La Hibris
La Hibris
La Hibris
Hibris es un término que se desarrolló en la antigua Grecia como descripción de un acto: un acto de hibris era aquel
en el cual un personaje poderoso, hinchado de desmesurado orgullo y confianza en sí mismo, trataba a los demás
con insolencia y desprecio. En el célebre pasaje del Fedro de Platón se define así la predisposición a la hibris: “si se
trata de un deseo que nos arrastra irrazonablemente a los placeres y nos gobierna, entonces se llama a este
gobierno intemperancia (hibris)”.
En su Retórica, Aristóteles sostiene que el placer que alguien busca en un acto de hibris se encuentra en mostrar
superioridad: “por esta razón los jóvenes y los ricos son proclives a insultar, pues piensan que cometiendo actos de
hibris, se muestran superiores”.
EJERCICIO
Identifica cada una de las etapas del proceso de hibris en la tragedia y el drama con escenas de la obra Coriolano
de Shakespeare.
LA HIBRIS EN LA POLÍTICA
El concepto de hibris se aplica sobre todo al ámbito político. Los síntomas conductuales que podrían dar lugar a un
diagnóstico de síndrome de hibris aumentan en intensidad conforme aumenta en duración la permanencia de un
jefe de Estado o de gobierno en el poder. Para ser diagnosticado debe presentar al menos cuatro de los siguientes
criterios:
1.Una inclinación narcisista a ver el mundo, primordialmente, como un escenario en el que pueden ejercer su poder
y buscar la gloria, en vez de un lugar con problemas que requiere un planteamiento pragmático y no
autorreferencial.
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2.Una predisposición a realizar acciones que tengan probabilidad de situarlos bajo una luz favorable, es decir, de dar
una buena imagen de ellos.
4.Una forma mesiánica (como salvador del mundo) de hablar de lo que están haciendo y una tendencia a la
exaltación.
5.Una identificación de sí mismos como el Estado hasta el punto de considerar idénticos los intereses particulares y
los generales.
9.La creencia de ser responsables no ante el tribunal terrenal de sus colegas o la opinión pública, sino ante un
tribunal mucho más alto: la Historia o Dios.
13.Tendencia a considerar que su visión amplia sobre un tema, hace innecesarios tomar en cuenta los detalles o las
consecuencias de determinadas decisiones y una obstinada negativa a cambiar de rumbo.
14.Una forma de incompetencia que podría denominarse incompetencia propia de la hibris. Puede haber una falta
de atención a los detalles, negligencia.
El síndrome de hibris es algo que se puede manifestar en cualquier líder, pero solamente cuando está en el poder;
después es muy posible que se debilite una vez que se ha perdido ese poder. Con frecuencia, junto con la némesis,
aparece la desintegración paranoide y la erupción de irracionalidades largamente reprimidas. En este proceso, hay
una progresiva pérdida de confianza en la capacidad para controlar los acontecimientos.
El gobernante bajo el síndrome de hibris está convencido de que sus objetivos son rectos, de que su única meta es el
bien público, y le molesta los obstáculos a su voluntad. A menudo se presenta con otra enfermedad: la fiebre de
Potomac. Consiste en la incapacidad para elegir con criterio a un sucesor.
Para empezar, vamos a conocer los atributos y características psicológicas de Napoleón a partir de la lectura de la
obra de Davis Chandler Las campañas de Napoleón. Un emperador en el campo de batalla. De Tolón a Waterloo
(1796-1815), edit.: la esfera de los libros.
