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Corrientes Historiográficas de La Antigüedad y Medioevo

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Corrientes historiográficas de la Antigüedad

El estudio de la historiografía Antigua grecorromana se centra en especial


en los autores, sus fuentes y métodos para representar el pasado, con la
limitación de la escasa información que ha llegado hasta nuestros días, muchas
veces las referencias de los historiadores son indirectas, a través de menciones
o fragmentos de otros autores posteriores. Sin embargo, su análisis nos
permite además conocer el desarrollo del pensamiento histórico de la
humanidad y su postura frente al pasado.
La Historiografía clásica tiene su origen en el Asia Menor durante los
siglos IV y V a.C. cuando los griegos comienzan a interpretar el mundo ya no
desde un punto de vista mitológico, sino desde la razón y la lógica. El primer
paso lo dieron los escritores del “logos” (del griego λóγος: palabra,
pensamiento, intelección), que buscaron explicar el pasado desde la
averiguación de la verdad para una transmisión útil y permanente del
conocimiento racionalizado.

Los logógrafos desarrollaron su actividad en las ciudades jónicas durante


los siglos IV y V a.C., en un momento de florecimiento cultural propicio para el
surgimiento de una nueva visión del pasado y su reconstrucción, que demandó
a su vez, una actitud crítica hasta el momento desconocida. Este criticismo,
comienza a discriminar entre lo humano y lo divino, insinuando que el móvil de
la conducta histórica radica dentro un aspecto estrictamente humano. Aunque
la crítica no se liberó del todo de los elementos míticos y literarios, dejó la base
para el nacimiento de la historiografía.
También este primer matiz historiográfico tiene su característica literaria
propia, los narradores dejan de lado el epos (narraciones míticas y teocráticas
propias del Oriente Mediterráneo) y prefieren la forma de prosa, como por
ejemplo, Cadmos, Carón, Helánico y especialmente Hecateo.

