REHMLAC. Revista de Estudios Históricos de La Masonería Latinoamericana y Caribeña 1659-4223

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REHMLAC.

Revista de Estudios
Históricos de la Masonería
Latinoamericana y Caribeña
E-ISSN: 1659-4223
info@rehmlac.com
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

del Solar Guajardo, Felipe Santiago


“Secreto y Sociedades Secretas en la crisis del Antiguo Régimen. Reflexiones para una historia
interconectada con el mundo hispánico”
REHMLAC. Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña, vol. 3, núm.
2, diciembre, 2011, pp. 133-156
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=369537600005

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REHMLAC ISSN 1659-4223 133
Vol. 3, Nº 2, Diciembre 2011-Abril 2012

Fecha de recibido: 4 junio 2011 Fecha de aceptación: 27 octubre 2011

“Secreto y Sociedades Secretas en la crisis del Antiguo Régimen.


Reflexiones para una historia interconectada con el mundo
hispánico”

Felipe Santiago del Solar Guajardo

Consejo Científico: Miguel Guzmán-Stein (Universidad de Costa Rica, Costa Rica), José Antonio Ferrer Benimeli
(Universidad de Zaragoza, España), Margaret Jacob (University of California Los Angeles, Estados Unidos),
Eduardo Torres Cuevas (Universidad de La Habana, Cuba), María Eugenia Vázquez Semadeni (University of
California Los Angeles, Estados Unidos), Andreas Önnerfors (University of Lund, Suecia), Céline Sala (Université
de Perpignan, Francia), Roberto Armando Valdés Valle (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas , El
Salvador), Carlos Francisco Martínez Moreno (Universidad Nacional Autónoma de México, México)

Editor: Yván Pozuelo Andrés (IES Universidad Laboral de Gijón, España)

Director: Ricardo Martínez Esquivel (Universidad de Costa Rica, Costa Rica)

Dirección web: rehmlac.com/


Correo electrónico: info@rehmlac.com
Apartado postal: 243-2300 San José, Costa Rica
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Vol. 3, Nº 2, Diciembre 2011-Abril 2012

Palabras clave
Logia Lautaro, Masonería, Teoría del Complot, Sociedades Secretas, Revolución Francesa, Imperio Napoleónico,
Revolución Atlántica.

Keywords
Lautaro Lodge, Freemasonry, Theory of Complot, Secret Society, French Revolution, Napoleon Empire, Atlantic
Revolution

Resumen
El presente artículo busca analizar las posibilidades que ofrece el estudio de las sociedades secretas durante la crisis
del Antiguo Régimen, para dar cuenta de un proceso interconectado con el mundo hispánico. Para ello, se repasan las
categorías de análisis referentes a la utilización del secreto en política, y se exploran posibles vías de difusión de
estas sociedades secretas entre Europa y América del Sur. Como hipótesis, sostenemos que la masonería tuvo una
responsabilidad indirecta en la expansión del modelo asociativo en el mundo hispánico, debido a que desde la
Revolución Francesa, la propaganda antimasónica absolutista tuvo mayor presencia en la esfera pública
constituyendo un posible vehículo de difusión del modelo asociativo.

Abstract
The present article looks to analyze the possibilities that the study of the secret societies offer during the crisis of the
Ancient Regime, to account for an interconnected process with the Hispanic world. For this, it studies the concepts
about the use of the secret in politics, and it explores possible ways of diffusion of these secret societies between
Europe and South America. As a hypothesis, we argue that Freemasonry had an indirect responsibility in the
expansion of the associative model in Hispanic world, due to the fact that since the French Revolution, the anti-
Masonic absolutist propaganda had a higher presence in the public sphere, constituting a possible vehicle of diffusion
of the associative model.

© Felipe Santiago del Solar Guajardo y REHMLAC.

Felipe Santiago del Solar Guajardo. Chileno. Doctor en Historia por la Universidad Paris Diderot-Paris 7 y la
Pontificia Universidad Católica de Chile. Cientista político. Temas de investigación: historia de las ideas, historia
política, masonería y anarquismo en Suramérica, principalmente Chile. Correo electrónico: fdelsolar@hotmail.com.
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“Secreto y Sociedades Secretas en la crisis del Antiguo Régimen. Reflexiones


para una historia interconectada con el mundo hispánico”

Felipe Santiago del Solar Guajardo

Introducción

Desde mediados del siglo XVIII el Antiguo Régimen comienza una lenta agonía y una
cadena revolucionaria que se inicia en América del Norte sacude a los imperios del mundo
atlántico.1 El espectro de la revolución toma forma corpórea en la Francmasonería, cuya utopía
de la República Universal , desde sus orígenes, era sospechosa de conspiración. Paralelamente,
su plasticidad y permeabilidad, la que le permitió asumir múltiples fisionomías, se transformó en
objeto de fascinación y emulación para los sectores radicales en la época de las luces. ¿Cómo
incide esa doble naturaleza, fáctica y espectral, en las formas de sociabilidad en el mundo
hispánico?
En su dimensión concreta, la masonería luego de la crisis de la Revolución Francesa, tuvo
una edad de oro durante el Imperio napoleónico, el cual rearticuló las redes masónicas
preexistentes en Europa y abrió nuevos espacios para su desarrollo (como en España). En su
dimensión espectral, en cambio, se difundió simultáneamente con la Revolución, como voz del
absolutismo.
En el presente artículo quisiéramos explorar las posibilidades que el estudio de las
sociedades secretas ofrece para un análisis interconectado del cambio político en el mundo
hispánico. Si bien por sí solas no permiten comprender el fenómeno de conjunto, sí constituyen
un vector que entrega luces de las redes de comunicación entre Europa y América, da cuenta de
las transferencias de modelos asociativos el interior del Imperio español y de las posibilidades
que la utilización del secreto ofreció a los actores para afrontar el cambio político. En ese sentido
nuestra hipótesis es que las sociedades secretas constituirían una forma organizativa intermedia,
un híbrido si se quiere, entre las prácticas masónicas efectivas y el fantasma revolucionario que
las difundía sumergidas en las tinieblas.

1
Respecto a la Historia Atlántica existe una abundante bibliografía. En nuestro caso, utilizamos este concepto
como un medio de interrelacionar los procesos locales y regionales con un marco más amplio de cambio político al
que Eric Hobsbawm denomina como la era de la revolución . Esta contextualización no busca generar un modelo
unívoco, sino más bien, establecer un proceso de transformación general y de interacción, a diferentes escalas y
manteniendo sus particularidades, entre los diversos fenómenos revolucionarios que hicieron posible la
transformación del Antiguo Régimen. Para una síntesis de esta perspectiva historiográfica véase: Silvia Marzagalli,
Sur les origines de L Atlantic History , en: Dix-Huitième Siècle (Paris) 33 (2001): 17-31. Para el caso
latinoamericano resulta de gran interés el libro de: Federica Morelli, Clément Thibaud & Geneviève Verdo (comps.),
Les empires atlantiques. Des lumières au libéralisme (1763- 1865) (Rennes: Presses Universitaires de Rennes,
2009).
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Secreto y sociedades secretas

