Comentario de Efesios
Comentario de Efesios
Comentario de Efesios
Capítulo 1
Resumen: Después de la salutación (1:1,2), este capítulo trata de los propósitos
eternos de Dios: escogernos (1:4); adoptarnos (1:5); redimirnos (1:7); darnos
herencia (1:11); y sellarnos con el Espíritu Santo (1:13). Nos bendice con "toda
bendición espiritual" en Cristo (1:3). En 1:15-23 Pablo alaba a Dios por la
conversión de los gentiles y le suplica por el crecimiento espiritual de ellos, para
que tengan comprensión más amplia del plan de redención (1:15-19). Termina
esta sección con la exaltación de Cristo (1:20-23).
1:3 -- "toda bendición espiritual". Estas incluyen todas las provisiones
del evangelio expresadas por las palabras "salvación", "perdón", "redención",
"reconciliación", "justificación", etc. Otras bendiciones espirituales son: (1)
Dios mora en nosotros; (2) la membresía en el cuerpo de Cristo (su iglesia,
1:22,23); (3) la esperanza de la vida eterna (1 Juan 2:24); (4) todo lo necesario
para establecernos y hacernos fructíferos; y (5) todo lo necesario para darnos
gozo y paz; (6) el privilegio de orar; y (7) la comunión con hermanos en Cristo.
Desde luego, todas estas bendiciones están bien relacionadas entre sí; por
ejemplo, si somos salvos, es porque Cristo nos redimió, y es porque Dios nos
perdonó. Dios no puede justificarnos y reconciliarnos sin perdonarnos. El morar
Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) en nosotros significa que recibimos todas
estas bendiciones y también la fuerza espiritual para poder participar en cosas
espirituales y llevar a cabo la obra de Dios aquí en la tierra.
-- "lugares espirituales", o con respecto a cosas o asuntos (de
naturaleza celestial). La palabra "lugares" no aparece en el griego. En 1:20 cabe
mejor. Pablo usa esta expresión otras dos veces (2:6; 3:10), y siempre en forma
elíptica. "Nuestra ciudadanía está en los cielos", (Fil. 3:10; Gál. 4:26, en la
"Jerusalén de arriba"; 1 Ped. 2:11, somos "extranjeros y peregrinos" aquí en este
mundo).
1:4,5 -- "según nos escogió ... predestinado ..." Lo que Dios hace es lo
que El siempre pensaba hacer. Dios no hace nada por casualidad. Este texto y
muchos otros indican claramente que el plan de Dios es más antiguo que el
mundo. No fue cosa originada paso por paso en el primer siglo. Todo detalle
era y es parte de su plan original. Aun antes de Abraham y Moisés Dios pensaba
salvar tanto a los gentiles como a los judíos, y a ambos desligados de la ley de
Moisés y de la circuncisión.
-- "antes de la fundación del mundo". La Biblia afirma que antes de la
fundación del mundo:
A. Cristo fue "destinado" a ofrecerse a sí mismo como cordero de Dios
(1 Ped. 1:20; Hech. 2:23; 4:28).
B. Dios "predestinó" su sabiduría (el evangelio), (1 Cor. 2:7); y su
"propósito eterno" (Efes. 3:10,11).
C. "Nos escogió para que fuésemos santos y sin mancha" (Efes. 1:4),
"para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29); nos
ha "escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad" (2 Tesalon. 2:13).
D. "preparó de antemano" las "buenas obras" en que debemos andar
(Efes. 2:10).
El "escogimiento" del ver. 4 y la "predestinación" de los vers. 5 y 11 no
tienen que ver absolutamente nada con la "predestinación individual e
incondicional" enseñada por Juan Calvino (fundador de la Iglesia
Presbiteriana). La elección es mencionada por Pablo en muchos textos para
hacer notorio el hecho de que ahora en la iglesia todos los obedientes, tanto los
gentiles como los judíos, tienen bendiciones y herencia. En Deut. .7:6 Dios le
recordó a su pueblo que a ellos (los israelitas) y solamente a ellos perteneció el
nombre de "pueblo especial": "Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios:.
Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los
pueblos que están sobre la tierra".
Pero ahora los escogidos o elegidos son los cristianos, tanto gentiles como
judíos. Pablo emplea estos términos frecuentemente en sus cartas (véanse Rom.
8:33; Col. 3:12; 1 Tim. 5:21; 2 Tim. 2:10; Tito 1:1; 1 Tesalon. 1:4). Pedro
también: 1 Ped. 1:2; 2 Ped. 1:10.
La predestinación calvinista se basa en la supuesta depravación total del
hombre desde su nacimiento (véase 2:1-5, notas).
El punto clave que Pablo enfatiza es que todos los obedientes son los
"escogidos", según el plan eterno de Dios, y esto no tiene nada que ver con
alguna supuesta selección arbitraria de individuos, hecha incondicionalmente.
Dios predestinó a cierta clase de gente, a la gente dispuesta para aceptar
su divina invitación a través del evangelio, "para ser adoptados hijos suyos",
para que "fuésemos santos y sin mancha", y "conformes a la imagen de su Hijo".
A esta disposición de mente o voluntad, Jesús se refiere en Juan 10:16,
"También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor". En verdad, uno de los
propósitos principales de esta carta a los efesios es desarrollar e ilustrar el tema
de juntar a los cristianos gentiles ("otras ovejas") en el mismo rebaño con los
cristianos judíos.
Dice Hechos 18:9,10 que "el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No
temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre
ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad".
Esto lo dijo no con referencia a conversos, sino con respecto a los dispuestos a
oír y a obedecer. A estos y a todos los que tengan esta actitud Dios
antes conoció (favoreció), y los predestinó para que fuesen hechos conforme a
la imagen de su Hijo, y a éstos llamó por medio del evangelio (2 Tesalon. 2:14),
y a estos justificó (perdonó), y los glorificó (Rom. 8:29,30).
La recompensa para este pueblo es el reino celestial. "Cuando el Hijo del
Hombre venga en su gloria ... dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo"
(Mat. 25:31-34).
-- "adoptados hijos", para ser herederos legales con todos los derechos
y privilegios de un hijo. Cuando un hombre adopta a un hijo, le da su nombre y
lo trata en todas las cosas como si fuera su hijo natural. Pablo emplea este
término para enseñar que no somos hijos de Dios por generación, sino por
la regeneración. Somos hijos de Dios por medio de una relación espiritual,
habiendo sido redimidos por Cristo (Gál. 3:26 - 4:7). El Espíritu Santo nos
ayuda a través de su Palabra a desarrollar la mente filial (Rom. 8:12-14).
El plan de Dios, antes de la fundación del mundo, tenía el diseño y
propósito de juntar un pueblo especial que estuviera con El para siempre en el
cielo. Este plan incluyó a los hombres de todas las naciones. Este pueblo, la
iglesia de Cristo, sería adoptado por Dios para ser sus hijos, herederos de todas
las bendiciones espirituales en Cristo.
1:6 -- "para alabanza". La iglesia, que es el cumplimiento del plan
eterno de Dios (3:11), existe para la alabanza de Dios (3:21). El nombre de Dios
es magnificado y alabado por su pueblo.
1:7 -- "redención", perdón, justificación; redención como resultado de
la expiación; liberación de la culpa y de la pena de los pecados (véase 1 Ped.
1:18).
-- "sangre", el precio de la redención (Mat. 26:28; Rom. 3:24-26; Hech.
20:28; Col. 1:14; 1 Ped. 1:18-20). "La sangre es la vida" (Deut. 12:23); Cristo
dio su vida (Juan 10:15). El vio al hombre bajo la esclavitud de Satanás y estaba
dispuesto a sufrir, derramar su sangre (morir), para redimirnos o rescatarnos de
esa esclavitud. El hombre aprovecha este rescate al creer en Cristo y aceptar las
condiciones o requisitos revelados por la divina voluntad, obedeciendo al
evangelio (Mar. 16:16; Hech. 2:38). Solamente los creyentes obedientes son los
beneficiados por este gran sacrificio de Cristo (Heb. 5:8,9). Solamente los que
están "en Cristo" son los redimidos (comprados) o rescatados.
El cántico de los 144,000 es el cántico de los redimidos. Dice Apoc.
14:3 que "nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro
mil que fueron redimidos de entre los de la tierra". Los 144,000 son los
redimidos. Los no redimidos no pueden cantar el cántico de la redención.
-- "riquezas". Pablo habla mucho de las "riquezas" espirituales: 1:18,
"las riquezas de la gloria de su herencia"; 2:7, "las abundantes riquezas de su
gracia"; 3:8, "el evangelios de las inescrutables riquezas de Cristo"; 3:16, "las
riquezas de su gloria" (Col. 1:27; Fil. 4:19); "las riquezas de pleno
entendimiento" (Col. 2:2); "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad ...?"
(Rom. 2:4). Verdaderamente, somos "ricos en fe" (Sant. 2:5).
1:8 -- "sabiduría e inteligencia". La palabra "inteligencia" significa
"prudencia"; es decir, es sabiduría práctica, la sabiduría en acción. 1:17, "os dé
espíritu de sabiduría y de revelación", la fuente de toda sabiduría divina.
Leemos de "sabiduría e inteligencia espiritual" en Col. 1:9; es decir, la sabiduría
en juicio; y en Col. 2:3, "todos los tesoros de la sabiduría de del conocimiento";
es decir, sabiduría en la percepción. Es interesante notar estas distintas
combinaciones que Pablo hace con la sabiduría que es cosa básica.
1:9 -- "el misterio", lo que es conocido por el "iniciado en los misterios".
Tal vez Pablo emplea algunos términos de los gnósticos para exponer lo necio
de esa herejía en contraste con las verdades sublimes del evangelio. La palabra
griega es musterion; "En el NT denota no lo que es misterioso, como sucede
con el término castellano, sino aquello que, estando más allá de la posibilidad
de ser conocido por medios naturales, sólo puede ser dado a saber por revelación
divina, y se hace saber de una manera y en un tiempo señalados por Dios, y sólo
a aquellos que están iluminados por Su Espíritu" (Vine).
Pablo emplea este término varias veces en esta carta. En 1:9,10 se refiere
al plan de Dios; en 3:4-6 se refiere a la salvación de los gentiles. En Col. 1:27
se refiere a Cristo. Abarca, pues, todo el esquema de redención. Y lo muy
importante es que ahora todo cristiano que lee las cartas de Pablo (como los
demás libros del Nuevo Testamento) puede entender "el misterio" (3:1-5).
Este misterio es la "multiforme sabiduría de Dios" que es "ahora dada a
conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares
celestiales" (3:10).
En 6:19,20 Pablo pide las oraciones de los hermanos "al fin de que al
abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio
del evangelio".
Indiscutiblemente, esta palabra (misterio) es la sabiduría de Dios que ex-
cede todo entendimiento (3:4,5; 1 Cor. 2:6-9).
1:10 -- "de reunir todas las cosas en Cristo", la cabeza, 1:21-23; Col.
1:15-20.
-- "dispensación", administración, mayordomía, 3:9; 1 Cor. 9:17. El
plan usado por algún mayordomo para administrar ciertos negocios. Esta
palabra significa aquí el plan o la economía por la cual Dios administra su
voluntad en los "últimos días", la época o el período del evangelio de Cristo.
Frecuentemente se usa la expresión, "dispensación cristiana", para distinguirla
de la "dispensación mosaica"; esta última iba a durar hasta el "tiempo de
reformar las cosas" (Heb. 9:10).
-- "cumplimiento de los tiempos", el tiempo escogido por Dios ("el
tiempo señalado por el padre", Gál. 4:2), el tiempo más oportuno y apropiado
para enviar a su Hijo. "El tiempo se ha cumplido", dijo Juan, Mar. 1:15. No
habrá otra época o dispensación; vivimos (desde el día de Pentecostés) en los
"postreros" o "últimos" días (Hech. 2:16,17; Heb. 1:1,2; 1 Ped. 1:20; 1 Juan
2:18).
-- "en los cielos ... en la tierra", Fil. 2:9,10; Mat. 28:18. Dominio
universal.
1:11 -- "en él tuvimos herencia". Pablo habla mucho de esta herencia
en esta carta (1:14,18; 5:5), y en su carta a los colosenses (1:12; 3:24). "Y si
hijos, también herederos" (Rom. 8:17). Tenemos "una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos" (1 Ped. 1:4).
La nota en el margen de La Biblia de las Américas dice, "O, fuimos
hechos una herencia"; "fuimos escogidos como porción de Dios" (Ver. H-A).
La Versión American Standard concuerda con esta traducción. Según esta
traducción, los cristianos son la herencia de Dios. Este pensamiento (que los
hijos de Dios son su herencia) se expresa varias veces en el Antiguo
Testamento; por ejemplo, en Deut. 4:20 y 9:29, "el pueblo de su heredad"; y
32:9, "Porque la porción de Jehová es su pueblo".
1:12 -- "los que primeramente esperábamos", aludiendo a los judíos
piadosos que por muchos años esperaban a Cristo (tales como Simeón y Ana,
Luc. 2:25-38).
1:13 -- "fuisteis sellados con el Espíritu Santo". El sello se usa para
indicar que algo (como un documento) es genuino, auténtico, confirmado y, por
lo tanto, aprobado oficialmente. También el sello significa la posesión; sirve
para identificar a los siervos de Dios (Apoc. 3:12; 7:3; 22:4) y para protegerlos
de los castigos que vendrían sobre los demás.
La interpretación más común de esta frase es que se refiere a la morada
del Espíritu Santo en el cristiano. Esta enseñanza se encuentra en Rom. 8:9-11;
1 Cor. 3:16; 6:19, etc. Otros textos dicen que Dios habita en nosotros (2 Cor.
6:16), y permanece en nosotros (1 Juan 3:24); Efes. 3:17 dice, "para que habite
Cristo por la fe en nuestros corazones".
Esta gran bendición significa la comunión con el Espíritu Santo. 2 Cor.
13:14, "la comunión del Espíritu Santo"; Heb. 6:4, "hechos partícipes del
Espíritu Santo". Ahora nuestra comunión es con Dios y no con el mundo.
2 Cor. 6:14-16, "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque
¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz
con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente
con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y
andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de
en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os
recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice
el Señor Todopoderoso".
Por lo tanto, si Dios nos acepta, y si mantenemos la santidad, El sigue
habitando en nosotros. Si seguimos andando en luz, seguimos disfrutando de
esta comunión con Dios; El sigue permaneciendo en nosotros (1 Juan 1:7; 2:24;
3:24, etc.).
Cuando la Biblia habla de "morar" el Espíritu Santo en nosotros, esto
significa que somos guiados por El (Rom. 8:14), que nuestra vida está bajo su
control; por ejemplo, en Rom. 7:20 Pablo describe su vida bajo la ley de Moisés
(y la vida de los judíos inconversos que todavía querían vivir bajo la ley de
Moisés). Dice Pablo que en tal vida el pecado "mora"; es decir, que el
pecado tiene control de esa vida. Pero ahora el cristiano no está bajo el control
del pecado (Rom. 6:6-14), porque está bajo el control y la dirección del Espíritu
Santo. Cristo dijo a la iglesia de Pérgamo que "Antipas mi testigo fiel fue muerto
entre vosotros, donde mora Satanás (donde Satanás tenía control), "donde está
el trono de Satanás") (Apoc. 2:13).
Algunos (hasta hermanos) creen que en este versículo Pablo se refiere a
los dones espirituales que demostraban que Dios estaba con los apóstoles y otros
cristianos en el primer siglo, para revelar y confirmar la palabra (Juan 16:14:26;
16:13; Mar. 16:20; Heb. 2:3,4, etc.), pero no se puede probar que Efes. 1:13,14
se limita a los dones milagrosos. Apoc. 7:2,3 indica que todos los redimidos son
sellados.
1:14 -- "que es las arras de nuestra herencia", 2 Cor. 1:22;
5:5. arrabon, "originalmente una prenda en dinero depositada por el
comprador, y que se perdía si la compra no se efectuaba ... en el NT se usa sólo
de aquello que Dios asegura a los creyentes; se dice del Espíritu Santo como la
prenda divina de toda su futura bendición, 2 Co 1: 22; 5:5; en Ef 1:14, en
particular de su herencia eterna. En la LXX (La Septuaginta, versión griega del
Antiguo Testamento), Gn. 38:17, 18, 20. En griego moderno, arrabona es un
anillo de compromiso" (Vine).
Dice Larousse que la palabra "arras" significa "lo que se da por prenda y
señal de algún contrato. Monedas que, al celebrarse el matrimonio, entrega el
desposado a la desposada".
Por lo tanto, como en el comercio la palabra significa la prenda (o el
primer pago) que se recibe por lo que se vende, un pago parcial de la obligación
o promesa, así también Pablo emplea esta palabra para hacernos ver la
asociación y relación entre la morada del Espíritu Santo en nosotros y la
herencia eterna. Si el Espíritu Santo mora en nosotros, entonces ya estamos
disfrutando de las bendiciones espirituales, que en verdad son celestiales. Los
que han obedecido al evangelio de Cristo ya "gustaron del don celestial, y
fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena
palabra de Dios y los poderes del siglo venidero" (Heb. 6:4,5). (Los "poderes"
de este texto no se limitan a los poderes milagrosos. Es necesario tomar muy en
serio los poderes o fuerzas espirituales).
Es importante observar que en muchos textos el efecto se pone en
lugar de la causa; por ejemplo, "Yo soy la resurrección y la vida". Jesús no
dice "Yo soy la causa de la resurrección y la vida", sino simplemente "Yo soy
la resurrección y la vida"; pero todos entienden que El es la causa, El que hace
posible, estas bendiciones. Pero el efecto se pone en lugar de la causa.
Simeón vio a Jesús y dijo, "porque han visto mis ojos tu salvación". ¿Qué
vio? ¿la salvación o al Autor de la salvación (Heb. 5:8,9)?
Así también en muchos textos la Biblia dice "Espíritu Santo" (la causa)
cuando se refiere al efecto (las bendiciones, la influencia, la dirección y ayuda)
que El produce en nuestras vidas.
Esto se ilustra en 1 Cor. 14:12, "pues que anheláis dones espirituales". El
griego dice "anheláis espíritus"; es decir, anhelaban los efectos, las
manifestaciones, los dones del Espíritu (v. 1).
¿Qué significa 1 Tes. 5:19? "No apaguéis al Espíritu". ¿Quién puede
"apagar" (literalmente) al Espíritu Santo? Obviamente Pablo se refiere a los
dones del Espíritu (los efectos), pero pone la causa (el Espíritu) en lugar de los
efectos. Este verso se explica en el siguiente verso: "No menospreciéis las pro-
fecías", que son una manifestación del Espíritu.
¿Qué pasa cuando somos llenos del Espíritu Santo (Efes. 5:18)? ¿Llenos
de su persona o llenos de su poder y del fruto que El lleva en nuestra vida (Gál.
5:22,23)?
¿Cómo resistimos al Espíritu Santo? (Hech. 7:51). ¿Resistimos a su
persona o resistimos su palabra y su voluntad?
¿Qué pasó cuando los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo?
Recibieron poder (Luc. 24:49; Hech. 1:8). Hech. 10:45,46, "se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas". Se derramó el don del Espíritu
Santo. ¿Qué se derramó? ¿Puede el Espíritu ser literalmente derramado? Se
derramó el poder de hablar en lenguas, como dice el siguiente verso.
Efes. 4:7,8, "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a
la medida del don de Cristo ... dio dones a los hombres". ¿De qué don habla
Pablo en el v. 7, de Cristo Mismo, o de los oficios (dones, v. 8) que El dio (v.
11)? El don de Cristo se refiere a los dones (facultades, oficios, poderes) dado
por Cristo. Así también los dones del Espíritu Santo dados a los apóstoles y
otros en el primer siglo eran las manifestaciones (los poderes y ayudas) del
Espíritu Santo.
Cuando Cristo es "formado en" nosotros, ¿es literal y personalmente for-
mado en nosotros, o es formado en nosotros el carácter espiritual (la madurez)
que sus enseñanzas producen? La Biblia pone la "causa" por el "efecto". Esta
figura es muy común en la Biblia. Hay muchísimos ejemplos de su uso.
De la misma manera, la expresión "don del Espíritu Santo" que es dado a
todo obediente (Hech. 2:38) se refiere a todos los beneficios de la salvación que
el Espíritu nos da. Esta expresión significa la misma cosa que "la comunión
(participación) del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:14; Heb. 6:4). Significa que El
influye fuertemente en nosotros, nos dirige, nos ayuda, nos da fortaleza
espiritual, y gran capacidad espiritual para servir a Dios, para resistir la
tentación, y para soportar pruebas, y lo hace todo a través de su palabra inspi-
rada. El Espíritu Santo no obra directamente sobre el corazón del inconverso,
sino obra a través de su instrumento, su palabra inspirada (Efes. 6:17). Tampoco
obra directamente sobre el corazón del cristiano.
Recibir el don del Espíritu Santo significa, pues, recibir las bendiciones,
influencias y operaciones (los efectos) del Espíritu Santo en nuestra vida. La
Biblia habla de lacausa (el Espíritu Santo) cuando en realidad quiere decir
los efectos, los resultados de nuestra relación con el Espíritu Santo.
Dios es uno. Hay tres personas en la deidad: Dios el Padre, Dios el Hijo,
y Dios el Espíritu Santo, pero son uno en sus operaciones. Dios mora en su
pueblo: El Padre mora en nosotros, el Hijo mora en nosotros, y el Espíritu Santo
mora en nosotros. No es relación mística e incomprensible, sino se trata de la
comunión con Dios, o sea, que Dios permite que sus hijos participen de las cosas
divinas y celestiales, y de esta comunión resultan grandes beneficios y poderes
espirituales.
(Véase el estudio más amplio sobre "El Don Del Espíritu Santo" al final
de este capítulo).
-- "hasta la redención de la posesión adquirida", se refiere a la
resurrección de nuestro cuerpo, (Rom. 8:13-23), que es una posesión adquirida
(1 Cor. 6:19,20; 1 Ped. 2:9).
-- "Por esta causa". Es importante que siempre se observen las palabras
y frases conectivas usadas por Pablo. Aquí dice, "por esta causa";
frecuentemente dice "y", "pero", "pues", "así que", "porque", "por tanto", "para
que", "por lo cual", "por lo demás", "por esto", etc. Es muy importante que se
observe la conexión entre lo que se dice en una frase y lo que se acaba de decir
en la frase anterior. Pablo no arregló sus escritos en capítulos y versículos, y
muchas veces el primer versículo de un capítulo nuevo (o de un aparente párrafo
nuevo) es la continuación de lo que estaba diciendo en el capítulo o párrafo
anterior.
-- "habiendo oído de vuestra fe". Pablo había conocido personalmente
a los efesios, porque había estado entre ellos por tres años (Hech. 20:31). El
enseñó personalmente a los doce hombres que habían sido bautizados con el
bautismo de Juan. Su discurso a los ancianos de Efeso, y su despedida de ellos,
se registran en Hech. 20:17-38. Pero un reporte reciente acerca de ellos era
favorable, y Pablo estaba agradecido.
-- "vuestro amor para con todos los santos", tanto para con los
hermanos gentiles, como para con los hermanos judíos.
-- "no ceso de dar gracias", por la fidelidad de ellos. Sin cesar Pablo
daba gracias a Dios por hermanos fieles. Todo el consuelo de él se encontraba
en esto (2 Cor. 1:3,4; 7:6,7).
1:17 -- "el Padre de gloria", una característica permanente del Padre (el
Padre glorioso, Hech. 7:2).
-- "os dé espíritu de sabiduría y de revelación", Col. 1:9; Sant. 1:5;
para poder comprender y apreciar todas las revelaciones y doctrinas de Cristo,
para tener más íntima comunión con El.
-- "en el conocimiento de él", conocimiento pleno y perfecto.
1:18 -- "alumbrando los ojos de vuestro entendimiento". Jesucristo
nos dice en Mat. 6:22,23, "La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es
bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu
cuerpo estará en tinieblas". "Lo que el ojo es al cuerpo, el entendimiento lo es
al alma" (Filo).
Cristo abrió los ojos físicos para que creamos que El puede abrir los ojos
espirituales.
El evangelio es el instrumento, Hech. 26:18. El prejuicio y la rebeldía
ciegan los ojos (Mat. 13:11-16; 2 Cor. 4:4). La falta de entendimiento queda en
uno mismo; nadie puede inculpar a Dios. Pablo quiere que el entendimiento sea
completo y correcto. Si el hombre se instruye incorrectamente, de nada le sirve
el celo (Rom. 10:2,3). Por lo tanto, Pablo dice en esta carta (5:17), "no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor".
-- "cuál es la esperanza", la plenitud de ella; porque "la tenemos como
segura y firme ancla del alma" (Heb. 6:19). Esta esperanza no será realizada si
no tenemos sincera devoción para con Cristo. Es imposible ver al cielo sino por
El. Si no sentimos gozo en los servicios de culto, alabando a Cristo y sirviéndole
"de corazón" (Col. 3:23), y si Cristo no es nuestra vida ahora (Fil. 1:21; Col.
3:4), entonces ¿cuál es nuestra esperanza de estar con El en el cielo? Un gran
equívoco de muchos es que piensan tener esperanza del hogar celestial sin
vestirse de Cristo en su vida diaria. Léase con cuidado Fil. 1:20-24; 3:8-14; la
actitud de Pablo era de que Cristo es el objeto supremo de nuestra existencia,
en la vida o en la muerte. Es cierto que el cristiano espera heredar el hogar
celestial, pero es necesario tener presente que Cristo es la puerta, El es nuestra
esperanza.
