9FE - Boletín - Final Enero 2021
9FE - Boletín - Final Enero 2021
9FE - Boletín - Final Enero 2021
Boletín literario Nº 39
9º Foro de Escritores Bolivianos
De la publicación:
Centro pedagógico y cultural Simón I. Patiño, 2020
Av. Potosí Nº 1450, Telf. (591 4) 4489666
www.centropatino.fundacionpatino.org
c.literaturaboliviana@fundacionpatino.org
DL: 2-3-82-05
Impreso en Bolivia
Publicado bajo licencia Creative Commons: Atribución-No Comercial-Sin Derivar 4.0 Internacional (CC
BY-NC-ND 4.0). Esta licencia permite que otros puedan descargar o copiar las obras y compartirlas con
otras personas, siempre que se reconozca su autoría, pero no se pueden cambiar de ninguna manera
ni se pueden utilizar comercialmente.
Índice
5 Presentación
51 [Batería]
Rodolfo Ortiz
66 Julio Barriga
70 Matilde Casazola
76 Gary Daher
84 Blanca Garnica
No puedo más que empezar sino agradeciendo a la vida por la oportunidad que nos brinda al estar
cerca de las expresiones más sensibles del ser humano, aquellas que de una forma u otra retratan el
alma sin proponérselo. Los ojos transmiten nuestros sentimientos, pero no existe nada más expresivo
que el don de la palabra y con ese don juega la poética como ningún otro arte.
En los últimos tiempos, el ejercicio poético se ha vuelto más personal; hay más autores, pero menos
escuelas. Las poéticas han evolucionado con este cambio. Ya no se trata de explicitar unos conceptos
por los que regirse, se trata de explicar el significado intrínseco de la poesía por el mismo autor. ¿Por
qué se escribe poesía? ¿Qué aporta su escritura? ¿Qué es la poesía en sí?... son unas preguntas que
seguiremos formulando quienes admiramos la poesía y a las que, quienes la cultivan, nos ayudarán a
buscar sus infinitas respuestas.
Algunas de estas respuestas fueron abordadas en el 9° Foro de Escritores Bolivianos, el primero que
abordó como tema nodal las “Poéticas bolivianas”. Desarrollado en el Palacio Portales el mes de julio
de 2019, donde se tuvo dos días dedicados a escuchar y aprender de cinco estudiosos de la poética y
dedicar una sesión completa al solaz de escuchar poesía en la voz de sus propios autores, siendo la
primera vez que en uno de nuestros foros congregamos tantos escritores invitados. Por ello y mucho
más, nuestro más profundo agradecimiento a cada uno de los invitados que nos engalanaron con su
presencia y ayudaron a hacer realidad este encuentro para el público cochabambino: Vilma Tapia,
Gabriel Chávez, Juan Cristóbal Mac Lean, Mónica Velásquez y Rodolfo Ortiz, quienes brindaron sus
conferencias moderadas por Omar Rocha Velasco, y los poetas: Antonio Terán Cabero, Edgar Ávi-
la Echazú, Julio Barriga, Matilde Casazola, Gary Daher, Blanca Garnica, Humberto Quino, Nicómedes
Suárez (leído por Juan Murillo), Jorge Mansilla Torres “Coco Manto” (leído por Pablo Mansilla) que
hicieron su lectura en la Gala poética.
Al evento se plegaron dos actividades. Día previo al foro, se tuvo la proyección de estreno de los docu-
mentales de la serie Testimonios de la Literatura Boliviana que recogen la obra de Oscar Cerruto: Rayo
contradictor (dirigido por Omar Sánchez) y de Matilde Casazola: Matilde con tilde (dirigido por Sergio
Estrada) que también rindieron homenaje a la fecundidad de la obra poética. Al posterior día, se desa-
rrolló la quinta versión de la Feria del escritor boliviano, donde más de 50 escritores pudieron ofrecer
su producción, encontrándose y compartiendo entre pares.
El Boletín literario Nº 39 recoge la memoria de este inolvidable evento para la poética boliviana, brin-
dando la versión escrita de las conferencias ofrecidas por cada uno de los estudiosos de la poética bo-
liviana y la transcripción de los poemas que nos leyeron, en propia voz, sus autores en la Gala poética.
Matizado con fotografías de nuestro patrimonio arquitectónico y paisajístico, la publicación también
brinda un abundante listado de sugerencias bibliográficas que podrán hallar en el Centro de Litera-
tura Boliviana. Además, de contar en esta ocasión, con una separata que contiene los poemas de los
participantes del Taller “La palabra poética no es ineficaz”, dictado por la poeta Vilma Tapia Anaya, en
el Centro pedagógico y cultural Simón I. Patiño, del 12 de marzo al 31 de mayo de 2019.
Por último agradezco, también, a nuestro público, único motivo de nuestro trabajo, por confiar en
nuestra institución y regalándonos su presencia día a día en nuestras agendas y a quienes va ofrecido
este boletín.
5
Los poetas como lectores
Omar Rocha Velasco
No es frecuente que los poetas en nuestro medio reflexionen sobre su escritura, es decir, construyan
tradiciones o den a conocer sus filiaciones. En general la actitud es leer fragmentos de sus libros en
presentaciones o recitales organizados por instituciones culturales, cafés y boliches que se interesan
por la poesía. “Yo escribo y son los críticos los que deben hablar de mi obra” se suele escuchar cons-
tantemente, clausurando posibilidades de diálogo y reflexión. Esta actitud no se da solamente en el
ámbito de la poesía, se encuentra también en creadores vinculados a otros horizontes, la pintura, el
teatro, la música, etc. Quizá ese sea otro de los motivos por los que escasean diálogos entre las distin-
tas “artes liberales”, que conviven como entidades aisladas, salvo contadas y valorables excepciones.
Este foro ha reunido a escritores para leer sus poemas, pero también para reflexionar, para pensar y
escribir sobre su propia escritura, para situarse y delinear trazos que apuntan a un necesario diálogo:
Gabriel Chávez Casazola hace una lectura de la poesía de Eduardo Mitre destacando sus cualidades de
lector o de constructor de tradiciones de la poesía boliviana y asumiendo, en su propia escritura, una
voz que hace contrapunto a la mediterraneidad boliviana que provoca un efecto de ensimismamiento
e invisibilización. Chávez, en su lectura de Mitre, establece lazos, puentes, hilos conductores con otros
escritores, por ejemplo, Oscar Cerruto, presencia inevitable. La poética/escritura de Mitre se plantea
como una “sucesión de memorias”, no para ir en contra del olvido, sino para atravesarla y encontrar-
nos, en ese paso, a nosotros mismos; algo como lo que le sucedió a Alicia en el país de las Maravillas. Se
trata, sin duda, de una lectura entusiasta que persigue ciertos rasgos de esa “maravilla” (Mirabilia) que
es la palabra poética de uno de los más importes lectores y escritores de poesía boliviana.
Vilma Tapia hace una lectura de la obra de Humberto Quino desde lo que denomina la “poética” del
despojo. A partir de dos textos iniciales de Quino y una comparación con la poesía de César Vallejo
(en “Poemas Humanos”), Tapia establece que la perspectiva de Quino sobre la condición humana se
expresa en un “pesar existencial” ajeno a cualquier elección y/o posibilidad de intervención personal,
un sometimiento extremo a fuerzas ajenas. Así, desde esta concepción poética, la escritura de Quino
discurre también por el cuerpo como aquel “lugar real y extremo en el que se cumple lo humano”. Un
cuerpo sexuado y un cuerpo que se ha “desatado la lengua”, sin embargo. Por otro lado, Vilma Tapia
plantea un feliz hallazgo, pues une un concepto y una concurrencia del lenguaje: enlaza la poesía de
Quino al “quinismo”, término trabajado por Peter Sloterdijk para hablar de la corriente filosófica que,
de acuerdo a Tapia, está en íntima relación con la poesía de Quino, es decir, economía en los recursos
simbólicos y reales, ninguna pretensión de poder o vanagloria; una poética que, en su transcurso, lle-
ga a desvanecer el yo, lugar imaginario y especular del que esta poesía se despoja.
6
Mónica Velásquez presenta los avances de un trabajo ambicioso, a saber, una aproximación a
la escritura de poetas nacidos entre 1970 y 1999. La lectura de Velásquez es un acercamiento
generacional, una mirada a los últimos 30 años a partir de “síntomas y señales” (gestos es el tér-
mino más adecuado) que articulan una época. Así, los poetas nacidos en los 70 son los “últimos
moradores del lenguaje”, poetas que habitan el lenguaje y no las preocupaciones político-socia-
les (como anteriores generaciones). Los poetas de los 80 son los “delenguados”, un afán experi-
mentador (más que “experienciador”) los invade. Rupturas formales, estallidos y exploraciones
son algunos de los rasgos planteados por Velásquez desde una periodización que involucra,
ya, al siglo xxi. Finalmente, los poetas nacidos en los 90 son los de la “retórica del fracaso y la
seducción del ruido”, filiación callejera, ruptura con el trabajo editorial tradicional, apego al
ruido visual-sonoro que afecta al sentido. Una generación con menos fe en la trascendencia del
lenguaje y que es consciente de su fracaso, tanto en el nombrar como en significar. Una inves-
tigación, en progreso, como se dijo, que se desafía a proponer que sí es posible escuchar lo que
hoy dicen los poetas.
Juan Mac Lean parte problematizando la reunión de las dos palabras que convocan al even-
to“poéticas bolivianas”, difícil conjunción que no se agota en la presunción de que cada poeta
boliviano es deudor o portador de una poética y que no remite, necesariamente, al “paisaje bo-
liviano” como posibilidad de resolución, en fin, dos significantes en sí mismos problemáticos y
más cuando aparecen uno detrás de otro. La poesía es ese espacio donde se presta atención a los
“daños del lenguaje”, a las heridas y cicatrices de una lengua que, en el caso latinoamericano,
remiten a toda una historia de desencuentros e imposiciones. Todo esto se expresa en la propia
experiencia de escritura al reflexionar sobre el hallazgo de una inscripción en un cementerio
clandestino: “irminigelda ledesma”.
Rodolfo Ortiz escribe un texto sobre la [Batería], pone en acto, me parece, la escritura misma y
su relación con el cuerpo. El oficio de escribir y el de tocar el instrumento “membranófono” se
involucran y se repelen a su manera. Y quizá el gesto crucial de un baterista es tocar sin batería,
ejercer ese “constante y eterno emerger” que está, como potencia, al principio de toda creación.
Ha sido muy importante que el 9º Foro de Escritores Bolivianos, organizado por el Centro pe-
dagógico y cultural Simón I. Patiño, haya logrado reunir a poetas, no solamente para leer sus
poemas, sino para reflexionar sobre su propia escritura y sobre la escritura de otros, es decir,
para desplegar el oficio de escribir desde la otra cara de la moneda.
7
Vilma Tapia Anaya
10
Humberto Quino Márquez,
una poética del despojo
Tendría que haber usado más bien y directa- corta el pallay (del quechua: ‘figura’ y también
mente el verbo pronominal de despojar, ‘des- ‘recolectar’, ‘recoger’, ‘franca iconográfica’) de
pojarse’. Despojo nombra acción y efecto del los tejidos andinos, en él se sucedían en conti-
despojo, pero aquí me interesa el sujeto que nuidad, en contigüidad, estas palabras:
realiza la acción respecto a sí mismo, despo-
jarse así como sacarse el pellejo, desnudarse, Alguien danza en nuestras melancólicas
quitarse los adornos, renunciar a lo que sí se [cabezas
tiene.
Las encontré en medio de los signos escalona-
Lejos de poder abarcar en esta aproximación dos del pallay, oscuros de tanta pigmentación
los varios aspectos de la poética de Humberto que cargan, signos como pactos de sangre/
Quino Márquez o de hacer una crítica, seré fiel compactos de sangre. Signos que en esta poéti-
a la naturaleza de una lectura que quiere es- ca marcan la experiencia del vivir: abandono,
cuchar para después intentar describir lo que derrota, lamento de la tarde, agreste viento,
de manera inefable ha escuchado. Adentrar- rabia, sucio amor. Volví al nombre con el que
se en una obra poética mayor es sin duda un el poeta había bautizado esta composición “So-
acontecimiento imprevisible, como un viaje mos bienaventurados masticando un cacahua-
podría serlo, no necesita elogios ni adhesiones te” y en él encontré más, mucho de lo que en
a su reino, es presencia textual expuesta y sus- esta escritura es fundamental. Palabras de un
ceptible de ser leída. Sin embargo, principio lenguaje que sin desatender lo que puede ser
este trabajo destacando la lucidez elocuente nombrado se remite a su propia osamenta de
del primer Quino, la claridad de su propuesta lenguaje adoptado nunca sabremos desde qué
estética de inicio. Y ahora podemos decir que voluntad. Tal la cualidad sustancial expresada
su palabra interrogadora, subversiva, precisa, en la palabra “bienaventurados” acompañada
siguió una trayectoria fiel a las exigencias de por la acción atemporal, demorada y en este
la poesía. caso intrascendente “masticando un cacahua-
te”. Cuando Quino dice “Somos bienaventura-
En los apuntes de mi lectura encontré un verso dos masticando un cacahuate” está diciendo
que había trascrito de uno de los poemas de —con ironía, lucidez y no ausente tristeza—, lo
Coitus ergo sum (2003), volviendo a él ante mis que piensa de la condición del hombre en el
ojos dividía la trama del poema. Era una línea mundo. Veamos el inicio del poema: “No hay
como una herida y también como un claro de un solo pedazo de nervio que nos pertenezca
laguna y pétalos. Una línea como una leve fi- / Abandonados en un campo de flores / Hun-
sura sucedida en un lenguaje áspero, una línea didos en el perdido reino de las criaturas de la
como un fino pasaje que se abrió sin control. derrota / Alguien danza en nuestras melancó-
Me parecía ese trazo de amarillo y fuego que licas cabezas / La saudade / Púrpura y lamen-
11
to de la tarde. / Así vamos / Coronados por el por la idea de una orfandad de Dios sino por la
agreste viento […]”. experiencia absoluta de habitar un cuerpo: “[…]
esa manera de estar solos / Polvo sobre polvo /
En Balada para mi coronel Claribel y otros huevos Sin aurora / sin ocaso / enterrados en nuestra
(1979) encontramos este poema: carne”. Vallejo sufre el hecho de haber nacido
como si este fuese un abandono de Dios, para
Es demasiado para cualquiera1 Quino el pesar existencial se expresa como una
Sostener la lira / La bacinilla
Comer higos secos en verano “locura de haber nacido”, como si en tal hecho
Verduras hubiese la participación de una voluntad desca-
O bellada e independiente del que nacido, en piel,
Dejarse crecer la barba carne y huesos está.
Las uñas
Los cabellos
O ***
Pesar el tintineo de sus huesos
En cuclillas
De pie Momentos muy altos y muy bellos de esta poé-
O
Echado sobre un colchón de paja. tica se preguntan por el cuerpo, como dijo Ru-
bén Vargas,3 Humberto Quino Márquez se abis-
Me recuerda a César Vallejo de los póstumos ma en las dimensiones extremas de lo real para
Poemas humanos,2 en un tono similar escribió: rehacerse en el lenguaje. Así, el cuerpo como
“[…] Y si después de tanta historia sucumbimos, lugar de lo real y extremo en que se cumple lo
/ no ya de eternidad, / sino de esas cosas senci- humano. En el poema “Celebración de un in-
llas, como estar / en la casa o ponerse a cavilar fante” que transcribo a continuación el cuerpo
/ ¡Y si luego encontramos, / de buenas a prime- vibra en la posibilidad de estar vivo, en la posi-
ras, que vivimos, / a juzgar por la altura de los bilidad de ser ahí:
astros, / por el peine y las manchas del pañue- Mi infancia era un humo azul
lo! / ¡Más valdría, en verdad, / que se lo coman Un punto ciego en el cuarto escarlata
todo, desde luego!”. El mago Tu Fu acariciaba mis cabellos
Mi padre cabalgaba sobre mi vieja cuna
Como si estuviera fuera el mundo y su
Ambos poemas meditan en la condición huma- [pesadumbre
na, así surge la idea, es pues demasiado y para Mi madre medusa comía una naranja
cualquier hombre sostener la cotidianidad de lo Su pálida tristeza me hundía en la gracia
En esa espuma desconocida y áspera que
contingente. Si viviéramos nada más que para sería mi destino.
sostener la bacinilla, el peine o en las manchas
del pañuelo “¡[m]ás valdría, francamente que Mi infancia era una selva de sombreros
se lo coman todo y qué más da…!”. Pese a es- [y falacias
Querubín luciferino / Mi gloria era el
tas resonancias, en la poética de Quino no hay [infierno
lugar para la triste ternura de Vallejo, aquí el El esqueleto de un caballo
gris se hace negro, el negro se hace sangre, y la
intensidad deviene experiencia movilizada no
1 Poema “Pinta lo que le sucede a un poeta sin halo / con querida y sin melena” del libro de Humberto Quino Márquez, Balada para mi coronel
Claribel y otros huevos. La Paz, edición de autor, 1979.
