Salbuchi - El Profeta de La Edad de Hierro - 2da. Ed. 2003

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El Profeta

de la
Edad de Hierro
Una interpretación jungeana
de la obra de Richard Wagner
______________

Segunda edición ampliada y corregida


________________________

Adrian Salbuchi
Buenos Aires, 2003

EDICIONES KAILAS

Edición patrocinada por el


Centro de Estudios Aurora Argentina
Dedicado a Bernardo Martos,
joven Guerrero que luchó como
pocos y hasta el Final,
señalándonos el Camino a seguir.

Un gran agradecimiento para Cecilia, Dénes, Eva y


Juan Pablo por sus ideas aportes y apoyo.

El Profeta de la Edad de Hierro: una interpretación jungeana de obra de Richard Wagner,


© Adrian Salbuchi y Ediciones Kailás, Buenos Aires, 2003
ISBN 987-21995-0-0

2
El Profeta de la Edad de Hierro: Richard Wagner y su Obra

Prólogo

Introducción
Wagner y el Fin de los Tiempos
El Orden Tradicional
Metáfora del mundo moderno

Cap. I - El hombre y su mundo


El Maestro
El Anillo del Nibelungo
Nietzsche

Cap. II – Consideraciones estéticas


Gesamtkunstwerk: La Obra de Arte total
La estructura musical wagneriana
Los libretos wagnerianos
Las puestas en escena
Interpretaciones en múltiples niveles

Cap. III – Consideraciones políticas


Antisemitismo
Racismo
Nacionalismo
Crítica al capitalismo y la masificación

Cap. IV – Consideraciones psicológicas


La doctrina de los arquetipos de Carl G. Jung
El Hombre que vendrá
Animales emblemáticos
El bosque wagneriano
Iniciación: Poder, Sabiduría, Amor
Wagner y los sueños
Wagner y los fluidos
Los metales: oposición entre el oro y el acero
Wotan

3
Cap. V – Consideraciones iniciáticas
Un mensaje en clave
La iniciación
Signos de los tiempos

Cap. VI – Consideraciones proféticas


Aion: dios del tiempo
El fin del tiempo

Cap. VII – Parsifal: El Avatara de Acuario

Epílogo – Argentum: el país de la Edad de Oro


Argentina
La oveja negra
El Faro del Mundo

Discografía recomendada

Bibliografía

Síntesis de la Obra: El Anillo del Nibelungo

Síntesis de la Obra: Parsifal

4
El Profeta de la Edad de Hierro: Richard Wagner y su Obra

Prólogo -
"Pero el día en que suene la trompeta del séptimo Ángel
y se escuche su voz, se cumplirá el misterio de Dios,
conforme al anuncio que Él hizo a sus servidores,
los profetas"
Apocalípsis de S. Juan - 10, 7.

Escribir un ensayo sobre Richard Wagner es riesgoso. A lo largo de más de un siglo, se


han escrito innumerables trabajos analíticos, biográficos y descriptivos acerca de su
obra, lo que hace que cualquier aporte nuevo a esta amplia bibliografía, conlleve una
pregunta implícita de: ¿para qué otro más?
Muchos de estos trabajos son buenos; otros, no tanto. Muchos han bregado en favor del
Maestro, inspirados en el innegable valor estético de sus monumentales óperas. Otros se
han alineado decididamente en su contra, arrastrados por el violento rechazo de ciertos
aspectos de la personalidad de Richard Wagner o, más aún, de su cosmovisión y
posición ideológica.
Por eso, este trabajo no pretende hacer un aporte a lo que se conoce sobre la vida de
Wagner, su entorno, y los aspectos musicales y estéticos de sus obras. Nuestra
pretensión es, más bien, filosófica e interpretativa. Proponemos ofrecer al lector una
nueva visión interpretativa sobre el significado de la principal obra de Wagner, El Anillo
del Nibelungo, y de aquella otra que consideramos como un corolario de ésta: su último
gran trabajo, Parsifal.
Creemos que Wagner tenía una intencionalidad clara, decidida y sutil cuando compuso
ambas obras. Que, consciente o intuitivamente, canalizó a través de ellas valores
filosóficos de gran profundidad que trascienden en mucho cualquier apreciación
superficial de sus libretos y partituras. Estamos ante obras auténticamente iniciáticas,
vale decir, obras que pueden servir de vehículo que viabiliza estados psíquicos y
anímicos superiores. Ello, a condición de que quien observe y aprecie la obra se
esfuerce en analizarla a fondo, compenetrarse de la misma y se encuentre anímica y
espiritualmente preparado para beneficiarse con su mensaje.
En rigor de verdad, la obra wagneriana debe interpretarse en distintos niveles para poder
ser apreciada en toda su magnitud y profundidad. Ello presupone un gran esfuerzo de
concentración y meditación, pues Wagner no entretiene. Decididamente, no: Enseña y
transmuta. No divierte; sino concentra. No se lo puede tomar como un pasatiempo,
ya que conforma un viaje hacia mundos desconocidos; hacia cumbres y abismos que
generan asombro y vértigo.
Finalmente, dejamos en claro que las ideas aquí expuestas únicamente reflejan las
impresiones del autor, y que de ninguna manera pretendemos poner palabras en boca del
Maestro, salvo en los pasajes en que transcribimos textualmente sus escritos y libretos.
Sólo nos proponemos ofrecer al lector una visión diferente acerca de la obra de Wagner;

5
una interpretación distinta alineada con un conjunto de tradiciones y valores que poco -
o nada - tienen que ver con los paradigmas del mundo moderno. Sabemos que ello
puede parecer chocante; revolucionario, incluso. Pero ese es nuestro desafío al lector:
ingresar a un mundo e imbuirse de una cosmovisión radicalmente distintas a las del
materialismo que hoy impera por doquier. Ese – y no otro – es el verdadero mundo de
Wagner.

6
Introducción -
".....La última es la Edad de Hierro duro.
De inmediato, todo crimen se precipitó
en la edad del peor metal:
el deber, la verdad y la confianza huyeron,
y en su lugar se establecieron
las mentiras y las astucias,
las trampas, la violencia
y el criminal deseo de poseer."
Ovidio, “Metamorphoses” -
libro primero, Las Cuatro Edades

".....también la obra de arte,


productora de presentimientos,
tal como la crea el ansioso artista,
se unirá con el mar de la vida futura."
Richard Wagner -
"La Poesía y la Música en el Drama del Futuro"

Wagner y el Final de los Tiempos


En una era sin profetas, algo o alguien debe ocupar el lugar que en otros tiempos
ocuparon los augures. El racionalismo materialista de nuestra época difícilmente acepta
que cierto tipo de hombres y mujeres puedan tener experiencias místicas que trasciendan
el tiempo y el espacio. Toda literatura sobre esta realidad queda relegada a las
estanterías de las mal-llamadas “ciencias ocultas”, a menudo, lado a lado con ensayos
sobre brujerías, adivinaciones, tarots, astrologías trasnochadas y un cúmulo de
supersticiones y supercherías banales que pueblan las librerías de nuestras ciudades.
Ello, sin embargo, nos señala que, a pesar de toda la tecnología moderna, de la
globalización económica, de los multimedios planetarios, y de la democracia
universalizada, millones y millones de personas sienten la falta de una conexión
coherente y fuerte con lo trascendente y con el reino de lo invisible. Esa carencia debe
satisfacerse de alguna manera, aún a riesgo de que se lo haga a través de torpes
supersticiones que, de manera arbitraria y subjetiva, pretenden unir las tradiciones
herméticas con un pseudocientificismo que las torne más aceptables al gusto y
paradigma modernos.
Esto no hace más que echar un manto de duda y sospecha sobre toda obra o ensayo que
pretenda internarse en el estudio serio de las tradiciones iniciáticas, gnósticas y
proféticas que en muchas instancias se intercalan con las grandes religiones, el arte
tradicional y los cuerpos mitológicos de la humanidad. Pues, a través del tiempo y en
diversos lugares, se verifica la existencia de obras de arte, y textos filosóficos y
religiosos, que dan testimonio de auténtico valor gnóstico, según la acepción griega de la
palabra: la Gnosis, como Conocimiento - con mayúscula - directo de la Realidad
trascendente. De aquella Realidad que se ubica más allá de lo meramente intelectual y
del entendimiento racional, puesto que se enraíza en el espíritu y en las fuerzas de lo
inconsciente, particularmente de lo inconsciente colectivo. El Conocimiento y la
Sabiduría que parecen emanar de la Tradición gnóstica, se habrían esfumado del mundo

7
moderno que los ha reemplazado por un simple saber intelectual, y por el “estar
informado”. Así, con ese exagerado énfasis sobre lo intelectual, el hombre, cada vez
más, se transforma en un mero portador de datos y de entendimiento formal. “Sabe”
pero no es Sabio.
Desde hace muchos siglos, la tradición gnóstica ha sido combatida por la fe oficial y sus
dogmas indiscutibles, cuya administración entre los creyentes corre por cuenta de las
iglesias oficiales. Ello ha sido evidente en el accionar político y social de la Iglesia
Católica y otras confesiones en Occidente. El camino de la gnosis, sin embargo, lejos de
ser ancho y poblado como el de la más simplista fe, suele ser angosto, solitario y
escarpado; es un camino transitado por pocos.
Como decimos, toda época necesita de profetas y augures. Desde hace ya varios siglos,
las grandes religiones parecen haber abdicado de esta función y necesidad vital de la
psiquis colectiva, por lo que en estos tiempos de creciente oscuridad han sido los artistas
quienes a menudo se sintieron llamados a cumplir con esa necesidad de canalización de
las corrientes del espíritu y de lo inconsciente. Corrientes espirituales colectivas que,
por estar inmersas en la atemporalidad de lo inconsciente, suelen dar forma a los hitos
mayores que marcan el desenlace del Destino colectivo. Ello se manifiesta a través de
símbolos, mitos y leyendas.
Trascienden el tiempo y el espacio, preanunciando grandes cambios externos y a veces
grandes catástrofes que no son más que el reflejo de transmutaciones internas que se
suscitan en la psiquis colectiva. "Cuando los eventos del futuro se aproximan, primero
vemos acercarse sus sombras....", decía el gran dramaturgo alemán, Johann von Goethe.
En este orden de cosas, nadie como Richard Wagner logró plasmar en su magnífica obra
artística esta intuición sobre los grandes cambios que hoy intuimos que se encuentran
próximos a transformar al mundo, y que marcan el fin de un amplio ciclo en el devenir y
desarrollo de la humanidad.
En términos cósmicos, no solo estamos inmersos en el inminente fin del mes platónico
de Piscis para ingresar al de Acuario, sino que estos tiempos coinciden con el fin de un
ciclo completo mucho más amplio que abarca casi 26.000 años, y que corresponde a lo
que la Tradición a menudo identifica como "Año Platónico"1. Como veremos, este
orden cósmico asume un simbolismo involutivo que se refleja sobre la tierra y entre los
hombres, ya que se corresponde con un proceso regresivo en el carácter y en la calidad
de la vida psíquica colectiva de la humanidad y por ende, en la calidad de los hombres y
las mujeres. Contrariando el pensamiento positivista de estos tiempos, desde la más
remota antigüedad la Tradición enseña que el devenir del tiempo no es lineal como
piensa el hombre moderno, tendiendo siempre hacia un progreso indefinido según el
paradigma positivista sino, más bien, cíclico, atravesando etapas definidas, ora
evolutivas, ora involutivas.
De la misma forma en que el año se divide en meses y estaciones y su conclusión tan

1
Ver Cap. VI para una explicación más amplia del fenómeno de la precesión de los equinoccios que determina
que el sol ingrese en el punto equinoccial, atravesando las doce constelaciones mayores del zodíaco a través
de un período de 25.920 años y en sentido inverso al del viaje anual del sol contra el firmamento. Este
fenómeno y sus efectos sutiles sobre la psiquis colectiva a través de los milenios, parece haber sido conocido
por las escuelas iniciáticas en todo el planeta desde la más remota antigüedad, y por cierto, mucho antes del
inicio de la historia escrita.

8
solo representa un nuevo comenzar, al Gran Ciclo o Año Platónico se lo divide, a su vez,
en doce “meses” y sus cuatro estaciones o "edades", se ven caracterizadas por la
creciente decadencia en la vida anímica colectiva del Hombre. Esta metáfora refleja el
devenir de las cuatro estaciones del año vulgar: primavera, verano, otoño e invierno, que
el experimentamos en nuestras propias vidas como niñez, juventud, madurez y senectud.
Denominamos este proceso como involutivo debido a que el mismo implica que el
hombre se aleja del Conocimiento intuitivo puesto que su “centro de gravedad” anímico
se desplaza cada vez más hacia lo racional, lo consciente y lo intelectual, al tiempo que
se distancia del substrato irracional, inconsciente e intuitivo de la psiquis. A mayor
exaltación del intelecto el hombre adquiere mayor control sobre su entorno, lo que lo
arrastra a un antropocentrismo unilateralizado en lo consciente que lo persuade de que
nada hay que él no pueda realizar; así termina creyéndose a sí mismo como el “señor de
la creación”, con las consecuencias funestas que hoy vive la humanidad. Nadie puede
negar que este proceso hacia lo intelectual ha permitido grandes adelantos y logros
científicos y tecnológicos que caracterizan la edad moderna, pero ello ha sido al precio
de haber olvidado sus orígenes y de haber perdido sus raíces inconscientes.
La psicología nos enseña que la energía de lo inconsciente siempre termina aflorando;
que no se la puede ignorar. Hoy toma al hombre por sorpresa, lanzándolo hacia guerras,
luchas sociales, devastaciones y crímenes de toda índole, ya que su intelecto termina
aplicándose para toda clase de funciones destructivas y disolventes. Y todo ello ocurre
muy a pesar suyo, lo que ha hecho que cada vez más el hombre deje caer los brazos ante
su propia impotencia para revertir el creciente caos social que afecta a su mundo. Este
caos global, tangible y verificable a diario en los noticieros y los diarios, no es más que
un reflejo de un caos mucho mayor y más sutil: el caos psicológico individual en cuya
oscuridad el hombre moderno se encuentra inmerso. Dado que en la economía cósmica
nada es gratis y a toda acción le corresponde una reacción de orden y fuerza similares
pero opuestos, los logros gigantescos del hombre conseguidos gracias al hiperdesarrollo
de su intelecto, se pagan con la reacción oscura e irracional desencadenada desde lo
inconsciente. Aclaremos que esto ha sido el resultado de la exagerada influencia e
imposición del así llamado “occidente” sobre todo el planeta que ha contagiado a las
demás razas, etnias y culturas humanas. Como lo expresara claramente el geopolítico
estadounidense Samuel Huntington en su obra “El Choque de Civilizaciones”, este gran
drama moderno planetario es consecuencia de las incursiones, imposiciones y a menudo
agresiones de “occidente” en contra del resto del mundo, con las consecuencias
previsibles.2
2
Ver “The Clash on Civilizations and the Remaking of World Order”, de Samuel Huntington (Simon & Schuster,
Nueva York, 1996- hay versión en castellano: “El choque de civilizaciones y la reformulación del orden
mundial”), uno de cuyos principales capítulos se titula, precisamente “The West against the Rest” o sea,
“occidente contra el resto”. Claro está, la visión de “occidente” a la que se refiere Huntington (y que a
propósito escribimos con minúscula), se limita al entorno hegemónico anglosajón, más algunos de sus aliados
preferidos en Europa y en Medio Oriente (Israel), por cuanto en la cosmovisión huntingtoniana, nuestro
continente sudamericano – por ejemplo – no queda inserto en “occidente”, sino que nos relega a integrar una
supuesta “civilización latinoamericana”. Se requiere de una gigantesca dosis de incultura sistematizada como
solo se halla en los Estados Unidos de Norte América para proponer con seriedad semejante barbaridad, que
sólo puede entenderse cuando somos conscientes de que estados Unidos se ha distanciado crecientemente de
los valores culturales, filosóficos y morales del Occidente grecorromano. Como lo señalara tan lúcidamente
George Clemenceau, presidente francés a principios del siglo XX, “Estados Unidos es aquél proceso que va

9
Aunque esta visión del destino humano suene pesimista, en rigor de verdad no lo es;
seguramente, los amplios ciclos que rigen el devenir histórico se corresponden con un
orden mucho mayor y menos visible a nuestras estrechas miras, que a través de los
eones nos ha de conducir hacia un Destino repleto de significado. Posiblemente, algún
sutil orden cósmico determine que el hombre deba transitar paso a paso el aprendizaje de
cada lección en toda su extensión. Así, para que el pensamiento racional y la conciencia
evolucionen y se consoliden como características permanentes de la psiquis humana, se
deban atravesar amplios períodos de exacerbación y unilateralidad excesiva, como
pareciera ser el caso en los tiempos modernos.
En lo inmediato, este proceso puede que obligue a que todo el mundo actual se halle
desequilibrado, pero si pudiéramos elevarnos a un marco temporal más amplio y
extenso, seguramente estas distorsiones coyunturales se resolverían dentro de un orden
superior, algo que con nuestro limitado conocimiento intelectual apenas si alcanzamos a
divisar. Como dijera el gran poeta místico inglés, William Blake, "you never know what
is enough until you know what is more than enough" - uno nunca sabe cuánto es
suficiente hasta que conoce aquello que resulta más que suficiente. Que en su largo
trajinar por el camino laberíntico que conduce hacia lo Divino, el hombre deba vivir
estas dolorosas etapas hasta sus últimas consecuencias es la ley de hierro de su
aprendizaje.
Desde hace milenios, esta realidad se ha simbolizado de diversas maneras entre las
grandes religiones mundiales y en las ciencias Tradicionales las que, contrariamente al
paradigma moderno del progreso ilimitado, ven en el devenir del hombre un proceso
cíclico y accidentado. Cuando a partir de determinado estadio la vida psíquica y
espiritual colectiva del hombre se aleja del orden cósmico volviéndose excesivamente
egocéntrica, entonces ese devenir se torna involutivo y termina en la disolución y muerte
del orden imperante. Puede que caigan civilizaciones enteras cuando la cohesión
anímica y espiritual que las sustenta se disuelve. Puede que un consciente colectivo
materialista y unilateralizado surta ese efecto destructivo que luego demanda milenios
en reparar. Ello conforma el paso previo necesario para dar lugar a una nueva ronda
que permita volver al "tiempo de la inocencia" de la Edad Dorada, precondición para
todo nuevo comenzar.
De la misma manera en que los hombres envejecen como individuos, también lo hacen
las estirpes, las civilizaciones y las naciones en su vida colectiva. Contrariamente a lo
que pueda parecer a primera vista, esta cosmovisión no es nihilista ni negativa; al menos
no lo es más que la aceptación de la muerte individual como una realidad concreta. En
verdad, de lo que se trata es de contemplar el significado de la vida humana desde
marcos temporales más vastos que permitan comprender las sutiles leyes cósmicas que
nos sujetan. De la misma manera que todo hombre y toda mujer al igual que sus
descendientes, sabe que algún día seguramente morirá, también todo orden social
cuando ha envejecido y perdido su fuerza vital, inexorablemente enferma, decae y
muere. Una mirada a nuestro mundo moderno resulta muy aleccionadora si se lo hace
desde este ángulo.
Por ejemplo, en la alquimia, una de las grandes ciencias Tradicionales, cada etapa de
de la barbarie a la civilización sin pasar por el necesario estadio de la cultura…”

10
este proceso es representada por un metal emblemático que simboliza una cualidad
espiritual determinada que rige la vida psíquica colectiva. Así, cada Gran Ciclo cósmico
comienza con la Edad de Oro - metal noble, solar y masculino - que refleja un orden
comunitario y espiritual en el que el hombre vive en concordancia con las leyes de Dios.
Luego, el devenir involutivo lo encamina hacia la Edad de Plata, metal noble pero de
menor calidad que el oro, de carácter lunar y femenino. A ella le sucede la Edad de
Cobre, metal alquímicamente "enfermo", que rápidamente se cubre de un óxido
verdoso3, lo que nos conduce a la fatídica Edad de Hierro - el Kali-Yuga de la sabiduría
vedántica que coincide con los tiempos actuales. El hierro, metal de la guerra cuyo
óxido es rojo como la sangre, se halla bajo la influencia cósmica del planeta Marte y de
Ares, dios griego de la guerra.
La Tradición no nos presenta estos metales emblemáticos al azar, sino más bien como
símbolos elocuentes de una realidad psicológica que - nuevamente - vemos reflejada en
el firmamento, según una tradición que define a la alquimia y la astrología como
ciencias gemelas y complementarias, siendo una reflejo de la otra: cielo y tierra;
macrocosmos y microcosmos.4 A cada planeta, estrella y constelación del firmamento
le corresponde un metal, mineral o elemento de la tierra; ambas ciencias, a su vez, no
son mas que vehículos externos que permiten al hombre proyectar sobre el mundo
circundante, procesos y vivencias psicológicas individuales y colectivas.
Así, estas dos ciencias herméticas nos indican que el oro no es más que "luz solar
materializada" mientras que la plata nace de "rayos de luz lunar coagulada". A un nivel
mas profundo, la alquimia y la astrología señalan realidades psíquicas arquetípicas que
sintetizan símbolos psicológicos de la mayor trascendencia en el tiempo y el espacio.
Cada metal, entonces, tiene su correspondencia celestial siguiendo la máxima de Thoth-
Hermes Trismegisto, "Lo de arriba es como lo de abajo y lo de abajo es como lo de
arriba"5, y si el oro es la contrapartida terrena del sol, y la plata lo es de luna, entonces
3
El cobre se asocia con la diosa Venus y su planeta, por ende es también femenino.
4
Tanto la alquimia como la astrología son ciencias sagradas tradicionales que poco o nada tienen que ver con
las burdas interpretaciones que se han hecho de ellas a lo largo del tiempo. Ambas se refieren claramente a
procesos del alma y de la psíquis. El psicoanalista suizo, Carl G. Jung, en su "Alquimia y Psicología"
describe la manera en que la simbología alquímica conforma una manifestación de proyecciones de lo
inconciente. La alquimia verdadera no propone crear oro u otros metales preciosos partiendo de alguna
materia bruta, para el enriquecimiento del alquimista, sino más bien pretende partir del hombre ignorante y
oscuro (simbolizado por el plomo, metal pesado, oscuro y maleable) y transformarlo en un iniciado espiritual
(simbolizado por el oro). Similarmente, la astrología se refiere no tanto a la previsión de futuros eventos que
afecten la vida de los individuos, sino más bien se relaciona con las concordancias entre los procesos
psíquicos y la influencia cósmica sobre ellos. También Jung evalúa estas concordancias entre las
constelaciones del firmamento y el inconsciente colectivo en su magnífica obra Aion: Contribuciones sobre la
Fenomenología del Sí-mismo.
5
Primera y más conocida estrofa de la Tabla Esmeraldina citada por la tradición griega y que provendría del
perdido “Libro de Thoth”, el dios egipcio de la escritura, la sabiduría y el logos. A Thoth se lo representa
como un ave íbis y su rol tras la muerte consiste en presentar al difunto ante Osiris para que su corazón sea
juzgado en la balanza de la verdad, presidida por Maat, diosa de la Verdad y rectitud, que se corresponde con
el Tao chino y el Dharma vedántico.. Luego, Thoth registraba en un pergamino el resultado de cada corazón
juzgado, conformando una suerte de registro akáshico y kármico de la evolución de las almas a través de sus
repetidas encarnaciones. Los posteriores arquetipos y simbolos cristianos del Juicio Final, el cielo, el
purgatorio y el infierno, se inspirarían mayormente en esta Tradición egipcia. Grecia y Roma rescatarían su
visión de Thoth como Hermes y Mercurio, respectivamente, con lo que siguió conservando sus características
de depositario del Logos y "mensajero de los dioses". No obstante, entre los Romanos, Mercurio asumió
características de astucia lo que también lo convirtió en el diós del comercio y los mercaderes. En la

11
el cobre lo es del astro luciferino, Venus, mientras que el hierro lo es de Marte, planeta
de la guerra.6 Remarcamos esta secuencia simbólica por tratarse de aquella que rescata
la Tradición para describir las cuatro edades de la humanidad: oro, plata, cobre y hierro.
Es ésta última Edad - la del Hierro – la que actualmente transitamos y que pondrá fin a
este año platónico. Hoy vivimos tiempos de violencia, de craso materialismo y
perversión, que en su decadencia nos arrastra cuan torbellino o maelstrom7 hacia un

mitología germana, a Thoth se lo representa como Loge o Loki, diós del fuego, de la inteligencia y la astucia.
Wagner lo convirtió en una de las figuras centrales, aunque ambivalente, del Anillo del Nibelungo.
La Tradición asegura que el texto de la Tabla Esmeraldina lo grabó el propio dios Thoth en una tabla de
esmeralda, piedra verde iniciática, igual que la diadema de la corona del ángel caído, Lucifer, de la que
Wolfram von Eschenbach nos dice fue tallado el Grial; seguramente ello ocurrió en la última Edad de Cobre
cuando la creciente decadencia tornaba esencial coemnzar a registrar la Sabiduría por cuanto con su
transmisión oral no era ya suficiente.
El hombre iniciado, en su búsqueda de la Gnósis debe aprender a observar y luego imitar a la naturaleza. Por
eso, otro de los animales emblemáticos del dios Thoth era un simio: el babún.
6
La secuencia oro/sol - plata/luna - cobre/venus - hierro/marte, tiene profundas implicancias psicológicas. No
solo de trata de una secuencia masculina-femenina-femenina-masculina, sino que abarca también aspectos
espirituales de la psicología de los sexos. Los extremos de la secuencia (sol-marte) son masculinos y cubren,
protegen y limitan los dos términos internos de carácter femenino (luna-venus).
Lo solar (el oro) representa la voluntad del espíritu y la creatividad masculinos (el Logos); lo marcial (el
hierro) representa esa misma voluntad pero a un nivel inferior: es la guerra, el combate y el intelecto
masculinos (la razón).
Simétricamente, lo lunar (la plata) representa el sentimiento y el alma femenino y maternal (la Virgen
celestial); lo venusino (el cobre) representa ese mismo sentimiento a un nivel inferior: es el eros, la rebelión y
la seducción (Venus-Lucifer).
Podríamos decir que el sol representa el combate espiritual, mientras que marte es el combate terrenal. La
Luna, a su vez, es el amor espiritual mientras que Venus es el amor carnal. Lo masculino y lo femenino en su
devenir involutivo.
Jung, a su vez, nos ensaña que el hombre proyecta su alma como carga psíquica femenina - el anima - de ahí
que se enamore de esa alma proyectándola sobre una mujer de carne y hueso: la Amada. La mujer proyecta su
alma como carga psíquica masculina – el animus – de ahí que se enamore de esa alma proyectándola sobre un
hombre real: el Esposo. Las concordancias son de una simetría auténticamente bella, por cuanto el Hombre
que en lo físico desea a muchas mujeres, en su Alma-Anima ama a solo una: la Amada, la Virgen Celestial,
Isolde, Brünhilde y pasa toda una vida buscándola. La mujer, sin embargo, que por su condición de potencial
madre debe elegir bien al padre del ser que llevará nueve meses en su vientre, en lo físico desea a un solo
hombre, en su Alma-Animus ama a una multiplicidad de hombres, pues la mujer plasma al hombre ideal en
muchos: amante, esposo, padre, hermano, hijo, padrino, tío.
Este fenómeno es causa de grandes desencuentros entre hombre y mujer, por cuanto con el paso del tiempo
casi siempre el hombre descubre que su esposa carnal no es la Amada, aquella Virgen Celestial que había
proyectado, y la mujer descubre que su esposo carnal no puede, no sabe como mutarse de esposo en hermano,
luego en padre y en padrino, luego en amante y nuevamente en esposo, al ritmo y secuencia que su necesidad
anímica le dicta e impone.
En verdad el Verdadero Amor no es un asunto “entre dos”: hombre y mujer, sino “entre cuatro”: hombre y
mujer carnales más Anima y Animus. Cuando este “cuadrilatero” se consuma, entonces el hombre y la mujer
pueden ayudarse mutuamente a (re)constituirse, y (re)encontrarse, pues se pueden complementar y ayudar
mutuamente en el camino místico. Si hombre y mujer engendran un hijo de la carne (dado a luz por la mujer),
simétricamente, en el reino anímico, Anima y Animus engendran un “hijo” del Espíritu (dado “a luz” por el
Hombre). Por eso de la misma manera en que el hombre necesita imperiosamente de la mujer para darle
eternidad a su estirpe y descendencia a través de una prole numerosa, simétricamente la mujer necesita del
hombre para eternizar su alma para sobrevivir la muerte física, a través del Hijo del Espíritu – el “Hijo del
Hombre” – que es una suerte de “centro magnético” que permite transitar el Hades – los mundos del más allá
– sin perderse, lo que significa sin olvidarse quién es. Pues la muerte es eso: olvido, pérdida de la memoria,
dormirse, por lo que toda Tradición Iniciática está orientada a despertar la memoria, la nostalgia, la “antigua
melodía casi olvidada”... a despertarnos.
7
Maelstrom era el nombre dado por los antiguos marinos escandinavos al gigantesco trombo marino que giraba
como una pileta que se desagota, chupando y absorbiendo el agua de mar y las infortunadas naves con sus
tripulantes que por error incursionaran en él.

12
final que también necesariamente será violento y estará signado por la sangre y la
muerte. Apenas comenzado este nuevo siglo y milenio, la humanidad parece haber
pasado el "punto de no retorno", habiéndose embriagado con su poder material y
terrenal, y furia egoísta, hasta olvidar casi por completo a Dios y todo lo trascendente, en
su frenesí por servir al mundo de la materia.
No obstante ello, también hay muchas personas que intuyen un próximo desenlace
verdaderamente apocalíptico, palabra que nos llega cargada de presagios holocáusticos,
pero cuyo verdadero significado griego no es otro que el de una “revelación”; una nueva
visión del Cosmos y del Mundo: una Cosmovisión. De manera que toda obra
apocalíptica conforma una auténtica revelación acerca del destino ulterior y del
desenlace de esta última Edad que cierra todo ciclo cósmico.8
En esta tradición se intercala el Apocalipsis mas conocido - el de la magnífica visión de
San Juan en la isla de Patmos hace mil novecientos años, que cierra el Nuevo
Testamento -, como así también el ciclo del Anillo del Nibelungo de Richard Wagner,
del que nos ocupamos en este ensayo.
La humanidad hoy transita por un gigantesco drama que el alma intuitiva e inspirada de
Wagner plasmó en su principal obra. El Anillo del Nibelungo, representa en forma
simbólica aquél proceso a través del cuál el orden original de la Edad de Oro se degradó
e involucionó hasta desembocar en el actual "tiempo de lobo", como lo llamara el Edda
medieval del monje cristiano islandés, Snorri Sturluson.9 Dicho texto recoge antiguos
mitos germanos que hablan del lobo cósmico Fenrir, que al final de los tiempos, en el
Ragnarok u “ocaso de los dioses”, abrirá sus fauces para devorarse toda la creación
material decadente, irrecuperable y herida de muerte.
Al final del Anillo wagneriano se desenlaza la catastrófica caída y muerte de todo el
panteón de los dioses, con lo que el mundo termina aniquilado y consumido por el fuego
y el agua. Wagner comprendió que en el tiempo cíclico, esta destrucción resulta
necesaria como paso previo para un nuevo comenzar: el alba de un nuevo Año Platónico
que ha de iniciar una renovada Edad de Oro.10
A través de su extensa y compleja trama, el Anillo desarrolla el drama de la involución
de todo un ciclo de la humanidad a lo largo del año platónico, y su desenlace fatal al
8 Por eso, el nombre del último libro del Nuevo Testamento – el Apocalipsis de San Juan – se traduce como
“Revelation” en el Evangelio de habla inglesa y “Offenbarung” en el de habla alemana. Ambas palabras
significan “revelación”.
9
Primer recopilador medieval de las leyendas germánicas. Vivió en Islandia entre 1178 y 1241.
Contemporáneo de los Minnesänger germánicos, Wolfram von Eschebach, Hermann auf der Aue y Walther
von der Vogelweide.
10
En verdad, la Tradición indica que la evolución de la humanidad se asemeja más a una espiral que a un
círculo. Aunque cada ciclo en sí pasa por las cuatro edades que marcan sus cualidades psíquicas y
espirituales, también cada ronda en su conjunto supera a la anterior. De manera que, a través de vastos eones,
se pone a prueba a las almas encarnadas con el fin de que en su largo peregrinar evolucionen en el camino que
las lleva a la unión con Dios. Seguramente, alguna ley superior impone un límite al número de ciclos o rondas
y una vez consumido el mismo, se llega al "final de los tiempos", concepto muy difícil de comprender pero
que ha quedado incorporado dentro del cuerpo dogmático de religiones como la Católica. No todas las almas
encarnadas podrán encaminarse hacia la divinidad. Las que no lo logren probablemente se disuelvan en el
continuum del espacio-tiempo, mientras que las que sí lo consigan, proseguirán su camino hacia alturas
inimaginables. De esta Tradición surge el imperativo a los hombres para que hagan todo esfuerzo posible
para salvar sus almas mientras vivan sobre la tierra, ya que los que desperdicien esas oportunidades,
finalmente serán aniquiladas para toda la eternidad. Cada nueva ronda configura una nueva oportunidad de
pasar por el atanor de la vida terrena en la evolución del espíritu hacia Dios.

13
"final de los tiempos", que son los nuestros. Wagner intuyó - mejor dicho, profetizó - la
destrucción a sangre y fuego del actual orden universal del que las grandes e
inusitadamente violentas guerras mundiales del siglo XX fueron tan solo un preanuncio.
Al final del Ocaso de los Dioses, tras la destrucción del mundo por el fuego y el agua, el
escenario queda vacío y la orquesta ejecuta el leit-motiv de la "redención por el amor":
el mundo queda purificado para un nuevo comenzar; para una nueva Edad de Oro.
Años más tarde, Wagner describiría al nuevo mito de esa futura Edad de Oro en su
última y quizás más bella obra: Parsifal, el Avatara o encarnación divina que le ha de
fijar su tónica y arquetipo. Pues, Parsifal es el hombre emblemático de la naciente Era
de Acuario que inaugura un nuevo año platónico. Entre la actual edad y aquella que le
sigue, nos separa una conmoción de inusitada violencia que trastoca y transforma a todo
el planeta y, más importante aún, toda nuestra realidad psicológica y paradigmática.
Desde luego, todo esto es simbólico y Wagner pudo intuir estas corrientes profundas y
silenciosas que luego plasmó en su obra, precisamente porque se nutría de la sabiduría y
corrientes del orden Tradicional.
Según el Ta Chuan, el "Gran Tratado" también conocido como el Hsi Tse Chuan,
comentario a los dictámenes anexos del I Ching, Libro de las Mutaciones chino, "....en
el cielo se forman fenómenos en virtud de la andanza y mudanza del sol, la luna y los
astros. Estos fenómenos transcurren de acuerdo con leyes predeterminadas. Vinculados
a estos fenómenos se forman sobre la tierra configuraciones que obedecen a leyes
idénticas, de modo que las configuraciones sobre la tierra: floración y fruto,
crecimiento y declinación, pueden ser calculadas si se conocen las leyes del tiempo." 11
El psicoanalista suizo, Carl G. Jung decía al respecto que desde tiempos del antiguo
Egipto se sabe que los fenómenos de transformación de la psiquis colectiva siempre se
manifiestan al llegarse al término de un mes platónico y comienzo del siguiente. Según
Jung, se trataría de "cambios producidos en la constelación de los elementos dominantes
psíquicos, de los arquetipos, de los "dioses", que provocan o acompañan
transformaciones seculares de la psique colectiva. Esta transformación comenzó a
darse dentro de la tradición histórica y dejó sus huellas, primero en el paso de la edad
de Tauro a la edad de Aries, luego en el paso de la edad de Aries a la de Piscis, cuyo
comienzo coincide con el nacimiento del cristianismo. Ahora nos aproximamos al gran
cambio que es lícito esperar se produzca con la aparición del punto equinoccial de
primavera en el Acuario." 12 Estos conceptos los desarrollaremos en mayor detalle a lo
largo de este ensayo.
En la actualidad, también podemos señalar vestigios de estas corrientes aún entre
círculos académicos y políticos en los que se habla de un supuesto fin de la historia
como un nuevo fenómeno ante el cual se enfrenta el hombre. El conocido sociólogo
estadounidense, Francis Fukuyama señala la manera en que en los tiempos modernos se
ha producido el rompimiento con una historiografía unitaria y progresiva de la
humanidad que se origina con el cristianismo y culmina con Georg F. W. Hegel y Karl
Marx. Cita los ejemplos de los historiadores Oswald Spengler y Arnold Toynbee, cuyas
11
Incluido en el "I Ching, El Libro de las Mutaciones" - traducción del chino al alemán de Richard Wilhelm,
con prólogo de Carl G. Jung. Versión castellana, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975, pág 370.
12
Carl G. Jung - Sobre Cosas que se ven en el Cielo, Ecologic Editoria Argentina, Buenos Aires, 1987, págs. 11
y 12.

14
monumentales historias universales, La Decadencia de Occidente y El Estudio de la
Historia, respectivamente vuelven a una interpretación cíclica que caracterizó la
historiografía de la antigüedad, identificando ciertas leyes uniformes de crecimiento y
decadencia. Fukuyama cree reconocer esta influencia spengleriana en la interpretación
de la dinámica, a menudo involutiva, de la historia aún en estadistas como Henry
Kissinger.13

El Orden Tradicional
A lo largo del presente ensayo utilizaremos tres vocablos cuyo significado dejamos
establecido desde un principio. Se trata de las términos "Gnóstico", "Tradicional" e
"Iniciático" que definimos, precisamente, en ese orden debido a que a la obra
wagneriana le cabe estas tres definiciones. El mundo moderno con su globalización,
materialismo, exaltación racionalista, aceleración del tiempo psicológico,
estandarización intelectual y banalización emocional representa absolutamente todo lo
contrario a los conceptos del gnosticismo, tradicionalismo y la vía iniciática, que
Richard Wagner rescata, transmuta y nos expone en su magnífica Obra.
En rigor de verdad, con su Arte, Wagner pretende rescatar - redimir, debiera decir - y
reformar al hombre que, ya en su tiempo, se encaminaba hacia una proceso de
colectivización intelectual y social cuyo desenlace apocalíptico hoy se presenta
inevitable. Lo que Wagner proponía era crear un verdadero "hombre nuevo" - un
"superhombre" a la manera de Friedrich Nietzsche14 - o sea, un hombre libre,
claramente superior en sus vivencias, sus sentimientos y su relación con el cosmos; en
síntesis, en su constitución psíquica y anímica.
Hoy en día, se considera superior a aquél hombre que demuestra mayor inteligencia en
las cosas del mundo, lo que suele exteriorizarse en un mayor poder económico, social y
político. El paradigma del materialismo y del consumismo ha calado tan hondo que ya
nadie se sorprende ni mucho menos cuestiona el hecho de que con todos nuestros
gigantescos recursos económicos y tecnológicos, prácticamente haya desaparecido toda
creatividad en las Artes. Pues, por más que se disponga de millones y millones de
dólares que en el mundo material permiten erigir gigantescas empresas, enormes
rascacielos y generar insólitas riquezas materiales, con todo ello no puede, sin embargo,
realizarse una sola obra del calibre de lo que nos han legado Leonardo, Goethe,
13
Francis Fukuyama - El Fin de la Historia y el Último Hombre, Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina,
1992, pág. 110. En rigor de verdad, toda la corriente intelectual de occidente hoy en día se basa sobre un
optimismo a ultranza acerca del futuro del hombre y su supuesta capacidad infinita e ilimitada hacia logros
medibles en términos de progreso material. También hacia fines del siglo XIX, se produjeron corrientes
similares que confiaban en el progreso lineal e ilimitado que permitía presagiar un siglo XX lleno de felicidad
y bienestar. A principios del siglo pasado, por el ejemplo, el presidente de Stanford University, David Starr
Jordan, declaraba en su libro The Call of the Twentieth Century que “El el hombre del siglo XX será un
hombre lleno de esperanza que amará al mundo y el mundo lo amará a él". La realidad resultó ser muy
distinta. Fukuyama es miembro de uno de los más importantes centros gerenciadores del actual Nuevo Orden
Mundial – el neoyorquino Council on Foreign Relations.
14
Nietzsche en su Zarathustra habla del “Übermensch”, o sea el “sobre hombre”, el hombre que está sobre sí
mismo y se supera a sí mismo. La traducción del vocablo alemán al castellano como “Superhombre” no es la
más atinada. La banalización y materialización del concepto del Superhombre superior en lo anímico y
espiritual, por los heroes modernos que son “superhombres” porque tienen músculos fuertes o pueden volar o
disponen de visión de rayos X es otra manifestación de la bastardización de conceptos nobles en el imaginario
colectivo.

15
Beethoven, Miguel Angel, Goya, Dante, los anónimos constructores de las catedrales
medievales, Shakespeare, Esquilo o Wagner.
Es que la creación genial es siempre obra de hombres solitarios cuya constitución
psíquica y anímica resulta diferente a la del hombre corriente: la creación es siempre
obra de minorías. Y como lo demuestran las vidas de Mozart, Bach o Dostoievski, ese
genio creador - esas minorías - no tienen absolutamente nada que ver con el dinero.
El "superhombre" moderno se transformó en el golem15 de la biogenética, en la que hoy
se invierten miles y miles de millones de dólares. Las mayorías no alcanzan a
comprender sus objetivos ulteriores que no son ya los de mejorar la base genética de la
raza o de crear un hombre interiormente superior, sino meramente el de mejorar la salud
de aquella parte de la humanidad que puede pagar por el usufructo de los adelantos que
las modernas tecnologías depararán. Un objetivo más siniestro y menos evidente
pareciera ser el de generar seres humanos "programables" como estadio superior de
control de vastas masas poblacionales, dentro de lo que sería un plan de ingeniería social
masiva a escala planetaria, tal como ni José Stalin ni la nomenklatura soviética se
atrevieron a soñar.
Por eso, decimos con especial énfasis que lo que hace que los hombres sean
cualitativamente diferentes no es tanto lo que opinen o piensen - por cuanto en el mundo
moderno ello refleja pautas de condicionamiento social logrables a través de la
educación y de esquemas sutiles de acción psicológica – sino, más bien, la manera en
que perciben y sienten la realidad interna de sus almas y del mundo circundante.
Que un hombre o una mujer se identifique con una determinada ideología, religión o
corriente de pensamiento, a menudo tan sólo refleja las presiones sociales, educacionales
y de propaganda a las que se ha visto expuesta a lo largo de su vida. No ha de
sorprendernos, entonces, que el actual sistema estandarizado neoliberal realiza enormes
esfuerzos para imponernos sus paradigmas, lo que resulta en que la enorme mayoría de
la gente "educada" (debiéramos decir, adecuadamente “programada”) se declara
democrática, liberal y creyente en el dogma de la sacrosantidad del mercado.
Cualquiera que observe esta estandarización mundial del pensar moderno, de las
"opiniones enlatadas" de las mayorías sobre la política, la economía, la historia, el
progreso, la sociedad y las artes, podrá comprobar que esa estandarización difícilmente
surja de manera espontánea, sino más bien es el resultado de fuerzas direccionadoras que
actúan sobre las masas poblacionales. Una acción psicológica totalizadora como la que
hoy en día pervade nuestras vidas resulta prácticamente invisible, precisamente debido
al hecho de que es sutil y total: al estar en todas partes, casi no se la percibe.
Sin embargo, lejos de reflejar contenidos auténticos de la psiquis colectiva, el
pensamiento estandarizado del hombre moderno es totalmente diferente a la manera en
que el hombre ha pensado y sentido a través de milenios. Ello se comprueba en
infinidad de hechos a través de la historia y en las obras de Arte del pasado. Los
paradigmas del hombre moderno son la inversión de valores, conceptos y prioridades
sustentados durante siglos sino milenios. Wagner percibió esto claramente, y trató de
plasmarlo en su obra para procurar despertar a ese hombre interno superior, que la
15
El Golem, es el título de una novela de Gustav Meyrinck que se desarrolla en Praga hace varios siglos y relata
la creación mágicas de un ser robótico que es esclavo de voluntades centenarias perversas y disolventes.

16
estandarización intelectual parece haber adormecido en casi todos nosotros.
No es el intelecto lo que hace al hombre, como Wagner bien comprendió, sino su vida
anímica; sus sentimientos y sus vivencias más profundas. Aquellos que se enraízan en
el inconsciente colectivo y en la “memoria de la sangre” – o sea la Nostalgia por un
pasado dorado; aquello que los leit-motivs wagnerianos vuelven a despertar. Pues estas
corrientes profundísimas apenas si pueden ser modificadas por la moda intelectual del
momento. De ahí el verdadero terror que el sistema globalizado hoy imperante sigue
teniéndole a toda corriente que emana de la Gnosis Tradicional. Todo hombre y mujer
que logre insertarse dentro de estas corrientes gnósticas se libera de las estructuras
intelectuales arbitrarias, con lo que ya no podrá ser fácilmente manipulada por los
paradigmas, doctrinas e hipocresías del mundo moderno. Notablemente, la excelente
película aparecida en 1999, The Matrix, apunta en esta dirección y lo hacer
aprovechando el sistema de símbolos propios de la era de la informática.
Aun la Iglesia Católica - parte integrante del "sistema global" - percibe este peligro y
hoy sigue combatiendo al gnosticismo con el mismo fervor con que lo hizo en los
primeros siglos después de Cristo cuando combatía a los herejes. Hoy en día, los
"herejes" modernos no se encuentran en el plano religioso sino en el más vasto plano de
las ideas (en el sentido de Platón) filosóficas, políticas y sociales. Antes, a los herejes
se los quemaba vivos en las plazas públicas; hoy se les impone el sambenito de
"nazifascistas", “fundamentalistas” o “anarquistas” y se los condena al ostracismo
intelectual. En este sentido, la obra wagneriana se transforma en un vehículo potencial
de liberación espiritual e intelectual para el hombre.
Definamos, entonces, estos tres términos fundamentales – Gnóstico, Tradición e
Iniciático – a los que nos hemos referido:

Gnóstico –
Del griego gnosis, o sea, conocimiento. No se refiere al sentido intelectual de la palabra,
sino a una percepción directa de la realidad trascendente de la Creación y de las leyes
cósmicas que la rigen. El conocimiento gnóstico no es intelectual o, al menos, jamás es
únicamente intelectual. Siempre alude a un conocimiento que trasciende lo consciente y
lo racional, que podríamos definir como la percepción directa de lo Supra-consciente. O
sea, de aquello que se halla por encima de la consciencia común de la vigilia, por ser
superior a ella y por enraizarse en lo colectivo.
Este conocimiento gnóstico se logra únicamente si se produce un estado alterado de la
conciencia, que resulte tan diferente y superior a la vigilia normal como ésta es superior
y diferente al estado onírico. Un estado semejante suele estar acompañado de intensa
emotividad y resulta prácticamente imposible de comunicar en lenguaje común. Esa
comunicación requiere de otros vehículos mucho mas sutiles, cuya efectividad
dependerá de la sensibilidad del receptor: por ejemplo, la música, los símbolos, las
leyendas, la pintura, las metáforas, la poesía, la escultura o la arquitectura. En verdad, a
través del vehículo del Arte - con mayúsculas y en el sentido Tradicional - según lo
definimos en el presente ensayo. La Gnosis es, por antonomasia, lo más alejado del
dogma de fe, el cual debe ser aceptado, más allá de que se lo entienda o no, o que jamás
se lo haya experimentado. En lo social, el dogma queda claramente alineado a las castas

17
sacerdotales mientras que la Gnosis propicia una experiencia directa de la divinidad, sin
intermediarios terrenales.
Desde hace siglos, las religiones organizadas ven en la Gnosis a su enemigo natural, por
cuanto el conocimiento gnóstico prescinde del sacerdote o de todo otro pontifex que
sirva de "puente" intercesor entre el hombre y la divinidad. La Iglesia Católica ha sido
particularmente combativa contra toda corriente gnóstica desde sus orígenes hace ya casi
dos milenios, lo que se manifiesta en su lucha contra las herejías gnósticas en los
primeros siglos, la supresión de los evangelios gnósticos como el de Tomás o María (el
propio Evangelio de San Juan – el más espiritual y esotérico de los cuatro - fue
incorporado tardíamente a las Escrituras aceptadas), su lucha inquisidora contra las
herejías cátara y albigense del mediodía francés, y muchos otros casos hasta nuestros
tiempos.16

Tradición –
Utilizamos el vocablo en el sentido que le diera el filósofo italiano, Julius Evola,17 o sea,
en lo referente al logro de un conocimiento originario supra-individual y no-humano,
que no necesita ser científicamente "demostrado" según los cánones del racionalismo
materialista moderno. Se trata de un conocimiento que se percibe en forma directa; a
modo de símil, es como saber que el color rojo es rojo y el color verde es verde, por el
solo hecho de verlo y experimentarlo, sin ninguna necesidad de demostración o
explicación intelectual. En comparación, la experiencia de percibir el rojo y el verde,
resulta incomunicable a un ciego, por mas que se le brinde una amplia y racional
explicación acerca de la ciencia de la luz y sus colores.
La Tradición en lo religioso, lo intelectual y lo artístico se basa más sobre la intuición de
verdades cósmicas que forman parte de las leyes naturales y de un orden no-humano que
nos viene impuesto y que no puede ni debe discutirse: igual que la fuerza de la gravedad,
la vida, el día y la noche. Comprender estas verdades fundamentales es, volviendo al
anterior símil, como experimentar el color rojo: no necesita ni admite discusión alguna,

16
En rigor de verdad, la Santa Inquisición confiada a la órden de los Dominicanos, nace en el siglo XIII como
instrumento coercitivo de la Iglesia Romana contra la herejía cátara, que habría de conducir al sitios de
ciudades como Carcassone, Toulouse, Foix, Bergès y todas las marcas cátaras del Sur de Francia. Cientos de
miles de hombres, mujeres y niños fueron pasados por la espada por órden de la Iglesia, en un frenesí de
fanatismo que culminaría con el asalto y captura de la fortaleza de Montsègur en los Pirineos y la quema en el
cercano "Campo de los Quemados" de los últimos "Perfectos" o guías espirituales cátaros que mansamente se
entregaron a su destino, en el año de 1243. En "Parsifal", Wagner ubica al Castillo del Grial en "Montsalvat"
en los Pirineos, cuyos Caballeros son, precisamente, los custodios del Santo Grial (o Gral, según la escritura
utilizada por Wagner).
En nuestros días, resulta interesante comprobar como una Iglesia Católica devenida en democrática,
ecumenista, tolerante ad nauseam y obediente instrumento del nuevo orden mundial, se subordina
mansamente a sus "hermanos mayores", que propician e impulsan la des-sacralización del mundo,
colocándolo sobre carriles consumistas y hedonistas. Ella misma, opera en el mundo de las finanzas codo a
codo con mercachifles y partícipa de distintas corrientes políticas. Sin embargo, no ha podido tolerar (al
menos en la Argentina) que se difunda por televisión el excelente film "La Última Tentación de Cristo" del
director estadounidense, Mario Scorssese, basada en el libro de Niko Kazantztakis, la cual, aunque perfectible,
contiene un innegable valor gnóstico y artístico.
17
Julius Évola (1898 a 1974), filósofo del Tradicionalismo italiano. Estuvo muy próximo al gobierno de Benito
Mussolini en Italia durante la Segunda Guerra Mundial y procuró adaptar las imposiciones ideológicas de la
Alemania nacionalsocialista en lo atinente a la raza. Así Evola contrapuso un humanizado concepto de la
“raza del alma” al darwinismo racista germano.

18
ya que para el que lo ve, no haya dudas, por más que un ciego se debata entre la duda y
no acierte a comprenderlo.
Al igual que la naturaleza, la Tradición es jerárquica, antidemocrática y aristocrática.
Más aún, la clave para comprender la diferencia entre el orden Tradicional y el mundo
moderno, la hallamos en el hecho de que a toda la Tradición gnóstica e iniciática se la
podría describir como de efecto centrípeto, en tanto que tiende a integrar, o re-integrar
al Hombre, psicológicamente. Tiende a volverlo sobre sí-mismo, a semejanza de las
tradiciones orientales budista e hindú, que enseñan a volver la mirada hacia adentro en
lugar de dejarse absorber por el mundo externo de ilusión, el frenesí de Maya. Le
enseña a trascender el tiempo y el espacio e ingresar al reino de la calidad.
En contraposición, el mundo anti-Tradicional y democrático de la modernidad se rige
por fuerzas que describimos como centrífugas, en tanto pretenden absorber y arrastrar
al hombre hacia afuera, seduciéndolo para que se confunda e identifique con el mundo
exterior; a que siempre dirija su mirada hacia afuera, especialmente hacia los asuntos
mundanos de los hombres y las mujeres. Tiende hacia una mayor entropía - desorden y
caos - psíquica mientras que la Tradición tiende hacia la negentropía y el orden.18
Es el reino de la cantidad, de la expansión, de la entropía, del "crecimiento económico"
sin sentido, sin moral y sin objetivos; es el mundo de la explosión demográfica, cruel y
desalmada que todo lo aplasta, consume y ensucia. Es el mundo donde cualquier cretino
puede convertirse en poderoso con tan solo subordinarse a la ley de la mayor cantidad:
cantidad de votos si se trata de un hombre "público" político; cantidad de dinero si se
trata de un "empresario", mercachifle o un simple ganador de la lotería tocado por la
diosa azar. Como un volante o contrapeso fuera de control, la experiencia del tiempo en
la psiquis colectiva también se torna centrífuga y en aceleración permanente.
Según este símil, toda la obra de Wagner es "centrípeta", por cuanto se encuadra dentro
del marco de la Tradición y se opone violentamente a los cánones y paradigmas del
mundo moderno. Es una obra contra el tiempo; que pretende revertir y remontar estos
tiempos oscuros. En el cuadro 1, se describen las principales diferencias entre la
cosmovisión Tradicional y la anti-Tradicional o moderna. Ello nos servirá de guía para
una correcta interpretación de la obra wagneriana.

Iniciático –
Conjunto de ritos, símbolos, textos, obras de Arte y otros instrumentos cuyo fin consiste
en servir de vehículo para generar estados de conciencia superiores que permitan al
Iniciado acceder a la experiencia y el conocimiento gnóstico. Las técnicas utilizadas son
infinitamente variadas y abarcan desde leyendas, mitos, metáforas, símbolos y formas
geométricas hasta dramatizaciones de diversa índole (teatro, ritos, danza y liturgia),
música, inducción de experiencias de muerte y, en algunos casos, elementos alucígenos.

18
Dado que todo en el universo es una metáfora de una realidad superior, existe un claro paralelo entre la
energética psicológica y las leyes de la física. En el mundo físico, la materia obedece a la segunda ley de la
termodinámica, que indica que todo sistema tiende hacia una creciente e irreversible caotización. Un ejemplo
simple lo hallamos viendo lo que ocurre con un tintero de tinta negra y un vaso de agua clara: muy fácil
resulta romper ambos órdenes mezclando la oscura tinta en el agua cristalina más cuán difícil, sino imposible,
resulta revertir el proceso: separar nuevamente la tinta del agua. Algo similar ocurre con los procesos
psíquicos.

19
Los procedimientos son múltiples, la meta, sin embargo, es única: inducir en el iniciado
una experiencia mística gnóstica que, por el solo hecho de serlo, lo transforme en un
Guerrero Espiritual. Esta experiencia suele cobrar forma a través de la "muerte y
resurrección" del Héroe. También se insertan en las corrientes iniciáticas, determinadas
escuelas de artes marciales y combate orientales como las escuelas de karate que se
enraízan en el Budismo Zen y en la Escuela Mahayana Budista, como así también las
escuelas sufíes del Islam.
En occidente hallamos lo iniciático en las ordenes de caballería de la Alta Edad Media -
los caballeros Templarios, Teutónicos y Hospitalarios, entre otros – que plasman el ideal
del Monje-Guerrero que combate hacia adentro como monje y hacia afuera como
guerrero. Lucha en dos planos simultáneos haciendo que cuerpo y alma se transformen
en reflejo el uno del otro, a menudo activando sincronicidades19 que surgen cuando las
tensiones anímicas – la necesidad interna; el Noth germano plasmado en runa mágica –
llegan a un pico que activan y despiertan fuerzas internas usualmente adormecidas. En el
siglo pasado volvimos a encontrar esta tradición entre las incipientes órdenes de de las
Schutz-Staffeln europeas.20
El estudioso francés, Serge Hutin define a la Iniciación como “un proceso destinado a
realizar psicológicamente en el individuo el paso de un estado reputado inferior del ser
a un estado superior, la transformación del “profano” en “iniciado”; mediante una
serie de actos simbólicos, de pruebas morales y físicas, trata de dar al individuo la
sensación de que “muere” para “renacer” en una vida nueva (de ahí la expresión
frecuentemente empleada de “segundo nacimiento”.21

Cuadro 1 - comparación entre el orden Tradicional y el anti-Tradicional


Tradicional anti-Tradicional
Centrado en: • Calidad • Cantidad
Concepción • Integradora • Desintegradora
artística: • La obra de Arte como religión e • El arte como "entretenimiento",
instrumento iniciático. "pasatiempo" y "diversión".
• Valor absoluto del Arte. • Valor económico del arte. El arte por
el arte mismo.

19
Concepto jungeano al que nos referiremos más adelante.
20
Contrariamente a la creencia popular, la estrategia ulterior nacionalsocialista, interrumpida por el desenlace de
la segunda guerra mundial, consistía en quitarle el poder al partido – organización secular estrictamente
política - para transferirlo a las Schutz-Staffeln cuya misión sería la creación de una Europa basada sobre
tradiciones étnicas. Existían centros de entrenamiento en diversos castillos que cumplían funciones
iniciáticas, particularmente el de Wewelsberg en Westfalia, Alemania (ver, Miguel Serrano, "El Último
Avatara", Santiago de Chile, 1984).
21
Serge Hutin, “Las Sociedades Secretas”, EUDEBA, Buenos Aires, 1961, pág. 6.

