Berkeley y Hume. Escepticismo.

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UNIVERSIDAD EL BOSQUE

28/11/2018

ESTUDIANTE DE FILOSOFÍA
TERCER SEMESTRE

JORGE ENRIQUE AROCA LUNA


FILOSOFIA MODERNA (DOCENTE: FELIPE CUERVO)

ANALISIS DE LAS DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS EN LOS ARGUMENTOS ESCEPTICOS DE G.


BERKELEY Y D. HUME

George Berkeley y David Hume son dos filósofos empiristas de la época moderna que coinciden
explícitamente e implícitamente en muchos de sus pensamientos, así como, en las estructura interna de los
mismos, se encuentran algunas diferencias. De esta manera, es evidente que una diferencia esencial entre
los argumentos escépticos de Berkeley y los de Hume; consiste en la perspectiva de sus enfoques de
estudio. Por un lado, los argumentos escépticos de Hume, están más enfocados en una crítica a lo que se
conoce, es decir, a los conocimientos de hechos y/o de objetos, pero más específicamente a la nación de
causalidad necesaria, mientras que los argumentos escépticos de Berkeley tiene un enfoque a lo que él
denomina la imposibilidad de la materia.

Cabe dejar claro de ante mano, que el escepticismo Humeno tiene una perspectiva distinta al escepticismo
berkeleano, ya que para el primero, ser escéptico tendría que ver con una posición neutra sobre el
entendimiento de un hecho u objeto, es decir, no se asume una posición de verdad o falsedad sobre un
acontecimiento que no se conoce o del que no se está seguro. No obstante, se puede inferir de sus
argumentos, que ser escéptico desde una perspectiva Berkeliana, tendría que ver con la negación de un
hecho, un objeto o la realidad misma, aunque uno de los propósitos de Berkeley indudablemente consistía en
demostrar que sus fundamentos no eran escépticos, sino que por el contrario, trataba de demostrar que los
argumentos materialistas eran los que en verdad negaban la realidad del mundo.

Sin embargo, los argumentos de los anteriores filósofos coinciden de manera sustancial en lo que se puede
denominar, el origen de las ideas, ya que por un lado, tanto para Hume como para Berkeley, el conocimiento
se origina de la experiencia. De esta manera, mediante la percepción de las cosas, nos armamos ideas de
tales cosas. Pero en efecto, para Hume es innecesario brindar definiciones ontológicas respecto al ser, es
decir, respecto a lo que existe o lo que no, debido que considera que son posturas metafísicas, abstractas,
que fácilmente nos conducen al error y de las cuales no podemos tener certeza. Por ende, se puede
establecer que para Hume las cosas son lo que percibimos de una forma directa y vivas. Sin embargo, este
pensador afirmaba que cometemos bastantes errores al interpretar todas las cuestiones de hecho bajo una
nación de causalidad; esto es, pensar que las cosas seguirán ocurriendo siempre de la misma manera, para
lo cual, este pensador sostiene que tal interpretación no tiene fundamentos que nos garantice que dichas
cuestiones de hecho permanezcan siempre de la misma manera. Por consiguiente, es un error asumir “…que
el futuro se conformara al pasado” (Hume. 50).

Pero en efecto, es evidente que comúnmente se piensa de tal manera, especialmente los ámbitos científicos.
De esta manera, se llega a concluir muy superficialmente que “…por el hecho de que un argumento escape a
su examen, no existe realmente” (Hume. 48). En otras palabras, es fácil intuir que todo acontecimiento,
hecho, circunstancia, que escape a los resultados esperados e inferidos por determinadas condiciones, no
existen como tal. No obstante, se han dado seguramente circunstancias donde un hecho improbable o poco
probable se manifiesta en la realidad. Tenemos el ejemplo de los eclipses, el cual es indudablemente un
hecho que no se da todos los días, pero del cual se han tenido testimonios y pruebas; algunas convincentes,
otras no tanto. Pero si hoy se preguntase a cualquiera persona, si cree que el día de mañana habrá un
eclipse, muy probablemente nos responderá que no o lo que es lo mismo, de cada mil personas solo una o
dos creerá que mañana habrá un eclipse, siempre y cuando se den los soportes suficientes claro está.

El punto, es que las personas tienden a rechazar e ignorar las cuestiones de hecho más improbables y asumir
de manera casi inmediata que lo más probable es lo más verdadero y de igual modo, lo más interesante. De
igual modo, las personas tienden a pensar que tales interpretaciones se dan en el individuo de una forma
racional, para lo cual, Hume se opone y lo describe de la siguiente manera:

[…] incluso después de tener experiencia de las operaciones causa-efecto, lo que concluimos de
tal experiencia, no está fundamentado en el razonamiento, ni en proceso alguno del entendimiento.
Nos esforzamos ahora por explicar y defender esta repuesta. (45-46)

