Los Profundos Desafíos de A. Latina Santander

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Nataly Santander Pinto

Profesora: Kemy Oyarzún Vaccaro


Curso: Conceptos Clave e historia de los feminismos
Fecha: 09 de julio 2021

Los profundos desafíos de América Latina:


superar la colonización del cuerpo, reconocer las subjetividades
corpóreas y los feminismos. Notas para futuros proyectos políticos

América Latina, desde su conformación colonial ha estado marcada por el yugo


moral, así como por una irrestricta visión de lo que es ser mujer y hombre desde una óptica
binaria permanente. La alusión a la Colonia viene muy en línea ya que es en este periodo en
el que se concreta la evangelización de territorio (siendo notarias algunas resistencias como
la de la nación Mapuche) No óbstate, el fin imperial se concreta en su mayoría; donde antes
el templo autóctono se erigía ahora sobre sus ruinas se alzan cruces y centros ceremoniales
católicos.
La evangelización se direccionó en una sola línea, la católica apostólica romana
(conocidos son los casos de Jesuitas que luego de un tiempo, vivenciaron el destierro de los
territorios en conquista física y moral como si de aspectos separados se tratase). Aquel
aspecto es profundamente relevante para nuestra propuesta, ya que marca el rol que las
mujeres tendrán en todo el desarrollo colonial y republicano, dicho rol, incólume a la sombra
de una imagen que jamás podrá ser alcanzada por ninguna mujer –la virgen-. Construcción
que en América Latina caló profundo, siendo la génesis del pecado femenino. Además, como
bien expone Lugones, existe una “jerarquía dicotómica entre lo humano y lo no humano,
siendo ésta, la dicotomía central de la modernidad colonial” (106). Latinoamérica se
construyó desde la dualidad entre la civilización versus la barbarie, como bien lo desarrolló
Faustino Sarmiento, materializando en una obra literaria, todo lo que en el territorio ya se
había sembrado en siglos de colonialidad, espacio en donde, las mujeres estaban remitidas a
lo privado, a lo domestico y al silencio (notorio en la historiografía). No obstante, dicho
carácter dual de las mujeres también atañó sus cuerpos, generando de éstos, espacios
fraccionados, vacíos y constantemente para otros.

Somos testigos, de un devenir constante (muy al estilo historiográfico y biologicista


lineal de progreso y desarrollo), en donde, pasamos de estados indígenas (con características
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negativas) al civilizado (dispuesto para ciudadanos, letrados, ojalá con bienes y sobre todo
hombres). Pero nos preguntamos, ¿se aplica esta progresión lineal a las mujeres?, Nos
preguntamos ¿si actualmente podemos afirmar que pasamos de ser objetos de y para la
historia androcéntrica a sujetos de nuestros propios relatos? Ciertamente estamos a medio
camino, pero de una historia con vueltas, con subidas, bajadas, círculos, saltos, retrocesos y
avances, es decir un relato humano para nada lineal.

En base al recorrido anterior, surge nuestra pregunta de investigación ¿Cómo América


Latina, puede tomar en consideración el recorrido de los feminismos en su desarrollo, para
así poder aspirar a un cambio en el sistema dual, en la corporalidad, con miras a proyectos
políticos con sentido y profundidad para lo diverso? De aquí se desprenden nuevos
cuestionamientos más específicos, relacionados tanto con la política, el territorio y los
movimientos feministas: ¿Cómo han abordado los distintos países, las problemáticas que los
feminismos dejaron en evidencia tras la oleada feminista latinoamericana? ¿Se han
evidenciado avances en materia de feminismos? ¿Mirando la historia del feminismo en
América Latina, es posible avizorar proyecciones que permitan entender el camino que se
seguirá hacia adelante en materia de los diverso? ¿Es posible realizar una relectura de los
cuerpos en post de proyectos políticos efectivos?
Como hipótesis central de nuestra propuesta, planteamos que las políticas públicas en
Chile como en América Latina han recorrido un transito común, marcado por el impacto de
las dictaduras, pero por sobre todo por la herencia colonial, sin poder llegar a reconocer a las
mujeres en su diversidad, por lo cual planteamos que una de las alternativas posibles para
superar el estado actual y poder avanzar hacia proyectos fructíferos en materia de
feminismos, está en cambiar la matriz y por ende la praxis de la biopolítica (entendida como
la finalidad de los sujetos para fines trazados políticamente) en relación al cuerpo, a los
cuerpos femeninos, ya que mientras dicha matriz no sea cuestionada y cambiada, la
instrumentalización del cuerpo, de los cuerpos femeninos, seguirá existiendo y por ende los
proyectos con títulos de “feministas” seguirán girando en propuestas poco profundas como
hasta ahora se ha visto por parte de los gobiernos locales.

