Tesis de Clarence Mengue

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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

Departamento de Filología, Comunicación y Documentación

TESIS DOCTORAL

EL CONTEXTO COLONIAL Y POSCOLONIAL EN LA


NARRATIVA HISPANO-GUINEANA

Por. CLARENCE MENGUE

DIRECTOR: Dr. LANDRY-WILFRID MIAMPIKA MOUNDELE

ALCALÁ DE HENARES, 2014


DEDICATORIA

A mi querida madre, ella que siempre ha sabido quererme.

A la memoria de mi padre, Mvomo Azeme Augustin, de mi nodriza, Zang Ndong Naomie, de


mi tocaya, Mengue Corenta, de mi hermana, Meyengono Patience, de mi tío, Evina Felix, de
mis hermanos, Jean Oscar Azeme Mvomo y Azeme Mba Nicodème, que en paz descansen.

A mi familia
AGRADECIMIENTOS

Este trabajo no se hubiera llevado a cabo sin el empeño, la dedicación y diversos tipos
de colaboraciones de muchos de vosotros. Por lo tanto, con estas líneas queremos dejar
constancia de nuestro sincero reconocimiento a:
La AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional por el Desarrollo), a
través ella el gobierno español cuya beca ha permitido el inicio de este proyecto.
La Universidad de Alcalá de Henares que nos acogió durante los años de
investigación, al personal de las bibliotecas de filología y filosofía.
Han sido años laboriosos, pero gracias a la magnífica orientación e impulso particular
del profesor Landry-Wilfrid Miampika Moundele, director de esta tesis, lo hemos conseguido.
Su abnegación ha sido determinarte a la hora de superar todo tipo de contrariedades que
hubieran podido ser perjudiciales. Su empeño ha sido fundamental y determinante, ha sabido
dar siempre el empujón necesario para que diéramos cada vez más de lo que pensábamos ser
capaces de lograr. Por usted sentimos profundo respeto y gratitud.
A Justo Bolekia cuyo apoyo ha sido determinante a lo largo de los años, igualmente
como su imprescindible aportación y disponibilidad.
A Victorien Lavou Zoungbo por su sincero apoyo.
A Gustau Nerín Abad quien durante más de una década no ha cesado nunca de
animarnos, su apoyo ha sido siempre infalible.
A Max Liniger Goumaz por animarnos siempre en el dificultoso recorrido de la
investigación desde el comienzo en la universidad de Yaundé y hasta aquí en España. Por
proporcionarnos graciosamente toda tu producción literaria sobre Guinea Ecuatorial, año tras
año desde 1999, lo consideramos un privilegio.
A Enrique Jiménez por su sustancial colaboración y apoyo constante así como su
infalible disponibilidad.
A Enrique León quien durante más de una década, nos ha proporcionado una gruesa
documentación sobre Guinea Ecuatorial, desde Camerún y hasta aquí donde mucho hacía
falta.
A los autores Donato Ndongo Bidyogo y Joaquín Mbomio Bacheng por sus fraternos
consejos.
A Maya García de Vinuesa y José Manuel Pedrosa por su constante apoyo en los
momentos de duda y desanimo.
A la gran familia Beti de Madrid “Oyili Madrid”, el apoyo fraterno en el seno de
este grupo nos ha sacado de la añoranza que supone el alejamiento del terruño. En especial
queremos destacar a Serge Mezang Akamba por su entrañable afecto y el cariño de toda su
familia.
A Ricardo Gómez González, por su cariño y apoyo permanentes.
A Aurélie Bikie Akamba, aquella hermana mía que tanto quería ver esta tesis pero no
ha podido ser, me dolió el alma que te fueras tan temprano pero quisiera con estas pocas
palabras que sepas que te recuerdo y te recordaré siempre, perdón por todo te estaré siempre
agradecida porque sé lo mucho que me quisiste y deseándote que en paz descanses.
Profunda gratitud a todos los profesores de la Universidad de Yaundé I, los señores
Sostène Onomo Abena, Mol Nnang, André Mah, Paul Kouamou, Aminou Mohamadou, Jean
Claude Mbarga, Paul Kemogne por su preparación e iniciación a la tarea de la investigación
literaria.
A los compañeros Yves Michel Essissima, François Désiré Mbesse, Hortense Sime,
Alain Atouba, Oloume y Stanislas Mbassi por su apoyo.
A Sheril, Sharon, Lisa e Isabel del grupo “CERAGEM” por su extraordinaria paciencia y por
cuidar de nuestra salud y la de tanta gente a cambio de la única gratitud.
Manifestamos por fin nuestra más sincera gratitud a nuestra familia y a todos ustedes
que de cualquier modo nos han brindado su ayuda. Cuando vean o lean esta tesis, que
encuentren aquí nuestro reconocimiento y su propio orgullo.
“Peut- être que les hommes sont sourds et aveugles à certaines évidences; que l’histoire nous
échappe largement et que nous n’avons d’autre issue que de laisser faire le temps, avec
l’espoir qu’il aille vers un mieux. Mais si nous pouvions, si peu que ce soit, agir sur notre
commun destin, y avoir quelque part, si minime soit-elle, nous serions inexcusables de ne pas
l’avoir tenté”.

Albert Memmi, 2004


ÍNDICE

DEDICATORIA

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………1

I-Literatura y realidad………………………………………………………………………….2
II-De la memoria a la aproximación académica……………………………………………….5
III-Breve contextualización histórico literaria…………………………………………………9
IV-El caso de Guinea Ecuatorial……………………………………………………………...14

PRIMERA PARTE: BREVE DESCRIPCIÓN DE LA NARRATIVA HISPANO-


GUINEANA COLONIAL Y POSCOLONIAL…………………………………………..24

CAPÍTULO I: LAS CORRIENTES ESPAÑOLA Y GUINEOECUATORIANA………….25

I-1-La corriente española colonial y poscolonial……………………………………………25

I-1-1-En los albores de la literatura colonial hispano-guineana……………………………..27

I-1-2-El corpus bibliográfico de la literatura hispano-guineana…………………………….33

I-1-2-1-La época colonial……………………………………………………………….......33

I-1-2-2-La narrativa poscolonial…………………………………………………………….41

I-1-3-Algunos estudios a partir de la literatura hispano-guineana colonial y poscolonial….44

I-1-3-1-Estudios críticos a partir de la literatura hispano-guineana colonial………………..45

I-1-3-2-Estudios críticos a partir de la literatura hispano-guineana poscolonial……………51

I-2-La corriente guineana colonial y poscolonial…………………………………………...53

I-2-1-Los comienzos de la literatura hispano-guineana…………………………………….53

I-2-2-Panorama bibliográfico……………………………………………………………….56

I-2-3-Algunos estudios sobre la literatura hispano-guineana colonial y poscolonial………64


CAPÍTULO II: AUTORES Y CONTEXTO DE LA PRODUCCIÓN……………………78

II-1-Donato Ndongo Bidyogo……………………………………………………………..80

II-2-Bartolomé Soler ……………………………………………………………………….85

II-3-Joaquín Mbomio Bacheng……………………………………………………………..91

II-4-Manuel Leguineche……………………………………………………………………95

CAPÍTULO III: FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA Y HERRAMIENTAS


METODOLÓGICAS……………………………………………………………………..102

III-1- Breves principios teóricos…………………………………………………………..102

III-1-1-Elementos de la literatura comparada …………………………………………….102

III-2-Procedimientos sobre el personaje narrativo……………….………………………..104

III-2-1-Recursos metodológicos…………………………………………………………..104

III-2-1-1- El personaje narrativo…………………………………………………………..106

III-2-1-2- Construcción y presentación del personaje……………………………………..108

III-2-2- Sucinta aproximación al modelo actancial ……………………………………….114

III-2-2-1- Descripción del modelo actancial ……………………………………………....120

III-2-2-2- Funcionamiento de las parejas actanciales………………………………………123

SEGUNDA PARTE: ESTUDIO DE LOS PERSONAJES …………………………….127

CAPÍTULO IV: ANÁLISIS DE LOS PERSONAJES DE LAS TINIEBLAS DE TU


MEMORIA NEGRA DE DONATO NDONGO BIDYOGO……………………………….. 128

IV-1- Clasificación y descripción de los personajes………………………………………...129

IV-1-1-Inventario de todos los personajes de la novela ……………………………………129


IV-1-2-Caracterización y tipología de los personajes……………………………………….132

IV-1-2-1-Los personajes principales………………………………………………………...132

IV-1-2-2-Los personajes secundarios…………………………………………………….....149

IV-1-2-3-Los personajes figurativos………………………………………………………..158

IV-2-Reseña y funcionamiento del espacio narrativo ……………………………………...160

IV-3-Análisis actancial……………………………………………………………………...164

IV-3-1-El esquema actancial de Las tinieblas de tu memoria negra………………………..166

IV-3-2-Lectura de los ejes semánticos………………………………………………………167

CAPÍTULO V: ESTUDIO DE LOS PERSONAJES DE LA SELVA HUMILLADA DE


BARTOLOMÉ SOLER……………………………………………………………………173

V-1-Apuntes y explicación de los personajes………………………………………………173

V-1-1-Registro de todos los personajes…………………………………………………….173

V-1- 2-Los personajes según su origen o sexo……………………………………………..174

V-1-3-Caracterización y tipología de los personajes……………………………………….175

V-1-3-1-El personaje principal……………………………………………………………..175

V-1-3-2-Los personajes secundarios……………………………………………………….179

V-1-3-3-Los personajes figurativos………………………………………………………...200

V-2-Los espacios narrativos y su función………………………………………………….203

V-3-Análisis actancial………………………………………………………………………206

V-3-1-El esquema actancial de La selva humillada…………………………………………207

V-3-2-Interpretación de los ejes semánticos………………………………………………...208

CAPÍTULO VI: ANÁLISIS DE LOS PERSONAJES DE EL PÁRROCO DE NIEFANG DE


JOAQUÍN MBOMIO BACHENG………………………………………………………….213
VI-1-Inventario y diseño de los personajes ………………………………………………..213

VI-1-1-Recopilación de todos los personajes por sexo……………………………………..213

VI-1-2-Caracterización y tipología de los personajes……………………………………….216

VI-1-2-1-El personaje principal……………………………………………………………..216

VI-1-2-2-Los personajes secundarios……………………………………………………….220

VI-1-2-3-Los personajes figurativos………………………………………………………...234

VI-2-Breve recuento del espacio narrativo………………………………………………….237

VI-3-Análisis actancial……………………………………………………………………...240

VI-3-1-El esquema actancial de El párroco de Niefang…………………………………….241

VI-3-2-Explicación de los ejes semánticos………………………………………………….242

CAPÍTULO VII: ESTUDIO DE LOS PERSONAJES DE LA TRIBU DE MANUEL


LEGUINECHE……………………………………………………………………………..247

VII-1-Clasificación y estudio de los personajes…………………………………………….247

VII-1-1-Descripción de todos los personajes……………………………………………….247

VII-1-1-1-Los personajes según su origen y sexo………………………………………….249

VII-1-1-2-Los personajes según su profesión o identidad social……………………………251

VII-1-2-Caracterización y tipología de los personajes……………………………………...254

VII-1-2-1-Los personajes principales……………………………………………………….254

VII-1-2-2-Los personajes secundarios……………………………………………………...260

VII-1-2-3-Los personajes figurativos……………………………………………………… 284

VII-1-2-4-Los personajes identificados pero no definidos………………………………… 295

VII-2-Breve recorrido del espacio narrativo………………………………………………...296

VII-3-Análisis actancial……………………………………………………………………..300
VII-3-1-El esquema actancial de La tribu……………………………………………301

VII-3-2-Exposición de los ejes semánticos…………………………………………..302

TERCERA PARTE: EL DISCURSO COLONIAL Y POSCOLONIAL HISPANO-


GUINEANO…………………………………………………………………………309

CAPÍTULO VIII: ANÁLISIS DEL DISCURSO COLONIAL: BLANCOS Y


NEGROS……………………………………………………………………………..310

VIII-1- Antecedentes del personaje de tipo negro…………………………………….310


VIII-2- De la aproximación del espacio a la crítica poscolonial………………………327
VIII-2-1- Configuración teórica del espacio…………………………………………..328
VIII-2-2- La crítica poscolonial.……………………………………………………….334
VIII-3- Estereotipos y prejuicios sexo-raciales.………………………………………..345
VIII-3-1- Las tinieblas de tu memoria negra. ..……………………………………………..346
VIII-3-2- La selva humillada …………………………….............................................351
VIII-4- Aproximación crítica del corpus colonial...……................................................369
VIII-4-1- Arquetipos socioculturales en Las tinieblas de tu memoria negra………….369
VIII-4-2- Pautas del discurso colonial en La selva humillada……................................392

CAPÍTULO IX: CONTEXTO Y TEXTOS DEL DISCURSO POSCOLONIAL……..432

IX-1- El argumento poscolonial en El párroco del Niefang………………………………..433


IX-2- La trama poscolonial en La tribu………………………………………………………..449

CONCLUSIONES……………………………………………………………………..504

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………………519
1

INTRODUCCIÓN
2

I-Literatura y realidad

El objetivo fundamental de este trabajo es realizar una investigación metodológica que


evidencie lo mucho que la literatura puede aportar en la construcción del conocimiento de la
realidad. Es claro que no se trata tanto de conocer esta realidad sino valorar cuánto la
literatura puede aportar al debate acerca la realidad sobre Guinea Ecuatorial‖. Entendido que
lo más importante es que la literatura vehicula percepciones, y que las percepciones de los
distintos autores son diferentes. En concreto, aplicaremos el método de la literatura
comparada a la novela en español que tiene a Guinea Ecuatorial como marco y objeto, en
busca de materiales útiles para interpretar esta realidad a partir de los indicios de la
literatura.

Para ello hemos elegido cuatro obras, dos de autores españoles y dos de autores
guineoecuatorianos. Dos de ellas están ambientadas en la época colonial y las otras en la
poscolonial. Esta doble elección obedece a que la visión que se proyecta de la realidad
difiere en gran medida en función del origen étnico y cultural del autor. Otro tanto ocurre
con el periodo histórico en que fueron escritas las obras, pues las experiencias vivenciales y
anhelos son muy diferentes en el periodo colonial que en el poscolonial.

Este trabajo se titula: El contexto colonial y poscolonial en la narrativa hispano-


guineana. Lo cual obliga a establecer una breve aclaración terminológica.

Entendemos que la narrativa hispano-guineana, objeto de la presente investigación,


forma parte de la literatura española, puesto que esta está escrita en español y es la lengua la
que determina. Asimismo, entendemos que la narrativa hispano-guineana está compuesta
por una corriente española, integrada por escritores españoles que sitúan su obra en Guinea
Ecuatorial y otra corriente guineoecuatoriana, compuesta por autores guineanos. En cuanto a
la literatura guineana, entendemos que se refiere a todas las obras escritas por guineanos y
que por estar escritas en español forman parte de la literatura en lengua española.

En cuanto al término Poscolonial, aunque pueda parecer que soporta un concepto


eurocentrista y excesivamente ―metropolitano‖, hemos decidido aceptarlo porque es el
utilizado de forma casi unánime por unos y otros y quizás no sea el momento de
cuestionarlo.

Para dar cuerpo a este proyecto escogimos cuatro obras, entre los autores que
consideramos más representativos de ambas corrientes. En cuanto a los guineanos, nos
3

inclinamos por la novela colonial1 de Donato Ndongo Bidyogo: Las tinieblas de tu memoria
negra (2009)2 y la poscolonial: El párroco de Niefang (1996), de Joaquín Mbomio Bacheng.
Ambos escritores nos han interesado por la importancia que les da la crítica literaria
autorizada3 y por su intención de dar a conocer la historia de su país. En Las tinieblas de tu
memoria negra, Donato Ndongo recrea el ambiente guineano colonial, enfrentando el
catolicismo español a la tradición africana, ante una juventud guineana que se prepara para
afrontar los nuevos desafíos. En El párroco de Niefang, Joaquín Mbomio Bacheng sitúa al
pueblo frente a la oportunidad de libertad y autogobierno, en la época de la transición
política guineana y la dictadura, apelando a buscar nuevas estrategias políticas y culturales
de futuro, pero también un replanteamiento de la tradición.

De la corriente española, optamos por la novela colonial: La selva humillada (1951)


de Bartolomé Soler y la poscolonial: La tribu (1996)4 de Manuel Leguineche. La elección
de estas dos novelas se debe, en buena parte, al impacto que han tenido porque en realidad
figuran entre las más leídas sobre Guinea Ecuatorial. Nos interesan no sólo las percepciones,
sino imágenes que han tenido impacto entre los lectores y que son representativas. Ambos
autores son, a nuestro juicio, diversos y también simbólicos de las dos épocas respectivas
que nos tocan. En La selva humillada, Bartolomé Soler ofrece una fecunda exploración de
los motivos y prácticas del colonialismo español en la antigua Guinea Española. En La
tribu, Manuel Leguineche organiza una misión periodística a la Guinea Ecuatorial soberana,
para pasar revista al legado sociopolítico que deja el dictador Macías, mostrándonos el
rostro del gobierno de fuerza, a través del país y su población.

Las cuatro novelas abordan los temas dominantes en la narrativa hispano-guineana.


En concreto, tratan las expresiones de reivindicación - desencanto, justificación - denuncia o
simplemente el choque de culturas, pues pueden ser leídas desde las perspectivas política,

1
Cuando hablamos de novela colonial, tomamos en cuenta diversos aspectos en primer lugar el cronológico,
es decir, consideramos como tal las novelas publicadas antes de la independencia pero también las novelas,
aunque posteriores a esta fecha pero cuyo relato está principalmente enfocado en la colonización española.
Desde los criterios temático o cronológico, la obra Orden en Río Muni de Antonio Mariano Carrasco González
(2011) es una novela colonial igual como La mujer del colonial de Liberata Masoliver (1962). Ambas,
independientemente de su fecha de publicación se desarrollan en plena colonización española en Guinea.
2
Ha habido tres ediciones de Las tinieblas de tu memoria negra, en este trabajo manejamos la última de 2009
por el Bronce. En cuanto a El párroco de Niefang, manejamos la primera edición de 1996 por el Centro
Cultural Hispano-Guineano de Malabo.
3
Estos dos autores elegidos apuntan entre los pioneros de la literatura guineana, para poner un ejemplo Las
tinieblas de tu memoria negra resulta ser la novela más estudiada de toda la narrativa guineana.
4
En cuanto a los escritores españoles, La tribu de Manuel Leguineche se ha editado tres veces desde 1980,
nosotros manejamos la última edición de 1996 por Argos. La novela de Soler La selva humillada también ha
sido editada tres veces, y aquí manejamos la tercera de 1951 por Hispano Americana.
4

social o cultural. También llama la atención, al analizar las situaciones de contacto pactado
o conflictivo, la percepción que del ―Otro‖, el africano, tienen los españoles y cómo estos
son vistos por los guineanos.

Los autores guineanos describen generalmente sus culturas, destacando su diversidad


y riqueza, así como los modos específicos de organización sociopolíticos tradicionales de
sus etnias respectivas. También los relatos españoles recogen estos aspectos y los valoran
desde su sensibilidad y visión propia del mundo. Nos encontramos pues, ante
representaciones marcadas por tensiones entre discriminación - resistencia.

Desde esta perspectiva, estudiamos a autores y personajes a través de una serie de


juegos de espejos, en los que unos se reflejan sobre las imágenes de los otros e interactúan.
Es decir, veremos cómo los autores españoles retratan a los guineanos en sus textos y
también cómo los autores guineanos retranscriben las representaciones que de ellos hacen
los escritores españoles. Este juego de espejos también nos facilitará el estudio de las
continuidades y discontinuidades entre el régimen colonial español y el dictatorial de
Macías Nguema, a través de sus reflejos literarios.

De este modo, pretendemos analizar las imágenes e intereses que atraviesan cada una
de estas novelas. En definitiva, el propósito es sacar a la luz la mentalidad de ambos grupos
en momentos y circunstancias concretas.

Pretendemos además, desentrañar el cómo y el porqué de la imagen despectiva que


proyecta el colonizador sobre el africano colonizado. Como testifican los autores africanos,
las creencias y prácticas vernáculas precoloniales: hospitalidad, solidaridad, jefatura
tradicional, orgullo comunitario, fraternidad étnica, tribal o familiar, han sido destrozadas
bajo la excusa civilizadora. Ante este desastre, algunos apuestan por la reconstrucción de la
identidad cultural propia. Este es un cometido al que se han apuntado varios autores ya que
creen firmemente que es imprescindible deshacer los mitos y estereotipos del colonialismo
para rescatar la identidad del sujeto negro africano poscolonial.

Para este trabajo hemos tenido que leer, describir e interpretar un número
considerable de obras de la narrativa hispano-guineana. Este proceso ha resultado tan
gratificante como imprescindible porque además nos ha permitido constatar que apenas ha
sido explorado por la crítica, aunque detectamos que está despertando un interés creciente
en la actualidad.
5

Resulta penoso tener que reconocer que a pesar de su valor histórico, la literatura
colonial y poscolonial española ni ha tenido público lector, español y guineano, ni ha
despertado en círculos académicos el interés que demanda. Teniendo en cuenta los seculares
lazos que han unido a Guinea Ecuatorial con España, consideramos fundamental el estudio
y análisis de la literatura hispano - guineana, pues no sólo es primordial para entender el
pasado y devenir del país, sino que podría resultar un notable leitmotiv para los escritores
guineanos, pues no en vano esas obras son la base de la creación literaria guineana.

Entendemos pues que ha llegado la hora de reivindicar su lectura, realizar estudios


críticos y acabar con tanta desmemoria5. Con esta pretensión encaramos este trabajo,
primera etapa del afán de consolidar un corpus básico sobre la novela colonial española de
temas guineanos, sumándonos así al llamamiento formulado por algunos críticos españoles,
entre ellos Alás-Brun (2004:198)6, para quien: ―hay todavía un gran vacío crítico respecto a
la literatura española peninsular que trata el tema de la antigua colonia o Guinea Española y
a las representaciones de guineanos ecuatoriales, tanto en la literatura de la metrópoli como
en la cultura popular española en general‖. Es necesario apuntarse tanto a la recuperación de
esa memoria literaria española, patrimonio cultural guineano, como a apoyar a los escritores
guineanos que se afanan en la escritura, tanto desde dentro como desde fuera del país, de
hecho quisiéramos aportar un granito de arena con este estudio.

Cumplimos además con otro objetivo: realizar esta tesis doctoral. Un compromiso
académico apasionante que encierra otro con la memoria y la literatura, como camino para
acercarse a la comprensión de la realidad que nos es más próxima, mejor camino a nuestro
alcance para descifrar el Mundo.

II-De la memoria personal a la aproximación académica

Al final de los años setenta, siendo una niña, nuestro pequeño mundo se limitaba a
nuestra madre, joven y viuda, cuatro hermanos y los pocos vecinos con los que
compartíamos el aislado barrio, casi despoblado, llamado ―Aviation‖, de la pequeña ciudad
camerunesa de Ambam, cerca de la frontera con Guinea Ecuatorial.

5
Al final de este trabajo se halla un anejo que reúne una bibliografía exhaustiva de las dos narrativas.
6
Ella subraya oportunamente la atención que se ha dedicado por fin en los últimos años a la literatura
guineana. Esto contrasta con abundantes estudios científicos e históricos sobre Guinea desde los años cuarenta
hasta la actualidad, y donde se dan numerosas representaciones del sujeto colonial africano en la cultura
popular española durante la posguerra.
6

Mamá llevaba su taller de sastrería y los campos que tenía detrás de la casa, mientras
nosotros íbamos al colegio. Un cementerio próximo era nuestro límite y nos obligaba a
permanecer juntos y con poco contacto con otra gente. Las tardes las dedicábamos a las
labores hogareñas o campestres. Esa era la rutina.

Es difícil decir con exactitud cuándo y cómo empezaron a llegar. Al principio eran
unos pocos, pero repentinamente se convirtieron en una muchedumbre que se decía
procedente de un país vecino en guerra. Eran los refugiados guineoecuatorianos 7.
Adolescentes, niños, hombres, y mujeres fueron alojados en casitas que se construyeron
precariamente con techos de nipa o de zinc y paredes de madera de poca consistencia.
Nuestras vidas, construidas de tranquilidad y paz, fueron sustancialmente alteradas. Los
problemas no faltaron. En pocos días, el barrio se transformó en un enorme campo de
refugiados, la promiscuidad reinante provocó un gran desconcierto en la población. Llegó
un momento en que las personas no cabían en las escasas viviendas, pues llegaban grupos
de parientes, hasta se reunía gente desconocida bajo cualquier inestable techo. Casi todos
habían cruzado la frontera a pie, algunos tras recorrer centenares de kilómetros selva
adentro, alimentándose de lo crudo conseguido en las fincas ajenas. El sustento sanitario y
alimenticio principalmente suministrado por diversos organismos afines a la ONU no
alcanzaba para todos. El gobierno camerunés tomó medidas especiales de prevención para
evitar una posible propagación de enfermedades endémicas entre la población, la
Organización de las Naciones Unidas se sumó con el envío de médicos y medicamentos.
Toda la ayuda llegaba a bordo de aviones y su aterrizaje se convirtió en la máxima atracción
semanal. Aquel drama nos descubrió a todos los niños del barrio al gigante volador que era
capaz de posarse como el más ligero de los pájaros.

Pero esa ingenua ilusión no ocultaba que la desesperación fuera palpable. Los llantos
eran permanentes, tanto si se celebraba la llegada de familiares rescatados o la muerte
anunciada de algún otro. La gente estaba triste, incapaz de aliviar ni el dolor del alma, ni las

7
En el ensayo Literatura emergente en español. Literatura de Guinea Ecuatorial, los autores Sosthène Onomo
Abena y Joseph Désiré Otabela Mewolo (2004:14), indican que el uso del gentilicio ―guineoecuatoriano‖ fue
recomendado en el primer congreso Internacional Hispano Africano de Cultura (Bata, Guinea Ecuatorial,
1984), en detrimento de ―ecuatoguineano‖ considerado como despectivo. Más tarde, en 1993, Antonio Quilis y
Celia Casado-Fresnillo dedicaron un artículo al particular en la entonces revista mensual África 2000, Año
VIII, Época II, Número 20, pp.14-15. Según esta fuente, ―guineoecuatoriano‖ es el gentilicio lógico si se
atiende a la estructura general del español para los casos de derivación, ya que la cuestión consiste en el orden
de los componentes. En este caso precisamente, el orden correspondiente será sustantivo- adjetivo (guinea-
ecuatoriano), dando como resultado guineoecuatoriano. Si bien, cabe señalar que en África caben también la
Guinea Conakry ex colonia francesa y la Guinea Bissau ex colonia portuguesa. Nosotros utilizaremos los dos
gentilicios: ―guineoecuatoriano‖ o ―guineano‖ siempre para referirnos a la Guinea Ecuatorial objeto principal
de esta investigación.
7

huellas del trauma causado por la violencia padecida o la pérdida de algún ser querido, entre
los que quedaron atrapados en el laberinto guineano.

En medio de tanta pérdida, nuestra familia se enriqueció con nuevos miembros


llegados del país de Macías Nguema8, pues según nos explicó nuestra madre, eran tíos y tías
de la familia de nuestra abuela paterna en Bidzabidzan. Eran Fang de nuestra tribu. Nos
sorprendió descubrir nuestras raíces guineoecuatorianas. Aun así, nos costaba entender por
qué unos guineanos, aunque hablaran nuestro dialecto, se convertían en parientes y entraban
a formar parte del núcleo familiar. Tanto que años después, seguían allí y algunos llegaron a
estudiar en la universidad de Yaundé.

En aquellas fechas, sólo era una niña llena de curiosidad que se hacía preguntas
sobre su propio mundo. Estaba muy lejos de poder plantearme las causas reales y los
detalles técnicos de aquella brutal actualidad que vino a romper la serena burbuja de nuestra
infancia. Hoy todavía resulta difícil sacarse de la memoria algunas imágenes indelebles del
episodio final de la dictadura de Macías Nguema, cuya consecuencia fue también la muerte
o el exilio de muchos guineoecuatorianos.

Años después, ya con diecinueve, tuve la oportunidad de comprobar la misma


realidad desde el otro lado del espejo, con tan sólo cruzar la frontera que separa Camerún de
Guinea Ecuatorial, aunque en un contexto político distinto. Macías Nguema había sido
derrocado.

Cuando en 1991 viajamos a Guinea Ecuatorial, desde Ebebiyín, la primera ciudad


del país, pasando por Mongomo y Niefang hasta Bata, cruzamos pueblos aparentemente
despoblados. Las ciudades también presentaban un aspecto extraño que nos dejaba un cierto
sentimiento de inquietud. Se veían edificios abandonados o destruidos y otros en estado de
descuido notable, los guineanos cruzados nos parecían figuradamente poco comunicativos.
Sin embargo, el dominio del dialecto local fue una llave eficaz que derrumbó esta especie de
muralla de protección ante el extraño que caracterizaba a numerosos paseantes. Poco a poco,

8
Macías Nguema, como es sabido, fue el primer presidente de la Guinea Ecuatorial independiente, de 1968
hasta 1979. Fueron once años de sufrimiento y de acoso moral permanente al pueblo, quien creó que la
soberanía iba a aportar la justicia y el desarrollo para beneficio de todos. Entre otras fuentes, por ejemplo, el
profesor Bolekia Boleká, Justo (2003:128-130), en Aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial, mantiene
que el golpe fallido del 3 de marzo de 1969, provocó un cambio de la constitución mediante el que el
presidente se adueñaba todos los derechos. El autor señala algunos aspectos más sobresalientes, como son, la
creación de un partido único obligatorio para todos los ciudadanos, la obligación de todos los funcionarios y
ciudadanos desde la edad de 7 años a realizar ensayos militares dos horas diarias, la pérdida de la libertad de
religión y culto, la prohibición de viajar sin autorización gubernamental, o del marido para las mujeres, los
trabajos forzosos o la censura de la comunicación privada. Bolekia califica aquel periodo de triste década de
los setenta.
8

la distancia desaparecía y éramos acogidos. Entonces, entendimos la lección que nos dio
nuestra madre a saber por qué aquellos extraños refugiados eran de la familia. Y, por fin,
pudimos visitar Bidzabidzan, el pueblo de la abuela paterna, donde nos recibieron con
especial cariño.

Años después, un amigo nos regaló un ensayo de Max Liniger Goumaz titulado
Guinea Ecuatorial y el ensayo democrático (1996), vimos allí por primera vez expuestos
sistemáticamente, sujetos al orden del conocimiento metodológico, todos estos
acontecimientos y emociones que nosotros conocimos a través de la curiosidad y la ingenua
vivencia personal. Esta lectura despertó nuestra curiosidad infantil por el país vecino, pero
ahora sabíamos que a esa primera e inocente mirada podíamos añadirle los conocimientos
del estudio académico y obtener respuestas que nos ayudaran a explicarnos el mundo,
empezando por el que nos es más próximo. He aquí la ―necesidad interna‖ que alienta este
trabajo.

Así, tras diplomarse en la Universidad de Yaundé I, se nos ofreció una inesperada


oportunidad, realizar un trabajo de investigación, para la licenciatura, sobre la literatura
hispanoafricana9. Naturalmente, escogimos como medio para comprender, interpretar y
analizar la historia de Guinea Ecuatorial, Los poderes de la Tempestad de Donato Ndongo,
una novela hispano-guineana. Se iniciaba así una apuesta por una literatura, tan querida por
nosotros, como poco explotada en los círculos académicos cameruneses. El trabajo
universitario nos permitió mantener contacto con la gente, seguir la actualidad y viajar a
Guinea Ecuatorial, ora para descubrir los diferentes territorios y sus pueblos, ora para reunir
datos y materiales de primera mano, imprescindibles para la elaboración de nuestros
trabajos de investigación10.

Para afianzar aún más, si cabe, el interés y dedicación a la narrativa hispano-


guineana, mientras escribíamos la tesina del Diploma de Estudios Avanzados, a finales de

9
A modo de introducción a Literatura de Guinea Ecuatorial (Antología), (2000, pp.11-12), Mbare Ngom
arranca su propósito con una reseña de los orígenes de la literatura guineoecuatoriana. Por lo tanto, debido a su
doble herencia negroafricana e hispánica la llama literatura ―Hispano-negroafricana‖. Sin embargo, apunta la
expresión empleada por Donato Ndongo, ―hispanoafricana‖ para designar esta misma creación literaria del
África subsahariana en general y guineana en particular (siendo el único país del África negra que utiliza el
español como uno de sus idiomas oficiales junto al francés), escrita en lengua española y surgida de la fusión
de los valores culturales bantú e hispánica. Nosotros utilizamos la palabra ―hispanoafricana‖ en este mismo
sentido.
10
En la Universidad de Yaundé I presentamos sucesivamente una tesina de Licenciatura con el título ―Lectura
sociocrítica de Los poderes de la Tempestad de Donato Ndongo Bidyogo‖ y luego una tesina de DEA titulada
―Lectura sociocrítica de Los poderes de la Tempestad de Donato Ndongo Bidyogo y de El párroco de Niefang
de Joaquín Mbomio Bacheng: Un estudio comparado‖.
9

julio de 2009, la AECID nos concedía una beca, para cursar estudios doctorales en España.
Con esto, el Gobierno español nos ofrecía oportunidad única de dar cuerpo a uno de
nuestros mayores sueños, ampliar y mejorar los conocimientos en este campo de la
investigación literaria.

Nuestros orígenes en el sur de Camerún nos han permitido, desde la infancia, vivir
de cerca la historia guineana en sus momentos más explosivos. Aunque de manera
inconsciente, las marcas de los acontecimientos quedaron grabadas en nuestra mente y con
el tiempo, nuestra curiosidad se ha hecho más grande y mejor dotada para aproximarse a la
realidad e interpretarla.

Recuerdos infantiles, asuntos de familia, lecturas y formación académica justifican


tanto el interés crítico, como nuestro profundo afecto por el pueblo guineano. Razones más
que suficientes para elegir el tema de este trabajo.

III-Breve contextualización histórico literaria

En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que no se entiende la narrativa


hispano-guineana, ni ninguna otra narrativa africana, sin conocer el contexto histórico en
que ésta se sitúa, tan extraordinariamente determinada por la esclavitud y el proceso
colonizador europeo. En este sentido, es imprescindible, antes de abordar el análisis
comparado de las cuatro novelas elegidas, situar tanto el contexto como la percepción que
de esto tienen los pensadores y ensayistas africanos.

-La colonización de África vista por autores africanos.

La colonización europea ha marcado de forma determinante la historia y el devenir


presente del continente africano. Muchos países africanos han padecido una dominación
europea caracterizada por la opresión, la explotación, la expropiación de la tierra y la
supresión de las libertades fundamentales, con la excusa de una civilización impuesta. Se
trataba de inculcar al negro una cultura europea, presentada como superior y compuesta de
valores generalizables. Naturalmente, hay estudiosos africanos que ven con ojo crítico al
colonialismo europeo y consideran que su acción ha sido destructiva para África y los
africanos.
10

Aimé Césaire, uno de los pensadores que se ha dedicado a la cuestión, habla de


―europeización‖ del negro africano y plantea la colonización como una ecuación:
colonización = cosificación. Para él, los daños causados por la experiencia colonial han sido
determinantes: ―culturas pisoteadas, instituciones minadas, religiones asesinadas, sociedades
vaciadas de ellas mismas, tierras confiscadas y magnificencias artísticas aniquiladas, en
definitiva, extraordinarias posibilidades suprimidas‖ (Césaire, 2006:20). Igualmente Richard
Wright abordando las mismas relaciones raciales recogió estos daños: ―un cortège de
civilisations en ruines, des sociétés désagrégées, et l‘on voit surgir en une poussée
frénétique la religion la plus agressive et la plus irrationnelle que l‘homme ait connue depuis
des siècles‖ (Richard Wright, 1959:31). En cuanto al aspecto humano, Césaire habla del
africano moral y físicamente sojuzgado, acomplejado, servil, sometido y finalmente
desesperado:
Estos hechos prueban que la colonización, repito, deshumaniza al hombre incluso más civilizado; que
la acción colonial, la empresa colonial, la conquista colonial, fundada sobre el desprecio del hombre
nativo y justificada por este desprecio, tiende inevitablemente a modificar a aquel que la emprende;
que el colonizador, al habituarse a ver en el otro a la bestia, al ejercitarse en tratarlo como bestia, para
calmar su conciencia, tiende objetivamente a transformarse él mismo en bestia (Césaire, 2006:19)

Para Aimé Césaire, la causa no es tanto el contacto tardío del africano con el resto
del mundo, sino la forma en que éste se ha producido. Y concluye que para Europa, África
es la víctima propiciatoria, la base del expansionismo económico del imperialismo que
conquista y explota con rigor capitalista.

Además de Aimé Césaire, otros pensadores y estudiosos africanos nos ayudan a


ahondar y matizar este discurso. Precisamente, entre los múltiples encauzamientos que
atiende Richard Wright, cabe la dominación racial en la óptica de las relaciones entre
colonizado y colonizador. Al abordar el supuesto sometimiento del colonizado, plantea al
hombre negro como víctima de sus propios límites mentales, le considera un ser humano
encerrado en su ―prisión racial‖ o ―realidad psicológica‖. El crítico argumenta pues una
actitud resultante de la acción del ―temido‖ hombre blanco sobre la personalidad del
indígena quien ve derrumbarse su estructura social vernácula. En concreto, la represión
social, política o económica que el ensayista atribuye a la labor colonial europea ha
convertido el vivir diario de los colonizados en una empresa precaria, y como señala
posteriormente, la adversidad en algunos momentos puede llegar a aplastar o a configurar el
carácter humano. De hecho él apunta la sujeción, o sea, la interiorización de la desigualdad,
como corolario de la opresión que padece el indígena: ―Acceptant temporairement
11

l‘invasion, ils apportèrent leur loyale allégeance à ces visages blancs, mais en raison du luxe
dont ceux-ci jouissaient sur le plan psychologique, sur le plan racial, et sur le plan
économique, du fait de leur domination, l‘indigène fut maintenu dans une position
d‘infériorité‖ (Wright, 1959:30). La sujeción del indígena impotente supone el acatamiento
absoluto de un orden social y moral impuesto, aclara esta situación de coyuntura:
On a implanté au cœur de l‘indigène une angoisse qui l‘a corrompu et écrasé tandis qu‘il essayait de
vivre sous la domination blanche à laquelle il ne pouvait adhérer d‘aucune façon valable, une
domination blanche qui se moquait de lui. (…). Il essayait en vain d‘embrasser ce monde de visages
blancs qui le rejetait, et dans son échec il se repliait sur lui-même et cherchait refuge dans les ruines
fumantes de sa tradition. Mais il était trop tard; il était pris au piège, il ne trouvait refuge nulle part.
(…). Tel est le bouleversement profond que l‘homme blanc a déclenché dans le monde; tel est le
bouleversement (…) que l‘homme blanc doit affronter aujourd‘hui, figé dans la peur et l‘impuissance
(Wright, 1959:31-32).

A lo largo de su reflexión, el tono de Wright se hace gradualmente mordaz, sin


ambages y a menudo impregnado de indignación. Esta encrucijada de sentimientos se
advierte desde el título que interpela directamente a su interlocutor Ecoute, homme blanc
(1959). Sin embargo, Wright matiza que en cierto modo la acción colonial se tiene que
entender como el resultado de una obcecación moral estúpida, no como una prueba
contundente de mezquindad de parte del hombre blanco. Finalmente, para Wright el
problema de las ex naciones colonizadas y el de todos los negros no es tanto religioso ni
racial ni económico, es el de la libertad.

Por su parte, Animan Akassi, en una reflexión más actual, aborda la cuestión de la
identidad desde la perspectiva de la renegociación del contrato poscolonial y la
desfragmentación de la memoria negra. A la ―deshumanización‖ y la ―prisión racial‖ añade
la ―animalización‖, siendo la representación zoológica del negro para justificar la
superioridad blanca. Este proceso de desintegración ha llevado el indígena a romper el
contrato social:
Los discursos y las prácticas coloniales y esclavistas rompieron el ―pacto‖ humano al convertir a
los europeos o descendientes de europeos (blancos) en ―pauta‖ de la raza humana. De hecho,
instauraron la discriminación (socio-racial) para con los negros en base de sus características físicas
y del color de su piel. A partir de ahí, llegaron a naturalizar (volver natural) la sumisión de los
negros, asimilados a (y/o representados como) animales: salvajes, irracionales, lascivos
(sexualmente fuera de control) y demás sinfín de pecados; castigados también como animales
(Akassi, 2010:21).

Como se puede observar, estas consideraciones argumentan el resentimiento de los


escritores africanos, pero también contemplan una recuperación previa de la dignidad
12

arrebatada como un paso básico hacia la reconstrucción de la identidad del sujeto


poscolonial.

-La independencia: esperanza y frustración

A partir de finales de los años cincuenta del pasado siglo, los africanos según los
casos recurren a diversas estrategias, como los movimientos nacionalistas o las
negociaciones concertadas, para lograr la independencia de sus países. Un proceso que
despierta en todo el continente unas esperanzas que más tarde se verían frustradas.

Hay quienes opinan que el origen de esta frustración radica en que esas
independencias fueron prematuras, porque los indígenas no eran suficientemente preparados
para afrontar con seguridad el autogobierno. Otros imputan el fracaso al sistema colonial
europeo que construyó una sociedad discriminatoria y segregada, donde la relación entre
colonizado y colonizador era tan de dominación y sumisión que relegó decididamente el
nativo en instrumento de producción. En este caso, para cumplir con la labor a él asignada,
el africano o no necesitaba ninguna formación o, si el oficio lo requería, se le daba una
formación limitada y ajustada a su función.

Respecto a lo precedente, Achille Mbembe (2000) se plantea el relevo de la


autoridad colonial por la nativa, desarrolla una tesis según la cual se da una evidente
continuidad en el carácter opresor de los gobiernos de antes y después de las
independencias. Para él, los gobiernos poscoloniales no son invento auténticamente africano
si no híbridos, pues que se formaron con elementos del legado tradicional africano, y los
heredados de los colonizadores11. Para demostrarlo, Mbembe destaca dos características de
la soberanía colonial: el derecho y la violencia. El derecho, para justificar la propiedad
absoluta y exclusiva, y la violencia para imponer y legitimar su uso y disfrute,
proporcionando un lenguaje y unos modelos de auto interpretación del orden colonial que
aseguren su conservación, multiplicación y permanencia. En estas condiciones, el derecho y
la violencia que regían las relaciones entre el colonizador y el colonizado, rigen hoy entre
los nuevos señores y la población, entendida como servidumbre. A partir de estas bases

11
Por eso recalca Mbembe (2000:42): ―Les régimes postcoloniaux n‘ont pas inventé, de toutes pièces, leur
savoir du gouvernement. Ces savoirs ressortissaient de plusieurs cultures, héritages de tradition dont les
éléments se sont enchevêtrés au long de temps, au point où s‘est tissé quelque chose qui fait signe à la coutume
sans s‘y réduire, et participe de la modernité sans s‘y ramener entièrement. L‘un de ces savoirs ou rationalités
est le commandemant colonial‖.
13

fundacionales, los gobiernos africanos, regidos por el poder absoluto y el uso excesivo y
arbitrario de la violencia, representan la continuidad.

En definitiva, para Mbembe, los dirigentes africanos ciudadanos perpetúan el


modelo de imperio colonial, en cuanto a las relaciones entre el poder, la población y la
gestión de los recursos nacionales. No obstante, en esta ocasión, aparte de adueñarse el
derecho y usarlo a su conveniencia, se logra también la sumisión del pueblo mediante
determinados mecanismos de diversión, alienación y la manipulación de las mentalidades,
todo lo que él llama el principio de ―la fetichización12 del poder‖.

Por su parte, en su ensayo Le portrait du décolonisé arabo-musulman et quelques


autres (2004), Albert Memmi también avala la tesis perjudicial sostenida por los
investigadores anteriores. Siendo así, él aborda simultáneamente cuestiones vinculadas con
la colonización europea y la descolonización de África. Al analizar al africano
descolonizado él afirma:
La colonisation suppose une métropole, des colons installés à demeure, une exploitation économique,
une mainmise sur les richesses, une gestion directe, une politique étrangère confisquée. La
colonisation fut une spoliation dans tous les domaines, inutile de revenir là-dessus, il est plus
judicieux de voir ce qu‘il en reste et de ne pas lui attribuer ce qui n‘est plus. (…). Il serait maintenant
plus fructueux d‘analyser pourquoi les décolonisations n‘ont guère réussi jusqu‘ici. Pourquoi, si
l‘arbre colonial produisait des fruits amers, celui des indépendances nationales n‘a produit que des
fruits rabougris? (…). Pourquoi ces nations n‘ont-elles pas trouvé, ou voulu trouver en elle mêmes,
les forces nécessaires pour s‘accomplir?‖ (Memmi, 2004:36-37).

Más de medio siglo después, este ensayista, sin desestimar los logros cosechados de
las soberanías, afirma que ha llegado la hora de evaluar a los gobiernos postcoloniales y en
su demoledor balance denuncia un África pobre y hundida bajo el peso de la xenofobia, la
corrupción, la tiranía, la persecución de las minorías, las violencias de género y las
tradiciones arcaicas. Para Memmi, las causas principales son imputables al inmovilismo de
los dirigentes políticos y a la abdicación de algunas élites intelectuales paralizadas en el
pensamiento y la inacción, renunciado así al imprescindible deber de evaluar ecuánime y
permanentemente el mando y las carencias colectivas. Memmi denuncia también una

12
―En postcolonie, le commandement se définit comme un ordre ou, plus simplement, comme un fétiche. Un
fétiche est, entre autres, un objet qui aspire à la sacralisation, qui réclame la puissance et qui cherche à
entretenir une relation intime et de proximité avec ceux qui le portent. (…). En postcolonie, la puissance du
fétiche n‘est pas seulement investie dans la figure de l‘autocrate, mais dans toutes les figures du
commandement et ses agents (parti unique, police, soldatesque, sous-préfet, commissaires, courtiers et autres
trafiquants…). Elle fait de l‘autocrate un objet de représentation que l‘on nourrit (ou qui se nourrit)
d‘applaudissements, de flatteries et de mensonges. À force d‘exercer le pouvoir à l‘état brut, cet objet se dote,
petit à petit, d‘une existence autonome et devient, (…), l‘arbitraire parvenu à la contemplation de lui-même. Si
tel est le cas, alors il importe de ne pas sous-estimer la violence que le commandement peut déployer lorsqu‘il
s‘agit de préserver, non seulement le vocabulaire utilisé pour le désigner ou s‘adresser à lui, (…); ou lorsqu‘il
s‘agit de faire respecter la routine et la superstitution‖ (Mbembe, 2000:153-154).
14

maniobra que arrebata su dignidad a los africanos, se refiere a los que llama los
pseudodefensores de los ex colonizados, aquellos que en lugar de apoyar a los regímenes
democráticos en el continente, complacen a los africanos mediante una reiterada confesión
de culpabilidad poscolonial. A pesar de este balance tan negativo, Memmi llama a mirar
hacia delante y encarar el futuro diciendo basta ya de ―diversión‖, de ―mistificación‖, de
―victimización‖ u otras manipulaciones inanes, pues urge encauzar hacia unas naciones
estables mediante una previa autoevaluación desapasionada.

Como se puede contemplar, Memmi hace constatar el fracaso de los mandos


poscoloniales a liderar, dirigir las jóvenes naciones y así impulsar el desarrollo para el
bienestar que las poblaciones esperaban de la recién conquistada soberanía. Esperanzas
frustradas ante las carencias materiales e institucionales, de libertades políticas y sociales
que, naturalmente, tienen su manifestación en las obras de ficción, como las que estudiamos
en este trabajo.

IV--El caso de Guinea Ecuatorial

Evaluar la colonización española en Guinea Ecuatorial es un ejercicio complejo y


lleno de matices. El 12 de octubre de 1968, Guinea Ecuatorial accedió a la independencia
convirtiéndose en el trigésimo octavo país africano soberano, la celebración del evento
marcó un nuevo comienzo, pero también el final de dos siglos de colonialismo español en el
Golfo de Guinea. Pero, hagamos un poco de historia.

El primero de octubre de 1777, con el primer tratado hispano- portugués de San


Ildefonso, España recibe de Portugal las islas de Fernando Poo y Annobón y el derecho de
negociar en los puertos y costas que se hallan frente a dichas islas. Al año siguiente, se
ratifica el tratado anterior con el de El Pardo y tras sucesivos intentos infructuosos para
tomar posesión de los territorios del Golfo de Guinea, España abandona sus territorios. En
1826, para luchar contra el tráfico de esclavos, se establece en Fernando Poo una Comisión
de Represión de la Trata bajo control británico. Y un año después, el capitán inglés Fritz
William Owen funda el establecimiento de Port Clarence, posteriormente Santa Isabel y hoy
Malabo.

En 1843 España reemprende la ocupación de su colonia africana y en 1845, una Real


Orden de la reina Isabel II autoriza el traslado a la isla de Bioko de voluntarios cubanos
15

negros y mulatos libres, a los que se unirán otros cubanos represaliados políticos. En 1857,
otra Real Orden autoriza el establecimiento de misiones religiosas y llega el primer prefecto
apostólico, luego los jesuitas, en 1883 los misioneros claretianos y por fin las misioneras
concepcionistas.

En 1885, el territorio continental se convierte en protectorado español, y en 1926, esta


parte continental se une a los territorios insulares para formar la colonia de Guinea
Española. Este periodo está marcado sobre todo por el final de las estructuras tradicionales
de los reinos tribales y la consolidación de la administración española. A partir de 1939, tras
la Guerra Civil española, el gobierno franquista emprende un proceso de desarrollo
económico de la colonia.

Acabada la Segunda Guerra Mundial, se van desarrollando los procesos de


independencia de las colonias europeas y en 1960 la consiguen Camerún, Gabón, República
de Centroafrica, Tchad y Congo Brazaville, los vecinos de la región del África Central al
que Guinea Ecuatorial pertenece. Como respuesta, en 1959, el gobierno español decreta que
estos territorios pasan a llamarse Provincias Españolas del Golfo de Guinea, divididas en
dos provincias: Río Muni y Fernando Poo, iguales en derechos a las provincias peninsulares.

En julio de 1964, el Estado español concede la autonomía a ambas provincias, bajo


el nombre de Guinea Ecuatorial y con el nativo Bonifacio Ondó Edú como presidente. Se
reorganiza la estructura legal de la administración con una asamblea general, un consejo de
gobierno y un comisario general. La administración está formada por guineanos, mientras
que funcionarios españoles garantizaban la continuidad. Sin embargo, como atestiguan las
novelas aquí analizadas, los logros fueron escasos, debido a la difícil convivencia entre los
funcionarios españoles y los guineanos.

En 1967, arrancan las negociaciones entre el gobierno español, la O.N.U, personajes


independientes y representantes de las fuerzas políticas guineanas, pese a que en España
estaban prohibidos los partidos y asociaciones. El proceso termina en 1968 con la redacción
de la primera constitución, y la legalización de los partidos políticos. El 3 de octubre, se
celebran las primeras elecciones, en las que Francisco Macías Nguema es elegido
presidente, en segunda vuelta. Paradójicamente, la independencia se celebra el mismo día de
la Hispanidad, el 12 de octubre de 1968, pero la ilusión de unas relaciones estrechas entre la
joven república y su vieja metrópoli se desvanecerá pronto y trágicamente.
16

En enero de 1969, es asesinado el líder de la oposición a Macías, Bonifacio Ondó


Edú, que estaba sometido a arresto domiciliario, aumenta la inestabilidad en el país. En
marzo de 1969, Macías anuncia haber abortado un intento de golpe de Estado, encabezado
por el opositor Atanasio Ndongo Miyone, e instaura un régimen de terror que durará once
años. Los españoles son expulsados.

El 3 de agosto de 1979, Macías es derrocado, juzgado y ejecutado como


consecuencia de un golpe de estado liderado por el teniente coronel Teodoro Obiang
Nguema. Se constituye un Consejo Militar Supremo presidido por el propio Obiang
Nguema. Las islas son renombradas: Bioko y Annobón. En julio de 1982, dicho Consejo
nombra a Obiang presidente de la República. En 1991 se inicia una tímida democratización.
En 1992 la multinacional estadounidense Mobil comienza la extracción del petróleo
disparando los ingresos del país.

-Razones del fracaso

A la hora de asumir la autonomía política, la joven República presenta un balance


general que infunde poco optimismo, pese al anhelo de libertad y emancipación de los
guineanos. Como en la mayoría de los estados africanos recientemente soberanos, el caso
guineano Guinea Ecuatorial abarca un abanico de argumentos que justifican este fracaso: la
inexperiencia de los nativos, una élite nacionalista fragmentada y a menudo inconstante, la
discordante implicación de destacados élites españoles por mantener sus intereses o los
constantes conflictos por el liderazgo entre los líderes locales implicados en el diálogo. El
caso es que el proceso que había nacido viciado, engendra un régimen que se hunde en la
corrupción y otras prácticas clientelistas, desenmascarando el autoritarismo del nuevo
presidente.

Un fracaso que sorprende, en buena medida, a la España oficial. Algunos, como


Rafael Fernández se preguntaban a qué podía deberse la furia antiespañola de Macías
Nguema cuando, en su opinión: ―España no practicó jamás una política inmisericorde, de
explotación económica, de mantenimiento del nativo en el terror, en la ignorancia y en la
enfermedad. Guinea surge a la independencia provista del mayor tesoro de que puede
disponer un pueblo que inicia su marcha: un corazón sin rencor, una memoria sin amargura,
unas posibilidades económicas culturales y sanitarias de las que gran número de otros
pueblos africanos carecían en el momento de su independencia‖ (Rafael Fernández,
17

1976:45). Esta es la tesis corroborada y desarrollada también por Otto de Habsburgo (1963),
él expone los logros coloniales españoles, muy encima de las experiencias francesas en las
colonias limítrofes de Camerún y Gabón. Él argumenta principalmente; un alto poder
adquisitivo fomentado por la comercialización de productos de renta, las instalaciones de
comunicación, la construcción de hospitales modernos, el dominio o eliminación de las
enfermedades tropicales más recurrentes o también las condiciones de trabajo y alojamiento
idóneos para los trabajadores contratados.

Desde luego, en España esta no es una opinión unánime. Por ejemplo, García
Domínguez (1977:84)13, manifestando su intención de imparcialidad, sostiene que la
independencia guineana no fue un proceso particularmente pacífico:
Bajo una superficie tranquila y oficialmente ejemplar, se habían cocido las tensiones más violentas y
los enfrentamientos más dramáticos‖ y añade que Guinea en víspera de su independencia: ―Carece
absolutamente de capacidad de gestión propia. Yo diría que ni en el terreno político, y mucho menos
en lo que a economía se refiere. (…). El fallo capital de esta situación había que buscarlo en la falta
casi absoluta de dirigentes indígenas, ya que la gran explotación agrícola o maderera fue siempre
administrada y dirigida por el blanco, y éste no se preocupó nunca de formar ni responsabilizar al
nativo (García Domínguez, 1977:76-77).

También caben aquellos para quienes la provincialización y la autonomía fueron


tantas maniobras del gobierno español por retrasar el debate bajo el pretexto de la
inmadurez política y económica. Alicia Campos (2000:250), señala semejante actitud de
parte de los líderes nacionalistas guineanos que estrenaron la cumbre de Las Naciones

13
En adelante García Domínguez (1977:84), expone los diferentes focos de tensión: ―Tensiones que podrían
concretarse en estos cuatro pares de fuerzas: - Presión continua de la O.N.U., frente a las reticencias y evasivas
del gobierno español. - Fernando Poo frente a Río Muni, en una titánica lucha del primero por evitar una
independencia conjunta. - Unos partidos políticos frente a otros (o facciones de partido frente al núcleo), en
una carrera desbocada hacia el poder. Unas fuerzas políticas españolas frente a otras, en un intento de colocar
en el poder a éste o al otro candidato‖. Además de los conflictos de liderazgo, otros focos de divergencias se
dan en torno a la independencia separada o la retirada de la administración española. Las fuerzas políticas se
agrupan en cuatro bloques principales que son: 1)- La UB ―Unión Bubi‖, dirigida por Edmundo Bosió Dioco,
posteriormente denominada Movimiento por la Autodeterminación de la Isla de Bioko ―M.A.I.B.‖, es un
partido favorable al gobierno español, su líder reclama una independencia separada de la isla de Bioko, está
apoyado por los colonos de la isla y por Carrero Blanco. 2)- El MONALIGE ―Movimiento Nacional de
Liberación de Guinea Ecuatorial‖, reúne a los anticolonialistas a favor de una colaboración controlada por
España. Su líder Atanasio Ndong Miyone es apoyado por el Ministerio Español de Asuntos Exteriores. 3)- El
―Secretariado Conjunto‖, grupo anticolonialista dirigido por Francisco Macías Nguema y asesorado por el
notario español García Trevijano. 4)- El MUNGE ―Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial
―encabezado por Bonifacio Ondó Edú, sugiere una independencia asociada con España. Goza del apoyo de la
iglesia, los colonos y parte del gobierno español. También existen otros partidos de menor influencia, como
UPLGE: Unión Popular de Liberación de Guinea Ecuatorial; UDF‖ Unión Democrática Fernandina. Los
Fernandinos son descendientes de negros establecidos en Fernando Poo desde mediados del siglo XIX,
procedentes de Liberia, Sierra Leona, Ghana e islas españoles del Caribe; por fin el IPGE, Idea Popular de
Guinea Ecuatorial, considerado como un partido radical; URGE; Unión Revolucionaria de Guinea Ecuatorial.
18

Unidas en 1962. Fueron Atanasio Ndong, Bonifacio Ondó Edú, Jesús Oyono y Raymond
Stangutno, miembros del Movimiento de Liberación de La Guinea Ecuatorial.
Igualmente sostiene Juan Balboa Boneke (1978), que la fragmentación del proceso
de descolonización fue consecuente de la firme determinación de los nacionalistas a
proseguir la lucha por la soberanía. De hecho, la provincialización14 fue una decidida
unilateralmente en 1956: ―era necesario resquebrajar y hacer añicos el bloque monolítico del
nacionalismo guineano, dividir a sus líderes y enfrentarlos entre sí creando otros objetivos
contra-puestos y discordantes‖ (Balboa Boneke, 1978:60). Sin embargo, mantiene que la
estrategia provincial fracasó, no llegó amedrantar los anhelos de libertad crecientes, si bien,
afirma como testigo que el ―pecado original‖ de Guinea fue una táctica ―el divide y
vencerás‖, finalmente esta tentativa logró destripar la comunión que fundamentaba el frágil
tejido sociopolítico construido a precio de destierro, encarcelamiento o sangre. Él señala el
principal culpable:
Carrero Blanco nunca quiso la independencia de Guinea. Trató siempre de entorpecer el proceso de
liberación. Por eso, cuando ve que sus esfuerzos son ya inútiles, porque la O.N.U. y Franco se
empeñan en la Independencia, se inventa lo del ―celo bubi‖ para salvar al menos una parte del
territorio. ¿La parte más sustanciosa, quizás, a sus intereses en el cacao? (…). Como primera medida
era imprescindible dividir administrativamente el país; (…). Con esta medida los resultados fueron
espectaculares, en unos pocos meses todo lo logrado dentro de una gran armonía y comprensión se
desmoronó; prácticamente con ese hecho se empezó a componer la marcha fúnebre por Guinea
Ecuatorial (Balboa Boneke, 1978:62-63).
En lo que atañe a la tesis de García Domínguez, un breve balance demográfico en
vísperas de la independencia demuestra que casi medio millón de habitantes pertenecen a las
etnias nativas: fang, bubi, ndowé, annoboneses, benga y fernandinos. No obstante, carecen
de poder, ya que éste se encuentra en manos de la muy minoritaria población blanca,
compuesta por españoles, portugueses, libaneses, sirios, ingleses o alemanes. De modo que
Guinea parece un país invadido, donde los guineanos, ajenos al poder económico, tienen la
sensación de ser rehenes en manos extrañas, utilizados como simple fuerza de producción.
Esta estrategia colonial de dominación hace que Guinea acceda a su emancipación política
con una escasa élite preparada para asumir su futuro y los pocos con alguna formación son
marginados y perseguidos por el nuevo régimen dictatorial de Macías. A este grupo se
suman los ex líderes y miembros de los diferentes movimientos de la autodeterminación que
finalmente logran la independencia pero con voces discordantes. Este resultado poco

14
En 1956, un decreto del 21 de agosto, los Territorios Españoles del Golfo de Guinea se convierten en
provincia española con la nueva denominación de Provincia Española del Golfo de Guinea. Referente a dicho
decreto, una ley del 30 de julio de 1959 divide esta nueva provincia española en dos partes a saber; Fernando
Poo y Río Muni. Balboa Boneke aclara que dicho decreto suponía la igualdad en derechos y deberes entre los
nativos y los metropolitanos pero, en realidad eso sólo existía en los documentos, seguían vigentes todos tipos
de desigualdades e incluso la segregación racial.
19

prometedor es corroborado el profesor Justo Bolekia, quien lamenta el desperdicio humano


perjudicial e inoportuno en vigor por aquellas fechas: ―Ante el cariz que iban tomando los
acontecimientos, muchos de los técnicos (médicos, ingenieros, profesores, instructores
militares, etc.) optaron por abandonar Guinea Ecuatorial, al no poder ejercer su profesión
dignamente‖ (Bolekia, 2003:125).

Efectivamente, tras el fallido golpe anunciado en marzo de 1969, el fracaso culmina


con la expulsión masiva de los españoles y la persecución de la minoría guineana que se
había formado con ellos. Queda instaurado un régimen de terror.

Y así es como Guinea Ecuatorial pasa a formar parte de los países africanos que
siguieron el modelo de gobierno poscolonial híbrido y autocrático descrito anteriormente
por Mbembe (2000:153-154), es decir, partido único, ejército convertido en aparato represor
y un mando autocrático que funciona bajo ―el principio de la fetichización‖ del poder.
Durante los once primeros años de independencia, Macías llenó de sombras la historia y las
mentes de los guineanos. Unas sombras que aun hoy están por esclarecer, y por lo tanto
hacen de Guinea Ecuatorial un tema ―sensible‖.

Una suerte que no cambió fundamentalmente tras el golpe encabezado por el


presidente actual Teodoro Obiang Nguema, esta es la opinión desarrollada por Max Liniger
(2000:98):15 ―En Guinea se da el efecto de continuidad, donde los gobiernos de Obiang y
Macías Nguema siguen una política despreocupada del pueblo, basada en el uso de la
violencia como medio de dominación, igual que se aplicaba en la era colonial‖.

Como veremos más adelante, estos sucesos y sus consecuencias, son tratados en las
obras que estudiamos, donde los autores ponen de relieve la represión política, la
dominación social o política, la pauperización del pueblo o sus consecuencias. A través de
ellas y, a pesar de que parten de la ficción, nos acercaremos a otra forma de conocer la
realidad guineana de ayer y de hoy.

15
Max Liniger (2000:98) contempla el tema de los mandos guineanos como un encadenamiento del fracaso de
los fines de la independencia y recalca: ―El régimen nguemista de Guinea Ecuatorial representa un poder fuera
de la ley, al igual de otros tantos de África. (…) desde su nacimiento, el Estado africano es un instrumento de
dominación, de opresión, de explotación al pueblo, pasado de manos de coloniales que se negaban a compartir
el poder, a manos de los jefes políticos africanos que hacen lo mismo. Se trata (…) de un aparato de
pauperización (…). En 1996, J. Rawls, filósofo americano de derecho, demostró que para tener alguna
legitimidad política, un régimen político debe disponer de una personalidad mínima. Ello supone el respeto de
un determinado número de derechos, siendo el derecho a la vida el primero‖.
20

-Guinea Ecuatorial vista desde la literatura

Todo el proceso histórico que ha determinado la formación de lo que hoy es Guinea


Ecuatorial ha inspirado a escritores guineanos y españoles de obras de ficción o no, en las
que recuentan o interrogan acontecimientos del pasado, para intentar hallar respuestas al
presente. Todas estas obras configuran lo que denominamos Literatura Hispano-guineana,
de ella se ocupará extensamente el primer capítulo de esta tesis, pero veamos aquí
brevemente sus trazos generales.

A diferencia de los guineanos que tomaron parte activa en el desenvolvimiento del


colonialismo español, la mayoría de los españoles tan sólo conocen la experiencia colonial
guineana a través de la escasa literatura al respecto. A pesar de que ha sido la única colonia
española en África negra, hay quienes sostienen que Guinea no despertó notable interés
entre los grandes escritores españoles. Por lo tanto, los autores coloniales son a menudo
escritores casuales, españoles directa o indirectamente vinculados al sistema colonial, al que
tratan de justificar como obra civilizadora y humanitaria. Así, las primeras obras son
fundamentalmente libros de viajes, costumbres y de fundaciones religiosas. De hecho, la
primera obra hispano-guineana es una novela de viajes, Aventuras de un piloto en el Golfo
de Guinea, publicada en 1886 de forma anónima, pero firmada con un seudónimo:
Donacuigue.

Los autores guineanos se plantean su experiencia colonial evaluando los daños


sufridos y su impacto en todos los niveles: político, económico social o cultural.
Mayoritariamente denuncian la imagen despectiva y estereotipada construida por el
colonizador y, cuando tratan de la dictatorial maciísta vuelven sus ojos hacia la vehemencia
absoluta. Si bien, el final del régimen de fuerza permitió que afloraran tesis como son la
reconciliación o la reconstrucción de una identidad nacional, pero sin dejar de recordar el
drama que representó aquella época. Aun así, algunos autores guineanos defienden que la
identidad guineana está compuesta básicamente de influencias africanas y españolas, pues
sus aportaciones reúnen hipótesis aplicables a la reconstrucción de una identidad nacional
más aceptable.

En cualquier caso, y puesto que la cultura tradicional africana es ágrafa, los autores
guineanos no aparecen hasta después de la Guerra Civil Española. Tras la contienda, el
régimen franquista emprende un proceso de desarrollo económico de la colonia; se
promueve la creación literaria y la apertura de escuelas para la población indígena. En este
nuevo clima surgen nuevas revistas y periódicos en los que empiezan a publicar autores
21

guineanos: el diario Ébano (1939) o Eco de Fernando Poo (1901), las revistas La voz de
Fernando Poo (1910) y La Guinea Española (1903), ésta última editada y controlada
ideológicamente por los misioneros claretianos, es también la primera en abrir sus páginas a
los indígenas que asimismo aprovechan para transcribir sus costumbres y otros aspectos de
sus tradiciones. Es en este contexto que aparece la primera novela de un guineano, Cuando
los combes luchaban, de Leoncio Evita, publicada en 1953.

En cuanto a la narrativa poscolonial guineana y, en cierta medida la española, los


escritores dejan poco a poco de explayarse en el pasado colonial, para centrarse en el
presente y sus problemas. En Guinea Ecuatorial se habla de una nueva narrativa dirigida a
los guineanos, donde las generaciones de autores más recientes recuentan el vivir cotidiano
o revisan las costumbres y tradiciones de sus respetivos pueblos, en un intento por fomentar
una conciencia nacional que trascienda el pasado, sin desatender completamente la memoria
colonial, poscolonial y dictatorial. Naturalmente, el régimen actual también inspira a los
autores condicionando la creación literaria.

En cuanto a la crítica de la Literatura Hispano-guineana, ésta se ha desarrollado muy


tímidamente desde sus comienzos. Alás-Brun (2007) y Antonio Carrasco, apuntan a un
impulso particular tras la Guerra Civil española, llevado a cabo por las instituciones afines
al régimen español franquista, pero son principalmente obras especializadas en historia,
ciencias naturales o de historia misional.

La primera exposición al respecto es un artículo de Carlos González Echegaray,


escrito en 1964, y completado en 1989 pese a que nunca se ha publicado completo, muchos
trabajos realizados desde entonces han explorado fundamentalmente estas páginas. El
primero y único volumen crítico completo sobre ambas narrativas es un ensayo de Antonio
Carrasco González Historia de la novela colonial hispanoafricana, publicado en 2001 y
reeditado en 2009, y que integra un capítulo dedicado principalmente a la narrativa sobre
Guinea, bajo el título ―novela indígena‖. Aquí es donde el autor recoge la producción
literaria colonial y poscolonial por género y en el orden cronológico.

Además del breve repertorio de la autoría guineana que ofreció Mbare Ngom 1996,
años después, Erika Reuss Galindo publicó un compendio bibliográfico más amplio y sobre
ambas corrientes, con el título: Guinea Española- Guinea Ecuatorial, estudio de una
biblioteca guineana (2008), en el que reúne ensayos, novelas, poesía, artículos publicados
durante las dos etapas, colonial y poscolonial, principalmente de autores guineanos y
españoles.
22

Más recientemente, en 2011, Natalia Álvarez Méndez publicó la primera obra teórica
aplicada a la literatura hispanoafricana, con el título: Palabras desencadenadas.
Aproximación a la teoría literaria postcolonial y a la escritura hispano-negroafricana.
En lo que atañe a la crítica de la narrativa guineana, ha habido entregas puntuales
que reúnen trabajos colectivos a menudo de estudiosos o investigadores no guineanos, por
ejemplo; un volumen sobre la identidad, editado por Mbaré Ngom en 1994, Diálogos con
Guinea del mismo en 1996, la primera Antología de Donato Ndongo en 1984, la segunda
antología de Donato Ndongo Bidyogo y Mbaré Ngom en 2000, y la última editada
conjuntamente por Mbaré Ngom y Gloria Nistal en 2011. También caben dos volúmenes
colectivos editados por Landry-Wilfrid Miampika y Patricia Arroyo ambos en 2010. La
primera aportación guineana dedicada a su narrativa fue publicada por José Fernando Siale
Djangany y titulada Autores guineanos y expresión literaria (2010). Esta escasa bibliografía
deriva de la anemia de los estudios sobre la literatura hispano-guineana.

Este trabajo estará estructurado en cuatro partes principales distribuidas en nueve


capítulos de la manera siguiente. La primera parte desarrolla una breve descripción de la
narrativa hispano-guineana. El primer capítulo describe la narrativa hispano-guineana
colonial y poscolonial en dos articulaciones correspondientes a las dos corrientes guineana y
española colonial y poscolonial así como sus repertorios bibliográficos respectivos. El
segundo capítulo descubre por turno los cuatro autores cuyos textos estudiamos, y su
contexto de producción. El último capítulo de esta parte atiende los fundamentos teóricos y
las herramientas metodológicas, se trata básicamente de los recursos sobre el personaje
narrativo.

La segunda parte estudia principalmente estudiará principalmente y en cuatro


capítulos, respectivamente (el cuarto quinto, sexto y séptimo), los personajes de las cuatro
obras que forman el corpus de esta investigación es decir; Las tinieblas de tu memoria
negra, La selva humillada, El párroco de Niefang y La tribu. Estudiar los personajes de las
diferentes obras nos proporcionará las claves significativas que las componen.

La tercera y última parte de este trabajo integrará un análisis temático en dos


articulaciones, un octavo capítulo que estudia el discurso colonial mediante las relaciones
entre blancos y negros en las obras coloniales: Las tinieblas de tu memoria negra y La selva
humillada. Por fin, un noveno capítulo que versará sobre los textos y contextos del discurso
23

poscolonial mediante el análisis de las de víctimas de la dictadura maciísta en las dos


novelas poscoloniales por turno: El párroco de Niefang y La tribu.

Las obras coloniales y poscoloniales guineanas interrogan permanentemente su


historia en busca de las respuestas para entender el presente. De hecho deseamos contribuir
a estos esfuerzos por cuestionar la historia o reconstruir la identidad del guineano y de ahí
restituirlos la dignidad a millones de sujetos poscoloniales en África, en el dificultoso
camino hacia la reconciliación entre ellos mismos o con sus memorias.

A lo largo de este trabajo, de aquí en adelante, los títulos de las cuatro obras del
corpus aparecerán o con toda letra o también bajo las siglas de modo siguiente: La selva
humillada (LSH), Las tinieblas de tu memoria negra (LTDTMN), El párroco de Niefang
(EPDN) y la tribu (LT).
24

PRIMERA PARTE

BREVE DESCRIPCIÓN DE LA NARRATIVA


HISPANO-GUINEANA COLONIAL Y
POSCOLONIAL
25

CAPÍTULO I

LAS CORRIENTES ESPAÑOLA Y GUINEANA

I-1-La corriente española colonial y poscolonial

Desde un principio, se tiene que aclarar que hasta aquí, se ha utilizado los términos
literatura española colonial y poscolonial, y literatura guineana colonial y poscolonial para
designar las dos literaturas que estudiamos. Si bien, hay que contemplar, que toda literatura
escrita en castellano es lógicamente literatura española. Visto de esta forma, toda la
literatura escrita en español y que tiene a Guinea Ecuatorial como objeto es literatura
hispano-guineana. Tomando lo anterior en cuenta, en este trabajo, de aquí en adelante se
hablará de literatura hispano-guineana para designar la creación literaria de ambas
procedencias, respectivamente la corriente española y la corriente guineana.

La corriente española de la literatura hispano-guineana colonial y poscolonial es una


realidad cuya trayectoria o panorama justifican su importancia y el interés como tema de
estudio. A diferencia de lo que ocurrió en algunos otros países europeos, ésta tardó en
integrar temas propiamente guineanos en sus contenidos. El arranque ha sido dificultoso por
diversos motivos, hoy todavía la corriente española colonial y poscolonial tarda en recuperar
este retraso. Es observable que hasta fechas muy cercanas, no existían estudios completos
destinados a recorrer el conjunto de la bibliografía de la corriente española colonial y
poscolonial. Por otra parte, caben escasas producciones además, resultaba difícil evaluarlas
hasta que, hace muy pocos años Erika Reuss (2008)16 propuso el primer compendio, que
permite hoy recorrer y evaluar la producción literaria de las dos corrientes de la literatura

16
El compendio bibliográfico de Erika Reuss Galindo (2008) abarca todos los géneros, la novela, el ensayo, la
poesía, obras de viajes, el teatro o los artículos sobre Guinea Ecuatorial editados o inéditos. Algunos libros
aparecen con el comentario valorativo o resumen de la autora. Además del apartado que trata del tipo de
encuadernación, Reuss propone al final un breve resumen de la historia de Guinea Ecuatorial. Este compendio
destaca con una abundante bibliografía, y también el mérito de reunir a la vez a autores españoles y guineanos
coloniales y poscoloniales.
26

hispano- guineana. Gran parte de la creación literaria de la corriente española colonial y


poscolonial versa sobre temas históricos, políticos y, principalmente etnológicos y
antropológicos. No tenemos la pretensión de repetir lo que se ha hecho sino, lograr que el
lector consiga una visión global de ambas literaturas, sus recorridos, sus principales
enfoques narrativos y de ahí su importancia. Para ello, nuestro trabajo explotará los escasos
estudios actualmente disponibles.

González Carrasco (2009), propone principalmente dos definiciones de la literatura


colonial. En un principio, tomada como: ―una manera de narrar sobre países alejados sin
pertenecer al pueblo natural de ellos y con un sentimiento o mentalidad, mayor o menor, de
alteridad” (2009:9). O más adelante al decir: ―Es literatura colonial la que hace referencia a
las colonias” (2009:17). Leyendo a Pierre Halen (1999, 42-43) constatamos que la
definición literatura colonial no es tan sencilla, el crítico parte del planteamiento según el
cual el colonialismo siendo la negación del Otro, pues sería uno de las áreas donde se
desarrolla. Para este crítico, para definir la literatura colonial, hay que tomar en cuenta la
heterogeneidad de este corpus. Desde esta perspectiva, él distingue tres grandes conjuntos
del corpus colonial; por un lado aquello que reúne obras donde la otredad alcance su mayor
expresión y cuyos autores denomina significativamente los ―malos‖, la segunda rama
agrupa el corpus poscolonial, es decir, textos derivados de las literaturas colonizadas
escritas por los ex colonizados conocidos como textos de ―resistencia‖. El último grupo está
formado por textos de autores de origen europeo pero que abordan la alteridad desde una
óptica favorable, son los ―buenos‖. Siendo así pues Pierre Halen hace constatar que
configurada de este modo, la literatura colonial es lejos de ser homogénea, ya que conlleva
como cualquier otra, elementos variados, por sus distintos encauzamientos. Principalmente
hace ver cómo los textos de europeos discrepan y desde luego la estrecha divisoria entre el
corpus de los llamados buenos y los textos de los resistentes. Como se puede contemplar, la
propuesta de Pierre Halen sitúa la alteridad en el centro de la definición.

En este trabajo se adoptan las acepciones más amplias de los vocablos colonial y
poscolonial, ya que aunque sin pasar por alto las demás aportaciones, principalmente se
toma en consideración los enfoques cronológico e histórico, es decir, por un lugar, las
producciones literarias desde la conquista de los territorios del Golfo de Guinea hasta la
independencia de la colonia y, por otro, la producción tras la colonización española. De
hecho cuando hablamos de la literatura hispano-guineana colonial y poscolonial de la
27

corriente española, hacemos referencia a las obras de autores españoles sobre Guinea
Ecuatorial antes y después de la independencia de Guinea. No obstante, es interesante
matizar que, la extensión de ambos términos no es inamovible porque desde una
aproximación temática, la literatura colonial designará también las obras cuyo contenido
versan sobre la cuestión colonial mientras la literatura poscolonial remite al conjunto de los
textos posteriores a la independencia con carácter de protesta, de reivindicación, de
resistencia histórica o más tarde de desesperanza. De hecho, tomamos también en cuenta la
ubicación contextual de las obras para referirse sea a la literatura colonial, sea a la literatura
poscolonial, eso mismo vale también para la hispano-guineana colonial y poscolonial de la
corriente guineana.

I-1-1-En los albores de la literatura colonial hispano-guineana

Los orígenes de la literatura hispano-guineana de la corriente española no son tan


lejanos. Algunos los sitúan a principios del siglo XX. En cambio, Carrasco (2009:318) los
encaja poco antes y con más detalles aún, pues afirma que la literatura española, en general,
empezó a hablar de Guinea a partir de la segunda mitad del siglo XIX con libros de viajes,
recuerdos o memorias sobre la colonización. González Echegaray avala los comienzos
desde mediados del siglo XIX coincidiendo con las primeras expediciones a Fernando Poo.

En los primeros textos, a través de sus personajes se da de alguna manera, cómo el


español ve al ―otro‖, al ―negro‖ en general. Una visión surge de la ingenuidad, del
desconocimiento o falta de interés por conocer a ese otro. Y sin embargo, esa visión se
convierte en mito, un mito que ha permanecido hasta que ha llegado la inmigración africana.
Y es este conocimiento más directo el que derriba el mito, la mirada y construye otro con
otra mirada.

En realidad, se ha llegado a demostrar que los temas y personajes africanos


existieron en textos muy antiguos de la literatura española. Ramón Trujillo y González
Echegaray (1964:69) hacen mención de la obra El negro de mejor amo (1985) de Lope de
Vega. Echegaray sitúa aquellas referencias en pleno renacimiento español. Además, va más
allá citando autores como Quiñones de Benavente, Mira de Amezcua, de Lope de Rueda,
Simón Aguado, Góngora o Juan Bautista Diamante cuyos textos llevan huellas del
28

imaginario africano. Desde luego, la historicidad del personaje negro que hemos
desarrollado anteriormente ha permitido verificar los orígenes lejanos de los negros en la
literatura española. En ello aciertan Ramón Trujillo y González Echegaray situando
aquellos comienzos en la época renacentista, Fra Molinero aclara aún más el tema: ―La
evolución en el tipo del negro, esencialmente el escénico, coincide por un lado con los
cambios generales del teatro español renacentista y barroco, pero también se debe por otro a
la cada vez más abundante presencia de los hombres y mujeres, esclavos y libres, de raza
negra en la sociedad española‖ (Fra Molinero, 1995:19). Si de este modo Molinero expone
las motivaciones de los españoles por interesarse literariamente a los negros, más adelante
también, proporciona datos muy significativos sobre el perfil de aquellos personajes
expresamente desfigurados por unos creadores bajo la influencia del entorno social:

Las categorías que hemos presentado derivan de unos usos literarios que respondían a consideraciones
profundamente enraizadas en la sociedad española del tiempo. El estereotipo del negro gracioso o el
simple bozal, en todas sus variantes, o de la mulata inteligente no son más que formas artísticas de
acomodar una visión distorsionada de la realidad. Los esclavos negros eran un permanente conflicto a
nivel social y psicológico para el artista que prefiere ver sólo un aspecto de compleja relación entre
los dos grupos, blancos y negros enfrentados por un orden social injusto (Fra Molinero, 1995:52).

Desde luego, son temas generales y no se refieren con certeza a la Guinea Española.
Los primeros contenidos españoles enfocados en Guinea como colonia que aparecen desde
finales del XIX y los principios del XX son sobre todo artículos descriptivos, memorias o
textos que recuentan el encuentro con los nativos bajo forma de libros de viajes. Según
diversas fuentes, Guinea Ecuatorial no despertó la curiosidad de grandes escritores
españoles durante la época colonial. En un primer lugar, algunos estudios afirman que era
por desconocimiento, la posesión española en el golfo de Guinea no ha beneficiado de toda
la propaganda necesaria como para interesar hasta al público español culto. Otros críticos
argumentan basándose principalmente en hechos relacionados más o menos con la política
colonial de la metrópoli. Como son la tardía ocupación española de su colonia luego
considerada como un espacio exótico o lejano pero también el acceso difícil a dominio
inasequible y habitado por seres primitivos. González Echegaray confirma este difícil
arranque pero también carga la hostilidad de los territorios y su estrecha ubicación como
demás factores desfavorables:

Eso no es extraño, si comparamos su escasa extensión territorial y población con las de otras
regiones africanas (...). Además, Fernando Poo, aunque ha sonado mucho en España durante el
pasado siglo, siempre tuvo mala prensa y normalmente aparecía con su leyenda negra de lugar de
29

destierro político, de fiebres mortales, un infierno en el trópico, en fin. En tales condiciones puede
comprenderse que aquel país fuera más objeto de áridas polémicas que de novelas y de poesías
(González Echegaray, 1964:70).

En realidad, se puede aseverar que además de todo lo que precede, más allá de la
situación geográfica o de las condiciones climáticas, los territorios del Golfo de Guinea
constituyen una propiedad desconocida o no lo suficientemente por los españoles desde la
metrópoli. Es asimismo, también una aventura a la que se dedican pocos al precio de su
propia vida. Sin embargo, es evidente que el comienzo de la corriente española colonial ha
padecido tanto los antecedentes de orden político y también las especificidades
características de la Guinea Española, nada de extrañar que aquellos territorios no hayan
sido pronto considerados digno de interés literario. Esto es por lo que Carrasco tras abordar
la cuestión finaliza sentenciando: ―Todos estos elementos que podían ser aprovechados para
novelar, son también el origen del desconocimiento que los escritores tenían de la zona y
que les impedía relatar algo tan lejano como extraño” (Carrasco, 2009:316).

A la hora de tratar de la corriente española colonial y antes de profundizar en el


tema, es interesante pasar revista a la autoría colonial española. Pierre Halen (1999:54-57)
utiliza el criterio del acercamiento, o sea, la mirada que un escritor fija en el Otro en base de
su diferencia y de su identidad y en función del contexto, él distingue dos tipos de autores
coloniales. El discurso que produce la mirada que se fija en el otro puede ser ―alterifiant‖
por lo que Halen distingue, el viajero y el auténtico autor colonial. El viajero aquí no es
aquel que tiene un interés o motivo real por viajar, se trata de uno desinteresado en
―conocer‖ o ―comprender‖, su propósito específico es la búsqueda de la ―alteridad‖, la
―diferencia‖ y la ―extrañeza‖. Este es un viajero que escribe para cumplir con las
expectativas de un público metropolitano indiferente a la verosimilitud pero más dado a la
diferencia, la rareza, la aventura o la novedad. En estas circunstancias, el discurso del
viajero corresponde a una ―postal‖ del objeto donde prepondera el exotismo, pero con unos
datos reales para enfatizar la autenticidad. Al contrario, el autor colonia auténtico es todo el
contrario del viajero pero con matices, éstos tienen que ver con la relación entre el escritor
puntual o no con el entorno y los individuos que le habitan. Según Halen, el discurso
colonial produce la alteridad estereotipada pero, aquello que llama la ―péjoration exotique‖
varía según que el escritor está vinculado más estrechamente con la metrópoli y en este caso
produce más alteridad, en cambio, cuando están en juego los intereses del escritor y en
relación con los indígenas, pues, la alteridad es más cuidada. En claro el discurso de la
alteridad se desarrolla en función de los criterios de ―rapport de domination‖, puesto que el
30

viajero en ningún momento entabla cualquier tipo de relación particular con los aborígenes
mientras, el auténtico colono por su asentamiento en la colonia toma en cuenta los
parámetro material, social o sociológico a la hora de producir su obra.

Igualmente Díaz Narbona ha desarrollado el tema de la autoría pero aplicada a la


colonización francesa en África. De su reflexión hemos recogido principalmente tres tipos
de obras coloniales y de autores. Primero distingue los autores quienes, mediante sus obras
delatan los errores de la colonización. Por ejemplo, denuncian la indiferencia característica
de los colonos y militares asentados en las colonias por lo que: ―pasan su tiempo entre
alcohol, drogas y mujeres‖ (Díaz Narbona, 2007:24), en el medio de una población aborigen
miserable, despreciada, y hundida en un entorno malsano. También distingue la ―literatura
de biblioteca‖ que reúne aquellas obras de temática africana cuyos autores se valen de
fuentes indirectas para escribir pero sin tener conocimiento propio del objeto de su
inspiración. Si bien, la crítica indica que hay autores que mediante su talento personal han
logrado destacadas obras con el ―sabor‖ y ―ambiente africano‖. En última instancia caben
los ―novelistas colonialistas‖, son aquellos que motivados por la expansión colonial y el
reparto del continente, escriben obras que apoyan la empresa colonial en África. Según
señala la crítica esta tendencia que arranca en el siglo XIX atiende una literatura de
conquista donde los autores exploran el exotismo y la aventura con el propósito de
―celebrar‖ el colonialismo francés en África.

Asimismo como se puede contemplar, la autoría colonial es profundamente compleja


ya que diversamente planteada y definida. Si bien, la descripción de Narbona Díaz permite
apreciar algunos rasgos comunes en este caso entre autores coloniales españoles y franceses.

En esta línea, Carrasco González igualmente se ha interesado por la autoría colonial.


En cierto sentido, coincide más con Pierre Halen ya que, él condiciona la credibilidad de un
autor colonial por el conocimiento sobre terreno del objeto, es decir, el territorio colonizado,
los habitantes y sus costumbres. En su sentido, precisamente el contacto directo y duradero
concede al autor una sensibilidad17 específica imprescindible para alcanzar una obra de

17
Carrasco González condiciona el éxito al contacto directo con el objeto de inspiración, menciona al respecto:
―esa sensibilidad sólo la tenían los europeos nacidos en las colonias o que llegaban a ellas muy jóvenes y que
eran los únicos que podían penetrar en la esencia y naturaleza de los hombres colonizados. Los que llegaban
después de esa edad perdían la sensibilidad requerida y sólo caían en la utilidad o el pintoresquismo‖
(Carrasco González, 2009).
31

mayor relevancia. En base de estos requisitos, Carrasco González distingue tres tipos de
autores coloniales: El colonial, el metropolitano y el indígena.

El autor colonial es de origen europeo pero nacido y criado en la colonia, o al menos


habitante en ella durante algún tiempo. Es el que: ―no quiere que sus obras se confundan con
los de viajeros ocasionales o turistas; se asigna el purito de ser el conocedor, el auténtico
colonial” (Carrasco, 2009:23). Sus obras transcriben el exotismo tropical, la cultura
colonialista y su visión propia dominada por un complejo de superioridad. En segundo lugar
distingue al autor metropolitano, aquello que no presta ninguna atención a la vida colonial e
ignora sus detalles. Se dan los metropolitanos no residentes en la colonia pero que se valen
de fuentes directas o indirectas para escribir. Constata que: ―En muchos de estos autores
expatriados, en sus novelas donde las relaciones interraciales o la convivencia multiétnica o
plurirreligiosa es una de las constantes ambientales, donde procuran armonizar esta mezcla
sólo regulada por el poder impuesto, en la que la sociedad se sustenta autoritariamente
basada en el llamado orden público colonial, temían en el fondo un despertar indígena‖
(Carrasco, 2009:24).

Por fin tenemos los escritores indígenas, son nativos guineanos a menudo con cierta
preparación o experiencia básica Carrasco imputa a los logros corrientes de los sistemas
coloniales europeos: ―Los escritores africanos se educaron en las escuelas coloniales,
aprendieron el idioma y la tradición de los colonos y supieron escribir sus primeras obras en
parte imitando a sus dominadores (...). Y los nuevos nacionalistas, como los primeros
colonialistas, utilizaron la literatura como vehículo de expresión de sus críticas, anhelos y
esperanzas emancipadoras” (Carrasco, 2009:27).

Del contacto o descubrimiento con el territorio y sus habitantes surge la motivación


y el entusiasmo del viajero por describir o contar. Para Carrasco, colonial aplicado a la
literatura es una concreción del exotismo, un exotismo literario18 asimilable al tropicalismo

18
Díaz Narbona sitúa los comienzos de la corriente exótica de la literatura en el siglo XIX favorecida por el
Romanticismo. En su sentido, se consideraba exótico todo aquello que estaba ―fuera de‖, pues los escritores
románticos asimismo utilizaban el concepto para escapar de un tiempo y un lugar que no les eran propios.
Desde un principio, Oriente fue el principal objeto de esta corriente y, respecto a África opina: ―A partir de
estos presupuestos, a finales del siglo XIX, la mirada exótica hacia África se transforma ideológicamente a raíz
de la expansión en el continente africano‖ (Díaz Narbona, 2007:24). Se trata de una corriente de conquista y
divulgación en la que las destacadas publicaciones permiten apreciar algunos elementos distintivos, por
ejemplo, la aparición del personaje del explorador es el que favorece contenidos dedicados a descubrir la
diversidad étnica y geográfica de las colonias africanas a los públicos metropolitanos. Más adelante añade que
esta es una literatura de exaltación del hecho colonial que como dice: ―Es una literatura de conquista, que
celebra la colonización como si de una nueva cruzada de Occidente se tratase‖ (Díaz Narbona, 2007:26).
32

entendido como el afán de los autores coloniales occidentales por narrar situaciones o
escenas ambientadas en la colonia. De hecho, los autores coloniales han llegado a introducir
nuevos valores literarios y estéticos del mundo negroafricano. Sin embargo, del gusto por lo
exótico surge una literatura colonial que también abarca funciones imperialistas específicas
como aclara Carrasco:

De este exotismo, tan antiguo como el placer de contar viajes, surge la literatura colonial (...). El
gusto por las narraciones exóticas va unido a la expansión colonial. Generalmente la literatura
colonial es literatura de propaganda (...), de exaltación de la obra nacional ultramarina. Oriente,
África se ven como una obra iniciada por los europeos que son los protagonistas de la acción en un
decorado exótico. (...). La novela colonial del principio de la expansión busca la aventura, misterio
producido por el desconocimiento mismo del territorio (Carrasco, 2009:12-13).

Esta lectura enlaza con la concepción del autor colonial como un creador de
contenidos que en el sentido del ensayista obedecen a los criterios exotistas pero también a
intereses propios o políticos. Finalmente, las obras no corresponden a ningún contexto
existente ya que las motivaciones reales de los escritores trascienden los intereses de la
creatividad artística. Carrasco expone este desajuste entre texto y realidad de esta manera:
―El escritor ofrecía lo que el metropolitano demandaba. (...). Había disparidad entre el
mundo y su representación. El escritor lo recreaba tomando parte de la realidad, añadía los
artificios que su criterio consideraba adecuados. (...). El exotismo era mayor en tanto en
cuanto tuviera más imaginación; la impostura era un éxito, la meta de muchos de los
narradores (...), hay parcialidad por la imposibilidad de representar en una sola obra todo el
mudo colonial‖ (Carrasco, 2009:13).

Si como indican estos criterios, el exotismo es un argumento fundamental, Carrasco


justifica también aquellos contenidos por la vanidad de los escritores y su afán por expresar
la alteridad. Visto de esta forma, los pioneros de la corriente colonial española destacan
básicamente dos categorías de escritores, los profesionales que más allá del aspecto exótico
y novedoso desarrollan su estrategia, y los no profesionales que no prestan ninguna atención
a las consideraciones literarias. Tocante al tropicalismo que el ensayista aborda también, los
tropicalistas ponen notable énfasis en la descripción del mundo colonial y de los individuos
que lo habitan. A esta tendencia Carrasco asigna dos funciones principales; la moral
imperial y pedagógica, lo que significa que las obras de los escritores coloniales son afines a
los intereses coloniales pero también proponen al público metropolitano una abundante
información sobre esta colonia española. De hecho algunas obras apoyan la ideología
imperialista mientras que otras contribuyen a divulgarla.
33

A la luz de lo que precede se percibe que las primeras obras coloniales españolas
recogen la visión propia del escritor, sus motivaciones o su sensibilidad. Para desarrollar su
genio, repentino o asimilado, aprovechan la novedad y la originalidad de los temas y
también la lejanía del supuesto objeto de inspiración.

Es el lugar de señalar también algunas consideraciones generales. Por ejemplo, en la


corriente colonial española, llama la atención el número de títulos relacionados con la selva
o sus componentes. Son títulos que remiten al espacio rural, a la población indígena, al
territorio colonial o a la naturaleza. Por otra parte, las obras transcriben generalmente o el
carácter salvaje de los indígenas y de su entorno es decir, sus bailes o fiestas populares, sus
prácticas, costumbres o vestuario asombrosos, otras destacan la pasión de los colonos por el
exotismo o su afición por el extrañamiento. También abundan las narraciones biográficas,
sean autobiográficas o sean sobre destacadas figuras coloniales reales, se puede apreciar por
ejemplo obras sobre Manuel Iradier, Iñigo de Aranzadi o Ángel Barrera como objetos de
inspiración inagotables. Si bien, pocas obras coloniales se replantean con imparcialidad las
relaciones interraciales en la época colonial.

De la narrativa colonial y poscolonial española hemos registrado aproximadamente


un poco más de cien novelas editadas, a continuación reseñamos algunas de ellas,
obviamente, haremos hincapié en las más destacadas.

I-1-2- El corpus bibliográfico de la literatura hispano-guineana

El panorama bibliográfico de la literatura hispano- guineano es un apartado que


estudia la producción literaria de las dos corrientes con sus señas específicas, sus puntos
fuertes y sus debilidades, a la luz de unos trabajos críticos existentes. Estudiamos este
corpus en dos partes, la época colonial y luego la producción ubicada en la era poscolonial.

I-1-2-1-La época colonial

Antes de abordar la literatura colonial hispano-guineana, pensamos notable aclarar el


concepto de literatura colonial ya que caben varias definiciones que aparentemente no
34

siempre encuentran un consenso entre los diferentes estudiosos. Por ejemplo, Jean Marc
Moura (1999) enfoca la valoración exhaustiva del tratamiento de la teorización y de la
historia de las relaciones entre la literatura y las colonias a principio del siglo XX en
Europa. Recalca tres encausamientos para definir la literatura colonial; temática, ideológica
y sociológica.

En primer lugar, mediante el asentimiento temático citando a Hugh Ridley, Moura


expone la literatura colonial como ―L‘ensemble considérable de fictions qui peignirent
l‘activité coloniale européenne pendant les années du Nouvel Imperialisme, environ de 1810
à 1914‖ (Moura, 1999:22). Para Moura, ésta reúne textos ficticios y testimoniales enfocados
en la descripción de la actividad colonial europea.

En segundo lugar cabe la admisión ideológica que concibe la literatura colonial


como una ―glorificación‖ de la colonización y asimilada al colonialismo. Moura subraya
tres características particulares; se dedica, desde el final del siglo XIX a la propaganda de la
idea colonial, a la apología de la obra colonial y por fin atiende a hacer descubrir y querer
las colonias a los metropolitanos.

En última instancia se halla la difusión sociológica que expone la literatura colonial


como aquella producida por los grupos sociales de la colonia es decir: ―le fait de personnes
qui, ayant à habiter un lieu et non à y passer doivent nouer avec lui et avec ses habitants un
certain contrat, entamer une certaine connaissance‖ (Moura, 1999:22).

En claro la literatura colonial reposa en tres criterios; es aquella producida por los
colonizados o los colonos, es una producción literaria que describe la actividad colonial, sea
a favor del imperialismo o sea por su difusión particularmente dirigido al público
metropolitano.

Efectivamente, la literatura colonial que tratamos se ajusta a las definiciones de


Moura dado que engloba a la vez obras de autores españoles y también obras escritas por
autores guineanos. En este caso, nos valen los tres enfoques temático, ideológico y
sociológico. Por lo cual, consideramos colonial las obras de la literatura hispano-guineana,
ambientadas en la colonia, escritas principalmente antes de la independencia o también
después de 1968, y cuya temática general versa sobre la colonización española en Guinea
Ecuatorial.
35

En este trabajo, la literatura hispano-guineana colonial de la corriente española


consta de dos etapas, colonial y poscolonial aunque quepan estudiosos a favor de una antes
y un después de la Guerra Civil española. Acerca de la temática colonial o las características
principales de esta narrativa, Carrasco las valora asimismo:

La literatura colonial aborda todas las tendencias literarias, políticas, en diversas épocas y países y con
distinta finalidad. Es sólo el gusto o la elección de narrar situaciones desarrolladas en una colonia. Se
caracteriza sólo por el lugar de referencia, en una época determinada: la del dominio europeo en
territorios ultramarinos. Nada más. Por lo tanto comprende tendencias literarias, ideológicas, artísticas y
sociales diversas. Sólo el lugar y la época determinan el contenido del término, (…) por simple novedad
u originalidad en la creación, o por pura elección (…). La colonia tiene, pues, innumerables enfoques‖
(Carrasco, 2009:22) .

Si con estas palabras el crítico apunta la literatura hispano-guineana como un largo


campo de exploración, el mismo advierte de la dificultad que representa su valoración 19. La
narrativa colonial de esta corriente no se distingue por su valor literario pero, sus aciertos
caben en el conocimiento que muestran algunos autores de los pueblos e indígenas,
independientemente de su forma de retratar o representarlos.

Por las razones mencionadas, a diferencia de los demás estudiosos, González


Carrasco sugiere una clasificación no dependiendo de los contenidos pero más bien de los
autores. En cambio, González Echegaray no toma en cuenta ni los géneros ni siquiera las
temporadas históricas en la colonia o en la metrópoli, su estudio se vale de rasgos
específicos internos, por lo que apunta a modo de justificación: ―en primer lugar, porque a
veces es imposible concretar dónde termina la novela y dónde empieza el libro de viajes o el
cuento o el ensayo; en segundo lugar, porque sería pecado de lesa crítica el pasar por alto
esos otros géneros menores que, en tema como éste, tienen acaso mayor importancia que las
novelas y las poesías propiamente dichas” (Echegaray, 1964:70).

Concretamente, con el afán de lograr resultados más acertados, González Echegaray


valora el vocablo novela en un sentido más amplio, su trabajo clasificada esta narrativa en
cuatro epígrafes: libros de viajes, novela pretexto, novela - novela y literatura misional20.

19
Por algunas razones, hay una dificultad evidente en el momento de clasificar esta narrativa colonial,
asimismo lo reseña Carrasco González (2009:26). Hay que reconocer que analizar la novela colonial por su
valor literario sería una empresa corta de la que se salvarían muy pocas obras. Pero cuando nos ponemos
delante de este tipo de escritura el valor que sobresale es el sociológico porque nos ayudan tanto a comprender
algunos aspectos de la sociedad colonial como a ver la evolución de la mentalidad y de la opinión pública
hacia el fenómeno de la expansión. Revisar hoy la producción colonial nos trae un gran número de términos
muy comunes en la época pero que ahora pueden resultar despreciativos o peyorativos.
20
El artículo de González Echegaray que manejamos en este trabajo fue publicado en 1964, pese a su
brevedad, es el primero verdadero estudio crítico acerca de la narrativa hispano-guineana de la corriente
36

Hemos optado por esta última propuesta, ya que fue González Echegaray el primero en
abordar el estudio crítico de esta corriente, además, todos los estudios existentes se inspiran
de este trabajo que, pese a su brevedad ha impulsado la difusión de las narrativas colonial y
poscolonial españolas entre los estudiosos.

-Los libros de viajes

Este es un género narrativo inspirado en la experiencia del viaje21. Pues los libros de
viajes surgen generalmente del contacto entre un viajero extraño con un pueblo de origen
distinto, en una relación pactada o no, es un género de información. En el caso que nos
ocupa, los libros de viajes aparecen desde las primeras expediciones a las islas del Golfo de
Guinea. Forman la parte más importante de la bibliografía colonial española, son historias
de viajes, donde los autores describen sus experiencias o vivencias y las dificultades
halladas en la tierra ajena. González Echegaray los valora por la capacidad del autor con
mayor o menor fortuna, a retratar con más verdad o con más fantasía según su talento, su
experiencia del país y sus condiciones literarias. Los Horcajo (2000) citando a Jean
Roudeaut, señalan también que los relatos de viajes, independientemente de su estilo o
presentación se distinguen principalmente por su carácter autobiográfico, y en el que el
autor, el narrador y el viajero son una misma persona. Además, son relatos que comienzan
por una salida y se cierran por un retorno. Por lo cual, sostienen que los relatos de viajes:
―entrent dans la catégorie de l‘autobiographie. L‘auteur, le narrateur et le voyageur sont la
même personne; leur aventure ne commence pas par une naissance mais par un départ, et ne
se dénoue pas arbitrairement mais doit s‘achever par un retour. (…) . À la façon de
l‘autobiographie, le récit tend à donner un rythme et un sens à une aventure, à faire de
détails hasardeux une totalité‖ (Horcajo, 2000:52). Según los Horcajo, los relatos de viajes
se presentan de diversas maneras; un estudio, recuerdos, memorias, cartas, encuesta,
meditación o diario. Por fin, señalan que este es un género mediante el que el autor
construye un personaje que reproduce y sustenta gran parte de sus ideas o de sus
reflexiones.

española. Por otra parte, hemos elegido la clasificación de este crítico porque nos ha parecido muy interesante,
explícita y mejor expuesta. Sin embargo, no nos impide recurrir oportunamente a las demás aportaciones.
21
Encontrarán todas las obras de la corriente española y guineana en un anexo al final de este trabajo.
37

Un destacado de este género es Manuel Iradier con su obra ―África‖ (1878)22, un


cuaderno de notas de viajes. Aquel libro para González Echegaray participa de todos los
géneros: es a la vez obra científica y literaria. Respecto a Iradier y otros que cultivan este
género elude el crítico: ―Iradier, aunque en muchos aspectos fue un iluminado con
intuiciones de profeta (...), aun en medio de su carácter aventurero y soñador, pensaba y
sentía al compás de cualquier hombre de su tiempo. Y en aquella época esto era lo
frecuente, casi lo natural: un Castelar político e historiador, un Echegaray matemático, físico
y dramaturgo, un Valera diplomático y literato, un Alarcón periodista, soldado…‖
(Echegaray, 196:71).

Erika Reuss (2008) reconoce a Iradier su incansable labor exploradora, pero le resta
mucho de sus logros literarios, pues, lo apunta como gran explorador pero mediocre
escritor. García Domínguez (1977:259), igualmente apunta a Manuel Iradier como el mejor
explorador del África Ecuatorial.

Alfonso de Lucas de Barrés, tras ser funcionario en el gobierno colonial reunió sus
memorias y recuerdos personales en una obra titulada Posesiones españolas del Golfo de
Guinea (1918). Esta obra recoge las memorias y describe la colonia, sus gentes sus
problemas y su organización oficial.

José Más Laglera, escribió un libro de viajes tras permanecer en la colonia los años
de su juventud. Es En el país de los bubis (1921) subtitulado ―Escenas de la vida en
Fernando Poo‖. Carrasco lo ha calificado como un escritor colorista, más bien preocupado
por la descripción, lo pintoresco, las costumbres, las modas, los viajes, pero que no
polemiza con los caracteres de sus personajes. Ramón Trujillo lo considera el primer
verdadero novelista colonial cuya obra refleja la magia y el salvajismo, el paternalismo, las
cacerías y descripciones que le convierten en un modelo seguido por otros autores de su
época.

Otro libro de viajes es África la virgen (1928) del periodista Florencio Ceruti. El
autor describe los paisajes, la gente del África occidental y de Fernando Poo con sus

22
La obra África ha sido reeditada varias veces: 1901 en 2 tomos, 1958 en 2 tomos, 1994 con el título África.
Un español en el Golfo de Guinea, y más recientemente en 2000 por Mondadori, Barcelona. Además, varios
autores han escrito inspirados en el personaje de Manuel Iradier ora como explorador ora como escritor. Entre
otros se puede citar ―El aprendiz de Stanley‖ (1999) de Paco Climent; La aventura del Muni: tras las huellas
de Iradier… (2010) de Gutiérrez Garitano Miguel o ―Manuel Iradier; Las azarosas empresas de un explotador
de quimeras‖ (1993) de Salazar Martínez.
38

problemas respectivos. Con La Guinea incógnita (1933) del periodista Francisco Madrid,
subtitulada Vergüenza y escándalo colonial, se critica la administración y el sistema
coloniales españoles desde la Monarquía hasta la República. La obra La Guinea española y
sus riquezas (1930) de Julio Arija es otra amplia descripción de la colonia.

Los artículos de Juan Bravo Carbonell se recogen en, En la selva virgen del Muni
(1925). Tiene otras dos obras que son Territorios españoles del Golfo de Guinea (1929) y
Anecdotario Pamue. Impresiones de Guinea (1942). Igualmente en Ischulla (1950) o isla,
Domingo Manfredi expone un amplio repertorio de datos etnológicos de los bubis.

En este género caben dos obras del catedrático y botánico Emilio Guinea que son:
En el país de los pamues (1947) subtitulada Relato de mi primer viaje a la Guinea española,
y En el país de los bubis (1949). Otras impresiones de viajes de posguerra son Cartas de la
Guinea (1940) de Agustín Miranda y Estampas tropicales (1946) del doctor Matilla
subtitulada ―Impresiones de un viaje a la Guinea española”.

Luis Trujeda que fue Administrador Territorial en Río Muni escribió un libro
descriptivo, Los pámues de nuestra Guinea (1946). Erika Reuss lo valora como el choque
entre las dos culturas pámue y española, acerca de las dos formas de derecho, el
consuetudinario pamue y el español. Otro libro de viaje es La selva humillada (1951) de
Bartolomé Soler que recoge sus impresiones acerca de la colonia y sus gentes. También
caben las impresiones de viajes: Guinea (1950) de José Esteban Vilaró quien compagina
datos geográficos, fechas y descripciones.

González Echegaray ha incluido aquí dos libros de caza, La caza en Guinea (1955)
de Ramón Tatay y, En el país de los elefantes (1960) de Juan Chicharro Lamamié y el
mismo Carlos González Echegaray.

Este breve repertorio seleccionado contempla libros de viajes sobre la Guinea


colonial que tocan temas diversos pero también muy recurrentes como son: Crítica a la
administración y sistema coloniales españoles, etnografía, geografía, actividades coloniales
como las cacerías, las costumbres u organización social aborígenes.
39

-La novela – pretexto

Este género agrupa aquellos relatos con argumentación e imaginación pero que en
realidad sirven de estratagema al autor para encajar al lector una lección de geografía, de
historia, de política colonial o de anticolonialismo. En estas novelas, la fantasía o la trama
sirven de pretexto que envuelve la finalidad verdadera por contar una experiencia o hacer
alarde de sus conocimientos coloniales, por eso González Echegaray las ha llamado
novelas-pretexto. Las ha clasificado también por orden cronológico.

A este género pertenece la obra más antigua, la primera verdadera novela española
colonial de temas guineanos. Se trata de Aventuras de un piloto en el Golfo de Guinea
(1886) de un autor que ocultaba su identidad bajo el pseudónimo de Donacuigue. Carrasco
no la considera obra de ficción pero, la sitúa en una corriente colonialista que pretende
incrementar la influencia de los africanistas. Otra novela- pretexto es la del agricultor
catalán Joaquín Rodríguez Barrera titulada Mobbe. Un Negro de Fernando Póo (1931) con
el subtítulo Viaje, vida y costumbres de Fernando Poo. El pretexto literario es aquí el viaje
de un joven bubi maestro, recién graduado en la península, que vuelve a su tierra y choca
con el atraso y las costumbres ancestrales de sus paisanos. Plantea el recurrente dilema de
aquellos africanos atrapados en la encrucijada entre las costumbres tradicionales y la
modernidad occidental.

También es novela- pretexto la obra Estupendos misterios de la Guinea casi


española (1932) de Antón Rebollo Eladio subtitulada ―Exposición internacional permanente
de nuestro desastre colonial”. El autor se vale de sucesos reales, para criticar la política
colonial, desde la monarquía hasta la República. Carrasco subraya su originalidad en estos
términos:

Hay en esta sátira un deseo de vengar el pasado triste, la pérdida del imperio. Existe en este libro la idea
subyacente de que en África resta el último bastión imperial y es una cuestión de dignidad nacional
hacerlo bien (...). Siendo un libro eminente combativo y propagandístico, resulta uno de los más
originales y curiosos de todas las novelas escritas sobre los territorios españoles del golfo de Guinea
(Carrasco, 2009:327-328).

La novela-pretexto de Domingo Manfredi, Tierra negra (1957) tematiza la


evangelización colonial de la isla de Fernando Poo, desde los primeros intentos
expansionistas fracasados hasta los albores de la independencia, con el trasfondo de una
historia familiar bubi, los Riebetta. Carrasco la considera como la única novela histórica
40

sobre Guinea Ecuatorial pero también novela de propaganda de la labor evangelizadora


española.

-La novela- novela

La novela-novela para González Echegaray, o la novela propiamente dicha, es el


relato literario, aunque pueda llevar naturalmente consigo una tesis que trate de desarrollar.

En este género encaja la novela El fetichero blanco (1942) de José Más Laglera
inspirada en un célebre cazador español Pedro Arriola Bengoa. Otras novelas puras de José
Más son La piedra de fuego (1924) y En la selvática bribonicia (1932). Esta última expone
la contraposición entre los malos (blancos) explotadores y los buenos (negros) explotados.
La danza de los puñales (1925) de Buenaventura Vidal recoge datos sobre la vida de los
colonos en la colonia, las costumbres y la hostilidad de los pueblos indígenas. Otra novela
pura que ambienta la realidad colonial es Fang eyeyá (1950) donde Germán Bautista
desarrolla aspectos de la experiencia colonial en las explotaciones de café, los ocios y las
faenas forestales de los nativos. Las novelas Efún (1955) y La mujer del colonial (1962) de
Libereta Masoliver, también relatan la vida de los colonos en las fincas así como sus modos
de relacionarse entre ellos y con los indígenas. Cabe señalar que diversas fuentes sostienen
que Libereta no conoció por experiencia propia la colonia en la que se desarrolla la acción
de sus novelas.

Otra novela pura es Tres modos de vivir (1958) de José María Vilá argumentada
acerca de los problemas humanos en Fernando Poo y también la lucha diría de los colonos y
su empeño por sacar lo mejor de la colonia. En Los que no se van (1967) Vilá describe las
desventuras de algunos empresarios residentes en la colonia.

La última novela pura citada por González Echegaray es En el bosque fang (1962),
de Iñigo Aranzadi. Es la tragedia de un indígena atraído por la civilización y el cristianismo
pero no logra deshacerse de sus costumbres ancestrales. Este argumento recuerda a Tierra
negra de Domingo Manfredi o también Mobbe. Un negro de Fernando Poo de Joaquín
Rodríguez Barrera. Ramón Trujillo destaca Aranzadi como el autor colonial de su época con
su notable pasión por el bosque, los pueblos aborígenes y sus modos de vivir. En La
adivinanza en la zona de los ntumu. Tradiciones orales del bosque fang (1962), Aranzadi
expone igualmente las costumbres y oralidad de los pueblos fang.
41

-La novela misional

En este género caben los libros de cuentos y novelas que, por medio de una trama
argumental, tratan de poner de relieve la labor misional en la colonia. A diferencia de la
novela pretexto, la novela misional suele poseer un verdadero argumento, y no acumula los
datos geográficos e históricos. Los misioneros narran aquí el recorrido de la misión de
evangelización, las dificultades encontradas, pero a veces tematizan las tierras guineanas o
sus pueblos y sus particularidades. Son todas novelas de ficción de las que algunas van
dirigidas a los niños o a los jóvenes y tienen carácter edificante.

Entre otras novelas misionales hay Luces en la noche (1960) del Padre Mesa Carlos,
la novela Operarios de última hora (1955) y Una cruz en la selva (1960) del Padre Olangua
Augusto, y Alma española (1952) del Padre Onetti Francisco.

Como se puede aseverar, las novelas coloniales españolas tratan a menudo los
mismos temas pero desde diferentes enfoques. Además, integran la realidad colonial con
mayor o menor grado y casi siempre reflejando la visión propia del autor, sus fuentes de
inspiración o sus propósitos. Después de la literatura colonial, pasamos a la época
poscolonial.

I-1-2-2-La narrativa poscolonial

Llamamos narrativa hispano-guineana poscolonial española el conjunto de las obras


de ficción de autores españoles ambientadas en la ex colonia, escritas o publicadas después
de la independencia de Guinea Ecuatorial. Cabe señalar que los cambios políticos surgidos
han introducido cambios potenciales en el campo literario, esto es a nivel de la percepción,
de los contenidos o la forma de narrarlos. Carrasco reseña asimismo algunos rasgos
distintivos:

Reflejan una nueva forma de pensar en la sociedad, una diferente postura frente al hecho
expansionista. Porque, incluso en los narradores en los que podemos diagnosticar una cierta nostalgia
colonial, la pérdida de la situación no la toman como el inicio de una reconquista, sino como el
principio de una realidad distinta. Y recrearán los tiempos pasados pero con una visión más abierta
del antaño colonizado y hoy soberano (Carrasco González, 2009:26).
42

A diferencia de la era colonial, los autores poscoloniales son conocedores de la


realidad contemporánea de Guinea Ecuatorial o, de su historia colonial. De hecho, Antonio
Carrasco que ha estudiado esta literatura, puntualiza en cuanto a las nuevas orientaciones
temáticas pero también señala una actitud cautelosa característica de los autores
poscoloniales:

Los autores que tratan sobre Guinea, posteriores a la independencia, tienen un cuidado especial en que
sus novelas no tengan referencias que puedan resultar racistas o colonialistas. Imbuidos en las nuevas
corrientes de pensamiento humanitario, igualitario y de defensa de los derechos humanos, (...). No
hay ningún intento en justificar la colonización, (...). El elemento colonial va desapareciendo para
dejar paso a la vida en la nueva república en la que se incluyen abundantes referencias al periodo
colonial (Carrasco González, 2009:358).

En general, unos y otros autores exploran el pasado colonial o el periodo poscolonial


mediante un planteamiento alrededor de un tema que abarca un interés histórico
significativo. Un ejemplo de los más recientes es la novela Orden en Río Muni (2011) donde
Carrasco González expone el impacto de la primera Guerra Mundial en la Guinea Española
bajo el mandato del gobernador Ángel Barrera. En La pasajera de San Carlos (1995),
Arturo Pérez- Reverte se inspira en sucesos reales para recrear el ambiente de la
independencia de la colonia. Mientras Leguineche con La tribu (1980) prepondera el fracaso
de la independencia guineana a la luz a raíz del tremendo balance de los años de la dictadura
encabezada por Macías Nguema. Existen también obras enfocadas en la recuperación de la
memoria o que reflejan la añoranza del imperio colonial entre los antiguos colonizadores.
Algunos son: La casa de la palabra (1994) de José López Hidalgo Historia de una maestra
(1990) de Aldecoa Josefina o La última cacica (1990) de María Díaz Paz. En la primera,
López Hidalgo describe el antes y después de la independencia de Guinea. Por una parte,
recrea aquel ambiente colonial cosmopolita donde los colonos blancos europeos gozan de
sus privilegios socioeconómicos, se dan a la ostentación y dominación de los nativos. Por
otra parte, expone la decadencia que supuso la soberanía y sus consecuencias sobre los
colonos y los nuevos ciudadanos nativos. En la piel de una joven maestra, Aldecoa
igualmente sigue esta tendencia melancólica de la época colonial. El mismo discurso
nostálgico se recrea en El paraíso verde perdido, Guinea (1999) de Fernando García
Gimeno o El corazón de los pájaros (2001) de López Elsa.

En esta narrativa caben obras que denuncian los dos regímenes guineanos
poscoloniales. Son los casos de: Los olvidados. Revelaciones de un viaje a la dramática
realidad de Guinea Ecuatorial (2004) de Soto-Trillo Eduardo quien describe un país
43

extraño donde destacan la belleza de la naturaleza, la violación de los derechos humanos o


la indiferencia de las potencias occidentales. En la narrativa poscolonial se encuentran
también obras de temas etnológicos o antropológicos. Como es El valle de los bubis (1998)
donde Díaz describe las costumbres y ritos bubis.

Hemos de hacer algunas observaciones acerca de esta corriente española en general


ya que, por ejemplo, se nota que los autores se reclutan entre diversos oficios23. En realidad,
hay efectivamente pocos escritores de oficio como son Bartolomé Soler, Manuel
Leguineche o Domingo Manfredi. Por lo tanto, hemos esbozado una clasificación de los
autores coloniales y poscoloniales teniendo en cuenta todos los géneros cultivados y por
generación.

Generalmente algunos autores pioneros eran aquellos que vivieron por sí mismo
alguna experiencia colonial y que la narraron aunque con mejor o menos fortuna. También
caben los de la segunda generación, o sea, viajeros casuales o descendientes de los pioneros
y que de algún modo han estado en contacto directa o indirectamente con la realidad
colonial de la que recuperan las memorias o narran su estancia en estas tierras. Entre los
descendientes más destacados caben por ejemplo: Isabela de Aranzadi, Eduardo Soto Trillo
o José Más Laglera. A esta generación se suman también los escritores ocasionales, son
aquella gente cuya actividad social o función profesional desarrollada en Guinea Ecuatorial
les ha llevado a contar retrospectivamente su experiencia u opinar sobre determinados temas
afines a la historia o a la política de la ex colonia española. Más recientemente han surgido
investigadores preparados y que se inspiran de los escritos existentes, de fuentes de segunda
mano o informaciones suministradas, algunos tienen una experiencia propia del objeto de
sus estudios pero todos atienden una relectura crítica de la historia o de obras coloniales
existentes. Por fin los aficionados, escriben por pasión, orgullo o por curiosidad intelectual.
Los contenidos de las obras de españoles antes y después de la independencia de Guinea
Ecuatorial recogen esta variedad de motivación, anhelos o metas y que por supuesto sigue
siendo una actividad dominada por los hombres. En la actualidad, los temas guineanos son

23
Los temas guineanos, desde las primeras obras hasta hoy en día han sido explotados por españoles de
diversas procedencias. El panorama bibliográfico destaca periodistas como José Más Laglera, Manuel
Leguineche, Florencio Ceruti o Francisco Madrid; Exploradores como son Manuel Iradier, Pedro Arriola
Bengoa o Amadeo Osorio; Médicos como Matilla Gómez Valentín o Rafael Romero Molinero; el arquitecto
Ledesma Malcampo; científicos como Emilio Guinea; colonos como Joaquín Rodríguez Barrera; funcionarios
como Luis Trujeda, Juan Bravo Carbonell o Agustín Miranda; los misioneros como son Leoncio Fernández,
Cristóbal Fernández, Teodoro Crespo, Marcelino Romero. Entre los descendientes de antiguos coloniales
destacan Isabela de Aranzadi, Eduardo Soto Trillo o José Más Laglera.
44

explorados por investigadores de diversas procedencias, aunque muy pocos tocan la


corriente española. Si bien, el ensayista Max Liniger Goumaz, por el número de sus
publicaciones.

No es inútil subrayar que cuando le toca valorar la autoría colonial española,


Antonio Carrasco González pone sus criterios propios y principalmente un mejor dominio
de la realidad colonial logrado mediante una integración acertada en la sociedad aborigen.
En base de este requisito, el ensayista sostiene que José María Vilá es el mejor escritor
colonial español, y a guisa de justificación apunta: ―es el único que se integró en la colonia
durante sus largas estancias, (…). Hemos hablado de la ausencia en España de narradores
nacidos y criados en las colonias (…). Y hemos hablado también del exceso de turistas que
escriben sus impresiones, inflación de reporteros de lo lejano y exotistas y pintoresquitas
variados. Esos autores que resultan ahora los más difíciles de leer por su prosa exagerada y
su falta de intriga por una absurda inflación‖ (Carrasco González, 2009:346). El crítico
enfatiza particularmente en un conocimiento absoluto del objeto de creación, esto es un
requisito difícilmente aplicable a la autoría colonial española en su sentido.

Por fin, quizá sea pertinente señalar que la narrativa española colonial es difícil de
conseguir. Además de eso, las fuentes aparecen a menudo con datos incompletos y, a veces
los datos bibliográficos difieren de una fuente a otra. Actualmente, algunas casas editoriales
como ―Sial‖ contribuyen o anteriormente ―El Cobre‖ ayudan a la difusión o recuperación
con ediciones o reediciones. Cabe destacar, que no hemos encontrado ningún trabajo
académico desarrollado acerca de esta narrativa colonial o poscolonial hispano-guineana,
principalmente en la Universidad de Alcalá. Tampoco tenemos conocimiento de un
congreso o evento literario a ella dedicada.

Después de revisar el panorama bibliográfico, a continuación pasaremos revista los


estudios críticos realizados a cerca de esta narrativa.

I-1-3-Algunos estudios a partir de la literatura hispano-guineana

Las narrativas colonial y poscolonial hispano-guineanas de esta corriente han llegado


a ofrecer a sus lectores un número bastante importante de publicaciones aunque con fortunas
diversas. Desde un principio, esto no extraña si recordamos que no han interesado mucho a
45

grandes figuras literarias españolas, a pesar del gran potencial literario que podía
proporcionar la colonia. Como veremos más adelante, tampoco abundan estudios críticos
destinados a analizarlas. Pretendemos lograr, a la luz de los estudios existentes, una visión
crítica de esta corriente literaria española. Este comentario se basará principalmente en los
trabajos de Gustau Nerín (2009), González Echegaray (1964) y (1989), Antonio González
Carrasco, Mbaré Ngom (1993), Justo Bolekia Boleká (2005), Montserrat Alás-Brun (2007)
o José Ramón Trujillo (2004). Por lo general, la mayoría están orientados hacia los orígenes,
la periodización o las tendencias temáticas de estas narrativas.

I-1-3-1-Estudios críticos a partir de la literatura hispano-guineana colonial

En un principio, quizás sea el lugar de recordar los orígenes de esta corriente


narrativa, por el que el profesor Mbaré Ngom sitúa las bases fundacionales en el siglo XV
coincidiendo con las primeras expediciones españolas, las exploraciones y finalmente el
establecimiento de puestos comerciales. De hecho, observa: ―Nace lo que se suele llamar el
africanismo literario, el cual se transformaría más tarde en la literatura colonial. En Guinea
Ecuatorial, las primeras obras del africanismo literario empezaron a aparecer hacia
mediados del siglo XIX. Al ser una veta fructífera, la explotación literaria del tema colonial
guineano prosiguió hasta la víspera de la independencia del país en 1968‖ (Mbaré,
1993:411).

Es de destacar una vez más que la corriente española de la narrativa hispano-


guineana es casi ignorada a pesar de su volumen de publicaciones relativamente importante.
A los ojos de algunos investigadores, las explicaciones son múltiples y diversas, algunos
estudios críticos realizados sobre el tema dan unas pistas relevantes. A pesar de la extendida
aceptación acerca del débil arranque de esta corriente narrativa, es interesante además
contemplar el matiz expuesto por Gustau Nerín cuando compara literariamente a los dos
territorios guineano y marroquí. A diferencia de la aproximación expuesta anteriormente por
el profesor Mbaré, resulta según apunte que mientras Guinea Ecuatorial se consideraba un
tema divertido, Marruecos lo era mucho más y, más adelante aclara: ―El protectorado
marroquí fue, entre 1909 y 1927, el Vietnam español. Decenas de grandes escritores pasaron
por allí, como soldados o como periodistas, y dejaron sus impresiones en sus libros.
Algunos de ellos, escribieron obras emblemáticas: Arturo Barea, Sénder, Luys Santamarina,
46

etc.‖ (Nerín, 2009:109). En concreto, las aportaciones recogidas dan constancia de que la
Guinea Española efectivamente fue en sus comienzos un tema concurrido, pero no tan
floreciente comparado a Marruecos. Para ilustrar lo precedente, Gustau Nerín proporciona
más indicios que enfatizan el escaso interés por la Guinea española no sólo literariamente
sino también económico. Siendo así, el mismo señala igualmente que esta colonia tampoco
atrajo mucho a los ciudadanos españoles ni siquiera a los intelectuales, él esclarece: ―En el
Estado español, la aventura africana se vivía en Marruecos (...). Por el contrario, la Guinea
Española durante el periodo colonial era una posesión poco conocida. Por eso hoy
prácticamente se ha olvidado (...) A pesar de que la Guinea Española fue la única colonia
española en el África negra, en el imaginario de los españoles, Guinea ocupa una posición
marginal” (Nerín, 2009:109-110). El aislamiento de la colonia24 junto a una actividad
económica limitada ha cooperado a la ausencia en estos territorios de una categoría de
individuos que hubiera contribuido a una producción literaria de calidad. No obstante, cabe
necesario mencionar, a la vista del corpus bibliográfico de la corriente colonial española, la
notable contribución de los periódicos coloniales, precisamente en lo que concierne la
promoción de las obras escritas en la colonia y en diversos géneros. Por fin, los comienzos
mediocres explicarían también el silencio casi absoluto que rodea todavía esta narrativa
colonial española hasta en la actualidad.

A pesar de este arranque poco prometedor, el camino ha sido largo y, esta narrativa
colonial española parece haber tenido algunos momentos de gloria. El ensayista Justo
Bolekia (2005:122-123) sitúa las temporadas más productivas alrededor de los años veinte,
treinta y la década de los sesenta del siglo XX. Como él, varios estudios indican que las
primeras plumas fueron novelas o libros de viajes españoles interesados en recoger el
exotismo de aquellas tierras africanas. Son libros destinados al público metropolitano y
reflejan una concepción del mundo alimentada por la cultura del entorno europeo.

En lo que atañe a la periodización, Mbaré Ngom ve principalmente dos periodos


correspondientes a dos etapas de la historia colonial de África. En primer lugar, la
exploración y la conquista del continente. Durante esta temporada aparecen los libros de

24
Josebe Martínez atiende el carácter hostil de una colonia española percibida desde la península como un
foco de peligro y enfermedad, en lo que nos ocupa esto puede ser considerado como un factor muy
significativo como se percibe en estas líneas: ―Para el peninsular la palabra inmediata que provocaba la
mención de Guinea Ecuatorial era ―quinina‖, la medicación necesaria para prevenir la malaria, que requería
dosis diaria durante la estancia en este país. Se hablaba de ello con el temor que produce la no civilización‖
(Martínez, 2010:49).
47

viajes, las crónicas, los informes y las memorias. El segundo periodo es la colonización
materializada con la ocupación y explotación comercial territoriales. En una y otra etapa, las
obras describen el paisaje local, o los nativos desde una perspectiva generalmente
despectiva. Mbaré Ngom observa al respecto que todas estas obras coinciden en un punto,
por lo que poniendo el ejemplo guineano afirma: ―Guinea es su tema central y los
protagonistas principales, casi siempre idealizados, suelen ser blancos. (...). En general, es
una expresión literaria reaccionaria en su mayor parte, dirigida al público de la metrópoli,
ante cuyos ojos se intenta justificar e institucionalizar (...) la situación colonial” (Mbaré,
1993:411).

Como queda plasmado en los estudios anteriormente mencionados, la periodización


o clasificación propuestas son bastante similares. Sin embargo, Antonio Carrasco ha
identificado tres categorías de escritores españoles y características de la narrativa colonial.
Primero el novelista funcionario que dice: ―suele ser el más exotista. Disfruta escribiendo
los placeres y sinsabores del destino. Posee una cierta ilustración y acumula datos sobre la
diferencia de costumbres. Habla de atraso, fanatismo, maltrato y carencias en el colonizado.
En el sentimiento de alteridad hay una dosis de eurocentrismo y se imbuyen en la misión de
civilización‖ (Carrasco, 2001:542). También cabe el novelista misionero con sus novelas de
escaso interés literario, pero ideadas con interés apostólico y participando de la difusión de
la fe católica, y por fin los viajeros o turistas deseosos de contar su efímera experiencia
colonial.

En el mismo sentido, Gustau Nerín (2009:116) propone una clasificación que analiza
a la vez los contextos de la creación, los contenidos y sus autores. En primer lugar los libros
de viajes, Gustau tampoco encuentra más aciertos a sus autores. Salvo contadas
excepciones25, son obras de carácter didáctico pero monótono y con retratos superficiales.
Dan a conocer la lejana colonia española pero también las realizaciones españolas en ella.
Son los funcionarios, periodistas, científicos o sacerdotes. En segundo lugar, apunta los
libros de aventura, un género mediante el que algunos escritores pretenden producir
historias fascinantes ambientadas en la colonia. Este género coincide con el periodo de las
grandes exploraciones y el inicio de la colonización. Para Gustau Nerín, el género colonial
más popular y entretenido es la novela de plantación. Aquella que combina a la vez, los
elementos de la novela de aventura con la propaganda colonialista. Por último se dan los
25
Gustau Nerín destaca al explorador Manuel Iradier por su obra África donde el autor ha plasmado las
memorias de sus exploraciones en el Muni, la región continental de la ex colonia entre 1875 y 1884.
48

libros de caza que enfatizan particularmente el heroísmo del hombre blanco enfrentando la
dureza de la vida colonial y la salvaje naturaleza.

Más allá, de esta clasificación que divide la corriente colonial española en dos
periodos principales, casi todos los críticos establecen un vínculo evidente entre la literatura
y los cambios sociopolíticos en España. Desde allí, la temática o las orientaciones
ideológicas literarias son condicionadas por una política colonial fomentada por la
metrópoli. De hecho algunos estudiosos sostienen que la Guerra Civil española parte en dos
la denominada época colonial, marca un antes y un después en todos los aspectos. Por
ejemplo, Gustau Nerín (2009:111) aclara sobre el particular que: ―a partir de 1936, hubo una
auténtica obsesión por supervisar la producción ideológica sobre la colonia ecuatorial. Si la
dictadura controlaba a los intelectuales en la metrópoli, en la diminuta posesión tropical el
control era todavía mayor”. Las motivaciones por España en gestionar la temática literaria
en la colonia se justifican también por el deseo del gobierno franquista por impulsar el
orgullo patriótico de los españoles mediante una campaña de promoción de sus intereses
coloniales. Por lo tanto, toda esta actividad literaria es regulada, controlada o editada por las
instituciones culturales adictas al régimen, especialmente el Instituto de Estudios Africanos
y los archivos del IDEA que son también vehículos del africanismo español de aquella
época.

Alás-Brun plasma la ideología literaria franquista mediante el estudio de tres libros


de viajes de la posguerra, son de Bartolomé Soler, Juan Bravo Carbonell y Emilio Guinea.
Su estudio pretende demostrar que estos libros representan tres orientaciones y tres
objetivos distintos pero una misma ideología franquista. Según la autora, las
representaciones en Europa de los sujetos coloniales negros africanos reúnen tópicos que
forman ―el otro tropical‖, recurrentes principalmente en los libros de viajes sobre África y
en la narrativa de ficción. Son arquetipos asociados a los conceptos del ―hombre primitivo‖,
al ―otro‖ y, vinculados con caracteres como el infantilismo, la lujuria, la propensión a la
violencia o el canibalismo. Los tres libros elegidos son: Anecdotario pamue. Impresiones de
Guinea (1942) de Juan Bravo Carbonell; En el país de los pamues (1947) de Emilio Guinea
y La selva humillada (1951) de Bartolomé Soler. El primero, Bravo Carbonell26, es un

26
Bravo Carbonell, Juan estuvo varios años en la colonia como finquero, fue también Secretario General de la
Cámara oficial Agrícola de Fernando Poo. Ha escrito varios libros de temas guineoecuatorianos, sus novelas
son: (1917), Fernando Poo y el Muni. Madrid, Alrededor del mundo; (1925): En la selva virgen del Muni,
Madrid, Imp. Zola Ascasíbar; (1929), Territorios españoles del Golfo de Guinea. Madrid, Imp. Zola
Ascasíbar; (1942), Anecdotario Pamue. Impresiones de Guinea. Madrid, Editora Nacional. Dos ensayos
49

africanista que escribió su obra tras permanecer escasos años en la colonia, encargado
oficialmente de evaluar sus riquezas naturales. Por lo tanto, de su novela, dice Alás-Brun:
―el autor trata de promocionar el establecimiento de negocios españoles en Guinea y expone
sus ideas sobre las formas más efectivas de colonialismo en África dentro del marco de un
relato de viaje‖ (Alás-Brun, 2007:287).

La investigadora divide la obra de Bravo en tres partes: ―pasado‖, ―presente‖ y


―futuro‖. En primer lugar, el narrador condiciona el acierto de la colonización mediante una
labor humanitaria. Luego, valora positivamente los logros de la labor humanitaria unida a la
labor misional. El objetivo es doble, aprovechar las riquezas de la colonia y sacar los
indígenas de sus prácticas vernáculas. Por último inaugura la expansión de los territorios
coloniales españoles en el golfo de Guinea. Alás-Brun resume la visión encarnada por
Bravo precisamente: ―Bravo tiene una visión paternalista y generalmente benigna de los
guineanos; los percibe infantilizados (...), hasta el punto de llamar a los fang del interior del
continente ―niños grandes‖, e insiste en la necesidad de llevarlos a la civilización, misión
encomendada a España. A la vocación de promotor de negocios del autor se superpone la
motivación patriótica-religiosa‖ (Alás-Brun, 2007:289). Si bien, el libro de Bravo destaca
por un lado, la representación de los indígenas fang como seres inferiores pero, también
muestra gran admiración por su valor por ejemplo como incansables cazadores o guerreros.

Igualmente como Bravo, Emilio Guinea27 autor de En el país de los pamues (1947)
viajó también a la colonia española con el propósito de evaluar la viabilidad de algunos
cultivos de interés y las diversidades forestales. Aquel viaje le ha inspirado como expone
Alás-Brun: ―Como Bravo, Guinea intercala los recuerdos de sus experiencias personales
como viajero, (…), con observaciones sobre la vida y costumbres de los habitantes africanos
de la colonia española, con particular énfasis en los fang, a los que llama pamues” (Alás-
Brun, 2007:290).

En el sentido de la ensayista, el argumento de Emilio Guinea recoge dos


planteamientos aparentemente discrepantes. Primero, en los momentos en que se haya

(1926): Guinea Española. Los millones de pesetas anuales, Madrid, Imp. Zola Ascasíbar y (1933):
Posibilidades económicas de la Guinea Española, Madrid, Publicaciones de la Sociedad Geográfica Nacional.
27
Emilio Guinea López, botánico vasco, catedrático de ciencias naturales es autor de varios libros sobre
Guinea Ecuatorial de los que se puede mencionar entre la narrativa: (1949): En el país de los bubis, Madrid,
CSIC-IDEA; (1947): En el país de los pamues. Relato ilustrado de mi primer viaje a la Guinea Española,
Madrid, CSIC-IDEA o los ensayos (1946): Ensayo geobotánica de la Guinea continental Española, Madrid,
Dirección General de Marruecos y Colonias y (1948): Folleto de la exposición de recursos vegetales Afro –
Hispanos Sahara-Muni-Fernando Poo. Madrid, CSIC-IDEA.
50

absorto en el universo primitivo y salvaje el narrador expone su fascinación por la


naturaleza y exalta su riqueza o su belleza. En cambio, en otros ratos curiosamente retrata a
los nativos pamues con rasgos desproporcionados. Por ejemplo, le Llama la atención los
calificativos asociados a los pamues, se refiere a ellos como ―especímenes‖, de una belleza
elemental, una raza ―audaz‖ y guerrera. En cambio, confiesa: ―a pesar del abismo mental
que nos separa, le inspira simpatía, curiosidad y admiración” (2007:291). En la última parte
del libro, Emilio Guinea pierde de repente la fascinación por el mundo bárbaro o exótico y
retoma su misión como agente colonialista perteneciendo a una raza superior. Por fin,
termina criticando y rechazando a todos los objetos de su efímera admiración como es la
selva, los pamues vuelven primitivos y perezosos y las mujeres africanas descuidadas.

El último libro de viaje estudiado por Alás-Brun es La selva humillada (1951) de


Bartolomé Soler28, también inspirado en el viaje del autor a la colonia. Alás-Brun estudia la
obra de Soler mediante una serie de estrategias retóricas. En primer lugar, para materializar
el choque de culturas y el contraste visual entre las razas, Soler recurre frecuentemente al
―contraste‖ y a la ―antítesis‖. Esto se da en el uso de colores, blanco o luz opuestos a negro
o tinieblas. También llama su atención el uso de parejas ―antónimos‖, se puede leer;
limpieza y suciedad, pureza y lujuria, o civilización y barbarie. Lo mismo sucede con la
pareja cristianismo opuesto al animismo o fetichismo. Obviamente, a lo largo de del relato,
el narrador protagonista se construye una imagen heroica pero con rupturas por medio de la
―autoironía”.

Todo lo que precede demuestra que los tres autores intentan legitimar el dominio
español por la superioridad racial europea y la necesidad para los africanos negros de
civilizarse. De hecho Alás- Brun para terminar recalca:

En definitiva, la colonización de España en Guinea es aceptada con algunas reservas por el colonial
Bravo, con tensiones más evidentes por el científico Guinea y con fisuras y contradicciones abiertas
por el viajero Soler. (...) ninguno de los tres autores consigue reconciliar sin problemas con su
profesada admiración por los africanos de raza negra y su fascinación por la selva virgen (ya que uno
y otra son conquistados y sometidos en el proceso ―civilizador‖ (Alás-Brun, 2007:296).

Según Gustau Nerín las representaciones estereotípicas que expone Alás–Brun son
típicas de los tópicos en los que se encerraron los autores coloniales carentes de la voluntad
de ―conocer‖ en profundidad a los caracteres específicos de los guineanos, su territorio o sus

28
Bartolomé Soler es el autor de La selva humillada que forma parte del corpus de este trabajo.
51

modos particulares de vivir. Mbaré Ngom también vincula dicha actitud con una estrategia
colonialista:

El africanismo literario contribuyó a textualizar estéticamente el espacio deslindado y marcado por la


caminaría física o geográfica por medio de constantes descriptivas marcadas por lo exótico, lo
diferente, lo agreste y lo salvaje. (...). La meta del africanismo literario era, por medio de un proceso
narrativo muy estratégico, articular un texto‖ comprensible y aceptable para el imaginario de la
opinión pública metropolitana, y por ende, justificar la aventura colonial de España (Mbaré, 200:6).

Los intereses políticos inciden en la creación artística sobre la colonial. Los últimos
años de la época colonial quedan literariamente marcados por unos contenidos que tienden a
promover la explotación colonial y también a rebajar moral y socialmente a los colonizados
aunque, con escasos intentos del discurso oficial por atenuar esta visión despectiva del
indígena muy hondamente enraizada en la imaginación popular metropolitana. Es la política
la que se encarga de diseñar e idear la obra literaria colonial.

I-1-3-2-Estudios críticos a partir de la literatura hispano-guineana poscolonial

La narrativa poscolonial de esta corriente enmarca en un nuevo contexto socio


político marcado por la independencia de la colonia. Como Carrasco anteriormente, algunos
críticos apuntan notables cambios surgidos también en las obras literarias poscoloniales.
Bolekia Boleká señala una narrativa que en la nueva era ha ganado principalmente en
autenticidad a expensas de la utópica anterior:

A diferencia de las obras literarias de la época colonial, en éstas existe una simbiosis entre el negro y
el blanco, sin que ninguno destaque sobre otro. Además, los personajes se sitúan principalmente en un
contexto guineoecuatoriano fácilmente reconocible por el lector autóctono. Los temas son
variopintos: desde el viaje hacia las realidades ancestrales que pretendió aniquilar la política colonial,
hasta el esbozo de las situaciones vividas entre 1968 y 2004, todavía no descritas de forma
exhaustiva, sin que el autor se camufle entre sus personajes (Bolekia, 2005:130).

A diferencia del profesor Bolekia, para Gustau Nerín en cambio, la temática


poscolonial los cambios introducidos en los contenidos son insustanciales, tanto al nivel
argumental que conceptual. Esto se debe fundamentalmente, dice, al surgimiento del
régimen dictatorial establecido en la ex colonia y, a raíz del cual el gobierno franquista
declaró a la ex colonia ―materia reservada‖. Con este decreto la censura del gobierno
franquista sobre las cuestiones relacionadas con la ex colonia se puso mucho más rígida, con
más restricciones a nivel social, político o literario. Según Nerín, obviamente, los
estereotipos anteriormente aplicados a los antiguos indígenas recaen en adelante en el nuevo
52

gobierno. Los autores de la nueva literatura ―neosalvaje‖ se inspiran de las consecuencias


del régimen de fuerza y, pintan a la ex colonia como un ―infierno dantesco‖ con sus
habitantes impotentes e incapaces de autogobierno.

Gustau Nerín destaca principalmente dos géneros poscoloniales, ambos vinculados


por la situación sociopolítica en vigor. Primero la nostálgica colonial, con el que los ex
colonos exponen su frustración y su deseo por recuperar el orgullo tras la pérdida de su
hegemonía. Desde luego, este género se inscribe en la continuidad del argumento colonial,
el crítico subraya en adelante sus señas distintivas más destacadas:

Se reduce la segregación racial al nivel de anécdota, pero no se cuestiona la superioridad racial. El


sistema de discriminación se considera ―natural‖ o se legitima argumentando que ayudaba a los
guineanos a ―civilizarse‖. (...), en la literatura nostálgica lo que impera es el paternalismo. Los
blancos son los personajes activos, mientras que los negros son considerados ―buena gente‖, pero
pasivos, impuntuales, incumplidores, borrachos, etc. (Nerín, 2009:120).

Además de este enfoque que desarrolla la añoranza, el segundo género poscolonial


también relacionado con la novela nostálgica radica en la autobiografía. Los autores
recuentan su propia experiencia colonial y, algunos combinan su ―nostalgia‖ por la colonia
con la reivindicación de su ―guineidad‖29.

A la luz de todo lo que precede, se despunta que la narrativa poscolonial destaca


algunos rasgos propios corolarios del mencionado contexto sociopolítico. Obviamente,
caben escasos trabajos dedicados a estudiar la periodización, la clasificación o la temática
colonial y poscolonial. Por ejemplo, Carlos González Echegaray ofreció el primer panorama
bibliográfico sobre esta corriente. Más recientemente apareció la primera obra crítica
completa publicada por Antonio Carrasco González. Si bien, la reflexión de Gustau Nerín
pone de relieve algunas ambivalencias recurrentes en las obras coloniales y poscoloniales en
general, también destaca los diferentes géneros de esta corriente y sus rasgos respectivos.
Más concretamente, Alás–Brun ha estudiado algunas obras de esta corriente y, sus
resultados dan constancia de la ambigüedad que caracteriza los enfoques temáticos de

29
En su ensayo titulado Semblanzas de la hispanidad, el ensayista guineano Ocha‘a Mve Bengobesama,
Constantino (1985) desarrolla el concepto de la guineidad partiendo de dos parámetros fundamentales; por un
lado las marcas históricas sobre los pueblos guineanos colonizados y también el colonialismo español. En su
argumento, la realidad de los pueblos aborígenes asociada a los elementos hispánicos importados ha generado
una nueva civilización que implica el mestizaje en diversos ámbitos tanto social o cultural. Siendo así, la
guineidad es: ―producto del encuentro histórico de una civilización de siglos con los grupos étnicos autóctonos
del territorio guineano. (…). La guineidad es una suma, viene a ser la conjunción de los valores permanentes
de la Hispanidad y la realidad negroide -bantú, que es esta última, un mosaico de etnias, un pluralismo
humano. La guineidad es una simbiosis cultural que se remonta al siglo pasado bajo el signo del
providencialismo que rige la historia como una constante de su devenir‖ (1985:161-162).
53

aquella época. Sin embargo, si nos fijamos en todo lo precedente, es de señalar que la
corriente española desarrolla igualmente temáticas actuales como son los estereotipos, la
otredad o los planteamientos interraciales, que son cuestiones de preocupación universal.

A continuación estudiamos la corriente guineana de la narrativa hispano-guineana


también en dos partes, su panorama bibliográfico y también algunos de sus estudios críticos.

I-2-La corriente guineana colonial y poscolonial


Guinea Ecuatorial como sabemos todos fue la única colonia española en el África
subsahariana. Del mismo modo que su historia, este país ha experimentado una trayectoria
literaria usual pero con matices peculiares. Después de la corriente española colonial y
poscolonial, en este apartado estudiamos los orígenes, el panorama bibliográfico y por fin,
recogemos algunos trabajos críticos dedicados a analizar textos escritos por guineanos antes
o después de la independencia.

I-2-1-Los comienzos de la literatura hispano-guineana

Las fuentes consultadas sitúan el origen de esta corriente literaria durante el periodo
que corresponde al franquismo. La propaganda ideológica emprendida por el gobierno
franquista en la posguerra contribuyó en promover las actividades literarias en la colonia.
Paralelamente, la administración colonial instituye en la colonia un programa de formación
de estudiantes y auxiliares entre los jóvenes indígenas, a través de una Escuela Superior
Indígena y también en los seminarios. Éstos constituyen lo que Donato Ndongo llama la
primera ―élite intelectual‖ del país. Para Trujillo (2004:7), aquel proyecto favoreció la
formación de auxiliares coloniales pero también la iniciación algunos a las tareas literarias.
Donato Ndongo justifica asimismo los factores que han favorecido los comienzos literarios
entre los nativos:

La elevación del nivel cultural operada en los nativos a partir de mediados de los años 40, propiciada
por los nuevos planes de enseñanza en la colonia ideados por Heriberto Ramón Álvarez, inspector de
enseñanza en el efímero mandato del gobernador Juan María Bonelli; y de otro lado, al importante
aumento de supuestas vocaciones sacerdotales que se produjo en aquel período, que llenó de
estudiantes de humanidades los seminarios de Banapá y Concepción (Ndongo Bidyogo, 2000:1).
54

En lo que atañe particularmente a la actividad literaria, la aparición de textos escritos


rompe con una cultura literaria hasta ahora oral y, transmitida de generación en generación
únicamente mediante la palabra y en los diferentes dialectos nacionales. Por lo tanto, los
primeros textos escritos por los nativos son en realidad transcripciones del patrimonio
literario oral. Estos escritos son recogidos por la revista de La Guinea Española30, en una
sección ―Historias y cuentos‖ creada a tal efecto. Los primeros escritores son jóvenes
nativos deseosos de transcribir por ellos mismos sus tradiciones, o sus respectivas culturas.
En el sentido de Donato Ndongo, se trata de relatos escritos en un castellano ―muy correcto‖
y ―preciso‖. Él descubre los diferentes enfoques explorados, aunque matizando respecto a la
inexperiencia de los nuevos creadores: ―Pero se limitan a traducir a la lengua de los
europeos los cuentos y leyendas, a explicar el significado de los mitos y cantos históricos, a
precisar determinados datos en los campos de la antropología, de la lingüística, del derecho
consuetudinario, de las religiones clásicas o de la medicina tradicional” (Ndongo Bidyogo,
2000:1). Hay que decir que aparte el acierto lingüístico, son textos realmente interesantes
habida cuenta la riqueza y diversidad del repertorio existente. Además de la diversidad cabe
también la originalidad de los contenidos mencionados por Donato Ndongo. Sin embargo,
dado el número muy restringido de los alfabetizados nativos, los primeros textos están a
disposición del único público metropolitano. Cabe señalar que respecto al discurso colonial,
los textos escritos por los nativos dan una visión más realista de su gente, sus creencias o
prácticas de los diferentes pueblos aborígenes. Es obvio que el proyecto educativo colonial
ha jugado un papel fundamental en el nacimiento de la actual corriente literaria guineana.
Aun así, el escritor Ndongo Bidyogo señala algunos matices dignos de interés:

Pero las condiciones políticas y culturales de la Guinea de entonces, en plena doble opresión
colonialista y franquista, no permitieron el surgimiento de movimientos culturales y literarios (...).
Pero, al contrario de lo ocurrido estos escritores africanos francófonos, el trabajo de sus homólogos y
coetáneo guineanos no tuvo la continuidad necesaria, y quedó varado en el dique seco de recelo y la
indiferencia de los medios políticos y culturales de la España Metropolitana (Ndongo Bidyogo,
2001:515).

Algunos críticos avalan las reservas de Donato Ndongo principalmente Mbaré Ngom
y Bolekia Boleká. Para el primero, detrás de los objetivos oficiales de promoción cultural se

30
La revista misional La Guinea Española dirigida por los Hijos del Inmaculado Corazón de María fue creada
en el año 1903 en el seminario de Banapá en Santa Isabel, capital de la entonces isla de Fernando Póo. Es
conocida como una ardiente defensora de la ideología colonial. Con ella se organizaba certámenes literarios o
artísticos para las plumas coloniales en la que no participaban los nativos. Por lo demás, esta Revista tenía una
periodización quincenal y estaba dirigida exclusivamente al público europeo hasta que en 1947 se inauguró
dos nuevas secciones. Con las cesiones Historias y Cuentos se recoge por vez primera los escritos procedentes
de los nativos, oficialmente para promover la cultura de los pueblos locales. Sin embargo, esto destaca una
intensión implícita de desentrañar al indígena, desmitificarlo para asimismo lograr la labor civilizadora.
55

hallan hábiles maniobras colonialistas básicamente destinadas a romper los silencios de


aquellos pueblos muy arrinconados en sus costumbres. Asimismo sostiene:

En 1947, la revista inaugura una nueva sección llamada Historia y cuentos en que se invita a los
nativos a colaborar (...) Tras esta invitación se escondía un objetivo muy concreto: valerse de los
nativos, alumnos en su mayoría de las misiones católicas y seminaristas, para obtener datos
fidedignos sobre las costumbres de los distintos pueblos que habitaban la colonia y, de ese modo,
facilitar la ―acción colonial y civilizadora‖ de España (Mbaré, 1996:19).

Asimismo, el profesor asimila la tarea de los pioneros nativos a la recolección,


transcripción y traducción, de este modo se convirtieron en intermediarios, o sea, como bien
afirma ―correas de transmisión‖. Bolekia también avala esta postura pero como una labor
con propósitos ideológicos. Aclara: ―La producción de estas obras de las literaturas orales
de la Guinea Española, que recogen temas considerados exóticos, salvajes y curiosos, tiene
la función específica de reafirmar la superioridad del colonizador ante los negros
colonizados‖ (Bolekia, 2005:123). Sin añadir más detalles, Carrasco otorga el merecimiento
de la creatividad literaria en la Guinea Española al sistema colonial español y él sostiene al
respecto: ―...la literatura colonial ha sido el germen de las nuevas literaturas nacionales que
surgieron en África. Los escritores africanos se educaron en las escuelas coloniales,
aprendieron el idioma y la tradición de los colonos y supieron escribir sus primeras obras en
parte imitando a sus dominadores‖ (Carrasco González, 2009:27).

Desde aquellos textos precursores producidos por los pioneros nativos, la corriente
guineana ha evolucionado sumisa a los diferentes cambios socio políticos sucedidos en el
país, y de los que lleva los estigmas. Obviamente, ella es el resultado de una doble herencia,
la cultura tradicional oral procedente de sus raíces y la hispánica legada por la colonización
en una relación dinámica. En razón de su doble ubicación, el profesor Mbaré lo ha
denominado literatura hispano-negroafricana (1996:18).

En cuanto a la periodización, ha habido varias propuestas generalmente en tres


épocas o periodos que son: la época precolonial, le época colonial y la época poscolonial.
Onomo Abena y Otabela Mewolo (2004) la dividen en tres, las tres épocas arriba
mencionadas. Para ellos, época precolonial se refiere a la literatura oral con tres funciones,
la transmisión de las costumbres, de la sabiduría de los pueblos y el aprendizaje de la vida
de generación en generación. Luego proponen corriente colonial en dos tendencias, una
tradicional y otra imitadora. La tendencia tradicional transcribe los contenidos del
patrimonio cultural oral mientras que la segunda pretende reconstituir una escritura nacional
56

copiada en los modelos de autores españoles. Por fin la corriente poscolonial cuya
producción abarca al periodo dictatorial, después de la misma y la actual.

Este trabajo seguirá la propuesta cronológica del profesor Trujillo, sin excluir demás
aportaciones. La reseña bibliográfica que proponemos a continuación se ciñe a las únicas
obras publicadas por autores guineanos en español.

I-2-2-Panorama bibliográfico

La propuesta de Ramón Trujillo (2004:4) reseña la anterior expuesta por Julián


Bibang en tres grandes etapas, como sigue:

-La pre-independencia (1950-1970).

- 1950-1960, la etapa colonial

- 1960-1070, la ―generación perdida‖

-La post-independencia (1970-1990).

- 1970-1980, los ―años del silencio‖

- 1980-1990, el ―renacimiento‖

-Desde 1990, los ―años de la esperanza‖

-La pre-independencia (1950-1970)

Este periodo abarca los principios de la literatura escrita en la colonia hasta los
primeros años de la soberanía, pero en dos apartados distintos. Desde sus primeras
producciones, los textos escritos por los nativos son generalmente artículos. En la mayoría
de las fuentes consultadas, la primera obra completa escrita por un guineano es Cuando los
combes luchaban (1953) de Leoncio Evita y, que lleva como subtítulo Novela de
costumbres de la antigua Guinea Española. Alrededor de esta obra se ha construido un
debate perpetuado por varios críticos y autores a saber, algunos ven en ella una obra que no
cuestiona el colonialismo español. Raquel Ilombe la coloca sin más en la corriente colonial
57

española (Mbaré, 1996:63). Para el profesor Mbaré, es: ―más cercana al documento
etnográfico que a una obra de ficción‖ (1996:20) pero más adelante matiza que ―se inspira y
apoya profusamente en el estilo de la literatura tradicional‖ (1996:20). Bolekia achaca al
autor como a uno de los nativos destructores o traidores de su pueblo. Mantiene: ―Aquellas
obras producidas por negros o guineoespañoles ―instruidos‖, llamados a perpetuar el poder
de la aculturación, imitando siempre a sus maestros blancos, y sin darse cuenta de que eran
agentes de la destrucción de todo cuanto tuviera que ver con sus mismas identidades
etnoculturales” (2003:19). El escritor Ndongo Donato se niega a la polémica y, prefiere
valorar a la obra de Evita como una novela breve inspirada en la leyenda tradicional de la
etnia ndowé. En su sentido, lo más notable es que esta obra rompe con los métodos antiguos
de escritura e inaugura la autonomía del creador. Cuando le toca valorar su obra, Leoncio
Evita manifiesta humildad como autor y orgullo combé y, dice: ―Se trata de una novela
etnológica de las costumbres de la tribu combé en cuyo medio se desarrolla la acción
novelesca en el país del Muni de una época precolonial. Para mí esta obrita representa el
éxito de mi deseo de llegar a escribir un libro y legar a las futuras generaciones el testimonio
de lo que pude aprender en mi entorno cultural” (Mbaré, 1996:33). Siale Djangany (2010)
más recientemente habla de ―adopción‖ de la obra de Evita.

Nueve años después aparece la segunda novela precolonial es Una lanza por el
boabí (1962) de Daniel Jones Mathama. Es un relato autobiográfico que narra la infancia y
adolescencia de un fernandino llamado Gue. Es otra obra polémica que González Echegaray
valoraba como: ―la última de las novelas coloniales por su ambiente y su punto de vista
favorable a la civilización europea‖ (1989:43). Algunos críticos señalan que tanto Leoncio
Evita como Daniel Jones Mathama se valen de los prejuicios europeos para calificar a sus
compatriotas. Esta es por ejemplo la postura de Álvarez Méndez (2010) para quien la novela
de Mathama recoge todos los estereotipos característicos de la ideología colonial. En cuanto
a la novela de Evita, ella atiende la complexidad del contexto socio político en el que se
escribe y por lo tanto, ve en la novela de Evita: ―una reafirmación de las representaciones
impuestas por occidente‖ (2010:88). Eso dicho, Álvarez Méndez prioriza los méritos de la
obra de Evita:‖ Hay que pensar que simplemente el hecho de lograr que una novela
guineoecuatoriana se publique en la capital de la metrópoli es ya por sí mismo un acto de
reafirmación de la potencialidad intelectual y creativa de los nativos de la colonia, hasta
entonces negada. Y este es un triunfo que no se puede alcanzar sin realizar ciertas
concesiones a las representaciones occidentales‖ (2010:88). Mientras tanto, Donato Ndongo
58

citado por Marvin Lewis resume la obra de Mathama enfatizando en aspectos


sobresalientes: ―A diferencia del texto de Leoncio Evita, la novela de Jones Mathama trata
de la situación colonial que aparece bajo una luz muy favorable, al tiempo que el narrador
pasea una mirada muy crítica sobre las costumbres y los rituales de los grupos indígenas de
la isla de Fernando Poo de Bioko” (Marvin, 2007:112-113). Toda la narrativa
guineoecuatoriana colonial se resume a estas dos obras que como vemos no han pasado
desapercibidas.

-La post-independencia

Cuando el 12 de octubre de 1968, Guinea Ecuatorial accede a la independencia, las


cuestiones relativas a las libertades lideran la lista de las expectativas de las poblaciones.
Obviamente, entre ellas se inscriben los anhelos de un despertar de nuevos genios entre los
nativos, y el logro de una libertad de creación y de producción literarias. Pero la agitación
generada por la dictadura rompe con todas las ilusiones. Nace entonces una generación de
escritores por la mayoría exiliados forzosos. Estos son los ―años del silencio‖ o ―el periodo
estéril‖ en término de Ndongo Bidyogo (2000:41), Juan Balboa Boneke habla de la
―generación perdida‖, para referirse a la despoblación que restó un enorme potencial
intelectual y humano a la joven República, Constantino Ocha‘a Mve lo calificaba de ―crisis
oncenal‖.

Durante once años, la dictadura pone un obstáculo a la creación literaria, tampoco


favorece otro tipo de manifestación intelectual. Además, este periodo coincide con la
decisión del gobierno franquista por declarar al país como ―materia reservada‖31. Esta

31
Desde 1972 hasta 1976, el gobierno español decretó ―Materia reservada‖ a Guinea Ecuatorial, es decir,
secreto oficial sobre todo lo relacionado con su ex colonia. Según Ramón García Domínguez (1977:18) todo
fue a raíz de un artículo de Blas Pinar publicado en Fuerza Nueva el 29 de enero en Madrid. El periodista
español achacaba el empeño del gobierno español por fomentar el desarrollo de la joven República de Guinea
Ecuatorial a expensas de los intereses de los ciudadanos españoles, una obra de sacrificio a la que el Presidente
guineano correspondía por el desprecio y desafío. La ley del silencio por la que se prohibió la difusión de
información sobre Guinea ha sido bastantemente explorada. Las voces son unánimes, aquello fue perjudicial y
nefasta en ambas partes. Domínguez (1977:219-226) lo considera innecesario, peligró la vida de los españoles
asentados en este país y la de los guineanos todos abandonados a la suerte del dictador. Él añade el rol
partícipe de empresarios españoles en Guinea desde la era colonial. El profesor Bolekia (2003:127), ve en la
medida franquista o ―la ley del silencio”, una actitud cómplice e interesada del gobierno español ante el drama
que supuso la dictadura de Macías Nguema. Él apunta por ejemplo las relaciones de cooperación que mantuvo
aquel gobierno español con el guineano durante este periodo. Igualmente, Donato Ndongo lo ha plasmado con
maestría en su novela Los poderes de la tempestad (1977), Rafael Fernández (1976) lo ha desarrollado en su
ensayo titulado Guinea. Materia reservada. También fue objeto de una tesis doctoral realizada por Nicole
Denise Price (2005), bajo el título: ―Materia reservada” No more. The pos-colonial in the Ecuatorial Guinea
Narrative. University of Missouri, Colombia.
59

prohibición contribuyó a disuadir voces discordantes cualquieras fuera y dentro de Guinea


Ecuatorial. Mbaré Ngom resume la ideología del régimen dirigido por Macías Nguema
como sigue: ―El objetivo del nguemismo era controlar y despolitizar los espacios públicos
de transacción como primer paso hacia la conversión de los otros actores sociales en seres
sin voz e invisibles. Fue un período de verdadera sequía cultural, ya que ni una sola obra
salió de las prensas guineanas, salvo, claro está, los panfletos laudatorios del régimen
nguemista‖ (2003:7). Citado por el Mbaré Ngom, el escritor guineano Ndongo Bidyogo
Donato expone las consecuencias directas de la represión política sobre la literatura en
particular:

No hubo ninguna manifestación literaria dentro de Guinea Ecuatorial, por la sencilla razón de que se
perseguía a todo el mundo, fundamentalmente a aquellos que pudiéramos llamar intelectuales, y el
simple hecho de hablar español era castigado con la cárcel. No digamos escribir: muchos guineanos
murieron porque en cualquier registro domiciliario se les encontraron apuntes en español...De modo
que las únicas manifestaciones literarias de Guinea Ecuatorial durante aquel período se produjeron en
el exilio (Mbaré, 2003:7).

A raíz de esta persecución, Según afirma Mbaré Ngom la creación literaria quedó
absolutamente paralizada durante todo el periodo correspondiente a la dictadura encabezada
por Macías Nguema. Sin embargo, cabe aquello que el mismo apunta como el “discurso de
la resistencia cultural‖ guineana, es decir, un contrapunto al monólogo político y que se
resume en escasos poemarios o ensayos. También aparece por entonces la única aportación
literaria de ficción de esta época, La nueva narrativa guineana (1977). Esta es un
compendio que reúne cuatro relatos de tres jóvenes escritores guineanos, respectivamente:
Donato Ndongo Bidyogo ―El sueño‖, y un segundo relato del mismo ―La travesía‖, bajo el
seudónimo Francisco Abeso Nguema. Maplal Loboch ―La última carta del Padre Fulgencio
Abad‖, y francisco Zamora Loboch ―Bea‖. Más recientemente Siale Djangany ha sumado
nuevas expresiones para calificar la escasa creación literaria durante la dictadura. Habla
entonces de ―afonía literaria‖, de ―plumas en levitación‖ o de ―una cosecha en abundante
silencio‖. Como los demás, rinde un homenaje merecido a los valientes paisanos quienes,
desde el exilio enfrentaron lo que él denomina el proceso de ―desintelectualización‖
nacional:

Fue así puesto que en vez de darse por vencidos, en lugar de aplaudir y comulgar con demagogos, los
intelectuales guineanos de la diáspora reclamaron a gritos de lápiz su derecho a un país culto. Para
ellos era inexcusable seguir vigilantes a fin de revelar y evidenciar cualquier síntoma de un falso
progreso edificado sobre un confusionismo semántico y una manipulación mental. Así, sin haberlo
programado los autores guineanos se comprometieron sin ambages con su responsabilidad histórica
(Siale, 2010:16).
60

Obviamente, la temática literaria durante la dictadura de Macías Nguema gira en


torno a los excesos de aquel gobierno de fuerza, sus manifestaciones, sus causas lejanas e
inmediatas o las víctimas directas e indirectas.

Con el final de la dictadura en 1979, la actividad cultural hibernada durante once


años recupera su aliento y, desde el principio hasta el final de la década de los ochenta la
producción literaria se diversifica y aumenta. Este periodo ha sido denominado por Trujillo
como ―el renacimiento‖, cultural o el ―primer posnguemismo‖ en opinión de Mbaré, quien
justifica el hecho por la relativa libertad de la que gozan los escritores guineanos y por el
esfuerzo propio.

Aparecen poemarios, leyendas, ensayos y principalmente tres novelas. En 1985


aparece Ekomo, de María Nsue Angüe, primera novela de una autora guineana. El crítico
González Echegaray la considera Ekomo como la primera verdadera novela de Guinea
Ecuatorial. Sostiene: ―se puede admitirse esa calificación si se considera como la primera
novela escrita con mentalidad africana y por un africano en lengua española” (1989:44-45),
igualmente subraya sus mayores aciertos: ―Es una novela moderna, cuya acción presenta
saltos atrás en el tiempo traídos con soltura de buen novelista” (1989:45). El mismo año
1985 aparece la segunda novela de esta época titulada El reencuentro subtitulado el retorno
del exiliado (1985) del poeta Juan Balboa Boneke. Es un relato autobiográfico que describe
las impresiones de Juan un joven exiliado que regresa al país ilusionado por el final de la
dictadura pero vive la decepción al encontrar un país devastado por la miseria y la violencia.
Finalmente, la decepción de Juan se vuelve en una esperanza condicionada por la
reconciliación nacional. Anselmo De esta novela que recoge los daños de la dictadura y
plantea las perspectivas del futuro, Eworo ha reseñado asimismo sus aciertos literarios y los
logros del autor como sigue:

Con ello, ha querido presentarnos la segunda parte del drama del exilio, que comienza precisamente
con el retorno. La importancia que el autor da a los valores culturales del pueblo ecuatoguineano le ha
proporcionado en ―El reencuentro‖ el mérito de haber abordado con sutileza un tema tan espinoso en
nuestra sociedad como es el de las etnias, sin que haya despertado el más mínimo recelo. (...). El autor
quiere con ello cuantificar de alguna forma el grado de destrucción del país y darnos a conocer la gran
tarea que debemos realizar en el marco de la reconstrucción nacional (Eworo, 1987:43).

Esto es por lo que Eworo valora la novela de Boneke como un ―canto‖ a la ―unidad‖,
―reconciliación‖ y a la ―convivencia‖ nacionales. La tercera y última novela de esta década
es Las tinieblas de tu memoria negra (1987) de Donato Ndongo Bidyogo. Esta describe en
diez capítulos describe las vivencias de un niño sin nombre, quien desde su infancia como
61

alumno hasta su adolescencia en un seminario, descubre los desajustes culturales


consecuentes a la labor colonial española en su país. He aquí la novela más estudiada de
toda la novelística guineana.

En un estudio dedicado a la novela guineoecuatoriana, José Antonio López Hidalgo


señala las similitudes entre las dos obras de María Nsue y de Donato Ndongo. Sostiene:

Ekomo y Las tinieblas de tu memoria negra plantean oposiciones vinculadas al conflicto entre
tradición y modernidad (contraste poblado/ciudad; creencias de los antepasados versus religión
extranjera; medicina nativa u hospitales con tratamientos europeos; simbología excluyente de la luz y
de la oscuridad; tolerancia contra intransigencia) que reflejan el desgarro sufrido por el individuo
africano contemporáneo, dentro de una línea de desarrollo temático común a casi todas las literaturas
subsaharianas (López Hidalgo,1993:44).

En esta temporada aparece la primera antología de la literatura guineana donde


Donato Ndongo Bidyogo recoge muchos escritos inclusivos textos inéditos, desde la época
colonial hasta la fecha.

En cuanto a la temática, en línea general las novelas enmarcan en la descripción de


los cambios políticos surgidos en el país durante la dictadura, con una mirada retrospectiva
hacia la experiencia colonial. También siguen inspirándose abundantemente en los
respectivos patrimonios culturales, tradicionales o adquiridos. No obstante, Siale (2010:18)
menciona la ―prudente expresión‖ característica de aquellos escritores quienes, tanto como
fue posible, para mantenerse ―a salvo‖ tienen que plasmar ―la idea‖ con solamente ―le mot
juste‖, la palabra exacta.

