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Cauriensia, Vol.

III (2008) 295-315, ISSN: 1886-4945

La persistente presencia de Jesucristo en el cine:


elementos para un imaginario cristológico

Juan Carlos García Domene


Instituto Teológico San Fulgencio de Murcia
y Universidad de Murcia

Resumen

Tal como sucedió anteriormente con la pintura, el teatro o la imaginería popular,


el cine ha contribuido a construir una nueva “imagen de Jesús” presente hoy en el ima-
ginario colectivo de niños, adolescentes, jóvenes y adultos. En este mundo, dominado
por la imagen más que por la palabra, ha surgido un género cinematográfico propio
centrado en episodios bíblicos y especialmente ocupado en mostrar la vida de Jesu-
cristo. Esta abundante filmografía –un centenar largo– es un referente obligado para la
teología, la cristología y le educación de la fe que lleva consigo algunas exigencias. A
la vez, se ha consolidado un imaginario que puebla por igual la mente y el corazón de
creyentes o no creyentes de un lado y otro del Atlántico y de diversas confesiones cris-
tianas. En ese imaginario detectamos elementos de una “cristología” que en ocasiones
reduce, condensa o reinterpreta el mensaje y la persona de Jesús.
Palabras clave: Cine, Filmografía, Jesucristo.

Abstract

Just as it happened with painting, theatre or popular imagery, the cinema has con-
tributed to build a new ‘image of Jesus Christ’ that is strongly present among children,
young people and adults. In a world dominated by images rather than by words, a new
cinematographic genre has been born. Said genre focuses on biblical passages and is
particularly concerned in depicting Christ’s life. The large amount of related filmogra-
phy constitutes a compulsory reference for Theology, Christology and the education of
Faith. At the same time, this imagery has settled soundly within the hearts and minds of
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both believers and non-believers all over the World, even if they profess different reli-
gions. Some elements of Christology can be detected in that imagery, which reduces,
condenses or reinterprets both the message of Jesus Christ and his own person.
Key words: Cinema, Jesus Christ, Movies.

El presente trabajo pretende evocar la filmografía más representativa de


entre aquellas películas que han tenido a Jesús de Nazaret como eje y tema
principal y ofrecer algunas claves interpretativas históricas, socioculturales,
contextuales y teológicas. El carácter del trabajo es propedéutico porque intenta
antes que nada señalar un asunto que será ineludible para los próximos años,
cómo abordar las relaciones de la teología y la fe con la cultura audiovisual
en general y con la cultura cinematográfica en particular. Nos situamos en la
misma dirección del reciente Congreso celebrado en Barcelona en el mes de
noviembre de 2007 en la Facultad de Teología de Cataluña denominado “El
Dios de los cineastas” y de otros intentos anteriores que han pretendido sondear
la presencia de lo religioso. Se puede apreciar un “aumento de la conciencia de
que ambos «mundos», aunque funcionen de forma diferente, pueden aprender
mucho el uno del otro”. Hasta hoy, como afirma P. Sánchez “El problema de la
transmisión de la fe no es únicamente un problema de secularización, es tam-
bién, y creo que en buena medida, un problema de transmisión cultural. La teo-
logía necesita de una cultura mediadora que haga de tierra fértil para el Evan-
gelio. Hasta ahora la Iglesia era una potente creadora de cultura y no necesitaba
tan urgentemente este diálogo, los amarres estaban en la familia, en la parro-

  Para reconstruir un inventario exhaustivo de los filmes dedicados a Jesucristo como argumen-
to principal, cf. R. Kinnard y T. Davis, Divine images A history of Jesus on the screen, New Jersey,
Secaucus, 1992; L. Castellani, Temi e figure del film religioso, Torino, Leumann, 1994; Departa-
mento de Cine de la Comisión Episcopal de MCS, Jesucristo en el cine. Más de cien películas sobre
el Hecho Cristiano, Madrid, 1998; D. Viganò, Gesù e la machina da presa: Dizionario ragionato del
cinema cristologico, Vaticano, Lateran University Press, 2005; E. T. Gil de Muro, Diccionario de
Jesús en el cine, Burgos, Monte Carmelo, 2006. Para un estudio sistemático del tema, cf. L. Buagh,
“La rappresentazione di Gesù nel cinema: problemi teologici, problemi estetici”, en Gregorianum 82
(2001), 199-240; P. Malone, “Jesús en nuestras pantallas”, en J. R. May (ed.), La nueva imagen del
cine religioso, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca, 1998, 95-113; W. R. Telford, “Jesus
Chist Movie Star: The Depiction of Jesus in the Cinema”, en C. Marsh y G. Ortiz (eds.), Explorations
in Theology and film, Oxford, Blackwell, 1997; P. Sánchez, Dios, la muerte y el más allá en el cine
contemporáneo, Madrid, PPC, 2007, especialmente las páginas 100-123 están dedicadas al “aconteci-
miento” Cristo en el cine.
  “El Dios de los cineastas”, Congreso Internacional de Teología celebrado en Barcelo-
na los días 16-18 de noviembre de 2007, organizado por la Facultad de Teología de Cataluña,
cf. http://www.teocinema.org/cast/index.html ; También en esta dirección los encuentros sobre teología
y comunicación de Cavallletti desde 1993, entre ellos el dedicado a “La nueva imagen del cine religio-
so” editado posteriormente en España por la UPSA: J. R. May (ed.), “La nueva imagen”, o. c.
  A. Eichenberger, “Aproximaciones a la crítica del cine”, en J. R. May (ed.), “La nueva ima-
gen”, o. c., 36.

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quia y en el colegio. Hoy la Iglesia genera muy poca de la cultura ambiente y


en razón de los medios, esta presencia será significativa pero pequeña. Por eso
hoy la Iglesia necesita detectar los puertos y largar las amarras para el anuncio
de la fe”

I. La persistente presencia: hitos destacables

Desde sus inicios el cine se ocupó de Jesucristo, de algunos temas bíblicos,


de asuntos religiosos y de cuestiones trascendentes. No es de extrañar, porque
nada humano ha sido ajeno a los intereses del denominado séptimo arte; por
ello, ocuparse de Jesús era lógico en una cultura genuinamente cristiana donde
el interés de los productores y el gusto de los públicos podrían coincidir. No
eran películas de propaganda religiosa, ni concebidas como catequesis o ins-
trucción para los creyentes, ni con finalidad evangelizadora. Ha sido la cultura
la que ha abordado un asunto de fe. Una vez más, el cine ha servido de espejo y
proyección de los intereses y gustos del público; pero sobre todo, una vez más
ha servido el cine de escuela y de aprendizaje de intereses, opiniones y opcio-
nes culturales, políticas e incluso teológicas de unos pocos.
La nacionalidad y el origen de los productores han sido determinantes. En
general, las producciones norteamericanas han presentado a Jesús dentro de un
formato de industria cultural, donde las películas son preferentemente produc-
tos para la explotación comercial más allá de su valor artístico o ideológico. Por
el contrario, en el contexto europeo, predomina un concepto de cine de creación
o de autor más vinculado a parámetros artísticos o ideológicos. Algo parecido
puede detectarse en los recursos financieros. Por ejemplo, si en unos estudios
hay capital “judío” los productores exigirán un tratamiento adecuado para el
pueblo hebreo; unos estudios con capital “católico” o con capital “protestante”
harán lo propio con las interpretaciones bíblicas o teológicas. Quizá sean mati-
ces, acentos u omisiones, poco perceptibles, pero claramente intencionados.
Caso indicativo es el tratamiento de la figura de la Virgen María, de la Euca-
ristía, de Pedro o de los dirigentes judíos. Podríamos decir que el tono general
del cine americano suele estar plagado de efectos especiales, de acción y de
espectacularidad incluso en la producción “cristológica”, mientras que el cine
europeo, especialmente el italiano ha cuidado más el relato, la vivencia interior,
la espiritualidad y la belleza.