Facultad exclusiva del poder, el secreto durante el Antiguo Régimen fue empleado con
tanta frecuencia como fue combatido. Fuente de fascinación y de temor, la Monarquía desarrolló
una verdadera economía en su utilización, restringiéndolo a los asuntos de Estado, como en el
caso del Santo Oficio, donde ejerció una función central.2
A pesar de ello, la crisis del Antiguo Régimen abrió nuevas posibilidades a su uso,
rompiendo el monopolio de su práctica y transformándolo en un vehículo del cambio político. En
una primera instancia, la Revolución lo condenó a favor del espacio público, verdadera antítesis
de un secreto monárquico siempre sospechoso de contrarrevolucionario. Sin embargo, con el
advenimiento del Imperio, pero sobretodo con la Restauración europea, el secreto se transformó
en la principal herramienta de la República clandestina .3
La masonería sería la primera víctima de esta naturaleza dual del secreto. Durante el
Antiguo Régimen como en la Revolución, la Orden fue perseguida. En primer lugar, como
sospechosa de conspiración, a pesar que durante todo el siglo XVIII persiguió el reconocimiento
y la protección del poder político4 y, en segundo lugar, como contrarrevolucionaria, debido a su
carácter marcadamente aristocrático. Dicha naturaleza facilitó el surgimiento del mito de la
conspiración y su contraparte, el de la masonería libertaria, vehículo de la revolución atlántica.5
A pesar de que la literatura antimasónica apareció casi paralelamente al surgimiento de la
6
Orden, la teoría complotista tomó fuerza inmediatamente después de la Revolución Francesa,
sobre todo por las noticias expandidas respecto a los Iluminados de Baviera. Este suceso tuvo
eco por toda Europa. El caso más paradigmático fue el del Abate Barruel, quien a partir de 1797,

2
La Inquisición, por ejemplo, hizo un uso sistemático del secreto en todo el proceso legal. Esta característica
permitió su eficacia pero al mismo tiempo favoreció la exageración de sus procedimientos. Annie Molinnié-
Bertrand, Inquisition et secret en Espagne , en: L’Inquisition d’Espagne, Annie Molinnié-Bertrand & Jean-Paul
Duviols (Paris : Presses de l Université de Paris-Sorbonne, 2003), 7-19.
3
Resulta interesante analizar el proceso de mutación que sufrieron las sociedades secretas durante la primera mitad
del siglo XIX, las cuales, en diversos escenarios, constituyeron una antesala de los partidos políticos, un medio de
acción clandestina ante su exclusión del espacio público. Para el caso de Francia véase : Jeanne Gilmore, La
République clandestine, 1818-1848 (Aubier Montaigne, 1997). Para el caso de España véase: Irene Castells, Le
libéralisme insurrectionnel espagnol (1814-1830) en: Annales historiques de la Révolution française 336 (2004) :
221-233.
4
Pierre-Yves Beaurepaire, L’Europe des francs-maçons XVIIIe-XXIe siècles (Paris: Belin, 2002) 169.
5
Constituye la tesis del complot en sentido positivo. A pesar que la masonería francesa desde mediados del siglo
XIX ya intentaba hacer suya la paternidad de la Revolución, no fue hasta el primer cuarto del siglo XX que se
popularizó esta tesis. Véase : Gaston Martin, La Franc-Maçonnerie et la préparation de la Révolution française
(Paris, 1925). Para un análisis histórico del proceso véase : Daniel Ligou, Franc-Maçonnerie et Révolution
Française (Paris : Éditions Chiron- Detrad, 1989).
6
Al respecto véase el apartado Antimasonería en: José Antonio Ferrer Benimeli & Susana Cuartero, Bibliografía
de la Masonería (Madrid: Fundación Universitaria Española, 2004).
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con la publicación en Londres de su Memoria para servir a la historia del Jacobinismo 7 alertó
del complot mundial que se fraguaba al interior de las logias masónicas.
A pesar de la distinción que hace entre la verdadera masonería anglosajona y la
francesa, a la cual califica de herética, desviada y revolucionaria , su teoría constituye un intento
de explicar la desintegración del Antiguo Régimen por el accionar secreto de una minoría de
iniciados cuya finalidad era derrocar a la Iglesia y la Monarquía. Esta tesis, a pesar de haber sido
desacreditada en la época,8 ha sido renovada en la concepción de máquina política elaborada
por Agustín Cochin y continuada por François Furet.9
La teoría del complot se transformó en un arma contra los adversarios del Antiguo
Régimen. Desde fines del siglo XVIII son abundantes las noticias de conspiraciones de
jacobinos, monárquicos, republicanos y liberales. Otro de sus artífices fue la policía, la cual se
encargó de vigilar y crear nuevos enemigos para la autoridad. Tal como plantea Benjamín
Constant, bastaba crear en un país un ministerio que vigilara a los conspiradores, para que toda
la sociedad hablara sin cesar de conspiraciones .10
¿En qué medida obras como la de Barruel o la de Charles Nodier,11 pueden haber influido
en el proceso de proliferación de sociedades secretas ocurrido en Italia, España, Bélgica, Francia,
Grecia y Latinoamérica?
El problema se torna más complejo si se considera que desde fines del siglo XVIII este
tipo de sociabilidad mantuvo una relación ambigua con la masonería, existiendo numerosos casos
de doble pertenencia, como el de Fillippo Buonarroti; de logias masónicas revolucionarias, como
las logias jacobinas de la Revolución Francesa,12 de logias masónicas que crearon sociedades
secretas como la Tugendbund en Alemania; 13 de sociedades secretas que reclutaban a sus
miembros a través de la masonería o que dominan sus logias, como los Iluminados de Baviera.
La línea divisoria entre masonería y sociedades secretas, particularmente en el periodo
que va desde 1815 hasta 1830, tiende a ser difusa, más aun, por ejemplo, cuando la legislación
que buscaba prohibirla, como en el caso de España, muchas veces dirigía las condenas contra un
7
Agustín Barruel, Mémoires pour servir à l’histoire du Jacobinisme (Ph. Le Boussonnier, Londres, 1797). La obra
fue publicada paralelamente en inglés; en 1799 aparece en Estados Unidos, en 1812 aparece la primera edición en
español. Véase: Ferrer Benimeli & Cuartero, 34.
8
Jean Joseph Mounier, De l’influence attribue aux philosophes, aux francs-maçons et aux illuminés sous la
Révolution française (Tübingen, 1801).
9
Eric Saunier, Franc-maçonnerie et Révolution Française: vers une nouvelle orientation historiographique ,
Cahiers d’histoire. Revue d’histoire critique (Paris) 87 (2002). chrhc.revues.org/index1672.html. (Revisado 16
setiembre 2011).
10
Pierre Serna, Pistes de recherches : Du secret de la monarchie à la république des secrets , en : Secret et
République 1795- 1840, eds. Bernard Gainot; Pierre Serna, (Clermont- Ferrand: Presses Universitaires Blaise-
Pascal, 2003), 37.
11
Charles Nodier, Histoire des Société Secrètes de l’armée et des conspirations militaires qui ont eu pour objet la
destruction du gouvernement de Bonaparte (Paris, 1815).
12
André Combes, La Francmasonería Jacobina y revolucionaria , en: Masonería, Revolución y Reacción, coord.
Ferrer Benimeli (Alicante: CEHME, 1990).
13
Gérard Hertault & Abel Douay, Franc-Maçonnerie et Sociétés Secrètes contre Napoléon. Naissance de la Nation
Allemande (Paris: Ed. Nouveau Monde/ Fondation Napoléon, 2005), 55.
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conventículo, una secta o una sociedad secreta en términos genéricos, considerando su naturaleza
simplemente como una denominación (masonería, carbonarios, comuneros).14
A pesar de este argumento, en términos generales, la Masonería de la época no funcionaba
como una sociedad secreta, sino más bien, como una sociedad con secretos. 15 Sin embargo,
dependiendo del espacio donde se estableció y de las condiciones políticas a su arribo, sobre todo
climas de prohibición o persecución, ésta podía trabajar perfectamente en la clandestinidad. Aun
así, y es importante recalcarlo, se caracterizó más bien por un constante anhelo de
reconocimiento oficial como una institución de utilidad pública.16
Las sociedades secretas, por su parte, no constituyen tampoco un fenómeno asociativo
unívoco. Por el contrario, pueden tener un carácter diverso que va desde el esotérico hasta
organizaciones conspirativas e insurreccionales. Estas últimas, dependiendo su escala de
organización, pueden tener un carácter local, nacional o internacional. Igualmente, pese a existir
elementos comunes (como la jerarquía, los rituales y las ceremonias de iniciación) estos varían en
su contenido e importancia entre las diversas sociedades.
A pesar de las diferencias, poseen un elemento en común: la utilización del secreto como
forma constitutiva de su organización. En el caso que nos interesa, el de las hermandades
revolucionarias ,17 el secreto posee una doble función. En primer lugar, tal como plantea Simmel,
permite separar al grupo de iniciados del conjunto de la sociedad -a la que desde ese momento
consideran como profana -, constituyendo un elemento estructurante, una pieza esencial que
asegura la cohesión. En segundo lugar, aunque parezca paradójico, el secreto permite igualmente
el fraccionamiento de la sociedad en cuerpos distintos y jerarquizados, cuya cúpula permanece
secreta para los miembros de menor grado.18
La dicotomía inclusión-diferenciación existente en las sociedades secretas constituye un
elemento estratégico y fundamental de éstas. Tal como lo sostuvo Filippo Buonarroti, teórico y
probablemente paradigma de este tipo de sociabilidad revolucionaria, una sociedad secreta

