Historia de La Jardinería en España
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Jardín del Generalife, Granada
La jardinería en España ha tenido una evolución acorde con los diferentes sellos
estilísticos desarrollados en el arte y la cultura españolas, al tiempo que ha estado
marcada por numerosas influencias a lo largo de su historia, desde el jardín
romano e islámico, pasando por el italiano, francés e inglés, hasta la aparición de
la vanguardia y el uso de nuevas tecnologías en el siglo XX, que junto al desarrollo
del diseño, el urbanismo y la arquitectura paisajista han desembocado en una
nueva forma de concebir la jardinería y su ubicación en el entorno.
El jardín español ha estado marcado por su clima y orografía. El suelo es por lo
general más seco que en sus países vecinos, Portugal o Francia, y la radiación
solar es más intensa, especialmente en verano, lo que llevó a la creación de
jardines de pequeño tamaño y acotados en espacios cerrados, no integrados en el
paisaje como en otros países.1 Un factor fundamental ha sido el aprovechamiento
del agua, escasa en algunas zonas y de reparto desigual según las diferentes
comunidades de la península. La vegetación de España es muy variada, ya que
participa de cuatro
regiones fitogeográficas diferentes: mediterránea, eurosiberiana, boreoalpina y ma
caronesiana.
Aunque para algunos autores en España no existe una tipología propia
de jardín,nota 1 definible por unas características distintivas como las del jardín
italiano, francés o inglés, los factores heredados de otras tipologías e influencias,
así como los diversos aportes provenientes de la idiosincrasia cultural española,
permiten hablar con propiedad de un estilo de jardinería propio del país que, si
bien resultaría heterodoxo y con multiplicidad de variantes regionales, aportaría
unas características reconocibles y unívocas para el arte de la jardinería en el
país.nota 2
En España, además de parques y jardines de concepción generalista, bien de
carácter inespecífico o bien de corte temático o especialista —como los jardines
botánicos—, existen numerosas variedades de jardín según la región, como
el son, el cigarral, el pazo, el patio o el carmen.2 La mayoría de estas tipologías, de
herencia islámica, surgieron en el Renacimiento, entre los siglos XVI y XVII; en el
caso de los pazos gallegos, aunque hay vestigios anteriores, las mejores
realizaciones son de época barroca, en el siglo XVIII. Hasta prácticamente el
siglo XIX la mayoría de jardines fueron promovidos por la realeza y la aristocracia,
hasta que los cambios sociales gestados entre los siglos XVIII y XIX —
especialmente este último— facilitaron la creación de parques y jardines de
titularidad pública para el uso y disfrute de todos los ciudadanos. En el
siglo XX han sido esenciales la vinculación de la jardinería con el urbanismo, así
como una mayor concienciación social hacia la ecología, que ha conllevado la
creación de proyectos cada vez más vinculados al entorno natural.
Índice
1Época romana
2Edad Media
o 2.1Jardín islámico
o 2.2Jardín cristiano
3Siglo XVI
o 3.1Proyectos reales
o 3.2Jardines privados
o 3.3Nuevas tipologías
4Siglo XVII
5Siglo XVIII
o 5.1Barroco
5.1.1Reales Sitios
5.1.2Jardines privados
o 5.2Neoclasicismo
5.2.1Proyectos reales
5.2.2Jardines privados
6Siglo XIX
o 6.1Romanticismo
o 6.2Urbanismo y parques públicos
o 6.3Historicismo
7Siglo XX
o 7.1Pervivencia de estilos tradicionales
o 7.2Modernismo y novecentismo
o 7.3Nuevos diseños
o 7.4Arte y naturaleza
8Véase también
9Fuentes
o 9.1Notas
o 9.2Referencias
o 9.3Bibliografía
10Enlaces externos
Época romana[editar]
Visión moderna de una villa romana
Vista de Conímbriga
Edad Media[editar]
Jardín islámico[editar]
La jardinería tuvo un gran desarrollo en la cultura islámica, que valoraba
sobremanera el espacio estético proporcionado por el jardín, evocador del Paraíso
terrenal. El jardín islámico fue heredero del jardín persa (chahar bagh), del que
hay testimonios que lo sitúan con anterioridad incluso al jardín egipcio, y del que
han llegado relatos como el de Jenofonte del parque de Sardes construido
por Ciro, o del Libro de los reyes de Ferdousí, que describe el parque de
120 hectáreas construido por Cosroes II en Firuzabad, dividido en cuatro zonas
separadas por dos ejes perpendiculares, que simbolizan los cuatro ríos del
Paraíso (agua, vino, leche y miel), elemento que sería recreado con asiduidad por
el jardín islámico.12 Los abásidas construyeron grandes parques con jardines y
