Resumen La Escuela de Chicago
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L. H. Morgan hacia 1850, realiza un estudio sobre los indios iroqueses en Estados Unidos.
Intentaba continuar procesos (“etnológicos”) de indagación sobre la cultura de los primeros
habitantes de Norteamérica, siguiendo una tradición “etnográfica” que quizás se inicia en
1803, donde a partir de algunas proposiciones del presidente Thomas Jefferson, se suscita
una fascinación significativa por estudiar al indígena la cual ha permanecido durante mucho
tiempo. El interés por el estudio de estas sociedades, va a motorizar muchas iniciativas que
impulsan el desarrollo de nuevas expectativas y visiones, sobre cómo enfrentar las
interrogantes que presenta la interacción del investigador con el objeto de la investigación.
Es importante destacar en este instante, que al hablar de etnología nos referimos al estudio
sistemático de los hechos tal y como aparecen. Se trata de la búsqueda del fenómeno social
para describirlo, interpretarlo y comprenderlo. Por otra parte la etnografía trata de percibir
como los seres humanos interactúan en diferentes situaciones. La aproximación etnográfica,
por ejemplo, permite estudiar de una manera cualitativa la forma como los seres humanos
interactúan para construir la realidad. Esto a partir de etnométodos, los cuales se apoyan en
el principio de considerar que los hechos sociales no son una realidad objetiva externa a
nosotros.
Para el antropólogo Adam Kuper, (1988), la noción de Sociedad Primitiva que aparece
entre lo años 1860-1870, constituye en esos momentos, el objeto de estudio por excelencia
de la antropología. La investigación sobre los orígenes físicos, lo material y lo cultural va a
conducir al investigador de esa época a calificar de primitivo al hombre que vive en el
arcaísmo tecnológico o cultural. Morgan (evolucionista) se ocupa de la reconstrucción
hipotética y evolucionista de la sociedad primitiva como antítesis de la sociedad moderna.
Son importantes sus estudios sobre el parentesco en las sociedades primitivas.
Franz Boas, (1858-1942) proponen acentuar su visión antropológica sobre la base de una
totalidad cultural, de una manera diferente a los británicos que orientan sus estudios desde
una perspectiva social e institucional. El análisis antropológico cultural de las poblaciones
amerindias, centra una de sus principales miras investigativas en la transmisión y la
reproducción de la cultura durante el transcurso de la infancia, la adolescencia y todas las
etapas de la vida. Esta aproximación a la noción de cultura: “a la vez material e inmaterial,
práctica y simbólica,” Copans, “(1996), va a permitir que la antropología americana aborde
procesos sociales que atañen no solamente a las interacciones dinámicas de las sociedades
primitivas, sino también se proponga el análisis de la enorme diversidad de la población de
los Estados Unidos.
En un artículo sobre la ciudad, publicado en 1915 por Robert Ezra Park, citado por para
entonces profesor de sociología en la Universidad de Chicago, escribía: “Hasta aquí la
antropología, la ciencia del hombre, se ha consagrado al estudio de los pueblos primitivos.
Sin embargo, el hombre civilizado es un objeto de estudio también interesante, sin contar
que es más fácil de observar y estudiar”.
El Interaccionismo Simbólico asume una posición radicalmente distinta, sostiene que las
concepciones que los actores se hacen del mundo social constituyen el objeto esencial de
investigación sociológica. A pesar de que es Blumer quien en 1937, emplea el término,
Mead (1934) es considerado como el inspirador de este movimiento, que contribuye
enormemente en la configuración de la orientación metodológica de muchos de los estudios
sociológicos que se van a desarrollar durante el siglo XX, con ideas como la que expone
cuando afirma, que los estudios sociológicos están en el deber de analizar los procesos por
los cuales los actores acuerdan sus conductas, sobre la base de sus interpretaciones de la
realidad que los rodea.
Para Arnold Rose (1962) citado por Coulon (1997): las principales proposiciones del
Interaccionismo Simbólico pueden ser las siguientes: 1. Vivimos en un ambiente a la vez
simbólico y físico. Nosotros construimos las significaciones del mundo con la ayuda de los
símbolos. Los símbolos condicionan también nuestras acciones cotidianas. 2. Gracias a los
símbolos tenemos la capacidad de tomar el lugar de otro (“el otro soy yo”) existe una
interacción entre lo macro sociológico y el yo, el actor aprende a través de la interacción
con los otros a construir su visión individual, simplemente porque compartimos con los
otros los mismos símbolos. 3. Compartimos una cultura que es un conjunto elaborado de
significaciones y de valores que orienta la mayor parte de las acciones y nos permite
predecir significativamente el comportamiento de otros individuos.
Sin embargo, después de los años 50 y durante el transcurso de los 60 resurge hasta el
momento actual, con una potencialidad sólida, el paradigma interpretativo, apoyado en las
ideas de Husserl, Schutz, Cicourel, Garfinkel (etnometodología,) Blumer, Goffman, Sacks
(análisis de la conversación) y muchos otros investigadores. Se retoma la observación
participante, las conversaciones informales, la entrevista en profundidad, el microanálisis,
la historia de vida y los documentos personales entre otras alternativas, como instrumentos
de recolección de la información necesaria para la interpretación, comprensión y
explicación de la vida cotidiana para construir con la visión de los actores, la teoría que
interpreta y explica el universo social.