14
José Antonio Escudero, Las sociedades Secretas ante la legislación Española del siglo XIX , en: Masonería,
Política y Sociedad, coord. Ferrer Benimeli (Córdoba: CEHME, 1987).
15
Para nuestro periodo de estudio, nos parece más pertinente analizar los usos del secreto, que plantear una
definición categórica (o esencialista) de si la masonería es secreta o discreta. El secreto en este tipo de sociabilidad
posee múltiples niveles que rara vez llegan al absoluto o a su completa inexistencia. Para una interpretación de la
naturaleza del secreto en masonería véase: Yván Pozuelo Andrés, La masonería: ¿una organización discreta?
Cuestión de definición , REHMLAC, Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña
(Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica) 1, n. 2 (diciembre 2009-abril 2010): 62-87.
rehmlac.com/recursos/vols/v1/n2/rehmlac.vol1.n2-543y.pdf. (Revisado 14 marzo 2011).
16
Beaurepaire, L’Europe des francs-maçons XVIIIe-XXIe siècles, 169.
17
Utilizamos este concepto como sinónimo de sociedad secreta en el sentido que Hobsbawm le otorga a este tipo de
sociabilidad entre 1789 y 1848. Al respecto véase: Hobsbawm, La era de la revolución, 1789-1848 (Buenos Aires:
Editorial Crítica, 1997), 122.
18
Georges Simmel, El secreto y la sociedad secreta , en Sociología. Estudios sobre las formas de socialización
(Madrid: Ed. Alianza, 1977).
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constituida por un solo grado o formada por un solo cuerpo, corría el riesgo de desaparecer por
completo ante la primera indiscreción. De ahí la importancia de la compartimentación.19
En ese sentido el secreto ganó relevancia como arma revolucionaria, ya que permitía
esconder y hacer invisibles a las instituciones y a sus miembros. Sin embargo, le otorgaba una
estructuraba frágil al grupo, debido a la perpetua amenaza de indiscreción y traición, así como a
la continua tentación de revelarlo, tensión que acompaña a la organización durante toda su
existencia.
Debido al peligro latente de su descubrimiento, las sociedades secretas refuerzan la
confianza mutua y el sentido de hermandad como un mecanismo de protección en contextos
opresivos. Para ello, despliegan medios que favorezcan psicológicamente la preservación del
secreto, como el juramento y la amenaza de castigo.
Otro tipo de distinción es aquel que se puede establecer entre sociedades secretas y
clandestinas. En el primer caso, el secreto constituye un recurso temporal y transitorio, es un
medio por el cual los perseguidos responden a sus perseguidores. Los diversos mecanismos que
pone a su disposición el secreto (como los signos de reconocimiento, las palabras de pase, la
jerarquía interna o el lenguaje simbólico) no corresponden a elementos fundacionales de la
organización, sino simplemente a una técnica de ocultamiento. En las sociedades secretas, en
cambio, el secreto es un elemento esencial sin el cual el grupo no existiría.20
Una última distinción, bastante cuestionada hoy en día, es aquella que existe entre
sociedades secretas iniciáticas y políticas. Estas últimas, según Serge Hutin, por ejemplo, tienen
por objetivo actuar paralelamente al poder o en contra de éste. Su principal característica es su
corta duración, debido a que una vez cumplido su objetivo desaparece la finalidad de su
existencia.21
En las sociedades secretas iniciáticas en cambio, tal como lo señala su nombre, adquiere
relevancia la iniciación, el pasaje de un estado inferior a otro superior que es entregado en etapas
sucesivas que van gradualmente otorgando los conocimientos necesarios para llegar a la
perfección.22 Esta distinción, defendida por pensadores como René Guenón, niega la posibilidad
de trascendencia en la dimensión política debido a que sus fines se fundan exclusivamente sobre
principios racionales. Igualmente, deja de lado un elemento que nos parece fundamental y que da
cuenta de una adscripción afectiva entre sus miembros: el reconocimiento entre ellos como
hermanos.

19
Al respecto véase el interesante texto de Bounarroti, Idée générale d une Société Secrète en: Armando Saitta,
Filippo Buonarroti, Contributi alla storia della sua vita e del suo pensiero (Roma: Edizioni di Storia e Letteratura,
1950-1951), Vol. II, 61.
20
Pierre-Arnaud Lambert, La Charbonnerie Française 1821- 1823. Du secret en politique (Lyon: Presses
Universitaire de Lyon, 1995), 15.
21
Serge Hutin, Las sociedades secretas (Buenos Aires, Ed. Eudeba, 1961), 6.
22
Refiriéndose a la masonería, Charles Porset relativiza el carácter iniciático de la Orden al plantear que el
concepto tradicionalmente utilizado era el de recepción , véase: Porset, La Masonería: de la leyenda a la Historia.
Observaciones historiográficas en: La masonería española en el 2000. Una revisión histórica, coord. Ferrer
Benimeli (Segovia, Gobierno de Aragón, 2000).
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En síntesis, el modelo de sociedad secreta revolucionaria surge con la crisis del Antiguo
Régimen, y se transforma en un vehículo del cambio político. Constituye una aplicación de la
razón a las formas sociales, al controlar todo tipo de vínculo que se produce a su interior por
medio de una estricta jerarquía que exige de sus miembros una obediencia ciega. Estas formas de
sociabilidad política, independiente de su eficacia, constituyeron espacios de libertad
resguardados por el secreto, donde las normas sociales no necesariamente se cumplían y desde
donde era posible pensar y realizar el cambio político. He ahí la fascinación que produjo entre
los revolucionarios y el temor entre las autoridades de la época.

