El Botiquin de Las Hadas (Natur - Clara Castellotti-3
El Botiquin de Las Hadas (Natur - Clara Castellotti-3
El Botiquin de Las Hadas (Natur - Clara Castellotti-3
Vinagres aromatizados
El vinagre se presta muy bien a ser aromatizado con plantas medicinales,
haciendo resaltar así el sabor de las ensaladas o bien de otras preparaciones
culinarias.
• Vinagres aromáticos:
1 – Macerar durante 10 días en un tarro de cristal bien cerrado 20 gr de
salvia, 15 gr de romero, 15 gr de ruda, 8 gr de canela, 2 gr de nuez moscada y
1 litro de vinagre blanco. Filtrar, añadir 10 gr de cebolla triturada y dejar
macerar durante 2 días más. Filtrar y pasar a botellas pequeñas. Si el sabor
resultase demasiado fuerte, rebajar con más vinagre.
2 – En un tarro de gres, cerrado con una hoja de pergamino, dejar macerar
durante 6 semanas al sol en 3 litros de vinagre de Orléans (bien fuerte): 250
gr de flores de saúco, 375 gr de estragón, 125 gr de menta, 100 gr de
albahaca, 100 gr de ajedrea, 1 pizca de tomillo, 4-5 hojas de laurel, 125 gr de
escalonio, 30 gr de ajo, 40 gr de clavo, 40 gr de canela en rama, 6 pimientitos
rojos maduros, 180 gr de perifollo, 60 gr de pimienta triturada, sal y cebollas
pequeñitas al gusto. Filtrar y guardar en botellas de vidrio oscuro bien
selladas.
• Vinagre de los diez aromas: En 1 litro de vinagre de vino blanco,
macerar durante 10 días: 30 gr de sumidades floridas y desecadas de ajenjo,
15 gr de romero seco, 15 gr de ruda seca, 15 gr de salvia seca, 10 gr de
sumidades floridas de lavanda seca. Filtrar y añadir: 8 gr de canela en rama, 3
gr de nuez moscada, 2 clavos, 15 gr de ajo triturado y 10 gr de cebolla
triturada. Dejar macerar durante 10 días más y filtrar.
• Vinagre de las 5 flores: Macerar durante 10 días en 1 litro de vinagre un
puñado de flores de salvia, uno de flores de tomillo, 1 de flores de diente de
león, 1 de flores de ajenjo, unos clavos, 2 ramitas de estragón y sal marina.
Filtrar y guardar en botellitas.
• Vinagre de frambuesas: Dejar macerar en 3/4 de litro de vinagre
blanco, 250 gr de frambuesas limpias y unas hojas de menta. Filtrar y
embotellar en botellas pequeñas.
• Vinagre al enebro: Llevar a hervor 1 litro de vinagre de vino rojo con
un poco de sal y dejar cocer en él 50 bayas de enebro y una rama de romero.
Dejar enfriar y embotellar. Esperar 1 mes antes de utilizarlo; es ideal para
condimentar verduras.
Aceites aromatizados
• Aceite a las especias: En un tarro de cierre hermético, dejar macerar
durante 1 mes en 1 litro de aceite extra virgen de oliva: 2 hojas de laurel, 3
clavos de especias, 3 gramos de pimienta negra, 4 bayas de enebro, 1 trocito
de canela y una cáscara de limón. Filtrar y embotellar en botellas pequeñas.
Es un condimento ideal para verduras crudas y cocidas y para carnes a la
parilla.
• Aceite a los 4 sabores: En un tarro de cierre hermético poner 2 dientes
de ajo, 1 rama de romero, unas hojas de salvia y 1 guindilla. Cubrir con 1
litro de aceite de oliva y dejar macerar durante 20 días en un lugar fresco y
oscuro. Filtrar y embotellar en botellas pequeñas, usándolo para condimentar
verduras, ensaladas, carnes y pescado.
Sopas
• Sopa de ajo con tomillo: En un poquito de aceite, sofreír 4 dientes de
ajo por persona. Añadir 2 tazas de agua por persona y sal marina. Hervir unos
minutos, luego añadir 1 cucharada de tomillo y dejar hervir 2 minutos más.
Filtrar. En un plato hondo, poner 1 rebanada de pan integral y un huevo
fresco, crudo. Verter el líquido bien caliente para cuajar el huevo.
Es una sopa decididamente «medicinal» para tomar durante estados
griposos e infecciosos (fiebres, catarro, resfriado). Ideal para anémicos y
convalecientes.
• Sopa de ajo con salvia: Poner en infusión 12 hojas de salvia en 2 litros
de agua. Añadir sal, pimienta, algunos dientes de ajo y un vaso de aceite de
oliva. Hervir 10 minutos y verter caliente sobre rebanadas de pan integral
(para 4 personas).
• Sopa de ajo con especias: En 1 litro y medio de agua, poner 16 dientes
de ajo, 1 rama de tomillo y 1 de salvia, 1 clavo de especia, sal marina integral
y una pizca de pimienta roja. Hervir durante media hora a llama viva. En los
últimos minutos poner al horno 12-16 rebanadas de pan integral aliñadas con
aceite extravirgen y abundante queso parmesano. Cuando las rebanadas están
doradas, echar la mitad en el líquido y dejar que se empapen bien, luego
pasarlo todo por el pasapuré. Acomodar las restantes rebanadas en boles y
echarles por encima la sopa bien caliente.
• Sopa de cebolla: En un poco de aceite de oliva, sofreír a fuego lento 2
cebollas cortadas muy finas. Cuando estén doradas, echarlas en un recipiente
junto a 1 litro y medio de leche y llevar a hervor. Apagar el fuego, añadir 2
yemas de huevo, sal y pimienta al gusto, y servir sobre rebanadas de pan
viejo tostado.
Una variante consiste en sustituir las cebollas por el ajo. Esta sopa, bien
tolerada por los niños, puede considerarse un excelente vermífugo.
• Sopa de malva: Recoger toda la verdura que podais encontrar en vuestra
huerta: un poco de espinacas, unas hojas de acelgas, un poco de achicoria y
de rucola, 2-3 puerros. Añadir 2 buenos manojos de malva. Triturar todas las
hierbas muy finamente y hacerlas cocer en agua y sal marina. En el momento
de servirla, añadir un poco de nata fresca o bien una yema de huevo. Muy
indicada para las personas que padecen problemas estomacales e intestinales,
sobre todo úlceras y estreñimiento, ya que la malva es vulneraria y emoliente.
• Sopa de miso: Cortar muy finamente una cebolla y una zanahoria y
cocerlas en 1 litro de agua junto a una tira de alga wakame, previamente
remojada en un vaso de agua durante 5 minutos y cortada en trocitos de 1 cm.
Añadir una pizca de sal marina y hervir durante media hora. En un bol, diluir
1 cucharadita de miso (Mugi miso) por persona con un poco de caldo y
añadir la pasta bien diluida al resto del líquido, prestando atención a que no
hierva (el miso, de hecho, contiene fermentos vivos y la cocción, aunque sea
mínima, puede destruir sus propiedades). Añadir en cada plato una
cucharadita de cebollino picado o de perejil. Esta sopa es uno de los tesoros
de la dieta macrobiótica. Revitalizante, desintoxicante y nutritiva, está
particularmente indicada para quien padece enfermedades estomacales y
hepáticas.
• Sopa al estragón: Cocer en agua salada un puñado de estragón con 1/2
kg de guisantes secos. Pasar todo por el pasapuré y añadir un poco de nata
fresca.
• Crema de ortigas:
1 – Sofreír en aceite de oliva una cebolla grande cortada muy fina. Añadir
ortigas trituradas, dejando que se sofría todo junto, y echar 1 litro de agua con
un poco de sal marina. Dejar cocer durante 15 minutos y añadir, una vez
apagado el fuego, crema fresca y queso parmesano. Pasar todo por el
minipimer y acompañar de pan viejo ligeramente sofrito. Se trata de una
receta altamente revitalizante y remineralizante.
2 – En 1 litro de agua, hervir durante media hora 500 gr de sumidades
tiernas de ortigas y una taza de copos de avena. Añadir 50 gr de requesón y
dejar enfriar. Pasar por el minipimer, añadir 2 cucharadas de tamari y volver
a cocer la crema durante media hora más.
• «Dado» para caldos vegetales: Triturar finamente 1 kg de cebollas, 1 kg
de zanahorias, 172 gr de apio, 800 gr de perejil, 400 gr de tomates, 450 gr de
judías verdes, 1/2 kg de calabacines y 200 gr de tomillo. Mezclar todos los
ingredientes con 1 kg de sal marina integral fina. Ponerlo en un tarro que
cierre hermético, cubriendo los ingredientes con papel de pergamino, y usarlo
para preparar caldos vegetales instantáneos o para dar sabor a multitud de
preparaciones a base de verduras.
Salsas
Muchas de las plantas medicinales, sobre todo las aromáticas, se catalogan
en medicina oriental como extremo yin debido a su efecto expansivo. Es por
este motivo que no solamente sirven de delicioso y perfumado
acompañamiento de carnes y pescados sino que equilibran el extremo yang
de estos últimos, haciéndolos más digeribles y saludables. La cocina
tradicional árabe, que prepara la carne con miel, canela y azafrán, es un
ejemplo más de esta sabia manera de equilibrar alimentos extremos, haciendo
de la cocina un verdadero arte, un juego de alquimia que transforma las
materias primas.
• Salsa a la menta:
1 – Triturar finamente 50 gr de menta fresca, añadir 25 gr de azúcar
integral de caña, 15 ml de vinagre de sidra, 4 cucharadas de agua, sal y
pimienta. Es una salsa exótica y perfumada, típica de la cocina inglesa e ideal
para acompañar las carnes.
2 – Pasar por el minipimer: 200 gr de queso de cabra (en rulo), 50 gr de
perejil, 30 gr de menta verde, 20 gr de germinados de cebada perlada, sal y
pimiento rojo en polvo. Verter muy despacio 1 vaso de aceite de oliva. Salsa
particularmente indicada para la pasta, se adapta muy bien a muchos otros
platos.
• Salsa a la salvia: Sofreír en una sartén 2 cebollas grandes trituradas.
Añadir 100 gr de pan mojado en leche y 2 cucharadas abundantes de salvia
fresca. Pasar por el minipimer, diluyéndola si hace falta con un poco de agua
caliente. Para carnes y pescados.
• Salsa a los aromas:
1 – Triturar finamente 4 tomates maduros, 2 dientes de ajo, 140 gr de
aceitunas sin hueso, una hoja de laurel y una cebolla. Poner todo al fuego
junto a un poco de sal marina y 2 cucharadas de aceite de oliva. Cocer
durante 20 minutos, añadir unas hojas de albahaca, una pizca de mejorana,
una de lavanda y una de tomillo y apagar el fuego en seguida. Mezclar y
tapar la olla.
2 – Dejar en infusión durante 10 minutos en 1/2 litro de caldo de pescado
(o vegetal): 1 rama de tomillo, 1 de albahaca, 1 de ajedrea, 1 de mejorana, 1
de salvia, 2 escaloños picados y 1 cebollino. Añadir sal, pimienta y nuez
moscada. Filtrar la infusión de hierbas, añadir harina y mantequilla y hervir
todo a fuego lento durante unos minutos. En el momento de servir, añadir
zumo de limón y una pizca de estragón. Excelente para pescado hervido o al
vapor.
• Salsa de grosella: Recoger medio kilo de grosella, lavarlo y dejarlo en
infusión en agua hirviendo durante unos minutos. Quitar el agua y verter la
grosella en una sartén honda junto a 1 vaso de vino rojo, azúcar de caña, piel
de limón rallada, canela, sal, pimienta y una nuez de mantequilla. Dejar cocer
a fuego lento, añadiendo al final un poco de miga de pan. Servir caliente para
acompañar la carne, sobre todo de ave. La grosella se puede sustituir por
arándano.
• Salsa de gengibre y perejil: En una taza pequeña, mezclar una
cucharada de perejil picado, 1/4 de cucharadita de gengibre rallado, un poco
de agua y 1 cucharada y media de tamari shoyu. Sirve para acompañar
verduras al vapor, tofu a la plancha, mazorcas de maíz hervidas.
• Salsa arco iris: Machacar 160 gr de nueces, añadir la piel rallada de 2
naranjas, 1 loncha de calabaza cortada en trocitos, 2 manzanas ralladas, 3
clavos de especia, 45 gr de pan rallado y 1/2 litro de vino rojo. Dejar hervir
durante 30 minutos. Pasar por el minipimer y servir fría.
• Pesto a la genovesa: En un mortero, machacar hasta convertir en salsa 4
dientes de ajo, 1 manojo de albahaca fresca, 2 cucharadas de piñones, una
pizca de sal y 1 vaso de aceite de oliva extravirgen (que se irá añadiendo
poco a poco). Al final, añadir queso parmesano rallado al gusto. Es la salsa de
los muy conocidos espagueti al pesto, pero se puede añadir también en crudo
a sopas de legumbres, arroz y menestras.
• Pesto loco: Pasar por el minipimer: 7 cucharadas de piñones, 1 puñado
de salvia fresca, 5 cucharadas de aceite de oliva, sal y un poco de agua de
cocción de la pasta o del cereal que queremos condimentar. En el último
momento añadimos 9 cucharadas de queso parmesano rallado.
• Salsa de menta y alcachofas: Limpiar y cortar muy finamente 3
alcachofas y cocerlas en una olla junto a 1 taza de caldo vegetal y 2 dientes
de ajo machacados. Una vez cocidos, pasar por el minipimer, añadiendo unas
hojas de menta, perejil y 5 cucharadas de aceite de oliva. También sirve para
aliñar pasta y cereales integrales.
• Salsa al curry y mejorana: Pelar una manzana y cortarla en trocitos que
dejaremos sofreír junto con una cebolla picada en una sartén con un poco de
aceite y de mantequilla. Guardar. En 1 cucharada de aceite de oliva y 30 gr de
mantequilla, sofreír 2 cucharadas de harina de cebada, 2 cucharadas de harina
de trigo integral y 1 cucharadita de curry (o más, al gusto). Ir añadiendo 1/4
litro de caldo vegetal y sal, mezclando sin parar. Incorporar entonces el
sofrito de manzana, dejando cocer todo durante 25 minutos, a fuego lento.
Quitar del fuego y añadir 1/4 de nata líquida y 1 cucharada de mejorana
picada.
• Mayonesa con albahaca: Preparar una mayonesa como de costumbre
(más fácil con el minipimer) y echar 1 cucharada de perejil, una de albahaca
y dos dientes de ajo. Volver a pasar todo por el minipimer y servir como
aperitivo, junto con aceitunas y pan moreno o como acompañamiento de
pescado.
• Salsa negrita: En un bol, mezclar 2 cucharadas de perejil picado, 1
cebolla dulce picada, 2 hojas de menta, 2 hojas de melisa (trituradas) la yema
de 1 huevo duro desmenuzada, 1 cucharada de mostaza blanca, el zumo de 2
limones mezclado con 1/2 vaso de aceite de oliva, 2 cucharadas de yogur y 1-
2 cucharadas de agua. Mezclar bien de forma que los ingredientes formen una
salsa y usarla para acompañar todo tipo de ensaladas.
• Pinzimonio: Es un clásico aperitivo italiano que tiene como base aceite
de oliva, zumo de limón y sal. Estos tres ingredientes se deben mezclar bien
durante unos minutos (personalmente añado también tamari) y se le añaden
luego unas hierbas que pueden diferir según el momento. Veamos algunos
ejemplos:
1 – aceite, ajo, zumo de tomate, orégano, pimiento rojo;
2 – aceite, ajo, mostaza, romero, limón y sal;
3 – aceite, perejil, ajo, menta, ajedrea, limón, tamari y sal.
El compuesto debe resultar una salsa bastante líquida. Se sirve en copitas
individuales, poniendo en el centro de la mesa un plato con verduras frescas,
limpias, enteras o cortadas en trozos grandes. Las verduras más típicas en el
pinzimonio son: zanahorias, apio, nabos, rabanitos, cebollinos, brécol,
coliflor, tomates…
• Mantequilla a la salvia: Limpiar y secar 30 gr de hojas de salvia, picarla
finamente y mezclarla con 100 gr de mantequilla, amalgamando bien los
ingredientes hasta que el compuesto resulte liso y cremoso. Salar y guardar
en la nevera hasta el momento de utilizarla. Tendréis una exquisita
mantequilla aromatizada, para servir con pan integral tostado o para
condimentar pastas y arroces.
• Salsa tzaziki: Triturar en el minipimer media cebolla, 2 dientes de ajo,
un puñado de perejil y algunas hojas de menta junto a 700 gr de yogur.
Añadir 1 pepino cortado en trocitos muy pequeños y sal. Servir fresca.
• Salsa de romero: Lavar y triturar las hojas de 5 ramitas de romero.
Sofreír en una olla 1 cucharada de harina en 35 gr de mantequilla y 1
cucharada y media de aceite de oliva. Añadir el romero y 1 cucharadita de
paprika, manteniendo el fuego muy lento. Añadir luego 12 nueces finamente
trituradas, 4 cucharadas de agua y una pizca de sal, dejando cocer durante 12-
14 minutos más. Apagar y, cuando la salsa esté tibia, añadir 1 cucharada de
nata líquida. Sirve para acompañar pastas y cereales.
• Salsa de gengibre-kozou para verduras al vapor: Hervir al vapor
verduras a placer (pueden ser brécoles, coliflor, coles de Bruselas, judías
verdes…) hasta que estén cocidas pero al dente. Retirar dos tazas del agua de
cocción, dejarla enfriar y diluir en ella una cucharada de kozou. Verter el
compuesto en un cazo pequeño junto a una cucharada de vinagre de arroz,
media cucharadita de gengibre rallado y tamari shoyu al gusto.
Otros platos
Muchas de las recetas que siguen forman parte de la tradición culinaria de
mi tierra natal, la Toscana del norte, tierra de los etruscos. Siendo el clima
italiano muy parecido al español, así como los alimentos que de él derivan, he
integrado muchas de estas recetas tradicionales en las clases de macrobiótica
y cocina natural que imparto regularmente en Formentera. La mayoría de
ellas no han necesitado muchos cambios, ya que la base alimentaria de esta
región italiana han sido hierbas y verduras silvestres junto a la espelta y al
trigo; algunas, en cambio, las he presentado en una versión más aceptable por
una dieta naturista. Cuando en las clases presento un plato que contiene
productos lácteos, preparo también un plato alternativo donde los lácteos son
sustituidos por leche de soja y tofu. El fin es de obtener un plato delicioso
pero ligero, adaptado a los que siguen un régimen más estricto.