Desde la oscuridad de las dictaduras a la lucha por las democracias

Hay que partir reconociendo que el movimiento feminista tras la instalación de las
democracias de baja intensidad en el territorio latinoamericano vivenciaron una crisis, no
solo la atomización de lo que antes fue un trabajo colectivo, sino que una desmovilización
constate, de hecho; “en entrevistas realizadas en mediados de 1997 con chilenas, peruanas y
colombianas sobre 'el estado actual del movimiento feminista', muchas afirmaron que el
mismo se encontraba desarticulado, desmovilizado, desdibujado, atomizado, en fin, en 'mal
estado'”(Álvarez 265) aquello no era azaroso, sino más bien respondía al resultado del
quiebre vivido tras las dictaduras que desarraigaron no solo a los movimientos sociales sino
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también a las personas, sujetos históricos de un periodo profundamente violento en todo


aspecto social, económico y por supuesto corporal. No olvidemos que las dictaduras para
cientos de mujeres significaron la muerte, la representación de las más infames vejaciones
corpóreas, así como una desalentadora idea de lo que no fue, tras constante periodos de luchas
y conquistas sociales.

Ya en la década de los noventa, los antiguos movimientos sociales estaban diezmados,


y en caso de los feminismos, nuevas formas de abordar el rol de las mujeres fueron abrazadas,
generando de paso, problemáticas y cuestionamientos, ante lo que fue y lo que se era en dicho
instante. Incluso, en tal punto de desarticulación “algunas hasta se preguntaban si el
movimiento feminista, como tal, aún existía como referente concreto en sus países” (Álvarez
265). Misma problemática aborda Nelly Richard, cuando se refiere al periodo de transición
en Chile en donde primó el consenso retóricamente, no obstante “el molde discursivo del
consenso reprimió la heterogeneidad conflictiva de lo social, su pluralidad disidente”
(Richard 228). Las sociedades fragmentadas, difícilmente puede reconocer sus diferencias y
potenciarlas precisamente desde su diversidad, quizás así resulta más acotado el comprender
lo acaecido por aquellos años en distintos puntos de América Latina.

Retomando el ejemplo de Chile, ya en la Conferencia de Beijing1 se teorizaba sobre


las causas del repliegue o baja intensidad del movimiento feminista, se estaba en medio de
un combate ideológico-discursivo durante el proceso de reconquista democrática” (Richard
233). Es decir, la democracia aún no era una realidad vivida, los espacios conservadores, los
medios de comunicación, la tendencia a atomizar en desmedro de la comunidad, la actitud
individual del neoliberalismo, atacaron las bases del movimiento feminista que en ese
momento debía releerse y generar un nuevo relato para sí, tal nuevo relato llegó décadas más
tarde, posicionando a América Latina como el nuevo foco de la Ola Feminista, que esta vez
reconocía o hacía valer la diversidad de los movimientos feministas.

