La Familia Desde El Enfoque Sistémico
La Familia Desde El Enfoque Sistémico
La Familia Desde El Enfoque Sistémico
Si bien han habido avances científicos importantes para el entendimiento de como las drogas
actúan en la biología del ser humano, aun no hay una solución definitiva para esto, puesto que
excede la biología, ya que influyen otros elementos como lo son los factores sociales, económicos,
políticos y familiares que pueden contribuir de forma complementaria a este problema.
Hoy en día, puede decirse que la gran mayoría de teorías relacionadas a la drogadicción
comparten la visión de que esta es una enfermedad, y como tal, es tratable. De esta forma, queda
atrás el concepto que se tenía de ellos como “desviados sociales” o “personas sin voluntad
suficiente” para dejar estos malos hábitos adquiridos, y se adopta el concepto de que son
personas enfermas crónicas, con una desregulación psicobiológica.
Dentro del mismo margen, y para tratar este uso y abuso de sustancias, se crea en primera
instancia en Chile CONACE (Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes), esto en los años
90s. Posteriormente, se crea SENDA (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del
Consumo de Drogas y Alcohol), el cual ha asumido tareas específicas de prevención y tratamiento,
siendo, y vislumbrando dentro de este marco, la entidad a cargo de trabajar principalmente con la
población mayormente afectada que son los adolescentes. Es por esto, que es necesario trabajar
en conjunto con las familias para un adecuado tratamiento.
Dadas las múltiples dimensiones de este problema social, su abordaje se ha hecho desde distintas
disciplinas; entre ellas, la farmacología, la medicina, la psicología, etc. Tal es la complejidad del
problema que además de abordarse desde distintas disciplinas, no existe unanimidad acerca
desde qué enfoque hacerlo. Desde la psicología, se ha enfocado desde distintas aproximaciones;
entre ellas, la conductual, la cognitiva, la psicoanalítica, la sistémica, etc.
Hay estudios que muestran que la inclusión de la terapia sistémica en el tratamiento de las
adicciones a largo plazo es beneficiosa. Se ha demostrado que esta intervención iguala e incluso
supera a las intervenciones de corte individual o grupal en variables tales como mantener los
cambios positivos una vez se ha concluido el tratamiento, aumentar la adherencia de los
consumidores y sus familias al tratamiento, prevenir la recaída y mantener la abstinencia.
En definitiva, para la persona con adicción es una ventaja la implicación de la familia en aras de
lograr un “empoderamiento conjunto” que favorezca el control de la adicción y la abstinencia en la
llamada “etapa de seguimiento”. Otra ventaja añadida sería contar con terapeutas una vez que ha
concluido el tratamiento psicológico que pudiesen apoyar al consumidor en el mantenimiento de
la abstinencia.
Integrando lo anterior, se habla de crear condiciones para que las familias, como primeras
educadoras en valores, creencias y estilos de convivencia, puedan ser agentes protectores del
consumo de drogas.
Se habla de que la adicción a las drogas es multicausal. Se sabe que hay factores biológicos
predisponentes que podrían generar una determinada vulnerabilidad en algunos sujetos. Pero
también hay factores sociales, como la disponibilidad de las drogas y el entorno social en el que se
consume, entre otros, que ejercen una gran influencia en el inicio, mantenimiento y recaída en el
consumo de drogas. Los factores familiares; como por ejemplo, el tipo de relaciones que se
establecen entre sus miembros, los modelos paternales-filiales, el tipo de apego, etc, también
influyen en el complejo mundo de la adicción.
Para argumentar la inclusión de la familia en los tratamiento de adicción de drogas, hay varias
razones al respecto; por un lado, las terapias psicológicas en drogodependencias cuyas
intervenciones son breves (con una duración entre 6 y 18 meses), tras este periodo el adicto se
suele enfrentar solo a su problema de adicción; por otro lado, la etapa más larga del tratamiento
es, precisamente, la del seguimiento, etapa en la que si se siguen las premisas sistémicas, el
refuerzo terapéutico podría mejorar el clima familiar y podría ayudar a mantener los resultados
terapéuticos, evitando una probable recaída prematura que es probable se presente pese a que el
sujeto haya logrado potenciar su autoeficacia, autocontrol y motivación implícita para el cambio
de aquellas actitudes y comportamientos adictivos. Otra razón importante para incluir a las
familias es que además de trabajar cognitivamente aspectos como las estrategias de
afrontamiento, las razones para el cambio, la gestión de emociones, los precipitantes de la
recaída, la toma de decisiones, las posibles situaciones de alto riesgo, la vigilancia cognitiva, la
confianza en el logro del cambio, etc. El trabajo de estos aspectos hace que la persona con
adicciones y su entorno personal más inmediato se capaciten para afrontar mejor el problema y
mejorar sus condiciones de vida.
