Técnicas de Terapia Familiar

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1RA SESIÓN

Espontaneidad terapéutica
Para ser eficaz como miembro de este sistema, debe responder a las
circunstancias en armonía con las reglas del sistema, al tiempo que se utiliza a
sí mismo de la manera más amplia posible. Es lo que se entiende por
espontaneidad terapéutica. Un terapeuta espontáneo es el que ha sido
entrenado para emplear diferentes aspectos de sí mismo en respuesta a
contextos sociales diversos. La espontaneidad, aun la espiritual, está siempre
limitada por el contexto.

El terapeuta, cuyo papel es influir sobre la gente y cambiarla, está en el


interior del campo que observa y sobre el cual ha de influir. Sus acciones,
aunque reguladas por las metas de la terapia, son el producto de su vínculo
con la familia cliente. Si el terapeuta produce intervenciones dentro de la
gama tolerable, es justamente porque experimenta la realidad de la familia y
porque las reglas de la familia lo estructuran desde dentro del campo. Las
intervenciones ineficaces no se vuelven caóticas ni destructivas; la familia
simplemente las asimila sin producir cambio.

La formación de pareja
En el primer estadio se elaboran las pautas de interacción que constituyen la
estructura del holón conyugal. La tarea consiste en mantener importantes
contactos y al mismo tiempo crear un holón cuyas fronteras sean nítidas en la
medida suficiente para permitir el crecimiento de una relación íntima de
pareja. Dentro del holón conyugal, la pareja deberá armonizar los estilos y
expectativas diferentes de ambos y elaborar modalidades propias para
procesar la información, establecer contacto y tratarse con afecto. De igual
modo crearán reglas sobre intimidad, jerarquías, sectores de especialización y
pericia, así como pautas de cooperación. Sobre todo, el holón conyugal tiene
que aprender a enfrentar los conflictos que inevitablemente surgen cuando dos
personas están empeñadas en formar una nueva unidad. La elaboración de
pautas viables para expresar y resolver los conflictos es un aspecto esencial de
este período inicial. En la Formación de una pareja, son en extremo
significativas las dimensiones de la parte y el todo. Al comienzo, cada
cónyuge se experimenta como un todo en interacción con otro todo. Pero para
formar la nueva unidad de pareja, cada uno tiene que convertirse en parte. El
terapeuta que trabaja con una familia que pasa por este estadio puede verse
precisado a poner el acento en la complementariedad, para ayudar a sus
miembros a comprender que la pertenencia es enriquecedora, no sólo
limitadora.

La familia con hijos pequeños


El segundo estadio sobreviene con el nacimiento del primer hijo, cuando se
crean en un mismo instante nuevos holones: parental, madre-hijo, padre-hijo.
El holón conyugal se debe reorganizar para enfrentar las nuevas tareas, y se
vuelve indispensable la elaboración de nuevas reglas. Es también una
estructura disipadora; tanto, que el sistema mismo puede correr peligro. Quizá
el terapeuta deba empujar al padre hacia la madre y el hijo, reinsertándolo en
funciones parentales y ayudándolo a elaborar una visión más compleja y
diferenciada de sí mismo dentro de los holones conyugal y parental. Si estos
problemas se resuelven deficientemente, se pueden formar coaliciones entre
miembros de generaciones diversas. Al tiempo que enfrenta de continuo
problemas de control y de socialización, la familia tiene que negociar también
contactos nuevos con el mundo exterior. Los adultos, que habían elaborado
determinadas pautas de crianza, tienen que modificarlas y crear métodos
adecuados para mantener el control y al mismo tiempo alentar el crecimiento.
La familia con hijos en edad escolar o adolescentes
Un cambio tajante se produce cuando los hijos empiezan a ir a la escuela, lo
que inicia el tercer estadio de desarrollo. La familia tiene que relacionarse con
un sistema nuevo, bien organizado y de gran importancia. La familia deberá
negociar ciertos ajustes, modificar ciertas reglas. Los temas de la autonomía y
el control se tienen que renegociar en todos los niveles. Una nueva fuente de
presión y de exigencias puede empezar a influir sobre la familia en esta etapa:
los padres de los padres. Por último, en este estadio comienza el proceso de
separación; y este cambio resuena por toda la familia.

