la magia son torpes
invenciones de los demonios”[16]; así como las de san Cirilo de Jerusalén:
“AIgunos han tenido la osadía de despreciar al Creador del paraíso, adorando la
serpiente y el dragón, imágenes de aquel que hizo expulsar al hombre del
paraíso”[17].
 
            En ninguna época de la historia del cristianismo ha cambiado el juicio de la
Iglesia sobre los cultos satánicos.  Estos entran en la categoría de la idolatría,
porque atribuyen poderes y características divinas a un ser que no es Dios.
 
            Por lo tanto, son actos que apartan radicalmente de la comunión con Dios,
ya que es una libre opción por Satanás. Nos encontramos frente a un pecado contra
el primer mandamiento de la ley de Dios[18]. “Todas las formas de adivinación
deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los
muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir.
La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de
presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "mediums" encierran
una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la
vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en
contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que
debemos solamente a Dios”[19]
 
            Hay otro aspecto de los cultos satánicos que no podemos olvidar, cierta
visión maniquea de la realidad, tal vez inconsciente. Esto es, poner dos principios
como fundamento del mundo y del tiempo, luchando entre sí y en busca de
adoradores. No hay nada más extraño a la fe católica que ese maniqueísmo. Las
repetidas declaraciones del Magisterio de la Iglesia, han reafirmado siempre el
carácter de criatura propia del diablo, y el origen del mal en su voluntad, y en la
libertad de los hombres.
 
            Tratándose de culto, no nos encontramos frente a una simple debilidad
humana, sino frente a una opción libre y radical contra Dios, que debe ser
considerada, en su aspecto objetivo, como pecado mortal. Y de paso conviene
recordar, que los ritos satánicos contienen muchas veces, el sacrilegio
(particularmente de la Eucaristía), por lo cual es necesario advertir que “Quien
arroja por tierra las especies consagradas, o las lleva o retiene con una  finalidad
sacrílega, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la  Sede
Apostólica”[20].
 
            Esto puede ayudar a descubrir la gravedad de tales prácticas. Lo cual no
significa que, en condiciones precisas, no se pueda obtener el perdón.
  Las creencias satánicas
            Las creencias satánicas varian de un grupo a otro. Hay quienes creen no en
la persona del demonio sino en una fuerza o un símbolo, expresión de transgresión,
etc.; y los ritos tienen por fin liberar al fiel de los condicionamientos religiosos,
morales y culturales. Es una religión de la carne. Para el satanista la felicidad se
debe encontrar aquí y ahora. No existe el cielo para ir despues de la muerte y
tampoco el infierno de fuego para el castigo del pecador.
 
            Algunos ven en Satanás un ser real, al cual es posible dirigirse mediantes
algunos ritos para obtener algunos favores. Muchos hablan de una “fuerza vital”,
poder, algo impersonal, energía... Hay de todos modos una contradicción de fondo
en las prácticas satánicas, ya que si una persona no cree ni en Satanás, ni en Dios,
ni en la Iglesia, ni en la Eucaristía, no se ve porque se empeña en celebrar la misa
negra.
  La realidad de Satanás y sus insidias contra los hombres[21]
            En este marco se puede hablar, con seriedad y sin caer en exageraciones,
de los ritos satánicos como un árbol venenoso que crece en el terreno contaminado
de la magia.Ante todo, no debemos olvidar que la Iglesias por una parte, siempre
ha rechazado una excesiva credulidad en esa materia censurando enérgicamente
todas las formas de superstición, al igual que la obsesión por Satanás y los
demonios, y los ritos y modalidades de maléfica adhesión a tales espíritus. Por otra
parte, y sabiamente, también ha puesto en guardia contra un enfoque puramente
racional de estos fenómenos, que termine por identificarles siempre y sólo con
desequilibrios mentales.
 
            Hace veinte años no eran raros los discursos teológicos que negaban la
existencia del diablo y de su obra real de insidia contra los hombres.  Esto llegó a
tal punto, que el Papa Pablo VI sintió la necesidad de recordar la fe de la Iglesia
sobre esta materia en la audiencia general del 15 de noviembre de 1972: “El mal
no es ya sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido
y pervertidor.  Terrible realidad, Misteriosa y pavorosa. Quien rehusa reconocer su
existencia, se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica; como se sale
también quien hace de ella un principie autónomo, algo que no tiene su origen,
como toda criatura, en Dios; o quien la explica como una pseudo-realidad, una
personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras
desgracias”[22].
 
            Estas palabras recogieron las enseñanzas constantes del Magisterio de la
Iglesia[23]. “En efecto, el diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con
una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a si mismos malos. El hombre,
después, pecó por sugerencia del demonio” (IV Concilio de Letrán, contra los
albigenses y los cátaros,DS, 800)… Juan Pablo II en el ciclo de catequesis sobre la
creación afirma la misma doctrina[24], y  el Catecismo de la Iglesia Católica lo
expresa claramente cuando habla del diablo de modo subordinado a la historia de la
salvación, en el ámbito de la creación y del pecado original. Esta opción priva de
raíz toda posibilidad de dualismo que pretenda poner a Satanás al mismo nivel de
Dios. La historia de la salvación no es la lucha, en igualdad de condiciones, entre el
Dios de misericordia y el padre de la mentira.  Está definida, en cambio, por la
omnipotencia del Padre, que ha enviado a su Hijo “para destruir las obras del
demonio”  (I Jn 3,8).  No hay más que un principio del ser y, por lo tanto, no hay
más que una posibilidad de victoria: toda la obra de Satanás está marcada, desde
el comienzo, por las huellas del vencido.
 
            El poder de Satán no es infinito.  No es más que una criatura, poderosa por
el hecho de ser espíritu puro, pero sólo criatura; no puede impedir la edificación del
reino de Dios.  Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su reino en
Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e
indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta
acción es permitida por la divina Providencia, que con fuerza y dulzura dirige la
historia del hombre y del mundo.  El que Dios permita la actividad diabólica es un
gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para
bien de los que le aman" (Rm 8,28).
 
            Aún siendo un vencido, Satanás no cesa de plantear dificultades a los hijos
de Dios, porque la victoria de Cristo espera a manifestarse de manera
incontrovertible en su parusía. La vida cristiana tiene una dimensión intrínseca de
lucha, de la que ninguno se puede ver libre.  San Agustin habla de las dos
ciudades, contradictorias entre sí; y San Ignacio de Loyola, gran maestro de vida
espiritual, en el libro de sus Ejercicios nos ha dejado la famosa meditación de “Las
dos banderas”, que expresa con viveza la lucha del cristiano.
 
            Pero la experiencia de la libertad finita introduce -en el status viatoris- la
posibilidad del error, que puede llegar, a causa del pecado, hasta la rebelión contra
el Bien Supremo.  El hombre, en el ejercicio de su libertad, puede elegir un bien
finito, considerándolo un Bien absoluto. El tema de la acción del maligno y sus
tentaciones y seducciones se sitúa en el contexto de la naturaleza del hombre,
limitada y herida.
ASPECTO ANTROPOLÓGICO-PSICOLÓGICO
La antropología de algunos satanistas[25]
            El elemento central de la identidad del satanismo es la exaltación
absoluta de si mismo, unida a una rebelión radical contra lo divino en general y
contra el Dios de la Biblia en particular. Los textos más significativos y difundidos
del satanismo manifiestan una exaltación y divinización del hombre: “seréis como
dioses”, prometía el antiguo tentador, y la promesa permanece immutable hoy.
 
            Aleister Crowley (1875-1947), famoso satanista, explicita la unión que
existe entre la exaltación del hombre y la rebelión contra Dios. “No existe ninguna
ley -escribe Crowley en el Liber legis- excepto "haz lo que quieras", (Sé fuerte,
hombre!  Desea y goza todo lo de los sentidos y del éxtasis: no temas que ningún
Dios te reniegue por esto.  Cada hombre, cada mujer, es una estrella si encuentra
la verdadera propia voluntad, de otro modo es un esclavo; y los esclavos deberan
servir.  Excluye la misericordia: condenados aquellos que tienen compasión!  Mata
y tortura: no perdones a nadie!”.
            En la misma linea se coloca también Anton Szandor La Vey[26]. “Todas las
religiones de naturaleza espiritual -escribe La Vey- son invento del hombre” una
especie de proyección al infinito de sus deseos frustrados, de todo aquello que el
hombre querria hacer sin lograrlo; por el contrario “el satanista cree en la completa
gratificación de su ego (n.e.: yo) vive la vida como un party” (n.e.: fiesta) sin
renunciar a ninguna satisfacción y sin cultivar ese inútil amor por cada hombre que
el satanista considera imposible y absurdo[27].
 
            La ilusión de autodivinización del hombre mediante la rebelión contra Dios
es cultivada también en el nivel ritual. El conjunto de los ritos satánicos se
representa como una serie de psico-dramas, cuyo fin es liberar a los adeptos del
patrimonio inconsciente que traen, del cristianismo en general, y en particular de la
religión católica[28].

La aproximación al ambiente del satanismo


            Vale recordar que no se es satánico de un día para el otro, sino que es una
caída lenta, suave, un trabajo de años que puede haber empezado desde la
juventud e incluso la niñez haciendo desaparecer toda idea de Dios de un modo
paulatino. Los caminos por los cuales se entra o se va entrando en contacto con lo
satánico son:

              A) la frecuentación de ambientes esotéricos, mágicos y ocultistas hasta


llegar a habituarse a las ideas y prácticas de los mismos, y al deseo de ir más allá
para experimentar nuevas vías de conocimiento[29];

              B) La participación en reuniones espiritistas para la evocación de seres


particulares, en las cuales no es dificil que se llegue a la invocación de espíritus
demoníacos y donde se puede encontrar a quien participa tambien en ritos
satánicos;

              C) El recurso a los magos para afrontar problemas de diverso género que,
como muchas veces se prolongan en el tiempo, se trata de solucionar hasta con el
recurso a la llamada magia negra, la cual casi inevitablemente introduce en el
mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por individuos o grupos más o menos
organizados;

              D) La atracción idolátrica que se manifiesta con respecto a ciertos


cantantes y grupos de música rock, a los cuales se permite -mediante el mensaje
de sus canciones- blasfemar e invitar al suicidio, al homicidio, a la violencia, a la
perversión sexual, al uso de droga, a la necrofilia y a la implicación en el satanismo.

  Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos

              Resulta complejo el análisis del mundo de las motivaciones de los que se
declaran a favor del satanismo y traducen sus convicciones en comportamientos
que van contra corriente, a menudo con efectos de carácter judicial (por ejemplo, la
violación de sepulcros, los macabros rituales con matanza de animales, el estrupo
de mujeres vírgenes que más o menos consienten, o comportamientos de pérdida
del propio control en sujetos psicológicamente frágiles).

 -La convicción de obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio
para otras personas.
  - La voluntad de "contestar" a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; la
asimilación interior de las exigencias ambientales como oprimentes tiene como
consecuencia la concepción en términos tiránicos del mundo, de la ley (divina o
humana) y, más en general, del entorno cultural, social y familiar[30].

  - Una morbosa atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo tal vez dictada por
el deseo inconsciente de exorcizar los propios miedos.

  - La respuesta violenta a traumas, a veces sufridos en la infancia.

  - La adquisición de poderes particulares que se cree que pueden obtenerse por


medio de conocimientos ocultos y por la participación en determinados ritos.

  - La satisfacción de desviaciones sexuales a través de experiencias inusuales, que


tienen como base algo de oscuro y ritual.
            Muchas veces esta opción por lo Satánico está vinculada a una crisis de fe
mal resuelta, relacionado a la incapacidad de aceptar: ya sea la experiencia del mal
físico; o el vivir serenamente la relación con las normas morales.

              Podemos examinar diversas hipótesis teóricamente posibles para llegar a


la que nos interesa; alguna de estas posturas se adoptan en momentos de “crisis
de fe” y aquí estamos también nosotros:

  a) una conversión más plena a Cristo, aceptando su “yugo suave” y pidiéndole


perdón por haberlo abandonado temporalmente.

  b) negándose a pensar en Dios (ateísmo teórico y práctico), ó de otro modo


pensar que, si existiese, sería, por una parte, responsable del sufrimiento; y por
otra, fuente de las normas éticas que parecen traer tanta desazón.

c) La tercera hipótesis se puede configurar como el así llamado "creer a su manera"


en un dios esculpido por uno mismo, forjado para el propio uso y consumo, de tal
modo que consienta aquello que se quiere que é1 consienta y prohíba sólo aquello
que está dispuesto a dejarse prohibir; un dios con el cual se puede hablar, si se
quiere, pero como se quiera y cuando se quiera; en todo caso un dios diverso de
aquel que anuncia la Iglesia (esto se puede hacer individualmente o afiliándose a
una de las numerosas sectas que ofrecen una especie de supermercado de lo
sagrado).

d) la propiamente satanista: el resultado ultimo de la crisis religiosa de la cual


tratamos, no es ni una conversión, ni una forma de ateísmo o agnosticismo más o
menos explícitos, sino una rebelión radical contra el Dios de la Biblia, sea que se
traduzca en una explícita adoración de Satanás, considerado como un ser personal,
o que se reduzca a su invocación o evocación para obtener beneficios, o también
que se limite a un uso más o menos simbólico de doctrinas y ritos satánicos para
liberarse de residuos de la propia fe o incluso de la propia cultura cristiana.

              El acto de fe del satanista es un acto de fe al revés, en el cual expresa su


propia fe en esta fuerza cósmica, disolvente y destructiva, de la cual el hombre es,
a la vez, dueño y esclavo.

              La frustración humana corre el riesgo de explotar de modos


descontrolados y extremos; a los “espíritus frustrados” o a cuantos sufren de
alguna forma de egolatría aguda, el satanismo parece ofrecerles una alternativa u
oportunidad por medio de una burlesca inversión de la religión; para esto se apela
al adversario de Dios, dado que el Dios de la fe no parece garantizar la felicidad
terrena a la cual se aspira, al menos en los modos y tiempos en los cuales se la
querría realizar.

              En este contexto se entiende bien el deseo de adquirir un poder más o


menos absoluto sobre sí mismo, sobre los otros hombres y sobre las cosas; por
esto el satanismo implica la creencia en una cierta forma de magia ritual, que
permite hacer propicias las fuerzas ocultas, sea identificándolas lineal y
directamente con el Satanás de la Biblia, o bien imaginándolas de una manera más
difuminada, impersonal, pero de todos modos relacionado con el lado oscuro del
cosmos y de la vida.

              Esta suerte de perversa veneración del demonio es porque de él se espera


obtener beneficios, o porque se lo asume como modelo de una rebelión contra
Dios; ya sea que se conciba a Satanás como persona real (el ser espiritual
pervertido y pervertidor de la fe cristiana), sea que se lo entienda como una
realidad impersonal, con connotaciones (materia y energía) que lo oponen a la
concepción cristiana de Dios; o que simplemente se lo tome como pretexto para
crear un signo conscientemente anticristiano de la exaltación de sí mismo.

              El verdadero objeto de adoración del hombre que se dedica a prácticas


satanistas sigue siendo siempre su "yo", con el deseo desordenado de construirse
una felicidad totalmente terrenal sin recurrir a la ayuda de Dios, contando sólo con
las propias fuerzas naturales o, en todo caso, con las de Satanás.

              Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen,


ciertamente, a hacer, que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre
estos encontramos:

 - La soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa;

 - El impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión


tratan de diluirlo (materialismo, consumismo, hedonismo, etc[31]

 - La disgregación de la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe


en Dios, único que puede darle amor, armonía y unidad[32].

 - La subversión de valores tanto, moral, espiritual y físico, introducen al hombre en


una sociedad difícil.

 Posibles consecuencias de la participación en ritos satánicos[33]

              La participación en sectas y en cultos satánicos deja al hombre cada vez


más indefenso frente a Satanás. Aún convencidos por la fe de que el diablo no tiene
poder sobre la salvación eterna del hombre, no podemos considerar que la libertad
(de modo particular, la libertad en estado de pecado) es omnipotente frente a las
insidias del diablo. Cuanto más participa una persona en las prácticas aludidas,
tanto más débil e indefensa se encuentra.

            En este sentido se puede suponer que los afiliados a sectas satánicas
corren el riegos de convertirse más fácilmente en víctimas de realidades como, el
“hechizo”, “el mal de ojo”, las “vejaciones diabólicas” y las “posesiones
demoníacas”[34].

            De diversa naturaleza son las acciones extraordinarias de Satanás contra el


hombre, permitidas por Dios por razones que sólo El conoce.  Entre éstas podemos
citar:
- trastornos físicos o externos (basta recordar el testimonio de la vida de tantos
santos).
 
- intervenciones locales sobre casas, objetos o animales; obsesiones personales,
que ponen al sujeto en estados de desesperación.
 
- vejaciones diabólicas, que se manifiestan en trastornos y enfermedades que
llegan a hacer perder el conocimiento, a realizar acciones o a pronunciar palabras
de odio contra Dios, Jesús y su Evangelio, la Virgen y los santos.
 
- finalmente, la posesión diabólica, que es la situación más grave porque, en este
caso, el diablo toma posesión del cuerpo de una persona y lo pone a su servicio sin
que la víctima pueda resistirse[35].
           
          Todas estas formas por misteriosas que sean, no pueden considerarse sólo
situaciones de tipo patológico, como si fueran todas y siempre formas de alteración
mental o de histerismo.  La experiencia de la lglesia nos muestra la posibilidad real
de estos fenómenos. Frente a estos casos, la Santa Iglesia, siempre que haya
certeza de la presencia de Satanás, recurre al exorcismo[36]. La celebración de
este sacramental, reservado al obispo o a ministros elegidos por él para ese fin,
consiste en la reafirmación de la victoria del Resucitado sobre Satanás y sobre su
dominio[37].
 
            Junto con los exorcismos, el nuevo Ritual incluye también bendiciones que
manifiestan el esplendor de la salvación del Resucitado, ya presente en la historia
como un principio nuevo de transfiguración de la vida del hombre y del cosmos.
Estas bendiciones son apropiadas para confortar y ayudar a los fieles, sobre todo
cuando no se tenga certeza de una acción satánica sobre ellos. Se incluyen, por lo
tanto, en la práctica normal de oración de la comunidad cristiana.
 
            Pero el recurso fundamental contra las asechanzas de Satanás es la vida
cristiana en su realidad diaria: la celebración frecuente de los sacramentos (sobre
todo de la penitencia y de la Eucaristía); la oración; la caridad acompañada de
obras,  el testimonio gozoso frente a los demás, la pertenencia fiel a la comunidad
eclesial; etc.
 
La psicología y las verdaderas o falsas posesiones
 
            Trastornos físicos, embrujos de casas, objetos o animales; obsesiones e
impulsos personales hasta el conato de suicidio; vejaciones que llevan a la pérdida
de la conciencia y a acciones deplorables, o a pronunciar frases de odio contra Dios
o lo sagrado: son sólo algunas de las manifestaciones ante las que cabe
preguntarnos si la persona está realmente poseída por Satanás o más bien padece
disociación psicológica o histeria.
 
            Frecuentemente los comportamientos atribuidos a un influjo demoníaco
pueden interpretarse, sin duda, como situaciones con raíces patológicas; mientras
que en otros casos se pueden presentar como una clara antítesis al proyecto de
salvación que Dios tiene sobre sus criaturas y, por tanto, no encuentran una
explicación suficiente y convincente con los instrumentos psicológicos y
psicosiquiátricos normales.
 