He intentado aislar en este libro, no específico de cocina, recetas fáciles y
rápidas que constituyan más que todo ejemplos de cómo podemos integrar las
hierbas en nuestra alimentación. No hay prácticamente recetas definidas
como de gourmet; para seguir la línea del libro, he preferido elegir platos
sanos y muchos de ellos aplicables a dietas y regímenes curativos o
depurativos.
Entrantes
• Ensalada de diente de león: Tostar trocitos pequeños de pan moreno del
día anterior. Restregarlos con ajo y unirlos al diente de león ya limpio y
dispuesto en un plato. Añadir daditos de queso fresco de cabra. Aliñar.
• Ensalada a las finas hierbas: Preparar una ensalada con lechuga, berro,
rucola, tomates y poca cebolla. Verter por encima una salsa preparada
pasando por el minipimer yogur natural, un diente de ajo, aceite de oliva, sal
y abundante eneldo fresco. Decorar con flores de capuchina.
• Ensalada griega: Preparar una ensalada con tomates bien maduros,
cebollas, lechuga y pepinos. Añadir queso feta cortado en daditos, ajo
finamente picado, aceite extravirgen de oliva, aceitunas negras, sal y
abundante orégano.
• Ensalada de primavera: Lavar las hojas de lechuga y colocarlas en un
plato. Añadir rabanitos cortados en lonchas finas y hojas y flores de borraja.
Condimentar con aceite, sal y hojas de menta. Adornar con flores de
capuchina.
• Ensalada oriental: Rallar un nabo grande, salarlo y apartarlo. Calentar
en una sartén 2 cucharadas de aceite de sésamo y sofreír el nabo, secándolo
después con papel de cocina y dejándolo enfriar. Sofreír en el mismo aceite
125 gr de champiñones cortados en rodajas finas, hasta que estén blandos; si
es necesario, añadir más aceite. Secarlos también con papel de cocina.
Repetir el mismo proceso con 3 gambos de apio cortados en trocitos. Mezclar
las verduras fritas con 3 puerros crudos cortados muy finos y 1 zanahoria
rallada. Preparar una salsa con 3 cucharadas de tamari shoyu, 1 cucharada de
azúcar de caña, 1 cucharada de vinagre de arroz, 1/4 de cucharadita de
pimienta negra, 2 cucharadas de sésamo tostado y 1 cucharadita de gengibre
en polvo.
Verduras al vapor con salsa de gengibre
Ensalada de capuchina
• Ensalada de aloe: Se corta un cuarto de col roja en rodajas muy finas, se
añade un pepino en rodajas finas, un puñado de nueces picadas y un puñadito
de pasas. Se adereza con aceite de oliva extravirgen, media cucharadita de
mostaza, 1 cucharada de aceite aromatizado (ver recetas) y un trozo de aloe
de 4×4 cm picado muy fino.
• Hierbas silvestres con germinados: Preparar una ensalada con hojas
tiernas de diente de león, sumidades de ortigas, llantén, berro, perifollo, apio
salvaje y perejil. Añadir germinados a placer; pueden ser de trigo, de lentejas,
de guisantes, de azukis o de alfalfa, y adornar con flores de diente de león y
de malva. Condimentar con aceite de oliva, tamari, zumo de umeboshi y
alcaparras. Es un plato altamente depurativo, especialmente indicado en las
curas de primavera para descongestionar el hígado.
• Pomelo caliente a las especias: Encender el grill del horno. Mezclar la
pulpa de 2 pomelos cortados por la mitad con 50 gr de azúcar moreno, 1/4 de
cucharadita de especias ralladas (pimienta, o bien mezcla de canela, clavo de
especia y nuez moscada), 1 cucharada de mantequilla y 1 cucharadita de ron.
Llenar con el compuesto las mitades de pomelos y mantenerlos bajo el grill
del horno durante 6-8 minutos, hasta que la parte superior empiece a
burbujear. Servir caliente.
• Tofu a las hierbas aromáticas: Dejar macerar durante media hora 400
gr de tofu en una mezcla preparada con 2 cucharadas de tamari, 1 cucharada
de miso (previamente diluido en poca agua tibia), 1 cucharada de aceite de
oliva, 1 cucharada de zumo de limón, 2 dientes de ajo picados y 1 cucharada
de hierbas aromáticas (perejil, albahaca, cebollino, ajedrea) picadas. Saltear
entonces el tofu por ambos lados en una sartén con poco aceite de oliva,
rociándolo con un poco del líquido de la maceración.
• Tofu en pinzimonio con gengibre: Hervir 300 gr de tofu durante 5
minutos. Cortarlo en cubitos de un par de centímetros de lado. Con la ayuda
de una gasa, extraer el zumo de 1 cucharada de gengibre recién rallado.
Cortar muy finamente 1 cebollino, mezclarlo con el zumo de gengibre, 1
cucharada de tamari, 1 cucharadita rasa de tomillo y 2 cucharadas del agua de
cocción del tofu. Utilizar esta salsa para sumergir en ella los cubitos de tofu.
• Calabaza marinada: Cortar en daditos 1/2 kg de calabaza amarilla
dulce. Pasarla por harina integral y freirla en aceite de sésamo. Hervir durante
unos minutos en un poco de agua 2 cucharadas de tamari y 1 cucharada de
vinagre de arroz. Apagar el fuego, añadir 2 hojas de laurel o unas hojas de
romero y media cucharadita de gengibre rallado. Disponer la calabaza en un
tarro de cristal con cierre hermético, cubrir con el líquido, cerrar y dejar
marinar durante 1 día. Conservar en la nevera.
• Tomates rellenos: Vaciar los tomates, salarlos y llenarlos con queso de
cabra de rulo previamente mezclado con un picado finísimo de cebollino y
orégano. Colocarlos en un plato sobre hojas de lechuga y cubrirlos con una
salsa verde a base de aceite de oliva extravirgen, tamari, ajo y menta.
• Queso tierno al tomillo: Cortar en daditos un queso tierno y fresco,
mejor aún si es de cabra. Disponerlo por capas en un bol y entre capa y capa
verter aceite de oliva de buenísima calidad y hojitas de tomillo. El queso,
para conservarse, debe estar cubierto de aceite. Esperar unas horas antes de
consumirlo. Ideal para las fiestas. Esta receta se puede preparar sustituyendo
el queso por tofu. El aceite de oliva utilizado se puede aprovechar luego para
aliñar ensaladas.
• Zanahorias en salsa blanca con menta: Rallar unas cuantas zanahorias
y condimentarlas con aceite, zumo de limón y sal. Mezclar y dejar descansar
unos minutos. Preparar una salsa mezclando yogur con perejil y menta
picados, y verterla sobre las zanahorias. Servir este plato fresco.
Foccacia de romero
• Raviolis a la salvia: En las tiendas de alimentación natural se pueden
encontrar raviolis ya preparados de buena calidad, por lo cual no me
entretengo en la receta base, que es larga y dificultosa, sino en la salsa de
acompañamiento. Mientras los raviolis están cociéndose en agua y sal, poner
al fuego una sartén con mantequilla y hojitas de salvia (2-3 hojas por
persona) trituradas y rehogar hasta que la mantequilla esté completamente
derretida. Verter inmediatamente sobre los raviolis calientes, añadiendo por
encima queso parmesano rallado. Los platos deberían calentarse antes de
servir los raviolis.
• Tarta salada de hierbas: En un bol, preparar una masa sencilla con 1
taza grande de harina integral, 2 cucharadas de aceite de oliva, sal y agua
tibia suficiente para formar una pelota que no se pegue a las manos. Amasar
durante unos minutos y, con un rodillo de madera, formar una base muy fina
(no contiene levadura, por lo cual la masa debe ser sutil) que extenderemos
sobre una placa de horno untada con mantequilla. Aparte prepararemos un
relleno compuesto de: 2 tazas de acelgas hervidas, 1 taza de borrajas
(previamente hervidas y troceadas), 2 puerros cortados finamente y
rehogados en mantequilla, 2 patatas crudas cortadas en lonchas finas, 3-4
cucharadas de aceite de oliva, 2 huevos, 1 taza de queso parmesano rallado, 1
taza de requesón, 1 taza de cereal integral ya cocinado, sobrante de las
comidas anteriores (arroz, espelta, cebada, etc.), un poquito de mejorana, sal
marina y 2-3 hojitas de albahaca. Mezclarlo todo, verter el relleno sobre la
masa y cubrir con la masa restante también extendida. Mojar con agua la
superficie para que no se seque e introducirla en el horno, previamente
calentado a 170° (encendiendo solamente la parte de abajo). Dejar cocer
durante una hora más o menos, hasta que la superficie esté bien dorada.
Empanada de ortigas y diente de león
• Empanada de ortigas y diente de león: Hervir en poca agua 500 gr de
acelgas y 500 gr entre ortigas, diente de león y lúpulo (este último no es
imprescindible, se puede sustituir por borraja). Una vez hervidas, quitar el
agua a las hierbas y mezclarlas con aceite de oliva, nuez moscada, sal,
pimienta y 300 gr entre requesón y queso rallado. Preparar una masa con
harina, sal y aceite y disponerla en una fuente. Verter el relleno y antes de
cerrar la empanada echar por encima 3 huevos crudos. Agujerear la superficie
y cocer a horno medio hasta que esté dorada.
• Guiso de lentejas con ajedrea: Cocer durante hora y media 200 gr de
lentejas en medio litro de caldo vegetal, usando una olla de barro con
tapadera. En los últimos minutos de cocción añadir 2-3 hojas de laurel y de
ajedrea y una pizca de gengibre rallado. Salar, añadir 20 gr de harina y 500 gr
de germinados de avena. Cocinar unos minutos más a fuego moderado. Servir
con ajo picado y aceite de oliva crudo.
• Habas con ajedrea: Las habas se prestan en particular a ser
aromatizadas por la ajedrea. Si son tiernas, dejarlas cocer con su piel en agua
junto a una rama de ajedrea. Guardar el agua de cocción porque se puede
utilizar para preparar una sopa perfumada y afrodisíaca. Las habas, en
cambio, se pueden servir como acompañamiento de otro plato, sofreirlas, o
simplemente condimentarlas con tamari, aceite de oliva y limón.
• Cebada con ortigas: Cocinar la cebada en olla a presión después de
haberla tenido en remojo durante 12 horas. Aparte, saltear en aceite de oliva 2
cebollas cortadas en rodajas muy finas y después de unos minutos de cocción
añadir 200 gr de ortigas tiernas. Unir las ortigas y dos cucharadas de tamari a
la cebada y cocer todo junto durante 20 minutos. Dejar reposar una decena de
minutos antes de servir. Es un plato que podemos definir como curativo, ideal
en primavera. La cebada es el cereal del hígado, lo descongestiona mientras
que la ortiga lo depura.
• Tempura de borraja: Recoger una cuantas hojas de borraja, lavarlas y
secarlas. Mezclar en un bol harina integral de trigo con agua y un poco de sal
marina hasta conseguir un compuesto semilíquido. Empapar las hojas de
borraja (una por una) en la pasta y freírlas en abundante aceite de oliva
caliente. Para preparar un plato exquisito, freír también unas cuantas flores de
calabacín, previamente lavadas y pasadas por el mismo compuesto. Una vez
cocidas, rociarlas con tamari shoyu.
• Tempura de hierbas silvestres: En un bol, picar finamente las hierbas
silvestre que encontremos en nuestro jardín: acelgas, borraja, un manojo de
rucola, unas hojitas de menta, un poco de ajedrea o bien de orégano. Añadir
sal marina, harina de trigo, harina de garbanzos, semillas de girasol o de
sésamo y agua hasta obtener un compuesto que se pueda coger a cucharadas
para freír en abundante aceite de oliva. Rociar con una salsa preparada con
tamari shoyu, gengibre rallado y un poco de agua.
• Tortilla de ortigas: Lavar 500 gr de ortigas frescas y tiernas (las
sumidades) y saltearlas unos minutos en una sartén con un poco de aceite de
oliva. Salar y seguir mezclando para que no se quemen. Al mismo tiempo,
batir 4 huevos y añadir 2 cucharadas de queso parmesano rallado y 2
cucharadas de nata líquida. Cuando las ortigas estén bastante tiernas, verter
los huevos en la misma sartén y preparar la tortilla.
• Huevos especiados: Cortar por la mitad longitudinal 4 huevos duros. En
una sartén con un poco de aceite de oliva, sofreír 1 cebolla cortada finamente
hasta que quede suave y trasparente. Apartarla del fuego y añadirle un
picadillo preparado con 1 cebolla, 2 dientes de ajo, sal marina, 1 cucharadita
de gengibre ral lado, 1 de coriandro en polvo, 1 de comino picado, 1 de curry
y 1 de pimentón. Unir a todos estos componentes 250 gr de tomates maduros
y cocer la salsa tapada hasta que esté densa. Añadir entonces los huevos
duros y seguir la cocción durante 3 minutos más antes de servir. Acompañar
con pan moreno integral tostado.
• Huevos a la salvia: Lavar 30 gr de alcaparras y preparar con ellas un
picadillo con 3 dientes de ajo, 30 gr de pan mojado en zumo de limón, 2
hojas de salvia y sal. Pasar por la batidora si es necesario y verter la salsa en
un plato. Preparar 4 huevos duros y, después de haberlos dejado enfriar,
cortarlos en lonchas finas y disponerlos sobre la salsa, espolvoreando salvia
fresca picada.
• Pastel de berenjenas y albahaca: Cortar 2 berenjenas en lonchas y
rociarlas con sal marina, dejándolas reposar una hora antes de utilizarlas. En
una fuente, disponer unas cucharadas de salsa de tomate casera o bien de
tomate biológico en bote de cristal que se vende en las tiendas de
alimentación natural (es menos ácido que el tomate natural); disponer una
capa de berenjenas, cubrirla con mozzarella en lonchas, 1 cucharada de
alcaparras, 1 pizca de orégano o de tomillo, unas cucharadas de queso
parmesano rallado, abundante albahaca fresca triturada, 2 cucharadas de
aceite de oliva, 1 diente de ajo picado y, por último, la salsa de tomate.
Formar una o dos capas más. Para la receta entera se necesita un bote grande
de tomate (500 gr), que se pasará por la batidora antes de utilizarlo.
Eventualmente, añadir agua, ya que al final el pastel debe resultar jugoso.
Seitán en papillote con romero
• Berenjenas especiadas: Se trata de una receta típica árabe. Cortar en
trocitos 4 berenjenas y salarlas. Después de 20 minutos, lavarlas y secarlas
con papel de cocina. En un wok, sofreír en 4 cucharadas de aceite de oliva 2
cebollas cortadas muy finas y 1 diente de ajo picado, hasta que las cebollas
estén doradas. Añadir entonces 1/4 de cucharadita de pimienta de Cayena, 1/4
de cucharadita de clavos de especia triturados en el mismo momento y 1/4 de
cucharadita de comino en polvo. Cocer durante 2 minutos y agregar las
berenjenas, mezclando bien hasta que estén doradas. Añadir entonces 1/2 kg
de tomates maduros en trocitos, 1 cucharadita de cilandro picado, 1
cucharadita de hierbabuena fresca y 2 cucharadas de uvas pasas. Cocer a
fuego lento hasta que todo el líquido se haya evaporado. Añadir por último 2
cucharadas de perejil picado. Se puede servir caliente o frío.
• Seitán en papillote con romero: Con papel de cocina de aluminio,
confeccionar unos cuadrados de 15 cm de lado. Cortar el seitán en lonchas de
2 cm de alto. Disponer 2 lonchas en cada cuadrado, cubrirlas con zanahoria y
calabacín rallado, aliñar con aceite de oliva, ajo picado, tamari shoyu y el
líquido del seitán. Cubrir con una rama de romero y formar con el aluminio
un paquetito para ponerlo al horno. Dejar cocer unos 20 minutos.
• Grillada vegetal: En una placa de horno engrasada con aceite, disponer
separando los ingredientes por clases: rebanadas de berenjenas y de
calabacines, tomates bien rojos cortados por la mitad y cabezas de rovellones
bien limpias. Rellenar los espacios libres con pimientos rojos cortados en
tiras. Rociar todos los ingredientes con aceite de oliva en abundancia y sal.
Espolvorear con ajo y perejil picados en abundancia y con orégano seco.
Cocer al horno y cuando prácticamente las verduras están hechas (¡no secas!),
añadir lonchas de seitán y tamari shoyu (3-4 cucharadas). Dejar cocer durante
5 minutos más y servir.
Palas de chumberas
• Palas de chumberas en nituke: Recoger 2-3 palas de chumberas
jóvenes y tiernas (las hojas más pequeñas). Lavarlas, pelarlas, cortarlas en
trocitos y cocerlas unos minutos en agua, para que se pongan más tiernas. Al
mismo tiempo, sofreír una cebolla en una sartén honda, añadir sal marina y
después otros vegetales a placer como, por ejemplo, zanahorias, calabacines,
coliflor, etc. Añadir las palas, un cuarto de cucharadita de gengibre rallado, 2
cucharadas de tamari shoyu y unas hojitas de albahaca (se puede sustituir por
orégano o tomillo). Cocinar a fuego lento, evitando añadir agua, si es posible.
Los ingredientes deberían cocinarse en su propio jugo. Acompañar con
chapatis o con tortitas de maíz.
• Guisantes con menta: En el guiso de los guisantes no olvidéis echar un
buen manojo de menta piperita; añadir alguna cebolla dulce picada y una
nuez de mantequilla en el momento de servir.
• Ruibarbo al gratén: Si disponéis de ruibarbo en vuestro jardín, en el
momento en que florece hervir su gran flor en agua, como si fuese una
coliflor. Pasarla después por el horno, junto con salsa bechamel y queso, y
gratinarlo.
• Col roja estofada con manzanas: Cortar una col roja y condimentarla
con 1/4 de cucharadita de nuez moscada, 1/4 de cucharadita de canela, sal
marina, pimienta negra y 3 cucharadas de vinagre de sidra. En una olla,
fundir 25 gr de mantequilla, añadir la col, tapar y cocer durante hora y media
a fuego lento, mezclando de tanto en tanto. Añadir 4 manzanas peladas y
cortadas en cuartos y 1 cucharada de azúcar de caña. Cocer durante 30
minutos más. Servir caliente.
