Proceso Único de Ejecución

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Proceso único de ejecución

Solo se puede promover ejecución en virtud de títulos ejecutivos de naturaleza judicial o extrajudicial
según sea el caso. Son títulos ejecutivos los siguientes;

1. Las resoluciones judiciales firmes;

2. Los laudos arbitrales firmes;

3. Las actas de conciliación de acuerdo a ley;

4. Los títulos valores que confieran la acción cambiaria, debidamente protestados o con la
constancia de la formalidad sustitutoria del protesto respectiva; o, en su caso, con
prescindencia de dicho protesto o constancia, conforme a lo previsto en la ley de la materia;

5. La constancia de inscripción y titularidad expedida por la institución de Compensación y


Liquidación de Valores, en el caso de valores representados por anotación en cuenta, por los
derechos que den lugar al ejercicio de la acción cambiaria, conforme a lo previsto en la ley de
la materia;

6, La prueba anticipada que contiene un documento privado reconocido;

7. La copia certificada de la prueba anticipada que contiene una absolución de posiciones,


expresa o ficta;

8. EI documento privado que contenga transacción extrajudicial;

9. El documento impago de renta por arrendamiento, siempre que se acredite


instrumentalmente Ia relación contractual;

1A. Testimonio de escritura pública;

11. Otros títulos a los que la ley les da mérito ejecutivo. (**)

CONCEPTO
El proceso de ejecución es definido como aquel que, partiendo de la pretensión del
ejecutante, realiza el órgano jurisdiccional y que conlleva un cambio real en el mundo
exterior, para acomodarlo a lo establecido en el título que sirve de fundamento a la
pretensión de la parte y a la actuación iurisdiccional. Liebman (177) califica al proceso
de ejecución como "aquella actividad con la cual los órganos judiciales tratan de
poner en existencia coactivamente un resultado práctico, equivalente a aquel que
habría debido producir otro sujeto, en cumplimiento de una obligación jurídica".
La jurisdicción no se limita a declarar el derecho, comprende también la ejecución del
mismo. Como las sentencias declarativas y constitutivas no imponen el dar, hacer u
omitir algo, la ejecución se dirige a asegurar la eficacia práctica de las sentencias de
condena.
Proceso de cognición y proceso de ejecución son independientes entre sí. De un lado,
el proceso de cognición puede, en efecto, no requerir la ejecución, ya sea porque el
acto que lo concluye alcance por sí solo el objeto prefijado (sentencia de declaración de
certeza o constitutiva) ya sea porque después de recaída la sentencia de condena, el
deudor cumpla voluntariamente su obligación. De otro lado, no siempre a la ejecución
debe preceder la cognición judicial: en determinados casos se puede proceder a la
ejecución sin necesidad de realizar precisamente un proceso de cognición judicial,
como es la conciliación extrajudicial, donde las partes han definido consensualmente el
derecho, o el caso del arbitraje.
De este modo, cognición y ejecución se completan recíprocamente; el primero prepara
y justifica la actuación de la sanción y esta da fuerza y vigor práctico a aquel. Entre el
proceso de cognición y el de ejecución. Por eso, corresponde al primero, conocer y
dirimir el derecho en conflicto. Al segundo, la actuación de la sanción.
En este orden de ideas tenemos que precisar que la tutela efectiva no solo se agota con
los procesos de cognición sino con los de ejecución. La tutela solo será realmente
efectiva cuando se ejecute el mandato judicial.
En síntesis, podemos señalar que proceso de ejecución es aquella actividad con la
cual los órganos judiciales tratan de poner en existencia coactivamente un resultado
práctico, equivalente a aquel que habría debido producir otro sujeto, en
cumplimiento de una obligación jurídica. Es, pues, el medio por el cual el orden
jurídico reacciona ante la trasgresión de una regla jurídica concreta, de la cual surge la
obligación de un determinado comportamiento de un sujeto a favor de otro.
3. Una vieja discusión doctrinaria en relación al título de ejecución se orienta a
dilucidar si el título configura un acto o un documento. Palaciot'80) explica esta
discusión así: Liebman defiende la primera postura y sostiene que el documento no
es más que el aspecto formal del acto y este, en tanlo tiene una eficacia constitutiva
que consiste en otorgar vigor a la regla jurídica sancionatoria y en posibilitar la
actuación de la sanción en el caso concreto, crea una nueva situación de Derecho
Procesal que no debe confundirse con la situación de Derecho material existente
entre las partes; en cambio Carnelutti, adhiriéndose a la segunda tesis, sostiene que
el título ejecutivo es un documento que representa una declaración imperativa del
juez o de las partes, y agrega que siendo esa declaración un acto, "con el
intercambio acostumbrado entre el continente y el contenido y, por tanto, entre el
documento y el acto que en él está representado, se explica la costumbre corriente
de considerar como título al acto en vez del documento". Alsina, dentro de la misma
óptica de Carnelutti, señala que "el título no es otra cosa que el documento que
comprueba el hecho del reconocimiento: como en la ejecución de sentencia el título
es el documento que constata el pronunciamiento del tribunal".

