Edipo Rey
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Edipo Rey
Οἰδίπους Τύραννος
Papyrus Oxyrhynchus 1369 - Bridwell Papyrus 4 - Sophocles, Oedipus the King - recto.jpg
Autor Sófocles
Género Tragedia
Ambientada en Tebas
Publicación
Puesta en escena
Personajes Edipo
Sacerdote
Creonte
Tiresias
Yocasta
Mensajero
Servidor de Layo
Otro mensajero
Edipo rey (en griego Oι̉δίπoυς τύραννoς, Oidipous Tyrannos; en latín Oedipus Rex) es una
tragedia griega de Sófocles, de fecha desconocida. Algunos indicios dicen que pudo ser escrita
en los años posteriores a 430 a. C.1 y que fue representada por primera vez alrededor del año
429 a. C.2
Originalmente, para los griegos de la Antigüedad, el título era simplemente Edipo (Οἰδίπους), y
así se refiere a ella Aristóteles en su Poética. Se cree que fue rebautizada como Edipo tirano
para distinguirse la otra obra de Sófocles, Edipo en Colono. En la antigüedad, el término
«tirano» se refería a un gobernante sin pretensión legítima al trono, pero no tenía
necesariamente una connotación negativa.345
De las tres obras tebanas de Sófocles que se han conservado, y que tratan la historia de Edipo,
Edipo rey fue la segunda en escribirse. Sin embargo, en términos de cronología interna de los
acontecimientos descritos en las obras, sería la primera, seguida por Edipo en Colono y luego
Antígona.
Antes del comienzo de Edipo rey, Edipo se ha convertido en rey de Tebas al mismo tiempo
que, sin querer, cumplía una profecía de que mataría a su padre, Layo (el rey precedente), y se
casaría con su madre, Yocasta (a quien Edipo tomó por reina después de resolver el enigma de
la Esfinge). La obra nos presenta a Edipo en su momento de mayor esplendor, como rey de
Tebas y esposo de Yocasta. Para salvar a la ciudad de la peste que la asola, comienza a
investigar la muerte del rey anterior: Layo. Poco a poco se descubre la verdad: Edipo es el
asesino que busca. Layo era su padre. Y su esposa, Yocasta, es al mismo tiempo, su madre.
Yocasta se suicida colgándose y Edipo, horrorizado por el parricidio y el incesto, se ciega a sí
mismo desesperado; pide a su cuñado Creonte que le deje partir al destierro y se quede con
sus dos hijas, ya que sus dos hijos son hombres y sabrán cómo actuar.
Aunque la tetralogía de la que formaba parte (de la que se han perdido las demás obras) solo
logró el segundo puesto en el agón dramático, muchos consideran Edipo rey la obra maestra
de Sófocles e incluso de la tragedia griega. Entre ellos, Aristóteles, que la analiza en la Poética,
mencionándola varias veces para ejemplificar aspectos del género.67
Índice
1 Contexto
2 Argumento
5 Recepción
6 Temática
7 Personajes
8 Estructura
9 Sigmund Freud
10 Adaptaciones
10.4 Parodias
11 Véase también
12 Referencias
13 Bibliografía
14 Enlaces externos
Contexto
Muchas partes o elementos del mito de Edipo ocurren antes de la primera escena de la obra,
aunque se menciona alguno de ellos en el texto. Edipo es el hijo de Layo y Yocasta, el rey y la
reina de Tebas. Las desgracias de su estirpe son el resultado de una maldición que le echaron a
su padre por violar las sagradas leyes de la hospitalidad. En su juventud, Layo fue el invitado de
Pelops, el rey de Elis, y se convirtió en tutor de Crisipo, el hijo menor del rey, en una carrera de
carros. Layo sedujo o raptó y violó a Crisipo, quien según algunas versiones, se suicidó por
vergüenza. Esta muerte lanzó una sombra sobre Layo y todos sus descendientes (aunque
muchos estudiosos consideran que las transgresiones de Layo contra Crisipo fueron un
añadido posterior al mito).
Cuando nace su hijo, el rey consulta un Oráculo para saber su destino. Para horror suyo, el
oráculo revela que Layo «está condenado a perecer a manos de su propio hijo». Layo ata
juntos los pies del bebé con un broche, y ordena a Yocasta que lo mate. Incapaz de matar a su
propio hijo, Yocasta ordena a un criado que mate al niño por ella. El criado entonces expone al
bebé en lo alto de una montaña, donde lo encuentra y rescata un pastor (en algunas versiones,
el criado entrega al niño al pastor). El pastor llama al niño Edipo, «pies hinchados», pues sus
pies habían sido atados fuertemente por Layo. El pastor lleva al niño a Corinto, y se lo entrega
al rey Pólibo, que carece de hijos, quien lo cría como si fuera hijo propio.
En el camino a Tebas, Edipo se encuentra con Layo y su séquito, y los dos disputan sobre qué
carro tiene derecho de paso. El rey tebano se mueve para golpear al insolente joven con su
cetro, pero Edipo, sin ser consciente de que Layo es su verdadero padre, arroja al viejo de su
carro, matándolo. Así, Layo es muerto por su propio hijo, y se cumple la profecía que el rey
había intentado eludir exponiendo a Edipo al nacer.
