El documento describe el movimiento del muralismo mexicano que surgió después de la Revolución Mexicana de 1910-1917. El gobierno encargó pintar murales en edificios públicos para educar al pueblo. Los principales muralistas fueron Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Cada uno desarrolló un estilo único pero con temas que representaban el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano. El muralismo mexicano renovó el panorama artí
El documento describe el movimiento del muralismo mexicano que surgió después de la Revolución Mexicana de 1910-1917. El gobierno encargó pintar murales en edificios públicos para educar al pueblo. Los principales muralistas fueron Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Cada uno desarrolló un estilo único pero con temas que representaban el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano. El muralismo mexicano renovó el panorama artí
El documento describe el movimiento del muralismo mexicano que surgió después de la Revolución Mexicana de 1910-1917. El gobierno encargó pintar murales en edificios públicos para educar al pueblo. Los principales muralistas fueron Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Cada uno desarrolló un estilo único pero con temas que representaban el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano. El muralismo mexicano renovó el panorama artí
El documento describe el movimiento del muralismo mexicano que surgió después de la Revolución Mexicana de 1910-1917. El gobierno encargó pintar murales en edificios públicos para educar al pueblo. Los principales muralistas fueron Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Cada uno desarrolló un estilo único pero con temas que representaban el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano. El muralismo mexicano renovó el panorama artí
Fecha: 13 de agosto de 2019 Curso: 6º Básico C Profesor: Constanza Romero Alarcón.
Objetivos: Leer comprensivamente los textos que continúan y
responde.
Arte latinoamericano
el muralismo mexicano
Mural de la revolución, Diego Rivera. Palacio Nacional (México.)
Una gran revolución cultural siguió a la Revolución mexicana
de 1910-1917. En un esfuerzo por educar al pueblo, el gobierno de la nación encargó pintar murales en muchos edificios públicos. Siguiendo esta política, los murales mexicanos fueron desde sus comienzos obras didácticas, moralistas y nacionalistas. Representaron la primera ten- tativa de asimilar en una nueva forma artística un contenido nacional, social y popular.
El muralismo mexicano, que se inició hacia 1921, es el primer
movimiento artís- tico del continente americano que alcanzó fama y reconocimiento internacional. Fue una verdadera revolución plástica con postulados estéticos que renovaron el panorama artístico hispanoamericano.
En 1922 se publicó el “Manifiesto del sindicato de pintores,
escultores y grabadores revolucionarios”, que señalaba la nueva postura estética, cuya intención de encontrar una fórmula plástica propia, sintetizaba las líneas tradicionales con las experiencias de vanguardia. En este movimiento desempeñó una labor formativa fundamental el doctor Atl (1875-1964), en torno a quien se agruparon los grandes muralistas, quienes iban a renovar totalmente el panorama artístico de América.
Si bien es cierto que el muralismo fue un movimiento en el
cual participaron nume- rosos artistas, hay cuatro nombres que se destacan y que son considerados los adalides de esta gran empresa pictórica. Ellos son Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera (1886-1957), David Alfaro Siqueiros (1896-1974) y Rufino Tamayo (1899-1991). Mural en el Palacio de Gobierno, José Clemente Orozco (México.)
Orozco empezó como estudiante de arquitectura, pero se
interesó por la pintura en 1909. Durante su primera época fue conocido por sus pinturas expresionistas y sus litografías. En 1922 pintó para la Escuela Nacional Preparatoria sus primeros murales, que muestran fuertes elementos de caricatura y sátira social. Hacia 1930 pintó los murales de la Universidad de Guadalajara y en el Palacio de Gobierno de la misma ciudad y una serie de murales en la cúpula del Hospicio Cabañas, que incluye su obra maestra: Visión, contemplación, maestría: La llama del alma. Durante la década final de su vida, terminó los murales en el Hospital de Jesús Nazareno, en el Museo Nacional de Historia, y una semiabstracta Alegoría nacional en la Escuela Nacional Preparatoria de la capital.
Orozco quiso que el arte de América fuese algo nuevo y en
eso se esforzó toda su vida, y lo logró. No es que ignorara el valor de la tradición, pero buscó la tradición renovada. “Idea americana desarrollada en forma americana, en sentimiento americano, y, como consecuencia, en estilo americano”. Temáticamente, representó el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano en forma alegórica, con fuertes colores y formas monumentales que infunden a los personajes una cualidad heroica y que inspiran una búsqueda de nuevos valores humanos.
Mural sobre defender su propio terreno contra una importación europea, Diego Rivera.
Rivera, formado en Europa donde estudió las técnicas de la
pintura al fresco en Italia, en particular los frescos de Giotto en Padua, que luego interpretó en términos mexicanos, es el pintor de efectos más calculados formal e ideológicamente. Su fuerte interés en la tradición popular mexicana es evidente en sus primeros murales en la Escuela Nacional Preparatoria y, más tarde, en la serie que hizo para representar El desarrollo social del hombre (1926-1927) en la Escuela Nacional de Agricultura, de Chapingo. También es autor de una serie de murales históricos de maravillosa factura, donde se destacan las escenas de La historia de México, en el Palacio de Cortés en Cuernavaca, y las escenas de La conquista, en la escalera del Palacio Nacional. Rivera, con una sabiduría casi excesiva, es el creador de toda una mitología revolucionaria e histórica, que quiere ser como la representación misma de los mexicanos.
Muerte al invasor, mural de David A. Siqueiros.
Siqueiros, que estudió en Europa, fue políticamente el más
militante de los mu- ralistas. Al terminar sus murales en la Escuela Nacional Preparatoria (1922), trató de desarrollar “un nuevo realismo”. Una de las innovaciones más importantes de su obra fue la utilización de materiales y métodos industriales, en particular la aplicación de la pintura duco con una pistola pulverizadora. Empleó, además, técnicas de la fotografía y del cine en pinturas como El eco del llanto y en el mural El juicio al fascismo (1936), en el Sindicato Mexicano de Electricistas, en la capital. Su obra, al servicio de la revolución, está llena de misteriosas figuras alusivas al mundo indígena, pletóricas de expresión y simbolismo, con una fuerte propensión al dramatismo.
América, mural de Rufino Tamayo.
Tamayo, el más joven de los cuatro grandes maestros
muralistas, siguió desde un principio rutas muy personales y distintas a las de los otros tres pintores. Es quizás el más lírico y poético de los cuatro; no obstante, su obra es de una tremenda expresividad y raigambre mexicana. En 1933 realizó su primera obra mural al fresco en la Escuela Nacional de Música. En 1938 pintó otro mural en el cubo de entrada del Museo Nacio- nal de Antropología, cuyo tema es La revolución. Una de sus últimas obras es el mural que realizó para el Museo de Antropología de México. En este trabajo simbolizó la lu- cha entre el día y la noche por la serpiente emplumada y por el tigre: el rico colorido, la elegancia y la fuerza de las formas hacen de este magnífico mural una de las obras maestras de Tamayo.
El clasicismo nuevo de Rivera, el arte barroco y trágico de
Orozco, el dramatismo y realismo de Siqueiros y el lirismo de Tamayo son expresiones de la más alta categoría artística y estética en el panorama mundial del arte del siglo XX.
El suelo mexicano, donde se desarrolló otrora la civilización
azteca, una de las más poderosas de América, fue en el albor del siglo XX el punto de partida de una nueva estética; una mezcla de sentimentalismo y expresionismo genuinamente hispanoameri- canos, que aún perdura en algunos pintores, sobre todo en el cromatismo de sus paletas y en la temática de raigambre popular.