La familia con hijos adultos


En el cuarto y último estadio, los hijos, ahora adultos jóvenes, han creado sus
propios compromisos con un estilo de vida, una carrera, amigos y, por fin, un
cónyuge. Este nuevo estadio requiere una nítida reorganización cuyo eje será
el modo en que padres e hijos se quieren relacionar como adultos. Período del
«nido vacío»: Este período se suele definir como una etapa de pérdida, pero
puede serlo de un notable desarrollo si los cónyuges, como individuos y como
pareja, aprovechan sus experiencias acumuladas, sus sueños y sus expectativas
para realizar posibilidades inalcanzables mientras debían dedicarse a la
crianza de los hijos. Lo esencial del proceso es que la familia tiene que
atravesar ciertas etapas de crecimiento y envejecimiento. Debe enfrentar
períodos de crisis y de transición. El hecho importante para la terapia es que
tanto el cambio como la continuidad definen la marcha de todo sistema vivo.

Cuando una familia demanda tratamiento, sus problemas se deben a que se ha


atascado en la fase homeostática. Una de las metas de la terapia es, en
consecuencia, hacer que la familia ingrese en un período de torbellino creador
en que lo existente encuentre reemplazo mediante la búsqueda de nuevas
modalidades. La terapia es el proceso por el cual se toma a una familia que se
ha atascado en algún punto de la capital del desarrollo y se crea una crisis que
la empujará en el sentido de su propia evolución.

COPARTICIPACIÓN
En teoría, la familia y el terapeuta comienzan la terapia con las mismas metas.
Pero en la práctica es posible, y frecuente, que los miembros de la familia y el
terapeuta no entiendan de la misma manera la localización del sufrimiento, su
causa y el proceso de la curación. Para el terapeuta de familia, en cambio, el
paciente individualizado es sólo el portador de síntoma; la causa del problema
son cier.as interacciones disfuncionales de la familia. Se han instituido reglas
que definen las relaciones recíprocas de sus miembros. Todo desafío a esas
reglas será contrariado de manera automática. Una meta compartida es librar
de sus síntomas a quien es su portador en la familia, reducir el conflicto y la
tensión para la familia como un todo y aprender nuevos modos de superar
dificultades. Como cualquier líder, deberá adaptarse, seducir, someterse,
apoyar, dirigir, sugerir y obedecer a fin de conducir. Pero también debe tener
la aptitud para separarse y tornar a reunirse de un modo diferenciado; y aquí
está el problema.
2DA SESIÓN
PLANIFICACIÓN
El tratamiento por planificación sólo se debe emprender con la conciencia de
las limitaciones que tiene. En efecto, los terapeutas de familia aprenden a
teorizar más allá de los datos que poseen acerca de una familia, pero siempre
conscientes de que la estructura de ésta nunca se les manifiesta en seguida.
Las hipótesis iniciales que se pudieron hacer tendrán que someterse a prueba
en la coparticipación y acaso muy pronto se las deba desechar a todas. Las
familias que acuden tienen configuraciones y estructuras diferentes, y como la
forma no puede menos que influir sobre la función, reaccionarán frente a los
obstáculos según modalidades que les vienen impuestas por su configuración.

Familias de pas de deux


Supongamos que la familia se componga de dos personas solamente. El
terapeuta puede conjeturar que con probabilidad están muy apegadas. Y el
resultado de todo esto puede ser un estilo de vinculación intensa que alimente
al mismo tiempo la mutua dependencia y el resentimiento recíproco. La
estructura de dos personas es proclive a una formación de liquen en que los
individuos contraen una recíproca dependencia casi simbiótica. Planeará el
terapeuta intervenciones para deslindar la frontera entre los componentes de la
diada al tiempo que cancelará las que mantienen a cada uno de estos
individuos desvinculados de otras personas. El terapeuta puede investigar las
fuentes extrafamiliares de apoyo o de interés a fin de cuestionar la concepción
«Somos una isla» de la realidad familiar.
Familias de tres generaciones
La familia extensa con varias generaciones que viven en íntima relación es
probablemente la configuración familiar más típica en todo el mundo. La
configuración de la familia extensa aloja en la multiplicidad de sus
generaciones la posibilidad de una especialización funcional. Este tipo de
organización requiere de un contexto en que la familia y el medio
extrafamiliar se encuentren en armoniosa continuidad. Cuando trabajan con
familias de tres generaciones, los terapeutas de familia se deben guardar de su
tendencia a obrar una separación. Lo indicado desde el punto de vista
terapéutico fuera trabajar dentro del sistema cooperativo hacia una
diferenciación de funciones, y no promover la formación de una estructura
acorde a la norma cultural. Un posible eslabón débil en la familia
multigeneracional es la organización jerárquica.