            Los límites entre las situaciones psíquicas y la efectiva influencia demoníaca
están poco identificados y son difícilmente identificables, por lo que puede
fácilmente pasar por posesión diabólica lo que, en realidad, es sólo expresión de
profundos trastornos psicológicos.
 
            Al mismo tiempo, no se puede descartar que, a veces, nos encontremos
ante manifestaciones que excluyen las explicaciones de índole psicológica o
psiquíatrica y que no encuentran fundamento en los contenidos de lo ya conocido
en el mundo científico.  En tal caso tendría sentido el recurrir a la hipótesis de la
existencia de fuerzas externas al sujeto, que ejercen sobre él un influjo nefasto y
destructor.
 
            El aspecto clave del problema, que la investigación psicológica y
psiquiátrica todavía no han resuelto, consiste en la correcta distinción entre un
comportamiento patológico de índole psíquica y una verdadera posesión diabólica.
En tal perspectiva, obviamente, sólo un científico serio, con una mente capaz de
superar el reducido campo de su competencia, es capaz de reconocer la posibilidad
de posesiones diabólicas[38].
 
Consideraciones finales
 
            Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en relación con el
problema del satanismo, está la que tiene por objeto la posibilidad de ver en él una
acción explícita del maligno, por ejemplo, mediante la posesión diabólica de quien
participa en ritos satánicos.  Considero que tal acción no consiste tanto en la
manifestación de fenómenos preternaturales, cuanto en una exasperada aversión
hacia Dios, Jesucristo, la Virgen María, la lglesia y todas las cosas santas.
 
            Los posibles casos de posesión diabólica que se pueden encontrar entre
quienes participan deliberadamente en actividades satánicas, se pueden considerar
casos de tipo -por así decir- activo y no pasivo, que derivan del hecho de que son
las mismas personas las que voluntariamente se ofrecen al demonio.
 
            De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la
aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a
aprobar una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es
equivocado, malo y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y
liberador para proponerlo a los demás. Es lo de Isaías: “Ay, los que llaman al mal
bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo
por dulce, y dulce por amargo!” (Is.5,20). El lema crowleyano era: "hacer lo que
quieras será toda la ley".
 
            Para concluir, después, con la constatación de que el hombre que diviniza
la materia, que se considera dios y así se sitúa en el lugar del Creador,
inevitablemente va al encuentro de la amarga e inevitable realidad de la propia
finitud y de la impotencia humana, sufriendo contragolpes que pueden arrastrarlo a
serias consecuencias psicofísicas con caídas de tipo depresivo.
 
            El satanismo muestra, sin duda, una fuerte carga emocional y de evasión
hacia lo irracional, que en algunos aspectos es encubierta por una paradójica
apariencia pseudoracional que se busca como justificación.
 
            El mal profundo que proviene de todo esto asume aspectos y motivaciones
personales y oscuras; y tiene como común denominador de los diversos ritos,
símbolos, prácticas y creencias, la negación de la recta razón y una herida profunda
a la integridad de la persona humana, cosa que se manifiesta en las aberraciones
sexuales, en la sed de poder, en la búsqueda desmedida de dinero o de éxito, en
un narcisismo exasperado, todos esos elementos alejan del amor a Dios y al
prójimo y de la búsqueda del verdadero bien personal y común. En este mundo
donde se tiene la impresión de que el mal vence al bien, cabe recordar “No tengáis
miedo”. Esta tranquilidad sólo puede surgir de la convicción de que la liberación del
mal y la salvación pasan a través de la obra redentora de Jesucristo Único Salvador
del hombre.
 
Aspectos Legales y Jurídicos del Satanismo[39]
 
            Un análisis de tipo jurídico del fenómeno de las sectas impone una reflexión
sobre algunos principios. Así enseña la Iglesia:  “el derecho a la libertad religiosa no
se funda en la disposición subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza.
Por lo cual, el derecho a esta inmunidad permanece también en aquellos que no
cumplen la obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella y su ejercicio no
puede ser impedido con tal que se guarde el justo orden público [40]”. Por lo tanto:
 
            ”En el ejercicio de sus derechos, cada uno de los hombres, y grupos
sociales están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los
otros, los propios deberes para con los demás, y el bien común de todos. Con todos
hay que obrar conforme a la justicia y al respeto debido al hombre[41].
 
            - La Sociedad: “la sociedad civil tiene derecho a protegerse contra los
abusos que puedan darse so pretexto de libertad religiosa, corresponde
principalmente a la autoridad civil prestar esta protección”.
 
            La intervención de la Magistratura se impone, entonces, cuando una secta
-satánica o no- realice a través de sus fundadores, de sus sacerdotes o de sus
adeptos, acciones penalmente relevantes, es decir, delitos.
 
            Algunas clases de delito que, de forma sumaria, podríamos dividir en: a)
delitos de naturaleza patrimonial; b) delitos de naturaleza sexual y, por lo tanto,
relativos a la esfera de la libertad de la persona; y c) delitos contra el respeto a los
difuntos.
 
 
            a) Delitos de naturaleza patrimonial: Las sectas satánicas llevan a cabo su
actividad antijurídica de naturaleza -económica- mediante la perpetración de
estafas, es decir, de actividades que se concretan en trucos o engaños hechos por
el agente, que inducen a error a la persona agraviada, llevándola a realizar un acto
de disposición patrimonial que para el estafador implica la obtención de un
beneficio injusto.
 
            El delito de estafa es consecuencia psicológica del ofrecimiento, por parte
de la secta, de prácticas mágicas para la obtención de fines muy diversos en el
campo del amor, de la familia, del trabajo, etc.
 
            Con frecuencia, a la estafa le siguen delitos más graves, como la extorsión
realizada mediante una acción violenta y amenazadora, que obliga a la víctima a
hacer o adquirir algo, proporcionando al agente un beneficio injusto, con el
correspondiente daño para la persona perjudicada.
 
            Esta acción criminal se realiza cuando la víctima, al darse cuenta de haber
sido engañada, se niega a entregar la suma acordada por la magia prometida, pero
no obtenida.  En tal circunstancia, el carácter peligroso de la secta se manifiesta
por medio de la pretensión violenta de una suma de dinero, produciendo en los
sujetos una verdadera situación de "miedo" con respecto a los satanistas.
 
            Las carencias de los adeptos, que acabo de explicar, y que los convierten
en presa fácil de los satanistas, tienen un efecto negativo importante sobre las
investigaciones que eventualmente se realizan. En efecto, tratándose de personas
ligadas a la secta por un vínculo muy fuerte (a veces se habla de un juramento de
sangre), la colaboración con la Magistratura y, en general, con los órganos
investigadores, se reduce a niveles mínimos, perjudicando el proceso de las
investigaciones y la adquisición de elementos de prueba contra los satanistas.
 
            Para personas tan débiles, el haber sufrido los delitos no es,
evidentemente, un factor suficiente como para inducirlas a recurrir a los órganos de
investigación con las oportunas denuncias.
 
            Por tanto, en el ámbito de las investigaciones sobre el satanismo se puede
constatar un verdadero pacto de silencio, análogo al que se puede encontrar en los
delitos del ambiente de la mafia, con efectos absolutamente negativos sobre la
evolución de las investigaciones.
 
            Esa fuerza de intimidación del vínculo asociativo y de la consiguiente
condición de sujeción y de silencio al cometer delitos (asociación de tipo mafioso),
parece que puede aplicarse bien al satanismo, considerando las condiciones
particulares en que se encuentran sus adeptos, instrumentos en manos de los
satanistas, como ya he explicado.
 
            b) delitos de naturaleza sexual: delitos que se pueden relacionar con una
secta son los que atañen a la libertad personal sexual, en el sentido que, en el
ámbito del rito, con el fin de lograr la relación con Satanás, es necesario realizar
actos sexuales.
 
            Las víctimas de tales acciones son, por lo general, mujeres,
frecuentemente en estado de incapacidad para entender y querer, porque se les
han suministrado bebidas adulteradas o sustancias estupefacientes, o bien son
menores, incluso de poca edad.

            Estos últimos delitos, en el rito satánico, tienen una peculiaridad propia,
pues el producir dolor a un niño -por definición puro y cercano a Dios- significa
hacer sufrir a Dios mismo y, por lo tanto, agradar a Satanás.
            Es evidente que en tales situaciones, siempre que existan elementos
suficientes para actuar, se pone inmediatamente en marcha la intervención de la
Policía judicial y de la Magistratura.  Se han dado casos criminales de notable
gravedad.
 
            c) delitos contra el respeto a los difuntos: Otra clase de delitos que pueden
realizar los satanistas son “delitos contra el respeto a los difuntos”..
 
            Se pueden citar, en particular, violación de sepulcros, profanación de
tumbas, profanación de cadáveres, destrucción, supresión o sustracción de
cadáveres.  El uso de cadáveres es esencial en el ámbito del rito satánico; por eso,
también en estos casos se produce la intervención represiva y punitiva de la
Magistratura.
 
           Ante esta situación, a mi parecer, la tarea más difícil no es la de la
Magistratura y de la Policía judicial, que se limitan a realizar una función
investigadora y represiva, sino, más bien, la de la familia y la sociedad, que de
algún modo deben sostener a los jóvenes y, en general, a las personas que se
encuentran en dificultad, a fin de evitar el inútil recurso a sectas satánicas.
 
Exorcismo
 
            El tema del Demonio y de los exorcismos goza, en este fin de milenio, de
una morbosa actualidad: desde hace años es abundantemente tratado en cine,
televisión, publicaciones de toda índole, y es tan tomado en cuenta en algunos
sectores de la Iglesia, que mereció una llamada de atención formal de parte de la
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

            Además, este interés no se limita a discusiones teóricas o a emociones


baratas en quien va a ver una película, sino que, con alarmante frecuencia, los
medios de comunicación nos informan de crímenes horrendos, con lujo de sadismo,
perpetrados por sectas satánicas.
            Todo esto ha llevado a mucha gente a pensar que estamos enfrentando la
“batalla final” contra el Malo que de tantas formas describe el Apocalipsis, y que
hay que enfrentarlo con todas las armas a nuestra disposición, es decir, no sólo con
las normales e infalibles de todo cristiano, que son el amor a Dios y al prójimo en
una vida recta apoyada en la oración y los Sacramentos, sino que la Iglesia debe
facilitar y multiplicar sus exorcismos, puesto que la presencia de ese mal es tan
funesta y extensa.
 
            Sin embargo, para un Pastor que quiera considerar responsablemente esos
tan aparentemente imperiosos “signos de nuestro tiempo”, el tema del exorcismo,
no resulta tan fácil de ser hoy abordado con objetividad, y conviene, por tanto,
compartir algunos criterios:
 
¿Qué es un exorcismo?
 
            El exorcismo, o sea , “el mandato imperativo, mediante la invocación del
nombre de Dios, hecho por un ministro legítimo para ahuyentar al demonio de
alguna persona, animal, lugar o cosa”, la Iglesia lo considera un “acto de culto
divino”, con categoría de Sacramental.
 
            Esto podemos comprobarlo, porque en el Código vigente del Derecho
Canónico en su título: “De los Sacramentales” define éstos en el canon 1166 como:
“signos sagrados, por los que, a imitación, en cierto modo de los sacramentos, se
significan y se obtienen, por intercesión de la Iglesia, unos efectos principalmente
espirituales”..
 
            El canon siguiente, el cc.1167, especifica que “sólo la Sede Apostólica
puede establecer nuevos sacramentales, interpretar auténticamente los que existen
y suprimir o modificar algunos de ellos”, y que “en su celebración o administración
deben observarse diligentemente los ritos y fórmulas aprobados por la autoridad de
la Iglesia”..
 
¿Quién puede hacerlos?
 
            En cuanto al ministro que pueda realizarlos, el canon 1168 los reserva “al
clérigo provisto de la debida potestad”, aunque acepta que, “según lo establecido
en los libros litúrgicos y a juicio del Ordinario, algunos sacramentales pueden ser
administrados también por laicos que posean las debidas cualidades".
 
El canon 1172 menciona expresamente a los exorcismos en sus dos parágrafos:    
 
            1. “Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar, nadie puede
realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos”.
 
            2. “El Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero
piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.
 
              Ahora bien, no toda invocación del poder divino contra el Maligno es un
sacramental: Los exorcismos se dividen en privados y públicos, y éstos a su vez, en
solemnes y simples.
           
              Privado es el hecho individualmente, en secreto, por cualquier fiel,
Sacerdote o no; Público el que hace el ministro legítimo, por autoridad oficial de la
Iglesia y de acuerdo a los ritos previstos.
 
            Simple es el exorcismo público que va unido a otro rito, como son los de
Bautismo o de algunas bendiciones; Solemne, en cambio, es el exorcismo público
previsto para casos de posesión u obsesión diabólica, de que habla el canon 1172, y
el único al que compete la categoría de sacramental.
 
Condiciones
 
Por tanto, para el exorcismo público solemne se requieren estas condiciones:
 
1- Un auténtico caso de posesión diabólica;
 
2- Licencia expresa y peculiar del Ordinario del lugar;
 
3- Un ministro presbítero;
 
4- Que esté dotado de cualidades de auténtica ejemplaridad, puesto que debe
distinguirse por su “piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida”.
 
            La primera condición: un auténtico caso de posesión diabólica, es, hoy por
hoy, la más difícil de comprobar, de modo que antes de abordarla, empecemos por
las restantes, que no representan otro problema que el de precisar los términos:
 
            Por lo que toca a quien debe examinar y autorizar, queda claro que sólo el
Obispo local o quien haga legítimamente sus veces (no el Ordinario religioso ni
ninguna otra autoridad), puede permitir un exorcismo público solemne, y no puede
suponerse su licencia, sino que ésta tiene que ser peculiar (es decir: para cada
caso) y expresa. Esta no puede él otorgarla sino a quien está investido del Orden
del Presbiterado, y además que sea ejemplar, no sólo por su piedad e integridad de
vida, sino también por una sólida ciencia y prudencia.
 
            En la práctica, pues, no deberá pensar sólo en un Sacerdote piadoso y fiel,
sino en alguien especialmente calificado por sus conocimientos teológicos y su
prudencia ante los conflictos (podría decirse que el Vicario General o el Episcopal
podrían ser los exorcistas más calificados, puesto que el canon 478 ' 1 pide para
ellos precisamente esas cualidades).

 
            Puede existir un Oficio de Exorcista, por el que el Sacerdote que lo recibe
no requiera de un permiso peculiar para cada caso, sino que quede facultado para
hacer exorcismos en general, pero esto requiere un procedimiento mucho más
serio, pues es la Conferencia Episcopal (no el Obispo individual), quien debe
solicitarlo a la Santa Sede.
 
            Estas normas, lejos de haberse derogado o mitigado, fueron expresamente
urgidas por la Congregación de la Fe el 29 de septiembre de 1985, en un
documento que conviene transcribir integro:
 
Se recuerdan las normas para los exorcismos[42]
 
"Excelentísimo Señor:
 
            Ya hace algunos años, entre ciertos grupos eclesiales, se multiplican las
reuniones de oración con el preciso objeto de obtener la liberación del influjo de los
demonios, aunque no se trata de exorcismos en sentido estricto; tales reuniones se
desarrollan bajo la guía de laicos, incluso si está presente un Sacerdote.
 
            Dado que ha sido consultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe
qué se debe pensar de estos hechos, este dicasterio considera necesario informar a
los obispos de la siguiente respuesta:
 
            I) -El canon 1172 del Códice de Derecho Canónico declara que nadie puede
proferir legítimamente exorcismos sobre los obsesos si no ha obtenido especial y
expresa licencia del Ordinario del lugar (Parágrafo 1), y establece que esta licencia
debe ser concedida por el Ordinario del lugar sólo a presbítero dotado de piedad,
ciencia, prudencia e integridad de vida (Parágrafo 2). Por lo tanto, se ruega
vivamente a los obispos que urjan la observancia de estos preceptos.
 
            2) -De éstas prescripciones se sigue que a los fieles ni siquiera es lícito
usar la forma del exorcismo contra Satanás y los ángeles rebeldes, extraída de la
publicada por orden del Sumo Pontifice León XIII, y mucho menos les es lícito usar
el texto íntegro de este exorcismo.  Los obispos, en caso de necesidad, procuren
advertir a los fieles de este asunto.
 
            3) -Finalmente, por las mismas razones, se ruega a los obispos que vigilen
para que -aún en los casos en que se excluya una verdadera posesión, pero
parezca revelarse un cierto influjo diabólico- quienes carecen de la debida facultad,
no dirijan reuniones durante las cuales se recitan oraciones para obtener la
liberación, en cuyo decurso se interroga directamente a los demonios y se trata de
conocer su identidad.
 
            El recordar estas normas sin embargo, de ninguna manera debe alejar a
los fieles de orar para que, como nos ha enseñado Jesús, nos liberemos del mal
(Cfr.  Mt 6,13).
 
            En fin, los pastores podrán aprovechar esta ocasión para recordar cuanto la
tradición de la Iglesia enseña acerca de la función que tienen los sacramentos y la
intercesión de la Santisima Virgen María, de los ángeles y de los santos en la lucha
espiritual contra los espíritus malignos.
 
Aprovecho la ocasión para manifestarle los sentimientos de la más viva
consideración.
 
"Afectísimo en el Señor, José Card.  Ratzinger, Prefecto. Alberto Bovone,
Secretario”
 
Verdadera posesión diabólica
 
            La condición más difícil para proceder a un exorcismo es la “verdadera
posesión diabólica”. Resulta fácil sentirse inclinado a pensar en una presencia
demoníaca cuando se está frente a horrores como las matanzas colectivas sin
sentido, las crueldades con que se tortura a seres humanos inocentes, los crímenes
cometidos por narcosatánicos. En todos estos casos parecería que estamos frente a
una maldad sobrehumana.
 
            Pero un espíritu sereno no debe guiarse por opiniones ni por impresiones. 
Ya el Ritual Romano, aunque data de hace casi 400 años y que sus conocimientos
médicos eran tan primitivos que aún hablaba de la “bilis negra”, como posible
explicación natural de los trastornos que solían atribuirse al demonio, se mostraba
sumamente cauto.          
 
          En su norma tercera ordenaba no creer fácilmente: “en primer lugar no crea
fácilmente que alguien sea atacado por el demonio”; exigía signos evidentes, tales
como: “hablar una lengua desconocida por medio de muchas palabras, o entender
al que lo habla, descubrir cosas distantes y ocultas, exhibir una fuerza superior a la
situación natural de su edad o de su condición; y otras cosas de esta especie”.
 
            El mismo Ritual no consideraba todavía definitivos estos signos, sino sólo
“maiora indicia” (indicios mayores) y por eso en el caso de que se dieran varios
juntos: “los cuales, cuando concurren muchos, entonces serán mayores las
manifestaciones”.
 
            Entre estos -id genus- (n.e.-. de esta especie) apuntaba en su norma 16 la
aparición de convulsiones o de tumores anormales: “cuantas veces vea al atacado
que es perturbado en alguna parte del cuerpo, o lesionado, o aparecer un tumor en
alguna parte, ahí haga el signo de la cruz, y rocíe agua bendita, la cual por tanto
tenga al alcance”.
 
            Estos criterios, que parecerían ser suficientemente claros en el tiempo en
que se redactó el Ritual Romano, resultan insuficientes ahora, porque a la luz de las
modernas ciencias, sabemos que pueden tener explicaciones naturales.
 