En este texto (1:17-19) Pablo carga su expresión con el ferviente deseo
de que reconozcamos más profundamente lo excelente, lo grandioso, lo rico de
nuestras bendiciones en Cristo. No basta dar servicio de labios a estas grandes
verdades cuando el corazón está lejos de El (Mat. 15:8). Nos urge tener amplia
comprensión de su amor (3:16-19), y la consecuente devoción que ésta
producirá.
Es posible que un grupo de discípulos se reúna cada domingo para cantar
himnos sin que la cuerda del corazón sea tocada una sola vez (5:19). Se puede
dar aprobación a toda verdad celestial sin sentir alguna emoción. Pero si el
cristiano escucha con atención a lo que le dice Pablo en este texto, y si se
esfuerza por cumplir con esta exhortación, será humillado cuando peque, y su
vida se irá afinando espiritualmente para que esta bendita fe y esperanza
produzcan la devoción que caracterizaba a la vida de Pablo. Estas verdades
producirán gozo inefable, y trasformarán su vida.
Sin embargo, si es negligente, y si no crece continuamente en el
conocimiento y en el aprecio de las riquezas de Cristo, entonces su servicio será
una carga pesada en lugar de gozo.
-- "riquezas", las riquezas gloriosas de la herencia (1:7). esta riqueza es
la herencia de Dios ("su herencia"). Es su riqueza "en los santos" (no dice "de"
los santos). "Nuestras riquezas están en Dios, las de El en nosotros"
(Robertson).
1:19 -- "supereminente", exceder, sobrepujar (2:7, "abundantes"; 3:19,
"excede"; 2 Cor. 3:10, "más eminente"; 2 Cor. 9:14, "superabundante"). Pero si
no tenemos nuestros "ojos alumbrados", no sabemos apreciar "la supereminente
grandeza de su poder". El mismo poder creador revelado en Génesis 1 y el poder
que resucitó a Cristo (1:20), obra en nosotros para efectuar nuestra completa
conversión y transformación a la imagen de Su Hijo (2 Cor. 3:18), y un día este
mismo poder "transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también
sujetar a sí mismo todas las cosas" (Fil. 3:21).
1:20 -- "la cual operó en Cristo, resucitándole". ¿Qué poder terrenal
podría dar vida a aquel cuerpo que se hirió mortalmente? ¿Quién o qué podría
causar que aquel corazón que fue traspasado por la lanza romana palpitara otra
vez? Solamente el poder de Dios.
-- "sentándole a su diestra", Mar. 16:19; Heb. 8:1; 10:12; Col. 3:1.
Cuando El ascendió al Padre, "le fue dado dominio, gloria y reino, para que
todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará y su reino uno que no será destruido" (Daniel 7:13,14).
El reinará hasta "el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya
suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia" (1 Cor. 15:24).
Pedro se refiere a esta misma exaltación de Cristo a la diestra de Dios
(Hech. 2:33) el día de Pentecostés, el día en que la iglesia fue establecida (el día
en que el "reino" fue establecido". El "reino" y "la iglesia" tienen autoridad
común, origen común, miembros comunes, evangelio común, etc.; por lo tanto,
los términos "reino" e "iglesia" son intercambiables en muchos textos.
El reinado (o reino) universal del Mesías se llamó "la casa de Jehová"
(Isa. 2:2). Dios prometió que David (el Hijo de David) "edificará casa a mi
nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino" (2 Sam. 7:13). En 1
Tim. 3:15) el apóstol Pablo habla de "la casa de Dios, que es la iglesia del Dios
viviente, columna y baluarte de la verdad".
Por lo tanto, los hermanos que afirman que la iglesia no es el reino deben
probar que el Mesías edificó dos casas, y que el reino de Cristo no es la
"columna y baluarte de la verdad".
1:21 -- "sobre todo principado y autoridad y poder y señorío". Cristo
fue exaltado a un nivel infinitamente más alto que cualquier ser celestial (Mat.
28:18; Rom. 8:38; Fil. 2:9; 1 Ped. 3:22). En Efes. 6:12 estos términos significan
espíritus malos. En Col. 1:15-18; 2:10 Pablo afirma con varios argumentos
sumamente eficaces la supremacía y el preeminencia de Cristo. "Todos estos
títulos (Efesios 1:21) se usaban en las especulaciones gnósticas con respecto a
una jerarquía angélica graduada" (Robertson). Y Pablo, empleando estos
mismos términos, afirma el señorío de Cristo.
¡Qué lástima y tragedia que tantos hombres quisieran eclipsar para sí
mismos este dominio de Cristo con el supuesto señorío de sus líderes religiosos!
No hay más grandes ofensores en este respecto que los "Testigos" del
Atalaya, quienes profesan aceptar este texto, pero niegan la deidad de Cristo.
En su torcida "versión" (perversión) de Las Escrituras afirman que Cristo es "un
dios" (véase Juan 1:1, Versión del Nuevo Mundo). Para los judíos la idea de
llamar a Jesús un dios creado por Jehová hubiera sido politeísmo, la blasfemia
más abominable. Si alguien se hubiera atrevido a enseñar tal doctrina en el
primer siglo, los apóstoles lo hubieran denunciado con toda vehemencia, como
Juan denunció a los anticristos (1 Juan 2:18; 4:3). Los "Testigos" son de los más
activos anticristos de tiempos modernos.
1:22 -- "bajo sus pies", Salmos 110:1; 1 Cor. 15:24-27. En la antigüedad
el conquistador ponía su pie sobre el cuello del conquistado para indicar su
completa sujeción (Josué 10:23,24).
-- "cabeza", 4:15; 5:23; Col. 1:18; 2:19. De la cabeza proceden todas las
instrucciones necesarias para conducir los movimientos del cuerpo. Se realiza
esta dirección de Cristo sobe el cuerpo si El habita "por la fe en vuestros
corazones" (3:17); si estamos "llenos del Espíritu" (5:18); y "fortalecidos con
poder en el hombre interior por su Espíritu" (3:16). Pero muchos, "no asiéndose
de la Cabeza" (Col. 2:19), se desvían de la fe".
1:23 -- "su cuerpo". Los cristianos son unidos a Cristo a reciben vida de
El. Nos movemos bajo su dirección y somos objeto de su cuidado (1 Cor. 10:17;
12:27).
**********
El Don Del Espíritu Santo
¿Es el don del Espíritu Santo de Hech. 2:38 el Espíritu mismo? Dice el
texto: "Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo".
El Espíritu Mora En Nosotros
Esta verdad se presenta en varios textos. Pablo habla de la iglesia como
el templo en que el Espíritu de Dios mora. l Cor. 3:l6,l7, "¿No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios,
el cual sois vosotros, santo es". Somos "miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado,
va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también
sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 1:19-
22).
El Espíritu mora en cada uno de nosotros si somos cristianos. "El amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
fue dado" (Rom. 5:5).
"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios" (l Cor. 6:l9,20).
"Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que
también nos dio su Espíritu Santo" (Tes. 4:8).
"Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros' (2
Tim. 1:14).
"¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho
morar en nosotros nos anhela celosamente?" (Sant. 4:5).
Los carismáticos afirman muchas cosas acerca del Espíritu Santo que son
incorrectas. Cuando recibimos al Espíritu Santo, recibimos todos los beneficios
y bendiciones de la salvación y de la comunión con El (2 Cor. 13:14, de esa
manera tenemos "comunión con el Espíritu Santo"; o somos "hechos partícipes
del Espíritu Santo", que es la misma cosa, Heb. 6:4). El nos dirige (Rom. 8:14)
y nos da fortaleza.
Es importante observar que en muchos textos el efecto se pone en
lugar de la causa; por ejemplo, "Yo soy la resurrección y la vida". Jesús no
dice "Yo soy la causa de la resurrección y la vida", sino simplemente "Yo soy
la resurrección y la vida"; pero todos entienden que El es la causa, El que hace
posible, estas bendiciones. Pero el efecto se pone en lugar de la causa.
Así también en muchos textos la Biblia dice "Espíritu Santo" (la causa)
cuando se refiere al efecto (las bendiciones, la influencia, la dirección y ayuda)
que El produce en nuestras vidas.
Esto se ilustra en 1 Cor. 14:12, "pues que anheláis dones espirituales". El
griego dice "anheláis espíritus"; es decir, anhelaban los efectos, las
manifestaciones, los dones del Espíritu (v. 1).
¿Qué significa 1 Tes. 5:19? "No apaguéis al Espíritu". ¿Quién puede
"apagar" (literalmente) al Espíritu Santo? Obviamente Pablo se refiere a los
dones del Espíritu (los efectos), pero pone la causa (el Espíritu) en lugar de los
efectos. Este verso se explica en el siguiente verso: "No menospreciéis las pro-
fecías", que son una manifestación del Espíritu.
¿Qué pasa cuando somos llenos del Espíritu Santo (Efes. 5:18)? ¿Llenos
de su persona o llenos de su poder y del fruto que El lleva en nuestra vida (Gál.
5:22,23)?
¿Cómo resistimos al Espíritu Santo? (Hech. 7:51). ¿Resistimos a Su
persona o resistimos Su palabra y Su voluntad?
¿Qué pasó cuando los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo?
Recibieron poder (Luc. 24:49; Hech. 1:8). Hech. 10:45,46, "se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas". Se derramó el don del Espíritu
Santo. ¿Qué se derramó? ¿Puede el Espíritu ser literalmente derramado? Se
derramó el poder de hablar en lenguas, como dice el siguiente verso.
Efes. 4:7,8, "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a
la medida del don de Cristo ... dio dones a los hombres". ¿De qué don habla
Pablo en el v. 7, de Cristo Mismo, o de los oficios (dones, v. 8) que El dio (v.
11)? El don de Cristo se refiere a los dones (facultades, oficios, poderes) dado
por Cristo. Así también los dones del Espíritu Santo dados a los apóstoles y
otros en el primer siglo eran las manifestaciones (los poderes y ayudas) del
Espíritu Santo.
Cuando Cristo es "formado en" nosotros, ¿es literal y personalmente for-
mado en nosotros, o es formado en nosotros el carácter espiritual (la madurez)
que sus enseñanzas producen? La Biblia pone la "causa" por el "efecto". Esta
figura es muy común en la Biblia. Hay muchísimos ejemplos de su uso.
De la misma manera, la expresión "don del Espíritu Santo" que es dado a
todo obediente (Hech. 2:38) se refiere a todos los beneficios de la salvación que
el Espíritu nos da. Esta expresión significa la misma cosa que "la comunión
(participación) del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:14; Heb. 6:4). Significa que El
influye fuertemente en nosotros, nos dirige, nos ayuda, nos da fortaleza
espiritual, y gran capacidad espiritual para servir a Dios, para resistir la
tentación, y para soportar pruebas, y lo hace todo a través de su palabra inspi-
rada. El Espíritu Santo no obra directamente sobre el corazón del inconverso,
sino obra a través de su instrumento, su palabra inspirada (Efes. 6:17). Tampoco
obra directamente sobre el corazón del cristiano.
Recibir el don del Espíritu Santo significa, pues, recibir las bendiciones,
influencias y operaciones (los efectos) del Espíritu Santo en nuestra vida. La
Biblia habla de lacausa (el Espíritu Santo) cuando en realidad quiere decir
los efectos, los resultados de nuestra relación con el Espíritu Santo.
Dios es uno. Hay tres personas en la deidad: Dios el Padre, Dios el Hijo,
y Dios el Espíritu Santo, pero son uno en sus operaciones. Dios mora en su
pueblo: El Padre mora en nosotros, el Hijo mora en nosotros, y el Espíritu Santo
mora en nosotros. No es relación mística e incomprensible, sino se trata de la
comunión con Dios, o sea, que Dios permite que sus hijos participen de las cosas
divinas y celestiales, y de esta comunión resultan grandes beneficios y poderes
espirituales.
El Espíritu Santo Recibido Después De Nuestra Obediencia
¿Cuándo comienza a morar el Espíritu Santo en nosotros? Dice Hech.
2:38 "Arrepentíos, y bautícese ... para perdón de los pecados; y recibiréis el don
del Espíritu Santo". Hechos 5:32, "Y nosotros somos testigos suyos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen".
También Gal. 3:2 "Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?" "El oír con fe" se refiere a
la obediencia al evangelio en contraste con las "obras de la ley" de Moisés.
Dios nos da el Espíritu Santo cuando ya somos hijos de El. "Y por cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre!" (Gál. 4:6).
No Los Dones Espirituales
Hay una lista de los dones espirituales en l Cor. 12:4-10. Estos son
poderes especiales que fueron dados a los apóstoles, pastores, evangelistas y
otros hermanos durante los primeros años de la iglesia. "Ahora bien, hay
diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero
Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo
Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de
lenguas".
Heb. 2:3,4 nos declara el propósito de estos dones: "¿Cómo escaparemos
nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido
anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,
testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos
milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad".
Los dones confirmaron la palabra. Marcos 16:20, "Y ellos, saliendo,
predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con
las señales que la seguían. Amén".
Los dones iban a acabarse después de cumplir su propósito, l Cor. 13:8-
12.
Pero el "don del Espíritu Santo" es prometido, juntamente con el perdón
de los pecados, a todos los obedientes de todo lugar hasta el fin del mundo.
Las Arras
2 Cor. 1:21,22 dice, "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el
que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras
del Espíritu en nuestros corazones". (Se repite en 5:5, "Mas el que nos hizo para
esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu").
En Efesios 1:13,14, leemos lo mismo: "En él también vosotros, habiendo
oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído
en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de
su gloria". Estos versículos significan que el don del Espíritu Santo es como una
"prenda" de Dios, un "primer pago" que demuestra la fidelidad de Dios. Es una
garantía de cosas mejores en el futuro que El nos promete (l Juan. 2:25).
El Fruto Del Espíritu Santo
Gál. 5:22,23 dice, "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza ..." ¿Cómo lleva fruto en
nosotros el Espíritu Santo? El no trabaja en nosotros en forma directa ni
milagrosa, sino por medio de Su palabra en nuestros corazones (Col. 3:16).
Compárense Fil. 2:13, ("Dios es el que en vosotros produce así el querer como
el hacer por su buena voluntad") con 1 Tes. 2:13 ("recibisteis la palabra de Dios
... la cual actúa en vosotros los creyentes"). Dios obra en nosotros, pero ¿cómo?
A través de Su palabra. Lo que la palabra hace es lo que Dos hace.
La palabra del Espíritu Santo (Hechos 2:4) convirtió a los tres mil (Hech.
2:4l). La "espada del Espíritu ... es la palabra de Dios" (Efes. 6:l7). Somos
guiados por el Espíritu Santo (Rom. 8:14) a la medida que seguimos su palabra.
Dos textos que nos instruyen a cantar himnos son Efes. 5:l9 y Col. 3:l6.
Dice el primero, "sed llenos del Espíritu" (Efes. 5:l8), y dice el otro "la palabra
de Cristo more en abundancia en vosotros". Estos son textos paralelos. Es im-
posible ser llenos del Espíritu si la palabra no mora en abundancia en nosotros,
porque el Espíritu trabaja por medio de ella.
Rom. 8:l6 dice, "El Espíritu mismo da testimonio a (con) nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios". El Espíritu habla pero ¿cómo? Nos habla a través
de las Escrituras (2 Ped. 1:20,21; 2 Tim. 3:l6,l7). El nos dice en su palabra cuáles
son los requisitos de la salvación; nuestro propio espíritu dice que hemos obede-
cido de corazón estos mandamientos y bien sabemos entonces que somos hijos
de Dios (l Juan. 5:l3). La traducción correcta de este texto es La Versión
Moderna: "El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios" (así dice el griego).
Conclusión
Debemos sentirnos muy agradecidos con Dios por este don. El nos
bendice y nos ayuda en gran manera. "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Rom.
8:26).
Los que resisten la predicación de la palabra resisten al Espíritu Santo
(Hech. 7:5l). Dijo Pablo a los que tenían los dones del Espíritu: "No apaguéis al
Espíritu" (l Tes. 5:l9); dijo esto para que los hermanos de aquel entonces no
resistieran las profecías (v. 20) y otras manifestaciones del Espíritu Santo. En
ese entonces la inspiración estaba en los hombres, los cuales escribieron el
Nuevo Testamento, pero ahora la inspiración reside en las Escrituras, y no en
los hombres.
"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados
para el día de la redención" (Efes. 4:30).
Algunos van más allá de lo que está escrito afirmando que el Espíritu
mora en nosotros para proveer iluminación especial (aparte de la palabra), para
llevar a cabo la providencia de Dios, para contestar oraciones, etc. Dicen estas
cosas porque les falta fe en la palabra del Espíritu Santo. Son inseparables el
Espíritu Santo y Su palabra
"Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios".
Capítulo 2
Resumen:
En este capítulo Pablo sigue el mismo tema: la grandeza del poder de
Dios. "El objeto de los últimos cuatro versículos (del cap. 1) es describir el
dominio de Cristo: (1) Su resurrección; (2) Su exaltación a la diestra de Dios;
(3) Su dominio supremo; (4) Su autoridad, como cabeza de la iglesia, Su cuerpo,
que se llena con la plenitud de Cristo" (Johnson).
Este poder fue demostrado cuando Dios resucitó a Cristo para sentarle a
su diestra e igualmente se demuestra al levantar a los efesios muertos en delitos
y pecados, y sigue obrando en unificar a todos los conversos, judíos y gentiles,
en un mismo cuerpo.
La condición espiritual de los gentiles antes de su conversión se describe
en los ver. 1-3. Luego se compara su conversión a una resurrección de los
muertos para tener nueva vida y para ser exaltados ("nos hizo sentar en los
lugares celestiales"), 2:4-7. En 2:8-10 se enseña que esta salvación no es de
invención humana, sino que es producto de la gracia de Dios.
El resto del capítulo explica los grandes privilegios de los cristianos gen-
tiles; presenta un contraste entre su vida inconversa y su presente estado en
Cristo (2:11-12).
2:1 -- "muertos", 2:5; 5:14; Mat. 8:22; Juan 5:25, el "muerto" está
"destituido de una vida que reconoce a Dios o es devota a El, porque está
entregado a transgresiones y pecados; inactivo con respecto a hacer lo correcto"
(Thayer). Completamente entregados a las prácticas de la idolatría, estaban
muertos, separados de Dios (2:12), y se requería gran poder para resucitarles y
darles vida espiritual, pero el evangelio "es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (gentil)" (Rom.
1:16).
Como el difunto es insensible a lo que sucede en el mundo ("debajo del
sol", Ecles. 9:10,11), así el que se entrega a los "delitos y pecados" es insensible
a Dios y a "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad" que "nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia" (2 Ped. 1:3). Los muertos no pueden ver
ninguna belleza en Cristo.
Pero no nacieron muertos. La muerte significa "separación", y con
respecto a la separación de los israelitas de Dios, dice Isa. 59:1,2, "vuestras
iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros
pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír". "El pecado es
infracción de la ley" (1 Juan 3:4). "Estabais muertos" porque "anduvisteis en
vuestros delitos y pecados" (2:2). Pablo dice "vuestros delitos y pecados". No
dice que los efesios estaban muertos por causa del pecado de Adán, o por causa
del pecado de sus padres.
Los efesios no heredaron el pecado de nadie, sino que ellos mismos
cometieron pecado. Así también nosotros y todos los hombres.
Los vers. 2 y 3 explican claramente el significado de la muerte espiritual.
Los que están muertos en pecado son los que andan en pecados; viven en
pecado, haciendo las cosas de la carne.
-- "delitos", caída, desviación de la verdad y rectitud; pecado, maldad.
En Gál. 6:1 se traduce "falta": "sorprendido en alguna falta". "La diferencia
entre 'delito' y 'pecado' (hamartia) es una de figura y no de fuerza" (Thayer).
El pecado de Adán y Eva fue "delito" (Rom. 5:17), pero ¡he aquí el
resultado!
Dice Pablo que los efesios estaban muertos en sus delitos y pecados.
2:2 -- "anduvisteis", compárense 1 Cor. 6:9-11 y Col. 3:7. No pecaron
por casualidad, ni nada más de vez en cuando, sino su pecado era la regla y la
rutina de su vida. La palabra "andar" se usa muchas veces en las Escrituras para
significar "vivir".
-- "la corriente de este mundo"; "conforme al uso de este siglo" (VM).
La palabra "corriente" (uso) traduce la palabra aion, que casi siempre se traduce
"siglo": Mat. 12:32; 13:22, "afán de este siglo"; Rom. 12:2, "no os conforméis
a este siglo"; Efes. 1:21 habla del señorío de Cristo "en este siglo". Pero aquí
significa "modo de tratar. Se traduce 'corriente' en Ef 2:2 ... esto es, el ciclo o
curso presente de las cosas" (Vine).
El ver. 2 nos ayudará mucho a comprender el significado verdadero de la
palabra "mundo" o "siglo". Es el sistema actual de cosas conducido por los "que
sólo piensan en lo terrenal" (Fil. 3:19). Es la moda del mundo. Es el camino
marcado o delineado por los que viven en rebelión contra Dios, nunca pensando
en el destino final. Los muertos son insensibles a la vida futura. Por lo tanto,
"no os conforméis a este siglo", ni a "la corriente de este siglo".
-- "príncipe de la potestad del aire". Compárense Juan 12:31; 14:30;
17:11. Satanás rige entre todas las agencias e influencias de maldad. Su dominio
está en "las tinieblas de este siglo", "las huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes" (6:12). Pero el soldado de Cristo tiene una armadura bien
adecuada para protegerse de todos los "dardos de fuego del maligno" (6:10-19).
Esta armadura incluye una espada (6:17) para pelear efectivamente contra este
enemigo hasta el día de la victoria completa.
-- "hijos de desobediencia", compárense 2 Cor. 4:4; Col. 3:6. La desobe-
diencia es la característica principal de su vida. El espíritu de Satanás obra en
éstos mientras que el poder de Dios obra en nosotros.
2:3 -- "También todos nosotros vivimos", los judíos también. "Los
gentiles no tenían el monopolio de tales impulsos pecaminosos" (Robertson).
Compárese Rom. 2:1 hasta 3:20. A los judíos esta verdad les fue muy ofensiva
(Juan 8:33).
-- "deseos de nuestra carne y de los pensamientos". Léase Gál. 5:19-
21. Los deseos y las obras de la carne no solamente incluyen tales pecados como
"adulterio ... idolatría, hechicerías ... homicidios, borracheras", etc., sino
también incluyen "enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias", etc.
Somos tentados a través de los deseos malos (la concupiscencia): "cada
uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Sant.
1:14). "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis
de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Ped. 2:11).
Es necesario crucificar al "viejo hombre" con sus deseos carnales (Rom.
6:6; Gál. 5:24). "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne"
(Gál. 5:16). "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: ... malos deseos y
avaricia" (Col. 3:5). "Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos
de la carne" (Rom. 13:14). "La gracia de Dios se ha manifestado para salvación
... enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:11,12).
Si no aprendemos a obedecer estos textos para lograr suprimir y controlar
los deseos mundanos, no podemos ir al cielo. ¿Estamos suprimiendo los deseos
carnales o estamos estimulando los deseos carnales? Si andamos todavía en
mala compañía, estimulamos deseos carnales. Si alimentamos la mente con
pensamientos carnales seremos carnales. Si alimentamos la mente con
pensamientos sanos y espirituales, seremos espirituales (Rom. 8:1-5).
-- "éramos por naturaleza hijos de ira". Dice Pablo "éramos", pero no
dice "somos". Varias sectas religiosas (y algunos hermanos) afirman que Pablo
enseña en este texto que el hombre tiene una "naturaleza corrupta" a
consecuencia del pecado de Adán. Hay varias doctrinas falsas que son
variaciones de este error: se habla de "pecado original", de "naturaleza caída",
de "la depravación total", etc.
¿Por qué se enseñan tales errores? Para evitar decir la verdad que el
hombre es totalmente responsable por sus pecados.
Pablo dice, "éramos". Afirma que cuando "anduvimos" (vivimos) en los
"delitos y pecados" "éramos por naturaleza hijos de ira". La palabra "naturaleza"
significa "costumbre confirmada"; es decir, así era la práctica de su vida, porque
seguían "la corriente de este siglo".
No hay texto que enseñe -- ni aun remotamente -- que el hombre nazca
con "pecado original", ni que nazca con una "naturaleza corrupta o caída". No
hay ningún texto que enseñe "la depravación total". Esta clase de teología
inculpa a Adán -- y, por consiguiente, a Dios -- por nuestros pecados. Enseñan
que el hombre peca porque tiene que pecar.Dicen que todos los pecados de
nuestra vida son expresiones naturales de nuestra naturaleza caída y corrupta.
Pero dice Cristo que tenemos que convertirnos para ser como niños,
"porque de los tales es el reino de Dios" (Luc. 18:16). Cuando "renunciamos a
lo oculto y vergonzoso" (2 Cor. 4:2), y nos convertimos, volvemos a la
inocencia y pureza de niños (Mat. 18:3). El nacimiento físico no tiene que ver
absolutamente nada con esta condición de ser "por naturaleza hijos de ira".
