La Fuerza de Voluntad en Los Adolescentes

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La fuerza de voluntad en los adolescentes: los motivos valiosos

Una de las grandes carencias de los adolescentes es

la falta de voluntad se traduce en la incapacidad para resistir la gratificación inmediata, o en la tentación de


tener algo que se desea en el momento y no después para poder alcanzar un objetivo mejor a largo plazo.

Si trabajamos la fuerza voluntad con pequeñas pautas de conductas diarias, específicas y aparentemente
insignificantes, haremos de nuestros hijos personas esforzadas y disciplinadas, que conseguí ...
Leermás: https://www.hacerfamilia.com/adolescentes/fuerza-voluntad-adolescentes-voluntad-educar-valores-20170619150036.html

La motivación y la fuerza de voluntad

¿Has intentado alguna vez perder peso, sacar un promedio de sobresaliente en un curso, que te escojan para
formar parte de un equipo deportivo, o te has planteado algún otro reto personal? En caso afirmativo, es posible
que, como le ocurre a mucha gente, empezaras con muchas ganas, dando lo máximo de ti mismo, pero luego
perdiste parte de la motivación y tuviste problemas para volverte a motivar como al principio.
¡No estás solo!
Todo el mundo se enfrenta al difícil reto de mantener la motivación cuando desea alcanzar sus objetivos. ¡Basta
con que te fijes en la cantidad de personas que empiezan dietas de adelgazamiento, pierden peso y luego lo
vuelven a ganar!
Lo cierto es que replantearnos las cosas, cambiar o empezar de nuevo, por pequeña que sea la faceta de nuestra
vida que queramos modificar, es algo que impone. Pero no es imposible. Con el enfoque adecuado, seguro que
lo puedes conseguir