• Zanahorias estofadas con romero: En un poco de aceite de oliva,
saltear durante unos minutos 2 cebollas cortadas muy finamente. Añadir 4
zanahorias grandes cortadas a «cerilla», 1 cucharada de semillas de sésamo,
una rama de romero y dos hojas de laurel. Cocer unos minutos más,
mezclando. Bajar la llama, salar y dejar cocer a olla tapada durante 15
minutos. Quitar del fuego, adornar con perejil picado y servir.
Kanten de fruta fresca con menta
• Zanahorias con comino: Cortar 1 kg de zanahorias en rodajas de 1/2 cm
de ancho, disponerlas en una olla y cubrirlas con agua. Hervirlas hasta que
estén al dente. Colarlas, guardando 1 vaso del líquido de cocción. En una
olla, sofreír a fuego lento durante 10 minutos 2 dientes de ajo picados, 1/2
cucharadita de tomillo seco, 1/2 cucharadita de canela en polvo, 1/2
cucharadita de semillas de comino y 5 cucharadas de aceite de oliva. Añadir
el líquido de cocción de las zanahorias, 1 hoja de laurel y dejar hervir durante
15 minutos hasta que las salsa esté densa. Añadir las zanahorias y mezclarlas
con la salsa. Quitar la hoja de laurel y verter las zanahorias en un plato
caliente. Esparcir 1 cucharadita de zumo de limón por encima y servir
caliente.
Postres
• Kanten de fruta fresca con menta: En un bol de cristal, poner en el
fondo unas cuantas hojas de menta piperita fresca. Formar capas de fruta
fresca eligiendo colores agradables: una capa de fresas cortadas en trocitos, 1
capa de piña, 1 capa de kiwi, y volver a empezar hasta llenar el bol. Llevar a
hervor 1 litro de zumo de manzana biológico con la piel de 1 limón y 1
cucharada de miel. Añadir 3 cucharadas de agar-agar en copos y dejar cocer
durante 4 minutos más, hasta que el alga esté completamente disuelta.
Echar el líquido caliente en el bol por encima de la fruta cortada y dejar
enfriar en la nevera hasta que la gelatina haya cuajado. Quitar el postre del
molde y servir frío. Es un postre delicioso y de muy buena presencia; ideal en
los calurosos días del verano, ya que tanto el agar-agar como la menta
refrescan.
• Kanten de fruta cocida con menta: Cortar en trocitos 2 manzanas
golden y 3 peras. Ponerlas en un cazo a hervir junto con 1 litro de zumo de
manzana biológico, 1/2 rama de canela, 1/2 vaina de vainilla y 2 cucharadas
de concentrado de manzana (de venta en tiendas de dietética). Cocer durante
15 minutos, añadir 3 cucharadas de agar-agar en copos, mezclar y dejar hervir
durante 5 minutos más. Apagar el fuego, echar unas cuantas hojas de menta
piperita fresca y verter todo en un bol de cristal. Dejar enfriar y servir bien
frío. Este postre tiene verdaderas propiedades terapéuticas; aparte de que
puede ser incluido en las dietas más estrictas, es óptimo remedio en casos de
estreñimiento. Lo aconsejo siempre a las mujeres embarazadas que
fácilmente padecen este trastorno, y en las dietas desintoxicantes y
depurativas.
Plum cake especiado y té moro con hierbabuena
• Cake alemán especiado: Calentar el horno a 190°. Batir 3 huevos
enteros con 175 gr de azúcar moreno integral. Añadir 125 gr de almendras
picadas, 300 ml de miel, la piel rallada de 1/2 limón y la de 1/2 naranja, 50 gr
de fruta confitada, 1/4 de cucharadita de clavos de especia picados, 1/2
cucharadita de canela en polvo, 1/4 de cucharadita de nuez moscada rallada,
300 gr de harina y 1 cucharadita de levadura en polvo. Amalgamar bien los
ingredientes y verter el compuesto en un molde de 20 cm de diámetro,
engrasado previamente con mantequilla. Cocinar en el horno durante 40-45
minutos. Dejar enfriar en el molde mismo, antes de disponerlo en un plato.
• Galletas de chocolate con canela: Calentar el horno a 180°. Batir 225 gr
de mantequilla; añadir poco a poco 125 gr de azúcar integral de caña, después
225 gr de harina ya mezclada con levadura en polvo, 50 gr de cacao en polvo
y 3/4 de cucharadita de canela en polvo. Amalgamar y añadir 1 cucharadita
de extracto de vainilla. Formar unas bolitas de la dimensión de una cucharada
cada una, disponerlas sobre la placa del horno previamente engrasada con
mantequilla y aplastarlas con un tenedor. Hornear durante 12 minutos. Dejar
enfriar las galletas antes de quitarlas de la placa.
• Galletas al gengibre: Calentar el horno a 200°. Mezclar 75 gr de
mantequilla fundida con 50 gr de azúcar moreno y 1 cucharadita de gengibre.
Aparte, montar a punto de nieve bien firme las claras de 4 huevos y añadirlas
a la pasta anterior, delicadamente. Con una cucharadita hacer caer unas
bolitas de pasta sobre la placa del horno engrasada con mantequilla, dejando
espacio entre una y otra. Aplastarlas ligeramente con el dedo. Cocer durante
3-5 minutos hasta que estén doradas. Enfriar las galletas. Montar 250 ml de
nata, añadirle 1 cucharada de madeira y 2 cucharadas de gengibre; sumergir
las galletas en la nata y servir.
• Muffins de manzanas y especias: Calentar el horno a 230°. Mezclar una
pizca de sal marina con 225 gr de harina semi-integral, 2 cucharaditas de
levadura en polvo, 50 gr de azúcar de caña, 1/4 de cucharadita de pimienta en
polvo, 1/4 de cucharadita de nuez moscada rallada, 1/2 cucharadita de canela
en polvo. Batir aparte 2 huevos enteros, añadirles 50 gr de mantequilla
fundida, 150 ml de suero de leche y 1 cucharada de zumo de limón. Añadir
este último compuesto al primero de harina. Empastar delicadamente y añadir
2 manzanas ralladas. Verter el compuesto en moldes para magdalenas y
cocinar al horno durante 15-20 minutos. Dejar enfriar 5 minutos antes de
servir. Este postre, servido aun caliente y acompañado por nata montada, es
excepcional.
• Migas de fruta al cilantro: Calentar el horno a 180°. En una bandeja
para horno, previamente engrasada con mantequilla, disponer 700 gr de
manzanas peladas y cortadas en rodajas finas y 225 gr de moras silvestres.
Cubrir con 2 cucharadas de azúcar de caña y 1 cucharadita de canela en
polvo. En un bol, verter 225 gr de harina, 125 gr de azúcar de caña y 125 gr
de mantequilla; empastar hasta que la pasta no tenga el aspecto de migas de
pan. Añadir entonces 2 cucharaditas de cilantro molido (semillas). Verter este
empasto sobre la fruta y hornear durante 45 minutos. Servir caliente.
• Compota de ruibarbo y gengibre: En una olla pequeña, disolver 225 gr
de azúcar moreno en 125 ml de agua. Llevar a hervor, añadir 1kg de ruibarbo
cortado en trocitos de 5 cm, 250 ml de ginebra, 1 cucharada de piel de
naranja rallada, 1/4 de cucharadita de nuez moscada rallada, 1/2 cucharadita
de gengibre rallado. Cocer hasta que el ruibarbo esté tierno, colarlo y
disponerlo entonces en un plato. Hervir nuevamente el líquido de cocción
hasta reducirlo en 1/3. Verterlo sobre el ruibarbo, mezclando
cuidadosamente, esparcir por encima 1 cucharada de gengibre rallado y dejar
enfriar en la nevera durante 30 minutos antes de servir.
• Naranjas a la canela: En un plato, disponer 4 naranjas cortadas en
rodajas; esparcir por encima 2 cucharaditas de azúcar de caña, 1 cucharadita
de canela en polvo y 2 cucharadas de licor aromatizado a la naranja. Poner en
la nevera durante 30 minutos antes de servir.
• Peras al horno con cardamomo: Calentar el horno a 180°. En una
bandeja para horno, previamente engrasada con mantequilla, disponer 3 peras
peladas y cortadas en rodajas. Verter por encima 2 cucharadas de azúcar
moreno, 125 ml de licor aromatizado a la naranja y 2 cucharaditas de
cardamomo en polvo. Cocer en el horno durante 35-40 minutos, hasta que las
peras estén tiernas. Dejar enfriar y servirlo a temperatura ambiente, en copas
con un poco de nata montada.
• Crema rosa: Dejar hervir 100 gr de pétalos de rosas rojas en 1/2 litro de
agua durante 10 minutos. Dejar en infusión durante 15 minutos, filtrar y
añadir luego 1/2 litro de nata líquida. Endulzar con azúcar de caña. Dejar
calentar todo y al primer hervor apagar el fuego. Añadir 6 yemas de huevo
batidas y mezclar bien con una cuchara de madera. Verter la crema en copas
de cristal y servir muy fría acompañada, si es posible, de galletas de color
rosa (el jugo de remolacha es un colorante natural que proporciona
tonalidades rojorosa).
• Crema a las flores de azahar: Hervir 1 litro de leche, endulzar y apagar
el fuego. Diluir en la leche 6 yemas y 2 claras de huevo bien batidas; añadir 3
cucharadas de flores de azahar. Servir muy fría, preferentemente por la
noche, ya que esta crema, además de ser particularmente perfumada, relaja y
concilia el sueño.
• «Amasake tangerine dream»: En un cazo, hervir durante unos minutos
una taza de amasake con una taza de zumo de manzana biológico (si se quiere
más líquido se puede añadir más zumo), un trocito de canela en rama (5 cm)
y media vaina de vainilla. Apagar el fuego, servir en una taza y añadir la
punta de una cucharadita de gengibre rallado. Es un postre fácil y altamente
nutritivo; el amasake, un tipo de arroz dulce fermentado, en Japón es
alimento reservado a las mujeres que amamantan y a los niños en época de
crecimiento. Se encuentra en tiendas de alimentación natural.
La presencia de la canela y, sobre todo, del gengibre hacen de este postre
un alimento-medicina ideal para los que padecen trastornos circulatorios y
para los que se encuentra débiles, convalecientes y bajos de energía.
• Miel rosada: En medio litro de agua hirviendo, echar 100 gr de pétalos
de rosa roja. Dejar hervir durante 10 minutos y reposar luego 10 minutos
más. Filtrar la infusión, unir 700 gr de miel pura de muy buena calidad,
mezclar y guardar en tarros de cristal con cierre hermético. Podéis usarlo para
endulzar las tisanas o bien para practicar gárgaras en casos de anginas,
diluyéndolo en agua tibia. Restregado suavemente, con los dedos limpios,
sobre las encías de los bebés en época de dentición les aporta un alivio
inmediato; es una óptima alternativa a los dudosos productos químicos que
persiguen este fin.
Licores y vinos
A pesar que muchas de las siguientes recetas, al haber sido confeccionadas
a partir de plantas medicinales, podrían haberse incluido en las preparaciones
terapéuticas señaladas anteriormente, su contenido en droga es más bajo
respecto a aquellas, por lo cual más que para curar las usaremos para prevenir
o bien para obtener un efecto más suave. La mayoría de ellas son placenteras
al paladar, por lo cual constituyen una sorpresa agradable a reservar a los
amigos en las más diversas ocasiones. Por estar preparadas a partir de
elementos naturales, azúcar integral, etc., son un válido sustituto de los
amaros y de los licores que se hallan en el comercio, que bien poco conservan
de sus recetas originales y suelen ser puras mezclas de aromas artificiales,
colorantes y azúcares. Personalmente no consumo alcohol pero he creído
interesante reunir estas recetas, muchas de ellas tradicionales y conocidas
actualmente en una versión industrial que nada conserva de los ingredientes
originales. Leer atentamente en el capítulo 1 las advertencias sobre el uso del
alcohol y la manera de rebajarlo cuando se precisa.
• Licor de menta: En 600 gr de alcohol de 60°, verter 50 hojas de menta
secas y dejarlas macerar durante 1 semana. Preparar un jarabe hirviendo en
165 gr de agua, 335 gr de azúcar y añadirlo, una vez frío, a la maceración
anterior. Filtrar y guardar en botellas. Diluido con agua y hielo, proporciona
en el verano una bebida refrescante y digestiva.
• Licor de nueces: En un tarro de cristal, poner a macerar 500 gr de
nueces verdes tiernas en 500 gr de alcohol de 60° y 500 gr de agua. Dejar el
tarro al sol durante 45 días y transcurrido este tiempo añadir a la maceración
4 gr de canela en rama, 20 gr de pétalos de rosa roja desecados, 10 gr de
semillas de hinojo y 4 gr de clavo de especia. Dejar reposar el licor a la
sombra durante 5 días más. Filtrar.
• Licor de rosas: Anotar el peso de un tarro de cristal y verter en él capas
de pétalos de rosas rojas y perfumadas, que no estén todavía abiertas del todo.
Formar capas y entre un estrato y otro verter un abundante puñado de azúcar
moreno. Tapar el recipiente y dejarlo al sol durante 10 días. Pesar de nuevo el
tarro lleno y añadir el equivalente del peso del contenido en alcohol de 80°.
Después de 3 días, filtrar con papel de filtro y guardar en una botella. Volver
a poner en el tarro los pétalos utilizados anteriormente, cubrirlos apenas con
alcohol de 80° y filtrar al cabo de 2 días. Añadir este líquido a la precedente
preparación. Este licor se conserva mucho tiempo y constituye una auténtica
receta de hadas.
• Elixir de rosas: Elegir 15 gr de rosas muy perfumadas y trabajarlas en
un mortero junto con 3-4 cucharadas de azúcar, hasta obtener una pasta.
Añadir 400 gr de alcohol de 95° y dejar macear el compuesto durante 10 días
en un tarro cerrado herméticamente, agitándolo cada día. Añadir entonces
azúcar (en total usaremos 350 gr de azúcar) y 350 gr de agua. Dejar macerar
1 semana, agitando de vez en cuando, filtrar y embotellar. Esperar un mínimo
de dos meses antes de consumirlo.
• Ratafía de rosas: Preparar una infusión con 150 gr de pétalos de rosas,
frescos y muy perfumados, en 350 gr de agua hirviendo. Dejar reposar 1-2
días, filtrar y añadir 350 gr de alcohol de 95°, 250 gr de azúcar moreno, 1 gr
de corteza de canela y 1 gr de coriandro. Esperar 12 días y volver a filtrar
hasta que la ratafía se vuelva límpida. Guardar en una botella de cristal y
servir como tónico.
• Licor de tilo para pastelería: En medio litro de alcohol de 60°
mezclado con 1 litro de agua destilada, dejar macerar durante 10 días: 40 gr
de flores de tilo, 10 gr de té, 2 gr de raíz de gladiolo, 2 gr de vainilla, 1 gr de
nuez moscada, 10 gr de pieles frescas de membrillo. Agitar cada día. Filtrar y
dejar descansar 3 meses antes de utilizar.
• Tintura de vainilla: En medio litro de alcohol de 90°, dejar macerar
durante 15 días 15 gr de vainilla natural en rama. Filtrar. Utilizar para
perfumar tartas y pasteles en sustitución de la vainilina química comercial.
• Curaçao: Cortar en trocitos 25 gr de piel de naranja (solamente la parte
anaranjada) y dejarla macerar en 350 gr de agua caliente durante 1 día. Filtrar
y guardar el líquido en un recipiente cerrado. La piel se deja macerar junto a
1 gr de corteza de canela y 1 clavo de especia en 400 gr de alcohol de 95°
durante 15 días, agitando cada día. Preparar entonces un jarabe con 280 gr de
azúcar y el agua de infusión de las pieles de naranja y añadirlo a la
maceración. Dejar descansar 1 día, filtrar y embotellar. Servir después de
algunos meses.
• Licor de Marco Polo: Durante 15 días, dejar macerar en 350 gr de
alcohol de 95° los siguientes ingredientes previamente triturados en un
mortero: 3 gr de anís estrellado, 1/3 de vaina de vainilla y 10 gr de karkadé.
Añadir 400 gr de azúcar disuelto al baño maría en 350 gr de agua y mezclar.
Dejar descansar 1 día más, filtrar y embotellar. Consumido después de las
comidas, ayuda a hacer la digestión.
• Elixir inglés: En un tarro cerrado herméticamente, dejar macerar durante
10 días: 5 gr de hojas de menta, 3 gr de hojas de melisa, 1,5 gr de coriandro,
1,5 gr de corteza de canela, 1,5 gr de nuez moscada, la piel de un limón y 350
gr de alcohol de 95°. Agitar dos veces por día. Añadir 400 gr de azúcar
disuelto en 350 gr de agua y dejar reposar durante 5 días más. Filtrar y
embotellar. Consumir después de unos meses.
• Amaro alemán: En 350 gr de alcohol de 95°, dejar macerar durante 15
días 5 gr de valeriana, 5 gr de ajenjo, 10 gr de menta, 5 gr de gengibre y 5 gr
de centáurea. Mezclar y filtrar. Verter 300 gr de agua caliente sobre la piel de
una naranja amarga y dejarla en infusión durante 8 horas, luego filtrar y
añadir 350 gr de azúcar, calentando todo para obtener un jarabe. Una vez frío,
añadirlo a la maceración alcohólica ya filtrada. Esperar un día y embotellar,
dejándolo descansar 3 meses antes de consumirlo. Es un óptimo aperitivo y
digestivo.
• Licor ruso: En un mortero, machacar 2 gr de corteza de canela, 2,5 gr de
angélica, 2 gr de anís estrellado, 1 gr de clavos de especia, 1 gr de raíz de
genciana, 1 gr de cálamo aromático y luego dejar macerar el compuesto en un
tarro cerrado herméticamente, durante 1 semana, en 100 gr de alcohol de 95°
y 100 gr de agua. Añadir entonces 220 gr de alcohol, 1/2 vaso de vino rojo y
un jarabe obtenido calentando 350 gr de azúcar en 350 gr de agua.
Embotellar y consumir después de 6 meses.
• Licor de anís: Macerar durante 6 semanas 40 gr de semillas de anís
machacadas, 1gr de canela y 500 gr de azúcar moreno en 1 litro de orujo.
Filtrar. 1 copita después de comer.