Familias con soporte


Cuando las instituciones aumentan de tamaño, es preciso delegar autoridad.
Cuando son muchos los niños en un hogar, por lo común uno de ellos, y a
veces varios de los mayores, reciben responsabilidades parentales. Estos niños
parentales toman sobre sí funciones de crianza de los demás niños, como
representantes de los padres. Este ordenamiento funciona sin tropiezos
mientras las responsabilidades del niño parental están definidas con claridad
por los padres y no sobrepasan su capacidad, considerado su nivel de madurez.
Existe el peligro potencial de que los niños parentales contraigan síntomas
cuando se descargan sobre sus hombros responsabilidades superiores a sus
fuerzas o no se les confiere la autoridad que les permitiera ponerlas en
práctica.
En la terapia puede ser eficaz emplear técnicas de fijación de fronteras que
reorganicen el subsistema parental sin el niño parental, y realizar sesiones con
los hermanitos solos, en que la posición de aquél sea reorganizada. O bien, si
el subsistema parental ya está recargado, la responsabilidad de brindarle apoyo
se puede distribuir de manera más equitativa entre los hermanos.

Familias acordeón
En ciertas familias uno de los progenitores permanece alejado por lapsos
prolongados. Las funciones parentales se concentran en una sola persona
durante una parte de cada ciclo. Es una organización que tiende a expulsar al
progenitor periférico. Es posible que estas familias acordeón demanden terapia
cuando el progenitor viajero cambia de trabajo y se convierte en figura
permanente dentro de la organización familiar. El progenitor periférico debe
ser reinsertado en una posición provista de sentido. La familia tiene que
comprender que, en efecto, forma una familia «nueva».

Las familias cambiantes


Ciertas familias cambian constantemente de domicilio. Si el cambio de
contexto interesa a adultos que desempeñan un papel significativo, es
importante para el terapeuta reconstruir un historial que le permita determinar
si lo que parece una organización estable no es, en realidad, transitoria. En tal
caso parte de la función del terapeuta será ayudar a la familia para que defina
con claridad su estructura organizativa. En consecuencia, se vuelve
importantísimo evaluar el nivel de competencia tanto de la familia en su
condición de organismo, cuanto de sus miembros individuales. El holón de la
familia es siempre parte de un contexto más vasto. Distorsionado el contexto
más vasto, la familia manifestará distorsiones.

Familias huéspedes
Un niño huésped es por definición miembro de una familia temporaria. Un
problema potencial en esta configuración familiar es que en ocasiones la
familia se organiza como si no fuera huésped. Es preciso evaluar el nexo del
síntoma con la organización familiar. Si la sintomatología es el producto del
ingreso del niño en un sistema nuevo, éste funciona como si atravesara una
crisis de transición.

Por el contrario, si el niño ya está integrado plenamente a la familia, sus


síntomas obedecen a la organización de ésta y se relacionan con las tensiones
que otros miembros de la familia manifiestan de diverso modo. En la situación
mencionada en último término, una complejidad adicional de la familia
huésped es la introducida por la presencia del instituto de colocación. En estos
casos el terapeuta tiene que contemplar la posibilidad de introducir a la
asistente social del instituto en el contexto terapéutico y utilizarla como
coterapeuta a fin de prestar asistencia al organismo familiar total, incluido el
niño.