Un acto configurativo de una declaración de certeza judicial o presunta del derecho


(aspecto substancial) y por otro lado, mediante un documento que constata dicha
declaración (aspecto formal). Desde este último punto de vista el título ejecutivo, como
documento que acredita la existencia de un acto jurídico determinado, es suficiente para
que el acreedor, sin necesidad de invocar los fundamentos de su derecho, obtenga los
efectos inmediatos que son propios a la interposición de la pretensión ejecutiva.
Se debe precisar que tanto la transacción judicial y la conciliación judicial, una vez
homologadas, son equiparables a la sentencia definitiva y tienen eficacia de cosa
juzgada.
Los laudos arbitrales

En el primer supuesto serán los propios árbitros los que buscarán en la actividad
jurisdiccional el apoyo para la "ejecución forzada" del laudo, no para iniciar un proceso
de ejecución, sino para requerir de la jurisdicción la vis compulsiva, como parte de sus
atributos exclusivos de ella, a fin de satisfacer de manera forzada el derecho declarado
en el laudo. En ese sentido léase el inciso 2 del artículo 67 de
la Ley Arbitral que dice: "(...), a su sola discreción, el tribunal arbitral considere
necesario o conveniente requerir la asistencia de la fuerza pública. En este caso, cesará
en sus funciones sin incurrir en responsabilidad y entregará a la parte interesada, a
costo de esta, copia de los actuados correspondientes par a que recurra a la autoridad
judicial competente a efectos de la ejecución".
Hay pues diferencias sustanciales entre la ejecución del laudo, con facultades y sin
facultades de ejecución dadas a los árbitros. De ahí que se debe tener en cuenta, para la
ejecución de laudos, si se ha estipulado en el convenio arbitral facultades especiales
otorgadas a los árbitros para la ejecución del laudo, en rebeldía de la parte obligada,
conforme refiere el artículo 67.
Lo que se busca, no solo es atribuir facultades a los árbitros para que intervengan en un
proceso de cognición, sino que también puedan incursionar en el proceso de ejecución
sobre lo laudado, pero dejando claro que las facultades del iusimperium siempre las
ejercerán los jueces ordinarios. Esta mecánica de intervención de la jurisdicción en la
actividad arbitral, la tenemos regulada para las medidas cautelares y acopio de pruebas;
con mayor razón operaría el apoyo para la ejecución de un laudo que contiene derechos
ciertos, ya definidos. No se debe confundir el proceso de ejecución, mecanismo en el
cual se busca ejecutar los títulos y la executio, como poder exclusivo de la jurisdicción.
Debemos señalar en este extremo que los árbitros tienen una jurisdicción limitada,
ya que poseen la notio, la vocatio y la iuditium, mientras que los jueces agregan a
las anteriores la coertio y la executio,' por ello, los jueces pueden ser requeridos aun
desde la iniciación del arbitraje -para el logro de medidas cautelares- hasta su
finalización -ejecución del laudo arbitral- como ya se ha señalado.
Como señala Chocron "las relaciones entre la jurisdicción y el arbitraje, son de
carácter complementario, se produce en aquellas parcelas en las que se requiere
imperium o potestas de la que carecen los árbitros a los cuales se les atribuye el poder
de disposición de los derechos subjetivos privados en virtud de la autonomía de la
voluntad; pero la coacción, la fuerza o imposición que implican determinadas
actividades escapan ala autoridad de los árbitros y es por ello que se produce la
intervención de los Tribunales del Estado".
Al juez no le está permitido realizar un control del fondo del laudo que está cubierto por
efectos de cosa juzgada, sin embargo, como señala Chocrón(188), en este punto debe
distinguirse entre aquellos que fueron objeto de recurso de anulación, frente a los que no
fueron. El control de oficio por el juez respecto del fondo, se reduce al caso en que no se
hubiera interpuesto recurso de anulación contra el laudo y lo resuelto sea sobre un
objeto que no podía serlo y en los casos que el laudo fuera contrario al orden público.
"la autoridad judicial está prohibida, bajo responsabilidad admitir recursos que
entorpezcan la ejecución del laudo".
La explicación a la regulación del artículo 68 de la ley citada, no están referidos propiamente al
procedimiento de la ejecución en sede judicial, sino a las reglas a contemplarse en el proceso de
ejecución iniciado por los propios árbitros, en atención a las facultades especiales otorgadas a
estos.