20
Estructura y fuerzas • Centrípetas. • Centrífugas.
socioculturales • Vertical – Aristocrática (rigen los • Horizontal – Democrática (rige la
estamentos e individuos mejores y mas masa manipulada por elites corruptas o
capaces). -Arethé. decadentes).
• Legitimidad sobre legalidad • Legalidad sobre legitimidad.
• El bien de la Comunidad sobre el • Los intereses individuales sobre los de
provecho egoísta individual. la comunidad (libre mercado)
• Pluralidad y exaltación de diferencias • Estandarización global. Gobierno
entre culturas, etnias, tradiciones, mundial. (democracia liberal).
creencias y nacionalidades.
• Modelos políticos que se adecuan a la • Imposición estandarizada de modelos y
idiosincrasia de cada pueblo. mitos político-sociales. Fundamental-
ismo neoliberal.
• La Libertad como valor anímico • Mito de la libertad formal exterior
(garantizada por las posibilidades "garantizada" por un marco legal
reales de las que dispone el individuo). arbitrario. La “libertad negativa” de
leyes que no prohiben determinadas
acciones.
• Jerarquías valorativas: • Jerarquías valorativas:
• Lo Financiero se subordina a lo • Lo Financiero parásita la
Económico Economía
• Lo Económico se subordina a lo • La Economía paga y controla a la
Político Política
• Lo Político se subordina a lo • La Política distorsiona y vulnera la
Cultural Cultural
• Lo Cultural se subordina a lo • La Cultura ignora y prescinde de lo
Trascendente Trascendente
• Estado-nación soberano que cumple • Estado subordinado a fuerzas privadas
funciones de integración, previsión y internas y externas; cumple funciones
conducción (promueve el Bien Común de administración colonial, vulnerando
y defiende el Interés Nacional) el Bien Común e ignorando el Interés
Nacional. Se asemeja a una administra-
ción colonial

Psicología: • Ser – búsqueda de la esencia del • Parecer - exaltación de la


Hombre (la totalidad espiritual). Carl personalidad. (función y rol social).
Jung Siegmund Freud.
• Reconocimiento de un orden superior • Materialista. Cientificista.
invisible Trascendencia.
• El Supraconsciente Colectivo • El subconsciente individual freudiano.
jungeano. • Exaltación de lo consciente
• Búsqueda de lo inconsciente (racionalismo).
(inspiración).
• Diferenciaciones kármicas y étnicas. • Prédica de la igualdad teórica de todos
Reconocimiento de las desigualdades los hombres.
entre los hombres
• Educación: A cada hombre según su • Educación: Mito de la infinita
función en el orden social educabilidad del hombre
• Orgánica y abierta a la posibilidad de • Mecanicista y condicionada por la
un orden superior al de causa y efecto. lógica de causa y efecto
• Teoría de la sincronicidad jungeana. • Teoría de la ciega casualidad.
Causalidad.
lo espiritual: • Búsqueda del Sí-mismo y lo espiritual. • Exaltación de la personalidad y del ego.
• Gnóstico • Agnóstico.
• Iniciático • Ateo y materialista.
• Teocéntrico • Antropocéntrico.
• Unidad doctrinaria de las grandes • Sectarismo e intolerancia dogmática.
religiones: Cristianismo, Budismo, Fundamentalismo hipócrita.
Hinduismo, Islam, y de las corrientes

21
de la antigüedad egipcia, americana e
indoeuropea.
• Antisacerdotal (a Dios se lo conoce sin • Tradición sacerdotal Judeo-cristiana.
intermediarios). Dios solo habla a través del sacerdote.
“La Ley”
• Antidogmática – interpretación • Dogmatismo: mito del "pueblo
esotérica de las escrituras. elegido"; interpretación exotérica de
las escrituras.
Tiempo: • Tiempo cósmico – atemporalidad. • Tiempo terrenal - En creciente
aceleración.
• Focaliza en la sabiduría del pasado y su • El hombre prisionero del tiempo. Se
transmisión hacia el futuro. centra en el aquí y el ahora.
• Devenir histórico: cíclico. • Devenir histórico: lineal; el mito del
"progreso" infinito.

La obra de Richard Wagner se nutre de raíces Tradicionales, por lo que innegablemente


va a contracorriente de las principales ideologías e idearios del mundo moderno. Ello le
ha atraído sobre sí muchas iras a lo largo del último siglo y medio. En el Anillo se
plasma el drama de la lucha entre estas dos cosmovisiones diametralmente opuestas e
irreconciliables, que reaparecen en forma recurrente a lo largo de la historia humana.
Podrán cambiar los personajes y actores en distintos tiempos y lugares, como así
también las circunstancias, los pueblos y las naciones protagónicas pero, en el fondo, la
lucha es siempre la misma: dos corrientes irreconciliables que se excluyen
mutuamente.
No es tanto que se trate de su imposibilidad de coexistir en el tiempo y el espacio, sino
que resulta imposible que ambas coexistan en el alma de los pueblos. En verdad, y tal
como se expone elocuentemente en el Anillo, se trata de un combate mortal por el ser o
no ser de una y otra. Sin embargo, jamás la confrontación entre ambas fuerzas ha sido
tan gigantesca como la que presenciamos en los tiempos contemporáneos. Y no nos
referimos tan solo a las guerras físicas de la actualidad cuya incremental violencia es un
mero resultado de los grandes avances científicos y tecnológicos, sino a la titánica lucha
entre dos psicologías fundamentalmente diferentes; entre dos concepciones de la Vida y
la Muerte absolutamente distintas; de dos éticas existenciales irreconciliables.
Hoy en día, ambas fuerzas se han agrupado de diferente manera, listas para el combate
final que cerrará el gran ciclo del mes cósmico de Piscis, para dar paso al nuevo año
platónico que se inicia con Acuario. Que nadie dude que veremos terribles combates en
el plano físico, pero el verdadero combate viene ocurriendo en el plano de lo invisible;
en el plano del espíritu y ahí se dirimirá el combate final. Ese es el Armageddón que
previó y presintió Richard Wagner.
Y una de sus manifestaciones mas verificables la hallamos en el gigantesco y
totalitario22 combate por el alma del hombre, que hoy emplea armas de guerra
psicológica de un poder sin precedentes. Pues toda guerra, en el fondo, no es mas que
guerra psicológica y los tiempos modernos dan cuenta de la importancia determinante
del factor psicológico para ganar guerras, tanto por sus efectos sobre los combatientes
22
"Totalitario", en el sentido de todo-abarcador; que no deja nada afuera. La guerra de nuestros tiempos es,
según esta acepción de la palabra, auténticamente totalitaria, pues se lucha en absolutamente todos los frentes
imaginables: económico, político, social, financiero, educacional, religioso, tecnológico, mediático, militar y –
por sobre todo – en el psicológico.

22
directos - ejércitos y armadas - como sobre los pueblos contrincantes. Y uno de los
principales objetivos estratégicos de toda guerra psicológica consiste en promover
paradigmas en el enemigo que no le permitan comprender con claridad cuál es el
conflicto y cómo ha de dirimirse. La importancia del Anillo radica, precisamente, en la
elocuencia con la que señala en términos simbólicos y claros, cuales son los bandos en
esta guerra.

Metáfora del mundo moderno


El Anillo del Nibelungo y su corolario Parsifal, representan este drama universal que por
ser arquetípico se desarrolla fuera de nuestro tiempo y que sin embargo es relevante al
drama del fin del milenio. Ambas obras nos confrontan con actores, situaciones y
fuerzas que se traban en mortal combate en el asalto final por el dominio del planeta y
por las mentes y las almas de los hombres.
El Anillo lo describe introduciéndonos en una compleja trama de personajes y
situaciones que van dejando al descubierto la irreconciliabilidad física, espiritual,
anímica e intelectual entre Siegfried, el luminoso héroe Velsa hijo del dios Wotan, y los
oscuros y malhechos enanos Nibelungos. Para Siegfried, el reluciente anillo forjado con
oro del Rín no es más que un símbolo de belleza y de su lealtad hacia su esposa,
Brünhilde a quién se lo regalará como alianza nupcial, mientras que para los Nibelungos
ese mismo anillo conforma un verdadero talismán de poder material que les permite
subyugar a todos los pueblos a su perversa voluntad.
Es éste un drama que se desarrolla no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Al
no lograr retener el anillo, el Nibelungo Alberich, lo maldice, siendo que a través de esa
maldición hereditaria transmitida hacia el futuro, impondrá su venganza contra los
dioses. Ello lo logrará a través de su hijo, Hagen, quién como consejero del poderoso
príncipe Günther, regente del reino de Gibich a orillas del Rín, logrará engañar a
Siegfried, haciéndole tomar un brebaje mágico que le borrará la memoria (le hará
“olvidar” su misión), llevándolo a traicionar a su bienamada Brünhilde. Esa
involuntaria y fatal traición de Siegfried torna inevitable el desenlace final que conduce
al holocausto del ocaso de los dioses.
Podemos interpretar esta metáfora del "olvido" como símbolo de la gigantesca
desorientación en la que hoy se encuentran sumidos millones y millones de hombres y
mujeres, quienes en lugar de transitar por el sendero que conduce al auto-conocimiento,
han quedado atrapados e hipnotizados por un materialismo estéril, egoísta, sin
inspiración ni creatividad. Casi diríamos que hoy, el "brebaje del olvido" lo conforma
un sistema totalitario - aunque sutil - apoyado en los medios de difusión masivos y
ubicuos y en los sistemas educativos condicionantes, que ejerce una suerte de terrorismo
intelectual.
En alguna medida, en el fondo de nuestras almas todos somos Siegfried y, sin saberlo,
hemos bebido del brebaje mágico que nos ha hecho olvidar nuestra Patria celestial,
transformándonos en pasivos actores al servicio de los Nibelungos modernos que desde
el anonimato nos arrastran con fuerza irresistible hacia su Nuevo Orden Mundial que sin
duda no es el nuestro. En algún momento, hasta se llegó a despreciar a estos modernos
nibelungos pero, como bien lo dice Hagen en el Ocaso de los Dioses (Acto I; Esc. 2),

23
mientras medita sobre el poderío mundano de sus circunstanciales señores, "Dünkt er
euch niedrig, ihr dient ihm doch - des Nibelungen Sohn" ("quizás yo les parezca inferior
a ustedes, pero al final, ustedes no hacen mas que servir al hijo del Nibelungo!").
Genial descripción de la acción psicológica de estos tiempos en que nos creemos dueños
de nuestras vidas, de nuestro entorno social, de nuestros países y organizaciones y, sin
embargo, no somos más que pasivos peones de un enigmático poder oculto, tenebroso y
disociador que ha envenenado y corrompido la fibra social, espiritual y moral de todas
las naciones y los pueblos del planeta.
En su última obra Parsifal, a esta "magia" del poder mental dominador, Wagner la
representa en la figura del mago negro, Klingsor, quién se empeña en desviar a los
Caballeros del Gral del camino recto usando sus artes de necromancia y aprovechándose
de la voluptuosidad de sus sirvientas, las "muchachas flor" de increíble y seductora
belleza. Una mujer en particular, Kundry, aún imbuida de la nostalgia de sus propias
rondas anteriores, procura resistir la magia de Klingsor, mas tiene un punto débil que es
el de ser perseguida por espantosas pesadillas que la debilitan y la dejan inerme al ser
convocada por el mago negro. Éste la llama y doblega a su servicio en la famosa
primera escena del segundo acto de Parsifal en la que clama "Herauf! Herauf! Dein
Meister ruft dich!" - "¡Ven! ¡Ven! Tu amo te convoca!". ¡Cuán similar al efecto
irresistible que tiene sobre nosotros la "convocatoria" de un sistema alienante que utiliza
todos los instrumentos hipnóticos de "magia" a su alcance, gracias a la tecnología
moderna: la televisión, la realidad virtual y las sutiles técnicas de acción psicológica,
entre otras!
Al igual que en el mundo actual, muy pocos logran identificar y ver al mago Klingsor
operando desde la oscuridad e invisibilidad. Sólo se muestra a la luz del día al final del
Acto II, al comprobar que todas sus artes resultan impotentes para doblegar a un ser
superior como Parsifal, al que trata de seducir por medio de la belleza de Kundry. En
Parsifal encuentra - precisamente - a un nostálgico Caminante del Alba en peregrinación
hacia su Patria en el cielo, quién termina venciéndolo; disuelve su castillo y sus
artilugios instantáneamente como cuando se apaga la pantalla del televisor...
Precisamente, una de las claves para comprender el tremendo significado de este final de
los tiempos, la tenemos en la casi total imposibilidad del hombre común de identificar el
origen verdadero y la fuente oculta del poder real que rige el mundo actual. Vemos los
efectos de los detentores del poder real por doquier, pero rara vez logramos identificar
los orígenes de ese poder. Rara vez logramos ponerle cascabel al gato identificando al
mago Klingsor quien se oculta entre bambalinas y hace que hasta lleguemos a culpar a
otros por los graves males que aquejan a la humanidad; puede lograr que incluso nos
terminemos culpando a nosotros mismos....23 Nuevamente hacemos referencia al film
The Matrix que representa esta realidad dentro del marco simbólico de las tecnologías
informáticas.
En el Anillo, Wagner describe esto explícitamente y de forma particularmente magistral
cuando en el Oro del Rhín, el Nibelungo Alberich obliga a su hermano herrero Mime, a
23
Para un amplio análisis político de este fenómeno, referimos al lector a las obras específicas del autor que
abordan este tema: World Government: Política y Poder en el Siglo XXI (Buenos Aires, 1995) y muy
particularmente, El Cerebro del Mundo: la cara oculta de la Globalización. (Ediciones del Copista, Córdoba,
4ta. Edición, 2003, 470 págs.).

24
forjarle un yelmo mágico, el Tarnhelm, que le permite a su portador hacerse invisible a
los ojos del mundo. De esta manera, Alberich logra esclavizar a todo el pueblo
Nibelungo (Esc. 3), permaneciendo él mismo invisible mientras lanza latigazos por
doquier que todos sienten mas nadie ve. El mensaje que nos transmite Wagner es claro:
el oro y el yelmo mágico son todo lo que se necesita para lograr poder mundano. O sea
el poder del dinero (el oro) y la habilidad de hacerse invisible o de mudar de forma (el
yelmo mágico) para confundir y desorientar a los pueblos.
De esta manera, Wagner nos ofrece los símbolos principales que describen las
precondiciones para detentar el poder real en el mundo moderno: el pueblo Nibelungo
como fuerza destructiva y centrífuga que centra toda su voluntad sobre el reino de este
mundo; el oro como símbolo del poder económico-financiero-social con el que impone
esa voluntad; y el yelmo mágico que le permite ejercer ese poder real de manera
totalmente invisible.
En última instancia, el Anillo, como toda la obra de Richard Wagner, no es más que una
metáfora de la lucha eterna entre el Bien y el Mal, en la que se describe no solo la
pasión, el dolor y la incertidumbre que esa lucha genera, sino también el hecho de que
sólo los Guerreros del Alma tienen la claridad y presencia de ánimo para atreverse a
enfrentarla. Como el dios Abraxas de la visión de Carl Jung en sus Siete Sermones a los
Muertos y de Hermann Hesse en Demián, desde una perspectiva superior, el Bien y el
Mal resultan inseparables. Si la Luz es símbolo del Bien, y las sombras lo son del Mal,
entonces a mayor brillo de luz, más agudas resultan las sombras. Esa es la sabiduría de
Abraxas que reúne en sí la más poderosa Luz y las más oscuras tinieblas.
En el prólogo del Fausto de Goethe, al preguntársele a Mefistófeles que explique quién
es él, explica - no sin cierta melancolía – que él es parte de “aquella fuerza que siempre
quiere el mal y solo logra hacer el Bien...”. En el Anillo y en Parsifal, esta dicotomía se
encuentra permanentemente presente, permitiendo ver que la lucha cósmica entre el
Bien y el Mal, sea en el mundo físico, sea en el alma del hombre, sólo se resuelve
cuando se produce una síntesis que nos eleva a una realidad superior. A un estadio de
conciencia cualitativamente superior a toda vigilia normal; o sea, cuando se accede a una
experiencia gnóstica.
Antes de iniciar nuestro análisis e interpretación de la obra wagneriana, destacamos que
la principal fuerza emocional y espiritual de la obra de Richard Wagner - su motor
impulsor, por así decirlo - decididamente lo conforma su arrolladora y sublime música.
En este campo central y esencial, toda palabra escrita apenas representa un testigo mudo,
por lo que invitamos al lector a que incursione en la maravillosa experiencia de
internarse en el mar sonoro de la orquesta wagneriana; en los cantos de sus tenores,
bajos, sopranos y altos; y en la majestuosidad de sus inmensos coros. No existe para
ello sustituto alguno.
En rigor de verdad, la música conforma una suerte de metáfora de la experiencia
gnóstica por cuanto no existe descripción intelectual alguna que le haga justicia. Solo se
la puede conocer experimentándola en forma directa y sin la intervención del intelecto.
Con Wagner, su complejidad y profundidad requieren de un auténtico esfuerzo por parte
de quien la escucha para apreciarla, comprenderla y dejar que sus efectos
auténticamente místicos actúen sobre nuestro consciente e inconsciente. Contrariamente

25
a lo que acontece con otros compositores cuya música resulta mas fácilmente asequible,
para penetrar en el mundo musical y filosófico de Wagner, se requiere de gran esfuerzo.
A modo de orientación para quienes deseen realizar esta experiencia, al final del
presente ensayo incluimos una "discografía recomendada". Es por ello, que tan sólo
describiremos, aquí y allá, algunos aspectos y rasgos musicales de la obra wagneriana,
obedeciendo a la máxima de otro grande de la música, Robert Schumann, quién decía al
respecto que "el mejor discurso sobre la música es el silencio".
Si se la sabe escuchar, la música wagneriana conforma en sí misma un vehículo
iniciático y gnóstico pues nos brinda la oportunidad de percibir directamente y sin
intermediaciones, las cumbres y los abismos de una visión apasionada de la vida, del
cosmos y del devenir del hombre en su búsqueda de lo divino. En rigor de verdad, la
fuerza única de la música de Richard Wagner, radica en su capacidad de despertar en
nosotros la nostalgia por otro mundo y por otro tiempo, muy anterior al nuestro.
Pero, como ya hemos dicho, dado que la Tradición indica que el tiempo es circular y los
hechos retornan sobre sí mismos, descubrimos que en este "recordar" y despertar de la
antigua nostalgia se nos ofrece al mismo tiempo un vislumbre del futuro que nos
aguarda. En las rondas del Eterno Retorno, el mundo nació, creció y murió
innumerables veces. Son ya muchas las Atlántidas que se han hundido en la
profundidad del océano hermético, para luego resurgir como arquetipos que se internan
en el mar del inconsciente para adormecerse durante eones hasta que les vuelve a tocar
su inexorable hora en el orden cósmico; entonces, despierten otra vez y se activen en
nuestros corazones y en nuestras mentes.
Como toda obra iniciática, aquél que no lleve en su propio inconsciente - en su sangre,
por así decirlo - esa nostalgia no se verá conmovido por los sones wagnerianos, con lo
cual “el secreto se protege a sí mismo”, según la máxima del antiguo texto de alquimia
china, "El Secreto de la Flor de Oro". 24

24
Traducido por el sinólogo germano, Richard Wilhelm, y comentado por Carl Gustav Jung. Editorial Paidós,
Buenos Aires.

26
Cap. I - El hombre y su mundo -
“Mirémonos cara a cara. Somos hiperbóreos;
sabemos perfectamente bien hasta qué punto
vivimos aparte. ‘Ni por mar ni por tierra
encontrarás un camino que conduzca a los hiperbóreos’;
ya Píndaro supo esto mucho antes que nosotros.”
Friedrich Nietzsche (1844-1900), “El Anticristo”

El Maestro
Richard Wagner resulta difícil de comprender para una persona de principios del siglo
XXI, formada y nutrida en el ideario igualitario, democrático y liberal que impera en el
mundo, el cuál - a través de la globalización de los valores demoliberales y de la
economía de mercado - se ha transformado en el ideario unilateral, exclusivo e
intolerante del planeta entero. Ya hoy apenas si está permitido mantener otra
cosmovisión, otra ideología u otra corriente de opinión que no sea aquella aceptada y
bendecida por los centros de poder del Nuevo Orden Mundial que controlan las
estructuras sociales del planeta a través de su enorme poder económico, político y
militar. Estos forman, conforman y deforman la psiquis colectiva a través del sistema
educacional y, particularmente, a través de los medios de difusión masiva.
Hoy impera sobre todo el planeta el "pensée unique" - el "pensamiento único" - que,
disfrazado de una multiplicidad de opiniones y tendencias no hace más que fijar los
límites cada vez más estrechos del fundamentalismo autoritario de lo “políticamente
correcto”. Todo lo que escape o exceda esos límites es ignorado, ridiculizado,
distorsionado o abiertamente combatido, según el grado de peligrosidad que los
mentores e impulsores del Nuevo Orden Mundial le asignen.
Dentro de este marco, Wagner - el pensador y el artista - aparece como un ser de otro
tiempo y de otra época, muy ajeno a estos tiempos modernos. De ahí el odio y rechazo
que Wagner el hombre y pensador genera entre la intelligentzia liberal occidental.
Richard Wagner resulta un poco como las catedrales góticas de la Alta Edad Media, que
apenas si son valoradas como corresponde por una sociedad que se siente mucho más
cómoda y a gusto con la estética del Barroco o con el modernismo brillante,
intelectualizado y de fácil apreciación, que con aquellas oscuras bóvedas medievales
cargadas de simbolismos esotéricos plasmados en sus muros y vitrales resplandecientes
con la Luz de otros mundos.
En verdad, para comprender el mundo del iluminismo del siglo XVIII, o de la "cultura
popular" de los siglos XIX y XX, sólo hace falta compenetrarse intelectualmente con él.
Mientras que, por ejemplo, para comprender el gótico francés de los siglos XI al XIII,
resulta necesario remontarse a tradiciones antiquísimas de los pueblos celtico-germanos
como así también imbuirse de la sabiduría de egipcios, griegos, iraníes y orientales.
El hombre actual se sentiría más a gusto en la Roma imperial con su fuerte énfasis sobre
lo intelectual que con el gótico francés o alemán. Algo análogo sucede con Wagner
quién parece no encajar en estos tiempos modernos, pues su espíritu es mucho más afín
a otras épocas más vastas, lejanas y dramáticas.
Esta realidad quedó plasmada en su obra que se nutre de antiguos mitos y tradiciones

27
herméticas. El Anillo del Nibelungo, transcurre fuera del tiempo vulgar, ubicándose
dentro de un marco del tiempo sagrado que no se mide en días, meses y años sino en
eones y edades. Compenetrarse con esta obra exige la capacidad de soportar el vértigo
que nos da contemplar un mundo sombrío y violento en el que los volcanes y los
grandes saurios aún amenazaban al hombre por doquier, sino físicamente, al menos
psíquicamente.25 Implica remontarse a decenas - sino cientos de miles - de años atrás,
cuando aún no éramos los dueños del planeta; cuando aún reinaba un orden planetario en
el que otros seres - humanos o no - eran los verdaderos amos y árbitros del mundo.
En verdad, se trata de épocas protohistóricas en las que el estado de conciencia diurna -
hoy más clara y estable - aún no se encontraba cristalizada en el hombre, por lo que
cualquier sobresalto o trauma colectivo, podía hacer que la endeble conciencia
individual se esfumara, cediéndole el lugar a gigantescas y oscuras oleadas de la psiquis
colectiva. Aún hoy podemos verificar la persistencia de este fenómeno psíquico en un
sinfín de ejemplos.
En este nivel primordial, aún configuraba una realidad palpable aquella imagen de los
"Grandes Antiguos", enterrada en las profundidades del alma europea, que escritores
modernos como Edgar Allen Poe y Howard Philips Lovecraft intuyeron, rescataron y
plasmaron en sus obras literarias de fantasía. Se trata de una época protohistórica que
dejó al planeta surcado de obras megalíticas ciclópeas que hoy resultan inexplicables
para arqueólogos, antropólogos e historiadores del mundo académico oficial, atrapados
como están, en una única interpretación histórica: materialista y lineal.
Cuando se contemplan los muros y ruinas de Sacsahuamán en el Perú, o Tiahuanaco en
Bolivia, o Gizeh en Egipto, o Baalbek en el Líbano, ¡qué fácilmente se nos presentan a
la imaginación los gigantes Fasolt y Fafner apilando los sólidos muros del Valhall!
"Mächt'ger Müh´ müde nie, stauten starke Stein’ wir auf; steiler Turm, Tür und Tor,
deckt und schliest im schlanken Schloss den Saal...” ("Con enorme esfuerzo,
incansablemente hemos apilado los grandes bloques de piedra en torres, muros y
puertas, terminando y completando los salones del altivo castillo") (El Oro del Rín, Esc.
2).
Wagner también nos remonta a la fuente de estos orígenes; en un tiempo y orden
mundial hoy casi desaparecido, que señala a los polos geográficos como centros o
puertas de "entrada" y de "salida" de fuerzas extraplanetarias o, incluso, intraplanetarias.
Tradicionalmente, se refiere al polo septentrional pero, en realidad también se refiere
necesariamente al polo Antártico, por igual. Esto se condice con el mito de la Última
Thule, patria de los Hiperbóreos - hombres que vivían más allá del nórdico viento
boreal. Como nos lo recuerda el magnífico escritor chileno, Miguel Serrano,26 ya el
poeta clásico, Píndaro, nos había advertido que "Ni por tierra, ni por mar se halla la
25
En el Acto I, Esc. 2 de Siegfried, cuando al anochecer el Viajero (Wotan), lo deja solo al Nibelungo, Mime, en
su cueva en medio del bosque, éste se ve preso de un ataque de pánico al verse rodeado de misteriosos
resplandores en el cielo (que no sabe provienen de las llamaradas de la Montaña de Brünhilde) y se imagina
que en realidad se trata del dragón, Fafner, que viene a engullírselo. En un paroxismo de máximo terror,
Mime pega un grito y se esconde debajo de su mesa de herrero. Pero su miedo resulta infundado, pues no hay
ningún dragón afuera; sólo se trata del jóven Siegfried quien regresa de sus cacerías. La imaginación y el
miedo le han hecho una mala jugada al enano Nibelungo.
26
Miguel Serrano, escritor y diplomático chileno. Profundo estudioso de las obras de Carl Jung, Hermann
Hesse, Ezra Pound y de todo el cuerpo hermético de Occidente y Oriente.

28
patria de los Hiperbóreos..."
Es que la Última Thule - "última" por su extremadura septentrional - dejó de ser un lugar
físico cuya ubicación podamos identificar con coordenadas sobre la geografía vulgar del
planeta, para transformarse en un símbolo que solo podemos visitar en sueños o
abriendo los centros intuitivos que hoy yacen adormecidos en nuestro ser.
Debemos "descender a los infiernos" desde la claridad intelectual de la psique occidental
hasta el oscuro mundo subterráneo regido por el corazón y la intuición; el portal que
conduce al mar embravecido de la psiquis colectiva. Debemos reunir el coraje necesario
para internarnos en el subterráneo Nibelheim, para conquistar el mágico oro, tal como
hacen Wotan y Loge en el Oro del Rín, transitando por túneles laberínticos entre vapores
sulfurosos, lava ardiente y el eco siniestro de aquellos seres que poblaron el corazón de
la tierra hace ya milenios y milenios.
El hombre solo puede visitar estos mundos perdidos si acalla la locura del mundo
moderno y abre los oídos y la intuición a las voces antiquísimas que yacen adormecidas
y olvidadas en nuestro corazón. Son la Palabra perdida - el Verbo - que hoy ya no
podemos recordar pero que sin embargo, los sones de las orquesta wagneriana nos
inspiran e instan a rememorar y a volver a encontrar. Así, Wagner nos transforma en
trovadores - troubadeurs: los que vuelven a encontrar la clave de lo perdido. Es como el
deja vú que nos sorprende en alguna circunstancia que creemos haber vivido ya
anteriormente, por más que el intelecto no pueda comprenderlo ni aceptarlo.
Más aún, conforman una sincronicidad según la definición jungeana, por cuanto existe
un paralelo entre lo que ocurre en el mundo exterior, verificable por la conciencia y lo
que acontece en el mundo interior, que se (pre)siente internándose en el inconsciente
colectivo. Pues lo inconsciente impone límites y da forma a lo consciente, que proyecta
una multitud de sordos recuerdos y sutiles percepciones sobre el mundo externo, con lo
que ve produciéndose una concordancia entre lo que ocurre dentro y lo que acontece
fuera del hombre.
Los polos terrestres conforman un magno e imaginario eje alrededor del cual gira todo el
firmamento; es el Yggdrassil - el árbol del mundo, der Weltesche - sobre el cuál se
sustenta el orden cósmico y psíquico del hombre. Su símbolo es la lanza de Wotan y en
nuestra propia fisiología, es la columna vertebral, alrededor de la que gira otro cosmos:
el de la serpiente Kundalini, dragón vedántico que se abre camino en nuestro cuerpo -
físico y etéreo - girando sobre sí misma a través de los canales metafísicos de Ida y
Pingala: enroscándose como una swastika27 en movimiento en torno de la columna
Sucsuhmah, según la simbología de la India antigua.
Es este un camino muy escarpado y en la decadencia actual del Kali-Yuga, resulta
particularmente difícil seguirlo hasta el final. Wagner sabía esto y por eso su obra llama
a los pocos - y cada vez menos - auténticos Guerreros que aún peregrinan entre
nosotros. Y lo hace con las melodías, armonías, ritmos y simbología de una obra que
invita a que permanezcamos de pie, por más que todo alrededor nuestro se disuelva y
corrompa. Esa música despierta en nosotros la nostalgia por otros mundos que ya
fueron o que están por venir, pero que hoy se hallan ocultos, olvidados. Es el Verbo
Perdido; el Gral desaparecido; la piedra filosofal; la "Imitación de Cristo"; es Alá, Buda
27
Palabra de origen sánscrito.

29
y el Sol. Todos son símbolos de lo mismo: la necesidad de recordar nuestros verdaderos
orígenes y nuestra verdadera Patria Celestial. Ello implica un combate extremo contra el
mundo circundante que se empecina en distraernos, divertirnos, desconcentrarnos y
dispersarnos de nuestra meta. Implica luchar contra los efectos centrífugos que el
mundo moderno tiene sobre nosotros y que solo puede combatirse integrándonos y
remontando la corriente hacia las fuentes. Significa peregrinar y combatir contra el
tiempo; contra estos tiempos.
Pues los Klingsor y los Alberich de este mundo bien saben que cuando el hombre
recuerda el Verbo, se libera por completo de las ataduras de su mundo falsificado, y
logra entonces la verdadera Libertad interior. Es un desafío al combate que pocos
aceptan. Klingsor bien sabe que para las mayorías resulta mucho más fácil andar por el
camino ancho de la materia, evitando los peligros de nuestra escarpada senda, camino
que - como dicen las Upanishad vedánticas - es "angosto y peligroso como caminar
sobre el filo de una navaja". 28
Cuando iniciamos este combate, nos hallamos como Siegmund en el Acto I, Esc. III de
La Valkiria: prisioneros en casa del enemigo, desarmados y desesperados. Sabemos que
hemos de enfrentar el combate pero nos hallamos inermes y no divisamos ninguna salida
de nuestra negra situación. Solo portamos dentro del alma la fuerza de la nostalgia, que
una y otra vez Wagner simboliza en la figura de la bella amada. Ella nos guiará en el
combate, sea cual sea su desenlace. Esa Dama - al igual que Sieglinde para Siegmund -
es nuestra ánima jungeana que nos guía por el laberinto del corazón y del alma, tal como
Ariadna29 guió al jóven ateniense Teseo en su deambular por los pasillos del laberinto
construido por Dédalo, arquitecto del rey cretense, Minos, hasta hallar al monstruoso
Minotauro al que también nosotros debemos aniquilar. Recién entonces pudo Teseo
liberar al joven alma ateniense, "nächt'ges Dunkel deckt mir das Auge: tief in des Busens
Berge glimmt nur noch lichtlose Glut!" ("una oscuridad nocturna cubre mis ojos: pero
en lo más profundo de mi pecho arde una llama invisible!" - La Walkiria, Acto I, esc. 3).
Luego, Siegmund hallará el instrumento del destino al liberar la espada Nothung del

28
Esta estrofa dió lugar al título de una interesante novela del escritor estadounidense, W. Somerset Maugham,
"El Filo de la Navaja" que relata el despertar místico de un jóven hombre, guerrero de la primer guerra
mundial, quién luego prosiguió su combate en las minas de carbón y en la vida. Este genero literario era
popular por los años veinte del siglo pasado; podemos citar otras novelas que exaltan el espíritu guerrero de la
juventud de entonces, como por ejemplo, “Michael”, ha historia de un jóven que es sucesivamente soldado,
luego obrero y finalmente estudiante luchando por su patria (“Michael”, J. Goebbels, hay trad. al castellano de
D. Martos, Ediciones Occidente, 1975).
29
De Ariadna proviene la palabra "araña", la que teje su propio hilo. Ariadna le regaló a Teseo el hilo con el que
- tras dar muerte al Minotauro en el centro del Laberinto cretense - habría de permitirle hallar nuevamente la
salida a la luz del día. De "Ariadna" también proviene la palabra sajona "iron" - hierro - lo que implica que el
hilo con el que hemos de penetrar en el laberinto místico tiene ciertas propiedades magnéticas como el hierro
y su color ha de ser rojo como el ferroso metal. En rigor de verdad, se trata de la sangre, cuyo color rojo se
debe al hierro contenido en la hemoglobina, la que se transforma en el "hilo" y la "memoria" que permite que
no nos extraviemos en el camino por la lucha para liberar el alma.
Es esa misma sangre roja la que en el último acto de Parsifal es exaltada por el heróico caballero del Gral
clamando "Oh! Welchen Wunders höchstes Glück! - Die deine Wunde durfte schliessen, ihr seh' ich heil'ges
Blut entfliessen in Sehnsucht nach dem verwandte Quelle, der dort fliesst in des Grales Welle!" ("Oh, qué
milagro salvador! Que tu herida sea sanada se debe a que la sangre sagrada en su nostalgia por la fuente
común, halle nuevamente su hogar al fluir en las olas del Gral!").. La sangre atrae la salvación y une a las
almas gemelas. La sangre distingue las distintas maneras de sentir de hombres de orígenes diferentes.

30
árbol del mundo. Nothung30 es la espada de acero indestructible, símbolo magno de la
memoria de la sangre. En verdad, la obra wagneriana conforma un vehículo para el
despertar iniciático de un determinado tipo humano con una determinada conformación
psíquica y anímica, que hoy se encuentra aprisionado en un mundo en decadencia. Su
mensaje solo podrá ser percibido y descifrado por aquellos que porten en sí mismo
aquella nostalgia por un mundo mejor que intuyen existió en el pasado, y que saben
algún día retornará, a condición de que el actual orden signado por la violencia, la
hipocresía y el materialismo se disuelva y desaparezca. Wagner lo comprendió así, y
supo escuchar los sones que le llegaban desde lo más profundo del inconsciente
colectivo, a través de eones y eones. Y los plasmó en su Obra.
Obra que necesariamente va a contracorriente del utilitarismo, racionalismo y
materialismo modernos. Por eso Wagner despierta tantas y tan variadas iras y odios.
Porque sus enemigos que no sienten la vida y la existencia de esa manera, sin embargo
chocan con el hecho paradójico de que no lo pueden ignorar, ni tampoco lo pueden
abarcar: para ellos, resulta demasiado grande y profundo.

El Anillo del Nibelungo -


Para el lector no familiarizado con la trama del Anillo, lo que es esencial para
comprender la interpretación e ideas que aquí exponemos, hemos anexado al final de
este ensayo una síntesis de las cuatro operas que conforman este ciclo denominado El
Anillo del Nibelungo, como así también de Parsifal, última obra del Maestro. El Anillo
está integrado por cuatro obras músico-dramáticas independientes, y es también
conocido popularmente como “La Tetralogía”, aludiendo a su estructura cuaternaria.
En rigor de verdad, el drama de Wagner consiste de tres partes - La Walkiria, Siegfried y
El Ocaso de los Dioses - precedidas de un prólogo explicativo, El Oro del Rhín.
Formalmente, entonces, El Anillo del Nibelungo conforma una Trilogía con prólogo.
La mencionada síntesis del complejo relato de El Anillo del Nibelungo podrá servir
como punto de referencia a lo largo de la presente evaluación de distintos niveles
interpretativos de sus principales episodios y aspectos. De esta manera, la síntesis
comienza con el Prólogo o “Vorabend”, El Oro del Rhín, y luego prosigue con las tres
óperas restantes: La Valkiria, Siegfried y El Ocaso de los Dioses. Por tratarse de una
trama compleja, también describimos a sus principales personajes - el Dramatis Vitae -
de la obra. como así también determinados objetos, lugares, situaciones y sentimientos
que permitirán una mejor comprensión de la obra.
El Anillo del Nibelungo se desarrolla íntegramente dentro de un tiempo a-histórico e
indeterminado, como corresponde a una obra que pretende describir simbólicamente el
devenir de un gran ciclo evolutivo. Aunque el compositor centra la acción sobre un río
que se corresponde con la geografía real europea – el caudaloso río Rín -, ello sin
embargo no implica tanto una intencionalidad geográfica sino más bien pretende que ese
río germánico y los bosques y montañas que lo enmarcan y circundan, símbolicen todos
los ríos, montañas y bosques del mundo.

30
Nothung, tiene como raíz el vocablo germano Noth – Necesidad – con lo que la Espada victoriosa nace de la
necesidad, es hallada por la necesidad y se conquista para superar la necesidad. Es también la octava runa del
alfabeto rúnico Futhark, que bajo el nombre Nauth representa el Destino: .

31
El Rín claramente nos indica que la obra se refiere muy particularmente a la historia
simbólica del hombre caucásico; de la así-llamada "raza blanca" y sus estirpes
germánicas, en particular. Es una obra dirigida al hombre blanco – el hombre “ario”
según la terminología del siglo XIX - en primera instancia, cuya universalidad, sin
embargo, permite que en nuestra civilización globalizada actual pueda aplicarse a toda
la humanidad.31 Es una obra, entonces, que permite varios niveles y posibilidades
interpretativas. En verdad, toda la obra wagneriana es gnóstica, tradicional e iniciática
según el significado definido anteriormente, aunque cada nivel de interpretación resulta
crecientemente sutil. Así, nos vemos obligados a "leer entre líneas" o, como hacían los
monjes-guerreros medievales, a "trobar clus", a hablar con el doble sentido del idioma
de la antigua ciencia “diplomática”.32
La propuesta de Wagner no se limita tan sólo a lo intelectual o a una mera cosmovisión
racional, sino más bien pretende estimular la regeneración moral de su audiencia,
despertando sentimientos, intuiciones y energías anímicas normalmente adormecidas o
latentes en el hombre. En un sentido místico-religioso, Wagner quería despertar a sus
audiencias y seguidores; quería generar ese estado de conciencia ampliada que resulta
tan superior a la vigilia diurna normal, como ésta resulta superior al estado onírico del
hombre dormido.
Una vez que esa energía anímica queda liberada, se accede a una comprensión más
acabada y acertada de la compleja problemática política, social, cultural y económica de
la Alemania y la Europa que el Maestro veía surgir, como así también del mundo entero.
Para usar sus propias palabras dichas en 1851 respecto de su objetivo al componer el
Anillo, Wagner pretendía "con estas cuatro veladas, lograr transmitir artísticamente mis
objetivos a la comprensión emotiva - no al intelecto - de los espectadores". Wagner
hablaba directamente al alma; al inconsciente colectivo del pueblo.33
Pero toda correcta comprensión de un problema social e histórico presupone tener el
sentimiento correcto y la comprensión acertada para poderlo abarcar. El Anillo abarca

31
Nuevamente nos referimos al politólogo estadounidense, Samuel Huntington, en cuya obra The Clash of
Civilizations and the Remaking of World señala que el mundo occidental, gracias a su tecnología, economía y
fuerza política, ha logrado imponerse sobre todo el planeta, conformando y deformando todas las culturas,
hasta lograr imponer sus cánones - a sangre y fuego de ser preciso. Es así que hoy en día todo el planeta ha
debido aceptar las consignas y paradigmas de occidente: democracia liberal, economía de mercado y
estandarización intelectual y cultural, so pena de verse declarado "fuera de la ley del nuevo orden mundial".
Ello tiene el efecto de haber atado el destino de toda la humanidad al de occidente; o quizás debieramos decir
que occidente ha arrastrado "de preppo" a todos los pueblos del planeta a acompañarlo en su frenesí
autodestructivo de fines de milenio. No hay forma de excluirse; no parece haber forma ni lugar adónde
escapar o esconderse. Por eso, al revés que en otras épocas en que imperios podían colapsar con gran
estruendo en Europa sin que China, India o América siquiera se enteraran, hoy en día y gracias a los adelantos
tecnológicos impulsados por occidente, se ha impuesto por la fuerza una civilización planetaria de corte
occidental a cuyo "ser o no ser" todo el mundo se encuentra ligado. Por eso, el Rín es, verdaderamente, el río
y podemos tomarlo como símbolo de todo gran río: el Nilo, el Brahmaputra, el Volga, el Amazonas, el
Amarillo, el Paraná o el Mississippi.
32
La raíz etimológica de la palabra "diplomacia" proviene de diplos - doble. O sea, la diplomacia consiste en
hablar con doble sentido; en hablar en dos o más niveles al mismo tiempo, en aprovechar los juegos de
palabra, los sentidos ocultos y los equívocos para señalar verdades más profundas. Es una suerte de argot que
permite transmitir ciertos conocimientos que no son inmediatamente evidentes para todos, con lo que la
mayoría ni siquiera sospecha de lo qué se está hablando realmente. Así, "el secreto se proteje a sí mismo".
En este sentido hermético, la obra wagneriana es una auténtica obra de "diplomacia".
33
Paul Lawrence Rose, Wagner: Race and Revolution, Faber & Faber, Londres, 1992, pág. 69.

32
de manera simbólica una amplia temática que se refiere a las fuerzas sociales, los
conflictos políticos y las luchas económicas que se vienen desarrollando hasta nuestros
días. Por eso, no ha de sorprendernos que muchos hayan visto en él una gran crítica al
capitalismo de fines del siglo XIX, lo que no deja de tener cierta cuota de verdad.
Algunos, incluso – el escritor irlandés George Bernard Shaw, entre ellos - han creído ver
en esa crítica un enfoque doctrinario basado sobre el marxismo. Nada más lejos de la
verdad, sin embargo, pues Wagner bien intuyó que esas fuerzas socialistas enmarcadas
en el marxismo tenían un origen en común con aquellas del capitalismo expoliador
simbolizado por el amor al oro de los hombres inferiores. Wagner supo ver mucho más
allá de lo que hoy describiríamos como las derechas e izquierdas políticas.
Sabía que las verdaderas soluciones provendrían no desde elucubraciones intelectuales
externas, sino desde adentro del hombre y que nada tendrían que ver con esos dogmas
de la modernidad que son las ideologías de izquierda y de derecha con sus democracias,
parlamentarismos, “ismos” de toda clase y mercados. Hoy, cuando a la luz de la
insólita caída del régimen soviético hace poco más de una década empezamos a
comprender que la izquierda marxista no fue más que una gigantesca mentira, podemos
entrever que su nodriza, el capitalismo, también se encamina hacia un colapso de
dimensiones planetarias - al menos para la mayoría de los pueblos.

Nietzsche
Nuestros comentarios estarían incompletos sin una referencia a la conocida y rica
relación entre Wagner y el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. La historia recoge esa
tormentosa relación entre ambos iniciada cuando el joven Nietzsche conoce a un
Wagner ya maduro, respetado y famoso. Existen puntos de coincidencia filosófica entre
el ideal de la Voluntad de Poder que conforma uno de los ejes principales de la obra de
Nietzsche que probablemente llega a su mejor expresión en su Así Hablaba Zarathustra
con su profética visión del “Hombre que Vendrá”, el así-llamado "superhombre". En
verdad, esta filosofía revolucionaria descripta en el Zarathustra ha conducido a muchos
equívocos.34
A través de la doctrina tradicional de los "dos veces nacidos" que mencionaremos más
adelante, el ideal del "superhombre" adopta una forma de superioridad existencial y
espiritual, puesto que "superhombre" es todo aquél que se supera a sí mismo,
dominando al ego inferior. Lamentablemente, tras la enfermedad y muerte de Nietzsche

34
Ciertas corrientes del nacionalsocialismo exageraron la importancia de la biogenética en una definición
excesivamente materialista de lo que conforma el "superhombre". No cabe dudas de que el vehículo físico
del hombre resulta determinante en lo concerniente a su conformación psíquica, pero la excesiva polarización
sobre un determinismo genético, no adecuadamente comprendido condujo a que pusiera excesivo énfasis
sobre un darwinismo materialista entre los ideólogos del nacionalsocialismo alemán. Seguramente, las leyes
del karma determinan, entre muchas otras cosas, el cuerpo o vehículo físico en el que cada alma ha de
encarnar, con lo que tendría validez la máxima del poeta místico inglés, William Blake (1757 - 1827), cuando
decía que "el cuerpo es aquella parte del espíritu perceptible por los cinco sentidos".
En rigor de verdad, no todos pensaban igual como lo atestigua un chiste corriente en los años de la Alemania
nacionalsocialista, que definía al "hombre ario perfecto" como "alto y rubio como Hitler, esbelto como Göring
y fuerte y atlético como Goebbels", aludiendo irónicamente a la estatura mediana y pelo oscuro de Hitler, la
obesidad de Göring y la pierna deforme de Goebbels.
De todos modos, aun las propuestas racistas y eutanistas más extremas del régimen nacionalsocialista
palidecen ante la locura biogenética y abortista del mundo actual.

33
se harían interpretaciones darwineanas y burdas de este concepto del superhombre,
según la imagen popularizada por el materialismo que solo lo define en términos
biológicos y fantasiosos.
La imagen popular de los comics estadounidenses nos presenta a un ser físicamente
superior proveniente de otro planeta, lo que unido a la exacerbación mitómana
hollywoodense respecto del nacionalsocialismo, terminaría por desvirtuar el altivo
concepto intelectual propuesto por Nietzsche y potenciado estéticamente por Wagner en
el Anillo con Siegmund y, en especial, Siegfried, hasta llegar a Parsifal, quién es el
superhombre por excelencia: el Hombre que se supera a sí mismo; el Dos Veces Nacido.
El hombre moderno degradó el concepto del superhombre hasta definirlo tan solo en
términos de sus fuerzas y dotes físicos, cuando en realidad, superhombre es básicamente
aquél que se supera en el plano espiritual.
Sin embargo, las semejanzas entre la obra de Nietzsche y la de Wagner se limitan
eminentemente al plano intelectual. Nietzsche probablemente no llegó a comprender
íntegramente la obra wagneriana, lo que en determinada etapa de su vida lo condujo a
tornarse en acérrimo crítico de Wagner. Con su conocida vehemencia, Nietzsche giró
bruscamente desde una idolatría ciega de Wagner a un encono casi irracional. El propio
Nietzsche explica que su rompimiento definitivo con Wagner y su entorno se produjo
cuando presenció la premiere de Parsifal en Bayreuth en el verano de 1882. Creyó ver
en ésta, la última obra de Wagner, una claudicación ante el cristianismo y la búsqueda
de la redención, lo que atribuyó a la vejez y supuesta decadencia del maestro.
Pero Nietzsche sólo se quedó con la interpretación superficial de la obra, en base a lo
que rechazó la metáfora ritual del primer acto y el marco cristiano de toda la obra.
Posiblemente se le escapara el hecho de que Parsifal es una obra profundamente
gnóstica y auténticamente Kristiana, lo que la tornaba al mismo tiempo profundamente
contraria a las estructuras seculares de la Iglesia Católica y las iglesias protestantes, tal
como lo era el propio Wagner. Como obra auténticamente iniciática, Parsifal es el
Superhombre: es el Hombre que supera al hombre, y en términos cósmicos, es el nuevo
Kristos. El concepto gnóstico de Kristos (escrito con "K" para enraizarlo en la tradición
griega del Kristos en lugar de la semítica del “Jesus Cristo” histórico luego elevado a
religión universal dogmática por obra de San Pablo); es el del Avatara que cada 2.200
años, al inicio de un nuevo mes platónico, encarna entre los hombres. Parsifal es el
Kristos de la Era de Acuario como Jesucristo lo fue de la de Piscis. Por eso Wagner lo
reviste de tonalidades musicales propias de la tónica arquetípica de Acuario, que es
diferente a la de Piscis. La simbología, el Camino y los tonos musicales - por así decirlo
- que marcarán la llegada de este nuevo y esperado Avatara serán muy diferentes a los
del Cristo palestino de hace dos milenios.
De todos modos, Nietzsche pudo haberse visto inhibido de comprender gran parte de la
obra de Wagner, por cuanto un exceso de celo intelectual pudo haberse interpuesto en el
camino del conocimiento y del entendimiento que requiere la Gnosis. No obstante ello,
las contribuciones de Nietzsche al despertar europeo, sus profundas ideas y su crítica a
la hipocresía de la sociedad burguesa desempeñarían un papel de importancia clave en el
desarrollo político y filosófico de Europa a lo largo de los últimos cien años. Y la
belleza literaria de su obra no tiene par, superando con creces el más moderado talento

34
literario del propio Wagner, cuando se lo contrapone a su genio musical.
En verdad, las obras de Nietzsche y Wagner resultan complementarias por cuanto una
ayuda a comprender la otra. Compenetrarse con Nietzsche permite asumir el
desplazamiento paradigmático necesario para contemplar e interpretar la hipocresía,
cobardía y decadencia de la sociedad moderna en toda su amplitud.
Wagner apunta a lo mismo, y ambos nos señalan el Camino del Héroe como el único
que permitirá superar las contradicciones autodestructivas del mundo actual. A través
de sus obras, Nietzsche y Wagner nos invitan a escalar los nevados picos en los que
nuestras únicas compañías son el cielo, la nieve, los cóndores y la soledad.

35
Cap. II - Consideraciones estéticas -
"La más elevada mística del Arte -
como un evento del destino,
es un fenómeno natural."
- Novalis -

“¡Cuán poco se requiere para ser feliz!


El sonido de una gaita.
Sin música, la vida sería un error.
El alemán se imagina incluso a Dios cantando canciones.”
Friedrich Nietzsche - “Como se filosofa a martillazos”

Gesamtkunstwerk: La Obra de Arte total


La apreciación estética de la obra wagneriana resulta impactante debido a la belleza y
profundidad de su música, la orquestación y el canto, aunado a una trama excitante y
cargada de profundo significado y poesía. Ello ha garantizado que Wagner se ubicara
entre los grandes del Arte occidental del siglo XIX y que, hasta nuestros días, no exista
temporada operística en ciudades cosmopolitas que no incluya alguna obra de Wagner
en su repertorio: Londres, París, Viena, Nueva York, Buenos Aires, Munich, Santiago
de Chile, Chicago, Berlín, Hamburgo y Milán, entre otras.
A su vez, todos los veranos durante los meses de Julio y Agosto se realizan en Bayreuth,
ciudad alemana de la Alta Franconia bávara, los Festivales Wagnerianos en el
Festspielhaus - el Teatro de los Festivales - que Wagner hiciera erigir hacia fines del
siglo XIX gracias al generoso apoyo de su mecenas y amigo, el Rey Luis II de Baviera.
De esta manera, anualmente se dan cita en Bayreuth los mejores músicos, directores,
cantantes junto a una audiencia relativamente selecta, proveniente no sólo de toda
Europa sino también de distintas partes del mundo. Y ello a pesar de la relativa
degradación cualitativa de las representaciones que se realizan en la Festspielhaus,
desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Wagner creaba la totalidad de su obra, ya que no sólo componía la música y
orquestación de las partituras, sino también escribía los libretos en los que plasmaba sus
profundos conocimientos filosóficos, psicológicos e iniciáticos. A su vez, volcaba en
ellos su ideario político y social que ejercería decidida influencia sobre la historia
Europea del siglo XX. Incluso, Wagner diseñaba las puestas en escena de sus obras,
determinando de qué manera debían aparecer los distintos personajes, objetos, animales,
tormentas, castillos, árboles, montañas, ríos y bosques enteros, cosa que ya hoy apenas
si se respeta en muchos teatros del mundo, empezando por el de Bayreuth.35
Wagner denominaba esta estructura artística integral y abarcadora como
“Gesamtkunstwerk”, o sea, la obra de arte total e integral, que él pretendía se
transformara en generadora de cambios profundos en la psiquis de su audiencia. En
alguna medida, la obra wagneriana sirve de vehículo para despertar determinadas
energías psíquicas usualmente adormecidas entre los pueblos. Así, si se dan las

35
Podemos señalar con inocultable orgullo que entre las mejores puestas en escena de la obra wagneriana se
encuentran las de Roberto Oswald y Anibal Lápiz para el Teatro Colón de Buenos Aires y el Teatro Municipal
de Santiago de Chile.

36
personas y circunstancias correctas, esas energías son activadas por los sones musicales
de la orquesta y el canto de los tenores, altos, sopranos y bajos. Este efecto opera sobre
el inconsciente del hombre, viéndose reforzado por el contenido intelectual de la obra,
su pathos y la compleja trama de sus libretos. Pero insistimos: este fenómeno no opera
sobre todos los hombres, sino sobre una determinada calidad de persona que porta en sí
la sensibilidad e intuición necesarias para compenetrarse y comprender las magnas
imágenes, ideas y emociones que Wagner nos comunica.
Viene a colación la sabia máxima del Secreto de la Flor de Oro, texto alquímico chino
traducido a principios de siglo por el sinólogo alemán, Richard Wilhelm y analizado por
el psicoanalista suizo, Carl Jung, que indica que "el método correcto en el hombre
incorrecto no surte efecto".

La estructura musical wagneriana


El sistema musical de Wagner se basa sobre el uso intensivo de frases musicales
identificadoras denominadas leit-motiv - los así-llamados “motivos directrices” - con los
que se describe un amplio abanico de personajes, objetos, situaciones, y sentimientos
como el amor, el odio, la envidia, el miedo, el placer, la alegría o el poder. Así, van
tejiéndose tramas que se interrelacionan entre la orquesta y la voz humana, en
estructuras de gran complejidad. En realidad, el desarrollo de la trama dramática no se
limita tan solo al libreto, sino que una importante parte la hallamos, precisamente, en la
orquesta.
A modo de ejemplo, en el Acto I de La Valkiria, el héroe de la raza de los Velsas,
Siegmund relata como una vez mientras combatía junto a su padre - de quién solo nos
informa su nombre: “Lobo”(Wolfe) -, en feroz lucha contra una tribu enemiga, Siegmund
y Lobo se vieron separados el uno del otro. Terminada la lucha, Siegmund lo buscó por
todos los rincones del oscuro bosque, pero jamás logró reunirse nuevamente con su
padre Lobo, ya que lo único que halló al final de sus fatigas fue una simple piel de lobo
abandonada en un rincón del bosque. “Pero a mi padre, jamás lo volví a encontrar”, se
lamenta Siegmund en el preciso momento en que los metales de la orquesta hacen sonar
en un tono menor y melancólico el leit-motiv del Valhalla, el castillo de los Dioses. De
esta forma, es la propia partitura la que nos señala claramente que “Lobo” no es nadie
más que el propio Wotan, rey del panteón de los dioses del Valhalla. Así, también nos
enteramos que Siegmund es su hijo por lo que, consecuentemente, es descendiente de la
estirpe divina.
Wagner denominó a los leit-motiv, “Grundthema” - temas fundamentales - debido al
efecto sumamente eficaz de los mismos para plasmar en música aspectos fundamentales
de la trama. Cabe acotar que aunque Wagner utilizó esta metodología músico-dramática
en prácticamente todas sus operas, la técnica de los leit-motiv ya había sido utilizada
antes, aunque en forma embrionaria, por otros compositores como Wolfgang Amadeus
Mozart en La Flauta Mágica (Die Zauberflöte), obra de profundo simbolismo filosófico
e iniciático, y por Carl María von Weber, en El Cazador Furtivo (Der Freischütz). Cabe
agregar que de niño, Wagner conoció a von Weber quién visitaba asiduamente al
padrastro de Wagner con quién compartía veladas artísticas.
En la composición musical, Wagner aprendió mucho y utilizó innumerables ejemplos

37
musicales de otro gran compositor que luego, se convertiría en su suegro, el húngaro
Franz Liszt. Años después, se casaría con su hija, Cósima. En su rica orquestación,
Wagner lleva el estilo beethoveniano hasta sus lógicas consecuencias. Tan importante
consideraba Wagner su deuda musical y estética con Ludwig van Beethoven, que la
inauguración de los Festivales de Bayreuth en el verano de 1876 - punto culminante en
la vida artística del Maestro - se realizó con el propio Wagner dirigiendo la Novena
Sinfonía en Re menor,“Corál” beethoveniana a la que consideraba como la máxima
expresión musical de Alemania y de Occidente.36 Su reconocida deuda con los grandes
de la música de occidente abarcaría también a Johann Sebastian Bach, en uno de cuyos
Preludios y Fugas se inspiró para componer la obertura de su única ópera cómica, Los
Maestros Cantores de Nuremberg. Esta ópera incluye a su vez, algunos leit-motiv
directamente inspirados en la “Ballade I”, op. 23 del compositor polaco Federico
Chopín.
Como decimos, los leit-motiv sirven para identificar a personajes, lugares, objetos,
sentimientos y aunque no existe unanimidad respecto de como denominarlos, a lo largo
de todo el Anillo se puede identificar a más de un centenar de ellos. Interesante resulta
sin embargo, señalar que gran parte de los leit-motiv surgen de un conjunto compacto de
motivos musicales fundamentales que actúan como generadores de estas unidades
sonoras. La naturaleza, el oro, el poder y el amor, por ejemplo, dan surgimiento a un
amplio conjunto de motivos, los cuales interrelaciona muy sutilmente entre sí.
A menudo, un mismo leit-motiv cobra un carácter musical totalmente distinto según se
encuentre asociado a un personaje u otro. El propio Wagner, en carta del 25 de enero de
1854 a su amigo Alfred Röckel, tras completar la música del Oro del Rín que por ser la
primera del ciclo del Anillo contiene la mayor cantidad de leit motivs que irán
repitiéndose a lo largo de las tres obras restantes, dijo que "esto se ha desarrollado como
una unidad perfecta: apenas si existe un compás en la partitura orquestal que no se
desarrolle de los leitmotivs que le preceden".
En rigor de verdad, podemos decir que todas las emociones, intuiciones y actitudes
ancestrales se encuentran plasmadas en los leit-motiv. Mientras que el libreto forma la
parte consciente de la obra que va relatando el desarrollo del drama, la música va
desarrollando las emociones, motivaciones y fatalidades y corresponde, por ende, a las
fuerzas de lo inconsciente. Texto y música, entonces, se interrelacionan como
consciente e inconsciente, integrando la instancia superior que Carl Jung describe como
el Sí-mismo: el Selbst..
En un interesante análisis realizado en la década de los setenta, el estructuralista Claude
Lévi-Strauss explica que "de la misma manera en que la mitología dejó de dominar las
formas literarias de expresión, las estructuras del pensamiento mitológico fueron
reemplazadas por las de la música. El mensaje del mito se trasladó a la novela, pero
fue la música la que tomó posesión de su forma.....Fue el genio intuitivo de Wagner el
que comprendió que el mito y la música se encaminaban, por así decirlo, en la misma
dirección y efectivamente eran el uno para el otro. Wagner logró su unificación de una

36
Retomando aquella tradición, la reapertura de los festivales de Bayreuth en Agosto de 1951, tras la
interrupción impuesta por la Segunda Guerra Mundial, se realizó con una ejecución de la IX. Sinfonía de
Beethoven, bajo la batuta del maestro Wilhelm Furtwängler.