            No podemos afirmar que nunca se dan casos de verdadera posesión
diabólica, sin embargo, en acatamiento a las normas de la Iglesia, no se debería
pensar en facilitar o multiplicar el recurso de los exorcismos, sino por el contrario,
ser doblemente cautos.
 
            El obispo, solicitado a conceder el permiso para proceder a un exorcismo,
tome en cuenta que es riesgoso concederlo en casos de pseudo-posesión (n.e.:
falsa posesión) porque la víctima puede afirmarse aún más en su convicción de
estar poseída y puede descuidar las precauciones del caso y de un tratamiento
médico adecuado.

NOTAS

[1] Se puede confrontar con los artículos publicados en “L’Osservatore Romano”.


Edición lengua española, de los meses de Enero y Febrero de 1997. Seguimos estos
artículos en su estructura general.

[2]  Giuseppe Ferrari L'Osservatore Romano n.4-1465 Enero 24,1997.


[3] Satanism: Worship of the devil, a blasphemous inversion of the order of worship
that is due to God alone. (CATHOLIC DICTIONARY . Reverend Peter M.J.
Stravinskas, Ph.D., S.T.L. Our Sunday Visitor's Catholic Dictionary).
[4] Catecismo de la Iglesia Católica  n.2851-2852.
[5] “Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una
voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte. La
Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán
o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios.
"Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per
se facti sunt mali" ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una
naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos"). [Concilio de Letrán
IV]”,  (Catecismo de la Iglesia Católica n.391).
 
[6] “Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado
libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan
asociar al hombre en su rebelión contra Dios”. (Catecismo de la Iglesia Católica n
414).
[7] Mons.Mario Moronta R. Obispo de Los Teques, Venezuela. Cfr. L'Osservatore
Romano n.9-1470, Febrero 28, 1997.
[8] Entre los grupos conocidos que han surgido en Estados Unidos y están todavía
en actividad encontramos Church of Satan (n.e.: Iglesia de Satanás), Temple of Set
(Templo de Set), Order of the Black Ram (Orden del Carnero Negro), Werewolf
(Orden del Hombre-lobo), Worldwide Church of Satanic Liberation (Orden de la
Iglesia Universal de Liberación Satánica), Church of War (Iglesia de Guerra).  Entre
aquellos que despues de algunos años parece que han dejado de actuar
encontramos:(Igiesia de la Fratemidad Satánica), Brotherhood of the Ram
(Fraternidad del Carnero), Our Lady of Endor Coven (Nuestra Señora de Endor
Coven), The Satanic Orthodox Church of Nethilum Rite (La Iglesia Satánica
Ortodoxa de Rito Nethilum), The Satanic Church (La Iglesia Satánica), existen,
además, organizaciones sobre las cuales es difícil establecer si han cesado o no su
actividad, como, por ejemplo, la denominada Ordo Templi Satanis (Orden del
Templo de Satanás), cuyos escritos tienen cierta difusión a través de Internet.
Church of Satanic Brotherhood
 
Otro grupo satanista que ha tenido cierta notoriedad, tambien despues de la
observación que como participante ha hecho el sociólogo americano William Sims
Bainbridge, es The Process Church of the final Judgement  (La Iglesia del Proceso
del Juicio Final), surgido en 1965 en Inglaterra y difundido en algunos países, sobre
todo en Estados Unidos antes de su escisión en dos grupos diversos; actualmente
The Process
se ha extinguido.
[9] En Inglaterra se ha detectado también la presencia de otras dos organizaciones
satánicas conocidas: Order of the Nine Angels (Orden de los Nueve Angeles) y Dark
Lily (Lirio Oscuro); mientras en Nueva Zelanda actuaba el grupo Ordo Sinistra
Vivendi (Orden Siniestra de Vivir), anteriormente denominado Order of the Left
Hand Path (Orden del Sendero de la Mano lzquierda).
 
[10] En Italia, entre las sectas satánicas de las que se sabe algo, porque de un
modo u otro han llegado a la notoriedad de la crónica, podemos citar: Bambini di
Satana (Chicos de Satanás), Chiesa di Satana di Filippo Scerba (Iglesia de Satanás
de Felipe Scerba), Chiesa Luciferiana di Efrem Del Gatto (Iglesia de Satanás de
Efren del Gato), Impero Satan ico delta Luce degli In feri (Imperio Satánico de la
Luz del Infierno), o Seguaci del Maestro Loitan (Seguidores del Maestro Loitan).
 
[11]  Es importante notar que algunas personas participan de ritos que no son
dados al verdadero Dios y por tanto la desvían de la verdadera adoración o
creencia. Hay muchos incluso que invitan a un Amisticismo@ de oración o
meditación confuso o que confunde.
 
[12] El signo de esta secta es el llamado sello de Baphomet, esto es, la cabeza de
un chivo dentro de un pentáculo invertido (estrella de cinco puntas boca abajo),
inscrito en un círculo, con cinco letras hebreas en el extremo de cada punta y todo
esto encerrado en un círculo.
 
[13] Por Mons.  Angelo Scola, Rector de la Pontificia Universidad Lateranense,
(L'Osservatore Romano n. 8-1469, Febrero 21, 1997).
[14] Algunos paganos de la antiguedad pretendían que la naturaleza era divina en
su esencia, que contenía en sí misma el   principio de la divinidad, lo que conducía
el panteísmo: la divinidad seria entonces el conjunto de todos los seres de la
naturaleza.
 
[15] Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n.13.
[16] Tertuliano, De idolatria, IX, 1.
[17] San Cirilo de Jerusalén, Sexta Catequesis Bautismal, n. 10.
[18]  Cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 2110 ss.
[19] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2116.
[20] Código de Derecho Canónico, c.1367.
[21] Cfr. Mons.  Angelo Scola, L'Osservatore Romano n. 8-1469, Febrero 21, 1997.
[22]  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de
1972, p.
[23] Cfr. Siglos V-VI: DS, 286, 291, 325, 457-463; siglo XIII: DS, 797; siglos XV-
XVI: DS, 1,349, 151 1; siglo XVI 1: DS, 2,192, 2,241, 2,243-2,245, 2,251; siglo
XX: DS 3,514), especialmente la del Concilio IV de Letrán, celebrado en el año
1215, cuyo contenido ha sido analizado minuciosamente en el documento “las
múltiples formas de la superstición”, publicado por la Congregación para la doctrina
de la fe (26 de junio de 1975).
 
“En efecto, el diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una
naturaleza buena, pero ellos se hicieron a si mismos malos.  El hombre, después,
pecó por sugerencia del demonio" (IV Concilio de Letrán, contra los albigenses y los
cátaros, DS, 800)
[24]  Cfr. Catequesis de Juan Pablo II de Julio y Agosto de 1986
[25] L'Ossevatore Romano n. 5-1466 enero 31, 1997. Por Andrea Porcarelli,
Director responsable de la revista "Religioni e sette nel modo", Profesor de Filosofía
yCiencia de las Religiones en el "Studio Filosofico Domenicano" de Bolonia, afiliado
a la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino de Roma.
 
[26] Antor Szandor La Vey (nacido en 1930) que inicia su Biblia de Satanás (Avon,
Nueva York 1969) con “nueve afirmaciones satánicas”, una suerte de himno al
deseo humano de autogratificación psicofísica a cualquier precio, tanto en la
relación con uno mismo “Satanas represenas la indulgencia en lugar de la
abstinencia.  Satanás representa la existencia vital en lugar de los inútiles sueños
espirituales”, como en relación con los demás “Satanás representa la venganza en
lugar de presentar la otra mejilla” y, sobre todo, en relación a Dios y a sus normas
morales “Satanás representa al hombre en cuanto no es más que otro animal,
alguna vez mejor, pero más frecuentemente peor que aquellos que caminan a
cuatro patas; hombre que en razón de su supuesto "desarrollo divino intelectual y
espiritual" se ha convertido en el animal más vicioso de todos. Satanás representa
a todos los así llamados pecados, en la medida que llevan a la gratificación física,
mental y emocional”.
 
En este manifesto del satanismo ya aparecen con claridad los síntomas de una
profunda rebelión en relación a la religión en general y a la religión cristiana en
particular. Al continuar la lectura de la Biblia de Satanás se choca con un pequeño
capitulo que tiene este significativo título: wanted! God dead or alive. (n.e.: se
busca!  Dios, vivo o muerto); en este se afirma el sin sentido de un cierto deseo de
relación con aquel Dios al cual los hombres se volverían solamente para encontrar
alivio en el mal físico y perdón en el moral: la negación de Dios es la condición
satanista para la realización del hombre, en el sentido de que el satanista no debe
inclinar la cabeza frente a nadie y debe encontrar en si mismo todos los recursos
necesarios para construir la propia felicidad aquí, en la tierra.
 
[27] “tu no puedes amar a todos; es ridículo pensar que puedes hacerlo; si tu amas
a cada uno y a todos, pierdes tu natural capacidad de selección. (... ) El amor es
una de las emociones más intensas que experimenta el hombre; la otra es el odio. 
Esfuérzarte por sentir amor indiscriminadamente es muy antinatural (... ) Si no
estás en condición de sentir una de estas emociones, tampoco llegas a
experimentar plenamente la otra”. ( Biblia de Satanas-La Vey)
 
[28] cf. The Satanic Rituals, Avon, Nueva York 1972.
[29] Conocimiento de cosas ocultas, conocimiento del futuro, conocimiento de los
demás, “conocimiento del bien y del mal” como fue la antigua y bien conocida
tentación: “Replicó la serpiente a la mujer: *De ninguna manera moriréis. Es que
Dios sabe muy bien que el día en que comiéreis de él, se os abrirán los ojos y
seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (Genesis 3, 4-5)
 
[30] Uno puede ser fiel y vivir con alegría sabiendo que la fidelidad es un don que
manifiesta el amor; o puede mantenerse fiel sintiéndose deprimido, amargado,
triste por tener que luchar contra las ocasiones que se presentan, las tentaciones,
etc. Muchos piensan que los mandamientos son opresivos, tienen una visión
negativa de la Ley divina; esto se traduce también en una relación negativa con la
divinidad.
 
[31] "El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al
materialismo práctico, en el que proliferan el individualismo, el utilitarismo y el
hedonismo. Se manifiesta también aquí la perenne validez de lo que escribió el
Apóstol: *Como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, Dios
los entregó a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene (Rm 1,
28)". (Juan Pablo II, Evangelium Vitae n.23).
 
[32] “Se extiende por todo el mundo -incluso después de la caída de las ideologías
que habían hecho del materialismo un dogma y del rechazo de la religión un
programa- una especie de ateísmo práctico y existencial, que coincide con una
visión secularizada de la vida y del destino del hombre. Este hombre enteramente
lleno de sí, este hombre que no sólo se pone como centro de todo su interés, sino
que se atreve a llamarse principio y razón de toda realidad, se encuentra cada vez
más empobrecido de aquel suplemento de alma que le es tanto más necesario
cuanto más una gran disponibilidad de bienes materiales y de recursos lo hace
creer falsamente autosuficiente. Ya no hay necesidad de combatir a Dios; se piensa
que basta simplemente con prescindir de El”. (Juan Pablo II. Pastores Dabo Vobis
n.7).
 
[33] Cf. Mons.  Angelo Scola, L'Osservatore Romano n. 8-1469, Febrero 21, 1997.
[34] Cf.  Conferencia episcopal toscana, “A proposito di magia e demonologia.  Nota
pastorale”, 1 de junio de 1994, n..13
[35]  Cf. Op.cit, n. 14.
[36] El catecismo nos recuerda esta praxis eclesial: "El exorcismo intenta expulsar
a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que
Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre
todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica.  Por tanto, es
importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una
presencia del maligno y no de una enfermedad" (Catecismo de la Iglesia Católica,
n. 1673).
 
[37] Código de Derecho Canónico, c. 1172.
[38] Esto se verá con mayor detenimiento cuando hablemos del Exorcismo.
[39] Por Lucia Musti, Fiscal sustituto de la República Italiana en el Tribunal de
Bolonia.  L'Osservatore Romano n. 7-1468 febrero 14, 1997.
[40] Conc. Vat. II, Dignitatis Humanae, n.2.
[41] Conc. Vat.II, Dignitatis Humanae, n7.

[42] CONGREGACION PARA LA DOCTRINA DE LA FE.  Carta Inde ab aliquot annis,


mandada a los Ordinarios de lugar. Se recuerdan las normas vigentes para los
exorcismos, 29 de septiembre de 1985.  Prot. n. 291/70: AAS 77(1985), pp 1169-
1170.  En ENCHIRIDION VATICANUM, 1983-85.  Documenti Ufficiali.

Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a
la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza -que aparecen como ligados
a los límites propios de las criaturas -, y sobre todo a la cuestión del mal moral. ¿De
dónde viene el mal? "Quaerebam unde malum et non erat exitus" ("Buscaba el origen
del mal y no encontraba solución") dice S. Agustín (conf. 7,7.11), y su propia búsqueda
dolorosa sólo encontrará salida en su conversión al Dios vivo. Porque "el misterio de la
iniquidad" (2 Ts 2,7) sólo se esclarece a la luz del "Misterio de la piedad" (1 Tm 3,16).
La revelación del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y
la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión
del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su único Vencedor (cf. Lc
11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8).
 
+++

 
Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf.
Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de
su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por
ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y
la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta.
La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (cf. 1 Co 15,21-
22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con
sobreabundancia la descendencia de Adán (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos
Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el "protoevangelio" la
madre de Cristo, María, como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una
manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue
preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: DS 2803) y, durante toda su
vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado (cf.
Cc. de Trento: DS 1573).
Pero, ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? S. León Magno responde:
"La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la
envidia del demonio" (serm. 73,4). Y S. Tomás de Aquino: "Nada se opone a que la
naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto después de pecado. Dios, en
efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las
palabras de S. Pablo: `Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia´ (Rm 5,20). Y el
canto del Exultet: `¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande Redentor!´" (s.th. 3,1,3,
ad 3).
 
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Abrazador: de abrazo (a su vez de brazo), que abraza, que envuelve, que oprime. Y las
serpientes pueden ser envolventes y asfixiar. La iconografía hace referencia a ésta.
Recuerda al caduceo, que también envuelve.

Abrasador, de brasa (ascua), de fuego ¡con la calor que hace, abrasador, desde luego!
produciría fiebre el mirarlas... 
 

 
Las serpientes del Sinaí 
 
En la historia del cristianismo, los reptiles han tenido un destacado papel. La Biblia
menciona el término “serpiente” unido al de culebra o víbora, en singular o plural, del
orden de 74 veces. No cabe la menor duda de que la mención de estos animales, tiene
un destacado papel simbológico, amén de la gran repulsión que los reptiles producía en
los antiguos y sigue produciendo entre nosotros y eso, a pesar de disponer de sueros anti
ofidios y ser muy pocas las ocasiones que se le presentan al hombre de ciudad, de
tropezar con un ofidio. 
 
EI culto de la “serpiente” estaba y está extendido por todo el Oriente, recordemos a los
encantadores de serpientes concretamente en la India. Antiguamente, este animal tenía
un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad,
como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta.
En la Biblia se nos llega a presentar como un animal hostil a Dios, a quien acusa de
mentira y envidia, en el pasaje del Génesis sobre el pecado original. y también hostil al
hombre, a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino.
Además, pone de relieve la “astucia” de la serpiente, y la presenta como conocedora de
la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol. En el paganismo la serpiente era
considerada como símbolo de la sabiduría, y la mitología pagana está repleta de
símbolos alusivos a las serpientes.
 
En el Antiguo Testamento, tuvo la serpiente un papel esencial, el papel que tuvo Satanás
revestido de serpiente, tentando a Eva y la subsiguiente maldición divina sobre la
serpiente: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente:"Por haber hecho esto, maldita seas
entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te
arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré
enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y
tú le acecharás el talón". (Gn 3,14-15). La enemistad puesta por Dios entre los dos
culpables –la mujer y la serpiente seductora– proseguirá entre la descendencia de una y
otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha contra los poderes del mal,
que intentarán precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del
hombre, que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a
este texto el nombre de “Protoevangelio", o sea, primer anuncio de la salvación.
 
Al protegido de Dios, Él le librará de las serpientes: “Caminarás sobre leones y
víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes”. (Sal 91,13). Pero en el Sinaí,
cuando aún no estaba escrito este salmo 91, Dios utiliza a la serpiente como enemigo
del hombre y permite dada la conducta de Israel, que esta se cebe en los
israelitas: “Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que
mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a
Moisés: Hemos pecado por haber hablado contra Yahvéh y contra ti. Intercede
ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes, Moisés intercedió por el
pueblo. Y dijo Yahveh a Moisés: Hazte un abrasador y ponlo sobre un mástil.
Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá. Hizo Moisés una serpiente de
bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste
miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida”. (Núm 21,6-9). Las serpientes
“abrasadoras” eran como seres fabulosos, y les daban ese nombre por la inflamación y
la fiebre que producían al morder. La “serpiente de bronce” fabricada por Moisés ejerce
una especie de influencia “sacramental", ya que es un signo visible mediante el cual
Dios concede la curación. En este relato se ve una vez más la reacción de los israelitas
ante la dura prueba del desierto, el castigo divino y el perdón concedido por la
intercesión de Moisés. La serpiente de bronce mandada construir por Moisés llamada
Nejustán, se veneraba en el Templo de Jerusalén, y el rey Ezequías la mandó destruir,
por considerarla un signo idolátrico, ya que los israelitas le quemaban incienso (2 Rey.
18.4).
 
De acuerdo con el contenido del Nuevo Testamento, la serpiente de bronce prefigura la
obra salvadora de Cristo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él
vida eterna”. (Jn 3,14-15) Y ahora nosotros, cuando seamos víctimas del sufrimiento
del dolor, de la soledad, de la incomprensión, tenemos siempre el recurso para curarnos
de nuestros males, de levantar la vista amorosamente al que más nos ama y que se
encuentra crucificado, solo en lo alto de una cruz, crucificado por amor a por nosotros.
Una simple mirada de amor al Amor de los amores, nos dará siempre la fuerza necesaria
para pisotear leones y serpientes como nuevos protagonistas del salmo 91.
24.07.2009 http://religionenlibertad.com/blog/index.php?
blog=43&p=3846&more=1&c=1&tb=1&pb=1#more3846
 
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El pecado original altera el modo con el que el hombre y la mujer acogen y viven la
Palabra de Dios y su relación con el Creador. Inmediatamente después de haberles
donado el jardín, Dios les da un mandamiento positivo (cf Gn 2,16) seguido por otro
negativo (cf Gn 2,17), con el cual se afirma implícitamente la diferencia esencial entre
Dios y la humanidad. En virtud de la seducción de la Serpiente, tal diferencia es
rechazada de hecho por el hombre y la mujer. Comoconsecuencia se tergiversa también
el modo de vivir su diferenciación sexual. La narración del Génesis establece así una
relación de causa y efecto entre las dos diferencias: en cuando la humanidad considera a
Dios como su enemigo se pervierte la relación misma entre el hombre y la mujer.
Asimismo, cuando esta última relación se deteriora, existe el riesgo de que quede
comprometido también el acceso al rostro de Dios.
En las palabras que Dios dirige a la mujer después del pecado se expresa, de modo
lapidario e impresionante, la naturaleza de las relaciones que se establecerán a partir de
entonces entre el hombre y la mujer: «Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te
dominará» (Gn 3,16). Será una relación en la que a menudo el amor quedará reducido a
pura búsqueda de sí mismo, en una relación que ignora y destruye el amor,
reemplazándolo con el yugo de la dominación de un sexo sobre el otro. La historia de la
humanidad reproduce, de hecho, estas situaciones en las que se expresa abiertamente la
triple concupiscencia que recuerda San Juan, cuando habla de la concupiscencia de la
carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (cf 1 Jn 2,16). En esta
trágica situación se pierden la igualdad, el respeto y el amor que, según el diseño
originario de Dios, exige la relación del hombre y la mujer.
 