-Desde 1990: los años de la esperanza

Desde los años noventa, la corriente guineana se enriquece con la incorporación de


nuevos autores, las mayorías jóvenes carentes de la experiencia del destierro. Parten de una
visión crítica y exhaustiva de la realidad cotidiana guineana y, plantean temas actuales o
universales. Gustau Nerín resume asimismo las nuevas orientaciones temáticas típicas de las
generaciones de escritores más recientes:

Los autores guineanos más jóvenes también se plantean su labor creativa como una tarea de revelación
de la realidad. Pero ya no tratan de revelar grandes secretos políticos, sino de escribir sobre la realidad
cotidiana de su país. Su escritura trata de combatir el triunfalismo y la hipocresía imperantes. Sus
paisajes, sus personajes y sus historias remiten a un universo conocido de todos sus compatriotas. La
verosimilitud es la clave de esta literatura destinada a enfrentar al público guineano con su realidad más
próxima (Nerín, 2001:127-128).
62

En este sentido, el costumbrismo es la clave de las nuevas narrativas, una fuente


abundante y variada de inspiración desarrollada en distintos géneros. Si bien, junto a estas
nuevas entregas siguen apareciendo obras de los escritores veteranos, donde no faltan
ingredientes del costumbrismo pero predominan los temas políticos y culturales. Desde
luego, la nueva forma de escritura ubicada fuera de los temas considerados sensibles explica
el entusiasmo observado entre los jóvenes por escribir.

Entre 1990 y 2011, hemos clasificado a los novelistas en tres grupos. En primer
lugar caben los autores que tomaron el relevo tras la breve experiencia de los dos pioneros
Leoncio Evita y Daniel Jones Mathama. Son Ndongo Bidyogo Donato con otras dos
novelas: Los poderes de la tempestad (1997) y El metro (2007). Otro escritor de esta
generación es Mbomio Bacheng Joaquín con sus dos novelas respectivamente: El párroco
de Niefang (1996) y Huellas bajo tierra (2000), y más recientemente Matinga, sangre en la
selva (2013). Por fin Francisco Zamora Loboch de cuya pluma han salido tres novelas que
son: Desde el vijil y otras crónicas (2008), Conspiración en el green (El informe Abayak)
(2009) y El caimán de Kaduna (2012). Son textos que tematizan las épocas colonial,
dictatorial y sus consecuencias.

En el segundo grupo encajan escritores de una generación a caballo entre la anterior


y los jóvenes, aúnan historia y temas más actuales. Aquí se encuentran: Siale Djangany José
Fernando con sus tres novelas: Cenizas de calabó y termes (2000), La revuelta de los
disfraces (2003) y Autorretrato con un infiel (2007). Nkogo Esono Maximiliano autor de los
relatos: Adjá- Adjá y otros relatos (1994) y más recientemente Ecos de Malabo (2009) pero
también una novela titulada Nambula (2006). Davies Eiso Juan Manuel, que ha publicado
dos novelas: Siete días en Bioko (2007) y Héroes (2008). Por fin Engon Obiang Nsee
Inocencio con una novela: Nostalgia de un emigrante (2002).

La generación más joven cuenta con mayor número de escritores, algunos han
publicado con anterioridad pero en otros géneros literarios, como es el caso de Juan Tomás
Ávila Laurel, es el escritor guineano más prolífico además, ha llegado a cultivar tanto la
novela como la poesía, el teatro o el ensayo. La obra de Juan Tomás es principalmente un
compromiso fruto del esfuerzo personal, ha publicado más de una decena de libros entre
ellos cinco novelas: La carga (1999); El desmayo de judas (2001); Nadie tiene buena fama
en este país (2002); Avión de ricos, ladrón de cerdos (2008) y Arde el monte de noche
(2009). También es autor de tres relatos: Rusia va a asamse (1999); Áwala cu sangui (2000)
63

y Cuentos crudos (2008). Aquí caben las dos novelas autoeditadas de José Eneme Oyono:
Más allá del deber (2005) y El hospital de la muerte (2007). Cesar Mba Abogo es uno de
los más recientes, con dos novelas: El porteador de Marlow. Canción negra sin color
(2007) y Malabo Blues: la ciudad remordida (2010). Por fin, la segunda mujer guineana,
Guillermina Mekuy autora de tres novelas: El llanto de la perra (2005), Las tres vírgenes
de Santo Tomás (2008) y últimamente Tres almas para un corazón (2011).

Cabe señalar que la corriente guineana es dominada por el género poético y, los
autores más representativos de este género son Justo Bolekia, Laurel Ávila o Juan Balboa
Boneke.

La corriente guineana ha ido poco a poco forjándose su camino, desde las meras
transcripciones en la época colonial hasta una creación autónoma o comprometida. Algunos
críticos han hablado de una literatura emergente y, luego de la madurez. Al tiempo que le
toca opinar sobre la temática recurrente en el periodo comprendido entre 1968 y 2004, Justo
Bolekia distingue dos tipos de obras. En primer lugar, destaca los libros de temas diversos,
como son: ―la descripción de los poderes ilimitados del hechicero o curandero, la
confrontación entre la cultura ancestral y moderna de los colonizadores, la pérdida de la
identidad cultural, la destrucción del tejido social, el amor, etc.‖ (Bolekia, 2005:129). Luego
hay aquellas que: ―son una cruda descripción de la realidad sociopolítica que afectó y afecta
a todas las poblaciones del Estado de Guinea Ecuatorial, o aquellas otras que, con humor y
sarcasmo (entre las que figuran las de los jóvenes escritores) (...), describen las vicisitudes
vividas por el guineoecuatoriano sencillo, sea militar o civil” (Bolekia, 2005:129).

Refiriéndose a la finalidad de la literatura en el país, José Fernando Siale Djangany


destaca la función social del literato por lo que identifica la obra literaria a una ―caja de
resonancia‖ al servicio de la memoria colectiva. Además pone requisitos, la creación
literaria exige destreza y postura ética de compromiso, pues al final apunta las obras más
logradas:

Los momentos más importantes de la maduración de la ―epistemología‖ y la metodología de la


creación literaria ecuatoguineana, como crítica constructiva de la propia sociedad a través de la
observación, el razonamiento, y síntesis de los hechos experimentados en la historia, están
representados por Juan Balboa Boneke con El reencuentro (el retorno del exiliado), Nsue María
(Ekomo), Evita Enoy Leoncio (Cuando los combes luchaban), Jones Mathama (Una lanza por el
Boabí), Donato Ndongo Bidyogo (Los poderes de la tempestad), Francisco Zamora Loboch (Memoria
de laberintos) (Siale, 2010:33-34).
64

En el momento de reseñar el panorama literario de Guinea Ecuatorial hay que


mencionar la preponderante labor de la cooperación española, a través de los Centros
Culturales Españoles creados en Malabo (1981) y en Bata (2001). Ambas instituciones se
encargan principalmente de la promoción y difusión de la creación cultural guineana e
hispánica, dentro y fuera del país. Las actividades se desarrollan también alrededor de
diversos concursos literarios, de la edición o coedición de libros sin distinción de género o
de materia. Los soportes en esta tarea son también las sucesivas revistas32 de los dos Centros
respectivamente desde 1985: África 2000, el Patio, El Árbol, y actualmente Atanga. Estas
revistas han sido el medio de ensayo por muchos escritores actuales. Al respecto, se puede
mencionar otras revistas que se dedican también a la difusión de la corriente guineana, son
principalmente Oráfrica, Palabras, Aula Abierta o Epos en España y otras tal la revista
estadounidense Afro- Hispanic Review33.

El apartado siguiente recoge algunos trabajos que analizan aspectos diversos


relacionados con las obras de la corriente guineana.

I-2-3-Algunos estudios de la literatura hispano-guineana colonial y poscolonial

A diferencia de la corriente española colonial, la corriente guineana ha sido objeto de


número considerable de estudios críticos estos últimos años aunque muy pocos en obras
completas. La mayoría de los trabajos realizados ofrecen una visión panorámica de esta
literatura pero, algunos están enfocados en determinadas obras o autores en concreto. En
cuanto a las obras completas podemos citar: el primer ensayo crítico de Antonio Carrasco
La novela colonial hispanoafricana (2009), que estudia conjunta pero parcialmente la
narrativa colonial y poscolonial española y guineana. Tenemos igualmente Introducción a la
literatura guineoecuatoriana (2007) de Marvin Lewis; La Literatura emergente en

32
Con la creación de la revista ―África 2000” en marzo de 1986 se concreta el nuevo despertar de la cultura en
general y de la literatura guineoecuatoriano en particular. Esta revista se convierte en un espacio de expresión
para los intelectuales pero también un espacio de formación donde se ensayan los principiantes que
posteriormente integrarán la llamada nueva narrativa guineoecuatoriana. Asimismo, al principio se puede
deleitar con artículos de autores conocidos tal como son el mismo Donato Ndongo, Trinidad Morgades Besari,
Ocha‘a Mve o Anacleto Oló Mibuy, a partir del principio de los noventa, aparecen destacados jóvenes plumas
entre otros Ávila Laurel, Maximiliano Nkogo cuyos escritos se leen continuamente en las diferentes revistas al
cuidado de los Centros Culturales Españoles: ―El Patio”, ―El Árbol” o ―Atanga‖ presentemente.
33
Afro- Hispanic Review es una revista académica norteamericana bilingüe enfocada en la literatura y la
cultura afro- hispánicas, es publicada por el departamento de español y portugués de la universidad de
Vanderbilt en Tennessee.
65

español… (2004) de Onomo Abena y Otabela Mewolo. Estas dos obras analizan
mayoritariamente varias novelas guineanas; Entre estética y compromiso: la literatura de
Donato Ndongo –Bidyogo (2009) de los mismos Onomo Abena y Otabela estudia
particularmente el corpus bibliográfico de Donato Ndongo Bidyogo; De Guinea Ecuatorial
a las literaturas hispanoafricanas (2010) es una propuesta crítica dirigida por Landry–
Wilfrid Miampika y Patricia Arroyo, reúne trabajos donde diversos estudiosos examinan
aspectos de la literatura guineana; La palabra y la memoria: Guinea Ecuatorial 25 años
después (2010) editado por Landry–Wilfrid Miampika es otro volumen crítico colectivo que
evalúa las consecuciones de la literatura guineana a la luz de los retos sociopolíticos del
presente y del futuro. Otra obra colectiva y analítica es La recuperación de la memoria:
creación cultural e identidad nacional en la literatura hispano-negroafricana (2004)
editada por Mbaré Ngom y más recientemente Autores guineanos y expresión literatura
(2010) propuesta crítica del novelista guineano José Fernando Djangany.

Nuestro objeto en este apartado es lograr una visión global de esta literatura, a partir
de las lecturas críticas existentes. Para ello, vamos a ceñirnos principalmente a los triunfos
específicos de esta corriente y también sus límites. Atendiendo a estos enfoques e
igualmente fijándonos en las dificultades o aciertos destacados por los mismos estudios.

Al repasar las fuentes documentales de la literatura en español en el África


subsahariana, Ramón Trujillo señala las circunstancias que obstaculizan la tarea de creación
literaria en Guinea Ecuatorial, tienen que ver con el origen, la periodización o las
condiciones de la producción. Siendo así, su trabajo pretende llevar a cabo una reflexión
acerca de: ―dudas referidas al pasado, a las fuentes y líneas de acción futuras, y a las
dificultades de conceptualización de una cultura a caballo entre el mundo ibérico y el
africano” (Trujillo, 2004:4). Como él, otros trabajos apuntan unos contratiempos
relacionados con la escritura, la edición, la recepción o su tardío arranque.

Una de las debilidades recurrentes según diversas fuentes es el retraso de la corriente


guineana, con respecto a muchos otros países africanos. Críticos y autores fuera y dentro de
Guinea tienden a justificar el hecho. En este sentido, Siale Djangany ha encontrado dos
factores que dificultaron el arranque de una literatura nacional en la actual Guinea
Ecuatorial, son: la práctica de un sistema educativo colonial discriminatorio y tardío por una
parte y, por otra, lo que denomina el proceso de ―desintelectualización‖ nacional o sea, el
retroceso fomentado por el gobierno dictatorial. No obstante, matiza que el hecho no es una
66

exclusividad guineana, ya que otros países como Cabo verde tampoco tuvieron un exitoso
comienzo. Es de mencionar, que Siale Djangany sitúa los comienzos de la literatura en la
Guinea Española anterior a 1947 como mencionan la mayoría de las fuentes. Según él y
apoyándose en los datos avanzados por Donato Ndongo, los entonces nativos participaban
con modestos articulistas nativos, ya desde las primeras publicaciones de la revista colonial
El Eco de Fernando Poo creado en 1901, dos años antes de que apareciera la otra revista
colonial La Guinea Española. Estos matices cronológicos posiblemente pueden modificar
una vez más la periodización algunas veces revisada en el pasado.

En cuanto al panorama narrativo guineano, si bien ha habido algunos aciertos, a


menudo vuelve el planteamiento de una creación literaria carente de obras maestras, y
citado como uno de las destacadas debilidades. La cuestión está relacionada con el valor
literario de los textos propuestos, que en cada nivel interpelan el talento del escritor. Con
ello Gustau Nerín trata de justificar el desinterés de los críticos por esta literatura. Expresa
asimismo su decepción al respecto: ―la crítica literaria no ha prestado la mínima atención a
los autores guineanos, ni en España ni en el resto del mundo. Los autores que hace lustros se
perfilaban como grandes promesas de la literatura guineana no han conseguido crear su obra
clave y siguen siendo eternas promesas‖ (Nerín, 2010:301). Más adelante, el ensayista
achaca una excesiva clemencia de parte de algunos críticos literarios, opina que su falta de
objetividad perjudica el talento de los escritores que realmente dedican mayor esfuerzo en
su labor: ―ensalzado a los autores que no dominaban la lengua en que escriben (...). Han
valorado como obras maestras textos primerizos y de escasa calidad (...). Las obras de
mayor calidad han quedado sepultadas bajo el alud de textos menos brillantes, y esto tiende
a rebajar el nivel de la literatura guineana a los ojos de la crítica” (Nerín, 2010:301). Si bien
se ha llegado a justificar la escasa notoriedad de las obras por el entorno socio-político en
vigor en el país antes y después de la independencia, algunos escritores han opinado sobre el
tema. Anacleto Oló Mibuy por ejemplo, no niega la existencia de autores mediocres si bien,
advierte los matices intrínsecos que distinguen la creación literaria en su país:

En Guinea existe una literatura en español con la particularidad de que se inspira previamente de las
fuentes mentales tradicionales y, sobre la marcha, se expresa utilizando los diferentes condicionantes
lingüísticos (...). Se supone que, muy a pesar de los creyentes en el pesimismo de la evolución
guineana y de sus pueblos, no solo se afirma la presencia de una literatura guineana, sino de una
literatura guineana en español, con la característica de que sus fuentes de inspiración modifican su
estructura estética, los significados y los significantes (Oló Mibuy, 2007:196-197).
67

Las fuentes de inspiración inciden en la escritura, Oló Mibuy no lo toma como una
desventaja imputable a la habilidad o aptitud del escritor, en cambio, asume la dualidad
cultural que de este modo se manifiesta en la tarea de la creación literaria. Igualmente,
Donato Ndongo señala otras especificidades inherentes a la literatura guineana y que se
tiene que tomar en cuenta en el momento de valorarla.

Para él, el escritor africano juega un papel social inalterable. Por lo tanto, más allá
del interés literario, sus textos dan fe del cumplimiento al compromiso social que con ella le
relaciona por naturaleza. Donato aprecia aquí la necesidad de poder entender el contexto y
propósito particulares para quien aborde esta literatura. Sostiene por ende citando a un
personaje negro de la novela Los inquilinos (1971) de Bernard Malamud quien opina:

El escritor blanco jamás podrá ponerse en nuestro lugar, la narrativa blanca no puede ser como la
narrativa negra, (...), en nosotros mismos, en nuestras existencias tan simples como singulares, van
implícitos el arte y las formas. Escribimos impulsados por la necesidad de gritarle al mundo nuestros
problemas, de echarle en la cara las cargas que nos oprimen, y no por imperativos esteticistas (...).
Aparte del hecho conceptual de que tradicionalmente en las culturas africanas no existe la noción de
―arte por el arte‖ (...), sino una serie de oficios utilitaristas que tenían una función social específica;
por eso, en este momento y en estas circunstancias, no podemos dedicarnos a los juegos de palabras y
demás experimentalismos porque resultarían estériles, pretenciosos e inadecuados en nuestra sociedad
(Ndongo Bidyogo, 2001:522-523).

Para enfatizar en este aspecto que aborda Donato Ndongo, podemos sumarle esas
palabras de Mbaré Ngom que también insiste en el conocimiento profundo del objeto
literario para acometer un estudio mejor elaborado. Mbaré Ngom insiste en dos aspectos
principales: en primer lugar, que no se puede estudiar la literatura guineana fuera del
contexto de las literaturas africanas y, a raíz de lo precedente se pronuncia sobre un debate
pendiente entre estudiosos al respecto: ―Muchos de ellos no entienden ni saben lo que es
literatura africana, y pretender como hicieron con tanta pasión y fogosidad trabajar sobre esa
literatura sin familiarizarse con algunas de las realidades africanas es hacer gala de cierta
ligereza intelectual y, de paso, ―aguar‖ y desvirtuar el debate? Cómo se puede estudiar o
discutir aspectos de la literatura africana, sea cual sea, sin molestarse en entender algunos
elementos básicos de la misma, tales como sus culturas, y sus literaturas de origen en su
variedad y riqueza?‖ (Mbaré, 2012:9). Sin quitarle completo crédito a las afirmaciones de
Mbaré Ngom, Justo Bolekia (2012:17) insiste particularmente en dos requisitos
fundamentales, él recomienda que el crítico interesado disponga de la biografía de los
autores y también que tenga en cuenta el contexto particular de las literaturas
guineoecuatoriano para acertar el estudio de sus obras.
68

Al igual que Donato Ndongo, Siale Djangany también apunta el compromiso social
como rasgo distintivo y de mayor relevancia. En razón de esta finalidad, se puede observar
que los autores ponen más énfasis en los acontecimientos que en los personajes. Sin
embargo, más adelante matiza subrayando algunos ―pecados‖ específicos. De hecho sugiere
que el escritor contemporáneo guineano se arrime a su tiempo extendiendo su campo de
creación y abriéndose otros universos. En su sentido, no debe seguir arrinconado al único
entorno nacional y sus problemas porque resulta que no son únicos al final. Más adelante
puntualiza: ―Este dulce-pecado hace que sea casi imposible en la literatura nacional hablar
de artificio estilístico o de purísima ficción, y hace que a los escritores patrios se les acuse
de utilitarismo excesivo, poco más o menos paranoico” (Siale, 2010:22). Por fin, una de las
justificaciones más plausible se halla en estas líneas donde, Raquel Ilombe citada por Mbaré
justifica la cualidad aproximativa de las narrativas escritas por la escasa preparación de los
escritores nacionales. Observa: ―La narrativa es más difícil: tampoco ha habido una buena
preparación o, mejor dicho, formación. Ahora, es cuando se está reestructurando el sistema
educativo; pero, antiguamente, allí el que escribía alguna cosa ¿qué formación tenía?‖
(Mbaré, 1996:63). Natalia Álvarez Méndez constata igualmente en un volumen colectivo, el
predominio de la creación poética a despensa de la narrativa y la teatral. Reportando la
opinión de escritores guineanos al propósito, ella subraya la espontaneidad de la poesía
valorada como un molde de creación que se ajusta a su expresión de vivencias y
sentimientos de nostalgia, de impotencia y frustración. Según ella, la primacía de la poesía
en la producción literaria guineana tiene otra justificación tradicional muy antigua, en la
oralidad literaria de los pueblos bantú. La poesía por fin, es también el medio por el que los
escritores logran el derecho a la libertad de expresión, asimismo confirma Méndez que
ellos: ―reconocen que este cauce genérico permite ocultar, mediante diferentes recursos,
determinados contenidos críticos que de otra manera no podrían difundirse con facilidad‖
(Álvarez Méndez, 2010:578).

Otra preocupación a la que Ramón Trujillo (2001) dedicó un estudio tiene que ver
con los problemas de edición, recepción y difusión de la literatura de Guinea Ecuatorial.
Igualmente Gustau Nerín procedió a una evaluación exhaustiva de la literatura guineana
mediante tres elementos, sus resultados son pesimistas: ―podemos guiarnos por tres
elementos: el éxito de público, el éxito de crítica y la fuerte incidencia social de los textos.
En ninguno de los tres aspectos se puede hacer un buen diagnóstico de la literatura
guineana” (Nerín, 2010:300). El crítico justifica el malestar de esta literatura por diversos
69

factores, entre los más sobresalientes caben la escasa cultura de la lectura por parte los
guineanos en todas las escalas de la sociedad. A ello suma la total dependencia editorial del
mayor número de la producción literaria nacional, o también la ausencia de instituciones
nacionales públicas interesadas en fomentar una cultura de la escritura y del consumo
literario en el ámbito nacional. Precisamente como estos críticos, los propios autores
guineanos tienen plena conciencia de las carencias existentes Es por ejemplo el caso de
Ndongo Donato, quien lo sintetiza en estas palabras: ―Resulta que mientras nuestras obras
apenas son conocidas dentro de Guinea Ecuatorial y siguen invisibles en España, suscitan ya
un interés y un cierto grado de entusiasmo en otros ámbitos” (Ndongo Bidyogo, 2001:523).
Si nos atañemos a lo precedente, nos encontramos ante una situación difícil de solucionar
puesto que, en realidad, los autores guineanos escriben para el consumo exterior.
Básicamente la literatura guineana se ha hecho conocer hasta hoy en día mucho más como
objeto de investigación académico y principalmente entre los estudiosos extranjeros. Como
fuente de información u ocio, no tiene un determinado público receptor ni fuera ni dentro de
Guinea Ecuatorial. Tocante a este último aspecto precisamente Mbaré Ngom (2012:10),
suma una doble reflexión a saber, que muchos escritores guineanos pioneros escribieron sus
obras desde la ―transterritorialidad del exilio‖, o sea, en situación de marginalidad lejos de
su público de origen de hecho, sus obras no alcanzaban un gran público en España donde
residen la mayoría de ellos. En segundo lugar y respecto a lo precedente, vuelve a enfatizar
el escaso público dentro de Guinea y también una insuficiente difusión de las obras debida
generalmente a la ausencia de medios e infraestructuras adecuadas. Esta reflexión tiene el
mérito de proporcionar un enfoque más acerca de las consecuencias de la dictadura maciísta
sobre la creación artística en la época. Tocante al público lector o a la creación literaria
guineana, Justo Bolekia toma posición en este debate pendiente. En su sentido, los creadores
guineanos escriben mediante un impulso personal irrefrenable o por vocación, por lo tanto
sus textos no derivan de sus convicciones políticas a favor o en contra del gobierno. Desde
luego, él no descarta el compromiso social del escritor aunque no lo concibe como portavoz
de su pueblo: ―Escribe por significarse, y por satisfacer esa inexplicable necesidad de
producir y compartir realidades empíricas, este compromiso momentáneo consigo mismo y
con su sociedad, no condiciona su carrera literaria, aunque en algunas ocasiones sus letras se
conviertan en un arma muy respetada por sus satisfechos vigilantes lectores, por un lado, o
por los insatisfechos y amedrentados lectores indirectos todopoderosos‖ (Bolekia Boleká,
2012:13). Como se puede contemplar, Bolekia define dos tipos de lectores guineanos según
intereses muy distintos. Cuanto le toca valorar la recepción de las obras por los guineanos,
70

destaca dos clases de lectores correspondientes a dos tipos de lecturas: los lectores en edad
de formación que practican lo que él llama ―la lectura como obligación‖ y, también aquellos
que leen por ocio. Bolekia Boleká admite el deficiente consumo de las obras literarias, por
lo que achaca algunas preocupaciones más apremiantes de todo tipo como son la hambruna,
las enfermedades, el desalojo o el analfabetismo de numerosos. Señala que todo ello merma
los anhelos de una parte importante de guineoecuatorianos que podrían aumentar el número
de lectores locales. Finalmente, Bolekia tiende a restituir al escritor guineano en su rol
únicamente como creador, muy distinto del crítico al que incumbe el papel de descripción e
interpretación de las obras.

A pesar de lo que se ha expuesto tocante a las muchas dificultades y puntos débiles


de la corriente guineana o de sus autores, hay que decir que también tiene sus peculiaridades
innegables.

Al tiempo que Siale Djangany (2010) ofrece una lectura crítica de la narrativa y de
los autores guineanos, enfatiza básicamente aspectos que a sus ojos constituyen la esencia
de la creación literaria en su país. A partir de lo que ha denominado la ―tragedia nacional‖,
el crítico tiende a demostrar el papel imprescindible del escritor nacional, que transciende el
papel social al que aludía anteriormente referente a la falta de creación de una realidad
alternativa. Siale pretende demostrar que el escritor de su país forma un todo indisociable
con su obra, por lo tanto, su temática no es ―casual‖ sino ―causal‖, y de hecho escribe con
―pasión‖ porque tiene una ―misión‖, la de ―exorcizar‖ los demonios existentes. El escritor
aquí convierte su labor en una fuente de esperanza para él mismo y la comunidad, en la
medida en que: ―Existencia y obra en dichos autores expresan y conllevan la misma
ambición: si la vida se libera, el arte también y el escritor, por supuesto‖ (Siale Djangany,
2010:110). En su sentido, esta corriente de la narrativa hispano-guineana no es totalmente
ficticia, es una narrativa realista con tinte trágico-mágico. Es asimismo el espacio
privilegiado de libertad o de comunión en el que el lector pretende ―encontrar una voz que
grite muy alto lo que él piensa muy bajito” (Siale Djangany, 2010:113). Él enfatiza también
la trascendencia de la novela autobiográfica donde los creadores se confunden con sus
narradores debido a su destino común. Siale pone de manifiesto una labor que convierte a
los escritores en artífices encargados de derribar los demonios acumulados como son el
miedo, que se manifiesta por la ansiedad, la violencia o a la agresión. O también el pánico,
el aislamiento general, la inhibición de la comunicación o la deshumanización, que son otros
71

sentimientos arraigados desde tiempos remotos. Siale destaca al escritor al que incumbe un
papel fundamental en la tarea de reconstrucción sicológica de los ciudadanos. De hecho
coincide con Balboa Boneke quien expuso en su tiempo: ―Lo realmente difícil en la obra de
reconstrucción no es levantar de nuevo los edificios destruidos, las aceras y monumentos; es
reconstruir al ser humano destruido‖ (Siale Djangany, 2010:132). Como Siale Djangany,
Donato Ndongo Bidyogo con mucha anterioridad veía en el papel social de la literatura
patria un arma para lograr cambios fundamentales. Además, destaca otras particularidades:

La ausencia de estridencias anticolonialistas podría, desde luego, llegar a ser una singularidad
permanente de la literatura guineana, que daría así al resto de las literaturas africanas un tono nuevo
caracterizado por la serenidad, sin voces quebradas por el llanto ni indignaciones retrospectivas. Pero
en sí mismo no es malo: el que la literatura guineana sea en lo temático casi exclusivamente
costumbrista constituye, pues, una de sus diferencias más notables con el resto de las literaturas
negroafricanas, ejercicio investigativo que brindamos gustosamente a algún futuro sociológico de la
literatura (Ndongo Bidyogo, 2000:42-43).

Estos aspectos social o costumbrista han sido desarrollados por los autores Onomo
Abena y Otabela Mewolo.

Respecto a la exploración temática de la corriente guineana cabe señalar esta


propuesta reseñada por Onomo Abena y Otabela (2004:29-39). En su opinión, la corriente
guineana colonial de la literatura hispano-guineana en general atiende la explotación del
guineano y la marginación social de los colonos españoles. No obstante, dividen la etapa
poscolonial en tres enfoques temáticos que tienen también en cuenta la periodicidad. La
primera aproximación corresponde a la escritura ―costumbrista‖ donde los autores se
inspiran en su diversidad cultural, principalmente para dar a conocer al público lector las
realidades culturales de las respectivas etnias guineanas. Estas obras se inscriben también en
una predilección de reivindicación de las tradiciones vernáculas frente a la introducción en
el país de la cultura hispánica u occidental. Aquí caben las primeras narraciones como
Cuando los combes Luchaban (1853) de Leoncio Evita, o Ekomo (1985) de María Nsue
Angüe. En El reencuentro (1985) de Juan Balboa Boneke, Las tinieblas de tu memoria
negra (1987) y Los poderes de la tempestad (1997), ambas de Donato Ndongo Bidyogo o el
poemario de Justo Bolekia Löbëla (1999) son obras que exponen la discrepancia entre la
tradición y la modernidad entre los africanos. También destacan el enfrentamiento entre
religión moderna y religión vernáculas. Respecto a este último aspecto apuntan la novela El
párroco de Niefang (1996) como una propuesta sincrética que aúna las creencias cristianas y
los ritos tradicionales.
72

El segundo enfoque abordado por Onomo y Otabela tiene que ver con la perspectiva
histórica que atiende a la vez la colonización española y las dos dictaduras de Macías
Nguema y la del actual régimen. La exploración colonial tematiza las relaciones de
dominación y de explotación entre los colonos y los indígenas. A ello se han dedicado
Donato Ndongo Bidyogo en Las tinieblas de tu memoria negra (1987), Joaquín Mbomio en
Huellas bajo tierra (1998) o también Juan Balboa Boneke en El reencuentro (1985). La
dictadura de Macías Nguema es otra fuente de inspiración para los escritores interesados a
desvelar la realidad vivida durante la década de los setenta. Esto es el caso de Donato
Ndongo Bidyogo en Los poderes de la tempestad (1997), El reencuentro (1985) de Juan
Balboa Boneke o Joaquín Mbomio respectivamente en Huellas bajo tierra (1998) y El
párroco de Niefang (1996). Las consecuencias de esta dictadura también vienen exploradas
por los guineanos, incluso la añoranza de la patria y del pasado colonial, aunque la mayoría
desde el exilio. Además de las repercusiones del régimen de fuerza, hay obras sobre el
mismo tema que recogen los daños causados durante las dos épocas colonial y dictatorial,
por ejemplo Los poderes de la tempestad (1997) de Donato Ndongo.

La tercera aproximación expuesta por Onomo y Otabela es la literatura social o


nueva narrativa, esta vez dedicada a desvelar la realidad cotidiana de los ciudadanos con sus
hábitos o sus vicios más corrientes. Esta última tematiza las conductas o lacras de la guinea
actual a saber, la pobreza moral y material características, la corrupción, la promiscuidad
sexual, los abusos de poder o también la fraternidad étnica. En esta óptica caben Rusia va a
asamse (1999) de Juan Tomás Ávila, Adjá- Adjá y otros relatos (1994) o también el
compendio de relatos Ecos de Malabo (2009) de Maximiliano Ncogo.

Efectivamente, el panorama de la corriente guineana se ha enriquecido


progresivamente con jóvenes escritores con aportaciones prometedoras. Es innegable que a
pesar de su reducida población o el aislamiento lingüístico en que se suele ver una
desventaja, esta literatura experimenta desde hace dos décadas, un interés notable y debido a
diversos factores. Al respecto, la traducción de obras de autores como Donato Ndongo o de
María Nsue en otros idiomas favorece una mediación intercultural con los públicos no
hispanistas. Además, la literatura de Guinea Ecuatorial conoce un interés creciente en los
círculos académicos europeos y estadounidenses en general y africanos en particular. En
varias universidades de Camerún, Gabón, Ghana o Costa de Marfil, se realizan anualmente
un número cada vez más considerable de tesinas aunque con pocas tesis. En este país, por
73

ejemplo, el español es una asignatura designada como lengua extranjera y se imparte en los
institutos desde el tercer curso, también desde hace casi una década, se ha incluido en la
enseñanza universitaria una asignatura y literatura hispanoafricana basada esencialmente en
el estudio de las obras guineanas. Si cabe recordar que siendo el único país subsahariano
que tiene el español como lengua oficial, la especialización literatura hispanoafricana
explora básicamente obras guineanas y también las pocas obras nacionales en español. Por
lo cual, los docentes y aprendices cameruneses podrían constituir un importante público
lector, ya que la mayoría de los alumnos eligen el español a expensas del alemán, eso vale
para otros países africanos. A lo precedente hay que señalar igualmente que en África, los
trabajos de investigación académica sobre la literatura guineana son particularmente
laboriosos debido a la inaccesibilidad a la documentación necesaria. Por fin, es también muy
significativa la red de congresos internacionales organizados con frecuencia en Europa y
Estados Unidos sobre esta literatura. A diferencia de la corriente española colonial y
poscolonial totalmente olvidada, hemos recogido hasta hoy en día unas cuarenta tesis
doctorales y aún más tesinas realizadas sobre la corriente guineana aunque pocas sobre la
narrativa.

A la luz de lo precedente, podemos decir que estas dos literaturas coloniales


desarrollan dos visiones o dos contenidos aunque distintos pero inspirados en el mismo
objeto. Los autores españoles pintan a la Guinea Española como un universo miserable pero
exótico donde fueron a actuar los españoles en beneficio de los indígenas. Mientras los
autores guineanos exponen sus raíces y recuentan los repetidos procesos infructuosos para
alcanzar la libertad verdadera. Para matizarlo Trujillo Ramón reseña esta discrepancia:
―Como la raíz que se bifurca en busca de aliento, la literatura colonial y la guineana se
encuentran diferenciadas en el punto de vista y en el registro de la lengua, pero aportan
nutrientes al mismo tronco hispánico común‖ (Trujillo, 2004:9). Los cuantos estudios
críticos destinados a analizar la narrativa colonial española la consideran un objeto concreto
e integrante del sistema colonial y del proceso de restauración de posguerra. Los mismos
lamentan la indiferencia de los políticos que podrían apoyar la incorporación de los textos
nacionales en el mercado hispánico. Además, ambas narrativas padecen la indiferencia de
sus públicos nacionales respectivos a los que se dirigen con prioridad. Una vez más, Ramón
Trujillo (2004: 15-16) propone la movilización de los autores guineanos en una ―comunidad
intelectual‖ homogénea con objetivos, rasgos e intereses propios. Así, sería aún interesante
esta adhesión si pudiera rescatar a los autores de este ―Hambre‖ del que habla Ciriaco
74

Bokesa citado por Misha Hendel cuando mantiene que: ―El escritor guineoecuatoriano es un
sujeto santo, pobre y desprestigiado por el hambre que ronda siempre sus sueños‖ (Misha,
2009:427).

Este capítulo nos ha permitido pasar revista las dos corrientes de la literatura
hispano-guineana, española y guineana en sus evoluciones, sus respectivos corpus
bibliográficos y también ha sido el lugar de examinar algunas fuentes valorativas a ellas
dedicadas. No obstante, parece oportuna la reflexión siguiente que podría ayudar a cualquier
estudioso interesado en analizar textos africanos como los que integran la literatura que
estudiamos.

Al lado de estos desafíos reales caben, las dificultades específicas del caso guineano,
desde la escasa participación o expresión censurada de los entonces indígenas en los
periódicos coloniales, hasta la progresiva publicación de obras completas fuera como dentro
del país. Pues la literatura hispano-guineana ha pasado progresivamente de la dependencia
imperialista aunque es cierto tiene también su mérito, a la autonomía actual. Pese a los
límites que señalan los estudios recogidos, y que tienen que ver con la edición, la difusión, o
la credibilidad de los escribientes, la literatura hispano-guineana pues no está al margen de
la evolución general de las demás literaturas negro-africanas tal y como definidas por
Bernard Mouralis..

Precisamente pensamos que para realizar un estudio crítico acertado de la literatura


hispano-guineana, es preciso tomar en cuenta algunos aspectos de las señas de identidad de
las literaturas negro-africanas en general, expuestas por Mouralis y que tienen que ver con
sus orígenes, concepción u objetos. Primeramente, para definir aquellas literaturas este
crítico prioriza cuatro fundamentos históricos comunes que son la trata negra, la esclavitud,
el colonialismo europeo, o el racismo, por lo que al respecto opina;

La littérature négro-africaine apparaît tout d‘abord comme un refus et une dénonciation de la situation
faite aux Noirs depuis le jour où les européens ont fait irruption dans leur histoire. La traite,
l‘esclavage, le système colonial, le racisme: ces quatre termes résument l‘expérience historique des
peuples noirs depuis le XVI e siècle. Ils résument aussi l‘expérience concrète des individus telle que
nous pouvons la lire notamment dans les écrits negro-africains. C‘est cette expérience collective et ce
refus d‘une situation qui assurent, depuis le début de ce siècle, une homogénéité certaine à des textes
par ailleurs très divers et produits aussi bien en Afrique continentale que dans les communautés noires
de la Diaspora (Mouralis, 1975:168).

Luego, más allá de sus respetivas génesis, Mouralis indica que las literaturas negro-
africanas modernas se fundamentan en la protesta, es decir, que se conciben como un
75

proyecto fundamental para sacarse de la iniciativa europea y lograr su propia independencia.


En otras palabras, con las literaturas negro-africanas los africanos pretenden repensar su
entorno y también proporcionarse los medios adecuados para arrimarse a la historia
contemporánea, junto a otros pueblos. De hecho, a la hora de analizarlas, el ensayista
sugiere tomar en cuenta algunos rasgos convergentes y discrepantes en los que reposa la
especificidad de estos textos. En concreto, a la hora de argumentar su elaboración, él
recomienda no perder de vista la diversidad de los entornos culturales de los que surgen a
saber: el África subsahariana, las Américas o las Antillas. Si bien, advierte criterios
concurrentes habida cuenta las afinidades históricas de los pueblos negros. Por fin, respecto
al África negra, él recuerda por un lado la diversidad cultural característica de sus pueblos y
por el otro, las distintas formas del colonialismo europeo en África subsahariana, todo lo
cual hace que sea una escritura ―diferente‖.

En este mismo sentido aún, entrevistado por Antonio Lozano, Wilfrid Miampika ha
argumentado los rasgos distintivos de las literaturas africanas, marcadas por su historia
precolonial, colonial y poscolonial. Él expone los puntos de divergencia y los comunes entre
las literaturas africanas como sigue:

A pesar de su unidad cultural real, África es un continente plural, diverso, con miles de lenguas
autóctonas, cultos mágico-religiosos tradicionales, presencia de las religiones cristiana y musulmana,
semejanzas y diferencias antropológicas, notables diferencias económicas, (…). Por ello, las
literaturas africanas son tan variadas como los territorios culturales o imaginarios de que parten. (…).
Estas literaturas africanas son el resultado de un mestizaje de las tradiciones orales, y se escriben en
diferentes lenguas de los antiguos colonizadores originando conjuntos literarios específicos. (…).
Surgen precisamente entre las dos guerras mundiales europeas, muchos años después de la abolición
de la esclavitud en la segunda mitad del siglo XIX. (…). Pero en menos de un siglo las literaturas
africanas han condensado tradiciones literarias originales con sus propias señas de identidad, es decir,
poseen una historia intrínseca, (…), formas definibles a medio camino entre oralidad y escritura
moderna, temas recurrentes, experiencias como el destierro, estilos nítidamente marcados según las
distintas tradiciones, mitos anclados y un proyecto de devenir que revisa la relación histórica con
Occidente. (…), estas literaturas evocan los grandes problemas vividos por el continente, como la
esclavitud transatlántica, la violencia estructural de las sociedades africanas tras la colonización, la
tensión entre tradición y modernidad, el desencanto por las independencias políticamente formales, la
inmersión violenta en la modernidad con contornos europeos y la implicación inevitable en la
globalización (Lozano, 2003:16).

Es obvio, que la literatura hispano-guineana que estudiamos cabe perfectamente en


la definición y perfil esbozado por ambos críticos. Por lo tanto, tocante a las obras guineanas
que estudiamos, habrá que percatarse no sólo de estos rasgos generales pero también de los
rasgos sociopolíticos, históricos o culturales específicos de este país para examinarlas más
acertadamente. Sin embargo, la configuración de nuestro objeto de investigación nos ha
llevado a interesarnos a otro aspecto de la reflexión llevada a cabo por Bernard Mouralis. En
76

concreto, antes de definir el propósito de los textos escritos por los autores africanos,
distingue dos tipos de discursos antagónicos; el discurso sobre el pueblo y el discurso del
pueblo. El primero es el conjunto de obras de autores europeos sobre África pero cuya
elaboración se ha realizado unilateralmente, contra los africanos y descartando la
implicación imprescindible de los propios africanos. Él lo aclara como un: ―discours tenu
sur l‘Afrique, à la place de l‘Afrique et, la plupart du temps, contre l‘Afrique, qui seul,
jusque- là, avait droit de cité‖ (Mouralis, 1975:187). De hecho, él concibe el discurso de los
pueblos negros como una ―respuesta‖ al discurso europeo. Esto es a la vez un mérito para
los pueblos africanos pero también un reto constante que incumbe a los escritores africanos,
por lo que sostiene: ―le texte proprement «littéraire» est resté pratiquement le seul moyen
dont disposaient les Africains pour exprimer leur propre point de vue‖ (Mouralis,
1975:186). En estas líneas se aprecia por una parte, el papel preponderante de las literaturas
negro-africanas como medio vital de expresión o sea un instrumento de contesta, lo mismo
afirma Wilfrid Miampika (Lozano, 2003:16), valorando aquella literatura como un arma:
―como un espacio de resistencia, de subversión, y de proyección de otra África posible‖. Por
otro lado Mouralis concibe el discurso literario africano como una herramienta asequible
mediante el que los africanos logran la palabra que la colonización europea los arrebató.
Aquel proyecto de rectificación concierne textos de europeos en todos los géneros literarios,
la poesía, la etnografía o la literatura colonial, todos aquellos objetos artísticos que
contribuyeron a la progresiva construcción, expansión o consolidación de los estereotipos
característicos de la ideología colonial. Este es por lo que, Mouralis concibe la esencia de
las literaturas negro-africana como una ―protesta‖ consistente en una tarea de ―reescritura‖
de los contextos sociopolítico, cultural, o histórico llevada a cabo por africanos para
―desmontar‖ o ―invertir‖ el discurso europeo sobre los africanos hasta ahora el único
vigente. Aquel discurso mediante el cual los europeos se redefinieron en el contexto
colonial a ellos mismos y conjuntamente a los negro-africanos hasta que lograron que estos
últimos se hundieran en la desconfianza de sí mismos, de sus raíces o de su humanidad. A
raíz de todo eso, que Mouralis apunta la idiosincrasia de las letras negro-africanas como
expresión de aspiraciones de los pueblos negros y expresión de sus respectivas realidades
nacionales.

En esto coincide el ensayista con Donato Ndongo al subrayar la prevalencia del


compromiso o función social de los autores africanos por sus pueblos. Para él también, las
77

literaturas negro-africanas son inseparables de los retos sociopolíticos ya que de ellos


surgen.

Finalmente, así es cómo se tiene que entender también la corriente guineana de la


literatura hispano-guineana respecto a la corriente española. Es decir, en concreto a raíz de
la reflexión de Mouralis las obras de Donato Ndongo y de Mbomio Bacheng se definirían
también por sus requisitos; de ―diferencia‖, ―protesta‖ o ―respuesta‖, ideológicamente
divergentes a las de Bartolomé Soler y de Manuel Leguineche.

Pues analizar ambas corrientes como nos toca aquí también significa, reexaminar los
contenidos de las obras de la literatura hispano-guineana como parte de las literaturas negro-
africanas, es decir, una literatura como lo denomina el ensayista, una ―contre littérature‖
cargada de retos y de ahí portadora de esperanza así como lo expone el mismo Mouralis:

Le texte négro-africain se définit ainsi par son opposition globale au monde européen et aux
idéologies que véhicule celui-ci, et, plus précisément, par un travail spécifique destiné à rendre
définitivement inopérants les textes qui jusqu‘a- lors prenaient l‘Afrique et le monde noir comme
objet de leur discours et jouissaient dans ce domaine d‘une sorte de monopole. La protestation contre
la situation coloniale, la valorisation de la culture négro-africaine, la neutralisation des différents
discours européens caractérisent indéniablement un processus de contre- littérature (Mouralis,
1975:191).

En resumidas cuentas, después de esbozar el perfil general de la literatura hispano-


guineana no cabe duda de que resulta interesante poner cara a cara ambas corrientes
mediante un análisis crítico de textos sacados de ambos contenidos. Esto es nuestro
propósito, leer, describir e interpretar los relatos de la ficción a la luz de la historia, y sin
perder de vista los rasgos característicos aquí definidos. Antes de llegar a aquello,
necesitamos descubrir y dar a conocer a los autores cuyas obras estudiamos en este trabajo
de investigación. De hecho en el capítulo siguiente, salimos de lo general para ceñirnos a los
cuatro autores del corpus y su producción narrativa.
78

CAPÍTULO II

AUTORES Y CONTEXTO DE PRODUCCIÓN

Este segundo capítulo se refiere a los autores cuyas obras integran el corpus de este
trabajo. Si bien, es sumamente necesario descubrir al lector los creadores y los contextos de
creación de las obras que estudiamos, antes de abordar dichos aspectos, es imprescindible
aclarar, a la luz de argumentos teóricos la importancia de los lazos existentes entre los
autores y sus obras literarias.

Cuando Michel Foucault (1973) estudia los muchos procedimientos de control y


delimitación que integran el orden de la construcción del discurso literario, él aborda el
aspecto relacionado con el autor. No se trata del autor como individuo que habla o que ha
pronunciado o escrito el texto sino al autor como principio de agrupación del discurso, como
origen de sus significaciones, como foco de su coherencia. Foucault distingue discursos
como son los decretos, contratos o conversaciones cotidianas donde el autor no es
necesariamente indispensable. En cambio, éste cobra mayor importancia en la literatura, la
filosofía o la ciencia pero, aun así, no siempre cumple la misma función. Si bien, la función
de un autor difiere según la naturaleza del discurso, en la literatura el papel del autor se ha
reforzado desde el siglo XVII, con nuevas exigencias relacionadas con la vida del creador,
el contenido de la obra o el contexto y las condiciones de la creación. En resumidas cuentas,
según Foucault el interés por el autor literario respecto a su obra radica en varios niveles,
como por ejemplo a la hora de estudiar su obra, permite vincular la obra con otros
contenidos o también con el contexto del que surge: ―El autor es quien da al inquietante
lenguaje de la ficción sus unidades, sus nudos de coherencia, su inserción en lo real‖
(Foucault, 1973:25-26).

Más adelante Foucault ha vuelto a indagar el autor partiendo de preguntas como


¿quién habla? Esta vez, entre otros enfoques, él subraya los cuatro criterios de San Jerónimo
79

para determinar al autor, puesto que el patronímico de éste último no basta para definirlo.
Según esta fuente, para fijar con claridad la noción de autor, hay que tener en cuenta que el
autor se define sucesivamente como: ―un cierto nivel constante de valor; (…) un cierto
campo de coherencia conceptual o teórica; (…) una unidad estilística; (…) momento
histórico definido y punto de confluencia de un cierto número de acontecimientos‖
(Foucault, 1983:63). Más allá de estas modalidades exhaustivas, Foucault advierte primero
que no hay que tomar la función de autor como una reconstrucción simple y pura y segundo,
que el texto siempre trae consigo algunos signos que remiten al autor. En base de estas
pautas, Foucault propone una sucesión de definiciones muy significativas del concepto de
autor como sigue:
El autor es lo que permite explicar tanto la presencia de ciertos acontecimientos en una obra como
sus transformaciones, sus deformaciones, sus modificaciones diversas (y esto por la biografía del
autor, la ubicación de su perspectiva individual, el análisis de su pertenencia social o de su posición
de clase, la puesta al día de su proyecto fundamental). El autor es asimismo el principio de una cierta
unidad de escritura, —debiendo reducirse al mínimo todas las diferencias por los principios de la
evolución, de la maduración o de la influencia. El autor es también lo que permite superar las
contradicciones que pueden desplegarse en una serie de textos: debe haber —en un cierto nivel de su
pensamiento o de su deseo, de su conciencia o de su inconsciente— un punto a partir del cual las
contradicciones se resuelven, encadenándose finalmente los unos a los otros los elementos
incompatibles u organizándose en torno a una contradicción fundamental u originaria. Por último, el
autor es un cierto centro de expresión que, bajo formas más o menos acabadas, se manifiesta igual y
con el mismo valor, en obras, en borradores, en cartas, en fragmentos, etcétera (Foucault, 1983:63-
64).

François Gaillard también se ha explayado sobre el tema, pues no establece una


relación directa entre el ser del creador y su obra, pero tampoco descarta la importancia de
conocerlo, ya que eso puede ayudar a entender la obra de su creación. Precisamente
sostiene: ―Car vous l‘avez compris, bien que de la vie à l‘œuvre il n‘y ait pas de rapport de
pure expressivité, la biographie est l‘instance médiatrice à partir de laquelle se comprend le
travail de réalisation et d‘objectivation qui aboutit à l‘œuvre” (Gaillard, 1984:10). En lo que
atañe a la literatura guineana que nos ocupa, precisamente como ya señalábamos
anteriormente, Justo Bolekia enfatiza la biografía de los autores y también el contexto
particular de las literaturas guineoecuatoriano como requisitos preponderantes a la hora de
estudiar sus obras.

Las reflexiones anteriormente expuestas justifican la importancia del autor de una


obra por sí mismo y particularmente en el campo de la crítica literaria que aquí nos
incumbe. De hecho, en este trabajo se ha dedicado un capítulo destinado al estudio de los
autores cuyas obras forman su corpus. Su identificación no supone ninguna dificultad no
obstante, los trabajos citados al respecto nos permiten no sólo ampliar el campo de
80

conocimiento pero igualmente saber cómo encaminar el estudio de los diferentes autores.
Igualmente, hemos pensado que, junto a la función de autor, el contexto de la creación de
cada una de las obras estudiadas también contribuirá favorablemente a sus análisis, tal es
también nuestro propósito.

En este trabajo son cuatro autores: en la corriente española Bartolomé Soler y


Manuel Leguineche y en la corriente guineana Donato Ndongo Bidyogo y Joaquín Mbomio
Bacheng. A continuación estudiamos por turno sucesivamente, los autores, el contexto de la
creación y por fin sus producción literaria.

II-1-Donato Ndongo Bidyogo

De las cuatro obras que forman el corpus de este trabajo, hemos de dar a conocer a
sus autores. En primer lugar los autores coloniales y luego los poscoloniales. Comenzamos
por Donato Ndongo Bidyogo, el hombre y autor así como su corpus bibliográfico.

-Un novelista histórico

Donato Ndongo Bidyogo Makina nace el 12 de diciembre de 1950 en Niefang de


una familia muy numerosa en la que es el primogénito. Criado en un ambiente hogareño de
piedad nace en él la inclinación vocacional. Muy pronto se traslada al seminario de
Concepción en Banapá (Malabo) y, tras los tres cursos propedéuticos, se marcha a España
en 1964 donde termina el Bachillerato en el Colegio de los Padres Escolásticos en 1967 en
Valencia. Durante cinco años, cursa estudios de periodismo en la Escuela de Periodismo de
Barcelona y también colabora en revistas españolas. Cuando Guinea Ecuatorial alcanza la
independencia en 1968, el recrudecimiento de la dictadura maciísta le impide regresar al
país. Tras una breve colaboración en la Revista Índice de Madrid, cursa luego otra carrera
de historia en la Universidad de Complutense de Madrid.

En España, Donato fue Director del Colegio Mayor Universitario Nuestra Señora de
África de Madrid. De vuelta al país en 1984, el año siguiente es nombrado Director Adjunto
del Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo creado sólo cuatro años antes. En 1985, él
funda y dirige la primera editorial de este Centro cultural y, ocupará su puesto hasta 1992.
Esta editorial cabe mencionarlo ha desempeñado un papel de promoción literaria muy
81

determinante desde el principio de la misma década, con la participación activa de varios


escritores ya conocidos y también contribuyó en despertar el genio entre los jóvenes. Esa
obra de promoción y difusión literaria se consolida considerablemente cuando Donato
Ndongo crea sucesivamente, primero la revista trimestral África 2000 en marzo de 1986 y,
luego, desde 1994 se inaugura una segunda revista mensual el Patio. En 1992, Donato
Ndongo ocupa el puesto de Delegado de la agencia española de noticias EFE en Malabo. El
año siguiente, se traslada a Libreville (Gabón) siempre encargado de la misma agencia
española. A final de 1992, vuelve a España y se establece en Murcia donde fue director del
Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Murcia, puesto que mantuvo hasta
mediados de la década del 2000. Desde enero de 2005 es profesor visitante de la
Universidad de Missouri en Columbia, impartiendo las asignaturas de Redacción
periodística y un seminario sobre la literatura africana de expresión española hasta 2008.

Como periodista, a parte el puesto de Delegado de la Agencia de noticias española


―EFE‖ en África central, Donato Ndongo Bidyogo fue en su día colaboró como redactor en
varios periódicos españoles tal como son: ABC, Mundo Negro, Informaciones, Diario 16, El
país, Historia 16, Índice y Destino. Igualmente colaboró con diversos medios de
comunicación y publicaciones en temas africanos como, Radio Exterior de España o la
Cadena COPE. Donato Ndongo Bidyogo es un conocido conferenciante en instituciones
académicas principalmente en Estados Unidos y Europa. Precisamente como escritor o
ciudadano, Donato Ndongo es habitualmente perfilado como un hombre respetado y un
escritor comprometido, pero destaca también su dedicación a la política de su país a favor
de la democracia. Por lo que nos interesa en este trabajo, complace recoger esta valoración
literaria donde citado por Onomo y Otabela, Gustau Nerín elogia los talentos escribientes de
Donato Ndongo, le considera precisamente como el escritor guineano que: ―ha utilizado con
mayor maestría la ficción para poner al descubierto el horror de la Guinea maciísta‖
(Onomo y Otabela, 2004:35).

Por fin, cabe señalar que Donato Ndongo Bidyogo ha sido uno de los miembros
influyentes del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, un partido creado en España en
1983 y encabezado por Severo Moto Nsá también exiliado en España desde principio de los
noventa por su oposición al gobierno dirigido por Teodoro Obiang Nguema.
82

-La escritura y la responsabilidad social

Diez años después de Las tinieblas de tu memoria negra (1987), aparece la segunda
entrega de la trilogía anunciada, es Los poderes de la tempestad (1997). Esta novela cuenta
las pesadillas de un joven guineoecuatoriano anónimo de 33 años de edad que vuelve al país
después de catorce años de estancia en España. Salido del país hacia el final de la
colonización para cursar estudios de teología en Salamanca, pero vuelve abogado cinco años
después de la independencia. Con él viaja su esposa Ángeles y también Rut su hija de cinco
años de edad. Desde el aeropuerto de Malabo, descubren un país destruido por la violencia y
el descuido, experimentan las viles torpezas de los milicianos y agentes de seguridad, pero
también la hospitalidad de los familiares. Con sólo unos días comprueban que el país ya no
es más que miseria, violencia y muerte. Finalmente, Ángeles y Rut logran volver a España
ayudadas por la embajada española, mientras el abogado acusado de espía imperialista es
encarcelado en blavish34 de donde saldrá junto a su compañero de celda y con la
complicidad de un guardia miliciano.

La última novela de Donato Ndongo El metro (2007) desarrollada esta vez en el


Camerún vecino cuenta la tragedia de Lambert Obama Ondo, un joven fang camerunés
quien obligado a salir de su pueblo para no desafiar unas leyes tradicionales que considera
arcaicas. Tras experimentar la dura realidad del inmigrante negroafricana en España, pues
su aventura termina trágicamente a la salida del metro Madrileño. El autor descubre el lado
ambiguo de las leyes consuetudinarias fang acerca del matrimonio y del parentesco, tanto
que Lambert Obama Ondo se ve obligado al destierro para no traicionar a su tribu ya que
aquello es sinónimo de maldición. También es interesante ver cómo Donato Ndongo
traslada a su desesperado protagonista a Europa desde la costa continental africana hasta las
islas Canarias. El largo viaje en una travesía marítima en patera durante el cual los viajeros
experimentan el miedo, el sufrimiento físico, el hambre o la muerte. Al final del viaje
Lambert Obama Ondo se convierte en un negro más sin permiso de residencia, un
inmigrante ilegal sin derechos. La aventura europea de Lambert Obama Ondo se interrumpe
pronto cuando al salir del metro una noche, es apuñalado a muerte por un joven, por lo visto
sin más motivo que el color oscuro de su piel.

34
El vocablo Blavish designa la cárcel de Malabo pues, aparece bajo distintas ortografías según las fuentes:
Black Beach, blavish o blabich, aquí se utilizará según las fuentes manejadas.
83

Esta novela expone el destino de numerosos jóvenes africanos en busca de libertad y


bienestar. Destaca dos grupos, los fugitivos o exiliados políticos de las independencias y los
exiliados sociales o culturales de hoy. Por fin distingue a los exiliados internos, aquellos
subsaharianos rehenes de sus orígenes étnicos y que padecen las incómodas normas
impuestas por las costumbres vernáculas.

Hemos recogido el panorama bibliográfico de Donato Ndongo y de los tres demás


autores al final de este trabajo35.

-Las tinieblas de tu memoria negra: una parodia de la estructura colonial española en


Guinea Ecuatorial

La primera novela de Donato que hemos elegido en este trabajo se inscribe en línea
directa de la temática recurrente de la literatura guineana. A pesar de que el autor la escribió
durante su estancia al país, no hace mención explícita a la dictadura, muy al contrario,
Donato nos devuelve dos décadas atrás en plena colonización española. Lejos de ser un
desajuste temporal, con Las tinieblas de tu memoria negra (1987), el autor recupera el vacío
evidente que supuso más de un siglo de existencia bajo el imperio imperialista. El autor
repasa los aspectos fundamentales de este periodo y, también los mayores actores de la labor
civilizadora española en la Guinea Española. Es el lugar para Donato Ndongo, como María
Nsue Angue o Juan Balboa Boneke poco después, de hacer el diagnosis exhaustivo socio
cultural y psicológico del guineoecuatoriano indígena, en el momento en que se vislumbra
la libertad es decir un nuevo estatus como ciudadano. Esta obra está concebida bajo forma
de una larga analepsis que Gérard Genette (1972) define como un relato con toda evolución
posterior de un suceso anterior al punto de la historia en el que se encuentra.

Las tinieblas de tu memoria negra (1987) inicia la trilogía ―los hijos de la tribu‖ del
autor. Es una novela colonial de diez capítulos y 174 páginas y, cuyo relato no sigue un
orden cronológicamente regular. En esta novela, el protagonista un joven guineoecuatoriano
anónimo cuenta su vida desde los seis años de edad en su pueblo hasta la adolescencia ya en
un seminario español. Entre su formación escolar, su educación religiosa y su iniciación a la
cultura tradicional, mediante este relato retrospectivo, el protagonista repasa en profundidad
los principales aspectos de la colonización española en Guinea Ecuatorial. Son

35
Junto a la bibliografía final encontrarán una lista exhaustiva de la producción literaria de los cuatro autores.
84

principalmente tres tópicos coloniales representados por tres personajes: el tradicionalista


fang Abeso que es un tío del protagonista, el padre del protagonista que es un fang
emancipado y por fin el viejo sacerdote español padre Ortiz. Desde su aldea situada en el
medio de la selva ecuatorial, el niño arropado por una familia numerosa va descubriendo el
mundo desde los tres aspectos respetivos que son, la tradición fang, el impacto de la religión
católica en los nativos y la dominación del hombre blanco colono sobre los mismos. A pesar
de las argumentaciones e insistencias del viejo rector del seminario, el protagonista
abandona la formación teológica y elegir un oficio más ajustado a la reconstrucción de su
país. Para algunos, esta novela es una obra autobiográfica, si bien Zielina lo argumenta
como una ―autoficción‖ por lo que en substancia dice: ―La historia personal del autor y su
identidad como guineano están asociadas con el personaje principal de la novela‖ (Zielina,
2004:138). Álvarez Méndez por su parte apunta una temática social asociada a pasajes
propios del ―realismo mágico‖. Más adelante ella define la motivación del autor al mismo
tiempo que reseña el argumento de la novela:

Esta narración surge del interés del autor por remendar el desplazamiento sufrido por la cosmogonía
tradicional a causa de la colonización. Lo consigue presentando a un personaje que abandona el
seminario en España para regresar a su tierra y reencontrarse con la fe vernácula, postulándose de este
modo nuevamente el triunfo de la religión autóctona tradicional. (…), el protagonista no desdeña por
completo el acercamiento a la religión cristiana fruto de su paso por la metrópoli. A la vez que el
narrador presenta la mencionada confrontación religiosa desde una perspectiva intimista pero
distanciada, pone de manifiesto la historia colonial y sus consecuencias, junto al presente
experimentado en la independencia. Todo ello conduce a la crítica de la imposición religiosa y
cultural –bajo la que se ocultaba una dominación política y social-llevada a cabo por los
colonizadores, que consideraban inferiores a los nativos y por ello los trataban como niños sin
capacidad de tomar decisiones correctas (Álvarez Méndez, 2010:144-145).

Igualmente valorando a Las tinieblas de tu memoria negra, Gustau Nerín citado por
Onomo y Otabela, considera esta novela: ―Una revisión en profundidad de todos los tópicos
coloniales. Ndongo cuestiona, a través de su texto, los discursos triunfalistas sobre la
colonización, y plantea los efectos negativos que comportó la ruptura social y cultural
colonial‖ (Onomo y Otabela, 2004:33). Las tinieblas de tu memoria negra viene reseñada en
la segunda antología de este modo: ―La novela retrata las vicisitudes de la vida de un niño
(sin nombre) en un mundo dominado por la percepción y representación de la realidad de la
ideología colonial, es decir, un universo alienante y alienado. Haciendo gala de una ironía
sagaz, Donato Ndongo nos da, desde la perspectiva inocente e ingenua de este niño, una
visión de la colonización española en la entonces Guinea española‖ (Ndongo Bidyogo y
Mbaré, 2001:26). A estas valoraciones podemos añadir una reseña sacada del ensayo
exclusivamente dedicado a Donato Ndongo por Onomo Abena y Otabela Mewolo (2008), y
85

donde los autores priorizan el dilema modernidad y tradiciones. Para ellos pues esta novela
que: ―trata de cuestionar y hallar respuestas, unas respuestas que conducen necesariamente a
la simbiosis entre unas tradiciones caducas y una modernidad occidental alienante y no
asimilada, producto del colonialismo español‖ (Onomo y Otabela, 2008:109). A
continuación, vamos a hablar del novelista catalán Bartolomé Soler y de su obra.

II-2-Bartolomé Soler

Bartolomé Soler es el segundo autor cuya obra forma parte de nuestro corpus de
estudio. Veamos en adelante el hombre, escritor, su recorrido personal y su repertorio
literario.

-El atípico autodidacta

Bartolomé Soler36 nace en septiembre de 1894 en Sabadell (Barcelona), es el


segundo de en una familia muy humilde de tres hijos, el padre don Miguel Soler se gana la
vida trabajando de jornalero y de tejedor y la madre Roseta Rabassó es una criada.
Bartolomé Soler ingresa por turno, primero una escuela laica y luego, y luego estudia tres
años en una escuela católica, el colegio Los Escolapios de Sabadell. En los dos colegios,
Bartolomé acumula incidentes, frustraciones y humillaciones que pronto acabarán agotando
su débil voluntad por adquirir conocimientos mediante la escolarización.

Desde 1909, Bartolomé Soler abandona los estudios y en Sabadell trabaja en


diversos talleres como albañil, carbonero o ayudante de esmaltador pero, a pesar de su corta
edad, ya tiene desarrollada su futura vocación andariega. Él multiplica sus andanzas primero
en Sabadell y sus afueras pero luego cruza las fronteras nacionales y continentales.

El afán por la aventura y la libertad le llevan Bartolomé Soler a trasladarse


permanentemente y siempre luchando por la supervivencia, tanto llega a convivir junto a
una familia de mendigos y anda mendigando por las aldeas cercanas. Si bien, Bartolomé
Soler pronto se descubre una afición por el teatro y en 1911 se une a una compañía de

36
Existen fuentes donde todo el nombre del escritor aparece en catalán como siendo, Soler i Rabassó
Bartomeu. No obstante en este trabajo utilizaremos la ortografía castellana es decir Bartolomé Soler.
86

actores basada en el pueblo de Grallatrops, es una experiencia profesionalmente gratificante


aunque con escaso éxito económico.

El día 4 de noviembre de 1913, a los dieciocho años, se embarca en El Reina


Victoria Eugenia con rumbo a Buenos Aires. Una vez más, Soler multiplica modestos
oficios como dependiente, vendedor ambulante de periódicos o encargado del personal en
una hacienda. En 1915, se traslada a Chile donde se une a otra compañía de teatro con la
que recorre Chile y Argentina. En agosto de 1917, vuelve a Barcelona y, durante un año
permanece en Sabadell su pueblo natal dando conferencias y recitales poéticas. Desde 1918
y durante casi cinco años, Soler reinicia sus vaivenes entre Barcelona y Madrid alternando
de una compañía a otra pero con resultados mitigados. Con su fama confirmada, en 1922 él
funda su propia compañía, pero ahora compagina las actividades como dramaturgo con la
escritura de sus primeras novelas.

Desde octubre de 1929, Soler explora América del norte y durante ocho meses
pronuncia 32 conferencias en círculos hispanos y prestigiosas instituciones universitarias
neoyorquinas. Por el mismo periodo vuelve también a América del sur recorriendo Costa
Rica, Panamá, México, Cuba, Colombia, Perú, Chile, o Argentina. De ahora en adelante, las
obras teatrales de Soler se estrenan en las mejores salas en Madrid Barcelona o en América
del sur donde ya tiene asentada su fama. En 1939, Soler recibe el nombramiento de Alcalde
de Paláu de Plegamáns. Durante un año en 1954, él realiza su último viaje a América del sur
sucesivamente en Colombia, Panamá y Venezuela.

No cabe duda de que Bartolomé Soler tuvo un destino atípico, su filosofía personal se
puede aprehender a luz de un artículo anónimo del periódico Crítica publicado en Buenos
Aires durante una de sus estancias en esta ciudad, un periodista lo definió asimismo:

Utiliza Soler su cuerpo humano porque no tiene otro remedio; pero le sobra, no le hace falta, y
además, es muy imperfecto. Pequeñuelo, vulgarote, más feo que Picio: en fin, un desastre. Bartolomé
Soler está formado solamente por: un cerebro fuerte, como una antena receptora y transmisora, de una
sensibilidad quintaesencia; un corazón grande como un planeta, capaz de todos los afectos cordiales,
y un vozarrón impetuoso, tremendo, abrumador que es el arrebato ordenancista del caudillo, la ternura
de la madre, la cordialidad del amigo, la pasión del amante, y la plegaria del niño. Bartolomé Soler,
como todos los de verdadera talla mora, tiene un genial rasgo pueril: el peinado. Seguramente emplea
cerca de una hora diaria en peinarse, en disimular una calva escandalosa (Román, 1976:51-52).

Bartolomé Soler murió el 20 de abril de 1975 en Paláu Solitar, llevaba diez años sin
publicar ningún libro.
87

Después de la reseña bibliográfica de este catalán que tuvo un destino prodigioso,


veamos en adelante al Soler escritor autodidacta.

-Las memorias del prolífico viajero

Como se puede contemplar, Bartolomé Soler fue intelectual autodidacta, sus


desplazamientos en varios continentes, sus lecturas y sus contactos humanos fueron sus
principales fuentes de inspiración. Sus novelas se ambientan precisamente en aquellos sitios
visitados recogiendo a la vez sus experiencias profesionales y diversas ocurrencias sociales
o políticas. Su primera novela Marcos Villarí (1927), conoció varias ediciones y
traducciones, prueba de que fue muy favorablemente acogida dentro y fuera de España.
Marcos Villarí cuenta la historia de un protagonista del mismo nombre que realiza su sueño
de ser dueño de una hacienda arrendada a su propietario. Profesionalmente Marcos Villarí
está feliz y dedica su mayor esfuerzo a la tierra proveedora. Pero, este éxito que llegó
mediante méritos propios es efímero, uno a uno Marcos Villarí va perdiendo a los miembros
de su familia en situaciones muy trágicas. Primero sus padres, sus hijos y finalmente su
mujer violada por un mendigo errante. Según Román (1976), en la obra de Bartolomé Soler,
la sombra de la muerte impide triunfar, a menudo rompe con los ánimos y destiñe la
felicidad de los personajes, a veces, deshace lo que ellos consiguen a duras penas. En este
caso, la muerte está al acecho en todos los lugares y eventos de la vida del protagonista. En
total, Bartolomé Soler llegó a publicar nueve novelas, la mayoría fueron traducidas o
editadas varias veces y algunas premiadas. Toda la narrativa de Soler está dominada por los
temas como son el agua, la muerte, la mujer o la familia, sus personajes están dibujados con
caracteres profundos, son seres temerarios que miran hacia su pasado, hablan de sus
recuerdos y también de su lucha por sobrevivir o salir adelante. Este repertorio consta de
una novela histórica inspirada en la Guerra Civil española y sus consecuencias, Los muertos
no se cuentan (1960).

Como se puede conjeturar, Bartolomé Soler fue un ser atípico, a la vez prodigioso,
autor prolífico y exitoso. Como señalábamos, sus obras fueron a menudo traducidas y
reeditadas. Marcos Villarí (1927) conoció hasta 23 ediciones y traducida en 6 idiomas,
Patapalo (1949) se repitió en 14 ocasiones mientras Los muertos no se cuentan (1960) se
editó 9 veces. Desde luego, él fue galardonado por su labor literaria. En 1950, se le concedió
un premio literario ―Ciudad de Barcelona‖ por su novela Patapalo (1949), a un año de
publicarse. Igualmente en 1961 recibió ―el premio nacional de literatura Miguel de
88

Cervantes‖ por su novela Los muertos no se cuentan (1960) enfocada en la Guerra Civil
española. En 1936, el Comité Republicano le nombró ―Maestro de Paláu‖. Fuera de España
el año 1929 fue galardonado por ―La medalla de la Orden al Mérito‖ por el gobierno
chileno.

-La selva humillada: representación del sujeto colonial guineano

Bartolomé Soler ha cultivado varios géneros literarios: el teatro, la novela o el ensayo


pero también un número considerable de artículos. Todo arranca durante su primer viaje a
América del sur cuando en Tierra de Fuego (Argentina), hace un gran descubrimiento que
modificará en adelante sus hábitos de por vida. En un modesto albergue donde se hospeda
puntualmente, él halla unos libros casi por casualidad, uno de ellos, un diccionario le llama
particularmente la atención, el afán por desentrañar el misterio de aquel extraño libro
anónimo marcará el comienzo de su autoformación y, que culminará con una larga carrera
literaria. Román cita al propio Soler confesando humilde sus orígenes literarios:

Pero la gran revelación, el más feliz de mis descubrimientos fueguinos, el material en que me abrevé
con fe, con pasión, con la mayor de las ilusiones sufridas hasta entonces, (...). Mi libro, el gran libro, el
que habría de arrinconarlos a todos durante doce, quince o veinte días y que terminaría en la cabecera
de mi cama, tenía que ser un libro escrito por nadie. En la habitación que me dieron había un estante
con diez o doce libros, voluminoso uno de ellos, (...). Lo abrí y su distribución en dos columnas me
produjo cierto desencanto. Seguí mirándolo sin acabar de entenderlo. Luego, en un segundo, desentrañé
su misterio y la riqueza que me descubría. Ahogué un grito de admiración, de asombro, de inenarrable
felicidad...era un diccionario. Yo ignoraba la existencia de los diccionarios (Román, 1976:36).

Con estos libros y otros tantos, se formó Bartolomé soler en un largo proceso
mediante la lectura. Un camino arduo que él mismo en su autobiografía define como
―lecturas sin orden, sin disciplina, sin distinguir escuelas ni tendencias ni, seguramente, la
exacta calidad de cada libro, y sintiendo cada día cómo los ojos y el entendimiento se me
iban abriendo, descubriéndome tierras y hombres insospechados‖ (Román, 1975:35).
También menciona que desde su primer contacto con los libros, procuró que nunca le
faltaran libros para la lectura.

Para situarla en su contexto histórico, diremos que La selva humillada (1951) es una
obra escrita en plena época colonial. Esta obra enmarca en el franquismo poscolonial cuya
política incluye también la consolidación de un modelo narrativo de la literatura de temas
coloniales. Alás- Brun señala también motivos políticos e ideológicos vinculados con el
franquismo: ―En el periodo autárquico y de reconstrucción nacional que sigue a la guerra, el
gobierno de Franco trata de fomentar el orgullo patriótico de los españoles con una campaña
89

de promoción de los intereses coloniales del país en África‖ (Alás-Brun, 2007:286). Tras la
Guerra Civil española, el gobierno franquista instituyó una serie de medidas destinadas a
promocionar su colonia africana y a fomentar la explotación de sus recursos principales.
Aparecen por entonces también, libros de viajes que recuentan las experiencias de viajeros
en estas tierras lejanas. Todo indica que Bartolomé Soler es uno de ellos si nos fijamos en
estas palabras de Gustau Nerín: ―a partir de 1936 hubo una auténtica obsesión por
supervisar la producción ideológica sobre la colonia ecuatorial. Si la dictadura controlaba a
los intelectuales en la metrópolis, en la diminuta posesión tropical el control era todavía
mayor. Sólo se concedió autorizaciones para viajar a Guinea a intelectuales próximos al
régimen, como Adro Xavier o Bartolomé Soler‖ (Nerín, 2009:111). Se observa una
abundante producción de libros de viajes correspondientes a esta época. Alás-Brun (2007)
que estudió tres de ellos sostiene que los autores coloniales que cultivaron este subgénero
literario eran por lo general africanistas convencidos del interés por impulsar la expansión
territorial de España en África. La crítica afirma: ―al mismo tiempo, muchos de sus autores
contribuyen consciente o inconscientemente a propagar los ideales del Imperio que
promueve entonces el gobierno franquista y a justificar el mantenimiento y explotación de
los territorios coloniales de España en África‖ (Alás-Brun, 2007:286-287).

La selva humillada es la única obra soleriana de temas africanos. Bartolomé Soler la


escribió tras un viaje de seis meses a África que le condujo sucesivamente a la entonces
Guinea Española, Nigeria, Camerún y luego en el Norte de África. Esta obra plantea la
dificultad por los críticos para clasificarla, a veces, lo presentan no como ficción sino como
literatura de viajes. Antonio Carrasco hace hincapié efectivamente en este apuro pero,
finalmente incluye su estudio entre las novelas. En cambio, Antonio Román confiesa
respetar la voluntad del autor y por lo tanto lo clasifica entre los libros de viajes. González
Echegaray lo ha clasificado igualmente entre los libros de viajes pero, señala que suele pasar
por novela ya se puso en venta como tal, mientras en realidad es un libro de viajes. En
opinión de Alás- Brun, es una obra de naturaleza ambigua presentada no como ficción sino
como literatura de viajes y, posiblemente inspirada en hechos reales. En efecto, varios
detalles refuerzan considerablemente la impresión de veracidad en La selva humillada: las
detalladas descripciones de lugares, costumbres o idiomas de la colonia, el citado Marcos
villarí protagonista de la primera novela de Soler o la narración en primera persona que
tiende a identificar el narrador del autor. No obstante, la crítica lo define asimismo: ―La
selva humillada, un texto narrativo híbrido, a caballo entre la literatura de viajes y la novela
90

de aventuras con elementos autobiográficos” (2007:292). Cabe mencionar que es el único


libro de viajes en todo el corpus literario de Bartolomé Soler.

A modo de resumen, La selva humillada es una narración en primera persona que


recuenta el viaje de un narrador que recorre varios territorios de la Guinea española durante
la colonización española. Sin más aclaraciones sobre los motivos de sus desplazamientos, el
narrador visita entre otros las islas de Annobón, de Fernando Póo y termina su periplo
adentrándose en algunas aldeas por la zona continental. Toda la obra se desenvuelve en una
sucesión de encuentros entre el protagonista, presentado como digno representante de la
civilización europea y los indígenas diseñados como seres miserables y salvajes. Las etapas
de Fernando Poo y Annobón son evocadas posteriormente por el protagonista. Mientras el
relato se desarrolla principalmente en la etapa continental donde el narrador visita sobre
todo dos aldeas y, luego la isla de Corisco. En cada etapa, el viajero catalán recoge sus
impresiones acerca de los nativos, los diferentes sitios y los sucesos acontecidos. También,
se explaya en largas descripciones detalladas que descubren sus aventuras con sus paisanos
y sobre todo entre los pueblos aborígenes. La obra de Soler carece de una verdadera trama
argumental, de hecho los personajes varían de un sitio a otro, de Annobón a Ayamikén
pasando por Corisco, de una narración a otra. Sin embargo estas diferentes narraciones
encajan a nivel temático.

La selva humillada es una obra muy poco conocida y aún menos estudiada. Carlos
González Echegaray que la ha resumido valora al autor Bartolomé Soler como un escritor
conocido, magnífico pero, que a parte el acierto literario, La selva humillada le dejó con un
sentimiento mitigado. Él opina lo siguiente:

Recoge sus impresiones acerca del país y de sus gentes. Muy atrayente el libro, recoge en sí una
visión bastante completa e interesante. Sin embargo, podría reprochársele al autor el no haberse
esforzado en procurar comprender el mundo del indígena. El escritor queda fuera de él y lo contempla
y lo describe como algo extraño y, lo que es peor, inexplicable. Como contrapartida, hay que felicitar
a Bartolomé Soler por su sinceridad y nobleza al no querer explotar un tema exótico que hubiere
podido proporcionarle base para varias novelas bien administradas. Ha preferido contar las cosas
como él las vio e interpretarlas según su personal sentir. No todos pueden decir lo mismo. Por otra
parte, en el estilo brilla su calidad de magnífico escritor, y la obra, a pesar de carecer de trama
argumental, se lee con interés hasta el final (González Echegaray, 1964:76).

La valoración que hace Alás-Brun (2007) del autor y su obra enfoca sobre todo el
debate acerca del género de La selva humillada como novela o como libro de viajes. Si bien,
ella apunta la recepción mitigada de esta obra contrastando asimismo con las verdaderas
91

novelas de Soler que en su tiempo fueron favorablemente acogidas por el público y la


crítica:

La selva humillada, un texto narrativo híbrido, a caballo entre la literatura de viajes y la novela de
aventuras con elementos autobiográficos, de un prolífico autor catalán hoy olvidado, (…). Se basa en
un viaje del autor de tres meses a la antigua Guinea Española. Esta obra cayó pronto en el olvido, a
pesar de que fue reeditada en 1957, y no ha sido prácticamente estudiada hasta la fecha, (…). Las
novelas de tema exótico de Soler parecen seguir el modelo establecido por Joseph Conrad a fines del
siglo xix y en las primeras décadas del siglo xx, cuyas obras, que combinan habitualmente la
ambientación exótica con la cuidada elaboración literaria, han sido bien recibidas tanto por el público
como por la crítica (Alás-Brun, 2007:292).

Después de descubrir al literato sabadellense, el apartado siguiente se centrará en


otro escritor cuya novela forma parte del corpus de este trabajo.

II-3- Joaquín Mbomio Bacheng

Joaquín Mbomio es el primer autor poscolonial y segundo escritor guineano del que
analizamos la novela. Una vez más, nos toca descubrir al hombre, la obra y panorama
literario.

–Un novelista inconformista

Joaquín Mbomio Bacheng37 nace el 9 de noviembre de 1956 en Bisobinam en el


distrito de Niefang. Es el menor de una familia católica de cuatro hermanos. Pasó su
infancia en la región continental y principalmente en el Litoral (Bata, Rio Campo y Mbini)
junto a su familia. Entre 1960 y 1967 cursó sus estudios primarios en el colegio Escuela
Miguel Cervantes de Saavedra de Río Benito, Mbini. En 1975, obtuvo su Bachillerato en el
Instituto de enseñanza media Carlos Lwanga de Bata. Luego, accedió a la Formación
Superior de Docencia en Lenguas y Filología española en el Centro de Desarrollo de la
Educación (CDE), creado en Bata por la UNESCO con el estatuto de Instituto Universitario.
Tras pasar un año en la cárcel, en 1979 Joaquín Mbomio obtuvo por fin su título de
docencia y, hasta luego llegó a impartir clases de literatura española durante un año en el
instituto batense Instituto Carlos Lwanga.

En 1981, Joaquín Mbomio viajó a Francia con una beca del Estado francés. Por
turno, es Licenciado de Literatura española en 1986 por la Universidad Lyon II Bron, y
37
Cabe mencionar que los datos sobre la vida y obra de este autor nos han sido facilitados por el mismo.
92

Licenciado en Ciencias de Información y Comunicación (opción periodismo) en 1987 por la


Universidad Jean Moulin-Lyon III. Posteriormente, obtuvo otro título de periodismo por el
Instituto Oficial de Radio Televisión (IORTV) de Madrid. En 1994 aprobó el título de
Sociología del Desarrollo por el " l'Institut Universitaire d'Études de Développement"
(IUED) de Ginebra en Suiza.

De regreso a Guinea Ecuatorial en 1988 fue nombrado corresponsal permanente de


la Agencia France Press (AFP) en Malabo hasta 1990. Al mismo tiempo, colaboraba con el
CICIBA (Centro Internacional de Civilización Bantú) con sede en Libreville (Gabón). A
pesar de una actividad profesional aparentemente satisfactoria, después de dos años,
Joaquín38 retoma el camino del exilio esta vez, con el propósito de ponerse a salvo en
Francia, fuera del alcance del mando guineano. Allí colabora con varias revistas culturales
como son la Revista Afroespañola Tam Tam de Barcelona, Afro Swiss News de Suiza, la
revista Regards Africains de Ginebra, Lettre de Reporters Frontieres de Francia, El Patio
del Centro Cultural Español de Malabo o con la "Université populaire Africaine" (UPAF) de
Suiza. También es colaborador de varias ONG no gubernamentales tales como ―SOS
África‖ en España, ―Nord-Sud‖ en Suiza o ―UIDH‖ en Burkina Faso. Cabe señalar otras
participaciones del escritor en revistas culturales extranjeras como Contratiempo en EEUU,
―Tam-Tam‖ en España o Lettre de L’uidh en Burkina Faso. Parte de su panorama literario

38
A modo de explicación, el novelista guineano Joaquín Mbomio nos ha concedido una breve entrevista para
esclarecer los motivos de su nuevo exilio: ―Los que conocen la historia de África saben que en los años
noventa (1990), François Mitterrand hizo un discurso en la Baule invitando a los países africanos a la
democratización. Este proceso fue falsificado en África y terminó con la coronación de grandes dictadores
africanos pro-franceses: Omar Bongo, Paul Biya, Obiang Nguema, Sassou Ngueso, por no citar que estos
cuatros del África central. (…). A nivel interior se procedió a una fuerte "inquisición" contra intelectuales y
periodistas, (…). Por eso mi familia, y más particularmente, mi jefe de Libreville, el director de la AFP
regional Patrick Van Roekhegen, me aconsejaron abandonar Guinea Ecuatorial para no ser la próxima víctima
del gran monstruo y dictador guineano Teodoro Obiang Nguema. Teniendo en cuenta también que el dictador
de Malabo goza de la protección del rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, porque se conocen desde la
Academia General Militar de Zaragoza, donde aprendieron las armas en tiempos del dictador Francisco
Franco. (…). Obiang goza también de la protección del Estado francés y de los sucesivos presidentes de
Francia por la criminal explotación y usufructo que los franceses hacen de los recursos africanos de África
Central, (...). Obiang beneficia también de la colaboración de los americanos de Estados Unidos y de sus
proto-criollos, los israelíes. Cosa que como bantú que soy no soporto. Son los judíos los que hacen su ley hoy
en África Central. Para un bantú como yo todo eso es una gran humillación. Por eso prefiero quedarme en
exilio aquí en Francia donde les puedo decir verdades como acabo de decirte en este texto y que muchos
guineoecuatorianos que están en Guinea Ecuatorial no se atreven a decir so pena de hallarles muerto en una
clínica de judíos en Malabo. (…). Sabes ahora por qué salí de Guinea Ecuatorial mientras que yo colaboraba
con el Centro Cultural Francés, la Agencia France Presse y el CICIBA? Porque Obiang y los gobiernos de
España, Estados Unidos y Francia roban en Guinea y no quieren que haya nadie para denunciarlo. Un fuerte
abrazo y espero que tengas el valor de reproducir íntegramente mi testimonio‖ (conversación con Joaquín
Mbomio, Madrid, Noviembre de 2012).
93

en poemas se halla en la revista ecuatoguineana África 2000, entre otros títulos caben:
―Soledad‖, ―El retorno―, ―Rostros hermosos‖, ―Nostalgia― o también ―Piedad‖.

Desde 1992 y hasta en la actualidad, Joaquín Mbomio Bacheng vive y trabaja en


Thonon les Bains en la frontera franco-suiza (Haute Savoie). Entre otras ocupaciones, es
miembro del sindicato de periodistas, como periodista ejerce de redactor de Tele Regaf,
también de la Radio Zones y de la asociación cultural Regards Africains en Genova.

-Antecedentes históricos

Joaquín Mbomio ha publicado hasta ahora tres novelas. En la segunda titulada


Huellas bajo tierra (1998) como en la primera, el autor sigue explorando el régimen
dictatorial de Macías Nguema, esta vez para denunciar las atrocidades del maciísmo
cometidas bajo el pretexto del asentamiento de la soberanía o de la descolonización. Joaquín
Mbomio se vale del desgraciado destino del protagonista Juan Ndong para reescribir las
páginas más sombrías de la historia poscolonial guineoecuatoriana. Llama mucho la
atención la metáfora aplicada a la cárcel, una institución colonial nacionalizada por el
régimen maciísta y, convertida en un objeto alienante y deshumanizante, una eterna huella
bajo tierra. Los temas dominantes como son la cárcel, la muerte, la constante cuestión de la
identidad cultural o la transcendencia del poder ejecutivo, surgen de la cruda realidad
guineana y de la imaginación propia, y están tratados en la novela de Joaquín Mbomio en un
estilo que aúna lirismo e ironía.

-El párroco de Niefang: Memoria de la dictadura

La novelística de Joaquín Mbomio Bacheng se inscribe en línea argumental y


temática de las primeras generaciones de escritores guineoecuatorianos. Posiblemente, ello
tiene mucho que ver con su vida, por lo visto, forma parte de estas generaciones de
guineanos cuyas ilusiones se desvanecieron con los sucesos históricos de su país. Joaquín
Mbomio como numerosos jóvenes en aquellos años de persecución social y política, ha
experimentado las restricciones de libertad de expresión y los castigos típicos del régimen
dictatorial. Durante su formación de docencia, el día 28 de mayo de 1978, Mbomio Bacheng
fue detenido por la policía política nguemista acusado de alta traición, denunciado
públicamente en un mitin como "alumno traidor a la Revolución guineana" y finalmente
encarcelado durante un año hasta su liberación el 30 de octubre de 1979. Los dos primeros
94

meses, permaneció en la « Cárcel Modelo » de Bata para luego ingresar la prisión de Black
Beach de Malabo. Mientras tanto, fue asignado a trabajos forzados en las plantaciones
estatales de cacao y por lo tanto destinado a la « Finca Cacahual » situada en la carretera del
aeropuerto de la isla de Bioko. Mbomio fue liberado e indultado merced a la ley de amnistía
proclamada por las nuevas autoridades, dos meses después del « Golpe de Libertad » del 3
de agosto de 1979 que derrocó al dictador Macías Nguema. En su caso particular, la llamada
crisis oncenal convierte a Mbomio Bacheng en un testigo histórico privilegiado, por eso
también este periodo es una de sus principales fuentes de inspiración y de otros autores
guineanos.

Sus dos primeras novelas publicadas aunque muy posteriormente son el reflejo de su
visión de la historia revisitada dos décadas más tarde, con frecuente hincapié en el pasado el
presente y una mirada dirigida hacia el futuro.

Hemos elegido El párroco de Niefang (1996), esta es una novela poscolonial que
narra la historia del padre Gabriel encarcelado durante la persecución cristiana del anterior
régimen nguemista. La novela empieza poco tiempo después de la puesta en libertad del
padre Gabriel con el final de la dictadura. El acontecimiento es celebrado por una misa
solemne en la catedral de Bata. Luego, el padre Gabriel viaja a Niefang a Edum para
reencontrarse con sus antiguos feligreses y a través de oficios eucarísticos celebrar la
libertad y la resurrección de la Iglesia católica. En el pueblo Edum donde los aldeanos le
han preparado un recibimiento festivo, el joven sacerdote presencia por casualidad una
escena de mibili, el rito de los espíritus. Durante el acto, dialoga con Patricio Mbona Ndong,
su primo asesinado en la prisión de Bata durante su encarcelamiento. También allí Gabriel
se reúne de nuevo con su amante María Soledad Nchama Anguan, y junto a ella están una
población miserable y a una juventud despechada, sin rumbo ni esperanza. A través de sus
visitas, Gabriel descubre que los guineanos están marcados por la dictadura, durante la que
su único consuelo y protección recayó en sus antepasados, destaca también el arraigo a los
cultos tradicionales consideradas una fuente de curación y bendición. Al final de la obra, el
padre Gabriel tiene que abandonar de nuevo a sus feligreses y viajar a Europa para
descansar y prepararse como futuro obispo.

El párroco de Niefang es una novela bastante corta que consta de ochenta y siete
páginas, una nota introductora del autor y un prólogo del escritor Anacleto Oló Mibuy.
95

Mbomio Bacheng ha publicado recientemente su tercera novela titulada Matinga, sangre en


la selva (2013) con las ediciones Mey.

A continuación cerramos la autoría con el segundo escritor español y poscolonial de


nuestro corpus.

II-4-Manuel Leguineche

Esto es el último y autor de la segunda novela poscolonial que estudiamos en este


trabajo. Veamos su biografía, contexto y repertorio literario.

-El precursor del periodismo literario

Manuel Ángel Leguineche Bollar, escritor y periodista nació en Arrazua (Vizcaya),


el 28 de septiembre de 1941. Desde la adolescencia cultiva el gusto por la lectura
recorriendo los periódicos, hasta descubrirse una curiosidad particular por la historia. En
1957 con sólo 16 años Manuel Leguineche inicia su trayectoria profesional colaborando en
el semanario Gran Vía de Bilbao. A los 17 años trabaja como redactor, corresponsal y
enviado especial en el diario El Norte de Castilla dirigido por Miguel Delibes. Esta es una
etapa fundamental en la que Manuel Leguineche aprende su oficio bajo el cuidado de aquel
que considera como un modelo, el escritor y periodista Miguel Delibes. Luego colabora en
Televisión Española39. Cursando estudios de filosofía y derecho a los 18 años, Manuel
Leguineche abandonará pronto para saciar sus ansias por la historia, y por conocer el
mundo. Esta curiosidad se traduce en viajes y exploraciones siempre con la meta de ver
otros sitios y lo que pasa por el mundo. En 1962, Manuel Leguineche se marcha rumbo a
África para cubrir la revolución en Argelia. Desde aquel primera experiencia como
corresponsal y enviado especial, toda su carrera se amplía en el ámbito internacional que él
consideraba un campo inexplorado y bastante desinteresado. Si bien su primera experiencia
de guerra fue la de Vietnam.

Cuando en 1971, Manuel Leguineche obtiene su título de periodismo ya tiene una


experiencia del terreno bastante importante, uno de los motivos que retrasaron su
39
Durante el año 1989, Manuel Leguineche dirigió y presentó en Televisión Española (TVE), el informativo
―En portada‖. En la misma cadena dirigió y presentó la serie ―Memoria de la Guerra‖ basada en la Segunda
Guerra Mundial.
96

graduación. En su trayectoria periodística ha sido destacado reportero, corresponsal político


internacional y sobre todo una figura sobresaliente del periodismo español. Como
corresponsal de guerra o reportero, Manuel Leguineche fue un apasionado de la historia y
un viajero empedernido que ha presenciado y transmitido durante el pasado siglo, los
conflictos bélicos y crisis en diversas partes del mundo, también para saciar su vocación
periodística y su afán de conocimiento sobre el terreno: Argelia, Vietnam, Nicaragua,
Chipre, Marruecos, Bangladesh, Camboya, Guinea Ecuatorial, Palestina, Israel, Siria,
Líbano o Afganistán ha sido sus destinos puntuales. Según expone, le ha motivado siempre
la búsqueda de las historias humanas en el medio de las tragedias, por eso el viaje ha sido
una constante que él considera como una pasión y sobre todo un hondo anhelo por
presenciar y testificar. A pesar de ser un trotamundos como se define a él mismo, enfatiza
las dificultades características del oficio periodístico en el pasado siglo, Manuel Leguineche
confiesa por ende el esfuerzo y sacrificio imprescindibles. En su caso precisamente tuvo que
ejercer oficios inauditos en varias partes del mundo para el sustento personal o para realizar
algún proyecto pendiente.

En 1983, Manuel Leguineche fundó y fue director durante doce años de la agencia
de noticias Colpisa que, en aquellas fechas se encargaba de despachar algunos diarios
españoles.

Tanto deseo por conocer ha llevado al periodista a construir un estilo literario propio
aunando el reportaje y la escritura. Leguineche fue pionero y considerado el ―padre‖ o
maestro de varias generaciones de reporteros españoles, todo un modelo a seguir dentro de
la ―tribu‖. Otro credo propio suyo nace al observar lo que llama la memoria selectiva, es
decir la apatía por hechos o acontecimientos sucedidos en algunas partes del mundo pero
considerados insustanciales y hasta a veces callados. Observa:

Lo más importante después de saber algo es saber dónde encontrarlo (...). La actualidad es tan
abrasadora, tan veloz, tan fugaz el paso de las noticias, que se hace necesario mantener la
memoria...Se dice que los jóvenes tienen el don del olvido y los mayores el del recuerdo: en algún
lugar habrá que guardar memoria de lo que ha pasado. Los grandes anuarios del siglo o del año
recogen con profusión de datos las grandes efemérides. ¿Quién se encarga de las pequeñas, de dejar
recordación de lo que pasó a nuestro lado y que dejamos caer en el olvido? (...). Una de las grandes
tragedias del mundo es que no cultiva la memoria o la selecciona, la subjetiviza, la desnaturaliza, la
confunde, la sirve incompleta (Leguineche, 2005:7).

Los dos oficios de Manuel Leguineche son indisociables, su obra literaria surge
principalmente de la experiencia y viajes sobre terreno. Se niega a ser un testigo pasivo de la
historia, sus vivencias, los hechos que explora los convierten en fuentes de inspiración
97

básicas, piensa que hay que contarlo para conservar la memoria colectiva que es la historia
y, perpetuarla. El grueso de su corpus bibliográfico está compuesto de libros de viajes y
ensayos.

Sin lugar a dudas, Manuel Leguineche ha recorrido el planeta desde los lugares más
recóndito pasando por las grandes urbanizaciones del mundo, siempre viviendo los
acontecimientos y hechos en momentos y sitios muy arriesgados. En la actualidad, es
considerado decano de los corresponsales de guerra en España y también una figura
prestigiosa del periodismo español. En el término de una laboriosa trayectoria que él mismo
define como una carrera vocacional y de largo aliento, vivió más de dos décadas en un
pueblo de la provincia de Guadalajara, en la plaza que lleva su nombre y, en un edificio que
en el siglo XVIII albergó una escuela de gramáticos. A esta ciudad que dijo le eligió a él, la
consideró capital mundial del silencio. Periodista y escritor respetado y admirado de todos,
él se define como un hombre sencillo y amante del campo y, en Brihuega dice estar a gusto
porque allí ha encontrado un refugio fantástico. En octubre de 2008, la diputación provincial
de Guadalajara celebró dos días de un homenaje a Manuel Leguineche, pues fue nombrado
―Hijo adoptivo de la provincia de Guadalajara‖ y también se presentó un ensayo colectivo
―Guadalajara ya tiene quien le escriba” (2008) donde participaba él y otros periodistas,
corresponsales o reporteros de guerra. Es un libro homenaje de sus compañeros,
precisamente una recopilación de su biografía, bibliografía, y los mejores textos de
Leguineche.

-Viajar y contar: recuentos de un laborioso recorrido

Manuel Leguineche fue un autor prolífico, producción literaria incluye varios libros
de viajes, crónicas, reportajes o ensayos de análisis histórico. También escribió tres novelas
en su estilo a caballo entre el reportaje y la novela. Toda la producción literaria de este
prestigioso escritor y periodista está motivada por su afán de saciar su vocación profesional
que se resume en dos palabras: descubrir y contar. Así como aplicando aquella máxima de
la profesión periodística según la cual el periodista es gente que cuenta a la gente lo que le
pasa a la gente. Manuel Leguineche enfatiza a menudo en la necesidad y el interés de
perpetuar el patrimonio histórico, hay que contarlo porque dice la historia es la vida y que la
vida también es maestra de la historia. A modo de ejemplo podemos citar el ensayo titulado
Yo te diré. La verdadera historia de los últimos de Filipinas (1898-1998) en (1998), donde
Leguineche narra los últimos días de Filipinas como posesión española. O La felicidad de la
98

tierra (1999), donde descubre su afición por el paisaje y elogia, el ambiente rural de las
tierras alcarreñas que le albergan y su encanto por en este lugar. Lo mismo podría decirse
del documental Verdad inocente que dirigió en 2001 una cinta de cuarenta minutos y acerca
de la tragedia de los niños afganos exiliados por la guerra.

Durante décadas el prestigio de Leguineche ha sido galardonado, como periodista y


como literato, es una larga nómina de premios nacionales e internacionales. Algunos son: el
Premio Nacional de Periodismo (1980), el Cirilo Rodríguez (1984), el Premio Reporter
(1989), el Pluma de Oro (1990), el Premio Julio Camba (1991), el Premio Ortega y Gasset
(1992), el Premio Espasa de Ensayo (1996), el Premio su Peso en Miel (2004), el Premio la
Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) de Periodismo (2007), el
Premio de la Asociación de la Prensa de Guadalajara (2008), el Premio de La Unión de
Periodistas Valencianos (2008), el Premio Euskadi (2008), el Premio Vizcaíno Ilustre
(2008), el Premio Reporteros del Mundo (2008), el Premio Agustín Merello de
Comunicación (2009), el Premio Luca de Tena (2010).

Entre otros méritos, Manuel Leguineche recibió en 2007 la Medalla de la Orden al


Mérito Constitucional y posteriormente, 2008 fue nombrado Vizcaíno Ilustre por la
Diputación Foral de Vizcaya. Recientemente en 2010 se creó el ―Premio Internacional de
Periodismo Manuel Leguineche‖ que recompensa los trabajos periodísticos de viajes.
Manuel Leguineche falleció recientemente el día 22 de enero de 2014. Veamos a
continuación la Tribu.

-La tribu: en las postrimerías de la tiranía guineana

La novela de Manuel Leguineche La tribu (1980)40 que integra nuestro corpus se


escribe en uno de los momentos decisivos de la historia de Guinea Ecuatorial, se trata del
derrocamiento del primer presidente elegido tras la independencia en 1968. Cuando en 1979
cae el dictador Macías Nguema, Leguineche viaja a Guinea Ecuatorial siempre movido por
su afán de ser testigo vivo y pisar el terreno para transmitir lo sucedido. Hay quienes opinan
que este escritor ha asentado las bases de un nuevo género literario, el periodismo literario.
La tribu se inscribe en esta corriente novelística a caballo entre el reportaje y la novela, o

40
La tribu ha sido editada dos veces, en 1980 y luego en 1996. En este trabajo, manejamos la segunda edición.
A diferencia de la primera, esta segunda edición ha sido mínimamente revisada, el autor ha añadido un
apéndice (el testimonio de un guineoecuatoriano víctima de la dictadura de Macías Nguema), un epílogo (el
contenido del diario de otro guineoecuatoriano anónimo), y por fin las críticas aparecidas sobre la novela.
99

sea, el reportaje novelado. En el momento en que Leguineche se plantea la oportunidad de


contar la verdad guineana, tropieza con la dificultad de elegir el género más adecuado, al
final opta por un reportaje con una envoltura de novela. Lo matiza asimismo en el prólogo
de la misma: ―Sentía y siento pudor llamarla novela. La verdad es que busqué en la técnica
de la novela una disculpa para contar la noticia, el golpe de Estado contra Macías, el primer
presidente de la República” (1996:12).

A modo de resumen, La tribu es una obra poscolonial en la que la tribu formada por
un grupo de periodistas europeos enviados especiales (de radio, prensa y televisión) acude a
Guinea Ecuatorial en agosto de 1979, tras el llamado Golpe de Libertad encabezado por
Obiang Nguema Mbazogo y algunos oficiales y suboficiales del ejército. Con el pretexto de
cumplir con su misión oficial, la tribu recorre Malabo, Luba, Bata, Evinayong y varias
aldeas de la región continental, paso a paso, destapa las ruinas del país y las miserias de las
poblaciones tras once años de dictadura. El golpe cuya noticia ha atraído a los
corresponsales de guerra en este foco de tensión africana es el pretexto del autor, por una
parte, para presentar un retrato de Macías Nguema, como el tirano que durante once años ha
sido un dictador cruel por su pueblo. También dentro de la descripción del país bajo los
escombros se inserta el relato que reconstruye el proyecto del golpe, tal y como fomentado
por el único Teodoro Obiang Nguema. Por otro lado, el autor hace una profunda radiografía
de la profesión periodística. Llama la atención el perfil psicológico de los enviados
especiales paso a paso diseñados y paralelamente las fortalezas y debilidades de su oficio.
Son expuestos como profesionales del peligro pues Leguineche resume en cuatro palabras
toda la problemática de la profesión periodística, y en su sentido los reporteros forman el
club de los cuatro ―D‖, es decir, son: deslenguados, dipsómanos, depresivos y divorciados.

La tribu consta de diecinueve capítulos en 357 páginas que recogen gran parte de la
temática vigente de aquella temporada poscolonial y dictatorial, principalmente la violencia
pasada y presente así como todas sus consecuencias: la miseria, la pobreza, la represión, la
muerte y sobre todo el miedo que aniquila física y psicológicamente. La obra de Manuel
Leguineche también desentraña algunos aspectos del universo sociocultural guineano tal
como son la brujería, el peso de las tradiciones, el tribalismo o el analfabetismo.

En resumidas cuentas, este capítulo ha sido el lugar de descubrir a los autores cuyas
obras hemos elegido para realizar este trabajo. Su descripción, el contexto de su producción
literaria o la breve reseña de las obras elegidas dan fe del compromiso de cada uno de ellos.
100

Desde distintos enfoques, pueden ser valorados como portadores de una idea propia acerca
del mundo, su funcionamiento y sus realidades, según las circunstancias que rodean cada
época de la creación.

Precisamente los dos autores españoles Soler y Leguineche destacan unos rasgos
característicos similares. Son dos infatigables viajeros que, recorriendo el mundo han sabido
sacar mayor provecho de sus constantes desplazamientos, sus vivencias y aficiones.
Justamente, nos han interesado por ser escritores con un destino atípico. Su abnegación y su
voluntad extraordinaria al trabajo le han llevado a triunfar profesionalmente y, esto es
perceptible a través de sus obras. Sus novelas bien destacan hombres de talento y de
compromiso con su época y con la historia. Por fin, es el lugar también de pensar que el
afán para ambos, por saciar su vocación profesional les ha llevado a elegir la soledad a
expensas de una vida familiar.

Como podemos contemplar, Leguineche y Soler son dos españoles cuyo instinto
viajero aunque por distintas razones, ha llevado a añadir una obra de temas guineanos a sus
respetivos repertorios. Leguineche y Mbomio Bacheng ofrecen a los guineanos una tribuna
para contar al mundo lo tremendo que le trató el régimen de Macías durante once años,
mientras Bartolomé Soler y Donato Ndongo enfocan la colonización española cada uno con
su sensibilidad propia.

Como Leguineche y Soler, Donato Ndongo y Mbomio Bacheng también comparten


algunas similitudes. Son dos guineoecuatorianos de la misma etnia fang, del mismo distrito
Niefang y ambos exiliados. Pertenecen a las primeras generaciones de nativos formados al
extranjero pero cuyo proyecto de vuelta al terruño y anhelos patrióticos se desvanecieron
tras la independencia alcanzada en 1968. Por lo tanto, son de aquellas víctimas que
padecieron los altibajos del poder dictatorial maciísta y, a consecuencia de todo ello, se
vieron obligados al destierro hasta en la actualidad. De hecho su narrativa de exilio recoge
episodios importantes de la historia colonial y poscolonial guineana y, también a través de
las mismas se puede apreciar el repertorio cultural de sus orígenes comunes. Fra Molinero
(2004) que ha analizado las similitudes en las novelas de ambos escritores señala entre
otras: la técnica autobiográfica vinculada al discurso político que fundamenta, la
implicación de ambos en su novelística, y con fines testimoniales o también sus discursos
políticos donde denuncian el terror del maciísmo. Uno de los rasgos sobresalientes señalado
por Fra Molinero es la trascendencia en las obras de Donato Ndongo y Joaquín Mbomio del
101

personaje ―mesiánico y salvador‖ a saber, un protagonista concebido con dotes espirituales


modernos y aborígenes y destinado excepcionalmente a sacar su pueblo de la aflicción.
Molinero define el mesianismo como: ―una actitud personal de respuesta a una
preocupación social. Ante la experiencia de un estado de opresión agudo, cualquier sociedad
tiende a generar un deseo colectivo de que aparezca una figura excepcional que resuelva sus
problemas y catalice las energías dispersas del pueblo en busca de regeneración moral y
material‖ (Fra Molinero, 2004:117-118). Estos son el protagonista anónimo expresamente
preparado para restablecer el honor de su pueblo en Las tinieblas de tu memoria negra, y el
padre Gabriel en El párroco de Niefang al que incumbe la misión de restablecer la justicia
en la Guinea pos dictatorial.

Los dos autores españoles nos han interesado por su compromiso, dos observadores
independientes que han plasmado su visión y de allí su interés por un país africano. Frente a
ellos, dos rescatados de la dictadura que desde sus respetivos refugios reescriben mediante
la ficción la historia que protagonizaron. En base a lo precedente, cada uno de ellos puede
ser tomado como unidad u origen de la significación de su obra, tenemos cuatro relatos
generados por cuatro testigos vivientes de la historia colonial y poscolonial de Guinea
Ecuatorial.

Después de estudiar los autores, para acceder efectivamente al significado de estas


obras, estudiaremos más adelante en cuatro capítulos los personajes de las cuatro obras
elegidas cuyos autores acabamos de perfilar. Si bien, antes de llegar al análisis de los
personajes, necesitamos previamente reunir las herramientas teóricas y metodológicas
necesarias. A ello dedicamos el siguiente capítulo.
102

CAPÍTULO III

FUNDAMENTACIÓN OS TEÓRICA Y HERRAMIENTAS


METODOLÓGICAS

III-1- Breves principios teóricos

Por ser una labor de investigación académica, este trabajo se tiene que realizarse con
bases metodológicas que le confieran la cientificidad y la coherencia necesarias.
Entendemos que la meta de un estudio de análisis literario es la comprensión del objeto, por
eso se necesita utilizar métodos literarios elaborados. Nos valdremos de la literatura
comparada porque sus principios de funcionamiento permiten utilizar más de una teoría de
crítica literaria pero de modo coherente, siempre que sean compatibles. En base de este
principio exploraremos conjuntamente la narratología y la crítica poscolonial. Esta etapa de
nuestro trabajo consiste en justificar brevemente el uso de cada una de las teorías elegidas,
su objeto y su aportación particular en el marco de nuestra labor. Desde luego, distinguimos
la teoría de la metodología, la teoría define el objeto de estudio mientras la metodología
proporciona las herramientas operativas para realizar el objetivo asignado a la teoría.

III -1-1- Elementos de la literatura comparada

La literatura comparada41 es una disciplina de los estudios literarios basada en el análisis de


distintas literaturas desde una perspectiva multidisciplinar y transcultural. Esta teoría no
presta mayor atención a los distintos trasfondos que comparten las distintas literaturas que

41
Las posturas más tradicionales de esta teoría consideraban las fronteras nacionales como fronteras de
investigación y en base de ello se indicaba la necesidad de estudiar las influencias, las relaciones, los rasgos
comunes y diferenciales y los intercambios entre las literaturas.
103

estudia, pero ella se dedica también al estudio de las interrelaciones entre la literatura y otras
esferas de la expresión humana como por ejemplo las artes, las ciencias sociales o
experimentales, la religión, la filosofía o la historia. Por lo tanto, esta se concibe como un
método de análisis mediante el que se transciende lo particular de los textos literarios y se
logra enlaces entre éstos y otras ramas del conocimiento y creencias humanas en busca de
parecidos y diferencias.

La literatura comparada tiene muchas bases metodológicas y por lo tanto varias


aproximaciones. Si bien, a diferencia del comparatismo americano, las escuelas francesas
insisten particularmente en la condición imprescindible de traspasar las fronteras nacionales
o lingüísticas para acometer el estudio comparativo. Este proyecto cumple dicho requisito
dado que analizamos contextos procedentes de dos narrativas, española y guineana.

Cabe mencionar, que nos valdremos concretamente del comparatismo para realizar
un análisis temático. Este estudio de los temas pretende esclarecer las divergencias o
convergencias entre las narrativas española y guineana que nos preocupan. En lo que atañe a
la lectura temática que nos interesa, Gil enfatiza precisamente señala oportunamente la
trascendencia del análisis temático sobre los requisitos geográficos. Puntualiza al respecto:

La literatura comparada asume en la actualidad el estudio temático de la literatura desde una


perspectiva que, utilizando terminología de Claudio Guillén, podemos calificar de supranacional, por
cuanto tiende a fijarse en los elementos temáticos por encima del tiempo o la geografía precisa de la
literatura nacional que ha elaborado artísticamente dicho tema, y entiende que la aproximación desde
el punto de vista temático a la literatura ha de ser punto fundamental en su objeto de investigación
(Gil-Albarellos-Pérez, 2006:57).42

Si nos ubicamos en el contexto africano en el que cabe la narrativa hispano-


guineana, Jacques Chevrier (1994:214)43 ha circunscrito el interés de la literatura comparada
por el campo de investigación de las literaturas africanas.

42
Gil-Albarellos-Pérez P., Susana (2006): Introducción a la literatura comparada, Valladolid, Universidad de
Valladolid.
43
Chevrier (1994) confirma la aplicabilidad del comparatismo en textos africanos, dice: ―Por la vía de la
enseñanza, de las publicaciones y de los trabajos universitarios, la literatura comparada ha desempeñado un
papel nada deleznable en el proceso de reconocimiento de las literaturas africanas. Al proponerse disipar la
ilusión de aparente familiaridad que textos escritos en lenguas europeas, pero arraigados en un imaginario
radicalmente diferente, pueden producir en lectores no enterados, la vía comparatista ha permitido delimitar
los puntos de convergencia entre culturas africanas y cultura occidental y destacar la irreductible singularidad
de las producciones africanas‖.
Chevrier, Jacques (1994): ―Las literaturas africanas en el campo de la investigación comparada” en
Compendio de literatura comparada, México, Ed. Brunel, Pierre e Chevrel, Yves, Madrid, Siglo XXI.
104

Para estudiar los temas que conllevan nuestras obras, tenemos que encontrarlos
primero. Para llegar a este fin, se integrará progresivamente las herramientas metodológicas
sacadas de las aproximaciones teóricas indicadas y reunir los medios necesarios para lograr
nuestra meta. Dado que la literatura comparada permite aplicar diversas teóricas literarias,
nos valdremos principalmente de la narratología y de la teoría poscolonial. La coherencia de
esta labor pues, depende de la explotación adecuada de los métodos elegidos y la necesidad
de reunir elementos imprescindibles para encaminar esta labor de investigación, Ezquerro
(1990) define precisamente el interés de semejante elección:

Utiliser à des fins propres des techniques méthodologiques pré- élaborées (…) sans jamais considérer
les données de ces méthodes existantes comme des procédés suffisants, mais plutôt comme des
éléments susceptibles de s‘intégrer dans un processus d‘analyse complexe et spécifique. Notre choix
était de nous forger des outils d‘analyse aussi adéquats que possibles (…). Il n‘est pas question
d‘inventer une nouvelle théorie, ni même de nouveaux outils mais bien plutôt d‘agencer des outils
analytiques existants, de les réorganiser en un ensemble cohérent (Ezquerro, 1990:127).

En base de estas aclaraciones, la narratología permitirá hallar los temas mediante el


estudio de los personajes mientras la teoría poscolonial enfocará el análisis de dichos temas.

III-2-Procedimientos sobre el personaje narrativo

Para estudiar el personaje narrativo en este trabajo, nos valdremos del método
narratológico como recurso metodológico. A esta primera etapa le incorporaremos
oportunamente el modelo actancial.

III-2-1-Recursos metodológicos

La narratología es el estudio de los elementos fundamentales de la narración. Su


concepción y funcionamiento surgieron del estructuralismo, que define y clasifica los rasgos
principales de toda narración. La narratología estudia las categorías textuales estudiadas
como son: la narración, los personajes, el tiempo o el espacio narrativos, estos dos últimos
suelen ser vinculados mediante el concepto de cronotopo. En cuanto a la trama o relato de
los acontecimientos su diseño emana de la elección del escritor mientras los personajes,
pueden ser clasificados como actantes en base de su función en el argumento de la obra.
105

El interés por la narratología en este trabajo es ayudarnos a entrar en las obras y


sacar los temas que desarrollan. De hecho nos valdremos de las pautas metodológicas que
ofrece este método para estudiar los personajes de las cuatro obras. Es que para la
narratología, el personaje es un elemento funcional, pues nosotros lo hemos elegido como
mediación, es decir, aquel elemento mediante el que deshacemos la esencia del relato para
configurar su sentido. Este estudio es pues del lugar de alcanzar el significado de las
respectivas obras ordenado en distintos unidades o sea las claves significativas.

El personaje narrativo ha sido desde mucho tiempo objeto de intensa reflexión de


parte de diversos tipos de investigadores. A raíz de eso, su estudio ha evolucionado desde
las posturas tradicionales que veía en él la expresión de personas o de la condición humana.
François Mauriac recalca la vida humana como el objeto predominante de los relatos de
ficción. Mantiene que: ―el personaje es el resultado del contrato suscrito por el novelista con
la realidad” (Mauriac, 1933:71). Los papeles de los personajes reproducen el desarrollo de
la condición humana y el mundo que lo rodea. Para Mikhail Bajtín (1979), el autor se
expresa a través de sus personajes pero sin confundirse con ninguno de ellos. De ahí que
cabe la posibilidad de estudiar un personaje mediante la biografía de su creador. Las
posturas más recientes diseñan al personaje participante de la acción narrativa y vinculado
con otros elementos del sistema. En el S XX, el estudio del personaje narrativo destaca un
periodo de abundante y diversa contribución a menudo influidas por otras corrientes
literarias o científicas. Antonio Garrido Domínguez (1996),44 despunta tres posturas entre
los planteamientos teóricos: el personaje visto como un trasunto de las preocupaciones
humanas, como expresión de sus conflictos internos característicos o como un elemento
funcional de la estructura narrativa.

En este trabajo se explotará los materiales de unos teóricos como son Antonio
Garrido Domínguez quien, con El texto narrativo (1996) se ha sumado a la reflexión

44
En la opinión de Domínguez, las posturas sobre el personaje se diversifican fuertemente. No faltan quienes
siguen contemplándolo como un trasunto de las preocupaciones del hombre de la calle y, en definitiva, de la
condición humana. Otros tienden en él- y en este punto es preciso valorar en toda su importancia el cambio de
enfoque operado por el Romanticismo- la expresión de conflictos internos característicos del ser humano de
una época o el reflejo de de la visión del mundo del autor o de un grupo social (se trata de las orientaciones
psicológica e ideológico-axiológica sobre el personaje). Finalmente, para otros, el personaje no es más que
(siguiendo a Aristóteles) un elemento funcional de la estructura narrativa o, de acuerdo con el enfoque
semiótico, un signo en el marco de un sistema. Obviamente, tampoco falta quien aluda a la muerte del
personaje (Garrido Domínguez, 1996:71).
106

encaminando al personaje como una categoría textual compleja. Philippe Hamon (1977),
proporciona medios para la identificación y tipificación de los personajes narrativos. Él
atiende tres aspectos fundamentales: el concepto, la constitución y las funciones que asume
el personaje en el relato. Sin prescindirse de lo precedente, exploraremos principalmente las
propuestas desarrolladas por Argildas Greimas (1971) y Anne Ubersfeld (1989). Ambos
proponen elementos metodológicos operativos para estudiar el personaje dramático
mediante el modelo actancial que se aplica también al personaje narrativo.

III-2-1-1- El personaje narrativo

Desde la perspectiva narratológica, el personaje narrativo es para los teóricos una


categoría textual particularmente compleja. La dificultad surge para definitivamente
resolver las cuestiones relacionadas con el personaje como concepto, su constitución o sus
funciones. Esta preocupación corresponde a determinados planteamientos o preguntas a
saber, ¿qué es el personaje, de qué está hecho o para qué sirve? Las propuestas han sido
abundantes y diversas al respecto, unos y otros intentando esclarecer estos aspectos o
proponiendo métodos eficientes para el estudio del personaje narrativo. En este trabajo,
como señalamos anteriormente se utilizará al personaje narrativo como mediación con lo
cual, este apartado reunirá datos teóricos que ayudan a explicarlo. Con esto atendemos los
rasgos o indicios relevantes entorno al personaje narrativo.

-Definición e identificación

Para definir al personaje narrativo, hay que considerar la dificultad que supone tal
ejercicio. Unos y otros teóricos mencionan este aprieto aunque y con argumentos
Precisamente Garrido Domínguez (1996) insiste en la dificultad por los estudiosos por
hallar una definición consensuada. Él recuerda aunque con matices, un planteamiento
anticuado que vincula el personaje a la definición de literatura como mímesis es decir
imitación, siendo la mímesis la imitación de acciones y de hombres actuantes. Si bien,
admite que los enfoques más recientes tienden a ver en el personaje un participante o actor
de la acción conectado con otros elementos del sistema. Al final él observa que: ―El
personaje come, duerme, habla, se escolariza o ríe, (…), sin embargo, las claves de su
comprensión no residen ni en la biología, la psicología, la epistemología o la ideología sino
107

en las convenciones literarias que han hecho de él un ejemplo tan perfecto de la realidad
objetiva que el lector tiende inevitablemente a situarlo dentro del mundo real (Garrido
Domínguez, 1996:68). Más adelante, enfatiza citando a Aristóteles: ―…la acción constituye
también el criterio que permite definir la naturaleza del personaje: éste se define
básicamente por sus actos‖ (Garrido Domínguez, 1996:69). En concreto, para definir el
personaje, hay criterios o rasgos imprescindibles pero también hay que valerse de una serie
de conceptos teórico elaborados para explicarlo. Diremos pues que los personajes narrativos
pueden ser aquellos actores literarios que desarrollan la acción de la novela, pueden ser
representaciones de personajes reales, o sea, aquellos basados en personas que realmente
han vivido o que viven, también pueden ser totalmente ficticios, surgidos de la imaginación
del autor. Esta definición permite de antemano levantar la ambigüedad entre el personaje
narrativo producto de la ficción y la persona como ser real o viviente. Siendo invento de su
autor, los personajes narrativos sólo existen en este universo utópico juegan determinados
roles o funciones y donde se valoran mediante su participación en en la trama. Por lo tanto,
el personaje narrativo tiene una existencia ficticia y con lo cual, él se concibe totalmente
diferente de una persona de carne y huesos.

Igualmente para Marina Mayoral el personaje literario es un elemento textual muy


complejo, sobre todo cuando hay que estudiar los distintos elementos que entran en su
diseño y su análisis. Por lo que afirma: ―La creación de personajes es uno de los puntos más
oscuros y peor conocidos del proceso de elaboración de la obra literaria‖ (Marina Mayoral,
1993:11). Al propósito, Milagros Ezquerro suma una contribución que define al personaje
literario mediante su composición: ―El personaje es un sistema que el texto va construyendo
progresivamente, pero que, al mismo tiempo, es una entidad global que el texto entrega en
su primera ocurrencia, una figura cabal que se impone al lector mucho antes de que la
novela haya podido construirla‖ (Milagros Ezquerro, 1993:15). Como veremos más
adelante, se distinguen aportaciones más recientes sobre los planteamientos acerca del
personaje como son la comprensión y análisis del personaje, pero quedan vigentes algunas
viejas preocupaciones tocantes a su origen, su construcción o sus funciones.

Si nos atañemos a lo precedente, las diferentes definiciones contribuyen a entender


mejor el concepto del personaje, también se descubre que en el marco de la obra de ficción,
el personaje literario se construye progresivamente hasta el final. Cabe señalar que la
complicación para aclarar al personaje y el interés por dominarlo es palpable por el número
108

exhaustivo de trabajos teóricos a él dedicado, de hecho también para entenderlo es necesario


explotar diversos enfoques ya que son habitualmente son accesorios unos con otros. En
adelante exploramos los encauzamientos teóricos sobre la construcción, la descripción o
caracterización que permite estudiarlos bajo diversos ángulos.

III-2-1-2-Construcción y presentación del personaje

Algunas aportaciones confluyen hacia la construcción del personaje narrativo


diseñado discontinua y progresivamente por el relato a lo largo del que va cargándose de
contenido y de significación. Esto es por ejemplo el planteamiento de Garrido. En el mismo
sentido Aristóteles, que es el precursor de la caracterización del personaje lo construye
como un conjunto de rasgos con dos fuentes principales de información. Primeramente, se
dan las informaciones que derivan de su participación en el desarrollo de la acción en su
condición de agente y en segundo lugar caben los datos que son constitutivos de su
personalidad.

La aportación de Milagros Ezquerro (1993) encamina la construcción de los


personajes derivada del eje vital sobre el que gira toda la acción desarrollada en el universo
ficticio creado por el autor. De este modo, los personajes participan en todos los
acontecimientos narrados pero se presentan bajo distintas formas. Pueden ser entonces,
cosas, animales, u otros seres imaginarios construidos con rasgos humanos. Atendiendo a
los aspectos que ayudan a su identificación, señala:

El personaje novelesco es a la vez una forma o estructura global - tal como aparece en un principio-, y
un conjunto complejo de rasgos semánticos que se van sumando a medida que se desarrolla la
historia. Cuantos más rasgos se añaden, más complejo, rico y apasionante es el personaje. Sin
embargo, un personaje conserva su identidad desde el principio, cuando sólo es una estructura vacía
semánticamente, hasta el final, cuando la estructura se ha llenado de significaciones múltiples
(Ezquerro, 1993:16).

De este modo, el personaje es una unidad sintáctica es decir, uno de los elementos
que entran en la construcción de un relato. Estudiar el personaje narrativo en este trabajo
nos llevará a desmontarlo en sus elementos constitutivos y, sacar de ellos los rasgos o
indicios más relevantes que pueden ser utilizados como criterios de caracterización.
Generalmente la caracterización es el ejercicio por el que se identifica y clasifica los
elementos de la construcción del personaje, pueden ser rasgos de tipos individualizadores
109

como el nombre propio o deíctico, o indicios de tipos generales como son los caracteres o el
origen.

Garrido Domínguez proporciona aún más indicios para acertar la una descripción
singularizada del personaje narrativo

La construcción del personaje se presenta, pues, como resultado de la interacción entre los signos que
integran la identidad del personaje, los que reflejan su conducta, y finalmente los que expresan sus
vínculos con los demás personajes. Exceptuando quizá el primer tipo de rasgos, (…), los demás se
van definiendo - y, con mucha frecuencia, modificando-al compás del desarrollo de la acción. De ahí
que pueda afirmarse con justicia que el diseño del personaje no se culmina hasta que finaliza el
proceso textual (Garrido Domínguez, 1996: 88).

En la caracterización del personaje surge efectivamente la cuestión de las fuentes de


información es decir, los modos de presentar al personajes en el marco del texto. Aparte las
que señala Aristóteles, para Garrido Domínguez (1996), las informaciones sobre el
personaje coinciden básicamente con las fuentes del discurso, remiten por una parte a los
tipos de narradores y por otro, a los subgéneros narrativos. Él distingue cuatro
procedimientos fundamentales: la presentación directa en la que un personaje proporciona
informaciones sobre sí mismo, esto es propio de los géneros de la autobiografía, en segundo
lugar cabe el caso donde un personaje es quien informa sobre otro personaje, es el personaje
- narrador. En este caso, la información es condicionada por el campo visual del personaje-
narrador quien refleja básicamente el comportamiento y las palabras del personaje descrito
cuya imagen final depende finalmente de la disponibilidad y actitud del personaje narrador.
En el tercer procedimiento, la presentación de un personaje se hace por medio de un
narrador extradiegético no implicado en la historia que cuenta. En este caso, el narrador
retrata el carácter, el aspecto físico, o el hábitat en los que se apoya para justificar la
conducta del personaje descrito, sus palabras o sus gestos. En este caso se da mayor
cantidad de información en virtud del carácter omnisciente asignado al narrador, esta forma
de presentación es frecuente en la novela tradicional. La última modalidad consiste en que el
personaje descrito es presentado por un narrador heterodiegético omnisciente o testigo. Es
un narrador poco prolífico que ofrece progresivamente una información fragmentada y con
prevalencia a la conducta y lenguaje del personaje, es típico de la narrativa del siglo XX.

Para Bourneuf y Ourlet (1989) también, el personaje novelesco es indisociable de su


universo ficticio, por lo que no puede concebirse de modo independiente. Concretamente,
como Garrido Domínguez, ellos también exponen el personaje perteneciendo a una red de
relaciones de ahí que, forma parte de una constelación, implicado en una dinámica de
110

grupos y, debido a la imagen que proyecta y a las diferentes relaciones que provoca, es visto
de modo distinta por los individuos del grupo. Añaden además que los rasgos recogidos no
suelen constituir una lista exhaustiva en cambio, más bien suelen complementarse entre sí.
A raíz de ello, señalan: ―El personaje de la novela se nos presenta de cuatro formas: (1) por
sí mismo; (2) mediante otro personaje; (3) a través de un narrador heterodiegético; y (4) por
sí mismo, mediante otros personajes y a través del narrador” (Bourneuf y Ourlet, 1989:204).
Esta última forma donde se mezclan la voz de un narrador, de otros personajes y del
protagonista, la han denominado la presentación mixta.

Igualmente atendiendo la caracterización del personaje, Salvador Crespo Matellán


(1988), enfatiza particularmente el lenguaje para describir el personaje narrativo, en su
sentido prepondera el modo en que las informaciones son proporcionada, por lo tanto
advierte: ―Lo que dice un personaje y cómo lo dice: tipo de acto de habla que realiza
(órdenes, preguntas, promesas, amenazas, consejos, etc.), patrones de su conducta verbal
(elocuencia, reticencia, indecisión, etc.) tono de voz, idiolecto, dialecto, sociolecto, registro,
estilo, etc. constituyen factores que contribuyen significativamente a la caracterización del
personaje‖ (Crespo, 1988:141).
Más recientemente, Robert Mckee (2002) nos permite saber cómo utilizar las
informaciones reunidas. Él nos dice qué es y en qué consiste el ejercicio de la
caracterización: ―La caracterización es la suma de todas las cualidades observables de un ser
humano, todo aquello, que se puede conocer a través de un cuidadoso escrutinio – la edad y
el coeficiente intelectual, el sexo y la sexualidad, el estilo de habla y la gesticulación, la
elección de automóvil, de casa y de ropa, los valores y las actitudes – todos los aspectos
humanos que se pudieran conocer tomando notas sobre alguien todos los días (Mckee,
2002:131). El teórico distingue los rasgos de descripción del personaje narrativo derivados
en este caso de datos que aporta el propio personaje, a través de las acciones que realiza, de
sus gestos, su forma de hablar y también de la relación que establece con su entorno y con
los demás personajes.
Si bien existen diversas modalidades de caracterización del personaje, las tendencias
contemporáneas tienden a explorarlas de modo complementaria, este procedimiento
pretende principalmente explorar más a fondo el personaje.
Lo más habitual en el relato es la combinación de procedimientos en la presentación del personaje: el
centro informativo pasa en este caso del narrador al propio personaje o a otro personaje, de un
personaje a otro, etc. De este modo se obtiene una visión más rica y plural-menos dogmática (…)
coincidiendo precisamente con los esfuerzos por «frenar» la prepotencia del narrador omnisciente y
hacer más relativa y diversa la presentación de los hechos (Garrido Domínguez, 1996:90-91).
111

De las diferentes aportaciones sobre la caracterización se desprende que el personaje


narrativo puede ser caracterizado de dos modos principales. Por un lado si reparamos las
argumentaciones de Garrido Domínguez y la de Bourneuf y Ourlet que priorizan la fuente
de información entendida como el modo en que se revela el personaje en el texto, asimismo
encaminamos dos pautas actuales: descripción directa e indirecta. La caracterización directa
o explícita descubre al personaje mediante los datos sacados de un narrador u otro personaje
del relato. En cambio, la caracterización indirecta o implícita se da cuando un lector tiene
que deducir por sí mismo la personalidad o carácter de un personaje a partir de sus acciones,
reacciones, gestos, gustos o su lenguaje. Ahora si contemplamos las reflexiones de Crespo y
Mckee más centradas en los modos de estar, hacer o de parecer de un personaje, llegamos a
otros tres tipos de caracterización; física, psicológica o mixta. La descripción física, toma en
consideración el aspecto y constitución física y también sus atuendos. El segundo modo de
caracterización se fija en los datos psicológicos y precisamente la descripción psicológica y
emocional del personaje y ésta atiende también su comportamiento y sus opiniones. En
último lugar se puede realizar una descripción mixta o el retrato que aúna conjuntamente
las dimensiones física y psicológica.

Más allá de realizar la descripción parcial o completa, directa o indirecta del


personaje narrativo, hay otros aspectos y tendencias descriptivas construidos en torno al tipo
o clase de personaje que ejemplifica a un grupo determinado. Para la narratología el
concepto y las modalidades de la caracterización sirven para justificar el desarrollo del
personaje en el marco del relato, es decir, sus funciones. La gran variedad de funciones
existente ha llevado los teóricos a tratar de clasificar las acciones para establecer una
tipología del personaje. En base de la tipología o funciones de los personajes, podemos
alcanzar una clasificación diferente y este caso por ejemplo se hablará de personajes planos
o redondos. Es necesario determinar los diferentes rasgos en base de los cuales se elabora la
clasificación de los tipos de personajes. A propósito, Mihkaïl Bajtín (1979) pone en tela de
juicio los límites de la tipificación a causa de la escasez de criterios de identificación,
definición o de clasificación consensuados:

La confusión de diversos puntos de vista, de distintos enfoques, de diferentes principios de evaluación,


aparece en todo momento. Personajes positivos y negativos, (…), héroes autobiográficos y objetivos,
idealizados y realistas, heroización, sátira, humorismo, ironía; héroe épico, dramático, lírico; carácter,
tipo, personajes, (…), razonador, simple, etc.: todas estas clasificaciones y definiciones de personajes
no están fundamentadas en absoluto, no están jerarquizadas entre sí y, por lo demás, no existe un
principio único para su ordenación y fundamentación. Estas clasificaciones son mezcladas y
acríticamente (Bajtín, 1979: 16-17).
112

Pese a ello, las propuestas existentes según Todorov citado por Garrido Domínguez
(1996:92) pueden clasificarse en dos bloques, las tipologías sustanciales y las tipologías
formales. Las propuestas acerca de las tipologías sustanciales responden más a una
concepción dramática del relato. En cambio, las tipologías formales que más nos interesan
están desarrolladas en base de determinados criterios según los estudiosos.
Edward Morgan Forster (1985) desarrolló una tipología convencional teniendo en
cuenta las acciones que asumen los personajes en el relato, por eso su propuesta valora el
nivel de participación de cada personaje en el desarrollo del acontecer. Son principales o
protagonistas, aquellos personajes que asumen funciones de mayor relevancia, de los que
más se habla en el texto. Son secundarios los que son menos importantes que los anteriores
pero, propugnan o estorban las acciones de los protagonistas. Por fin tenemos los personajes
terciarios, figurativos o evocados, siendo generalmente aquellos que aparecen en un
intervalo de la historia, sea para apoyar una idea de la misma. No obstante, esta
jerarquización no excluye categorías intermedias.
Visto desde aquí, la propuesta de Forster parece corriente pero, en realidad es en su
segundo grupo de caracterización donde introduce la novedad. En adelante, él propone
definir o valorar al personaje según su capacidad por sorprender al lector y de diversos
modos:
Distingue los personajes dinámicos, aquellos que en el transcurso del relato
experimentan un cambio o una evolución capaz de afectar su apariencia externa, su nivel
cultural, su carácter, su estatuto social o económico. Por ejemplo adolescentes que maduran,
o unos que pasan de malo a buenos, de pobre a rico o inversamente. En cambio, son
personajes estáticos aquellos que no conocen ningún cambio o lo hacen mínimamente.
Morgan Forster formuló igualmente una distinción entre los personajes según su
grado de complejidad en su configuración, pueden ser pues planos o redondos. Los primeros
son pocos elaborados, están construidos en torno a un rasgo o cualidad que los individualiza
y los acompaña a lo largo del texto, son fácilmente reconocibles ya que no padecen ningún
cambio, son personajes tipos o caricaturescos. Inversamente, los personajes redondos
comprenden abundantes rasgos o cualidades, son psicológicamente consistentes y
evolucionan con el desarrollo de la acción, son capacitados para sorprender al lector.
Desde el punto de vista de la pluralidad o la unidad él distingue a los personajes
colectivos o individuales, los primeros designan a un conjunto o grupo característico de
113

personas como si fuera una sola, el segundo tipo se refiere a una sola entidad destacada de
entre un grupo colectivo en este caso, poseen una descripción total de sí mismos.
Desde el criterio de las relaciones que se establecen entre los personajes
dependiendo de su actuación, ellos actúan en forma negativa siendo receptores o pasivos de
la acción, al contrario actúan en forma positiva siendo activos en la acción, también pueden
ser destructores cuando su acción es dañina y finalmente benefactores en cuanto ayudan a
los demás.
Siempre para acertar la descripción del personaje narrativo, Philippe Hamon
(1977:94-96) ha elaborado una tipología basada en las tres dimensiones del signo:
semántica, sintáctica y pragmática y que le sirven de punto de arranque. Siendo el personaje
un signo, él lo define como una unidad de significación asequible al análisis y a la
descripción. En esta perspectiva, el nombre o deíctico representa el significante del
personaje, mientras que los predicados (verbos y adjetivos) integran su significado. En
resumidas cuentas, Hamon distingue tres tipos de personajes: los personajes referenciales
(históricos, mitológicos o sociales), que remiten a una realidad extra textual, poseen un
sentido fijo preestablecido por el gran código de la cultura. Luego los personajes deícticos o
portavoces que funcionan en el relato como representantes del autor, del lector o de otros
receptores. Finalmente los personajes anafóricos, aquellos que remiten a otro personaje más
o menos distante, del mismo enunciado.

Bourneuf y Ourlet (1989) añaden un tipo más que es el personaje portavoz al que
asignan un papel determinante:

Se echa de ver con facilidad cuando se habla del personaje como portavoz del autor, que hay que ir
más allá de la reconstrucción anecdótica de la biografía, el descubrimiento de las fuentes literarias o
históricas y el análisis superficial de las ideas, para alcanzar los niveles de expresión invisibles en un
primer acercamiento y descubiertos con métodos de análisis complejos y de difícil empleo para el
crítico o el lector solitario (Bourneuf y Ourlet, 1989:203).

De todo lo que precede, se contempla un número considerable de propuestas en base


de criterios de la coherencia, la apariencia externa, el carácter, lenguaje, entorno, acciones o
estatus social, todas estas informaciones que se ofrecen progresivamente en el texto son
útiles ya que participan de la caracterización. Es obvio que dentro de un relato alternan
diferentes tipos de personajes. En cuanto a la multiplicidad de las aportaciones y su
aplicación, las apreciamos como una ventaja puesto que destacan por su carácter
complementario, puesto que los diferentes modos de identificación caracterización o
comprensión no se excluyen sino más bien se interrelacionan. Habido cuenta de que el
114

personaje narrativo constituye nuestra mediación, necesitamos sacarle la máxima


información y por lo tanto explorarlo precisamente por su acción, deíctico, edad, ubicación,
o condición social.

Finalmente, la definición, construcción y presentación del personaje narrativo no es


una mera descripción, se trata de un procedimiento teóricamente estudiado y que nos
permite analizar acertadamente al personaje narrativa. A continuación exploramos la etapa
que sucede a la caracterización y que completará el estudio del personaje en este trabajo.

III-2-2- Sucinta aproximación al modelo actancial

Teóricamente, el modelo actancial es una técnica operativa que aporta un conjunto


de herramientas operativas y prácticas de análisis que facilitan una aproximación científica
al estudio de obras literarios. Por lo tanto, como modelo de análisis él permite diseñar la
historia narrada para generar posibilidades de lectura. En el marco del modelo actancial, ya
no se trata del personaje sino del actante, de ahí la importancia de esclarecer ambos
conceptos. En este sentido, Antonio Garrido citando a Miek Bal define el personaje dentro
del modelo actancial como: ―un actor dotado de rasgos humanos diferenciadores. Así, pues,
mientras el actor remite al nivel funcional de la estructura (plano o abstracto) o ―una unidad
lexicalizada del relato mítico‖ según Ubersfeld (1993:107), el personaje se distingue como
una unidad semántica completa, rodeado de atributos que lo acercan a las personas reales‖
(Garrido Domínguez, 1996:99-100). Si bien, personaje y actor se distinguen del actante.

Para Milagros Ezquerro (1983), una novela es un conjunto de elementos solidarios


entre sí, y para analizarla hay que disociarlos. Él propone un método de estudio del
personaje que tiene en cuenta sus características propias, sus relaciones con otros personajes
y con los demás elementos constitutivos del relato. En su sentido, el personaje se compone
de un conjunto de signos verbales, a saber: los designadores que lo sitúan e informan sobre
su ser, y los predicados que indican lo que tiene, lo que hace o lo que siente. Él distingue
además dos tipos de relaciones entre los personajes: las relaciones denotativas (parentesco,
lazos sociales…), que son descritas en el texto, y también las relaciones denotativas
simbólicas o ideológicas que surgen de las interpretaciones del lector. En fin, el personaje
115

ezquerriano es un elemento de una historia narrada dentro de un marco espacial y temporal.


El conjunto de los personajes forma el sistema actancial.

Después de definir al personaje situándolo en el marco del relato y vinculado con


otros elementos textuales, conviene ahora reseñar algunas indagaciones que han contribuido
a la elaboración de una de las teorías literarias que estudia esta categoría textual.

En la Poética donde Aristóteles lleva a cabo una de las reflexiones precursores del
relato, el personaje es definido básicamente por sus actos ya que, en el relato la acción es
considerada como un elemento fundamental.

En su libro Morfología del cuento (1977), Vladimir Propp sentó las bases de una
teoría innovadora llamada teoría funcionalista del relato. Su teoría arranca con el estudio de
la morfología de un centenar de cuentos populares rusos, o sea, los elementos que entran en
su construcción. Su análisis se fundamenta particularmente en las funciones, es decir, las
acciones que ejecutan los personajes en los cuentos, independientemente siendo agente o
paciente. Partió de una observación según la cual todo cuento tiene dos tipos principales de
elementos, en primer lugar hay la nomenclatura o el modo en que el personaje cumple sus
misiones o atributos, se trata de valores cambiantes (edad, sexo, nombre, situación social,
apariencia…). En segundo lugar caben los elementos persistentes que Propp designó como
funciones, es decir, las acciones invariables que cumplen los personajes en el relato. En el
sentido del teórico, lo que define realmente el personaje no es su estatuto social ni tampoco
su presentación física, moral o intelectual pero más bien las acciones que cumple y, esto es
lo más relevante. Al analizar la estructura de los cuentos maravillosos, Propp distinguió 31
funciones sobresalientes, en adelante constató que de las 31 funciones había 7 roles o
esferas de acción más constantes. En definitiva encontró conveniente reagrupar las 31
funciones en 7 esferas de acción correspondientes a 7 categorías de personajes. El modelo
de análisis o teoría funcionalista del relato de Vladimir Propp es pues, un modelo formado
de siete ejes centrales construidos en base de las funciones o tipos de papeles asignados a
los personajes en un relato típico. En concreto, cada papel actancial es un modelo de
comportamiento y está relacionado con la posición del personaje con respecto al contexto
social en el que se mueve. Estos siete papeles o ejes son: el Héroe, el Bien amado o deseado,
el Donador o proveedor, el Mandador, el Ayudante, el Villano o agresor, el Traidor o falso
héroe (el donador, el auxiliar, la princesa u objeto de la búsqueda, el mandatario, el falso
héroe, el héroe y el agresor). Si bien, el teórico formuló tres advertencias en primer lugar,
116

que la esfera de acción corresponde al personaje, en segundo lugar, que es posible que un
mismo personaje abarque varias esferas de acción, y por fin que una esfera de acción puede
ser compartida por distintos personajes.
Etienne Souriau también propuso los resultados de su indagación sobre el modelo
actancial en su libro Les deux cent mille situations dramatiques (1950). Precisamente,
Souriau realizó un estudio similar al de Vladimir Propp pero con dos matices sustanciales.
Primeramente, el presente estudio se aplicó a los relatos dramáticos, y por otra parte, en
lugar de las funciones Souriau analizó las situaciones entendidas como unas figuras
estructurales diseñadas dentro de determinados momentos de la acción por un sistema de
fuerzas. Los resultados del estudio materializan distintos análisis acerca de determinados
mecanismos de construcción o funcionamiento de las funciones dramatúrgicas sobre las que
reposan principalmente la dinámica teatral, son la morfología de dichas funciones o sus
combinaciones en una obra dramática. Al fin y al cabo, Etienne Souriau catalogó 6
situaciones o funciones dramatúrgicas y las representó mediante determinados signos
astrales: la Fuerza temática orientada; el Representante del Bien deseado, del valor
orientado; Árbitro atribuidor del Bien; Obtenedor virtual del Bien; Auxilio reduplicación de
una de las fuerzas y el Oponente. Aquí se excluye al falso héroe de Vladimir Propp.

Igualmente para identificar las funciones del personaje y definir su acción esta vez
en una novela, Bourneuf y Ourlet en La novela, (1989:183-185), reflexionaron en base de
las fuerzas o acciones susceptibles de combinarse en una situación dramática. Precisamente
definen la acción en estos términos: ―Puede definirse la acción de una novela como el juego
de fuerzas opuestas o convergentes presentes en una obra. Cada momento de la acción
constituye una situación conflictiva en la que los personajes se persiguen, se alían o se
enfrentan‖ (Bourneuf y Ourlet, 1989:183). En cuanto a las funciones de un personaje en una
novela, los mismos las definen de este modo: ―El personaje de novela, de la misma manera
que el personaje de teatro, puede desempeñar diversas funciones en el universo de ficción
creado por el novelista. Puede ser, sucesiva o simultáneamente, elemento decorativo, agente
de la acción, portavoz de su creador o ser humano de ficción con su manera de comportarse,
de sentir y percibir a los otros y al mundo‖ (Bourneuf y Ourlet, 1989:181). En concreto, sus
trabajos proponen una versión simplificada de las funciones sourianas pero excluyendo los
signos astrales son: el protagonista o fuerza temática, el deseo, una necesidad o un temor; El
antagonista o fuerza oponente que obstaculiza la acción del sujeto; El objeto deseado o
temido que constituye el objetivo propuesto o la causa del temor; El destinador o árbitro que
117

ordena la acción y propicia el desenlace al final de la narración; El destinador o receptor que


obtiene el objeto anhelado o temido; y el ayudante o el espejo de la fuerza. Hay de señalar
que esta aportación matiza que según la tipología actancial de los personajes expuesta, estas
seis funciones o fuerzas no se encarnan siempre todas en los personajes.

Las contribuciones precedentes testifican del interés de los teóricos por estudiar al
personaje literario en diferentes situaciones literarias pero también permiten enfocar al
personaje mediante sus acciones en un relato como un actante. Sabiendo que en un relato
dado, no todos los actantes son personajes aunque todos los personajes por sus funciones
pueden ser actantes. Al respecto es imprescindible la aportación siguiente.

Inspirándose en las aportaciones anteriores sobre el actante, Argildas Greimas en


Semántica estructural (1987) exploró fundamentalmente los resultados acerca del ―sujeto y
predicado‖ de la lingüística, las ―esferas de acción‖ de Propp y las ―funciones dramáticas‖
de Souriau. Asimismo desarrolló un modelo universal de análisis del relato más sencillo tras
una reinterpretación del actante basado en seis ejes o fuerzas centrales. Desde un principio,
Greimas define el actante como un operador abstracto que en un relato participa del
desarrollo de la acción. Él distingue 3 tipos de actantes, el agente, el paciente y el
beneficiario. En un relato el actante tiene asignado uno o varios papeles que condicionan su
conducta. Greimas redujo las siete funciones proppianas en una formulación simplificada
que consta de seis ejes centrales a saber: el Sujeto, el Objeto, el Destinador, el Destinatario,
el Ayudante y el Oponente. Estas seis fuerzas o categorías se distribuyen en 3 parejas:
Sujeto y Objeto, el Destinador y el Destinatario y por fin el Ayudante y el Oponente. El
modelo de Greimas es universal o sea, aplicable a cualquier tipo de relato, sea el cuento, el
drama o la novela. Las tres categorías actanciales o ejes greimasianos pueden ser
representados en un esquema simplificado de la manera siguiente:

Eje del saber

Destinador D1 Sujeto S Destinatario D2

eje del deseo

Ayudante Ay Objeto O Oponente Op

eje del poder


118

Greimas ha representado los 3 ejes con 6 casillas correspondientes a seis funciones


del relato y descritos de modo siguiente:

-El eje del deseo, Sujeto (S) → Objeto (O). Esta pareja vincula la relación de deseo, es la
modalidad o eje que configura la trayectoria de la acción y de la búsqueda en la que el héroe
pretende superar determinadas dificultades para alcanzar el objeto deseado.

-El eje de la comunicación, Destinador (D1) → Objeto (O) → Destinatario (D2). Esta pareja
está formada por un remitente D1 y un receptor D2, o sea, el dispensador del bien y su
potencial aprovechador. Es el eje del saber (a veces del poder), se ocupa de controlar los
valores y deseos y también su distribución entre los personajes.

-El eje de la participación, Ayudante (A) → Sujeto (S) ← Oponente (Op), es una categoría
formada con dos esferas de actividad con funciones opuestas, una que auxilia el deseo o
anhelado y la otra que la obstaculiza. Son el ayudante y el oponente.

Definitivamente, es Anne Ubersfeld quien ha sentado las bases operativas del


modelo actancial, sus trabajos configuran el modelo aplicado al relato dramático. Su
esquema ubica el eje del deseo en el sentido contrario respecto al modelo de Greimas, ella
considera que en el relato dramático, el enfrentamiento se desarrolla en torno al objeto de
hecho ubica al sujeto entre el Destinador y el Destinatario y, el Objeto entre el Ayudante y
el Oponente. El modelo actancial elaborado por Anne Ubersfeld integra un esquema de seis
términos que resume las relaciones actanciales como sigue:
119

-El esquema actancial

D1: Destinador D2: Destinatario

S: Sujeto

O: Objeto

A: Ayudante Op: Oponente


120

III-2-2-1- Descripción del modelo actancial

El modelo actancial que aplicaremos en este trabajo tiene como fuente varios
trabajos y principalmente los de Argildas Greimas en Semántica estructural (1971) y de
Anne Ubersfeld en Semiótica teatral (1993), ambos teóricos coinciden en la operatividad
del modelo actancial. La elección de estos dos en prioridad se debe a que ambos aportes son
particularmente cercanos, el modelo greimasiano es universal mientras que el de Ubersfeld
aunque aplicado al relato dramático conlleva elementos relevantes pero también más
recientes. Precisamente Ubersfeld define sucesivamente al modelo actancial y el actante de
esta manera citando a Greimas: ―es ante todo extrapolación de una estructura sintáctica. Un
actante se identifica con un elemento (lexicalizado o no, un actor o una abstracción) que
asume en la frase de base del relato una función sintáctica‖ Ubersfeld (1993:48). En lo que
atañe a la aplicabilidad del modelo actancial, Greimas señala que el modelo actancial no es
una estructura rígida o inamovible, es más bien un modo de funcionamiento profundamente
diversificado, no obstante resulta ser un instrumento válido para el estudio de cualquier tipo
de relato. No obstante, Ubersfeld45 llama la atención respecto a la complejidad que rodea la
determinación del modelo actancial en una obra dada. Esto es por lo que hemos pensado
imprescindible la caracterización de los personajes para garantizar una mayor visibilidad
sobre su definición individualmente y en relación con los demás personajes y también así se
aclaran y diversos aspectos de su implicación en el relato. Asimismo se facilita su
clasificación y ubicación en el esquema en base de la intuición que señala la crítica pero
también un mejor conocimiento.

-La frase actancial

Según Ubersfeld (1993), cualquier relato puede reducirse a un esquema básico que
visualiza las principales fuerzas del drama y su papel en la acción. Es la frase implícita o
actancial que se formula de la manera siguiente: una fuerza (o un ser D1) anhela algo.
Llevado por su acción, el sujeto S busca un objeto O en provecho de un ser D2 (concreto o
abstracto). En esta búsqueda, el sujeto tiene aliados A y oponentes Op. Como lo vemos, la

45
―Nuestros procedimientos actuales de determinación del modelo actancial son en buena parte artesanales e
intuitivos. Sólo la intuición justifica a veces la presencia de un ―personaje‖ en una casilla actancial. Un criterio
esencial seguido hasta aquí: las posibilidades de acción, tal como aparecen en la serie de episodios de la
―fábula‖, resumible (por ejemplo, es ayudante aquel que ayuda en la acción). Los criterios extraídos del
análisis del discurso (de los verbos de voluntad o de acción, por ejemplo) son útiles a veces, pero andan
particularmente sujetos a caución, pues el discurso del personaje se halla con frecuencia, como hemos podido
comprobar, en contradicción con su papel actancial‖ (Ubersfeld, 1993:76).
121

frase actancial posibilita la visibilidad de las funciones básicas de los diferentes actantes un
texto dado.

-El esquema actancial

Otra etapa que también participa de la segmentación del relato para analizar los
distintos elementos que lo componen. El esquema actancial es una representación gráfica
que, igual como la frase actancial atiende una síntesis del relato dando la visibilidad global
de los distintos actantes y sus funciones. Él implica seis términos o esferas de acción
distribuidos en tres parejas de acuerdo con los ejes semánticos del querer, del hacer y del
poder. Son: el Sujeto (S), el Objeto (O), el Destinatario (D2), el Destinador (D1), el
Ayudante (A) y el Oponente (Op). Se agrupan en tres parejas o ejes semánticos que en
realidad corresponden a las modalidades de la actividad humana son: sujeto/objeto;
destinatario /destinador; ayudante/ oponente.

- Los actantes

De modo general los actantes designan a las fuerzas o categorías que participan en
un proceso narrativo. Argildas Greimas propone una definición de este concepto basándose
en el vocablo de actor. Un actor es una entidad o figura que por su acción participa en el
argumento de un relato, por lo tanto puede ser una persona, un animal o una cosa. El actante
será pues, una fuerza de naturaleza abstracta, es el rol o función opuesta que cumple un
actor, sabiendo que un actor puede desempeñar varios roles o diversos actores asumiendo un
mismo rol. En el sentido de Anne Ubersfeld, un actante no es una sustancia o un ser, es un
elemento de relación, puede ser: una abstracción como por ejemplo Dios, la ciudad, la
libertad, el odio, la muerte o el amor. Igualmente puede ser un personaje colectivo, los
soldados de un ejército, jugadores de un equipo de fútbol. Advierte que un actante puede
darse ausente de la trama pero siempre que quede patente en el discurso de otros sujetos de
la enunciación. Ella indica que un actante puede cumplir varias funciones actanciales, por
eso existen el Oponente coyuntural o existencial, en cambio, un actante puede estar presente
en el relato actuando directamente o también de forma indirecta cuando es mencionado por
otro personaje. Recordando también que Argildas Greimas y Vladimir Propp que priorizan
la acción definen a los actantes por sus acciones, de hecho Greimas distingue 3 tipos de
actantes: el agente, el paciente y el beneficiario. Es actante siempre que participa en los tres
grandes ejes semánticos que son: la comunicación, el deseo o búsqueda y la prueba. Siendo
122

fuente de motivación del sujeto, el actante puede ser una fuerza, un deseo de éxito, de
venganza o de emancipación. En resumidas cuentas, el actante puede ser un personaje o
aquello otro tipo de elementos (cosa, Dios, amor, odio, Ciudad, ejército, la libertad…),
sabiendo que el número de actantes en un relato es invariable. Asimismo la categoría de
actante asciende a la de personaje porque el número de personajes puede variar de un relato
a otro, en cambio, el número de actantes es invariable, siempre hay seis. Para destacar los
actantes según sus papeles actanciales, Greimas advierte que un actante puede reunir varios
actores o tan sólo uno, pues un mismo actor puede jugar varios papeles actanciales o en
cambio varios actores desempeñando un mismo papel. Finalmente, la determinación de los
actantes de Greimas depende del contexto, en cuanto a sus roles, se distribuyen en seis
categorías actanciales, pues existe principalmente seis tipos de actantes que son: el Sujeto, el
Objeto, el Destinatario, el Destinador, el Ayudante y el Oponente. Se definen como sigue:

El sujeto ―S‖: es la fuerza principal, generadora de la acción. Es quien logra o no


apoderarse del objeto de su búsqueda. Ha de ser siempre un ser animado, vivo, actuante y,
además, Anne Ubersfeld prioriza la positividad del objeto deseado. El sujeto puede ser: una
fuerza sobrenatural por ejemplo Dios; un actor individual o varios actores, un ente colectivo
como por ejemplo un país. La elección del sujeto es fundamental en el análisis de un relato,
desde luego, cualquier personaje, principal o secundario puede ser tomado como tal pero, esta
elección es la que determina el enfoque del estudio. También advierte que el sujeto puede ser
colectivo pero que no se puede considerar como sujeto del deseo a uno que quiera lo que ya
tiene o que busque conservar lo que ya posee.

El objeto ―O‖: es lo que el sujeto pretende o desea alcanzar, puede ser algo concreto
o abstracto: la libertad, la paz, la justicia, la venganza, o la justicia. El objeto de la búsqueda
puede ser individual (el amor, la fama, el poder) pero a menudo abarca intereses comunes.

El destinador ―D1‖: es el qué o quién motiva al sujeto a cumplir su meta. En otras


palabras, es la instancia que suscita la acción del sujeto, sanciona u orienta su
comportamiento. Tiene un papel gramatical menos visible y remite a un complemento de
causa.

El destinatario ―D2‖: es el qué o quién se beneficia de la acción del sujeto, es decir,


del objeto. Igual que el destinador, el destinatario está en relación directa con el sujeto.
123

Puede ser un ser concreto o abstracto. Del destinatario depende la ideología del texto
narrativo.

El ayudante ―A‖: su papel actancial consiste en actuar a favor del sujeto. Es el qué o
quién auxilia al sujeto para que consiga su meta.

El oponente ―OP‖: inversamente al ayudante, el papel del oponente es obstaculizar la


acción del sujeto para impedir que logre su objetivo.

En efecto, el funcionamiento del modelo actancial presenta triángulos que


configuran las relaciones entre los diferentes actantes con respecto a su acción. A cada uno
de los ejes o pareja corresponde un triángulo actancial. Consiguientemente, hay tres
posibilidades de interpretación, estas son los campos lexicosemánticos a raíz de los que
alcanzamos las claves significativas de las obras.

III-2-2-2- Funcionamiento de las parejas actanciales

Los seis actantes forman tres parejas o ejes principales, dos parejas posicionales que
son Sujeto/Objeto, y Destinador/Destinatario, y una pareja oposicional Ayudante/Oponente.
Respecto a la vinculación entre los diferentes actantes Domínguez la expone asimismo: ―La
relación entre los actantes se interpreta en términos de lógicos; así entre el destinador y el
destinatario media la modalidad del saber, poder entre ayudante y oponente, querer entre
sujeto y objeto (por medio de la acción esta modalidad se convertirá en hacer)‖
(Domínguez, 1996:50).

-El eje del deseo o la pareja Sujeto - Objeto

El eje del deseo constituye la pareja fundamental del relato. Para Ubersfeld, el sujeto
se determina en relación con la acción y en correlación con el objeto. El sujeto es aquél en
torno a cuyo deseo se organiza la acción, es decir, el modelo actancial. El sujeto siempre ha
de ser animado, vivo, colectivo o individual, se caracteriza por una fuerza dinámica,
conquistadora de un deseo positivo. El objeto de la búsqueda puede ser (real o ideal pero
textualmente presente), abstracto, animado o individual. Esta apareja corresponde al
triángulo psicológico.
124

El triángulo psicológico

D1 S

En este triángulo, a partir del destinador D1 se determina si el sujeto actúa en


beneficio estrictamente individual o si su acción es también ideológica, es decir, colectiva.
De hecho, si la flecha del D1 al sujeto va a su vez al objeto, pues tenemos una doble
caracterización del sujeto a la vez ideológica y psicológica, es decir, individual y colectiva.

-El eje de la comunicación o la pareja Destinador-Destinatario

En el sentido de Ubersfeld, esta es la pareja más ambigua porque los actantes que la
configuran son raramente unidades claramente lexicalizadas. El destinador en relación con
el destino individual del sujeto le impulsa a la acción para que consiga el objeto para el
interés del destinatario. A esta pareja corresponde el triángulo ideológico.

El triángulo ideológico
S

D2
O

En este triángulo, el destinatario D2 permite distinguir si la acción del sujeto tiene un


propósito individual o colectivo (ideológico). Si es individual, la flecha irá del S hacia el D2
y si el sujeto actúa por el interés común, tendremos una flecha que irá del S y del O hacia el
D2.
125

-El eje del poder o la pareja Ayudante – Oponente

El eje del poder expone la lucha en que se enfrentan ayudante y oponente. La


función del ayudante consiste en hacer asequible el objeto, su acción incide directamente en
la del sujeto, el oponente actúa a dificultar la acción del sujeto. El funcionamiento de esta
pareja es esencialmente móvil porque a veces, en virtud de un cambio psicológico, un
ayudante puede convertirse en oponente o un oponente en ayudante. En definitiva, el
cambio de función de un actante se opera no por su voluntad propia sino por la complejidad
inherente a una situación. Éste será un oponente coyuntural (b) diferente del oponente
permanente o existencial (a). La pareja oponente – ayudante corresponde al triángulo activo.

Los triángulos activos

S
S

Op Op
O a O b

Estos triángulos permiten destacar si el oponente lo es del sujeto y no del objeto (a),
o si el oponente lo es del objeto en relación con el sujeto (b).

En resumidas cuentas, una exploración panorámica del personaje nos ha permitido


hallar herramientas teóricas desarrolladas en tres etapas principales, la definición del
personaje narrativo y también su identificación y clasificación en base de su género, la
ubicación, el estatuto social o su profesión. En segundo lugar la tipología que destaca tres
categorías de personajes: principales o protagonistas, segundarios y figurativos. La última
etapa utiliza todas las informaciones entorno a la identificación, clasificación y tipificación
del personaje para lograr una caracterización exhaustiva y amplia. Esta etapa ha sido un
trampolín imprescindible para definir acertadamente el modelo actancial de las diferentes
obras. En última instancia, hemos cerrado el análisis actancial con la descripción del
funcionamiento teórico de los diferentes ejes semánticos.
126

Finalmente, en un relato, los personajes realizan acciones que los vinculan entre sí.
Dichas acciones o roles corresponden con unas funciones básicas: obstaculizar, ayudar u
oponerse a algo, alguien, o también, obtener, disfrutar o desear algo. Siendo así, las
funciones actanciales se cumplen en provecho o en perjuicio del sujeto, pues existen tres
tipos de actantes: el paciente, el agente y el beneficiario. Si bien, además de los personajes,
el relato conlleva otros tipos de elementos también capaces de cumplir las funciones
mencionadas. El actante designar todos aquellos componentes (ser, cosa, abstracción o
personaje colectivo) que participan en el desarrollo de la trama, y mediante sus funciones
participan los ejes semánticos de la comunicación, búsqueda o prueba. El actante reúne pues
a los personajes y estos tipos de componentes inmanentes (personajes, cosa u otros
elementos), se reagrupan en seis esferas o actantes, son: el Sujeto, el Objeto, el Destinador,
el Destinatario, el Ayudante, y el Oponente, entran en la configuración del esquema y frase
actancial, de allí que componen el modelo actancial. En resumidas cuentas, es necesario
distinguir los conceptos de personaje y actante, el personaje es la creación del autor y por lo
tanto, su número en un relato dado depende de la imaginación y querer del autor mientras,
es la teoría del modelo actancial la que ha definido las modalidades de clasificación de los
actantes, según esta teoría, sólo puede haber seis actantes o menos. De hecho, cualquier que
sea el número de personajes que consta un relato, todos pueden ser redistribuidos entre las
seis esferas correspondientes a los seis actantes dependiendo de las funciones básicas que
asumen, por eso el actante trasciende el personaje. Desde luego según esta teoría, todos los
personajes pueden ser actantes pero no todos los actantes son personajes.

Los cuatro capítulos a continuación atienden el estudio de los personajes en las


cuatro obras de nuestro, teniendo en cuenta que la aplicabilidad de las teorías arriba
exploradas, se adaptará a las especificidades de cada relato. Hemos recorrido así mismo
datos que nos han permitido definir al personaje y reunir herramientas teóricos que permiten
estudiarlo. Recordando que este trabajo, los personajes son utilizados como la mediación, es
decir, el instrumento teórico capaz de deshacer los relatos para reconstruir las claves
significativas o temas que componen cada una de las obras, y para luego analizarlos.
127

SEGUNDA PARTE

ESTUDIO DE LOS PERSONAJES


128

CAPÍTULO IV

ANÁLISIS DE LOS PERSONAJES DE LAS TINIEBLAS DE TU


MEMORIA NEGRA DE DONATO NDONGO BIDYOGO

En el capítulo anterior donde se ha definido al personaje narrativo, hemos llegado a


contrastar la relevancia de esta categoría textual. A la hora de aplicar las herramientas
teóricas recogidas, podemos enfatizar todavía el interés del personaje narrativo esta vez,
para subrayar el impacto de los papeles preponderantes que a menudo le incumben: ―Les
personnages ont un rôle essentiel dans l‘organisation des histoires. Ils déterminent les
actions, les subissent, les relient et leur donnent un sens (…), toute histoire est histoire des
personnages‖ (Reuter, 1996:51). En la opinión de Yves Reuter, los personajes desempeñan
un papel relevante en la organización de la historia. Entre otros roles, son los que
determinan las acciones o las padecen, a veces las relacionan y las conceden un sentido, esto
es por lo que concluye que toda la historia es historia de los personajes.

Efectivamente, las cuatro obras que nos preocupan recrean universos ficticios, en
distinto contexto de producción y configuraciones cronológicas respectivas, un conjunto de
circunstancias socioculturales, políticas o históricas llevados a cabo por un abanico de
personajes. De hecho desarrollan argumentos comunes o divergentes y abarcan temas 46 o
tópicos47 recurrentes o concretos.

En este trabajo, teníamos diversas opciones, pues hemos elegido a los personajes
como mediación, es decir el medio de acceso para alcanzar la esencia de las obras y de este
modo sacar a la luz las claves significativas que desarrollan. Los cuatro capítulos a

46
Los tópicos a los que nos referimos están relacionados con determinados dichos o esquemas fijos de
pensamiento referentes a preocupaciones o intereses universales o comunes a toda la humanidad.
47
Cuando hablamos de los temas, tenemos en la mente la formulación breve y coherente que nos lleva a
contestar a la pregunta ¿de qué trata el texto? La respuesta tiene que ver con la máxima idea que abarca cada
una de las obras que analizamos precisamente. En otras palabras, tiene que ver con lo que está al origen de la
trama principal y que el autor expone a lo largo de la obra.
129

continuación están dedicados a este fin, siguiendo las pautas metodológicas anteriormente
descritas. En el término de este procedimiento, estudiaremos en adelante los temas hallados.

Nuestro corpus está formado por cuatro obras, tres novelas y un relato de viajes, las
cuatro obras están ambientadas en Guinea Ecuatorial tanto las dos obras poscoloniales como
las dos coloniales. Antes que todo, cabe mencionar que los personajes están estudiados en
base de los dos principales orígenes español y guineano. Todos los que no pertenecen a
ambos grupos estarán designados como extranjeros. Por otra parte, resulta difícil lograr una
estructura homogénea en cuanto a la identificación o descripción de los diferentes
personajes por lo tanto, las diferentes tipificaciones que proponemos estarán adaptadas a las
especificidades de cada una de las obras. La labor consistirá en identificar a todos los
personajes, clasificarlos y luego describirlos individualmente, según las pautas
metodológicas desarrolladas anteriormente. Eso supone un recorrido completo del texto,
leyendo a cada personaje, su elaboración o sus funciones preponderantes desde el principio
hasta el final del relato.

IV-1- Clasificación y descripción de los personajes

La primera etapa del estudio será la tipificación que consiste principalmente en


identificar y recoger todos los personajes tomando en cuenta, las diferentes marcas o
referencias textuales que los construyen progresivamente a lo largo del relato. Para
proporcionar mejor visibilidad, al censo seguirá un catálogo según los rasgos
individualizadores, por ejemplo, en base de algunos criterios como son el sexo, el origen, la
identidad social o profesión, la ubicación o lugar de residencia. También destacan aquellos
rasgos que sitúan a los personajes respecto al conjunto formado con los demás personajes de
la novela.

IV-1-1-Inventario de todos los personajes

La novela Las tinieblas de tu memoria negra de Donato Ndongo Bidyogo consta de


diez capítulos y con 174 páginas. Destaca abundante número de personajes y de orígenes
variados. En un primer lugar, hemos llegado a identificar y a agrupar a todos los personajes
de la novela sin distinción de sexo o de origen. Ellos son: Ambrosio, Antón, Ángeles,
130

Asumu, Ba, Bokesa, Bon, Bon, Abeso Motulu, Carlos, Cervantes, Cristóbal Colón, Dalmau
Carles Pla, Djoba, Deogracias, don Plácido, don Serafín, don Esteban, don Prudencio, don
Santos Casamitjana, don Ramón, el protagonista, el padre del protagonista, el viejo rector,
Esteban, el padrino, el tío Meco, el Rey Fernando, el padre de Estaban, el Gobernador
General, el Teniente de la Guardia Colonial, el hermano Marcos, el padre Ortiz, el padre
Coloma, el padre Amadeo, el tío Abeso, el monaguillo de bata, el misionero de Bata, el
Instructor de la Guardia Colonial, el Subinspector de Enseñanza, el padre Claret, el padre
Obispo Prefecto Apostólico, el padre Remigio María Echenagusia, el calabar, el criado, el
sastre, el alumnado del pueblo, Epulón, Esimi, Felipe Nkulu, Franco, Julián, José Vicente,
Juan Luis, Lázaro, la tía Tecla, la madre del protagonista, la hermana del protagonista, la
vieja de la morada, la tía Eulalia, la tía Asilada, la Reina Isabel, las monjas, las
catecúmenas, las aldeanas, los motoboys, los mayores, los espíritus de los antepasados, los
plantadores, los judíos, los mayores, Mamá fina, Mamá Andeme, Micue, Moisés,
Montserrat Montesino de Casamitjana, Mico mi Ondo, Miguel Oyono, Policarpo, Marcelino
María Mba Nsamio, Mbo, Motulu me Mbenga, Nguema Olinga, Nguema, Nguema Anseme,
papá Nicolás, Pío, Paco, Otunga, Santos, Silverio Ondo Mesoco, San Pablo, San Juan
Bautista, San José, San Marcos, San Miguel Arcángel, San Pedro, sor Juana.