• Licor de manzanas: En un cazo pequeño, preparar un jarabe con 300 gr
de azúcar y 500 gr de agua. En cuanto el jarabe esté frío, verterlo en un tarro
con cierre hermético junto a 130 gr de semillas de manzana y 500 gr de
alcohol de 95°. Dejar reposar durante 2 meses, agitándolo de vez en cuando.
Filtrar, embotellar y utilizar como digestivo.
• Ratafía de naranja: Durante 5 días, dejar macerar en 200 gr de alcohol
50 gr de pétalos de naranja frescos, mezclándolo dos veces cada día. Filtrar y
añadir 300 gr de azúcar previamente disuelto en 400 gr de agua (al baño
maría) y 150 gr de alcohol. Dejar reposar 1 día y filtrar. Es un óptimo licor
perfumado, ideal para tomar por la noche, como relajante suave.
• Nocino («nuecito»): Licor típico de la tradición italiana, el nocino
debería pepararse con nueces pequeñas y verdes recogidas la noche de San
Juan. Cortar en 4 partes 19 nueces y ponerlas en un tarro con 350 gr de
alcohol de 95°. El día después añadir 4 clavos de especia, 2 gr de corteza de
canela y la piel de 3 limones (solamente la parte amarilla). Cerrar y dejar en
maceración hasta el día 3 de agosto, agitando 3 veces al día. Filtrar y añadir
500 gr de azúcar previamente disuelto en 300 gr de agua al baño maría. Dejar
enfriar y embotellar. Esperar 3 meses antes de consumirlo como digestivo.
• Elixir al café: En un tarro de cierre hermético, dejar macerar durante 3-4
días 2 vainas de vainilla en 250 gr de alcohol de 95°. El cuarto día, preparar
una infusión de café con 100 gr de café en 400 gr de agua e ir disolviendo en
ella poco a poco 500 gr de azúcar. Filtrar el macerado y añadir la infusión de
café. Dejar reposar 1 día, filtrar y embotellar. Consumir en dosis pequeñas
como tónico. No es aconsejable para las personas nerviosas.
• Lemoncito: En un tarro de cierre hermético, dejar macerar durante 15
días la piel de un limón (solamente la parte amarilla) y 16 hojas de limonero
en 1/2 litro de alcohol de 95°. Mantener en lugar oscuro, agitándolo cada día.
Transcurrido este tiempo, añadir 1/2 litro de agua mezclada con el zumo de
un limón y 400 gr de azúcar. Dejar reposar durante un día. Filtrar y
embotellar. Después de 1 mes se puede consumir como digestivo después de
las comidas o bien frío, como licor refrescante.
• Ambrosía: En un mortero, machacar 3 gr de coriandro, 1 gr de anís
estrellado, 3 clavos de especia y 1/2 gr de semillas de angélica. Verter las
especias en un tarro de cristal y dejarlas macerar en 250 gr de alcohol de 70°,
mezclando 2 veces al día, durante 10 días.
Abrir el tarro y añadir 400 gr de vino blanco seco y viejo. Cerrar y dejar
macerar 10 días más. Volver a abrir el tarro, añadir 400 gr de azúcar, mezclar
y cerrar, dejando reposar durante 5 días más. Filtrar y embotellar.
• Quina: En un tarro de cierre hermético, dejar macerar durante 2 semanas
40 gr de corteza de quina y 4 gr de piel de naranja amarga (solamente la parte
anaranjada) en 150 gr de alcohol de 95° y 50 gr de agua. Filtrar, pasar el
líquido a un tarro más grande, añadir 350 gr de alcohol y un jarabe preparado
calentando al baño maría 500 gr de azúcar en 450 gr de agua. Mezclar, cerrar
el tarro y dejar descansar durante 15 días más. Volver a filtrar y embotellar
sellando con lacre. Consumir después de 3 meses.
• Milhojas: En un mortero, machacar 1 gr de flores de lavanda, 1 gr de
flores de tomillo, 1 gr de menta piperita, 1 gr de cardamomo, 1 gr de clavos
de especia, 1 gr de mejorana, 1 gr de vainilla, 1 gr de nuez moscada y 1 gr de
coriandro. Dejarlo macerar en un tarro de cristal junto a 180 gr de alcohol de
95° durante 10 días, agitando 2 veces al día. Filtrar hasta que el líquido se
vuelva transparente y añadir una mezcla de 500 gr de azúcar y 500 gr de agua
hasta conseguir una amalgama perfecta. Embotellar y sellar con lacre.
Consumir después de 6 meses.
• Cassis: Dejar macerar en 1 litro de orujo 300 gr de bayas de grosella
negra durante 30 días junto con 1/2 rama de canela, 250 gr de azúcar de caña
y 3 clavos de especia. Agitar cada día. Antes de filtrar, machacar bien la
grosella con una cuchara de madera y exprimirlo todo a través de un lienzo
de lino. Guardar en botellas.
• Licor de ajenjo: En un mortero, machacar 10 gr de ajenjo, 3,5 gr de
menta piperita, 45 gr de anís, 40 gr de hinojo, 15 gr de coriandro y poner la
mezcla a macerar en 400 gr de alcohol de 95° durante 10 días. Añadir
entonces 300 gr de azúcar y 400 gr de agua, dejar reposar 1 día, filtrar y
embotellar. Después de 6 meses el licor estará listo para ser consumido como
aperitivo o como digestivo.
• Licor de hinojo: En un mortero, machacar 10 gr de semillas de hinojo,
10 gr de semillas de anís, 10 gr de comino y 10 gr de coriandro, dejando
macerar luego la mezcla en 120 gr de alcohol de 95° durante 20 días. Agitar 2
veces por día. Después de haber filtrado la maceración, añadir 1 litro de vino
blanco seco en el cual se habrán disuelto anteriormente 50 gr de azúcar. Dejar
reposar 1/2 día y filtrar. Se tomará después de las comidas media copita,
como carminativo, digestivo y diurético. Consumir frío.
• Licor de albahaca: En un tarro de cierre hermético, dejar macerar
durante 30 días 30 hojas tiernas de albahaca y una hoja grande de aloe
cortada en trocitos, en 100 cc de alcohol de 96°. El alcohol debe cubrir las
plantas. Transcurrido este tiempo, calentar 1 litro de orujo y disolver en él
400 gr de azúcar moreno. Añadir el orujo a la maceración precedente,
macerando durante 90 días más. Filtar y decantar varias veces hasta que
quede transparente.
• Licor calmante: En 2 litros de orujo, dejar macerar durante 15 días las
siguientes plantas: 10 gr de bayas de enebro, 10 gr de anís estrellado, 8 gr de
comino, 25 gr de flores de manzanilla, 20 gr de piel de limón, 20 gr de piel de
naranja y 15 gr de cálamo aromático. Añadir un jarabe preparado con 250 gr
de azúcar calentado en 250 gr de agua y, después de unas horas, filtrar y
embotellar. Emplearlo en casos de estrés, media copita al día después de las
comidas principales.
• Licor de genciana: Dejar macerar durante 10 días 30 gr de genciana, 10
gr de enebro (bayas), 10 gr de piel de naranja amarga (parte anaranjada), 5 gr
de menta piperita, 2,5 gr de frutos de hinojo y 2,5 gr de salvia en 80 ml de
alcohol y 1 litro de vino blanco seco. Rvolver cada día con una cuchara de
madera. Transcurrido el tiempo, filtrar y añadir 50 gr de miel. Consumir
después de 3 meses, 1/2 copita después de las comidas principales: es un
buen regulador del hígado y del bazo. Desaconsejado durante el embarazo.
• Marsala a las hierbas: En un mortero, machacar 5 gr de corteza de
quina, 5 gr de raíz de genciana, 2 gr de canela en rama y 2 gr de frutos de anís
verde. Poner los ingredientes a macerar en 1 litro de vino de Marsala durante
10 días. Filtrar y embotellar. Tónico y estomacal, este vino está
particularmente indicado para quien sufre de digestión lenta.
• Grapa con miel y menta: Dejar macerar en 1 litro de grapa durante 40
días 30 hojas de menta y 40 gr de miel. Mantener el tarro expuesto al sol y
agitarlo de vez en cuando. Filtrar y embotellar. Se obtendrá un licor de gusto
singular y particularmente perfumado, óptimo además para aliviar los
trastornos de la garganta y de los bronquios.
• Grapa de melisa: Dejar macerar durante 21 días en 1 litro de grapa
varias ramas de melisa fresca y 5 cucharadas de miel. Filtrar y embotellar.
Ademas de ser digestiva, esta grapa es un excelente calmante en casos de
calambres estomacales y de migrañas.
• Grapa a la tila: Durante 21 días, dejar macerar en 1 litro de grapa 4 gr
de flores de tila, 10 gr de té chino, 2 gr de vainilla, 1 gr de nuez moscada y 10
gr de piel de manzana, agitando el preparado. Filtrar, embotellar y usar como
tónico después de las comidas.
• Grapa de frambuesas: En un tarro de cierre hermético, verter en el
fondo 2 manojos abundantes de frambuesas maduras, 2 clavos de especia, 3
gr de canela en rama, 4 cucharadas de miel disuelta al baño maría y por fin,
lentamente, 1 litro de grapa. No mezclar, poner el tarro al sol durante 2
meses.
• Grapa de arándanos: Machacar ligeramente con las manos 100 gr de
arándanos y ponerlos en 1 tarro de cristal junto con 30 gr de azúcar. Cubrir
con 1 litro de grapa y exponer el tarro al sol durante 6 semanas, agitándolo 2
veces por semana. Este licor tiene excelentes propiedades tónicas.
• Vino de las 5 hierbas: En un mortero, machacar 30 gr de frutos de anís,
15 gr de frutos de hinojo, 5 gr de hojas de eucalipto, 5 gr de hojas de salvia,
20 gr de raíz de regaliz, y dejar macerar todos estos ingredientes durante 10
días en 1 litro de vino blanco de Jerez. Filtrar y guardar en botellas. En casos
de tos, consumir 4-5 cucharadas lejos de las comidas.
• «Vin brulé»: En un recipiente, llevar a hervor 5 gr de canela, 2 clavos de
especia, 2-3 bayas de enebro y la piel de un limón (parte amarilla) en 500 ml
de vino rojo. Al primer hervor, pasar una cerilla encendida sobre el vapor
para quemar el alcohol, apagar el fuego y añadir miel. Filtrar y servir bien
caliente. 1 copita como prevención y cura de resfriados y gripe.
Capítulo 3
ecología y belleza
Cosméticos y alergias
Como todo producto que contiene aditivos químicos, sobre todo colorantes
y conservantes, los cosméticos industriales provocan alergias. Para reparar
este inconveniente existen a la venta cosméticos hipoalergénicos (o sea
escasamente responsables de alergias) supuestamente exentos de alergenos y
de otras sustancias irritantes. A pesar de esto, aún así contienen muchísimas
sustancias químicas. Algunos de los ingredientes de los cosméticos
hipoalergénicos son: borato de sodio, monostearato glicerínico,
parahidrosibenzoato de metilo y propilo, aceites minerales, sorbitan
monoleado de polioxietileno, salicatado de metilo.
¡Aunque no se entienda muy bien lo que son estas sustancias, desde luego,
muy poco huelen a sano y natural! Esta es solamente una porción del
banquete químico que ofrecemos a nuestra epidermis, ya sea que usemos los
cosméticos normales en el comercio o bien los hipoalergénicos, sin contar lo
que añadimos con los jabones, champús y detergentes para lavar los platos y
la ropa.
En los cosméticos, el ingrediente que más alergias desencadena es el
perfume. No solamente puede irritar y causar reacciones alérgicas sino que,
cuando exponemos la piel al sol, es responsable de la aparición de manchas
oscuras. El perfume es totalmente innecesario en la preparación de cremas y
maquillajes, solamente sirve para hacernos creer que nos estamos poniendo
por encima algo verdaderamente apetecible.
Las grietas en la piel pueden derivar de la inclusión de glicerina en los
preparados cosméticos. Esta sustancia, que se usa abundantemente, puede
irritar y deshidratar la piel; deriva, de hecho, de la fabricación del jabón, y en
dosis altas es tóxica. Cuando la glicerina está en contacto con la piel, en vez
de absorber humedad del aire, la absorbe de los tejidos inferiores de la piel y
a la larga daña los delicados tejidos epidérmicos.
Otra sustancia a evitar es la lanolina, extraída de la lana de oveja y pasada
por procesos de acetilación, etocilación, hidrogenación, etc. que la convierten
en tóxica (se investiga en esta misma sustancia una posible actividad
cancerígena).
la piel y su estructura
Antes de pasar al tema de la cosmética natural, he creído conveniente
dedicar un espacio a una presentación más detallada del órgano más grande
del cuerpo humano: la piel.
La piel es el tejido de revestimiento del cuerpo; envuelve la entera
superficie externa del organismo llegando a lugares como la boca, la nariz, el
ano y la vulva, en los cuales cede su sitio a la mucosa. Representa al mismo
tiempo una barrera de defensa del mundo exterior y un órgano de los sentidos
que nos relaciona con el medio ambiente. En un adulto de peso y estatura
«normales», la superficie total de la piel es de 15.000 a 18.000 cm2; en la
mujer es sensiblemente menor. Su espesor máximo se localiza en las palmas
de las manos y en las plantas de los pies y es por esta razón que en estos
lugares la piel es más resistente y robusta; donde es más sutil, es más delicada
y frágil. La eficacia protectora de la piel varía con la edad, porque con el
tiempo la elasticidad disminuye y con ella también la calidad de la piel
misma. Una piel lisa y ligeramente grasa asegura una mayor protección,
mientras que una piel áspera, seca y agrietada favorece la penetración en
profundidad de bacterias y de hongos.
La piel pertenece, como los riñones, al aparato excretor: a través de la piel,
de hecho, eliminamos con el sudor una gran cantidad de agua y de sustancias
dañinas y superfluas. Tiene, pues, una función de regulación hídrica y de
limpieza del organismo. A través de la piel se verifica además un intercambio
de oxígeno y anhídrido carbónico entre organismo y ambiente, análogo al que
realizan los pulmones a mayor escala. Es, pues, un complicado órgano de
absorción y elaboración que, gracias a la espesas redes vasculares y nerviosas
que posee, cumple preciosas funciones biológicas.
La más importante función de la piel es la de adecuar las condiciones del
ambiente externo a las del cuerpo interno.
El color de la piel viene determinado por la melanina, un pigmento de
color oscuro. El tono de la piel es tanto más claro cuanto menor es la
presencia de melanina en la piel misma. La producción de melanina viene
determinada por varios factores como el clima, la exposición al sol y la
alimentación.
La piel está constituida por dos capas fundamentales superpuestas, que son
completamente distintas en su estructura y composición: la dermis, más
profunda, y la epidermis, la capa más superficial. Una tercera capa menos
importante es la hipodermis o tejido subcutáneo, que es la capa más espesa y
profunda.
Para los fines propiamente cosméticos, los factores más importantes son
las fibras presentes en la dermis: las fibras elásticas o musculares,
responsables de la elasticidad y de la flexibilidad de la piel, y las fibras de
colágeno, indispensables para el mantenimiento de una piel firme y
consistente. Cuando las células de las fibras elásticas no reciben un cuidado
adecuado, se endurecen dando lugar a piel seca, resquebrajada, arrugada; el
debilitamiento de las células de colágeno da lugar a flacidez y también a las
arrugas. La dermis en buenas condiciones, gracias a su elasticidad, ofrece una
notable resistencia a las lesiones.
En general, reconocemos tres tipos de piel: grasa, normal y seca.
Dentro de esta clasificación caben muchas variedades; a veces, por
ejemplo, una misma persona presenta tipos distintos de piel en zonas distintas
de su cara. Una piel grasa se reconoce fácilmente por las trazas de untuosidad
que puede presentar después de un cierto tiempo de haberse lavado la cara
por la mañana. La piel normal y la seca se pueden confundir; de todas formas
la primera también puede beneficiarse de un tratamiento externo indicado
para pieles secas.
El factor pH es algo de lo cual se oye hablar a menudo en relación con la
piel. El pH se refiere al equilibrio ácido-alcalino del cuerpo. La piel sana
presenta una capa ácida que la protege de las invasiones bacterianas y su
coeficiente pH varía de 5,2 a 6 en una escala que va de 4,5 a 7,5. De estos
últimos valores, el más bajo representa la extrema acidez mientras el más alto
denota el estado alcalino o básico.
Cuidados de la piel
Cuidar la piel es sencillo, ya que generalmente su respuesta a nuestros
esfuerzos es rápida y positiva.
La piel forma parte indirectamente de nuestro sistema respiratorio y por
eso necesita estar limpia, libre de elementos que le impidan llevar a cabo su
función. Las células muertas que se acumulan sobre la epidermis se pueden
eliminar gracias a unos productos que llamaremos exfoliantes. Los azuki, así
como la harina de avena, liberan los poros, limpiando y suavizando el cutis.
Se emplean en forma de harina molida no demasiado finamente, y se adaptan
a todo tipo de piel.
Las fricciones son muy importantes para remover los desechos que de otra
forma, al acumularse, hacen que la piel asuma un tono apagado y los poros se
dilaten y obturen.
Existen muchas maneras de realizar esta operación, indispensable para
hacer que la piel respire y para mantener abierta la comunicación vital entre
sus capas más profundas y aquello que todo el mundo puede ver.
Para quien puede permitírselo, el peeling realizado con arena mojada es
indudablemente superior a cualquier otro, ya que al beneficio de la fricción se
une la riqueza en oligoelementos de la arena y del agua de mar.
Hay que buscar un lugar en la orilla, lo bastante apartado para podernos
desnudar completamente (si no es posible, practicar el peeling en bikini).
Después de arrodillarnos o sentarnos lo más cerca posible del agua,
cogeremos varias veces con las manos arena (mejor si es fina) y agua y
empezaremos a frotar enérgicamente todo el cuerpo, cabeza incluida (no la
cara), insistiendo en zonas como brazos, piernas, riñones y pies. Se la dejará
luego sobre la piel hasta tener todo el cuerpo recubierto. Dejaremos que
actúen sus componentes, manteniéndola durante unos minutos, y luego nos la
quitaremos con un buen baño en el mar.
A diario, en casa, podemos usar un guante para fricciones; los de lufa y de
crin son óptimos para este fin.
Fruta y belleza
Una de las modas del momento en cosmética son las cremas a los «ácidos
de fruta». La fruta ha sido desde los tiempos más antiguos una gran aliada de
la belleza, también por su conocida riqueza en vitaminas.
Para mantener la piel sana y bella debemos, además de comer fruta,
aplicarla sobre la misma piel para obtener unos resultados excelentes.