2 Vallejo, César. Obra poética completa. La Habana: Casa de las Américas, 1965.
3 En el texto de la contratapa de Quino Márquez, Humberto. Summa poética. La Paz: Plural editores, 2002.
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Y ese hueco en la niebla donde una Así despiertos4
[maldición tejía Como flacos danzantes
Rotamos aún / En estas calles ciegas
Ya el telón había caído sobre mi razón Ciudad Redonda = Mitad belleza & Mitad
Y solo tenía la certeza [infierno
De haber sido echado del paraíso Sin más luz
Entonces / Me desaté la lengua Que un aviso de neón sobre nuestras espaldas
Me rompí un brazo Jadeantes
Y me masturbé como un simio. Hambrientos
Celestes.
En este poema la esencia es un topos: la infan-
cia, lo primitivo por primigenio, y la escritura La explotación es diurna / Nocturna
En nuestras costras
es deriva de la memoria, revisión de sus imá-
Migajas de barro
genes, pero también escena magníficamente Osamentas del Altoplano
reconstruida. Cada línea de este montaje piensa Hundidos en el vientre de la razón
la condición de estar “enterrados en un cuer- Buzón de la No-Vida
Sin techo
po”, pero aquí no hay lapidación alguna sino
Sin música […].
más bien deslumbramiento que deslumbra: “Mi
padre cabalgaba sobre mi vieja cuna / Como si
No es posible hablar como si el lector que so-
estuviera fuera el mundo y su pesadumbre / Mi
mos fuese el único, sin embargo creo que en
madre medusa comía una naranja” y también
este texto/instalación cada verso ordena una
fascinación: ¡Ah, mi cuerpo! lo palpo, lo vivo. Lo
escena que de alguna manera está ya grabada
recibo. En el momento portador de existencia
y con trazos profundos en el boliviano. En él,
sucede la apertura hacia la poesía: “El mago Tu
lo plural es sustancia de una conmiseración,
Fu acariciaba mis cabellos”. Se inicia la expe-
de la conciencia de unas condiciones comunes,
riencia de una corporalidad sucedida para estar
compartidas con los otros, del hecho de estar
en el mundo, lo que puede ser “pálida tristeza”
en el mundo despiertos como flacos danzantes,
y también “gracia”. Tal como el cuerpo acaece,
secuencia de tres plurales que se refiere a un
el lenguaje acaece, y la idea de que hubiésemos
absoluto: despiertos, por tanto vivos, y frágiles:
sido echados del paraíso se completa con la
flacos, pero de una potencia mayor: danzantes.
descripción de ese gesto fundante “me desaté
Podríamos quedarnos en la densidad ontológi-
la lengua” / hablé.
ca, nietzscheana, de esta enunciación, sin em-
bargo enseguida se desplazan otros elementos
A lo largo de la poesía de Humberto Quino re-
que colocan al poema en un lugar que atiende
corremos con él bordes difíciles, en ellos insiste
más bien una identidad y una ética.
en la interrogación por el cuerpo, sexuado en
añadidura: “senos y muslos”, “bellos muslos”,
Esta construcción de Quino es quizá precur-
“ella es mi fuego de sangrienta boca”, “ella es
sora de la estética desarrollada en torno al
mi cuerpo de negra tierra”, sin embargo, acom-
jacha tata danzanti que hicieron florecer Jorge
pañando la exuberancia con la que aparecen
Sanjinés y César Pérez en La nación clandestina.
esos cuerpos, hay otros:
Una estética que pienso nutrida en esa “Aldea
donde el aire nos halla solos / Con la cabeza
terrestre / Errabundos / Hay algo en mí / Que
4 Poema “Así despiertos como flacos danzantes” de Quino Márquez, Humberto. Balada para mi coronel Claribel y otros huevos. La Paz: 1979.
13
vive en tus raíces / Yo te miré en los cerros / picapedrero, Karl Marx!”. ¿Picapedrero? Aca-
En la paja brava / En mi abuelo José María”5, so porque no todo era trabajo, producción de
paisaje que reconfigura lo altiplánico, lo fami- mercancías, intercambio de valor… Sin embar-
liar que en la “ineluctable modalidad de lo visi- go todo continúa siendo trabajo, producción de
ble”6 reverbera en nosotros, bolivianos, como mercancías, intercambio de valor… Quizá este-
lo hace la superficie del mar o del desierto de mos viviendo los últimos aleteos de un orden
otros lares, tensión “del flujo y del reflujo, de tal, es posible imaginarlo, pero el capitalismo
la tracción y de la retracción, de la aparición y es todavía un omnívoro rudimentario. Enton-
de la desaparición” de cosas, señales y presen- ces, reproducir la escena de uno —cuerpo— que
cias que aquí estamos para leer:7 cerros, casas aun flaco danza, fluye, celeste, jacha, señor de
de adobe, fantasmas invadidos por el viento de alta esencia, osamenta del altiplano, es un ges-
la tarde, bailarines supremos que danzan en to sino subversivo, contestatario. El nombrar
los bordes misteriosos de la vida y la muerte. esas “Osamentas del Altoplano / Hundidos en
Diez años antes del filme (1979), en el poema el vientre de la razón”, o la condición de esos
de Quino, los danzantes hambrientos, jadean- cuerpos migrados a lo que desde el inicio de la
tes, son también ‘celestes’ aun en la ciudad, es- modernidad es la ciudad, excluyente y violenta,
cenario otro y adverso a una genealogía en el “teatro inédito del capital”8 como diría Derri-
sentido más amplio de este término: Neón, gas da al pensar el mundo actual, occidentalizado,
y particular suicidio, donde “[l]a explotación y, en él, el arte como una posibilidad de dar la
es diurna / Nocturna”, somos “Migajas de ba- palabra, y a contratiempo, a aquellos que no
rro”, “Sin techo”, “Sin música”. En el nosotros, tienen la palabra es pues un gesto Político, por
lo humano, lo común y comunitario re/clama tanto, ético.
desde lo más profundo de la contestación, pues
***
el movimiento concentrado y de una alta con-
secución estética, que es el sacrificio, no ha te- Entre una y otra Summa poética hubo una Ópera
nido lugar porque, como dice más adelante el parca (publicada el 2011) y es precisamente
poema, “[t]odos nos han puesto zancadillas / este adjetivo que Humberto Quino usó para
El letrado / Y El funcionario / El gentilhombre otra compilación de sus poemas el que me
/ Y el comisario”. Aparece después un sello, permite seguir con mi lectura. El ámbito
impreso con la materia que se ha reproducido significativo que se abre a partir de este título
simbólicamente, la sangre, lo compartido que no está relacionado con un elegido uso del
en precariedad respira: “Extraviamos nuestra lenguaje, pues lejos de ser parco, el lenguaje de
sangre / Piedra azul / Lacrimal / Huevo que Quino es apasionado y provocador. Tampoco
nace / Muere”. se relaciona con la estructura de los poemas.
Aquí lo parco indica otra cosa, nos remite a
El poema concluye con una exclamación, tal lo que vio el poeta peruano-español Diego
vez una interpelación o una conjura: “¡Viejo Valverde Villena. En ocasión de presentar un
5 Del poema “Del modo en que se me ocurren cosas en Tambillo” en Quino Márquez, Humberto. Summa poética (1978-2011). Santa Cruz: El
perro celestial editores, 2016.
6 James Joyce citado por Georges Didi-Huberman al pensar en “la paradoja en la que el acto de ver sólo se despliega al abrirse en dos”, en Lo
que vemos, lo que nos mira. Buenos Aires: ediciones Manantial, 1997.
7 Ibidem.
8 Derrida, Jacques. “Marx no es un don nadie” en Derrida en castellano (Traducido por Julio Díaz y Carolina de Meloni del texto Marx en jeu,
Descartes & Cie, París, 1997). Recuperado de https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/marx_karl_teatro.htm
14
libro se refirió a Humberto Quino Márquez propuestas del movimiento Cínico antiguo con
como a “una interesantísima y señera figura las propuestas político filosóficas de los movi-
del panorama poético paceño… Provocador e mientos libertarios del siglo xix, avenencia que
iconoclasta impenitente, es el último vástago está siendo atendida en la actualidad.10
de la secta de los cínicos. Diógenes lo anima.”
En el texto que continúa acompañando las La parquedad, decía, es un contenido funda-
antologías publicadas por el autor, Juan Carlos mental de la filosofía Cínica con la que tan bien
Ramiro Quiroga rechazó que se catalogara el empezó a resonar esta poética. Parquedad en el
pensamiento de Quino como anarquista solo sentido de una economía de lo que hay, una eco-
porque “altera y perturba —desde sus primeros nomía de los recursos reales y simbólicos, pues
escritos— el aparente orden intelectual de las el cínico despreciaba la posesión de bienes ma-
palestras oficiales”9. Sin embargo “anarquino@” teriales tanto como la retención de algún poder
manifiesta explícita y continuamente su para sí. Cualquier poder social y la vanagloria
adhesión al anarquismo. Y el anarquismo desde debían soltarse antes de que emponzoñaran el
Proudhon, Bakunin y Errico Malatesta hasta alma. En Quino es recurrente una subvalora-
nuestros días ha rechazado toda forma de ción de lo que habitualmente se tiene por caro,
violencia y sometimiento estructurales. “Retrato de poeta III” es uno de los textos en los
que esta manera de pensar se agudiza:
Mirando el desplazamiento de estos dos comen-
tarios, encontré una correspondencia. Es justo Cuando hayas abandonado tu cuerpo
Viejo poeta
que a Juan Carlos Ramiro Quiroga no le guste Y seas una estatua de arena
que se relacione a Quino con un anarquismo Las renacidas ramas cubrirán tu canto
que acabo de escribir con minúscula, pues hay Tú marchita corona
un problema de diccionarios que fue tomado en Viejo poeta
Cuando seas un desvarío sobre un
cuenta por quienes volvieron a pensar tanto el [peldaño
Anarquismo como el Cinismo. Ambos términos Cuando hayas abandonado tu cuerpo y
están escritos ahora con mayúsculas, tal como tu rocín.
escribí Político en la página anterior. Peter Slo-
terdijk, ya en su Crítica de la razón cínica, hizo una ***
diferenciación útil, empleó la palabra alemana
“zynismus”, traducida como ‘cinismo’, para Entre los signos que constituyen a esta poéti-
referirse al sentido vulgar de la palabra; y usó ca, hay uno que ha sido atendido por algunas
el término “kynismus”, traducido al castellano lecturas críticas:11 la ciudad. Encuentro que la
como ‘quinismo’ con q, para referirse a la co- significación que la ciudad tiene para Quino es
rriente filosófica a la que, ahora no me queda la múltiple, puede ser la “Mamapacha”, término
menor duda, nuestro poeta está emparentado. que lo dice todo, pero también puede ser “[L]a
El quinismo es inocultable en Quino. Tampoco patria [que] me arroja el escudo en la cabeza”.
se puede ocultar la avenencia que hay entre las En el sentido de mi lectura, parece que los Cíni-
cos ya reconocían a la polis como lugar para un
9 Quiroga, Juan Carlos Ramiro. “La palestra y la fosa: Humberto Quino”, epílogo del libro de Quino Máquez, Humberto. Summa poética (1978-
2011). Santa Cruz: El perro celestial editores, 2016.
10 Michael Onfray y David Graeber son autores que pueden ser consultados al respecto.
11 Ver, como ejemplo, el estudio de Blanca Wiethüchter: “Ensayo breve sobre Humberto Quino”, el espacio del deseo. Tomo IV. Obra completa.
Ed. Mónica Velásquez Guzmán. La Paz, Fundación Cultural del Banco Central; Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia; Embajada de la
República Federal de Alemania. s/f.
15
orden jerarquizado. Al criticar el orden social “Fuga en gris mayor”: “Esta ciudad / Que he
del período helenístico estaban criticando cier- rechazado tantas veces / Vuelve a poseerme /
tas estructuras de poder ideadas por los hom- Con sus fetos hundidos en los basurales / Con
bres, en protesta señalaban en los animales un su extraña manía por las orgías / Con sus ca-
modelo de vida mejor, de ahí que asumieron el dáveres arrugados en los escritorios / Con sus
calificativo de perros, que es la etimología de cí- pirámides de cemento / Que no alcanzo a vis-
nico (tomado del gr. kynikós ‘perteneciente a la lumbrar / Porque todo se pierde / En una pe-
escuela cínica’, propiamente ‘de perro, pertene- numbra de gatos”.
ciente al perro’, deriv. de kyon, kynós, ‘perro’).12
La subversión Cínica se manifestaba sobre todo ***
en puestas en escena de argumentaciones, en
representaciones construidas con palabras,13 En la médula de esta poética, como aparece el
en ocurrencias verbales, en ironía y, finalmen- yo se pierde enseguida, se desdibuja como una
te, en filosofía. El Cínico, afirma De Gaultier ci- mueca. Y es justamente en los movimientos re-
tado por Michel Onfray,14 tiene “la visión clara flexivos hacia la configuración del yo poético
y se niega a dejarse dominar por la sugestión donde el sarcasmo que marca esta obra se exhi-
colectiva que los demás individuos mantienen be en movimientos de liberación. El poeta sale
con fervor”. Y agrega que hacer acto de Cinis- de sí aniquilándose, la predicación no tiene otro
mo “es sencillamente hacer acto de análisis, es fin que el de diluir al sujeto: “Mírame (…) yo soy
desmontar y mostrar los artificios”. Desmon- el que no soy”.
taje que es también despojo de las capas varias
con las que el poder toma densidad, como en el Es un yo que crece inconmensurable: Yo “nun-
poema de Quino “Trova del monte de piedad”15: ca más te dejaré”, mi palabra arderá en tu piel,
“Cavilo en la patria / En su helecho de ratas / pues “el mago Tu Fu acariciaba mis cabellos”…
cubierto de briznas y discursos”.
Pero así como crece, se encoge: Yo carozo, gu-
La ciudad de Humberto Quino es la La Paz de sano informe.
los márgenes. Es la La Paz de los extramuros.
Márgenes y extramuros que no obstante su ubi- Es un yo que en cada predicación ingresa en
cación periférica, son sustancia de una cons- ámbitos de contradicción irresoluble, se tacha,
trucción socioeconómica y política específica, se deforma, se deprecia, se restituye, se multi-
y es la consistencia de estos márgenes la que plica, se potencia:
da cuenta de lo que en realidad se ha puesto
en función. La ciudad, entonces, es el lugar del Yo baba, yo bufón, yo olvido.
que ni siquiera es necesario abdicar, pues está Yo bebo, deambulo, muero.
derrumbándose de manera continua en la voz Yo borroso, mezcla de Maldoror y
del poeta, revisemos un fragmento del poema Sancho. Yo irredento macho cabrío.
12 Corominas, Joan. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: editorial Gredos, 1990.
13 A estos recursos que se traslucen en la poética de Quino, en su lectura Blanca Wiethüchter los definió como “máscara”, “héroe” y gesto
de “[u]n bufón shakesperiano dispuesto a asumir el papel necesario para descubrir la ilusión que ciega al rey. Hostil con el rol mitificado por
muchas generaciones, degrada la imagen ideal de poeta [...]. En “El alquimista, Orfeo y bufón”. El espacio del deseo. Tomo IV. Obra completa.
Ed. Mónica Velásquez Guzmán. Fundación Cultural del Banco Central; Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia; Embajada de la República
Federal de Alemania, La Paz, s/f.
14 Onfray, Michel. Cinismos. Retrato de los filósofos llamados perros. Ediciones Paidós, 2002.
15 En Summa poética (1978-2011). Santa Cruz: El perro celestial editores, 2016.
16
Yo, toda mi sangre ES esta furia, ES el
ajuar de mi novia muerta.
Yo, todo mi cuerpo ES esta montaña.
Este cigarrillo. La ciudad cruzada por
mil fuegos. El mercado con su sombrero
multicolor.
16 “Parábola de la soledad”, poema de Summa poética (1978-2011). Santa Cruz: El perro celestial editores, 2016.
17 Humberto Quino. Diccionario herético. La Paz: El perro celestial ediciones, 1997.
18 Ibidem.
17
Gabriel Chávez Casazola
20
Eduardo Mitre: maravilla y memoria
Lewis Carroll1
Hay algunas traducciones al español de títulos difícil removerlas. Pienso, por ejemplo, en tres
de libros clásicos que, con el paso del tiempo, casos: El principito como traducción del original
han devenido tan clásicas como las mismas francés Le petit prince de Saint-Exupéry, Canto a
obras a las que dan nombre, aunque puedan no mí mismo, del Song of myself de Whitman, y Alicia
ser (y algunas no lo son, de hecho) las mejores en el país de las maravillas de Alice in wonderland
traducciones de esos títulos. Podríamos decir, de Carroll. Cada una de estas traducciones ‘ca-
más o menos figurativamente, que ellas han nónicas’ es, sin embargo, discutible.
quedado fijadas en el inconsciente colectivo de
los lectores (si tal cosa existe) y ahora resulta
1 Carroll, Lewis. A través del espejo (y lo que Alicia encontró allí). Córdoba: Ediciones del Sur, 2004, pp. 12-13.
2 Esta y todas las citas de poemas de Eduardo Mitre en el presente texto han sido tomadas de su Obra poética (1965-1998). Madrid-Buenos Ai-
res-Valencia: Pre-Textos, 2012. En adelante sólo se indicará el número de página. En este caso, p. 186. “Razón ardiente” es un poema extenso
fechado en 1980 y que fue publicado como Plaquette, con el mismo título, en 1982.