38
manera absolutamente ejemplar."37 Luego agrega que "...la música y el mito comparten
idiomas que, en sus respectivas y diferentes maneras, trascienden toda expresión
articulada mientras que, al mismo tiempo y al igual que el idioma articulado, pero
contrariamente a lo que ocurre con la pintura, por ejemplo, requieren de una dimensión
temporal para desenvolverse. Pero esta relación con el tiempo es de naturaleza
especial: es como si la música y la mitología sólo necesitaran del tiempo para poder
negarlo. En verdad, ambos son instrumentos para la aniquilación del tiempo. Debajo
del nivel de los sonidos y los ritmos, la música opera sobre un terreno primitivo, que es
el tiempo psicológico del oyente; este tiempo es irreversible y por ende
irremediablemente diacrónico, y sin embargo la música transmuta el segmento
dedicado a escucharla en una totalidad sincrónica contenida dentro de sí misma.
Debido a la organización interna de la obra musical, el acto de escucharla inmoviliza
el paso del tiempo; atrapa y abraza de manera similar a como atrapa y abraza un
trapo que se sacude al viento. Por consiguiente, al escuchar música, y mientras la
escuchamos, entramos en una suerte de inmortalidad" (el énfasis es nuestro")38
El Oro del Rín se inicia con un insólito preludio consistente en un único acorde
correspondiente al leit-motiv de la "naturaleza", del cual se derivan los motivos del río
Rín, de Erda diosa de la tierra, del ocaso de los dioses, del árbol del mundo, de los
murmullos del bosque, del oro, del arco iris y otros más. El motivo del oro, a su vez,
consiste de dos acordes fundamentales brillantes, gloriosos y poderosos, que se
transforman en el motivo de la "servidumbre" al cobrar una sonoridad lúgubre y
siniestra. De esta manera, el oro que es introducido musicalmente en su forma pura.
Diáfana y sagrada, luego se transforma en algo siniestro y oscuro cuando se lo pretende
usar para el dominio y el poder mundanos. Esta diferenciación no surge del oro en sí,
sino más bien de los sentimientos de los seres con el que se relaciona: puro y luminoso
cuando lo alaban las virginales ondinas del Rín; oscuro y siniestro cuando lo conquista
Alberich, el Nibelungo. Un mismo objeto en manos de dos seres cualitativamente
diferentes adopta, entonces, características emocionales y sonoras diferentes: así el oro
se transforma en símbolo máximo para describir esta fundamental diferencia entre seres
cuya percepción de la vida y cosmovisiones resultan absolutamente irreconciliables.
Históricamente, el oro ha sido símbolo solar y divino, entre egipcios, aztecas, incas y
celtas, lo que hizo que en la antigüedad se lo considerara como objeto sagrado, más allá
de cualquier valor material del mismo. A medida que nos acercamos a los tiempos
decadentes de la actual Edad de Hierro, el oro se transformó en símbolo del
materialismo, de la codicia y del egoísmo. Se convirtió en instrumento de poder
mundano por el cual los Españoles destruyeron a los imperios del Nuevo Mundo,
mientras que en la actualidad otros pueblos y grupos en todo el planeta basan todo su
poder político sobre el uso, abuso y acopio del oro y de su máximo símbolo moderno: el
dinero. Pues hoy la tecnología ha permitido sutilizar el poder del oro que hoy usamos
como símbolo de ese poder ubicuo del dinero en toda su amplia gama de variantes,

37
Entrevista a Claude Leví-Strauss del año 1971 en la revista alemana "Der Spiegel", reproducido en el
programa musical correspondiente a la ópera "Siegfried" de los Festivales de Bayreuth, 1972.
38
Claude Levi-Strauss - "The Raw and the Cooked" que investiga la afinidad entre la música y el mito con
especial referencia a la obra de Richard Wagner.

39
mutaciones y conceptualizaciones39.

Los libretos wagnerianos -


El estilo literario dramático que Wagner vuelca en sus libretos mucho le debe al
dramaturgo germano, Johann von Goethe y, particularmente, al inglés William
Shakespeare. El profundo contenido filosófico de ambos, el uso que hacen de los
símbolos y de las escenas cargadas de magia, sus personajes complejos y profundos en
los que se libran batallas entre el bien y el mal y entre el deseo y el deber, resultan
auténticos tratados de psicología cuya dinámica y estilo inspiraron a Wagner, quién supo
plasmarlos en sus propios libretos operísticos. En los personajes de Wagner hallamos el
inconfundible sello de Hamlet, Macbeth, Sueño de una Noche de Verano y La
Tempestad. Las dudas existenciales y los monólogos de Wotan son reminiscentes de
Hamlet y Macbeth. La escena de las tres Nornas en el prólogo del Ocaso de los Dioses,
recuerda al de las tres brujas que Macbeth interroga acerca de su futuro. La magia de
La Tempestad la volvemos a hallar en las distintas escenas de Parsifal.
Pero Wagner también se nutre del pathos del teatro clásico griego en el que el canto se
transforma en el principal componente, asumiendo el rol de relatar el marco en el cuál se
desenvuelve el drama. Así lo describe al decir que "el coro de la tragedia griega ha
depositado en la orquesta moderna la importancia, imprescindible desde el punto de
vista emocional, que tenía para el drama. Es únicamente aquí dónde se desarrolla,
libre de toda opresión, hasta llegar a una manifestación de multiplicidad inmensa. Con
esto se traslada su apariencia humana real e individual de la "orquesta" al escenario,
para que pueda desplegar el germen de su individualidad humana, tal como radicaba
en el coro griego, a una culminacion máxima y autónoma, siendo un participante del
drama mismo que actúa y padece en forma directa."40
El libreto del Anillo del Nibelungo sufrió diversas metamorfosis a través del cuarto de
siglo que le insumió a Wagner crearlo. En un principio, sólo había pensado en dos
óperas: El Joven Siegfried y La Muerte de Siegfried - basada en gran medida en el
Nibelungenlied - la Canción de los Nibelungos - obra escrita en la Edad Media como
recopilación de antiguas sagas y leyendas germano-escandinavas. Luego aquél plan
original se amplió y quedó reestructurado en tres episodios – La Walkiria, Siegfried y el
Ocaso de los Dioses. Finalmente, tan compleja resultó ser esta trama, que el maestro
decidió que necesitaba de un prólogo que fijara el marco del drama, naciendo así el Oro
del Rín, como primera jornada de la Tetralogía.
A nuestro juicio, la Tetralogía forma un todo completo recién cuando se le une a otra
obra de Wagner, que conforma una suerte de testamento espiritual y que podríamos
describir como el cuerpo litúrgico de la Era de Acuario a punto de nacer: Parsifal. A
esta última obra dedicaremos el final del presente ensayo, ya que si el Anillo del

39
Para una explicación más amplia de este proceso de "sutilización" del dinero ver: "Argentina: ¿colonia
financiera?", A. Salbuchi (Ediciones del Copista, Córdoba, 2000, 146 páginas) que describe la evolución del
concepto del dinero que trasciende el mero acopio del oro, como así también algunos apuntes para una tan
necesaria "psicología del dinero". Describe y define la creciente lucha entre el dinero y el trabajo según el
paradigma wagneriano.
40
Richard Wagner, "La Poesía y la Música en el Drama del Futuro" - Espasa-Calpe Argentina, Buenos Aires,
1952, pág. 108.

40
Nibelungo describe y profetiza el violento desenlace de un orden mundial antinatural,
inicuo y desquiciado que inevitablemente avanza hacia su fin y que parecería coincidir
con los tiempos actuales, entonces Parsifal describe y propone las bases para un nuevo
comenzar en el Año Platónico que se inicia.
Precisamente, es Acuario - el portador del agua - simbolizado por Parsifal y su cáliz
sagrado – el Gral - el que marcará el "sello" psíquico que despertará en el inconsciente
colectivo del hombre occidental: el Gral portador de la sangre pura de la redención.

Las puestas en escena


Wagner dejó indicaciones escénicas precisas acerca de como deseaba que se
representaran sus obras y se realizaran las puestas en escena. Ninguna de estas
indicaciones era meramente casual o superflua y, en muchos casos, el Maestro se
adelantó a las capacidades y posibilidades tecnológicas de su tiempo. Y si los efectos
lumínicos de los que disponen los teatros modernos representan un importante salto
cualitativo y justifican dramáticas innovaciones que sin lugar a dudas mejoran la calidad
de las representaciones en algunos escenarios modernos, ello - sin embargo- de manera
alguna justifica que se distorsionen e ignoren determinadas instrucciones de Wagner en
este rubro. En ciertos casos, esto podría compararse con la pretensión de modificar las
partituras en sí.
Ha sido, precisamente, el propio Teatro de los Festivales de Bayreuth el principal
responsable de que no se respeten estas vitales instrucciones e indicaciones escénicas.
Los años sesenta vieron una creciente "psicologización" de las pautas escénicas que
transformaron al escenario del Anillo en una plataforma casi vacía que, aunque criticable
estéticamente, al menos no interfería con el simbolismo de la obra, especialmente por
cuanto se hacía un uso creativo e inteligente de los efectos lumínicos. Otra fue, sin
embargo, la situación a partir de mediados de los años setenta cuando la dirección de los
Festivales le encomendó al regisseur francés Patrice Chereau la puesta en escena del
Anillo para los Festivales de 1976.
Inspirado en las corrientes marxistas y eurocomunistas tan en boga por aquellos años,
Chereau no tuvo mejor idea que la de montar un Anillo incorporando el simbolismo de
la "crítica social" dinosáurica típica del pensamiento anarquista de principios de siglo.
Así, arrastrados por la estupidez, sino locura, de Chereau el escenario de Bayreuth vio
aparecer a Wotan de traje y levita cuál empresario reminiscente del banquero
neoyorquino J. P. Morgan, mientras que los Nibelungos, aparecían en escena vestidos
con overalls típicos de obreros de factoría y el propio castillo del Walhalle se
transformaba en una monstruosidad de engranajes, palancas, vigas y nubes de vapor
como si se tratara de una gran fábrica o usina eléctrica del industrialismo
manchesteriano.
Chereau corona su "obra" haciendo que al final del Ocaso de los Dioses, la escena de la
inmolación de Brünhilde, transcurra en un block de viviendas reminiscente de los slums
de Harlem en Nueva York….. De todos modos y como dice el refrán, la culpa no es del
chancho sino del que le da de comer... No creemos, sin embargo, que semejante
infantilismo sea tan inocente como pudiera parecer a primera vista. Se trata, más bien,
de un lento - pero seguro - proceso de desnaturalización de la unidad estética, filosófica

41
y emotiva de la obra. Al mismo tiempo, comprobamos como van perdiéndose las
escuelas de grandes cantantes wagnerianos, pues las voces modernas aunque de
innegable talento y valor, en nada se comparan con las grandes voces de los años treinta,
cuarenta y cincuenta: tenores del calibre de Max Lorenz, Lauritz Melchior y Wolfgang
Windgassen, y sopranos como Martha Mödel, Kirsten Flagstad, Birgit Nielsen y Helen
Traubel. Hoy las buenas voces, son de innegable segundo rango y a menudo se pretende
dar exagerado relieve a cantantes taquilleros como Plácido Domingo, en cuyas poco
felices rendiciones de Wagner apenas si acierta a pronunciar el texto en forma correcta,
factor clave para cualquier representación wagneriana.
Por eso, al final de este ensayo incluimos una discografía recomendada en la que le
proponemos al lector grabaciones quizás no tan modernas y de menor calidad acústica y
técnica lo que, sin embargo, se ve compensado con creces por una absoluta superior
calidad artística, tanto de los cantantes como en las inspiradas batutas de grandes
directores wagnerianos como el recientemente fallecido, Georg Solti, el italiano Arturo
Toscanini, y los alemanes Wilhelm Furtwängler, Karl Böhm y Hans Knappertsbusch.
Entre las grabaciones modernas, resulta destacable por su alta calidad la versión dirigda
por el estadounidense James Levine.
De todas maneras, hoy aún podemos disfrutar de excelentes puestas en escena e
interpretaciones en los escenarios del los teatros de ópera de Covent Garden de Londres,
Metropolitan Opera House de Nueva York y el National-Theater de Munich, como así
también en las excelentes representaciones en nuestro Teatro Colón de Buenos Aires y
el Teatro Municipal de Santiago de Chile.

Interpretaciones en múltiples niveles


La obra wagneriana debe interpretarse en distintos niveles, cada uno de los cuales
permite profundizar en secretos sutiles y no inmediatamente evidentes, salvo que nos
internemos en el cariz más profundo de la obra. Entonces ésta se convierte en una
fuente inagotable de tesoros. Como dijéramos antes, la interpretación - o apreciación
debiéramos decir - puramente estética se torna obvia y asequible. Toda persona con
sensibilidad musical, artística y teatral no podrá dejar de apreciar y maravillarse ante la
belleza musical y el dramatismo de las puestas en escena de Wagner en general y del
Anillo del Nibelungo, en particular.
No cabe dudas que musical y teatralmente, Wagner es complejo y difícil. No es música
para mayorías. En un mundo globalizado en el que “time is money” y la mayor meta es
cumplir con el paradigma democratizante de hacer las cosas fáciles y accesibles para
todo el mundo, Wagner decididamente no encaja: sus obras resultan complejas,
extensas, profundas y difíciles. El proceso democratizador del siglo XX -
particularmente en los últimos cincuenta años -, entronizado en todo el planeta, ha
convertido en dogma de fe las bondades - reales o supuestas - de la democracia como
sistema político universal, y del liberalismo como filosofía de vida, lo que pretende
aportar el acceso gratuito de las masas a toda cultura superior.
El efecto que ello tiene sobre las artes en general ya lo hemos tratado en un ensayo
anterior,41 y con respecto a la opera en particular, sólo ha logrado reducir
41
Ver: A. Salbuchi, op. cit., World Government; Cap. VI "Acción Psicológica" - Edición Privada, Buenos Aires,

42
dramáticamente la calidad generando trillados repertorios accesibles a todo el mundo.
Quizás el ejemplo mas conocido lo conforme el intento masificador que a nivel global
llevan a cabo los famosos “tres tenores” - Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido
Domingo. Estos tres cantantes tienen hermosas voces y en algún momento fueron
dignos operistas, hasta que se transformaron en auténticos businessmen del belcanto, a
través de un verdadero despliegue en el que se utilizan las más puras técnicas del show-
business hollywoodense típicos de las cadenas rockeras MTV y Much. Hoy se dedican a
cantar trocitos de Puccini, pedacitos de Verdi y selecciones de Mascagni, intercalados
con canzonettas napolitanas, pasodobles españoles, tangos argentinos, boleros
centroamericanos y canciones “pop”, a menudo cantando a dúo con los propios
roqueros. De esta manera, los "tres tenores" cuecen un guiso sonoro que permite a las
“grandes mayorías democráticas” disfrutar de la “ópera”.
En realidad, el principal efecto parece residir en el generoso abultamiento de los
bolsillos de este trío cantatriz y sus productores, sellos discográficos, managers,
promotores y redes televisivas. O sea, un caso más del acostumbrado "business as
usual".
Es ley de hierro que meramente ampliando el círculo abarcativo de la cultura no basta
para que todos, urbi et orbi, puedan apreciarla tal como pretende imponer el paradigma
democrático moderno. Y como la realidad se interpone a la casuística de estos
propagadores modernos de la cultura enlatada, la única opción que les queda consiste en
bajar el nivel del arte para que sea "asequible a todos". Como la montaña no va a
Mahoma, al pobre Mahoma no le queda otra que trasladarse él mismo a la cima del altar
democrático... Es el reino de la cantidad sobre la calidad.
El propio Pavarotti poco antes de dedicarse a cantar junto a roqueros como Durán
Durán, Tina Turner y Brian Adams, meciendo su gigantesca humanidad a los sones de
guitarras eléctricas, ya en 1990 había logrado convertir la bella aria “Nessun dorma” del
Turandot de Puccini en un “hit” en toda Europa, con motivo del Mundial de Fútbol que
en aquél año se disputaba en Italia. La lógica democratizadora pareció aprovechar que
esta famosa aria concluía con tres heroicos “Vincerè!, Vincerè, Vincerè!”, lo que
automáticamente la convertía en un grito de guerra ante cada “¡¡¡Gol!!!” que los cientos
de millones de seres democráticos gritaban a voz viva y al unísono, a medida que
avanzaban los partidos de fútbol y los correspondientes magnos faustos de aquel
Campeonato. ¡Discépolo puro! Sólo faltó la Biblia junto al calefón....42
Wagner, sin embargo, no se presta a que lo masifiquen de esta manera. Casi no hay por
dónde hundir el cuchillo democratizador en sus libretos y partituras, para arrancar un
“aria” aquí o algún trozo de tres o cuatro minutos allá, que pueda posicionarse como
“hit” o para que los tres tenores puedan deleitar a las audiencias multitudinarias en los
parques públicos y estadios de fútbol del mundo democrático. No. Decididamente,
Wagner no sirve de pasión para multitudes.

1995.
42
El autor alude al cantautor argentino de la década de los años treinta, Enrique Santos Discépolo, cuyo famoso
tango “Cambalache”, critica la hispocresía, perversidad y falta de valores del mundo moderno al que describía
diciendo “Que el mundo fue y será una porquería ya lo se; en el quinientos diez y en el dos mil también!”.
Una de sus estrofas se mofa del democratismo que todo lo mezcla,“llorando la Biblia junto a un calefón”.
Discépolo fue un precursor de las canciones de protesta.

43
Pues, Wagner no es ni fácil ni simple. En verdad, lo debemos decir y lo hacemos sin
temor: Wagner es solo para minorías. Casi diría que sólo es para elites, pues resulta
demasiado valioso y profundo. Y como todo aquello que es valioso y profundo, no
resulta ni fácil ni simple. Wagner requiere - mejor dicho, exige - un gran esfuerzo por
parte de quienes deseen apreciarlo y comprenderlo. Y también un esfuerzo enorme y a
veces casi sobrehumano para los artistas que se proponen interpretarlo.
Los que hacen ese gran esfuerzo de compenetrarse con su música, de estudiar sus
libretos para luego correlacionarlos en la interacción de la multitud de leit-motivs
repetidos en distintas tonalidades, o en diversas escalas y ritmos, recién entonces podrán
apreciar estéticamente la obra wagneriana. O sea, habrán logrado penetrar en el primer
nivel de acceso a Wagner: el estético. Esfuerzo loable, por cierto, pero que sin embargo
apenas si representa un primer paso hacia este mundo mágico y profundo.
Tan sólo representa un primer paso en esta "entrada al palacio cerrado del Rey", según la
conocida obra simbólico-alquímica de Basilio Valentín. Pues, faltará entonces recorrer
sus magnas salas abovedadas y habitaciones frías y húmedas; faltará recorrer sus
escalinatas tortuosas y pasillos laberínticos. Faltará escalar sus torreones empinados, sus
terrazas y miradores vertiginosos y faltará, también, internarse en sus lúgubres sótanos y
espantosos pasadizos secretos.
Ya a mediados del siglo XIX, el propio Wagner pudo comprobar esto cuando dijo, "El
público de nuestros teatros no siente necesidad alguna de la obra de arte. Sentado
delante del escenario se quiere distraer y no concentrar. Ya las personas ávidas de
distracción sienten la necesidad de los detalles artificiales y no de la unidad artística.
Dónde nosotros ofrecíamos un todo, el público con fuerza espontánea desintegraría este
todo en partes inconexas o, en el mejor de los casos, se vería obligado a comprender
una cosa que no querría comprender, por lo cual, con toda coincidencia daría la
espalda a semejante intención artística." 43
Hoy los portales que abren el camino hacia Wagner se encuentran bloqueados. No solo
porque Wagner vaya contracorriente del espíritu nivelador hacia abajo de la
masificadora democracia universal, sino porque se opone al sentimiento anti-
aristocrático44 y anti-tradicional de la época actual. Por razones que explicaremos más
43
Acerca de la banalización en el Arte, referimos al lector al ensayo del autor, "World Government: Política y
Poder en el Siglo XXI" - Cap. VI "Acción Psicológica". Ahí nos referimos a la manera en que el "arte" se
transforma en un proceso económico cuyas "virtudes" son evaluadas según conceptos económicos, lo que
arrastra al artista (o "fabricante de arte") moderno a tener como meta excluyente la de complacer al público y
a la masa. O sea, se nivela hacia abajo en el gusto, en la calidad y en el valor artístico de toda obra ya que -
en última instancia - lo único que cuenta es el beneficio económico que la obra depara a sus productores,
autores, organizadores, y empresarios teatrales, dueños de sellos discográficos, cadenas de televisión y radio,
etc. Se generan de esta manera, corrientes artísticas que van contracorriente de todo lo que procuró lograr
Richard Wagner, por cuanto el arte de las masas, el "arte de la democracia" necesariamente tiende hacia la
disgregación, desintegración y falta de unidad como nuestras carteleras de cine, canales de televisión y teatros
populares atestiguan. El maestro diría al respecto en su “Poesia y Musica del Drama del Futuro” que "...se
ha convertido en señor del gusto artístico del público aquél que paga a los artistas, igual que como antaño les
había premiado la nobleza. Aquél que a trueque de su dinero manda hacer la obra de arte".
44
Usamos el vocablo "aristocrático" en su acepción etimológica que se enraíza en el griego arete, o sea "los
mejores". Una aristocracia bien entendida, entonces, sería un gobierno de los mejores. Hoy, en cambio,
gracias a la acción psicológica democratizante, cuando oímos hablar de aristocracia, automáticamente
pensamos en términos de poder económico. En verdad, las modernas aristocracias no son tales ya que su base
no se sustenta en los mejores sino en los mas ricos. Ello bastardiza el auténtico concepto aristocrático, lo que
las transforma en una oligarquía, que es cualquier cosa menos una aristocracia en el sentido clásico y

44
adelante, desde la caída del Tercer Reich alemán en 1945, Wagner ha sufrido amplios
ataques de determinados sectores que señalan - con razón, por cierto - que la música,
filosofía e ideario político de Richard Wagner tuvieron determinante influencia sobre la
génesis, desarrollo y orientación de la ideología nacionalsocialista, y eso desde sus
orígenes apenas finalizada la Primer Guerra Mundial. Y antes también.45
Alemania a fines del siglo XIX y principios del siglo XX vio surgir fuertes corrientes
esotéricas y racistas que luego se canalizarían en el movimiento político de Adolf Hitler.
Pero ello no se limitó tan sólo a Alemania sino que este fenómeno también afectó a
Francia, Gran Bretaña y Austria, entre otros países.
Un ejemplo de ello lo conforman los escritos de Houston Stewart Chamberlain, un
inglés que se convertiría en yerno de Wagner al casarse con su hija Isolde. Chamberlain
- a quien unían lazos familiares con quién años más tarde sería primer ministro británico
al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Sir Neville Chamberlain - escribió una obra
fundamental que pretendía dar forma al origen y futuro desarrollo del Reich germano y
que ejercería determinante influencia sobre el Kaiser Guillermo II. Esa obra, llamada
Die Grundlage des XIXte. Jahrhunderts, "Los fundamentos del Siglo XIX", plasmaba
los elementos principales de la Weltanschauung - cosmovisión - de su suegro, Richard
Wagner, para que tanto Alemania como el resto de Europa transitaran su paso hacia la
modernidad, sin por ello abandonar sus raíces milenarias y tradiciones filosóficas,

tradicional del concepto.


45
August Kubizek, amigo de la juventud de Adolf Hitler, en su relato sobre su amistad con quién luego se
convertiría en Führer alemán, menciona un notable episodio de la juventud de ambos. Una noche los dos
amigos concurrieron a la Opera de su ciudad natal de Linz en Austria para presenciar la puesta en escena de
una de las primeras óperas de Wagner, “Rienzi”. Hitler, quién tan solo contaba con quince años de edad,
quedó tan conmovido e impactado por esta obra que tras una larga y silenciosa caminata por las desiertas
calles de Linz al finalizar la obra, repentinamente al aproximarse a la montaña Kufstein, dió rienda suelta a sus
emociones, explicándole a Kubizek cómo él mismo algún día liberaría al pueblo alemán del oprobio, tal como
Rienzi procura hacer en la obra de Wagner. Kubizek señala que era tal la conmoción emocional de Hitler que
su voz se oía distinta y parecía como si otro ser lo hubiera transformado internamente. Cuando finalmente se
despidieron a la madrugada, delante de la casa de Kubizek, Hitler en lugar de dirigirse a su casa, siguió
caminando solo nuevamente en dirección a la montaña Kufstein para seguir su secreto diálogo con las
estrellas, aún profundamente conmovido. Décadas mas tarde y ya transformado en Canciller del Reich
Alemán, el propio Hitler le relataría este episodio a Winifred Wagner, nuera de Wagner, confesándole que
“fué aquella noche cuando todo comenzó”. Ver: August Kubizek, "Adolf Hitler, mi amigo de la Juventud",
Ediciones Lidiun, Bacelona, 1982. En las reuniones del Partido Nacionalsocialista de Nuremberg, Hitler
hacía que se ejecutara en las trompetas el leitmotiv de la obertura de Rienzi como toque de su propia
revolución. La partitura autógrafa de Rienzi (hoy perdida) era una de sus posesiones mas preciadas.
Resulta interesante señalar que Wagner basa su libreto de Rienzi sobre una obra del novelista inglés Edward
Bulwer-Lytton, llamada Rienzi. Bulwer-Lytton también fue el autor de una extraña novela, "The Coming
Race" - La Raza que Vendrá - que describe a una raza superior que vive en un mundo subterráneo y que es
portadora de poderes espirituales y psíquicos superiores a los de los seres humanos, y que él denomina Vril.
Bulwer-Lytton era miembro de la Societas Rosicruciana in Anglia, precursora de la más conocida Golden
Dawn in the Outer, que contaría entre sus miembros al poeta inglés, William Butler Yeats y que, a su vez,
mantendría una estrecha y poco esclarecida relación con la Thule Gesellschaft, suerte de cofradía secreta y
think-tank germano que contó entre sus miembros a Alfred Rosenberg, Rudolf Hess, Dietrich Eckart, Karl
Haushoffer y al propio Adolf Hitler. Señalamos esto, por cuanto las corrientes del esoterismo iniciático en la
Europa de los siglos XIX y XX son muy profundos y en algunos casos tienen derivaciones insólitas e
interesantes que más de uno preferiría ocultar del conocimiento público. Cabe señalar la obra particularmente
meritosa de escritores ingleses y franceses como Jean Rodin, Jean-Marie Angelbert, Trevor Ravenscroft y
otros. Para un análisis esclarecedor, recomendamos estudiar la obra del diplomático chileno, Miguel Serrano,
particularmente su trilogía “El Cordón Dorado”, “Adolf Hitler: el Último Avatara” y “Manú: por el Hombre
que Vendrá”.

45
artísticas y culturales. Chamberlain también escribiría una magnífica biografía sobre
Wagner conteniendo un análisis de su obra.
Llegamos así al punto clave en la "polémica Wagner", que se centra en la gran
admiración que Hitler, canciller del Tercer Reich, le profesaba a él y su Obra. La
influencia que Wagner ejerció sobre Hitler fue determinante en la conformación
ideológica, anímica e iniciática del futuro Führer alemán. El uso por parte del partido
nacionalsocialista como así también por el ejército ideológico de las SS - Schutz-Staffeln,
Tropas de Protección - de muchos de los símbolos de la obra wagneriana quedó
plasmada en infinidad de marchas, nombres de divisiones de combate, planes militares,
lemas, frases, anuncios musicales y en la simbología de los faustos de los Congresos
partidarios llevados a cabo en el verano en la ciudad de Nuremberg en la Franconia
bávara, cercana a Bayreuth. Pero más todavía, son las ideas filosóficas de Wagner las
que ejercieron gran influencia sobre este movimiento político del siglo XX nacido en
Alemania y que llegaría a encontrar un eco en todos los rincones del mundo, a pesar de
su breve existencia.
En el extremo de este devenir simbiótico y sincronístico, según lo explica la psicología
jungeana, la violencia apocalíptica del Ocaso de los Dioses terminó resonando y
arrasando las calles de Berlín a principios del año 1945. Hitler desaparece sin dejar
rastro alguno generando en los años de la posguerra una paranoia entre sus vencedores,
al haber elegido esta manera tan insólita de "desaparecer de la escena", igual que Wotan
en el Anillo. A lo largo de todo el Ocaso de los Dioses, última parte del Anillo, Wotan
se encuentra permanentemente presente, pero solamente en la orquesta y en el libreto, ya
que no vuelve a aparecer en escena46.
Las vueltas sutiles de la psiquis colectiva quisieron que muchos pensaran en un Hitler
prófugo, escapado de la venganza y condena de los Aliados en Nuremberg y refugiado,
quizás en Argentina o, incluso, en el polo meridional. Se hacía eco de aquella
enigmática promesa del Almirante Karl Dönitz47 de haber "hallado un paraíso terrenal
para el Führer en algún lugar inaccesible del planeta". Parecía aludir a la Antártida,
especialmente al territorio de Neuschwabenland ocupado en los años treinta por el
Tercer Reich. Los norteamericanos parecen haberse tomado en serio esta posibilidad e,
incluso, en 1947 apenas dos años de terminada la contienda, llegaron a enviar una
expedición naval militar de casi dos docenas de buques de guerra y 3.000 tropas
combatientes al continente Antártico – precisamente, al área de Neuschwabenland -,

46
Esta mutación del dios Wotan a lo largo del Anillo resulta muy interesante, por cuanto el propio Wagner se
identificaba a sí mismo con Wotan. Así, en El Oro del Rín, Wotan aparece como dios altivo, agresivo, ávido
de poder, orgulloso, terco: señor del Walhalla. En la segunda obra, La Valkiria, angustiado ya por los
nubarrones de decadencia que sobrevienen, Wotan aparece como un dios trágico, amargado y desilusionado.
A medida que avanza su propia maduración, que no es más que la alquimia interna de su alma, en la tercera
jornada Siegfried, ya Wotan no aparece siquiera como dios, sino como Wanderer – el “viajero” – que recorre
el mundo, sus montañas, bosques y praderas indagando y conversando con todos los seres. Por último en El
Ocaso de los Dioses, ya ni siquiera aprece en escena ni tampoco en el libreto, pero su presencia en la orquesta
es casi permanente a través de los Leit motiv del Walhalla y “Ocaso”.
47
Karl Dönitz era el comandante de la flota de submarinos - los famosos "lobos grises" - y formalmente Hitler lo
nombró para sucederlo tras su desaparición a principios de Mayo de 1945. Dönitz firmó la capitulación de las
tres fuerzas armadas alemanas - ejército, marina y fuerza aérea - ante los Aliados. No obstante, el Reich
alemán jamás firmó su capitulación. Luego, en octubre de 1946, Dönitz fue condenado a prisión en
Nuremberg y liberado tras cumplir una condena de diez años.

46
bajo el mando del Almirante Richard Byrd.48 No se sabe bien qué hallaron y el misterio
- y la paranoia - aún persisten, quizás porque algunos intuyen que haciendo un paralelo
entre las Weltanschauung de Wagner y Hitler, bien podría ser que el holocausto del
Ocaso de los Dioses tenga algún paralelo con la catástrofe caída sobre Alemania en
1945. Y siguiendo la misma lógica de este devenir, ahora solo faltaría aguardar el arribo
de Parsifal, el Avatara de la nueva Edad de Oro.
Los indicios están por doquier. El inminente fin de todo el sistema ya se palpa “en el
aire” y en todo el mundo se ha vuelto pesado; casi irrespirable. Restaría saber cuál será
la tonalidad - la música arquetípica, por así decirlo - del Avatara cuya llegada el mundo
aguarda. Este fuerte enlazamiento entre la obra wagneriana y los orígenes y
desarrollo del nacionalsocialismo alemán hicieron que a Wagner se lo tachara de “nazi”
con toda la carga peyorativa que este vocablo ha adquirido tras casi sesenta años de
acción psicológica llevada a cabo a nivel planetario por el conjunto de fuerzas políticas
opuestas al derrotado régimen alemán, que fuera vencido militarmente en 1945.
De esta manera, la mayor parte de las personas que han logrado apreciar estéticamente
las obras de Wagner automáticamente se frena ante lo que conforma una verdadera valla
ideológica y psicológica49, cuando pretenden internarse en el significado más profundo
de sus obras. Ello obliga a toda persona formada en el ideario democrático, a recurrir
indefectiblemente a aquello de que “para apreciar a Wagner el artista resulta necesario
ignorar a Wagner el hombre, sus escritos y su ideología”. A nuestro criterio, ello
conforma una actitud hipócrita y cobarde, pues no es posible “ignorarlo a Wagner”, ya
que todo su ideario está plasmado en cada una de sus partituras y escritos, y en especial
en el Anillo del Nibelungo y Parsifal.
Invitamos, entonces, al lector a internarse en estos otros niveles interpretativos que se
ubican detrás de lo meramente estético de la obra wagneriana en general y del Anillo del
Nibelungo, en particular. Proponemos abordar este estudio en cuatro niveles
principales, con sus respectivos ámbitos de interpretación:

• el político,
• el psicológico,
• el iniciático,
48
Muy extrañas fueron las declaraciones del Alte. Byrd recogidas por el diario “El Mercurio” de Santiago de
Chile del 5 de marzo de 1947, al advertir que “la mayor amenaza sobre las fronteras de Estados Unidos”
provenía precisamente de la Antártida…
49
Posiblemente, esto resulte así por cuanto se suelen aceptar sin un análisis crítico y objetivo las pautas
intelectuales, y aún emocionales, que han sido impuestas por los Aliados vencedores en la Segunda Guerra
Mundial. Así, tras décadas de brindarnos una visión unilateral y subjetiva de la historia moderna, aunada a
claros ejercicios de propaganda política, se ha logrado - aún entre pueblos como el nuestro que ni siquiera
participaron en dicha guerra - que la mayoría de las personas terminara por adoptar a los enemigos de aquellos
Aliados como si fueran sus propios enemigos. Ello es triste por cuanto se pasa por alto e ignoran concretos
intereses económicos, políticos y geoestratégicos de aquellos Aliados en su guerra contra Alemania, el Japón e
Italia, y se ignoran y "desenfatizan" los horrendos crimenes contra la humanidad que esos mismos Aliados
tambien perpetraron no solo contra Alemania, Japón e Italia durante la Segunda Guerra Mundial, sino luego
en Corea, Indochina, el Medio Oriente, Europa Central, Centro América, Africa y en nuestros días en
Afganistán, Iraq y Palestina. El planeta ha estado permanentemente en guerra desde 1945 en adelante con
unos 80 millones de muertos (según calcula Zbigniew Brzezinski). Según la Carnegie Commission on
Preventing Deadly Conflict, más de 4.000.000 de personas murieron en conflictos violentos entre 1989 y 1996
(ver Foreign Affairs, Sept/Oct 1997).

47
• el profético.

Los describiremos en ese orden, conscientes de que cada uno resulta más profundo que
el que le antecede y, por ende, cada uno resulta más sutil y complejo de interpretar.
Nuestro objetivo, sin embargo, solo pretende señalar aspectos que no suelen
identificarse ni, mucho menos, conocerse respecto de la obra de Wagner. De ninguna
manera presumimos abarcar la totalidad de este apasionante tema, ni tampoco haber
identificado todos los episodios y símbolos incorporados y escondidos por Wagner en su
obra.
En toda la medida de los posible, hemos procurado referenciar fuentes verificables que
nos conducen a las distintas interpretaciones aquí descriptas. No obstante ello,
aclaramos que el simbolismo wagneriano suele ser sutil y, en la mayoría de los casos a
los que nos referimos, es presentado sólo implícitamente por Wagner, por lo que muchas
de estas interpretaciones corren por cuenta del autor. Lo decimos claramente, pues de
ninguna manera pretendemos “poner palabras en boca del Maestro”.

48
Cap. III - Consideraciones políticas -
"Habt Acht! Uns dräuen üble Streich: -
zerfäll erst deutsches Volk und Reich,
in falscher welscher Majestät,
kein Fürst bald mehr sein Volk versteht,
und welschen Dunst mit welschen Tand,
sie pflanzen uns in deutsches Land;
was deutsch und echt, wüsst keiner mehr,
lebt´s nich in deutscher Meister Ehr.
Drum sag ich Euch: ehrt Eure deutschen Meister!
Dann bannt Ihr gute Geister; und gebt
Ihr ihrem Wirken Gunst, zerging in Dunst
das heil'ge röm'sche Reich, uns
bliebe gleich die heil´ge deutsche Kunst!"
- Richard Wagner, "Los Maestros Cantores de Nürnberg",
Acto III, Esc. final - 50

Antisemitismo
Diversos estudiosos y biógrafos han acusado a Richard Wagner de racista; también se lo
ha tachado de antisemita. Otros han preferido resaltar más bien sus cualidades
universales, procurando excusar ciertos aspectos dudosos de sus obras según el
dogmatismo liberal, como si se tratara de meros deslices sin real importancia. En
realidad, para una correcta comprensión de la ideología e idiosincrasia de Wagner cabe
señalar que son los primeros los que están en lo correcto: Wagner era racista y
antisemita.
Sin embargo, resulta preciso insertar cualquier interpretación de esta naturaleza dentro
de los cánones y criterios de su época. Recordemos que por aquél entonces, la creciente
influencia y accionar del pueblo judío en distintos escenarios políticos y
socioeconómicos era cuestionado en amplios círculos intelectuales, culturales y
políticos, tanto en Europa como en el resto del mundo. El siglo XIX encuentra a las
comunidades judías europeas aún sin poder disfrutar de la amplísima y excepcional
emancipación social de la que hoy, a más de un siglo desde la muerte de Wagner,
disfrutan en todo el planeta.
Como lo explica el historiador alemán, Ernst Nolte, entre las clases dirigentes y la

50
"Alerta! El mal nos amenaza: si el pueblo y reino alemán algún día cayeran bajo dictados falsos y extranjeros,
prontamente ningún Príncipe podrá entender a su propio pueblo. Entonces sembrarán en nuestro suelo
alemán, mistificaciones foráneas y vanidades extranjeras. Todo lo que es alemán y auténtico, ya nadie lo
reconocerá, si no viviera en el honor de los maestros alemanes. Por eso, os digo: ¡honrad a vuestros maestros
alemanes! De esa forma defenderéis los buenos espíritus! Y si ayudáis su misión, entonces aunque el Sacro
Imperio Romano se disuelva en polvo, para nosotros perdurará por siempre el sagrado arte alemán!" Estas
estrofas las canta Hans Sachs a final del último acto de Los Maestros Cantores de Nürnberg, ante todo el
pueblo reunido para participar del concurso de canto que acaba de ganar el caballero, Walter von Stolzing,
cuyo premio es la mano de Eva Pogner, la mas bella muchacha de la ciudad e hija de un maestro cantor.
El pueblo de Nuremberg repite esas últimas estrofas, tras las cuales explota en alabanzas a Sachs y a la ciudad
de Nuremberg, entre "Heils!" y cantos de alegría. La insinuación de este monólogo es claramente
antifrancesa y fue compuesta en 1868, apenas dos años antes de la Guerra Franco-Prusiana en la que el
canciller Otto von Bismarck lograría una decisiva victoria sobre Napoleón III, en la batalla de Sedán, Francia
en 1870, dando así nacimiento al Segundo Reich e instaurando la dinastía monárquica de los Hohenzollern,
con la coronación del Kaiser Guillermo I.

49
mentalidad popular del siglo pasado prevaleció la convicción que atribuyó ". …A los
judíos un papel básico dentro del sistema monetario; les reprocha su exigencia de una
revolución y, como hicieran los liberales, los define como rígidos e incapaces de
cambiar. Esta rigidez no es considerada simplemente como una característica de los
judíos ortodoxos, sino como característica racial, más allá de las contingencias
históricas."51 Wagner estuvo imbuido de estas corrientes de opinión imperantes desde
siglos atrás y las reflejó en varias de sus óperas en forma indirecta. A su vez, en algunos
de sus ensayos y escritos, se manifestó de manera mucho más explícita como es el caso
del notorio escrito “El Judaísmo en la Música”.52
Pero con el correr del siglo pasado y particularmente como consecuencia del
surgimiento y la posterior catastrófica caída del nacionalsocialismo alemán, toda
corriente racista y antisemita son duramente combatidas. Ya hoy han quedado
colocadas totalmente fuera de la respetabilidad aceptada del unique pensée universal.
Incluso su propio bisnieto, Gottfried Wagner, en un libro de reciente publicación en
Alemania, llamado “Quién no aúlla con el Lobo”, declara muy duramente que quién
pretenda decir que su ilustre bisabuelo se alejó del antisemitismo no conforma más que
una “falsificación de la historia”. 53
En su época, las corrientes racistas unidas a otras de corte místicas crecían
poderosamente entre muchos pueblos europeos, particularmente en las regiones eslavas
y germánicas, habiendo éstas ejercido decidida influencia sobre Wagner. En verdad, en
aquellos años de la segunda mitad del siglo XIX el fenómeno del antisemitismo no se
centraba tanto en Alemania sino más bien en otras naciones europeas, ya que el
“Canciller de Hierro” Otto von Bismarck, había otorgado a la comunidad judía en
Alemania mayores derechos de los que gozaban en otros países de Europa.
En aquél entonces, eran Francia con su notorio affair del Capitán Dreyfus; Polonia; la
Rusia de los Zares con "pogroms";54 Rumania y Bulgaria, dónde la resistencia a los
judíos con sus consecuentes persecuciones más arreciaban. Mucho más, por cierto, que
en la más evolucionada y cosmopolita Alemania de fines de siglo.
Aquellos también eran los años en que el Barón Maurice de Hirsch y la familia dinástica
de los Rothschild, a través de la Jewish Agency en Londres, financiaban el éxodo de
grandes contingentes de judíos desde Europa Central hacia América - Estados Unidos y
la Argentina, por ejemplo - para salvarlos de esos “pogroms” antisemitas55.
51
Ernst Nolte, Después del Comunismo, Editorial Ariel, Buenos Aires, 1995, pág. 88.
52
Publicado en 1850 para el periódico Neue Zeitschrift für Musik, bajo el pseudónimo "K. Freigedank", (lo que
se traduce como “K. Pensamiento Libre”), mientras componía la partitura del Anillo.
53
Ver “Revista Dominical de La Nación”, Buenos Aires, 06-Abr-97, artículo “El Controvertido Wagner” pág.
87.
54
La palabra "pogrom" utilizada para describir las insensatas persecusiones en las barriadas judías, es de origen
ruso.
55
En realidad, el propio vocablo "antisemita" que muchos aplican contra Richard Wagner, se presta a muchas y
peligrosas confusiones y ha ayudado poco a esclarecer la problemática del pueblo judío en tiempos modernos,
sino todo lo contrario. Es preciso señalar que semitas son, según la Biblia, los hijos de Sem, lo que incluye a
israelitas y árabes por igual. Si por “semitas” nos referimos a un tipo étnico mediterráneo cuyos rasgos son
aquellos de los pueblos "medio-orientales", entonces rápidamente comprobamos que la mayor parte del
pueblo judío - tanto dentro como fuera de Israel - particularmente los Ashkenazim oriundos de Polonia,
Alemania, Rusia o Francia prácticamente no tiene sangre "semita" alguna. A modo de ejemplo, el asesinado
primer ministro israelí, Yitzak Rabin, el ex-primer ministro Benjamín Netanyahu y el actual primer ministro
Ariel Sharon, conforman claros ejemplos de hombres sin características semíticas.

50
Muchos autores modernos, especialmente desde fines de la Segunda Guerra Mundial,
atribuyen a la obra wagneriana una no despreciable cuota de responsabilidad en el
surgimiento de las corrientes y eventos políticos que tuvieron dramático desarrollo en
Alemania, décadas después de la muerte de Wagner, acaecida – vale recordarlo - en
1883, casi cincuenta años antes del acceso de Hitler al poder. Escribiendo sobre la
puesta en escena del Anillo en diversos teatros del mundo, el periodista estadounidense
Scott Sullivan, no pudo dejar de hacer el, por cierto, muy trillado comentario de que
muchos estudiosos y críticos consideran a la gigantesca opera [el Anillo] como
fundamentalmente antisemítica; ellos declaran que inspiró al nazismo de Adolf Hitler,
causó la Segunda Guerra Mundial y, en última instancia, el holocausto.”56.
Simplificación rayano en lo absurdo.
Wagner, como muchos en Europa y en América durante el siglo XIX y principios del
siglo XX, veía en la comunidad judía una fuente de disolución social y decadencia en las
costumbres y en las artes. El gigantesco poderío económico y político amasado por los
Rothschild, los Warburg y los Hirsch en toda Europa, como así también los Schiff y
Belmont en América, adquiría creciente relieve en círculos intelectuales y culturales,
muchos de los cuales rechazaban el cosmopolitanismo y liberalismo que generaban y
propagaban. Al capitalismo se lo identificaba crecientemente con los paradigmas,
técnicas financieras y ciertas prácticas tradicionalmente asociadas al pueblo judío (la
usura, por ejemplo), mientras que en el otro extremo - y aquí yace lo que muchos
comprobaban con desazón y cierta sorpresa - los movimientos anarquistas y marxistas
que entonces se encontraban en pleno y violento crecimiento también solían estar
capitaneados por miembros de esa misma comunidad.57
Europa transitaba por profundos cambios que no permitían divisar con facilidad cuál
sería su futuro y el desenlace de sus profundos conflictos políticos, culturales y sociales.

En verdad, el abuso del vocablo "semita" y su corolario de "antisemita" lo heredamos del estudioso francés
Conde de Gobineau - amigo de Richard Wagner y autor de la conocida obra "Investigación sobre la
Desigualdad entre las Razas Humanas" -, en la que identificaba a las razas "semitas" y "arias". En realidad,
esta descripción de Gobineau resulta errónea, por cuanto ambos conceptos – “semita” y “ario” – son más bien
lingüísticos y no étnicos, ni mucho menos raciales.
A raíz de este desconocimiento y confusión, hoy se habla de "antisemitismo" únicamente en relación al pueblo
judío a pesar de que buena parte de ese pueblo tenga poca sangre "semítica"; mientras que, por una cuestión
de las vueltas de la moderna acción psicológica, no se utiliza el vocablo “antisemitismo” para describir las
persecusiones que actualmente perpetra el Estado de Israel contra un pueblo auténticamente semítico como lo
es el Palestino. Ello al menos tendría mayor verosimilitud.
El uso y abuso del vocablo "antisemitismo" y "antisemita", entonces, suele enmascarar un problema mucho
mas complejo que es el del "sionismo y antisionismo", que se refiere no tanto a una oposición al pueblo Judío
en sí, ni mucho menos a sus creencias religiosas, sino más bien conforma un claro cuestionamiento y
oposición al movimiento político-militar sionista fundado por Teodoro Herzl, que sustenta la política exterior
altamente agresiva del Estado de Israel y que tiene decisiva influencia dentro del gobierno estadounidense
como lo demuestra la política exterior del gobierno de George W. Bush. Sus raíces intelectuales milenarias
cobraron forma política en la época en que vivía Wagner y ya en nuestro siglo conformaron diversas
organizaciones - algunas de las cuales han ejercido y ejercen terrorismo, tanto clandestino como de estado -
habiendo desatado gran violencia en el Medio Oriente y otras regiones, a lo largo del siglo veinte. Si el
vocablo “antisemitismo” define toda oposición, ataque o acción contra los intereses y objetivos judíos,
entonces resulta elocuente constatar que hoy no exista ningún vocablo que defina la oposición, ataque o
acciones de los judíos e israelitas contra diversos pueblos en distintos rincones del planeta.
56
Ver Artículo “Lord of the Ring” - Newsweek, 25-Sept-1995., págs. 54 y 55
57
Verificado en aquella época en jefes bolcheviques y guerrilleros como Trotzky y Kamenyev en Rusia, Bela
Kuhn en Hungría, Karl Liebknecht, Rosa Luxembourg y Kurt Eisner en Alemania y muchos otros.

51
Así, y como suele ocurrir en tiempos de difíciles cambios, cobraban fuerza ciertas
teorías relativamente simplistas que pretendían explicarlo todo en términos de causas
fáciles de comprender e identificar, pasibles de ser aplicadas a los más complejos
problemas político-sociales.58 Se trata de ciertas teorías conspirativas reduccionistas
que, aún reflejando hechos reales, perdían sin embargo seriedad al aplicárselas en forma
casi dogmática para interpretar y explicar procesos históricos, políticos y sociales harto
complejos.
Esto es tan cierto respecto de ciertos fundamentalistas que pretenden explicarlo todo
según supuestos complots judíos, como de quienes saliendo en su defensa con idéntico
fanatismo, no permiten ningún análisis político serio, ni ninguna investigación o
revisionismo histórico, o pensamiento independiente respecto de la problemática - única
y real - del insólito encumbramiento económico, político y social de una
desproporcionada gran cantidad de miembros de la comunidad judía en todos los países
del mundo.
Haciendo alarde de un auténtico terrorismo intelectual, se declara tabú y de crimen de
lesa humanidad, todo intento de análisis serio respecto de esta complejísima temática.
Tan compleja, por cierto, que - más allá de las opiniones o ideas que cada cuál pueda
tener - si hay algo que puede decirse sin temor a equivocarse, es que sus agudos
conflictos no pueden reducirse a una lucha entre contrincantes, los unos como “buenos”
y los otros como “malos”, según nos tienen acostumbrados las películas de Hollywood y
series televisivas norteamericanas cuya interesada prédica termina infiltrándose en las
universidades y en los libros de historia y política contemporáneas.
De manera que desde fines de la Segunda Guerra Mundial, el problema de Wagner y su
relación con el antisemitismo ha llevado a una suerte de paranoia con picos de auténtica
persecución intelectual. Un ejemplo lo hallamos en la decisión del director de orquesta
argentino-israelí, Daniel Baremboim, de dedicar los Festtage (Festivales) de Berlín para
los años 1998 y 1999, a la obra de Wagner, en cuya oportunidad se refirió al Maestro
como un “alemán puro”. Este término inmediatamente motivó una airada explicación
por parte del director artístico de la Berliner Staatsoper, quién sintió la obligación de
aclarar públicamente que el hecho de que Wagner fuese el compositor preferido de
Adolf Hitler no quitaba que también fuese considerado como la expresión de una “sana
cultura nacional, que no debe confundirse con un nacionalismo cerrado”59
Así, Wagner ha quedado indisolublemente identificado con el nacionalismo alemán, el
racismo y el antisemitismo, todos conceptos que tras más de cincuenta años de
historiografía y acción psicológica del conjunto de países e intereses que derrotaron
militarmente al nacionalsocialismo germano, hoy gozan de una francamente mala -
pésima, debiéramos decir - imagen. Lejos de esquivar este ríspido tema, abarquémoslo
y veamos cuanto hay de cierto en estas acusaciones contra Richard Wagner.

58
Teodor Herzl, en su obra fundacional del sionismo "Der Judenstaat" (El Estado Judío), 9a. edición, Jüdischer
Verlag, Berlín, 1937, hablando de la influencia del pueblo judío en el mundo político del siglo XIX decía:
"Cuando nos hundimos en el proletariado nos transformamos en los suboficiales de todos los partidos
revolucionarios, mientras que hacia arriba crece nuestro terrible poder del dinero.". Pag. 30.
59
Ver “Revista Dominical de La Nación”, Buenos Aires, 06-Abr-97, artículo “El Controvertido Wagner” pág.
87.

52
Racismo
En el Anillo del Nibelungo, queda claramente plasmado que la raza de los Nibelungos,
adoradora del oro y del poder material que representa, actúa como un agente disolvente
dentro de un orden cósmico y social. Por un lado, los Nibelungos se muestran
burdamente avaros, mentirosos, malhechos, e hipócritas: el Nibelungo Mime, por
ejemplo. Pero por el otro, vemos como detrás de ellos se mueve algo mucho más
terrible, maligno y siniestro, lo que queda plasmado en la figura de su hermano,
Alberich, que a lo largo de toda la obra pone de manifiesto un aterrador odio racial y
generacional contra los luminosos dioses, los héroes y todo lo bello y solar.
Alberich solo parece albergar en su pecho, deseos orgiásticos de poderío, simbolizados
por el anillo que forjara del oro robado a las ondinas del Rín y que luego él mismo
maldijo. Los Nibelungos, incluso, simbolizan el proceso a través del cual algo de
máxima pureza - el oro extraído del lecho del Rín - se torna en algo monstruoso, maldito
y sucio cuando pasa por sus impuras manos. Esta implícita intencionalidad social y
política de Wagner cobra claridad, según lo explica el escritor inglés Paul Lawrence
Rose, cuando señala que "la naturaleza revolucionaria del ciclo del Anillo ha sido
aceptada desde hace mucho tiempo. Lo que no ha sido tan fácilmente aceptado, sin
embargo, es que, ipso facto, estas óperas resultan profundamente antisemíticas. Una
razón por la que el antisemitismo de estas óperas ha sido negado es porque Wagner no
identifica específicamente a ninguno de sus personajes como judíos. En rigor de
verdad, ningún personaje judío aparece en ninguna de sus óperas. Sin embargo, dentro
del contexto del pensamiento revolucionario alemán del siglo XIX, cualquier alegoría
del capitalismo necesariamente implica el antagonismo hacia el Judaísmo, como
representante tanto del espíritu como de la práctica del capitalismo burgués moderno.
Este sub-texto relacionado al judaísmo era evidente al público alemán de la época y no
existía ninguna necesidad de expresarlo abiertamente.60
Según Rose, el escritor inglés, Theodore Adorno, refiriéndose a los personajes de Mime
y Alberich, tal como aparecen en la ópera Siegfried, la tercer jornada del Anillo, va más
lejos al decir que "....Mime, hermano de Alberich representa un tipo distinto de judío
(Adorno lo denomina un 'judío del ghetto’, en contraste con Alberich que es un 'judío de
la bolsa de valores'). Malformado, torcido, con ojos llorosos....Mime puede aparecer en
la superficie como menos peligroso que su hermano, pero Wagner enfatiza que no lo es"
61

El primero en comprender ésto es Wotan quién, tras derrotar momentáneamente a


Alberich, sabe que está vencido mas no aniquilado. Alberich recobrará sus fuerzas y
reunirá a una horda infernal y nocturna con la que planea tomar por asalto al Walhalle -
Olimpo divino - y atacar a la raza de los dioses. De manera que nace en Wotan la idea
revolucionaria de engendrar una raza de héroes a la que dará libre albedrío: los Velsas,
representados por una pareja de gemelos, Siegmund y Sieglinde62 y por el fruto de esa
60
ver Rose, op cit. , pag. 68 y 69
61
ver Rose, op cit. , pag. 71
62
Hermanos mellizos que simbolizan la pureza racial, tal como lo declama Siegmund al final del Primer Acto de
La Valkiria cuando su hermana en el frenesí del amor, le anuncia que al liberar la espada, Nothung, hundida
en el tronco de un fresno, ha conquistado a su propia hermana, a lo que Siegmund responde, “Novia y
hermana serás para tu hermano; pues entonces, ¡que florezca la sangre de los Velsas!”.