Rom. 2:14,15 nos ayuda a entender la palabra, "naturaleza". "Pero cuando
los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos,
aunque no tengan ley, son ley para sí mismos ..." Si la expresión "por
naturaleza" en Efes. 2:3 significa "por nacimiento", entonces en Rom. 2:f14
significa lo mismo. Pero sería absurdo decir que los gentiles, por nacimiento,
hacían las cosas de la ley. En los dos textos la palabra tiene que ver con la
práctica habitual y confirmada.
-- "hijos de ira", expuestos a ira si persisten en su vida de perdición. Sin
el evangelio este fin sería ineludible; no habría esperanza de escapar. La palabra
"hijos" se emplea figurativamente en el Nuevo Testamento para indicar alguna
característica sobresaliente, o como en este caso para indicar "el destino que se
corresponde con el carácter, sea malo, Mt. 23:15; Jn 17:12; 2 Ts 2:3, o bueno,
Lc 20:36" (Vine).
2:4 -- "Pero Dios". Según la descripción de los hombres en 2:1-3, es
obvio que los muertos en pecado son destinados a la ruina eterna. "Pero Dios"
interviene para evitarlo. "Su gran amor" se demuestra en resucitarnos de los
muertos por medio de su poderoso evangelio (Rom. 1:16).
2:5 -- "muertos", compárense Col. 2:13; Rom. 5:8; 6:5. La repetición
aquí es para enfatizar el contraste entre los dos estados. Si Dios "nos dio vida",
¿qué haremos? ¿Quépodemos hacer si estamos "muertos"? ¿Cómo puede el
hombre muerto accionar? ¿No tendrá Dios que operar milagrosamente sobre su
corazón? Muchos falsos maestros dicen que el hombre perdido no puede hacer
nada para cambiar su condición espiritual. Dicen que el hombre muerto en sus
pecados tiene una naturaleza caída y que no puede creer, que no puede amar a
Dios y que ni puede nacer en él el deseo de salvarse. Predican, por lo tanto, que
la salvación depende enteramente de Dios.
En cuanto a la base de la salvación (la provisión hecha para nuestra
salvación), es cierto que todo depende de Dios, pues el hombre no podía y no
puede efectuar su propia salvación, porque no puede proveerse un salvador. El
hombre no puede morir por sus propios pecados; no puede redimirse solo.
Dios nos salva, pero nos salva por medio del evangelio que es el poder de
Dios para salvación. El nos llama por medio del evangelio (2 Tesalon. 2:14), y
este evangelio requiere la obediencia (2 Tesalon. 1:7-9). El evangelio promete
la salvación a los obedientes; revela no solamente lo que Dios ha hecho, sino
también revela lo que el hombre tiene que hacer para aceptar la salvación.
Los "muertos" en Efeso "oyeron la palabra del Señor Jesús" (Hech. 19:10;
Efes. 1:13), y esto trajo como consecuencia su conversión (su "resurrección de
los muertos"). Cristo dice en Juan 5:25 que "Viene la hora, y ahora es, cuando
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán". Los
muertos pueden oír la voz de Cristo.En Efes. 5:14 Pablo les manda a los muertos
que se levanten. Los muertos pueden hacer algo; pueden levantarse. En Hech.
2:40 Pedro mandó a los judíos muertos, "Sed salvos de esta perversa
generación" (la Versión Moderna dice, "Salvaos"); Pedro dijo esto después de
mandarles a arrepentirse y a bautizarse para perdón de los pecados (v. 38).
-- "juntamente con Cristo". Nuestra resurrección de los muertos (tanto
la figurativa como la literal) fue anticipada en la resurrección de Cristo.
Igualmente somos relacionados con Cristo en morir o estar crucificados con El
(Rom. 6:5; Gál. 2:20); en vivir con El (Fil. 1:21; Gál. 2:20); en sufrir con El (2
Tim. 2:12; 1 Ped. 4:13); en reinar con El (2 Tim. 2:12); en ser coherederos con
El (Rom. 8:17); y en ser glorificados con El (Apoc. 3:21).
-- "nos resucitó" espiritualmente "de los muertos", Col. 2:12, y ahora
nos conviene buscar "las cosas de arriba" (Col. 3:1).
-- "nos hizo sentar ... con Cristo". Nos hizo copartícipes de su honor.
Los que estamos en Cristo, en su iglesia, estamos en "lugares celestiales" ahora.
"Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono" (Apoc. 3:21); es
decir, aun después de morir físicamente, seguiremos reinando con Cristo; pero
es importante observar que estamos reinando con El ahora.
Estamos participando con El en su obra y en su reinado ahora, porque
estamos luchando por la verdad y en contra del mal (1 Juan 3:8). Si somos
vencedores ahora, estamos reinando con Cristo ahora.
-- "lugares celestiales", véase 1:3. La iglesia, las verdades que la
gobiernan, sus servicios, se consideran asuntos de naturaleza celestial. Las
aspiraciones del cristiano son celestiales (Fil. 3:20; Col. 3:2).
2:7 -- "para mostrar en los siglos venideros", en el tiempo futuro (1
Tim. 1:16).
2:8 -- "por gracia sois salvos por medio de la fe". La fuente, la base,
de la salvación es Dios, no los hombres. Dios provee la salvación, cosa que el
hombre no puede hacer, porque no puede proveerse un salvador (no puede morir
por sus propios pecados). Ninguna filosofía, ningún código de preceptos
morales, ninguna ley humana puede efectuar nuestra salvación.
Aun la ley de Moisés, aunque era de Dios, no podía salvar al hombre,
porque "la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los
pecados" (Heb. 10:4). "Porque la ley ... nunca puede ... hacer perfectos a los
que se acercan" (Heb. 10:1). Mucho menos puede la ley de Moisés salvar ahora,
ya que fue abrogada (Col. 2:14; Heb. 7:12; 10:9). La gracia de Dios, revelada
en el evangelio de Jesús, es la única esperanza del hombre.
-- "por medio de la fe". Si la palabra "fe" se usa en sentido objetivo, se
refiere al evangelio, como en Gál. 3:25; Judas 3, etc. Si se usa en sentido
subjetivo, se refiere a nuestra fe en su forma comprensiva; es decir, la
obediencia al evangelio.
-- "esto no de vosotros, pues es don de Dios". "Esto", este asunto (la
salvación por gracia) es don de Dios; no es algo originado por el hombre.
Algunos evangélicos han dicho que "esto" se refiere a la fe, que la fe no
es de nosotros, sino que es don de Dios. Esta teoría coincide con el concepto
erróneo de la "naturaleza corrupta" del hombre que no le permite creer hasta
que Dios haya intervenido en alguna forma especial y aparte del evangelio.
La palabra "esto" en inglés ("this") es ambigua, pero ni en inglés permite
la gramática esta interpretación, menos en español.
2:9 -- "no por obras, para que nadie se gloríe". Los hombres se glorían
en las obras de su propia invención. No podemos gloriarnos en hacer las obras
que Dios manda.
La palabra "obras" en este texto, como también en Rom. 3:27; 4:2, 4, 5,
6, son las obras de los que quieren salvarse sin Cristo sino por sus propias
"buenas obras". Los tales no ven la necesidad de obedecer al evangelio de Cristo
ni de hacer las obras que Cristo requiere.
Pero Pablo dice en Tito 3:4,5 que Dios "nos salvó, no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos hechos, sino por su misericordia, por el lavamiento de
la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo". Es importante
observar que Pablo emplea el tiempo pasado con respecto a nuestras obras; él
habla de las "obras de justicia que nosotroshubiéramos hecho" en el tiempo
pasado, antes de obedecer al evangelio.
Pablo dice la misma cosa en 2 Tim. 1:9, "quien nos salvó ... no conforme
a nuestras obras, sino según el propósito suyo".
Todos los hombres -- por buenos y justos que hayan sido -- han pecado
(Rom. 3:23) y, por lo tanto, todos necesitan de un salvador. El caso de Cornelio
(Hech. 10:1, 2, 22) es un buen ejemplo; era "piadoso y temeroso de Dios ...
hacía muchas limosnas ... oraba a Dios siempre ... varón justo", pero tuvo que
oír "palabras por las cuales serás salvo, y toda tu casa" (Hech. 11:24). Por lo
tanto, Pedro "mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús" (Hech. 10:48).
-- "para que nadie se gloríe". La jactancia "queda excluida" "por la ley
de la fe" (el evangelio) (Rom. 3:27). Las obras de ley humana (preceptos
religiosos, códigos morales, tradiciones, buenas obras según la cultura, etc.)
permiten y aun promueven la jactancia y el gloriarse en ellas. Al hacer estas
obras los hombres crean su "propia justicia" (Rom. 10:3; Fil. 3:9). Pero la
salvación no proviene de tales obras.
Sin embargo, cuando Dios requiere algo -- cuando El manda ciertas obras
-- es necesario hacerlas. Pero en éstas no tenemos por qué gloriarnos. Por
ejemplo, Pablo dice en 1 Cor. 9:16, "Pues si anuncio el evangelio, no tengo por
qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el
evangelio!" Pablo predicó el evangelio -- que es una muy buena obra -- pero no
podía gloriarse, porque era mandamiento de Dios.
Cuando hacemos los mandamientos de Dios, no podemos gloriarnos. Por
lo tanto, cuando el hombre es bautizado, no puede gloriarse, porque está
sencillamente obedeciendo un mandamiento de Dios.
Por lo tanto, es obvio que Pablo no habla en este texto (Efes. 2:9) de las
obras que debemos hacer como cristianos. Dice Hech. 10:35, "que en toda
nación se agrada del que le teme y hace justicia" (dice la Versión Hispano-
americana, "obra justicia"). Pablo dice que lo que vale es "la fe que obra por el
amor" (Gál. 5:6). También dice, "ocupaos en vuestra salvación" (Fil. 2:12, dice
la Versión Moderna, "llevad a cabo la obra de vuestra misma salvación").
Sant. 2:24 dice, "el hombre es justificado por las obras, y no solamente
por la fe". Dice el falso maestro que las obras del cristiano no tienen nada que
ver con lajustificación, sino solamente con la santificación, pero dice Santiago,
"justificado por las obras". ¿A quién creeremos? ¿A Santiago o al falso maestro?
2:10 -- "hechura suya", 2:15; 4:24; 2 Cor. 5:17. Otra vez se refiere al
poder creador de Dios, el mismo poder que creó el universo (3:9).
-- "de antemano", Rom. 9:23. El plan de Dios con respecto al plan de
salvación es eterno (compárense 1:4,11 y 3:10,11); y las buenas obras son una
parte integral de este plan eterno de Dios.
-- "anduviésemos en ellas", en contraste con 2:1-3, "anduvisteis en
delitos y pecados". Que la práctica de "buenas obras" sea la regla de nuestra
vida, de nuestro modo de vivir, como el pecado lo era cuando vivíamos en el
mundo. De esta manera seremos "por la gracia" no hijos de la ira, sino hijos de
Dios e hijos de la resurrección (Luc. 20:36).
2:11 -- "Por tanto, acordaos", para estar más agradecidos. Debemos
recordar siempre el contraste entre nuestro estado anterior (lo que éramos) y
nuestro presente estado (lo que somos) y andar con más cuidado (5:15).
-- "erais llamados incircuncisión" con desprecio y desdén por los
judíos.
-- "circuncisión", el signo físico de la relación especial con Dios que los
judíos gozaban durante la dispensación mosaica. Pero aquí Pablo dice la
"llamada circuncisión", para exponer la falsa confianza que ellos todavía tenían
en este rito ya abolido por Cristo en la cruz (Col. 2:14). En Fil. 3:2 los
judaizantes son designados los "mutiladores del cuerpo" para deshonrar y
denunciar su práctica.
-- "hecha con mano en la carne". Esto indica que es carnal y no
espiritual (del corazón), y que en verdad no eran mejores que aquellos a quiénes
llamaron "incircuncisión" (véase Rom. 2:28,29).
2:12 -- Cinco condiciones tristes de los gentiles inconversos:
A. "Sin Cristo". No tenían conexión o relación alguna con Cristo. No
tenían conocimiento de El, ni interés alguno en El. Vivían en un estado de
tinieblas y condenación. No había ninguna expectación en su corazón de alguna
expiación hecha por Cristo por sus pecados.
B. "Alejados de la ciudadanía de Israel". Los judíos eran ciudadanos,
los gentiles no. Los gentiles no eran copartícipes en la teocracia o constitución
bajo la cual Dios se reveló a sí mismo y permitió relación íntima consigo. Los
arreglos especiales para la adoración de Dios se hicieron directamente con los
israelitas. Tenían ley especial, templo especial, ordenanzas, estatutos, etc. que
constituyeron parte integral del pacto o convenio entre Dios e Israel. Pero los
gentiles vivían desprovistos de esta ciudadanía.
C. "Ajenos a los pactos de la promesa". La palabra "ajenos" o
"extranjeros" (Versión Moderna) indica uno que no es miembro de algún estado
o ciudad. El pensamiento es que desconocieron los pactos hechos con Abraham
y sus descendientes con respecto a la promesa de Dios de bendecir a todas las
naciones a través de ellos (Gén. 12:1-3).
D. "Sin esperanza", por las condiciones ya mencionadas. Millones hoy
en día están sin esperanza a pesar de haber sido provistos del evangelio. Muchos
tienen falsas esperanzas, confiando en su propia moralidad, o en alguna religión
humana.
E. "Sin Dios", atheoi, "ateos", con hostilidad contra Dios (véase Rom.
1:18:32). No había amistad con Dios, sino solamente enemistad. Estas cinco
condiciones llegan al clímax en esta última. Los "atheoi" viven como si Dios no
existiera; no le adoran en privado ni en público; y en toda su conducta no
muestran ni amor ni temor de Dios.
El comentarista Albert Barnes menciona en sus notas sobre esta carta que
si fuera anunciado que "no hay Dios" (en manera convincente), esto no
produciría ningún cambio en las emociones de tales hombres. Esto nos hace
pensar, por ejemplo, en la gran demostración de emoción cuando se anunció
que el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, fue asesinado. ¡Cuán
grandes efectos tuvo este evento sobre la nación (y sobre otras naciones)!
Pero muchos de estos mismos dolientes no sentirían emoción alguna por
el anuncio de que "no hay Dios". ¡Qué tragedia tan grande y eterna! El hombre
pecador, perdido, arruinado, acercándose cada vez más hacia el sepulcro y su
destino final, sin Dios, sin Cristo, sin perdón, y sin esperanza.
2:13 -- "Pero ahora", en contraste con "en otro tiempo". Dice Isaías
57:18,19, "He visto sus caminos, pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré
consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios: Paz, paz al que está
lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré".
Los gentiles estaban lejos (v. 12), y los judíos estaban cercanos (Sal.
148:14). Este pensamiento se originó con la idea de que todos los que vivieron
lejos de Jerusalén, estando lejos del propiciatorio, estuvieron, por lo tanto, lejos
de Dios. El propiciatorio (la cubierta del arca de la alianza, Lev. 16:14; Heb.
9:15) era lo más cercano a Dios que uno podía llegar.
"Pero ahora" nos acercamos a Dios "siendo justificados gratuitamente por
su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa
de haber pasado por alto, en paciencia, los pecados pasados" (Rom. 3:24,25).
Jesús dijo en Juan 10:16, "también tengo otras ovejas que no son de este
redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor". Esto concuerda perfectamente con lo que Pablo enseña en este capítulo,
porque es el mismo tema.
Por consiguiente, Pedro pudo decir en el día de Pentecostés, "Porque para
vosotros (judíos) es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que estén
lejos (gentiles); para cuantos el Señor vuestro Dios llamare" (Hech. 2:39).
-- "por la sangre de Cristo". Los judíos se acercaban al propiciatorio,
el símbolo de la presencia divina, por medio de la sangre que se ofrecía en los
sacrificios que apuntaban hacia Cristo, "el cordero de Dios que quita los
pecados del mundo" (Juan 1:29), pero ahora Cristo ha ofrecido a sí mismo como
la verdadera expiación por los pecados, tanto de los gentiles como de los judíos
(1 Juan 2:1,2).
2:14 -- "nuestra paz", el Autor y Causa de la paz. "Justificados, pues,
por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo"
(Rom. 5:1). (Aquí otra vez se pone la "causa" por el "efecto"; Cristo no es paz,
sino la causa o él que hace posible la paz.)
-- "que de ambos hizo uno". Compárese Juan 10:16. Cristo estableció
una sola iglesia que está compuesta por ambos judíos y gentiles, los obedientes
de toda nación, raza y lengua (Gál. 3:28,29). Anteriormente judíos y gentiles
tenían distintos objetos de adoración, y se odiaban los unos a los otros, pero
ahora adoran al mismo Dios y tienen paz entre sí. Se regocijan en el mismo
Salvador, gozan de la misma redención, disfrutan de la misma esperanza.
El capítulo 4:1-6 registra las siete unidades cardinales. Estas unidades son
el vínculo dorado que ha constituido a todos los obedientes en una sola familia.
Los cristianos son los que se han reconciliado con Dios -- y por consiguiente --
los unos con los otros. La misma regla está en vigor hoy en día: reconciliados
con Dios, hemos de estarlo unos con otros. Si hay dos individuos enemistados,
que el uno y el otro busquen la paz con Dios por medio de Cristo, y si logran
alcanzar esta paz, pueden también llegar a lograr la paz entre ellos mismos.
Cristo se llama "Príncipe de paz" (Isa. 9:6). Al evangelio se le nombra
"evangelio de paz".
Estúdiese Ezequiel 37:15-28 acerca de la promesa de la unidad que se
realizaría en Cristo y su reinado. El ver. 24 dice, "Mi siervo David será rey sobre
ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor", texto parecido a Juan 10:16. "Mi
siervo David" es, desde luego, el Hijo de David (Cristo).
La unidad y la paz merecen que hagamos un gran esfuerzo por
promoverlas. Cristo es Hacedor y Predicador de una paz multiforme. Se roba a
sí mismo aquel individuo que no goza de la paz con Dios, la paz consigo mismo,
la paz con el hermano, y en cuanto sea posible de su parte, la paz con todos los
hombres.
La iglesia es un organismo en que todo cristiano es fundido con los demás
cristianos, y este cuerpo unido viene siendo una santa habitación de Dios, la
obra maestra de su sabiduría redentora, poder y gracia.
-- "derribando la pared intermedia de separación", la ley de Moisés,
con sus ordenanzas peculiares y ritos (como la circuncisión) exclusivos. Esta
pared excluía a los gentiles incircuncisos del culto verdadero. Una pared literal
en el templo separó el atrio de los gentiles del resto del templo. Había
inscripción que prohibía la entrada a los gentiles. Hech. 21:28 registra el gran
alboroto levantado cuando Pablo fue falsamente acusado de haber metido a un
gentil en el templo.
Pero Cristo derribó esa pared. Dice Pablo en su carta a los colosenses
(2:14-17), "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz ... Por tanto, nadie
os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días
de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de
Cristo".
De esta manera Cristo quitó aquello que ocasionó el distanciamiento entre
judíos y gentiles. Hizo posible la tregua y la paz puede reinar. ¡Con razón Pablo
se gloriaba en la cruz de Cristo! (Gál. 6:14).
Por lo tanto, quitado el sistema mosaico, el gentil tiene acceso al templo
espiritual, la iglesia de Cristo.
2:15 -- "aboliendo en su carne las enemistades, la ley". Pablo se refiere
a la ley de Moisés. Habla de "la ley de los mandamientos, expresados en
ordenanzas". De esta misma ley él habla en 2 Cor. 3, y le llama "el ministerio
de muerte grabado con letras en piedras" (v. 7), o simplemente "la letra" que
mata.
La ley de Moisés se llama "el ministerio de muerte" porque solamente
condenaba el pecado y al pecador sin proveer un salvador. Había condenación
pero no había salvación, porque "la sangre de los toros y de los machos cabríos
no puede quitar los pecados" (Heb. 10:4), sino solamente cada año se hacía
memoria de los pecados (v. 3); es decir, los sacrificios que había bajo la ley de
Moisés apuntaban hacia Cristo, "el Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo" (Juan 1:29). La carta a los hebreos explica perfectamente la necesidad
del sacrificio de Cristo, y de una nueva ley.
Pero en Efes. 2:14-17 Pablo habla de la abolición de la ley de Moisés para
quitar las enemistades causadas por ella. Esa pared era necesaria durante el
período de tiempo en que estaba en vigor la ley de Moisés. La nación de Israel
fue escogido por Dios para ser su pueblo escogido y especial, para que a través
de esta nación pudiera venir el Mesías, el Salvador del mundo.
Fue muy necesario que Israel se quedara muy apartado de las otras na-
ciones. Por lo tanto, se les dio una tierra especial, una ley especial, y costumbres
especiales y peculiares. En Ester 3:8 leemos, "Y dijo Amán al rey Asuero: Hay
un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de
tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes
del rey".
Muchas leyes fueron diseñadas para hacerles una nación distinta y
separada de las demás naciones; por ejemplo, los israelitas no podían comer la
misma comida que las demás naciones comían. También se les prohibió casarse
con los cananeos. Tuvieron que guardar el día séptimo como día consagrado a
Dios. Estas y muchas otras leyes les hicieron muy diferentes y distintos a los
demás. Estas leyes formaron una pared de separación entre los judíos y los
gentiles.
Los "sabatistas" hablan de una "ley moral" (los diez mandamientos) y una
"ley ceremonial" (las ordenanzas con respecto a los sacrificios y otros
servicios), dividiendo en dos partes la ley antigua, y afirman que solamente la
"ley ceremonial" fue abolida. Pablo no hace tal distinción, sino habla de "la ley"
(singular), y dice que fue quitada (Col. 2:14; 2 Cor. 3:7,11,13; Rom. 7:1-3, etc.).
Pedro se dio cuenta de que a los gentiles ya no era correcto llamarles
inmundos. Cuando fue a la casa de Cornelio, el Señor le dijo en el éxtasis, "Lo
que Dios limpió, no lo llames tú común" (Hech. 10:15). El dijo a Cornelio y a
los demás, "Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o
acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre
llame común o inmundo ... En verdad comprendo que Dios no hace acepción
de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia"
(Hech. 10:28,34,35).
Cristo quitó, pues, esa ley que hizo separación entre los judíos y los
gentiles. No lo hizo meramente por medio de sus enseñanzas, sino "en su
carne"; es decir, en la cruz (Col. 2:14).
El orgullo del judío recibió un fuerte golpe cuando la ley de Moisés fue
quitada, porque se consideraba a sí mismo como el favorito del cielo, y poseído
del conocimiento verdadero. Lo que no podía -- o, por lo menos, no quería --
reconocer el judío fue la naturaleza provisional de aquel sistema que le
favoreció sobre los demás hombres. Tampoco quería reconocer que dicho
sistema sería y fue superado e invalidado por un mejor pacto que abolió las
distinciones entre judíos y gentiles y los unificó en Cristo.
2:16 -- "un solo cuerpo". Pablo emplea un buen número de metáforas:
la iglesia es la familia de Dios, el templo de Dios, la esposa de Cristo, el reino
de Cristo, y el cuerpo de Cristo. Formamos un cuerpo con intereses mutuos: el
mismo Dios, el mismo Señor, el mismo Espíritu Santo, la misma fe, el mismo
culto, la misma obra, la misma esperanza, etc. La iglesia es un organismo que
funciona a través de sus miembros (4:16).
2:17 -- "vino y anunció" tanto a los "que estabais lejos" (gentiles), como
a los que "estaban cerca" (judíos). ¿Cómo? Jesús obró durante su ministerio
personal entre los judíos ("las ovejas perdidas de la casa de Israel", Mat. 10:6;
15:24). ¿Cuándo predicó a los gentiles? Por medio de sus mensajeros, los
apóstoles. (Compárese 1 Ped. 3:19, Cristo predicó por medio de Noé a los que,
por su desobediencia, son actualmente "espíritus encarcelados"; también "el
Espíritu de Cristo" estaba en los profetas, 1 Ped. 1:11).
2:18 -- "entrada". Para entrar en la presencia de un soberano es
necesario que alguien nos "presente" ante él. No es posible que algún individuo
-- simplemente por querer hacerlo -- entre en la presencia del rey o presidente o
gobernador; tal entrevista tiene que ser arreglada por alguna persona de mucha
influencia.
Nosotros tenemos, gracias al Dios bondadoso, entrada por medio de
Cristo al trono de Dios. Dios, el Padre, ha hecho posible nuestra entrada a su
trono. "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través
del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Heb.
10:19-22; véase también Heb. 4:15,16). Dios, el Espíritu Santo, nos revela y
explica todo detalle de esta gran bendición, esta entrada, y nos alienta con
motivos fuertes para que la aprovechemos.
(En cuanto a mi persona, no hay otra promesa que me aliente más que
esta, de que por indignos que seamos, Dios nos invita a acercarnos con
confianza delante de su trono por la mediación de Jesucristo.)
2:19 -- "ya no sois extranjeros", que no disfrutan de los privilegios e
inmunidades del ciudadano. Ahora son hijos (participantes) y no meramente
espectadores, o huéspedes, sino verdaderos miembros de la familia de Dios.
No existe en la iglesia "miembros de segunda clase", "miembros
inferiores", etc. debido a su raza, color, lengua o pobreza. Todo santo es un
soberano bajo Dios por medio de Cristo Jesús (1 Ped. 2:9; Apoc. 1:6).