21
Para comenzar, El principito suena muy infantil y si en ésta pueden haber muchas licencias, en
(y eso tal vez tenga algo que ver con la creencia cambio no encuentra fácil justificativo traducir
generalizada de que es un libro para niños, no el título de la novela “Alice in wonderland” por
siéndolo o no siéndolo únicamente). Además, “Alicia en el país de las maravillas”, pudiendo
‘principito’ no es un diminutivo de uso corrien- ser “Alicia en el mundo maravilloso” o “Alicia
te, lo que hace que deje de funcionar como un en la tierra de las maravillas”. En ambos casos,
nombre común a todo príncipe adolescente o se elude felizmente el término ‘país’ con todas
niño y adquiera el carácter de nombre propio sus connotaciones nacionalistas y su realismo,
(recordemos que Saint-Exupéry no le puso uno permitiéndonos instalarnos sin obstáculos, ya
al protagonista, tal vez para subrayar su ajeni- desde antes de abrir el libro, en el mundo o la
tud a este mundo o su radical otredad respecto tierra del asombro que soñó Carroll, con toda su
a los humanos adultos). En todo caso, la traduc- colección de maravillas, de mirabilia.
ción más lógica, y que se corresponde con las
que se han hecho a otros muchos idiomas, sería Es precisamente esta última y hermosa palabra
“El pequeño príncipe”. Hay alguna edición así latina, plural neutro de mirabilis en algunas de-
titulada en castellano, pero es una rareza. clinaciones y también género literario medie-
val antepasado de las guías de viajeros, pues
En cuanto al Canto a mí mismo, es abrumadora refería las maravillas de una ciudad,3 la que
la cantidad de ediciones en nuestra lengua que escogió el poeta boliviano Eduardo Mitre (Oru-
llevan este título, aunque circulan unas pocas ro, 1943) para titular su cuarto libro: Mirabilia,4
versiones con otros nombres como “Canto de mí publicado en 1979, que consuma la revelación
mismo”, más literal pero sonoramente más po- que era promesa en Morada (Caracas, 1975)5 y,
bre, o “La canción de mí mismo”, que parece la luego, inminencia en Ferviente Humo (Cocha-
traducción más acertada por razones poéticas, bamba, 1976)6 así como en el disco Corpus,7 una
pero carece del énfasis de la voz de Whitman (o, temprana antología oral en voz del propio au-
al menos, el énfasis de la voz que le atribuimos tor grabada en 1977 y que incluía poemas aún
en castellano, León Felipe y Borges mediante). inéditos de Mirabilia.
Sea como fuere, en prosa los asuntos de tra- ¿De qué revelación hablamos? De la irrupción
ducción son menos vaporosos que en la poesía de una voz renovadora y esencialmente distinta
3 Se considera a las Mirabilia como parte de la literatura periegética: “[…] eran relatos que explicitaban el carácter fabuloso de la ciudad, aun-
que progresivamente fueron transformándose en una suerte de guías para los visitantes” en Riello, José. “Mirabilia Urbis Romae. Propaganda
política y apropiación simbólica de la Roma antigua en la Europa del siglo XVI” en Delgado Larios, Almudena (Coord.). Conflictos y cicatrices:
fronteras y migraciones en el mundo hispánico. Madrid: Université Stendhal-ILCEA-Dykinson, s.f., p. 99.
4 La primera edición, impresa en Talleres Don Bosco de La Paz en 1979, hoy es casi inencontrable y especialmente valiosa porque más tarde
Eduardo Mitre hizo modificaciones en la estructura del libro, en el orden de los textos y en varios de los poemas. La segunda edición (Santa
Cruz: El País, 2010) ya incorpora estos cambios, al igual que su Obra poética publicada por Pre-Textos.
5 Se ha citado muchas veces el elogioso comentario que le dedicó Octavio Paz a este libro en la revista Vuelta (de la que Mitre fue después
colaborador): “Es un libro precioso, hecho de aire y luz, hecho de palabras que no pesan, como el aire y que brillan como la luz. Un libro casi
perfecto”.
6 Dijo Julio Cortázar en relación a este libro: “La lectura de Ferviente humo ha sido para mí una bella experiencia de poesía. No es frecuente un
libro en el que cada poema constituye una entidad, algo así como una estrella que luego, con los otros poemas, dará la constelación total del
poeta”. Podría anotarse lo mismo de toda su obra, pues Mitre escribe auténticos libros de poemas, con textos que se sostienen por sí mismos
y alumbran también en conjunto; no se trata de poemarios armados con material verbal que, aun siendo fragmentario o disgregado, no
puede comprenderse por separado. Este carácter le da una inesperada ventaja a la circulación de su poesía en estos tiempos condicionados
por los espacios virtuales.
Por cierto, la segunda edición de Ferviente humo (Hipótesis, 1978) incluye el primer poemario del autor, “Elegía a una muchacha”, inicial-
mente publicado en 1965 en Cochabamba, la ciudad donde él vivió desde los seis años hasta su primera juventud, después de mudarse de
Oruro, su ciudad natal, a donde su familia paterna había llegado de Palestina en los años treinta del siglo xx.
7 Corpus es un disco de vinilo, entonces se decía un LP o longplay, de 33 r. p. m., producido por RCA.
22
en la poesía boliviana de su época; una voz que, Mitre nunca fue un autor mediterráneo,8 en la
sin renunciar al diálogo con la tradición poética acepción boliviana del término. Acaso por ser
del país —pensemos en sus poemas sobre José descendiente de migrantes palestinos, por pro-
Eduardo Guerra, Óscar Cerruto y Jaime Saenz, venir de otras sangres que cruzaron el mar, por
pero sobre todo en su posterior y vasta obra crí- haberle tocado desde la juventud partir en un
tica sobre poetas bolivianos de distintas gene- avión y convertirse en un extranjero (“En mi país
raciones—, se abría notoriamente a lecturas e ya era otro”9), en un errante que se va y, a veces,
influjos de otras tradiciones poéticas, estéticas prueba “el íntimo sabor del regreso”10, pero se-
y autores —como la breve poesía de imágenes guramente, sobre todo, por elección propia, se
del lejano oriente, la poesía visual y concreta, libró de ese mal nacional de sentirse atrapado
la poesía hispanoamericana del siglo xx, la obra entre montañas, o entre las montañas y la selva.
de Octavio Paz en tanto inspiración evidente y
llave de otras numerosas puertas—, al mismo Aunque sabe que “…las playas del exilio” son
tiempo que incorporaba resonancias marcada- “[l]as únicas que siempre tuvimos”, es un poeta
mente contemporáneas (la nueva narrativa, la que comprende que, ante todo, a los bolivianos
canción social y las ideas políticas y preocupa- “[n]os falta mar interior / Nos falta / Mar in-
ciones sociales de su tiempo), dando lugar a un terior / Querernos ídolos / Ignorar que somos
mundo propio en la confluencia de todas esas efímeros: Nuestro pecado mayor”11, según ase-
vertientes con la vida y experiencia del autor. vera, con deliberada reiteración, en ese poema
fundamental llamado “Razón ardiente”, don-
De esta forma, siendo como era y creciendo de cifra el sentido de su escritura y su enten-
como creció, la voz de Eduardo Mitre —con vo- dimiento de la condición humana, de lo que es
cación de poeta mayor desde temprano, aunque nuestro país y lo que era ese momento concreto
en un delicado y sutil tono menor— abrió una de su historia (“La patria: / Un río de nombres
ventana por donde entraron luz y una boca- ensangrentados”).
nada de aire fresco a la poesía boliviana en un
momento en que, a pesar de su rica tradición ¡Cómo no encontrar aquí el eco de Cerruto,
y pasados intercambios con otras poéticas, se de su “Doble desgracia / haber nacido / bajo
encontraba insularizada, como replegada en este sol / y ser artista. / Una mano posada en
sí misma, con unas pocas voces tan singulares el teclado / y otra en los dientes / mordida. //
cuanto poderosas (que así se modelaron acaso (Pobre país / o pobre yo, / todos nosotros, /
por aislamiento: desconectadas y desconocidas en este inmenso / país tan nuestro / y tan aje-
fronteras afuera, poco leídas y valoradas fronte- no.)”! Mas, sin embargo, aunque a lo largo de su
ras adentro), y con muchos autores anclados en poesía Mitre abreva del diamantino venero de
el marginalismo o un malditismo a ras del suelo. Cerruto12 y dialoga con Roberto Echazú (“Este
8 Tampoco lo fue editorialmente, es decir, en cuanto a la difusión de su poesía. De hecho, a diferencia de sus contemporáneos, que publi-
caban con dificultades en Bolivia, Mitre tuvo la posibilidad de ver editado su segundo libro de poesía, Morada, en la editorial Monte Ávila de
Caracas, entonces un referente continental, en 1975, cuando él tenía apenas 32 años. Esto le abrió a su valiosa obra la oportunidad de ser
conocida más allá del reducido círculo de lectores de poesía en el país y lo convirtió en el poeta boliviano de mayor visibilidad y lectoría
internacional, seguido por Pedro Shimose, que había ganado el Premio “Casa de las Américas” en 1972 y partido al exilio a España, donde
publicó numerosos libros y aún reside.
9 Obra poética, p. 186.
10 Ibid., p. 232. Esta cita corresponde al poema “La luz del regreso” del libro homónimo, publicado por Ediciones Portales en 1990. Varios
poemas de este libro hablan acerca de la experiencia del que retorna o son impresiones de viaje.
11 Ibid., pp. 187-188.
12 Tanto en el exquisito pulimiento formal del poema cuanto en algunos ámbitos de reflexión poética, como el de la materialidad y efectos
de las palabras —“las amorosas”, las nombra Mitre—, donde sus correspondencias son evidentes.
23
país-no país / no libre / y tuyo como tu canto”), Eduardo Mitre no es un autor denso o hermé-
no comparte su pesimismo salvo en un momen- tico; su poesía siempre ha sido transparente,
to tan aciago para Bolivia como 1980, cuando hecha de aire y luz.16 Si arriesga y experimenta
escribió “Razón ardiente”, poema a momentos (pienso en su etapa caligramática y concretis-
sombrío y de un registro distinto al de la mayor ta) no incurre en la complejidad;17 si filosofa o
parte de su obra. cavila, no cae en lo apodíctico; de ello le salvan
sus ojos de niño, siempre maravillados, como si
Sin embargo, incluso en este mismo poema, acabara de nacer o su día fuera el primer día de
acto seguido, a verso seguido de haber deplo- la creación. Por eso, Mitre está siempre dando
rado severamente nuestra falta de mar interior nombre a las cosas18—“y de aire y luz / nacida
y nuestra arrogancia, recupera la levedad de su vas / a decir los nombres”19—, como un Adán
mirada habitual —después de todo, “La vida es en el claro paraíso: nombra lo que imagina e
un entierro y una fiesta”13— y celebra la exis- imagina lo que nombra. “Así es la luz: naciendo
tencia diciendo: “Sopla el tiempo / Brota el sol crea”, anota en el tercer poema de Morada.20 De
/ La primera palabra: Primavera / Pinos glorio- ahí la extrema nitidez de su poesía, como anotaba
samente sentados / Por la escalera en caracol / Guillermo Sucre en la contratapa de Mirabilia:
Bajas cantando: / No hay mayor ascensión que “Nitidez: no el hacer claro el sentido del mun-
hacia la tierra / Contigo baja la luz / Tintinea do, sino el hacer del sentido del mundo la única
en la tetera / Por calles y plazas nos lleva / Mo- claridad posible”.21
viendo piernas brazos caras / La muy traviesa
titiritera”14. Para Eduardo Mitre, el nuestro es un mundo
de maravillas por descubrir y gozar si sabemos
Este es el Mitre más constante en su escritu- cómo mirarlas y nombrarlas; si, como lectores
ra, desde Elegía a una muchacha (Cochabamba, suyos, somos capaces de dejarnos caer por la
1965) hasta La última adolescencia (Madrid-Bue- madriguera verbal y beber el elixir de palabras
nos Aires-Valencia, 2016): el que contempla con que haya que beber para recobrar (o adquirir)
asombro las cosas del mundo (esas que “[n]o son esa mirada siempre asombrada, como la de
un misterio / Son un obsequio”15) y se maravi- “El pequeño príncipe” que puede ver corderos
lla en ellas, con mirada a la par atenta y risue- donde solamente otros verían cajas dibujadas,
ña, cuando no tierna o traviesa. Se trata de un tal como nuestro poeta puede ver en la vaca
contemplativo, no un mero observador, pues el “paz forrada de viento”;22 en la silla un atado
que contempla mira o recuerda, pero además re- de líneas que lo sostiene o una tarántula; en la
flexiona sobre lo que está mirando o recordando mesa, la infancia (“Crecer fue faltar poco a poco
—y nuestro poeta lo hace todo el tiempo. a la mesa. / Y se fue, como un astro, apagando la
24
mesa”23); en la lechuga, una bailarina que se re- pan o el agua —y lo hace en torno a la mesa de
parte en besos; en un cuarto, el mejor sitio para la memoria.
oír llover; en el sillón, “un entonces”24; o en la
puerta, una frontera “como nosotros”, “pues Es que esa identidad suya está hecha, como las
entre vida y muerte / odio y amor ¿qué somos de todos los humanos, precisamente de memo-
sino una frontera?”.25 ria, de una sucesión de memorias. Y aunque
Mitre afirma que no escribe para abolir el olvi-
Quizás por eso Mirabilia —esa colección de ma- do, lo consigue al raptar nombres y rostros de
ravillas cotidianas y domésticas, esa guía para su río. Y aunque son nombres y rostros suyos
asombrar a los viajeros, como lo eran las Mira- en sentido estricto, a través de ellos podemos
bilia medievales, ese (ahora podemos saberlo) encontrar, como al trasluz, nombres y rostros
delicado parteaguas en la poesía boliviana— es nuestros. Tal es la magia de su poética: que po-
un libro que pueden (y deberían) leer los más demos pasar a través del yo del autor como Ali-
jóvenes y/o los que están descubriendo la poe- cia a través del espejo, pues espejo y yo-autoral
sía, esa forma de ver y habitar el mundo de otra se deslíen en la bruma para abrirnos el paso.27
manera. Es un libro augural: como la luz, na- ¿Qué otra cosa es la memoria sino un espejo,
ciendo ha creado una estela, una poética que que cuando queremos (y cuando no) se deslíe
podríamos llamar del cotidiano maravilloso o y revela detrás todo un mundo, nuestro propio
de la cotidianidad maravillada, que luego en- mundo o el de quien abre el suyo para que pe-
cuentra continuidad en otros títulos de Mitre, netremos por él en nosotros mismos?
así como reverberaciones en poetas de genera-
ciones posteriores.26 Así, en esa trasposición autor-lector —y aquí
tomo de mi propia memoria nombres y lugares
Al respecto, es importante notar que aunque del mundo mitreano—, Yaba Alberto puede ser
el yo del autor está intensamente presente en nuestro padre o nuestro abuelo, con quien se-
toda su escritura, pues ella proviene de una guimos andando por la nieve aunque jamás ha-
acusada mirada subjetiva que está siempre ima- yamos hecho el viaje mutuamente prometido;
ginando y nombrando y de una apasionada con- Elizabeth Peterson, una pareja de juventud con
ciencia que tanto razona cuanto arde, y aunque la que nunca tuvimos un hijo; la muchacha de la
tal vez toda poesía sea una canción de nosotros “Elegía…”, una amiga muerta tempranamente;
mismos, el suyo no es un mundo poético indi- la Amsterdam de “Añoranza”, cualquier ciudad
vidual inexpugnable. Antes bien, su poesía es que no sea la nuestra; nuestra ciudad, cualquie-
“un estar entrañablemente compartido”, en ra que ésta sea, “la tierra de la extrañeza”28;
la medida en que está abierta a los lectores: la el cuerpo de Carlos Mitre, un cuerpo que nos
identidad del que escribe, (re)construida poe- despertó a la impotencia del grito; Daniel y San-
ma a poema, libro a libro, no se vuelca hacia sí tiago, los jugadores de un partido de fútbol que
misma, sino que se da al otro con la sencillez del terminó para nosotros hace tiempo “sin saber si
23 Ibid., p. 118.
24 Ibid., p. 119.
25 Ibid., p. 116.
26 Como Gustavo Soto (1954), Ricardo Ballón (1956), Gustavo Cárdenas (1961), Katterina López Rosse (1972), Gabriel Chávez Casazola (1972),
la poesía visual de Jessica Freudenthal (1978), Melissa Sauma (1987) y Marcia Mendieta Estenssoro (1992). Hay otras vetas de la poética mi-
treana que aquí no abordo, como el erotismo, que parece haber influido en la poesía temprana de Antonio Rojas (1963).
27 Acaso gritando tres veces: “Eva nieva la niebla” (Obra poética, p. 134), cual sortilegio mitreano.
28 Obra poética, p. 236.
25
lo ganamos / o perdimos”29; la tía Alcira, aque-
lla tía o abuela o aya que nos vio crecer sin dar-
se cuenta de que crecíamos; Gladys Moreno, la
propia Gladys Moreno; V. H., esa o ese imposi-
ble a cuyo lado aprendemos, con Guillén, a mo-
rir de sed junto a la fuente; Ernesto y Gabriel,
nuestros hijos o nietos o sobrinos, a quienes po-
demos confesarles, con Mitre, que “[l]a muerte
no existe”30 y dejarles nuestro verso preferido,
pidiéndoles que lo guarden en la memoria y nos
protejan del olvido: “Sólo para oír pasar el vien-
to / vale la pena haber nacido”31.