53
unión, habrá de nacer el Héroe por excelencia, el "tesoro del mundo": Siegfried.
La manera en que se describen estas tipologías encontraría fácilmente su lugar entre las
teorías racistas de muchos movimientos Europeos y ciertamente dentro del
nacionalsocialista alemán. La exaltación de la sangre y la pureza racial resultan ser dos
constantes a lo largo de todo el ciclo del Anillo. Pero, más importante aún, Wagner
enfatiza no tan solo las diferencias físicas que caracterizan a las distintas razas humanas
que aparecen en sus obras, sino más bien - y mucho más importante - las diferencias
psicológicas y anímicas que motivan e inspiran el accionar de estas diferentes tipologías
humanas.
Wagner no es un darwinista y seguramente intuyó que no resulta simple identificar esas
elusivas y supuestas "razas humanas", fuera de los grandes grupos humanos que aún hoy
describimos como “razas” blanca, amarilla y negra. Hablar de raza para distinguir a
alguna familia de poblaciones caucásicas de otras, implica incursionar en un ámbito de
clara imprecisión. Wagner subraya algo que resulta verificable a través de todos los
tiempos y en todos los lugares, que son las diferencias psicológicas que las distintas
estirpes y razas humanas ponen de manifiesto, a sabiendas de que ello va a
contracorriente del demoliberalismo y humanismo universalista que, ya en su época,
comenzaba a consolidarse.
O sea, Wagner nos señala que un héroe Velsa no solo piensa de manera totalmente
diferente a un enano Nibelungo, sino – mucho más importante - que también siente al
mundo de manera diametralmente opuesta a aquél. Que el oro para una ondina del Rín
o para Siegfried tenga un valor sagrado como símbolo portador de una realidad
trascendente y divina, mientras que ese mismo elemento metálico para un Nibelungo se
transforma en un instrumento de dominio terrenal es un ejemplo de lo que decimos.
Simétricamente, el Amor para los Velsas es un amor generoso, apasionado, espiritual y
heroico, mientras que para un Nibelungo como Alberich o un primitivo gigante como
Fafner, el amor es una mera fuente de placer físico.
Años más tarde, Carl Jung daría forma a este concepto desarrollando la teoría del
inconsciente colectivo que conforma uno de los pilares de su escuela de psicología y que
a principios del siglo XX también le valió ser acusado de “antisemitismo”. Al respecto,
Jung señalaba que resulta "un error enteramente imperdonable considerar de validez
general los resultados de una psicología judía. Por cierto, a nadie se le ocurriría
suponer válida para nosotros la psicología india o china. El fácil reproche de
antisemitismo que se me ha hecho a causa de esta crítica es tan poco inteligente como si
se me acusara de un prejuicio antichino. Seguramente, en un estrato más antiguo y
profundo del desarrollo psíquico, dónde es aún imposible encontrar una diferencia
entre las mentalidades aria, semítica, camítica y mongólica, todas las razas humanas
tienen una psique colectiva. Pero al establecerse la diferenciación racial surgen
también diferencias esenciales en la psique colectiva. Por esta razón, no podemos
trasplantar globalmente el espíritu de razas extrañas a nuestra mentalidad sin
perjudicarla sensiblemente, lo que sin embargo no impide a tantas naturalezas de
instinto débil afectar asimilarse la filosofía india y otras semejantes".63
63
Ver: Carl G Jung, "Las Relaciones entre el Yo y el Inconsciente", Editorial Paidós, Buenos Aires / Barcelona,
1993, pag. 43, nota 9.

54
Nacionalismo
Recordamos al lector que en su madurez, Wagner vivió en una época signada por el
dramático auge del nacionalismo germano que desembocaría con la creación del
Segundo Reich del Canciller Otto von Bismarck, tras la derrota en 1870 de los franceses
en la Guerra Franco-Prusiana. Este desenlace condujo al nacimiento de la dinastía
alemana de los Hohenzollern y la coronación del Kaiser Guillermo I. Pocos años antes,
Wagner compuso otra obra cargada de fuertes rasgos nacionalistas, que muchos dolores
de cabeza habría de traer y que conforma una apasionada alabanza al arte y tradición
germanas: Los Maestros Cantores de Nuremberg. Ubiquémonos en el tiempo, en el
sentido de que Alemania – al igual que Italia – sólo muy tardíamente logró estructurar
un Estado-nación soberano en momentos en que Francia, España, Portugal, Rusia e
Inglaterra hacía siglos que habían forjado sus propios Estados. Hasta entonces,
Alemania era un rompecabezas de literalmente cientos de principados, ducados, reinos y
protectorados. El nacionalismo pangermánico forjaría ese Segundo Reich alemán que
entraría en franca competencia con Inglaterra y Francia tanto en Europa como en el
mundo. Cuando el sucesor del Kaiser Guillermo I, el torpe y soberbio Guillermo II
anunció a principios del siglo XX que construiría un ferrocarril entre Berlín y Bagdad
que representaría una ventaja geopolítica y geoestratégica alemana sobre Inglaterra y
Francia, su destino quedó sellado y la primera guerra mundial con su trágico desenlace
serían cuestión de tiempo.
Resulta importante señalar que en el tercer acto de Los Maestros Cantores de Nürnberg,
aparece en escena el pueblo de Nuremberg: sus corporaciones gremiales, sus maestros
cantores, sus aprendices, autoridades, hombres, mujeres y jóvenes. La acción se
desarrolla el 24 de junio, Día de San Juan Bautista, coincidente con la celebración del
solsticio de verano en el hemisferio septentrional, en una soleada pradera cercana a la
bella ciudad dónde el pueblo se da cita para cantar, bailar y presenciar el gran concurso
de canto organizado por sus maestros cantores. En él, un noble caballero, Walter von
Stolzing, pretende ganar la mano de Eva, la más bella doncella de la ciudad e hija del
jefe de los maestros.
En realidad, el verdadero héroe de la ópera es un maduro maestro cantor – filósofo,
poeta de alma, y zapatero de oficio - Hans Sachs. El último acto de los Maestros
Cantores finaliza con una apoteótica arenga en favor del arte, la cultura y la
nacionalidad alemanas, entre vítores y "Heils!" del pueblo. Tan impactante resulta esta
obra, que Adolf Hitler luego la adoptaría como modelo para la organización de los
congresos del Partido Nacionalsocialista Alemán, que se realizaban todos los veranos en
la ciudad de Nuremberg y que, con la llegada del nacionalsocialismo al poder en 1933,
cobraron creciente intensidad, dramatismo y fuerza hasta que se desatara la Segunda
Guerra Mundial64. Pretendía Hitler revivir en sus congresos partidarios a pleno sol
64
La cineasta alemana, Leni Riefenstahl, amiga de Hitler, produjo por encargo del Partido Nacionalsocialista, un
largometraje del Congreso Partidario de 1934 llamado "El Triunfo de la Voluntad", de una fuerza arrolladora
e impactante. Tras la guerra, Riefenstahl sería juzgada y castigada por las fuerzas Aliadas por haber realizado
esta obra. La misma incluye selecciones de Los Maestros Cantores, y la marcha de ingreso de los estandartes
y banderas a la gran Sala de los Congresos al son de 3 leitmotivs wagnerianos: el llamado del bosque de
Siegfried, la Espada y "Siegfried". Riefenstahl que aun vive y tiene más de noventa años también produjo una

55
estival, la alegría, fuerza y orgullo nacional plasmados por Wagner en esta ópera. Así,
gracias a Wagner la bellísima ciudad gótica de Nuremberg se transformó en la Meca del
nacionalsocialismo y en un auténtico mito, operando como un fuerte imán sobre la
psicología colectiva de los alemanes y de buena parte de Europa.
No en vano, una vez concluida la guerra y derrotada Alemania, las cuatro democracias
aliadas - Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra y Francia - llevarían a cabo
precisamente en Nuremberg, el juzgamiento de los altos jerarcas alemanes capturados,
transformando así a esa ciudad en un símbolo de oprobio y de la derrota total del odiado
régimen. Símbolo éste que mantienen avivado hasta nuestros días.
Cabe agregar que la polarizacion ideológica que caracterizó al régimen
nacionalsocialista alemán lo convirtió a Wagner en un héroe cultural, junto a genios de
la talla de Goethe, Beethoven, Bruckner, Richard Strauss65, el escultor Arno Breker y los
directores de orquesta, Karl Böhm, Wilhelm Furtwängler, Clemens Krauss y Hans
Knappertsbusch. Tristemente, esta realidad tiene también otra cara - oscura por cierto -
ya que en esos años se condenaban al ostracismo las obras de músicos judíos como Felix
Mendelsohn-Batholdy66 y Gustav Mahler. También se produjeron excesos como la
conocida y trillada quema de libros, que incluyó las obras de Einstein y Freud, lo que
señala una vez más que las mayorías suelen simplificar ad absurdum problemas harto
complejos, y obrar de manera irracional.
Por más que la historiografía oficial impuesta por los Aliados vencedores en la Segunda
Guerra Mundial lo soslaye, el dogma democrático también pervadía en alguna medida al
nacionalsocialismo, que llegó al poder gracias a haber logrado una amplia mayoría
electoral en las recurrentes elecciones que tuvieron lugar durante la democrática
República de Weimar de los años veinte y principios de los treinta.
Cabe agregar, sin embargo, que este fenómeno de la politización de la cultura no sólo lo
podemos comprobar en la Alemania de los años treinta, por cuanto aún hoy en día se
producen hechos aberrantes similares a éstos. El Estado de Israel, por ejemplo, prohibe
ejecutar cualquier obra de Wagner en público, como así tampoco permite su transmisión
por radio y televisión. Cuando a principios de los años ochenta el famoso director hindú
Zubin Mehta, quiso incluir la obertura de “Tristán e Isolde” en el programa de un
concierto de la Orquesta Filarmónica Israelí en Jerusalén, su ejecución fue interrumpida
por grupos de fanáticos judíos de la derecha fundamentalista y ortodoxa, que, aún hoy,
no toleraron que resuenen los sones wagnerianos en la democrática Israel. Años más
espléndida documental sobre los Juegos Olímpicos de 1936 cuyas fanfarrias musicales fueron compuestas
especialmente para estos fastos por el gran compositor Richard Strauss. Hace pocos años, la actriz y
productora estadounidense anunció que rodaría una película sobre la vida de Leni Riefenstahl mas debió
abandonar su proyecto artístico ante las iras e inmensas presiones de quienes verdaderamente mandan en
Hollywood.
65
Richard Strauss, uno de los auténticos herederos de la tradición musical wagneriana y creador de bellos
poemas sinfónicos como “Así Hablaba Zarathustra”, “Don Juan” y “Vida de Héroe” y de operas como “El
Caballero de la Rosa”, “Elektra”, "Arabella", "La Mujer sin Sombra" y “Salomé” se desempeñaría como
Presidente de la Cámara del Reich para la Música bajo el Ministro de Propaganda y Esclarecimiento Popular,
Dr. Joseph Goebbels, durante los primeros años del régimen. Moriría pocos años después de la Guerra, en
1949.
66
Mendelsohn, creador de la música incidental para “Sueño de una Noche de Verano”, de la bella obertura de la
“Gruta de Fingal” y de su Sinfonía “Italiana”, ayudó a rescatar la inmensa obra de Johann Sebastian Bach en
el siglo pasado. Wagner tendría una deuda musical con Bach y hasta resulta posible rastrear algunos
compases del leit-motiv de los “maestros cantores” en una de sus grandes Preludios y Fuga para órgano.

56
tarde, algo parecido le ocurriría al director argentino-israelí Daniel Baremboim.
Resulta interesante señalar, sin embargo, que no son pocos los judíos que brindaron
importantes servicios a la obra wagneriana. Desde Hermann Levi, director judío que
ejecutó la primera puesta en escena de Parsifal en Bayreuth en 1882, pasando por
numerosos excelentes directores wagnerianos como el alemán Otto Klemperer, el
húngaro Georg Solti y en nuestros días, el estadounidense, James Levine. Hoy Levine
es uno de los principales directores wagnerianos, cuyas versiones en la Metropolitan
Opera House de Nueva York se cuentan entre las mejores.

Crítica al capitalismo y a los movimientos masificadores


Como mencionáramos, el Anillo ha sido objeto de interpretaciones altamente politizadas
como ocurrió con la puesta en escena realizada en el Teatro de los Festivales de
Bayreuth de 1976, según la regie del francés Patrick Chéreau, con su visión marxista de
la obra wagneriana.
Nadie duda que el Anillo puede interpretarse como una suerte de crítica al capitalismo
financiero del siglo XIX que hoy tan solo ha moderado algunas de sus facetas sociales
mientras que ha crecido hasta abarcar y dominar al planeta entero. Como lo señala el
investigador judeo-inglés, Paul Lawrence Rose en su ensayo, Wagner: Race and
Revolution, ya en su primer ópera importante, Rienzi, Wagner "anticipó aspectos de la
posterior historia - la política de masas, la propaganda, el principio del Führer
(liderazgo) - de tal manera que ha sido tachada de 'ópera fascista'. Pero como siempre
ocurre con Wagner, una ambivalencia característica complica las cosas por cuanto
Wagner incorpora en esta ópera una crítica al fenómeno revolucionario que él mismo
propone". "En Rienzi, Wagner desarrolló su tema revolucionario alrededor de la
relación entre un líder revolucionario y su pueblo. Wagner concibió a Rienzi como a un
redentor popular mesiánico....un líder carismático de una república.....él veía su ópera
como una combinación de 'pathos masivo-musical'.....en la que la política
revolucionaria se llevaría a cabo a través de la manipulación artística de las masas".67
Resulta un hecho innegable que el Anillo contiene una clara intencionalidad política que
no solo se relaciona con los eventos políticos contemporáneos en Alemania y Europa
durante la segunda mitad del siglo XIX, sino que también contiene una visión de cuál
debiera ser el sistema político que debe regir al Hombre ideal descripto por Wagner. Ya
no incursiona en aspectos teóricos sino, todo lo contrario, su mensaje se aleja de
consideraciones de doctrina - o dogma - política, para concentrarse en realidades
prácticas: la unidad de una estirpe humana enraizada en tradiciones nacionales,
estrechamente ligadas a su historia, sus gestas heróicas, su lengua y su geografía. Un
claro llamamiento a los pueblos del mundo a mantener su propia unidad cultural
nacional, rechazando agresiones masificadoras y estandarizadoras externas.
Sin embargo, a pesar de propagar un mensaje universal acerca de la eterna posibilidad
de redención del alma humana, Wagner deja en claro que su mensaje va dirigido a un
determinado conjunto humano y únicamente a éste. La magia que vemos en sus puestas
en escena y que oímos en la orquesta y en el canto, es en realidad la magia del
inconsciente colectivo de los pueblos caucásicos, tanto según el cuerpo mitológico
67
Paul Lawrence Rose, Wagner: Race and Revolution, Faber & Faber, Londres, 1992, pág. 25.

57
germano, como en base a leyendas cuyo origen es mucho más lejano.
La obra wagneriana difícilmente se ajuste a la idiosincrasia - o al sentir - de pueblos
asiáticos, indios o africanos. Ello no quita que esos pueblos puedan apreciar su obra
estéticamente, de la misma manera en que nosotros podemos apreciar los valores
culturales de esos mismos pueblos pero siempre conscientes de que se trata de valores
ajenos; de “lo otro” y no de lo propio. Wagner es propio de los pueblos caucásicos.
Como hemos dicho, este mensaje tiene aristas nacionalistas y raciales, y conforma un
mensaje profundamente político en el sentido más amplio del término. Pues se relaciona
con la manera en que los hombres sienten el universo y la naturaleza que los circunda;
se relaciona de la manera en que los hombres interactúan con lo invisible y con el
cosmos; en síntesis, se enraíza en los más profundos procesos psicológicos colectivos e
individuales del hombre. Y, al igual que la política, su ámbito se relaciona con el poder
por lo que identifica amigos y enemigos, no tanto personales e individuales, sino más
bien colectivos y grupales; nacionales, podríamos decir.
Esta vivencia luego se refleja en una manera determinada de organizarse - se trate de
una tribu, una estirpe o una nación entera -, y en una forma determinada de percibir el
orden social, la forma de sus leyes, sus costumbres y su escala de valores. De ahí que la
obra wagneriana - texto y música - resulte visceralmente antidemocrática, por cuanto
rechaza el concepto formal y doctrinario de la democracia como único sistema político
que ha de servir a todos los pueblos.
Si la violencia que hoy rige al mundo es indicio de algo, innegablemente lo es del
fracaso de la pretensión occidental de imponer - a sangre y fuego de ser preciso - sus
paradigmas político-sociales a todo el mundo y a todas las culturas, lo quieran o no. Y
cuando esa panacea doctrinaria democrática no brinda los resultados que promete - en
los papeles, al menos - entonces explotan una y otra vez los grandes y violentísimos
conflictos que caracterizan al mundo moderno. En la actualidad, esta realidad la reflejan
influyentes y poderosos analistas políticos como Huntington, quién prevé que este
proceso nos conduce hacia un desenlace - violento por cierto - que describe como
verdaderos choques de civilizaciones.68
La incipiente doctrina wagneriana pareciera indicarnos que no existe, ni debe existir
jamás, una única doctrina para todos los pueblos, sino más bien que la gran enseñanza
de la naturaleza yace en la diversidad y que a cada étnia, a cada raza, a cada pueblo se
le debe permitir organizarse y vivir según su propio estilo, costumbres y paradigmas
políticos y sociales. Como le dice Wotan a Frika en el segundo acto de La Walkiria,
"alles ist nach seiner Art" - Todo es según su propia naturaleza.
Concluimos el presente capítulo refiriéndonos nuevamente al fundador del
nacionalsocialismo alemán, Adolf Hitler, quién desde muy temprana edad se vio
profundamente influido por las corrientes mitológicas germánicas que estaban en boga a
principios de siglo en su Austria natal y en el sur de Alemania. Ello lo demuestra, por
ejemplo, un breve y extraño poema que compuso a los 26 años en el otoño de 1915,
mientras combatía para el Ejército Imperial alemán durante la Primer Guerra Mundial.
En el mismo hallamos ya su temprana relación con la simbología wagneriana de las
runas, las espadas, el combate, el árbol del mundo, la magia y el dios Wotan. Resulta
68
Samuel Huntington, The Clash of Civilizations: or the Remaking of the New World Order, New York 1997.

58
interesante leer una breve traducción del mismo:

A veces, en las noches amargas, voy al roble de Wotan.


rodeado de silencioso fulgor,
Para forjar una alianza con los poderes nocturnos.
Las letras rúnicas que hace la luna con su mágico hechizo y
todos quienes durante el día están llenos de impudicia,
¡Se vuelven pequeños ante la fórmula mágica!
Ellos arrojan lanzas de acero pero en vez de dar en el blanco,
se solidifican en estalagmitas.
Así, los falsos son separados de los verdaderos.
Yo llego a un nido de espadas y doy entonces con mi fórmula
bendiciones y prosperidad para los buenos y para los justos.”69

De manera que, en un primer nivel interpretativo, nos encontramos con el ideario político
de Wagner plasmado en sus obras, que podemos definir como una profunda crítica y
rechazo del sistema capitalista y del poder nucleado en torno del dinero y la usura.
Reflejando las penurias de su propia vida de pobre artista, y solidario con la parte sana de
su pueblo explotado y expoliado por los mercachifles, banqueros y traficantes que
entonces – como hoy – pretenden dominar al mundo entero. Como grita el enano
Nibelungo, Mime, al final del primer acto de Siegfried, “Mime ist könig, walter der
Welt!” – “¡Mime es rey, dominador del mundo!”
El Anillo describe elocuentemente el orígen de este vasto conflicto y de las gigantescas
tensiones que genera la lucha entre el dinero y el Trabajo, entre el dinero y el Arte, entre
el dinero y el Amor, y entre el dinero y la Patria. Y Wagner identifica y señala quién es
ese enemigo del trabajo, del arte, del amor y de la patria, que básicamente lo conforman
aquellos seres extraños y malévolos que actúan como enemigos de lo bello, lo fuerte y lo
sano, no tan sólo porque piensen distinto al hombre sano, sino porque sienten y
experimentan al mundo de manera diferente y ajena.

69
John Toland, Adolf Hitler - Editorial Atlántida, 1977, pág. 95.

59
Cap. IV - Consideraciones psicológicas -
Und doch,´s will halt nicht gehn;
Ich fühl´s und kann´s nicht verstehn,
kann´s nicht behalten, - doch aunch nicht vergessen:
und fass ich es ganz, kann ich´s nicht messen!
R. Wagner - Die Meistersinger von Nürnberg, Acto II, Esc. 370

“…I know exactly what you mean. Let me tell you why you are here.
You are here because you know something. What you know,
you can’t explain. But you feel it. You felt it your entire life.
That there’s something wrong with the world. You don’t know what it is,
but it’s there, like a splinter in your mind, driving you mad…”
Morfeus a Neo en la película “The Matrix”71

La doctrina de los arquetipos de C.G. Jung


La sutil magia inherente a la obra wagneriana pareciera tener la facultad de hablarle al
inconsciente colectivo del hombre o, al menos, al del hombre occidental. Si como se
puede inferir de Leví-Strauss, la música es la "voz de lo inconsciente", en Wagner se
transforma en el correlato natural y poderoso de la teoría de los arquetipos propuesta por
Carl G. Jung. En su monumental obra, Jung desarrolla la idea de que, contrariamente al
mito positivista imperante en el mundo democrático actual, el hombre no nace con una
psíquis virgen, como si se tratara de una tabula rasa sobre la cuál la educación y la
sociedad la forma y conforma, transformando así al ser humano en una persona
"civilizada". Pues aunque buena parte de la personalidad se forma como reflejo de lo
social, obtenido a través de la educación, las fuerzas clave del hombre – o sea aquellas
que están por debajo, o mejor dicho más allá, de la conciencia – provienen de las
abismales profundidades arquetípicas colectivas. Del “océano primordial”, por así
decirlo.
De la misma manera que observamos los mitos modernos del tiempo y del progreso
lineal, la psicología freudiana moderna nos propone la infinita educabilidad del hombre
por cuanto nuestra psicología actual se centra primordialmente sobre la conciencia
individual. El inconsciente es meramente personal y, según las escuelas freudianas,
deviene en subconsciente - algo de innegable menor calidad que la conciencia racional.
El subconsciente freudiano se transforma en depositario de los contenidos conscientes
personales devenidos en inconscientes, sea a causa de algún trauma psíquico demasiado
doloroso para la conciencia o, a raíz de traumas sufridos en la niñez, que apenas
formados en la conciencia inmediatamente se hundieron en lo inconsciente, o sino como
consecuencia de la irresistible presión del proceso de aculturización ejercido por el
entorno social.
Así quedan aprisionados en el subconsciente - especialmente si se trata de complejos de
70
"Y, sin embargo, el sentimiento no me abandona; lo siento, pero no lo comprendo. No lo puedo recordar ni
tampoco lo puedo olvidar. Y si pudiese abarcarlo, no lo podría medir."
71
“…Se a qué te refieres. Déjame que te diga porqué estás aquí. Estás aquí porque tu conoces algo. Eso que
conoces, no puedes explicarlo. Pero puedes sentirlo. Lo has sentido toda tu vida. Que algo anda mal en el
mundo. No sabes qué es, pero ahí está, como una astilla en tu mente, que te vuelve loco…” Del film de los
hermanos Wachovski “The Matrix” (Warner Brothers, 1999).

60
naturaleza sexual que tan obsesiva atracción ejercieron sobre Siegmund Freud y sus
discípulos - como si se tratara de aguas servidas, listas para motorizar los más
enrrevesados comportamientos psicóticos y traumas de todo tipo. Para Jung, sin
embargo, mucho más importante que el pequeño bagaje de cargas subconscientes de
origen personal, lo son las cargas inconscientes de origen colectivo.
Estas cargas psicológicas las recibimos como herencia de nuestros padres y de toda la
extensa cadena de antepasados que se entrecruzan y pierden en la más remota noche de
los tiempos. Jung lo denomina el "inconsciente colectivo", por cuando se trata de un
inconsciente compartido por un conjunto amplio y muy numeroso de seres humanos,
étnia o raza. A estas cargas psíquicas colectivas las denominó "arquetipos".
Los arquetipos son estructuras psíquicas autónomas con las que nacemos (o sea, van
mas allá de las circunstancias externas del tiempo y del espacio de cada individuo);
conforman una suerte de “programa pre-natal” que forman y determinan nuestro futuro
comportamiento. Conforman predisposiciones innatas hacia un complejo conjunto de
sentimientos, imágenes y racionalizaciones. Son mucho más que meros instintos. Al
nacer, el hombre se halla con su bagaje de arquetipos "vacíos" de todo contenido, por así
decirlo, que solo irán "llenándose" con las imágenes físicas y los conceptos abstractos
contingentes del tiempo, espacio y medioambiente en el cuál ha nacido. O sea, los
arquetipos son las predisposiciones psíquicas innatas en el hombre que luego proyectará
sobre su mundo circundante para darles sustancia.
Jung identifica a diversos arquetipos que son comunes a todos nosotros, como el de la
sombra (nuestro lado oscuro y barbáro – el Genghis Khan que alojamos en algún oscuro
rincón), dios, la muerte, el viejo sabio, la gran madre, el ánima (que es la imagen
femenina que el hombre lleva adentro)72 y el ánimus (que es la imagen masculina que
toda mujer porta en su interior), entre otros. Rara vez identificamos los arquetipos como
tales, ya que la mayoría de las personas sólo los experimenta cuando se los halla
proyectados sobre nuestro entorno; o sea cuando los "vemos afuera", como reflejos
cargados de profunda significancia. La carga de energía psíquica que portan los
arquetipos no es intelectualizable por lo que afectan nuestras emociones y sentimientos.
Reconocerlos, abarcarlos, dominarlos e integrarlos a la vida consciente significa un
proceso auténticamente “alquímico” que conduce a la conformación de una verdadero
“centro” o punto central en el hombre, que Jung denominara “proceso de
individuación”; así se crea, se inventa el “Sí-mismo” – el Selbst – que es lo consciente
potenciado por cargas arquetípicas de lo inconsciente. Para ello, también debe lograrse
un equilibrio correcto entre la conciencia individual y los inconsciente colectivo ya que
todo desequilibrio hacia uno u otro lado conduce a patologías psíquicas.
Lograr este centro equidistante entre lo consciente y lo inconsciente es ser Iniciado. Ese
centro psíquico es el que logra sobrevivir y perdurar cuando acontece la muerte; ese
centro es el que trasmigra y evoluciona en la escala espiritual. Pero este proceso

72
Como me lo explicara mi Maestro, la mujer no tiene alma; la Mujer es el alma que todo Hombre halla afuera,
y que debe reintegrar para lograr ser completo nuevamente. Y cuando lo logra, no sólo se salva a sí mismo,
sino que también la salva a Ella. Forman ELELLA. En todas las obras de Wagner, el Hombre (el héroe)
lucha y combate para hallar y reintegrarla a Ella, su Alma, mientras que la Mujer se inmola para salvarlo a Él:
Senta en el Holandés Errante, Elisabeth en Tannhäuser, Elsa en Lohengrin, Isolde en Tristan und Isolde,
Brünhilde en el Anillo, e incluso y de manera más sutil, Kundry en Parsifal.

61
“alquímico” sólo se logra en vida; al calor del fuego sagrado de la Vida.
Ya Jung esbozó este misterioso proceso hacia el final de su vida, cuando señaló que una
cosa es el Subconciente Colectivo - es decir todo lo no aclarado de la humanidad, lo
acumulado sin resolución, lo telúrico inférico que viene de abajo, del Hades -, y otra
cosa muy distinta es el Inconciente Colectivo, lo inmanente, lo solar, lo no precipitado,
lo original, lo que viene de arriba. En el medio se encuentra lo Conciente Colectivo,
lo que nos une como especie: el temor, el sufrimiento, la soledad, la pesecución del
placer, el "buscarle la quinta pata al gato" como diría Gurdjieff. Con esta distinción
cambian las categorías de espiritualidad, ya que una cosa es un shamán o hechicero, el
cual es un emergente del Subconciente Colectivo, del subsuelo psíquico, y otra muy
distinta lo constituye un sacerdote solar que comulga con los dioses, el cual es un
emergente del Inconciente Colectivo, "que viene de arriba", por decirlo de una manera
simple. Así, el Arquetipo de Klingsor corresponde al primero, mientras que el de
Parsifal representa al segundo73.
A modo de ejemplo, el arquetipo de Dios conforma la carga psíquica que hace que
intuyamos que detrás del mundo de los cinco sentidos existe el Creador, una inteligencia
cósmica, un orden y un sentido Trascendentes. Esta carga la proyectamos sobre el
mundo y la percibimos según nuestro entorno cultural, relacionándonos con ella según
un conjunto de ritos, mitos, leyendas y símbolos que nos permiten comprender y asir al
arquetipo el cuál, insistimos, escapa a toda intelectualización pura.
De esta manera, un cristiano percibe el arquetipo de dios como Jesucristo y participa del
misterio de la misa; un musulmán lo percibe como Alá y participa del misterio de
Ramadán y de la peregrinación a la Meca; un egipcio de la antigüedad lo hubiera
percibido como la trinidad de Osiris, Isis y Horus; y un hombre moderno no creyente lo
puede percibir como la ciencia o la "diosa razón" con su rito democrático. En la
actualidad, para muchas personas descreídas de las religiones establecidas el arquetipo
de dios se ha desplazado hacia seres fabulosos de alguna civilización superior
extraterrena. Aún un marxista cae prisionero del arquetipo al endiosarlo a Marx o a
Lenín, con gigantescas imágenes de sus figuras y, en el caso de Lenin, llegando al
extremo de embalsar su cuerpo cuál mágica reliquia (y a la usanza del Egipto antiguo!)
que durante décadas fue objeto de culto entre millones de seres, al menos hasta la rápida
caída y desmistificación de la "religión" marxista-leninista hace una década.
De manera similar, el lado oculto del hombre - su lado femenino - cobra enorme energía
en la imagen de la mujer: el arquetipo del ánima, según Jung. Nuevamente, se trata de
una estructura psíquica que cumple diversas funciones - desde la atracción física
necesaria para perpetuar la especie, hasta el amor puro que arrastra a excelsas proezas
heroicas - pero que escapa a la racionalidad y nos obliga a vivir la vida. El arquetipo de
la mujer "ideal" que todo hombre porta en algún rincón de su corazón, se ve luego
proyectada sobre alguna mujer de carne y hueso de la que uno se "enamora". Por eso el
enamoramiento entre el hombre y la mujer es uno de los fenómenos psíquicos más
colectivos que hay, a pesar de que - como todo el que ha estado enamorado cree “saber”
- su propio amor es “único en el mundo” y su amada, irreemplazable.
73
Agradecemos al Lic. Juan Pablo Rey, gran conocedor e intérprete de la obra de Carl Jung, quien nos ha
aportado estos datos y conceptos muy valiosos.

62
La primer proyección del arquetipo del ánima suele ser sobre la propia madre u otra
mujer del entorno familiar inmediato, pero a medida que el varón va creciendo, la
sociedad se encarga de generarle todos los tabúes74 necesarios para que la proyección del
arquetipo del ánima siempre recaiga sobre mujeres fuera del entorno biogenético y
familiar inmediato. De que el hombre vive totalmente dominado por el arquetipo del
ánima y la mujer por el del ánimus dan prueba los innumerables cuentos, poesías,
leyendas, novelas, dramas y obras de todo tipo, a través de milenios de historia, cuyo
motivo es siempre el mismo y cuyo drama se repite una y otra vez: la proyección del
arquetipo del ánima sobre una mujer real y, análogamente, del ánimus en la mujer. Ello
luego puede transformarse en fuente de desilusiones y frustraciones cuando se
comprueba que la proyección poco o nada tiene que ver con la persona de carne y hueso
sobre la que recayó, más el hecho de que este mismo drama se reitere una y otra vez,
resulta mudo testigo de la fuerza del arquetipo.
Jung decía que los Arquetipos son como el lecho de un río seco. Mientras no fluya
ninguna corriente de agua, todo permanece quieto y adormecido, pero ni bien aparece
una corriente líquida, la misma automáticamente buscará su cauce dentro del lecho del
río. Siempre. De manera que los arquetipos pueden estar adormecidos toda una vida,
pero ni bien surge algo externo - algo “allá afuera” - que los despierte y los active,
entonces esas proyecciones externas se encadenarán según una secuencia y un proceso
previsibles, al igual que aquellas aguas que escurren naturalmente hacia el lecho del río
buscando su cauce.
A medida que nos compenetramos en las enseñanzas de Jung, comenzamos a
comprender el origen de las reacciones, deseos, odios y amores que signan la vida de
los hombres y las mujeres, haciendo que resulten tan banalmente similares e iguales
entre sí. Un hombre enamorado siempre actúa con la misma fatalidad y subjetividad,
aún cuando todos los indicios objetivos y racionales parecieran apuntar en un sentido
contrario. Es que cuando "allá afuera" aparece la mujer - independientemente del hecho
objetivo de que ésta resulte linda o fea, buena o perversa – que despierta al arquetipo del
ánima, todo se precipita con inusitada energía, igual que el torrente de un río crecido.
Entonces, no existe manera de evitar que esa energía psíquica fluya hacia su cauce
natural que no es otro que el que ordena el arquetipo. Semejante hombre "enamorado" -
o sea, preso del amor - verá en esa mujer allá afuera, a la propia "reina del cielo". Pues
de eso se trata: el arquetipo del ánima es el de la mujer por excelencia: es el de la
Valkiria, Isolde, Julieta, Isis, la Virgen María y Sieglinde. Según sea la evolución
psíquica y espiritual de cada persona, el arquetipo cobrará distintos colores, niveles, y su
música será diferente, pero todos nacen del arquetipo y regresan a él: se trate de la bella,
y erótica Venus o de la sublime y pura María75.
74
El tabú del incesto se pierde en la noche de los tiempos y es una prueba más de la irresistible fuerza de los
arquetipos del ánima y del ánimus, que obliga a erigirle invencibles vallas en contra de proyecciones biológica
y socialmente inaceptables. Las excepciones que nos muestra la historia - en Egipto, el casamiento del faraón
con su hermana, por ejemplo - solo existen gracias a un conjunto de mitos y símbolos de orígen divino que se
ubican por encima de estos arquetipos primarios. En La Valkiria los arquetipos del Anima y Animus
(Siegmund y Sieglinde) se llevan a un grado excelso para simbolizar la incorruptibilidad de la sangre. Por ser
Siegmund y Sieglinde semidivinos, no pueden sino casarse entre ellos para mantener pureza racial.
75
También esto fue plasmado magníficamente por Wagner en su ópera Tannhäuser en que Heinrich Tannhäuser
se ve arrastrado ora por la erótica diosa Venus, ora por la santa y casta Elizabeth.

63
El arquetipo siempre resulta poderoso e irresistible porque se encuentra enraizado no en
el pequeño, limitado y finito subconsciente personal freudiano, sino porque lo está en el
inconsciente colectivo jungeano. Ello hace que pueda acceder a toda la energía y ciega
voluntad que le proporcionan milenios y milenios, y que se comparte entre miles de
millones de seres. Similarmente, cuando en una persona se activa o despierta el
arquetipo de dios, se verá arrastrada hacia las alturas sublimes de la santidad o hacia el
fanatismo homicida de un inquisidor, según sea como se canalicen, dominen y
comprendan estas gigantescas fuerzas que se dan cita en su pecho y que se movilizan en
el mundo a través del intelecto y de la voluntad humanas. Y también según el misterio
de su destino o karma personal que siempre otorga un sello único a nuestras reacciones,
marcando el camino por el que hemos de transitar en la vida. Como tan áptamente lo
definiera el médico antropósofo argentino, Roberto Crottogini, según sea la “biografía”
kármica del individuo.
Que este proceso arquetípico haya motorizado la historia y haya sido causa de guerras y
de millones y millones de muertes, es algo comprobable en la realidad, pues el drama de
los arquetipos que surgen dentro nuestro sólo lo podemos ver cuando lo proyectamos
fuera de nosotros. Así, por ejemplo, un hombre sólo puede relacionarse con la “diosa
del cielo”, enamorándose de…su vecina (y, ¡ay!, luego ¡¡casándose con ella!!). Solo
puede adorar a su Creador, postrándose ante el sacerdote; sólo puede conjurar su propio
inconsciente (o sea, su lado oscuro: el arquetipo de la sombra), proyectando todo lo
malo sobre "el otro" y aniquilándolo o quemándolo como brujo. Aquí tenemos el origen
de muchas guerras y conflictos entre los hombres y no vayamos a creer que hemos
superado en un ápice esta realidad en nuestro mundo moderno. Todo lo contrario, el
exceso de racionalidad y materialismo del mundo actual ha hecho que la irracionalidad
incontenible de los arquetipos encuentre vallas y represas invisibles adonde antaño
podían fluir más naturalmente.
De ahí que hoy literalmente experimentamos el rompimiento de esas represas de la
racionalidad, y sus inundaciones psíquicas súbitas las comprobamos a diario en la forma
de guerras, matanzas, aberraciones, perversiones y violencias de todo tipo. Y si alguna
duda nos queda al respecto, sólo basta con mirar el noticiero por la televisión...
Pero Jung - al igual que Wagner - nos explica claramente que no nacimos a este mundo
para ser meras víctimas de un cruel juego mental dirigido por los dioses. Pues los
arquetipos tienen una función mucho más amplia y sublime, como es la de despertar en
nosotros fuentes de energía inagotable que pueden conducirnos por el camino de la
evolución espiritual. Si, a medida que maduramos, comenzamos a comprender que el
destino del hombre no se limita tan sólo a su vida social y económica, y que los
arquetipos conforman gigantescas fuerzas que nos desafían a que las dominemos y
encausemos, entonces descubrimos que, en realidad, la vida no es mas que una sutil
preparación para la muerte, y ésta a su vez, para una nueva vida.
De manera que Jung también nos enseña que dentro de nosotros portamos el arquetipo
de la muerte - o sea aquél que ya conoce cuál es la realidad que nos aguarda más allá de
nuestra desaparición física - que se despierta, o debiera despertarse, cuando llegamos a
esa etapa que Jung elusivamente define como la "mitad de la vida"; cuando ya hemos
cumplido con la función externa social de dar a luz a los hijos de la carne.

64
Pues, es entonces cuando la muerte comienza a ser una realidad cada vez más cercana y
palpable. Y sólo podemos enfrentarla y vencerla si se produce en nosotros un fenómeno
que la tradición iniciática identifica como el del segundo nacimiento: o sea, el
nacimiento de lo que se ha dado en llamar el “Hijo del Alma” o según el cristianismo
esotérico, como el ”Hijo del Hombre”. Es lo que Jung definió como un arduo, sutil y
complejo proceso que nos lleva a asumir los arquetipos; a incorporarlos dentro de lo
consciente y del ego, según el proceso de la individuación de los arquetipos al que ya
aludiéramos. Ello consiste en una manera más profunda de relacionarse con y asir al
mundo arquetípico, superando la proyección hacia afuera de los arquetipos, para
incorporarlos como parte de la totalidad de la persona, del sí-mismo.76 Para reintegrarlos
hacia adentro.
Ello significa que lo que antes era inconsciente y por ende se proyectaba afuera - dios, la
mujer, el hombre, la sombra, la muerte - ahora queda incorporado conscientemente
dentro de la persona, con lo que se produce una transmutación alquímica en todo su ser.
En los pocos casos en que se produce este proceso psíquico vital, la energía arquetípica
que antes sólo se encontraba en lo inconsciente y era vaga y ambigua, pasa a formar
parte de lo consciente, quedando sujeto a una voluntad direccionadora. Implica una
verdadera transmutación y un despertar en el hombre que va de la mano del acceso a una
fuente energética insospechada.
El centro de gravedad de la persona que antes se ubicaba claramente en la consciencia
por cuanto a lo inconsciente se lo proyectaba hacia afuera - "Cristo realmente me
hablaba a mi desde la Cruz" - ahora se ubica equidistante entre lo consciente y lo
inconsciente; entre la luz y la oscuridad; como el dios Abraxas, entre el bien y el mal, o
más allá de ambos. "Cristo ahora me habla desde mi propio Corazón".
Se produce entonces una transmutación alquímica que consiste en el nacimiento de un
ser totalmente nuevo; literalmente, "damos a luz" a un Hijo del Espíritu. Según todas las
tradiciones iniciáticas y herméticas, es este "Hijo del Espíritu" el que puede sobrevivir a
la muerte física. Y también según todas las tradiciones herméticas, si no logramos este
difícil y arduo milagro permitiendo que nuestra vida tan solo transcurra entre las
banalidades propias de la personalidad y de las proyecciones del inconsciente, entonces
la muerte sólo nos conducirá a la obvia desaparición del cuerpo físico y a la probable
supervivencia de las distintas cargas psíquicas del ego, pero durante sólo algún tiempo.
Luego, a través de un proceso de degradación que se desarrolla en el más allá, esas
cargas psíquicas terminarán siendo reabsorbidas dentro del mar de lo inconsciente
colectivo, por cuanto resultarán demasiado débiles para sobrevivir los "vientos
huracanados" e "intensas granizadas" que, según lo describe el texto tibetano del Bardo
Thödol, encontraremos en el mas allá.77
76
Jung traza una fuerte diferencia entre la "personalidad" y el "sí-mismo", en alemán, el Selbst. La
personalidad es meramente aquella parte consciente del hombre que se ve constituida principalmente por
actitudes, ideas, criterios, opiniones y conceptos adquiridos del medio ambiente, o sea de origen
eminentemente externo. El Selbst, sin embargo surge de fuerzas íntimas e internas y se define como el
resultado de la incorporación dentro de la vida consciente de los contenidos de lo inconsciente. O sea, un
desplazamiento del centro de gravedad del hombre desde lo unilateralmente consciente hacia un punto más
amplio que minimiza el dominio de lo consciente, al ubicarlo en su justa proporción..
77
La escuelas iniciáticas y esotéricas de las grandes religiones nos brindan textos religiosos que a menudo
conforman verdaderos mapas que señalan los caminos y laberintos por los cuales se escurre el alma tras la

65
Según la ley del Karma, se nos darán muchas oportunidades de encarnar como seres de
la carne, siempre con la misma misión y el mismo desafío: como lograr a través del
instrumento de la personalidad, crear una verdadera individualidad que pueda sobrevivir
a la muerte y así acercarse más y más a Dios. O sea, cómo engendrar al Hijo del
Espíritu. La doctrina jungeana describe esto según una terminología sincronizada con la
mentalidad del siglo XX, pero que no es otra cosa que aquellas leyes conocidas por el
hombre desde los albores del tiempo. Se trata de los procesos psíquicos que rigen
nuestra vida y destino, dando nuevo significado a la máxima iniciática tradicional que
dicta que "quien nace una sola vez, muere dos veces, mientras que quién nace dos veces,
muere una sola vez."
Esto se explica diciendo que quien habiendo pasado por su primer nacimiento de madre
humana, luego se encamina por la vida del espíritu y produce en sí mismo el proceso de
individuación, experimenta un segundo nacimiento simbolizado como el Hijo del
Espíritu. Al morir el cuerpo de esa persona, ese Espíritu individuado según lo explica
Jung, no morirá sino que perdurará en su viaje hacia la unión con Dios. Pero aquellas
personas, la vasta mayoría de la humanidad por cierto, que se conforman con una vida
inmersa en la personalidad del ego transitorio fascinado por el mundo de la materia y
que no realizan ese esfuerzo gigantesco que reclama el proceso de individuación no
dando a luz el Hijo del Espíritu, cuando mueren descubren que esa personalidad - ese
ego transitorio -, sin el apoyo de un cerebro físico no logra sobrevivir por mucho tiempo
en el mas allá. Tras un período de indeterminación, ese ego se “duerme” - por así decirlo
- y queda reabsorbido en el continuum del inconsciente colectivo, volviendo a renacer
como algún otro ser, según su karma, para así volver a comenzar nuevamente un ciclo
de vida, el cuál podrá o no conducirlo por el camino iniciático que lo transformará en
creador de su propio Hijo del Espíritu. Verdaderamente, quien nace una sola vez, muere
dos veces, mientras que quién nace dos veces, muere una sola vez.
Todo este proceso que Jung señala respecto de la psicología individual, Wagner lo
plasma en la evolución psicológica de todo un ciclo cósmico. Tanto en el libreto del
Anillo del Nibelungo como en su música, encontramos una estructura análoga a la de los
arquetipos, que describen procesos más bien colectivos y no tanto individuales. El
ánima, el ánimus, dios, el destino, el tiempo, la muerte, la sombra aparecen una y otra
vez en los personajes, situaciones y leit-motiv a lo largo de todo el Anillo.
Siegfried, que entre todas sus experiencias de vida jamás aprendió lo que es el miedo - a
pesar de los esfuerzos del Nibelungo Mime -, cuando en el Tercer Acto de Siegfried cae
bajo la inmensa fuerza del ánima, arquetipo de la mujer, al encontrar a la bella Brünhilde
dormida descubre entonces por primera vez lo que es el miedo. Ese miedo que ni
siquiera el dragón Fafner había podido enseñarle.

muerte. Desde el Libro de los Muertos Egipcio hasta el Bardo Thödol de la escuela Mahayana del Budismo
Tibetano (El Libro Tibetano de los Muertos). Éste último relata las experiencias del alma en el más allá
describiendo las potentes fuerzas (vientos, tormentas), sonidos, sismos, seres benéficos y maléficos que
apabullarán a la débil conciencia en el más allá. Solo si se ha logrado constituir un centro de gravedad sólido
- el Hijo del Hombre - podrá el alma entonces guarnecido por este vehículo cruzar las torrentes del río de la
muerte.
Carl Jung, estudió un amplio conjunto de textos iniciáticos realizando un análisis psicológico al Libro
Tibetano de los Muertos según la traducción del Lama Kazi-Dawa Samdup y edición del inglés W.Y. Evans-
Wentz ("The Tibetan Book of the Dead", Oxford University Press, Londres, 1960).

66
El hombre que vendrá
La doctrina jungeana de los arquetipos, es también aplicable a procesos psíquicos
colectivos que abarcan muchas generaciones, puesto que existen arquetipos que
permanecen adormecidos durante milenios hasta que, por razones que son un misterio,
comienzan a despertar y activarse. Esto pareciera también guardar cierta concordancia
con la evolución de las posiciones relativas de las constelaciones y otros conjuntos
estelares en el firmamento, y posiblemente contenga la clave para comprender la tan mal
tratada y aún menos comprendida ciencia tradicional de la astrología.
Desde la antigüedad más remota, se conoce el fenómeno de la precesión de los
equinoxios, que hace que el sol ingrese al punto vernal de una constelación zodiacal
distinta cada 2.160 años aproximadamente. Este conjunto zodiacal de doce
constelaciones que representa animales y seres emblemáticos, se remonta a tiempos
proto-históricos y pareciera que despierta en forma secuencial a través de los milenios a
determinados arquetipos psíquicos colectivos adormecidos en el hombre. Por tratarse de
amplios ciclos, sus efectos son generales y afectarían a toda la raza humana e, incluso,
podría tener efectos más amplios aún, que hoy ni siquiera sospechamos. Lo destacable
radica en el hecho de que estas sutiles influencias cósmicas probablemente tengan sus
efectos sobre el inconsciente colectivo de las estirpes humanas, con lo que la evolución
conjunta de la humanidad estaría regida por distintas fuerzas, entre las que debemos
contar las de origen cósmico que afectan sus tendencias inconscientes y colectivas.
A su vez, cada constelación zodiacal se corresponde con su opuesta en la elíptica, con lo
que se conforman conjuntos de dualidades separadas entre sí por seis meses platónicos,
o sea, 180 grados en el firmamento. A partir de estas realidades, comenzamos a
comprender el origen de la enorme fuerza que la dualidad Piscis/Virgo ha ejercido a lo
largo de los últimos dos milenios, o sea del actual mes platónico. Dos constelaciones
zodiacales que se plasmaron en torno a las figuras de Cristo (Piscis) y María (Virgo), lo
que ha signado todo el desarrollo psíquico colectivo de la era cristiana. Y más de dos
mil años antes del actual mes platónico, durante la Era de Aries, esa duplicidad la
verificamos en el conjunto Aries/Libra; y aún antes, ya remontándonos a más de 6.000
años atrás, Tauro (el toro)/Escorpio.
Que la disposición de las estrellas en el firmamento, su posición relativa respecto de la
tierra, aunado a los cambios rápidos en los demás planetas genere cambios y
transmutaciones en el inconsciente colectivo, pareciera ser una realidad, a pesar de que
no exista una causalidad verificable conocida por el entendimiento humano. De forma
tal que todos nosotros, mas allá de nuestras personalidades y de nuestro orgullo
intelectual de ser "hijos de la época moderna", en un substrato mucho mas profundo,
sutil y poderoso, somos prisioneros del despertar o adormecimiento de los diversos
arquetipos que marcan nuestra era y que representan los límites de nuestras posibilidades
reales.78
78
Recién hoy comienza a realizarse un estudio de la protohistoria desde esta óptica que une los amplios ciclos
temporales con los cambios en el firmamento. En un reciente estudio de los ingleses Robert Bauval y Graham
Hancock, (“Keeper of Genesis: a Quest for the hidden legacy of Mankind” Londres, 1997), se propone la
hipótesis de que la esfinje de Gizeh pueda datarse de 10.500 años antes de Cristo, por cuanto su posición
relativa al firmamento coincide con el amanecer en el horizonte oriental de la constelación de Leo en el punto

67
El analista jungeano estadounidense Edward F. Edinger, en su trabajo The Aion Lectures
exp´lica esto muy claramente cuando explica que “una de las ideas básicas de Jung es
que el simbolismo del pez en Piscis que se reunió en torno a la figura de Cristo era un
paralelo sincronístico a la nueva era astrológica de los peces que se encontraba
amaneciendo en aquellos tiempos. Cristo se tranformó en una suerte de
personificación de su eón. Su representación como pez no era causada por ningún
conocimiento general acerca del hecho de que el sol se hubiera alojado en Piscis – sino
más bien se trataba de un paralelo sincronístico. Se conoce gran cantidad de datos que
indican que los primeros cristianos identificaban a Cristo explícitamente con el pez. El
signo del pez se utilizaba como talismán secreto entre cristianos para identificarse entre
sí. Uno de los nombres de Crfisto era ichthys, la palabra griega por ‘pez’ y una suerte
de anagrama, por cuanto esas mismas letras forman la primer letra de la frase griega
‘Jesucristo, hijo de Dios, Salvador’”.79
A su vez, San Agustín explicaba que “Pez es la palabra con la que se lo entiende a
Cristo místicamente, dado que Él podía vivir y existir sin pecado en el abismo de esta
mortalidad, como en las profundidades de las aguas”.80
Somos, en un sentido psíquico y espiritual, hijos de la época actual a la que, nos guste o
no, acompañamos en su destino y devenir colectivo. Y si los de hoy resultasen ser
tiempos finales, o de cambios radicales y rotundos, ello significa que cada uno de
nosotros es, también, una criatura de estos tiempos finales. Por alguna razón, el Destino
ha querido que nacieramos aquí y ahora.
Así lo representa Wagner en el Anillo y este protagonismo en los actuales tiempos
finales que todos debemos desarrollar se asemeja a los protagonismos representados por
los diversos personajes del Anillo. Muchos hombres y mujeres - la mayoría seguramente
-, son protagonistas voluntarios y convencidos de esta era tecnológica, democrática y
economicista, lo que hace que se sientan cómodos viviendo inmersos en el materialismo
del mundo moderno. Muchas de estas personas son, en cierta manera, como los gigantes
Fasolt y Fafner que amasan tesoros; mientras que otras se asemejan más a los
nibelungos que sólo piensan en el poder, el oro, las riquezas y el dominio. Con estas
caracterizaciones, Wagner nos muestra ejemplos del perfil psicológico de la mayoría de
las personas que hoy pueblan nuestras ciudades y naciones, y que con el actual proceso
de globalización se han transformado en el tipo humano universal.
Pero Wagner también nos señala la existencia de otros seres, mucho más conscientes de
la inevitabilidad del ocaso del mundo moderno que hoy se avecina a pasos agigantados y
que son mucho menos en cantidad. Testigos mudos y pasivos, se asemejan en su perfil
psicológico al dios Wotan que ya en el II Acto de La Walkiria, en su desesperación y
abyecto pesimismo tan solo añora "Das Ende! Das Ende!" - "El fin! El fin!". Se trata
de una minoría dolorosamente consciente del terrible desenlace del orden presente pero

invernal, mientras guarda relación con la constelación de Orión (emblemática del dios Osiris) y la estrella
Sirio (emblemática e la diosa Isis). Comprendiendo la determinante importancia que los astros tenían en la
antigüedad, los autores recurren a la astronomía para que los guíe en la determinación de una cronología
protohistórica más acertada y ajustada a la Tradición.
79
Edward F. Edinger, The Aion Lectures, Inner City Books, Toronto, Canadá, 1996, pág. 65, traducción del
autor.
80
San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro 18, Cap. 23.

68
que se ve arrastrada a una suerte de inacción similar a la que aqueja al príncipe Hamlet
en la obra de Shakespeare: un exceso de intelecto que entorpece la acción.
Finalmente, existe una minoría aún más pequeña de hombres y mujeres intelectual y
espiritualmente libres que, conscientes de que estamos en el final de un ciclo, eligen ser
partícipes y actores conscientes de las convulsiones actuales. Llegado el caso, quieren
ayudar a que todo termine más rápidamente y de una buena vez por todas, para que
nuevamente quede libre el escenario histórico-mundial para un recomenzar más noble:
para una nueva Edad de Oro. Son como Siegmund y Sieglinde y como Siegfried y
Brunhilde, que ya a nada le temen; que no les interesa acumular las riquezas de este
mundo porque son auténticos guerreros en el sentido que le dan los musulmanes cuando
definen al guerrero como combatiente, no sólo en la pequeña guerra del mundo material
sino en la mucho más trascendente gran Guerra Santa del mundo del espíritu. Son los
últimos seres auténticos de una era que se precipita a toda velocidad hacia una
disgregación y desintegración catastróficas.
Estas páginas están dirigidas a éstos últimos seres, jóvenes de corazón todos ellos, más
allá de que sus edades cronológicas sean de 20, 40, 60 u 80 años. Ellos son los que en
medio del caos y de la decadencia, siguen luchando por el hombre que vendrá. Son
como aquellos dos centinelas Romanos que la historia nos cuenta que en la destruida
Pompeya, murieron de pié y cubiertos de las cenizas volcánicas del Vesuvio,
simplemente porque no abandonaron sus guardias, aún sabiendo que ya nadie los
vendría a relevar. Pero el Deber pudo más: un Guerrero jamás abandona su puesto.
Si lo hace, pierde su Honor; si no lo hace, pierde su vida terrenal que para un Virya, el
nombre que los hindúes dan al Dos-veces-nacido, no es algo a lo que se le deba temer.
Porque para un verdadero Guerrero, su Honor es Lealtad.
Y ese hombre que vendrá es Parsifal, pues si el Anillo describe los terribles
acontecimientos, pasiones y traiciones del Apocalipsis de este final de los tiempos, que
coincide con el fin del mes platónico de Piscis que es también el fin de todo un ciclo de
25.000 años, el siguiente mes platónico - el de Acuario - abre un nuevo año y nuevo
ciclo en el devenir de la humanidad. La figura cósmica emblemática de esta nueva era
en cuyos albores nos encontramos es Acuario, el hombre portador del agua en una
jofaina.
Parsifal no solo representa una nueva Visión, actitud y sentimiento ante el mundo, sino
que también se convierte en el redentor de una humanidad nueva que quedará signada
por una nueva disposición respecto de las energías arquetípicas. Parsifal recupera el
Gral - vaso que contiene la sangre sagrada de Kristos -, y permite que sus bendiciones se
derramen sobre una humanidad recuperada y redimida, lo que lo transforma en el mismo
símbolo emblemático que el de Acuario.