Motivarse y mantener la motivación


¿Cómo mantener la motivación y seguir avanzando hacia la consecución de un objetivo? Todo es cuestión de
planificar bien las cosas, tener expectativas realistas y ser perseverante. He aquí lo que necesitas hacer:
Primero, fíjate un objetivo. Empieza anotando lo que quieres conseguir: tu meta principal, lo que deseas que
se haga realidad. Por ejemplo "Quiero sacar un promedio de sobresaliente en este curso" o "Quiero perder peso
para la fiesta de fin de bachillerato" o incluso "Quiero participar en los Juegos Olímpicos" son metas
principales porque son los objetivos últimos que la persona desea cumplir (evidentemente, algunas metas
requieren más tiempo y más esfuerzo que otras). Está bien soñar a lo grande -es la forma en que mucha gente
consigue lo que desea. Lo único que debes recordar es que, cuanto más ambiciosa sea la meta que te fijes, más
tendrás que esforzarte para alcanzarla.
Sé específico. Es mucho más fácil planificar y alcanzar un objetivo concreto que uno vago.
Supongamos que tu objetivo es perder peso. Eso es bastante vago. Concrétalo especificando cuánto peso
quieres perder, por qué y cuando deseas haberlo perdido. Eso te ayudará a planificar la forma de alcanzar el
objetivo. Cuesta más y más tiempo perder 10 Kg que perder solo 3, de modo que deberás ajustar el plazo de
tiempo en consonancia.
Sé realista. La gente a menudo abandona sus objetivos porque sus expectativas son poco razonables. Algunos
esperan perder peso y quedarse como sílfides en unas semanas en vez de en varios meses, o dejar de fumar de la
noche a la mañana tras varios años de fumar como carreteros. Supongamos que quieres correr una maratón. Si
intentas correr los más de 42 Km. de que consta una maratón mañana mismo sin entrenarte, es poco probable
que lo logres. ¡Una persona promedio necesita un entrenamiento de cuatro meses para correr tantos kilómetros
seguidos! Pero el mayor riesgo es que acabes tan agotado y te quemes tanto por el esfuerzo realizado que
abandones tu sueño de correr en una maratón e, incluso, de correr en cualquier otra carrera.
Parte de la capacidad de mantener la motivación depende de ser realista sobre lo que uno puede conseguir
dentro del período de tiempo que se ha fijado. Perder 3 Kg. para la fiesta de fin de bachillerato es algo factible
si falta un mes para la celebración. Pero, si la fiesta es el próximo sábado, es imposible que pierdas tanto peso
en tan poco tiempo. Asimismo, competir con el equipo de esquí olímpico es una meta factible si tienes 15 años
y ya eres un esquiador destacado. Pero si tiene 18 y acabas de recibir tus primeras clases de esquí, el tiempo no
está precisamente de tu lado.
Escríbelo. Pon tu objetivo específico por escrito. Luego vuélvelo a escribir. Una y otra vez. Las investigaciones
muestran que escribir un objetivo forma parte del proceso mental de comprometerse a cumplirlo. Escribe tu
objetivo cada día para no perderlo de vista y para recordarte a ti mismo lo mucho que deseas alcanzarlo.
Fragméntalo en objetivos parciales. Todo cambio requiere autodisciplina. Necesitas dedicar una atención
constante para no apartarte de tu propósito. Una forma de allanar el camino es dividir el objetivo en pequeños
pasos. Retomemos el ejemplo de perder 3 Kg. para la fiesta de fin de bachillerato. Supongamos que dispones de
un mes, de modo que tu objetivo es alcanzable. ¿Pero qué haces para alcanzarlo?
Primero, divide tu objetivo en objetivos parciales (como perder 1 Kg. a la semana durante las dos primeras
semanas y luego medio kilo durante las dos semanas siguientes). Luego establece tareas específicas a realizar
diariamente, como comer cinco raciones de fruta y verdura y hacer media hora de ejercicio cada día. Anótalo en
un calendario o agenda para que puedas llevar un registro de tus logros parciales.
Si tu objetivo es participar en una maratón, deberás seguir un proceso similar. Supongamos que estamos en el
mes de febrero y la maratón se celebra en agosto –un marco de tiempo realista para prepararte. Empieza
corriendo 3 Km. y ve aumentando gradualmente la distancia. Pide a un entrenador que te ayude a fijarte
objetivos parciales factibles en lo que se refiere al incremento de la distancia y que te sugiera ejercicios para
mejorar el rendimiento trabajando tanto la fuerza muscular como la resistencia.
El hecho de ir alcanzando frecuentemente pequeños objetivos es algo digno de celebrar. Te transmitirá
confianza, seguridad en ti mismo, ánimos y motivación para seguir haciendo dieta, corriendo o haciendo lo que
te hayas propuesto hacer. De modo que recompénsate por cada objetivo parcial que vayas alcanzando.
Anota también los objetivos parciales para poder hacer un seguimiento de lo que necesitas hacer, registrar los
logros parciales a medida que los vayas cumpliendo y disfrutar sabiendo que te vas acercando a la gran meta.
(El hecho de escribir los pasos específicos tiene otra ventaja –si notas que te flaquea la voluntad, puedes echar
un vistazo a tu lista para comprobar el camino que ya llevas andado, animarte y reorientarte).