29 Ibid., p. 272.
30 Ibid., p. 398.
31 Esta última cita de Pessoa corresponde al poema “Testamento”, publicado en 1998 en Camino de cualquier parte (Obra poética, pp. 396-
398), casi 20 años después de que Eduardo Mitre incluyera el mismo fragmento en un poema de Mirabilia, al que más tarde, en una revisión,
tituló “El viejo organista” (Obra poética, p. 177).
32 Obra poética, p. 214.
33 Ibid., p. 123.
26
Juan Cristóbal Mac Lean Estrada
30
Poética de las periferias
Como todos saben, el título general de las ponen- serían las condiciones de posibilidad para que
cias o conversaciones que están teniendo lugar o tales palabras se lleven bien entre sí? ¿O direc-
discurriendo aquí, es el de “Poéticas bolivianas”. tamente no las hay? Dicho todavía en otras pa-
Ello ya de entrada nos enfrenta a cuestiones más labras, es como si quisiéramos, más bien, subir
problemáticas de lo que parecen. La forma más la palabra poética a un camión desvencijado
rápida y expedita de salvarlas es, simplemente, la y ponerla a pasear por los paisajes bolivianos,
de considerar que el título se refiere, simplemen- por sus accidentados caminos. Pero, a tiempo
te, a las diversas “poéticas” que tuvieran, como de hacerlo, es también con el sólo hecho de
ejemplo, algunos poetas de nacionalidad bolivia- ser-boliviano que ya, inevitablemente, entra-
na. En ese caso entonces, una de las formas de remos en conflicto.
responder a cuanto invitaba el título, estaría en
centrarse en la poesía y/o poética de cualquier
poeta boliviano concreto. Pero aun así, no todo
II
quedaría tan fácilmente despejado, pues tocaría
por atender dos especificidades cuyos alcances No es en absoluto desdeñable observar, de en-
estarían por determinarse. La primera de ellas trada, la dramática situación de la lectura en
viene sugerida por la misma palabra poética. Se Bolivia. Los lectores de libros, en general, ya
supondría que cada poeta es deudor, recipienda- son una pequeñísima minoría. Los lectores de
rio, fundador, etc., de una poética determinada, poesía, a su vez, son una minoría de la minoría.
más o menos explícita. El sentido del acto poético, en condiciones esta-
dísticamente tan ínfimas, es obvio que no puede
La segunda cuestión que merece aclararse está
dejar ser afectado por ellas. Habrá, de todas for-
planteada por la palabra “boliviana”. Poéticas
mas, toda una consiguiente serie de estrategias
bolivianas… Otra vez, todo puede zanjarse fácil
de mayor conjunción o inclusión, si no de apar-
y sensatamente si nos atenemos al significa-
tamiento y de desmarque, en relación ya sea con
do geográfico de nuestro título, aunque aun
una comunidad interna de lectores o respecto
así no está del todo claro si se trata de poéti-
a la inserción en la generalidad externa de los
cas de poetas bolivianos, es decir de poemas o,
otros a secas, desde el vecino, al conciudadano
por qué no, de otras cosas como la poética del
—¿al prójimo?—. Parece ser, en todo caso, un
paisaje en Bolivia, o la poética del carnaval de
desfiladero muy delgado el que habrá de reco-
Oruro, o la poética que se nos antoje siempre
rrer el caminante poético, un desfiladero con
que esté referida a algo nacional. Dejemos, de
sabidurías de catacumba y sabor de periferias.
momento, que la palabra poética quede vibran-
do entre los dos sentidos y preguntémonos de Pero más allá de esos aspectos, que de ninguna
una vez cuáles son las condiciones generales manera son sólo anecdóticos, hay otros pro-
en que sea posible acercar esas dos palabras, blemas de fondo, más difíciles de enunciar, de
poética y “bolivianidad”. ¿Se puede hacerlo? comprender y de vivir y concernientes a daños
¿No se repelen, o se ignoran? ¿Y cuáles son o y heridas en el lenguaje.
31
Y justamente, quizá con mayores riesgos, la Los hispano parlantes de este continente
poesía es un medio privilegiado de atender hablamos una lengua que guarda de una
u otra forma en cada palabra, en cada
asuntos de esa laya. Con mayores riesgos, digo,
giro, en cada una de sus letras el recuer-
pues nuestro propio lenguaje, y en tanto que do de las condiciones en que esa lengua
castellano/boliviano/sudamericano, ya de se impuso.
entrada se halla en una zona de diferendos y
tropezones. El mismo Octavio Paz ya lo decía: Merced de la poesía, entonces,
“El español es nuestro y no lo es. O más exac- Lo que debe ser curado es la herida irre-
tamente, el idioma es una de nuestras incerti- denta: la muerte sin exequias.
dumbres”. Esta amarga constatación tiene de-
De tal modo que en el centro de la poesía tam-
rivas que no pueden desatenderse. La lengua
bién estaría una empresa de “rescate y sepultu-
no es, en absoluto, sólo un instrumento neutro
ra” que, de una forma u otra afloró en los gran-
de comunicación. Al contrario, está llena de
des poetas latinoamericanos. Afirma, Zurita,
cicatrices y se graban en ella todas las desarti-
que “El recorrido de toda nuestra literatura ha
culaciones y desastres del mundo que la habla.
mostrado las huellas de un idioma en que cada
Esta inseguridad del suelo lingüístico, digna de
uno de los hablantes busca su salida en la pro-
una fenomenología del tropezón, la expresaba
mesa del nuevo mundo”. Es en tal contexto, jus-
muy bien la poeta boliviana Marisol Quiroga en
tamente, que cita estos versos de Vallejo:
un artículo aparecido en La Mariposa Mundial,
Nº 9 (2002-2003), “Alejandra Pizarnik: la palabra ¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
rota”, que se abre así:
Ante semejantes versos, Zurita apunta todavía que
Para nosotros, latinoamericanos y, más
aún bolivianos, herederos de una cultu- [E]n estas tierras la historia del dolor es
ra híbrida, no resuelta, la palabra no es inextirpable porque él está incrustado
algo dado. No hemos nacido con el don en las partículas mismas del idioma im-
de un lenguaje fácil, o hemos nacido con puesto.
un don roto, irremediablemente quebra-
do. La letra en que nació la pena… se trata, pues, de
una tremenda intemperie lingüística, de un
La reflexión sobre el lenguaje vivido como un es- verdadero descampado de la palabra.
pacio tensional, incluso extremo y fracturado, se
encuentra expresada o se deja sentir en varios Una vez yo mismo había sentido personalmen-
autores y lenguas en diversas formas, desde el te el golpe o el ventarrón de ese descampado,
vienés Karl Krauss doliéndose por la suerte del de esa intemperie lingüística por la que se fil-
alemán durante la ascensión del nazismo, hasta traban, además, muchos más vacíos, a diferen-
Kafka o Celan en su relación conflictiva con su tes niveles. Permítaseme que, a manera de in-
idioma, algo también es subyacente a la idea de terludio o digresión, inserte aquí esta historia
literatura menor esbozada por Deleuze/Guattari. escrita antes y que, como espero ustedes mis-
En nuestro caso, o para los fines de esta charla, mos lo comprobarán, es simplemente otra for-
nos interesa directamente el muy hermoso tex- ma de continuar con la misma historia:
to del poeta chileno Raúl Zurita “Poesía y Nuevo
Mundo”, en el que desbroza, justamente, el es-
combroso terreno en que se sitúa el lenguaje, tal
como éste se reveló ya en los primeros cronistas:
32
Responso por irminegelda lidesma nimos. Pero volviendo a lo de “comunicación”,
Benveniste apunta que ésta “debiera ser enten-
Iba caminando por un recodo del gran cerro,
dida como expresión literal de establecimiento
hacia el norte de Quillacollo, cerca de Liriuni,
de comunidad y de trayecto circulatorio”.
cuando en medio de un bosquecillo de euca-
liptos me encontré de pronto con un pequeño Lo que pasa cuando los trayectos se interrum-
cementerio. Semi abandonado, hechizo, de los pen o bloquean (entre sí), es que se desestabi-
que se dice son ‘clandestinos’, es decir donde lizan la comunidad y las palabras, por ende las
los difuntos entran sin que se les exija ningún vidas que se hablan, y de pronto se encuentran
previo Certificado de Defunción. en los cerros cementeritos clandestinos con
nombres como éste:
Me fui fijando, entre las desiguales tumbas,
sobre todo en los nombres propios. Ninguna irminegelda lidesma
llevaba el tipo de leyenda que se espera sobre
O tumbas sin nombre. ¿Y quién puede ser lla-
una tumba. Aquí apenas nombres, sólo dos ve-
mado si no tiene nombre, o su propio nombre
ces fechas, ninguna con el Que Descanse en Paz
está en duda? ¿Puede haber exequias sin nom-
de rigor o algún equivalente. Nada de epitafios.
bres?
Ni rastros de flores viejas. En algo que quiso ser
como un techito en una de ellas, había una faja Lo más probable, en todo caso, es que no es-
de cemento en que alguien había escrito algo, tén evaluadas en toda su enorme dimensión
seguramente con un clavo, mientras el cemen- las grandes quebraduras, las grandes fallas (en
to estaba todavía fresco. Me agaché a descifrar el sentido geológico) que hay en las fronteras
la inscripción, como un paleógrafo extraviado, interlinguísticas, sobre todo dentro del trián-
y hallé esto, copiado literalmente: gulo castellano-quechua-aimara (por las gran-
des magnitudes demográficas), así como poco
irminegelda lidesma
o nada se sabe del alcance, la profundidad y
Ni una mayúscula, ni fechas, ni nada más. Tal vez las consecuencias (económicas, psicológicas,
en su carnet de identidad, si alguna vez lo tuvo, judiciales, antropológicas, ontológicas, etc.)
se leía Hermenegilda Ledezma. Más allá había que conllevan dichas fallas. Ellas, para un gran
otras dos tumbas, sin nombres. Quizá de niños a conocedor del aymara (y sus fronteras con el
los que ni alcanzaron a encontrarles alguno. castellano) como es Javier Mendoza (al que ya
volveremos), están nada menos que “en la raíz
Las lenguas en conflicto, la imposición de nom-
de nuestra incapacidad de formar una mezcla
bres, los diferendos, fronteras y barreras, fric-
coherente.” En otras palabras, eso también lo
ciones entre lenguas, la escritura y la oralidad,
decía Zurita en el mencionado texto:
las ortografías de la pobreza, los entierros clan-
destinos, y certificados y leyes… Nada más que En cada párrafo de los primeros escrito-
res de estas tierras […], están ya conteni-
en la inscripción tan dificultosamente trazada
das las condiciones presentes de nuestra
sobre aquella tumba, ya afloraban esos y más habla y la endémica incapacidad de estos
temas, con toda su soterrada, clandestina y ca- países para edificar proyectos sociales
llada violencia, su tragedia. permanentes no es ajena a esa relación
traumática con nuestra propia lengua.
Mucho antes que para comunicar, dice Benve-
Mendoza tampoco cree, volviendo a él, que lle-
niste, el lenguaje sirve para vivir. Poco faltaría,
gue un futuro en que puedan darse paso, la una
en efecto, para que vivir y hablar no sean sinó-
lengua a la otra, con menos fricciones. ¿Acaso
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no han pasado ya, en palabras de Iván Guzmán sus particularidades y sus variaciones y que es
de Rojas citado por Mendoza, “quinientos cin- incluso por excelencia el Índice de los cambios
cuenta años de profundo desentendimiento”? que se operan en la sociedad y en esa expresión
privilegiada de la sociedad que se llama la cul-
En tales condiciones, ¿es una comunidad po-
tura”. Dados ambos extremos en tan delicados
sible? Pues cada escritor, cada poeta, quisiera
temas, con su parte inasible y que se fragua, sin
en el fondo dirigirse a un interlocutor, aunque
duda, durante tiempos muy largos, cruzando
éste sea sólo posible, venidero, ignorado. En
capas de desamor, atravesando generaciones,
el caso ideal, sus palabras podrán dirigirse a y
muy imperceptiblemente, entonces nos resul-
ser acogidas por una comunidad. Sin embargo,
ta imposible inclinarnos a cualquier extremo,
siempre están dadas las condiciones de impo-
en cuanto al grado de determinaciones mutuas
sibilidad de dicha comunidad. Las palabras de
entre lengua y sociedad. Sin embargo, ante la
Jean Luc Nancy pensando en la comunidad son
sola escritura del nombre, del posible nombre,
especialmente punzantes en este contexto:
de uno de los nombres de:
Lo que está “perdido” de la comunidad
—la inmanencia y la intimidad de una irminegelda lidesma
comunión— está perdido sólo en este
sentido: a saber, que tal “pérdida” es estamos como ante una herida de la lengua, una
constitutiva de la “comunidad” misma. lengua herida y sin redención, muy lejos de ser
ella una lengua absuelta (palabra de Canetti, otro
En contextos de esta naturaleza, inevitable sur-
devastado por la elección de lengua). La herida
ge la interrogación: ¿hasta qué punto una len-
más inmaterial, inaprensible, imperceptible es
gua forma a una sociedad, hasta qué punto las
la de la lengua y sus escombros y ruinas quedan
posibles disfunciones o bloqueos en una lengua
por doquier en los paisajes de la palabra, ya sea
se reflejan en su sociedad? Pregunta cuya ur-
en la inscripción del cementerio o en la lengua
gencia se redobla ante el caso de lenguas para-
hablada, enrarecida, mutilada que se escucha
lelas, enfrentadas, contrapuestas o en situación
por doquier.
de diferendo en un mismo territorio. Recorde-
mos que, como las especies, también hay len- ¿Y cuál es o en qué resultaría la posición de la
guas amenazadas y lenguas que desaparecen. literatura, de la poesía, en una situación seme-
jante? Es quizá acercándonos a César Vallejo,
En un primer momento, Benveniste refiere las
que podemos arriesgarnos por esos territorios
observaciones por las cuales parece concluirse
en los que el tartamudeo-en-la-propia lengua
que “la sociedad y la cultura inherente a la so-
y la íntima extranjería ante ella configuran los
ciedad son independientes de la lengua”, que
bordes de una nueva palabra.
“lengua y sociedad no son isomorfas, que su
estructura no coincide, que sus variaciones son Entretanto, estamos aún en las fronteras, los lí-
independientes”. La diferencia que separa sus mites y diferendos suscitados a lo largo de las
organizaciones estructurales permite asegurar líneas de choque, encuentro y desencuentro
que son “magnitudes no isomorfas”, carentes de entre lenguas, y consiguientemente culturas,
correspondencias de naturaleza o de estructu- sin absolutamente nada en común. La posición
ra. Sin embargo, prosigue después Benveniste, en que quedan las lenguas subalternizadas y en
“otros autores afirman, y es no menos eviden- riesgo recuerdan al concepto de diferendo en
te, que la lengua es —como dicen— el espejo de Lyotard y que se origina en el no-poder-formu-
la sociedad, que refleja a la estructura social en lar o demostrar que se recibe un daño a falta de
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un lenguaje y reglas comunes entre las partes singularidad de su trayectoria tan breve, de su
comprometidas. muerte tan temprana.
¿Constituiría un daño, por ejemplo, la tácita Pero sin demorarnos más en su figura, señale-
orden social según la cual le pondrás a tu hijo mos los versos que tan hondamente nos tocan,
un nombre en otro idioma que ni conoces bien? removiendo el campo que delineábamos, justo
Tal vez de ahí viene, en el fondo, dicho sea de en la medida en que esos mismos versos, o esa
paso, esa profusión de nombres casi surrealis- poética, si se quiere, pareciera brotar desde el
tas y sobre todo en inglés que se advierte en la centro de una herida de la lengua y, con todo,
actual onomástica popular. Cuando la política ante la posibilidad de la reconciliación:
y la poética de los nombres propios se desen- enmohecida de tisis cantáramos la voz y
cuentran trágicamente. [el hombre
aquel restituido que olvidamos,
Es que se sigue escuchando el derrumbe de la abriéramos las manos y saludáramos
Torre de Babel y como todo derrumbe de pro- dentro de su sangre
porciones arrastra sus damnificados. Lenguas
La voz del poeta, es decir la poesía, está enmo-
que desaparecen, lenguas que son canibaliza-
hecida de tisis y es con ella que se va a cantar,
das, lenguas que resisten, lenguas que se olvi-
de tal modo que recordemos y fundemos las
dan, lenguas que se aprenden… Todas vienen
exequias, restituyamos a quien habíamos olvi-
de la vida y son para vivir, sus palabras dicen
dado y le demos sepultura, para poder así y a un
la vida y la vida está hecha de las palabras que
tiempo, saludarlo dentro de su sangre, con una
la dicen, mientras la muerte deja sin palabras
manos que, dicho en el subjuntivo futuro, llegá-
o apenas las deja garrapateadas por ahí, por
ramos a abrir. “Salutación” se llama este poema.
ejemplo en el cementerito clandestino en que
Descansa en Paz: En ese posible camino señalado, podría qui-
zá curarse la palabra, curarse el lenguaje. Una
irminegelda lidesma
palabra curada, o absuelta, que seguramen-
te también es la palabra que nos permite un
acercamiento menos violento y destructor con
*** *** la propia tierra que habitamos. La naturaleza,
Ahora bien hasta aquí hemos trazado, entre para una palabra así, es lo opuesto de un simple
parcial y generalmente, a muy grandes rasgos, repositorio de materias primas signadas por el
una problemática difícil y que nos deja en te- valor de cambio y se abre, más bien, hacia una
rrenos áridos. Nuestro recorrido, a todo esto, conciliación, reconciliación con la tierra o po-
no deja de embarrancarse. ¿Es posible abrirle dríamos decir, también, con los paisajes.
definitivamente el camino? Aquí las respuestas Palabra y paisaje, entonces, despertarían el uno
y maneras pueden ser muchas, pero quisiera al otro gracias una poética política (o hasta una
quedarme con el posible sendero señalado por política poética) alentada por la utopía de la
los versos de ese gran poeta que fue Edmundo casa común y la palabra liberada de sus lastres y
Camargo. Que sea él quien mejor nos asista en desastres. Es decir un imposible. Pero ya lo dijo
este sendero de incertidumbres no es casual. Su Lezama Lima en La expresión americana: sólo lo
propio aparecer desde ninguna parte y derra- difícil es estimulante. Sigamos, pues, por ese ca-
marse tan definitivamente sobre la poesía boli- mino difícil e imposible, volvamos a partir por
viana está acompañado, inevitablemente, por la esos paisajes.