Bajo esa óptica, la jurisdicción intervendrá para asistir a ella, a través del juez ejecutor; de ahí
que de manera expresa se le señala al ejecutor judicial, que no puede admitir apelaciones o
articulaciones que entorpezcan la ejecución del laudo.

Si bien los árbitros inician el proceso de ejecución, por contar con facultades expresas para
ellas, lo que siempre van a carecer es del poder de ejecución para la satisfacción forzada de lo
laudado. Poder de ejecución y proceso de ejecución responden a dos situaciones y conceptos
diversos. Tanto los árbitros como los jueces ordinarios tienen la facultad de dirigir un
proceso de ejecución, mas será siempre el juez de la jurisdicción quien cuente con los
atributos del poder de ejecución. Aquí radica la diferencia y la explicación a toda esta
regulación de la Ley Arbitral para la ejecución del laudo.
Pero, asimismo, la jurisdicción estatal, precisamente por tratarse de un poder, es la única que
ostenta la llamada coertio;es decir, una específica expresión del rus imperium mediante la cual
solo los jueces pueden realizar actos de ejecución, o sea, aquellos destinados al efectivo
reconocimiento de un derecho (...).

Los árbitros carecen de potestad coercitiva, es decir, no están en la capacidad de hacer


cumplir sus decisiones cuando las partes se resisten a cumplirlas, en cuyo caso tienen que
recurrir al Poder Judicial solicitando su intervención con el propósito de lograr la
"ejecución torzada" de sus mandatos.
Los laudos arbitrales tienen la característica de incidir en el ámbito declarativo de los derechos,
mas nunca en el ejecutivo.

Los títulos valores


Como se aprecia, el inciso 4 califica de título ejecutivo al título valor, entendido este como
valores materializados que representan o incorporan derechos patrirnoniales, destinados a la
circulación, siempre que reúnan los requisitos formales esenciales, que por imperio de la ley, le
corresponda según su naturaleza (ver elartículo 'l de la Ley N 27287 de títulos valores). Como
se aprecia de Ia redacción de este inciso, se confiere acción cambiaria "a los títulos debidamente
protestados o con la constancia de la formalidad sustitutoria del protesto respectivo; o, en
Su caso, con prescindencia de dicho protesto o constancia, conforme a lo previsto en la Ley de
la materia".
Mendoza Luna señala "esta anotación en cuenta es previa a la desmaterialización, la cual
involucra la supresión total de todo certificado (título físico) y no involucra su inmovilización
sino su reemplazo por un documento electrónico".
El protesto es el acto notarial que sirve para acreditar que un documento
mercantil (letra de cambio, pagaré, cheque, etcétera), presentado a su debido
tiempo, no ha sido aceptado o pagado.

Las actas de conciliación


El acta conciliatoria es el documento que contiene la manifestación de voluntad de las parles. Su
validez está condicionada a la observancia de las formalidades establecidas en el artículo 16 de
la Ley N 26872. Como supuestos de validez, se debe verificar en el control que el acuerdo no
vulnere la ley, el orden público y las buenas costumbres;
Para que el acuerdo conciliatorio extrajudicial tenga tal condición, de título de ejecución,
debe ser sometido a un previo control de legalidad, por el abogado del centro de
conciliación, en el que se verifiquen los supuestos de validez y eficacia.
Bajo ese contexto diremos que los acuerdos conciliatorios extrajudiciales que provienen de los
centros privados de conciliación se ejecutan como sentencia pero no son títulos homologados,
esto es, su grado de eficacia, en cuanto a la inmutabilidad, no se equipara a los que hubieren
sido sometidos al control homologatorio, bajo la declaración de la jurisdicción.