Las fresas, por ejemplo, tienen un pH exactamente igual al de nuestra piel
y muchas recetas de belleza antiguas hablan de fresas machacadas con harina
de avena, con nata, con yogur, etc. Un sistema muy usado en la antigüedad
consistía en machacar una taza de fresas maduras con una cantidad igual de
agua. La mezcla se aplica antes de ir a la cama sobre el rostro, los hombros y
el cuello. Su efecto detergente y suavizante se pone en acción durante el
sueño y el residuo se quita a la mañana siguiente al despertar.
Suele decirse «piel de melocotón» de una piel bonita y joven.
Efectivamente, aplicar pulpa de melocotón, sola o con nata, devuelve a las
mejillas esplendor y un color rosado.
La acción astringente de una mascarilla de pera es muy positiva, sobre
todo para quien tiene una piel grasa; la pulpa de una pera fresca y madura
produce también un efecto desinfectante, por lo cual es muy útil en casos de
acné o espinillas.
El zumo de sandía constituye una optima loción refrescante y ejerce una
leve acción antiarrugas; los melones más dulces son utilísimos en casos de
piel árida, mientras el zumo de limón diluido con agua refresca las pieles
grasas y ayuda a eliminar las manchas oscuras de la piel.
El zumo de pepino es también muy apreciado en cosmética natural, sobre
todo para combatir la untuosidad de la piel. El pepino estimula y refresca, es
rico en azufre y sílice, y se alea perfectamente en mascarillas con el calcio de
los lácteos o con las propiedades reafirmantes de la clara de huevo.
También los tomates frescos son indicados para eliminar los defectos de
una piel oleosa.
Las mascarillas de fruta y de vegetales para la cara son agradables y
extremadamente prácticas. Unos pocos minutos bajo un capa de pulpa de
fruta pueden ayudar a corregir numerosos defectos de la epidermis.
ampliando el botiquín
Además de los productos especificados en el capítulo 1, que hemos
definido indispensables para nuestro botiquín desde un punto de vista
medicinal, hay unos cuantos más que necesitamos conocer para cuidar y
mimar nuestro cuerpo.
el rostro
Una vez por semana sería conveniente proceder a una limpieza de cutis.
Los pasos a seguir parecen llevarse mucho tiempo, pero en realidad todo el
proceso no se prolongará más de media hora.
Los vahos
El primer paso en esta operación consiste en vahos de plantas medicinales,
que tienen el objetivo de abrir los poros y permitir así las demás operaciones.
Se procederá de esta forma: en un litro de agua hirviendo se echan 5
cucharadas de flores de lavanda o bien de romero (las sumidades floridas). Se
tapa la olla y se dejan las flores en infusión durante 5 minutos.
Transcurrido este tiempo, nos taparemos con una toalla que también cubra
la olla y dejaremos que los vapores inunden nuestro rostro por unos minutos.
Quien sufre de couperose (capilares frágiles o rotos en las mejillas), debe
limitar el tiempo de exposición a los vapores y esperar a que el agua no esté
tan caliente.
Si hay algún problema de piel específico, las plantas medicinales
empleadas pueden variar, pero en general tanto el romero como la lavanda
son óptimos amigos de la piel y favorecen una higiene perfecta y una buena
prevención. Una vez terminada la operación, con los poros bien dilatados,
podemos eliminar los pequeños puntos de grasa con un poco de algodón.
Las mascarillas
No hay casi ningún alimento en nuestra cocina que no pueda servir para
conferir nutrición y belleza al cutis. A lo largo de los siglos, las mujeres han
inventado mascarillas de avena, trigo, mijo, fruta y cualquier otro alimento de
los que consumían para mantenerse con buena salud. La primera ley que
tenemos que recordar en el tema de la belleza natural es que «lo que es bueno
para dentro lo es también para fuera». Según los ingredientes que
contienen, las mascarillas pueden esclarecer, tonificar, reforzar, limpiar,
refrescar, dar mayor elasticidad o bien eliminar una untuosidad excesiva.
Fundamentalmente podemos aislar dos tipos de mascarillas: nutritivas y
detergentes.
Las mascarillas nutritivas están particularmente indicadas en casos de
pieles secas y normales; en todo caso, después de los 30 años es conveniente
aplicarlas al menos una vez por semana. Las mascarillas detergentes, en
cambio, pueden ser usadas ya desde la adolescencia, para ayudar a limitar los
efectos tan antiestéticos de puntos negros, espinillas y acné. Es importante,
durante el periodo de tratamiento, estar relajadas, mejor aún tumbadas, y con
los ojos cerrados. Las mascarillas se pueden aplicar siempre que apetezca,
incluso cada día si es necesario.
Mascarillas nutritivas (para pieles normales y secas)
• Mascarilla de fresas con nata: Es muy eficaz para suavizar y devolver
luminosidad a una epidermis amarillenta o apagada; confiere elasticidad a la
piel y proporciona un efecto antiarrugas. Hay que repetirla con paciencia
varias veces para que proporcione los resultados eficaces que promete. Lavar
un puñado de fresas maduradas al sol, machacarlas con una cuchara de
madera en un tarrito de cristal y mezclarlas con una cantidad igual de nata
fresca. Aplicar la mezcla directamente sobre el rostro y el cuello. Descansar
durante una media hora dejando que actúe la mascarilla. Aclarar con agua
caliente.
• Mascarilla al germen de trigo: Esta mascarilla es efectiva en primavera
para estimular una piel árida y seca dañada por el frío invernal. Mezclar en un
bol una cucharada de germen de trigo crudo con una de agua y batir hasta que
el germen quede blando y disuelto en el líquido. Añadir entonces una
cucharadita de yema de huevo, a ser posible fresco y fertilizado, y batirlo
todo hasta conseguir una mezcla homogénea. Aplicar sobre cara y cuello bien
limpios.
• Mascarilla de levadura de cerveza y huevo: Esta mascarilla, además de
nutrir y regenerar la piel, tiene un efecto preventivo de las arrugas. Mezclar
en un bol 1 cucharada de levadura de cerveza en copos, 1 yema de huevo, 1
cucharada de miel, 1 cucharada de aceite de romero macerado en aceite de
germen de trigo, 1/2 cucharadita de vinagre de belleza (elegir el que más
guste en el apartado relativo). Aplicar la mascarilla evitando la zona
alrededor de los ojos y dejarla actuar veinte minutos. Aclarar con agua
caliente y tonificar.
Mascarillas detergentes (para pieles normales y grasas)
La mascarilla ideal para todo tipo de piel que no sea excesivamente seca es
la preparada a base de arcilla.
La arcilla, gracias a su contenido en oligoelementos, además de efectuar
una limpieza sin igual sobre el cutis, regenera las células epidérmicas, efectúa
un peeling profundo, realiza una ación antiarrugas y, al ser antiséptica,
absorbe y previene la formación de granos y otras imperfecciones.
• Mascarilla de arcilla, lavanda y romero: Preparar una infusión
echando 1 cucharada de cada planta en una taza de agua hirviendo. Dejar
macerar hasta que el líquido esté frío (varias horas). Con un palillo de
madera, mezclar en un pequeño bol un poco del líquido filtrado con la
cantidad suficiente de arcilla para formar una pasta homogénea, no líquida.
Aplicar sobre el rostro, evitando la boca y la zona alrededor de los ojos, en
una capa de 1/2 cm, más o menos, de espesor. En cuanto se nota que la piel
de las mejillas empieza a tirar, quitar la mascarilla con agua tibia o alternando
agua caliente y fría.
Podéis añadir a la arcilla las plantas medicinales más aptas para vuestro
caso; por ejemplo, añadiréis bardana y tomillo en casos de acné; menta si
queréis proporcionar frescor a la piel; caléndula y malva si hay propensión a
las inflamaciones; brecina en casos de capilares frágiles y rotos, etc.
• Mascarilla de pepino: Ideal para pieles grasas, con espinillas o con
acné. Mezclar en un bol (o bien servirse de un minipimer) 1/2 taza de pepino
picado, dos cucharaditas de leche en polvo y una clara de huevo. Aplicar
sobre rostro y cuello con masajes rotatorios hacia arriba. Dejar actuar durante
30 minutos y enjuagar con agua caliente. Tonificar con una infusión fría de
tomillo y lavanda.
• Mascarilla de levadura de cerveza: Esta mascarilla reduce la excesiva
untuosidad de la piel y limpia más en profundidad que el agua con jabón. Se
prepara mezclando una cucharadita da té de levadura de cerveza (de venta en
tiendas de dietética) con la dosis de yogur suficiente para obtener una crema
fluida y ligera. Se distribuye sobre todas las zonas oleosas de la cara y se deja
actuar durante 15 minutos. Aclarar antes con agua caliente y después con fría.
El aclarado último puede ser efectuado con zumo de limón diluido en agua.
Esta mascarilla es muy eficaz para estimular la circulación cutánea y está
indicada al principio de la primavera, para devolver vitalidad a la piel dañada
por el clima invernal.
Mascarillas para todo tipo de piel
• Mascarilla de miel y romero: La miel es un buen detergente; limpia a
fondo la piel librándola de células muertas y de impurezas. Además es
altamente nutritiva y aporta oligoelementos preciosos. Para confeccionar esta
mascarilla, indicada para todo tipo de piel, se mezclarán dos cucharadas de
miel pura con una cucharada de aceite de romero (maceración en germen de
trigo).
• Mascarilla de aguacate y huevo: También se adapta a todo tipo de piel.
Todos conocemos los efectos positivos del aguacate y de su aceite sobre la
piel, por lo cual cuando preparamos una ensalada no estaría de más reservar
una porción de pulpa madura para el cuidado de nuestro cutis y aplicarla
directamente sobre la cara hasta el momento de servir en la mesa. Para
confeccionar una mascarilla un poco más compleja necesitamos la pulpa de
un aguacate bien maduro, 1 clara de huevo, una cucharadita de zumo de
limón y nata. Se mezclan los ingredientes hasta formar una crema y se aplica
sobre rostro y cuello dejándola actuar durante 20 minutos.
• Mascarilla a la fruta: El secreto de esta mascarilla reside en su riqueza
en vitaminas, nutriente fundamental para mantener una piel joven y viva. Se
mezcla la pulpa de 1/2 aguacate maduro con una cucharada de zumo de
tomate y una cucharadita de zumo de limón. Se deja actuar como siempre y
se tonifica.
• Mascarilla de cereales: Pueden utilizarse todo tipo de cereales —trigo,
cebada, avena, arroz, etc.— con tal que sean integrales y de procedencia
biológica. Una forma sencilla de usarlos es hirviéndolos enteros y
aplicándolos directamente sobre la piel; se pueden usar también las harinas.
La avena destaca por su efecto suavizante y detergente, por lo cual la
utilizaremos en el siguiente ejemplo: Mezclar 2 cucharadas de avena hervida
sin sal con 2 cucharadas de nata y unas gotas de zumo de limón (evitar este
último ingrediente si la piel es muy seca). Dejar actuar durante 20 minutos y
aclarar usando al final el agua de cocción de la avena.
• Mascarilla de aloe:
1 – Mezclar una cucharadita de pulpa de aloe con 1 huevo entero, 1
cucharada de miel y 2 cucharadas de harina de cebada, hasta conseguir una
pasta semilíquida. Extenderla con un pincel sobre el cutis y mantenerla
durante 10-20 minutos o bien hasta que esté seca. Aclarar con agua,
alternando caliente y fría.
2 – En casos de cutis delicado, recurrir a la siguiente mascarilla. Mezclar 1
cucharada de pulpa de aloe con 1 cucharada de pulpa de pepino, 100 gr de
yogur entero y 2 cucharadas de harina de cebada. Se puede poner una gasa
sutil entre piel y mascarilla. Mantener durante 15 minutos y aclarar como en
el caso anterior.
Los tónicos
Si la fase más importante para el mantenimiento del equilibrio epidérmico
es la limpieza del cutis, la siguiente es la tonificación.
Los tónicos y los astringentes se usan después de las mascarillas para
cerrar los poros y devolver a la piel su estado de normalidad. La tonificación
aporta, pues, una acción vasoconstrictora, sedante, local, antiséptica y
astringente.
Es conveniente efectuarla cada día e incluso dos veces al día, por la
mañana y por la noche, al fin de asegurar un correcto cuidado del cutis.
Para esta fase se usarán infusiones de plantas medicinales; se empapará en
el líquido un trozo de algodón y se aplicará reiteradamente a la cara. Tónicos
especiales aptos para solucionar particulares problemas de la piel (acné,
espinillas, etc.) se encontrarán en el apartado dedicado a las afecciones de la
piel.
Por tonificación se entiende también un uso correcto del agua, por ejemplo
alternando agua caliente y fría y repitiendo el proceso unas cuantas veces, en
casos de piel grasienta. Para las pieles normales se usará agua tibia y se
terminará con agua fría; en casos de piel sensible e irritable, se usará
únicamente agua tibia.
Si disponemos de una piel sana y normal, muchas de las hierbas que
tomamos regularmente pueden ser usadas como tónico. Ademas del romero y
de la lavanda, que resultan convenientes en todos los casos, podemos usar la
menta, que proporciona una agradable sensación de frescor, la caléndula, la
manzanilla y la malva, todas ellas con propiedades calmantes y
antiinflamatorias, o bien la ortiga, cuya riqueza en minerales aporta preciosos
nutrientes.
En casos de piel normal con tendencia a granos y espinillas, o en casos de
piel grasa, se puede elegir entre los siguientes tónicos:
• Astringente a la salvia: En una taza de agua hirviendo, echar un puñado
de salvia seca. Apagar el fuego y dejar en maceración hasta que el líquido
esté frío. Lavarse generosamente la cara con esta maceración, disfrutando de
su efecto vitalizador y detergente. Durante el verano, esta misma loción
calma el ardor provocado por el sol sobre la piel.
• Astringente de hamamelis virginiana: La acción antiséptica de esta
planta se une a la propiedad de reducir la dilatación de los poros que a
menudo acompaña a la piel grasienta.
• Loción refrescante al limón: Mezclar zumo de limón con agua, según la
concentración deseada, y ponerlo en el congelador de cubitos de hielo.
Pasarlo por la cara y por el cuello, quitando después la grasa y la humedad
con un poquito de algodón.
• Astringente de menta: En un frasco, poner en maceración durante 7 días
3 cucharadas de menta picada en 2 cucharadas de vinagre de manzana.
Escurrir apretando las hojas de menta y añadir 1/4 de litro de agua destilada.
Guardar. Purifica, limpia y refresca la piel.
• Tónico refrescante para aclarar la piel: Exprimir el zumo de medio
limón en una taza de infusión de manzanilla y aplicar.
• Tónico de coñac y romero: Preparar una maceración con 3 cucharadas
de romero fresco o seco en una taza de agua hirviendo. Dejar enfriar y añadir
3 cucharaditas de coñac y 2 de agua de rosas natural. Es una loción
estimulante y se adapta a todo tipo de piel. (Los tónicos y los astringentes de
venta en el comercio normalmente contienen alcohol, elemento que a la larga
estira y seca demasiado la piel. Esta receta contiene alcohol y, si bien es
ciertamente más natural que un tónico comprado que, además de alcohol,
contiene muchos ingredientes químicos, no aconsejo su uso habitual).
• Loción de flores de saúco: En un recipiente de cristal que se pueda
cerrar, dejar macerar durante 24 horas una taza de flores de saúco (frescas o
secas) en una taza de agua. Filtrar y mezclar con media taza de zumo de
limón fresco. Se aplica sobre el rostro y el cuello, limpios.
• Tónico reafirmante al benjuí: Mezclar 1/4 de cucharadita de tintura de
benjuí en 1/4 de taza de infusión de rosas o bien de saúco o azahar. Filtrar
con una gasa y aplicar el tónico sobre el rostro con algodón, manteniéndolo
hasta que esté seco. Sirve para reafirmar la piel y mantenerla fresca.
Antiguamente, esta receta se utilizaba en casos de palidez.
• Agua de rosas pura: Es una verdadera loción «de lujo» ya que
solamente pueden permitírsela los que viven en el campo o bien los que
disponen de rosas rojas cultivadas sin fertilizantes. Para extraer la máxima
cantidad de agua se hará preferiblemente en los días más soleados. En un
tarrito de cristal transparente, poner los pétalos de una o dos rosas rojas y
olorosas; cerrar bien y poner al sol en las horas del mediodía. Al cabo de 2-3
horas las flores habrán destilado una agua muy preciosa mezclada con el
aceite esencial. Aplicar sobre rostro y cuello y guardar lo que sobra en la
nevera, pero no más de 24 horas. Las rosas son un factor de belleza usado
desde los tiempos más antiguos y retrasan la aparición de arrugas. Este
procedimento es la forma más completa de disfrutar de sus propiedades.
Leches limpiadoras
Para la piel grasienta, la mejor leche limpiadora es la leche desnatada, ideal
también para quitar el maquillaje. Sus propiedades astringentes parecen
reducir la actividad de las glándulas sebáceas, aunque sea momentáneamente.
Deja además una sutil capa protectora sobre la epidermis. Se puede, por
comodidad, tener un tarrito de leche desnatada en polvo en el baño y, en el
momento de utilizarla, mezclarla con agua bien caliente hasta obtener la
consistencia de la leche. Aplicarla con algodón, masajeando cada zona de la
cara y retirarla con una servilleta de papel. La leche entera se puede usar de
la misma forma en casos de piel seca y normal.
Personalmente, para limpiarme la cara, y sobre todo la zona de alrededor
de los ojos, uso la saliva. A menudo cuando hago esta afirmación la gente se
queda extrañada y un poco desconfiada. ¿No es acaso lo que utilizan los
animales para lavarse y desinfectar sus heridas? La saliva es un concentrado
de energía electromagnética, es riquísima en enzimas, tiene un alto poder
desinfectante y cicatrizante. Empleada a diario, además de limpiar y nutrir,
previene infecciones (sobre todo de los ojos) y actúa como preventivo de las
arrugas.
• Leche de almendras: Mezclar 4 cucharadas de almendras molidas, 125
cl de leche y media cucharadita de miel. Batir los ingredientes y guardar en la
nevera no más de 48 horas. Es una leche limpiadora indicada en casos de
pieles secas y normales.
• Leche de pepino: Con una licuadora, extraer el zumo de un pepino
pequeño. Mezclarlo con una tacita de leche, batiendo los ingredientes durante
2-3 minutos. Aplicar con bolas de algodón sobre pieles normales y grasientas.