Animales emblemáticos
Diversos son los animales que aparecen en el Anillo, algunos reales otros fantásticos.
Algunos de ellos son de importancia clave como, por ejemplo, el dragón Fafner,
custodio del oro o el Waldvogel, el Pájaro del Bosque que hace oír su voz tras la
experiencia iniciática de Siegfried. Otros, sin embargo, hacen una aparición casi
fortuita, como el verde sapito en el que por breves instantes se transforma Alberich en el

69
Oro del Rín y que termina siendo la causa de su captura a manos de Wotan y Loge.
Animal verde, de sangre fría y horrible, el sapo resulta ser un animal muy oportuno para
simbolizar una raza - la de los Nibelungos - también horripilante, primitiva y tan ajena al
hombre.
En otros casos, Wagner introduce animales en su obra casi sin razón evidente, como
ocurre a poco de levantarse el telón sobre el primer acto de Siegfried, al aparecer en
escena Siegfried acompañado de un gran oso marrón al que despacha sin más a los
pocos instantes. Uno podría pensar que esta breve e insólita escena sólo responde a una
necesidad efectista teatral caprichosa y sin trascendencia, pero Wagner no era un artista
de dejar las cosas libradas al azar o a la subjetividad irracional. En verdad, estamos ante
el personaje más importante del ciclo heroico nórdico: Siegfried y el oso no solo es un
animal emblemático de los densos bosques del norte de Europa, sino también símbolo
de la constelación de la Osa Menor, una de cuyas estrellas - Polaris - actualmente ocupa
el lugar de la estrella polar alrededor de la cuál gira todo el firmamento. La estrella
polar y su constelación del oso, son el eje del mundo, su columna vertebral y el árbol de
mundo, Yggdrasil alza sus ramas hacia ella. A su vez, el oso es emblemático de la
Última Thule, la Thule extremo septentrional y patria de los Hiperbóreos cantada por el
poeta griego Píndaro. Oso es Artos en griego, de dónde toma su nombre el Artico,y el
rey Arcturus. Para el nuevo ciclo por comenzar, su opuesto cobra importancia: el anti-
artico,o sea, la Antártida, o como le dicen los hermanos chilenos, la Antártica.
También hallamos el emblema del lobo con el que Wagner simboliza a la raza de héroes
o Velsas, engendrada por Wotan, quién también se hace llamar Wolfe o Lobo. Siegmund
se refiere a su hermana gemela como "lobezna" y al hogar de la niñez como la "guarida
del lobo". Volviendo por un instante al plano político, casi seis décadas después Adolf
Hitler utilizaría la alusión a los lobos wagnerianos para identificar sus cuarteles tanto en
Berchtesgaden en los Alpes alemanes, como en el cuartel general del ejército en
Rastenburg, en la Prusia Oriental durante la campaña contra la Unión Soviética. Es
más: desde los primeros tiempos de lucha, el nom de guerre asumido por el futuro
Führer alemán era, precisamente, el de Wolf - "lobo" –, que también es el significado
antiguo germano del nombre Adolf.
Dos cuervos, símbolos de la muerte y del destino, son Hugin y Munin, los mensajeros de
Wotan, que al levantar vuelo al final del Ocaso de los Dioses para advertir a su amo
sobre el inicio del fatídico desenlace que conducirá al fin, hacen que Siegfried gire para
seguir sus vuelos, presentándole la espalda al Nibelungo Hagen, quien aprovecha esa
ocasión para hundirle su espada entre los hombros (Ocaso de los Dioses, Acto III, Esc.
3). Los cuervos como mensajeros custodios del destino son un antiguo símbolo en toda
Europa que volvemos a encontrar, por ejemplo, en los cuervos de la Torre de Londres
sobre los que la leyenda dice que si algún día desaparecieran, la ciudad de Londres
desaparecerá con ellos.
El Anillo también nos presenta a dos carneros tirando el carruaje de Fricka al inicio del
segundo acto de La Walkiria, siendo que éstos son los animales emblemáticos de la
diosa germánica del hogar y símbolos de la constelación de Tauro. Muy especial
también resulta Grane, el corcel de Brünnhilde que la acompaña en sus cabalgatas al
lado de sus hermanas cuando recogen a los guerreros muertos en batalla para que

70
integren el ejército que defenderá al Walhall al final de los tiempos. Estos guerreros
conformarán la Wildes Heer, el “ejército salvaje” de furiosos guerreros que lucharán
contra las huestes infernales que preparan los Nibelungos. Cuando Wotan castiga a
Brünnhilde durmiéndola sobre una cumbre rocosa a la que rodea de una muralla de
fuego (Valkiria, Acto III), Grane también la acompaña en ese sueño del que sólo
despertará cuando Brünnhilde misma sea despertada por Siegfried (Siegfried, Acto III).
Luego, en el Ocaso de los Dioses (Prólogo), Brünnhilde le regalará ese corcel a Siegfried
para que vaya a conquistar el mundo. Al final del Anillo y montada sobre Grane, ella se
lanzará sobre la pira funeraria de Siegfried, cuyas llamas se elevarán hacia los cielos
hasta incendiar el Walhall y al mundo entero.
Los leit-motiv asociados al corcel son bien conocidos pues conforman la música de la
así-llamada “Cabalgata de las Valkirias” (preludio del tercer acto de La Walkiria) que
comienza con los leit-motivs “viento”, “galope”, “relinche” y “Walkiria”.
Posiblemente, el animal más interesante que aparece a lo largo del Anillo, bien sea en la
acción o en la música, es uno cuya existencia es mítica: el dragón. Este animal reptílico
que sin embargo representa el fuego y a las corrientes telúricas y celestiales, ha sido
símbolo recurrente de la energía primordial, tanto de la naturaleza como de la psiquis
colectiva del hombre desde hace milenios. Y no sólo entre los pueblos celtico-germanos,
sino también en China, Tailandia, Tíbet, Japón, Méjico, Egipto, Norte, Centro y Sud
América, y otras regiones y pueblos. El dragón es un animal claramente iniciático por
cuanto su fuerza es sobrenatural, sus ojos hipnotizan y encantan, su sangre es hirviente,
su saliva es venenosa, y su inteligencia equipara y a veces supera a la del hombre, como
descubrieron Adán y Eva en el paraíso. Adversario formidable, si se lo logra vencer, se
transforma en un vehículo que permite a su vencedor trepar los peldaños de la escala que
conduce hacia la integridad espiritual. El dragón es símbolo del proceso que lleva hacia
la individuación, según la terminología jungeana.
La lucha del héroe contra el dragón es constante en la mitología de Occidente. Desde el
galés Beowulf, los cristianizados San Jorge y San Miguel, hasta Siegfried. En la antigua
Albión, los celtas conocían bien las corrientes del dragón que fluían bajo sus pies
siguiendo los cursos de aguas y ríos subterráneos, que hacía que sus nódulos fuesen
marcados con piedras, menhires y otros standing stones. Toda la geografía se
transformaba en una representación de las vueltas, giros y espirales de las corrientes
telúricas que en sus nódulos se unía a las corrientes celestiales. A veces, esas corrientes
se propagaban en líneas perfectamente rectas como lo demuestran las líneas ley - ley
lines - que conforman caminos perfectamente rectos que surcan la geografía de la
antigua Inglaterra, Gales y Escocia, de las que existen muchísimos ejemplos y que se
cree atrapan y dirigen estas “corrientes del dragón”. Para citar tan sólo un ejemplo de la
topografía inglesa que el autor pudo comprobar, señalamos que la Catedral de Salisbury,
los menhires de Stonehenge, las ruinas del antiguo castillo de Old Sarum y los vestigios
célticos de Woodhenge en la planicie de Salisbury, yacen todos sobre un único eje
geográfico: una línea perfectamente recta que se propaga a lo largo de muchas millas.
El dragón también se conocía en la antigua China como símbolo de estas corrientes y
fuerzas de la naturaleza y las proyecciones del inconsciente del hombre. En América,

71
los Mayas adoraban a la serpiente emplumada, Quezal-Coatl,81 símbolo de la
inteligencia civilizadora por excelencia. Internalizado en el hombre, el dragón deviene
en la serpiente kundalini de la alquimia hindú, que se cree representa aquella parcela de
fuego cósmico que todos portamos, pero que usualmente se halla inactiva y a la que se
describe durmiendo enroscada en la base de la columna vertebral - ese árbol del mundo
del cuerpo humano.
Despertar a kundalini implica correr grandes riesgos ya que sólo un héroe guerrero
logrará dominarla - al igual que Siegfried en el segundo acto de la ópera homónima. Si
logramos dominar a la serpiente kundalini a medida que despierta y va erguiéndose
sobre los canales enroscados (ida y pingala) de la columna vertebral (suhsuhma), y en
su curso va despertando los centros energéticos denominados chakras por los hindúes,
entonces iremos encaminados hacia ese complejo, doloroso y peligroso proceso de
individuación. Ello está íntimamente ligado con la actividad y sublimación de la energía
sexual del hombre.

El bosque wagneriano
El bosque primordial se encuentra permanentemente presente en el Anillo y se enraíza
en las mas profundas tradiciones de los pueblos célticos y germanos. Toda la vida de
Siegfried se desarrolla en el bosque primordial. Es en el profundo bosque dónde su
madre, Sieglinde lo da a luz, y luego Mime lo cuida en su niñez; es aquí dónde escucha
el canto de los pájaros; es en el bosque dónde mata al dragón y recibe su experiencia
iniciática; finalmente, será en el bosque durante una cacería, donde será muerto por el
Nibelungo Hagen, hijo de Alberich.
Los árboles son una clave en el Anillo. En La Walkiria, encontraremos el árbol central –
Weltesche, símbolo del Yggdrasil, el Arbol del mundo, símbolo del eje terrestre - que
yace en medio de la vivienda de Hunding. El árbol cuyas raíces se hunden en la tierra y
cuyas ramas se alzan hacia el cielo para nutrirse de aire, agua y luz, es símbolo del
crecimiento natural en el que la naturaleza y la mente se parecen: la psiquis del hombre
sólo puede aspirar a lanzarse hacia el cielo si hunde cada vez más profundamente sus
raíces en lo inconsciente. Como dice Nietzsche, el árbol cuya copa llega hasta el cielo
debe hundir sus raíces hasta el propio infierno. Si se lo sabe contemplar, el árbol es,
entonces, una metáfora visible de complejos procesos psíquicos. Forma la conexión
entre el mundo superior y el mundo inferior; entre el macrocosmos y el microcosmos,
transformándose así en símbolo de crecimiento espiritual.
En el tronco del árbol en el centro de la vivienda de Sieglinde, el dios Wotan disfrazado
como “Viajero” - Wanderer - hunde la misteriosa espada, Nothung, símbolo de la fuerza
masculina del logos. Ningún hombre podrá sacarla de ese tronco, puesto que la misma
está predestinada para Siegmund, quién la hallará en el momento de "mayor necesidad",
tal como le prometiera su padre, Lobo (Wotan) (La Valkiria, Acto I, esc. 3).
Casi todo el ciclo del Anillo se desarrolla en el bosque primigenio de la antigua
Germania, cuyos frondosos follajes enmarcan todo el drama y se hallan íntimamente
ligados al espíritu y sabor, por decirlo de alguna manera, de la obra. Una escena muy
81
El nombre Quetzal-coatl, incluye la raíz “Atl”, con la que los Mayas y otros pueblos mesoamericanos
señalaban a lo divino y que se remonta claramente a sus orígenes en la Atlántida.

72
conocida, claramente ligada al simbolismo del bosque, la encontramos en el Acto II de
Siegfried, quién mientras descansa debajo de un tilo, medita acerca de su destino y su
vida. La escena es descripta por Wagner como “Unter den Linden”, debajo de un tilo,
que también es el nombre de la principal arteria de la ciudad de Berlín y que alude a un
conocido poema del Minnesänger (“cantante del A-Mor, en el sentido de “falta o
carencia de muerte”), trovador germano del siglo XII, Walther von der Vogelweide.
Resulta interesante observar que este Walther von der Vogelweide figura entre los
personajes en la ópera Tannhäuser, como uno de los cantores que participa en el
concurso del castillo Wartburg convocado por el Landgraf Hermann. Luego, en el
primer acto de Los Maestros Cantores de Nürnberg, cuando Walther von Stolzing
explica la manera en que aprendió el arte del canto, señala como fuente de inspiración de
la que se nutrió a “Ein alter Buch, von Ahnt vernammt, gab dass mir all zu wissen: Herr
Walther von der Vogelweide, der ist mein Meister gewesen” - “Un antiguo libro, escrito
por un antepasado me enseñó todo lo que de poesía necesitaba saber: Herr Walther von
der Vogelweide, él es mi Maestro!”.
El propio nombre de von der Vogelweide, en alemán significa “de la pradera de los
pájaros”, nombre emblemático como ninguno para un buen cantor. Volviendo a
Siegfried, es en el bosque dónde aprenderá a interpretar los sutiles sones de la
naturaleza, escuchando el bello canto de los pájaros magistralmente recreados en la
orquesta, y tratando de imitarlos haciendo torpes sonidos con una caña. Al fracasar en
su intento, decide "conversar" con los pajarillos haciendo sonar su cuerno, con lo que
termina despertándolo a Fafner, el dragón adormecido en su caverna custodiando el
tesoro de los Nibelungos al que, tras breve combate, logra matar hundiéndole su espada,
Nothung, en el corazón.
Unas pocas gotas de esa sangre hirviente resbalan por la hoja de su espada y tocan la
mano de Siegfried quemándole los dedos, lo que hace que instintivamente se los lleva a
la boca. Apenas bebe esas gotas mágicas de la sangre de dragón, Siegfried descubre que
entiende el canto de los pájaros, lo que significa que ha vencido en el combate que
conduce a la iniciación. Ello queda simbolizado en su duro combate con el "dragón" o
"serpiente", al que Wagner llama "Riesen Wurm", o sea, lombriz gigante. Nuevamente,
estamos ante el kundalini de los hindúes.

Iniciación: Poder, Sabiduría y Amor


Primer resultado para el iniciado: el pajarillo le hablará tres veces. La primera, para
señalarle los dos objetos de poder que ha de conservar del tesoro que custodiaba Fafner:
el anillo que otorga poder eterno y el yelmo mágico que permite a su portador asumir
cualquier forma, hacerse invisible o trasladarse instantáneamente a cualquier rincón del
mundo. La segunda vez, el pajarillo le otorga sabiduría advirtiéndole que no debe
confiar en el pérfido Nibelungo, Mime que pretende traicionarlo y matarlo; la breve
escena que se suscita resulta fascinante ya que mientras Mime pretende alabarlo por su
proeza de haber matado al dragón y le ofrece algo fresco para beber, Siegfried escucha
lo que verdaderamente está en la mente del enano: la traición y el asesinato. Esta suerte
de telepatía le permite a Siegfried oír lo que el enano realmente piensa: "mi querido
Siegfried, solo quiero cortarte la cabeza!". La tercera y última vez que le habla el

73
pajarillo (las tres ocurren en el segundo acto de Siegfried), es para guiarlo hacia el
Amor, ya que le describe a la más bella mujer - Brünhilde - que duerme sobre una
rocosa montaña, rodeada de fuego y le señala el camino que conduce a ella.
Así, tras el combate de la iniciación (lucha a muerte con el dragón), Siegfried logra
entender la voz de la naturaleza (el pajarillo del bosque), que lo guía hacia tres virtudes
clave: el Poder, la Sabiduría y el Amor, en los tres casos de una cualidad supramundana,
y que conforman el patrimonio de un Iniciado.

Wagner y los sueños


La Tradición señala a los sueños como experiencias en las que el alma se libera
parcialmente de las ataduras del tiempo y el espacio, pudiendo recorrer otros tiempos y
lugares; incluso, muchos sueños resultan ser proféticos. Según la psicología moderna,
los sueños contienen símbolos que aluden a problemas y traumas psicológicos profundos
de la persona, que encuentran su expresión en metáforas y proyecciones, indicándonos o
alertándonos sobre peligros y desequilibrios en nuestra vida consciente.
Siegmund Freud escribió todo un tratado sobre la interpretación de los sueños que,
aunque marcado por el materialismo y el cientificismo de su época, representa un hito en
el desarrollo de la psicología moderna. Carl Jung, por su parte, incursionó con mucha
mayor profundidad en este tema.
Para Wagner, los sueños conforman fuentes de inspiración y son portadores de mensajes
de seres y voluntades que se encuentran más allá del mundo visible. Resulta destacable
que en todas las obras de Wagner, los sueños juegan un papel central y hasta
determinante. Veamos algunos ejemplos:

• Lohengrin - Elsa von Brabant, injustamente acusada de fratricidio, es llevada ante


el Rey Enrique II de Turingia para ser juzgada. Ella no atina a defenderse de
semejante mentira, pero relata haber visto en sueños al Caballero del Cisne –
Lohengrin - quién vendrá a salvarla. Lo describe vestido con su armadura y
espada. Apenas concluye ese relato onírico en el Acto I, cuando aparece el
caballero salvador.
• Los Maestros Cantores de Nürnberg - Con la ayuda del poeta-zapatero Hans
Sachs, el caballero, Walther von Stolzing, solo necesitará dar orden a la canción que
ha soñado, para transformarla en la "canción del premio" con la que ganará el
concurso de canto al final del Acto III, para así conquistar la mano de la bella
doncella, Eva Pogner.
• El Oro del Rín - En la segunda escena, hallamos a Wotan hablando entre sueños,
acerca de los sólidos muros y majestuosos salones del anhelado Olimpo divino, el
Walhall. Frika, su esposa lo despierta para mostrarle que ese sueño se ha
convertido en realidad: el Walhall se yergue altivo sobre las nubes.
• La Walkiria - En el Acto I, el amor entre Siegmund y Sieglinde va despertando y a
medida que lo hace, ambos se refieren a un "sueño de amor" que les trae
melancólicos recuerdos de una infancia lejana o, más aún, de una vida anterior en

74
la que ambos estuvieron unidos.
• La Walkiria - En el Acto II, Escena 3ra., Sieglinde rememora en sueños la
traumática experiencia del asesinato de su madre y su propio rapto por una tribu
enemiga. Un trueno la despierta para presenciar el fatídico combate entre
Siegmund y Hunding.
• Siegfried - En el Acto II, Wotan y Alberich despiertan al dragón Fafner, quién ha
amasado la inmensa riqueza del oro arrebatado al nibelungo Alberich. Fafner,
apenas se despereza de su sopor y tan sólo atina a decir "poseo el oro, nada me
falta, dejadme dormir....".
• Siegfried - En el Acto III, Wotan despierta a la diosa de la tierra, Erda, para
anunciarle que cree poder conjurar el fin de los dioses, más ella le previene que está
equivocado y vuelve a su sueño durante el cuál teje los hilos del destino de la
humanidad con la ayuda de sus tres hijas, las Nornas.
• Ocaso de los Dioses - En el Prólogo, aparecen las tres Nornas, (que en la mitología
nórdica se llaman Ur, Skuld y Werdandi, lo que puede traducirse como "ayer",
"hoy" y "mañana") tejiendo el hilo del destino del mundo que se ha vuelto tan
complejo que sus fibras se enredan y atascan; y al querer desenredarlas se rompen.
Claro indicio de que su ciencia adivinatoria ha terminado. Al final de esta lúgubre
y nocturna escena, las tres Nornas muy entristecidas vuelven a sumirse en un sueño
profundo.
• Ocaso de los Dioses - En el Acto III, el maligno Nibelungo, Alberich, le habla en
sueños a su adormecido hijo, Hagen, aconsejándole venganza y traición. Esta
escena es un símbolo maravilloso de como la “voz de la sangre” llama y ordena a
través del tiempo y de las generaciones.
• Parsifal - El rey del Grial, Amfortas, herido por el mago negro Klingsor, tiene un
sueño recurrente que le anuncia que sólo podrá sanarlo un "casto inocente" y repite
las proféticas palabras que escucha en esos sueños: "Durch Mitleid wissend, der
reine Tor; harre sein, den ich erkor" ("Un casto y tonto a quién la compasión le
dará sabiduría; es a Él a quién he elegido esperar"). 82
• Parsifal - Actos I y II. La ambivalente maga Kundry, es perseguida por sueños y
pesadillas que le recuerdan los crimenes de sus vidas pasadas - como Herodías se
rió de Cristo en la cruz - y dos veces a lo largo de la obra despierta espantada,
lanzando alaridos de terror.
El propio Wagner tenía poderosas experiencias oníricas que lo marcaban profundamente
y habrían de influir sobre sus obras. Según él mismo relata, cuando se hallaba
trabajando sobre la partitura del Oro del Rín y no hallando la manera precisa de dar
comienzo a su obra, se quedó dormido en un sillón en el vestíbulo de un hotel en Zürich
y soñó una música que al despertar, rápidamente transformaría en la obertura del Oro

82
La frase "Durch Mitleid wissend" era el lema de varias órdenes de caballería de la edad media en Alemania.

75
del Rín.

Wagner y los fluidos


La alemana Susan Sontag83 escribió un breve ensayo sobre los fluidos en la obra
wagneriana, señalando que el fluido que mayor trascendencia tiene en sus obras es la
sangre, que suele derramarse en los combates y de las heridas que éstos ocasionan a los
héroes de la obra. Las heroínas wagnerianas, sin embargo, jamás sangran ya que sus
muertes rara vez son violentas ni conducen al derramamiento de su sangre.
En el Anillo, el fluido fundamental por excelencia, son las puras aguas primordiales del
río Rín, que guardan el oro puro originario del mundo de la Edad de Oro. Sólo al final
de la obra cuando se produce el apocalíptico ocaso de los dioses, las aguas del Rín
vuelven a recuperar ese oro, purificando al anillo de la maldición de Alberich. Si en el
plano cósmico, las cristalinas aguas del Rín son el fluido fundamental, cuando nos
internamos en el plano humano, esa función la desempeña la sangre, fluido mágico por
excelencia, custodiada por diversos pueblos y comunidades a través de la historia:
egipcios, germanos, indios, japoneses, hebreos y muchos más.
La exaltación de las fuerzas mágicas encerradas en la sangre la vemos en escenas como
la del juramento de lealtad de hermanos entre Siegfried y Gunther (Ocaso de los Dioses,
Acto I), en la que ambos beben de un cuerno en el que han vertido vino y unas gotas de
sus sangres. Ambos se declaran “hermanos de sangre” y se juramentan lealtad eterna,
mientras que lo invitan al Nibelungo Hagen, consejero de la corte de Gunther, a unir
también su sangre en el brebaje, más éste se abstiene diciendo “Mein Blut verdürb’ euch
den Trank; nicht fliesst mir’s echt und edel wie euch; störrisch und kalt stockt’s in mir”
(mi sangre echaría a perder vuestro brebaje; pues no fluye pura y noble como la vuestra;
mi sangre espesa y fría sólo fluye con dificultad”). Es ésta una clara referencia a la
prohibición tradicional de la mezcla de sangres que muchos pueblos, entre ellos los
arios, han mantenido durante milenios y que hoy perdura entre ciertas étnias como la
judía, cuyos estamentos más conservadores bajo ninguna circunstancia mezclan sus
sangres con ningún pueblo goim, mientras que sus estamentos liberales suelen hacerlo
con reticencia, por excepción, y por consideraciones de posicionamiento social.
Otro ejemplo de la exaltación de la magia de la sangre, lo hallamos en la famosa escena
de la forja de la espada en Siegfried, Acto I, esc. 3ra., cuando el joven héroe presagia los
combates por venir e intuye los duros combates pasados de su propio padre, el original
dueño de la mágica espada, Nothung.
El símbolo de la sangre también aparece en Parisfal en cuya obra se contrasta
permanentemente la magia de la sangre pura que brilla con su presencia divina durante
la misa oficiada por los caballeros del Grial, con la sangre impura que infecta la herida
del rey Amfortas. Esa herida se la produjo el mago negro, Klingsor con la lanza sagrada
que le robara en momentos en que Amfortas sucumbió a los encantos de Kundry, una
bella hechicera controlada psíquicamente por Klingsor. Se simboliza así, una mezcla de
sangres inadmisible para la orden del Gral cuya misión es, precisamente, la
conservación de la pureza de la “sangre del Redentor” que yace oculta en la magia del
83
Ver diario “La Nación” de Buenos Aires, 24 de enero de 1988 - artículo “Los fluidos de Wagner” - sección
cultural.

76
vaso sagrado del Gral. Hasta que no se lo aniquile a Klingsor, la herida de Amfortas
jamás sanará. Sin embargo, Amfortas debe oficiar como sacerdote en la misa que exalta
el misterio del Gral y al descender la presencia divina sobre el mismo, la sangre impura
que infecta su herida se ve rechazada por la divinidad misteriosamente presente,
ocasionándole indescriptibles sufrimientos.
Otro fluido clave lo conforman los brebajes del olvido y del recuerdo que Siegfried es
engañado a ingerir en el Ocaso de los Dioses. El primero será la causa de su traición
involuntaria a Brünhilde y a todos sus juramentos que olvidará al ingerir el brebaje del
olvido. El segundo será causa de su muerte, al recobrar repentinamente la memoria y
declarar ante la tribu de los Gibichungos reunidos en descanso tras una cacería, la
manera como él desposó a Brünhilde. Hagen aprovecha esta confusa circunstancia para
herirlo de muerte por la espalda.
Así, fatalmente herido, Siegfried recupera la memoria de su amada, Brünnhilde,
mientras la orquesta entona el leit-motiv del “despertar”. Ese motivo musical sólo
aparece tres veces en el Anillo: en Siegfried, Acto III cuando Brünnhilde despierta tras
su largo sueño mágico; en la obertura del Ocaso de los Dioses cuando despiertan las
Nornas para tratar de entrever el futuro; y, finalmente, cuando en su lecho de muerte,
Siegfried “despierta” de los efectos del brebaje del olvido que traicioneramente le sirvió
el nibelungo, Hagen.
Estos pocos ejemplos describen el complejo y tortuoso camino iniciático del Hombre
que bucea en las aguas del inconsciente para captarlo, comprenderlo, y luego integrarlo
dentro de su personalidad. Esta es precisamente la clave psicológica de toda la obra
wagneriana: el proceso de individuación jungeana.
Cabe señalar, por último, que en la vida social moderna la Moneda – el dinero en todos
sus aspectos, manifestaciones y variantes – conforma un fluído en el imaginario
colectivo. Fluido arquetípico que permite aseverar que “la moneda es a la economía
nacional lo que la sangre es al cuerpo humano: debe ser saludable, en la cantidad justa y
a la presión y velocidad correctas”. Igual que la sangre que también debe ser saludable,
en la cantidad y presión justas para la salud del hombre, si la moneda resulta excesiva o
insuficiente o infectada con algún desarreglo (por ej., generadora de usura, anatocismo o
copada por estructuras ilegítimas), entonces también llevan a la economía a la
enfermedad y muerte. De la misma manera que la sangre le pertenece al cuerpo del
hombre, también la moneda le pertenece a todo el pueblo. Podemos decir que la
Moneda es un servicio público en el sentido más amplio del concepto y por ende resulta
tan inaceptable su copamiento por intereses privados o privatización lisa y llana, como
resulta criminal quitarle a sangre – desangrar - a una persona.
La analogía sangre=moneda queda plasmada a lo largo de la obra wagneriana, pues
cuando el concepto de dinero en una sociedad es saludable, entonces cumple una
función análoga a la de la sangre, y promueve la vida y la salud de la economía y, por
ende, del Pueblo. Cuando la moneda se pervierte, entonces la economía y el pueblo
enferman y nace una nueva lucha: la de la Sangre en contra del Dinero.
Estos conceptos también tornan muy elocuente la leyenda del Conde Drácula –
inmortalizada en centenares de novelas, relatos y películas. Ahí aparece en toda su
imaginería lúgubre y mortal la figura del vampiro – roedor nocturno, sucio y habitante

77
de cementerios – que le chupa literalmente la sangre a sus presas. El vampiro puede
adoptar figura humana cuando desea hablar con los hombres pero no puede ocultar sus
orígenes inhumanos, perversos y signados por la muerte. Con mentiras, hipnósis, artes
negras e hipocresía atrae, seduce y adormece a sus víctimas a las que asesina lentamente
chupándole la sangre de manera (casi) imperceptible y aparentemente indolora. Así la
victima va decayendo hasta caer muerta o – peor – hasta transformarse, ella también, en
vampiro.
Hecho el paralelo entre la Sangre y el Dinero, podríamos decir que también hoy el
mundo sufre del acecho de ciertos procesos financieros que operan como “vampiros”,
quitándole la salud, fuerza y vida a las economías nacionales, con lo que literalmente
matan a cientos de miles - ¡millones! –de personas de manera casi invisible. Pues, al
igual que nuestro vampiro de la leyenda, los procesos mortíferos de la usura, el
anatocismo, la especulación y el parasitismo financiero, disimulan, se reviste de formas
“humanas” y – gracias a las tecnologías modernas – disponen de poderosos instrumentos
de “hipnósis” como son los monopolios mediáticos y las imposiciones paradigmáticas
intelectuales.
De ahí el gran énfasis que pone Wagner sobre la Sangre noble de los Velsas en su lucha
contra el Oro maldito de Alberich y Mime. En este trágico Tercer Milenio que acaba de
comenzar, la guerra entre Sangre y Dinero se ha tornado en una guerra a muerte. Los
argentinos de estos días lo sufrimos en carne propia.

Los metales: la oposición entre el oro y el acero


En el Anillo, los metales desempeñan un rol simbólico importante, lo que se centra en
dos metales opuestos: el oro y el acero. Ambos van sufriendo transmutaciones y
cambios diversos a lo largo de la obra, no tanto en sus características físicas sino en sus
efectos psicológicos. Al principio del ciclo, por ejemplo, hallamos el oro en su
condición primordial de total pureza, durmiendo en el lecho del Rín pero luego al ser
forjado por la raza de los nibelungos se transforma en un símbolo de poder terrenal.
Una parcela del mismo se forjará en un anillo de poder universal - el Anillo del
Nibelungo Alberich, quién logró semejante proeza maldiciendo el amor - que así
adquiere características maléficas que terminan arrastrando a toda la humanidad, a los
dioses y al cosmos hacia el fatal desenlace del ocaso de los dioses.
Así, el oro deviene en símbolo del egoísmo y del materialismo, lo que lo torna
particularmente elocuente como emblema de los tiempos que corren y de la hipnótica
pasión que tienen los hombres por el oro y su variante simbólica: en dinero en todas sus
formas y manifestaciones. El que adora el oro y el dinero considera que las riquezas no
son ni casas, ni campos, ni bellas obras de arte, ni el trabajo, ni la felicidad sino el oro y
el dinero. Es el capital lo que cuenta y lo que conforma el centro de un sistema perverso
y parasitario que envilece a los hombres y a sus acciones. La fiebre del oro profetizada
por Wagner hoy la hallamos en el mundo de las finanzas globalizadas en el que lo único
que importa son los capitales, independientemente de si el egoísmo con el que se los
maneja crea hambrunas, guerras y pobreza. Hoy ya no podemos dudarlo: el mundo
claramente le pertenece a Alberich y a la satánica raza de los Nibelungos.
En contraposición, en el Anillo el acero adquiere el heroico fulgor de las batallas y las

78
conquistas, internas y externas. Con él se forja la espada Nothung, que tanto Siegmund
como su hijo Siegfried han de blandir en batalla. Es gracias a la espada que Siegfried
logra matar al dragón Fafner, lo que le permite conocer los secretos de la naturaleza y
comprender el idioma de los pájaros. La espada es también símbolo de lealtad, como lo
demuestra el final de Acto I del Ocaso de los Dioses, cuando Siegfried haciéndose pasar
por Gunther gracias a que porta el yelmo mágico, conquista a Brünnhilde para su
“hermano de sangre”, Gunther, mientras ella aguarda en la cima de su montaña. Como
símbolo de su lealtad, coloca entre ambos la espada, para que su acero atestigüe y
garantice la pureza de la mujer que cree haber conquistado para su “hermano de sangre”.
Recordemos que el color rojo de la sangre resulta del hierro que contiene.
Ambos metales - el oro y el acero - se traban en compleja lucha a lo largo de toda la
obra. Una vez perdida su pureza primordial, el oro sólo representa el oprobio, la
esclavitud y la maldad, que en esta Edad de Hierro, solo la espada de acero blandida por
el brazo de un heroico guerrero, podrá hacerle frente en una lucha a muerte propia del
Kali-Yuga. Aunque deba finalmente sucumbir, la espada de acero ayudará a llevar a
cabo el plan cósmico del eterno retorno. Apura el final para que todo pueda volver a
comenzar una vez que el oro regresa a las puras aguas del Rin para poder servir
nuevamente de símbolo de una nueva Edad de Oro.
Ambos también son símbolos de las dos eras que se encuentran en las antípodas por sus
cualidades: la Edad de Oro y la de Hierro. Así, principio y fin quedan íntimamente
entrelazados, condicionándose mutuamente en un abrazo cíclico reminiscente del yin-
yang oriental, girando sin cesar en el eterno retorno. Resulta interesante observar esta
evolución cíclica en el propio anillo que de yacer informe en el lecho de Rín al principio
del ciclo, vuelve al final a esas aguas primordiales. Según lo señala el "Comentario" al
programa del Ocaso del Teatro Colón de Buenos Aires de 1998, escrito por Pola Suárez
Urtubey, el anillo pasa por distintos poseedores a través de la Tetralogía, según la
siguiente secuencia:
• Oro del Rín: Rín - Alberich - Wotan - Fasolt - Fafner
• La Walkiria: Fafner
• Siegfried: Fafner - Siegfried
• Ocaso de los Dioses: Siegfried - Brünhilde - Siegfried - Brünhilde -
Rín

Wotan
Por último, estimamos valioso el análisis realizado por Carl Jung en un trabajo escrito en
1936 con el título de "Wotan" en el que equipara al nacionalsocialismo alemán de
entonces con la manifestación en la conciencia colectiva del arquetipo del dios
germánico que había permanecido adormecido desde remotas épocas tribales. Decía
Jung que "...un dios ha tomado posesión de los alemanes y su casa se ve invadida por un
'fuerte y rápido viento'... posiblemente podamos resumir este fenómeno general como un
caso de Ergriffenheit - o sea, aquél estado de encontrarse aprisionado o poseído. Este
término (en idioma alemán), presupone no solamente un Ergriffener (o sea, uno que está
poseído), sino también un Ergreifer (aquél que posée). Wotan, entonces, es un Ergreifer
de hombres y, salvo que se pretenda deificarlo a Hitler - que es lo que en verdad ha

79
ocurrido - él (Wotan) es, en verdad, la única explicación... Una mente primordial
considera a los dioses como entidades metafísicas que existen en sí mismos, o sino los
considera como inventos juguetones y supersticiosos... .los dioses son, sin duda alguna,
personificaciones de fuerzas psíquicas.”
Jung también señala que este poder de Wotan fue canalizado al Volk (Pueblo) alemán
por Adolf Hitler al decir que "El aspecto que impresiona del fenómeno alemán es el
hecho de que un hombre, quién se encuentra obviamente poseído ha logrado contagiar
a toda una nación hasta tal punto que todo ha sido puesto en movimiento y ha
comenzado a rodar..."
El profesor Jung vió claramente que la Alemania nacionalsocialista conformaba una
resurrección moderna del tribalismo ario y, aunque no lo menciona, describe al
arquetipo de Wotan en términos claramente sincrónicos con el Wotan del Anillo de
Wagner al señalar como "Un viajero impaciente quién genera movimiento y aviva el
fuergo de la lucha; ora aquí, ora allí y opera mágicamente...Él es el dios de la tormenta
y del frenesí, el liberador de pasiones y del deseo de combate; pero más aún, él es el
mago supremo y artista ilusionista versado en todos los secretos de naturaleza oculta."
Wotan, también conocido como Odín por los escandinavos era el dios que inspiraba el
shamanismo exstático de los Berserklaufers - los guerreros furiosos que se lanzaban
invencibles hacia sus combates, como bien descubrieron los legionarios de la antigua
Roma que pretendieron conquistarlos. Es también Hermes-Mercurio, siempre curioso,
de imaginación rápida y frondosa, el intelecto de los dioses, el Logos, el dios de las artes
mágicas, de la alquimia y de la astrología, el regente de Virgo: la reina celestial.
Como le dijera el profesor Jung al escritor y diplomático chileno Miguel Serrano, en
carta datada 14 de septiembre de 1960, "Cuando, por ejemplo, la fe en el dios Wotan
desapareció y nadie pensaba más en él, aquél fenómeno originalmente llamado 'Wotan'
permaneció: nada cambió salvo su nombre, tal como lo demuestra el
nacionalsocialismo en una escala mayor. Un movimiento colectivo consiste de millones
de individuos, cada uno de los cuales muestra síntomas de wotanismo y demuestrta, por
ende, que Wotan, en rigor de verdad, jamás murió sino que ha conservado su vitalidad y
autonomía originales. Nuestra consciencia sólo se imagina que ha perdido a los dioses;
en realidad, ellos siguen ahí y sólo se necesita de alguna condición general para
rescatarlos y devolverles su fuerza total".
En este fenómeno moderno que influyó sobre Alemania, luego sobre Europa e
importantes sectores en todo el mundo, la obra wagneriana desempeñó un rol clave. El
arquetipo de Wotan - con sus tormentas, rayos, y batallas; hijas Walkirias e hijos Velsas;
el Walhalla, el cónclave de los dioses y su dramático destino -, se encuentra siempre
presente a lo largo de El Anillo del Nibelungo. En rigor de verdad, toda la obra no es
más que un símbolo de la manifestación de Wotan en el mundo. Esto lo deja Wagner
claramente expuesto en la sutil evolución y transformación de la figura de Wotan en el
Anillo. De aparecer como un dios soberbio y mundano en Oro del Rhín y primera mitad
de La Walkiria, madura transformándose en un dios filosófico en la segunda mitad de
Walkiria, hasta convertirse en un "filósofo puro" en Siegfried, dónde sólo aparece como
el Viajero que deambula por todo el mundo. En el Ocaso de los Dioses, ya ni siquiera
aparece en el libreto ni en escena, pero su presencia es permanente a lo largo de toda la

80
partitura a través de los leitmotiv del Walhall, Walkirias, Pacto, Ocaso y Velsas, entre
otros.
Por último, un ejemplo más de la sutileza del mensaje y los simbolismos de Wotan en la
obra del Maestro. La mitología germana nos cuenta que Wotan comprendió el misterio
del uso mágico de las runas – los símbolos mágicos de los germanos -, pendiendo
colgado del Ygdrassil, el árbol del mundo durante nueve días y nueve noches, sufriendo
dolores atroces. Esas nueve noches iniciáticas de sufrimiento abrieron la Visión de
Wotan a la magia rúnica. No es casualidad que a lo largo del Anillo comprobamos (ver
anexo al final de este trabajo) que Wagner incorpora nueve amaneceres; nueve días que
apuntan a esta vivencia fundamental del dios Wotan.

81
Cap. V - Consideraciones iniciáticas -
"Para que un hecho sea grande
deben reunirse dos condiciones:
la grandeza del sentimiento en los que lo realizan y
la grandeza del sentimiento en los que lo presencian."
Friedrich Nietzsche

“Todo símbolo produce para el que lo medita


con la disposición necesaria,
efectos rigurosamente comparables a los de los ritos”
René Guenón (1886-1951)

Un mensaje en clave
Ya desde sus primeras obras, Wagner nos aporta indicios de que detrás del relato
volcado en el libreto y detrás de la música en sí, existe un mensaje más profundo y sutil
que cada uno debe encontrar e interpretar. Al igual que los trovadores medievales,
Wagner nos invita a trobar clus - a hallar la clave - que se esconde y disimula, a menudo
detrás de episodios aparentemente menores. A modo de ejemplo, en una de sus obras de
la juventud, su segunda opera importante, Tannhäuser, en el Acto III, Esc. 2da., aparece
el personaje de Wolfram cantando una muy bella y conocida aria dedicada “a la Estrella
Vespertina”. ("Wie Todesahnung, Dämm´rung deckt die Lande..." - "Como presagios de
muerte la oscuridad cubre la tierra...").
Este Wolfram, hombre espiritual y amigo del fáustico Heinrich Tannhäuser, no es otro
que Wolfram von Eschenbach, el famoso Minnesänger - trovador germano - del siglo
XII quién compusiera su épico poema Parsival (así, con "v") original, sobre el cuál
Wagner basaría su última obra, Parsifal (que el maestro eligió escribir con “f”). En
Parsival, obra de profundo contenido iniciático, Wolfram von Eschenbach nos enseña
que el Gral es en realidad una piedra caída del cielo - lapsit exilis o lapis ex coelis -; una
diadema de la corona de Lucifer que se desprendiera durante su batalla celestial contra
los arcángeles leales.
Ahora bien, Lucifer es el Lucero - a veces de la mañana, a veces de la tarde, según las
posiciones relativas de la tierra, Venus y el sol - ya que en el orden celestial es el planeta
Venus cuyo metal emblemático, el cobre, tiene un óxido de color verdoso igual que la
diadema verde de la corona luciferina de la que se talló el Grial y que fuera también el
color de la Tabla Esmeraldina sobre la que el dios egipcio Thot grabó una síntesis de
toda la sabiduría del mundo. Todo esto lo conocía muy bien Wolfram, ya que la
sabiduría la obtuvo de su maestro Flegattanis, quien a su vez lo leyera en un antiguo y
enigmático manuscrito hallado en Toledo, escrito en caracteres enrevesados; podría
tratarse de escritura árabe o de antiguos caracteres rúnicos.
Que Wagner inocentemente hiciera cantar a su Wolfram una melancólica aria a la
estrella vespertina Venus es, entonces, mucho más que una mera casualidad. Es la
norma de todo texto esotérico e iniciático que sus significados profundos solo puedan
hallarse si se sabe “leer entre líneas”, descubriendo significados y símbolos sutilmente
colocados en distintos puntos. Dentro de este contexto, la obra wagneriana es
auténticamente iniciática según lo hemos definido en el presente ensayo.

82
La iniciación
El Acto II de Siegfried conforma un punto clave en el Anillo, por cuanto marca la
iniciación de Siegfried. Como dijimos, ello acontece durante su lucha a muerte con el
dragón Fafner al cuál primero debe despertar, cosa que logra haciendo resonar fuerte y
alegremente su cuerno de caza para luego matarlo con su espada, Nothung. Luego al
beber unas gotas de la sangre del dragón, “despierta” y descubre que su entendimiento le
permite comprender el lenguaje de los pájaros.
En esta grandiosa escena la espada Nothung, hecha de acero de cualidades mágicas y
divinas, es un símbolo del intelecto superior que dirige y encausa la voluntad del héroe.
Lleva grabado en sus moléculas - en su inconsciente por así decirlo - su hundimiento
hasta la empuñadura en el fresno de Hunding por el Viajero, su posterior heróica
conquista por Siegmund (La Walkiria, Acto I, Esc. 3), y su rompimiento contra la lanza
de Wotan el final de Acto II de La Walkiria.
Siegfried, sin embargo, toma los trozos rotos de Nothung y los vuelve a forjar, gracias a
los conocimientos y voluntad que el nibelungo, Mime, jamás podría comprender por
carecer de la necesaria fuerza intelectual y moral: su propia naturaleza psíquica le
impide hacerlo. La espada, al igual que el intelecto, sirve para despertar y emprender la
lucha contra las terribles fuerzas de la naturaleza. Sirve para luchar contra el dragón
Fafner, ya que es la espada la que se hunde en el corazón de Fafner, matándolo. El
intelecto (lo consciente), simbolizado por la espada, nos lleva a penetrar en los misterios
de la naturaleza llegando hasta su mismo corazón, simbolizado por el dragón (lo
inconsciente). Entonces, al ingerir algunas gotas de la sangre del dragón (al incorporar
lo inconsciente a lo consciente), se produce el milagro de la individuación jungeana. O
sea, se produce en el hombre una transformación alquímica que conforma un auténtico
despertar que le permite percibir en forma directa la Realidad de la naturaleza, o sea, le
permite “comprender el lenguaje de los pájaros”.
A partir de ese momento, Siegfried se deja guiar por la sabiduría del pajarillo del
bosque, sabiduría que ni siquiera la espada Nothung podría darle. Pues, la espada, al
igual que el intelecto sólo sirve para ayudarnos a penetrar en los secretos iniciáticos
(“penetrar en el corazón del dragón y matarlo”), a no desviarnos del camino; pero una
vez que logramos comprender la voz de la naturaleza, debe acallarse el intelecto.
En realidad la espada Nothung - al igual que el intelecto - es un arma de doble filo que
sirve para ayudarnos en el camino hacia la Gnósis, pero si no la sabemos usar o si no
somos expertos en su manejo también se nos puede volver en contra, hiriéndonos y
lastimándonos. Por eso, un intelecto fuerte y sólido, al igual que una espada filosa y
dura, requiere de fuertes y seguros brazos - o sea, de una voluntad indomable - que lo
dirija y lo guíe. Este conjunto simbólico aplicable al camino individual del héroe
guerrero, también tiene su paralelo con el devenir del inconsciente colectivo entre las
razas humanas.
Así encontramos estupendamente simbolizado todo el proceso iniciático según las
antiguas escuelas esotéricas de la tradición humana para las que el propósito de nuestras
vidas sólo consiste en lograr la experiencia gnóstica que nos permita percibir la Realidad
(con mayúsculas) de la naturaleza, en forma directa y sin la intermediación del intelecto.

83
Se trata de la misma diferencia que existe, por ejemplo, entre una persona ciega de
nacimiento a quien se le ha “explicado” la diferencia entre los colores verde, rojo y
amarillo – ora científicamente (según sus respectivas longitudes de onda
electromagnéticas); ora poéticamente (según metáforas del tipo “el rojo es pasión”, el
“verde es paz” o “el amarillo es alegría”); y una persona con visión normal que percibe
esos mismos colores directamente. Quizás el hombre ciego de nuestro ejemplo pueda
“entender” intelectualmente qué son los colores, especialmente si tiene una buena
formación cultural, pero jamás los experimentará en todo su impacto directo la visión de
esos colores como lo hará quien tiene ojos para ver (por más que sea – incluso –
analfabeto!).
El substratum que se encuentra permanentemente presente en la obra wagneriana y que
nos aporta un punto de apoyo para lograr esa percepción gnóstica, lo conforma su
música por cuanto la música es una metáfora de la experiencia mística en sí. Con ella,
sólo vale escucharla y asirla en toda su profunda belleza y majestuosidad.
Aquí viene, precisamente, el punto crucial por cuanto los sones wagnerianos portan en
sus acordes, melodías y ritmos toda la carga energética de la melancolía existencial, de
los adormecidos arquetipos, y de lo que algunos han dado en llamar la “memoria de la
sangre”. Hasta aquí, Wagner nos aporta su obra como un vehículo del despertar
iniciático. Pero ella sólo puede “hacer su parte”. El resto, el verdadero esfuerzo,
debemos aportarlo cada uno de nosotros. Si nuestro karma determina que estamos listos
para avanzar aunque más no sea un simple paso en el camino hacia la Gnosis; que
estamos dispuestos a levantar un sólo velo que nos oculta la visión de la luz divina;
entonces seguramente podremos aprovechar a Wagner. Si no estamos preparados, o si
nos encontramos demasiado enfrascados en los asuntos del mundo, o si por algún
misterio del mundo, nuestra “memoria” no se condice que la gnosis wagneriana,
entonces Wagner probablemente no nos sea de utilidad alguna o, en algunos casos,
incluso pueda transformarse en un verdadero enemigo, tal como le ocurre a Amfortas
cuya herida infectada se afiebra ante la sola presencia de lo superior.
De manera que si se da la conjunción de la persona correcta, en el estado anímico
correcto, esta obra puede servir para despertar visiones internas ocultas. De lo contrario,
su magia se malogra. Para ello resulta necesario abrir la sensibilidad a las realidades
superiores que suelen hablarnos con símbolos, metáforas y de manera a menudo
enrrevesado pero no por ello menos impactante. Ello nos permite leer “los signos de los
tiempos”, a condición que nos salgamos del paradigma intelectual de la época en que
vivimos. Veamos un ejemplo de lo que estamos hablando.

Signos de los tiempos


El conocimiento iniciático presupone una forma diferente de interpretar la realidad y de
entender al mundo. Hemos señalado que con el despertar de un conjunto de arquetipos
de una nueva edad, es preciso “sacrificar” aquél otro conjunto de arquetipos dominantes
de la edad que concluye. La constelación que sale sobre el horizonte se torna activa y
despierta, mientras que la que se pone en el horizonte, se desactiva y se “duerme”.
Así, vemos como el surgimiento cristiano en la Era de Piscis debió simbólicamente
sacrificar a Aries, de ahí toda la simbología en torno al sacrificio del cordero (Aries). El

84
propio Cristo, símbolo de la Era de Piscis, es también símbolo del cordero inmolado:
“Agnus Dei qui tolis pecatta mundi” – Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo.
Más de dos mil años antes, con el despertar de la Edad de Aries surgió la necesidad de
sacrificar el arquetipo del signo precedente de Tauro. La muerte de Tauro – el toro –
cobró diversas formas: la religión mitráica iraní – luego de gran influencia entre los
legionarios romanos - porta algunos de sus elementos como lo es el propio dios Mitra
matando a un toro (acompañado por un perro, símbolo de Sirio y el Can Mayor) y una
serpiente. Las corridas de toros de tradición celtoibérica serían un cruel resabio que ha
perdurado hasta nuestros días en España, México y Colombia. Incluso, el mito del
Minotauro – monstruo mitad hombre y mitad toro - escondido por el rey cretense Minos
en el laberínto de Knossos que fue sacrificado por el ateniense Teseo, apunta al mismo
proceso.
Todos estos símbolos y emblemas surgen espontáneamente. Hoy debemos estar alertas
a los indicios que van surgiendo respecto del nacimiento de Acuario y la segura muerte
o “sacrificio” de Piscis, a medida que transitamos recambio entre ambos. En este orden
de cosas, nos permitimos señalar un ejemplo de altísimo relieve que podría ser un
indicio más del comienzo del fin de Piscis, señalando que la manifestación de estos
procesos psíquicos se revestirá, seguramente, del paradigma de la época. Así, mientras
que el nacimiento de Acuario reflejará las pautas de ese mes platónico por venir, el fin y
ocaso de Piscis muy probablemente se revista del paradigma de la presente época de los
tiempos finales.
Al respecto, los dramáticos eventos del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York
cobran un relieve muy interesante si se los aborda desde esta realidad superior, por
cuanto espontáneamente asumieron la simbología del sacrificio de Piscis:
• Las dos aeronaves Boeing 767 – metálicas y de color plateado - parecían peces
voladores provenientes de direcciones opuestas (la aeronave de American Airlines
se acercó desde el norte e impactó la Torre Norte, mientras que la de United Airlines
provino desde el sudoeste y golpeó la Torre Sur). Visto desde arriba, ambas
aeronaves siguieron el curso de dos peces cruzados, como Piscis;
• A su vez, las dos torres del World Trade Center en sí, también eran emblemas de
dos gigantescos “peces”: plateadas, con una tracería de vigas verticales, cruzadas
por sus 110 pisos de cada una, asemejándose a las “escamas plateadas” de los peces.
• Aquél tremendo ataque ocurrió el día 11 (emblema de los dos peces, uno al lado del
otro), en el mes de Septiembre bajo el signo de Virgo - el mes de la Virgen - signo
opuesto y equilibrador de la Era de Piscis. Lo que termina por derribar a las torres es
el fuego, elemento correspondiente a Leo, signo opuesto o equilibrador de Acuario.
Por debajo de las torres corre el río Hudson, siendo el agua el elemento de Piscis;
osea las torres se hallaban prácticamente posadas sobre el lecho del río. A su vez,
Urano (regente de Acuario) es el “santo patrono de la aviación”.
• El evento ocurrió en Nueva York, capital financiera mundial, a pocas cuadras de
Wall Street – en la propia metrópoli sede del centro mundial del “fin del tiempo”
(ver siguiente capítulo).
• Este evento desencadenó una serie de hechos políticos, estratégicos, militares,

85
financieros, sociales y económicos que trastocaron todo el mundo, y aceleraron los
tiempo que en este preciso instante arrastran al mundo hacia un abismo.

Naturalmente, se impone cierta prudencia y cautela al realizar interpretaciones como


esta, pero la lectura de incidentes desencadenantes como los del ataque al World Trade
Center de Nueva York nos permitirá entender mejor aquello que se va y se retira, a la
vez que vamos reconociendo lo que se acerca y está por nacer.
Incluso, resulta notable que, dentro del marco de la astrología, la última etapa de Piscis
se viera signada por el descubrimiento (dentro del ámbito de la ciencia de la astronomía)
de tres nuevos planetas de nuestro sistema solar, lo cual arroja cierta luz sobre las
interpretaciones astrológicas, especialmente considerando que sus descrubridores
sincronísticamente les dieron nombres muy ajustados – casi diríamos sintonizados - al
final de la Era de Piscis y anuncio de la de Acuario.
Me refiero a Urano, Neptuno y Plutón, que son planetas (de la raíz griega de
“viajantes”: aquellos astros que no permanecen en posición inmóvil como las estrellas
sino que se desplazan o viajan en el firmamento), y que se suman a los planetas
tradicionales: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, más el Sol y la Luna.
Urano, el séptimo planeta luego de Saturno, fue el primero en descubrirse en tiempos
modernos por el astrónomo inglés, Sir William Herschel en 1781 y su nombre es el del
dios de los cielos que a partir de los siglos XIX y XX tendría enorme atracción e
influencia sobre la humanidad a través de inventos que permitirían los viajes aéreos y,
hoy, especiales. Su órbita alrededor del sol demanda 84 años terrestres, con lo que este
descubrimiento surge hace poco menos de tres “años” uranios. Sincronísticamente, las
investigaciones físicas que desembocarían en el control de la energía atómica
inaugurando la “era atómica” en 1945 y el armamento nuclear, utilizarían un isótopo
enriquecido del elemento bautizado por los científicos con el nombre de Uranio. Así,
este dios de los Cielos nos promete también el fuego desde el cielo.
Neptuno, el octavo planeta, fue descubierto por el astrónomo alemán Johann Galle en
1846, y tomó su nombre del dios de las profundidades del mar a quien los griegos
llamaron Poseidón. Su órbita alrededor del sol demanda 164 años, con lo que su
descubrimiento por el hombre data de hace poco más de un “año” neptuniano. También
es el nombre que los físicos nucleares dieron al primer elemento transuránido en los
años cuarenta: Neptunio.
Plutón, el noveno planeta, fue descubierto por Clyde Tombaugh (Observatorio Lowell
de Flagstaff, Arizona, Estados Unidos de Norteamérica) en 1930, y toma su nombre del
diós negro de las profundidades inferiores de la tierra y del alma: literalmente del
Inferno. Su órbita alrededor del sol demanda 248 años con lo que su descubrimiento
data de brevísimo tiempo en términos del año plutoniano. Sincronísticamente, este dios
del Infierno también daría su nombre a otro elemento transuránido clave y fundamental
para la fabricación de la bomba atómica que, como espada de Damócles, amenaza a la
humanidad desde que los estadounidenses la arrojaron sobre Japón en 1945: el elemento
Plutonio. En lo social, las fuerzas del Inferno, en el sentido de inferiores, sub-
conscientes (según el freudianismo nihilista), satánicas y diabólicas, también parecen
haberse desatado en una gran epidemia psíquica colectiva en la que todo lo perverso,

86
antinatural, sanguinario, cruel, destructivo y monstruoso se apodera de la vida
psicológica y social de los hombres. Estas fuerzas infernales han quedado liberadas de
toda atadura a través del relativismo “democrático” universal, permisivo y “tolerante”
que perdona y justifica todo lo absurdo y antinatural: el genocidio financiero, la
violencia urbana ingenierizada desde los centros de poder mundial y la subcultura
porno-narcótica. ¡Hasta “mi Buenos Aires querido” ha caído desde las alturas de un
Gardel, una Eva y un Perón, hasta la decadencia de legalizar el casamiento de
homosexuales mientras toda la dirigencia –Jefe de Gobierno incluido– se congratulan!84.
Que los tres planetas se “despertaran” en la conciencia del hombre precisamente a fines
de la Era de Piscis al ser (re)descubiertos, conforma un hecho sincronístico de alta
significación. Refleja fuerzas de lo inconsciente colectivo que se activan en el momento
justo en consonancia con las Trompetas del Apocalipsis cuyos ecos ya se dejan oír.
Estos planetas “nuevos”, representan respectivamente el Cielo, el Mar y el Infierno –
Urano, Neptuno y Plutón.
Esas mismas fuerzas desatadas por el Hombre y que hoy le permiten viajar por los aires
e invadir el cielo – Urano –, también amenazan con destruirlo. Uno de sus preanuncios
quedó plasmado en las decenas de millones de muertos por los bombardeos aéreos de las
ciudades de Colonia, Dresde, Hamburgo, Londres, Berlín, Tokio, Guernica, Munich,
Coventry, Leipzig, Hiroshima, Nagasaki, Hanoi, Da Nang, Belgrado, Bagdad y Basora.
En Wall Street dejó su sello aquél fatal 11 de Septiembre…
A su vez, las aguas que barrerán con “la Gran Babilonia” preanuncian a Neptuno, pues
esa agua está presente tanto en Piscis con sus peces marinos, como en Acuario con el
Hombre derramando agua sobre la tierra. Dos aspectos muy diferentes del agua: como
mar es lo inconciente que esconde criaturas (los peces) como el inconsciente encierra los
Arquetipos; como agua vertida desde un jarrón, son las emociones y el Aqua Viva
derramada por el cielo.
Plutón, por último - divinidad del Hades, del infierno -, es llamado a cerrar este ciclo en
el que la muerte ya no es sólo física, sino también espiritual. Afecta a millones y
millones de seres humanos cuya muerte anímica los transforma en robots – en el Golem
de Gustav Meyrinck -, adelantándose así a la propia muerte física (crecientemente
aplazada gracias a los adelantos en la medicina). Las tecnologías informáticas y
comunicacionales permiten una intensa, ubicua y universal propagación de técnicas de
lavado mental, hipnosis colectivo y condicionamiento psíquico. Así, desarrollan una
verdadera Guerra Psicológica que ha transformado a los habitantes de buena parte del
planeta en Sleepwakers – suerte de zombis y de “muertos vivos”, para usar una imagen
favorita de Hollywood (usina de guerra psicológica y cultural como pocas). Plutón
preside sobre la vida de miles de millones de estos seres “muertos en vida” que,
irónicamente, se concentran en las grandes urbes del planeta – particularmente en las del

84
Ver diario “Clarín”, 19 de Julio 2003, que muestra en su portada con el título “Vivan los novios” a dos
homosexuales besuquiándose al transformarse en “la primera unión civil de una pareja gay en América
Latina”. El actual intendente Anibal Ibarra del FrePaSo envió a Silvana Giudici, secretaria de gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires a controlar todos los detalles para que “todo saliera bien” (sic!). El mismo Ibarra
le cedió hace poco su secretario de cultura – Daniel Filmus – al presidente Néstor Kirchner, quien a su vez lo
apoya firmemente para su re-elección como Jefe de Gobierno de Buenos Aires, en contra de su propio partido.
Ver Pags. 37 y 38.

87
así llamado “primer mundo” – donde reina en todo su esplendor la tecnotrónica
brzezinskiana. Así lo vio en espantosa Visión Juan en Patmos, plasmándolo en su
Apocalipsis donde reina la emborrachada Gran Prostituta que todo lo ensucia y destruye.
En nuestras latitudes, Buenos Aires es el paradigma de la Gran Babilonia del Plata.