-- "ni advenedizos", los que moran cerca de otros; los que no son
miembros -- sino viven cerca -- de alguna familia, ciudad, o país. Por cerca que
estuviesen los gentiles a Dios, no eran considerados por los judíos como
hermanos a menos que se circuncidaran para llegar a ser judíos. Pero ahora en
la iglesia tanto los gentiles como los judíos obedientes son la misma ciudad de
Dios (Heb. 12:22; Apoc. 21:2; Gál. 4:26).
-- "conciudadanos", ahora mucho más que huéspedes. Se han
"naturalizado" y gozan de plena ciudadanía divina (Fil. 3:20). Véase el prefijo
"co" empleado en 3:6.
2:20 -- "fundamento de los apóstoles y profetas", en el sentido de que
la doctrina apostólica (Hech. 2:42) es la doctrina de Cristo (Juan 17:8,14). Lo
que ellos ligaron y desataron en la tierra ya se había ligado y desatado en el cielo
(Mat. 16:19; 18:18; Juan 20:22,23).
Como embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20), los apóstoles hablaron con la
autoridad de Dios, porque fueron guiados por el Espíritu Santo (Juan 14:26;
15:26,27; 16:7-15; Hech. 2:4).
Jesús, hablando de la gran importancia de la enseñanza apostólica, dijo
que ellos ocuparían doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel durante
el tiempo de "la regeneración" (Mat. 19:28). Esto comenzó a cumplirse el día
de Pentecostés (Hech. 2), porque ellos comenzaron en ese día a predicar el
evangelio, y somos regenerados por el evangelio. Los apóstoles ocupan tronos
en el sentido de juzgar o gobernar a través de sus enseñanzas inspiradas. La
expresión "las doce tribus de Israel" significa la totalidad del pueblo de Dios, la
iglesia universal. En Gál. 6:16 se llama el "Israel de Dios".
-- "principal piedra del ángulo Jesucristo mismo". Cristo es la piedra
principal o piedra del ángulo, porque (1) por medio de esta piedra el Arquitecto
ha fijado la regla para toda relación y conexión de las paredes; (2) la piedra del
ángulo unifica con simetría a las paredes; y (3) la piedra del ángulo sostiene más
peso que el resto del fundamento. La piedra del ángulo tiene que ser una piedra
muy especial. Es una piedra selecta, escogida. Pero Cristo fue la piedra
rechazada por los edificadores (los judíos) (Mat. 21:42; Hech. 4:11,12; 1 Ped.
2:6).
Este texto da énfasis a la verdad de que el glorioso templo de Dios
descansa sobre la deidad y las enseñanzas de Cristo (entregadas por los
apóstoles y profetas de Cristo), y no sobre la filosofía humana, ni sobre la fuerza
política, ni sobre la tradición humana (Mat. 15:8,9).
2:21,22 -- "coordinado ... edificados". Concepto noble es éste de la
hermandad en Cristo Jesús. El evangelio cambia la disposición de cada persona
que anhele la salvación para que sienta el deseo de formar parte de este glorioso
templo -- la santa habitación de Dios -- si tal persona se sujeta en cuerpo y alma
a la voluntad de Cristo, y cambia su actitud hacia Cristo, cambiará también,
automáticamente, su actitud hacia el hermano. Si todos los seguidores de Cristo
son en verdad cristianos -- si en verdad imitan a Cristo -- entonces habrá una
relación buena y sana entre ellos. Pero si los miembros no están coordinados,
habrá discordia en el cuerpo, y no será apropiado para ser un templo del Señor.
Es interesante observar que la palabra "templo" que aparece en este ver-
sículo no es la palabra "hieron" (el templo con sus atrios, pórticos, etc.), sino
"naon" (el santuario).
Capítulo 3
Resumen: Los gentiles son copartícipes del evangelio y de la obra de evange-
lización encargada a Pablo, vers. 1:12. El desea que ellos comprendan la
excelencia del plan de salvación, vers. 13-19. Alabanza a Dios, vers. 20,21. En
realidad todo el capítulo se puede considerar como la oración de Pablo para que
seamos fortalecidos en Cristo por medio del conocimiento espiritual (vers.
3,4,18), y por la presencia del Espíritu y Cristo en nosotros (vers. 14-19). La
sección desde el ver. 2 hasta el ver. 13 es un paréntesis.
3:1 -- "Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por
vosotros los gentiles". Pablo era prisionero (6:20, "embajador en cadenas";
Hech. 21:28,33; 28:17,20) por los gentiles, por predicar el evangelio glorioso
de la cruz de Cristo que produce paz entre judíos y gentiles y los reconcilia a
ambos en un mismo cuerpo. Por afirmar que los privilegios del evangelio
pertenecen tanto al gentil como al judío, Pablo era prisionero.
Cuando Pablo predicó esta verdad -- este evangelio "de paz" -- los judíos
se llenaron de celos e incitaron a los romanos en contra de él. Obsérvese la
conducta de los judíos en Hech. 22:17-24 cuando Pablo dijo que Dios le envió
a él a los gentiles.
Pero Pablo no quería que los hermanos desmayaran "a causa de mis tribu-
laciones por vosotros" (v. 13). Siempre tenía mucha solicitud por los hermanos
gentiles en este respecto. Para Pablo las cadenas no eran nada, pero tenía
cuidado por los hermanos, para que nadie se escandalizara a causa de sus
prisiones.
Lo que Pablo comienza a decir en el ver. 1 tocante a ser prisionero se
continúa en el ver. 13. Los vers. 2-12 son un paréntesis que explica más
ampliamente el llamamiento de los gentiles y el conocimiento de Pablo del
"misterio de Cristo". Esta expresión se refiere al hecho de que tanto los gentiles
como los judíos son llamados por Dios para formar un solo cuerpo, que es la
iglesia de Cristo (1:22,23; 2:16; 4:4).
Los vers. 14-19 expresan el deseo ferviente de Pablo de que ellos
comprendan el evangelio "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios"
(ver. 19). Termina el capítulo con una alabanza para Dios por su bondad y por
la gloria de su plan de salvación.
3:2 -- "si es que habéis oído", ("supuesto que habéis oído", Versión
Moderna). Ellos sí habían oído. Pablo no expresa duda.
-- "administración". ("dispensación", BAS). Véase Col. 1:25. Se refiere
al ministerio de Pablo, o sea, a su apostolado.
3:3 -- "que por revelación me fue declarado". Véanse Gál. 1:11,12; 1
Cor. 15:1-4.
-- "el misterio". Véase 1:9; 3:1. Significa la revelación divina con
respecto al evangelio que era tanto para gentiles como para judíos. Estos
siempre entendían que Dios tenía bendiciones para los gentiles, pero lo que
nunca entendieron -- y lo que no querían aceptar -- fue que los gentiles serían
aceptados como iguales a los judíos cuando obedecieran al evangelio, y esto sin
guardar la ley de Moisés (y en especial, la circuncisión).
Se requería una revelación especial (una visión) para que el apóstol Pedro
dijera, "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que
en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (Hech. 10:34,35).
-- "antes lo he escrito brevemente" (1:9; 2:11-13).
3:4 -- "Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en
el misterio de Cristo". Las cartas de los apóstoles se leían públicamente
(véanse Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Pablo quería que todos los hermanos
entendiesen el evangelio (1:16-19; Col. 1:9; 2:2). El asegura que cuando se lea
lo que él escribe, todos pueden entender. Además, él da este mandamiento: "no
seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor" (5:17).
Los efesios quemaron sus libros de la magia (Hech. 19:19), y en esta carta
Pablo les enseñó que deberían llenar su mente con la palabra de Dios (véase
Col. 3:16). Los libros que enseñaban la magia sólo engañaban a los efesios, pero
la palabra del evangelio les salvaba y les edificaba. Dijo Pablo a los ancianos
de Efeso, "os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder
para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados" (Hech. 20:32).
Es muy importante observar que la lectura de la palabra de Dios
proporciona el conocimiento necesario para la salvación. La palabra "lectura"
implica el entendimiento de las palabras empleadas. Desde luego, el que lee no
entiende el mensaje de la Biblia si no entiende las palabras mismas. Pero toda
persona que esté dispuesta a tomar la molestia de aprender el sentido de las
palabras habladas por el Espíritu Santo, bien puede entender la voluntad de
Dios. Las palabras inspiradas son fáciles de entender, pero si alguno no entiende
ciertas palabras, debe consultar un diccionario castellano. (No es cuestión de
conseguir diccionario bíblico -- aunque éstos son muy útiles -- sino un
diccionario ordinario del idioma que se hable).
3:5 -- "en otras generaciones no se dio a conocer". Esta revelación fue
hecha solamente por los "apóstoles y profetas" del Nuevo Testamento. Por
ejemplo, Hech. 10:34,35; 11:18; 15:12-29 son algunos textos que revelan este
misterio. La promesa fue dada en Gén. 12:1-3, y los israelitas la aceptaron,
entendiendo que Dios tenía grandes bendiciones para los gentiles. Pero lo que
nunca reconocieron y lo que no querían aceptar fue que los gentiles podían
llegar a ser hijos de Dios a la par con los judíos por medio de aceptar el
evangelio de Cristo, sin más nada.
Los israelitas no entendieron "en otras generaciones" lo que Pablo explica
en Rom. 2:26-29; Gál. 3:26-29; etc. Odiaron a Pablo por enseñar tales cosas.
-- "por el Espíritu". Como Jesús prometió en Juan 14:26; 16:13, el
Espíritu Santo hablaría a través de los apóstoles para revelar toda la verdad.
3:6 -- "coherederos" de todas las bendiciones del pacto de la gracia, de
"toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Bajo la
dispensación de la gracia las bendiciones de Dios son para todos. Todo cristiano
(tanto gentil como judío) es coheredero con todos los demás cristianos. Dios
no tiene bendiciones especiales para los judíos ahora. El prefijo "co" significa
igualdad. Significa que Dios no hace acepción de personas. Los que enseñan
que Dios tiene planes especiales para los judíos en algún supuesto "reino
milenario" rechazan esta preciosa enseñanza de Pablo.
-- "miembros del mismo cuerpo, copartícipes de la promesa". Pablo
emplea varios términos para dar énfasis a esta verdad. Lo que enseña es la
igualdad espiritual de los conversos gentiles con los conversos judíos.
-- "en Cristo Jesús", no en el judaísmo, sino en el evangelio de Jesús.
Hechos 15 revela cómo los apóstoles y ancianos se reunieron para darse cuenta
de la revelación uniforme del Espíritu Santo con respecto a esto. Todos pudieron
ver claramente que los hermanos gentiles no tenían y no tienen que
circuncidarse y guardar la ley de Moisés para ser salvos. Esta gran bendición se
halla exclusivamente "en Cristo Jesús", sin mezclar otra cosa. Estas bendiciones
no se obtienen a través de la ley de Moisés, ni mucho menos a través de las
buenas obras de las religiones humanas (véanse Mat. 15:8,9; Col. 2:20-23; Efes.
2:8,9; Tito 3:4,5, etc.).
-- "fui hecho ministro". Pablo estudió bajo Gamaliel para ser rabí y líder
en el judaísmo (Hech. 22:3; Gál. 1:14), pero Dios cambió los planes de este gran
hombre (Hech. 22:15,21; Gál. 1:15,16).
-- "según la operación de su poder", y no por la inclinación personal
innata de Pablo. Este hombre fue verdaderamente llamado para ser apóstol de
Cristo.
3:8 -- "soy menos que el más pequeño", incomparablemente el menor.
Pablo siempre se sentía profundamente indigno de ser apóstol de Cristo. Nunca
se le olvidó la gran misericordia de Dios al perdonarle haber sido "blasfemo,
perseguidor e injuriador" (1 Tim. 1:13). No solamente le perdonó, sino también
le hizo ministro y apóstol de Cristo. En 1 Cor. 15:8,9, dice, "y al último de todos,
como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los
apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia
de Dios". La palabra "abortivo" se refiere, como indica el siguiente versículo,
al concepto tan humilde que Pablo tenía de sí mismo. Se usó esta expresión para
indicar inferioridad, porque generalmente el niño abortivo (prematuro) era más
pequeño y más débil.
En 2 Cor. 11:5 Pablo dice, "pienso que en nada he sido inferior a aquellos
grandes apóstoles", hablando no de los doce apóstoles, sino de los falsos
apóstoles de Corinto (vers. 12,13).
-- "esta gracia", su apostolado. En Gál. 2:7, Pablo dice, "vieron que me
había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión"; luego agrega en el
ver. 9, "y reconociendo la gracia que me había sido dada". Esto indica que la
palabra "gracia" se refiere al apostolado que él recibió. También en 1 Cor. 7:25,
dice, "doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser
fiel". En este texto también se refiere a su apostolado (1 Cor. 14:37).
-- "inescrutable riqueza". Véase 1:7, notas. No se pueden explorar o
medir, insondables (Rom. 11:33). Faltan palabras para describirlas. Las
perfecciones de Jesucristo (Col. 2:9) son un tesoro inconmensurable, mayor que
los tesoros del templo de Diana de los efesios, y aun mayor que las grandezas
del templo de Salomón.
3:9 -- "aclarar ..." ("hacer que todos los hombres vean", VM). Significa
prender la luz, abrir los ojos a todos los hombres (1:18; Hech. 26:18,19; Col.
1:26).
-- "dispensación", 3:2, notas.
3:10 -- "para que la multiforme sabiduría", la sabiduría multilátera o
grandemente diversificada, como los colores variados de un paisaje, o del arco
iris.
-- "sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados
y potestades en los lugares celestiales".
"Así pues la iglesia viene siendo la universidad para los ángeles y para
cada santo un profesor" (Wuest). "No bastaba exhibirla (su sabiduría) por medio
de la formación del sol, las estrellas, la tierra, los mares, las montañas, los
diluvios. No era suficiente mostrarla por medio de la creación de seres
inteligentes, ni por medio de la formación de mentes inmortales sobre la tierra
ni por medio de los varios órdenes del mundo angélico. Había conceptos del
carácter divino que podían obtenerse solamente en conexión con la redención
del mundo". (Barnes).
Los "principales y potestades" son los seres angélicos en sus varios
órdenes. Heb. 1:14 dice, "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?" Véanse también 1
Cor. 4:9 y Heb. 12:22. Los ángeles no solamente están ministrando a los
cristianos, sino también ellos mismos observan la multiforme sabiduría de Dios.
1 Ped., 1:12 se refiere al "evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo;
cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (con referencia a los tipos,
sombras y profecías del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo
Testamento).
3:11 -- "propósito eterno", 1:4, notas.
3:12 -- "seguridad y acceso con confianza". Hay seguridad porque hay
acceso al trono de Dios por medio de Cristo. Véase 2:18, notas sobre la palabra
"entrada". Dice Cristo (Juan 14:6), "Yo soy el camino, y la verdad y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí". El es nuestro acceso al Padre. El es nuestro
perfecto Mediador (1 Tim. 2:5; Heb. 2:18; 4:15,16).
Tenemos seguridad "si andamos en luz", (1 Juan 1:7); es decir, si
practicamos la verdad (1:6); si guardamos sus mandamientos (2:3); si
guardamos su palabra (2:5); si andamos como El anduvo (2:6); si amamos a los
hermanos (2:10); en fin, si permanecemos en El: "Y ahora, hijitos, permaneced
en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza" (2:28).
3:13 -- "no desmayéis". Este versículo es la continuación del ver. 1.
Compárese Fil. 1:12-14, notas. Los apóstoles se regocijaban en sus tribulaciones
(Hech. 5:41; 16:24, 25; 2 Cor. 12:5,10; Col. 1:24), pero a los nuevos conversos
les faltó la madurez. Pablo habla de su preocupación personal por todas las
iglesias (2 Cor. 11:28), y nos exhorta frecuentemente a no desmayar (perder el
valor, desanimarnos). Véanse 2 Cor. 4:1, 16; Gál. 6:9; 2 Tes. 2:13; Luc. 18:1.
3:14 -- "Por esta causa". Por la gracia de Dios que salva tanto a los
gentiles, como a los judíos, y por el exaltado privilegio y honor de ser apóstol y
ministro de los gentiles. "Por esta causa" se conecta directamente con los vers.
1-13, e indirectamente con todo lo que ha dicho desde el principio de la carta.
(Véase 1:15, comentario sobre "por esta causa".)
-- "doblo mis rodillas". Véanse Luc. 22:41; Hech. 20:36 (otros ejemplos
de orar de rodillas); otras posturas del cuerpo en la oración se observan en Mat.
20:20, 26, 27 ("se sentó a la mesa ... y bendijo"); Mat. 26:39 y Mar. 14:35, "se
postró sobre su rostro"); Luc. 18:13, "estando en pie allá lejos" (VM); "de pie,
y a cierta distancia" (BAS); 1 Tim. 2:8, "oren ... levantando manos". Es
apropiado orar a Dios de rodillas, sentados, de pie, postrados y levantando
manos; lo importante es la humildad y reverencia.
3:15 -- "de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la
tierra". Es el Padre de quien vienen todas las bendiciones (Sant. 1:17), y es el
Padre común de ángeles, y de todos los hombres, tanto de los gentiles como de
los judíos. Es el "Padre de los espíritus" de todos (Heb. 12:9). Este pensamiento
es muy significante, y necesario para que los judíos reconocieran que los
gentiles también "toman nombre" de Dios. Dios no es el Dios exclusivo de los
judíos.
3:16-19 -- Cinco peticiones:
A. "para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos
con poder en el hombre interior por su Espíritu;
B. para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor,
C. seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea
la anchura, la longitud, la profundidad y la altura;
D. y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,
E. para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios".
Es imposible comprender las riquezas de su gracia y el amor de Cristo si
no estamos bien arraigados y cimentados en amor. "Pablo desea que los santos
se carguen con todo el voltaje de la fuerza todopoderosa de Dios que sean
capacitados a llevar" (Bell).
3:16 -- "riquezas de su gloria". Véanse 1:18; Fil. 4:19; Col. 1:27; Rom.
9:23. Estas riquezas no pueden medirse con medidas humanas.
-- "fortalecidos con poder en el hombre interior", (2 Cor. 4:16), el
espíritu, el corazón (la inteligencia, la voluntad, la conciencia, las emociones).
Es importante que el hombre exterior (el hombre físico) sea fuerte y sano, pero
es aun más importante que el hombre interior sea fortalecido. Hay muchos
cristianos con cuerpos muy débiles y afligidos que son muy fuertes en "el
hombre interior".
3:17 -- "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". La
palabra "habitar" (katakeo) sugiere la residencia permanente en contraste
con paroikeo que significa una estadía temporánea. Cristo debe ser miembro
permanente de nuestra casa, y no huésped de vistas cortas y eventuales. Su
residencia depende enteramente de nuestra fe, la fe que "es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios" (Rom. 10:17). Por eso Pablo dice, "La palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros" (Col. 3:16). "Lo que habéis oído desde el
principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio
permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el
Padre" (1 Juan 2:24). Cristo no habita en los corazones de los que no aceptan
sus enseñanzas.
Millones de carismáticos dicen que tienen a Cristo en sus corazones. Lo
dicen repetidas veces en sus sermones, en sus canciones, y en sus escritos. Pero
Cristo no habita en el corazón de nadie excepto por la fe basada en oír y en
obedecer sus enseñanzas.
Muchos dicen que la doctrina no importa, y no les interesa un estudio
detenido de la palabra de Dios. No predican la importancia de obedecer al
evangelio (1 Ped. 4:17,18; 2 Tes. 1:7-9). Para ellos el tener a Cristo en su
corazón es asunto emocional que no tiene nada que ver con la doctrina bíblica
de habitar Cristo por la fe en nuestros corazones.
-- "arraigados", teniendo raíces fuertes; "arraigados y sobreedificados
en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracias" (Col. 2:7).
-- "cimentados en amor", cosa tan necesaria para unir a los judíos y los
gentiles en el primer siglo, pero igualmente necesario para unificar a los hijos
de Dios del tiempo presente. Hay gran diversificación entre nosotros en cuanto
a cultura, habla, costumbres y modos de pensar. Para que haya en realidad "un
cuerpo" se requiere mucho amor bíblico. Pero el amor bíblico no es cosa de pura
emoción y sentimiento. Significa que sinceramente procuremos el bien los unos
de los otros, que busquemos la unidad, y que colaboremos por Cristo, dejando
y olvidando la carnalidad mundana.
3:18 -- "seáis plenamente capaces de comprender", eminentemente
capaces. Es el objeto y propósito de habitar Cristo en nosotros. El mora o habita
en nuestros corazones por medio de la fe que tenemos por haber oído y
obedecido su Palabra, y nos hace plenamente capaces de comprender el amor
de Cristo demostrado en el evangelio. En esto vemos claramente la relación
entre el habitar Cristo en nosotros y el comprender su voluntad. Cristo no mora
en nosotros simplemente para darnos alguna emoción placentera en el corazón.
Habrá gran gozo, sí, pero este gozo bíblico depende de la comprensión y la
aceptación de la voluntad (la enseñanza) de Cristo. De otro modo el supuesto
gozo que tiene la gente es cosa hueca y falsa. La verdad es que mucho "gozo"
que se observa en las reuniones de los carismáticos no tiene nada que ver con
el gozo bíblico.
La palabra "comprender" es un término que sugiere asirse de algo, tomar
posesión de algo con la mente. Compárese Fil. 3:12, "alcanzar" y "asir". Cuando
la mente comprende, toma posesión, de las grandes verdades del evangelio, esto
produce una fuerza mayor en nuestras vidas. Hay fuerza en el conocimiento
verdadero. "Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia ... Sabiduría ante todo;
adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia" (Prov.
4:5-7).
-- "comprender con todos los santos". La verdad y su comprensión es
para todos los santos. No es solamente para los judíos. No es solamente para los
que reciben la bendición de la educación formal en las escuelas. No es para un
supuesto "clérigo" (la Biblia no habla de "clérigos y laicos"). La palabra
"iglesia" nunca significa un grupo elegido y selecto que interpreta la Biblia por
otros. La bendición de comprender la voluntad de Dios no es un privilegio
elitista. Es para todos los santos, y más que privilegio, es esencial.
-- "la anchura, la longitud, la profundidad y la altura", la medida
rectangular, la comprensión madura (Heb. 5:12-14; Efes. 4:11-14). No conviene
que el cristiano esté satisfecho con su entendimiento inicial de las doctrinas
fundamentales, tales como el bautismo, el orden del culto, etc. Es imperativo
que todos sigamos estudiando toda la vida las cosas que pertenecen a la
salvación. ¡Qué contraste entre el lenguaje usado por Pablo en este texto y el
conocimiento superficial de tantos miembros de la iglesia! Y no se trata de
miembros nuevos, sino de hermanos que tienen muchos años en la iglesia.
3:19 -- "el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento". No hay
palabras adecuadas para escudriñar y describir este amor. Son riquezas
"inescrutables", insondables. En este sentido "excede a todo conocimiento".
Pero sí podemos conocer y entender lo que Dios nos dice acerca del amor de
Cristo (3:3,4), y nuestra comprensión crece con la experiencia de vivir por
Cristo. Hay gran diferencia entre el conocer mentalmente y el conocer por la
experiencia. En Rom. 12:2 Pablo dice, "transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta"; debemos comprobar o confirmar por
la experiencia personal que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta
para nosotros.
Si andamos con Cristo, experimentando su poder en nuestra vida y
gozando de sus bendiciones espirituales, comprenderemos cada vez mejor el
verdadero significado del amor de Cristo "que excede a todo conocimiento".
-- "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios". A Pablo le
gustaba la palabra "plenitud" (véanse 1:23; 4:13; Col. 1:19; 2:9; Gál.. 4:4; etc.).
Es el clímax de sus peticiones, la última de las cinco de este texto. Es el deseo
de Pablo de que seamos los recipientes de todo lo que Dios nos ofrece, todas las
riquezas de su gracia. Es como la exhortación de 5:18, "sed llenos del Espíritu".
Pablo no quiere que nos falte nada de las ricas provisiones espirituales de Dios.
3:20,21 -- "Y a Aquel ... sea gloria en la iglesia en Cristo". El tema del libro
bien se expresa en estos versículos. Dios recibe gloria por medio de la iglesia
(3:10). Dios hace grandes cosas a través de su iglesia para la alabanza de su
nombre. Pero esto depende del crecimiento espiritual de la iglesia (4:16).
También depende de su pureza; debe ser iglesia gloriosa (5:27).
-- "es poderoso para hacer todas las cosas". Puede conceder todas estas
cinco peticiones y mucho mas.
-- "según el poder que actúa en nosotros". Véase 1:19,20; 2:1-6. El
poder que resucitó a Cristo nos levanta de la muerte espiritual y nos da vida
espiritual. Este mismo poder obra en nosotros para producir "el querer como el
hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13). "Poderoso es el Señor para hacerle
estar firme" al hermano débil (Rom. 14:4). Debemos alabar siempre al Señor
por su gran poder.
-- "por todas las edades". A través de la sucesión interminable de las
edades.
