Mosse Las Certezas Se Disuelven CLASE 5

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George L.

M osse
La cultura
europea
del siglo xx ÍNDICE

Prefacio a la edición española ....................................................... 3

P r i m e r a pa r t e
EL CAMINO HACIA EL SIGLO XX (1870-1918)
1. El cambio en el espíritu público de la sociedad europea . 9
2. La transmisión del romanticismo y del idealism o............ 29
3. Cristianismo y sociedad......................................................... 44
4. Freud y el psicoanálisis......................................................... 62
5. Las certezas se disuelven....................................................... 77

S e g u n d a pa r t e
EL SIGLO XX
6. Teorías de la elite ................................................................... 95
7. La libertad y los intelectuales................................................ 114
8. Existencialismo........................................................................ 135
9. Fascism o.................................................................................... 145
162
EditorialAriel,Barcelona
S.A
10. El nacionalsocialismo y la despersonalización del hombre
11. El marxismo y los intelectuales ........................................... 183
12. Alternativas confusas.............................................................. 202
13. Cultura y civilización: conclusiones de un historiador . . . 228
era segura aquella vida en el pensamiento de los que la vivían y en el
hecho económico real? Después de ese examen serán más fáciles de
ver esas certezas que se esfuman por la guerra y por la nueva orien­
tación de la ciencia.
Hoy parece casi irreal la vida de antes de la guerra; para algunos
representa una edad de oro en la que la gente vivía segura y libre de
cuidados. Desde el punto de vista de la alta burguesía fue sin lugar a
dudas una época de bienestar. El mobiliario sólido y voluminoso de
Ca p í t u l o 5 moda entonces simbolizaba en parte ese sentimiento de permanen­
cia, lo mismo que la vida social de los ricos, con sus grandes y com­
LAS CERTEZAS SE DISUELVEN plicados banquetes en los que se reunía casi siempre la misma gente
en un ciclo interminable. Una vida sin sirvientes habría resultado
prácticamente inconcebible, hasta para las clases medias menos adi­
En la transición del siglo xix al siglo xx habían empezado a surgir neradas... tener una buena cocinera era el epítome de los anhelos de
nuevas síntesis del pensamiento europeo; nuevas más en el énfasis un ama de casa.
que en el contenido. Gran parte del cambio de la mentalidad europea Los gustos mesocráticos eran eclécticos y conservadores al mismo
dominante lo inspiró el romanticismo; también las contribuciones tiempo. Las casas de los ricos y los edificios públicos imitaban, en
cristianas tuvieron su origen en procesos decimonónicos. Ninguna toda Europa, los estilos griego y romano. En Berlín, edificios como el
ideología importante es nunca completamente nueva; la psicología Museo Nacional intentaban recrear el estilo de los templos griegos, y
freudiana, por ejemplo, tiene vínculos tanto con el positivismo ante­ en Inglaterra, donde aún era fuerte el impulso gótico, las estaciones
rior como con el nuevo interés por el inconsciente humano. Hay que de ferrocarril parecían o templos griegos o catedrales góticas. El gus­
recordar, además, que ideologías como el liberalismo y el marxismo to burgués ansiaba una identificación con el pasado, lo mismo que
continuaron vivas durante el siglo xx, el marxismo, de hecho, con las ciudades en crecimiento se identificaban con las tradiciones de un
fuerza renovada. Se mantuvo aislado del cambio de la mentalidad pú­ pasado municipal más glorioso. El estilo popular de pintura también
blica de la sociedad europea y por eso analizamos su evolución hasta evidenciaba este anhelo de continuidad histórica. Los temas míticos e
la primera guerra mundial en los capítulos que tratan de sus orígenes históricos eran parte de esa cultura patricia que los nouveaux desea­
en el siglo anterior. Pero hasta en este caso los «marxistas del cora­ ban reclamar como propia. ,
zón» estuvieron inspirados por un nuevo impulso romántico. En Alemania se puso de moda hacia final de siglo pintar a prós­
La primera guerra mundial fue uno de los grandes cataclismos de peros hombres de negocios con atuendo renacentista. De este ansia
Europa que separó una época de otra, si bien esto exige cierta mati- de identificación histórica fue ejemplo el arquitecto alemán Gottfried
zación, pues el cambio de la opinión pública de la sociedad europea Semper (1803-1879). El estilo de cada edificio debía estar determina­
fue un punto divisorio más importante. La primera guerra mundial do por su asociación histórica. Un cuartel debía construirse como
completó un proceso iniciado mucho antes; abrió de par en par las una fortaleza medieval, el ayuntamiento como el palacio del dux de
puertas al predominio de los hábitos mentales analizados en los últi­ Venecia, y cada casa debía tener una «habitación renacimiento» y
mos capítulos. Las certezas estaban esfumándose por todas partes, y también una «habitación gótica». Por desgracia, esto no se quedó en
en ese aspecto los cambios en la ciencia iban de la mano con los pro­ simple teoría. Nada había en estas alusiones clásicas e históricas del
ducidos por la propia guerra. El resultado fue una búsqueda creciente arte monumental que recordase al propietario que vivía en un mun­
de raíces, de autoridades y de alguna esperanza más allá de la realidad do en rápida industrialización. La literatura realista y naturalista del
de los hechos. El liberalismo y la era burguesa estaban resquebrajados período no tenía ninguna popularidad en los hogares burgueses y sus
hasta los cimientos, pero se trataba de un proceso que ya se había ideas no se utilizaban para decorar monumentos y edificios públicos.