Familias con padrastro o madrastra


Cuando un padre adoptivo se agrega a la unidad familiar, tiene que pasar por
un proceso de integración que puede ser más o menos logrado. El nuevo padre
puede no entregarse a la nueva familia con un compromiso pleno, o la unidad
originaria puede mantenerlo en una posición periférica. Es posible que un
terapeuta tenga que asistir a la familia introduciendo esquemas para una
evolución gradual. En ciertos casos puede ser conveniente para los miembros
de las dos familias originales mantener al comienzo sus fronteras funcionales
y relacionarse como dos mitades que cooperan para resolver problemas en la
vía que la familia sigue hacia la configuración de un solo organismo.

Familias con un fantasma


La familia que ha sufrido muerte o deserción puede tropezar con problemas
para reasignar las tareas del miembro que falta. Desde el punto de vista tera-
péutico, se trata de una familia en transición. Las configuraciones anteriores
estorban el desarrollo de nuevas estructuras. La estructura familiar
especulativa recoge la configuración que la propia familia presenta como
esencial. Incluye elementos sobre el estadio de desarrollo en que ella se
encuentra y los problemas inherentes a ese estadio. Si se conocen la religión
de la familia, su nivel económico o su origen. El cuadro de situación con-
tendrá el problema que motivó la demanda.
Familias descontroladas
En familias en que uno de sus miembros presenta síntomas en el área del
control, el terapeuta supone la existencia de problemas en uno o varios entre
determinados campos: la organización jerárquica de la familia, la puesta en
práctica de las funciones ejecutivas dentro del subsistema parental y la
proximidad entre miembros de la familia. Cuando un tirano de veinticinco
kilos aterroriza a una familia entera, se debe suponer que tiene un cómplice.
Para que un tirano que no se eleva un metro del suelo sea más alto que el resto
de los miembros de la familia, es preciso que esté subido sobre los hombros de
uno de los adultos.
En familias con adolescentes, es posible que los problemas de control se
liguen con la incapacidad de los progenitores para pasar del estadio de padres
solícitos de niños pequeños al de padres respetuosos de adolescentes. Sus-
tentará el derecho de los padres a formular determinadas demandas y a pedir
que se los respete como tales. Y también apoyará las demandas de cambio que
haga el adolescente. Cuando estas familias tienen varios hijos, el subsistema
de los hermanos puede llegar a ser un contexto importante que permita iniciar
la organización de una nueva configuración familiar y crear fronteras
significativas. En familias en que los niños son maltratados, el sistema no
puede controlar las respuestas destructivas de los padres hacia los hijos.

Familias psicosomáticas
Cuando la queja que motiva la demanda es un problema psicosomático de
alguno de los miembros de la familia, la estructura de ésta incluye una
excesiva insistencia en los cuidados tiernos. . Entre las características de estas
familias se descubre sobreprotección, fusión o unión excesiva entre los
miembros de la familia; la incapacidad para resolver conflictos, enorme
preocupación por mantener la paz o evitar los conflictos y una rigidez
extrema. Este tipo de familia se destaca por las relaciones de lealtad y de
protección que en ella imperan; en suma, es la familia ideal. Uno de los
problemas con que el terapeuta tropieza en estas familias es justamente su
carácter agradable.

La averiguación de la estructura en las primeras interacciones


La información esquemática que se puede recoger en un formulario de
admisión o una conversación telefónica evoca la posibilidad de ciertas
configuraciones familiares y ámbitos de problemas. Sólo en la formación del
sistema terapéutico se puede reunir la información que apuntale, aclare o
refute la hipótesis inicial. Es útil enunciar la configuración familiar sobre la
base de los datos iniciales, pero no es más que un primer paso. Casi en
seguida, es preciso que el terapeuta avance hasta entrar en la efectiva danza de
la terapia.