Por ende, para Hume, nada está más lejos de la realidad. En primera instancia, porque no es cierto que
deduzcamos las operaciones causa-efecto de una manera racional, sino que sucede todo lo contrario, pues
más bien deducimos tales operaciones por medio de la costumbre y el hábito. En este sentido, si
dedujéramos tales operaciones de una manera racional, esto implicaría que no necesitamos de la experiencia
sino solo de la razón para saber acerca de las facultades o propiedades de un objeto y cuestión de hecho.
Esto es y por citar un ejemplo, tendríamos conocimiento de la propiedad de quemar que tiene el fuego por
mera racionalidad, sin necesidad de experimentar cerca de él o poner las manos sobre para saber de tal
propiedad, cosa que es absurda, pues de ninguna manera se puede saber algo sobre un objeto sino lo
antecede la experiencia de un sujeto. Desde esta perspectiva, es claro que para Hume las operaciones
causa-efecto de ninguna manera pueden ser de origen intelectual.

Por ello, dicho filósofo considera que tales operaciones (causa-efecto) se originan en nuestra mente por
hábito y costumbre. En otras palabras, al observar el individuo un determinado efecto como el movimiento de
una bola de billar, deduce que tal efecto tiene como principal causa seguramente, el golpeo de otra bola de
billar de iguales características en su experiencia cotidiana lo ha visto de tal manera. Pero para ser más claro,
nadie duda o pone en duda que mañana también saldrá el sol, al igual que el día de hoy; pero este hecho no
lo sabemos por hacer cálculos matemáticos, aunque tampoco estoy diciendo que mediante tales estudios no
se pueda comprender que X o Y cosa, sino que conocemos tal evidente cuestión de hecho por habito, casi
siempre vemos que sucede así y lo mismo sucede con las demás operaciones y cuestiones de hecho tal
diversas que se presentan en nuestro mundo.

De igual manera, según Hume, las personas tienden a creer que existe en la causa-efecto, conexiones
necesarias, es decir, si A entonces B, pero como se dejó claro en los anteriores argumentos, no existen tales
conexiones necesarias, pues puede en algún momento suceder que A entonces B1, o A entonces C, o C
entonces A; efectivamente, resultados inesperados para nuestra costumbre. De esta forma, para este
pensador, tales conexiones necesarias solo existen en nuestra mente, porque tendemos a asociar los
fenómenos bajo el criterio de causalidad.
Siguiendo ese orden de ideas, las cosas que percibimos existen en la realidad, pero de ninguna manera
podemos estar seguros que se mantengan de la misma forma en un futuro. Por tanto, para Hume, no se
puede decir de una manera contundente que existir es ser percibido. En primer lugar, porque puede existir un
objeto o cuestión de hecho que nunca hayamos visto, (percibido) del cual no tenemos ninguna idea o lo que
es lo mismo, carece de contenido para nosotros, por consiguiente no existe, ya que algo que no tiene
contenido de ningún tipo, es decir, algo que no sabemos cómo es, como se comporta, cual su textura, sabor o
forma, no existe, se rechaza o se ignora, pero, en efecto, también existe la posibilidad de que se de en la
realidad como uno de esos casos particulares de los cuales no tenemos ni idea, pero que siempre
terminamos asociando por habito con alguna cosa conocida, dándole contenido, así como también existencia.
En segunda instancia, para dicho filósofo, hablar de lo existente es una cuestión ontológica, abstracta,
metafísica que muy fácilmente nos conduce a divagar por senderos casi incomprensibles.

De lo anterior, considero que Berkeley en su mayoría se encontraría ligeramente de acuerdo, excepto que
para él solo lo que percibimos existe. En otras palabras, supongamos que nunca habíamos percibido el fuego,
de esta forma, bajo los principios berkeleanos, el fuego no existiría. Pero de igual forma, supongamos que se
da un momento tal donde llega a ser percibido, por ende, tendría existencia, así no sepamos de ante mano,
que una de sus facultades es la combustión, el calor, la luz. Creo ser coherente al afirmar que para ninguno
de los dos filósofos, el anterior argumento es inconsistente. No obstante, considero que el problema esencial
radica en la percepción.

Por un lado, Para Hume la percepción sería una especie de facultad del hombre que se divide en dos clases:

1. Las impresiones: percepción directa y vivida de un objeto o cuestión de hecho


2. Las ideas: copia de las impresiones

En la primera, percibimos el objeto de una forma presente, vivida, mediante la experiencia, mientras que las
ideas son un acto puramente intelectual, donde necesariamente no interviene la experiencia de una forma
presente, pues podemos imaginarnos o tener una idea de un objeto X sin necesidad de estarlo percibiendo de
una forma directa.

En sí, todo esto parece coherente, hasta el momento en que analizamos que la percepción en Hume, no
niega la existencia de la materia, pues para él, todo lo que percibimos existe, la materia es percibida y por ello
es coherente que exista, sin embargo, la materia o los objetos materiales no traen descripciones
explícitamente de sí, es decir, el fuego no nos dice que quema, el agua que ahoga, esas descripciones las
deducimos nosotros a partir del hábito y la experiencia, pero no niega como tal las facultades de quemar, del
fuego o de ahogar del agua, lo que nos dice es que no siempre debemos esperar que el fuego queme o que
el agua ahogue, o lo que es lo mismo; que cosas similares se comporten o tengan causas y efectos similares.