iniciado antes de que estallase la guerra. Conviene que ilustremos Como vimos antes, fue contra esos gustos contra los que se rebeló el
esta afirmación mediante el escenario social, echando otro vistazo a Art Nouveau. Este nuevo estilo vino a rivalizar en popularidad con las
la vida de las clases burguesas antes de la guerra. ¿Hasta qué punto formas artísticas históricas y de tendencia romántica. Pero el «arte
nuevo» se hizo a su vez fantástico además de escapista, y quizá eso presión intensa. Ya hemos visto cómo no se adhirió al socialismo,
explique la considerable aceptación de que gozó entre la burguesía. sino a los partidos cristianos socialistas de Stoecker en Alemania y de
Al idealizar su existencia, estas clases estaban apartándose de los pro­ Lueger en Austria. Para ciertos sectores de la economía este proceso
blemas del presente. significó un aumento de la intromisión del estado. Se estaban cons­
Francia continuó siendo una importante excepción en esto. Allí truyendo ferrocarriles a un ritmo acelerado y la iniciativa privada no
nunca dejó de atraer el realismo, tan importante en novelistas como los consideraba lo suficientemente rentables como para invertir en
Émile Zola y en pintores como Honoré Daumier. La tradición racio­ ellos. Así, en Alemania, Prusia controlaba tres cuartas partes de las
nalista continuó afirmándose a lo largo del siglo. Charles Morazé vías férreas, y en Francia se nacionalizó en 1909 la Western Railroad.
ejemplificó claramente la fuerza de esta tradición cuando contrastó La necesidad económica estaba socavando el ideal liberal.
las águilas imperiales del Primer Imperio y del Segundo. El águila de Los trabajadores estaban organizándose en todos los países eu­
Napoleón I procedía de la tradición heráldica, la de Napoleón III, de ropeos y los partidos socialistas triunfaban en todas partes. Al mismo
un ejemplar contemporáneo de los jardines botánicos. La burguesía tiempo, la mecanización creaba inquietud y paro entre los trabajado­
alemana escuchó devotamente durante generaciones los dramas mu­ res, especialmente en la industria textil. La famosa obra de Gerhart
sicales de Richard Wagner; en Francia, Wagner fue un fracaso. Berg­ Hauptmann Los tejedores (1892) se desarrollaba en la década de 1840
son, al que los alemanes consideraban un ejemplo atractivo de filóso­ y retrataba la pobreza que aún existía entre los tejedores en tiempos
fo que rechazaba la ciencia y el positivismo, habría discrepado de esa del autor. Los trabajadores no se organizaron calladamente; cada cri­
interpretación de sus ideas. Su intuición pretendía ser una adición a sis provocó un nuevo estallido de conflictividad. En 1889 una bomba
la ciencia, no su sustituto. Después de la primera guerra mundial, estuvo a punto de acabar con el emperador Guillermo II y la Cámara
cuando en otras partes de Europa se pensaba que se estaba afrontan­ de Diputados francesa escapó también por muy poco a un atentado
do ya el «fin de la realidad», aún seguía viva en Francia la tradición en 1898, mientras que el rey Humberto I de Italia fue asesinado en
racionalista. 1900, y Camot, presidente de Francia, en 1894. Aunque estos actos
El abismo que separaba el estilo de vida de las clases medias y la anarquistas fueron condenados por la II Internacional, recordaban
realidad era claramente visible, no sólo para historiadores dotados de por fuerza a las clases acomodadas la insatisfacción que reinaba en­
una especial penetración, sino para los observadores contemporá­ tre las masas, que no se detendrían ante nada.
neos. El impulso de identificación histórica indicaba ya una inquieta También se desafiaba el monopolio de la burguesía en otro sec­
conciencia de esto, lo mismo que el impulso de traspasar la realidad tor: el de la educación. De 1870 en adelante hubo un debate general
exterior. Ya hemos hablado de la popularidad del nuevo romanticis­ en Europa sobre la necesidad de ampliar y reorientar el sistema edu­
mo y el nuevo idealismo. Esta búsqueda iba acompañada de tentati­ cativo.
vas de escapar a la hipocresía y la rigidez de la vida burguesa. En Acabó introduciéndose en toda la Europa occidental la educación
Francia fueron ejemplo de esto escritores como Proust y Gide, y*en elemental obligatoria. Inglaterra fue el primer país que aprobó esa le­
Alemania los hijos de los burgueses procuraban escapar a través del gislación (1870) y Francia, el último (1882). La educación obligatoria,
movimiento juvenil. Había numerosas razones para este sentimiento que acababa generalmente a los diez años de edad, era diferente de la
de inseguridad en medio de la opulencia. de los colegios particulares, que eran mejores y que garantizaban la
En las últimas décadas del siglo se produjo un cambio en el con­ admisión en los caros colegios de enseñanza secundaria. Sin embar­
junto de la economía europea. Las grandes empresas y los grandes go, se enseñó a leer y a escribir a casi toda la población de Occiden­
bancos estaban acabando con el pequeño empresario. Fueron las dé­ te, con consecuencias considerables en el índice de alfabetización de
cadas en que consolidaron su fortuna dinastías industriales como la cada nación.