Capítulo 4
-Resumen: El capítulo 4 tiene que ver con los deberes de los miembros del
cuerpo de Cristo. En primer lugar, como vemos en los vers. 1-6, debemos
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. El cristiano debe andar
como es digno de la vocación, vers. 1-3. La unidad del Espíritu consiste en siete
unidades, vers. 4-6. Esta unidad ayudada por Dios: da al cuerpo una diversidad
de dones y ayudas, vers. 7-16. La segunda sección de este capítulo es una
amplificación del v. 1: su tema es el andar dignamente de la vocación, como
conviene a los santos, vers. 17-32. No andar como los otros gentiles (los
inconversos), vers. 17-19. El andar de los cristianos, vers. 20-32. Todas la
instrucciones de este capitulo son muy necesarias para el desarrollo del cuerpo
de Cristo. El v. 16 es un versículo clave de esta sección.
4:1 -- "andéis como es digno de la vocación". Dios nos llama por medio
del evangelio (2 Tes. 2:14). Hemos respondido al llamado. Somos los
"llamados" (así es la idea de la palabra "iglesia"). Antes, "anduvisteis ..
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire, el Espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (2:2). Ahora,
debemos andar en las buenas obras "las cuales Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas" (2:10). La palabra "digno" sugiere algo del mismo
peso (valor). Debe haber consecuencia entre nuestra vida y nuestra profesión.
4:2 -- "con toda humildad y mansedumbre". La palabra "humilde"
significa (según Larousse) "que se rebaja voluntariamente". Si esto describe
nuestro carácter, ya hemos dado el primer paso importante para efectuar buenas
relaciones con los hermanos. "No tenga más alto concepto de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura ... No seáis sabios en vuestra propia
opinión" (Rom. 12:3,16). "Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí
mismo se engaña" (Gál. 6:3). También, y muy relacionado a esto, cada miembro
del cuerpo de Cristo debe ser manso ("suave, apacible", Larousse). "Y aquel
varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la
tierra" (Núm. 12:3). "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat.
11:29).
Estas palabras no deben confundirse con conceptos de debilidad. Moisés
y Cristo demostraron toda clase de fuerza, pero los dos eran mansos. Una
persona débil difícilmente sería clasificada como mansa, porque la palabra
"mansedumbre" se usa para describir personas fuertes que también pueden ser
tiernas con la gente. Pablo demostró su mansedumbre cuando dijo, "fuimos
tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos
... como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de
vosotros" (1 Tes. 2:7,11). ¿Quién acusaría a Pablo de ser hombre débil y tímido?
-- "soportándoos con paciencia". Nunca faltarán entre hermanos
diferencias y desacuerdos de alguna clase. Hay gran diversidad de preferencias
personales y opiniones entre hermanos que no deben interrumpir la comunión.
Si hay humildad en lugar de orgullo, y si hay mansedumbre en lugar de
despotismo, tales diferencias no serán la causa de ningún problema. Nos
soportaremos con paciencia si hay amor bíblico.
El amor bíblico se describe en 1 Cor. 13:4-7: es sufrido, es benigno, no
tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no
busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se
goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor "no se irrita", sino soporta con paciencia. Efes. 4:31-5:2 describe el amor
bíblico.
No hay ningún conflicto entre las palabras "humildad" y "mansedumbre"
y los mandamientos que requieren el "reprender" y "redargüir", etc. Porque es-
tos son actos de amor. Recuérdese siempre que Cristo y Moisés eran muy
mansos, aunque condenaron fuertemente toda rebelión contra Dios.
4:3 -- "solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la
paz". Es necesario ser "solícitos", palabra que incluye la idea de tener cuidado,
porque no es siempre fácil serlo. Este mandamiento se ha descuidado mucho en
la iglesia. Se requiere mucha atención, mucha diligencia. Para alcanzar esta
meta, los miembros del cuerpo de Cristo tienen que esforzarse mucho,
predicando, enseñando, defendiendo la verdad, condenando el error, y
practicando lo que predican. Es necesario pelear para tener paz. Tanta gente
cree que con nada mas pronunciar la palabra "paz" todo será paz. Son como los
israelitas que "curaron la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz;
y no hay paz" (Jer. 8:11).
Los israelitas creían que habría paz con tal que no resistieran a sus
enemigos. Muchos religiosos creen lo mismo ahora. Aun en la iglesia del Señor
existe a veces, lamentablemente, esta actitud. Hay hermanos que no quieren
condenar el error, no quieren hablar fuertemente para defender la verdad, y no
quieren practicar la disciplina. Su "paz" se convierte en muchos problemas y en
la apostasía. La palabra "solícitos" significa lo que Judas dice (v. 3),
"exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada
a los santos". La "fe" de Judas 3 es la misma "fe" de Efes. 4:5, y abarca todas
las siete unidades de Efes. 4:4-6.
La expresión "unidad del Espíritu" coincide con "reunir todas las cosas
en Cristo" (1:10) y con la reconciliación de judíos y gentiles en un cuerpo (2:15-
17). Es un tema central de la carta. Si queremos ser verdaderos miembros del
cuerpo de Cristo, no podemos descuidar esta exhortación.
"Y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Cor. 5:19).
La obra de evangelizar es la obra también de reconciliarnos con Dios en un
cuerpo. Esto quiere decir que el evangelio no solamente nos reconcilia con Dios,
sino también nos reconcilia el uno al otro. No es posible amar a Dios sin amar
a los hermanos (1 Jn. 2:11; 3:14; 4:7,12,20). Si no hacemos todo lo posible por
estar reconciliados con los hermanos, no estaremos reconciliados tampoco con
Dios. Los que promueven divisiones entre hermanos deben ser disciplinados
(Rom. 16:17).
-- "guardar". El Señor no nos encargó la creación de la plataforma de
la unidad, sino el "guardar" la unidad del Espíritu, la unidad enseñada por Dios.
Cristo es la cabeza del cuerpo. El nos ha dicho cuál es el fundamento de la
unidad. Todos los profesados cristianos dicen que quieren la unidad, pero cada
grupo religioso quiere establecer su propia plataforma o base para tenerla.
Quieren poner sus propios requisitos o condiciones, pasando por alto lo que el
Espíritu Santo dice en este texto.
Es imperativo que la iglesia reconozca que el Espíritu Santo, y no la
iglesia, se encarga de establecer los requisitos o condiciones de la unidad. La
unidad es cosa preciosa (Sal. 133:1), pero nada vale una llamada unidad que es
una mera "unión" o amalgamación de credos contradictorios.
El ecumenismo no es unidad bíblica en ningún sentido, sino es una unión
de varios grupos religiosos que se unen para su conveniencia y no dan ninguna
importancia a las enseñanzas de Cristo. Estos grupos quieren lograr ciertos fines
según sus propósitos humanos, y la supuesta "unidad" les conviene. Se "unen"
para tener mas número y así tener mas influencia delante del gobierno, o delante
del mundo catolicoromano. Se "unen" para tener campañas como las de Billy
Graham. Pueden hacerlo porque no predican el evangelio puro de Cristo. Las
enseñanzas del Nuevo Testamento no les interesan porque estas estorban su es-
pecie de "unidad".
Pero Pablo habla, desde luego, de la iglesia verdadera. Ni ella tiene la
prerrogativa de nombrar las condiciones de la unidad. Debe "guardar" lo que el
Espíritu especifica. No debe ni añadir ni quitar de estos requisitos inspirados.
Los sectarios se condenan porque quitan como requisito de la salvación el
bautismo, y cambian muchas otras de las doctrinas y prácticas de la iglesia del
Nuevo Testamento. Algunos de ellos aun quitan la esperanza de un hogar
celestial y eterno.
Pero también siempre existe el peligro de que algunos hermanos en Cristo
impongan sus opiniones como si fueran leyes (leyes humanas, Mat. 15:9) y en-
tonces incorporarlas como parte integral de la una "fe". Hay gran diferencia
entre la ley de Cristo y muchas aplicaciones de ella hechas por algunos
hermanos en Cristo.
La unidad enseñada por Pablo no es una unidad "mística". Se puede
entender y se puede identificar. El texto es explícito y no oscuro. Si esta unidad
requerida por el Espíritu Santo no existe en lo externo, ciertamente no existe en
lo interno.
-- "la paz" es la cadena de oro que junta estas siete unidades en una. Si
no hay paz, no hay unidad. En otras palabras, podemos creer en un Dios, en un
Señor, en un Espíritu Santo, en una misma fe, en un mismo bautismo, en una
misma esperanza, y ser miembros de un mismo cuerpo, pero esta unidad debe
ser guardada en el vínculo de la paz o no vale nada.
Se puede afirmar con toda confianza que la mayoría de los hermanos
creen que todo está bien con tal que prediquemos estas siete unidades. Creen
que con esto somos la única verdadera iglesia de Cristo, y que esto es la garantía
de la salvación. Al parecer se supone que con predicar la paz estamos bien. Pero
si no guardamos estas siete unidades en el vinculo de la paz, no estamos bien
con Dios. Este asunto debe causar grandes preocupaciones en los corazones de
todos los miembros de la iglesia, y mayormente en los de los evangelistas. Pero
desgraciadamente existe la idea que la "paz" es secundaria, que no se puede
comparar con predicar las siete unidades.
4:4 -- "un cuerpo". 1:22,23; 5:23. El un cuerpo es la iglesia. "Pero ahora
son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo" (1 Cor. 12:20). Pablo no
dice "un cuerpo" solamente para evitar el establecimiento de otras iglesias. Este
texto sí se puede usar para condenar el sectarismo o el denominacionalismo,
pero el pensamiento del Espíritu Santo es que hay solamente una iglesia para
judíos y gentiles y que, por lo tanto, éstos deben vivir en paz y armonía. Deben
olvidarse de sus enemistades, odios y prejuicios para formar una sola iglesia
para cooperar, colaborar y convivir con amor como hermanos en Cristo.
En el primer siglo había mucho conflicto entre judíos y samaritanos (Jn.
4:9); entre judíos y gentiles; entre griegos y no griegos; entre sabios y no sabios;
entre ricos y pobres (Sant. 2:1-13); etc. Actualmente hay conflictos de toda clase
en el mundo: entre distintas razas, entre los de distinto color, entre los de distinta
ideología política, entre hombres y mujeres (que sepamos no había feministas
en el primer siglo como las hay ahora), entre los de distinta cultura, entre
jóvenes y adultos, etc. Pero hay solamente un cuerpo: es decir, todos los que
obedecen al evangelio de Cristo forman parte de una sola iglesia, y deben
llevarse bien, congeniar y vivir en paz unos con otros.
Los que causan división en la iglesia (Rom. 16:17) darán cuenta a Dios.
Los hermanos que no se esfuerzan diligentemente por promover la unidad
en la iglesia no deben predicar el "un cuerpo". Es absurdo proclamar "desde las
azoteas" que hay un solo cuerpo (para condenar las denominaciones) y luego
persistir en sembrar discordia entre las iglesias de Cristo.
Siempre ha habido dos enemigos de la unidad de la iglesia: el liberalismo
y el extremismo. Los dos tienen algo en común, pues por medio de ellos los
hombres van mas allá de lo que está escrito, imponiendo sobre la iglesia sus
doctrinas y opiniones humanas.
-- "un Espíritu". La fuente de vida. La fuente de la revelación. Cristo
prometió a los apóstoles que el Espíritu Santo vendría para recordarles lo que
El (Cristo) les había enseñado, y para guiarles a toda la verdad (Jn.
14:26; 16:13). Los apóstoles revelaron la mente de Dios, siendo inspirados por
el Espíritu Santo (1 Cor. 2:9-13). Esta revelación es la única regla de fe y
práctica para la iglesia. Es suficiente para llevar a cabo todo propósito divino (2
Tim. 3:16,17).
"El os guiará a toda la verdad" (Jn. 16:13). Reveló toda "la fe", "la fe que
ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3). Dice La Biblia de las Américas,
"la fe que fue una vez para siempre entregada a los santos". Así dice el griego.
Con este texto se puede refutar rotundamente a los mormones y a todos los
demás que profesan tener revelaciones modernas. Cristo cumplió su promesa.
Toda la verdad fue revelada a los apóstoles, por "un Espíritu".
-- "una misma esperanza". Hay solamente una esperanza, y esa
esperanza es la vida eterna. "Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna"
(1 Jn. 2:25). ¿Cómo podría ser mas clara y explícita la palabra de Dios? Pero
andan predicando de casa en casa los falsos "Testigos" (del Atalaya) que la
esperanza de la gran mayoría de sus feligreses es una tierra renovada. ¡Qué
engaño!
Dice Pedro que Dios "nos hizo renacer para una esperanza viva ... para
una herencia incorruptible ... reservada en los cielos para vosotros" (1 Ped.
1:3,4). La una esperanza es el hogar celestial. En esta esperanza fuimos salvos
(Rom. 8:24). Esta "una esperanza" es el ancla del alma (Heb. 6:18,19). Es el
"yelmo" del soldado cristiano (1 Tes. 5:8). No esperamos recompensas
terrenales y temporales. Esta tierra nunca será un paraíso, y cuando Cristo venga
sera quemada (2 Ped. 3:10). El intento del cristiano no es reformar social y
políticamente el país en que viva (luchando por la equidad, combatiendo el
desempleo, etc.), para lograr una utopía. "Nuestra ciudadanía está en los cielos"
(Fil. 3:20). Aquí somos peregrinos (1 Ped. 2:11).
4:5 -- "un Señor". Pedro predicó a Cristo como "Señor y Cristo" a los
judíos (Hech. 2:36), y a los gentiles (Hech. 10:36, "éste es Señor de todos").
Esta declaración excluye a toda autoridad humana en cuestiones de fe y práctica.
Es escandalosa la actitud de tantos religiosos que presumen de hacer leyes
eclesiásticas para la iglesia. La Iglesia Católica Romana admite abiertamente
que hace leyes, y afirma que su "papa" es cabeza de la iglesia en la tierra. Pero
la voz principal de esta iglesia apóstata es el concilio, lo mismo que en las demás
iglesias. Toda religión humana tiene su gobierno humano, su cuerpo legislativo,
que usurpa a Cristo como el único Señor.
-- "una fe", el evangelio, la ley de Cristo, el nuevo pacto (testamento).
"Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo" (Gál. 3:25). La ley de Moisés fue el
"ayo" (tutor, guardián) de los judíos para llevarlos a Cristo. "La fe" se refiere al
nuevo pacto. Dice Judas 3, "contendáis ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos". La palabra "fe" en este texto, pues, se usa en
sentido objetivo, algo aparte del hombre. No se refiere a la fe subjetiva, la fe del
hombre.
-- "un bautismo", la inmersión o sepultura y resurrección (Rom. 6:4;
Col. 2:12) del creyente (Mar. 16:16) penitente (Hech. 2:38), en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mat. 28:19), para perdón de los pecados
(Hech. 2:38) en un cuerpo (1 Cor. 12:13). No hay tres bautismos como muchos
dicen porque no hay "modos" de bautizar. No es para niños porque el bautismo
es para perdón de pecados y los niños no han pecado (1 Jn. 3:4, el pecado es
infracción de la ley). Es para perdón de pecados, y no una ordenanza de la
iglesia (es mandamiento de Cristo, y no "ordenanza" de la iglesia).
Ademas, es importante observar la enseñanza bíblica (no se trata de
"enseñanza de la iglesia de Cristo") que los obedientes son "bautizados en un
cuerpo". Algunos suponen que si alguno es sumergido en agua para perdón de
pecados, no importa que haya sido bautizado en una iglesia sectaria. Es verdad
que algunos grupos religiosos practican la inmersión para el perdón de pecados.
Pero es importante que se pregunte, "¿es el cuerpo de Cristo esta iglesia en la
cual la persona fue bautizada? No se trata del edificio en que se bautice alguno,
sino de la iglesia, la organización religiosa. Lo que se dice comunmente es el
caso: "yo fui bautizada en la iglesia X". La persona es bautizada en esa religión.
Es el acto inicial para ingresar en ella.
Por ejemplo, los mormones practican la inmersión para el perdón de los
pecados. Pero ¿es el cuerpo de Cristo la iglesia mormona? Claro que no, porque
tiene muchas doctrinas falsas (dicen que Dios tiene carne y hueso; el gobierno
de esta iglesia es semejante al sistema católico romano; dicen que el Libro de
Mormón es inspirado; etc.) También hay grupos pentecostales que practican la
inmersión para perdón de pecados, pero no son el cuerpo de Cristo, sino iglesias
establecidas por los hombres, con doctrinas bien erradas (la mujer predica;
exigen el diezmo; usan instrumentos de música en el culto; dicen que tienen
dones del Espíritu y pueden hablar en lenguas, etc.).
La Iglesia Cristiana (Los Discípulos de Cristo) también practica la
inmersión para perdón de pecados, pero este grupo anda lejos de la sana doctrina
en muchos puntos, y admite libremente que es nada más otra denominación. El
cuerpo de Cristo no es ninguna denominación ni el conjunto de varias
denominaciones.
Cuando alguna persona obedece correctamente al evangelio de Cristo, es
añadida a la iglesia del Señor (Hech. 2:47), es bautizada en el un cuerpo (1 Cor.
12:13) y nace otra vez para entrar en el reino de Dios. Las sectas protestantes o
evangélicas no son ni el cuerpo de Cristo ni el reino de Dios.
Por lo tanto, las personas sinceras que quieren obedecer al Señor deben
ser instruidas a bautizarse correctamente, con el pleno entendimiento de que
serán bautizadas en el un cuerpo, añadidas a la iglesia verdadera, trasladadas al
reino de Cristo, y que ya no tendrán comunión con el sectarismo, sino que ahora
vivirán "solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz".
4:6 -- "un Dios y Padre de todos". El un Objeto de nuestra adoración
(Mat. 4:10; Jn. 4:23,24). María y los llamados "santos" no deben ser adorados
ni "venerados" (palabra empleada por los católicos para no admitir la verdad de
que sí adoran a Maria y los "santos"). La invocación a Maria y los "santos" es
el rechazo del Un Dios y Padre de todos.
-- "sobre todos, y por todos, y en todos". Dios es el Padre de todos los
que forman el cuerpo de Cristo. Obra e influye fuertemente en el cuerpo que
recibe vida de El. Da vitalidad y energía a todos los miembros del cuerpo, por
pobres y humildes que sean.
4:7-16 -- Estos versículos demuestran que Dios nos ayuda a guardar
la unidad del Espíritu, dándonos muchas ayudas, conforme a la necesidad de
la iglesia. En el primer siglo les dio dones espirituales (1 Cor. 12:8-10), pero en
toda época Dios nos ayuda, como veremos en estos versículos. Hay muchos
dones y ayudas aparte de los dones milagrosos.
4:7 -- "Pero a cada uno ... fue dada la gracia". La diversidad de oficios
y ayudas promueve la unidad porque todos estos oficios, poderes, dones,
talentos, y bendiciones se usan en un mismo cuerpo. La diversidad de dones
produce unidad si los recipientes los reconocen como bendición de Dios que
debe ser utilizada en su obra, y no como el producto de su propio ingenio, y
recordando que su don es solamente uno entre muchos. Hay perfecta armonía
en el cuerpo humano porque todo miembro es dirigido por la cabeza. La misma
armonía existirá en el cuerpo espiritual de Cristo si todos los miembros se
sujetan a la misma Cabeza (Cristo), y si tienen cuidado el uno por el otro. Pablo
presenta una explicación amplia de este mismo tema en 1 Cor. 12:4-6.
-- "gracia", dones, ayudas, oficios ("Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros",
v. 11). Véanse 3:2, 7; Gál. 2:9. Pablo no habla aquí de la gracia que trae
salvación a todos (Tito 2:11), sino de la gracia que otorga oficios, dones, ayudas
y talentos a los miembros del cuerpo.
-- "conforme a la medida del don de Cristo". En 1 Cor. 12:11, Pablo
dice (después de alistar los dones del Espíritu), "Pero todas estas cosas las hace
uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como el quiere".
Comparese Mat. 25:14-30; dice el v. 15, "A uno dio cinco talentos, y a otro dos,
y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad". Los talentos en esta parábola
representan las oportunidades que Dios nos da, conforme a nuestra capacidad.
4:8 -- "llevó cautiva la cautividad". Véase Sal. 68:18. Llevó cautivas
las cosas que tenían al hombre en cautividad. Jesús dice (Jn. 8:34), "todo aquel
que hace pecado, esclavo es del pecado". Por lo tanto, dice, "conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres" (Jn. 8:32). Rom. 6:13-16 explica que somos
siervos (esclavos) de aquel a quien presentamos nuestros cuerpos para su uso.
"Erais esclavos del pecado" (v. 17); después de obedecer al evangelio, "vinisteis
a ser siervos de la justicia" (v. 18), porque ahora sois "libertados del pecado" (v.
18). Heb. 2:14,15 dice que los hombres "estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre". Rom. 8:2 afirma que los judíos fueron librados "de la ley del
pecado y de la muerte".
El pensamiento es que Cristo conquistó todo aquello que había
conquistado a los hombres. Cristo conquistó al conquistador, y llegó a ser el
único conquistador. Véanse otros textos que hablan del glorioso triunfo de
Cristo sobre Satanás: Luc. 10:18; 11:21,22; Jn. 14:30; 2 Cor. 2:14; Apoc. 17:14.
-- "y dio dones a los hombres". Se basa en el concepto de repartir el
conquistador los despojos entre la gente. Véase Isa. 53:12. Cristo triunfó sobre
sus enemigos, y al dar órdenes a sus apóstoles y a través de ellos a su iglesia,
también les reparte las ayudas necesarias para llevar a cabo la obra designada.
4:9,10 -- "descendió ... subió". El ver. 10 dice simplemente "descendió
... subió", indicando una referencia sencilla a su descensión y ascensión.
Algunos creen que las palabras "a las partes mas bajas de la tierra" se refieren a
su descensión a la sepultura y al "hades", pero esta inferencia no es necesaria.
Lo que es cierto y sin duda es que Cristo descendió con gran humillación a la
tierra para llevar a cabo su misión, y luego ascendió con gran exaltación. Este
pensamiento es presentado con mucha fuerza en Fil. 2:5-11.
-- "es el mismo". Este Cristo que vino al mundo y venció al diablo es el
mismo que ascendió "por encima de todos los cielos" (1:20,21; 1 Ped. 3:22), y
dio dones a sus seguidores.
4:11 -- "Y él mismo constituyó a unos apóstoles..." "Y El dio a algunos
como apóstoles..." (BAS); "Y él mismo dio a unos, como apóstoles.." (H-A).
Hay dos grupos de oficios en el v. 11:
A. Apóstoles y profetas, hombres inspirados encargados de revelar la
voluntad de Cristo, y de predicar y edificar a la iglesia; siguen en su oficio hasta
el día de hoy a través de sus escritos inspirados (el Nuevo Testamento).
B. El otro grupo, evangelistas y pastores que también son maestros, hom-
bres que también recibieron dones espirituales en el primer siglo, pero cuyo
oficio continúa hasta el día de hoy en hombres vivos en la tierra, pero no
inspirados. Cristo dio dones, y uno de los primeros y principales es
que constituyó a unos apóstoles para ser sus testigos (Hech. 1:8), embajadores
(2 Cor. 5:20), y mensajeros (Mat. 28:19). Hechos de Apóstoles y 1 Juan deben
estudiarse con cuidado para apreciar este oficio tan importante. Desde
Pentecostés ocupan doce tronos para juzgar la iglesia universal a través de su
palabra inspirada (Mat. 19:28). Cristo les dio autoridad para atar (prohibir) y
ligar (permitir) (Mat. 16:19; 18:18), y de perdonar pecados (Juan. 20:22,23), en
el sentido de revelar la ley de Cristo. Guiados por el Espíritu Santo predicaron
el plan de salvación, y fueron guiados a toda la verdad (Jn. 14:26; 16:13).
-- "profetas". Véanse Hech. 2:17,18; 11:27; 13:1; 15:32; 21:9. 1 Cor. 14
explica la gran importancia del don de profecía para edificar a la iglesia (v. 4).
El profeta (y las profetisas) hablaron bajo inspiración para revelar la voluntad
de Dios, y para enseñar, exhortar, y amonestar para la edificación de los
miembros del cuerpo. Podían predecir el futuro (Hech. 11:27,28; 21:10,11),
pero su trabajo no fue limitado a esta función. Los profetas del Antiguo
Testamento eran predicadores, y su mensaje principal era el arrepentimiento.
No hay profetas vivos sobre la tierra ahora, porque estos dones cesaron
cuando se completó la revelación del Nuevo Testamento. Véase el v. 13 (notas)
y 1 Cor. 13:8-10.Sin embargo, estos mismos profetas del primer siglo viven
ahora, y siguen revelando la voluntad de Dios a través de sus escritos (el Nuevo
Testamento).
-- "evangelistas", los que evangelizan (predican el evangelio), como
Felipe (Hech. 21:8) cuya actividad se describe en Hech. 8. Las cartas de Pablo
a Timoteo y Tito son instrucciones amplias para los evangelistas. Todo
evangelista debe leer estas cartas frecuentemente para grabarlas en su corazón.
A cada momento y en toda ocasión el evangelista debe estar listo para predicar,
enseñar, exhortar, reprender y redargüir (2 Tim. 4:1-5). La obra del evangelista
es don de Dios, igual que la obra del apóstol y la del profeta, pero los
evangelistas del tiempo presente no son inspirados.
La Biblia no hace distinción entre evangelistas y ministros del evangelio.