En total tenemos 98 personajes de distintas procedencias, muchos son innominados y


tan sólo designados mediante su oficio (el criado, el gobernador general), a veces se
identifican por el lazo familiar o bien por su identidad social (el padre del protagonista, los
mayores). Algunos son colectivos y designan determinados grupos como son: El alumnado
del pueblo, los judíos, los motoboys, los plantadores, las monjas o las catecúmenas.

-Los personajes según su origen y sexo

En la novela de Donato Ndongo, predominan principalmente los personajes


españoles y guineoecuatorianos.

-Los guineanos

Los hemos ordenado por sexo, en primer lugar los personajes masculinos que son
mayoritarios: el padre del protagonista, don Ramón, el tío Abeso, Ambrosio, el padrino,
Nguema Anseme, el tío Meco, Motulu me Mbenga, Abeso Motulu, el padre de Estaban,
Mico mi Ondo, Miguel Oyono, Marcelino María Mba Nsamio, Nguema Olinga, don
131

Plácido, don Serafín, don Esteban, don Prudencio, papá Nicolás, Deogracias, el sastre, el
protagonista, Esteban, Julián, Carlos, José Vicente, Juan Luis, Esimi, Mbo, Asumu, Antón,
Santos, Otunga, Ba, Paco, Bon, Silverio Ondo Mesoco, Felipe Nkulu, Bon, el monaguillo de
bata, Policarpo, el criado, Pío, Djoba y Nguema o Bokesa. A ellos se suman pocas
guineanas: la madre del protagonista, Mamá fina, Mamá Andeme, la vieja de la morada, la
hermana del protagonista, la tía Tecla, Micue, la tía Eulalia o la tía Asilada. Por fin destacan
algunos personajes colectivos como son el alumnado del pueblo, los motoboys, los mayores,
los antepasados, las sixas, las catecúmenas o las aldeanas.

Si bien, en esta novela, además de los guineanos hay un personaje africano


innominado y tan sólo referido por sus orígenes nigerianas, es el calabar.

-Los españoles

Igualmente caben muchos personajes españoles, la mayoría masculinos: el viejo


rector, Franco, el Rey Fernando, Cristóbal Colón, Cervantes, don Santos Casamitjana, el
Gobernador General, el Teniente de la Guardia Colonial, el hermano Marcos, el padre Ortiz,
el padre Coloma, el padre Amadeo, el padre Claret, el padre Obispo Prefecto Apostólico, el
padre Remigio María Echenagusia, el Instructor de la Guardia Colonial, el Subinspector de
Enseñanza, el misionero de bata, Dalmau Carles Pla. Pocas mujeres: Ángeles, sor Juana, la
Reina Isabel o Montserrat Montesino de Casamitjana: Se dan algunos personajes colectivos
como son los plantadores o las monjas. A los españoles podemos sumar los únicos
extranjeros aquí recogidos, son los judíos.

La novela consta 71 personajes masculinos; 45 guineanos y con 4 colectivos, un solo


personaje africano extranjero. Quedan 20 personajes masculinos españoles individuales y
con dos personajes colectivos. Luego de haber clasificados a los dos grupos principales,
cabe mencionar que en esta novela aparecen algunos personajes sacados de la Santa Biblia,
son: san José, san Marcos, san Miguel, Epulón, Lázaro o Moisés. Caben 13 personajes
femeninos guineanos individuales y 3 colectivos, 4 personajes individuales españoles y uno
colectivo. Se observa que hay más personajes masculinos que femeninos y más guineanos
que españoles. La mayoría de los guineanos son campesinos, excepto las catecúmenas o los
motoboys, algunos como el protagonista y sus compañeros de colegio salen del pueblo para
escolarizarse en la zona urbana donde residen todos los españoles. Por fin, todos los
españoles son atareados, en cuanto a los guineanos, los adultos son agricultores y los
132

adolescentes alumnos. Hay muy escasos nativos con oficio remunerado como son los
motoboys, el sastre o el criado.

IV-1-2-Caracterización y tipología de los personajes

Como ya se ha definido, consideramos al personaje narrativo como un objeto textual


que se construye progresivamente por el texto y circunscrito en él. En base de los criterios
establecidos anteriormente, exploraremos los enfoques teóricos expuestos para acertar la
comprensión y explicación eficiente cada uno de los personajes identificados.

A pesar de su mayor número, para dar mejor cuenta de su quintaesencia y gran


diversidad, hemos clasificado a todos los personajes, en tres grupos principales en base de
su relevancia: los personajes principales que llevan la acción y tienen mayor ocurrencia en
el relato, los personajes secundarios que actúan efectivamente aunque sin mayor incidencia
en el relato y por fin los personajes evocados o figurativos que aparecen esporádicamente y
por ende tienen escasa influencia en la trama. A continuación describimos todos los
personajes de Las tinieblas de tu memoria negra en el orden decreciente:

IV-1-2-1-Los personajes principales

Los personajes principales son aquellos, en torno a los cuales se desarrollan las
acciones más importantes del relato. En esta obra, son diez: el protagonista, el padre del
protagonista, el tío Abeso, el padre Ortiz, don Ramón, don Santos Casamitjana, el padre
Remigio María Echenagusia. Aquí caben también la tía Tecla, la madre del protagonista y la
vieja de la morada. Debido a la importancia de su implicación, los estudiamos
individualmente.

- El protagonista: el protagonista narrador es un personaje evolutivo ya que


experimenta algunos cambios importantes, viene descrito desde su tierna adolescencia hasta
la plena juventud. Es también directo porque muy a menudo él mismo cuenta su propia vida
aunque no todo dice.
133

El protagonista sin nombre es un adolescente anónimo, el mayor de los ocho hijos de


sus padres, su vida transcurre junto a su familia en un pueblo situado en la zona continental
de la Guinea Española. Desde los seis años, su vida toma un sesgo que le particulariza de los
demás niños de su edad. Es el foco de atención y de interés de mucha gente entre los que le
rodean, fuera como dentro de su familia. El adolescente anónimo experimenta una
existencia con tres focos de atención principales que son las tradiciones fang, la religión
católica y su educación escolar. Atendiendo al aspecto cultural se desarrolla en la novela
como uno de los fundamentos que determinan el modo de ser y actuar del protagonista. Es
una escuela de la vida a la que las dos familias, paterna y materna someten al adolescente
para que él pueda cambiar en el futuro de su pueblo, es decir, el orden socio político y
cultural impuesto por los ―ocupantes‖ blancos. La escuela cultural consiste en aunar los
dones, voluntades o los saberes aborígenes místicos para preparar al adolescente,
potencialmente capaz de cumplir con la misión asignada. Los maestros son múltiples: su
padre, el tío Abeso, el tío Meco, el abuelo Nguema Anseme, los difuntos jefes Abeso
Motulu y Motulu me Mbenga. A ellos se suman las mujeres del pueblo particularmente su
madre, sus tías y sobre todo la vieja de la morada establecida en la morada que es en
realidad la cuna del poder ancestral. Los contenidos son la circuncisión a los seis años, la
transmisión de poderes y reliquias de la jefatura, diversos aprendizajes y a los trece años un
doble ritual iniciático.

A esta misma formación religiosa del protagonista consiste en las enseñanzas en


casa, en la capilla o en el colegio. La meta culmina por sí misma con el transcurso del relato
cuando el adolescente ve reforzada su fe cristiana hasta desear ser un sacerdote. Esta vez, el
protagonista está arropado por sus padres, los misioneros Ortiz, el viejo rector, el catequista
Ambrosio, el maestro Ramón y el mismo adolescente. Hay varias etapas de aprendizaje; los
rezos hogareños, los catequismos de Ambrosio y Ramón, las misas en solitario imitando a
Ortiz, las celebraciones litúrgicas de Ortiz o la primera comunión. Por fin tenemos el
colegio del pueblo donde asiste el protagonista junto a los demás niños. Este centro de
educación rural está dirigido por el maestro indígena don Ramón quien demuestra particular
interés en lograr que sus alumnos salgan del colegio siendo buenos cristianos y apegados a
la cultura hispánica. La novela transcurre alternando entre la formación religiosa, la escolar
y la tradicional. Simultáneamente, la formación en el colegio culmina con un certificado de
estudios elementales tras el que el adolescente ingresa en un internado en la capital del
distrito, de donde es expulsado poco después por indisciplinado. Es observar que los tres
134

proyectos de aprendizaje no dejan hueco al protagonista para llevar una vida


correspondiente a su edad. A su tierna edad, lleva a cabo varias tareas: es a la vez
primogénito de su familia, acompañante del padre Ortiz, monaguillo, alumno, aprendiz de
jefe tradicional, y a veces traductor o intérprete de Ortiz. Su infancia es a menudo
entorpecida por muchas razones: su obsesiva dedicación a alcanzar diversas metas como el
preponderante afán de salvar su alma y a la vez el honor de su tribu, al final su vida diaria es
un vaivén constante, y como confiesa su vida implica sacrificios notables:

De qué sirve toda una vida de diversión y de crápula si al final tu alma se condena por toda la
eternidad. (…). Lo más importante de mi vida era eso, salvar mi alma, y para ello debía huir de los
pasatiempos inútiles, de los juegos licenciosos de mis amigos, de mis primos, de mis hermanos de
tribu. Y fue poco antes de cumplir los nueve años cuando adquirí la costumbre de decir misas en un
altarcito que me hacía en mi habitación, delante del crucifijo que me había regalado el padre Ortiz
(Ndongo Bidyogo, 1987:67).

Sin embargo, el protagonista tiene algunos otros retos socioculturales sobresalientes.


Por ejemplo su padre desea que su primogénito tome el relevo y sea el heredero de sus
fincas. Esto preocupa al adolescente por dos motivos particulares, es una labor difícil de
llevar y que no está seguro de lograr además, es tan laboriosa pero poco lucrativa. Por la
escasa compensación el adolescente achaca un sistema de venta de los productos de renta
totalmente confiscado en las manos de los colonos. Igualmente, el ser sacerdote es también
un deber para con la familia, el padre del protagonista entiende la misión sacerdotal de su
hijo como motivo de un gran honor: ―Tener un hijo sacerdote es lo más importante para
ellos, los de su generación, (…). El cura, para ellos, es el compendio de toda la sabiduría
humana y divina‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:74).

Si bien, el protagonista es más bien un adolescente introvertido, tiene miedo a su


padre y en especial al infierno, por eso pone constantemente sus actuaciones en tela de
juicio mediante largos y constantes monólogos. No tiene con quien discutir de sus estados
de ánimo, vive su adolescencia aislado de los muchachos de su edad, su compañera diría
Tecla es tan ingenua como él y, hay temas de los que no puede discutir con su querido tío
Abeso, como la sexualidad o el proceso de biológico de la pubertad, sabe que son temas
tabúes entre personas de diferentes generaciones. De hecho es introvertido, impotente, vive
un constante repliegue sobre sí mismo no sólo por sus tormentos afectivos sino también por
un entorno cultural que no le permite exteriorizar sus sentimientos, sus dudas a elegir
razonablemente su futuro o como por ejemplo sus temores a decepcionar la esperanza de
todo un pueblo. En ello, ninguno de sus aprendizajes le aclara al respecto sino que le
135

obligan a aumentar sus diversas inquietudes. A veces incluso se considera como un


fracasado, sus es decir un ―pecador irremisible‖ eso ocurre por ejemplo tras cometer el
incesto con su tía Tecla, cuando fracasa su primera comunión o después de su expulsión del
internado. Pese a todo ello, goza de algunos consuelos como el cariño de su familia, los
consejos del querido tío Abeso en particular, y de vez en cuando confía en la misericordia
divina. Igualmente a menudo considera el oficio eclesiástico al que está destinado como el
máximo poder y por lo tanto confía en el éxito probable de su misión como salvador de su
tribu. Su traslado a un seminario español coincide con su mayoría, lejos del alcance de toda
influencia pasada, un contexto nuevo que favorece la retrospección pues él emprende una
nueva meditación más racional acerca del futuro de su país, el suyo propio o la relación con
Ángeles, y a pesar de las insistencias del viejo rector, le planta cara y renuncia al sacerdocio.
La razón de la madurez y el alejamiento le han llevado a tomar una resolución ajustada a las
necesidades y circunstancias sociopolíticas en vigor. La decisión es decepcionante para los
padres pero finalmente, él estudia la abogacía puesto que la justicia será imprescindible a su
país para fomentar una sociedad de justicia y de igualdad. Trata a su modo de devolverle la
dignidad a su pueblo mientras se vislumbra el final de la opresión colonial. Veamos como lo
explica:

Ángeles penetró de nuevo en mi mente, trayendo hasta mi recuerdo el último encuentro con ella. (…).
Y es que yo sentía que ya nada me ataba allí, ya no esperaba nada, tampoco sabía qué será de mí en el
futuro (…). Ahora o nunca, ya estoy preparado para afrontarlo todo, que venga a mí el cáliz de mi
salvación terrenal, recobrar mi identidad individual y mi identidad colectiva, no pasar por esta vida
sin dejar un fruto duradero, (…). Es preciso aprovechar la menor ocasión, el mínimo resquicio para
decirle, para explicarle, para revelarle mi decisión in-que-bran-ta-ble de dar otro rumbo a mi vida.
(…). Reverencia, África no necesita únicamente sacerdotes. En mi país-continué medroso, humilde-
apenas hay médicos, ingenieros, abogados, qué sé yo…, nativos. También eso es primordial, padre,
para alcanzar nuestra estabilidad, para nuestro progreso, para construirnos una nación. Yo me he dado
cuenta de ello y… (Ndongo Bidyogo, 1987:14-18).

Más allá de sus dudas y sus justificantes, confesados o no, el protagonista expone
una razón fundamental en su sentido, la pérdida de la vocación sacerdotal por lo que, no le
queda más remedio: ―No me siento llamado por Dios para esta misión. (…). Lo intuía desde
hacía mucho tiempo, pero he dudado, he luchado, he perdido la luz. Y porque mi alma ya no
soporta tanta aflicción, llega el momento de dirimir el conflicto: no tengo vocación de
sacerdote, padre‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:19).

En conclusión, el autor aquí replantea una reflexión constante, el dilema entre la


tradición y modernidad en búsqueda de una plataforma adecuada para el protagonista o sea
la juventud guineana a la víspera de la soberanía próxima. En este caso preciso inciden
136

muchos elementos a favor de la jefatura tradicional o del sacerdocio, principalmente le


influyen el amor de Ángeles, la escolarización, la estancia europea, sus orígenes culturales
que preponderan la descendencia, o la madurez. En el momento en que se anuncia la
libertad política de su país, el protagonista narrador aquí aboga por el interés común y
también su identidad cultural. Desde Europa, los hechos cobran mayor claridad, que no era
evidente desde el pueblo, el protagonista descubre que el sacerdote en realidad no tan
poderoso tal y como se lo creó observando a Ortiz y al padre Echenagusia, mandando
igualmente a empresarios blancos e indígenas. La decisión final del joven protagonista
demuestra también que con la maduración ha logrado el valor y la independencia de juicio
de los que carecía siendo adolescente y sometido a los tres aprendizajes, familiar tradicional,
cristiano y escolar. La elección final del protagonista supone el fracaso de los proyectos
eclesiástico y tradicional aunque sí se cumple otra meta fundamental a favor del país.

- El padre del protagonista: esto es un personaje opaco y estático ya que a lo largo


del texto, no padece ningún cambio particular, además, de su vida se ignora algunas facetas
pero lo que se sabe lo dice él mismo u otros personajes y son referencias coherentes.

En apariencia es un hombre alto, delgado y con un carácter firme. Aparece sin


ningún nombre pero en el transcurso de la obra es presentado como un emancipado pleno,
bautizado, casado canónicamente y con ocho hijos. A diferencia de su hermano Abeso, el
padre del protagonista es uno de los nativos que abrazaron la civilización europea, de hecho
trata de actuar y pensar siempre en conformidad con su nueva identidad social. Por ejemplo,
es dueño de la única casa de cemento de toda la aldea, cultiva el café y el cacao, dos
productos de renta introducidos en la colonia por los ―ocupantes‖. Merced a su condición de
civilizado, este padre mantiene relaciones de amistad con los colonos, por ejemplo, algunas
autoridades coloniales se albergan en su casa cuando visitan el poblado. Siendo
emancipado, él pone particular interés en la escolarización de su prole, con proyección al
futuro: ―estudiar estudiad mucho que el mundo que viene será gobernado por los sabios otra
clase de sabios no como los de antes estudiar y trabajar para ser hombres del provecho (…)
ya lo dijo nuestro Señor‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:78). También vela por la formación
espiritual de su familia, en su casa se habla el español y se respeta todos los rezos diarios. El
misionero Ortiz aprecia al padre del protagonista como un emancipado ejemplar, tanto que
lo utiliza como objeto de propaganda para engatusar a su hermano Abeso, el protagonista lo
137

confirma al mismo tiempo que descubre las dos posturas más irreconciliables entre Ortiz y
Abeso:

Y el padre se ponía a alabar el ejemplo de mi padre bautizado, casado canónicamente, sin concubinas
ni hijos ilegítimos. Virtudes que Dios sabía recompensar pues había logrado ser emancipado pleno,
posición que le permitía disfrutar de unas ventajas que los pertinaces infieles jamás alcanzarían. (…)
Y mi tío le miraba con imperceptible acceso de ira que yo notaba, y me miraba a mí con un amago de
tristeza que me contagiaba, y decía que el dios de los blancos era un dios muy simple que sólo veía lo
que les convenía a los blancos. Y añadía que no iba a discutir con el padre los asuntos de nuestra
familia, porque no es bueno que las querellas familiares sean noticia para el huésped. El parentesco,
decía el tío, es como un ruiseñor podrido en la trampa: podrido y todo, siempre queda colgado por una
vena‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:78).

Como se puede contemplar, a parte los privilegios relacionados con su estatuto


social, este padre aparece también como una víctima de sus convicciones. Precisamente, el
protagonista considera desigual la relación comercial entre su padre como productor de una
cantidad considerable de cacao y café y su principal comprador don Casamitjana, de ahí que
concluye que toda la familia es esclava del empresario blanco. En realidad, mientras el
joven adolescente lamenta el engaño que padece su padre, éste se empeña a la extensión de
sus fincas y a preparación de sus hijos para garantizar el relevo, esto es otro proyecto en el
que funda mucha esperanza: ―está plantando ya en la nueva finca de cacao, el cacao es el
cultivo del futuro, y hay que estar siempre preparando para el futuro‖ (Ndongo Bidyogo,
1987:75). Desde luego esta visión optimista contrasta con la del protagonista para quien el
cuidado de los cultivos de renta exige un esfuerzo excesivo pero sin real compensación, en
el caso de su familia por ejemplo, considera insignificante la comida o la ropa suministradas
por don Casamitjana respecto a la cantidad de producto recibida. La condición de semi
evolucionado destaca otras incompatibilidades a nivel de la espiritualidad o de la ética
familiar tradicional. Al padre del protagonista le es prohibido relacionarse con todos
aquellos que siguen sin convertirse al catolicismo. Esto es por lo que el misionero Ortiz se
implica personalmente reprochándole al padre del protagonista su estrecha fraternidad con
su hermano el tío Abeso todavía pagano.

En concreto, el padre del protagonista es un genitor responsable, él privilegia


siempre el bienestar de su familia y, también está siempre pendiente del futuro de su prole
de cara al cercano contexto soberano. De hecho a veces pasa por alto algunos principios de
su estatuto y, se le ve por ejemplo participando a los ritos e iniciaciones que preparan su hijo
primogénito a sus funciones de futuro jefe de la tribu. No obstante, pese a su implicación en
las actividades tradicionales es un buen cristiano y también, está convencido de los logros
de la civilización europea y de la necesidad de aprovecharlos. Precisamente, enfatiza la
138

educación de todos sus hijos como clave de su integración social, tampoco desatiende su
educación social, exige de sus hijos que sean humildes y obedientes y hay más: ―hay que ser
limpios ordenados nadie va a venir a limpiar vuestra casa el cuerpo es el espejo del alma si
donde vivís hay suciedad y desorden señal de que vuestras almas están sucias y no quiero
hijos sucios ni el cuerpo ni el alma‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:78). Asimismo como la
educación y el bienestar, este padre de familia prioriza igualmente la seguridad de su
familia, por eso ha establecido las normas de protección esta vez contra destructora brujería
de los negros, ponerse fuera del alcance de los brujos garantizará el futuro que anhela por
sus hijos: ―os tengo dicho que no vayáis a casa de nadie, no comáis más que la comida de
vuestra casa que ésta y ninguna más hay mucha brujería y los brujos os pueden dar carne
humana y transmitiros su brujería (…) no conocéis la vida hay gente que hace hechizos y
encantamientos con los niños pueden mataros para comeros en ceremonias por la noche y
obligaros a que nos matéis a nosotros qué pasará de quién la culpa os lo tengo advertido
aquí hay mucha brujería la brujería de los negros es mala‖ (76). El padre del protagonista
destaca también como un genitor que quiere a su descendencia, por humildad y afecto acata
la decisión de su hijo por abandonar el sacerdocio por la abogacía, aunque ello supone el
incumplimiento de sus expectativas. Concluye asimismo una carta dirigida a su hijo para
animarle: ―ya ibas a terminar tus estudios de sacerdote resulta que quieres estar más tiempo
allí en España piensa en nuestros sacrificios cuídate hijo y estudia, estudia lo que sea pero
estudia y a ser un hombre de provecho y escríbenos tu padre que te quiere mucho‖ (Ndongo
Bidyogo, 1987:75).

En conclusión podemos decir que este es un padre que sabe proteger a su familia,
mediante el esfuerzo físico y capacidad de sacrificio para garantizar el porvenir de su prole.
Es un hombre precavido, trabajador, oportunamente riguroso o amable que trata de inculcar
los mismos valores a su descendencia en el momento en que se vislumbra el final de la
colonización. En este mismo sentido, cuando en un momento dado, el protagonista señala a
su padre como un delator entre la población blanca, pues se contempla la complejidad de
este personaje que finalmente no es ni auténticamente católico ni tampoco totalmente
tradicionalista, prepondera el bienestar de su familia y el de su país. Con el padre del
protagonista, Donato Ndongo pone expone al típico indígena convertido en un emancipado
en plena consonancia con la época colonial y, su desarrollo en esta novela pone de
manifiesto los provechos y prejuicios de la condición de evolucionado. En esta línea, su
filosofía aúna el aprovechamiento de las preeminencias resultadas del contacto con los
139

blancos y con los provechos de las tradiciones vernáculas en beneficio de la familia y del
país.

- El tío Abeso: el tío Abeso o concretamente Bulu Abeso Motulu es un personaje


plano que no padece ningún cambio importante. Es directo porque el relato proporciona
abundante información acerca de su vida y actuaciones diarias, sea por él mismo sea, por
otros personajes.

Abeso es un viejo con la cara tatuada y el cabello blanco, tiene su propio solar
bosque adentro fuera de la carretera, su vivienda propia es una cabaña construida con los
materiales locales. Abeso es hermano mayor del padre del protagonista narrador, es el jefe
de su tribu, es también el guardián de las tradiciones y poderes ancestrales. Abeso
representa la autenticidad y de ahí que es todo un símbolo de la resistencia contra la
aculturación y la ocupación europea. Este es la figura tradicionalista de la novela, posee la
sabiduría de los ancestros, rechaza el contacto y los valores ajenos impuestos a su pueblo,
porque en realidad él considera al sistema colonial como un engaño montado para perjudicar
a la población indígena. Desde luego, el modo de vivir y pensar de tío Abeso entra en total
conformidad con sus convicciones, este jefe tradicional no piensa ni aprovechar las
aportaciones de los blancos ni cambiar sus hábitos tradicionales. Abeso vive en una cabaña
bosque adentro porque: ―Él no quería una casa que imitara el estilo de los blancos (…), no
le gustaba la carretera, a cuyo trazado se había opuesto desde siempre‖ (98). Según el
protagonista, la conversión de Abeso es el mayor reto del cura Ortiz pero, para el
tradicionalista Abeso cada tribu tiene sus propias tradiciones y no hay justificación que
valga para alterar valores ajenas, él prosigue: ―el secreto de la paz entre las distintas tribus
está en que cada una conserve y cumpla las suyas sin meterse con los amuletos que protegen
a las demás. Todas las tradiciones tienen elementos verdades y elementos falsos o al menos
exagerados y ninguna puede adoptarse como verdad única‖ (99). Abeso con esas palabras
achaca la imposición del catolicismo a expensas de las religiones tradicionales indígenas.
Precisamente él es considerado un modelo de la resistencia, porque procura vivir apartado
de cualquier objeto o valor importado y que toma como símbolos de la dominación. Abeso
es polígamo, tiene seis mujeres y con veinte y ocho hijos, a pesar de los insistentes
acercamientos del padre Ortiz por conquistarle, Abeso nunca ha pisado una capilla católica,
no cultiva ni café ni cacao como los demás aldeanos. Desde luego, además conserva en
herencia los vestigios de la jefatura tradicional tal como la calavera de su antecesor Abeso
140

Motulu, para guiarle y protegerle en su misión como jefe y cabeza de la tribu o los amuletos
defensores. En contestación del sistema colonial, Abeso se niega al bautizo evidentemente
él cree que el dios de los blancos es una herramienta de sometimiento además, el sacrificio
de la conversión está a un precio que no está dispuesto a pagar. Abeso se niega a deshacerse
de cinco de sus seis mujeres, lo mismo se niega a adoptar un nombre cristiano y perder uno
suyo que representa parte fundamental de su identidad, él enfatiza: ―Prefiero seguir
llamándome Abeso, que todos me conozcan y me recuerden así, ese nombre me identifica,
me da vida, me hace ser exactamente quién soy y no otra persona‖ (104), pues él considera
―débiles traidores‖ a los jefes tribales sometidos. Como depositario de los valores
aborígenes tiene fe en su religión tradicional y no pierde de vista su papel como cabecilla de
su tribu. Para asegurar el relevo de la autoridad tradicional y también la conservación de las
tradiciones de su pueblo, Abeso ha elegido a su sobrino el protagonista como sucesor para
lo que percibe como un proyecto vital. A lo largo de la obra se explica cómo va preparando
cuidadosamente a su futuro sucesor mediante iniciaciones, diversos aprendizajes o
transmisión de los atributos imprescindibles por sus funciones. Al mismo tiempo que le
prepara a asumir la autoridad s tradicional, Abeso inicia igualmente el adolescente a la caza
y, simultáneamente le cuenta la historia de su tribu. Asimismo descubrimos el linaje de la
tribu, sus orígenes, sus migraciones, las tremendas circunstancias de la ocupación europea o
el pasado guerrero de sus antecesores.

En esta obra, el personaje tío Abeso puede leerse de diversas maneras en base de las
relaciones que mantiene con determinadas personas; con su hermano menor que es el padre
del protagonista, con el sobrino protagonista y con el padre Ortiz. Abeso se lleva
perfectamente bien con su hermano ya que como es legítimo éste último respeta a Abeso
como si fuera su padre. Sin embargo, respecto a la ocupación española, simbolizan dos
visiones antagónicas aunque no irreconciliables: el padre es un emancipado pleno declarado
por la autoridad colonial, él representa la modernidad, él valora ante todo la fe cristiana, la
educación y cultura occidental. En cambio, Abeso es un tradicionalista conservador que
avisa la amenaza que representa la ocupación europea por esta razón, como es su deber, él
prepara su sobrino para garantizar la continuidad de las tradiciones seculares de la tribu. Su
visión para con la colonización se resume asimismo: ―No encontraba ventaja alguna en la
amistad con los ocupantes blancos, prefería seguir conservando intacta la fuerza mágica,
misteriosa y peligrosa que le había sido conferida por el pueblo como jefe, y allí estaba el
origen del majestuoso desdén que los desconocedores de la tradición de vuestro pueblo
141

llamáis despecho‖ (97). Siendo así, Abeso confía en el poder tradicional para recuperar el
orgullo perdido, por lo cual el protagonista encarna la esperanza del pueblo. Hay que señalar
que Abeso y su hermano conviven en perfecta concordia, sus opiniones discordantes no
altera los vínculos fraternos vigentes dentro del núcleo familiar sin embargo, el protagonista
es la conjunción de las tendencias que ambos encarnan, uno y otro velan por ello.

En segundo lugar, el personaje Abeso se puede leer desde la relación muy especial
que mantiene con su sobrino, entre ambos cabe mucho cariño, una gran complicidad y sobre
todo la admiración del adolescente por su tío. El protagonista pasa mucho tiempo en
compañía de Abeso, a menudo en el medio de los demás miembros de la familia basta la
mirada porque llegan a comunicar sin necesidad de palabras. Para el futuro jefe, cada rato
compartido con su querido tío es un aprendizaje, él sabe que su tío es un hombre
excepcional incluso afirma que el cura Ortiz también tiene plena conciencia de ello. Es que
para el sobrino, tío Abeso es un maestro incansable designado por la tradición para
enseñarle el camino del esplendor. El sobrino admira tío como un héroe de la resistencia al
hombre blanco, a sus ojos es un gran hombre con una autoridad muy grande, tanto en el
seno de la familia de la tribu como ante los mismos ocupantes. Al lado de su sobrino, Abeso
actúa por amor a su sobrino, porque éste constituye su principal foco de interés, como
sucesor tradicional y guía moral y también como esperanza del país.

Por fin, Abeso y Ortiz representan la relación dialéctica entre el catolicismo colonial
y la tradición fang en la novela, son las dos fuerzas opuestas en el relato donde cada uno
defiende sus valores e se esfuerza para ganar al adolescente protagonista su propia causa.
Son los dos hombres más cercanos al protagonista, las visiones que representan
respetivamente son las que configuran el dilema tradición y modernidad que experimenta el
protagonista en la novela de Donato Ndongo. Abeso es la antítesis de Ortiz, odia a los
blancos invasores porque son violentos y abusan de su autoridad sobre los indígenas cuya
protección recae en el tío. En su sentido la religión católica y la modernidad encarnadas en
la persona del viejo misionero son pretextos para avasallar a los nativos mediante el despojo
de sus valores culturales. En el capítulo culmina la discordia existente entre ambos
personajes. Abeso y Ortiz se enfrentan en un cara a cara traducido por el protagonista y, el
contenido de la discusión desvela los principales puntos de discrepancia entre otros caben:
la fe cristiana, el infierno, la poligamia, la procreación, la brujería, la misión colonial, o la
tradición oral aborigen. Uno y otro defiende su cultura o creencias en un intercambio
142

caluroso pero con respeto mutuo, la conversión de Abeso es el mayor reto de Ortiz,
consciente de la importancia del tío entre los suyos. Uno de los intentos resume asimismo la
intensión del viejo misionero: ―Tú debes dar el ejemplo (…), porque eres la cabeza de tu
tribu, y comprender que los tiempos han cambiado. El mundo avanza, y es necesario que tu
pueblo deje este estado primitivo en que se encuentra. Nosotros hemos traído la civilización,
curamos vuestras enfermedades, trajimos la paz y combatimos las costumbres bárbaras‖
(104). A pesar de haber sido destituido de su jefatura por el sistema colonial, Abeso
permanece aferrado a sus ideales, su esperanza no radica en su único sobrino preparado
según la tradicional y la sabiduría de los blancos mediante la escolarización, también confía
en que a pesar de su hegemonía aparente los blancos en el fondo tienen miedo a los
indígenas y esto es una ventaja que concurrirá al triunfo final de su pueblo.

En resumidas cuentas, Abeso es uno de los personajes que juegan un papel


fundamental en esta novela. Para los colonizados es la voz de la razón y para los
civilizadores él representa la fuerza la de resistencia. Abeso en la obra es un hombre
honrado, el viejo iniciado encargado de perpetuar el linaje y las tradiciones de su tribu fang.
No obstante, hay que señalar que a pesar de sus logros por ponerse al margen de la
civilización, le resulta difícil a Abeso apartarse por completo de la modernidad, su
compromiso no es sin fallo por ejemplo, en lugar de tender las trampas o usar una lanza
tradicional utiliza la escopeta de su hermano para enseñar a su sobrino el arte de la caza
además, el tío Abeso consume el tabaco ―Rumbo fuerte‖ regalado por el padre Ortiz.
Finalmente, esto es un personaje construido por el autor para inventariar los males de la
colonización y denunciarlos. Igualmente la experiencia del tío Abeso muestra cómo a pesar
de la fuerza de las convicciones propias resulta un reto imposible el vivir absolutamente
fuera de la realidad en vigor.

- Don Ramón: don Ramón es un personaje opaco dado que de él se sabe poco, nada
de su vida personal. En cambio, el maestro Ramón es un personaje directo que
progresivamente se descubre física o moralmente mediante el narrador y otros personajes.

Don Ramón es el único maestro del pueblo encargado de la educación básica de los
niños del colegio. Aparece sólo bajo su nombre con el que se deduce que es un indígena
bautizado. Ramón aparece como un hombre elegante, muy alto, con sus dientes blancos,
muy delgado, la cabeza bien peinada y perfumado con la ropa almidonada. Además de esos
rasgos que lo describen como un hombre correcto y cuidadoso, Ramón tiene una caligrafía
143

limpia, cuidada y bella. Sin embargo, este maestro indígena a la usanza antigua es también
presentado como un verdadero verdugo. Su pedagogía expeditiva se fundamenta en una
filosofía según la cual los negros tienen la cabeza muy dura por lo tanto, la letra sólo puede
entrar con la sangre. Asimismo, no duda en castigar con severidad a los alumnos cuanto lo
estima necesario y oportuno. A más de ser un objeto de terror, Ramón es ante todo un
instrumento colonial encargado de adoctrinar y lograr la conversión de los niños en
perfectos españoles. De hecho su docencia integra dos ramas principales, las formaciones
religiosa y patriótica. Pretenden conseguir a que los niños crezcan desde su tierna edad ya
siendo cristianos afianzados a la madre patria España. Ramón sostiene que los españoles
han venido a salvarles de los males atávicos heredados de sus ancestros como son la
anarquía, el salvajismo o el paganismo. Básicamente, Ramón cumple en el relato una
función preponderante en el proceso de aculturación de los indígenas. Está al servicio de la
misión civilizadora dirigida por la iglesia católica, la misma que controla todo el sistema
educativo. El relato expone cómo la administración colonial vigila todo el proceso. De
preparación de los pequeños y, como buen agente del mismo, el maestro es felicitado al
final del año escolar. En otras ocasiones don Ramón es invitado a la mesa de las autoridades
coloniales junto a los emancipados y también otros agentes que son el catequista y los jefes
tradicionales convertidos.

Además de desenmascarar el papel predominante de la escuela en la época colonial,


el personaje es también una sátira dirigida a los métodos arcaicos de la escolarización en
aquellos tiempos.

- Don Santos Casamitjana: es un personaje dinámico ya que en la obra sus


actuaciones cambian según los interlocutores y sus intereses propios. Esto es un personaje
unidimensional construido principalmente mediante un rasgo dominante y perfilado como
un auténtico empresario colonial. Don Santos Casamitjana es un colono blanco dueño de
varias factorías y exportador de café y cacao. Por su identidad de emancipado pleno, el
padre del protagonista cuenta entre los amigo ―íntimos‖ del empresario blanco. Esta amistad
se manifiesta por las visitas del colono a la familia del padre o con acciones puntuales a
favor del emancipado cuando éste lo requiere por ejemplo, en una ocasión, el padre del
protagonista solicita y consigue que el vehículo de don Santos le acompañe a él su mujer e
hijo hasta la ciudad de bata. En realidad, esa amistad radica sobre todo en el contrato
comercial basado en el trueque que mantienen los dos hombres, don Santos es el receptor
144

exclusivo de toda la producción de cacao y café de su amigo emancipado al que suministra a


cambio, telas, medicinas o productos alimenticios importados. A pesar del supuesto respeto
mutuo vigente entre los dos hombres, del juicio del protagonista don Santos tiene un
inmenso poder sobre su padre. El joven adolescente pone en tela de juicio la equidad en el
intercambio de productos entre su padre y don Santos. Eso es perceptible cuando él enfatiza
en los muchos sacos de café y cacao que ofrece su padre a cambio de unos kilos de arroz,
las latas de sardina de oliva, el pescado salado y sin ninguna retribución pecuniaria
suplementaria.

Además de su habilidad por los negocios, don Santos Casamitjana despunta


igualmente como un auténtico verdugo, se muestra violento e intrépido exclusivamente con
los indígenas cuando sus intereses personales están en juego. Por ejemplo don Santos no
duda en castigar físicamente a Policarpo su factor por quitarle alguna botella de bebida
alcohólica. Si bien, como todo el mundo, a pesar de su alto poder adquisitivo, don Santos se
pone recogido y humilde ante el todopoderoso sacerdote padre Echenagusia. Estos dos
ejemplos apuntan la trascendencia la autoridad religiosa sobre el poder económico
encabezado en esta obra por don Santos.

Don Santos Casamitjana es un típico colono dibujado con tres rasgos sobresalientes,
es un astuto empresario, aficionado a la violencia física y con apariencia de buen cristiano.
El autor recrea asimismo el sistema económico colonial basado en la explotación de los
indígenas, aquí se practica un sistema de trueque, donde los finqueros blancos se enriquecen
a costa de los indígenas.

- El padre Remigio María Echenagusia: esto es un personaje estático que no


cambia su forma de actuar o de pensar, más bien en ciertas ocasiones él tiende acentuar su
carácter particularmente riguroso.

El padre Remigio María Echenagusia es el padre superior del internado ubicado en la


capital del distrito donde asiste el protagonista. Es un misionero viejo pero enérgico que aún
practica los ejercicios de destreza física para mantenerse en forma. Los internados lo
admiran por su salud física y por lo tanto le consideran el más fuerte de todos. En la obra,
este viejo misionero se distingue como un hombre taciturno y, esto es por lo que los
internados lo han apodado Ojo Picante, por su parpadeo nervioso en los ojos inyectados de
sangre y también por su perenne malhumorado. Como se puede contemplar, la actitud de
145

este sacerdote contrasta con la temperancia característica de otros misioneros al ejemplo del
padre Ortiz. No obstante, Ojo Picante destaca con su marcada conciencia profesional, es
celoso de su deber aunque en ello también incide su carácter particularmente prepotente
tanto, que ni permite ni perdona algún menoscabo de su autoridad. Para demostrar la
intransigencia del viejo sacerdote, el narrador expone un incidente acaecido en el internado.
Se trata de un tal Silverio Ondo Mesoco, internado e hijo de un jefe tribal quien, por
protestar por la mala comida recibe un castigo ejemplar del viejo misionero que lo considera
una afrenta legítima. Ojo picante le rompe la nariz, le expulsa del internado y para colmo le
maldice en nombre de Dios. Esto no es un episodio trivial ya que, ha servido a asentar la
fama del cura como el hechicero blanco más poderoso que todos los negros. Esto ocurre
cuando el día siguiente el internado expulsado fallece envenenado tras ser estrangulado por
una serpiente boa. Más adelante señala el narrador otro incidente sucedido cuando el
protagonista es castigado físicamente, insultado y expulsado por no obedecer al Ojo Picante
que le obligaba a comer una yuca que contiene un ciempiés. Como la mayoría de los
indígenas, el protagonista aprecia a Ojo Picante como un hombre extraordinario y sobre
todo todopoderoso eso por diversas razones. Uno de los secretos del cura blanco tiene que
ver con la confesión, para el narrador, esta es un medio eficaz de que dispone el cura para
desentrañar las intimidades más hondos de los nativos y para luego utilizar la información
recogida afín de subyugarlos. Ojo Picante es un personaje de gran influencia e importancia,
con su papel, la religión católica aparece en la obra como un instrumento colonial al que
contribuye eficazmente el viejo misionero. En concreto, el padre Echenagusia es un astuto
sacerdote, un personaje aficionado a la violencia y que a la vez sabe sacar partida de la
ingeniosidad de los indígenas y de la supremacía que le conceden su estatuto social y su
estratégico oficio.

En resumidas cuentas, el padre Remigio María Echenagusia es un personaje típico y


carismático, su presencia infunde miedo y sumisión. La fama extendida de su poderío ha
entrenado masivas conversiones de los muchos nativos convencidos de la superpotencia de
la iglesia católica en general y la de Ojo Picante en particular. El fallecimiento de Silverio
Ondo, hijo de un jefe tradicional por la maldición del cura constituye a los ojos de los
indígenas la prueba de la magia del blanco trasciende el poder aborigen. Además de los
sumidos indígenas, la actitud de los colonos blancos igualmente sumisos al viejo misionero
contribuye a confirmar la trascendencia eclesiástica dentro del sistema colonial.
146

- El padre Ortiz: el padre Ortiz es un personaje plano que no cambia a lo largo de la


novela, es descrito progresivamente en la novela pero caben aspectos ocultos de su vida.

Ortiz es otro viejo misionero blanco, posee una moto con la que junto a su
monaguillo el protagonista narrador, recorren una vez al mes los pueblos más alejados para
decir la misa a los feligreses. Ortiz es un misionero que no habla los idiomas locales por eso
su monaguillo es el traductor e intérprete que le facilita la comunicación con los indígenas.
Es que en esta novela, la función principal de Ortiz es ante todo el lograr la conversión y la
salvación de las almas indígenas, por eso una de sus estrategias consiste en utilizar los
sermones para convencer a los infieles de la necesidad de entablar con Dios una relación
sana e intachable, ello supone fundamentalmente el abandono de las prácticas salvajes. En
ello precisamente en una de sus estrategias por ejemplo, este predicador aprovecha las giras
habituales sobre terreno para despojar los indígenas de todos los vestigios aborígenes
conservados en señal de su entrega absoluta al Señor y como dice, se los lleva con el fin de
destruirlos. Si bien, igual que los demás colonos, el padre Ortiz es también un empresario a
su manera, tiene su negocio propio desarrollado mediante la venta de rosarios
principalmente a los indígenas, son los más caros porque se los dicen de mejor calidad y
además son los únicos rosarios bendecidos. En otras palabras, este sacerdote gestiona un
negocio al que se apuntan todos los nativos por obligación moral como otra muestra de su
conversión. Por otra parte, en base del contacto constante que mantienen, el padre Ortiz
ejerce una gran influencia en el protagonista que en él ve un modelo de piedad y dinamismo.
Es en compañía del viejo cura que este adolescente aprende los primeros rudimentos de la
civilización y, se fija particularmente en el trato especial y privilegios de que gozan los
sacerdotes. En la obra, el padre Ortiz se encuentra al principio final de la preparación de su
monaguillo, el predicador vigila con particular interés la evolución escolar y espiritual de su
protegido ya que él comparte y apoya las ambiciones eclesiásticas de los padres por su
prole. El adolescente aprende con él sus primeras oraciones y, al final de la novela con Ortiz
igualmente emprende el viaje marítimo rumbo al seminario de Banapá en la isla de
Fernando Poo. No obstante, otro gran reto de este misionero es conseguir la conversión del
tío Abeso y a través de él lograr la mayor adhesión de sus súbditos. En uno de los intentos
del cura, ambos protagonizar una larga charla, un cara a cara que enfrenta las dos
autoridades, las dos ideologías aparentemente incompatibles que ellos representan
respetivamente. La discusión traducida por el protagonista gira en torno a la muerte y
resurrección del Cristo, la autonomía de los pueblos con sus creencias, la fe, el infierno, la
147

poligamia, el bautizo o el catolicismo que expone el misionero como la única y verdadera


doctrina revelada. Sin embargo, a pesar del tema que los separa, ambos hombres tratan de
mantener una relación mutuamente respetuosa lo manifiestan por un intercambio de regalos
durante la discusión. De todos modos, el misionero es un acostumbrado de los tratos
privilegiados por parte de todos los indígenas.

En resumidas cuentas, padre Ortiz es el personaje creado por el autor para exponer el
impacto de la evangelización y el papel fundamental de los agentes en la labor civilizadora
colonial española. Ortiz es el predicador encargado de la conversión de los nativos, por su
papel, tiene mucha autoridad en las familias de indígenas ya que mantiene un contacto
permanente y estrecho con numerosos feligreses. Finalmente, Ortiz juega un papel
fundamental en el proceso de aculturación de los indígenas, igualmente, Ortiz constituye un
eslabón importante del sistema colonial en la cadena de explotación de la población
aborigen adscrita a la causa cristiana.

- La tía Tecla: Tecla apodada ―Te‖ es la hermana menor de la madre del


protagonista y vive en esta familia, es cuatro años mayor que el protagonista. En la obra,
aparece como un personaje estático y opaco por lo que hay facetas desconocidas de su vida.

Con sus catorce años, Tecla es una joven analfabeta y compañera de juegos de su
sobrino el protagonista que la describe como una criatura enclenque y sensitiva. Trata a su
sobrino con mucho cariño y admiración, es también su apoyo sicológico sobre todo en los
momentos especiales de su vida como la circuncisión o también por ejemplo, en día de su
comunión, le baña con especial cuidado y cariño. Con este personaje se recrea la
configuración típica de las familias africanas donde los menores suelen estar criados por los
hermanos mayores, mientras éstos se sustituyen a los padres genitores, los niños a cargo por
su parte contribuyen de las faenas hogareñas. Tecla es uno de ellos, en cierto modo ella
actúa de hija mayor en el hogar de su hermana, tiene algunos quehaceres diarios fijos como
son la limpieza de ropa, vajilla, el cuidado y vigilancia de los niños y también va a por agua.
Sin embargo, su comportamiento no es siempre intachable, en una ocasión, Tecla aprovecha
de su sobrino en un momento en que está atormentado por los síntomas de la pubertad, pues
ella le anima a un acto sexual incestuosa puntual. El acto es solo una culminación porque el
joven adolescente ya llevaba algún tiempo observándola en varias ocasiones mientras se
bañaba desnuda. El hecho plantea la convivencia sin pudor y total descontrol parental entre
adolescentes púber de sexos opuestos, los padres dedicados a las labores campestres diarias
148

no tienen constancia de este aspecto de la evolución natural de su hijo. Desde luego, Tecla y
su sobrina tienen plena conciencia de su error y por eso pactan por el secreto de lo
acontecido. Con este episodio, Tecla entra a formar parte de aquellos iniciadores encargados
del desarrollo del protagonista a lo largo del relato.

Finalmente, Tecla es una típica adolescente rural, analfabeta, hacendosa, con sus
triunfos y debilidades correspondientes a su corta edad pues su personaje descubre las
realidades de una típica familia africana ubicada en el universo rural.

- La madre del protagonista: la madre del protagonista es un personaje sin nombre


expuesta como un personaje plano, una auténtica aldeana que lleva una existencia
monótona. Es también indirecto puesto que el lector lo descubre por sí misma, pues es
progresivamente descrita por su esposo o el narrador. La vida de esta aldeana se organiza
entorno a sus ocho hijos, su esposo y sus quehaceres diarios. Tiene especial afecto por su
hijo mayor el protagonista aunque no duda castigarle oportunamente. Como todas las demás
aldeanas, esta mujer se dedica diaria y principalmente al trabajo de la tierra para el
abastecimiento de su familia. Desde esta perspectiva, su vida parece enfocada en el
bienestar de su familia además, como madre, es atenta al estado físico y mental de sus hijos,
también tiene especial habilidad en consolar o proteger oportunamente a su prole cuando
así lo requieren. En ocasiones muestra su cariño por sus hijos por ejemplo, ella llora junto a
su primogénito por el dolor de la circuncisión, lo mismo sucede a la hora de despedirse del
mismo cuando se marcha a incorporarse en el seminario isleño de Banapá. Igualmente baila
junto a las demás mujeres de la familia para la celebración de un ritual por su hijo. La madre
del protagonista es también una emancipada que goza de los privilegios debidos a este
estatus adquirido por su esposo, a pesar de ello, en el momento en que su hijo viaja a
España, esta madre le advierte de que estaría disgustada si su primogénito le trajese una
nuera blanca.

Con este personaje el autor descubre a la típica mujer rural africana totalmente
dedicado a su familia, a la vez una esposa trabajadora, partos múltiples, cariñosa, o
consoladora. Lleva una vida corriente, es decir, al único servicio de los demás, su ética se
resume al sacrificio de sí mismo por el amor de la familia numerosa y extendida.

- La vieja de la morada: esta es un personaje indirecto e innominado, es descrita


con rasgos físicos humanos pero sus acciones la sitúan en una dimensión extraordinaria.
149

Está establecida selva adentro en un determinado lugar denominado como la cuna del poder
ancestral del que es guardia y protectora contra los enemigos. En este lugar se encuentran un
árbol especial, el gigantesco ekuk constituido de cuatro ramas señalando los cuatro puntos
cardinales y también está una cabaña de adobe con una puerta y sin ventana. Ella aparece
puntualmente para dirigir los rituales que se celebran en la morada de los idos. Ella es la que
entrega al protagonista las reliquias del poder ancestral cuando es elegido como futuro jefe
de la tribu, un hacha, un diente de caimán, el fuego y la tortuga. La vieja es un personaje
principal por la importancia que se da a la preparación tradicional del protagonista y, a la
cual ella juega un papel imprescindible. Si bien, el papel preponderante de esta iniciadora
contrasta con su aspecto externo alterado, además de la enorme llaga supurante en el rostro,
es también diseñada como una vieja flaca y arrugada, tatuada la cara, anda desnuda y parece
ciega ya que de sus ojos se derraman un líquido blanquecino. No obstante, con esta vieja, el
autor destapa otro papel preponderante de la mujer en una sociedad tradicional
aparentemente dominada por el género masculino.

IV-1-2-2-Los personajes secundarios

Son aquellos cuya vida o actos no tienen una trascendencia preponderante en la


trama, aun así no dejan de ser vitales para la acción. En este grupo caben: 13 personajes
masculinos y uno colectivo, 6 personajes femeninos individuales y cuatro colectivos: Abeso
Motulu, Ambrosio, el padrino, el padre Amadeo, el tío Meco, el viejo rector, Franco,
Marcelino María Mba Nsamio, Motulu me Mbenga, Nguema Anseme, Policarpo, los
plantadores, los motoboys, el alumnado del pueblo. Hay por otra parte: Ángeles, Mamá
Fina, Mamá Andeme, Sor Juana, y doña Montserrat Montesino, las aldeanas, las sixas, las
catecúmenas y las monjas. Igualmente los hemos estudiado individualmente.

- Abeso Motulu: es un personaje opaco, de él sobresale un rasgo dominante que lo


sitúa como un hombre valiente y una gran autoridad tradicional. Sin embargo, es un
personaje heterogéneo, definido con rasgos coherentes. El tío Abeso es quien cuenta sus
hazañas al frente contra los opresores y su trágica muerte. Abeso Motulu es presentado
como un valiente guerrero de la resistencia contra la ocupación colonial. Era un viejo
luchador ágil y aguerrido, astuto, testarudo, pero también generoso, suave y alegre. Fue un
150

gran jefe de tribu, el segundo del linaje, antecesor del tío Abeso y también su iniciador. El
abuelo Motulu aparece definido como un mártir, un héroe a la antigua usanza.

- Ambrosio: es el catequista del pueblo del protagonista narrador. Es un personaje


estático y plano ya que su forma de actuar y de ser no conoce ningún cambio, toda su acción
está concentrada en la única labor evangelizadora. Es unidimensional y opaco, poco se sabe
de su vida, toda su descripción está construida alrededor de un rasgo dominante que define
a Ambrosio como un buen catequista, el típico indígena obsesionado por una función que le
hace vinculo relevante entre la ideología colonial y las poblaciones aborígenes. Como el
maestro don Ramón, el catequista Ambrosio es un instrumento más del sistema colonial por
su actividad, es el encargado de lograr la conversión del mayor número posible de aldeanos
y mantener diariamente viva y permanente la fe cristiana entre los feligreses. El protagonista
lo describe como un evangelista apasionado, Ambrosio tiene sus estrategias para fijar con
seguridad el mensaje de la salvación, a veces alarga sus sermones durante horas, y otras
veces elige el tono de voz y actitud correspondientes a los sentimientos que transmite el
evangelio de la predicación. Como el protagonista, Ambrosio también se encarga de traducir
los sermones de sacerdote blanco padre Ortiz, aunque con gran dificultad.

- El padrino del protagonista: es un personaje opaco del que sólo se sabe la


santidad como rasgo dominante. Es estático sin ningún cambio en el relato ya que sólo es
evocado tras su muerte por el protagonista. Actúa positivamente protegiendo a su ahijado el
protagonista. Es expuesto en la obra como un modelo social a seguir, ha vivido sin pecado y
a su muerte, su alma ha sido recibida por la Virgen. Representa un leitmotiv para su ahijado,
y para muchos otros aldeanos.

- El padre Amadeo: es retratado aparece como un sacerdote malo, su breve


aparición en el texto deja en la sombra ciertos aspectos de su vida. Es estático pero actúa en
forma negativa. El padre Amadeo es el sustituto por seis meses del padre Ortiz. Cuando el
protagonista le confiesa el incesto cometido con la joven tía Tecla, no sólo le niega la
absolución, sino que, dramatiza aún más el suceso hasta ridiculizar al adolescente de animal
del bosque, de negrito actuando por atavismo y de forma innata. Si bien, el padre Amadeo
destaca como un hombre despejado, no duda decir en voz alta lo que algunos hipócritas
piensan pero callan. Con el padre Amadeo, el autor explora otra dimensión de la misión
evangelizadora colonial, el fingimiento de esta institución colonial donde los misioneros
151

postergan constantemente a los indígenas y, algunos poniendo cara de humildad o de


fraternidad.

- El tío Meco: es un personaje opaco que sólo se define mediante su implicación en


los ritos e iniciaciones donde se deduce que actúa en forma positiva. El tío Meco es
hermano de la madre del protagonista, actúa siempre de concierto con la familia por el
interés de su sobrino. Tras la salida repentina del protagonista del internado, Meco acude
para reunirse en la casa de palabra con los demás mayores, sus intervenciones descubren su
visión anticolonialista y de ahí que apoya la iniciativa de potenciar al sobrino para lograr el
triunfo de su pueblo.

- Motulu me Mbenga: es el bisabuelo del protagonista y fundador de su linaje.


Emigró desde el otro lado del río Ntem para fundar su pueblo fuera del alcance de los
conquistadores franceses. Fue el primer jefe tribal del linaje y antecesor de Motulu Abeso,
aunque después de su muerte, continúa su obra como guía y protector de su pueblo. Esta
vez, su papel se circunscribe en la gestión de los ritos que se celebran sucesivamente en la
cuna del poder tradicional. Como el tío Abeso, su acción se inscribe en la lucha contra los
ocupantes blancos, en la que predice la victoria final de su pueblo. Desde luego, su
esperanza también recae en el protagonista de ahí su participación a los rituales para
garantizar su éxito y la protección puntual y permanente del futuro jefe. Al protagonista
precisamente el bisabuelo Motulu me Mbenga también le aparece de vez en cuando bajo
forma de sueños.

- Nguema Anseme: es el abuelo materno del protagonista, como el tío Meco o el


bisabuelo Motulu me Mbenga, el abuelo también, como autoridad tradicional y familiar, se
suma a participar de todos los rituales que preparan tradicionalmente a su nieto el
protagonista con el propósito de vencer a los ocupantes.

- El viejo rector: este es un personaje estático y bastante transparente, no conoce


algún cambio importante pero mucho de él se sabe tanto física como moralmente ya que los
rasgos que lo definen son coherentes. El viejo rector aparece puntualmente en el relato pero
actúa en forma positiva, su objetivo primordial es lograr la continuidad de la evangelización
en la colonia mediante el relevo de nativos. El viejo rector es solamente mencionado en el
primer capítulo de la novela que como se sabe conlleva el desenlace final de toda la trama.
A parte de su edad avanzada, tiene una personalidad augusta, esta angustia se justifica por la
152

decisión del protagonista de renunciar al seminario, a pesar del largo y dificultoso recorrido,
del pueblo al distrito y finalmente España. Al cabo de una larga discusión que mantienen el
joven y el viejo en un largo y controvertido cara a cara, el viejo exponiendo con mucho
cariño y énfasis la importancia, el papel, los logros o el futuro de la evangelización en
Guinea, mientras el seminarista con la misma deferencia expone sus desilusiones
personales, sus ambiciones patrióticas, o sus inquietudes. Si bien, el viejo rector no llega a
convencer al joven seminarista decidido a coger un camino distinto para servir su país, fuera
del sacerdocio. Esta decisión provoca la decepción del viejo, a falta del relevo necesario, el
viejo rector predica el final del cristianismo en la colonia y de ahí la vuelta de las prácticas
bárbaras. El papel del viejo rector en esta novela es a la vez simbólico y estratégico.
Garantizar la continuidad del cristianismo en cuanto se anuncia la soberanía, y desde el
seminario español, asegurar la formación de los nativos designados para perpetuar el
mensaje colonial. El viejo rector aunque desde España perpetúa el discurso colonial según el
que los indígenas necesitan a los guías para conservar la moral colectiva, pues los curas son
unos guardianes de la fe y protectores sin los cuales volvería el paganismo y la barbarie.

- Franco: es definido sobre todo como un personaje referencial cuyo contenido


histórico permite relacionar España con Guinea Ecuatorial. En la obra, el narrador lo
describe observando su imagen y también rememorando las alabanzas de su maestro al
héroe Franco. En la descripción de Franco predomina la perspectiva de su fortaleza, aparece
como el General más joven de Europa, el Invicto Caudillo de España por la gracia de Dios,
el Generalísimo Victorioso, el Caudillo Salvador de España, el Redentor o el hombre que ha
traído la Verdadera Libertad en la colonia. Sabiendo que esta novela coincide con el
régimen de Francisco Franco Bahamonde en España, se deduce entonces que Donato aquí
hace una parodia del franquismo en particular y del sistema colonial español en general. Eso
se percibe en la descripción intencionalmente errónea del personaje Francisco Franco. La
fotografía de Franco en el aula del colegio impone su presencia permanente casi
obsesionante a los adolescentes alumnos que lo perciben a la vez como ídolo y máximo
héroe. Esta imagen es asociada a las tendencias del franquismo enseñadas a los adolescentes
indígenas, principalmente el caudillismo y el culto a la personalidad del dictador español,
aquí se hace una trasposición del contexto político vigente en metrópoli hacia la colonia. De
este modo, el autor pone de relieve la asimilación de los indígenas desde temprana edad, el
cometido es afianzar la juventud indígena a la cultura española y particularmente al
franquismo español, a expensa de su entorno, valores y raíces propios.
153

- Marcelino María Mbá Nsamio: es un personaje estático ya que sus rasgos


refuerzan su doble identidad. También aparece como un ente negativo creado para destruir
el tejido cultural de su pueblo.

Este es el tercer jefe de la tribu esamgón quien, por sus nombres Marcelino y María
se deduce que se ha convertido al cristianismo. Es uno de los que el tío Abeso aprecia como
jefe débil y traidor. Él forma parte de los nativos que abdicaron ante los ocupantes y así
facilitaron la sumisión de sus súbditos y por ende el asentamiento de los colonos. No
obstante, este jefe tradicional es realmente un personaje ambiguo, situado a caballo entre lo
tradicional y lo moderno porque, paradójicamente está bautizado pero también es polígamo.
Aunque en este caso Nsamio es bautizado ya moribundo, pese a ello, para el cura
Echenagusia, este bautismo es válido como cualquier otro. Se entiende mejor que el padre
Echenagusia recupera la conversión de esta autoridad tradicional como un logro propio y
muy significativo sobre todo a los ojos de la comunidad aborigen donde es temido por su
fama. Si bien, la personalidad turbia de Nsamio culmina cuando a su muerte, sus restos
mortales explotan en plena celebración de la misa de los difuntos. Finalmente, sus esposas
lo consideran un hombre malo pero la iglesia aprecia favorablemente su conversión y
finalmente organiza sus funerales según los rituales eclesiásticos.

- Policarpo: es un personaje secundario definido como un auténtico indígena moral


y físicamente arruinado. Policarpo es el factor del empresario don Santos Casamitjan y éste
le define como un truhán, perezoso, borracho, ladrón mujeriego y profesionalmente
inconsciente. Entre ambos personajes cabe la relación de tipo paternalista donde el amo
blanco o ―masa‖ es el amo absoluto y no duda castigar físicamente al joven conductor
cuando lo estime oportuno. Las actuaciones del factor tienden a situarle como un indígena
típico, un irresponsable con honda tendencia a la autodestrucción por su adicción particular
al alcohol o su habitual conducción peligrosa en estado de ebriedad avanzado y en carreteras
alteradas. Como vemos, Policarpo es otro prototipo mediante el que Donato Ndongo
reproduce la visión colonialista del indígena, es decir, un ser sumiso, vago, perverso y
ninguneado por sí mismo. Este personaje como Franco anteriormente es otro enfoque de la
gran parodia.

- Los plantadores: designan a los colonos que controlan la actividad económica en


la colonia en general y particularmente en la isla de Fernando Poo. Esta isla desarrolla más
154

actividad económica comparada a la región continental. Con este personaje colectivo, el


autor hace una recensión de las actividades de los colonos en su país. Entre otras se dan la
explotación maderera, la comercialización y exportación de los cultivos de renta como son
el cacao o el café, la importación de bebidas extranjeras y otros productos de consumo
diario. Los plantadores son expuestos en la novela como unos empresarios pragmáticos, es
decir, aferrados a sus negocios e intereses, para garantizar el éxito de sus negocios
precisamente trasladan a los indígenas de la región continental hasta la isla de Fernando
Poo, es el modo seguro para incrementar sus ganancias. Asimismo Donato Ndongo
configura un aspecto fundamental de la temática colonial que es la explotación de los
aborígenes. Esta lectura conlleva otros enfoques relevantes como la desigualdad social o la
segregación racial en vigor en la isla o en Bata porque en estas ciudades principales el
hábitat está organizado en base de la raza. Finalmente, el traslado de obreros desde el
continente hasta la isla de Fernando Poo elude uno de los orígenes del problemático éxodo
étnico observable en Guinea Ecuatorial hasta en la actualidad.

- Los motoboys: la palabra ―motoboys‖ es un anglicismo que se utiliza en el


lenguaje ordinario para designar a los jóvenes que auxilian a los conductores de transporte
inter urbano público. En la ciudad de Bata los motoboys se localizan precisamente en la
estación de viajes ―Transportes Africanos‖, allí donde acuden el protagonista y sus padres
para recoger su equipaje llevado por el ―aguagua‖, típicos autobuses de transporte inter
urbano. El protagonista narrador aprovecha el rato para describir el ambiente ferial de la
estación protagonizado por los motoboys. Cargan las ―aguaguas‖ al salir y descargan los
equipajes de los viajeros a la llegada, son principalmente cestos de yuca, malanga o de
pescado ahumado. Con este personaje colectivo, el relato nos sitúa en uno de los espacios
más auténticos y típicos del universo africano. Se trata aquí de una estación de viajes
representado como un espacio público de transición, populoso, promiscuo, con escasa
organización. Esta muchedumbre particularmente heterogénea y permanente da lugar a
diversas clases de actividades como son el comercio informal de todo tipo, encuentros,
desencuentros y precisamente aquí los ―motoboys‖ destacados como particularmente
indisciplinados imponen su ley a los viajeros tal y como aquí actúa uno de ellos, un tal
detestable Bon evocado en el texto.

- El alumnado del pueblo: en el colegio del pueblo donde asiste el protagonista


narrador nos hemos fijado en tres elementos característicos a saber las infraestructuras, el
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alumnado, y los contenidos de las asignaturas. Toda la escuela es una sala inmensa de tierra
polvorienta bajo un techo de nipa y con paredes de calabó tiznadas de blanco. Los pupitres
son hileras de troncos de madera partidos por el corazón. En este espacio rústico y miserable
estudia un alumnado organizado en cuatro grupos, correspondientes a los grados: elemental,
medio, preparatorio y los párvulos. El programa de docencia tiene tres enfoques.
Primeramente los conocimientos básicos o científicos como son las primeras letras, lectura,
aritmética, o la geografía e historia de España. En segundo lugar se halla la formación
política llamada patriótica, es decir, la preparación de los adolescentes como súbditos y
herederos de la madre España. Por último, la formación espiritual mediante la enseñanza
religiosa los jueves bautizados el día de la pureza. En la obra, el narrador describe al
alumnado como un grupo de adolescentes particularmente aterrorizados por un maestro
verdugo. El relato acerca de esta escuela destaca un espacio público de alienación al servicio
del sistema colonial. Además, la falta de profesionalismo del maestro abre paso a la
violencia física. Es un espacio de frustración donde acuden los alumnos siempre
atemorizados puesto que corren permanentemente el riesgo de volver a casa con el trasero
ensangrentado. He aquí una escuela a la usanza antigua.

- Ángeles: es un personaje indirecto y sus acciones no tienen gran transcendencia en


la novela, además, el narrador deja en la sombra muchos aspectos de su vida. Ésta aparece
solamente al principio de la obra y se deja construir por el lector. Es el primer amor del
protagonista, desde su seminario mantienen una comunicación epistolar permanente a la
distancia. En el momento en que decide salir del seminario, el recuerdo de su amada se
impone a él más que nunca. Ángeles lo es todo para él, su confidente, su ángel de la guarda,
y su amor. Aunque no lo admite abiertamente, consciente o no, la existencia de la amante
española influye en la abdicación final del seminarista.

- Mamá Fina: su verdadero nombre es Josefina, es la abuela materna del


protagonista, esposa del abuelo Nguema Anseme. Mamá Fina. Es un personaje indirecto y
opaco. Su vida no se describe en la obra, el lector la descubre por sí mismo. Ella tiene como
función en la obra es de contribuir como otros miembros a la preparación tradicional del
protagonista afín de lograr que esté capacitado para aprehender la sabiduría del hombre
blanco. La abuela participa a los rituales en que se admite a las mujeres. Entre el
protagonista y Josefina se percibe un afecto mutuo.
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- Mamá Andeme: es otro personaje indirecto y opaco. Es la primera esposa del tío
Abeso. Como la abuela contribuye del mismo modo a las celebraciones rituales a favor del
protagonista al que también demuestra mucho afecto y cariño.

- Sor Juana: es una de las monjas del personaje colectivo designado como las
monjas del que es la única nominada. El protagonista enfatiza mucho en su belleza, pero la
admirada apariencia de la sor Juana contrasta con su papel de encargada de disciplina en el
internado de chicas. Distingue con su rigor, por ejemplo, el narrador lamenta no poder ver a
su hermana también interna porque sor Juana aplica estrictamente el reglamento restringe
cualquier tipo de comunicación o de contacto entre los internos y las internas a pesar de que
sus respetivos colegios están separados tan sólo por una carretera. Seguramente por su
especial destreza, la sor Juana se encarga personalmente del lavado de las sotanas de los
sacerdotes.

- Montserrat Montesino: apodada Eme Eme esta es la esposa del empresario don
Santos Casamitjana. Esta es un personaje estático e indirecto. Montserrat es expuesta en la
obra como una mujer especialmente cariñosa aunque también inaccesible. Ella parece como
una persona caritativa, eso es perceptible en la complicidad existente entre ella y el
protagonista. Desde luego, el joven adolescente le tiene particular admiración y aprecio por
su trato y sobre todo por sus pequeños obsequios. En el momento de despedirse, Eme Eme
requiere del adolescente que se mantenga comunicado con ella a la distancia desde el
seminario, y le regala unos cuadernos. El padre del protagonista también valora el carácter
provechoso de la señora Eme Eme que le distingue de sus compatriotas. Finalmente,
Montserrat es una blanca y por lo tanto, a pesar de ser afable e humilde, su identidad social
le confiere cierta superioridad por encima de todos los indígenas. Sin embrago, a pesar de la
preponderancia social, ella se muestra como los demás blancos ante el Señor ella se arrodilla
modesta y recogida para recibir la sagrada comida de las manos del padre Echenagusia.

- Las aldeanas: el protagonista las señala en dos pueblos de la región continental, el


suyo propio y otro cercano a la capital del distrito. En uno y otro, el protagonista observa la
ruina física de las mujeres aldeanas debida a las condiciones de vida extremas a las que
están expuestas y que requieren diariamente un sacrificio extremo. Esto es perceptible
mediante su indumentario, sucísimos harapos, su apariencia amortajada o por sus faenas
hogareñas y campestres por las que están constantemente dobladas o encorvadas. La dureza
de su existencia hace que el protagonista las aparenta a animales de tiro. A través de ellas
157

también el narrador nos descubre la variedad alimenticia de su región, aquí se cultiva la


yuca, ñames, la mandioca, maíz, caña de azúcar, bambucha, melongo o dátiles. Entre estas
mujeres se halla un número considerable de jóvenes de las que algunas son muy
tempranamente madres pero en general, ellas padecen las mismas inclemencias que sus
genitoras. Tal es el caso de una joven innominada que el protagonista describe en la obra
cogiendo de brazos a un recién nacido mientras ella misma es aún niña. Este personaje
colectivo revela la desventura característica de la guineana rural, a la vez trabajadora con
especial fortaleza y madre dedicada y llevando una vida que suele aparentarse a una
condición deshumanizante, una existencia rutinaria como estancada y sin siquiera esperanza
de un futuro prometedor. Donato suma su voz a una temática recurrente en torno a la mujer
africana en general: su lugar en una sociedad juzgada particularmente machista, la
racionalidad de sus condiciones de vida, sus derechos y deberes.

- Las sixas y las catecúmenas: son nativas de diversas edades, internas alojadas en
barracones situados enfrente del internado de los chicos. Ellas forman parte de aquellas
instituciones coloniales principalmente destinadas a preparar a las jóvenes nativas a asumir
con responsabilidad y dignidad el matrimonio futuro, sobre todo a las que no pueden
pretender a alguna carrera profesional, esta función es perceptible mediante el contenido de
las docencias o aprendizajes que reciben distintamente y a veces conjuntamente. Por
ejemplo, las sixas y las catecúmenas tienen actividades comunes: limpian los colegios y la
capilla, cultivan las fincas de las monjas, también lavan la ropa y preparan la comida de los
internos. Por otra parte, además del catecismo, las internas asisten diariamente a las clases
de labor y economía doméstica e higiene. No obstante, estos organismos no parecen cumplir
siempre su cometido sobre todo si nos fijamos en cómo el protagonista describe
irónicamente a algunas sixas, como señoronas gordas, viejas y beatísimas, otras son
señoritas revoltosas, alegres que cumplan la cuarentona antes de contraer matrimonio. Con
estos personajes el autor descubre una institución colonial instaurada con el propósito de
atender una categoría de mujeres socialmente distintas, también se destaca como la
explotación del indígena está presente en todas las corporaciones afines al sistema colonial.

- Las monjas: son las encargadas de la docencia y vigilancia de las sixas y


catecúmenas. En el colegio de las monjas situado enfrente del internado de los chicos, se
prohíbe cualquier contacto entre los jóvenes durante los oficios religiosos a los que
participan los internos de ambos sexos. Así, el protagonista no tiene derecho a visitar a su
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hermana menor interna en el colegio de las monjas. Esta obra restituye el papel histórico de
las sixas creadas con un doble objetivo como señalábamos anteriormente, preparar las
jóvenes al matrimonio canónico y también evitarlas los partos precoz o fuera del entorno
matrimonial.

IV-1-2-3-Los personajes figurativos

Son aquellos cuya acción no influye particularmente en el desarrollo del relato, aun
así, no dejan de ser unidades de significación. Son 53 en total: Julián, Carlos, José Vicente,
Juan Luis, Esimi, Felipe Nkulu, Esteban, Otunga, Ba, Bon, Asumu, Paco, Antón, Mbo,
Santos, don Plácido, Bon, don Serafín, don Esteban, don Prudencio, papá Nicolás, papá
Deogracias, el Gobernador General, el Teniente de la Guardia Colonial, el padre Obispo
Prefecto Apostólico, el Subinspector de Enseñanza, el hermano Marcos, el Instructor de la
Guardia Colonial, el criado, Silverio Ondo Mesoco, el calabar, el sastre, el padre Claret, el
padre Coloma, Dalmau Carles Pla, Cristóbal Colón, Cervantes, el Rey Fernando, San José,
San Marcos, San Miguel Arcángel, Epulón, Lázaro, Moisés, Mico mi Ondo, Miguel Oyono,
Pío, Nguema Olinga, el padre de Estaban, Djoba, Nguema y Bokesa, el monaguillo de bata,
el misionero de bata. Pero también: la tía Eulalia, la tía Asilada, la hermana del protagonista
Micue, la Reina Isabel, a estos personajes los hemos estudiado en conjunto basándonos en
ciertas afinidades internas:

- Julián, Carlos, José Vicente, Juan Luis, Esimi, Felipe Nkulu, Esteban, Otunga
y Ba, son amigos o compañeros del colegio e internado mediante los que el protagonista
narrador expone algunos recuerdos de sitios, actividades o hechos acaecidos en su infancia.
Bon es el hermano menor mientras Asumu, Paco, Antón, Mbo y Santos son primos del
protagonista con los que también compartió algunas actividades infantiles. En el momento
en que el protagonista narrador se prepara a ingresar en el seminario de Banapá, don
Plácido, don Serafín, don Esteban, don Prudencio, papá Nicolás y papá Deogracias que
son conocidos de sus padres se despiden de él recordándole los sacrificios consentidos por
sus padres por sus estudios y la esperanza que representa para el futuro de la tribu y el país.
En la estación de viajes Transportes Africanos, el narrador describe la escena de un tal Bon,
otro Bon motoboy que queda totalmente impasible ante la desesperación de una mujer que
solicita en vano la ayuda del joven para subirle la cesta al coche. El Gobernador General,
159

el Teniente de la Guardia Colonial, el padre Obispo Prefecto Apostólico, el


Subinspector de Enseñanza y el hermano Marcos designan autoridades coloniales en sus
distintas funciones dentro de la administración colonial. Otra autoridad colonial es el
Instructor de la Guardia Colonial asesinado por su propio criado, el suceso pone de
relieve una configuración atípica de violencia en las relaciones interraciales.

El criado es un joven nativo procesado por el asesinato a machetazo de su dueño


blanco. El mismo caso al revés se da con Silverio Ondo Mesoco descendiente de un jefe
tribal trágicamente fallecido tras la maldición de un sacerdote Echenagusia reputado muy
poderoso. Hay un sastre que en el pueblo del protagonista desarrolla su actividad en su
propia vivienda, la descripción del taller y su material de trabajo destacan la miseria de su
condición y a la que se añade la dudosa destreza del mismo artista. El calabar, designa a un
trabajador nigeriano contratado por el padre del protagonista para auxiliarle en las labores
de sus fincas de cacao, su aportación parece laboriosa e incluso imprescindible. El padre
Claret y el padre Coloma, son los autores de obras cristianas cuya lectura desde la
adolescencia permite al protagonista emprende su aprendizaje a la fe cristiana y a las
enseñanzas del catolicismo. Dalmau Carles Pla es autor de una enciclopedia sobre la
historia de España, de este documento se sirve básicamente Don Ramón para elaborar los
contenidos se sus docencias de geografía e historia de España. Cristóbal Colón, Cervantes
son dos personajes referenciales históricos que el protagonista narrador evoca aunque con
un tono irónico para ilustrar la heroicidad legendaria del pueblo español, los presenta
respectivamente como el conquistador del Nuevo Mundo y el autor del mejor libro del
mundo. Los reyes católicos Isabel y Fernando remiten al pasado glorioso de la monarquía
e inquisición española bajo su reinado, destacan como los reyes españoles cuyo poderío
culminó con la derrota de los infieles judíos. En la novela se dan algunos personajes o
santos bíblicos como son San José, San Marcos, San Miguel Arcángel, San Pedro, San
Pablo, San Juan Bautista o Moisés a menudo invocados por el protagonista narrador
durante sus recogimientos espirituales. O bien, otros personajes cristianos como el
desafortunado rico Epulón condenado al infierno por su vanidad o el desgraciado Lázaro
quien logró estar en la gloria del Señor por su humildad. Mico mi Ondo es un aldeano
moribundo e inmovilizado. Miguel Oyono es otro aldeano agricultor evocado como un
ejemplo de padre que llevo a cabo con éxito la iniciación de su prole al trabajo de la tierra.
Un tal Pío del mismo pueblo es designado como un árbitro cojo. Con el viejo Nguema
Olinga se da el respeto debido a la edad como una norma básica en las relaciones inter
160

generacionales entre los fang. El padre de Esteban es un personaje citado como un


cristiano modelo. Djoba, Nguema y Bokesa48 son evocados como personajes de una obra
colonial de especial interés. Por fin, el monaguillo y el misionero de bata son dos
personajes sin actuar a los que alude brevemente el narrador.

La tía Eulalia o Eu, es mencionada solamente como la hermana menor de la madre


del protagonista. Lo mismo se da con la tía Asilada. Aparecen también dos jóvenes, una
alumna innominada interna en el colegio de las monjas, identificada como la hermana
menor del protagonista. Por fin la prima Micue, una joven particularmente distraída, hija
del tío Abeso encargada de la limpieza diaria de la casa de palabra.

A continuación vamos a reseñar el espacio narrativo de la novela de Donato Ndongo.

IV-2-Reseña y funcionamiento del espacio narrativo

Esto es un breve apartado en el que pretendemos reseñar algunos espacios más


representativos de esta novela, es decir, entornos localizables en los que se desarrolla la
intriga que el texto expone. El estudio del espacio novelesco requiere habitualmente
determinadas pautas metodológicas como son el censo o la toposemia funcional, la
caracterización, el simbolismo o su vinculación con otras categorías textuales como son los
personajes o el tiempo. Considerando que los espacios constituyen los universos donde los
personajes realizan sus acciones, entonces, es en el funcionamiento de los mismos donde
también se da la relación entre estos entornos y los personajes. Es en esta perspectiva
singularmente que nos interesa el espacio, su relación con los personajes que aquí mismo
nos incumben. En otras palabras, el rol del espacio puesto que efectivamente, la descripción
de los espacios narrativos sean ambientes, objetos paisajes, o hábitat, constituye un
elemento importante en el proceso de la caracterización indirecta de los personajes.

En realidad, puesto que estudiamos los personajes en prioridad, asimismo valoramos


el hecho de que los movimientos estos mismos personajes en el espacio novelesco
contribuyen a construir las claves significativas que pretendemos hallar. Precisamente

48
En realidad, estos tres personajes están sacados de una obra escrita por el señor Heriberto Ramón, antiguo
Director de Primera Enseñanza Colonial. Aquel documento era destinado a la lectura de los jóvenes indígenas
con la meta de consolidar la unidad nacional, los tres apellidos representando los tres principales grupos
étnicos del país: Djoba de la etnia ndowé, Nguema para los fang y el bubi Bokesa.
161

hemos realizado un breve estudio de algunos entornos elegidos que sirven de escenario a los
acontecimientos más destacados. En otras palabras, hemos recorrido los cuatro textos en
busca de aquellos entornos significativos que funcionan igual que los personajes, es decir,
como relevantes unidades de sentido. Con ello enfatizamos particularmente la vinculación
entre el espacio narrativo y el personaje que aquí nos interesa en primer lugar. Para lograr
mayor aprovechamiento de las sucintas aproximaciones espaciales que proponemos, los
estudiaremos de un modo que prioriza determinados planteamientos en primer lugar, la
identificación y ubicación de los espacios que sirven de escenario, espacios sociales,
espacios institucionales, o los espacios cosmológicos de la naturaleza. En segundo lugar, la
descripción de dichos espacios así como su funcionalidad contextual o simbolismo. Se trata
pues de un breve estudio a tres niveles, topográfico, toposémico y simbólico organizado
según los rasgos peculiares de cada una de las cuatro obras.

-Localización e identificación

En Las tinieblas de tu memoria negra se distingue principalmente, los espacios de


aprendizajes y de realización situados en dos macro espacios urbano y rural. Entre los
espacios de aprendizajes caben sustancialmente: el patio del pueblo del protagonista, la
morada de los idos, la selva en la que se ubica dicha cuna, el colegio del pueblo, las iglesias,
el internado y los seminarios de Banapá y de España. Mientras los espacios de realización
son la isla de Fernando Poo, el pueblo del protagonista y otros pueblos de la comarca.
Atendiendo a este objetivo, se analizará principalmente los espacios narrativos cuya
funcionalidad tiene considerable incidencia en la actuación de los personajes.

-Caracterización y funcionamiento

Este apartado trata de valorar al espacio narrativo como un componente estructural


pero también un lugar físico donde se ubican los objetos o también se mueven los
personajes. Entre otras funciones valoramos primordialmente a la que define al espacio
narrativo como un elemento que interviene en el procedimiento de caracterización de los
personajes por lo que afecta e su comportamiento, a su personalidad o a su ideología.
Teóricos como Bourneuf consideran que en una trama, el espacio en el que habitan o actúan
los personajes tiene cierta transcendencia en su modo de ser y estar. Como se puede
observar la caracterización y funcionalidad de los espacios narrativos es una etapa
fundamental ya que en este caso, aclara sobre la relación entre espacio y personaje.
162

-Los espacios de aprendizaje

Son aquellos en los que se desarrollan las celebraciones de ritos o iniciaciones


tradicionales o cualquier otra clase de formación. En esta novela, los diferentes espacios de
aprendizaje se hallan tanto en los pueblos como en las ciudades, aquí se describe actividades
relacionadas con tres tipos de aprendizajes tradicional, religioso y letrado. El pueblo del
protagonista narrador situado en la zona continental de la colonia reúne las tres clases de
formación. Tenemos un colegio, una iglesia católica y un gran patio que sirven de escenario.
La descripción del colegio como una sala inmensa polvorienta, un techo de nipa, las paredes
y los pupitres de madera destaca un espacio rústico adueñado por un maestro verdugo. A
pesar de la sordidez del entorno, es el espacio donde el maestro don Ramón se dedica a la
formación de sus alumnos como letrados, patriotas y buenos cristianos. Lo mismo ocurre en
la capilla donde el mismo maestro apoya al catequista Ambrosio en la preparación
espiritual. La descripción de estos dos entornos pone de manifiesto la estrategia de
instrumentalización de la juventud y el resto de los nativos para lograr la conversión del
mayor número entre los indígenas. Mediante ambos espacios Ambrosio y Ramón actúan de
intermediarios para convencer a los mayores incrédulos y despojarlos a todos de los hábitos
y vestigios paganos. Otros espacios de formación científica y cristiana son los dos
internados de chicos y de chicas en la capital del distrito donde los internos en ambos no
sólo estudian pero también constituyen la mano de obra gratuita para las fincas o la limpieza
general en un ambiente particularmente represivo. Por fin, la descripción y el
funcionamiento de estos lugares contribuyen a caracterizarlos como unos entornos de
asimilación cultural, de segregación racial y de género e incluso de violencia perceptibles a
través del carácter prepotente y versátil de un padre superior que mantiene una relación
tormentosa con los internos.

Los demás espacios de aprendizaje describen entornos relativos a las tradiciones de


la etnia fang a la que pertenece el protagonista narrador. Hay tres principales, el patio del
pueblo, el río o la selva. El patio del pueblo reúne a los aldeanos en una celebración
nocturna tras la circuncisión y elección del protagonista como futuro jefe de la tribu. A
pesar de sus 6 años de edad, el protagonista considerado como una reencarnación de los
ancestros tiene que integrar un círculo restringido a la vez como varón y futuro jefe para
cumplir con el mandato de la tribu. Eso pasa por una presentación pública del elegido, las
celebraciones místicas, la transmisión de poderes como sucesor y la iniciación a los secretos
163

de la tribu. El procedimiento culmina en la morada de los idos donde se hallan las tumbas de
los jefes anteriores. Esta es una cabaña de adobe en medio de la selva que alberga la cuna
del poder tradicional definido como un espacio sagrado aunque con una apariencia humilde
que contrasta con su función. El patio del pueblo y la morada son dos espacios donde el
protagonista es iniciado y aprende su tarea como futuro jefe. La selva es también el espacio
donde el tío Abeso inicia el protagonista a la caza y su padre al trabajo de la tierra afín de
que como primogénito, sea capaz de tomar el relevo en las fincas y lograr sustento de la
familia. El río situado selva adentro es otro espacio donde en cinco semanas Abeso inicia el
protagonista a las abluciones matinales con el fin de conseguirle la valentía necesaria, la
protección de los antepasados, el respeto de la tribu y su bendición. La morada de los idos y
el río son espacios que participan de la formación mística y tradicional del protagonista
como futuro jefe es decir guía y defensor de la tribu en cualquier circunstancia.

-Los espacios de realización

Al igual que los espacios de formación, los entornos de realización también


participan de la caracterización indirecta de los personajes. Hay tres principales, el pueblo
del protagonista, y las dos ciudades de Bata y de Santa Isabel. En el capítulo uno, el
protagonista narrador describe su aldea como dos hileras de casas de nipa, de adobe y de
calabó diseminadas en ambos lados de una carretera polvorienta. En este pueblo, hay una
casa que se distingue del resto, es la de su padre, hecha de cemento con techo de cinc. Este
espacio propio que simboliza la modernidad, la evolución o éxito social alberga a una la
familia del protagonista de emancipados plenos. Asimismo se establece una relación de
analogía entre el espacio y los que lo habitan. Todos los demás aldeanos son gente carente
de ambición y tan sólo dedicada al cultivo de la tierra. En este espacio, los rituales públicos
o las celebraciones religiosas son escasos ratos de regocijo popular que reúnen a los nativos
y a veces con las autoridades coloniales. El segundo espacio de realización es la ciudad
litoral de Bata que aparece en el relato especialmente segregada. Por ejemplo la playa, es el
espacio exclusivo de los blancos y prohibido a los negros pero, incluso todo el hábitat
batense está organizado según este modelo. En el barrio indígenas Mbagan, el protagonista
describe la vivienda de un funcionario nativo de la policía que le alberga una noche junto
con sus padres. Es una casa pequeñita con paredes de madera, el techo de bidón aplanado,
una sola habitación calurosa. Esto es un espacio sórdido, exiguo pero todo el barrio es un
entorno miserable, populoso y promiscuo, otra relación de analogía entre los individuos y el
164

espacio que lo ocupan. Aun así, Mbagan es también un espacio de solidaridad y de


hospitalidad entre los nativos. En la ciudad de Santa Isabel, el protagonista enfatiza la
segregación vigente y demás elementos de caracterización característica de la población
indígena y colonial. Aquí, los indígenas ocupan la periferia lejos de sus dueños blancos y, a
diferencia de la ciudad continental batense, Santa Isabel situada en la isla de Fernando Poo
ofrece más oportunidades socioeconómicas. Hay más actividad y por lo tanto, muchos
indígenas se trasladan hacia la isla, son designados como los conquistadores o los esclavos
de la modernidad atraídos por el afán de mejorar su vivir diario. Si bien, sus ambiciones
requieren el mayor rendimiento al trabajo e incluso una actitud de subordinación absoluta
ante los amos blancos siendo dueño de su destino. Pues no son los únicos los emancipados
también son sujetos al acatamiento porque su identidad social exige la ejemplaridad en el
comportamiento y de ahí más prohibiciones y cautela permanente. Por todo ello el
protagonista narrador considera a los nativos e incluso familia todos esclavos de una
civilización poco compensativa.

El estudio de los personajes que hemos realizado representa la primera etapa teórica
que nos ha llevado a recoger, clasificar y representar a los personajes según sus rasgos
textuales propios, los espacios han sumado más aclaraciones. A continuación, nos toca
describir e interpretar el modelo actancial correspondiente para hallar los distintos temas de
esta novela.

IV-3-Análisis actancial

El análisis actancial reúne las pautas metodológicas aplicables en la explicación de la


obra y mediante ella la búsqueda de los temas que la componen. Es necesario recordar que
para Ubersfeld el análisis es indiscutiblemente sumario, ella resume su utilidad como ―El
análisis actancial pone en claro no sólo la significación ideológica sino, más precisamente,
los conflictos; este análisis permite determinar en el texto teatral el lugar exacto de la
ideología y las cuestiones planteadas, si no las respuestas‖ (Ubersfeld, 1993:77). El análisis
actancial se organiza en tres articulaciones a saber la frase actancial, el esquema actancial y
la lectura de los diferentes ejes actanciales. Aplicaremos este mismo procedimiento en el
estudio actancial de las cuatro obras de nuestro corpus. Cabe recordar que el modelo
actancial sirve para diseñar la historia narrada en una obra. Dicho de otro modo, mediante el
165

esquema actancial por ejemplo, se ofrece una visión de conjunto donde se representan las
relaciones entre los actantes en situaciones de conflicto pactado, e incluso permite
aprehender el contenido global de un relato o su idea dominante por medio de las seis
funciones del esquema. En este trabajo, nos valdremos del modelo actancial para hallar los
temas que componen las obras estudiadas.

-La frase actancial

Como ya se ha dicho anteriormente, Ubersfeld afirma que todo relato puede ser
reducido a un esquema básico, es decir, a una frase implícita o actancial. Podemos formular
la frase actancial de Las tinieblas de tu memoria negra podemos como sigue: el deseo de
cambiar las condiciones de vida y devolver el esplendor a su tribu; mueve a un joven
adolescente; a reconquistar el bienestar del pueblo guineano; en esta búsqueda cuenta con la
colaboración de toda su familia, de los poderes tradicionales, de su maestro don Ramón, el
misionario padre Ortiz, el catequista Ambrosio, también está apoyado por algunos amigos
blancos de sus padres como son don Casamitjana o la señora Eme Eme; frente a estas
fuerzas ayudantes se levantan contra él las dificultades debidas a su temprana edad, su doble
aprendizaje tradicional y moderna, su acción se ve también estorbada por el misionero Ojo
Picante, la tía Tecla, el maestro don Ramón, el propio padre del protagonista y todo el
sistema colonial.
166

IV-3-1-El esquema actancial de Las tinieblas de tu memoria negra

D1: Destinador D2: Destinatario

El deseo de cambiar las Él mismo


condiciones de vida de su Su tribu
tribu y devolverle su El pueblo guineano
esplendor La humanidad

S: Sujeto

El protagonista narrador

O: Objeto

El bienestar

A: Ayudante Op: Oponente

El protagonista narrador El protagonista narrador


La familia Don Ramón
Los estudios El padre del protagonista
Don Ramón Tía Tecla
Ambrosio Echenagusia
Amigos de la familia El sistema colonial
Padre Ortiz Las tradiciones
167

IV-3-2-Lectura de los ejes semánticos

La lectura de los ejes semánticos toma en cuenta las etapas anteriores,


fundamentalmente es la que permite hallar finalmente los temas de una obra. Para
recordarlo, lo más importante en los personajes o actantes no es lo que dicen sino más bien
lo que hacen de acuerdo con tres grandes ejes semánticos que son la comunicación, el deseo
y la prueba. Pues, el análisis de los ejes semánticos o parejas se basa en la interpretación de
las relaciones entre los actantes en este caso, a la luz del relato de la novela de Donato
Ndongo, Las tinieblas de tu memoria negra. La interpretación de los diferentes ejes
semánticos se vale también de la caracterización y tipología de los personajes reconstruidas
mediante el mismo relato, eso por una parte, y por otra, se basa en las modalidades teóricas
establecidas a saber que: entre destinador y destinatario media la modalidad del saber; entre
el ayudante y el oponente cabe el poder y el querer entre el sujeto y el objeto pues, la acción
del sujeto convierte el querer en una modalidad de hacer. Los ejes semánticos se estudian
agrupados en tres formando asimismo un triángulo, de cada relato surge una media de tres
triángulos actanciales, Ubersfeld (1993) argumenta que éstos sirven fundamentalmente a
materializar las relaciones entre los actantes como sigue.

-El eje del deseo: Sujeto/ Objeto

La pareja o eje Sujeto-Deseo, corresponde al triángulo psicológico formado por el


sujeto S, el objeto O y el destinador D1. Su interpretación consiste en preguntarse sobre las
motivaciones del sujeto a buscar el objeto de su deseo. En la novela de Donato Ndongo, el
sujeto es el adolescente innominado, el destinador es el deseo de cambiar el orden
sociopolítico de la Guinea colonial para devolverle al pueblo su esplendor, el objeto es el
bienestar. La relación S-O es de compromiso. El joven adolescente es un personaje en torno
al que se organiza toda la acción. Es un personaje memoria, el que opina sobre el pasado u
proyecta el futuro. Las pruebas y fracasos que padece a lo largo de la novela no agotan su
determinación a lograr un cambio positivo por su pueblo. El bienestar es un objeto abstracto
y colectivo hacia el que están orientados los esfuerzos del sujeto. A pesar de su temprana
edad, el sujeto ha sacrificado su infancia para lograr el objeto de su deseo. Entre S-D1 hay
un vínculo patriótico, el sujeto está convencido por él mismo y por su familia que tiene una
misión fundamental por su pueblo, devolverle su dignidad. La relación D1-O plantea desde
luego el logro del objeto como un ideal social hacia el que convergen las actuaciones del
sujeto en un contexto colonial complejo. El eje semántico nos lleva a cuestionar el contexto
168

colonial español, la realidad social política fuente de motivación o del empeño del joven y
con él toda su familia, también cabe echar un vistazo hacia las condiciones existenciales de
las poblaciones indígenas juzgadas deficientes por el joven adolescente. El triángulo se
presenta como sigue.

El triángulo psicológico

D1 S

- El eje de la comunicación: Destinador- Destinatario

Este eje interpreta el triángulo ideológico formado por el Sujeto S, el Objeto O y el


Destinatario D2. Se trata de cuestionar las relaciones entre los diferentes actantes que
conforman este triángulo, principalmente entre el sujeto y el destinatario, es decir, las
acciones individuales del sujeto y sus consecuencias individuales y socio históricas. Este
triángulo explica no el origen de la acción sino el sentido del desenlace de la misma, nos
descubre una especie de diacronía, un ―antes‖ y un ―después‖ (Ubersfeld, 1989:62).
Recordamos que el sujeto es el protagonista narrador y el objeto el bienestar, mientras el
destinatario es múltiple porque la acción del sujeto beneficia a él mismo, al pueblo
guineano, a su país y por último a la humanidad. Entre S-O hay una conciencia establecida
desde la tierna infancia de un joven indígena que trata de asimilar a la vez, las realidades del
universo tradicional que le ha elegido como heredero y las del mundo de los blancos
ocupantes u opresores. Su objeto es lograr que por sus esfuerzos, su pueblo consiga una vida
digna. Entre S-D2 cabe la esperanza ya que el joven indígena es por delante el guía,
protector y guardián de todo el patrimonio tradicional de su pueblo, y de ahí que representa
el final del yugo de la ocupación para todos los oprimidos. Entre O-D2, desde luego el
bienestar para estos pueblos es una necesidad apremiante pero no es una exclusividad
guineana. Esto es un valor al que aspiran los hombres universalmente, eso justifica no sólo
169

su importancia sino también su preponderancia. Teóricamente, el eje de la comunicación


define la ideología del autor. El triángulo ideológico al que corresponde este eje enfoca los
fundamentos o consecuencias socio políticas del cambio anhelado.

El triángulo ideológico

D2
O

-El eje del poder: Ayudante-Oponente

Este es el eje del poder que corresponde al triángulo activo formado por el Sujeto S,
el Objeto O y el Oponente Op. El eje del poder establece la relación entre el sujeto y su
objeto y determina el sentido de la función del oponente. El sujeto es el protagonista
narrador, el objeto el bienestar en cuanto al oponente, reúne diversos individuos o fuerzas
que obran consciente o inconscientemente contra el éxito del sujeto, son principalmente,
don Ramón, el padre, Tecla, el padre Remigio María Echenagusia o él mismo protagonista.
Entre S-O destaca una relación de compromiso firme. El protagonista goza de una
preparación tradicional pero carece del poder económico que está al alcance de los únicos
ocupantes, desde entonces sus acciones convergen a la adquisición del poder material.
Piensa ser cura porque ellos al ejemplo de Ortiz y sobre todo Echenagusia son los más
potentes de la sociedad, todo lo que necesita para mejorar las condiciones de vida de su
pueblo. La relación S-Op permite definir dos fuerzas enfrentadas ante la realización del
deseo, el joven adolescente en su búsqueda cuenta con el apoyo de su familia y amigos de
ella, su maestro, el cura Ortiz y demás auxiliares. Contra ellos están los oponentes cuya
acción pretende fracasar el proyecto del sujeto. Algunos de ellos son oponentes
circunstanciales, son aquellos que no se oponen al sujeto pero estorban su acción de algún
modo. Aquí caben entre otros, el maestro Ramón cuyas enseñanzas son imprescindibles
pero, su pedagogía expeditiva es una preocupación que perjudica el equilibrio del
170

protagonista. La tía Tecla es otro oponente coyuntural, el incesto cometido con su sobrinito
deja a este profundamente atormentado, su proyecto corre peligro porque él está convencido
de que es un pecador irremisible. Finalmente el protagonista es su propio oponente su edad
a menudo le incapacita a entender las cosas y de ahí que está a menudo o dependiente de los
demás o ensimismado o a veces a actuando despreocupadamente. La acción de todos los
oponentes constituye el conjunto de pruebas a las que se enfrenta el sujeto a lo largo de la
novela. La relación O-Op determina aún más a los oponentes, algunos como el padre
Echenagusia son aquellos a los que el éxito del protagonista perjudica, en cambio, otros
como son Tecla, o Ramón serán a pesar de su acción los aprovechados del bienestar al que
pretende el sujeto. El final de la trama con la salida del joven del seminario español podría
ser tomado, no en absoluto en el sentido del abandono del objeto, sino también como un
cambio en el procedimiento y su reformulación. El proyecto necesitaba su tiempo de
maduración, el protagonista también, se percata que la estancia europea ha derrumbado la
imagen prepotente que se construyó acerca de los misioneros desde su aldea colonial. Con
su salida de la colonia corresponde con la madurez y el traslado al seminario español Por de
pronto, hay necesidades apremiantes y, no ve en el sacerdocio la solución ni por su pueblo,
ni siquiera por él mismo, tiene que hacerse de nuevo con un replanteamiento y elegir una
profesión más adecuada.

Este es el eje que nos permite examinar de cerca las funciones de las fuerzas en
presencia y principalmente los oponente, sus motivaciones e intereses propios o colectivos.
Asimismo se trata de examinar de cerca, las acciones misionera vinculada con el sistema
educativo colonial, dos sectores de donde surgen un número considerable de oponentes
existenciales (a) y coyunturales (b).

Los triángulos activos o conflictivos

S S

Op Op
O a O b
171

A continuación presentamos un cuadro recapitulativo del estudio de los personajes


de Las tinieblas de tu memoria negra.

Obra El Otros Los personajes secundarios Los espacios


protagonista personajes narrativos
principales
El padre y - Abeso Motulu, tío Meco, el - El pueblo del
madre del padrino, Ambrosio, Marcelino protagonista, la
Las El joven protagonista, el María Mba Nsamio, Motulu morada de los
tinieblas adolescente tío Abeso, don me Mbenga, Mamá Fina, idos, la escuela,
de tu Ramón, la tía Nguema Anseme, Policarpo, la capilla del
memoria Tecla, y la vieja las sixas, Mamá Andeme, las pueblo, el barco,
negra de la morada, el aldeanas, Ángeles, las la parroquia del
padre Ortiz, don catecúmenas, los motoboys, distrito, el
Santos el alumnado del pueblo, internado, la isla
Casamitjana, el Franco, padre Amadeo, el de Fernando
padre Remigio viejo rector, Sor Juana, los Poo.
María plantadores, doña Montserrat
Echenagusia. Montesino, las monjas.

Las tinieblas de tu memoria negra es una novela desarrollada principalmente en el


ambiente colonial. Conviene señalar la relación que existe entre los personajes sea de
oposición o de complicidad. Los personajes están organizados en dos bloques solidarios
según sus orígenes y dentro de cada uno por afinidad. Estos dos factores valen asimismo a la
hora de definir las funciones de los actantes. Aquí los nativos se mueven con el propósito de
reivindicar o mejor dicho, recuperar sus derechos. Frente a ellos están los colonos aferrados
a una red de actividades en tres focos de intereses, un sistema de explotación económica a
costa de los indígenas, otro sistema de dominio del entorno colonial, y uno de imposición de
su visión social y cultura. En el medio de ambas fuerzas que luchan por sus intereses
respetivos se halla un sujeto, el protagonista que representa una voz potenciada pero
también débil, está apoyado y a la vez manipulado por unas categorías de actantes.
Asimismo, alternan fuerzas como son el padre Ortiz, el comerciante Casamitjana, el
catequista Ambrosio o el maestro don Ramón avalando el futuro sacerdotal del adolescente,
alternando con otros como los abuelos, tíos o el sistema colonial reforzando la opción de un
destino diferente de lo esperado. Desde esta perspectiva, podemos constatar que los
personajes de esta novela se organizan en un sistema complejo de funcionamiento a lo largo
de un relato que en realidad empieza por el desenlace para luego aportar las aclaraciones
172

necesarias. Por último, de este juego de fuerza participan también los marcos espaciales de
iniciación como son el internado, la escuela, o la cuna del poder tradicional y, por turno, van
reforzando la clarividencia del joven protagonista narrador que finalmente opta por cambiar
su destino.

El estudio de los personajes de Las tinieblas de tu memoria negra ha permitido


destacar la temática vinculada con el desarrollo del sistema colonial español en cuestión a
saber las perspectivas de la convivencia entre colonos y nativos de la que surgen las razones
de los nativos a desear el cambio político y los colonos al contrario. En el mismo sentido,
mediante el estudio de las fuerzas en presencia se da la evangelización en relación con el
sistema educativo y los intereses propios o colectivos que mueven ambos sectores
fundamentales de donde surgen un número considerable de oponentes existenciales y
coyunturales. Por fin caben los fundamentos o consecuencias socio políticas del cambio
anhelado.
173

CAPÍTULO V

ESTUDIO DE LOS PERSONAJES DE LA SELVA HUMILLADA DE


BARTOLOMÉ SOLER

V-1- Apuntes y explicación de los personajes

La selva humillada consta de 373 páginas, algunos la clasifican como una novela
pero otros como un libro de viajes, si bien, para nosotros, el mayor interés por este relato
radica en el contenido y contexto. Los personajes de esta obra aparecen progresivamente a
lo largo del relato siguiendo el itinerario o los movimientos del protagonista narrador.

En este apartado, seguiremos las mismas pautas metodológicas aplicadas


anteriormente, es decir, elaboraremos distintas clasificaciones teniendo en cuenta las
funciones, categorías, géneros de los personajes o su implicación en la intriga. Sin embargo,
estudiaremos todos los personajes juntos, sin distinción de género ya que la mayoría de ellos
aparecen puntualmente o son sólo evocados, los que actúan verdaderamente son escasos.

V-1- 1- Registro de todos los personajes de la obra

Esta primera etapa recoge todos los personajes de esta novela independientemente de
su género, ellos son: Akara, Akoma, Arcipreste, Beethoven, Biyang Mbe, Cervantes,
Churchill, Clemenceau, Cristóbal Colón, Daladier, Desdémona, Don Quijote, Dostoiesvky,
Durán, Edayong, Elsa, el cocinero calabar, el protagonista narrador, el mendigo blanco, el
irlandés, el marino, el senegalés, el salvaje bujeba, el camerón, el domador, Eseng Mba,
Fernández, Fidias, García, Guillermo II, Greco, Isabel I de Castilla, Isadora Duncan, Juan de
Herrera, Lindbergh, Livingstone, Lloyd George, Lohengrin, los hombres de Corisco, los
niños de Corisco, los hombres de Ayaminkén, los niños de Ayaminkén, los seis remeros, los
174

dos cazadores, Malam, Mangué, Miguel Ángel, Marcos Vilarí, Mayé, Monseñor
Mindszenty, Muley Yezid, Ntutumo, Nguí, Nsama, Ntaná, Oguono, Olarra, Orlando,
Otaeche, Otto Krohner, otros colonos, otras mujeres, Oyana, Pedro Crespo, Poseidón, Puig,
Rafael, Rilke, Rumanof, Salgueiros, Santiago Uganda, Smuts, Stalin, Stanley, Teodor
Roosevelt, Wilson.

En total, son unos 76 personajes de los que 8 son femeninos individuales, pues hay
también 8 personajes colectivos designando a determinados grupos sociales.

V-1- 2- Los personajes según su origen o sexo

-Los personajes guineanos

Entre los personajes guineanos hay once masculinos: Mangué, Eeseng Mba,
Ntutumo, Nguí, Oguono, Akoma, Santiago Uganda, Biyang Mbe, el salvaje bujeba, el
ciego, Malam, hay también Nsama o Dios. Hay también cinco personajes femeninos: Akara,
Edayong, Oyana, Mayé y Ntaná. Por fin tenemos seis personajes colectivos: los hombres de
Corisco, los niños de Corisco, los hombres de Ayaminkén, los niños de Ayaminkén, los seis
remeros, otras mujeres.

Además de los guineanos hay otros tres personajes africanos: el cocinero calabar, el
camerón y el senegalés.

-Los españoles

Entre ellos caben diez y ocho personajes masculinos: El protagonista narrador, el


mendigo blanco, Cristóbal Colón, Don Quijote, Cervantes, Marcos Vilarí, Pedro Crespo,
Arcipreste, Greco, Juan de Herrera, García, Fernández, Puig, Salgueiros, Olarra, Durán,
Otaeche, Miguel Ángel. Hay también una mujer, Isabel I de Castilla. Y por fin dos
personajes colectivos: los dos cazadores y otros colonos.
175

-Los extranjeros

Por este nombre identificamos a los personajes que no son ni africanos ni tampoco
españoles son treinta en total, veinte y seis masculinos y tres femeninos: Clémenceau, Lloyd
George, Wilson, Orlando, Rumanof, Churchill, Teodor Roosevelt, Stalin, Daladier, Smuts,
Guillermo II, Monseñor Mindszenty, Lindbergh, Lohengrin, Poseidón, Rafael, Beethoven,
Fidias, Livingstone, Stanley, Dostoiesvky, Rilke, Muley Yezid, Otto Krohner, el irlandés, el
marino, un domador, Isadora Duncan, Desdémona y Elsa.

En esta novela actúan muy pocos personajes, algunos evocados dan escasos datos
por su definición. No obstante entre los africanos hemos recogido: 16 personajes guineanos
individuales, 6 personajes colectivos y tres extranjeros. Todos los guineanos identificados
son oriundos de la región continental donde se desarrolla el relato. En cuanto a los
personajes españoles, hay 19 individuales y dos colectivos. Los 30 extranjeros recogidos
proceden de orígenes diversos, pocos actúan y la mayoría de ellos son personajes
referenciales históricos. En este último grupo caben algunos personajes cuyo único
patronímico o función no bastan para identificar sus orígenes, en este caso cabes por
ejemplo, Elsa, Rafael, el marino o el domador ya que sólo aparecen una vez en el texto.
Dios aparece como personaje en esta novela bajo el nombre Nsama.

V-1-3- Cracterización y tipología de los personajes

Los personajes están clasificados en el orden de su importancia, el único personaje


principal, los personajes segundarios y por fin los evocados. A continuación los estudiamos
en este mismo orden.

V-1-3-1- El personaje principal

- El protagonista narrador: esto es un personaje principal transparente directo, un


hombre sin nombre, de cierta edad y que desde el principio de la novela expone sus orígenes
catalanes y humildes. Procedente de la metrópoli, él emprende un viaje a la Guinea
Española durante la colonización. No desvela explícitamente los motivos de su
176

desplazamiento, más bien enumera las ventajas y descarta cualquier interés económico o
sentimental ya que dice no tener algún vínculo propio con el sistema colonial. El relato
empieza en el medio del viaje pero se insertan progresivamente retrospecciones donde el
protagonista alude a hechos ocurridos durante las etapas anteriores de su periplo. Pues todo
el texto es una narración del protagonista sobre sus desplazamientos y hallazgos, a veces
explica o describe y otras veces observa o valora a determinados elementos a saber, los
paisajes exóticos el océano, las fiestas, el arte, pero pone singular énfasis en la selva
tropical, los habitantes, sus hábitos y prácticas. Desde luego, el protagonista se muestra muy
animado por su proyecto de viaje a África, el anhelo de descubrir y su instinto innato
andariego le han llevado por primera vez en África y precisamente en este territorio
considerado una prolongación del imperio español. Obviamente, una vez más, este recorrido
le ha permitido amontonar y coleccionar tierras nuevas, caminos y pueblos hasta ahora
desconocidos. Aquí, una vez más se ha cumplido el interés de andar para satisfacer el
insaciable afán personal de extrañamiento, el de aprender por los caminos, aunque no falten
ratos de incerteza o miedo que le restan de su entusiasmo de vez en cuando. Para él, viajar
es sin lugar a duda una experiencia más gratificante que la lectura es además una cita de
trueque, el dar y recibir. Una de las escenas más entrañables se desarrolla en la isla de
Corisco donde un grupo de niños benga se acerca al visitante y le ofrece huevos en obsequio
de bienvenida, un instante se muestra conmovido pero pronto los pinta con peores rasgos
peyorativos, los mismos atribuidos a los adultos. En regla general, La selva humillada es un
largo viaje en etapas, por lo tanto, puede ser leída desde la perspectiva de los encuentros
progresivos del protagonista con los nativos y sus impresiones. El protagonista pone
particular emperramiento a retratar a los nativos a lo largo del texto ora animalizados ora
cosificados y en escasas ocasiones con admiración. Cuando no describe, trata de comparar a
los negros con los blancos en su sentido para desentrañar el abismo existente entre ambos
grupo raciales. En este juego permanente utiliza criterios raciales, fisiológicos, sicológicos o
culturales para demostrar la predominancia de su raza de la que es un digno representante, a
veces destaca la mediocridad característica de los negros por su atraso mental o social. Para
este catalán, la identidad racial es preponderante en la definición o clasificación de los seres
humanos. En su opinión, fundamentalmente la esencia define al hombre en su modo de
pensar, actuar o relacionarse con los demás y en el caso de los negros este criterio vale
también por su modo de relacionarse con su entorno. Por ejemplo, respecto a los seis
jóvenes remeros nativos que le transportan en un cayuco, observa que reúnen las
contradicciones típicas e irreversibles de su raza, pues el forastero sentencia:
177

A hurtadillas tan sólo que los mire, yo también podré decir que todos los hijos de Dios tienen alas, y
podré, asimismo, creer que el más alto Amor ama por igual a todas sus criaturas, pero ni la caridad
ni mi religiosidad ideal me bastan para mantener la esperanza de que dentro de veinte mil años
podremos comprendernos al mirarnos. Dentro de veinte mil años, y hasta en los últimos días de la
vida humana, el blanco y el negro seguirán siendo dos colores antitéticos, y el alma, sin color
alguno, vuela o ratea según la carne sea negra o blanca. Y en la suma infinita de los siglos y del
espacio, las excepciones, blancas o negras, no son más que viles o nobles transgresiones de las leyes
que rigen la naturaleza de todo ser creado a imagen y semejanza de Dios (Soler, 1951:207).

Estos son los arquetipos más extendidos en la obra de Soler. Reiteradamente en el


texto abundan descripciones de lugares miserables en analogía con sus ocupantes o de
algunas costumbres reduccionistas como los bailes o rituales barbaros. Al mismo tiempo
que exponer a los negros como seres salvajes asentados en un universo pervertido y
primitivo, el protagonista primero se construye una imagen de héroe y, desde su pedestal
observa a los negros como auténticos súbditos. De par en par, ofrece una representación
particularmente despreciativa de los indígenas a veces los asimila a la selva cercana.

Me veo como entre una dotación de alienados, y sospecho que mi superioridad racial la desdeñan esos
cuatro ejemplares conservados en alquitrán (…). Me parece como si el aire se envileciera con los ecos
de este aullar humano. El miedo de hace unos minutos se me convierte en ira y desprecio, en un afán
de agredir, de azotar, de revolverme contra estos residuos de la caverna, sobre cuyas espaldas me
parece ver aún la huella del látigo de los antiguos negreros (…) Sus brazos me recuerdan la dureza y
el brillo de las astas negras, y cada tórax me anuncia el triunfo físico de esta raza desventurada y
miserable (Soler, 1951:34-35).

Hombres, mujeres y niños son iguales, desde Annobón al pueblo Akoga ve


representantes de una raza sin alfabeto que viven en una niñez permanente. Edayong, Akara
y Mayé son como todos las demás mujeres de Annobón, Ayaminkén o Corisco, fieles
representantes de una humanidad ni moral ni amoral por lo que siente por ellas tristeza y
piedad. Eso vale también para la autoridad tradicional, el encuentro con el rey Santiago
Uganda le brinda la oportunidad de despreciar al monarca benga, en él ve niñez e
infantilidad, un enorme cuerpo con el alma detenida en la edad sin sexo. De modo general, a
lo largo del texto, el viajero designa a los nativos con unos términos injustificadamente
peyorativos pero que reflejan su sentimiento íntimo, se refiere a ellos como: la negrería, la
negrada, caníbales, bárbaros, lacayos, seres miserables, seres atrasados, repugnantes,
caníbales, borrachos, animales, residuos de la caverna, raza cruel, criaturas inútiles, raza sin
alfabeto, raza desventurada, niñez de siglo, niños sin la esperanza de ser hombres, muñecos
de carey, humanidad en pañales, a veces son simplemente una prolongación de la vida física
del bosque. Obviamente, su apreciación es muy elogiosa a la hora de valorar a la
colonización, es decir, un sacrificio o una obra humanista llevada a cabo por unos colonos, a
la vez víctimas y heroicos. Otro enfoque de orgullo racial se percibe cuando él recoge
178

rasgos de la civilización ilustrados a través de talentosos artistas blancos de los que exhibe
inventos científicos como son el avión, el teléfono, las armas de fuego o los relojes. No
obstante, el protagonista se proyecta ante todo como uno de los mejores ejemplares
humanos de su raza, esto se nota en su repetida auto-representación: su color, su blancura,
color blanco, su raza, la distancia entre los dos colores, su superioridad racial, el orgullo por
su color y linaje, el color que le separa de los negros. Constantemente prepondera indicios
específicos para reforzar su autoestima entre los negros, sobre todo que algunos de ellos
exhiben ingenuamente una fortaleza física que puntualmente pone le duda y le hace vacilar.
Es en estos escasos ratos cuando él se replantea su grandeza racial, ocurre eso por ejemplo
en el bosque donde bajo la protección de un negro llega a superar el miedo que le infunde el
extraordinario universo selvático tropical. Igualmente le ocurre cuando pierde protagonismo
en una noche de fiesta en Ayamikén, él se siente insignificante e indefenso porque los
aldeanos están totalmente entregados al baile y no hay nadie que le le admirarle. Otra
contrariedad se lleva el catalán ante la indiferencia de los charlatanes remeros que le
transportan hacia isla de Corisco. En realidad, el protagonista es un hombre codicioso de
elogios y de reverencias, así pues cuando se siente un tanto marginado o que deja de ser el
principal foco de atención, su autoestima se resiente y a veces obligándole a conceder la
grandeza y heroicidad a los negros. Este es el sentimiento que experimenta principalmente
cuando le toca encontrarse en el medio de la selva tropical o del mar, dos inmensidades
fascinantes y eternos en cuyo contacto pierde la relevancia de su atributos raciales. Es que él
considera la selva y el mar como dos entornos extraordinariamente asombrosos y ante cuya
―grandeza y majestad‖ se empequeñece su propia grandeza, tanto que se ve como
caminando con el alma y el corazón ―arrodillados‖ muy a su pesar:

Me abruma tanta grandeza. Creo que soy una hormiga que camina al azar, un enano pretendiendo
escalar alturas que sólo pertenecen al viento y a las águilas. (…). Y me deprime esta continua
presencia de gigantes abatidos, (…) La selva es vieja como el mundo, y los siglos, (…). La selva es
cementerio y cuna a un mismo tiempo. La miseria y la riqueza se confunden, y la sobriedad y la
opulencia, como en la vida humana, se encadenan y caminan hacia un mismo destino (Soler,
1951:305-307).

En resumen, este es un personaje principal cuyo discurso y comportamiento apuntan


a demostrar la superioridad de su raza. Si en un principio, el lector adivina que este viaja a
la colonia para desentrañar la esencia de la selva tropical y de los aborígenes africanos,
termina pronto encontrando en la obra de Soler, una fiel reproducción de los estereotipos
coloniales muy extendidos en la narrativa colonial española. Pues abundan en el relato
expresiones significativas asociadas a la descripción de los negros infantilizados,
179

criminalizados, animalizados o simplemente menospreciados. Finalmente, a pesar de las


escasas coyunturas puntuales donde el forastero siente vacilar su identidad, al final de la
obra él vuelve a la metrópoli absolutamente persuadido de la preponderancia de su raza.
Esto es un personaje vanidoso aunque un tanto ambiguo.

V-1-3-2-Los personajes secundarios

Aquí cabe el mayor número de personajes actuantes, en total veinte personajes


masculinos o femeninos y también algunos colectivos: Santiago Uganda, los hombres de
Corisco, los niños de Corisco, Mangué, Eseng Mba, Akoma, Ntutumo, Oguono, Nguí, los
hombres de Ayaminkén, los niños de Ayamikén, los seis remeros, los dos cazadores, otros
colonos, Akara, Edayong, Mayé, Oyana, Ntaná y otras mujeres. Los hemos estudiado
también individualmente.

- Santiago Uganda: es un personaje secundario directo y referencial histórico que


apunta un contenido fuera del texto. Santiago Uganda49es el rey de la tribu benga
establecida en las islas de Corisco, las dos islas Elobey, la isla de Cabo San Juan y en la
costa continental. Santiago Uganda es un longevo y majestuoso jefe nonagenario. El
narrador le define con una apariencia en ruinas con sus huesos, sus andrajos o su miseria
física. Es un hombre gigantesco, asombrosamente viejo quien para andar se sujeta con un
bastón de mangle. Tiene un cabello apretado, angulosa y dura la faz y con las barbas de
chivo. Durante su estancia en la isla de Corisco el protagonista visitando al monarca, le
describe vestido de un capote gris grasiento, con desgarrones a guisa de tabardo que le
cubre el cuerpo y le descubre las rodillas, los pies y los brazos. A nivel del pecho lleva
colgada la insignia de bronce con que la monarquía española galardonó su abdicación50. La

49
Don Santiago Uganda Ndelo Ngola es un personaje real, es el último rey del pueblo Ndowé. Nació en 1845
y murió el día 9 de junio de 1960. Entre los ndowé, don Santiago Uganda es considerado como el precursor de
la independencia de los antiguamente designados Territorios Españoles del Golfo de Guinea hoy República de
Guinea Ecuatorial. Se le suele recordar como un gran defensor de los derechos de los indígenas ante las
vejaciones del sistema colonial español y también sus acciones a favor de la fraternidad nacional. En honor a
Don Santiago Uganda reconocido por sucesivas administraciones coloniales como representante o principal
interlocutor de la Monarquía Representativa del Pueblo Ndowé, se celebra anualmente el de 9 de junio, El Día
Nacional del Pueblo Ndowé, la fecha del deceso del rey en 1960. En su número especial del 12 de octubre de
2011, el noticiario Ndowé Sàngo à Mboka presenta a Santiago Uganda como el padre del movimiento
independentista de la actual República de Guinea Ecuatorial.
50
Don Santiago Uganda Ndelo Ngola forma parte de los jefes tradicionales que firmaron su abdicación con la
corona española permitiendo el asentamiento de la autoridad colonial y la sumisión de los pueblos bajo su
180

descripción del rey benga destaca una condición miserable asociada a la erosión resultada de
la longevidad. En varias ocasiones, el huésped manifiesta un desprecio por Uganda y
razones se exponen progresivamente en el relato por ejemplo, nada más avistarle, el catalán
aprehende al guía étnico benga: ―Se me yergue ahora como el símbolo más típico de una
humanidad de horda y errabunda. (…). Me parece un linajudo cadáver que camina‖ (Soler,
1951:210). También es perceptible cuando él va al encuentro de Uganda y se niega a
estrecharle la mano pero sí la tiende a sus veinte vasallos. Aparte la repulsión que supone el
desvencijado físico de Uganda, el protagonista pone a prueba la lealtad de Uganda y se lleva
otra decepción. En realidad, el forastero que aparentemente domina la historia del pueblo
benga sugiere al rey que actúe a favor de la reconciliación de los benga con las demás
etnias, la reacción del jefe benga es tan violenta como sorprendente, su respuesta no es sólo
el rechazo, sino que descubre un odio étnico monstruoso. La rigidez del rey refuerza aún el
ofuscamiento del viajero que no se justifica este aborrecimiento visceral tanto tiempo
después de los conflictos inter tribales que forzó a los benga al exilio hacia las islas. Al
protagonista le parece vil y casquivana la actitud del caudillo corisqueño, es un
comportamiento innoble y absurdo que el caudillo benga se niegue a contribuir a la
concordia étnica. Por todo lo cual, el viajero blanco no duda en asociar el carácter obtuso de
Uganda con su decaída apariencia. Esto es un motivo más que desacredita al monarca benga
a los ojos del viajero blanco: ―La niñez, la infantilidad, el enorme cuerpo con el alma
detenida en la edad sin sexo, acaba de ser despiadadamente arrodillada‖ (Soler, 1951:221).
Para desenmascarar aún más a Uganda, el protagonista replantea su legitimidad,
precisamente pone en tela de juicio el valor de una monarquía que se rindió a la autoridad
colonial a expensas del interés colectivo. El viajero concluye al egoísmo de Uganda, ―una
majestad fallida‖, sumada a la indigencia moral y física por lo que sentencia: ―No vi jamás
tanta vitalidad ni tanta decrepitud en un solo cuerpo‖ (Soler, 1951:227).

La caracterización del rey Santiago Uganda recuerda el papel de algunos jefes y


monarcas aborígenes que actuaron a favor de la expansión colonial. El lector se encuentra
sumergido en aquella época donde algunos jefes tradicionales abdicaron frente a las
autoridades españolas facilitando la sumisión de los súbditos. Bartolomé Soler remueve
también aquí los conflictos existentes entre las diferentes tribus guineanas. No obstante, con
su relato, el protagonista exhibe una actitud vanidosa realmente injustificable, frente al

autoridad a la monarquía. Prueba de ello, el rey benga lleva un nombre: ―Santiago‖ como marca de su
conversión a la religión del colonizador.
181

caudillo benga, actúa como un justiciero también animado por su constante anhelo de
reafirmar su identidad propia como blanco entre desgraciados negros, y orgulloso de su
raza.

- Los hombres de Corisco: a su llegada a la isla de Corisco, el protagonista se topa


con una muchedumbre congregada a la playa para acogerle. Unos cuarenta o cincuenta, casi
todos los habitantes de la isla se han movilizado para presenciar lo que él define como un
evento solemne e histórico, es decir, la visita de un blanco desconocido. El relato sobre los
corisqueños desarrolla dos aspectos principalmente, destaca arquetipos de hombres negros
vinculados con su apariencia o algunas conductas erróneas sobre los que se basa para
caracterizarlos.

En lo que reza con la descripción física, el catalán a primera vista no se detiene en


las individualidades pero deduce que los benga no difieren de los pamues porque todos se
parecen. Los que acuden a la playa al ―acontecimiento memorable‖ son identificados desde
esta impresión de conjunto y clasificados en grupos, pues hay: los enchaquetados, los
jayanes, los encopetados o los venerables jerarcas, los querubines de betún, los patricios, los
fulanos, los perenganos o los quídams.

Más adelante, se fija en algunos isleños y en concreto sus torpes actitudes, por
ejemplo un joven benga al aspecto desastrado y decrépito, que erróneamente lleva gafas sin
cristal y disco de talón dorado colgándole de una solapa. También le impresiona la
apariencia de aquel joven corisqueño que ofrece llevarle desde el cayuco hasta la playa
encima de su cabeza, él le retrata como un espécimen impresionante con su cabeza rizada,
los brazos de acero y un ―tórax de gladiador‖ digno del ―circo y del museo‖. A pesar de la
seguridad que le proporciona la fuerza física excepcional del indígena, le parece asqueroso
el contacto con su ―sillín humano o sillón andante‖, el viajero termina alabándole como el
hombre más majestuoso de la isla.

Al visitante le llaman particularmente la atención los cuatro vasallos que acompañan


al rey Uganda durante la audiencia que reúne a ambos personajes. Es en el pueblo Lembue
donde está previsto un encuentro entre el rey Uganda, la máxima autoridad tradicional de la
isla y el visitante europeo, los dos se reúnen en la casa de palabra. Los cuatro vasallos del
rey son también intérpretes encargados de facilitar la comunicación entre Uganda y el recién
182

llegado, y una vez más el viajero no desatiende la oportunidad para interesarse a su aspecto
físico.

Los cuatro introductores hablan, gritan y manotean largamente. (…) a su modo corisqueño, alardean
de su sabiduría castellana. Y a mi modo catalán, intento comprender la jerigonza con que intentan
ilustrarme. (…). Los cuatro a la vez me miran estupefactos. No han peleado, ni han discutido. Sólo
han hablado. (…) cuatro apéndices se lanzan a un tiempo a un guirigay que me aturde, y, enérgico,
duro, autoritario, con el mismo vozarrón y la misma eficiencia con que en mis años niños mi padre
me obligaba a que callase, cortó su verborrea (Soler, 1951:214-217).

Igualmente mientras los vasallos se apañan en cumplir con su papel como


intérpretes, el protagonista advierte su habla incoherente y observa su comportamiento
durante toda la audiencia y, a consecuencia de todo ello, él los define sucesivamente como
cuatro ―apéndices‖ del rey, ―escuderos‖, ―cortesanos‖, ―jenízaros‖ o cuatro ―ejemplares
petrificados‖.

Como se puede contemplar, en base de la apariencia, la personalidad o actuación de


algunos varones corisqueños, Soler expone una imagen de los nativos degradante física y
moralmente. Al lado de estos paradigmas se halla el blanco cuyo protagonismo en esta isla
ha confirmado una vez más la hegemonía de su raza. Con todo lo cual, los indígenas
concluye el viajero, son unos descerebrados, cobardes e innobles que se limitan a sobrevivir
en un ambiente de miseria moral y material.

- Los niños de Corisco: ellos también celebran la entrada de un blanco a su pueblo y


le ofrecen huevos de gallina. La sorpresiva escena conmueve al viajero, es tan inesperado
que él se detiene a observar y a retratarlos. Al primer niño que acerca desnudo y sonriente,
lo pinta a la vez como un diminuto e irrebatible representante de su mundo y también un
angelito orondo y desplumado. El billete de cinco duros con el que el protagonista
recompensa la valentía del pequeño benga parece contaminarse. Nada más desaparecer el
primero, se acercan un grupo de niños con un huevo cada uno en señal de bienvenida. A
pesar de su mayor gratitud y reconocimiento hacia la niñez benga, el huésped no duda en
caricaturizarlos con rasgos zoológicos y otros caracteres más despreciativos:

Esa piara de cerditos que corren sobre dos patas. Observo, no obstante, e inmediatamente, que el
hatajo ha crecido hasta convertirse en manada. Los quince o veinte pitusos que me hacían cucamonas
con sus nalgas, ahora son veinticinco, treinta, cuarenta acaso. (…). Creo que ante mí tengo a todas las
fuerzas desbragadas y gurruminas de Corisco. (…). Sólo veo a esa multitud de manos diminutas
tendidas hacia mí, con el blanco y ovalado manchón de su ofrenda (…) ¡Y esos dientes! Esas ringlas
de dientes tímidos y primerizos, que dejan, sobre el fondo negro de sus carnes, una herida de marfil en
cada boca (Soler, 1951:182-184).
183

Pese a la extrañeza de este espectáculo, el protagonista lo disfruta como la


experiencia más emocionante de su estancia en la isla del rey Uganda: ―Largo y vario el
poema, aquí encuentra la estrofa más sublime, labrada por este tropel de pitusines sin
historia ni abecedario, con cuerpos de juguete y el alma sin estrenar‖ (Soler, 1951:187). La
cálida acogida de los pequeños benga fascina al viajero hasta alcanzar su humanidad. Esta
es la única vez en el relato donde el catalán exhibe su admiración con mayor sinceridad
aunque brevemente. A través del gesto, él descubre la complacencia del acto de
ofrecimiento, esto significa ―darle al corazón la gloria‖, o asimismo una ―inenarrable
felicidad de dar‖. Para él la satisfacción de proporcionar es inolvidable pero no evaluable:
―Podré pagar a estos infantes más de lo que debo y de lo que puedo, y jamás pagaré el
minuto que me dan. Podrán perderse en su recuerdo mi color, mi generosidad y mi
existencia, pero ellos ya nunca, nunca, carecerán de vida en la sucesión de vidas que
pueblan mi infinita heredad‖ (Soler, 1951:187).

Pasado el momento de agrado, el viajero vuelve a revestir su vanidad habitual, si


bien no encubre su enojo hacia los astutos isleños. Achaca su espontánea debilidad como un
tropezón y, finalmente trata de recuperar su hidalguía vital, porque ante todo, es el
representante de su raza: ―Pueden el del tam-tam y estos bárbaros que se agrupan a mi
espalda refocilarse con la trampa en que he caído, y agregarse que mi superioridad racial
sufrió un traspié cuando vean que la allano a su encerrona y que pago con creces el fruto de
sus corrales. Ignoran que no cedo mi derrota a cambio de sus laureles‖ (Soler, 1951:187-
188).

La caracterización de los niños benga hace notorio la ambigüedad que rodea a la


personalidad de este personaje.

- Mangué: es un joven de Ayamikén, antiguo criado de blancos en la ciudad de Bata


ahora establecido en su pueblo. El personaje Mangué es incorporado en el relato cuando el
catalán y sus dos connacionales organizan una partida de caza en el pueblo Ayamikén.
Mangué es el único aldeano capaz de comunicar con los tres europeos pues no duda hacer
ostentación de su supuesta ventaja que le vale la admiración de sus coetáneos. A pesar de su
habla castellano defectuoso, Mangué hace posible el enlace entre los blancos y los demás
aldeanos movilizados por el evento. Por sus antecedentes, es quien atiende todo lo
relacionado con la comodidad de los cazadores, y se encarga también de las preparaciones
para la caza, todos los demás actúan bajo sus órdenes:
184

Mangué, entre tanto, entra, sale, vuelve, se desvive con la solicitud de un ayo al que hubieran caído
tres criaturas desamparadas. Revive los días en que se familiarizó con la vida de los bancos y
encuentra su ventura en el tejemaneje que se trae corrigiendo a los propios criados que nos sirven,
espantando unas cucarachas que revolotean bajo la luz, cerrando la puerta del cuartucho donde arman
nuestras yacijas, para que los mosquitos no se filtren y se ceben luego en la frágil y delicada piel de
los massas (Soler, 1951:261).

El narrador describe a un Mangue con un aire de mozo alegre, constantemente


sonriendo, con arrugas en las mejillas, le faltan dos dedos en un pie que se lo comió una
nigua. Como todos los demás aldeanos, Mangué lleva en la muñeca izquierda un ―okon
enam‖ el amuleto protector. Igualmente, como la mayoría de los mozos de su pueblo,
Mangué es un buen cazador, destaca con su olfato y destreza expertos por lo cual, su
participación en esta partida de caza es más que justificada. Al final de la novela, Mangué
acompaña al protagonista narrador a la fiesta nocturna que los habitantes de Ayamikén
celebran en honor de los tres europeos. Por la circunstancia, el astucioso joven anima
constantemente al protagonista para aumentar sus ofrendas a los bailarines para así salvar el
honor de su raza.

Mangué es el intermediario que hace posible el vínculo entre los cazadores blancos y
los habitantes del pueblo. Los escasos conocimientos lingüísticos y culinarios resultados de
su pasado, les destacan entre los suyos y le valen el papel de cabecillo entre los indígenas.
Del mismo modo, él proporciona las informaciones necesarias a los visitantes acerca del
pueblo, su gente o la selva en general. Este es un personaje mediante el que se expone el
impacto positivo del hombre blanco sobre los negros. Mangué es un joven valiente y
entusiasta diferente de los demás negros, merced al contacto con la civilización, o sea, sus
antiguos amos blancos es un valor añadido fuera del alcance de todos los demás habitantes
de Ayamikén.

- Eseng Mba: es un personaje secundario complejo. Es el único remero nominado


entre el grupo de los cuatro jóvenes fang que transportan al protagonista a bordo de un
cayuco, cruzando el río Eñaño hasta un poblado costero donde les acogen un grupo de
colonos españoles. Joven fang de la tribu yesuk, Eseng Mba es retratado como un mozo feo,
con los labios gruesos y vueltos hacia fuera, tales unos ―belfos de choto‖, sus dientes
apretados y tallados parecidos a ―cuadrículas de marfil‖. También lleva unos pómulos
aplastados y tatuados, una mirada humilde pero desconcertante pero tiene un cuerpo lustroso
y con una musculatura brava y perfecta. Tras retratarle con una malcarada fisionomía el
narrador mantiene que al joven fang parece una criatura mezcla de monstruo y de piltrafa, e
185

incluso le presenta con un carácter mezcla de niñez y de salvajismo. Durante el viaje


marítimo, el protagonista se muestra aterrado por haber arriesgado su vida con unos
desconfiados indígenas pero también le asusta la inmensidad infinita del mar. No obstante,
él aprovecha el silencio oportuno del viaje para tratar de penetrar el alma negra en general,
mediante la actuación de los remeros indígenas que lo conducen. Mientras Eseng Mba y sus
compañeros van remando y a la vez hablando en su dialecto, el huésped los observa: ―Sus
brazos me recuerdan la dureza y el brillo de las astas negras, y cada tórax me anuncia el
triunfo físico de esta raza desventurada y miserable‖ (Soler, 1951:35). Las actuaciones de
estos nativos son para el viajero la manifestación de su estúpida naturaleza, no son más que
unos ―residuos de la caverna‖ (Soler, 1951:35). Cuando al anochecer el viajero y Eseng
Mba vuelven a encontrarse en el pueblo de éste, el joven fang presenta al blanco tres
jóvenes chicas a saber, Akara, Edayong y Mayé pero ninguna llega a interesarle más bien le
suscitan compasión y repulsión por su aire devastado.

En conclusión, el protagonista narrador expone la condición indígena de Eseng Mba


atribuyéndole caracteres deshumanizantes extendidos a toda la raza negra. Trata de
caricaturizar a los negros como seres pertenecientes a una raza inferior, todo el reverso de
los civilizados blancos, la raza blanca de la que es un digno representante: ―Me veo como
entre una dotación de alienados, y sospecho que mi superioridad racial la desdeñan esos
cuatro ejemplares conservados en alquitrán‖ (Soler, 1951:34). La caracterización de Eseng
Mba reúne un número considerable de estereotipos peyorativos coloniales: feo, musculoso,
inmaduro, salvaje, astuto o gran consumidor de coñac. Es además un proxeneta descarado
que pretende aprovechar del sometimiento característico de las indígenas para sacar algún
provecho personal del hombre blanco de paso en su pueblo. Finalmente, sólo consigue el
desprecio de parte del blanco y también la humillación de las tres hermanas de tribu,
rotundamente rechazadas.

- Akoma: es un joven fang de 18 años del clan ―oyek‖ en el pueblo Ayamikén.


Akoma es un joven alto, robusto y fino con un torso de atleta, tiene un carácter introvertido,
sumiso y es bastante callado. Es el benjamín del grupo que se dirige precisamente a orillas
del río Ntem para la partida de caza. Durante el recorrido va acompañado de sus dos perros
y ocupa el rabo de la fila y detrás de él viene el protagonista. Por la ocasión Akoma tiene
una misión consistiendo en la protección del huésped blanco. Esto es el pretexto que
aprovecha el protagonista para retratarle con su arrogancia habitual y como los demás
186

nativos, lleva caracteres zoológicos contrastantes ―la civilización y la barbarie‖ (Soler,


1951:304). Como los demás jóvenes de Ayamikén, Akoma es un buen cazador y tiene el
olfato y el oído extremadamente finos. Si bien, a pesar de la seguridad que le proporciona la
presencia cercana de Akoma, el protagonista sólo siente odio y desprecio para con su
protector por lo que se refiere a con términos potencialmente despectivos, Akoma es su:
―guardián‖, su ―salvaje‖, su ―bulldog‖, su ―escudero‖ o simplemente un ―arrogante eunuco‖.
Esto es también por su aspecto: ―Chaparro, ancho de hombros, grueso de nalgas y las
piernas torcidas, sin nuca casi y la cabeza plana, me recuerda el cruce de un bulldog y un
dogo‖ (Soler, 1951:290). Akoma es definido como un prototipo, en sentido del extraño, ―un
ejemplar humano‖ (Soler, 1951:294), pertenece a una raza donde la gente anda
constantemente con aire rendido, y cuya existencia común transcurre con una ausencia total
de humanidad. No obstante, mientras la vista de Akoma refuerza su hegemonía racial, una
mirada espontanea hacia arriba le obliga una vez más a ceder el innato heroísmo del que
goza en estos territorio a la prestigiosa selva tropical.

Al finalizar la caza nos encontramos con un Akoma locuaz y alegre mientras


participa al baile nocturno organizado en el pueblo. Como los demás bailadores el alcohol y
la danza provocan la euforia y sacan a los aborígenes de su estado letárgico habitual. El
regreso de los blancos es marcado por un incidente trágico, Akoma muere atropellado río
adentro por el camión de los tres europeos mientras él y otros nativos procuran que cruce
este río carente de puente. El fallecimiento de Akoma expone a la vez la insolidaridad los
demás aldeanos que huyen aterrorizados sin plantearse alguna posibilidad de un rescate,
tampoco conmueve a los cazadores que se marchan impasibles y sin más. El autor se vale
del suceso para desarrollar una reflexión acerca de la relación entre la muerte y el humano.
Soler opone la prelación y omnipresencia de la muerte a la vulnerabilidad e impotencia de
los humanos. La trascendencia de la muerte sobre la vida le devuelve la humildad al
protagonista que espontáneamente admite la vulnerabilidad absoluta del humano ante a la
muerte, pues ella es impiadosa, no sólo asecha siempre pero también es imparable por lo
que mantiene que todos los humanos son iguales ante muerte ya que se lleva a blancos y
negros por igual.

Akoma es un personaje más que recoge los prejuicios reduccionistas sobre los
negros. El destino trágico de Akoma al final del relato destaca una dialéctica recurrente en
la narrativa de Bartolomé Soler donde constantemente, el agua funciona no como fuente de
187

vida o de bendición sino como símbolo de destrucción o de tragedia 51. En base de esta
tragedia, el autor consagra largas páginas al tema de la muerte como si repasara los muertos
de toda su narrativa y en su sentido: la muerte no elige, la muerte a veces sorprende, morir
resulta sencillo a veces o simplemente cómo y cuándo se muere. Concluye a la
preponderancia de la fatalidad y la impotencia del humano. Esto es el caso de Akoma en un
accidente mortal o del joven Oguono arrancado de la vida por un elefante furioso. No
obstante, la caracterización del personaje Akoma destapa también las relaciones desiguales
entre el colonizador y los sujetos colonizados.

- Ntutumo: es otro joven del pueblo Ayamikén y que participa a la gran partida de
caza. Ntutumo es uno de los mejores cazadores del grupo, en la selva se vale de su olfato y
oído para vigilar a los animales y despistarlos imitando sus sollozos. Al final del primer día
de caza Ntutumo llega a matar varios antílopes con la escopeta proporcionada por los
blancos. Además de su destreza por la caza, Ntutumo es también un buen bailador. Una vez
más, el baile es un revitalizante que opera una transformación asombrosa en la personalidad
de los aldeanos. Mientras bailan, el protagonista observa que gozan de una fuerza física
extraordinaria y además sus almas cobran más vida y presencia de la que carecen en su vivir
cotidiano.

- Oguono: un joven más de Ayamikén, hermano menor de Mangué y de Nguí. El


apellido Oguono o cacahuete en fang le ha sido atribuido según comenta Mangué, porque
nació durante las cosechas de las cacahuetes. Este personaje no actúa directamente pero su
nombre es evocado por su hermano Mangué quien comenta a los visitantes europeos las
circunstancias de su fallecimiento. Oguono murió durante una partida de casa solitaria,
despedazado por un elefante herido por la lanza del joven cazador. Oguono o Cacahuete así
como le designan sus hermanos, es el primer aborigen que en lugar del acostumbrado
desprecio del protagonista, le conmueve hasta suscitarle compasión y finalmente
admiración. Con el fallecimiento del joven cazador, el protagonista descubre que finalmente
la selva tiene sus provechos y también sus perjuicios, pues Oguono ha sido es una víctima
de la represalia y ferocidad: ―Los animales tienen pies para huir, pero tienen también
instinto y condiciones para atacar. Y tienen vista, olfato y oído‖ (Soler, 1951:300). Este es

51
A propósito, Antonio Román (1976:80) ha recogido las frecuentes referencias al simbolismo agua- muerte
en la novela de Soler y, al respecto dice: ―No quiero afirmar con la interpretación que daré a continuación que
Bartolomé Soler eligiera conscientemente la idea de agua como símbolo de la muerte. (…). Sin embargo, las
referencias al agua al hablar de la muerte son tan insistentes que dan base más que suficiente para pensar que
la identificación agua-muerte que yo pretendo probar ahora estaba en la mente del autor‖.
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un personaje cuyo destino fatal concede al catalán la oportunidad de explorar la esencia de


la selva tropical; ésta es, misteriosa (304), es la lucha permanente (308), barbarismo (363),
agresiva (234), es vengadora y carece de amor, honor, limpieza y lealtad (147). La selva es
finalmente el lugar de las ambigüedades que encarna a la vez el entretenimiento y el miedo,
sus leyes propias o sus medios ajustados para la autodefensa. El fallecimiento de Oguono
pone de relieve uno de los peligros imperantes en la selva tropical ya la caza como una
actividad arriesgada. En la selva, a veces los animales presas pueden convertirse en
verdugos porque algunos gozan de una gran capacidad de defensa. Precisamente Mangue
revela a los blancos otra historia trágica refiriéndose a la misteriosa desaparición de ―un
colonial que se perdió en la selva‖ (Soler, 1951:258), es el dueño de la casa donde se
albergan actualmente los tres cazadores europeos. Para el protagonista, la espesura de la
selva tropical aumenta el peligro, lo comprueba por sí mismo bosque adentro recordando el
ataque trágico de Oguono:

Solamente ahora comprendo que a Oguono no le bastaran sus pergaminos selváticos la vez que, en
lugar de perseguir, se vio perseguido. Mejor que al escuchar la narración de Mangué, entiendo ahora
qué quiso decirme al afirmar que a Cacahuete le faltó espacio libre para salirse del rumbo del viento.
Más que su cuerpo escapando, fue su propio olor lo que guiaba al elefante herido. Huir aquí, intentar
correr, sería tanto como patinar en el légamo o caminar sobre el agua (Soler, 1951:301).

El relato acerca de la agresión de Oguono no pretende asustar sino que prepara


moralmente a los cazadores europeos en el momento en que se preparan para la gran partida
de caza. En suma, igualmente como la muerte, la selva tropical es un hallazgo
impresionante, otra realidad prodigiosa ante la cual el viajero catalán se ve obligado a
revisar su habitual grandeza. La selva tropical supera las identidades raciales, es majestuosa
pero también preeminente.

- Nguí: es un personaje directo cuyas características son dadas por el narrador. Es


otro mozo de Ayamikén y hermano de Mangué y Oguono. Su apellido significa gorila en el
dialecto fang. Según explica Mangué al protagonista los padres le pusieron el nombre del
gorila porque nació feo. Aprovechándolo el protagonista retrata constantemente a Nguí con
rasgos que tienden a representarle parecido al animal gorila, y como afirma: ―el hermano de
Cacahuete rebasa mi concepción de la fealdad animal‖ (Soler, 1951:275). Lo describe:

Es verdad Nguí, el hermano feo, que me antecede unos pasos y en quien busco las trazas del
cuadrúmano. Feo, portentosamente feo, me parece un extravío de la naturaleza. El labio inferior le
huye hacia fuera, lo mismo que si tuviese otro labio añadido, y los dientes altos le escapan de la boca
apoyándose en el horrible belfo. Los ojos parecen dos semillas aplastadas en las profundas cuencas, y
la nariz le arranca del entrecejo, ensanchándosele igual que si se la hubieran machacado, para
ladeársele hacia la mejilla. Estrecha la frente y enormes las orejas, infiero que ha nacido para sólo oí,
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sin pensar una vez. Tatuajes en los brazos, en el pecho y en el mentón, y tatuado un pómulo, en el que
parece que le haya nacido una estrella azul. Brillante y membruda la espalda, la cintura se le estrecha
igual que si se la hubiesen cinchado. Camina sin casi levantar los pies, y me lo imagino luchando para
no tenderse y andar sobre sus cuatro extremidades (Soler, 1951:275).

Además de su ―horrible fealdad‖ (Soler, 1951:279), Nguí es también un joven


desafortunado que ha sido maldecido por su audaz. En un pequeño pueblo que cruza el
grupo de cazadores, la broma de Nguí dirigida a una anciana le sienta fatal: ―Nguí roza el
cuello de Ntaná con el hilo de su machete asegurándole que eso quita el dolor, y la vieja se
revuelve escupiéndole una retahíla de baladros‖ (Soler, 1951:277). El suceso inquieta al
joven y esta se incrementa cuando poco después su amuleto de seguridad el ―okon enam”
que lleva en la muñeca izquierda se agita en señal de un peligro inminente. Finalmente Nguí
circunspecto retrocede apresuradamente el camino rumbo al pueblo para ponerse a salvo.

Con este personaje el autor pone de manifiesto la superstición característica de los


pueblos indígenas cuya existencia es regida por unas creencias consideradas empíricas.
Además, la caracterización de Nguí tiende a corroborar una visión estereotipada que
reproduce a los indígenas como seres físicamente bárbaros y mentalmente salvajes.

- Los hombres de Ayamikén: la breve estancia en Ayamikén ofrece al protagonista


una experiencia enriquecedora entre los habitantes de este pueblo fang situado en la región
de Ebebiyín cerca de la frontera con Camerún. Esta etapa es sobre todo marcada por el
espectacular recibimiento del pueblo a los forasteros. Igual que en la isla de Corisco, los
viajeros son acogidos por toda la población de Ayamikén encabezada por el jefe del poblado
y precedida por el sonido del tam-tam en señal de bienvenida. Esto es el instante que
observando el protagonista describe a la multitud formada de hombres, mujeres, mayores y
niños, todos van todos desnudos y descalzos en una actitud estática pero admirativa ante los
blancos. Igualmente destaca que las chozas en la que se albergan estos aldeanos dan
constancia de su miserable condición social.

En el relato descriptivo referente a los hombres de Ayaminkén preponderan las


referencias a la identidad racial, y a la evaluación moral o social de los aborígenes. Soler
pone mucho énfasis en la metáfora acerca del aborigen de Ayamikén y por consiguiente del
negro en general. Es el negro el color de la noche confundible con el color de la piel de los
habitantes, pues el negro parece extendido a todo, la naturaleza, los ocupantes y todo lo les
rodea. El catalán utiliza el mismo color para poner de relieve las taras, carencias e
imperfecciones asociadas por esencia a una raza negra que él sitúa a las antípodas de los
190

privilegios de la raza blanca: ―Y en la insondable y tangible negrura, este color agarbanzado


de mi raza, que siento en mis ojos lo mismo que un agravio, como un ultraje decidido y
cruel a este mundo ingenuo y humilde, crédulo y bárbaro, y desconsoladamente negro‖
(Soler, 1951:261). En la opinión de del protagonista, el color que lleva los aborígenes
simboliza la desgracia, la misma ofuscación le sugiere su hábitat, unas chozas igual de
desgraciadas como sus dueños, todo lo contraria del mundo civilizado que él añora y no
duda hacer ostentación: ―Me acuerdo Nueva York y Buenos Aires, con sus calles trazadas a
cordel y la misma abrumadora y constante geometría. Aquí el bulding que me parece haber
visto ya en la calle 64, y el no distinguir la 118 de la 136, y allá en la Suipacha, que ignoro
si es la de Cangallo o la de Chacabuco‖ (Soler, 1951:240). Todo cuanto observa en
Ayamikén y en toda la colonia le parece ruina y miseria pues concluye: son los mismos
rafiales y los mismos poblados. También cabe una percepción de extrema monotonía tanto
respecto a los espacios como a sus habitantes. Según él, en Corisco, Ayamikén, Annobón, o
Akoga, los indígenas tienen la misma apariencia y se dedican todos a los mismos
quehaceres, todos practican la caza y la agricultura, su vivir cotidiano es regido por los
fetiches, el alcohol, los rituales o las celebraciones festivas. También le llama la atención la
actitud machista de los varones con su especial tendencia a la holganza, todo el contrario de
las mujeres esclavizadas y sumisas tanto que le causa indignación y también mucha
compasión:

Estos nkueiñ52 que se esconden precipitadamente entre los cafetos al oír el roncar del motor, se
escondieron ya cuando pasé por Bibam y Ekumanguna, y esa mininga 53 con dos críos encajados en
sus ijares, el típico cuévano o serón colgado de sus hombros, como si los hijos y el nkueiñ hubieran
nacido con ella, y la cachimba en la boca, negra y cochambrosa como sus trapos y sus arrugas, la he
visto ya en la costanilla de los cocoteros de Annobón, la he visto en Bikunde y en Tundulu (Soler,
1951:240-241).

No obstante, Ayamikén destaca como una zona donde conviven dos categorías de
negros según Mangué, los habitantes de su pueblo Ayamikén que considera civilizados
mientras selva adentro vive otro grupo de indígenas llamados salvajes. Estos últimos son los
bujebas, habitantes del pueblo Maving donde viven bajo normas específicas por ejemplo

52
Nkueiñ aquí perfectamente escrita es la palabra con la que los fang designan la cesta en forma cúbica que
llevan las mujeres a la finca colgada de espalda. Sirve para el transporte del material de trabajo y sobre todo de
los alimentos de la finca hacia casa. Su tamaño es variable según que se trate de un Nkueiñ para adolescente,
una joven o una mujer adulta. El más grande alcanzaría unos setenta a ochenta centímetros de diámetro y con
una longitud que roza los 80 centímetros, está hecho de rafia previamente secada y seccionada en su longitud.
53
Mininga es la palabra con la que los colonos y otros extranjeros designaban a la mujer indígena. Realmente,
designa a una mujer madura en el dialecto fang y también se puede decir ―mina‖. En algunas obras aparece el
verbo ―mininguear ―es decir tener sexo con una mujer indígena, Carrasco (2011) ha añadido otro verbo
―ennegrecer‖ para el mismo sentido.
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aborrecen del poblado o los campos abiertos, incluso desconocen la existencia y uso de los
objetos de la civilización según Mangué. En cambio, dominan particularmente la fauna y la
flora y sobre todo son excelentes cazadores. El protagonista distingue a tres varones
salvajes: ―pequeños y vivaces los ojos, me recuerdan el mirar de los hurones. El rostro, en
cambio, carente de expresión alguna, y el ademán es corto y escaso‖ (Soler, 1951:280-281).

En conclusión, el pueblo Ayamikén destaca como una reseña de toda la obra de


Soler. Es el lugar que reúne; a los indígenas serviles, impasibles y miserables, es el lugar del
auténtico vivir rústico donde caben: las celebraciones con bailes, instrumentos e
indumentarios propios, las curaciones y fetiches aborígenes, la jefatura tradicional o la
división étnica fang. Si bien, el protagonista se vale de todos estos indicios para construir
una imagen caricaturizada de los colonizados y de ahí los negros en general. Pues son todos
pintados con rasgos despectivos: unos bárbaros, susceptibles, sumidos a sus creencias
peculiares y al hombre blanco. En definitiva, el catalán no distingue ninguna diferencia
entre los habitantes de Maving y los de Ayaminkén, son todos unos indígenas adictos a la
selva.

- Los niños de Ayamikén: el protagonista se fija también en los niños de Ayamikén


que acuden junto a los mayores para acoger a los tres blancos. El relato sobre los niños
enfatiza principalmente los parecidos y las diferencias entre ellos y los niños benga de
Corisco. El atrevimiento de los niños benga contrasta con la palidez de los pequeños fang
que en lugar del caluroso recibimiento manifiestan una contención que roza la indolencia.
Puesto a parte esta desemejanza, los niños fang y benga presentan la misma apariencia
miserable: todos van desnudos, la tripa redonda y el aire meón. El protagonista narrador los
define como: ―un corro de niños – desbragados siempre- apiñados como las bananas, nos
contemplan con el estupor y la duda reflejados en su mirada inmóvil, en esas dos diminutas
obleas que parecen despegárselas de las órbitas‖ (Soler, 1951:258). Más allá de su
desoladora fisionomía, son seres inocentes aun así, el protagonista se muestra ofuscado al
proyectarse el desgraciado futuro al que les destinan su identidad racial y su condición
social. Concretamente, estos niños no tendrán la posibilidad de educarse nunca porque son
negros y perteneciendo a un mundo condenado al obscurantismo eterno.

- Los seis remeros: son aquellos seis pamues o fang que transportan al protagonista
en un cayuco rumbo a la isla de Corisco. Son seis prototipos negros característicos que
reúnen todos los rasgos estereotípicos que el visitante atribuye a la raza negra, muy distintos
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del modo de ser o de vivir de los blancos. Durante el viaje marítimo, el protagonista
mantiene el silencio permanentemente al asecho de cualquier movimiento de sus seis
acompañantes y, en base de sus actuaciones él va planteándose la esencia y humanidad de
los negros. El retrato de los seis remeros resume los defectos y triunfos de los indígenas,
pero el mismo visitante los utiliza luego para definir a los demás personajes masculinos y a
todos los negros. Con todo lo cual él define la condición negra petrificada respecto a los
blancos en estas palabras:

El garrote en mi mano lo admiten y lo respetan como uno más de los privilegios de mi raza. Y como
uno más de los estigmas de la suya. Batidos en su propio suelo en los tiempos del salvajismo blanco,
aun hoy siguen con la misma alma de cuando afilaban la piedra para sus azagayas y comían,
ignorantes del fuego, la carne cruda de los animales. (…). El alma suya, sin embargo, se mantiene fiel
a sus primeras edades, propicia al lazo de los domadores. Niñez de siglos, sólo el ansia imitativa los
acerca exteriormente al hombre, para que al menor rasguño salga otra vez su querencia a la esclavitud
y a la vida animal (Soler, 1951:203).

Como los habitantes de Ayamikén o de Corisco, estos remeros también van en braga
como único vestimenta. Son unos borrachos a los que la embriaguez permite realizar un
esfuerzo físico óptimo, en ello radica su humanidad según el viajero porque ellos son unos
seres resignados, incapaces de razonamiento y que actúan guiados por la única aptitud
física. Para demostrar aún más el atraso del negro, el visitante contempla el desinterés de los
remeros por la medida del tiempo:

Aquí están ahora los seis ínclitos cogorzas (…). Lejos, lo mismo que si no estuviesen, o aquí en el
bote, pero como si yo no estuviera. (…). Saben únicamente que ―van‖, indiferentes al tiempo y al
esfuerzo, indiferentes a su propio cansancio, que combaten lanzando alaridos largos y guturales, como
ululatos de guerra, (…). Máquinas fieles mientras les dura el aliento, se guiarían remando
indefinidamente (…). Cautivos del minuto que viven el ayer y el mañana y el momento inmediato
yacen confusos en las tinieblas de una mentalidad que se detuvo antes de que el cuerpo lograse su
definitivo desarrollo (Soler, 1951:206-207).

Así es cómo el visitante pretende demostrar la diferencia abismal y eterna entre


blancos y negros. Por otra parte, el relato pone en escena a los seis remeros pamues en la
isla de Corisco donde padecen la afrenta pública de los enemigos corisqueños. El
protagonista presencia indignado al espectáculo que ofrecen las dos etnias, la situación
arranca del odio pasado y se perpetúa tras generaciones. La llegada en la isla de los jóvenes
remeros se interpreta entre los bengas como una afrenta imperdonable, sólo la actitud neutra
adoptada por el visitante permite evitar un conflicto abierto entre los indígenas enemigos.

- Los dos cazadores: son dos colonos españoles establecidos en la Guinea Española
y con los que el protagonista viaja hasta el pueblo Ayamikén para organizar una gran
cacería en el camión van los dos cazadores y el protagonista en un camión pero también les
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acompaña un grupo de negros formado por braceros, leñadores y criados. El relato sobre los
dos colonos compara el protagonista visitante con sus dos connacionales, también
argumenta el impacto de la experiencia colonial sobre los dos españoles. Principalmente, los
coloniales destacan con sus emociones, preocupaciones o aficiones típicas de la colonia.
Ellos muestran buen conocimiento del territorio; la selva, sus leyes la fauna y flora incluso
tratan que el protagonista descubra aquel universo a la vez bárbaro pero rebosante de mitos.
Destacan igualmente por su excesiva pasión para la cacería y a la que intentan enganchar al
visitante. Aparte de sus aficiones, las actuaciones de los dos blancos durante el viaje destapa
progresivamente el dominio de los colonos sobre los negros como el modo de vivir muy
corriente en la colonia. Por ejemplo, en el río Mbía sin puente, durante dos horas un grupo
de indígenas bajo las órdenes de los dos cazadores trata de sujetar el camión con sus
cayucos para lograr la travesía. Al final de su labor, los indígenas reciben una recompensa
de seis botellas de coñac, unos cartuchos, y unos paquetes de cigarrillos. Más adelante en
Ayamikén la presencia de los europeos no sólo provoca que todos los aldeanos congreguen
a su vivienda, sino que además de sus criados propios que los atienden, todos los aldeanos
también se movilizan y se ofrecen a su servicio para la caza y sus comodidades. Pues a
orillas del río Ntem los tres europeos duermen debajo de las tiendas de campañas armadas
por los indígenas y con los mosquiteros, mientras los aldeanos duermen en la hierba durante
los dos días de caza. A la ida, los indígenas cargan todo el material y a la vuelta las presas
de una caza muy fructuosa.

En conclusión, el relato referente a estos dos personajes ofrece aspectos


preponderantes de la vida colonial. El autor se vale de la caza que es una de las actividades
predilectas de los coloniales, para desentrañar la convivencia entre el colonizador y el
colonizado como una relación desigual. El relato expone también el cambio radical que el
ambiente colonia opera en los europeos, viviendo allí se convierten en seres insensibles que
permanente e impunemente hacen gala de su autoridad. Frente a ellos caben los negros
conscientes de su inferioridad y por lo tanto dispuestos a servir a los amos blancos. Esta vez,
el protagonista se siente indignado porque juzga el comportamiento de sus compatriotas
inhumano.

- Otros colonos: mientras el protagonista recorre diferentes pueblos de la Guinea


Española, en la mayoría de los sitios visitados, encuentra a algunos de sus compatriotas
establecidos en la colonia. Aquellos viven generalmente agrupados en distintas regiones. El
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relato sobre estos coloniales descubre los diferentes territorios visitados, las ocupaciones de
los colonos y las funciones de la obra colonial. No son ni cuantificados ni identificados, se
hallan en Santa Isabel, Kogo, Basakato, Basupú, Benito, Etembue, Akoga, San Carlos,
Annobón o en Niefang. Todos aquellos encontrados le han acogido con especial júbilo y
manifestándole generosidad, hermandad y hospitalidad. Existe dos clases, primero, los
finqueros y empresarios que se dedican a sus actividades propias, el protagonista los define
como gente indiferentes a la vida peninsular pero también permanecen ignorantes de los
aborígenes y su mundo. Obviamente el protagonista comparte su conducta dado que su
propósito en la colonia es únicamente económico y carece de cualquier otro interés ajeno.
Al lado de estos se hallan los administrativos y misioneros, son los héroes a los que el
narrador atribuye la abnegación en el esfuerzo y la tenacidad en la labor civilizadora. El
narrador los considera como los más comprometidos en una obra de sacrificio por un ideal
de caridad: ―Enseñanzas, contactos blancos, tenacidad y abnegación misioneras, esfuerzos
gobernantes impelidos por un ideal de caridad cristiana…‖ (Soler, 1951:203). Según
observa el narrador, las relaciones entre los coloniales y los aborígenes son de dominación y
sometimiento, razón por la cual él pierde la oportunidad de describir a los nativos negros
comparándolos con los coloniales blancos:

Aquí lo mismo que entre los cuatro blancos de Annobón, los exactamente cuatro blancos, sometidos a
la triste gloria de reinar sobre una humanidad de hollín y de cochambre. Veo aún el unánime y
explosivo júbilo de mis cuatro connacionales al arribo de un nuevo blanco, cuatro connacionales cuya
seguridad y cuyo aplomo en medio de la negra algarabía annobonesa me recuerdan el engañoso y
efímero poder de los cuatro reyes de la baraja (Soler, 1951:43).

Finalmente se muestra compasivo para con éstos compatriotas que llevan una vida
arriesgada y solitaria lejos del terruño. En suma, el relato sobre los colonos asentados en la
colonia descubre la vida colonial, sus actividades, ideales o triunfos por un lugar, y por otro
traduce la admiración del narrador para con la valentía de sus compatriotas. Desde luego,
aquí se exhibe la colonización española con sus héroes blancos frente a los negros todos
adscritos a la causa colonial.

- Akara: es un personaje secundario directo, una joven fang de dieciséis años de


edad asentada en su pueblo. Akara es una de las tres chicas que el joven remero Eseng Mba
presenta al protagonista de paso en el pueblo pero el viajero no está interesado, más bien
aprovecha el incidente para retratarlas a las tres chicas. El narrador se vale a menudo del
retrato de estas tres jóvenes para caracterizar al resto de las mujeres indígenas. Cuando el
protagonista examina a Akara a la luz de la luna, ve a una mujer miserable, sucia,
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harapienta, físicamente destrozada, parece más vieja que sus años. Independientemente del
color de la piel, el aspecto de la joven fang le infunde compasión, tristeza e ira a la vez.
Moralmente, Akara le parece un ente moribundo, ausente de sí misma y de todo. Con tan
sólo dieciséis años de edad, Akara ya ha sido traspasada al hermano de su esposo porque
éste se halla recluido en una leprosería por su incurable enfermedad. A los ojos del
protagonista Akara es equiparable a un objeto y explotada como tal, ella no tiene existencia
propia ―Perdida para el marido, y comprada un día con su dinero, ahora Akara es propiedad
del hermano‖ (Soler, 1951:114). La historia de Akara se cuenta con especial patetismo y
también la constante indignación del viajero:

La veo, sin embargo, como si fuese ella quien contempla su propio cadáver. Sin facultad alguna para
evadirse del testamento del leproso, ni la muerte moral, ni la muerte física de éste bastarán para que su
vida ni las vidas que de ella manen sean suyas. Ahí está el hermano para usufructuarla, y ahí están los
otros hermanos para cuando ése muera, (…). Traspasada como se traspasa la heredad y los muebles, y
explotada como se explotan la tierra y los animales de carga, y envilecida como se envilece a una
hembra de burdel. Busco en sus ojos, lo mismo que en los de Edayong y en los de Mayé, algo que me
delate su interior rebelión, una mirada que me descubra la conciencia que tiene de su realidad y de su
vida. Nada, nada (Soler, 1951:136).

A parte su miserable condición o su descuidado aspecto, el supuesto pretendiente


blanco no está para nada atraído por Akara por más razones. Primeramente, él no pierde
nunca de vista su superioridad racial, y en segundo lugar, su condición es incompatible con
la identidad racial de esta indígena. Alguna que otra vez, Akara y las dos otras están
retratadas con rasgos zoológicos.

- Edayong: es una joven de quince años de edad precozmente entregada en


matrimonio. Aparece como una joven frágil, tímida con una voz impecable y tierna pero
carente de hermosura física. Edayong es la segunda de las tres víctimas que Eseng Mba
ofrece al protagonista a cambio de remuneración. El viajero la encuentra tan patética que
Akara, ante ella siente indignación por su miserable condición aldeana, la retrata con una
apariencia destrozada, mentalmente inepta e indefensa resultado de su precoz parto y
casamiento. Como las demás, su existencia está cargada de apremios y obligaciones
rutinarias, Edayong existe para cumplir con sus faenas diarias y cuidar de su esposo e hijo.
El viajero aparenta su vida a un estado deshumanizante: ―Me atajará el espectáculo de una
Edayong encorvada sobre los Terrones, descoyuntada sobre la tierra con sus ojos bovinos
constantemente clavados al mismo suelo que pisa, ajena a la luz de ese cielo que rutila sobre
su cuerpo‖ (Soler, 1951:135).
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Esto es el lugar de interesarse a la onomástica del apellido de este personaje. En


concreto, traducido al español Edayong significa la vivienda de la tribu. Por supuesto, en
este caso el apellido Edayong tiene que ver con su papel a saber, que a pesar de su
adolescencia arrebatada, esta joven está establecida como una madre y esposa y de ahí ama
de casa. Su apellido la predispone a un comportamiento ejemplar, ya que de acuerdo con la
cultura fang, una mujer no es del esposo sino de la comunidad tribal. Por lo tanto, tiene que
destacar como una mujer hacendosa, amable y afable para siempre que su modo de ser y
actuar contribuya de la concordia de la tribu y de la dignidad de la mujer.

Edayong es un personaje femenino dibujado como todas las mujeres de la novela,


con caracteres peyorativos. A lo largo de la novela, todas son víctimas propiciadas, pues
ellas asumen su avasallamiento con una actitud estoica o resignada. De hecho al concluir el
relato sobre Edayong, el viajero hace constatar que la Guinea Española está de punta a punta
repleta de Edayongs. Una vez más, él expone su indignación por la condición femenina:

Edayong y Akara ni miran ni escuchan. Fieles a su condición, creo que ninguna está con nadie, ni
siquiera consigo mismas. Ni una vez la una mira a la otra, lo mismo que ni una vez enmiendan su
postura. (…). Cada una con su mundo a cuestas, o cada una sin mundo alguno que cargar, o sin más
carga que esos fardos de leños y de frutos con que he visto desfilar a las miningas a lo largo de todos
los caminos, lejos y cerca de los poblados (Soler, 1951:128-129).

- Mayé: es la tercera de las jóvenes presentadas al viajero andante mientras se pasea


por de noche por un pueblo fang. A los veintidós años Mayé presenta el mismo destrozo
físico y moral que Akara y Edayong. A parte la piel negra, su torpeza o su ―mirada imbécil‖,
por su apariencia se le nota el envejecimiento precoz típico de la mujer indígena y rural.
Además, es sucia y harapienta, con su ―pecho vencido‖ y un rostro sin lozanía que
corresponda a su edad. Mayé no destaca solamente por su dejadez exterior, el contacto
verbal que mantiene con el protagonista desvela también una mente alterada. El protagonista
la define como una joven necia, estúpidamente indiferente, inconsciente de su feminidad y
carente de toda propiedad racional noble. Una vez más, el catalán llega a poner en duda la
esencia humana de una Mayé que le parece un ente inexistente y sin vida, ―una página sin
texto‖, ―una morada vacía‖.

En realidad, la actitud de Mayé está vinculada con destacadas circunstancias de su


vida como mujer y en relación con su entorno cultural. Viene expuesta como una víctima
más de las normas vernáculas que valoran a la mujer en función de su fertilidad. En base a
ello, Mayé fue repudiada por su esposo a consecuencia de su esterilidad, ella comparte otra
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vez el hogar familiar después de que sus genitores hayan la dote al yerno rebelde. Mayé es
una mujer frustrada y resignada, es impasible a todo lo que le rodea, sobrevive dedicada
diariamente a las faenas hogareñas y campestres:

Mayé…, reducida a su condición de ekomo, de hembra infecunda, inútil como el fango y la carne de
los animales incomibles, seguirá, lo mismo que ahora, solitaria y confinada dentro de su propio
mundo, viendo cómo el ritmo de la vida no se interrumpe porque ella sea un diente mellado. La tierra,
los árboles y las mujeres continuarán rindiendo, mientras ella, tallo sin fruto, igual que en este
instante cruza sus manos bajo su pecho, seguirá tentando el infortunio de su carne baldía (Soler,
1951:135-136).