pabellones de recreo en Bagdad y Samarra, en torno al año 750. Esta planimetría
pasó a la España musulmana tras la conquista de casi toda la península iniciada
en 711 por los Omeyas.13
Según se interpreta del Corán, el Paraíso es algo físico, tangible, no meramente
simbólico como en el cristianismo. El Corán emplea el término al-djanna para el
Paraíso, cuya traducción literal es «jardín». Por ello, la meta del jardín islámico es
evocar el Paraíso en la medida de lo posible, aunque sin llegar nunca a sus cotas
de perfección, y así se convierte en una fuente de inspiración artística. Son
numerosas las referencias al paraíso en la literatura hispanoárabe:
¡Oh gentes de al-Andalus! De Dios bendito sois con vuestra agua, sombra, ríos y árboles. No existe el
Jardín del Paraíso sino en vuestras moradas…
Ibn Jafaya, conocido como «El Jardinero».14
Por otro lado, las difíciles condiciones de vida del pueblo árabe, en un clima
predominantemente desértico, hicieron que valorasen especialmente elementos
como el agua y la vegetación, cuya conjunción en el «oasis» produjo la
consideración del jardín como un vergel de apreciada valoración, como un signo
de riqueza y belleza a la vez. Estos factores conllevaron a su vez al
enclaustramiento del jardín, ya que al ser un bien escaso convenía preservarlo de
elementos extraños.15
Jardín cristiano[editar]
María en el huerto cerrado con santos (h. 1410), del Maestro del Jardín del Paraíso, Städelsches
Kunstinstitut, Fráncfort del Meno
Jardín de la Isla, Aranjuez.
Monasterio de Yuste.
Alameda de Hércules, Sevilla.
Jardines privados[editar]
Palacio de los Castejones (Ágreda)
Patio cordobés
Jardines de Alfabia, Buñola, Mallorca
Siglo XVII[editar]
Otro proyecto real fueron los jardines de La Zarzuela, en el bosque de El Pardo,
una iniciativa del cardenal-infante don Fernando, que compró los terrenos en
1625, aunque a su marcha hacia los Países Bajos se encargó de su construcción
el propio Felipe IV, quien en 1632 encargó el proyecto a Juan Gómez de Mora.
Estos jardines tuvieron un sello más unitario que los del Buen Retiro, con un matiz
más puramente renacentista. Estaban distribuidos en dos grandes terrazas, la
superior dividida a su vez en dos por los pórticos laterales de la fachada principal
del palacio, con veintiséis cuadros geométricos dentro de una cuadrícula formada
por dos calles rectilíneas; de estos cuadros, veinte estaban compuestos de boj, y
el resto de rosales y fresones. Al nivel inferior se accedía por un paseo de dos
rampas con balaustrada, y estaba dedicado a huertas, especialmente de árboles
frutales. Ambos niveles presentaban fuentes, una cascada y numerosas estatuas,
y el muro de contención entre ambos presentaba una galería de arcos ciegos al
estilo de los criptopórticos romanos, una solución que había
adoptado Bramante en el Belvedere.83
El resto de actuaciones reales de la época se centraron en Aranjuez, donde se
procedió al arreglo y sustitución de las fuentes del Jardín de la Isla, así como la
colocación de diversas estatuas de bronce y mármol. Hacia mediados de siglo se
hizo cargo de las obras de mejora el arquitecto Sebastián Herrera Barnuevo, bajo
cuya dirección se sustituyó la fuente de Diana por la de Hércules, obra
de Alessandro Algardi. Otras fuentes colocadas en la época fueron: la de Apolo,
obra del italiano Nacheris; la de las Harpías (1617), de Juan Fernández y Pedro de
Garay; la de Neptuno (1650), de Algardi; y la de los Tritones (1656, actualmente
en el Campo del Moro). También se construyó un laberinto, se colocaron dos
medallas de Leone Leoni que representaban a Carlos I e Isabel de Portugal, y
diversas estatuas, como la de Baco, la de Apolo y la de Felipe II. 84
Siglo XVIII[editar]
Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, fachada del palacio desde los jardines
Barroco[editar]
El Barroco se desarrolló entre el siglo XVII y principios del XVIII. Fue una época de
grandes disputas en el terreno político y religioso, en la que surgió una división
entre los países católicos contrarreformistas, donde se afianzó el
estado absolutista, y los países protestantes, de signo más parlamentario. El arte
se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo
clasicista, pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto por lo
sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los golpes de efecto.88
El prototipo de jardín barroco fue el jardín francés (también llamado clásico o
formal),89 caracterizado por mayores zonas de césped y un nuevo detalle