Los iluminados de Baviera y la difusión del modelo asociativo secreto

La Illuminatenorden surge en 1776 por iniciativa de Adam Waisheup (1748- 1830),


profesor de derecho canónico en la Universidad de Ingolstadt. Su vinculación con la
Francmasonería comenzó en 1777, cuando este ingresó a la logia Zur Behutsamkeit de Munich,23
con la finalidad de replicar su estructura de funcionamiento y, posteriormente, utilizarla como
cantera de reclutamiento. Sin embargo, no fue hasta el ingreso en 1780 del barón Adolf Freiherr
von Knigge, que la relación entre ambas instituciones fue mucho más cercana, al crear este
último un sistema de altos grados para los Illuminaten inspirado en la Estricta Observancia a la
que había ingresado en 1799.
Debido a su carácter selectivo, la masonería constituía un perfecto lugar de reclutamiento.
Además, y a pesar de ser apolítica, el hecho de que cultivara la discreción, la cohesión y la
obediencia a una ley en común,24 hacía que sus miembros fuesen especialmente atractivos para
formar parte de una sociedad Secreta paralela.
Los Iluminados de Baviera constituyeron una corriente radical del Aufklärung . Su
propósito era concebido como una lucha contra los enemigos de las luces, a la cual interpretaban
alegóricamente en la dialéctica de las fuerzas del progreso y la educación contra las fuerzas del
oscurantismo y la superstición.25 Su finalidad, por lo menos en sus inicios, era fundamentalmente
pedagógica. Buscaban formar a sus miembros en las ideas de la Ilustración, para luego sustituir
en los puestos de influencia social a los Jesuitas. 26 Funcionaba por medio de un sistema de
aprendizaje progresivo, divido por grados, en una primera instancia tres, para, posteriormente,
constituirse en once. El sistema estaba de tal manera inspirado en la masonería que sus tres
grados simbólicos tradicionales estaban incorporados al de los iluminados. El pasaje de un grado
a otro se llevaba a cabo por un régimen de vigilancia interno, donde cada grado superior
supervisaba secretamente a los inferiores.
23
Esta logia pertenecía a la Estricta Observancia Templaría, paradójicamente un tipo de masonería cristiana y
caballeresca muy contraria a los ideales de Weishaupt. Véase : Beaurepaire, L’Europe des francs-maçons XVIIIe-
XXIe siècles, 147.
24
Ibid., 149
25
Ibid., 147.
26
Lambert, La Charbonnerie Française 1821- 1823. Du secret en politique, 25.
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La utilización del secreto tuvo varias aristas: un sistema de protección para el estudio de
aquellas doctrinas, por aquel entonces, consideradas subversivas; un mecanismo para influir en
las autoridades sin que éstas lo supieran y un medio de manipular a otros grupos (como las logias
masónicas) hacia la concreción de sus fines.
En términos espaciales la Orden logró tener una importante presencia en todo el espacio
germánico (principalmente en Viena), llegando a contar inclusive con células en Paris, Génova y
Nápoles. En términos sociales logró infiltrarse en el aparato de Estado, en instituciones
académicas y en los círculos de las élites germanas, incluyendo al clero. Su relación con la
masonería fue ambigua, a través del reclutamiento de sus miembros, llegaron a manejar alrededor
de 41 logias, pertenecientes en su mayoría a la Estricta Observancia. Igualmente existieron logias
fundadas por la Orden como Karl zu den drei Räden perteneciente al Oriente de Erfurt. Por
último, no deja ser relevante el hecho de que del total de los miembros de los que se tiene
conocimiento (1394), el 41%, vale decir 575, eran francmasones.27
La función del secreto entre los Illuminaten, por lo menos las ideas que Weishaupt tenía
sobre este, guarda relación con la creación de una escuela de formación moral, donde la sociedad
secreta no constituye un mero instrumento sino que es un fin en sí mismo, una alternativa al
Estado, la Iglesia y la instituciones educativas.
Como medio de frenar las influencias nocivas que la sociedad ejercía sobre el individuo,
la sociedad secreta ofrecía un ambiente artificial de aislamiento donde generar nuevos vínculos
entre iguales y poner efectivamente en práctica la virtud.28 Este nuevo sistema de enseñanza
debía ser progresivo y entregado en diferentes grados que permitieran ir perfeccionando
paulatinamente al individuo.
Consciente del peligro latente de esta forma de organización, Weishaupt advierte la
necesidad de exaltar las relaciones fraternas al interior de la organización como medio de
asegurar su permanencia en el tiempo:

Aquello que en segundo lugar le entrega a la sociedad secreta una virtud educadora es su
propia situación al margen de la sociedad, la obligación que tiene de estar oculta y el
peligro que corre de ser descubierta y disuelta; continuamente expuesta a ser destruida por
la venganza de un traidor, sus miembros siempre tendrán interés en actuar recíprocamente
con cautela y a tratarse entre ellos amablemente, con indulgencia y afecto. Los superiores,
no podrán usar ninguno de los medios de represión que a sociedad civil pone a su
disposición y solo lograrán hacerse obedecer a través de la autoridad moral que deben
adquirir.29

27
Beaurepaire, L’Europe des francs-maçons XVIIIe-XXIe siècles, 151.
28
Weishaupt dejó establecida las características que debía tener una sociedad secreta en 1790 en su texto
Pythagoras oder Betrachtung über die geheime Welt- und Regierungskunst en el trabajo de René Le Forestier
aparecen numerosos extractos de sus textos traducidos al francés, principalmente el capítulo « Théorie de la Société
Secrète ». Véase : Le Forestier, Les Illuminés de Bavière et la Franc-Maçonnerie allemande (Paris: Ed. Hachette,
1914).
29
Ibid. 602. (Traducción del autor).
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A pesar que los Illuminaten mantuvieron relaciones con la masonería, buscaban


diferenciarse de ésta en las prácticas y sus rituales. Weishaupt es categórico en sus duras críticas
y en la necesidad de que la sociedad secreta sea diferente y superior al modelo de origen:

Todo lo que en ella se respira es frivolidad y disipación, la búsqueda de placeres fútiles


que procura un tipo de sociabilidad superficial. Qué opinión podemos tener de una
sociedad que no le demanda a sus candidatos otras cualidades que aquellas exigidas por
un club ordinario; donde les está permitido a cada uno seguir comportándose como lo
hacían antes de ingresar; donde los miembros solo se reúnen para participar en
ceremonias inútiles e inexplicables, donde las reuniones no se realizan sino que para
jugar, comer y tener conversaciones insignificantes, donde hombres de diferente carácter
están juntos, donde lo único que se busca es la distracción.30

A diferencia de la masonería, la sociedad secreta no debía preocuparse ni de lo


sobrenatural, ni de las ciencias que pudiesen ser estudiadas públicamente. Por el contrario, debía
centrar su atención en aquellos conocimientos que solo podían ser cultivados por medio del
secreto, ya que la organización otorgaba las condiciones necesarias para ello.
A pesar de no tener un carácter subversivo, se produjo un proceso de persecución
generalizado. Desde 1782, las Grandes Logias de Berlín denunciaron públicamente la intromisión
de los Illuminaten y en 1784, bajo la denuncia de un complot contra el Estado, Charles Theodore,
elector de Baviera, prohibió la Orden y comenzó un proceso de represión por toda Europa.
Luego de su disolución, permaneció la idea de que la sociedad fue reformada adquiriendo
un carácter aún más secreto y poderoso. Paralelamente, el advenimiento de la Revolución
Francesa generó un ambiente de terror en los países germánicos favoreciendo aún más la creación
de la leyenda negra .
La conjunción de ambos elementos, el triunfo de la Revolución y el descubrimiento de la
sociedad secreta (calificada de antirreligiosa y revolucionaria), sumados a un viaje que Johan
Joachim Christoph Bode, uno de los líderes de los iluminaten, realizó en 1787 a Paris con motivo
de la convención masónica de los Philaletes,31 dieron paso a la teoría del complot internacional.
El descubrimiento no tardaría en extenderse por toda Europa. A través de la prensa (como
el periódico de Viena), de panfletos anónimos y de la publicación de libros (como los de los
abates Baissie,32 Lefranc,33 Barruel, Robison34 y Hervás y Panduro)35 que sirvieron de base para
identificar como responsable del complot a la masonería.