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El hombre y su genio
En primer lugar, tenía ciertos rasgos personales -no
necesariamente de carácter militar- que hicieron de él un
dirigente tan temible. En esa lista de atributos, su magnetismo
personal ocupó un lugar preeminente. Napoleón poseía un poder
casi hipnótico sobre las personas producido por una voluntad de
hierro, un irresistible encanto y la sensación que tenían quienes
estaban frente a él de los que se encontraban en presencia de un
jefe. Físicamente no resultaba atractivo – era de pequeña
estatura, de hábitos rudos incluso vulgares, y brutalmente franco
casi siempre- pero, así y todo, podía tener comiendo de la palma
de la mano a cualquier hombre o mujer si lo deseaba. La fascinación que producían sus grandes ojos grises (que,
según comentarios de sus contemporáneos, lo veían todo, lo sabían todo, a pesar de su apariencia casi inexpresiva)
era irresistible. Incluso el veterano general Vandamme admitió su impotencia cuando se enfrentaba al Emperador:
“Resulta que yo, que no temo a Dios y al diablo, me pongo a temblar como un niño cuando me acerco a él”. (Hudson,
op. Cit, p 213) Esta fascinación hipnótica sin duda tuvo mucho que ver con el dominio que ejercía sobre los militares
al margen de su graduación.
En segundo lugar, debemos referirnos a la gran capacidad intelectual de Napoleón. En palabras de un reciente y
distinguido biógrafo, Octave Aubry, Napoleón poseía “la más grande personalidad de todos los tiempos, superior a la
de cualquier otro hombre de acción, en virtud de la amplitud y agudeza de su inteligencia, de su rapidez a la hora de
tomar decisiones, de su gran determinación y su aguzado sentido de la realidad, todo ello unido a la gran
imaginación de la que hacen gala las grandes mentes” (F. Masson and Biagli, p. 170) (pág. 41)
(…)
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Napoleón tenía una gran capacidad de trabajo. “El trabajo es mi elemento”, aseguró en una ocasión.” Nací y fui
hecho para el trabajo”. Un día de 18 o 24 horas de actividad no era nada extraordinario para él. Leía mucho y con
voracidad. Hacía trabajar a sus sudorosos equipos de secretarios y escribientes hasta dejarlos exhaustos.
(…)
Tenía la suerte de poder dormitar en cualquier momento del día, cuando las circunstancias se lo permitían; incluso
en medio del estruendo de Wagram, fue capaz de hacerlo en su manta de piel de oso.
(…)
Su genio militar era impresionante. (…) Un atributo sobresaliente era el conocimiento de su profesión. Aseguraba
que sabía cómo fabricar pólvora, cómo fundir un cañón, cómo construir carruajes y armones (carro de transporte de
munición de artillería)
(…)
Utilizando su gran poder mental, Napoleón era capaz de pensar en cualquier problema militar, con días, e incluso
meses, de anticipación. (…) Nunca examinaba un problema sin tener en cuenta el contexto y prestaba atención a las
circunstancias que, presumiblemente, pudieran surgir y también a cualquier complicación imprevista.
(…)
Finalmente, debemos hablar del genio de Napoleón: Una infinita capacidad para tomarse la molestia de hacer
cualquier cosa con esmero. (…) Otra de las características incorporadas a su genio era una fértil imaginación para
adaptar los planes a las situaciones concretas, una gran intuición para adivinar las intenciones de su enemigo, una
indomable voluntad para seguir su camino a pesar de los obstáculos que se le pusieran delante o su negativa a que el
desgaste provocado por accidentes menores y otras complicaciones le apartasen de su objetivo primordial.
Otro motivo por el cual Napoleón prolongó su estancia en Moscú fue la dificultad de decidir qué línea de acción
seguir. No había previsto nada para después de la ocupación de Moscú, convencido de que el Zar se rendiría antes
de que los franceses pudieran ni siquiera atisbar las doradas cúpulas del Kremlin. (Pág. 851)
Al final, terminó aceptando que el Zar se negaba a negociar y comenzó la vuelta de la Grande Armée.
Por aquel entonces, tanto el discernimiento como la intuición de Napoleón estaba muy por debajo de sus óptimos.
(…) La conjunción de esta inusual lentitud, la falta de decisión y la excesiva cautela iban a exponer a su ejército,
inexorablemente, a una muerte paulatina, así como una gran derrota en el campo de batalla. (pág. 857)
EJERCICIO
Señala los rasgos de la hibris que presenta Napoleón con las características de la hibris en la política. Justifica tu
respuesta.