El concepto de que el evangelista viaja y el ministro obra con una iglesia local
es idea que nació en el sectarismo. El ministro o predicador que no evangeliza
lo más que pueda y hasta donde pueda no es fiel. El evangelista enseña y exhorta
a toda congregación que pueda. No hay ninguna diferencia bíblica entre la obra
del evangelista y la obra del ministro del evangelio; son la misma cosa. Y no
debe haber distinción entre las dos cosas en la practica ahora.
-- "pastores y maestros". Pablo no dice, "a otros pastores; y a otros,
maestros". Se refiere al oficio de los pastores quienes apacientan al rebaño
(instruyen a los miembros de la iglesia). Estos son los ancianos u obispos que,
según Pablo, deberían ser nombrados en cada congregación (Hech. 14:23). En
Hech. 20:17 Pablo "hizo llamar a los ancianos de la iglesia" de Efeso. Hablando
con ellos, les llama "obispos", y agrega el concepto de pastores al decir,
"apacentar la iglesia". La palabra "apacentar" aparece en la exhortación de
Pedro a los ancianos (1 Ped. 5:1,2).
Según Hech. 14:23, "constituyeron ancianos en cada iglesia". En Heb.
13:17 vemos que los pastores velan por las almas de los hermanos.
Es importante observar que constituyeron una pluralidad de ancianos en
cada congregación. Véanse Hech. 11:30; 14:23; 15:2; Fil. 1:1. Nunca se lee en
el Nuevo Testamento de un solo anciano ni de un solo pastor u obispo en alguna
congregación.
También es importante recordar que la jurisdicción de los obispos se
limita a una sola congregación. Constituyeron ancianos en cada iglesia. No hubo
"ancianos de distrito", ni "ancianos diocesanos", ni "ancianos patrocinadores".
Cada congregación es independiente y debe tener sus propios ancianos.
4:12 -- "a fin de perfeccionar a los santos". "Para la capacitación de los
santos" (La Biblia de las Américas). La palabra empleada aquí (katartizo)
significa equipar, poner en orden, arreglar, ajustar; en fin, preparar y capacitar,
para algún servicio; luego, fortalecer, perfeccionar, y hacer de uno lo que debe
ser.
Oramos por vuestra perfección ... perfeccionaos" (2 Cor. 13:9,11). "Si
decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos" (1 Jn. 1:8);
la palabra "perfeccionar" no significa "sin pecado", sino que seamos maduros.
"Vamos adelante a la perfección (madurez)" en el conocimiento (Heb. 5:14-
6:1); "sed perfectos" en amor, amando tanto a los enemigos como a los amigos
(Mat. 5:48); "perfeccionando la santidad" (2 Cor. 7:1); "seáis perfectos"
soportando pruebas (Sant. 1:2-4); y perfeccionar la fe por las obras (Sant. 2:22).
-- "para la obra del ministerio". Se refiere al servicio en general, tanto
el servicio de ministrar a las necesidades físicas de los miembros, como también
al ministerio de la palabra.
-- "para la edificación del cuerpo de Cristo", el gran propósito de estos
oficios, dones, ayudas, facultades y poderes espirituales, tanto los milagrosos
como los no milagrosos. Recuérdese que todavía la iglesia tiene a los apóstoles
y profetas en sus escritos, y éstos siguen enseñando, exhortando, reprendiendo
y confirmando.
Igualmente los oficios de evangelistas y pastores (y maestros) son para la
edificación del cuerpo. Lo que edificaba a la iglesia en el primer siglo fue la
palabra, no los milagros. Hech. 20:32, Pablo no dice "os encomiendo a Dios y
a los milagros que tienen poder para sobreedificaros", sino "os encomiendo a
Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros". En la
actualidad nosotros tenemos esa misma palabra, inspirada por Dios, que la
iglesia primitiva recibió, y esa palabra tiene el mismo poder ahora que el que
tenía en aquel entonces "para la edificación del cuerpo de Cristo".
En el primer siglo había hombres inspirados para escribir un libro
inspirado (el Nuevo Testamento). Nosotros tenemos en la actualidad ese mismo
libro inspirado.
En cuanto al uso correcto de los dones milagrosos (los nueve dones del
Espíritu) véase 1 Cor. 14, capítulo largo que analiza el uso correcto de los dones
para este fin, y corrige los abusos de hablar en lenguas cuando no había
interpretación, cosa que no edificaba.
4:13 -- "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios".
Cuando estas notas se prepararon originalmente yo creía que esta frase se
refería a la cesación de los dones del Espíritu. La palabra "hasta" y el
pensamiento de revelar toda la "fe" (el evangelio) me llevó a esa conclusión.
Así concluyen varios comentaristas respetables.
Sin embargo, después de más estudio he concluido que más bien esta
expresión "la unidad de (genitivo posesivo) la fe" se refiere a la unidad
que pertenece a la fe; es decir, la madurez espiritual en la iglesia, necesaria
para "guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz", y que tiene
aplicación en todo siglo.
Esta conclusión concuerda perfectamente con el tema general de la carta
que es la unidad de los judíos y gentiles en un cuerpo, y con 4:1-3 que introduce
el tema principal de este mismo texto ("os ruego ... soportándoos con paciencia
los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz").
En los vers. 4-6 Pablo define la "unidad del Espíritu": un cuerpo, un es-
píritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Padre; es decir, la
unidad enseñada por el Espíritu. Así también "la unidad de la fe" del ver. 13
puede referirse a la unidad enseñada y requerida por la fe (objetiva) que es el
evangelio revelado por el Espíritu.
Ahora dudo que el ver. 13 equivalga a 1 Cor. 13:10, porque tal
pensamiento sería una desviación del tema de la carta y en especial del contexto
inmediato; he concluido que no lo es. Estoy convencido que este texto -- como
extensión del ver. 3 -- tiene aplicación ahora y en toda época. Es muy aplicable
a nosotros.
(En seguida se repite el comentario original. Lo que se afirma acerca de
la cesación de los dones del Espíritu Santo es correcto y, sin duda, los apóstoles
y profetas seguirían en su obra hasta lograr ese propósito. Pero el v. 11 también
habla de evangelistas y pastores (y maestros) que aun en el primer siglo no eran
necesariamente inspirados y, por lo tanto, no tenían parte en completar la
revelación de Dios, pero tenían -- y tienen -- mucho que ver con llevar a "todos"
a la unidad requerida por el evangelio (la fe). Dios dio estos oficios también
para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, y deben seguir funcionando en todo lugar y en toda
época "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo, etc.
Este trabajo no termina hasta que llegue el fin del mundo. Tenemos que
trabajar los ancianos, los diáconos, los evangelistas y maestros, y todos los
miembros para llevar a cada miembro de la iglesia a la madurez indicada en este
texto. Aun siendo "varón perfecto" debemos tener la actitud de Pablo (Fil. 3:12-
14).
El comentario original sigue:
"Los varios dones, oficios y ayudas que Cristo dio para la edificación y
la unificación del cuerpo se mencionan en 1 Cor. 12:8-10; 12:28; y aquí en Efes.
4:11 (este último texto habla de los dones que Cristo dio, y da una lista parcial
de ellos). La expresión "hasta que" establece un límite. En 1 Cor. 13:8-12 Pablo
explica claramente que los dones del Espíritu se acabarían cuando "lo perfecto"
viniera. Dice que "las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia
acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando
venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará". Dice la Biblia de las
Américas: "Porque nuestro conocimiento es incompleto, e incompleta nuestra
profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará".
"Es muy obvio que hay contraste aquí entre lo incompleto y lo completo
(perfecto) de la revelación. La palabra "perfecto" puede ser traducida
"completo". Pablo, Pedro, Juan y los otros autores inspirados escribían en esos
días el Nuevo Testamento. Se terminó la obra cuando Juan escribió el libro de
Apocalipsis.
"La fe de 4:13 es la "una fe" de 4:5. Pablo no está diciendo que Cristo
daría dones hasta que todos los creyentes tuviésemos la misma fe subjetiva.
Habla de 'la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios'. El pleno
conocimiento dependería de una revelación completa. La unidad requerida por
Pablo en este texto (4:3) requiere una revelación completa.
-- "a un varón perfecto". "Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, deje lo que
era de niño" (1 Cor. 13:11). Los dones milagrosos y los oficios de apóstoles y
profetas pertenecieron a la edad infantil de la iglesia. Eran "ayudas" para sus
años principiantes. Fueron dados para el crecimiento y la perfección de los
santos. El Señor dio dones para que su iglesia llegara al estado de un varón
perfecto, fuerte, maduro y capacitado para llevar a cabo su misión divina. A los
corintios que aparentemente usaban mal el don de lenguas Pablo dice (en medio
de su exhortación acerca del uso de este don), 'Hermanos, no seáis niños en el
modo de pensar'(1 Cor. 14:20). Luego concluye la carta diciendo, 'portaos
varonilmente' (1 Cor. 16:13)."
(Fin de la cita del comentario original).
Los que concluyan que el ver. 13 se refiere a la perfección de la revelación
deben, por lo menos, dar la interpretación que ahora se presenta en esta obra
revisada como unaposible alternativa.
Es muy cierto que la revelación completa tenía mucho que ver con el
pleno desarrollo de la iglesia, pero es igualmente cierto que aun con la
revelación completamuchísimas iglesias se encuentran divididas o con
problemas serios.
Por lo tanto, aunque se afirme que el ver. 13 se refiere a completar la
revelación, es imperativo que se siga con la exhortación central de la carta -- y
en particular, el tema de este texto desde el v. 1 y hasta el fin de la carta, de que
todos los miembros (ver. 16) son obligados a promover la santidad y guardar la
unidad enseñada por el Espíritu.
Obsérvese la palabra "pues" en el ver. 17. Habiendo escrito la sección
anterior (vers. 1-16) Pablo hace aplicación más directa y específica, diciendo
cómo obedecer su exhortación. No hay cambio de tema. Al describir la nueva
vida en Cristo él explica qué tenemos que hacer para guardar la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz, y para llegar a la unidad de la fe a un varón
perfecto. Tenemos que crucificar la carne (Gál. 5:19-21), y llevar el fruto del
Espíritu (Gál. 5:22,23).
-- "a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud
de Cristo". Es probable, pues, que este varón perfecto o maduro sea el mismo
de Heb. 5:14; 1 Cor. 16:13; Fil. 3:15, etc. Llegar a la medida de la estatura de
la plenitud de Cristo es llegar a la plenitud de madurez, "perfeccionado" (ver.
12) para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo; es decir, llegamos
a esa plenitud cuando llegamos a ser "varón perfecto" y llevamos a cabo la obra
designida por el Señor.
Este "varón perfecto" es aquel varón de 2:15, "para crear en sí mismo de
los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz".
La iglesia es el cuerpo de Cristo, "la plenitud de Aquel que todo lo llena
en todo" (1:23). "Y vosotros estáis completos en el" (Col. 2:10). Dios llena la
iglesia con todo lo necesario para que funcione de acuerdo a su voluntad, para
su gloria. No le falta nada; por lo tanto, puede obedecer las exhortaciones de
esta carta y las demás entregadas por el Espíritu Santo en los otros libros del
Nuevo Testamento.
Los vers. 4-6 hablan de las siete unidades, la unidad perfecta y completa.
Debemos y podemos guardar esta unidad en el vínculo de la paz.
Los vers. 7-16 nos hablan de los dones que Cristo nos dio cuando
ascendió al cielo, dones para el desarrollo y la edificación de la iglesia, tanto los
dones de evangelistas, pastores y maestros como también los dones de apóstoles
y profetas.
Ahora en la actualidad tenemos el producto de los dones especiales (de
inspiración). Tenemos el perfecto Nuevo Testamento, la completa y perfecta
revelación de "la fe" que fue dada una vez para siempre a los santos. La
inspiración no mora en los hombres (no hay ningún hombre inspirado en el
mundo ahora), sino que mora en el libro inspirado, las Sagradas Escrituras. No
nos falta nada en ese respecto; lo que nos hace falta es la aplicación de estas
enseñanzas para estar verdaderamente unidos, practicando la enseñanza de los
vers. 2, 3, 17-31, etc.
La iglesia no necesita de los dones milagrosos ahora, ni tampoco de otros
apóstoles y profetas aparte de los del primer siglo escogidos por el Señor. La
iglesia puede ser lo que Dios quiere que sea, y puede hacer lo que Dios quiere
que haga, sin los dones del Espíritu. Desde luego, "tenemos" a los apóstoles y a
los profetas ahora, como los judíos "tenían" a Moisés y a los profetas en el
primer siglo (Luc. 16:29), en sus escritos inspirados. Los judíos rebeldes no
hubieran creído si alguno hubiera resucitado de los muertos en aquellos tiempos
(Luc. 16:31), y tampoco se persuadiría la gente rebelde ahora aunque la iglesia
tuviera los dones milagrosos. Los dones milagrosos tuvieron el propósito de
revelar y de confirmar la palabra, y ésta no necesita mas confirmación. Si
hubiera la necesidad de tales poderes en la iglesia ahora, Dios los daría.
El no está privando en ningún sentido a su pueblo en este siglo. Todavía
llena la iglesia con toda cosa necesaria. Tenemos el Nuevo Testamento -- el
producto final y perfecto de la obra de los apóstoles y profetas -- y todavía
tenemos evangelistas, pastores y maestros para enseñar, edificar y perfeccionar
a los santos.
(También es importante agregar que la iglesia es adecuada para hacer la
obra que Dios le ha asignado, sin la invención de sociedades, instituciones
humanas, iglesias patrocinadoras, etc. Tales organizaciones humanas, aunque
creadas por las iglesias de Cristo, substituyen a la iglesia, y rechazan la sabiduría
de Dios. El caso de tales innovaciones humanas es simplemente esto: si hubiera
alguna necesidad de tales arreglos, Dios los hubiera establecido. La iglesia de
hoy no está privada de ninguna cosa que sea necesaria para cumplir su misión
y propósito en el mundo. Dios dejo un dechado perfecto para su iglesia, y este
dechado o patrón se revela claramente en el Nuevo Testamento).
4:14 -- "para que ya no seamos niños fluctuantes". Recuérdese que el
tema de esta sección es la edificación del cuerpo. Cristo dio dones "a fin de
perfeccionar a los santos". El plan de Dios no se realiza si los santos no crecen,
y si siguen como "niños". Todo santo debe tener fuertes convicciones. Debe
estar arraigado y sobreedificado en Cristo (Col. 2:7). Recuérdense los textos
que hablan de perfeccionarse en amor (Mat. 5:48), en conocimiento (Heb. 5:12-
14), en fe (Sant. 2:22), en santidad (2 Cor. 7:1), y sobre todo, en este contexto,
Juan 17:23 y 1 Cor. 1:10, la perfección en la unidad.
Debemos ser hombres maduros y estables.
-- "llevados por doquiera de todo viento de doctrina", (dice La Biblia
de las Américas, "sacudidos de aquí para allá por las olas"); llevados por la
tormenta de falsas doctrinas. Muchos miembros del cuerpo de Cristo, y
mayormente los miembros nuevos, pasan por pruebas severas, como marinos
sobre alta mar. Los vientos contrarios causan muchos naufragios (1 Tim.
1:19,20). Pero tenemos toda la verdad revelada. Las Escrituras son perfectas y
adecuadas para fortalecernos y hacernos hombres maduros en la fe. La posesión
del Nuevo Testamento completo nos estabiliza. Es nuestra "carta y brújula", y
nuestra esperanza en Cristo es nuestra ancla firme (Heb. 6:18,19).
No seamos, pues, como niños que muchas veces están bajo la influencia
de la última persona que escucharan; es decir, son crédulos, creen a todos los
que son buenos con ellos. Muchos miembros de la iglesia son como niños en
este respecto, porque no tienen convicciones.
Para ser salvos debemos convertirnos en niños (Mat. 18:2-4); es decir,
debemos ser humildes, inocentes, puros, dóciles, etc. Pero los niños tienen
otras características que nos son buenas; por ejemplo, no debemos ser
cambiantes y volubles (Mat. 11:17).
La fe y la práctica de cada congregación no debe cambiar con la llegada
de cada predicador. No es cuestión de nunca cambiar de convicción o creencia.
Este servidor explica en este mismo capítulo un cambio de entendimiento; pero
este cambio refleja mucho estudio cuidadoso.
-- "por estratagema", cubo (kubia), viene de la práctica de jugar con
dados cargados. La Versión Moderna dice "tretas".
-- "para engañar". Todo santo debe aprender que no son sinceros todos
los que predican. "No juguéis según las apariencias" (Juan 7:24). Léase con
cuidado 2 Cor. 11:13-15 (estos profesaron ser miembros de la iglesia de Cristo).
Hay mucha hipocresía entre los líderes religiosos. Por tanto, "Mirad lo que oís"
(Mar. 4:24), y "Mirad, pues, como oís" (Luc. 8:18). Recuérdese siempre que
hay maestros religiosos que enseñan sus doctrinas "para engañar"; lo hacen a
propósito.
-- "emplean con astucia las artimañas del error". Artimañas son
trampas, "artes sutiles" (Versión Moderna). El error no es inocente. Los falsos
maestros son llamados lobos vestidos como ovejas (Mat. 7:15; Hech. 20:29).
Los maestros más peligrosos son los individuos amables, serviciales, in-
teligentes y que llevan vidas decentes, pero que se han entregado totalmente a
un sistema falso de religión. Estos fácilmente ganan la confianza de los que son
"niños fluctuantes". "Con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de
los ingenuos" (Rom. 16:18).
Pero los engañados no tienen excusa, porque tenemos la completa y
perfecta revelación de la palabra de Dios, y todo santo debe aprenderla. Aun los
que no saben leer pueden escucharla y aprender la verdad. Se quiera o no, toda
alma está obligada a pensar por sí misma, y juzgar entre la verdad y el error. La
ignorancia no es excusa (Hech. 17:30,31). Nadie podrá justificarse en el día
final con la excusa de que "me enseñaron mal". Dice Cristo "si el ciego guiare
al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mat. 15:14).
4:15 -- "siguiendo la verdad en amor". Sobre todo, amemos a Dios y
su palabra, amemos la verdad. Dice La Biblia de las Américas en las notas
marginales, "aferrándonos a" la verdad. Desde luego, debemos amar a los
hombres, tanto a los perdidos como a los salvos. Pero el amor bíblico no cubre
el error, no lo tolera para no ofender a la gente. El amor no dice que todo está
bien para ser amable y placentero. El amor predica la verdad, enseña y exhorta,
pero también redarguye, reprende y disciplina (2 Tim. 4:2; Apoc. 3:19; Heb.
12:5-11).
-- "crezcamos en todo", en contraste con ser "niños fluctuantes".
Crezcamos no solamente en el conocimiento del plan de salvación, del orden
del culto, de la organización de la iglesia y de algunas doctrinas sectarias, sino
en "todo el consejo de Dios" (Hech. 20:20,27), y mayormente en la aceptación
de las exhortaciones con respecto a la madurez y la unidad.
Conviene que todos los evangelistas, pastores y maestros y todos los
miembros estudien y aprendan todos los textos "unos y otros" encontrados en
el Nuevo Testamento; por ejemplo, en este mismo capítulo, 4:2 "soportándoos
con paciencia los unos a los otros en amor" y 4:32 "sed benignos unos a otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo".
Otros textos de los "unos y otros" son:
Juan 13:34, "Que os améis unos a otros".
Rom. 12:5, "somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de
los otros".
Rom. 12:10, "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a
honra prefiriéndoos los unos a los otros".
1 Cor. 12:25, "para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los
miembros todos se preocupen los unos por los otros".
Gál. 5:13, "servíos por amor los unos a los otros".
Gál. 5:15, "Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que
también no os consumáis unos a otros".
Gál. 5:26, "No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, en-
vidiándonos unos a otros".
Gál. 6:2, "Sobrellevad los unos las cargas de los otros".
Col. 3:13, "soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros".
1 Tes. 4:18, "alentaos los unos a los otros con estas palabras".
1 Tes. 5:11, "animaos unos a otros, y edificaos unos a otros".
Heb. 10:24, "considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a
las buenas obras".
Sant. 5:9, "no os quejéis unos contra otros".
Sant. 5:16, "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros". (Este autor ha preparado un estudio amplio sobre estos textos; se envía
gratis a los que lo deseen).
Debemos crecer en todo sentido. Debemos crecer en las virtudes
enseñadas y ejemplificadas por Cristo. Es necesario crecer como obreros, ya
que Cristo nos ha capacitado para toda buena obra. "Crezcamos en todo en ...
Cristo".
4:16 -- "de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por
todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de
cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor". Este
versículo dice que el cuerpo entero produce el crecimiento del cuerpo. Dice que
la actividad de cada miembro produce el crecimiento del cuerpo.
La Biblia de las Américas dice, "de quien todo el cuerpo (estando ajustado
y unido por la cohesión que los ligamentos proveen) conforme al
funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo
mismo para su propia edificación en amor".
-- "bien concertado y unido", todos los miembros (judíos, gentiles,
ricos, pobres, educados, no educados, etc.) acomodados y unidos como los
miembros de un cuerpo físico, cooperando, colaborando y teniendo plena
comunión unos con otros en la obra del Señor. Los santos no deben estar unidos
solamente en las reuniones, sino también en la obra, y en todo deben ser "de un
corazón y un alma" (Hech. 4:32).
-- "la actividad propia de cada miembro" cuenta mucho. Estúdiese con
cuidado lo que Pablo dice en 1 Cor. 12:14-27. Ningún miembro sobra. Todos
los miembros -- jóvenes y ancianos, miembros de mucha experiencia y los
miembros nuevos, hombres y mujeres -- todos contribuyen con su parte al
crecimiento de la iglesia. Cada miembro ayuda a los demás. Es una ayuda
mutua. La asistencia de cada miembro ayuda, y su ausencia desalienta, a los
demás. El servicio personal (Mat. 25:35,36) de cada miembro fortalece al
cuerpo.
La Biblia da mucho énfasis a la obra de evangelistas y pastores. Pero
también da mucho énfasis a la obra de cada persona en la iglesia.
La obra de los evangelistas y los pastores es muy importante, pero se
requiere "el funcionamiento adecuado de cada miembro". Esto produce el
crecimiento del cuerpo.
La mujer no puede servir como evangelista, ni en el obispado, pero
muchos textos explican su papel, y la importancia de su servicio; por ejemplo,
1 Tim. 2:15; 5:14; Tito 2:2-5. El Nuevo Testamento habla de mujeres como
Dorcas (Hech. 9:36, 39) Febe (Rom. 16:1, 2) y otras como personas de mucho
mérito.
Cristo proporciona el alimento para el crecimiento. El da vida y fuerza a
su cuerpo. Cada miembro es como un canal de gracia para alimentar a los
demás. El alimento recibido de Cristo pasa de un miembro a otro si el cuerpo
está "bien concertado y unido en amor".
4:17 -- "Esto, pues, digo". Véase la conexión entre la exhortación que
comienza con este versículo con lo que acaba de decir. Las palabras conectivas
son importantes.
-- "y requiero en el Señor" ("afirmo juntamente con el Señor", La Biblia
de las Américas). La exhortación de Pablo, aunque él era inspirado, es reforzada
por el nombre del Señor. Lo que exhorta es la exhortación del Señor; exhorta
en el nombre o por la autoridad del Señor.
-- "que ya no andéis como los otros gentiles". Omítase la palabra
"otros". Algunos agregan la palabra "otros" porque Pablo se dirige a los
cristianos gentiles. Pero los cristianos no somos ni judíos ni gentiles, sino hemos
formado una tercera raza muy especial (1 Ped. 2:9). Los cristianos deben
abandonar la clase de vida llevada por los gentiles, como los israelitas tuvieron
que abandonar las costumbres de Egipto y de Canaán. Véase 2:1-3,11,12; 1 Ped.
4:2-4. Ya dejaron el culto a Diana de los efesios, y quemaron los libros de artes
mágicas (Hech. 19:19). Quemaron los puentes tras ellos, para no volver.
Muchos conversos han seguido el ejemplo de los efesios: han dejado
varias formas de idolatría (religiosa y mundana); han dejado los vicios (de
tomar, de fumar, de bailar, de jugar, etc.); y han dejado religiones falsas.
Ahora debemos "andar" de otra manera: debemos andar en amor (5:1,2);
"andad como hijos de luz" (5:8); "andéis, no como necios sino como sabios"
(5:15; Col. 4:5); "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne"
(Gál. 5:16,25); en fin, debemos "andar" en el camino de salvación.
-- "que andan en la vanidad de su mente". La palabra "vanidad" se
refiere a cosas inútiles, huecas, vacías y superficiales. El pensamiento
dominante aquí es la futilidad de sus vidas. No se refiere tanto al orgullo aunque
sin duda su orgullo contribuye a su problema. Pero se trata de tener en la mente
una meta y esa meta es la futilidad. Razonan y trabajan y luchan para alcanzar
su meta la cual es pura derrota.
Debemos trabajar diligentemente para rescatar a la gente de esta miseria.
Es muy triste pensar en el caso de tales personas. De verdad da lástima. Su vida
es una serie de esperanzas fallidas. Procuran pero no logran. Ecles. 1:7,8; 3:9
bien explica este dilema. La vida sin Dios es una vida de vanidad. La única
conclusión lógica y razonable es la conclusión citada en Ecles. 12:13,14, "El fin
de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio,
juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala".
4:18 -- "entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios",
como Rom. 1:21-23 bien lo describe. Esto explica la causa de la futilidad de
tales vidas. Por educados que sean, su entendimiento está oscurecido. "En los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no
les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo" (2 Cor. 4:4).