familia Krupp en Alemania. Los grandes bancos no sólo controlaban Además, la sociedad industrial necesitaba más técnicos, ingenieros
establecimientos bancarios más pequeños, sino también servicios pú­ y directivos, y sólo podían reclutarse entre aquellas clases excluidas
blicos y numerosas materias primas. De hecho, Lenin había califica­ hasta entonces de la educación superior. En Alemania había habido
do la tendencia a la concentración del capital de apoteosis del capita­ más innovaciones educativas que en el resto de la Europa continen­
lismo y la consideraba un signo indudable de su inminente destruc­ tal, mientras que Francia se había quedado muy atrás. La educación
ción. La burguesía que ya no podía competir se veía sometida a una superior francesa estaba fragmentada en escuelas profesionales espe­
cializadas, mientras que el lycée seguía orientado hacia un programa beneficios tangibles de la investigación médica se hicieron patentes en
clásico y literario. Pero el cambio fue perceptible; la École Polytech- las últimas décadas del período. La anestesia fue sin duda una bendi­
nique se había fundado antes para formar científicos e ingenieros. ción para el paciente, lo mismo que la introducción de los principios
En Inglaterra se introdujo una institución especializada de ese de la antisepsia en la cirugía (1867). Puede que los avances más im­
tipo al fundarse el Imperial College de Kensington. Pero hubo, como portantes y significativos fueran la nueva importancia que se otorgó a
en toda Europa, una resistencia general a estos nuevos procesos. Una la limpieza y a la higiene (proceso del que fueron pioneros Pasteur y
formación clásica era un sello de estatus y muchas de las mejores in­ Lister) y el descubrimiento del carácter contagioso de la fiebre puer­
teligencias se negaban a estudiar temas científicos o técnicos. El cam­ peral. Gracias a este descubrimiento eliminó Semmelweiss en Viena
bio habría de llegar de los que anteriormente habían estado excluidos (1847) el mayor peligro del parto. A estos ejemplos muy selectivos hay
de aquella formación, y en esto Inglaterra fue el país que hizo los ma­ que añadir las mejoras en los servicios de enfermería asociados con el
yores progresos. Oxford y Cambridge perdieron su monopolio acadé­ trabajo de Florence Nightingale en la guerra de Crimea.
mico a partir de 1870 y se concedió mucha más libertad a las univer­ A los progresos en la higiene personal se unieron los conseguidos
sidades provinciales. Muchas de ellas empezaron a dar prioridad a las en la higiene pública. La renovación de París que emprendió el barón
ciencias, algo que se resistían a hacer las universidades más antiguas. Haussmann por encargo de Napoleón III incluyó la mejora de la red
Pero el hijo de un obrero difícilmente podía aprovechar las nuevas de alcantarillado que eliminó el hedor del Sena, que anteriormente
posibilidades educativas; tenía que ganarse la vida. Este problema no había atormentado a toda la ciudad. Londres contó también con un
se afrontó en realidad hasta después de la segunda guerra mundial, nuevo sistema de alcantarillado, que se terminó el mismo año que el
pero en las décadas de 1880 y 1890 se inició una nueva orientación. de París (1865). Durante siglos, los miembros del Parlamento habían
Ya hemos examinado el papel que jugaban los colegios de traba­ realizado sus tareas teniendo que soportar los hedores que llegaban
jadores dentro del marco liberal. En ellos, hombres como Thomas del Támésis. No fue ninguna coincidencia que los índices de mortali­
Hughes proselitizaban al alumnado con la doctrina de la «virilidad de dad descendieran en ambas ciudades después de ese cambio. Se im­
Cristo» para que también ellos pudieran elevarse en la escala social puso, pese a los prejuicios populares, una mayor limpieza en la hi­
mediante la fortaleza de carácter. Pero en la década de 1880 la Uni­ giene personal. La bañera como implemento del hogar se introdujo
versidad de Cambridge inició un movimiento de extensión universita­ también a lo largo del siglo. Un manual de higiene aún desaconseja­
ria que preparaba al trabajador y al estudiante de clase baja para un ba en 1782 lavarse la cara con agua porque era malo para la piel, y
posible acceso a la universidad. En Francia y en Bélgica las univérsi- en el nuevo siglo se había rechazado en Alemania a un candidato al
tés populaires llevaron los conocimientos a hombres y mujeres que no sacerdocio porque se bañaba demasiado a menudo.