Comprueba tus progresos. Ahora que has dividido tu objetivo en una serie de objetivos parciales, comprueba
tus progresos cada día.
Cuando cumplas un objetivo parcial, márcalo en tu lista. Dite a ti mismo: "Bueno, ya he perdido 1,5 Kg. ¡Ya
estoy a mitad de camino para lograr mi objetivo!" Recompénsate con algo que te prometiste cuando te fijaste el
objetivo. ¡Saborea el éxito! Y luego piensa en cómo vas a lograr el resto de tu objetivo: "¿Ahora cómo voy a
conseguir perder el kilo y medio que me falta sin recuperar lo que ya he perdido?"
Si tienes un resbalón o te falla la voluntad, vuélvete a comprometer con tu objetivo. Si tienes un resbalón,
no tires la toalla. Perdónate a ti mismo y organiza un plan para volver a retomar el camino que te llevará a tu
objetivo. Date unas palmaditas en la espalda por el camino que ya llevas andado. No te machaques ni seas
demasiado duro contigo, independientemente de lo que te hayas desviado del camino que te habías trazado. La
mayoría de la gente tiene algún resbalón cuando intenta introducir algún cambio en su vida -es una parte natural
del proceso.
El hecho de escribir las tareas diarias y los objetivos parciales también ayuda en este punto, porque, si llevas un
registro de tus progresos, enseguida te darás cuenta cuando tengas un resbalón, lo que te hará más fácil retomar
el camino hacia tu objetivo. Y sabrás exactamente cuándo te has salido del camino. De modo que, en vez
desanimarte y decirte: "Nunca lo consigo cuando me propongo perder peso", puedes decirte a ti mismo: "No
estoy perdiendo peso porque no he seguido mi programa dietético y de ejercicios diario.”
¿Y si tienes un resbalón tras otro? Pregúntate a tu mismo si estás realmente comprometido con tu objetivo. Si la
respuesta es afirmativa, vuélvete a comprometer -y ponlo por escrito. El proceso de escribirlo todo también te
puede ayudar a descubrir si estás o no realmente comprometido con un objetivo. Por ejemplo, tal vez estés más
“enganchado” a la fantasía de ser una estrella del deporte que a la realidad de “sudar” para lograrlo.
Tómate los traspiés y resbalones como lecciones o recordatorios de por qué estás intentando hacer un cambio.
Si te sales del plan trazado, no lo interpretes como un fracaso sino como una oportunidad para aprender algo
nuevo sobre ti mismo. Supongamos que tu meta es no pelearte tanto con tu hermano o hermana. Tal vez
aprendas que es mejor decir: "Ahora no puedo hablar sobre eso" y tomarte tu tiempo para tranquilizarte cuando
notes que estás empezando a perder los estribos.
Mantén una actitud positiva. Imagínate o sueña cumpliendo tu objetivo: luciendo el vestido que te compraste
para la fiesta de fin de bachillerato con tu esbelta figura, o marcando el gol de la victoria en la final de fútbol.
La imaginación ayuda a no perder de vista lo que uno está intentando lograr. Ayuda mucho creer que es
posible. Y también podrás recuperar tu imagen mental cuando te flaquee la voluntad o sientas que te falta
motivación.
El pensamiento positivo y el lenguaje interno también son buenos aliados de la motivación, al favorecer la
adopción de una actitud positiva. Dite a ti mismo: "Merezco sacar un promedio de sobresaliente en este curso
porque he hincado los codos" o "Seguro que me sentarán bien los pantalones cortos este verano. ¡Estoy
siguiendo mi programa de ejercicios y mi dieta de adelgazamiento!"
Búscate un compañero. Otro gran estímulo es encontrar gente que te apoye y anime. Búscate un compañero
para entrenar con él, un amigo que también quiera perder peso o alguna persona que se haya propuesto un
objetivo similar al tuyo para que os podáis apoyar mutuamente. Poder contar con alguien que comparte tu
objetivo puede marcar la diferencia cuando te falle la voluntad –como cuando tengas que levantarte para correr
a primera hora de la mañana.
Si no estás obteniendo el apoyo y los ánimos que necesitas de la gente que te rodea, tal vez necesites tomarte un
respiro de una amistad en concreto y rodearte de personas que quieran ayudarte a alcanzar tu objetivo. Por
ejemplo, si vas cada jueves a casa de un compañero para estudiar juntos al salir de clase, pero últimamente a tu
amigo le ha dado por poner la televisión, enviar mensajes de texto o colgarse del teléfono ignorando tus ruegos
de que es hora de estudiar, ha llegado el momento de cambiar de compañero de estudios. No podrás centrarte en
tu objetivo si tu amigo no comparte ese objetivo -o, todavía peor, intenta alejarte de él. Busca otra persona que
comparta tus objetivos y que se haya marcado un camino similar.
¡No tires la toalla!
Poner fin a un comportamiento insano o aprender a hacer algo nuevo y emocionante, a fin de cuentas, no es más
que asumir la responsabilidad de nuestras vidas. Encontrar la motivación para hacerlo no es necesariamente
fácil pero siempre es posible. Puedes mantener la motivación anotando tus objetivos, perseverando en el plan
que te traces y recordándote a ti mismo qué te llevó en un principio a fijarte ese objetivo. Los cambios son
emocionantes. ¡Si no, la vida sería muy aburrida! ¡Buena suerte en la consecución de tus objetivos!
…………………………………