ornamental, el parterre, como en los Jardines de Versalles, diseñados por André
Le Nôtre. El gusto barroco por la teatralidad y la artificiosidad conllevó la
construcción de diversos elementos accesorios al jardín, como islas y grutas
artificiales, teatros al aire libre, ménageries de animales exóticos, pérgolas, arcos
triunfales, etc. Surgió la orangerie, una construcción de grandes ventanales
destinada a proteger en invierno naranjos y otras plantas de origen meridional. 90
En España, en el siglo XVIII la jardinería recibió un nuevo impulso con la llegada de
los Borbones, cuyo origen francés favoreció la llegada de jardineros de este
país. Felipe V y sus sucesores quisieron emular los grandes palacios ajardinados
del país vecino, lo que se efectuó principalmente en dos conjuntos
palaciegos: Aranjuez y La Granja.9192 El estilo barroco se circunscribió
principalmente a los Reales Sitios, ya que la nobleza prefirió mantener el canon
renacentista de la centuria anterior. Cabe señalar que la creación y ampliación de
los jardines reales, junto a la arquitectura palaciega y otros encargos artísticos,
respondía a una visión política importada de Francia, el absolutismo, ya que la
creación de un círculo cortesano en torno al monarca perseguía un propósito de
ostentación y manifestación del poder que sin duda Felipe V aprendió de su
abuelo Luis XIV, el Rey Sol.93
Reales Sitios[editar]
Vista general de la Cascada Nueva y parterre grande del palacio de La Granja (1821), de Fernando
Brambilla, Palacio Real de Aranjuez, Madrid
El botánico José Celestino Mutis, que dirigió la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de
Granada (1783-1816)
Por otro lado, en esa época se recibió la influencia de jardinerías orientales como
la china y la japonesa, cuya concepción naturalista convenía a las nuevas ideas
paisajistas; a este tipo de jardines se le denominó en francés chinoiserie o jardin
anglo-chinois, y una de sus características fue la construcción de elementos
como quioscos, pagodas, puentes de forma curva (taikobashi) o linternas
ornamentales (tōrō), así como jardines zen de rocas y arena, o bien la introducción
de prácticas como la del bonsái, árboles y plantas a las que se les reduce su
tamaño mediante diversas técnicas.116
En España no tuvo mucho arraigo el estilo paisajista inglés, por un lado por las
condiciones climáticas y geomorfólogicas de la península, distintas
sustancialmente de las de las islas británicas; y por otro por las particularidades
sociales, ya que la nobleza y aristocracia españolas, las únicas junto a la
monarquía que podían permitirse la creación de grandes jardines, estaban en
aquella época arraigadas al ambiente urbano de la corte, con escaso interés por la
vida rural. Sin embargo, a nivel teórico llegaron plenamente las nuevas ideas, ya
que numerosas obras de escritores, filósofos y estetas ingleses fueron traducidas
por autores como Jovellanos, Antonio Ponz o José Luis Munárriz, así como los
artículos de Addison en The Spectator tuvieron eco en El Pensador por parte
de José Clavijo y Fajardo.117 Aun así, los principios estéticos de la jardinería
inglesa no tuvieron un resultado práctico en la concepción de jardines en España
hasta mediados del siglo XIX, excepto en casos contados. Al igual que
anteriormente con el jardín francés, en España se adoptaron las soluciones
formales de las nuevas modas paisajísticas sin profundizar en su esencia, por lo
que en buena parte perdieron su sentido original. 118 Por lo demás, la práctica de la
jardinería seguía vinculada a la agricultura: en 1778 se fundó la Escuela Práctica
de Agricultura, que incluía la especialidad de jardinería. 119
En esta época la botánica fue cobrando cada vez mayor importancia como ciencia,
especialmente gracias a los trabajos de Carl von Linné. Se organizaron
numerosas expediciones científicas por todo el mundo, nota 4 y se importaron gran
número de nuevas plantas a Europa, que fueron utilizadas desde sectores como
la horticultura o la herboristería medicinal hasta la jardinería. En este terreno, se
importaron diversas plantas ornamentales, como una especie de orquídea,
la Bletia verecunda, y diversas especies
de azaleas, camelias, magnolias, robles y arces.120 La difusión de nuevas especies
vegetales favoreció la implantación de un nuevo tipo de jardín especializado en su
estudio y conservación, el jardín botánico, que proliferó especialmente entre
finales del siglo XVIII y el siglo XIX.121
Proyectos reales[editar]
Casita del Príncipe (El Escorial)