• Leche limpiadora de avena: Mezclar una cucharada de harina de avena
con una cucharada de leche entera y una cucharadita de nata. La avena es una
efectiva limpiadora de la piel y elimina las células muertas. Esta leche está
particularmente indicada en casos de piel seca, opaca y desvitalizada.
• Leche limpiadora de avena y nata: Mezclar un poco de harina de
avena, reducida previamente a polvo muy fino, con nata hasta obtener una
pasta de consistencia mediana. Aplicar sobre la cara y dejarla actuar unos
minutos para que remueva la suciedad. Enjuagar y secar.
• Leche limpiadora de aloe: Se mezclan en un mortero 2 cucharadas de
tintura básica de aloe, 2 cucharaditas de menta fresca y 100 cc de infusión de
romero. Aparte, se calientan al baño maría en un tarrito de cristal 10 cc de
aceite de almendras, 20 cc de leche de almendra y 10 gr de manteca de cacao,
hasta que la manteca se derrita. Se agrega entonces el compuesto de menta y
aloe y 10 gotas de esencia de limón. Guardar en la nevera. Para todo tipo de
piel.
Los jabones
Para quien tiene la piel normal y seca, y sobre todo después de los 35
años, no es aconsejable el uso del jabón para lavarse la cara. Su fuerte
alcalinidad, de hecho, le quita a la piel la capa ácida, dejándola seca y
escamosa. Si os gusta usar jabón, elegid uno que lleve indicado su pH y
controlar que este pH sea lo más similar al de la piel. Si alguna vez usáis un
jabón alcalino, aclarar la cara con agua y vinagre de sidra (o bien vinagre «de
los 4 ladrones») para devolver a la piel su capa ácida. Personalmente uso
desde hace varios años agua o restos de infusiones a las que añado de vez en
cuando una parte de arcilla en polvo (una cucharada por 2-3 cucharadas de
líquido). Con esta mezcla se masajea el rostro y se aclara en seguida con agua
caliente y fría alternadas. Para proceder a la tonificación, elegir la infusión
más apropiada en el apartado dedicado a lociones y tónicos.
La avena es también muy efectiva como sustituto del jabón; ayuda a
eliminar las células muertas y a limpiar a fondo los poros. Se usará en forma
de harina, mezclando 4 cucharadas de esta con 4 de leche. Se calienta la
leche, se echa la harina y se cocina un poco hasta formar una pasta. Se aplica
a rostro y cuello y se enjuaga con agua tibia.
Para aquellos que no quieren prescindir del jabón, los mejores son los
nutritivos y ricos en aceites para evitar que la piel se seque en exceso. No
propongo, en este apartado dedicado a la delicada piel de la cara, recetas para
preparar el jabón base, porque su ingrediente principal, la sosa cáustica, es
una sustancia muy alcalina y, si no se la diluye apropiadamente, ejerce una
acción irritante sobre la piel. En el apartado dedicado al cuerpo se
encontrarán recetas para preparar jabones partiendo del jabón de Marsella. La
naturaleza nos ofrece algunas plantas que podemos usar como sustitutos del
jabón, como por ejemplo: la saponaria (o jabonera) y la chumbera.
• Jabón líquido de saponaria: En una olla, poner a hervir durante 5
minutos 5 cucharadas de saponaria con 3 cucharadas de lavanda y 2 de
romero. Dejar el cocimiento en maceración hasta que se enfríe, colar y verter
el líquido en una botella. Usarlo para lavarse el cuerpo y el pelo.
• Jabón natural de chumbera: Es una costumbre proveniente de los
indios americanos. Consiste en abrir por el medio una pala de higo chumbo,
después de haberle quitado los pinchos, y frotar bien cuerpo y pelo con la
parte interna de la hoja. Desprende una especie de espuma de suave efecto
detergente y confiere a la piel una sensación muy agradable. Estas palas son,
de hecho, ricas en mucílago.
Los dientes
Para mantener nuestros dientes en buenas condiciones, una dieta adecuada
es tan importante como una higiene minuciosa. Por cuanto los productores de
dentífricos nos hacen creer que el secreto está en los cepillados diarios
realizados con productos confeccionados a partir de sustancias a menudo
tóxicas o contraproducentes para la misma salud dental, las verdaderas causas
de las caries y de otros problemas de nuestra dentadura residen en la
alimentación, en los factores hereditarios y en el mismo proceso del cepillado
en sí.
Es necesario evitar una alimentación rica en productos sofisticados y
refinados, en azúcar blanco, alcohol, vinagre y otros alimentos excesivamente
ácidos que sustraen minerales a nuestro organismo, y controlar que la
ingestión de minerales y vitaminas sea suficiente para la salud en general.
Nuestra dieta tiene que contener cereales integrales y alimentos duros o bien
que necesiten una masticación prolongada, ya que esta sirve para masajear las
encías.
Los dientes están compuestos principalmente de fosfatos de calcio, por lo
cual este mineral es imprescindible para el mantenimiento de una buena
dentadura; el calcio no se almacena en nuestro organismo como sucede con
otros minerales, por lo cual hay que asumirlo a diario en la cantidad justa.
Para asimilar el calcio se necesita la vitamina D; la vitamina A conserva el
esmalte y es responsable del aspecto externo de los dientes, y la vitamina C
impide el deterioro de los tejidos.
La placa dentaria la forma la saliva que se deposita sobre los dientes. La
saliva es una mezcla de secreciones glandulares y su composición está
influenciada por los alimentos que comemos. El azúcar provoca la secreción
de una cantidad de placa superior a la provocada por alimentos no
azucarados; la placa se forma cada 12 horas, por lo cual es muy importante
retirarla antes de que se deposite.
Las frutas y las verduras crudas, además de no producir placa dentaria, son
buenos detergentes y algunos de ellos, como la manzana, ejercen una acción
anticaries. Los vinagres atacan el esmalte dentario, por lo cual es mucho
mejor usar como aderezo zumo de limón o de umeboshi. En cambio, una
cucharadita de vinagre de sidra diluida en un vaso de agua, después de
comer, usada para enjuagues, ayuda a eliminar la placa.
Una carencia de minerales y de proteínas en la dieta de la mujer, durante el
embarazo y el amamantamiento, predispone también al deterioro de los
dientes en el hijo. Esto recalca que la salud en general no es solamente una
responsabilidad del individuo, sino que se determina antes de que este nazca,
en base a la calidad de la alimentación materna.
Síntomas como un excesivo acúmulo de tártaro sobre los dientes o encías
demasiado tiernas y fácilmente infectadas son un señal de alarma. También
las manchas sobre los dientes, las caries, pequeños granos de pus en la base
de los dientes en las encías y dientes que se balancean son otros síntomas a
tener en consideración.
Una cuidadosa higiene puede evitar muchas de estas situaciones. Es útil
también masajear a diario las encías y las zonas de alrededor con la yema del
dedo índice durante unos minutos.
El mal aliento, además de señalar trastornos del aparato digestivo o del
hígado, puede ser una de las consecuencias de dientes enfermos.
Comúnmente es un disturbio generado por una mala digestión que causa
putrefacciones en el organismo. Cuando en el estómago no hay ácido
clorhídrico suficiente, aparece el mal aliento.
Es importante entonces revisar la dieta y prepararse un elixir bucal que
solucione temporalmente el problema. El dentífrico de arcilla con clavo y
canela también puede ser útil, ya que actúa a la vez como elixir.
Como pequeña ayuda podemos recordar el limón: frotando los dientes con
su cáscara o con su zumo conseguiremos blanquearlos, teniendo cuidado de
enjuagarse en seguida con agua para que el ácido no ataque al esmalte. Las
fresas frescas frotadas también actúan como detergentes, así como algunas
raíces como la de alcanfor, usada en forma de tiza, que es además
antiséptica.
Los dentífricos
La mayoría de los dentífricos comerciales, además de contener un alto
porcentaje de azúcar, ya por sí mismo sumamente perjudicial para los dientes,
contienen sustancias abrasivas, detergentes o cáusticas. Los abrasivos,
usualmente a base de fosfatos o carbonatos, tendrían que asegurar una
limpieza minuciosa pero su acción corrosiva acaba por comprometer el
esmalte, sobre todo en las dentaduras débiles. El laurilsulfato, ingrediente
común a la mayoría de dentífricos, aunque ha sido presentado como
inofensivo, según estudios científicos independientes ha resultado que es
tóxico, provoca alergias y, como todos los detergentes, ejerce una acción
desequilibrante sobre la flora microbiana bucal, llegando a dañar la mucosa
misma. Algunos estudios señalan que bacterias nocivas como colibacterias y
estreptococos no son afectadas por su acción mientras que otras bacterias
inofensivas y beneficiosas son destruidas. El laurilsulfato, además, se
mantiene en la boca también después de haberla enjuagado repetidamente.
El miedo a los microbios ha llevado a la industria de los dentífricos a
incluir en sus productos el uso de antisépticos, así que sustancias peligrosas
como la benzosulfamida, el exaclorofeno e incluso el peligroso formaldehido
(sospechoso de ser cancerígeno) están presentes en su preparación. Tales
sustancias aniquilan indiscriminadamente la flora microbiana bucal
comprometiendo el sistema natural de defensa y alterando el equilibrio ácido-
basico de la boca.
Después de que la OMS se ha manifestado a favor del flúor, muchos
dentífricos lo incluyen entre sus componentes a pesar de ser sospechoso en
cuanto tóxico y de actuar como inhibidor de las glándulas endocrinas.
Para la higiene de los dientes podemos mezclar elementos biológicos y
preparar pastas dentífricas y enjuagues que sirvan no solamente para limpiar
sino para proteger nuestra dentadura de caries y alientos desagradables. La
arcilla es óptima para limpiar a fondo los dientes; si se la utiliza durante un
cierto tiempo y se vuelve después a un dentífrico normal, se tendrá la
sensación de que los dientes nunca están limpios. La arcilla es útil también
para quitar la placa y las manchas causadas por el humo, y la recomiendo
vivamente a todos aquellos cuyas encías sangran fácilmente.
Entre las plantas medicinales, elegiremos la salvia, fundamental en las
afecciones de la zona bucal y anticaries, el tomillo como antiséptico y la
menta como refrescante. Esta última, siempre que queramos podemos
añadirla a los otros componentes, ya sea en forma de infusión o de aceite
esencial.
La mirra es una resina con propiedades desinfectantes y es de gran ayuda
en casos de encías débiles y ulceradas. Añadida en forma de tintura (unas
gotas) a los dentífricos o a los enjuagues sirve como antiséptico y
conservante. Usada sola, siempre en forma de tintura, fortalece y sana las
encías y cura las llagas en la boca.
Las hojas de salvia frescas, frotadas sobre los dientes y las encías, limpian
al instante. En casos de caries dolorosa, se dejarán sobre la parte afectada
hojas machacadas con su zumo. La salvia se puede secar también en el horno,
reducir a polvo muy fino, guardarla y usarla como dentífrico. Este polvo de
salvia resulta útil como blanqueador, liberando los dientes de la placa
amarillenta. De la misma forma se prepara el dentie, el dentífrico usado en
macrobiótica, sólo que en vez de la salvia se usan berenjenas y sal marina.
El dentie es un producto óptimo y se puede conseguir en cualquier tienda de
dietética, aunque no aconsejo usarlo a diario ya que el exceso de sal marina
puede perjudicar el esmalte.
El zumo de manzana (recién centrifugado), sirve también para limpiar los
dientes y es ligeramente anticaries; por ese motivo es saludable acostumbrar a
los niños a comer una manzana con su piel entre las comidas.
• Dentífrico de arcilla y salvia: Preparar media taza de infusión muy
concentrada de hojas de salvia y no filtrarla hasta que esté fría. Con la ayuda
de una cucharita de madera formar una pasta blanda mezclando la infusión
con la arcilla que se necesite. Es muy importante usar una arcilla muy fina
para uso interno (la mejor es la arcilla blanca). Obtenida la pasta, añadir una
gota de aceite esencial de clavo, dos de canela, tres de tomillo y tres de
tintura de mirra.
Esta es la fórmula más antiséptica, indicada para quien sufre de caries o de
encías inflamadas. En casos extremos se le puede añadir tintura de propolis
por su valor como antibiótico natural.
Quienes no tienen problema particulares pueden prescindir del clavo y la
canela y usar en su lugar esencias más agradables como menta, hinojo,
mirra, etc.
• Elixir dentífrico astringente: En 200 gr de alcohol de 80° y 20 gr de
agua destilada, poner a macerar durante 9 días 100 gr de raíz de ratania y 50
gr de corteza de canela desmenuzadas. Filtrar, añadir 780 cl de agua destilada
y 10 gotas de esencia de menta. Filtrar nuevamente al cabo de 3 días y utilizar
el líquido para enjuagues 2-3 veces al día. Es útil para reforzar las encías y
mantener los dientes sanos y blancos.
• Elixir bucal: Mezclar 2 gotas de cada uno de los siguientes aceites
esenciales: romero, menta y salvia. Practicar enjuagues 2 veces al día.
• Elixir odontálgico: En 100 gr de alcohol de 70°, dejar macerar durante 9
días 15 gr de salvia, 4 gr de propolis puro, 2 gr de clavo de especia, 10 gotas
de esencia de romero, 4 gotas de esencia de bergamota. 1 cucharadita en un
vaso de agua para enjuagues (neuralgias).
• Enjuague de salvia para las encías inflamadas: Un enjuague realizado
con una infusión concentrada de salvia y sal marina puede ser eficaz por sí
solo para combatir una infección de las encías. Preparar una infusión de
salvia bien concentrada en una taza de agua. Al apagar el fuego, añadir una
cucharadita de sal marina integral, tapar y dejar macerar durante unas horas.
Dejar enfriar y practicar los enjuagues cada hora, manteniendo el líquido
sobre la zona infectada durante unos minutos.
• Infusión para enjuagues. En medio litro de agua hirviendo, poner en
infusión 30 gr de hojas de albahaca desecada, 30 gr de bayas de enebro, 10 gr
de pétalos de rosas rojas. Cuando la tisana esté tibia, filtrarla, exprimiendo
bien los ingredientes para que salga el zumo, y guardarla en la nevera.
Utilizar después de lavar los dientes, 3 veces al día (halitosis).
• Elixir bucal complejo: Ingredientes: esencia de canela, 1 gr; esencia de
eugenia, 2 gr; esencia de menta, 8 gr; tintura de benjuí, 8 gr; tintura de
propolis, 30 gr; esencia de salvia, 2 gr; alcohol de 80°, 1 litro. Mezclar, dejar
macerar 24 horas y filtrar. Se harán enjuagues diluyendo media cucharadita
de elixir en un vaso de agua.
• Enjuague especiado:
1 – Ingredientes: 1 cucharada de clavos triturados, 1 de nuez moscada, 1
de canela, 1/4 de litro de vino de Jerez, 5 gotas de esencia de lavanda y 5
gotas de esencia de menta. Dejar macerar en el jerez durante tres días la
canela, el clavo y la nuez y luego añadir los aceites esenciales. Usar a razón
de una cucharadita disuelta en un vaso de agua
2 – En 850 gr de orujo o grapa, macerar durante 9 días 30 gr de anís en
polvo, 8 gr de canela en polvo, 1 gr de esencia de menta. Filtrar y conservar.
En gárgaras, diluir 1 cucharadita en 1 vaso de agua. Sirve para refrescar la
boca, purificar el aliento, tonificar las encías y blanquear los dientes.
• Vino de salvia: Hervir durante 5 minutos 30 gr de hojas de salvia y 20 gr
de hojas de albahaca en 1 litro de vino rojo. Dejar enfriar, filtrar y añadir 50
gr de miel pura. Gárgaras y enjuagues bucales (estomatitis y todo tipo de
inflamación bucal, hongos).
El cuello
Muchas veces el cuello es la primera parte del cuerpo que da claras señales
de envejecimiento; esto es debido a la escasa atención y al poco ejercicio al
que sometemos esta parte del cuerpo. Para detectar su estado de flexibilidad,
probar este ejercicio: sentados en una postura cómoda que permita mantener
la espalda derecha, dejar caer hacia adelante la cabeza como un peso muerto
y hacerla rodar algunas veces. Si se advierten ruidos como si se tuviera arena
en la nuca, no se está utilizando el cuello adecuadamente. Al eliminar la
rigidez, el movimiento rotatorio del cuello, además de reforzar los músculos
locales, eliminará también las tensiones que se acumulan en esta zona. Este
mismo ejercicio es también una óptima prevención de cara a los problemas de
cervicalgia tan comunes en las personas ancianas.
Visto desde una óptica espiritual, el cuello es el puente entre la vida mental
y espiritual (los chakras superiores) y la vida emocional y física (los chakras
inferiores), por lo cual toda rigidez y tensión acumulada en esta zona impide
la comunicación entre estas dos partes del ser y mantienen en el hombre una
postura rígida y unilateral hacia la vida.
El chakra laríngeo, que ya pertenece al cuerpo espiritual, es estimulado por
los mismos ejercicios que utilizaremos para tonificar el cuello.
Sin pasar por alto los ejercicios físicos, cremas y bálsamos naturales
pueden ayudar muchísimo a atenuar los signos del tiempo y a devolver al
cuello cierta elasticidad.
• Máscara tonificante: Batir una clara de huevo, una cucharadita de
extracto de menta, una de alcanfor líquido, una de miel y una cucharada de
leche entera. Aplicar sobre el cuello y dejar secar. Enjuagar con agua tibia,
tamponando con una toallita de algodón, y aplicar un poco de bálsamo
revitalizador.
En el verano, debido a la excesiva exposición al sol, pueden aparecer
manchas oscuras sobre la piel del cuello. En este caso, el yogur resulta muy
útil, siempre que se tenga paciencia y se utilice a diario durante cierto tiempo;
pocas y salteadas aplicaciones no darían el resultado esperado. El yogur debe
mantenerse una media hora antes de proceder al enjuague.
Los ungüentos antiarrugas detallados en el apartado relativo son todos
ellos útiles para tratar esta parte del cuerpo.
el pelo
El requisito fundamental para mantener un cabello fuerte y bonito es la
alimentación. El pelo está compuesto básicamente por proteínas (97%);
contiene además minerales y cenizas (3%). El ácido sulfúrico, el calcio y las
vitaminas del grupo B son también necesarios para mantener una bonita
melena. La riboflavina y la vitamina A estimulan su crecimiento y las grasas
insaturadas evitan su caída.