Antes de llegar a Tebas, Edipo se encuentra con la Esfinge, una bestia legendaria con la cabeza
y el pecho de una mujer, el cuerpo de una leona, y las alas de un águila. La Esfinge fue enviada
a la carretera que se acerca a Tebas como castigo de los dioses, y estrangulará a cualquier
viajero que no pueda resolver cierto acertijo. El acertijo preciso que la Esfinge pregunta varía
en las tempranas tradiciones, y no se habla de él en Edipo rey, pues es un acontecimiento que
ocurre antes de la obra; pero la versión más conocida es «¿qué criatura es la que camina a
cuatro patas por la mañana, dos piernas a mediodía y tres por la tarde?». Edipo correctamente
adivina que es «el hombre», quien se arrastra a cuatro patas de bebé, camina erguido en la
madurez y se apoya en un bastón en la ancianidad. Vencida por el príncipe, la Esfinge se arroja
desde un acantilado, poniendo así fin a la maldición.9 La recompensa de Edipo por liberar a
Tebas de la Esfinge es su amistad, y la mano de la reina viuda, Yocasta; ninguno se percata
entonces de que Yocasta es la verdadera madre de Edipo.10 Así, sin saberlo ninguno de los
personajes, la profecía se ha cumplido.
Argumento
Peste en Tebas
Edipo, rey de Tebas, se dirige a una muchedumbre encabezada por un sacerdote, que se ha
congregado ante el rey para pedir un remedio a la peste que asola la ciudad de Tebas. Para
conocer las causas de esta desgracia, el propio Edipo ha mandado a su cuñado Creonte a
consultar el oráculo de Delfos. Creonte regresa para contar que la peste es el resultado de una
contaminación religiosa, puesto que el asesino del anterior rey, Layo, no ha sido atrapado: su
sangre derramada amenaza con dar muerte a todos los habitantes de la ciudad hasta que el
asesino sea ejecutado o exiliado.
Edipo jura encontrar al asesino y lo maldice por causar la peste. Pronuncia un bando solemne
en el que pide a todo el pueblo tebano que colabore en el esclarecimiento del crimen. Tanto el
asesino como el cómplice podrán, si se entregan, conservar la vida, aunque tendrán que partir
al exilio; cualquier testigo que haya visto lo sucedido debe decirlo sin temor y Edipo le
recompensará. Pero si el culpable no se entrega, a todo el que sea responsable de ello se le
prohibirá participar en la vida de la ciudad, por lo que Edipo pide a los dioses que él y los suyos
mueran de la peor manera posible.
Predicciones de Tiresias
Por consejo de Creonte, Edipo llama al adivino ciego Tiresias para que ayude a esclarecer lo
sucedido. Cuando llega Tiresias, el rey y el coro lo reciben con respeto, pero pronto queda
claro que el vidente no quiere colaborar; dice que conoce las respuestas, pero se niega a
hablar y en lugar de eso le dice que deje su búsqueda. El diálogo entre Edipo y el adivino
degenera por ello en un enfrentamiento (agón), en el que ambos se insultan. Edipo se enfada
por el rechazo a hablar de Tiresias, y verbalmente lo acusa de complicidad en el asesinato de
Layo. Irritado, Tiresias declara que Edipo es el asesino que está buscando («Tú eres el asesino
del hombre acerca del cual están investigando»11), e incluso le anuncia (en lenguaje
voluntariamente críptico) que vive en incesto con su madre y ha tenido hijos con ella; que
aunque se crea extranjero es tebano de nacimiento y que dentro de poco se quedará, como él,
ciego. Edipo no se explica cómo va a ser cierto lo que dice Tiresias, así que llega a la conclusión
de que el profeta y Creonte se han puesto de acuerdo para acusarle del crimen y desplazarle
así del trono. Los dos discuten con vehemencia, pues Edipo se burla de la falta de vista de
Tiresias, y Tiresias a su vez le dice a Edipo que él mismo es ciego. Al final, Tiresias se marcha,
murmurando oscuramente que cuando se descubra al asesino será un ciudadano nativo de
Tebas, hermano y padre de sus propios hijos, e hijo y esposo de su propia madre.
Entre los ancianos tebanos cunde la duda por las confusas palabras de Tiresias. Creonte
aparece indignado ante las acusaciones que ha hecho Edipo de conspiración para usurpar el
trono. Él señala que resulta inexplicable que Tiresias, que estaba en la ciudad en el momento
del asesinato de Layo, no declarara entonces lo que sabía, y haya esperado hasta ahora para
acusarle de aquel crimen. Creonte replica que, como cuñado y amigo de Edipo, ya tiene
suficiente poder en Tebas y que nunca desearía las preocupaciones y problemas que debe
afrontar un rey. Además, señala a Edipo que no se debe acusar sin pruebas y que si no cree
que lo que ha dicho el oráculo de Delfos sea cierto, puede ir él mismo a comprobarlo. También
le dice que si Edipo tiene pruebas de que él se ha confabulado con el adivino Tiresias, él mismo
se condenará a muerte. El rey exige que Creonte sea ejecutado; sin embargo, el coro le
convence de que deje vivir a Creonte.