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«Quien no cree en el demonio, no cree en el Evangelio». Juan Pablo II Magno
 
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«La realidad es que hoy todos nos creemos tan buenos que no nos podemos merecer
otra cosa sino el paraíso. Esto proviene ciertamente de una cultura que, a fuerza de
atenuantes y coartadas, tiende a borrar en el hombre el sentimiento de su propia culpa,
de su pecado. Alguien ha observado que las ideologías que predominan actualmente
coinciden todas en un dogma fundamental: la obstinada negación del pecado, de la
verdad que la fe vincula al Infierno»...
 
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—¿Acaso no temías a Dios?

—¡Oh, sí, lo temía! ¡Oh, miseria y contradicción de mi soberbia!


Cuando pensaba en la muerte me aterraba, y hubiera dado mi
fortuna, mi fama y mis libros por un solo grano de humildad, la
semilla del arrepentimiento. Pero la humildad no es natural; es
sobrenatural. Un hombre sin ojos podría ver más fácilmente que un
hombre soberbio decir: “Pequé, Señor; perdón. ” Ver sin ojos es
contranatural; una fuerza natural puede modificarse por otra fuerza
natural. Pero arrepentirse sin humildad es contra lo sobrenatural,
infinitamente más allá de las fuerzas del hombre. Se necesita la
gracia divina...
 
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La Inmaculada Concepción
 
1. En la reflexión doctrinal de la Iglesia de Oriente, la expresión llena de gracia, como
hemos visto en las anteriores catequesis, fue interpretada, ya desde el siglo VI, en el
sentido de una santidad singular que reina en María durante toda su existencia. Ella
inaugura así la nueva creación.
 
Además del relato lucano de la Anunciación, la Tradición y el
Magisterio han considerado el así llamado Protoevangelio (Gn 3, 15)
como una fuente escriturística de la verdad de la Inmaculada
Concepción de María. Ese texto, a partir de la antigua versión latina:
"Ella te aplastará la cabeza", ha inspirado muchas representaciones
de la Inmaculada que aplasta a la serpiente bajo sus pies.
Ya hemos recordado con anterioridad que esta traducción no
corresponde al texto hebraico, en el que quien pisa la cabeza de
la serpiente no es la mujer, sino su linaje, su descendiente. Ese
texto, por consiguiente, no atribuye a María, sino a su Hijo la victoria
sobre Satanás. Sin embargo, dado que la concepción bíblica establece
una profunda solidaridad entre el progenitor y la descendencia, es
coherente con el sentido original del pasaje la representación de la
Inmaculada que aplasta a la serpiente, no por virtud propia sino de
la gracia del Hijo.
2. En el mismo texto bíblico, además, se proclama la enemistad entre
la mujer y su linaje, por una parte, y la serpiente y su descendencia,
por otra. Se trata de una hostilidad expresamente establecida por
Dios, que cobra un relieve singular si consideramos la cuestión de la
santidad personal de la Virgen. Paraser la enemiga irreconciliable de
la serpiente y de su linaje, María debía estar exenta de todo dominio
del pecado. Y esto desde el primer momento de su existencia.
A este respecto, la encíclica Fulgens corona, publicada por el Papa Pío
XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del
dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así: "Si en un
momento determinado la santísima Virgen María hubiera quedado
privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su
concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y
laserpiente no habría ya -al menos durante ese período de tiempo,
por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla
desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la
Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre" (AAS 45
[1953], 579).
La absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio
exige, por tanto, en María la Inmaculada Concepción, es decir, una
ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida. El Hijo de
María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria
anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como
consecuencia, el Hijo le concedió el poder de resistir al demonio,
realizando así en el misterio de la Inmaculada Concepción el más
notable efecto de su obra redentora.
3. El apelativo llena de gracia y el Protoevangelio, al atraer nuestra
atención hacia la santidad especial de María y hacia el hecho de que
fue completamente librada del influjo de Satanás, nos hacen intuir en
el privilegio único concedido a María por el Señor el inicio de un
nuevo orden, que es fruto de la amistad con Dios y que implica, en
consecuencia, una enemistad profunda entre laserpiente y los
hombres.
Como testimonio bíblico en favor de la Inmaculada Concepción de
María, se suele citar también el capítulo 12 del Apocalipsis, en el que
se habla de la "mujer vestida de sol" (Ap 12, 1). La exégesis actual
concuerda en ver en esa mujer a la comunidad del pueblo de Dios,
que da a luz con dolor al Mesías resucitado. Pero, además de la
interpretación colectiva, el texto sugiere también una individual,
cuando afirma: "La mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a
todas las naciones con cetro de hierro" (Ap 12, 5). Así, haciendo
referencia al parto, se admite cierta identificación de la mujer vestida
de sol con María, la mujer que dio a luz al Mesías. La mujer-
comunidad está descrita con los rasgos de la mujer-Madre de Jesús.
Caracterizada por su maternidad, la mujer "está encinta, y grita con
los dolores del parto y con el tormento de dar a luz" (Ap 12, 2). Esta
observación remite a la Madre de Jesús al pie de la cruz (cf. Jn 19,
25), donde participa, con el alma traspasada por la espada (cf. Lc 2,
35), en los dolores del parto de lacomunidad de los discípulos. A
pesar de sus sufrimientos, está vestida de sol, es decir, lleva el
reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la
relación esponsal de Dios con su pueblo.
Estas imágenes, aunque no indican directamente el privilegio de la
Inmaculada Concepción, pueden interpretarse como expresión de la
solicitud amorosa del Padre que llena a María con la gracia de Cristo y
el esplendor del Espíritu.
Por último, el Apocalipsis invita a reconocer más particularmente la
dimensión eclesial de la personalidad de María: la mujer vestida de
sol representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente
en la santísima Virgen, en virtud de una gracia singular.
4. A esas afirmaciones escriturísticas, en las que se basan la
Tradición y el Magisterio para fundamentar la doctrina de la
Inmaculada Concepción, parecerían oponerse los textos bíblicos que
afirman la universalidad del pecado.
El Antiguo Testamento habla de un contagio del pecado que afecta a
"todo nacido de mujer" (Sal 50, 7; Jb 14, 2). En el Nuevo
Testamento, san Pablo declara que, como consecuencia de la culpa
de Adán, "todos pecaron" y que "el delito de uno solo atrajo sobre
todos los hombres la condenación" (Rm 5, 12. 18). Por consiguiente,
como recuerda el Catecismo de la Iglesia católica, el pecado original
"afecta a la naturaleza humana", que se encuentra así "en un estado
caído". Por eso, el pecado se transmite "por propagación a toda la
humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana
privada de la santidad y de la justicia originales" (n. 404). San Pablo
admite una excepción de esa ley universal: Cristo, que "no conoció
pecado" (2 Cor 5, 21) y así pudo hacer que sobreabundara la gracia
"donde abundó el pecado" (Rm 5, 20).
Estas afirmaciones no llevan necesariamente a concluir que María
forma parte de la humanidad pecadora. El paralelismo que san Pablo
establece entre Adán y Cristo se completa con el que establece entre
Eva y María: el papel de la mujer, notable en el drama del pecado, lo
es también en la redención de la humanidad.
San Ireneo presenta a María como la nueva Eva que, con su fe y su
obediencia, contrapesa la incredulidad y la desobediencia de Eva. Ese
papel en la economía de la salvación exige la ausencia de pecado. Era
conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María,
nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para
cooperar en la redención.
El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su
fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo estotalmente santo en virtud de
la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en
virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.
 
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La “serpiente antigua” provoca a la mujer
El primer pecado en la historia del hombre “peccatum
originale”.
 
1. En el contexto de la creación y de la concesión de los dones con los
que Dios constituye al hombre en el estado de santidad y de justicia
original, la descripción del primer pecado que en encontramos en el
tercer capítulo del Génesis, adquiere mayor claridad. Es obvio que
esta descripción, que se centra en la transgresión de la prohibición
divina de comer "los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal",
debe ser interpretada teniendo en cuenta el carácter específico del
texto antiguo y, particularmente, el género literario al que pertenece.
Pero, incluso teniendo presente esta exigencia científica en el estudio
del primer libro de la Sagrada Escritura, no se puede negar que un
primer elemento seguro del mismo salta a la vista debido al carácter
específico de aquella narración del pecado: dicho carácter consiste en
que se trata de un acontecimiento primordial, es decir, de un hecho,
que, de acuerdo con la Revelación, aconteció en los comienzos de la
historia del hombre. Precisamente por ello, el texto presenta otro
elemento cierto: es decir, el sentido fundamental y decisivo de aquel
acontecimiento para las relaciones entre el hombre y Dios y, en
consecuencia, para la "situación" interior del mismo hombre, para las
recíprocas relaciones entre los hombres y, en general, para la
relación del hombre con el mundo.
2. El hecho que realmente importa, bajo las formas descriptivas, es
de naturaleza moral y se inscribe en las raíces mismas del espíritu
humano. Un hecho que da lugar a un cambio fundamental de la
"situación": el hombre es lanzado fuera del estado de justicia original
para encontrarse en el estado de pecaminosidad (status naturae
lapsae); un estado que lleva consigo el pecado y conoce la tendencia
al pecado. Desde ese momento, toda la historia de la humanidad
sentirá el peso de este estado. El primer ser humano (hombre y
mujer) recibió, en efecto, de Dios la gracia santificante no sólo para
sí mismo, sino, en cuanto cabeza de la humanidad, para todos sus
descendientes. Así, pues, con el pecado que lo estableció en una
situación de conflicto con Dios, perdió la gracia (cayó en desgracia),
incluso en la perspectiva de la herencia para sus descendientes. En
esta privación de la gracia, añadida a la naturaleza, se sitúa la
esencia del pecado original como herencia de los primeros padres,
según la enseñanza de la Iglesia, basada en la Revelación.
3. Entenderemos mejor el carácter de esta herencia si analizamos el
relato del tercer capítulo del Génesis sobre el primer pecado. El relato
comienza con elcoloquio que el tentador, presentado en forma
de serpiente, tiene con la mujer. Este dato es completamente
nuevo. Hasta ahora el libro del Génesis no había hablado de que en el
mundo creado existieran otros seres inteligentes y libres fuera del
hombre y de la mujer. La descripción de la creación en los capítulos 1
y 2 del Génesis se refiere, en efecto, al mundo de los "seres visibles".
El tentador pertenece al mundo de los "seres invisibles", puramente
espirituales, si bien, durante este coloquio, la Biblia lo presenta bajo
forma visible. Esta primera aparición del espíritu maligno en una
página bíblica, es preciso considerarla en el contexto de cuanto
encontramos sobre este tema en los libros del Antiguo y Nuevo
Testamento. (Ya lo hemos hecho en las catequesis precedentes).
Singularmente elocuente en este sentido es el libro del Apocalipsis (el
último de la Sagrada Escritura), según el cual sobre la tierra es
arrojado "el dragón grande, la antigua serpiente (una alusión
explícita a Gen 3), llamada Diablo y Satanás, que extravía a toda la
redondez de la tierra" (Ap 12, 9). Por el hecho de que "extravía a
toda la redondez de la tierra", en otro texto se le llama "padre de la
mentira" (Jn 8, 44).
 
 
4. El pecado humano de los comienzos, el pecado primordial al cual
se refiere el relato de Gen 3, acontece por influencia de este ser.
La " serpiente antigua" provoca a la mujer: " ´Con que os ha
mandado Dios que no comáis de los árboles del paraíso?´. Y
respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del
paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso
nos ha dicho Dios: ´No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis
a morir´. Y dijo la serpiente a la mujer: ´No, no moriréis; es que
sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis
como Dios, conocedores del bien y del mal´ " (Gen 3, 1-5).
5. No es difícil descubrir en este texto los problemas esenciales de la
vida del hombre ocultos en un contenido aparentemente tan sencillo.
El comer o no comer del fruto de cierto árbol puede parecer una
cuestión irrelevante. Sin embargo, el árbol "de la ciencia del bien y
del mal" significa el primer principio de la vida humana, al que se une
un problema fundamental. El tentador lo sabe muy bien, por ello
dice: "El día que de él comiereis... seréis como Dios, conocedores del
bien y del mal". El árbol significa, por consiguiente, el límite
infranqueable para el hombre y para cualquier criatura, incluso para
la más perfecta. La criatura es siempre, en efecto, sólo una criatura,
y no Dios. No puede pretender de ningún modo ser "como Dios",
"conocedora del bien y del mal" como Dios. Sólo Dios es la fuente de
todo ser, sólo Dios es la Verdad y la Bondad absolutas, en quien se
miden y en quien se distingue el bien del mal. Sólo Dios es el
Legislador eterno, de quien deriva cualquier ley en el mundo creado,
y en particular la ley de la naturaleza humana (lex naturae). El
hombre, en cuanto criatura racional, conoce esta ley y debe dejarse
guiar por ella en la propia conducta. No puede pretender establecer él
mismo la ley moral, decidir por sí mismo lo que está bien y lo que
está mal, independientemente del Creador, más aún, contra el
Creador. No puede, ni el hombre ni ninguna otra criatura, ponerse en
el lugar de Dios, atribuyéndose el dominio del orden moral, contra la
constitución ontológica misma de la creación, que se refleja en la
esfera psicológico-ética con los imperativos fundamentales de la
conciencia y, en consecuencia, de la conducta humana.
6. En el relato del Génesis, bajo la apariencia de una trama
irrelevante, a primera vista, se encuentra, pues, el problema
fundamental del hombre, ligado a su misma condición de criatura: el
hombre como ser racional debe dejarse guiar porprimera", que es,
por lo demás, la verdad de su misma existencia. El hombre no puede
pretender constituirse él mismo en el lugar que corresponde a esta
verdad o ponerse a su mismo nivel. Cuando se pone en duda este
principio, se conmueve, en la raíz misma del actuar humano, el
fundamento de la "justicia" de la criatura en relación con el Creador.
Y de hecho el tentador, "padre de la mentira", insinuando la duda
sobre la verdad de la relación con Dios, cuestiona el estado de justicia
original. Por su parte el hombre, cediendo al tentador, comete un
pecado personal y determina en la naturaleza humana el estado de
pecado original.
7. Tal como aparece en el relato bíblico, el pecado humano no tiene
su origen primero en el corazón (y la conciencia) del hombre, no
brota de una iniciativa espontánea del hombre. Es, en cierto sentido,
el reflejo y la consecuencia del pecado ocurrido ya anteriormente en
el mundo de los seres invisibles. A este mundo pertenece el tentador,
"la serpiente antigua". Ya antes ("antiguamente") estos seres
dotados de conciencia y de libertad habían sido "probados" para que
optaran de acuerdo con su naturaleza puramente espiritual. En ellos
había surgido la "duda" que, como dice el tercer capítulo del Génesis,
inyecta el tentador en los primeros padres. Ya antes, aquellos seres
habían sospechado y habían acusado a Dios, que, en cuanto Creador
es la sola fuente de la donación del bien a todas las criaturas y,
especialmente, a las criaturas espirituales. Habían contestado la
verdad de la existencia, que exige la subordinación total de la criatura
al Creador. Esta verdad había sido suplantada por una sospecha
originaria, que los había conducido a hacer de su propio espíritu el
principio y la regla de la libertad. Ellos habían sido los primeros en
pretender poder "ser conocedores del bien y del mal como Dios", y se
habían elegido a sí mismos en contra de Dios, en lugar de elegirse a
sí mismos "en Dios", según las exigencias de su ser de criaturas:
porque, "¿Quién como Dios?". Y el hombre, al ceder a la sugerencia
del tentador, se hizo secuaz y cómplice de los espíritus rebeldes.
8. Las palabras, que, según Gen 3, oyó el primer hombre junto al
"árbol de la ciencia del bien y del mal", esconden en sí toda la carga
de mal que puede nacer en la voluntad libre de la criatura en sus
relaciones con Aquel que, en cuanto Creador, es la fuente de todo ser
y de todo bien: ¡Él, que, siendo Amor absolutamente desinteresado y
auténticamente paterno, es, en su misma esencia, Voluntad de don!.
Precisamente este Amor que da se encuentra con la objeción, la
contradicción, el rechazo. La criatura que quiere ser "como Dios"
concreta su actitud expresada perfectamente por San Agustín: "Amor
de sí mismo hasta llegar a despreciar a Dios" (cf. De civitate Dei, XIV,
28: PL 41, 436). Esta es tal vez la precisión más penetrante que se
puede hacer del concepto de aquel pecado que aconteció en los
comienzos de la historia cuando el hombre cedió a la sugerencia del
tentador: "Contemptus Dei", rechazar a Dios, despreciar a Dios, odiar
todo aquello que tiene que ver con Dios o procede de Dios.
Por desgracia, no se trata de un hecho aislado en los albores de la
historia. ¡Cuántas veces nos encontramos ante hechos, gestos,
palabras, condiciones de vida en las que se refleja la herencia de
aquel primer pecado!.
El Génesis pone aquel pecado en relación con Satanás: y esa verdad
sobre laserpiente antigua" es confirmada luego en muchos pasajes
de la Biblia.
9. ¿Cómo se presenta, en este contexto, el pecado del hombre?
El relato de Gen 3 continúa: "Vio, pues, la mujer que el fruto era
bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por
él la sabiduría, y tomó del fruto y comió, y dio también de él a su
marido, que también con ella comió" (Gen 3, 6).
¿Qué elemento resalta esta descripción, muy precisa a su modo?
Demuestra que el primer hombre actuó contra la voluntad del
Creador, subyugado por la seguridad que le había dado el tentador de
que "los frutos de este árbol sirven para adquirir el conocimiento". En
el relato no se dice que el hombre aceptara plenamente la carga de
negación y de odio hacia Dios, contenida en las palabras del "padre
de la mentira". Pero aceptó la sugerencia de servirse de una cosa
creada contra la prohibición del Creador, pensando que también él -el
hombre- puede "como Dios ser conocedor del bien y del mal".
Según San Pablo, el primer pecado del hombre consistió sobre todo en desobedecer a
Dios (cf. Rom 5, 19). El análisis de Gen. 3 y la reflexión de este texto tan profundo
demuestran de qué forma puede surgir esa "desobediencia" y en qué dirección puede
desarrollarse en la voluntad del hombre. Se puede afirmar que el pecado "de los
comienzos" descrito en Gen 3 contiene en cierto sentido el "modelo" originario de
cualquier pecado que pueda realizar el hombre.
 