35
Mónica Velásquez Guzmán
38
Una lectura generacional de algunas poéticas
recientes 1970-1999
Comienzo este avance de una investigación en años); b) hacerlo no desde lo producido por un
curso con estas palabras de Agamben para ad- poeta, sino desde una serie de síntomas o seña-
vertir y explicitar, de inicio, una toma de posi- les que relacionan las escrituras y las inscriben
ción: se lee lo actual tomando distancia de ello; en un aire de época, lo que permite reposicionar
se lo hace en un doble ejercicio crítico de quien lo que puede ser hasta ahora una clásica lectura
se desfasa de su tiempo, se vuelve distante de generacional y c) establecer desde ese mapa de
él. Entiendo por tal giro un ejercicio crítico que gestos escriturales una problemática para rede-
se coloca de lado, al margen, para ver lo que su- finición de la propia crítica al respecto.
cede mientras sucede. Se asume esta decisión y
sus bordes, el riesgo de una profecía, la osadía Lo reciente encierra y evidencia la paradoja
de diagnosticar lo efervescente; en ese sentido del aparecer yuxtapuesto de escrituras cuyos
el desfasaje, pues habrá que asentar el ojo no autores/as pertenecen a momentos diferentes,
en lo que se ve y se manifiesta, o no solamente, pero que, sin embargo, coexisten, trizando la
sino en lo que se insinúa, se ensombrece entre concepción secuencial y linealmente progresi-
las obras y entre las autorías. va del tiempo. La mirada que atiende a lo gene-
racional, si bien permite una apariencia de or-
Cada lectura establece, cada vez, sus reglas de den convencional, al devolver cada autor a una
juego. Con ellas responde al desafío de volver a fecha —lo que visualiza su inserción, diferencia
oír o de iniciar el oído de las obras con renovada y actualidad o no respecto a sus congéneres—,
atención y desde un ángulo imprevisto que le también devela las limitaciones del sistema, sus
permite activar significaciones. Dada la invita- desbordes. Es decir, el tiempo de nacimiento
ción a este 9º Foro de Escritores Bolivianos, de- biológico del sujeto autor y las condiciones de
dicado al tema “Poéticas bolivianas”, rigen mi ese contexto no coinciden con la aparición de
lectura tres condiciones que, sin ser las mejores, la obra y tal vez menos aún con la temporalidad
me permiten iniciar este recorrido: a) ocupar- con la que pacta o en la que se inscribe el ima-
me de escrituras actuales, no solo inmediatas ginario que su obra activa. Por ello, inicio este
(es decir producidas durante los últimos treinta ejercicio lector poniendo a cada quien en su
39
fecha, pero termino haciendo estallar esa com- boliviana, especialmente vía antologías,1 sigue
prensión situada de cada autor al filiarlos más siendo una tarea pendiente verificar si, junto a
bien a constelaciones y a afinidades selectivas. la influencia de autores universales en nuestras
letras, hemos nosotros, por nuestra parte y en
En cuanto al concepto abierto de poética, tanto autores, influido o dialogado con poetas
sin excluir la consideración de poemas que extranjeros; lo que nos alejaría de ser consumi-
explícitamente se refieran a elementos poéticos dores a ser co-productores de cultura. 2) Una
o escriturales, sistema de ideas o visión de forma particular de arribo a la tradición vía pu-
mundo, más bien me interesa destacar los blicación se ha dado en los talleres literarios,
gestos poéticos de cada generación a fin de ir poco frecuentes en nuestra tradición, tanto
desordenando la secuencia y entendiendo así en La Paz (Fernando van de Wyngard, Jessica
que la tradición no es una fijación estable que Freudenthal), en Cochabamba (Vilma Tapia,
sitúa casillas o lugares inamovibles, sino un Juan Malebrán); o en Santa Cruz (Poetangas, di-
movimiento constante de modos de imaginar rigido por Gustavo Cárdenas y Juan Murillo, y
subjetividades, lenguajes, relaciones, etc. Por lo Llamarada verde, dirigido por Gabriel Chávez).
tanto, la investigación que apenas comienza en 3) La última condición relevante que menciono
base a dos plantillas cuya concepción temporal (y da para mucho más) trata de algunos giros
ordena de modo variante la producción poética en nuestra práctica editorial. Actualmente con-
reciente: una cronológica que sitúe obras y viven esfuerzos editoriales instituidos, como
autores y otra que rompa el tiempo en lo que el de Plural, que ha invertido en la visibiliza-
Lezama Lima denominó Eras imaginarias ción de la poesía desde más de veinte años, u
(recurrencia de figuras o nudos en que nos otros esfuerzos como 3600 o El Cuervo, con
imaginamos). La yuxtaposición de esas dos microeditoriales, blogs, fanzines revistas, car-
maneras de “ordenar” la producción permitirá toneras, autoediciones, etc. De todo esto, como
hacer audible el ruido que existe entre la se verá, se extrae un mapa bastante heterogé-
pertenencia a una tradición y el desmarque que neo y complejo en que autores/as se articulan
dialoga con un imaginario más itinerante. a cada uno de estos mundos constituyendo e
involucrándose en nuevas plataformas.
No cabe repetir ahora la enumeración de las
condiciones de producción de estas tres gene- Comencemos ahora a trazar la primera planti-
raciones (nacidos en los setentas, ochentas y lla, leer generaciones poéticas. Para ello, aclaro
noventas del siglo xx), por demás claras, pero que entiendo generación, por ahora, y con las
menciono algunos cambios centrales: 1) nues- palabras de Ortega y Gasset, como la coexisten-
tra condición mediterránea, elaborada por cia de autores que nacen y publican más o me-
varios críticos y retomada por Gabriel Chávez nos al mismo tiempo y que:
y por mí misma, para pensar con ella no nues-
tra situación geopolítica sino una manera de Solo se coincide con los coetáneos. Los
contemporáneos no son coetáneos: urge
estructurar nuestra cultura, incluso nuestra
distinguir en historia entre coetaneidad
“espiritualidad” (Chávez, 2017). Si bien en los y contemporaneidad. Alojados en un
últimos años se ha logrado exportar poesía mismo tiempo externo y cronológico,
1 Ver: “Un paseo por la poesía boliviana: ensayos y muestra antológica” en Alforja: revista de poesía, núm. 43, México D.F.: 2007, pp. 22-85;
Quiroga, Juan Carlos Ramiro (compilador). Cambio climático. La Paz: Fundación Simón I. Patiño, 2009; VV. AA. Antología súbita, Cochabamba: 2015;
González, Gladys y Malebrán, Juan (compiladores). Ulupica. Valparaíso: Libros del cardo, 2016.
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conviven tres tiempos vitales distintos. blican recién entrado el siglo xxi y se articulan
Esto es lo que suelo llamar el anacronis- más bien a las poéticas de la más reciente ge-
mo esencial de la historia. Merced a ese
neración, como Mikio Obuchi, Claudia Daza o
desequilibrio interior se mueve, cambia,
rueda, fluye. Si todos los contemporá- Daniel Ayoroa.
neos fuésemos coetáneos, la historia se
detendría anquilosada, putrefacta, en un En el primer grupo, ante la percepción de un
gesto definitivo, sin posibilidad de inno- mundo vital que se esconde en lo pequeño,
vación radical ninguna.2
perdido o evocado, Benjamín Chávez opta por
la abstracción del sujeto que aparece detrás de
Lo que permite pensar los grupos de autores
objetos, situaciones y escenas miradas desde la
entre sus coetáneos y sus contemporáneos.
distancia; destaca su atención de oído fino ante
Tres generaciones que conviven en el tiempo.
lo mínimamente móvil. Ese mismo ambiente,
pero bañado de polvo, de viajes interiores y de
precisión encarnan en Paura Rodríguez y Katte-
1. Últimos moradores del lenguaje, poetas rina López Rosse; mientras que el pensamiento
de los 703 que Rodríguez insinúa sobre el sujeto y sobre
la opacidad del lenguaje son desarrollados con
Formada por niños en dictadura y usuarios más una poesía dramática y un lenguaje cada vez
o menos asombrados de las bondades de la tec- menos entero por Velásquez; de su renuncia
nología, mi generación podría caracterizarse imposible a la lucidez puede pasarse al reverso,
por la búsqueda de trizar, borrar, pluralizar o la añoranza de una alegría que se niega a dejar
anular los azares de la voz poética, la explora- de apostar por la vida como experiencia en Ga-
ción o la vuelta a lo que se llamó la “poesía de la briel Chávez. De un lado, casi todos trabajamos
experiencia” y una mirada hacia los objetos, lo descentrando al sujeto poético y despojándolo
nimio y lo cotidiano. Poetas académicos, perio- de su autoridad y sus certezas; varios han cons-
distas y/o gestores que iniciamos los festivales truido atmósferas poéticas delicadas y melan-
vigentes en el país hasta hoy, encuentros revis- cólicas como Rodríguez y López Rosse o más
tas y publicaciones de y sobre poesía boliviana vitales y distantes de emoción como B. Chávez;
fuera del país. Dentro del marco hay sin duda o añoranzas de otros espacios y tiempos, como
múltiples posiciones. Podría dividirse la gene- G. Chávez.
ración en tres grupos: quienes publicamos a
inicios de los noventa y contamos con una obra Me arriesgo a afirmar que lo que los une podría
desarrollada (B. Chávez, G. Chávez, P. Rodrí- llamarse el gesto de los últimos moradores del
guez, López-Rosse, Velásquez); quienes nacidos lenguaje. Me explico: a diferencia de la preocu-
al término de la década tienen ya una obra que, pación por lo político-social en poetas nacidos
en verdad, dialoga más con los ochentas que durante los 40 y 50, y del repliegue que después
con los de la generación (como Freudenthal o de la caída de ideales en los ochenta hizo que
Barrón) y quienes, nacidos en los setenta, pu- varios de los poetas de los 60 se dirigieran a sa-
2 Ortega y Gasset, José. “En torno a Galileo” en Obras completas. Vol. V. El tema de nuestro tiempo. Madrid: Alianza Editorial / Revista de
Occidente, 1983.
3 Tomo en cuenta la obra de: Claudia Peña (1970); Benjamin Chávez (1971), Mónica Velásquez Guzmán (1972), Gabriel Chávez (1972),
Katterina López Rosse (1972), Oscar Gutiérrez (1972), Paura Rodríguez (1973), Alejandra Barbery (1973), Vadik Barrón (1976), Rery Maldona-
do (1976), Ada Zapata (1976), Daniel Ayoroa (1976), Lourdes Saavedra (1976), Claudia Daza (1977), Mikio Obuchi (1977), Mauro Alwa (1977),
Adriana Lanza (1978), Jessica Freudenthal (1978), César Antezana (1979).
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grados lejanos y personales (Tapia, Quiroga, Pé- mucho tiempo) o César Antezana, quedan atra-
rez), los de los 70 encontraron una morada en pados entre la morada y el exilio de la lengua
el lenguaje. Sin embargo, como ya lo advirtiera poética; quizás por ello sus escrituras aguarda-
Cerruto, este sitio no es sin hostilidad, no es un ron mejor momento y callaron hasta bien en-
refugio ni una atalaya, por lo que varios de los trado el siglo xxi.
poetas indagan los borramientos del sujeto, re-
clamando o lo vital residiendo en los objetos y
las cosas sin sujetos, o la experiencia vital que
desea para sí un sentido, o, más radicalmente, 2. Los deslenguados poetas ochenteros
afirmando lo ficticio y lo opaco como rasgos
centrales de un lenguaje del que se empieza a La generación de los ochenta es numerosa y
desconfiar, a desbordar. Ante la pregunta de prolífica.4 Entre sus múltiples manifestaciones
qué hacer y quién ser en el lenguaje hay varias encuentro un gesto en común, al que denomino
posiciones, pero subyace a todas ellas el deseo el ejercicio de lo “deslenguado”; es decir, hay
de lenguaje, por paradójico que sea, en última, en estos poetas un hambre experimentadora
abdicar de él. Y hago hincapié: la revelación de que descoloca sus escrituras, han buscado la
la opacidad del lenguaje es el antecesor pero irreverencia, el fuerte intertexto con los dis-
también la resistencia última antes de deve- cursos cinematográficos, la parodia de discur-
nir en el gesto experimentador de los poetas sos marquetineros o publicitarios, la alta narra-
ochenteros. En este grupo es patente tanto la fe tivización del poema, el posmodernista rescate
en la palabra (incluso en su poder sanador o de de lenguas o mundos indígenas, etc. De alguna
compensación al mundo, para algunos, y la or- manera se los puede filiar a un eco neovanguar-
fandad de un lenguaje que se desmorona pero dista de los setentas pero, claro, pasados por el
lucha por tenerse en pie, para otros). descreimiento y a veces imposibilidad del siglo
xxi. Varios de ellos se dieron a conocer en con-
Ahora bien, es justamente en ese sinsabor del cursos nacionales, varios alentaron a y publica-
no caber en el lenguaje que los poetas de fines ron en las cartoneras como formas editoriales
de los setentas, Freudenthal y Barrón, hallan que postulaban una posición de marginalidad
modos para una salida lúdica al impase existen- ante el mercado o la legitimación instituciona-
cial en la reedición de la vieja tensión entre lo lizada de la tradición, aunque luego la buscasen
visual y lo sonoro como dimensiones de lo poé- vía premio, por ejemplo.
tico que, a la vez, los emparienta con los de la
siguiente década. Deciden, pues, deshabitar el Ese deslenguaje se manifiesta como ruptura
lenguaje, sin más solemnidades ni penas, fugan, formal que, insisto, los emparienta con los neo-
podría decirse, fuera de lo literario, desde las barrosos argentinos (explicita fuente en varios
ruinas de lo trascendente hacia lo contingente. de ellos), con poetas como Juan Luis Martínez o
Los que llegaron después, como Daza, Barbery Elvira Hernández de Chile, con la exuberancia
(quien había publicado algo que luego dejó por de imágenes o con un renovado parrasianismo.
4 Considero entre los poetas de esta generación a: Diego Mejía (1980), Rodny Montoya (1981), Janina Camacho (1981), Elvira Espejo (1981),
Rocío Ágreda (1981), Leonardo Nicodemo (1982), Edgar Soliz (1982), Guillermo Ruiz (1982), Oswaldo Calatayud (1982), Emma Villazón (1983),
Sergio Gareca (1983), Pablo Osorio (1984), Montserrat Fernández (1984), Pamela Romano (1984), Jorge Samos (1985), Anuar Elías (1985), René
Filipovich (1985), Claudia Pardo (1985), Albanella Chávez (1985), Omar Alarcón (1986), Juan Pablo Salinas (1986), Roberto Oropeza (1986),
Paola Senseve (1987), Melissa Sauma (1987), José Laura (1987), Giovanni Bello (1988), Danny Lu (1989), Pablo Espinoza (1989).
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Así, por ejemplo, el segundo libro de Villazón poema a la del autor; ahora retratado como un
o los de Romano o los de Mejía hieren la sinta- ser entreborrado y maquillado, como se verá en
xis, exageran la parodia de otros discursos, re- la generación más reciente.
visten al texto de cortes cinematográficos, etc.