Revelaciones de Yocasta
Yocasta, esposa primero de Layo y luego de Edipo, ejerce de mediadora en la disputa. Intenta
reconfortar a Edipo. Tras conocer los motivos, dice a Edipo que no debe hacer ningún caso de
las adivinaciones proféticas y pone como ejemplo un oráculo de Apolo que no se cumplió. La
profecía afirmaba que Layo moriría asesinado por su propio hijo. Sin embargo, Layo murió de
otra forma, asesinado por unos bandidos en un cruce de tres caminos de camino a Delfos. El
único hijo que tuvieron murió poco después de nacer, pues se lo dieron a un criado para que lo
matara. Por tanto, señala Yocasta, el oráculo no se cumplió en modo alguno.
La mención de este cruce de caminos hace que Edipo se pare un momento y pida más detalles.
Le pregunta a Yocasta qué aspecto tenía Layo, y Edipo de repente empieza a sospechar que
sean ciertas las acusaciones de Tiresias. Exige que traigan a su presencia al único testigo del
asesinato de los campos donde ahora trabaja de pastor. Hay un gran suspenso porque Yocasta
no conoce los motivos de ese miedo de Edipo.
Yocasta, confusa, le pregunta a Edipo qué es lo que ocurre. Edipo relata a Yocasta cómo sus
padres fueron Pólibo y Mérope, reyes de Corinto. Hace muchos años, en un banquete en
Corinto, un hombre borracho acusó a Edipo de no ser el hijo de su padre. Edipo se fue a
consultar el oráculo de Delfos y le preguntó al oráculo sobre su linaje. Apolo no respondió sus
dudas y en cambio le dijo que algún día asesinaría a su padre y se acostaría con su madre. Por
ello había abandonado Corinto, para tratar de evitar el cumplimiento de esa profecía no
regresando jamás. Más tarde, en sus andanzas, había tenido un incidente en el mismo cruce de
caminos donde fue muerto Layo, y encontró un carruaje que intentó sacarlo de la carretera. Se
desarrolló una discusión y Edipo mató a los viajeros, incluyendo a un hombre cuya descripción
casaba con la que Yocasta hizo de Layo. La esperanza que tiene Edipo de no ser el asesino de
Layo es que el único testigo había afirmado que Layo fue asesinado por varios ladrones. Si el
pastor confirma que Layo fue atacado por varios hombres, entonces Edipo no es el culpable.
Noticias de Corinto
Yocasta manda llamar al testigo y también se presenta como suplicante ante el templo de
Apolo para que resuelva sus males.
Mientras, llega un mensajero inesperado que trae noticias de Corinto: Pólibo ha muerto y
quieren proclamar a Edipo como rey de Corinto. Yocasta, tras oír las noticias, trata de hacer ver
a Edipo que tampoco el oráculo según el cual iba a matar a su padre se había cumplido y por
tanto ya no debería de temer el otro oráculo que decía que se casaría con su madre. Edipo,
para sorpresa del mensajero, queda feliz por las noticias, porque prueba que la mitad de la
profecía era falsa, ahora jamás podrá matar a su padre. Sin embargo, aún teme que pueda de
alguna manera cometer incesto con su madre. El mensajero, ansioso de tranquilizar a Edipo, le
dice que no se preocupe, porque Mérope no es su verdadera madre.
Surge entonces el hecho de que este mensajero fue anteriormente un pastor en el monte
Citerón, y que le entregaron un bebé, que entonces fue adoptado por Pólibo, quien carecía de
hijos. El niño, explica, se lo dio otro pastor de la casa de Layo, a quien le habían dicho que se
deshiciera del niño. Edipo pregunta al coro si alguien conoce quién era este hombre, o dónde
podría estar ahora. Le responden que es el «mismo pastor» que fue testigo del crimen de Layo
había entregado a Edipo, cuando este era un bebé, al mensajero, a quien Edipo ya había
mandado a buscar.
La reina Yocasta, tras oír el relato completo del mensajero, ha comprendido todo el profundo
misterio y desesperada, le ruega a Edipo que deje de hacer preguntas. Pero él se niega, y ella
corre a meterse en el palacio.
Por fin llega el testigo del crimen. Edipo y el mensajero lo interrogan y al principio se resiste a
dar respuestas, pidiendo que le dejen irse sin responder nada. Sin embargo, ante las amenazas
de Edipo de torturarlo o ejecutarlo, revela que el niño que le habían entregado para que lo
abandonara en el monte Citerón era hijo del rey Layo y la reina Yocasta y que lo habían
entregado para que muriera, impidiendo que se cumpliera un oráculo funesto, la profecía que
Yocasta dijo que nunca se había hecho verdad: que el niño mataría a su padre. Sin embargo, él
lo había entregado al mensajero por piedad.