Cuerpos y fragmentos de un relato

“El silencio es más vivo cuando existe la palabra”. Irigaray

El control sobre nuestros cuerpos es histórico, incluso nos han hecho creer que es algo
natural dado por la propia naturaleza humana, pero aquello es una falacia, correspondiendo
más bien a una construcción social impuesta por ciertos ordenes, en este caso nos referimos

1
La Conferencia de Beijing fue la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer: nombrada “Acción para la
Igualdad, el Desarrollo y la Paz” espacio convocado por la Organización de las Naciones Unidas llevada a
cabo entre el 4 y 15 de septiembre de 1995 en Beijing, China.
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a la cultura occidental legada por lo Grecorromano, espacio lleno de mitos que en su


búsqueda de explicar el mundo nos ofreció un abanico de misoginia, una visión androcéntrica
del mundo y sobre todo ligada a un Dios- Falo que siempre tendrá a su otro negativo en la
figura de las mujeres, figura que irá dotando de prejuicios, culpas, locura, entre otras. Estas
reflexiones fueron bien abordadas por Luce Irigaray en 1980 en un coloquio sobre mujer y
locura efectuado en Montreal, allí analiza algunos relatos literarios como la situación de
Edipo, Orestíada y el camino de Clitemnestra, la locura de Orestes, generando un tipo de
espejo con las teorías del psicoanálisis que han profundizado elementos en desmedro de la
mujer y en post de la histeria, de la locura casi “inherente biológico a las mujeres”, cuando
en realidad dicha locura pareciera estar más ligada al hombre, a su obsesión por el poder, el
poder sobre el cuerpo de las mujeres, y el poder del hijo sobre la figura del padre rey. Al
respecto podemos leer:

¿Toda teoría y toda práctica de inspiración analítica no están acaso basadas en esta
ambivalencia de Edipo frente a su padre? Ambivalencia que tiene como prenda a la
madre, pero que se proyectaría retroactivamente sobre la relación arcaica con el
cuerpo de la madre. Y, ciertamente, al ocuparse de la vida pulsional, el psicoanálisis
nos habla del seno de la madre, de la leche que ella da a beber, de las heces que ella
recoge -regalo por el que manifiesta mayor o menor interés- e incluso de su mirada y
de su voz. Demasiado poco, sin duda. ¿Todo ese cuerpo a cuerpo con la madre, que
no deja de plantear sus dificultades, no se fantasea, de hecho, ya postedípicamente?
¿Reproyectado a partir del Edipo? (36)

Al analizar la mitología griega nos percatamos como bien señala Irigaray que “La
mitología no ha cambiado, todo sigue ocurriendo” (36) las centurias no han podido detener
una idea que se tornó en social de una manera tan consistente que, para poder problematizar,
aun se debe enfrentar con una pared incluso bien custodiada por mujeres como por hombres.
La mujer es despojada de su cuerpo, se torna algo privado, pero también en algo público al
ser materia de cual todo sujeto puede opinar o ejercer algún tipo de poder, aspecto que por
cierto y claramente también es tomado por los estados nacionales y sus distintas políticas
públicas.

Desde nuestra formación escolar, nuestros primeros acercamientos literarios, siguen


ciertos códigos que están presentes cuando se aborda la imagen de las mujeres. Allí, la mujer
debe ser todo y al mismo tiempo nada, su cuerpo es un espacio físico sin sentidos, sin deseos;
“el deseo de ella, su deseo (de ella) esto es lo que viene a prohibir la ley del padre, de todos
los padres… Padres de familia, padres de naciones, padres-médicos, padres-curas, padres
profesores. Morales o inmorales. Siempre intervienen en la censura, rechazar, con todo el
buen sentido y la buena salud, el deseo de la madre” (Irigaray 34). En las palabras anteriores
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pasamos inmediatamente de la mujer a la madre como si fueran sinónimos, como si fueran


una sola cosa -vacía-.