El nacimiento de la historia como búsqueda de la verdad, tiene sus


primeros representantes en Heródoto y Tucídides (y tras ellos Jenofonte,
Teopompo, Filarco y otros). La palabra griega historíe significaba averiguación,
y este es el sentido que le dio Heródoto a sus historias cuando publicó “el
resultado de sus averiguaciones”, dando así el paso inicial a un nuevo modo de
conocimiento: a través de la investigación.
El nuevo género literario de escritura de la historia, respondía ciertos
parámetros: en primer lugar averiguar lo que había sucedido y luego, contarlo
con maestría. El historiador debía hacer una recopilación de hechos, tomar
notas, ordenarlos y luego contarlos con belleza y expresión. Los
acontecimientos no debían reunirse sin antes hacer una verdadera
investigación, preferentemente a partir de testigos oculares o de quien los
cuente con mayor imparcialidad. El relato debía resultar creíble y reflejar lo
mejor posible la realidad de los hechos. La veracidad tenía una vital
importancia para juzgar al historiador del mundo antiguo.
De esta manera, la narración histórica tenía un objetivo que trascendía lo
intelectual o cognitivo. La historia debía ser útil y conectada con una función
educacional, ya que se la veía como una guía de conducta. Las dos grandes
metas de la historia eran brindar ejemplos morales e instrucción política.
Para los griegos la historia debía proveer lecciones para el político. Era
una importante referencia para el futuro con el fin de formar a la clase
gobernante brindando ejemplo de modelos y sistemas políticos que sirvan de
ejemplo para imitar o evitar en el caso de haber fracasado.
Sin embargo, los historiadores romanos se preocupaban más por influir
en el presente. De todas las cosas que se podían aprender de la historia, tenía
una importancia central la enseñanza moral. La influencia que querían tener los
historiadores en los políticos de su tiempo, era un cambio en la conducta desde
un aspecto moral, veían los aspectos históricos, como la causalidad por
ejemplo, en términos morales. Del estudio del pasado, de las virtudes y vicios
de sus antecesores, los romanos derivaban el concepto de moralidad pública.
Otra finalidad importante de la escritura de la historia, era la preservación
de la memoria y construcción de una identidad colectiva. Mientras los griegos
se comparaban con los bárbaros o resaltaban las características del sistema
democrático ateniense, los romanos utilizaban la historia para proyectar la
imagen particular de Roma. La descripción de la vida pública y de la res
publica; la descripción de las relaciones entre la plebe y la elite gobernante, las
decisiones políticas, el crecimiento del imperio, todo era importante para instruir
como debían comportarse los buenos romanos.
Para lograr este resultado, la escritura de la historia requería un registro
de los hechos y orden adecuado. Ese orden le daba un sentido a la narración y
sólo así podía venir luego la enseñanza. En el mundo antiguo este
ordenamiento necesario para la historia era dado por la oratoria.
Los recursos retóricos otorgaban una mirada inquisitiva y la capacidad de
detectar la parcialidad, al estar atenta para proponer argumentos desde la
parcialidad y estructurar diferentes tipos de material histórico.
La división tradicional de la historia se hacía en cinco partes: elocutio
(estilo), invenio (invención), dispositio (orden), memoria (memoria), y
pronuntiatio (dicción). La palabra invenio no tiene una significación tan simple
como invención, sino más bien, buscar, explorar, descubrir por medio de la
reflexión una posible explicación. Los historiadores como Herodoto o Tito Livio,
que narraban acontecimientos tan lejanos en el pasado, hacían uso de su
habilidad retórica para reconstruir creativamente lo probabible, lo “que debía
haber pasado”. Sin embargo, no por ello estaban ajenos al riesgo de que
completar los relatos podría oscurecer el compromiso con el descubrimiento
de la verdad. Discutían la confiabilidad del material que utilizaban, y no siempre
eran crédulos de sus predecesores.
Con respecto al estilo, narrar la historia era tan importante como la
historia misma. El lenguaje debía exponer los materiales lo más lúcidamente
posible para que sea comprensible, sin caer en el uso del lenguaje vulgar. Así,
investigación del pasado y ordenamiento retórico ayudaban al historiador a
cumplir su misión. El estilo era la manera que elegía el historiador para narrar
su historia, por eso el contenido y forma no podían ser separados.
La retórica era la base de toda la educación en la Antigüedad, era la
herramienta de expresión de las personas. Por eso el discurso de un personaje
dentro de la narrativa histórica era utilizado como un medio de análisis para el
historiador, aunque también servía para poner el foco en donde el historiador
estuviera interesado. Los discursos podían también actuar como mediadores
entre pasado y presente, recreando debates históricos que conducían la
búsqueda de verdades permanentes, encontrando más continuidades que
rupturas.
El historiador en la Antigüedad no era un hombre dedicado a la vida
académica exclusivamente, sino más bien quien dejaba la vida pública o
política para transformarse en historiador. La escritura de la historia era casi
una continuidad en la vida pública al servicio de su ciudad o república.
El historiador antiguo aspiraba a la imparcialidad y expresaba
explícitamente en sus obras. Se proclamaba la persona más adecuada para
juzgar la veracidad de sus fuentes y podían estar presentes en sus textos. Los