No obstante, para Berkeley también es claro que todo lo que percibimos existe, pero la gran diferencia radica
en que para este último la materia no existe, así como, de igual modo, no existe lo que no es percibido. Pero
¿Cuáles son las razones según Berkeley para afirmar que la materia no existe?

Lo explicaré de la siguiente manera: una cosa es afirmar que un libro en específico no existe, porque nunca lo
hemos visto y otra cosa, es afirmar que la materia no existe, pues donde quiera que vamos y miramos, vemos
materia, percibimos objetos materiales. Sin embargo, en el escrito: Tres diálogos entre Filanous e Hilas, el
primer personaje pide una definición de materia a Hilas, quien responde básicamente, que la materia es lo
sensible, es decir, lo que se puede oler, lo que se puede tocar, lo que se puede ver, lo que tiene forma,
movimiento, contextura, entre otras facultades. Por tanto, supóngase un objeto con algunas de esas
cualidades, como por ejemplo el azúcar. Berkeley no dice que hay casos donde para algunos sujetos el
azúcar puede tener un sabor amargo, para otros dulce, ya sea por una enfermedad, una degeneración de las
papilas gustativas, etc. Lo importante es tener claro según Berkeley, que en un mismo objeto material como el
azúcar no se puede presentar dos sabores a la vez, tanto el amargo como el dulce, ya que es contradictorio e
incoherente. Por consiguiente, se deduce que las facultades de amargo o dulce no se encuentran en dicho
elemento; como común mente se piensa, esto es, como parte de su contenido. Por el contrario, esas
facultades hacen partes de nuestras sensaciones las cuales no son más que contenidos mentales. Lo mismo
pasa con su textura, tamaño o forma, pues para algunas personas lo áspero puede parecer suave, la grande
pequeño, lo lento rápido, la forma sin forma como es el caso de los que ven forma en el desorden o ven
desorden en la forma, lo que implicaría contundentemente que dichas facultades hacen parte más de nuestra
relatividad perceptiva que del objeto material como tal.

En este sentido, los objetos materiales no poseen contenido y lo que no posee contenido en sí, no existe, está
vacío, no se puede percibir; por ello, cualquier intento de percepción nos lleva a lo abstracto, lo que puede
considerarse e irrelevante.

Sin embargo, objetaré que un elemento como el fuego tiene como una de sus facultades quemar y estoy
totalmente seguro, que no importa la circunstancia con que nos acerquemos a él, este siempre consumirá lo
que se le acerque, pues en este caso, dudo que puedan haber dos sujetos que acercando sus manos al
fuego, este no las consuma. Pero deduzco que en si Berkeley respondería que el fuego no tiene como
facultad consumir los objetos que se acercan a él, ya que si esto fuera cierto el agua seria consumida por él,
pero esto no sucede así y también se puede dar otro material que no sea consumido por el fuego, por tanto, la
materia no posee facultades en sí; es en nuestra percepción y subjetividad las que determinan esas
sensaciones o contenidos mentales, mas no el objeto, de esta forma se sigue que algo sin contenido no
existe.

De lo anterior, tal vez Hume coincide con Berkeley, no el sentido que adjudica e inexistencia a la materia por
el hecho de poseer contenido alguno, sino por el hecho de que pueden existir circunstancias donde el fuego
no queme o el agua no ahogue, lo cual implicaría de acuerdo a Berkeley que la materia no posee contenido,
sino que este depende solo de la subjetividad del individuo que percibe.

En síntesis, la causalidad es un tipo de creencia de lo más probable que está determinada por el hábito, no
por la racionalidad, de igual manera no garantiza que la naturaleza, la realidad siempre vaya a comportarse
de la misma manera. Por otro lado, no se sabe realmente hasta que medida los objetos materiales carecen de
contenido, pues pareciera que algunos objetos materiales si tienen contenido que solo se encuentran inscritos
en ellos. De igual forma, considero que es una explicación intelectual concebir a Dios como el ser que lo
percibe todo, ya esto implicaría lógicamente que todo lo que existe, existe porque Dios lo percibe, aunque en
últimas, tal posición tiene las implicaciones de una creencia.

Bibliografía:

Berkeley, George. Tres diálogos entre Hilas y Filonus: en oposición a los escépticos y ateos. Madrid: Concha
Cogolludo Mansilla, 1990.
Hume, David. Tratado sobre el entendimiento humano. Grupo editorial Norma. Barcelona, Buenos Aires,
Caracas, Guatemala, México, Miami, Panamá, Quito, San José, San Juan, Santa Fe de Bogotá, Santiago,
Sao Paulo.

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