Avanzado en la temporalidad, nos detenemos indiscutiblemente al periodo colonial,


el cual significó un profundo impacto para las comunidades ya existente en el territorio
latinoamericano, así como para las mujeres de los periodos republicanos a nuestros días. Es
innegable la influencia que la estructura colonial significó para todas las mujeres en todo
aspecto de la vida, influencia marcada por el canon clásico occidental, jerárquico,
androcéntrico, falo céntrico representada en la imagen de un dios único, hombre,
absolutamente castigador y utilitario en lo que respecta a las mujeres, dicho dios, amparado
y masificado por una institución que no ha tenido reparos en impregnar de culpa a las mujeres
desde sus nacimientos, e inclusive desde antes de nacer, la Iglesia católica apostólica romana
y las de diversos credos cristianos.

De la negación del cuerpo a cuerpo de y para las mujeres, pasamos al pecado original,
al stábat mater (Kristeva 209), a la madre por antonomasia a la cual le es inherente el
sufrimiento, el dolor, tal como ha sido retratado el padecer de María -la virgen- aquella mujer
negada de su cuerpo y su placer. Por tanto, no resulta azaroso que la musa a retratar y recrear
sea una mujer sufriente, negada de su cuerpo, de sus sensaciones, destinada a darlo todo por
el otro (hombre- hijos) aquella mujer que deja de ser mujer por amor a los otros, curioso es
que al hombre no se le pida dejar algo de sí para mantener el equilibro social o incluso
biológico. Irigaray cuestionaba y sentenciaba años atrás; ¿Se ha pedido jamás a los padres
que renuncien a ser hombres? Nosotras no tenemos que renunciar a ser mujeres para ser
madres (41). No. Obstante, hasta nuestros días aún se escucha, se cuestiona, se pregunta sobre
la maternidad cuando ésta no se hace presente en mujeres en edad fértil. Aún estamos bajo
la cruz de aquel pensamiento que se impregno en nuestro imaginario social durante las
colonias en el territorio latinoamericano. Otro tópico de la mano a la maternidad viene por
parte del matrimonio, esa idea servir y de cuidado no solo extensiva a los hijos, sino también
hacia -el hombre de la casa- (estrictamente bajo una idea binaria de la vida).

Dicha relación que establece el matrimonio, de manera errónea impregnó de cierto


modo a la sociedad, de la idea de que la mujer pasa a ser propiedad -de-, este punto, se podría
relacionar incluso con los estados de violencia de género; “en la raíz de la opresión femenina
encontramos agresividad y tendencia al dominio innato en los hombres” (Rubin 95).
Entonces, ¿Qué rol juega la institución del matrimonio en la dinámica de la opresión
femenina? Lévi Strauss desde sus estudios antropológicos relató el paso de las tribus a los
acuerdos que luego posibilitarían a estados más avanzados, él estudia el matrimonio como
un contrato que da estabilidad a los clanes por medio del intercambio de mujeres, el cual
asegura de alguna forma la seguridad para los demás integrantes por medio de estos vínculos
acordados, si bien explica este ejercicio llevado a cabo por grupos humanos, no se detiene a
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profundizar el rol de las mujeres ni analiza con mayor sentido crítico la acción que conlleva
traficar el cuerpo de las mujeres para fines externos. Desde este análisis el matrimonio figura
como una cárcel para la mujer, pero hay más elementos que dan forma a la opresión femenina,
y que pese a la distancia temporal hoy aún se mantienen con fuerza.