historiadores romanos eran menos dados que los griegos a dar detalles propios
o aparecer en sus obras de manera explícita. Los griegos en cambio, más
activos, se presentaban en las primeras páginas haciendo participar al lector de
su experiencia como historiador y dando opiniones personales.
Con la ampliación de la función educativa de la historia, la función del
historiador fue cada vez más la de proveer ejemplo éticos.
La historia concebida desde su valor utilitario para la vida humana, servía
como un juicio de pronóstico y al mismo tiempo un acontecer flexible según el
punto de vista. Entonces, un acontecimiento que podría ser indemostrable,
debía ser al menos altamente probables.
Esto se lograba con la utilización de un método empleado en los
tribunales de Grecia y que persiste en nuestros días, el método inquisitivo-
crítico. Este consiste en formular preguntas a los testigos de un suceso, y luego
comparar los testimonios para extraer la verdad por medio de la crítica.
Sin embargo existen limitaciones respecto a este método:
A) Limitaciones en el tiempo: al valerse de su propia experiencia y del
relato de los testigos, el historiador dependía totalmente de los testimonios
surgidos de ellas y complementados insuficientemente, son válidos nada más
que para el paso inmediato, cuando se refieren a hechos lejanos, pierden el
rigor.
En cambio el trabajo que atañe a las alternativas de las guerras, tiene aún
plena vigencia. Los historiadores griegos del siglo V no pudieron apartarse de
su propia época sin perder de inmediato, el control de la verdad, pues los
únicos procedimientos válidos con los que contaban eran su propia
observación y la interrogación de los testigos.
Limitaciones en el espacio: esta limitación procede tanto del tiempo como
de las circunstancias históricas. La interrogación exige que el historiador
recorra los lugares donde ocurrieron los acontecimientos en búsqueda de los
testigos, mientras que la observación directa requiere su presencia física en el
lugar donde se desarrollan los hechos.
El tiempo y la distancia obstaculizan aún más el problema de la
comunicatividad. Cuando se trataba de hechos ocurridos entre los bárbaros,
cuyos idiomas desconocían. El factor idiomático por tanto, también limitó las
posibilidades del método interrogativo.
B) Limitación temática: la forma de escribir sólo era posible respecto
de hechos que al mismo tiempo reunieran la contemporaneidad y el desarrollo
dentro del ámbito griego. De estas dos condiciones dependían la accesibilidad
a los testigos y la posibilidad de ejercer la crítica de veracidad. De esta manera
el historiador era autobiográfico de su propia generación.
C) Limitación en el orden de la universalidad: es evidente que si el
tema se impone al historiador y éste no era- en Grecia- sino e autobiográfico de
su generación, los griegos no podían concebir lo que hoy entendemos como
historia universal, ni siquiera como historia de Grecia.
En resumen el método utilizado por los historiadores griegos, a pesar de
las limitaciones, es el punto de partida de lo que hoy llamamos Historia
Científica y ha seguido utilizándose desde entonces por todos los que trataron
de reconstruir un pasado inmediato.
Heródoto de Halicarnaso (484-428 a.C.)
Con Heródoto se inicia estrictamente la historiografía, el primer historiador
superó múltiples obstáculos que se presentaban para la investigación histórica
y logró conseguir listas de satrapías, interrogar testigos, hacerse traducir
transcripciones, nadie puede negar la solidez de sus conocimientos en cuanto
a fondos de archivos y manejo de fuentes. Heródoto jamás omite la distinción
cuidadosa de las cosas que conoce por observación directa, y de las que han
llegado a su conocimiento por otros, haciendo notar incluso cuando él mismo
no cree lo que le dicen.
Su obra dividida en nueve libros, cada uno encabezado por el nombre de
una musa, tiene como tema central las Guerras Médicas (492-478 a.C.). Esta
división, tanto en contenido como en extensión no obedecía ningún criterio de
ordenamiento de la historia misma, pero trascendió hasta el punto de dar
nombre a las Historias, en diversas traducciones con el título de los Nueve
Libros de la Historia.
Tucídides
Nació en Atenas entre los años 460 y 454 a.C. tenía ingresos económicos
suficientes como para dedicarse a sus investigaciones, fue educado junto a la
la más brillante juventud de Atenas y tuvo oportunidad de participar
activamente en la vida pública de su patria en tiempos de Pericles.
Desempeñaba el cargo de estratega cuando fue comisionado para auxiliar
a la ciudad de Anfípolis e impedir que cayera en manos de los lacedemonios.
El fracaso de esta misión determinó que fuera condenado al exilio durante
veinte años. Tucídides perteneció a los círculos dirigentes de Atenas, y
permaneció dos décadas en inactividad política, lo que le permitió desarrollar
sus actividades historiográficas, gracias a ellas, pudo enterarse de los sucesos
que se desarrollaban en Grecia, interrogar a los testigos, y tuvo más facilidades
para trasladarse a los lugares para obtener información.
Pudo construir una obra sólida, su intención fue exceder el simple relato
de los hechos reconstruidos a través de un meditado proceso crítico; Tucídides
quería encontrar en la verdad histórica una orientación permanente para la
conducta política. Pensaba que los hechos eran previsibles porque de alguna
manera se repetían. Así se dio origen a la “historia pragmática” que alcanzaría
su mayor con esplendor Polibio.