Quizá el mejor exponente de la época sea el Real Jardín Botánico de Madrid, una
iniciativa del rey Fernando VI para favorecer la nueva visión científica otorgada a
la botánica. Situado inicialmente en el Soto de Migas Calientes, cerca del río
Manzanares, Carlos III lo trasladó al Paseo del Prado, junto al Observatorio
Astronómico y el Gabinete de Historia Natural (actual Museo del Prado), conforme
a un eje dedicado a las ciencias. Un primer proyecto fue de Francesco
Sabatini (1778), en un estilo tardobarroco influido por el tratadista francés Dezallier
d'Argenville, así como por la obra de Luigi Vanvitelli en Caserta; de este proyecto
solo se ejecutó la nivelación del terreno y el cerramiento perimetral. El proyecto
definitivo fue de Juan de Villanueva, de concepción clásica, con una estructura de
cuadrícula con un amplio eje axial y otros paralelos y perpendiculares más
pequeños. En ese esquema se articulan una serie de módulos con diferentes
cuadros dedicados a plantaciones de todo tipo, mientras que al final del eje axial
se sitúa el edificio de la Cátedra de Botánica.131 El jardín se estructuró en tres
niveles, donde se colocaron las plantas en unos cuadros diseñados según
la proporción áurea: el nivel inferior y la mitad del segundo se dedicó a las plantas
clasificadas según el sistema linneano; la otra mitad del segundo estaba ocupada
por plantas medicinales; y en el nivel superior se encontraban flores y árboles. 132
Al calor del Real Jardín Botánico se inició en 1791 el Jardín de Aclimatación de la
Orotava, en Puerto de la Cruz (Tenerife), una iniciativa de Carlos III que encargó
a Alonso de Nava y Grimón, VI marqués de Villanueva del Prado. Surgió con el
objetivo de analizar y preservar la flora autóctona de las islas Canarias, y de servir
de estación intermedia para las especies procedentes de América antes de su
traslado a Madrid. El marqués realizó una incesante labor hasta su muerte en
1832, a menudo costeando el proyecto con fondos personales, ya que con el
tiempo y la pérdida del interés real el jardín fue abandonado por el gobierno
central. El jardín fue proyectado por el arquitecto francés Le Gros, de trazado
rectangular, con dos ejes transversales que lo cortan en cuatro secciones: el eje
mayor se inicia en una alberca con plantas acuáticas, y desemboca en un
umbráculo; en la intersección se halla un estanque circular. En las secciones hay
una serie de caminos menores dispuestos de forma ortogonal y jalonados de
glorietas, y en sus terrenos se sitúan las diversas especies clasificadas según el
sistema linneano. En 1851 el jardín pasó a ser propiedad del Servicio Agronómico
de Canarias, y fue restaurado por Germán Widpret.133
Jardines privados[editar]
A nivel privado perduró hasta casi finales de siglo el modelo tardobarroco, aunque
poco a poco se fue introduciendo la nueva moda paisajista, especialmente en el
ambiente cortesano cercano a Madrid, con predilección por el Paseo del Prado, la
nueva zona de moda, como el palacio de la duquesa de Villahermosa, construido
entre 1783 y 1806 por Silvestre Pérez y Antonio López Aguado.134 El estilo
paisajista fue patrocinado principalmente por la duquesa de Osuna, María Josefa
Pimentel y Téllez-Girón, que lo introdujo en varias de sus propiedades, como
el Palacio de Anglona, con un jardín colgante calificado de «romántico y
frondoso», o el Palacio de Leganitos, construido al estilo de un hôtel parisino, con
un terreno irregular estructurado en cuatro «escenas» (Pradera, Lago, Río y
Bosque) que presentaban una naturaleza subordinada a un plan determinado, con
diversas construcciones de inspiración romántica, como una pagoda china, un
templete morisco, un mirador-belvedere de aire pintoresco y un Templo de los
Hombres Ilustres dedicado a grandes figuras de la historia; lamentablemente, el
proyecto quedó truncado por la invasión francesa. 135 Pero el mejor exponente
creado por la duquesa fue el Parque de El Capricho en la Alameda de Osuna,
diseñado en estilo anglo-chino por Jean-Baptiste Mulot —un primer proyecto de
Pablo Boutelou efectuado en 1774 no se llevó a cabo porque el jardinero real se
mantuvo al servicio exclusivo de la corte—, y realizado entre 1787 y 1839 por un
ayudante suyo, Pierre Prévost, ya que Mulot se quedó en Francia. 136 El jardín se
situó en una zona anteriormente agrícola, con un trazado irregular cercado por
tapias, y con una avenida principal arbolada que conducía al palacio, una solución
aparentemente barroca, pero sin llegar a serlo debido a la ausencia de simetría.