Ahora conectando la temática a nuestro continente, específicamente a algunos


ejemplos como: Argentina, México, Chile2 entre otros puntos de la región se han aunado para
dejar en evidencia injusticias abismantes aún existentes e inentendibles, tales como las
diferencias salariales, la explotación domestica hacia las mujeres, la sexualización temprana,
la objetivación para el hombre, la violencia, las violaciones sexuales, los femicidios, etc.
Todas demandas profundamente válidas que, de manera inentendible hasta ahora, no han sido
acogidas o tratadas por los diversos gobiernos del territorio. Las estadísticas nos abruman a
diario con las cifras de mujeres violentadas o asesinadas, de las subjetividades no acogidas,
negadas por los gobiernos, tratando a cada caso como un número, como una cifra más de un
recuento anual, sin siquiera analizar o problematizar la raíz de tales deplorables situaciones,
¿Por qué el cuerpo de la mujer se trata como un territorio por conquistar? ¿público cuando
se trata de temas como el aborto y privado cuando se trata del propio goce y placer? ¿Por qué
los gobiernos latinoamericanos, pese a las funestas cifras, no son proactivos en tratar el
problema desde su matriz? ¿a caso el problema son los gobiernos? ¿O son ellos parte
fundamental del engranaje que vuelve en objeto público y privado al cuerpo de las mujeres,
jóvenes, niñas, etc.?
En síntesis, para entender la violencia actual, aquella que ha sido vivenciada por
nuestras ancestras, por nuestras abuelas, madres y nosotras, ha sido útil el recorrido realizado
desde los pensamientos clásicos, pasando por la colonialidad, ir a las bases, a las primeras
manifestaciones o establecimiento de las formas de dominación hacia las mujeres y desde
luego repasar el rol de la iglesia católica como inquisidor de mujeres.

La Revolución será feminista o no será

“La revolución será feminista o no será” América Latina vive un resurgir de voces,
una verdadera marea de diversos colores y voces que al unísono se tornan en una sola, la voz
de las eternas mujeres postergadas por la historia, por la sociedad centrada en lo andrógeno,
custodiada por el patriarcado que ha objetivado el cuerpo de las mujeres y las ha tornado en
mercancía desde que, abandonamos los estados matriarcales para ser colonizadas por el
implacable patriarcado que se alimenta así mismo con la verticalidad de la jerarquía que
ejercer unos sobre los otros. Ante tal momento de efervescencia, es de esperar que las
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proyecciones de los movimientos feministas respondan a un aprendizaje de nuestro pasado,


de las olas anteriores para así evitar disidencias e incluso frivolidades de forma, cuando en
esencia todas abogamos por un nuevo espacio social, uno desde y para nosotras, inclusivo,
colectivo, sin la sombra del hombre, de la cultura androcéntrica, jerárquica falocéntrica dual
restrictiva y culposa.

Reflexiones finales

Es importante que conservemos nuestros cuerpos al mismo tiempo que los sacamos del
silencio y la servidumbre.
Históricamente, somos las guardianas de lo corporal;
no debemos abandonar esta guardia, sino identificarla como nuestra,
invitando a los hombres a no convertirnos en “sus cuerpos”,
una salvaguarda de sus cuerpos.
Su libido precisa, a menudo que alguna (mujer- madre) guarde su cuerpo.
En este sentido necesitan a una mujer en la casa,
aunque tengan amantes en otras partes. (Irigaray 41-42)