88
Cap. VI - Consideraciones proféticas
"Deus est circulus cuius centrum est ubique,
cuius circumferentia vero nusquam"
- San Bonaventura -85

"En ese momento se abrió el Templo de Dios


que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza,
y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra,
y cayó una fuerte granizada"
Apocalípsis de S. Juan - 11, 19

“Nosotros reconocemos el principio de la


decadencia de la humanidad y a la vez la necesidad
de una regeneración, y a ella nos consagramos con
todas nuestras fuerzas.
Richard Wagner (citado por su yerno Houston
Stewart Chamberlain)

Aion: dios del tiempo


Aion, es el título de una obra clave de Carl Jung – “Aion: investigaciones sobre una
fenomenología del Sí-mismo”, y se refiere a una imagen simbólica muy compleja que ha
evolucionado a través de los siglos y tiene un amplio abanico de significados. Las
palabras son organismos psíquicos; cada una tiene en su nucleo alguna experiencia
humana fundamental y porta una imagen de esa experiencia en su etimología. A medida
que uno profundiza en la manera en que se la ha utilizado, el organismo revela algunos
de sus secretos.
En la antigua Grecia, había tres palabras para el concepto de “tiempo”: cronos, kairos y
aion. Cronos se refería al tiempo cuantitativo, lineal y de relativamente corto plazo; de
“uso diario” y práctico. Kairos se refería a aquellos momentos especiales, memorables;
el sentido especial de un determinado momento que lo eternizaba: el “momento justo y
propicio” para realizar algo (Cristo diría “Mi tiempo [kairos] aun no ha llegado”). Por
último, Aion era un concepto más difuso y ambiguo, y se refería a períodos muy
extensos de tiempo: una edad; una eternidad. Homero la utilizó como algo paralelo a la
psiquis, al alma o a la vida, y en la Ilíada al hablar de la muerte de un guerrero, Hera le
dice a Zeus “Cuando su psiquis y aion lo abandonan, entonces manda a la muerte para
que se lo lleve”86, con lo que aion se refería a un plazo de vida; una suerte de compeñero
interno casi identico al alma e incluso Homero se refiere a este elusivo aion como un
agua interna que se gasta a través de las lágrimas. O sea que aion también conforma esa
“agua” interna de la que sólo hay una cantidad limitada. Cuando se la ha consumido,
sobreviene la muerte.
Dentro de este marco temporal, vemos que el Anillo del Nibelungo tiene cierto caríz que
lo torna una obra profética, no tanto porque Wagner haya sido conscientemente profeta,
sino más bien porque creemos que durante el proceso creativo, Wagner logró alinearse

85
"Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes, pero cuya circunferencia no está en ninguna". Citado por
Carl Jung en su "A Psychological Approach to the Trinity" - Obras Completas, XI, pág. 229, nota 6.
86
Ilíada, Libro 16, renglón 426.

89
con misteriosas corrientes “histórico-mundiales”, como diría Hegel, y sintonizar la
fuerza oscura y silenciosa de los arquetipos del inconsciente colectivo de Occidente en
general y de las estirpes germanas en particular. Entendió el mensaje imperativo de
Aion y graficó simbólicamente sus hitos de Kairos.
El Anillo nos brinda una visión amplia y cíclica del devenir histórico y del destino
teológico del hombre, contrariamente al enfoque moderno del mundo materialista que
considera al tiempo como algo lineal, y a la historia como una evolución constante desde
un pasado primitivo y menos cultivado hacia un futuro necesariamente mejor,
motorizado por el mito moderno de la democracia y del progreso.
Con el mito de la democracia se interpreta el devenir histórico en base al paradigma de
la participación y el concurso de las “mayorías”, mientras que con el mito del progreso,
se coloca al hombre mirando siempre hacia el futuro, con lo que minimiza y desprecia
las lecciones y sabiduría del pasado. Estos mitos modernos que nacieron del Iluminismo
del siglo XVIII, luego fueron elevados a dogmas de fe por el materialismo utilitarista de
los últimos dos siglos y medio.
Sin embargo, si fijamos la vista sobre los milenios y milenios que nos anteceden,
encontramos que los pueblos y civilizaciones siempre se han nutrido de la antiquísima
sabiduría que determina que el tiempo histórico también es cíclico. Así, las
civilizaciones, al igual que los hombres, nacen, crecen, envejecen y mueren; según la
metáfora de las estaciones, pasan de la juventud de la primavera, a la fuerza y vitalidad
del soleado verano, que luego madura en las grises tardes del otoño para, finalmente,
morir durante los hielos del invierno. Esta expresión cuaternaria se ha reiterado en
diversas civilizaciones.
Los hindúes consideraban que las eras se sucedían desde un punto de fuerza y pureza
para luego decaer crecientemente, lo que simbolizaban mediante una vaca que al
principio se nos aparece bien plantada sobre sus cuatro patas, luego a medida que las
fuerzas civilizadoras decaen, la vemos parándose sobre tres de sus patas, luego sobre dos
y, ya en los tiempos finales del Kali-Yuga, cuando todo es inestable y la maldad parece
haberse adueñado del mundo, encontramos a la vaca parada sobre una sola de sus patas,
lo que claramente anuncia su inminente caída. Los griegos, como ya hemos visto,
hablaban de cuatro edades simbolizadas por metales que decaen en sus cualidades y
valor: las edades de oro, plata, bronce y hierro.
Carl G. Jung nos legó un muy interesante y profundo análisis de esta evolución según el
mito antiguo de Aion, dios del tiempo de la mitología romana. Jung analiza los amplios
ciclos de evolución de la psiquis colectiva según la traslación del punto equinoccial
sobre las constelaciones de la vía láctea.87 Platón describió la manera en que ese punto
en el que el sol se coloca en el equinoccio vernal va retrocediendo 30 grados cada 2.160
años, cuyo conocimiento los griegos heredaron de los egipcios. Cabe aclarar que el paso
87
Aparentemente, el primero en sistematizar este fenómeno cósmico fue el astrónomo y matemático griego,
Hiparco (nacido en Nicea y muerto después del 127 AC en Rodas). Hiparco observó las posiciones de las
estrellas y luego las comparó con observaciones similares realizadas por Timocaris de Alejandría unos 150
años antes de su tiempo y, a su vez, con observaciones babilónicas aún anteriores. De esta manera Hiparco
descubrió que las longitudes celestiales eran distintas y que esas diferencias eran de una magnitud que excedía
lo atribuible a errores de observación por lo que propuso como explicación el fenómeno de la precesión al que
le adjudicó una magnitud del órden de unos 45 a 46 segundos de arco (una cifra no muy diferente de la
calculada actualmente de 50,274 segundos de arco). Fuente: Encyclopedia Britannica, 1991 Vo. 27 pág. 530.

90
de un mes a otro no es pasible de medirse con la precisión de relojería que el paradigma
cientificista moderno exige. Los antiguos eran plenamente conscientes de que las
porciones de 30 grados de cielo que cada constelación ocupa en el firmamento
representan una medición muy aproximada, por lo que no puede determinarse con
exactitud la duración de cada mes “platónico”, ni mucho menos fijarle una fecha de
comienzo y fin a cada uno. Su duración promedio es de 2.160 años, ya que un ciclo
completo se produce astronómicamente cada 25.920 años, sin embargo, algunas
constelaciones del Zodíaco ocupan más de 30° y otras menos. Incluso no existe un
criterio preciso para determinar exactamente cuales estrellas conforman cada
constelación. Como se verá, no se trata de un “reloj” cósmico de precisión absoluta
como la mente occidental moderna pudiera pretender, sino más bien un de un señalador
cósmico que nos va dando tendencias de los picos y profundides de las olas del tiempo.
A su vez, la dirección de la precesión axial de la tierra se desplaza de este a oeste, o sea
en el sentido contrario a la rotación de la tierra y en la dirección de su órbita alrededor
del sol. En relación a las constelaciones del zodíaco que se encuentran fijas en el
espacio, ello hace que el punto en que se produce el equinoccio de primavera se desplace
en sentido inverso al de la secuencia de las constelaciones (o sea, Acuario, Capricornio,
Sagitario, Scorpio, Libra, Virgo, Leo, Cancer, Géminis, Tauro, Aries y Piscis). Ello
hace que cada era dure unos 2.160 años y que el año zodiacal entero dure 25.920 años.
El actual mes platónico de Piscis se encuentra próximo a finalizar para darle paso al
siguiente “mes” de Acuario, de ahí el gran interés que se ha despertado en las últimas
décadas respecto de la “Era de Acuario” que estaría por comenzar o que ya habría
comenzado. Lo importante es que este proceso de amplios ciclos marca tendencias
claramente verificables.
Jung enseña que un proceso apenas intuido parece determinar que ciertos arquetipos del
inconsciente colectivo se adormezcan y vuelvan a despertar sucesivamente a medida que
va evolucionando la precesión equinoccial, de forma tal que la humanidad entera
inconscientemente, se ve influida por este proceso lo que es verificable a través de los
símbolos asociados con cada mes platónico y los eventos y hechos colectivos. Jung
estudia el caso del cristianismo que nace al iniciarse el mes correspondiente a la
constelación de Piscis y su opuesto en el firmamento que es la constelación de Virgo, y
señala el tremendo impacto que ambos símbolos han tenido sobre el nacimiento,
crecimiento y actual ocaso del cristianismo y de su Iglesia. Ocaso en el sentido de un
alejamiento de sus orígenes espirituales y místicos.
El mito cristiano se encuentra íntimamente ligado al pez que se convirtió en su primer
emblema, que a su vez fue equilibrado por el simbolismo de su madre María, la virgen
celestial cuya iconografía la representa parada sobre una media luna, pisándole la cabeza
a la serpiente del paraíso. Este simbolismo pez-virgen - piscis-virgo - Cristo-María, ha
signado nuestra era cristiana desde hace casi dos mil años. Si hemos de seguir esta
lógica, el mes platónico en el que estamos por ingresar en los próximos dos mil cien
años estará signado por Acuario, un hombre que vuelca agua desde un jarrón, y su
opuesto en el firmamento: Leo, el león, símbolo solar. El hombre y el sol.
Incluso Jung señala que los dos peces de Piscis originalmente miraban hacia el mismo
lado, luego con el devenir de los siglos, se los halla formando una “T” o cruz hasta que

91
en el último milenio, se los suele colocar mirando en direcciones opuestas. Esto último
pareciera graficar que la Era de Piscis atravesaría por dos etapas diametralmente
opuestas: una de gran espiritualidad representada y mantenida por la Iglesia en el primer
milenio de existencia, y luego una etapa de creciente materialismo que a través de los
últimos siglos nos ha conducido al actual materialismo del que ni la Iglesia se ha podido
salvar.
El Anillo del Nibelungo representa precisamente este mismo concepto cíclico de la
evolución del hombre. En una de las puestas en escena de Wolfgang Wagner en
Bayreuth de fines de los años sesenta, las cuatro óperas se desarrollaban sobre un
escenario circular que iba cambiando de forma a medida que se desarrollaba la trama de
la tetralogía. Aquella puesta en escena comenzaba con el Oro del Rín mostrando ese
escenario circular totalmente vacío y bañado por una luz azul y, al final del ciclo, en el
Ocaso de los Dioses, terminado el mundo de los hombres, dioses y razas míticas, el
escenario volvía nuevamente a mostrarse vacío y bañado por una luz azul, simbolizando
el eterno recomenzar o devenir nietzscheano.
En el Ocaso de los Dioses vemos reflejada la compleja trama de un mundo que ya no
puede ser salvado ni redimido, puesto que las semillas de su propia destrucción han
avanzado fatalmente mas allá del punto de no retorno. Con la inmolación de Brunhilde
y la destrucción del Valhalla y del mundo entero, casi podemos oír entre las majestuosas
y poderosas ondas sonoras de la orquesta a las trompetas de los ángeles del Apocalipsis.
La escena final del Ocaso es una magistral representación del final apocalíptico que
cada vez más personas intuyen se encuentra próximo a alcanzar nuestro mundo; casi
podríamos decir que se trata de una intuición plasmada por Wagner en su ópera y que un
número creciente de personas intuyen como un mensaje del inconsciente colectivo. La
alusión a ese misterioso último libro del Evangelio no puede evitarse, por cuanto
encierra el mismo conjunto de profundos misterios intuidos por San Juan Evangelista
durante su cautiverio en la isla de Patmos en el siglo I de nuestra Era.
Wagner también parece haber plasmado su visión profética de este desenlace fatal que
marca el fin del Kali Yuga; supo escuchar el viento de la historia futura e intuyó el
arquetipo del inconsciente colectivo que al igual que la diosa de la tierra, Erda nos
recuerda que “alles was ist, endet” - “todo lo que existe, llega a su fin” (Oro del Rin,
Esc. 3), lo que hoy más que nunca hace que ese misterioso último libro del Evangelio
asuma un significado particularmente claro y urgente para los hombres del siglo XXI y
de la naciente Era de Acuario. La simbología podrá diferir pero tanto en el Ocaso de los
Dioses como en el Apocalipsis, hallamos las mismas fuerzas arquetípicas con su
bestiario cargado de maldad, hipocresía, mentira, inequidad, muerte y destrucción.
Ambos dejan en claro que sólo unos pocos se mantendrán firmes, lúcidos y leales hasta
el final. Se trate de los “144.000 salvados” que los ángeles reconocerán como suyos, o
se trate Siegfried que en el momento de la muerte despierta a la luz del alma o, incluso,
del propio dios Wotan quién al final ya ni siquiera aparece en la escena, aunque su
presencia en la música es permanente, como también en el monólogo final de Brünhilde
cuando mirando al cielo canta “Ruhe, Ruhe, O Gott!” (“Descansa, Descansa, oh,
Dios!”) (Ocaso de los Dioses, Acto III esc. final).88
88
500 puertas y 40 se encuentran en los muros del Valhall; 800 guerreros han de pasar por cada puerta cuando

92
El propio maestro alude a la fuente oculta de su inspiración de neto carácter esotérico
acerca de los tiempos finales, cuando señala en su escrito “La Poesía y la Música en el
Drama del Futuro” que "....con referencia al arte, ganaremos la fe y el valor, (recién
cuando hayamos) escuchado los latidos del corazón de la historia y percibido el susurro
de la fuente eternamente viva que, escondida bajo los escombros de la civilización
histórica, continúan fluyendo inagotable con el más primitivo de los vigores. ¿Quién no
sentiría ahora la terrible pesadez descolorida del aire que anuncia el estallido de un
terremoto? ¿Nosotros que escuchamos el susurro de la fuente, tendremos miedo del
terremoto? ¡Seguramente que no!
Sabemos que solo serán volados los escombros y se preparará el lecho para la fuente en
el cual la veremos fluir con vivo oleaje. En un momento en que el estadista se
desespera, el político deja caer las manos, el socialista trabaja duramente con sistemas
estériles y hasta el filósofo en vez de pronosticar, tan solo sabe interpretar - dado que
todo cuanto nos espera se puede mostrar tan sólo con fenómenos espontáneos cuya
manifestación sensible nadie se sabe figurar - en este momento, es el artista, quién con
certera visión puede ver los personajes como se revelan al ansia que reclama la única
cosa verdadera: el hombre. El artista es capaz de anticipar en su visión el estado
configurado de un mundo todavía en formación y de gozar de antemano de un mundo no
nacido todavía, debido a su poderoso afán de que nazca algo.
Pero su goce se constituye en la comunicación y cuando se aparte de los ganados no
inteligentes que apacienten entre los escombros carentes de hierbas y abrace con
aumentado cariño a los solitarios bienaventurados que junto con él escuchen la fuente,
encontrará también los corazones y los ánimos que le permitan comunicarse".
"Pues bien, la melodía que por fin se refleja en el espejo de agua que ofrece el mar
armónico del porvenir es el ojo claro con que esta vida, desde las profundidades del
mar, mira hacia la alegre luz del sol. El verso, del cual ella no es nada mas que reflejo,
constituye, empero, la poesía más propia del artista de nuestros tiempos, que éste
produjo únicamente con su facultad más suya, con la plétora de sus ansias. A semejanza
de este verso, también la obra de arte, productora de presentimientos, tal como la crea
el ansioso artista moderno, se unirá con el mar de la vida futura."89
Un personaje misterioso de nuestros tiempos que la literatura hermética solo conoce por
su seudónimo - Fulcanelli - alquimista y auténtico hijo de Vulcano, dios Romano del
fuelle y de la forja, nos señala los misterios encerrados en los jeroglíficos del gótico
francés de los siglos XI al XVIII en sus dos magníficas obras “El Misterio de las
Catedrales” y “Las Moradas Filosofales”. Fulcanelli preparaba una última obra que
jamás se llegó a publicar debido a su misteriosa e incierta desaparición que debió
llamarse “Finis Gloria Mundi”. En ella, el adepto pretendía señalar los indicios de los
tiempos finales en los que vivimos, que nos conducen hacia el “fin de la gloria del
mundo”, por efecto del fuego en el hemisferio septentrional y del agua en el meridional.
Este fin del mes platónico encierra una particular significancia dado que no sólo marca

salen a la guerra acompañando al Lobo. Grinmismol, la Edda poética. Si multiplicamos 800 guerreros por
540 puertas, nos da 432..000 que corresponde al múltiplo de dos veces un mes platónico de 2.160 años
(4.320).
89
Richard Wagner - La Poesía y la Música en el Drama del Futuro - Colección Austral, Espasa-Calpe Argentina
SA - Buenos Aires, 1952

93
el fin del mes de Piscis, sino de todo un año platónico de casi de 26.000 años. No ha de
sorprendernos comprobar que ello coincide con tiempos de cambios increíbles en los
avances científicos y tecnológicos que arrastran a la humanidad hacia una aceleración
del tiempo psíquico, único y sin precedentes. Este ritmo vertiginoso en el que hoy
vivimos gracias a la electrónica, la cibernética o, como diría el políticologo
estadounidense-polaco, Zbigniew Brzezinski, la tecnotrónica, tendrá que encontrar un
desenlace que ya muchos intuimos, y que estará signado por un vuelco sorprendente,
inesperado y seguramente cargado de violencia.
El propio planeta, como diría Carl Jung, parece intuir este profundo cambio en el
inconsciente colectivo del hombre y se sintoniza para activar este arquetipo de la
violencia y destrucción universal. Posiblemente, la noción de un fin apocalíptico que
periódicamente azota la humanidad sea, en sí mismo, un arquetipo del inconsciente
colectivo. De esta manera, al lado de las “guerras y rumores de guerra” creadas por los
hombres, la tierra Gaia, nos depara desastres naturales por doquier con sus arranques de
malhumor que comprobamos en los huracanes, tifones, inundaciones, terremotos,
sequías y volcanes que crecientemente azotan a la humanidad. Quizás al hombre
occidental le cueste comprender esta realidad ya que desafía los conceptos universales
de la racionalidad y las mayorías se hallan hipnotizadas por el mito cartesiano, que
determina que dos eventos independientes sólo pueden quedar ligados entre sí, si existe
una cadena secuencial y verificable de causa y efecto.
Ello es muy atendible para los fenómenos físicos y para ciertos procesos intelectuales
pero cuando nos internamos en las profundidades de los fenómenos psíquicos colectivos
y, más complejo aún, la evolución de esos fenómenos colectivos a través del tiempo,
entonces necesitamos recurrir a una suerte de lógica o gnosis alternativa. El propio Jung
lo comprendió así cuando desarrolló su teoría de la sincronicidad para explicar
fenómenos psíquicos cargados de significancia como el deja vú que no pueden, sin
embargo, explicarse de otra manera salvo recurriendo a fenómenos poco conocidos
como la telepatía u otras relaciones acausales.
En el primer acto del Ocaso de los Dioses, aparece Waltraute, valkiria hermana de
Brünnhilde quién le ruega a ésta que se deshaga del fatídico anillo, mientras le relata
como su padre Wotan, sombrío y previendo el fin del mundo, reunió a todos los dioses
en la gran sala del Walhalla y ordenó cortar el árbol del mundo. Así, caía el Yggdrasil,
el árbol o tronco universal que simboliza el eje norte-sur del planeta, cuyo periódico
desarreglo y desplazamiento se relaciona con grandes catástrofes geológicas. Según
Jung, estas catástrofes podrían ser sincronísticas90, directamente relacionadas con las
tensiones y crisis en la psiquis colectiva del hombre. Así, el planeta “intuye” y refleja
las corrientes destructivas del inconsciente colectivo - sus estados de ánimo, por así
decirlo - y responde en consecuencia.91
90
O sea, explicables según la teoría de la “sincronicidad” de Jung que se refiere a la ocurrencia de dos o más
eventos no conectados causalmente, que sin embargo, son significativos para las personas que los viven. El
ejemplo típico es estar pensando en un amigo con el que hace años que no hablamos y encontrarnos con él en
la siguiente esquina o recibir en ese preciso instante su llamado telefónico. Son eventos acausales pero que
sin embargo reflejan un orden superior Ver “Sincronicidad” de C.G. Jung.
91
El autor británico Hancock, en su obra Fingerprints of the Gods, propone una hipótesis mediante la cual los
deslizamientos repentinos de los polos en 30° o más serían responsables de las catástrofes cíclicas que
modifican el contorno geológico y geográfico de amplias zonas del planeta, lo que incluye repentinos y

94
Como profeta de ese futuro, Wagner parece haber sintonizado estas tendencias de los
procesos psíquicos colectivos a los que plasmó en su magnifica obra, que cobró vida
propia tal que seguramente debe haber sorprendido al propio maestro.

El fin del tiempo


Consideramos importante ordenar algunos conceptos en torno al fenómeno de la
“aceleración del tiempo” que, desde ya, no se refiere al tiempo del mundo físico –
inalterable, por cierto – sino más bien al tiempo psicológico colectivo.
El Libro del Apocalipsis nos previene acerca del fin de los tiempos, que será tal pues “el
tiempo ya no será más”, lo que siempre ha intrigado a los estudiosos, pues difíciles
resultaban de interpretar estas oscuras palabras. Sin embargo, si ampliamos nuestra
visión de estas cosas, veremos cómo el tiempo psicológico colectivo a la largo de los
últimos milenios se ha acelerado a medida que las sociedades humanas han visto
desplazando el eje de su “centro de gravedad” psíquico colectivo desde ordenes
superiores hacia órdenes inferiores.
Este proceso de verdadera decadencia anímica nos ha conducido a los tiempos actuales
en los que – efectivamente – “el tiempo se ha terminado”. Casi podríamos decir que el
hombre actual vive un “tiempo de descuento”; es la calma antes del huracán.
En Oriente, la diosa Kali aparece bajo distintos aspectos, uno de los cuales ha sido
frecuentemente pasado por alto en Occidente. Se habla de Kali la Devoradora, y se ha
dicho que devora las formas. ¡Error! En la tradición primordial del Hinduísmo, Kali (o
Durga), la diosa de la destrucción devora el tiempo, siendo este el espíritu del culto92.
En definitiva, el hombre es lo que siente y piensa; su mente y voluntad están allí donde
está su corazón, tanto como individuo como colectividad. Por ende, para entender a las
sociedades del pasado y a la actual, resulta muy importante determinar cuál es el eje
central alrededor del cuál giran sus sentimientos, ideas y anhelos. Nadie puede
dudar que hoy ese “centro de gravedad” en torno al cuál bailan los millones y millones
de seres es lo material, la satisfacción de los deseos primarios y que su símbolo máximo
es el dinero.
Ni siquiera es la economía que es (o debiera ser) la aplicación del trabajo productivo y
creativo al servicio de la comunidad y que tiene como contrapartida una compensación
dineraria para el trabajador. Hoy el centro de gravedad de la sociedad es el dinero
como factor crudo de poder y elemento que satisface todas las necesides de quienes
lo tienen, sin que necesariamente haya contraprestación en trabajo: su clave yace
en la usura (el interés compuesto o anatocismo); o sea en el robo.
Por eso el dominio de la Economía y las Finanzas, conforman la religión del Kali Yuga,
con sus largas filas de gente llevando sus “ofrendas” a gigantescas construcciones
(reales y virtuales) – los bancos -, entregando todo lo que poseen al gran sacerdote

dramáticos cambios climáticos. Existe evidencia de este fenómeno en tiempos proto-históricos y explicaría -
entre muchas otras cosas - la repentina aparición y desaparición de las glaciaciones en diversas partes del
mundo. O sea, las glaciaciones serían los desplazamientos de los cascos de hielo polares que se mudarían
según se modifica el ángulo del eje terrestre.
92
Fuentes bibliográficas: Yoga Tibetano y Doctrinas Secretas (Evans Wentz) Sakti y Sakta (Arthur Avalon).
Nuevamente, agradecemos al Lic. Juan Pablo Rey, gran conocedor e intérprete de la obra de Carl Jung, quien
nos ha aportado este y otros datos muy valiosos.

95
moderno (el banquero), en un estado cuasi-hipnótico.

Quizás la manera más breve de explicarnos es a través de un simple cuadro que


represente la manera en que el tiempo colectivo – que es el tiempo de lo Inconsciente
Colectivo – fue decayendo y acelerándose. Para cada una de las cuatro Edades de las
que venimos hablando describimos los aspectos siguientes y agregamos un quinto
elemento – los actuales “Tiempos Finales” – que no conforman una “Edad” en absoluto
sino más bien representan el borde del fin del tiempo:
• Tiempo: Describe la percepción o vivencia del tiempo psicológico colectivo que
progresivamente se va “acelerando” hasta llegar a nuestros días en que “el tiempo ya
no es más”;
• Eje: Describe el centro anímico que rige lo Inconsciente Colectivo;
• Relación interpersonal fundamental: Describe el motor anímico condicionante en el
imaginario consciente colectivo.
• Paradigma: Describe el paradigma intelectual que prevalece en el Imaginario
Colectivo;
• Centro de Poder: Describe la institución o estructura de poder social predominante;
• Tecnología: Describe la base tecnológica que dinamiza a cada Era;
• Historia: Identifica esquemáticamente una referencia histórica ilustrativa.

Ordenamos este devenir de la siguiente manera:

• Edad de Oro (del Sol)


Tiempo: Eterno
Eje: lo Trascendente (Dios). El Hombre vive en unión con lo divino. Predomina
lo superconsciente colectivo sobre la consciencia individual.
Paradigma: Gnosis: Saber y Ser. Los Iniciados mantienen correcta sincronía y
equilibrio entre las fuerzas naturales y las sociales humanas. La Gnosis como
conocimiento directo de lo Divino; la Certeza que no necesita de pruebas.
Relación interpersonal fundamental: el hombre y su Honor de ser miembro de la
estirpe.
Centro de Poder: la Escuela u Orden Iniciática que preserva, custodia y mantiene la
Gnosis. El Consejo de Sabios como los mejores (arete; aristocracia) que mantienen
encendida “la antorcha” y transmiten la Gnosis oral y simbólicamente a sus
descendientes;
Tecnología: desconocida en su origen93; monopolizada por la Orden;
93
Vale hacer algunos comentarios respecto de los conocimientos “tecnológicos y científicos” de las sociedades
tradicionales. Cuando sobrevienen tiempos oscuros y de caos – especialmente en los cambios de las Edades -
el conocimiento suele refugiarse en las “Órdenes” y en los monasterios. Existen indicios de conocimientos,
hoy perdidos, que permitían resolver problemas físicos de manera absolutamente diferente al enfoque de las
actuales ciencia y tecnología. Se trate de la construcción de complejas obras, de artefactos para desplazarse en
el espacio o para comunicarse a través de grandes distancias, o del mantenimiento de la salud, pareciera que
en otros tiempos nuestros lejanos antepasados hallaron otras maneras para abordar esta problemática desde
ángulos totalmente diferentes que hoy son no sólo desconocidos para nosotros sino casi inimaginables.
Por eso, describimos las “tecnologías” de la Edad de Oro como de origen “desconocido”; por cuanto su origen
ulterior seguramente conforma un misterio tan indesentrañable como los es el origen de la vida misma. Pero

96
Historia: tiempos protohistóricos. El Paraíso; Jardín de Edén. Baja consciencia del
tiempo; carencia de registros históricos ciertos. “Los pueblos felices carecen de
historia”. Monumentos que conforman faros de conocimiento: pirámides, templos,
ingeniería geológica sagrada (por ej., planicie de Nazca en Perú, zodíaco de
Glastonbury y Stonehenge en Inglaterra; el “mapa del cielo reflejado en la planicie
de Gizeh” (Egipto). Se remonta al pasado más remoto y mítico de la humanidad,
simbolizado a menudo como “La Atlántida” (Platón), “Lemuria”, “Los Antiguos
Mayores”, “Agharta” y “Shamballah”.94

vienen al caso algunas orientaciones. En épocas muy remotas, el hombre parece haber logrado la capacidad
de incidir a voluntad sobre la materia de manera parecida a como lo hacen las misteriosas fuerzas de la Vida.
Un ser viviente – el ser humano, por ej. – es una lucha permanente contra fuerzas exógenas que lo atacan y
pretenden desarticularlo (“matarlo”); comenzando con la segunda ley de la termodinámica que hace que la
materia naturalmente asuma crecientes niveles de entropía, o sea, de caos y desorden. La vida, sin embargo,
es todo lo contrario: es orden y fuerza; es propósito y voluntad. La Vida remonta hacia Arriba; la materia
arrastra hacia abajo.
Si el frío nos ataca, generamos calor; si el hambre y la sed nos aquejan, ingerimos y procesamos alimento y
agua; si sufrimos una herida, la sangre y el hueso inmediatamente trabajan para reparar el daño. Incluso, el
cuerpo “sabe” que a la larga sucumbirá a todas estas fuerzas físicas, por lo que se las “arregla” para tener
descendencia: nuevos seres parecidos a nosotros que seguirán portando la “llama sagrada de la vida”. O sea,
la vida es un orden superior e inteligente que se impone sobre una materia inferior y ciega.
Nuestra actual inteligencia pretende lograr algo parecido imponiendo nuestra limitada humana inteligencia
sobre la materia, diseñando bloques y elementos de alta especificidad que luego ensamblamos en un orden
superior. Por ejemplo, una aeronave Boeing 747 está conformada por millones y millones de partes,
elementos, cables, sistemas, caños, chips, pedazos de diversos metales, líquidos y gases de distinta naturaleza,
etc., etc., que son luego ensamblados en una totalidad superadora e inteligente: una aeronave. Pero no por ello
deja esa gran unidad de ser un conjunto ciego de partes individuales e independientes que el hombre deberá
mantener, reparar, reemplazar, controlar, ajustar y conducir casi permanentemente. Un Boeing 747 es una
“idea brillante” plasmada sobre la materia “estúpida”.
Existen indicios, sin embargo, que señalan que el equivalente en la Ciencia Tradicional un artilugio de este
tipo estaría conformado por un modelo superior y “virtual” e inteligente que se impone sobre la materia y le
plasma esa inteligencia en cada uno de sus átomos. Ya no hay ni puertas, ni ventanas, ni cables, ni motores, ni
ribetes, ni alerones, ni luces, ni propulsores, sino un “único” continuum de materia que van transformándose a
cada momento pues cada fibra de esa “materia” está imbuida de la inteligencia que le da la Ciencia
Tradicional. De alguna manera, esa materia “sabe” cómo debe comportarse y qué debe hacer a cada instante.
O sea, un “artefacto” Tradicional – si pudiéramos analizarlo (y ello quizás explique a más de un evento celeste
no explicado en las ultimas décadas), comprobaríamos que al igual que todo ser viviente, no está hecho de un
conjunto de “partes” como lo está un Boeing 747. O al menos, no está meramente “hecho” de partes
ensambladas, de la misma manera que un hombre nos está “hecho” de un ensamble de brazos, piernas, orejas,
cabeza, ojos, cabellos, pulmones, hígado, corazón y cerebro, por más que los mismos conformen
especializaciones orgánicas específicas. La tecnología actual ha logrado grandes maravillas a través de
ensambles mecánicos pero no logra evolucionar hacia estas instancias superiores.
Todo lo contrario, en la ciencia médica vemos como avanzan los conceptos mecanicistas que se dedican a
reemplazar corazones, pulmones, hígados y riñones cuando estos dejan de funcionar, como si fueran
“repuestos” mecánicos respecto de los que sólo se trata de saber la manera “correcta” de instalarlos y
“ponerlos a punto…”….al igual que con el carburador del automóvil.
El salto cualitativo al que nos referimos probablemente sea el resultado de funciones superiores del hombre –
de su cerebro si se quiere - y no tan sólo de la aplicación del raciocinio, la lógica y los conocimientos
científicos y tecnológicos actuales.
94
Platón alude al final de la Edad de Oro en sus diálogos Critias y Timeus, aludiendo a la Atlántida y su capital
Poseidonis que se habría hundido en los abismos atlánticos “hace 9000 años”, o sea casi 12.000 años atrás al
final de la Edad de Leo (coincidente con la posible fecha de la construcción de la Esfinge de Gizeh). En
Oriente, las ciudades desaparecidas de Shamballah (en Tibet) y Agharti (en las planicies del Asia Central)
aluden a algo parecido: ciudades que se han hundido dentro de las entrañas de la tierra y las montañas. En
todos los casos, son ciudades fabulosas por su sabiduría, conocimientos y tecnologías que se habrían
“hundido”; o sea, vuelto a lo Inconsciente Colectivo. En América, lo encontramos en la leyenda de la Ciudad
de los Césares… Wagner lo retoma con las representaciones del Nibelheim y los “viajes al centro de la tierra”
magníficamente descriptos en El Oro del Rín.

97
• Edad de Plata (de la Luna)
Tiempo: se lo vive en Milenios
Eje: la Cultura. El hombre cree en la divinidad pero se siente apartado de ella; lo
ve a Dios “desde abajo”. Ha comenzado la “Caída”; ha sido expulsado del Jardín de
Edén. El Arte Sagrado como vehículo para llegar a Dios; “la obra de arte como
instrumento para experimentar lo Trascendente”. Nacimiento de símbolos, mitos,
leyendas. Conciencia de los grandes ciclos de tiempo.
Paradigma: la Fe. Creer en un Orden Superior por más que nos se lo perciba
directamente. Poder Ser. El Dogma de la Verdad revelada a algunos.
Relación interpersonal fundamental: el hombre como hermano en la Fe
(“creyente”).
Centro de Poder: el Sacerdocio, o sea, los intermediarios ante los Dioses:
shamanes, oráculos, augures. El Monasterio;
Tecnología: heredadas; al servicio de la religión.
Historia: Egipto Antiguo, Caldea e Irán, India, China, Mesoamérica, Tiahanaco,
entre muchas otras. Aparecen los libros sagrados que recogen la Tradición legada
por la Edad de Oro: Libro Egipcio de los Muertos, Bardo Thödol tibetano, Vedas,
Pentateuco, Eddas y otros.

• Edad de Bronce (de Venus)


Tiempo: se lo vive en Siglos.
Eje: lo Político ejercido desde el Estado; la Monarquía como forma de gobierno con
un rey “por la gracia de Dios”. El Estado como organizador del territorio y las
fuerzas armadas como defensoras del territorio. Expansiones imperiales.
Paradigma: El Poder; control territorial, ejércitos, Estado, Iglesia. La Doctrina
como sistema para administrar el Poder.
Relación interpersonal fundamental: el hombre como ciudadano (“votante”).
Centro de Poder: el Estado bajo control de un jefe político y militar;
Tecnología: desarrollo mecanicista; al servicio del Estado, dinamizada por las
necesidades de guerra.
Historia: Grecia, Persia, Roma, imperios europeos (español, inglés, francés, alemán,
italiano).

• Edad de Hierro (de Marte-Ares)


Tiempo: se lo vive en Décadas.
Eje: la Economía. El afán de lucro como fuerza dinamizadora; explotación de
recursos naturales y humanos, propios y ajenos, sin visión de futuro (carencia de
previsión: desequilibrios sociales, ecológicos);
Paradigma: el Egoísmo, o búsqueda del interés personal y privado; la
autogratificación. La Hipocresía como sistema de comunicación social95. El

95
La hipocresía impregna buena parte de los contenidos sociales modernos. Ello se debe, entre otras cosas, a
que buena parte de las relaciones sociales tienen un objetivo implícito que es económico: la búsqueda de
consumar una relación económica; una venta. Así, buena parte de las atenciones, saludos, sonrisas,

98
relativismo de los valores; democracia universal.
Relación interpersonal fundamental: el hombre como cliente (“consumidor”)
Centro de Poder: El Dinero como poder; estructuras económicas privadas
(empresas, bancos, industrias, medios de comunicación y muy especialmente los
centros de planeamiento geopolítico que permiten controlar todo el sistema mundial,
incluyendo las estructuras clave de los Estados). “Privatización del Poder”. Control
de las fuerzas del trabajo.
Tecnología: dinamizada por el lucro y el control de los mercados;
Historia: Siglos XIX y XX hasta el colapso de la ex-Unión Soviética.

• Tiempos Finales
Tiempo: se lo vive en Segundos. “Tiempo Cero”: instantáneo; “on-line”96;
telecomunicaciones; previsto por Zbigniew Brzezinski en su obra “La Era
Tecnotrónica” (1971).
Eje: las Finanzas. La red planetaria informática y telecomunicacional.
Paradigma: el Robo. El poder institucionaliza el robo; la toma de las riquezas
materiales por la fuerza.
Relación interpersonal fundamental: el hombre como engranaje o número.
(“insectificación”)
Centro de poder: la Usura legalizada y elevada a sistema planetario; dado que su
tiempo es cero (gracias a que ha subordinado a las tecnologías informáticas y
comunicacionales), crece infinitamente más rápido que las actividades económicas,
políticas y culturales. El sistema financiero crece exponencialmente como una
suerte de tumor maligno que se come y destruye todo el organismo social del
mundo; hoy ha devenido en una amenaza irreversible.
Tecnología: fuera de control
Historia: Última década del siglo XX; principios del siglo XXI.

Este intento de ordenamiento que presentamos no debe interpretarse como un esquema


rígido, sino más bien como una orientación que permita asir un elemento clave que
suele escapar la comprensión humana debido, entre otras cosas, a lo breve de nuestras
vidas en términos del Aion, que es la percepción y comprensión de extensos plazos
temporales. La brevedad de la vida humana suele dejarnos ciegos para identificar y
comprender los cambios sutiles que se producen en la vida psíquica colectiva a lo
largo de siglos, milenios y decenas de milenios.
Precisamente, algo que caracteriza a sociedad mundial actual es la carencia de sutileza
en estos temas; su incapacidad para imaginar y respetar algo diferente a sí misma. En
su vanagloria patológica, termina juzgando a todos los hombres, a toda historia y
“cordialidad”, “hospitalidad” y “servicialidad” con la que nos topamos no es inspirada por ningún valor
auténtico, sino más bien por el deseo de vendernos algo; de reducir la resistencia de las personas a la presión
del “vendedor”. Su objetivo no es interactuar humanamente, sino convencer al interlocutor que
voluntariamente compre algún producto o servicio y entregue, a cambio, su dinero. Una vez logrado, la
interacción humana se termina y sólo se la mantiene latente para una futura relación comercial. O sea, la
verdadera relación es la de Proveedor/Cliente.
96
Dos documental que grafican esta aceleración del tiempo elocuentemente en imágenes son: Koyaanisqatsi
dirigida en los años setenta por Francis Ford Copolla y Baraka de los años noventa.

99
pasado, y a todas las edades según los paradigmas de la actual sociedad tecnológica
materialista de la que tanto se enorgullese, con lo que concluye que “todo tiempo
pasado fue peor”, aunque más no sea porque simplemente no existen indicios de que
en ese pasado se hayan logrado adelantos tecnológicos como los actuales.
Insistimos: una clave para comprender estos tiempos finales yace en la capacidad que
tengamos de “salirnos” del tiempo actual y percibirlo desde un punto de observación
distinto y menos condicionado. Es en este sentido que la Obra de Arte Tradicional
como la del Maestro Richard Wagner sirve de instrumento que facilita esa observación
y comprensión. Pues la comprobación de tales cambios a través de grandes escalas de
tiempo solo se comprende indirectamente. En alguna medida, es como el movimiento
de los astros o la erosión de las montañas: si uno mira al sol, la luna y las estrellas, no
percibe movimiento alguno; sin embargo, una serena observación del cielo nocturno a
campo abierto nos permite comprender (al rato y en forma indirecta) que los astros sí
se desplazan en el firmamento por más que no lo percibamos inmediatamente. Y las
montañas también se erosionan a través de los eones, aunque ello sólo pueda
verificarse a través del análisis geológico. Y, más cerca de casa, nosotros mismos
envejecemos - día a día, hora a hora, minuto a minuto - por más que no veamos el
proceso con nuestros propios ojos, ¡y eso que nos miramos todos los días en el espejo!
Hágase las preguntas obvias: ¿Dónde quedó el bebito que alguna vez fue usted? ¿O el
niño que fue alegre al primer grado? ¿O a la secundaria? Morir, usted no murió:
sigue siendo la misma persona y sin embargo…
Insistimos: los grandes ciclos temporales (o sea, los proceso de lento cambio, que es la
otra cara de la misma moneda), se perciben solo indirectamente o con instrumentos
que nos ayuden a comprobarlos. Cuando vemos esas películas en “cámara rápida” que
comprimen un día entero en apenas unos segundos, entonces sí vemos claramente la
manera en que los astros se desplazan en el firmamento, las nubes parecen
comportarse como olas líquidas y el día amanece, crece y luego decae y muere97.
El Anillo de Wagner es una suerte de “repaso” en “cámara rápida” de estos ciclos
temporales que nos permite entender las grandes olas del tiempo y es entonces que
descubrimos que pretender parar esas “olas” resulta tan ocioso como pretender detener
una ola en el mar.
Por último, aclaramos que este proceso involutivo del Hombre a través de las Edades
que hemos descripto, de ninguna manera conforma un proceso monolítico. Cada Edad
contiene algo de las características de las otras, aunque en proporción mínima, por el
simple hecho de que éste no es un proceso matemático ni químicamente puro. Cada
Edad conforma una conjunción compleja de todos estos factores, en el que uno de
ellos – el del la Edad en que se vive - mantiene determinante preeminencia.
Actualmente, podemos decir que la vasta mayoría de los hombres conforman al
paradigma descripto para la Edad de Hierro, pero coexisten – aunque en menor
medida y en decreciente cantidad – individuos guiados por las pautas de las otras tres
Edades. O sea, se siente aún la presencia del paradigma de la Edad de Bronce, en
97
El efecto en “cámara rápida” ha sido utilizado magnificamente en las documentales ya mencionadas, Baraka
y Koyaanisqatsi, y es un efecto también ¿ utilizado por los estadounidenses particularmente. Por ej., la cadena
mundial de televisión CNN suele intercalar un día compri9mido en pocos segundas de distintas grandes
ciudades como su aporte a esta aceleración alocada de esta época del Fin del Tiempo.

100
menor medida la de la Edad de Plata, y con vastamente menor fuerza, la de la Edad de
Oro. No obstante la Tradición según la hemos descripto en estas páginas siempre se
halla presente, ora en un libro o texto, ora en las sutilezas arquitectónicas de una
catedral medieval, o en el lienzo de algún Maestro pintor.
Sepamos también que los Iniciados son siempre puentes – Pontifex – tendidos entre
dos Edades, cruzando sobre el Abismo del Tiempo. El Camino del Iniciado comienza
con una Nostalgia por “algo” perdido y casi imposible de describir, por cuanto no es
nostalgia por algo que hayamos vivido ni aun en nuestra más temprana niñez. Es una
Nostalgia que trasciende y antecede nuestra propia vida; es Nostalgia por algo no-
vivido por uno; por algo que ni siquiera es de este mundo. Es una Inspiración desde el
“otra parte” que nos guía devuelta a parajes olvidados pero muy amados. De ahí la
enorme fuerza de la música como instrumento despertador de esa Nostalgia o
“memoria de la sangre” como la han dado en llamar algunos.
Simétricamente, la meta del Iniciado jamás es una meta terrenal lograble en esta vida,
sino por una presentida Patria Celestial. Así tendidos entre la Nostalgia por el Más
Allá y con el corazón puesto en una Meta que conduce (o que se remonta) a la Patria
Celestial y transitando por el camino recurrente del tiempo circular, el Iniciado
desarrolla su rol de Pontifex y como Monje-Guerrero se mantiene firme en su paso y
seguro en su rumbo. Son los “Caminantes del Alba” según los describe el chileno
Miguel Serrano.
Esa es la Trascendencia que se logra en el Combate por construir el Sí-Mismo
jungeano: centro magnético que ha de perdurar aun después de la desaparición del
cuerpo físico que lo sostiene en vida. Sus símbolos: las búsquedas del Gral por
Parsifal; del Vellocino de Oro por Jasón y los Argonautas; del Bastón de Mando
incaico en Huitrammanaland, de las ciudades ocultas de Aghartha, Shamballah y de
los Césares. Para ello, hay que dejarse conducir por el Cordón Dorado – el Golden
Thread que conduce al Golden Dawn - del que habla el poeta místico inglés William
Blake, o por el hilo de Ariadna que permitió a Teseo ingresar a través del laberinto del
Rey Minos y luego remontar su camino hacia la salvación.

En esta era final, el tiempo se termina y solo quedará restablecido con la refundación
del Mundo, pero eso recién ocurrirá cuando comience la Edad de Acuario.

101
Cap. VII - Parsifal: El Avatara de Acuario
"Enthüllet den Gral, öffnet den Schrein!"
Parsifal - Acto III - final98

"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva,


porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron,
y el mar ya no existe más"
Apocalípsis de S. Juan - 21, 1.

Solo podemos comprender el Anillo del Nibelungo si lo abarcamos conjuntamente con la


última obra de Richard Wagner, Parsifal. Formalmente, esta obra ni siquiera es una
ópera puesto que el Maestro la compuso como un "festival consagrado al escenario" de
Bayreuth y su contenido fuertemente religioso difícilmente permite catalogarla como
una ópera mundana.
Como hemos visto, su liberto se basa sobre un texto de la alta edad media, del
Minnesänger,99 Wolfram von Eschenbach, llamado Parsival100, obra de fuerte contenido
iniciático, que desarrolló aspectos herméticos del ciclo del Grial al que hace coincidir
con el florecimiento de la gnósis cátara en el Mediodía francés. Parsifal representa una
nueva encarnación del Avatara – encarnación de la voluntad divina –, que
periódicamente (al fin de cada mes platónico) viene a reemplazar y suplantar al cansado
y desgastado símbolo del mes platónico de Piscis.
En Parsifal hallamos la clave de cuál será el arquetipo colectivo que marcará el naciente
mes de Acuario, lo que lo torna en el auténtico seguidor y sucesor de Siegfried.
Amfortas, el rey del Gral, herido por haber permitido la mezcla de su sangre es redimido
por Parsifal, quien vuelve a conquistar los dos símbolos máximos del poder iniciático de
las órdenes guerreras: la Lanza Sagrada y el Grial - símbolos de innegable connotación
sexual - suplantándolo a Amfortas como nuevo Rey del Gral.101 Él es el nuevo rey-
98
"Descubre el Grial, abre el sagrario" - últimas palabras operísticas de Richard Wagner.
99
Los Minnesänger eran los trovadores germanos que consagraban su lucha interna y externa a la Bien-Amada.
Minne es el amor espiritual en contraposición al amor vulgar de la carne. El Amor engendra hijos de la carne;
la Minne engendra hijos del espíritu, el Hijo del Hombre. A través del Amor, el hombre muere físicamente
dejando como descendencia sus hijos carnales; su alma al no haber logrado la individuación del Inconsciente
en vida, se verá reabsorbido al poco tiempo tras su muerte por el mar del Inconsciente Colectivo, repositorio
de la humanidad. A través de la Minne el hombre muere pero el Hijo del Hombre, perdura tras la muerte:
esta es la verdadera inmortalidad. Por eso, los que nacen dos veces, mueren una sola vez mientras que los
que nacen una única vez, mueren dos veces, aludiendo respectivamente a los nacimientos y muertes del
cuerpo y del alma. "En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba.
Nicodemo le dijo ¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre para nacer de
nuevo?' Jesús le contestó: 'En verdad te digo,: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. Por eso, no te
extrañes de que te haya dicho: necesitan nacer de nuevo, de arriba". Evangelio según S. Juan. Cap. 3, 3 a 5.
100
Wagner eligió escribirlo como "Parsifal", con "f", mientras que el poema del Wolfram se deletrea "Parsival"
con "v", que en alemán se pronuncia como "f" de todos modos. Se ha especulado sobre el origen y
significado del nombre, con definiciones que van desde "Perlesvau" - el que atraviesa los valles - hasta hijo de
los Parsís, raza de los Iranios (los Ayranis, los arios originarios del Cáucaso).
101
Amfortas tiene ciertas similitudes con Prometeo quien también tiene una herida permanentemente abierta en
su costado, lo que también lo relaciona con la herida en el costado de Cristo que le abriera el centurión
Longino con la Lanza Sagrada. Prometeo es un Titán o ángel caído y tiene un paralelo con Lucifer, cuyo

102
sacerdote, a semejanza de Melquisedec o Poseidón, quién regirá y encarnará el arquetipo
de Acuario.
Tras el colapso que se acerca - el Götterdämmerung inevitable que ha de purgar al
mundo de su decadencia e irrecuperabilidad - Parsifal será el arquetipo que durante los
próximos dos mil doscientos años regirá la evolución psíquica colectiva de la
humanidad sobreviviente. Marcará su sello y estilo, por así decirlo, y lo hará de la mano
del arquetipo zodiacal opuesto al suyo, que es el de Leo, el león, símbolo solar y real.
Acuario, portador del agua y símbolo por excelencia del Hombre, reinará sobre nuestras
almas en un fino equilibrio con el León solar, de manera análoga a como Cristo-Piscis
reinó de la mano de Virgo-Virgen María.
El Parsifal wagneriano ha sido mal-interpretada como una obra meramente cristiana.
En realidad, debajo de su simbología superficialmente cristiana, yace una cosmovisión
muy diferente a lo que proponen las iglesias cristianas actuales, y al paradigma
filosófico del mundo moderno. Debe decirse que Parsifal es una obra fuertemente
racista y elitista que, incluso, inspiró a Hitler una interpretación que probablemente se
acerque bastante a la intencionalidad de Wagner, y que recogiera Herman Rauschning,
ex-funcionario del régimen nacionalsocialista – fue Gauleiter, o sea, gobernador de la
ciudad-puerto de Danzig en Prusia Priental y luego se enemistaría con el régimen - en
una obra escrita desde el exilio antes de desatarse la segunda guerra mundial.
Resulta imposible saber si estos conceptos y palabras provienen de Hitler, por cuanto
Rauschning se había convirtido en su enemigo, no obstante lo cuál es una interpretación
con cierta verosimilitud que creemos vale la pena trascribir en sus partes más relevantes:
"Por otra parte, es preciso comprender a Parsifal en un sentido bien distinto a la
interpretación corriente. Tras la fabulacion exterior, baratillo de sacristía, la
fantasmagoría pseudo-cristiana del Viernes Santo, se trasluce algo más profundo y
grande. No es la religión de la piedad la que en él se halla glorificada, según el
evangelio neocristiano de Schopenhauer; es el culto de la sangre noble y preciosa, de la
pura y radiante joya a cuyo alrededor se agrupó la cofradía de paladines y de sabios.102
El rey Amfortas sufre de un mal incurable: la corrupción de la sangre. Parsifal, el
héroe ignorante y puro, debe escoger entre las voluptuosidades del jardín de Klingsor,
que simboliza el desenfreno de la civilización corrompida, y el austero servicio de los
caballeros que velan sobre la sangre pura, fuente mística de toda vida. Ese es
precisamente, nuestro drama. Estamos enfermos de esa peste de la sangre; estamos
nombre equivale a Phosforos, que según la mitología bíblica se refiere a la Estrella de la Mañana y significa
"el que trae la luz", igual que cómo Prometeo trajo el fuego a los hombres. Este tema resulta clave para
comprender el misterio de la encarnación del Avatara. Felix A. Voigt, explicando la interpretación de Gerhard
Hauptmann dice al respecto que "Dios, en quién el sí y el no, el bien y el mal son uno, no tuvo un sólo hijo a
quién envió al mundo; no fue sólo el Cristos, el Logos cuyo magnífico rechazo de lo temporal nos revierte al
Padre. Él tuvo un segundo hijo al que amó por igual, quién sufrió una caída a fin de poder dedicarse
enteramente a su propia cración mundanal. Este segundo hijo fue Lucifer, Phosforos, el que porta la Luz, el
demiurgo Satanael - como así también Prometeo.
102
Cabe señalar las siguientes estrofas del Acto I, esc. 3: "Nehmet vom Brot, wandelt es kühn in Leibes Kraft und
Stärke; treu bis zum Tod; fest jedem Mühn, zu wirken des HeilandsWerke! Nehmet vom Wein, wandelt ihn
neu zu Lebensfeurigem Blut. Froh im Verein, brudergetreu zu kämpfen mit seligem Mute! Selig im Glauben
und Liebe!" - "Come el pan, y transfórmalo con confianza en fuerza y poder del cuerpo; leales hasta la
muerte, constantes en el esfuerzo, para lograr la voluntad del Salvador! Bebe el vino, y transfórmalo
nuevamente en la sangre fogosa de la vida! Regocijémonos en la unidad de nuestra fe de hermanos,
combatamos con coraje sagrado! Benditos en la fe y en el amor!".

103
todos manchados con la contaminación de las razas. ¿Cuál es para nosotros la vía de
nuestro rescate, de nuestra expiación? Advertid que la piedad por la cual se llega a la
iniciación, no tiene más virtud que para el que está corrompido, que está mancillado
por la corrupción de la sangre. Y no olvidar tampoco que esa piedad no conoce más
que un solo tratamiento: dejar morir al enfermo. La vida eterna que procura el Grial
está reservada tan solo a los hombres de sangre pura, tan solo a los hombres nobles.
En las diversas etapas de mi vida, vuelvo siempre a él. Sólo una nueva aristocracia
puede procurarnos el beneficio de una nueva cultura. Dejemos de lado toda la
exhortación poética del drama wagneriano: queda la enseñanza práctica de la
obstinada lucha por la selección y la renovación. Vivimos en una época histórica de la
separación de los villanos y de los nobles, del escenario universal. Quién ve en la lucha
el sentido mismo de la vida, asciende progresivamente los grados que lo conducen a la
hidalguía. Quien busca el bienestar en el servilismo, el descanso y la seguridad, ése
recae, cualquiera sea su nacimiento, en la masa que no tiene historia, en la masa
deleznable de los esclavos que hay que dejar morir con sus reyes, como Amfortas".
Hitler tarareó el leit-motiv de Parsifal "Durch Mitleid Wissend, der reine Tor". "Vuelto
sabio por la compasión, el casto y tonto".103
"En el orden natural de las cosas”, prosiguió Hitler,” las clases se superponen pero no
se mezclan. Volveremos a esa jerarquía, en cuanto podamos suprimir las consecuencias
del liberalismo. En plena Edad Media, cuando comenzó la acción disolvente del
liberalismo sobre las barreras rígidas que, solas, permitían la dominación de una
aristocracia de sangre pura. Esa destrucción de los más altos valores prosiguió sin
descanso hasta nuestra gloriosa época en que hemos visto elementos inferiores de las
naciones europeas tomar el poder, mientras las elites caían en la servidumbre y la
dependencia."104
Hasta aquí una interpretación – quizás un poco parcial - del probable trasfondo
filosófico de Parsifal. Esta obra conforma el auténtico testamento filosófico
wagneriano por cuanto Parsifal es el arquetipo del Mesías de la Era de Acuario. Signo
de aire, regido por el sol, cuyo contrapartida - y contrapeso - zodíacal es, precisamente,
Leo – el león. De manera que Acuario porta, adormecida, toda la simbología de la
futura Edad de Oro, del eterno retorno y recomenzar de la humanidad. Entre nuestros
días y su próxima instauración, media una dolorosa etapa de caos, violencia y
destrucción. Antes que el esperado Avatara haga su aparición en el mundo,
transitaremos el convulsionado ocaso de los dioses, pues no puede construirse lo nuevo,
puro y rejuvenecido sobre los cimientos de lo viejo, desgastado y decadente. No
debemos ver en ello nada maléfico ni negativo sino meramente un punto de inflexión en
el ciclo eterno del nacimiento, desarrollo, madurez y muerte de todo un ciclo por el cuál
103
Visión de innegable inspiración quilianística: "Pronto regresaré trayendo mi recompensa, para dar a cada
uno según sus obras. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. ¡Felices los
que lavan sus vestiduras para tener derecho a participar del árbol de la vida y a entrar por las puertas de la
Ciudad! Afuera quedarán los perros y los hechiceros, los lujuriosos, los asesinos, los idólatras y todos
aquellos que aman y practican la falsedad." (Apoc. 22, 12-15)
104
Hermann Rauschning, "Hitler Me Dijo" - Cap. XXXVIII "Divagaciones Wagnerianas o Parsifal en el Poder",
pág. 196-198.- Librería Hachette, Buenos Aires, 1940. Rauschning fué el Gauleiter (gobernador)
nacionalsocialista de la ciudad de Danzig (la actual Gdansk polaca), quién se volvió contra el régimen y
escribió en contra de Hitler desde el exilio.