Obviamente Mayé como Akara y Edayong no muestra ningún despecho por ser
rechazada por el visitante, ella tiene conciencia de que no vale para tanto ni para un paisano
y menos aún para un hombre blanco. Su vida es un doble fracaso, como esposa y como
mujer, por eso su existencia se resume a la condición servil totalmente dedicada a su
familia. En definitiva, la caracterización de Maye pone en tela de juicio aspectos
perjudiciales de la idiosincrasia del pueblo fang respecto a la mujer.

Cabe señalar que la caracterización de estas tres jóvenes revela una visión fatalista
del autor que se puede apreciar mediante los retratos deshumanizantes de Mayé, Edayong y
Akara. También destaca una postura pesimista de la mujer indígena, moral y materialmente
miserables, sin futuro ni presente. En la obra de Soler no hay ninguna mujer decente, todas
son esclavas de hecho, puesto que por nacimiento les incumbe una total dedicación a los
trabajos del campo, la crianza de su prole, el cuidado de la familia y también la totalidad de
las labores domésticas. Madre, hermana o esposa actúan como objetos destinados a la
pasión machista y a la supervivencia comunitaria. Por fin, su pasividad, su entera sumisión
o su entrega absoluta al cumplimiento de sus numerosas obligaciones convierten a las
mujeres indígenas en lo que el viajero llama ―bestias de carga‖, es decir, en esclavas.

- Oyana: es la única mujer identificada de Maving, aquel pequeño pueblo habitado


por individuos llamados salvajes por los demás indígenas. La expedición de los cazadores
coincide en el momento en que Obono se toma un baño en un río a las afueras de su pueblo.
En el paso de los cazadores, la joven no tapa su desnudez pero más bien se comunica
impasible con los jóvenes conocidos del grupo. Esta actitud puntualmente impudorosa
proporciona un pretexto al protagonista para retratar a Oyana y a través de ella el resto de la
población femenina indígena. Oyana es una mujer en las antípodas de las europeas, como
198

las demás indígenas ella es una ruina física y mentalmente necia, como dice, un argadijo de
huesos y de carne consumida:

Ni sus años, ni la ruina de su cuerpo pliegues huesos y piltrafas convidan a detener los ojos. (…) y
con la misma expresión insensible y lejana. Me digo que el pudor, la más severa de las
importaciones blancas, habrá llegado tarde para ella, incapaz de asimilar en la madurez de su vida
uno de los principios fundamentales de otras zonas de la vida humana; principio abiertamente en
pugna con el suyo, tan exacto el principio de ella al del árbol, al del animal y al del ave: libérrimos
para demostrarse siempre con la misma desnudez del día que nacieron (Soler, 1951:93).

Además de su mentalidad desvergonzada y su aspecto destrozado, el viajero la


describe también como una mujer inexpresiva e insensible. También lamenta la indecencia
característica de las indígenas y a partir del caso de Oyana, él atribuye su ausencia de moral
corriente consecuente a un entorno natural particularmente primitivo. De hecho atendiendo
el hábitat miserable y la mentalidad retrógrada de los habitantes, el viajero confirma su
condición de seres inferiores.

- Ntaná: es una anciana del pueblo Ayamikén Pequeño que aparece en el relato
cuando el grupo de cazadores pasa por su pueblo. Esta anciana fang también es descrita
como una vieja decrépita: ―plagada de arrugas, de huesos y de postillas regaña‖ (Soler,
1951:276). Ntaná se presenta a los cazadores la frente ceñida con unos hierbajos para
aliviarse el dolor de cabeza. Un intento de Nguí para ayudarla ofende gravemente a la
anciana que lo toma como una afrenta imperdonable y finalmente maldice al joven. Puesto a
parte su avanzada edad, Ntaná reúne los rasgos característicos comunes a todas las
indígenas: ella es sucia, harapienta, huesuda o miserable pero destaca como mezquina. La
caracterización de Ntaná descubre principalmente la relación estrecha entre los indígenas y
su entorno y en este caso la selva funciona como una fuente de curación. Aquí se practica
una medicina natural que se vale por ejemplo de las hierbas, cortezas o cualquier elemento
de la naturaleza para curar los males. El personaje Ntaná también pone de relieve una
relación conflictiva intergeneracional subyacente.

- Otras mujeres: este es otro personaje colectivo que permite recorrer el itinerario
del viajero catalán pues se reúne aquí las mujeres halladas a lo largo de sus viajes. Entre
otros aspectos, se fija en la miserable la condición de las mujeres indígenas en todo los
pueblos visitados y principalmente en Corisco, Annobón y Ayamikén. A diferencia de todos
los demás personajes, el catalán elogia particularmente a las hembras de la isla de Corisco
pero su admiración estriba en su única apariencia. Las corisqueñas son de una belleza
legendaria, si bien entre ellas se hallan las traidoras, es decir, aquellas que salen de su isla y
199

que se intiman con hombres de tribus distintas. Cuando se fija en las annobonesas, además
del habitual destrozo físico, ellas son particularmente esclavizadas. El narrador lo demuestra
describiendo cómo un grupo de en annobonesas descargan maderas, hierros, fardos o
cajones desde un barco en la playa hasta un almacén colonial, mientras que los varones
observan con total despreocupación. Obviamente, el protagonista lamenta una sociedad que
convierte a la mujer en bestia de carga, tanto que parece residuo humano de un ―mundo de
caverna‖. En el pueblo Ayamikén se repite el vergonzoso espectáculo annobonés y esta vez,
son ellas únicamente las que cargan todo el material destinado a la cacería y a la vuelta se
suma la carne fresca:

Creo que me hallo aún en caminos que dejé atrás, igual que si Corisco, Kogo y Annobón se
prolongasen en Ayamikén. (…). Sólo veo a ese jabardillo de mujeres que esperan que las enganchen.
Entre quince y cuarenta se halla la edad de cada una. Andrajosas, sucias, turbio e indeciso el mirar,
(…). Veinte o veinticinco miningas, dispuestas como reatas, esperan que las abran camino adelante,
con todo el cargamento de la expedición. Mientras, sentadas casi todas en el suelo o apoyadas
indolentemente a la pared, las veo como la más depresiva exposición de la estupidez y el abandono.
Unos ojos vagamente entreabiertos y pitañosos me recuerdan la filaria-, varios pies descubren las
raeduras de la nigua; un vientre cuya hinchazón y deformidad repelente me anuncia la hidropesía…
Extremada ruina física y moral. El espíritu no es más que un leve parpadeo en la noche. De los ojos
sólo fluye la interna obscuridad, entre cuya negrura el alma duerme su terrible y milenario sueño
(Soler, 1951:270-271).

Además de su condición de avasallamiento, las mujeres de Ayamikén destacan


también como grandes bailarinas del balele, particularmente en una noche de fiesta
celebrada en honor de los cazadores blancos. Además de la originalidad de su indumentario
festivo, el protagonista queda impresionado por los movimientos típicos que ejecutan
aquellas mujeres desbordantes de energía: ―Una tira roja les sujeta el pecho, y un lienzo
obscuro como sus carnes las cubre desde el talle hasta los muslos. Una faja tupida de
cáscaras de akot-forma, sonido y tamaño de nuez-les ciñe los tobillos y la cintura, y en la
frente, un penacho de plumas multicolores les da un aspecto de pavos reales humanos‖
(Soler, 1951:344). La afición al baile deshumaniza a las indígenas, el narrador enfatiza la
descripción de una de ellas en pleno estado eufórico: ―Ahora en cambio, durante los
momentos en que salta, se retuerce y taconea, sus ojos tienen un brillo de azabache (…). Su
rostro se embellece y pierde el aire de inenarrable estupidez con que me miraba, y el cuerpo
inerte y ausente estalla la más delirante manifestación de vitalidad humana‖ (Soler,
1951:345). No obstante, al finalizar la fiesta, ellas vuelven a su estado habitual con sus
harapos, su estupidez o insensibilidad, una vida de moribundas que el narrador define como
una ―página sin texto‖ (Soler, 1951:271). Una vez más, llega a la conclusión de que las
criaturas indígenas contrastan con las europeas que son física y moralmente más acertadas.
200

Aquí tenemos a un personaje colectivo que caricaturiza a la mujer indígena como


una víctima impotente, sumida y resignada por naturaleza. De hecho, son muy marcados los
contenidos reduccionistas o despectivos de los retratos correspondientes al aspecto exterior,
conducta o al entorno socio cultural de estos personajes femeninos. Los términos más
asociados a la mujer soleriana son muy significativos: sucia, bestia de carga, estúpida, torpe,
harapos, negrada femenina, grasiento, maloliente, ignorante, mirada imbécil, deidad
pisoteada, mundo pestilente, trapo, cuerpo vencido, indefensa, ojos bovinos o encorvada,
éstos son empleados reiteradamente en el texto para configurar a la mujer negra en general y
a la guineana indígena en particular. A través de diferentes elementos de caracterización
reunidos, el autor expone una sociedad tradicionalista machista en la que la mujer sojuzgada
y marginada es más un objeto que sujeto. No obstante no le ocurre al narrador pensar que
tanto los hombres como las mujeres indígenas llevan la existencia que le toca y
correspondiente a su entorno natural, su visión cultural y modo de concebir la vida y
disfrutar de ella. Igualmente cabe subrayar que en estas condiciones las comparaciones entre
las europeas y las indígenas son tan ambiguas como desaprisionadas y de allí injustificadas,
ya que habitualmente el narrador contrasta los defectos de las indígenas con los triunfos de
las blancas. Incluso es oportuno señalar que como es característico en los relatos de viajes,
en la obra de Soler el protagonista es quien retrata a los indígenas, muy escasas veces les da
la palabra para que se presenten, se evalúen a ellos mismos o que se expliquen sus
actuaciones. Al fin y al cabo se evidencia aquí la clara intención del el autor por exhibir
aspectos divergentes entre la civilización europea y la guineana para luego argumentar la
preeminencia de su raza.

V-1-3-3-Los personajes figurativos

Existe un número considerable de personajes figurativos en esta novela, pese a que


no juegan un papel particularmente sobresaliente en la trama, los hemos estudiado
sucesivamente pero en conjunto. Algunos hemos tenido que agrupar en base de afinidades
internas. Todos son: Biyang Mbe, el cocinero calabar, un camerón, el senegalés, Isadora
Duncan, el marino, un domador, un ciego, el salvaje bujeba, un mendigo blanco, García,
Fernández, Puig, Salgueiros, Olarra, Durán, Otaeche, Marcos Villarí, Pedro Crespo,
Desdémona, Don Quijote, Cervantes, Beethoven, Rafael, Fidias, Miguel Ángel, Arcipreste,
Juan de Herrera, Dostoiesvky, Greco, Rilke, Cristóbal Colón, Lohengrin, Poseidón, Otto
201

Krohner, Clemenceau, Lloyd George, Wilson, Orlando, Rumanof, Churchill, Teodor


Roosevelt, Stalin, Daladier, Smuts, Monseñor Mindszenty, Elsa, Isabel I de Castilla,
Guillermo II, Lindbergh, Livingstone, Stanley, Muley Yezid, Nsama y Malam..

- Biyang Mbe: es uno de los cazadores que participan a la partida de caza


organizada por los dos colonos en el pueblo Ayamikén. A esta misma partida aparecen dos
personajes extranjeros como ayudantes son, el cocinero calabar y el criado camerón o
mejor dicho camerunés. El senegalés es un personaje mediante el que el protagonista
expone la estupidez característica de los africanos por lo que generalmente usan a tontas y a
locas los objetos de la civilización. Por ejemplo, este corpulento senegalés anda la cabeza
cubierta con un casco germano de aviador. A menudo el narrador vuelve sobre el tema de la
muerte y esta vez, él explora las circunstancias del fallecimiento de la artista Isadora
Duncan y, una vez más la muerte le parece inoportuna y omnipresente. Lo mismo se da con
las circunstancias insólitas del fallecimiento de un marino y un domador innominados y
donde se comprueba el carácter imprevisible de la muerte. En un pueblo Ayaminkén
aparece un ciego que utiliza el protagonista para ilustrar otro vicio de los indígenas, la
mendicidad, un pobre aldeano aprovecha la presencia en el pueblo de los tres blancos para
pedirle tabaco. Hay un personaje innominado que el narrador designa como el salvaje
bujeba, es un aborigen cuya existencia se resume a la única preocupación de alimentarse,
ignora todo de lo ajeno a su entorno inmediato y anda sólo vestido del taparrabo. Sin
embargo, es un hombre feliz ya que con su destreza en el manejo de la lanza asegura con
facilidad su alimentación diaria. El narrador siente gran admiración para con aquel auténtico
habitante de la selva iletrado que vive con el alma quieta. Esto es un caso excepcional donde
el viajero catalán por primera vez valora a un indígena con criterios tomados de su realidad
aborigen. En el relato aparece también el mendigo blanco, es un personaje a través del que
el protagonista expone un episodio de su adolescencia real, donde a los doce años coincide
en su pueblo con un mendigo andante barbudo harapiento y discapacitado. El ilustre
mendigo se lleva sus diez céntimos de limosna pero le niega la oportunidad de seguirle
como compañero y cuidador de sus perros. Bartolomé Soler restituye un episodio frustrante
de su adolescencia, también testifica una vez más el afán del autor por coleccionar
territorios y pueblos desde muy temprana edad. En este mismo sentido alude a una fuga
suya a los trece años cuando salió del hogar familiar en busca del famoso mendigo andante.
El salvaje bujeba le recuerda al narrador aquel mendigo de su infancia, él finalmente
compara ambos personajes, dos desafortunados pero libres y despreocupados por eso siente
202

por ellos la mayor admiración simbolizan la verdadera felicidad humana, viven sin la
medida del tiempo y despojados de los apremios de la civilización. El personaje bujeba es el
pretexto del autor para contar un episodio de su vida real. García, Fernández, Puig,
Salgueiros, Olarra, Durán y Otaeche son nombres españoles por los que el protagonista
narrador atribuye a sus compatriotas establecidos en la Guinea Española. A lo largo del
texto el protagonista enumera destacados personajes de obras literarios reputadas, entre ellos
caben: Marcos Villarí que es a la vez el nombre del protagonista y título de una novela de
Bartolomé Soler publicada en 1927, o Pedro Crespo, Desdémona o Don Quijote. También
están citados famosos autores literarios o de obras artísticas de especial notoriedad son entre
ellos Cervantes, Beethoven, Rafael, Fidias o Miguel Ángel. Otros personajes
referenciales históricos son evocados cuando el protagonista valora la inteligencia como
exclusividad de la raza blanca e inasequible por los negros, son Arcipreste, Juan de
Herrera, Dostoiesvky, Greco o Rilke. El protagonista alude tres veces a Cristóbal Colón
y una vez a Lohengrin y Poseidón, a los que considera individuos especiales, tres
afortunados elegidos por el destino. Los evoca en un momento preciso en que se encuentra
frustrado y rebajado entre los aborígenes a pesar de superioridad racial. Otto Krohner es un
colono identificado por su ideología distinta, él pertenece al linaje de los auténticos
pobladores, o sea, aquellos que consideran la colonia como una fuente de abastecimiento
vital y también un espacio de vida y de asentamiento definitivo. Al principio del relato,
situando la Guinea Española en el mapa colonial europeo en África, el protagonista lo
valora este territorio español insignificante comparado a las dominios de otros países
europeos como por ejemplo Bélgica. El reparto del continente negro le recuerda autores que
en otros continentes abogaron a favor de la libertad y de la justicia, entre ellos Clemenceau,
Lloyd George, Wilson, Orlando o Rumanof, o también Churchill, Teodor Roosevelt,
Stalin, Daladier o Smuts. La obra distingue además una clase de personajes algunos son
históricos pero todos escasamente evocados, ellos son monseñor Mindszenty, Elsa, la
reina Isabel I de Castilla, Guillermo II, un tal famoso aviador estadounidense Lindbergh,
Livingstone, Stanley o un tal Muley Yezid retratado a la vez como un déspota bárbaro,
sanguinario y heroico. Hay también un comerciante irlandés innominado del que guarde un
recuerdo particular. A lo largo del relato aparecen constantemente las referencias al Ser
supremo, según los diferentes dialectos aborígenes es Nsama para los fang, Ayambé para
los benga, Dios en el idioma de los ocupantes o simplemente Él. Nsama para los aborígenes
es el Señor creador de la tierra y de los cielos, dueño y protector de todo. En el sentido del
protagonista, todos los hombres son criaturas a la imagen y semejanza del Creador, también
203

piensa que Dios ama a todos por igual pero la importancia de los seres humanos depende
también del color de la piel, si son blancos o negros y ésta es una realidad irreversible e
inamovible. Con el personaje Malam el narrador pone de relieve la supersticiosa alma del
pueblo fang, un pueblo tan arraigado al fetichismo que cada familia tiene a un malam o
curandero como guía y protector.

La novela de Soler cuenta con un número poco importante de personajes, muchos


son evocados y sin más rasgos característicos. Los personajes históricos son aquellos
ejemplos que pone el narrador para demostrar la superioridad de la raza blanca.

V-2-Los espacios narrativos y su función

En La selva humillada, el espacio protagoniza los momentos más destacados del


relato. Hemos identificado y reunido en dos tipos principales entre los entornos más
significados a saber: los espacios de realización y los espacios de transición.

-Localización e identificación

En la obra de Bartolomé Soler, los espacios que sirven de escenario a las actuaciones
de los personajes son mayoritariamente rurales. El protagonista sigue un itinerario en el que
recorre sucesivamente algunos pueblos de la colonia y, de un territorio a otro su movimiento
espacial está interrumpido por las travesías marítimas. Toda la novela se desarrolla en esta
topografía, el mar y la selva, el primero es un macroespacio cosmológico que encierra otros
como el hábitat y diversos espacios de realización. El segundo es también un macroespacio
pero tomado como un lugar de transición.

-Los espacios de realización

En La selva humillada como en las demás novelas de este trabajo, la selva resulta ser
un referente constante. Esta vez, a parte la selva, el mar también prepondera la escena.

La selva es enfocada como un inmenso espacio geográfico o natural interrumpido


por los ríos, el hábitat agrupado en escasos poblados ocupados por unos personajes que lo
utilizan como escenario. Entre los pueblos se registran principalmente Corisco, Annobón,
Akoga, Ayamikén pequeño o Maving. Son pueblos aborígenes que el protagonista visita y
204

asimismo rinde cuenta del día a día de los habitantes y sus actividades o de sus hallazgos
propios. El relato expone a los pueblos como espacios de actividades sociales y culturales,
están habitados por unas comunidades tradicionalmente organizadas y jerarquizadas, con
sus costumbres, sus modos tradicionales y específicos de comunicación pero también sus
dificultades típicas. Para el protagonista, defina al espacio habitado como un universo de
canibalismo, de infanticidios, de incestos o de fetichismo. Además, los encuentra
monótonos pero idóneos para los negros ya que son unas bestias cercanas al hombre y sin
facultad de pensar ni de sentir. La caracterización del espacio rural es un objeto a través del
que el autor derrama su desprecio para los seres negros.

La selva en es un espacio cosmológico trascendente, en esta obra funciona como un


entorno de realización por eso lleva una carga simbólica muy relevante siendo la principal
proveedora para los indígenas. En la novela se dan abundantes y detalladas descripciones
acerca de la naturaleza, fauna, flor, actividades o sus leyes propias de conducta y seguridad.
Durante nueve horas de caminata, paso a paso, el protagonista observa y describe la selva
tropical pues es un universo diverso, eterno, vivo, encantador y peligroso a la vez. Este es
un elemento espacial que juega un papel preponderante en la caracterización del hombre
indígena en relación con su entorno directo. De hecho el narrador tiende a representar la
selva no sólo de modo independiente sino también vinculada con los humanos que la
habitan. Piensa que la selva transciende al hombre con su inmensidad, fuerza, riqueza,
maldad, abundancia, grandeza abrumadora o su misterio. Esto es un espacio personaje que a
veces se convierte en protagonista de algunos relatos del narrador insertados en la novela.
Eso ocurre cuando él recuerda la muerte del joven Oguono, la selva se convierte en un
verdugo al que se enfrentan los indígenas en su lucha diaria por la supervivencia. Esta vez,
la selva sale vencedora ya que funcionan permanentemente sus mecanismos de protección,
de hecho Oguono muere descuartizado por un elefante herido. No obstante, a veces la selva
es víctima del constante ensañamiento humano, el rastreo constante de los aldeanos,
agricultores, o cazadores nativos y blancos la despojan, la humillan porque contribuyen de
la destrucción de su esencia y de su envilecimiento. Por fin, la selva es uno de los
componentes ante los que el protagonista siente derrumbarse su identidad de blanco
civilizado reconoce su impotencia e inferioridad ante la abrumadora grandeza de la selva.
Cabe mencionar que el largo relato acerca del universo selvático destaca el talento del autor
por describir y aquí se da un toque particular con el uso de abundantes localismos referentes
205

a los animales, reptiles o árboles. Finalmente, a pesar de todos los peligros que conlleva, la
selva en relación con los aldeanos es espacio vital y en sí misma todo un misterio.

-Los espacios de transición

El mar es el principal elemento de transición pero al que se agregan algunos ríos y


carreteras también cruzados por el protagonista. El espacio marítimo es el entorno de
transición que el protagonista aprovecha por un lado, para repasar destacados sucesos de su
infancia o en viajes anteriores. En otros momentos, su recorrido mental le lleva a plantearse
el poder de este mar que le rodea. Las circunstancias de una travesía en un cayuco artesanal
y la cercanía de las aguas derrotan al viajero además consciente de que su supervivencia
recae únicamente entre las manos de unos los indígenas. Transcurren largas horas, y el
protagonista se siente aterrorizado vive una autentica penitencia en medio de espacio
inseguro y particularmente violento. Igual que la selva, el mar es una inmensidad poderosa
y, es precisamente esta grandeza silencia y eternidad las que derrotan al viajero de su
habitual protagonismo. Al igual que la selva el mar le infunde el pavor y esto es
precisamente un sentimiento que él mismo entiende como la expresión de la inferioridad
ante la duda o la impotencia.

El relato señala otros espacios transitorios como son los ríos Eñano, Ekuko, Nguba,
o el Ntem que es la frontera natural entre la Guinea Española y el Camerún francés. Cuando
en el Mbía, sucede la muerte accidental de Akoma, el narrador se explaya en uno de sus
temas predilectos que es la muerte. Desde luego, el río es un espacio de violencia pero, las
circunstancias de este drama permiten también caracterizarlo como un espacio donde el
indígena está sometido y sojuzgado. Akoma pierde la vida durante la construcción de un
pontón flotante con cayucos y gigantescos troncos de leña. Mientras tanto los trabajadores
padecen diversas humillaciones de parte de los dos colonos blancos, incluso al final de la
dura obra la recompensa que reciben los jóvenes es realmente vejatoria. Desde luego, estos
aborígenes se ejecutan con entusiasmo igualmente como los aldeanos de Corisco acudiendo
endomingados a la playa para acoger al protagonista o los de Ayamikén todos movilizados
para atender a los cazadores blancos durante toda la expedición cazadora.

En resumidas cuentas, la identificación, clasificación y caracterización de los


personajes de La selva humillada comprueba individuos seleccionados; hombres, mujeres,
niños, en circunstancias cuidadosamente construidas por Soler para ofrecer una imagen
206

típica del indígena guineano en plena colonización española. Son individuos decrépitos,
estúpidos y marcados por el entorno selvático que habitan. Una visión de conjunto que
argumenta a los nativos como gente pobre moral y físicamente y de ahí desventajados, por
su esencia, su modo de vivir opuesto a la civilización y a la raza blanca. Como se puede
contemplar, la representación del espacio está en perfecta analogía con sus ocupantes. Los
entornos son monótonos, encantadores pero a veces agresivos, habitados por pueblos
primitivos y confinados a la miseria. Obviamente por todo ello, estos espacios narrativos
funcionan como elementos complementarios de la caracterización de los personajes.

V-3-Análisis actancial

El análisis actancial La selva humillada reúne las mismas pautas metodológicas es


decir los últimos medios a la luz de los que hallaremos los temas de las obras. Esta última
etapa se organiza igualmente en tres articulaciones sucesivamente la frase actancial, el
esquema actancial y la lectura de los diferentes ejes actanciales. Una vez más, el modelo
actancial permitirá diseñar la historia narrada en La selva humillada. En un primer lugar,
propondremos la frase actancial que resume en pocas palabras todo el relato. Luego,
mediante el esquema actancial, se ofrecerá una visión de conjunto donde transparentan las
relaciones entre los actantes sea conflictivas o pactadas, pero que permite exponer la idea
general del relato por medio de las funciones en el esquema. Examinamos el modelo
actancial de la obra de Bartolomé Soler en sus diferentes etapas.

-La frase actancial

La frase implícita de esta novela puede ser formulada como sigue: un protagonista
narrador innominado; resuelto por el deseo de viajar a la colonia española, explorar y
desentrañar el misterio de la selva tropical para capturar su esencia; para él y para la
humanidad; en esta búsqueda se vale primero de su experiencia propia, su incansable afán
de recorrer pueblos y territorios, también goza del auxilio de algunos indígenas, dos
cazadores y otros colonos españoles; si bien su acción se encuentra constantemente
obstaculizada por su actitud engreída, el miedo, la duda, el desprecio hacia los indígenas y
también juega en su contra su reiterado afán de grandeza.
207

V-3-1-El esquema actancial de La selva humillada

D1: Destinador D2: Destinatario

El deseo de viajar y conocer Él mismo


la Guinea española y el La humanidad
mundo

S: Sujeto

El protagonista narrador

O: Objeto

Desentrañar la esencia de la selva

Op: Oponente
A: Ayudante
Él mismo
El protagonista narrador El miedo
Los dos cazadores La duda
Los demás coloniales Mangué
Los indígenas El joven benga
Los remeros indígenas
208

V-3-2-Interpretación de los ejes semánticos

Esta es la última etapa donde tratamos de interpretar las relaciones entre los
diferentes actantes a la luz de todo lo precedente en general y el esquema actancial en
particular pero esta vez reconfigurando en tres triángulos correspondientes. Son tres ejes,
sucesivamente: el eje del deseo, el eje de la comunicación y el eje del poder.

-El eje del deseo: Sujeto-Objeto

El eje formado por el sujeto y el objeto es fundamental en un relato. La pareja


Sujeto-Objeto corresponde al triángulo psicológico formado por el Sujeto S, el Objeto O y
el Destinador D1. En esta novela, el sujeto es el protagonista narrador, el objeto es la
esencia de la selva tropical, mientras el destinador es el deseo de viajar y conocer el mundo.
La relación S-O tiene que ver con un anhelo innato a la que se suma la curiosidad. El
protagonista es un enamorado e incansable viajero, sus anhelos andariegos le han llevado a
recorrer continentes, ya que una de las metas es viajar para coleccionar pueblos, cielos y
caminos. Este afán le guiado por primera vez hasta el continente negro y precisamente a la
selva tropical, un espacio extraordinario, encantador y temible cuyo misterio desea alcanzar.
Desde luego, la relación S-D1 traduce este mismo compromiso personal del viajero catalán
que en ocasiones enfatiza en sus lejanos comienzos, desde la temprana adolescencia
recorriendo territorios en el mundo. Destaca el viajar como la mayor docencia, universal y
gratificante. Para él viajar es un encuentro del dar y recibir, da su tiempo o los años de su
vida a cambio de ilusión, alegrías y recuerdos imborrables. En esta misma línea enmarca el
vínculo entre D1-O donde el deseo o el hecho de viajar se convierte en el medio elegido por
el protagonista para alcanzar el alma del África negra.

-El triángulo psicológico

D1 S

O
209

- El eje de la comunicación: Destinador-Destinatario

El eje de la comunicación es en teoría es la más ambigua por la dificultad que


plantea la identificación de los dos actantes que la componen. A esta pareja corresponde el
triángulo ideológico formado por el Sujeto S, el Objeto O y el destinatario D2 o sea, el
protagonista y la humanidad. Este triángulo cuestiona fundamentalmente las relaciones entre
el sujeto y el destinatario. Vinculando S-D2 en este eje nos encontramos con un sujeto
movido por una honda curiosidad, de ahí que trata de observar y entender el entorno
africano con la meta de satisfacer su ansia de conocer. Desde luego, el conocimiento es un
valor universal por el que los humanos laboran constantemente por conseguir, precisamente
por eso las ambiciosas del protagonista van dirigidas a la humanidad. Cuando observamos el
lazo entre S-O, el objeto del protagonista cobra mayor importancia desde el momento en
que se convierte en una multitud, un conjunto de todo lo que compone el África negra, sus
especificidades, sus realidades aborígenes o sus actividades propias. En concreto, aquí se
pone de relieve el sujeto protagonista de cara al ambiente selvático con sus componentes
topográfico o humano. Pues tenemos visitante que se identifica a sí mismo como
representando la raza blanca, superior y dominante y los indígenas negros oprimidos,
despreciados por su inferioridad. De hecho, en el fondo, su exploración colonial se convierte
en una demostración de superioridad e incluso en el arte de retratar el universo aborigen y
su funcionamiento. Por último, se puede valorar el vínculo entre O-D2 como un éxito, no
sólo para el propio protagonista como primer beneficiario sino también para la humanidad
para la que el conocimiento es vital. A lo largo de la obra se recogen abundantes localismos
designando lugares, la fauna, la flor los sitios incluso los hábitos, prueba de que el viajero ha
tenido buen conocimiento del entorno visitado. Además, al final de la obra, el viajero se
marcha explícitamente reforzado en sus convicciones personales.

El triángulo ideológico

D2
O
210

-El eje del poder: Ayudante-Oponente

Este eje pone que de relieve las fuerzas opuestas, corresponde al triángulo activo que
componen el sujeto S, el objeto O y el oponente. El mayor oponente en esta obra es el
mismo sujeto protagonista. Entre S-O se da el miedo, la incertidumbre o la duda. En
ocasiones, el momento en que el protagonista se halla ante ciertos obstáculos se deja ganar
por la duda, duda de su capacidad a lograr su meta incluso pierde el sentido verdadero de su
objetivo viéndolo ya tan sólo como una utopía. Precisamente por eso, se observa que entre
S-Op a pesar de su valentía propia, la hospitalaria y cálida acogida de sus compatriotas o las
atenciones constantes de los indígenas, el propósito del protagonista conoce fracturas en los
ratos de altibajos que a veces le derrumban moralmente. Entre O-Op se trasladan los
efímeros desánimos del protagonista. En concreto, no hay un verdadero oponente existencial
(a), no hay nadie en concreto que obstaculiza el proyecto del visitante, los casos arriba
mencionados refiriéndose a la impotencia o al aislamiento son oposiciones coyunturales (b)
que afectan al proyecto del viajero pero de modo puntual. Estas dificultades surgen de la
preocupación por mantener intacto su dignidad y superioridad racial por eso quiere ser en
todo momento el foco de atención de todos ya que es el hombre más importante. Esto es por
lo que Mangué, los remeros, el miedo o la duda se convierten en oponentes coyunturales
siendo todo aquello que le hace vacilar en su establecida notoriedad. Sin embargo, su actitud
sí perjudica sus ambiciones pero no agota definitivamente su voluntad por destapar el
misterio del África negra.

Los triángulos activos

S
S

Op Op
O a O b

La interpretación de los tres ejes del poder, de la comunicación y del deseo muestra
cómo un viajero catalán, movido por anhelos personales recorre territorios de la Guinea
211

Española y, paso a paso observa, describe y valora todo desde su sensibilidad propia: los
espacios, los habitantes sus costumbres y por fin sus modos de relacionarse con su entorno.
A través de estos ejes semánticos, se da una exposición del pasado colonial guineano en dos
enfoques primero, está diseñado un contexto que coloca al colonizado sumido frente al
colonizador preponderante, o sea, el salvaje y el civilizado. De hecho, a través del discurso
del protagonista se dan abundantes indicios que fundan los sentimientos de supremacía,
desprecio o impotencia que le animan constantemente por una parte, y por otra, otros que
avalan la torpeza o la ingenuidad características de los nativos.

Hemos presentado a los personajes y espacios narrativos de La selva humillada en


un cuadro de la manera siguiente:

El Los personajes Los espacios


Obra protagonista secundarios narrativos
- Santiago Uganda, Los hombres de El mar, la selva, los
Corisco, los niños de Corisco, ríos (Ekuku, Eñano,
La selva El Akoma, Mangué, Eseng Mba, Ntem, Mbiá…), los
humillada protagonista Ntutumo, Oguono, Nguí, los pueblos Ayamikén,
narrador hombres de Ayaminkén, los dos Maving, Annobón,
cazadores, los seis remeros, otros
colonos, los niños de Ayamikén,
Mayé, Akara, Edayong, Oyana,
Ntaná, otras mujeres.

Como se puede contemplar, la temática de La selva humillada se aprehende


diferentemente, muy fraccionada la obra porque carece de una trama mayor que construya
una idea general desde el principio hasta del relato. Más bien es una sucesión de escenas
independientes en el tiempo y espacio pero que el viajero trata de interrelacionar en busca
de rasgos comunes. No obstante, el estudio de los personajes de esta obra define aspectos de
los individuos y la vida colonial. Puesto que la obra se desarrolla en forma fragmentada, los
focos de atención del narrador muestran personajes dispares pero con características
generalizables. A diferencia de la novela colonial anteriormente estudiada, en La selva
humillada, no existe un contacto constante entre los colonos y los indígenas, el protagonista
narrador es quien se mueve de un lugar a otro y asimismo recogiendo los datos sobre la
Guinea colonial, de sus habitantes y modos de vivir. Cabe subrayar que la obra de Soler
212

expone su visión de los personajes, es decir, la población aborigen que cruza su camino, si
bien, escasas veces les concede la palabra para que se presenten personalmente, que
justifiquen o que expliquen su conducta. Por otra parte, las visitas del protagonista en varios
territorios inciden significativamente en el vivir cotidiano de los aborígenes. En esta obra, la
selva y el mar desempeñan una función sobresaliente y, a veces son personificados pero,
aun así participan de la monotonía que subraya el protagonista refiriéndose a los habitantes
y pueblos. Tomando en cuenta todo lo precedente, la obra de Bartolomé Soler tematiza
principalmente el retrato típico del colonizado física y moralmente, también pone de relieve
los criterios de la vida aborigen por una parte, y por otra, criterios de la convivencia
interracial en un marco colonial con una apariencia pacífica. En adelante estudiamos los
personajes de la obra de Mbomio Bacheng.
213

CAPÍTULO VI

ANÁLISIS DE LOS PERSONAJES DE EL PÁRROCO DE NIEFANG DE


JOAQUÍN MBOMIO

El Párroco de Niefang es una novela corta de 87 páginas, un prólogo del escritor


Anacleto Olo Mibuy, una presentación del propio autor y un breve léxico de los localismos
introducidos en el relato.

VI -1- Inventario y diseño de los personajes

En esta etapa presentamos todos los personajes y luego los clasificamos todos
mediante sus rasgos internos y siempre tomando en cuenta algunos criterios específicos
inherentes a la novela.

VI -1-1- Recopilación de todos los personajes y por sexo

A pesar de su brevedad, esta novela consta de un número relativamente importante


de personajes y mayoritariamente masculinos. Ellos son: Anacleto Mba, Artienda, Ayala,
Bonifacio Ondo Edu, Casajuana, Che Guevara, Cobe, Deo, de Gaulle, Don Gonzalo, Eson
Obiang Engong, el hermano Micha, el Papa Juan Pablo II, el padre de Soledad, el esposo de
Soledad, Franco, Luis Rondo Maguga, Macías Nguema, Macuale, Maquina, Mariano
Nguabi, Michele Sindona, Moyano, Ndong Mbona, Ndong Mba Owon, Ntutumu Nfulu, los
militares, las familias Moto y Ebale, Obiang Nguema, Obiang Efong, Okpua, Ondó Nnang,
Ondó Michá, Ortiz, Oseni, Padre Gabriel, padre Matanga, padre Nkang Zama, padre
Leandro Fuente, Patricio Mbona Ndong, Pedro, Rufo, Simón, y Vitoriano Luis. Si bien
214

tenemos también once personajes femeninos son: Asangona Mbang, Catalina, Justina, la
madre de Ndong Mbona, la divinidad Machinda, la tía de Matanga, las viejas de Bomudi,
las vendedoras, las mujeres de Edum, Mónica, Nchama Anguan María Soledad.

En total 55 personajes, 42 masculinos y 11 femeninos de los que 8 son individuales y


3 colectivos. Hay personajes innominados sólo designados por los lazos de parentesco, son
la tía del padre Matanga, el padre y esposo de María Soledad, o los militares.

- Los personajes según su origen

En la novela de Mbomio Bacheng predominan efectivamente los personajes


guineanos y en particular los fang ya que toda la novela se desarrolla en la parte continental
del país. Hay también personajes de origen española y otros africanos.

-Los guineanos

En esta novela predominan los personajes nativos guineanos y prioritariamente los


fang, son: el padre Gabriel, padre Nkang Zama, Patricio Mbona Ndong, Ndong Mbona,
Ondó Nnang, Anacleto Mba, Okpua, Eson Obiang Engong, Obiang Nguema, el hermano
Micha, Bonifacio Ondo Edu, Ntutumu Nfulu, Macías Nguema, Ondó Michá, el padre de
Soledad, el esposo de Soledad, Obiang Efong, Ndong Mba Owon, Vitoriano Maquina,
Nchama Anguan María Soledad, Catalina, Asangona Mbang, Mónica, la madre de Ndong
Mbona, las mujeres de Edum, las dos familias Moto y Ebale. Se dan también algunos
combes: el padre Matanga, Macuale, Cobe y la tía de Matanga, la diosa Machinda y Luis
Rondo Maguga.

-Los españoles

Son muy pocos los personajes españoles que aparecen en esta novela, son:
Casajuana, Moyano, Ortiz, Ayala, Artienda, Franco, el padre Leandro Fuente y Don
Gonzalo.

-Otros personajes

Además de los guineanos y españoles, el relato destaca escasos personajes de otros


orígenes, algunos de ellos son fácilmente identificables como históricos referenciales, otros
lo son por su gentilicio pero no todos entran en estas dos categorías: De Gaulle, Che
215

Guevara, el Papa Juan Pablo II, Michele Sindona, Mariano Nguabi, Oseni, Luis, Pedro,
Rufo, las vendedoras camerunesas y las nigerianas hausa.

Hay personajes de los que no se da ninguna referencia étnica como por ejemplo
Simón, Justina, los militares, las viejas de Bomudi, Luis, Pedro, Rufo y otros más. Los
personajes históricos son: De Gaulle, el Papa Juan Pablo II, Mariano Nguabi, Che Guevara,
Franco, Macías Nguema u Obiang Nguema. Además de las mujeres de Edum y de Bomudi.
También toman parte en el relato las vendedoras camerunesas y nigerianas hausa.

-Los personajes por su edad

La novela de Mbomio Bacheng cuenta con un destacado número de personajes de


edad avanzada. El envejecimiento de la mayoría apunta el final de un ciclo histórico
particularmente dañino como veremos más adelante. Entre los mayores caben: el padre
Nkang Zama, el padre Leandro Fuente, Macuale, Ondó Nnang, Anacleto Mba, Okpua,
Cobe, Eson Obiang Engong, Obiang Nguema, Bonifacio Ondo Edu, Ntutumu Nfulu, Macías
Nguema, el padre de Soledad, Mónica, Asangona Mbang, la tía de Matanga, la madre de
Ndong Mbona, Michele Sindona y Franco, de Gaulle, Luis Rondo Maguga, Ndong Mba
Owon, Obiang Efong, Vitoriano Maquina, Ondó Michá, Don Gonzalo, Casajuana, Moyano,
Mariano Nguabi, Ortiz, Artienda, Ayala, Oseni, las viejas de Bomudi y el Papa Juan Pablo
II. Desde luego hay pocos jóvenes por lo que son las víctima propiciatoria de la dictadura
podemos citar: el Padre Gabriel, padre Matanga, Patricio Mbona Ndong, Ndong Mbona,
Deo, Simón, Justina, el esposo de Soledad, Nchama Anguan María Soledad, Catalina, el
hermano Micha.

No siempre aparecen datos que permiten determinar a los personajes por su edad
real, el caso de los sacerdotes Luis, Pedro o Rufo son algunos ejemplos de este tipo. Los
personajes colectivos aquí reúnen personajes de varias generaciones aunque no todos actúan
en realidad. Son los casos de las dos familias Moto y Ebale, las vendedoras o las mujeres de
Edum. Hay casos de personajes no clasificados como son la diosa Machinda y Che Guevara.
Cabe subrayar la recurrencia de las víctimas mortales entre los personajes y
mayoritariamente los jóvenes, son seis en total: Catalina, Macuale, Ndong Mbona y su
madre, Patricio Mbona Ndong, o el padre y esposo y de María Soledad Nchama Anguan. La
misma tendencia se da a nivel de los encarcelamientos, hay cinco prisioneros registrados y
216

que son: María Soledad Nchama Anguan, el padre y esposo de la misma, el padre Gabriel,
Patricio Mbona Ndong o Ndong Mbona.

VI-1-2- Caracterización y tipología de los personajes

En esta novela la descripción de los personajes se basa en la importancia de sus


actuaciones en el desarrollo del relato. Así como lo hemos aplicado en el capítulo anterior,
aquí también los estudiamos en el orden decreciente.

Hemos clasificado los personajes de El párroco de Niefang en tres categorías, el


principal, los segundarios y por fin los evocados o figurativos. Empezamos por el único
personaje principal.

VI-1-2-1- El personaje principal

- Padre Gabriel: es el protagonista de la novela, es un personaje directo construido


progresivamente en el texto, es redondo porque evoluciona con el desarrollo de la acción en
el relato, es también algo transparente y complejo puesto que está representado mediante un
amplio conjunto de rasgos que lo definen y lo confieren mayor profundidad.

Gabriel aparece en la novela por su único nombre y oficio. Nacido en Niefang es un


joven misionero famoso y amado por la población por su carácter humilde. Físicamente es
de estatura mediana, flaco, tiene una cara de angélica y con un gran peinado. Es un hombre
físicamente frágil pero goza de una gran fortaleza espiritual y un temperamento suave. En
esta novela Gabriel es considerado como un ser especial, sus papeles destacan a la vez un
joven misionero fang, confesor, consolador, enfermero, protector, amante o solitario, todas
estas identidades y funciones vienen desarrolladas a lo largo de la novela.

Desde un principio, Gabriel es expuesto como una fuente de esperanza, es el guía


espiritual del pueblo y también su principal defensor contra las adversidades existenciales y
los excesos del antiguo gobierno. Tras cursar el noviciado en Salamanca fue nombrado
párroco en Niefang, pero la orden de abolir la religión católica le llevó a la cárcel de la que
saldrá al final de la dictadura. La novela empieza cuando el joven misionero celebra la
217

vuelta del cristianismo mediante una misa solemne de acción de gracias en la catedral de
Bata, aquella eucaristía marca a la vez el renacimiento eclesiástico y también la victoria de
la fe sobre la dictadura o el mal. En Bata, Edum o Niefang, el padre Gabriel es aclamado y
sus misas dan lugar a fiestas populares, los feligreses le consideran como un mártir que debe
su salvación a la misericordia divina. A lo largo del relato, unos y otros intentan explicar su
éxito profesional, el cardenal enviado del Papa le asimila al Cristo sacrificado y luego
resucitado para salvar la Iglesia. Para Ndong Mbona, su destino es el cumplimiento de la
profecía de la difunta abuela de Gabriel que al nacer le predijo un destino extraordinario.
Para los feligreses, Gabriel goza de dotes especiales, pues se le atribuye milagros, por
ejemplo cuando logra la confesión de Macuale tras varios intentos fracasados del padre
Matanga. Si bien Gabriel es también aquel joven fang incapaz de ganar la amistad de Cobe
el cocinero kombe de la misión. Sobe todo, Gabriel es un ser angustiado que asume con
dificultad la responsabilidad que supone su papel en la sociedad. Gabriel vive atormentado
porque quiere ser como los demás un ser corriente pero la sociedad no se lo permite, ya que
a los ojos de los demás él es diferente. Con lo cual, Gabriel juega el buen y el mal papel a la
vez, es idóneo para resolver los problemas de los demás pero no lo consigue siempre con los
suyos propios. Gabriel lucha con sí mismo permanentemente, no sabe si ser un buen
misionero en el modelo occidental o volver a ser un auténtico fang, pues está en apuro entre
sus orígenes y su profesión por la que muestra dotes extraordinarios. Desde luego, el pueblo
ignora todo de su drama interno ya que para todos él es un héroe mientras que él se consume
diariamente. Finalmente Gabriel es el buen héroe precisamente porque trata siempre de
superar sus preocupaciones personales y dedicarse a satisfacer al pueblo, sabe cuánto él es
imprescindible al pueblo por lo que no deja transparentar sus debilidades, y en esto radica su
grandeza.

La iglesia y el pueblo apuntan que la excarcelación de Gabriel es una recompensa


divina por su bondad. Esto ha sido porque Gabriel tiene una doble misión de lograr la
reconversión de los guineanos en el incierto momento posdictatorial, y fomentar entre ellos
la regeneración de la fe en el país mediante una evangelización realista. En esta labor de
reconquista Gabriel está respaldado por el pueblo, Ndong Mbona, María Soledad o el padre
Matanga, todos le animan y creen en su competencia. Sin embargo, Gabriel vive una
incerteza íntima a consecuencia de su horrorosa experiencia carcelera así que al salir él
piensa renunciar al sacerdocio. En el pueblo Edum donde la llegada de Gabriel coincide con
la cesión de trance de Ndong Mbona, el cura se siente excluido de la euforia general, pero el
218

suceso aumenta la confusión en su mente, una vez más, continuar la labor eclesiástica o
valorar sus tradiciones ya que ambos son incompatibles. La intervención del cardenal
Sindona aparece como un alegato a favor de la misión evangelizadora, al que se agregan el
nombramiento de Gabriel como futuro obispo de Bata y su beatificación.

Además del interés por la fe, Gabriel se preocupa también por la justicia, eso se
observa cuando sale a pasear por las calles de Bata y va dando cuenta de la Guinea
destrozada dejada por Macías. Progresivamente describe nostálgico las ruinas o vestigios
batenses pero, aborda también otros corolarios de la dictadura como son el exilio, la
corrupción o la miseria general, es tanto que al final de su inspección llega a plantear la
independencia como un drama nacional. Para ilustrar este fracaso histórico, él usa el
contraste y la antítesis para enfatizar en la tragedia dictatorial y sus consecuencias, el trágico
espectáculo batense le lleva a concluir que el mal es lo negro, lo oscuro, y simboliza el
mundo de las tinieblas, mientras el bien es lo luminoso, lo blanco, lo puro y simboliza la luz
del día.

Desde luego, el drama de este personaje radica también en su nombre, Gabriel en la


Biblia es un mensajero. El papel de este joven cura se aparenta al del ángel bíblico como
mensajero y salvador, en este caso Gabriel reúne dones característicos de los hombres
extraordinarios como son la juventud la fortaleza moral o la competencia profesional.
Gabriel no es sólo el buen pastor comprometido que predica la justicia, el amor o lucha
contra el mal, es también un amante de la selva tropical por dos razones principales. La
selva es el lugar de predilección donde logra aliviar su debilidad física. En segundo lugar,
allí solitario alcanza la libertad y se deleita en perfecta comunión con su entorno preferido y
sus sonoridades.

Sin embargo, la imagen positiva del padre con apariencia de perfecto santo,
bondadoso o atormentado de Gabriel se entorpece cuando se descubre la relación carnal que
mantiene con la joven María Soledad Nchama Anguan, antes y después de su
encarcelamiento batense. La joven Soledad ve en Gabriel su alma gemela, su salvador y
protector, el misionero le ama tan entrañablemente que, esta relación entra a formar parte de
los elementos que alimentan su dilema interno. En algún momento de sus diálogos y
reflexiones con sí mismo, Gabriel en la duda se considera un pecador e indigno de su oficio,
incluso llega a pensar que son los demás, la gente sin pecado los que merecen seguir la obra
evangelizadora. Al final de la novela, deja embarazada a su amante, aquel embarazo fruto de
219

una unión contra naturaleza es a los ojos del autor la culminación de un amor reciproco, y
por lo tanto organiza una despedida espectacular culminada por la bendición de la
naturaleza y del cielo. Desde luego, el misionero contempla orgulloso el bulto que anuncia
el niño por venir, fruto de un amor correspondido, para ambos y para el autor, aquel niño
simboliza la esperanza para el futuro como lo podemos leer:

Gabriel, camino a Bata, llegó a Edum, paró el coche y fue a despedirse de María Soledad: los dos
jóvenes se abrazaron largamente con una intensa mirada en los ojos. Gabriel notó el bulto en el
vientre de la muchacha. Era una nueva promesa, fruto de la unión y del amor de sus corazones. El
sacerdote se desprendió de su cruz de madera y la elevó sobre sus cabezas. En lo alto, el sol irradiaba
una luz dura y blanca que inundaba la verdosa exuberante la vegetación; un rayo dorado reflejó con
fuerza el cuerpo semidesnudo del Cristo crucificado. Gabriel pidió la bendición del cielo y rezó por el
niño que iba nacer. Era una nueva criatura de Dios. (Mbomio, 1996:85).

Marvin Lewis (2007) habla de ―sacriligeous love‖, y achaca una estrategia del autor
por convertir un hecho inmoral en un acto trivial y corriente, pues para él, padre Gabriel es
un sacerdote fracasado y un hipócrita: ―Gabriel is a hypocrite who pretends to respect
Catolic canon but, remains faithful to his cultural roots, wich proclaim the procreation of the
species to be utmost importance. For father Gabriel, María Soledad is bearing a child of
God, and consecuently, there can be no question of an adulterous relationship‖ (Marvin,
2007:160). Para este ensayista, la conducta del misionero Gabriel es indecente ya que no
respeta la moral cristiana y se complace en una relación pecaminosa que culmina con una
descendencia.

Visto desde este ángulo, el hecho descubre una actitud totalmente incompatible con
la misión eclesiástica aunque, paradójicamente encuentre la aprobación de todo el poblado.
Si bien, este enlace sentimental cobra particular relevancia en la medida en que María
Soledad es la única persona que comparte la intimidad del cura y es también la confidente a
la que Gabriel confiesa sus angustias, debilidades e incertidumbres más profundas.
Finalmente es la que lo conoce realmente y sabe el hombre débil e inepto que es Gabriel de
cara a sus problemas personales, en ello, ella participa de su salud mental. Asimismo
Soledad contribuye del equilibrio personal y social del cura y además influye en él porque
sabe cómo sacarle del apuro moral. Más allá del carácter reprobable de esta relación, es
innegable que Soledad juega aquí el papel de la mujer dinámica africana a la vez
compañera, consoladora o consejera. Al despojar la relación de sus atributos sexuales, el
papel de María Soledad de cierto modo se aparenta al de la Virgen bíblica con el Hijo
durante los ratos más dificultosos o de incerteza de su existencia. Al fin y al cabo, Soledad
es la que realmente encuentra argumentos sólidos y logra convencerle a que no renuncie a
220

su misión eclesiástica, su discurso es claro, Gabriel es un buen cura, muy querido pero
también es un hombre con el derecho de enamorarse, con lo cual tiene que superar sus
angustias personales y cumplir con su misión para el bien del pueblo, que esto es su
cometido.

En resumen, Gabriel está obsesionado por el mal y se dedica a combatirlo y


simultáneamente anhela el equilibrio entre la tradición y la modernidad. Es el misionero
preferido de todos, obviamente goza de una mayor capacidad de movilización
imprescindible para la reconquista cristiana emprendida. Es apreciado como un hombre de
gran devoción, un tanto ambivalente, es el mecía de la población guineana pero que las
ambigüedades de la vida tratan de entorpecer. Gabriel un africano de su época y con
múltiples identidades cristiano y tradicionalista a la vez. Por fin, Gabriel viene tejido como
un verdadero símbolo de la reconstrucción sociocultural de la Guinea pos nguemista por
medio de la fe cristiana.

VI-1-2-2- Los personajes secundarios

Son bastante numerosos pero los hemos descritos de modo individual son: Anacleto
Mba, Cobe, Macías Nguema, Macuale, Ndong Mbona, Obiang Nguema, Ondó Nnang,
padre Matanga, padre Nkang Zama, Patricio Mbona Ndong, Catalina, la madre de Ndong
Mbona y María Soledad Nchama Anguan.

- Anacleto Mba: Es un personaje secundario estático e indirecto. Es un hombre con


apariencia impresionante, un nativo de Edum y catequista de su pueblo. El narrador lo
describe como un hombre corpulento y alto que infunde temor y respeto a la vez. Sin
embargo, Anacleto es un modesto agricultor pero enteramente adscripto a la causa de la
evangelización. Esto es un personaje inhabitual, su modo de vivir es tan extraordinario que
el narrador le define como siervo y esclavo de Dios y un santo varón habitado por un alma
inmaculada. Para Anacleto el catequismo es un rango social y también un cargo especial y
por lo cual, trata de vivir de acorde con su oficio. Los habitantes de Edum aprecian a su
predicador por su asombroso modo de vivir y también por esta voz excepcional que
convierte sus predicaciones en unos momentos solemnes y celestiales. Anacleto no tiene
necesidades materiales, es un evangelista modelo que vive y pone en práctica la fe cristiana
221

diariamente. Él dedica todos los ratos de su vida o a la meditación o a la oración tanto que
aparece más santo que el cura Gabriel. Anacleto comparte su existencia entre las oraciones
en la modesta capilla del pueblo y sus retiros espirituales en el bosque. Entre otras
actividades, reza el rosario cincuenta veces al día, practica la penitencia y a veces se recoge
varios días selva adentro para entregarse total y con tranquilidad al Señor. Entre otros
aspectos que destacan al influyente pastor como un arquetipo de fervor religioso, el narrador
enfatiza unos ratos culminantes de fusión espiritual entre el catequista y los feligreses
durante las celebraciones eucarísticas especiales:

Anacleto, el catequista, era uno de esos hombres que sólo por su aspecto convence a los humanos de
la evidencia divina. Las aprisiones de Mba en el altar del Señor, los días de fiesta, demostraban
sobradamente a sus vecinos la existencia de un Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra. (…).
Mba tenían la piel negra, su alma era inmaculada, sin mancha, sus pensamientos eran castos sin
deseos impuros, el espíritu de Mba era blanco como la hostia, sus ojos, lacrimosos como los de un
fumador de opio, se habían enrojecido debido a la vida austera y monacal que aquel esclavo del señor
se había impuesto.(…). Pero todas estas apariencias se venían abajo cuando aquel hombre
extraordinario se arrodillaba en el altar del Señor, como un siervo, y, abriendo sus enormes brazos,
pronunciaba estas tres palabras: paz, amor y caridad. Entonces los fieles de Edum se aproximaban
mansamente, como el rebaño siguiendo a su pastor, y venían a ponerse de hinojos junto a aquel
humilde servidor de Dios y todos, a la una, entonaban vivas y glorias al Dios todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra (Mbomio, 1996:60-61).

Anacleto es también un viudo casado de nuevo con la joven Catalina y con quien
tuvo un hijo. Su extrema devoción por Dios le ha llevado a construirse una idea distinta del
lazo matrimonial. Aferrado a sus convicciones espirituales, Anacleto considera a su esposa
como una compañera, y su matrimonio como una relación de hermandad que excluye
cualquier tipo de intimidad con su esposa. Catalina para él es un don de Dios enviado como
consuelo, y por lo cual aunque viviendo bajo el mismo techo el catequista practica la
abstinencia absoluta, de hecho cada noche pasado rezando es un ofrecimiento más a la
Virgen. Así como se puede comprobar, Anacleto es un predicador forjado en la ética
espiritual colonial, se impone la total dedicación y la absoluta castidad tal y como
recomiendan las santas escrituras. El deseo de entregar su existencia al Señor le ha llevado a
pervertir sus responsabilidades matrimoniales, vive en un mundo totalmente irrealista y,
finalmente no faltan oportunistas pero como veremos, la actitud del predicador santo acarrea
hasta consecuencias trágicas.

- Cobe: es un personaje secundario directo. Ndowé de la tribu combe, este cocinero


de la parroquia de Bata es perfilado como un buen playero. Cobe es un hombre arrogante y
muy orgulloso y a pesar de sus sesenta años, es físicamente atlético y bien conservado. Por
su oficio Cobe se considera un personaje imprescindible estimando que ocupa un puesto
222

estratégico dentro de su comunidad religiosa. El autor utiliza este personaje para resaltar el
orgullo característico de los pueblos playeros. Cobe impone el respeto a los demás
miembros de la congregación, es celoso en materia de honor ya que para los combes todos
los oficios se valen. Si bien, él se define como demócrata lo cual significa, cada uno en el
mundo tiene su sitio y el poder que le corresponde. Con este personaje se da también
aspectos de la difícil convivencia étnica en Guinea. Cobe trata al padre Matanga también
ndowé con más respeto y deferencia pero se muestra arrogante frente al sacerdote fang
padre Gabriel. Eso es también perceptible en el momento de elegir la comida, en el
repertorio alimenticio de la comunidad preponderan los menús ndowé.

- Padre Matanga: es un personaje secundario identificado por su único apellido. Es


un joven sacerdote de treinta años físicamente corpulento, huérfano y ndowé de la tribu
buido y criado por su tía en una familia devota. El reverendo padre Matanga es un hombre
paciente y con un espíritu brillante, perspicaz e insistente. Matanga cursó brillantes estudios
en la universidad pontifica en Roma donde obtuvo dos licenciaturas, una de filosofía y otra
de teología. Con Matanga el autor sitúa a Guinea en un periodo de transición de la fe
cristiana en el que él y el padre Gabriel tienen asignado el papel de reconquistar a los fieles.
Si bien, a pesar de sus convicciones intelectuales, Matanga siente profundo arraigo por su
cultura ndowé y por lo tanto se define como hijo del mar y de la tierra. En Matanga habitan
las dos culturas opuestas, la ndowé por sus orígenes y la grecolatina por su oficio, de hecho
su existencia es un reto resumido en una búsqueda permanente por lograr el equilibrio
mediante una pacífica convivencia entre ambas. Matanga es un playero orgulloso de sus
raíces, asimismo acoge con mayor euforia el final de la dictadura porque así los ndowé
pueden volver a disfrutar del entorno marítimo cuyo acceso le ha sido prohibido durante los
once años del régimen de fuerza. Como el padre Gabriel con la selva tropical, Matanga tiene
particular afición por el océano en cuyo contacto logra recogimiento y meditación. Mediante
los paseos marítimos disfruta de la libertad después de los años de reclusión en la prisión de
Bata. No obstante, Matanga tiene otra faceta, no duda aunarse a la obra de la reconquista
pero a veces carece de humildad a la hora de relacionarse con algunos compañeros. Por
ejemplo, a menudo trata al padre Nkang Zama con desconsideración, opinando que el padre
ecónomo es casi ignorante ya que se graduó en Yaundé. En cambio, se muestra respetuoso y
conciliable con el padre Gabriel animándole a tomar las riendas de la obra que los incumbe
a todos los misioneros. En suma, este es un personaje que ilustra el enfoque sincrético de
esta novela. El cura ndowé se encuentra a caballo entre dos culturas aparentemente
223

incompatibles y entre las dos trata de forjarse una personalidad propia. Es otro personaje
con el que se comprueba una pacífica coexistencia entre la tradición africana y la religión
importada. Desde luego, la descripción de Matanga replantea también la recurrente
construcción de la identidad cultural del sujeto africano poscolonial. Por fin el papel común
asignado al ndowé Matanga y el fang Gabriel puede leerse también como un llamamiento
del autor por hilvanar conjuntamente la cohesión nacional mediante la previa superación de
todo tipo de desavenencias étnicas.

- Padre Nkang Zama: sus dos apellidos significan siervo de Dios, es el ecónomo de
la parroquia de Bata. Es un cura fang perfilado con especial habilidad para lograr el abasto
alimenticio de su comunidad religiosa. En ocasiones junto al Padre Matanga, Nkang Zama
ofrece a las vendedoras los artículos de devoción como son los rosarios, escapularios,
crucifijos o almanaques de la Virgen a cambio de víveres. Otras veces, en lugar del trueque
compra a precio mínimo evocando las proezas de la Virgen milagrosa o mostrando los
escapularios a las vendedoras. Nkang Zama no se limita sólo a aprovechar la espiritualidad
de las mujeres vendedoras, la visita próxima del Papa Juan Pablo II le brinda la oportunidad
de extender su actividad lucrativa a toda la población mediante la venta de las fotos del
pontífice y del padre Gabriel por su futuro nombramiento como obispo.

Otro aspecto característico de Nkang Zama estriba en su carrera profesional. En


efecto su formación en el noviciado camerunés en Yaundé, le ha impregnado de ciertos
hábitos. Padre Nkang Zama suele recitar los pasajes bíblicos en Bulu 54 y tiene un afecto
particular para los cantos del Nton Ove55. Estas actitudes exasperan al padre Matanga quien
estima su compañero más hábil yendo de compras pero pésimo misionero. Incluso Matanga
encuentra irritante el gusto exagerado del sacerdote fang por el folklor africano en la iglesia
del Cristo. El personaje Nkang Zama está caricaturizado con caracteres que contrastan con
los demás sacerdotes de la comunidad batense. Además su papel es bastante ambiguo por lo
que cuesta aclarar si sus actuaciones están motivadas por su carácter propio o si intenta
atenuar las precariedades ajenas a su voluntad. También, Nkang Zama puede valorarse
como una puesta en cuestión del autor quien desde la presentación de su novela muestra

54
El vocablo ―Bulu‖ designa a la vez una etnia y un dialecto de la misma. Es una de las tribus que constituyen
el grupo étnico fang o Beti de Camerún.
55
En realidad, Nton Ove significa Dios en el dialecto Ewondo, siendo este último otro dialecto y etnia del
grupo fang o beti ubicada en la región del centro de Camerún. Nton Ove designa igualmente el coro cantado en
Ewondo y con el que se anima principalmente las misas católicas en esta región del país. El Nton Ove
inspirado de los ritmos tradicionales fang se ha difundido hasta Guinea Ecuatorial.
224

abiertamente su rechazo por lo que considera la invasión de la cultura francófona a expensas


de los valores hispánicos. En uno u otro caso, la descripción de Nkang Zama muestra cómo
los elementos culturales tradicionales han integrado los rituales cristianos, también descubre
una convivencia étnica escasamente pacífica dentro de la iglesia.

- Macías Nguema: es un personaje secundario pero también histórico. En esta


novela, está presentado bajo su identidad real como el primer presidente elegido de Guinea
Ecuatorial tras la independencia. Este es un personaje estático e indirecto pero bastante
transparente. Su papel y personalidad infunden odio pues es retratado como el gran Macías,
único demonio del país o hijo de Satanás. Presidió un régimen de fuerza cuya actuación
acabó con las ilusiones del pueblo, provocando asimismo el retroceso del país en un clima
de terror en lugar de la libertad y el desarrollo. Macías es definitivamente el que se adueñó
todos los poderes junto a sus familiares abandonando la población en la miseria y el caos
general. Esto es por lo que su caída es para el pueblo un motivo de júbilo y de liberación
aunque con escasa esperanza para el futro. No obstante, la novela de Mbomio expone
Macías como el mayor dictador y responsable del fracaso de la independencia y de sus
objetivos reales. Macías es valorado como un demonio por haber ordenado el cierre de los
espacios del culto católico y prohibido su práctica en un país además sumido a la extrema
violencia. Según Macías, la religión católica fue politizada para lograr la alienación del
pueblo colonizado. La postura del dictador aparece a la vez como una venganza y también
una medida revolucionaria para instaurar la africanización de valores seculares destrozados
por el imperialismo español. Finalmente con este personaje, el autor trata de reseñar la
situación política, social o cultural del país durante la dictadura y también las consecuencias
del régimen de fuerza sobre el país y la población.

- Macuale: es un personaje secundario indirecto que se idéntica por su único


apellido. Es un ndowé de sesenta años de edad nacido y crecido en un barrio batense famoso
y populoso llamado Comandachina. Esto es un antiguo camionero y dueño de un gran bar
pero que se ha iniciado en el Mibili56 a saber, la ciencia de la comunicación con los muertos.

56
Al principio de la novela, el autor Joaquín Mbomio Bacheng define el Mibili como el Espíritu, la terapia de
los espíritus, el rito de los espíritus. En Gabón esta terapia aparece como una secta religiosa reconocida
oficialmente por las autoridades.
Recordemos que el Mibili que se puede considerarse como una de las creencias de la religión tradicional del
África negra es sobre todo practicado entre las diferentes tribus de la etnia fang; en el centro y sur de Camerún,
el norte de Gabón y norte de Guinea Ecuatorial ya que aquellos pueblos comparten las mismas culturas
tradicionales. El Mibili tuvo sus años de auge y de mayor difusión en las décadas ochenta y noventa en sendos
225

Además de ser un curandero muy famoso y un rico empresario, Macuale es también un buen
católico practicante con hechos. Su implicación personal a las actividades religiosas y su
particular generosidad a favor de la congragación le han valido el estatus de creyente
ejemplar. Como se puede contemplar, por su papel y actuación Macuale es un personaje
aparentemente ambiguo pero en realidad, el autor configura asimismo el dualismo
existencial característico de los africanos en general. Macuale es a la vez curandero, buen
católico y polígamo, en otras palabras, un hombre ―venerado de noche y amado de día‖. Sin
embargo, es al final de su vida donde el autor vuelve a hacer de Macuale un verdadero
cristiano. Por la acción de Gabriel finalmente Macuale moribundo consiente confesarse,
renuncia a los males terrestres y a su segunda esposa para recibir la última unción.

- Ndong Mbona: es un joven del pueblo de Edum la treintena y con buena


musculatura. Él se encuentra guapo pero los demás le consideran enano e ignorante. Nunca
fue cristianizado ya que procede de una familia pagana. Ndong Mbona es un personaje
típico, directo y transparente pero con un recorrido específico. Huérfano de su padre Ndong
Mbona es un hijo único que se trasladó a Bata la capital económica para trabajar y luego
constituir un hogar estable en su pueblo. Sus esperanzas fundadas en la única fuerza física
se estropean todas sucesivamente con una detención arbitraria, la pérdida de su trabajo y de
todos sus ahorros y posesiones, su madre y finalmente una sentencia de tres meses de
encarcelamiento. Ndong no entiende nada, estaba al día con las cuotas del PUNT, donde la
militancia es obligatoria para todos, pero no ha sido suficiente, él un analfabeto ni entiende
el sentido de las acusaciones en su contra. Su ciclo infernal culmina cuando, tras su casual
excarcelación permanece algún tiempo en el Gabón cercano y de allí es expulsado por andar
indocumentado. Las pesadillas de Ndong se resumen asimismo:

Ndong se encontró encerrado en una celda de la cárcel modelo de Bata, allí se enteró de que había
sido detenido por ―colaboracionismo contra un crimen neocolonial‖. Era la primera vez que en su
vida que escuchaba tales términos, preguntó a un guardia lo que significaba aquellas palabras. Por
toda respuesta, el mozo de Edum recibió una soberana paliza. (…). El oficial añadió que su pena era
de tres meses de cárcel y, aún Ndong tenía que escribir una carta al presidente de la República, (…).
Los milicianos fueron a saquear la casa de Ndong Mbona, una vecina suya que quiso impedir el paso
a aquellos hombres fue maltratada y violada en el acto, la madre de Ndong no pudo soportar aquel
golpe terrible. Ella murió en una noche lluviosa de Bata, con una cesta de comida en la mano para su
único hijo. Murió en el silencio, en el abandono y en la desesperación. Expiró en la oscura noche de
su soterrada existencia (Mbomio, 1996:55-56).

países, pero, es efectivamente en Gabón donde ha sido mejor estructurado, desarrollado e incluso
institucionalizado como uno de los métodos potencialmente curativo hasta hoy en día.
226

A la vuelta de Libreville, Ndong se reencuentra en su pueblo solo y sin techo porque


lo ha perdido todo en muy poco tiempo. Ndong pasa por ser un analfabeto y feo pero
comparte su tiempo entre la caza y el baile que son aficiones predilectas. El talento de
bailarín ha convertido a Ndong en un artista famoso respetado de todos en la comarca y
particularmente admirado por las mujeres. Merced a sus proezas artísticas, y a falta de una
actividad remunerada que le permita proyectarse un futuro digno, Ndong se consuela en una
relación sentimental con Catalina en cuya casa lleva algún tiempo albergado tras ser
expulsado por la gendarmería gabonesa. Los dos enamorados comparten la misma pasión
por el baile y no dudan demostrarlo públicamente. Ellos disfrutan de su adulterio en el
bosque, las plantaciones o bajo el techo matrimonial a espaldas del devoto catequista. El
atrevido mozo de Edum considera el amor de Catalina como un ofrecimiento divino para
aliviarle de sus pesadillas existenciales. Para Catalina, el amor es fundamental en la
existencia de una mujer y en su caso precisamente Ndong Mbona es el hombre que le ha
hecho descubrir el verdadero y gran amor.

Por su papel, Ndong Mbona es el típico joven guineano que se mueve según las
circunstancias políticas del país. Él funciona como el loco del pueblo, es decir, un personaje
instrumentalizado para sacar las verdades del más allá. En realidad Ndong está poseído por
el espíritu de su primo Patricio Mbona Ndong. Tras un incidente aparentemente trivial, el
espíritu de Ndong se manifiesta y espontáneamente se organiza una sesión del Mibili
dirigida por el curandero Ondó Nnang durante la cual, Patricio Mbona Ndong mantienen
una larga charla con el padre Gabriel y otros aldeanos presentes. En esta ceremonia
improvisada, Ndong es el intermediario entre el más allá y el mundo de los vivos, es el
mensajero y portavoz que transmite los mensajes de los muertos a los vivos y vice versa.
Por lo demás, cuando se trata de opinar sobre el padre Gabriel, Ndong Mbona desarrolla su
filosofía según la cual cada ser humano tiene un destino por nacimiento, en ello se sitúa la
diferencia entre los seres humanos.

En definitiva, a parte su carácter temeroso, Ndong Mbona es una víctima propiciada,


uno de esos numerosos guineanos cuya adolescencia y juventud se encontró estropeada por
la dictadura de Macías Nguema tras la independencia. Con este personaje se repasa algunas
manifestaciones y consecuencias del ensañamiento del régimen dictatorial por aniquilar
cualquier esfuerzo personal por realizarse. Teniendo a la violencia como método básico,
algunos corolarios son: la prisión, las rapiñas, la pobreza, el analfabetismo, la violencia o el
227

exilio. Con Ndong Mbona se deja entrever cómo un joven trata de afanarse por su cuenta
pero en vano, de hecho persuadido de su fracaso halla una solución a su alcance para salir
de su abismo y aferrarse a la supervivencia. El adulterio que lógicamente un vicio
socialmente condenable se convierte en acto públicamente consentido ya que el desgraciado
joven de Edum no encuentra la solución ni dentro ni fuera de su país. El narrador resume el
típico destino asimismo: ―Ndong era uno de esos jóvenes que ambulaban hoy por toda
Guinea. Jóvenes olvidados por la acción evangelizadora de los años sesenta. Condenados
por la tragicomedia aventura guineana de los años sesenta, había llegado a la mocedad en
los años noventa sin norte ni sur, sin vela ni ancla‖ (Mbomio,1996:53). Finalmente el
desesperado Ndong Mbona fallece repentinamente de un infarto de miocardio, Ndong
muere para no permanecer eternamente en una situación de extrema miseria en un país tan
impregnado de violencia gratuita. Se suma a los muchos desilusionados compatriotas
damnificados y amontonados como bien afirma él mismo, víctimas del gran monstruo
devastador que significó la independencia. El caso de Ndong prueba que el exilio no es
siempre una solución definitiva. Además, pone en evidencia la difícil convivencia social y
política existente en África en general y entre los países vecinos en particular donde la
circulación de los bienes y poblaciones sigue condicionada por una documentación
específica y obligatoria. Por último, si nos fijamos el periodo en que se produce el
fallecimiento de Ndong, comprobamos que la indignación y decepción muy extendidas
entre los guineanos como consecuencias de la anterior dictadura sigue haciendo víctimas,
ello significa que la destitución de Macías Nguema no ha solucionado todo, las
repercusiones están todavía vigentes.

- Obiang Nguema: es un personaje secundario y referencial histórico. Muy pocos


rasgos definen este personaje en el relato. No obstante, Obiang Nguema aparece en este
relato bajo su identidad real. Es designado en el relato como el personaje que encabezó el
golpe de Estado que derrotó al presidente y dictador Macías Nguema y, es también el jefe
del Consejo Supremo Militar que dirige el gobierno de transición. Para analizar la historia
del país y principalmente el golpe de Estado que encabezó Obiang Nguema, las
consecuencias y también las perspectivas para el futuro del país, el autor reúne a jóvenes
intelectuales en Niefang. Igualmente debaten estos jóvenes evaluando el régimen dictatorial
respecto a la época colonia. Sus opiniones destacan el final del régimen de fuerza cono el
final de un ciclo infernal pero con huellas profundas y todavía duraderas. Marca también el
inicio de un periodo impregnado de inquietud puesto el pasado había sido una gran
228

decepción que piensan estos jóvenes que costaría superar. La valoración del régimen
maciísta les lleva a quitar toda importancia y sentido a la soberanía ya que esa suponía
principalmente la prosperidad y la libertad y en lugar se cosechó la sociedad en ruinas y
condenada a la miseria. Pues Obiang es un libertador cuyas motivaciones reales quedan sin
esclarecer y por lo tanto despiertan la incertidumbre del pueblo.

- Ondó Nnang: este jefe del pueblo Edum es un auténtico tradicionalista que va
siempre descalzo. El narrador lo describe físicamente como un anciano fuerte y un gran
agricultor. Ondó Nnang es un famoso curandero e iniciado al arte del Mibili, por estas
actividades y su edad también, es un gran conocedor de las tradiciones fang, de la fauna y
flora de la selva tropical. Este jefe de Edum es ante todo un gran aficionado de la selva pues
domina todas las frutas salvajes y raíces comestibles identificando algunas especies por su
único olor. La selva es una fuente de recurso inagotable y también imprescindible, por
ejemplo Ondó Nnang prepara ungüentos curativos con las plantas medicinales. Otro aspecto
de este personaje es que Ondó Nnang participa de la supervivencia de la cultura fang en el
pueblo, tiene una pasión especial por los juegos tradicionales, su pasatiempo favorito es el
Akong, el juego que practica durante los días festivos. Ondó Nnang en su tiempo fue un
gran campeón del Mesing, la lucha libre fang y también es un apasionado del Oyeng que es
el recital de la gesta fang. No sólo es un hábil cazador, Ondó Nnang destaca particularmente
como un buen marido, uno que auxilia a su esposa en las faenas campestres. Con este
personaje se descubre el rico y diverso panorama de la cultura del pueblo fang: la medicina
natural, la magia negra, los juegos y bailes tradicionales, o el gran canto del Mvet Oyeng.
Como anciano, respetada autoridad tradicional, curandero y practicante del Mibili, Ondó
Nnang domina los secretos del mundo de los vivos y el de los muertos.

- Patricio Mbona Ndong: es un joven fang definido como una figura política,
marxista ateo e intelectual formado en un país del Este. Como muchos otros fue encarcelado
al terminar sus estudios por sus presuntos contactos con las corrientes revolucionarias
africanas. Mbona Ndong fue acusado de intento de Golpe de Estado y luego fue asesinado
durante su detención en la prisión de Bata. En realidad, el narrador define a Patricio como
un joven obsesionado por el tema de la existencia, su filosofía distingue dos enfoques por un
lado los humanos sin distinción social, y por otro, el Dios todopoderoso. Además, aparenta
el mismo universo a una larga prisión donde caben todos los humanos encerrados por la
existencia, Dios incluido. Entre Mbona Ndong el existencialista ateo y el cura Gabriel media
229

la fraternidad durante y después de su conjunta reclusión. Eso se comprueba cuando tras


salir de prisión Gabriel acude al lecho de la madre de su difunto amigo para consolarla de la
pérdida de su hijo.

Este personaje descubre también la dimensión mística de África negra mediante el


arte del Mibili. Una vez muerto Patricio se ha convertido en un espíritu y habita el cuerpo de
su primo Ndong Mbona. El autor organiza una cesión del Mibili donde el espíritu del
difunto Mbona Ndong se manifiesta y se establece un diálogo entre el muerto y su amigo
padre Gabriel. El espíritu es entretenido por las canciones ejecutadas por el coro de las
mujeres del pueblo y, todo bajo el control del curandero Ondó Nnang. Con esta escena, el
autor pone de relieve una manifestación del aspecto trascendental de África, donde a través
de un ritual intervienen los muertos. Esto es un rasgo propio de las creencias aborígenes
fuera del alcance de la iglesia católica, aquí se lograr que los muertos tomen la palabra. El
papel de este personaje refuerza asimismo la creencia según la cual los hombres después de
la muerte permanecen entre los vivos. En realidad Mbomio Bacheng trata de esclarecer el
fenómeno de la muerte según el que los africanos consideran que la muerte es la
desaparición del cuerpo físico pero que el espíritu permanece con los vivos principalmente
para protegerlos. En este caso precisamente Mbona Ndong mantiene una larga conversación
con Gabriel explicándole por ejemplo las tremendas circunstancias de su asesinato,
transmite las recomendaciones de los ancestros al pueblo e incluso aprovecha para indicar
tratamientos a algunos habitantes necesitados. Mbona Ndong es con Ndong Mbona u Ondó
Nnang, uno de los personajes mediante los que el autor introduce en una trama socio
política, el enfoque cultural tradicional o extraordinario que descubre los misterios del
África negra donde los muertos hablan y donde la palabra es mágica. Con Mbona Ndong se
expone igualmente una admisión corriente en África según la cual la muerte es un pasaje del
mundo de los vivos al del más allá. Y según esta afirmación establecida, la contrariedad
respecto a la muerte radica en el miedo a la separación con la familia y otros seres queridos
pero también el apartamiento con los bienes materiales acumulados en vida. La estrecha
comunión entre Mbona Ndong y padre Gabriel evidencia una identidad polifacética o
multiculturalidad de los guineanos y en particular los habitantes de Edum, ellos muestran
igual entusiasmo para a la celebración del Mibili y las misas dominicales. De hecho en
ambas ocasiones, las mujeres del pueblo reúnen el mismo coro para alabar al Señor y para
mantener al espíritu de Mbona Ndong mientras él comunica con los vivos. Al fin y al cabo,
Mbona Ndong es el ángel de la guarda de su amigo Gabriel, pero su papel pone también de
230

relieve otros recursos aborígenes de subsistencia al alcance del pueblo en los momentos de
carencia.

En resumidas cuentas, Patricio Mbona Ndong es una típica víctima de la persecución


hacia la élite intelectual en Guinea bajo el régimen de Macías Nguema. Representa aquella
generación de jóvenes guineanos formados cuyas esperanzas se desvanecieron tras la
independencia, en lugar de facilitar su incorporación para el progreso se les transformaron
en víctimas propiciadas. El destino trágico de este joven se suma a otros paisanos como son
el padre y esposo de María Soledad, Ndong Mbona y su madre y numerosos otros
innominados todos muertos en condiciones tremendas y la mayoría asesinados en la misma
cárcel de Bata.

- Catalina: es un personaje que aparece el relato bajo su único nombre. Treinta y


ocho años de edad, es la esposa de Anacleto el catequista de Edum. Catalina apodada Cata
es una mujer guapa pero llama también la atención por su voz dulce con la que anima las
misas del domingo. Cata conoció la felicidad durante los primeros años de su matrimonio
pero luego tuvo que acusar a la Virgen de haberle quitado su marido, asimismo es como ella
justifica el adulterio que comete con el joven Ndong Mbona. Catalina es creyente por lo
tanto tiene conciencia de cometer un grave pecado aun así, piensa también que es joven y
por lo tanto necesita el afecto que le proporciona el joven albergado en su propio hogar. En
efecto, Ndong Mbona aparece en la existencia de Catalina en el momento en que ella vive
resignada tras ser abandonada por su esposo aunque conviviendo con él bajo el mismo
techo. Ella vive entonces su adulterio como una venganza que le procura una intensa
felicidad llegando asimismo a superar cualquier sentimiento de culpabilidad. La muerte
repentina de su joven amante le afecta a la vez como una tremenda desgracia y un castigo
divino tanto que no concibe su existencia sin el amor. Cata prepara su propia muerte
rezando junto a su marido al tiempo que invoca la misericordia divina para lograr su
absolución. En cambio, a su lado, Anacleto interpreta esta espontánea devoción como un
fortalecimiento de la fe de su esposa a consecuencia de sus repetidas súplicas hacia el
Creador. En el relato, las muertes de Ndong Mbona y de Catalina se acompañan de una
lluvia y con fuerte tormenta.

En definitiva, la vida de este personaje expone un vicio social recurrente a pesar de


sus intentos por justificarse. Con ella el autor pone de relieve la sexualidad en el entorno
rural bajo algunas circunstancias. Esta pareja nos acerca a descubrir cómo se vive el sexo en
231

Edum en particular y en el entorno rural guineano en general. Entre Catalina y Ndong existe
una fusión extraordinaria, están tan entrañablemente enamorados el uno del otro que
practican a menudo el sexo en varios sitios cuánto y siempre lo deseen. Lo mismo se podría
opinar de la relación amorosa entre el cura Gabriel y la joven Catalina muy intensa y
abiertamente vivida en el pueblo Edum y con el consentimiento de todos. En realidad, los
habitantes de Edum son gente dedicada a las labores campestres pero la relación amorosa
entre Catalina y Ndong descubre que a pesar de la dureza de sus quehaceres, no descuidan
de la actividad sexual. En este entorno rural, si bien la vida parece circunscrita
fundamentalmente a la familia, escasas actividades culturales o los quehaceres diarios para
garantizar la supervivencia pues, también la sexualidad ocupa un lugar preponderante como
expresión de la naturaleza del ser humano. En resumidas cuentas, la relación sentimental
entre la frustrada esposa Catalina y el desesperado Ndong Mbona resta poco al carácter
delictivo y castigable de este adulterio, evidentemente a pesar de las circunstancias
atenuantes que rodean esta infidelidad. Cabe decir que también esta situación plantea el
impacto de la religiosidad entre los pueblos antiguamente colonizados, Anacleto interpreta
la Biblia a la antigua usanza y por lo tanto eso tiene consecuencias hasta dramáticas como
en este caso. Catalina termina muriendo sin más fundamento que la desesperación extrema y
sin que su esposo se percate de su tremendo estado.

- La madre de Ndong Mbona: es un personaje anónimo. El narrador la describe


como una viuda y anciana pobre pero cuya esperanza recae en su único hijo Ndong Mbona
con el que mantiene una relación muy estrecha. A falta de hermana cuya dote le permitiría
casarse a su turno, Ndong Mbona ha llegado a incorporarse como estibador en una empresa
batense. La espera prolongada de la anciana vuelve inquietante pero se rompe pronto con la
noticia del recién apresamiento de su hijo, operado por la policía política de Macías y el
saqueo de todas sus pertenencias por los mismos verdugos. La madre de Ndong Mbona que
proyectaba la boda próxima de su único y valiente hijo para llevar una existencia digna y
responsable ve sus anhelos rotos para siempre. La condenación final y la imposibilidad de
poder ver a Ndong Mbona agotan pronto las capacidades de esta vieja que finalmente muere
desesperada en una noche batense lluviosa durante la que se acerca para visitar a su hijo. En
suma, la madre de Ndong Mbona es una de las víctimas indirectas del régimen de fuerza, el
encarcelamiento de su hijo ha significado para ella la pérdida del único objeto de esperanza
de su desgraciada vida que culmina con un fallecimiento repentino. En definitiva Ndong
Mbona y su madre son dos categorías de afectados aunque con un desenlace común, el
232

primero siendo una juventud quebrada y la segunda un final aciago. Una vez más la muerte
se asoma para rematar con aquellos que el sistema de fuerza ha elegido para la
exterminación.

- María Soledad Nchama Anguan: es una joven de Edum de veinte y ocho años de
edad, enfermera formada en España y viuda de un joven funcionario del ayuntamiento de
Niefang. María Soledad fue detenida y acusada de ser hija de un traidor y, de su
encarcelamiento tuvo un hijo a consecuencia de una violación colectiva de los milicianos
guardianes. María Soledad en el relato aparece como una joven viuda que antes y después
de su encarcelamiento en la cárcel de Bata mantuvo una relación amorosa con el joven
párroco Gabriel hasta el inesperado encarcelamiento de este último durante años. El relato
empieza en el momento en que el cura recién liberado se va al pueblo de Soledad para
celebrar una misa solemne pero la ocasión corresponde también al reencuentro entre los dos
amantes. El narrador aprovecha la llegada anunciada del cura para repasar los momentos
más tormentosos de la vida de Nchama Anguan María Soledad marcados por el sufrimiento
y la soledad. Los años de detención del padre Gabriel le han hundido en una profunda
desesperación puesto él a la vez su principal respaldo y también su amor. El narrador
esclarece asimismo los antecedentes y circunstancias de la historia sentimental entre Gabriel
y Soledad como sigue:

Gabriel la conoció cuando ella se encontraba al borde de la desesperación, humillada, abandonada. Él


la ayudó, la dio otra vez las ganas de vivir. El sacerdote le había hecho olvidar los horrores pasados en
la cárcel, la pérdida de su padre y de su marido, las múltiples violaciones en la cárcel de Bata. Gracias
al padre Gabriel, ella había aceptado como suyo y legítimo al niño concebido en la celda, engendrado
por un esperma perdido de uno de los varios violadores que le habían torturado. Ella había olvidado
todo eso, amaba a su niño; (…). Sí, el misionero fue muy bueno con ella y después, ocurrió lo que
siempre ocurre entre dos jóvenes…nació una intensa pasión amorosa que ninguno de los dos vio
llegar, ninguno de los dos quiso ni pudo impedir que se amaran locamente (Mbomio, 1996:59).

Al contrario de Catalina, Soledad vive su amor sin ocultación, considera su relación


acertadamente justificada y por lo tanto no muestra ninguna culpabilidad. En su juicio, el
joven sacerdote es el salvador que le ayudó a superar ―el infierno pasado en la cárcel de
Bata‖ (59) incluso opina que el amor supera la razón humana y por lo cual es imprescindible
para los concernidos. En realidad Soledad es otra típica víctima indirecta, los episodios
sobresalientes de su vida constituyen evidencias contundentes de los abusos del régimen
maciísta, es otra joven afectada a la que la violencia ha restado la dignidad humana y sobre
todo femenina. Igual que Ndong Mbona antes, es lamentable el contenido valorativo de
Soledad en el momento en que sale de la prisión de Bata, es a la vez viuda, huérfana y
233

madre de un niño de padre desconocido y que destaca como recordatorio viviente de su


dolorosa experiencia carcelera.

Sin bien, es particularmente llamativa la postura del prologuista de la novela cuando


en una relación aparentemente contra naturaleza ve el triunfo de la pasión amorosa. Desde
luego, este asentimiento es unánime como se puede percatar a lo largo del relato, la relación
entre Soledad y Gabriel más bien se desarrolla con la cooperación de los habitantes de
Edum, no por nada Soledad es encargada de organizar la fiesta en honor de la visita del
cura. O también el relato idílico que ofrece el narrador de los momentos más eufóricos de
esta pareja semental:

Fueron días de intensa felicidad. Ella acompañaba al joven sacerdote en sus expediciones por los
poblados, se daban largos paseos en la barca de los misioneros sobre el río Woro, visitaban y
exploraban juntos los numerosos islotes diseminados en este espacio fluvial. La naturaleza verde y
exuberante parecía aprobar con satisfacción la inocente felicidad que ella compartía con el ministro de
Dios. Soledad vivió una intensa felicidad, todo parecía flotar por los aires, el mundo era maravilloso y
los pájaros cantaban al amanecer. Después el encanto se rompió. Por orden de Macías, Gabriel fue
detenido y conducido a la prisión de Bata, las iglesias cerraron sus puertas y ella volvió a sumergirse
otra vez en su triste existencia de viudez y soledad (Mbomio, 1996:59-60).

La llegada del padre Gabriel de nuevo al pueblo saca Soledad de las dudas, los años
de encerramiento no han mermado los sentimientos de su amante cura. Además, cuando
Gabriel sale de prisión confuso y se plantea abandonar el sacerdocio, Soledad logra
convencerle de su papel preponderante en una Guinea en plena restructuración. También le
convence a Gabriel de la compatibilidad entre su vida sentimental y su oficio eclesiástico. El
autor valora el embarazo final de Soledad como señal divina a favor de la pareja Gabriel y
Soledad, el niño por nacer es en su opinión una criatura de Dios o símbolo de esperanza
para el futuro. En definitiva, a pesar de las tremendas circunstancias que rodean los
comienzos de aquella relación, María Soledad no deja de ser una mujer desgraciada que
concibió su primer hijo por violación y el segundo en una unión prohibida. En realidad, este
enlace sentimental es condenable a los ojos de la Iglesia Católica porque fragiliza el
compromiso de Gabriel por la castidad que supone total dedicación a la labor espiritual y
excluyendo cualquier tipo de fornicación. Eso dicho, también se podría leer la relación de
Gabriel y Soledad con elementos otros elementos. Mbomio exorciza con este personaje el
tema de extrema sensibilidad de la herencia humana de la dictadura donde muchas mujeres
como Soledad trajeron al mundo hijos frutos de las violaciones cometidas en las prisiones u
otros espacios reservados a la violencia durante la dictadura. La dimensión psicológica de la
joven destaca un hecho con enorme pero comprensible impacto en las víctimas que no
234

siempre han tenido como en este caso la casual fortuna de un consuelo adecuado cualquier
que sea su naturaleza pero siempre que proporcione el imprescindible alivio. Estamos en
una sociedad donde precisamente los dañados son numerosos y todos tratan de valerse de
medios propios para salir del abismo de los recuerdos de la vehemencia perpetrada por los
aparatos represivos instituidos por el régimen maciísta. En estas circunstancias, a diferencia
del enfoque sentimental del autor para justificar la relación de Soledad y Gabriel, pensamos
que uno y otro juegan un papel fundamental el uno para el otro. Igual que Soledad por la
fuerza de la naturaleza femenina logra compartir las íntimas contrariedades de Gabriel que
aparentemente están fuera del alcance de cualquier hombre, éste en nuestro sentido
representa el recurso disponible que necesita Soledad para reconquistar la dignidad
femenina y el ánimo arrebatados por los violadores y asesinos guardianes. Mbomio Bacheng
plantea aquí una preocupación apremiante donde, en África es conocido que en situaciones
de profundo cao o beligerancia las mujeres suelen ser víctimas de todo tipo de abuso crueles
fuera o dentro de las cárceles y generalmente ellas tienen que sobrevivir con sus pesadillas
sin preocuparle a nadie más que a las impotentes familias.

VI-1-2-3- Los personajes figurativos

Hay un destacado número de aquellos personajes que aparecen escasamente en el


relato, los hemos estudiado en conjunto ya que son típicamente poco consistentes: Bonifacio
Ondo Edu, Ondó Michá, Okpua, el padre de Soledad, el esposo de Soledad, Deo, Simón,
Justina, los militares, Vitoriano Maquina, Obiang Efong, Ndong Mba Owon, el hermano
Micha, Luis Rondo Maguga, Don Gonzalo, Casajuana, Moyano, Oseni, Ortiz, Artienda,
Ayala, el padre Leandro Fuente, Asangona Mbang, Mónica, la tía de Matanga, la divinidad
Machinda, las mujeres de Edum, las viejas de Bomudi, las familias Moto y Ebale, Ntutumu
Nfulu, Franco, de Gaulle, Che Guevara, el Papa Juan Pablo II, Luis, Pedro, Rufo y Mariano
Nguabi.

- Bonifacio Ondo Edu: es un personaje histórico o referencial evocado en el relato


con su identidad real como el presidente del gobierno autónomo durante el que se llevó a
cabo algunas obras públicas como es la construcción del puente sobre el río Woro. Es
también el candidato perdedor de las primeras elecciones presidenciales en 1968 cuyos
seguidores se designaron como gacela por Macías Nguema el candidato victorioso. El
235

difunto Ondó Michá es un catequista famoso que dirigió el gran centro religiosos del
poblado Nkimi situado en la carretera de Ebebiyín. Okpua es un comerciante haussa
astucioso que se enriqueció merced a su cooperación a la construcción del puente sobre el
río Woro en dónde luego murió ahogado. El padre y esposo de María Soledad son dos
víctimas caídos durante la dictadura. El primero por votar a Ondó Edu y el segundo por ser
yerno de un ―gacela‖ traidor. Ambos presos en Bata fueron asesinados durante una cesión
de tortura. En esta novela aparecen los militares definidos como gente joven, analfabeta,
corrupta y sobre todo despiadada. Forman parte de los aparatos represivos del régimen de
fuerza, unos aparecen deteniendo al padre Gabriel en la sacristía mientras que otros cargan
al padre Matanga por pasear en alta mar por la noche. Estos atrevidos no dudan advertir al
cura de que la muerte de Macías no significó la libertad de ir y venir. Por fin destaca un
oficial militar deseoso de colaborar en la fiesta organizada para el padre Gabriel en Edum,
su amabilidad es recompensada por unas garrafas de la bebida local.

Ayala es un antiguo oficial y capitán del ejército español fundador de la ciudad de


Niefang. Casajuana, Moyano, Ortiz, Artienda son antiguos comerciantes y finqueros
españoles establecidos en la ciudad de Niefang a principio del siglo XX. Don Gonzalo fue
el antiguo animador del hogar juvenil de Bata que pasó bajo el mando del nativo Vitoriano
Maquina tras la independencia. El padre Leandro Fuente es evocado como un
evangelizador español. Luis Rondo Maguga y Obiang Efong son dos maestros guineanos
que en su tiempo contribuyeron al desarrollo cultural de la ciudad de Niefang. Luis, Pedro
y Rufo son tres sacerdotes de la parroquia batense que también sufrieron el encarcelamiento
arbitraria de la dictadura. Ndong Mba Owon es un aldeano oriundo de un pueblo cercano a
la ciudad de Niefang. El hermano Micha pertenece a la parroquia de Bata. Deo, Simón,
Justina son tres personajes pertenecientes al famoso coro Kisito de la parroquia de Bata.
Asangona Mbang es una enfermiza aldeana de noventa años de edad que participa como
muchos al baile de obung luego de haber recibido el último sacramento. Mónica del pueblo
Esaben y bautizada la cleopatra de Niefang es una mujer que se casó con Macías Nguema
después de quedar viuda del rico y famoso comerciante Oseni. La tía de Matanga es
aquella mujer que recogió y crió al padre Matanga cuando a los cinco años de edad
fallecieron sus padres en un accidente marítimo. La divinidad Machinda designa a una
divinidad desaparecida. Viene descrita en el relato como una hermosa ninfa que llevaba una
existencia anfibia según las estaciones. Machinda fue una diosa benévola cuyos milagros
beneficiaban a las poblaciones. Luego de haber desaparecido en la selva, un pueblo batense
236

se bautizó con su nombre en honor a sus múltiples favores. Las viejas de Bomudi son
aquellas ancianas procedentes del barrio Bomudi, forman parte de la cofradía de la
adoración y también todos los viernes se encargan de limpiar la catedral. Acerca de las
mujeres de Edum, el autor presta especial atención a estas aldeanas descritas como
criaturas guapas, creyentes pero también caprichosas. En este pueblo, el narrador alude
generalmente a todos los habitantes, mujeres, hombres e hijos de Edum como gente
creyentes del catolicismo y del poder tradicional. A parte de ser símbolo del sincretismo
religioso, distinguen además como gente trabajadora y pobre. Las familias Moto de la aldea
Ecua-Esauong y la familia Ebale de Domkoo-Yenvam son destacadas familias de Niefang
y también las más devotas. Algunos de sus miembros jóvenes considerados élite intelectual
se reúnen al final de la misa organizada por el padre Gabriel en Niefang para hacer el estado
de la cuestión acerca de la independencia, el régimen dictatorial dirigido por Macías
Nguema o el recién derrocamiento del dictador. Exponen la independencia como una ilusión
fracasada, un engaño pasado cuyas consecuencias les obliga a plantear el porvenir con
inquietud debida a la incertidumbre que rodea las circunstancias del cambio repentino. Estos
jóvenes comparan incluso el final del franquismo español con el período transitorio en que
se encuentra su país. Franco es un personaje histórico que aparece como el dictador español
comparado al dictador Macías Nguema en Guinea Ecuatorial. Otros personajes históricos
son De Gaulle, Che Guevara y también el Papa Juan Pablo II, la visita anunciada de éste
último en el país aumenta la compra de las fotos del pontífice en venta por el misionero
padre Nkang Zama. El cardenal siciliano Michele Sindona, es el prelado italiano enviado
personal del Papa a Guinea Ecuatorial para disuadir el padre Gabriel de su intento de
abdicación. La Santa sede considera injusta el encarcelamiento sufrido por el misionero
guineano y en reparación le propone la beatificación a su muerte en reconocimiento de sus
sacrificios y de su laboriosa acción evangelizadora. Las vendedoras del mercado Mondoasi
descubren la economía informal del país a manos de las devotas vendedoras camerunesas o
hausas. Mariano Nguabi57 es un personaje histórico que recuerda otro ejemplo de dictadura
africana. Por fin, en el relato aparece dos destacados iniciados del Mvet58, la gran gesta de la

57
Marien Ngouabi, es un personaje histórico, nacido en 1938, fue presidente de la República Popular del
Congo por designación a los 30 años de edad desde diciembre de 1968 hasta 1977. Militar de formación,
Ngouabi como Macías Nguema esta novela aparece como otro dictador africano. Destacó con la denuncia
recurrente de golpes de Estados, el partido político único, el fomento de una revolución socialista y anti
imperialista o de la etnización del poder. Asesinado en Brazzaville la capital del país en 1977, Ngouabi fue el
tercer presidente tras la independencia pero su muerte no puso fin a la inestabilidad sociopolítica en el país.
58
El autor de la novela lo define como una guitara tradicional fang.
237

etnia fang son, el maestro Eson Obiang Engong del pueblo de Mibamigué y Ntutumu
Nfulu citado como el gran héroe de Engong.

VI-2-Breve recuento del espacio narrativo

El espacio narrativo en la novela de Mbomio Bacheng ocupa un lugar relevante a la


hora de analizar el relato, se trata de un espacio particularmente fragmentado y variado. Los
entornos más significativos son de dos tipos, los espacios de realización y los espacios de
violencia.

-Localización e identificación

En esta novela se da una relación muy estrecha entre las escenas de actuación y los
personajes que en él actúan. De hecho, con respecto a esta relación, se distinguen varios
tipos y principalmente los espacios de realización o de violencia a los que nos interesamos
en adelante.

-Caracterización y funcionalidad

Aquí se trata de describir los espacios recogidos según su función o simbolismo en el


relato. Los espacios de realización son aquellos que sirven de ambiente para algún tipo de
actividades sustanciales. Hay también los espacios de violencia donde la actividad o
presencia de los personajes sugiere algún daño individual o colectivo.

-Los espacios de realización

Los espacios de realización son aquellas extensiones públicas o privadas donde los
personajes ejecutan tareas de interés propio o comunitario y por motivos reales. En esta
novela, son aquellos donde se desarrollan actividades de tipo cultural, social, político o
económico. Hay entre otros el pueblo Edum, las ciudades de Niefang o de Bata, el mercado
Mondoasi, la carretera, el mar o la selva.

Edum es un pueblo situado cerca del distrito de Niefang en la región continental del
país. En esta novela Edum funciona como un arquetipo de la sociedad guineana en cuestión.
Aquí se encuentran impregnados varios aspectos socio política cultural o económico que el
238

autor pone de relieve en el relato, esto se comprueba tanto en los micro espacios que lo
componen como en los diferentes personajes que actúan en ellos. La toposemia mimética de
Edum es muy variada pero, cada uno de los espacios destaca una funcionalidad muy
significativa con respecto al resto del relato. En Edum se hallan una capilla en ruinas donde
acuden regularmente los feligreses ya que casi todos son creyentes por los hechos y actos.
En Edum hay también el Abah o casa de palabra que funciona como el símbolo cultural
fundamental entre los pueblos fang, sirve para diversas celebraciones culturales,
procesamiento o comedor exclusivo para los varones. La caracterización de ambos espacio
destaca el sincretismo religioso practicado por este pueblo. El cronotopo de Edum destaca
un lugar donde conviven pacíficamente curanderos, paganos, mujeres adulteras, o
catequistas devotos y todos celebrando con el mismo fervor los rituales tradicionales y la
misa dominical. Es asimismo como afirma María Anguan Soledad, que el pueblo se
consuela de los abusos del poder dictatorial. Edum está también muy marcado por índices
que remiten a la precariedad, la llegada del padre Gabriel para celebrar sus liberación
destaca que a pesar de los esfuerzos por tapar su miseria, según el narrador se percibe la
pobreza de los aldeanos detrás de todo este ambiente especial en el que algunos van
descalzos o con ropa escasamente cómoda.

Tocante a Niefang y Bata, son dos espacios cuya toposemia y funcionalidad


contribuyen también a la caracterización indirecta de los personajes. Por ejemplo, Niefang
remite a la dialéctica del ayer y hoy que correspondiente a una época colonial que contrasta
con el periodo soberano. Niefang anteriormente llamada Sevilla fue fundada por el capitán
español Ayala. En Niefang aún se percatan huellas del pasado colonial como son las
infraestructuras comerciales, militares o administrativos que atestiguan de un pasado
glorioso. Es en Niefang donde un grupo de jóvenes se reúne para analizar los fines de la
independencia, su fracaso y consecuencias. Para ellos, la independencia supuso la paz y la
felicidad y en lugar hubo la dictadura que destruyó al país y todas las ilusiones construidas
sobre la libertad política. A pesar del trasfondo que expone la añoranza del pasado, ellos
concluyen que finalmente la independencia significó un cambio minúsculo en el que el
poder pasó de los coloniales a unos nativos sin previa preparación. Otro espacio urbano es la
ciudad de Bata situada en el litoral atlántico, definida como un espacio cosmopolita y
multirracial. Allí conviven distintas poblaciones que se dedican a determinadas actividades
sociopolíticas o económicas. La toposemia de Bata destaca una parroquia, varias
curanderías, el mercado Mondoasi, la comandancia, el hotel Panáfrica, o la cárcel modelo,
239

son espacios que por sí mismos indican las actividades que en ellos se desarrollan.
Precisamente, la imagen de conjunto de la ciudad de Bata pone de relieve la dialéctica del
hoy y ayer del país. En el ayer, la actividad económica floreciente hacia el final de la
colonización atrajo masivamente a los extranjeros y a las tribus fang hacia la costa. Este
retrato casi idílico contrasta con la imagen decaída del presente, el padre Gabriel describe
melancólico una ciudad fantasma con sus principales infraestructuras deterioradas y con sus
barrios desérticos. Esto es perceptible en el texto mediante las palabras como el ―viejo‖ club
náutico, la ―antigua‖ factoría, o los ―viejos‖ tiempos.

Otros espacios de realización son la selva y el mar. En la novela de Mbomio


Bacheng, el mar es para los ndowé lo que la selva es para los fang. Los ndowé agrupan las
tribus playeras mientras que los fang son habitantes de la selva tropical, un espacio vital.
Los ndowé son principalmente pescadores por eso el mar es la máxima proveedora,
principal fuente de ingreso y abastecimiento. Los ndowé sufrieron del acceso al mar
restringido durante la dictadura y al respecto, el desencuentro entre el padre Matanga y los
prepotentes militares prueba que la libertad conlleva matices todavía. Las playas quedan
vigiladas por los militares que no dudan abusar de su autoridad tal como ocurre con el padre
Matanga que detienen por atreverse a dar un paseo marítimo nocturno. La selva tropical
juega el mismo papel para los fang, espacio de cultivos proveedores de ingreso, caza para el
abastecimiento de alimentico o también recurso de curación. En el pueblo Edum por
ejemplo, todos los aldeanos viven de los recursos sacados de la selva, son agricultores,
cazadores o curanderos. Por fin, los casos de Gabriel y Matanga demuestran que estos dos
espacios valen también para el recogimiento e idóneo para la relajación y la meditación.

-Los espacios de violencia

Los espacios de violencia son aquellos donde principalmente por motivos políticos,
los personajes padecen todo tipo de ensañamiento y excesos de parte del gobierno
dictatorial, a menudo con privación de libertad. En la novela de Mbomio, el principal
universo de vehemencia es la cárcel, la llamada prisión modelo de Bata es el máximo marco
de dureza hasta la crueldad. Esta es la cárcel que ha albergado a muchas víctimas de la
novela como los padres Gabriel y Matanga, Ndong Mbona, Mbona Ndong o María soledad
con su padre y esposo. La mayoría de los muertos son registrados en esta cárcel entre otros
el padre y esposo de María soledad o Patricio Mbona Ndong. La cárcel en esta novela es un
240

espacio destructor y deshumanizante, el caso de Soledad es buena ilustración o también el


relato de Gabriel.

Atendiendo a todo lo precedente, se destaca una visión profundamente pesimista en


cuanto al pasado y presente del país. Los diferentes personajes exponen la independencia
como el factor decisivo del deterioro social que desembocó en una tragedia. Por lo tanto
unos y otros miran hacia la iglesia encarnada por el padre Gabriel para sacar el país de sus
escombros, y es por eso que el desenlace de la novela atenúa el pesimismo observado a lo
largo del relato.

VI-3- Análisis actancial

El análisis actancial de El párroco de Niefang examina el modelo actancial en tres


pautas a saber la frase actancial, el esquema actancial y la lectura de los ejes semánticos.
Igualmente como en los casos anteriores, el modelo actancial permitirá de resumir y diseñar
sucintamente la historia del relato y por fin la interpretación de los ejes semánticos para
sacar los temas que componen la novela de Mbomio Bacheng.

-La frase actancial

La frase implícita de El párroco de Niefang puede ser formulada como sigue: nos
encontramos con un joven sacerdote el padre Gabriel; animado por el deseo de utilizar el
evangelio para denunciar la injusticia y reconquistar la fe cristiana tras la dictadura; y así
lograr la justicia social para el pueblo guineano y todos los pueblos sojuzgados en el mundo;
resuelto a esta búsqueda, aprovecha el apoyo de la Santa Sede en Roma (su próximo
nombramiento como obispo), la cooperación de muchos feligreses, los demás misioneros
del diócesis (los padres Matanga y Nkang Zama), su amante María Soledad, el catequista
Anacleto Mba, el enviado de la Santa Sede Michele Sindona o Ndong Mbona; si bien al
lado de estos auxilios se hallan fuerzas que entorpecen esta loable iniciativa, son destacados
instrumentos disuasorios instaurados por el anterior gobierno dictatorial, entre otros, el
tribalismo personificado en Cobe el cocinero de la misión, las tradiciones del pueblo fang,
su propia debilidad humana, el PUNT, la cárcel modelo de Bata o los prepotentes militares.
241

VI-3-1- El esquema actancial de El párroco de Niefang

D1: Destinador D2: Destinatario


El deseo de denunciar las Dios
injusticias sociales, restaurar la Todos los guineanos oprimidos
fe cristiana y lograr la paz La iglesia católica
Él mismo
La humanidad

S: Sujeto
El padre Gabriel

O: Objeto
La libertad y la justicia social

A: Ayudante
Op: Oponente
Dios
Él mismo
Ndong Mbona
Las tradiciones
María Anguan Soledad
La cárcel
Padre Matanga
La dictadura
Padre Nkang Zama
Patricio Mbona Ndong
Los feligreses
Cobe
Él mismo
Los militares
Macuale
El PUNT
Anacleto
Michele Sindona
242

VI-3-2- Explicación de los ejes semánticos

Hay tres ejes semánticos, el eje del deseo que analiza las relaciones entre el Sujeto y
el Objeto de su búsqueda. En segundo lugar cabe el eje de la comunicación que permite leer
las relaciones entre el Destinatario y el Destinador. Finalmente el eje del poder formado por
la pareja Ayudante y Oponente. Esta es la última etapa que nos permite por fin hallar las
claves significativas que componen esta novela.

-El eje del deseo: Sujeto-Objeto

Este eje corresponde al triángulo psicológico formado por el sujeto ―S‖, el objeto
―O‖ y el destinador ―D1‖. Su interpretación consiste en preguntarse sobre las motivaciones
del sujeto a buscar el objeto de su deseo. El destinador es el deseo de denunciar las
injusticias sociales mediante el evangelio con el propósito de restaurar la fe y acabar con las
desigualdades fomentadas por la anterior dictadura. El objeto de su acción es la justicia
social. Las relaciones entre S-D1 son de compromiso, Gabriel es un buen sacerdote, el más
famoso y goza de una gran notoriedad. Además, es considerado un hombre con destino
extraordinario y tiene el respaldo del pueblo y de sus compañeros. Desde luego, tiene todos
los triunfos necesarios para lograr su reto. Su estrategia es doble, primero denunciar
abiertamente los abusos y también conseguir la implicación del pueblo para así reconquistar
la justicia y la paz entregando el destino del país al mando divino. En cuanto a la relación
entre S-O, algunos móviles del padre Gabriel a favor de un Estado libre y pacífico se hallan
en su pasado como víctima de la dictadura y también como misionero. Su recién
excarcelación ha sido un milagro divino, por eso a la población transmite un mensaje de
confianza al Dios todopoderoso que es el único capaz de sacarle de la miseria y cumplir con
sus reales expectativas. Gabriel está convencido de la legitimidad y urgencia de reconquistar
a los cristianos, su fe cambiará su forma de actuar para que también merezcan la gracia
divina. Entre el O-D1 se percibe la oportunidad de un vínculo esperanzador. Con el final de
la dictadura, la justicia social es un ideal, la resignación adoptada por la población ha
contribuido a arraigar los mecanismos de ensañamiento contra el pueblo, el compromiso de
Gabriel por destripar esos males tan profundos puede valorarse como un proceso
revolucionario que rompe con el estatismo. De este modo pues, la justicia social estará al
alcance del pueblo ya que cesarán todas las formas de coacción, represión o inseguridad.
Este eje examina el recorrido del cristianismo antes y después de la soberanía.
243

El triángulo psicológico

D1 S

-El eje de la comunicación: Destinador- Destinatario

En la novela de Mbomio Bacheng, el objeto es la justicia social, el sujeto es el padre


Gabriel cuya acción pretende beneficiarios ideológicos: Dios, él mismo, los guineanos
oprimidos, la iglesia católica y también la humanidad porque un pueblo que consigue la paz
en cualquier lugar representa una coronación para el mundo. El triángulo ideológico está
formado por el sujeto S, el objeto O y el destinatario D2. Las relaciones entre S-D2 son de
confianza mutua, el anhelo de encabezar la revolución en su país es un leitmotiv más que
suficiente para animar al sujeto. Padre Gabriel tiene plena conciencia de que el pueblo
confía en él y su capacidad por resucitar la esperanza y la ilusión de antaño. La iglesia a
través de Gabriel tiene por lo tanto la doble misión de guiar y también proteger al pueblo y
por lo tanto, es cuestión también de asentar unas bases novedosas del humanismo y de la
responsabilidad. Entre el S-O media una relación de compromiso, Padre Gabriel padeció la
dictadura, en el momento en que se ofrece otra oportunidad, usa de su excepcional
notoriedad y la fe lograrán conjuntamente la paz y la justicia arrebatadas por el fracaso de la
soberanía. Entre O-D2 se establece el vínculo de la necesidad. Desde luego, la equidad y la
vuelta a la concordia social son valores universales imprescindibles, no sólo como derechos
humanos inalienables pero también como base del desarrollo. La dictadura ha mantenido al
pueblo bajo la opresión política y, hoy de nuevo los guineanos sueñan con la razón y la
reconciliación.

Como se puede contemplar, este eje plantea las causas del fracaso de la
independencia guineana, a saber, los obstáculos que acarrearon tanta desesperación. Hay
que examinar la gestión política del Estado acerca de los instrumentos, métodos o
244

mecanismos y corolarios de la acción política durante la dictadura. Habrá que destacar los
diferentes aparatos ideológicos y represivos del Estado y su funcionamiento, entre otros el
ejército, la milicia popular y el PUNT.

El triángulo ideológico

D2
O

-El eje del poder: ayudante-oponente

Este es el eje conflictivo, corresponde al triangulo activo con el que se establece la


relación entre el sujeto y su objeto y determina el sentido de la función del oponente. El
triángulo activo está formado por el sujeto S padre Gabriel, el objeto O la justicia social y el
oponente O que reúne a la vez, la milicia popular, el ejército, la dictadura, María Soledad,
Cobe, el viaje a Roma, el mismo padre Gabriel, el PUNT o las tradiciones ancestrales. La
relación entre S-O destaca el compromiso del sacerdote a jugar el papel de control y
regulador entre el Estado y la población. Su recién nombramiento como obispo es un medio
que contribuirá a potenciar autoridad como porta voz del pueblo oprimido o intermediario
entre el pueblo y el Estado. Entre S-Op existe una relación conflictiva por lo que la acción
del padre Gabriel no es favorable para todos. Por una parte, se enfrenta a los aparatos
represivos sabidos opuestos a la religión católica y por ende a la instauración de un Estado
de justicia. Las actuaciones de los militares o el tribalista Cobe testifican de la inseguridad.
Los oponentes existenciales (a) reúnen a todas encargadas de restringir las libertades del
pueblo y castigar a los subversivos. En el extremo de estos aparatos se encuentra la prisión
que acoge a los condenados para su exterminación definitiva. En cambio, las tradiciones
ancestrales, María Soledad, el viaje a Roma o el mismo padre Gabriel son constituyen unos
oponentes coyunturales (b). María Soledad no se opone a la justicia social pero la relación
sentimental que mantiene con el cura deshace sus votos de castidad, e incluso le hace dudar
245

de su disposición a cumplir con una misión tan relevante. Por eso mismo se convierte en su
propio oponente, sus coincidencias preparadas con Soledad le transforman en un hombre
vacilando entre la pasión carnal y los retos que apremian. Del mismo modo, las tradiciones
ancestrales fang concurren a incrementar el dilema del joven cura desde su excarcelación.
Por esta vez, el viaje a Roma de Gabriel crea un vacío y de ahí otra interrupción de su labor
en el momento en que el pueblo se encuentra todavía eufórico por el retorno de su querido
padre. Este eje examina la relación entre O-Op también opuesta. Queda claro que la acción
de todos los oponentes es contraria a los valores que defiende y obviamente al objeto que
persigue el padre Gabriel. Y lo que es más, los oponentes existenciales se oponen también al
sujeto y, tienen particular interés a que la libertad o los derechos permanezcan exclusivos.

- Los triángulos activos o conflictivos

S
S

Op Op
O a O b

El eje del poder pone otra vez de relieve la vigencia de los mecanismos de represión
aun después de la dictadura. La continuidad de la violencia se pone de manifiesto cuando
los mecanismos de antaño se empeñan a imponer su voluntad. Este uso inadecuado de la
violencia alimenta el desquiciamiento generalizado que justifica la necesidad de un cambio
profundo.

Hemos resumido el estudio de los personajes de El párroco de Niefang presentado


en el cuadro siguiente.
246

Los
El El Los Los espacios
Obra Los personajes
personaje exiliado presos muertos narrativo
secundarios
principal s
Anacleto Mba, Ndong Matanga, Patricio Edum,
Cobe, Macías Mbona Gabriel, Mbona Bata,
Padre Nguema, Ndong Ndong, El Niefang,
Gabriel Macuale, Ndong Mbona, padre y la cárcel
El Mbona, Obiang Patricio esposo de de Bata,
párroco Nguema, Ondó Mbona Soledad, las
de Nnang, padre Mbona, el Ndong capillas de
Niefang Matanga, padre padre y Mbona y Bata,
Nkang Zama, esposo de su madre, Edum,
Patricio Mbona Nchama Catalina, Niefang,
Ndong, Anguan
Catalina, la
madre de Ndong
Mbona, María
Soledad
Nchama
Anguan.

El estudio de los personajes en esta novela muestra claramente una tendencia


solidaria entre los dos principales ejes, los oponentes frente a los ayudantes encabezados por
el protagonista padre Gabriel. Por lo que la obra empieza por el desenlace, todo el relato es
un inventario de hechos circunstanciales, testimonios o explicaciones que ponen de relieve
el traumático episodio de la dictadura. El número de fallecidos, de presos y otros tipos de
daños contempla ampliamente los abusos sufridos por la población. De hecho se distinguen
por un lado un estado instrumentalizado y descrito como una entidad obsesivamente
disciplinaria, frente a él las víctimas movidas por el instinto de supervivencia que los obliga
de cierto modo a la solidaridad. Donde mejor se percibe es alrededor del ideal cristiano que
en adelante ubica la iglesia a jugar un papel fundamental a la vez catalizador, conciliatorio y
finalmente portador de esperanza. A partir del relato de los personajes que son los
principales dañados, se destaca una novela que repasa los aparatos represivos, sus
mecanismos y sus corolarios durante y después de la dictadura. Dicho lo cual, el capítulo
siguiente estudia los personajes de la obra de Manuel Leguineche.
247

CAPÍTULO VII

ESTUDIO DE LOS PERSONAJES DE LA TRIBU DE MANUEL


LEGUINECHE

VII-1- Clasificación y estudio de los personajes

La tribu reúne 19 capítulos en 357 páginas. La clasificación que proponemos toma


en cuenta diversos rasgos definitorios como son el sexo, el origen o la profesión de los
distintos personajes y a veces también tenemos en cuenta la identidad o estatuto social de
algunos. Por supuesto, hay personajes que caben en varios grupos del mismo tipo de
identificación, pero a cada personaje lo hemos clasificado una sola vez por tipo.

VII-1-1- Descripción de los personajes

Estos son todos los personajes identificados, muchos actúan pero con distintos
grados de implicación, parte de ellos están evocados solamente una vez en el relato como
veremos más delante. Todos los personajes de La tribu son: Abilio, Acacio Mañé, Ada,
Agustín, Adolf Hitler, Adolfo Suárez, Adolfo Ndongo, Agustín Añeso, Alfredo Tomás
King, Albert, Alberto Ndongo Ayang, Allen Ginsberg, Alejandro Murillo, Alejandro
Artucio, Alejandro Lerroux, Alejo Carpentier, alférez Saltarín, alférez Marcelo, Antonio
Montero, Antonio Sánchez Jara, Antonio García Trevijano, Antonio Jonch, Ángel Barrera,
Anastasio Somoza, Amadu Ahidjo, Atanasio Ndongo Miyone, Ayatollah Jomeini, Baltasar,
Basilio Carranza, Baudelaire, Bill Stewart, Bokassa, Bonifacio Ondo Edu, Braulio, Bullock,
Brutus, Cándido Planas, Capitán Bicó, Clara, Carmelo Bicó, Carlos Robles Piquer,
Castiella, Carrero Blanco, Cari Esplandiú, Celestina Lima, Cervantes, Corpus Barga, Curzio
Malaparte, Conchita Piquer, Celestino, Conrado Acevedo, Constancia, Daniel Oyono,
Deogracia Bée Misu, Dimas Sánchez, Donato Ndongo Bidyogo, Durán Loriga, Edelvina,
248

Edmundo Bosió, Eduardo Edu Nguema, Eloy Saravia, Eloy Ela Nvo, el general Villegas, el
Rey Juan Carlos, el coronel Félix Sánchez, Emilio Salgari, Enrique Nvo, Ernest
Hemingway, Esperanza Engonga, Estanislao Cunill, Esteban Guio, Esteban Bomio, Esono,
Eu, Eusebio Luengas, Feliciano, Feliciano Ombana Bató, Félix Houphouët-Boigny, Fidel
Castro, Florencio Mba, Fortunato Nsó, Francisco Franco, Fraga Iribarne, Frederick Forsyth,
Frieda Krohnert, Gadafi, Giscard D‘Estaing, González Echegaray, Idi Amín Dada, Ingmar
Larsen, Iñigo de Aranzadi, Iradier, Jacinto Esparabé, Javier Leoz, Jean Paul Mardore, Jean
François Lyschic, John Abercrombie, John Barnes, José Luis Jones, José Luis Pera, José
Luis Ramírez, Juan Bima, Juan Francisco Espinoza, Juan Salvador, Julius Nyerere, Karl
Max, Kasabubu, Kim II Sung, La señora Pleuger, Laurentina, Laureano Angwe, Leandro,
Lenin, Leoncio Mitogo Edjang, León Esparza, Louis XIV, Luciano Ndongo, Luis
Carrascosa, Luis Jiménez Marhuenda, Luis Maho Socachá, Luis Arroyo, Los instructores
cubanos, los marineros chinos, los obreros chinos, los soldados chinos, los tripulantes rusos,
los guardianes milicianos, los jóvenes en marcha con Macías, los exiliados, los soldados
marroquíes, los braceros nigerianos, los hausas, los boys, los sastres, Mac Kinley, Macías
Nguema, Magdalena, Mama Gertrudis, Mamá Cristina, Mamá Consuelo, Mamá Conchita,
Mamá Josefina, Manolete Litri, Marcelino, María Ángeles García, María Luisa, Mariano
Benlliure, Mariano Zabala, Mariano Uriarte, Marcelino Oreja, Marcos Miyone, Maribel,
Mario Molinos, Masie Ntutumu, Mao Tse Toung, Maye Florencio, Melanio, Michel, Miguel
Eyegue, Mobutu Sese Seko, Moisés Enrique Lozano, Mónica Rubio, Mónica Dorronsoro,
Montserrat, Monsieur Cornet, Moro Mba, Napoleón, Nchama Nvo, Nguema Biyogo Eyang
Mba, Nguema Esono, Noel Edwards, Norberto Nsue Micha, Ochaga, Ojukvu, Omar Bongo,
Ortega, Oyono, Oyó Eulogio, Pablo, padre Leandro Fuentes, Pastor Nsué, Patrick Galley,
Pedro González, Pedro Ela, Pedro Ferrer, Pedro López Aguirrebengoa, Polagio Oma,
Quintillán, Rafael Osorio, Rafael Angue, Rafael Mendizábal, Ramón García, Román Mba,
Ramón Siguan, Ramona, Ricardo Fresnedo, Román, Roosevelt, Rufino, Salvador Ela
Nseng, Salvador Ondo Ela, Salvador Exuperancio, Sambo, Saturnino Ibongo, Sebastián
Olmo, Seriche, Sergio Muñoz, Silvestre, Sor Inés de la Cruz, Stendhal, Susana Sampedro,
Tadeo Abaga, Tancho Osseni, Tartarín, Teonesto, Teodoro Obiang Nguema, Tobías Nvulu,
Tom Wolf, Toribio Evina, Vicente Escudo, Vladimir Popov, Voltaire, Wanume Kibedi,
Willy Jones, Winston Churchill y Zacarías.

Tenemos unos 266 personajes, De las cuatro, La tribu es la novela con mayor
número de personajes. Hay más personajes masculinos, tan sólo 24 femeninos y 13
249

colectivos. En adelante los clasificamos para lograr mayor visibilidad, empezando por el
origen y sexo de todos.

VII-1-1-1- Los personajes según su origen y sexo

Hemos clasificado a los personajes por sexo de manera siguiente: los españoles, los
no españoles que designamos como extranjeros, los guineanos y otros personajes africanos.

-Los españoles

Son bastante numerosos los personajes de origen español reseñados en esta novela,
los masculinos y los femeninos. Sucesivamente tenemos los personajes masculinos
siguientes: Adolfo Suárez, Alejandro Lerroux, Alejandro Murillo, Antonio Montero,
Antonio Sánchez Jara, Antonio García Trevijano, Ángel Barrera, Antonio Jonch, Basilio
Carranza, Cándido Planas, Castiella, Conrado Acevedo, Carlos Robles Piquer, Carrero
Blanco, Cervantes, Corpus Barga, Durán Loriga, Dimas Sánchez, Estanislao Cunill, Esteban
Guio, Eloy Saravia, Eusebio Luengas, el Rey Juan Carlos, el general Villegas, Francisco
Franco, Fraga Iribarne, González Echegaray, Iñigo de Aranzadi, Iradier, Jacinto Esparabé,
Javier Leoz, Juan Francisco Espinoza, José Luis Ramírez, Juan Salvador, José Luis Pera,
Juan Bima, Luis Jiménez Marhuenda, Luis Carrascosa, León Esparza, Luis Arroyo, Leandro
Fuentes, Manolete Litri, Mario Molinos, Marcelino Oreja, Mariano Uriarte, Mariano
Benlliure, Moisés Enrique Lozano, Vicente Escudo, Pedro Ferrer, Rafael Osorio, Román,
Ramón Siguan, Ramón García, Ortega, Pedro López Aguirrebengoa, Pedro González,
Quintillán, Rafael Mendizábal, Ricardo Fresnedo, Salvador Exuperancio, Sebastián Olmo y
Tartarín. Hay también nueve españolas actuando en esta novela: Cari Esplandiú, Conchita
Piquer, María Ángeles García, Mónica Rubio, María Luisa, Montserrat, Mónica
Dorronsoro, Sor Inés de la Cruz y Susana Sampedro.

-Los extranjeros

La novela de Leguineche incluye también un número significativo de personajes no


españoles y de diversas procedencias, son masculinos, femeninos o colectivos. Los
masculinos son: Patrick Galley, John Abercrombie, Jean Paul Mardore, Albert, Michel,
Mariano Zabala, Ingmar Larsen, Adolf Hitler, Mao Tse Toung, Lenin, Karl Max, Ayatollah
250

Jomeini, Winston Churchill, Mac Kinley, Roosevelt, Vladimir Popov, Giscard D‘Estaing,
Baudelaire, Louis XIV, Bill Stewart, Pedro González, Anastasio Somoza, el coronel Félix
Sánchez, Godffredo Parise, John Barnes, Bullock, Alejandro Artucio, Monsieur Cornet,
Frederick Forsyth, Fidel Castro, Alejo Carpentier, Willy Jones, Sergio Muñoz, Jean
François Lyschic, Noel Edwards, Tom Wolf, Pablo, Ernest Hemingway, Allen Ginsberg,
Emilio Salgari, Stendhal, Napoleón, Voltaire, Curzio Malaparte y Kim II Sung. Tenemos
cinco personajes colectivos y también dos personajes femeninos: los instructores cubanos,
los marineros chinos, los obreros chinos, los soldados chinos, los tripulantes rusos, Frieda
Krohnert y la señora Pleuger.

Se da un número importante de personajes españoles, sea 63 masculinos y con sólo 9


femeninos. Los personajes extranjeros o no españoles son procedentes de varios países, son
49 masculinos y 2 femeninos. Una vez más, se da un escaso número de personajes
femeninos. Por fin, aparecen personajes históricos de los que algunos son directa o
indirectamente implicados en la historia colonial o poscolonial guineana.

-Los guineanos

Los nativos guineanos que intervienen en La tribu constituyen el mayor grupo, hay
personajes individuales y otros colectivos. Los masculinos son: Abilio, Acacio Mañé,
Adolfo Ndongo, Agustín, Agustín Añeso, Alférez Saltarín, Alfredo Tomás King, Alberto
Ndongo Ayang, alférez Marcelo, Antonio, Atanasio Ndongo Miyone, Baltasar, Bienvenido
Micha Nsue, Bonifacio Ondo Edu, Bonifacio Nguema Esono, Braulio, Brutus, Capitán
Bicó, Carmelo Bicó, Celestino, Daniel Oyono, Donato Ndongo Bidyogo, Deogracia Bée
Misu, Edmundo Bosió, Edu, Eduardo Edu Nguema, Enrique Nvo, Eloy Ela Nvo, Eu,
Esono, Feliciano Ombana Bató, Florencio Mba, Fortunato Nsó, José Luis Jones, Laureano
Angwe, Luciano Ndongo, Leandro, Leoncio Mitogo Edjang, Luis Maho, Marcos Miyone,
Macías Nguema, Maho Socachá, Marcelino, Melanio, Masie Ntutumu, Maye Florencio,
Miguel Eyegue, Moro Mba, Nguema Biyogo Eyang Mba, Nchama Nvo, Norberto Nsue
Micha, Oyó Eulogio, Ochaga, Oyono, Polagio Ona, Pastor Nsué, Pedro Ela, Rafael, Rafael
Angue, Román Mba, Rufino, Silvestre, Sambo, Salvador Ela Nseng, Salvador Ondo Ela,
Saturnino Ibongo, Seriche, Teonesto, Tobías Nvulu, Toribio Evina, Toribio, Tadeo Abaga,
Teodoro Obiang Nguema y Zacarías. Los colectivos son: los guardianes milicianos, los
jóvenes en marcha con Macías y los exiliados. Por fin tenemos escasas guineanas:
Constancia, Celestina Lima, Laurentina, Clara, Ada, Esperanza Engonga, Edelvina,
251

Josefina, Maribel, Mamá Gertrudis, Mamá Cristina, Magdalena, Mamá Consuelo, Mamá
Conchita y Ramona.

-Otros africanos

Igualmente tenemos algunos personajes africanos pero que no son guineanos,


algunos son históricos y otros colectivos: Amadu Ahidjo, Bokassa, Edi Amin Dada, Félix
Houphouët-Boigny, Gadafi, Julius Nyerere, Kasabubu, Mobutu Sese Seko, Ojukvu, Omar
Bongo, Tancho Osseni, Wanume Kibedi, los soldados marroquíes, los braceros nigerianos y
los hausas.

Hemos reseñado aproximadamente 122 entre personajes españoles y extranjeros pero


también 5 colectivos correspondiente a este grupo. También tenemos 106 guineanos y otros
africanos, también hay 8 personajes colectivos afines. Predominan los personajes guineanos,
los 12 personajes africanos no guineanos son mayoritariamente referenciales históricos. No
caben datos textuales que permitan determinar el origen de los sastres y los boys.

VII-1-1-2- Los personajes según su profesión o identidad social

Hay personajes identificados por su oficio como son los periodistas, militares,
técnicos de comunicación, escritores y ejecutivos pero otros lo son por su identidad social a
saber, los civiles o los prisioneros. Los hemos clasificado todos de manera siguiente:

-Los españoles

Entre los personajes españoles hay un número considerable de periodistas, entre


ellos caben fotógrafos, reporteros mayoritariamente enviados especiales: Mario Molinos,
Ramón Siguan, Javier Leoz, Alejandro Murillo, Ricardo Fresnedo, Esteban Guio, José Luis
Ramírez, Eloy Saravia, León Esparza, Jacinto Esparabé, Vicente Escudo, Cándido Planas,
Pedro Ferrer, Estanislao Cunill, Conrado Acevedo, Luis Arroyo, Dimas Sánchez, Sebastián
Olmo, Basilio Carranza, Manolete Litri, Tartarín, Corpus Barga, Moisés Enrique Lozano,
Cari Esplandiú, Mónica Rubio y Luis Carrascosa. En segundo lugar tenemos también a
políticos: Francisco Franco, Carrero Blanco, el general Villegas, Durán Loriga, Fraga
Iribarne, Ortega, el Rey Juan Carlos, Antonio García Trevijano, Adolfo Suárez, Ángel
252

Barrera, Mariano Benlliure, Castiella, Alejandro Lerroux, Marcelino Oreja, Carlos Robles
Piquer o Pedro López Aguirrebengoa. Algunos destacan como diplomáticos a menudo
afines al anterior sistema colonial español en Guinea Ecuatorial, son: José Luis Pera,
Antonio Sánchez Jara, Mariano Uriarte. Igualmente aparecen antiguos colonos: Eusebio
Luengas, Juan Salvador, Quintillán, Antonio Montero, padre Leandro Fuentes, Sor Inés de
la Cruz, Mónica Dorronsoro. Otros son destacados escritores como por ejemplo: Rafael
Mendizábal, González Echegaray, Iradier, Luis Jiménez Marhuenda, Cervantes, Ramón
García, Iñigo de Aranzadi. Finalmente hay personajes españoles carentes de datos
profesionales como son: Salvador Exuperancio, Román, Juan Bima, Rafael Osorio, Antonio
Jonch, Susana Sampedro, María Luisa, Montserrat, Conchita Piquer y María Ángeles
García.

-Los extranjeros

Proceden de muy distintos ámbitos de actividad. Tenemos a los periodistas: Jean


Paul Mardore, Albert, Michel, Mariano Zabala, Ingmar Larsen, Patrick Galley, John
Abercrombie, Bill Stewart, John Barnes, Bullock y Tom Wolf. También caben escritores
que prioritariamente son personajes históricos: Frederick Forsyth, Baudelaire, Ernest
Hemingway, Karl Max, Alejo Carpentier, Voltaire, Kim II Sung, Stendhal, Allen Ginsberg
y Curzio Malaparte. Otro grupo indentificado está formado por personajes ejecutivos y
preferentemente referenciales históricos: Adolf Hitler, Mao Tse Toung, Lenin, Winston
Churchill, Napoleón, Juan Francisco Espinosa, Fidel Castro, Giscard D‘Estaing, Louis XIV,
Roosevelt, Anastasio Somoza y Ayatollah Jomeini. A ellos se añaden dos personajes
femeninos identificados como colonos y reales: Frieda Krohnert y la señora Pleuger. Por fin
tenemos un grupo de personajes difícil de fichar, algunos de ellos son colectivos: Alejandro
Artucio, Monsieur Cornet, Pedro González, Mac Kinley, Vladimir Popov, Willy Jones,
Sergio Muñoz, Jean François Lyschic, Noel Edwards, Pablo, Félix Sánchez, Emilio Salgari,
los instructores cubanos, los marineros chinos, los obreros chinos, los soldados chinos y los
tripulantes rusos.

La clasificación de los personajes según su profesión o identidad social destaca un


número importante de personajes mayoritariamente adictos al periodismo o sino a
actividades afines a esta profesión. De los cuarenta y un periodistas que forman la tribu en la
novela hay, 22 españoles masculinos, 2 femeninos y 11 periodistas extranjeros. Aquí caben
también otros 37 españoles, 38 extranjeros y 9 mujeres todos de distintos oficios.
253

-Los guineanos

Pertenecen a distintos sectores de actividad. Tenemos sucesivamente a los militares


o personas afines al ejército: Salvador Ondo Ela, Norberto Nsue Micha, Toribio Evina,
Salvador Ela Nseng, Nguema Biyogo Eyang Mba, el capitán Bicó, Tadeo Abaga, Moro
Mba, Braulio, Alférez Saltarín, Tobías Nvulu, Zacarías, Pedro Ela, Oyó Eulogio, Feliciano,
Seriche, Florencio Maye, Teodoro Obiang Nguema, Bonifacio Nguema Esono, Carmelo
Bicó, Ramón Mba, el alférez Marcelo, Agustín, Eduardo Edu Nguema, Feliciano Ombana
Bató, Román Mba, Bienvenido Micha Nsue, los guardianes milicianos, los jóvenes en
marcha con Macías. También hay personajes civiles: Luciano Ndongo, Silvestre, Rufino,
Abilio, Sambo, Leandro, Baltasar, Polagio Ona, Edmundo Bosió, Daniel Oyono, Rafael,
Teonesto, Rafael Angue, Donato Ndongo Bidyogo, Bonifacio Ondo Edu, Atanasio Ndongo
Miyone, Saturnino Ibongo, Leoncio Mitogo Edjang, Adolfo Ndongo, Macías Nguema,
Deogracias Bée Misu, Eloy Ela Nvo, Fortunato Nsó, Luis Maho, Acacio Mañé, Enrique
Nvo, Antonio, Brutus, Celestino, Maho Socachá, Marcelino, Nchama Nvo, Alfredo Tomás
King, Eu, Melanio, Miguel Eyegue, José Luis Jones, Masie Ntutumu, Ochaga, Esono,
Oyono, Esteban Bomio, Pastor Nsué, Alberto Ndongo Ayang, los exiliados, Constancia,
Celestina Lima, Laurentina, Clara, Ada, Esperanza Engonga, Edelvina, Maribel, Mamá
Gertrudis, Mamá Cristina, Magdalena. Además de estos dos grupos hemos registrado siete
personajes identificados como reclusos: Laureano Angwe, Salvador Ela Nseng, Toribio
Evina, Edu, Florencio Mba, Agustín Añeso, Marcos Miyone. Por fin tenemos a los
operadores telefonistas: Mamá Consuelo, Mamá Conchita, Mamá Josefina, Ramona,
Rufino.

-Otros africanos

A parte los guineanos, existen otros africanos registrados y principalmente ejecutivos


hsitóricos, son: Amadu Ahidjo, Mobutu Sese Seko, Kasabubu, Félix Houphouët-Boigny, Idi
Amín Dada, Bokassa, Julius Nyerere, Omar Bongo y Gadafi. Los demás africanos descritos
son individuos anónimos: Tancho Osseni, Wanume Kibedi, los braceros nigerianos, Ojukvu,
los soldados marroquíes y los hausas.

Entre los guineanos hay un número importante de militares 27 individuales y 2


colectivos. Entre los 45 civiles hay escasos trabajadores, camareros, magistrados,
misioneros o los boys y los sastres anteriormente mencionados. El relato recoge antiguos
254

ejecutivos africanos y extranjeros, algunos de los líderes africanos citados están asimilados
al dictador Macías o tienen algún vínculo con él. Sólo 11 prisioneros están identificados
pero hay mucho más y todos han sido excarcelados. También caben exiliados identificados
y también muchas víctimas señaladas por el narrador y los presos recién liberados. Por fin
tenemos 15 mujeres en total y entre ellas 4 operadoras telefonistas y 2 alumnas.

VII-1-2- Caracterización y tipología de los personajes

La caracterización de los personajes toma en cuenta principalmente la clasificación


de los mismos según su nivel de implicación en el relato mediante el que los hemos
agrupado en personajes principales, segundarios o evocados. Desde luego, las demás
clasificaciones proporcionan informaciones complementarias. Estudiaremos a los personajes
en el orden de su importancia.

VII-1-2-1- Los personajes principales

La novela de Manuel Leguineche consta de tres personajes principales que son:


Mario Molinos, Teodoro Obiang Nguema y Francisco Macías Nguema. Desde luego son los
más significativos de la novela y por lo cual los estudiamos individualmente.

- Mario Molinos: corresponsal volante de El Heraldo de Madrid, es un personaje


directo y opaco. Es un acostumbrado de la tribu, cuarenta años de edad, se distingue como
uno de los periodistas aficionados a la droga local y al consumo del alcohol en sus ratos
libres. El discurso de este personaje enfoca una valoración panorámica y un balance
exhaustivo de los duros años de dictadura en Guinea. Sus impresiones exponen a la vez un
país en ruinas pero con unos habitantes que, aunque moralmente consumidos por la
desesperación muestran mucha vitalidad y entusiasmo en aprovechar la inesperada libertad.
Desde el aeropuerto de Malabo Molinos descubre con asombro a guineanos libres, serenos y
algunos de ellos interesados en informarse mediante la prensa. El periodista habla de la hora
cero de un nuevo régimen donde los ciudadanos por de pronto se dedican a disfrutar unos
días de transición con un tanto de esperanza. Al tiempo que le toca opinar sobre la situación
política del país, observa que el dictador Macías es una invención del ejecutivo español,
255

pero más adelante apunta las sutilezas de la cooperación china en África en general y en
Guinea en particular. En su sentido, la clave del éxito chino radica en la perspicacia a saber,
la no intromisión en los asuntos y política locales, un mayor apoyo económico y el
recogimiento de sus ciudadanos. Con esta estrategia justifica la consecución diplomática
china en Guinea con respecto a los demás países comunistas como Rusia o Corea del norte.
Tratando del nuevo régimen, Molinos ve en el líder Obiang Nguema un simple militar
heredado del ejército colonial sin ningún proyecto político pero que pretende usufructuar el
corriente golpe de Estado para obtener la absolución completa de su funesto pasado. Cuando
Molinos toma notas durante el pleito de Macías, apunta el ajuste de cuentas verbal entre el
dictador y algunos procesados, es un intento de salvación donde cada uno se afana a
exculparse de los delitos imputados a todos e intenta echar toda la culpa a los demás.

Molinos es un personaje fundamental porque, es el que elige el autor y le consagra


todo el capítulo nueve reconstruir mental y detalladamente la historia del golpe del Estado,
en la piel del teniente Obiang Nguema, desde la planificación, la preparación, la ejecución
hasta la conferencia de prensa. En esta versión considerada la verdadera sobresalen
sucesivamente la duplicidad del teniente Obiang Nguema, los demás actores principales
implicados en el golpe, la flojedad socioeconómica del país y que le hace propenso al
cambio político el apoyo diplomático eficiente de España o también la actitud neutral de los
mandos vecinos y que los convierte en cómplices pasivos. Por supuesto, Molinos como sus
colegas repasa algunos temas vinculados con el oficio de enviado especial. Entre otros
menciona la indiferencia del público lector español de los que muchos desconocen a
Guinea. Para él, hay periodistas, él incluido, que se sirven del oficio de reportero como
escaparate para sustraerse de la frustración de las redacciones pero que nunca llegan a
triunfar. En adelante, se dedica a una categorización de los medios; la agencia es un medio
informativo más completo e intenso que el diario o que la televisión mientras pero el diario
es preferible a la televisión. En seguida los califica, la agencia abrasa, la radio pita, el diario
quema, la televisión mediatiza, el semanario es lo más difícil y se pierde tensión. En cuanto
al compromiso del periodista, Molinos opina que el lector no puede exigir a que éste esté de
acuerdo con él, no obstante, el reportero siempre está obligado a elegir un campo. El papel
atribuido a Molinos lo definen como un personaje a la vez independiente y perspicaz, no
sólo observa pero también analiza la gente y las situaciones a su alrededor.
256

- Teodoro Obiang Nguema: El teniente Obiang Nguema es el segundo personaje


principal de esta novela, transparente y referencial histórico. Teodoro es considerado como
el nuevo hombre fuerte del país, es el líder y presidente del Consejo Supremo Militar y de
ahí que es la máxima autoridad política del país. Es un polígamo de dos mujeres, alférez por
la academia militar de Zaragoza, Obiang es identificado como pariente del dictador
derrotado y en cuyo gobierno ocupó el puesto de viceministro de defensa, Jefe de la Casa
Militar del presidente. Desde el principio y a lo largo del relato, hay indicios que lo
configuran como un personaje morboso, ya que es uno de los escasos supervivientes entre
los hombres de confianza del ex dictador. Parte de los reporteros le describen como un
hipócrita con apariencia cauta, introvertida o tímida. Su comportamiento revela un hombre
mezquino, eso se da ampliamente cuando se analiza su papel en el régimen anterior.
Aparece vinculado con acciones represivas, encabeza los interrogatorios y numerosas
ejecuciones sobre todo de presos en Blabich. Le atribuyen por ejemplo la conspiración
trágica de tres personajes Esono, Oyono y Ochaga denunciados golpistas. Es designado el
principal hombre de confianza del dictador y de ahí uno de los máximos verdugos impunes
del anterior gobierno de fuerza. En lo que atañe a su papel político, algunos reporteros lo
consideran poco inteligente y carente de ideología aunque teniendo buenas intenciones,
además le acusan de utilizar su papel en el golpe en beneficio propio y así obtener que el
pueblo se olvide su oscura participación en el gobierno anterior. Esto es precisamente
perceptible en el retrato que el teniente se hace de sí mismo, él se define como un
nacionalista y preponderante artífice de la paz, de los intereses y derechos del pueblo
guineano desde la independencia. En realidad, el discurso sobre el teniente es un incesante
juego entre el narrador y este personaje. Como en un monólogo narrado, el narrador se sitúa
en la mente del teniente para desvelar su verdadera personalidad y sus pensamientos
íntimos, frente a un personaje deseoso de ser percibido como una víctima más del dictador
pero también un salvador constantemente a la escucha del pueblo. Este juego es
particularmente perceptible primero, durante la rueda de prensa pronunciada por el teniente
y luego, a través del relato de Mario Molinos donde pretende restituir la verdadera historia
del golpe de Estado. Durante la conferencia de prensa Obiang hace caso omiso de sus
funciones anteriores pero asume con orgullo la iniciativa del golpe y justificando el suceso
como una respuesta espontánea al llamamiento del pueblo guineano esclavizado durante
once años. Defiende el golpe como un movimiento revolucionario conjuntamente llevado a
cabo por el Consejo Militar Supremo que reúne oficiales, suboficiales, tropas y también
civiles habiendo adherido todos con el propósito unánime de derrotar al régimen dictatorial
257

y restaurar la democracia en el país. En adelante vuelve el narrador calificando esta rueda de


prensa de circo organizado por el teniente para construirse una imagen errónea de humanista
para así echar la culpa al único Macías Nguema al que designa como tirano o dictador.
Posteriormente, en el capítulo seis, Obiang resume la acción del dictador, le atribuye una
lista exhaustiva de delitos y le responsabiliza de numerosos crímenes e incluso de la
destrucción del tejido socioeconómico del país. En cambio, el teniente en adelante se
muestra más humilde cuando le da atribuir los méritos del exitoso golpe al grupo
revolucionario y comunicar un esbozo de las acciones inmediatas: él solicita el retorno de
los refugiados, auspicia buenas relaciones con España o expone la igualdad y unión nacional
claves para la reconstrucción del país. El juego culmina cuando Molinos ofrece una versión
contraria del golpe metido en la piel del personaje Obiang. Esta vez retrata al teniente
Obiang Nguema particularmente calculador, fuerte, invulnerable y traidor además, le
atribuye un poder tradicional heredado de su tribu y al que se suma una adicción a las
hechicerías. El narrador define también al teniente como el libertador principalmente con el
apoyo diplomático de España. Finalmente, el teniente Obiang actuando de presidente de
hecho anuncia las medidas más apremiantes, algunas restauran las libertades arrebatadas
pero otras pretenden hacer olvidar al personaje dictatorial entre otras hay: el levantamiento
del toque de queda, la autorización de vacunas, bautismos con nombres cristianos,
reapertura de las comunicaciones internacionales, llamamiento a la responsabilidad de los
agentes del Estado para una Guinea mejor, la isla Macías pasa a llamarse isla de Bioko,
desaparece el apellido y las señas de Macías Nguema en todos los espacios públicos
sustituidos por las fotografías del nuevo líder. Al final de la obra el narrador arremete con la
mezquindad del teniente tras hacerse pública la sentencia a muerte del dictador, el narrador
le describe aliviado tras la ejecución de la misma.

Como se puede contemplar, Teodoro Obiang aparece en esta novela con su identidad
real, por eso es un personaje referencial histórico. En esta novela es un personaje con una
doble calificación que derivan de su papel del pasado y del presente, pues es el libertador y
también un verdugo frío. Quitando estas características, cabe el mismo personaje evaluado
esta vez por su carácter, pues aparte de ambivalente es también un hombre encogido, astuto,
desconfiado pero también un valiente militar.

- Francisco Macías Nguema: también llamado Masié Nguema Biyogo Negue


Ndong, es un personaje referencial histórico y dinámico ya que pasa de presidente destituido
258

a preso y finalmente falle. Su recorrido le define es a la vez como un antiguo estudiante en


la Escuela Superior indígena de Santa Isabel, auxiliar administrativo colonial, antiguo
alcalde de su distrito Mongomo y condecorado con la Medalla al Mérito Civil. Cincuentona
de pelo rizado, los pómulos salientes y tatuajes en las cejas, Macías Nguema es un fang de
la tribu ―esengui‖ del pueblo Nsangayon, divorciado y polígamo. Es el primer presidente
guineano cuyo destrozo trae a los reporteros internacionales a Guinea. Es un personaje
principalmente ambiguo, retratado como un hombre morboso, enojado, desconfiado,
vanidoso o también infame. Estos rasgos que se hallan dispersas en el texto enfocan
principalmente tres aspectos, el Macías político, social y místico. En primer lugar, Macías
aparece como un dictador impiadoso y particularmente morboso. En general, los
calificativos asociados a su nombre, personalidad o labor son muy significativos, Macías
Nguema es el gran maestro en enseñanza popular, arte y cultura tradicional, es luz y guía del
pueblo, es el padre de la patria, el líder de acero o simplemente el presidente vitalicio.
Políticamente, es descrito como el mando que durante once años llevó a cabo un
movimiento revolucionario anti imperialista basado en la abolición de todas las señas
coloniales, el monopolio del poder, el avasallamiento o destrucción progresiva de su pueblo.
Esta política se ha apoyado en unos instrumentos represivos como son el partido PUNT, el
ejército, la milicia popular y la juventud en Marcha con Macías. Los indicios referentes a la
acción demoledora del régimen de fuerza liderado por Macías son legión en la obra, entre
otros la prohibición del catolicismo, de productos imperialistas, la utilización de los
ministros para obras de construcción, la represión social mediante las detenciones masivas y
encarcelamientos arbitrarios o las ejecuciones públicas. En La tribu se hallan incluidos
textos de autores que se han interesados y plasmado la acción y personalidad de Macías
Nguema como dictador, son Frederick Forsyth, Rafael Fernández, Rafael Mendizábal,
Ramón García o Antonio García Trevijano. Todos coinciden en retratarle como un caso
patológico, un hombre con carácter sanguíneo, desconfiado por naturaleza, inculto, realista
y utópico simultáneamente, autoritario aunque a veces sencillo. Macías destaca también por
la prodigiosa fascinación y confraternidad con algunos otros líderes revolucionarios o
dictadores como son Idi Amin Dada, Fidel Castro, Francisco Franco, Adolf Hitler o Mao
Tse Tung.

En segundo lugar, se destaca el personaje social Macías Nguema, un aficionado del


lujo y retratado como clínicamente loco. Las condiciones de vida de Macías, sus anhelos y
adicción al bien estar propio contrastan con la miseria en la que vive el pueblo. Mientras los
259

hospitales o servicios públicos caen en ruinas, Macías conserva el tesoro nacional encajado
en su pueblo. Él posee un patrimonio inmobiliario alucinante, cuatro palacios entre los que
el de su pueblo es una imitación del Versalles francés, su exploración llevada a cabo por la
tribu desvela el lujo arrogante de sus muebles todos importados. La excentricidad de Macías
se hace aún palpable cuando anuncia la construcción de un hotel y aeropuerto en su pueblo
para fascinar al mundo entero. Además de su extravagancia, el narrador proporciona otros
indicios que cuestionan la salud mental del presidente. Destaca contradicciones a saber que
en el país está prohibida la medicina occidental mientras tanto, la exploración de su palacio
descubre una cantidad impresionante de recetas médicas y medicinas de todo tipo. Más aún,
algunos valientes guardianes del mismo palacio se han atrevido a retratarle como un hombre
sin auto control ni confianza en sí mismo, pues hecha siempre la culpa de sus errores a los
demás y nunca reconoce sus debilidades. Otros en cambio le pintan drogadicto y
practicando el canibalismo, un enigma psicológico tanto parece mentalmente inestable ya
que constantemente irritado o subvertido. Para el narrador, él es un tonto contemporáneo,
enfermo y tirano paranoico desconfiado de sí mismo y de los demás, la falta de control
característica de sus emociones y acciones le ha convertido en un ser incoherente.

En última instancia, el relato destaca un Macías adicto a las prácticas místicas. A


pesar de una guardia pretoriana compuesta de ciento cincuenta y cinco personas soldados
por un ejército de dos mil hombres, Macías está obsesionado por su seguridad a causa de su
desconfianza y demencia. Es un aspecto de su personalidad que echa raíces en su familia, se
lo describe un brujo tradicionalmente preparado y rodeado de animales a este fin.
Finalmente, es un personaje lleno de prejuicios, tal vez por su propio sentimiento de
inconstancia o la manía que tiene sentirse constantemente incómodo interactuando con otras
personas. Según el narrador, la brujería es el modo de vivir de Macías, incluye un medio de
fianza y de protección personal y también trata asimismo de consolidar el poder absoluto y
perenne. Todos estos recursos por el interés egocéntrico han hecho del presidente un
personaje que infunde un miedo tremendo en la población. La deposición y destino trágico
de Macías en esta novela suenan como una culminación lógica, es profesionalmente
incompetente, socialmente inadaptado y políticamente contraproducente. Tras permanecer
cinco años recluido en su pueblo, Macías es capturado en la selva y detenido junto a algunos
allegados igualmente imputados, son acusados de delitos de genocidio, asesinatos masivos,
malversaciones de fondos públicos, daños materiales, violación de los derechos humanos o
traición a la patria. Comparado a su vida, el final de Macías es patético, la sentencia de la
260

justicia coincide con la voluntad de la población. Entre los reporteros extranjeros, algunos
avalan la perspectiva de una venganza popular del pueblo contra el líder traidor, para otros
observadores, el antiguo líder representa un estorbo y su muerte indulta la conciencia de
numerosos verdugos quedados impunes. A pesar de sus insistentes exhortaciones a la
compasión del tribunal, el pervertido dictador quien por afán de gloria y por desmedidas
ambiciones personales se volvió un hombre vanidoso, desidioso o extravagante paga con su
vida el desprecio por el pueblo guineano.

Como se puede observar, el personaje Macías Nguema ha sido descrito en la novela


de Manuel Leguineche desde su identidad real a saber, el primer presidente de Guinea
Ecuatorial elegido en octubre de 1968, valorado por la opinión nacional e internacional
como un despiadado dictador, finalmente destituido y ejecutado en agosto de 1979.

VII-1-2-2- Los personajes secundarios

Son aquellos personajes cuya implicación influye bastante la trama. Por anhelo de
coherencia y habida cuenta su número considerable, los hemos dividido en dos grupos en
base del origen y afinidades internas a saber, en un primer lugar los españoles y personajes
no españoles o extranjeros, y en segundo lugar estudiamos los personajes africanos en dos
etapas, los guineanos y luego los demás africanos.

-Los personajes secundarios españoles y extranjeros

Son en total 27 periodistas pero de distintos orígenes, algunos han sido agrupados
por su afinidad pero en general los hemos estudiado individualmente son: Albert, Michel,
Jean Paul Mardore, Ingmar Larsen, John Abercrombie, Mariano Zabala, Javier Leoz,
Esteban Guio, León Esparza, Vicente Escudo, Tartarín, José Luis Ramírez, Jacinto
Esparabé, Dimas Sánchez, Luis Arroyo, Pedro Ferrer, Conrado Acevedo, Ricardo Fresnedo,
Rafael Osorio‖ bilongo‖, Cándido Planas, Eloy Saravia, Estanislao Cunill, Patrick Galley,
Alejandro Murillo, Ramón Siguan, Mónica Rubio, Cari Esplandiú

- Albert, Michel y Jean Paul Mardore: estos van casi siempre juntos, son tres
fotógrafos franceses congregados a Guinea para cubrir el golpe del estado encabezado por el
teniente Teodoro Obiang Nguema. Los tres forman parte de la tribu que cuenta unos
261

cuarenta miembros según el narrador. Albert se distingue de los demás como el experto en
balística. En la ciudad de Bata donde parte la tribu coinciden con los disparos, Albert
identifica por el oído las armas utilizadas por los beligerantes así como su origen de
fabricación. El mismo expone su decepción por lo que se esperaba presenciar un conflicto
abierto y en sitio, los escasos tiroteos que perciben son insuficientes para hacer un reportaje
que interese a su público lector. En cuanto a Michel, nos descubre algunos aspectos del
oficio de fotógrafo vinculados con los conflictos armados. Señala por ejemplo el valor
fotogénico de la violencia enfatizando el papel de la imagen en los conflictos. Igualmente
subraya el impacto devastador de las imágenes de guerras sobre los reporteros gráficos.
Más adelante trata también de demostrar que tanto los periodistas como los fotógrafos
laboran para repercutir la violencia de los conflictos armados. Albert y Michel forman parte
de la expedición en la que se traslada parte de la tribu en Bata y Mongomo en busca de los
materiales utilizado en el golpe contra Macías. Ambos participan también de la exploración
del palacio presidencial de Nsangayon durante la cual descubren la verdadera personalidad
del dictador mediante unos extraños hallazgos. Por fin, el relato atribuye a Michel una
escena de sexo puntual y el consumo del ―Bhan‖ la droga local para desvelar unos vicios
característicos del oficio de reportero. Otra realidad del universo de la comunicación se
destaca con el fotógrafo francés Jean Paul Mardore que se convierte oportunamente en el
traductor de un periodista estadounidense a cambio de alguna remuneración. Con este
último personaje, el autor pone también a la luz las tumultuosas relaciones que los
comunicadores mantienen sobre el terreno con los diplomáticos de sus respectivos países.
Precisamente al respecto Mardore confiesa su odio por los diplomáticos porque dice son
tacaños, prepotentes y sobre todo tienen poca consideración por los periodistas.

- Ingmar Larsen: es un periodista sueco de sesenta y cinco años, es el decano de


toda la tribu reunida en Guinea. Acudido como otros nuevos periodistas en víspera del
consejo de guerra de Macías, Larsen participa principalmente de la radiografía de la
profesión periodística en esta novela. En este sentido, Larsen pone en tela de juicio su larga
experiencia profesional y sus impactos socioeconómicos. Y a partir de su balance personal,
deduce que el periodismo es una profesión engañosa puesto que tiene una doble cara, una
ilusoria referente a las comodidades que se ofrecen sobre el terreno y la otra a tiende una
escasa remuneración que contrasta con un número muy superior de obligaciones pecuniarias
algunas de ellas derivadas de una sucesión de fracasos matrimoniales.
262

- John Abercrombie: es un estadounidense apodado Juanito, aparece como un


presunto informador agente de la CIA americana camuflado de periodista. A diferencia de
todos los demás enviados especiales, Juanito acude a Malabo en una avioneta de alquiler.
Además, destaca por su apariencia, un hombre particularmente aseado, delgado y rubicundo
con el cráneo pequeño y poco pelo. A parte sus señas de desahogo material característica de
los enviados especiales estadounidenses, se le atribuye otros rasgos propios a los
informadores, es repulido y discreto, llevando una vida sexual sana y con poco aprecio para
el alcohol. Algunos enviados le encuentran poco interesante como informador aunque
admitiendo que es uno de los recursos estratégicos para triunfar como enviado especial. El
relato sobre Juanito suma más inclemencias de la profesión que hacen de los reporteros
propensos a las enfermedades endémicas. Esta vez en Guinea y a pesar de las vacunas
preventivas, Juanito y otros periodistas infectados por la malaria sufren tremendas diarreas.
Además, el anglosajón Juanito no maneja el español y por lo tanto tiene que recurrir a un
traductor.

- Mariano Zabala: es un periodista belga que trabaja a la vez para la radio, la


televisión y para un semanario. Su retrato general es una metáfora de África, el narrador lo
describe sucio, borracho, mujeriego, generoso o supersticioso. Es el personaje mediante el
que el autor plasma la dialéctica negro, siendo él un experto en temas vinculados con África.
Por fin, Mariano es un personaje divertido, despegado y en su profesión se muestra
precavido. De acuerdo a su carácter algo relajado, Mariano intenta demostrar a sus
compañeros que la profesión periodística excluye la objetividad.

- Javier Leoz: apodado el ―sadomasoca‖ es un personaje secundario, estático y


transparente, un reportero español enviado especial de El Mercurio. Leoz es particularmente
adicto al sueño pero también consume el alcohol sin ninguna moderación igual que la
mayoría de sus compañeros. Es un personaje divertido pero también algo frustrado por su
profesión, él participa de la radiografía de su profesión y por lo tanto pone en tela de juicio
unos aspectos positivos y otras debilidades de su oficio. Es obvio que su profesión es
gratificante cuando uno tiene cumplida su misión pero vuelve a enfatizar sobre la amenaza
contra la salud durante o después de los trabajos de campo. Leoz es también un reportero
inquieto que se muestra preocupado por su porvenir, su pesimismo surge de una reflexión
personal sobre el presente y proyectándose en el futuro del periodismo escrito. Observa un
interés decreciente de los públicos lectores y que convierte el periodismo escrito en un
263

empleo precaria. En cambio, su profesión requiere cada día más competencia debido a la
diversidad temática. En definitiva él concluye junto a su compañera Mónica Rubio que el
periodismo escrito es más un sacerdocio que una profesión lucrativa.

- Esteban Guio: es un fotorreportero español miembro de la tribu y presente en


Guinea. Guio está fascinado por el personaje Luciano Ndongo. Él aprovecha sus andanzas
por la ciudad para sacar imágenes de los barrios malabeños. Como Leoz, él está
profesionalmente frustrado, igualmente se suma a la radiografía abordando la inestabilidad
matrimonial como un corolario inherente y recurrente en su oficio. En base de su
experiencia propia, la ruptura le ha provocado la ansiedad, la depresión, la angustia, la
conciencia de culpa o la crisis de identidad. Además, señala la incidencia de las crisis
matrimoniales sobre la competencia profesional por eso concluye a su vez que el
matrimonio es horrendo pero el divorcio es una desesperación.

- León Esparza: este personaje aparece a veces como Eloy Esparza pues es otro
miembro de la tribu presente en Guinea. Es conocido por sus crónicas incendiarias. En
Guinea Esparza encuentra la mayor dificultad para desarrollar su oficio no sólo por falta de
inspiración sino también por disponer sólo de medios materiales muy rudimentarios.

- Vicente Escudo: es un miembro de la tribu enviado especial y cámara de


televisión. Es un hombre despegado y algo alegre que a menudo se hace el hueco necesario
para ligar.

- Tartarín: es uno de los enviados especiales trasladados sucesivamente a Bata en


busca de los focos de tensiones y luego en Nsangayon para explorar el palacio presidencial.

- José Luis Ramírez: apodado ―el Virtuoso de la Hasselblad‖, enviado especial de la


revista Hoy Día. Distingue por su afición por las perspectivas originales de reportajes.

- Jacinto Esparabé: es un personaje diseñado para explorar el desarrollo de las


relaciones entre Guinea y España. Esparabé es un corresponsal volante de Ilustración
futura, su conducta revela un profesional audaz, hábil y atrevido. Tuvo el valor de
disfrazarse de misionero y logró confesar al general Pinochet. Esta vez, Esparabé es el único
miembro de la tribu que acompaña personalmente al teniente Obiang a la conferencia de
prensa. En África aficiona particularmente los testimonios de las monjas violadas,
efectivamente obtiene las confesiones de la sor Inés de la Cruz víctima de las exacciones de
264

los soldados. Concretamente, Esparabé piensa que los guineanos son gentes hipócritas que
se mueven por su único interés, observa que los mismos que anteriormente se volvieron en
contra de los españoles y sus instituciones, por las circunstancias puntuales hoy alaban la
amistad con España. El reportero extiende la cobardía característica a todos los negros
africanos y el odio también. Igualmente, lamenta el odio guineano que alcanza hasta los
descendientes de españoles, aquí los mulatos aunque siendo de madres annobonesas, son
despreciados y marginados por los guineanos que los consideran bienes abandonados. En
realidad, Esparabé es uno de los personajes mediante los que Leguineche pone de relieve los
prejuicios raciales sobre los guineanos en particular y los negros en general. Algunos
observadores reporteros se muestran particularmente tajantes cuando les toca abordar la
sexualidad interracial. Encuentran anticuada la sexualidad tal como practicada por las
guineanas y las africanas en general. A fin de cuenta, Esparabé sale de Guinea con un
sentimiento mitigado, satisfecho por la misión cumplida pero siente frustración porque
disfrazado de enfermero no ha logrado entrevistar a Macías Nguema desde su celda. Como
los demás, Esparabé a su vez descubre el genio de los reporteros por conseguir su meta.

- Dimas Sánchez: es un director de periódico y ex docente de periodismo que formó


a dos miembros de la tribu que son Eloy Saravia y Ramón Siguan. Es un personaje
secundario que define un arquetipo a la vez un docente meticuloso y también un periodista
experimentado. De hecho, es recordado por sus antiguos aprendices como un docente
autoritario nato, riguroso, un periodista intuitivo y determinado. Esto es un pedagogo que
siempre salió en defensa de su oficio y descartando un pretendido dominio de la televisión.
En su sentido, la televisión tiene el sentido de la vista y del oído mientras el olfato y el gusto
enmarcan en a la prensa escrita. Dimas goza de una gran notoriedad y su incuestionable
autoridad radica en un carácter personal desconfiando, inconstante y despiadado. Estas son
las razones por las que sus reporteros enviados a Malabo no se permiten ningún despiste
porque se les exige un rendimiento óptimo. Los apodos atribuidos a Dimas son muy
instructivos, es a la vez el Zar, el Barrón, el Buda, el Bonzo, el Guru el Mandarin o don
Corleone.

- Luis Arroyo: es un periodista recién llegado a Malabo procedente de Managua.


Como miembro asiduo de la tribu, parte de sus compañeros se reúnen en la habitación 18
que ocupa en el hotel Bahía, repasan algunos acontecimientos trágicos ocurridos en
misiones anteriores y principalmente en Managua. Con Arroyo el autor vuelve a enfatizar el
265

peligro del oficio de reportero, en los focos de tensiones o durante los conflictos armados.
Comparte el pesimismo de Javier Leoz para quien ejercen una profesión especialmente dura
y arriesgada.

- Pedro Ferrer: es un personaje secundario bastante transparente y directo. Este es a


la vez abogado, periodista y miembro de la tribu presente en Guinea. Su apariencia externa
revela un hombre de poco pelo y con un rostro ―sin biografía‖. Sus compañeros le acusan de
egoísmo e insolidaridad dentro del grupo. Sin embargo, Ferrer destaca como un profesional
meticuloso y precavido, tiene particular empeño en preservar su salud y su seguridad
durante las misiones sobre el terreno. A Guinea trae un botiquín de urgencia con
vermífugos, toallitas refrescantes y agua mineral tampoco olvida el seguro de vida. A pesar
de todo, la prevención no es ninguna garantía absoluta puesto que Ferrer sufre la primera
baja de la tribu por culpa de la fiebre. Sin embargo, contrariamente a su egoísmo usual, sus
colegas le comunican las informaciones recogidas, si bien, no dudan criticarlo por su estilo
plagado de latinismos y que resulta poco asequible a cualquier público lector. En cambio,
cuando algunos de sus compañeros se indignan de tantas carencias observadas en Malabo,
Ferrer les requiere humildad y recordándolos que en España tampoco está todo perfecto.

- Conrado Acevedo: Es otro periodista español enviado especial de El Mercurio y


miembro acostumbrado de la tribu presente en la corriente misión guineana. Conrado
sobresale por su sutilidad e impudor y, su carácter es la base de todas sus acciones y
pensamientos. Viene descrito como un hombre con aire de digno caballero, es el menos
nervioso, tiene el mejor oído de la profesión y siempre es el último es transmitir. La tribu de
los enviados especiales es un grupo aparentemente homogéneo pero este personaje
introduce fisuras a saber que la comunión no excluye los intereses individuales. En el grupo
Acevedo es uno de los que anhelan el triunfo personal por encima de todos y por eso,
paralelamente investiga por su cuenta propia, rastreando las notas de sus compañeros o
espiándoles y así se siente intranquilo cuando no controla su ubicación. Por su reiterado
hábito tramposo, las telefonistas le han atribuido un apodo significativo, ―Bató‖ o ―el
Orejas‖. A la inversa de la actitud solidaria manifestada con Pedro Ferrer enfermo, la tribu
despista a Conrado exponiendo expresamente falsas noticias y él no duda recuperarlas.
Conrado Acevedo contribuye principalmente de la descripción del periodismo
descubriéndonos su lado gracioso a pesar del peligro que asecha constantemente.
266

- Ricardo Fresnedo: es un fotógrafo español enviado especial de la agencia Iota. Su


acción en la obra no tiene mucha trascendencia. Sin embargo, en la tribu se le sabe un
fotógrafo listo, más rápido y más imaginativo. Fresnedo es un oportunista que aprovecha
cada instante o situación para sacar imágenes, es lo que hace durante la expedición en Bata,
Mongomo y Nsangayon. Es también reputado como destacado previsor sanitario, de hecho
distribuye a todos las lociones contra las picaduras de mosquitos causantes de la malaria.
Más allá de su hábito a silbar constantemente, comparte la afición por las bebidas
alcohólicas y drogas locales.