30
Ibid. 67.
31
Claus Werner, Le voyage de Bode à Paris en 1787 et le « complot maçonnique , Annales Historiques de la
Révolution française (Paris) 253 (1983).
32
Abbé Baissie, L’Esprit de la Franc-Maçonnerie dévoilé relativement au danger qu’elle renferme (Roma: chez les
marchands de nouveautés, 1790).
33
Abbé Lefranc, Le voile levé pour les curieux ou le secret de la révolution révélé à l’ide de la Franc-Maçonnerie
(Paris : Le Petite et Guillermard, 1792).
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Este proceso se superpone e intensifica a las críticas que desde 1730, con la aparición de
la obra Masonry Dissected ,36 comenzaban a aparecer en contra de la masonería.37 Igualmente
se suma a la oleada de prohibiciones y condenas que habían puesto en alerta a las monarquías
europeas. De este modo, a fines del siglo XVIII, estalla la mitología de las sociedades secretas, en
un proceso de retroacción, 38 donde los acontecimientos políticos solo reafirman la idea del
complot, como única explicación causal del cambio.
Este fenómeno, a pesar de su dimensión europea, no logró igual impacto en todo el
territorio. En Inglaterra, por ejemplo, a pesar de la Unlawful Societies Act de 1799,39 que puso
bajo la directa vigilancia del gobierno a la masonería frente al peligro de infiltración de jacobinos
y otros revolucionarios, no es comparable con la lluvia de edictos represivos 40 con que los
diferentes gobiernos germanos trataron de impedir la revolución.
En el caso de España, pese a que se mantuvo al margen del proceso de proliferación de
sociedades secretas, no fue ajena al terror revolucionario y, con la ocupación de las tropas
francesas en la península, vio cumplido uno de sus principales temores: la implantación de la
masonería.

El Imperio español: la masonería napoleónica y la logia Lautaro

Desde mediados del siglo XVIII el fantasma de la masonería asediaba el Imperio español.
Rara vez se manifestó corpóreamente, a través de masones que ingresaban a su territorio y que de
inmediato eran detenidos por la Inquisición.41
Con la ocupación de las tropas napoleónicas a España, la masonería logró establecerse en
el territorio. Desde 1808 hasta 1814 se formaron en la Península 24 logias, 14 de franceses y 9 de

34
John Robison, Proofs of a conspiracy against all the religions and governments of Europe, carried on in the secret
meetings of Freemasons, illuminati and reading societies (London: Edinburg, 1797).
35
Lorenzo Hervás y Panduro, Causas de la Revolución de Francia en el año 1789, y medios que se han valido para
efectuarla los enemigos de la religión y del Estado. Obra escrita en italiano por dicho Abate, bibliotecario de nuestro
S.P. Pio VII, en carta que dirigió desde Roma a un respetable Ministro del Consejo de Castilla, amigo suyo, Roma,
25 de marzo de 1794 (Madrid: 1807).
36
Samuel Prichard, Masonic dissected (Printed for J. Wilford, London, 1730).
37
Para un análisis del surgimiento de la literatura antimasónica, véase : Jacques Lemaire, « Les premières formes de
l'antimaçonnisme en France. Les ouvrages de révélation (1738-1751) », en Les courants antimaçonniques hier et
aujourd'hui", in Problèmes d’histoire des religions, éd. Alain Dierkens (Editions de l Université de Bruxelles, 1993).
38
John Roberts, La Mythologie des Sociétés Secrètes (Paris : Payot, 1979), 202.
39
Al respecto véase : Beaurepaire, « William Pitt, les francs-maçons anglais et la loi sur les sociétés secrètes de
1799 » en : Annales historiques de la Révolution française 342 (2005) : 185- 194.
40
Roberts, 209.
41
Ferrer Benimeli, Masonería e Inquisición en Latinoamérica durante el siglo XVIII (Caracas, Venezuela:
Universidad Católica Andrés Bello, Instituto de Investigaciones Históricas, 1973).
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españoles, estas últimas, en 1809 fundaron la Gran Logia Nacional de España42 incorporándose al
proyecto de la Europa masónica francesa.
El fantasma de la masonería personificaba aquellos aspectos de la época de las luces
que no habían logrado permear a la ilustración española,43 la cual jamás puso en cuestión el orden
político y religioso, sino que simplemente resaltó el beneficio de la ciencia para lograr el
desarrollo económico. Sus protagonistas fueron reformistas al servicio de la Corona cuyo
objetivo era igualar a España al resto de las naciones europeas.
El ideal del despotismo ilustrado había sido destruido durante la primera década del
reinado de Carlos IV como respuesta a la Revolución Francesa. A pesar de ello, la masonería
encontró a la mayor parte de sus miembros entre los afrancesados, grupo de ilustrados españoles
que ocupaban un lugar intermedio entre liberales y absolutistas.44
La masonería napoleónica, que en ningún caso podría considerarse revolucionaria, sirvió
de complemento a las doctrinas ilustradas de los españoles, al encasillar en los términos de
fanatismo y superstición a los sectores absolutistas de la iglesia. Un ejemplo de ello, lo
podemos encontrar en el discurso de instalación de la logia Les amis réunis de Saint Joseph de
Vitoria, donde el hermano Thovenot se refirió alegóricamente al cambio que en ese sentido
impulsaría la Orden:

Felicitaos, hermanos míos, de ser los primeros en establecer y propagar nuestras


instituciones en este pueblo digno de apreciarlas, pero que habiendo sido durante largo
tiempo contrariado en el desarrollo de sus facultades morales, las han rechazado hasta el
presente. La superstición y el fanatismo, los dos monstruos, azote de la humanidad, que
han sido abatidos por todas partes donde la Francmasonería ha penetrado, han detenido
durante dos siglos los progresos de las artes y de las ciencias en España; pero los
españoles vueltos sobre ellos mismos, liberados de todos los lazos que impedían el
desarrollo de su genio, llegaran pronto al grado de civilización que distingue hoy a los
otros pueblos de Europa.45

La breve experiencia masónica en España es absolutamente desproporcionada a la


campaña que se hiso en su contra. La dimensión espectral se transformó en un régimen de

42
Para el caso de las logias napoleónicas en España, Ferrer Benimeli posee una amplia bibliografía. Una síntesis se
puede consultar en: Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea (España: Siglo XXI, 1980), Vol. I. 1800-
1868.
43
El fenómeno en España habría sido una versión limitada y excepcional en Europa. El mismo concepto de
« Lumières» posee una traducción equivalente con sus homólogos de « enlightenment » para Inglaterra y
« Aufklarung » para Alemania. No se produce dicha equivalencia con el término « Ilustración ». Al respecto véase:
Gerard Dufour, Lumières et Ilustración en Espagne. Sous les règnes de Charles III et de Charles IV,1759- 1808,
(Paris: Ed. Ellipses, 2006), 10.
44
Miguel Artola, Los Afrancesados (Madrid: Ed. Alianza, 2008), 49.
45
BNF, Manuscritos Occidentales , Fondo Franc-Maçonnerie, FM2 560, F. 12-14. Igualmente reproducido en:
Ferrer Benimeli, Les Amis Réunis de Saint Joseph. La primera Logia masónica de Vitoria , en: Cuadernos de
investigación histórica 3 (1979): 198.
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verdad, siendo sus manifestaciones concretas, elementos de prueba que reforzaban la tesis
generalizada del complot.46
Sinónimo de jansenismo, la masonería fue un arma de ataque contra el incipiente
liberalismo peninsular, el cual era catalogado de secta de agentes de la revolución contra la
monarquía y la Iglesia .47
Entre los años 1811 y 1813 la leyenda alcanzó su máxima intensidad en la prensa,
principalmente de las ciudades de Cádiz, Madrid y Mallorca, en los periódicos Atalaya de la
Mancha , El sol de Cádiz , Diario político de Mallorca , El procurador General del rey ,
entre otros. Este último, por ejemplo, al anunciar la aparición de los números 15 y 16 de El Sol de
Cádiz, periódico dedicado exclusivamente al combate contra la masonería, resume con precisión
los fines de su cruzada: Que la nación conozca la cábala infernal que se ha extendido en el
mundo, conocida con los nombres de Francmasones, iluminados, ilustrados, y liberales en
España, para acabar con la religión y la monarquía .48
La apoteosis de Barruel 49 se produjo gracias al decreto de libertad de imprenta de 1810,
el cual permitió en igual medida el desarrollo de las ideas liberales y absolutistas, convirtiéndolos
en actores del incipiente espacio público donde se discutía la crisis del Antiguo Régimen.
El contenido de su discurso, incorpora en parte la tradición antimasónica de la segunda
mitad del siglo XVIII, principalmente las condenas papales y las prohibiciones reales, las cuales
fueron superpuestas a las tesis complotistas, que se difundieron con especial fuerza en España
paralelamente a la ocupación francesa.
Su principal exponente en la Península, fue el exjesuita Lorenzo de Hervás y Panduro,
quien escribió en 1794 en Roma su obra Causas de la Revolución Francesa .50 Al igual como
sucedió con la obra de Barruel, se prohibió su publicación saliendo a la luz pública recién en
1803.51 Hervás intenta explicar la crisis del Antiguo Régimen por medio de la acción de cuatro
sectas que impulsaron la revolución: el jansenismo, los filósofos, el calvinismo y la masonería.
Refiriéndose a esta última, plantea que su papel en la revolución fue el de preparar a los
individuos al interior de sus logias, socializando los principios creados por las otras sectas.
Como remedio a este mal que aquejaba a España, la solución de Hervás es categórica: la delación,
penas corporales y el exterminio: La severidad de penas pecuniarias y corporales contra los
secuaces, contra los que vendan o tengan los libros de su doctrina, y el premio a favor de los