La zona ajardinada se estructuró a través de una serie de caminos y senderos de
trazado sinuoso, y en los terrenos había estanques, montañas artificiales, un lago
con un islote, y pequeñas construcciones de signo pintoresco, como un Templo de
Baco en forma de tholos, una ermita y un abejero, así como una columna
inspirada en Paestum coronada por el grupo escultórico Saturno devorando a sus
hijos. Entre 1794 y 1795 el arquitecto Ángel María Tadey edificó dos caprichos, la
Casa Rústica y la Casa de la Vieja, y pasada la guerra se construyó un Casino de
Baile, edificado por Antonio López Aguado en 1815 en estilo neoclásico. La última
fase constructiva fue entre 1834 y 1844, realizada por Martín López Aguado,
cuando se construyó un palacio, un museo y un teatro, además de un fuerte con
foso, un puente de hierro sobre la ría, un embarcadero de aire chinesco y dos
monumentos, uno dedicado a la duquesa en la Plaza de los Emperadores y otro
al III duque de Osuna en la isla del lago.137
Siglo XIX[editar]
Romanticismo[editar]
El romanticismo surgió en Alemania a finales del siglo XVIII con el movimiento
literario Sturm und Drang, desde donde posteriormente se extendió a otros países,
así como pasó igualmente de la literatura al resto de las artes. Fue un movimiento
de profunda renovación en todos los géneros artísticos: los románticos pusieron
especial atención en el terreno de la espiritualidad, de la imaginación, la fantasía,
el sentimiento, la evocación ensoñadora y el amor a la naturaleza, junto a un
elemento más oscuro de irracionalidad, de atracción por el ocultismo, la locura, el
sueño. Se valoró especialmente la cultura popular, lo exótico, el retorno a formas
artísticas menospreciadas del pasado —especialmente las medievales— y
adquirió notoriedad la pintura de paisaje, que evocaba plenamente conceptos tan
románticos como lo sublime.141
En este período se otorgó más libertad a la naturaleza salvaje, con pequeñas
intervenciones para acentuar el aire bucólico del paisaje. Estilísticamente perduró
el «jardín inglés», cuyo naturalismo servía perfectamente a los ideales de libertad
e integración con la naturaleza del romanticismo. Sin embargo, el paisajismo
inglés tuvo durante el siglo XIX una marcada evolución, ya que abandonó el
concepto de lo pintoresco en busca de un mayor purismo y autonomía artística de
la jardinería, que no debía inspirarse en la pintura o recurrir a cualquier otro
artificio, planteamiento que fue denominado como «estilo jardinesco» —en
contraposición a pintoresco—. Este concepto fue formulado principalmente
por Humphry Repton, quien en su obra An Inquiry into the Changes of Taste in
Landscape Gardening, with some Observations on its Theory and Practice (1806)
señaló las principales características de la jardinería paisajista: mostrar la belleza
natural y ocultar sus defectos; dar apariencia de extensión y libertad; evitar
interferencias artísticas y parecer obra de la naturaleza; y ocultar o retirar cualquier
elemento no decorativo.142
El jardín romántico destaca por la colocación de elementos como lagos, puentes o
montañas artificiales, junto a grutas y otros elementos enfatizadores del paisaje,
así como por sus caminos de trazado sinuoso. 143 Por otro lado, los adelantos
técnicos en arquitectura, especialmente en cuanto a la construcción
con hierro y cristal, favorecieron la creación de invernaderos, que podían incluir
sistemas de calefacción para la conservación de especies vegetales a su
temperatura ideal.144
En España, convulsionada por la invasión napoleónica, las nuevas tendencias
románticas llegaron tarde y no tuvieron mucho arraigo, debido en parte a las
características climáticas y topográficas del terreno de la península, que no
casaban muy bien con los típicos jardines ingleses de colinas suaves surcadas de
lagos y arroyos.145 Por ello, los pocos ejemplos de jardín romántico en la península
se inspiraron en la forma de dicho estilo, pero sin entrar en su fondo, sin tener en
cuenta las proporciones y la configuración del lugar. En todo caso, la nueva
tendencia tuvo más implantación en jardines y parques públicos que en los de
elaboración privada.143
Parque Samà, Cambrils
Parque de la Florida, Vitoria.