Tu fuerza de voluntad no es eterna: se agota con facilidad


Muchos de nosotros lamentamos nuestra falta de fuerza de voluntad y de autocontrol como nuestro mayor
obstáculo a la hora de cambiar de hábitos. En teoría, con más fuerza de voluntad conseguiríamos comer mejor,
hacer ejercicio de forma regular, mantenernos lejos del tabaco, el alcohol o cualquier otra droga...
Pero exactamente, ¿qué es la fuerza de voluntad? ¿Es algo con lo que se nace? ¿O se puede practicar hasta
alcanzarlo? ¿Es el autocontrol una capacidad ilimitada, o puede terminar acabándose?
¿Qué es la fuerza de voluntad?
Tenemos muchos nombres para la fuerza de voluntad: determinación, empuje, motivación, resolución,
autodisciplina, autocontrol... Pero según la American Psichology Association, estas son distintas definiciones
científicas de la fuerza de voluntad:

 La habilidad de retrasar la satisfacción, resistiendo las tentaciones a corto plazo para conseguir un
objetivo a largo plazo.
 La capacidad de resistir ante un pensamiento, sentimiento o impulso no deseado.
 La habilidad de poner en marcha un comportamiento "frío" basado en el sistema cognitivo antes que un "caliente" basado en un sistema emocional.

 La regulación consciente y con esfuerzo de uno mismo por uno mismo. 


 Un recurso limitado que se puede agotar.

¿Por qué no tengo fuerza de voluntad?

Por Dra. Marisela Rodríguez Rebustillo. 28 febrero 2018

No se sienta culpable si piensa que lo ha intentado muchas veces y no lo ha conseguido. Si Ud. es uno de los que piensa que no tiene fuerza de voluntad para lograr algo, por favor, considere leer este artículo.
En mi labor como terapeuta me he encontrado muchas personas que desean librarse del poder de las adicciones. Hay diferentes tipos de adicciones: sexo, comida, bebidas, sustancias tóxicas (alcohol, tabaco, drogas), juego, trabajo, compras. La adicción es cualquier
conducta compulsiva que se va fuera de nuestro control, es decir, que nos domina. El objeto de la adicción puede cambiar, puede ser un objeto inanimado, una actividad, una persona, con lo cual establecemos una relación de dependencia, generando el síndrome de
abstinencia, con todos los síntomas asociados, sobre todo, la ansiedad. Lo que tienen en común todos estos objetos adictivos es que nos causan placer, es decir, que satisfacen o mejor dicho, creemos que satisfacen una de nuestras necesidades, pues realmente nos hacen
olvidar la verdadera necesidad que está de base. Distorsionan nuestra esencia, en tanto, nos hacen reflejar ilusoriamente, que lo que necesitamos es comer, comprar, fumar, etc., para sentirnos bien, cuando en realidad lo que tenemos son otras carencias, mayormente de
índole psicológica, tales como, sentirse seguros, aceptados, queridos, reconocidos.