CAMBIO
La técnica es la vía para alcanzar el cambio, pero lo que le imparte un rumbo
es la conceptualización que hace el terapeuta sobre la dinámica de la familia y
el proceso de cambio. Whitaker considera la familia como un sistema en que
todos los miembros tienen la misma significación. Es preciso cambiarlos
individualmente a fin de modificar el conjunto. Y en armonía con esto, cues-
tiona a cada uno de los miembros de la familia, socavando su cómoda
adhesión al modo compartido de aprehender la vida. Cada individuo es
llevado a vivenciar lo absurdo de aceptar como válida la peculiar cosmovisión
de la familia. Aunque parezcan caóticas, todas sus intervenciones apuntan a
cuestionar el sentido que las personas atribuyen a los sucesos. La formulación
estratégica, cuyos representantes son Haley y Ma-danes, difiere notablemente
de la que acabamos de exponer. En este caso las técnicas apuntan a una meta,
a saber, mitigar aspectos disfuncionales específicos de la familia. Es en buena
medida responsabilidad del terapeuta verificar el desarrollo y producir una
mejoría. En esta formulación estratégica, se considera que el paciente indi-
vidualizado es portador del síntoma para proteger a la familia. Al mismo
tiempo, el síntoma es mantenido por una organización en que los miembros
de la familia ocupan jerarquías incongruentes. Las técnicas de la terapia
estructural llevan a reorganizar la familia mediante el cuestionamiento de su
organización. Designa la búsqueda de pautas nuevas, el orden antiguo tiene
que ser socavado para que se pueda formar el nuevo. Las tres estrategias son:
cuestionar el síntoma, cuestionar la estructura de la familia y cuestionar la
realidad familiar.

REENCUADRAMIENTO
Todas las familias imprimen en sus miembros la configuración exclusiva que
los identifica como tales. Este cuadro o imagen, que los psicólogos
individuales llaman rol, es un proceso interpersonal continuo. También las
familias poseen un cuadro dinámico que se ha formado en su historia y que
encuadra su identidad de organismo social. Cuando acuden a la terapia, traen
consigo esta geografía de su vida en la definición que le dan. Han hecho su
propia evaluación de sus problemas, de sus lados fuertes y de sus
posibilidades.

La terapia parte, en consecuencia, del choque entre dos encuadres de la


realidad. El de la familia es pertinente para la continuidad y el mantenimiento
de ese organismo en condiciones más o menos estables; el encuadre
terapéutico atiende al objetivo de hacer que la familia avance hacia un manejo
más diferenciado y eficiente de su realidad disfuncional. El terapeuta inicia su
encuadramiento tomando en cuenta lo que la familia considera importante.
Pero ya el modo en que recoge información dentro del contexto de la familia
encuadra lo recogido de manera diversa. Entonces la tarea del terapeuta es
convencer a los miembros de la familia de que el mapa de la realidad por ellos
trazado se puede ampliar o modificar. Las técnicas de escenificación, enfoque
y obtención de intensidad contribuyen al logro de un encuadramiento
terapéutico.

ESCENIFICACIÓN
En la escenificación, el terapeuta asiste a los miembros de la familia para que
interactúen en su presencia, y ello con el propósito de viven-ciar la realidad
familiar como aquéllos la definen. Después reorganiza los datos, poniendo el
acento en ciertos aspectos y cambiando el sentido de lo que ocurre; introduce
nuevos elementos e insinúa modos diferentes de interactuar, que de este modo
se actualizan dentro del sistema terapéutico.

ENFOQUE
El terapeuta seleccionará y organizará estos datos dentro de un esquema que
les confiera sentido. Para hacer esto hace falta, en primer lugar, que el
terapeuta seleccione un que y, en segundo, que elabore un tema para trabajar
sobre el. Al mismo tiempo desechará los diversos campos que, siendo
interesantes, no son por el momento útiles para su meta terapéutica. En la
sesión escogerá ciertos elementos de la interacción de esta familia y
organizará el material de manera que guarde armonía con su estrategia
terapéutica.

El esquema del terapeuta incluye tanto una meta estructural como una
estrategia para lograr esa meta. El terapeuta que elabora un tema investiga en
profundidad un campo limitado. Tiene que advertir que tan pronto como ha
empezado a elaborar un enfoque, queda programado. Empieza a ignorar infor-
mación. En consecuencia, debe mostrarse hipersensitivo a los indicadores de
alerta. El enfoque lo hace vulnerable a los peligros de la absorción. El oficio
del terapeuta es asistir al cambio familiar, no hacer que ellos se sientan
cómodos.