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"Estableceré hostilidades... ": 
el hombre implicado en la lucha contra las fuerzas de las
tinieblas
1. En la introducción a la Constitución Gaudium  et spes del Concilio
Vaticano II, leemos: "Tiene, pues, ante sí (la Iglesia) al mundo, esto
es, la entera familia humana con el conjunto universal de las
realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia
humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los
cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador,
esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo,
crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el
mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su
consumación" (Gaudium et spes, 2).
2. Es el mundo que tenemos delante en estas catequesis nuestras.
Estas se refieren, como es sabido, a la realidad del mal, se decir, del
pecado, bien al principio o durante toda la historia de la familia
humana. Al intentar reconstruir una imagen sintética del pecado, nos
servimos también de todo lo que dice de él la variada experiencia del
hombre a lo largo de los siglos. Pero no olvidamos que el pecado es
en sí mismo un misterio de iniquidad, cuyo comienzo en la historia, y
también su desarrollo sucesivo, no se pueden comprender
totalmente sin referencia al misterio de Dios-Creador, y en particular
del Creador de los seres que están hechos a imagen y semejanza
suya. Las palabras del Vaticano II que acabamos de citar, dicen que
el misterio del mal y del pecado, el "mysterium iniquitatis", no puede
comprenderse sin referencia al misterio de la redención, al
"mysterium paschale" de Jesucristo, como hemos observado desde la
primera catequesis de este ciclo. Precisamente esta "lógica de fe" se
expresa ya en los símbolos más antiguos.
3. En un marco así sobre la verdad del pecado, constantemente
profesada y anunciada por la Iglesia, somos introducidos ya desde el
primer anuncio de redención que encontramos en el Génesis.
Efectivamente, después de haber infringido el primer mandamiento,
sobre el que Dios-Creador fundó la más Antigua Alianza con el
hombre, el Génesis nos pone al corriente del siguiente diálogo: "El
Señor Dios lo llamó: ¿Dónde estás? El contestó: Oí tu ruido en el
jardín, me dio miedo porque estaba desnudo, y me escondí. El Señor
le replicó: ¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has
comido del árbol del que te prohibí comer? Adán respondió: La mujer
que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí. El Señor
Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Ella respondió:
La serpiente me engañó y comí" (Gén 3, 9-3).
"El Señor dijo a la serpiente: Por haber hecho eso serás
maldita... Establezco enemistades entre ti y la mujer, entre tu estirpe
y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón"
(Gén 3, 14-15).
4. Este pasaje del Génesis 3 se inserta armónicamente en el contexto
"Yahvista" al que pertenece, tanto respecto al estilo como al modo de
presentar la verdad que conocemos ya desde el examen de las
palabras del tentador y de la descripción del primer pecado. A pesar
de las apariencias que el estilo del relato bíblico puede suscitar, las
verdades esenciales están en él suficientemente legibles. Se dejan
captar y comprender en sí mismas, y aún más en el contexto de todo
lo que sobre este tema dice la Biblia entera, desde el principio hasta
el fin, mediante el sentido más pleno de la Sagrada Escritura (sensus
plenior).
Así pues, el pasaje del Gén 3, 9-15 (y también la continuación de
este capítulo)contiene la respuesta de Dios al pecado del hombre. Es
una respuesta directaal primer pecado, y al mismo tiempo una
respuesta en perspectiva, porque se refiere a toda la historia futura
del hombre en la tierra, hasta su término. Entre el Génesis y el
Apocalipsis hay una verdadera continuidad y al mismo tiempo una
profunda coherencia en la verdad revelada por Dios. A
esta coherencia armónica de la Revelación corresponde la "lógica de
la fe" por parte del hombre que cree conscientemente. La verdad del
pecado entra en el desarrollo de esta lógica.
5. Según el Gén 3, 9-15, el primer pecado del hombre es descrito
sobre todo como "desobediencia", es decir, oposición al mandamiento
que expresa la voluntad del Creador. Lo hemos visto. El hombre
(varón y mujer) es responsablede este acto, porque Adán es
completamente consciente y libre de hacer lo que hace. La misma
responsabilidad se encuentra en cada pecado personal en la historia
del hombre, que actúa por un fin. Es significativo a este respecto lo
que hace saber el Génesis, es decir, que el Señor Dios pregunta a los
dos -primero al hombre, después a la mujer- el motivo de su
comportamiento: "¿Qué es lo que has hecho?"
De ello se deduce que la importancia esencial del acto está en
referencia a este motivo, es decir, a la finalidad del comportamiento.
En la pregunta de Dios, el "qué" significa por qué motivo, pero
significa también con qué fin. Y aquí la mujer (con el hombre) se
excusa aludiendo a la instigación del tentador: "Laserpiente me
engañó". De esta respuesta hay que deducir que el motivo sugerido
por la serpiente: "Seréis... como Dios", contribuyó de modo
determinante a la transgresión de la prohibición del Creador y dio una
dimensión esencial al primer pecado. Ese motivo no lo tiene en
cuenta directamente Dios en su sentencia de castigo: pero sin duda
está presente y domina todo el escenario bíblico e histórico como una
llamada a la gravedad y a la insensatez de la pretensión de oponerse
o de reemplazar a Dios, como una indicación de la dimensión más
esencial y profunda del pecado original y de todo pecado que tiene en
él su primera raíz.
6. Por eso es significativo y justo que a continuación de
la respuesta al primer pecado del hombre, Dios se
dirija directamente al tentador, a la "antiguaserpiente", de quien el
autor del Apocalipsis dirá que "tienta a todo el mundo" (cf. Ap 12, 9:
"extravía la tierra entera"). En efecto, según el Génesis, Dios, el
Señor, dijo a la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita". Las
palabras de la maldición dirigidas a la serpiente, se refieren al que
Cristo llamará "el padre de la mentira" (cf. Jn 8, 44). Pero al mismo
tiempo, en esa respuesta de Dios al primer pecado, está el anuncio
de la lucha que durante toda la historia del hombre se entablará
entre el mismo "padre de la mentira" y la Mujer y su Estirpe.
7. El Concilio Vaticano II se pronuncia sobre este tema de forma muy
clara: "A través de toda la historia humana existe una dura batalla
contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del
mundo, durará, como dice el Señor, hasta el final. Enzarzado en esta
pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y
sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios,
es capaz de establecer la unidad en sí mismo" (Gaudium et
spes 37). En otro pasaje el Concilio se expresa de una forma aún
más explícita, hablando de la lucha "entre el bien y el mal" que se
libra en cada hombre: "El hombre se nota incapaz de domeñar con
eficacia por sí solo los ataques del mal; hasta el punto de sentirse
como aherrojado entre cadenas". Pero a esta fuerte expresión el
Concilio contrapone la verdad de la redención con una afirmación de
fe no menos fuerte y decidida: "Pero el Señor vino en persona a
liberar y vigorizar al hombre, renovándole interiormente y expulsando
al ´príncipe de este mundo´ (Jn 12, 31), que le retenía en la
esclavitud del pecado" (Gaudium et spes, 13).
8. Estas observaciones del Magisterio de la Iglesia de hoy repiten de
forma precisa y homogénea la verdad sobre el pecado y sobre la
redención, expresada inicialmente en el Gén 3, 15, y a continuación
en toda la Sagrada Escritura. Escuchemos todavía la Gaudium et
spes: "Creado por Dios... el hombre... en el propio exordio de la
historia abusó de su libertad, levantándose contra Dios y
pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de Dios" (Gaudium et
spes, 13). Evidentemente se trata de un pecado en el sentido
estricto de la palabra: tanto en el caso del primer pecado, como en el
de cualquier otro pecado del hombre. Pero el Concilio no deja de
recordar que ese primer pecado lo cometió el hombre "por instigación
del demonio" (Gaudium et spes, 13). Como leemos en el libro de la
Sabiduría: "...por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la
experimentan los que le pertenecen" (Sab 2, 24), parece que en este
caso "la muerte" signifique sea bien el mismo pecado (= la muerte
del alma como la pérdida de la vida divina conferida por la gracia
santificante), bien sea la muerte corporal despojada de la esperanza
de la resurrección gloriosa. Al hombre que ha infringido la ley
respecto "al árbol de la ciencia del bien y del mal", el Señor lo ha
alejado del "árbol de la vida" (Gén 3, 22), en la perspectiva de toda
su historia terrena.
9. En el texto del Concilio, con la alusión al primer pecado y a sus
secuelas en la historia del hombre, se cierra la perspectiva de la
lucha anunciada por las palabras atribuidas a Dios en Gén 3, 15:
"Estableceré hostilidades". De ello se deduce que si el pecado desde
el principio está ligado a la libre voluntad y a la responsabilidad del
hombre y abre una cuestión "dramática" entre el hombre y Dios,
también es verdad que el hombre, a causa del pecado, está
enzarzado (como se expresa justamente el Vaticano II) "en una dura
batalla contra el poder de las tinieblas" (Gaudium et spes 37). Esta
implicado y "como aherrojado entre cadenas" (siempre según el
Concilio: Gaudium et spes, 13) en el dinamismo oscuro de
ese mysterium iniquitatis, que es más grande que él y que su historia
terrena.
A propósito de ello se expresa bien la Carta a los Efesios: "Nuestra
lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra las fuerzas
sobrehumanas y supremas del mal, que dominan este mundo de
tinieblas" (Ef 6, 12).
Pero también el pensamiento de la cruel realidad del pecado que pesa en toda la historia
con una particular consideración a nuestros tiempos, nos vuelve a empujar a la tremenda
verdad de esas palabras bíblicas y conciliares sobre "el hombre... enzarzado en la dura
batalla contra el poder de las tinieblas". Sin embargo, no hemos de olvidar que en este
misterio de tiniebla se enciende desde el principio una luz que libera a la historia de la
pesadilla de una condena inexorable: el anuncio del Salvador. 10.XIII.1986
 
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«el mejor baluarte contra el demonio»


 
El arzobispo Comastri inaugura un curso sobre «Exorcismo y satanismo» en Roma

ROMA, domingo, 16 octubre 2005- El demonio existe pero su poder no es omnipotente,


el único omnipotente es Dios; asegura el arzobispo Angelo Comastri, vicario general del
Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano. 

El prelado italiano, inauguró el pasado 13 de octubre el segundo curso sobre


«Exorcismo y Satanismo», organizado por el «Instituto Sacerdos» para la formación
permanente de los sacerdotes del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, en
colaboración con el Grupo de Investigación e Información Religiosa (GRIS), de Italia. 

«El demonio existe pero no existe el mal omnipotente. Sólo hay uno infinito y es
infinitamente bueno», aclaró monseñor Comastri, quien predicó los ejercicios
espirituales a Juan Pablo II y a la Curia romana en marzo de 2003. 

Basándose en el Evangelio, el prelado, que hasta febrero fue delegado pontificio del
santuario nacional italiano mariano de Loreto, reconoció que «no se puede dudar de la
existencia del demonio». 

«Su existencia más que en la vida de los pecadores se ve en la vida de los santos. Leed
la vida de los santos, todos han tenido que combatir con el demonio. En concreto, la
existencia del demonio se ve en la vida de Jesús nuestro Señor», dijo. 

Le escuchaban unos 120 sacerdotes y estudiantes de licencia en teología que se preparan


al sacerdocio. Además estaban conectados estudiantes desde otras ciudades del mundo. 

«El demonio es una criatura creada buena por Dios, pero se ha vuelto malvada al
rebelarse contra Dios», dijo Comastri. «Es fundamental recordar esta verdad, no para
banalizar al demonio sino para situarlo en su justa dimensión». 

El vicario general precisó que, aunque la obra de salvación es una realidad, el príncipe
de este mundo «puede todavía actuar porque la obra de la salvación de Cristo no se ha
cumplido todavía en nuestra vida, llamada continuamente a decidirse a favor o en contra
de él». 

«Cuando la libertad se hace esclava de Satanás, el hombre sufre graves heridas en su


vida»; por esto, «Jesús dio a sus apóstoles el poder de expulsar a los demonios y liberar
de los demonios con la potencia de su sangre redentora, con la potencia del amor que
introdujo en la historia mediante su muerte en la Cruz», añadió. 

Según el vicario general de la Ciudad del Vaticano, «de esta potencia nos valemos
nosotros para expulsar a los demonios. Este poder es real y hay que tomarlo en serio,
pero hay que ejercerlo con gran humildad, evitando análisis apresurados o degenerar en
artes mágicas de liberación, recordando siempre que es Jesús el que libera, a través de la
potencia de la oración que surge de la fe, y a través de la potencia de los sacramentos de
fe». 

El prelado recordó uno de los diálogos del cura de Ars (1786-1859) con el demonio.
Cuando éste afirma: «Yo puedo hacer todo lo que haces tú, puedo hacer también tus
penitencias, te puedo imitar en todo, una sola cosa no puedo hacer, no puedo imitarte en
la humildad», san Juan María Vianney responde: «Por eso te gano yo». 

«La humildad es el mejor baluarte contra el demonio y la humildad desemboca siempre


en la oración y en la adoración», subrayó monseñor Comastri. 

«Potencia que se obtiene continuamente de la cruz, porque toda la salvación parte de


aquel hecho de amor infinito con el que Jesús entra en la historia como Salvador»,
precisó. 

En el primer día del curso, se abrió a las puertas a periodistas. Uno de ellos preguntó
cuál es la razón de la existencia del mal. Comastri respondió: «El orgullo es la raíz de
todo mal porque el orgullo se separa de Dios, y, cuando uno se separa de Dios, vienen
todas la demás consecuencias». 

«En la cruz, Jesús ha expresado un acto opuesto al de Satanás, un acto de humildad, de


amor», concluyó monseñor Comastri. 
ZS05101601
 
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Eva fue la aliada de la serpiente.
María en el Protoevangelio
 
1. "Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la salvación en la que se
va preparando, paso a paso, la venida de Cristo al mundo. Estos primeros documentos,
tal como se leen en la Iglesia y se interpretan a la luz de la plena revelación ulterior,
iluminan poco a poco con más claridad la figura de la mujer, Madre del Redentor"
(Lumen gentium, 55).
Con estas afirmaciones, el concilio Vaticano II nos recuerda cómo se
fue delineando la figura de María desde los comienzos de la historia
de la salvación. Ya se vislumbra en los textos del Antiguo
Testamento, pero sólo se entiende plenamente cuando esos textos se
leen en la Iglesia y se comprenden a la luz del Nuevo Testamento.
En efecto, el Espíritu Santo, al inspirar a los diversos autores
humanos, orientó la Revelación veterotestamentaria hacia Cristo, que
se encarnaría en el seno dela Virgen María.
2. Entre las palabras bíblicas que preanunciaron a la Madre del
Redentor, el Concilio cita, ante todo, aquellas con las que Dios,
después de la caída de Adán y Eva, revela su plan de salvación. El
Señor dice a la serpiente, figura del espíritu del mal: "Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la
cabeza mientras acechas tú su calcañar" (Gn 3, 15).
Esas expresiones, denominadas por la tradición cristiana, desde el
siglo XVI,Protoevangelio, es decir, primera buena nueva, dejan
entrever la voluntad salvífica de Dios ya desde los orígenes de la
humanidad. En efecto, frente al pecado, según la narración del autor
sagrado, la primera reacción del Señor no consistió en castigar a los
culpables, sino en abrirles una perspectiva de salvación y
comprometerlos activamente en la obra redentora, mostrando su
gran generosidad también hacia quienes lo habían ofendido.
Las palabras del Protoevangelio revelan, además, el singular destino
de la mujer que, a pesar de haber precedido al hombre al ceder ante
la tentación de laserpiente, luego se convierte, en virtud del plan
divino, en la primera aliada de Dios. Eva fue la aliada de
la serpiente para arrastrar al hombre al pecado. Dios anuncia que,
invirtiendo esta situación, él hará de la mujer la enemiga de
laserpiente.
3. Los exegetas concuerdan en reconocer que el texto del Génesis,
según el original hebreo, no atribuye directamente a la mujer la
acción contra laserpiente, sino a su linaje. De todos modos, el texto
da gran relieve al papel que ella desempeñará en la lucha contra el
tentador: su linaje será el vencedor de la serpiente.
¿Quién es esta mujer? El texto bíblico no refiere su nombre personal,
pero deja vislumbrar una mujer nueva, querida por Dios para reparar
la caída de Eva: ella está llamada a restaurar el papel y la dignidad
de la mujer, y a contribuir al cambio del destino de la humanidad,
colaborando mediante su misión materna a la victoria divina sobre
Satanás.
4. A la luz del Nuevo Testamento y de la tradición de la Iglesia
sabemos que la mujer nueva anunciada por el Protoevangelio es
María, y reconocemos en "su linaje" (Gn 3, 15), su hijo, Jesús,
triunfador en el misterio de la Pascua sobre el poder de Satanás.
Observemos, asimismo, que la enemistad puesta por Dios entre
la serpiente y la mujer se realiza en María de dos maneras. Ella,
aliada perfecta de Dios y enemiga del diablo, fue librada
completamente del dominio de Satanás en su concepción inmaculada,
cuando fue modelada en la gracia por el Espíritu Santo y preservada
de toda mancha de pecado. Además, María, asociada a la obra
salvífica de su Hijo, estuvo plenamente comprometida en la lucha
contra el espíritu del mal.
Así, los títulos de Inmaculada Concepción y Cooperadora del
Redentor, que la fe de la Iglesia ha atribuido a María para proclamar
su belleza espiritual y su íntima participación en la obra admirable de
la Redención, manifiestan la oposición irreductible entre
la serpiente y la nueva Eva.
5. Los exégetas y teólogos consideran que la luz de la nueva Eva,
María, desde las páginas del Génesis se proyecta sobre toda la
economía de la salvación, y ven ya en ese texto el vínculo que existe
entre María y la Iglesia. Notemos aquí con alegría que el
término mujer, usado en forma genérica por el texto del Génesis,
impulsa a asociar con la Virgen de Nazaret y su tarea en la obra de la
salvación especialmente a las mujeres, llamadas, según el designio
divino, a comprometerse en la lucha contra el espíritu del mal.
Las mujeres que, como Eva, podrían ceder ante la seducción de
Satanás, por la solidaridad con María reciben una fuerza superior para
combatir al enemigo, convirtiéndose en las primeras aliadas de Dios
en el camino de la salvación.
Esta alianza misteriosa de Dios con la mujer se manifiesta en
múltiples formas también en nuestros días: en la asiduidad de las
mujeres a la oración personal y al culto litúrgico, en el servicio de la
catequesis y en el testimonio de la caridad, en las numerosas
vocaciones femeninas a la vida consagrada, en la educación religiosa
en familia...
Todos estos signos constituyen una realización muy concreta del
oráculo del Protoevangelio, que, sugiriendo una extensión universal
de la palabra mujer, dentro y más allá de los confines visibles de la
Iglesia, muestra que la vocación única de María es inseparable de la
vocación de la humanidad y, en particular, de la de toda mujer, que
se ilumina con la misión de María, proclamada primera aliada de Dios
contra Satanás y el mal.
 
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En pocas palabras: si Cristo fundó una Iglesia y el diablo la corrompió
y luego tuvo que venir Lutero para "reformarla": ¿Qué papel hace
Cristo prometiendo una Iglesia invencible? Y si eso fuera
posible: ¿Cuál de las miles de divisiones del protestantismo heredó el
"Espíritu de Verdad" del que Cristo habla y que promete con tanta
certeza?.
 