La fuerza de voluntad en caso de adicciones


El no poder contenerse genera un fuerte sentimiento de culpabilidad, pues la persona se siente débil e incapaz de luchar contra el objeto adictivo. Siente que algo que está fuera de sí lo controla, a pesar de estar consciente que es un error, que le provoca daño, o
perjudica a otras personas. Lamentablemente, todas las terapias contra las adicciones están basadas en un enfoque cognitivo-conductual. Es decir, se basan en las recompensas ante la conducta de abstinencia y en las interpretaciones del porqué la persona ha
comenzado a manifestar una adicción específica. Estas racionalizaciones hacen que la persona se comprometa con el terapeuta a evitar estas conductas, que después serán recompensadas con el reconocimiento ante el grupo de pertenencia, ya sea la familia o el grupo de
terapia que comparte la misma adicción.
Se afirma que la persona adicta es un enfermo crónico, que no puede curarse nunca más. Es decir, que debe evitar por todos los medios ponerse en contacto con el objeto o situación adictivos, por temor a recaer. Esto sucede porque en realidad, la persona con una
adicción desarrolla una cadena de adicciones, a veces de diferente índole, en tanto, ninguno de los objetos adictivos satisface la verdadera necesidad que está provocando la carencia. Unos se convierten en sustitutos de otros, es decir, es una cadena de sustituciones.
Hemos tratado a personas que justifican haber comenzado a beber alcohol ante la ruptura de una relación, o como consecuencia de la pérdida de un ser querido. Sabemos que ante una ruptura es normal que la persona se sienta mal, pero si le es imposible sobreponerse
ante la pérdida, pensamos que esa relación constituía en sí misma una dependencia fuera de control, que para “superarla” da lugar a otra dependencia, en el ejemplo, el alcohol.
Si bien es cierto que existe una interacción entre los genes y el ambiente en la conducta adictiva, por ser esta tan compleja no es posible determinar con exactitud las causas de esta patología. Aún no se han hallado las técnicas que permitan precisar cuáles son los genes
implicados en esta patología, proponiéndose hasta el momento un modelo multifactorial, donde el aspecto genético puede condicionar cierta vulnerabilidad a padecer adicciones, aunque el rol decisivo lo siguen asumiendo los factores ambientales (1). Por lo tanto,
nuestra posición se centra en la ponderación de los factores ambientales, sin obviar la importancia, aún no precisa, de los factores genéticos. Sabemos que dentro de los factores ambientales encontramos a la familia con sus respectivos modelos de interacción. Por este
hecho, se hacen imprecisos los límites entre lo genético y lo educativo.

¿Por qué esa sensación de no tener voluntad para superar algo?


Para explicar esta falta de energía o fuerza de voluntad, debemos adentrarnos en la explicación de los mecanismos de satisfacción de las necesidades, basándonos en la tesis que  no existe conducta inmotivada, es decir, que no responda a una necesidad determinada.
Cuando alguien actúa, existe una necesidad pulsando esa conducta, aunque no siempre el sujeto sea consciente de esta.
Para entender este mecanismo me referiré a lo que en terapia Gestalt se le conoce como el ciclo de la experiencia, introducido por J. Zinker (2). Este ciclo se puede entender como un ciclo de energía que se recorre en la aparición de una nueva experiencia en la vida
de cualquiera de nosotros. Cuando una necesidad [1] surge, recorremos varios estadios hasta su satisfacción. El primer momento se inicia con la  Sensibilización, es decir, la persona experimenta un déficit en el organismo, surge una tensión por algo que aún no logra
precisar, por ejemplo, cierto cosquilleo en el estómago. La segunda fase es la Toma de conciencia, y es cuando la persona descubre el objeto de su necesidad, en el ejemplo citado, es cuando la persona se da cuenta que ese cosquilleo que siente es hambre.
La Movilización se produce cuando la persona se prepara para la acción, es decir, decide que necesita comer. La Acción ocurre cuando la persona se dirige al objeto que satisface su necesidad, en este caso, localiza dónde se encuentra el alimento y va a buscarlo.
El Contacto se produce cuando la persona se encuentra con el objeto y logra satisfacer su necesidad, en este caso, come. Una vez satisfecha la necesidad, surge el  Post contacto, es decir, estando la persona plenamente satisfecha, ocurre una pérdida de energía y entra
en un estado de reposo o relajación, es decir, no le apetece nada más, así sea su plato preferido, hasta tanto no vuelva a sentir hambre.
Si seguimos este esquema de satisfacción de las necesidades, nos damos cuenta que cuando una necesidad surge, se genera una tensión que brinda la energía suficiente para movilizar a la acción. Esa energía tendrá un curso adecuado hasta su pérdida total, una vez que
la necesidad se haya satisfecho con el objeto que le corresponde. ¿Qué bloqueos pueden transcurrir durante este proceso?
Si surge la necesidad, pero esta no encuentra el objeto adecuado para su satisfacción, por ejemplo, tenemos la sensación de hambre, pero no encontramos algo para comer, esa tensión nos pulsará a  buscar un objeto sustituto, digamos, beber algo. Es como tratar de
engañar a la necesidad buscándole un paliativo que pueda calmarle momentáneamente, pero que retornará a reclamar su satisfacción en breve. La tensión continúa moviendo a la persona, que al no encontrar el objeto adecuado, buscará otra cosa que adormezca su
carencia. Nunca se saciará con el objeto sustituto, porque en verdad, ese objeto no está destinado a la verdadera necesidad.