El período helenístico
Después del siglo V a-C. la visión histórica alcanzó un a ampliación en la
dimensión temporal, cuando el pensamiento griego se lanzó a la conquista del
mundo. Aunque aún no existía una idea de historia mundial, los griegos
pudieron superar las limitaciones temporales de su investigación basada en la
memoria individual. La distinción lingüística entre barbaros y griegos se
flexibilizó en el proceso de helenización, los barbaron se integraron a la
conciencia histórica griega y todo el imperio de Alejandro comulgaba en una
historia única. El concepto geográfico del mundo se convirtió en un concepto
histórico, el helinismo dio lugar a la historia ecuménica.
En este nuevo orden de cosas, el método interrogativo y la observación
personal, no eran satisfactorios, se incorpora entonces un nuevo procedimiento
que supera las limitaciones cronológicas y da universalidad.
Para ampliar su campo tanto en el tiempo como en el espacio, los
historiadores recurrieron a recortar y pegar otras historias. El método de
compilación o de autoridades surgió desde la necesidad de construir una
historia en base a material extraído de otros autores que habían narrado
historias locales en épocas determinadas cuyos testigos ya no vivían. Los
historiadores posteriores a Alejandro, no recurrieron ya a las declaraciones
orales, sino a testimonios escritos y en especial, a las obras históricas de
mayor prestigio sobre el tema. Así pudieron escribir un nuevo tipo de historia
cuya unidad dramática alcanzara cualquier dimensión en un relato único.
Con Platón cobra organicidad la concepción del acontecer humano, que
aplicada al devenir histórico, suele denominarse “teoría de la corrupción”,
porque los cambios se producen por la introducción de un factor corruptivo. De
una forma de “monarquía” se pasa a la “tiranía”, otro movimiento depurador y
violento, “revolución”, engendra otra forma pura, la “aristocracia”, que se
corrompe en “oligarquía”.
Dicho fenómeno se extiende a los restantes aspectos de la actividad
humana. Y los historiadores tratan de orientar su tarea al descubrimiento de la
corrupción, tanto en los Estados como en los hombres que los gobiernan y los
pueblos que los componen. La calidad de la producción historiográfica se
restringe al campo moral, dejando de lado la búsqueda de una estructura
coherente. El historiador se esforzaba por analizar los hábitos, señalando los
vicios o las virtudes más sobresalientes. Esta proclividad, concordaba muy bien
con el nuevo orden del mundo helenístico, en el cual la responsabilidad de las
decisiones no recaía en la asamblea popular, sino en los monarcas.
Además, la retórica que dominaba todas las expresiones literarias,
influenció también en la historiografía. El historiador se esforzaba por imitar los
hechos y al efecto, destacar en su relato lo trágico, lo dramático, las pasiones,
para conquistar al auditorio y deleitarlo con el impacto estético buscado.
Ambos factores, la corrupción y la excesiva influencia de la retórica,
concretan un evidente retroceso del género historiográfico con relación a la
época anterior.
Polibio de Megalópolis (210 a 126 a.C.)
Este historiador es el representante más destacado de la historiografía
griega en la época romana, fue educado para la acción política en la que se
destacó. Postulaba la alianza con los romanos demostrando con dignidad,
tanto es así, que por su equidistante moderación, no satisfizo ni a los romanos
ni a sus compatriotas. Forzado a permanecer en Roma, conoció tanto a sus
instituciones como a su pueblo que estaba en vísperas de dominar a todo el
mundo mediterráneo. Polibio tuvo la oportunidad de ser testigo del tránsito del
helenismo a la hegemonía romana.
La Historia de Polibio constaba de cuarenta libros de los cuales sólo se
conocen actualmente los cinco primeros, y se ocupa del período comprendido