Cada pelo nace de un minúsculo saquito de piel llamado folículo, en cuya
base se encuentra un tejido rico en vasos sanguíneos, que llevan sustancias
nutritivas al cuero cabelludo. En cuanto un pelo crece y sale del folículo deja
atrás una columna de células que forman un nuevo pelo. Mientras el proceso
sigue, normalmente el número de nuevos pelos iguala al de los viejos. Pero
cuando los cabellos al salir no depositan nuevas células, los pelos no son
sustituidos y empieza un proceso que puede acabar en calvicie.
Algunos alimentos resultan útiles para devolver tono a un pelo opaco o que
está envejeciendo tempranamente. La levadura de cerveza da vida al color,
así como el germen de trigo, la melaza de caña, las semillas de girasol, los
cereales integrales y los aceites de primera presión en frío. Estos alimentos
tendrían que formar parte de nuestra dieta.
Aceite de belleza para el cuerpo y el pelo
El champú
Lavarse el pelo tendría que ser un ritual programado, ya que si prestamos
más atención a este momento el pelo se mantendrá brillante y suave sin
necesitad de recurrir a costosas cremas y lociones.
La frecuencia con que se debe lavar el pelo es un factor individual pero,
por lo general, no es aconsejable aplicar más de un champú o dos por
semana. Una persona con buena salud y que lleva una alimentación
equilibrada necesita lavarse el pelo menos que una persona enferma (la
enfermedad hace liberar más toxinas) o que come demasiado (el exceso de
grasa se deposita, entre otros sitios, en el pelo). Quien vive en el campo o en
pueblos pequeños también mantiene el pelo limpio más tiempo que quienes
sufren el aire contaminado y sucio de las ciudades.
El tipo de pelo —graso, fino, grueso, seco, etc.— debe ser tomado en
consideración, ya que definirá también la frecuencia con que debemos
lavarnos el pelo. Un pelo seco y frágil, por ejemplo, resulta decididamente
dañado por unos lavados demasiado frecuentes, incluso si se usan champús
etiquetados como inocuos.
Un lavado de pelo rápido no es adecuado para mantener el pelo saludable;
con el tiempo, estas prisas pueden tener como resultado la caspa, malos
olores del cuero cabelludo y poros obturados.
Antes de lavarse el pelo es aconsejable practicar un masaje en la cabeza,
tirando ligeramente de cada mechón para dar vigor al cutis; se procede
entonces a cepillar el pelo con un cepillo de cerdas naturales de media dureza,
ya que los cepillos demasiado duros pueden irritar el cutis.
Evitar siempre que se pueda los cepillos y peines de plástico. Mantener la
cabeza echada hacia delante y cepillar desde la nuca hacia arriba. Tratar cada
punto del cuero cabelludo, para retirar el polvo y residuos de células muertas.
Aplicar entonces el champú, evitando el agua demasiado caliente y
siguiendo el masaje con las yemas de los dedos. Es necesario enjuagar bien el
pelo para eliminar toda traza de jabón.
Cuando elijáis un champú, no pensar erróneamente que los buenos son
aquellos que hacen «cantar» al pelo. Cuando oís este ruido al enjuagar el pelo
significa que ha habido una verdadera pérdida de sustancias lubrificantes y
nutritivas.
Los cabellos sanos deben ser suaves, vivos y «silenciosos» cuando están en
buenas condiciones de salud; los champús detergentes los hacen cantar a
costa de despojarlos de todos sus preciosos y necesarios aceites.
Después de haber lavado el pelo, esperar a que se seque un poco antes de
peinarlo, puesto que los peines quiebran el pelo mojado. Siempre que podáis,
evitar el secador, dejar que el pelo se seque por sí solo o al sol.
El pH del pelo es naturalmente ácido, por lo cual usando un champú
alcalino se rompe su equilibrio, lo que lleva, con el tiempo, a dañar su salud.
Dobles puntas
La causa de la enorme difusión de este problema parece tener relación con
las frecuentes manipulaciones a las que se somete el cabello: decoloraciones,
mechas, tintes y el uso demasiado frecuente de secadores, rulos, etc. dañan el
pelo, así como también el uso de champús agresivos, lacas, la excesiva
exposición al sol y los baños en las piscinas, donde el cloro del agua es un
verdadero atentado contra el cabello y la piel en general.
Cada pelo está compuesto por tres capas: la capa externa o cutícula,
parangonable a las escamas de los peces; la capa mediana, llamada corteza,
más sensible y responsable del color del pelo, y la capa interna, la médula,
que es la que recibe la nutrición.
La acción dañina de los esprais, de las lociones alcohólicas y de los
productos químicos separa estas tres capas, dando lugar a lo que conocemos
como dobles puntas.
Las dobles puntas deberían ser cortadas siempre para evitar ulteriores
separaciones de las tres capas.
El champú de yemas de huevo ya comentado es también efectivo en
casos de pelo dañado. Es aconsejable alternarlo con compresas de aceite de
ricino y miel que se quitarán después con champú de hierbas. Las compresas
tibias de hipérico y milenrama, a partes iguales, actuarán como astringentes,
cerrando las puntas.
Caspa
La caspa es un problema de poca importancia si se combate al principio; de
otra forma, puede llevar a graves consecuencias y desembocar en alopecia.
Antes que nada hay que definir la diferencia entre la natural descamación
de la piel y la caspa, ya que muchas veces no tiene fundamento el pánico
provocado al observar escamas blancas sobre los vestidos. En las capas
inferiores de la epidermis se forman células nuevas continuamente, por lo que
al mismo tiempo se van eliminando las células de la capa superficial, por un
mecanismo de autoeliminación. Causas de descamación excesiva son los
esprais para el pelo, las lacas, los geles y los champús no suficientemente
enjuagados.
La caspa se divide en varias categorías. El disturbio más frecuente, cuando
el cutis se descama de modo anormal, es llamado pitiriasis. Un cepillado
diario que limpie a fondo el cabello suele ser suficiente para curarla.
Cuando a la caspa acompaña el picor, la tendencia a rascarse provoca una
irritación y la caspa puede difundirse más allá del cuero cabelludo, infectando
la cara y el cuello. Es de suma importancia entonces no irritar esta zona y
abolir cepillos que podrían agrietar el cutis y expandir la infección. La
mayoría de los productos anticaspa en el comercio, al ser prevalentemente
químicos, son verdaderos atentados contra la salud del cutis, así como las
lociones alcohólicas usadas para detener la excesiva descamación. Los
productos que contienen azufre y ácido salicílico pueden causar reacciones
alérgicas; muchas lesiones del cuero cabelludo son causadas por curas
«milagrosas» contra la caspa.
La dermatitis seborreica, el tipo más grave de caspa, provoca erupciones
en las zonas donde las glándulas sebáceas son hiperproductivas. Los champús
demasiado frecuentes agravan el caso, irritando el cutis, fácilmente atacado
por las bacterias. La dermatitis seborreica está considerada como una
afección inflamatoria del cutis.
La dieta, así como el estado nervioso y el emotivo, tienen una
importancia fundamental en la aparición de caspa y seborrea. Dietéticamente,
el primer cuidado a tomar será eliminar los productos refinados (sobre todo el
azúcar) y disminuir radicalmente los productos animales, sobre todo los más
grasos. Se abolirán también alcohólicos, café, té y otros excitantes.
Es necesario estimular el crecimiento del pelo con sustancias nutritivas
como alimentos ricos en vitaminas del grupo B (levadura de cerveza, miso,
tamari, chucrut, tofu), lecitina de soja, germen de trigo, fruta y verduras
frescas y proteínas. Estas últimas deberán provenir de los productos animales
menos grasos (pollo campero, pescado, queso fresco) y ser sobre todo de
origen vegetal (tofu, legumbres, seitan, pequeñas cantidades de frutos secos).
• Champú anticaspa de huevo: Las yemas de huevo son útiles para la
eliminación de la caspa. Se baten dos yemas de huevo en un cuarto de taza de
infusión de ortiga blanca y se masajea el cutis durante 5-10 minutos con este
compuesto. Enjuagar abundantemente y acabar con un enjuague final de
vinagre de sidra diluido en un poco de la infusión de ortiga.
• Champú anticaspa de hierbas: En 1 litro de agua, hervir durante 10
minutos un puñado de romero fresco, uno de tomillo y uno de salvia. Añadir
2 puñados de ortigas frescas, hervir dos minutos más y apagar el fuego. Dejar
macerar hasta que esté frío y filtrar. Volver a poner el líquido al fuego y
añadirle 5 cucharadas de jabón de Marsella en copos (o bien rallado) y
remover hasta que esté disuelto. Retirar del fuego, dejarlo enfriar y envasarlo.
• Loción de ortiga y vinagre: Preparar una infusión concentrada de
ortigas y dejarla en maceración hasta que se enfríe. Añadir vinagre de sidra
en la proporción 4:1(1 parte de vinagre por 4 de infusión). Friccionar dos
veces al día el cuero cabelludo.
• Zumo de ortiga: Lavar y machacar 100 gr de ortigas frescas y tiernas.
Pasarlas por la licuadora y mezclar el zumo resultante con 40 gr de aceite de
ricino desodorizado. Friccionar el cuero cabelludo varias veces al día, hasta
que el problema desaparezca.
Otras plantas indicadas para eliminar la caspa son: raíz y hojas de sauce
blanco, raíz y hojas de consuelda mayor y abrótano macho.
el cuerpo
Estando el cuidado del cuerpo sujeto mayormente a la dieta y al ejercicio
físico, no se estudiará en detalle en el presente libro, pero veremos cómo
influenciar positivamente su estado general mediante baños, perfumes o bien
otras aplicaciones realizadas a partir de plantas.
La cola de caballo y la salvia, por ejemplo, pueden emplearse para
reafirmar los pechos y, según algunos autores, la salvia tendría la capacidad
de aumentar el volumen de los pechos demasiado pequeños. Este factor se
debe con toda probabilidad a la presencia de hormonas estrógenas en la
planta. Se realizarán aplicaciones externas con infusión de salvia, cola de
caballo y heno griego y al mismo tiempo se tomarán por vía interna
infusiones de salvia, apio (los frutos) y polvo de cola de caballo. Por
supuesto, este tratamiento no debe ser aplicado en los meses de embarazo o
de lactancia porque obstaculizaría la producción de leche.
Las antiestéticas varices, así como la celulitis, se tratan en el capítulo 2, en
el párrafo dedicado a los trastornos circulatorios.
Eventuales problemas de piel seca, por ejemplo, en las rodillas y los codos
se pueden resolver mediante la aplicación de ungüentos antiarrugas. Si la piel
seca es un problema que afecta al cuerpo entero es aconsejable aplicar aceite
de germen de trigo y de almendra (mezclados en partes iguales y mejor aún
macerados con romero) una media hora antes de tomar el baño.
Como muchas otras plantas, la chumbera es emoliente y detergente. Puede utilizarse para lavar el
cuerpo y el pelo en caso de dermatitis o de reacciones alérgicas
Jabones
La recetas que siguen se preparan a partir del jabón de Marsella puro que
se encuentra en los herbolarios. Nunca utilicéis el jabón de Marsella
comercial usado para lavar la ropa, ya que este último no es puro y a menudo
contiene lejía y otros ingredientes nocivos. Veamos a continuación cómo
preparar verdaderos jabones de lujo.
• Jabón al germen de trigo, miel y romero: Ingredientes: dos cucharadas
de aceite de romero (como base de la maceración se usará, en este caso,
aceite de germen de trigo), jabón puro de Marsella, 1 cucharada de miel, 20
gotas de esencia de lavanda.
Con ayuda de un cuchillo, reducir a escamas medio jabón y ponerlo al
baño maría o bien en una olla doble. Remover con una cuchara de madera y
cuando empieza a fundirse añadir el aceite de romero y la miel. Dejar hervir
unos minutos hasta que engorde y apagar el fuego. Sin dejar de remover,
añadir el aceite esencial y verter la mezcla en moldes adecuados, donde se
dejará endurecer (puede tardar tiempo, hasta semanas). Particularmente apto
para las personas que tienen la piel seca y desvitalizada.
• Jabón al aceite de hipérico con aloe: Mismo procedimiento que el
anterior, pero se utilizarán aceites de hipérico y de aloe en partes iguales. Se
fundirán al baño maría con el jabón de Marsella rallado y cuando se quita el
compuesto del fuego se añadirán 50 gotas de tintura de aloe. Indicado durante
el verano después de la exposición al sol, para suavizar la piel y mantener el
bronceado. Siendo altamente medicinal, este jabón puede resultar útil a quien
padece de eccemas y dermatitis.
• Jabón a la caléndula y azahar: Mismo procedimiento que los
anteriores, pero se utilizarán en partes iguales aceite de caléndula y de malva.
Se añade el jabón rallado y cuando se quita del fuego se agregan 30 gotas de
aceite de azahar. Indicado para las pieles delicadas, para los niños y en casos
de inflamaciones locales.
Perfumar estos jabones es muy fácil con la ayuda de los aceites esenciales;
si se desea colorearlos, se pueden utilizar especias. Una pizca de polvo de
cúrcuma o de azafrán otorgan un color amarillo, mientras otros colorantes
alimentarios pueden conferirle distintas tonalidades. Una base de aceite de
romero macerado en aceite de oliva proporcionará un color verde natural,
mientras una base de aceite de hipérico hará nuestros jabones rojos o rosados.
Si antes de enfriar y solidificar los jabones se les añaden infusiones
concentradas de plantas (como, por ejemplo, azahar, pino, eucalipto,
romero…) obtendréis geles de baño. Estos preparados, al contener agua, se
guardarán en la nevera en botellas de cristal durante un tiempo limitado.
Sales de baño
Sencilla es la preparación de sales de baño. La sal marina, además de un
claro aporte de minerales, ofrece muchos de los beneficios del agua de mar.
Por contener plantas enteras, muchas de las siguientes recetas están
especialmente indicadas para maniluvios, pediluvios y baños de asiento, ya
que de no ser así podrían atascar el desagüe de la bañera. Los mismos
ingredientes, pero sustituyendo completamente las plantas enteras por sus
aceites esenciales, pueden, en cambio, añadirse al agua del baño.
La receta base es la siguiente: en un bol de barro, mezclar medio kilo de sal
marina integral con medio kilo de hierbas trituradas. Añadir 50 gotas de
esencias elegidas según el caso, mezclar bien todos los ingredientes con las
manos y dividirlos en tarros de cristal con cierre hermético.
Sales para la circulación
1. Se necesitan flores secas de lavanda y de milerama y agujas semifrescas trituradas de romero y de
pino
Vinagres aromáticos
Tiempo atrás, las mujeres hacían copioso uso de vinagres aromáticos, que
hoy día han sido enteramente sustituidos por costosos perfumes. Los vinagres
aromáticos no solamente nos complacen con su agradable olor sino que
producen efectos muy benéficos sobre la piel y el pelo.
Las rosas son un ingrediente siempre apto para su preparación, pero en
primavera podemos usar pétalos de violeta; y en verano, flores más olorosas
aún. La lavanda, el romero, el tomillo, el eneldo y la albahaca constituyen
también óptimos ingredientes. Cada hierba modifica en un sentido el olor
agrio del vinagre.
• Vinagre de los 4 ladrones: La receta se encuentra en el capítulo 2, ya
que se trata fundamentalmente de una preparación terapéutica; se ha utilizado
también con fines cosméticos friccionando con él el pelo y el cuerpo.
• Vinagre antiséptico: Diluido con agua, es útil para tratar los picores que
acompañan algunas enfermedades cutáneas. Ingredientes: alcoholado de
melisa, 15 gr; esencia de eugenia, 4 gr; esencia de limón y de lavanda, 10 gr
de cada una; vinagre blanco, 60 gr. Mezclar bien. Las plantas no necesitan
macerarse y, por lo tanto, se puede usar en seguida.
• Vinagre de belleza: Diluido con agua, sirve para tonificar la piel y
combatir su untuosidad. Añadir dos tazas de pétalos de flores (rosas, violetas,
lavanda, clavel, etc.) a una taza de hojas cortadas (de romero, por ejemplo) y
medio litro de vinagre de sidra. Dejar macerar durante dos semanas y filtrar el
líquido, pasándolo a una botella de cristal oscuro.
Aceites corporales
Con los mismos oleomacerados de los cuales disponemos en nuestro
botiquín se pueden prepar preciosos aceites corporales. Estos aceites se
pueden usar para masajear con ellos el cuerpo después del baño o bien
podemos utilizarlos a razón de 1 cucharada en la misma agua del baño. Otra
forma es untarnos abundantemente el cuerpo con ellos una media hora antes
de tomar el baño, luego quitarlos con un cuchillo de cocina (usando el lado
que no corta) y sumergirnos en el agua del baño. De qualquier forma que se
utilicen, nuestra piel saldrá beneficiada, presentándose suave, lisa y
perfumada.
• Aceite corporal de naranja y canela: Añadir a 200 cc de oleomacerado
de romero (realizado con base de aceite de almendras) 40 gotas de esencia de
naranja y 5 gotas de esencia de canela. Exótico.
• Aceite corporal de azahar y vainilla: Añadir a 200 cc de oleomacerado
de caléndula (realizado con base de aceite de germen de trigo) 30 gotas de
esencia de azahar y 5 gotas de esencia de vainilla. Para quien ama los
perfumes dulces.
• Aceite corporal de lavanda y limón: Añadir a 200 cc de aceite de
romero 30 gotas de esencia de lavanda y 20 gotas de esencia de limón. Fresco
y juvenil.
• Aceite corporal de menta y gengibre: Añadir a 200 cc de aceite de
salvia 30 gotas de esencia de menta y 10 gotas de esencia de gengibre.
Energético y revitalizante.
millones de toneladas de detergentes acaban cada año en las aguas del mar;
más de la mitad provienen de las coladas diarias; el resto, de lavavajillas,
champús, geles corporales, etc. Aparte su impacto sobre las aguas, no hay
que olvidar la toxicidad que estos productos ejercen sobre el hombre.
Ecología y limpieza
La afirmación de que «el agua que contaminamos la volvemos a
encontrar en nuestro vaso» es más real que toda imagen publicitaria. Una
limpieza que respete al hombre y el ambiente no significa renunciar a la
higiene, sino salir de un mecanismo de consumo basado principalmente en la
desinformación. Según su rigurosa definición, detergente es cualquier cosa
que se comporte como agente limpiador, pero hoy día tal término se ha
restringido a productos que incluyen como parte integrante de su constitución
sustancias químicas, petroquímicas o bien obtenidas sintéticamente.