Historicismo[editar]
Jardín de Monforte, Valencia
Siglo XX[editar]
Jardines de Laribal, Barcelona
Palacio de la Magdalena, Santander
Jardines de Sabatini, Madrid
Modernismo y novecentismo[editar]
Nuevos diseños[editar]
Parque de la Creueta del Coll, al fondo la escultura Elogio del agua (1987), de Eduardo Chillida
Sin embargo, desde la crisis del petróleo en los años 1970, con la subsiguiente
concienciación de una cierta pérdida de valores humanos, retornó la
predisposición a un mayor contacto con la naturaleza, y se cobró conciencia del
daño efectuado al medio ambiente. Desde entonces ha ido aumentando en la
sociedad la defensa de la naturaleza y de los valores del ecologismo, lo que se ha
traducido en mayores esfuerzos de conservación del patrimonio natural y en el
diseño de nuevos jardines con mayor relevancia de la vegetación y su ubicación
en el entorno. Un claro ejemplo en ese sentido fue la ciudad de Barcelona, que
especialmente gracias al impulso de los Juegos Olímpicos de 1992 inició un
proceso de restauración y conservación de sus parques y jardines, al tiempo que
se creaban otros nuevos con un diseño más naturalista, como el Parque del Clot o
el de la Creueta del Coll, además de las actuaciones en el frente marítimo y en el
nuevo barrio de la Villa Olímpica o, más adelante, la zona de Diagonal Mar con la
celebración del Fórum Universal de las Culturas 2004. En el resto de España se
efectuaron actuaciones parecidas, como el acondicionamiento del cauce del río
Turia en Valencia, obra de Ricardo Bofill, o el Parque Juan Carlos I en Madrid,
diseñado por Emilio Esteras y José Luis Esteban.201
En esta etapa, dada la ausencia de movimientos estilísticos colectivos,
únicamente procede valorar cada realización de modo individual. Uno de los
primeros jardines contemporáneos de relevancia realizados en la península fue
el Parque de Isabel la Católica de Gijón, situado en una zona pantanosa conocida
anteriormente como Charca del Piles, diseñado en 1941 por Ramón Ortiz. El
parque tiene unas 15 hectáreas, cuenta con paseos con parterres y arriates de
flores, un gran estanque con exuberante vegetación y diversas especies animales
que pueblan el parque en libertad, como ocas, patos, cisnes y pavos reales.
Alberga varias esculturas de Manuel Álvarez Laviada (Las Dríadas, Diana
cazadora), así como monumentos dedicados a Isabel la Católica, Evaristo
Valle y Alexander Fleming.202
En los años 1940 se constituyó el Jardín de los Poetas en los Reales Alcázares de
Sevilla, realizado por Joaquín Romero Murube.186 Tiene todavía ciertas
reminiscencias románticas y neosevillanas, y presenta un trazado basado en dos
rectángulos, con glorietas con estanques y fuentes, parterres de formas irregulares
y setos de tuya, y una vegetación basada en naranjos, palmeras, cipreses, tipas o
tipuanas, eucaliptos, moreras y almeces. 203
En Barcelona, entre los años 1960 y 1970 se efectuaron diversas actuaciones en
la montaña de Montjuïc encaminadas a suprimir el chabolismo producido con la
inmigración en la posguerra, y se crearon diversos jardines de tipo temático, como
los Jardines Mossèn Costa i Llobera, especializados en cactáceas y suculentas, y
los Jardines de Mossèn Cinto Verdaguer, dedicados a las plantas
acuáticas, bulbosas y rizomatosas, ambos obra de Joaquim Maria Casamor. De
esta época son también los Jardines de Joan Maragall, ubicados en torno
al Palacio de Albéniz, residencia de la familia real española durante sus visitas a la
ciudad condal, de estilo neoclásico. Un nuevo impulso a la jardinería en la zona se
produjo con la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992, en que se instaló un
nuevo Jardín Botánico, de 14 hectáreas, dedicado a plantas de clima mediterráneo
de todo el mundo, obra de Carlos Ferrater y Bet Figueras, y se estableció el Jardín
de Esculturas anexo a la Fundación Miró, con obras de escultores como Tom
Carr, Pep Durán, Perejaume, Enric Pladevall, Jaume Plensa, Josep Maria Riera i
Aragó, Erna Verlinden y Sergi Aguilar. Por último, en 2003 se inauguraron
los Jardines de Joan Brossa, situados en el terreno anteriormente ocupado por
el Parque de Atracciones de Montjuïc, con una remodelación efectuada
por Patrizia Falcone en estilo paisajista.183
Montjuïc (Barcelona)
Jardines de Joan Maragall
Jardines de Joan Brossa