La prueba anticipada

Los incisos 6 y 7 atribuyen la condición de títulos ejecutivos al reconocimiento y absolución de


posiciones provenientes de la prueba anticipada. Sobre el particular es necesario desarrollar
algunas ideas preliminares, en relación a la prueba anticipada. Es un procedimiento orientado a
facilitar la vida del proceso principal que se agrupa en dos categorías, diligencias preparatorias y
diligencias conservatorias de prueba, en atención a la finalidad que se persigue. Según Palacio
las diligencias preparatorias tienen por objeto asegurar a las partes la idoneidad y precisión de
sus alegaciones, permitiéndoles el acceso a elementos de juicio susceptibles de delimitar con la
mayor exactitud posible los elementos de su futura pretensión u oposición, o la obtención de
medidas que faciliten los procedimientos ulteriores. En cambio, la diligencia conservatoria de
prueba o prueba anticipada, tiene por objeto la producción anticipada de ciertas medidas
probatorias frente al riesgo que resulte imposible o sumamente dificultoso hacerlo durante el
periodo procesal correspondiente.

Por otro lado, el proceso de creación en la absolución de posiciones como título sumario,
comienza cuando para preparar la ejecución, se pide que el deudor confiese bajo juramento la
certeza de la deuda. Las "diligencias preparatorias" son entendidas como un proceso de creación
de títulos sumarios. Elia se limita a exigir un pronunciamiento judicial y la citación de la
persona a quien deba perjudicar de su causante. El reconocimiento y la absolución de posiciones
son expresión de este tipo de diligencias que luego van a generar los títulos ejecutivos a que
hacen referencia los incisos 6 y 7 del artículo 693 del CPC.
En este tipo de actuaciones judiciales, más que crear títulos, se busca el reconocimiento de este,
porque el título en principio existe y lo único que se hace es integrarlo o complementarlo con
actividades especiales de las que depende su fuerza ejecutiva. El documento privado solo tiene
fuerza ejecutiva si ha sido reconocido; por consiguiente hace falta una diligencia preparatoria,
con el objeto de lograr la tuerza ejecutiva de tal documento privado.

Prueba anticipada
Ahora bien, no es suficiente que exista el reconocimiento expreso en prueba anticipada para que
constituya título ejecutivo. Es necesario que este reconocimiento contenga los presupuestos que
describe el artículo 689 del CPC, esto es, que no solo sea cierta y expresa la prestación sino
exigible, caso contrario, resulta procedente denegar la ejecución en el procedimiento ejecutivo,
por ser inútil el título generado en prueba anticipada.
"por la transacción civil las partes haciéndose concesiones recíprocas, deciden sobre algún
asunto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse (.'.)". Es necesario precisar
que si bien se exige reciprocidad, no es necesario que los sacrificios sean de igual valor. La
reciprocidad, entendida esta como el intercambio de sacrificios es importantísima para su
existencia, pues si una sola de las partes sacrificara algún derecho, ello sería una renuncia y no
una transacción que exige la existencia de concesiones recíprocas.
Cuando se acude a una tramitación especial para proporcionar al sujeto el título, se autoriza a
seguir la tramitación que nuestra legislación erróneamente lo califica como prueba anticipada,
cuando debe ser catalogada como "diligencia preparatoria". Estas diligencias son entendidas
como un proceso de creación de títulos sumarios. Ella se limita a exigir un pronunciamiento
judicial y la citación de la persona a quien deba perjudicar o de su causante. Este proceso, más
que creación es de reconocimiento; porque el título en principío existe y lo único que se hace es
integrarlo o complementarlo con actividades especiales de las que depende su fuerza ejecutiva.
Se aprecia el caso que en la prueba anticipada, se busque recuperar el mérito ejecutivo de un
título valor que ha caducado, recurriendo al reconocimiento y absolución de posiciones. En caso
Se ampare el pedido, se estaría permitiendo el fraude a la ley, pues se permitiría revivir los
efectos cambiarios de un título que por el transcurso del tiempo ya caducó. Felizmente la nueva
Ley de Títulos Valores prescribe que no procede mediante prueba anticipada recuperar el mérito
ejecutivo de las cambiales, si estas han perdido su mérito como instrumento de cambio por
acción del tiempo (ver el artículo 96.3 de la Ley Ne 272871situación que no regulaba
expresamente la derogada Ley de Títulos Valores.
En este tipo de actuaciones judiciales, más que crear títulos, se busca el reconocimiento de este,
porque el título en principio existe y lo único que se hace es integrarlo o complementarlo con
actividades especiales de las que depende su
La fuerza ejecutiva. El documento privado solo tiene fuerza ejecutiva si ha sido reconocido; por
consiguiente hace falta una diligencia preparatoria, con el objeto de lograr la tuerza ejecutiva de
tal documento privado.