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"El relativismo es una auténtica dictadura que no conoce nada como
definitivo, y deja como última medida ´el falso yo´ y sus pasiones"
 
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San Agustín (354-430) obispo de Hipona, doctor de la Iglesia Católica
Sobre la santa virginidad,5
 
María, madre de Cristo, madre de la Iglesia. - Aquel que es fruto de las entrañas de una
única Virgen es la gloria y el honor de todas las demás vírgenes santas, porque ellas son
también, como María, madres de Cristo si cumplen la voluntad de su Padre. La gloria y
la dicha de ser la madre de Jesucristo resaltan en las palabras del Señor: “Quien cumple
la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, mi hermana y mi
madre.” (Mt 12,50)     Así indica el parentesco espiritual que los incluye en el pueblo
que ha sido rescatado. Sus hermanos y sus hermanas son los hombres y las mujeres
santos que participan con él en la herencia celestial. Su madre es la Iglesia entera,
porque ella, por la gracia de Dios, engendra los miembros de Cristo, es decir, a los que
le son fieles. Su madre es también cada alma santa que cumple la voluntad de su Padre y
cuya caridad fecunda se manifiesta en aquellos que ella engendra para él, hasta que
Cristo quede formado en ellos. (cf Gal 4,19)...
María es, ciertamente, la madre de los miembros del Cuerpo de
Cristo, de todos nosotros, porque por su caridad ella ha cooperado en
la generación de los fieles en la Iglesia, que son miembros de la
cabeza divina, Cristo, de manera que ella es verdaderamente mi
madre según la carne.
 
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"Obras todas del Señor, bendecid al Señor".-


“¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” (Sal 8, 2).
 
Que el ‘domingo’ sea un aliciente para recobrar el sosiego interior que nos permite descubrir con mayor nitidez la hermosura de los
muchos dones que hemos recibido de Dios a través de la naturaleza y contemplarlos en familia y con los demás en espíritu de
amistad.
 
Que nos guíe y acompañe siempre con su intercesión, la Santísima Madre de Dios.
Su fe indefectible que sostuvo la fe de Pedro y de los demás Apóstoles, durante más de dos mil años, siga sosteniendo la de las
generaciones cristianas, aquella y siempre misma fe. Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. Amen
 
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Por venir a visitarnos, nuestro agradecimiento.
Por la gracia de Dios, en el año del Señor 2007: Anno Domini
"In Te, Domine, speravi; non confundar in aeternum!".
Mane nobiscum, Domine! ¡Quédate con nosotros, Señor!
 
La Iglesia testimonia el Evangelio por los caminos del mundo, ¡por eso es católica!; desde que Cristo la
fundara, hace dos milenios.
“El que a vosotros escucha, a mí me escucha” (Lc 16,10).
Si la presencia de Cristo es la que hace sentirse de veras en casa, es precisamente porque impulsa la
libertad del cristiano más allá de los muros de la casa, pues es consciente de que el horizonte de su casa es
el mundo-global-universalidad-catolicidad. Por el camino de cada día, vivamos el Evangelio que la
Iglesia propone.
In Obsequio Jesu Christi.
 
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Dones y frutos del Espíritu Santo - La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del
Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos
del Espíritu Santo.
Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor
de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su
perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a
las inspiraciones divinas.
Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Sal 143,10).
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios... Y, si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm 8,14.17)
Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la
gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad,
bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vg.).
 
 
Recomendamos: “ROMA, DULCE HOGAR”, Scott Hahn y su esposa Kimberly
cuentan el largo viaje que les llevó de evangélicos calvinistas, hasta la casa paterna
en la Iglesia Católica. Un camino erizado de dificultades, pero recorrido con gran
coherencia y docilidad a la gracia, y cuyo motor era el amor a Jesucristo y a su
Palabra en la Sagrada Escritura.
Recomendamos: “LO PRIMERO ES EL AMOR”, Scott Hahn muestra de nuevo una de
sus mejores cualidades como autor: su gran capacidad para explicar las verdades
esenciales de la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, de un modo accesible y
atrayente. En esta obra el incentivo es esta pregunta: ¿Qué clase de amor y qué
clase de familia satisfacen nuestros más íntimos anhelos?. Con su clara prosa
desarrolla una idea central de la fe cristiana: Dios, la Trinidad de Personas Divinas,
es una familia que vive en una comunión de amor. Expone también Hahn la íntima
conexión entre la familia divina, la familia de la fe, que es la Iglesia, y las familias
de la tierra formadas por un hombre y una mujer. Ed. Patmos – Libros de
espiritualidad-225.-
 
(Ep 5,2): Vivid en el amor como Cristo os amó. †
osotros sois la luz del mundo - “Vosotros sois la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en lo alto del monte; ni se enciende una lámpara para
meterla bajo el celemín, sino para ponerla sobre el candelero, así alumbra a todos
los que están en la casa.El Señor dijo a sus discípulos que eran la sal de la tierra,
porque ellos, por medio de la sabiduría celestial, condimentaron los corazones de
los hombres que, por obra del demonio, habían perdido su sabor. Ahora añade
también que son la luz del mundo, ya que, iluminados por Él mismo, que es la luz
verdadera y eterna, se convirtieron ellos también en luz que disipó las tinieblas. 
 

 
Puesto que Él era el sol de justicia, con razón llama a sus discípulos luz del mundo,
ya que ellos fueron como los rayos a través de los cuales derramó sobre el mundo
la luz de su conocimiento; ellos, en efecto, ahuyentaron del corazón de los hombres
las tinieblas del error, dándoles a conocer la luz de la verdad. 
También nosotros, iluminados por ellos, nos hemos convertido de tinieblas en luz,
tal como dice el Apóstol: Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor.
Caminad como hijos de la luz. Y también: Todos sois hijos de la luz e hijos del día.
No somos de la noche ni de las tinieblas. En este mismo sentido habla San Juan en
su carta, cuando dice: Dios es luz, y el que permanece en Dios está en la luz, como
Él también está en la luz. Por lo tanto, ya que tenemos la dicha de haber sido
liberados de las tinieblas del error, debemos caminar siempre en la luz, como hijos
que somos de la luz. Por esto dice el Apóstol: Aparecéís como antorchas en el
mundo, presentándole la palabra de vida. 
Si así no lo hacemos, es como si, con nuestra infidelidad, pusiéramos un velo que
tapa y oscurece esta luz tan útil y necesaria, en perjuicio nuestro y de los demás.
Por esto también incurrió en castigo aquel siervo que prefirió esconder el talento,
que había recibido para negociar un lucro celestial, antes que ponerlo en el banco,
como sabemos por el Evangelio. Así, pues, aquella lámpara resplandeciente,
encendida para nuestra salvación, debe brillar siempre en nosotros. Poseemos, en
efecto, la lámpara de los mandatos celestiales y de la gracia espiritual, acerca de la
cual afirma el salmista: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
De ella dice también Salomón: El consejo de la ley es lámpara. 
Por consiguiente, nuestro deber es no ocultar esta lámpara. de la ley y de la fe,
sino ponerla siempre en alto en la Iglesia, como en un candelero, para la salvación
de todos, para que así nos beneficiemos nosotros de la luz de su verdad y para que
ilumine a todos los creyentes.” 
De los Tratados de San Cromacio, obispo, sobre el evangelio de San Mateo (Tratado
5, 1.3-4; CCL 9, 405-407)  
 
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Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto para ser tentado por el diablo (Mt 4,1)
 
"El evangelio de este día, al indicarnos que Jesucristo se retiró al desierto, no dice
que fuera para huir la compañía de los hombres ni para orar; sino a fin de ser
tentado. Y eso, para darnos a entender que el primer paso de quien pretende
consagrarse a Dios ha de ser dejar el mundo, con el fin de disponerse a luchar
contra el mundo mismo y contra los demás enemigos de nuestra salvación. En el
retiro, dice san Ambrosio, es donde precisamente ha de contar uno con ser tentado
y expuesto a muchas pruebas. Lo mismo os advierte el Sabio al afirmar que
cuantos se alistan en el servicio de Dios deben prepararse para la tentación. Ésta
les resulta, efectivamente, muy provechosa; pues se convierte en uno de los
mejores medios que puedan emplear para verse enteramente libres, tanto del
pecado como de la inclinación a pecar. ¿Habéis creído siempre que, para daros de
todo punto a Dios, debéis disponeros a ser tentados? ¿No os causa sorpresa el que
a veces os acose la tentación? En lo sucesivo, vivid siempre preparados para ella;
de modo que podáis sacar todo el fruto que con la tentación intenta Dios producir
en vosotros. 
 
Lo que debe alentar al alma puesta sinceramente en las manos de Dios, a estar
siempre apercibida para las tentaciones, es que la vida del hombre, según Job, es
tentación o, como dice la Vulgata, combate perpetuo. De donde puede el alma
colegir que, si es voluntad de Dios que se vea tentada mientras permanece en la
tierra, es porque ha de luchar de continuo contra el demonio y contra las propias
pasiones e inclinaciones, los cuales no cesarán de hacerle guerra en tanto viva en el
mundo. Por eso afirma san Jerónimo que le es imposible a nuestra alma dejar de
ser tentada mientras viva y que, si el mismo Jesucristo nuestro Salvador fue
tentado, nadie puede ilusionarse con atravesar el mar tormentoso de la vida sin
verse combatido por la tentación. [...] Convenceos de que sería desgracia no
pequeña carecer de tentaciones, por ser ello indicio de no vencerse en cosa alguna,
y de sucumbir fácilmente en la lucha con las propias pasiones." 
(J.B. de La Salle, "Primer Domingo de Cuaresma", ns. 1-2, en Meditaciones.
 
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CAPÍTULO CUARTO
OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS
Artículo 1 - LOS SACRAMENTALES
 
1667 "La santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son
signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se
expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia.
Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y
se santifican las diversas circunstancias de la vida" (SC 60; CIC can 1166; CO can
867).
 
Características de los sacramentales
1668 Han sido instituidos por la Iglesia en orden a la santificación de ciertos
ministerios eclesiales, de ciertos estados de vida, de circunstancias muy variadas
de la vida cristiana, así como del uso de cosas útiles al hombre. Según las
decisiones pastorales de los obispos pueden también responder a las necesidades, a
la cultura, y a la historia propias del pueblo cristiano de una región o de una época.
Comprenden siempre una oración, con frecuencia acompañada de un signo
determinado, como la imposición de la mano, la señal de la cruz, la aspersión con
agua bendita (que recuerda el Bautismo).
1669 Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es
llamado a ser una "bendición" (cf Gn 12,2) y a bendecir (cf Lc 6,28; Rm 12,14; 1 P
3,9). Por eso los laicos pueden presidir ciertas bendiciones (cf SC 79; CIC can.
1168); la presidencia de una bendición se reserva al ministerio ordenado (obispos,
presbíteros o diáconos, cf. De benedictionibus, 16,18), en la medida en que dicha
bendición afecte más a la vida eclesial y sacramental.
1670 Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los
sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a
cooperar con a ella. "La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace
que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida sean
santificados por la gracia divina que emana del misterio pascual de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y
sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales pueda estar
ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios" (SC 61).
 
Diversas formas de sacramentales
1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas,
de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración
para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre
"con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la
bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa
de la cruz de Cristo.
1672 Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar
personas a Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que
están destinadas a personas - que no se han de confundir con la ordenación
sacramental -figuran la bendición del abad o de la abadesa de un monasterio, la
consagración de vírgenes y de viudas, el rito de la profesión religiosa y las
bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas,
etc.). Como ejemplo de las que se refieren a objetos, se puede señalar la
dedicación o bendición de una iglesia o de un altar, la bendición de los santos óleos,
de los vasos y ornamentos sagrados, de las campanas, etc.
1673 Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de
Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del
maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf Mc
1,25s; etc.), de él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15;
6,7.13; 16,17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del
Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con
el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia,
observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia.
El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco
gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es
el caso de las enfermedades, sobre todo síquicas, cuyo cuidado pertenece a la
ciencia médica. Por tanto, es importante, asegurarse , antes de celebrar
elexorcismo, de que se trata de un presencia del Maligno y no de una enfermedad
(cf. CIC, can. 1172).
 
La religiosidad popular
1674 Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe
tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El
sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión
en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales
como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las
procesiones, el via crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc. (cf Cc.
de Nicea II: DS 601;603; Cc. de Trento: DS 1822).
1675 Estas expresiones prolongan la vida litúrgica de la Iglesia, pero no la
sustituyen: "Pero conviene que estos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los
tiempos litúrgicos para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en
cierto modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, ya que la liturgia, por su
naturaleza, está muy por encima de ellos" (SC 13).
1676 Se necesita un discernimiento pastoral para sostener y apoyar la religiosidad
popular y, llegado el caso, para purificar y rectificar el sentido religioso que subyace
en estas devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento del Misterio de
Cristo (cf CT 54). Su ejercicio está sometido al cuidado y al juicio de los obispos y a
las normas generales de la Iglesia.
La religiosidad del pueblo, en su núcleo, es un acervo de valores que responde con
sabiduría cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. La sapiencia popular
católica tiene una capacidad de síntesis vital; así conlleva creadoramente lo divino y
lo humano; Cristo y María, espíritu y cuerpo; comunión e institución; persona y
comunidad; fe y patria, inteligencia y afecto. Esa sabiduría es un humanismo
cristiano que afirma radicalmente la dignidad de toda persona como hijo de Dios,
establece una fraternidad fundamental, enseña a encontrar la naturaleza y a
comprender el trabajo y proporciona las razones para la alegría y el humor, aun en
medio de una vida muy dura. Esa sabiduría es también para el pueblo un principio
de discernimiento, un instinto evangélico por el que capta espontáneamente cuándo
se sirve en la Iglesia al Evangelio y cuándo se lo vacía y asfixia con otros intereses
(Documento de Puebla, 1979, nº 448; cf EN 48).
 
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Oh demonio encarnado, espíritu sin luz ! Buscas lo que no debes buscar. Te precias y vanaglorias de lo
que debería ser para ti motivo de confusión y de vergüenza delante de mí, que veo lo más íntimo de tu
corazón, y delante de las criaturas. Estás ciego en verdad, y los cuernos de tu soberbia no te permiten
ver tu misma ceguera.
El demonio es una realidad, así siempre lo enseña la Iglesia y nos advierte como lo hiciera Jesucristo
en la Escritura. Pero que no se transforme todo en una trampa detrás de una ‘obsesión’ (perturbación
anímica producida por una idea fija - idea que con tenaz persistencia asalta la mente).
 
¿Existen los exorcismos en la Iglesia?
 
Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
08.08.08. MMVIII.VIII.VIII
 
Pregunta:

Estimado Padre soy seminarista y en mi apostolado se me acercó un muchacho a


quien le han sucedido cosas ´extrañas´ por lo que me permito hacerle las
siguientes preguntas: ¿por qué ya no se habla de exorcismo en la Iglesia y por qué
no se enseña nada al respecto en el currículum de estudios teológicos del
seminario? ¿Me podría sugerir bibliografía al respecto?
 
Respuesta:
Estimado:
No es exacto decir que no se habla de exorcismo en la Iglesia. El 26 de enero de
1999 fue presentado oficialmente el ´Nuevo rito de los exorcismos´.
En la presentación decía el Cardenal Medina Estévez (cf. L´Osservatore Romano, 12
de febrero de 1999, p. 12): ´La sagrada Escritura nos enseña que los espíritus
malignos, enemigos de Dios y del hombre, realizan su acción de modos diversos ;
entre éstos se señala la obsesión diabólica, llamada también posesión diabólica. Sin
embargo, la obsesión diabólica no constituye la manera más frecuente como el
espíritu de las tinieblas ejerce su influjo. La obsesión tiene características de
espectacularidad; en ella el demonio se apropia, en cierto modo, de la fuerza y
actividad física de la persona que sufre la posesión. No obstante esto el demonio no
puede adueñarse de la libre libertad del sujeto, lo que impide el compromiso de la
libre voluntad del poseído, hasta el punto de hacerlo pecar.
Sin embargo, la violencia física que el diablo ejerce sobre el obseso constituye un
incentivo al pecado, que es lo que él quisiera obtener. El Ritual del exorcismo
señala diversos criterios e indicios que permiten llegar, con prudente certeza, a la
convicción de que se está ante una posesión diabólica. Es solamente entonces
cuando el exorcista autorizado puede realizar el solemne rito del exorcismo. Entre
estos criterios indicados se encuentran ; el hablar con muchas palabras de lenguas
desconocidas o entenderlas; desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar
fuerzas superiores a la propia condición física, y todo ello juntamente con una
aversión vehemente hacia Dios, la santísima Virgen, los santos, la cruz y las
sagradas imágenes.
Se subraya que para llevar a cabo el exorcismos es necesaria la autorización del
obispo diocesano. Autorización que puede ser concedida para un caso especifico o
de un modo general y permanente al sacerdote que ejerce en la diócesis el
ministerio del exorcista´.
Y más adelante: ´El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia,
según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y que su actividad
consiste en alejar a los hombres del camino de la salvación. La doctrina católica
enseña que los demonios son ángeles caídos a causa del propio pecado; que son
seres espirituales con una gran inteligencia y poder: ´El poder de Satanás, sin
embargo, no es infinito. Este no es sino una criatura, poderosa por el hecho de ser
espíritu puro, pero siempre criatura; no puede impedir la edificación del reino de
Dios. Aunque Satanás actúe en el mundo por odio contra Dios y su reino en Cristo
Jesús, y su acción cause graves daños- de naturaleza espiritual, indirectamente,
también de naturaleza física a cada hombre y la sociedad, esta acción es permitida
por la divina Providencia, que guía la historia del hombre y del mundo con fuerza y
suavidad. La permisión por parte de los de la actividad diabólica constituye un
misterio grande, sin embargo nosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de los que le aman (Rm 8, 28)´(Catecismo de la Iglesia católica, n.
395).
Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es
habitualmente ejercido a través del engaño, la mentira y la confusión. Así como
Jesús es la verdad (cf. Jn. 8, 44), el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde
siempre, desde el inicio la mentira ha sido su estrategia preferida. No hay lugar a
dudad de que el diablo tiene la capacidad de atrapar a muchas personas en las
redes de las mentiras, pequeñas o grandes. Engaña a los hombres haciéndoles
creer que no tienen necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesitar de la
gracia ni la salvación. Logra engañar a los hombres amortiguando en ellos, e
incluso haciendo desaparecer, el sentido del pecado, sustituyendo la ley de Dios
como criterio de moralidad por las costumbres o consensos de la mayoría.
Persuade a los niños para que crean que la mentira constituye una forma adecuada
para resolver diversos problemas, y de esta manera se forma entre los hombres,
poco a poco, una atmósfera de desconfianza y de sospecha. Detrás de las mentiras,
que llevan el selo del gran mentiroso, se desarrollan las incertidumbres, las dudas,
un mundo donde ya no existe ninguna seguridad ni verdad, y en el cual reina, en
cambio el relativismo y la convicción de que la realidad consiste en hacer lo que
da la gana. De esta manera no de logra entender que la verdadera libertad consiste
en la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien y de la única felicidad
posible.
...La Iglesia está segura de la victoria final de Cristo y, por tanto, no se deja
arrastrar por el miedo o por el pesimismo; al mismo tiempo, sin embargo es
consciente de la acción del maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la
confusión. Tengan confianza -dice el señor- yo he vencido al mundo (Jn 8, 33). En
este marco encuentran su justo lugar los exorcismos, expresión importante, pero
no la única, de la lucha contra el maligno´.
Bibliografía al respecto:
BALDUCCI, CORRADO, Los endemoniados hoy, Marfil, Valencia 1965.
CRISTIANI, LEÓN, Presencia de Satán en el mundo moderno, Peuser, Buenos Aires 1962.
ESTUDIOS CARMELITANOS, Satán. Estudios sobre el adversario de Dios, Labor, Barcelona ESPAÑA
1975.
FORGET, J., Exorcisme, Exorciste, en: Dictionaire de Théologie Catholique, T. VI,2; col. 1762-1786.
SCOLA, ANGELO, Los ritos satánicos en el juicio de la Iglesia, L´Osservatore Romano, 21 de febrero de
1997.
PORCARELLI, ANDREA, Mirada antropológica sobre el satanismo, L´Osservatore Romano, 31 de enero de
1997.
MUSTI, LUCIA, Aspectos legales y jurídicos del satanismo, L´Osservatore Romano, 14 de febrero de
1997.
MORONTA, MARIO, Actitudes pastorales frente al fenómeno del satanismo, L´Osservatore Romano, 28
de febrero de 1997.
FIZZOTTI, EUGENIO, El satanismo desde el punto de vista psicológico, L´Osservatore Romano, 7 de
febrero de 1997.
FERRARI, GIUSEPPE, El fenómeno del satanismo en la sociedad contemporánea, L´Osservatore Romano,
24 de enero de 1997.
 
