Retrato de Melibea

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CALISTO.-Comienzo por los cabellos.

¿Vees tú las madejas del oro delgado que hilan


en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos. Su longura hasta el postrero
asiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los
pone, no ha más menester para convertir los hombres en piedras.
SEMPRONIO.- (¡Mas en asnos!)
CAL.- ¿Qué dizes?
SEM.- Dixe que essos tales no serían cerdas de asno.
CAL.- ¡Veed qué torpe e qué comparación!
SEM.- (¿Tú cuerdo?)
CAL.-Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la
nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios, colorados y
grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la
redondeza y forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría figurar?, que se despereza
el hombre cuando las mira. La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieve; la color
mezclada, cual ella la escogió para sí.

Fernando de Rojas (y “Antiguo autor”), La Celestina. Auto primero.

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