DOCUMENTO PRIVADO
que contenga transacción extrajudicial. La transacción siempre contiene pretensiones
patrimoniales y exige reciprocidad en ellas. Conforme lo señala el artículo 1302 del CC, "por la
transacción civil las partes haciéndose concesiones recíprocas, deciden sobre algún asunto
dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse (.'.)". Es necesario precisar que si
bien se exige reciprocidad, no es necesario que los sacrificios sean de igual valor. La
reciprocidad, entendida esta como el intercambio de sacrificios es importantísima para su
existencia, pues si una sola de las partes sacrificara algún derecho, ello sería una renuncia y no
una transacción que exige la existencia de concesiones recíprocas. A pesar de que el artículo
1302 del CC señale que la transacción tiene valor de cosa juzgada, debe entenderse que ese
efecto se limita al judicial y no a la transacción en general, que acoge una ficción legal; por ello,
resulta coherente la redacción del artículo'1312 del cc cuando sostiene que la transacción
extrajudicial se ejecuta en la vía ejecutiva y la judicial de la misma manera que la sentencia. En
ese sentido, si ante un accidente de tránsito, la víctima transa sobre el monto de la reparación y
posteriormente al acuerdo le sobreviene una incapacidad permanente generada por dicho
accidente es válido invocar la nulidad de la transacción por error en la sustancia. No cabe
oponer la excepción de cosa juzgada a una transacción extrajudicial no controlada por la
jurisdicción. Si se ha producido error sustancial, que incide sobre la propia naturaleza de los
daños, es atendible su nulidad, pero no basta el simple error sobre la extensión de los daños,
sino que aparezca un daño nuevo con posterioridad a este.

Documento impago
El inciso 9 hace referencia al documento impago de renta por arrenda miento, como título
ejecutivo, siempre que se acredite instrumentalmente la relación contractual. Antes de la
modificación de este inciso, se exigía que el arrendatario se encuentre en uso del bien, como
condición para ser calificado de título ejecutivo el documento impago de la renta, situación que
felizmente hoy se ha corregido, para considerar como tal, a todos los documentos que
evidencien el no cumplimiento de la prestación pactada, siempre y cuando se demuestre
documentalmente la existencia de la relación contractual. No es condición para exigir esta
pretensión, que el arrendador demuestre haber cumplido con el pago del impuesto
correspondiente a la sunat, pues como refiere la octava disposición complementaria del Código
Procesal: "para iniciar o continuar los procesos no es exigible acreditar el cumplimiento de
obligaciones tributarias. Sin embargo, el juez puede oficiar a la autoridad tributaria, a efecto de
salvaguardar el interés fiscal".