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EL NUEVO RITO DE LOS EXORCISMOS
 
Presentación oficial del cardenal Medina Estévez,
prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos
en la sala de Prensa de la Santa Sede
Martes 26 de enero de 1999
 
Para poder entender qué es el exorcismo, se debe partir de Jesús y de su misma
praxis.
Jesucristo vino al mundo y a los hombres para anunciar e inaugurar el reino de
Dios. Los hombres poseen una innata capacidad para recibir a Dios en su corazón
(cf. Rm 5, 5). Sin embargo, esta capacidad para acoger a Dios es ofuscada por el
pecado, y en algunas ocasiones el mal ocupa en el hombre el puesto que sólo le
corresponde a Dios. Por ello, Jesucristo vino a liberar al hombre del mal y del
pecado, y también de todas las formas de dominación del maligno, es decir, del
diablo y de sus espíritus malignos, llamados demonios, que quieren pervertir el
sentido de la vida del hombre. Por esta razón, Jesucristo expulsaba los demonios y
liberaba a los hombres de la posesión de los espíritus malignos, para hallar cabida
en el corazón del hombre y darle la posibilidad de conseguir la libertad ante Dios,
que quiere darle su Espíritu Santo, para que se convierta en su templo vivo (cf. 1
Co 6, 19; 1 P 2, 5) y dirija sus pasos hacia el camino de la paz y de la salvación
(cf. Rm 8, 1-17; 1 Co 12, 1-11; Ga 5, 16-26).
La Iglesia está llamada a seguir a Jesucristo y ha recibido, de Cristo mismo, el
poder de continuar, en su nombre, su misión. De aquí que la acción de Cristo para
liberar al hombre del mal se ejercita a través del servicio de la Iglesia y de sus
ministros ordenados, delegados por el obispo para cumplir los ritos sagrados
dirigidos a librar a los hombres de la posesión del maligno.
El exorcismo constituye una antigua y particular forma de oración que la Iglesia
emplea contra el poder del diablo. He aquí cómo explica el Catecismo de la Iglesia
católica en qué consiste el exorcismo y cómo se lleva a cabo: «Cuando la Iglesia
pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un
objeto sea protegido contra la influencia del maligno y substraído a su dominio, se
habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1, 25 ss); de él deriva a la Iglesia el
poder y la tarea de exorcizar (cf. Mc 3, 15; 6, 7. 13; 16, 17). De una manera
simple, el exorcismo se practica durante la celebración del bautismo.
El exorcismo solemne, llamado «gran exorcismo», puede ser practicado sólo por
un presbítero y con el permiso del obispo. En esta materia es necesario proceder
con prudencia, observando rigurosamente las normas establecidas por la Iglesia.
El exorcismo tiene como objeto expulsar a los demonios o liberar de la influencia
demoníaca, mediante la autoridad que Jesús ha dado a su Iglesia. Muy diferente es
el caso de enfermedades, sobre todo psíquicas, cuya curación pertenece al campo
de la ciencia médica. Es importante, por lo tanto, asegurarse, antes de celebrar
el exorcismo, que se trate de una presencia del maligno y no de una enfermedad
(cf. Código de derecho canónico, c. 1172)» (Catecismo de la Iglesia católica, n.
1673).
La sagrada Escritura nos enseña que los espíritus malignos, enemigos de Dios y del
hombre, realizan su acción de modos diversos; entre éstos se señala la obsesión
diabólica, llamada también posesión diabólica. Sin embargo, la obsesión diabólica
no constituye la manera más frecuente como el espíritu de las tinieblas ejerce su
influjo. La obsesión tiene características de espectacularidad; en ella el demonio se
apropia, en cierto modo, de las fuerzas y de la actividad física de la persona que
sufre la posesión. No obstante esto, el demonio no puede adueñarse de la libre
voluntad del sujeto, lo que impide el compromiso de la libre voluntad del poseído,
hasta el punto de hacerlo pecar. Sin embargo, la violencia física que el diablo ejerce
sobre el obseso constituye un incentivo al pecado, que es lo que él quisiera
obtener. El ritual del exorcismo señala diversos criterios e indicios que permiten
llegar, con prudente certeza, a la convicción de que se está ante una posesión
diabólica. Es solamente entonces cuando el exorcista autorizado puede realizar el
solemne rito del exorcismo. Entre estos criterios indicados se encuentran: el
hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar cosas
escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia condición física, y
todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia Dios, la santísima Virgen,
los santos, la cruz y las sagradas imágenes.
Se subraya que para llevar a cabo el exorcismo es necesaria la autorización del
obispo diocesano. Autorización que puede ser concedida para un caso específico o
de un modo general y permanente al sacerdote que ejerce en la diócesis el
ministerio de exorcista.
El Ritual romano contenía, en un capítulo especial, las indicaciones y el texto
litúrgico de los exorcismos. Este capítulo era el último, y había quedado sin ser
revisado después del concilio Vaticano II. La redacción final del Rito de los
exorcismos ha requerido muchos estudios, revisiones, renovaciones y
modificaciones, consultas a las diversas Conferencias episcopales; todo ello
analizado por parte de una Asamblea ordinaria de la Congregación para el culto
divino. El trabajo ha costado diez años de esfuerzos, dando como resultado el texto
actual, aprobado por el Sumo Pontífice, que hoy se hace público y se pone a
disposición de los pastores y de los fieles de la Iglesia. Resta, no obstante, un
trabajo que incumbe a las respectivas Conferencias episcopales: la traducción de
este Ritual a las lenguas habladas en sus respectivos territorios. Estas traducciones
deben ser exactas y fieles al original latino, y deben ser sometidas, según la norma
canónica, a la recognitio de la Congregación para el culto divino.
En el Ritual que hoy presentamos se encuentra, sobre todo, el rito
delexorcismo propiamente dicho, que debe realizarse sobre la persona obsesa.
Siguen las oraciones que debe decir públicamente un sacerdote, con el permiso del
obispo, cuando se juzga prudentemente que existe un influjo de Satanás sobre
lugares, objetos o personas, sin llegar al nivel de una posesión propiamente dicha.
Contiene, además, una serie de oraciones que pueden ser dichas privadamente por
los fieles, cuando sospechan con fundamento que están sujetos a influjos
diabólicos.
El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia, según la cual existen
Satanás y los otros espíritus malignos, y que su actividad consiste en alejar a los
hombres del camino de la salvación. La doctrina católica nos enseña que los
demonios son ángeles caídos a causa del propio pecado; que son seres espirituales
con gran inteligencia y poder: «El poder de Satanás, sin embargo, no es infinito.
Éste no es sino una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero
siempre criatura: no puede impedir la edificación del reino de Dios. Aunque Satanás
actúe en el mundo por odio contra Dios y su reino en Cristo Jesús, y su acción
cause graves daños -de naturaleza espiritual e, indirectamente, también de
naturaleza física- a cada hombre y a la sociedad, esta acción es permitida por la
divina Providencia, que guía la historia del hombre y del mundo con fuerza y
suavidad. La permisión por parte de Dios de la actividad diabólica constituye un
misterio grande, sin embargo ianosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de los que lo amanlo (Rm8, 28)» (Catecismo de la Iglesia católica, n.
395).
Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio y de sus secuaces es
habitualmente ejercitado a través del engaño, la mentira y la confusión. Así como
Jesús es la Verdad (cf. Jn 8, 44), el diablo es el mentiroso por excelencia. Desde
siempre, desde el inicio, la mentira ha sido su estrategia preferida. No hay lugar a
dudas de que el diablo tiene la capacidad de atrapar a muchas personas en las
redes de las mentiras, pequeñas o grandes. Engaña a los hombres haciéndoles
creer que no tienen necesidad de Dios y que son autosuficientes, sin necesitar ni la
gracia ni la salvación. Logra engañar a los hombres amortiguando en ellos, e
incluso haciendo desaparecer, el sentido del pecado, sustituyendo la ley de Dios
como criterio de moralidad por las costumbres o consensos de la mayoría. Persuade
a los niños para que crean que la mentira constituye una forma adecuada para
resolver diversos problemas, y de esta manera se forma entre los hombres, poco a
poco, una atmósfera de desconfianza y de sospecha. Detrás de las mentiras, que
llevan el sello del gran mentiroso, se desarrollan las incertidumbres, las dudas, un
mundo donde ya no existe ninguna seguridad ni verdad, y en el cual reina, en
cambio, el relativismo y la convicción de que la libertad consiste en hacer lo que da
la gana. De esta manera no se logra entender que la verdadera libertad consiste en
la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien y de la única felicidad
posible.
La presencia del diablo y de su acción explica la advertencia del Catecismo de la
Iglesia católica: «La dramática condición del mundo que "yace" todo él "bajo el
poder del maligno" (1 Jn 5, 19), hace que la vida del hombre sea una lucha: "Toda
la historia humana se encuentra envuelta en una tremenda lucha contra el poder de
las tinieblas; lucha que comenzó ya en el origen del mundo, y que durará, como
dice el Señor, hasta el último día. Inserto en esta batalla, el hombre debe combatir
sin descanso para poder mantenerse unido al bien; no puede conseguir su unidad
interior si no es al precio de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios"
(Gaudium et spes, 37, 2)» (n. 409).
La Iglesia está segura de la victoria final de Cristo y, por tanto, no se deja arrastrar
por el miedo o por el pesimismo; al mismo tiempo, sin embargo, es consciente de
la acción del maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la confusión.
«Tengan confianza -dice el Señor-; yo he vencido al mundo» (Jn 8, 33). En este
marco encuentran su justo lugar los exorcismos, expresión importante, pero no la
única, de la lucha contra el maligno.
 
Card. Jorge A. MEDINA ESTÉVEZ
Prefecto
 
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La caída de los ángeles rebeldes
 
1. Continuando el tema de las precedentes catequesis dedicadas al artículo de la fe
referente a los ángeles, criaturas de Dios, vamos a explorar el misterio de la
libertad que algunos de ellos utilizaron contra Dios y contra su plan de salvación
respecto a los hombres.
Como testimonia el Evangelista Lucas en el momento, en el que los discípulos se
reunían de nuevo con el Maestro llenos de gloria por los frutos recogidos en sus
primeras tareas misioneras, Jesús pronuncia una frase que hace pensar: "veía yo a
Satanás caer del cielo como un rayo" (Lc 10, 18).
Con estas palabras el Señor afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre una
victoria sobre el diablo, pero al mismo tiempo revela también que la edificación del
reino está continuamente expuesta a las insidias del espíritu del mal. Interesarse
por esto, como tratamos de hacer con la catequesis de hoy, quiere decir prepararse
al estado de lucha que es propio de la vida de la Iglesia en este tiempo final de la
historia de la salvación (así como afirma el libro del Apocalipsis. cf. 12, 7). Por otra
parte, esto ayuda a aclarar la recta fe de la Iglesia frente a aquellos que la alteran
exagerando la importancia del diablo o de quienes niegan o minimizan su poder
maligno.
Las precedentes catequesis sobre los ángeles nos han preparado para comprender
la verdad, que la Sagrada Escritura ha revelado y que la Tradición de la Iglesia ha
transmitido, sobre Satanás, es decir, sobre el ángel caído, el espíritu maligno,
llamado también diablo o demonio.
2. Esta "caída", que presenta la forma de rechazo de Dios con el consiguiente
estado de "condena", consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus
creados, los cuales radical e irrevocablemente han rechazado a Dios y su reino,
usurpando sus derechos soberanos y tratando de trastornar la economía de la
salvación y el ordenamiento mismo de toda la creación. Un reflejo de esta actitud
se encuentra en las palabras del tentador a los progenitores: "Seréis como Dios" o
"como dioses" (cf. Gen 3, 5). Así el espíritu maligno trata de transplantar en el
hombre la actitud de rivalidad, de insubordinación a Dios y su oposición a Dios que
ha venido a convertirse en la motivación de toda su existencia.
3. En el Antiguo Testamento, la narración de la caída del hombre, recogida en el
libro del Génesis, contiene una referencia a la actitud de antagonismo que Satanás
quiere comunicar al hombre para inducirlo a la transgresión (cf. Gen 3, 5). También
en el libro de Job (cf. Job 1, 11; 2, 5.7), vemos que satanás trata de provocar la
rebelión en el hombre que sufre. En el libro de la Sabiduría (cf.Sab 2, 24), satanás
es presentado como el artífice de la muerte que entra en la historia del hombre
juntamente con el pecado.
4. La Iglesia, en el Concilio Lateranense IV (1215), enseña que el diablo (satanás) y
los otros demonios "han sido creados buenos por Dios pero se han hecho malos por
su propia voluntad". Efectivamente, leemos en la Carta de San Judas: " ...a los
ángeles que no guardaron su principado y abandonaron su propio domicilio los
reservó con vínculos eternos bajo tinieblas para el juicio del gran día" (Jds 6). Así
también en la segunda Carta de San Pedro se habla de "ángeles que pecaron" y
que Dios "no perdonó... sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las
cavernas tenebrosas, reservándolos para el juicio" (2 Pe 2, 4). Está claro que si
Dios "no perdonó" el pecado de los ángeles, lo hace para que ellos permanezcan en
su pecado, porque están eternamente "en las cadenas" de esa opción que han
hecho al comienzo, rechazando a Dios, contra la verdad del bien supremo y
definitivo que es Dios mismo. En este sentido escribe San Juan que: "el diablo
desde el principio peca" (1 Jn 3, 8). Y "él es homicida desde el principio y no se
mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él" (Jn 8, 44).
5. Estos textos nos ayudan a comprender la naturaleza y la dimensión del pecado
de satanás, consistente en el rechazo de la verdad sobre Dios, conocido a la luz de
la inteligencia y de la revelación como Bien infinito, amor, y santidad subsistente. El
pecado ha sido tanto más grande cuanto mayor era la perfección espiritual y la
perspicacia cognoscitiva del entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y
su cercanía a Dios. Rechazando la verdad conocida sobre Dios con un acto de la
propia libre voluntad, satanás se convierte en "mentiroso cósmico" y "padre de la
mentira" (Jn 8, 44). Por esto vive la radical e irreversible negación de Dios y trata
de imponer a la creación, a los otros seres creados a imagen de Dios, y en
particular a los hombres, su trágica "mentira sobre el Bien" que es Dios. En el libro
del Génesis encontramos una descripción precisa de esa mentira y falsificación de la
verdad sobre Dios, que satanás (bajo la forma de serpiente) intenta transmitir a los
primeros representantes del género humano: Dios sería celoso de sus prerrogativas
e impondría por ello limitaciones al hombre (cf. Gen 3, 5). Satanás invita al hombre
a liberarse de la imposición de este juego, haciéndose "como Dios".
6. En esta condición de mentira existencial satanás se convierte —según San Juan
— también en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había
injertado desde el comienzo en él y en las criaturas hechas a "imagen de Dios": los
otros espíritus puros y los hombres; satanás quiere destruir la vida según la
verdad, la vida en la plenitud del bien, la vida sobrenatural de gracia y de amor. El
autor del libro de la Sabiduría escribe:" ...por envidia del diablo entró la muerte en
el mundo, y la experimentan los que le pertenecen" (Sab 2, 24). En el Evangelio
Jesucristo amonesta: "...temed más bien a aquel que puede perder el alma y el
cuerpo en la gehena" (Mt 10, 28).
7. Como efecto del pecado de los progenitores, este ángel caído ha conquistadoen
cierta medida el dominio sobre el hombre. Esta es la doctrina constantemente
confesada y anunciada por la Iglesia, y que el Concilio de Trento ha confirmado en
el tratado sobre el pecado original (cf. DS 1511): Dicha doctrina encuentra
dramática expresión en la liturgia del bautismo, cuando se pide al catecúmeno que
renuncie al demonio y a sus seducciones.
Sobre este influjo en el hombre y en las disposiciones de su espíritu (y del cuerpo)
encontramos varias indicaciones en la Sagrada Escritura, en la cual satanás es
llamado "el príncipe de este mundo" (cf. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso "el
Dios de este siglo" (2 Cor 4, 4). Encontramos muchos otros nombresque describen
sus nefastas relaciones con el hombre: "Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo",
"tentador", "maligno" y finalmente "anticristo" (1 Jn 4, 3). Se le compara a un
"león" (1 Pe 5, 8), a un "dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen 3).
Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo" del griego
"diaballein" (del cual "diabolos"), que quiere decir: causar la destrucción, dividir,
calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra
del espíritu maligno que es presentado en la Sagrada Escritura como una persona,
aunque se afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los diablos a Jesús
en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); "el diablo y sus ángeles", dice Jesús en la
descripción del juicio futuro (cf. Mt25, 41).
8. Según la Sagrada Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, el dominio y
el influjo de Satanás y de los demás espíritus malignos se extiende al mundo
entero. Pensemos en la parábola de Cristo sobre el campo (que es el mundo), sobre
la buena semilla y sobre la mala semilla que el diablo siembra en medio del grano
tratando de arrancar de los corazones el bien que ha sido "sembrado" en ellos
(cf. Mt 13, 38-39). Pensemos en las numerosas exhortaciones a la vigilancia
(cf. Mt 26, 41; 1 Pe 5, 8), a la oración y al ayuno (cf. Mt 17, 21). Pensemos en
esta fuerte afirmación del Señor: "Esta especie (de demonios) no puede ser
expulsada por ningún medio sino es por la oración" (Mc 9, 29). La acción de
Satanás consiste ante todo en tentar a los hombres para el mal, influyendo sobre
su imaginación y sobre las facultades superiores para poder situarlos en dirección
contraria a la ley de Dios. Satanás pone a prueba incluso a Jesús (cf. Lc 4, 3-13) en
la tentativa extrema de contrastar las exigencias de la economía de la salvación tal
como Dios le ha preordenado.
No se excluye que en ciertos casos el espíritu maligno llegue incluso a ejercitar su
influjo no sólo sobre las cosas materiales, sino también sobre el cuerpo del hombre,
por lo que se habla de "posesiones diabólicas" (cf. Mc 5, 2-9). No resulta siempre
fácil discernir lo que hay de preternatural en estos casos, ni la Iglesia condesciende
o secunda fácilmente la tendencia a atribuir muchos hechos e intervenciones
directas al demonio; pero en línea de principio no se puede negar que, en su afán
de dañar y conducir al mal, Satanás pueda llegar a esta extrema manifestación de
su superioridad.
9. Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan:
"El mundo todo está bajo el maligno" (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia
de Satanás en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a
medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu
maligno puede "ocultarse" de forma más profunda y eficaz: pasar inadvertido
corresponde a sus "intereses": La habilidad de Satanás en el mundo es la de inducir
a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo y de cualquier otro
sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no admitir la
obra del diablo. Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre voluntad y de
la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la acción salvífica de
Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas oscuras del mal y las
de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las palabras que Jesús dirigió
a Pedro al comienzo de la pasión:" ...Simón, Satanás os busca para ahecharos
como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe" (Lc 22, 31).
Comprendemos así por que Jesús en la plegaria que nos ha enseñado, el
"Padrenuestro", que es la plegaria del reino de Dios, termina casi bruscamente, a
diferencia de tantas otras oraciones de su tiempo, recordándonos nuestra condición
de expuestos a las insidias del Mal-Maligno. El cristiano, dirigiéndose al Padre con el
espíritu de Jesús e invocando su reino, grita con la fuerza de la fe: no nos dejes
caer en la tentación, líbranos del Mal, del Maligno. Haz, oh Señor, que no cedamos
ante la infidelidad a la cual nos seduce aquel que ha sido infiel desde el comienzo.
13. agosto 1986
 
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Carta a Diogneto de la Iglesia Católica, (hacia el año 200) Carta VI; SC 33bis, pag
65 
 
“Sembrados en la tierra” -     Lo que el alma es en el cuerpo lo son los cristianos en
el mundo. El alma está extendida en todos los miembros del cuerpo como los
cristianos están dispersados en todas las ciudades del mundo. El alma habita en el
cuerpo y, no obstante, no es del cuerpo, como los cristianos viven en el mundo sin
ser del mundo. (Jn 17,16) Siendo invisible, el alma es la prisionera del cuerpo
visible. Así son los cristianos: se ve que están en el mundo, pero el culto que dan a
Dios permanece invisible. La carne detesta el espíritu y le hace la guerra sin que
ella le haya hecho ningún mal porque impide al cuerpo disfrutar de los placeres. Del
mismo modo, el mundo detesta a los cristianos que no le hacen ningún daño
porque se oponen a los placeres del mundo. El alma ama a la carne que la detesta
y a sus miembros como los cristianos aman a los que los odian.
       El alma está encerrada en el cuerpo. No obstante, es ella quien sostiene al
cuerpo. Los cristianos son como prisioneros del mundo y, sin embargo, son ellos los
que mantienen el mundo. Siendo inmortal, el alma habita en una tienda mortal.
Así, los cristianos tienen su tienda en la corruptibilidad esperando la
incorruptibilidad celestial. (1Cor 15,50)... Dios les ha asignado este lugar tan noble
del que no deben desertar.
 