104
debe atravesar la humanidad. Es la ley de hierro del tiempo cíclico.
Amfortas, el herido Rey del Grialm y su padre Titurel son ambos símbolos del orden
antiguo condenado a desaparecer con la redención del nuevo Avatara. Wagner
representa a Titurel como infinitamente viejo y cuando le habla a su hijo ordenándole
que oficie la misa del Gral lo hace casi como si hablara desde la tumba. A los fines
prácticos, Titurel a quién en tiempos antiguos los ángeles le confiaron la custodia del
Gral y de la Lanza, ya está muerto. Pero su hijo, Amfortas, quién debiera haber seguido
su obra y ministerio, manteniendo incólume al Gral y la Lanza Sagrada, no resultó lo
suficientemente fuerte. Sucumbió ante la magia y las delicias sensuales de la
civilización decadente: cayó en brazos de Kundry y se dejó robar la Lanza por el mago
negro Klingsor quién antes de robarla lo hirió con ella, ocasionándole una herida
incurable que le causa espantoso sufrimiento.
Es a partir de este trágico acontecimiento que a la comunidad de los Caballeros del Gral,
a los hombres, a la naturaleza y a la tierra misma le queda una única esperanza: aguardar
la redención a través de un nuevo Avatara: Parsifal. Cuando a principios del Acto III
Parsifal aparece tras años de deambular por el mundo buscando el Grial, ha madurado
enormemente: ha presenciado (y por compasión, experimentado) el atroz dolor de
Amfortas (Acto I), y ha resistido la sensualidad de Kundry (Acto II). En su alma surge
la conciencia del Avatara, quién viene a poner en orden lo que ha caído en desorden; a
levantar nuevamente el árbol del mundo; a enderezar el eje de la tierra.
Kundry, símbolo de la raza antigua de la Era de Piscis no entiende lo que ocurre pero si
siente el cambio que se produce. En el último acto, ella misma buscando su redención
sólo atina balbucear dos únicas palabras: “Servir! Servir!” y, arrodillada ante Parsifal,
le lava los piés. Se sucede entonces la magnífica escena del “Encantamiento del Viernes
Santo” en la que el viejo escudero Gurnemanz, describe el proceso de redención que no
se limita ya tan sólo al hombre, sino que también alcanza a toda la naturaleza y a la
tierra misma. Todo se transforma, se purifica y espiritualiza; se acerca el amanecer de
una nueva era dorada. Pues Parsifal ha vencido a Klingsor (Acto II) y su reino de la
materia y el engaño, y ha recuperado la Lanza Sagrada que le robara a Amfortas. Ambos
objetos, simbolos del orden cósmico trastocado y perdido en la Edad de Hierro están
próximos a re-encontrarse, precondición indispensable para que amanezca la Edad de
Oro.
El viejo orden va disolviéndose y solo falta que a Parsifal se lo corone como nuevo Rey
del Gral. El viejo, paciente y leal escudero Gurnemanz, nuevamente lo conduce hasta el
Castillo del Gral en la cima del Montsalvat,105 que Parsifal no lograba hallar y cuando
llega, apenas toca la herida de Amfortas con la punta de la recuperada Lanza, ésta se
cura milagrosa e instantáneamente. Lanza y Grial vuelven a reunirse y la misa del Grial
vuelve a oficiarse, aunque esta vez es Parsifal quién eleva el cáliz sagrado mientras un
coro fuera de escena entona las palabras "Erlösung dem Erlöser" - "Redención para el
Redentor”.
A la Lanza se la coloca verticalmente en el templo con lo que simboliza el eje del

105
El Mundselväsch de Wolfram von Eschenbach, que el investigador alemán, SS-Unterscharführer, Otto Rahn
(1904-1939), luego identificara con la fortaleza de Montsegur de los Cátaros en los Pirineos franceses. Ver
Otto, Rahn, Cruzada contra el Grial, Barcelona

105
mundo, el árbol cósmico Yggdrasil que Wotan ordenó derribar y cortar cuando se
aproximaba el ocaso de los dioses. Lo que permitirá al hombre ingresar a la Edad de
Oro será la memoria de la sangre que Parsifal describe tan elocuentemente al final de la
ópera cuando al alzar el Grial ante la cofradía de caballeros se regocija de ver cómo las
olas de sangre pura resplandecen al reunirse con las “olas de sangre hermana”; que son
las de Parsifal y de los caballeros que reinstauran el orden sobre el mundo. "...ihm seh'
ich heil'ges Blut entfliessen in Sehnsucht nach dem verwandten Quellen, der dort fliesst
in des Grales Welle." - "veo fluir la sangre sagrada, en busca de aquella fuente hermana
que fluye en las olas del Gral" (Acto III - esc. final).
Mientras que el Ocaso de los Dioses concluye en la más terminal y apocalíptica
destrucción, siendo éste el único destino que le cabe a la decadente Edad de Hierro,
Parisfal concluye en una nota de máxima esperanza, belleza y optimismo. Y no es para
menos, pues con él se instaurará una nueva Edad de Oro.
Parsifal fué la última obra del Maestro de Bayreuth y conforma una visión
ultramundana de un futuro aún lejos – muy lejos de nosotros. Cuando decimos lejos, no
lo decimos tanto en términos de la cantidad de tiempo – puede que sean unos pocos
años o puede que sean muchas décadas – sino en el sentido de la calidad del tiempo que
nos separa de la venida del Avatara de Acuario.
Esto queda plasmado en el enorme contraste que existe entre la música, la dinámica y la
complejidad de la partitura y del libreto del Ocaso y de todo el Anillo, por una lado y el
de Parsifal, por el otro. En el Anillo, el tiempo es un factor permanentemente presente y
en constante aceleración; en el Ocaso los hechos se suceden y se desencadenan con
vertiginosa velocidad. Parsifal, en contraste, puede describirse como una obra sin
tiempo, tanto en su música como en la dinámica del libreto.106 Por eso, igual que el
Ángel del Apocalipsis, cuando el tiempo se termina el Redentor volverá para juzgar a
los justos e injustos. Y Él reconocerá a los suyos, que son quienes se han mantenido
Leales.
Concluímos así nuestro aporte para una mejor y más acabada comprensión y apreciación
de estas obras clave de Richard Wagner. Ambas encierran un gran misterio codificado
en sus partituras, en el que podemos penetrar con el alma y el intelecto. Hoy nos
acercamos a un punto de inflexión en el que grandes y dramáticos acontecimientos
colectivos cambiarán todo lo conocido sobre nuestro planeta. Habrá – no, ¡ya hay! –
grandes destrucciones que sólo presagian el cataclismo final, en parte natural pero
también atraído y disparado por la demencia colectiva del hombre – hoy prácticamente
irreversible -, que limpiará el escenario para que pueda levantarse el telón sobre un
nuevo Acto en el drama del Hombre.

“Amo a todos aquellos que son como gotas pesadas, que caen una a
una, desde la oscura nube que yace sobre la humanidad: ellos son los

106
Toda la partitura de Parsifal tiene una cualidad diferente a las demás obras de Wagner, quién al componerla se
hallaba próximo a su propia muerte. Parsifal quedó concluído en Mayo de 1882 estrenándose en el escenario
del Teatro de los Festivales de Bayreuth en julio de 1882 y el Maestro moriría en Venecia en Febrero de 1883.
Se dice que la compuso muy lenta y pausadamente. Claramente, él ya tenía la visión del Otro mundo al que
ingresaría pocos meses después y la plasmó en esta excelsa partitura. Ese sabor ultramundano tiene cierta
similitud con el que también hallamos en la última partitura de Johann Sebastian Bach: el “Arte de la Fuga”.

106
profetas del relámpago que vendrá y, como profetas, ellos sucumben.
Yo soy un profeta de ese relámpago y una pesada gota que cae de esa
nube: pero este relámpago se llama el Superhombre”
- Así Hablaba Zarathustra, prólogo – Friedrich Nietzsche -

107
Epílogo - Argentum: El País de la Edad de Oro
Argentina
El nombre de nuestra Patria alude a la plata metálica – Argentum, en latín: metal
femenino, puro y lunar –, que se repite en toponimios como Río de la Plata, Mar del
Plata y La Plata, que aluden a los fabulosos yacimientos platíferos de Potosí en el
Altiplano, cuyas riquezas salían hacia España desde estas latitudes. El azul, color
emblemático de la plata metálica, se ha plasmó en nuestra Bandera, y el País se ha
consagrado a la Virgen María y es protegido por Ella con Su manto azul estrellado.
Es que el alma de nuestro Pueblo – el alma de la mayoría de los pueblos, en realidad –
por ser colectivo e incosciente, es también eminentemente femenino. Es Mujer; es
generosa madre que recogerá y protegerá a los hijos – propios y ajenos.
Sin embargo, sepamos también que hay un lado oscuro al Alma argentina, por cuanto
también alberga lo que Jung denominó “la Sombra”. Un gran amigo y colaborador del
autor, el Lic. Juan Pablo Rey, psicoanalista jungeano y estudioso de estos temas, lo ha
sintetizado magníficamente de la siguiente manera:

En relación a la Sombra de la Argentina, cabe recordar la advertencia de Jung hecha


más de diez años antes de la segunda guerra mundial, en el sentido de que el arquetipo
del dios Wotan se hallaba ya muy presente en Alemania, por lo que recomendaba
prepararse para dos cosas:
• la primera, que el "heroísmo fatalista" podía hacer concluir la posibilidad de una
victoria militar de Alemania, en un ocaso de los dioses a sangre y fuego, quedando
ésta arrasada...
• la segunda, que lo que "sobreviva a la tormenta" podría renacer en otro tiempo y en
otra tierra...
La sombra de la Argentina está constituida por el Arquetipo del Tango: una atmósfera
lunar, nocturna, depresiva, que deja ver a una prostituta que es explotada por un malevo.
Ella se resigna a la situación, mientras que él combate con sus pares a cuchillo.
Si analizamos la historia simbólicamente, vemos el eterno retorno de lo mismo: la
Argentina como “prostituta” resignada, con su territorio vendido, explotado y entregado
al mejor postor; la justicia y la política prostituídas por las mafias, por los “malevos” de
hoy, (los Menem, los Alfonsín, los Duhalde, los Cavallo, Ibarra y de la Rúa) los cuales
pelean entre sí con sus “cuchillos” modernos teniendo a la población como rehén...
La superación de la sombra del tango la realizó Carlos Gardel. A través del arte del
canto, reubicó en un nivel superior toda esa atmósfera de prostitutas y malevos. No
casualmente tiempo después Juan Perón realizó en la política algo similar, utilizando
como ícono a Gardel, a quien imitaba en su peinado, su sonrisa, porte y ademanes. En
una maravillosa alquimia de anima y animus, Eva Perón encarnó la transmutación de
aquella triste prostituta en arrolladora Sacerdotiza (Eva, la protectora de los
desamparados), mientras Perón encarnó la transmutación del malevo en Estadista...
Podríamos preguntarnos, a modo de reflexión: ¿la enfermedad de Eva fue un proceso
netamente individual o un símbolo de su contienda contra la sombra de la Argentina?

108
¿Pudo escapar Perón a la maldición del Oro del Rín, al aceptar el desvío de fondos
alemanes al país? ¿Qué extraña fuerza nos impele a los argentinos a matarnos entre
nosotros como “malevos” (militares vs. subversivos; River vs. Boca, radicales vs.
peronistas, derecha vs. izquierda, ratis vs. pibes chorros)? ¿Por qué votamos siempre en
contra de algo y no a favor? ¿Por qué hay miles de libros escritos sobre denuncias,
críticas y descrédito, mientras que hay muy pocos proponiendo algo nuevo? Sólo
comprendiendo la sombra de la Argentina podremos abordar su luz.
En otro orden de cosas, Rey señala que según carta enviada por Carl Jung al diplomático
chileno Miguel Serrano, lo que vive un individuo puede ser sincrónico con lo que vive
su tierra. Recordemos el providencial encuentro de Perón y Eva que nace precisamente
luego de que la tierra tembló y destruyó la ciudad de San Juan en una escena
apocalíptica. Ello lleva a Rey a plantear la pregunta, ¿qué estarán preanunciando las
inundaciones que hoy azotan la Argentina? ¿A qué "individuos nuevos" darán a luz?

La Oveja Negra
Vivimos tiempos cargados de Destino. Se acercan horas cruciales y aciagas para la
humanidad que se ve ciegamente arrastrada hacia el Abismo. El Hombre doliente sufre
en todos los rincones del mundo y a toda hora sin comprender bien por qué ni, mucho
menos, para qué. En estos tiempos finales, Kali la Devoradora del Tiempo, es el
Arquetipo dominante y ella solo sabe de destrucción, disolución y muerte. El Mundo
vive el arquetipo de la diosa devoradora del tiempo.
Por eso, hoy resulta preciso construir puentes que permitan transitar de la edad de la
muerte – el Kali Yuga; Edad de Hierro – hacia la nueva Vida, cuyo resplandor, aunque
aún tenue, ya se avisora sobre el horizonte. El Misterio del inminente nacimiento de
Acuario lo intuye el inconsciente colectivo de los pueblos, lo proyecta y se plasma
“afuera”; será su Destino y está íntimamente ligado a sus valores, sus historias y sus
terruños. Cada pueblo ocupa un territorio único sobre el planeta; son las Naciones con
sus Estados las que ocupan “su lugar en el mundo”, no solo en el ámbito mundano –
político, económico, social – sino en el misterioso plano del Misterio de los Tiempos.
Es sagrado Deber de los Pueblos defender su lugar bajo el Sol.
Argentina tiene un Destino esencial en este Orden superior. Ello es así a pesar de
nuestra circunstancial debilidad, confusión y decadencia; a pesar de los desatinos,
mentiras, crímenes y traiciones de nuestras dirigencias políticas, empresariales y
sociales. Pareciera que la Providencia ha querido que Argentina experimentara y
conociera ciertos desastres colectivos antes que el resto del mundo; que fuéramos uno de
los pocos países que espontáneamente resistieramos ciertas imposiciones de los artífices
de los recurrentes “nuevos órdenes mundiales” a lo largo del siglo XX. Más allá de
toda ideología, cada vez que el Pueblo Argentino irrumpió en la Historia, siempre ha
portado una antorcha de oposición – a menudo cargada de buena cuota de irracionalidad
- al orden mundial vigente, a pesar de que en cada caso fuerzas externas e internas
terminaran venciédolo.
Veamos algunos hitos clave del siglo XX que reflejan lo que decimos:
• A principios de siglo el Pueblo irrumpe en la política y se alinea detrás del gran

109
radical que fue Hipólito Yrigoyen, quien como presidente no permitió que se
arrastrara a nuestro país a la primera guerra mundial. Luego, rechazaría la
hipocresía y los atropellos de los poderosos vencedores de aquella contienda que
impusieron su voluntad a vencidos a través del Tratado de Versalles de 1919, y
pretendieron hacerlo también sobre el mundo con la “Sociedad de las Naciones”, de
la que Argentina no formaría parte. Como ejemplo simbólico, Yrigoyen también
ordenaría que buques de la Armada Argentina saludaran el pabellón de la República
Dominicana en el puerto de Santo Domingo cuando ese país se hallaba invadido por
fuerzas militares estadounidenses. Yrigoyen terminaría derrotado por “los de
afuera, en connivencia con los de adentro” cuando en septiembre de 1930 un golpe
de Estado lo desalojó del poder dando inicio a la primera Década Infame. Pero el
Movimiento Nacional seguíó vivio en las entrañas de la tierra y en el subsuelo de
nuestra gente.
• A mediados de siglo, una vez más ese gran Movimiento Nacional irrumpió un 17 de
Octubre histórico para alinearse detrás de Juan y Eva Perón, al grito de “¡Braden o
Perón!”107, luego fundando la Tercera Posición justicialista como doctrina para
resistir las prepotencias de los poderosos. Pero, dos veces seguidas108, los de afuera
en estrecha sincronía con los de adentro, terminarían frustrando, copando y
finalmente desdibujando al Justicialismo. Hasta tal punto, que la segunda Década
Infame entre 1990 y 1999 la gerenciaría un supuesto “partido justicialista”
prostituido que terminó encumbrando en el Estado a los peores y más retrógrados
elementos: Menem, Cavallo, Alsogaray y sus mafias, que impusieron al país sus
“relaciones carnales” con los poderosos.
• Un tercer hito lo conformaría, por cierto, la recuperación de las Islas Malvinas en
Abril de 1982, que fuera apoyado fervientemente por el Pueblo Argentino y muchos
pueblos de la región, a pesar de los ineptos militares y civiles que entonces habían
usurpado el Estado Nacional y condujeron una desastrosa política exterior.
Tuvimos, sin embargo, la osadía de enfrentarnos a la alianza angloestadounidense
que veinte años después encontramos ocupada en invadir a buena parte del planeta y
nuestra armas – particularmente la Fuerza Aérea Argentina – combatió con valentía,
creatividad y enorme coraje.
Pareciera que la Argentina viene preaununciando una voluntad de oponerse al orden
107
Para beneficio de los lectores que no sean argentinos, aclaramos que cuando Perón surge con abrumador
apoyo popular en Octubre de 1945 y se llama a elecciones en Febrero de 1946, que Perón ganaría, sus
opositores (“los de siempre”) formaron un frente político - la “Unión Democrática” - en contra del supuesto
“nazifascismo” de Perón. Esa “Unión Democrática” la integraban el partido comunista, partidos
socialdemócratas, la ya por entonces decadente Unión Cívica Radical y eran todos coordinados por el
embajador estadounidense, Spruille Braden. De ahí que el grito de guerra de los peronistas en aquellas
memorables elecciones presidenciales fuera “¡Braden o Perón!”, de la misma manera que – ya en el gobierno
– la Tercera Posición sería sintetizada en la simplísima pero clara frase: “Ni yanquis, ni marxistas:
peronistas”.
108
El primer golpe de Estado contra el gobierno peronista tuvo lugar en Septiembre 1955 e inspiró al entonces
primer ministro británico, Sir Winston Churchill a declarar ante el parlamento inglés que “la caída de Perón
en la Argentina es uno de los hechos más trascendentes para Gran Bretaña desde que ganamos la segunda
guerra mundial”. El segundo golpe de Estado contra el peronismo fue en Marzo 1976 e inició la decadencia
argentina al entregársele el manejo de la economía a la usura internacional, inaugurando un verdadero
genocidio económico sustentado los las armas. En ambos casos, sus perpetradores fueron militares y civiles
totalmente adictos a los intereses angloestadounidenses.

110
mundial perverso impuesto por los poderosos, pero cada vez que se ha opuesto lo ha
hecho de mala manera y ha recibido castigos crecientemente duros que hoy nos tienen
de rodillas y postrados. El Enemigo de Argentina ya hoy habla desembozadamente de la
secesión de la Patagonia, de la “regionalización” como paso previo a la fractura
territorial, del debilitamiento y quiebra del Estado con la consiguiente pauperización del
pueblo y agudización de todos los problemas sociales, del canje de deuda por territorio,
todos preanuncios lúgubres del fin de la Argentina.
Efectivamente, el nuevo orden mundial promueve la muerte de la Argentina, pues bien
sabe que la Patria Sud Americana soñada hace dos siglos por San Martín, Bolivar y
Artigas, y buscada en el siglo XX por grandes estadistas continentales como el brasileño
Getulio Vargas, el chileno Ibañez del Campo, y el argentino Perón – solo podrá
erigirse, estructurarse y consolidarse desde la Argentina como eje integrador de esa
auténtica potencia de rango mundial.

El Faro del Mundo


En el siglo pasado, el artista y profeta argentino Benjamín Solari Parravicini tuvo
visiones de un mundo en quiebra y resquebrajamiento y de una Argentina salvadora y
protectora que nacerá de sus propias cenizas.
A lo largo de décadas, Solari Parravicini previó y plasmó en insólitos dibujos – las
psicografías que dibujaba mientras caía en trance – a los que luego agregaría sentencias
orientadoras de carácter profético que nos preanuncian: Pampa Argentina, cuna del
mañana” (visión del año 1938); “Nuevo sol. Nueva Luz. El árbol seco de la Argentina
sabrá de una nueva lluvia. Llegará hacia su suelo la bendicion luego de luchas serias,
de encuentros y desencuentros, de soberbios en gritos y de gritos vencidos…. (año
1938); Llegará a la Argentina empobrecida un nuevo Sol. Llegará el día en que la
falsa palabra sea creída. Llegará…cuando la intriga levante las masas, cuando el
ladrón corra las calles sin ser aprehendido…. (también visión del año 1938).
Incluso, Solari nos habla de una enigmática figura: el “Hombre Gris” que más que a un
individuo específico pareciera señalar a un equipo o un grupo o segmento social. “La
última pincelada en la Argentina será dada por un pintor gris” (año 1938);“La
Argentina tendrá su “revolución francesa”, puede ver sangre en las calles, si no ve el
instante del “hombre gris” (1971).109
Hemos elegido para la portada de la presente obra, la Cruz Orlada que Solari Parravini
dice haber recibido de su ángel guardíán, Fray José de Aragón, quien se la revelara
diciendo: “Hijo, esta noche llego a ti para decirte: escribe y dibuja. Es hora de echar a
correr la palabra en amor, el amor en Fe, y la Fe en Santa Paz. Se vive una época
Bizantina – y como en ese ayer que brilló con Justiniano I - en ese ayer entró el caer de
una civilización y el nacer de otra. Y en el que despues de caer y sacados de todo, la
cruz regresó y de nuevo se supo de algo de lo mucho que se había perdido… quiero
rogarte: dibuja algunos premonitorios trazos sobre lo que te daré. … He tomado la

109
Ver la magnífica obra del estudioso Ing. Sigurd von Wumb, “Dibujos proféticos de Benjamín Solari
Parravicini” (Edición privada, 2001, Rosario; luego publicado por Editorial Kier de Buenos Aires ). Solari
Parravicini nació en Buenos Aires en 1898 y falleció en 1974, dejando un cúmulo importante de dibujos,
sentencias y cartas; también fue director del Museo de Bellas Artes de la Capital Federal.

111
“Cruz Orlada” ¿Tu dirás porqué? Muy sencillo, hijo querrido: porque Dios es
Universo y como el universo es circular…, esta cruz colocada dentro del Círculo…con
llamas, símbolo de sol…será Amor – Fe- Luz, si lleva el corazón en la unión…es decir
en el cruce de los leños.”110
Hermoso signo, en verdad, que hacemos propio por cuanto integra la luz Solar, la Cruz
Tradicional, el sangrante Corazón y el movimiento del tiempo circular.

La venidera Era de Acuario tendrá, como signo equilibrador y opuesto, al de Leo, el


León Solar. Quiso el misterio de lo inconsciente colectivo que nuestra Bandera
integrara el simbolismo de la plata azulada y también portara un Sol Iracundo en su
centro con fogosos rayos, alternativamente rectos y ondeados. La Bandera Argentina es
prácticamente la única enseña nacional en todo el mundo que porta un sol. De todas la
banderas tradicionales, únicamente las de Argentina y Japón llevan un sol en su centro,
por cuanto las de la mayoría de los países solo tienen o bien franjas de diversos colores,
o sino portan la Estrella nocturna como símbolo primario111.

El Destino de la Argentina es el de ser faro luminoso en un mundo en crecientes


tinieblas. Y no lo decimos limitándonos a la República Argentina como pedazo
truncado de la Patria Grande soñada por nuestros mayores, sino al mucho más amplio
concepto de “Argentina” como precursora de la Era por venir. A la Argentina menos
identificada con la Edad que muere; con el ocaso de los dioses wagneriano insalvable e
irreversible.
No. La nuestra ha de ser la Argentina como precursora de la Edad de Oro; la Segunda
República Argentina que no se conformará con escribir un capítulo más en la historia
de un mundo en ruinas que se termina, sino que asumirá su Destino Mundial que le
señala la Divina Providencia: escribir uno de los primeros capítulos del Mundo que
vendrá.

110
Op. Cit., página 224.
111
Nos referimos a banderas nacionales que existen desde hace muchas décadas – incluso siglos - como la
nuestra y la del Japón, y no a bandera del algún Estado de reciente creación. Tampoco consideramos la
bandera de la República Oriental del Uruguay, que también porta un sol, pues histórica, cultural y
políticamente, la Banda Oriental es parte integrante, como mínimo, de la Gran Patria de los pueblos del Cono
Sur.

112
Discografía recomendada -
Las grabaciones antiguas de las óperas de Wagner suelen ser mejores que las más recientes. Ello
es debido a que la gran escuela wagneriana – su época de oro, por así decirlo – entró en un ocaso
a partir del final de la segunda guerra mundial. No obstante ello, las décadas de los cincuenta y
sesenta aun permitieron que apareciesen magistrales versiones que conforman un buen equilibrio
entre las cualidades artísticas y la calidad sonora de algunas grabaciones.
Sin pretender brindar una guía exhaustiva, se detallan a continuación aquellas que a nuestro
juicio conforman las mejores versiones. El lector posiblemente se sorprenda al no ver incluida la
versión de Herbert von Karajan., por cuanto sostenemos que este magistral director, cuyas
rendiciones de Mozart, Beethoven y Brahms son tan excepcionales, no estaría compenetrado con
el espíritu de Wagner que describimos en el presente ensayo.

El Anillo del Nibelungo – Der Ring des Nibelungen (versiones completas)


Orquesta: Filarmónica de Viena,
Coro: de la Orq. Filarmónica de Viena,
Director: Georg Solti
Principales cantantes: Eberhard Wächter, Waldemar Kmennt, George London, Kirsten
Flagstad, Claire Watson, Set Svanholm, Gerhard Neidlinger, Kurt Böhm, Wolfgang
Windgassen, Birgit Nielsen, Hans Hotter.
Datos técnicos: London Records. Disponible en CD. Grabado originalmenter entre 1957 y
1967. Calidad sonora excepcional. Grabación en estudio.

Orquesta: de los Festivales de Bayreuth,


Coro: de los Festivales de Bayreuth,
Director: Karl Böhm
Principales cantantes: Theo Adam, Gerd Nienstedt, Hermann Esser, Wolfgang Windgassen,
Birgit Nielsen, H. Wohlfahrt, Kurt Böhme, Marti Talvella, .
Datos técnicos: Philips Records. Disponible en CD. Grabado durante los Festivales de
Bayreuth de 1967. Calidad sonora buena. Grabación en vivo.

Orquesta: de la Metropolitan House de Nueva York,


Coro: de la Metropolitan Opera House de Nueva York,
Director: James Levine
Principales cantantes: James Morris, Christa Ludwig, Hildegard Behrens, Siegfried
Jerusalem, Kurt Moll, Neinz Zednik, Kurt BPohme.
Datos técnicos: Discos DGG – Deutsche Grammophon Gesellschaft. Disponible en CD.
Grabado entre 1987 y 1988. Calidad sonora muy buena. Grabación en vivo.

Orquesta: Symphonie Orchester der Bayerische Rundfunks, (Orquesta de Radio Baviera)


Coro: der Bayerische Rundfunk,
Director: Bernard Haitink
Principales cantantes: Siegfried Jerusalem, Eva Marton, Theo Adam, James Morris, Kiri Te
Kanawa.
Datos técnicos: Philips Records. Disponible en CD. Grabado a fines de los años ochenta.
Calidad sonora buena. Grabación en estudio.

113
Fragmentos y escenas notables del Anillo:
El Oro del Rhín: Fragmentos varios.
Orquesta: Staatskapelle Berlin
Director: Rudolf Kempe
Cantantes: Johanna Blatter, Rut Siewert, Rudolf Schock, Ferdinand Frantz
Datos técnicos: Discos Eterna. Buena calidad sonora. Grabación en vivo.

La Valkiria: Acto I, Esc. 3


Orquesta: de la NBC,
Director: Arturo Toscanini
Cantantes: Helen Traubel, Lauritz Melchior,
Datos técnicos: Discos RCA. Grabación en vivo en el Carnegie Hall de Nueva York, Feb.
1941.
Calidad sonora buena.

La Valkiria: Acto I,
Orquesta: Filarmónica de Nueva York,
Director: Zubin Mehta
Cantantes: Eva Marton, Peter Hoffmann, Marti Talvela,
Datos técnicos: Discos CBS. Grabación fines de los ochenta. Buena calidad sonora.
Grabación en estudio.

El Ocaso de los Dioses: Prólogo (escenas 2 y 3 – dúo de Brünhilde y Siegfried e


intermedio “Viaje de Siegfried por el Rín”). Acto III, esc. final
Orquesta: de la NBC,
Director: Arturo Toscanini
Cantantes: Helen Traubel, Lauritz Melchior,
Datos técnicos: Discos RCA. Grabación en vivo en el Carnegie Hall de Nueva York, Feb.
1941.
Calidad sonora buena.

Parsifal
Orquesta y Coro: de los Festivales de Bayreuth
Director: Hans Knappertsbusch
Cantantes: George London, Arnold van Mill, Ludwig Weber, Wolfgang Windgassen,
Martha Mödl, Hermann Uhde.
Datos técnicos: Discos Teldec (Warner Music) grabación durante los Festivales de 1951.
Calidad sonora buena.

Bibliografía:
Chamberlain, Houston Richard Wagner – Verlagsanstalt für Kunst und
Stewart Wissenschaft, Munich 1896.
Evola, Julius Rebelión contra el Mundo Moderno, Ediciones
Heracles, Buenos Aires, 1994.

114
Goldman, Albert y Wagner on Music & Drama: a selection of Richard
Sprinchorn, Wagner's prose works, Victor Gollancz Ltd., Londres
Evert 1977
Hancock, Graham Fingerprints of the Gods, Mandarin Paperbacks,
London, 1995
Infiesta, María y Mota, Escritos Wagnerianos, Edición privada, Madrid, sin
Jordi fecha.
Jung, Carl G. Collected Works
Jung, Carl G. Sobre cosas que se ven en el cielo - Ecologic Editora
Argentina, Buenos Aires, 1987.
Lévi-Strauss, Claude The Raw and the Cooked, Harper & Row, New York.,
1971.
Nolte, Ernst Depués del Comunismo, Editorial Ariel, Buenos Aires,
1995.
Osborne, Charles Wagner and his World - Charles Scribner's Sons - New
York, 1977.
Rahn, Otto Cruzada contra el Grial, Barcelona,
Rauschning, Hermann Hitler me dijo, Librería Hachette, Buenos Aires, 1940.
Rose, Paul Lawrence Wagner: Race and Revolution, Faber & Faber, Londres,
1992
Serrano, Miguel Manú: por el Hombre que Vendrá, Santiago de Chile,
1991
Shaw, George Bernard El Perfecto Wagneriano, Edicions l'Holandès Errant,
Serie Clásicos Wagnerianos Nº 1, Barcelona, sin fecha.
Snook, Lynn "Die Walküre" or The Farewell to the Gods - Thoughts
on Myths and Their Meaning – Libretto a La Valkiria,
1981.
Von Wurmb, Sigurd Psicografía de Benjamín Solari Parravicini” – Edición
privada, Rosario 2001 y Editorial Kier, Buenos Aires,
2002/3
Wagner, Richard La Poesía y la Música en el Drama del Futuro - Espasa-
Calpe Argentina, Buenos Aires, 1952 - págs.- 151 / 153.
Wagner, Richard Dramatische Werke, herausgegeben und eingeleitet von
Prof. Dr. Karl Reuschel, Johannes M Meulenhoff
Verlag, Leipzig, 1917, 3 tomos.
Wilhelm, Richard I Ching, el Libro de las Mutaciones, con prólogo de Carl
G. Jung – Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975.
Witold, Jean y otros Ricardo Wagner - Colección Genios y Realidades - Cía.
autores General Fabril Editoria, Buenos Aires, 1964.

115
Síntesis del libreto del Anillo del Nibelungo de Richard Wagner -
Personajes del Anillo del Nibelungo
Alberich Nibelung Rey usurpador del pueblo Nibelungo
o
Mime Nibelung Hermano de Alberich
o
Fasolt Gigante uno de los constructores del Valhall
Fafner Gigante uno de los constructores del Valhall,luego
transformado en dragón para cuidar el tesoro
Siegmund Velsa hijo de Wotan; hermano de Sieglinde
Sieglinde Velsa hija de Wotan; hermana de Siegmund
Siegfried Velsa nieto de Wotan e hijo de Siegmund y Sieglinde
Brünhilde Walkiria Hija de Wotan y Erda
Waltraute Walkiria Hermana de Brunhilde
Wotan Dios Rey del Walhall - (el Zeus griego), también
conocido como Odín en la mitología nórdica
Viajero Dios Disfraz de Wotan para recorrer el mundo
Fricka Diosa Diosa del Matrimonio – esposa de Wotan (La Hera
griega)
Freia Diosa Diosa del Amor y la Belleza (la Venus griega)
Donner Dios Dios del trueno y la tormenta (el Hefesto griego)
Froh Dios Dios de la alegria
Loge Dios Dios del fuego y de la astucia (el Hermes griego)
Erda Diosa Diosa de la Tierra y de la profecía (la Gaia griega)
Hagen Humano Hombre de una tribu germana
Günther Humano Principe de la raza de los Guibichungs
Gutrune Valkiria Hermana de Günther
Welgunde Sirena Ondina del Rin
Flosshilde Sirena Ondina del Rin
Woglinde Sirena Ondina del Rin
Nornas Diosas Las tres hijas de Erda que tejen los hilos del
destino

Geografía del Anillo del Nibelungo -


Nibelheim País de los Nibelungos (Tierra de las Tinieblas)
Riesenheim País de los Gigantes (Tierra de Gigantes)
Walhall Morada de los Dioses (Sala de Guerreros)
Rhín El río primordial
Roca de la Walkiria Montaña escarpada en la que Wotan puso a dormir a
Brunhilde rodeada de una muralla de fuego.
Guibich País de la raza de los Guibichung a orillas del Rín.
El bosque El bosque primordial cercano al Rhín.

Objetos del Anillo del Nibelungo -


Nothung Espada que formó parte del botín original del Rhín, a la
que Wotan impuso poderes mágicos; luego
Wotan/Viajero la hundió en el tronco del fresno de la

116
vivienda de Hunding. Conquistada por Siegmund y
aniquilada en combate; luego vuelta a forjar por
Siegfried.
Lanza Lanza sagrada de Wotan; símbolo de su poder universal
sobre la que sellaba sus pactos con runas mágicas
Runas Escritura simbólica y mágica antiguo-germánica
consistente en signos rectilíneos. Su antiguo abecedario
se conocía como el Futhark. Consiste de 18 símbolos
de trazos rectos; cumplen una función análoga alos
mudras vedánticos (posiciones con las manos)
Anillo Anillo forjado con el oro del Rhín que otorga poder sin
límites sobre el mundo a su portador. Solo podrá
forjarlo quien abjure del amor.
Tarnhelm Yelmo mágico forjado con el oro del Rhín que permite
a su portador adoptar la forma externa que desee.
Arbol del Mundo El “Welt-Esche” - el Yggdrasil de los antiguos pueblos
germánicos.
Oro del Rín Símbolo solar de la máxima pureza.
Aguas de Rín Símbolo de la fuerza elemental de la naturaleza
Fuego Símbolo de la máxima plurificacion

Tiempos del Anillo del Nibelungo


Marco temporal Prehistórico.
Tiempos entre las cuatro operas • Oro del Rin a La Walkiria: Unos veinte años
• La Walkiria a Siegfried: Unos veinte años
• Siegfried a El Ocaso de los Dioses: Pocos meses.
Amaneceres del Anillo del 1. Oro del Rín - primer amanecer del ciclo. Esta opera
Nibelungo trascurre a lo largo de un único día que concluye
cuando los dioses ingresan al Valhall al atardecer
caminando sobre un puente de arcoiris.
2. Walkiria - Acto I – primer amanecer de la ópera.
3. Walkiria - Acto II - segundo amanecer tras la huida y
noche de amor de Siegmund y Sieglinde
4. Siegfried - Acto I - primer amanecer de la ópera
5. Siegfried - Acto II – segundo amanecer de la ópera
6. Siegfried - Acto III - tercer amanecer de la ópera
7. Ocaso de los Dioses – Prólogo – amanecer en la cueva
de Siegfried y Brunhilde
8. Ocaso de los Dioses - Acto II – esc. 2
9. Ocaso de los Dioses - Acto III.112

En la síntesis que sigue del libreto del Anillo del Nibelungo, se indica en letra pequeña y en
itálica el nombre del leit-motiv o descripción musical. Los nombres de los leit-motiv no fueron
denominados por Wagner de esta manera, sino que son los nombres bajo los cuales se los suele

112
Estos nueve amaneceres tienen su paralelo en otros conjuntos de nueve como, por ejemplo, en el Acto I, Esc.
III de La Walkiria. Cuando Siegmund se queda solo pidiendole a su padre le mande la espada promedida, en
una agonía parecida a la que seguramente experimentó Wotan cuando pendió del Yggdrasil, en esa escena
suena nueve veces consecutivas el leit-motiv de la Espada, Nothung.

117
identificar.

118
Síntesis de la Obra - El Anillo del Nibelungo -
Das Rheingold (El Oro del Rín) - Opera en un Acto y Cuatro Escenas.
Obertura musical: La obra comienza con un amplio y oscuro preludio consistente en crecientes y
cada vez más complejas figuraciones sobre un único acorde en Mi-bemol (El Rhín). El crescendo
musical nos describe las primordiales, ondulantes y puras aguas del río Rhín y al levantarse el
telón nos conduce de lleno en la Escena Primera.

Escena Primera:
Aparecen tres ondinas, las hermanas Woglinde, Wellgunde y Flosshilde,113 nadando
y cantando entre las olas. Repentinamente, de una endija oscura entre las musgosas rocas del
lecho del río aparece el enano Alberich (Alberich) de la raza de los Nibelungos quién con ardiente
deseo las observa y les pregunta si puede acompañarlas mientras nadan y juegas en las aguas. Al
ver su horrible figura, las ondinas lo rechazan y burlándose de él. Sin embargo, una de ellas -
Flosshilde -, le recrimina a sus dos hermanas que no deben distraerse de cuidar el oro que yace en
el fondo de las aguas del que ellas mismas son custodias por mandato del dios, Wotan. Las
ondinas se dan cuenta rápidamente de que lo que atrae a Alberich no es el oro, sino su ardoroso
deseo de amor y placer que ellas le inspiran. Así, cada una de las sirenas se turnan en atraerlo
fingiéndole amor, pero ni bien él se les acerca, lo rechazan entre risas mientras el desdichado
enano se resbala y cae entre las rocas musgosas sin poder alcanzarlas.
Cada vez que una de ellas lo rechaza a Alberich, va creciendo su enojo hasta un
paroxismo de odio en el que las amenaza con sujetarlas por la fuerza. Pero en ese instante, las
nubes se entreabren dejando filtrar un haz de sol que ilumina un lugar fulgurante en el lecho del
río (El Oro), que deja a Alberich y a las ondinas fascinados. Lo que tan hermosamente brilla entre
las aguas es el oro del Rhín, metal puro que duerme en su lecho. Las ondinas olvidan por un
momento a su feo visitante y comienzan a nadar alrededor del brillante oro (Oro del Rín) mientras
entonan un himno de alabanzas (“Rheingold! Rheingold!”). Alberich las observa atentamente
mientras ellas cantan loas a las maravillas mágicas del puro metal. Particular interés despierta en
él el relato de Wellgunde, quién descuidadamente alude a los poderes mágicos del oro, si se logra
forjar con él un anillo (Anillo), que otorga poder ilimitado sobre el mundo. Flosshilde nuevamente
fustiga a su hermana por hacer semejante revelación delante de un extraño, quién le recuerda que
no existe peligro alguno ya que acaban de comprobar que el enano nibelungo resultó un
enamoradizo incurable, mientras que la magia del oro hace que sólo podrá forjar el codiciado
anillo quién renuncie al amor (Renunciamiento), y jamás criatura alguna aceptará semejante precio a
cambio del poder.
Pero los repetidos desaires sufridos por Alberich lo han humillado abismalmente lo
que hace que, en un rapto de furia y venganza, sorprende a las ondinas, abalanzándose
repentinamente sobre la roca en la que yace el oro. Alberich maldice el amor tomando al propio
río como testigo,114 arrebata el preciado oro de su lecho y desaparece con el botín entre las
oscuras olas y las rocas. Desesperadas, las tres ondinas piden auxilio para salvar el oro mientras
se escucha a lo lejos las carcajadas de Alberich. El escenario se oscurece, la orquesta parece
agitarse en oscuras y violentas olas que solo muy lentamente se van disipando, dando paso al

113
Todos los nombres de los personajes del Anillo tienen un significado en alemán. Por ejemplo, las tres
ondinas, Wogline, Wellgrunde, Flosshilde, aluden a ondas, olas y flujos dándoles un sentido acuoso. Wagner
utiliza una infinidad de juegos de palabras que resultan en gran medida intraducibles a otros idiomas.
114
Al igual que en la mitología griega, en la que los juramentos hechos tomando al río Estigia por testigo,
resultaban inviolables.

119
cielo límpido de la aurora matinal.

Escena Segunda:
Se divisa a lo lejos un noble y altivo castillo entre las nubes (Valhall), la celestial
morada de los dioses, recién construida. Wotan, Rey del Olimpo germánico duerme (Sueño) sobre
un lecho de flores con su consorte, Fricka – diosa del Hogar - quién lo despierta para que
mostrarle tamaña maravilla. Ambos dialogan recordando que fue el propio Wotan quién mandó
construir la divina morada a los gigantes, Fasolt y Fafner, con quienes pactó entregarles a la
diosa del amor, Freia, (Pacto) en pago de sus labores. Fricka, le recrimina ese pacto que ha sellado
con runas mágicas grabadas sobre su lanza, símbolo de poder universal, cuyos compromisos ni el
propio Wotan puede quebrar.
Wotan le recuerda a Fricka que fue ella quién le pidió que construyera esa morada
altiva, digna de los dioses, mientras Fricka se lamenta que sólo lo hizo como treta para retenerlo
a su inquieto esposo. Wotan afirma su derecho a la aventura y le recuerda que valora a la mujer
más de lo que ella misma imagina, habiendo entregado uno de sus ojos para conquistarla a
Frika.115 De todos modos, le dice no tiene ninguna intención de entregarla a Freia a los gigantes.
El diálogo se interrumpe al escucharse los gritos de auxilio de Freia, que se acerca
huyendo desesperadamente de los gigantes, y les pide a sus hermanos dioses que la protejan.
Wotan pregunta si alguien ha visto a Loge (Fuego), dios del fuego y del engaño116, con quién cuenta
para salirse de su complicada situación. Freia, no simpatiza con el escurridizo dios del fuego y le
señala amargamente a Wotan que, una vez más, Loge lo está abandonando a su suerte. Entonces
aparecen los gigantes (Gigantes), quienes relatan la manera en que llevaron a cabo su duro y arduo
trabajo para construir los enormes muros y gigantescas bóvedas del Walhall.
Correspondientemente, los dos hermanos, Fasolt y Fafner, demandan su paga pero
se quedan atónitos cuando Wotan les dice que deberán elegir otra recompensa puesto que no les
entregará a Freia. Fasolt le recuerda lo pactado y le señala el grave peligro que significa que el

115
Wotan, dios solar, solo tiene un ojo ya que el otro lo entregó como prenda cuando durante nueve días y sus
noches pendió crucificado del árbol del mundo para lograr desentrañar los secretos mágicos de las runas. Con
ello también la conquistó a Frika. El Cristianismo toma este símbolo del dios crucificado y lo plasma en la
crucificación de Jesucristo.
116
Loge, se asemeja al Hermes de los Griegos y, más aun, al Mercurio de los Romanos, dios del comercio y de
las transacciones comerciales. Como buen comerciante, Loge/Hermes es un experto en el negotium - en
negociar. Y negociar siempre se basa sobre la intención mutua de engañar.
Negociar en el comercio implica que un vendedor pide más de lo que está dispuesto a recibir por su producto,
mientras que un comprador ofrece menos de lo que está dispuesto a pagar por ese mismo producto. Un "buen
negocio" es cuando ambas partes quedan complacidas. Y para que ello ocurra, ambas partes deben sentir que
"negociaron bien" o sea, que en alguna medida engañaron a la otra parte. La fórmula es simple: si un
producto puede negociarse a un precio de 6 pesos, el vendedor empieza pidiendo 9 pesos, mientras que el
comprador empieza ofreciendo 3 pesos. Inician el proceso negociador de "engaño mutuo" ya que ambos
piden un precio que saben de antemano es una mentira, hasta que llegan a un punto de equilibrio mutuamente
satisfactorio: los 6 pesos en que se lleva a cabo la transacción. Ambos sienten que han hecho un buen
negocio. Por eso, resulta imposible negociar con alguien que no miente. Pues si una persona no miente y
declara de buenas a primeras que su producto vale 7 pesos ni 6, ni 5, ni 9 ni 6, sino 7 pesos, entonces esa
persona no cederá ni un ápice: porque está diciendo la verdad.
Negociar, entonces, es una manera de reglamentar la mentira. Por eso es engañoso Mercurio, el dios del
comercio; por eso lo es también su par germánico, Loge, dios de la negociación, de la mentira y del doble
sentido. Loge habla el idioma de la diplomacia: que quiere decir hablar una cosa y significar otra. Muy
propio del mundo moderno. Los economistas llaman todo este proceso, “el Mercado”. Incluso hablan de una
supuesta “mano invisible” que, desde Adam Smith hasta nuestros tiempos, “gobierna” las fuerzas del
mercado. Olvidan sistemáticamente algo que es evidente para todo el mundo. Si hay una “mano invisible”
que rigen el mercado, de seguro que esa mano debe estar articulada por un poderoso Brazo que se impone a la
fuerza sobre el “mercado”. Y ese “brazo”, como no puede ser de otra manera, está dirigido por algún cerebro
con fines y objetivos propios: el Cerebro del Mundo.

120
jefe de los dioses incumplir sus propias promesas, mientras que Fafner, mucho más realista, le
recuerda discretamente a Fasolt que la razón por la que los dioses no desean entregar a Freia es
porque que necesitan de las manzanas de oro que les otorgan la vida eterna, y que solo Freia sabe
cultivar (manzanas)117. Sin ellas, los dioses rápidamente envejecerían y morirían.
Los gigantes deciden entonces llevarse a Freia por la fuerza, pero se les interponen
los dioses del trueno, Donner, y de la alegría Froh, quienes pretenden auxiliar a su hermana.
Cuando la violencia se torna inminente, Wotan interviene para separarlos (Tratados Sagrados). En ese
momento, entre chispas y llamaradas, aparece Loge, dios del fuego. Sus palabras resultan
inciertas, vagas y elípticas, ya que primero menciona que inspeccionó el castillo celestial
pudiendo comprobar que la construcción es verdaderamente maravillosa y que no hay razón
alguna por la que Wotan le niegue su paga a los gigantes. Wotan le recuerda seriamente que fue
él mismo quién le prometió encontrar una salida de aquél acuerdo con los gigantes, pero Loge
retruca diciendo que su promesa fue de proporcionarle una salida únicamente si tal salida
existiese.
Entonces Loge canta un amplio relato sobre sus recorridas por todo el mundo - por
agua, tierra y aire (Naturaleza) - buscando algo de tal valor que pueda suplantar al amor y a la belleza
de la mujer, pero no halló criatura alguna dispuesta a abjurar del amor. Sólo escuchó rumores de
una única excepción que le relataron las ondinas del Rhín: el nibelungo Alberich, al que ellas
mismas le negaron el amor, lo que hizo que en venganza les robara el oro del Rhín. Alberich
maldijo el amor y ahora considera al oro superior a toda mujer, a lo que agrega Loge, que las
ondinas le pidieron que él le relatara a Wotan su terrible pérdida para que las ayude a recuperar el
tesoro perdido.
Wotan se impacienta y le increpa a Loge que pretenda que ayude a otros en
momentos en que él mismo necesita de ayuda. Pero los gigantes han escuchado el relato de Loge
con sumo interés, especialmente lo concerniente al maravilloso tesoro robado por Alberich. Los
dioses también se muestran maravillados: a Fricka le fascina pensar en las alhajas de oro que
podrían fabricarse para adornar su belleza y así retenerlo a su esposo; Donner señala que si no le
quitan el oro y el anillo al Nibelungo, pronto todos se convertirán en sus esclavos; y el propio
Wotan decide que debe conseguir para sí mismo ese maravilloso tesoro que otorga poder
universal. Cuando Wotan le pregunta a Loge como aconseja obtener el tesoro, Loge responde
simplemente: "¡robándolo!: lo que un ladrón roba, tu se lo robas al ladrón!".
Mientras tanto, los dos gigantes discuten y el avaro Fafner termina por convencerlo
a su hermano para que se conforme con el oro del Nibelungo en lugar de la bella Freia, como
paga por sus labores al construir el castillo a los dioses, y así se lo dicen a Wotan. Ignorando sus
protestas, Wotan recuerda a los gigantes que difícilmente pueda darles algo que él mismo no
posee, con lo que los gigantes la toman a Freia y se la llevan a su país, el Riesenheim. Ellos la
traerán devuelta al atardecer, pero si para entonces no se encuentra listo todo el oro del
Nibelungo para que les sea entregado, entonces la bella Freia tendrá que morar eternamente en el
país de los gigantes. De inmediato desaparecen rápidamente de la escena y Loge, trepándose
sobre una roca, relata cuán raudamente van cruzando el Rhín y los bosques.
Repentinamente, todo se oscurece y los dioses aparecen pálidos, envejecidos y
débiles. Loge les pregunta uno a uno qué es lo que les pasa, pues sólo él parece no verse afectado
por esta repentina y extraña desdicha. Tras meditarlo unos instantes, Loge comprende que al
faltarles las manzanas doradas que solo Freia puede proporcionarles (Manzanas), los días de los
dioses parecen estar contados. Sin embargo, dado que Freia solo raramente le ofrecía esos frutos
a Loge, él ahora apenas si se veía amenazado por su falta. Al llevársela a Freia, los gigantes

117
Estas manzanas eran fuente de eterna juventud, al igual que las manzanas de las Hespérides en la mitología
griega.

121
estaban atentando contra la propia existencia de la raza divina.
Al comprender esto, Wotan sale de su oscura meditación y le ordena a Loge que se
prepare para acompañarlo al Nibelheim, el país subterráneo, patria de los Nibelungos y de
Alberich. Su meta: arrebatarle el oro al enano. Loge le propone hacer el viaje por el Rhín pero
Wotan se rehusa pues no quiere encontrarse con las molestas ondinas, dueñas genuinas del oro.
Loge entonces le sugiere hacer el viaje escabulléndose a través de una grieta sulfurosa en la
montaña. Wotan le indica a los dioses que aguarden a su regreso y ambos se despiden. (Cae el
telón).

Interludio musical: Un potente interludio que pinta en tonos oscuros y violentos el viaje de
Wotan y Loge al centro del mundo, pasando por paisajes y cuevas subterráneas. En su punto
culminante se escuchan los miles de martillos de los laboriosos Nibelungos que golpean contra
otros miles de yunques en sus oscuras fábricas del oro.118

Escena Tercera:
Alberich viene corriendo a latigazos a su asustado y doliente hermano, Mime,
porque éste se demora en forjarle el Tarnhelm, un yelmo mágico que permite a su portador
adoptar cualquier forma que desee y hacerse invisible. Ya Alberich se ha forjado el anillo que
otorga poder sin límite sobre todo el universo y se lo ha puesto en el dedo de una mano.
Entonces, Mime le entrega el yelmo que ha forjado – llamado Tarnhelm - y se lo prueba.
Inmediatamente se torna invisible (Yelmo mágico) , con lo que una vez mas empieza a perseguir a
latigazos a su hermano quién, desesperado, huye sin lograr divisar dónde está su atacante.
Aparecen en escena Wotan y Loge quienes encuentran a Mime escondido en un
rincón, quejoso y dolido. Él les relata las fechorías de su hermano quién ha esclavizado a todo el
pueblo nibelungo. Reaparece Alberich gritando y castigando a la multitud nibelunga, a la que
obliga a trabajar forjando y acumulando montañas y montañas de oro. Alberich ve a los dos
extraños y, sospechando de ellos, ordena a las huestes nibelungas a que sigan trabajando. En
medio de un dramático crescendo orquestal, los amenaza con el terrorífico poder de su Anillo
(maldición)
, cerrando el puño y alzando el brazo. Es éste el símbolo máximo de su inmenso poder y
violencia. Presa de pánico, todos los Nibelungos huyen a gritos a seguir trabajando entre las
rocas y los pasadizos lúgubres de su mundo subterráneo.
Los dos dioses quedan a solas con Alberich, quien les pregunta qué es lo que buscan
al venir al Nibelheim, a lo que Wotan responde de manera conciliadora, diciendo que solo vienen
para observar las maravillas que se rumorea realiza Alberich con su nuevo tesoro. Pero Alberich
bien sabe qué es lo que los atrajo: la envidia. Por eso, empieza a describirles con orgullo
demencial las maravillas de su nuevo tesoro y de sus pilas y pilas de oro. Con este tesoro,
declara Alberich, logrará dominar al mundo entero y les explica en detalle su plan de dominio
universal en tonos de malévola y exultante maldad. Les describe la manera en que se propone
esclavizar hasta la mismísima raza de los dioses con sus esposas y hermanas quienes también
deberán renunciar al amor para someterse al dominio universal del enano nibelungo.
La ira y el asco se apoderan de Wotan quién está a punto de atacar al enano cuando
Loge se lo impide y le solicita a Alberich que siga describiendo sus planes. Se inicia entonces un
diálogo entre Alberich y Loge en el que éste astutamente le señala al enano que aunque su poder
parece admirable, su situación sin embargo no se encuentra exenta de ciertos peligros, por cuanto
el anillo sobre el que descansa su poder bien podría serle arrebatado mientras duerme. Alberich

118
La semejanza de este cuadro musical con el embrutecedor trabajo en masa de las líneas de montaje y
sweatshops del siglo XX, con su hacinamiento resulta notable. Se recomienda compararlo con algunas
magistrales escenas de la documental fílmica, "Baraka", que grafica la inhumanidad del sistema moderno de
organización económica y laboral.

122
responde de manera burlona diciéndole que para eso, precisamente, hizo forjar el yelmo mágico -
el Tarnhelm - que lo tornará invisible mientras duerma o con el que podrá adoptar cualquier otra
forma. Loge se muestra como si estuviera maravillado ante semejantes poderes pero le dice que
le cuesta creerlos salvo que pueda verlos con sus propios ojos.
Alberich fanfarronea colocándose el yelmo y tras murmurar algunas palabras
mágicas se transforma en un gigantesco y espantoso dragón (dragón). Loge pretende estar
aterrorizado y cuando Alberich recupera su forma normal, le sigue expresando sus dudas acerca
de los poderes del yelmo mágico. Le pregunta, entonces de qué le serviría en caso de que
surgiera algún peligro repentino que obligara a Alberich a huir rápidamente. ¿Podría el yelmo
transformarlo en un ser lo suficientemente pequeño como para escapar por alguna rendija? Nada
más fácil, responde Alberich, “¿cuán pequeño quieres que sea?”, le pregunta, a lo que Loge
responde señalando un rincón de la cueva y diciendo “como para poder escapar entre esas
piedras”, con lo que Alberich nuevamente se coloca el yelmo y se transforma en un sapo.
Inmediatamente de hacerlo, Wotan lo pone el pie encima mientras Loge le quita el
yelmo. Alberich recupera su forma normal y maldice el engaño al que ambos dioses lo han
expuesto, mientras Loge lo ata de pies y manos y juntos arrastran a su prisionero, llevándoselo de
vuelta a la superficie (alegría del éxito).

Cae el telón sobre la Escena Tercera con un nuevo interludio que nos describe el viaje de Wotan,
Loge y su prisionero, Alberich, de regreso a la superficie del mundo. Nuevamente se escucha a
lo lejos el martillar de los Nibelungos mientras trabajan el oro sobre sus yunques.

Escena Cuarta:
Aparecen Wotan y Loge arrastrándolo a Alberich. Loge se mofa de él, quién tanto
quería conquistar el mundo y ahora le pregunta que rinconcito piensa reservarse para sí mismo.
Inmediatamente, los dioses le indican cuál es el precio de su libertad: el oro del Rhín y todos sus
tesoros. A regañadientes, Alberich le pide a Loge que le desate las manos para poder convocar al
pueblo nibelungo, ordenándole - nuevamente con el poder del Anillo - que traigan todo el oro
(acumulación)
amasado en el Nibelheim para entregárselo a los dioses. Se siente terriblemente
avergonzado que su pueblo lo vea prisionero, por lo que inmediatamente que terminan de amasar
el tesoro les ordena retirarse, cosa que los nibelungos obedecen, siempre aterrorizados.
Nuevamente quedan los tres solos. Alberich pregunta si puede quedarse con el
Tarnhelm pero Loge se niega diciéndole que lo debe incluir para su rescate. Loge le pregunta
entonces a Votan si puede liberarlo al infortunado enano pero Wotan dice que falta un último
objeto: el anillo que Alberich porta en su dedo. Alberich, horrorizado protesta diciendo que ese
anillo es más valioso que su propia vida, pero Wotan le impreca habérselo robado a las ondinas
del Rhín, y Alberich retruca diciéndole que entonces ahora es el propio dios quién se apresta a
robarlo a su turno. Wotan se impacienta y sin ánimo para seguir discutiendo, lo toma a Alberich
y le arranca el anillo de su dedo. El enano lanza un terrible alarido y cae en la más oscura y
abyecta desesperación. Entonces, Loge lo desata y le dice que ahora es libre. “¿Libre?” pregunta
Alberich con una mueca de dolor y sarcasmo. Él ya no puede imaginar su vida sin el poder del
oro y del anillo. Entonces, vuelca todo su odio contra los dioses y el mundo y maldice la sortija
(Maldición)
que se le acaba de arrebatar: “que a su dueño lo carcoma la ansiedad, y que aquél que no
la posea, lo carcoma la envidia”. Se retira rauda y furiosamente.
La oscuridad se disipa y Wotan se coloca el anillo, al que se queda contemplando
extasiado. Loge observa que en la distancia se acercan los gigantes con Freia para reclamar su
rescate mientras Fricka, Donner y Froh también llegan y observan complacidos que Wotan ha
logrado conseguir el oro para pagar el rescate. Al llegar los gigantes, Fricka se abalanza sobre su
hermana, Freia pero es contenida por el gigante Fasolt quién le recuerda que aún no puede

123
tocarla hasta tanto se pague el rescate, agregando que no soportará apartarse de Freia hasta que el
tesoro la haya ocultado totalmente a sus ojos. Entonces, Fasolt y Fafner plantan sus enormes
estacas a cada lado de Freia mientras exigen a los dioses que apilen el oro delante de ella hasta
cubrirla totalmente de sus vistas. Loge y Froh comienzan la ingrata tarea mientras Fafner les
indica que apilen los lingotes bien juntos y compactamente.
Finalmente, Loge indica que el tesoro se ha acabado pero Fafner señala que aún
queda una rendija por la que se pueden ver los rubios rizos de Freia y exige que sea tapada con el
Tarnhelm. Los dioses acceden y arrojan el yelmo al rescate. Entonces, Fasolt señala que puede
ver otra pequeña rendija que le deja ver la bella mirada de Freia, por lo que Fafner ordena que
sea tapado, a lo que Loge contesta que se terminó el tesoro. Pero Fafner lo contradice,
observando que en el dedo de Wotan brilla un anillo. ¡Debe aportarlo al rescate de Freia! Loge
les dice que eso no es factible por cuanto el mismo será devuelto a sus genuinas dueñas, las
ondinas del Rhín.
Wotan rechaza semejante idea y en forma vehemente se rehusa a entregar el anillo
aún ante el peligro de que los gigantes se lleven a Freia nuevamente con ellos. Se suscita gran
confusión y tensión cuando repentinamente un resplandor azulado surge de una de las rocas.
Aparece la diosa madre de la tierra, Erda (naturaleza), quien con sus tres hijas, las Nornas, teje el hilo
del destino del mundo. Ella ha venido para alertar a Wotan que se deshaga del anillo, si no él
mismo corre peligro de verse afectado por la maldición que Alberich le lanzó. También le
previene que una oscura noche se avecina para los dioses (Ocaso de los dioses). Éstos quedan
fuertemente impactados y Wotan pretende retenerla a Erda para saber mas sobre el incierto
destino que ella les ha insinuado para los dioses, pero Erda dice que ya sabe lo suficiente y
desaparece. Wotan queda sumido en una profunda meditación y repentinamente anuncia que
liberará a Freia y arroja el anillo sobre el tesoro del rescate.
Freia corre a abrazarse con los demás mientras en el fondo los dos gigantes se
reparten y disputan el botín, desatándose una pelea entre ambos. Fafner insiste en que le
corresponde la porción más grande ya que, de haber sido por el enamoradizo Fasolt, se hubiesen
tenido que conformar con tenerla a Freia y solo gracias a sus maniobras negociadoras ahora ellos
eran dueños del botín. La pelea se torna mas violenta hasta que Fafner mata a su hermano
Fasolt a mazazos. Le quita el anillo que pretendía llevarse y se retira con todo el tesoro mientras
los dioses observan horrorizados. En ese momento se escucha con gran fuerza el leit-motiv de la
“maldición del anillo” que acaba de cobrar a su primera víctima.
Wotan comprende entonces que deberá regresar para buscar el consejo de Erda para
conocer más sobre el destino del mundo y de los dioses. Mientras tanto, Fricka propone que
todos ingresen con ella a su nueva morada. Al castillo se lo divisa en el fondo del escenario entre
pesadas brumas por lo que Donner, dios del trueno y de los vientos convoca con su martillo al
viento y a la tormenta para que disipen el aire (Vientos y nubes). En el momento culminante de su
invocación, golpea con su martillo sobre una roca y se desata una tempestad con relámpagos y
truenos (Tormenta). Inmediatamente, se dispersan las nubes y en el cielo límpido se divisa un
arcoiris que conduce hacia la flamante morada de los dioses (Valhalla), quienes quedan extasiados
ante semejante visión iluminada por el sol del atardecer.
Wotan canta una alabanza al castillo que los protegerá de la “noche de la envidia
que se aproxima” y tomando una espada que se le cayó a Fafner al llevarse su botín, la levanta y
con ella saluda al castillo mientras las trompetas hacen sonar con gran vigor el leit-motiv de la
“espada”, símbolo fundamental de todo el ciclo del Anillo del Nibelungo. Wotan se dirige
solemnemente a Fricka y la invita a que lo acompañe al “Walhall” - Sala de los Guerreros -
nombre con el que bautiza a su nueva morada.
Freia, Donner y Froh se aprestan a seguirlo mientras Loge se demora un poco ya
que no comparte la soberbia de los dioses a los que cree se encaminan hacia su propio fin.