entre los años 220 y 168 a.C., es decir, de los cincuenta y tres años en que
Roma surge pujante y domina todo el orbe mediterráneo.
Plutarco
Nacido en Queronea en el año 46 a. C., ciudad de tránsito casi obligado
entre el Ática y el Peloponeso, Plutarco efectuó largos viajes, entre ellos uno a
Egipto. Su obra principal Vidas paralelas, se trata de 50 biografías, es conocida
por todos, en contraste con otras muchas obras suyas cuyo conocimiento es
casi exclusivo de círculos eruditos.
Las características sobresalientes de Plutarco son la fluidez, elegancia y
la amenidad de estilo, junto el fin moralizante. Sus biografías son compuestas
por reelaboraciones de biografías ya existentes, agregándoles materiales
(anécdotas, apotegmas, noticias varias) extraídos de sus lecturas. Simpatiza
con sus personajes, los idealiza, justifica sus acciones, trata de comprender
sus pasiones. Desde el punto de vista historiográfico, Plutarco deja mucho que
desear, pues sacrifica la verdad en aras de lo dramático o de la moraleja
aleccionadora. No posee rigorismo crítico ni una adecuada selección de las
fuentes que utiliza.
Las biografías de sus obras se organizan según el esquema peripatético:
toma primero un personaje griego y luego uno romano; en cada caso describe
su carácter, sigue con el relato de algunos hechos principales y concluye con el
análisis de las circunstancias que rodean su muerte. Luego compara ambos
personajes, establece paralelismos mostrándose más agudo que ingenioso,
quedando patente su influencia sofística.
La historiografía romana fue influenciada por el orgullo nacional que
colocaba a Roma por encima de todo y como un centro de todos los
acontecimientos históricos, haciendo homenaje de sus trabajos. La
preocupación artística y el pragmatismo son los instrumentos utilizados para
poner la historia al servicio del campo político y moral.
Tito Livio ( 59 a.C.- 17 d.C.)
Su propósito es mostrar la misión predestinada de Roma, su obra
monumental es Ab urbecondita (desde la fundación de la ciudad) de los que se
conservan 35 libros de los 142 que la componían.
Se propuso reunir los anales tradicionales de la antigua historia romana y
construir una narración unitaria y continua, la historia de Roma. Deseaba hacer
conocer el pasado remoto, cuando la sociedad de Roma era sencilla y aún no
estaba corrompida, para mostrar cómo los cimientos de la grandeza de Roma
estaban fundados en la moralidad. Es claramente una historia humanística:
postula que el historiador no tiene como misión halagar la vanidad del lector
hablando del origen divino, sino que la tarea es describir los hechos y
costumbres de los hombres. Se esforzó por encontrar cuáles de las miles de
leyendas eran fidedignas. Al mencionar las tradiciones tocantes a la época
anterior a la fundación de Roma, advierte que no puede criticarlas, más bien
aceptarlas y repetirla de buena fe.
El Imperio Romano no fue una época de pensamiento vigoroso y
progresista. No avanzó más que en mantener vivas las filosofías estoica y
epicúrea, pero sin desarrollarlas. En cuanto a la literatura histórica, nadie más
después de Tito Livio se propuso una tarea similar, se dedicaron a imitarlo. Tito
Livio fracasó en su idea grandiosa por las limitaciones de su método, la antigua
historia de Roma estaba compenetrada de elementos fabulosos que hacían
imposible un relato histórico. Tácito intentó un abordaje didático-psicológico
pero esto significó un empobrecimiento de la honestidad histórica. A medida
que transcurre el Imperio, los historiadores se contentan más y más con la
tarea de compilar, sin espíritu crítico ni un orden que tenga otra finalidad más
que la de propaganda.
Tácito (55d.C.- 120 d.C.)
Abogado de clase acomodada, vivió en la época del despotismo de los
Flavios y los Antoninos, su obra más representativa es Historias, donde se
ocupa de asuntos comprendidos entre los principados de Nerón y Domiciano.