  P. Sánchez, “Teología y cine: un diálogo imprescindible”, en


http://www.riial.org/espacios/cine_desafio1.pdf (30 de noviembre de 2007).

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Generalmente, a la hora de abordar el personaje de Jesús, el guión se presta


muy poco a innovaciones por lo que algunos realizadores incorporarán datos
apócrifos, personajes de ficción, o reelaboraciones que lo hagan más asequible
a la mentalidad contemporánea. Algunos personajes –como María Magdalena,
Judas, Herodes, Poncio Pilato, los Magos, el demonio…– adquirirán un relieve
central más allá del conferido por los propios evangelios. La singularidad
narrativa, sin traición a los originales, se conseguirá en pocas ocasiones.
Desde la época del cine mudo hasta la Pasión de Cristo han pasado más
de cien años y cada década podríamos afirmar –en palabras de Malone– ha
aportado una peculiaridad propia: cine didáctico y de entretenimiento para
las primerísimas producciones del siglo XIX; la representación a modo de
estampas religiosas en los primeros años del siglo XX; los nickelodeons de las
historias bíblicas de grupos religiosos hasta llegar al rodaje Del pesebre a la
cruz o de Intolerancia en 1916; la espectacularidad de Cecil B. De Mille con
Rey de Reyes; la reverencia exagerada de los años 30 y 40; el ocultamiento
con momentáneas indirectas de Jesús en las clásicas de los años 50; la década
de las películas del evangelio son los años 60 con la época dorada; la década
de cambios y progresos en los años 70 y los intentos de retratar a Jesús en los
años 80. Así podríamos afirmar con Harvey Cox que “cada generación debe
hacer su película sobre Cristo porque siempre será nueva su imagen. Pero que
nadie pierda de vista que todas las películas sobre Jesús son simplemente una
representación. No otra cosa”. En realidad, sobre el mismo tema –Jesús como
persona y como acontecimiento– se han producido grandes variaciones sobre
una perspectiva tradicional y de género cinematográfico.

Intolerancia (1916, USA, D. Griffith)


Pasa por ser una de las mejores películas de cine de todos los tiempos;
en cuatro pequeñas historias se muestra lo peor y lo mejor del ser humano: la
capacidad para amar y la capacidad para odiar. Una de estas cuatro historias es
la de Jesús de Nazaret y su pasión en Palestina. Quizá no alcanza su maestría
en la narración de la Pasión, pero cabe haber entrado en la historia del cine por
derecho propio. Sigue el esquema de una fuga musical. Frente a los puritanos,
la escena de las bodas de Can presentó polémica por la cuestión del alcohol. Es
el cuarto evangelio, en su primer signo, con la adición de un elemento simbó-

  P. Malone, “Jesús”, o. c., 97-98.


  Declaraciones del teólogo en el documental televisivo norteamericano “Jesus Christ movie
star” de 1985, citado en E. Gil de Muro, “Diccionario de Jesús”, o. c., 381.
  Cf. P. Hasenberg, “Lo «religioso» en el cine: de Rey de Reyes a El rey pescador”, en J. R.
May (ed.), “La nueva imagen”, o. c., 75-94, especialmente 82-86.

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lico –un grupo pequeño de palomas– el elemento más destacado. Estamos ante
una interpretación del acontecimiento Jesús y en una extrapolación moral de su
mensaje, más que en una preocupación por la fidelidad al texto o a la re-cons-
trucción del contexto evangélico. No tiene pretensión teológica, sino narrativa
y moralizante propia del contexto americano y periodo entreguerras.

Cristo (1917, Italia, G. Antanamoro)


Esta reproducción de la vida de Jesús de 70 minutos está basada “en un
poema de Fausto Salvatory (...) y apuesta por unas imágenes más reales, con
escenarios naturales en Egipto, y una cuidadosa reconstrucción de la vida de
Oriente en esa época”, según manifiesta la carátula promocional del DVD. Es
deudora en su concepción de imágenes de la pintura clásica: Leonardo da Vinci,
Donatello, Miguel Ángel, Mantegna o Rembrandt. Se centra en los evangelios
de la infancia, anudando relatos de los apócrifos y de los canónicos. También
introduce la pasión, muerte y resurrección. Muy veladamente, induce una exé-
gesis literalista, inmediata y una teología exaltadora de la divinidad de Jesús.
Carece de visión social o de problemática cultural o existencial. Sirve el filme
para descubrir la deuda del primer celuloide con la pintura clásica. El salto que
daría el cine en la construcción del imaginario cultural se hace en continuidad
con los autos sacramentales originarios de la edad media y del siglo de oro, a
partir de las referencias plásticas de la contrarreforma y sin mucha distancia de
la indumentaria y escenografía orientalizante del gusto de los primeros años del
siglo XX. Coincide el gusto por lo exótico, la idealización que había propiciado
el romanticismo y el nacionalismo y las incipientes “vidas de Jesús” que se
abrirían camino en el atrezzo y en la planificación glorificadora de Jesucristo,
verdadero Dios más que verdadero hombre.

Rey de Reyes (1927, USA, Cecil B. De Mille)


La genialidad singular de este director y sus potentes recursos económicos
magnifican a Jesús en algo más de tres horas de película. Es una vida de Jesús
monumental en la época del cine mudo. Bastaría recordar el número de figu-
rantes y de extras que aparecen en la película. El filme se distancia del texto
evangélico y supera la narración entrando en la ficción: una historia rocambo-
lesca casi triangular de Judas-Magdalena-Jesús, desviándose del texto bíblico.
Su grandiosidad oscurece la sencillez evangélica quedando muy olvidada la
experiencia religiosa y muy de manifiesto lo superficial y exterior. Probable-
mente es la primera vez, aunque no la única, que la “industria cinematográfica”
secuestra a Jesús mostrando únicamente un espectáculo de intriga en lugar de
acercar al espectador a la presencia del misterio. El cine convencional necesita

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un esquema fijo (planteamiento, nudo y desenlace) y puede reducir la realidad a


buenos y malos; este reduccionismo, propio del cine norteamericano, salpicará
en adelante casi todas las producciones religiosas.

Rey de Reyes (1961, USA, Nicolas Ray)


Lucio, centurión romano es el conductor del relato. Parece que la menta-
lidad el gusto americano hace del narrador evangelio, donde aparece un perso-
naje llamado Lucio, centurión romano, conductor-testigo del relato. Le da un
aire detectivesco o científico. Después de abusar del peplum (“cine de romanos
y gladiadores”), Hollywood volvió con “Rey de Reyes” a recuperar un cine
centrado en la persona de Jesús. Aquí ya no es un Jesús velado, “en off” como
en Quo Vadis, La túnica sagrada o Ben Hur. Jesús no es un recurso, una excusa
o el sentido de una lucha; aquí Jesús es el protagonista del relato; es el Maestro,
que vuelve a ser evidenciado en su vida, mensaje, sus milagros y especialmente
sobre su Pasión. No obstante es un líder “muy americano” que emerge en una
recomposición simbólica de los cuatro elementos: el bien y el mal (Jesús-agua
y Barrabás-fuego) y Lucio un testigo cualificado (tierra) como observador del
imperio; mientras tanto Judas (el aire que quiere comunicar lo incompatible)
simboliza al tentador. Resulta un Cristo contemporáneo de los primeros años
60. Han terminado las “estampas religiosas” y comienza la muestra especu-
lativa y personal sobre Jesucristo. Se intuye cierta rebeldía en este Cristo. En
este filme está el traveling más largo de la historia del cine que coincide con la
predicación de Jesús en el Sermón del monte.