Edipo comprende que Yocasta y Layo eran sus verdaderos padres y que todas las predicciones
de los oráculos se han cumplido. Edipo se maldice a sí mismo y al destino, antes de abandonar
el escenario. El coro lamenta cómo incluso un gran hombre puede caer por el destino, y
después de esto, un criado sale del palacio para hablar de lo que ha ocurrido dentro. Cuando
Yocasta entró en la casa, corrió al dormitorio del palacio y ahí se ahorcó. Poco después, Edipo
entró furioso, llamando a sus criados para que le llevaran una espada de manera que pudiera
cortar el vientre de su madre. Cuando furioso recorre la casa, hasta que descubre el cuerpo de
Yocasta. Gritando, Edipo la baja y le quita largas agujas de oro que mantenían su vestido, antes
de clavárselos en sus propios ojos, desesperado.
Edipo sale del palacio con los ojos ensangrentados y pide ser desterrado, tan pronto como sea
posible. Dice que ha preferido cegarse porque no puede permitirse ver, después de sus
crímenes, a sus padres en el infierno, a los hijos que ha engendrado, ni al pueblo de Tebas.
Entra Creonte, que asume el poder, pide a los tebanos que se apiaden de Edipo y lo hagan
entrar en el palacio. A continuación dice que consultará de nuevo al oráculo para saber lo que
tiene que hacer con Edipo. Este dice que no tenga piedad con él, pide ser desterrado. Las dos
hijas (y medio hermanas) de Edipo, Antígona e Ismene, son llamadas y Edipo lamenta que
hayan nacido en una familia maldita. Le pide a Creonte que cuide de ellas y Creonte se
muestra conforme, antes de enviar a Edipo de vuelta al interior del palacio.
En un escenario vacío, los últimos versos del corifeo son una especie de conclusión o máxima
griega, de que ningún hombre debe considerarse feliz hasta que está muerto:12
Ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que
llegue al término de su vida sin haber sufrido nada doloroso.13
El coro
El coro es un personaje colectivo que comenta y juzga lo que ocurre en la tragedia. Representa
al ciudadano tebano, que tiene sus esperanzas puestas en Edipo pero confía también en los
dioses. Es un personaje conciliador, cuya preocupación es salvar la ciudad. Le desagradan las
rencillas de los personajes y la impiedad que manifiesta Yocasta al poner en duda la veracidad
de los oráculos de Apolo.
Primera: después del prólogo, para elevar una plegaria a las divinidades de la ciudad con el fin
de eliminar la peste.
Segunda: después de la primera parte que canta su desconcierto y quiere encontrar la causa
de la peste por un lado, y por otro siente angustia por las palabras del adivino y por su
fidelidad al rey.
Tercera: medita sobre la profecía que el oráculo hizo a Layo y el destino de este.
Cuarta: después de la tercera parte, da ánimos a Edipo, sugiriendo que este puede ser en
realidad hijo de un dios y una ninfa del monte Citerón.
Quinta: antes del epílogo en la que canta la desdicha al ver lo que ha sido su rey y en lo que se
ha convertido.
Al final de la obra, el coro mantiene su afecto por Edipo, cuya desgracia deplora.
Relación con la tradición mítica
Las dos ciudades de Troya y Tebas fueron el principal foco de la poesía épica griega. Los
acontecimientos en torno a la guerra de Troya fueron narrados en el ciclo épico, de lo cual
queda mucho, y aquellos que giran en torno a Tebas en el ciclo tebano, que se han perdido. El
ciclo tebano relataba la secuencia de tragedias que afectaron a la casa de Layo, de las cuales
forma parte la historia de Edipo.
La Odisea de Homero (XI.271ff.) contiene el relato más temprano del mito de Edipo cuando
Odiseo se encuentra a Yocasta (llamada Epicasta) en el inframundo. Homero brevemente
resume la historia de Edipo, incluyendo el incesto, el parricidio, y el posterior suicidio de
Yocasta. Sin embargo, en la versión homérica, Edipo sigue siendo rey de Tebas después de la
revelación y ni se ciega a sí mismo, ni lo envían al exilio. En particular, se dice que los dioses
hicieron que se conociera el tema de su paternidad, mientras que en Edipo rey, Edipo
descubre la verdad, en gran parte, por sí mismo.14
En el año 467 a. C., el compañero trágico de Sófocles, Esquilo ganó el primer premio en las
Dionisias Urbanas con una trilogía sobre la Casa de Layo, que comprendía Layo, Edipo y Los
siete contra Tebas (la única obra que nos ha llegado). Puesto que él no escribió trilogías
conectadas como hizo Esquilo, Edipo rey se centra en el personaje titular mientras que al
mismo tiempo se refiere solo de manera indirecta al gran mito, que ya era conocido para el
público en Atenas en aquella época.