podían permitirse una educación. Se socavó así el estatus educativo Todo esto empezó a cambiar. Éntre las clases que podían permi­
de la burguesía como clase, en parte por la necesidad de personal in­ tírselo, estar limpio pasó a formar parte de las buenas maneras. Dejó
dustrial especializado y en parte a través de la difusión del conoci­ de considerarse perjudicial el aire fresco y se hicieron populares los
miento mediante los movimientos de extensión universitaria. El cam­ deportes al aire libre, incluidos el esquí y el excursionismo. Los cen­
bio en el sistema económico, la fuerza y el desasosiego crecientes de tros de veraneo, como Saint Moritz, en Suiza, se convirtieron en lu­
las clases trabajadoras y, al mismo tiempo, la difusión de la educa­ gares de encuentro de la buena sociedad. El amor al aire libre no in­
ción, fueron todos ellos factores que contribuyeron a la inseguridad validó, claro está, aquella decencia que la moralidad burguesa aún
que sentían las clases medias. La era de bienestar reflejada en lo que consideraba sagrada. Sin embargo, las nuevas modas parisinas de las
Harold Nicolson ha llamado la «benevolencia sedante» de la burgue­ últimas décadas del siglo intentaron romper con aquella ocultación
sía fue, en realidad, el inicio de una era de inseguridad. absoluta del cuerpo femenino que el siglo consideraba «púdica» (y
Sin embargo, desde un punto de vista puramente material la vida que aún puede verse en el uniforme de las colegialas inglesas). Aun­
estaba haciéndose más segura. En el siglo xix se produjo un rápido que los vestidos colgaban del cuello hasta los pies, intentaban seguir
progreso de la medicina, muy superior a los logros de cualquier otro los contornos del cuerpo... una suave protesta contra la moralidad
período anterior. Los primeros pasos fueron avances teóricos, como dominante. Pero cuando penetramos por debajo de la moralidad de
la descripción de enfermedades y la mejora de las estadísticas médi­ las clases burguesas, el abismo que las separaba de la masa de la po­
cas en Francia llevadas a cabo por Alexandre Louis (1787-1872). Los blación resulta notorio una vez más.
Las mujeres de las clases más pobres se veían empujadas a la pros­ La burguesía vivía en una sociedad cerrada parecida en la que el
titución, y las estadísticas cuentan la misma historia para la Inglate­ rango jugaba también un papel importante. Títulos y profesiones se
rra victoriana que para el resto de Europa. En Berlín, una ciudad de clasificaban según su distinción; un juez era evidentemente mejor
tamaño medio, había 20.000 prostitutas. En Munich, casi el 50 por que un simple abogado, y los tenderos, sujetos al capricho del públi­
ciento de los nacimientos entre 1854 y 1864 fueron ilegítimos y po­ co, eran lo más bajo de lo bajo. El individuo se movía dentro de un
drían darse cifras similares también de otras ciudades. El aumento círculo de conocidos y parientes. Era difícil para un extraño lograr el
de la delincuencia fue rápido a lo largo del siglo, debido sobre todo a acceso. Aunque la sociedad «educada» había estado organizada siem­
las bebidas alcohólicas baratas con las que se consolaban los pobres. pre en grupos pequeños, insulares y diferenciados, hacia final de si­
La rápida urbanización de Europa debió de ser responsable de esto, glo la pertenencia a estos grupos se había hecho estática e inmovilis-
por lo menos en parte. Aunque este proceso fue más rápido en Ingla­ ta, tanto entre la aristocracia como entre la burguesía. Era una exis­
terra que en otros países, a finales de siglo Alemania estaba ponién­ tencia cómoda, pero también protegida. Conviene recordar que en
dose al día, y lo hacía de forma precipitada. Entre 1871 y 1877 la ur­ 1850 el servicio doméstico constituía el grupo ocupacional más gran­
banización había pasado de una proporción rural/urbano de 64 a 35, de de Londres. Sólo unas cuantas ciudades europeas tenían una po­
a una proporción de 2 a 3. blación superior a los 121.000 empleados del servicio doméstico de
Los grandes progresos del siglo en medicina e higiene no tuvieron Londres. No se podían apaciguar, sin embargo, los temores e insegu­
ninguna repercusión real sobre la inseguridad que sentían las clases ridades; ni siquiera en la Inglaterra victoriana se podían ocultar del
propietarias. En Alemania no ahuyentó estos sentimientos el plan de todo. Ejemplo de esto puede ser, no sólo los que se rebelaban abier­
seguridad social de Bismarck, que hizo asequibles estos adelantos tamente contra la sociedad, sino el hecho de que la propia sociedad
médicos a los alemanes de todas las clases, a pesar de que en ningún se sumase al racismo, el nacionalismo y el nuevo romanticismo del
otro país gozaban las masas de esos beneficios. Una seguridad física período. Las nuevas fuerzas de la época eran incomprensibles y ma­
mayor y los progresos en la higiene no modificaron perceptiblemente lignas. Los individuos buscaban seguridad en los movimientos que
los hábitos mentales, al menos entre la burguesía. reforzaban el mantenimiento de algún tipo de tradición histórica.