El Evangelio según San Mateo (1964, Italia, Pier Paolo Pasolini)


Esta película rodada en blanco y negro, elige como indica su título el
primer evangelio como guión y lo asume casi literalmente. Para algunos, tal
vez la más realista y valiosa de las vidas cinematográficas de Jesús. Es excep-
cional y muy reconocida como realización cinematográfica y como traslación
del mensaje evangélico al cine. Predomina una lectura radical del Evangelio
presentando a Jesús como líder social, con austeridad y veracidad. Es una
interpretación propia de los años sesenta vinculada a la contestación cultural.
El arranque de la película es innovador y muy interesante porque muestra en un
realismo nada idealizante una María embarazada en un primerísimo plano de
su vientre donde muestra la humanidad de Jesús. Algunas escenas no aparecen:

  Un apasionado y concienzudo estudio de la película y su alcance en J. Radigales, “Estètica,


paraula i música en Il vangelo secondo Matteo de Pier Paolo Pasolini”, en Qüestions de vida cristiana.
Publicacions de L’Abadia de Montserrat, 199-200, 49-68; una crítica equilibrada con algunas citas
muy interesantes en E. Gil de Muro, “Diccionario de Jesús”, o. c., 167-170.

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el primado de Pedro y el Juicio Final o juicio de las naciones (Mt 25) con que
se cierra el evangelio. Del inmenso material que presentan los evangelios cada
autor selecciona lo que quiere resaltar y omite lo que no ayuda a su particular
visión. También es interesante leer una obra de cine por las ausencias o los
acentos. La significación política del director, vinculado al Partido Comunista
Italiano, la confesión pública de su ateísmo y su militancia homosexual añaden
a la obra motivos de interés.

La historia más grande jamás contada (1965, USA, George Stevens)


Con un relato en off inspirado en el Prólogo del IV Evangelio comienza
una narración que arranca de la búsqueda general del Mesías (los Magos,
Herodes, el pueblo humillado por la ocupación romana...) Así el I Acto de la
película: el mensaje de Jesús con el drama de fondo de Juan el Bautista. Tras la
Resurrección de Lázaro, comienza el II Acto: el Mesías ha llegado y sus signos
son evidentes. El III Acto transcurre en Jerusalén: Entrada gloriosa, purifica-
ción del templo, última cena, traición, doble juicio y ejecución en la cruz. La
Resurrección es alegórica y sólo aparece la escena de la Ascensión con el envío
a evangelizar que cierra el filme. De nuevo una lectura más espectacular que
profunda. La más célebre de todas las producciones de los años 60. De ella
dijo New York Times: “la versión suprema y definitiva de la vida de Jesucristo
que llega al corazón y estimula el espíritu”. Explota del recurso cromático: el
blanco, la luz y la naturaleza acompañan siempre a Jesús y a sus discípulos; el
rojo unido a las edificaciones majestuosas se reserva para los romanos y los
judíos que son pecadores públicos; el negro es el color de los dirigentes religio-
sos judíos y de los que pululan por el Templo. Sin duda, es un Cristo-Mesías-
Hijo del altísimo el que prevalece a lo largo de todo el filme. El papel reservado
a la Virgen María es discretísimo. Es la última de las producciones clásicas
sobre el cine de Jesús, poco a poco, el cine americano irá presentando una lec-
tura crítica y revisionista. Para J. L. Garci, conocido crítico y director de cine,
“los quince minutos de Betania” (la resurrección de Lázaro) es una secuencia
llena de ritmo, de sucesión de imágenes, de montaje, de dirección de actores;
lo que importa en esta película no es la reconstrucción histórica, sino que lo
importa “es que hay cine”.

Proceso a Jesús (1973, España, J. L. Sáenz de Heredia)


Un grupo de sefardíes representa públicamente un proceso –imparcial,
pero apasionado– donde se pretende librar la culpa histórica de la muerte de

  Cita de J. L. Garci en E. Gil de Muro, “Diccionario de Jesús”, o. c., 173.

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Jesús atribuida al pueblo judío. ¿Fue justa la sentencia de Jesús? En realidad es


una revisión histórica del juicio a Jesús. El público asistente a la representación,
dramatizado auténticamente en la Sinagoga judía de Toledo, debe resolver la
validez del proceso. Se desarrolla en los años 70 y tiene la fuerza de un verda-
dero melodrama donde cada uno de los actores y de los espectadores deja salir
sus vivencias más profundas hasta llegar a un clímax que no deja a nadie indi-
ferente. El Jesús signo de contradicción es evocado, pero no aparece en escena.
Al fin y al cabo‚ esa es la realidad de Jesús. La obra refleja fielmente la pieza
teatral de Diego Fabbri y es una recreación cinematográfica digna, genuina-
mente española. Es densa y profunda y muy bien traída, aunque resulta más tea-
tral que cinematográfica y más provocadora que evocadora del Jesús histórico.
No se centra en la humanidad ni en la divinidad de Jesucristo; es más bien la

Godspell (1973, USA, David Greene)


Presenta un Cristo hippie, predicador y bondadoso y constructor de la paz.
Es una película musical –y esto también condiciona sus planteamientos– y fue
muy célebre en los años 70 siendo muy representada y con amplia acogida de
público más que de crítica. Más que una presentación integral de Jesús, pro-
pone la musicalización de algunos capítulos del evangelio. En Manhattan, en
un ambiente contemporáneo se presenta un Cristo impresionista con toques
naif, verdadero clown de circo travestido de superman en camiseta. Resultó
muy bien desde el planteamiento comercial por el ambiente desenfadado y por
el estilo pegadizo de sus canciones que llegaron a calar en muchas liturgias. Es
más una parábola que una verdadera escenografía evangélica.

Jesucristo Superstar (1973, USA, Norman Jewison)


La última semana de la vida de Jesús, es “cantada e interpretada” desde la
posición de un judas “negro”. Todo tiene una finalidad efectista que sirven al
proyecto musical y teatral. La popular ópera rock de Tim Rice sirvió básica-
mente como estructura del filme. Denota un Jesús contestatario, revolucionario,
informal y muy al margen del sistema. Para algunos, se prescinde de la divini-
dad de Jesús y se omite incluso la Resurrección, que si bien aparece, lo hace en
un fugaz efecto de luz. En realidad, lo aspectos más teologales aparecen, pero
con un carácter minimalista. En España, como en el resto del mundo su acogida
fue multitudinaria tanto en su versión cinematográfica como en su versión tea-
tral: más de cuatro millones de personas pagaron su entrada para verla en las
salas. Se ha seguido representando con éxito en teatro por grupos aficionados y
actualmente se ha reestrenado como musical en la Gran Vía madrileña. Junto a
Jesús de Nazaret de Zeffirelli, la Pasión de Mel Gibson o el caso singular de La

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vida de Brian de los Monty Python son las verdaderamente configuradoras del
imaginario cristológico del gran público de los últimos treinta años.