Recepción
La trilogía de la que Edipo rey formaba parte obtuvo el segundo premio en las Dionisias
Urbanas en su representación original. El sobrino de Esquilo, Filocles ganó el primer premio en
esa competición.15 Sin embargo, en su Poética, Aristóteles considera a Edipo rey como la
tragedia que mejor encajaba con su prescripción de cómo debía hacerse un drama.16
Muchos críticos modernos están de acuerdo con Aristóteles sobre la calidad de Edipo rey,
incluso aunque no estén de acuerdo en las razones. Por ejemplo, Richard Claverhouse Jebb
afirmó que «El Edipo rey es en un sentido la obra maestra de la tragedia ática. Ninguna otra
muestra en igual grado el arte en el desarrollo de la trama; y esta excelencia depende de un
poderoso y sutil dibujo de los personajes».17 Cedric Whitman apuntó que «el Edipo rey pasa
casi universalmente por ser la más grande de las obras griegas existentes...»18 El propio
Whitman consideró que la obra es «la expresión más plena de esta concepción de la tragedia»,
que es la concepción de la tragedia como una «revelación del desgraciado destino del
hombre», donde un hombre puede tener «todo el equipamiento para la gloria y el honor»
pero aun así tiene «el mayor de los esfuerzos por hacer el bien» acaba en «el mal de un yo
insoportable para el que uno no es responsable».19 Edith Hall se refiere a Edipo rey como
«esta tragedia definitiva» y sostiene que «la magistral sutileza de la caracterización de Sófocles
así da credibilidad a las asombrosas coincidencias», y señala la ironía de que «Edipo solo puede
cumplir su excepcional destino ordenado por los dioses porque Edipo es un hombre
prominente, capaz e inteligente».20 H. D. F. Kitto dijo sobre Edipo rey que «es cierto que se
puede decir que la perfección de su forma implica un orden del mundo», aunque Kitto advierte
que si ese orden del mundo es o no «beneficioso, Sófocles no lo dice».21
La revolución científica atribuida a Tales empezó a ganar fuerza política, y esta obra ofrecía una
advertencia a los nuevos pensadores. Kitto interpreta la obra como la respuesta de Söfocles a
los sofistas, dramatizando una situación en la que los humanos se enfrentan al sufrimiento, no
importa que no sea culpa suya, y a pesar de la aparente aleatoriedad de los acontecimientos,
el hecho de que han sido profetizados por los dioses implica que los acontecimientos no son
realmente aleatorios, a pesar de que las razones quedan más allá de la comprensión
humana.22 A lo largo de la obra, de acuerdo con Kitto, Sófocles declara «que es erróneo, en
vista de lo incomprensible y lo inmoral, negar las leyes morales y aceptar el caos. Lo que es
correcto es reconocer los hechos y no engañarse a uno mismo. El universo es una unidad; si, a
veces, no encontramos ni pies ni cabeza en ello no debemos suponer que es aleatorio. Hay
tanto que no podemos saber y no podemos controlar que no deberíamos pensar ni
comportarnos como si lo supiéramos y controláramos.22
Temática
La obra plantea varios temas y se ha interpretado de formas variadas a lo largo de los siglos.
Uno de los temas que se plantean es la fuerza del destino. Los personajes reciben malos
presagios y cuando actúan con el fin de evitar su desgracia, no hacen sino cumplir con la
profecía. Se trata de un tema común a la tragedia y a la mitología griega en general. En esta
obra de Sófocles, por ejemplo, el personaje Layo recibe el aviso de que su hijo Edipo lo
asesinará y decide abandonar al niño en el campo a su suerte. Pero el niño sobrevive y se da
una precondición para que se produzca el asesinato: Edipo crece sin saber que Layo es su
padre. Años más tarde, el oráculo le dice a Edipo que matará a su padre. Creyendo huir de su
destino, huye de Corinto para no matar al que cree su padre, sin saber que precisamente esa
acción lo cruzará con su verdadero progenitor en el camino.
El destino es un tema que a menudo aparece en la escritura griega, las tragedias en particular.
La idea de que intentar eludir un oráculo es justo lo que hace que se acabe cumpliendo es un
motivo común en muchos mitos griegos, y similitudes con Edipo pueden por ejemplo verse en
el mito del nacimiento de Perseo.
Dos oráculos en particular dominan el argumento de Edipo rey. En los versos 711 a 714,
Yocasta relata la profecía que le contaron a Layo antes del nacimiento de Edipo. Esto es:
de mí y de él
El oráculo habló solo a Layo del parricidio; el incesto está ausente. Impulsado por el relato de
Yocasta, Edipo revela la profecía que hizo que él abandonara Corinto (791-93):
Sófocles tuvo la opción de hacer el oráculo a Layo condicional (si Layo tenía un hijo, ese hijo lo
mataría) o incondicional (Layo tendría un hijo que lo mataría). Tanto Esquilo como Eurípides
escriben obras en las que que el oráculo es condicional; Sófocles... eligió hacer que el oráculo
de Layo fuera incondicional y así elimina la culpabilidad para sus pecados por parte de Edipo,
pues él no podía haber hecho nada más que lo que hizo, sin importar qué acción
emprendiera.2324
Esta interpretación es apoyada por la repetición de Yocasta del oráculo en los versos 854–55:
«Loxias dijo expresamente que se llevaría a cabo [la muerte de Layo] por obra de un hijo mío».
En griego, Yocasta usa el verbo chrênai: «ser el destino, necesario». Esta iteración del oráculo
parece sugerir que era incondicional e inevitable. Otros eruditos han argumentado, a pesar de
todo, que Sófocles sigue la tradición de hacer el oráculo de Layo condicional, y de esta manera
evitable. Señalan la revelación inicial de Yocasta en los versos 711–14. En griego, el oráculo
advierte: hôs auton hexoi moira pros paidos thanein/ hostis genoit emou te kakeinou para. Los
dos verbos en negrita indican lo que es llamado una condición «futura más vívida»: si nace un
hijo de Layo, su destino es ser asesinado por ese niño que lo derrotará.25
Sea cual sea el oráculo de Layo, el que fue entregado a Edipo es claramente incondicional.