INTENSIDAD
Los miembros de la familia tienen una sensibilidad auditiva discriminatoria,
que presenta campos de sordera selectiva regulados por su historia común.
Puede ocurrir que los miembros de la familia oigan el mensaje del terapeuta,
pero sin asimilarlo dentro de su esquema cognitivo como una información
nueva. Esta última impone el reconocimiento de una «diferencia», pero los
miembros pueden oír lo que el terapeuta les dice como si fuera idéntico o
semejante a lo que siempre oyeron dentro de la familia. Pueden, en
consecuencia, no oír, por más que el terapeuta haya conquistado su atención y
por más que ellos escuchen.

Las construcciones cognitivas por sí mismas rara vez tienen el poder


suficiente para provocar el cambio familiar. No obstante, los terapeutas con
frecuencia consideran que un mensaje se recibió por el solo hecho de haberlo
enviado. Pero un mensaje terapéutico tiene que ser «reconocido» por los
miembros de la familia, lo que significa que deben recibirlo de un modo que
los aliente a experimentar cosas según modalidades nuevas. Cuando en una
sesión los miembros de la familia dan muestras de haber alcanzado el límite
de lo aceptable emocionalmente y emiten señales en el sentido de que sería
conveniente disminuir el nivel de la intensidad afectiva, el terapeuta tiene que
aprender a ser capaz de no responder a ese requerimiento, a pesar de haber
sido educado toda su vida en sentido opuesto.
3RA SESIÓN

REESTRUCTURACIÓN
El terapeuta que trabaje con estas familias tendrá que interponerse en esas
interacciones demasiado armoniosas diferenciando y delineando las fronteras
de los holones familiares a fin de hacer sitio a la flexibilidad y el crecimiento.
Los individuos pertenecen a una multiplicidad de holones y cumplen papeles
diferentes en cada uno de ellos. En cada holón se activan segmentos del
repertorio vivencial de los individuos. Las aptitudes que corresponden a un
holón pueden o no ser convocadas en otros holones, pero forman parte del
repertorio posible. Señalan Peter Berger y Thomas Luckmann: «Toda
actividad humana está sujeta a la habitualización. Cualquier acción que se
repite con frecuencia se fija en una pauta que después se puede reproducir con
economía de esfuerzo y que el ejecutor percibe de manera inmediata como tal.

Entonces ciertas cosas no se hacen porque convengan, sino porque son


correctas». La terapia es un proceso en que se cuestiona el «así se hacen las
cosas». Las interacciones cotidianas dentro de un subsistema tienden a orga-
nizar los hechos de la vida compartida de manera de mantener incólume el
mayor tiempo posible la índole de la relación. Hay tres técnicas principales
para cuestionar la estructura de holón de la familia. Las técnicas de fijación de
fronteras están destinadas a modificar la participación de los miembros de
diferentes holones. El desequílibramiento modifica la jerarquía de las personas
dentro de un holón. Y la complementariedad cuestiona la idea de jerarquía
lineal.
FRONTERAS
Las técnicas de fijación de fronteras regulan la permeabilidad de las que
separan a los holones entre sí. He aquí el concepto rector: participar en el
contexto específico de un holón específico requiere respuestas específicas para
ese contexto. Las técnicas de fijación de fronteras pueden apuntar a la
distancia psicológica entre los miembros de la familia y a la duración de la
interacción dentro de un holón significativo.

DESEQUILIBRAMIENTO
En el desequilibra-miento la meta es cambiar el vínculo jerárquico entre los
miembros de un subsistema. El terapeuta entra en coparticipación y apoya a
un individuo o a un subsistema a expensas de los demás. Se alia con un
miembro de la familia situado en un lugar inferior de la jerarquía, y le confiere
poder en lugar de quitárselo. Desconoce a la central de operaciones de la
familia. Coparticipa con uno de los miembros en una coalición que ataca a
otro. El miembro que cambia de posición dentro de la familia por su alianza
con el terapeuta no reconoce las señales de la familia o no responde a ellas.