Jesús de Nazaret (I y II) (1977, Alemania-Italia, F. Zeffirelli)


Se ideó y se proyectó en primer lugar como serie televisiva con un larguí-
simo metraje que quiere reproducir la vida de Jesús con fidelidad a los textos
evangélicos y desde una perspectiva clásica y pictórica. Las estampas del arte
renacentista y barroco sirven de nuevo para recrear la vida de Jesús. Otra vez
la estampa preciosista nos lleva al pasado más que al presente o al futuro, otra
vez se realizan en cine los iconos clásicos de la contrarreforma. Resulta un
filme que al final carece de gancho y de actualidad. Prima el gustar a todos,
porque se pensó para el horario televisivo de máxima audiencia y porque busca
el efectismo de la emoción más que la reflexión o el pensamiento. Culto a la
belleza sin visos proféticos y carentes de riesgo o compromiso social o cultural,
sin carácter innovador. Es un Cristo dulce y real ma non troppo. La película
decrece con el tiempo. Para J. L. Corzo se sobrepone por la elección del actor
que representa a Jesucristo y por la decoración y la densidad plástica el Cristo
de la fe al Jesús histórico10.

Monty Python. La Vida de Brian (1979, Gran Bretaña, Terry Jones)


Brian de Nazaret nace contemporáneamente a Jesús y desde los primeros
minutos se puede entrever un paralelismo desmitificador y grotesco entre los
dos personajes. Juegan los autores con los datos básicos sobre la vida de Jesús
que son presentados en clave de mofa y ridiculizados al máximo. Realmente
Brian no es Jesús, aunque queda clara la ironía del planteamiento confuso.
Comienza por la adoración de los magos, una particular estampa navideña,
hay lapidaciones, se escucha la predicación de las bienaventuranzas y se puede
ver como escena clímax la crucifixión. Queda muy mal parada la resistencia
judía a los romanos donde se parodia con acierto a los grupos terroristas y sus
planteamientos demagógicos y en cuanto a la figura de Pilatos se estereotipa en
él la burla de cualquier forma de poder. Todo es leído en clave de sátira y con
fortísimas dosis de ridiculización. Un humor corrosivo que ha herido e hiere la
sensibilidad de muchos espectadores desde su estreno, aunque también puede
entenderse que estas figuras de Jesús “son vehículos culturales para alertar a los
espectadores sobre la auténtica religión y la vivencia genuina de los principios
evangélicos comparados con la farsa y la hipocresía de tantos que se profesan

10  J. L. Corzo, “De la catequesis a la escuela pasando por el cine: Lorenzo Milani”, en Teología
y catequesis, 56 (1995), 128.

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cristianos y de sus prácticas”11. Salvo Jesucristo Superstar o La Pasión de Mel


Gibson, es la película “cristológica” que más espectadores ha concitado, tiene
un gancho extraordinario en adolescentes y jóvenes y se repone una y otra vez
en las salas comerciales y en televisión.

Jesús de Montreal (1989, Canadá-Francia, Denis Arcand)12


En una parroquia de la desarrollada Montreal se quiere actualizar la vieja
representación de la Pasión de Cristo. Se elige un grupo de jóvenes actores
que dejan sus trabajos y entran en el misterio de Jesús de forma sorprendente.
Desde el mismo párroco organizador, que acusa una doble vida, hasta los
pequeños o grandes enredos de cada uno de los protagonistas son releídos
desde el encuentro con Jesús que sigue provocando a una sociedad y a una
Iglesia que ha domesticado lo religioso y que no puede quedar indiferente. Se
revive el conflicto originario y la muerte también se repite. No es una “vida
de Jesús” al uso porque es una recreación –como Proceso a Jesús– donde no
interesa presentar el problema originario, ni se mantiene fidelidad literal a los
textos sino que se evocan las actitudes que provocan y que interpelan tanto
antes como ahora, tanto ayer como hoy. Se abordan algunos problemas parti-
culares: la respuesta personal al maestro en la vida diaria, en lo íntimo y perso-
nal y en lo social; la compatibilidad de ética y progreso en la era de los medios
de comunicación de masas; la viabilidad de la fe evangélica en medio de una
sociedad del bienestar opulenta y carente de valores que ha consagrado su
vida al nuevo dios del consumo. Los mercaderes del templo no son otros que
los nuevos dioses de nuestra cultura: los medios de comunicación que quieren
profanar el verdadero templo de Dios que es la persona humana convertida en
objeto de mercancía.

El hombre que hacía milagros– The Miracle Maker The Story of Jesus (1999,
Gran Bretaña-USA, Stanislav Sokolov-Derek Hayes)
Tiene esta película, gestada en la productora de Mel Gibson, muchos
elementos nuevos. Es la primera realizada para animación en dos dimensiones
(dibujos) y en tres dimensiones (pequeños muñecotes animados). La acción se
desarrolla en Séforis, en la alta Galilea. Jairo llega a esta pequeña población
acompañado de su hija Tamar, con objeto de que sea examinada por un doc-
tor. Los niños juegan en la narración un protagonismo esencial; no porque está

11  P. Malone, “Jesús”, o. c., 103.


12  Un aproximación a la película puede encontrarse en J. L. Sánchez Noriega, “Jesús de Mon-
treal o la apropiación postmoderna de lo religioso”, en Teología y Catequesis, 56 (1995), 93-106; una
crítica laudatoria y muy sugerente en su interpretación en P. Malone, “Jesús”, o. c., 111.

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destinada a ellos, por ser una película de animación, sino porque la película
parece leer todo el evangelio desde la afirmación de Jesús: «dejad que los niños
se acerquen a mí». Derrocha ternura, son manifiestas las muestras de cariño y
son emocionantes los abrazos y caricias, sin sentimentalismos. Es la primera
«vida de Jesús» leída desde la perspectiva infantil y femenina. A la belleza de la
narración, y la elaborada realización, cabe añadirle la rigurosa labor de muchos
asesores teológicos y bíblicos que le incorporan los puntos de vista recientes de
la investigación.

María, madre de Jesús (1999, ITA, F. Costa)


Utiliza los evangelios de la infancia, apócrifos o canónicos, y las diversas
tradiciones arqueológicas y ecuménicas para conseguir una representación fiel
a las características históricas, sin anacronismos y sin idealizaciones. Es una
película clásica, pensada para ser emitida en televisión y asesorada por el Mari-
anum, la Facultad de Teología de los Servitas. Es fundamentalmente una obra
mariana que trasluce una “lectura” cristológica donde se resalta la humanidad
de Jesús sin menoscabar su divinidad. La maternidad de María es destacada
entre todas sus virtudes y sus cualidades. Es una obra genuinamente femenina,
mariana y eclesial, profundamente reverente y con unas amplias posibilidades
didácticas. En cuanto a la cristología implícita en el filme, hay que destacar el
cristocentrismo a la hora de plasmar la figura de la Virgen. El título original
de la película es Maria, figlia de suo figlio, es decir, María, hija de su hijo. La
maternidad se transforma en discipulado, el discipulado en testimonio pascual
y el testimonio se convierte en misión, en maternidad eclesial.