En 1973 inició el paisajista uruguayo Leandro Silva el Romeral de San
Marcos (Segovia), un singular jardín donde fue aclimatando diversas especies
vegetales de todo el mundo, y que configuró durante treinta años, hasta su
fallecimiento el año 2000. El jardín se encuentra en una zona de fuerte pendiente,
pero abrigada de los vientos del norte por un conjunto de rocas calizas. Allí
estableció un sistema hidráulico de ascendencia islámica, con un aljibe octogonal
de donde surgen diversos canalillos que transportan el agua a todos los rincones
del jardín. Entre la vegetación destacan flores como rosas, nardos, lirios y
jazmines, así como hayas, arces, tejos, tilos, y especies exóticas
como ginkgos y bambúes; y, por supuesto, las matas de romero que dan nombre
al lugar. Hay especies escogidas para cada época del año, que aportan
constantes variedades cromáticas al jardín, no en vano su dueño era también
pintor.204
Entre 1990 y 1992 se realizó el Parque Juan Carlos I en Madrid, en ocasión de la
capitalidad cultural de 1992, obra de Emilio Esteras y José Luis Esteban. Se situó
en la finca anteriormente conocida como El Olivar de la Hinojosa, con una
extensión de 220 hectáreas. El parque perseguía varios objetivos, tanto una zona
verde como un espacio cultural y de ocio, por lo que se esparcieron en sus
terrenos un gran número de esculturas a modo de museo al aire libre, de artistas
como Miguel Ortiz Berrocal, Dani Karavan, José Miguel Utande, Yolanda
d'Augsburg, Toshimitsu Imai, Amadeo Gabino, etc. Su trazado se basó en el
concepto hipodámico de aglutinación urbana, con una serie de plazas, avenidas y
lugares de reunión, a través de una superposición de tramas que otorgaban
profundidad visual, al tiempo que se buscó la tridimensionalidad con la colocación
de colinas artificiales, pirámides y zigurats. En el eje central se halla un paseo de
40 metros de anchura bordeado de pistas de footing y ciclismo, a partir del que se
sitúa un círculo con tres jardines de especial cuidado: el de las Tres Culturas
(árabe, judía y cristiana), el Jardín Aéreo y los Jardines de la Lluvia. Atraviesa este
círculo una ría de 2 km de longitud, navegable en algunos tramos, y en los
sectores norte y sur se hallan unos estanques con surtidores. También hay zonas
forestales y de césped, así como un gran olivar de 21 hectáreas, que cuenta con
2 200 olivos. El parque cuenta además con un anfiteatro y una estufa fría para la
aclimatación de especies mediterráneas. 208
Con ocasión de la Exposición Universal de Sevilla (1992) se desarrolló en la
capital andaluza un ambicioso proyecto paisajístico a cargo de Jorge
Subirana y Silvia Decorde, que proyectaron la conjunción de los elementos
arquitectónicos del recinto con las zonas verdes ubicadas en avenidas, accesos y
parques de la exposición. Así, en una isla de aluvión dentro del recinto situaron
el Proyecto Pérgolas y el Proyecto de Bioclimatismo, pioneros en España en
cuanto al desarrollo de un urbanismo sostenible. Uno de los puntos principales de
su actuación fue la adecuación de zonas arboladas —en dos años se plantaron
25 000 ejemplares arbóreos—, así como un vivero de aclimatación, donde junto a
diversos cultivos se aseguró la conservación de las especies donadas por los
países iberoamericanos dentro de la Operación Raíces. También se desarrollaron
unos proyectos de Infraestructura de Riego y Fertirrigación, a cargo de Jesús de
Vicente. Entre las diversas intervenciones realizadas en el contexto de la
exposición se crearon diversos ámbitos jardinísticos, como el Parque Jardín del
Guadalquivir, los Jardines de la Cartuja, el Muro de Defensa y Bosque en Galería,
el Jardín de las Américas o los diversos ámbitos ubicados en avenidas,
aparcamientos, pabellones y cubiertas ajardinadas modulares. 209
Parque de Yamaguchi, Pamplona
L'Umbracle, Valencia
Arte y naturaleza[editar]
Por último, cabría señalar cómo en las últimas décadas del siglo XX ha surgido una
especial preocupación por la preservación del medio ambiente, al tiempo que la
naturaleza ha pasado a ser un elemento utilizado por creadores y artistas para sus
obras, en una conjunción de jardín, parque natural y obra artística que a veces es
difícil de diferenciar. A finales de los años 1960 surgió el llamado land-art (o earth