46
Sobre la relación entre la literatura y la acción masónica véase: Alberto Valín, Masonería y revolución. Del mito
literario a la realidad histórica (España, Ediciones IDEA, 2008).
47
Javier Herrero, Los orígenes del pensamiento reaccionario español (Madrid: Alianza editorial, 1988), 18.
48
El procurador general de la Nación y el Rey 250 (7 junio 1813): 2068.
49
Sus memorias habían sido prohibidas por injuriosas en 1802 debido a que en el tomo IV involucra a Godoy en una
conspiración. Herrero, 196.
50
La primera edición tenía como título: Revolución religiosa y civil de los franceses en el año 1789: sus causas
morales y medios usados para efectuarla. Obra en carta que el muy I.S.D.T.B. escribió en Italia D.L.H.P en el año de
1794 .
51
Ibid., 156.
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delatores de secuaces, y de los libros de mala doctrina, serán medios que conspiraran mucho para
exterminar las dichas sectas .
El fantasma masónico merodeó por España gracias a la circulación de las obras de los
ideólogos del complot, los cuales fueron traducidos, reinterpretados y adaptados al contexto de la
guerra de independencia.52
Debido a su carácter moderado, resulta difícil considerar a la masonería como un referente
directo de la explosión asociativa secreta que se produciría con el trienio liberal. De hecho, la
masonería napoleónica, aceptada y estimulada por el Rey, que ostentaba el título de Gran
Maestro del Gran Oriente de Francia, solo restringió el uso del secreto respecto a sus miembros,
ceremonias y rituales. Constituía una herramienta de protección contra su imagen fantasmal,
mayoritariamente extendida en la sociedad. Sin embargo, implicaba igualmente un lazo de unión
y complicidad con el régimen napoleónico.
Más complejo aún, resulta explicar la aparición en el Cádiz de 1811, uno de los epicentros
de la propagada antimasónica, de una sociedad secreta de hispanoamericanos denominada
Caballeros Racionales 53 que, desde Europa, servirá de vehículo para la difusión en las colonias
de la práctica del secreto en política. Esta Logia fue formada sobre la base de criollos residentes
en la península, provenientes principalmente de la Habana, Buenos Aires, Santa Fe, México y
Caracas. 54 Entre estos se encuentran dos diputados suplentes de las Cortes de Cádiz, José
Domingo Caicedo y José Álvarez de Toledo, así como también militares al servicio de España.
Es muy poco lo que se sabe de esta logia, las principales fuentes son unas cartas enviadas por
Carlos de Alvear que fueron interceptadas, las declaraciones de Servando Teresa de Mier ante la
Inquisición55 y algunos informes de gobierno advirtiendo sobre la existencia de esta logia.56 Por
lo que se desprende de las cartas de Alvear, esta sociedad secreta sale de España debido a que
consideraban inminente el triunfo de Napoleón. Sin embargo, las trayectorias posteriores de sus
miembros demuestran que ideológicamente comulgaban con el incipiente liberalismo hispano y
esta experiencia sirvió para reproducir el modelo asociativo secreto a nivel local, como en el caso
de Buenos Aires, interconectando el proceso europeo con el mundo hispánico.
En el caso de América latina la situación era análoga a la de la Península pero en menor
escala. Ya en 1808, por ejemplo, aparece en el Río de la Plata un texto titulado Cartas de un
52
Agustín Martínez de las Heras, La Masonería en la prensa española entre 1808 y 1815 , en: Cuadernos de
Ilustración y Romanticismo (Universidad de Cádiz, España) 16 (2010): 26.
53
Ferrer Benimeli, « Les Caballeros racionales, les loges lautariennes et les formes déviées de la Franc-maçonnerie
dans le monde hispanique », en: Les révolutions Ibériques et Ibéro-Américaines à l’aube du XIXe siècle (Paris:
Centre National de la recherche scientifique, 1991).
54
Julio Guillen, Correo insurgente de Londres capturado por un corsario puertorriqueño 1811 , en: Boletín de la
Academia Chilena de la Historia (Santiago) 63 (1960): 125-155.
55
J. Hernández y Dávalos, Colección de Documentos para la Historia de la Guerra de la Independencia de México
(México, 1882), Tomo 6, 617-621.
56
Walter Hanisch, Miscelánea histórica. Un documento de Fernando VII sobre las logias de América, 1814.
Biblioteca del obispo don Luis Francisco Romero. Biblioteca de un boticario en Santiago a comienzos del siglo
XVIII. Carta del Papa Pío VIII al obispo Rodríguez Zorrilla", en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia 78
(1968): 192-202.
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amigo que vive en la ciudad a otro que tiene su habitación en el campo ,57 donde se da cuenta del
origen, secreto y providencias que se han tomado contra los francmasones.
Esta publicación aparece en un contexto inmediatamente posterior a las invasiones
inglesas en 1806 y 1807, cuando las tropas británicas, como un medio de cooptación de las élites
locales, iniciaron a algunos criollos en la masonería, como el caso de Miguel Furriol, iniciado en
la logia nº 192 perteneciente a la Gran Logia de Irlanda y al 47º regimiento de infantería
inglesa.58
Igualmente existen noticias de la celebración de una tenida masónica, evento que fue
publicado en el periódico bilingüe Southern Star , con el cual las tropas británicas ejercían una
campaña propagandística a favor de la ocupación. De este modo, en el nº 6, correspondiente al
sábado 27 de junio de 1807, aparece publicada la siguiente nota: El miércoles 24 del corriente se
celebró en esta ciudad el día de San Juan Bautista por el cuerpo de Francmasones .59
A inicios del siglo XIX, las Provincias Unidas del Río de la Plata fueron un laboratorio
fecundo en la creación de nuevas prácticas asociativas. En ese contexto, la masonería logró
hacerse de algunos adeptos,60 a pesar que las noticias de logias criollas propiamente tales son
escasas o de dudosa procedencia.61
Aun así, durante la primera década del siglo XIX, se realizó una pedagogía asociativa
moderna entre las élites criollas, lo que facilitaría el reclutamiento de hermanos para la logia
Lautaro,62 la cual comenzó a funcionar en 1812 con la llegada a Buenos Aires de Carlos de
Alvear, José de San Martín, Matías Zapiola, y otros oficiales que habían servido en el ejército
español y que ahora se ponían al servicio de las armas patriotas.