La Pasión de Cristo (2004, USA, Mel Gibson)13


El estreno de esta película estuvo rodeado de gran polémica en los medios
de comunicación. Después de una larga serie de películas revisionistas y críti-
cas de la figura de Jesús o de otras de formato clásico y quizá edulcorado, esta
película planteó una lectura de la Pasión –sólo de la Pasión y muerte– realista,
verista y deudora, según confiesa su director, de la pintura de Caravaggio y de

13  En la revista de cine de Signis España patrocinada por la Conferencia Episcopal Española
puede obtenerse una completa información muy favorable al filme: cf. Revista Pantalla, 90 (2004),
“Especial La Pasión de Cristo” de Mel Gibson, abril 2004; para una utilización didáctica, puede servir
la propuesta de Augusto Fernández, para la revista Misión Joven. En el contexto español, cf. T. Allen,
Una guía de la pasión: 100 preguntas para reflexionar sobre la película La pasión de Cristo, Madrid,
Palabra, 2004; N. Alcocer, “Sobre «La Pasión de Cristo»”, en Razón y fe, 249 (2004), 1267, 417-422;
En el contexto italiano, cf. L. Baugh, G. Bertagna y R. Royal, La Passione secondo Mel Gibson,
Guida alla lecttura del film, Milán, Àncora, 2004.

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306 Juan Carlos García Domene

los escritos místicos de Ana Catalina Emmerich (1774-1824)14. La violencia,


tan gratuita en otras producciones de Hollywood era ahora devuelta al espe-
ctador en un contexto de sacrificio y de lectura teológica y salvífica15. Para
muchos críticos, la película no es aceptable, para otros es una obra maestra;
pero la respuesta de público –a nadie deja indiferente– la hace ineludible. “No
nos encontramos tanto con una narración exhaustiva y fiel de los sucesos de la
Pasión de Cristo en sus últimas horas, cuanto con un intento cinematográfico
de comunicarnos su experiencia de la Pasión. No es una crónica de la Pasión,
sino una expresión artística de su fe”16. De nuevo, una experiencia personal
–en este caso una experiencia de conversión– se refleja en un filme acentuando
una lectura más objetiva o neutral del relato evangélico. El papel atribuido al
demonio puede distorsionar el relato. La relevancia dada la figura de María
probablemente sea lo mejor logrado de la película. Más allá del contenido y
del enfoque, la calidad de realización del filme es extraordinaria en cuanto a
música, fotografía,

Natividad, la historia (2006, USA, C. Hardwicke)


Su mismo título alude a su pretensión: ofrecer la verdadera historia de la
navidad, la historia del cómo fue el nacimiento según lo relatan los evangelios.
Es, por tanto, una verdadera historia genuinamente cristiana, sin grandes pre-
tensiones y fidedigna. Artísticamente no es sobresaliente, pero puede ayudar
al conocimiento objetivo y a la transmisión y conocimiento de la fe. Más allá
de papanoeles y lucecitas, y más allá de un espíritu de la navidad cada vez más
melifluo y mundano. Es valiosa en medio de una exaltación navideña consumista
porque en ella se narra “la historia” sin aditamentos. Al decir de Juan Orellana,
la película es “correcta, cuidada y muy digna”17. Según la opinión de María Ter-
esa Lancis la película encierra un “humanismo notable, hasta el punto de alcan-
zar momentos de una sensibilidad llamativa, sin decantarse jamás, es cierto, en
importantes cuestiones ni teológicas ni cinematográficas”18Una película en la
línea del cine religioso y bíblico tradicional realizada por una directora que hasta
entonces había recurrido a temas más agresivos y críticos. Es la última de las
grandes aportaciones al género con gran reconocimiento del público.

14  J. J. Martín, “Los incómodos desafíos de un auto sacramental” en www.aceprensa.com


(3 de marzo de 2004).
15  Cf. la crítica del escritor Juan Manuel de Prada para el diario ABC de 28 de febrero de
2004.
16  J. L. Almarza, para Pantalla 90.
17  J. Orellana, “Natividad. La historia. Correcta, cuidada y muy digna”, en Pantalla 90, 11,
(2006) 4-6.
18  M. T. S. Lancis, “Natividad, la historia”, en Equipo Reseña, Cine para leer. Julio-Diciem-
bre 2006, Bilbao, Mensajero Ediciones, 2007, 317.

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La persistente presencia de Jesucristo en el cine: elementos para un imaginario cristológico 307

El Codigo Da Vinci (2006, USA, R. Howard)


Aunque no es una película genuinamente centrada en la persona de Cristo,
conviene asomarse a la polémica que ha traído consigo la publicación de la
novela El Código Da Vinci y la posterior producción cinematográfica del mismo
título19. Esta polémica ha interpelado por igual a creyentes, catequistas, profe-
sores de religión o sacerdotes y religiosos, poniendo así de relieve la necesi-
dad de formación audiovisual, de sentido crítico, y de capacidad de diálogo y
reconocimiento entre la fe y la cultura20. De la película y la novela afirma Juan
Orellana en su informe que “la tesis argumental de la película es que Jesucristo
no era Dios, sólo un buen hombre, que casado con María Magdalena fundó un
linaje de sangre real que ha llegado hasta nuestros días en el anonimato” y que
“la Iglesia, a lo largo de la historia, habría tratado de ocultar esos hechos para
poder oprimir y dominar a la gente sencilla, y especialmente a las mujeres”,
pero que “un grupo de elegidos, conocidos como «El priorato de Sión», han sal-
vaguardado el secreto por los siglos”. En definitiva, para Orellana, la cuestión
decisiva es la posibilidad de la verificación actual de la pretensión divina de
Cristo. Para él, “La película da por sentado que no hay forma de verificarlo, ni
hoy ni nunca. Para ello niega la autoridad testimonial de los Evangelios canóni-
cos, que no de los apócrifos, aceptados acríticamente; ofrece una interpretación
antihistórica del Concilio de Nicea y de la figura de Constantino; propone una
lectura marxista de la tradición y del magisterio de la Iglesia como superes-
tructura ideológica que encubre una voluntad de poder y opresión, en la línea
nietzscheana de utilizar el miedo a la muerte como instrumento para gestionar
la voluntad de Dios en el mundo; por último, no sólo rechaza que la Iglesia
sea el lugar espacio-temporal en el que Cristo sigue vivo y presente, sino que

19  Para la novela varias ediciones: cf. D. Brown, El código Da Vinci, traducción de Benito
Fernández, Barcelona, Círculo de Lectores, 2003; traducción de Juanjo Estrella, Barcelona, Umbriel,
2004; para la película El Código Da Vinci, The Da Vinci Code, dirigida por R. Howard (2006, 143
min., USA, protagonizada por Tom Hanks, Audrey Tautou, Ian McKellen, Alfred Molina, Jürgen Pro-
chnow, Paul Bettany, Jean Reno, Jean –Yves Berteloot.
20  Para hacerse idea del volumen de la polémica es preciso acceder a publicaciones rigurosas
sobre el tema: S. Guijarro, “El Código da Vinci, ¿ficción o realidad?”, en Anales de mecánica y elec-
tricidad, 83 (2006), 52-58; Crítica 56, n. 935, monográfico, (2006); R. del Olmo Veros, “En torno al
Código da Vinci”, en Religión y Cultura, 232 (2005), 213-270; E. Arroyo, “El Código Da Vinci o la
estrategia de la mentira”, en Razón española: Revista bimestral de pensamiento, 126 (2004), 90-95;
un informe exhaustivo en la web de Pantalla 90, revista de la OCIC y de la Conferencia Episcopal
Española, http://www.conferenciaepiscopal.es/dossier/jesus.htm (30 de noviembre de 2007) y a la do-
cumentación de la Conferencia Episcopal Norteamericana (en español)
http://es.jesusdecoded.com/introduction.php (30 de noviembre de 2007). Es igualmente valiosa la
aportación de SIGNIS
http://www.signis.net/rubrique.php3?id_rubrique=204 (30 de noviembre de 2007).