A modo de conclusiones, referirnos a los desafíos que deben sortear futuros o actuales
proyectos políticos en el territorio Latinoamericano, nos lleva ineludiblemente a la historia
de la dominación femenina desde occidente, nos lleva a entender como hemos sido estudiadas
desde la mirada androcéntrica, eurocéntrica universalista, que ha reducido a las mujeres a
mercancías de cambio, a objetos de goce y placer para otros, pero no para sí mismas, a
causante de pecado al mismo tiempo a virgen devota de sus labores domesticas privadas, a
madre ante todo, de lo contrario bruja insurrecta. Este entendimiento, a la luz de los hechos
acaecidos en los últimos cuarenta años, desde las dictaduras militares que se expandieron en
Latinoamérica, pasando por el debilitamiento y cuestionamiento de los feminismos, hasta el
resurgir de los últimos años, nos entrega reflexiones, respecto a la relevancia que tiene (para
futuros proyectos feministas) la necesidad de cambiar la matriz patriarcal, que entiende la
mujeres desde cuerpos en fragmentos, sin autonomía, como objetos para el hombre en sus
distintos estados de vida, que no reconoce las subjetividades ya que en sus bases prima el
dualismo, el sistema binario.
¿Cómo América Latina, puede tomar en consideración el recorrido de los feminismos
en su desarrollo, para así poder aspirar a un cambio en el sistema dual, en la corporalidad,
con miras a proyectos políticos con sentido y profundidad para lo diverso? Entendernos hoy
es entender a todas las compañeras de la historia, que han dado forma por medio de
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objetivación de sus cuerpos a la cultura androcéntrica patriarcal que utiliza para fines propios
el cuerpo de las mujeres, negando de este modo la opción de ser sujetas de historias, sujetas
para sí. Sin embargo, este entendimiento, puede levarnos a alcanzar nuevos proyectos
políticos, precisamente aquí en América latina, territorio de colonialidad, de evangelización,
pecado y culpa, en donde se vieron consumados todos aquellos temores europeos, en donde
se creó aquella imagen del otro negado, que entre sus formas tomó la de las mujeres para
hacerlas objetos de la historia de los hombres. Incluso parece poético que, en este territorio,
el feminismo de cátedra de organización espontánea, sin directrices ni estamentos, solo en su
esencia del ser, como aquel -Mayo feminista- aquí el Chile, o como en aquella conquista del
cuerpo en Argentina por medio de un aborto libre, seguro y gratuito.
Estas pequeñas conquistas, siembran desafíos que esperamos sean impostergables, en una
tierra en deuda con las mujeres, en donde no “aportamos” a las sociedades, sino que somos
las sociedades en sí, en donde se hace imperioso poder derribar aquellas ideas tan profundas
en el inconsciente colectivo, no solo de hombres sino de mujeres también, que mantienen al
cuerpo de las mujeres en un estado inerte al servicio de otros.
Aquel cambio es posible, es factible, y los proyectos políticos pueden aunar esfuerzos y
lograr, por medio de una educación consciente, de espacios democratizados, de un cambio
de paradigma profundo, quitar esa idea de mercancía corpórea que nos ha gobernado y
causado tanto mal en nuestras historias.
El cambio es factible absolutamente, pero tal y como en el pasado, tomando el caso chileno,
tal y como antes de la dictadura, es necesario un proyecto, o proyectos políticos que
impregnen las capas sociales, que impregne la educación y cultura, ya que no es suficiente
(o no es necesario) realizar -monumentos a la mujer para valorar el aporte a la sociedad-
(como el gobierno actual busca realizar) no basta con oficinas contra la violencia, mientras
en un plano macro, seguirá indisoluble el pensamiento de que los cuerpos de las mujeres son
materia pública (para opinar sobre aborto, juzgar el placer etc.), espacio para otros pero nunca
para sí.
Mientras no exista un cambio de las orbitas que nos gobiernan y educan, aquellas malas
prácticas vinculadas a la mercancía obtenida por el cuerpo de las mujeres seguirán llenando
la historia de la humanidad, así como la conocemos hasta hoy.
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Bibliografía

Álvarez, Sonia “Feminismos Latinoamericanos”. Estudos Feministas 6, num 2, (1998): 265–


284. Impreso

Irigaray, Luce. “El cuerpo a cuerpo con la madre” Coloquio quebequés sobre la salud mental:
Las mujeres y la locura. Montreal, May. 30- 31, 1980. Barcelona, Edicions de les dones,
1985. 32- 44. Impreso.

Kristeva, Julia. “Stabat Mater” Historias de amor. Julia Kristeva. México: Siglo XXI, (1987):
209- 230. Impreso

Richard, Nelly “La problemática del feminismo en los años de la transición en Chile”
Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de
globalización 2. Comp. Daniel Mato. Buenos Aires: CLASCO, 2001. 228 – 239. Digital.

Rubin, Gayle. “El tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo. Nueva
Antropología, VIII, n 30, (1986): 95-145. Impreso

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