Comprensio Lectora 6ºc

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Texto de comprensión lectora

Lenguaje y comunicación

Nombre: _______________________ Apellido: ________________________


Fecha: 13 de agosto de 2019 Curso: 6º Básico C
Profesor: Constanza Romero Alarcón.

Objetivos: Leer comprensivamente los textos que continúan y


responde.

Arte latinoamericano

el muralismo mexicano

Mural de la revolución, Diego Rivera. Palacio Nacional (México.)

Una gran revolución cultural siguió a la Revolución mexicana


de 1910-1917. En un esfuerzo por educar al pueblo, el gobierno de la
nación encargó pintar murales en muchos edificios públicos.
Siguiendo esta política, los murales mexicanos fueron desde sus
comienzos obras didácticas, moralistas y nacionalistas. Representaron la
primera ten- tativa de asimilar en una nueva forma artística un
contenido nacional, social y popular.

El muralismo mexicano, que se inició hacia 1921, es el primer


movimiento artís- tico del continente americano que alcanzó fama y
reconocimiento internacional. Fue una verdadera revolución plástica
con postulados estéticos que renovaron el panorama artístico
hispanoamericano.

En 1922 se publicó el “Manifiesto del sindicato de pintores,


escultores y grabadores revolucionarios”, que señalaba la nueva
postura estética, cuya intención de encontrar una fórmula
plástica propia, sintetizaba las líneas tradicionales con las
experiencias de vanguardia. En este movimiento desempeñó una
labor formativa fundamental el doctor Atl (1875-1964), en torno a
quien se agruparon los grandes muralistas, quienes iban a
renovar totalmente el panorama artístico de América.

Si bien es cierto que el muralismo fue un movimiento en el


cual participaron nume- rosos artistas, hay cuatro nombres que
se destacan y que son considerados los adalides de esta gran
empresa pictórica. Ellos son Clemente Orozco (1883-1949),
Diego Rivera (1886-1957), David Alfaro Siqueiros (1896-1974) y
Rufino Tamayo (1899-1991).
Mural en el Palacio de Gobierno, José Clemente Orozco (México.)

Orozco empezó como estudiante de arquitectura, pero se


interesó por la pintura en 1909. Durante su primera época fue
conocido por sus pinturas expresionistas y sus litografías. En
1922 pintó para la Escuela Nacional Preparatoria sus primeros
murales, que muestran fuertes elementos de caricatura y sátira
social. Hacia 1930 pintó los murales de la Universidad de
Guadalajara y en el Palacio de Gobierno de la misma ciudad y
una serie de murales en la cúpula del Hospicio Cabañas, que
incluye su obra maestra: Visión, contemplación, maestría: La llama del
alma. Durante la década final de su vida, terminó los murales en el
Hospital de Jesús Nazareno, en el Museo Nacional de Historia,
y una semiabstracta Alegoría nacional en la Escuela Nacional
Preparatoria de la capital.

Orozco quiso que el arte de América fuese algo nuevo y en


eso se esforzó toda su vida, y lo logró. No es que ignorara el
valor de la tradición, pero buscó la tradición renovada. “Idea
americana desarrollada en forma americana, en sentimiento
americano,
y, como consecuencia, en estilo americano”. Temáticamente, representó
el sufrimiento y las aspiraciones del pueblo mexicano en forma
alegórica, con fuertes colores y formas monumentales que infunden a
los personajes una cualidad heroica y que inspiran una búsqueda de
nuevos valores humanos.

Mural sobre defender su propio terreno contra una importación europea, Diego
Rivera.

Rivera, formado en Europa donde estudió las técnicas de la


pintura al fresco en Italia, en particular los frescos de Giotto en Padua,
que luego interpretó en términos mexicanos, es el pintor de efectos más
calculados formal e ideológicamente. Su fuerte interés en la tradición
popular mexicana es evidente en sus primeros murales en la Escuela
Nacional Preparatoria y, más tarde, en la serie que hizo para
representar El desarrollo social del hombre (1926-1927) en la Escuela
Nacional de Agricultura, de Chapingo. También es autor de una serie
de murales históricos de maravillosa factura, donde se destacan las
escenas de La historia de México, en el Palacio de Cortés en
Cuernavaca, y las escenas de La conquista, en la escalera del Palacio
Nacional. Rivera, con una sabiduría casi excesiva, es el creador de
toda una mitología revolucionaria e histórica, que quiere ser como la
representación misma de los mexicanos.

Muerte al invasor, mural de David A. Siqueiros.

Siqueiros, que estudió en Europa, fue políticamente el más


militante de los mu- ralistas. Al terminar sus murales en la Escuela
Nacional Preparatoria (1922), trató de desarrollar “un nuevo
realismo”. Una de las innovaciones más importantes de su obra fue
la utilización de materiales y métodos industriales, en particular la
aplicación de la pintura duco con una pistola pulverizadora. Empleó,
además, técnicas de la fotografía y del cine en pinturas como El eco
del llanto y en el mural El juicio al fascismo (1936), en el Sindicato
Mexicano de Electricistas, en la capital. Su obra, al servicio de la
revolución, está llena de misteriosas figuras alusivas al mundo
indígena, pletóricas de expresión y simbolismo, con una fuerte
propensión al dramatismo.

América, mural de Rufino Tamayo.

Tamayo, el más joven de los cuatro grandes maestros


muralistas, siguió desde un principio rutas muy personales y
distintas a las de los otros tres pintores. Es quizás el más lírico y
poético de los cuatro; no obstante, su obra es de una tremenda
expresividad y raigambre mexicana. En 1933 realizó su primera obra
mural al fresco en la Escuela Nacional de Música. En 1938 pintó otro
mural en el cubo de entrada del Museo Nacio- nal de Antropología,
cuyo tema es La revolución. Una de sus últimas obras es el mural que
realizó para el Museo de Antropología de México. En este trabajo
simbolizó la lu- cha entre el día y la noche por la serpiente
emplumada y por el tigre: el rico colorido, la elegancia y la fuerza de
las formas hacen de este magnífico mural una de las obras maestras
de Tamayo.

El clasicismo nuevo de Rivera, el arte barroco y trágico de


Orozco, el dramatismo y realismo de Siqueiros y el lirismo de
Tamayo son expresiones de la más alta categoría artística y estética
en el panorama mundial del arte del siglo XX.

El suelo mexicano, donde se desarrolló otrora la civilización


azteca, una de las más poderosas de América, fue en el albor del
siglo XX el punto de partida de una nueva estética; una mezcla de
sentimentalismo y expresionismo genuinamente hispanoameri- canos,
que aún perdura en algunos pintores, sobre todo en el cromatismo
de sus paletas y en la temática de raigambre popular.

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