Mientras que los nacidos en los últimos años
de la década, como Torrico, Gareca, Filipovich,
Samos, Salinas o Ágreda parecen irrumpir con 3. Entre la retórica del fracaso y la seducción
la prosa y lo prosaico hasta hacer que lo lírico del ruido, poetas de los noventa
se trice en ironía; otros más, como Janina Ca-
Entre los poetas nacidos durante la década de
macho, vuelven a la imagen explosiva y otros
los noventa5 se distinguen claramente dos gru-
como Elvira Espejo o Mauro Alwa ingresan en el
pos. Quienes se desprenden de la movida car-
escenario desde sus mundos indígenas en una
tonera hacia la autoeditorialidad y quienes son
poesía bilingüe o trilingüe. Cerca de ellos, como
cobijados en talleres de escritura; habrá algu-
un puente cultural, otros poetas como Montse-
nos que parecen ir solitariamente por fuera de
rrat Fernández transitan desde el mundo griego
los modos anteriores, pero por ahora no me son
al andino por medio de la reescritura de figuras
visibles. Los primeros, muy fuertemente pre-
míticas, poema dramático y extenso.
sentes, me parece, en Cochabamba y en La Paz,
encarnan lo que podría llamarse el poeta dise-
Mención especial merece Edgar Soliz cuyo ima-
ñador o el poeta editor en el término fuerte de
ginario restituye la fuerza de los cuerpos en una
la palabra. Este tipo de poeta está tan ocupado
reivindicación del deseo marica (en sus términos)
en hacer su obra como en editar la de quienes
y por medio de formas irreverentes que en mucho
considera sus pares; de esa manera suele ir pu-
recuerdan a Lemebel o a Lamborghini. Cerca de él
blicando varias plaquettes y fanzines (lejos del
estará César Antezana, quien trabaja otras corpo-
formato libro en tanto objeto culto y acabado,
ralidades errantes y otras censuras sociales.
legitimable, objeto de mercado, etc.) más en-
tendidos como huellas, papeles, cifras de una
En un estallido parecido al de las democracias
búsqueda mayor que frecuentemente excede lo
y del mundo del destape español o posdictadu-
literario y que, a tiempo de desafiar los circui-
ra en América, en esta generación priman las
tos comerciales, ostenta su calidad de margen,
variantes lejanas entre sí, entre lúdicas y nos-
aunque no sean pocos los circuitos nacionales
tálgicas por medio de la exploración de formas.
e internacionales por los que discurre. Comien-
Se demoran en formas que rozan un afuera del
zo señalando lo que podría parecer una ocupa-
lenguaje poético, por sus bordes. Ellos y ellas
ción porque de ella se desprenden rasgos que
escriben más bien explorando y fugándose cada
me interesa destacar hacia una poética genera-
vez de los sitios donde el alojo pudiese tentar
cional. Primero, el explícito descalce del modo
el significado. Tampoco es casual que varios de
editorial tradicional, por el que varios de ellos
ellos dejaran la literatura para dedicarse a otras
deciden no ajustarse ni ya pretender la legiti-
artes o incluso a otras ocupaciones. En última,
mación de un marco de prestigio ha hecho que
en esta generación y luego más radicalmente
críticos de su generación, como Giovanni Bello,
aún, se pasa de la crisis de la enunciación en el
5 Considero las obras de Iris Ticona (1990), Camilo Barriga (1991), Santiago Rothe (1991), Joan Villanueva (1991), Valeria Sandy (1991), Nicole
Vera (1992), José Villanueva (1992), Catherine Mattos (1992), Anahí Garvizu (1992), Marcia Mendieta (1992), Nacho Navarro (1994), Inti Vi-
llasante (1994), Lucía Rojas Rothe (1994), Trilce Chávez (1994), Andrés Mariño (1996).
43
afirmen que se trata de la primera generación de saber que ‘esto y no el ideal es lo que hay’. El
rupturista dentro de nuestra más bien quieta y regodeo del fracaso revierte signos, convirtien-
amable tradición poética.6 Segundo, la ruptu- do la retórica en erótica. El “reverso del uni-
ra que alerta esta forma editorial está en otra verso” no es mejor que éste, las cicatrices y los
parte. En una filiación callejera, que rescata las apuntes no mejoran el panorama, pero las ano-
hablas populares, fuertemente la visualidad del taciones inscriben lo que sucede y su reflexión,
cómic, el fanzine y la ilustración, frecuenta la el hecho y el sujeto que lo significa y, por tanto,
ironía y desviste al verso de su retórica, gesto un humor atestigua la ausencia o falencia del
también explotado en la década anterior. En las ideal. Sin embargo, esta voz anda “relateando
escrituras más recientes, el intertexto con lo con la forma días enteros”, en la ridiculez de los
visual explota hacia una hipertextualidad y se contactos —síntoma tan propio del siglo xxi— y
refuerza con la polución, el ruido o la explora- aunque llega “siempre un minuto tarde para las
ción, por ejemplo, del glitch. buenas conversaciones”, acude no pocas veces
a la sexualidad, aunque de nuevo, aclara “nada
En Erótica del fracaso, obra de José Villanueva, de activismos debajo de la ropa”.
poeta que se destaca en esta generación, lo fa-
llido lejos de esconderse, despliega sus secretos En los autores nacidos después del 94, entre los
goces. Lo remarco porque me parece localizar que destaca Inti Villasante, más bien dicha re-
allí la síntesis de un gesto generacional: la re- tórica se extiende a la seducción del ruido que,
signación irónica a lo frustrado que, lejos de visual o sonoro, oscurece el sentido sin acabar
asfixiar voluntades, literalmente las atiza, pro- de asfixiarlo. Así, las páginas son casi ilegibles,
vocando un erotismo novedoso e irreverente, pero los textos están allí, como también la cons-
tanto que de soslayo acaba en alusión satírica a tante interferencia de recursos que refuerzan la
la generación del cambio en el país… Esta retó- imposibilidad del lenguaje desde sus soportes
rica estaría, pues, alimentada de lenguajes que, materiales. Aunque aparezca un deseo de alte-
fracasando en su significación trascendental, se ración dadaísta, o quizás por ello, en el fondo
sitúan y regodean en significaciones parciales, hay un trabajo socavador que va fisurando las
presentes y marginales que exaltan la falla cul- certezas desde abajo, más que en silencio, en un
tural. Lejos de la trascendencia, se afirma y ha- constante mascullar que desea pero no puede
bita la contingencia. En radical oposición a una establecerse como otro sistema significante.
“forma obligatoria de sentir/ forma obligatoria
Entre la retórica del fracaso y la erotización de
de festejar”, la voz poética en plural reafirma:
esa retórica se hallan algunos deseos interme-
“somos las peores personas que conocemos”, lo
dios, como el deseo de no-filiación o de leerse
que remite a un tono generacional desfachata-
como “rupturistas” en la genealogía familiar
do y nostálgico a la vez, que roza un cierto cinis-
poética, o el de la ilegalidad propia del mundo
mo como lo piensa Sergio Rojas, en tanto último
piratero y autorregulado de la microeditoriali-
refugio de un sujeto que aún reclama ser tal, en
dad, el deseo de insanía más que de una roman-
un mundo todo objetivado y mercantilizado.
tizada locura, que llegue a pervertir los siste-
Sin embargo, esta voz alardea sobre esa lucidez
6 Vale la pena enmendar un malentendido en esa publicación: el Hombrecito sentado o Mujercita sentada o La pareja sentada (dice mucho
ya el cambio de nombre) fue el antecedente y puente entre una editorialidad formal y una microeditorialidad de autor. Cabe recordar que
dicha iniciativa surgió a inicios de 1990 justamente porque la poeta Blanca Wiethüchter resentía como autora un circuito que más impedía
que posibilitaba la difusión de su obra y la de sus pares. Quienes publicamos con ella tuvimos que hacernos cargo de todo el circuito de pro-
ducción y de ventas, lo que sin duda no dio otra medida y otra experiencia del libro encargado a sus publicadores.
44
mas de poder, incluso los propios. Este deseo de los más jóvenes, quienes más bien explotan
culminará en el ruido que quiebra el apacible el sentido para abrir el poema a una renovada
(nunca tanto, pero bueno) terreno de la signi- relación inter-artes. Una “movida” que, dispar
ficancia; lo que conecta con voces como la de en sus dos manifestaciones, explicita ciertos
Edgar Soliz o la de César Antezana, poetas que síntomas como el de los deseantes, el de los nos-
aunque nacidos antes, publican entre estas de- tálgicos de referencias y el de los lúdicos que
seantes escrituras para instaurar allí deseos ho- entre las artes y las letras van dejando sus pro-
mosexuales y transexuales, en la última fuga de pias búsquedas y maneras…
los sujetos identitarios hacia sujetos deseantes.
Lo que da para más de una reflexión.
Cierre a la primera plantilla
El segundo grupo de autores proviene de su
formación en talleres, una modalidad reciente- A manera de juego y desafío crítico, comencé
mente extendida en nuestro país y que ha dado esta investigación con un mandato arbitrario,
pie a la aparición de autores como los de Llama- el de ordenar la danza de la producción poéti-
rada verde en Santa Cruz o los del mARTadero ca en casillas cronológicas. Al hacerlo, surgen
o los dirigidos por Vilma Tapia en Cochabam- preguntas que no se responden con simpleza:
ba y, ocasionalmente en La Paz, los de Fernan- ¿por qué hay autores que callaron 20 años para
do van de Wyngard. En el caso del primero las aparecer en sus obras?, ¿por qué hay escrituras
escrituras evidencian búsquedas personales cuyo imaginario estuvo años o incluso déca-
e iniciales lenguajes, no todos sus autores son das antes?, ¿qué polos de un pasado inconclu-
nacidos en los noventa y lo que sí se aspira en so jala y tensiona unas poéticas mientras otras
ellos es un aire de nostalgia clásica, de una con- se dirigen a un futuro que parecen mirar con
cepción poética de salón, muy opuesta a la ca- claridad? ¿La trampa de la genealogía opaca la
llejera expuesta anteriormente; en el segundo emergencia de las eras imaginarias, es decir de
sí se explicita algo que, sin embargo no es ex- las persistencias con que más bien afloran mo-
clusivo de ese grupo, y es la influencia de la ex- vimientos y no quietudes?
perimentalidad en la tradición poética chilena
(digo no exclusiva porque Emma Villazón, Iris Si la historia literaria y luego la crítica ya ha-
Ticona y el mismo van de Wyngard convivieron bían establecido la constelación Saenz y la
o vienen de esa tradición y la filtraron en sus constelación Cerruto, la desprendida de Camar-
obras y en su herencia, veta a ser estudiada. Y go o Wiethüchter… (por ejemplo en la colección
digo experimental en su sentido fuerte, lejos de La crítica y el poeta) o antes, la de Mundy o la
meros ejercicios formales). En este último caso, de Jaimes Freyre…(planteada desde el proyecto
también es apreciable un resultado variado y Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia,
las escrituras desprendidas de allí evidencian 2002) o después, Shimose, imprevisto, o la de
un fuerte coqueteo con la visualidad, el cine y Quino o Taborga o Mogro… Si esos movimien-
la cultura pop. tos son visibles, éste, generacional, evidencia
una vez más a decir con Agamben o Barthes
Como en la generación de los nacidos en los se- que uno es contemporáneo de quien elige o de
sentas, puede que ante tanto desbaratarse de aquel a quien convierte en su interlocutor, que
cosas, haya en esta generación ciertos renova- uno es contemporáneo si está como al margen,
dos ecos de melancolía hacia el mundo clásico, como un poco fuera del foco generacional. La
lo que va a contrapelo del cabalgar imparable plantilla de ordenamiento generacional ayuda
45
a ver la situación, condición y filiación de los tecnológica7; si existe o no una ruptura interge-
poetas. Así, se aparece revelador tanto el resca- neracional en nuestra tradición8; la constante
te que los poetas del 70 hacen de varios de los “mediterraneidad” como rasgo cultural y “es-
40 (Mitre, Wiethüchter, claramente), o de cómo piritual”9; el deseo de inscripción de “jóvenes”
los nacidos en los 80 se filian con una veta de y la intencionalidad con que se incluyen grupos
los 50 (Taborga, Mogro) y otros de esa misma generacionales o locales más como un esfuerzo
década son retomados en los 90 (centralmente de red que como un intento de diálogo o ins-
Humberto Quino, por ejemplo)… como el hecho cripción de obras en un marco mayor y, para-
de que en la primera generación todavía se ba- lelamente, qué subyace al boom microeditorial
talla cuerpo a cuerpo con un lenguaje en el que y su aparición desde lo “local” (van de Wyngard
se anhela cabida aunque se viva ya un fractura- 2017). Con ellos como interlocutores, planteo
do descalce de orfandad simbólica. Mientras, en ahora otros interrogantes: ¿es visible el tránsi-
los de la siguiente camada, la angustia parece to entre imaginarios de pertenencia sociopolí-
resolverse en juego, en irreverencia y experi- ticos a desarraigos en el lenguaje?, ¿es palpable
mentación casual, que ya no anhela ni padece la erosión de poéticas deseantes que se alejan
desarraigos sino que se mueve y viaja sin saber de las identitarias para poder ser?, ¿es posible
muy bien a dónde se dirige. Y de esa opacidad administrar de modo más productivo nuestra
convertida en lúdica escapada, las obras de vocación “mediterránea” y crear de verdad
los más jóvenes revientan por el borde devol- interlocutores? Es decir, ¿queremos realmen-
viendo a la letra su cualidad de trazo, dibujo, te inscribir la producción boliviana en ima-
o ruido. ginarios mayores o solo circular con más aire
sin afectar ni divergir en y con el otro? O, en
Ahora, debe yuxtaponerse a la plantilla gene- palabras de Gadamer, ¿somos capaces de escu-
racional, otra que localice el movimiento de char lo que hoy dicen los poetas? (Y digo todos,
los imaginarios para develar corrientes sub- nacidos en cuatro o cinco generaciones y ahora
terráneas por las que circulan adscripciones mismo parlantes).
más profundas, como las poéticas alrededor de
lo impotente, por ejemplo. Y no adelanto más
por problemas de espacio, pero en una futura
etapa de la presente investigación, se elabora-
rán zonas del imaginario que, desordenando
el tiempo, develan entre la persistencia de las
constelaciones, las inflexiones de los nudos
imaginarios.
7 Quiroga, Juan Carlos Ramiro (compilador). Cambio climático. La Paz: Fundación Simón I. Patiño, 2009
8 Velásquez, Mónica. Ordenar la danza. Antología de la poesía boliviana del siglo XX. Santiago de Chile: LOM, 2003
9 Chávez, Gabriel. Un río que crece. La Paz: ASOBAN, 2017.
46
Rodolfo Ortiz
50
[Batería]
al Nico
La palabra batería erraría en una batería. mento al interior de sus galerías. Un baterista,
amando la batería, entramando su cuerpo al in-
La cadena de improperios que despacha a si- terior de una batería, se yergue siempre en una
niestra hace ají todo lo que a diestra se cruza calle en posesión de su macabro instrumento.
en su camino; un instrumento atroz, predicho Yo vi bateristas imaginarios tocando a la vez
membranófono, no por nada y si se quiere, “ma- baterías imaginarias en una calle de Miraflores.
dera melancólica de raras determinaciones”. Y para muestra ningún botón.
Diría un baterista: “en esta casa zapatea la mos- Las facilidades nunca producen bateristas. Diría
ca”. Los bateristas cargan con este agüero allí que es al revés. Es necesario siempre el enredo.
donde vayan y por esto mismo son tratados Es necesario no tener batería para aprender a
como un espécimen atroz en sí mismo. Intrata- tocar batería; de allí la dicha en la calle única de
bles y entrañables a la vez. un baterista, quien con ágiles extremidades al
deshacer una batería imaginaria parece querer
Toda mosca que se respete lo sabe. más bien desenredar otra cosa. Acaso una pena
secreta.
Con el tiempo, Satie hubiera amado la bate-
ría. Las Gimnopedias tratan de brazos y manos La pulsión que adelanta el pie, en el segundo in-
de brazos, y dedos de piernas y pies. Todos los mediato de un bombo que atrasa el mismo pie,
artistas ofician alrededor de esos límites inhe- se trabaja sin batería, que a la hora de tenerla
rentes. Sin embargo, y para grandeza mayor, en no hace sino vagabundear por tales averías de
Oruro tenemos bateristas a pedazos. Platilleros un protosegundo jamás sucedido. De allí que
por aquí, bombos por allá y, sobre todo, tam- un “solo” de batería sea más que un enredo un
boreros únicos en su calaña, con baquetas de desenredo de la madeja interior de otro tiempo.
respetable madera olor a cerveza y hechizas a Esto es fácilmente comprensible en cualquier
la par que tajadas en la propia ciudad de Oruro, visceralismo de John Bonham en “Led Zeppelín
tan así y por lo mismo indestructibles. IV”; me atrevería a conjeturar que John Bonham
tocaba baterías invisibles medio segundo antes
Históricamente la batería se presintió en todos de tocar las visibles.
los pueblos, a la legua en Oruro, claro está. Sin
embargo, una batería donde fuese que sea se Cuesta decir lo que digo pues abundan los lla-
socializa en la medida en que su ejecutante se mados bateristas. Por ejemplo, Steve Gadd,
antisocializa. En el fondo un baterista es medi- quien carece de tal radicalismo de ser bateris-
tabundo y destructivo. Su intachable condición ta sin batería. No es esto un problema en todo
se revela a leguas ante la idiosincrasia de una caso. Steve Gadd es la nodriza que nos dice que
sociedad que cree haber catalogado este instru- la batería es una complicación infinita que, lo-
51
calmente, es posible observar en algunos ba- sólo en ese momento recuerdan que son de su
teristas de jazz que tocan con pantuflas. Steve padre, y de su cuerpo secreto al descubierto en
Gadd es algo así como un Jaimes Freyre de la la noche doméstica y oscura.
batería. A mi hijo, baterista, siempre le dije
que el bombo se toca con la barriga de rueda y Por su parte, Aaron Spears o Eric Moore reve-
nunca con pantuflas. Hay, pues, un segundero lan que una batería emerge desde el vientre
que otea entre el segundo de un bombo, la an- dorsal superior: aquí un bombo, más acá una
tipantufla y el segundo de la propia autoridad caja y en la otra la toráxica. Volcar la toráxica
del segundero, pues, entre ambos instantes del hacia la técnica enardecida con el mineral de la
mismo segundo se crea el paraje de un golpe de interpretación. Gavin Harrison en la hora fami-
bombo que habrá de calibrar el borde de su úni- liar de los rudimentos, toca con las manos del
co y ya macabro segundo. alma de los pies. Toda expansión proviene de
una solución simple para un golpe inusual. Lo
A la vez, la idea de precisión que trato de cifrar propio con Cora Coleman o el indescifrable Tri-
aquí es bifronte. Su otra cara se halla a ras de lock Gurtu. Para ambos, en una batería se des-
la tierra, en la gran zapatería del mundo. De pedazan todas las notas en posiciones y muecas
allí que la absoluta autoctonía de un baterista jamás sucedidas; su expansión jubilosa no es
se mida no con los modelos de pantuflas que se atributo y menos capricho de una técnica, tiene
heredan. Un baterista se las ve con lo anterior, que ver más bien con la “súper-dicha” o la “di-
jamás con el pasado. Lo anterior es siempre en- cha más alta” (Überschal), alguna vez menciona-
sanchamiento, nunca sucesión. Es la espaciali- da por Claudio Cinti en aras de lo aniquilador…
dad de un tiempo que se perspectiviza y jamás
se recuerda. El tiempo en una batería se vive Sea como fuese, sin mayor aspaviento que la
en redondas por eso mismo. El temperamen- aceptación cabal de amar la música por sobre
to real de un baterista rueda en redondas por todas las cosas, henos aquí sentados de frente y
eso mismo. No hay corcheas ni semifusas que en una batería siempre imaginaria: tales redon-
no emerjan de tal autoctonía. La tempestad que dos de cuero caben en la algarabía esporádica
emerge en el nacimiento de tal engendro es la de una canción, tales platillos merecidamente a
fuerza escondida en el corazón de ese tempus. deshora caben también en una página, tal este
La germinación de un baterista se despliega bombo con una absurdidad interior que nunca
en ráfagas aterradoras y desencadenadas. “Lo cabe en el hueco de un nombre, en este mundo
anterior”, corroboraría Quignard, es “la cade- entreverado y maravilloso de una batería que
na desencadenada”. Y un baterista es un puro se levanta por todas las entrañas.
emerger sin origen, un emerger inacabable, an-
terior. En las algarabías de un concierto un ba-
terista infla un globo. Todo lo demás es música
tradicional: predecible, aleatoria, abigarrada.
