El Sermon de Las Siete Palabras
El Sermon de Las Siete Palabras
El Sermon de Las Siete Palabras
14
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco
vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14,15)
De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (San Lucas 23:43).
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que
te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra (Efesios 6:2,3).
“Después de esto, y como Jesús sabía que ya todo estaba consumado, dijo: ‘Tengo sed’
(Juan 19:28).
En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las
riquezas de su gracia (Efesios 1:7 )
Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero (Apocalipsis 7:14).
“Cerca de las tres de la tarde, Jesús clamó a gran voz. Decía: ‘Elí, Elí, ¿lama sabactani?’, es
decir, ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’” (San Mateo 27:46).
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él (2Corintios 5:21).
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por
su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:4,5).
“Cuando Jesús probó el vinagre, dijo ‘Consumado es’; luego inclinó la cabeza y entregó el
espíritu” (San Juan 19:30).
12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios (Hebreos 10:12).
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida
en rescate por muchos (Marcos 10:45)
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo.
“En ese momento Jesús clamó a gran voz, y dijo: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu.’ Y después de haber dicho esto, expiró.” (San Lucas 23:46).
4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es
mía; el alma que pecare, esa morirá (Ezequiel 18:4).
59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi
espíritu.
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo (2Corintios 5:10). también: hebreos 9:27, Salmos 116:15; fil. 1.21