57
Biblioteca Nacional de Argentina, Sala del Tesoro, Colección Carranza, Época colonial: TES 3 A 05 3 6 21.
58
Mario Dotta, Caudillos, doctores y masones. Protagonistas en la Gran Comarca Rioplatense, 1806- 1865
(Montevideo: Editorial Plaza, 2008), 19.
59
La versión en ingles es levemente diferente: On Wednesday last the festival of Saint John The Baptist was
celebrated in this city by the members of the Lodge in this place , en: The Southern Star (Sábado 27 de junio de
1807). periodicas.edu.uy/Southern_star/pdfs/Southern_Star_06.pdf. (Revisado 23 abril 2010).
60
Véase por ejemplo: Enrique Martínez, Observaciones hechas a la obra póstuma del señor Ignacio Núñez, titulada
Noticias Históricas de la república Argentina , en Biblioteca de Mayo (Buenos Aires; Memorias, 1960), Tomo I,
527.
61
Así sucede, por ejemplo, con la logia de franceses denominada Independencia , de la cual tenemos noticias
gracias a un documento que publicó Francisco Guillo en la novela histórica Episodios Patrios . Sin embargo, la
información presenta varios problemas que despiertan serias dudas sobre su existencia. En primer lugar, el autor no
hace referencia de la ubicación de dicho documento; en segundo lugar, no existe ningún registro de la logia los
archivos del Gran Oriente de Francia; en tercer lugar, la « Gran Logia de Versalles » de la cual habla el documento
no parece haber existido, salvo, que se refiera a la Gran Logia de Francia (o de Clermont) fundada en 1736.
Igualmente extraña resulta la utilización de la divisa Libertad, Igualdad y fraternidad la cual, si bien fue utilizada
en la época, tal como lo ha demostrado Porset, se convierte efectivamente en una divisa masónica a partir de la
tercera república francesa.
62
Para un resumen de la bibliografía existente sobre el tema véase: Pilar González Bernaldo, Masonería y
Revolución de Independencia en el Río de la Plata: 130 años de historiografía , en Masonería, Revolución y Reacción,
coord. Ferrer Benimeli (Alicante, Zaragoza: CEHME 1991), Tomo II, 1035-1054; y el breve estudio de: Jaime
Eyzaguirre, La Logia Lautarina (Santiago: Editorial Francisco de Aguirre, 1973), 1-17.
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Este grupo de militares había vivido la mayor parte de su vida en Europa. Sin embargo,
tenía importantes vínculos con la élite de Buenos Aires -principalmente Carlos de Alvear- lo que
les permitió integrarse rápidamente a la dinámica revolucionaria.
La guerra provocó un viraje en el proceso de independencia, el cual pasó de ser un
fenómeno juntista fiel a la corona, donde las sociedades patrióticas cumplían un rol como grupo
de presión liberal, a un sistema político centralizado donde los grupos jacobinos 63
administraron el poder a favor de la empresa bélica.
La experiencia militar de los oficiales llegados desde Europa, facilitó su ascenso al poder.
Igualmente se hicieron parte del proceso revolucionario a través de la sociabilidad política:
Carlos de Alvear, por ejemplo, fue miembro de la Sociedad Patriótica llegando a ser su
vicepresidente en dos oportunidades. Su presencia entre el grupo liberal le permitió cooptar a los
sectores más importantes de la élite revolucionaria de Buenos Aires.
Posteriormente, se produjo un golpe de Estado que les permitió a los militares tomar el
poder, integrar a los sectores revolucionarios al gobierno, renunciando al modelo de sociabilidad
pública 64 con que se habían dotado anteriormente, para sustituirlo por un nuevo sistema de
vínculos secretos, a través de una sociedad cívico-militar, que constituyera un último eslabón de
fidelidad política.
Llama profundamente la atención la temprana aparición del fenómeno asociativo secreto
en la región, el cual se desarrolla casi simultáneamente con Europa. Podemos apreciar dos
momentos en la vida de la logia Lautaro: el primero, que va desde 1812 a 1815, donde tomó el
control del gobierno de Buenos Aires y comenzó la guerra contra España. Durante ese periodo, la
logia estuvo bajo las órdenes de Carlos de Alvear. Sin embargo, tras la caída del régimen político
dirigido por su facción, se produjo una ruptura en el grupo original el cual se reconstituyó en dos
logias: una segunda logia Lautaro, que fue dirigida militarmente por José de San Martín y en
términos políticos por Juan Martín de Pueyrredón y una sociedad secreta enemiga que albergó a
la facción de Alvear en Montevideo.
En la segunda etapa, que va desde 1816 a 1820, continuó la guerra en dos escenarios, uno
interno, debido a la resistencia de las provincias del interior frente a la imposición de Buenos
Aires como capital hegemónica; y otro externo, centrado en el derrocamiento del Virreinato del
Perú, por medio de la liberación de la Capitanía General de Chile, que en 1814 había caído en
manos de los españoles.

63
Sobre la pertinencia del concepto de « jacobino » para el Rio de la Plata véase: Noemí Goldman, Los Jacobinos
en el Río de la Plata: Modelo, Discursos y Practicas, 1810- 1815 , en: Imagen y Recepción de la Revolución
Francesa en la Argentina (Buenos Aires, Comité Argentino para el Bicentenario de la Revolución Francesa, Grupo
Editor Latinoamericano, 1990).
64
González Bernaldo, La Revolución Francesa y la emergencia de nuevas prácticas de la política: la irrupción de la
sociabilidad política en El Río de la Plata revolucionario (1810-1815) , en La Revolución Francesa y Chile, coords.
Ricardo Krebs & Cristián Gazmuri (Santiago: Editorial Universitaria, 1990): 117.
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En el primer periodo, que es el que nos interesa, la logia estaba constituida principalmente
por miembros de la logia Caballeros Racionales y la élite revolucionaria de Buenos Aires que con
anterioridad habían participado de la Sociedad Patriótica.65
La logia Lautaro centralizó la toma de decisiones y disciplinó a la élite revolucionaria
para evitar el surgimiento de facciones. Los lazos políticos de hermandad permitieron nuclear al
grupo revolucionario en torno a esta nueva organización, contando desde ese momento, como
señala Tulio Halperín, con un brazo armado que les aseguraba el poder.
El objetivo central de la logia, desde un comienzo, fue controlar los órganos de gobierno,
principalmente la asamblea constituyente. Los asambleístas miembros de la logia, según las
declaraciones de Zapiola, llegarían a 25 sobre un total de 34 que componían el cuerpo. 66
Constituía una facción al interior de la asamblea, cuya finalidad consistía en el manejo de las
votaciones y elecciones. El secreto tuvo como función, centralizar las opiniones del sector e
impulsar su programa político, que entre otras cosas, contemplaba la promulgación de una
constitución.67 Igualmente, se buscaba hacer invisibles los vínculos de sus miembros. Para ello,
en sus reglamentos se castigaba la traición al secreto con la pena de muerte.68 Dentro de las
reformas impulsadas por la logia, pese a que resulta exagerado atribuírselas exclusivamente, se
encuentran la libertad de vientres, la libertad de los esclavos que ingresaran a al Río de la Plata y
la liberación de los hijos de esclavos. Igualmente se suspendió la mita, las encomiendas, el
yanaconazgo y el servicio personal de los indios.
En términos simbólicos, y como medio de borrar los privilegios estamentales del antiguo
régimen, se prohibieron los escudos y títulos de nobleza (conde, marqués y barón), y se propuso
la abolición de los mayorazgos.
Por último, en materia eclesiástica, además de abolir la inquisición y prohibir el tormento,
hubo un énfasis secular, principalmente en medidas tendientes a la tolerancia religiosa, y un
anhelo por integrar al clero en el proceso revolucionario, liberándolo de toda tutela externa
(principalmente de Roma).69 Estas reformas constituyen un programa político de carácter liberal
en consonancia con la Constitución de Cádiz. Su carácter planificado queda en evidencia por la