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308 Juan Carlos García Domene

afirma lo contrario, que la Iglesia lucha por ocultar la continuidad «biológica»


de Cristo a lo largo de los siglos a través de sus supuestos descendientes”21.
Si para alguien quedaran dudas de la necesidad de conocer y establecer
un criterio ponderado sobre la producción cinematográfica “cristológica” debe
acercarse a las estadísticas que hacen recuento de los espectadores en las salas
de cine españolas que publica el Ministerio de Cultura22: El código Da Vinci,
5.071.757 de espectadores; Jesucristo Superstar, 3.858.494 de espectadores;
La Pasión de Cristo, 2.441.364 de espectadores; La vida de Brian, 2.720.796
de espectadores; Jesús de Nazaret (I parte) 1.563.707 de espectadores, para la
segunda parte algo más de un millón; La historia más grande jamás contada,
1.559.687 de espectadores; Rey de Reyes (Nicholas Ray), 411.151 espectado-
res; Natividad, la historia 170.622 espectadores; El hombre que hacía milagros,
6.364 espectadores. Una vez más los datos resultan elocuentes. Con un impacto
cultural de tal envergadura, la necesidad de un estudio y una reflexión teológica
y pastoral es ineludible.

II. Hacia un imaginario cristológico en la producción


cinematográfica

Toda la reflexión teológica está interpelada por el cine cuando aborda la


persona, el mensaje y la figura de Jesucristo, especialmente la Cristología, la
Mariología, la Eclesiología y los estudios bíblicos, sobre todo los relativos a
los evangelios y al libro de los Hechos y la literatura intertestamentaria. Los
nudos cristológicos y la exégesis bíblica concretan en este campo un espacio
de encuentro real entre la mentalidad contemporánea y los datos de la fe. De
una parte, la teología informará los contenidos cristológicos de las propues-
tas cinematográficas, a la vez que purificará los excesos, las deformaciones,
los errores y los intereses oscuros de algunas películas. De otra parte, el cine
exigirá a la teología una atención mayor al destinatario y al público porque
le mostrará su forma de ser y de pensar, sus angustias e inquietudes, sus inte-
reses, sus gustos, su receptividad y la valoración de sus propuestas, exigién-
dole un lenguaje claro, comprensible y adaptado al contexto sociocultural de
hoy.

21  El autor analiza con detalle la novela y la película con un sentido crítico y documentado den-
tro del dossier citado en la nota anterior.
22  Es ilustrativo consultar la página oficial de exhibición en España para todas las películas, don-
de aparece el número de espectadores y recaudación;
cf. http://www.mcu.es/bbddpeliculas/buscarPeliculas.do (30 de noviembre).

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La persistente presencia de Jesucristo en el cine: elementos para un imaginario cristológico 309

1. De cómo el cine pudiere recibir los datos teológicos e introducir la


cristología

Una primera aportación que el cine puede acoger de los estudios teológicos
es la relativa a la Geografía y la Historia de Israel. Especialmente el cono-
cimiento científico de la tierra de Jesús es decisivo a la hora de construir una
escenificación y de plantear una trama. La imagen de Jesús que ha proporcio-
nado o proporcionará el cine del futuro, no puede obviar un territorio determi-
nado por su clima, su vegetación, su régimen hídrico, su botánica, su flora y su
fauna. Sus decorados, sus localizaciones no pueden traicionar la realidad física
que le confiere valor de realidad y le hace creíble y comprensible. A la hora de
las reconstrucciones es necesario ser fiel al marco geográfico. Por poner unos
cuantos ejemplos, un cineasta debería manejar las dimensiones del lago, el cau-
dal del Jordán, las fuentes de Banias, el color del mar al amanecer, la singulari-
dad del Mar Muerto, las aves, los frutos, los cultivos, los animales domésticos,
la temperatura. En las localizaciones la identificación de las aldeas y ciudades
es posible y recomendable: Belén, Nazaret, Cafarnaún, Jericó, Jerusalén, Tiro,
Sidón, Roma, etc. No sólo para hacer cine histórico realista, sino para no per-
petrar anacronismos, alteraciones o deformaciones de grueso tamaño. También
la historia de Israel y la situación geopolítica del siglo I en el Mediterráneo
oriental debería ser conocida según los avances recientes: las fuentes bíblicas y
extrabíblicas, los evangelios del Nuevo Testamento y los apócrifos, la literatura
intertestamentaria, la arqueología y las fuentes documentales y la historiografía
romana podrían permitir hoy a cualquier realizador una “re-construcción” de
una “biografía” de Jesús de Nazaret que haga posible un buen guión de un ver-
dadero biopic sobre el hijo de María. Sin duda un cineasta no podría controlar
esta información, pero debería dejarse asesorar por quien sabe y quien conoce.
Los estudios de Sociología del Nuevo Testamento también son necesarios
para hacer un buen cine sobre Jesús y los orígenes del cristianismo. Es preciso
entender el papel de los niños y la valoración de la infancia, el papel de la mujer,
el papel de los varones, las relaciones familiares, la imagen paterna, la valora-
ción de la vida y la maternidad o el papel de los ancianos. La representación de
la vida familiar y de la cotidianidad por el cine no puede obviar el conocimiento
de la lengua, la cultura, los trabajos, la vivienda, el abastecimiento del agua, la
alimentación, la medicina, la higiene, la música. También la organización social
debe ser conocida a la hora de abordar la imagen cinematográfica cuando es
preciso representar al clero, o al Sumo Sacerdote, a los sacerdotes y los levitas
dirigentes, a la aristocracia sacerdotal, a los simples sacerdotes o a los levitas
o clero menor. ¿Quiénes eran, cómo pensaban, cómo iban vestidos… los escri-
bas, los fariseos, los saduceos, los esenios, los zelotes, los soldados romanos, el
gobernador, Herodes…? El desconocimiento es el camino seguro para el error.

