Memorias Deportivas - Crónica No. 41
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“Quien quiera conocer lo que significa el fútbol como pasión popular, que recorra
las barriadas de Cali en la noche de triunfo del América. Puede que sea frivolidad
o inconsciencia del pueblo, pero en nada coincide tanto el afecto de nuestras
gentes como en esa divisa roja que llevamos casi todos los caleños sobre el
corazón”. Tomado de la histórica nota “América, tierra firme”, del escritor Alberto
Bonilla Aragón.
Hacia 1940 y años sucesivos el equipo rojo contó con figuras cuya evocación es
muy grata, pues los nombres de Víctor Brand, ‘Alicate’ Martínez, Edgar ‘El
Maestro’ Mallarino, Faustino Castillo, Pablo ‘Colada’ Rojas, Dimas Gómez, Ruben
Lizalda, Saulo Flórez, Luis Salinas, entre otros, hacen parte esencial de la divisa
americana.
Entre las hazañas del América, antes de la época profesional, figura un empate
que alcanzó frente al poderoso equipo Sport Boys del Perú. Los incas ganaban el
primer tiempo por marcador de 5-1, pero en el período final los ‘Diablos Rojos’
igualaron a cinco goles, en una actuación inspirada del criollo Edgar Mallarino.
Una de las tantas tardes de locura colectiva que la divisa roja siempre ha brindado
a su multitudinaria afición.
América, por razones de fuerza mayor, estuvo ausente del torneo de 1953. Es la
única falta de asistencia de los escarlatas a la cita anual de la Dimayor. Pero los
rojos de Cali no podían permanecer al margen de los campos deportivos y por ello
reaparecieron el domingo 8 de noviembre de ese mismo año, jugando frente a
Deportivo Cali en el gramado del estadio Pascual Guerrero. El equipo tenía en ese
momento como portero a Víctor Pasalaqua y como hombres de campo a Tony
Franjic, Francisco Pacheco, Edgar Mallarino, Alvaro Florido y Alfredo Bonilla entre
otros.
Los escarlatas comenzaron a levantar cabeza en la temporada profesional de
1960, cuando el conjunto contó con la orientación técnica del argentino Adolfo
Pedernera. En aquel entonces los ‘Diablos Rojos’ conformaron un equipo
envidiable, donde actuaban con gran jerarquía, domingo a domingo, el portero
Carlos Montaño, digno sucesor de Efraín ‘Caimán’ Sánchez, Arcángel Brittos, un
marcador de punta cargado de méritos desde su paso por Independiente de
Buenos Aires y Jorge Mousegne, un caudillo en la extrema defensa. En la línea
medular tres figuras: Jaime ‘Charol González, Israel ‘Muelón’ Sánchez, único
jugador nacional que defendió la divisa criolla en todos los partidos oficiales del
Campeonato Suramericano de mayores en Lima, 1957, y Alberto Castronovo, un
hombre temperamental, entregado de lleno a la defensa de su divisa.
Al año siguiente, el bien ganado prestigio del América se derrumbó y al final del
año los ‘Diablos Rojos’ fueron relegados al octavo puesto del tablero general.
Pese al resultado global, lo más notable del América en ese torneo de 1961 fue el
sensacional triunfo sobre Deportivo Cali por marcador de 5-0, la mayor goleada en
la historia del clásico vallecaucano. Esa tarde se hicieron presentes con sus
anotaciones los jugadores Carlos Paz, Manuel Blanco, Máximo Rolón (2) y Camilo
Cervino. Un total de 30.920 personas dejaron en taquilla 102.469 pesos.
Luego de quedar América una vez más subcampeón de Colombia en 1969, bajo la
batuta de Angel Peruca, a raíz de un triangular con Millonarios y Deportivo Cali
celebrado en enero de 1970, los dos equipos de la capital del Valle llevaron la
representación nacional a la Copa Libertadores de América. La primera
participación de los ‘Diablos Rojos’ fue frente a los equipos chilenos de
Universidad y Rangers, así como los paraguayos de Olympia y Guaraní.
Por esa misma época llegaron al América los guaraníes Gerardo González Aquino
y Juan Manuel Bataglia, quienes como jugadores del Cerro Porteño del Paraguay
en la temporada de Copa anterior, causaron grata impresión entre los aficionados
de Cali. La veterana figura de Alfonso Cañón, fue rehabilitada para el balompié por
Ochoa Uribe y su paso al América fue una determinación acertada. Igual cosa
sucedió con el portero Carlos Alfredo Gay hombre fundamental a la hora del
triunfo. Posteriormente fue reemplazado por el mundialista uruguayo Ladislao
Mazurkievics.