En su conjunto la historiografía greco-romana es humanística. La historia


comienza a analizar las acciones humanas y descubre en ellas mismas, las
cusas de sus éxitos y fracasos. Por eso la tendencia será localizar la causa de
todos esos efectos en las personalidades individuales o comunitarias de
agentes humanos. Cualquier hombre en función de su razón posee la fuerza
potencial de la vida política y hacedor de la historia.
En Heródoto tenemos un punto de vista verdaderamente histórico en el
que los sucesos son importantes y cognoscibles por sí mismos. Pero en
Tucídides el punto de vista histórico comienza a opacarse por el
substancialismo, los sucesos tiene importancia por la luz que otorgan sobre
entidades eternas y substanciales de las cuales aquellos son accidentales. Con
tito Livio l historia se solidifica, cuando se acepta llanamente que el historiador
solo debe ocuparse de los sucesos que nacen y se desarrollan en un tiempo
dado, puesto que el agente de donde provienen es substancial, inmutable y
eterno, por lo tanto es ajeno a la historia. Tito Livio, interpreta a Roma como
una substancia eterna. Así Tito Livio inmortalizó el pensamiento sobre Romo
como la “ciudad eterna”. De la misma manera, cuando Tácito describe las
personalidades de los hombres, pone de relieve, los aspectos del carácter
humano que siempre están ahí. Son inmutables y eternos.
Este substancialismo en que se basa la historiografía greco-romana
evidencia la imposibilidad del pensamiento de demostrar el origen de algo, de
manera que todos los agentes de la historia ya estaban hechos antes de la
historia misma. La conexión entre los sucesos es igual a las partes de una
máquina. Por eso la historia se limita a la descripción de lo que hacen las
personas o de las cosas. De ahí deriva el escepticismo y la insensibilidad
histórica.

Bibliografía:
Aurell J., Balmaceda C., Burke P. Soza F. Comprender el pasado: Una
historia de la escritura y el pensamiento histórico. Ediciones Akal. Madrid,
España, 2013. Cap I La antigüedad clásica: Grecia y Roma .
Cassani Jorge Luis- A. J. Pérez Amuschastegui, Del “Epos” a la
Historiografía Científica. Editorial Nova. Buenos Aires, 1976. Cap. II: El método
en la Historiografía Griega.
Collingwood R. G., Idea de la historia, Fondo de Cultura Económica, , México
1960. Primera parte: La Historiografía grecoromana.
Vázquez, Josefina Zoraida. Historia de la Historiografía. Ediciones
Ateneo. México, 1978. Capítulo I: Historiografía griega.