Dada nuestra moderna concepción del destino y la fatalidad, los lectores de la obra tienen una
tendencia a ver a Edipo como mera marioneta controlada por fuerzas mayores, un hombre
aplastado por los dioses y el destino sin razón aparente. Esto, sin embargo, no es una lectura
completamente exacta. Mientras es una perogrullada mitológica que los oráculos existen para
ser cumplidos, los oráculos no causan los acontecimientos que llevan al resultado. En su
significativo ensayo «Sobre el entendimiento de Edipo rey»,26 E. R. Dodds traza una
comparación con la profecía de Jesús en la Última Cena de que Pedro lo negaría tres veces.
Jesús sabe que Pedro lo hará, pero los lectores de ninguna manera sugieren que Pedro de
ninguna maner sea una marioneta del destino forzándolo a negar a Cristo. El libre albedrío y la
predestinación no son en modo alguno excluyentes, y ese es el caso de Edipo.
El oráculo entregado a Edipo que es a menudo llamado una «profecía autorrealizada», en que
la propia profecía pone en movimiento los acontecimientos que llevarán a su propio
cumplimiento.27 Esto, sin embargo, no quiere decir que Edipo sea una víctima del destino y
que no tenga libre albedrío. El oráculo inspira una serie de elecciones específicas, hechas
libremente por Edipo, lo que le llevará a matar a su padre y casarse con su madre. Edipo elige
no regresar a Corinto después de oír el oráculo, lo mismo que escoge encaminarse a Tebas,
matar a Layo, casarse y tomar a Yocasta específicamente como su novia; en respuesta a la
peste de Tebas, él elige enviar a Creonte al Oráculo en busca de consejo y luego seguir ese
consejo, iniciando la investigación sobre el asesinato de Layo. Ninguna de estas elecciones
están predestinadas.
Otra característica de los oráculos en el mito es que casi siempre son mal comprendidos por
quienes los escuchan; de ahí el error de Edipo en lo que se refiere al significado del Oráculo
Délfico. Visita Delfos para descubrir quienes son sus auténticos padres y asume que el Oráculo
ha rechazado contestarle a esa cuestión, ofreciéndole en cambio una profecía que no tiene
relación y que anticipa el parricidio y el incesto. La asunción de Edipo es incorrecta, el Oráculo,
de hecho, en cierto sentido, contesta a su pregunta:
«En un análisis más agudo el oráculo contiene información esencial que Edipo parece
desdeñar». La forma de expresarse el Oráculo: estaba condenado a ser el asesino del padre
que me engendró se refiere al padre real, biológico, de Edipo. De la misma manera la madre
con hijos contamnados es definida como la biológica. La forma de expresarse del invitado
borracho por otro lado: tú no eres el hijo de tu padre define a Pólibo como solo un padre
adoptivo para Edipo. Las dos formas de expresarse se apoyan la una en la otra y apuntan a que
las «dos parejas de padres» alternativas. Así surge la cuestión de dos conjuntos de padres, el
biológico y el adoptivo. La reacción de Edipo al Oráculo es irracional: afirma que no tuvo
ninguna respuesta y huye alejándose de Corinto, mostrando de que firmemente creía en ese
momento que Pólibo y Mérope son sus auténticos padres.
«La escena con el invitado borracho constituye el fin de la infancia de Edipo... No puede seguir
ignorando un sentimiento de inseguridad respecto a su linaje. Sin embargo, después de
consultar al Oráculo esta incertidumbre desaparece, de manera extraña, y es reemplazada por
una certidumbre totalmente injustificada de que él es el hijo de Mérope y Pólibo. Hemos dicho
que este es u comprtamiento irracional - su hamartia en sentido aristotélico - se debe a la
represión de toda una serie de pensamientos en su consciencia, de hecho todo lo que se
refiere a sus primeras dudas sobre su ascendencia.28
Otro tema es el tabú en las relaciones familiares. Edipo mata a quien bajo ninguna
circunstancia debería matar, a quien le diera la vida, y tiene relaciones incestuosas con quien
lo engendró, su propia madre. Sin embargo, Edipo realiza estas acciones éticamente
reprobables sin ser consciente de ello. El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, retomó esta
idea para elaborar el concepto de «complejo de Edipo». Freud argumenta que el primer
despertar sexual ocurre durante la niñez y se manifiesta en el deseo sexual hacia el progenitor
de sexo opuesto y la hostilidad contra el progenitor del propio sexo. Freud se vale de esta obra
(escrita más de dos mil años antes) para ilustrar que los deseos incestuosos son una primitiva
herencia humana y que la vigencia de esta obra se debe a la permanencia de tales pulsiones.29
El rechazo del incesto y el parricidio que ha cometido lleva a Edipo a agredirse a sí mismo,
dejándose ciego (lo que algunos discípulos de Freud han interpretado como una metáfora de
la castración).