Sin embargo, había una clase en Europa que aún parecía sentirse A diferencia de los que habían sido aplastados por el cambio eco­
segura. La realeza europea era una sociedad cerrada e insular que vi­ nómico, las clases medias económicamente seguras, cuya forma de
vía prácticamente aislada de sus súbditos, salvo en funciones públicas vida hemos descrito, deploraban la violencia y los «trastornos». No
y en ceremonias oficiales. Aunque muchos de sus miembros habían querían conducir a los demás, lo que querían era que los demás les
perdido su autoridad, los historiadores han prescindido de ellos de­ dejasen en paz. Movimientos como los partidos socialcristianos no te­
masiado a la ligera como una fuerza a tener en cuenta. La reina Vic­ nían atractivo para las clases medias. Pero apoyaban también, de una
toria fue, claro, una excepción a esto, pero su popularidad no se de­ forma más suave, movimientos como el racismo y el romanticismo,
bió al hecho de que comprendiese las fuerzas de su época, y esto mis­ cuyas implicaciones subyacentes les habrían conmocionado y horro­
mo puede decirse de la que gozaba su también longevo colega Fran­ rizado. La primera guerra mundial destruyó la vida que ellos habían
cisco José de Austria. Ambos eran símbolos de seguridad. Merece la edificado. La situación económica después de la guerra no les permi­
pena mencionar la.influencia de las relaciones de familia supranacio- tió ya ignorar las demandas de los desposeídos. La revolución de 1848
nales sobre Victoria y su hijo. La reina no dudaba en consultar cues­ y la Comuna de París, que asustaron a estas clases, aún se considera­
tiones de estado a su tío, el rey Leopoldo de Bélgica, y más tarde, los ban interrupciones temporales de una tranquilidad por lo demás gran­
intereses de familia influyeron a menudo en sus juicios políticos. Lo de. Sin embargo, el desasosiego crónico y violento de la posguerra
mismo sucedía con el emperador austríaco y en los pequeños princi­ asumió un aterrador aire de permanencia. La propia guerra destruyó,
pados de Europa, cuyos soberanos estaban todos emparentados entre no ya el concepto, sino hasta el deseo de vida sosegada de una gene­
sí o con la reina Victoria. Era una sociedad cerrada que vivía en su ración anterior, una vida que sólo en apariencia era segura.
propio círculo, sin mucho contacto con el exterior. Se ha dicho muy La vida en las trincheras de Flandes llevó a toda una generación a
acertadamente que alguien dotado de una conciencia social como la poner en duda su herencia ideológica. ¿Qué permaneció? El marxis­
reina María, la esposa del rey Jorge V de Inglaterra, no pudo enten­ mo salió fortalecido pese al hecho de que se hubiesen incorporado al
der nunca en qué consistía el socialismo, sólo que era una cosa mala. esfuerzo de guerra los socialdemócratas en todos los países. Pero la
Revolución rusa y el anhelo de una sociedad nueva, mejor y distinta, Nada tenía ya un sentido real; nada era seguro. Hasta el propio cos­
dio fuerza añadida al marxismo. El liberalismo fue el que salió peor mos estaba envuelto en la mayor incertidumbre. Por una parte, la
parado de la contienda. La idea de progreso, de individualismo y de ciencia había demostrado que el cosmos en su totalidad se prolonga­
mejora de la propia condición a través de la moralidad, todo ello pa­ ba hacia el infinito; por otra, la materia misma del universo, los áto­
recía anticuado; no era una época para optimistas. Las crisis econó­ mos, eran demasiado minúsculos para que el hombre los viera. Las
micas de la posguerra completaron lo que había iniciado la guerra. El estrellas ya no estaban fijas en el firmamento, sino que corrían a tra­
liberalismo estaba demasiado estrechamente vinculado, en último vés de él a una velocidad de centenares de kilómetros por minuto,
término, a una sociedad pasada de moda, una sociedad que no había mientras que el único medio de captar la naturaleza de un átomo era
impedido la guerra, sino que se había deslizado en ella. El liberalis­ a través de una fórmula matemática abstracta. No podía haber allí
mo experimentó una rápida decadencia como ideología dinámica e ninguna realidad, ningún punto fijo desde el que el hombre pudiese
importante; sobrevivió como ideal en la mente de los intelectuales in­ entender el cosmos en el que vivía. Para Friedell, como para muchos
teresados por la libertad. En realidad, el gran interrogante que los in­ otros individuos reflexivos, los nuevos descubrimientos de la ciencia
telectuales se plantearon una vez terminada la guerra fue el de si po­ introducían una incertidumbre que impregnaba la condición humana
dría sobrevivir la libertad, en el sentido liberal del término, sin el res­ del hombre de la posguerra y que reforzaba, por otra parte, las ideo­
to del credo liberal. logías dominantes mencionadas. El positivismo padeció, en su forma
La decadencia del liberaÜsmo planteó un grave problema a todos decimonónica, el mismo destino que el liberalismo, no por la guerra,
los interesados por la libertad individual. No sólo había salido forta­ sino por el progreso de la ciencia. El positivismo atraía aún menos al
lecido del cataclismo el marxismo, sino que había sobrevivido tam­ hombre de la posgueira que a los rebeldes antipositivistas del cambio
bién a él la búsqueda del inconsciente; dominaba, en realidad, gran de siglo. Así pues, la decadencia del positivismo fue un factor más
parte del pensamiento europeo. Aunque el cambio de la mentalidad que reforzó el pensamiento nihilista y neorromántico.