El origen de las adicciones


Muchas veces las terapias que promueven la abstinencia, suprimen el objeto sustituto y la tensión inicial no encuentra salida, por lo que provocan generalmente una  conducta agresiva, en tanto la agresividad no es más que una movilización a la acción. Si evitas que la
acción se produzca, aunque sea en la búsqueda de un objeto sustituto, la tensión inicial se acumulará, por tal razón, la persona se torna malhumorada, ansiosa y hasta violenta. Se generan además sentimientos de culpa, en tanto la persona siente que debe huir para evitar
caer en la tentación, cuando en realidad, lejos de evitar, hay que buscar el encuentro o la toma de conciencia de la verdadera necesidad que “se esconde” tras la adicción.
Por eso no soy partidaria de que el adicto sea un enfermo crónico, sino que es un enfermo mal tratado. Una adicción es un estado de carencia perenne, que lejos de encontrar la saciedad, exige de dosis cada vez mayores, pues los objetos adictivos son sustitutos de los
verdaderos objetos que llevarían a la persona a lograr ese estado de reposo o relajación, donde ya no se requiere más de lo mismo. Las personas adictas carecen de algo, es decir, nunca logran satisfacer la necesidad que dio origen a la tensión que los impulsa a realizar
una acción con carácter repetitivo y fuera de control.
Este mecanismo psicológico lo emplea la publicidad, al manipular las necesidades del cliente y estimular al consumismo. Conocen que la mayoría de las personas  no están plenamente satisfechas y, además, no son totalmente conscientes de su estado; corren detrás de
lo que creen necesitar, con la esperanza de encontrar ese estado de relajación llamado felicidad. Tienen la ilusión de que sus carencias serán resueltas una vez que adquieran el producto que se les ofrece. Albergan la falsa idea que un producto, o un determinado estilo de
vida, les proporcionará la felicidad que tanto ansían. Lo peor de todo es que la mayoría desconoce qué es lo que realmente necesita.
Desde que nacemos nos vemos obligados a reprimir nuestras necesidades, por ir en pos de un modelo o prototipo de lo que nuestros padres, y la sociedad en general, espera de nosotros. Necesidades básicas como las fisiológicas (comer cuando no tenemos deseos; no
comer lo que deseamos, o ir a la cama cuando no tenemos sueño); de protección y seguridad (dejarnos solos cuando necesitamos estar acompañados o que invadan nuestro espacio cuando queremos estar solos); de aceptación e identificación (condicionar el afecto y la
aceptación a que hagamos lo que no deseamos). ¿Quién no ha padecido alguna de estas violencias psicológicas y físicas durante toda su vida?
Llega un momento en que nos desconectamos de nuestras verdaderas necesidades y comenzamos a creer que realmente  necesitamos aquello que nos indican los otros. Este es el origen de las adicciones. Olvidamos cuál es nuestra verdadera necesidad y nos
convertimos en un “barco sin rumbo”, a merced de cualquier objeto, persona o situación donde colocar nuestras tensiones surgidas por las necesidades latentes. Las necesidades continúan allí, ocultas para nuestra conciencia. Independientemente del momento en que
hayan surgido, continúan generando tensión. Pero lo peor de todo es que el contacto con ese sustituto no alivia la tensión surgida, sino la acrecienta ¿A dónde va a parar esa tensión?
En la búsqueda de una sustitución, hallaremos un alivio momentáneo. Lo peor de todo es que estas sustituciones no nos saciarán jamás, no calmarán nuestra ansiedad, solo nos la harán olvidar por un rato. Y seguimos compulsivamente, sin poder parar, buscando el
alivio que cada vez tarda más en llegar y aumentando la sensación de impotencia, al sentirnos débiles porque no podernos luchar contra estas.

¿Existe entonces la falta de voluntad?