La obra plantea también el problema de la búsqueda de la verdad y los riesgos y perjuicios que
entraña alcanzar el conocimiento. Nietzsche habla de este drama en el capítulo nueve del
Nacimiento de la tragedia. Presenta a Edipo como un transgresor, un héroe condenado a caer
por haber intentado llegar demasiado lejos. Al transgredir la naturaleza y las normas sociales, y
querer averiguar aquello que está prohibido, Edipo descubre un mundo cuya visión está
vedada al resto de los mortales. Comete una versión masculina, heroica, del pecado original, al
elegir comer del árbol del conocimiento que condena a la humanidad a abandonar la
inocencia. En este caso es su curiosidad y su entereza lo que le estimula a investigar. Ese
abandono de la inocencia, de la cómoda ignorancia, es el destino cruel y heroico de Edipo, y su
gesta consiste en su sacrificio. Como Prometeo, él paga por un bien que la humanidad
recogerá tras su acción.
Edipo rey es también una afirmación del poder de los dioses. A través de toda la obra queda
clara la influencia decisiva que tiene Apolo en los acontecimientos, dando forma al destino de
los personajes. Se descubre que la palabra divina es exacta, que debe obedecerse sin titubeos
y que hay que respetar a quienes la profieren.
La exploración de este tema en Edipo rey es paralelo al examen del conflicto entre el individuo
y el Estado en Antígona. El dilema que Edipo se plantea aquí es similar al del tiránico Creonte:
cada uno tiene, como rey, una decisión que sus súbditos cuestionan o desobedecen; cada rey
también malinterpreta tanto su propio papel como soberano como el rol del rebelde. Cuando
le informa el profeta ciego Tiresias que fuerzas religiosas están contra él, cada rey pretende
que el sacerdote ha sido corrompido. Es aquí, sin embargo, en donde acaban los parecidos:
mientras Creonte, viendo el revuelo que ha creado, intenta enmendar sus errores, Edipo
rechaza escuchar a nadie.
Vista y ceguera
Las referencias, literales y metafóricas, a la vista, aparecen por todo Edipo rey. Una visión clara
sirve como una metáfora para la perspicacia y el conocimiento, pero un Edipo de buena visión
es ciego a la verdad sobre sus orígenes y crímenes inadvertidos. El profeta Tiresias, por su
parte, aunque literalmente ciego, «ve» la verdad y confía en lo que le es revelado. «Aunque el
futuro de Edipo es predicho por los dioses, incluso después de haber sido advertido por
Tiresias, él no puede ver la verdad o la realidad de antemano porque su excesivo orgullo ha
cegado su visión...»30 Solo después de que Edipo físicamente se haya cegado a sí mismo
obtiene una limitada habilidad profética, como se ve en Edipo en Colono. Es deliberadamente
irónico que el «vidente» pueda «ver» mejor que Edipo, a pesar de estar ciego. En un verso
(Edipo rey, 413), Tiresias dice:
Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en
qué grado de desgracia te encuentras ni donde habitas ni con quiénes transcurre tu vida.31
Personajes
Lábdaco: rey de Tebas, padre de Layo. Debido a la gran ofensa que hizo a los dioses, su familia
sufrió la furia de las deidades.
Layo: rey de Tebas, hijo de Lábdaco, padre de Edipo, y esposo de Yocasta. Abandonó a su hijo
Edipo por un oráculo que decía que lo mataría y se casaría con su esposa Yocasta.
Personajes principales:
Edipo: rey de Tebas y esposo de Yocasta. Por haber librado a la ciudad de la amenaza de la
Esfinge, los tebanos lo habían elegido como rey.
Creonte: es el hermano de Yocasta, a quien Edipo acusa de querer usurpar su trono (vale
aclarar que Creonte no tiene dicha intención). Queda a cargo de las hijas y del trono de Edipo
cuando este se va.
Yocasta: reina de Tebas, madre de Edipo. Se casó con Edipo tras el asesinato de su anterior
esposo, Layo.
Personajes secundarios:
Pastor o siervo: anciano, antiguo servidor del difunto rey Layo. Y testigo que presenció la
muerte de layo y sabe que el asesino es Edipo.
Estructura
Edipo Rey es una obra dramática en un solo acto, pues toda la obra se desarrolla en una
unidad de tiempo.
La obra es una tragedia. Como tal, presenta a personajes eminentes, de elevada condición
social, utiliza un lenguaje solemne y elevado y concluye con el sacrificio de varios personajes
(en este caso, dos: Yocasta y Edipo), que pagan con la muerte (Yocasta) o la ceguera y el exilio
(Edipo) sus acciones.
