KANT Texto Que Es La Ilustración
KANT Texto Que Es La Ilustración
KANT Texto Que Es La Ilustración
La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los
hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la
vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección
ajena (naturaliter majorennes); y por eso es tan fácil para otros el erigirse
en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que
piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral,
un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito
esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros asumirán
por mí tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han
tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso
hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligroso
por la gran mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo).
Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar
cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no puedan atreverse a dar
un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el
peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este
peligro no es tan grande, pues ellos aprenderían a caminar solos después
de unas cuantas caídas; sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les
asusta y, por lo general, les hace desistir de todo posterior intento.
Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad,
casi convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se
siente realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque
nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y fórmulas,
instrumentos mecánicos de uso racional –o más bien abuso– de sus dotes
naturales, son los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien se
desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más
pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por
eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido
salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro.
Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre así mismo, algo que es
casi inevitable si se le deja en libertad. Ciertamente, siempre se
encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre
los establecidos tutores de la gran masa, los cuales, después de haberse
autoliberado del yugo de la minoría de edad, difundirán a su alrededor el
espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación de
todo hombre a pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de señalar algo
especial: aquel público que anteriormente había sido sometido a este yugo
por ellos obliga, más tarde, a los propios tutores a someterse al mismo
yugo; y esto es algo que sucede cuando el público es incitado a ello por
algunos de sus tutores incapaces de cualquier Ilustración. Por eso es tan
perjudicial inculcar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus
mismos predecesores y autores. De ahí que el público pueda alcanzar sólo
lentamente la Ilustración. Quizá mediante una revolución sea posible
derrocar el despotismo personal junto a la opresión ambiciosa y
dominante, pero nunca se consigue la verdadera reforma del modo de
pensar, sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios servirán de
riendas para la mayor parte de la masa carente de pensamiento.