europea se produjo en el cambio de siglo, la guerra dio un gran im­ No sólo se relativizó el cosmos a través de la ciencia; también el
pulso a ideologías basadas en premisas irracionales. Después de todo, tiempo perdió su carácter fijo. La teoría de la relatividad (1916) de
la realidad distaba mucho de ser agradable, y la idea de que la verdad Albert Einstein sostenía que el tiempo dependía de la posición del ob­
se ocultaba en las propias emociones del hombre daba un nuevo sen­ servador. Y los descubrimientos de Einstein revolucionaron también
tido a la vida en medio de las ruinas de la guerra. Además de esta el concepto de espacio. Podía divorciarse de la conciencia del hombre
tendencia, adquirió importancia otra actitud. La única realidad era la no más que el tiempo, no más en realidad que la forma, el tamaño y
existencia misma, y toda especulación ideológica carecía de sentido. el color. Ni el tiempo ni el espacio tenían una realidad determinable.
Se hicieron populares ideas semejantes a las de Nietzsche. ¿Qué eran Juntos constituían una cuarta dimensión que Einstein postuló en una
las esperanzas de un futuro en comparación con la vida en las trin­ fórmula matemática. La única constante de la teoría de Einstein no
cheras? Allí la única realidad había sido la supervivencia; el individuo era ni el tiempo ni el espacio, sino la velocidad de la luz. Para Eins­
se veía abocado de nuevo a la primacía de su existencia en un cosmos tein, la naturaleza actuaba según un principio matemático, una ley
hostil. natural que se podía descubrir resolviendo ecuaciones matemáticas.
Para muchos, las únicas alternativas eran o el marxismo o el nue­ La teoría de la relatividad significó para el no científico que las
vo racismo y el nuevo nihilismo. La sociedad totalitaria que se estaba constantes que se había considerado que existían en el universo esca­
formando podía edificar, y edificó, su estructura ideológica sobre es­ paban ya a cualquier comprensión. Y más aún cuando Einstein y la
tas últimas actitudes hacia la vida. Los intelectuales interesados por física moderna en general destruyeron la creencia básica en la suce­
la libertad quedaron atrapados en medio. Éstos son los temas com­ sión ordenada de causa y efecto. En 1927, Werner Heisenberg de­
plejos que analizarán los capítulos siguientes. mostró que las pequeñas partículas no se atenían a la sucesión de
La interacción de estos temas ha de abordarse teniendo en cuenta causa y efecto. Si el universo no se atenía a leyes causales, ¿qué sen­
el telón de fondo de una disolución aún mayor de las certezas duran­ tido tenía la predicción, intentar determinar su curso futuro median­
te el período de posguerra. Egon Friedell (1878-1938), que escribió su te el método científico, como habían intentado hacer los positivistas?
Historia cultural de los tiempos modernos (1927-1932) en esos mismos Los nuevos físicos creían que ninguna teoría causal podía predecir
años, denominó a la época contemporánea «el final de la realidad». sin ir en contra de sus descubrimientos más recientes. Aun así, sólo
en Alemania llegaron los científicos a rechazar la validez de la causa­ arrastraba a los hombres a las ideologías. Rudolf Camap (1891-1970),
lidad y con ella las ideas de leyes naturales fijas. Adoptaron esa posi­ rodeado por una Viena desgarrada por las rivalidades ideológicas, in­
ción no sólo debido a los problemas que se les planteaban como físi­ tentó combatirlas consagrándose a definir la verdad. Sin embargo,
cos o como matemáticos, sino también porque se enfrentaban a una era común que las ideas de verdad variasen ampliamente según la vi­
atmósfera intelectual saturada de desconfianza en la razón. En los sión del mundo que abrazasen los hombres. Queriendo acabar con
científicos siempre ha influido el mundo que les rodea, pero a partir esta «vanidad del dogmatizar», Camap analizó el lenguaje: la verdad
de 1918 fueron muchos en Alemania los que capitularon frente a los tenía que definirse mediante el significado concreto que poseían las
que les acusaban de destruir el alma humana, y sacrificaron a esa frases, los medios de comunicación del lenguaje. Llegó a la conclu­
acusación el concepto de legitimidad en favor de la idea de libertad, sión de que sólo podía haber dos clases de frases: objetivas, que des­
de espontaneidad y de la voluntad de un poder superior. cribían las cosas observadas, y lingüísticas, que formulaban una nor­
J. Bronowski ha definido la revolución de la física moderna como ma respecto al propio lenguaje. Aunque podía haber frases con con­
la sustitución del concepto del efecto inevitable por el de la tendencia tenido social o psicológico, no expresaban pensamiento, sino órdenes
probable. El positivismo del último siglo creía en efectos inevitables, para actuar. El positivismo lógico negó así veracidad a cualquier sis­
en leyes naturales fijas que, una vez descubiertas, conducirían inevi­ tema de pensamiento que fuese también una visión del mundo. En lo
tablemente a relaciones causales que podrían luego aplicarse a la so­ relativo a la verdad determinable, los problemas éticos y sociales no
ciedad. La física moderna volvió todo esto anticuado. Su relativismo venían al caso, y lo mismo podía decirse respecto a las formulaciones
coma paralelo a la insistencia en la incertidumbre dentro del pensa­ sobre futuras utopías.