Los aficionados del equipo escarlata, ante la posibilidad ahora sí cierta de lograr el
título, cerraron filas en torno a dirigentes, cuerpo técnico y jugadores de los
‘Diablos Rojos’ y masivamente se volcaron sobre las tribunas del estadio Pascual
Guerrero, que resultó insuficiente para albergar a todos los parciales del onceno
del pueblo.
La prensa, sin parcialidad regional, estimuló desde sus propias páginas deportivas
a los pupilos del técnico Ochoa Uribe con titulares como: ‘¡La Estrella o… Nada!,
El Espectador, mientras El Pueblo sentenció: ‘América, esta noche o nunca!.’
El técnico Ochoa Uribe para el primer título del América utilizó en el último juego la
siguiente nómina: Carlos A. Gay; Hugo ‘El Pitillo’ Valencia, Aurelio José Pascuttini,
Luis Eduardo Reyes y José Gabriel Chaparro; Gerardo González Aquino, Juan
Caicedo y Alfonso Cañón (Alvaro Muñoz Castro); Juan Manuel Bataglia, Jorge
Ramón ‘La Fiera’ Cáceres y Víctor Lugo.
Después de aquel 19, como identifican los seguidores del América a la fecha del
primer campeonato, los años de mayor gloria deportiva para el equipo del pueblo
se desgranaron. Como campeón en 1982, 1983, 1984, 1985 y 1986, único elenco
en Colombia con cinco títulos consecutivos, seguido por Deportes Tolima, Atlético
Junior, Millonarios y Deportivo Cali (éste último dos veces) acabó con una
hegemonía que en tal sentido ostentaba Millonarios, campeón en 1961, 1962,
1963 y 1964, siendo precisamente los primeros tres triunfos bajo la orientación
técnica del mismo Ochoa Uribe. La cuarta estrella para los embajadores la hizo
posible Efraín ‘Caimán’ Sánchez, actuando en la doble función de jugador y
entrenador.
El último triunfo del médico antioqueño al frente de los ‘Diablos Rojos’ fue en el
torneo de 1990. En esa oportunidad el cuadro caleño superó a Nacional y
Bucaramanga. Esa estrella deparó una segunda satisfacción, pues América
contó en sus líneas, por primera vez, con un colombiano como el goleador oficial
del certamen, el samario Anthony ‘El Pitufo’ de Avila. Ya en 1969 el argentino
Hugo Horacio Lóndero había sido el máximo artillero del campeonato, con la divisa
escarlata.
La más dramática final se vivió, por tercer año consecutivo en 1987, frente a
Peñarol de Uruguay. Después de ganar el primer partido en Cali por marcador de
2-0, con goles de Juan Manuel Bataglia y Roberto Cabañas, los escarlatas, en el
estadio Centenario de Montevideo estuvieron en ventaja (gol una vez más de
Roberto Cabañas) hasta los 21 minutos de la fase final, cuando igualó el marcador
Diego Aguirre. Pese a ello, con el empate, a cinco minutos del pitazo final,
América era el campeón de la Copa, pero en ese instante todo naufragó, pues
Jorge Villar, con violento tiro libre doblegó al portero Julio César Falcioni de
ejemplar desempeño.
Con paridad en partidos ganados y puntos, pero no en goles, pues América estaba
arriba en la serie 3-2, el juego definitivo se cumplió la noche del 31 de octubre de
1987 en el estadio Nacional de Santiago de Chile. Como siempre ocurre cuando
juega América esta clase de definiciones, el partido se extendió hasta los 30
minutos suplementarios con empate a cero goles. Con la igualdad, los ‘Diablos
Rojos’ eran definitivamente dueños de la Copa Libertadores por gol diferencia.
Pero aconteció lo insólito, para los escarlatas: cuando se jugaban algunos minutos
de reposición, Diego Aguirre, superó el esfuerzo de Falcioni para asegurar el
quinto título del cuadro uruguayo. No obstante la frustración, algo quedó para la
historia: América tres veces seguidas subcampeón de la Copa Libertadores caso
único en 40 años de este certamen. Luego, en 1996, consiguió frente a River Plate
un nuevo subtítulo, el cuarto en su estadística.