124
¿Quién sabe?, quizás él mismo termine algún día transformándose nuevamente en voraz fuego.
Pero, por el momento se escabullirá entre el mundo. Se escucha entonces desde el fondo del
Rhín el canto melancólico de las ondinas que lamentan la pérdida del oro (Oro del Rhín). Wotan
reacciona con irritación al oírlas pues ese canto le recuerda quienes son las genuinas dueñas del
oro robado con el que acaban de pagar por el Walhall y le ordena a Loge que las haga callar. El
dios del fuego se asoma desde lo alto de la montaña y les grita a las ondinas que hagan silencio,
puesto que la luminosidad del Walhalla sobre las aguas del Rhín debiera ser recompensa
suficiente por el oro perdido. Las ondinas, sin embargo, siguen cantando su lamento mientras los
dioses cruzan sobre un puente formado por el arcoris, ingresando al Walhall.
La obra concluye con los leit-motiv de la “espada”, el “Valhall” y el “arcoiris”
sonando a plena orquesta. (Cae el telón).

Die Walküre (La Valkiria) - Opera en tres actos.


El preludio musical evoca una fuerte tormenta (Huida, Tormenta).

Acto Primero - Escena Prima:


Al levantarse el telón, vemos el interior de una cabaña. Es de noche. La cabaña ha
sido construida alrededor de un enorme fresno en cuyo tronco yace clavada hasta la empuñadura
una espada. Entra Siegmund agotado y desarmado, se desploma y queda tendido ante el hogar.
A los pocos instantes entra Sieglinde, esposa de Hunding, un guerrero y dueño de la cabaña quién
está ausente. Ella lo despierta; luego permanecen mirándose larga y profundamente a los ojos
(Amor, Mirada, Sieglinde)
.
De pronto Siegmund le pide algo para beber y, solícitamente, Sieglinde le alcanza
un cuerno lleno de hidromiel (Sieglinde). A los pocos instantes, Siegmund bruscamente se propone
seguir su camino, por cuanto viene huyendo de desgracia tras desgracia que cree que porta en sí
mismo, pero una fuerza misteriosa los atrae el uno al otro. Sieglinde le pide que no huya y que se
quede, pues no puede traer la desgracia a un lugar donde ésta ya mora. Impresionado, Siegmund
le dice que aguardará la llegada de Hunding.

Escena Segunda:
Inmediatamente se escuchan las trompas de cacería que anuncian la llegada de
Hunding quien regresa e interroga al extraño (Hunding). Hunding le ofrece su hospitalidad y le
pregunta sobre sus orígenes mientras Sieglinde escucha con gran atención. Siegmund explica
como fue atacado por una tribu rival que asesinó a su madre mientras que su hermana y su padre
desaparecieron. En un momento aparte, Hunding se maravilla que la mirada del forastero tenga
el mismo brillo que la de su esposa Sieglinde (Pacto). Le pregunta su nombre pero él se lo oculta e
inventa otro: “Wehwalt”, el “perseguido por la desgracia”.
Al rato, Hunding reconoce en el extraño, al enemigo de su tribu y raza y, aunque le
permitirá que se quede esa noche bajo su techo, lo desafía a mortal combate a la mañana
siguiente. Le ordena a Sieglinde que se retire a su aposento. Ella obedece pero al retirarse, con
su mirada le señala discretamente a Siegmund un punto en el tronco del fresno en el medio de la
sala (Espada). Siegmund queda totalmente solo en la oscuridad (Hunding).

Escena Tercera:
Siegmund, de la raza de los Velsas, recuerda a su padre y se pregunta dónde se

125
encuentra la espada que él prometió darle en el momento de mayor peligro y angustia. También
canta una alabanza a la bella mujer que acaba de conocer y que es obligada a permanecer por la
fuerza con el brutal Hunding. En su desesperación, grita el nombre de su padre: “¡Velsa!”
“¡Velsa!”119 rogándole le mande una espada de duro acero para poder blandirla en el combate
venidero. De repente una carbonilla del fuego del hogar se agita entre las brazas, arrojando un
haz de luz sobre un punto en el fresno (Espada) que refulgue. Siegmund se pregunta acerca de ese
brillo, especulando que seguramente sea un recuerdo de la bella mirada de la maravillosa
Sieglinde, pero al aquietarse el fuego, la oscuridad vuelve a cubrir la sala. En lo profundo de su
pecho "arde un oscuro fuego".
Entonces vuelve cautelosamente Sieglinde para anunciarle que ha colocado hierbas
adormecedoras en la bebida de Hunding para que Siegmund pueda aprovechar la noche para huir.
Siegmund le dice que solo huirá si ella lo acompaña. Sieglinde le relata su triste historia sobre la
manera en que muchos años atrás, unos bandidos la vendieron a Hunding, tras matar a su madre y
separarla de su hermano. La misma noche en que se celebraba su forzada boda, apareció un
anciano cuyos rasgos le eran muy familiares (Valhall): llevaba sombrero de ala ancha que le cubría
un ojo, aunque con el otro echó una mirada desafiante a todos. Sólo a ella la miró con profunda
ternura y amor.
Inmediatamente, el anciano tomó una espada hundiéndola hasta la empuñadura en
el tronco del fresno (Espada), prometiendo que el acero pertenecería a aquél héroe que pudiera
liberarlo del árbol. Desde entonces, nadie ha logrado sacar la espada del tronco. Ella
comprendió que esa espada estaba destinada a un héroe quién la salvaría y al que ella amaría
eternamente.
Repentinamente se abre la puerta que deja entrar el resplandor de la luna y el cálido
aire primaveral (Naturaleza). Siegmund le dice que es la primavera que ingresa portando el amor.
Siegmund y Sieglinde sienten despertar recuerdos de su infancia y van reconociéndose el uno en
el otro, como al hermano de la lejana niñez; ambos son de la raza de los Velsas. Ella le revela
que el nombre del héroe para quién fue destinada la espada es Siegmund. Inmediatamente,
Siegmund se lanza sobre el tronco del árbol, toma la espada, Nothung por la empuñadura y en un
esfuerzo supremo la arranca del árbol mientras la orquesta repite en una amplia gama de
variantes el leit-motiv de la “espada”.
Sieglinde en un rapto de alegría extática le dice que al ganarse la espada, ha
conquistado el amor de su propia hermana. Siegmund responde diciéndole que si ha de ser su
esposa y hermana, ello servirá para que florezca la sangre de los Velsas. (Cae el telón).

Acto Segundo -
Abre con un dramático preludio que nos pinta un sitio salvaje; la “Roca de la Walkiria” (Espada,
Alegría, Walkiria)
.
Escena Primera:
Aparece en escena Wotan anticipando el combate que se avecina entre Hunding y
Siegmund, quien ha huido con Sieglinde y se regocija con lo que cree será la victoria inminente
de Siegmund. Llega Brunhilde, la Walkiria120 e hija favorita del dios, a la que le confía la tarea
de asegurar que Siegmund venza en el combate. Pero entonces llega Fricka, su esposa, diosa
del hogar y custodia de los sagrados lazos del matrimonio, ofendida tras conocer las andanzas
amorosas de Siegmund y Sieglinde. Ella viene para exigirle a Wotan la victoria de Hunding

119
Los Velsas son la raza de héroes, hijos de madre mortal y de padre divino (Wotan). Wotan pretende crear una
raza de héroes auténticamente libres, incluso del apoyo de los dioses.
120
Las Walkirias son hijas de Wotan y Erda. Su misión consiste en recoger a los héroes muertos en combate para
transportarlos al Walhalle y así ir conformando el ejército con que Votan planea dirimir la batalla final contra
las fuerzas de las tinieblas.

126
quién en sus invocaciones le ha pedido su ayuda. Wotan finalmente cede a las exigencias de su
esposa y le promete no otorgar la victoria a Siegmund. Afligida por la creciente angustia de su
padre (Aflicción), Brunhilde le ruega que le confíe sus penas, lo que Wotan hace, pues hablarle a
Brunhilde, no significa otra cosa que “hablarle a su propia voluntad".
Una maldición agobia a Wotan: queriendo crear una raza de héroes libres, termina
enrredándose en sus propia red. Para colmo, se ha enterado de que Alberich compró el amor de
una mujer que ahora porta en su vientre al hijo del Nibelungo. En su negra desesperación,
Wotan "bendice" al hijo del Nibelungo que está por nacer.121
Ahora, solo un ser podrá salvar a los dioses y al mundo: un héroe libre que ni
siquiera necesite de la ayuda de los dioses. Wotan pensaba que su hijo Siegmund sería ese héroe,
pero el enredo con Fricka le obliga a no otorgarle la victoria, a pesar de que lo ha armado con una
espada invencible. Wotan dice con amargura que sólo se estaba mintiéndose, por cuanto él
mismo colocó en manos de Siegmund la espada invencible, Nothung. Ahora debe doblegarse
ante Fricka, la diosa del hogar, ultrajada por el amor de los hermanos gemelos. Por ello, y a
pesar de su dolor, Wotan le ordena a Brunhilde que abandone a Siegmund en el inminente
combate contra Hunding.
Desesperada y entristecida, Brunhilde se le aparece a Siegmund(Muerte)122 para
anunciarle que ha de sucumbir en el combate venidero por lo que debe prepararse para seguirla al
Walhall, el paraíso de los guerreros. Brünhilde le describe todas las delicias de ese paraíso a
Siegmund, quién le responde diciendo que para él no valen nada si se las compara con su bella y
amada esposa-hermana, quién yace dormida y exhausta a su lado. Siegmund le dice que si es
preciso, la matará a Sieglinde para que no deba sucumbir ante nadie y cuando en un frenesí de
desesperación está a punto de hacerlo, Brunhilde lo detiene.
Conmovida por la angustia de Siegmund, Brunhilde decide desobedecer a su padre
y ayudarlo a Siegmund en el inminente combate con Hunding. Se escucha acercarse la trompa de
Hunding que desafía a Siegmund al combatir, y éste blandiendo su espada corre a su encuentro,
dejándola a Sieglinde dormida. A los pocos instantes, un relámpago la despierta y ella presencia
el duelo entre los dos enemigos. Brunhilde se apresta a ayudarlo a Siegmund cuando
repentinamente aparece Wotan quién con su lanza quiebra la espada de Siegmund, dejándole la
oportunidad a Hunding de matarlo. El dios permanece triste contemplando el cuerpo inerme de
su hijo mientras Brunhilde se apresura a huir llevándosela a Sieglinde hacia algún lugar seguro.
Wotan reacciona y se lanza en persecución de Brunhilde jurando castigar su
imperdonable desobediencia. (Cae el telón).

Acto Tercero -
Se inicia con el conocido preludio que pinta la “cabalgata de las Valkirias” (Viento, relinche del corcel,
galope, Valkirias)

Escena Primera:
Siete Valkirias - hermanas de Brünhilde - cabalgan sobre una rocosa montaña
mientras lanzan gritos de guerra (Hojotoho!!). Ellas van eligiendo a aquellos guerreros caídos
valientemente en el Campo de Marte para llevarlos al Valhall. Repentinamente, aparece
cabalgando furiosamente Brunhilde llevándola a Sieglinde y le relata a sus hermanas lo ocurrido:
la decisión de Wotan de abandonarlo a Siegmund y su desobediencia. Les suplica que la protejan
a ella y a Sieglinde de la ira de Wotan. Las hermanas se apartan espantadas y Sieglinde, quien

Se trata de Hagen, hijo de la reina Guibichunga, Crimhilde y de Alberich. Hagen es medio-hermano de


Gunther. Su historia se desarrolla en el Ocaso de los Dioses.
122
Aquellos guerreros que veían la figura de una Walkiria antes de la batalla estaban condenados a sucumbir.

127
vió a Siegmund caer muerto en combate, le pide a Brunhilde que la deje morir para poder así
reunirse con su hermano en el otro mundo. Pero Brunhilde le anuncia que en su vientre lleva el
fruto de su amor con Siegmund (Siegfried) y que a su hijo valeroso ha de darle el nombre de
Siegfried (Redención por el amor). Será la propia madre quién armará a Siegfried, y le entrega los trozos
de la destrozada espada Nothung. Con renovadas esperanzas, Sieglinde se despide huyendo al
bosque.
En medio de relámpagos y tormentas se acerca Wotan mientras las demás Walkirias
se esfuerzan por esconder y proteger a la desobediente Brunhilde. Ante el creciente enojo y furia
del dios, Brunhilde se entrega voluntariamente a su justicia. Wotan decide que la exiliará del
Walhalla, la privará de sus poderes divinos y la dejará dormida como simple mujer mortal, a la
merced del primer hombre que pase y la despierte. De él será esposa. Las demás Walkirias
intentan en vano disuadir a su padre para que perdone a Brunhilde pero inconmovible, Wotan les
ordena a todas retirarse, lo que hacen espantadas. Wotan y Brunhilde quedan solos y comienza
un amplio diálogo entre ambos en el que Brunhilde le suplica que si ha de quedar dormida y a la
merced del primer hombre que la despierte, entonces le ruega que al menos la proteja con algún
terrible obstáculo, de forma tal que solo el mayor de los héroes se atreva a llegar hasta ella.
Primero Wotan se resiste, más luego conmovido por el coraje de su hija, accede a
colocar ese terrible obstáculo y se despide de Brunhilde besándola en los ojos y dejándola
profundamente dormida (Sueño de Brunhilde) sobre la cima de la montaña. Lo convoca a Loge, dios
del fuego, golpeando tres veces con su lanza sobre una piedra. Inmediatamente surgen
llamaradas y torbellinos de fuego (Fuego) que rápidamente rodean el lecho de Brunhilde (Fuego mágico).
Mientras contempla el dantesco espectáculo, Wotan se aleja lentamente de la muralla de fuego,
murmurando que solo podrá atravesar esas furiosas llamas aquél héroe que no conozca el miedo.
La orquesta entona con gran vigor el leit-motiv de “Siegfried”. (Cae el talón).

Siegfried (Sigfrido) - Opera en tres Actos


Acto Primero -
(Meditación de Mime,
Una oscura obertura nos pinta una caverna en medio de un denso bosque
Nibelungos, Acumulación del Tesoro, Fafner, Servidumbre)

Escena Primera:
Mime, el herrero nibelungo, forja una nueva espada para Siegfried un joven que él
ha criado y quien parece divertirse en quebrar todas y cada una de las espadas que el enano se
esfuerza en forjar. En su angustia, Mime piensa que si tan sólo lograra soldar los pedazos rotos
de la espada Nothung entonces ésta seguramente se convertiría en un arma invencible en manos
del adolescente: entonces Siegfried vencería al dragón Fafner y éste entregaría su tesoro, con lo
que Mime tendría el Anillo que otorga poder universal. Pero a Mime le faltan las fuerzas y le
resulta imposible forjar esos trozos de metal quebrado que alguna vez fueron la espada Nothung.
Aparece Siegfried en escena, lleno de alegría y energía acompañado de un oso con
el que asusta y acosa a Mime, burlándose de él. Toma la nueva espada que Mime acaba de forjar
y viendo que es débil como todas las demás que le preparó el enano, la rompe en mil pedazos
mientras lo maldice. Lloroso y quejoso, Mime se queja del maltrato al que Siegfried lo somete,
echándole en cara que él, sin embargo, siempre lo ha tratado con cariño y ha tenido grandes
cuidados con él. Siegfried, le dice que a pesar de ello, jamás podrá quererlo ya que solo siente
asco cuando lo ve. Pero también se ha preguntado por qué cada vez que sale a recorrer el bosque,
siempre termina regresando a la cueva del enano.
Siegfried le dice que los animales y los arboles del bosque son mucho más sus

128
amigos que el horripilante Mime, a lo que le responde hipócritamente diciendo que si siempre
regresa, seguramente se debe a que Siegfried lo quiere, pero una vez más, éste rechaza de cuajo
semejante idea. Entonces, tras preguntarle a Mime acerca de sus propios orígenes, Siegfried
comprende que la única razón por la cuál siempre regresa es porque necesita saber quienes fueron
su padre y su madre.
Mime evade la pregunta diciendo que él es tanto su padre como su madre, lo que
sólo le atrae la ira de Siegfried: al recorrer el bosque, él ha observado la manera en que los
cachorros se asemejan a sus padres y también ha visto su propia imagen reflejada en las claras
aguas de un arroyo. ¡La misma es totalmente distinta a Mime!, quién es “torcido, jorobado, gris,
y con orejas largas”. Harto de tantas vueltas, Siegfried lo toma a Mime del pescuezo y le exige
que le diga quienes fueron su padre y su madre.
El Nibelungo termina por confesarle a Siegfried la verdad: hace mucho tiempo una
mujer solitaria y moribunda le confió al niño que acababa de dar a luz, pidiéndole que lo cuidara
y le diera el nombre de Siegfried. Recuerda que esa mujer se llamaba Sieglinde. Siegfried
permanece muy pensativo al comprender que su madre murió al darlo a luz y le pregunta
entonces por su padre. ¿Quién fue su padre? Pero Mime le dice que jamás lo vio y que solo oyó
decir que murió en un terrible combate. Cuando Siegfried le exige alguna prueba de lo que dice,
Mime saca de un rincón los trozos de una espada rota y le dice que esa es la única prueba que
tiene y que sabe que perteneció a su padre.
Presa de repentino entusiasmo, Siegfried le ordena al enano forjar con esos pedazos
una nueva espada y sale triunfante corriendo hacia el bosque, anunciándole que cuando regrese
tomará la espada y se irá de su lado para siempre. Mime queda solo y abrumado por su situación.
Él sabe que jamás logrará forjar los trozos de la espada Nothung; también sabe que solo con esa
espada se lo podrá matar al dragón Fafner y conseguir el oro del Nibelungo y su preciado anillo.
Se lamenta de su difícil situación, a la que su astucia de Nibelungo no le halla solución, cuando
aparece entre la oscuridad un desconocido que lo saluda muy ceremoniosamente.

Escena Segunda:
Ese desconocido se hace llamar "Viajero" (Wanderer) y no es otro que Wotan quién
ahora se dedica a deambular por el mundo.123 Le pide permiso a Mime para descansar en su
cueva pero éste se rehusa pensando que se trata de algún espía. Wotan insiste y a cambio apuesta
entregarle su cabeza si no logra responderle tres preguntas al enano. De mala gana, Mime acepta
el reto y le hace tres preguntas, inquiriendo acerca de las razas que habitan el mundo subterráneo,
la superficie de la tierra y los cielos. Wotan contesta las tres preguntas correctamente: el mundo
subterráneo - Nibelheim - lo habitan los Nibelungos; la superficie de la tierra, la habitan los
Gigantes del Riesenheim, y, por último, los cielos son morada de los dioses del Walhalla. Pero
ahora Wotan le exige a Mime que él también deberá contestarle tres preguntas a cambio de su
cabeza.124 Muy temeroso, Mime se apresta a utilizar toda su astucia nibelunga.

123
Resulta muy interesante esta transformación del dios Wotan de altivo, soberbio y belicoso a un viajero
filósofo, recatado y hermético. Después de su profunda crisis de la que da cuenta en La Walkiria, Wotan
mismo dice que solo desea "El Fin, el Fin". A partir de ese momento, solo reaparece como el Viajero en la
tercera jornada, Siegfried, como testigo del fatal desenlace apocalíptico hacia el que se encamina el mundo.
En la cuarta y última jornada, ya ni siquiera aparecerá en escena ni como Wotan ni como Viajero. Su
presencia, sin embargo, estará permanentemente en la orquesta hasta culminar con el ocaso de los dioses y el
fin del mundo.
124
Este mecanismo resulta muy útil y tiene el doble propósito de profundizar el desarrollo de la trama dramática
como así también recapitular sobre lo acontecido en las dos anteriores jornadas - Oro del Rín y La Walkiria.
De esta manera, cada jornada del Anillo del Nibelungo conforma un libreto completo y coherente en sí
mismo, de ahí que cada una de las óperas pueda representarse como una unidad independiente fuera del marco
del Anillo del Nibelungo.

129
Primero, Wanderer le pregunta por los Velsas y Mime acierta en contestar; luego, le
pregunta acerca de la espada Nothung, y Mime también acierta en contestar. Pero cuando
Wanderer le pide que le diga quién logrará forjar nuevamente los trozos de la espada Nothung,
Mime se desespera y maldice ese duro acero que jamas ha logrado fundir a pesar de sus
esfuerzos. Wanderer le hace ver que desperdició la oportunidad que le daban las tres preguntas
que tenía para hacerle, ya que no le preguntó acerca de aquello que realmente necesitaba saber.
Le explica misteriosamente a Mime que solo aquél que jamás sienta miedo logrará forjar la
espada. Wanderer se ha ganado la cabeza de Mime pero le dice que la cede a ese héroe, mientras
se retira riéndose.
Mime queda solo en el bosque y repentinamente se ve presa del pánico que le
inspiran la oscuridad y el lejano resplandor del fuego125 de la roca de Brunhilde. En su acalorada
y enervada imaginación, Mime cree que el dragón Fafner se acerca para devorarlo y lanza un
fuerte alarido. Pero su temor resulta infundado porque el que se acerca es Siegfried para
preguntarle si ya tiene lista la espada.

Escena Tercera:
Mime cree haber interpretado que las palabras proféticas de Wanderer se refieren a
Siegfried pero queriendo estar seguro de que el joven realmente es inmune al miedo, se propone
enseñárselo. Para ello, le describe lo que son el terror y el pánico, con lo que tan solo lograr
despertar una calma curiosidad en Siegfried, quién le pide que le enseñe qué es el miedo. Mime
le explica que podrá aprenderlo frente a la cueva del dragón Fafner, pero antes tendrá que forjar
la espada y visto que Mime no ha logrado hacerlo, Siegfried pone él mismo manos a la obra,
reduciendo los pedazos de Nothung en viruta y limaduras, atizando el fuego del fuelle en una
viva llamarada con lo que se dedica a fundir totalmente el mágico metal con gran energía y
alegría mientras canta la famosa "canción del fuelle".
Va dándole forma a la espada; la va templando a mazazos y martillazos y la vuelve
a montar sobre su empuñadura, mientras Mime se pone cada vez mas contento, urdiendo un
siniestro plan según el cuál Siegfried habrá de matar al dragón y luego Mime le ofrecerá un
refresco envenenado para matarlo a él. Una vez muertos Fafner y Siegfried, él podrá entonces
quedarse con todo el tesoro de los nibelungos y convertirse en amo universal. Siegfried, ya
terminada su tarea de herrero, empuña a Nothung, que él ha forjado, mientras que Mime en un
paroxismo de egoísmo y maldad, ya se imagina que está por convertirse en el rey del mundo.
Finalmente, para probar la templanza de su nueva espada, Siegfried la golpea contra el yunque,
partiéndolo por la mitad con gran estruendo. (Cae el telón).

Segundo Acto -
Un oscuro y tormentoso preludio. (Gigantes, Fafner, Maldición, Alberich)
Escena Primera:
El telón se levanta para mostrarnos un espeso y oscuro bosque en el que se
encuentra la caverna del dragón Fafner, donde Alberich aguarda el momento en que pueda
arrebatarle al monstruo el tesoro que custodia. Aparece Wanderer pero Alberich inmediatamente
lo reconoce viendo que es un disfraz de Wotan. Estalla en injurias contra el dios del que
sospecha desea ayudar a Siegfried en su venidera lucha contra el dragón. Pero Wotan le dice que
no puede ayudar al joven héroe ya que para que su acción resulte verdaderamente eficaz deberá
llevarla a cabo el sólo y sin la ayuda de nadie, ni siquiera del dios.
A pesar de ello, Wanderer planta una semilla de desconfianza en Alberich en contra

125
Otra interesante alusión a Loge/Mercurio. Uno de los hijos de Mercurio era el dios Pan, que se divertía
asustando a la gente en el bosque. De ahí el origen de la palabra pánico.

130
de su hermano Mime y luego lo despierta a Fafner para que Alberich pueda advertirle del peligro
que se avecina, ofreciendo salvarle la vida si le entrega el anillo, cosa que Fafner por supuesto se
rehusa a hacer y vuelve a su cueva a dormir ("poseo todo; déjame dormir").
Llega Siegfried armado con su espada y acompañado por Mime, quien le aconseja
que aguarde al dragón para que éste le enseñe lo que es el miedo. Mime lo deja solo y se retira
para esconderse, mientras murmura “Fafner y Siegfried, Siegfried y Fafner, Oh, si solo se
mataran el uno al otro....”.

Segunda Escena:
Siegfried se queda solo(Murmullos del bosque, Naturaleza), esperando con calma el momento en
que aparezca Fafner y se echa debajo de un árbol de tilo pensando en su madre. Escucha el canto
de los pájaros y queda sumido en un profundo ensueño ante los murmullos de la naturaleza del
bosque primordial. De pronto escucha el canto de un pajarillo sobre un árbol pero no logra
comprender su lenguaje, por lo que intenta dialogar con él imitando torpemente su canto con una
flauta que talla de una caña. Sus esfuerzos son en vano ya que no logra sacar notas musicales de
su torpe flauta; entonces decide hacer sonar las alegres melodías (Llamado del Bosque, Siegfried) de su
cuerno de caza, y lo hace cada vez mas fuerte con lo que no logra otra cosa que despertar al
dragón, Fafner, de su profundo sueño. Ambos se traban en combate y Siegfried, sin miedo
alguno, lo mata hundiendo su espada, Nothung, en el corazón del monstruo.
Al retirar la espada, un chorro de sangre hirviente del dragón fluye por la hoja de
Nothung y le queme los dedos de la mano, lo que hace que Siegfried instintivamente se lleve los
dedos a la boca. En ese momento se produce un milagro: al probar la sangre del dragón,
comienza a comprender el lenguaje de los pájaros. A partir de entonces, aquél pajarillo cuya
melodía sólo resonaba en la orquesta se transforma en una voz de soprano que aconseja y guía a
Siegfried. Su primer consejo es que ingrese a la caverna del dragón y se quede con el Tarnhelm -
el yelmo - y con el anillo, cuyo mágico poder le revela.
Mientras Siegfried entra en la caverna, aparecen Mime quién se tropieza con
Alberich. Los dos hermanos se disputan por adelantado la posesión del yelmo y el anillo que trae
el héroe. El pajarillo vuelve a cantarle a Siegfried advirtiéndole de la traición que planea Mime y
que solo necesita prestar fina atención a las palabras del enano para descubrir sus verdaderas
intenciones. Entonces Mime se acerca a Siegfried para ofrecerle un trago para beber tras su duro
combate pero sus intenciones traicioneras se hacen evidentes para Siegfried quién
inmediatamente lo mata de un golpe de su espada mientras que se escucha a lo lejos la carcajada
de Alberich.

Escena Tercera:
Siegfried vuelve a quedarse solo pero se siente triste al recordar que aún no ha
conseguido un buen amigo humano que lo acompañe por el mundo. Entonces, el pajarillo del
bosque vuelve a cantarle y le habla de Brünhilde, la más bella mujer quién aguarda dormida en la
cima de una montaña rodeada por llamas, al héroe sin miedo que ha de despertarla de su largo
sueño. Siegfried queda extasiado y desea ya mismo salir en busca de esa mujer, pues él es aquél
tonto quién en su combate con Fafner olvidó de aprender lo que es el miedo. Entonces, el
pajarillo con su vuelo lo guía a Siegfried hacia la morada de Brunhilde. (Cae el telón).

Acto Tercero –
Escena Primera:
Intenso preludio orquestal que describe las caminatas de Wanderer entre las cimas y
ventisqueros de las montañas (Tratados de Wotan, Erda, Ocaso de los Dioses, Maldición)
En medio de una montaña, Wanderer se ha detenido ante la entrada de la caverna

131
donde mora la diosa Erda, el alma antigua de la tierra. La invoca y pretende interrogarla sobre el
futuro pero Erda no sabe nada ya que sólo sus hijas las Nornas que tejen el hilo del destino
podrán descubrirle si se puede modificar el porvenir. Wanderer dejará que se cumpla el destino:
Siegfried liberará a Brunhilde y devolverá el oro a las ondinas del Rhín haciendo que la
maldición deje de pesar sobre el mundo. Wotan parece recuperar su optimismo que no es
compartido por Erda. Irritado, le ordena que regrese a su profundo sueño.
Aparece entonces Siegfried guiado por el pajarillo. Para probar su voluntad,
Wanderer pretende cerrarle el paso hacia la cima de la montaña en la que yace Brunhilde,
anteponiéndole su lanza. Siegfried se abre paso quebrando la lanza divina con un certero golpe
de su espada. Wotan se pone a un costado (Ocaso de los Dioses) y le franquea el paso al joven
conquistador - "Sigue adelante; ya no puedo detenerte" - quien, rodeado por las llamaradas que
protegen la morada de Brunhilde se lanza sin temor hacia su meta en la cima de la montaña.

Interludio musical que describe el ascenso de Siegfried hacia la cima de la montaña de


Brünhilde. (Siegfried, Fuego Mágico, Conquista del Mundo, Siegfried, Idilio)

Escena Segunda:
Siegfried llega a la morada de Brunhilde quien yace armada y dormida. Queda
profundamente conmocionado ante su belleza y con un beso la despierta. Ella se levanta y saluda
a la luz y al sol, (Despertar) y viéndolo a Siegfried lo reconoce, lo llama por su nombre y saluda a
quién tanto esperaba. La invade el sentimiento de su perdida divinidad y por un momento
pretende resistirse a la pasión del héroe. La hija del Wotan ya no es mas que una mujer mortal en
cuyo corazón ha nacido el amor humano. Ya no vivirá mas que para el amor de Siegfried.
Siegfried, a su vez queda tan conmovido ante el abrasador amor que siente por Brunhilde que por
primera vez siente temor, algo que ni el dragón Fafner le había podido enseñar. Ambos cantan
apasionadas loas de amor el uno al otro en un gran dúo en que saludan al mundo, al amor y a la
muerte. (Cae el telón).

Götterdämmerung (El Ocaso de los Dioses) - Opera en Tres Actos y un Prólogo -


Prólogo -
Escena Primera:
Sobre la roca de Brünhilde, en la noche silenciosa, (Despertar, Muerte) las tres Nornas
tejen y trenzan el hilo de oro del destino. Van relatando lo ocurrido con los dioses, los
nibelungos y los héroes, y cómo Wotan se hizo una lanza con una rama del árbol del mundo que
luego un héroe rompería con su espada hasta que finalmente Wotan ordena cortar el árbol del
mundo como preparación para el fin del mundo, mientras la orquesta desarrolla un cúmulo de
leit-motivs.126 Cuando pretenden desentrañar el próximo desenlace del destino, de pronto, los
hilos se enredan sobre una filosa roca y se rompen: la clarividencia de las tres hermanas se
extingue y su ciencia ha terminado. Se internan tristes y derrotadas en el seno del mundo para
reunirse con su madre Erda (Ocaso de los Dioses, Muerte).

Escena Segunda:
Amanece (Amanecer) y aparecen Siegfried armado, con Brunhilde su esposa. Ella le ha
transmitido sus conocimientos sobre las sagradas runas y lo ha hecho invulnerable127. Antes de

126
Nuevamente un relato recapitulador de lo ocurrido hasta este punto en el drama.
127
Salvo por un punto en la espalda entre los hombros que no resultó necesario invulnerabilizar por cuanto
Siegfried jamás daría la espalda al enemigo.

132
partir en busca de nuevas hazañas y aventuras, Siegfried le entrega como prenda de fidelidad, el
anillo conquistado a Fafner. A cambio, ella le regala su soberbio corcel, Grane. Siegfried parte
heróicamente.

Interludio musical: “Viaje de Siegfried por el Rhín” (Llamado de Siegfried, Rhín)

Acto Primero -
Escena Primera:
El palacio de los Gibichungos, una noble raza guerrera sobre el Rhín; el Rey
Günther y su hermana Gutrune,128 de la dinastía de los Gibichungs conversan con su hermanastro
y consejero de la corte, el corvo y siniestro Hagen. Los tres fueron dados a luz por Grimhilde,
más el padre de Hagen no fue otro que el enano Alberich. Hagen aconseja a Günther y a
Gutrune contraer gloriosos matrimonios, para lo cual Günther deberá desposarla a Brunhilde, una
vez que Siegfried la haya liberado de las llamas que la aprisionan, mientras que Siegfried deberá
entonces convertirse en esposo de Gutrune.
¿Cómo lograr estas metas aparentemente imposibles? Hagen lo tiene todo muy
astutamente planeado: utilizará un brebaje mágico para hacer que Siegfried pierda la memoria y
se olvide de Brünhilde mientras se enamorará de Gutrune. Pero para lograr que Günther y
Gutrune sean sus inocentes cómplices, les oculta las hazañas que ya ha logrado Siegfried al
desposarla a Brünhilde como así también su propio plan de hacerse del anillo de su padre.
Se acerca entonces Siegfried quién viene navegando con su corcel, Grane, en una
embarcación sobre el Rhin. Al llegar, le ofrece a Gunther combate o amistad. Gunther le ofrece
su amistad y le propone una alianza mientras que Hagen lo interroga hábilmente sobre el valor
del tesoro de los nibelungos que el mundo sabe acaba de conquistar, pero al héroe poco se
interesa por las riquezas ya que su único tesoro es Brunhilde. Hagen se entera así que el anillo
está en poder de Brunhilde. Entonces, Gutrune ofrece a Siegfried una copa de bienvenida que
éste acepta sin saber que Hagen ha mezclado en el brebaje una "poción del olvido".
Inmediatamente que bebe, Siegfried olvida sus pasados juramentos, la olvida a Brunhilde y se
enamora perdidamente de Gutrune.
Günther acepta entregarle a su hermana si Siegfried conquista para él a Brunhilde.
Siegfried, que no retiene recuerdo de Brunhilde, acepta la propuesta diciéndole que con la ayuda
del yelmo mágico le será fácil adoptar el aspecto de Gunther y así engañarla a Brunhilde una vez
que atraviese las llamas de su morada y así traérsela a Gunther como esposa. Ambos juran jamas
traicionar su alianza y beben vino de una misma copa en la que han vertido unas gotas de sus
sangres (Pacto, Maldición). Siegfried sale a cumplir su proeza mientras que Günther le pide a Hagen
que se quede a cuidar el palacio.
Hagen permanece sólo meditando sobre su plan y se mofa de los planes heróicos de
Gunther y Siegfried. Mientras ellos se alegran ante sus inminentes matrimonios con Gutrune y
Brunhilde, para él - hijo del nibelungo - esto solo significa que le traerán el codiciado anillo.
Lleno de la maldad de su raza, les dice “ hijos de la libertad y de la feliz camaradería, creeréis
que soy menos que vosotros pero, en verdad, ustedes no hacen mas que servir el Hijo del
Nibelungo”129 (Hijo del Nibelungo, Maldición)

Escena Tercera:
Brunhilde mora en su roca y contempla el anillo que le regalara Siegfried cuando

128
Gutrune = buenas runas.
129
“Ihr freien Söhne, frohe Gesellen, segelt nur lustig dahin! Dünkt er euch niedrig, ihr dient ihm doch - dem
Niblungensohn.”

133
llega su hermana Walkiria, Waltraute para suplicarle que devuelva el anillo a las ondinas del
Rhín para hacer cesar la maldición que pesa sobre el mundo y que amenaza a los dioses y a ella
misma. Brunhilde se niega a creerle y le recuerda que ha perdido su divinidad por lo que sólo le
interesa el amor de Siegfried. Waltraute se retira desesperada relatándole antes que Wotan ha
cambiado totalmente y ya no envía a las hermanas Walkirias al campo de batalla.
El dios ha reunido a todos los héroes y a los dioses, ordenando derribar el árbol del
mundo130 como símbolo de que el fin de los dioses se aproxima. Waltraute le escuchó entonces
decir casi en un sueño “si ella devolviera el anillo a las ondinas del Rhin, dios y el mundo se
verían librados del peso de la maldición.” Pero Brunhilde ni pensar quiere en devolver su
preciado anillo a las ondinas por lo que Waltraute se retira desesperanzada.
Resuena entonces el cuerno de Siegfried pero cuando llega, Brunhilde no reconoce
a su amado esposo quién porta el yelmo mágico - Tarnhelm - con el que ha asumido el aspecto de
Gunther. Él le indica que ha llegado para conquistarla y aunque Brünhilde se resiste, le arranca
el anillo y se lo coloca en su mano, y la declara prometida de Gunther.

Acto Segundo -
Escena Primera:
Es de noche. Se ven los altares de los dioses Wotan, Fricka y Donner. Hagen
duerme mientras Alberich, apenas visible, le habla en su profundo sueño y le aconseja “odiar a la
gente feliz”, “ser fuerte, audaz y astuto” “Yo y tu heredaremos el mundo....si compartes mi odio
y furia”. Alberich le musita que debe aprestarse para reconquistar el anillo. Amanece.
Siegfried llega para anunciarle a Gutrune del arribo de Brunhilde a la que Gunther
ha ido a buscar. Hagen reúne a todos los vasallos del reino de su hermanastro para la recepción
de los nuevos esposos a los que todos aclaman apenas aparecen. Brunhilde queda muda de
espanto al verlo presente a Siegfried y que éste no la reconoce. Ve el anillo en su dedo y
sospecha una inaudita traición. Hagen la incita a vengarse del ultraje. Ella lo rechaza a Gunther
y se proclama la esposa de Siegfried quien, aún bajo los efectos de la poción del olvido, jura que
ella jamás le ha pertenecido. Brunhilde indignada jura venganza y Hagen se ofrece para ayudarle
a castigar al perjuro.
Entonces Brunhilde le revela a Hagen el único punto en el que Siegfried no es
vulnerable: en la espalda puesto que jamás huiría ante el enemigo. Gunther duda en ayudar a su
hermano pero ante la ira de Brunhilde se resigna. Siegfried deberá morir al día siguiente durante
una cacería. Siegfried y Gurtrune aparecen acompañados por su cortejo nupcial mientras Hagen
invoca la asistencia de Alberich para apoderarse del anillo. Brunhilde y Gunther invocan a
Wotan. (Cae el telón).

Acto Tercero -
Escena Primera:
A orillas del Rhín, las tres ondinas bailan y cantan deplorando el robo del oro y del
anillo. Aparece Siegfried quien se ha extraviado durante la cacería persiguiendo a un jabalí.
Ellas le reclaman el anillo pero él se les niega a entregarlo, lo que hace que las ondinas se burlen
de su avaricia. Siegfried, desinteresado por las riquezas está a punto de entregarles el Anillo
cuando las ondinas le advierten sobre la maldición que pesa sobre él. Entonces, Siegfried cambia
de idea y les dice que no cederá ante el temor por lo que decide conservar el anillo.
La cacería se aproxima. Aparecen Gunther, Hagen y toda la comitiva real. Hacen
un alto para descansar y todos le piden a Siegfried que relate sus hazañas por el mundo; la manera
en que mató al dragón; cómo luego comprendió el lenguaje de los pájaros y como debió matar al

130
El Yggdrasil

134
traidor de Mime. Mientras canta su relato, en el momento clave Hagen le ofrece de beber,
habiendo volcado secretamente una nueva poción que ahora le reavivará la memoria. Entonces el
héroe, vuelto a sí mismo, relata como un pajarillo le aconsejó escalar una montaña rodeada de
fuego y como encontró y despertó en su cima a la mas hermosa mujer, Brunhilde, a la que tomó
por esposa.
En ese instante los dos cuervos mensajeros de Wotan remontan vuelo hacia el
Valhall.131 Hagen quien ha esperado el instante en que Siegfried se diera vuelta para verlos pasar,
toma su espada y la hunde en la espalda de Siegfried, hiriéndolo de muerte. En sus últimos
momentos de vida, Siegfried recupera totalmente su memoria (Despertar) mientras canta un último
adiós supremo a su bienamada, Brünhilde. Los vasallos colocan el cuerpo inerme del héroe sobre
una litera de troncos y lo conducen en cortejo fúnebre.

Interludio musical: La orquesta hace sonar una imponente y solemne marcha fúnebre en la que
(Velsas, Siegfried, Espada, Sieglinde, Siegmund, Amanecer,
se entremezclan
Maldición, Muerte)
los leit-motiv de la raza de los héroes

Escena Segunda:
Nuevamente en el palacio de los Gibichungs dónde Gutrune se encuentra sola
esperando el regreso de su esposo y de su hermano. Llega Hagen dando gritos de guerra y
anuncia que Siegfried ha muerto. Llega el cortejo fúnebre y colocan el cuerpo de Siegfried en el
centro de la sala (Maldición). Gutrune en su desesperación acusa a su hermano de haber asesinado a
Siegfried pero Gunther se disculpa y le revela que el crimen lo cometió Hagen a quién maldice.
Hagen se adelanta y pretende apoderarse del anillo de Siegfried pero Gunther se le opone.
Ambos sacan sus espadas y se traban en combate; Hagen mata a Gunther. Inmediatamente, se
arroja sobre el cadáver de Siegfried para quitarle el anillo pero su puño rígido se levanta
desafiante. Todos quedan espantados (Espada).
Aparece entonces Brunhilde (Ocaso de los dioses) quien llora la muerte de Siegfried y
ordena que se prepare una hoguera para quemar su noble cadáver. Mientras los vasallos cumplen
sus ordenes, ella comprende todo el fatal desenlace del destino; comprende que la única solución
es que la raza de los dioses desaparezca junto con todo el mundo. Brunhilde toma posesión
nuevamente del anillo que lega a las ondinas del Rhín una vez que el fuego lo haya purificado de
su maleficio. Ella misma enciende la hoguera, anuncia que la raza de los dioses ha llegado a su
fin y que la única fuerza capaz de regenerar el universo es el amor. Monta su corcel Grane y se
arroja sobre las llamas de la hoguera de Siegfried.
En ese instante la hoguera se derrumba, mientras las aguas del Rhín crecen hasta
llegar a los umbrales del Walhall. Entre las olas embravecidas del río nadan las tres ondinas del
Rhín. Hagen se arroja a las aguas para recuperar el anhelado anillo pero las ondinas lo atrapan y
lo arrastran hacia el lecho del río, ahogándolo. El cielo se enrojece, y las llamaradas de la
hoguera de Siegfried se alzan hasta alcanzar al propio Walhall que desaparece en medio de un
grandioso incendio y aniquilamiento. Así, con un magno holocausto purificador de fuego y
lavado por gigantescas olas de agua, el mundo llega a su fin. (Rhín, ondinas, Walhall, Redención por el amor,
Siegfried, Ocaso de los dioses).

El último leit-motiv que se escucha es el de la “redención por el amor”, base


esencial para el eterno recomenzar de todo el universo. (Cae el telón).

Síntesis de Parsifal: "Festival Sagrado"

131
Estos dos cuervos - Hugin y Munin - son los mensajeros de Wotan que comprendiendo que un acontecimiento
excepcional está por acontecer, parten ráudamente hacia el Valhall para comunicárselo a Wotan.

135
Acto Primero -
Esc. 1 - Un bosque en los dominios de Montsalvat, en las montañas de la España gótica
Resuena solemne diana que anuncia el nuevo día en el monasterio de Montsalvat,
dónde piadosos caballeros custodian la lanza que hirió el flanco del Señor y el vaso - el Grial -
dónde se recogió su sangre. Gurnemanz, anciano caballero de la Orden del Grial, despierta a los
escuderos y juntos realizan sus silenciosas plegarias matinales. Llegan dos caballeros
procedentes del castillo, a quienes interroga Gurnemanz deseoso de saber si Amfortas, el rey
enfermo, ha logrado mejoría, pero la respuesta es desalentadora. En ese momento llega Kundry,
salvaje amazona, que desde muy lejos trae un bálsamo con intención de curar la llaga que padece
el rey. Se deja caer extenuada, en tanto se aproxima Amfortas, conducido por sus servidores.
En la tibia mañana estival se dirige al lago a buscar en sus aguas alivio a sus crueles sufrimientos.
Agradece el bálsamo, aunque sin esperanzas de curación.
Aléjase el rey con su séquito, los escuderos y Gurnemanz comentan el extraño
aspecto de Kundry, criatura feroz y misteriosa, a la que envuelve algo siniestro, aunque ahora
parece impulsada a realizar el bien, quizá como expiación de pasadas culpas. Los jóvenes le
piden les explique el origen de ello y el viejo caballero les refiere las causas de los males que
afligen al soberano y toda su hermandad.
Titurel, padre de Amfortas, recibió de los ángeles las santas reliquias: el Gral, vaso
sagrado del cual bebió el Señor en la Última Cena, Cáliz Bendito, de antiquísimo cristal, en el
que José de Arimatea recogiera la divina sangre vertida en la Cruz, y la Lanza que la hizo
derramar, sublimes testimonios del más alto milagro. Para guardar las preciosas reliquias, Titurel
erigió un santuario en una cumbre de los Montes Pirineos en el sur de Francia.
Un impío llamado Klingsor aspiró a ingresar en la orden del Gral reservada por
Dios para los caballeros puros, y al ser rechazado juró implacable venganza. En la tierra de los
infieles cultivó la magia, creando en medio del páramo un castillo maldito, rodeado de encantos
maravillosos. Allí las mujeres más hermosas de la tierra atraen y corrompen a los caballeros del
grial, víctimas del mago. Amfortas, cuando Titurel, ya viejo, le confió el poder, quiso combatirlo
empuñando la Santa Lanza, pero pronto sucumbió ante los encantos de una fascinadora beldad.
Klingsor, apoderándose del arma sagrada, infirió a Amfortas la horrible herida que jamas se
cierra. Con heroico esfuerzo el monarca pudo ser rescatado, casi moribundo, mas la reliquia
permanece aún en poder del mago para desolación y escarnio de la Orden: "Con ella puede herir
aún a los santos y sueña con arrebatar el propio Grial."
Sin embargo, tales infortunios pueden tener aún su redención. Amfortas imploraba
un día en el templo la misericordia divina cuando una luz celestial iluminó el cáliz, y a la vez se
escuchaba una voz misteriosa: "Hecho sabio por la compasión, aguardo al sencillo y puro que es
mi elegido." En ese instante un cisne sagrado levanta el vuelo y cae mortalmente herido por una
flecha. Varios caballeros conducen al culpable, Parsifal, muchacho de rústico y alocado aspecto.
Gurnemanz le reprocha su crimen: "¿has podido matar aquí en el bosque sagrado, cuya serena
paz te rodeaba?"
El joven, al contemplar el cisne muerto, rompe el arco y arroja sus flechas.
Enseguida, el anciano le interroga sobre su patria y su origen, pero Parsifal todo lo ignora y
únicamente recuerda que su madre se llamaba Herzeleide (corazón doliente) y que la abandonó
por seguir a unos caballeros que encontró en el bosque. Kundry sabe algo de tales hechos y dice
que, en realidad, Herzeleide murió. Entonces Parsifal se encoleriza y pretende estrangular a
Kundry, impidiéndoselo Gurnemanz.
Agobiado por el dolor, el muchacho se siente desfallecer y aquella mujer extraña lo
reanima con agua de manantial. Gurnemanz elogia la acción de Kundry, quien devuelve bien por
mal, según el Gral lo ordena. Le misteriosa mujer, presa de invencible letargo, se aleja en forma
vacilante, cayendo luego extenuada. El rey con su cortejo vuelve del lago y Gurnemanz, ante la

136
esperanza de que Parsifal sea el Redentor predestinado, decide conducirlo al templo.

Esc. Segunda: Interior de templo del Grial


Llegan los caballeros del Grial para celebrar la cena misal. Amfortas, para quién su
misión de rey-sacerdote se ha convertido en un suplicio, implora piedad, negándose a descubrir la
sagrada reliquia. Pero la voz de Titurel, próximo a la muerte por hallarse privado de la vista del
Grial, le ordena que cumpla el rito. Amfortas le obedece y descubre el cáliz que se tiñe de
púrpura. Escúchase coros angelicales. Después de celebrado el ágape de pan y vino benditos, los
caballeros salen del templo.
Quedándose solos Gurnemanz y Parsifal, quien ha contemplado extático y absorto
la sagrada ceremonia sin comprender su significación. El anciano, desilusionado, creyendo
haberse engañado con Parsifal, expulsa al simple joven del templo. Pero una voz misteriosa,
desde lo alto de la cúpula, repite una vez más la profecía de redención: : "Hecho sabio por la
compasión, aguardo al sencillo y puro que es mi elegido."

Acto Segundo:
Escena Primera: El castillo encantado de Klingsor, lindando con la España árabe.
Klingsor, con signos y palabras cabalísticas, evoca a Kundry, sujeta al poder de su
magia e instrumento de sus perversos planes. La hechizada criatura, prorrumpiendo en alaridos,
surge de un abismo. Kundry, con su doble existencia de virtud y de pecado, ha sucumbido
nuevamente al mal y, aunque pretende resistir el mandato del nigromante, pronto cede al
conjunto de sus artes diabólicas. Parsifal se aproxima al castillo y ella debe seducirlo para que
fracase la misión redentora del predestinado vencedor de Klingsor.
Efectivamente, el joven llega y asalta el castillo. Desde las almenas, Klingsor
presencia el combate. Los defensores cierran el paso a Parsifal, pero éste pronto desarma a un
guerrero y con su espada pone en fuga a los restantes. Kundry desaparece dando un grito.

Escena Segunda: Jardín encantado.


De pronto, el castillo se hunde y aparece un jardín de mágico encanto. Jóvenes
bellísimas acuden precipitadamente, atraídas por el rumor de la lucha. Parsifal desciende
victorioso al jardín. Las niñas, semejando ellas mismas flores vivientes, pretenden seducir al
joven héroe, insensible a sus encantos. Entonces se oye la voz de Kundry llamando a Parsifal por
su nombre. Aléjanse las muchachas-flores y la seductora, transformada en una fascinante mujer,
comienza su obra.
Le hábla a Parsifal de su infortunada madre, muerta de dolor por culpa del hijo
ingrato, a quien amaba entrañablemente, habiéndolo criado lejos del mundo para que no
conociera el peligro de las armas y la caballería: "Mas no supiste su pena ni la intensidad de su
dolor, cuando por fin no regresaste más y se borraron tus huellas... Te esperó noche y día, hasta
que enmudecieron sus lamentos; y destruida por el dolor y el sufrimiento, imploró la
tranquilidad de la muerte... Las aflicciones desgarraron su corazón y Herzeleide... murió."
Parsifal, en su arrepentimiento, siente una inmensa pena y Kundry para consolarlo
imprime en los labios del inocente un beso largo y apasionado. Ese beso angustia profundamente
a Parsifal que, perdiendo su inocencia parece comprender repentinamente el sentido de la vida.
En el ardor de su sangre juvenil cree sentir la llaga de Amfortas, caído en el pecado y a quien él
debe redimir de su tormento e implora al Salvador que le conceda valor y fuerza para resistir y
triunfar en la prueba. Kundry sigue cada vez mas insinuante su
diabólica seducción, pero Parsifal vence. Ella lo maldice e invoca al engaño y al error para que

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cierren los caminos de Parsifal hacia Montsalvat. En su desesperación pide auxilio para retener
al futuro redentor de Amfortas. Klingsor acude blandiendo la Lanza Sagrada que arroja contra
Parsifal, pero milagrosamente, el arma se detiene sobre la cabeza del Predestinado. El vencedor
la toma y hace con ella la señal de la cruz, que destruye instantáneamente toda la magia diabólica
del Klingsor y su castillo: "¡Con este signo destruyo tu encanto. Así como esta arma cerrará la
herida que con ella causaste, ha de trocar en desolación y ruina tu engañadora magnificencia!".
El jardín encantado se convierte en un desierto y triste páramo.
Kundry cae al suelo y Parsifal, empuñando la lanza, se aleja lentamente,
dirigiéndole a la pecadora una última palabra de misericordia, pues también ella ha sido liberada
del hechizo de la culpa.

Acto Tercero:
Escena Primera: En los dominios del Grial
Un prado florido se extiende bajo el sol de una mañana de primavera. Gurnemanz
con aspecto de extrema vejez encuentra a Kundry aletargada, y la reanima. Aparece como en el
primer acto, pero ahora su actitud es dulce y sumisa y al ser interrogada responde con una sola
palabra: "!Servir!". Así, en la penitencia y servidumbre redimirá sus pecados. Un caballero de
negra armadura se aproxima con paso vacilante, empuñando una lanza. Gurnemanz le saluda, sin
obtener respuesta del misterioso y mudo personaje, a quién el anciano invita a deponer sus armas
en el día de Viernes Santo. El desconocido obedece: levanta su yelmo, clava su lanza en la tierra
y se postra ante ella en adoración. Gurnemanz, muy conmovido, reconoce a Parsifal
transfigurado por los años y los sufrimientos. Perseguido por la maldición erró largo tiempo, sin
hallar el recóndito camino del Gral, hasta que de nuevo está en su reino para entregar la sagrada
lanza reconquistada. El anciano contempla la reliquia con infinita emoción y refiere a Parsifal
las desdichas que agobian a los caballeros de la Orden. Amfortas, cada vez más cruelmente
martirizado por su llaga ya no oficia de sacerdote en las misas del Gral. Su padre, Titurel, primer
rey del Gral, quién abdicara en favor de su hijo pecador, murió por las culpas del indigno
monarca.
Los hermanos, privados de su culto, perdieron el don divino de la fuerza y él,
Gurnemanz, para no contemplar tanto dolor, se refugió en una mísera cabaña. Parsifal,
desesperado, se acusa de ser el causante de aquellos males por su tardío regreso, pero Gurnemanz
le consuela, pues ha sido peregrino mártir y ya es el Redentor prometido por el Gral. El anciano
despoja al caballero de su armadura y unge su cabeza, mientras Kundry, humildemente, lava los
pies del salvador predestinado. La pradera brilla en el milagroso día de Viernes Santo, en medio
del plácido encanto de la naturaleza. Parsifal bautiza a Kundry purificada, y besa su frente.
Gurnemanz reviste al caballero con el manto de la Orden del Gral. Parsifal empuña
solemnemente la lanza e inicia la marcha junto a Kundry, siguiendo a Gurnemanz que los guía.

Escena Segunda: Templo del Grial


Las campañas tañen fúnebres y solemnes. Al pie del altar se ha depositado el
féretro de Titurel. Su hijo Amfortas reposa en su sitial. Acusando al rey de todas las desgracias
que los afligen, los caballeros exigen que cumpla por última vez con su ministerio. Pero
Amfortas se niega y en un esfuerzo supremo se levanta y, rasgando sus vestiduras, muestra su
pecho, enloquecido de dolor, y suplica a los caballeros que lo atraviesen con sus espadas para
hallar al fin, paz en la muerte. Llegan Parsifal, Gurnemanz y Kundry. El redentor toca la herida
de Amfortas con la punta de la lanza y el rey se cura en el acto: "Sólo un arma puede cerrar la
herida, la misma lanza que la abrió...!"
Pero ya Parsifal es el nuevo soberano y, ocupando el puesto de Amfortas, descubre

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el cáliz que irradia su divina púrpura. Místicos cánticos ensalzan los gloriosos milagros de la
redención. De la cúpula desciende un rayo de luz que ilumina a Parsifal. Amfortas y
Gurnemanz, arrodillados, rinden homenaje al nuevo rey, quien eleva solemnemente el Gral,
bendiciendo a los caballeros. (Cae el telón).

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