miento contemporáneo, y a la imposibilidad de definir relaciones Lo que Carnap y sus discípulos se proponían era mostrar dónde
causales precisas correspondía la visión de un futuro del que la cien­ podía hallarse la verdad y demostrar la relatividad de toda especula­
cia no podía dar ninguna prueba profética. El irracionalismo volvía a ción ideológica. Es significativo el hecho de que esta escuela vienesa
fortalecerse aquí indirectamente a través de hombres que querían adquiriese su mayor popularidad en Inglaterra y en Estados Unidos,
profetizar el futuro glorioso que surgiría del caos del presente. Hay naciones que tenían fuertes tradiciones pragmáticas. Para la mayoría
que recordar, sin embargo, que la ciencia como guía de la sociedad de los europeos parecía privar a la filosofía de toda importancia en
nunca había logrado aceptación general durante el siglo XIX. La cien­ relación con los problemas de la sociedad, aunque sólo fuese debido
cia había sido utilizada como tribunal de apelación, como un lema a su inclinación por las fórmulas matemáticas. Sin embargo, el posi­
que significaba «verdad», pero hasta esto era difícil de sostener con la tivismo lógico se consideró a sí mismo importante para la sociedad y,
nueva dirección que la ciencia estaba tomando. sobre todo en Inglaterra, sigue considerándose así. De todos modos,
El universo newtoniano del siglo xvii había conducido a ideolo­ los hombres no rechazarían los compromisos ideológicos que encar­
gías que se apoyaban en él en los siglos xvm y xrx. Era difícil, quizá naban, para ellos, la única y sola verdad; no circunscribirían los lími­
hasta imposible, edificar una ideología coherente basándose en los tes de la verdad según la pauta de los positivistas lógicos. Estamos
nuevos descubrimientos científicos. No sólo había pasado a ocupar el aún en un período en que los europeos necesitaban un «entusiasmo»
puesto de lo inevitable lo probable, sino que la unidad misma del uni­ y una ideología para vivir. El caos social y económico no hacía más
verso parecía fragmentada. La teoría cuántica (1900) de Max Planck que intensificar este anhelo.
fue un gran paso en la destrucción de la máquina del mundo newto- Los positivistas lógicos no podían aplicar su metodología a los
niana. La energía no era una corriente continua, sino que consistía problemas de la vida europea de modo que eliminase en el hombre la
en unidades distintas que él llamó cuantos. Para el lego esto significó necesidad de ideología, incluso de las ideologías enfrentadas de la
una dislocación aún mayor de lo que había sido un universo armo­ posguerra. Ni siquiera los científicos lo intentaron. Tendieron a con­
nioso. siderarse simples informadores" de observaciones científicas. Para
Hubo filósofos que intentaron construir un sistema ideológico ba­ Newton, la ciencia había sido, al mismo tiempo que ciencia, una filo­
sándose en estos nuevos progresos, pero tuvieron escasa influencia, sofía de la vida, una visión coherente del mundo; los científicos mo­
salvo en ciertos círculos académicos. Y fue escasa, no sólo porque la dernos, no sólo destruyeron el concepto newtoniano del universo,
nueva física les negaba el ingrediente necesario de toda ideología (la sino también la vinculación newtoniana de la ideología y la ciencia.
inevitabilidad), sino también porque pretendían detener la marea que Lo que quedó fue una importante paradoja. La ciencia rechazaba el
determinismo, mientras que los científicos parecían hacerse, en la profesiones. El llamado historiador antipolítico o clasicista era tan
práctica, más deterministas en su planteamiento, lo mismo que la fi­ común como el científico que mantenía su ciencia encerrada en el
losofía basada en esta ciencia. Pero como su determinismo no podía laboratorio. Sin embargo, literatos e historiadores no profesionales
ya abarcar el universo como una verdad cognoscible, se volvieron pudieron incidir, e incidieron, con su tarea en el presente, apoyando
cada vez más limitados en su visión del mundo. Para los positivistas ideologías o construyéndolas. Pero ser un científico no profesional
lógicos los problemas éticos y sociales, tal como los definía la ideolo­ era una cosa completamente distinta. Aunque cualquier hombre cul­
gía, no eran susceptibles de soluciones científicas. to podría escribir historia, hacen falta años de formación especializa­
Este planteamiento no sólo divorció la ciencia de la ideología, for­ da para hacer algo significativo en ciencia. Debido a ello, la ciencia
taleciendo ideologías irracionales y anticientíficas; produjo también tendió a dejar de ser una fuerza en la cultura de Europa en un grado
otro fenómeno importante. Los propios científicos apoyaron, y profe­ aún mayor que las disciplinas humanísticas. No podía aportar una vi­
saron, a veces ardientemente, ideologías totalitarias irracionales o sión del mundo equipada para manejar los grandes anhelos de la épo­
nihilistas. Premios Nobel alemanes se convirtieron en nacionalsocia­ ca, y no intentó hacerlo.