- Rafael Osorio: es un periodista presente en Guinea donde estuvo trabajando algún


tiempo anteriormente como reportero de Radio 24 de Madrid. Su sobrenombre es ―bilongo‖
o mal de ojo. Este antiguo reportero de corridas de toros, de fútbol y de información
municipal es descrito como un periodista con un pasado profesional turbulento. Esta vez, el
autor recalca de nuevo en un personaje que ni las quejas del público oyente ni tampoco el
tiempo han llegado a cambiar. Osorio aprovecha el ambiente precario en Guinea para
preparar una venganza contra los rusos, concretamente, inventa una pretendida contra
ofensiva soviética en Luba para liberar al dictador Macías. Por causa de unas informaciones
polémicas que han originado sospechas mutuas y dudas dentro de la tribu, Osorio y otros
reporteros improvisan un viaje a Luba para remediar a este clima de rebatiñas persistente.
En resumidas cuentas, Osorio es un periodista innoble y con escasa ética que utiliza su
profesión para satisfacer sus empeños propios.

- Cándido Planas: es un enviado especial reportero de televisión y acostumbrado de


los conflictos armados y sobre todo en África. Planas es conocido por su carácter impasible
y también tímido aunque a veces muestre más audacia al frente. Planas vive angustiado por
una prematura calvicie y que le obliga a cuidarse constantemente. Tocante a su profesión,
Planas es un reportero indestructible que lo sacrifica todo por cumplir con su trabajo. Es
considerado como un buen reportero, conocedor de armamentos, ávido del peligro y muy
osado. En la radiografía del oficio de reportero, Cándido Planas expone los trucos de su
profesión y también la diferencia entre la prensa y la televisión. Mantiene que es posible
conseguir una buena crónica haciendo acopio de información mediante los rumores u otras
radios pero con una buena pluma aunque sin presenciar los sucesos. En cambio, argumenta
la fidelidad de la televisión que no admite ninguna defraudación pero exige precisión y con
267

imágenes adecuadas. Finalmente, Planas es un personaje socialmente encogido y


profesionalmente atrevido.

- Eloy Saravia: es un hombre huesudo y calvo, otro reportero que viaja a Guinea por
su primera misión africana como enviado especial. Saravia muestra su desconcierto porque
no encuentra el África de los estereotipos europeos. En lugar de ciudades y seres salvajes
con taparrabos, una topografía extraordinario, la realidad es otra, en lugar halla un ejército
de guineanos hambriento pero digno en la pobreza. Ansioso y novato, él repasa de nuevo
algunos temas vinculados con el oficio de enviado especial. De antemano expresa su
pesimismo por un oficio que ha perdido la vocación, la fe, y la curiosidad por la historia.
Más adelante, concluye contundentemente que es un oficio de solteros donde para triunfar
hay que olvidarse de la familia y permanecer concentrado. Siempre tocante a su oficio
Saravia plantea de nuevo los fracasos matrimoniales derivadas de las tentaciones sobre el
terreno, el desentendimiento constante entre las parejas o el carácter posesivo de las esposas
de reporteros. También lamenta la desmotivación de los lectores de prensa en beneficio de
la televisión y de la radio. Igualmente piensa que los reporteros son unos damnificados a la
vez odiados por el público y despreciados por los empresarios. Él revela las diferentes
fuentes de información infalible en su oficio, son el taxista del hotel, el camarero del bar
pero hay también las señoras de limpieza. Saravia aborda otros temas como la corrupción en
el oficio, los conflictos de intereses o de influencia entre colegas o los muchos riesgos
sanitarios que acortan la esperanza de vida de estos profesionales. Apunta al respecto el
ejemplo de la guerra de indochina donde cuarenta y tres periodistas fallecieron mientras
sesenta y cinco resultaron heridos o mutilados.

Después de Bata, Mongomo y Nsangayon, Saravia y sus compañeros emprenden la


exploración de la ciudad de Malabo y el resultado es alucinante, todo es ruina y desolación.
Por ejemplo, Saravia que se dirige hacia el ministerio de la función pública describe un
lugar hundido en la miseria donde carece hasta el material básico para garantizar un servicio
público aceptable, otros reporteros se llevan la misma impresión de desastre visitando los
hospitales, las escuelas o la catedral. Por fin, Saravia es un acostumbrado de los amores
efímeros para evitar el aburrimiento y no sufrir la baja moral. En resumidas cuentas, Eloy
Saravia es un personaje divertido y valiente, logra el éxito laborando duro, pero también
sabe cuándo y cómo relajarse.
268

- Estanislao Cunill: es un reportero y enviado especial del Progreso mercantil e


Industrial de Barcelona, otro acostumbrado de la tribu. Como Eloy Saravia, Cunill aficiona
las crónicas exclusivas. Aborda a su vez la problemática del oficio de corresponsal
enfocándose en la corrupción o el desprecio de los políticos para con los periodistas. Sin
embargo, Cunill confiesa también la indiferencia de los periodistas con respecto al público
receptor. Mantiene que la televisión alienante porque convierte el reportero en un perezoso
mental igual que a los telespectadores. Con este personaje se descubre una estrategia que
consiste en la formación de alianzas o capillas donde los reporteros comparten mejor la
información excepto la gran exclusiva. En esta misión los aliados de Cunill son Ramón
Siguan y Mario Molinos. Abogando en el sentido de Saravia, Cunill lamenta la falta de
previsión de Montserrat su esposa, esta es una actitud que choca con sus intereses
profesionales donde se valora tanto la inteligencia, la fidelidad como la apariencia externa.
Tras rastrear la capital y sus inmediaciones en vano, de hacer acopio de las especulaciones,
parte de la tribu acude a Bata en busca de datos concretos acerca del golpe y del ex
presidente. Cunill aprovecha un viaje por carretera rumbo a Mongomo para escribir un largo
artículo de comunicación que resume la historia del país desde los descubrimientos
territoriales hasta el final de la dictadura. Se explaya también sobre el personaje Macías y su
carrera política, la dictadura y sus repercusiones o las figuras nacionalistas guineanas y sus
aliados españoles a la víspera de la independencia. En este artículo se da también parte de la
bibliografía literaria acerca de este país. El personaje Cunill da cuenta de forma apropiada
como profesional como reportero, sus relaciones sociales y su vida privada. Además, pone
en evidencia algunos desajustes del sistema judicial guineano, observa que Macías y los
otros procesados son los chivos expiatorios, muy pocos para tantos crímenes. En cuanto al
desarrollo del juicio, el arreglo final del reportero pone de relieve una concepción
escasamente ecuánime de los derechos humanos en África y de la identidad del sujeto
poscolonial africano por construir. En resumen, Estanislao Cunill es un personaje, mirado,
despegado y extravertido que observa y analiza los sucesos mediante una sensibilidad
humana y profesional.

- Patrick Galley: es un reportero irlandés, corresponsal del Globe de Londres en


Nairobi. Es descrito como un hombre con pelo color zanahoria, un tipo desgarbado y muy
alto. Esto es un acostumbrado de la tribu y mayor conocedor de África, de sus temas y
pueblos. Por su larga experiencia africana, Galley se muestra mejor preparado para analizar
los conflictos que se desarrollan en este continente y, a menudo llega a adelantar el
269

desenlace. En este sentido, opina que el golpe de Estado guineano no es ninguna


improvisación ni tampoco un suceso repentino, es resultante de una concertación previa que
incluye potencias extranjeras como son España, Alemania, Estados Unidos, Cuba o la Unión
Soviética con algunos ejecutivos guineanos. Matiza más adelante que en África no hay
golpe de Estado que no tenga que ver con la antigua potencia colonial. Como corresponsal
de guerra, Galley aficiona los temas difíciles en cambio, se indigna ante los reporteros que
utilizan las imágenes de guerras por los únicos fines comerciales. En su sentido, este
comportamiento observable por ejemplo entre los periodistas norteamericanos revela del
cinismo y no encuadra con la ética de la profesión. Galley es un personaje que como Eloy
Saravia anteriormente, está construido con algunos rasgos comunes de los corresponsales de
guerras. Ambos aparecen comprometidos en relaciones sentimentales esporádicas y sin
futuro durante las misiones, Galley se apaña esta vez con una compañera periodista y
Saravia con una joven guineana. Finalmente las acciones de Patrick Galley permiten
construir la imagen de un personaje divertido, ingenioso y valioso que goza de cierta
flexibilidad mental para pensar creativamente. Con él por fin Leguineche achaca la
implicación de las antiguas metrópolis en la política de las ex colonias y no para bien.

- Alejandro Murillo: es el reportero enviado especial del diario La Calepsidra. El


llamando profesor o el erudito lamenta las circunstancias deplorables de trabajo en Guinea,
particularmente las austeras condiciones de alojamiento y de sustento, los materiales de
comunicación avejentados y, mientras tanto las exigencias profesionales no tienen en cuenta
las dificultades sobre terreno. Más adelante, el reportero se queja de la falta de cooperación
de los nativos constatada a la hora de recoger y reunir la información acerca de la captura
del dictador. Por su parte, la profesión de corresponsal de guerra es una actividad clásica
pero que expone al peligro físico y riesgo personal al que se suma la indiferencia del
público. Sin embargo, no concibe la guerra como infierno, es más bien divertida. Con su
doble identidad de reportero y escritor, Murillo valora el periodismo literario como un
campo donde las obras más acertadas han sido escritas por profesionales poco
experimentados. Educado en los jesuitas, la fuente de información predilecta segura de
Murillo son los misioneros. En Guinea, es el padre Deogracia quien le aclara la relación
entre la iglesia y el régimen dictatorial, le cuenta particularmente las repercusiones del
poder de fuerza sobre la iglesia católica y los misioneros. Los curas han padecido mucho de
la aversión del dictador por el imperialismo, expulsiones, encarcelamientos, multas
exorbitantes, rescates o exilios para los más afortunados. También aborda Murillo la
270

relación entre España y Guinea, al respecto observa la llegada a Malabo de los pretorianos
marroquíes como una censura de España pretendida mayor aliado guineano. Igualmente
Eloy Saravia interpreta la elección del nuevo líder guineano como un acto de traición dado
que a pesar del apoyo político y logístico proporcionado por España, el teniente Obiang no
confía en la monarquía española, obviamente trata de garantizar su seguridad sin implicar a
España. Alejandro Murillo revela ser un personaje divertido, es un profesional consciente de
sus compromisos y que mantiene una franca colaboración con sus compañeros.

- Ramón Siguan: es un reportero enviado especial de Radio Central que como los
demás, acude a Guinea para cubrir el golpe de Estado. Este es con Eloy Saravia dos
periodistas casados de la tribu identificados. En la opinión de Siguan, los enviados
especiales estadounidenses son mejor tratados que los demás. En cambio, en España los
reporteros sobre el terreno tienen poca consideración con respeto a los colegas de la
administración central. Como Cunill, Siguan afirma que la televisión embrutece y
descerebra. En lo que a Guinea concierne, este personaje trata de demostrar el impacto del
discurso político revolucionario sobre la juventud guineana, el autor describe visitando un
colegio dirigido por las monjas españolas. Allí descubre a la alumna Edelvina que conoce de
memoria una serie de letanías, lemas o discursos revolucionarios. Edelvina es una buena
alumna porque en virtud de la ley revolucionaria es un ritual obligatorio en todas las
infraestructuras de formación. Igualmente en un momento de ocio Siguan se interesa por las
jóvenes guineanas pues ellas son más educadas y dignas comparada a las camerunesas de
Duala que son más agresivas y desenvueltas. En regla general, durante los ratos de
inactividad profesional, los reporteros en la novela tienen sus fórmulas para evitar el
aburrimiento, Siguan y varios compañeros fuman la droga local, se emborrachan, van al
casino, o se ligan. Siguan aprovecha una de esas ocasiones para celebrar con la tribu el
recién nacimiento de su primogénita con droga y whisky. Igual que Patrick Galley o
Alejandro Murillo, Siguan es de la expedición que se dirige al continente a curiosear acerca
de Macías o el desarrollo del golpe. La entrevista al señor Montero y las declaraciones de
algunos rumanos rescatados descubren combates y pérdidas humanas en esta parte del
territorio. Del recorrido de los rasgos característicos de Ramón Siguan se deduce que es un
personaje que como los demás participa de desentrañar las realidades de su profesión y las
del pasado y presente de Guinea y los guineanos. Ramón Siguan es divertido pero a veces
algo ansioso por su trabajo y también por su vida social y en medio de sus propias
contrariedades trata de descubrir del impacto destructivo de la dictadura sobre la juventud.
271

- Mónica Rubio: es una fotógrafa española enviada especial de la Agencia Scoop.


Rubio es descrita como una mujer pueril y erótica con pelo corto y rubio, hoyuelos, caderas
firmes, una cintura avispa, capricornio y olor a jazmín. Rubio es una reportera
comprometida con su trabajo por ejemplo, se deja mojar por la lluvia mientras espera la
conferencia del nuevo líder guineana. Además se muestra solidaria con las mujeres
guineanas cuando sus colegas Esparabé y Siguan tratan de retratarlas desprecio. Por fin,
Rubio comparte el pesimismo de Javier cuando éste se muestra preocupado por la
precariedad característica del oficio de corresponsal de guerra, por eso ella sentencia que es
un oficio sin porvenir ni futuro.

- Cari Esplandiú: es una reportera enviada especial de Ahora y Siempre. Esta


antigua alumna del colegio de las jesuitinas viene retratada como una mujer de altura
mediana, risueña y previsiva pero tiene una aversión particular a los reptiles. En la novela,
Esplandiú participa mucho de la radiografía del oficio de enviado especial. Ella se distingue
como una mujer vitalista e independiente entre los hombres mayoritarios, ella analiza y
argumenta con firmeza para defender sus posturas a menudo distintas. Acerca de la
profesión, Esplandiú se niega al culto de la objetividad y aboga por un estilo periodístico
nervioso. Ella argumenta que su oficio lleva en sí la agresividad y la competencia y por lo
cual, incluye lógicamente la discusión, el antagonismo o la competición en sus prácticas
naturales. No obstante, ella sostiene una ética profesional basada en la generosidad, la
solidaridad. Si bien, es una periodista despiadada que no se deja convencer con facilidad,
por ejemplo, ella sostiene ante Cándido Planas que la guerra es una psicoanálisis, en este
sentido que lo más interesante no cabe en las imágenes crudas o violentas, que el buen
periodismo no es el espectáculo pero más bien la buena información con fuerza y vigor. Del
mismo modo, mientras los colegas hombres aprecian al teniente Obiang como un tímido,
Esplandiú es optimista porque para ella el nuevo líder es un personaje joven, sencillo,
formado y humilde. Esplandiú es la periodista elegida por el autor para introducir el tema de
la proliferación de las mujeres en la profesión. Con su audaz habitual ella sostiene que esto
no es un oficio exclusivamente masculino pero, Mario Molinos es quien enumera algunos
triunfos femeninos; más pasión, más desgarro, una narración más directa, un sentido de la
observación más agudo. Molinos afirma pertinente que algunas son mejores que los
hombres, antes de matizar que su punto débil es cuando su corazón traiciona su inteligencia.
El autor hace de Esplandiú el caso que confirma la regla cuando ésta y Patrick Galley se
ofrecen una tregua nocturna y carnal en la propia cama del dictador en el palacio de
272

Nsangayon. Atendiendo a sus rasgos, Esplandiú es una periodista tan valiosa como ágil que
se mueve con facilidad entre los colegas masculinos es más, en uso de sus capacidades se
impone profesionalmente. Es también una mujer precavida que lleva siempre encima un anti
violador si bien, aunque esté bien equipada no deja de tener consciente primero los peligros
que asechan a los periodistas en el ejercicio sobre terreno de su oficio, y también sabe que
no sólo corre peligro como profesional pero también por ser físicamente vulnerable. He aquí
otro personaje que descubre los inconvenientes del periodismo.

-Los personajes secundarios guineanos y otros africanos

La mayoría de los personajes secundarios guineanos son militares, ellos son quienes
llevan la acción en la trama. Sin embargo, estos personajes segundarios africanos en general
y los guineanos en particular pueden ser reunidos en distintos grupos y según algunas
afinidades internas. Pues tenemos principalmente: los maciístas, los teodoristas, los
intermediarios y en último lugar las víctimas.

-Los maciístas.

La palabra maciísta que está empleada en el relato designa principalmente a


allegados u parientes del dictador Macías Nguema y procedentes de la tribu fang. Ellos son
numerosos y se hallan dispersos a lo largo del relato, muchos de ellos jugaron un papel muy
significativo en provecho del régimen de fuerza o movidos por el interés propio. No
obstante, atendiendo a la situación política vigente, hemos reunido principalmente a los
aliados denunciados junto a Macías. Son acusados principalmente de crímenes, maltratos o
abuso de poder sobre numerosos ciudadanos inocentes. Los elementos de caracterización
individual acerca de ellos son escasos si bien, es su actuación la que les concede mayor
relevancia. Son en total trece personajes, once masculinos y dos colectivos: Miguel Eyegue,
Salvador Ondo Ela, Norberto Nsue Micha, Alberto Ndongo Ayang, Pastor Nsué, Eduardo
Edu Nguema, Bienvenido Micha Nsue, Fortunato Nsó, Román Mba, Tobías Nvulu, Capitán
Bicó, los guardianes milicianos, los jóvenes en marcha con Macías.

- Miguel Eyegue: es sucesivamente ex gobernador civil de la provincia de Río Muni


y ex vicepresidente de la República. Es uno de los procesados que a la acusación de
asesinatos objeta que los presos batenses murieron únicamente durante la ejecución de obras
públicas. Si bien, él es sentenciado a muerte y ejecutado junto a Macías y otros acusados.
273

- El sargento Salvador Ondo Ela: apodado ―Anás‖, es el jefe de la prisión de


Blabich en Malabo. Es un hombre inculto pero también un personaje temido, otro procesado
esta vez acusado de antropofagia y agresión sobre los prisioneros. Además de los delitos
propios, es también imputado por haber utilizado a su perro ―Kope‖ particularmente
amaestrado para acometer agresiones trágicas sobre presos. A pesar del empeño por
rechazar estas acusaciones, su comportamiento no le es muy favorable, más bien destaca
como un personaje malvado y morboso que ha convertido la prisión bajo su mando en un
campo de exterminación. Habida cuenta a su edad muy avanzada, el tribunal militar le
condena a la prisión perpetua.

- Norberto Nsue Micha: ex director general de seguridad y presidente del Atlético


Santa Isabel el equipo de fútbol de Malabo, es acusado de homicidio y sentenciado a
muerte. En el texto, no están expuestas sus actuaciones como militar pero, su papel como
personaje trata de desentrañar los abusos de poder y desbordamientos característicos de los
miembros del régimen dictatorial. Se le ve personalmente castigar físicamente a los árbitros
acusándolos de parcialidad o también a los jugadores por derrotar a su equipo.

- Alberto Ndongo Ayang: es el último gobernador civil de Río Muni retratado como
un hombre morboso, distingue por su reputación de líder o ―capo‖ del sindicato del crimen
y tortura en Bata. Él se resistió al golpe contra el dictador al que cree invencible. Además,
niega el cargo de torturador, pero aun así es condenado a muerte y finalmente ejecutado.

- Pastor Nsue: es el conductor de presos de Mongomo. Su estrategia de defensa


consiste en echar toda la culpa de asesinatos al único líder dictador, pero al final es
condenado a muerte.

- El sargento Eduardo Edu Nguema: es el jefe de la escolta personal del dictador,


también culpa a su jefe de haber destrozado a más de doscientos matrimonios asesinando a
los hombres para luego casarse o secuestrar a sus esposas.

- Bienvenido Micha Nsue: sobrino de Macías Nguema y comandante de su guardia


personal. Un tal Fortunato Nsó es el único acusado que reconoce públicamente haber
matado, pero a sólo tres o cuatro presos algún día. Él como los dos soldados Román Mba y
Tobías Nvulu también acusados son ejecutados.
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- Capitán Bicó: apodado ―Holanda‖ es el único militar de alto rango que se declinó
a participar en el golpe contra Macías Nguema. El narrador lo presenta como uno de los
hombres de confianza del dictador. Físicamente es un hombre fornido, polígamo la
cuarentona, arrogante y gran consumidor de la droga local. Su fidelidad al dictador le vale el
encarcelamiento primero en Blabich y luego un traslado a la llamada cárcel modelo de Bata
por pretendidos motivos de seguridad.

- Los guardianes milicianos: entre los maciístas se encuentran algunos personajes


colectivos como son los guardianes milicianos o los guardias nacionales, dos cuerpos
militares particularmente adiestrados para la llevar a cabo la represión policial y militar. Son
las principales fuerzas de seguridad que oficialmente actúan por lealtad al dictador y demás
miembros influyentes del régimen de fuerza. Son los principales actores de la violencia,
usan del crimen, de torturas inhumanas para coaccionar confesiones, matanzas colectivas,
arrestos arbitrarios o violaciones de derechos y todo tipo de abusos arbitrarios recogidos en
boca de los dañados. Las víctimas de estos aparatos represivos se recogen en todos los
sectores o clases sociales como testifican las víctimas identidades, la inmensa mayoría son
ciudadanos inocentes o impotentes a los que atentan con total impunidad. A estos se suma
un cuerpo formado por los adolescentes y jóvenes, son los jóvenes en marcha con Macías.
Están reunidos en un cuerpo para militar fundado y armado por Macías, ellos contribuyen
activamente a proteger y reforzar el poder absoluto. Tienen un código propio de acción, la
Línea Revolucionaria Estudiantil Guineana que define su acción dentro de la gran ideología
revolucionaria. Son adolescentes inconscientes y pervertidos, también destacan por su
vanidad pero son sobre todos jóvenes despiadados e impunes encubiertos por un régimen
que explota hábilmente su entusiasmo juvenil.

- Los teodoristas

Son los seguidores o aliados del nuevo líder político Teodoro Obiang Nguema. A la
luz del relato, la población tiende a adherir masivamente a la revuelta, desde luego ellos
caben en este grupo. Sin embargo, los hay más involucrados, son los militares de alto rango,
ellos forman el núcleo organizador de la revuelta. Entre ellos hay cuatro antiguos alférez
formados en Zaragoza, a ellos se suman otros destacados militares estratégicamente
reclutados en vista de la ejecución del golpe. Hay pocos rasgos referentes al aspecto físico
de los teodoristas, si bien se dan otros recursos de caracterización como el lenguaje verbal o
la acción de los personajes y que permiten definirlos. Son generalmente personajes planos y
275

estáticos ya que tienden a alcanzar una meta común por lo cual, no cambian su forma de
pensar y de actuar. Son opacos dado que suelen ser personas desconfiadas y que mantienen
callados sus pensamientos o deseos íntimos. Hemos identificado individualmente a ocho
teodoristas, siete personajes masculinos y un colectivo: Oyó Eulogio, Maye Florencio,
Seriche, Salvador Ela Nseng, Toribio Evina, Moro Mba, Feliciano Ombana, los soldados
marroquíes.

- El capitán Eulogio Oyó Riqueza: es un personaje referencial histórico pero opaco


porque el lector tiene que adivinar tanto sus pensamientos como sus deseos. En la novela, es
presentado como un bubi de Moka, hijo de un padre fernandino y de una madre bubi, es el
primero de los cuatro militares formados en la Academia Militar de Zaragoza. Oyó es uno
de los organizadores del golpe, de hecho es un elemento clave para las operaciones militares
en la región continental. Sobre el terreno, las tropas que encabeza derrotan a las de Macías
en Niefang. Oyó es en realidad una víctima, fue expulsado del ejército por intentar
introducir la disciplina entre los militares. Desde allí ha vivido en la clandestinidad, el
corriente golpe le ofrece la oportunidad de vengarse y poner fin al régimen anárquico.
Además del ánimo que le sugieren estas motivaciones personales, la conducta de Oyó
destaca un valioso militar y por tanto imprescindible. Es uno de los escasos militares con
formación jurídica por eso más tarde preside el Consejo de Guerra encargado de procesar
contra los acusados. Durante el juicio, se revela un fiscal riguroso que no duda retirarle la
palabra a un procesado y al final del juicio también preside la ejecución de los condenados a
muerte.

- Salvador Ela Nseng: entre los teodoristas se halla este capitán, el segundo de los
cuatro de Zaragoza. Reúne un conjunto amplio de rasgos característicos ya que su papel es
preponderante en el corriente asalto. Su carácter decidido y arrojado le pone como el
cerebro organizador, es el táctico y estratega de la ofensiva militar sobre terreno. El narrador
le describe como un militar técnicamente bien preparado, conocedor del arte de la guerra, de
hecho es el que dirige las operaciones militares en Malabo la capital. En efecto, Salvador
Ela es el preso personalmente liberado de Blabich por el teniente Obiang Nguema quien
llega a convencerle de la necesidad de llevar a cabo un asalto donde se requiere su
implicación. La relevancia de este personaje se pone de manifiesto en varias ocasiones en el
relato, por ejemplo ya vestido de camuflaje militar, es quien acompaña a Obiang Nguema a
Blabich para liberar a los demás presos y conseguir que se sumen a las tropas en los
276

diferentes frentes. Él desarma y detiene personalmente al capitán Bicó distanciado del golpe
preparado, mientras sus tropas ocupan los espacios estratégicos de la ciudad. Por fin, tras el
triunfo del asalto, Salvador Ela se convierte en el número dos del nuevo régimen, por eso
asiste al teniente coronel Obiang Nguema durante su primera conferencia de prensa.
Además, atiende importantes concertaciones diplomáticas dentro y fuera del país con el
propósito de lograr legitimidad internacional del nuevo gobierno golpista. La determinación
de Salvador Ela justifica unos retos personales, su libertad definitiva está en juego, su
reincorporación profesional también y obviamente aprovecha la oportunidad providencial
para vengarse del dictador y luego fijarse nuevas metas. Al final Ela es un oportunista que
en poco tiempo pasa de un perjudicado a un privilegiado y ambicioso.

- El teniente Seriche: es el tercer miembro del grupo de los cuatro de Zaragoza, otro
militar muy involucrado en el corriente asalto contra Macías. No obstante, es muy escaso el
relato acerca de su implicación en los diferentes frentes sobre el terreno. Aun así, su
compromiso estriba en su pertenencia al reducido grupo sobre el que recae la
responsabilidad de la preparación, desarrollo y desenlace exitoso del golpe.

- Florencio Maye: es un personaje opaco ya que muy poco comunicativo pero es


también referencial histórico. Es un teniente de navío, otro elemento imprescindible y
miembro del grupo de Zaragoza. Florencio es quien encabeza las operaciones militares en
Bata, también dirige el reparto del armamento disponible. Es descrito como un personaje
callado, la cuarentena, sobrio pero ambicioso. Tras el éxito final Maye es el encargado de
comunicar oficialmente la captura y detención del dictador, también le incumbe la decisión
sobre el próximo juicio marcial del mismo. En el nuevo régimen, tiene la responsabilidad de
concertar con los nuevos empresarios internacionales recién llegados al país. A pesar de
carácter caído, Florencio es un militar comprometido que tiene plena conciencia de sus
responsabilidades sociales y también de sus intereses propios.

- El sargento Toribio Evina: es un personaje cuya acción tiene poca transcendencia


en la trama ya que aparece muy escasamente pero aun así, se revela un hombre modesto,
algo sensible y afortunado. El sargento Toribio es un rescatado, uno de los militares
excarcelados de Blabich para implicarse en el asalto. Es una de las víctimas que aprovechan
la presencia de los enviados especiales para contar los horrores sufridos durante los años de
encerramiento. Su discurso al propósito está enfocado en la precariedad de la vida carcelera,
apunta particularmente el aislamiento, la malnutrición y todo tipo de malos tratos
277

disfrazados de divertimientos. A pesar de su doloroso pasado Toribio se ha reincorporado al


ejército de hecho se valora como un hombre protegido por Dios. Toribio no duda disfrutar
de la libertad recuperada y a menudo proporciona información a los periodistas a cambio de
bebida.

- Moro Mba: aparece escasamente pero juega un papel estratégico en la trama. Es el


jefe de la cárcel modelo de Bata donde está detenido Macías Nguema, le incumbe la
protección física del preso y también se ocupa de amordazar al dictador hasta su juicio
próximo. De hecho, opone cautela y mucha firmeza frente a los curiosos periodistas
extranjeros acudidos en Bata. El papel de Moro Mba descubre el misterio que rodea al
personaje del dictador por un lado, y la voluntad de ocultamiento del nuevo gobierno por
otro.

- Feliciano Ombana: apodado ―Bató‖ es un personaje secundario pese a que es


mencionado pocas veces. Este militar es uno de los hombres de confianza del nuevo líder
Obiang Nguema, por eso pertenece al núcleo más reducido de la organización y preparación
de la conspiración. Al igual que los demás miembros del restringido círculo de
privilegiados, tras el golpe Feliciano se ve asignado una misión propia consistente en traer a
los soldados marroquíes desde Gabón para la seguridad del líder Obiang. No obstante,
Feliciano es descrito como un hombre impopular, pero precavido y ambicioso como todos
los teodoristas.

- Los soldados marroquíes: son un grupo de doscientos militares enviados al


teniente Obiang por consejo del presidente gabonés Omar Bongo. Desembarcan un día antes
del comienzo del juicio y son desplegados alrededor del cine Marfil para garantizar una
seguridad infalible durante los pleitos. La función de estos soldados es de garantizar un
mejor dispositivo para la seguridad personal del nuevo líder político y del estado frente a la
incertidumbre vigente. Sin embargo, el narrador plantea la elección militar marroquí como
una traición más que hecha sombra en las relaciones bilaterales entre Guinea y España.

-Los intermediarios

Este grupo reúne 5 personajes secundarios masculinos. Ellos pretenden jugar un


papel de árbitros imparciales. Sin embargo, esta es una labor compleja sabiendo que algunos
pueden ser considerados como juez y parte, por haber sido víctimas directa o indirectamente
278

del mismo régimen dictatorial ahora encausado por los nuevos poderosos. No obstante, casi
todos son personas adictas al escaso aparato judicial existente de hecho intervienen en el
corriente juicio contra el régimen anterior. Son los mediadores designados para hacer aplicar
la ley aunque aquello representara una leve reparación moral hacia un pueblo pendiente
ahora de la sentencia reservada a Macías Nguema, son: José Luis Jones, Luis Maho
Socachá, Eloy Ela Nvo, Alfredo Tomás King, Adolfo Ndongo.

- José Luis Jones: es un personaje secundario y referencial histórico. Jones es


descrito como un hombre elegante y joven magistrado de treinta y ocho años, el cuarto de
ocho hermanos. Formado en Bilbao, es un aprendiz de fútbol y descendiente de una
destacada familia de origen fernandina procedente de Sierra Leona. Su abuelo Maximiliano
jones fue uno de los pioneros criollos que formaron parte de la burguesía colonial y también
secesionista. En el juicio contra Macías y sus allegados, Jones representa el ministerio fiscal
pero, como los demás prisioneros recién liberados, él también confía sus pesadillas
carceleras a los periodistas extranjeros. Comenta las consecuencias de un golpe fallido a
principio de 1966 entre otros, el aislamiento del país, el hundimiento de la economía
nacional, los encarcelamientos masivos o los ahorcamientos públicos. En su papel de fiscal
del tribunal, él apunta a Macías como principal responsable de los delitos imputados al
régimen grupo y pide ciento y una penas de muerte para él y penas menores para el resto de
los encausados. Cuando le toca valorar el juicio, Alejandro Artucio expone un sentimiento
mitigado que pone de relieve entre otros las condiciones en las que se desarrolla el juicio y
finalmente su imparcialidad absoluta. Por ejemplo, subraya el constante emperramiento del
fiscal a lograr la confesión expresa de Macías, además lamenta que haya entre los miembros
del tribunal personas habiendo padecido en carne propia las persecuciones del régimen
destituido. Por lo tanto, Jones es un personaje valiente, dolido pero aforado puesto que las
circunstancias de la trama le permiten vengarse a sí mismo y a su familia de los agravios
sufridos de parte de Macías. Además, se le notan los nervios y no duda regañar o insultar
públicamente al procesado Macías, le llama criminal y llega hasta compararle con Idi Amin
o Adolf Hitler. En definitiva se ve la dificultad de superar las consideraciones personales y
juzgar con imparcialidad a su verdugo.

- Luis Maho Socachá: es también un personaje secundario ya que él no tiene una


gran trascendencia en la novela. Al igual que José Luis Jones, él participa como miembro
civil en el tribunal militar aunque siendo una víctima superviviente de la dictadura. Socachá
279

es el encargado en nombre del tribunal de garantizar la seguridad requerida por los


diferentes abogados, es también el que lee la sentencia del tribunal y por fin, el doctor Luis
Maho preside la ejecución de los condenados a muerte junto al presidente de tribunal
Eulogio Oyó Riqueza y los jueces. Si por su formación está capacitado, el papel de Luis
Maho descubre también los fallos del sistema judicial guineano.

- Eloy Ela Nvo59: es un personaje secundario puesto que aunque forma parte de los
miembros del tribunal, él no tiene particular influencia en el pleito. Parece un figurante ya
que en ningún momento interviene. Eloy Ela Nvo estudió la carrera de derecho en Madrid,
es el abogado designado para la defensa de Macías quien rechazó el ofrecimiento de elegir
uno por sí mismo. Es un abogado civil y además un pariente de Macías ya que en todo el
país sólo quedan cinco abogados y todos están implicados en el corriente pleito. Eloy Ela
Nvo es otro personaje mediante el que el narrador hace observar las incoherencias que
rodean este juicio donde los procesados civiles son juzgados por un tribunal militar. En
realidad los juristas civiles tienen restringidos los medios de competencia profesional, por
tanto, durante el procesamiento y hasta pocos días antes del juicio, ni los abogados civiles ni
el fiscal conocen su misión.

- Alfredo Tomás King: es un notario civil de Malabo designado como el abogado


de todos los demás acusados. Como el abogado de Macías Eloy Ela Nvo, Tomás King no
toma la palabra en ningún momento ya que en la novela aparece una sola vez, es otro
personaje figurante, sin libertad de expresión y por fin, otro abogado amordazado por la
autoridad militar.

- Adolfo Ndongo: otro personaje callado, es el notario del tribunal que tras cuatro
días de juicio tan sólo es mencionado cuando le toca preguntar a los condenados por su
última voluntad y su preferencia para su última comida.

- Las víctimas

Son 17 personajes secundarios a través de los cuales el autor pone en tela de juicio
las desproporciones sociopolíticas o militares del régimen dictatorial. Por lo cual, cada una
de las víctimas identificadas constituye un enfoque y remite a los grupos sociales más

59
Con este personaje surge una dificultad porque en el relato aparecen respectivamente Eloy Ela Nvo y Eloy
Ela Navé sin que se llegue a saber si son dos personajes distintos o uno solo, ahora bien, los hemos
considerado como si fuera uno solo. Lo mismo se da con un tal teniente Carmelo Bicó y el Capitán Bicó.
280

afectados por el poder absoluto, y también los corolarios directos o indirectos sobre los
individuos o sobre la sociedad. Entre las víctimas caben principalmente ex prisioneros
militares o civiles recién puestos en libertad, también hay mujeres y hasta adolescentes, son:
Laureano Angwe, Marcos Miyone, Agustín Añeso, Florencio Mba, Edu, Bonifacio Ondo
Edu, Edmundo Bossió, Atanasio Ndongo Miyone, Leoncio Mitogo Edjang, Luciano
Ndongo, los guineanos exiliados, Edelvina, Laurentina, Mamá Consuelo, Mamá Conchita,
Mamá Josefina, Ramona.

- Laureano Angwe: es un prisionero que aparece por su única identidad de antiguo


preso recientemente puesto en libertad. A los reporteros extranjeros él no duda contar su
experiencia carcelera y sus sentimientos de profunda desesperación. Militante de un partido
de la oposición, fue detenido por declinarse a votar por el candidato Macías Nguema y eso
era un delito pasible de prisión. Laureano es el decano de los prisioneros, padeció los once
años de la dictadura en detención y en tres cárceles distintas, Mongomo, Bata y por fin
Blabich. No obstante, es un hombre divertido y expresivo porque según él, ha triunfado
contra el régimen de fuerza. Pero, su aparente actitud relajada encubre un profundo
despecho por el dictador Macías y no duda desahogarse tratándole de gallo cabrón o
antropófago. Finalmente, Laureano se siente afortunado porque salió vivo de donde muchos
compañeros fallecieron en unas condiciones terroríficas.

- Marcos Miyone: es otro prisionero liberado por el nuevo líder político Obiang
Nguema. Como los demás, él encamina el impacto socio profesional de su detención. Ya
desde el principio de la obra Miyone aparece como un ex preso libre y reincorporado a la
Radio Malabo. Marcos es un periodista formado en Madrid y encarcelado durante tres años.
Al dirigirse a los periodistas, el reportero guineano no enfoca la entrevista hacia los tratos
carceleros, se explaya con remordimientos sobre el aislamiento absoluto que supuso estos
tres años en blanco. Sin embargo, a pesar de su entusiasmo a la hora de remover el pasado,
su alegría es contenida, Marcos se muestra muy recatado dado que en su sentido la muerte
de Macías Nguema no supone el final de los vicios. Su conducta revela un hombre sereno,
deseoso de cuidar su libertad para mantenerse a salvo y recuperarse profesionalmente.

- Agustín Añeso: es un personaje directo. Es expuesto como uno de los ejemplos


más contundentes de la violencia excesiva empleada por los aparatos represivos
dictatoriales. Según el narrador, después del golpe fallido del tres de agosto de 1969, se
derramó sobre la población una onda de represión demoledora sin precedente. Entre las
281

centenas de fallecidos se halla don Agustín, víctima del particular ensañamiento contra los
opositores. Ministro del gobierno autónomo, Añeso muere atrozmente destrozado, los ojos
arrancados, castrado, las manos cortadas, la yugular seccionada y finalmente arrojado a una
avenida. Añeso es una víctima de aquel período que marcó un cambio radical de práctica y
de política en la joven república guineana, un ejemplo típico de cómo en la dictadura se ha
llegado a denigrar la condición humana, la pésima cara del odio y encima injustificado.

- Florencio Mba: es un ex secretario de la Asamblea Nacional que votó a Macías a


pesar de sus convicciones políticas discrepantes. Fue denunciado de subversivo y detenido
durante cinco años, su delito es al haber denunciado por carta las represiones de un gobierno
al que formaba parte. Florencio Mba es un atrevido que llegó a desafiar al poder absoluto,
con plena conciencia de las consecuencias. A diferencia de Marcos Miyone, Florencio
describe detalladamente los métodos y prácticas de tortura padecidos por los presos. Su
salvamento es un milagro divino, ya que pasó cinco años desnudo en una reducida celda sin
ventanas ni luz, y con la prohibición de tocar una pared. Este es un hombre vitalista, pero
moral y físicamente asolado, aun así, acongojado cuenta su propia historia y la de los demás
presos. La función de Florencio Mba consiste en desentrañar el misterio de las cárceles
guineanas durante la dictadura. Leguineche deja que los propios actores cuenten la Guinea
de Macías ante los periodistas extranjeros para que el mundo entero se entere. Edu es uno
habiendo padecido las peores atrocidades cometidas en la cárcel de Blabich, sufrió la
desidia de un guardián borracho pero salió ileso de veinte días sin alimentación alguna.
Como muchos fue excarcelado por el teniente Obiang Nguema. Bonifacio Ondo Edu es un
personaje transparente y referencial histórico. Candidato fracasado de las primeras
elecciones que dieron vencedor a Macías Nguema a la segunda vuelta. Ondo Edu es
expuesto como el candidato del político español Carrero Blanco representante de los
cacaoteros y cafeteros colonos. Es también líder del partido en el que milita Laureano
Angwe. Sus actuaciones revelan un personaje decidido y ambicioso que en su momento
quiso encabezar el destino de su país. De su atrevimiento ha cosechado la venganza, casual
o no, en la celda número seis, atribuida a Laureano, se encuentran huellas que atestiguan de
del pasaje de Ondo Edu en estos lugares. Como otros muchos presos, su nombre está escrito
en los muros en su propia sangre. Por fin Este es una víctima de una ambición legítima
aniquilada por el régimen absoluto.
282

- Edmundo Bossió: es un personaje referencial histórico. Otro ambicioso político,


candidato fracasado a la presidencia y ex vicepresidente de la República, Edmundo Bossió
aparece como un personaje defensor de los intereses de la tribu bubi a la que pertenece. Con
el respaldo del político Carrero Blanco, pensó en la división del país pero, no logró el
Estado Libre Asociado de Fernando Poo y de la España de Franco como lo soñaba. Al
contrario tuvo un final idéntico al de los demás líderes políticos a los que el dictador tuvo en
el punto de mira desde el principio. Bossió fue detenido, asesinado y su cabeza ofrecida al
dictador.

- Atanasio Ndongo Miyone: cuarenta años de edad, es un personaje referencial


histórico, el cuarto y último líder político candidato fracasado a la presidencia y con el
mismo destino fatal. El relato acerca de este personaje recuenta el desarrollo de un golpe de
estado fallido y preparado por él siendo ministro de asuntos exteriores del gobierno de
Macías Nguema. Entre sus cómplices se hallan, el personaje Castiella también ministro de
asuntos exteriores español, unos militares de la guardia nacional y algunos rebeldes.
Atanasio paga con su vida el precio de su desmedida ambición, sus actuaciones acarrean
otras consecuencias como son la detención de sus seguidores y la expulsión de los españoles
residentes en Guinea. El narrador exhibe el suceso al origen del endurecimiento de la
política del presidente Macías y de las relaciones entre España y su ex colonia. La conducta
de Atanasio despunta un personaje bastante creído y atrevido pero también un cobarde que
tomó por realidad sus propios sueños.

- Leoncio Mitogo Edjang: es un abogado acusado de imperialismo por defender a


los extranjeros arbitrariamente encarcelados en Blabich. Puede considerarse como una
víctima afortunada del régimen de fuerza. Se revela ser también un humanista involucrado a
favor de los menesterosos aunque sabiendo que su propia vida corre en peligro. A diferencia
de los demás, Leoncio es un afortunado que como muy pocos perseguidos logró escaparse
hasta llegar a Madrid donde se convierte en un testigo privilegiado. Del mismo modo, a lo
largo del relato se destacan muchos otros casos de destierro forzosos. El golpe fallido del
cinco de marzo ha originado una crisis social sin precedente el narrador valora a cien mil o
ciento cincuenta mil guineanos exiliados principalmente a Camerún y Gabón. Por lo cual,
el narrador no duda de su postura a favor del derrocamiento del gobierno dictatorial.

- Luciano Ndongo: apodado ―el loco‖ forma parte de las víctimas del régimen de
fuerza. Al final de los once años de represión, Luciano recupera su libertad aunque física y
283

moralmente asolado. Por eso es descrito como un hombrecillo hirsuto, parece un vagabundo
ya que va descalzo y harapiento, es también un borracho sin oficio, igual como un bufón y
reputado por sus soliloquios. Pero Luciano es también la memoria colectiva del pueblo, él
reproduce de memoria varios discursos y lemas emblemáticos de Macías Nguema en el
poder. Luciano despunta como un personaje fascinante y despreocupado construido por el
autor para recalcar las tremendas repercusiones de la dictadura sobre unos ciudadanos
pretendidos libres pero psicológicamente arruinados. Aquellos que como el loco Luciano se
han quedado marcados de por vida por el terror sembrado particularmente en los centros
penitenciarios, se encuentra en un estado lamentable, con trastornos, vagabundeando por las
calles como los típicos locos, alegres de ser libres pero sin verdadera conciencia de nada ni
del presente ni siquiera se proyecta un futuro. La dictadura ha producido también locos,
gente como Luciano cuya vida se acaba con su excarcelación, mientras que la de
muchísimos como Añeso se apagó atrozmente allí dentro por tortura, maltrato, asesinato,
hambre, en régimen incomunicado prolongado, por las condiciones carceleras inhumanas.

- Edelvina: es un personaje que funciona del mismo modo que el adulto Luciano. Es
una adolescente que a pesar de su temprana edad reproduce de memoria los discursos de
Macías sobre las tendencias comunistas y capitalistas o las diatribas contra la iglesia
católica. Con una voz musical, limpia y hasta ademanes, Edelvina ofrece un espectáculo
asombroso al público reunido expresadamente para oírla. Edelvina es una típica
representación de la adolescencia guineana sin preparación pero marcada de por vida, una
juventud apartada de sus reales intereses y ocupaciones y con un futuro aparentemente
comprometido. Edelvina es prueba viviente de un educación nula con los maestros
encarcelados, exiliados o muertos y los pocos supervivientes se han apuntado a la docencia
revoluciona restringida en dos planteamientos, el antiimperialismo y el culto al dictador.

- Laurentina: es una joven criolla de veintiún años de edad, buena bailadora y


amante del periodista Eloy Saravia. En esta obra ella representa una juventud sin rumbo ni
moral. Es una de las que el narrador designa como las chicas de Malabo sin medios ni
remedios. Es de las que, como último recurso improvisan rojos de labios con tierra de
bermejas del bosque, rímeles y lápices con plantas y arbustos al carbón. Además, la joven
Laurentina no duda flirtear públicamente con Eloy Saravia. Su conducta revela una joven
bastante vulgar y poco preocupada por su entorno cultural dado que para el reportero, ella
no es nada más que un divertimiento en sus ratos atareados.
284

- Mamá Consuelo, Mamá Conchita, Mamá Josefina y Ramona: son cuatro


mujeres relativamente jóvenes, cuatro privilegiadas ya que son las únicas guineanas agentes
del estado en la novela. Son las operadoras del centro de telecomunicaciones donde los
enviados especiales transmiten diariamente sus comunicaciones al extranjero. Estas mujeres
tienen mucho en común a parte su oficio. Igual que las demás infraestructuras
administrativas, las instalaciones del locutorio obligar los agentes a desarrollar su actividad
en condiciones lamentables, la sala de transmisión es una ruina, el material de comunicación
obsoleto o una conexión deficiente con el exterior. Lograr la comunicación es un reto
constante, por eso ellas tienen que desplegar esfuerzo y paciencia sin desaliento. Siendo los
únicos usuarios del locutorio, los enviados especiales extranjeros valoran la perseverancia
de estas humildes mujeres sinceras e implacables y con las que además han logrado una
convivencia sencilla. Cuando no atienden a los periodistas caen en el aburrimiento entonces
charlan, comen o duermen. Más allá de su empeño y actitud voluntarista, el narrador ofrece
una imagen realmente peyorativa de las guineanas en ratos de ocio, los pinta con la
expresión descalificada, las miradas bovinas o la misantropía que observa el narrador el
resto del tiempo. No obstante, a las circunstancias que se dan en el día a día profesional de
estas mujeres se suma la realidad de una situación económica catastrófica donde los
funcionarios están obligados a trabajar sin la garantía de un sueldo regular ni siquiera algún
derecho laboral. Es la situación de las operadoras que llevan varios meses sin cobrar, pero
siguen cumpliendo con su labor sin posibilidad de reclamar su debida remuneración, por eso
dice el narrador que son valientes, cariñosas y honradas pero su vida es un ejercicio
cotidiano de supervivencia. A pesar de sus valores sociales y morales, estas mujeres viven
aterrorizadas días y noches como casi todos los guineanos. El traslado del dictador de Bata a
Malabo ha generado una tremenda psicosis en la población, como las operadoras, aunque
enjaulado, Macías persigue a los guineanos hasta en su intimidad, hay malabeños que
durmiendo sueñan con él, les aparece invulnerable y sumamente protegido.

VII-1-2-3-Los personajes figurativos

Son 95 personajes de menor relevancia y que hemos reunido en base de algunas


afinidades internas, de ciertos rasgos comunes o papeles a ellos asignados. Para estudiarlos,
hemos llegado a reunirlos en once grupos de identificación. Aquí caben 78 personajes
masculinos, 9 femeninos y 8 personajes colectivos.
285

-Los españoles y extranjeros

Son once grupos formados con desigual número de personajes y progresivamente


definidos: 1- Francisco Franco, Carrero Blanco, el general Villegas, Durán Loriga, Fraga
Iribarne, Adolfo Suárez, Ortega, el Rey Juan Carlos. 2- Mariano Benlliure, Rafael
Mendizábal, Antonio García Trevijano, Ángel Barrera, Castiella, Alejandro Lerroux, Luis
Carrascosa. 3- José Luis Pera, Pedro López Aguirrebengoa, Marcelino Oreja, Antonio
Sánchez Jara, Carlos Robles Piquer. 4- Antonio Montero, padre Leandro Fuentes, Eusebio
Luengas, Juan Salvador, Quintillán. 5- Román, Iradier, Juan Bima, Antonio Jonch,
Cervantes, 6- Frederick Forsyth, Ramón García, Iñigo de Aranzadi, Alejo Carpentier,
Curzio Malaparte, Emilio Salgari, Ernest Hemingway, González Echegaray, Tom Wolf,
Kim II Sung, Voltaire, Baudelaire, Stendhal, Allen Ginsberg, Luis Jiménez Marhuenda. 7-
Karl Max, Lenin, Mao Tse Toung, Anastasio Somoza, Fidel Castro, Adolf Hitler, Winston
Churchill, Giscard D‘Estaing, Louis XIV, Ayatollah Jomeini, Napoleón, Mac Kinley,
Roosevelt. 8- El coronel Félix Sánchez, Sergio Muñoz, Jean François Lyschic, Noel
Edwards, Bill Steewart, Vladimir Popov, Salvador Exuperancio, Pedro González, Pablo,
Juan Francisco Espinoza. 9- Alejandro Artucio, John Barnes, Bullock, Sebastián Olmo,
Corpus Barga, Moisés Enrique Lozano, Basilio Carranza, Manolete Litri, Willy Jones,
Monsieur Cornet. 10- Los instructores cubanos, los marineros chinos, los soldados chinos,
los obreros chinos, los tripulantes rusos. 11- Conchita Piquer, Susana Sampedro,
Montserrat, María Luisa, Mónica Dorronsoro, Frieda Krohnert, María Ángeles García, la
señora Pleuger y Sor Inés de la Cruz.

- En primer lugar se distinguen personajes políticos vinculados con la historia de


Guinea Ecuatorial antes o después de la independencia. Éstos son Francisco Franco,
Carrero Blanco, el general Villegas, Durán Loriga, Fraga Iribarne, Adolfo Suárez,
Ortega, el Rey Juan Carlos. Son todos personajes históricos y aparecen en la novela bajo
sus respetivas identidades reales dentro del ámbito político español. En La Tribu, fueron
actores de primera línea en los procesos de colonización y descolonización actuando
algunos dentro y otros fuera del territorio colonial y, estando todos a favor del golpe se
encuentran implicados en su preparación y ejecución. Su acción diplomática es interpretada
como pura reparación porque en realidad el narrador los hecha parte de la culpa de lo
ocurrido en el país durante los once últimos años, ya que considera al dictador Macías
Nguema un producto salido de invención de los políticos españoles. Como se puede
286

constatar, en La tribu está también en tela juicio el papel demoledor de las ex metrópolis en
las ex colonias, finalmente en este caso la autoridad política española hace y deshace el
ejecutivo guineano a expensas de la voluntad e intereses del pueblo.

- Lo mismo se da con otros personajes españoles, políticos y empresarios quienes se


implicaron considerablemente en el proceso de independencia con el propósito de garantizar
la seguridad de intereses propios o españoles en la nueva República. Son designados como
aquellos personajes históricos que manipularon la opinión internacional y tutelaron directa o
indirectamente las candidaturas en la primera elección presidencial. En esta estrategia
egoísta caben: Mariano Benlliure, Rafael Mendizábal que fue el técnico de Macías en el
primer año de su régimen. Antonio García Trevijano60 aparece como amigo, consejero y
protector de Macías Nguema. Ángel Barrera es un ex gobernador colonial en Guinea,
Castiella era Ministro de Asuntos exteriores del gobierno de Francisco Franco. Alejandro
Lerroux es un ex presidente del Gobierno español derribado en 1935. Mientras Luis
Carrascosa61 es un ex Director de la televisión española en Guinea.

- Este grupo reúne a los diplomáticos o ejecutivos españoles residentes fuera o en


Guinea pero directamente implicados en el golpe y luego en las primeras medidas a favor de
la Guinea libre. Todos aportan el apoyo diplomático y actúan por la cuenta del gobierno
español. Son: José Luis Pera amigo personal del teniente Obiang, ex empleado de la
empresa de construcción ―ESGA‖ en la Guinea Española y actualmente 2º canciller de la
embajada española en Malabo. Pedro López Aguirrebengoa el Director General de África
y Asia. Marcelino Oreja el Ministro de Asuntos Exteriores español, Antonio Sánchez
Jara que ocupa el puesto vacante del embajador español en Malabo, Carlos Robles Piquer
es el secretario del Estado de Asuntos Exteriores que trajo a Guinea el primer cargamento de
medicamentos y alimentos para la población después del golpe.

- Otro grupo corresponde a algunos españoles que, a pesar de la inseguridad constate


se han arriesgado y permanecen en el país por motivos propios. Por ser testigos vivos de los
sucesos en Guinea, para los periodistas se convierten en una fuente de información de
primera mano. Ellos son, Antonio Montero un gallego de sesenta y cuatro años de edad
asentado en la pequeña ciudad de Niefang que se encuentra ser el mayor foco de tensión

60
Este es otro político español quien expuso su experiencia colonial guineana en un volumen. García,
Trevijano (1997): Toda la verdad: Mi intervención en Guinea, Barcelona, ed. Dronte.
61
Antiguo director de la televisión española en Guinea, él también plasmó sus memorias en un ensayo.
Carrascosa, Luis (1976): Malabo ruptura con Guinea, Madrid, Mayler.
287

donde los rebeldes se enfrentan a las tropas leales a Macías a las que se han sumado los
soldados chinos. A su pesar, Montero e testigo de los últimos intentos del dictador por
recuperar parte del territorio continental con las armas. Para mantenerse a salvo es obligado
a cobijarse en lugares como la cárcel o el convento de monjas españolas. Padre Leandro
Fuentes es un misionero español residente en Bata. Este es un caso de excepción ya que
mientras los curas están secuestrados o que pagan al contante su rescate, padre Fuentes es
un protegido del dictador Macías por haberle bautizado en el pasado. Eusebio Luengas es
un finquero español de Salamanca que tras la Guerra Civil española encontró su refugio en
la colonia tropical española. Luengas es un viejo solitario y viudo de una guineana, su lujoso
entorno contrasta a la vez con la miseria de los guineanos e incluso con la palidez de su
apariencia externa porque es descrito con el pelo corto y encarnecido, el cuerpo tieso y
huesudo. Es un personaje auto recluso que se ha construido un espacio propio encantado al
margen del mundo exterior. Su vivienda es una verdadera abra de paz y seguridad en el
medio de una isla donde la existencia corre al compás de la incertidumbre e inseguridad. A
pesar de ser un gran aficionado del país, Luengas es según el narrador el único ciudadano
que se sitúa por encima de los rumores e intrigas. En cambio, domina la historia colonial del
país e incluso los pueblos guineanos y sus costumbres. Su análisis pretende emitir un juicio
de valor a cerca de las responsabilidades de la España colonial por una parte y por otra del
impacto de la obra colonial sobre la idiosincrasia de los pueblos colonizados. A diferencia
de sus compatriotas, el comportamiento de Luengas es el de un espectador pero que observa
y analiza lo que ocurre a su alrededor. Por fin tenemos a dos atrevidos empresarios Juan
Salvador y un tal Quintillán ambos asentados en la ciudad de Mongomo e involucrados en
el ramo de la construcción.

- En este grupo se hallan personajes de diversas procedencias, entre ellos caben


algunos españoles evocados en casos específicos, son: Román es mencionado brevemente
en el texto como el hombre que arrebató la primera mujer del dictador Macías llamada Ada.
Iradier es designado bajo su identidad real como un español que realizó varios viajes de
exploración en la guinea española. Antonio Jonch es evocado como un zoólogo que bautizó
con el nombre ―Copito de Nieves‖ al primer gorila albino del mundo hallado en Guinea.
Juan Bima es un joven de veinte y siete años de edad, recién casado y empleado en una
explotación forestal. Fue víctima de un asesinato mientras huía a bordo de una canoa tras el
fallido golpe de 1969. El personaje Cervantes está relacionado con el uso del castellano en
288

Guinea, esta es una herencia colonial en vía de extinción por lo que se encontró rechazada
por la revolución maciísta.

A lo largo de la novela están identificados escritores de distintas procedencias.


Algunos de ellos son autores coloniales o poscoloniales que han escrito la historia de
Guinea Ecuatorial o sus memorias individuales. Algunos otros coinciden por haber
enfatizado en sus obras la caracterización del dictador Macías Nguema. Todos son
personajes referenciales históricos se trata del estadounidense Frederick Forsyth62 con su
novela Los perros de la guerra donde Macías Nguema es designado con el nombre Kimba,
Malabo la capital es Clarence y Guinea viene como Zangaro. Macías es también retratado
en las obras sucesivamente de Ramón García titulada Macías la ley del silencio y otra de
Rafael Fernández63. También es citado el autor colonial español Iñigo de Aranzadi. El
narrador halla en la novela histórica El siglo de las luces muchas similitudes entre las
vejaciones del régimen de Macías Nguema y las represiones violentas que describe Alejo
Carpentier64. Curzio Malaparte y Emilio Salgari son autores que según el narrador
llagaron a escribir obras maestras desarrolladlas en lugares desconocidos por sus autores tan
sólo guiados por su imaginación. Ernest Hemingway es un autor novela inspirada en los
conflictos armados. González Echegaray es expuesto como un autor colonial español que
plasmó un número considerable de las canciones del repertorio tradicional fang. Un tal Tom
Wolf es definido como periodista estadounidense autor de una obra literaria particularmente
subjetiva. Entre los libros que la tribu encuentra en la cabecera del dictador Macías Nguema
se halla una obra del coreano Kim II Sung. Otros autores evocados son: Voltaire,
Baudelaire, Stendhal, el poeta Allen Ginsberg o Luis Jiménez Marhuenda que se
explayó en las consecuencias del golpe fallido de 1969.

- Entre los personajes evocados se halla un número importante de antiguos dirigentes


políticos o líderes de grandes pensamientos, casi todos son personajes históricos pero su
implicación es muy escasa, aquí caben: el socialista alemán Karl Max, los revolucionarios
Lenin el ruso y el chino Mao Tse Tung son admirados por el presidente Macías como
líderes que contribuyeron considerablemente al progreso de la humanidad. El narrador alude
al dictador nicaragüense Anastasio Somoza recién caído poco tiempo antes del golpe
guineano. En el palacio abandonado de Nsangayon se halla el estuche de una Kalasnikov

62
Forsyth, Frederick (1974): Los perros de la guerra, Barcelona, Plaza & Janés.
63
Fernández, Rafael (1976): Guinea, materia reservada, Madrid, Sedmay.
64
Carpentier, Alejo (2007): El siglo de las luces. Madrid, Espasa Calpe (1ª edición 1962).
289

regalada a Macías Nguema por el líder cubano Fidel Castro. El alemán Adolf Hitler, el
Inglés Winston Churchill o los franceses Giscard D’Estaing y Louis XIV son
identificados como dirigentes europeos particularmente admirados de los mandos africanos
como Macías Nguema. El líder iraní Ayatollah Jomeini y el libio Gadafi son ejemplos de
dirigentes políticos vigilados por los servicios secretos estadounidenses en el mundo. Se
evoca al francés Napoleón como un destacado guerrero. En el momento en que comienza la
conferencia de prensa pronunciada por el nuevo líder político Obiang Nguema, el narrador
remonta los orígenes estadounidenses de aquel ejercicio. Fue el presidente Mac Kinley
quien en 1899 pronunció por primera vez una conferencia de prensa y, en su tiempo
Teodoro Roosevelt concedió 998 en 147 meses.

- El octavo grupo reúne a los personajes habiendo participado en conflictos abiertos


como actor o como observador. A éstos hemos añadido las víctimas de guerra ya que son a
manudo relacionadas con el periodismo. Todos estos son evocados por la tribu en recuerdo
de sus aventuras anteriores. Entre los actores tenemos Félix Sánchez un coronel
nicaragüense y juez instructor que tomó parte en la guerra de liberación contra el dictador
Anastasio Somoza. El chileno Sergio Muñoz y los franceses Jean François Lyschic y Noel
Edwards son tres legionarios de los que dicen que pretenden acudir a Guinea para salvar a
Macías Nguema. Otra especulación indica un tal Vladimir Popov, un mariscal soviético
sospechado de preparar desde Luba la invasión de Malabo con el fin de liberar al preso
Macías. El coronel Salvador Exuperancio es expuesto como el jefe de un destacamento
mandatado por España para apoyar el golpe de Estado en Guinea, pero en realidad es un
truco montado por la tribu para despistar a uno de sus compañeros. Los personajes víctimas
son, el periodista Bill Steewart, el guardia Pedro González, Pablo un conductor, el
intérprete Juan Francisco Espinoza.

- El último grupo de los personajes figurativos masculinos se refiere a personajes con


distintas identidades. Procedente de Ginebra, Alejandro Artucio es un uruguayo enviado
por la comisión internacional de juristas como observador en el juicio contra Macías
Nguema. Es el personaje que permite valorar el desarrollo del juicio, de hecho apunta la
inexperiencia del sistema judicial, el escaso número de acusados o los errores en la
calificación de algunos delitos imputados. Hechas estas reservas, matiza en definitiva
evocando un juicio imparcial y sobre todo el carácter novedoso del suceso. John Barnes es
aquel periodista estadounidense enviado a Guinea durante la celebración de la
290

independencia en 1968. Bullock es un periodista inglés congregado para cubrir del golpe
guineano. Sebastián Olmo no se encuentra en Guinea pero es evocado por sus compañeros
como un famoso periodista y apasionado por la historia y los testimonios directos. El relato
expone también algunos periodistas cuyas actuaciones no inciden considerablemente en la
trama. Son Corpus Barga docente de periodismo en Lima, Moisés Enrique Lozano
administrador de un periódico madrileño ausente de Guinea. Basilio Carranza es el
periodista revolucionario que abolió el miedo en la profesión. Manolete Litri es otro
periodista conocido pero ausente de Guinea. Tenemos también el veterinario Willy Jones el
controlador de los productos pesqueros en Malabo. Es también encargado de cuidar a la
cabra blanca que Macías Nguema utilizaba como uno de sus animales de compañía65.
Monsieur Cornet es el embajador francés en Malabo presente durante el golpe.

- La novela destaca algunos personajes colectivos procedentes de China, Rusia, Cuba


o Rumania. Son los instructores cubanos, los marineros chinos, los obreros chinos, los
soldados chinos, o los tripulantes rusos. Así como indican los personajes colectivos
identificados, estos países comunistas mantienen con Guinea distintos tipos de relaciones
principalmente la economía, las obras públicas y el apoyo militar. Además, Por ejemplo, en
Niefang los soldados chinos apoyan a las tropas de Macías pero se rinden cuando éste
abandona el terreno. La comunidad china es la más importante y su apoyo destaca en
muchos sectores, sus residentes también se distinguen como gente honrada, sencilla y
austera.

- Hay también personajes femeninos evocados, los hemos reunido en 3 grupos.


Primero tenemos a las esposas o amantes de algunos miembros de la tribu, son Conchita
Piquer, Susana Sampedro, Montserrat y María Luisa. El relato acerca de ellas destaca la
inestabilidad matrimonial como una de las dificultades de la profesión periodística. Luego
tenemos tres otras mujeres que son Mónica Dorronsoro y Frieda Krohnert ambas mulatas
y ex esposas de Macías Nguema. Mónica Macías es la hija de un guardia civil español que
se casó con Macías en 1964, es presentada como su esposa predilecta. Frieda Krohnert es
la hija de un alemán, ella fue amante de Macías. La tercera, María Ángeles García es una
joven asturiana enamorada del teniente Obiang Nguema y le escribió una carta para

65
En esta novela, el personaje Macías posee tres animales de compañía de usos diferentes. Un elefante que es
un objeto de culto y también de cuidadoso mimo por parte de sus guardianes, una cabra blanca su favorita
dama de compañía que le acompaña en todos sus viajes incluso los viajes por avión. Por fin, heredó de su
abuelo el símbolo de tigre éste le sirve de guía y lo utiliza por su seguridad personal.
291

levantarle el ánimo después del golpe. El último grupo está formado por las mujeres
víctimas de la dictadura. La señora Pleuger es una víctima que sufrió el ensañamiento y
estafa del gobierno dictatorial contra los europeos en su territorio. Le arrebataron doce
vehículos Mercedes a cambio de su libertad. Por fin Sor Inés de la Cruz, es la única
identificada entre las monjas de la Inmaculada residentes en el convento de Niefang. Sor
Inés relata a la tribu los tremendos abusos que los milicianos cometieron sobre las monjas
españolas y las jóvenes alumnas del colegio misionario: violaciones, trabajos forzosos y
muchas otras humillaciones.

-Los personajes figurativos guineanos y otros africanos

Hemos fichado 61 personajes figurativos africanos entre ellos 51 masculinos, 9


femeninos y cuatro personajes colectivos. Son poco destacados y a menudo con escasos
rasgos descriptivos, tampoco influye lo bastante en el desarrollo de la trama. Son: Baltasar,
Rufino, Celestino, Antonio, Silvestre, Leandro, Abilio, Polagio Oma, Rafael, Braulio,
Brutus, Marcelino, Acacio Mañé, Enrique Nvo, Teonesto, Tancho Osseni, Donato Ndongo
Bidyogo, Omar Bongo, Amadu Ahidjo, Bokassa, Idi Amin Dada, Félix Houphouët-Boigny,
Julius Nyerere, Mobutu Sese Seko, Kasabubu, Gadafi, Ochaga, Esono, Oyono, Sambo,
Masie Ntutumu, Rafael Angue, Deogracias Bée Misu, Eu, Esteban Bomio, Saturnino
Ibongo, Nguema Biyogo Eyang Mba, Nchama Nvo, Zacarías, Feliciano, Pedro Ela, alférez
Saltarín, Alférez Marcelo, Melanio, Bonifacio Nguema Esono, Carmelo Bicó, Daniel
Oyono, Wanume Kibedi, Ojukvu, Agustín, Tadeo Abaga, los braceros nigerianos, los
hausas, los boys, los sastres, Constancia, Celestina Lima, Clara, Ada, Esperanza Engonga,
Mamá Gertrudis, Magdalena, Mama Cristina y Maribel. Los hemos estudiado en conjunto y
sucesivamente.

- Baltasar: es el mayordomo del señor Antonio Sánchez Jara. Rufino es el técnico


del locutorio donde la tribu transmite al extranjero las informaciones recogidas. Es un
empleado que con medios rudimentarios tiene que afanarse para que los periodistas logren
comunicar con el extranjero. En el hotel malabeño Bahía donde se aloja el grupo de los
enviados especiales, trabajan los tres jóvenes camareros que son Celestino, Antonio y
Silvestre. Los dos primeros sólo aparecen poco antes de la ejecución de Macías Nguema y
ellos son encargados de prepararle su última comida. Igual que los demás, Silvestre trabaja
por un sueldo mensual miserable, un así atiende diariamente a los periodistas alojados en
Bahía. Es un joven bastante callado y servicial pero que de vez en cuando hace de chivato
292

en beneficio de la tribu. Con él se descubre sobre todo la realidad del hotel más grande de
Malabo, ruinoso y carente de abastecimiento. Leandro es el gerente de mismo hotel Bahía,
mantiene una relación cordial con la tribu ya que con algunos periodistas comparte la
afición por las bebidas alcohólicas y también las relaciones sexuales esporádicas. Leandro
se ha sumado a la euforia general para celebrar la libertad. Abilio y su copiloto Polagio
Oma son los dos conductores que transportan a la tribu desde Bata hasta Nsangayon, en un
ambiente muy sosegado. Rafael es el técnico que prepara la sonorización en la sala donde
Obiang Nguema tiene que dar una conferencia de prensa. Braulio es un teniente de la
milicia popular que se ha sumado a los seguidores del teniente Obiang Nguema. Brutus es
un adolescente de diecinueve años que muere ahogado durante un baño en una playa frente
al hotel Bahía. El suceso levanta especulaciones pero se concluye a un accidente provocado
por una sirena hambrienta. Acacio Mañé y Enrique Nvo son nacionalistas, el personaje
Macías culpa a la España colonial de su asesinato a bordo de buque marino. Acacio Mañé
designa también el nombre del barco nacional que es un regalo chino así bautizado en honor
a ambos nacionalistas, son dos personajes históricos. El joven alumno Teonesto es el
hijastro de Macías, hijo de Mónica que el dictador adoptó como suyo. Teonesto es a la vez
un gran admirador de su padre y seguidor de su política revolucionaria. Tancho Osseni es
un camerunés, padre biológico de Teonesto y ex pareja de Mónica Macías. Donato Ndongo
Bidyogo aparece en la novela bajo su identidad real como autor. También caben dirigentes
africanos de los que se vale el autor para valorar el golpe, sus autores y el dictador Macías.
A pesar del conflicto territorial pendiente entre Guinea y Gabón, Omar Bongo, es
presentado como un aliado imprescindible en la preparación del asalto contra el dictador y,
luego se implica personalmente en la seguridad del teniente Obiang Nguema. En cambio, el
presidente camerunés Amadu Ahidjo queda impasible por eso opone silencio a la
correspondencia del dictador que solicita su ayuda militar. El emperador Bokassa es otro
dictador africanos y como Macías acusado de antropofagia. Idi Amin Dada es admirado
por el dictador guineano como un gran humanista. No obstante, el narrador ha establecido
similitudes entre ambos personajes en cuanto a su edad, falta de inteligencia o de ideología
política y sobre todo comparten un tremendo instinto criminal. Félix Houphouët-Boigny y
Julius Nyerere son dos dirigentes africanos como Macías favorables a la cooperación entre
China y sus países respetivamente Costa de Marfil y Tanzania. Sin embrago, Nyerere se ha
pronunciado a favor del derrocamiento del dictador Macías Nguema. El personaje Mobutu
Sese Seko es otro líder africano golpista que en 1965 derrocó al presidente Kasabubu para
luego presentarlo como el cumplimiento de la voluntad del pueblo congoleño. Esto viene a
293

demostrar que el caso guineano no es una novedad en el continente. Gadafi es tomado


como ejemplo en la vigilancia que ejerce Los Estados Unidos sobre los dirigentes políticos
en el mundo. También se hallan las víctimas de la dictadura entre los personajes figurativos,
tales como Ochaga, Esono y Oyono traicionados como enemigos del régimen, supuestos
golpistas asesinados por el teniente Obiang Nguema, siendo él mismo el verdadero
organizador de dicho golpe. El señor Sambo parece ser uno de los miembros del gobierno
recién nombrado, viaja en el buque nacional en condiciones privilegiadas debidas a su
nuevo rango social. El señor Sambo tiene escaso dominio del castellano y es
particularmente adicto al alcohol. Masie Ntutumu es el ministro del interior del gobierno
anterior detenido por el fallido golpe del tres de marzo de 1969. Rafael Angue es el
gobernador civil de Luba sospechado de colaboración con los rusos. Unos allegados del
dictador aquí citados son, un tal Marcelino identificado como el fotógrafo de Macías
Nguema. El legendario padre Deogracia Bée Misu es uno de los capellanes adictos al
dictador, miembro de la Orden claretiana formado en Jerusalén y que luego se incorporó a la
doctrina antiimperialista de Macías. Este es un cura inmoral que ha tenido varios hijos
además, es considerado ídolo de las jóvenes malabeñas. Con la abolición de la religión
católica en 1973, padre Bée ingresó en la cárcel junto a muchos otros sacerdotes. Se suma a
la población para celebrar la libertad recuperada, él cuenta sus pesadillas a la tribu y
compartiendo bebidas alcohólicas. Al final de la novela, Bée es designado para confesar a
Macías Nguema antes de su fusilamiento. Aparece un tal Eu siendo el jefe de la banda
musical ―Eto Fili‖ que toca las noches en un casino malabeño. Un tal Esteban Bomio es el
firmante de la carta que informa de la captura de Macías Nguema. Mientras Saturnino
Ibongo es un periodista formado en Pamplona y que asume las funciones de embajador
guineano a la ONU. Nguema Biyogo Eyang Mba, es el ministro de seguridad nacional del
gobierno dictatorial, firmante de un telegrama el día 3 de agosto que requiere la búsqueda
del coronel Teodoro Obiang Nguema sospechado de fuga sólo dos escasos días antes del
golpe. Esto viene a decir que el gobierno no tuvo conocimiento de lo que realmente se
preparaba. Nchama Nvo, éste es otro firmante de una petición para solicitar la compra de
jabón y lejía para su familia, ya que todas las tiendas están bajo el control estatal asimismo,
cualquier compra requiere una autorización oficial, otra fórmula más para avasallar a la
población. Entre los militares presentes en Nsangayon, dos de ellos identificados son los
soldados Zacarías y Feliciano. El tercero es el sargento Pedro Ela, el jefe de la Casa Civil
de la presidencia que trata de justificar las conductas fuera de lugar del presidente. Los tres
acompañan la tribu explorando el palacio presidencial abandonado y luego la prisión del
294

pueblo alojada en un barracón y conocida como la Casa Bidón también vaciada de sus
ocupantes. El sargento Pedro testifica de las costumbres de antropofagia del dictador. Un tal
alférez Saltarín es descrito como un hombre fornido, un ―tarzán‖ africano encargado de
conducir a la prisión de bata al rebelde capitán Bicó que rechazó a sumarse a la revuelta. El
alférez Marcelo que aparece una sola vez en la obra es uno de los golpistas involucrados en
la búsqueda y captura de Macías fugado hacia el bosque. El teniente Melanio es uno de los
militares encargados de preparar el auto de procesamiento antes del juicio de Macías y sus
cómplices. Bonifacio Nguema Esono es un vicepresidente miembro de un trío de verdugos
formado con el teniente de la policía armada Carmelo Bicó y Obiang Nguema, tres
acostumbrados que presidían los interrogatorios y las ejecuciones nocturnas de los
prisioneros en la cárcel Blabich durante la dictadura. Un tal Daniel Oyono es quien se
ocupa de congelar las cuentas bancarias de Edmundo Bossió después de su muerte.
Wanume Kibedi es un ex primer ministro de Uganda que dirigió una carta a su presidente
donde trata de explicarle el escenario de su muerte. En su juicio, Idi Amin Dada es víctima
de sus propios parientes y allegados reunidos en bandas represivas construidas por él
mismo. Con ello el autor cierra la serie de similitudes halladas entre Idi Amin y Macías
Nguema, ambos son traicionados por los suyos. Ojukvu es un general del ejército nigeriano
que participó activamente en la guerra secesionista del Biafra. En la citada novela de
Frederick Forsyth, éste es el hombre preparado por algunos empresarios ingleses para
sustituir a Macías Nguema con el propósito de adueñarse la explotación de las minas de
plata en Guinea. El personaje Agustín, hombre de poca estatura y mostacho, es uno de los
militares que ofrecen una versión propia del apresamiento de Macías bosque adentro. Se
enorgullece ante los enviados especiales como el atrevido y héroe que ha desafiado las
supuestas hechicerías del dictador. Tadeo Abaga es un hombre fornido con cicatrices en el
rostro, capitán de navío formado en Portugalete. Es el capitán del Acacio Mañe, un hombre
gordo y avergonzado que aprovecha la travesía para flirtear abiertamente con dos de sus
cuñadas, su comportamiento revela un militar carente de ética y dignidad. Además, junto a
los viajeros y demás tripulantes se emborracha y se droga durante toda la noche del viaje
marítimo entre Malabo y Bata. El narrador recuerda la expulsión de los braceros
nigerianos anteriormente empleados en las fincas de los colonos. A consecuencia de su
salida forzada a principio de la soberanía, fueron sustituidos por los guineanos y
principalmente las mujeres, todos empleados en un régimen de esclavitud. Una monja
española víctima de represión policial y militar consta a la tribu cómo monjas y nativas
laboran doce horas diarias sin pago ni derechos, sufriendo violaciones y maltratos físicos
295

para a cambio recibir una ración de alimentos a saber, veinte kilos de arroz, cuatro litros de
aceite o cuatro kilos de pescado para cada familia. Entre las trabajadoras se hallan
adolescentes, alumnas o esposas pero la violencia o los castigos se aplican a todas por igual.
Yaundé el antiguo y populoso barrio malabeño ocupado en su tiempo por los braceros
nigerianos hoy está poblado por otra clase de humildes empleados de distintas procedencias
entre otros los hausas, los boys y los sastres.

Entre los personajes africanos de esta categoría se hallan unas mujeres. Primero hay
Constancia y Celestina Lima respectivamente primera y segunda esposa del teniente
coronel Obiang Nguema. Otro polígamo es Macías Nguema con dos guineanas, Ada y Clara
y ambas separadas del dictador. Ada le abandonó por un español mientras Clara se refugió
a Gabón. Esperanza Engonga es la annobonesa que dejó viudo al español Ausebio
Luengas. Mamá Gertrudis es una vendedora de víveres, esta es una de las actividades
predilectas que llevan a cabo las guineanas sin estudios, para lograr el sustento de sus
familias. En el mismo sentido, Magdalena y Mama Cristina son dueñas de chiringuitos el
de la primera está situado en el barrio batense Comandachina y el de la segunda ubicado la
ciudad de Malabo. Estos reducidos espacios del beber y comer han conquistado a los
enviados especiales que allí descubren el licor de palma muy concurrido pos los nativos
aunque imbebible para los periodistas. Maribel es una hermanastra de Teonesto, nacida de
Mónica Dorronsoro con un guardia civil español antes de que su madre se casara con
Macías Nguema.

A continuación clasificamos todos los demás personajes prácticamente sin ninguna


incidencia en el relato. No los hemos definido pero sí los hemos clasificado en dos grupos
como sigue. Primero los personajes los personajes figurativos no africanos.

VII-1-2-4-Los personajes identificados pero no definidos

Desde un principio, hemos apartado de la caracterización a 135 personajes cuya


presencia tiene ninguna incidencia rudimentaria en la trama. Remiten a los que Bourneuf y
Ourlet clasifican entre los elementos decorativos de una novela, es decir, a saber, aquellos
que no aportan nada a la acción ni poseen un significado propio dentro de la trama. Muchos
son evocados en conversaciones entre los reporteros, pero su designación es rudimentaria
296

para construir un contenido que contribuya a la comprensión de la novela. Si bien, algunos


de ellos son reconocibles según la cultura propia u origen del lector. Son 134 personajes:
Woody Allen, Félix Bayón, Robert Chapatte, John Cage, Claude Debussy, Humphrey
Bogart, Walter Cronkite, Walter Lippman, John Updike, Eisenhower, MacCarthy, Manolo
Vásquez, Talese, Vicent, Manu Dibango, Nico Mbarga, el general Moscardó, Mary
Hopkins, Ramón García, Lorenzo Esquivas, Jack Clark, Pedro Nolasco, Umbral, Harry
Greaves, el general Varela, Ramón Ramírez, Juan Bautista, Klinteberg, Starsky, Hutch,
Kalígula, el Rey Salomón, Mahalia Jackson, Pérez Prado, Wilfried Koch, Severiano
Ballesteros, Max Pol, Chris Dobson, Charles Bronson, Bob Marley, Manolo Escobar,
Ramón Roteta, Anson, Juan Luis Cebrián, Ed Morrow, Hassan II, Kafka, Ramón Ramírez,
Enrico Berlinguer, Chien Yen, el general Pinochet, Paul Schiff, Manuel Benítez, Michael
Thonet, Pedro Subijana, Harry Greaves, San Roque, Ester, Herbert Matthew, Allen Dulles,
Stanfield Turner, Martin Bormann, Rafael Olivero Cano, Acab Gregory Peck, Gary Cooper,
Alfieri, Barzini, Anuar el Sadat, Bahamontes, el capitán Nemo, Georges Allan, Murphy,
Teodoro Hertzl, Mariano Uriarte, Vladimir Molotov, el Sha, Luis II, Rolf Steiner, Fanon,
Pedro Gómez, Hattie McDaniel, Ben Hecht, Fernando Esteban, Enrico Berlinguer, Beuve
Mary, Sedar Senghor, Cesaire, Chaka, Manuel Menéndez Yuste, Che Guevara, Jim Cefalo,
Georges Balandier, el Emperador Jones, Manuel Benítez, Matías Prats, Iván Pavlov,
Rimbaud, Cartier Bresson, Rolf Steiner, Usman Sembene, Mongo Beti, Memmi, Godffredo
Parise, Ray Bradbury, Edmund Burke, James Bond, Blas Piñar, Bo Dereck, Robert
Mitchum, Nazim Hikmet, Héctor Miranda, Celso García, Luis Répide, Charles Boyer, Papa
Wojtyla, Max Weber, Juan Luis Cebrián, César Durán, José Canalejas, Robert af
Klinteberg, Josephine Baker, Isabel, Fernando, Claudia Cardinale, Divino Gila, Nora
Ephron, Altabella, Sarita Montiel, Lady Godiva, Madame Tussaud, Marisa Medina, Salomé,
Yolanda, Madame de Sevigny, Elena Francis, Oriana Fallaci, Ester y Evelyn Waugh.

En adelante nos toca enmarcar el espacio novelesco donde actúan los personajes.

VII-2-Breve recorrido de los espacios narrativos

El espacio narrativo en La tribu es muy dispar y también troceado. No obstante, los


ambientes más sustanciales son perfectamente identificables. Hemos registrado y
297

examinado en conjunto algunos espacios mediante un planteamiento social, público o


comunicativo.

-Localización e identificación

La novela de Leguineche se desarrolla principalmente en cuatro macro espacios


geográficos que sirven de escenario a los personajes: Malabo, Bata, Niefang y Mongomo.
Hay también entornos rurales significativos: Nsangayon y otros pueblos identificados pero
innominados. Sin embargo, se hallan abundantes y diversos micro espacios a saber los
espacios institucionales como son las cárceles, la radio y la televisión, el Cine Marfil, o la
Cámara agrícola. Por fin caben entornos sociales como son, el locutorio, el barco Acacio
Mañe, los hoteles, los bares, el casino o el hábitat. Los describimos a continuación.

-Caracterización y funcionamiento

Hemos recogido algunos espacios en base de su funcionalidad o caracterización. Por


lo tanto, el relato prepondera aquellos espacios que sirven de escenario a los personajes. En
base a estos criterios, tenemos los espacios conflictivos que son Bata y Niefang presentados
como dos focos de tensión entre el ejército leal al ex presidente y los rebeldes. Funcionan
como lugares de enfrentamiento, de terror e incluso la muerte. Sin embargo, no son los
únicos, hay otros espacios de violencia por la represión, son las cárceles y Ngolo. La cárcel
en La Tribu alcanza una dimensión simbólica tremenda, siendo un lugar recluso a perpetuo.
Los prisioneros padecen maltratos horrendos diarios con el innegable fin mortal, incógnito
entre los muros carceleros o en espacios públicos como Ngolo especialmente acondicionado
a la tragedia. Hay cinco penitenciarios, Blabich, la cárcel modelo de Bata, en Mongomo,
Niefang y Nsangayon, son espacios institucionales y que todos funcionan como campos de
exterminación. Son lugares de importante concentración humana y también de sufrimiento
extremo, por eso simbolizan la destrucción permanente por el uso constante y excesivo de la
violencia. Todos los presos recién liberados por el teniente Obiang Nguema, testifican de las
condiciones carceleras deshumanizantes padecidas en estos lugares. El baile de los malditos,
las tablillas, el rombo o el balanceo son algunos de los métodos de tortura aplicados a los
presos, siempre con el fin causar el mayor daño y sobre todo la muerte. Estos son los
espacios de la máxima represión y primera fuente de fallecimiento. Además, la inseguridad
es generalizada porque como se puede notar, las cárceles existen en la mayoría de las
ciudades. Incluso existe una situada en el ámbito rural es la Casa Bidón de Nsangayon
298

colindante al palacio del dictador. Esta cárcel, el narrador lo llama significativamente el


―barracón de la muerte‖ o el ―Auschwitz‖ en miniatura de Macías. Conque, además de los
métodos habituales, se muere también por torrefacción o descuartizado con un machete.
Según informa un narrador, algunos restos humanos eran preparados para las cenas
especiales del dictador. Su ubicación inusual hace aún más cercana la violencia y aquí
efectivamente se desarrollaron las escenas más crueles. Al lado de esta cárcel de otro tipo se
alza uno de los palacios del presidente construido en el arquitectura del ―Versalles‖ francés
pero en miniatura, por supuesto contrasta con el resto de las demás construcciones. Su
apariencia y la valiosa inmobiliaria detalladamente retratada despuntan la ostentación
característica de su dueño.

Existe otro tipo de espacios sociales, son los lugares de encuentro y de cohabitación
puntuales, son: el casino, el hotel Ureka, Bahía o los chiringuitos todos ubicados en la
ciudad de Malabo. En Bata se hallan también el American bar o el hotel Panáfrica. Se
trata de espacios públicos donde congregan habitualmente diversos tipos de personas para
dedicarse a actividades correspondientes, ocios o realización, son los pocos lugares
pacíficos y de fraternidad existentes. El hotel Panáfrica destaca particularmente por su
aspecto descuidado y sus múltiples carencias, prueba más del malestar socioeconómico
vigente. El texto despunta algunos espacios institucionales y de comunicación como son las
radio de Bata y Malabo y la televisión Nacional, son espacios de propaganda estatal pero
a pesar de esto su funcionamiento es igualmente deficiente, como marca de la erosión
generalizada. Son instrumentos ideológicos que vehiculan las leyes revolucionarias para el
régimen dictatorial, el poder pos dictatorial también los controla y lo usa para fines
específicos. La cámara agrícola es el espacio donde se desarrolla la primera rueda de
prensa del nuevo líder Obiang Nguema. El objeto de esta comunicación es hacer el estado
de la cuestión social y política en el país tras el exitoso golpe, también aprovecha el nuevo
líder, para presentar el balance caótico del régimen anterior y anunciar los cambios
inmediatos. El cine Marfil es el lugar que acoge el juicio de Macías Nguema y los demás
imputados, por su particular relevancia, el suceso está retransmitido por la radio. El cine
marfil distingue como un espacio de venganza donde, durante cuatro días se exhume el
pasado desentrañando los atropellos y todo tipo de mal del régimen de fuerza al oído del
pueblo, día tras día, se va preparando los procesados a la sentencia a muerte y a su próximo
ahorcamiento. El locutorio funciona como la puerta abierta al mundo que permite a los
reporteros comunicar con el exterior y asimismo sacar el país del encerramiento anterior.
299

Igualmente como el cine Marfil y los edificios o servicios públicos, el locutorio presenta un
aspecto decadente a pesar de la voluntad de los operadores por asegurar los debidos
servicios. Por fin tenemos los espacios comunitarios con mucha carga simbólica, son por
ejemplo las ciudades de Malabo, Bata y Luba. Malabo viene caracterizado como un lugar
fantasma, precario, miserable, una ruina generalizada. Parte de las enfermedades que
padecen los reporteros proceden de la escasa alimentación pero también de las picaduras de
los mosquitos que abundan en la ciudad. Esta es también un espacio cosmopolita y
multirracial donde conviven los nativos con españoles, indios, rumanos, cubanos, chinos,
rusos, hausas o los marroquíes. Esta ciudad resume en hechos y apariencia el desastre que
supuso los once años de la dictadura maciísta. Las ciudades de Bata y Niefang presentan el
mismo aspecto derruido además de ser los principales focos de tensión. En Bata se hace el
balance físico de los enfrentamientos igual que en Niefang donde los reporteros hallan
testigos oculares. Luba viene expuesta como una recóndita perdida y desgraciada, mísera,
una raquítica definida como una aldea de hambre, con chozas y edificios públicos en ruina.
Otro rasgo común entre todos los lugares identificados aparece en Nsangayon, esto es uno
de los principales focos de atención para los miembros de la tribu, pues es el lugar de
residencia permanente del dictador y uno de los mayores escenarios de crueldad. El pueblo
de Macías, es una aldea petrificada en su silencio y miedo. Desde la noticia del golpe, el
miedo se ha apoderado de una población hasta ahora conformada y totalmente resignada.
Aquí, las poblaciones están convencidas de que el dictador posee poderes místicos y que por
lo tanto es invulnerable. Los espacios comunitarios son los clichés a través de los que se
leen la destrucción y el sufrimiento. En esta novela, hay dos principales espacios de
transición que son el barco Acacio Mañe y la carretera de Luba. Cuando la tribu de los
reporteros recorre la carretera desde Malabo a Luba, descubre que en los dos lados se
hallan plantaciones de cacao, coches y autobuses abandonados y poco a poco devorados por
la selva. Este asombroso paisaje reúne algunas huellas que remiten al pasado colonial
español en esta novela poscolonial. El barco Acacio Mañe también heredado de la
colonización es un espacio público de confluencia humana y transición, pero característico
por su apariencia o su contenido. Las dos travesías nocturnas descritas, de Malabo a la
ciudad de continental de Bata, ofrecen un espectáculo alucinante que el narrador asimila a
un circo surrealista en un barco fantasma. El buque nacional es un espacio sórdido y
maloliente, hay camarotes con duchas pero también retretes atascados con excrementos y
quedados inservibles. Para los reporteros, el viaje en este barco resulta incómodo ya que el
ambiente es caótico y se observa una gran promiscuidad, varios indicios lo confirman. El
300

Acacio Mañe ofrece un espectáculo que para el narrador recuerda el arca de Noé bíblico,
aquí van sueltos los rumiantes domésticos junto a impresionante tumulto humano y diverso.
Viajan guineanos civiles, militares, ministros recién nombrados, parte de la tribu y los
tripulantes chinos. Hay quince reporteros ocupando cuatro literas para las doce horas de
viaje nocturno. El narrador lo equipara a un barco de locos ya que viajeros y tripulantes
celebran el arresto de Macías con bebidas y droga local con total despreocupación. El
Acacio Mañe funciona como un lazo, el espacio público de transición entre dos territorios
del país, el continental y la isla Macías. Este barco se distingue como un espacio de libertad
a pesar de su aspecto depravado, con ello el autor hace hincapié en algunos rasgos
recurrentes como son la sordidez, el caos o la miseria vigente.

La descripción de los espacios elegidos despunta un abanico de indicios que remiten


al contenido característico de algunos personajes estudiados. Esto es perceptible a través de
los aspectos relativos a la apariencia de los espacios y a su funcionalidad. Del mismo modo,
aparecen elementos referenciales como los nombres de pueblo, ciudades u otros espacios
que sitúan lo acontecido en lugares reales y también en un contexto reconocible.

VII-3-Análisis actancial

El modelo actancial como hemos indicado anteriormente es la etapa que nos permite
esbozar progresivamente la historia del relato, consiste en tres etapas, la frase actancial, el
esquema actancial y los ejes semánticos.

- La frase actancial

La frase implícita que resume La tribu puede ser formulada de la manera siguiente:
el deseo de cambiar el orden sociopolítico de la Guinea independiente; empuja a un grupo,
el consejo Supremo Militar; a reconquistar la libertad y la justicia social; para los
guineoecuatorianos oprimidos y para toda la humanidad; emprendido a esta búsqueda, el
consejo Supremo Militar es auxiliado por el gobierno español, los reporteros occidentales,
los militares recién excarcelados, los soldados marroquíes, la radio y televisión nacionales y
gran parte de la población. Si bien, su acción está entorpecida por el dictador Macías
Nguema y sus tropas a saber, la milicia popular, la guardia nacional, los soldados chinos,
Rusia y la juventud en marcha con Macías.
301

VII-3-1-El esquema actancial de La tribu

D1: Destinador D2: Destinatario

El deseo de cambiar el orden El Consejo Militar Supremo


sociopolítico de la Guinea Todos los guineanos oprimidos
independiente La humanidad

S: Sujeto

El Consejo Militar Supremo

O: Objeto

La libertad y la justicia social

Op: Oponente
A: Ayudante
Francisco Macías Nguema
La tribu de los reporteros Las fuerzas leales a Macías
El gobierno español El régimen dictatorial
Los soldados marroquíes La milicia popular
El pueblo guineano La juventud en marcha con Macías
Los militares liberados Los soldados chinos
Los medios de comunicación Rusia
La guardia Nacional
302

VII-3-2-Exposición de los ejes semánticos

La lectura de los ejes consiste en una interpretación de las relaciones entre los
distintos actantes en tres etapas. Primero el eje del deseo que analiza las relaciones entre el
Sujeto y el Objeto de su búsqueda, en segundo lugar el eje de la comunicación que reúne al
Destinador y el Destinatario y por fin el eje del poder entre el Ayudante y el Oponente.

-El eje del deseo: Sujeto-Objeto

El eje del deseo procede de la pareja objeto y sujeto. Este eje corresponde al
triángulo psicológico formado por el sujeto S, el objeto O y el destinador D1. Su estudio
consiste en preguntarse sobre las motivaciones del sujeto a buscar el objeto de su deseo. En
la novela de Manuel Leguineche, el sujeto es el Consejo Militar Supremo, el objeto la
libertad y la justicia social mientras el destinador es el deseo de cambiar el orden
sociopolítico de la Guinea independiente. La relación entre S-O establece el sentimiento de
legitimidad que anima al grupo de oficiales militares reunidos en el Consejo Supremo
Militar. Es un grupo heterogéneo pero dinámico, determinado a poner fin a la dictadura y a
poner las bases de una sociedad libre y justa para todos. En cuanto a la relación S-D1, es
lógicamente de compromiso y de patriotismo. El proyecto del restablecimiento de una
república democrática justifica el golpe de Estado. Los diferentes miembros del grupo están
animados por el anhelo de defender los derechos del pueblo y acabar con todo tipo de
violencia. En lo que se refiere a D1-O, para la Guinea Ecuatorial independiente, la libertad y
la justicia son una necesidad pero por de pronto un ideal a perseguir mediante un largo
procedimiento. Como verán, este eje nos lleva principalmente a cuestionar las motivaciones
de los oficiales comprometidos en el golpe, ya la meta es recuperar los derechos arrebatados
por el régimen anterior. Esto tiene que ver con las maniobras o métodos del régimen
dictatorial y principalmente los diferentes tipos de violencias aplicados sobre el pueblo.

El triángulo psicológico

D1 S

O
303

-El eje de la comunicación: Destinador-Destinatario

El estudio de este eje supone la interpretación del triángulo ideológico formado por
el Sujeto S, el Objeto O y el Destinatario D2. Estudiarlo consiste en relacionar los diferentes
actantes que forman el triángulo, para luego interrogar la acción individual del sujeto y sus
consecuencias individuales y colectivas. El sujeto es el Consejo Militar Supremo, el objeto
es la justicia social, mientras el destinatario reúne al Consejo Militar Supremo, todos los
guineanos oprimidos y también la humanidad, dado el carácter universal del objeto
perseguido. Entre S-O una vez más destaca el ánimo del grupo por acabar con el régimen de
fuerza y lograr por fin la libertad y, esto es objeto abstracto y colectivo. En este triángulo se
resume la acción del Consejo Supremo movilizado junto al pueblo contra el grupo enemigo
decidido a conservar el poder y gozan de todos los derechos y negándolos a la mayoría. El
vínculo S-D2 es el humanismo o compromiso del Consejo Supremo hacia un pueblo
discriminado, oprimido durante años y finalmente impasible. En el grupo sujeto, recae
también la esperanza de este pueblo cuya mentalidad rendida ha contribuido a su progresivo
debilitamiento. De la relación O-D2 diremos que después de once años de aplastamiento, el
pueblo guineano necesita un cambio positivo y, el golpe organizado contra el régimen de
Macías Nguema es un paso decisivo. Los propósitos del asalto individuales y colectivas
pero tienen que ver fundamentalmente con la libertad, y eso supone un cambio político
radicalmente opuesto al anterior. Este eje resulta oportuno para hacer un balance político y
social del pasado para luego proyectar el futuro que anhelan los guineano y la humanidad.

El triángulo ideológico

D2
O
304

-El eje del poder: Ayudante-Oponente

Este es el eje que define las fuerzas en conflicto, corresponde al triángulo activo
formado por el Sujeto S, el Objeto O y el Oponente Op. Mediante este eje, se establece la
relación entre el sujeto y su objeto y se determina el sentido de la función del oponente. El
sujeto es el Consejo Supremo militar, el objeto la libertad y el oponente reúne individuos o
fuerzas que obran consciente o inconscientemente contra el éxito del sujeto, son
principalmente, el líder Macías Nguema y sus tropas, la juventud en marcha con Macías, la
milicia popular, la guardia nacional, los soldados chinos o Rusia. Entre S-O en este
triángulo se da un vínculo de esperanza y de firme determinación. La descripción del
ambiente social destaca una situación explosiva. En este delicado contexto, el triunfo del
golpe organizado se debe a diversos tipos de auxilios por ejemplo el gobierno español, los
reporteros occidentales, los presos recién puestos en libertad o el respaldo de las fuerzas
reales marroquíes, a ellos se añaden la adhesión masiva de diversos grupos y categorías
sociales nacionales a favor del asalto y de sus objetivos reales. La relación S-Op pone de
relieve un vínculo de enfrentamiento entre el Consejo Supremo y el régimen anterior
movilizado alrededor del dictador Macías al que quieren mantener en el poder. Se trata de
una contienda poco intensa por lo que no ha habido una verdadera preparación militar en
ambos grupos. No obstante además de los oponentes existenciales (a) como son Macías
Nguema, sus tropas, la juventud en marcha con Macías o la milicia popular, se han sumado
otros como los soldados chinos, los instructores cubanos o los rusos. Finalmente, la relación
O-Op destaca los esfuerzos conjugados por todos los oponentes por mantener la dictadura y
dificultan la labor del Consejo Supremo y de sus ayudantes. Esto es perceptible por el miedo
o la angustia y miedo de las poblaciones. El éxito del asalto inaugura un periodo transitorio
propenso a la ilusión de cara al futuro, si bien, lleva examinar las fuerzas en presencia y sus
respetivas motivaciones.

Los triángulos activos

S
S

Op Op
O a O b
305

El eje del poder pone de relieve el sentido de la función del oponente. En este caso,
descubre el desmembramiento de las fuerzas oposicionales, la acción de los diversos
componentes y las consecuencias de las mismas. Concretamente, en La tribu predominan
los instrumentos, métodos o ejercicio de la violencia así como las consecuencias sobre el
país y la población, todo retratado por unas víctimas exultantes y ante los testigos
internacionales.

Obra Los Los personajes Los personajes 2-Los 3-Los Las víctimas Los espacios
personajes secundarios: segundarios teodoristas intermediarios narrativos
principales Los periodistas guineanos
españoles y extranjeros 1-Los maciístas

Mario Albert, Michel, Jean Paul Miguel Eyegue, Oyó José Luis Laureano Angwe, -las cárceles,
Molinos, Mardore, Ingmar Larsen, Salvador Ondo Eulogio, Jones, Luis Marcos Miyone, la radio y la
Teodoro John Abercrombie, Ela, Norberto Florencio Maho Socachá, Agustin Añeso, televisión, el
Obiang Mariano Zabala, Javier Nsue Micha, Maye, Eloy Ela Nvo, Florencio Mba, Cine Marfil,
La Nguema, Leoz, Esteban Guio, Alberto Ndongo Seriche, Alfredo Tomás Edu, Edmundo la Cámara
Francisco León Esparza, Vicente Ayang, Pastor Salvador Ela King, Adolfo Bossió, Atanasio agrícola;
tribu
Macías Escudo, Tartarín, José Nsué, Eduardo Nseng, Ndongo. Ndongo Miyone,
Nguema. Luis Ramírez, Jacinto Edu Nguema, Toribio Leoncio Mitogo -Los
Esparabé, Dimas Bienvenido Micha Evina, Moro Edjang, Luciano espacios
Sánchez, Luis Arroyo, Nsue, Fortunato Mba, Ndongo, los sociales: el
Pedro Ferrer, Conrado Nsó, Román Mba, Feliciano guineanos pueblo, el
Acevedo, Ricardo Tobías Nvulu, Ombana, los exiliados, locutorio, las
Fresnedo, Rafael Osorio‖ Capitán Bicó, los soldados Edelvina, Mamá ciudades, el
bilongo‖, Cándido guardianes marroquíes. Conchita, Mamá Acacio
Planas, Eloy Saravia, milicianos, los Josefina, Ramona. Mañe; el
Estanislao Cunill, Patrick jóvenes en marcha hábitat, los
Galley, Alejandro con Macías. hoteles,
Murillo, Ramón Siguan, bares, el
Mónica Rubio, Cari casino.
Esplandiú .

Aquí nos reencontramos con una configuración parecida al caso precedente.


Tenemos un gran número de víctimas, sobre todo los presos y los fallecidos. Como
Mbomio Bacheng, Leguineche concede un escenario a los guineanos habiendo sufrido
en carne la violencia del régimen dictatorial. Mediante el estudio de los personajes, se
puede apreciar cómo el desmantelamiento del régimen de fuerza coloca a los antiguos
verdugos entre las víctimas inventariadas, y además, Leguineche ofrece a las víctimas
anteriores el privilegio de procesar y para luego castigarlos. El hecho no sólo pone fin
definitivamente al régimen sino, es también una humillación, parece que ellos están
306

sometidos a pagar por sus pecados con su propia vida. Pues el cuadro destaca muchos
presos y fallecidos que testifican de una acción particularmente dañina del gobierno
maciísta. Los espacios señalados como son las cinco cárceles en todo el territorio
nacional corroboran éstos indicios del uso abusivo de la violencia.

En resumidas cuentas, tomando en cuenta la definición de Garrido Domínguez


del personaje veremos que insiste en hacer del personaje una unidad difusa de
significación, presentado como un conjunto discontinuo de rasgos o marcas cuyo
sentido se tiene que buscar exclusivamente en su contexto discursivo. Si bien,
igualmente sostiene, que sobre el personaje pesan las imposiciones de cada período
artístico y las propias del género correspondiente además, dice que el personaje
responde a las exigencias que encarnan los sistemas de valores de cada época histórica-
cultural en los más diversos ámbitos políticos, económicos, social, ético o religioso. En
suma, si todo personaje lleva los estigmas de su tiempo o ubicación, todo aquello
explicaría la abundante contribución existente acerca del personaje literario en general y
que progresivamente ha afectado las formas de concebirlo de representarlo o de
interpretarlo.

Obviamente, las cuatro novelas que acabamos de estudiar nos han permitido
comprobar la complejidad y también la relevancia de esta categoría textual. Desde luego
su estudio ha sido laborioso pero igualmente ha hecho posible un detallado desmontaje
de las distintas obras. En base de determinados medios teóricos, hemos recorrido los
textos cuantas veces necesarias para fichar cada uno de los personajes y, de este modo
los hemos agrupado en tres categorías principalmente dependiendo de su recurrencia y
nivel de implicación en el relato. Asimismo, hemos llegado a sacar del conjunto los
rasgos propios de cada uno y su significación dentro de la obra. Hemos hallado por
ejemplo a los personajes referenciales históricos reiterativos como son: Francisco
Macías Nguema, Obiang Nguema o Francisco Franco cuyas marcas o funciones
aparecen efectivamente vinculadas con los contextos socio- históricos en los que se
desarrollan las obras. Hay otros personajes como son Oguono o Nguí cuyo significado
interpela el registro socio-cultural guineano.

Para el análisis de los personajes, hemos utilizado conjuntamente las tipologías


formales y sustánciales. Las primeras nos permitían describir individualmente a cada
307

uno de los personajes, con respecto a sus rasgos físicos, éticos o psicológicos 66. En
cuanto a las tipologías sustanciales, son las que integran los personajes como actantes en
el modelo actancial a saber que pasan de ser Macías Nguema o Francisco Franco para
colocarse en el esquema siendo ―oponente‖, ―ayudante‖ o ―sujeto‖. Para el análisis del
modelo actancial, hemos explotado las propuestas de Argildas Greimas y de Anne
Ubersfeld para dibujar el esquema e interpretarlo.

A pesar del gran número de personajes, para dar cuenta de forma más coherente,
a la descripción de los personajes hemos sumado una reseña de los espacios narrativos.
Desde luego, son las escenas donde se desarrollan las escenas asumidas por los
personajes, por eso su función aporta aclaraciones más sobre los personajes.
Efectivamente, los espacios recogidos funcionan en analogía con los personajes,
destacan la violencia, la miseria, el miedo o la dominación. Hay algunos lugares
reiterativos como son la cárcel, las aldeas, la selva o las ciudades de Bata, Malabo,
Mongomo o Niefang.

Finalmente el análisis del modelo actancial en las cuatro obras resalta que los
autores coloniales y poscoloniales tematizan determinados aspectos de los contextos
imperial y dictatorial en Guinea. Por una parte, Bartolomé Soler pasa revista algunos
motivos a favor de la colonización española, mientras Donato Ndongo expone los
logros y los límites de esta misma colonización en el momento en que esta tiende a su
fin. Ambas obras, pues, ponen cara a cara los diferentes actores según sus orígenes y
funciones, o sea, los sujetos frente a los objetos de la colonización. En cuanto a las
obras poscoloniales, Joaquín Mbomio Bacheng y Manuel Leguineche han escrito
novelas de transición política, ambos ponen en escena las víctimas de la dictadura en un
marco donde la euforia debido a la recién liberación se encuentra algo matizada por la
incertidumbre de cara al futuro.

El propósito de este capítulo era valerse de los personajes mediante un proceso


de descomposición, descripción e interpretación de los personajes para sacar los temas
que componen nuestras obras. Por lo tanto, los siguientes capítulos estarán enfocados en

66
Una de las críticas que se ha formulado acerca de la tipología greimasiana es que la aplicación de su
modelo supone que todos los relatos funcionan de idéntico modo, homogeneizando el comportamiento de
los personajes y de este modo privándoles de sus señas de identidades individuales físicas, psicológicas o
éticas. Esto es por lo que antes de analizar el modelo actancial, hemos estudiado los personajes
individualmente.
308

el estudio temático de las diferentes claves significativas es decir por un lado, examinar
las relaciones entre la población indígena y la población española durante la
colonización. Por otra parte, a partir de las víctimas del maciísmo, identificar los
diferentes aspectos de la violencia, explicar sus diversos aspectos a saber sus luces y
sombras, para finalmente interpretarlos.
309

TERCERA PARTE
EL DISCURSO COLONIAL Y POSCOLONIAL
HISPANO-GUINEANO
310

CAPÍTULO VIII

ANÁLISIS DEL DISCURSO COLONIAL: BLANCOS Y NEGROS

VIII -1- Antecedentes del personaje de tipo negro

Antes de abordar la lectura temática de las dos obras coloniales del corpus, nos
ha parecido oportuno hacer un breve repaso acerca del recorrido diacrónico del negro
como personaje literario en España, y con particular énfasis en sus funciones y su
caracterización. Se trata de indagar el origen, la construcción o consolidación del
personaje negro por una parte, y por otra, su representación o valoración siglo tras otro.
Con ello pretendemos hacerse una idea de conjunto o panorámica sobre el tema pues,
contribuye de la visibilidad del personaje negro o colonizado del que se trata en las
obras coloniales españolas que analizaremos más en adelante.

En los trabajos de investigación llevados a cabo por Emilio García Gómez,


España fue una potencia colonial gran importadora y exportadora de esclavos. Si bien
dice, el destacado defensor de los indios el misionero español padre Bartolomé de Las
Casas, reconoció en 1517 el derecho de cada inmigrante español a poseer hasta doce
esclavos negros. Del mismo modo, la misma fuente señala que los primeros negros en
llegar a América del norte fueron llevados en 1526 por el español Lucas Vázquez de
Ayllón. Aquellos inmigrantes negros reunidos en colonia se asentaron en Carolina
después de ser abandonados por sus dueños tras una revuelta. Más adelante, el mismo
investigador señala que en los siglos XVI y XVII ya había en España un elevado
número de negros empleados como siervos y destinados a los oficios más bajos aunque
legalmente no eran esclavos. Uno de ellos fue un tal Juan de Pareja, esclavo de Diego de
Velázquez, inmortalizado sobre el lienzo.

Otra referencia es la que se proporciona mediante la novela del Lazarillo de


Tormes en su día anónima donde el autor hace mención de su padrastro negro, mozo de
311

cuadras, quien se ve obligado a alejarse de su madre para escaparse justicia. García


Gómez matiza que los especialistas del tema opinan que aquel no era negro, sino moro.
Sin bien, sostiene el contrario: ―pues existía la costumbre de llamar negro - del latín
niger - a cualquier esclavo procedente de África, aunque el trato que recibían unos y
otros debió ser la misma cosa. Me inclino no obstante, a pensar que el padrastro de
Lázaro era realmente uno de tantos criados de color que se hallaban dispersos por la
geografía peninsular, sobre todo en Andalucía‖ (García Gómez, 2005:55).

En uno de sus ensayos Fra Molinero igualmente se ha consagrado a estudiar el


tema del negro en La imagen de los negros en el teatro del Siglo de Oro (1995)67. Por
ejemplo, al analizar la percepción del negro en la España del Siglo de Oro, deja
entender que en aquella época, la palabra ―negro‖ era sinónimo de esclavo. En su
sentido, el fenómeno esclavista tiene raíces más antiguas en la península ibérica68, por
lo cual es difícil achacar a España y Portugal como principales artífices europeos de la
etapa moderna de la esclavitud. Si bien, admite que a comienzos del siglo XVII ya había
negros en el país a consecuencia de la nueva etapa en la historia de la esclavitud. A tal
efecto, motivado por anhelo de difundir y explicar la presencia de los individuos negros
en el país, el teatro barroco recuperó el tema y se encargó diversamente de su
divulgación y auxiliado por su público. Esto es por lo que afirma que tanto los autores
como el público adicto cooperaron en la creación de unos estereotipos literarios que,
con pequeñas variantes, se fueron exportándose a las Américas y al resto del mundo.
Desde este ángulo, Molinero sí atribuye cierta paternidad a España respecto a la
construcción y difusión de la despectiva imagen del negro en la época.

67
En este trabajo se ha manejado una versión informatizada del ensayo de Fra Molinero, la paginación de
esta copia difiere de la del formato en papel. También queremos señalar que las citas de página ―1‖
corresponden a las citas sacadas del párrafo de la presentación del mismo libro.

68
Fra Molinero (1995:11), sostiene al respecto : ―Los negros africanos habían estado presentes en la vida
peninsular desde tiempo inmemorial, bien en los reinos musulmanes, bien en las tierras del reino de
Aragón (Verlinden 358 y ss.). La mayoría de estos esclavos, sin embargo, provenían de capturas en
territorios musulmanes. La esclavitud estaba aún ligada al hecho de la guerra, al concepto político-
religioso de la Reconquista. Un esclavo negro era capturado a los moros, y constituía botín de guerra.
Pero en el siglo XVI trajo cambios. La guerra contra el Islam ya no era el motivo ni la excusa, porque se
montaban en Lisboa y Sevilla expediciones sin otro fin que capturar esclavos en la costa occidental
africana. El motivo era el simple lucro, por más que los apologistas portugueses y castellanos, (…),
justificaran el negocio con argumentos apostólicos de extender la fe cristiana,…‖.
312

Para visibilizar el tratamiento de la imagen del negro Fra Molinero se ha


interesado a estudiar el corolario de la introducción de personajes negros y sus papeles
en la literatura de los siglos XVI y XVII en España. Si bien su reflexión encaja en la
interpretación literaria del fenómeno de la esclavitud, también proporciona algunos
notables detalles complementarios para este trabajo.

Aparte el papel precursor de los autores dramáticos en el proceso pionero de


tipificación del negro con el concurso del público, Fra Molinero pone de relieve otro
aspecto en el que el teatro ha proporcionado un abundante material acerca de la vida de
los negros en la España del XVI y XVII. Y asimismo dice ―También es el teatro el
máximo exponente de la visión "oficial" de la España imperial hacia los negros‖ Fra
Molinero (1995:16). De esta manera, se desprende que los contenidos teatrales no son
hechos aislados pero más bien un medio castizo de propaganda. Molinero hace eco de
diversos enfoques que motivan la tipificación despectiva del personaje negro: ―Los
negros de la comedia son sobre todo un síntoma de las actitudes de la sociedad nacional
española que los engendró. El racismo institucional, las violentas relaciones entre
blancos y negros, el miedo a la diversidad y a la mezcla de sangre o la religión como
marca étnica y casi biológica, son algunos de los temas que aparecen en comedias, auto
sacramentales y entremeses en los que figuran personajes negros‖ (Molinero, 1995:1).

En aquellas fechas, los personajes negros ya forman parte de lo que admite el


ensayista como ―un fenómeno global en Europa‖, pues ellos son designados de diversas
maneras; son etíopes69, negros, morenos, prietos o pardos, en general los negros eran
―los africanos que no eran moros‖. Otro rasgo sobresaliente que subraya el ensayista es
la valoración de la imagen del negro en general en algunas literaturas europeas. En su
opinión, durante en el siglo XVI y principio del XVII las obras francesas, italianas y
alemanas transcriben la imagen de los negros, situados fuera de la sociedad nacional
como individuos exóticos, estáticos y de ahí poco dinámicos. En cambio, España y
Portugal tenían contacto directo con los negros, resultado del comercio de esclavos, su
presencia anima a los autores pues a dar cuenta de la ―integración‖ social del negro
configurado como el ―tipo de negro‖. No obstante, Fra Molinero matiza que en la

69
Fra Molinero define el vocablo etíope, del griego aithiops ("cara quemada") como siendo el nombre
por el que se designaba comúnmente a todos los hombres y mujeres de piel oscura y no sólo a los que
vivían al sur de Egipto (Molinero, 1995:18).
313

mayoría de los casos los negros son ―objetos de representación‖, sin poder de
testimonio. Citando a Antonio Ortiz, Fuente Ballesteros (1984), indica que la presencia
persistente de los negros africanos en España desde el siglo XV, es a consecuencia de
los viajes y la expansión portuguesa por África. A finales de XVI, él señala el aumento
considerable de su número evaluado entre 100000 y 300000 miembros, la mayoría
asentada en Andalucía. Tras esta fecha, a finales del XVII la población conoce
progresivo descenso, eso por tres motivos principales, el traslado a las colonias de
algunos esclavos en América, por las muchas manumisiones o absorbido por la raza
blanca.

Además del papel significativo asignado a los protagonistas dramáticos negros


del barroco español, todo funciona independientemente de su origen en África. Para Fra
Molinero, se trata fundamentalmente de negros despojados de su identidad, arrebatada
bajo el pretexto de civilizarlos, piensa que excepto el color de piel, no tienen nada de
África, sus representaciones derivan de meras construcciones espontáneas mediante las
que los dramaturgos plasman las fantasías de su propia concepción sobre la
―africanidad‖. Así es cómo Molinero (1995), justifica el proceso aquello que designa
como la ―desafricanización‖ de los negros:

Sacar al negro del África espiritual donde vive es uno de los leitmotives de la literatura española
de los siglos XVI y XVII. Los comediógrafos, los más asiduos en crear personajes negros, se
concentran en desvestir al negro de su negritud. La presencia en escena de protagonistas negros
es una propuesta de diferentes modelos de desafricanización. Estos personajes caminan, cada
uno en su comedia respectiva, desde un origen "africano" de fantasía, hacia una aceptación de
valores y modos de vida "españoles." Por "españoles" se ha de entender cristianos,
representativos de una sociedad testamentaria en la que ellos ocuparán una posición subordinada.
La nueva sociedad y los nuevos valores están definidos como superiores a cualquier otro valor
que venga de África. (…) África no existe más que en el color de la piel del protagonista. (…).
África es "españolizable," vienen a decir estas comedias, y lo demuestran los personajes negros
que deambulan por el escenario (Fra Molinero, 1995:9).

El creciente número de negros en la España barroca, carente de poder social o


económico y, desde luego en razón de su marcada apariencia han contribuido a
desarrollar progresivamente una imagen caricaturizada del personaje negro sumido
tanto a la variedad de tratamientos como a un público partícipe. Si en la literatura
española del siglo XVI y XVII, África en particular es un lugar simbólico como testifica
Fra Molinero, a la vez un paraíso, una selva y un abismo, él no duda constatar que en
España la concepción literaria del personajes del negro contrasta con las informaciones
resultados del contacto directo en África. Si bien, su libro estudia la ―imagen‖ del
personaje negro a partir de unos textos dramáticos y, de los que surgen caracteres
314

sobresalientes acerca de lo que él designa como una ―visión cómica‖. En base de este
motivo, Molinero destaca diversos elementos que entran en la construcción de los
personajes hilarante del siglo XIV en la comedia barroca: la visión infantilizadora del
personaje negro que expone su incapacidad de tener un juicio racional; la ingenuidad
que resta el discernimiento entre la realidad y la fantasía; o también la inagotable
locuacidad del negro por la que le designa como ―el negrito hablador‖. Estas son
caracteres típicos mediante los autores tratan de justificar a aquella población negra
considerada como una ―contradicción humana‖, un ―fenómenos extraordinarios‖, es
decir, enfatiza, una antítesis de lo considerado normal y por lo tanto sujeto a
explicaciones. Más allá de esta necesidad de aclarar los individuos negros al público,
Molinero halla más motivaciones: ―La imagen cómica creada alrededor de los negros se
basaba en un complejo de percepciones sociales. El negro cómico de la literatura
española era el resultado de una imagen creada por los blancos que escribían y tenían
acceso a los medios de comunicación como la imprenta o el teatro‖ (Fra Molinero,
1995:52). Molinero constata la permanencia de aquellos perfiles desproporcionados
por lo que subraya: ―Siguen vigentes hoy en la literatura, el cine y la televisión: negros
graciosos e infantiles, mulatas que invitan a la sexualidad prohibida, negros santos de
alma blanca y defensores del statu quo del Imperio en las armas y las letras‖. Esta
observación testifica del poderío de la obra barroca y que se traduce por su resistencia
en el tiempo.

Según Santos Morillos (2011) quien igualmente dedicó un estudio al tema del
negro, esta vez, el siglo XVI marca la plena incorporación del personaje negro en la
literatura española. Desde un principio, él resume su labor como sigue:

En la literatura española del xvi, los escritores caracterizaban al negro por el color, por
su habla deforme y por una serie de rasgos personales. El sistema esclavista se servía
de la literatura y, especialmente, del género dramático para tipificar la figura del
subsahariano y para justificar su esclavización. Entre los rasgos que singularizaban al
personaje negro se destacan su propensión a las peleas, su infantilidad, su desmedida
afición musical, su lujuria, su vanidad, sus aspiraciones de nobleza, su animalidad y su
ignorancia religiosa. Todas estas características conforman la personalidad
estereotipada del negro literario (Santos Morillos, 2011:23).

En realidad, el estudio de Santos Morillo tiene como objeto principal al negro


subsahariano en plena época esclavista. Según la misma fuente, en los siglos XVI y
XVII en las cortes europeas aparecen los primeros negros acompañantes o
entretenedores de los nobles y de reyes. En España y principalmente en las cortes de
315

Asturias, desde 1563 hasta 1700 hubo 123 ―hombres de placer‖ de los que ocho son
negros, pues esta costumbre será suprimida con la llegada de los borbones. Como se
puede conjeturar, el papel de aquellos hombres era principalmente el recreo y
distracción. En base de esta función lúdica se asiste a una transposición del papel y
asimismo la exploración de la figura del personaje negro por los dramaturgos españoles
durante el Renacimiento70.
Para llevar a cabo su indagación sobre el perfil del personaje literario negro en la
España del siglo XVI, Santos Morillo (2011) ha explorado veintinueve obras dramáticas
de las que algunas son anteriores a esta fecha. Este estudio destaca personajes
dramáticos negros tan diversos como divertidos, distingue papeles como son; un sujetos
maltratado por su dueño, un personaje negro ladrón, un negro esclavo, criado, un negro
anhelando la piel de color blanco, un negro solicitado por su virilidad o negro
hambriento y saciado corporal y espiritualmente gracias al alimento eucarístico.
Aparecen también personajes femeninos, como ama de casa, consoladora,
entretenedora, esclava, mujer agresiva pero también fiel y honrada o prometida de un
criado. Según el autor de este estudio71, los personajes negros podían ser protagonistas
pero desarrollaban roles secundarios, la participación asignada a los personajes negros
destaca papeles despectivos, que tienden a representarlos como seres inferiores y
rebosantes de vicios.
En términos de Santos Morillo, los rasgos perjudiciales reproducidos en las
obras descritas coinciden con la imagen que de los negros se hacían los europeos en este
tiempo por consiguiente, la literatura contribuyó en avalar la razón esclavista. Pues en
ello coincide con Fra Molinero quien opina que los personajes negros del teatro barroco

70
En Introducción al Renacimiento Español: ―El Renacimiento es la época áurea de España, o lo que
llamamos el «Siglo de Oro». El siglo XVI corresponde a la plenitud del Renacimiento mientras que el
siglo XVII corresponde a la época barroca, que suele denominarse nacional. Durante el primero, España
sigue las corrientes universalistas del Renacimiento y marcha a la par, en cuanto a las direcciones
generales, con el resto de las naciones europeas; en el segundo, se dan los caracteres más típicos y
personales del arte y letras españolas. (…).El Renacimiento cultiva un arte selecto para minorías,
artificioso y auténticamente literario. Busca en la cuidadosa excelencia de la forma la justificación de su
quehacer y la diferencia que ha de separarle del poeta popular que divierte a las multitudes‖.
www.educación.gob.es

71
Entre otras composiciones exploradas por Morillo caben: Rodrigo de Reinosa (1516-1520?): 1-
Comienzan unas coplas a los negros y negras. 2-Otras suyas a los mismos negros; Gil Vicente (1524-
1536): 1- Frágoa d’Amor. 2- Clérigo da Beira; Sánchez de Badajoz (1525-1547): 1- Farsa de Moysén.
2- Farsa de la fortuna; Juan Pastor (mediados del xvi): Farsa de Lucrecia; Simón Aguado (1602):
Entremés de los negros; Lope de Rueda (1538-1542): 1-Eufemia. 2-Los engañados; Quiñones de
Benavente (1664): El Negrito hablador, y sin color anda la niña; Martín Santander (1550): Comedia
Rosabella; Luis de Miranda (1554): Comedia Pródiga.
316

ayudan tan sólo a explicar parcialmente las circunstancias de la vida de los negros de la
época. Igualmente Santos Morillo enfatiza en que los prejuicios raciales construidos
acerca de la inferioridad innata de los negros africanos subsaharianos en particular,
entretenidos por la opinión pública, las escenas de obras dramáticas y otros contenidos
literarios no desaparecieron con la abolición del esclavismo. Si bien, aquello no es una
exclusiva española, caben fuentes testificando que las ideas estereotipadas que
representaban al negro socialmente inepto, bárbaro física e intelectualmente, desde la
Trata lograron cruzar tiempos y territorios. Más recientemente Alás-Brun (2004) lo
califica como un proceso de ―tropicalización‖72 o caracterización del ―salvaje‖ tropical,
y lo define como: ―…representaciones de los africanos de la región subsahariana en la
literatura y la cultura popular de otras naciones coloniales europeas, basadas en parte en
las conclusiones pseudocientíficas de una serie de estudios antropológicos desde el siglo
XIX‖. Precisamente en el trabajo de Santos Morillo, tocante al caso de Guinea
Ecuatorial señala que durante los cuarenta y cincuenta, aquellos clichés fueron
alimentados por determinados estudios científicos. Pone como ejemplo determinadas
indagaciones de médicos españoles evaluaron el cociente intelectual de los niños
guineanos para luego concluir a la inferioridad de aquellos sujetos respecto a los niños
europeos. En base de los rasgos característicos atribuidos a los negros mediante sus
roles en las veintinueve obras recogidas, Santos Morillo ha desarrollado un estudio que
analiza al negro literario del siglo XVI con esta entrada:
Todos los rasgos que la sociedad esclavista le atribuía al negro y que, como acabo de exponer,
han llegado prácticamente hasta nuestros días, se utilizaron para caracterizar al personaje
literario desde su más temprana aparición. La imagen tan negativa y ridícula del africano que
las obras nos ofrecen servía para corroborar la idea de que su esclavización era justa y
necesaria pues lo salvaba de la barbarie y le abría los ojos a la luz del catolicismo y de la
civilización. Debía quedar siempre claro que el negro no era igual al blanco. (…). Los negros
que aparecen en las obras literarias del xvi se presentaban como holgazanes, ladrones, torpes,
tozudos e insolentes pero también como camorristas, infantiles, aficionados a la música,
lujuriosos, presuntuosos, embrutecidos y paganos (Santos Morillo, 2011:28).

Esta vez, Frida Weber de Kurlat (1967)73 ofrece un ejemplo concreto de la


utilización de lo que designa como ―el tipo del negro‖ en los siglos XVI y XVII. Su

72
Para Alás-Brun (2004:201) el término ―tropicalización‖ designa a las representaciones en el arte,
literatura y cultura popular europea del negro de origen africano como un ―Otro‖ exótico, de rasgos
fisionómicos exagerados, concebido como un ser salvaje y primitivo, vinculado al imaginario del África
tropical, identificada con el topos de la selva, espacio ahistórico y homogéneo (sin distinciones étnicas,
lingüísticas…).
73
Para más informaciones sobre el tipo del negro o una lectura crítica acerca de las obras teatrales de
Lope Vega en los que participan personajes negros, consultar: Frida Weber de Kurlat, "El tipo del negro
en el teatro de Lope de Vega: tradición y creación", Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas,
Nimega, Instituto Español de la Universidad de Nimega, 1967:695-704.
317

análisis de basa en la obra dramática de Lope de Vega que ella atiende como uno de los
destacados creadores de su tiempo. Weber de Kurlat sitúa los comienzos del tipo del
negro, a principio del siglo XVI en diálogos pre dramáticos, primero en Portugal, e
inmediatamente se dio una versión más realista en España. En su sentido, la figura
dramática del negro aúna materiales de dos enfoques: la observación de la realidad y la
elaboración artística. En su juicio, la elaboración y enriquecimiento de este movimiento
literario culminó con Lope de Vega pero señala en el siglo anterior ya se había
construido el personaje del tipo de negro con sus determinados rasgos característicos: el
negro o la negra criada, hablando un castellano deformado como elemento cómico
básico, son designados algunos lugares de África, se valora el gusto y habilidad del
negro para el canto y el baile, o rasgos relacionados con el color de la tez y la condición
esclavo. La aportación de Weber de Kurlat reúne las especificidades estilísticas y el
tratamiento del personaje negro en las obras teatrales de Lope de Vega. Antes de sacar a
la luz aspectos fundamentales de la utilización del tipo negro la investigadora indica el
valor añadido aportado por el dramaturgo español: ―es Lope quien, conservando
elementos heredados de la tradición dramática en la que se inicia, los enriquecerá y
variará, multiplicando las posibilidades del personaje y abriendo nuevos rumbos a su
empleo teatral. Cronológicamente, su primera obra con intervención de negro es Los
comendadores de Córdoba, de 1596‖ (Weber de Kurlat, 1967:696).
El mérito de Lope en términos de Weber de Kurlat radica en la dimensión
novadora de su obra por lo que en base de los rasgos convencionales, el dramaturgo
enriqueció sus personajes negros mediante la exploración de enfoques inéditos. Su
trabajo expone aportes de Lope de Vega en su variedad y número aunque con matices.
Observa que en ocasiones hay obras del dramaturgo donde el carácter o condición de los
esclavos no está claramente especificado o señalado. También destaca el personaje
femenino siendo una fiel reproducción de la negra postergada y erótica, típica del teatro
del siglo XVI. No obstante, esto es un personaje revolucionario encaramado por una
mulata pero diseñada con elementos americanos como son la mención a animales
exóticos, alusiones al oro y la plata o a bailes más americanos que negros. Otra
innovación de mayor relevancia el invento de otro tipo de personaje, son los santos

Entre las obras que analiza Kurlat caben: Los comendadores de Córdoba (1596); El amante agradecido
(1602); El arenal de Sevilla (1603); La madre de la mejor (1610-1612) o La limpieza no manchada
(1618)
318

negros, esto a pesar de su papel poco honrado como explica Fra Molinero 74. Por fin
Weber de Kurlat enumera unos criterios típicos de los personajes del dramaturgo como
son: los recurrentes juegos de oposición donde la tipificación de la mulata alterna entre
la burla por su condición de esclava, al elogio de su belleza; la intervención del negro en
un castellano deformado y convencional pero con cierta base en la observación de la
realidad; o también los juegos de antítesis entre el blanco y el negro.
Weber de Kurlat considera innegable la sustancial contribución lopesca que
precisamente permite ampliar el estudio en torno al tipo del negro en los siglos XVI y
XVII. Pues si su obra impactó en la progresiva ―modernización del personaje‖, otro
mayor mérito tiene que ver con la popularidad de su obra en el tiempo y el vasto influjo
que tuvo sucesivamente entre los espectadores, los imitadores, y también sobre los
lectores. Estas impresiones dice refluiría en las corrientes creadoras y sin que se
perdiera aquel tipo primitivo, hondamente extendido en la literatura y la convención.
Ella resume asimismo la contribución lopesca en el teatro español:
En torno al negro, la obra de Lope ofrece notable riqueza de matices y variaciones, de tal modo
que el tipo resulta renovado y ampliado en forma insospechable, si se tiene en cuenta el uso que
de él se hacía en la primera mitad del siglo XVI. Los aportes más importantes son las figuras de
santos negros y las mulatas, y a propósito de unos y otras el juego de motivos cómicos,
dramáticos y poéticos, allí donde antes campeaba sólo la comicidad gruesa, con las únicas breves
excepciones del planteamiento humano de la Farsa de la fortuna o hado de Diego Sánchez de
Badajoz, en la que el negro queda explícitamente incluido en la humanidad... (Weber de Kurlat,
1967:704).

En términos de Fra Molinero, la aportación lopesca en el teatro de la época


estriba en dos aspectos principales, en primer lugar, le atribuye la creación de los
personajes ―dignificados‖ expresándose en un castellano ―correcto‖, contrastando con
los típicos personajes negros cómicos habitualmente definidos como ―objeto de risa‖
precisamente por su lenguaje erróneo o ―habla negro‖. En segundo lugar caben los
llamados personajes graciosos y entre ellos los ―santos negros‖, pero esta vez se puede
constatar mediante el trabajo de Molinero que se utiliza la religión para asentar
eficazmente al negro como un ser convencido de su inferioridad. Sin embargo, a
diferencia de Weber de Kurlat, Molinero valora con menos entusiasmo el destacado
impacto que tuvo la obra teatral de Lope de Vega: ―La irrupción con Lope de Vega de
protagonistas negros de comedia supuso el grado más complejo de desarrollo del
estereotipo del negro en la literatura española y europea de la época. Estos protagonistas

74
Fra Molinero (1995:20), valora asimismo el papel de los santos negros: “Lope de Vega, como era de
esperar, es el artífice de un canon que no sólo reinventa el personaje de la mulata, sino que crea el del
santo negro, cuya heroicidad cristiana consiste en aceptar su esclavitud y la superioridad del poder
imperial español que lo ha hecho esclavo”.
319

negros, a pesar de la variedad de sus tipos, son herederos de los negros cómicos y lo
demuestran constantemente con referencias al protagonista del que vienen‖ (Fra
Molinero, 1995:20).

Los diferentes estudios repasados muestran al negro en general y al subsahariano


como un personaje concebido y descrito con rasgos despectivos ajustados a su
condición social como esclavo, dominado y de ahí despreciado. Esta imagen de
principio se ha perpetuado en el tiempo hasta un periodo no muy lejano, pese al tiempo
y sucesos históricos ocurridos en España, los textos recorridos indican pocas
transformaciones en el diseño o tratamiento del sujeto negro en la literatura como en el
imaginario popular español.
En resumidas cuentas el recorrido diacrónico del personaje negro en la literatura
española ha sido expuesto por Fuente Ballesteros como sigue:
Los rastros que han dejado estos pobres en la historia no son muchos, no así en la literatura y arte
donde se utilizaron con regular profusión. La iconografía del negro, esporádica en el teatro
medieval, se multiplica en los siglos XVI y XVII, ya sea representando a criados (Veronés), ya
sea como Rey Mago en la Epifanía. (…). El tipo del negro en la literatura española hay que
retraerlo a las Coplas a los negros y negras, de Rodrigo de Reinosa, como primera muestra, del
que luego sería personaje popular en el teatro de la primera mitad del siglo XVI. (…). Durante el
siglo XVII fue un tipo ampliamente documentado en nuestro teatro. (…). En el campo novelesco
tenemos también muchas muestras de la presencia del negro aunque sin estar caracterizado
lingüísticamente. (…). En el siglo XVIII el negro aparece más esporádicamente, sobre todo en
cuanto al tratamiento jergal (…), el uso del personaje es episódico y ambiental, pues los negros
no dicen ni una sola palabra, simplemente se dedican a bailar (Fuente Ballesteros, 1984:190).

Para plantear el tema del negro literario a partir de indagaciones más recientes,
hemos recogido los trabajos de Fuente Ballesteros (1984) que se basan en la temática
resultante del uso del personaje negro en las tonadillas75 españolas. Destaca como los
demás anteriormente, la comicidad como motivo distintivo dominante explorado en este
género dramático. Aquí pues se desarrolla rasgos como la pretensión de belleza, la
sujeción a los blancos por lo tanto, los personajes negros siempre innominados aparecen

75
Fuente Ballesteros (1984) define la tonadilla como: ―una pieza teatral de carácter literario-musical que
alrededor de 1750 logró una fortuna, en nuestros escenarios, tan apoteósica como efímera. Comenzaron
por ocupar los intermedios teatrales en las representaciones de comedias, para conseguir, con el tiempo, la
independencia, merced a la mayor extensión que alcanzaron. La popularidad que obtuvo esta forma
teatral fue debida al elemento popular que la informaba, ya fuera por la colección de tipos de época (el
currutaco, el cortejo, los majos, el abate,...), por los elementos folklóricos que contenía (la viuda, el
médico,...), o por las canciones tan españolas como la seguidilla, la tirana o el polo. Esta forma
desaparece a principios del XIX, justamente cuando este ingrediente popular, que era su esencia, se pierde
con la influencia de la música italiana y los compositores de este origen‖ (Fuente Ballesteros, 1984:190).
320

como individuos bobos, grotescos, torpes, alegres y con un habla de negros ―marginal‖
o sea, un lenguaje en forma de jerga ajustado a su tipo. La tonadilla pone en escena
principalmente a personajes africanos y, a menudo guineanos y angoleños es decir, dos
antiguas colonias respetivamente española y portuguesa. A primera vista, el objeto
preponderante de este género dramático consiste en el entretenimiento del público, si
bien, su argumento exhibe también la superioridad racial. Esto es lo que se desprende en
la siguiente afirmación: ―Estamos ante una comicidad primitiva y simple; donde el
espectador siente una sensación de superioridad ante lo que ve en las tablas. Es la risa
conservadora ante aquellos que no pertenecen a la ideología dominante‖ (Fuente
Ballesteros, 1984:194).
Una propuesta más reciente sobre el tema ha sido presentada por Alás-Brun
(2004) quien se dedicó a examinar la construcción, desde la metrópoli del negro
guineoecuatoriano de la etapa colonial como un ―sujeto subalterno‖. Aunque con
matices, se desprende de su texto cierta continuidad en la caracterización del personaje
negro en general. Esto es detectable de entrada cuando claramente define su objetivo,
asimismo expuesto:
Sistematizaré las distintas representaciones del sujeto colonial africano como el Otro exótico
para los españoles de la península, manifestadas tanto en la literatura como en la cultura popular
de España a lo largo del siglo XX. La deconstrucción de estas imágenes coloniales del negro
africano unas veces representado en la cultura popular como figura infantilizada cómica y otras
como figura primitiva y salvaje amenazadora, acompañadas de representaciones ambivalentes e
inestables en el teatro…(Alás-Brun, 2004:195).

Para alcanzar su propósito, Alás-Brun indaga la representación de personajes


negros desde principios de los años treinta hasta finales de los años sesenta a la luz de
tres obras teatrales que son: una comedia de Miguel Mihura Tres sombreros de copa
(1932), y dos dramas, El puritano (1945) de Alejandro Cervantes y Los hijos no tienen
color (1969) de Bartolomé Soler. En este apartado, tan sólo nos interesan las obras de
Mihura y Cervantes, ya que la de Soler no desarrolla personajes africanos.
En la comedia de Mihura el tal Buby personaje negro encarna doblemente los
estereotipos culturales negativos y también la imagen particular de los españoles sobre
los guineoecuatoriano. Alás-Brun define a Buby como un ―primitivo‖ es decir,
conformemente a una mentalidad colonial, uno que reúne principalmente tres criterios:
―la presunción de que los primitivos son como niños (intuitivos, espontáneos e
irracionales); la asunción‖ de que necesitan guía (del hombre blanco, claro) para
emerger en la modernidad; y la presunción de que son sexualmente volátiles y de
321

naturaleza violenta‖ (Alás-Brun, 2004:201). En esta comedia Buby es ante todo un


personaje marginado pero también forma parte de los verdugos burgueses. Entre otros
papeles juega de proxeneta, estafador, falso novio o negro exótico. Para Alás-Brun, la
imagen ridícula, falsa o absurda que presenta el negro Buby surge de la voluntad
deliberada del autor.
La obra teatral de Cervantes El puritano (1945) donde aparecen dos personajes
negros Duma y Tomás es presentada por Alás-Brun como el contrapunto de la que
precede. El autor ha construido a dos negros que a lo largo de la obra exponen las
vejaciones raciales que sufren Duma y Tomás y por las que al final deciden volver al
terruño. Ambos son personajes nobles y positivamente caracterizados pero, son
constantemente discriminados por los demás personajes en razón de su ―color
repulsivo‖ o de su ―fealdad‖. La ensayista formula el elogio dirigido a la obra de
Cervantes:
Es excepcional en el panorama teatral y literario español del franquismo, no sólo por su abierta
denuncia y clara condena del racismo y de la discriminación sufrida por los guineanos en
España, sino por la presentación claramente positiva de los personajes mulatos y la exposición de
las contradicciones en la identidad conflictiva del sujeto colonial por el hibridismo que resulta de
la colonización. También quedan expuestos los verdaderos móviles (de enriquecimiento
económico) de la colonización (…). No es sorprendente que tuviera dificultades con la censura y
que no llegara a representarse ni a publicarse (Alás-Brun, 2004:203).

Quitando las caracterizaciones textuales que vehiculizan las estereotipadas


imágenes del personaje negro desde el siglo XVI, se ha puesto dicha tradición literaria
vinculada con la sociedad de consumo española hasta fechas muy recientes. En este
sentido, Alás-Brun recoge ejemplos asociados a sectores de actividad como son la
educación, la comunicación o la iglesia. Pues señala la campaña de publicidad
patrocinada en los años cincuenta, sesenta y principios de setenta por ―Cola-Cao‖. Se
trata de una canción76 muy famosa que acompaña aquella publicidad emitida por la
radio y agregada al programa Matilde, Perico y Periquín77. También destaca el diseño
del envase del mismo Cola-Cao en los años sesenta, describe la imagen:

76
En uno de los enlaces conseguido (anuncioteca.blogspot.com) sobre el tema se explica como sigue:
―Aquí tenemos el antiguo anuncio de Cola Cao con la figura del "negrito", que presenta este producto con
una canción graciosa y divertida, la canción del Cola Cao. Este spot, creado en 1962 para su proyección
en los cines de toda España, tuvo un gran éxito como herramienta publicitaria y ayudó mucho a la
promoción de un producto que se ha convertido en líder en su nicho. Actualmente, el Cola Cao es uno de
los productos de desayuno más conocidos y consumidos en España por niños y mayores‖ (Alás-Brun,
2004:197).
77
En las notas explica la ensayista como aquella radiocomedia se emitió en la Cadena AER durante 16
años, desde 1954 hasta fines de 1971. El autor de la sintonía (la canción de Cola Cao) era Aurelio Jordi
Dotras, y el de los guiones Eduardo Vásquez. Este último publicó cuatro libros basados en sus guiones
para la serie entre 1959 y 1961 (…). El primero de ellos se reeditó cuarenta años más tarde, en el 2000.
322

Envase decorado con una ilustración de ―típicos‖ nativos africanos en hilera, dibujados como
figuras muy estilizados, portando bultos en la cabeza, con un fondo de paisaje tropical sugerido
por palmeras. Más tarde fue sustituida por otra en la que aparecen una mujer y un hombre
completamente vestidos, en lugar de taparrabos. En ambas ilustraciones contrasta el color
blanco brillante de las ropas de los nativos con el color negro intenso de sus brazos y rostros,
en el que no se aprecia facciones (Alás-Brun, 2004:196).

Otro soporte de gran difusión subrayado por Alás-Brun son los libros
escolares78, publicaciones y objetos asociados con las misiones católicas en África, en
otros ―las revistas infantiles y juveniles y los calendarios y carteles publicados por
órdenes religiosas misioneras o las muchas de las misiones en las escuelas católicas en
forma de un ―negrito‖ y un ―chinito‖79.
Es preciso indicar que los diferentes soportes de divulgación pública utilizados
en España durante el franquismo se refieren principalmente a los guineoecuatorianos. A
las imágenes tradicionales del negro literario como un ser social e intelectualmente
deficiente, salvaje o primitivo, se ha agregado la del indígena guineano o sea el
colonizado concebido como el ―negro tropical‖. Nos referimos por ejemplo a las
publicidades del Cola-Cao donde se utiliza la imagen del cacao guineano que fue el
producto de renta más exportado durante la colonización española o los diversos
auxilios de la enseñanza pública. Además del interés histórico que sostienen estos
proyectos, hay que observar la incidencia social notable aunque negativa, en el
imaginario colectivo español que supone aquellas representaciones. Ambos proyectos se
han encargado de alimentar e irradiar permanentemente una imagen despectiva y
deformada fundada en los prejuicios, del africano negro y del guineano en particular en
la memoria de varias generaciones de ciudadanos españoles.
En concreto, los diversos contenidos que hemos recorrido, y muchos otros más
que se podría acercar evidencian que la imagen que tienen los escritores en general y el
imaginario popular español en general no ha cambiado mucho en el transcurso de los

78
Se refiere a la enciclopedia de Tercer Grado de Álvarez utilizado en las escuelas públicas durante el
franquismo por lo que afirma: ―Para representar a África se contraponen el busto de un negro
aparentemente desnudo, adornado con collares y pendientes, delante de su choza, con la imagen de una
pirámide en la lejanía. El contraste insinúa el atraso de África negra respecto a la región del Sahara,
considerada civilizada y poblada por hombres blancos. Según explica, el propósito del texto es muy
explícito respecto a la condición de los negros africanos, ellos ―están muy atrasados en comparación con
las naciones europeas‖. La Lectura se titula significativamente, ―África. Lugares donde se desarrolló la
expansión imperial de España‖ (Alás-Brun, 2004:196).
79
Alás-Brun (2004:197) señala otro ejemplo significativo: ―Sopeña recoge en El florido pensil una
ilustración de la enciclopedia escolar infantil de la posguerra, con los dibujos de la cabeza de un niño
blanco y orto negro, que acompaña los adjetivos ―blanco‖ y ―negro‖, usados como ejemplos de ―palabras
antónimas‖.
323

siglos. Desde las primeras representaciones hasta muy recientemente, el negro80 sigue
siendo un individuo con impulsos inconcebibles en la era moderna, socialmente inepto,
incapaz de un razonamiento racional y físicamente desdeñoso y por consiguiente
vilipendiado.
Donato Ndongo ha indagado el estado de los estereotipos sobre los africanos y
África en la actualidad. Su reflexión constata que en España, el anterior paternalismo
colonial reviste varias facetas; ultraje, arrogancia u hostilidad. En concreto, él asimila
estas actitudes despreciativas al racismo y precisa que la discriminación racial en
España reviste mil caras, pero prepondera ante los representantes de las instituciones y
también en la convivencia diaria. Apunta el fenómeno discriminatorio enraizado en los
hábitos ciudadanos españoles, y que ha ido incrementándose por motivo de las masivas
inmigraciones de los africanos negros hacia Europa en los últimos años. En este sentido
él se ha fijado en algunas vías de expansión existentes y, precisamente él señala el papel
preponderante de los medios de comunicación en la creación, consolidación o difusión
de los estereotipos negativos sobre los negros. Para ilustrar esto, Donato Ndongo ha
recogido una exhaustiva gama de los estereotipos más corrientes en la sociedad
española actual, destaca dos tipos principales, algunas reacciones abiertamente racistas
y otras más paternalistas:
Ciertos propietarios de pisos que se niegan a alquilárnoslos; algún taxista que no para aunque
que vaya vacío; los usuarios del metro que prefieren viajar de pie para no sentarse a tu lado; los
vigilantes y cajeras de supermercados que registran sistemáticamente el bolso de las africanas; la
policía que sólo te pide la documentación a ti; en unos ―controles aleatorios‖ que sólo afectan a
los negros; los ciudadanos que te insultan (…) confesar que sólo por resignación aceptarían el
matrimonio de su hija con un negro; las buenas gentes que te preguntan si los africanos viven en
casas o encaramados a los árboles; esas madres que no saben qué hacer cuando su retoño te
apunta con el dedo mientras balbucea ―mira, mamá, un negro…‖ (Ndongo Bidyogo, 2000:70).

Para Donato Ndongo efectivamente el fenómeno de la emigración de numerosos


jóvenes africanos negros hacia Europa en general es una de las causas que concurre a
incrementar la percepción despectiva del negro en general. Es para enfatizarlo que él ha
consagrado su última entrega novelística a este tema igualmente preocupante. El Metro
(2007), describe cómo los jóvenes africanos abandonan sus países huyendo de la
miseria, de la marginación social o por no ser más víctima de unas tradiciones juzgadas
anticuadas e inaceptables. Esto es el caso de la desilusión que experimenta el joven

80
Resultaría interesante hacer un trabajo profundo de indagación sobre el paradero actual de aquella
población negra que dio nacimiento al personaje de negro en la literatura española desde el barroco hace
siglos. Hoy resulta bastante difícil encontrar huellas de su pasada presencia, pues se podría resucitar el
tema a saber qué ha sido de ellos, cómo llegaron a desaparecer completamente del territorio español y por
qué motivos.
324

protagonista Lambert Obam Ondo que, llegado a España, lugar de la felicidad esperaba
se topa con una realidad europea asombrosa y totalmente inimaginable desde su terruño.
No obstante, más allá de las peripecias del joven africano por levantar la cabeza, es
particularmente interesante analizar el final dramático que Donato Ndongo asigna a su
protagonista. Lambert Obam es una víctima mortal de la discriminación racial, al final
de la novela, él muere apuñalado por un joven blanco español al salir del metro
madrileño. Esta imagen muestra cómo el inmigrante negro vive en una situación de
vulnerabilidad permanente y, de este modo Donato Ndongo pone de relieve uno de los
corolarios más tremendos de la discriminación racial. La edad del verdugo es todo un
símbolo, un joven blanco rechazando al joven negro por su diferencia, por cierto ha
heredado del odio al negro perpetuado desde hace siglos. Precisamente, cuando la
espontaneidad juvenil se suma al racismo, la sentencia puede resultar dramática como
en este caso donde fallece Lambert Obam quien, aunque siendo consciente de la
hostilidad del entorno en el que se mueve, pues, está más preocupado por su
supervivencia diaria.
Igualmente como señala Donato Ndongo, el volumen colectivo editado por
Antoni Castel y José Sendín (2009), aporta elementos nuevos precisamente sobre la
imagen de los guineanos en particular y la de los negros africanos en general, en la
sociedad española. En este libro distintos trabajos exponen como los medios de
comunicación occidentales en general y los españoles en particular igualmente
contribuyen a entretener, y consolidar aquella mirada discriminatoria que perpetúa las
representaciones peyorativas y prejuicios raciales hacia la población negra en España.
En realidad estas contribuciones demuestran que la imagen despectiva que los españoles
tienen del negro africano en España es también resultante del imaginario transmitido
sobre el propio subcontinente africano. Para Antoni Castel, la representación de África
como un lugar desgraciado por los medios de comunicaciones españolas deriva de tres
factores de distorsión:
-El primer factor reúne unos medios humanos, literarios o científicos que a lo
largo del tiempo han cooperado a favor de una imagen ofensiva de África: ―la
pervivencia de un determinado imaginario sobre el continente, construido a partir de los
relatos de los grandes exploradores del siglo XIX, la literatura colonial, el pensamiento
occidental (Hejel, las teorías racialistas) y las obras de ficción que utilizan el continente
como un mero decorado‖ (Castel, 2009:35).
325

-El segundo factor achaca principalmente la incompetencia de los


comunicadores: ―las propias limitaciones de los medios de comunicación en la tarea de
reducción de la complejidad y el sometimiento, sobre todo de los medios audiovisuales,
al espectáculo y, por consiguiente, al drama y a los hechos violentos‖ (Castel, 2009:35).
-Por último, el ensayista señala en por último la tendencia eurocentrista por que los
españoles también tienden a valorar a los africanos mediante criterios exclusivamente
sacados del entorno europeo: ―el peso del eurocentrismo en la percepción de otras
sociedades que discuten o no acatan la progresión lineal del desarrollo‖ (Castel, 2009:35-
36).
Por todo lo precedente, los medios españoles de comunicación no son más que
un eslabón pero de gran peso. Antonio Castel afirma que ―los medios de comunicación
occidentales maltratan a África‖ (Castel, 2009:35). En el caso que nos ocupa, el
ensayista enfatiza particularmente la recurrente información de desastre extendida de
África, hecho que consolida el imaginario y también la superioridad occidental. De
África se proyecta la imagen de un lugar de desesperanza y de caos, como bien dice, un
lugar habitado por seres pasivos, social, política o económicamente ineptos, pues
incapaces de valerse por sí mismos. En concreto, toma unos ejemplos que evidencian
como los africanos son ridiculizados o simplemente despreciados por la televisión en
España. Uno de ellos es el programa ―Perdidos en la tribu‖81 de la Cuatro que presenta
africanos en contacto con españoles, él resume su propósito: ―presentarlos en la
indigencia para las campañas de solidaridad navideñas‖. O también el informativo de
Antena 3 del tres de octubre de 2005 donde se le niega a los africanos el derecho a la
esperanza: ―Aquí la esperanza de vida es cero‖ (Castel, 2009:36). A estos ejemplos se
puede sumar el caso de la publicidad del ―Cola Cao‖ que como indica Alás-Brun se
emitió durante 16 años en la radio española Cadena AER. Por fin, Ferrán Iniesta que
analiza el tema desde enfoques históricos concluye su reflexión por un llamamiento que

81
Efectivamente, sobre la edición ―Perdidos en la tribu‖ de 2005, se puede leer el siguiente comentario:
―Ahora las tornas están cambiadas y son los miembros de estas tribus los que, después de un terrorífico
vuelo de duración interminable, están en ciudades españolas, con nuestras costumbres, nuestras ropas,
nuestra agua corriente y nuestro inevitable pitorreo. Mientras se emitía, algunos se preguntaban si esta
nueva versión del programa no podría suponer un problema para los miembros de las tribus una vez
regresen a casa. Que se acostumbren al agua corriente, a los mullidos colchones de látex y a acudir al
supermercado para traer ―la caza‖ a casa podría resultar traumático según la opinión de no pocos
espectadores. Que además en los programas sucesivos veamos escenas ridículas en las que los
protagonistas no saben utilizar un cubierto, vestirse correctamente o caminar por un tumultuoso centro
comercial, seguro que da algún titular a las asociaciones que siempre están ojo avizor ante el más mínimo
atisbo de problema para satanizar a la televisión‖ www.seriesyonkis.com.
326

aúna exasperación y raciocinio: ―El pasado transformó al negro en un monstruo


irreconocible, pero nuestra fealdad e insuficiencia es simétrica a la degradación
imaginaria del negro: es tiempo de romper con tres mil años de errores amontonados
como estiércol en nuestras dañadas memorias. Más allá del estercolero imaginario, está
una África negra que busca reconstruirse, y esa gente del gran Sur merece nuestra
rectificación fraterna‖ (Iniesta, 2009:33). Una aportación al respecto es esta que reúne
puntos de vistas distintos pero muy significativos. Se trata de un informe que reúne una
veintena de entrevistas u opiniones diversas acerca de la percepción que de África
tienen por una parte los comunicadores o conocedores y por otra, la población española
en general. En realidad, en este informe se dan definiciones de África donde se perciben
dos realidades opuestas, África es a la vez alegría y sufrimiento pues se percatan dos
Áfricas, una asociada con el drama y con la pena y la otra de vida y belleza. Por lo tanto,
el apartado titulado significativamente los prejuicios y las imágenes, plantea una
pregunta a los mismos entrevistados a saber si se debe culpar de las visiones
equivocadas a la prensa. A modo de respuesta hemos elegido cuatro entrevistados entre tantos
son Javier Reverte, José Antonio Guardiola, Carla Fibla, Mabel González y Manuel
Leguineche (2007:63). El reportero y escritor Javier Reverte opina que no: ―La prensa no tiene
otra responsabilidad que la de no interesarse por África nada más que cuando hay una hambruna
o una guerra o un desastre‖. Su negativa contrasta con el de José Antonio Guardiola: ― los
periodistas tienen la responsabilidad y/o la culpa de las etiquetas que existen sobre África,
por lo que recomienda un compromiso absoluto con la gente que sufre, con las víctimas
(...). A lo mejor, a los medios de comunicación les falta esa sensibilidad para estar cerca del
que sufre‖. Si bien, Carla Fibla pone el foco en los matices necesarios: ―Los medios no
están para educar, están para informar, y la gente también tiene que ser capaz de crear su
propia opinión leyendo algo más o buscando más información; no sólo porque lo haya
dicho el periódico va a misa. Hay que intentar reflexionar sobre lo que te están contando y
tener un juicio sobre lo que estás leyendo o escuchando‖. Por fin Mabel González apuesta
por la sensibilización mediante tres puntos básicos: ―Que allí no pasan sólo catástrofes, que
ellos no tienen toda la responsabilidad de sus problemas y que África está tratando de vivir
con dignidad‖. En el mismo documento se aborda el mismo tema desde la perspectiva de
la escasa información sobre África en la prensa escrita, unos y otros achacan la
insuficiente motivación económica, la mala preparación de los profesionales, poco
contacto con las fuentes y Manuel Leguineche añade la apatía del público lector
español. Finalmente, todo lo precedente demuestra con diversos argumentos la imagen
327

deficiente de África en el imaginario de la población española hoy todavía, una


situación donde ningún indicador deja entrever un futuro inmediato prometedor.

Así como se puede conjeturar, más allá de la precariedad corolario de la


situación socio económica actual, hay muchos más elementos incidiendo en la
percepción estereotipada de los africanos negros en España. Precisamente, los trabajos
de Donato Ndongo han permitido valorar los prejuicios raciales sobre los negros,
apreciar de modo pragmático la percepción que deriva del contacto directo o actual
entre los negros y los españoles. En esta misma perspectiva los medios de
comunicaciones juegan un papel preponderante en la caracterización despreciativa de
África y africanos.
El designado negro tropical de antaño es resultante de la situación de contacto o
―convivencia‖ prolongada, entre el colono o metropolitano español y el guineano. Así,
sin despojarse de los atributos de los anteriores personajes lopescos, en adelante, los
escritores españoles han tratado de definir a los sujetos negros indígenas, desde fuera o
desde dentro, en base a una experiencia comprobada del entorno africano. A
continuación precisamente entramos en la ficción para analizar situaciones de contacto
duradero, encuentros y/o desencuentros directos o indirectos entre blancos y negros
durante la colonización española en Guinea Ecuatorial, a la luz de dos obras coloniales
y demás contenidos también afines al tema.

VIII-2- De la aproximación del espacio a la crítica poscolonial

Anteriormente para estudiar los personajes narrativos, hemos explorado las


pautas que proporcionan la narratología y el modelo actancial, eso con el propósito de
reconstruir los temas que conllevan las distintas obras estudiadas. Así como
señalábamos, después de hallarlos, los tenemos que analizar, pues para acertar su
encausamiento necesitamos medios teóricos, esto es por lo que atendemos por turno la
estructuración del espacio narrativo y sobre todo la crítica poscolonial. El siguiente
apartado estudiará por un lado una proyección temática mediante la configuración
teórica del espacio narrativo basada en algunos tipos de personajes. Procederemos a una
sola conformación espacial ya que abarca a las dos obras coloniales concernidas y
328

también que el esquema colonial permite proyectar la estructuración poscolonial de las


dos otras novelas que atenderá el capítulo posterior.

La segunda articulación de este apartado integra la teoría poscolonial, por lo que


nos valdremos de elementos de esta teoría para realizar un análisis de los temas
vinculados con las relaciones interraciales durante la colonización española en Guinea.

VIII-2-1-Configuración teórica del espacio

Los cuatro capítulos anteriores estudiaban los personajes de las novelas con el
propósito de hallar los temas que las componen. En esta cuarta parte del trabajo nos
dedicaremos al análisis de los temas más destacados, en las dos épocas respetivas,
colonial y poscolonial. De hecho, en base de la anterior caracterización de los
personajes y de los espacios narrativos aquí exponemos la relación entre la ocupación
del espacio narrativo guineano durante y después de la colonización.

La colonización española en Guinea Ecuatorial comenzó efectivamente desde


1843 hasta 1968, o sea, un siglo y veinticinco años de presencia permanente en tierra
africana junto a los entonces llamados indígenas o aborígenes. Según el informe de
García Domínguez (1977:76), a la víspera de la independencia, el mapa demográfico de
la colonia española es considerablemente cosmopolita y multirracial. Esto es, por una
parte, aproximadamente 240.000 indígenas nativos repartidos entre las etnias fang, bubi,
ndowé, annoboneses, benga y fernandinos. Por otra parte, hay también una colonia
negra nigeriana cerca de 35.000 personas entre ellas, comerciantes hausas y sobre todo
braceros. La población blanca alcanza alrededor de 10.000 miembros, compuesta de
españoles, portugueses, libaneses, sirios, ingleses y alemanes. Son en total unos 285.000
habitantes asentados principalmente en las regiones urbanas y con una superficie total
de 28.051 Km².

Atendiendo a la ocupación del espacio común, constatamos que en las dos


novelas coloniales el entorno está fundamentalmente segregado, existe una clara
división del espacio según que uno es blanco o negro. En base de la identidad racial
pues los blancos son los dueños de todos los espacios civilizados a saber; la escuela, el
banco, la hacienda, la iglesia, el hospital o los comercios. En cambio, los espacios
329

pertenecientes a los negros son típicos de su condición social, principalmente el campo,


la aldea y los barrios urbanos populosos.

Esta cartografía que hemos llamado espacio físico acarrea otro tipo de entorno,
inmaterial o ideal y que es el espacio empoderado. Este último espacio es del dominio
exclusivo de los blancos por lo que es asequible por medio de la selección natural, o sea,
por nacimiento. El acceso a este espacio empoderado queda sumido a requisitos
establecidos por la ley colonial y que posibilita la admisión de los negros al especio
ajeno a su condición. Pues este derecho se logra en base de una evaluación del nivel de
asimilación de los valores inculcados a los indígenas y que da acceso al estatuto de
emancipado. Antes de profundizar en la división espacial, cabe aclarar las dos nociones
de emancipado e indígena.

A raíz de la creación por el real decreto del Patronato de indígenas por los años
1904, los fines principales de esta institución radican principalmente en la protección
de los niños e indígenas, el apoyo institucional de los trabajadores, el fomento de la
cultura y moralización de los nativos y su adhesión a España. Posteriormente, otro real
decreto por los años 1928, relativo a la emancipación de los negros introduce una nueva
etapa en el proceso de reorganización de la política social en los entonces Territorios
Españoles del Golfo de Guinea. Se trata como aclara el boletín estatuto dicho Patronato
en su artículo 3 (1928:3-4), de: ―Acordar las emancipaciones de aquellos indígenas
capacitados para regir por sí mismos sus personas y bienes. Ejercer en todo momento
sobre el indígena no emancipado, las altas funciones del Consejo Tutelar al que está
encomendado la superior dirección de la tutela, supliendo así su capacidad jurídica‖.
Asimismo se establece la diferencia entre un nativo emancipado y el que no lo es, pero
el Boletín Oficial del Estatuto de 1928 en sus artículos quinto y sexto, puntualiza los
criterios definitorios, acerca del consentimiento o disfruto del estatuto de emancipado:

A los efectos de este Estatuto, se entiende por indígenas, no sólo los nacidos en el territorio
colonial, sino todos los individuos de raza de color que, por razón de color que, por razón de un
contrato de contrato de trabajo, o por poseer bienes inmuebles, residan en la colonia. La acción
del Patronato se extiende a todos los indígenas expresados, excepto a los que por su grado de
cultura, educación y moralidad hayan obtenido carta de emancipación individual o pertenezcan a
una familia que por su formación, independencia económica y costumbres, la obtengan familiar,
siempre que viva el cabeza de familia y se encuentren bajo su protección y amparo. La
emancipación es un estado y un derecho que España reconoce a los colonizados en cuanto éstos
330

demuestran el grado de cultura suficiente para hacer innecesaria la tutela del Patronato (Boletín:
1567).

Siendo un estado y también un derecho, la emancipación no es irrevocable, si


bien, su otorgamiento está supeditado a convencimientos básicos relativos, al poder
adquisitivo del indígena, la ética, un destacado modo de vida, su probidad moral según
los preceptos establecidos, o por fin el linaje. Como vemos, en la colonia, los individuos
se definen fundamentalmente por su color de piel, de hecho los emancipados son
aquellos negros que han aprobado la prueba de evaluación y que por ende entran a
formar parte a una clase social intermediaria, ya no son auténticos indígenas tampoco
son blancos, pero gozan de cierta ―honorabilidad‖ por haber logrado dominar la cultura
europea, con este medio han ganado un acceso parcial a los espacios físicos reservados
a la única población blanca. Considerando la definición del concepto y los diferentes
requisitos que lo estructuran, la emancipación parece equiparable al concepto de la
madurez, es decir, que los indígenas que cumplen las condiciones restringidas gozan de
la madurez social y moral y por lo tanto, el título de emancipado los concede la madurez
legal. Las dos novelas coloniales que analizamos conllevan un número considerable de
personajes lógicamente ajustados a este modelo social y su estructura espacial
específica.

En La selva humillada de Bartolomé Soler aparecen únicamente los dos grupos


raciales blancos y negros, es inexistente la clase intermediaria que forman los
emancipados. Este hecho no tiene notable trascendencia en el resultado porque se trata
de poner cara a cara estos dos grupos raciales. Todo lo contrario ocurre en la novela
colonial de Donato Ndongo, LTDTMN aquí es donde tenemos los dos grupos raciales y
las tres clases correspondientes. El primero (A) lo conforman los blancos, el segundo
(B) reúne a los negros emancipados o semi evolucionados y por fin los indígenas (C).

Para alcanzar la mayor perceptibilidad posible respecto a la ocupación del


espacio colonial, representamos a continuación a los personajes y sus espacios
específicos en un cuadro simplificado mediante el que podemos configurar
significadamente la relación entre el espacio y el tiempo a partir de la ubicación e
interrelación entre los diferentes tipos de personajes.
331

A- Los blancos B-Los emancipados C-Los indígenas


-Montserrat Montesino de -El protagonista narrador y su -Mamá fina, Mamá Andeme, la vieja de la
Casamitjana, las monjas, Ángeles, sor familia; padre, madre hermanas morada, la tía Tecla, Micue, la tía Eulalia, la tía
Juana y hermanos del protagonista. Asilada, las Sixas, las catecúmenas, las
aldeanas.
- el padre Remigio María
Echenagusia, el hermano Marcos, el - el tío Abeso, Ambrosio, Nguema Anseme, el
padre Ortiz, el padre Coloma, el padre tío Meco, Motulu me Mbenga, Mico mi Ondo,
Amadeo, el Instructor de la Guardia Miguel Oyono, Marcelino María Mba Nsamio,
Colonial, el Subinspector de Nguema Olinga, don Plácido, don Serafín, don
Enseñanza, don Santos Casamitjana, Esteban, don Prudencio, papá Nicolás,
el Gobernador General, el Teniente de Deogracias, el sastre, el alumnado del pueblo,
la Guardia Colonial, los plantadores los motoboys, Esteban, Julián, Carlos, José
Vicente, Juan Luis, Esimi, Mbo, Asumu, Antón,
Santos, Otunga, Ba, Paco, Bon, Silverio Ondo
Mesoco, Felipe Nkulu, Bon, Policarpo, el
criado
Espacios de los blancos Espacios de los Espacios de los indígenas

emancipados82

El internado, la escuela, la capilla, el Los emancipados no tienen Las aldeas, la morada de los idos, la escuela, el
barco, la playa, las parroquias, el espacio propio. Por sus orígenes internado83, barrios indígenas de Bata, barrios
ejército, Santa Isabel, Bata. ellos permanecen entre los periféricos de Santa Isabel
demás nativos, aunque allí
están siempre pendientes de
marcar la diferencia con los
indígenas. Pero su estatus social
les concede el derecho de
disfrutar circunstancialmente el
espacio empoderado.

En LTDTMN, la caracterización y la tipificación de los personajes hacen


remarcar que la mayoría de los indígenas son agricultores asentados en sus respectivas
aldeas. Muy pocos están ubicados en zonas urbanas, a menudo por motivos profesional
o circunstancialmente. Entre los indígenas que caben en esta configuración tenemos por
ejemplo los motoboys de Bata o los jóvenes emigrados hacia la isla de Fernando Poo en
busca del bienestar. Pese al éxodo, los motoboys residen en barrios batenses populosos,
apartados de los blancos mientras que los jóvenes trabajadores de Santa Isabel viven

82
El estatuto de emancipado que adquieren los únicos adultos puede extenderse a los familiares directos
del concernido, es el caso de la familia del protagonista.
83
El internado y la escuela aparecen entre los espacios de blancos y de indígenas por determinadas
razones. El internado del distrito está dirigido por los blancos pero los aprendices son indígenas. En
cuanto a la escuela del pueblo, el alumnado es indígena, el maestro también pero toda la enseñanza
colonial queda supervisada por las autoridades coloniales. Pues ambos espacios son entornos de
aculturación.
332

alojados en las afueras de la ciudad. En cuanto a los blancos, son los que ocupan los
núcleos urbanos, es decir, su espacio legitimo o natural ya corresponde a su entorno de
realización o laboral.

En LSH, el texto pone de relieve una toponimia espacial donde se confunden


todavía los núcleos urbanos por construir con los espacios rurales, no existe una clara
división, puesto a parte su designación y que permite ubicarse o posibilita una
toponimia del territorio colonial. Eta situación tiene que ver con el hecho de que nos
encontramos todavía en una etapa colonial poco avanzada, anterior a la emancipación y
de ahí a la introducción del estatuto de emancipado, como ya sucede en el relato de
Donato Ndongo. Pues aquí el reparto del espacio obedece al color de piel, los negros en
las aldeas y los blancos establecidos en los núcleos urbanos todavía nacientes. Esta
cartografía espacial no favorece mucho la movilidad, las situaciones interraciales de
contacto son escasas pero este rol está perfectamente cumplido por el protagonista
narrador que se presenta a sí mismo como digno representante de su raza o de los
blancos entre los indígenas. Pues él recorre ciudades y aldeas recogiendo informaciones
e impresiones de uno y otro grupo racial, a veces también describe situaciones de
encuentros físicos puntuales entre los indígenas y sus semblantes y, siempre rinde
cuenta al lector.

Teóricamente así presentado, la configuración de los espacios relacionados con


los personajes que en ellos actúan nos proporciona una herramienta pragmática para leer
los temas hallados mediante el estudio del modelo actancial. Estudiar las relaciones
interraciales en las obras de Soler y Donato Ndongo consiste también en describir o
interpretar situaciones de encuentro o contacto entre personajes blancos y personajes
negros, en determinadas circunstancias. En claro, el análisis temático que pretendemos
se fundamenta también en las relaciones que entretienen los diferentes grupos raciales a
la luz de los espacios predominantes, sea físico o formal.