Testimonio de escritura publica


El inciso 10 considera al testimonio de escritura pública como título ejecutivo. En atención a la
persona que suscribe el testimonio, como es el notario Público, conlleva a que sea calificado
como documento público, generando la presunción de certeza sobre su contenido, salvo prueba
en contrario. Téngase en cuenta que el notario es un profesional del Derecho autorizado por ley
para dar fe de los actos y contratos que ante él se celebran, para lo cual, formaliza la voluntad de
los otorgantes, redactando los instrumentos, a los que confiere autenticidad. Ello no exime que
el acto jurídico, a pesar de estar contenido en escritura pública, si carece de los presupuestos que
describe el artículo 689 del CPC, sea considerado título de ejecución. Necesariamente el acto
jurídico contenido en el testimonio de escritura pública tiene que tener las cualidades de la
ejecución: contener derechos ciertos,- expresos y exigibles. La escritura pública protocolizada,
por sí, carece de ejecución, en tanto que el acto jurídico que acoja no tenga los supuestos que
refiere el artículo 689 del CPC citado.
La escritura pública es un ejemplo de instrumento protocolar. Es importante distinguir la
escritura pública de las actas notariales (estas últimas no tienen el mérito ejecutivo, pero síla
escritura pública). En el caso de la escritura pública, es protocolar y siempre contiene un acto
juridico, en cambio las actas pueden albergar hechos jurídicos, pero de manera excepcional,
actos jurídicos. Las escrituras requieren estar siempre firmadas por los comparecientes a
diferencia de las actas, que no.
Cuando los procesos de ejecución se pueden promover bajo las reglas del proceso único de
ejecución o para la ejecución de garantías, no implica que ambos procesos sean excluyentes uno
del otro. Conforme refiere el artículo 1117 del CC, el acreedor hipotecario tiene la posibilidad
de satisfacer su crédito a través de una acción personal contra el deudor yio una acción real que
recaiga sobre el inmueble hipotecado, ya Sea que lo mantenga el deudor o haya sido transferido
a un tercero. Dicho artículo se orienta a brindar al acreedor los suficientes medios para cobrar su
crédito, de esta manera se podrá emplear una de las acciones (real o personal) o ambas ala vez
pero de ninguna manera implicará que quede autorizado a percibir un doble pago, pues dicho
artículo permite la duplicidad de acciones pero no la duplicidad del pago del crédito.

REQUISITOS COMUNES
Procede la ejecución cuando la obligación contenida en el título es cierta, expresa y
exigible. Cuando la obligación es de dar suma de dinero, debe ser, además,líquida o
liquidable mediante operación aritmética'