listas furibundos y partidarios devotos del racismo. Hubo científicos En vez de un nuevo positivismo científico, el período de entregue-
que intentaron construir una bomba atómica para la Alemania na­ rras significó para muchos europeos lo que Friedell llamó el «final de
cionalsocialista, y figuraban entre ellos hombres de gran talla cientí­ la realidad». A esto hicieron también su aportación indirecta las nue­
fica. Lo mismo se puede decir de la Italia fascista. Es difícil imaginar vas ciencias. Los Estados Unidos eligieron una vía distinta a la de Eu­
a los antiguos científicos como Newton o Boyle en esos papeles; para ropa. Esta era fue, para un filósofo como John Dewey, la era del ra­
ellos, la ciencia estaba relacionada con una visión racionalista defini­ cionalismo, pues la extensión de la cultura mediante la educación ha­
da del hombre y del mundo. Para ellos, la ciencia significaba creer en ría posible un enfoque pragmático de los problemas sociales. Ninguna
la dignidad del hombre y en el desarrollo de su potencial mediante el persona sensible de Europa había pensado que estaba viviendo en
ejercicio de la razón. Resulta irónico, a este respecto, que estudiantes una época racionalista, aunque pudiese estar interesada en cómo po­
nacionalsocialistas de ciencias de Heidelberg afirmasen que la teoría día preservarse el racionalismo en una época irracional.
«judía» de la relatividad había destruido el sentimiento nórdico de la Las actitudes divergentes respecto a la tecnología tienen su im­
naturaleza, que era, según ellos, la base de la cosmología de Newton. portancia. El interés por el progreso tecnológico lo compartían Euro­
Hasta el nacionalsocialismo tuvo que llegar a acuerdos con la nueva pa y Estados Unidos. Pero mientras que en el Nuevo Mundo se ad­
física. Un memorándum del partido de 1944 culpaba del retraso de la miraba la tecnología, que casi constituía a veces una ideología que
física alemana a su rechazo de la teoría de la relatividad y despojaba por sí sola conduciría a una vida mejor, no sucedía lo mismo en Eu­
a la teoría de su «judeidad» por el simple procedimiento de atribuir ropa. En Europa, la tecnología, más que admirarse, se temía, como
su invención a predecesores de Einstein. demuestran las películas alemanas, desde Homunculus (1915) a Me­
La ciencia no era ya una visión del mundo con ciertas afirmacio­ trópolis (1927). Homunculus trataba de un hombre creado artificial­
nes necesarias de la racionalidad y de la dignidad del hombre. Los mente por medio de la tecnología, un Frankenstein, «un hombre sin
científicos se consideraban cada vez más técnicos; no todos, claro* alma, siervo del diablo... un monstruo». En Metrópolis, trabajadores
está. Albert Einstein fue una excepción a la regla, pero hubo pocos robotizados eran tragados, en una de las secuencias más estremece-
como él. Como el trabajo científico más importante está vinculado en doras, por la propia máquina. Estas pesadillas eran más frecuentes
nuestra época a la seguridad nacional, se estimula al científico a ser en Alemania que en otras partes; eran un acicate añadido a la fuga
cuidadoso en sus preferencias ideológicas. desesperada del país hacia un nuevo romanticismo alejado de la era
Esta evolución de la ciencia no es algo aislado ni se limita al si­ industrial, pero también en las películas de otras naciones europeas
glo XX. Es consecuencia de la creciente especialización científica del aparecían estos temas.
siglo XIX, una especialización que hicieron necesaria los progresos de La tecnología nunca fue un sustituto de la ideología, sino que fue
la ciencia. Las humanidades pasaron, después de todo, por un proce­ utilizada más bien por ideologías como el nacionalsocialismo sin que
so similar a finales de siglo. Triunfaba por todas partes la monogra­ llegase a convertirse en un credo rival. Estos ejemplos muestran la di­
fía; los historiadores y los estudiosos de la literatura que pretendían ferencia de textura entre el pensamiento europeo y estadounidense de
relacionar su tarea con el presente eran objeto de burla dentro de sus este período, aunque muchas de las tendencias intelectuales obtuvie­
ran también apoyo al otro lado del Atlántico. En Europa, la realidad
no era algo que hubiese que aceptar y mejorar, sino algo que había
que superar. Los marxistas querían materializar la verdad básica de
la dialéctica en contra de la sociedad existente; otros querían cambiar
la sociedad materializando las verdades básicas de la raza o de la co­
rriente de la historia. Fuese cual fuese el punto de vista, era raro que
se aceptase la sociedad, la realidad del presente; y donde se daba esa
aceptación, era vacilante.
Las incertidumbres mencionadas empujaban a menudo a las ideo­
logías hacia conceptos de liderazgo en su búsqueda de autoridad.
Una elite tenía que conducir al pueblo a un gobierno ordenado, ejem­
plificar las verdades básicas de la sociedad y proporcionar seguridad
y esperanza para el futuro. En el mundo de la posguerra tenían un
atractivo evidente las ideas elitistas como medio de afrontar el caos.
Es este pensamiento el que debemos examinar ahora.

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