Este ejercicio de análisis temático pone de relieve las relaciones entre blancos y
negros en sus respectivos espacios o los ajenos, la época colonial. A partir de ahí se
podrá ver cuáles son los intereses que canalizan los comportamientos e intereses de los
blancos, cómo ejercen su derecho en el espacio empoderado o también cómo gestionan
los espacios en los que están admitidos los emancipados. Si la época colonial coloca
cara a cara a los dos grupos raciales con la parcial inserción del grupo intermediario,
333

cabe también aquí la posibilidad de extrapolar la estructura poscolonial. Primero cabe


señalar que en esta etapa colonial, los derechos al espacio no siempre obedecen a la
configuración sino más bien racial, por eso la línea divisoria entre blanco y emancipado
es flotante84. En este último caso, se trata del reparto de los mismos espacios donde los
emancipados supuestamente ya son los dueños del espacio empoderado, pues la
temática poscolonial aprecia el estado esta vez de las relaciones entre negros
emancipados y los demás ciudadanos, o sea, los ex indígenas. La diferencia entre los
dos grupos del mismo grupo racial se sitúa a nivel de su nivel de asimilación, los semi
evolucionados forman el grupo de los civilizados mientras que los indígenas
supuestamente son menos civilizados. Esta breve teorización del espacio en la que se
disponen los personajes ubicados en terminados espacios y en un tiempo dado, remite al
concepto de cronotopo tal y como desarrollada por Mijail Bajtin. Releyendo a Bajtin,
precisamente Navarrete Linares explica que el cronotopo o tiempo espacio es la
conexión intrínseca de las relaciones temporales y espaciales que se expresan en un
relato. Más adelante citando a Bajtin, él aporta más aclaraciones acerca del cronotopo:

El cronotopo es el lugar en que los nudos de la narración se atan y se desatan. Puede decirse sin
ambages que a ellos pertenece el sentido que da forma a la narración. [...] El tiempo se vuelve
efectivamente palpable y visible; el cronotopo hace que los eventos narrativos se concreticen, los
encarna, hace que la sangre corra por sus venas. Un evento puede ser comunicado, se convierte
en información, permite que uno pueda proporcionar datos precisos respecto al lugar y tiempo de
su acontecer. Pero el evento no se convierte en una figura. Es precisamente el cronotopo el que
proporciona el ámbito esencial para la manifestación, la representatividad de los eventos
(Navarrete Linares, sf.:2).

Así como se puede contemplar, el concepto del cronotopo es un medio cómodo


para explicar las obras literarias. En este trabajo pues el análisis de las obras coloniales
se realizará en una perspectiva complementaria con los resultados del modelo actancial,
es decir, en este caso, interrogar las relaciones entre blancos, mientras el estudio de las
obras poscoloniales tratará de plantear las relaciones entre los indígenas convertidos en
ciudadanos por la soberanía frente a los ex emancipados considerados como sucesores
legítimos de los colonos y de ahí los nuevos maestros. Antes que eso, exploramos a

84
Esto pensamos porque, a pesar de su distintivo estatuto, los emancipados no están totalmente
exonerados de las medidas precautorias y otras disposiciones legales aplicadas a los indígenas. Este
decreto del gobierno general de la colonia promulgado en 1993 atiende la aplicación discriminatoria de
normas a expensas de los derechos sociales supuestamente en vigor: ―25 de septiembre de 1933, se
aprobó el reglamento para la venta de bebidas alcohólicas en cuyo artículo segundo se previene que a
partir de primero de enero de 1934 los comercios de vinos y alcoholes no expenderán ningún producto
alcohólico a indígenas naturales o extranjeros, estén o no emancipados, sin la autorización que para caso
particular expedirá la policía gubernativa ‖. Esta es una norma común a todos los negros indígenas y
334

continuación las pautas teóricas que proporciona la crítica poscolonial para estudiar
precisamente el tipo de obras que nos preocupa.

VIII-2-2- La crítica poscolonial

Para elaborar este trabajo, hemos utilizado la literatura compara por dos razones
principales, porque estudiamos dos literaturas independientes y también porque esta
teoría literaria nos concede la posibilidad de recurrir a más de una teoría, siempre que
sea necesario y su uso compatible.

Diversos estudiosos coinciden a definir las literaturas africanas o negro-africanas


también por sus señas de identidades, o sea, su afán de la ―reivindicación‖, su trasfondo
―histórico‖, la ―oralidad‖, o la ―reescritura‖, en definitiva todo aquello que la hace
―diferente‖. Por ejemplo, en base de estos rasgos inmanentes Bernard Mouralis
(1975:179), señala que los textos negro-africanos se distinguen por su contenido, de
hecho sus relatos contienen también un discurso crítico sistematizado que plantea la
protesta como pauta intrínseca para el estudio de textos africanos. Este ensayista
sostiene que aquel discurso crítico desarrollado por escritores africanos no atiende sólo
a exponer el discernimiento de las literaturas negro-africanas, sino también pretende
elaborar una teoría propia y más correspondiente al estudio de las literaturas negro-
africanas. Concretamente, la propuesta de una teoría de la literatura negro-africana
responde a una necesidad demostrada.

En este caso, creemos que la teoría poscolonial también puede tener una
aportación notable en nuestro trabajo. Según algunos estudiosos, la mayoría de las
teorías literarias elaboradas o existentes suelen ser difícilmente ajustables para el
analizar los textos no occidentales. Tal situación se hace particularmente recrudescente
a la hora de abordar el estudio de textos derivados de los discursos coloniales. Por esta
razón principalmente, nos ha parecido imprescindible recurrir a los estudios
poscoloniales85 que proporcionan medios teóricos adaptados al análisis del tipo de

85
Los estudios postcoloniales plantean generalmente la problemática de su denominación. Esta teoría
aparece designada de diversos modos entre otros: estudios postcoloniales, crítica de la postcolonialidad,
teoría literaria postcolonial, la teoría del postcolonialismo o el análisis del discurso postcolonial. Del
mismo modo se plantea una discusión acerca de los vocablos post-colonial y postcolonial. Post-colonial
remite al periodo posterior a la independencia de una colonia respecto de su metrópoli, mientras
335

textos específicos que hemos escogido. Por lo tanto, antes de entrar a aplicarla, primero
procedemos sucintamente a su identificación o definición y explicación.

La teoría poscolonial como bien sostiene Robert Young (2006), trata de estudios
de textos a través de los que, de modo general, se intenta todavía esclarecer la larga
historia del colonialismo que incluye: ―historias de esclavitud, de innumerables e
innombrables muertes por opresión o negligencia, de migración impuesta y diáspora de
millones de personas, de la apropiación de territorios y de tierras, de la
institucionalización del racismo, de la destrucción de culturas y la imposición de otras
culturas‖ (Young, 2006:1-2). Esto es por lo que Young precisa que el término crítica
poscolonial describe aquella actividad que generalmente consiste en la reconsideración
de esta historia principalmente desde la óptica de los que padecieron sus consecuencias.
En lo que concierne su esencia Achille Mbembe (2006) proporciona un conjunto de
características necesarias e imprescindibles que permiten visibilizar el pensamiento
poscolonial en general. Desde un principio, el ensayista advierte que no se trata aquí de
la crítica del Occidente sino, de una crítica de los corolarios nefastos debidos al modo
en que la colonización fue concebida y desarrollada en los territorios colonizados. La
reflexión poscolonial, por lo tanto enfatiza algunos conceptos como son el humanismo,
el universalismo. Si bien, indica que la poscolonialiadad presta su mayor atención a la
―autocreación‖ y el ―autogobierno‖, por eso se interesa por algunas vertientes
relacionadas principalmente con el colonialismo, como es, la violencia inherente a una
acción colonial en permanente desajuste entre las normas del razonamiento europeo y la
política del sistema colonial. Según Mbembe el pensamiento poscolonial anhela el
acaecimiento de una sociedad universal fraternal y despejada de tantas lacras
discriminatorias. Como podemos observar, la colonización constituye una de las
materias sobresalientes de la crítica poscolonial; su concepción, desarrollo o sus
consecuencias a corto y largo plazo.

El ensayista apunta la labor de la crítica poscolonial en tres enfoques principales.


El primer nivel contempla la crítica literaria aplicada a las obras coloniales y se
desarrolla de este modo: ―D‘une part, elle déconstruit, comme le fait Edward Said dans
l‘Orientalisme, la prose coloniale, c‘est-à dire, le montage mental, les représentations de

postcolonial hace referencia a la relación colonial y al hecho imperial, a los discursos literarios,
representaciones o valores como consecuencias derivadas de la experiencia colonial.
Tocante a la ortografía, en este trabajo se utilizará ―poscolonia‖, considerada la forma de uso más
frecuente del vocablo, pues, su sentido dependerá del contexto puntual.
336

formes symboliques ayant servi d‘infrastructure au projet impérial. Elle démasque


également la puissance de falsification de cette prose – en un mot la réserve de
mensonge et le poids des fonctions de fabulation sans lesquels le colonialisme en tant
que configuration historique de pouvoir eut échoué‖ (Mbembe, 2006:118). Esta
aproximación atiende la alteridad o el racismo, su fin es desentrañar los métodos
coloniales dispuestos para lograr la deshumanización del ser colonizado. El segundo
nivel de reflexión está pendiente de la versión colonial del humanismo y universalismo
europeos: ―En effet, la figure de l‘Europe dont la colonie (…) fait l‘expérience et dont
elle devient petit à petit familière est loin d‘être celle de la liberté, de l‘égalité et de la
fraternité. (…). C‘est enfin un sujet pour qui la richesse n‘est qu‘un moyen d‘exercice
du droit de vie et de mort sur les autres. (…) c‘est la raison pour laquelle la relation
coloniale a oscillé constamment entre le désir d‘exploiter l‘autre (posé comme
racialement inférieur) et la tentation de l‘éliminer, de l‘exterminer‖ (Mbembe,
2006:119). En otras palabras, la critique dedicada al humanismo y universalismo
europeo pretende suscitar el debate verdadero acerca de la alteridad, o sea, del
reconocimiento del Otro y de su diferencia. Como esta, la última característica de la
reflexión poscolonial se interesa por las relaciones interraciales: ―C‘est ce que dévoile
sa critique de l‘identité et de la subjectivité. (…), elle s‘occupe à une certaine illusion
occidentale selon laquelle il n‘y aurait de sujet que dans le renvoi circulaire et
permanent à soi-même, à une essentielle et inépuisable singularité (…). Le dernier
point. Ce qui fait la force politique de la pensée postcoloniale est son inscription dans
les luttes sociales historiques des sociétés colonisées, et notamment sa relecture de la
praxis des mouvements dits de libération‖ (Mbembe, 2006:118-120).

En realidad, en el lenguaje corriente, el vocablo poscolonia se utilizaba para


referirse al sentido temporal o político y, designaba el período posterior a las
independencias. Desde finales de la década de los sesenta, la poscolonia se ha
convertido en una rama de investigación primero en el ámbito anglosajón86 donde se le
ha dedicado por ejemplo trabajos universitarios en distintas disciplinas como son la
historia, las ciencias políticas o ciencias sociales y evidentemente los estudios literarios.

86
En un volumen colectivo que desarrolla distintos aspectos alrededor de la cuestión poscolonial en
Francia, Smouts (2010) introduce su propósito con un estado de la cuestión donde indica, que a diferencia
de los países europeos, los países anglófonos como son, los Estados Unidos, Australia, Inglaterra, también
Latinoamérica o algunos países asiáticos se han adelantado investigaciones acerca de la poscolonia, eso
en muchas disciplinas académicas.
337

Las fuentes recogidas exponen la poscolonia generalmente concebida como un modo de


pensamiento plural que consiste en revisar o reexaminar el pasado particular de los
pueblos anteriormente colonizados desde una perspectiva actual y, a la luz de un
presente impregnado de legados múltiples. Precisamente en el área literaria los
estudiosos analizan el impacto del colonialismo a raíz de las relaciones sociales del
pasado y del presente entre antiguas colonias y metrópolis. Con este replanteamiento, se
pretende revisar algunos aspectos de los presupuestos coloniales. El poscolonialismo se
dedica asimismo a las cuestiones de identidad, durante la colonización y después de ella
de parte de los antiguos colonizados, de este modo también se reúne herramientas
teóricos necesarios para analizar textos surgidos de los autores con pasado colonial. Por
su propósito, también interesan otras voces, otros textos coloniales que exponen
diversas representaciones e interpretaciones de los diferentes pueblos anteriormente
sometidos. Para llegar a aplicar esta teoría, hemos recorrido trabajos que nos aclaren
sobre los orígenes principios o perspectivas de los estudios poscoloniales.

En lo que atañe a los orígenes de la crítica poscolonial, Robert Young sitúa los
comienzos de la reflexión poscolonial vinculados con movimientos de éxodo de
cualidad principalmente hacia Europa y América del norte, y la inserción de sus
miembros en círculos de pensamientos:
La llegada a las universidades europeas y norteamericanas de gente que había inmigrado o
descendía de los que habían inmigrado desde los márgenes coloniales, y que empezaron a hacer
preguntas incómodas sobre la historia occidental y las presunciones implícitas de los
conocimientos occidentales. Estos pensadores argumentan que ahora que el proceso de
descolonización (por no llamarlo de dominación económica neo-colonialista), ya ha tenido lugar,
se tiene que dar una descolonización cultural. (…) El proyecto de la crítica poscolonial, por lo
tanto, es descolonizar el conocimiento occidental y tomar en serio otros tipos de conocimiento
no-occidental incluyendo sus literaturas (Young, 2006:2).

Más aclaraciones aporta Achille Mbembe al respecto, él explica los fundamentos


de la crítica poscolonial relacionados con una determinada situación histórica y política
correspondiente al fracaso de los ―Estados-Naciones‖ poscoloniales. En lo que atañe al
origen y consolidación de la crítica poscolonial, Como Robert Young, Mbembe atiende
efectivamente los esfuerzos conjugados de parte de un potencial humano muy diverso.
Apunta precisamente tres circunstancias determinantes en el desarrollo de esta teoría.
En primer lugar, habla de un momento inaugural correspondiente a la temporada de las
luchas anticoloniales. Poco antes y durante dicha época, los colonizados iniciaron una
reflexión sobre ellos mismos, acerca de su doble estatuto de indígena y sujeto, el
338

ensayista lo explica como: ―examen des forces qui permettent de résister à la


domination coloniale; débats autour des rapports entre ce qui relève des facteurs de
«classe» et ce qui tient des facteurs de «race». (…), la possibilité de «dire je», «d‘agir
de soi-même», de se doter d‘une volonté citoyenne et de participer, ce faisant, à
l‘universel‖ (Mbembe, 2006:123). Algunos de los protagonistas que plasmaron dichos
movimientos fueron entre otros; Aimé Césaire, Frantz Fanon o Léopold Sédard
Senghor.

El segundo momento surge en la década de los 80, es la hermenéutica que


culminó con la publicación del Orientalismo del palestino Edward Said. Es una obra
clave done el autor puso las primeras bases que luego verán el nacimiento de la crítica
poscolonial. Mbembe expone asimismo la substancial aportación de esta obra que pone
de relieve el papel fundamental de los textos literarios coloniales dentro del macro
sistema colonial: ―L‘un des apports décisifs de Said est de montrer, contre la doxa
marxiste de l‘époque, que le projet colonial n‘était pas réductible à un simple dispositif
militaro-économique; mais qu‘il était sous-tendu par une infrastructure discursive, une
économie symbolique, tout un appareil de savoirs dont la violence était aussi bien
épistémique que physique‖( Mbembe, 2006:123). La teoría poscolonial surge entonces
del análisis cultural de la ―infraestructura discursiva‖ o de la imaginación colonial para
convertirse en la materia de la naciente teoría poscolonial. A los trabajos de Edward
Said se sumirán otros destacados protagonistas, principalmente tres indios87; Ashis
Nandy, Gayatri Chakravorty Spivak y Homi Bhabha.

La tercera y última articulación surge por las décadas 80 y 90, con ella se suman
nuevas perspectivas de pensamiento o análisis además de la aproximación literaria
existente. Hay principalmente dos, la corriente india llamada los ―subaltern studies‖88,
desarrollan la rama histórica de la crítica poscolonial. Por último, cabe la corriente
llamada ―Afro-modern‖ que atiende en prioridad la reescritura de las múltiples historias
de la modernidad y las cuestiones de las diásporas.

87
Mbembe (2006:124), expone la contribución revolucionaria de Ashi Nandy enfocada en la
psicoanálisis. La reflexión de este teórico parte de la hipótesis según la cual el colonialismo fue ante todo
un asunto psíquico y, por lo tanto dice, la lucha contra el colonialismo fue doble, lucha material y mental.
Si bien sostiene que por eso mismo el nacionalismo y los movimientos de autodeterminación se
desarrollaron obligatoriamente en base de los términos definidos por Occidente.
88
Los ―Subaltern studies‖ pretenden, revisar el marxismo con el propósito de recuperar las voces y
capacidades históricas de las víctimas de la descolonización como son: los campesinos, las mujeres, los
marginado o los subalternos. Uno de sus máximos protagonistas al origen de eso es Gramsci (Mbembe,
2006:124)).
339

Como se puede apreciar, la crítica poscolonial es de recién creación si bien, existen


diversas aportaciones que ayudan a aprehenderla. En este sentido, Bardolph ve en la
poscolonia aplicada a la literatura el conjunto de la producción literaria o cultural en un
idioma heredado de la colonización y con algunos rasgos comunes, como son por
ejemplo la literatura poscolonial anglófona o lusófona. Su descripción enfatiza
particularmente el carácter pluridisciplinar característico, la poscolonia en su sentido
abarca distintas ramas del conocimiento pues designa:

Tout un ensemble théorique interdisciplinaire ou pluridisciplinaire – sociologie, psychanalyse,


histoire, sciences politiques – qui s‘interroge sur les discours, la réécriture de l‘histoire,
l‘évolution des mentalités et des imaginaires et se sent concerné par une quantité croissante de
données touchant à l‘identité-diaspora, immigrés, appartenance plurielle, nativisme, nationalisme
– ou encore au couple domination/résistance en touchant au féminisme, aux situations
minoritaires (Bardolph, 2002:11).

En lo que atañe a sus planteamientos, Anke Graness citado por Álvarez Méndez
define la teoría poscolonial como una reflexión o crítica social interesada en estudiar
conjuntamente las formas de dominación o representación imperialistas:

Una forma de crítica social, que a través de la desconstrucción crítica de las estructuras
occidentales de poder y saber resalta la opresión existente en la relación entre las estructuras del
saber y las formas de opresión. El carácter constructivo del saber, las disciplinas científicas y las
autoridades, así como las identidades colectivas (culturales, étnicas, religiosas nacionales)
intentan superar, a base de paradigmas esencialistas la representación eurocéntrica del otro, la
asignación de identidad por parte del otro y el pensamiento binario. En un gesto doble el sistema
europeo internalizado del saber se critica con ayuda de los medios del sistema (Álvarez,
2010:20).

Robert Young también propone una definición que engloba prioritariamente los
planteamientos de la crítica poscolonial. Esta aportación no discrepa de las anteriores si
bien, el ensayista reitera con detalles propios el objeto fundamental de esta teoría,
consistente en estudiar el grado de implicación de la historia y el conocimiento europeos
como parte e instrumentos de la práctica de la colonización, en adelante él dice cómo:

La crítica poscolonial trata de deshacer la herencia ideológica del colonialismo no sólo en países
descolonizados, que por supuesto es lo que tiene que hacer, sino también en Occidente-quiere
descolonizar Occidente o, como también como podríamos decir, desconstruirlo. Esta tarea
implica necesariamente descentrar la soberanía intelectual y el dominio de Europa, por lo que a
menudo nos referimos a ella como una crítica del eurocentrismo, una crítica que representa el
desafío a los límites del eurocentrismo occidental, a la presunción de que el punto de vista del
hombre blanco occidental es la norma, es el único verdadero. Este descentrar y desplazar el
conocimiento occidental también incluye el conocimiento académico, examinar sus conexiones
con el colonialismo y el racismo, cuestionar la forma de la historia historicista occidental como
una totalidad ordenada y una narrativa única que resume todas las historias del mundo,
cuestionar el canon literario por sus exclusiones de escrituras que no han surgido del centro
metropolitano, y tratar de mantener un nuevo diálogo con las culturas no-occidentales (Young,
2008:2).
340

Igualmente, Marie-Claude Smouts por su parte define el pensamiento


poscolonial equiparable a una aproximación basada en el cuestionamiento acerca del
Otro, ella lo define enfatizando una vez más en el objeto pero también los límites o la
característica flexibilidad de la crítica poscolonial:

La pensée postcoloniale n‘est pas une théorie politique générale, c‘est une approche, une manière
de poser des questions. Elle s‘intéresse aux images, aux représentations, aux pratiques qui
construisent l‘autre comme semblable mais inférieur. Son post- n‘est pas un ―après‖ la
colonisation mais un ―au-delà de celle-ci. Ses visées sont le contraire du repli sur soi et
l‘essentialisation des différences. (…). Loin de constituer une doctrine close et fermée sur elle-
même, elles se combine à quantité d‘autres approches‖ (Smouts, 2010:316).

En este mismo sentido aborda Coquery Vidrovitch los estudios poscoloniales,


para ella también consisten en la relectura del pasado y sus huellas todavía perceptibles.
Además, esta crítica como Smouts anteriormente aclara sobre el vocablo ―poscolonial‖
que, como bien dice se debe entender no por su significado cronológico sino como un
modo de pensamiento plural: ―Le postcolonial, ce n‘est pas une période, c‘est un mode
de pensée pluriel qui consiste à relire le passé, et à le réutiliser, ou à en utiliser
l‘imaginaire dans un présent impreigné d‘héritages multiples. L‘épisode colonial y joue
son rôle et a laissé des traces. Celles-ci ne sont pas les mêmes pour tous, a fortiori du
côté des ex- colonisés et du côté des ex- colonisateurs (Coquery Vidrovitch, 2010:317).
En realidad, el debate acerca del vocablo ―postcolonial‖ ha interesado a más de uno,
Lavou Zoungbo (2010:38) sostiene que el ―post‖ no hay que valorarlo únicamente en el
sentido cronológico sino más bien como un dispositivo que apela a una reflexión crítica.
Por este sentido también va el académico Philippe Lavodrama (2010:335) para él, el
vocablo postcolonial igual que sus variantes (postcolonialismo, poscolonial, post-
colonial…), se tiene que entender no en el sentido cronológico y literario pero más bien
en un enfoque genealógico que argumenta el concepto de continuidad colonial. Las
palabras claves de su definición son Objeto de estudio, interdisciplinar, orientación
crítica, u huellas del colonialismo.

Si para Bardolph, la teoría poscolonial no puede nunca pretender a la


cientificidad, pues, Smouts por su parte matiza que la teoría literaria poscolonial todavía
está por construir. Precisamente Smouts expone la finalidad de tales estudios
principalmente interesados a examinar diversos aspectos de las relaciones entre los ex
colonizados y los ex colonizadores por lo que, precisamente recalca: ―Les études
postcoloniales ont pour objet l‘empreinte du fait colonial sur les rapports sociaux,
341

passés et présents, dans les ex-colonies et dans les anciennes métropoles. (…). Ce
faisant, la pensée postcoloniale met en question l‘universalisme des valeurs
occidentales, (…) parce que cet ―universalisme‖ s‘est arreté aux portes des colonies”
(Smouts, 2010:310). En Francia89 dice que el cuestionamiento colonial en el debate
intelectual surgió de la acción de los ―acteurs sociaux‖ y no de las instituciones
académicas como en otros casos. Hoy en día advierte, una teoría literaria basada en el
estudio de las memorias coloniales y que todavía se está construyéndose. Esto es dice,
ya que existen focos de reticencias socio políticas y principalmente la repercusión y
entusiasmo que pueden llegar a alcanzar tal actividad y sus actores como por ejemplo
dice: ―Ont pesé plus que tout le refus d‘entamer un travail de mémoire et la crainte de
mettre en récit public les expériences liées à la décolonisation‖ (Smouts, 2010:311). Así
como se puede observar, las dificultades no se escasean, de allí la necesidad como dice
Smouts (2010:315) de la necesidad de una previa delimitación de fronteras políticas por
una parte y otra, hay que construir de modo sólido sus métodos y conceptos
organizadores. A propósito, Young aporta datos imprescindibles, pues en su sentido, por
sus orígenes diversa dice ―la crítica poscolonial ha combinado la herencia teórica de tal
teoría con ideas y perspectivas de escritores no-occidentales‖ (Young, 2006:3). Señala
que como ocurre con otras aproximaciones teóricas, la crítica postcolonial se ha
desarrollado en contacto con otras corrientes de pensamiento occidentales como son el
psicoanálisis, el marxismo, el feminismo o el estructuralismo, pues aquellos conceptos
de los que se puede sacar datos de utilidad. Este enfoque heterogéneo tiene como efecto
el lenguaje híbrido pero que permite alcanzar el objeto fundamental que es la
interacción cultural. Considerando que la crítica poscolonial atiende ―los efectos
positivos y negativos de la mezcla física y cultural. El mismo lenguaje que usa para
analizar estos fenómenos está igualmente mezclado‖ (Young, 2006:3), Young con su
argumentación está también pendiente del lenguaje, mantiene que el estilo difiere según
el origen y preparación de cada escritor pero también el del lector (qué cultura conoce, a

89
Achille Mbembe (2006) aporta sustancial contribución al respecto. En su sentido, aunque hoy los
estudios poscoloniales se preponderan en las instituciones académicas anglosajonas, es imprescindible
recordar que en sus comienzos, esta corriente se ha inspirado en pensamientos de lengua francesa, de
Francia y también textos de la literatura africana francófona como son: Frantz Fanon, Aimé Césaire,
Edouard Glissant, Merleau-Ponty, Jean Paul Sartre, Levinas, Foucault, Derrida, Lacan o Senghor. Como
Smouts, Mbembe apunta la morosidad del país por integrar los debates pendientes en la crítica
poscolonial ya ello corresponde a hacer frente a su pasado, él lo justifica: ―La France ne peine pas
seulement à parler d‘elle même. La réflexión française contemporaine ne sait plus comment parler de
l‘Autre, encore moins à l‘Autre. Elle préfère, la bonne généalogie coloniale, parler à la place de l‘Autre,
avec les résultats que l‘on connait‖ (Achille Mbembe, 2006:121).
342

quien se dirige). Finalmente, a diferencia de lo que opina Smouts, para Young, en


realidad no cabe un lenguaje o una metodología generalizable ya que tiende a ser
individual.

Desde luego, el estudio poscolonial es un concepto particularmente desarrollado


por el palestino Edward Said cuya obra Orientalism (1978), es expuesto por los
estudiosos como uno de los pioneros de esta teoría. Su ensayo analiza por primera vez la
literatura y la cultura humanística europea a la luz de la ideología imperialista. Said ha
investigado la manera en que Occidente ha construido la imagen del ―Otro‖ (medio-
oriente e islámico), y designa aquel procedimiento vinculado con las estrategias de
dominación económica, como orientalismo. Es sabido que Said mantiene que el estudio
del discurso colonial se justifica por la impera necesidad de desentrañar los estereotipos
sobre el Oriente en particular y sobre el ―Otro‖ en general. Esto por diversos motivos,
en primer lugar, Said ve un vínculo estrecho entre el imperialismo europeo y los textos
de autores europeos. De ahí que como indica Álvarez Méndez (2010:66-67) citando a
Vega el Orientalism proporciona: ―modelos para estudiar los discursos europeos sobre
los individuos y sobre los pueblos no occidentales, para seguir las huellas de la
inscripción textual del poder y para indagar la participación de la literatura en las
prácticas discursivas que forman el contrapunto estético de la dominación imperial de
Europa‖. En opinión de Said, después de las independencias aún permanecen
perceptibles componentes de las mentalidades pasadas en el mundo moderno. De ahí el
interés de destripar, mediante el estudio de los discursos literarios contemporáneos, la
variedad de huellas de los prejuicios o representaciones del pasado, inmersos en las
mentalidades. De esta manera también se logra esclarecer la relación estrecha entre la
expansión colonial y la literatura es decir, como aclara Álvarez Méndez, la relación
entre las representaciones textuales y los fenómenos políticos e históricos asociados al
hecho imperial. En adelante, ella añade que Said demuestra que el texto literario es un
instrumento más de la relación de poder de las metrópolis sobre los territorios
colonizados, y que por lo tanto, los textos que conforman el discurso colonial no
reflejan el mundo sin más, sino que lo construyen y lo legitiman desde sus propios
presupuestos.

Akassi Animan (2010) confirma la notoriedad de Edward Said en los discursos


poscoloniales al tiempo que se instauraron en los años ochenta como disciplina y saber.
343

Como Smouts anteriormente, Akassi advierte que no es un concepto rotundo pero sí


definitorio puesto que es una corriente que está por construir, si bien, abarca contextos
históricos y espaciales que engloban desde el discurso anticolonial de Frantz Fanon en
Peau noire, masques blancs (1952) y Les damnés de la terre (1961) hasta Edward Said
en Orientalism (1978). Precisamente, Akassi indica que los discursos poscoloniales, a
pesar de la diversidad de sus exponentes se desarrollan en torno a dos ejes estructurales
que los definen, de manera siguiente:
El primero de ellos consiste en que pensadores como Edward Said, Ashis Nandy, Homi Bhabha
y Achille Mbembe – herederos de epígonos como Fanon, entre otros– operan cierta ruptura
crítica ante el fracaso de las naciones posindependentistas o pos-coloniales, ya que –y éste es el
segundo eje– piensan que la violencia de la empresa colonial no radicaba sólo en la violencia del
modo de producción esclavista, de la plantación o del trabajo forzado colonial, sino también en
la violencia de la colonización del imaginario y sus mitos: universalismo del humanismo
occidental, cristianismo civilizador, superioridad cultural de los conquistadores/colonos y la idea
de que ―las razas de color‖ (…) son razas sin Historia (Akassi, 2010:66).

Después de definir algunos enfoques sobresalientes de los discursos


poscoloniales ubicados en la doble conmoción material, social y cultural, al fin y acabo,
Akassi concluye señalando los desajustes del proceso de descolonización al mismo
tiempo que define la corriente poscolonial e incluyendo una vez más la relación estrecha
existente entre las reproducciones textuales y los fenómenos políticos e históricos
ligados al hecho imperial: ―La descolonización del imaginario no tuvo lugar después de
la descolonización política, los discursos poscoloniales se han definido como un doble
proceso, de desconstrucción y de reconstrucción. Desconstrucción de las prácticas
discursivas que sirvieron de mecanismos de conquista y luego de dominación de los
pueblos colonizados y esclavizados. Reconstrucción del sujeto cultural colonizado…‖
(Akassi Animan, 2010:66).

En plena época colonial europea el afroamericano, Richard Wright dedicaba un


ensayo a exponer abiertamente su revuelta contra el drama de la colonización europea,
en este discurso, él indica el hombre blanco como principal interlocutor. Una vez más,
su ensayo argumenta condenando las prácticas coloniales al mismo tiempo que enfatiza
las reacciones o psicología del hombre negro en un ambiente de opresión elaborado por
el colonizador a su justa medida. Wright señala por el final de los años sesenta, el
arranque de las descolonizaciones correspondiente a la emergencia de una literatura
académica basada en la historia colonial y poscolonial. Él resume asimismo aspectos
trascendentes de aquellos trabajos que ya plantean la necesidad de una revisión
profunda de los textos coloniales: ―Cette littérature révèle des déformations de la
344

personnalité des centaines de millions d‘hommes noirs, bruns et jaunes devant


lesquelles on reste confondu et qui exigent une modification radicale des jugements que
nous portions jusqu‘à présent sur le régime colonial‖ (Wright, 1959:31).

En su ensayo, Álvarez Méndez (2010) sitúa el objetivo de la aproximación


poscolonial en dos campos principales de trabajo. Primero el análisis del discurso
colonial con sus peculiares intencionalidades y también el discurso postcolonial
reflejado en los textos de los sometidos. En segundo lugar, se halla la problemática de la
construcción de una identidad y una subjetividad que finalmente desembocan en la
resistencia cultural propia del neonacionalismo90. Estos dos focos de interés centran,
pues su atención al análisis del discurso colonial a la vez que este análisis llega a
establecer el vínculo estrecho entre el poder y la cultura. La construcción de una
identidad a su vez se fija en la reflexión acerca de la lengua literaria, las tradiciones, los
géneros y los tipos.

Como ya se ha mencionado anteriormente, el objeto del presente trabajo es el


análisis y valoración de cuatro obras. Pretende poner cara a cara dos discursos
coloniales y dos discursos poscoloniales, concretamente textos de colonizados frente a
los de colonizadores. Efectivamente, he aquí donde nos interesa esta teoría para
plantearse el legado colonial español en Guinea o las relaciones de todo tipo entre
pueblo y gobiernos guineanos con España, a luz de indicios de la imaginación.

No obstante, pensamos que en el marco concreto de un trabajo académico esta


teoría nos servirá mejor a la hora de analizar los discursos colonial y poscolonial. Es
decir, utilizaremos las pautas orientativas de esta teoría poscolonial para discutir una
temática en la que cabe también la notable aportación de Julia Kristeva (1981) cuando
aborda el texto narrativo como un objeto de intercambio. En otras palabras, define el
texto narrativo no como un universo cerrado sino como un lugar dinámico e interactivo
con otros existentes. De hecho habla de diálogo, de penetración de los textos en el texto.
Este aspecto intertextual nos interesará a la vez que abordaremos a continuación el

90
Neonacionalismo se encuentra relacionado con el nacionalismo generalmente considerado como una
ideología política basada en el principio según el que cada nación tiene el derecho a formar su propio
Estado para realizar sus objetivos y aspiraciones. El neonacionalismo es, pues, un nuevo concepto que
deriva del nacionalismo con otro término, este es un campo discursivo heterogéneo en el que coexisten y
se entrecruzan diversas tendencias político-culturales cuya esencia sigue siendo una búsqueda de la
identidad o de la libertad.
345

análisis temático que nos llevará a rastrear escritos de diversos géneros en busca de los
indicios comunes o discrepantes de la ficción y de las fuentes de la memoria colectiva.

Como se puede constatar, utilizamos aportaciones de diferentes teorías no en


forma excluyente sino más bien complementariamente pues, esto es por lo que, por
ejemplo, para hallar los temas que componen las novelas elegidas, hemos empleado las
herramientas narratológicas para estudiar los personajes narrativos.

Desde luego, el discurso colonial sirve de fondo de telón para las obras que
estudiamos. Son interrogantes sobre el pasado colonial, la historia de su soberanía y con
ellos el afán de reconstruir su identidad mediante sus valores tradicionales y enfrentado
al deseo de modernidad. Con estos planteamientos, pensamos que la literatura
comparada, la narratología y la teoría poscolonial nos ayudarán realmente a desentrañar
el mensaje de las cuatro novelas y así acercarse lo máximo posible a la realidad
guineana con el objetivo de interpretarla a la luz de los indicios de la ficción, esta va a
ser nuestra labor a continuación.

VIII- 3- Estereotipos y prejuicios sexo-raciales

Este apartado estudia los estereotipos derivados de las relaciones sentimentales


heterosexuales e interraciales principalmente durante el periodo colonial. Para justificar
la necesidad de esta temática, nos hemos apoyado no sólo en aquellas obras que
describen el recorrido del personaje negro como anteriormente analizado, sino también,
a aquellas obras que tratan de estudiar al personaje negro en el marco de la crítica del
corpus colonial. En tal caso recurrimos a Pierre Halen quien particularmente establece
un vínculo estrecho entre el personaje negro y la literatura colonial en general: ―Le
discours colonial sécrète de altérité stéréotipée et s‘interdit par ce moyen de prendre en
compte Autrui‖ (Halen, 1999:56). Estas palabras hacen de la narrativa colonial un
objeto preponderante para atender la alteridad. En este trabajo, hemos elegido dos
aproximaciones principales, primero como bien apunta Halen examinamos las
―imágenes del negro‖ o la alteridad en una perspectiva ―interindividual‖, es decir, en
una situación concreta que es la relación sentimental entre un ―Otro‖ negro sea de sexo
femenino o masculino y con un blanco del sexo diferente. En segundo lugar,
346

atenderemos más adelante la alteridad en una aproximación ―intercolectiva‖, o sea en


situación de relación comunitaria, siempre que sea interracial. En este apartado,
examinaremos la alteridad sucesivamente a la luz de las obras coloniales que son: Las
tinieblas de tu memoria negra de Donato Ndongo Bidyogo y luego La selva humillada
de Bartolomé Soler principalmente, y en otras obras del corpus colonial en general.

VIII- 3-1- Las tinieblas de tu memoria negra

En la construcción de la imagen del negro indígena por el colono blanco,


sobresale frecuentemente el modo en que los indígenas viven su sexualidad. El discurso
colonial referente al sexo se presenta mediante diversas variantes, hombre blanco con
mujer negra, mujer blanca con hombre negro u hombre negro con mujer negra. Estas
tres configuraciones se hallan desarrolladas a menudo en el corpus colonial hispano-
guineano.

LTDTMN, ya desde la tierna adolescencia, una de las grandes preocupaciones


que influirán en el protagonista narrador es su sexualidad. Este adolescente estrena su
experiencia sexual mediante una imposición de su tía también adolescente, Tecla. Los
dos consiguen mantener oculto el incesto cometido hasta el final de la novela pero
también se abstienen de repetirlo. Este caso particular cabe en las informaciones que
entran en el retrato del adolescente y asimismo ayudan al lector a fijarse en la dimensión
sicológica de la novela. Llamativa la actuación de Tecla y su sobrino por un lado, la
adolescente precisamente no se da cuenta de la curiosidad que su desnudez despierta
con frecuencia en su sobrino, por otro lugar, da cuenta de un entorno social donde la
sexualidad de la prole es tabú entre los mismos y sus genitores. La joven Tecla está en
plena pubertad no controla su propia transformación y menos aún la de su sobrino pero
ella le utiliza para satisfacer sus instintos o curiosidad. Este estado de la cuestión caótico
que lo llamemos pudor o descuido tiene un número significativo de consecuencias y el
caso del protagonista y Tecla es un ejemplo. Además, no olvidemos que estamos en el
contexto colonial y rural, para estos padres la educación sexual de sus hijos no forma
parte de las preocupaciones más apremiantes, a pesar de su estatuto de emancipado.
Más que expresión de una cultura sexual particular, el caso pone de relieve la torpeza y
también la curiosidad correspondiente a esas edades.
347

En esta misma novela, como es de esperar en el contexto preciso, la pasividad


anterior se convierte en una autoridad parental que emerge a la hora de elegir una
esposa en el caso del protagonista. Sus padres sabiéndole en la edad de desarrollar su
vida sexual y dado que está fuera de su alcance, el padre recuerda a su hijo algo que le
preocupa desde el momento en que su hijo les anuncia el cambio de rumbo, es decir,
que en lugar de la carrera de misionero, se ha matriculado en la facultad de derecho
porque quiere ser abogado. El desasosiego gana a los padres porque el abandonar la
carrera eclesiástica supone un tipo de vida muy distinto de la castidad. De ahí las
advertencias del padre, le perdonan su cambio de dirección pero algo tiene que tener
claro, que sus padres no aceptarán una blanca en la familia como nuera, aunque siendo
emancipados, para la madre en particular eso sería una contrariedad, y para el hijo será
una enorme responsabilidad puesto significaría un acto contra la voluntad y gusto de
una persona tan importante en su vida como su madre. El padre lo deja claro en la carta
que envía a su hijo, sus expectativas son justificadas pero también sus inquietudes
reales, pues las líneas rebosan de recomendaciones patrióticas y personales:

Todos están bien, pórtate bien, hijo, sigue rezando fuerte, Dios te perdonará y te dará ánimo en
su infinita misericordia, no andes con mujeres no nos traigas una blanca no le des disgusto a tu
madre, sabemos que en ese mundo en que ahora vives tan solo sin protección de nadie es
peligroso no te dejes engañar por ilusiones pasajeras primero tu país y tu familia que dejaste aquí
ahora que ya ibas a terminar tu estudios de sacerdote resulta que quieres estar más tiempo allí en
España piensa en nuestros sacrificios cuídate hijo y estudia, estudia lo que sea pero estudia y a
ser hombre de provecho y escríbenos tu padre que te quiere mucho (Ndongo Bidyogo, 2009:75)

A pesar de la conciencia que tiene el protagonista de sus deberes como hijo o


futuro ciudadano, las preocupaciones de sus padres se cumplen desafortunadamente
porque mirando de cerca, la entrada de Ángeles en su vida puede ser considerada como
una de las razones más importantes por las que el protagonista va deshaciéndose de su
obsesión por el sacerdocio y hasta proyectar y lograr el abandono definitivo del
seminario. Conocerla ha significado mucho por él, a su lado se siente feliz ya que han
tenido suficiente tiempo suficiente para construir esta relación, le amaba ya desde la
distancia y con el acercamiento se han vuelto casi inseparables como se puede apreciar
en estas líneas: ―Pero pronto me llegó la depresión, como un hastío, como una necesidad
de escapar de allí. «En el fondo quizá no seas más que un romántico, un aficionado a las
ruinas», me decía ella riendo recordando una frase escuchada en la oscuridad de una
sala de cine, en el primer encuentro tras los años de conocernos sin vernos, amándose en
la distancia, (…). Y es que yo sentía que ya nada me ataba allí, ya no esperaba nada,
348

tampoco sabía qué sería de mí en el futuro‖ (15). Con Ángeles emerge también el
instinto hasta ahora ocultado por la pasión al sacerdocio, con ella tendrá la posibilidad
de asegurar la continuidad del linaje siendo el primogénito de la familia, como bien dice
esto es imprescindible: ―no pasar por esta vida sin dejar un fruto duradero‖ (16). En Las
tinieblas de tu memoria negra, el amor entre Ángeles y el protagonista es compartido, y
como se puede contemplar, la presencia de Ángeles al lado del joven seminarista tiene
mucho que ver en el cambio repentino que se opera en la vida de este joven indígena. Si
bien, él es particularmente un ser de dudas y contradicciones desde la tierna
adolescencia, se libra una batalla permanente, tanto es que se llega a pensar que la
llegada de Ángeles pesa en la renuncia final igual que el interés por su familia y país,
asimismo como recomendó el padre, pero esta vez a su propia manera. No obstante, el
protagonista satisface dos deseos fundamentales, formarse para servir su país, pero
también, su desistimiento suena a la desobediencia para los padres que no querían una
nuera blanca en la familia. En este contexto particular, la pareja formada por el
protagonista y Ángeles en esta novela configura el amor interracial trascendente a la
secular influencia de los padres en la vida matrimonial de sus descendientes.

Más tarde o mejor dicho diez años más tarde, el joven indígena ya ciudadano y
abogado no duda confesar que Ángeles es su primer amor, como es sabido, la misma
experiencia sentimental culmina en la novela siguiente, aquí es donde Donato Ndongo
mejor desarrolla el vínculo sentimental interracial. En Las tinieblas de tu memoria
negra, Ángeles aparece perfilada como una mujer responsable y equilibrada pues ella
reúne cualidades que contribuyen en el apoyo sicológico que tanto necesita el joven
seminarista que se halla atormentado por su futuro. En Los poderes de la tempestad
(1997), es donde Donato Ndongo hace triunfar el amor entre ambos, de entrada
reaparecen casados más de diez años después, Ángeles maestra y el protagonista ya
abogado y con una niña de ambos, Rut cinco años de edad. Aquí es donde se cumple el
sueño por el que el joven seminarista se retractó y convino dar otro rumbo a su vida, es
decir regresar a la Guinea independiente con una carrera para contribuir al desarrollo de
su país desde dentro. La pareja formada por la blanca española Ángeles y el guineano
innominado, tras diez años de matrimonio en España ha funcionado hasta ahora en base
del amor correspondido, la confianza mutua y sobre todo la fidelidad. Probablemente,
Guinea parece ser el entorno inadecuado para la pareja. A ello hay razones, el ambiente
inhóspito para los tres recién llegados; el exceso de calor, los mosquitos, la suciedad, o
349

la comida infecta. Todo eso resulta inaguantable para los tres y sobre todo para Ángeles
que por lo tanto solicita y obtiene de su esposo que se trasladaran a un hotel tras pasar
una noche en vela en casa del primo militar Mbo: ―Esta suciedad…este
hacinamiento…No, no podemos quedarnos aquí. Piensa en la niña. (…). Debemos
marcharnos de aquí, ir a un hotel‖ (Ndongo Bidyogo, 1997:46). El hotel Ureca está en
ruinas, la habitación es maloliente, sin agua ni comida, pero sobre todo les coloca al
margen de la sociedad guineana y compromete su proyecto de integración. En la cultura
bantú, el hotel es un espacio reservado a los extranjeros con una estancia limitada,
prueba de ello, ellos son los únicos clientes del hotel Ureca. Si bien, la imagen de
desolación y vacío se relaciona mucho más con la dictadura que con la idiosincrasia, el
ruinoso hotel Ureka ha dejado de ser una fuente de rendimiento.

A parte las escasas condiciones de vida, el abogado y su mujer acuden a un país


donde la inseguridad se ha hecho norma hasta alcanzar un nivel insospechable para el
abogado, hasta que el primo Mbo se encargue de ponerle al tanto de esta nueva realidad:
―¿No llegan a España noticias de Guinea? ¿No sabéis que eso se ha convertido en un
infierno? (…). Guinea es materia reservada en España, un secreto oficial. Los medios de
comunicación tienen prohibido, por orden del Gobierno, hablar de Guinea o de Macías
(…). Aquí sólo gobierna la brujería la ignorancia, los que comen carne humana. Si
puedes coger a tu mujer y tu hija y regresad a España‖ (Ndongo Bidyogo, 1997:72-73).
Por fin, además de la inseguridad en vigor, el abogado y su esposa blanca tienen que
afrontar la mirada de la población local, es que para la opinión pública, esta relación es
fuera de la naturaleza en la Guinea independiente. Ángela es una intrusa, indeseable, y
ella lo descubre a través de los celos de la miliciana Ada que la cachea a la llegada en el
aeropuerto, hasta las partes íntimas para humillar a la blanca por osar casarse con su
compatriota. Otra actitud de rechazo se manifiesta cuando las autoridades del PUNT se
niegan a tramitarle un carnet del partido a Ángeles por la razón de que es española o
sea, blanca, dado que el lazo matrimonial no le concede la nacionalidad guineana. A
diferencia de las autoridades, la reacción de los familiares es matizada, el primo Mbo
por ejemplo, aunque se sienta humillado porque su vivienda no ofrece garantías de
comodidad convenientes para la cuñada blanca, pero no abandona al abogado, la
seguridad de su hermano está en juego y esto es lo más importante. Lo mismo se da con
los suegros de la blanca que superan su animosidad racial, la alegría del reencuentro,
tantos años después diluye el resentimiento contra la nuera blanca. Puesto aparte la
350

hostilidad que sugiere la situación social o política, el viaje a Guinea brinda al abogado
por vez primera, la oportunidad de poner a prueba su amor por una blanca entre tantas
mujeres negras.

La pareja Ángeles y el abogado en apariencia muy unida por el amor y el cariño


conoce sus momentos de indecisión, los altercados verbales, las incomprensiones de
todo tipo merman la comunión de la pareja. Además, a ello se añaden la condición del
joven abogado desempleado, socialmente inseguro y permanentemente asesorado por
sus familiares. Los retos diarios para sobrevivir influyen considerablemente en la
convivencia pacífica de la pareja a pesar de los esfuerzos consentidos por ambos. Al
regresar Ángeles, el acercamiento entre el abogado y la joven guineana veinteañera Clo
brinda al guineano la oportunidad de esbozar una breve comparación entre la mujer
negra y la blanca en base de los mismos criterios. La europea Ángeles es valorada por
su sensualidad excitante y natural, su apasionante participación a la sexualidad de la
pareja, y esta actitud particularmente apreciada por su esposo discrepa con la pasividad
y resignación características de la joven guineana Clo, desprovista de la imprescindible
emoción y a pesar de su belleza sobresaliente. Al final concluye a favor de su esposa
blanca aunque un tanto, deja la impresión de decidir más por pudor o para convencerse
a él mismo que por certeza. La inseguridad los separa al final de la obra pero esta vez, la
lejanía acaba con la fidelidad del esposo negro, si bien el autor le configura en una
relación salvadora junto a la joven Clo que le ayuda finalmente a alimentarse durante su
encarcelamiento en Blavish. Desde allí, nos encontramos con el abogado dolido física y
moralmente, pero también sentimentalmente transformado: ―Ángeles se me había vuelto
lejana no sólo en la distancia sino en el sentimiento, como un sueño inalcanzable, se
había convertido en irreal por idealizarla, nuestra vida en común había sido tan hermosa
que ahora se me presentaba artificial, toda ella era ya sólo una quimera‖ (Ndongo
Bidyogo, 1997:289). Según Marvin Lewis (2007:152) la inseguridad reinante actúa
como un factor determinante que obliga el abogado a replantear su matrimonio y su
propia situación. Pues él descubre simultáneamente la derrota de su unión matrimonial
pero también su enamoramiento:

Imaginé que se había enamorado de mí (…). Aunque no pude hablar con ella, me bastó atisbar el
brillo de sus ojos la única vez que los elevó del suelo hasta mi cara y esbozó lo que hubiera
podido ser una sonrisa y ese fugaz intercambio de miradas me reveló cuanto sentía, y
establecimos un mudo compromiso. Cuando se fue, junto al temor de que no volviera, alimenté
el deseo de su regreso, no ya tanto por la comida, que, por qué ocultarlo, era importante para mí,
sino por las ganas de verla, siquiera fuera tan brevemente en el silencio y a distancia, ya que no
351

podía demostrarle mi agradecimiento estrechándola en mis brazos o besando sus gruesos labios o
simplemente diciéndole gracias. Pero a los pocos días volvió (…), A partir de entonces su
presencia me llenaba de consuelo tanto como su ausencia… (Ndongo Bidyogo, 1997:288-289).

En realidad, con la larga convivencia del abogado con las europeas, ha aprendido
a apreciar a las mujeres blancas con criterios de su entorno sociocultural. Sin embargo,
el hecho de aplicar esos criterios Clo a pesar de la evidente diferencia abismal, en el
principio, no le impide aunque más tarde valorar a esta joven guineana tal y como le
corresponde. Ella es su salvadora o compañera en los momentos más duros, aun así, él
llega a confesar su enamoramiento por la bondadosa Clo. Además, en otra ocasión le
vemos elogiando la valentía de la hacendosa mujer guineana en general, a pesar de ser
víctima propiciada de la violencia de género y de los agentes de la tiranía maciísta.

LPDT tiene como fondo la dictadura de Macías Nguema, sus actores más
sobresalientes, su desarrollo y corolarios sobre el país y los guineanos a principio de los
setenta. El trasfondo fielmente reproducido describe una situación de extrema violencia,
en la que se encuentran sumergidos Ángeles y su esposo guineano, muy a su pesar.
Precisamente Donato Ndongo ha creado una pareja idílica cuyo sentimiento ha llegado a
superar durante una década las diferencias de culturas que los separa y debidas a sus
orígenes. Una vez en Guinea, la pareja no resiste al acoso social o moral que ya padece
toda la población, esta situación permanente no permite valorar acertadamente el nivel
de integración de la esposa blanca en Guinea, puesto que la principal preocupación es
lograr a ponerse a salvo. Esto es el caso porque concretamente, la inseguridad es el
obstáculo insuperable que realmente les desune y luego definitivamente ya con la
llegada de Clo.

Finalmente, Donato Ndongo no parece concebir el sexo interracial inasequible a


una u otra raza, es factible pero, tiene sus requisitos y también sus dificultades propias.

VIII-3-2- La selva humillada

En LSH de Bartolomé Soler se da un claro ejemplo de la construcción de una


imagen estereotipada del indígena en general y de la mujer en particular. Esto se
verifica cuando examinamos la relación que mantiene el protagonista narrador con las
mujeres indígenas en general y con Akara, Edayong y Maye en particular. En esta obra,
352

la mujer guineana en la época colonial viene expuesta como un ser física y moralmente
alterada. Las caracterizaciones anteriormente elaboradas destacan la pretensión del
protagonista narrador por caricaturar a estas tres mujeres que se le ofrece el remero
Eseng Mba a cambio de dinero. Desde su apariencia física retratada o su modo de actuar
se encuentran representadas ora con rasgos zoológicos ora como humanos pero ineptos.
Pues precisamente por eso su descripción viene asociada a calificativos como tristeza,
resignación, indolencia, sumisión, pasividad, miserable o condición de mercancía. Y por
lo que son, pues el protagonista se indigna:

Independientemente del color, de sus harapos y de suciedad que recelo, irrumpen ante mí como
los más categóricos antípodas míos. (…). El asco, la repulsión física, no suma en este instante.
Creo que ni la tristeza. La piedad y la ira se confunden, (…). Ni en las descargadoras de
Annobón, ni en las mujeres que a través de los caminos y de los poblados he visto convertidas en
animales domésticos, sin luz en la mirada, sin el reflejo de un afán en su expresión, he hallado
tanto vacío, tan desoladora inexistencia. (…). He creído percibir su hálito, el palpitar de unas
vidas miserables pero vivas, con sangre en las venas y calor humano en sus carnes. (…), fieles
representantes de una humanidad ni inmoral ni amoral, lo moral no tiene clasificación alguna. Ni
las ofendo si las rechazo, ni se sentirían humilladas si me diese por someterlas‖ (Soler,
1951:122-124).

El protagonista que se presenta como un blanco de origen catalán y digno


representante de la raza blanca, manifiesta su estupor ante estas mujeres que parecen ser
los peores ejemplares de toda la población femenina colonial. A parte la descuidada
apariencia de las tres aldeanas que al catalán le provoca tanta repulsión, observando a
las chicas muy de cerca, él halla aún más detalles que refuerzan su rechazo.
Primeramente, existe una concepción absolutamente divergente del amor entre las dos
razas, la suya es la que ―entiende el amor como la más noble de las pasiones y el honor
conyugal como una propiedad que sólo la mujer puede infama‖ (Soler, 1951:124). Esta
es una discordancia irreconocible ya que el catalán se halla en un mundo innoble donde
las hembras no tienen ninguna conciencia de su ser, más bien son impúdicas e
indecentes. Otro indicio a desfavor de las indígenas es su estupidez, el protagonista
narrador observa que por naturaleza, la facultad de pensar es un privilegio fuera del
alcance de las indígenas. Lo mismo se podría decir de la dificultad que tiene el
protagonista para comunicar con Akara, Maye y Edayong que sólo se esperan en su
dialecto inasequible para el hombre blanco. En concreto, los argumentos reunidos están
todos a favor del protagonista que con eso pretende demostrar la superioridad de su raza
a expensas de la negra. La mujer indígena en general estás retratada en la obra de Soler
con los rasgos más despectivos, se desprende no sólo la espectacular habilidad del autor
de describir sus personajes o sucesos sino también el anhelo por el protagonista para
353

disfrutar especialmente del instante de dominación que le ofrece el encuentro con las
tres aldeanas.

En la obra están evocadas aventuras interraciales de otros blancos en la colonia,


pero el protagonista catalán rechaza la oferta sin dudarlo ya que las chicas que tiene
enfrente son totalmente indiferentes, incapaz de sentir la humillación con su ―alma
dormida‖ o por su unanimidad. Pues, él se niega a ser ―derrotado‖, como sus
compatriotas, por repulsión hacia las negras, porque no hay ningún posible lazo que le
acerque a estas criaturas y sobre todo porque ellas simbolizan el reverso del mundo
civilizado es decir, son el reverso de las mujeres blancas rebosantes de cualidades:

Virtud y amor, fidelidad y celos, compasión y dignidad, clemencia, caridad y dulzura:


propiedades blancas que en el mundo blanco sufren también sus crisis y sus quiebras, pero
propiedades inherentes a mi raza, capaz de poseerlas todas uno solo y cualquiera de mis
prójimos. Cualidades sin cotización alguna en el mundo del poder y la riqueza, pero embrión y
raíz de las acciones en que se edifica la grandeza humana. El reverso de mi mundo está aquí‖
(Soler, 1951:139).

Soler plantea el amor entre blanco y negro hipotecado por las razones citadas,
pero en otras obras coloniales se reitera a menudo, aunque de diversas maneras.

En la novela colonial, En el país de los bubis de José Más (2010), aparece un


breve relato titulado Las botas de montar. Es la historia sucede a principio de la
colonización española en Guinea Ecuatorial donde un finquero español, Don Luis se
enamora de una negra guineana llamada Fanny con quien convive en Biappa, un pueblo
situada cerca de Santa Isabel. Cuando en una tarde irrumpen a casa tres agresores, un
inglés y dos santomenses, Fanny defiende heroicamente a su amado hasta la llegada
oportuna de los policías. La historia de Más Laglera es el reverso del anterior aunque
con matices, en este caso, Don Luis quiere ―con delirio‖ a Fanny, la considera la negra
más bonita de la isla además, ella cuidadosa y dócil. Pues a pesar de ello, Fanny expresa
un complejo de inferioridad, a la gran sorpresa del español: ―Quisiera-me dijo-haber
nacido blanca para ser más digna de ti- ¿Acaso la dignidad reside en el color? (Más
Laglera, 2010:168)‖. A pesar de ello, cuando Fanny arriesga su vida para salvar a su
amante, por una parte, él no duda en pensar que su amada pasó por alto el peligro del
riesgo, por otra parte, el español valora el sacrificio como una prueba máxima de amor,
por lo tanto, se compromete a corresponderlo, para él, mediante el amor se supera el
odio racial: ― Me di cuenta de que ella era la única poseedora de mi corazón y que el
354

amor debía de ser el crisol maravilloso donde se podrían fundir los antagonismos y los
odios de las razas ―(Más Laglera, 2010:169). El amor es posible entre blancos y negros.

María Paz Díaz (1998) ofrece otra aproximación en su novela colonial titulada
En el valle de los bubis, donde expone la jefatura jerarquizada del pueblo bubi encabeza
por la figura del Abba como máxima autoridad tradicional de este pueblo. El anciano y
polígamo rey de los bubis en la isla de Fernando Poo, un tal Koradji se ha casado
recientemente con Waisso una joven de 15 años de edad, por motivo de un impuesto a
él debido y que el padre de esta última tenía impagado. La boda forzada de Waisso tiene
doble impacto porque no sólo ella ha sido moneda de cambio, sino también rompía su
compromiso con el joven Boossope, el legítimo heredero del abba. En el relato, Waisso
es un instrumento y la misma lo confiesa, ―Yo un trapo, un despojo‖ a manos de su
esposo quien lo regala a cualquiera en distintas circunstancias; Koradji la cede
respectivamente a Boboola su hermano en ofrecimiento de reconciliación, deja disfrutar
también a Öbosso su subalterno para contentarle o a cambio de un favor, otra vez lo
ofrece su joven a sus hijos mellizos Ebarie y Waato. Entre los hombres que comparten
la intimidad de Waisso se halla un español innominado al que el rey ofrece su mujer en
primicia, esta vez por su capricho.

El español es el hombre con el que la joven bubi descubre la sexualidad, por lo


tanto, no es uno más. El relato de Paz Díaz resalta el contraste en la sexualidad como
vivida con un blanco y con un negro. Waisso al principio manifiesta cierta repulsión
respecto al blanco que en su contacto va convirtiéndose en admiración. El hombre
blanco es cariñoso, guapo, galante y tensionado, con él disfruta del acto y con dignidad.
Es todo lo contrario con los negros, para ellos la mujer es ―propiedad de su hombre‖ y
por lo tanto debe callar y obedecer, son violentos casi barbaries, pues junto a ellos,
Waisso se siente deshumanizada, vaciada de su dignidad femenina: ―De Boboola me
quedaba el recuerdo de sus suelos, su cansancio, su vuelta a intentarlo, su aliento fétido.
Referente a sus hijos mellizos, Ebarie y Waato, eran dos animales gozándose en su
presa. Me cogieron entre los dos, y uno por delante, el otro por detrás, luego cambiaban.
Yo un trapo, un despojo‖ (Paz Díaz, 1998:22). También destaca el relato la actitud de la
joven indígena respecto al blanco, ella tiene sus propias aprensiones y principalmente el
miedo: ―Tenía miedo a la diferencia, miedo de ser distinta‖ (Paz Díaz, 1998:24). Más
que un sentimiento desagradable ante algo que puede causarle algún daño, Waisso
355

manifiesta con estas palabras el constante complejo de inferioridad de las indígenas,


como Fanny con Don Luis. Finalmente, la autora desde luego, concluye a favor del el
hombre blanco quien trata y valora a la mujer mejor. Waisso confiesa: ―Ahora sé que
me interesaba, me interesó encontrarme entre sus brazos, la sensación que experimenté
de valer la pena de nacer mujer, sólo para que un hombre me amara de la manera que
me amó él (…). Empecé a comprender por qué más de una soñaba con conocerlos‖ (Paz
Díaz, 1998:26).

La novela de Paz Díaz plantea factible el amor interracial, pero también enfatiza
la obsesión de las negras por el hombre blanco por un lugar y por otro, el machismo
característico de los hombres negros.

En Tierra negra (1957) donde Domingo Manfredi recuenta los momentos


fundamentales de la colonización cristiana en Guinea Ecuatorial, pues vuelve a señalar
el tema de las relaciones sentimentales entre hombres blancos y negras indígenas. A
diferencia de los demás autores, Manfredi opone la apatía de los colonos ingleses, los
hombres blancos rubios, a la pasión de los blancos españoles. Los ingleses son hombres
amables y suaves pero ―El amor de los blancos de pelo amarillo no satisfacían a las
mujeres bubis (…). En cambio los españoles eran alegría, cordialidad, fuego y las
negritas se dejaban amar por ellos‖ (Manfredi, 1957:126). Las mujeres bubis prefieren a
los españoles por su virilidad. Por otra parte, entre otras cosas, el relato evoca un pasado
nostálgico con los contactos restringidos entre los hombres blancos y las isleñas bubis,
pues en la actualidad de la escasez pasada, se ha convertido hoy en una situación
socialmente incontrolable, el joven bubi Joaquín confiesa asimismo su preocupación al
respecto: ―Oyó contar a media voz en el Seminario que muchos blancos vivían
amancebados con negras adolescentes, en vergonzosa clandestinidad, a espalda de toda
la ley humana y divina‖ (Manfredi, 1957:253). Durante varias generaciones, las mujeres
bubis no pudieron satisfacer su obsesión por el hombre blanco, en la actualidad, el sexo
interracial tal y como practicado en la isla entra a formar parte de los vicios denunciados
igual que el alcohol o los juegos.

Una vez más, Orden en Río Muni (2011) de Antonio Carrasco González, novela
colonial recién publicada es donde están ampliamente expuestas las relaciones
interracial como objeto de dominación o de servilismo. Para leer dichas relaciones, por
una parte, se tiene que mirar hacia la acogida y cuidado de las tropas y colonos
356

alemanes en la Guinea española tras sufrir la pérdida de su colonia camerunesa durante


la primera Guerra Mundial, y por otra, repasar conjuntamente la gestión política o
militar del suceso llevada a cabo por el entonces gobernador colonial Ángel Barrera.
Las circunstancias especiales del impacto en África de los enfrentamientos entre los
beligerantes europeos durante la primera Guerra Mundial en África en general y en la
Guinea Española en particular han inspirado esta novela. A parte las dificultades
relacionadas con la promiscuidad, el mantenimiento de los forasteros o las diversas
medidas necesarias para lograr una gestión acertada del delicado suceso, el autor se ha
explayado también sobre las relaciones interraciales. Esta novela permite estudiar el
modo específico en que se desarrollan las relaciones interraciales entre los colonos
españoles y los europeos recién llegados con las mujeres aborígenes en la Guinea
española. Particularmente, a lo largo del relato, llama la atención los argumentos que
fundamentan las relaciones sexuales entre blancos y negras, caben enfoques que
convierten la colonia en un espacio de libertinaje y hegemonía racial.

Cuando el sargento de un puesto colonial en la zona continental sostiene que en


los ratos de máximo aburrimiento, ―la solución era hacerse traer una negrita‖ (Carrasco
González, 2011:9). El otro militar un tal Matallana afirma también: ―Claro, cuando te
aburres te coges a alguna mininga y le enseñas la habitación‖ (Carrasco González,
2011:222). A un tal Toledo le toca opinar que: ―Para entretener el juego, como se dice
no hay mujeres blancas, nos tenemos que ennegrecer o aprovechar las vacaciones para
agarrar a la primera que quiera casarse‖ (Carrasco González, 2011:222). Las negras son
la solución más sencilla y el teniente Buiza acierta cuando confirma que todos los
colonos lo practican. La sexualidad entre blancos y negras en esta novela está
trivializada, ya que se trata de aventuras esporádicas sin ninguna clase de compromiso
de parte de los hombres. Las razones por las que los hombres blancos solicitan a las
mujeres nativas se hallan a lo largo de la novela, algunas se reiteran, entre otras; el
anhelo de sacarse del tedio, la escasez de las mujeres blancas en la colonia, la necesidad
de satisfacer incognito sus fantasmas machistas, por curiosidad o para aprovechar del
mejor atendimiento que ofrecen las hacendosas negras. Como se puede observar, existe
un exhaustivo abanico de argumentos pero que sitúan a las indígenas en unas posiciones
de víctimas culturales o sociales. Por una parte, las mujeres negras sacrifican su cuerpo
y dignidad por necesidad personal pero también por conveniencia, en uno y otro caso la
fornicación se convierte en un cometido moral. Por otra parte, ellas son utilizadas en
357

relaciones puntuales por los blancos y, en este caso se constituyen en el medio adecuado
para solventar las muchas carencias que padecen los varones blancos en la colonia. En
esta última configuración, nos encuentran una vez más con unas mujeres perjudicadas,
consideradas como objetos idóneos de entretenimiento a manos de los colonos, en la
súper estructura colonial pues ellas son un eslabón más de la red de aprovechamiento en
vigor, Nerín ve en ello una doble prerrogativa que designa como ―dominación sexual y
racial. (Nerín, 1997:150). A estas prácticas de provecho físico se suma otro trato
ultrajante muy corriente, este consiste en definir a la mujer negra despectiva y
discriminadamente, o sea, a menudo despojada de la dignidad femenina o simplemente
de su condición humana. Asimismo hemos llegado a recoger una gama significativa de
paradigmas característicos asociados a la caracterización física o moral de las negras en
varios relatos. De igual modo, para Carrasco González (2011:222), son las negras
―repugnantes‖, y para Soler (1951) por ejemplo ellas son ―bestezuelas domésticas‖,
―deidad pisoteada‖ (134), ―carne baldía‖ (136), ―morada vacía‖ (129), los ―ojos
bovinos‖ (135) ―residuos humanos‖ (107) o simplemente ―criaturas hechas para servir,
trabajar, parir y callar‖ (100).

Estos son los arquetipos que construyen la imagen de la indígena en general,


reproducida repetidamente tanto que llega a constituir como un discurso dominante en
la corriente española de la literatura hispano-guineana. Veamos algunos ejemplos
relacionados con el trato y valoración de las indígenas por los hombres blancos.

En la obra de Carrasco González por ejemplo, se dan ejemplos de un trato


realmente indignante hacia las jóvenes indígenas:

La verdad es que le servía para depositar sus vasos, platos y el culo pequeño de la playera, casi
una niña, a quien entretenía con gestos y tocaba los pechos con pasión de enfermo y a la que
añadió una segunda que se afanaba en buscar dinero en el local lúgubre. (…). Más allá, en
actitud similar, pero más sobrios en la borrachera impúdica, dos alemanes sobaban el cuerpo
desnudo de otras dos ndowé igualmente afectadas por el cannabis (Carrasco González, 2011:58-
59).

Igualmente, perfecta ilustración del trato vejatorio de un hombre blanco hacia


una negra se halla descrito en la novela colonial de José López Hidalgo La casa de la
palabra (1994). El protagonista Carlos Araujo finquero español, hombre influyente
respetado hasta temido tiene una amante, mana Raquel, esta es la criada, para casa, y la
niñera para Carolina hija del colono, pero Raquel es sobre todo el objeto sexual de
Araujo. Este colono, social y económicamente poderoso lleva una vida de deleite
358

desenfrenado dispone de empleados, dinero o de mujeres a su antojo su avidez por el


poder le convierte en un monstruo descabellado, y casi mezquino. En uno de esos ratos,
Raquel por cautela se ve obligada a alejar a la hija mulata habida la relación de ambos
para evitar que Araujo la codicie. En respuesta, Araujo furioso la castiga de la forma
abyecta, para ello después de desnudarla con cariño la coloca delante de un espejo para
retratarla mientras ella se observa a sí misma:

– Mírate – paseó las manos áridas, hostiles, buscando una punzada de daño –. ¿A quién quieres
atraer así? Tu piel raspa como el cuero de lagarto. Me cortaría los labios si intentara basarla. Tu
pelo – (…) –huele a humo y a grasa de boa. Das asco. Se te han caído los pechos – (…) –, valen
tan poco como los de una mona seca. Tienes los muslos llenos de costras –arrancó un puñado de
vello púbico, de un solo golpe, (…) – y tu coño apesta. Me produce náuseas, igual que el rufo de
los pantanos de San Carlos. –Aproximó su aliento, su voz, al cuello de la mujer –: ¡Eres
repulsiva! ¿Quieres compararte con una carne joven? – la empujó a un lado y rompió el espejo
de una patada –. ¿A quién vas a gustar, vieja estúpida? ¡Estás pudriéndote! ¿Te enteras?
¡Pudriéndote! (López Hidalgo, 1994:167).

De las relaciones interraciales descritas por esos autores se desprende una actitud
degradante de parte de los colonos frente a las resignadas indígenas que intentan asumir
la ofensiva racial lo que es más, algunas les buscan circunstancias atenuantes. Esta es la
actitud que adopta Raquel frente a Araujo. En realidad, Raquel es un verdadero objeto
de perversión o de satisfacción que Araujo utiliza puntualmente. Aparte la esposa
legítima, el potente finquero tiene amantes blancas, mientras tanto, bajo el mismo techo,
Raquel es la criada que cuida de la hija, vivienda y esposa del amo amante. Esta vez, a
pesar del trato bestial infligido por su amante Raquel se muestra impasible o más bien
protectora, en su opinión Carlos Araujo es tan sólo un lunático. ―No se ofendió Raquel.
Sintió lástima por el hombre que no sabía ―ver‖ más allá de su deseo ávido‖ (López
Hidalgo, 1994:167). Si por estas actitudes, la mujer negra revela un comportamiento
corolario de su posición social como inferior, pues a esta pasividad hay que cuestionarla
para hallar las verdaderas motivaciones de las indígenas al respecto. En varias obras que
hemos recorrido la sexualidad interracial se practica en encuentros puntuales, pocos
casos atestiguan de uniones estables y duraderas en el tiempo, fuera o dentro de la
legalidad en vigor. Visto desde este aspecto, nos encontramos ante un procedimiento
pactado donde ambas partes tienen un interés definido por practicar relaciones puntuales
sexuales a veces remuneradas. Por eso nos interesamos a ver cuáles son los principales
pretextos de las indígenas por relacionarse con los colonos. Paz Díaz (1998) apunta la
obligación en el caso de la joven bubi Waisso a mantener relaciones íntimas con un
blanco por orden de su propio esposo y, aparentemente sin algún interés personal o
359

confesado por parte del dignatario. Sin embargo, el cumplimiento de aquel mandato se
convierte en una experiencia única e imborrable, pero también desemboca en una
curiosidad de parte de Waisso por descubrir a través de su amante blanco y, entender el
mundo de los blancos y su modo de relacionarse. Mientras en la novela de Carrasco
González (2011) aparecen casos donde las indígenas están ofrecidas por sus amos
blancos como señal de bienvenida a los convidados, el militar Buiza resta importancia a
esta práctica que para él se ha convertido en un hecho trivial: ―Es normal que a los
blancos les gusten las negras y tengan dos o tres que actúen de amantes, barraganas o se
pillan en ocasión (…) ya verás que a nosotros nos las ofrecerán adonde vayamos‖
(Carrasco González, 2011:107). En este caso, como se puede comprobar, las indígenas
se usan como mero objeto de satisfacción para el visitante y también como un obsequio
del amo blanco. En realidad, el préstamo de mujeres a los blancos no es una práctica
exclusiva para los blancos, sino que formaba parte de la red de relaciones con los
superiores, también se la daban a los comerciantes y a los notables de paso, aunque
negros pues se trataba a veces de ceder alguna de las mujeres no favoritas.

Precisamente en La mujer del colonial (1962) ya no es cuestión de supremacía


racial, Masoliver expone este mismo trato de abuso de autoridad deshumanizante pero
donde esta vez, el verdugo procede del imperio familiar indígena porque son los padres
que las ofrecen a los colonos a cambio de dinero, tabaco o coñac. En esta novela, el
finquero Ramón Narváez es un acostumbrado de este trueque humano prueba de ello, ha
tenido hijos mulatos que afortunadamente atiende. En cambio, no muestra para las
madres ninguna consideración ni siquiera para las nuevas candidatas, así como afirma el
narrador: ―A veces hace esperar ante la vivienda a las morenas jóvenes que sus padres le
presentan por si le interesan‖ (Masoliver, 1962:275). Igualmente, en la novela Tres
modos de vivir (1958) de José María Vilá se da otra vez la misma configuración donde
los indígenas a menudo jóvenes ofrecen sus esposas a conocidos blancos para
encuentros sexuales puntuales a cambio de unas retribuciones realmente grotescas. En
este caso, los braceros son trabajadores indígenas definidos a menudo propensos a la
embriaguez, pues utilizan a sus propias esposas para satisfacer su avidez. El joven
mulato Pascual subraya oportunamente la absurdidad de esta realidad aparentemente
muy extendida y corriente entre ambas poblaciones la colonia: ―Qué concepto tienen los
braceros de las relaciones entre hombres y mujeres (…). Es triste saber que ceden sus
mujeres a cambio de una botella de ginebra (…). Los blancos tienen la obligación de
360

conceder a estas cosas su verdadera importancia‖ (Vilá, 1958:126). Pascual echa la


culpa sobre todo a los colonos que son aquellos que en su sentido deberían hacerse
cargo de la educación de los indígenas, pero ellos también tienen sus motivaciones y
que consideran legítimas. Un tal colono Pedro adicto a esta práctica, a diferencia de
algunos casos anteriormente citados confiesa su indignación pero matiza imputando tal
actitud grotesca a la incómoda vida que llevan los blancos en la colonia, trata de
justificarse ante Pascual poniendo su ejemplo personal: ―Es difícil hacerte comprender
nuestra situación-replicó Pedro-. Como todos los blancos que venimos a Fernando Póo,
yo encontré aquí un modo de vida que no podía cambiar por otro. Ya te he dicho que
todo pasa por el ambiente‖ (Vilá, 1958:126-127). A lo largo del relato se dan por una
parte el propósito fundamental de los blancos en la colonia, eso bajo diversas
formulaciones, se puede leer: ―Hemos venido a hacer dinero o a vivir mejor‖ (Vilá,
1958:204). También se dice lo mismo asimismo: Los europeos estaban en Santa Isabel
para trabajar y acumular dinero, no para solazarse‖ (Vilá, 1958:182). Si bien, no es todo
tan sencillo, hay obstáculos que incomodan a los colonos en varios aspectos pues, viene
citados; los tornados, el sol implacable, ausencia de espectáculos, el aburrimiento, la
escasez de mujeres blancas y solteras, los hombres llevan una existencia
económicamente rentable por medio de sacrificio y de abnegación pero también se dan
al juego, a una prostitución más o menos disfrazada o al resentimiento. En el medio del
empeño por trascender todo tipo de hostilidad del entorno y alcanzar el reto económico
en la colonia, los colonos se han inventado arreglos de fortuna con los recursos locales.
Tanto Vilá como Carrasco González anteriormente señala a las ―miningas‖ así como las
designan, como uno de aquellos medios de desahogo u ocio al alcance de todos los
blancos. Algunos se las buscan por las calles como el viejo y enfermizo mecánico
apodado el Tigre, otros como Pedro las consiguen entregando al esposo una botella de
bebida alcohólica, de este modo logra hasta tres mujeres. Algunos relatos achacan las
condiciones lamentables de vida por parte de la población indígena para justificar el
consentimiento de las mujeres a entregarse en relaciones vergonzosas con hombres
blancos. Carrasco González es uno de los que imputan dicha vil actitud a la miseria y la
falta de dignidad de las negras indígenas que por este medio logran solventar las
carencias personales o contribuir al sustento familiar. Para ellas los colonos son una
fuente de ingreso a su alcance pero también imprescindible, en cambio, algunos colonos
opinan que estas jóvenes pisotean su dignidad por conveniencia, pues, son unas
desvergonzadas y sin escrúpulos, así como indica uno de ellos: ―Ellas no tienen el
361

concepto de honra que tenemos en España y no les perjudica nada acercarse a los
blancos. Al contrario, le sirve para ir haciendo un ajuar con los regalos que le damos.
Eso son cosas veniales‖ (Carrasco González, 2011:222). Clara Benavent una de las
protagonistas de La mujer del colonial aprovecha una de estas ocurrencias para
comparar a la mujer negra con las blancas: ―Entregarse a un hombre no es un acto
degradante para la mujer de este sector como lo sería en una blanca. No hay leyes que
determinen la decencia. Parece que la humillación, el dolor, la sensibilidad, no existen
en la mujer de la selva,…‖ (Masoliver, 1962:275). Cabe constatar que todos estos
relatos definen a la mujer negra como una víctima donde los verdugos son o los blancos,
o los suyos y a veces ella misma.

Sin embargo, en la mayoría de los relatos de la corriente española de la literatura


hispano-guineana, la motivación más difundida constata que para la mujer negra el
hombre blanco es un mito. Existen distintos relatos donde los autores coloniales
españoles indican, que desde tiempos remotos, las mujeres negras quieren a hombres
blancos a cualquier precio, y por determinados motivos, en cierta medida, esta obsesión
vale también para los negros varones. Donde Gustau Nerín (1997) testifica como el
descubrimiento de Guinea Ecuatorial a principio de los años noventa le ha sacado del
anonimato para convertirle de repente en una estrella, principalmente por dos razones
notables; primero porque las guineanas codician a los hombres blancos por el interés
lucrativo, y en segundo lugar porque la blancura de piel es un privilegio y símbolo de
belleza. Frantz Fanon (2009), toma en cuenta las dimensiones sociológica y psicológica
y añade un justificante más, habla de una honda frustración innata que le sugiere su
identidad racial. En su opinión, las negras carecen de la autoestima necesaria para
alcanzar la plenitud, por lo cual, logrando al blanco pretenden responder a un deseo
profundo, cambiarse, ―evolucionar‖. Explica:

La minus-valía psicológica, este sentimiento de disminución y su corolario, la imposibilidad de


ascender a la limpidez, parece que desaparecen por completo. De la noche a la mañana, la
mulata pasaba del rango de esclava a señora (…). La negra aspira a ser admitida en el mundo
blanco porque se siente inferior. En su intento irá en busca, para ayudarse, de un fenómeno que
llamaremos eretismo afectivo (Fanon, 2009:48-49).

López Hidalgo (1994) ha perfilado a una de esas negras, Emerenciana, una joven
de condición social humilde, obsesionada por lograr un esposo blanco, su caso añade
una vertiente cultural. La joven guineana anhela un esposo blanco porque: ―Le
proporcionará pasaporte y los medios necesarios para viajar hasta los países más
362

distantes (…) porque además de riqueza, tienen una esposa, y esta buena costumbre
evitará que deba reñir con varias mujeres por el favor mezquino de un mismo marido
como cree que llegará a ocurrir si se casa con un africano‖ (López Hidalgo, 1994:126-
127). Emerenciana codicia el matrimonio con un europeo por el propósito de garantizar
su seguridad material o su felicidad. Cabe señalar que en este caso precisamente, la
joven chica anhela una relación con un europeo por su provecho pero no se trata de una
relación efímera sino más bien permanente y en ello difiere de los casos de comercio
carnal que hemos descrito anteriormente. Domingo Manfredi en Tierra negra (1957)
también relata la historia de una pareja de indígenas Pesa y Riebetta dos jóvenes
enamorados y refugiados en la salva fernandina tras cometer un adulterio. En busca y
captura por el gravísimo delito por el que les han condenado el pueblo, ambos
vagabundean selva adentro hasta encontrarse con un grupo de soldados españoles en la
playa. Cuando Pesa avista al hombre blanco, queda completamente cautivada por su
guapura, un instante se olvida de los dolores que le azotan su descuidado embarazo, el
narrador relata la pasión a penas contenida e injustificada, al lado de su cariñoso amante
indefenso pero no inocente:

Pedro quedó casi desnudo. Sólo con el pantalón corto, al aire las piernas, los brazos y el pecho
peludos, (…). Pesa le estaba mirando. Su casi desnudez atraía la mirada de la negra, hipnotizada.
(…). Para la negra Pedro representaba una especie de hombre maravilloso. (…). Pesa sentía en
todo su cuerpo la inquietud del deseo. En un momento miró también a Riebetta y comparó. El
negro es hermoso, sin duda. Pero el blanco (…). Cerró los ojos para no ver al hombre blanco,
pero no pudiendo cerrar los oídos iba anegándose en una agradable sensación de entrega, como
si fuera quedándose sin sangre, igual que si de alguna manera mágica le fuesen sacando el
corazón pedazo a pedazo sin dolor, con deleite. El negro la estaba mirando sin pestañear.
Riebetta sabía lo que pasaba en el alma de Pesa. Lo sabía porque él lo había sentido también. No
dijo nada (Manfredi, 1957:26-27).

Josefina Aldecoa (1990) describe concretamente un ejemplo de relación blanca y


negro desarrollado en la isla de Fernando Poo. La joven maestra española Gabriela
López y el joven nativo y médico Emile oriundo de la misma isla mantienen una
relación de amistad que levanta muchas protestas entre la población blanca. Los demás
colonos ven con mal ojo esta relación a pesar de reconocer por unanimidad la valía del
nativo, ―un negro muy inteligente‖ (Aldecoa, 1990:149). Pero Emile es también un
negro igual que aquellos braceros que: ―Estaban contentos, eran buenos trabajadores,
aunque torpes como todos los negros‖ (Aldecoa, 1990:150). La oposición de sus los
colonos culmina en dos ocasiones: primeramente donde uno de ellos enfurecidos intenta
violar a Gabriela López para castigarla: ―Me abrazaba con fuerza y pretendía besarme,
me escupía su aliento de borracho, murmurando con furia: si eres buena para un negro,
363

también lo serás para mí‖ (Aldecoa, 1990:130-131). En lugar de la violencia, un grupo


de plantadores blancos de diversas procedencia organiza una cena con el pretexto de
obsequiarla pero, pronto Gabriela López descubre que la supuesta cena era un despiste:
―para que yo compareciera ante el tribunal blanco‖ (Aldecoa, 1990:150). La actitud
incrédula e insumisa que opone la maestra frente a las intervenciones disuasorias de
algunos comensales obliga otros colonos a ser más tajante a falta de convincentes para
clausurar el tema:

Emile es un negro muy inteligente, es verdad (…) inteligente, generoso y sensible. Vive
pendiente de su gente y es natural. (…). No nos vayamos por las ramas, Gabriela, como
compatriota y caballero, tengo que ser sincero: usted no puede alternar como lo haces con un
negro… (…). Hay una prohibición que marcan las leyes. Ni un solo blanco casará con negro, ni
mucho menos tendrá una blanca relación con un negro (Aldecoa, 1990:152-154).

El caso que define Aldecoa destaca por su tono discordante, en contra de la


ideología colonial que tiende a denunciar la distribución racial de los contactos
humanos. Aquí se evidencia que se trata fundamentalmente de un problema de identidad
racial. Emile, un negro emancipado no es adecuado para trabar una amistad con
Gabriela López por ser negro, aunque siendo médico. Por otra parte Aldecoa introduce
la implicación no sólo de los colonos sino también de los nativos allegados. Pues la
madre de Emile igualmente no aprecia la amistad con una mujer blanca y lo manifiesta
su desaprobación: ―La madre me recibió con extrañeza y miró a su hijo con un
silencioso reproche‖ (Aldecoa, 1990:125). Emile explica la actitud de su madre, ya que
su papel es también descubrir las vejaciones de la obra colonial a su amiga, observa:
―Mi madre no cree en los blancos, desconfía de ellos‖ (Aldecoa, 1990:126). Como él
Gabriela López ve en esta mujer una víctima por lo que justifica su actitud como una
reacción frente al racismo blanco: ―Nunca, antes, me había detenido a analizar el
significado de la palabra racismo, pero no tardaría mucho tiempo en comprender que la
reacción de la madre de mi amigo no era un hecho aislado y caprichoso sino la
consecuencia de una realidad ampliamente extendida‖ (Aldecoa, 1990:126).

Frantz Fanon ha dedicado parte de su ensayo Piel negra y máscaras blancas


(2009) a las relaciones entre la ―mujer de color‖ con el europeo y entre el hombre negro
y la mujer blanca. El texto de Fanon pretende demostrar la preponderancia de hombres
y mujeres negros a desembarazarse de sus tradiciones y lenguas aborígenes y sustituirlas
con los arquetipos de los blancos. Por lo cual, apoyándose principalmente en el caso de
los antillanos, Fanon analiza cómo para conseguir su objetivo hombres y mujeres negros
364

codician las relaciones interraciales. Por ejemplo, las antillanas alimentan el mito del
hombre europeo, con la pretensión de la ―lactificación‖ a saber, que por medio de una
relación sentimental con un hombre blanco ellas consiguen su propia blancura, o sea,
―blanquear la raza‖ o ―salvar la raza‖, su raza negra. Entre otros propósitos, él apunta un
afán de ascenso social derivado a un complejo de inferioridad innato: ―La negra aspira a
ser admitida en el mundo blanco porque se siente inferior. En su intento irá en busca,
para ayudarse, de un fenómeno que llamaremos eretismo afectivo‖ (Fanon, 2009:49).
No obstante, para Fanon, ésta no es una empresa sencilla, entre otros motivos porque
aquello requiere una labor previa sobre sí mismo, por lo que advierte el ensayista:
―nuestra intención consiste en determinar hasta qué punto será imposible el amor
auténtico mientras no se expulsen ese sentimiento de inferioridad o exaltación
adheriana, y hasta esa sobrecompensación, que parece constituir el indicativo de la
weltancshauung negra‖ (Fanon, 2009:35). En su sentido, el amor entre blanco y negra es
posible en cuanto la negra esté despojada de sus prejuicios raciales o coloniales
relacionados con la alteridad. Fanon menciona por ejemplo el caso de la antillana
Mayotte que ama a su marido blanco del que acepta todo tan sólo a cambio de un poco
de blanqueamiento, pues es que desde su postura de inferior, o ―alienación psíquica‖ no
conseguirá nunca el amor correspondido por una razón primordial: ―una mujer de color
no es nunca del todo respetable a los ojos de un blanco. Aunque yo lo ame. Yo lo sabía‖
(Fanon, 2009:35). Leyendo a Fanon se puede abordar esta cuestión desde una
perspectiva racial o general precisamente porque según él, la credibilidad del negro
frente al blanco no depende únicamente del negro, la problemática es mucho más
compleja: ―Porque el negro ya no plantea el problema de ser negro, sino el de serlo para
el blanco. (…). El negro no tiene resistencia ontológica a los ojos del blanco (Fanon,
2009:91). No obstante, en lo tocante a las relaciones sentimentales, Fanon se ha
planteado fundamentalmente la capacidad del negro por trascender su revestimiento de
acomplejado, por lo que él justifica la relevancia de este paso previo: ―Lo importante es
saber si le es posible al negro superar su sentimiento de disminución, de expulsar de su
vida el carácter compulsivo que le asemeja tanto al comportamiento del fóbico: En el
negro hay una exacerbación afectiva, una rabia de sentirse pequeño, una incapacidad
para toda comunión humana que le confinan en una insularidad intolerable‖ (Fanon,
2009:41).
365

Gustau Nerín (1997) ha consagrado parte de su ensayo a la reflexión acerca de la


sexualidad interracial a la luz de la ideología colonial española. Según este
planteamiento, el colonialismo español en Guinea ha construido un sistema
esencialmente ambivalente, mediante una política social claramente discriminatoria
entre los dos colectivos negro y blanco. De esta forma, los blancos especialmente
adoptaron una serie de hábitos oficiales siempre con la intensión de reforzar su
identidad racial. El modo de urbanización segregado participa de esta ideología colonial
destinada ―evidentemente a legitimar la supremacía blanca‖, todo aquello señala Nerín
ha convertido la ideología colonial en el instrumento esencial de un sistema de
dominación racial y sexual. Al respecto menciona Gustau Nerín, que los sucesivos
gobiernos coloniales han fomentado una jerarquización de las relaciones sexuales
mediante la prohibición de los matrimonios mixtos, por asimismo ejercer un control
eficiente y proteger la raza blanca. Precisamente Donato Ndongo Bidyogo (1977)
expone unas disposiciones que por decreto introdujo la legislación colonial para regular
los derechos civiles de los nativos habiendo logrado la categoría de emancipado pleno o
parcial. Comportaban excepciones y, entre ellas cabe una explícita referente a las
relaciones interraciales en cuestión: ―Estas excepciones eran referentes, de modo
primordial, al contacto entre hombres negros y mujeres blancas, y se prohibía de modo
claro el matrimonio mixto. Los blancos tampoco podían casarse con una negra, aunque
podían tenerlas en calidad de concubinas, queridas o ―amigas‖ ocasionales‖ (Ndongo
Bidyogo, 1977:57).

Estas disposiciones justifican efectivamente los contenidos de las novelas que


estudiamos, oficialmente se avala que hombres blancos y mujeres indígenas se libren a
tratos carnales retribuidos de forma puntual o reiterada y consentida. Sin embargo, se
contempla que ni la legitimidad ni tampoco el carácter consensuado del trato favorecen
a las indígenas, porque al fin y al cabo, se encuentran socialmente desprestigiadas y
también legalmente condenadas. Atendiendo al análisis de Nerín la sexualidad
interracial parece haber sido un destacado asunto para las administraciones coloniales
españolas por diversas razones. En su opinión, el tema preocupó particularmente a las
autoridades porque consideraron el matrimonio mixto capaz de descomponer la
estructura socio colonial que tanto resguardaban. En claro, el lazo matrimonial podía
convertirse en un medio eficaz de emancipación de las negras y de este modo se
plantearía cuestiones relacionadas por ejemplo con el derecho de igualdad e incluso
366

otros derechos exclusivos de los blancos. Nerín concluye a un veto afrentador con
fundamentos ideológicos y raciales, cuyos prejuicios reseña de este modo:

Con la prohibición del matrimonio mixto, la misceginación quedaba reducida a un tipo de


relación esporádica y poco valorada que estigmatizaba a la mujer que la practicaba. En un
contexto de prohibición de los matrimonios interraciales, las relaciones mixtas implicaban
rebajar toda una raza al nivel de la prostitución (…). La jerarquización de las relaciones
sexuales permitía presentar los contactos con las indígenas como secundarios, y así combinar el
matrimonio (con una mujer blanca ―naturalmente‖), con aventuras extramatrimoniales con
negras (Nerín, 1997:151-152).

La sexualidad interracial es precisamente un tema constante en la literatura


hispano-guineana en general y en la corriente española de la misma en particular. En
esta última, los autores españoles ponen de relieve una práctica preponderante que por
un lado, radicada en una supuesta falta de probidad moral de parte de las mujeres
indígenas, pero también motivada por la necesidad de amenizar las limitaciones u
obstáculos que derivan de la austera existencia colonial. No obstante estudiosos como
Gustau Nerín han fustigado la política colonial sobre el tema como una forma de
explotación sexual de las mujeres guineanas. Además, es oportuno subrayar la
ambigüedad que rodea el tema. En realidad, tenemos una ley que prohíbe el matrimonio
interracial pero permite encuentros carnales puntuales, pues va directamente en contra
de las reglas eclesiásticas que el mismo sistema colonial aplica y exige a la comunidad
indígena acerca de la sexualidad y la cristiandad. Tenemos una legislación colonial
manipulada a favor de la población europea, asimismo la fornicación es autorizada para
satisfacer las necesidades puntuales de los colonos pero proscrita entre los indígenas
cristianos.

Richard Wright (1959:30) ha clasificado el tema de la sexualidad colonial entre


el disfruto de lo que Memmi (1957) llama ―los privilegios‖ raciales que el hombre
blanco se concede en la colonia en nombre de la superioridad racial. En el sentido de
Wright, la postura dominante de la población blanca le ha llevado a cometer numerosos
abusos con total impunidad, y el sexo libertino es uno de los ejemplos contundente. Por
fin subraya que además, se trata de un comportamiento delictivo moralmente condenado
en la metrópoli pero asequible en la colonia por su supremacía social.

Uno y otro enfoque destacan la mujer como víctima social, consiente u


inconscientemente. El argumento soleriano estriba en la discriminación racial, en su
opinión, la mujer negra es indigna de los sentimientos de un hombre blanco por dos
367

razones notables a saber: la diferencia de color de la piel y el distanciamiento


sociocultural abismal e irrecuperable existente entre la mujer negra y la mujer blanca.
Por eso mismo lamenta que algunos coloniales blancos hayan sucumbido a ―la caricia
negra‖. En cambio, Ndongo Bidyogo concibe el amor factible pero contextualizado.

En resumidas cuentas, la situación actual de las relaciones interraciales en


Guinea parece haber tomado un rumbo francamente inquietante, la complejidad debida
a las nuevas configuraciones sociales y pese al tiempo recorrido. Según Nerín la
independencia del país no ha disuelto los hábitos sexuales enraizados desde la época
colonial. La explotación sexual colonial se ha convertido en la ―monetarización‖ del
sexo, una actividad potencialmente creciente. No obstante, la mirada de unos difiere de
un grupo a otro desde los blancos orgullosos de su potencial socio económico hasta los
guineanos frustrados por su escaso poder adquisitivo. Pero Nerín sostiene que al final,
todo este cúmulo de circunstancias y hechos contribuye a alimentar los estereotipos
raciales acerca de la superioridad racial. Hace un poco más de diez años atrás, él
valoraba la sexualidad interracial en Guinea en estas palabras: ―Hoy en día, en Guinea,
dormir con europeos es signo de honradez entre los blancos (…). No es la misma
consideración la que merecen estas jóvenes a los chicos negros, algunos de los cuales
las definen como ―putas de los blancos‖. Las chicas más vistosas del país suelen aceptar
sólo amantes blancos (…) y rechazan cualquier aproximación de guineanos. La
población masculina guineana llega a mostrar fuertes reticencias a la presencia de
cooperantes y comerciantes europeos (…), reticencias que se mezclan con un
sentimiento de fascinación por su poder y por su riqueza, (Nerín, 1997:223). Hay que
admitir que la cuestión de las relaciones interraciales es un tema bastante complejo en la
medida en que precisamente integra diversos matices. La configuración demográfica
guineana con menos de un millón de habitantes y con una población considerablemente
cosmopolita, justifica la ―monetarización‖ sexual en este país más que en la región del
África central tal y como sostiene Gustau Nerín. Pues habrá que proceder a una
recomposición del tejido social, político, económico o humano para esperar un cambio
al horizonte. Esta puesta en cuestión de inmediato resulta discutible en la medida en que
la élite formada por los allegados del poder goza de los mismos privilegios que los
blancos en la era colonial, porque al fin y al cabo, estas élites poseen un poder
económico indiscutible, pues no forman parte de los desencantados que describe Nerín.
368

Tocante al matrimonio interracial, en Camerún por ejemplo, las parejas blanco y


negra son las más acertadas. El imaginario popular opina que a los blancos prefieren las
mujeres analfabetas o menos emancipadas porque suelen ser sumisas y más fácil de
manejar. Para aquellos machos, las relaciones sentimentales entre razas conforman el
subcontinente negroafricano como un espacio oportuno de licencia y atrevimiento. En
cambio, las negras toman el matrimonio interracial como una ventura casual que
confiere el ascenso social que no hubieron logrado por medios personales. En cambio,
las parejas de hombre negro y mujer blanca son poco estables, porque por ley los
hombres son potenciales polígamos y algunos de ellos a veces machos innatos, además
es vigente la influencia cultural e incluso la igualdad en el matrimonio queda por
reconfigurar. Si bien en ambos casos se dan matrimonios fuera de las condiciones
normales de las parejas, y por determinadas motivaciones, precisamente Fanon las
conforma asimismo:

Con personas de otra raza, pero de condición o cultura inferiores a la suya y a las que no habrían
deseado como cónyuges de haber sido de su propia raza; el valor principal que se buscaría en
este sentido sería una garantía de extrañamiento respecto del país de origen y de ―des-
racialización‖ (horrible palabra). En algunas personas de color, el casarse con una persona de
raza blanca parece haber tenido una importancia primordial, pues encontrarían en ese hecho el
ascenso a una igualdad total con esta raza ilustre (Fanon, 2009:59)

A veces, el contexto africano local resulta incompatible con la realidad europea


por ejemplo, siendo así, la personalidad del africano implicado es necesaria para tratar
de construir un entorno social menos incómodo para la pareja extranjera. Por ejemplo,
lograr el equilibrio del hogar en una sociedad en la que el matrimonio se concibe no
como un asunto de dos personas sino de la familia extendida e incluso de la comunidad.
En realidad, pensamos que en cualquier caso el papel del hombre en una pareja es
determinante, aunque en el entorno africano el matrimonio interracial la pareja se
enfrenta a la visión cultura en vigor mientras que en el contexto europeo por ejemplo, la
estabilidad se ve habitualmente alterada por las consideraciones estereotipadas.
Precisamente a la luz de los textos leídos, destaca que su suerte depende del lugar de
asentamiento, en este sentido, encontramos a las parejas interraciales admiradas en
África pero escasamente toleradas fuera de este continente. En última instancia, las
relaciones de parejas interraciales integran determinados matices independientemente de
la raza, motivaciones o voluntad de los dos concernidos.
369

VIII-4- Aproximación crítica del corpus colonial

Después de analizar las relaciones sentimentales entre blancos y negro y vise


versa, este apartado se interesa a describir e interpretar una vez más las reacciones
sociales, pero en el ámbito general entre colonizados y colonizadores o blancos y negros
durante la colonización española en la entonces Guinea Española. Este estudio se refiere
una vez más a las dos obras coloniales, primero Las tinieblas de tu memoria negra de
Donato Ndongo Bidyogo y luego en La selva humillada de Bartolomé Soler.

VIII-4-1- Arquetipos socioculturales en Las tinieblas de tu memoria negra

El apartado anterior ha sido el lugar de examinar las relaciones entre colonizados


y colonizadores desarrolladas particularmente desde el ámbito de las relaciones
sentimentales, en parejas mixtas y heterosexuales. El apartado que aquí iniciamos se
dedicará una vez más a una lectura crítica de las relaciones interraciales vinculadas con
la identidad y las condiciones sociales. En claro, se trata teóricamente de analizar las
situaciones de contactos entre colonizados y colonizadores ubicadas en los entornos que
hemos designado como espacios adueñados es decir espacios propiedades de los
blancos. Entre otros, hemos citado la iglesia, la escuela, el ejército, los comercios, la
policía, los coches o la administración colonial. Pues este apartado responde a las
preguntas a saber, cuáles son las relaciones que mantienen los negros y los blancos con
aquellos espacios empoderados y, desde luego cuales son las consecuencias de dicho
contacto en la vida diría de los mismos aborigen. Tanto en LSH y sobre todo en
LTDTMN igual que otros contenidos donde se proporciona indicios significativos sobre
el tema.

Arturo Horcajo y Carlos Horcajo (2000) han desarrollado el tema de la alteridad


u otredad como un descubrimiento de los grandes viajeros en los siglos XV y XVI.
Desde allí, los viajes de exploraciones han revelado la existencia de seres distintos
desconocidos hasta entonces. Frente a estas conquistas pues su ensayo analiza las
distintas posturas o reacciones de los escritores a lo largo de los siglos, y
principalmente; algunos son defensores que denuncian las injusticias cometidos contra
aquellos pueblos oprimidos con el propósito de despertar su conciencia, otros en cambio
370

se constituyen defensores del discurso colonial ya que para ellos, la civilización y el


desarrollo justifican el trato aplicados a los pueblos considerados inferiores. En uno y
otro caso, ellos achacan el acaparamiento de la opinión del ―Otro‖ ya sea por miedo de
la autocensura o por temor de descubrirse mediante el contacto con los indígenas. Desde
esta perspectiva, enuncian que aquellos hallazgos han engendrado también diversas
actitudes entre los europeos. Por una parte, algunos manifestaron respeto, curiosidad o
interés, y para otros, fue la asimilación o la predación. Desde luego, la colonización
española en Guinea se ajusta a este último tipo por el que ellos destacan cuatro etapas
principales en el proceso civilizador: Primero el encuentro del otro seguido de una
primera fase de observación, en segundo lugar una acción consistente en someter y
expropiar, en tercer lugar llego el momento de adueñarse de los bienes arrebatados y de
la fuerza física de los indígena esta fue la puesta en esclavitud para despojarles de sus
pertenencias, la cuarta y última etapa fue la asimilación o sea la imposición de la
religión cristiana y otras formas de vivir europeas.

Lo más relevante en esta clasificación es que las dos obras coloniales que
estudiamos conllevan indicios ajustables a los procedimientos elaborados por estos
escritores. Para comprobarlo, en LTDMN, habrá que cuestionar el funcionamiento de las
instituciones coloniales y principalmente la escuela, la iglesia, las redes laborales y en
cierta medida la administración colonial.

El sistema escolar en la obra de Donato, LTDMN es una institución controlada y


dirigida por el sistema colonial. Las caracterizaciones del alumnado del pueblo, del
maestro Don Ramón y la del protagonista elaboradas anteriormente evidencian
suficientemente el carácter ideológico de la escolarización de los niños y adolescentes
tanto en el entorno rural y urbano. Las asignaturas de docencia, y el particular empeño
del maestro Don Ramón concurren a inculcar la cultura importada y también a borrar las
raíces de los adolescentes escolarizados. Aquí se enseña la historia de España, la
formación patriótica o la formación espiritual llamada pureza lo todo bajo la estricta
vigilancia del Don Ramón que no duda castigar severamente a los alumnos deficientes.
A todo ello se aúnan los imponentes retratos entre ellos el de Franco en el aula es un
medio más para marcar la conciencia del alumnado. Este sistema estratégicamente
tejido tiene determinados propósitos y principalmente alcanzar una doble formación
cristiana y científica de los adolescentes, en otros términos, formar a buenos católicas y
371

españoles. No obstante, Donato a través del personaje del protagonista expone los
impactos fundamentales de la escolarización en la colonia como dice el mismo: ―Y tu
naciente raciocinio tan tempranamente alienada aceptaba íntegra la Revelación y todas
sus consecuencias‖ (Ndongo Bidyogo, 1987:34). Efectivamente, el comportamiento del
protagonista despunta algunos auspicios que cotejan un estado de alienación seguro. La
escolarización colonial del joven adolescente influye en su conducta de diversas
maneras, por ejemplo, este personaje tiene una obsesión muy marcada por una parte,
con las iconografías en el aula que ejercen como un acoso mental permanente. Por otro
lado, el carácter excesivamente exigente del maestro también incide en su razón infantil.
Estas palabras suyas lo comprueban claramente:

Sí: a medida que ibas aprendiendo ibas acercándote más al podio, que llamabais, tarima, de don
Ramón, y en poco tiempo lograste colocarte en el primer banco delante a la derecha, cuyas
inmensas ventajas no tardaste en apreciar: era el lugar de honor para los niños aplicados y
formales, desde allí veías a la perfección el encerado (la limpia, cuidada, bella caligrafía de don
Ramón). (…). Pero, por encima de todo eso, en el primer banco delante a la derecha te sentías
más cerca de la Verdad: con sólo levantar la vista (…) te topabas con la rectilínea mirada del
General Más Joven de Europa, el Invicto Caudillo de España por la gracia de Dios, a cuyo
conjuro os permitían romper filas al entrar y al salir de la escuela. Sí el Generalísimo me miraba
directamente a los ojos, nunca olvidaré esa mirada severa pero llena de una bondad infinita, que
no me dejaba otro remedio sino el de ser obediente y aplicado, la responsabilidad del primer
banco delante a la derecha me obligaba a ser agradecido hacia Ese Hombre que nos había traído
la Verdadera Libertad que los sindiós nos quisieron arrebatar esclavizándonos con engaños y
asechanzas materialistas (Ndongo Bidyogo, 1987:27).

El protagonista, aunque siendo uno de los mejores se ve acorralado sin tregua en


un aula donde sólo su anhelo de aprender justifica su presencia. El hostigamiento mental
como se puede evidenciar sugiere nuevos retos de parte del alumno, a parte el mayor
esfuerzo para culminar el curso con éxito, cabe también la eterna fidelidad a la ―madre
patria‖ es decir, eterno reconocimiento. Tocante a la función iconográfica en este relato,
la otra imagen, la del Cristo añade a la obstinación del niño aprendiz, justo al lado de
Franco, la otra imagen capta igualmente la atención del adolescente así como su
curiosidad al fijarse en los detalles:

(lo descubrí un día que me había acercado para ver sus ojos desde mi nada soñadora) el Cristo
estaba hueco, no era un verdadero hombre, porque no tenía espalda, ni nalgas, ni los músculos de
la parte de atrás de las piernas, y anduve dudando muchos meses si de verdad sería un hombre
verdadero, además de Dios, hasta que la decepción se trocó en remordimientos por tan
tempranos pecados contra la fe, y terminé convencido de que sí era un verdadero hombre,
además de Dios, y que quizá los judíos le habían arrancado toda la carne detrás y vaciado
durante el suplicio (Ndongo Bidyogo, 1987:27).

Asimismo se ven asociadas las dos imágenes que resumen los planteamientos de
la escuela colonial, el franquismo y la evangelización, lideran la docencia y también son
372

los dos objetos de asimilación que supone este sistema. Más allá de sus reales
propósitos, cabe un impacto moral tremendo sobre las almas adolescentes.

En este sentido, hay consecuencias directas e indirectas debidas a la existencia


atormentada que lleva el protagonista y los demás niños sumidos a una tremenda
inseguridad interior, por ejemplo, él se impone una vida apartado de los niños de su
edad, no intima con ellos y tampoco comparte sus juegos infantiles, recela la compañía
de sus compañeros y primos ya que sus intereses discrepan. Vive un desasosiego
permanente a causa de sus cuestionamientos y las supuestas obligaciones que superan su
temprana edad, por eso se ocupa estudiando, rezando o deciendo misas solitarias. Otra
pesadumbre colateral es el permanente planteamiento sobre el bien fundado de la
espiritualidad respecto a las tradiciones ancestrales. Él ha sido designado como el
sucesor de Abeso, pero entre su formación espiritual, el dominio del sistema colonial
materializado por la desigual relación entre su padre y el astucioso comprador de su
cacao, el adolescente vive un dilema interior que a veces viene a mitigar la permanente
presencia del querido tío Abeso.

La educación está regida por una autoridad administrativa encargada de la


gestión y seguimiento de las actividades. En realidad, los contenidos de docencia y sus
enfoques descubren un sistema escolar resguardado por la autoridad eclesiástica
encarnada en esta novela por dos figuras influentes, el padre Ortiz y el reverendo
Echenagusia. Ambos han tenido una incidencia particularmente marcada en el proceso
de aprendizaje escolar del protagonista, desde la tierna infancia hasta su salida de la
colonia junto a Ortiz quien precisamente se halla al principio y final de todo el proceso.

Los continuos desplazamientos con el padre Ortiz y el oficio de monaguillo


pueden apreciarse como un aprendizaje paralelo que atiende igualmente la influencia de
la iglesia en la educación de los jóvenes indígenas. En este sentido caben estas palabras
que alimentan la intranquilidad y la duda en la mente del protagonista:

A través de las exiguas e ingenuas explicaciones de don Ramón, aceptabas con la fatuidad de lo
inextricable el inexorable revivir de los siglos: los españoles os habían venido a salvar de la
anarquía, porque vuestros antepasados eran infieles y bárbaros y caníbales e idólatras y
conservaban cadáveres en sus casas, vestigios de salvajismo que censurabas junto con el padre
Ortiz; sí, tú le ayudabas, y en todas las aldeas obligabais a los salvajes negros a sacar de sus
cabañas los signos totémicos (…) habías oído furtivos murmullos sobre su vergonzante
destitución de la jefatura de la tribu que por derecho consuetudinario le correspondía, y los
murmullos sentenciaban en tono aprobatorio que porque se había opuesto a la civilización. Pero
373

tú veías que el tío Abeso conservaba un halo de dignidad que por la erosión de los murmullos
también tú juzgabas fruto del despecho (Ndongo Bidyogo, 1987 :32-33).

La obra emprendida por el Padre Ortiz es continuada simultáneamente por el


catequista del pueblo Ambrosio, el maestro don Ramón y más tarde por el padre
Remigio María Echenagusia, padre superior del internado ubicado en la capital del
distrito y que acoge a los adolescentes varones como el protagonista que han aprobado
el Certificado de Estudios Elementales. Como el maestro Ramón, Ambrosio es otro
eslabón, autóctono imprescindible en la máquina eclesiástica colonial. Es el sustituto
ocasional, el intérprete del padre Ortiz en las misas dominicales y también el encargado
de la preparación espiritual de los adolescentes del pueblo para la primera comunión. El
relevo del padre Echenagusia es otra etapa de la enseñanza, que no sólo atiende los fines
ideológicos coloniales pero también revela el maltrato físico y explotación de los
internados durante su formación. La enseñanza secundaria se distingue de la primaria
por estos aspectos que ponen de relieve la hegemonía eclesiástica dentro del sistema
colonial. Concretamente, los internados están bajo el mando total y exclusivo del padre
superior quien de hecho, tiene el monopolio absoluto en cuanto a las enseñanzas, la
educación y conducta de los internos, sin ningún tipo de control de los genitores. Estos
jóvenes adolescentes viven atemorizados por un prepotente padre superior, único dueño
de su destino y que castiga a menudo libre e indebidamente o expulsa a su antojo. Más
aún, aparte su formación científica y espiritual, los adolescentes están frecuentemente
sometidos a labores campestres en beneficio de los misioneros. Es para ilustrarlo, que el
narrador señalar que, la expulsión del protagonista del internado como una de las
mayores crisis que padece este adolescente después del fracasado de su primera
comunión. El incidente habido prueba el abuso de poder característico del reverendo
Echenagusia, quien trasciende los límites de la decencia para mantener intachable su
reputada notoriedad. Pero luego en el pueblo, el suceso divide a la familia reunida y,
como es de esperar, el emancipado padre del protagonista sale en defensa del misionero.
Precisamente, vuelve a intervenir el padre Ortiz para cerrar el tema y decidir el traslado
del protagonista para formarse de cura, tal y como a él le conviene.

El sistema escolar colonial comporta otras dos instituciones con funciones


distintas y consagradas a la población femenina, son las sixas y las internas. Ambas
instituciones de tendencia social están tuteladas por las monjas blancas y acogen a
mujeres cuarentonas en la sixa y las catecúmenas adolescentes en los internados.
374

Mientras chapean los internos, las catecúmenas se encargan de las labores ajustadas a su
condición a saber la cocina, la limpieza o el lavado de ropa. En concreto, oficialmente
las catecúmenas están destinadas a la formación escolar científica y las sixas son
preparadas para afrontar con responsabilidad y dignidad su futura vida matrimonial. La
obra de Josefina Aldecoa (1990) contempla el propósito civilizador a las sixas: ―Me
cuesta trabajo identificarme con la innegable labor de las monjas. Las internas aprenden
oficios; salen de su condición de analfabetas desnutridas y son educadas en la religión
católica‖ (Aldecoa, 1990:139). Muy al contrario de los elogios de esta novelista en
dirección de la sixa, hay que señalar que ésta era una institución colonial opresiva y
racista. En primer lugar porque eran los hombres los que obligaban a las mujeres a
incorporarse allí, aunque ellas no quisieran, porque eso les permitía el matrimonio
católico y acceso a privilegios. En segundo lugar, en las sixas, las mujeres eran
sometidas a un régimen presidiario de forma que se les anulaba como personas. Las que
tenían niños eran consideradas malas madres por lo que iban allí a aprender lo que tenía
que saber una madre pero, se lo enseñaban las monjas que se supone nunca habían de
tener hijos. Algunas de estas mujeres incluso sufrían abusos sexuales allí. A parte de las
cuarentonas, las jóvenes desafortunadas de los poblados también iban mayoritariamente.
Como se puede contemplar, la sixa era un recurso por el que los indígenas codiciaban la
posibilidad de alcanzar el estatuto de emancipado. Aun así, la sixa jugaba el papel típico
de las instituciones coloniales, desarrollada por algún interés en el sistema a expensas de
la dignidad de las mujeres indígenas o los sacrificios consentidos por ellas. Esta es la
substancia que se puede sacar de las dos instituciones a vocación social o religiosa, tal y
como se aprehende en profundidad a la luz de la novela de Donato Ndongo.

La obra de Donato define un sistema escolar bajo la custodia de la iglesia y de


una administración colonial dirigida por un subinspector de enseñanza. Si bien, en las
obras de Masoliver o de Carrasco González (2011), la escuela está atendida por los
finqueros como parte íntegra del dominio personal. En La mujer del colonial de
Masoliver (1962), las escuelas existentes funcionan como propiedad de los colonos
blancos aunque oficialmente forman parte del sistema colonial. En este caso concreto
hay una escuela ubicada en las factorías del adinerado maderero y finquero don Ramón
Narváez igual una capilla, un bazar, la vivienda del maestro, su mansión propia y un
campo de fútbol. El señor Narváez emplea quinientos aborígenes y la escuela figura
como una iniciativa humanitaria propia: ―Los pequeños de Gbibé podrían acudir a la
375

escuela de mi factoría dirigida por un maestro- auxiliar nativo y su esposa a los que
contraté en Santa Isabel para que al desasnar a mis hijos, instruyeran también a todos los
pequeños del cercano pueblo nativo‖ (Masoliver, 1962:73). El centro escolar de
Narváez ubicado en zona rural se limita a la única enseñanza primaria pero, a diferencia
de la novela de Donato, este centro acoge todos los niños, los nativos, sus hijos mulatos
habidos con las mujeres nativas y los niños blancos. Además, de ser una institución
poco desarrollada, tampoco da garantías de una educación de calidad ya que carece de
un profesorado cualificado. Esta escuela está principalmente a cargo de un maestro
nativo, un tal Simón ―maestro sin título‖ (Masoliver, 1962:282). A veces, la colonial
Clara Benavent imparte docencias de religión, escritura y lectura. También colaboran
sus dos protegidos Ntaná y Rua, dos jóvenes indígenas sin preparación adecuada pero
tan sólo custodiados por Clara el ama Benavent que los alberga y les enseña aritmética
en sus ratos libres. Precisamente la novela de Libereta define un sistema escolar
defectuoso y escasamente vinculado con la iglesia. Y como se puede contemplar, este
enfoque distingue de la realidad colonial que no concebía una educación colonial mixta,
son límites que testifican del escaso dominio que tiene su autor del tema.

El contraste de todo lo precedente se halla en la novela Historia de una maestra


(1990) donde Josefina Aldecoa dedica un capítulo a ofrecer mediante la ficción una
imagen propia de la colonia española. Se trata de una breve pero gratificante experiencia
docente de una joven española en la Guinea Española en los años 1928. Esto es un
relato que aporta indicios relevantes en tres aspectos; la relación corriente entre el
sistema educativo colonial y la iglesia católica, otra muy especial entre el alumnado y la
maestra y finalmente entre el mismo alumnado y el programa de docencia. La maestra
Gabriela López de veinte y cuatro años expone un grupo de adolescentes limpios y
rebosantes de un entusiasmo que contagian a una joven docente sedienta de
extrañamiento, de nuevas aventuras y sobre todo deseosa de lograr su labor. Además de
la cohesión notable entre los alumnos y su maestra, esta última multiplica las
actividades y las asignaturas, tratando de ajustarlas a los intereses de sus alumnos.
Precisamente para lograr una adecuación óptima entre los métodos, las necesidades, y
los contenidos, la maestra pone en tela de juicio el programa escolar colonial juzgado
erróneo. En su opinión, los programas oficiales contienen unos conocimientos ajenos al
entorno del alumnado aborigen, desatienden sus realidades también imprescindibles y a
su alcance. Como Donato anteriormente, Aldecoa define una escuela básicamente
376

orientada hacia el desarrollo de los aprendices como seres civilizados, a expensas de sur
orígenes. Veamos como Gabriela López resume el desarrollo de su labor:

Me esperaban. Todos eran negros y sonrieron. Sus sonrisas me devolvieron la esperanza. (…).
Ningún niño sabía español suficiente para seguir una explicación. Yo dibujaba en la pizarra las
cosas con sus nombres e intentaba que ellos reconocieran las palabras cuando borraba los
dibujos. (…). Más adelante, de mi baúl salieron libros, cuadernos, lapiceros y mapas.
Retrocedían. Era su manera de mostrar extrañeza y precaución. Luego se iban acercando y
tocaban los nuevos objetos para comprobar su inocuidad. (…). La aparición del color en papel al
presionar la mina del lápiz, producía en ellos exclamaciones de excitación. (…). Comprendían
rápidamente. Trataban de reproducir la imagen del árbol desmelenado, verde gris, verde tostado,
verde. (…). Cantábamos. (…). Bailaban y cantaban, atrás y adelante, adelante y atrás, con
vigoroso ritmo. Me enseñaban los nombres de sus árboles, calabó, ceiba, ukola; de sus comidas,
ñame, malanga, yuca; de sus animales y sus enseres (Aldecoa, 1990:109-117).

Tenemos a una maestra comprometida quien, con medios rudimentarios


desarrolla la enseñanza en un ambiente propicio que alienta el alumnado y favorece un
intercambio mutuo de conocimientos sobresaliente. Si bien, tenemos una vez más un
sistema escolar colonial que desatiende los intereses de los aborígenes pero participa a
consolidar la alienación del pueblo aborigen subyugado. Gabriela es todo lo contrario
del maestro Ramón quien además de los contenidos inadecuados añade una pedagogía
que Gounongbé califica de represiva, ya que heredada de la crueldad de la antigua
escuela medieval. Hemos visto a un maestro particularmente implacable tanto que no
cabe ninguna comunión con el alumnado como en este caso. Ari Gounongbé apunta
oportunamente un sistema educativo colonial a la antigua usanza, impregnado de
violencia y donde el docente no duda emplear cualquier tipo de abusos, física y
moralmente hasta la humillación. El ensayista afirma que se trata, como en el caso del
temido don Ramón, de que lo más notable es de inculcar la cultura colonial, civilizar a
toda costa, de ahí que se recure hasta a los medios humanamente excesivos. Desde esta
postura, la dedicación de la joven Gabriela es un valor añadido que contrasta con la
hostilidad de don Ramón. La reflexión de Gounongbé trata precisamente de demostrar
un rasgo más de la violencia colonial y, en este caso, además se llega a percibir como la
pedagogía represiva altera a la vez la frágil personalidad del adolescente en plena
construcción y también la capacidad del mismo a aprender correctamente los
conocimientos impartidos. Pues nos encontramos ante un proceso de destrucción y
asimilación de los pequeños. Gounongbé resume las consecuencias de un proceso,
contraproducente a la vez por el aprendiz y la institución escolar: ―Cette pratique des
punitions pervertit de manière remarquable la finalité de l‘école dans l‘imaginaire des
enfants. L‘enfant apprendra ―bêtement‖ ses leçons, non sans une certaine angoisse,
377

beaucoup plus pour échapper à la punition que pour s‘instruire et s‘épanouir. Cette
pédagogie répressive (…), est aujourd‘hui interdite en Afrique à la grande déception
d‘un certain nombre d‘instituteurs‖ (Gounongbé, 1995:71).

En definitiva, el relato de Aldecoa expone un sistema educativo parcialmente


independiente de la autoridad religiosa. No obstante, la presencia de la iglesia es
escasamente perceptible, como responsable del deber civilizador. Para un párroco de la
isla, el papel de la iglesia estriba en un esfuerzo constante y progresivamente por
erradicar las prácticas vernáculas consideradas primitivas y, simultáneamente lograr la
conversión de los indígenas al catolicismo concretada mediante el bautismo. Esto es el
argumento del sacerdote quien solicita la colaboración de la maestra para conseguir su
cometido: ―Hija mía-me dijo, usted sabe que estos negros practican religiones salvajes.
Nuestra misión ha sido siempre cristianizarlos. Hoy están muchos bautizados sobre todo
los que viven en las ciudades y sus cercanías, pero queda mucho por hacer. Ustedes, los
maestros, tienen que ayudarnos‖ (Aldecoa, 1990:126-127). Sin embargo, a pesar de su
singular afán por erradicar los hábitos bárbaros, el cura no es cierto del resultado final.
Lo manifiesta cuando, a pesar de la participación efectiva del alumnado a las
celebraciones navideña y pascual, confía a la maestra que los nativos son gente
imprevisible y desconfiada: ―No se puede con ellos-dijo. Enseguida se escapan a lo
suyo‖ (Aldecoa, 1990:157).

En concreto, la escuela según despunta en estas obras, es un espacio apoderado


para construir la ruptura entre las generaciones de indígenas. Los contenidos de
docencia están elaborados de modo a pervertir las tradiciones locales, es decir, el pasado
y el presente para asimismo sustituirlo por una cultura moderna importada, que tratan de
inculcar a las nuevas generaciones para romper con la barbarie de los mayores. Ari
Gounongbé define esta perspectiva de ―separación‖ como una concreción del proceso
de aculturación tal y como lo desarrollan los antropólogos. Apoyándose en los trabajos
de algunos de ellos, él define la aculturación91 como un cúmulo de influencias,

91
Además, el proceso de aculturación en cuestión participa de lo que el ensayista designa como
consecuencia de la ―planétarisation progressive de l‘existence (Gounongbé, 1995:32) por poner unos
ejemplos, habla de la ―americanización‖ de los europeos o la occidentalización de los africanos. En su
sentido, los antropólogos ven en el procedimiento de la aculturación un fenómeno permanente y tienden a
generalizarlo. Exhorta tomar en cuenta, si la ―separación‖ es optativa o forzada, añade la cercanía o
lejanía entre las culturas en situación de contacto, señala igualmente en el fenómeno de globalización, una
generalización que no toma en consideración los matices psicológicos de los pueblos concernidos. En
378

transformaciones que pueden llegar a padecer individuos de una comunidad en contacto


con otra: ―C‘est l‘ensemble des phénomènes résultant d‘un contact continu et direct
entre groupes d‘individus appartenant à différentes cultures, et aboutissant à des
transformations affectant les modèles culturels originaux de l‘un ou des deux groupes‖
(Gounongbé, 1995:30). Igualmente, Pierre Halen atiende la aculturación insistiendo
particularmente en su carácter coercitivo, estratégico y por lo tanto destructivo, ésta es:
―l‘imposition unilatérale, coercitive et ―ethnocentrique‖ de la culture européenne à des
sociétés dont on méconnaissait les valeurs spécifiques, l‘organisation particulière, la
langue et les productions artistiques, bref à des civilisations qui ―valaient bien‖
l‘européenne‖ (Halen, 1999:50). Concretamente, Gounongbé señala que si bien el
proceso de aculturación es un fenómeno universal, dado que la historia de la humanidad
rebosa de episodios de contactos pactados o no entre pueblos distintos, no deja de ser
perjudicial ya que se vive diferentemente según los pueblos y las circunstancias
singulares. En el caso de los africanos distingue que se trata de una situación de
vehemencia en la que se utilizó la fuerza y la intimidación para alcanzar la meta
perseguida. Es en este sentido que Gounongbé entiende la escuela colonial, como un
perjuicio más del colonialismo europeo sobre las bases culturales y de la personalidad
del africano negro. A la escuela suma Pierre Halen otros ámbitos igualmente demolidos
por el sistema colonial a saber, los dialectos, la organización en general, las
producciones artísticas y muchos más valores. En LTDMN, además, la institución
colonial atiende una escolarización controlada y sobre todo limitada y que mantiene
indefinidamente los indígenas al rango de sujeto. Como muestra el caso del protagonista
de LTDMN, los mejores de entre los indígenas están orientados hacia el oficio
eclesiástico, para así garantizar el relevo de la obra civilizadora, y así seguir alienando a
los suyos como los sacerdotes blancos anteriormente. A ello se dedica el viejo padre
rector tomando el relevo del padre Ortiz, por eso multiplica argumentos supuestamente
convincentes para que el joven no renuncie a la teología. Por desgracia, la edad de la
razón ha capacitado a aquel adolescente, que descubre desde Europa la realidad
desconocida por los suyos. El joven indígena ahora aprecia mejor las necesidades reales
de su pueblo que se prepara a afrontar su soberanía, además, descubre sobre todo que el
misionero no es tan importante ni tan potente como percibían los indígenas, o como

resumidas cuentas, este ensayista advierte la complejidad del tema de la aculturación como objeto de
investigación, según se trata de un blanco o negro que lo realiza.
379

enseñaban ellos mismos, pues existe otros oficios más útiles para desarrollar su país, por
eso al final elige la abogacía para contribuir a crear una sociedad de justicia.

En resumen, LTDMN es el relato de la historia colonial de las imposiciones


políticas y culturales españoles en la Guinea Española y sus consecuencias.

Así como se puede apreciar, a través de estos ejemplos, Donato Ndongo y


Aldecoa principalmente coinciden en la crítica dirigida a la educación colonial aunque
distintamente encaminada. Denuncian los programas de enseñanza tejidos a las medidas
de la ideología colonialista. Sus posturas radican principalmente en la inadecuación de
dichos contenidos con las reales necesidades y retos de la juventud indígena. Aldecoa ha
reseñado su planteamiento asimismo:

Me parecía que había un desajuste entre los programas oficiales que hablaban de una cultura
ajena y la necesidad de aprender cosas relacionadas con su medio ambiente, sus orígenes, su
propia cultura. Yo trataba de armonizar ambos caminos: el que les llevaría al conocimiento de
los hallazgos culturales del hombre y aquel otro que les ayudaría a conocerse mejor como pueblo
y les prepararía para trabajar por su país (Aldecoa, 1990:117).

En opinión de Sánchez Molino también, los contenidos de docencia colonial


están ajustados a la política de asimilación del negro. Posteriormente, puntualiza las
consideraciones en base de las cuales se elaboraron los programas de enseñanza
destinados a los pequeños nativos. En primer lugar, señala factores relacionados con las
capacidades biológicas del aprendiz aborigen a formarse acertadamente, nos aclara
citando a un tal Iglesias: ―La afirmación, rigurosamente científica de que el indígena es
un ser biológica y psíquicamente inferior, dentro de la especie, no constituye una
sorprendente novedad. Pero el hecho de que esta observación haya sido tenida en cuenta
al elaborar los sistemas pedagógicos aplicables al negro no se nos ofrece con la misma
evidencia‖ (Sánchez Molino, 2002:111). El mismo factor biológico determinante radica
en que la inteligencia de los africanos se estanca a partir de la pubertad, por lo cual, se
plantea un cambio conceptual en la legislación colonial, lo reitera mediante las palabras
de Banciella: ―Siendo el indígena, por su condición racial, un ser falto de conciencia y
de lucidez intelectual para interpretar el origen de los hechos, con carencia casi absoluta
del sentido moral, teniendo por brújula el instinto [...] hay que crear otro tipo de leyes
diferentes a las del hombre de mediana inteligencia‖ (Sánchez Molino, 2002:111).

Precisamente, para denunciar la alienación que supone estos contenidos


diseñados en base de prejuicios discriminatorios, inoportunos y que privilegian lo ajeno
380

a expensas de lo propio, Donato recurre frecuentemente a la ironía. A estos límites


evidentes del contenido suma las carencias pedagógicas encarnadas por un maestro a la
usanza antigua, don Ramón, un docente instrumentalizado y además incompetente y
violento. Don Ramón, es un alienado que manifiesta una excesiva obstinación a
adoctrinar a los niños cuya formación le incumbe, en ello está perfectamente respaldado
por el catequista Ambrosio, el otro alienado. En realidad, como Ndong Mbona en El
párroco de Niefang, don Ramón y Ambrosio funcionan como dos locos del pueblo. Son
dos adultos sin vida personal ninguna, su existencia se resume a sus oficios, parecen
vivir sólo por cumplirlos, pues son dos objetos a manos del sistema colonial, sin
plantease los fines reales del sistema, se encargan de la difusión del mensaje ideológico
imperial para conquistar las almas nativas, entregados cuerpo y alma, usan y abusan de
todos los medios a su alcance.

Mientras tanto, a diferencia de don Ramón convertido en un instrumento


imperialista, la señorita Gabriela López es joven, exaltante, se halla al principio de su
carrera profesional y segundo puesto de destino como dice ―mi primera escuela en
propiedad. Nunca lo olvidaré. La tengo aquí, metida en la cabeza‖ (Aldecoa, 1990:110).
Con sus veinticuatro años de edad, a la pasividad de Ramón ella opone determinación,
está dispuesta física y moralmente a demostrar su valía, lograr su propuesto por la ética
profesional y su satisfacción personal. Para alcanzar resultados óptimos con sus
alumnos, la joven maestra desborda de iniciativa: ―Yo también escribía a mi padre. Le
contaba cómo era la isla y le hacía descripciones del mar, la selva, los volcanes
apagados. (…). Le hablaba mucho de los niños, le contaba mi forma de enseñar, las mil
maneras que tenía de ingeniármelas para hacerme entender; los progresos que hacían en
nuestro idioma‖ (Aldecoa, 1990:133). De hecho, trata de encajar los programas
oficiales, proporciona material de aprendizaje a sus alumnos o inventa métodos
ajustados a las circunstancias de un entorno rústico92. También a diferencia de Ramón,
la joven desarrolla su labor en un entorno social particularmente hostil, en lugar, ella
trata de crear un ambiente favorable al aprendizaje, desde luego se sitúa al margen de
una ideología colonial que ni comparte ni tampoco aprueba los métodos. El afán de

92
La escuela de la señorita Gabriela López es‖ una choza de calabó, como todas las del poblado, con el
techo de hojas de nipa entrelazadas sobre el armazón de bambú. . estaba un poco en alto, de un
bosquecillo ralo de palmeras. Desde allí se veía el mar‖ (110). A pesar de esta fisionomía decaída, ni la
maestra ni su alumnado se desalientan lo mínimo y en lugar, se mueven en plena consonancia: ―Los niños
negros me miraban sonrientes y desde este primer momento supe que no me había equivocado‖ (Aldecoa,
1990:110).
381

Gabriela López radica en un compromiso distinto claramente formulado desde el


principio: ―Yo no iba a negociar ni a hacer fortuna. Yo iba a enseñar y al mismo tiempo
a aprender, a buscar paisajes nuevos, nuevas experiencias, en un país que además de
exótico era nuestro‖ (Aldecoa, 1990:103). Desde luego, los propósitos profesional y
personales de Gabriela López contrastan con los intereses de sus compatriotas asentados
en la colonia por única la ambición del lucro:

Era un mundo de hombres, la mayoría también solitarios. Un mundo duro de lucha y sacrificios
para conseguir el único que parecía claro: el dinero. Plantadores, comerciantes, funcionarios,
negociantes, todos llegaban en la Colonia dispuestos a regresar con dinero. (…) suponía en ellos
un comportamiento áspero, poco dado a valorar matices y a aceptar sensiblerías. (…). Mi sueño
iba por otros rumbos. Educación, cultura, libertad de acción, de elección de decisión (Aldecoa,
1990:138-140).

La señorita Gabriela López es una maestra rebelde que rechaza la asimilación de


los pequeños indígenas mediante la escuela. En diversas ocasiones, ella manifiesta su
postura anticolonialista, por ejemplo, su mejor amigo es un joven nativo médico, pese a
la indignación de sus compatriotas y que no dudan manifestar, mediante un intento de
violación nocturna. Pese a todo ello, la amistad se consolida y el amigo se convierte en
el guía en cuya compañía la maestra descubre la isla y algunos bailes de sus habitantes.
Emile no es sólo el amigo, es sobre todo un emancipado93 descrito como ―negro
inteligente y rebelde‖ y también considerado ―revolucionario negro‖. Es el personaje al
que Aldecoa concede el papel de denunciar los males coloniales, abusos e injusticias de
los que son víctimas los colonizados. Su relato recoge igualmente la exasperación de
una población indígena resignada en su impotencia.

93
Según Donato Ndongo (1977:37- 38), el aumento de la población europea en la colonia originó una
nueva política de discriminación racial desde los años 1901. Para lograrlo, se creó inicialmente La
Curaduría Colonial, un órgano encargado de vigilar el trabajo de los indígenas. Luego, en 1928 se creó el
Patronato de Indígenas, sus papeles son múltiples; desarrollar la cultura, el sentido moral y el bienestar de
los nativos y reforzar su adhesión a España, proteger a los indígenas no emancipados ejerciendo sobre
ellos la tutela, representarlos, o intervenir en la reglamentación del trabajo. Esta es también el órgano
encargada de otorgar las cartas de emancipación a los indígenas. Más tarde en 1944 otra disposición
clasifica a los indígenas en dos categorías, los emancipados plenos es decir, guineanos con los mismos
derechos iguales como los españoles, aunque con algunas restricciones. Para logra la emancipación plena
es necesario cumplir los 21 años, estar en posesión de un título académico o profesional otorgado por una
universidad, colegio de Segunda Enseñanza o centro oficial español, estar empleado durante dos años,
como mínimo, en un establecimiento industrial o agrícola propiedad de un español, con un sueldo mínimo
de 5000 pesetas. Los emancipados parciales también gozan de leves privilegios por ejemplo, la
posibilidad de ser un testigo en un juicio o recibir un crédito de hasta 10.000 pesetas. La última clase
social es la que forman los demás indígenas no emancipados, son considerados un pueblo llano.
382

En resumidas cuentas, Donato y Aldecoa han alcanzado a demostrar que la


escuela es un objeto de asimilación, esto es un mismo resultado pero con medios
distintos, uno lo hace de modo más disfrazado y la otra sin tapujos.

Si nos fijamos más aun en la relación entre la iglesia y la escuela, se deja de


nuevo entrever como ambas instituciones lideran la divulgación de la ideología
colonial, habida cuenta la cantidad de personas que mueven. A este respecto, resulta
oportuno recordar ante todo, que la escolarización en la Guinea Española desde un
principio estaba a cargo de los misioneros y, progresivamente se fue delegando esta
labor de formación a los nativos. Lo mismo se da con la colonización cristiana cuyo
proceso de expansión llevó a la apertura de capillas en las zonas cada vez más alejadas
donde las condiciones de supervivencia eran difíciles para los misioneros blancos y que
también se encontraban en número limitado.

En la historia de la colonización Europea en África subsahariana, la expansión


cristiana y la educación vienen a menudo vinculadas. Además de ser dos actividades
que inciden directamente en el alma humana, y en las que los indígenas sucesores
destacan como grandes conquistadores, a menudo con una maestría que contrasta con su
escasa preparación. Hay obras que ponen constantemente de manifiesto configuraciones
que aprecian el impacto de la evangelización llevada a cabo por algunos auxiliares
nativos convertidos en verdaderos intermediarios. En su última novela El metro (2007),
Donato Ndongo ha vuelto a reproducir a una pareja semejante a la que forman el padre
Ortiz y el catequista Ambrosio. En esta novela, en un pueblo fang camerunés, el cura
blanco Pierre Claver ha nombrado al antiguo cocinero de la parroquia, Guy Ondo como
nuevo catequista de su pueblo, con un propósito claramente definido: ―ganar nuevas
almas para el redil del Supremo Pastor‖ (Donato Ndongo, 2007:42). Maldecido por su
padre y renegado por su tribu por servir la causa de los blancos, el joven catequista se
aferra a lo que considera como una noble misión. Efectivamente, su abnegación es
recompensada por la conversión masiva de los aldeanos, a pesar de que los más
reticentes los consideren traidores de su raza:

La capilla se llenó de catecúmenos; jóvenes, mayores y ancianos se apresuraron a contraer


matrimonio canónico (…); todos los niños fueron bautizados recibieron la comunión y a su
debido tiempo la confirmación, y los enfermos solicitaban de buen grado la unción sagrada (…)
padre Pierre Claver (…) no daba abasto para atender la larga fila de los que esperaban ser oídos
en confesión (…) el bando de los paganos más recalcitrante cayó en picado y entró en
383

decadencia, y perdieron predicamento los adoradores de cultos antiguos como el melan y el buetí
(Ndongo Bidyogo, 2007:45).

Este fragmento aprecia el éxito de la propaganda cristiana llevada a cabo por


Guy Ondo en su propia aldea, es un ex cocinero transformado en catequista pero que
logra resultados óptimos. Los cambios operados en estos nuevos cristianos culminan
también en la alteración de la estructura comunitaria que hasta ahora había reunido todo
el pueblo en base de sus creencias autóctonas. Aquí se evidencia la asimilación de los
indígenas y que también genera el desmoronamiento del tejido social desde la familia
hasta la casta, igualmente como sucede entre el tío Abeso y su hermano.

La colonización española en Guinea Ecuatorial ha generado una producción


literaria diversa en argumento o géneros. De todo ello, algunos estudiosos clasifican la
novela colonial hispano-guineana entre literatura de denuncia y de justificación.
Precisamente Álvarez Méndez (2010) ha analizado el discurso colonial en la ficción
guineana y, concerniente a su valoración, las novelas de autores guineanos pueden ser
clasificadas según dos perspectivas principales: ―Existen obras que contribuyen a
sostener premeditadamente la ideología colonial, mientras que en otras se atisba un
cierto alejamiento en determinados momentos de esta, a pesar de haberse sometido a
ella por un procedimiento de imposición y subyugación. En todo caso, no se puede
hablar de la existencia de un anticolonialismo exacerbado‖ (Álvarez Méndez, 2010:79-
80). Ella destaca obras que sostienen el discurso colonial, otras que se distancian de él,
pero ella añade una categoría de relatos que hacen la apología del mismo discurso. En el
momento de justipreciar la corriente española de la literatura hispano-guineana observa:

Este conglomerado textual contribuye a promulgar el mensaje ideológico colonialista, el discurso


imperial, pues describe a los nativos como seres inferiores y destruyen la potencialidad
intelectual de estos. (…). En su conjunto, la labor de los citados africanistas94 españoles-a pesar
de su sesgada visión occidental - resulta positiva para la emergente literatura guineoecuatoriana
que ve en ellos modelos a imitar, despertándose importantes vocaciones literarias (Álvarez
Méndez, 2010:76-77).

Estas líneas advierten una literatura colonialista española con sus prioridades y
sus contrariedades.

94
Álvarez Méndez, (2010:75) designa con el término Africanistas al conjunto de estudiosos españoles
que desarrollan la labor literaria sobre Guinea Ecuatorial en este caso. Son autores de diversas obras
relacionadas con temas administrativos, legislativos, lingüísticos, geografía o etnografía. Por fin, añade
que junto a ellos se suman autores de creaciones poéticas y narrativas escritas desde Guinea o fuera, pero
obras ambientadas allí.
384

A raíz de estas definiciones, tocante a nuestra labor, después de recoger y


analizar los indicios que nos proporcionaban las obras de ficción en ambas literaturas,
nos taca ahora, teniendo en cuenta todo lo que precede, contrastarlos con los textos
históricos para luego sacar conclusiones valorativas.

Según los datos reunidos por Donato Ndongo (1977:62-65) en el ensayo que
consagra a la historia colonial de su país, en 1941, Guinea Ecuatorial aun colonia
alcanzaba los 170.50095 habitantes de los que había 4152 alumnos con 3229 varones y
923 hembras. Se trata como indica del resultado de una disposición oficial que desde
1914 había instituido la enseñanza obligatoria para los niños de cinco a quince años de
edad. Ya desde 1935, se abrió el Instituto Colonial para formar a los maestros auxiliares
y auxiliares administrativos indígenas, y dos años más tarde se dispuso la creación de
colegios en zonas rurales de necesidad identificada. Y en 1949, la colonia cuenta con
tan sólo 11 maestros nativos por los 176 centros escuelas oficiales y 32 colegios regidos
por los misioneros claretianos. Esta desigualdad ha quedado plasmada en la ficción
donde, hasta a la víspera de la independencia, don Ramón es el único maestro encargado
de una escuela rural. A partir de 1944, una ley ―innovadora‖ promulgada por la
Inspección de Enseñanza establece tres grados: el elemental de cinco años de duración y
obligatorio, el primario que prepara la entrada en la Escuela Superior indígena, y por fin
el superior compuesto de tres secciones magisterio, administración y auxiliares
sanitarios, hacienda y aduana, obras públicas, radiotelegrafista y comercio. Todos
estaban preparados para integrar la administración colonial pública o privada según le
correspondía. En términos de Donato Ndongo, la formación profesional de los nativos
estaba pensada: ―respondía a las necesidades de la nueva etapa de desarrollo de la
producción en la colonia, y estaba dictada con el objeto de facilitar el desarrollo de la
gestión del colonizador‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:64). Pero no faltan discontinuidades,
como son, la excesiva duración de la formación, el coste elevado de las necesidades de
los docentes, aunque fuera gratuita la enseñanza, señala también una carrera profesional
fija sin promoción o los exiguos sueldos concedidos a los agentes coloniales.

95
Donato Ndongo (1977:34) consta que el censo de la población en la colonia concernía a todos, eran
censados los notables, su primera esposa e hijos de ellas, los bautizados, los empleados domésticos y los
obreros negros al servicio de los blancos y así como los nativos viviendo en las ciudades. Con esto se
entiende, que a algunos indígenas se le negaba el derecho de ciudadanía en su propio territorio.
385

Tocante a la enseñanza primaria que nos preocupa en este trabajo, Donato


Ndongo expone una situación donde las condiciones decadentes de vida de los maestros
restan de sus rendimientos, además, apunta una disciplina excesiva y desproporcionada
o también una escolarización apoderada por el sistema colonial. Después de esbozarlo
en la ficción, Donato Ndongo aclara por la historia algunas contrariedades de la
pedagogía en el sistema educativo colonial español. Él reseña la situación como sigue:

Como su exiguo sueldo no le llegaba, era alimentado y mantenido por los vecinos de la
población, (…). En esas condiciones, claro está, la calidad de la enseñanza no era óptima. El
maestro debía limitarse a enseñar a leer, a escribir y a hacer las cuatro operaciones
fundamentales a unos alumnos que estaban obligados a hablar en castellano dentro de la escuela,
en el recreo, en presencia del maestro o de cualquier persona mayor. La geografía era
únicamente la de España, la historia era únicamente la de España. (…). Si un niño no aprendía lo
suficientemente de prisa el castellano, podía pasarse muy bien semanas y semanas arrodillado, en
hora de clase, sobre gravilla. El no hacer los deberes, no importaba la excusa, podía significar el
estigma de la expulsión, en el peor de los casos, o ser durante algún tiempo objeto de sadismo.
La consigna era que todo el mundo pudiera entender y ser entendido por los blancos, para que
éstos no tuvieran que esforzarse en explicar en fang, en ndowé, en bubi…las nuevas
disposiciones del colonizador (Ndongo Bidyogo, 1977:65-66).

Estas líneas restituyen la dureza que describe el escritor en LTDTMN, donde el


maestro don Ramón martiriza a los adolescentes que le toca de educar. En la misma cita
se aprecia además, la trascendencia de la formación patriótica como apuntaban Josefina
Aldecoa o el mismo Donato Ndongo, aquí se explora el conocimiento de la metrópoli a
expensas del descubrimiento de su territorio propio y aquel conocimiento que les
prepararía para trabajar por su país. Precisamente por eso, Donato Ndongo (1977:66),
sentencia: ―No era eso asimilación cultural. Era asimilación cultural a punta de pistola‖.
Es decir, que los objetos de la ideología colonial ponen el sistema educativo a su
servicio y excluyendo los derechos y expectativas de los nativos en calidad de pueblo o
humanos. Por lo tanto, si la escuela permite solucionar la dificultad lingüística, la
evangelización ha sido el otro medio utilizado para remediar a la barrera cultural y así
asentar una asimilación total del indígena. En este dúo ideológico, la evangelización del
negro juega un papel muy relevante, es la primera etapa, que le acredita su
reconocimiento como ciudadano, miembro de la comunidad. Después de sacarle del
estado de pagano mediante el bautismo, se le traslada a la escolarización o de cualquier
otra institución colonial, el bautizado concede la ciudadanía, aunque posteriormente una
legislación que instituye oficialmente esta colonia como territorio de explotación
económica a principio del siglo XX, asignando tal papel al nuevo Patronato de
386

indígenas96. No obstante, la evangelización del negro participa de la voluntad por


generalizar la cultura europea entre los indígenas, y conjuntamente con la escuela,
convierten a los nativos en gente más asequible y así se logra una dominación más
acertada. Cabe señalar que precisamente respecto al Patronato de indígenas, Sánchez
Molina destaca diversos planteamientos, una primera postura aparentemente ilusionada
pero en realidad perniciosa, ésta convierte la institución en un potente instrumento
ideológico es decir: ―el único garante de un régimen tutelar, cuya finalidad teórica es la
protección y la creación de unas condiciones específicas para asegurar la asimilación a
través de la educación y la evangelización católica‖ (2011:111). Pero posteriormente el
mismo Sánchez suma pesimismo apuntando la creación de este órgano como una
política contraproducente, siendo un objeto de la alteridad por lo cual recalca: ―la
política indígena no hace más que institucionalizar la concepción del Otro como ―homo
infantilis‖ apoyándose en una tradición eurocéntrica basada en lógicas asimilacionistas
incapaces de valorar las diferencias culturales‖ (Sánchez Molina, 2011:111). Esta visión
hace del órgano colonial un instrumento más pero potente, implicado en el proceso de
deshumanización principalmente dirigida a la población laboral, por eso funciona en
complementariedad con la escuela encargada del embrutecimiento de los más jóvenes, y
la iglesia que se ocupa de todos. No obstante, cabe una tesis a favor del Patronato de
indígenas, expuesta como medio eficaz de promoción social. Otto de Habsburgo (1963)
subraya su utilidad como órgano de protección para los indígenas considerados no
suficientemente evolucionados. A ello añade el autor la crítica formula en contra de esta
estructura acusada de paternalismo, pues no lo niega y es más, avala la infantilidad de
aquellos nativos: ―En curso del siglo xx, la administración social de los territorios
ecuatoriales estaba a cargo de un organismo llamado Patronato de indígenas (…). Debía
obligatoriamente, prestar asistencia jurídica en todos los contratos, (…). Se ha acusado

96
Según expone Sánchez Molina (2011:108-111), el nuevo estatuto de los territorios del Golfo de Guinea
determina a las distintas poblaciones aborígenes como el instrumento prioritario para llevar a cabo tal
explotación. Asimismo se crea ―el Patronato de Indígenas‖, una institución con la exclusiva competencia
de otorgar el estatus de emancipado o derecho de la ciudadanía es decir, la adquisición de la lengua y la
cultura española. Los objetivos oficiales de la institución fueron desde sus inicios: «proteger a los niños o
indígenas » y «fomentar la cultura y moralización de los naturales del país y su adhesión a España». Esta
es una institución tutelar promotora de la asimilación, entre otras funciones se encarga de proteger las
tierras y bienes inmuebles de la población aborigen. Para que esta función tutelar pudiera llevarse a
efecto, una nueva normativa de 1904 establece según la legislación colonial reducía a todos los negros a
la categoría de ―indígenas‖ correspondiente a ―no-evolucionado‖. Un no-emancipado quedaba
incapacitado y necesitaba una autorización de la institución para la gestión de sus bienes inmuebles:
contratar préstamos sobre sus posesiones, comparecer en juicios o contraer obligaciones de carácter
económico. En opinión del ensayista, la política indígena utiliza instrumentos propios para
institucionalizar la deshumanización de los nativos.
387

mucho a esta institución de paternalismo. Es cierto. Pero para los niños es necesario el
padre (…). Si hoy en Fernando Poo y en Río Muni tenemos una sólida clase campesina
africana, es debido casi exclusivamente a este paternalismo tan criticado‖ (Otto de
Habsburgo, 1963:169).

La reflexión sobre la influencia de la iglesia católica y escuela, sobre la vida o


política social coloniales ha acareado consecuencias que algunos investigadores juzgan
devastadoras, sobre los africanos y sus identidades culturales. Precisamente para poner
ejemplos, el teólogo marfileño Penoukou Efoe (1986) censura el despojo del ser
africano de sus señas de identidades, mantiene que la credibilidad de una institución
depende también de su capacidad por respetar los valores y aspiraciones específicas de
las sociedades a las que se dirige. De hecho él no concibe la religión moderna
excluyente sino como un elemento de comunión entre pueblos distintos, de lo contrario,
se vuelve pernicioso. Como Donato Ndongo antes, este eclesiástico reivindica la
legitimidad de las culturas africanas frente a la importada cultura europea recién
introducida, que sea complementaria y no exenta porque el africano no puede prescindir
totalmente de sus raíces tradicionales. En sus líneas pues se puede leer:

No se construye el futuro de un pueblo destruyendo su pasado, su historia, sus tradiciones, sus


razones de vivir. No se hace la felicidad del hombre despreciando lo que puede ayudarle a
superarse para realizarse. En la lógica de la fe en Cristo y en la línea de los datos antropológicos
africanos, el hombre encerrado en sí mismo o reducido a lo material no puede encontrar la
verdad acerca de su ser ni definir su verdadero destino (Penoukou Efoe, 1986:97).

Esta es también la postura de Ari Gounongbé (1995:128) para quien los


africanos fueron violados en lo que constituye su elemento esencial es decir ―la cultura‖.
Precisamente Edward Said ha dedicado un ensayo a estudiar la relación entre ambos
conceptos, Cultura e imperialismo (2001). Una de sus definiciones más sencillas la
describe como: ―la cultura es, casi imperceptiblemente, un concepto que incluye un
elemento de refinada elevación, consistente en el archivo de lo mejor que cada sociedad
ha conocido y pensado. (…) la cultura es una fuente de identidad; una fuente bien
beligerante, (…), la cultura puede convertirse en envase protector: examine sus ideas
políticas en la tapa, antes de abrirla‖ (Said, 1996:13-15). Para Said, la cultura es a la vez
el fichero de la memoria colectiva e identidad de un pueblo, en una palabra la esencia,
una fuente fundamental. No hay de extrañarse que como ellos Richard Wright (1959)
dedicara un ensayo para dirigirse prioritariamente al hombre blanco en plena época
colonial europea. Expuso en su tiempo que el cristianismo fue la coartada básica para
388

racionalizar las actuaciones coloniales, y asimismo haciendo viable la anulación de los


indígenas. Si bien, atribuye cierto logro a la labor misionera aunque irónicamente
formulado: ―Je conviens qu‘en réduisant quatre cents dieux et six cents diables à un seul
dieu et un seul diable, ils ont réalisé un progrès. Mais je ne crois pas que les efforts de
missionnaires soient allés plus loin; ils auraient dû réduire tout le problème à une
entreprise psychologique‖ (Wright, 1959:56). Quitando este asentimiento parcial, la
aproximación de Wright se hace contundente cuando él sentencia al fracaso de la
colonización cristiana en África y Asia principalmente. En realidad, hace constatar que
después de varios siglos de dominación en nombre de una religión supuestamente
superior, y a pesar de la conversión de tantísimos africanos, las religiones aborígenes no
se han desmoronado por completo. Siendo así, él desmonta la teoría de la
preponderancia cristiana con pruebas en su juicio irrebatibles, eso es el caso de la
Conferencia de Bandoeng en indonesia en 1955,97 donde los llamados países del tercer
mundo adoptaron una resolución destinada a resurgir las religiones y culturas antiguas.
Según opina, poco más tarde, cristianos africanos repercutieron de nuevo el mismo
llamamiento a favor de la rehabilitación de las creencias vernáculas, aquel proceso
decisivo en su sentido corresponde a la ―deseuropeización‖. La reflexión de Wright
suma voz a las que destacan la esencia de las obras poscoloniales en la resistencia, con
autores africanos o no que enfatizan el refortalecimiento de las culturas aborígenes.

Donde los Horcajo analizan las causas y consecuencias de la colonización


europea sobre los pueblos y colonizados, Georges Simenon citado por ellos, considera
delito mayor la acción colonial europea, argumentando que aquella arrebató a los
indígenas lo más importante que posee un ser humano. Su reflexión estriba en que el
trato aplicado a los colonizados fue tan inhumano que los restó la humanidad, causando
una honda frustración moral realmente trágica para los dominados. Su argumentación
estipula que la muerte no es sólo física, también puede ser moral, y en ambos casos, sin

97
La Conferencia de las Naciones Afro-Asiáticas que tuvo lugar del 18 hasta el 24 de abril de 1955
reunió países de ambos continentes para plantear el papel de Asia y África y examinar los medios gracias
a los cuáles los países presentes podían llevar a cabo una cooperación económica, cultural y política más
estrecha. Conclusiones adjuntas señalan este evento cono determinante en el proceso de descolonización
de otros países que en adelante entraron a formar parte del grupo de los tercermundistas. En la
continuidad, seis años después aparece el grupo de ―los no alineados‖ es decir, países que eligieron la
neutralidad entre el bloque occidental encabezado por EE.UU y el bloque del Este dirigido por la ex
Unión Soviética. Cabe mencionar a la cumbre de Indonesia sólo participaron pocos países africanos
(Egipto, Sudán, Libia, Ghana, Etiopia y Liberia), ya que la mayoría alcanzan la independencia a partir de
1960.
Fuente: La Documentation française; URL:
/www.cvce.eu/obj/communique_final_de_la_conference_afro_asiatique_de_bandoeng_24_avril_1955-fr-
389

duda no se valen porque la dignidad es fundamental para todos los hombres, sea quien
sea o donde esté. Por eso sanciona el colonialismo como un atropello devastador, de
esta manera resume finalmente su pensamiento: «Le plus grand crime que l‘on puisse
commettre contre un homme, ce n‘est pas de lui prendre la vie, mais c‘est de lui prendre
sa dignité. Chaque homme a besoin de sa dignité. Qu‘il soit O.S chez Renault, ou qu‘il
soit un nègre au fond de l‘Afrique mangeant sa farine de mil, il a besoin de sa dignité »
(Horcajo, 2000:98).

Igualmente se puede constatar como la escolarización del indígena ha sido uno


de los fundamentos del nacionalismo que puso las bases de la autodeterminación. Según
Donato Ndongo, a mediados de los cuarenta, el nombramiento de Heriberto Ramón
Álvarez como Inspector de Enseñanza y Director del Instituto Colonial Indígena dio un
impulso primordial en la formación de los nativos. El inspector apoyado con el entonces
gobernador general Bonelli Rubio introdujo importantes reformas en cuanto a los
contenidos de enseñanza, los materiales de aprendizaje o la mejoría de las condiciones
de trabajo de los maestros. Ni la posterior destitución del gobernador ni la dimisión del
inspector han extinguido el afán nacionalista en gestación entre los maestros en
particular y algunos nativos también preparados, dado que por estos años, ya iban
surgiendo movimientos de liberación en los países limítrofes. Donato Ndongo describe
circunstancias determinantes que en 1850 culminarán con la creación del primer grupo
de reivindicación y la progresiva consolidación de las ideas de resistencia:

A medida que iban saliendo las promociones de maestros auxiliares de la Escuela Superior de
Indígenas, se iban formando núcleos de oposición, (…). Aunque la administración colonial
trataba de contrarrestar la influencia de los maestros sobre la población, (…). El descontento
había llegado a tales grados que a finales de 1950 tuvo lugar una reunión de maestros y
destacados terratenientes en la finca de uno de ellos, Acacio Mañé, en Bata. En esa reunión, la
primera que con carácter no tribal se celebraba para tratar el tema colonial, (…). Se decidió
fundar una organización cuyo fin era concienciar al pueblo sobre los abusos de los europeos y
presentar una resistencia cada vez más firme contra el poder colonial. Dicha organización,
denominada Cruzada de Liberación, encargó a Acacio Mañé la coordinación de sus
actividades… (Ndongo Bidyogo, 1977:71-73).

Como se puede conjeturar, la escuela colonial ha jugado un papel relevante en la


política de liberación de la colonia española.

Una reflexión acerca de la cultura en el contexto colonial ha llevado a Ari


Gounongbé (1995:87-88) a interesarse en el sistema educativo colonial y, sus dos
enfoques coinciden con la tesis desarrollada por Donato Ndongo acerca de la
390

repercusión socio política de esta institución colonial, a corto y largo plazo. En primer
lugar, argumenta que la escuela colonial es una respuesta del blanco por tomar las
riendas del desarrollo de aquel hombre negro presentado por todos como salvaje. Define
como método la ―disuasión‖ y la ―persuasión‖ o sea, exponer al africano lo que es y
persuadirle de la necesidad de convertirse en un ser civilizado. Opima, que mediante la
iglesia y la escuela se construyó una ideología basada en la ―idealización‖ del blanco y
la dependencia del negro. De este modo explica la escuela y la iglesia siendo los dos
vectores del cambio anunciado se convirtieron en una herramienta discordante e
incoherente respecto a las culturas vernáculas. Asimismo habla de una escuela que
―desrealiza‖, o sea, sumerge el negro en un universo extraño que provoca en él un ideal
por la frustración. En segundo lugar, Gounongbé afirma que los niños escolarizados en
este sistema tenían asignados una doble misión, a saber; ser auxiliares de los colonos
pero también convertirse en objetos de aculturación destinados a ―transformar‖ el modo
de vivir de la población indígena. De hecho dice que eran utilizados como ―vector de la
asimilación‖ de su cultura a la europea, recalca que las bases culturales de la escuela
colonial se hallaban alteradas desde los comienzos, no pretendían la plenitud de los
pequeños indígenas o de su país, sino a formar intermediarios entre colonos e indígenas.
Sobre todo, el ensayista insiste en el aspecto selectivo de los aprendices y también
destaca otras contrariedades: ―Elle favorisait par ailleurs l‘identification à l‘Européen,
puisque l‘africain (…) une fois formé, savait qu‘il seconderait le colon ou occuperait un
poste qui jusque- là, était destiné au blanc. Envoyer des enfants à l‘école pour en faire
des sujets et des subalternes, relève d‘ambivalence de sentiments à l‘égard d‘individus à
qui l‘on veut certes du bien, mais dans une relation de dépendance et de soumission
(Gounongbé, 1995:43-44).

La ambivalencia subrayada estriba en este doble sentido que hace del sistema
escolar, por una parte, ventajosa en cuanto a la formación de la juventud indígena que
así mejoraba sus condiciones social y laboral. Pero, por otra parte, era perjudicial, por su
limitado alcance por el que eran propensos a la dominación blanca, y también porque
así mismo las docencias impartidas favorecían la asimilación de los jóvenes. En este
último sentido, los jóvenes estudian también con la esperanza de salir de la condición de
salvaje y aproximarse pronto a la esfera del hombre blanco. En opinión de Gounongbé,
ellos intentan copiar o imitar los hábitos ajenos, cambiar sus costumbres colectivas, pero
finalmente se convierten en servidores dinámicos de la colonización a expensas de los
391

suyos. Corresponden a lo que Albert Memmi designa como los agentes provocadores, es
decir: ―los agentes de la autoridad, cuadros, caídes, policías, etc., reclutados entre los
colonizados, forman una categoría de colonizados que pretende escapar a su condición
política y social. Pero eligiendo para ello ponerse de lado del colonizador, defendiendo
exclusivamente sus intereses, acaban por adoptar su ideología, incluso respecto a los
suyos y a sí mismo. (…), están engañados hasta el punto de aceptar un sistema injusto‖
(Memmi, 1957:69). En el sentido de Memmi (1957:168-169), la escuela es el lugar
donde se transmite la herencia de un pueblo y esta función no se ha cumplido con la
escuela colonial. Algunos justificantes nos lo proporciona Sánchez Molina (2011)
donde estudia la asimilación y segregación en la política colonial española en Guinea
Ecuatorial y que se puede resumir en ―desajustes socio-culturales‖ por una ideología o
―misión civilizadora‖. Él apunta una política particularmente de asimilación y de
exclusión, una situación incoherente donde el sistema colonial se niega a reconocer las
diferencias culturales entre ambos grupos raciales y, en cambio se resuelve a imponer al
otro los patrones culturales del grupo dominante. Según opina, es sobre todo durante el
franquismo, cuando la asimilación o ―españolización‖ de los nativos surge de nuevo
como un ideal de homogeneización socio-cultural. La estrategia consiste en un conjunto
de ―esfuerzos de reducción de la alteridad a una «minoría de edad»‖ (Sánchez Molina,
2011:106). En su sentido, estos impulsos pretenden justificar la política indígena en
vigor, señala entre otras prácticas: unas relaciones de dependencia, de esfuerzos
políticos de homogeneización socio-cultural o un abanico de prejuicios etnocéntricos
acerca del indígena. Él resume el franquismo aplicado en la colonia asimismo citando a
un tal Curtin: ―la construcción etnocéntrica del otro no-europeo como ―homo infantilis”
se utiliza como elemento ideológico con el que se justifica la expansión política-
económica en el continente, y como consecuencia, el sometimiento de su población a
las nuevas leyes de los gobiernos coloniales‖ (Sánchez Molina, 2011:106). Estas líneas
corroboran una vez más las críticas formuladas por Donato Ndongo en su novela, hacía
un sistema educativo colonial que, junto a la evangelización tratan de llevar a cabo una
ideología colonial particularmente asfixiante para los colonizados en todas las edades.

Después de examinar las relaciones entre blancos y negros en la novela de


Donato Ndongo Bidyogo, a continuación se interesará con la obra de Bartolomé Soler.
392

VIII-4-2- Pautas del discurso colonial en La selva humillada

En el apartado anterior, hemos tratado sacar a la luz los elementos textuales e


históricos que establecen al negro como un ser despojado de sus valores características
mediante la educación o la evangelización. Esta vez, nos toca recoger indicios acerca de
los argumentos a raíz de los que los autores coloniales fundamentan la supuesta
inferioridad del negro. En claro, se trata de reunir y discutir en este apartado, los
indicios que proporciona la obra de Bartolomé Soler acerca de la condición social del
negro, sus hábitos o prácticas culturales, construidos por el autor como arquetipos.

Retrocediendo en el tiempo, precisamente en el remarcable estudio realizado por


Antonio Santos Morillo (2011) sobre los personajes negros en la literatura española. Al
respecto, podemos recordar una vez más cómo en su tiempo se retrataba al personaje
negro, con una gama importante de estereotipos:

En la literatura española del siglo xvi, los escritores caracterizaban al negro por el color, por su
habla deforme y por una serie de rasgos personales. (…). Entre los rasgos que singularizaban al
personaje negro se destacan su propensión a las peleas, su infantilidad, su desmedida afición
musical, su lujuria, su vanidad, sus aspiraciones de nobleza, su animalidad y su ignorancia
religiosa. Todas estas características conforman la personalidad estereotipada del negro literario
(Santos Morillo, 2011:1).

Estas líneas exhiben algunos argumentos mediante los que el negro ha sido
literariamente tipificado durante siglos: por su color, hábitos y unos rasgos personales.
Entre otros paradigmas se hallan, los que describen al negro propenso a la violencia,
excesivamente apasionado por la música y el baile, un carácter ingenuo, torpe o adulto
inmaduro o sus creencias aborígenes. Desde la óptica de la colonización europea que
nos interesa, nos encontramos todavía con un personaje despectivamente perfilado.
Álvarez hace la misma constatación a raíz de un estudio que analiza algunas obras
coloniales hispano-guineanas: ―En cuanto a los tópicos despectivos, son muchos los
pasajes en los que los personajes blancos definen a determinados actantes negros como
inútiles insanos, incivilizados bárbaros, de ―corto comprender‖ ruidosos, diabólicos,
salvajes, antropófagos, etc.‖ (Álvarez, 2010:93). Si bien, como veremos más adelante,
tampoco se trata de una exclusividad de los autores españoles.
La LSH de Bartolomé Soler es un relato ambientado en plena colonización
española. En esta obra, la condición de inferioridad atribuida al negro en la literatura
hispano-guineana destaca en esta obra cuando se detiene a rastrear los muchos
393

estereotipos negativos asociados a los personajes negros descritos a lo largo del relato.
En esta obra, los estereotipos socio culturales están relacionados con los hábitos diarios,
las costumbres y creencias aborígenes o las reacciones del negro frente al hombre
blanco. Precisamente, por su naturaleza, sus modos de ser o actuar, el negro aparece
tipificado con estos rasgos despectivos que recuerdan Álvarez y Santos Morillos es
decir, un ser salvaje, bárbaro, violento, adicto a la lujuria o al baile.
En LSH, desde la perspectiva de sus hábitos o actuaciones, a lo largo de la obra,
podemos examinar las argumentaciones que sostienen estos estereotipos o las que les
desmontan pero sobre todo discutirlas todas.
Desde un principio, a raíz de la caracterización de los personajes, no existe en
LSH un solo personaje negro emancipado ni total ni semievolucionado, hombres,
mujeres y niños aparecen definidos como auténticos indígenas. Al respecto, es bastante
eficiente el léxico por el que Bartolomé Soler designa a los indígenas: negrería, salvajes,
plebe, jenízaros, patricios, negrura, ínclitos, bárbaros, desventurados, apéndices,
espantajos, morenos, indígenas, niños salvajes, jayanas o simplemente negros. Para
referirse a los niños especialmente los designa como negritos, párvulos, muñecos,
criaturas, pajecillos, cerditos o querubines.
En esta obra la ingenuidad de los negros en opinión de Soler radica
principalmente en su naturaleza y en su idiosincrasia, por lo que le resta todas las
capacidades que reúne el ser humano en la maduración. Por eso, cuando observa a
Eseng Mba mientras le propone a sus hermanas de tribu, el viajero blanco se detiene
para retratar a este joven física y moralmente. Su relato permite no sólo aclarar sobre el
sentido de la ingenuidad negra sino también lo identifica. Él ve en Eseng Mba un cuerpo
de hombre albergado por una mente infantil, un típico indigente carente de raciocinio
igual que sus tres hermanas de tribu y todos los demás indígenas:
Me aseguro y me recreo en la idea de que ante mí no tengo más que una infortunada y genuina
representación de una humanidad que anda en pañales todavía (…). Mezcla de niñez y de
salvajismo, sé, sin embargo, que la infantilidad supera sus instintos, (…) mirada, gesto y sonrisa,
me descubre la inteligencia de una niña latente, como si no hubiera de rebasar jamás las
condiciones intelectuales de un animal con hechura humana. (…). Niños, sin la esperanza de que
sean jamás hombres, y egoístas, tornadizos e ingratos como los niños, y, lo mismo que ellos, sin
que en el entendimiento les quepa ninguna de las elementales y fundamentales virtudes que rigen
y ennoblecen la convivencia humana. El sentimiento del honor, el del amor y el del pudor, el de
la lealtad y la fidelidad, de la responsabilidad y la perseverancia, nacen, crecen y cristalizan en el
tiempo que media entre la adolescencia y la pubertad, sin que el niño haya podido percatarse de
su existencia. (…). Rezagados mental y espiritualmente, sólo han desarrollado los huesos y los
instintos, convirtiéndose en enormes, temibles e irresponsables criaturas (Soler, 1951:78-79).
394

La ingenuidad de los indígenas se traduce por su carácter irresponsable, torpe o


desgraciado, como en este instante en que el joven Eseng Mba intenta lucrarse
prostituyendo a sus hermanas incluso, una de ellas casada. Más adelante, el visitante
reúne diversas manifestaciones relacionadas del torcido instinto que detecta en los
negros cuya ignorancia les impide adaptarse a los modos de vivir o hacer foráneos. Por
ejemplo, estos negros constantemente movidos por un instinto de imitación se
distinguen por una torpeza característica consistente en utilizar a tontas y a locas los
objetos de la civilización. También destacan por su incapacidad a medir el tiempo,
prueba de su ineptidud mental ya que están desprovistos de la conciencia precisa de las
circunstancias o los hechos. Idénticos a los niños, los fuertes de los negros radican en su
energía física y en la observación pero actúan sin razonamiento ni evaluación previa de
sus actuaciones. Una y otra vez, el protagonista trata de explicarse las contrariedades
que rodean el atraso de la mentalidad negra:

Niñez que se manifiesta en su extremado y constante mimetismo, en esa tozudez con que tratan
de asimilar los hábitos externos de las razas que ellos mismos consideran superiores. La
superioridad, igual que los niños, ni la sienten ni la comprenden. Únicamente la ven. (…). Y de
ahí lo que tienen de infantil y grotesca mascarada sus imitaciones blancas. Imitaciones que van
desde resguardarse del sol con un paraguas porque un día vieron que los blancos los usaban,
hasta enfundarse, bajo un sol de justicia, en un abrigo que recuerda los fríos más agudos,
abrochándoselo hasta el cuello. Graves y fachendosos, y altaneros ante sus semejantes, pasearán
la prenda que, según su aniñado entendimiento, los acerca a las razas privilegiadas. Robarán los
lentes de un miope y se lo pondrán después, (…). Sobre el cuello y el pecho desnudo lucirán un
cintajo a guisa de corbata, y con el torso y los brazos al aire aparecerán con las manos
enguantadas, y las cabezas destocadas bajo el sol empezarán a desaparecer en el instante en que
vean a un blanco con un salacot (Soler, 1951:80).