Las mujeres, a lo largo de los tiempos, siempre han lavado la ropa, pero
ningún río ni tampoco los mares han sido contaminados. El jabón, la ceniza
de madera, la arcilla y la saponaria han sido las sustancias más utilizadas.
El jabón se preparaba a partir de aceites vegetales o animales y sosa; el
descubrimiento de los derivados del petróleo, más eficaces y más baratos, nos
hizo olvidar su existencia. Pero ¿qué es lo que contienen los mágicos polvos
de hoy día?
Un detergente puede contener hasta 30 ingredientes, un verdadero cóctel
químico que intentaremos descifrar:
• Tensioactivos: Son sustancias derivadas del petróleo y del carbón. No
son fácilmente biodegradables, detergen muy a fondo pero tienen un alto
poder contaminante; a menudo se acompañan de metales pesados muy
tóxicos. Son causa de dermatitis y alergias. Se encuentran en polvos para la
lavadora, dentífricos, jabones, champús, tejidos y materiales plásticos.
• Fosfatos: Sirven para solucionar la dureza del agua, porque ligan las
sales entre sí. Son óptimos fertilizantes de las aguas de los mares y de los
ríos. Gracias a ellos las algas crecen exageradamente, consumiendo mucho
oxígeno; como consecuencia, los peces mueren y la vida de las aguas se
extingue. Un kilo de fosfatos permite el crecimiento de ¡100 kilos de algas!
Se ha intentado sustituir los fosfatos con NTA, pero el remedio ha sido peor.
Este último provoca serios riesgos para el hombre y el ambiente, sobre todo
por su propiedad de convertir en solubles los metales pesados (plomo, cromo,
hierro y cadmio) y provocar, como consecuencia, lesiones en el cerebro, el
hígado y los riñones, cuando es ingerido a través del agua, por ejemplo.
• Blanqueadores: Están contenidos en los detergentes en polvo. Además
de consumir las fibras y perjudicar al color, el boro en ellos contenido tiene
un efecto tóxico sobre la flora marina.
• Enzimas: Sirven para descomponer las proteínas (manchas de huevo,
sangre, cacao…). Son muy peligrosos, provocan daños a los bronquios y a las
vías respiratorias (cuando los ponemos en la lavadora se levanta un polvo
muy fino que inhalamos y que provoca picores en la piel y eritemas).
También después de varios aclarados sus trazas se quedan sobre los tejidos,
por lo cual los productos que los contienen nunca tendrían que ser usados
para lavar la ropa de los bebés ni tampoco las prendas íntimas de las personas
alérgicas.
• Azulantes ópticos: Son pigmentos azules que confieren a la ropa un
efecto más blanco. Se depositan sobre los tejidos y son absorbidos por la piel,
provocando daños que pueden llegar hasta el cáncer.
• Sales vacías: Están presentes en la cantidad de 20-40% en los
detergentes y hacen que parezcan económicos los grandes envases. Estos
compuestos, como el sulfato de sodio, además de contaminar los ríos,
vuelven rígidos los tejidos, necesitándose así el empleo de más suavizante.
• Suavizantes: Son usados en gran cantidad en el aclarado y toneladas de
ellos llegan a las aguas de los ríos. Las partículas químicas de los suavizantes
se depositan por millones sobre tejidos y piel; el mismo efecto tienen sobre el
cabello los bálsamos y los acondicionadores.
La sutil película de suavizante que se adhiere a la ropa no permite que las
fibras absorban, con el resultado de que un tejido natural pierde su capacidad
de mantener seco el cuerpo. Bacterias y hongos proliferan entonces con
consecuentes daños a la piel y al mismo tejido, que debe ser lavado más
frecuentemente a causa de los olores provocados por el acúmulo de toxinas.
Peor aún es dejar nuestra ropa en las lavanderías, donde los lavados se
realizan utilizando ácidos y disolventes en cantidad.
Podemos seguir una norma segura para establecer el nivel de toxicidad de
un producto de limpieza. Cuanto más se etiqueta de «altamente fuerte, rápido,
poderoso, ultrafuerte, etc.», más sustancias químicas y tóxicas habrán
intervenido en su fórmula. ¡Primera razón para no comprarlos!
En Europa, donde es más fuerte la demanda de productos inocuos y
respetuosos hacia el ambiente, han empezado a nacer fábricas de productos
de limpieza ecológicos, pero el coste de dichos productos es a menudo
demasiado alto. Las alternativas consisten en productos caseros preparados a
partir de vinagre, limón, bicarbonato de sosa, arcilla y otros ingredientes
naturales que veremos con más detalle.
Los quitamanchas
Los quitamanchas en venta habitualmente, contienen disolventes como
tricloroetileno, percloroetileno, cloruro de metileno. Todos ellos son
venenosos aún por simple contacto y se mezclan con el aire de la casa. Una
vez en el agua, se acumulan en los tejidos adiposos de los peces o acaban
reapareciendo en nuestros vasos después de una parcial depuración de las
aguas.
La mayoría de las manchas pueden ser eliminadas con jabón de Marsella,
frotado sobre ellas, antes de poner la ropa en la lavadora. Si la mancha es
difícil, se puede añadir un poco de sal marina.
• Las manchas de sangre, carne, huevos o cacao pueden tratarse con agua
salada, bicarbonato de soda y un poco de jabón.
• Las manchas de grasa se limpian en seco con jabón o con arcilla en
polvo, dejándolos actuar toda la noche. Si la mancha persiste, aplicar papel
absorbente y pasarle la plancha caliente por encima.
• Las manchas de fruta pueden quitarse con agua y jabón. Antes del
tratamiento es aconsejable dejar la prenda en remojo en agua con limón o
bien en agua con leche.
• Las manchas de tinte, rotuladores, etc. se eliminan con yogur o bien con
zumo de limón diluido.
• Las manchas de óxido se quitan con una mezcla de zumo de limón y sal.
Se embebe un poco de algodón en esta mezcla y se mantiene sobre la
mancha, friccionando y repitiendo la operación de vez en cuando. Al cabo de
media hora se pueden lavar como de costumbre.
• Las manchas de café y de té se eliminan con agua mineral cuando la
mancha es reciente; si es vieja, usar bórax y agua tibia o salada.
• Detergente para tejidos de lana delicados: Hervir 30 gr de raíz de
saponaria en 3 litros de agua durante 3 minutos. Filtrar y volver a poner en la
olla la raíz con 1 litro de agua. Hervir durante 15 minutos y colar añadiendo
este líquido al precedente. Se utiliza para lavar jerseis de lana, puntillas,
visillos e indumentos delicados de seda, que se dejan en remojo en el
preparado durante media hora y después se aclaran.
Limpieza en la cocina
Los lavavajillas líquidos, que además se usan en cantidades excesivas
para contrarrestar el miedo a los gérmenes, contienen tensioactivos, enzimas,
desinfectantes, conservantes (como el formaldehido) y colorantes. Para el
efecto «brillo» tienen que adherir a la superficie de las vajillas una película
que es muy difícil de eliminar, con la consecuencia de que cada día ingerimos
una cierta cantidad de detergente que se suma a las otras sustancias
contaminantes (efecto sinérgico).
Estas sustancias forman unos «puentes químicos» en el interior de nuestro
organismo, facilitando la absorción de componentes tóxicos como el DDT y
los pesticidas presentes en los alimentos.
El uso de la máquina lavavajillas nos condiciona a usar detergentes muy
agresivos, y el aclarado no siempre es completo. Si no se puede prescindir de
ella, por lo menos hay que intentar reducir los efectos negativos que su uso
normalmente proporciona.
Ante todo, introducir los platos no demasiado sucios para poder reducir la
cantidad de detergente. De esta forma se pueden elegir lavavajillas
ecológicos, cuyo poder de limpieza no es ciertamente tan fuerte pero que
contaminan muchísimo menos. El brillo se puede conseguir añadiendo
vinagre.
La sal azurante también se puede sustituir por sal normal de cocina, que
además resulta más económica.
Para lavar los platos a mano, nuestra primera aliada es el agua caliente,
capaz de quitar por sí sola una buena parte de grasa. Puede utilizarse algún
producto ecológico, o bien copos de jabón natural. El agua de cocción de la
pasta también se trasforma en un buen detergente, si se le añaden unas gotas
de aceite.
Los cuchillos y cubiertos que conservan sabor a pescado después de las
comidas pueden desodorizarse frotándolos con rodajas de limón antes de
lavarlos.
Utensilios de madera, barro y otros materiales absorbentes jamás tendrían
que lavarse con detergentes químicos, sino solamente con agua bien caliente
y vinagre. Recordar, además, que la grasa se adhiere con más facilidad al
plástico que a la porcelana y al vidrio.
Podéis preparar un lavavajillas verdaderamente eficaz y completamente
ecológico de la forma siguiente.
• Lavavajillas natural: En un tarro de cristal que se pueda mantener
cerrado, mezclar una parte de arcilla y una de ceniza con infusión de romero
o lavanda (lo suficiente para formar una pasta bastante líquida). Añadir zumo
de limón y unas gotas de aceite esencial de lavanda o tomillo.
Personalmente, es el mejor lavavajillas que he encontrado: además de
limpiar (la ceniza y la arcilla quitan la grasa), desinfecta gracias al poder del
limón y de las hierbas, y deja las manos suaves. Si vivís en un sitio con
escasez de agua, podéis usar toda el agua para regar las flores, ya que esta
preparación es totalmente inocua.
Los limpiahornos están entre los productos más peligrosos, sobre todo si
son en aerosol, y habría que usarlos protegiéndose la nariz con una máscara.
Su poder fuertemente corrosivo, que es lo que les permite «funcionar», puede
dañar severamente la piel, los pulmones y los ojos. Los restos de los gases
que contienen pueden ser absorbidos por los alimentos mientras se están
cocinando. Los aerosoles no solamente contienen un propelente altamente
tóxico, sino que es inevitable no exponerse directamente a sus ingredientes
activos durante el uso. Los hornos tendrían que limpiarse cada vez que se
usan, ya que los residuos de los alimentos se carbonizan y producen gases
tóxicos. Si se procede a la limpieza en seguida después de haber cocinado,
con el horno todavía tibio, será suficiente usar una esponja, jabón y piedra
pómez. De la misma manera se limpiarán las hornillas, pasándoles depués
vinagre o zumo de limón para dar un toque de brillo.
Los objetos de cobre y de plomo se limpian de forma satisfactoria
frotándolos con rodajas de limón. Después no se lavan con agua sino que se
secan frotándolos con un paño limpio.
Limpieza en el baño
Es aquí donde la caza del microbio nos lleva a usar dosis aún mayores de
productos altamente tóxicos y contaminantes para el ambiente. Los productos
a base de cloro (como la lejía, por ejemplo) se liberan en el aire y nunca
tendrían que ir unidos a otros productos, porque provocan graves
consecuencias. De hecho, si unimos el cloro a detergentes ácidos se forma un
gas venenoso que en seguida satura un ambiente tan restringido como el
baño. Un conocido ecologista alemán, E. Koch, afirma que aún en dosis
mínimas, este gas tiene efectos negativos sobre el sistema respiratorio y
provoca la caída del pelo.
Los desinfectantes contienen formaldehido, fenol y clorofenol,
sospechosos de ser cancerígenos, de provocar mutaciones genéticas y
malformaciones. Es por este motivo que los biberones y la vajilla de los
bebés nunca deben ser desinfectados con tales productos, ya que permanecen
incluso después del aclarado.
Para limpiar los sanitarios podemos usar jabón en copos disuelto en agua,
un poco de soda y polvo de piedra pómez.
Para proporcionar brillo y desinfectar usaremos vinagre y sal (un vaso de
vinagre y dos cucharadas de sal son suficientes).
También las baldosas del baño, como las de la cocina, pueden limpiarse
con vinagre diluido en agua. Los pavimentos pueden recibir el mismo
tratamiento.
Si vivís en el campo, podéis usar para lavar el suelo agua caliente con
hierbas antisépticas, como romero y tomillo, y añadir a la maceración una
cucharada de sal marina y unas gotas de aceite esencial de lavanda.
Para eliminar las manchas de cal, se dejará actuar un poco de vinagre puro
durante una media hora.
Para proteger los grifos es útil pasarles un poco de vaselina; además,
usando productos naturales se estropearán mucho menos.
Para abrillantar y proteger las maderas (muebles, vigas, etc.) en
sustitución de los peligrosos esprais comerciales, altamente contaminantes y
venenosos para el hombre, podemos preparar un ungüento de «belleza» muy
parecido a los que preparamos para nuestra cara.
• Ungüento de belleza para la madera: El procedimiento es el mismo ya
explicado en otros puntos de este libro. Como base se usa aceite de linaza, en
el cual se va disolviendo al baño maría la cantidad idónea de cera de abeja
pura. Se dejará enfriar el compuesto y se le añadirán gotas de aceites
esenciales de lavanda, tomillo y trementina para asegurarle una acción
antiséptica frente a polillas y termitas.
El incienso
El incienso constituye un óptimo ambientador; cuando se quema suelta
fenol, sustancia con propiedades altamente antisépticas. Parece que en las
iglesias en las cuales se utilizaba su humo se mantenían alejadas las termitas.
Popurrí
El popurrí es una mezcla de flores y plantas aromáticas a las cuales se
añaden aceites esenciales. Se utiliza para perfumar la ropa, los armarios o
como ambientador. Las recetas para preparar popurrís son interminables;
solamente hay que tener paciencia y un poco de conocimiento de las
propiedades de las varias hierbas empleadas.
Algunos expertos sostienen que el éxito de un popurrí por lo que concierne
a una larga vida está en la sal marina y en el lirio florentino, pero podemos
prescindir de este último elemento y usar como fijador las raíces de geranio y
la madera de sándalo.
Es aconsejable preparar el popurrí en capas, dentro un tarro de cristal: una
capa de flores, otra de sal marina y raíces, otra de flores, otra de semillas y
hojas hasta llegar a la última capa. Se cierra bien el tarro y se deja en un lugar
oscuro durante un mes. Después de este tiempo, se remueven los ingredientes
con una cuchara de madera y se añaden los aceites esenciales.
Los ingredientes más comunes de un popurrí son rosas de todo tipo y
color, flores de azahar, todo tipo de flor muy olorosa, nuez moscada, clavo,
canela en rama, vainilla natural, hojas de laurel y plantas aromáticas como
lavanda, salvia, romero o menta. Veamos a continuación algunos ejemplos:
• Popurrí de lavanda: Ingredientes: 300 gr de flores de lavanda, 200 gr de
raíz de geranio, 55 gr de clavo, 55 gr de madera de sándalo, 55 gr de canela,
25 gr de vainilla (en rama). Reducir todos los ingredientes a trocitos muy
pequeños (menos las flores). Trascurrido el mes de preparación, añadir unas
gotas de lavanda. Dividir la mezcla en varios saquitos de algodón que se
introducirán en en los armarios y en los cajones para perfumar y proteger la
ropa. Este mismo popurrí se puede poner en un cuenco de barro y tenerlo en
el baño como ambientador. En este caso, de vez en cuando hay que añadir
gotas de aceites esenciales, para renovar el perfume.
• Popurrí especiado: Para prepararlo, reunir 25 gr de cada uno de los
siguientes ingredientes: canela, clavo, semillas de coriandro, flores de
lavanda, hojas de rosa y raíz de lirio florentino. Se puede usar como
ambientador o para perfumar los armarios.
• Popurrí de pachuli: Ingredientes: 100 gr de pachuli en polvo y 100 gr
de sándalo en polvo. Añadir unas gotas de aceite de pachuli y mezclar bien.
No necesita guardarse, se puede emplear directamente después de haber
distribuido la mezcla en los saquitos.
• «Rose bowl» (literalmente «bol de rosas»): En el pasado era sólo a esta
colección de rosas a lo que se daba el nombre de popurrí. Los pétalos de
rosas, conservados en la forma adecuada, pueden proporcionarnos un
perfume que durará muchos años inalterado.
Hay que elegir un recipiente de barro o de porcelana con tapadera (una
vieja sopera va muy bien).
Durante la estación de las rosas y en los días más secos, recoger los pétalos
de las flores más bonitas, separándolos cuidadosamente dal cáliz.
Cuando se tiene una cantidad bastante relevante de pétalos (deben estar
todavía frescos), como para llenar un tarro de 3-4 litros, se empieza a
preparar el rose bowl alternando en la sopera una capa de pétalos y otra de sal
marina. La última capa debe ser de sal. Presionarlo todo con un plato que se
dejará encima para taparlo.
Después de 10 horas se mezclarán los componentes y se repetirá este
proceso cada día durante una semana.
En cuanto la mezcla empieza a estar húmeda, añadir 90 gr de pimiento en
polvo y en los tres días siguientes mezclar pétalos y especias añadiendo en
cada uno de estos días 7 gr de pimiento y 7 gr de canela en polvo.
Guardar la mezcla en un tarro de cristal después de haber añadido como
toque final estos otros ingredientes triturados en grueso: clavo, canela, nuez
moscada, pimiento, cascara seca de naranja y de limón, 25 gr de semillas y 25
gr de raíz de anís, 7 gr de pimienta negra, 1/2 cucharadita de láudano y, para
terminar, 1/2 cucharadita de aceite de rosa o de geranio.
Durante todo el verano se pueden añadir al rose bowl todo tipo de pétalos
de flores siempre que antes hayan sido secados al aire. De vez en cuando,
mezclar y dejar abierta la tapadera para que el perfume salga y llene el
ambiente, pero cada vez hay que volver a cerrar herméticamente por un mes
para permitir que los aromas recuperen sus fuerzas.
• «Rose bowl» sencillo: Recolectar pétalos de rosas rojas muy perfumadas
y mezclarlos con sal marina y clavo de especias en la proporción de 1
cucharadita de sal y una punta de clavo por cada puñado de pétalos.
Comprimir todo en un tarro de cristal o de porcelana con cierre hermético y
mantenerlo cerrado durante 1 mes. Para perfumar las habitaciones, poner un
poquito de mezcla sobre una plancha caliente.
• Saquitos guardarropa perfumados: Triturar y mezclar los siguientes
ingredientes: 30 gr de sumidades floridas de lavanda, 25 gr de semillas de
gladiolo, 30 gr de pétalos de rosas secos, 7 gr de canela y 10 gr de clavo de
especia. Dividir la mezcla en saquitos y colocarlos entre la ropa en armarios y
cajones.