El desequilibramiento de un sistema puede producir cambios significativos


cuando los miembros individuales de la familia son capaces de experimentar
con roles y funciones ampliados en contextos interpersonales. Dos importantes
problemas presentan las técnicas de desequilibramiento. Uno es de carácter
ético. Estas técnicas son inequitativas por definición. El otro problema de las
técnicas de desequilibramiento se refiere a las exigencias que imponen al
terapeuta.
COMPLEMENTARIEDAD
La idea de que los seres humanos son unidades entra en conflicto con la
concepción de la interdependencia de todas las cosas. La relatividad y la
relación polar de todos los opuestos no designan más que dos lados de la
misma realidad: puesto que todos los opuestos son interdependientes, su
conflicto nunca puede traer por resultado la victoria total de uno de los polos,
sino que siempre será la manifestación de la acción recíproca entre los dos.
Una de las metas en terapia de familia es ayudar a los miembros de ésta a que
vivencien su pertenencia a una entidad que rebasa el sí-mismo individual.

Esta operación, lo mismo que la técnica de desequilibramiento, apunta a


modificar la relación jerárquica entre los miembros de la familia, con la
diferencia de que esta vez se cuestiona la idea íntegra de jerarquía. En primer
lugar, cuestionará el problema: la certidumbre de la familia de que existe un
paciente individualizado. En segundo lugar, cuestionará la idea lineal de que
un miembro de la familia controla al sistema, cuando en verdad cada uno de
los miembros sirve de contexto a los demás. En tercer lugar, cuestionará el
modo en que la familia recorta los sucesos; para ello introducirá un marco
temporal más amplio que enseñe a los miembros de la familia a considerar su
conducta como parte de un todo más vasto.
4TA SESIÓN
REALIDADES
Una familia no sólo tiene estructura, sino un conjunto de esquemas cognitivos
que legitiman o validan la organización familiar. La estructura y la estructura
creída se apoyan y se justifican entre sí, y cualquiera de ellas puede ser la vía
de acceso para la terapia. De hecho, la interven¬ción terapéutica siempre
influirá sobre ambos niveles. Todo cambio en la estructura de la familia
modificará su visión del mundo, y todo cam¬bio en la visión del mundo
sustentada por la familia será seguido por un cambio en su estructura,
incluidos los cambios en el uso del síntoma para el mantenimiento de la
organización familiar. Cuando acude a la terapia, la familia presenta sólo su
percepción restringida de la realidad. Pero el terapeuta, que és un creador de
universos, ofrecerá a la familia una realidad diferente. Sólo utilizará los
hechos que la propia familia reconoce verdaderos, pero a partir de ellos
edificará un ordenamiento nuevo.

CONSTRUCCIONES
El terapeuta empieza por aflojar la rigidez del esquema preferencial. También
desestima muchos de los hechos que la familia presenta y selecciona la
«realidad terapéutica» con arreglo a la meta terapéutica. El objetivo es siempre
convertir a la familia a una concepción diferente del mundo, que no haga
necesario el síntoma, y a una visión de la realidad más flexible y pluralista,
que admita una diversidad dentro de un universo simbólico más complejo. Las
técnicas para modificar la realidad de la familia se agrupan en tres categorías
principales. Estas son la utilización de símbolos universales, de verdades
familiares y el consejo profesional.
PARADOJAS
El empleo que hacemos de las paradojas se basa en tres conceptos que
admitimos como supuestos: la familia es un sistema autorregulador; el síntoma
es un mecanismo de autorregulación y, por último, el concepto de resistencia
sistémica al cambio, que es consecuencia de los dos anteriores. Utilizamos las
paradojas sobre todo como instrumento clínico para enfrentar esta resistencia
y evitar una lucha por el poder entre la familia y el terapeuta.

Las paradojas ni son siempre necesarias, ni siempre deseables. Nuestro criterio


para su empleo se basa en la evaluación que hacemos del grado de resistencia
al cambio en la parte del sistema que el síntoma regula. Reservamos las
intervenciones paradójicas para las pautas interactivas larvadas, de larga data,
repetitivas, que no responden a intervenciones directas como serían las
explicaciones lógicas o las sugerencias racionales. Las intervenciones se
pueden clasificar como directas o basadas en la aceptación, por el hecho de
que el terapeuta espera que la familia las aceptará; y como paradójicas y
basadas en el desafío, por el hecho de que el terapeuta espera que la familia las
desafiará.

LOS LADOS FUERTES


Cada familia posee en su propia cultura elementos que, si se los comprende y
se los utiliza, se pueden convertir en instrumentos que permitan actualizar y
amplir el repertorio de conductas de sus miembros.

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