Corrientes historiográficas de la Edad Media y


del Renacimiento
Considerando que el Medioevo comprende el tránsito en la unidad
romana al pluralismo medieval, se delimitan tres núcleos: el occidente europeo
germánico, el imperio bizantino y el mundo islámico.
Para el análisis del occidente europeo, es necesario partir del
derrocamiento de Rómulo Augústulo (año 476) y con ello la parcelación
ocasionada con las conquistas germánicas en numerosos reinos autónomos.
A pesar de la dispersión de la organización político- administrativa, judicial
y militar romana, sobrevivió una institución paneuropea: la Iglesia cristiana. y
ella ocupó múltiples espacios vacíos surgidos con la desaparición de la
autoridad imperial. En esta Europa medieval se desarrolló una historiografía
bien diferenciada de la bizantina y de la islámica.
El método de la historiografía del Medioevo Occidental experimenta un
retroceso con respecto a la antigüedad paga y cristiana. Se pierde casi por
completo el espíritu crítico y es reemplazado por un interés religioso y moral.
Triunfan los géneros: crónicas y anales. Hay en este período mayor
preocupación erudita en las autoridades y fuentes que se buscan con esmero.
La Alta Edad media, corresponde a los asentamientos, formación y
desarrollo de los reinos germánicos, que concluye cuando luego de la muerte
de Carlomagno Luis el Piadoso y sus hijos parcelan el imperio mediante el
tratado de Verdúm (843). Durante los siglos V y IX, el interés religioso domina
sobre la investigación, quedando relegado el rigor crítico y la calidad estilística,
sin embrago sobrevive el sentido universalista.
La crónica proviene de los Fastos Consulares (listas de cónsules anuales)
que mencionaban juntos a los nombres de los cónsules, los hechos más
importantes.
Este tipo de producción será reemplazada por los anales carolingios,
derivados de las Tablas Pascuales (calendarios eclesiásticos que seguían el
ciclo de Pascua) en las que se registraban los acontecimientos más
importantes del año y cada monasterio tenía su propio códex donde los monjes
anotaban todo aquello de su interés y los laicos hacían otro tanto. Estaban
escritas en latín y destinadas a un círculo reducido y erudito. Para el gran
público, la historia se encarnaba en los Cantares de Gesta, formas épicas
creadas por juglares o trovadores que adaptaban los hechos de armas del
pasado inmediato para las exigencias populares.
Todas estas obras tenían un fin específico que era hacer un relato de los
tributos divinos, por eso nada estaba mal visto para glorificar un Papa, la vida
de los santos, príncipes u obispos. Se pierde así completamente la objetividad
histórica.
La Edad Media Feudal, entre los siglos IX y XIII, hay un mayor desarrollo
de las Tablas pascuales que funcionaban como una agenda en la que se
registraban hechos importantes. Persistían también las formas analísticas
inspiradas en San Jerónimo, en las cuales los hechos se ordenaban de forma
cronológica, a manera de series año por año, de ahí el nombre de annales.
El siglo XI representó la gran época de la historiografía del medioevo
feudal. Estaba impregnada de una gran religiosidad en la que abundaban
Historias del Mundo que comenzaban desde la creación, e Historias de la
Iglesia a partir de la Encarnación, que hacían hincapié en la acción divina sobre
los hombres.
Paradigma de esta corriente fue Lamperto de Hersfeld, luego de él
Orderico, Guillermo de Malmesbury, Otton de Freisingia y Juan de Salisbury.
Ninguno de ellos pretendió escribir con una objetividad ya que la misma podía
afectar su concepto del “modelo divino”.
La Tardía Edad Media, caracterizada por la instalación definitiva de los
normandos en el norte de Francia, el retroceso de los árabes en España y la
estabilización de las fronteras orientales, tuvo la oportunidad de superar
muchas de las dificultades que impedían su desarrollo lo que pronto se
manifestó con las conquistas de los normandos y las cruzadas. De allí en más
se produjo un paulatino p florecimiento cultural.
La historia se hizo más terrenal, lo humano comenzó a estar más
presente, lo milagroso es menos recogido, ya no se fantasea, sino que se hace
la reserva como se cree” y se hace más frecuente, para confirmar el relato
histórico, la inclusión en el texto de testimonios y documentos genuinos.
Este nuevo movimiento, ahora es más serio y se escribe tanto en latín
como en lenguas romances, no ofrece grandes cambios en cuanto a los tipos
de obras, pero se va cediendo lugar a las historias de ciudades, las luchas de
facciones y las vidas de los uomini novi que se hacían famosos en el gobierno
o en las facciones militares.
En las crónicas de la última parte de la tardía Edad Media, los cronistas
se ocupan sobre tod de los sucesos del pasado inmediato, los autores clásicos
de Roma servían ahora de ejemplo, resaltando la pobreza de la producción de
la Edad media Feudal.
El resurgimiento del sentido crítico que caracteriza la naciente sensibilidad
humanística aparece principalmente en Italia.
Un representante español fue el rey Alfonso el sabio (1221-1284) autor de
la General estoria, de la Estoria de Espanna (Primera Crónica General de
España). Para obtener losmateriales y preparar el trabajo correspondiente a su
vasta producción, Alfonso orgaizóen Toledo y otras poblaciones de Castilla
excelentes esuelas de colaboradores, analizó fuentes bíblicas, clásicas,
árabes, medievales y populares (cantares de gesta), jerarquizando estas últims
como testimonio histórico.
El método histórico experimentó un rápido progreso a partir de los icglos
XII yXIII. Se abandonan o ponen en duda los hechos legendarios y la
milagrería, la crítica gana terreno y los historiadores al referirse a los sucesos
próximos, pueden llear a acabo su labor con más efecaia.
Así, sin desaparecer las características de la época, se adviene una
nueva era: la historiografía humanística.
Las aportaciones metodológicas del medioevo, el sentido del progreso
que aparece en la historiografía cristiana antigua traerá aparejadola necesidad
de explicar el presetne engarzado al desenvolvimiento de la historia humana
queridad por Dios. Todo cuanto ocurriera debía estar incluídoen la concepción
lineal dirigida hacia el logro de la Cuidad de Dios. Durante el medioevo se
expande la perspectiva escatológica del desarrollo de la humanidad propia del
cristianismo.

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