Al parecer, se dan en mayor medida las condiciones materiales para la recaída, si una vez
finalizado el tratamiento, el sujeto vuelve al seno familiar y allí permanecen los mismos problemas
de su pasado; de ahí que sea necesario pensar que si se cambian las interrelaciones entre los
miembros de la familia o pareja conyugal, se están aumentando los factores protectores para
mantener la abstinencia en dicho sujeto; y en definitiva, esa recaída se está evitando porque todos
los individuos del núcleo familiar se han empoderado, se relacionan y diferencian mejor; y eso, a
su vez, revierte positivamente en el adicto pues se traduce en apoyos para manejar su adicción.
El concepto nuclear en los modelos de terapia familiar es “el sistema”. Concibe que la familia
funciona como un sistema. Así, el sistema en el contexto familiar se refiere a que las experiencias y
conductas de una persona están asociadas y dependen de la conducta de los otros miembros. Así,
la conducta de un integrante no puede entenderse separada de las conductas del resto de la
familia. La familia es el sistema social básico, bajo el que se agrupa los miembros de la familia y los
procesos (reglas de comportamiento, roles, etc) que caracterizan las relaciones entre los
miembros, que son todos recíprocamente interdependientes.
Estos modelos sistémicos, de primer orden, ven a la familia como un sistema que se autorregula, y
en el cual el terapeuta puede intervenir. Este busca los principios de las reglas familiares. Esos
modelos mantienen que la realidad es objetiva y que el terapeuta que es ajeno al sistema familiar
promueve el cambio.
La información se refiere al modo en que los miembros familiares se comunican entre ellos.
La capacidad de adaptación es la capacidad de la familia para cambiar ante los desafíos que se
vayan produciendo para mantener la estabilidad.
Hay un segundo grupo de modelos, los de segundo orden. Conciben que cada integrante de la
familia confecciona una construcción individual y en conjunto forman una construcción grupal del
sistema familiar. Ponen énfasis en los significados y las creencias compartidas, en las que el
lenguaje es fundamental.
La familia como sistema suele trasladar sus problemas sobre el adicto, convirtiéndose este en el
epicentro de todos los problemas internos de la familia. La culpabilidad es una estrategia para
ejercer la manipulación. Puede ser usada por el adicto para coaccionar a su familia para seguir
teniendo el apoyo económico y emocional para el consumo de drogas. Por parte de los padres, la
culpa, puede frenar los intentos de independencia del hijo, atribuyendo que éste es el causante de
su depresión, ansiedad o síntomas psicóticos, por ejemplo. De este modo se refuerza el patrón de
culpa y manipulación mutua, es decir, la codependencia.
En general, en las terapias sistémicas se pretenden varios objetivos. El primero es que el adicto
abandone su dependencia y se mantenga abstinente. Otros objetivos son: ser independiente, ser
visto por él mismo, los progenitores y la comunidad como alguien que triunfa en alguna actividad
(trabajo, estudio, deporte, etc), y lograr relaciones estables fuera de la familia (círculo de amigos,
pareja, etc) que no estén vinculadas al mundo de la droga.
Hay que poner especial énfasis en las etapas iniciales del tratamiento, ya que en el modelo de
intervención de terapia familiar y adicción a las drogas, queda demostrado que si las familias y el
paciente se comprometen desde el principio, la probabilidad de éxito aumenta notoriamente.
CONCLUSIONES
Según diversos estudios, parece quedar demostrada la eficacia de las intervenciones sistémicas en
el tratamiento de las adicciones. Específicamente estas han mostrado resultados significativos en
la adherencia de los sujetos y sus familias a la terapia en si; parece ser eficaz, igualmente, en la
prevención de la recaída durante la fase de seguimiento.
Una de las ventajas de aplicar un enfoque sistémico seria, un menor consumo de drogas
postratamiento, un mejor funcionamiento de la relación entre el adicto y sus pares a cargo, una
mejora de las habilidades del entorno familiar para evitar malas adaptaciones que puedan
perjudicar al paciente, un alejamiento de opciones de vida como la delincuencia y la reducción de
las tasas de recaída o en la mejora de síntomas. Es decir, un mejoramiento de la calidad de vida
tanto del paciente como de su familia.