Consta de un prólogo, seguido de ocho episodios (escritos en trímetros yámbicos), entre los
cuales se intercalan las intervenciones solistas del coro (párodos, cuatro estásimos) y el diálogo
lírico del coro con los demás personajes. Las partes del coro (incluido el diálogo lírico con los
demás personajes) se cantaban; el resto se recitaba. En el recitado, además de trímetros
yámbicos, hay también algunos pasajes en anapestos y tetrámetro trocaico cataléctico.32
1. Prólogo (1-150).
2. Coro: Párodos. (151-215).
3. Primer episodio:
5. Segundo episodio:
9. Cuarto episodio:
Sigmund Freud
Sigmund Freud en La interpretación de los sueños escribió un pasaje destacado en relación con
el destino de Edipo así como con el complejo de Edipo. Analiza por qué esta obra, Edipo rey,
escrita en la Antigua Grecia, sigue siendo efectiva en una audiencia moderna. Freud dice:
Su destino nos conmueve sólo porque podría haber sido el nuestro — porque el oráculo planta
la misma maldición sobre nosotros antes de nuestro nacimiento, como a él. Es el destino de
todos nosotros, quizás, dirigir nuestro primer impulso sexual hacia nuestra madre y nuestro
primero odio asesino contra nuestro padre. Nuestros sueños nos convencen de que es así».33
En el mismo libro, Freud indica, sin embargo que las «urgencias y temores primordiales» que le
preocupan no se encuentran principalmente en la obra de Sófocles, sino que existen en el mito
en el que se basa; se refiere a la obra como una «ulterior modificación de la leyenda», una que
se origina en una «revisión secundaria mal concebida del material, que ha buscado explotarlo
con propósito teológico».343536
Adaptaciones
Versiones fílmicas
En la versión para el cine de 1957, dirigida por Tyrone Guthrie y protagonizada por Douglas
Campbell como Edipo, los actores representaron toda la obra enmascarados, como en el
antiguo teatro griego.
La segunda versión en inglés, dirigida por Philip Saville y lanzada en 1968, se filmó en Grecia.
Esta mostraba la cara de los actores y disfrutaba de un plantel lleno de estrellas, incluyendo a
Christopher Plummer como Edipo, Lilli Palmer como Yocasta, Orson Welles como Tiresias,
Richard Johnson como Creonte, Roger Livesey hacía de Pastor, y Donald Sutherland del Líder
del Coro. La voz de Sutherland, sin embargo, fue doblada por otro actor. La película fue un
paso más allá de la obra, sin embargo, mostrando en flashback, el asesinato de Layo (Friedrich
Ledebur). También mostró a Edipo y Yocasta juntos en la cama, haciendo el amor. Realizada en
1968, esta película no se vio en Europa ni los EE. UU. hasta la década de los años setenta y
ochenta después de que se garantizaran derechos de distribución a vídeo y televisión.
En 1967 Pier Paolo Pasolini dirigió Edipo Re, en españo, Edipo, el hijo de la fortuna (Edipo Rey),
una interpretación moderna de la obra. La película de Toshio Matsumoto del año 1969, Bara
no Sōretsu, es una adaptación libre de la obra y un importante trabajo de la Nueva ola
japonesa. En Colombia, el escritor Gabriel García Márquez adaptó la historia en Edipo alcalde
(1996), llevándolo a la realidad de Colombia. Fue dirigida por Jorge Alí Triana y la interpretaron
Jorge Perugorría, Ángela Molina, Francisco Rabal, Jairo Camargo, Jorge Martínez de Hoyos y
Miriam Colón.
Versiones teatrales
El compositor Ígor Stravinski escribió la ópera-oratorio Oedipus Rex, que se estrenó en 1927
por el Théâtre Sarah Bernhardt, París. Es una composición para orquesta, narrador, solistas y
coro masculino. El libreto, basado en la tragedia de Sófocles, fue escrito por Jean Cocteau en
francés y luego traducido por el abbé Jean Daniélou al latín; la narración, sin embargo, se
interpreta en el lenguaje de la audiencia. La obra fue escrita a principios del período neoclásico
de Stravinski, y está considerada una de las mejores obras de esta fase de su carrera como
compositor. Había considerado ponerla en griego antiguo, pero al final decidió usar el latín, en
sus propias palabras, «un medio no muerto sino convertido en piedra».
Michael Pennington protagonizó Edipo con Claire Bloom como Yocasta, Sir John Gielgud como
Tiresias y John Shrapnel como Creonte en la traducción/adaptación de Don Taylor en 1986 de
la obra, que formó parte de la trilogía de la BBC de The Theban Plays.
En 1977, CBS Radio Mystery Theater retransmitió una versión de la historia titulada «So Shall
Ye Reap», ambientada en lo que entonces era el territorio estadounidense de Nuevo Méjico en
1851.
Otro Edipo para televisión incluyó a Christopher Plummer (1957), Ian Holm (1972) y Patrick
Stewart (1977).
En 2017, BBC Radio 3 retransmitió una producción de la traducción que hizo Anthony Burgess
de la obra con Christopher Eccleston como Edipo y Fiona Shaw como Tiresias/Segundo Viejo.
John Shrapnel, quien hizo de Creonte en la versión televisiva de 1986 de la BBC, interpretó al
Primer Viejo.
Parodias
Chrysanthos Mentis Bostantzoglou hace una parodia de esta tragedia en su comedia Medea
(1993).37
Véase también
Tragedia griega
Edipo, obra de Séneca en la que se ofrece una versión más oscura y filosófica del mito de Edipo
Samuel Taylor Coleridge, poeta romántico que dijo del Edipo rey que era una de las tres obras
de la literatura universal que tenían un argumento perfecto.
Complejo de Edipo
Incesto
El Estesícoro de Lille, un fragmento de papiro de una versión alternativa por el poeta lírico
Estesícoro
Parricidio