Por su carácter o sus actos, Soler encuentra al indígena un ser especialmente


torpe y privado de la habilidad que proporciona la inteligencia, por eso ha quedado
arrinconado a su entorno, sin visibilidad alguna ni capacidad de entender el presente ni
tampoco proyectarse el futuro. Esta es la razón por la que lo designa por tuno como:
―niño salvaje‖ (Soler, 1951:79), ―niñez de siglo‖ (Soler, 1951:203), ―niño permanente‖
(Soler, 1951:115) o ―niñez y salvajismo‖. Por esa misma incompetencia innata e
inamovible, Soler considera al negro como miembro de una raza desventurada. Y como
Soler, Liberata Masoliver también ha escrito una novela que exhibe semejante
manifestación de la torpeza del colonizado, como un ser parcialmente humano con una
extraña manía que consiste en utilizar algunos objetos a diestro y siniestro. Ella también
describe la incapacidad del negro por imitar correctamente al hombre blanco: ―La seria
y orgullosa mirada de un nativo a través de unos lentes sin cristales. Otro se adorna con
395

unos tirantes elásticos que de nada le servirán ya que los amuletos y el rabo de antílope,
acarreador de suerte, ocupan abundantemente el sitio de los calzones‖ (Masoliver,
1962:12).
Todo lo que precede evidencia al indígena como un ser inferior y, desde la
perspectiva de esta condición social se desprende particularmente dos consecuencias.
Primeramente el negro parece asumir su posición y la manifiesta por el sometimiento
frente al hombre blanco. En la obra de Soler se dan pormenores donde los indígenas
exhiben su inferioridad. Por ejemplo, las dos visitas del protagonista en el pueblo
Ayamikén y en la isla de Corisco movilizan toda la población, hombres mujeres, niños e
incluso el jefe del pueblo. En Corisco precisamente, todos los isleños congregan a la
playa, endomingados para acoger al ilustre forastero blanco. Igualmente en Ayamikén,
la llegada de los tres blancos, no sólo moviliza todo el pueblo sino también jóvenes,
mujeres y hombres se ofrecen espontánea y voluntariamente a implicarse a la cacería sin
ningún tipo de retribución. Además, durante su estancia, los blancos están cuidados
naturalmente por los aldeanos. Por otra parte, el sometimiento del negro ante el hombre
blanco se evidencia en la actitud impasible que demuestra ante el castigo o desprecio del
hombre blanco. El caso más impactante se desarrolla en Corisco durante el encuentro
entre el protagonista y el rey Santiago Uganda. El catalán humilla al rey negándose a
estrecharle la mano al monarca benga pero sí lo hace con sus súbditos. Lo que es más, el
protagonista desestima al rey Uganda todo el tiempo con un comportamiento
particularmente arrogante, incluso no duda jactarse ya que curiosamente, el jefe benga
no manifiesta ni indignación ni enojo, más bien comparte tabaco con el visitante que
para colmo le echa humo a la cara. El catalán termina sentenciando al rey benga como
un ejemplar de miseria moral y decrepitud física. No obstante, no deja de parecerle
curioso el inmovilismo mental del jefe benga, y él se muestra ofuscado porque esa
actitud indolente contrasta con la reputada dureza de Uganda.
Una vez más, Masoliver aporta pruebas más del aturdimiento característico del
alma negra y para argumentar su manifestación, ella describe el comportamiento de los
indígenas en un mercado batense: ―Clara ve entorpecido su paso por individuos lentos
que andan, se paran, examinan, piden y en particular palpan y vuelven a palpar los
objetos puestos a la venta, con gesto huido y como desinteresado. Seres meditabundos y
lacios, terriblemente lentos que parecen actuar en pleno estado de sonambulismo. (…).
Como adormilados tocan, sopesan, compran…lo compran todo: lo barato y lo caro‖
(Masoliver, 1962:12-13).
396

Por sus experiencias como viajero y los testimonios de sus compañeros


asentados en la Guinea española, el visitante catalán sentencia que la actitud servil que
enseñan los indígenas de la colonia española no es ninguna exclusividad. En su sentido,
todos los negros coinciden en la espontánea disposición a complacer al hombre blanco a
toda costa, de esta manera pues privilegian los deseos del amo blanco a expensas de sus
necesidades propias:
Me acuerdo del crédito de ferocidad y de crueldad que pesa sobre esta raza, y me acuerdo así
mismo de cómo cada colonial ha coincidido asegurando su sometimiento y su respeto, su
infantilidad incluso. Sé de blancos que llevan media vida en el cogollo de esta tierra, que viven
solitarios y feudales en medio de los braceros que laborean sus tierras, pero sé también que el
espíritu de la caverna late en el hondón de estos hombres de selva y de tribu. (…). Hallo, o busco
un consuelo recordando que pasé por Trinidad, por Haití, por Cuba y por el Brasil, y que todavía
vivo; que en Annobón, ayer, anteayer nada más, entre la negrería de la isla, sólo hallé halagos,
reverencias, sumisión hasta casi confundirme (Soler, 1951 :73).

Estas líneas exponen la impresión que los colonos tienen respecto a los
indígenas, seres inferiores cuyo contacto con el hombre blanco les anula como hombre.
No se trata de ningún estado momentáneo, y el protagonista exhibe mediante la actitud
de Eseng Mba que los negros tienen conciencia de su inferioridad y lo asumen
permanentemente: ―Ni una sola vez equivoca la distancia que estima inexcusable entre
nuestros dos colores. A tres o cuatro metros sin mirarme nunca a los ojos‖ (Soler,
1951:88). Más adelante reitera que el complejo de inferioridad radica en el color de la
piel: ―Como otras veces, aquí también me olvido frecuentemente del color que me
separa de los nativos, sin que él, sin embargo, se olvide una sola vez‖ (Soler, 1951:89).
De ahí que se vale de este sentimiento reductivo para cuestionar la naturaleza humana
del negro, hasta llegar a equipararle con el animal. En la obra de Soler abundan también
referencias vinculando los indígenas con los animales por su comportamiento, sus
gustos considerados raros, su supuesta incapacidad de sentimiento o simplemente por su
apariencia:
Canibalismo, infanticidios y matricidios, incestos y poligamia…, fetichismo y hechicería,
tatuajes, bárbaras mutilaciones, sacrificios humanos…Todo me parece lógico y posible a través
de ese estatismo sin pulso y sin alma, (…). Creo que empiezo a comprenderlos y a explicarme su
irracional ventura, esa felicidad zoológica de no ver, ni pensar, ni sentir, y ser, como el animal
que vierte a sus pies sus excrementos, pura materia orgánica, sin amor y sin dolor, sin
sensibilidad y sin entendimiento, sin ninguna de las gracias que justifican la existencia y la
persistencia de la vida humana (Soler, 1951:57-58).

Más allá del discurso con el que Bartolomé Soler trata de demostrar la
inferioridad característica del negro, hay otra consecuencia que expone el autor a través
de las relaciones que los indígenas varones mantienen con las hembras. En la opinión
del protagonista, existe un trato profundamente desigual entre hombres y mujeres
397

indígenas, y esto es otra prueba del alma salvaje y primitiva que habita este atrasado
pueblo. De igual modo, plantea la relación hombre y mujer como un medio para el
hombre desplegar su frustrada virilidad. Desde la perspectiva del género, Soler concibe
el entorno aborigen como una comunidad arbitraria, independientemente de la etnia,
puesto que está regida por una idiosincrasia que favorece a los hombres y no concede
ningún derecho a las mujeres, por lo que afirma: ―unos hombres que sólo palpitan a
través de la codicia y de la lujuria: yacer, comer, beber, holgar‖ (Soler, 1951:99). En
cambio, las mujeres son vistas desde una desgraciada condición de sometidas, tristes e
impasible por ello dice: ―Cada sexo acata su ley. La de ellas es esta: tirar, tirar, arrastrar,
como si sus manos fuesen también extremidades de herradura. (…), en todas esas
mujeres, únicamente asoman la pasividad, la indiferencia, y una tristeza honda, infinita,
y que ellas ignoran‖ (Soler, 1951:108). A lo largo de la obra, la mujer viene descrita
como una víctima a la vez, doméstica, familiar y cultural. Los casos de Akara, Maye y
Edayong plasman los tipos de violencias de las que son víctimas las mujeres negras. La
caracterización de las tres jóvenes permite apreciar el tema de violencia en su
diversidad, y principalmente desde los enfoques cultural o social: En esta línea se
expone que Akara es una víctima social o cultural por lo que a los dieciséis años de
edad, ha sido traspasada al hermano de su esposo por causa de enfermedad de este
último. Soler equipara el hecho a la cosificación de la mujer, o sea, una condición que la
rebaja a la ―condición de mercancía‖. Porque en realidad, Akara es rehén de la dote que
entregó el marido para casarla, y por la que está obligada a permanecer en la familia
política, a pesar de la incomodidad de su situación, ya que su padre no parece dispuesto
a devolver la dote recibida para liberarla. Pues también, si se fija en el caso de Mayé,
ella es una víctima doméstica quien, una mujer frustrada que a los veintidós años ha
sido casada y luego expulsada de su matrimonio por una supuesta esterilidad y ahora ha
vuelto a hospedarse junto a su familia. Por fin Edayong, otra perjudicada, precozmente
casada y ya madre con tan sólo quince años de edad. A parte estos ejemplos
individuales, el protagonista describe también a las mujeres de Ayamikén, Annobón y
todos los pueblos visitados, como van cargadoras o encorvadas de sol a sol. En la obra
de Soler, la mujer comparada al hombre es la más desgraciada de esta sociedad, su
condición la predispone a la obediencia y al sometimiento ciego frente al hombre, sea
padre, hermano o esposo. También tiene la obligación por naturaleza al máximo
esfuerzo físico diario, para garantizar la supervivencia de la familia y también perpetuar
la etnia mediante una multitud de maternidad. Además, la onomástica de Edayong
398

añade otro criterio relativo a la moral colectiva aborigen, la mujer tiene que ser un
modelo social, su credibilidad personal depende de su capacidad a tener un
comportamiento intachable y digno, igualmente el prestigio de la comunidad se valora
también por su conducta. En este sentido, Maye la repudiada es un caso de deshonra, no
cumple con el requisito preponderante que constituye la maternidad en esta sociedad
particularmente tradicionalista. En cualquier caso, la obra de Soler indica que las tres
son igual de desventuradas, prueba más de ello es cuando su primo Eseng Mba comete
la infamia de obligarlas a prostituirse con un viajero blanco de paso por el pueblo. Si
por un lado hay la hegemonía masculina, Soler carga igualmente con el acatamiento
absoluto que la mujer opone aquí a tanta imparcialidad, por eso son descritas de un
modo que refleja por un lado, su impotencia, por su conducta resignada, y por otro lugar
la erosión física que supone sus faenas diarias y sin respaldo de ningún tipo. Es para
enfatizar esta actitud demasiada conformista a su juicio que la mujer viene asociada a
diversos expresiones muy significativas: ―bestezuelas doméstica‖ (100), ―residuos
humanos‖ (107), ―página sin texto‖ (271), ―alma dormida, inanimada actitud‖ (136) o
simplemente carne de cópula. Soler reseña la miserable condición de la hembra
indígena, pisoteada en su humanidad y dignidad, sin derechos, un ser que únicamente
existe para servir:
Servir con la docilidad y la pasividad con que sirven el remo y el hacha, con la resignación y la
insensibilidad de todas las cosas inanimadas. Objeto más que sujeto (…). Y lo mismo que los
objetos, para acabar en trasto arrinconado por el desgaste. Desde sus primeros balbuceos, el
mundo circundante le enseña ya cuáles son las terminantes leyes que regirán su vida, la recta
invulnerable que va desde su cuna a su destino: parir, trabajar, callar…El hombre, únicamente el
hombre, padre, hijo, marido o hermano, opina, juzga, discute y decide. (…). La mujer no es más
que el fatal e imprescindible suplemento para que la vida subsista. Materia cotizable, como carne
de mercado y de burdel, desde los brazos paternos pasará al dominio conyugal; de una opresión a
otra opresión, (…). Para pasar de un cubil a otro, de una esclavitud a otra esclavitud (Soler,
1951:100-101).

Con estas palabras el autor permite apreciar una función social que aparenta a la
mujer a la condición de esclavitud o sea, vive impotente bajo el yugo de una sociedad
esencialmente machista. Pues la violencia social contra las mujeres es común, tolerada e
impune ya que no existe ningún código para denunciar a los verdugos. Precisamente
Bartolomé Soler no es el único autor español que define a las indígenas infortunadas y
sumisas. En La mujer del colonial (1962), Liberata Masoliver también aprecia a la
mujer negra por sus actuaciones, su condición social y su relación con los hombres.
Como Soler, Msoliver constata los mismos males que asechan a la mujer indígena y
principalmente las aldeanas. Son esclavas de sus maridos, casadas precozmente,
399

prostituidas por sus familiares, algunas son rechazadas por esterilidad, su fealdad o por
el exagerada dote exigida por los padres para casar a sus hijas. A diferencia de la
resignada actitud de las indígenas solerianas, esta novelista se indigna de que a pesar de
todo este malestar, las mujeres negras prefieran a los hombres de su raza. No obstante,
estas mujeres contrastan con las hembras inertes de Soler, en este caso, las indígenas
han conseguido un arma infalible aunque trágica para protegerse, las perjudicadas
toman la justicia por su cuenta, utilizan el envenenamiento para liberarse de los esposos
dominadores, para descartar a una rival o para evitarse un matrimonio poligámico. Pero
algunas como la joven Ntaná envenenan para resguardar intereses propios: ―ha acudido
al poblado (…) a pedirles que hagan medicina para que el massa Narvaé reviente…por
culpa de Massa quedó sin Rua, ahora quedará sin mam y sin su niño…Ntaná si no tiene
a Mam y al niño, morirá de hambre y de tristeza. Es preferible que muera el Massa‖
(Masoliver, 1962:319). Por fin, como Soler, Masoliver subraya algunas divergencias
fundamentalmente entre la mujer blanca y la negra. Se fija por ejemplo en la conducta
en una situación de convivencia entre hombres y mujeres en general, pues constata que
la blanca por derecho goza de su libertad en situación de pareja, todo lo contrario de la
mujer negra: ―el obligado sometimiento de la mujer morena a su hombre en el
voluntario sometimiento de la mujer blanca‖ (Masoliver, 1962:10).

Como Masoliver o Soler, Emilio Guinea (1947) citado por Alás-Brun (2007),
también plasmó el drama de la mujer aborigen guineana, tras una estancia de tres meses
en la colonia española, pues el título es revelador: En el país de los pamues. Relato
ilustrado de mi primer viaje a la Guinea española (1947). En este caso, Emilio Guinea
proceder subrayando los contrastes entre la colonia y su Europa natal. Por ejemplo
observa un entorno tropical barbarie y muy diferente de la naturaleza domesticada
europea, o sea, la civilización. Emilio se fija también en la etnografía; la vida y las
costumbres de los nativos y en especial los fang. Como Soler, Emilio Guinea expone al
principio su asombro por los modos de vida de los aborígenes que le inspiran
admiración, extrañeza pero también curiosidad. En el mismo sentido, enaltece la figura
de la mujer fang por su fortaleza física y moral pero igualmente por ser extremadamente
hacendosa tanto se convierten en el pilar de la colectividad, sea madre o esposa. Sin
embargo, el final de la obra resulta sorpresivo porque repentinamente el autor sale de su
estado de fascinación para retomar su papel de agente del imperio. Con lo cual, el relato
toma un giro inesperado y, los indígenas que admiraba ahora los rechaza como súbditos
400

coloniales primitivos, inmorales o perezosos. Pues igualmente, trata de denigrar la


condición humana de la mujer fang física y moralmente esclavizada. En este caso
particular, el carácter versátil del autor respecto a los indígenas y a la mujer fang en
particular aparece determinada por su estado anímico. En el fondo, cabe recordar que
esta misma actitud voluble ya se notaba en LSH donde el protagonista de Bartolomé
Soler se presenta a menudo como digno blanco europeo y, en otros momentos también
confiesa abiertamente su impotencia o su respeto para con los mismos indígenas
reiteradamente definidos torpes y salvajes. El presente trabajo de Alás-Brun estudiaba
los estereotipos de los colonizados guineanos en la obra colonial española, al final, ella
pone de relieve destacadas incoherencias en la construcción de los prejuicios atribuidos
a los indígenas en las tres obras coloniales de Soler, Guinea y Bravo:

En conclusión, en los tres ejemplos seleccionados de literatura de viajes sobre Guinea Ecuatorial
durante la posguerra se encuentra una serie de características comunes en cuanto a la
representación de los sujetos coloniales de raza negra, derivados de los prejuicios extendidos en
la época en la población europea respecto a los africanos, que encajan en los estereotipos del
Otro tropical, y se justifica la empresa colonizadora de España.(…), la actitud de los narradores-
protagonistas hacia los africanos colonizados y hacia la empresa colonial no es monolítica, sino
que presenta fisuras, especialmente en la obra de Soler. En definitiva, la colonización de España
en Guinea es aceptada con algunas reservas por el colonial Bravo, con tensiones más evidentes
por el científico Guinea y con fisuras y contradicciones abiertas por el viajero Soler. Frente a los
intentos de justificar el dominio sobre las colonias africanas por la supuesta superioridad racial
de los europeos y de idealizar la colonización por España de sus territorios en el África
Ecuatorial, que ninguno de los tres autores consigue reconciliar sin problemas con su profesada
admiración por los africanos de raza negra y su fascinación por la selva virgen (Alás-Brun,
2007:296).

Así como hemos dicho anteriormente, los otros argumentos por los que Soler
trata de despunta la inferioridad del negro estriban en sus origen y costumbres,
principalmente, el alma supersticiosa, la excesiva pasión por la música o el baile. El
relato acerca de estos estereotipos definen a los indígenas como personas de una esencia
turbia y que el protagonista trata a la vez de examinar por curiosidad y también de
menospreciar como una característica más de la condición de salvaje. A lo largo de la
obra, el protagonista diseña a los indígenas como seres cuya existencia está subordinada
a una serie de creencias aborígenes totalmente empíricas y sin ningún fundamento
racional. En su opinión, esta es una actitud que prueba la incapacidad del negro por
actuar en base a un razonamiento racional. El narrador apunta diversos casos que
permiten leer a los negros como arquetipos del desequilibrio por sus instintos carentes
de lógica desde su punto de vista. Desde la perspectiva de sus prácticas vernáculas o
místicas, la obra de Soler recoge tres principales ramas que rigen la idiosincrasia de los
indígenas; la protección contra las fuerzas maléficas, la curación de los males maléficos
401

y en último lugar las consecuencias. Según el narrador, en el mundo indígena, los


sucesos parecen tener siempre una explicación sobrenatural, de ahí la necesidad de
aportar soluciones adecuadas, y a lo mejor adelantarlas. En este sentido, para prevenirse
de los brujos o de alguna fuerza demoledora, los indígenas acuden al Nguí, al hechicero
Malam o a cualquier medicina Ngang. Precisamente define al nguí y su función como:
―estatura y hechura humanas y tallado en barro, el nguí milagrero que ha de protegerles
contra las aviesas hazañas de duendes y de brujos, está en el bosque vecino, tumbado
entre la maleza y en guardia siempre, la panza mirando al cielo y repleta de viandas y de
hierbas que tienen virtudes medicinales y propiedades que ahuyentan a los espíritus
malignos. Ni trasgos, ni espectros ni hechiceros resistirán la mirada del nguí‖ (Soler,
1951:89). Igual que el Nguí, el Malam es también venerado por los indígenas como
potente depositario de virtudes protectoras, curativas y exorcistas. Según Soler, éste
simboliza la bondad pues es: ―deidad heroica y casera que desde su morada ideal tutela
a la familia pamue desde los tiempos en que se desgajó del tronco bantú‖ (Soler,
1951:103). Además del Nguí y Malam, también asumen la función protectora diversos
fetiches y algunos en forma de amuletos, uno de ellos es el ―okon enam‖ que lucen
todos los habitantes del pueblo Ayamikén por sus virtudes místicas, este fetiche avisa a
su porteador del peligro inminente. Por fin, los indígenas utilizan las hierbas o cortezas
para curar las patologías naturales físicas, es el medio elegido por la vieja Ntaná en
Ayamikén para curarse del dolor de cabeza. En este caso, la curación radica en las
únicas virtudes de la materia, por eso la anciana Ntaná utiliza las hierbas a este fin.

El autor de LSH describe un modo de vivir propio de los pueblos aborígenes


vinculado con su naturaleza bárbara. Expone hábitos que en su sentido han concurrido a
fomentar, tras generaciones, una visión supersticiosa que les mantiene estancados en el
estado de atrasados en el que se encuentran. Esto se manifiesta en la obsesivo hábito de
recurrir a los fetiches y protectores en todas las circunstancias de la vida como son la
caza, el parto o contra esterilidad femenina. He aquí una manifestación más del
pensamiento reductor indígena, que asimismo merma la posibilidad de salir del estado
de salvaje de este pueblo: ―Asimismo, y con el fanatismo de las mentalidades inferiores,
cree en la legitimidad de unos derechos que no ha inventado ni ha impuesto, que se han
ido transmitiendo (…), y cuyo ejercicio se remonta a los tiempos en que el primer
macho negro cultivó el sagrado mandamiento de la procreación‖ (Soler, 1951:100). No
402

sólo expresa su desprecio por las creencias aborígenes, Soler reitera la trascendencia del
raciocinio europeo sobre los cultos indígenas.

Como se puede observar a través de lo que precede, Bartolomé Soler explora


aquí algunos tópicos recurrentes que revelan las creencias indígenas como una
manifestación de la barbarie típica del negro colonizado. Esta postura es aquella misma
que diversos autores han utilizado para justificar la utilidad de la colonización europea
en África, es decir, presentar las prácticas o hábitos vernáculos como obsoletos y
desdeñar a los indígenas que los practican. El caso de Soler corrobora la crítica
formulada por Edward Said quien, hablando del orientalismo ha expuesto una multitud
de mecanismos de la fabricación del Otro desde la Edad Media. Según aclara Juan
Goytisolo, Said en su obra El orientalismo (1990), demuestra cómo los orientalistas en
provecho de su hegemonía económica, militar o técnica se encargaron de esbozar un
retrato siempre reductivo de lo oriental en todas sus formas, social, cultural, religioso,
literario y artística. La labor de Said ha constituido en la desconstrucción de aquellos
montajes estereotípicos. Para lograrlo, ha utilizado sobre todo textos anglofranceses
para demostrar cómo autores occidentales, mediante el orientalismo fabricaron un
Oriente conforme a sus anteojeras. Por poner un ejemplo, Goytisolo señala algunas
estrategias expuestas por Said, así como los efectos en Oriente y sus pueblos:

Los ha clasificado en unas categorías intelectuales y ―esencias‖ inmutables destinadas a facilitar


su sujeción al ―civilizador‖ europeo. Fundándose en premisas vagas e inciertas, ha forjado una
avasalladora masa de documentos que, copiándose unos a otros, apoyándose unos en otros, han
adquirido con el tiempo un indiscutido-pero discutible- valor científico. Una cáfila de clisés
etnocentristas, (…), han orientado así la labor escrita de viajeros, letrados, comerciantes, y
diplomáticos: su visión subjetiva, embebida de prejuicios, ha teñido sus observaciones de tal
modo que, enfrentados a una realidad compleja e indomesticable, han preferido soslayarla a
favor de la ―verdad‖ abrumadora del ―testimonio‖ ya escrito (Said, 1990:9-10).

Soler se vale del mismo desestime para evaluar la relación que mantienen los
indígenas guineanos con su cultura y, particularmente sus hábitos lúdicos como son sus
creencias aborígenes, la música o los bailes. He aquí un argumento más sacado por
Soler para mostrar la perversión típica del negro indígena, predominante en la
propensión a las festividades. Para alcanzar su propósito, Soler pone en escena los
corisqueños y los habitantes del pueblo Ayamikén, en ambas localidades, se celebra una
fiesta danzante nocturna como indica: ―en homenaje a mi blancura y merced a los
frascos de alcohol que le acompañan‖ (Soler, 1951:167), aunque a su pesar: ―me siento
anonado‖. Es sobre todo en Ayamikén donde el visitante presencia durante horas al
403

balele de bienvenida en homenaje a los tres blancos, él aprovecha para valorar los
requisitos de los bailes indígenas. Distingue los instrumentos tradicionales de percusión,
principalmente diversos tipos de tambores en uso (mbein, ngom o tumba), el tam-tam y
los xilófonos. También identifica tipos de bailes aborígenes como son, el onzila, ibanga,
balele, njembé, malaní, mbatúa, mbang-nsongo o ukunga. Si bien, le llama
particularmente la atención el indumentario y otros adornos circunstanciales que lucen
los bailarines hombres y mujeres. Por ejemplo, se fija en un grupo de cuatro mujeres, las
observa y describe sus disfraces en materias rústicas: ―Las cuatro danzarinas engañan su
desnudez con los mismos arreos. Una tira roja les sujeta el pecho, y un lienzo obscuro
como sus carnes las cubre desde el talle hasta los muslos. Una faja tupida de cáscaras de
akot-forma, sonido y tamaño de nuez-les ciñe los tobillos y la cintura, y en la frente, un
penacho de plumas multicolores les da un aspecto de pavos reales humanos‖ (Soler,
1951:344). En adelante, observa a otras diez y, una vez más describe su vestimenta
castiza ajustada a los movimientos que ejecutan: ―Las diez mujeres me producen el
efecto de diez auténticos monigotes de trapo y de tiovivo. Ciñen unos faldones de hojas
de nipa, (…), los han embadurnado con el rojizo de látex de mbe, (…). En las muñecas,
unas pulseras de semillas de onsek recuerdan, al agitarse, el ruido de avellanas vacías.
Quietos los pies y las caderas, sólo evolucionan de cintura arriba, lentamente primero,
con arreglo después, hasta creer que las acomete un furor de posesas (Soler, 1951:347).
En cuanto a los hombres, para ejecutar la danza de guerreros, lucen faldas de rafia,
cascos de caracoles o manojos de plumas de pavo y con lanzas. Estos se distinguen por
los movimientos que ejecutan semejante a un simulacro de una contienda, pero también
con sus múltiples tatuajes en sus cuerpos la multitud de amuletos que llevan.

El espectáculo que ofrecen estos negros es la expresión de su estado primitivo.


Esto es lo más transcendental, según contempla el narrador porque el baile tiene un
efecto extraordinario sobre los bailarines. La ejecución del balele nocturno fang extraña
al visitante por lo que constata que los bailarines en acción, son semejantes a seres
poseídos por un espíritu sobrenatural. La escena es digno de asombro: ―Frenético,
vertiginosa, con un hervor dramático e incontenible, la vida estalla únicamente mientras
la música les de sus danzas los descoyunta hasta la embriaguez y la demencia‖ (Soler,
1951:110). El baile transforma a los bailarines en un estado de embriaguez que a la vez
extraña y aterroriza al observador: ―cada voz que oigo, y los ojos y el gesto, sólo me
revelan pánico, un pánico atroz, infantil, y unánime, anulando toda posible comprensión
404

de un desdichado azar‖ (Soler, 1951:370). El baile procura un placer óptimo y felicidad


a los negros, es por eso que bailando, ellos cobran la verdadera vitalidad humana de la
que carecen en su vivir diario. Por eso afirma que en la existencia del indígena hay un
antes y un después de la danza y, recalca tras fijarse en una joven que le manifestó su
curiosidad hacia el blanco: ―después…, después reaparece ella, la misma criatura que
me miraba con ojos muertos y la expresión y la expresión imbécil, igual que al concluir
la danza la abandonase desde el instante que sus piernas se prenden de los ritmos del
nkú‖ (Soler, 1951:346). Después de recorrer varios pueblos de la colonia, el catalán
concluye a una afición típica del hombre aborigen cualquier que sea su etnia, también
llega a la conclusión de que la energía física de los aborígenes es inagotable, pues ellos
son capaces de ejecutar la danza durante largas horas si desplomarse nunca.

Más allá del sentimiento mitigado que se desprende del relato acerca de los
bailes nativos y los bailarines, esta es un pretexto hallado por Soler para evidenciar un
aspecto más de los rasgos indígenas que revela su inferioridad. Soler encuentra en la
relación que mantienen los negros con sus bailes nativos una expresión de su
salvajismo, los indumentarios, la ejecución, los bailarines o los instrumentos utilizados
son grotescos, desprovistos de sentido y sobre todo monótono, así lo ha verificado en
todos los territorios visitados. Veamos una vez más cómo resume sus impresiones
durante la noche festiva improvisada en el borde del río Ntem, por los habitantes de
Ayamikén que participantes a la gran casería, la escena le parece surrealista:

Después de una hora de cháchara en que he creído verlos igual que cuando se aprietan en el
abein. Veinte voces patullando a un tiempo, veinte voces cantando al son de un madero que
choca contra otro y de un cuchillo con repiqueteos sobre una botella vacía, sin variar el ritmo ni
el tañido una sola vez, con la misma isócrona y exacta persistencia de un tictac. Pasos y
descoyuntamientos de baile de un cuerpo desnudo que destaca su negrura en el fondo rojo de
unas ascuas; aullidos de júbilo y alaridos escalofriantes, como si trataran de ahuyentar a los
duendes de la selva‖ (Soler, 1951:331-332).

Si bien, esta es otra ocasión que aprovecha el protagonista para menospreciar a


los negros y también reafirmar su preeminencia racial: ―Creo que nunca entendí la
añoranza como la entiendo ahora, lo mismo que jamás supuse que alguna vez habría de
mirar hacia la altura como en este momento en que el corazón me tiembla de gratitud y
de fe ante la gracia de mi color y mi linaje‖ (Soler, 1951:351).

La imagen del hombre negro inferior, tal y cómo desarrollada respalda la actitud
paternalista del hombre blanco, desde luego, el hombre blanco se vale de su hegemonía
405

social o racial y su alto poder adquisitivo económico para otorgarse el derecho de


educar al negro, es decir, protegerle, custodiarlo o también castigarle. Esto es un tema
constante sobre el que se explayan muchos autores coloniales de ambas corrientes, la
percepción despectiva asociada al negro es unánime aunque con matices según los
escritores o las obras. Por ejemplo, para comprobarlo, hemos recogidos algunos
protagonistas destacados en las obras coloniales de autores españoles.
Liberata Masoliver forma parte de aquellos autores coloniales que identificaba
Díaz Narbona como aquellos, que han escrito novelas sobre la Guinea Española sin
haber nunca pisado este territorio. Si bien, aunque su relato pueda ser considerado
escasamente fiable para describir la realidad de la Guinea colonial, en lo que nos
concierne, el interés principal de su obra en este trabajo radica en la imagen que ella
ofrece de aquella colonia española. Hecha esta precisión, hay que decir que recorriendo
las obras coloniales, es interesante ver por una parte, cómo unos y otros retratan a los
indígenas desde la perspectiva de sus límites vinculados con su ser, estar o hacer, y por
otra también las propuestas palitivas. Asimismo hemos destacado, en la novela La mujer
del colonial (1962) Liberata Masoliver a Ramón Narváez uno de los típicos colonos
finqueros que protagonizan el relato igualmente como Carlos Araujo en la novela de
Hidalgo López La casa de la palabra (1994) o don Miguel Plana en la obra de José
Vilá, Tres modos de vivir (1958). A ellos, se puede sumar a los finqueros Sandalio
Morote, Pedro Beltrán o el teniente Buiza sacados la recién novela colonial de Carrasco
González, Orden en Río Muni (2011). La mayoría de estos protagonistas son descritos
como colonos establecidos en la colonia, son ricos, prepotentes, a menudo veleidosos y,
habitualmente ejercen sobre los nativos el poder que le concede su notoriedad
socioeconómica y superioridad racial. Sus actuaciones están en perfecta consonancia
con su visión del indígena, razón por la cual atienden a justificar por un lado, la
inferioridad de los aborígenes y por otro, la necesidad de civilizarlos. En la obra de
Masoliver por ejemplo, el finquero y maderero Ramón Narváez emplea quinientos
nativos reclutados entre la variedad de los bajos oficios más corrientes que ejercen los
indígenas, hay: auxiliares maestros, oficinistas, marmitones, dependientes, braceros,
camioneros, enfermeros, criados, cocineros o leñadores. En esta novela, Narváez viene
perfilado como un hombre opulento, prepotente, libertino, a menudo violento pero
también es noble, amante de la selva ya que no duda admitir que está muy a gusto entre
los indígenas. Por todo eso, es particularmente respetado por los suyos pero temido por
los indígenas sobre los que tiene el derecho de vida o muerte, entretiene o castiga con
406

fuerza siempre y cuando lo juzgue oportuno. Así reacciona frente a un empelado por
osar enfrentarse a su amante Clara Benavent:
Al sentir el violento contacto de su pie en los costillares. Usaka, el que amenazó a Clara con el
machete, es levantado y arrastrado por los crespos cabellos hasta la mujer…El colonial le obliga
a besarle los pies amarrándole sobre ellos, para que en adelante sepa que él y todos han de
respetarla…La paliza que le sigue remata el asunto sin que el moreno, ante la fiereza de sus ojos,
ose levantar la mano ni la voz para defenderse. (…). Son como niños ya lo sabe (Masoliver,
1962:88-89).

En esta novela se da también otro argumento corriente, corroborado por algunos


autores citados, aquellos que conciben al negro particularmente adicto al alcohol. Soler
añade un estado de ebriedad contribuyendo a incrementar la euforia de los aborígenes
de Ayamikén en una noche de celebración nocturna.
Masoliver igualmente argumenta sobre el particular indicando a los indígenas a
menudo borrachos, un hecho causante de constantes ajetreos o simplemente deja a los
trabajadores inservibles. Esto es un rasgo característico presentado común a todos los
negros igual que la ignorancia o la miseria, en suma, otra prueba de la típica alma
inconsciente indígena. Efectivamente, donde Otto de Habsburgo (1963) enumera las
realizaciones españolas en la colonia guineana, señala el alcoholismo como una
preocupación fundamental por lo que la administración colonial debió invertir mucha
ingeniosidad para disuadir aunque con escaso éxito lo que califica como ―serio
problema‖, y al propósito dice: ―A los africanos le gustan las bebidas espiritosas y
abusan frecuentemente de ellas. Las prohibiciones no surten efecto. Así, el gobierno se
ha visto obligado a aplicar la política del precio elevado. (…). La administración
inventa sin cesar nuevas tretas para dificultar el tráfico de vinos y licores. (…). El éxito
no se ha comprobado aún, pero ello no impide que se admire el espíritu inventivo de la
burocracia‖ (Otto de Habsburgo, 1963:166).
En realidad, caben novelas coloniales donde los intereses de los colonos
trascienden los derechos de los indígenas. Precisamente de hecho se dan recurrentes
castigos físicos y otras frustraciones justificados por la apatía y demás fallos en la
conducta o razonamiento que dan al indígena por salvaje o inepto. Carrasco González
aporta algunas razones que legitiman los muchos rostros de la represión hacia el negro
por la necesidad de cambiar su mentalidad retrograda:
Protestan cuando se los recluta para los trabajos comunitarios, pero nada más. No comprenden
que abrir caminos en la selva y chapear los claros y las carreteras es en beneficio suyo. Le da
igual el progreso, sólo quieren vivir sin trabajar. Y no se enteran de que hay una ley que los
obliga a los trabajos comunitarios. Claro que éstos de leyes no entienden, como no entienden de
casi nada. ¿Usted sabe cómo se coloniza? ¡A palos! Es lo que hacen las otras naciones. (…). Se
trata de salvajes y hay que instruirlos de la manera que conocen. No se puede civilizar con besos
y flores (Carrasco González, 2011:74).
407

Esta es también la razón por la que, por ejemplo, para lograr la pacificación de la
zona continental de la colonia, el teniente Buiza se vale de las leyes coloniales para
aplastar impasible a los rebeldes fang esamegones. Por sus represalias siempre
acertadas, este militar se ha ganado el respeto de sus compatriotas y el miedo de los
indígenas, es un militar pragmático pero admite que no carece de sensibilidad. Pero su
acción prepondera el interés colonial donde el deber supera cualquier sentimiento
humano, hay que actuar sin compasión y en su caso, no ha dudado diezmar pueblos
enteros para aplastar definitivamente las voces discordantes de entre los aborígenes y
disuadir a todos los demás. Por eso tiene su reputación establecida: ―cazador de fieras y
de hombres pues no distinguía entre unos y otros‖ (Carrasco González, 2011:75). Desde
luego, él considera a los negros torpes e incapaces de reflexionar, pero ante todo
prevalece el interés colonial por eso posteriormente matiza: ―No es que le guste matar
indígenas, preferiría la paz colonial y el retiro descansado, pero nunca cuestionó las
órdenes crueles de la civilización en progreso en la que creía‖ (Carrasco González,
2011:75).
En la novela Tres modos de vivir de José Vilá (1958), se desprende también una
visión paternalista de la colonización española. Por una parte el autor describe una
existencia colonial rebosante de dificultades, como en la obra de Soler, los colonos
destacan por su exceso ambición por el lucro, algunos rozan la ostentación. Si bien, la
codicia sobrante resulta también agotadora dado que finalmente aparta de otros ideales
también imprescindibles a la vida: ―¿No habíais venido a hacer fortuna? Pues ahí la
tienes. Eres esclavo de tu hambre de dinero; como todos los coloniales listos. Echáis los
bofes tras de cuatro billetes y acabáis derrengados. Cuando queréis disfrutar ya no tenéis
fuerzas para ―mininguear” ni para soltar un pedo que huela de verdad‖ (Vilá, 1958:67).
En este ambiente en el que prevalece el interés económico del amo, los indígenas son
retratados como personas de una raza inferior, destacan particularmente por su torpeza
pero algunos son conscientes de su condición social. Sirva como muestra la siguiente
reflexión entre dos coloniales, don Miguel y don Ramón, sobre los indígenas:
Los negros africanos tienen respeto a los demás por temor o por interés, jamás por un sentido de
la obligación. – Pues, si es así, debemos educarlos. -No es posible educarlos (…) –Los braceros
me respetan a mí o le respetan a usted porque somos blancos; no porque seamos superiores. (…)
Para ellos, ser blanco equivale a ser superior. (…). Obedecen al europeo porque saben que tras el
europeo está el castigo. (…). Es lo único que les infunde respeto y les lleva a cumplir con sus
obligaciones (Vilá, 1958:56-57).
408

Aquí se despunta que, las relaciones interraciales están regidas por la identidad
racial y los atributos vinculados con el poder económico. Como Soler, José Vilá define
a los negros más animados y libres cuando se hallan entre ellos pero en presencia de los
colonos se vuelven sumidos porque se saben anulados. Esta actitud puede ser leída
como el acto de aceptación o interiorización de la condición de subalterno, es decir, la
desigualdad y de ahí la incompatibilidad. Además, aquí aparece el indígena perfilado
profesionalmente incompetente y moralmente irresponsable por lo tanto, se justifica la
postura paternalista que exponen estos dos finqueros. José Vilá describe situaciones
concretas donde se pone de relieve la ignorancia de los negros y el castigo físico como
respuesta del blanco para llamar la atención y restablecer el orden. En la finca de don
Miguel Plana por ejemplo, un tal Ndongo empleado es enfrentado a un jefe blanco, don
Ramón en una situación de típico desacierto de los indígenas. El narrador describe el
castigo y su motivo pero también la explicación del jefe: ―El indígena dejó el rastrillo,
pero el encargado había montado ya en cólera. Cogió un bastón, se acercó
decididamente a Ndongo y lo descargó sobre sus espaldas. El bracero no protestó.
Cogió el rastrillo con púas de madera y continuó su trabajo (…). Si te duele ve al
paciente-dijo don Miguel a Ndongo (…). Es la tercera vez que mando cambiar el rasillo
a ese bruto, y cuando vuelvo la espalda coge otra vez el de púas metálicas‖ (Vilá,
1958:58). El comportamiento de Ndongo no causa asombro, tan sólo prueba su
incapacidad a entender la necesidad de utilizar el rastrillo más adecuado, y también su
cobardía al recibir impasible el castigo. Lo que es más, en señal de su arrepentimiento,
Ndongo pasa la noche en vela delante de la casa de su jefe, una prueba más desbordante
de su inmadurez mental. El finquero don Miguel no argumenta la prohibición legal del
castigo físico hacia los indígenas, su razonamiento prioriza sus intereses por encima de
todo, se encarga de explicarle al jefe blanco don Ramón el aturdimiento característico
de los indígenas, y la necesidad de procurar entenderlo. Su discurso encajan por un lado,
como gran conocedor de los empleados negros con su mentalidad atrasada pero cándida,
y por otro, plantea la necesidad por los colonos de saber manejar a aquellos indígenas
que son un mal imprescindible: ―Los indígenas son como los pequeños golfos que
merodean por las zonas próximas a los puertos. Su malicia es infantil. Ndongo se ha
comportado hoy con la absurda tozudez del insecto que pretende salir del frasco de
cristal en que se halla prisionero, usted no ha sabido contener sus nervios‖ (Vilá,
1958:59).
409

El relato acerca de la relación entre el amo blanco y el bracero Ndongo hace


alarde de uno de los aspectos más denunciados por los anticoloniastistas; La
discriminación racial con sus múltiples facetas utilizadas como un medio acertado para
racionalizar la colonización. En este caso o en otros posibles, se contempla la
abrumadora dependencia interiorizada por del indígena y que se manifiestan con una
actitud de total subordinación, frente a lo colonizado apoderado por su preeminencia
social o material, de ahí su actitud codiciosa y carácter implacable. Aimé Césaire por
ejemplo hace un balance totalmente demoledor del trato interracial colonial:
He hablado de contacto. Entre colonizador y colonizado sólo hay lugar para el trabajo forzoso,
para la intimidación, para la presión, para la policía, para el tributo, para el robo, para la
violación, para la cultura impuesta, para el desprecio, para la desconfianza, para la morgue, para
la presunción, para la grosería, para las elites descerebradas, para las masas envilecidas. Ningún
contacto humano, sólo relaciones de dominación y de sumisión que transforman al hombre
colonizador en vigilante, en suboficial, en cómitre, en fusta, y al hombre nativo en instrumento
de producción (Césaire, 2006:20).

A esta conclusión también llegó Albert Memmi al analizar el contacto entre el


colonizado y el colonizador. Apunta igualmente una relación de dominación en la que la
caracterización y el papel del colonizado son relevantes en ideología colonizadora.
Entre otros detalles señala la construcción de una imagen del indígena expresamente
entorpecida o incoherente del colonizado, del tal forma que al cabo de algún tiempo se
percibe, aunque a despecho, cierta adhesión al ideal colonial de su parte. Explica que
esto es porque en realidad, el colonizador ya siendo amo necesita además consolidar
definitivamente la legitimidad de su hegemonía y, esta se logra mediante la sumisión
total o confesada por el indígena. Albert Memmi define el sistema colonial como un
universo ilógico, con leyes propias, sus verdades en un círculo vicioso, pero mantiene
firme que en todo aquello, el único y mayor perdedor es el colonizado. Asimismo
resume las contrariedades del sistema colonial europeo:

El colonizador debe ser reconocido por el colonizado. El vínculo entre colonizador y colonizado
es, de este modo, destructor y creador. Destruye a los dos actores de la colonización y los recrea
en colonizador y colonizado: uno de ellos se desfigura en opresor, ser parcial, incivil, tramposo,
preocupado sólo por sus privilegios y su defensa a cualquier precio; el otro en oprimido,
quebrado en su desarrollo, transigente frente a su aplastamiento. Del mismo modo en que el
colonizador intenta aceptarse como colonizador, el colonizado se halla obligado a aceptarse
como colonizado para sobrevivir (Memmi, 1957:99).

La novela de Vilá no describe sólo el modo de vivir o actuar de los blancos y


negros, sino que, también ofrece la oportunidad de analizar otra realidad colonial, la
situación de la descendencia colonial a través del hijo mulato del protagonista finquero
410

don Miguel, habido con una indígena. Don Miguel está en contra de la violencia hacia
los empleados, y con buena razón, tiene un hijo mulato que él y todos los colonos
consideran un negro más. Asimismo se opone al castigo sobre Ndongo porque dice ―Su
malicia es infantil‖ (Vilá, 1958:59). Don Miguel no respalda la represión pero sí
comparte la concepción más extendida que perfila al negro irresponsable, equiparable al
niño y de ahí dependiendo del hombre blanco. La postura aparentemente humanista de
don Miguel es justificada por su historia personal, padre del mulato Pascual que el
narrador representa como la mayor pesadilla de su padre. Físicamente Pascual tiene una
altura debajo de la media, a pesar del apoyo incondicional y asesoría de su padre,
Pascual tiene conciencia de las escasas oportunidades existenciales que le concede su
condición como negro. Precisamente don Miguel concibe su hijo con una inteligencia
limitada de hecho no puede estudiar una carrera de ingeniería como si fuera blanco, en
él transciende la aptitud por los oficios que priorizan el esfuerzo físico o requieren una
inteligencia limitada. Por lo cual Vilá ha construido al adolescente mulato practicando
el deporte del tenis y en el que sobresale en la península, allí donde asiste en un colegio
misionario por dos razones, primero, evitarle un contacto constante que con los
indígenas que le volvería igual de torpe, y segundo, porque su existencia constituye un
estorbo en la vida matrimonial de don Miguel. Al final, Pascual se inclina a la carrera
eclesiástica, su destacada posición social privilegiada, desde el lado de los blancos le ha
permitido palpar las injusticias que padecen los suyos, como cura piensa revolucionar la
sociedad, humanizarla mediante la concientización de ambas comunidades.
En fin, con el perfil de Pascual se añaden más rasgos típicos de los indígenas,
igual que los remeros solerianos, los negros son personas que más valen por su
anatomía que con el cerebro. Vilá concibe a los mulatos tan negros como los demás
indígenas pero, su implicación en el relato plantea sobre todo la cuestión de la identidad
racial de estos seres híbridos. Los mulatos asimismo son legión en la corriente española
de la literatura hispano-guineana, en línea general, son padecen la indiferencia de los
indígenas y el rechazo de los blancos. Pues en este caso precisamente la esposa de don
Miguel Plana se niega a la convivencia con Pascual. Liberata Masoliver (1962) también
señala numerosos mulatos en la ciudad de Bata y en los poblados, recordémonos los del
famoso finquero Ramón Narváez, pues mientras él asume su paternidad asegurando el
cuidado de su prole, su amante Clara Benavent los contesta porque dice, son criaturas
bastardos y no son blancos. En cambio, se produce el rechazo al revés en la novela de
López Hidalgo (1994), esta vez, la hija mulata habida de mama Raquel y su amo blanco
411

cuenta entre las víctimas mortales de la purga racial desencadenada por las nuevas
autoridades guineanas tras el final de la colonización.
No obstante, Vilá matiza su postura afirmando por ejemplo que los negros
inmigrantes también asentados en la colonia viven mejor que los blancos puesto que
sólo desean mejorar su condición, mientras que los blancos anhelan la fortuna. También
admite el efecto corrosivo de la experiencia colonial sobre los colonos, no sólo por las
dificultades que suponen el destierro y las hostilidades del clima tropical, sino también
el esfuerzo a realizarse no les deja el tiempo necesario para disfrutar de las riquezas
acumuladas durante largos años. Por fin, esta novela pone de relieve el desconocimiento
de los peninsulares sobre las realidades de la colonia, esto afirma el joven colono Pedro
cuando de visita en España descubre la opinión errónea que su familia tiene de los
colonizados, conciben muy primitiva la vida tropical, la colonia y sus habitantes.
La opinión de Álvarez Méndez es que la mayoría de las obras hispano-guineanas
de autores españoles que denomina ―africanistas españoles‖ sostienen el discurso
colonial español, incluso algunas hacen su apología. No obstante, su estudio ha llegado
a demostrar que el hecho no es una exclusividad española, destaca la novela Una Lanza
por el boabí del guineano Daniel Jones Mathama (1962) entre aquellas obras que
reproducen los mismos estereotipos negativos de este discurso. En esta novela que
Álvarez clasifica en la ―literatura de consentimiento‖, señala la postura del autor donde
confiesa abiertamente su intención: ―reclama para sí el derecho y el deseo de llegar a
parecer al colonizador‖ (Mathama, 1962:81). Según Álvarez, por una parte, la novela de
Mathama recoge estereotipos racistas entre los que perfilan al guineano y al bubi en
particular desde la perspectiva de su identidad social o cultural, como un ser salvaje,
vago, con una mentalidad infantil, adicto a la música o a la lujuria. Por otra parte, en
Una lanza por el boabí se expone igualmente la apología de la colonización, el autor no
duda exhibir los provechos de la tutela española y principalmente la destacada obra de
evangelización o la escolarización de los jóvenes aborígenes, ambos vertientes que han
contribuido al desarrollo socio cultural del indígena. Álvarez concluye su análisis con
una crítica abierta dirigida al autor:
Daniel Jones Mathama logra perpetuar la representación estereotipada del continente africano
como el ámbito del salvajismo y de la barbarie. Para ello sitúa el lugar de la enunciación en la
perspectiva del colonizador y encuentra la formación estratégica de su discurso en un estrecho
contacto con los textos de africanistas españoles y con la percepción racista occidental de la
realidad. Por tales motivos, esta obra tiene para la teoría poscolonial un interés semejante al de
los textos redactados por los africanistas españoles, (…). Constituye una muestra más de la
narrativa española colonial en Guinea Ecuatorial, pero no participa de la vinculación de una
412

literatura autóctona ni de la resistencia simbólica propuesta por Fanon contra la imposición


extranjera (Álvarez Méndez, 2010:85).

Como ella, Carlos Echegaray citado por Onomo y Otabela (2004:20), coincide
en valorar la obra de Mathama por sus aciertos literarios pero también las
contrariedades de su propósito: ―escrita con soltura y dominio del castellano y en estilo
un tanto finisecular, puede situarse esta obra como la última de las novelas coloniales
por su ambiente y su punto de vista, favorable a la civilización europea en la que el
autor se empapó durante su posterior vivencia en España‖. Para enfatizar en el mismo
sentido, Mbaré Ngom opina sobre las dos primeras novelas coloniales escritas por
guineanos, por una parte sostiene que las autoridades coloniales utilizaron la novela de
Leoncio Evita Cuando los combes luchaban (1953) a efecto de propaganda a favor de la
obra civilizadora. Y cuando le toca valorarla, mantiene: ―La novela de Leoncio Evita
está más cercana al documento etnográfico que a una obra de ficción‖ (Mbaré,
1996:20). Sin embargo, él coincide con Álvarez en la evaluación socio histórica de la
novela de Jones Mathama, por eso la define como ―literatura de consentimiento‖,
distinta de la novela de Leoncio Evita: ―A diferencia del texto de Leoncio Evita, la
novela de Jones Mathama cae dentro de la llamada la literatura de consentimiento por
hacer la apología del colonialismo español. Con excepción de este texto, la producción
de todos estos autores pioneros se puede encuadrar dentro del proyecto cultural
alternativo al discurso colonial español‖ (Mbaré, 1996:20).
Si bien, Mbaré matiza que todos los textos pioneros de ambas corrientes de la
literatura hispano-guineana coinciden en un aspecto fundamental por lo que no están
destinadas a un público local sino más bien se dirigen al lector metropolitano.
Las obras que hemos recorrido destacan una literatura colonial que sitúa al negro
guineano en el centro de su atención como un ser distinto, física y mentalmente
alterado. Una valoración actual de este discurso puede apreciarse en la reflexión de
Philippe Lavodrama (2009)98 quien ha resumido en dos palabras los atributos
despectivos constantemente imputados al negro para justificar su inferioridad. Él habla
del argumento ―biofisiológico‖ o ―bio morfológico‖, en su sentido, la esencia biológica
del hombre negro es a menudo utilizada por algunos autores europeos para subestimar
al negro o su entorno a los ojos del mundo, y esto en su sentido es típico de un discurso

98
Se trata de un artículo donde el ensayista expone su reflexión acerca de la noción de afropesimismo tal
y como desarrollada particularmente por estudiosos y otros exponentes occidentales y sobre todo en
diversos medios de comunicación, en su sentido esta es una visión particularmente pesimista del
continente negro en el sur del Sahara.
413

racista. Para demostrar que la biología del negro es el fundamento de toda la


problemática de lo que lo designa ―afropesimismo‖, expone:

Il semble d‘ailleurs que tout discours sur la différence culturelle soit toujours surdéterminé, et
qu‘il débouche presque inéluctablement, quand il ne le présuppose pas, sur le postulat de la
différence biologique, qui demeure le lot commun, la norme, en matière de racisme. (…).
L‘argument biologique demeure le noyau dur, irréductible de l‘idéologie et du discours racistes,
en tout cas dans sa variante anti-noire (Lavodrama, 2009:260).

Asimismo se desprende que en las obras coloniales, la deficiencia biológica del


ser negro explica todos sus defectos o ineptidudes de modo innato: al trabajo, al
razonamiento, a la apreciación lógica o su eterna inmadurez. Aunque ya se ha esbozado
en la última cita la tesis del racismo, conviene plantearse a saber ¿qué justifica tal
discurso de parte de Soler, tanto parece un ensañamiento específico contra los indígenas
guineanos, aparentemente injustificado en el relato?
Hemos explorado principalmente tres enfoques posibles para justificar la
obstinación de Bartolomé Soler por los negros; el desprecio del otro, el anhelo de
dominar al otro y el temor al otro diferente.
La actitud del protagonista construido por Soler para recorrer los territorios
observando, para luego describir a los aborígenes muy duramente criticados por su
extrema fealdad o por sus demás numerosas limitaciones moral y físicas constituyen una
prueba lo suficientemente válida del desprecio del autor por los colonizados. Valgan
estas palabras donde por lo menos, el ilustre blanco toma la excusa de la ventaja
económica para justificarse, sin que su actitud prepotente merezca la pena valerse tan
sólo delante de un grupo de inocentes niños benga,:

Pueden el tam-tam y estos bárbaros que se agrupan a mi espalda refocilarse con la trampa en que
he caído, y agregarse que mi superioridad racial sufrió un traspié cuando vean que me allano a su
encerrona y que pago con creces el fruto de sus corrales. Ignoran que no cedo mi derrota a
cambio de sus laureles. Ahora ya no es el color lo que nos separa. Ni nuestra manera de mirar al
cielo. Ahora nos separa la innoble virtud del dinero. La superioridad y la inferioridad se truecan
en este instante en una indecente paparrucha. La única verdad está en mí, independientemente de
los millares de años transcurridos desde que me liberé de las cavernas. La verdad más
inconmovible, injuriante y opresiva, la poseo yo, en estos billetes con que pagaré mi ventura,
concediéndome ante estos desventurados el poderío de un nabab. Alguna vez había que trocarse
los papeles. Y hallar una humanidad tan miserable, tan a ras del fango y del estiércol, para que
yo también pudiera un día estrujar la más brutal de las verdades inventadas por los hombres
(Soler, 1951:187-188).

Estas líneas aprecian de nuevo la constante desconsideración del autor por los
indígenas sin distinción de edad ni sexo, y acompañándola de la glorificación de su raza
propia a expensas de la raza negra. Aunque delante a estos pequeños sin palabra, le
414

surge la irrefrenable necesidad de desarrollar su eterno engrandecimiento de sí mismo,


sin percatarse la ironía de la circunstancia, se dirige a los niños como si fueran adultos.
Igualmente el reiterado afán de enaltecimiento del protagonista y por analogía,
el de su raza desvela la tendencia de Soler por hacer ostentación de la colonización
española en Guinea. Al tiempo que analiza la condición social del indígena mediante los
criterios tomados del universo civilizado, Bartolomé Soler se clasifica asimismo entre
los autores afines a la colonización. En su opinión, la colonización es una empresa
indispensable para sacar a los aborígenes guineanos de las sombras en las que se hallan
inmersos por su naturaleza barbarie, su personalidad alterada o su modo de vivir salvaje.
Por lo cual, los retrata desprovistos de conciencia de tal modo, que no cabe alguna
esperanza de que algún día salgan de este estado de oscurantismo por su fuerza o
voluntad propia. Por ser una obra dificultosa, a lo largo de la relato, Soler no sólo avala
la obra imperialista sino también aprecia la osadía y sacrifico de aquellos colonos que
supuestamente obran por el provecho de los negros. Es más, Soler hace alarde de la
Trata negrera como testifican estas líneas: ―Comprendo ahora mejor que nunca que esto
fuese tierra de promisión para los antiguos negreros. Este ejemplar que cuadra
servilmente y me mira con ojos de lacayo castrado me explica mejor que todas las
historias y todos los tratados la propia historia de su raza, y me permite comprender la
facilidad con que el hombre blanco se pudo envilecer vendiendo al peso y trocando en
oro la carne de estos niños salvajes (Soler, 1951:79).
Cabe señalar que el ultraje de Soler hacia estos colonizados se extiende a todos
los negros africanos pero, pone una clara línea divisoria entre los guineanos o
subsaharianos y los norteafricanos nómadas. Esto es lo que resalta de su ponencia
pronunciada en Marruecos después de visitar la Guinea Española y otros territorios de la
región. Aprovecha también la ocasión para valorar sus hallazgos en los distintos
territorios colonizados en el Golfo de Guinea. Primero metaforiza la selva como: ―el
mundo de la tierra vestida y de los hombres desnudos‖ (Soler, 1951:89), contrasta con el
desierto, a saber: ―el mundo de la tierra desnuda y de los hombres vestidos‖ (Soler,
1951:89). Con su habitual soberbia se fija en los habitantes de la selva, primero el
hombre, inepto y defectuoso: ―el hombre de la selva y el tam-tam vive sometido a la
servidumbre de los sentidos, amando toda suerte de excesos y desenfrenos, (…).
Camina como si avanzara con el cuerpo pegado al lodazal. Su vida no es más que el
remedo de la vida zoológica‖ (Soler, 1963:90-91). Luego diseña a la mujer igualmente
avasallada y asolada: ―La mujer, en la selva, carece de esencia y de conciencia, de
415

presencia consciente, como si hubiera perdido la egregia condición inherente a toda


criatura humana. Aquí, bajo la verde sinfonía de este mundo vegetal, la mujer no es más
que un objeto, un sujeto, bestia de carga sometida a todos los vilipendios y a todas las
vejaciones‖ (Soler, 1963:90).
La altivez característica de Soler consiste en describir directa o indirectamente.
Es que en todo momento, se desprende constante no sólo el anhelo de colocar al Otro
guineano en el rango inferior, sino también de definirse superior a él. Es de esta manera
que el protagonista consigue mantener el equilibrio necesario durante su largo recorrido
territorial. Una de sus estrategias favoritas consiste, en el juego de color como subraya
Alás-Brun (2007). También se puede mencionar los nombres por los que Soler designa
a los aborígenes: negrura, negrería, bárbaros, espantajos, muñecos o querubines. De
todos modos, a lo largo de la obra, se ha podido apreciar episodios en los que el viajero
catalán pierde el protagonismo, cuando se halla enfrentado a una situación
descontrolada por cualquier motivo. Eso ocurre por ejemplo cuando recorriendo pueblos
bengas, él espera un paso en la isla por el énfasis que le confiere la ―diversidad de
color‖ (Soler, 1951:175) y, a su gran sorpresa no nota particular curiosidad de parte de
los bengas, pues, concluye indignado: ―Siento igual que si hubiera caído en una celada.
Por primera vez llego a la conclusión de que mi color no vale tanto. No sé qué mezcla
de tristeza y de ira se apodera de mí‖ (Soler, 1951:176). En otras ocasiones en que ve
derrumbarse su hegemonía, advierte puntualmente frustración o exasperación: o ―van
cediendo mis defensas‖ o ―me pregunto si soy‖ (199) a veces alcanza esporádicamente
la humildad ―Dios nos ama a todos por igual‖ (207), o que ―todos los hombres son
iguales‖ (213). Soler aúna la arrogancia y el desprecio hacia el Otro negro, pero su
hegemonía a menudo se topa con unos episodios coyunturales pero pasajeras que le
obliga a desestimarse a pesar suyo, pero enseguida recapacita y recupera su solvencia.
Desde otro punto de vista, algunos prejuicios o actitudes del catalán pecan por su
inexperiencia del universo colonial. En LSH, se hallan diversas circunstancias en las que
el protagonista admite su desconocimiento del terreno y sus límites a comprender el
alma aborigen. No obstante, él descubre que los colonos residentes en la colonia están
desinteresados por conocer a los colonizados y sus modos de vivir. Aparte escasos
episodios donde él concede cierto valor al hombre indígena, en la caza o por la
resistencia física, es en la selva donde culmina su asombro. En esta obra, la selva es una
protagonista notable, un espacio de contienda permanente y que compagina a la vez,
belleza, prestigio o violencia pero, el autor considera dañino la codicia humana para
416

asegurar su supervivencia. Selva adentro, el viajero blanco alterna entre asombro y


admiración pero también, temor, inseguridad o impotencia. Allí es donde ―camina con
el corazón arrodillado‖ (300) porque ―vencido por el misterio de la selva‖ (300). Aquí
es donde cede totalmente el protagonismo, en la selva todos sus atributos quedan
aplastados, la selva le anula hasta descubrirle la extrema vulnerabilidad del humano.
Es esencial remitir a los orígenes porque en realidad, el argumento de esta obra
tiene también justificantes externos, y que encajan en su género como libro de viaje.
Como los demás, este género literario tiene sus normas y propósitos inherentes, por
ejemplo, es un relato consistente en que; el viajero, el narrador y el autor son la misma
persona, o que el relato empiece con una salida y termina con un regreso y por fin, es un
relato donde el autor atiende a menores detalles para alcanzar mayor impacto sobre el
lector. Respecto a su contenido, los libros de viajes según opinan los Horcajo (2000)
sobresalen por sus temas corrientes como son: los paisajes o espacios exóticos, la
descripción de los habitantes, sus costumbres, religiones, el arte, los bailes las fiestas o
las prácticas ajenas. Es que con ello los autores pretenden impactar al lector recontando
historias de un viaje cuyos fines reales eran el extrañamiento y la aventura. Prueba de
ello son las numerosas obras recogidas en este ensayo, libros de viajes de diversos
escritores extranjeros e inspirados en la España del siglo XVII. Si Bartolomé Soler se
delecta describiendo el encuentro con extraños negros africanos, su entorno y sus
costumbres, no es ninguna exclusividad. Retrocediendo en el tiempo, nos encontramos
con que muchos europeos viajaron a España atraídos por la curiosidad de un visitar un
país entonces exótico y, a la vuelta plasmaron sus recuerdos en los relatos de viajes.
Muchos de estos viajeros pintaron el país, sus habitantes y sus costumbres de una forma
que suscitaba profunda indignación y contestación. Según los Horcajo, han reunido unas
obras donde las impresiones de viajes retrataron constantemente a España y a los
españoles con el mayor desprecio. Alfred de Vigny por ejemplo, en Cinq mars define al
español como un miserable, es decir, perezoso, ignorante, ingenuo o bárbaro: ―Un
espagnol est un homme de l‘Orient; c‘est un Turc catholique; son sang languit et
bouillonne; il est paresseux ou infatigable; l‘indolence le rend esclave, l‘ardeur cruel;
immobile dans son ignorance, ingénieux dans sa superstitution, il ne veut qu‘un libre
religieux, qu‘un maître tyrannique; il obéit à la loi du bûcher; il commande par celle du
poignard; il s‘endort le soir dans sa misère sanglante, cuvant le fanatisme et rêvant le
crime‖ (Horcajo, 2000:55-56). Para aquellos viajeros, la mujer española bajo el régimen
417

de Fernando VII también presenta un aspecto semejante. Según el Marquis de Custine,


es una mujer carente de encanto, de nobleza, de cariño, pero sobre todo agresiva:
Les femmes espagnoles ont en général de grands caractères, mais elles manquent de tendresse;
elles sont séduisantes, mais elles abusent de leurs charmes pour plaire à tous (…). Elles n‘ont pas
de calme, point de douceur, point d‘insouciance; destinées par nature à vivre dans les extrêmes,
les passions exaltées sont leur élément; (…); ce sont les êtres les plus incapables d‘amitié que je
connaisse. (…). C‘est d‘elles surtout qu‘on peut dire: Que faire de cela chez soi? Je n‘ai pas
deviné dans quel moment de sa vie une espagnole peut n‘avoir que de la grâce et de la tendresse:
(…): Je ne me marierai jamais dans un pays ou la cruauté la plus brutale s‘allie à tous les
raffinements de la coquetterie féminine (Horcajo, 2000:59-60).

Una reacción a los relatos de viajes sobre España y los españoles ha sido
desarrollada en ensayo titulado La leyenda negra (2003). En este libro, Julián Juderías
se explaya sobre la mala prensa que ha sufrido el país y los ciudadanos de parte de
diversos viajeros durante siglos, específicamente por su pasado histórico y colonial.
Este ensayo recoge a la vez, las críticas formuladas y métodos empleados por los
escritores de todo tipo, pues la tarea de Juderías pretende desmontarlo y rectificar lo que
considera inadmisible infamia contra España. Su principal argumento expone el
desconocimiento del país y sus habitantes, la hipocresía, la subjetividad, la ignorancia
de la realidad, la calumnia y hasta la mezquindad de los extranjeros contra España, por
lo que explica: ―los españoles habían sido tema de elucubraciones poco favorables.
Nuestro modo de ser contrastaba de tal manera con el de los extranjeros que resultaba
para ellos un enigma. A partir del siglo XVI, el odio y la envidia unidos a esa
incomprensión de nuestro carácter, deforman por completo el tipo nacional‖ (Juderías,
2003:165)‖. Las consecuencias son grandes equivocaciones o como dice el ensayista,
una campaña de desprestigio que tiende a representar a España como un territorio
peligroso, y los españoles como gente irritable, melancólicos y misántropos, no como
gente culta. Por lo tanto, Judería se fija en diversos aspectos: la brevedad de la estancia,
las referencias rudimentarias, los límites lingüísticos y otras dificultades que rodean
estos relatos, al final concluye que son textos erróneos o equivocados:
De este millar de relatos, escritos por franceses, ingleses, belgas, italianos, ciudadanos de la libre
América y súbditos del imperio de los Zares, no llegarán a ciento los que revelen deseo de
enterarse de nuestra especialísima psicología, de conocer nuestra historia, ni mucho menos de
interpretarla con buen juicio. Los demás son ridículas manifestaciones de una fantasía pueril,
muestras relevantes de supina ignorancia y pruebas manifiestas de odio y de mala voluntad
(Juderías, 2003:167).

En esta cita se aprecia el considerable que han conseguido los libros de viajes, su
expansión y arraigo. Desde luego también despuntan unas deficiencias inherentes a este
género narrativo, y en especial el afán de opinar con certeza absoluta a pesar del escaso
418

conocimiento que el viajero tiene del objeto de su descripción. Por cierto, la obra de
Bartolomé Soler igualmente lleva su carga de superstición o de límites debidos a la
escasa estancia que la originó.
Todo ello dicho, las obras citadas por los autores Horcajo dan la medida de un
género narrativo, con criterios definitorios que no siempre gozan de un consentimiento
unánime. Si bien, los relatos de viajes abarcan intereses y ámbitos diversos, en estos
casos pues, se recogen con una clara intensión despectiva, como dice Pierre Halen
(1999) una ―colección de imágenes peyorativas‖ del Otro, en base de lo que llama un
―regard altérifiant‖ característico. No obstante, se trata obviamente de esa mirada de
autores blancos sobre otras personas blancas. En cambio, La selva humillada es un
relato típico de viajes que argumenta una alteridad derivada de criterios discriminatorios
raciales. No obstante, no existe ninguna diferencia de forma en ambos casos, porque
precisamente las tendencias de críticas literarias más recientes atienden que no existe
razas pero sí el racismo. En este sentido precisamente los ejemplos citados por Juderías
apuntan el racismo de hombres blancos hacia otros blancos a saber, franceses ingleses,
italianos o belgas retratando a otros europeos españoles con estereotipos tremendamente
denigrantes. Así como hemos señalado anteriormente, la mirada hacia lo ajeno o lejano
como bien dice Halen, no es casual porque habitualmente tiene motivaciones específicas
pero también, leyendo a Soler se confirman esa afirmación: ―les rapports déterminent le
récit quelque soit le lieu géographique‖ (Halen, 1999:56). Esto viene a comprobar que
básicamente la alteridad en los relatos de viajes no depende ni del color de la piel ni
tampoco de la ubicación pero sí de las relaciones entre ambos pueblos. En este sentido
pues el relato de Soler es fundamentalmente racista, si lo situamos en su determinado
contexto colonial español donde los colonos son amos y los indígenas todos subalternos.
No obstante, a pesar de esas deducciones parcialmente imputables al género
literario o respecto a los relatos de viajes en un contexto distinto, la obra de Soler
facilita rasgos notables de la colonización española en Guinea Ecuatorial. En línea
general, los temas que hemos analizado y amparado en otros textos coloniales evidencia
la preponderancia de una visión lejos de ser aislada. Por lo tanto, La selva humillada
revisa no sólo los estereotipos atribuidos a los colonizados, sino también, diversos
aspectos del franquismo tal y como aplicado a la colonia. En esta línea, estas
aproximaciones, no restan ni el extraordinario talento de escribiente de Soler, ni
evidentemente la relevancia de la implicación personal del autor en su relato. Aunque en
este último punto se puede señalar la reiterada tendencia de Soler a sentenciar los
419

juicios supuestamente fundados en su sensibilidad y en los que se desprende un escaso


conocimiento de la colonia y de los colonizados. Además, este aspecto ha extrañado a
más de un lector, pues pensamos como algunos de ellos que la postura de Bartolomé
Soler es una forma de injusticia hacia los sujetos guineanos aunque compartida por más
escritores. Precisamente González Echegaray lamenta no hallar elementos justificantes
de la actitud desproporcionada del protagonista en la obra, incluso subraya que Soler
juzga despiadado a los guineanos sin haber tomado la molestia previa de conocerlos. No
obstante, Gustau Nerín (2009:112-113) puntualiza que la obra de Soler encaja
perfectamente en el contexto socio político español de entonces: ―Mientras que la
novela de temática africana del estado español conseguía un gran éxito aplicando el
modelo de la novela de aventura de otros países europeos, durante el período colonial
muchas obras sobre Guinea tenían una finalidad didáctica, ya que básicamente
pretendían dar a conocer a los habitantes de la metrópolis cómo era este territorio y las
―realizaciones‖ de España en él‖ (Gustau Nerín, 2009:112-113). En este punto se deja
entrever los fines políticos que rodean esta obra literaria, en otras palabras, se pone de
manifiesto el estrecho vínculo ideológico entre la creación literaria y la política colonial
española. Sin embargo, a pesar de estos fundamentos abiertamente expuestos, a la hora
de valorar La selva humillada y su autor, la postura de Nerín es sin ambages:
La selva humillada, de Bartolomé Soler, fue el único libro guineanista que alcanzó cierta fama y
que se reeditó numerosas veces. Su autor era profundamente reaccionario y alcanzó bastante
popularidad en los años 1950 y 1960; siendo ya bastante conocido viajó a Guinea. A la vuelta
escribió un libro profundamente racista explicando su periplo; en él se consideraba el
―representante de una raza cuyas proezas anonadan‖ (…) explicaba cómo había vivido entre los
―empiringorotados parias‖ de África. En Europa esta obra de Soler encantó, porque el autor se
presentaba como el representante de un Occidente maravilloso (…) frente a una ―humanidad de
hollín y de cochambre‖. Los lectores podían identificarse con él y ratificar su superioridad racial
frente a los negros (Nerín, 2009:113).

Así como se puede apreciar, Soler ha escrito una obra que, como tratan los
Horcajo (2000), opone constantemente la naturaleza barbarie del negro a la cultura
civilizada del hombre blanco. Esta es la imagen del indígena que pretende la obra de
Soler y que Gustau Nerín valora como es una contundente exposición racista.
Precisamente, Donato Ndongo ha examinado los estereotipos despectivos sobre
África y él define el racismo como: ―la expresión culminante de los sentimientos más
negativos de un estereotipo asentado durante generaciones en el imaginario colectivo de
las sociedades blancas‖ (Ndongo Bidyogo, 2000:171). No obstante, es en los retratos
del colonizador y el colonizado esbozados por Albert Memmi (1957) donde las
relaciones interraciales alcanzan su óptima claridad. Él habla de la discriminación racial
420

partiendo del constante afán del colonizador por rechazar cualquier semejanza con el
colonizado. Observa que el colonizador entiende la diferencia desde el aspecto de la
naturaleza del indígena, por eso afirma Memmi: ―el racismo resume y simboliza la
relación fundamental que une colonialista y colonizado‖ (Memmi, 1957:128). Tomado
como un modo de legitimación colonial, Memmi apunta tres normas sobresalientes en
la actitud racista: ―1-Descubrir y poner en evidencia las diferencias entre colonizador y
colonizado. 2-Valorizar estas diferencias en provecho del colonizador y detrimento del
colonizado. 3-Llevar esas diferencias a un plano absoluto, afirmando que son definitivas
y obrando para que lo sean‖ (Memmi, 1957:129). Estos criterios destacan en la actitud
discriminatoria del protagonista soleriano, constantemente reiterando los rebajamientos
hacia los indígenas mientras legitima su superioridad, o tratar de alejar siempre la
posibilidad del mínimo parecido entre el hombre blanco que es y las prostradas criaturas
aborígenes.
Advirtiendo la misma perspectiva de auto-reafirmación, Memmi ha analizado
las relaciones entre el colonizado y el colonizador. Entre otros encauzamientos,
discierne las incertezas definen los estereotipos sociales sobre el negro. Por ejemplo,
encuentra incoherente la descripción del negro al mismo tiempo como menor, malo,
perezoso o atrasado, porque dice, que un análisis más detenido verifica que aquellos
rasgos se excluyen uno a uno. Tras estudiar diversas combinaciones y demostrado su
incongruencia, concluye a una estratégica maniobra de exclusión orquestada por el
sistema colonial para marginalizar al negro, excluirle de la historia y de la sociedad:
Prueba suplementaria de que es inútil buscar esta coherencia fuera del color mismo. En la base
de toda la construcción finalmente, se encuentra una dinámica única: la de las exigencias
económicas y afectivas del colonizador, que reemplaza para él a la lógica, impone y explica cada
uno de los rasgos que adjudica al colonizado. En definitiva, todos ellos son ventajosos para el
colonizador, incluso aquéllos que, a primera vista, le serían perjudiciales (Memmi, 1957:94).

Lo ha denominado la ―deshumanización‖ o ―despersonalización‖ del negro. Es


decir, las habilidades discriminatorias que utiliza el colonizador contra el negro para
alcanzar su sometimiento. Posteriormente detalla más recursos del colonizador para
demoler la dignidad del indígena hasta lograr su absoluta subordinación.
Por ejemplo, pone de relieve la táctica de la ―deshumanización‖ por la que se le
niega la individualidad a los aborígenes, eso es ya que se le define fundamentalmente
por su color de piel. Entonces consiste en que nunca se caracteriza al colonizado de una
forma individual, únicamente existe sumergido en el anonimato colectivo, para Memmi,
esta actitud contempla la negación de la humanidad y, de ahí a un derecho humano
421

preponderante que es la libertad y eso lo llama ―el rasgo del plural‖. Como él
Gounongbé (1995:44), lamenta el afán a la generalización de las observaciones aisladas,
puntuales, o también la persistencia de clichés despectivos que a menudo trascienden la
observación objetiva. Edward Said (1990), hace eco del mismo método de occidente
hacia los orientales, observa que ésta es una de las características del orientalismo y que
consiste en: ―hacer generalizaciones de cada detalle observable, y de cada
generalización una ley inmutable sobre la naturaleza, el temperamento, la mentalidad,
las costumbres, o el tipo de los orientales y, sobre todo transmutar la realidad vigente en
una sustancia textual; poseer (o pensar que se posee) la realidad, esencialmente porque
no hay nada en Oriente que parezca resistirse a su poder‖ (Said, 1990:115). Memmi
piensa que de esta forma el colonizado no puede ser nunca valorado positivamente, las
cualidades que le atribuyan conllevan siempre alguna carencia psicológica o ética. De
hecho es reproducido como una especie de copartícipe pero sumiso y servicial, porque
su condición es la de un ser, a la vez explotado y marginado. De hecho su existencia es
nada más que un abanico de negaciones por una parte, y por otra, una sucesión de
concesiones inevitables para lograr la supervivencia diaria. A todo ello se añade la total
indiferencia del colonizador y que justifica Memmi (1957:95): ―Es que en verdad, al
colonizador le importa poco el colonizado. Lejos de querer aprehender al colonizado en
su realidad, su preocupación es hacerle sufrir esta indispensable transformación. Y el
mecanismo de esa remodelación del colonizado es esclarecedora por sí mismo‖.
Achille Mbembe (1999:44-45) también enfatiza la relevancia de la representación
del negro en el contexto colonial, aunque coincidiendo con las exposiciones anteriores,
va más allá en su estudio. Él mira al indígena a través del ―espejo‖ del poder colonial
desde el que, el ser aborigen aparece primero como un ―prototipo de animal‖ es decir,
como un ―ser‖ anulado y segundo como un ―ser‖ totalmente diferente. Su argumento
radica en que el indígena, porque sometido al poder colonial, no puede ser tomado como
un individuo, un ―yo mismo‖ siendo propiedad del poder. Equiparado al animal, el
pensamiento colonial suma la rareza, en el perfil del aborigen objetando que su
ignorancia del mundo y su falta de disciplina personal le restan la capacidad de
superación y de trascendencia y, por lo tanto es guiado por sus pulsiones. De hecho con
el amo blanco tan sólo corre una relación de ―domesticación‖ en la que el nativo es
dirigido por el amo, recordando que siendo una pertenencia, existe por y para su amo,
pero sin alcanzar la humanidad. Al diseño zoológico, Mbembe añade un requisito que
422

tipifica al indígena como una sustancia, un ―corps-chose‖, una representación inanimada


o materia igual a un objeto indolente y eternamente petrificado en la ineficacia.
Asimismo se entiende el segundo criterio básico que pretende la caracterización
despectiva del negro en general a saber, la dominación. En la colonia, entre blanco y
negro rige el ensañamiento. Mbembe explica esta tensión permanente como un ―proceso
de adiestramiento‖ donde cabe la subordinación del débil opuesta a la intransigencia del
amo. En base de este discrepancia substancial en todos los aspectos dice, el negro para
el blanco se convierte en un ―objeto de experimentación‖ libremente a su disposición.
Todo lo precedente lleva al ensayista a afirmar que en las condiciones coloniales, el
negro se convierte en extraño en su propia tierra. Veamos como describe la condición
del colonizado frente al colono:
Dans ces conditions, le seul rapport possible avec lui est un rapport de violence, de servitude et
de domination. Au cœur de ce rapport, le colonisé ne peut être envisagé que comme la propriété
et la chose du pouvoir. Il est un outil subordonné à celui qui l‘ayant fabriqué, l‘emploie et peut le
modifier à son gré. À ce titre, il appartient à la sphère des objets. On peut les détruire, de la
même manière que l‘on peut tuer un animal, le découper, le cuire et, au besoin, le manger. C‘est
dans cette mesure qu‘en colonie, le corps du colonisé est, dans sa profanité, assimilé au reste des
choses. De fait, n‘étant qu‘un ―corps-chose‖, il n‘est le substrat ni l‘affirmation d‘aucun esprit
(Mbembe, 1999:44).

Una reflexión diferentemente construida es aquella que propone Martínez Josebe


al respecto. Ella se vale de una teoría formulada por Hejel para analizar el enfoque
psicológico de la relación entre el colonizador y el colonizado. Si hasta ahora hemos
recogido aspectos que evidencian el dominio y desprecio del colonizador, esta
aproximación respalda una caracterización estereotipada resultante del sentimiento de
temor por el Otro. En efecto, Martínez trata de demostrar cómo a pesar de su
superioridad establecida, al amo le habita también el instinto de dependencia respecto al
esclavo. Josebe Martínez lo explica a partir del concepto de la ―conciencia‖ definida por
Hejel como dos figuras contrapuestas, por un lado la ―conciencia independiente‖
entendida como aquella que tiene por esencia el ―ser para sí‖, que es la del amo. Por
otro lado, la ―conciencia dependiente‖, cuya esencia es el ―ser para otro‖, o la del
esclavo. Siendo así, veamos cómo Hejel argumenta la dependencia del amo: ―El amo
necesita al esclavo para tener autoconciencia, conciencia de sí. Es por ello que para el
señor, la conciencia del esclavo, la que no es en sí, la dependiente, es en definitiva la
que le proporciona la certeza sobre sí mismo. Por el contrario, el esclavo, aunque
dependiente, sabe lo que es la conciencia independiente, pues la ve en el amo (…): el
amo necesita del reconocimiento por parte del esclavo para identificarse a sí mismo
como sujeto.‖ (Martínez, 2010:50-51). En realidad, esta configuración no discrepa
423

fundamentalmente de las exposiciones anteriores, ya que en nuestro sentido, en tal caso,


la necesidad moral de reconocimiento aunque dependiendo del otro inferior, no merma
sustancialmente la superioridad o privilegio del amo.

Hemos visto como desde casi la edad media, en la sociedad española se ha


formado y desarrollado mediante la literatura, un repertorio de estereotipos acerca de los
personajes dramáticos de tipo negro. El talento literario de los más sobresalientes
creadores se ha puesto a su servicio en vista de su multiplicación, revisión y
reforzamiento, siglos después, la mayoría están establecidos y parecen inmutables como
muestran los sucesivos textos citados en este trabajo. Si bien podemos resumir el largo
recorrido de las relaciones interraciales o contactos entre blancos y negros y el interés
particular por algunas disciplinas por esclarecer el tema.
Igualmente fuera de España pues hemos hallado una reciente aportación más
reciente inspirada del caso particular francés y, donde Inmaculada Díaz (2007) nos
permite poner fechas y otros datos al origen de las tendencias literarias coloniales que
analizamos. En esta reflexión se ve como la imagen peyorativa construida de los
africanos arranca en el siglo XVII con la intensificación de los contactos con los
africanos. El empeño de la iglesia por regular los comportamientos, las dificultades
económicas vigentes en Europa y que exigen una ética revolucionaria del trabajo o la
burguesía naciente y sus valores son en el sentido de la crítica, unos de los elementos
fundamentales que generaron en los europeos la actitud decisiva de la que surge la
alteridad despectiva. Siendo así afirma Díaz, el contacto directo de los europeos con los
africanos hace constatar asimismo la diferencia y desigualdad de estos últimos, aquello
convierte a los africanos a una especie espejo en la mente de los europeos para así
exorcizar sus propias contrariedades. He aquí según esta fuente, el arranque no sólo de
la base de la diferencia desigualitaria sino también el punto de partida para justificar la
subordinación de los africanos. En claro, los tratamientos literarios desde la época y
durante varios siglos son resultantes de la caracterización que de los africanos se hacen
los escritores y otras destacadas figuras. La imagen de partida es la que construye al
africano física y moralmente negativo, pues traduciendo a Cohen, Díaz Narbona define
asimismo la actitud del europeo y la imagen que generó la misma: ―La contraimagen les
devolvía su propia animalidad, sus tendencias liberadas de la presencia guardiana de la
sociedad a la que pertenecían pero en la que no estaban. Y así, al reflexionar sobre su
propia identidad, (…) el blanco hizo del Africano un ser próximo del animal, una
424

criatura atormentada por sus constantes deseos sexuales, presa de una pereza constante e
incapaz de toda regeneración posible‖ (Díaz Narbona, 2007:22). Más adelante, la crítica
aporta aún más aclaraciones acerca del proceso de construcción de la imagen despectiva
del africano, y otros elementos que entran en su diseño. Ella lo reseña todo como sigue:

La arraigada creencia en la desigualdad, en la inferioridad de los seres descubiertos por los


europeos, que la iglesia favoreció y aumentó en el carácter idólatra de la maldita raza de Cam, se
reforzó con las teorías científicas. Desde la aparición del tratado fisiognómico de François
Bernier, en 1684, hasta los estudios de Gobinau (1853) sobre la desigualdad de las razas
humanas, las barreras entre las civilizaciones se fueron acrecentando, partiendo de las diferencias
culturales, aumentadas, en el siglo XVIII, por el concepto de las diferencias del medio
climatológico, ambiental, etc., para terminar en el siglo XIX, con las de orden biológico‖ (Díaz
Narbona, 2007:22-23).

Como vemos, a parte las condiciones que ofrecen la situación de contacto


directo, se aprecia de nuevo los criterios de caracterización aplicados para construir la
alteridad a saber, la apariencia física, las barreras entre las civilizaciones, las diferencias
culturales, el entorno geográfico o los elementos biológicos. A estas fechas se añaden
contenidos porque precisamente Ari Gounongbé atendió estos planteamientos a la luz
de unas tendencias científicas cuyo desarrollo cooperó a consolidar la alteridad.

El ensayo de Ari Gounongbé (1995:75-88) recoge principalmente cuatro


aproximaciones que potenciaron la percepción despectiva del negro en base de la
discriminatoria racial. En primer lugar se da el planteamiento de la ―psicohistoria‖, es
aquello que investiga las motivaciones del comportamiento humano individual o en el
grupo. Asimismo, constata que los europeos en general y los franceses que estudia
particularmente se portaron como si tuviesen una necesidad vital para ellos que otro
pueblo fuera declarado inferior, porque de este modo lograban subsanar sus propias
frustraciones del pasado. La segunda hipótesis recoge la influencia de la iglesia en la
vida social y política de antaño, haciendo hincapié en una supuesta interpretación
interesada de las santas escrituras aplicada al origen del hombre negro en particular. De
ahí que, mediante la imaginación, los teólogos antiguos desarrollaron una tesis que
finalmente asociaba la maldición y la esclavitud al color negro. Apuntan que el color
negro representa el pecado y la maldición divina. La tercera hipótesis de análisis
procede de la anterior. Esta vez, son los filósofos y otros científicos los que interpretan
el color negro atribuido a una raza de humanos. Ellos toman el color como la referencia
o unidad de medida de sus indagaciones por explicar el color que llevan los negros o sus
orígenes. Los trabajos llevados a cabo establecen que los dos colores negro y blanco
425

tienen significados totalmente discrepantes. El color negro es asociado a lo negativo, es


el símbolo del mal, de la lujuria moral y física o la perversión, de hecho contrasta con
el color blanco que simboliza la pureza, la belleza o la inocencia. A raíz del color negro
pues los africanos fueron tipificados por los europeos como la manifestación propia de
las citadas perversiones morales. En base de estas disparidades entre ambos pueblos, el
ensayista despunta la molestia que siente el blanco ante el negro, además de la
representación del hombre negro, surge la obstinación del blanco por dominar a este
otro establecido inferior por una parte, y por otra, suscita la necesidad del blanco por
reforzar su propio sentimiento hegemónico. En último lugar se halla la propuesta más
corriente, la antropológica, esta es una vía de investigación que explora Gounongbé
mediante los trabajos de Claude Lévi- Strauss. Aquí discierne una tendencia universal a
la exclusión instantánea y peyorativa del Otro y común a todos los humanos. Expone
que según Lévi- Strauss, es la actitud más antigua y cuyos fundamentos estriban en las
bases psicológicas de los humanos, y que se manifiesta espontáneamente frente a lo
ajeno. Esta es una postura narcisista y discriminatoria que incita habitualmente al
rechazo maquinal del Otro distinto por sus valores culturales, estéticas, morales o sus
creencias y, al mismo tiempo que acrecienta el autoestime.
Con lo precedente, Gounongbé igual que Molinero anteriormente, trata de
demostrar que como los dramáticos barrocos y renacentistas de antaño, hubo otros que,
valiéndose de su autoridad social o moral han puesto sus conocimientos al auxilio de la
otredad. Igualmente han cotizado la expansión de pensamientos básicos, generando una
actitud ofensiva particularmente unánime. De hecho apunta que la reacción entre
europeos y negros sitúa a estos últimos al rango de la animalidad e inferioridad. Por lo
tanto aquí se verifica como filósofos, novelistas, antropólogos, teólogos y otros
científicos han desarrollado teorías generalizables partiendo de enfoques distintos pero
concordantes, todos con el propósito único de evidenciar la defección del negro y la
hegemonía del blanco con sus valores sociales y morales dominantes. Estas perspectivas
fundamentan los estereotipos más corrientes hallados en La selva humillada de Soler.
Igualmente en España, con Fra Molinero se puede otra vez comprobar los
artífices propios y otras técnicas utilizadas para pintar despectivamente a los personajes
negros desde el siglo XVI y los fines perseguidos:
En todo estereotipo hay un deseo de ―fijación‖ como afirma Homi K. Bhabha (…). Hay que fijar
el objeto (el negro) en términos absolutos e inmutables. Pero para llegar a esa imagen fija y
repetible cientos y miles de veces, hay un proceso, que es histórico. Para llegar a definir la
esencia del negro, como en una fotografía, se pasa por todo un proceso previo de revelado, de
desarrollo en el estereotipo se llega a una imagen inmutable, exterior al tiempo histórico que la
426

rodea. Pero en el momento en que el sujeto estereotipador se enfrenta al objeto a estereotipar,


surgen dudas, las ambivalencias. (…). Un negro es un negro siempre, y su presencia tiene que ir
anunciada por algo: una lengua, unas situaciones específicas (cómicas), una referencia constante
a su situación social de esclavo (Fra Molinero, 1995:19).

Es cierto que tras recorrer las aproximaciones de Gounongbé o de Fra Molinero,


logramos herramientas más para entender la obra de Bartolomé Soler. Asimismo,
llegamos a explicarnos por ejemplo la actitud prepotente del protagonista en situación
de contacto con los negros a lo largo de la obra. Estas reflexiones aclaran por ejemplo el
rechazo de los nativos, el constante auto engrandecimiento o el obsesivo afán del viajero
por cotejar las incompatibles entre las dos razas, moral y físicamente incomparables.
También se esclarecen las dudas que experimenta el protagonista frente a estos
indígenas que mediante el monólogo, llega a elogiar puntualmente por su extraordinaria
destreza por la caza o cuando sumergido en el misterio de la selva tropical siente
derrumbarse la superioridad que tanto lo distingue de los aborígenes.
Leyendo a Pierre Halen (1999), igualmente se percata como la obra de
Bartolomé Soler abarca un doble reto. Por un lado la alteridad, y por el otro un discurso
sobre el Otro intrincado a los rasgos del exotismo99. Para el ensayista, ambas nociones
encuentran un marco privilegiado en el corpus colonial, si bien son dos enfoques
inherentes al discurso colonial pero en el que el exotismo supera a la otredad. La selva
humillada recoge efectivamente un abanico de imágenes peyorativas basadas sobre los
criterios de la diferencia o de la identidad. Por la diferencia, el Otro en este caso el
negro, se concibe como alguien cuya diferencia excluye cualquier tipo de colaboración
y más bien sugiere la distancia. Halen puntualiza: ―L‘«Autre» s‘entend donc, de
manière obvie, comme une instance humaine, individuelle ou collective, qui se pose par
rapport à un «Moi» ou à un «Nous» dans une relation de différence; l‘Autre n‘est pas
«moi», n‘est pas «nous»‖ (Halen, 1999:45). El ―Otro‖ definido desde la doble
aproximación moral y política se convierte en un objeto de desprecio como se puede
comprobar en la obra de Soler. Siendo relato de un viajero, para Halen, aquellos
personajes indígenas que cruzan su camino igual que sus costumbres o vestuarios se
convierten en un objeto de ―péjoration exotique‖ entre las manos de un viajero blanco,

99
Para Jean Marc Moura, el vocablo exotismo es bastante ambiguo a la hora de definirlo, entre otros
enfoques posibles, él lo describe partiendo del parámetro geográfico, o sea lo lejano. Para ello toma en
consideración algunos rasgos y en particular el carácter extraño, raro, atractivo o repugnante, o sea, lo
espectacular derivado de esta lejanía. Finalmente, en el contexto colonial que nos ocupa hemos elegido
esta definición, pues lo exótico es : ― ce qui surprend, plait ou choque en référence à une norme culturelle
correspondant à l‘aire euroéo-américaine‖ (Moura, 1999:23).
427

que puntualmente trata de construir una memoria que reúna requisitos ajustados a las
expectativas específicas del público metropolitano al que se destinada principalmente100.
Estos criterios son fieles a la alteridad y al exotismo, sacados del marco geográfico o de
la alteridad estereotipada, en otras palabras, se trata de retratar al ―Otro‖ barbarie
ubicado en un entorno salvaje o para provocar extrañamiento, aquellas sensaciones que
suprimen las distancias y conmueven al lector que vive la aventura mediante el texto.
Esto es el modelo en que está concebida La selva humillada, una obra elaborada para
lograr mayor estremecimiento, hacer vivir el exotismo tropical de la Guinea Española a
aquellos para quien la literatura es el medio privilegiado para descubrir la colonia
española. Esto es, desde luego a expensas del ―respeto‖ que para Pierre Halen debe regir
la conducta humana independientemente del color o la condición, porque releva de la
ética humana. En esta perspectiva, la memoria de viaje de Soler aparece como una obra
sujeta al dominio ideológico del marco literario, desprendido del interés por comprender
o dominar el objeto de su inspiración para así poder valorar o juzgarlo razonablemente.
El texto de Bartolomé Soler es el lugar de comprobar un ejemplo de literatura
colonial aplicada a las teorías supuestamente científicas y con fondo racistas que
explicaba Gounongbé. Esto es una tendencia que lamenta Mbaré Ngom respecto a la
corriente española de la literatura hispano-guineana en su desarrollo y propósito:
Como práctica hegemónica y expresión de la ideología imperialista europea del siglo XIX, el
discurso colonial español se adjudicó el derecho de representar al guineano desde una
perspectiva externa y monolítica. El discurso colonial propagó una visión negativa de África,
perpetuando mitos y falsos conceptos sobre la geografía, la organización social y el sistema de
valores de los africanos por medio de temas y personajes basados en estereotipos. (…). El grupo
dominante no sólo crea una imagen y valores positivos de sí mismo, sino que hace lo propio con
el grupo dominado pero con atributo negativos, para poder perpetuar su hegemonía. Ambos
grupos funcionan a base de dichos estereotipos que son asumidos y aceptado como algo natural
(Mbaré, 1996:20-21).

Mbaré citando a Ronald Inden pone de relieve el carácter prepotente y


absolutista de un discurso colonial español que trata a toda costa de ―representar al
africano, de traducir y de explicar sus ideas y actos no sólo a los europeos y a los
americanos, sino también a los propios africanos‖ (Mbaré, 1996:20-21). Ante esta

100
Pierre Halen reseña asimismo unos rasgos característicos de este género narrativo cuyas obras se
conciben como unos proyectos literarios pero con intereses extra literarios. Igualmente el ensayista pone
una línea divisoria entre la novela colonial y el libro de viaje: ―L‘être que j‘appelle ici le voyageur
cherche à ne pas connaître et à ne pas comprendre: il lui faut de l‘altérité, de la différence, de l‘étrangeté.
Il a un lieu qui lui est propre; ce qu‘il entend y ramener (…), ce n‘est pas ce qui est semblable ni même
connaissable, c‘est ce qui est nouveau, surprenant, bizarre (…). L‘identité du voyageur est stable, il est
lui-même, de passage seulement chez les Autres avec lesquels, il se gardera bien de nouer d‘autres
relations qu‘exotisantes (…). Non seulement l‘auteur colonial doit faire place au ―réel‖, mais,
contrairement au voyageur, il doit le montrer en phase de transformation historique, et c‘est pourquoi le
roman réaliste est forcément privilégié‖ (Halen, 1999:54-56).
428

imagen deliberadamente despectiva del africano impuesta al mundo, Mbaré opone un


discurso colonial y poscolonial guineano rectificativo o de resistencia y, en ello coincide
con Bernard Mouralis. Este último expuso un discurso negro-africano de ―protestación‖
de ―reconquista‖ o de ―reescritura‖, mediante el que los africanos tratan de desmontar
esta imagen despreciable construida, difundida y reiterada siglo tras otro. Esto es en el
caso guineano, el cometido de los textos escritos por guineanos, con un rumbo
claramente definido: ―Como discurso alternativo estos textos intentan dar una visión
interna, humanista y auténtica del negro, en general, y del guineano, en particular; en
este sentido, marcan el inicio del proceso de invalidación del discurso colonial‖ (Mbaré,
1996:21). Asimismo es cómo Bernard Mouralis y otros estudiosos desmarcan la
corriente guineana destacada de la otra corriente española y de su propósito.
Desde luego, cabe subrayar que el discurso colonial desarrollado por Bartolomé
Soler no es una exclusividad personal, las obras citadas en este apartado revelan que
otros autores coinciden en el argumento soleriano y en gran parte los escritores
españoles. Se notará también el desequilibrio existente entre las dos corrientes donde
encontramos tan sólo tres novelas coloniales escritas por guineanos; Una lanza por el
boabí, Cuando los combes luchaban, y Las tinieblas de tu memoria negra, y muchas
más de españoles. Este desajuste puede tener incidencia en la repercusión del mensaje
colonial, y eso vuelve a decir que al fin y al cabo, Las tinieblas de tu memoria negra es
la única novela colonial unánimemente contemplada como discurso de resistencia, o
como lo llama Akassi Animan, un discurso de ―desconstrucción‖ y ―reconstrucción‖,
puesto que las dos otras son sujetas a críticas abiertas.
A modo de conclusión, es interesante ver como las dos obras coloniales, La
selva humillada de Bartolomé Soler y Las tinieblas de tu memoria negra de Donato
Ndongo Bidyogo son de notable utilidad para la teoría poscolonial. Su análisis a la luz
de otras obras de la imaginación y fuentes históricas nos ha permitido dar cuenta
explorando una variedad de opiniones, amplios planteamientos entorno al discurso
colonial hispano-guineano. Tras examinar sucesivamente los antecedentes del personaje
del negro, las relaciones sentimentales interraciales o los estereotipos ―interindividual‖ e
―intercolectivos‖, hemos comprobado que el corpus colonial hispano-guineano encaja
perfectamente en las propuestas fundamentales de la crítica poscolonial.
Ha sido el lugar de cotejar dos discursos literarios inspirados del mismo contexto
histórico pero también dos visiones bastantemente discrepantes. Bartolomé Soler ha
escrito La selva humillada con los ojos de un colonial a pesar de ser sólo un visitante
429

puntual. Pues, esta obra perpetúa distintos tipos de estereotipos coloniales acerca del
negro guineano en particular y el negroafricano en general; el relato soleriano concibe al
negro como un ser exótico, el Otro misterioso o incompetente por una parte, y por otra,
totalmente ignorante y salvaje y de ahí inferior, por su condición y su color de piel. Esto
es perceptible a lo largo del texto tanto en el argumento como en las constantes
descripciones de los aborígenes, sus hábitos y ubicados en su entorno vital. La selva
humillada también explora muy ampliamente la dimensión psíquica del colonizado. La
obra de Soler desarrolla un ambiente más bien pacífico donde la violencia es sobre todo
moral, derivada de la conducta irrespetuosa del protagonista narrador para con los
indígenas. No obstante, a pesar de la ausencia del castigo físico ya que el catalán no es
un colono pero sólo un viajero, los negros destacan por su mentalizado instinto de
subordinación al hombre fuese colono o no. Los indígenas la manifiestan mediante una
total disponibilidad al blanco porque así lo exige su color de piel.
Enardecido por su condición sociocultural, Soler toma al indígena, es decir, al
Otro y negro por la globalidad, algunos personajes le sirven de modelos de degradación
física o moral, y de ellos brotan todo tipo de estereotipos ampliados a toda la raza negra.
Entre ellos caben Edayong, Maye, Akara, Obono, Eseng Mba, Nguí, Oguono o el rey
Santiago Uganda. Precisamente Soler parece viajar a la colonia ya cargado de
sentencias y prejuicios raciales, su recorrido es un proceso de validación de aquellas
verdades previamente acumuladas como blanco y viajero incansable. El sobresaliente
talento de Soler como escritor dificulta la línea divisoria existente entre la fantasía, los
prejuicios personales y la realidad histórica. Si bien pensamos que el perfil diseñado por
Soler de los indígenas guineanos instruye sobre la valoración del autor hacia ellos. Cabe
mencionar que precisamente Soler se vale de esta imagen despectiva de la alteridad para
consolidar la prepotencia racial de la que se presume en todo momento. A pesar de ser
el digno representante de la raza blanca, va sacando otros ejemplos para concretar la
preeminencia de su identidad racial.
Frente a Soler cabe un discurso de resistencia, en el que Donato Ndongo, igual
que Soler también explora los motivos del colonialismo español pero desde un tono de
optimismo o compromiso. Cabe ante todo señalar que Las tinieblas de tu memoria
negra distingue de las demás novelas del autor por su libertad de expresión, novela de
sobre la colonización carece de esta censura mentalizada que se nota en el resto de la
novela ndongoniana. En esta novela colonial, Donato Ndongo apuesta por una toma de
conciencia colectiva de sus coetáneos orgullosos de sus raíces y también de cara a los
430

retos apremiantes que impone la futura nación que lo tiene todo por construir. En
cambio, como se puede aprehender, Soler ha escrito una obra auténticamente colonial
que aúna los atributos característicos de la corriente española de la novela hispano-
guineana colonial: exotismo tropical compaginando con una demostración ilustrada de
la hegemonía blanca sobre fondo de pláceme a la obra colonial española. Una
colonización de la que se desprende en ambas obras el carácter represivo característico
en la lógica de la dominación fundada en la diferencia racial y cultural y, también en
base de un entorno económicamente desigual. Pero Donato Ndongo va más allá
demostrando el modo en que la dominación cultural ha actuado en varias generaciones
de guineanos colonizados. Una vez más se comprueba la dimensión psíquica del
colonialismo respaldada por diversos aparatos ideológicos imperialistas, militar o
económico. En Las tinieblas de tu memoria negra, la identidad o personalidad del
indígena están construidas por dos potentes aparatos ideológicos que destacan por su
impresionante impacto psicológico es los. No se trata de experiencia colonial represiva,
la espiritualidad y la educación inculcada a la totalidad de la población indígena basta
para desarrollar la obra colonial con seguridad.
Este capítulo ha sido el lugar de analizar diversos tipos de estereotipos derivados
de diversos tipos de relaciones interraciales en la colonización española en Guinea
Ecuatorial. Como preconiza la teoría poscoloniales, hemos realizado una lectura más, en
realidad una reinterpretación del corpus colonial a la luz de herramientas más actuales y
con el propósito de suscitar nuevas discusiones, o sea debates con nuevas perspectivas.
Como bien apunta Pierre Halen (1999:61), el análisis del corpus colonial, necesita
nuevas perspectivas, a saber, que en vez de reincorporarse en una doble valoración
moral y política obsoleta, se aportaría más desde las aproximaciones histórica y
semiológica, por lo que propone orientar la lectura crítica actualmente hacía los ―faits
historiques‖ y ―données textuelles‖.
Con el relato de Donato Ndongo (1977) hemos llegado a comprobar una
enseñanza particularmente represiva y que asociada a la evangelización llevan a cabo
con mucha eficacia el plan de asimilación de los pequeños y adultos en una población
indígena pacífica y mayoritariamente adscrita a la causa colonial. No obstante, Donato
construye la esperanza de la futura nación entorno a aquella generación de jóvenes
indígenas que han superado la etapa de la traumática escolarización colonial, y
aprovechando del sistema han llegado a formarse fuera de la colonia, tal el joven
protagonista, sin ninguna experiencia pero con la voluntad.
431

Como se puede ver, La selva humillada y las tinieblas de tu memoria negra


proporcionan una visibilidad panorámica de toda la colonización española en Guinea.
Soler expone el principio de todo, con indígenas sinónimo de inmadurez social, moral o
legal y, de ahí una identidad estática y sin más remedio. Donato nos ubica al final de
todo con un balance exhaustiva, describe una población nativa escolarizada y ya con
emancipados, símbolo de la evolución fomentada con tiempo y, finalmente la
descendencia de dicha población evolucionada a la vanguardia de la soberanía.
En lo que atañe a la historia, se aprecia a la víspera de la soberanía una
preparación de los nativos bastante diversificada aunque también limitada, y algunos de
ellos formados en la metrópoli. Cuando en 1968, la ex colonia española acede a la
independencia, el balance socio político y económico es bastante mitigado pero las
expectativas altas. Desde luego, el nuevo estatuto supone también una reorganización
social en la que los escasos evolucionados se convierten en la nueva élite y se adueña
los espacios liberados por los blancos. La configuración soberana es pues una minoría
de emancipados con a una mayoría de indígenas pero todos convertidos en ciudadanos.
El siguiente capítulo evaluará esta vez, las relaciones entre negros y negros, o
sea, antiguos indígenas y antiguos emancipados. Vamos a ver cómo los antiguos
emancipados reunidos en el primer mando, gestionaron la soberanía que tanto añoraban
todos, también veremos a la luz de la ficción cual es el sitio concedido a los antiguos
indígenas. Las dos novelas poscoloniales que estudiamos a continuación surgen
precisamente de la percepción de dos testigos históricos, uno español y el otro guineano
y ambos valorando mediante la ficción la soberanía con los guineanos como únicos
actores sobre los que recae la gestión y la responsabilidad colectiva que supone la
autogestión de la libertad. Lo haremos a la luz de los indicios de la ficción que
proporcionan El párroco de Niefang (1996) de Mbomio Bacheng y La tribu (1980) de
Manuel Leguineche, y también los examinaremos, para luego cotejarlos con los datos
históricos y de ahí sacaremos las conclusiones convenientes.
432

CAPÍTULO IX

CONTEXTO Y TEXTOS DEL DISCURSO POSCOLONIAL

Hemos tratado de analizar diversos tipos de estereotipos derivados de las


relaciones interraciales ―inteindividuales‖ e ―intercolectivas‖. Esta vez, el presente
capítulo evaluará las relaciones entre negros y negros, todos guineanos, para ver cómo
los antiguos indígenas ahora ciudadanos gestionaron la soberanía que tanto añoraban.
Las dos novelas poscoloniales exponen precisamente la percepción de dos testigos
históricos, un español y un guineano observando por turno a los nuevos guineanos,
siendo ya no más objeto sino sujeto, es decir, actores sobre los que recae la gestión de la
joven república y la responsabilidad colectiva que supone la autogestión de la libertad.
Lo haremos a la luz de los indicios de la ficción que proporcionan El párroco de
Niefang de Mbomio Bacheng y La tribu de Manuel Leguineche. Examinarlas supone
también cotejar sus enfoques con otros relatos de la ficción, luego con los datos
históricos y por fin sacar las conclusiones que juzgamos convenientes.
Asimismo como hemos señalado anteriormente, estas son dos novelas en las que
dos testigos oculares recrean la Guinea poscolonial mediante la imaginación. En este
ejercicio, ambos han reunido un abanico de personajes tipos, Mbomio Bacheng y
Manuel Leguineche, dan la palabra a las víctimas para que cuenten a los reporteros
cuánto la dureza del régimen maciísta les ha perjudicado a ellos y hasta lograr la
destrucción total del país. Leguineche para ello ha montado una tribuna internacional a
saber, la tribu de los enviados especiales que recoge miembros en los cinco continentes,
hábiles interlocutores que se encargan de trasmitir al mundo las informaciones reunidas
diariamente sobre el terreno. Con cautela, Mbomio Bacheng deja hablar a los guineanos
oprimidos y ahora respaldados por el joven cura Gabriel. Ambos autores sitúan su trama
más de diez años después de la independencia, Leguineche nos ubica en plena
deposición del dictador Macías Nguema. Mbomio Bacheng describe la transición poco
433

después del final del régimen dictatorial y bajo el nuevo mando. Los relatos de las
víctimas y sus respectivas caracterizaciones destacan varios tipos y clases de víctimas,
son periodistas, alumnos, civiles, militares, curas, funcionarios, parados, intelectuales,
aldeanos, ministros o diputados. Desde luego, todos pueden ser clasificado entre las
víctimas directas o indirectas o también en categorías siendo víctimas sociales, las
víctimas económicas o las víctimas políticas.

De igual modo como en el capítulo anterior, estudiaremos sucesivamente las


víctimas en las dos obras, primero El párroco de Niefang de Mbomio Bacheng.

IX-1-Argumento poscolonial en El párroco de Niefang

La República guineana que describen Leguineche y Mbomio presenta una


sociedad segregada en dos grupos demográficos principales, los verdugos y las
víctimas. Los verdugos representan la minoría pero ellos son los que detienen y
gestionan el poder político, judicial y económico. Las víctimas son aquellos numerosos
ciudadanos generalmente desprovistos, económica y socialmente pero dominados. En
la novela de Mbomio, esta división se hace más contundente mientras que en La tribu,
se describe una situación caótica e inestable que dificulta una clara distinción de los
dos conjuntos existentes.

Este apartado pretende analizar las causas, manifestaciones y consecuencias de


violencias padecidas por los ciudadanos en el vivir diario o ejercicio de sus deberes
ciudadanos y por los que tratan de contribuir a la construcción y consolidación del
joven Estado. También nos interesan las diversas formas o fenómenos de degradación
sociales que también ocupan un lugar relevante en la interpretación de ambas novelas.
EPDN de Mbomio, está organizada en un constante vaivén entre memoria dictatorial y
presente interrogatorio, pero la mayor parte del relato está dedicada al balance de la
dictadura de Macías Nguema.

La sociedad guineana que define Mbomio Bacheng es dominada por un régimen


de fuerza que ejerce un tremendo poderío sobre la población, causante de muchos
daños tanto físicos como morales. Desde luego, se trata de un gobierno aparentemente
anárquico, por lo cual hay diversos factores que favorecen y alimentan la extrema
434

violencia en vigor. Desde un primer lugar, el régimen ha erigido a las instituciones


militares del país en herramientas o instrumentos de represión y, si bien aquellas
funcionan de forma totalmente descontroladas. En segundo lugar, Su papel es proteger
el poder pero, por su libertad de acción esta función compite con sus intereses propios
y para finalmente convertirlos en auténticos verdugos despiadados. Esta actitud
desalmada sumada a la aparente fidelidad excesiva al régimen o también el perfil de
muchos elementos es el fundamento de la violencia en EPDN; son la milicia popular
que es también la policía política del régimen, hay también las fuerzas armadas y por
fin el Partido Único Nacional de Trabajadores. En efecto, a lo largo de la novela, casi
todos los casos de injusticia son perpetrados por miembros de estos cuerpos; casos de
abuso de poder o de autoridad y prepotencia, intimidación o apresamientos a menudo
arbitrarios. De hecho, la novela recoge las manifestaciones y consecuencias de
actuaciones de los citados aparatos represivos sobre los individuos, los grupos
colectivos o también sobre otras instituciones públicas. Son las víctimas del régimen
maciísta entre otras; ciudadanos que sufren daños por causa fortuita o también por una
culpa declarada ajena; ciudadanos que padecen daños por sus propias acciones o de
otros. Este abanico de gentes se agrupa aunque con cierta dificultad en damnificados
sociales, económicos y políticos. Cabe señalar que la línea divisoria entre los tres tipos
es casi insignificante puesto que el régimen funciona de forma incoherente y, los
poderes judicial, ejecutivo y legislativo no están siempre separados como es corriente.

Así como hemos señalado anteriormente, la novela concede la palabra a las


víctimas quienes cuentan cómo el régimen dirigido por Macías Nguema les ha
perjudicado a ellos y a su país. Pues aquí se pretende estudiar como el pueblo puede ser
dañado, quienes son los más perjudicados, cuáles son las herramientas de dominación
en vigor, o las motivaciones de los verdugos y evidentemente saber cómo esta situación
afecta al país, a los concernidos o a los suyos. Existe un gran número de víctimas en el
que predominan los prisioneros.

La cárcel es uno de los mayores medios de represión que utiliza el gobierno


dictatorial maciísta. En EPDN caben hombres, mujeres o joven entre ellos; curas,
intelectuales o funcionarios. Los motivos de encarcelamiento son muy diversos pero
trascienden el convencional delito propio castigado por, una pena de prisión. Los
sacerdotes Gabriel, Matanga, Pedro, Luis o Rufo son víctimas de su profesión tras el
435

decreto que instituyó la abolición del catolicismo en todo el país. María Soledad y su
esposo son víctimas indirectas, pescados por un delito supuestamente cometido por el
padre de Soledad. Patricio Mbona Ndong es otra víctima pero directa del régimen por
sus supuestas actividades intelectuales. Ndong Mbona es un joven perjudicado por
resquemor. El perfil de todos estos personajes que hemos esbozado anteriormente
permite mayor visibilidad acerca de las circunstancias de los afectados por la represión
estatal. Asimismo, a parte las víctimas directas e indirectas se hallan numerosos casos
de personajes que sufren las consecuencias de la violencia característica del mando y
sus aparatos represivos. Esto es el caso de la madre de Ndong Mbona que fallece por la
desesperación de no poder acercarse a su único hijo recién encarcelado, o también la
joven viuda o huérfanos dejados atrás por Patricio Mbona Ndong. En una situación de
desesperanza semejante se halla la madre de Mbona Ndong por el fallecimiento de su
hijo en la cárcel de Bata. También cabe en este registro el hijo de María Soledad
Nchama Aguan concebido en la prisión. Así como se puede observar, en esta novela la
prisión es a la vez un espacio de reclusión trágico y también fuente de tragedia. Allí
precisamente mueren el padre y esposo de María Soledad, el joven Mbona Ndong
todos torturados y por fin asesinados. La prisión es también el lugar de otros tipos de
violencias, tal es el caso de represión de María Soledad Nchama Aguan quedada
embarazada tras ser violada por varios milicianos guardias de la prisión donde ella
estuvo recluida. El narrador la presenta como una de las mujeres notablemente
perjudicadas; ―Los sucesos de la independencia marcaron de forma profunda su vida y
cambiaron radicalmente su existencia‖ (Mbomio, 1996:33). Pero esta es una práctica
recurrente porque fuera de allí ha sido maltratada y violada también, una joven vecina
que se negaba a dejar que los milicianos se apoderaran las pertenencias de Ndong
Mbona mientras éste quedaba arrestado. Así como hemos señalado en su perfil, Ndong
Mbona es con su familia, uno de los casos típicos del relato. Su propia vida es una
sucesión de adversidades que al final se concluyen trágicamente. Ndong es el Joven
analfabeto y huérfano, sin recursos que se resolvió a forjar su destino por el esfuerzo y,
mientras ya prepara su regreso triunfal al pueblo, y a pesar de haber pagado la
contribución obligatoria para el funcionamiento del PUNT, es arbitrariamente detenido
y encarcelado durante tres meses. A la salida ha perdido todo, sus ahorros y bienes
embargados por los milicianos y también pierde trágicamente a su madre. El exilio
ilegal en el Gabón vecino no solventa nada ya que anda indocumentado, de nuevo en el
pueblo sin medios ni remedios. Al fin y al cabo, Ndong Mbona halla el consuelo en un
436

amor prohibido con la esposa del catequista en cuya vivienda es albergado. Ndong
Mbona es el resultado del ensañamiento del régimen sobre una juventud guineana sin
destino. Lo afirma el narrador: ―Ndong era uno de esos jóvenes que ambulan hoy por
toda Guinea. Jóvenes olvidados por la acción evangelizadora de los años sesenta.
Condenados por la tragicómica aventura guineana de los años sesenta, había llegado a
la mocedad sin norte ni sur, sin vela ni ancla. (…). Ndong se encontraba entonces en la
misma situación en que se encontraban todos los guineanos víctimas de las prácticas
brutales de los hombres del poder. Sin pasado, sin futuro ni presente‖ (Mbomio,
1996:53-56). Patricio Mbona Ndong primo de Ndong Mbona es un ejemplo típico de la
persecución intelectual, joven detenido y encarcelado y finalmente asesinado durante
una cesión de tortura carcelera.

El régimen anula a la juventud y con este último caso, se muestra más


despiadado con los ciudadanos con carrera. Como se puede observar, la violencia
alimentada particularmente por los milicianos y militares no excluye a nadie, caben
jóvenes como Ndong y su primo, viejos como el padre de Soledad, curas como Gabriel
o Matanga. Esto es lo que el padre Gabriel lamenta la injusticia de un régimen donde la
juventud está adiestrada contra otros ciudadanos. Al mismo tiempo nos descubre otras
conductas de los jóvenes verdugos: ―El misionero se acordó de una triste mañana
cuando unos hombres enfurecidos por una rabia asesina vinieron a detenerlo en la
sacristía. Aquellos soldados de la dictadura habían profanado el sagrario; no sabían
nada y muchos apenas habían llegado a la veintena, no sabían ni leer ni escribir, pero
sabían matar, sabían torturar, quemaban pueblos y violaban mujeres: estos hombres
habían puesto el país en ruinas‖ (Mbomio, 1996:73).

La violencia no origina tan sólo directamente víctimas humanas, el aspecto que


ofrecen diversos lugares también permite leer las manifestaciones y consecuencias del
fracasado régimen dictatorial. Concretamente, a parte de los citados casos individuales,
la novela ofrece igualmente un abanico variado de dañados colectivos por distintos
motivos. Son grupos sociales, instituciones estatales o determinados espacios afectados
por una política inadecuada del régimen de fuerza. Por ejemplo, el pueblo de Edum
situado cerca de la ciudad de Niefang es un caso patente de la degradación física y
moral generada por el régimen dictatorial. Esto es un pueblo con un pasado glorioso
como afirma el narrador: ―El pueblo de Edum había contribuido mucho para el
437

desarrollo socio-cultural de Niefang. Niefang había recibido mucho de Edum y


muchos hijos de este pueblo conocieron la desgracia y tras el triunfo de Macías y los
suyos con la llegada de la independencia‖ (Mbomio, 1996:33). Edum viene definido
como un pueblo creyente, pero con la dictadura, los habitantes de este pueblo han
perdido no sólo su ventajoso progreso sino también el derecho de vivir su fe cristiana.
Hoy en día los habitantes presentan una cara de miserables reiniciando su
reconstitución moral y física. El narrador resume significativamente el ambiente
especial a la víspera del recibimiento triunfal preparado por estos entusiastas aldeanos
para el padre Gabriel: ―Todos los habitantes de Edum estaban limpios, se habían
bañado en el río Mong. Los niños llevaban trajes de fiesta y zapatos nuevos. Los que
no tenían calzados se ungían las pantorrillas para cubrir su pobreza. Los más avispados
protegían sus dedos y cubrían la miseria calzando el motofut (sandalias de fabricación
rústica a base de neumáticos)‖ (Mbomio, 1996:58).

Como Edum, el espectáculo desgraciado se repite una y otras veces en otros


pueblos en el paso del sacerdote Gabriel, así lo señala el narrador: ―Frecuentemente, al
atravesar un poblado, veía niños descalzos y semi desnudos que venían corriendo hacia
la ruta de los coches para aclamarlo adiós padre Gabriel‖ (Mbomio, 1996:44).

Si bien, el júbilo de esta humilde gente de Edum contrasta con la desastrosa


situación en la que se hallan hundido desde la independencia, y para el narrador, el
aspecto miserable observado a través de los habitantes o su destrozada iglesia es el
más corriente en todo el país: ―aquella choza semiderruida reflejaba la miseria que
vive el país desde el día de la independencia‖ (Mbomio, 1996:58). A parte los
habitantes rurales, en la ciudad de Bata también se notan los efectos de la miseria y de
la violencia, entre los ciudadanos nativos y entre los extranjeros. Hay que señalar que
una de las consecuencias más sobresalientes de acción gubernamental es la miseria.
Esta procede de la decadencia a nivel de la actividad económica, viene señalado
particularmente el cierre de las empresas extranjeras operando principalmente en la
ciudad de Bata, y a consecuencia de ello la salida de los empresarios temerosos por su
vida y por la escasez de rendimientos. El hundimiento del sector económico provoca el
empobrecimiento de las poblaciones y de ahí éxodos masivos de las poblaciones hacia
las aldeas y hasta fuera del país. El narrador reseña la recesión generalizada de la
economía y de otros sectores claves del país como sigue:
438

La retirada de las sociedades comerciales del país, el cierre de las escuelas y los repetidos
errores políticos dieron al traste con los progresos que se habían realizado antes de la
independencia. Muchos fang volvieron a sus pueblos del interior, otros cruzaban las fronteras
para refugiarse en los países limítrofes. En este periodo de regreso a Egipto, la ciudad de Bata
perdió a más de la mitad de su población: muchos barrios que se habían distinguido por su
dinamismo comercial se transformaron en zonas fantasmas, pobladas por casas abandonadas y
semi derruidas (Mbomio, 1996:39).

La miseria señalada surge también directa o indirectamente de alguna categoría


de medidas gubernamentales restrictivas y que afectan a un gran número de individuos
a la vez. A través del reverendo padre Matanga, el autor reitera el daño causado a las
poblaciones ndowé, pueblo esencialmente pescador y que durante el mandato de
Macías Nguema se vio vetado el espacio marítimo batense. El sacerdote reseña esta
prohibición con estas palabras:

Un ndowé debe pasar la tarde en alta mar con su cayuco. Salir con una barca a alta mar era
considerado por el régimen de Macías como un acto de subversión que atentaba contra la
seguridad del Estado. Por eso se mandó destruir todas las embarcaciones desde Mbonda hasta
Río Campo y desde Cuche hasta Corisco. Se prohibía a toda la población del litoral el acceso a
su propio espacio marítimo. Impedir a un playero el acceso al mar genera las mismas
consecuencias que si lo hubiera privado de su única fuente de recursos. Esto es, de forma más
profunda, alterar su equilibrio existencial. (…). Por eso Matanga, como muchos ndowés, se
sentía profundamente feliz al volver a tomar el camino de la mar. Con la caída de Macías, los
playeros volvieron a rehabilitar sus embarcaciones (Mbomio, 1996:37).

En esta novela destaca la ciudad de Bata, es un núcleo urbano de gran


concentración demográfica o económica pero también alberga instituciones públicas y
privadas. De hecho, esta desintegración económica suscita no sólo el despoblamiento
o la pobreza de los ciudadanos o jóvenes sin escolarizar, sino también la degeneración
de otros sectores de actividad también imprescindibles para el desarrollo. A lo largo de
la novela se recogen relatos que ilustran el contraste que presentan las ciudades
guineanas, al final de la era colonial marcada por destacados avances en diversos
ámbitos y el decaimiento generado por la política devastadora del régimen dictatorial
dirigido por Macías Nguema. En la ciudad de Bata hay múltiples datos que ilustran
este ayer glorioso y el hoy desgraciado del país. Por ejemplo, el narrador evoca la
creación de centros docentes, firmas y casas comerciales, la explosión demográfica
ocasionada por las masivas emigraciones hacia Bata, la formación de nuevos barrios
periféricos, o la construcción por el gobierno autónomo de viviendas en beneficio de
los ciudadanos batenses recién establecidos. Aun mejor evidencia ofrece esta
descripción del padre Gabriel recorriendo el antiguo paseo marítimo hoy paseo Lumu
Matindi, aquí, se pone de manifiesto el ayer y hoy de una urbanización en declive:
439

Saliendo del viejo puerto y dejando atrás los edificios de la antigua factoría ―Besora‖ (…). A
cien metros de donde campeaba el enorme guardián vegetal se encuentra un viejo club náutico
(…). Al otro lado y a lo largo de la avenida se levantan varias construcciones que pertenecieron a
los comerciantes europeos. Entre otros edificios destaca la casa ―Dumbo‖, una de las casas
comerciales más prestigiosas de los viejos tiempos. A pocos pasos se encuentra un rojizo
edificio, antes juzgado comarcal, hoy Ministerio de justicia. Frente a la casa de la equidad, sobre
el mar, flota el viejo hogar juvenil (…). El hotel ―Panáfrica‖ es una construcción post-
independentista que parece haber sufrido, como las demás, las inclemencias del régimen
neoguineano. A su lado se encuentra el estadio ―La Libertad‖, complejo deportivo anfibio que se
inunda en la época lluviosa y se seca en verano (Mbomio, 1996:27-28).

La fisionomía desoladora que exhibe esta ciudad costera es corriente a través del
país según afirma el padre Gabriel, que este modo expresa su decepción: ―el aspecto
tragicómico y esperpéntico que ofrecen las ciudades guineanas después de la
independencia. Por todas partes el sacerdote pudo contemplar las huellas del mal
impresas en la sufrida capital provincial‖ (18). Efectivamente, la otra aglomeración más
retratada confirma las impresiones del cura, el panorama urbano de Niefang exhibe el
mismo aspecto desolador, una sucesión de edificios y otras infraestructuras en ruinas, o
los antiguos cafetales hoy convertidos en arbustos melancólicos y que metaforiza el
narrador: ―Son los testigos mudos de la euforia y tristeza que vive la ciudad en su
realidad cotidiana‖ (Mbomio, 1996:18). De igual modo destacan el semiderruido
complejo hospitalario con sus plantas defectuosas y carente de alumbramiento eléctrica,
también caben viejos edificios fechados que atestiguan de una actividad comercial
antaño floreciente.

En el momento de valorar el recorrido político del país desde la independencia,


Mbomio Bacheng reúne a un grupo de jóvenes, algunos forman parte de la elite
intelectual de la comarca. Debaten acerca de la independencia, el régimen dictatorial y
también la transición política encabezada por el Comité Militar Supremo. Para unos, la
soberanía auguraba por un lado la libertad, la paz, la justicia y en fin la felicidad. Por
otro lado, se suponía una política distinta a saber, la libertad política con varios partidos
políticos, siendo una dinámica colectiva que facilitaría la integración de todos los
ciudadanos y participes en el desarrollo del país. En el lugar del cumplimiento de las
expectativas del pueblo la independencia se ha convertido en una pesadilla, provocando
asimismo una gran decepción. La ilusión que en ella pusieron los indígenas se ha visto
estropeada por una serie de actuaciones contrarias del primer régimen. Para poner unos
ejemplos, uno habla de la ―tribalización‖ del poder, del hostigamiento despiadado de los
intelectuales o del apoderamiento del poder. Las consecuencias directas dicen, son
irreversibles, el destierro de muchos, las ruinas, el empobrecimiento de la población, la
440

corrupción o la miseria generalizada. Aparte los puntos de vista de los jóvenes de la


comarca, una de las censuras más desarrolladas por Mbomio en contra del régimen
maciísta es la prohibición del catolicismo en el país y el cierre de las parroquias. La
novela revela que esta restricción causó un tremendo daño moral a muchos guineanos
acostumbrados a vivir su fe cristiana, y para así preservar su equilibrio existencial. De
hecho muchos muestran mayor entusiasmo a celebrar la reapertura de las capillas. Las
tres etapas correspondientes a las tres eucaristías solemnes celebradas en Bata, Edum y
Niefang cobran asimismo mayor relevancia por su triple significación; conmemoran la
victoria del pueblo sobre el mal, festejan la liberación del padre mártir Gabriel y por fin
son una reverencia al Dios misericordioso por esa doble acción. Esto es el mensaje del
rescatado padre Gabriel a los feligreses de Edum:

Milagro, hermanos míos. El Señor ha obrado un milagro, hoy hemos vuelto a reunirnos bajo su
techo, yo no he muerto en la cárcel como os habían anunciado. El Señor me salvó. Os puedo
decir que el Señor me resucitó, las iglesias han vuelto a abrir sus puertas y la voz de Cristo
resuena otra vez en la selva guineana. Milagro, hermanos míos. (…), hemos sido resucitados
como Lázaro, redimidos por Cristo. El Señor nos ha salvado de la muerte, ha tocado a nuestra
puerta y nos ha enseñado el camino de la vida eterna (Mbomio, 1996 :63).

Esto es por lo que en el momento en que arranca la nueva oportunidad, pues el


autor encarga a los hombres de la iglesia a liderar la reconstrucción moral o espiritual de
los ciudadanos pero también de su protección, ésta es la misión del padre Gabriel.

Tal y como se puede observar, el régimen maciísta ha llevado a cabo una política
general fastidiosa y destructiva que en breve aplastó todas las ilusiones del pueblo
guineano. Esta política ha generado víctimas humanas, materiales o institucionales en
todos los sectores de actividad y clases sociales. La novela de Mbomio es pues una
censura abierta a esta temporada presentada como el peor periodo de toda la historia de
Guinea Ecuatorial. De igual menara, analizar El párroco de Niefang corresponde a
recoger los aspectos más crueles de la naturaleza humana. Hay que comprobar que toda
la acción del gobierno maciísta es afectada al personaje Macías, la novela le hace
máximo responsable del fracaso de la independencia. Basta con recoger algunos
nombres para designarlo; es el gran monstruo, el hijo de Satanás o el loco. Y cuando se
trata de sumar al mando las acciones de los esbirros del maciísmo bajo fondo de
resquemor, Mbomio habla de ―un régimen maléfico‖(62), o también que: ―Macías y su
equipo fue un drama social y una tragedia‖ (39), por su carácter bárbaro e injustificable,
―la gran epopeya de Macías‖ (62), por su carácter incomprensible, o en fin ―un país
441

dirigido por locos‖ (55), para exponer el carácter desalmado de la dictadura de Macías
Nguema. A la vista del balance desastroso de este régimen, la dureza que le caracterizó,
con sus artífices, sus manifestaciones o efectos, Mbomio concluye lógicamente a la
desilusión, porque Macías y su gobierno convirtieron un proyecto esperanzador en una
experiencia dramática, una tremenda decepción. Si bien, aunque se haya hecho justicia,
la eliminación del dictador Macías Nguema no llegará nunca a reparar el enorme daño
causado a todas estas víctimas directas o indirectas, ni al país. Los testimonios de las
víctimas lo demuestran, María Soledad, Ndong Mbona, Padre Gabriel o Patricio Mbona
Ndong, llevan todavía vivas las huellas del atropello padecido. Por otra parte, la
discusiones entre los jóvenes intelectuales acerca del significado de la independencia,
los protagonistas de la dictadura o los del nuevo equipo gubernamental también
permiten leer la preocupación de los guineanos por su futuro, a corto y largo plazo. De
igual modo, es también aquí donde el autor plantea los temas apremiantes: cómo salir de
un pasado tan desconcertante, cómo construir una sociedad humanizada para juntos
construir un destino común.

En cierta medida, los personajes de EPDN pueden ser tomados como tipos de
víctimas, puesto que en realidad, el régimen maciísta es un tema constante de la
narración guineoecuatoriana. Recorriendo otros relatos, se hallan multitudes de
perjudicados similares.

A diferencia de Mbomio Bacheng, Donato Ndongo ubica la trama de su novela


Los poderes de la tempestad (1997), en plena dictadura de Macías Nguema. En esta
novela se describe un régimen de extrema dureza y donde el principal artífice es el
mismo presidente Macías Nguema, rodeado de unos ejecutores reunidos en aparatos
represivos. Igual como en EPDN, los verdugos son los milicianos, militares o los
jóvenes en marcha con Macías, todos actúan exento de algún control y por lo tanto,
detienen el poder de vida o de muerte sobre los ciudadanos. El autor argumenta como la
represión erigida en ley nacional ha llegado a perjudicar todo un pueblo sumergido en el
miedo por la extrema inseguridad, como afirma el militar Mbo: ―no hay ninguna
persona gorda en Guinea; todos estamos esqueléticos, porque siempre estamos
preocupados, esperando nuestro turno. (…). El turno de morir. Cuando te acuestas no
sabes si seguirás vivo al día siguiente. Esta es nuestra vida, sobre todo para los que no
somos de Mongomo, la región del presidente, ni pertenecemos a su tribu Esangui, ni
442

tenemos ningún familiar en las altas esferas‖ (Mbomio, 1996:77). En esta novela, la
violencia reviste diversas caras: las detenciones arbitrarias, torturas, prohibiciones,
denuncias, impunidad, anarquía, abusos de autoridad, homicidios, rapiñas o saqueos.
Las palabras de Mbo permiten sacar a luz la línea divisoria entre las víctimas
propiciadas, los protegidos y los verdugos. De los tres grupos identificados, los más
numerosos son los dañados y la mayoría se hallan en las prisiones.

En la narrativa guineana en general, la cárcel es constantemente un protagonista


de primer plano. En Los poderes de la tempestad hay la prisión malabeña de Blavish,
funciona como un campo de exterminación donde entran presos a diario, la mayoría sin
juicio previo y casi nadie sale con vida. Según el narrador, en esta cárcel se halla unos
trescientos o cuatrocientos presos, los milicianos guardianes se encargan de eliminar a
muchos para que quepan cada día los nuevos apresados. Cabe señalar que las víctimas
aquí ya padecen las malas condiciones de su detención, es decir, la escasa alimentación
suministrada por las familias, la estrechez de las jaulas, la excesiva promiscuidad, la
convivencia de los vivos con los cuerpos de los fallecidos, cucarachas, mosquitos,
moscas atraídas por olores de excrementos o heridas purulentas. A diferencia de
Blavish, en Nambula (2006), la novela de Maximiliano Ncogo, los presos condenados
por delitos considerados menores reciben una ración diaria de un pan y una sardina.
Pero, el maltrato y las demás condiciones de detención son similares y los motivos casi
siempre políticos como son las conspiración, sedición, alta traición o amenaza a la
seguridad del Estado. Si bien, la novela de Ncogo aclara el trato cruel infligido a los
presos tiene dos justificaciones, es que siendo delincuentes pierden sus derechos. Por un
lado, el artículo veinte de las ordenanzas penitenciarias estipula: ―El preso no tiene
derecho a la comodidad ni a la asistencia‖ (Ncogo, 2006:95). Por otro lado, el trato
despiadado aplicado a los presos es correctivo como recuerda un verdugo a los guardias
milicianos: ―No podemos ser indulgentes con ellos, porque si lo hacemos, no
aprenderán nunca. Cuantas más duras sean las condiciones de su encierro, mejor
aprenderán la lección, y cuando salgan serán ciudadanos ejemplares en el cumplimiento
de las leyes‖ (Ncogo, 2006:95).

En Los poderes de la tempestad (1997), efectivamente el maltrato alcanza su


paroxismo, aquí no se trata de una privación de libertad para sancionar sino de pegar a
muerte, los prisioneros mueren en cualquier lugar y a menudo en grupos pero todos de
443

modo horrible. En las prisiones de la dictadura, se cometen homicidios cotidianos


mediante la tortura, la decapitación, ejecución, los atropellos organizados, combates a
muerte con palos o machetes, ahorcamiento o mordeduras de perro. El protagonista
abogado describe la ejecución masiva de presos de la cárcel de Bata en Ngolo y a la que
obligan los viajeros a presenciar, el abogado observa la escena junto a su esposa y su
hija de cinco años: ―Una a una, y los milicianos, con diligencia inusitada, recogían los
cadáveres y los iban arrojando en el camión, y se formó una nueva hilera de reos, otros
diez, y otros diez, y otros diez, y otros diez y otros diez y otros diez y otros diez y otros
diez, porque noventa hombres fueron fusilados en aquella mañana de sol esplendoroso‖
(Ndongo Bidyogo, 1997:171). Posteriormente, el mismo abogado señala otros casos de
semejante crueldad surgidos en Blavish:

Aún veo los ojos pavorosos de mirada tan estática de los más de cincuenta que fueron
decapitados a machetazos delante de nosotros debajo de los cacaotales en Socogui, o aquellos
otros que en Viuda de Potau fueron abiertos en canal y les sacaron las tripas, o aquel tractor con
cadenas en las ruedas que La Vigatana pasó sobre los cuerpos (…) o aquellos muchachos que en
una de las fincas de Mora y Mallo fueron colgados de los arboles por las piernas, cabeza abajo,
mientras les hacían girar y girar y girar a garrotazos hasta que dejaron de existir (Ndongo
Bidyogo, 1997:290).

De igual modo, los presos no son víctimas de castigos físicos, en esta novela
padecen también todo tipo de carencias vinculadas con sus condiciones de
encarcelamiento devastadoras y hasta trágicas: el hambre, la promiscuidad, la falta de
agua o asistencia médica. La novela de Donato Ndongo descubre igualmente la
humillación que viven aquellos hombres y mujeres reclutada en todas las escapas
sociales y sometidos a la subordinación y sobre todo utilizada como mano de obra
gratuita para los trabajos públicos como son la limpieza de hierbas en las fincas estatales
o plantaciones privadas arrebatadas a los colonos o también la limpieza de las
carreteras, hasta algunos dignitarios los emplean en faenas particulares. Como ellos,
fuera de las cárceles, los hombres y mujeres castigados son regularmente destinados a
los trabajos forzados en los mismos lugares.

En su otra novela Huellas bajo tierra (1998) Mbomio Bacheng introduce una
nueva clase de castigador. Aquí se da un tipo extremo de la dureza carcelera diseñada
por un miembro del gobierno maciísta, y en el que se pone de relieve la tremenda
iniquidad humana. El sistema de autodestrucción es concebido por el poderoso ministro
es en realidad un ocio para compensar su frustrada vida sexual con la muerte de los
indefensos. En una cárcel batense, se reúne a todos los presos políticos en el patio
444

central y se le exige enfrentamientos a muerte en dúo y con palos, esta funesta aventura
es acompañada por una música, las cesiones son nocturnas y arrancan a media noche. El
narrador reseña la tétrica escena de modo siguiente:

Bajo los acordes de una extraña música se iniciaba la danza de la muerte. Con pasos de un baile
macabro, aprendido a temprana edad en su pueblo, (…). De la espesura salvaje surgían dos
hombres transformados en bestias, criaturas del infierno de Macías, antes nobles funcionarios,
que se entregaban en cuerpo y alma a un combate mortal. (…). El espectáculo era alucinante al
término de la terrible batalla; duelo cruel que terminaba con miembros amputados y carne
humana por todas partes. En medio de un inmenso charco de sangre se distinguían apenas dos
masas sanguinolentas agonizantes en la oscura noche (Mbomio Bacheng, 1996:81).

Como se puede observar, la prisión es el lugar donde son perpetradas las peores
atrocidades, la maldad alcanza su paroxismo e igual de daño, estudiándolo se percibe el
grado de crueldad de los verdugos y también la anarquía característica de un régimen
maciísta donde inocentes ciudadanos están sacrificados a veces bajo motivos insólitos o
por meros caprichos de los verdugos. Así se les ven matando, torturando moral y
físicamente, obligando a familiares al incesto en fin, lo tienen todo permitido y sin tener
que rendir cuenta a nadie. A estas jaulas entran inocentes procedentes de todas las clases
sociales, designados como subversivos y castigados todos a muerte. De hecho el militar
Mbo opina que la revolución llevada a cabo por el presidente Macías es destructiva
porque favorece el oscurantismo, esto confía al abogado recién llegado de España:

En la Guinea actual todo es al revés, (…) ir limpio es un crimen. Persiguen a todos los que saben
algo, a los maestros, a los pocos guineanos que tienen alguna carrera (…). No te puedo contar la
cantidad de gente que llena las cárceles, ni los tormentos que sufren, ni los asesinatos (…). El
Tigre sólo necesita sangre para alimentarse y todos somos animales para él y su camarilla de
brujos. Y cuanto más destacado, o más sabio, o más valiente, mejor para ellos. Antes te comen‖
(Ndongo Bidyogo, 1997:73).

En esta novela como en EPDN, Macías Nguema viene representado según que
uno es un seguidor o disidente. Para los primeros, él es el Primer nombre sagrado, el
Padre de la revolución, el Mayor héroe, Luchador incansable, General mayor,
Presidente del comité central del PUNT, el Gran camarada, o simplemente Papá Macías.
En cambio, las víctimas lo designan también de modo significativo pues es; un brujo, un
caníbal, el diablo o el tigre. Éstos le culpan como el que concibe la política y define los
contenidos mientras sus esbirros se encargan de su aplicación. Por ejemplo, el dictador
convoca un mitin público en el campo de fútbol para comunicar al pueblo las nuevas
leyes revolucionarias. Entre otras anuncia, la enseñanza política obligatoria en todos los
institutos públicos y ordena el cierre de los centros privados. Las ramas del nuevo
programa político revolucionaria son el racismo, el apartheid, el colonialismo, el
445

neocolonialismo, o la biografía del presidente. En segundo lugar vienen las nuevas


restricciones, se prohíben: los nombres cristianos, el catolicismo, la gula, el consumo de
pan o aceite de oliva, la vacunación. Al final de todo vienen las nuevas obligaciones
como son: el descabezar automáticamente a los blancos igual que a los subversivos,
arrodillarse al pase del sequito presidencial, y denunciar a cualquier padre que atente
con la reputación de papá Macías.

A raíz de un sinfín de privaciones e imposiciones, fuera de las cárceles, corre la


vida de los guineanos al compás de la inseguridad, el miedo y la represión. La falta de
libertad ha instaurado un clima generalizado de desconfianza, de terror pero también de
resentimiento porque los ciudadanos se sienten todos víctimas propicias, por eso Mbo
recomienda prudencia a su primo abogado: ―En aquella Guinea que se había convertido
en un país de personas tapiadas, mudas y recelosas hasta con los seres más allegados,
porque nadie podía permitirse el lujo de abrir su corazón a un semejante, pues en ello se
jugaba la vida‖ (Ndongo Bidyogo, 1997:59).

La no aplicación de las leyes revolucionarias no se sanciona siempre por el


apresamiento, hay numerosos guineanos fuera de las cárceles, dañados por unos esbirros
prepotentes y ávidos que usan y abusan de su autoridad con total impunidad. Son los
militares, los milicianos, los agentes del PUNT o los jóvenes en marcha con Macías,
expandidos en todos los pueblos y ciudades para vigilar a la población y velar por el
conforme respeto de las leyes. Precisamente una de ellas consiste en el homenaje diario
del pueblo al dictador antes de emprender alguna a tarea propia y bajo la vigilancia de
miembros del comité de base del PUNT: ―funcionarios, agricultores, obreros. (…),
barrio a barrio, manzana a manzana, pueblo a pueblo ―(1997:112). En todo el territorio
nacional los guineanos realizan obligatoriamente su ―deber patriótico‖ matutino a saber,
una hora diaria: ―o el tiempo que dictara el capricho del mandamás de instrucción
militar al ritmo de cánticos de alabanza a Macías y gritando condenas contra el
imperialismo, abajo el colonialismo, abajo los intelectuales, abajo los golpes de Estado‖
(Ndongo Bidyogo, 1997:112). A pesar de la estricta celebración del ―torbellino
nacionalista‖, Donato Ndongo describe como todos los guineanos son pasibles del
castigo. Es la evidencia que aporta el arresto y maltrato público en Malabo de más de
cuarenta funcionarios del Ministerio de Construcción Popular acusados de supuesta
conspiración contra el Estado, en una noche de tortura mueren diez de ellos. Para que
446

garantizar mayor impacto de lo ocurrido, uno de los miliciano advierte a los paseantes:
―‖ así se trata a los subversivos que conspiran contra la sabia política revolucionaria de
papa Mesie (…), a éstos no les quedarán más ganas de hacer reuniones clandestinas
(Ndongo Bidyogo, 1997:113). A estos cuantos casos se suma un número considerable
de daños imputados a los verdugos que encabezan la represión en nombre de la
revolución. En los pueblos como testifica el padre del abogado, los aldeanos necesitan
una solicitud firmada por una autoridad para abastecerse en jabón o petróleo, muchos no
lo consiguen, además está prohibido tener cien bikuele. Pero es en el pueblo annobonés
San Antonio de Palé donde culmina la barbarie de los milicianos. En este pueblo aislado
donde se quejan los habitantes de la escasez de productos de primera necesidad, y
expresan la necesidad de médicos y maestros, los milicianos de visita en la isla aprecian
la conducta de los annoboneses como una afrenta a la revolución. La dureza del castigo
infligido a los annoboneses evidencia el grado del enfado de los enviados del poder,
tardan cinco días para lograr el destrozo completo del pueblo; entre otros actos de furia,
matan a todas las cabras y gallinas, rompen todos los cayucos y queman las redes con el
pretexto de impedir huidas y también aniquilar la principal fuente de supervivencia de
los annoboneses. Luego se atacan a los humanos, asesinando salvajemente a los jóvenes
discordantes a los que sacan las tripas y, conjuntamente se encargan de agredir a todas
las mujeres obligando los mayores o padres a presenciar la tétrica escena. Años después,
uno de ellos cuenta entusiasmado la extraordinaria proeza annobonesa al padre del
abogado, una astucia que advierte de las represalias a las que se exponen los que
incumplen con las obligaciones de la revolución:

Nos metimos en sus casuchas y empezamos a sacar a las chicas, y qué mozas más bravas, papá, y
allí mismo nos las tiramos delante de sus narices en el patio del poblado a la luz de la luna, yo
solito desvirgué a cinco esa sola noche, pero hubo otros que me ganaron, (…), seguro que
Annobón estará ya plagada ahora de niños fang. (…), y así durante cinco días, unos días de puta
madre, no dejamos ni una sola virgen. Y hubo gente que hasta con niñitas de ocho años, pero a
mí no me gustan las mujeres que aún no tienen lo que tienen que tener, y me conformé con las ya
desarrolladitas, eso sí, tiernas, muy tiernecitas, verdad papá es un placer especial desvirgar a una
mujer, no hay nada mejor en el mundo (Ndongo Bidyogo, 1997:202-203).

Como se puede observar, la acción de Macías y sus verdugos alcanza una


crueldad humanamente inconcebible, los principales aparatos represivos destacan por su
insensibilidad, tanto que todo el país es una larga prisión donde impera el ensañamiento
de unos pocos y la intranquilidad de muchos. La revolución maciísta amontona víctimas
en todos los lugares sin distinción de sexo o de edad, su cometido es el aniquilamiento y
hasta la destrucción de todas las voces discordantes. Igualmente como en EPDN, la
447

novela de Donato Ndongo (1997) como hemos visto permite recoger aún más dañados
de la tiranía. Del mismo modo, el impacto de la política revolucionaria no se recoge en
los únicos seres vivientes, el estado de algunos espacios en los pueblos y ciudades es
también significativo.

En Nambula (2006) que designa a la vez el título y nombre de un pequeño país


africano, Maximiliano Ncogo describe sitios o infraestructuras de la capital nambulana
que testifican de la política contraria a los intereses colectivos. A modo de ejemplo, el
palacio de justicia en la capital nambulana es un edificio colonial con una fisionomía
particularmente decadente:

Ubicado en la planta baja de un antiguo edificio céntrico sin agua en los lavabos ni instalación de
aire acondicionado. (…). El Salón de la justicia, bastante amplio para un auditorio numeroso,
presenta un aspecto vetusto adquirido con el paso del tiempo; ya no tiene cielo raso, éste se ha
ido abajo por la gula de las carcomas y los termes, y algunas de sus paredes ofrecen en algunos
tramos decoraciones hechas por la humedad y el moho. El suelo, polvoriento y con algunas
baldosas ya despegadas y rotas, (…). Los chirriantes asientos de hierro, unidos entre sí mediante
barras de acero sujetadas con enormes tornillos oxidados, dejan un espacio central y dos pasillos
laterales para la circulación de los asistentes (Ncogo, 2006:71-72).

Otro espacio público sobresaliente es el hospital de la capital nambulana pintado


en estado de deterioro avanzado y una penuria asombrosa. En una noche muy corriente,
el único médico de guardia descubre las múltiples carencias del centro: falta de material
y personal médico, de camas para atender al importante número de enfermos
ingresados, y para colmo, el hospital carece de medicinas. El médico sólo dispone de un
termómetro y un fonendoscopio ambos pasados de moda, sus propuestas por mejorar el
funcionamiento de centro no se han tomado en cuenta. Afirma que al mando nambulano
le preocupa más la seguridad del Estado que la salud de los ciudadanos, éste doctor en
farmacia formado en Europa del Este tiene que afanarse con medios rudimentarios, casi
absolutamente nada. Él confiesa su impotencia con ironía: ―Yo también tengo derecho a
descansar, reconoce. No por ser médico no puedo tomarme suspiro. Si me entrego como
quieren, creo que acaban conmigo. Llegan en tropel creyendo que soy la panacea de sus
enfermedades. Pues yo no puedo hacer milagros, no soy Dios, ni su Hijo, del que dicen
que curaba tan sólo con pronunciar algunas frases y tocar al enfermo…Receto
paracetamol, que es lo único que hay y punto‖ (Ncogo, 2006:106). Es en este ambiente
de absoluta penuria que Ncogo sacrifica al prepotente y adinerado sobrino, protagonista
de la novela definido como descendiente de uno de los miembros más influyentes del
régimen. El sobrino fallece como cualquier miserable nambulano corriente tumbado:
448

―en una camilla con manchas de barro, pus y sangre producto de las emanaciones de los
enfermos, heridos y cadáveres‖ (Ncogo, 2006:109). Con la muerte del todopoderoso y
arrogante sobrino se da la vulnerabilidad del ser humano en general y en este contexto
en particular, el autor expone política social asoladora donde los verdugos se convierten
a veces en víctimas, pues padecen las consecuencias de su propia desidia.

De lo precedente se deduce la preocupación por los escritores guineanos por dar


a conocer uno de los episodios más dramáticos de su historia reciente. Para entenderlo,
hay que recordar ante todo, como afirma Gustau Nerín citado por Onomo y Otabela que
―La dictadura de francisco Macías sigue siendo uno de los episodios más silenciados de
la historia reciente de Guinea Ecuatorial‖ (Onomo y Otabela, 2004:34). Este particular
empeño explica la constancia de una narración guineana constantemente protagonizada
por Macías Nguema y su dispositivo institucional y humano particularmente adiestrado
a expensas de las impotentes poblaciones. Para poner de relieve la temática maciísta
preponderante en la narrativa guinea, sirva como muestra la siguiente reseña realizada
por Onomo y Otabela. De la novela Huellas bajo tierra (1998) de Mbomio Bacheng
dicen que es: ―Las pesadillas del protagonista Juan Ndong sirven de pretexto al autor
para denunciar las crueldades de la era del dictador Macías Nguema‖ (Onomo y
Otabela, 2004:36). Respecto a El párroco de Niefang (1996) del mismo novelista
sostienen otra vez la brusquedad característica del mismo régimen: ―Relata la
excarcelación de un sacerdote a raíz de la decadencia del régimen despótico del primer
dictador guineano‖ (Onomo y Otabela, 2004:35-36). El reencuentro (1985) de Juan
Balboa Boneke transmite este mismo mensaje de la profanación maciísta: ―Sin aludir
explícitamente a los autores del drama, la novela se vale de la represión sanguinaria
sufrida por el pueblo de Basakato, un pueblo bubi, para denunciar el horror que supuso
la tremenda tragedia‖ (Onomo y Otabela, 2004:35). Por último Los poderes de la
tempestad (1997) de Donato Ndongo Bidyogo que tampoco falla a la tradicional
coacción gubernamental del maciísmo: ―el autor describe las pesadillas de un abogado
guineano que decide volver a su país tras más de trece años de exilio en España. A su
llegada, se encuentra inmerso en un mundo hundido en la sangrienta dictadura de
Macías Nguema, un episodio que acabará con él en una de las famosas cárceles del país,
desde donde se escapa milagrosamente para salvar su vida‖ (Onomo y Otabela,
2004:35).
449

Como se puede contemplar, a la luz de algunos relatos de la ficción examinados,


hemos llegado a acopiar un número notable de especímenes de perjudicados y de
castigadores. Como Mbomio Bacheng, todas estas novelas demuestran como el primer
gobierno soberano guineano ha demolido las expectativas de un pueblo ilusionado, un
pueblo dispuesto a superar su dura memoria colonial para construir una nación que ya
auguraba libertad y prosperidad. Y en lugar de ello surgió un régimen aplastante y
sanguinario donde, el dictador impone el culto de su personalidad a todos mientras, sus
esbirros y otros allegados influentes también imponen absoluta lealtad tanto al dictador
como a ellos mismos. Los relatos de los guineanos aclaran como la dictadura maciísta
no es solamente sangrienta y empobrecedora pues es también destructora por lo que ha
logrado la ruina del país mediante la recesión socioeconómica, el destrozo del legado
colonial o el exterminio del potencial humano mediante la represión policial y militar.
Igualmente hemos visto como los verdugos son identificados como miembros de grupos
establecidos pero, en general la arrogancia y el ensañamiento es una conducta corriente
entre los que se consideran detentor del poder o allegados del dictador. En este régimen
todo funciona como si las faltas fueron todas iguales, todas equiparables a un delito
mayor sancionado por la pena de muerte o también decidido según el humor o buen
querer del verdugo.

Después de examinar la novela de Mbomio Bacheng, veamos cómo Manuel


Leguineche explora el final de la tiranía maciísta desde la ficción, la segunda novela
poscolonial que como la anterior ausculta las relaciones entre ciudadanos guineanos.

IX-2- La trama poscolonial en La tribu

La novela de Manuel Leguineche es otro relato poscolonial donde Manuel


Leguineche describe los escombros de la Guinea dejada por Macías, por medio de un
grupo de reporteros. El relato es fruto de las exploraciones de los comunicadores y
también de los personajes guineanos tipos elegidos entre los muchos dañados. La
caracterización de los personajes ha mostrado el panorama de una sociedad hasta ahora
segregada entre los verdugos y las víctimas. La novela de Leguineche describe
conjuntamente la actualidad, la dictadura y la memoria colonial más lejana. En un
primer lugar, el presente ubica el país en una situación de caos total provocado por el
450

corriente golpe de Estado, por lo cual mayoritariamente actúa el ejército encargado de


derrocar al dictador y aniquilar las veleidades de sus seguidores y sus fuerzas auxiliares.
El pasado dictatorial desentraña los modos de funcionamiento de los aparatos de la
dictadura y la exposición de los numerosos dañados y otras consecuencias del régimen
de fuerza. En última instancia, la época colonial aparece, ora como un justificante del
fracaso de la independencia de parte del mando soberano, ora como una valoración
negativa del autogobierno. La novela de Leguineche es un relato combinado de estas
distintas etapas históricas.

Igual que en la novela de Mbomio Bacheng, La tribu expone los modos de


funcionamiento del aparato gubernamental como principal causante de víctimas. El
régimen maciísta se basa en la acción conjunta de algunas instituciones erigidas en
instrumentos de represión son; la guardia nacional, la milicia popular, la juventud en
marcha con Macías o el PUNT, todas funcionan como órganos militares al servicio del
Estado y a expensa de la población. A diferencia de Mbomio como hemos señalado
anteriormente, la trama elaborada por Leguineche ofrece un panel internacional a las
víctimas del maciísmo. La caracterización de los personajes de esta novela destaca sus
orígenes y oficio diversos de los periodistas presentes, son fotógrafos, reporteros o
corresponsales pero todos animados por el mismo afán de repercutir las informaciones
diariamente. Frente a ellos se encuentran por turno los dañados, o sea, guineanos
reclutados en diversas capas sociales y étnicas entre otros tipos, hay adolescentes,
mujeres, agentes del Estado, aldeanos, civiles o militares.

Igualmente como en la novela de Mbomio Bacheng, la cárcel es aquí también el


espacio que proporciona el mayor número de víctimas sociales. En La tribu hay aún
más prisiones registradas en casi todas las ciudades de cierta importancia, Blabich en
Malabo, la llamada cárcel modelo de Bata, la cárcel de Mongomo, la de Niefang o la de
Nzangayon en el pueblo natal de Macías. De todas, la más importante es Blabich situada
en la capital, y que alberga el mayor número de apresados. Blabich es donde se halla un
número importante de personas encarceladas por cuestiones políticas. En Blabich se
encuentran según el relato; ministros, diputados, sacerdotes, consejeros, abogados,
alcaldes, funcionarios, intelectuales o políticos. Algunos de ellos entre los muchos
recién liberados testifican delante de los reporteros extranjeros de las condiciones
inhumanas en vigor en las cárceles durante la dictadura. Entre ellos caben unos
451

ejemplos como son el ex periodista Laureano Angwe, el ex secretario general de la


Asamblea Nacional Florencio Mba o Toribio Evina. Detenido por su adhesión a un
partido de la oposición, Laureano Angwe cuenta a los reporteros su experiencia, once
años de reclusión con castigos diarios, hambre o secuestros permanentes. Toribio Evina
descubre los métodos de tortura más corrientes en vigor en Blabich, son el baile de los
malditos, el balanceo, el rombo o las tablillas. Por ejemplo, el baile de los malditos
consiste en: ―bailar semidesnudos en torno a una hoguera. Los soldados tocaban palmas
y cantaban para mantener el ritmo. Así durante horas, si alguien desfallecía nos rozaban
la piel con una punta de hierro al rojo vivo. El baile terminaba con nuestro agotamiento,
tirados por los suelos, y los soldados y sus familias nos pinchaban con palillos de
abacá‖ (Leguineche, 1996:182). Hay otras formas de azotar unas más impresionantes:

Además de la ración normal de palizas, a mí me daban otros cien palos suplementarios todas las
mañanas, colgado de la pared por las piernas, cabeza abajo. Le llamaban el balanceo porque con
los golpes dabas vueltas como una peonza. O nos ataban los codos sobre la espalda hasta
juntarlos con la obligación de permanecer de pie, eso era el rombo. O nos emparedaban las
pantorrillas y los tobillos entre dos tablas de madera y luego apretaban con cuerdas. Eso era las
tablillas. O nos ataban las muñecas con grilletes hasta cortar la circulación de la sangre o nos
colgaban del techo por las muñecas. Si morías como consecuencia de cualquiera de estas
torturas, nadie avisaba a tu familia (Leguineche, 1996:183).

Con Florencio esta vez también nos enteramos de que a parte de los castigos
físicos aplicados a los carceleros, existen otros medios vigentes para causar el mayor
daño física y moralmente. Esos tienen que ver con las condiciones extremas en los que
se alojan los prisioneros. Florencio Mba, el ex secretario de la Asamblea General fue
encarcelado por solicitar del presidente el cese de las ejecuciones de masa entre las
populaciones. Él describe su extraordinaria supervivencia dentro de una celda semejante
a un abismo terrestre y extremadamente promiscua:

Mi celda, sin ventanas ni luz, era muy pequeña, uno y medio por dos. En estas dimensiones, sin
ventilación, vivías desnudo, dormías, respirabas, de pie la mayor parte del tiempo con
prohibición de tocar la pared, hacías tus necesidades. Los bichos y los mosquitos se venían sobre
nosotros. (…). En los muros de mi celda los que me precedieron habían escrito sus nombres con
las uñas y en la celda número seis uno de nosotros pudo ver el nombre del candidato de la
presidencia Bonifacio Ondo, escrito con sangre. Los excrementos los arrojabas tú mismo cuando
los guardianes decidían abrirte. A veces no te abrían en tres meses. Si por suerte tenías unas
botas que allí llaman ―Renbud‖ te cagabas en ellas porque todo el suelo estaba ya lleno de orina
y mierda (Leguineche, 1996:183-184).

En el momento en que el país vive con incertidumbre la deposición del dictador


Macías, el relato recoge los testimonios de los guineanos recién liberados ante los
reporteros, pero ellos recorren también pueblos y ciudades como Malabo, Bata,
Niefang, Luba y Nsangayon en busca de los focos de tensión y también para apreciar
452

con exactitud el balance general del país tal y como lo deja Macías. Precisamente las
informaciones sobre el terreno dan cuenta de las ejecuciones colectivas llevadas a cabo
fuera como dentro de las prisiones. Los homicidios cometidos dentro de la prisión de
Blavish designan a los principales verdugos que son el capitán Teodoro Obiang
Nguema, el mando de la cárcel en sargento Ondo Ela, el vicepresidente Bonifacio
Nguema Esono y el teniente de la policía Carmelo Bicó. Es el grupo que ha liderado los
interrogatorios y ejecuciones nocturnas de los presos, en sargento Ondo Ela es además
acusado de antropofagia. El caso señalado de la cárcel modelo de Bata suma nuevos
métodos de extrema crueldad y con casos concretos. Es lo que se puede apreciar en el
testimonio de uno de los recién excarcelados: ―Descuartizamientos, fusilamientos
masivos, defenestraciones, apaleamientos, lapidaciones y ejecuciones públicas en la
plaza del reloj de Bata al son de la melodía de moda. Agustín Añeso fue ministro del
gobierno autónomo. Le arrancaron los ojos, le castraron y tras cortarle las manos le
arrojaron a la que fue la avenida Mola. Después le seccionaron la yugular con un
machete de chapeos‖ (Leguineche, 1996:184-185). Como se puede contemplar la
eliminación física es corriente entre la población carcelera pero en un estilo propio que
no sólo causa la muerte pero también destruye los restos humanos, esto corresponde al
método llamado ―Corpus‖. Su celebración es corriente y su descripción detallada pone
conjuntamente en acción los principales cuerpos implicados en los crímenes contra la
población carcelera en todo el país. Un testigo retrata el horroroso espectáculo:

Ésta macabra, formada por una cuerda de presos, se dirigía entre el restallar de los látigos de los
guardianes hacia un terreno pantanoso situado a cinco kilómetros de Bata. «Les obligaban a
cavar una fosa profunda de casi dos metros y llenarla del fango podrido del pantano (…). Luego
la Guardia Nacional arrojó a los prisioneros a culatazos de máuser al interior de la fosa. Se
trataba de una ejecución pública por lo cual había alrededor de aquel escenario cientos de
personas observando meticulosamente todos y cada uno de los movimiento de los presos. La
milicia popular cogió palas, picos y mazas y comenzó en ese momento el más tétrico espectáculo
que he visto en mi vida. (…). Cuando alguno de ellos intentaba respirar, Las Juventudes en
Marcha con Macías golpeaban con sus picos o sus palas aquellas amorfas figuras humanas
rebozadas en fango de sangre. (…). Luego serían pasto de los animales o de los insectos»
(Leguineche, 1996:185-186).

Las líneas precedentes explicitan la implicación de los aparatos represivos del


régimen de fuerza, son principalmente, la milicia popular, la guardia nacional, la
juventud en marcha con Macías o los guardianes de prisión. Así se expone grupos de
hombres actuando con igual barbaridad precisamente para demostrar la violencia
extrema que padecen las victimas pero también cómo los instrumentos de la dictadura
coinciden en esta obra exterminadora.
453

En esta novela, la dureza alcanza su grado más indescriptible en la cuna del


dictador, en su pueblo donde los reporteros descubren ubicada cerca del palacio
instalada una extraña prisión, es el llamado ―barracón de la muerte‖ o ―casa bidón‖. Los
periodistas lo llaman el ―Auschwitz‖ en miniatura de su excelencia, lo describen como
un: ―barracón fabricado con los materiales más a mano, resto de viejos bidones de
gasolina, a la orilla del río convertido en desaguadero de cadáveres. El rótulo decía
―Pabelón de Trabajadores‖, pero era de hecho una escuela de crueldad, y un laboratorio
de tortura‖ (278). Un sargento guiando a los visitantes afirma que ésta es la prisión del
pueblo donde se cometieron los crímenes colectivos más horribles del régimen. A parte
los conocidos métodos corrientes en todas las prisiones nacionales, aquí se practica la
profanación para causar la muerte con sumo sufrimiento, y los testigos guineanos ponen
ejemplos concretos de homicidios atribuidos al dictador Macías:

Aquí mismo- dijo el sargento-hace cuatro días mató a cuarenta militares que se negaron a
seguirle en su contraofensiva sobre Bata. El nuevo palacio tenía vistas sobre este barracón de la
muerte. Alrededor, la tierra sobre las tumbas era reciente. (…). Nadie comía el pescado de este
rio, dicen que los peces sabían a hombre. (…). Exhibieron algunos instrumentos de tortura, la
porra, un garfio de cortar cacao, un machete de finísima hoja para seccionar miembros sensibles
del cuerpo humano. El interior del barracón, de bidones soldados, era un horno de treinta por seis
donde muchos de los prisioneros murieron por torrefacción (Leguineche, 1996:278-279).

Las prisiones guineanas bajo el régimen de Macías Nguema han funcionado


como destacados campos de concentración, de ahí constituyen el mayor medio de
fallecimiento. Desde luego, los ejemplos puestos designan a los principales culpables y
también a algunos móviles en clara desproporción respecto a los daños con los que las
victimas pagan por los delitos bautizados con la subversión. No obstante, la novela de
Leguineche es el lugar de comprobar que, aunque las cárceles sean unos espacios de
mayor concentración humana y de máxima agresión, fuera de ellas, la libertad física no
es una garantía de paz y seguridad.

Algunos testimonios recogidos por los reporteros permiten ver cómo muchos
otros guineanos han vivido los once años de terror del régimen de fuerza. Entre otros
están Luciano Ndongo apodado ―el loco‖, la joven alumna Edelvina o también mama
Conchita una operadora de telecomunicación.

Luciano Ndongo es un ex prisionero, como muchos a los que la revolución ha


salvado la vida. Es un loco porque de la cárcel ha salido y se encuentra totalmente
desprovisto, pero también destrozado. Luciano se ha convertido en un bufón, no tanto
454

por tener trastornadas sus facultades mentales, sino por ser un hombre libre pero sin
presente ni futuro y con un pasado horroroso que le consume todavía. En un estilo
burlesco típico, Luciano aprovecha los focos de los periodistas para desahogarse, el loco
cuenta a los visitantes las realidades del régimen anterior, las exacciones de los esbirros
del gobierno o los anhelos de glorificación del dictador. Pues Luciano es un tipo
corriente que representa a todos aquellos a los que la dictadura ha estropeado física,
social y moralmente. Luciano Ndongo recuerda aquel guineano trovador de la epopeya
fang quien conoció la fama durante la colonización pero que las pesadillas vividas en la
dictadura maciísta redujeron en un pordiosero. Recuerda a Lorenzo Bisissi, un famoso
artista guineano convertido en vagabundo errante por las calles de Malabo tras su
excarcelación, ha encontrado en la ebriedad permanente una forma de evadirse de los
daños de la misma dictadura maciísta. Como Luciano, Lorenzo Bisissi es la memoria
del pasado a saber, un típico perjudicado construido por López Hidalgo en La casa de la
palabra (1994), para marcar la represión policial y militar de la dictadura perpetrada
también contra los artistas. Como señala: ―han dejado a un músico ingenioso convertido
en un bufón despojado y cobarde. Pero, como compensación, ahora la autoridad ya no
se fija en él, nadie creería que en una época ingrata sus canciones pudieron representar
un estorbo para la gente de la rapiña‖ (López Hidalgo, 1994:123). El trovador Lorenzo
Bisissi forma parte de los ciudadanos que pasaron de la gloria a la miseria, y como los
artistas señala el autor, hubo otros tantos perseguidos con fortunas diversas entre otros:
―Poetas refugiados en el oficio y el silencio obstinados de los pescadores, filósofos
recluidos en recónditas fincas de montaña, sacerdotes que cambiaron su homilía
ardiente por un exilio sumiso, claudicante. Al resto-infortunado y orgulloso – los vio
pasar en la cárcel‖ (López Hidalgo, 1994:124). Para Hidalgo el régimen maciísta es la
mediocridad que se impuso a todos, y las víctimas fueron aquellos que por despiste o
cualquier otro motivo no llegaron a ponerse a salvo o que no renunciaron a sus
verdaderos oficios. Una vez más la cárcel protagoniza el relato siendo el mayor aparato
represivo utilizado por el maciísmo para destruir o callar alguna voz discordante.
Asimismo como Luciano y los demás excarcelados de La tribu, el narrador de La casa
de la palabra reseña la experiencia carcelera de Bisissi y sus consecuencias:

Los oyó también gritar cuando recibían la paliza definitiva en un calabozo oscuro e insalubre
como los demás, y recogió las últimas palabras de algunos de ellos antes de que los fusilaran
contra el paredón del patio y arrojasen sus cadáveres a los tiburones de la bahía. En los primeros
meses de libertad estuvo bebiendo para celebrar el valor de los ausentes, luego se ocupó de
lamentar con vino de palma su condición de lisiado, y finalmente se entregó a la ebriedad
455

interminable para restañar heridas, o para soportarse a sí mismo, o para callarse las palabras
sinceras que le venían a la imaginación con un ritmo antiguo e insistente. El pasado era su peor
habitación, porque se encontraba llena de fantasmas y de posibilidades truncadas (López
Hidalgo, 1994:124).