art, «arte de la tierra»), una tendencia que utiliza la naturaleza como soporte
artístico, contraponiendo el retorno a la naturaleza frente al arte urbano del pop-
art de moda en aquel momento. En su génesis figura un fuerte componente de
reivindicación ecológica, en una era de intensa industrialización y de destrucción
de los recursos vitales del planeta. Por lo general, las obras se realizan en lugares
remotos, como desiertos, montañas o praderas, donde la naturaleza se encuentra
inalterada y el artista disfruta de la soledad necesaria para efectuar su trabajo. 212
De igual modo, a nivel de las instituciones públicas se han promovido diversos
programas de actuación dentro de la naturaleza, para lo que se ha acuñado el
término de «paisaje cultural», un entorno natural modificado por el hombre o bien
escenario de un acontecimiento histórico.213
Uno de los primeros ejemplos fue el Bosque animado de Oma, una intervención
artística realizada entre 1982 y 1985 por el pintor vasco Agustín Ibarrola. Situado
en la Reserva de la biosfera de Urdaibai (Vizcaya), el artista pintó varios árboles
(pinos de Monterrey) de tal manera que según el ángulo de observación
componen diferentes figuras geométricas, humanas y animales. 214
Jardín de Cactus, Guatiza (Lanzarote)
Véase también[editar]
Historia de la jardinería
Jardinería del Barroco
Jardín español
Jardín italiano
Jardín francés
Jardín inglés
Espacios naturales de España
Parques y jardines de Barcelona
Anexo:Parques y jardines de Granada
Anexo:Parques y jardines de La Coruña
Fuentes[editar]
Notas[editar]
1. ↑ Según Ehrenfried Kluckert, «los jardines españoles acusan
diversas influencias del exterior: partes de los jardines árabes,
juegos de agua y fuentes de Italia y parterres franceses. En
cualquier caso nunca se consiguió en España fundir todos estos
elementos y conformar con ellos un tipo de jardín nacional
unitario. La diversidad de formas de los jardines españoles y su
desbordante decoración escultórica pueden constituir en cierta
medida una característica típica, pero por otro lado son un
síntoma de la falta de formas expresivas propias». (Kluckert,
2007, p. 247.)
2. ↑ Según Francisco Páez de la Cadena, «en un sentido estricto
no puede hablarse de jardinería española con estilo propio, si
atendemos a una definición de estilo que haga lo reconocible a
través de una serie de caracteres fijos, frente a otros ya
definidos. Y, sin embargo, España sirvió como campo de
experimentación para crear jardines cuyo estilo es
universalmente aceptado como tal y que sin crear escuela son
admitidos como piezas maestras del arte de la jardinería».
(Páez de la Cadena, 1998, p. 309.)
3. ↑ Existen dudas respecto a la autoría de los jardines de La
Granja: según Callejo Delgado sería René Carlier, ayudado por
Étienne Boutelou, aunque según Martín Sedeño sería Boutelou
en solitario; por otro lado, Ponz y Añón apuntan a que sería el
ingeniero militar Étienne Marchand, mientras que Bottineau
afirma que serían Marchand y Boutelou en colaboración.
(Hansmann y Rabanal Yus, 1989, p. 370.)
4. ↑ Entre las numerosas expediciones científicas realizadas en la
época cabría destacar las efectuadas por: Charles Marie de La
Condamine, Louis Godin y Pierre Bouguer entre 1735 y 1744; la
de Pehr Löfling de 1729-1756; la expedición de González de
Haedo a la Isla de Pascua (1770-1771); las expediciones
españolas a Tahití (1772-1775); la Expedición Botánica al
Virreinato del Perú dirigida por Joseph Dombey, Hipólito
Ruiz y José Antonio Pavón (1777-1784); la Real Expedición
Botánica a Nueva España organizada por José Mariano
Mociño y Martín de Sessé (1787-1803); la Real Expedición
Botánica del Nuevo Reino de Granada comandada por José
Celestino Mutis (1783-1816); la de Juan de
Cuéllar a Filipinas (1785-1795); y la expedición de Alejandro
Malaspina (1788-1794). (Páez de la Cadena, 1998, pp. 166-
171)
5. ↑ El modernismo recibió diversos nombres según el lugar de
procedencia: Art Nouveau en Francia, Modern Style en Reino
Unido, Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria, Liberty en
Italia, etc. (Chilvers, 2007, p. 61.)
Referencias[editar]
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Bibliografía[editar]
Enlaces externos[editar]
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España.
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