1. El principio dispositivo que rige el proceso civil, permite que la ejecución de la


sentencia no pueda promoverse de oficio sino a instancia de parte' Esto conlleva
a que ninguna sentencia de condena pasada en autoridad de cosa juzgada se
ejecute sin iniciativa de la parte vencedora, en su calidad de titular del derecho
reconocido por la sentencia, o, en su caso, quien se encuentre en condiciones de
subrogarse a aquella.}
2. Los presupuestos que se debe contemplar un título para la ejecución son
:prestaciones ciertas, expresas y exigibles.
2.1. Las prestaciones son ciertas, cuando están perfectamente descritas en el título la
existencia de un sujeto activo (acreedor) y un sujeto pasivo (deudor) pero nada
impide que uno y otro sujeto sea múltiple, esto es, que vinculan a varios
acreedores con un deudor o varios . deudores con un acreedor, o varios
acreedores con varios deudores.
2.2.Son prestaciones expresas, cuando constan por escrito aquello que el deudor debe
satisfacer a favor del acreedor. consiste en una cosa, o en un hecho que habrá de
ejecutar el deudor, o en un abstención de algo que el deudor habría podido efectuar
libremente de no mediar la existencia de la obligación que le exige un comportamiento
negativo.
En ese sentido, apréciese lo regulado en el ártículo 694 del CPC que establece que se
puede demandar ejecutivamente las siguientes obligaciones: de dar, de hacer o de no
hacer . No se le puede concebir la obligación sin objeto, pues no es posible estar
obligado' en abstracto, sino que es necesario deber algo en concreto. La ausencia de
objeto se traduce en la inexistencia de la obligación. La falta de objeto puede derivar en
su indeterminación, en su imposibilidad y en su carencia de significación pecuniaria.
En este último extremo es necesario precisar que el interés del acreedor no tiene
necesariamente un contenido económico, en cambio, el objeto de la prestación debe
tener un contenido económico, porque de lo contrario sería imposible hacerla efectiva
con el patrimonio del deudor, en caso de que este Se resista a cumplirla.
2.3. El título debe contener además prestaciones exigibles. Por exigibilidad se entiende
aquella cualidad que permite que la obligación sea reclamable. La exigibilidad supone
la llegada del vencimiento, si se trata de una obligación al término y la aparición de la
condición, si se trata de una obligación condicional.
Otro aspecto a considerar en la exigibilidad es verificar que el objeto de la prestación
esté determinado o sea determinable, que sea posible y que la prestación tenga una valor
pecuniario. La prestación es determinada cuando al tiempo de constituirse la obligación
se conoce en su individualidad la cosa debida, o está definido, en su sustancia y
circunstancia, el hecho o la abstención que habrá de satisfacer el deudor. Es
determinable la prestación cuando sin estar individualiza do su objeto (cosa, hecho) es
factible de individualización ulterior.
Es lo que ocurre necesariamente en las obligaciones de hacer, en las cuales el hecho
debido es sobreviniente a la constitución de la deuda; pero también es posible una
obligación con respecto a cosas futuras, por ejemplo, la venta de una cosecha, tal
obligación queda subordinada a la condición suspensiva de que la cosa llegue a existir.
Otro referente para la exigibilidad de la prestación es que el objeto sea posible,
pues un objeto imposible equivale a un objeto inexistente, de modo que no se puede
imponer la obligación de hacer algo imposible. En la teoría concurren distintos criterios
que sostienen que el objeto de la prestación para que sea exigible debe tener una
apreciación pecuniaria. Si la prestación careciera de significación pecuniaria, el
incumplimiento del deudor no lo hace incurrir en responsabilidad alguna por cuanto
dicho incumplimiento no redundaría en detrimento patrimonial del acreedor.
Las prestaciones son exigibles cuando las partes señalan el momento a partir del cual se
puede solicitar el cumplimiento de lo pactado.
La prestación liquidable es la que puede dilucidarse numéricamente mediante operación
aritmética, método que no podría ser de aplicación para las prestaciones ilíquidas. Véase
el caso de la sentencia que condena a una cantidad líquida y al mismo tiempo a los
intereses que las partes habían pactado en la relación jurídico-material. Dichos intereses
se consideran como cantidad liquidable (no ilíquida), por cuanto en la sentencia se fija
el porcentaje y periodo por el cual deberán abonarse; y aun en el supuesto que no
existiera pacto, se aplican los intereses legales. Ello es posible porque se trata de una
simple operación matemática.
Montero Aroca refiere que estas prestaciones operan cuando la ley admite que esta sea
ilíquida, dejando la liquidación para la fase de ejecución; otro supuesto es que no haya
existido realmente una actividad declarativa previa, sino simplemente el presupuesto
para condenar genéricamente a los daños sufridos; también permite prestaciones
ilíquidas, cuando la obligación de hacer, no hacer o dar cosa específica o genérica se
pueden transformar por ley en obligación pecuniaria.
En otros términos, aun cuando el importe tenga que determinarse en el periodo de
ejecución, no por eso la prestación impuesta al demandado en una sentencia de condena
con reserva deviene en condena de futuro.
Esto significa que si una sentencia contiene una condena con reserva, esta puede ser
inmediatamente ejecutada, porque se trata de una condena a prestación actual y en este
sentido ejecutable de inmediato, solo que, como tal condena es ilíquida, debe integrarse
con ciertas actuaciones previas a la ejecución. Algunas opiniones consideran que, como
le falta el requisito de la liquidez y para obtenerla habría que seguir un procedimiento de
liquidación, la sentencia que contiene una condena con reserva no es directamente
ejecutable; sin embargo, otras opiniones señalan que, una cosa es que sea necesario
determinar el importe de la condena con reserya en un incidente; y otra, muy diferente,
que la ejecución no pueda comenzar mientras no se produzca la exigibilidad de la
prestación debida y su falta de cumplimiento, como ocurre con la sentencia que contiene
una condena de futuro.
En los casos de títulos judiciales, para que proceda la ejecución debe haber vencido el
plazo para el cumplimiento de la prestación que ella ha fijado, para recién proceder a
ejecutarla. El impulso es instancia de parte .
sobre el cómputo de dicho plazo, hay dos criterios que se invoca: desde la notificación
de aquella en la apelación y a partir de la notificación de la providencia "por devueltos".
cuando la sentencia no determina plazo para su cumplimiento, ella es susceptible de
ejecución, inmediatamente de quedar consentida o ejecutoriada. Distinto es el caso que
la sentencia que disponga hacer o no hacer alguna cosa, allí el código Procesal exige
que el juez señale el plazo para la ejecución. Véase el caso de la entrega de bien mueble
determinado, aquí el juez atendiendo a la naturaleza de la obligación, debe fijar un plazo
para la entrega.

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