Como estos adultos, La tribu suma la voz de aquella juventud guineana, como
ella también se vio afectada y como entró a formar parte de las víctimas. El ejemplo
más impactante señala el perfil de Edelvina, delante de los reporteros esta adolescente
reproduce oralmente y sin fallo de memoria varios discursos políticos del dictador. Es
que en la dictadura maciísta, los discursos políticos de Macías Nguema así como sus
teorías antiimperialistas preponderan las asignaturas escolares. A parte de ella se puede
señalar también a las demás alumnas víctimas de agresiones sexuales de parte de los
milicianos y como ellas, las monjas españolas que dirigen el colegio en el que asisten
estas adolescentes. Esto es el testimonio de una de las misioneras ante los periodistas y
que aprovecha también el inesperado auditorio para desenmascarar demás exacciones
padecidas igualmente por otras mujeres guineanas:

Nos quitaron las tocas y los hábitos-le conto sor Inés de la Cruz-, y nos trasladaron casi desnudas
a los campos de trabajos forzados. Los milicianos saquearon varias veces el convento y de vez en
cuando volvían para llevarnos a chapear. Allí nos levantaban los hábitos o nos dejaban desnudas
en medio del campo. Nos violaron varias veces lo mismo que a las alumnas que estudiaron en
nuestro colegio. Las emborrachaban de coñac y las forzaban. Niñas de doce y catorce años.
Decían que estábamos ―descontentas‖ (…). Los guardianes y los milicianos perseguían por los
bosques a las mujeres y las niñas y abusaban de ellas (Leguineche, 1996:186).

Entre las mujeres caben otras dañadas, las telefonistas que diariamente atienden
las comunicaciones de los miembros de la tribu. Mamá Conchita es una de ellas, para el
narrador su vida y la de las agentes del Estado es un ejercicio cotidiano de
supervivencia. Trabajan en condiciones realmente difíciles con un material obsoleto, y
como los demás funcionarios, llevan varios meses sin ningún pago mensual. Conchita
como otros ex prisioneros vive todavía atormentada por los recuerdos indelebles de esta
mala experiencia. Como todos los guineanos ella y sus compañeras viven aterrorizadas
porque pendientes de la detención del dictador fugitivo en el bosque.

Contemplando los diferentes perjudicados del régimen maciísta, se observa que


hay un número impresionante de guineanos concernidos, por lo que los dañados son
ciudadanos procedentes de todas las clases sociales, alumnos, agentes del estado,
políticos, periodistas, militares o gente socialmente anónima como Luciano. Por lo cual,
la dictadura tal y como expuesta por Leguineche pone de relieve el aspecto destructivo
de este poder, mientras que Mbomio pone una clara línea divisoria entre los verdugos y
456

las víctimas, el maciísmo visto por Leguineche no obedece a ningún enfoque ni lógico
ni racional, es el caos absoluto. En La tribu, el dictador utiliza a los ministros como
colaboradores directos pero también los impone los trabajos manuales forzados en sus
ratos de ira. En la novela de Mbomio Bacheng, los militares son todos adictos al poder
pero en La tribu, Leguineche apunta el setenta por ciento de los colaboradores entre las
víctimas mortales, prueba de ello, los militares supuestos esbirros al final se colocan en
los dos campos contendientes, enfrentados en combates para deponer al dictador.

Más allá de los arquetipos descritos, la caracterización de los diferentes


personajes permite percatarse la situación vulnerable del pueblo durante el golpe pero e
incluso atiende el papel político social o judicial de los principales protagonistas durante
los once años de dictadura. Hemos distinguido diferentes grupos existentes como son
los maciístas o allegados al régimen de Macías Nguema, son los milicianos, los
militares, la guardia nacional o la juventud en marcha con Macías. Frente a ellos se
hallan los teodoristas, son aquellos reunidos en torno al Consejo Militar Supremo que
encabeza el golpe, se han sumado por voluntad propia u otro motivo personal y
pertenecen a diversas capas sociales pero todos adscritos a la causa. Hay varias clases
de víctimas, los que como Luciano o las operadoras de comunicación se han quedado
aniquilados por el poder dictatorial. Otras víctimas son los mediadores, los que tras
sufrir los ensañamientos de Macías y sus esbirros, y hoy se han convertido en dueños
del destino de sus antiguos verdugos, les incumbe hacer justicia. Todas estas clases de
víctimas son tantos perfiles desde los que se puede enfocar el estudio de La tribu.

La novela de Leguineche no se detiene a describir solamente a los verdugos y las


víctimas de la dictadura, como señalábamos anteriormente, los recorridos de la tribu
también recogen testimonios directos sobre otros tipos de secuelas, porque el balance de
este primer gobierno soberano despunta también en la miseria humana y la destrucción
del país. El relato de Manuel Leguineche presenta una población empobrecida,
amordazada durante once años, y constantemente atemorizada por hombre Macías
Nguema. Los guineanos están hundidos en las enfermedades de las que las más
frecuentes son la malaria y la lepra. En esta Guinea, la pobreza es característica, algunos
ciudadanos se enferman por el consumo de pescado descompuesto. Entre otros clichés
de las muchas carencias sociales, el narrador señala a los funcionarios trabajando
durante seis meses sin cobrar, o las matronas malabeñas utilizando a las hojas de
457

plátano en lugar de paraguas. Leguineche justifica la situación de una Guinea viviendo


―debajo del meridiano de la pobreza‖ por una política equivocada del dictador, por lo
que dice resume el fiscal durante el juicio: ―Bajo la dictadura descendió la población y
el nivel de vida alimenticio y educativo, aumentó la mortalidad infantil, se produjo el
regreso de la población al bosque, la selvatización de las ciudades, abandonó la capital
por cinco años, suprimió las instituciones de justicia y eliminó todos los medios de
control sobre el poder‖ (Leguineche, 1996:349). La política maciísta fue devastadora
para los guineanos y para el país entero. El relato ofrece una cara de ciudades y pueblos
asolados, el narrador apunta que todo es ruina y descomposición. Todo está parado, los
servicios públicos principalmente, así están por obsolescencia o por carencia de
material, por la destrucción del potencial humano o por descuido. Para demostrarlo la
tribu describe el ministerio de la función pública sin lápices, plumas, cinta, papel de
calco o máquina de escribir, o también los hospitales abandonados con unas camas
oxidadas, los techos hundidos o con las salas llenas de telarañas. Igualmente señalan los
museos saqueados y las catedrales convertidos en museos. La ciudad de Malabo viene
definida como un espacio fantasma, un esqueleto de la ciudad carcomida, la de Luba
tiene la apariencia de una aldea casi desierta, raquítica, mísera, con sus edificios
públicos en ruinas o sus habitantes hambrientos. En Nsangayon el pueblo de Macías, la
gente vive petrificada en el silencio y miedo, este mismo miedo que se nota en todo el
país. Asimismo resumen dos miembros de la tribu el nivel de degradación del país con
un toque de ironía:

¿Y si esto fuera el edén, el paraíso terrenal? – se preguntó en voz alta–, No hay televisión, no hay
refrescos artificiales, no hay periódicos ni tarjetas postales, no hay libros, no hay revistas, no hay
partidos políticos, ni teletipos, ni conspiraciones de pasillos, ni oficinas de relaciones públicas, ni
coches, ni decibelios, ni reyes ni vasallos, ni mendigos ni calmantes, ni metafísica ni meta
química, un país sin inhibiciones, ni bingo ni descanto. ¿Y si a pesar de todo fueran más felices
que nosotros? (Leguineche, 1996:61).

En La tribu, las víctimas mortales del maciísmo difieren de una fuente a otra. El
fiscal comunica durante el juicio de Macías y seis de sus colaboradores, el número de
441 asesinatos. En cambio, según la evaluación de una organización guineana
reconocida por la ONU, tras siete años de reinado, se recogió 490 víctimas humanas.
Otra fuente es el periódico francés quien dedica un artículo al balance de la dictadura y
su principal autor en estas palabras: ―Dos títulos de gloria quedarán para siempre
vinculados a su nombre». En primer lugar, haber resuelto de manera radical el problema
de exceso de población de su país, exiliando o ejecutando a quienes le disgustaban, o
458

sea, al sesenta por ciento de la población. En segundo lugar, «haber encontrado un


medio original de conseguir divisas: el ―rackett‖ organizado» (Leguineche, 1996:160).

Puesto a parte la demoledora política del gobierno para la población y el país, el


relato aclara los errores de todo tipo que descreditan al dictador como hombre o como
mando, y así se argumenta el fracaso del régimen dirigido por Macías Nguema. En esta
novela caben rasgos despectivos que perfilan a Macías Nguema a la vez como; un tigre
de papel, un tonto contemporáneo, vampiro, loco, infanticida, lunático o monstruo.
Todos estos caracteres pintan a un dictador mentalmente inestable y de ahí inepto a
dirigir un país. Unos y otros interlocutores retratan al presidente como una persona con
una personalidad alterada, lo cual contribuye a distorsionar sus acciones al mando de
una joven nación, por ejemplo: Macías es un presidente que manda a chapear a los
ministros, viaja en el mundo con una cabra como animal de compañía u ordena el
encarcelamiento de un equipo de futbol por ganar un partido en el campo contra su
equipo predilecto, el futbol club Mongomo. Una de les escenas más ilustrativas de la
demencia mental de dictador es contada por un pintor anónimo testificando ante los
reporteros. Él describe la reacción de Macías Nguema al tiempo que le informan del
golpe: ―Sufrió un ataque de risa nerviosa y se puso el chaleco antibalas. (…). Su
primera decisión, (…), fue la de armar y condecorar a los pintores y albañiles que
trabajaban en el nuevo palacio. « (…), nos nombró alféreces y nos entregó fusiles
rusos». Algunos huyeron hacia el bosque, pero consiguió reclutar a toda prisa una
fuerza heteróclita compuesta de albañiles, campesinos y soldados de la guardia
personal‖ (Leguineche, 1996:267-268). Macías es una persona imprevisible que a veces,
como en este caso actúa de forma irracional. Además de los trastornos característicos,
también marca por su afición particularmente con algunos países comunistas y, esta
intimidad como su carácter influye en su política más a favor de sus apoyos exteriores y
a expensas de su propio pueblo. Los aliados más notables son China y Rusia, el primero
lidera toda la actividad económica en el país, mientras el segundo proporciona el
amparo militar al dictador a cambio del monopolio pesquero. Una vez más, el relato
recoge la opinión del pueblo sobre las relaciones bilaterales guineanas, merced a la voz
de un trabajador anónimo dirigiéndose a los reporteros:

Tenemos el deber de comunicarle, señor periodista, que este pueblo ha sido robado por todos,
desde «el Tigre» hasta los rusos. Somos muy desgraciados. A los chinos y a los rusos no los
comprendemos, no hablan como nosotros, tienen idioma raro. No nos enseñaron nada, sino
chicharro podrido, aunque si vestimos algo es por los chinos. (…). Ellos traernos camisas,
459

calzoncillos, linternas, peines y otras cositas. Pero lo más pero de aquí es el demonio ruso, por
favor el ruso, ¡ay! el demonio, diablo ruso… (…). Aunque más pobres nos encontramos, ya no
somos productores del PUNT. Se acabó. El vampiro se escapó (Leguineche, 1996:42).

La implicación china y Rusia en el ámbito económico nacional tiene resultados


mitigados pero su patrocinio político y sobre militar ha participado a reforzar la dureza
del régimen maciísta, es la opinión del pueblo quien considera más perjudicial que
provechoso la participación china y rusa en su país. Otra queja de la población radica en
la implicación exagerada de unos allegados y mayoritariamente miembros de la etnia
del presidente en las toma de decisión del Estado, Leguineche los han reunido bajo el
nombre de ―el clan de Mongomo‖. Los oriundos de Mongomo, el distrito natal del
presidente inciden especialmente en el sistema judicial, muchos ocupan cargos
influyentes y los que lo son en los cuerpos policial y militar lideran los instrumentos
represivos totalmente impunes. El abogado y ex exiliado Leoncio Mitogo Edjang
declara ante los reporteros que: ―Los hombres de Mongomo intervenían en las
decisiones de los tribunales como el anciano sargento Ondo Ela, al que llaman «Anás»
lo mismo que al perseguidor de los apóstoles, y que mandaba en la prisión de Blabich.
Era dueño de un perro amaestrado con reflejos condicionados más sanguinarios que el
perro de Iván Pavlov. Cuando «Anás» golpeaba a un preso, atado de pies y manos, el
perro se lanzaba sobre la víctima hasta el punto de arrancarle trozos de carne‖
(Leguineche, 1996:91-92). Los miembros del clan contribuyen a fomentar el desamparo
de la población y arropados por los lazos familiares, desde luego, su papel pone de
relieve las carencias de un régimen desorganizado y carente de control.

En base de los orígenes fang de Macías Nguema, Manuel Leguineche utiliza al


clan de Mongomo para sacar a luz el lado místico atribuido al dictador y con
fundamentos étnicos. El autor pinta a los fang en general como, temibles, guerreros,
cazadores o caníbales, por lo que argumenta: ―Un pueblo que rendía culto a sus
antepasados y que no tuvo el incesto por pecado. (…). Los fang no aciertan a separar el
poder de la riqueza-dijo Patrick. Es una convicción tan sólida de que poder y riqueza
son una misma cosa, que la palabra fang «ankukuma», que significa jefe, es
simplemente la forma absoluta de «nkukum», que significa hombre rico. – Pues su
Excelencia cumplió con creces la regla de la tribu‖ (Leguineche, 1996:230). Estas líneas
contemplan un enfoque novedoso que imputa la conducta del dictador a sus raíces, de
este modo entiende también el autor las excesivas ansias de Macías Nguema por la
riqueza y el poderío absoluto. En este punto se deja entrever que Leguineche atribuye
460

también el fracaso del régimen maciísta a sus orígenes étnicos, es decir, que como un
auténtico fang, a Macías le importaba ser cada vez más poderoso y rico que cumplir con
las expectativas o interés del pueblo. Este argumento viene respaldado a lo largo del
relato donde despunta constante el contraste entre la miseria generalizada y la opulencia
en la que vive el dictador. Asimismo se le atribuye una inmobiliaria impresionante, por
ejemplo, tiene un palacio en Malabo la capital, otro en Mongomo y en la ciudad de Bata
posee dos palacios y uno provisto de sanitarios de oro y muebles Luis XIV. El quinto
palacio ubicado en su pueblo natal Nsangayong es una reproducción en miniatura del
Versalles francés. La tribu que lo explora subraya la ostentación y el derroche de los
recursos nacionales que ello supone, incluso los guardias del lugar los informan de otro
proyecto abortado del dictador, su deposición surge cuando se preparaba a construir en
su pueblo un hotel y un aeropuerto impresionantes por los que ya se jactaba: ―sería una
admiración del mundo‖ (274). Para los reporteros presentes, el contenido de este palacio
prueba también la alienación que se le atribuye.

Otra imagen sacada de la exploración del palacio marca la obsesión del dictador
por su seguridad personal, de hecho revelan los guardias que tiene una guardia personal
de ciento cincuenta y cinco hombres sobre un ejército de dos mil hombres. Los
desaciertos expuestos en esta novela comprueban los resultados adversos producidos
por un mando egocéntrico aferrado a su bienestar propio y pasándose de los sueños
rotos que el pueblo se había construido a la víspera de la independencia. Macías anhela
el enriquecimiento y el poder absoluto, además, protege su fortuna y su persona, tanto
que vale la máxima firmeza para mantenerse a sí mismo y su patrimonio fuera de
alcance de cualquier atentado. Por haberse construido un mundo personal realmente
extraño en esta república, sus acciones son vistas por el resto de la población como
marca del delirio. Un intento más por desentrañar el personaje Macías Nguema La tribu
reúne algunos disparates de este dictador, y que enfatizan una vez más su incompetencia
a dirigir el país: ―Su Excelencia había conquistado el poder en Guinea, pero no supo qué
hacer con él, lo ahogó en grajeas. Era un drogadicto‖ (Leguineche, 1996:271). La
inhabilidad del dictador no deriva sólo de su falta de experiencia, Leguineche la
argumenta también consecuente de un estado de salud particularmente deficiente, esto
es lo que revela la inspección minuciosa del palacio de Nsangayong, allí la tribu
descubre un hombre física y mentalmente desequilibrado:
461

Eran los comprimidos, que con sus nombres equivalentes, tabletas, grajeas, píldoras, pastillas,
hallaron desparramadas desde el salpicadero del Mercedes negro con la matrícula presidencial
parado a las puertas, hasta el interior del palacio. Pero en la rebotica aparecieron cientos de kilos
de medicinas de todas las etiquetas y todas las procedencias. Era un monumento a la farmacopea.
–Era un enfermo, un pobre enfermo aprensivo, un maníaco de las pastillas (Leguineche,
1996:271).

Como verán, estudiar las víctimas del maciísmo supone también el rastreo del
personaje de dictador Macías. Y como Leguineche, otros extranjeros han dedicado
relatos de su imaginación al régimen maciísta. En este sentido, caben fuentes donde el
personaje Macías a menudo es asociado a la maldad y a lo místico como medios
disuasivos. En su novela poscolonial Los perros de la guerra (1975), Frederick Forsyth
también se ha interesado por la relación entre Macías, su el poder y el pueblo guineano.
Aquí Macías Nguema es Jean Kimba, Guinea Ecuatorial es Zangaro y la capital del país
Clarence. Forsyth coincide con Leguineche pintando un presidente guineano despiadado
dictador poniendo hincapié en y místico:

El presidente. O, mejor dicho el dictador – (…). Yo no diría duro, señor. Sólo loco de remate. Un
megalómano furioso y, probablemente, paranoico. Gobierna completamente solo, rodeado de
una pequeña camarilla de aduladores políticos. Si alguno se descarría o despierta de algún modo
sus sospechas, va a parar a una celda del antiguo cuartel de la Policía colonial. Según rumores,
Kimba asiste personalmente a las sesiones de tortura. Lo cierto es que nadie sale vivo de allí.
(…). Dice a su pueblo que lo guían voces divinas. Declara que habla con Dios. Así lo afirma,
(…). A veces pienso que fue un error hablarles de Dios a los africanos. Ahora la mayoría de sus
líderes parecen estar a partir un piñón con Él. A parte de esto, gobierna por medio de una especie
de temor hipnótico. La gente cree que posee un poder mágico, de vudú, de hechicería, o algo por
el estilo. Su persona les inspira un terror pánico (Forsyth, 1974:54-55).

Como se puede notar, Jean Kimba o Macías una vez más aparece como un
hombre desalmado egoísta que utiliza la opresión y la disuasión para aplastar el pueblo
y proteger su poder contra vientos y marreas. Esta situación genera un alboroto
generalizado que aúna la confusión y la conmoción constantes: ―Es un país donde reina
desorden espantoso y que parece volver a la Edad Media desde que consiguió la
independencia hace cinco años. (…). Es un ejemplo clásico del hecho de que la mayoría
de las Repúblicas africanas actuales han exaltado al poder a grupos que ni siquiera
servirían para dirigir un depósito de basura. Naturalmente es el pueblo el que paga el
pato‖ (Forsyth, 1975:54). El novelista echa la culpa del descalabro a todos los
ciudadanos guineanos, si bien, él apunta igualmente la ignorancia en un momento
decisivo de su historia: ―Ya sabes usted que estaban muy atrasados. La mayoría de ellos
ignoraban lo que era una votación. Ahora no necesitan saberlo‖ (Forsyth, 1975:54).
462

La novela de Leguineche sitúa la deposición de Macías en un momento en que


los guineanos se encuentran como petrificados por una realidad que supera su voluntad
de salir adelante. Esto es también por lo que la inesperada destitución del dictador
moviliza espontáneamente a voluntarios de todas las capas sociales, militares y civiles
guineanos pero también el apoyo informal de la ex metrópoli y demás potencias
extranjeras. Por eso también la captura y ejecución del dictador desencadena
espontaneas celebraciones populares a través del país y, también se registran reacciones
de alivio y apoyo al pueblo guineano desde el extranjero, fuera y dentro de África..

Lejos de encontrarle circunstancias atenuantes, el relato achaca otras instancias


como los destacados aparatos represivos. Si bien, Manuel Leguineche responsabiliza
particularmente al teniente Teodoro Obiang Nguema como notable artífice del trágico
balance de la dictadura maciísta. La caracterización de este personaje le ha presentado
gozando de una postura privilegiada en un régimen que le confería la absoluta confianza
del dictador y su dominio como viceministro de Defensa y jefe de la casa militar. El
teniente Obiang Nguema aparece a la vez como un destacado conspirador y uno de los
verdugos más crueles del régimen de fuerza. Para ilustrarlo, Leguineche le atribuye la
iniciativa del corriente golpe y, precisamente el protagonista Mario Molinos es el
encargado de reproducir la versión considera la verdadera de la historia del golpe.
Finalmente el autor pone de relieve la duplicidad existente entre la información
expresamente distorsionada y la realidad entorno al asalto. Es que para Leguineche, el
teniente Obiang es un hombre astuto y quiere utilizar el Golpe para hacer olvidar su
oscuro papel en el gobierno anterior. Aquí se expone diversas voces valorativas acerca
de su conducta anterior y todos sosteniendo la postura expuesta. Los reporteros señalan
por ejemplo el extraordinario rescate del teniente en un régimen particularmente
mortífero, para ellos, esto es un indicio muy significativo puesto que: ―el setenta por
ciento de los que fueron los hombres de confianza del padre de la patria estaban bajo
tierra, pero Teodoro Obiang Nguema seguía vivo y apareció allí cauto, tímido, con cara
de no haber roto un plato‖ (87). Posteriormente señalan el asombro de los presos cuando
en Blabich se presenta su verdugo el teniente Obiang para liberarlos el día del golpe,
porque requiere su implicación en la ejecución del plan: ―Los presos se restriegan los
ojos. Es una aparición. El mismo que los llevó allí, es decir, tú, los libera, compréndelo,
les cuesta entenderlo‖ (154). Leguineche concede la palabra al dictador Macías
Nguema, y éste retrata al teniente Obiang como un traidor, por lo que al anuncio del
463

golpe expresa su decepción: ―Son los azotes que le he dado yo a Teodoro, Teodoro mi
hijo‖ (267).

A la ―hora cero‖, pese a la extraordinaria dureza que le caracteriza, el teniente


Obiang es también retratado como el salvador del pueblo, porque más que todo, la
población anhelaba la destitución del dictador. No obstante, la valoración de la elite
política nacional emite serias dudas en torno al nuevo mando dirigido por el teniente,
algunos dan poco crédito a la lealtad al hombre designado para dirigir el país. A pesar
del apoyo masivo del que goza ―el pueblo está con él‖ (88), o sus límites personales
según la tribu ―de todos modos no tiene carisma‖ (88), muchos piensan que urge un
cambio de hombres para acabar definitivamente con la barbarie y ruina del pasado:

¿Cómo identificar la ideología de los nuevos dueños de Guinea Ecuatorial en la marea caqui de
África, su estado militar número veintitrés? (…). La oposición o parte de ella hablaba de revoco
de fachada, de «los mismos perros con distintos collares» (…). La ideología de Teodoro era su
ausencia de ideología, y aunque el tirano alejó a los militares de la política y a la política de los
militares, apoyó siempre a su primo o sobrino Teodoro y lo tuvo a su lado‖ ( Leguineche,
1996:89).

En la novela de Manuel Leguineche también son constantes las aseveraciones


que ponen de manifiesto las similitudes y discrepancias entre Macías Nguema y Obiang
Nguema. En este sentido, Macías Nguema difiere de su sucesor por su carácter
condescendiente, ecléctico, aficionado de la teatralidad y del culto de su personalidad e
incluso su obsesión por el poder, por todo eso subraya Leguineche que en lugar de la
notoriedad ha cosechado la derrota. En cambio, Obiang Nguema desmarca por su
temperamento sosegado, su cautela en la conducta, un hombre muy listo pero, a la hora
cero del régimen, la tribu detecta tras escuchar la primera conferencia que como líder
Obiang Nguema como Macías ni tiene ningún proyecto elaborado ni siquiera una
ideología política. Hechas las cuantas salvedades relativas a la personalidad, el autor
considera a ambos como dirigentes políticamente ineptos a gestionar el país. Sin
embargo, es obvio que la destitución del dictador libera el pueblo de la opresión pero, el
suceso supone también el arranque de una etapa que precisamente requiere cualidades y
especial capacidad del teniente Obiang Nguema. Para concretar la incertidumbre que
rodea esta nueva oportunidad, el relato identifica a los colaboradores del líder, son
prioritariamente los cuatro compañeros de Zaragoza y pocos destacados militares,
algunos son miembros de anterior régimen pero Leguineche ha esbozado un perfil de
ellos sin mayor credibilidad, aunque son todos aparentemente entusiastas de cara a los
464

retos de la Guinea libre. Para enfatizar la inquietud, el relato revela por una parte, las
primeras misiones estratégicas confiadas a los más influentes y por otra, un repertorio
heterogéneo de empresarios recién llegados y con vista a establecerse en nuevo el país
pacificado, entre ellos hay hombres de negocios: ―Pero también bajaron en Eldorado los
alegres aventureros, un zahorí, un director de orquesta, un delantero centro en paro en
España, el inventor de un artilugio para convertir el aceite de palma en gasolina, un
misionero adventista del Séptimo Día, un traficante de piedras preciosas venido a menos
y buscado por varios juzgados, un ex legionario transformado en viajante de comercio y
vendedor de coñac murciano‖ (Leguineche, 1996:89). Estos son unos indicios más que
para el autor de La tribu, auspician la contrariedad futura.

Este estudio ha demostrado el afán del autor por denunciar la dureza del régimen
dirigido por Macías Nguema. Además del despliegue militar minuciosamente
organizado por el Consejo Militar Supremo, el desenlace feliz del golpe contra Macías
Nguema es también resultante de una eficaz diplomacia mediante la implicación formal
de varios países extranjeros en todas las etapas y principalmente España. Por lo cual, en
el momento en que los guineanos celebran el inesperado rescate, Manuel Leguineche
saca la memoria achacando la deslealtad de un pueblo constante e incondicionalmente
apoyado por la ex metrópoli. Sus críticas suman las teorías antiimperialistas inscritas
entre los mayores retos del anterior régimen maciísta:

Increíble, pero toda la negritud está con nosotros. (…). Qué inyección de moral para un pueblo
viejo y desilusionado. Deberían hacerles diputados ―honoris causa‖ y pasearlos por el
Parlamento de Madrid para que cantaran las virtudes de la raza. (…). No te fíes de los pueblos -
(…). Los mismos que hoy nos abrazan lapidaban ayer nuestra embajada y se cagaban en nuestros
muertos. Hace unas semanas, en este mismo hotel, en esta misma terraza, muchos de los que hoy
nos sonríen llamaban ―fantoche‖ al Rey y ―estúpido‖ a Suárez. En cuanto les rasquemos un poco
en el cerebro o se tomen unas copas de más, le saldrá el odio africano. Os apuesto a que antes de
un año han apaleado a un español. (…). Guinea sólo se justifica a sí misma con el odio a España
(Leguineche, 1996:45).

Con estas líneas define el autor al pueblo guineano egoísta a pesar de su


incapacidad a solventar por sí mismo sus dificultades sin la ayuda de la metrópoli. Si
bien, las palabras de Leguineche transcriben también el racismo colonial es decir, una
tendencia racista que aúna compasión y desprecio hacia los colonizados. En este mismo
sentido entendemos los numerosos detalles acerca de los daños materiales que se
señalan a lo largo del relato. Las actuaciones de los esbirros de Macías no destruyen
sólo su país, la novela deja entrever que estos actos desperdician también el legado de la
colonización. Si para Macías Nguema, la colonización española se resume en la
465

barbarie, la explotación, la expoliación o el destierro. Además, la achaca como la


empresa que introdujo en las sociedades tradicionales determinados instrumentos
imperialistas como el alcohol, la Biblia, la televisión o la nevera con el propósito de
lograr la alienación de los indígenas. En cambio, Leguineche contempla los beneficios
coloniales derrochados por el régimen maciísta y por poner unos ejemplos, menciona
las fincas abandonadas, descenso de la renta per cápita y de la tasa de escolarización o
la decrepitud de un sistema sanitario supuestamente excelente a la independencia. De
esta manera, el relato no pretende sólo a recoger la memoria colonial sino atiende a
reforzar la tesis de la inmadurez negra a gestionar los logros del pasado o el
autogobierno.

Además de los tropiezos políticos del dictador y de la dictadura, el autor de La


tribu no desaprovecha la oportunidad de diseñar a los guineanos con sus límites como
auténticos atrasados. Leguineche se ha dedicado a sacar los estereotipos despectivos
sobre los ex indígenas ahora convertidos en ciudadanos. A pesar de que ya desde el
principio de la novela, algunos reporteros confiesan su asombro al ver sus prejuicios
desvanecidos, se habían concebido una imagen distorsionada del país y sus habitantes
pero la realidad es otra, Guinea Ecuatorial es diferente del ambiente exótica y salvajes
que esperaban encontrar: ―La realidad, en cambio, era un ejército de guineanos
hambrientos pero dignos en la pobreza, limpios y de pronto poco amedrantados‖
(Leguineche, 1996:26). No obstante, se dan unos estereotipos asociados a los orígenes,
cultura o la conducta de los guineanos y juzgados reduccionistas. La tendencia racista
constatada en la obra de Soler reaparece aquí en diversas ocasiones, por ejemplo, para
referirse a los guineanos y los fang en particular, Leguineche emplea vocablos como
negritud, negro, o bárbaros. De nuevo, reencontramos al guineano aficionado al alcohol,
a la droga local, al baile del balele o adicto a una sexualidad desbordante. Destaca
particularmente la afición negra por el festejo vinculada con el origen racial y por lo
tanto generalizable a todos los negros, un observador valora asimismo el tributo de los
negros al respecto: ―En el principio era el ritmo, la danza, el teatro total. La aportación
del negro es la espontaneidad, el verbo, la intuición, la participación en el mundo y en la
vida a través de una visión propia, original, el poder de fabulación, sin una línea que
separe el espíritu de la materia‖ (193). Más adelante, señala la borrachería típica de los
africanos por lo que sostiene: ―el hígado de estos negros debe de ser soluble en alcohol‖
(111). Del mismo modo, Leguineche no encuentra ningún rasgo distintivo entre los
466

pueblos guineanos, por eso los describe mediante los atuendos culturales: ―los mismos
rostros, negros como el tizón (por cierto, ¿sabéis que hay que abrir un diafragma más?),
las mismas trenzas, los mismos amuletos de marfil‖ (25). Una vez más, reaparecen los
paradigmas habituales vinculados con la mujer negra, sobre ella aparecen sobre todo
tópicos degradantes relativos a la sexualidad, su conducta o su condición de hembra en
una sociedad profundamente machista. Leguineche resucita a la mujer rural a la que
incumbe el grueso de las faenas campestres diarias o labores domésticas. Destaca
algunas guineanas madre solteras que en otros tiempos fueron amantes de colonos, y
hoy se encargan solas de la crianza de sus niños mulatos que irónicamente la sociedad
ha bautizado ―bienes abandonados‖ (193). Como Soler, aparecen de nuevo las jóvenes
chicas víctimas de la explotación sexual fomentada por un familiar a cambio de dinero,
por lo que restituye la expresión típicamente colonial: ―mininguear‖, donde la mujer
negra es utilizada por el hombre blanco para divertirse o para desahogarse de los
altibajos personales. Un reportero observa que ellas sirven para: ―disolver en alcohol y
sexo las apreturas y las tensiones del trabajo‖ (Leguineche, 1996:190). Como antes, La
tribu, también define a la mujer guineana codiciando al hombre blanco, a pesar de entre
ambos caben disfunciones que impiden una sexualidad realmente concordante: ―Las
chicas de Malabo, tan dignas y educadas aunque algo marchitas no tenían nada que ver
con las de Duala. – Dicen que en el baile son como derviches y en la cama insípidas, se
amodorran, se amuerman-. (….). Me han dicho también que no les busque el clítoris,
que se lo cortan con una cuchilla. La postura preferida, ya sabéis, la del misionero
(Leguineche, 1996:193-194). Como se puede observar, el autor concibe a las guineanas
desprovistas de requisitos necesarios para complacer satisfactoriamente los anhelos de
la libido del macho blanco. Algunas veces, se dan circunstancias concretas en las que
los reporteros evalúan a las guineanas, eso ocurre con las telefonistas, las encuentran
inmaduras incluso las pintan con señas zoológicas: ―Las operadoras cuyas edades
resultaba difícil calcular, miraban a la tribu recién llegada con un destello de sorpresa,
pero pronto volvieron a sus miradas bovinas, descalificadas y otras a su misantropía.
(…). Se esperaba de aquellas cariñosas sibilas la aprobación o la reprobación. Eran
sinceras, implacables como niños en sus juicios‖ (Leguineche, 1996:108).

Por fin, como Soler, Leguineche saca los males guineanos y los extiende a todos
los negros. Es que a la hora de valorar la situación sociocultural de Guinea Ecuatorial,
no desaprovecha la oportunidad de retratar a los negros africanos mediante los rasgos
467

guineanos. Define a África como un lugar de perversión con sus atributos inherentes, un
espacio extraordinario donde la vida adquiere un carácter extremadamente degenerado.
Veamos esas palabras que una vez más transcriben la desestimación de Manuel
Leguineche por los africanos o sus pautas intrínsecas: ―África era el Continente más
parecido a Mariano Zabala, su viva metáfora, caos, alcoholes, sudor, putas, hipérboles,
generosidad, tam-tams, bares, compadreos, taxis anárquicos y una débil, imperceptible
frontera entre la realidad y la ensoñación del alcohol y la hierba, la vida y la ultratumba‖
(Leguineche, 1996:287).

Hay una fuente ofrece particular visibilidad sobre el recorrido desde la Guinea
Española hasta la actualidad es la novela poscolonial de José Antonio López Hidalgo,
La casa de la palabra (1994). En esta novela el autor plasma las tres principales etapas
históricas que son la colonización española, la dictadura maciísta y el régimen actual
dirigido por Obiang Nguema.

En primer lugar, el novelista expone la colonización española como una empresa


de explotación humana y material. López Hidalgo atiende por ejemplo el destrozo de los
bosques guineanos mediante la explotación maderera anárquica así como las rapiñas de
los objetos tradicionales locales. En la misma línea, destaca la agresión a las costumbres
y creencias vernáculas a favor de la civilización. En lo que concierne la explotación
humana, esta novela pone de manifiesto una vez más, un sistema colonial paternalista,
de hecho se describe un régimen económico monopolizado por los colonos y exigiendo
el mayor esfuerzo a una población nativa sumisa y avasallada. En este mismo periodo,
el autor identifica y describe las etnias guineanas con sus especificidades, así distingue:
los desobedientes fang, los listos y dóciles bubis o los serviciales kombes. López
Hidalgo no se detiene sólo a caracterizar a estos indígenas sino también, señala una
convivencia conflictiva entre estos pueblos. No obstante, como Soler o Leguineche, una
vez más sobresalen aquellos estereotipos anteriormente señalados y difundidos a todos
los negros, precisamente aparecen los indígenas como gente inmadura, borrachos,
necios y extremadamente adictos al baile. En cambio, la colonización española vista
desde el ángulo de la metrópoli recuerda Guinea Española como un paraíso. La colonia
española es configurada como un universo social y económicamente idílico para las
poblaciones de raza blanca que allí habitan, entre ellos los finqueros pero también
caben: poderosos aventureros y célebres o colonos tenaces a los que se añaden
468

numerosos funcionarios coloniales. En su sentido una vez más, los colonos son pintados
cínicos y codiciosos, la mayoría de ellos son ricos y por lo tanto arrogantes, prepotentes
y aficionados a la lujuria. El autor describe la relación entre colonos y colonizados
particularmente desigual y aplastante. Por fin, esta novela contempla también las
relaciones interraciales e interindividuales igualmente demoledoras para las negras.

Tocante a la segunda etapa, la independencia de la colonia suena la desbandada


entre los colonos, algunos son muy confiados, se creen imprescindibles para el
funcionamiento de la nueva república, dado la formación limitada de los nativos. Los
más realistas privilegian la prudencia e intentan pactar con los líderes locales para
―comprar tiempo‖, esto es el caso del protagonista Carlos Araujo.

En realidad, más allá de los aspectos corrientes que expone esta novela, López
Hidalgo abre el debate sobre la valoración de la colonización española en Guinea
Ecuatorial o la descolonización pero sin tomar posición claramente como es habitual.
Esto es lo que transcriben principalmente los dos personajes Carolina y el doctor García
Sáez, la primera es una joven enfermera, descendiente de un ex poderoso colono, ella
está obsesionada por reconstruir sus recuerdos infantiles de la Guinea Española. Ella
reivindica su guineidad al mismo tiempo que expresa su resentimiento hacia los
guineanos. Carolina añora el pasado colonial glorioso que los mandos guineanos se
dedicaron a destruir año tras otro, hasta arrebatarle todo: su padre. Carolina achaca la
soberanía como aquello que ―arrasó los esfuerzos por perdurar de todos los blancos‖
(López Hidalgo, 1994:33). Ella confía su indignación al doctor García Sáez:

Yo no puedo mostrarme tan conciliadora como usted. La independencia me lo quitó todo, hubiera
podido perdonar la rapiña, el miedo, que nos trataran como a extranjeros, cualquier cosa menos
la pérdida de mi padre. (…). A menudo evito la tentación de preguntarme qué hubiera sucedido
con mi vida sin la independencia. Ya no hay remedio. Pero no me diga que, como hija de colono,
tengo que sentirme culpable. Hablar de circunstancias, de accidentes o errores históricos, resulta
muy cómodo. Yo también necesito un responsable. Alguien que me diga a quién debo reprochar
la ausencia de mi padre (López Hidalgo, 1994:45-46).

La intervención de Carolina enfoca la añoranza, una postura que Gustau Nerín


atribuye a algunos colonos o estudiosos que consideran que la independencia guineana
fue un drama para numerosos blancos quienes perdieron todos lo que habían laborado
durante toda su vida.
469

El autor argumenta el contrario mediante el viejo doctor García Sáez para quien
el proceso de colonización y descolonización español no fue el adecuado, por lo que los
guineanos actuaron en respuesta a la soberbia característica de los antiguos amos
blancos. De hecho el argumento de Carolina encaja como un recurso a favor de la
absolución o sea un ejercicio destinado: ―a restaurar los huecos de una historia contada
para el orgullo personal, triunfante, no para la verdad‖ (López Hidalgo, 1994:47). En
cambio, para el viejo médico la soberanía auguraba un futuro mejor para los antiguos
indígenas, una calidad de vida mejor y que rectificara los sufrimientos padecidos en
nombre de la colonización, no obstante, matiza hallando circunstancias atenuantes a
favor del régimen colonial, por que contesta a su locutora:

Yo deseaba que la independencia acabase con las desgracias de la colonia que ya no podía dar
más de sí. Creía que la vitalidad africana solucionaría muchos problemas que nosotros no
acertábamos a resolver. (…). Pero hubiera podido conseguirse de haber intentado una
descolonización más acertada. Lo hicimos muy mal. (…). Y las consecuencias han sido terribles.
Todavía lo son. Aunque no culpo a los guineanos de tanto horror, de tanto abuso, de la falta de
esperanza. Hay que aceptar la responsabilidad que nos corresponde. Me duele, más que nada, el
olvido. (…). – Encarnar la función de víctima es un recurso fácil, y redime, al parecer, de toda
complicidad. (…). Ni usted ni su padre han sido nunca el centro del mundo. Aunque en
ocasiones sus actos hayan influido demasiado en la existencia de otros hombres (López Hidalgo,
1994:45-47).

Esta es la otra postura según la que los antiguos colonos pagan por sus errores
del pasado. La reflexión de Hidalgo trata de argumentar los errores cometidos por las
dos partes, pero, sobre todo culpa un sistema colonial demoledor y egoísta.
Precisamente su queja recuerda otra que formulaba el gobernador don Juan María
Bonelli y Rubio veinte años antes de la independencia de la colonia, él pone claramente
en duda la voluntad de la metrópoli por construir una futura nación que fuera el orgullo
de España en el futuro. En un informe de los llamados Territorio Españoles del Golfo de
Guinea presentado en 1948, la indignación de este gobernador general le llevo hasta la
dimisión, no sólo redefine cómo debería ser la verdadera misión española en esta
colonia, sino que suenan realmente como una llamada de atención:

¿Se puede así gobernar? ¿Cuál es la misión de España en Guinea? Quizá pueda parecer un poco
rara la pregunta, y fuera de lugar pero no es así, como luego se verá. Para mí, la misión de
España en la Guinea es formar una nación para el mañana. Es locura pensar que Guinea va a ser
eternamente colonia de España; llegará un día, inevitablemente, en que dejará de serlo, para ser
un pueblo más, un país más, una nación más; y nosotros tenemos que enseñar cómo debe
organizarse un Estado, cómo debe gobernarse y empezar la creación de ese Estado para que
cuando llegue ―el día‖, España pueda enseñar con orgullo lo que ha hecho. Es decir que; Guinea
470

es un pedazo de España que sabemos que va a dejar de serlo. España es un Estado ya formado;
Guinea es un Estado que tenemos que formar. Y yo pregunto: ¿debemos formarlo? (1948)

Como se puede constatar, la situación que describe Hidalgo le da razón a Bonelli


quien predecía la soberanía, no como una pesadilla para quienes creyeron en la
eternidad de la colonia, sino más bien como la culminación de una misión cumplida con
orgullo.

Siempre tratando del segundo encauzamiento de la novela de Hidalgo, la


dictadura maciísta constituye un paréntesis pero también la temporada más traumática
de toda la historia guineana. El novelista reseña los temas corrientes relacionados con el
régimen de Macías Nguema. Se trata de una época principalmente caracterizada por la
agresión con dos perspectivas, por una parte, apunta la venganza contra los antiguos
amos blancos y por otra, la reiterada represión policial y militar sobre algunos
guineanos y a la que suma la demolición de un notable legado colonial. En pocas
palabras, la novela de López Hidalgo resume el mando maciísta en una purga étnica y
otra racial con los conocidos verdugos es decir, las Juventudes en marcha con Macías,
los soldados, y los parientes de Macías Nguema. Luego recoge los dañados, los blancos
y también los miembros de las etnias kombe o bubi. No obstante, el caso del trovador
fang Bisissi secuestrado en la prisión de Blavih demuestra que la etnia no es una
garantía absoluta de seguridad.

En último instancia, el mayor interés por esta novela reside en que esta es una de
las pocas que describe el régimen de Obiang Nguema. El nuevo régimen guineano es
descrito como la etapa de la decrepitud y de la decadencia, es decir, una continuidad de
la dictadura anterior. A diferencia de La tribu donde se puede apreciar a los actores y
describiendo sus actos, López Hidalgo ha recogido sólo los escombros de la dictadura, a
saber, un panorama decrépito del pasado que todavía se nota durante el régimen de
actual. Una vez más, Carolina y el médico García Sáez son los observadores que
valoran el pasado mediante la descripción de una capital Malabo todavía en ruinas: sin
agua potable, con un alumbrado público deficiente, las calles mal asfaltadas o sus
hoteles en ruinas. El narrador describe asimismo la fisionomía de un barrio malabeño:
―Se adentró en un laberinto de calles iguales en su apariencia sucia y destartalada. Aquí
y allá, entre vertederos, harapos colgados al sol, gallinas y árboles gigantescos y
deformes, surgían bandadas de chiquillos, con el ombligo prominente y la mirada
471

húmeda, que se paraban a contemplarla un momento, antes de escapar, hacia el interior


de cavidades de una mugre inverosímil, con un grito de saludo o de insulto‖ (López
Hidalgo, 1994:60-61). La cara devastada del entorno o de las infraestructuras coincide
con las condiciones de vida deplorables y el aspecto miserable de los habitantes, a todo
hay que sumar una situación sanitaria cada vez más preocupante. Además del
hundimiento general, en la Guinea actual predomina también la inseguridad perpetrada
por unas fuerzas militares, policiales despiadadas y particularmente omnipresentes. El
doctor García Sáez Lamenta también la proliferación de espías por todos los lados, entre
los funcionarios, los guardias presidenciales o aquellos que informan directamente al
presidente, por eso aconseja la prudencia y discreción. Si bien la situación caótica
general acarea otras consecuencias evidentes, como son la prostitución, los arrestos
arbitrarios y encarcelamientos, la represión y sobre todo el miedo debido a un constante
sentimiento de inseguridad. Como lo podemos observar, esta novela atiende las
coincidencias entre los dos regímenes maciísta y nguemista. Principalmente la violencia
y la miseria y que ponen de relieve la evidente continuidad entre los periodos citados.
Visto desde este ángulo, La casa de la palabra enfatiza las dudas que anteriormente
emitía Manuel Leguineche en La tribu acerca del futuro socio político de Guinea
Ecuatorial, para él, la pacificación que auguraba la deposición del dictador sólo fue una
efímera ilusión: ―los mismos perros pero con distintos collares‖. Él piensa que es cierto
que el golpe contra Macías Nguema libera el pueblo de la dictadura pero, a la vista de
los artífices que han tomado las riendas del poder, no hay que esperar ningún cambio
sustancial que rompa cumplidamente con el pasado, para por fin realizar los sueños que
el pueblo se formuló acerca de la independencia.

A diferencia del estudio de las obras coloniales, en este caso nos toca contrastar
las dos novelas poscoloniales conjuntamente. Es decir, que en vez de cotejar la ficción
con la realidad histórica por separado, esta vez, vamos a sacar los indicios facilitados
por Joaquín Mbomio y Manuel Leguineche en sus novelas y confrontarlos con las
fuentes históricas o la realidad guineana diaria para finalmente sacar las conclusiones
necesarias. Esto es así porque, como lo podemos averiguar, hasta cierta proporción,
ambos autores están es plena consonancia argumentativa. En plena transición, Mbomio
contempla aspectos más vehementes de la memoria dictatorial y como él, Leguineche
atiende el crepúsculo del dictador, de los perjudicados y del país totalmente asolado.
472

Desde luego, cabe tomar a cuenta, que pese a esta convergencia, los dos
novelistas no van de las mismas armas a la hora de recoger los sueños rotos de algunos
o los destinos fúnebres de otros. Mbomio Bacheng expone su indignación con
moderación, seguramente a causa de la mentalización de la censura vigente entre los
escritores guineanos. En cambio, a la ponderación de Mbomio, Manuel Leguineche
opone el entusiasmo y el ardor en denunciar clara y minuciosamente a los verdugos
guineanos. Muestra de ello es el repertorio de personajes que actúan en su novela, casi
todos son reales y cada uno restituido en su papel o identidad real. Como lo sostiene el
mismo, La tribu es la historia novelada, explica que encontró en la novela un pretexto
válido para contar aquello que Otto James también calificó como el drama de un país.
Esto dicho, cabe señalar que puesto aparte este mérito de valor, una lectura atenta de La
tribu permite aprehender al reportero Leguineche como un observador afectado por el
síndrome poscolonial porque, no escribe sólo para lamentar el drama guineano, sino que
también trata de evidenciar la ineptidud de los guineanos a autogobernarse.

El estudio de la relación entre los antiguos indígenas tal y como reseñada por la
ficción nos lleva a plantear también la problemática de los orígenes o móviles que han
engendrado este clima de extrema vehemencia, inspirando asimismo las dos novelas que
estudiamos. Se trata como decíamos anteriormente de una tensión que pronto ha
segregado a los nuevos ciudadanos entre sometidos y verdugos. Para corresponder y
desarrollar este planteamiento, a continuación salimos de la imaginación para tornarnos
hacia la historia y confrontarla con la ficción tal y como la hemos desarrollado. En otras
palabras, vamos a interrogar los indicios de la imaginación a la luz de la memoria.

Constantino Ocha‘a Mve (1985), una de las voces guineanas sobresalientes de


los años ochenta se ha dedicado a analizar la historia de su país desde el final de la
colonización española en un intento de poner las bases del futuro. Se interesó a
examinar las causas profundas del fallido arranque político de su país desde la víspera
de la soberanía. Su aproximación deja claro las rivalidades existentes entre los líderes
nacionalistas durante el proceso de descolonización, asimismo señala un clima adverso
derivado al liderazgo pero ajeno a los intereses comunes, y cuyo desenlace acaba
provocando el ―autodesmantelamiento‖ del frágil esquema político en construcción.
Este planteamiento coincide con los de otros estudiosos que achacan el fallido golpe de
Estado del cinco de marzo de 1969, veamos cómo reseña su postura:
473

Un agente madrugador de la crisis oncenal, en potencia desde los días de la conferencia


Constitucional, que irrumpe como el primer soplo en plan de conspiración contra el esquelético
castillo del Estado, fue el fallido golpe de Estado de marzo de 1969, momento en que el
acontecimiento del traspaso de poderes estaba aún cercano: a cinco meses de la independencia.
Fue el anticipo precursor del proceso de invertebración total de un pueblo que habría de pagar
cara su ingenuidad política durante once años (Ocha‘a Mve, 1985:16-17).

La tesis desarrollaba Balboa Boneke y que anteriormente hemos señalado,


sitúa el arranque del desacuerdo político años antes, coincidiendo con el decreto de la
provincialización de la colonia hasta ahora llamada Territorios Españoles del Golfo de
Guinea. Otra aportación guineana es un examen general de la situación socio política
del país hecho por un tal Pedro Nsue Ela (1987) en una columna de la revista El Patio.
Su reflexión es más amplia por lo que reúne cinco elementos justificativos del fracaso
de la independencia guineana, la del régimen maciísta y cuyas consecuencias
dificultaronn el verdadero despegue del desarrollo que suponía la accesión a la
soberanía en 1968. En primer lugar evoca la multiplicidad de partidos políticos porque
suponía una fragmentación de la opinión y que no favoreció la cohesión
imprescindible entre los diferentes líderes políticos. En segundo lugar, apunta como
los demás el fracasado golpe de Estado del cinco de marzo de 1969, como
consecuencia indirecta del panorama político anteriormente mencionado. No obstante,
se desmarca Pedro Nsue matizando aquel suceso como una ―provocación‖
injustificable o una ―ambición desmedida‖ inesperada de unos ciudadanos. En tercer
lugar, él señala la repentina retirada de profesionales españoles que ha provocado el
decaimiento general de la economía nacional. La cuarta hipótesis enfatiza el
hundimiento económico por lo que surge de las circunstancias anteriores a saber, la
salida de los españoles detentores del capital económico, a ello suma la pérdida de la
principal mano de obra formada por los nigerianos que como los españoles se dieron a
la fuga. Por último, distingue la debilidad de la moneda nacional ―Ekuele‖ o ―peseta
guineana‖ inconvertible y por lo tanto fundamentalmente rudimentaria para garantizar
las inversiones extranjeras. A parte de estos factores que según su autor no auguraban
días mejores para la joven república, él añade otros factores sociales como son: la falta
de conciencia nacional, la ―ritualización‖ del poder que emplea la hechicería como
medio de ascenso social o político, el clientelismo de los funcionarios o la xenofilia.
Todo aquello era favorable a fomentar el desarrollo esperado. Finalmente, él suma los
culpables y sentencia a la responsabilidad de todos sin ambages: ―No cabe por tanto,
pintar a unos de angelitos y a otros de demonios, cuando en realidad la culpa es de
474

todos, de todos repito: los vivos y los muertos, los de fuera y los de dentro, los que
están enterrados y los que no lo han sido aún‖ (Nsue Ela, 1987:48).

Pese a la profundidad de los encauzamientos de Nsue Ela, hay matizar que


entre los guineanos caben muchos franquistas y concretamente, el pensamiento de
Pedro Nsue Ela en particular es absolutamente franquista. Pensamos que quitando los
frenos sociales reales o corolarios evidentes de la dictadura, el problema de Guinea no
estriba en que haya muchos o pocos partidos políticos, sino que no haya una tradición
de debate democrático entre varios. El razonamiento de Nsue Ela, un obianguemista
de pro, es relevante por lo que opina sobre el pensamiento del régimen actual, más que
por lo que su argumento aporta a la reflexión sobre el fracaso de la independencia.
Más concretamente Ela Nsue destaca en el cinismo, diciendo que todos son culpables,
esto es porque francamente evita responsabilizar a los ex verdugos todavía poderosos
pero al mismo tiempo culpabiliza a gente que luchó contra Macías. Desde luego, las
argumentaciones formuladas atienden enfoques sobre el fracaso de la descolonización
e independencia pero, se necesita más aún para esclarecer el particular y sobre todo el
tremendo atropello que supuso los once años de dictadura. Si bien sobresale de lo
precedente que la responsabilidad engloba fundamentalmente aquellos ciudadanos
nacionalistas comprometidos a la lucha por la autodeterminación. Los relatos destacan
un juicio ponderado a la luz de circunstancias o contexto de los hechos, aun así, las
perspectivas no desestiman las limitaciones características de estos actores históricos
en un momento determinante de la historia.

Aparte estas contribuciones no menos interesantes, hemos querido introducir a


dos testigos privilegiados que son Donato Ndongo Bidyogo y Justo Bolekia Boleká.
Como veremos a continuación, a la pregunta de saber qué pasó en Guinea, uno y otro
aportan una variedad de informaciones que corroboran y también complementan el
argumento de los anteriores exponentes.

En el ensayo donde describe la historia de su país equiparable a una tragedia,


Donato Ndongo (1977), proporciona pormenores que contribuyen a aclarar el tema.
Respecto a la actitud del presidente recién electo, el ensayista describe un hombre
susceptible por naturaleza pero que en un principio mostró abiertamente sus anhelos
de reconciliación, como prueba indica la formación de un gobierno multipartidista y su
discurso de independencia. Otra serie de hechos a tomar en cuenta tiene que ver con la
475

comunidad española asentada en Guinea en aquel momento, entre ellos: los doscientos
sesenta guardias civiles mas los funcionarios profesionales e incluso los colonos
empresarios, finqueros o madereros. Donato Ndongo menciona incidentes incesantes
principalmente originados por miembros de esta comunidad española. Entre los más
destacados se dan: las amenazas e intimidaciones de diplomáticos españoles, maltrato
de colonos a sus empleados, en fin una situación tendida entre ambas partes y sobre
todo una desobediencia generalizada de los residentes españoles a las nuevas
autoridades locales y en diversos. Uno de los datos más notables que alienta aún más
un ambiente ya cargado de animosidad es el retiro casi total de todos los fondos del
banco exterior de España, el hecho constatado, investigado y denunciado por el nuevo
presidente. Cabe mencionar estas palabras del ensayista proporcionando una serie de
aclaraciones respecto a la supuesta expulsión de los españoles ordenada por Macías
Nguema en particular y las tensiones hispano guineanas durante los últimos días antes
del fallido golpe del 5 de marzo en general:

Primera, porque no había campaña antiespañola alguna. El presidente y las demás autoridades
del país sólo recomendaban calma a la población; segunda, porque tampoco existían ―bandas
juveniles‖, ya que las ―Juventudes en Marcha con Macías‖ aún no tenían ninguna autoridad
institucional reconocida ni habían cometido aún ningún atropello. Eso llegaría después. No hubo
ni un solo incidente desagradable ni se persiguió a ningún blanco, precisamente por la
responsabilidad de las autoridades guineanas, que hicieron comprender a la población que
cualquier atentado contra la integridad física de un blanco podía dar origen a una invasión del
país (Ndongo Bidyogo, 1977:160).

Precisamente tocante a la salida de los españoles de Guinea Donato Ndongo


esclarece el suceso resultante de una expresa exigencia del presidente español Francisco
Franco seguida de una denuncia y ratificación de Macías Nguema. Puesto a parte el
discutido tema de la evacuación de los españoles tras el golpe fracasado, hay que el
ensayista proporciona datos imprescindibles que alimentan la culpabilidad española. Por
ejemplo (1977:167-170), saqueos, rapiñas o destrucciones de instalaciones o materiales
de trabajo por los técnicos de radiotelevisión y su posterior deserción o la de los
misioneros y misioneras concepcionistas y claretianos en Nsork, Acurenam, Ebebiyín o
Niefang. También señala el retiro de los médicos abandonando a los enfermos o los
empresarios y madereros desertando sus negocios y fincas. Desde luego no faltan
excepciones pero en general, el ensayista hace eco de una campaña de sabotaje llevado
a cabo por muchos españoles a la hora de abandonar la recién nación independizada.
Asimismo como afirmaba Nsue Ela, la retirada de estos profesionales españoles dobla
476

las campanas de la frágil economía e incluso golpea otros sectores claves como son la
sanidad, la educación o la religión.

Pese a la indignación repercutida de un pueblo guineano claramente adscrito a


la causa del nuevo presidente, asoman interrogantes entorno a las necesidades más
apremiantes de la nueva república, a la vista de la consecuente degradación del tejido
socio económico. Una vez más como decía Nsue Ela el diagnóstico es inapelable a
saber: ―Los guineanos son la gran víctima del caos desencadenado por los demagogos.
Sin una paz y sin colaboración con la antigua metrópoli, qué iba a ser de Guinea
Ecuatorial?‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:166). Otro frente imperioso atiende el inoportuno
deterioro de la seguridad en el país, es lamentable, muy preocupante y de mal augurio:
―¿Adónde va Guinea Ecuatorial? (…). La sangre ha empezado a correr en Guinea
Ecuatorial. Mal síntoma. Con asesinatos no se resuelven los graves problemas que a
toda nación nueva le asedian y apremian. El pueblo guineano era un pueblo pacífico y
laborioso ¿Quién lo ha sacado de su buen juicio? (…), si no se atajan los luctuosos
acontecimientos, puede venir abajo una larga y costosa labor de muchos años. (Ndongo
Bidyogo, 1977:168). Efectivamente empiezan a caer víctimas, guineanos sospechados
con o sin razón de complicidad en el golpe fracasado, hasta sus familiares y allegados.
Para poner un ejemplo el autor describe el caso de la viuda de Atanasio Ndong Miyone
arrestada, apaleada y sexualmente agredida en público por los soldados pero al final es
salvada gracias a la expresa intervención de la embajada camerunesa. Sin embargo,
mientras la nueva realidad suscita alguna angustia entre la población, el presidente goza
todavía de su apoyo incondicional. Desde luego, los atropellos contra los extranjeros no
faltan, la señora Pleuger señalada por Leguineche es real, es una entre muchos
extranjeros raptados por el poder para luego reclamar cuantiosas sumas por su rescate,
es también de este como Macías y su gobierno iban en busca de recursos pecuniarias.
Posteriormente, Donato Ndongo aporta más aclaraciones acerca del comienzo
de la violencia en el país. Él argumenta el nacimiento de un nacionalismo anti-
imperialista derivado de un creciente sentimiento de frustración entre la población
debida a recudimiento de las carencias y límites de todo tipo, como son: los medios
insignificantes del Estado, el estancamiento de los servicios públicos, la hambruna, los
conocimientos rudimentarios de los técnicos africanos prestados y encargados de
manipular del material español. A estas insuficiencias añade el ensayista las de un
477

presidente sin ideología política pero más preocupado por la seguridad, unidad nacional
y el funcionamiento de un Estado absolutamente desprovisto. Lo reseña como sigue:

Al no haber escuela, y como consecuencia del llamamiento hecho a la juventud, ésta se


encontraba totalmente desocupada y se empezaban a ver a bandas de mozalbetes aterrorizando a
la población: Todo empezó como una diversión. (…). El régimen carecía de ideólogos que
marcaran un camino mínimo a seguir, y los planes del gobierno no estaban ultimados en el
momento en que se produjo la crisis, pero quedaron desfasados al estar asentados sobre una
realidad que se había mostrado ficticia. El efecto buscado por los colonos españoles, el caos que
paralizara la administración, no se consiguió sólo gracias a la autoridad moral y el sentido
político demostrados por el presidente Macías, quien, como declaró un visitante extranjero, no
tenía tiempo «para ocuparse de problemas ideológicos» (Ndongo Bidyogo, 1977:169-170).

Según Ndongo Bidyogo, ya desde 1970, las contrariedades de todo tipo agotan
el ánimo del presidente. Las más sobresalientes tienen que ver con una economía
carente de profesionales nativos para mejorar los rendimientos y reducir la dependencia
económica del país, o la necesidad cierto crecimiento mediante una planificación
adecuada de las exportaciones. También inciden las promesas incumplidas de parte de
la ex metrópoli o la campaña de difamación emprendida contra el presidente. Pues las
miras de desarrollo y de estabilidad social se desmoronan empezando por el mando:
―Pero tantas dificultades empezaron a hacer mella en el ánimo de presidente, sobre todo
cuando las soluciones que le brindaban las más diversas fuentes eran tan
contradictorias‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:185). La acumulación sucesiva de obstáculos
insuperables o la insolidaridad entre influyentes actores políticos nacionales marcan el
comienzo del declive de la historia. Paulatinamente, el presidente va incorporando
unilateralmente cambios sustanciales cuyas consecuencias han inspirado a Leguineche y
Mbomio Bacheng. Entre otras novedades se dan la abolición de todos los partidos
existentes y la creación en 1970 del partido único el PUNT101 con adhesión obligatoria.
La creación la milicia juvenil denominada la ―Organización de la Juventud en Marcha
con Macías‖, que acoge a los nativos de los siete hasta los treinta años. La suspensión

101
Creado el 12 de febrero en ocasión de un Consejo de Ministros celebrado en la ciudad de Niefang, el
artículo primero estipula la adhesión obligatoria de todos los guineanos al partido de por vida. Según
afirma Donato Ndongo, el estatuto del partido único fue redactado por el potente colaborador del
presidente, el abogado madrileño García Trevijano. Aquel estatuto define el PUNT como ―un arma eficaz
de promoción política, económica y social, fundado sobre la acción de las masas, fuente inagotable del
desarrollo nacional, convencidos de la responsabilidad que nos impuso la vía democrática que libremente
hemos escogido en consideración a nuestras peculiaridades nacionales. Sobre la base de nuestra fe en la
unidad de la República de Guinea Ecuatorial, el PUNT se orienta a la acción integradora de todos sus
hijos y sus caracteres diferenciales bajo una sola Bandera y en torno a un Gobierno y su Presidente, en un
destino histórico nacional. El PUNT entiende que gracias a la independencia debe operarse un cambio
radical en la sociedad guineana, extirpando en consecuencia las practicas irracionales y todo anhelo de
explotación del hombre por el hombre, manteniendo de un modo permanente la soberanía e integridad
territorial‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:187-188).
478

en 1970 de becas y persecución de numerosos universitarios guineanos del extranjero y


principalmente los de España. El decreto del 7 de mayo de 1971 otorgando todos los
poderes judicial, legislativo y ejecutivo al presidente: ―En su virtud, con esta fecha
asumo todos los poderes directos del Gobierno e Instituciones de la República de
Guinea Ecuatorial‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:189). Donato Ndongo valora esta
modificación irracional de la constitución de 1968 como una manifestación de
desequilibrio emocional por parte del presidente y en otras ocasiones habla de
desconfianza hacia todos. En cambio, Justo Bolekia (2003) ve en el acto muestras de un
personaje versátil, demagogo con una estrategia manipuladora consistente a despistar a
sus connacionales y demás actores políticos siempre a su favor.

Si nos fijamos en lo precedente, veremos que el mando guineano muestra cierta


incompetencia a la gestión del Estado y de la población. Lo cual, a pesar de la actitud
humilde o los anhelos de compromiso, no alcanzan a generar la sutilidad imprescindible
para desarrollar una actividad política de esta índole. Suficientes escollos que se
perciben fatalmente en adelante, la aplicación de las nuevas medidas instala el caos en
el país, resulta ya imposible controlar las actuaciones de las bandas armadas ya que cada
uno aplica la ley a su conveniencia y antojo. Es oportuna esta observación:

Era evidente que el poder se le escapaba peligrosamente de las manos al presidente, para ser
recogida por una camarilla temerosa y desunida, tan ambiciosa como inoperante, que a su vez
estaba a la merced de las ―Juventudes‖, únicos amos del país. Pero una milicia juvenil
desorganizada, sin jefes y sin objetivos claros y determinados, que era completamente libre de
hacer lo que quisiera, incluso abofetear a los ministros y a las altas jerarquías del Estado, y,
desde luego, para saquear, asesinar y atemorizar a la población, no era la máxima garantía que
estaba buscando el país para asegurar un desarrollo armónico y no comprometido (Ndongo
Bidyogo, 1977:191).

Hay una transposición de dificultades, los límites económicos asociados a la


naciente prepotencia del mando van generando la inseguridad. Surge un problema
fundamental, el gran desajuste entre las nuevas leyes y su aplicación sobre terreno.
También inciden las ambigüedades102 típicas que rodean los textos y cuya interpretación
da lugar a equivocaciones intencionadas o no en un contexto de tensión social.

102
Al recorrer el texto de la Constitución de 1973 igual que otros, casos que sustentan esta incoherencia
perceptible son múltiples, por ejemplo, el artículo 36 estipula que: La correspondencia es inviolable. Sólo
puede ocuparse, abrirse y examinarse en los casos que prevea la ley‖ (Ndongo Bidyogo, 1977:237). Pues
numerosas fuentes al ejemplo de Justo Bolekia (2003:130), atestiguan de la violación sistemática de la
correspondencia privada durante el régimen, lo mismo vale la regulación estatal de las libertades de
prensa contenida en el artículo 33. La mayor incongruencia proviene de los artículos 44 y 49, el primero
479

Tocante a las relaciones de Guinea y el extranjero, precisamente mientras tanto,


entre Guinea y la metrópoli se suceden el amor odio y a menudo la decepción por ambas
partes. Justo Bolekia (Bolekia, 2003:125), confirma la crisis económica que azota el
país, a consecuencia de la salida de españoles y braceros nigerianos, una situación
apremiante que obliga el presidente a salir en busca de recursos pecuniarios y humanos
al extranjero. Por ejemplo solicita y obtiene el apoyo de la OUA (Organización de la
Unión Africana) y de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), con el envío
técnicos y otros profesionales africanos. Algunos países africanos y europeos son
sensibles a la situación (Argelia, Egipto, Nigeria, Sudán, Guinea Conakry, Libia,
Francia, etc.,). Pese a la situación de extrema emergencia, Macías guarda profunda
animosidad por algunas potencias occidentales por eso estudia sus solicitudes.
Asimismo, de entre todos destacan los países comunistas que son Rusia con acuerdos
militar y pesquero, Cuba con un acuerdo para la educación, Corea del Norte suministra
instructores militares, y sobre todo China encargada de la atención médica, de asesoría,
abastecimiento y mantenimiento del material militar, la formación para militar de la
Juventud en marcha con Macías, y por último las obras de construcción de edificios
públicas o carreteras. Lo grueso de los intercambios bilaterales se desarrolla con
España. Además de las exportaciones, se firmó desde 1969 entre otros; acuerdos
comerciales, en materia de cooperación técnica o cultural, pese a los constantes
incumplimientos de los términos por la parte guineana y, que según dice el ensayista
estará al origen de la conocida ―materia reservada‖. Esta, en su opinión fue una medida
impuesta por el entonces ministro español de asuntos exteriores que duró desde 1971
hasta 1976. El autor apunta esta disposición como un silencio partícipe a favor del
mando pero dañino para el pueblo guineano. Él lamenta particularmente la perniciosa
colaboración de las autoridades españolas:

La ley del silencio impuesta a la Prensa española fue una estrategia para salvar a Macías Nguema
y evitar que cayera en desgracia. (…). España seguía manteniendo acuerdos de cooperación con
el régimen dictatorial de Guinea Ecuatorial, como los firmados en mayo de 1971, en mayo de
1973 y posteriores. (…). Los miles de millones de pesetas que recibió el presidente
guineoecuatoriano por estos acuerdos le permitían seguir cometiendo sus barbaridades con la
población. Hemos de decir que existía un especial interés por parte de España, por no provocar a
Macías Nguema. (…). Eso explica que la compañía estatal Iberia no interrumpiera sus vuelos
semanales al país para aprovisionar de víveres al presidente Macías Nguema, mientras el
población vivía sumida en un estado de miedo y terror (Bolekia, 2003:127-136).

fija los criterios de elegibilidad en el puesto de presidente de la República mientras el segundo establece a
Macías Nguema como presidente Vitalicio, supuestamente por la voluntad y reconocimiento del pueblo.
480

Mirando más de cerca, la medida impuesta por el gobierno español en opinión


de algunos observadores, ha tenido un impacto tremendo en la sucesión de los hechos
en el país. Si la mayoría de las voces apuntan una maniobra a favor del dictador y sus
esbirros para actuar totalmente impunes. Ramón García Domínguez (1977:221-222),
matiza que los crímenes maciístas no eran el único justificante del secreto oficial. Reúne
informaciones de diversas procedencias que indican empresarios y miembros del
gobierno españoles deseosos de encubrir los negocios que llevan a cabo en Guinea
durante el régimen dictatorial.

En este sentido justamente, además del acompañamiento regular de las


autoridades españolas, destaca la presencia extremadamente marcada del abogado
madrileño Antonio García-Trevijano, es un personaje implicado a todos los niveles en la
toma de decisiones de las que muchas comprometen la responsabilidad del Estado fuera
como dentro del territorio nacional. Trevijano actúa como el cerebro o cabeza pensante
del presidente, Ndongo Bidyogo (1977:180-181) le atribuye la redacción de la primera
constitución y de una lista exhaustiva de atribuciones prueba de su hegemonía a nivel de
la cópula del gobierno. Su papel es equiparable al de un artífice imprescindible para el
presidente Macías Nguema desde el principio, a la hora de poner las bases
institucionales y el funcionamiento de la nueva nación.

Los relatos de la ficción que hemos estudiado sobre el tema achacan


principalmente al presidente Macías Nguema. Para Mbomio Bacheng (1996), por culpa
del primer presidente, o sea, ―el hijo de Satanás‖ la soberanía fue un ―engaño‖, la
―miseria‖ o tan sólo ―un cambio minúsculo‖. Igualmente para Leguineche Macías era
un hombre con la mente alterada, un demente que gestionó una joven república como
una empresa familiar y al mismo tiempo la convirtió en ―un país robado por todos‖. A
nivel de la historia, se trata de una realidad desconcertante en la que, pese a la variedad
de opiniones que caben sobre el tema guineano, el presidente Macías Nguema siempre
viene perfilado como un dictador en su autoridad, un hombre lunático y despiadado.
Aquellos retratos encajan perfectamente con la definición esbozada conjuntamente por
Mbomio Bacheng y Manuel Leguineche.

Aparte los testimonios sobre el caso específico guineano, algunos pensadores se


han dedicado a estudiar la descolonización o independencia de los países africanos.
Albert Memmi es uno de ellos, en su caso particular tras perfilar al colonizado, se
481

interesa también a retratar al sujeto poscolonial o el descolonizado. De hecho, en este


segundo volumen descriptivo, no atiende sólo el perfil del nuevo ciudadano, además
trata de diagnosticar la situación de los países recién colonizados en general y también
evaluar su recorrido socio político o económico desde su accesión a las independencias.
Para Memmi, la descolonización supuso una triple expectativa política, social y
económica, todo un proceso cargado de sacrificios de retos pero con el entusiasmo de la
libertad alcanzada. Esto es como él describe la proyección de aquellas jóvenes naciones:

La fin de la colonisation devait apporter la liberté et la prospérité; l‘indigène donnerait


naissance au citoyen, maître de son destin politique, économique et culturel. Après les décennies
sous le boisseau, sa nation enfin éclose affirmerait sa pleine souveraineté; opulente ou indigente,
elle jouirait des produits de son travail, de son sol et de son sous-sol; son génie enfin rendu à son
essor naturel, l‘usage de sa langue récupérée lui permettraient l‘expression et l‘épanouissement
de sa culture spécifique (Memmi, 2004:17).

Como se puede apreciar, el encauzamiento memmiano resulta ser un medio


válido para examinar el caso guineano. Él replantea la ilusión de la soberanía, destapa
los males contemporáneos resultantes de los fracasos soberanos y expone los escasos
aprovechamientos de las libertades políticas hasta hoy en día. En base los resultados
adversos, el ensayista sale en busca de sus orígenes, manifestaciones o consecuencias
pero también mira hacia los retos pendientes.

Albert Memmi destaca tres males más sobresalientes en los nuevos Estados:
la miseria, la corrupción o la violencia. Exactamente como en el caso guineano,
Memmi se explaya sobre algunas causas, manifestaciones o corolarios sobresalientes
de estos padecimientos dominantes. En lo que atañe a las causas, designa
fundamentalmente los mandos y la gestión que hicieron de los Estados a su cargo. Él
define los mandos africanos particularmente autócratas, son unos ―potentados‖,
déspotas que gozan del poder de forma absoluta a expensas de los intereses de las
poblaciones. Por eso afirma sin ambages que son ellos los principales responsables de
la triste imagen que exhiben los países recientemente descolonizados: ―Le malheur
actuel des populations du tiers-monde ne provenait plus seulement de l‘action
continuée des anciens colonisateurs, d‘un néocolonialisme, mais principalement des
nouveau dirigeants, donc je dénonçais la corruption et la tyrannie, lesquelles
entretenaient une pauvreté paradoxale, même dans les pays riches, la stagnation des
mœurs et l‘immigration de masses‖ (Memmi, 2004:170).
482

Estas palabras corroboran la realidad guineoecuatoriana bajo el primer régimen


independiente, un país joven paradójicamente hundido en el empobrecimiento, la
violencia, la destrucción y finalmente el destierro de su mayor potencial humano. El
retrato del potentado realizado por Memmi encaja perfectamente con el personaje de
Macías Nguema tal y como definido en la ficción y en la realidad. En el sentido
memmiano, el incumplimiento de las expectativas soberanas es el resultado conjugado
de la personalidad del potentado y sus acciones como dirigente. Por lo tanto, él resalta
algunos rasgos característicos más constantes de los ―potentados‖ caracterizados por el
inmovilismo voluntario y natural y sin ningún proyecto de desarrollo serio. Además,
son adictos a la autopromoción, cultivan una relación estrecha con las fuerzas
militares, son mandos militares y habitualmente longevos. Por fin, despunta que los
déspotas practican el ―dolorismo‖, el nepotismo, son grandes corruptos y gozan de un
patrocino político incondicional del extranjero.

Además de los testimonios históricos, queremos igualmente desentrañar los


fundamentos del revés guineano mediante un breve estudio del personaje histórico
Macías Nguema en base de los criterios memmianos.

En lo que atañe a la personalidad, existen fuentes históricas donde el primer


presidente guineano aparece retratado como un personaje bastante extraño, aunque no
siempre lo suficientemente. Esto es el caso en el ensayo de Ramón García Domínguez
(1977) donde él recoge en un primer lugar, la opinión del propio hijo de Macías sobre
su padre, cuando su maestro le pregunta a saber: cómo es el presidente: ―Mi papá es
muy serio, profe. Y lo es. De estatura media, pero apuesto, de andar juvenil y mirada
viva, luce sobre las cejas los dos tatuajes azules de la tribu fang, y difícilmente se ríe
en público‖ (García Domínguez, 1977:25). Más adelante, el autor de este ensayo se
vale de su experiencia personal para perfilar al personaje Macías Nguema. De entrada
él le considera ante todo como protagonista trascendente de la independencia
guineana, y le define como: ―Un fang de las selvas de Río Muni, receloso y suspicaz,
oportunista y lince, sagaz y meticuloso, que supo estar en cada momento en el punto
justo: entre la oposición a España y el fervor de su pueblo; con la condena pública de
su oponente público hoy, y la coalición con dicho rival mañana; con un pie en Madrid
y otro en las Naciones Unidas; con una promesa a flor de labios para sus
encumbradores, y una displicencia olímpica a la hora del triunfo‖ (García Domínguez,
483

1977:84-85). Esas líneas hacen de Macías Nguema un hombre atípico, astuto y con
especial habilidad en el juego político.

Más allá de las particularidades vinculadas con la personalidad Macías Nguema,


desde el ángulo de sus funciones se convierte en un arquetipo con rasgos corrientes del
típico potentado. Asimismo después de retratarlo, estudiamos a Macías Nguema a la
luz de los enfoques relacionados con su cargo político para así entender mejor el caso
guineano, es decir, explicar el siniestro balance que casi todas las fuentes imputan a su
régimen y a él mismo en primer lugar.

Uno de los criterios atribuidos a los potentados se refiere a la autopromoción,


radica en la presencia excesiva y constante en los medios de comunicación y espacios
públicos con el propósito de construirse una representación idolátrica. Esta es una
empresa de seducción para engatusar al pueblo por medio de la disuasión. Por lo tanto,
el potentado se vale de todos los medios existentes, de comunicación, elaboración de
proyectos realizables o no, una presencia permanente del jefe en los actos públicos
para difundir una imagen de cercanía de un dirigente siempre a la escucha de su
pueblo. Macías Nguema corresponde a este prototipo que aúna la seducción, la
rigidez, la promoción de sí mismo ajustada a su personalidad y ambiciones específicas.
Efectivamente, el presidente Macías Nguema destacó por su afán enfrenado por
asentar su poderío mediante el culto de su personalidad bajo diversas formas. Una de
las más interesantes es el especial anhelo de maximización de un poder absoluto que
finalmente culminó con su propia deificación. Donato Ndongo (1997) apunta como se
ha erigido Dios, el dios de los guineanos cuya vida o destino dependían únicamente de
su voluntad. De hecho instituyó que su nombre ―primer nombre sagrado‖, sea
enseñado a las jóvenes generaciones. Además, sus compatriotas debían arrodillarse al
paso de la escolta para adorarle. En Los poderes de la tempestad, un miliciano
recuerda a un presidiario torturado que grita en nombre de Dios que ―aquí no hay más
dios que Macías‖ (Ndongo Bidyogo, 1997:249). La novela Huellas bajo tierra (1998)
también señala un Macías Nguema que se sustituye a Dios presumiendo de
todopoderoso: ―Yo soy la luz de la vida; vuestro Cristo victorioso, el poder me viene
de los ancestros y por eso yo he sido elegido Presidente de la República. Solo contra
todos, expulsé a todos los españoles del territorio nacional y ahora soy dueño y señor
de Guinea. Pero también de vuestras vidas. Nadie me pide cuentas de lo que decido
484

aquí ahora, eso es lo que pasa (Mbomio Bacheng, 1998:49). Macías se considera el
salvador y por lo cual, los guineanos le deben total devoción. En realidad, la
autopromoción parece ser un rasgo notable de la personalidad de Macías Nguema,
como persona o jefe, extractos del ensayo de Obiang Nguema (1985) proporcionan
diversos datos al respecto. Macías por delegación utiliza el partido el PUNT para
introducir el culto de su personalidad como asignatura fundamental en la enseñanza
pública: ―Con el desarrollo de la organización del PUN, la enseñanza y la cultura van
decayendo gravemente; niños, hombres y mujeres, únicamente aprenden a recitar de
memoria los eslóganes del PUN, las cunas revolucionarias, las vivas de alabanza y
exaltación al presidente del partido, las condenas contra el colonialismo, el
neocolonialismo, el imperialismo y demás. (Obiang Nguema, 1985:60). A esto se
refería Leguineche para crear a algunos de sus personajes como Luciano ―el loco‖ o la
adolescente Edelvina. El afán de aumentar su influencia en el seno de la sociedad
guineana ha alcanzado la máxima importancia para Macías ya desde los primeros años
de su mandato, asimismo rebautizó la isla de Fernando Poo como isla de Macías
Nguema Biyogo (Ndongo Bidyogo, 1977:234). Desde luego, el máximo símbolo de
este rasgo característico se da en 1972 cuando él se asegura una permanencia al mando
de la república, como señala una vez más Obiang Nguema: ―1972, el partido llega a
adquirir una importancia extraordinaria, se celebra el segundo aniversario de su
fundación y se convoca un congreso extraordinario en Bata, ocasión que aprovecha
Macías para hacerse proclamar, en las conclusiones finales del mismo, «presidente
vitalicio de la República»‖ (Obiang Nguema, 1985:60). También es muy significativo
el sinfín de títulos que acompañan al apellido del presidente, así como subraya el
ensayista, tras modificar la ley fundamental en 1968, Obiang interpreta esta sucesión
de hechos como un giro decisivo en la conducta de Macías hacia la tiranía:

Cuando deroga arbitrariamente, sin ningún plebiscito previo, varios e importantes artículos de la
Constitución de la Independencia, y sanciona la disposición oficial, para asegurar el poder
absoluto y totalitario, de suspensión de la Constitución de 1968, erigido en presidente vitalicio,
general mayor de los ejércitos nacionales, padre fundador del Estado guineano, gran maestro en
enseñanza popular, arte y cultura tradicional, líder de acero y único milagro de Guinea
Ecuatorial (Obiang Nguema, 1985:63).

Bolekia Boleká (2003:135-136), también ofrece un repertorio aún más


importante de los títulos que al presidente le concedieron sus seguidores revolucionarios
y que se impusieron a los estudiantes guineanos a diario como muestra de su lealtad:
Único Dios, Milagro y Salvador del Pueblo Guineano, Jefe de Estado y de Gobierno,
485

Inquisidor Mayor del Colonialismo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas,


Camarada Supremo del PUNT, Padre de la Libertad, Líder de Acero, Gran Maestro de
la Orden de la Independencia, Padre de la Revolución, Primer Presidente Vitalicio
Constitucional, Líder de la Nación y del Partido, Gran Maestro en la Educación y la
Cultura, Incansable y Único Milagro, Responsable Supremo de la Revolución
Democrática Africana o Gran Mesías.

Uno de los destacados ensayistas sobre Macías en particular y Guinea


ecuatorial en general es sin duda Max Liniger Goumaz, pues él propone una definición
de la dictadura maciísta rebautizada significativamente el nguemismo, en base de sus
rasgaos más propios: ― se caractérise par le népotisme, le racisme, la terreur, la torture,
les viols, les ‗suicides‘, les incendies de villages, les rançons et la privatisation de la
quasi-totalité des libertés fondamentales et des droits de l‘homme, la manipulation du
parlement et de la constitution » Liniger Goumaz (1984:60).

Como vemos, el empeño del presidente Macías Nguema por ser el centro de
atención de todo el pueblo, con todos los guineanos atentos a sus exigencias y sumisos,
se aparenta a un delirio contagioso. Es un recurso propio para aferrarse al poder y
ascenderse a una categoría de importancia sobrenatural, asimismo es como Macías
Nguema ha llegado a alterar el funcionamiento de algunas instituciones nacionales
básicas como es la educación, en provecho personal. Esto es un indicio de la destrucción
corolario de generaciones de jóvenes tal y como indica Leguineche mediante la joven
alumna Edelvina.

La autopromoción desarrollada por el presidente Macías también le ha llevado a


codiciar la presidencia de por vida y conseguirlo por los medios hechos a su medida
aunque con la apariencia legal. Como señalábamos anteriormente, Memmi destaca
también la longevidad como indicio típico del modo operatorio de los potentados. La
perennidad que ambicionaba Macías Nguema tenía que ser inagotable en su sentido
pues se solventó todo con una presidencia perpetua, por ley constitucional y bajo la
aclamación unánime. Esto fue en 1972, tan sólo cuatro años después de su elección,
como señala Donato Ndongo Bidyogo:

Artículo 49: «El pueblo guineano, en reconocimiento a las altas virtudes y excelsas realizaciones
en beneficio de la patria, proclama Presidente vitalicio de la República al Honorable y Gran
Camarada don Francisco Macías Nguema Biyogo y, en consecuencia ratifica la Histórica
486

declaración del segundo Congreso del Partido Único Nacional de Trabajadores celebrado en
Bata el 14 de julio de 1972» (Ndongo Bidyogo, 1977:237).

Tras asentar su promoción y garantizarse su longevidad, los potentados como


veremos en este caso se aseguran las condiciones idóneas para librarse al pillaje bajo
la protección de su poder. Uno de los métodos, en la opinión de Memmi es la
tribalización de la cúspide: ―En prodiguant des avantages économiques aux leurs et à
ses quelques favoris, les potentats renforcent leur propre protection. Mieux encore ils
s‘efforceront d‘établir une continuité dans le temps‖ (Memmi, 2004:28). Los
potentados suelen rodearse de sus familiares y allegados conocidos en los que confían
y así confiscan el poder y la fortuna pública que se reparten entre ellos. Precisamente,
tanto Leguineche, Mbomio o los contenidos históricos denuncian el régimen maciísta
por su matiz étnico o partidista, el denominado ―clan de Mongomo‖ es buena muestra
de ello. Esto es la fórmula hallada para cercar con garantía segura el control de todas
las actividades y movimientos financieros. Pero no sólo necesita el potentado a los
suyos sino también y sobre todo señala Memmi, un medio eficaz de los mandos de
fuerza son las fuerzas armadas, utilizadas como mayor aparato represivo contra la
población en general y también disuasivo contra las posibles veleidades de adversarios
políticos. Memmi lo resume asimismo:

Ainsi, comme chez les marionnettes, le potentat se croira libre de ses mouvements, sinon
invulnérable et éternel. Du reste, en attendant sa lointaine succession, il utilisera tous les moyens,
légaux et illégaux, pour mettre son pouvoir à l‘abri, en éliminant ses pâles concurrents, s‘ils
osent se manifester. (…). Qui mieux que l‘armée en effet, organisme hiérarchisé et discipliné,
obéissant par nature, éduqué à la soumission sans discuter, et à commander, pourrait fournir
l‘outil le plus efficace pour conforter un régime despotique. (…). Le tyran a besoin de l‘armée
pour subsister, l‘armée n‘a pas besoin du tyran. Les militaires sont en outre des spécialistes de la
force, la guerre est leur raison d‘être; dans un monde de violence, ils sont les plus aptes à
s‘imposer (Memmi, 2004:29-33).

La relación estrecha entre Macías y los cuerpos militares, policiales y


paramilitares es más que evidente. A parte la Guardia Nacional, fuerzas convencionales
ha creado y armado una temible Juventud en Marcha con Macías, conjuntamente
encargada de vigilar al pueblo y obligarle a acatar todo un repertorio de leyes drásticas
en nombre de la revolución fomentada en el PUNT cuya adhesión es natural. En
realidad, la mayor represión perpetrada durante la dictadura del primer presidente
guineano ha sido obra de los designados grupos militares y para militares. Existe una
abundante literatura, relatos de ficción o textos históricos que ponen de relieve la
agresión característica de estos cuerpos sobre una población totalmente indefensa. Los
métodos pensados por consolidar el poder absoluto y perpetuo resultado tremendamente
487

dañina para los guineanos. Según señala Rafael Fernández (1976:377), en 1972, durante
el congreso del PUNT, se disolvió la O.J.G.E (La Organización Juvenil de la Guinea
Ecuatorial), para sustituirla por ―La Juventud en Marcha con Macías‖. Donato Ndongo
(1977:188) indica su adhesión obligatoria desde los siete hasta los treinta años de edad,
mientras los menores a quince años forman ―La Juventud Hormiga‖. Este organismo se
convertirá pronto en un cuerpo para militar particularmente adiestrado para la represión
desenfrenada e indiscriminada, que subraya Bolekia Boleká (2003:136): ―Los agentes
del régimen Juventud y Milicia adquirieron más poder que los mismos militares, y
practicaron una política de exclusión, reclusión y exterminio de los líderes políticos
ambös, bubis, fang, ndowé y kriós inicialmente contrarios a Macías Nguema‖. Obiang
Nguema (1985:48), enfatiza estos grupos como instrumentos de terror: ―Milicia Popular
Revolucionaria en Marcha con Macías‖ que: ―se consagra en el terror de la República
durante varios años, en una carrera sanguinaria sin precedentes, de violaciones de los
derechos de las personas y de vandalismos sin escrúpulos‖. Posteriormente, el mismo
describe la brutalidad características de los diferentes órganos de represión a veces
conjuntamente y a veces enfrentados:

Los miembros de la «Milicia Popular Revolucionaria» no se sujetaban a ningún orden jurídico.


Todos, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, (…): desconociendo reglamentos y ordenanzas
militares. Son cuerpos paramilitares espontáneos que sólo saben sembrar disturbios, intrigas,
atropellos y saqueos en la población. En los poblados son ellos la ley: (…). Lo que en principio
parece haber sido voluntad e iniciativa popular pasaba a ser instrumento del gobierno de Macías.
(…). Los gobernadores y delegados gubernativos de provincias y distritos tienen como gran
misión apoyar y proteger las formaciones de milicianos de sus jurisdicciones para perseguir a los
adversarios políticos y controlar y abortar supuestas maniobras colonialistas. Se llega a equipar a
las juventudes con fusiles del ejército. Esto crea una situación muy difícil para la Guardia
Nacional, que se ve muy impedida para controlar a los delincuentes comunes enrolados en la
Milicia Popular Revolucionaria, cometiendo innumerables atropellos y delitos a diario. (…). A
comienzos de los años sesenta, la Presidencia de la República ordenaba la legalización de las
«juventudes» en todos los sectores: junto a la población civil, los funcionarios públicos del
Estado abandonan obligados sus despachos para recibir educación miliciana y participar en los
desfiles militares. (…). En consecuencia, se contraponen en cada distrito dos tipos de autoridades
armadas: los delegados nacionalistas (jefes de la juventud en marcha) y los comandantes
militares del ejército regular (Obiang Nguema, 1985:48-52).

Al cabo de once años de terror, resulta difícil saber si Macías y los suyos habían
planeado realmente el horror que les cayó encima a los guineanos o si fue el resultado
de un descontrol de la situación en un momento decisivo de la historia. Pero tocaba ya
hacer el balance, porque en este contexto, el ensañamiento se acompaña de una serie de
prohibiciones que atentan seriamente las libertades fundamentales de los ciudadanos,
individuales y colectivas. Al respecto, Bolekia Boleká (2003:129) propone un repertorio
exhaustivo: la supresión de la libertad de culto o de religión, la obligación de presentar
488

una autorización gubernamental para efectuar un viaje en el interior del país, la


prohibición de recibir la prensa española o extranjera, o la de llorar la muerte de los
subversivos, la violación sistemática de la correspondencia privada, los trabajos
forzados obligatorios. También atiende como es de esperar, las consecuencias de este
acoso legalizado: la multitud de víctimas mortales, la corrupción, el empobrecimiento
generalizado o la inseguridad permanente y sobre todo los exilios masivos de muchos
intentando ponerse a salvo. Varias fuentes permiten evaluar los daños humanos de los
once años de la represión maciísta desde 1969 hasta 1979. Según señala Bolekia Boleká
(2003:131) basándose en los datos de Amnistía Internacional, el número de víctimas es
sombroso: ―cincuenta mil y cien mil personas a golpe de machetes, fusilamientos,
torturas, etc.‖. Entre ellas dice, hay trescientas personalidades políticas y veinte y dos
miembros del propio gobierno. Aún mejor, Rafael Fernández presenta una nómina con
nombres y apellidos de 490 víctimas guineanas del maciísmo, clasificadas por grupos
étnicos de modo siguiente: 368 fang, 55 ndowé, 54 bubis, 3 annoboneses y 7
fernandinos. Son ciudadanos procedentes de todos los sectores entre otros; diputados,
consejeros provinciales o nacionales, ministros, gobernadores, delegados, embajadores,
altos funcionarios, militares, comerciantes, agricultores, jefes de poblados, estudiantes,
o mujeres y otros asesinados por culpa de sus esposos o familiares. Como vemos, estos
balances no toman en cuenta las víctimas extranjeras. Desde luego, muchísimos
guineanos pagaron el precio extremo de las ambiciones de poderío del dictador Macías.
Desde luego, a la participación interna se suma el patrocinio de países extranjeros como
es el caso de Macías, muy estrechamente pegado a los comunistas en una relación
bilateral que concede derechos especiales en el ámbito económico a cambio del respaldo
militar merced al que se prepara y arma a los esbirros encargados de proteger a toda
costa al dictador, su poder y pertenencias. Memmi afirma que son relaciones desiguales
pero que alimentan los potentados para servir intereses egoístas personales aunque,
como en el caso de Macías señalado por Leguineche, ello hipotecaba los derechos y
recursos nacionales, a expensas de sus ciudadanos.

Además de una relación estrecha entre el déspota y los cuerpos militares


materializada por la acción militar permanente y generalizada sobre terreno, el régimen
maciísta sobresale por otro criterio memmiano que es el ―dolorismo‖, una tendencia
excesiva a la ―victimización‖. Esto es recurso por el que los potentados tratan de
engatusar a sus compatriotas para encubrir sus acciones y las consecuencias de sus
489

incompetencias propias. Asimismo echan la culpa de los males existentes a los demás y
principalmente a las ex potencias colonizadoras. Efectivamente, la trama maciísta puso
particular empeño a hallar en España el culpable eterno de todas las desgracias
guineanas, antes y después de la colonización: ―Le potentat s‘évertuera à convaincre ses
concitoyens que les causes de leur malheur seraient imputables aux autres, non à sa
propre gabegie, à l‘incohérence économique et au désordre administratif, à leur propre
carence. S‘il atteint son but, le bénéfice sera double: Les souffrances du décolonisé
n‘étant que le résultat persistant de la domination étrangère, le décolonisé est
déculpabilisé et le tyran est acquitté‖ (Memmi, 2004:35).

Estas líneas aprecian como la dictadura trató de ocultar sus fracasos e


ineptitudes distorsionando la realidad para evitar de asumir la responsabilidad de sus
actos, de este modo, el dictador no sólo lograba su absolución ante el pueblo sino
también, sumaba más seguidores a la causa anticolonial. Precisamente, según Memmi,
los potentados consiguen asimismo corromper las mentalidades de los pueblos que no
llegan a plantearse por qué habían alcanzado la libertad soberana pero siguen hundidos
en la miseria y la violencia. En el caso guineano, en la ficción y la memoria se ha hecho
eco de la particular animosidad del presidente Macías Nguema por la antigua metrópoli,
Bolekia Boleká lo llama ―antiespañolismo‖ o una tendencia exacerbada a la xenofobia
contra España. Macías reinventó el ―dolorismo‖ memmiano a su manera, abrió dos
frentes simultáneos, por una parte, llevó a cabo la ―diabolización‖ de España mediante
la exhibición de los errores coloniales, con énfasis en las circunstancias del fallido golpe
de marzo de 1969. Por otra parte, además de la caza desenfrenada y despiadada contra
los opositores, Macías aprovechó el desánimo nacional fomentado contra España para
poner en ejecución una política irracional y totalmente inconexa bautizada por el
nombre de la revolución. La gran revolución maciísta se ha basado en un obsesivo
anhelo de ―africanizar‖ su país, en base de una serie de medidas socio cultural o político
para exterminar definitivamente las huellas del imperialismo español. Una de las
acciones más corrientes del presidente fue la decisión de cambiar su nombre, y exigir lo
mismo a sus coetáneos, luego hubo el renombramiento rotundo de territorios, calles,
ciudades, edificios y otros símbolos del anterior colonialismo. Bolekia Boleká103 sitúa

103
En La aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial del profesor Justo Bolekia (2003), se halla un
repertorio exhaustivo de los cambios fundamentales operados en la ocasión, o también se puede consultar
la lista de los guineanos caídos bajo la dictadura maciísta.
490

aquel suceso en julio de 1973 siempre por ley constitucional y también subraya su
carácter erróneo.

El régimen aprovechó el tercer congreso de su Partido Único Nacional, en julio de 1973, para
proceder a un riguroso cambio toponímico a imitación del entonces militar presidente Mobutu
Sese Seko, del Congo- Kinshasa. (…). Este cambio integral de la sociedad afectó también a su
promotor, pasando a denominarse Nguema Mesié me Nguema Bidyogo Ñegue Ndong, y
obligando a todos los Guineoecuatorianos a adoptar un antropónimo africano. (…). Esta
autenticidad fingida sirvió para imponer a la población un integrismo vertical en sentido
sociocultural (…), así como una vuelta a las costumbres tradicionales precoloniales (Bolekia
Boleká, 2003:134-135).

Estas líneas recuerdan a otro déspota africano, Mobutu Sese Seko que tras
eliminar a los potenciales adversarios políticos instauró igualmente en Congo un
régimen dictatorial represivo y regresivo bautizado bajo el mismo lema de la
revolución. Aquel potentado Mobutu destacó particularmente por sus amistades con los
mandos más potentes del mundo, sus discursos virulentos antiimperialistas y un modo
de vida extremamente ostentoso entre la mayoría de pobres congoleños.

Recuérdense que al introducir este trabajo hemos visto cómo Mbembe


(2000:153-154) justifica el fracaso de las independencias en África subsahariana
poniendo de relieve la relación un tanto sarcástica entre los mandos, el pueblo y el
Estado. Él equipara el mando poscolonial a un ―fetiche‖, un objeto que aspira a la
―sacralización‖ y por eso traba una relación extraordinaria con sus seguidores. Éstos
disfrutan parte del poder, un poder propiedad de el que llama el ―autócrata‖ convertido
en un objeto de representación que sus allegados alimentan con aplausos, halagos y
engaños. Poco a poco el autócrata adquiere una existencia autónoma hasta alcanzar la
contemplación de sí mismo. En este caso, se instala la violencia para imponer el nuevo
orden esto es lo que Mbembe designa como la ―fetichización‖ del poder, o sea, un
sistema que desde un principio parece totalmente arbitraria pero progresivamente se
consolida hasta alcanzar la legitimación. Evidentemente tiene caractéristiques propias
y en las que los esbirros son imprescindibles: ―parti unique, police, soldatesque, sous-
préfet, commissaires, courtiers et autres trafiquants‖ (Mbembe, 2000:79). Además, los
potentados suelen ser militares o no pero siempre se atribuyen títulos militares y con el
máximo grado pero, Memmi enfatiza el papel preponderante de los militares como
―impostores‖ situados en primera línea y ayudando el potentado a imponer su propio
orden. Pero Mbembe matiza que los verdugos proceden de diversos sectores de la
sociedad, una estrategia que permite maximizar eficazmente la vigilancia de la
491

población. Este retrato del mando poscolonial coincide efectivamente con muchos
casos y desde luego el guineano. Es posible si examinamos la construcción del
personaje Macías Nguema, un generalísimo aficionado del culto de la personalidad, el
poderío y finalmente se hace rodear de individuos despiadados y especialmente
adiestrados para la protección del dictador, sin nunca cuestionar sus actos o los
rendimientos del Estado ni preocuparse por el pueblo.

Atendiendo los rasgos característicos de los déspotas tal y como descritos por
Albert Memmi, se llega efectivamente a comprobar que Macías Nguema reúne
suficientes criterios de los potentados. Su acción al mando del país, su afán de gloria, la
presencia interesada de sus cómplices extranjeros o el acoso salvaje perpetrado por sus
grupos de verdugos han generado principalmente el empobrecimiento, la muerte o el
destierro de muchos guineanos. A estos grupos Mbembe los llama órganos encargados
de administrar la violencia y en otras ocasiones habla de ―institutions d‘embrigadement
et caporalisation de la société‖ (Mbembe, 2000:79). Esta es una situación de caos que ha
alimentado la ficción y la memoria. Cabe mencionar que la mayoría de los cambios,
medidas o leyes introducidas por Macías Nguema suceden generalmente durante las
cumbres del PUNT y por ley constitucional, asimismo se ve cómo utiliza el partido
único para fines personales, prueba incluso de su dominio sobre sus colaboradores y
también del conformismo de los mismos. El pueblo parece acatar todas las actuaciones
del déspota en una actitud de abrumadora resignación que refuerza la consolidación
cada día más del poder absoluto. Mbembe piensa que el acatamiento mudo del pueblo
constituye un atropello tremendo a la libertad que es un derecho natural y de allí una
condición vital de la que ningún ser humano puede prescindir o del que nadie debe ser
ni excluido ni confiscado. En tal caso, Mbembe en su ensayo significativamente titulado
Sortir de la grande nuit (2010), condiciona la libertad de los ex colonizados por la
necesidad de proceder a una autovaloración previa, que llama ―autodescolonizarse‖, una
labor que incumbe a los propios ex colonizados, porque no basta con ser declarado
descolonizado. Por los demás, Mbembe enfatiza insistentemente la trascendencia de la
libertad como derecho inalienable y de ahí el paso básico hacia la democracia: ―Pour ce
qui est de la liberté, il n‘y a que des ayants droit. Et que, tant que celle-ci n‘aura pas été
étendue à tous, on pourra parler de tout sauf de démocratie‖ (Mbembe, 2010:45). Esto
supone la igualdad en justicia y derecho extendida a todos los ciudadanos.
492

Esta reflexión de Mbembe vale tanto para el régimen maciísta y el gobierno


actual que según hemos visto, arrastra todavía algunos males de la dictadura anterior.
Si nos atañemos al relato de Bolekia Boleká, esto es una de sus decepciones, la
continuidad en lugar de los cambios sustanciales prometidos desde el golpe de 1979
bautizado ―Golpe de la libertad‖ y celebrado todos los años el tres de agosto. El
ensayista lamenta fundamentalmente, como señalaba Leguineche, que aunque siendo
los mismos actores del pasado no se hayan sumido a un examen crítico personal y
colectivo:

Aquellos que en época de Macías Nguema habían sido grandes matones, torturadores y verdugos
carceleros, seguían ocupando altos cargos en la nueva administración. Los nuevos gobernantes,
militares en trajes civiles, expertos en métodos de tortura y malos tratos, cleptócratas, farsantes e
hipócritas, etc.,…prometieron transformar la situación del país, pero pronto volvieron a sus
antiguas ocupaciones e iniciaron las conocidas represiones contra aquellos guineoecuatorianos
que exigían mayores libertades, menos detenciones arbitrarias, más juicios imparciales, más
reparto equitativo de los beneficios obtenidos la explotación de los recursos del país (Bolekia
Boleká, 2003:141).

Las palabras de Bolekia aprecian un repertorio exhaustivo de los rasgos de la


continuidad entre los regímenes maciísta y nguemista, de ahí que señala el sentimiento
de decepción de los ciudadanos una vez más desilusionados. Es que, pese al optimismo
derrochado desde agosto de 1979, los resultados tardan demasiado y aquel pueblo
ilusionado que claramente se mostró dispuesto a pasar página de su horrible pasado para
reconstruir por fin un futuro realmente prospero, no avista el cambio anhelado. Bolekia
aporta elementos de justificación, el nuevo régimen invirtió las ayudas internacionales
recibidas desde el final de la dictadura para reforzar el poder político, con los mismo
métodos de antaño pero esta vez: ―con menos muertes‖ (Bolekia Boleká, 2003:140).

En realidad, como a Bolekia Boleká, hemos querido interrogar a los guineanos


para ver qué opinan de su recorrido y cuáles han sido sus propuestas para salir
definitivamente del caos oncenal. Esto es porque para muchos guineanos, la deposición
de Macías Nguema marcaba abrió una nueva página histórica, o sea, un periodo de
transición decisivo, Ocha‘a Mve habló de ―Reconstrucción‖. Se trataba en su sentido de
asumir una misión patriótica, un deber o deuda histórica que encargada a la generación
de intelectuales de los ochenta, consistente en: ―asumir la realización de su identidad
cultural y social‖ (Ocha‘a, 1985:32) o también ―recoger las causas que impusieron o
motivaron la exteriorización del país para evitar su repetición‖ (Ocha‘a, 1985:33).
Resume la tarea como una gran responsabilidad: ―nos incumbe el deber de armonizar
493

esta sintonía entre el pasado y el futuro‖ (Ocha‘a, 1985:33). Esta ―dinámica de cambio‖
requería fundamentalmente una previa unidad nacional que incluía todos los pueblos
nacionales, también era imprescindible la acción desde dentro del país para garantizar
dice, una acción comprometida en lugar de interpretaciones ambiguas. En resumidas
cuentas, Ocha‘a Mve recetó la reconciliación étnica, solidaridad y el compromiso de
todos mediante el retorno al terruño. Años después, Nguema Essono y Balboa Boneke
(1996) también han analizado el camino recorrido, pues exponen el modo en que se
desarrolló la transición en la cúspide del Estado. Ambos reflexionan en base de
ejemplos concretos las razones de lo que consideran el fracaso de la transición. Desde el
principio ellos apuntan un desacierto básico de parte del Consejo Supremo Militar
porque según ellos, los militares que componían dicho consejo debían haber entregado
el poder a los civiles pero así no fue. Coincidiendo con Bolekia Boleká, afirman que en
el lugar, el Consejo Supremo Militar se encargó de formar un nuevo gobierno militar
que de inmediato puso en marcha una política de los ―despojos o botines de guerra‖
entendida como una medida de indemnización que galardonaba a la valía de sus
miembros participantes del exitoso levantamiento. Apuntan un el pillaje desenfrenado:
―bienes abandonados‖ o legado colonial entre otras cosas: ―las haciendas, las fincas
urbanas y rústicas, los comercios, las empresas mercantiles, las pequeñas industrias de
transformación (preferentemente madereras), etc.‖ (Nguema y Balboa, 1996:27). En su
opinión, esta acción de apoderamiento llevada a cabo por el grupo del legado público,
tuvo un efecto notable en el proyecto de reconstrucción en lo que a la economía se
refiere. Esta confiscación no ha cesado, más parece haber tomado proporciones
inquietantes, incluso se puede constatar que hasta hoy en día, el desigual reparto de las
riquezas generadas actualmente por la explotación petrolífera lidera las quejas hacia el
gobierno guineano, desde dentro aún más fuera del país. Desde luego, esta política
económica se saqueo ha sido contraproducente, porque asimismo se ha generado la
corrupción y el empobrecimiento de la mayoría. Nguema y Balboa subrayan un nuevo
gobierno una vez más codiciando el poderío, el control y dominio absoluto del territorio
y de la población:

Es precisamente aquí donde empieza a tomar cuerpo la incipiente oligarquía dominante, formada
en torno al clan de tipo familiar, tribal y distrital, ya que desde un distrito controlará férreamente
todo el país. Ese clan vendrá a alimentarse después de las nuevas incorporaciones y
reincorporaciones, estos últimos repescados de los sectores duros del régimen anterior, pero
preferentemente del seno del clan, contando también con el uso de la filosofía descrita
(amiguismo y el nepotismo como sistema). (…), va incorporando a los sucesivos gobiernos a
personas pertenecientes a otras tribus, distritos y regiones que van a jugar el papel de simples
494

comparsas y elementos de relleno. Lo cierto es que muy pocos de ellos van a tener acceso a
puestos de poder fundamental, dependiendo del grado de fidelidad y ciega obediencia a los
postulados del aparato clánico, postulados que nadie extraño podrá discutir ni poner en tela de
juicio (Nguema y Balboa, 1996:27).

En estas líneas se deja de nuevo entrever cómo la labor de reconstrucción


arrancó con desaciertos que no auguraban optimismo. Además, más allá de las aludidas
medidas económicas y políticas que entorpecieron los comienzos del proyecto de
reedificación nacional, enfatizan como Leguineche o Bolekia, la teoría de los mismos
actores para los mismos resultados: ―No conviene olvidar que son los mismos elementos
que lo sostuvieron, mimaron y alimentaron aquellos que lo derribaron. Este dato es muy
importante a la hora de hacer las primeras previsiones cara a la proyección del futuro
del régimen de Obiang‖ (Nguema y Balboa, 1996:35). Recuerdan también que aquello
era un gobierno de emergencia con una misión primordial: ―La eliminación de las lacras
sociales y escombros que pudieran entorpecer la normal marcha hacia la clarificación‖.
Pues Nguema y Balboa concluyen que el gobierno dirigido por Obiang Nguema no
cumplió con su cometido por muchas razones, principalmente porque no se encontraba
en condiciones de retar con garantía de éxito y coherencia la verdadera reconstrucción
nacional que esperaba el pueblo guineano. La decepción de ambos ensayistas radica en
que el nuevo gobierno guineano le ha negado a los guineanos otra vez, el protagonismo
en su propia historia, en lugar han destruido al ciudadano moralmente y socialmente
hundiéndole en un entorno de ―represión‖, ―desconfianzas‖ o ―intrigas‖ permanentes.
Finalmente su reflexión desarrolla las acciones distorsionadas del régimen de la
transición en dos enfoques: por una parte, la composición de un régimen formado por
protagonistas con pasado oscuro, la apropiación privada por aquellos de los bienes
públicos o su redistribución partidaria. Por otra parte, una represión policial y militar
salvaje llevada a cabo sobre una población que ya estaba particularmente afectada por
todo tipo de carencias. Por todo ello, Nguema y Balboa apuestan por una renovación
previa del potencial humano en la cúspide del Estado, también porque los hombres
actuales llevan en sí la etiqueta negra de su recorrido histórico y se saben atrapados por
la memoria colectiva. Es una condición imperativa según ellos, para pasar página y por
otra, porque es imposible que los antiguos verdugos actualmente al mando puedan
―regenerar‖ el país y ―reconstruirlo‖. Muakuku Rondo Igambo también se ha sumado a
desentrañar los conflictos étnicos y lo modos de gobiernos guineanos, pues él se
muestra más enfático. A los que dan por hecha la democracia en Guinea, el ensayista
opone la negativa porque en su sentido, el gobierno por el pueblo tiene requerimientos
495

básicos que todavía quedan por cumplir. De hecho, a diferencia de Nguema y Balboa
que sugieren nuevos dirigentes, Muakuku Rondo sostiene que el pasado no se puede
borrar por simulacro o hipocresía porque así sólo se conseguirá tapar las yagas y no
curarlas. Identifica a los principales culpables de la crisis oncenal, el mando y allegados
que incumplieron sus obligaciones primeras como es la protección del pueblo, recuerda
además las víctimas sin esclarecer caídas durante el maciísmo.: ―Macías Nguema y
Obiang Nguema consintieron estas muertes. En algunos casos las ordenaron o fueron
autores directos, y en otros simplemente no reprimieron los excesos de sus escuadrones
de la muerte. Estos se aprovecharon de esta maraña creada por el desorden, el odio y
ambición de poder para asestar sus venganzas personales‖ (Muakuku, 2006:168).
Muakuku Rondo pone cláusulas para lograr la convivencia pacífica entre los guineanos
de las generaciones pasadas y presentes. Constata que el régimen maciísta ha dejado un
ambiente extremadamente explosivo, coincide con Ocha‘a que por eso, es necesario
imprescindible una previa reconciliación pero ésta vez condicionada a la confesión
pública de los antiguos verdugos, cualquier que sean los móviles por los que cometieron
las atrocidades, esto es dice, porque el pueblo tiene derecho al mea culpa de sus
antiguos castigadores. Incluso, se dirige a los concernidos:

Algunos de ellos todavía campan libremente dentro y fuera del país con la aureola de demócratas
y futuros redentores contra la dictadura que ayudaron a alimentar. Pero la historia se debe
escribir desenmascarando todos y cada uno de esos episodios y actores. La reconstrucción de
este país no puede hacerse encubriendo estos crímenes, porque nos haría a todos corresponsables
de ellos. Algunos104 ejecutantes de estos sucesos tímidamente los desvelan, pero sin profundizar.
(…). Una ley de punto es necesaria para una convivencia pacífica, pero es indispensable rajar
este melón por justicia. (…). La población por su parte, sobre todo aquellos que han sufrido de
manera particular la pérdida de los suyos, debe exigir esa justicia por derecho. Una
reconciliación nacional pasa por que esos autores rindan cuentas ante la justicia popular
(Muakuku, 2006:168).

El encauzamiento de Muakuku es una exhortación que invita los antiguos


verdugos a enfrentar su pasado para desentrañar los demonios de la memoria colectiva,
primero para ellos se desembaracen de su pesado pasado y liberen el pueblo.

104
Muakuku Rondo ha transcrito una confesión de un tal Agustín Nsé Nfumu dirigiéndose a Severo, el
remitente corrobora la tesis de la reconciliación y es más, para él esto es ineludible sino saludable para
garantizar la paz y la justicia nacional: ―Severo, hermano, amigo, ¿cuántas cosas hace uno de joven que
no interesa que se sepan; cuando ha avanzado en edad y se convierte a la política, cuando se viste con los
colores de la oposición y se erige en corregidor de injusticias? …‖ te pediría que explicaras a la familia
afligida de nuestro llorado economista Jesús Ndongo Buendi el proceso de su detención, su
encarcelamiento, cárcel en la que murió. Creo, Severo, hermano, que si hay que hacer política, si hay que
tratar asuntos del pueblo, lo primero es reconciliarse con este pueblo, reconocer mínimamente las faltas
cometidas contra este pueblo. El pueblo es ingenuo políticamente, pero no es tonto‖ (Muakuku Rondo,
2006:167).
496

Siempre en el sentido de las perspectivas, para rectificar el fracaso de las


independencias, Albert Memmi apuesta por una política realista que garantice
soluciones a las carencias existentes. En primer lugar propone la supresión del
despotismo para restablecer la representación individual de los ciudadanos, sus derechos
políticos o sociales. También recomienda la abolición de la corrupción que es la
principal causa de estancamiento, ya que anula los esfuerzos colectivos, aniquila los
resultados y alimenta la evasión de las riquezas públicas en beneficio de unos pocos.
Para Memmi, la pobreza debe de ser el reto preponderante de estos países y para
erradicarla, él propone un reparto equitativo y una gestión realista de las riquezas ya que
son propiedad de todos por igual y no de unos cuantos. Finalmente, Memmi enfatiza en
que el despegue socioeconómico o político de los pueblos recién independizados
incumbe a los propios ciudadanos, interpela el compromiso con el que lograron sus
descolonizaciones. El reto de la democracia y desarrollo radica en la voluntad, requiere
un compromiso político de los mandos, para por fin lograr unas sociedades donde haya
menos resentidos y aún menos ávidos.

Hoy en día, el país dirigido por Obiang Nguema conoce un boom económico sin
precedente, se traduce por un gran número de inversiones en la última década. Sin
embargo, hemos querido visualizar el estado de la cuestión a la luz de informes
realizados por diversos observadores independientes. En línea general, el balance es
bastante mitigado si atendemos las interpretaciones de unos y otros. La entrega del
diario francés Le Monde del 19 de junio de 2013 apreciar la situación actual de Guinea
Ecuatorial de modo global. Según esta fuente, el grueso de los ingresos del país
proviene de la explotación petrolera de la que tiene el monopolio una compañía
norteamericana. A esto se sumará pronto la explotación del gas por los rusos en Luba.
Además de las inversiones portuarias financiadas por China y Marruecos, el gobierno
ha emprendido la construcción de diversas infraestructuras entre otras: carreteras,
viviendas, hoteles o la nueva capital Oyala, pero la mayor inversión nacional
actualmente es de índole militar. El citado diario expone otros proyectos sobresalientes
como son, la compra de aviones de guerra a Israel o el importante abastecimiento en
barcos del mismo uso. Simultáneamente el país procede a la formación continua por
Francia, de especialistas nacionales de la seguridad marítima, además de los trescientos
elementos nacionales ya preparados, el país emplea también a marinos ucranianos. El
texto de Le Monde se cierra con dos constataciones esenciales. En primer lugar, destaca
497

que actualmente, en Guinea Ecuatorial están representados los intereses del mundo
entero, desde Brasil hasta China, de hecho se está desarrollando una abundante
actividad económica en diversos sectores, además, se matiza que el boom económico ha
transformado el país en una encrucijada de intereses de las grandes potencias
mundiales. En segundo lugar, se observa la trascendencia de los intereses económicos a
costa de los planteamientos políticos o sociales de hecho, incluso los aliados
tradicionales como en el caso de Francia, privilegian la cautela en el trato con las
autoridades malabeñas. El artículo viene titulado significativamente ―Guinea Ecuatorial,
un socio a la vez estratégico pero también embarazoso‖. Este artículo es el lugar de
constatar que la militarización del país lidera las preocupaciones y presupuestos del
Estado, reencontramos a aquellos mismos socios extranjeros que Albert Memmi
censuraba, una vez más, recalcan por sus excesivas apetencias económicas y la
indiferencia para con las preocupaciones de la ciudadanía. Y como verán, este balance
hace caso omiso del aspecto político también fundamental, y cuya importancia se ha
demostrado mediante diferentes estudios y proposiciones de estudiosos guineanos a
favor de la democracia y del desarrollo verdadero. La historia parece repetirse, porque
hoy como antes se nota un expreso silenciamiento de una situación política realmente
preocupante, pero que los socios encubren, ponen especial cautela en el trato con las
autoridades para salvaguardar sus únicos intereses económicos.

Sin embargo, tras analizar con datos y cifras los rendimientos del petróleo y la
gestión que de ello han hecho las autoridades, el economista Fernando Abaga Edjang
(2014) ha puesto fecha de caducidad al boom petrolero. Dice cumplir con el deber de
informar a los guineanos cómo le van a afectar esta situación. La causa de todo señala,
―es la ausencia de una visión clara y de unos objetivos bien definidos y de una gestión
que tenga como propósito la consecución de dichos objetivos, nuestra economía está
puesta en piloto automático‖ (Abaga, 2014). Él achaca una gestión irracional del
petróleo. Según él, cuando la producción del petróleo arranca en 1991-1992, el 60% de
la población vivía en la pobreza y, en pocos años la economía nacional dio un
verdadero ―salto olímpico‖ pasando de 300 dólares a una renta per cápita de 24.000
dólares. Pero observa que paradójicamente, en vez de bajar, la pobreza subió a un 77%,
y estos datos que ponen de manifiesto la desigual distribución de la riqueza nacional.
Para Abaga: ―Este es uno de los grandes milagros del petróleo guineano: a más riqueza,
más pobreza‖. De hecho suena el alarma porque además, dice que según las
498

estimaciones del FMI, ahora solo quedan 734 millones de barriles y en 2030, sólo
quedarán unos 60 millones lo que supone prácticamente que los pozos estarán ya secos.
Por ahora sostiene: ―La producción nacional ya ha iniciado su caída en el abismo como
consecuencia de la contracción en la producción de petróleo, (…). Con la desigual
distribución de la riqueza nacional, está claro que el aumento de la pobreza es inevitable
hasta alcanzar niveles insoportables incluso para los guineanos que lo aguantan todo‖
(Abaga, 2014). El economista avista el empobrecimiento del pueblo como dice: ―en
pocos años, estaremos otra vez donde estábamos cuando llegó el petróleo‖. Pues los
culpables son el mando, para él, las reservas están malversadas por el que designa ―El
fundador‖ quien se ha lucrado hasta convertirse en ―uno de los hombres más ricos del
mundo‖, mientras el futuro de la población se está hipotecando.

Abaga Edjang apunta a la cúspide pero también las inversiones faraónicas que
su gobierno ha llevado a cabo sin tener en cuenta las necesidades reales del pueblo, la
mayoría resultan innecesarias o se ha hecho caso omiso del coste exorbitante que
supondrá su mantenimiento a corto y largo plazo. Finalmente, Abaga lamenta una
gestión más que devastadora por lo que el petróleo ha generado lo suficiente como para
sacar los guineanos de la pobreza, pero ha sido todo lo contrario. Cierra su artículo con
reseñando los males del boom petrolero:
Resumiendo: a) crisis económica muy profunda, con graves desequilibrios internos y externos;
b) pobreza aguda, c) endeudamiento, d) decadencia y desolación, e) tristeza. O sea, Guinea
Ecuatorial habría alcanzado una renta per cápita alta, solo para regresar donde estaba antes del
petróleo – un País Menos Avanzado (PMA) – en unos 30 años y la mayor parte de la población
ni se habrá enterado. Traigamos también a colación el maltrato que hemos dispensado a los
demás africanos. Sería el momento de la venganza, cuando el arrogante guineano tenga ya los
bolsillos vacíos y se habría convertido en el hazmerreír de los vecinos. El Fundador, causante de
esta situación, habría dejado el mundo de los vivos (Abaga, 2014).

Otro informe es el que ofrece el escritor Max Liniger Goumaz en el mensual


italiano Nigrizia. A diferencia del cotidiano francés, este artículo pone cara a cara dos
tendencias, la oficial en Guinea y la visión del extranjero. Por una parte tenemos, los
informes e interpretaciones de diversos expertos y observadores o también la prensa
internacional, sacando a la luz los males políticos, sociales o económicos del país. Por
otra parte tenemos la realidad tal y como vista por el Presidente guineano. Este último y
pinta un país con un futuro prometedor por muchas razones: Guinea Ecuatorial ofrece
un entorno propicio a la inversión extranjera, un país de comodidad y de probidad
social, ejemplar en su relación con la Santa Sede en Roma y sobre todo un país
democrático. En cuanto a la acción del gobierno, el presidente enumera una serie de
499

realizaciones en curso y también sus objetivos:


El descubrimiento de petróleo y gas offshore en 1999 y la perseverancia del gobierno harían del
país un pilar de la estabilidad y un elemento clave de África occidental. Planes de desarrollo
buscan mejorar el bienestar socio-económico y reducir la pobreza: En particular desea
modernizar infraestructura como hospitales, aeropuertos, puertos, carreteras (¡previstos 2 mil km
de carreteras!). (…), que son 756 proyectos los que están en espera de ser implementados «con
el fin de impulsar el mayor desarrollo del país hacia el futuro (Liniger Goumaz, 2013:1).

Frente a este discurso oficial bastante idílico, Liniger Goumaz esboza un balance
discrepante con abundantes argumentos. Por ejemplo, él expone la economía guineana
totalmente confiscada por inversores extranjeros en los sectores claves a saber: el sector
energético, la industria petroquímica, los bancos o los sectores de la madera y de la
industria pesquera y, todo ello hace del país una de las ―economías menos libres‖ del
mundo. También atiende una situación social y política particularmente vulnerable y de
ahí contraproducente, aquí predominan los encarcelamientos y asesinatos sistemáticos
de los defensores de derechos humanos, la corrupción generalizada, la desconsideración
por los derechos políticos o de las libertades civiles. Es por lo que algunas fuentes
definen a Guinea Ecuatorial sucesivamente como un ―Estado de partido único‖, una
―marca de dictadura‖ e incluso, ―Uno de los peores Estados, altamente corruptos, con
una de las peores situaciones en África en materia de derechos humanos‖. (Liniger
Goumaz, 2013:1). Finalmente, Liniger Goumaz examina el discurso del presidente
guineano como una propaganda ya que exhibe una imagen deformada de su país y de la
acción del gobierno que dirige. Estas son algunas censuras reunidas por el ensayista
contra el mando guineano y las incongruencias de la acción gubernamental:
Se trata de un dictador neofranquista tratando de ocultar las fallas en el sistema. Entre ellas, el
robo de cientos de millones de dólares, según lo informado por la justicia en los EE.UU. (…).
Obiang calla sobre el aumento del SIDA en los niños, mientras que en el resto de África
disminuye, como se ha señalado por ONUSIDA. Llama la atención que mientras que 70% de la
población vive con 2 dólares al día, está siendo construida en pleno bosque ecuatorial una nueva
capital, Oyala, donde ya se han construido Hoteles de lujo y un campo de golf de 18 hoyos: la
fuente es el International Business Times de New York (Liniger Goumaz, 2013:3-4).

Como se puede observar, las informaciones que proporcionan las diferentes


fuentes abarcan distintos enfoques, si bien, las opiniones de unos y otros convergen a
retratar un país con recursos pero víctima de sus propias políticas. En resumidas
cuentas, el texto de Liniger Goumaz pone de relieve la credibilidad del gobierno
guineano actual y particularmente las incoherencias entre las necesidades o expectativas
más apremiantes de las poblaciones con y las inversiones realizadas.
500

Predominan unos y otros a exponer una Guinea Ecuatorial todavía prisionera de


su pasado histórico. A la hora de cerrar este último capítulo, cabe decir que el interés
del estudio de estas dos novelas por la teoría poscolonial es notable por lo que,
mediante nuevas fuentes hemos llegado a reexaminar las pistas proporcionadas por los
relatos de la ficción, a la luz de la actualidad o de textos que recogen la memoria
colectiva. Podemos asimismo constatar que las dos novelas que estudiamos en este
apartado transcriben bastantemente la realidad histórica de la Guinea Ecuatorial de la
que se han inspirado sus autores. Igualmente como señalábamos, Leguineche y Mbomio
son dos testigos vivientes que han recreado la historia mediante la imaginación.
Mbomio ofrece un relato ficticio sencillo y bastante realista, trata de fijarse en la
realidad de su país inspirándose de la memoria y sobre todo de su experiencia propia.
En cambio, Manuel Leguineche propone un relato osado que desentraña aspectos tabúes
de hechos reales, incluso pone a parir testigos y actores claves, pues aporta muchos
detalles con destacado talento digno su larga experiencia de enviado especial.

Como Mbomio Bacheng con El párroco de Niefang, Manuel Leguineche nos ha


permitido examinar un número considerable de los aspectos más relevantes del régimen
maciísta y sus corolarios sobre la población y el país. Del mismo como hemos repasado
la colonización, Leguineche nos sitúa en plena crisis social que marca el desenlace de la
dictadura y al final plantea un sinfín de interrogantes entorno al futuro del país, a corto y
a largo plazo. Mbomio nos ubica poco después de la acción militar, por eso en realidad,
El párroco de Niefang constituye un nuevo estado de la cuestión sobre los primeros
pasos de la transición. Respecto a La tribu, la novela de Mbomio conlleva indicios que
aclaran los planteamientos finales de Leguineche. Por ejemplo se puede señalar: que
efectivamente los guineanos tiene conciencia del fracaso que supuso su independencia,
que todavía permanecen abiertas las heridas del maciísmo o que la pacificación no puso
fin a la represión militar y policial. En unas palabras, que urge la necesidad de un
balance crítico personal y colectivo para elaborar soluciones ajustadas.

En esta misma línea, cabe señalar las similitudes constatadas entre las dos
novelas españolas que estudiamos. Manuel Leguineche más que Bartolomé Soler antes
ha puesto en escena un grupo de reporteros para evaluar mediante testimonio y sus
observaciones, la situación socio política y económica de Guinea Ecuatorial en el
momento en que el presidente Macías Nguema es depuesto. Pero, como Bartolomé
501

Soler, Leguineche se vale de los clichés sacados por sus enviados especiales para
valorar a los pueblos guineanos desde sus orígenes o modos de vivir y, este examen
pone de manifiesto los mismos arquetipos despectivos coloniales que destaca Soler
sobre los indígenas. Leguineche coincide a describir a los guineanos todavía borrachos,
estúpidos, adictos a la brujería y profundamente hipócritas. Por eso el relato de La tribu
alterna entre el lamento del caos presente, la inquietud de cara al futuro pero también
una representación estereotipada del guineano extendida a todos los negros africanos.

No obstante, cabe más allá del afán por contar la historia del país como opina
Leguineche al presentar esta novela, se destaca también el afán de demostrar con
pruebas contundentes la ineptitud de los dirigentes que los guineanos hasta hoy en día
han designado para la gestión del destino común nacional. Además, La tribu es una
novela poscolonial que arrastra todavía los estereotipos coloniales degradantes hallados
en algunas obras coloniales, a pesar del tiempo recorrido. Asimismo apuntaba Edward
Said el interés de la crítica poscolonial por destapar aquellos estereotipos aparentemente
obsoletos pero todavía vigentes en los relatos de europeos principalmente. Para poner
unos ejemplos, podemos citar el atraso evocado de los guineanos y por extensión de los
africanos o las guineanas denigradas por Manuel Leguineche. Finalmente, aquí tenemos
dos relatos realmente complementarios, aquí se aúnan la sencillez de Mbomio y el
atrevimiento de Manuel Leguineche.

Sin embargo, atendiendo los criterios definitorios de la literatura colonial y la


literatura negro africana que anteriormente señalaba Bernard Mouralis, estas dos obras
tienen mucho que las discrepa. Desde este punto de vista, el texto de Mbomio, siendo
escritor guineano y africano, encaja en la concepción del ensayista, es decir, a la vez
expresión cultural y reconstrucción del sujeto colonial. En efecto Mouralis opinaba que
a la hora de analizar una literatura negro- africana hay que tener en cuenta sus objetos
propios respecto a la colonial escrita principalmente por europeos. Para poner ejemplos,
un texto negro-africano independientemente del género en que está concebido lleva en
sus entrañas determinadas tendencias: la ―protestación‖, la ―objetivación‖ la
―diferencia‖, la ―contestación‖ o la ―reescritura‖. Por ende, respecto a La tribu de
Leguineche, hay que entender también El párroco de Niefang como un discurso
enfocado en la ―objetivación‖, es decir, donde el novelista aúna la ―descripción del
502

pasado real de su país‖ al mismo tiempo que contribuye a un ―inventario de la


diversidad cultural‖ de su pueblo. Mouralis indica que esta es una de las funciones
preponderantes asignada a la literatura negro-africana, a saber, que los escritores
africanos siendo miembros de una comunidad o testigos experimentados, se destinan a
desentrañar y desmontar los discursos donde África y los africanos fueron tomados
como objeto etnográfico, político o literario y, que en base de ello se ha construido una
imagen caricaturizada y totalmente deformada. Incluso tomando en cuenta la índole
poscolonial, la novela de Mbomio es además un alegato de ―protestación‖ en el sentido
en que Mouralis explica citando a Léonard Sainville: ―La plupart des écrivains noirs qui
se sont penchés sur la description de leur patrie ont tout naturellement lié cette
description à celle des efforts qui y sont fait pour échapper à la domination et retrouver
la liberté et la dignité, conséquence de l‘indépendance. (…). L´élément essentiel du
lyrisme est, ici, la protestation contre la souffrance, l‘aspiration à une vie dégagée de
toutes entraves‖ (Mouralis, 1975:178). La denunciación de los dos primeros regímenes
el dictatorial maciísta y el actual, las consecuencias que acarrearon sus errores o las
libertades que acarician los guineanos son temas en los que coinciden Leguineche con
Mbomio. Pero efectivamente, Mbomio describe además el legado tradicional fang y
particularmente el mibili, el parentesco clánico, o la jefatura tradicional ubicados en un
espacio muy significativo, el pueblo de Edum. Precisamente, el pueblo en si sentido
tradicional es otro concepto desarrollado por Mouralis y en su sentido, el pueblo es un
entorno fundamental en la literatura negro-africana es ―particular‖ casi ―mítico‖, a la
vez símbolo de la sociabilidad genuina y de la cultura del negro africano. En las dos
novelas guineanas Las tinieblas de tu memoria negra y El párroco de Niefang,
efectivamente Edum y el otro pueblo innominado protagonizan ambos textos, pues
corresponden a esta imagen simbólica y significativa que le atribuye Mouralis. Son
entornos de educación, iniciación, ritos o celebraciones vernáculas, trabajo colectivo,
convivencia fraterna y solidaridad, enlace entre el mundo de los vivientes y el del más
allá, discusiones o resolución pacífica de conflictos.

Para marcar los requisitos discrepantes entre ambas literaturas, la colonial en el


sentido de Mouralis y la negro-africana, se destacan textos coloniales que a la ―imagen
social‖ o ―complejidad del universo africano‖ oponen un mundo rebosante de
enfermedades, vicios de todo tipo e incluso promiscuo como pinta Soler el pueblo de
Ayamikén y su población o como en adelante Leguineche aunque con matices. Desde
503

luego, los mismos textos refuerzan las teorías del racismo científico del siglo XIX, el
africano es un borracho, estúpido adicto a la lujuria, perezoso e inmaduro. Finalmente a
raíz de los enfoques de Mouralis (1975), hallamos el interés por revisar estos textos
hispano-guineanos; ambas corrientes cara a cara. En opinión de este ensayista, la
―reconquista‖ del proyecto cultural que incumbe a los escritores negro-africanos pasa
por una previa desconstrucción ―del discurso sobre África y los africanos‖, o sea, aquel
que durante mucho tiempo se elaboró acerca del africano negro y su entorno sin
siquiera asociarlos ni tomarlos en cuenta. La labor de descolonización mental es
seguido por la reconstrucción de la identidad cultural mediante la ―reescritura‖, esto es
el lema de su ―compromiso‖ es decir: ―Refus d‘une situation, expression et valorisation
d‘une culture espécifique: c‘est par là sans doute que la littérature négro-africaine nous
paraît d‘abord différente. Cette référence à une réalité envisagée sous son triple aspect-
culturel, historique et socio-politique-implique de la part de l‘écrivain noir une prise de
position formulée sans ambiguïté donc la fonction est bien évidemment de faire
connaître, sur tel ou tel aspect précis de la situation, le point de vue des Noirs eux-
mêmes‖ (Mouralis, 1975:185-186).
504

CONCLUSIONES
505

Al iniciar la realización de nuestra tesis titulada ―El contexto colonial y


poscolonial en la narrativa hispano-guineana‖, nos hemos proyectado diversos objetivos
y principalmente, estudiar cuánto la literatura puede aportar a la construcción del
conocimiento en general y la realidad sobre Guinea Ecuatorial en particular. De hecho
ubicamos la investigación en las dos épocas, colonial y poscolonial, porque nos
interesaba analizar en profundidad, la situación de contacto pactado o conflictivo que la
Historia ha generado. Averiguar cuál es la percepción que del ―Otro‖ guineano, tienen
los españoles y cómo estos son vistos por los guineanos. Es decir, desde la imaginación
estudiar cómo los autores españoles retratan a los guineanos en sus textos y también
cómo los autores guineanos retranscriben su percepción de aquellas representaciones
que de ellos hacen los escritores españoles. También, mediante las imágenes e intereses
que atraviesan cada obra, nos planteábamos sacar a la luz la mentalidad de ambos
grupos sea de modo general, sea en situaciones concretas. Tras examinar aspectos de
estas representaciones marcadas por las tensiones de discriminación y resistencia,
hemos ido a comprobar cuáles eran las razones del fracaso de la independencia de
Guinea Ecuatorial y sus diversos corolarios principalmente humanos. De este modo,
pretendíamos considerar las continuidades y discontinuidades entre el régimen colonial
español y el dictatorial de Macías Nguema, eso a partir de las representaciones sacadas
de la imaginación y de la historia. Desde luego, era interesante valorar el interés
particular de nuestros autores respecto a los respectivos contextos que han generado sus
relatos.

Para cumplir satisfactoriamente con estas expectativas, procedemos en etapas,


nos dedicamos primero a esbozar un breve estado y panorámico de la literatura hispano-
guineana en las dos vertientes española y guineana. Por lo que avisamos desde el
principio la necesidad por describir aunque brevemente ambas corrientes y por razones
evidentes. Ha sido el lugar de repasar principalmente los orígenes, corpus bibliográfico
y algunos trabajos realizados, este último daba las perspectivas críticas en torno a ambas
literarias. Al respecto es necesario señalar que la narrativa en ambos casos es bastante
desatendida, si comparamos con otros géneros. En la corriente guineana por ejemplo, la
poesía y las producciones especializadas lideran las publicadas de los académicos
extranjeros interesados por los temas guineanos, esto es porque el papel de los españoles
es cada vez menor. Si bien, los estudios recogidos sobre la literatura hispano-guineana
en general y la vertiente guineana demuestran que las críticas más recurrentes ponen de
506

relieve una escasa publicación y con valor literario aproximativo, una insuficiente
promoción, difusión o distribución de los libros publicados. A esto se añade la falta de
un público lector o un mercado asentado que garantice la supervivencia de los
escritores. Algunos estudiosos achacan la ausencia de subvenciones o la indiferencia del
estado guineano, sobre el particular, queremos poner de relieve el aspecto pedagógico
tanto en Guinea como en España. Pensamos que introducir la literatura hispano-
guineana en la enseñanza segundaria o universitaria podría contribuir a solventar
algunos de los problemas señalados anteriormente. Desde luego, no es tanto sólo una
perspectiva a favor del conocimiento sino también un tributo para la memoria de la
posteridad de los dos pueblos. Lamentamos particularmente el lugar rudimentario que
ocupa la mujer guineoecuatoriana en la producción literaria nacional. Sea por una
formación limitada o una escasa ambición personal, pues creemos que más que los
hombres ellas necesitan expresarse. Lo tienen todo por ganar y además tienen mucho
que contar, podrían desahogarse de sus pesadillas pasadas y presentes, podrían
igualmente opinar sobre los debates políticos o sociales con esta sensibilidad especial o
sabiduría que caracterizan las mujeres. También podrían plasmar sus reivindicaciones
más apremiantes. Los momentos más explosivos de la historia guineana han generado
muchas dañadas y que aún siguen calladas, sirvan como ejemplo: María Soledad,
Edelvina, Mama Conchita, Clo o Edayong, con sus destacados papeles, en este trabajo
se ha llegado a demostrar como la literatura sirve de tribuna, para las guineanas
también. Por fin, entendemos que si se ensañara la literatura hispano-guineana a los
guineanos y españoles, los críticos podrían tener una mejor visibilidad sobre los temas
guineanos y por lo tanto una percepción distinta.

Era también importante dar a conocer los autores cuyas obras estudiamos en esta
tesis. Primero Donato Ndongo con Las tinieblas de tu memoria negra, es el novelista
guineanos más estudiado, con su estilo sencillo e entrañable. El catalán Bartolomé Soler
autor de la novela más leída La selva humillada, un relato de viaje fiel a su género y
también a la ideología colonial española en la época. Pero sus dotes de excelente
narrador hacen de su obra divertida, más allá del acto descriptivo de una realidad
escasamente asimilada y en un tono bastante desagradable. Mbomio Bacheng con El
párroco de Niefang también brinda la oportunidad de hacer un balance exhaustivo de la
dictadura, con un relato ameno. Por fin Manuel Leguineche con otra novela con mayor
impacto La tribu, de uno cuyo compromiso profesional le ha llevado a adentrarse en la
507

selva tropical africana y extender la memoria la Historia, fiel a su ideal, hubo de estar
allá donde el mundo ponía oído sordo a un drama que allí era una realidad.

Tras esta breve etapa descriptiva, hemos elegido a los personajes como
mediación para fragmentar los distintos relatos y hallar los temas que las componen.
Optamos por la narratología que proporciona herramientas teóricas para el análisis del
personaje, tomado como categoría textual. El estudio de los personajes ha sido laborioso
por su importante número, hubo que recogerlos todos en el orden cronológico, primero
los dos relatos coloniales Las tinieblas de tu memoria negra y La selva humillada, luego
los relatos poscoloniales que son La tribu y El párroco de Niefang. La novela La tribu
por ejemplo alcanza los 362 personajes mientras El párroco de Niefang consta sólo 53.

A los personajes inventariados los hemos aplicado dos tipos de tipologías


propuestas por Garrido Domínguez, formales y sustanciales. Las primeras consistentes
en identificar y definir individualmente a cada uno por sus rasgos físicos, sociales o
psicológicos. Las tipologías sustanciales corresponden a la caracterización que atiende
una descripción más detallada tomando en cuenta los rasgos anteriores y con su
interpretación. En complemento al análisis del personaje narrativo, hemos introducido el
análisis actancial. Por lo tanto, tras describir los personajes, los agrupamos junto a otros
componentes del relato en los seis ejes actanciales en base de sus funciones básicas y
donde encajan como ―ayudante‖, ―oponente‖, ―sujeto‖, ―objeto‖, ―destinador‖ o
―destinatario‖. Tras dibujar los diferentes esquemas actanciales, la última etapa consistía
en la interpretación de los ejes semánticos, a saber, una lectura de las relaciones entre
los distintos actantes y ayudándonos de los triángulos activos, esta es la etapa que nos
proporcionaba los temas que necesitábamos.

En línea general, los autores coloniales y poscoloniales tematizan determinados


aspectos del contexto colonial y dictatorial guineanos. En lo que atañe a los relatos
coloniales, Bartolomé Soler sale en defensa de un sistema colonial español diseñado
para lograr la formación espiritual de los autóctonos y sacarlos de su salvajismo
ancestral. Mientras tanto, Donato Ndongo expone los logros y los límites de esta misma
colonización española en el momento en que tiende a su fin. Mediante los personajes,
ambas obras destapan caras y teorías de la discriminación racial, en una configuración
que pone cara a cara los diferentes actores, colonizados y colonizadores. Esto es por lo
que hemos enfocado principalmente las relaciones interraciales entre los indígenas
guineanos y los colonos españoles.
508

En cuanto a las obras poscoloniales, Joaquín Mbomio Bacheng reúne hombres,


mujeres y adolescentes perjudicados por la dictadura de Macías Nguema y sus aparatos
represivos. Como Mbomio Bacheng, Manuel Leguineche también ha escrito una novela
de transición política que aprecia el régimen dictatorial a la luz de las experiencias de
los dañados, pues analiza el recorrido para proyectar el futuro. Las víctimas aprovechan
una tribuna internacional, pero la tribu rastrea también el territorio para sacar más
pruebas, imágenes o testimonios de los supervivientes y, el análisis de las mismas
constituye un enfoque substancial. Para dar cuenta del discurso poscolonial en estas dos
novelas, utilizamos precisamente las víctimas como pruebas vivientes pero con otras
más para sacar la substancia del discurso poscolonial.

Antes de analizar los temas hallados, hemos indagado el tratamiento literario en


torno a los orígenes, la construcción o consolidación del personaje de tipo negro en
España. Pues al principio hubo negros esclavos propiedad de inmigrantes españoles en
la edad media, con su aumento progresivo se les fue encargando oficios de siervo,
aunque no fueran esclavos legítimos, pero eran percibidos por la sociedad española
como tal. Según Fra Molinero, es por aquellas fechas, que se introdujo el personaje
negro en la literatura mediante el género dramático que por los siglos XVI y XVII
gozaba del monopolio de la información sobre el tema y de la visión oficial al respecto.
No obstante, literariamente los negros de ―tipo de negro‖, son ante todo considerados
como ―objetos de representación‖ para el entretenimiento del público. En base de esta
actividad nacen prejuicios que motivan la construcción de una imagen caricaturizada de
este personaje dramático, se fija en su color de piel, apariencia física su condición
social. Con el tiempo, distintos autores los han perfilado propensos a la pelea,
inmadurez, la lujuria, su animalidad o su desmedida afición musical. Algunos textos
configuran a los negros como seres inferiores y rebosantes de vicios y llevando en sí
mismos el sello del mal. Como podemos reparar son estereotipos obsoletos pero
alimentados por las letras y la cultura popular y poco a poco enraizados hasta construir
al negro como un ser distinto por naturaleza, siendo físicamente desagradable, social e
intelectualmente inepto. Esta representación estereotipada coincide con la concepción
que luego se pegará al negro subsahariano y en este caso a los indígenas guineanos. Sin
embargo, las huellas de aquellos personajes resultan difíciles de reproducir en España.
Si bien, lo precedente destaca como la literatura ha contribuido a condicionar la manera
de aprehender al negro en el seno de la sociedad española desde tiempos muy remotos.
509

En resumidas cuentas, desde la función lúdica asignada a los negros ―objetos de


representación‖ hasta el salvaje tropical, progresivamente, los personajes negros se han
cargado de prejuicios raciales discriminatorios, traspuestos y reiterados tras los siglos.
Con la colonización europea se enfatiza esta caracterización despectiva con la que se
pretende justificar la obra civilizadora. Destacados nombres como Lope de Vega han
laborado a consolidar esta figura desdeñosa mientras otros como Cervantes han tratado
de desmontarla pero sin gran éxito. Dieciséis años de publicidad del Cola Cao hasta
1971 y resucitada en 2000, o los libros escolares también se han sumado por perpetuar
el imaginario popular de aquel negrito tropical bárbaro y diferente. Esto es el legado de
una memoria social y cultural que antecede los relatos coloniales y poscoloniales
elegidos para realizar esta tesis. De ahí el interés por evaluar el recorrido de los
antecedentes de aquel personaje de tipo negro en la actualidad basándose en la ficción.
Finalmente, hoy, el negro en España sigue siendo un ser inferior o por lo menos
percibido como diferente, los prejuicios raciales de antaño se han perpetuados hasta
modernizarse adaptados a la evolución que ha conocido las personas en la sociedad
española. A pesar de los esfuerzos por integrarse social o profesionalmente en un
mundo un tanto hostil, allí están los medios de comunicación y telecomunicación,
aferrados a divulgar los arquetipos de antaño. Como consecuencia, los inmigrantes
negros en España sufren la precariedad y la animadversión por lo que diariamente
asecha la vulnerabilidad que supone la inseguridad vigente.
Tras desentrañar los orígenes del negro en la literaria española en general, hemos
esbozado teoría del espacio narrativo en base de la caracterización de los personajes y la
estrecha relación entre ambas categorías textuales. Esta aproximación no deshace las
teorías literarias sobre los que reposa nuestra tesis sino que era un acercamiento más por
entender aún mejor el planteamiento de los relatos objeto de esta labor. Según este
enfoque, nuestros dos relatos coloniales hay tres grupos sociales, los colonos, los
emancipados y los indígenas, la forma en que ocupan el territorio colonial constituye
una aproximación muy interesante para entender los relatos. Se trata de estudiar las
relaciones interraciales, a saber, examinar situaciones concretas de contacto o de
movilidad que ponen de relieve las correlaciones entre grupos o miembros de distintos
grupos raciales o clases sociales en los entornos identificados. En cambio, los relatos
poscoloniales oponen a los ciudadanos antiguos indígenas frente a los nuevos maestros
antiguos emancipados y herederos legítimos de los amos blancos. Es notable la
aportación que ha tenido esta configuración toponímica en el estudio temático de este
510

trabajo. La configuración del espacio aprecia abiertamente la situación de injusticia o de


dominación en la que la mayoría de la población colonial aborigen sufre, marginada y
socialmente excluida en su propia tierra. Hemos visto como los espacios de blancos
como son la escuela y la iglesia son utilizadas como objetos de dominación mediante la
alienación espiritual y sociocultural. La misma situación de desigualdad se verifica en la
poscolonia donde los nuevos dueños del espacio empoderado se valen de su postura
privilegiada para subyugar, al resto mayoritario. Pues las obras de autores guineanos
que estudiamos en esta tesis son voces que surgen de entre los dominados que de este
modo reivindican los derechos colectivos e individuales, la justicia o el respeto de la
integridad física de todos ciudadanos guineanos por igual.

Para realizar el análisis temático elegimos la teoría poscolonial, dado la naturaleza


de los textos colonial y poscolonial que estudiamos. Esta teoría prioriza la relectura de
esta clase de textos mediante instrumentos teóricos actuales para generar nuevas
discusiones. Álvarez Méndez (2010) sitúa el propósito de la crítica poscolonial en tres
campos a saber, el análisis del discurso colonial con peculiares intencionalidades, el
discurso poscolonial reflejado en los textos de los sometidos y la problemática de la
construcción de una identidad del sujeto poscolonial. Estos enfoques coinciden con los
planteamientos de nuestros textos que ponen cara a cara el discurso colonial y el
poscolonial, de ex colonizados y antiguos colonizadores. Es sabido que esta teoría
reposa básicamente en los escritos de Edward Said, él fundamenta los estudios
poscoloniales por la necesidad de destripar los estereotipos sobre el Otro en general.
Además, él destaca un vínculo estrecho entre el imperialismo europeo y los textos de
autores europeos, de ahí, la necesidad de estudiar aquellos discursos europeos sobre los
individuos o pueblos no occidentales. Él sostiene que los textos constituyen un
instrumento más de la relación de poder de las metrópolis sobre los territorios
colonizados, y por lo tanto, dichos textos que conforman el discurso colonial no reflejan
el mundo sin más, sino que lo construyen y lo legitiman desde sus propios presupuestos.
Para Said por fin, las independencias no acabaron con las mentalidades imperialistas,
pues conviene estudiar los relatos contemporáneos, para destapar huellas, prejuicios y
representaciones del pasado inmersos en las mentalidades actuales.

Tal estudio aclara sobre la relación entre las representaciones textuales y los
fenómenos políticos e históricos asociados al hecho imperial y poscolonial. Asimismo
511

era justificada la aplicabilidad de la teoría poscolonial en este trabajo. Hemos analizado


las relaciones interraciales entre colonos y colonizados, principalmente en los ámbitos
social y sentimental. Tocante a los relatos poscoloniales, hemos explorado las víctimas
de la dictadura para sacar el mensaje poscolonial enfocado en los fundamentos del
fracaso de la independencia guineana. De las obras coloniales y poscoloniales resalta,
que la construcción de la identidad social o cultural, la explotación humana o la
discriminación racial siguen siendo temas trascendentes y también de actualidad. Los
seres humanos, independientemente de su raza, su ubicación o su condición social han
luchado y aún continúan diariamente para conquistar y conservar sus derechos o
libertades más fundamentales, disfrutar de los mismos a pesar de sus diferencias de todo
tipo, esto es un mérito de la crítica poscolonial que permite abordar temas substanciales
y también apremiantes mediante los relatos de la ficción.

Desde luego cabe señalar, como indica Robert Young, aparte de ser una crítica del
―pensamiento eurocéntrico‖, por sus múltiples raíces o enfoques, la teoría poscolonial
tiene un lenguaje adaptado a cada circunstancia. Es imprescindible subrayarlo porque
hoy en día, la crítica literaria tiende a restringir el uso de algunos vocablos como por
ejemplo ―negro‖, ―raza‖, ―racismo‖ o ―indígena‖. En este trabajo hemos empleado
muchas veces aquellas y demás palabras en vía de extinción porque es el lenguaje las
obras que estudiamos y, pensamos que intentar sustituirlos entorpecería el mensaje. Ello
dicho, tras contrastar las pistas del imaginario con la memoria histórica, a continuación
exponemos las conclusiones finales.

Las relaciones interraciales han encabezado el estudio analítico en el contexto


colonial. En primer lugar, nos hemos dedicado a analizar, a la luz de Las tinieblas de tu
memoria negra y La selva humillada, las relaciones sentimentales o ―interindividuales‖
entre blancos y negras y vice versa. Las conclusiones son contundentes y diversas.
Constatamos que los autores españoles coloniales lo abordan mucho más veces
comparado al interés que suscita la cuestión en los escritores guineanos. En las obras de
Donato Ndongo, el autor no pone ningún impedimento al amor entre las dos razas,
incluso lo considera un factor de integración social. Si bien, él exhibe las reticencias por
ambas partes alrededor de los concernidos, son estos factores digamos exógenos que
introducen obstáculos a veces insuperables y por lo tanto demoledores. En el caso de
Los poderes de la tempestad con el abogado y Ángeles. La tentación por la mujer negra
512

es la traba insalvable, la joven Clo, es competente a satisfacer las apetencias íntimas del
abogado pero logra que éste se desenamore después de más de una década de
matrimonio feliz con la española Ángeles. En las tinieblas de tu memoria negra,
Ángeles es uno de los motivos sin confesar por los que el joven seminarista renuncia a
al sacerdocio. Pues para Donato Ndongo, el amor sí pero con relevantes matices.

En la corriente española colonial, el tema de las relaciones sentimentales


interraciales lleva los estigmas de la discriminación racial fomentada por las autoridades
coloniales para no propiciar la emancipación de la mujer negra mediante el lazo
matrimonial. Los relatos de autores españoles desbordan de imaginación al respecto
pero, la mayoría pretenden que el amor se fundamenta en el respeto mutuo, y aquello no
cabe en este caso. Es más, Soler trata el tema con una mentalidad racista que aúna la
desconsideración y la compasión por la mujer indígena. Él no contempla la posibilidad
de tal unión aunque de modo puntual como estipulaba la legislación colonial española.
Por consiguiente, para algunos autores españoles, la sexualidad interracial les brinda la
oportunidad de retratar a la mujer indígena social o moralmente. También se constatará
la recurrencia de los casos hombre blanco con mujer indígena pero muy pocos en una
situación inversa. En la Guinea actual, la sexualidad interracial sigue siendo un tema
dominante, destacado como un factor de dominación social. Las mujeres siguen siendo
objeto de complacencia o de entretenimiento para los numerosos blancos aficionados
aunque con poca perspectiva de compromiso definitivo, como si, hasta hoy en día no
mereciesen suficiente respeto para ser esposas y amadas. Este último aspecto hace
patente como plantea Said, cierta continuidad de los prejuicios o representaciones del
pasado todavía embebidas en la mentalidad actual.

En lo que se refiere a las relaciones sociales ―intercolectivas‖ en el discurso


hispano-guineano, Bartolomé Soler argumenta una dominación justificada mientras
Donato achaca el aprovechamiento material excesivo o la alienación mental y espiritual
del indígena en todas las etapas de su vida. Por una parte, la obra de Soler reconstruye el
discurso apológico a favor de la ideología colonial que según Álvarez Méndez, endosan
algunos escritores españoles bautizados como ―hispanistas”. Eso dicho, hay de constatar
que, desde luego este discurso puede parecer obsoleto pero, sí permite rememorar como
los colonos o investigadores afines describieron a los negros africanos, sus territorios y
sus culturas a la luz de sus propias culturas. Ya que como señalábamos anteriormente, el
513

viajero Soler ha escrito un libro de viaje tras unos meses en la colonia, pero metiéndose
en la piel de un auténtico colono. Desde luego, su extrema habilidad por escribir no
basta para diluir sus límites ante las realidades socioculturales del universo indígena que
él caracteriza con mayor dureza aunque también con gran destreza. Esto es por lo que
González Echegaray por ejemplo manifiesta su incomprensión frente a un discurso
soleriano injustificadamente displicente hacia los indígenas. Por fin, esto es finalmente
un ―discurso sobre los guineanos‖ al estilo de Mouralis, destacando claramente el
vínculo entre la escritura y el hecho colonial. Como es de esperar, el discurso de Donato
Ndongo discrepa totalmente del anterior. Él enfoca al guineano colonizado sojuzgado y
poderosamente dominado económica, sociocultural y espiritualmente. No obstante, el
novelista guineano no sentencia a muerte su pueblo, la toma de conciencia del
protagonista por las necesidades reales de su país o la reticencia hasta el final del tío
guardián de la riqueza tradicional aportan un rayo de esperanza para el pueblo en el
momento en que se aproxima la libertad soberana. Esta postura destruye entre tantas la
afirmación del viajero catalán quien no ve ninguna posibilidad de que los mismos
indígenas alcancen algún día la ecuanimidad necesaria para proyectarse en el futuro.
Soler antes y Donato Ndongo después, de los indígenas solerianos condenados como
decía Frantz Fanon, por su ―maldición corporal‖ o su piel pero que paulatinamente,
como señalábamos antes avistan otro mundo gracias a los jóvenes como el innominado
protagonista, superaron la durísima escolarización colonial y supieron aprovechar la
oportunidad que les brindó el sistema colonial, para pensar diferentemente, en este caso,
abogado en lugar de sacerdote. Una vez más, se hace recrudescente la protesta, el rol
que se asigna a los autores africanos, su compromiso a reescribir su historia mediante la
corrección de los discursos euro centristas, eso vale para la reconstrucción de la
identidad social de los negros africanos o también para devolverles su dignidad a las
culturas vernáculas.
En el último capítulo de esta tesis, hemos estudiado la violencia dictatorial
apoyándonos en las víctimas y, de nuevo, hay aspectos comunes y también divergentes.

El guineano Mbomio y el español Leguineche ofrecen dos relatos que denuncian


la dictadura maciísta pero de distinto modo. Mbomio con la cautela característica de los
escritores guineanos a la hora de abordar temas sensibles, en cambio Leguineche goza
de esta total libertad que convierte su novela en un relato histórico novelado. Una
prueba contundente de ello es que más del ochenta por ciento de los personajes de La
514

tribu, guineanos o no son reales, citados con sus nombres apellidos y funciones
correspondientes, esto es un mérito notable de parte del reportero español. No obstante,
más allá de este relevante anhelo por contar la historia guineana en su momento más
explosivo el estudio de esta obra destaca también a Leguineche como un observador
afectado por el síndrome poscolonial. Escribe animado también por el especial afán de
evidenciar la incapacidad de los guineoecuatorianos y los Estados negro africanos a la
autogestión. De hecho su relato reúne pruebas contundentes y principalmente la
ineptitud de los sucesivos dirigentes guineanos desde la independencia hasta hoy en día.
En este mismo sentido, La tribu es una novela poscolonial impregnada de la
discriminación racial propia de un relato colonial. Para Manuel Leguineche, los
guineanos siguen siendo casi los mismos atrasados e inconscientes que describió
Bartolomé Soler más de cuatro décadas después, igualmente como ocurre con los
indígenas solerianos, los vicios imputados a los guineanos son generalizables a todos
los negros y principalmente los negros africanos.

La tribu es también una novela que aúna distintos méritos vinculados con las
convicciones sociales o personales de Manuel Leguineche, esta perspectiva resalta un
aspecto humanista del autor. Como reportero, privilegia su oficio por lo que juzga
imprescindible el viajar y contar, y particularmente estar allí donde la vida humana está
en juego o corre peligro, para dar cuenta desde el ángulo del dolor o de los
perjudicados, atender a la máxima difusión de la información. La tribu es uno de esos
testimonios sobre terreno de Leguineche, con un valor histórico indiscutible.

A diferencia de las motivaciones social o moral del periodista español, la obra de


Mbomio Bacheng es ante todo un testimonio. A diferencia de Leguineche, Mbomio
cuenta la historia de su vida, la de los suyos, no sólo para que se sepa sino también para
que los guineanos salgan acertadamente de los escombros en los que les hundió el
régimen dictatorial. Porque cabe decirlo, el maciísmo ha destruido un gran potencial
humano que hubiera podido movilizarse para forjar un destino distinto del joven
Estado. Desde luego, esto es una deuda moral, es el deber de los guineanos preparados
de explayarse sobre temas fundamentales o de interés colectivo, con El párroco de
Niefang Mbomio Bacheng aporta su contribución a la gran reflexión acerca del modo
adecuado de saldar las cuentas con un pasado tan doloroso y emprender una definitiva
reconstrucción nacional que tanto anhelan los guineanos desde hace décadas. El
515

propósito es doble, provecho para los guineanos y también lograr que su país deje de ser
este modelo típico del ―afropesimismo‖ tal y como pintan Soler o Leguineche. Por fin
el discurso de Mbomio Bacheng es también aquello que valoriza la cultura de su etnia
fang, sus ritos de celebración, las técnicas vernáculas de curación o medicina
tradicional, la hospitalidad, la hermandad tribal o étnica, que son la realidad de este
mundo específico y por lo que significan por este pueblo, un apoyo incontestable,
incluso en los momentos más tumultuosos.

Más allá de los estudios que podemos realizar sobre las obras de la literatura
hispano-guineana en general, no hay que perder de vista que atendiendo los rasgos
característicos u objetos de cada una de estas vertientes, es lógico que las coincidencias
escaseen o sino en pocas ocasiones se aparenten. Las especificidades intrínsecas de las
literaturas negro-africanas concebidas y expuestas por algunos críticos como Bernard
Mouralis, Álvarez Méndez o el mismo Donato Ndongo fundan textos escritos por los
africanos en un discurso de protesta, o sea, una reescritura de su historia social o
cultural real y, con lo cual discrepan en contenido u objeto con el discurso de autores
españoles. Sea respecto al discurso colonial enfocado en la reconstitución de la memoria
o del sujeto colonial o, sea respecto al discurso sobre el fracaso de la independencia
guineana que saca a la luz los males de una sociedad en busca del rumbo adecuado para
deshacerse de un pasado traumático. Pues es un aspecto fundamental que hay que tener
siempre en cuenta a la hora de analizar las obras de autores guineanos, como dice
Mouralis textos de africanos sobre ellos mismos y que además cumplen compromisos
específicos con lo cual, para valorarlos acertadamente, hay que hacerlo mediante los
criterios correspondientes y no con los convencionales.

En lo que se refiere a la realidad actual de Guinea Ecuatorial, literariamente


hablando, consiste prioritariamente en una deuda social que arranca en el maciísmo y
las contribuciones por solventarla. Esto es lo que destacan las proposiciones de los
propios guineanos y en las que sobresalen algunas preocupaciones como son, la gestión
social o política de los hombres y sus libertades, la memoria que tiene la historia o las
relaciones interétnicas en un entorno donde la identidad plural sigue mal asimilada. En
este trabajo hemos dado la palabra a los guineanos y otra voces autorizadas siempre con
la meta de esbozar un estado actual de la cuestión, asimismo hemos recogido las dudas
516

y propuestas acerca de los temas más apremiantes. Hemos sacado algunas conclusiones
en base a algunas sugerencias o quejas más recurrentes.

A propósito de la dinámica de cambio o reconciliación por la que apostaba


Ocha‘a Mve, hace más de dos décadas y hoy aún Muakuku Rondo reitera que una de las
misiones del Estado consiste en fomentar una cultura de la convivencia pacífica y de la
tolerancia en la multiplicidad, porque como nación los guineanos tienen un destino
común, y de ahí un reto único de cara al futuro. Efectivamente, el sentimiento de
exclusión es un factor preponderante de divisiones que no favorecen el desarrollo,
asimismo como mencionan Nguema Essono y Balboa Boneke para denunciar la
―etnización‖ del poder, el empobrecimiento, la corrupción o el reparto desigualdad que
tan sólo contribuyen a entorpecer los esfuerzos segregados. De hecho, pensamos que los
dirigentes guineanos ganarían a elaborar proyectos realistas que prioricen las clases
sociales más endebles como son las mujeres y los jóvenes. Como la mayoría de los
países subsaharianos, el país carece de industria, y es particularmente consumidor lo
cual incrementa su dependencia, pues se necesita una verdadera dinámica social, por
ejemplo el fomento de sectores claves como la agricultura, a la vez como proveedor de
empleos, fuente de riqueza y de desarrollo. Una de las debilidades de la política social
guineana que señala Max Liniger radica en la sanidad, todo apunta a un desajuste entre
los medios de que dispone parte importante de la población más necesitada y los
servicios proporcionados. Además de las expectativas a favor de los derechos humanos,
siguiendo a Nguema Essono, Balboa Boneke, Bolekia Boleká o Max Liniger,
constatamos que la credibilidad de los dirigentes actuales y sus acciones estimadas
inadecuadas y partidarias lideran las quejas. En realidad, en Guinea como en otros
países de recién soberanía, creemos como bien indica Albert Memmi, que estos países
sufren fundamentalmente de la escasa voluntad política de los mandos, muy encima de
los recursos naturales o del potencial humano. En nuestro sentido, el problema
fundamental radica en la tremenda falta de un debate político de fondo, el reparto
impresionantemente desigual de los escaños en la asamblea general guineana es una
prueba contundente. Desde luego, creemos que el optimismo es permitido, no se puede
negar lo que se está realizando, si bien aquello se tiene que considerar como un paso
notable hacia lo que realmente hace falta a todos los guineanos, al respecto la escasa
población nacional y los medios de que dispone el país son ventajas sustanciales.
517

Antes de cerrar definitivamente este trabajo queremos exponer una alternativa


contributiva que nos ha surgido, referente a la muy preocupante reconciliación nacional.
Enfatizamos la Historia como memoria, y el deber colectivo de los guineanos para con
ellos mismos. Entre otras cuantas nos surge la palabra ―Ngolo‖, no es cualquiera, es, nos
parece uno de los mayores símbolos de la tiranía guineana, pues es el aquel cuna de la
muerte donde yacen incognito tantos y tantos guineanos ejecutados colectivamente o no
pero muy constantemente durante la dictadura de Macías Nguema. Parece no haber
existido u ocurrido pero, en realidad permanece en la memoria de numerosos guineanos
y no guineanos, aquellos que directo o indirectamente lo padecieron. Obviamente surge
un interrogante fundamental, ¿quién cuida de la memoria de Ngolo? Pues este vocablo
es constante en los textos de poesía, ensayos o novelas, casi siempre como recordatorio
del citado drama. Un crítico camerunés puso de relieve el cronotopo de la tragedia
fomentada por el maciísmo y en el que principalmente destaca ngolo es Le drame d’un
pays (1975) de Otto James. Pensamos realmente que habrá que pensar en estas víctimas
y cumplir con el deber de memoria, puede que sea imprescindible rendir un homenaje
nacional, un recordatorio para la memoria y la posteridad.

Wilfrid Miampika señalaba muy acertadamente que una función preponderante


de las literaturas negro-africanas las convierte en un espacio de expresión por
excelencia, esto es un cometido que cumplen los textos estudiados porque vemos como,
efectivamente Mbomio y Ndongo Bidyogo participan mediante la escritura de las
cuestiones más apremiantes de su país, ambos abordan temas políticos, socioculturales o
económicos. Esto es espacio de expresión que nos ha brindado también la oportunidad
de la libertad de expresión tan carísima en Guinea ya que Guinea Ecuatorial es
precisamente un tema sensible particularmente para los guineanos y personas afines.
Pues aquí hemos examinado una Guinea Ecuatorial donde caben todavía dificultades de
todo tipo. Si como afirmaba Albert Memmi, las independencias supusieron una triple
expectativa, social económica y política, es evidente que en Guinea hoy por hoy falta
mucho por hacer, si bien las expectativas son esperanzadoras, juzgaremos a los
dirigentes actuales mediantes su valor a corregirse de sus errores del pasado.

Hemos iniciado este trabajo con mucha ilusión, realizarlo ha sido laborioso, si
bien no ha sido posible explorar más aspectos también sobresalientes. Llegado hasta
aquí, pues nos ocurre pensar en trabajos de investigación en el futuro, algunos de ellos
518

versarán por ejemplo sobre la tradición y modernidad desde diversos enfoques. Si


atendemos la definición de la cultura propuesta por Marvin Harris citando a Edward
Burnett Tylor, queda mucho por investigar desde la perspectiva comparada o descriptiva
e interpretativa, asimismo según Burnett Tylor la cultura es: ―ese todo complejo que
comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera
otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la
sociedad. La condición de la cultura en las diversas sociedades de la humanidad, en la
medida en que puede ser investigada según principios generales, constituye un tema
apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción humanos‖ (Marvin,
2009:20). Pensamos estudiar la figura del curandero, en una doble visión española y
guineana, por ello, partiremos de la concepción tradicional que concibe al curandero
como aquel hombre o mujer iniciado y que utiliza un conjunto de medios material e
inmaterial para restablecer el equilibrio del organismo, o sea, restablecer el lazo vital
que vincula el hombre con la sociedad y con el mundo de lo invisible. Con ello se
deduce la definición de la dolencia o enfermedad como siendo la ruptura del equilibrio
entre el individuo, su entorno social y el mundo de lo invisible. En este caso, se recurre
a distintos medios materiales (animales, minerales, vegetales), o también los medios
inmateriales (la oración, la invocación o los rituales), para obtener la curación. A partir
de esta escueta descripción pensamos poner cara a cara las visiones modernas u
europeas con la tradicional o guineana, en los aspectos como el diagnóstico, la
conservación de los productos o la solvencia de los médicos tradicionales. También
sería interesante examinar los tipos de creencias, rituales o celebraciones vernáculas:
lúdicas, místicas y eclesiásticas individuales o colectivas. En este mismo sentido cabe
un estudio de los simbolismos culturales exógenos como son la prisión, la carretera o el
hotel y los simbolismos culturales endógenos entre otros los árboles, la selva, el río, el
pueblo o la casa de palabra el abah. Igualmente pensamos en la mujer guineana en el
discurso colonial y poscolonial. Estas son pistas y también pruebas de qué queda mucho
por hacer. Pues estos son unos aspectos constantes en ambos corrientes, explorarlos
aportará algo más acerca del contexto colonial y poscolonial de esta literatura que aquí
hemos llamado literatura hispano-guineana con sus dos corrientes, española y guineana.
519

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