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310 Juan Carlos García Domene

La teología del Antiguo y del Nuevo Testamento nos permitiría aportar a


guionistas, directores y actores una hermenéutica adecuada para ilustrar fiel-
mente el cómo y el porqué de las Instituciones judías: el sábado, el Templo, la
Sinagoga o la Pascua entre otras. Una lectura de primera mano de los Evange-
lios es primordial para llevar a la pantalla al Maestro de Galilea. La exégesis
ilustrará posteriormente una interpretación del texto en categorías alegóricas,
litúrgicas, espiritualizadas, culturales, políticas o eclesiales. La historia del cine
nos muestra que no existe una presentación neutral del texto evangélico y que
todas las puestas en escena son deudoras de una u otra interpretación. No existe
un Jesús objetivo, neutral, independiente. Bastaría detenerse, a modo de ejem-
plo, en la reconstrucción de la Última Cena para detectar cómo cada realizador
ha hecho una exégesis particular. Si comparásemos intuitivamente las versio-
nes de Gibson y Zeffirelli hasta el espectador menos iniciado vería grandes
diferencias. Este mismo procedimiento sería muy útil para analizar las escenas
ineludibles en toda representación cinematográfica de Jesús: la anunciación,
el misterio del nacimiento, el pesebre; el imaginario de los Magos (Reyes);
las tentaciones; el Bautista y su ciclo; el papel de José; la representación de
María; la vocación de los primeros discípulos; el Sermón del Monte; las pará-
bolas; los milagros; el anuncio del Reino de Dios; la confesión y el primado de
Pedro; la transfiguración; la entrada en Jerusalén; la purificación del Templo; el
prendimiento; el proceso judío; el proceso político; la tortura y el Vía Crucis;
la Resurrección; Pentecostés; el mandato misionero. Una lectura sincrónica de
alguna de estas escenas sería el método adecuado para iniciar una valoración
cabal de las posibilidades del cine como “lugar bíblico” o “lugar teológico”, o
al menos para detectar sus posibilidades para el estudio teológico y la acción
misionera o evangelizador, catequética y pastoral. Conocer lo que se ha hecho
siempre descubre oportunidades para explorar lo que se podría conseguir. Tam-
poco exigimos aquí un conocimiento teológico del director de cine, pero sí un
acercamiento respetuoso y una recepción de lo que podríamos denominar con-
senso exegético y teológico. El creador literario, musical o artístico si pretende
superar la mera ficción debe abastecer su zurrón de provisiones fundadas, para
luego dejar correr su creatividad y su talento.

2. De cómo pudieren la teología y la cristología recibir al Jesús cine-


matográfico

No se trata de aceptar acríticamente cualquier producto cinematográfico,


ni de condenar de un modo sistemático al cine en general. La tarea es estable-
cer una fluida corriente de comunicación valorativa. Conviene recordar lo que
incumbe a “filósofos y teólogos” según el Consejo Pontificio de la Cultura: “Es

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La persistente presencia de Jesucristo en el cine: elementos para un imaginario cristológico 311

también tarea de los filósofos y teólogos cualificados identificar con competen-


cia, en el seno de la cultura científica y tecnológica, los desafíos y los puntos de
amarre para el anuncio del Evangelio. Esta exigencia implica una renovación
de la enseñanza filosófica y teológica, pues la condición de todo diálogo y de
toda inculturación se halla en una teología plenamente fiel al dato de fe”23.
Para conseguir con acierto la identificación competente, los desafíos y
los puntos de amarre o encuentro entre cine y cristología hace falta conocer
técnica y cualificadamente –nunca de un modo superficial– la producción
cinematográfica, establecimiento una información de primera mano, objetiva y
desapasionada. En definitiva hay que ver cine, estudiarlo, aceptar sus reglas de
juego y producción y evitar juicios generales o descalificaciones. Identificar los
desafíos significa reconocer los lugares de encuentro o desencuentro doctrinal,
con independencia del juicio o valor formal, respetando la autonomía de la obra
de arte y la libertad del creador. Establecer puntos de amarre significa apostar
por los valores que una película pueda encerrar y no sólo concentrarse en las
insuficiencias evidentes.
El citado documento recuerda que “para estimular creaciones de alto nivel
moral, espiritual y artístico, muchas Iglesias locales organizan festivales de
cine y de televisión y crean premios, inspirados en el ejemplo del Premio cató-
lico del cine” (n. 34) e insiste en que “las posibilidades de acción en este campo
son numerosas y variadas. Asociaciones, cofradías de artistas o de escritores,
academias, resaltan el papel importante de los hombres de cultura católica y
pueden favorecer un diálogo más fecundo entre la Iglesia y el mundo del arte.
Diversas fórmulas como la Semana cultural o la Semana de la cultura cristiana
conjugan un ritmo sostenido de manifestaciones culturales abiertas al mayor
número de personas con propuestas específicamente cristianas. La fórmula del
Festival o del Premio de arte sagrado, nacional o internacional, permite dar
una relevancia particular tanto a la música sagrada como al cine y al libro reli-
gioso” (n. 36).
Para la vida cristiana el cine es una oportunidad y un desafío, tal como
reconoció Juan Pablo II en el Discurso a los participantes en un Congreso sobre
“El Cine, vehículo de espiritualidad y cultura”, ya que “ha afrontado, y sigue
afrontando hoy, argumentos inspirados en la fe. En este contexto, la Escritura,
la vida de Jesús, de la Virgen y de los santos, así como los problemas de la Igle-
sia, son fuentes inagotables para quien busca el sentido espiritual y religioso
de la existencia. Así, el arte cinematográfico a menudo ha sabido transmitir un
mensaje sublime, contribuyendo a difundir el respeto a los valores que enrique-

23  Pontificio Consejo para la Cultura, “Para una pastoral de la cultura” en www.vatican.va
(30 de noviembre de 2007) n. 12.

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312 Juan Carlos García Domene

cen el espíritu humano, y sin los cuales es muy difícil vivir una vida plena y
completa. De ese modo, el cine puede dar una valiosa aportación a la cultura
y una cooperación específica a la Iglesia. Esto es particularmente significativo,
mientras nos preparamos para cruzar el umbral de un nuevo milenio cristiano.
Espero que los argumentos relacionados con la fe se traten siempre con compe-
tencia y con el debido respeto”24. En la misma dirección se pronunció el Papa
con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales cuando se
dedicó al cine: “El cine, desde su nacimiento, aun provocando algunas veces,
por algunos aspectos de su multiforme producción, motivos de crítica y de
censura por parte de la Iglesia, con frecuencia ha tratado también temas de
gran significado y valor desde el punto de vista ético y espiritual. Me complace
recordar aquí, por ejemplo, las numerosas versiones cinematográficas de la
vida y pasión de Jesús y de la vida de los santos, que todavía se conservan en
muchas filmotecas y que sirvieron, sobre todo, para animar numerosas activi-
dades culturales, recreativas y catequéticas, por iniciativa de muchas diócesis,
parroquias e instituciones religiosas. De estas premisas se ha ido desarrollando
un amplio filón de cine religioso, con una enorme producción de películas que
tuvieron gran influjo sobre las masas, a pesar de los limites que el tiempo, ine-
vitablemente, tiende a evidenciar”25
Capítulo aparte merecería la necesaria formación cinematográfica de los
candidatos al sacerdocio y de los pastores, englobada en el manejo y compren-
sión de los medios de comunicación social. Basta asomarse al documento de
1986 para descubrir una evolución en esta temática26
Otro tanto sucede con la transmisión de la fe en la catequesis y en la
enseñanza de la religión. Los medios de comunicación, según reconoce el
Directorio General de Catequesis27 “han alcanzado tal importancia que para
muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación
e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales”
y junto a los numerosos medios tradicionales en vigor, «la utilización de los
mass-media ha llegado a ser esencial para la evangelización y la catequesis».

24  Juan Pablo II, “Discurso a los participantes en un Congreso sobre «El Cine, vehículo de
espiritualidad y cultura»” (1-12-1997), en. www.vatican.va (30 de noviembre de 2007). La cursiva es
nuestra.
25  Juan Pablo II, “El cine, transmisor de cultura y valores. Mensaje de la XXIX Jornada de las
Comunicaciones Sociales” (28-5-1995), en www.vatican.va (30 de noviembre de 2007). La cursiva es
nuestra.
26  Congregación para la Educación Católica, “Orientaciones sobre la formación de los
futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicación social” (1986), en
http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-05/28-15/1986.html#III.BASE (30 de noviembre de 2007);
especialmente interesa ver la evolución en criterios y la necesidad de formación para el clero.
27  Congregación para el Clero, Directorio General para la Catequesis, en www.vatican.va
(30 de noviembre de 2007), nn. 160-162.