Esta condición es producida voluntariamente; no hay nadie ni nada que
nos pueda oscurecer el entendimiento. Esta condición es el resultado de una
actitud rebelde del que no quiere estar cerca de Dios, y se aleja de El.
-- "por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón".
El evangelio puede entenderse (3:3,4; 5:17). Pablo habla de personas que
ignoran la voluntad de Dios, que tienen su entendimiento oscurecido, y están
lejos de Dios por causa de la dureza de su corazón. No saben porque no quieren
saber. No les conviene saber. Otra vez, un comentario apropiado es Rom. 1:20-
23. También Jn. 9:40,41. Los fariseos se jactaban de su conocimiento, pero eran
los ciegos que guiaban a los ciegos al hoyo de Mat. 15:14. Los que no ven y
quieren ver podrán ver. Pero hay poca esperanza para los ciegos que dicen que
pueden ver. Las personas descritas por Pablo aquí y los fariseos ciegos con
quienes Jesús discutía viven en las tinieblas y las tinieblas moran en ellos.
4:19 -- "los cuales, después que perdieron toda
sensibilidad..." "teniendo cauterizada la conciencia" (1 Tim. 4:2). "¿Se han
avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado,
ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan ... dice
Jehová" (Jer. 6:15). Véase también Fil. 3:18,19. No es que éstos no puedan
sentir nada; el problema es que endurecen sus corazones contra Dios. Han
callado la voz de su conciencia hasta que ésta sea cauterizada. Su corazón es
como mármol con respecto a lo que Dios dice; ya no recibe las impresiones que
debe recibir cuando Dios le habla. Tienen mucha sensibilidad para cosas
viciosas, pero suprimen todos los sentimientos favorables a Dios.
-- "se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza". La palabra "lascivia" denota exceso, licencia (libertinaje), ausencia
de control (dominio propio), y toda forma de indecencia. Es el abandono, (el
desenfreno) completo. Se rechaza toda restricción, para vivir
desenfrenadamente. Esta clase de vida se describe en Rom. 13:13, 2 Cor. 12:21,
y en todos los catálogos de vicios (Gál. 5:19-21; Col. 3:5-8; etc.). Rom. 1:24
dice que "Dios los entregó a la inmundicia" (otra vez en los vers.. 26,28).
Cuando los hombres rechazan la palabra de Dios, y no quieren "tener en
cuenta a Dios", Dios los entrega a "una mente reprobada" (Rom. 1:28). Esto no
significa permiso, y no significa que Dios causa su caída, sino que El da su
juicio: serán entregados a sus pecados, para sufrir las consecuencias de ellos,
aun en esta vida, y mucho más en el juicio. Dios emplea el pecado para castigar
al pecador. A los que están resueltos a destruirse solos Dios les dice, "Así sea,
destrúyanse".
El léxico griego de Henry Thayer define la palabra "lascivia" (aselgia)
como "actos licenciosos, tales como palabras sucias, movimientos corporales
indecentes, el manejo incasto de hombres y mujeres". Esta palabra prohibe
terminantemente los bailes modernos, y la mayoría de las canciones modernas.
La lascivia se observa en el habla, en la ropa (como en la falta de ella), en los
negocios, y en todo aspecto de la vida moderna. El cine y la televisión están
promoviéndola abierta e intensamente. Las películas más populares son las que
exhiben toda clase de violencia, sensualidad, y las cualidades más perversas del
carácter humano.
-- "para cometer con avidez toda clase de impureza". No hay otra
palabra que describa mejor el desenfreno y la desvergüenza de mucha gente
moderna que la palabra "avidez". Codiciosa y ansiosamente practican el mal.
Su hambre es insaciable; son glotones cuyos apetitos no tienen límite. Liberan
desenfrenadamente las emociones. Sus canciones son gritos de disolución, de
rebeldía, y a la vez una profunda expresión de su miseria. De hecho, su gozo
principal es su miseria. Rápidamente va degenerando su moralidad: los
homosexuales ya salieron del escondrijo y abiertamente exigen sus derechos;
más de un millón y medio de abortos (homicidios) se practican cada año en
Estados Unidos cuya moneda dice "En Dios Confiamos"; se da el divorcio a la
mitad de las parejas que se casan (algunos "se casan" para poder cruzar fronteras
legalmente sin ningún pensamiento de ser esposos); los criminales se prenden
para soltarse o inmediatamente o en muy poco tiempo; el comercio en drogas y
todos los problemas causados por su uso han llegado a niveles catastróficos; y
todas estas cosas se cometen "con avidez", con ansia.
4:20 -- "Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo". Aprender a
Cristo significa mucho más que aprender acerca de Cristo. Significa recibirlo,
obedecerlo e imitarlo. El es el pan de vida que tiene que ser asimilado (Jn. 6:35).
"Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn. 6:53). Esto no se
refiere a la cena del Señor, sino a recibirlo, creer en El y abrazar sus enseñanzas
para ser verdaderos discípulos de El. Cristo es la vida de los
cristianos. Aprender a Cristo equivale a conocerle y ser conocido por El (Gál.
4:9; 1 Jn. 2:3,4,13). Todos los grupos religiosos aprenden algo acerca de Cristo,
y aceptan las cosas que les convienen, pero esto no significa que han aprendido
a Cristo en el sentido de este texto.
4:21 -- "si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados",
un modismo, empleado, no para indicar duda, sino para recordarles que ellos
seguramente sí habían oído y aprendido, porque Pablo mismo enseñó a muchos
de ellos (Hech. 19; 20:17-36), tanto por medio de su ejemplo, como por su
enseñanza.
4:22 -- "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre". Varios textos describen la "pasada manera de vivir" de los gentiles:
2:2,3; 4:17-19; 5:8,14; Col. 1:21; 2:13; 3:7, etc. Esta manera de vida debe cesar
terminantemente. El arrepentimiento significa un cambio de mente para dar una
vuelta de 180 grados.
Despojarse" y "vestirse" sugiere un cambio de ropa; se debe quitar la ropa
sucia, para vestir la ropa limpia. Es necesario despojarnos de toda inmundicia,
de toda carnalidad, y el principio de este proceso es el cambio de corazón.
El ver. 25 dice "desechando"; el ver. 31 dice "quítense de vosotros ...";
Rom. 6:6 dice, "nuestro viejo hombre fue crucificado"; Rom. 13:14 dice "no
proveáis para los deseos de la carne"; Gál. 5:16 dice "no satisfagáis los deseos
de la carne"; Col. 3:5 dice "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros"; y Tito
2:12 dice "renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos".
En varios textos el vestido es símbolo del carácter (o de la conducta):
bueno (Job. 29:14; Sal. 132:9; Isa. 11:5; 61:10); o malo (Sal. 73:6; 35:26;
109:29).
-- "que está viciado conforme a los deseos engañosos", "se corrompe",
se hace corrupto, va para la ruina eterna, porque sigue sus deseos engañosos.
Otra vez Pablo se refiere a la futilidad de la meta de la gente perdida en
pecados. Los del mundo están trabajando día y noche para la destrucción de
sí mismos.
Son deseos engañosos porque el diablo promete mucho placer, pero paga
con vergüenza, tristeza y miseria. Jesús habla del "engaño de las riquezas" (Mat.
13:22), un poder engañador que destruye a millones de personas (1 Tim.
6:9,10). Los deseos engañosos de los carismáticos (pentecostales) de tener los
dones del Espíritu Santo para hablar en lenguas, para sanar, etc. los destruye,
porque no les faltarán obreros fraudulentos y "señales y prodigios mentirosos"
(2 Tes. 2:9,10; Mat. 24:24; Apoc. 16:14). Los deseos malos nos inducen a
toda clase de tentación (Sant. 1:14).
4:23 -- "y renovaos en el espíritu de vuestra mente". Aquí empieza el
proceso de la conversión. Si no hay renovación en el espíritu de la mente,
entonces no habrá cambio verdadero de vida. Muchos bautizados no perseveran,
por falta de esta renovación. Rom. 12:2 dice "transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento".
Es imposible vivir por Cristo sin la renovación de la mente. Es
indispensable que haya cambio de corazón, cambio del entendimiento, cambio
de voluntad y cambio de las emociones. La conversión es una regeneración, una
recreación. El individuo es "rehecho", hecho de nuevo.
4:24 -- "y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad". Véase el v. 22. El nuevo hombre creado según Dios
(2:10) es creado o recreado por el evangelio predicado por Pablo. El mismo
Pablo es un buen ejemplo de esto. Oyó el evangelio, se arrepintió y se bautizó
para lavar sus pecados (el relato de su conversión se halla en Hech. 9,22,26 y
Gál. 1). 2 Cor. 5:17 dice "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Gál. 3:27 nos dice cómo estar
revestidos: "todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos".
En las palabras "despojaos" y "vestíos" vemos los lados negativos y
positivos del evangelio. Hay predicadores y otras personas que llenan sus
enseñanzas con prohibiciones, condenando la mundanalidad y el error. Otros
dan mucha importancia a la predicación positiva, y aun critican a otros por ser
tan negativos. (No reconocen que ellos mismos son negativos cuando condenan
a algunos por ser negativos).
Pero la verdad es que el evangelio tiene muchos requisitos tanto negativos
como positivos. Ni uno ni otro se puede descuidar. No es posible sembrar la
semilla sin antes preparar (limpiar) el terreno. No es posible construir un edifi-
cio sin limpiar el solar, y esto a veces requiere trabajo difícil y complicado. Dios
dijo a Jeremías (1:10), "Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre
reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar
y para plantar". Así es nuestro trabajo en el evangelio.No se puede dar una
respuesta afirmativa a Cristo sin dar una respuesta negativa a Satanás.
4:25 -- "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno
con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros". Obsérvense
las palabras conectivas, "Por lo cual" (véase 1:15, notas). La primera aplicación
práctica hecha por Pablo de su enseñanza acerca de "despojarse" y "vestirse" es
desechar la mentira y hablar verdad. ¡Qué difícil es dejar la mentira! ¡cuántos
nuevos conversos luchan constantemente con esta tentación! La mentira es un
"modo de vivir" de mucha gente inconversa. Se usa en el hogar, en el trabajo,
en los negocios, y casi en toda faceta de sus vidas. Las vidas de los del mundo
están llenas de "toda injusticia ... engaños y malignidades" (Rom. 1:29).
La mentira debe desecharse porque es una causa mayor de la condenación
del viejo hombre. "Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira" (Rom.
1:25) cayeron en abominables idolatrías. Convenciéndose que eran sabios (una
mentira), rechazaron la sabiduría de Dios. Las mentiras que los hombres
fabrican, creen y enseñan acerca de Dios les conducen a aceptar filosofías
huecas, tales como la "evolución" y otra "ciencia" falsamente así llamada (1
Tim. 6:20). Las mentiras propagadas por los mormones, los "testigos", los
"solo-Jesús", etc. les mueven a resistir y a pelear contra el Dios verdadero y la
doctrina sana de la Biblia. La mentira arrulla al hombre moral con el refrán
mortal de que "no he hecho nada digno de castigo eterno".
¡Cuántos hogares y cuántas congregaciones se han destruido por la
mentira en forma de chismes y calumnias! "Desechando la mentira, hablad
verdad". Y recuérdese que es posible mentir, no solamente con palabras, sino
también con los ojos, con los hombros (encogidos para indicar "no sé"), con el
silencio, con alguna expresión del rostro, o con algún gesto de las manos, etc.
Si el propósito de alguno es engañar o dejar alguna impresión falsa o errónea,
es mentira. También, la verdad a medias es una mentira (Gén. 12:13).
4:26 -- "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo". Dios se enoja (1 Reyes 11:9; 2 Reyes 17:18; Sal. 7:11; 79:5; 80;4,5;
Heb. 12:29); Cristo se enoja (Mar. 3:5; Juan 2:15.17). El cristiano debe enojarse
al observar el pecado y la destrucción de vidas y almas causada por el pecado.
Si amamos la verdad, entonces aborrecemos el error y el pecado. No seremos
indiferentes ni hacia el pecado ni hacia la destrucción que éste causa.
Sin embargo, el enojo es muy peligroso y tiene que controlarse, pues
fácilmente se convierte en resentimiento y en deseo de venganza. Por lo tanto,
"no se ponga el sol sobre vuestro enojo". Si el enojo permanece en el corazón,
puede producir malicia y amargura. Si el enojo que sentimos es indignación
justa, como la de Jesús, debemos decir lo que se debe decir, o hacer lo que se
debe hacer, y luego acabar con el enojo.
4:27 -- "ni deis lugar al diablo", "no deis oportunidad al diablo (La
Biblia de las Américas), cosa que sucede si no quitamos muy pronto el enojo
del corazón. El enojo guardado y nutrido en el corazón da ocasión al diablo a
tentarnos. Cuando el cristiano se indigna, su reacción, sea en palabra o en hecho,
debe ser lo que le agrada a Dios. No es pecado reaccionar con indignación a las
injusticias u otras provocaciones de Satanás (Mar. 3:5; Hech. 23:3), pero lo
importante es que lo hagamos con dominio propio. "El amor no se irrita, no
guarda rencor" (1 Cor. 13:5).
4:28 -- "El que hurtaba, no hurte más". Esto se aplica no solamente al
ladrón nocturno, sino también a cualquiera que robe por medio de cualquier
fraude u otro método: el representar mal la mercancía o servicio que se ofrezca;
medidas y pesos falsos (Prov. 11:1; 20:23); el no pagar el debido jornal a los
obreros (Sant. 5:4); el no trabajar las horas indicadas en el acuerdo o contrato o
no trabajar cumplidamente; "sirviendo al ojo", o sea, trabajar solamente cuando
el patrón o mayordomo esté presente (Col. 3:22); y el no pagar las deudas
(porque ¿cuál es peor, robar de noche o llevar la mercancía de día y no pagar?)
Además, recuérdese Mal. 3:8. Dios dice que su pueblo le robó con
respecto a diezmos y ofrendas. El Nuevo Testamento no requiere diezmos sino
una ofrenda según Dios nos haya prosperado (1 Cor. 16:1,2). Cada quien debe
ofrendar según haya propuesto en su corazón (2 Cor. 9:7). ¿Robaremos a Dios,
dándole sobrantes? A veces los miembros salen de vacaciones o se mudan de
residencia, y se les olvida la ofrenda durante varias semanas o meses. Si hay
exigencia o escasez, a veces la ofrenda se reduce o se omite. En tales casos, se
roba a Dios, para salir de algún problema económico.
-- "sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno". Dice la
Versión Latinoamericana, "produce con sus manos".
Un problema grande en la iglesia de Tesalónica fue el que algunos
hermanos no realizaban ningún trabajo. No trabajaban en nada para ganarse la
vida. Pablo les dijo (1 Tes. 2:9) que él mismo les dio buen ejemplo en esto;
trabajando con sus manos: "Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y
fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de
vosotros, os predicamos el evangelio de Dios". En 1 Tesalon. 4:11 dice, "que
procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con
vuestras manos de la manera que os hemos mandado".
En la segunda carta habla en tonos más severos, demandando disciplinar
a los hermanos ociosos (desordenados)(2 Tesalon. 3:6-14). Dice en el ver. 10,
"Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma".
Esta enseñanza de trabajar y producir con las manos evita o corrige
muchos males. Vence la tentación de hurtar, y acaba con la pereza, que es una
cualidad totalmente contraria al evangelio. La laboriosidad destruye la
ociosidad. Es muy importante que los padres enseñen esto a sus hijos. Decían
los judíos que el no enseñar al hijo algún oficio era igual a enseñarle a ser ladrón.
Este mandamiento de Pablo condena la jugada. La Biblia enseña los
medios legítimos por los cuales se adquiere el dinero: (1) la ley del trabajo: el
trabajo tanto mental como físico, para ganar sueldo, o para sacar ganancia de
algún negocio o de alguna inversión; (2) la ley del cambio: mercancía es
cambiada por su equivalente de dinero; (3) la ley del amor: una herencia, o
dinero regalado o compartido ("para que tenga qué compartir con el que padece
necesidad"). La jugada no cabe en ninguna de estas tres categorías.
La jugada es del diablo, porque niega la integridad del trabajo. Es una
forma de robar. Es robo voluntario, en el mismo sentido en que el duelo es
homicidio voluntario. En el duelo se mata el uno al otro con su consentimiento.
En la jugada se roba el uno al otro con su consentimiento. La jugada no es
conforme a la ley del cambio, porque nada se da para remplazar el dinero
perdido. En lugar de seguir la ley del amor, se sigue la ley de la avaricia. Se
codicia el dinero de otro. La jugada siempre se halla entre las malas compañías,
con toda forma de disolución.
Por último, debe recordarse siempre que la jugada esclaviza. Hay muchos
"juegoadictos". Este fenómeno es notorio, tanto como la adicción al alcohol o
las otras drogas. Ha causado la ruina de muchas personas; ha destruido familias,
negocios y vidas. Es una expresión exagerada de la avaricia. Es la codicia
personificada.
-- "para que tenga qué compartir con el que padece necesidad". Hay
muchos hermanos que no pueden trabajar. Han trabajado, y quisieran de todo
corazón trabajar otra vez, pero han perdido la salud por causa de enfermedad o
accidente. También hay viudas y huérfanos, ancianitos y enfermos. Nunca
faltarán hermanos necesitados. Es una gran bendición de Dios tener buena salud
para poder trabajar. También el empleo, el negocio o cualquier fuente de
ingresos legítimos es una bendición de Dios. Verdaderamente es la providencia
de Dios (Sant. 1:17). Debemos, pues, compartir con otros para manifestar
nuestra gratitud a Dios y no gastar todo en nosotros mismos.
4:29 -- "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca". ¿Cómo
se puede corregir este problema? Limpiar el corazón. "Porque de la abundancia
del corazón habla la boca" (Mat. 12:34). Las palabras corrompidas que salen de
la boca indican que el corazón (el carácter) es corrupto. "El hombre bueno, del
buen tesoro del corazón saca buenas cosas; el hombre malo, del mal tesoro saca
malas cosas" (Mat. 12:35). Véanse también Mat. 15:18,19; Mar. 7:21-23; Prov.
4:23 (del corazón mana la vida").
-- "sino la que sea buena para la necesaria edificación ... dar
gracia". Véase Col. 4:6. La lengua es una fuerza tremenda para bien o para mal.
Se usa la lengua para predicar, para enseñar, para exhortar, para amonestar y
para alentar, pero también se usa para destruir con mentiras, con chismes y con
toda clase de ataque contra la persona de otros (Sant. 3:3-12). Hay muchos
textos en Proverbios que nos instruyen sobre el uso correcto de la lengua.
4:30 -- "Y no contristéis al Espíritu Santo". Aquí vemos claramente
que el Espíritu Santo tiene personalidad. Es una persona. Tiene cualidades de
una persona: piensa, razona, habla, oye, se puede resistir (Hech. 7:51), se le
puede apagar (los dones de El)(1 Tesal. 5:19); se le puede enojar (Isa. 63:10); y
aquí Dice Pablo que se le puede contristar por la infidelidad de los miembros
del cuerpo de Cristo.
-- "con el cual fuisteis sellados". Véase 1:13, notas.
4:31 -- "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira", el disgusto,
el resentimiento, etc.
-- "gritería y maledicencia", la lengua desenfrenada, debido a soltar las
emociones para ventilar el disgusto y el resentimiento. La persona de mal genio
-- "genio fuerte" o "carácter fuerte" -- no ha limpiado su corazón. La gritería y
maledicencia son el "mal tesoro" de que Jesús habla, sacado de un corazón
malo. La lengua es "un fuego, un mundo de maldad", (Sant. 3:2-12). La
"maledicencia" incluye la blasfemia, falsas acusaciones, el chisme y toda clase
de palabra injuriosa.
"toda malicia", la mala voluntad y mala disposición que tiene el deseo
de perjudicar a otros. Recuérdese que la definición básica de la palabra "amor"
(agapao) es buena voluntad.
Estos términos describen la condición de corazón que resulta si no nos
despojamos del viejo hombre (ver. 22). Los males mencionados en el ver. 31
pertenecen al viejo hombre y no al nuevo hombre; no son cualidades del
cristiano.
En particular estas palabras describen la conducta de la persona que no
controla el enojo y que no está dispuesta a perdonar. Cuando hay amor en el
corazón, no cabe la amargura, etc.
La persona de genio amargado sufre muchas consecuencias negativas, y
no solamente espirituales, sino también mentales y aun físicas. No conviene
dejar que otros nos provoquen tanto. Es necesario practicar el dominio propio y
siempre controlar las emociones. Nuestra reacción a las provocaciones no debe
ser como la reacción de los mundanos.
No se puede negar que otros nos pueden afligir. Pero la aflicción más
grande y dañina es la que nos hacemos a nosotros mismos. Es imperativo que
cada cristiano entienda que esta lista de cosas mencionadas por Pablo
(amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, malicia) son la reacción de la
persona provocada, y no son en ningún sentido necesarias o ineludibles. Estas
palabras describen la reacción del viejo hombre a las provocaciones de la vida,
pero el cristiano se ha renovado en el espíritu de su mente y se ha vestido del
nuevo hombre.
4:32 -- "Antes sed benignos unos con otros". El evangelio quita lo
malo, y luego, inmediatamente llena el corazón con cosas buenas. No basta con
limpiar el corazón, porque no es posible que quede vacío. Como indica la
parábola (Mat. 12:43-45), lo malo que fue quitado regresa y con más fuerza.
"Antes sed benignos"; es decir, en lugar de amargarse y soltar toda clase de
gritería y maledicencia, exhortar y enseñar con buenas palabras y con actitud
benigna. "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñoree
de su espíritu, que el que toma una ciudad" (Prov. 16:32).
-- "misericordiosos", véanse Mat. 5:7; 18:23-35; Luc. 6:36; 18:13; Sant.
2:13.
-- "como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Dice Cristo
que tenemos que perdonar para ser perdonados (Mat. 6:14,15). Debemos
perdonar como Dios perdona, y debemos perdonar para ser perdonados. ¿Cómo
perdona Dios? "Nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades"
(Heb. 8:12). Dicen algunos, "Yo sí puedo perdonar, pero no puedo olvidar".
¿Perdonan los tales como Dios perdona? Cuando Dios perdona, el mal queda
borrado y olvidado, como si nunca lo hubiéramos hecho.
Capítulo 5
Resumen: El capítulo 5 sigue con las exhortaciones prácticas iniciadas en 4:17
acerca de la nueva vida en Cristo. 5:1,2 nos exhorta a tener el amor genuino
como el de Dios y Cristo. Los vers. 3-17 nos exhortan a dejar las prácticas de
las tinieblas. En contraste, debemos alabar a Dios, siendo "llenos del Espíritu",
y expresarlo cantando himnos, vers. 18-20. Las mujeres deben estar sujetas a
sus maridos, como la iglesia está sujeta a Cristo, vers. 21-24; y los maridos
deben amar a sus esposas como Cristo ama a la iglesia, vers. 25-31. La unión
entre Cristo y su iglesia (su esposa) ilustrada por la unión del marido con su
esposa, vers. 32,33.
5:1 -- "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados". La palabra,
"pues", conecta esta exhortación con lo que Pablo dijo en 4:17-32. No hay
ningún cambio de tema.
No somos "hijos amados" de Dios si no somos imitadores de Dios. La
palabra "hijos" se emplea muchas veces en el Nuevo Testamento para dar
énfasis a alguna cualidad de carácter ("hijos de luz", "hijos de paz", "hijo de
consolación", "hijos de trueno", etc.), y para denotar la imitación. Jesús dijo que
los judíos no eran hijos de Abraham, porque no hacían las obras de Abraham
(Juan 8:39). Al contrario, dijo que su padre era Satanás (v. 44), porque hacían
las obras de él (lo imitaban).
Por lo tanto, los que no practican la justicia, y que no aman a sus hermanos
no son hijos de Dios (1 Jn. 3:10).
"Nosotros le amamos a él, porque nos amó primero" (1 Juan 4:19). Los
hijos deben ser como sus padres. Deben imitarlos en lo bueno.
5:2 -- "Y andad en amor, como también Cristo nos amó". El amor
debe ser el motivo principal de la vida. Dios es amor (1 Juan 4:8). El cristiano
debe andar en el amor que se demostró en el Calvario, el amor que sacrifica
todo. El amor es la base de toda nuestra conducta, y de nuestro servicio a Dios.
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas
tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Luc. 10:27).
-- "y se entregó a sí mismo", (otra vez en el v. 25), la expresión suprema
del amor. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos" (Jn. 15:13).
-- "por nosotros". Murió en nuestro lugar. Es nuestro substituto. "Todos
nosotros descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros" (Isa. 53:6). "Quien llevó él
mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" (1 Ped. 2:24); "para dar
su vida en rescate por muchos" (Mat. 20:28). Este es el mensaje del evangelio,
las buenas nuevas del cielo.
Las palabras "por nosotros" no significan meramente que Cristo nos hizo
un favor, sino que El murió en nuestro lugar. El recibió la plena fuerza, todo el
golpe terrible de la ira de Dios contra el pecado, El en lugar de nosotros. Lo
merecimos nosotros, pero El lo sufrió, "el justo por los injustos, para llevarnos
a Dios" (1 Ped. 3:18).