65
El estudio de Eugenia Molina demuestra la confluencia entre los miembros de la sociedad patriótica y la logia
Lautaro. Al respecto véase: Molina, Las modernas prácticas asociativas como ámbitos de definición de lazos
objetivos políticos durante el proceso revolucionario (1810- 1820)”, en Universum (Talca) 16 (2010): 409.
66
Tulio Halperin Donghi, Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla (Buenos
Aires: Ed. Siglo XXI, 2005), 227.
67
Juan Canter, La Asamblea General Constituyente , en: Historia de la Nación Argentina, desde los orígenes hasta
la organización definitiva en 1862, Vol. VI La independencia y al revolución política (desde la asamblea general
constituyente hasta el congreso constituyente de 1824), coord. Ricardo Levene, (Buenos Aires, 1946), 101.
68
Todo hermano que revele el secreto de la existencia de la logia, ya sea por palabras o por señales, será reo de
muerte, por los medios que se halle conveniente . Esta cláusula lleva el número 2 de las leyes penales de la logia.
Lamentablemente el original del reglamento se encuentra extraviado. Al respecto véase: Benjamín Vicuña
Mackenna, El ostracismo del general D. Bernardo O'Higgins: escrito sobre documentos inéditos y noticias
auténticas (Santiago: Imprenta y librería del Mercurio, 1860): 274.
69
Ibid. 185
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convergencia con las leyes impulsadas en Chile en el periodo de 1817-1820, cuando la logia
Lautaro dirigida por San Martin tuvo responsabilidad en el proceso de transformación local.
A pesar del éxito relativo en su programa, la logia sufrió tempranamente un proceso de
división debido a la estrategia de Carlos de Alvear y su facción por concentrar el poder a su
favor. Dicha situación, terminaría con la caída del régimen en el Río de la Plata en 1815 y la
disolución de la primera logia.
Inmediatamente después, se realizó un juicio a los miembros del gobierno donde, entre
otras cosas, se buscó condenar el nuevo delito de facción ,70 denominación detrás de la cual
estaba presente la sospecha de vínculos secretos en el manejo del gobierno. En cierto sentido, el
término facción puede ser perfectamente utilizado como sinónimo de logia, debido a que en
ambos casos describe la unión de personas cuyos vínculos son de índole ideológica y que utilizan
el secreto como cobertura para llevarlos a cabo. La diferencia radica principalmente en que en la
facción no es necesariamente secreto el vínculo.
Del fraccionamiento de la matriz inicial de la logia, se produjo otra sociedad secreta en
Montevideo, la sociedad de Caballeros Orientales, la cual estuvo nuevamente bajo el mando de
Carlos de Alvear, quien la utilizaría para combatir a la segunda logia Lautaro de Buenos Aires.
El testimonio de Tomás de Iriarte, miembro de la logia de Montevideo, resulta
especialmente elocuente para comprender el funcionamiento y finalidad en la utilización del
secreto para las primeras logias establecidas en el Río de la Plata.

Nuestra sociedad secreta de Montevideo se incrementó de un modo considerable, he hizo


adquisiciones entre los hijos del país de más nota, adictos a la causa de la independencia.
Esta reunión tomo una nueva denominación, de la Caballeros Orientales: la mayor parte
de los individuos del Cabildo fueron iniciados [ ] esta sociedad se componía de tres
clases o grados, el iniciado era instalada en clase de Caballero Oriental, seguía el grado
superior inmediato de Consejero y por último el de Anciano, pero la estructura de la
sociedad era tal que los del grado inferior ignoraban la existencia de una clase superior, y
de este modo los miembros de la antigua gran Logia, porque nos reuníamos en privado y
nuestra sanción daba después la ley, porque no era fácil conquistar el voto de algunos
miembros de los ancianos, y por consiguiente sucedía que reunidos con estos, obteníamos
la mayoría, de modo que cuando nos incorporábamos con los Consejeros para deliberar,
ya llevábamos la votación ganada, y así, sucesivamente para la reunión con el grado
inmediato inferior, así: los orientales no conocían el secreto de la gran Logia: seguían su
impulso sin poderlo evitar ni sospecharlo.71

Esta primera experiencia asociativa, si bien no del todo exitosa, permitió formar a los
cuadros que reproducirán el modelo de sociabilidad secreta en la región. Igualmente, debido a la

70
Para un análisis del proceso véase: Marcela Ternavasio Gobernar la Revolución. Poderes en disputa en el Rio de
la Plata, 1810- 1816 (Buenos Aires: Ed. Siglo XXI, 2007).
71
Tomás Iriarte, Memorias. La independencia y la anarquía (Buenos Aires: Ediciones argentinas S.I.A , 1944),
222-223.
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Restauración de 1815 y a los éxodos liberales de franceses y españoles, la utilización del secreto
ganaría terreno, al complementar las prácticas locales con las experiencias de los soldados
europeos y norteamericanos que comenzaban a circular con gran intensidad por América del Sur
ofreciendo sus servicios a los ejércitos patriotas.
Paradójicamente, el modelo de sociedad secreta, debido a su temprana aparición en la
región y a su posterior fraccionamiento, fue dando serias muestras de desgaste, y ya para la
década de 1820, prácticamente desaparece, en contraposición a Europa que en la misma época se
produce un proceso de efervescencia del modelo de sociabilidad política secreta.

Conclusión

Resulta especialmente complejo mesurar la influencia real que ejercieron las sociedades
secretas en la crisis del Antiguo Régimen. Sin embargo, al margen de su efectividad, dan cuenta
de un amplio complejo de redes de comunicación, circulación y transferencia de prácticas
asociativas, que sirvieron como estrategia para afrontar el cambio político.
El Imperio español, pese a que estuvo al margen de la república universal de los
francmasones , no lo estuvo del proceso condenatorio ni de la literatura antimasónica,
absolutamente desproporcional a las escasas experiencias de logias y masones que circularon por
España durante el siglo de las luces.72
La Fundación de logias y la literatura antimasónica, fueron dos procesos que se
desarrollaron de manera independiente y que solo logran una relativa confluencia durante la
ocupación napoleónica.
¿En qué medida la propaganda antimasónica sirvió como vehículo de difusión del modelo
asociativo en América del Sur?73
La pregunta no es fácil de responder, ya que todo indica que el surgimiento de la logia
Lautaro se produce como una transferencia y apropiación del proceso asociativo de España, que
se origina simultáneamente al desarrollo de la masonería napoleónica pero del que no tenemos
ninguna conexión.
Aun así, la proliferación de sociedades secretas durante esta época es un fenómeno
generalizado que se produce al unísono en todo el mundo atlántico. Consciente de esa sincronía,
las teorías complotistas unifican la diversidad de esa experiencia en una explicación única del
cambio político que perfectamente podría haber servido como vehículo del modelo asociativo en
la cadena revolucionaria.

72
Ferrer Benimeli, La Masonería española en el siglo XVIII (Madrid, Siglo XXI editores, 1986).
73
Algunos indicios, que es necesario seguir profundizando, apuntan en esa dirección. Por ejemplo, en los 751
volúmenes que conformaban la biblioteca de José de San Martin, donde no se encontró ningún libro sobre masonería,
estaban, en su edición de 1803, los cinco volúmenes en francés de las Memorias para servir a la historia del
jacobinismo de Barruel, Al respecto véase: Cristian Gazmuri, Libros e ideas políticas francesas en la gestación de
la independencia de Chile , en: Panoramas de nuestra América. América Latina ante la Revolución Francesa
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