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“El Señor me ha dicho: Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”. Con estas palabras
del Salmo segundo, la Iglesia inicia la Santa Misa de la vigilia de Navidad, en la cual
celebramos el nacimiento de nuestro Redentor Jesucristo en el establo de Belén. En otro
tiempo, este Salmo pertenecía al ritual de la coronación del rey de Judá. El pueblo de
Israel, a causa de su elección, se sentía de modo particular hijo de Dios, adoptado por
Dios. Como el rey era la personificación de aquel pueblo, su entronización se vivía
como un acto solemne de adopción por parte de Dios, en el cual el rey estaba en cierto
modo implicado en el misterio mismo de Dios. En la noche de Belén, estas palabras que
de hecho eran más la expresión de una esperanza que de una realidad presente, han
adquirido un significado nuevo e inesperado. El Niño en el pesebre es verdaderamente
el Hijo de Dios. Dios no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco
entregarse y volverse a entregar. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. 
Más aún, en Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El Padre le
dice: “Tu eres mi hijo”. El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy efímero del
mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios. Dios es tan grande que
puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede hacerse inerme y venir a nuestro
encuentro como niño indefenso, a fin de que podamos amarlo. Es tan bueno que puede
renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo
y, de este modo, su bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través
de nosotros. Esto es la Navidad: “Tu eres mi hijo, hoy yo te he engendrado”. Dios se ha
hecho uno de nosotros, para que podamos estar con Él, llegar a ser semejantes a Él. Ha
elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él es así. De este modo aprendemos a
conocerlo. Y sobre todo niño resplandece algún destello de aquel hoy, de la cercanía de
Dios que debemos amar y a la cual hemos de someternos; sobre todo niño, también
sobre el que aún no ha nacido. 
S..S. Benedicto P.P. XVI – MMV.XII. Misa del gallo-Basílica vaticana sobre la tumba
del mártir San Pedro crucificado cabeza abajo bajo Nerón en el 64/67ca.
 
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En memoria de los mártires cristianos, quienes perseverando en las doctrinas bíblicas
enseñadas por la Iglesia católica [inclusive antes de estar finalizada la Biblia] no
dudaron en ofrendar sus vidas, exaltando el nombre de Cristo y confesando ser ‘hijos de
la Iglesia’. Jesucristo nos envió el Espíritu Santo para que santifique y asista con su
Amor a la Iglesia. Las sectas son inventos desequilibrados y perversos. En la Iglesia, el
Espíritu Santo santifica también nuestras almas, las llena de su Amor, de su Sabiduría,
nos infunde la fe, nos da la verdad, nos llena de fortaleza para permanecer firmes en la
fe en medio de las persecuciones que tengamos que sufrir, nos comunica el santo temor
de Dios. Si estamos en gracia somos templos del Espíritu Santo y habita en nuestras
almas. Procuremos vivir con toda pureza y santidad y amor para que viva dignamente
en nosotros el Espíritu Santo. Jesús nos dice: «El Espíritu de Verdad os guiará hacia la
Verdad completa».
 
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La tradición occidental desde las antiguas Atenas, Jerusalén y Roma, no se ha movido
entre la represión o la descarga del impulso, sino que ha peleado por la libertad interior,
que pasa por el dominio de sí, pues sin ésta difícilmente el hombre puede hablar de
libertad, ya que no se trata simplemente de la ausencia de coacción externa, sino de
capacidad para poder determinarse en orden al bien.
 
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Del Diario de Santa Faustina Kowalska: “Escribe, habla de mi Misericordia. Di a las
almas en donde deben buscar el consuelo, es decir, en el tribunal de la Misericordia, allí
suceden los más grandes milagros que se repiten continuamente. Para obtener este
milagro no es necesario hacer peregrinaciones a tierras lejanas, ni celebrar solemnes
ritos exteriores, basta ponerse con fe delante de un representante mío y confesarle la
propia miseria y el milagro de la Divina Misericordia se manifestará en toda su plenitud.
Aún cuando un alma estuviera en descomposición como un cadáver y humanamente no
hubiera ninguna posibilidad de resurrección y todo estuviera perdido, para Dios no lo
sería así: un milagro de la Divina Misericordia resucitará a esta alma en toda su
plenitud. ¡Infelices de aquellos que no se aprovechan de este milagro de la Divina
Misericordia! ¡Lo invocareis en vano, cuando sea demasiado tarde!” (Palabras de Jesús
sobre la Confesión Sacramental. Diario.)

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En la antigüedad, después de la puesta del sol, al encenderse los candiles en las casas, se producía un ambiente de alegría y
comunión. También la comunidad cristiana, cuando encendía la lámpara al caer la tarde, invocaba con gratitud el don de la luz
espiritual. Se trataba del "lucernario", es decir, el encendido ritual de la lámpara, cuya llama es símbolo deCristo, "Sol sin ocaso".
En efecto, al oscurecer, los cristianos saben que Dios ilumina también la noche oscura con el resplandor de su presencia y con la luz
de sus enseñanzas. Conviene recordar, a este propósito, el antiquísimo himno del lucernario, llamado Fôs hilarón, acogido en la
liturgia bizantina armenia y etiópica:  "¡Oh luz gozosa de la santa gloria del Padre celeste e inmortal, santo y feliz, Jesucristo! Al
llegar al ocaso del sol y, viendo la luz vespertina, alabamos a Dios:  Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es digno cantarte en todo tiempo
con voces armoniosas, oh Hijo de Dios, que nos das la vida:  por eso, el universo proclama tu gloria". También Occidente ha
compuesto muchos himnos para celebrar a Cristo luz.
 
Solo la fe crea unidad y tiene lugar en la caridad.
 
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Es preciosa la homilía de Benedicto XVI en la apertura del Sínodo sobre la Eucaristía,
con su diagnóstico certero sobre el mundo moderno: “queremos poseer el mundo de
manera ilimitada, Dios nos estorba y hacemos de Él una simple frase devota, o lo
desterramos de la vida pública… Pero donde el hombre se convierte en el único dueño
del mundo y en propietario de sí mismo, no puede haber justicia”. Varios medios han
tildado esta afirmación, tan evangélica y tan realista, de apocalíptica, cuando se trata de
una lectura inteligente de la historia del mundo, y especialmente del siglo que acabamos
de dejar atrás. Es una advertencia especialmente adecuada para esta hora que nos toca
vivir, aunque provoque sarpullido a los bienpensantes de turno. 2005-10-10
 
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Obras:  
El AT propone muchos textos en los que se enumeran las obras buenas que Dios pide a
los hombres. Muchas de las obras de justicia están contenidas en los códices de santidad
de la Torah (cf. Ex 19-23; Lv 17ss e Dt 12ss).
 Un buen resumen se encuentra en el espléndido "Testamento de Tobit" (cf. Tb 4,5-19):
se exhorta a recordarse del Señor, a practicar la limosna, a custodiar la castidad, a amar
a los hermanos en la humildad, a dar justa y tempestiva retribución, a vivir en la
sobriedad y en la generosidad hacia los hambrientos y los desnudos, en la piedad hacia
los difuntos, en la constante búsqueda del crecimiento en la sabiduría, en la continua
bendición e invocación del Señor. Es en el corazón de este admirable texto en donde
aparece la regla de oro: "No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan" (Tb 4,15).
La Doctrina eclesial, inspirándose casi a la letra en esta enseñanza, elaborará la doctrina
de las siete obras de misericordia, espiritual y corporal. Son obras de misericordia
espiritual: instruir a los ignorantes, aconsejar a los dudosos, consolar a los afligidos,
confortar a los desolados, perdonar a los enemigos, sufrir con paciencia a los molestos.
Son obras de misericordia corporal: dar de comer a los hambrientos, dar techo a quien
no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los
muertos, dar limosna a los pobres (cf. CIC 2447).
El NT ofrece una doble enseñanza respecto a las "obras". Por una parte éstas son
deseadas por Dios y de Él recibirán la recompensa en cuanto merecedoras; por otra, las
obras de la ley no son una garantía de la salvación, que depende únicamente de la gracia
divina revelada en Jesucristo y acogida mediante la →fe. Expondremos estos dos
baluartes doctrinales intentando después una síntesis que busque su unidad.
1. Las obras buenas (kala erga) son merecedoras y deseadas por Dios.
Jesús enseña a sus discípulos a cumplir las obras buenas para que los hombres puedan
reconocer en ellas la gloria de Dios Padre (cf. Mt 5,16). Por esto, deben realizarse en la
más pura → gratuidad, sin buscar la gloria de los hombres (Mt 6,1), sino sólo para
agradar al Padre que ve en el secreto y recompensará en al más allá. Con respecto a
esto, no se excluye por parte de Jesús la perspectiva de la "recompensa" (misthós). Así
la tradición interpretará la invitación evangélica a amontonarse tesoros en el cielo con
las limosnas (cf. Mt 6,19-20) y a "enriquecerse en orden a Dios" (Lc 12,21), como una
exhortación a practicar obras buenas de generosidad en vista del premio celeste (1Tm
6,18). Jesús mismo con su vida ha cumplido una serie de Obras buenas (Jn 10,32). Él
elogia como "obra buena" la unción recibida en la casa de Betania (Mc 14,6) y advierte
que el juicio considerará las obras de misericordia (cf. Mt 25,32ss). La comunidad
primitiva considera las obras buenas - casi identificadas con la limosna - como signo de
recta conciencia y de orientación a la salvación (cf. la discípula Tabita, Hch 9,36; y el
centurión Cornelio, Hch 10,1.4). El mismo epistolario Paulino recomienda perseguir "la
paz y la mutua edificación" (Rm 14,19). "Fijémonos los unos en los otros para estímulo
de la caridad y las buenas obras" (Hb 10,24). Recuerda también que "la fe actúa por la
caridad" (Ga 5,6). La práctica de las obras buenas atestigua la fiabilidad de una persona
(1Tm 5,10) y es estimulada por la enseñanza de la sagrada Escritura (2 Tm 3,16). El NT
enseña que el Señor juzgará a cada uno según sus obras (cf. p.e. Rm 2,6; 1 Co 3,13; Ap
2,2.19) y prospecta la recompensa eterna como un "descanso" por las obras cumplidas
(cf. Ap 14,3; Hb 4,10).
2. Las obras son incapaces de dar la salvación.
Se conoce la contraposición puesta por San Pablo entre Fe y Obras. Innumerables textos
enuncian con fuerza la desproporción entre la → gratuidad del don de Dios en Jesucristo
y la capacidad de las obras humanas, entendidas como esfuerzo de cumplimiento de la
justicia de la ley. Rm y Ga poseen esteleit-motiv: "Porque pensamos que el hombre es
justificado por la fe, sin las obras de la ley" (Rm 3,28). "Quiero saber de vosotros una
cosa sola: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación?"
(Ga 3,2). "Él nos salvó, no por las obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino
según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu
Santo" (Tt 3,5). Para Pablo la ley enseña y prescribe las obras buenas queridas por Dios,
pero sin dar la capacidad al corazón humano, herido por el pecado, de cumplirlas. Por
tanto ella "condena" al hombre a la consciencia del propio egoísmo y cumple así de
pedagoga: desvela la verdad del bien moral objetivo y del mal subjetivo intrínseco del
corazón humano (cf. Rm 7; Ga 3,19ss). Sólo la gracia del Espíritu concedida mediante
la fe en Cristo muerto y resucitado permitirá cumplir las obras de la fe.
3. Las obras son fruto y signo de la gracia.
Una vez aceptada la doctrina paulina de la prioridad de la gracia para la →justificación,
es necesario sostener que la Fe y la Gracia dan cumplimiento a las Obras y a la Ley, sin
abolirlas y sin oponerse a ellas (DS 1559). De manera que las obras buenas sean como
el fruto de un corazón renovado e inhabitado por la gracia filial del Espíritu de Cristo.
La conversión transforma al corazón humano y lo convierte en capaz de dar aquellos
frutos de bondad que Dios espera (cf. Lc 6,44-45) y que brotan del Espíritu (cf.
Ga  5,22).
Probablemente el compendio más repleto de la "sinergia" entre gracia y obras se
encuentra en estos versos: "Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto
no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras (ouk ex
ergôn), para que nadie se gloríe. En efecto, hechura (poiêma) suya somos: creados en
Cristo Jesús en orden a las buenas obras (epi ergois agathois) que de antemano dispuso
Dios que practicáramos" (Ef 2,8-10).
Aquí brilla contemporáneamente la total gratuidad de la → salvación como don de
gracia y la imprescindible fidelidad debida a esta gracia mediante una vida fecunda en
obras buenas. En esta perspectiva se pueden conciliar Pablo y Santiago. St exhortaba:
"¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: "Tengo fe", si no tiene obras? ...Así
también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta" (St 2,14.17). Los ejemplos de
Abraham y de Raab demuestran que ya en el AT la fe en el Señor implicaba en modo
intrínseco la obediencia práctica de las obras: "la fe cooperaba (synergei) con las obras"
(St 2,22). Las obras demuestran externamente la verdad interior de la fe: "yo te probaré
por las obras mi fe" (St 2,18). Así que "el hombre es justificado por las obras y no por la
fe solamente" (St 2,24). Con la terminología agustiniana podemos decir que la "primera
justificación/primera resurrección" (citada en Rm 3,28: el paso de la muerte del pecado
a la vida filial) depende exclusivamente de la confiada fe en la iniciativa divina (gratia
praeveniens), mientras la "segunda justificación/resurrección" (citada en St 2,18: que
concierne la salvación y la retribución escatológica) se atribuye a la fe que actúa
mediante la caridad (gratia cooperans).
 
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«Yo, obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja
Europa, un grito lleno de amor: “Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus
orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu
historia y benéfica tu presencia en los demás continentes”9 de noviembre de 1982».
 
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San Beda el Venerable (hacia 673) monje, doctor de la Iglesia Católica
Homilía sobre los evangelios, I,22; PL 94, 102-105
 
“Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz!” (Mt 9,22) -        El evangelio nos muestra aquí la
fe grande, la paciencia y la humildad de la cananea... Esta mujer tenía una paciencia
realmente poco común. En su primera petición al Señor, éste no le responde palabra. No
obstante, lejos de dejar de insistir, ella implora con más ahínco el auxilio de su bondad...
El Señor, viendo el ardor de nuestra fe y la tenacidad de nuestra perseverancia en la
oración, tendrá compasión de nosotros y nos concederá lo que le pedimos.
       La hija de la cananea tenía un demonio que la atormentaba. Una vez expulsada la
mala agitación de nuestros pensamientos y deshechos los nudos de nuestros pecados, la
serenidad del espíritu volverá a nosotros, junto con la posibilidad de obrar rectamente...
Si, al igual que la cananea, perseveramos en la oración con firmeza inquebrantable, la
gracia de nuestro Creador se nos hará presente: corregirá todos nuestros errores
interiores, santificará todo lo que es impuro, pacificará toda agitación. Porque el Señor
es fiel y justo. Nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda inmundicia si le
invocamos con la voz atenta de nuestro corazón.
 
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"Obras todas del Señor, bendecid al Señor".


 
Alégrese la madre naturaleza
con el grito de la luna llena:
que no hay noche que no acabe en día,
ni invierno que no reviente en primavera,
ni muerte que no dé paso a la vida;
ni se pudre una semilla
sin resucitar en cosecha.
 
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“Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, 
la luna y las estrellas que has creado, 
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, 
el ser humano, para darle poder? 
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, 
lo coronaste de gloria y dignidad”(Ps. 8).   
 
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Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes según su especie: ganados, reptiles y bestias salvajes según su especie». Y así fue.
Dios hizo las bestias de la tierra, los ganados y los reptiles campestres, cada uno según su especie. Vio Dios que esto estaba bien.
Gen. 1, 24-25
 
La naturaleza canta las glorias del Creador y el hombre sepa gozar en armonía con todo lo creado.
 
¡Hoy la tierra y los cielos me sonríen
hoy llega hasta el fondo de mi alma el sol
hoy la he visto... la he visto y me ha mirado
Hoy creo en Dios!
 
¡Que tu conducta nunca sea motivo de injustificada inquietud a la creación, en la que tu eres el rey!
 
El ecologismo espiritual nos enseña a ir más allá de la pura «protección» y del «respeto» de la creación; nos
enseña a unirnos a la creación en la proclamación de la gloria de Dios.
 
«La belleza podrá cambiar el mundo si los hombres consiguen gozar de su gratuidad» Susana Tamaro –
católica, escritora - 2004.12.
 
¡Oh galaxias de los cielos inmensos, alabad a mi Dios porque es omnipotente y bueno! ¡Oh átomos, protones,
electrones! ¡Oh canto de los pájaros, rumor de las hojas, silbar del viento, cantad, a través de las manos del
hombre y como plegaria, el himno que llega hasta Dios!»
 
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«Las catástrofes naturales nos sitúan en la verdad. A pesar de tantos progresos, no estamos en grado de poder
gobernar la realidad en su totalidad. No encontramos respuesta a estos hechos porque hemos perdido el
sentido de la grandeza de Dios»
 
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‘Si la técnica no se reconcilia con  la naturaleza, ésta se rebelará’ 12 nov.2000 S. S. Juan Pablo II - Magno
 

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