52
Lecturas literarias
Gala poética
Antonio Terán Cabero
58
Aún entre tinieblas
huyendo siempre de los lazos del cazador furtivo
y de la legañosa pestilencia
yerguen su vieja estirpe sobre el légamo
y ven pasar los trenes al olvido
59
Ya no hay nada
aquí deseo y realidad renuncian
a su abrazo imposible
hemos de resignarnos
hemos tocado el límite
oído al universo de un paupérrimo lenguaje
60
Hambre y memoria
ya devuelto a la casa solariega
cuchara en mano almuerzo
el hambre de cada día
y a conciliarme a punto con el mundo
donde gasto mis tabas
61
Edgar Ávila Echazú
62
Será el morir
Será el morir
el no ver del cuerpo
su absoluta pérdida de la memoria
su no sentir mientras regresa a la tierra.
O a lo mejor convertido
en la absoluta presencia
temorosa
de toda imagen humana
Esa sombra no es
sino el silencio
que escucha una música
como si oyera los llantos
y risas de los niños.
63
que nadie puede predecir
cómo se da con el don
que es ella misma
a no ser que la vida
lleve consigo la fiebre
de la disolución
el fin del espíritu
el nacer de la muerte.
Hablando de milagros
que son dádivas secretas de la vida
y también de la muerte
y del amor en suma
¿por qué no de la memoria?
64
La música que es el espíritu
en el tiempo del existir
es el sueño que no sueña.
Sin embargo no nos lleva al ensueño
sino a lo más profundo
del pasar en una realidad
con la música misma
a una visión sonora
contraria a la adversidad
65
Julio Barriga
66
El hombre que amaba a Amy Winehouse
o my and misses Winehouse
Una semana antes de las más fresca primavera prisa pero sin pausa. Echado en su cama y sacu-
londinense de 1983, brotó en Southgate la rosa dido por diversos sentimientos de dolor.
más roja de Inglaterra. Más que las de York y
Lancaster y del mundo, pues aún es la city en Al tercer día renunció al fregarse el reproduc-
cierto modo su capital como vamos a demos- tor y acabar un último medio litro de coñac.
trarlo. Olía mal y se sentía enfermo, con frío y hambre.
24 al 27 de julio.
En ese entonces, el hombre que todavía igno-
raba cuánto habría que amarla, tenía 27 años Dejó de beber, pero puede volver a hacerlo en
y vegetaba en la Policía Judicial en La Paz. O cualquier momento.
empezar de otro modo, hubo una vez en un lu-
gar que es una mancha y no quiero acordarme, Se aseó y afeitó de un modo vago, era como si
un hombre que de pronto se enamoró de Amy en alguna parte, igual al holandesito del cuento,
Winehouse. En ese lugar a nadie le importaba estuviera conteniendo con el dedo en la grieta
un carajo de Amy, y del hombre que la amaba, de un dique, un mar de lágrima.
mucho menos. Vivió ese cuate en la más pere-
grina locura de la cristiandad al creer ciertas Amy está en la tradición de los grandes poetas
tales fantasmagorías, ajustando estrictamente modernos como Baudelaire, Rambó Artó, Pizar-
su existir a ellas. Eventualmente en Salta, a 600 nik, citando al azar. Por su intensidad suicida es
kilómetros de su ciudad, encontró una guadaña el albatros en el cielo y en el suelo. En su breve
de plástico que alguna muerte borracha extra- temporada, en su infierno, en su viaje bajo el
viara. Eso fue volviendo del shopping donde a volcán al fin de su noche y al corazón de sus ti-
su modo chorean. Había adquirido un DVD de nieblas.
Amy Live In London - I Told You I Was Trouble.
Alzó la guadaña y volvió a casa sin poder evitar Un absurdo sentido de la aventura al límite y
un vago presentimiento tenebroso. Eso ocurrió auto destructiva como educación sentimental.
una semana antes que la cantante fuera encon- Gente desocupada en desnudarse el alma como
trada muerta en su depa londinense, por cau- quizá Picasso y sin duda Francis Bacon en su
sas desconocidas y absolutamente previsibles. pintura. Esa feroz sonrisa de auto suficiencia.
La noticia lo golpeó desde las portadas de los
diarios, en la vereda de Domingo Paz y General Mientras yo siga vivo, Amy no habrá muerto. La
Trigo, un domingo horrible cuando recién lle- amo hasta decidir morir con ella. Llevarla hasta
gado de la Argentina, sacó a pasear una aún más el final detrás de los ojos ¿no es mejor lo que se
horrible resaca. ve detrás de los ojos que lo que hay delante de
ellos? Alguien dijo una vez respecto a Lorca, que
Al momento lloró un poco y supo contenerse y había muerto un hombre más hermoso que un
hacer su vida habitual, hasta que a la nochecita árbol, bueno pues, ahora ha muerto una mujer
volviendo a su cuarto puso el video en la tele y más hermosa que todas las Selvas de Russó (el
lo vio y escuchó tomando alcohol con agua. Sin aduanero, no el otro) y todos los bosques india-
67
nos celebremos a los que partieron temprano.
Amy en su jardín de flores del mal, en sus pa-
raísos inconductuales, ejerciendo siempre un
sistemático desgarro de los sentidos, una gue-
rra no santa. La pasión de una existencia com-
pletamente injustificada y absolutamente inútil
llevada a sus extremos hasta la última soledad
posible, vida suspendida sobre los abismos a los
que no teme a su madre.
68
Matilde Casazola
70
18
Árbol madre
¡Ruda madre! me acunas
con tus brazos de troncos bañados por la luna.
12 de abril de 1987
XXXV
Habías tenido que llegar de lejos
por caminos polvosos, solitarios, del tiempo.
71
Dime si en el cielo
Dime si en el cielo
has hallado un lugar
pues aquí en esta tierra
te trataron muy mal.
Apareciste un día
con tus ropas rotosas
y alguien te bautizó
con el nombre de Opa.
Barrías la calle
echabas la basura
en tu fealdad
tenías una extraña hermosura.
72
Otras veces traías un aire trágico
en tus ojos
se quebraba la angustia en mil cristales rotos.
Yo buscaba la llave
del cofre de las maravillas
recorría la tierra
de una hasta la otra orilla.
Yo buscaba la llave
de la verdad suprema
que Dios arrojó a los hombres
y nadie vio dónde cayera.
Creía que estaba en las iglesias
en los altares de oro
en los palacios de los hombres poderosos
pero ella estaba en tu alma
de paloma indefensa
ella estaba oculta
entre tus ropas harapientas.
(Poema inédito)
73
34
Somos muñecos de cara pulida,
la espalda tendida
mirando los soles que ruedan.
Las cruces
de tosca madera
dialogan
desde una montaña a la otra
se quejan
se entienden por sílabas
costosas y tensas.
… ¡Oh la lluvia
al fin
nos moja!
Nos lava de heridas
tediosas; golpea en la carne
se adueña del vasto desierto;
rebasa la copa.
74
Y sus espejismos azules
sus charcos sonoros
perfilan
sin miedo, muñecos de frente arrugada
la espalda encorvada
contando los soles
que giran.
75
Gary Daher
76
La tierra de la palabra
Escarabajo verde:
impotente maquinaria
en la amontonada hojarasca.
Siete
1
Lo hermoso de una mujer es como la orilla del mar: en cada recodo por el que apa-
rece se levanta sorprendente.
2
La luna como la mujer siempre cambia y siempre es la misma: mágica, se diría un
resplandor que nos subyuga.
3
Tu sonrisa, oasis, aurora, rayo, surco, semilla, marcha, bandera en las alturas, risa
suave, nuevo sol, victoria y vida; el rayo que sella, el arco mágico que alumbra.
4
Efímera como la luna llena es la alegría del cuerpo. ¿Por qué entonces tu sonrisa se
trepa a mi corazón, grillo que canta y canta?
Trece
1
Los jaguares existimos en tus sueños.
2
En un universo paralelo, todos somos jaguares.
3
El aliento del tigre, que eres tú mismo en espíritu, caldea la tierra. Pero tú duermes
indiferente, mientras los animales que el tigre necesita se campean devorando tu
hacienda y ensuciando tu patio.
4
Los jaguares y los pumas saben que viven en éste; pero son de otro mundo.
77
Diecinueve
1
Si penetra el silencio todo se abre.
2
La imaginación es el ojo del alma, cíclope o titán muy escaso.
3
Nada hay más profundo que el silencio; ninguna puerta más hermosa que el vacío
4
Muy pocos entienden el silencio.
78
Carta al Padre
En la casa
los objetos huelen a excremento
de este modo
quién querrá quedarse.
Y si uno persistiera
vería con gran incomodidad
que los muebles están fuera de lugar
deshechos y pesados
las ventanas tapiadas
y la misma puerta desvencijada
impeliendo a salir en vez de entrar
pues la casa es un lugar de naufragio.
79
Cartas quemadas
Las has guardado tanto tiempo
que solo huelen a escándalo
una tras una nos hablan de otros días
de deseos inimaginables y lejanos
y de uvas
y de vinos escanciados hasta las heces
aquello que no se completó
de tan prohibido.
Quemadas en el patio
ya no significan nada
solamente el carbón de los años
y tu fruta alguna vez
supuesto nido de ternura
apenas una brizna de bandera de papel negro con el viento.
80
Efímera ave
A Leopoldo Castilla
y supongo que lo es
que es un pájaro
por los movimientos discontinuos
de sus breves saltos sobre la hierba
su leve figura busca suministro
con su pico niño
entre las minúsculas hojas del piso.
El pasto
me digo
el pasto es donde se esconde el alimento.
81
una tierra vacía
una ficción
una reducida mancha verde
en el patio de la casa.
Así de pronto
el pájaro aletea
levanta vuelo
y dibujado en pixeles como vino
se pierde
desaparece.
Señales
En lo profundo de la selva
en la piedra que la maraña oculta
y los grillos y las inimaginables aves que dicen inimaginables
trinos
en la oculta senda abierta bajo los enormes cacaotales
en los ojos
en los ojos de tus ojos más allá de tu mirada
donde mora el tigre
y espera su hambre
y tiemblas toda
apenas una gota de rocío en la hoja
es la señal del tiempo
cuando tu nombre y el mío se diluyan en la boca
y los latidos del corazón
y todas las manos se hagan una
y convoquen la alegría de la lluvia.
82
La Piedra
“Busco un hombre.”
Diógenes de Sínope
La gente antigua, los titanes y animales sagrados se toman su tiempo y en esa ma-
ravillosa demora parecen piedras, como en Cala Cala cerca de Oruro. Y te quedas
perplejo y no sabes qué decir porque esas piedras son además como madres que
guardan quién sabe qué pisadas con las huellas desnudas sobre su lomo.
Aquí se ama las piedras. Hay un no sé qué, un algo sagrado cuando las acaricias.
entonces
me parece
que deberías usar la piedra
tu piedra
para transformarte en ser humano.
83
Blanca Garnica
84
2
Desangradas
Las palabras
Desde el techo
A las ventanas
Ese ojo
Incendia
La piedra
De los muros
En el suelo
Hoja encorvada
Es ella.
3
Otros días
Mostraba su sonrisa
De sandía
Como
Sobre la tela
De Picasso
Pero
Detrás de la puerta:
Telas y telas
De sábanas rojas
Eran cortadas
En forma
De sandía.
85
10
Esos golpes
Sin látigo
Ni puño
Pulverizan
Su voz
Más que al cristal
Y ensartada
En agujas
Invisibles
Camina todavía.
66
El él:
Un álamo
Que camina
Y trae
Música verde
Para los caballos
Muros
De la casa.
75
Juguemos
A ser
Nísperos:
Tú el fruto
Yo el carozo
Sin divorciar
La pulpa
Y lo leñoso.
86
3
Podría tocar la mandolina
para que se entibiaran las entrañas:
tenso el tendón
de los dedos
Podría, en fin,
revolcarme en la tierra
con olor a talco de la infancia:
rellenaría la piel
punzada en cada poro
El índice
de la montaña
me señala.
6
Dicen que el frío
en el Polo
hace temblar las tripas
como a cuerdas de guitarra
No sé
si tocaron tonadas altas
con las mías
pero las siento picadas
en pedacitos.
19
El caldo de gallina
mira con ojos goyanos
desde el plato
Arroces acoquinados
se pierden
por la garganta
La parturienta muestra
un rostro de margarita
sin corsé.
87
39
Como gallinas de cuento
—algunas de las mujeres—
buscamos la preñez
Algún macho
repite la epopeya
acullá y acullí.
40
Mañana y tarde
los ríos
de mi cuerpo
Uno canta
al inodoro
Otro en silencio
las pestañas ahoga.
48
Hija mía
no llores
Tallaron
el esqueleto de los hombres
con madera de monte
88
49
Gimes, mujer?
los ratones también
en su guarida
Mira
que los pensamientos
se agolpan como desechos
50
Las clavículas nuestras:
alas horizontales
de garza
sobre el aire
51
Y ya
sobre la mesa
la comida
Gorgoritos
de refresco
echa en mi vaso
Como a la pajarita
un piquito con carne de lombriz
a su pareja
Gracias.
89
1
Soy Pulgarcito
de piedra
sordos
se niegan los pies
Alguien atisba
por los resquicios
oigo
pasos pesados.
19
Y ya
la blusa
colgada bajo el sol
columpia libre
Y libre
de las quejas
del cuerpo
por ciegos alfileres.
50
Las aves vuelan
sin desnudar
sus plumas
Y yo en la jaula
con clavículas rotas
y el rostro morderé.
51
Dime
del sol que vuelve
del monstruo
en la campana
de su boca.
90
53
Aquel traje
en la noche
era de caporal
con su rebenque
Por la mañana
la camiseta
blanca
del cajón
54
¿Qué navaja
en la vena
cuajó el temblor?
58
Dime de ti
de tu ciudad interna
de tu calle y la luz
de tu pecho y tu puerta
Siéntate
en un diván
para escuchar
al niño
de tu historia.
91
67
Ya rebalsa
la pena
de los mortales
Herodes
y Herodías
agigantados
A manotazos
matan
la inocencia.
68
Los niños
en presencia
del Nazareno
72
Ni los grillos
ni los animales
asoman la cabeza
sobre la tierra
¿A quién
se queja
el viento?
El sol
cambia
de antorcha.
92
73
Palpa
su piel de madera
Cruje la puerta
de su boca
74
Los voladores de papel
aves inciertas
Retenemos el ala
como el aliento
¿A dónde vamos?
93
Humberto Quino Márquez
94
Epitafio
Habito ya
la baba del gusano
y saludo
su ciega voracidad.
Poeta
¿Con qué limosna
habré de enterrarte?
Errante sudario
¿Qué hacer con esta muerte
que empieza a desvestirme?
Epitafio primero
He aquí mi ofrenda para los gusanos
he aquí mi pellejo entero
ofrecido al olvido.
Epitafio segundo
Aquí yace
en su seto mortal
donde la desdicha ya no es posible
y la tierra late en su cien.
95
Epitafio tercero
Volveré
y seré ceniza para que me respires.