Como se habrá dado cuenta, la compulsión por llenar “esta canasta sin fondo” nos va debilitando realmente. Solo obtiene el descanso reparador quien ha completado un ciclo. Si tengo hambre y como una comida gustosa y nutritiva hasta quedar plenamente satisfecho,
es muy probable que si me presentan un nuevo plato, por muy atractivo que sea lo rechace.
Podrá preguntarse, ¿porqué a la persona que es adicta a la comida, siempre que le presentan comida no se puede resistir al impulso de comer aunque su estomago esté totalmente lleno? Porque esa persona que come compulsivamente no lo hace por hambre fisiológica,
sino que comiendo trata de satisfacer una necesidad de otra índole, probablemente un hambre de afecto.

¿CÓMO SABER CUÁLES SON LAS VERDADERAS NECESIDADES Y CÓMO PODEMOS SATISFACERLAS?
Un niño cuyas necesidades fisiológicas están adecuadamente satisfechas, según libre demanda; cuando se siente protegido, seguro, aceptado, estimulado, comenzará a desarrollar una gran fuerza de voluntad, que no es otra cosa que la energía suficiente para decir NO
cuando tiene que rechazar lo que no desea, o defender sus necesidades con total convicción e independencia. No se trata de que sea un niño caprichoso al cual hay que complacerle en todo, sino se tratará de un niño tolerante, paciente, dispuesto y creativo, que puede
adaptarse perfectamente a las situaciones y aprende a jerarquizar sus necesidades, en tanto espera el momento más conveniente de satisfacerlas. Se ajusta a las condiciones de manera creativa porque está seguro que podrá satisfacerlas siempre. En cambio, el niño
berrinchudo y dominante, es un niño inseguro, que sabe que tiene que usar esos mecanismos si pretende satisfacer sus necesidades. Un niño adaptable es aquel que sabe que podrá satisfacer sus necesidades, sin tener que manipular a los demás.
En resumen, podemos decir que el reconocer nuestras verdaderas necesidades, sin autoengaños o racionalizaciones, y saber orientarnos dónde encontrar aquello que las satisface, es tener un plan, un objetivo, es  otorgarle un sentido a nuestra vida. A menudo el
adicto carece de estas expectativas, o se traza planes inalcanzables, desconociendo sus posibilidades reales. Ocurre un bloqueo llamado postergación, es decir, la persona posterga cada cierre, y no podrá iniciar adecuadamente la satisfacción de una nueva necesidad, en
tanto haya alguna insatisfecha. Abraham Maslow, en su teoría de la Motivación humana, planteaba que las necesidades más elevadas no surgen hasta que las inferiores han sido satisfechas (3). El adicto es una persona que se desensibiliza, es decir, deja de sentir sus
verdaderas necesidades, deja de sentirse a sí mismo.

¿Qué solución existe entonces al reconocimiento de las necesidades latentes?


Sabemos que el proceso de autoconocimiento es difícil. Existen demasiados mecanismos de defensa, acumulados desde la infancia, enmascarando nuestras verdaderas necesidades. La toma de conciencia se produce con la  ayuda de un terapeuta que permita detectar
situaciones inconclusas, expresar lo no expresado, buscar la dirección y hacer la expresión directa. Experimentar en el presente lo que no quiere o lo que oculta, a fin de darse cuenta. Vivenciar, experimentar de nuevo, como si estuviera ocurriendo en el momento actual.
Reflexionar sobre nuestra infancia, repetir frases, gestos, darle vida a los objetos que usamos como sustitutos y permitirles “que nos hablen”. Es decir, tratar de traducir en el plano verbal determinados gestos, actuar e identificar sentimientos y emociones.
Si ha perdido la confianza en usted mismo, si se encuentra culpable por luchar contra algo que considera más fuerte que usted, piense que no todo está perdido, que en el presente puede encontrar el modo de ser un verdadero vencedor.  La terapia Gestalt es una muy
buena opción.
Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.
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Referencias
1. Ibañez Cuadrado A. (2008): Genética de las adicciones. Revista Adicciones, no. 2, Vol. 20, enlace: http://www.adicciones.es/ficha_art_new.php?art=587
2. Zinker, J. (1979): El proceso creativo en Terapia Gestáltica. Buenos Aires. Paidós.
3. Maslow, A. H. (1943): A THEORY OF HUMAN MOTIVATION, Originally Published in Psychological Review, 50, 370-396. Enlace: http://www.altruists.org/f62
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