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La persistente presencia de Jesucristo en el cine: elementos para un imaginario cristológico 313

En efecto, «la Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease esos


poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más....en
ellos la Iglesia encuentra una versión moderna y eficaz del púlpito. Gracias a
ellos puede hablar a las masas». Entre otros pueden considerarse, si bien a título
diferente: televisión, radio, prensa, discos, grabaciones, vídeos y audios, es
decir, toda la gama de los medios audiovisuales. Cada medio realiza su propio
servicio y cada uno exige un uso específico; en cada uno se han de respetar sus
exigencias y valorar su importancia. Por ello, tales subsidios no pueden faltar
en una catequesis bien programada. La utilización correcta de estos medios
exige en los catequistas un serio esfuerzo de conocimiento, de competencia y
de actualización cualificada. Pero sobre todo, dada la gran influencia que esos
medios ejercen en la cultura, no se debe olvidar que «no basta usarlos para
difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene
integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación
moderna.... con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevos comportamientos
psicológicos». Sólo así, con la gracia de Dios, el mensaje evangélico tiene la
capacidad de penetrar en la conciencia de cada uno y de obtener « en favor suyo
una adhesión y un compromiso verdaderamente personales». Todas las perso-
nas relacionadas con estos medios de comunicación, profesionales y usuarios,
han de poder recibir la gracia del Evangelio. Esto debe alentar a los catequistas
a considerar diversas posibilidades según las distintas personas: los profesio-
nales de los medios, a quienes mostrar el Evangelio como horizonte de verdad,
de responsabilidad, de inspiración; las familias —tan expuestas al influjo de los
medios de comunicación— para protegerlas y, sobre todo, ayudarlas a adqui-
rir mayor capacidad crítica y educativa; las generaciones jóvenes, en cuanto
usuarios y protagonistas de la comunicación de los mass-media. A todos hay
que recordar que «en el uso y recepción de los instrumentos de comunicación
urge tanto una labor educativa del sentido crítico, animado por la pasión por la
verdad, como una labor de defensa de la libertad, del respeto a la dignidad de la
persona, de la elevación de la auténtica cultura de los pueblos».
También el cine de trascendencia o cine espiritual, de valores religiosos,
sobre grandes creyentes, o las superproducciones bíblicas o el cine “cristo-
lógico” son un recurso válido para la enseñanza de la religión en la escuela.
En primer lugar, por tener el formato de producto cultural y de arte popular
y también porque así lo recogen los documentos curriculares de la enseñanza
religiosa escolar, especialmente en ESO y Bachillerato, ya que “La enseñanza
religiosa católica no sólo aporta a la competencia cultural y artística unos coci-
mientos del arte y cultura con referencia religiosa y unas destrezas, sino tam-
bién el sentido y profundidad de su presencia que remite a una manera concreta
de ver la vida, de expresarla y de vivir desde la aportación cristiana a la cultura.

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314 Juan Carlos García Domene

Con ello contribuye también a la conservación y valoración del patrimonio cul-


tural” a la vez que ayuda a los alumnos a “Identificar cómo la fe se manifiesta
en el arte religioso de nuestro tiempo” y a descubrir “la presencia de lo religioso
en los medios de comunicación y la creación virtual de opinión”28.
A modo de conclusión
Mucha gente pensaba que el género cinematográfico sobre Jesús estaba
cerrado y en 2004 surgió Mel Gibson y su Pasión de Cristo, y más tarde hemos
recibido el impacto directo sobre las cuestiones del Jesús histórico con la
novela y película El Código Da Vinci que volvió a sorprendernos una vez más.
Después de repasar lo mejor de la filmografía “cristológica” sería de necios
pensar que el cine ya dijo la última palabra sobre Jesús de Nazaret. También
algunas voces auguraban que en Cristología todo estaba hecho y todo estaba
ya dicho y que en definitiva las controversias cristológicas visitaban todos los
tiempos y modas culturales una y otra vez, como variaciones del mismo tema.
La publicación y la acogida del primer libro de Joseph Ratzinger Benedicto
XVI sobre Jesús de Nazaret nos pone igualmente ante un misterio inagotable
que ha de ser reconocido y redescubierto por cada generación: Jesucristo, el
Hijo del Dios vivo.

PRINCIPALES FILMES DESTACABLES SOBRE JESUCRISTO

1895 Passion Lear Kirchner USA


1897 The Passion Play of Oberammergau F. Russell USA
1898 Passion Lumiere Hatot-Lumiere-Bretteau FRA
1908 The Life and Passion of Jesus Crist M. Normand USA
1912 Del Pesebre a la Cruz S Olcott USA
1913 From the Manger to the Cross R. Henderson-Bland USA
1915 Christus Antanamoro ITA
1916 Intolerancia D. W. Griffith USA
1923 INRI R. Wiene USA
1927 Rey de Reyes C. B. De Mille USA
1935 Gólgota J. Duvivier FRA
1953 Cristo M. Alexandre ESP

28  CEEC, Currículo de Enseñanza Religiosa Escolar. Educación Infantil, Educación Primaria;
Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato (19 de abril de 2007), en
http://www.conferenciaepiscopal.es/ensenanza/comision.htm (30 de noviembre de 2007).

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La persistente presencia de Jesucristo en el cine: elementos para un imaginario cristológico 315

1953 El beso de Judas R. Gil ESP


1957 Los misterios del Rosario J. Breen USA-ESP
1961 Rey de Reyes N. Ray USA
1962 Whistle down the wind Forbes USA
1962 Barrabas R. Fleischer USA
1964 Ponzio Pilato Rapper-Callegari ITA-FRA
1964 El Evangelio según san Mateo P. P. Passolini ITA-FRA
1965 La historia m s grande jamás contada G. Stevens USA
1971 Johnny cogió su fusil D. Trumbo USA
1973 Proceso a Jesús J. Sáenz de Heredia ESP
1973 Godspell D. Greene USA
1975 Jesucristo Superstar N. Jewison USA
1977 Jesús de Nazaret F. Zeffirelli ITA-GBR
1979 Jesus P. Sykes-J. Krisch USA
1979 Monty Python‘s Vida de Brian T. Jones GBR
1985 El Mesías R. Rossellini ITA
1985 Una historia que comenzó hace
dos mil años D. Damiani ITA
1988 La última tentación de Cristo M. Scorsese USA
1989 Un niño llamado Jesús F. Rossi ITA
1989 Jesús de Montreal D. Arcand CAN/FRA
1993 Por amor, solo por amor G. Veronesi ITA
1999 Jesús: La Biblia R. Young ITA-ALE
1999 El hombre que hacía milagros S. Sokolov-D. Hayes GBR
1999 María, madre de Jesús F. Costa ITA
2003 El Evangelio de San Juan P. Saville GBR-CAN
2004 La Pasión de Cristo M. Gibson USA
2005 Jesús Peregrino de la luz J.C. Sánchez ESP
2006 Natividad. La Historia C. Hardwicke USA

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