(Sin título)
La noche
nos empuja a ciertos bares
a ciertos lupanares
a esos besos recorridos
a esos largos y húmedos túneles
y la vida depone sus calamidades
y en ti festeja la noche su fanfarria
su difícil pan
su acorde portal
y sabes de la mujer
trazando su anatomía en lo oscuro
con su oasis y su oración
con su amor extraviado entre llamas y cielo
oh Diosa de la diáspora
limpio barro dentro de ti
celebro el fermento de mi muerte.
Ataúd celeste
Melodía de la nada
flotar boca arriba
burlón cansino
disoluto
y celebrar el esplendor de la muerte
su hierba mortaja
abrazando infierno y paraíso
censado de repetir
la risa de otros muertos.
96
Cumbre y silencio
En ti no hay más párpado que la montaña
alguien asomado a esta belleza
que es fulgor y harapo
hombres, mujeres, habitando su lado más mortal.
Ese instante que se enciende
el carbón de la tristeza
su halo transparente
su roca más dura
ardiendo en la inmensa muerte.
97
Nicomedes Suárez Araúz
98
PRIMER MOVIMIENTO:
Molto Vivace: Presto
Y azul, verde y gris
Paisaje
Melodía
Llanos verde y gris melodía
dividida por bosques montañas
simultáneas frentes pulsando
ojos de agua azul
de reflejos cabello gris
caído en la tinta mágica
de los vastos espacios de lagos.
99
como un salmón que regresa
a su origen
sonando la computadora
derrama puntos digitales
sonando azul
en el ojo del obrero ebrio
que sueña
100
SEGUNDO MOVIMIENTO
Teléfono
¿Sé que aunque inventando estoy aquí
voy de la cifra al cable
teléfono de qué venas naces?
el mundo vacila en su corazón
silogismo completo de engranajes
Hamlet extiende su voz por el cable
en un incoloro e indeciso trance
su alma despierta en el auricular
¿quién es? pregunta el día
Hamlet respondo
veo que el sol colgando su ropa de antigua miel
entre rascacielos
Hamlet he dicho
lo siento, el número que ha marcado no está habilitado
por favor consulte la guía telefónica e intente de nuevo
si aún no le es posible completar su llamada
escuche esta grabación dos veces más
101
y una telefonista lo atenderá
Sólo quiero saber quién deshonró a mi madre
lo siento, no tenemos esa información
quién me hizo Hamlet
lo siento, no tenemos esa información
por favor llame a la operadora
una grabadora empieza con la voz geométrica de un actor
mi voz comienza.
QUINTO MOVIMIENTO
102
Orquídeas amazónicas
Se agarra un pedazo de luz del alba
y se dobla la punta
dándole forma de bastoncito.
Se le agrega goma
para que prenda la bolita de masa
preparada de antemano.
Con ésta se hará el pistilo.
103
Pierna silvestre
La pierna se lava y se raspa
el exceso de gordura que hubiera.
104
Añoranza
Desde tu centro broto,
Orquídea, flor de Eros,
apertura azul hacia la alborada
y sus sombras verdes.
Al contemplar el río
no tengo brazos ni manos.
No puedo acariciar tu vientre,
tu espalda, tu cuerpo colmado
de aguas y distancias.
105
Jorge Mansilla Torres (Coco Manto)
106
Con tinta morada
Esta patria de amores prodigiosa
y de rabias también que me ha tocado,
la llevo por doquiera enamorado
como un beso del aire en plena rosa.
107
Primera punta
Se pasaba el tiempo engullendo sueños
con la voracidad de sus diez años
ser Supermán y otros riesgos pequeños
tales como invadir mundos extraños.
108
Queso Care
El queso Care que dan
con bastante propaganda
tiene nomás la figura
del que manda.
(1961)
109
Sabios y resabios
El sol es miel para el ava
el baure ve las estrellas
y cree que son las huellas
del futuro, el cayuvaba
piensa que la lluvia brava
neutraliza los tornados
lee el uru los nevados…
Nosotros, dioses proscritos,
decimos ay pobrecitos
estos indios tan callados.
110
Sept / 71
Salgo de aquí Bolivia y me prometo
no dejarte salir de mi conciencia;
cada día será un siglo de impaciencia
en el exilio al que ahora me someto
111
La cueca boliviana
(A tu donaire, Martha)
112
Encuentro
(Para Adolfo Huirse, en Lima)
113
Memorial del Norte de Potosí
I.- Quimsa charangos
114
Se van ahora por miles donde sea,
ponen a nuestro alcance su odisea
hasta el día que haga lluvia en Chayanta.
119
TAPIA ANAYA, Vilma
ORTIZ, Rodolfo Corazones de terca escama
La casa del bosque de pelos La paz: Hombrecito Sentado,
La Paz: Plural, 2012.- 1995.-
41 páginas. 76 páginas.
Solicitar por: 861/O77c Solicitar por: 861/T172cor
120
VELÁSQUEZ GUZMÁN, Mónica
VELÁSQUEZ GUZMÁN, Mónica Antología de la poesía boliviana:
Abdicar de lucidez Ordenar la danza
La Paz: Plural, 2016.- Santiago de Chile: LOM, 2004.-
75 páginas. 283 páginas.
Solicitar por: 861/V434ab Solicitar por: 861/V434a
121
Sugerencias de invitados a la Gala Poética
BARRIGA, Julio
ÁVILA ECHAZÚ, Edgar Cosechar tempestades: (Poesía
Roma/53 reunida)
La Paz: Plural, 2013.- La Paz: El Cuervo, 2016.-
256 páginas. 224 páginas.
Solicitar por: 863/A958r Solicitar por: 861/B275co
BARRIGA, Julio
BARRIGA, Julio El hombre que amaba a Amy
Cuaderno de sombra Winehouse
La Paz: El Cuervo, 2008.- La Paz: El Cuervo, 2014.-
65 páginas. 164 páginas.
Solicitar por: 861/B275c Solicitar por: 863/B275h
122
DAHER CANEDO, Gary DAHER CANEDO, Daher
La senda de Samai Piedra sagrada: Trilogía
La Paz: 3600, 2013.- Madrid: Vitruvio, 2018.-
96 páginas. 179 páginas.
Solicitar por: 861/D129s Solicitar por: 861/D129p
123
SUÁREZ ARAÚZ, Nicomedes
Cinco poetas amazónicos
QUINO MÁRQUEZ, Humberto bolivianos
Summa poética Sin lugar: Lascaux Publishers,
La Paz: Plural, 2002.- 1995.-
142 páginas. 81 páginas.
Solicitar por: 861/Q7s Solicitar por: 861/S939c
124
Sugerencias de los escritores participantes de la 5ª Feria del Escritor Boliviano
AMUSQUIVAR FERNÁNDEZ,
Luis Roberto, coord.
Mitos y cuentos, patrimonio
cultural inmaterial de Bolivia
para el desarrollo del turismo ANZE TERÁN, Sisinia
sustentable Las crónicas del supay
La Paz: Presencia, 2011.- Cochabamba: Kipus, 2015.-
96 páginas. 176 páginas.
Solicitar por: 863/U58mpc Solicitar por: 863/A637cr
CALVIMONTES, Velia
CAERO MORENO, María Luisa La maldición del Silfor y la
La pícara ardilla pluma mágica
Cochabamba: Kipus, 2016.- Cochabamba: AILEV, 2013.-
23 páginas. 108 páginas.
Solicitar por: 863/C127pi Solicitar por: 863/C168m
125
DEL CARPIO SORIANO, Melita ENCINAS CLADERA, Jorge
...Ya no somos las mismas Antonio
Santa Cruz de la Sierra: La La tristeza de Flora Romea
Hoguera, 2017.- Oruro: Sin editorial, 2009.-
45 páginas. 173 páginas.
Solicitar por: 863/C298y Solicitar por: 863/E56t
GONZÁLES - ARAMAYO
ZULETA, Vicente
ESCAFFI, Yamil Juan de los indios: Juan
Humo vigilado Huallparrimachi en un pasaje de
Cochabamba: Mefistofelia la Guerra de la Independencia
Informal, 2018.- Oruro: Lilial, 1991.-
32 páginas. 142 páginas.
Solicitar por: 861/E74h Solicitar por: 863/G643ju
126
Nevado Andeslis, seud.; (LÓPEZ
MOUNZÓN OPORTO, Jenny SORIA, Raúl)
¿Por qué me pegas?: Una Las batallas de Bolivia y algunos
denuncia a la violencia infantil poemas
Cochabamba: Kipus, Escritores Cochabamba: Sin editorial,
Unidos, 2012.- 2010.-
95 páginas. 42 páginas.
Solicitar por: 863/M928 Solicitar por: 861/A552b
127
VARGAS FUENTES, Celina VARGAS SEVERICHE, Manuel
Anayde y las estrellas Estación terminal
Cochabamba: Kipus, 2015.- La Paz: 3600, 2018.-
82 páginas. 162 páginas.
Solicitar por: 863/V297ana Solicitar por: 863/V297e
128
Sugerencias del Centro de Literatura Boliviana
129
BARRÓN ZANKIZ, Silvana
BARRÓN ROLLANO, Vadik Hija de la vida
Tren a la isla Santa Cruz de la Sierra: El País,
La Paz: 3600, 2017.- 2017.-
45 páginas. 182 páginas.
Solicitar por: 861/B277m Solicitar por: 861/B277h
CALATAYUD, Oswaldo,
compilador
CAJÍAS DE PERES, María Hurra hurra - Viva el The
Guadalupe Strongest
Morir en mi cumpleaños La Paz: 3600; Biblioteca
2a ed.. Santa Cruz de la Sierra: Strongista; El Hado Propicio,
El País, 2018.- 2018.-
271 páginas; 21 cm. 265 páginas.
Solicitar por: 863/C139m Solicitar por: 863/C143h
130
CAUREY, Elías
Yayandu ñeere: (Poemas guaraní CHÁVEZ, Benjamín, compilador
- castellano) Seis poetas bolivianos
La Paz: 3600, 2018.- Monterey: Caletita, 2016.-
99 páginas. 47 páginas.
Solicitar por: 861/C311 Solicitar por: 861/C512s
CHIRVECHES ARRÓSPIDE,
Armando
Obra reunida
CHÁVEZ, Benjamín La Paz: Vicepresidencia del
Cierta perspectiva de eternidad: Estado Plurinacional de Bolivia;
Antología Biblioteca del Bicentenario de
Buenos Aires: Del Rock, 2018.- Bolivia, 2018.-
116 páginas. 918 páginas.
Solicitar por: 861/C512c Solicitar por: 863/C541
131
GARCÍA GUZMÁN, Óscar;
VÁSQUEZ, Álvaro; ORTEGA,
Erick; ÁVILA, Ariadne;
MEDINACELI, Aldo; URIOSTE,
Camila; MURILLO, Mauricio;
PIÑEIRO, Juan Pablo;
MARTÍNEZ, Oscar; MURILLO,
Mario; URQUIOLA FLORES,
ESCAFFI, Yamil Rodrigo; ANTEZANA, Sebastián
Terrae Motus Clásico literario. Bolívar Vs. The
Cochabamba: Mefistofelia Strongest
Informal, 2018.- La Paz: 3600, 2018.-
27 páginas. 239 páginas.
Solicitar por: 861/E74t Solicitar por: 863/B165a
LEMA, Gonzalo
Que te vaya como mereces; Breve LEMA, Gonzalo
biografía literaria de Santiago Un hombre sentimental; Dime
Blanco contra quién disparo
La Paz: Plural, 2018.- La Paz: Plural, 2018.-
266 páginas. 281 páginas.
Solicitar por: 863/L544q Solicitar por: 863/L544ho
132
MANSILLA PEÑA, María Sarah
LUNA OROSCO E., Javier Benjamín en santo corazón
Tamayo Significación y 2a. reimpresión. Cochabamba:
trascendencia Impreso en Talleres Gráficos
Sin lugar: Sin editoral, 1996.- Kipus, 2017.-
107 páginas. 474 páginas.
Solicitar por: 864/L961 Solicitar por: 863/M288bsa
MERCADO, Martín
La libertad en Juan de la Rosa
(1885): Una aproximación MESA GISBERT, Carlos D.
fenomenológica a la novela de La palabra y la trama: Ensayos
Nataniel Aguirre sobre literatura boliviana
La Paz: Vicepresidencia del La Paz: Gisbert; Universidad
Estado Plurinacional de Bolivia, Católica Boliviana “San Pablo”,
2017.- 2019.-
258 páginas. 251 páginas.
Solicitar por: 860/M553 Solicitar por: 864/M578
133
MONTAÑO BALDERRAMA, Celso MONTAÑO BALDERRAMA, Celso
Quijotes sin rocinantes: De tour por los universos y
Microrrelatos y cuentos cortos multiversos : Novela de tesis
Cochabamba: Kipus, 2016.- Cochabamba : Kipus, 2013 .-
254 páginas. 314 páginas.
Solicitar por: 863/M765qu Solicitar por: 863/M765tu
MONTAÑO CAVERO DE
ESCOBAR, Milena MONTAÑO CAVERO DE
Alas de cristal ESCÓBAR, Milena
3a. ed.. Cochabamba: Kipus, Bajo la sombra del fantasma
2017.- Oruro: Emif, 2016.-
170 páginas. 164 páginas.
Solicitar por: 863/M765al Solicitar por: 863/M765b
MONTAÑO CAVERO DE
MONTAÑO CAVERO DE ESCÓBAR, Milena
ESCÓBAR, Milena Cuando el corazón habla su
Confesiones de Maura silencio
Cochabamba: Emif, 2018.- Oruro: Emif, sin fecha.-
86 páginas. 166 páginas.
Solicitar por: 863/M765con Solicitar por: 863/M765cua
MONTAÑO CAVERO DE
ESCÓBAR, Milena MONTAÑO CAVERO DE
Enamórate de mí... ESCÓBAR, Milena
2da. edición. Cochabamba: Hola, yo soy Sha Shá: El gran
Impreso en Talleres Gráficos visir
Kipus, 2018.- Cochabamba: Kipus, 2018.-
81 páginas. 63 páginas.
Solicitar por: 863/M765e Solicitar por: 863/M765h
MONTAÑO CAVERO DE
ESCÓBAR, Milena
¿Por qué llamar a esto amor? MONTAÑO CAVERO DE
2a. edición. Cochabamba: ESCÓBAR, Milena
Impreso en Talleres Gráficos Leyendas orureñas
Kipus, 2018.- Cochabamba: Emif, 2018.-
70 páginas. 89 páginas.
Solicitar por: 863/M765po Solicitar por: 863/M765le
134
MONTAÑO CAVERO DE MONTAÑO CAVERO DE
ESCÓBAR, Milena ESCÓBAR, Milena
Miradas desde adentro: Cuentos Que no te pase a tí....
Cochabamba: Emif, 2018.- Oruro: Emif, 2014.-
89 páginas. 48 páginas.
Solicitar por: 863/M765mir Solicitar por: 863/M765q
MONTAÑO CAVERO DE
ESCÓBAR, Milena
Yo soy Thaíss, la gótica MONTENEGRO, Walter
1a. reimpresión. Cochabamba: Cuentos
Impreso en Talleres Gráficos La Paz: Herederos de Walter
Kipus, 2017.- Montenegro; Plural, 2018.-
72 páginas. 335 páginas.
Solicitar por: 863/M765y Solicitar por: 863/M777cue
135
ORDÓÑEZ ARTEAGA, Óscar ORELLANA HALKYER, René
De los Andes al Caribe en busca El caserón de ciruelas
de Macondo La Paz: Universidad / Fundación
Sin lugar: Jaguar Azul, 2018.- de la Cordillera, 2012.-
285 páginas. 280 páginas.
Solicitar por: 863/O65 Solicitar por: 863/O66
136
RODO APARICIO, Martha RODRÍGUEZ GONZÁLES, Ronald
Presagios La más lejana medianoche
La Paz: Artística, 1951.- Cochabamba: Kipus, 2018.-
94 páginas. 248 páginas.
Solicitar por: 861/R695p Solicitar por: 863/R696ma
137
Sociedad Cruceña de Escritores
RODRÍGUEZ ANTÓN, María “Germán Coímbra Sanz”
Luisa Quiboro Literario III
La literatura contemporánea Santa Cruz de la Sierra: Centro
(comparada) de Bolivia, Perú Benjamín de Promoción del
y Chile. Doce textos comenta- Libro, la Lectura y las Letras,
dos. Cochabamba: Kipus 2015.- 2017.-
322 páginas.- 99 páginas.
Solicitar por: 860/R696l Solicitar por: 863/C397qui
138
VELASCO PRUDENCIO, Irma
VARGAS SEVERICHE, Manuel Preciosa normalidad
La Paceñita: Novela rosa Santa Cruz de la Sierra: La
La Paz: 3600, 2018.- Hoguera, 2018.-
153 páginas. 81 páginas.
Solicitar por: 863/V297p Solicitar por: 863/V4336p
ZABALAGA VALETI DE
YAKSIC, Galia QUIROGA, Giancarla
Peajes: Cuentos que se pagan Iniciaciones
Cochabamba: Kipus, 2015.- La Paz: Plural, 2019.-
158 páginas. 108 páginas; 21 cm.
Solicitar por: 863/Y15p Solicitar por: 863/Q8i
139
Galería fotográfica
El presente Boletín literario Nº 39, se terminó de imprimir
en la ciudad de Cochabamba-Bolivia en 2020. Para su
composición se utilizaron las tipografías Gentium Basic,
Cambria, Dosis, HK Grotesk, Minion Pro y Roboto Slab
Light en sus diferentes variantes. La edición impresa
cuenta con 300 ejemplares.