-- "ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante". Dios se agradó del
sacrificio de Cristo por nosotros. Fue aceptado para expiar nuestros pecados.
Cristo es la propiciación por nuestros pecados, y por los de todo el mundo (1
Juan 2:2). La palabra "propiciación" significa "cubierta", como el propiciatorio,
la cubierta del arca del pacto donde se rociaba sangre para expiar los pecados
del pueblo de Israel.
La expresión empleada por Pablo aquí ("ofrenda y sacrificio a Dios en
olor fragante" nos recuerda de tales textos como Lev. 1:9, 13; 2:3, 9, 12, 16;
4:21, etc. También en Gén. 8:21 "Y percibió Jehová olor grato" cuando edificó
Noé un altar ... y ofreció holocausto en el altar".
Los sacrificios y ofrendas espirituales que Dios desea de su pueblo ahora
se mencionan en: Fil. 4:18, la ayuda que los filipenses dieron a Pablo, "olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios"; Heb. 13:15, 16, "ofrezcamos ...
sacrificio de alabanza ... fruto de labios ... y de hacer bien y de la ayuda mutua
... de tales sacrificios se agrada Dios"; y 1 Ped. 2:5, "ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo".
5:3 -- "Pero fornicación", un vicio muy común entre los paganos, y
parte integral del culto. Las "sacerdotisas" eran prostitutas. Esta palabra se usa
alternativamente con la palabra "adulterio" pero "fornicación" comprende más
que "adulterio", porque abarca toda forma de acto sexual ilícito (aun incluye la
homosexualidad, Judas 7).
El cuerpo del cristiano no es para la fornicación (1 Cor. 6:13-20), porque
pertenece a Cristo quien lo compró. El cristiano debe aborrecer este pecado
como Dios lo aborrece. Debe "huir" de la fornicación (1 Cor. 6:18). Para huir
de la fornicación el cristiano debe evitar el baile, la literatura y películas que
exhiben la sensualidad y la desnudez, y también las canciones populares tan
corruptas y tan entregadas a la suciedad inmoral. Es indispensable que el
corazón se guarde de la corrupción, para que la conversación y la conducta sean
limpias. "Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a
los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios" (Heb. 13:4).
-- "inmundicia", la impureza, sea de hecho, o de palabra, o de
pensamiento.
-- "avaricia", que es idolatría, v. 5; Col. 3:5.
-- "ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos", "ni
siquiera se mencionen entre vosotros" (La Biblia de las Américas), que no haya
nunca la más mínima sospecha de tal cosa entre los santos. Pablo no está
prohibiendo la mención de estos vicios, porque él mismo lo hace repetidas
veces, como aquí mismo, sino que los santos vivan sin reproche, que sean
irreprensibles, y que no haya ninguna sospecha de que algún hermano sea cul-
pable de tales cosas. "Andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados" (4:1); "las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia
... como corresponde a mujeres que profesan piedad" (1 Tim. 2:9, 10); "que os
comportéis como es digno del evangelio" (Fil. 1:27); "la santidad conviene a tu
casa", (Sal. 93:5).
5:4 -- "ni palabras deshonestas", vergonzosas, obscenas, toda palabra
o expresión contraria al pudor y decencia. "Exhorta asimismo a los jóvenes a
que sean prudentes ... palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario
se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros" (Tito 2:6-8).
-- "ni truhanerías", "groserías" (La Biblia de las Américas), disparates,
decir bufonadas, burlarse. La palabra lleva la idea de lo tosco o grosero,
lenguaje bajo, vulgar. Las "truhanerías" se dirigen contra la modestia, la
castidad y toda cosa virtuosa. Atacan la obediencia a Dios, el respeto por los
padres y el respeto por la ley. La virtud de la mujer es objeto de mucho des-
precio.
Ahora cada vez más se están aceptando las palabras más corrompidas en
las conversaciones ordinarias. Hay muchas palabras que hace quince o veinte
años nunca se pronunciaban en público, mucho menos delante de las damas,
que se oyen ahora en la televisión, en las canciones populares, se leen en los
periódicos y revistas, y se oyen en conversaciones. Como Pablo bien dice, "irán
de mal en peor" (2 Tim. 3:13).
La degeneración es muy precipitada. Un fenómeno sobresaliente en
nuestra época es el llamado "concierto" de la "música" rock and roll. En estos
hay demostraciones exageradas de la degeneración. Las emociones de rebelión,
de frustración, y de pura malicia se expresan a rienda suelta. Las canciones y
todo el lenguaje de los participantes son totalmente corruptos, como también
sus gestos que reflejan su identidad con lo oculto y satánico.
Hay otra especie de "groserías" que son sumamente populares. Se trata
del lenguaje de doble sentido, de indirectas o sugerencias vulgares. Las
comedias de la televisión moderna se basan en gran parte en este tipo de
lenguaje. Lo que no es abiertamente vulgar, o, por lo menos, hace alguna
sugerencia de lo sucio o sensual, ya no es gracioso ni popular. Es como el caso
de las novelas de la televisión; si no están repletas de la sensualidad, la
violencia, la intriga y traición, etc. no serán aceptables. Tampoco será divertida
y chistosa la comedia si es sana.
-- "sino antes bien acciones de gracias". ¿Qué relación tiene la gratitud
con las palabras deshonestas? Las personas que las usan no quieren "tener en
cuenta a Dios". Son personas ingratas. Obsérvese esto en 2 Tim. 3:2 "blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos..."
5:5 -- "sabéis esto", pero es muy importante repetir las verdades bíblicas.
"A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es
seguro" (Fil. 3:1). "Yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque
vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente" (2 Ped. 1:12).
La repetición es muy necesaria. Esto no quiere decir que el predicador debe
tocar una sola cuerda del violín. Hay una gran variedad de temas que debe
predicarse y repetirse. No hay peligro de repetir demasiado los sermones si
predicamos todo el consejo de Dios (Hech. 20:20,27), pero, muchos temas
deben repetirse y los oyentes no deben fastidiarse de oírlos.
-- "ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios". Dice La Biblia de las Américas,
"Porque con certeza sabéis esto". Es muy enfático. Nadie puede dudarlo.
"Acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gál. 5:21). No tiene parte,
no puede participar, en el reino de Dios. No hay lugar en el reino glorioso que
le espere. Ismael no pudo heredar con Isaac. Los tales no se hallarán inscritos
"en el libro de la vida" (Apoc. 20:15), aunque sus nombres aparezcan a veces
en la lista de miembros de alguna iglesia.
La avaricia se llama idolatría porque el avaro adora no a Dios sino a sí
mismo. En vez de buscar el mejoramiento del reino de Dios busca el progreso
de sus propios intereses, mayormente en lo que concierne el materialismo. La
avaricia y su fin se ilustra claramente en la parábola de Luc. 12:15-21.
5:6 -- "Nadie os engañe con palabras vanas", vacías, argumentos
especiosos y engañosos. "Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras
persuasivas" (Col. 2:4). No permitáis que nadie os engañe con argumentos que
suenan bien y plausibles pero que en realidad no están basados en la verdad.
En el primer siglo había cantidad de maestros religiosos que prometían a
la gente la salvación y a la vez la satisfacción de sus apetitos carnales. Vemos
mucha evidencia de esto. Obsérvese en los siguientes textos: 2 Tim. 3:5, 7, 13
(y su contexto); Tito 1:16; 2 Ped. 2:19 (todo el capítulo, y la carta de Judas);
Apoc. 2:6, 15, "los nicolaítas"; 2:14 "la doctrina de Balaam"; 2:20, "esa mujer
Jezabel"; y en varias cartas, mayormente en las de Juan, se ve la denuncia de
los errores y el engaño de los gnósticos. Todos estos maestros falsos tenían en
común una cosa: ofrecían a la iglesia el libertinaje en el nombre de la libertad
en Cristo.
Hoy en día el mundo religioso está lleno de lo mismo. Hay líderes
religiosos que ofrecen toda forma de "libertad" (libertinaje) a sus feligreses, sólo
que ingresen en su denominación o movimiento y paguen (la cuota más popular
es el diezmo). ¡Qué "libertad" ofrecen los curas, los "testigos", los mormones,
y otras sectas!
5:7 -- "No seáis, pues, partícipes con ellos". Porque ellos no tendrán
ninguna herencia en el reino celestial, y si participamos con ellos ahora,
tendremos que participar con ellos después, sufriendo el castigo de la ira de
Dios.
5:8 -- "Porque en otro tiempo erais tinieblas". De esto Pablo les
recuerda varias veces: 2:1-3, 11, 12; 4:14, 17, 18. Estaban en las tinieblas y las
tinieblas estaban en ellos. Les faltó el conocimiento de Dios (2 Cor. 4:4) porque
Satanás cegó su entendimiento. Pero Cristo vino para vencer al autor de las
tinieblas, y Pablo fue comisionado para convertirles de las tinieblas a la luz de
Cristo (Hech. 26:18).
-- "Mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz". "Baste
ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles ..." (1 Ped.
4:3). Ahora no somos tinieblas; por eso, tenemos que dejar las prácticas de
tinieblas. Antes "éramos por naturaleza (por la práctica confirmada) hijos de
ira", es decir, el castigo (la ira) era el destino que correspondía a nuestra
conducta como "hijos de desobediencia" (personas desobedientes). Pero ahora
somos "hijos de luz", personas de entendimiento y de obediencia. Véanse Mat.
5:16; 1 Tes. 5:1-8. Donde hay cristianos hay luz. La persona que obedece al
evangelio prende otra luz en el mundo de tinieblas.
5:9 -- "porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y
verdad". Hijos de luz son personas de bondad, justicia y verdad. La Biblia
habla de las "obras" de la carne, y del "fruto" del Espíritu (véase Gál. 5:19-22).
Si estamos "llenos del Espíritu", llevaremos el "fruto del Espíritu". El fruto
llevado por los hijos de luz es muy distinto a las obras de la carne de los hijos
de desobediencia.
5:10 -- "comprobando lo que es agradable al Señor". Dice Rom. 12:2,
"para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios". Dios quiere que
comprobemos sus caminos. Ya sabemos los caminos del mundo, ya anduvimos
en ellos; ahora nos conviene comprobar lo que es agradable al Señor. No es
cuestión de investigar o poner a prueba el camino de Dios para ver si es bueno
o no, sino es cuestión de andar en sus caminos para aprender y ser convencidos
por la experiencia personal que sus caminos son perfectos. El camino de Dios
le agrada a El, y también es perfecto para nosotros. Es el camino de paz y gozo.
No hay felicidad verdadera en las tinieblas. "Gustad, y ved que es bueno Jehová;
dichoso el hombre que confía en él" (Sal. 34:8).
5:11 -- "Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas,
sino más bien reprendedlas". Este texto es paralelo con 2 Cor. 6:14, "No os
unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?" El tema de
los textos es el mismo: no tener comunión con las prácticas de la idolatría.
Véanse también 1 Cor. 8:10 y 10:16-22. Pablo insistió en que los hermanos
salieran y se apartaran de esas prácticas (2 Cor. 6:17) para poder disfrutar de la
comunión con Dios ("habitaré y andaré entre ellos").
-- "las obras infructuosas", hechos inútiles, vanos, vacíos, no sirven a
ningún propósito bueno. Judas 12 habla de "nubes sin agua, llevadas de acá para
allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y
desarraigados". Los vicios no sirven, no ayudan, no dan ningún beneficio. Al
contrario, perjudican. Destruyen el cuerpo, destruyen la mente, causan muchos
problemas en la familia, en el negocio, y en toda faceta de la vida. "¿Pero qué
fruto tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin
de ellas es muerte" (Rom. 6:21).
-- "sino más bien reprendedlas". No basta con apartarnos del mal.
Tenemos que denunciarlo. Hablar por Cristo requiere la denuncia del pecado.
El cristiano sabe por la experiencia que los vicios no sirven para nada excepto
para producir la miseria. Debe decirlo. Debe abrir su boca y hablar. Es necesario
reprender el pecado para abrir los ojos de la gente. "Que prediques la palabra;
que instes a tiempo, y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda
palabra y doctrina" (2 Tim. 4:2). "Y esta es la condenación: que la luz vino al
mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras
eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la
luz, para que sus obras no sean reprendidas" (Jn. 3:19, 20).
La obediencia misma reprende la desobediencia. "Por esa fe condenó al
mundo" Noé (Heb. 11:7). El buen ejemplo condena el mal ejemplo. La
obediencia prende la luz. Pero el cristiano no puede vivir callado. No es posible
predicar la verdad sin atacar el error. Cristo y sus apóstoles siempre estaban en
conflicto con el error religioso. No congeniaban con ellos, sino chocaban
constantemente con ellos. No hay armonía entre la verdad y el error.
5:12 -- "porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en
secreto". No era prudente ni necesario que Pablo describiera estas prácticas
abominables. Los términos generales empleados por Pablo y los otros autores
del Nuevo Testamento bastan para condenarlas. Los predicadores y maestros
deben ser prudentes en su forma de describir el pecado. Una hermana dijo,
"Creo que fuera mejor que mi hija bailara en vez de escuchar al hermano X
describir el baile". La virtud y la modestia prohíben la descripción de muchas
prácticas abominables. Los autores inspirados no describieron las
abominaciones de su tiempo. A veces hay imprudencia en el púlpito. Hay predi-
cadores que se sienten obligados a ser muy francos y muy fuertes en su denuncia
del mal. Pero la descripción de prácticas sensuales produce pensamientos en la
mente que no convienen, y puede hacer mucho daño. Es suficiente emplear los
términos generales empleados en la Biblia. Lo importante es que la denuncia
sea severa, y que se afirme repetidas veces que los que practican tales cosas no
van al cielo si no se arrepienten.
-- "lo que ellos hacen en secreto". "Todo el que hace lo malo, aborrece
la luz", aun la luz física. Se esconden de los ojos del público. "Los que se
embriagan, de noche se embriagan" (1 Tesal. 5:7). Pero recuérdese el Sal.
139:7-12.
5:13 -- "Mas ... puestas en evidencia por la luz, son hechas
manifiestas". La palabra de Dios descubre todo. Los hijos de luz saben la
naturaleza de todas las cosas, para no ser engañados por nadie ni por nada. Se
usa la luz para descubrir la identidad o la naturaleza de algún objeto. La luz lo
manifiesta, descubre, hace visible. La luz del evangelio descubre la naturaleza
verdadera del pecado, y al mismo tiempo lo reprende. Los escritos del Nuevo
Testamento prenden la luz en un mundo de tinieblas. Todas las cosas se pueden
ver. No hay nada escondido. No hay excusa para continuar la práctica del
pecado. Los únicos que no pueden ver son los que tapan los ojos (Mat. 13:15; 2
Cor. 4:4).
5:14 -- "Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate ...
te alumbrará". No sabemos el origen de esta cita. Pensamientos similares se
encuentran en Isa. 9:2; 26:19; 52:1, y especialmente en Isa. 60:1. La exhortación
para inconversos es que acepten el evangelio, y la exhortación para cristianos
es que nos apartemos completamente de toda forma de mal.
5:15 -- "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino
como sabios", mirando alrededor, a todos lados. El cristiano debe tener mucho
cuidado, estar alerta, y nunca descuidar sus pasos. Debe demostrar claramente
que se ha despojado del viejo hombre, y que se ha vestido del nuevo hombre.
Esto requiere diligencia. El mundo está lleno de perversidad. Satanás ha
colocado trampas en el camino para hacernos tropezar. En esta carta (6:10-20),
Pablo emplea la figura de vestirnos "de toda la armadura de Dios, para que
podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo". Dice Pedro, "Sed sobrios,
y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar" (1 Ped. 5:8). En 2 Tim. 2:26 Pablo habla del "lazo
del diablo" y de los "que están cautivos a voluntad de él". Pero afirma en 2 Cor.
2:11 que "no ignoramos sus maquinaciones", y así será si miramos cómo an-
damos.
-- "no como necios (imprudentes) sino como sabios". Dios nos
proporciona la inteligencia y la sabiduría necesarias para evitar los lazos de
Satanás (véanse 1:8, 17, 18; 3:3-5, 18; Col. 1:9, 28; 3:16; 4:5). Desde el sermón
del monte (Mat. 7:24-27) y a través del Nuevo Testamento, hay contrastes
fuertes entre los necios y los sabios.
5:16 -- "aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos",
"aprovechando cada oportunidad" (Versión Moderna). Pablo emplea la figura
de los comerciantes que observan bien el mercado, para saber el momento más
oportuno para comprar y vender. Somos mayordomos de todo lo que Dios nos
da, y no hay otra bendición más grande que el tiempo mismo. Tendremos que
dar cuenta a Dios en cuanto a su uso. Nos da tiempo para toda actividad nece-
saria, pero es necesario ser prudentes y no necios en la administración de esta
bendición. La oportunidad perdida nunca será recobrada. Tiempo es vida; no
debemos desperdiciarlo.
Jesús es nuestro ejemplo perfecto en usar bien el tiempo. Mar. 1:21-34
relata los eventos de un solo día en su vida. El eterno Señor esta muy consciente
de la brevedad del tiempo (véanse Luc. 13:32, 33; Jn. 7:33 "un poco de tiempo
estaré con vosotros"; 13:33 "aún estaré con vosotros un poco").
Dice Pablo que "el tiempo es corto" (1 Cor. 7:29), y que no debemos dejar
que nada (ni familia, ni lágrimas, ni alegría, ni comercio ni otro interés terrenal)
nos impida espiritualmente. El tiempo es el haber más valioso que el
hombre posee. Tiempo es vida, es riqueza. Todo hombre vivo es hombre rico,
porque el tiempo mismo es su capital más importante. Es capital que se puede
invertir para el bien eterno. El tiempo es sumamente valioso. Mídase con reloj
o con almanaque o como uno quiera, pero siempre es precioso.
Para no desperdiciarlo debemos organizarnos; es decir, formular un plan
u horario (aunque sea algo flexible) para que quepan todas las cosas necesarias,
y para no descuidar lo más importante. Como proponemos en el corazón lo que
ofrendaremos, de la misma forma debemos proponer en el corazón con respecto
a la administración sabia del tiempo, siempre buscando primeramente el reino
de Dios.
Los predicadores que reciben salario para dedicarse tiempo completo a la
obra están en gran peligro de desperdiciar el tiempo. Somos más o menos
independientes, porque no tenemos horas fijas para el trabajo (excepto el
horario para los servicios), y son contadas las iglesias que exijan mucho del
predicador (pero Dios lo sabe todo). Por lo tanto, se requiere mucho dominio
propio y mucha disciplina de sí mismo, para hacer uso sabio del tiempo.
Debemos estudiar diligentemente para preparar buenos temas y buenas clases,
arreglar estudios en los hogares, y ser diligentes en programar todo el tiempo
que debe ser dedicado a la obra.
También debemos apartar tiempo adecuado para la familia. Hay predi-
cadores que han hecho una gran obra en evangelizar que pierden a sus hijos.
-- "porque los días son malos". Esta carta fue escrita poco antes de la
severa persecución bajo el emperador romano Nerón. (También Jerusalén fue
sitiada y destruida en esos días). La única esperanza para el mundo era el
evangelio puro. Es importante agregar que el "evangelio social" del mundo
sectario, y que es muy popular ahora entre los hermanos liberales, no tiene
ningún poder ni para corregir la maldad del mundo, ni mucho menos para salvar
almas.
5:17 -- "Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la
voluntad del Señor". Tomando en cuenta y meditando seriamente sobre lo que
Pablo acaba de decir (el peligro es grande, la maldad es abrumadora, el tiempo
es precioso), no seamos insensatos, sino hagamos un esfuerzo mayor para
entender la voluntad de Dios. Este entendimiento queda a nuestro alcance.
Leyendo lo que Pablo escribe, podemos poseer el entendimiento de él (3:3-5).
La palabra es insultada por el refrán popular de que "es nada más cuestión
de la interpretación de cada persona". El mundo religioso dice que está bien que
cada persona "entienda" la palabra a su modo, sólo que haya sinceridad. Es
totalmente absurdo este concepto. ¿Qué padre de familia espera y permite que
sus cinco o diez hijos le "entiendan" cada quien a su modo? Esta actitud
significa una indiferencia total hacia la palabra de Dios. Si cinco o diez o cien
personas "entienden" la palabra en distintas maneras, es posible que todos estén
equivocados, pero es imposible que todos tengan razón.
5:18 -- "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución
(libertinaje)". El embriagarse y el libertinaje son íntimos compañeros,
porque el alcohol suprime o quita la restricción moral y calla la conciencia.
Por lo tanto, los que están bajo la influencia del alcohol, toman libertades para
decir o hacer cosas que normalmente no dicen ni hacen. Es por esto que muchos
se sienten más valientes cuando beben alcohol; la timidez se suprime. Pero no
reconocen el efecto que el alcohol tiene sobre su mente. Creen que pueden
conducir un auto mejor que nunca, y por eso en más de la mitad de los
accidentes de automóviles está involucrado el alcohol.
Pero la sociedad no quiere hablar de "borrachos" (se dice "alcohólicos"),
y, desde luego, para muchos la borrachera no es pecado, sino una enfermedad.
Según la mentalidad moderna, los "alcohólicos" son víctimas de los tiempos y
de las presiones de la civilización moderna. ¿Quién debe hacer algo para
corregir el problema? Pues, el gobierno, sin lugar a dudas (porque los del mundo
no creen en la responsabilidad individual, ni en la del hogar). Pero el gobierno
no puede corregir el mal, porque muchos senadores, representantes, jueces, etc.
practican este vicio.
Además, la industria de toda clase de bebidas alcohólicas paga muchos
impuestos, ayuda en las campañas políticas, y pone mucha presión sobre los
gobernantes para que no haya problemas grandes.
Hay hermanos que enseñan que está bien tomar alcohol con moderación, y
defienden la "bebida social". Dicen que la Biblia condena solamente la
borrachera. Pero considérese bien 1 Ped. 4:3, que menciona "borracheras"
(oinophlugiais), y en el mismo versículo dice, "potois" que tiene que ver con
beber bebidas alcohólicas, pero no necesariamente con exceso. La Versión New
American Standard Bible traduce la palabra "potois" como "fiestas para
beber"; esto demuestra que no se condena solamente la borrachera, sino el beber
mismo.
Dice el Sr. R. C. Trench en su libro, "Synonyms of the New Testament"
que la palabra "potos" no significa necesariamente el exceso de beber, sino que
da oportunidad para el exceso. El punto es que Pedro condena esta práctica de
beber y no solamente la borrachera. El emplea tres palabras: potois, komois,
y oinophlugiais. Representan tres niveles: "potois" se refiere a los que están
simplemente tomando, y no necesariamente en exceso; "komois" se refiere a
los que han tomado más y están más bajo la influencia del alcohol (pero todavía
están muy vivos, hablan y cantan, y se gozan de la ocasión); luego viene la
borrachera, el estado de aquel que tropieza y se cae, habla y canta pero puras
tonterías, se duerme en un estupor, y luego se despierta con martillazos en el
cerebro.
-- "antes bien sed llenos del Espíritu", un contraste entre "llenos del
Espíritu" y llenos del alcohol. Y ¡qué contraste! El Espíritu Santo ilumina la
mente, mientras que el vino la oscurece y destruye. El Espíritu de Dios nos
ayuda a gobernar nuestro cuerpo con sus apetitos, pero el vino suprime el
impulso moral, y quita la fuerza y control del dominio propio. El vino quita los
frenos que la conciencia aplica a la conducta. El desenfreno causado por el
vino produce pleitos (porque quita inhibiciones y da valor), adulterios (porque
quita inhibiciones morales), y toda forma de libertinaje y disolución. "El vino
es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es
sabio" (Prov. 20:1; véase también Prov. 23:29-35).
Como el vino promueve toda forma de destrucción, el Espíritu promueve
toda forma de edificación. Construye y fortalece los muros de defensa contra
tentaciones; fortalece nuestra voluntad, y da dirección a las emociones.
¿Quién está en verdad lleno del Espíritu? ¿Los carismáticos que hablan
tanto del Espíritu Santo? Se requiere mucho más que el sólo pronunciar su
nombre. Los que están verdaderamente llenos del Espíritu son aquellos que
están completamente bajo su dirección a través de su Palabra. "Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Rom. 8:14).
Estos llevarán el "fruto del Espíritu" (Gál. 5:21,22). Los que no siguen las
enseñanzas del Espíritu Santo entregadas por los hombres inspirados del primer
siglo, y que no llevan el fruto del Espíritu no son llenos del Espíritu, no obstante
lo fuerte de sus gritos acerca del Espíritu Santo.
La expresión “llenos del Espíritu” no implica que alguno pueda ser medio
lleno del Espíritu, porque si no estamos “llenos del Espíritu”, estamos “llenos”
de Satanás (cosas malas; compárense Efes. 5:18, vino; Luc. 4:28,29, ira; Hech.
5:3, engaño, 17, celos, etc.).
5:19 -- "hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones". Los que
están llenos de vino cantan canciones mundanas pero el que es lleno del Espíritu
alaba a Dios.
Los "salmos" dan alabanza a Dios, exaltando su nombre, poder, atributos
y obras, como los salmos de David.
Los "himnos" dan alabanza a Dios, con acción de gracias y súplicas,
expresando nuestra dependencia de Dios.
Los "cánticos espirituales" dan expresión a una gran variedad de temas
espirituales, basados en las palabras reveladas por el Espíritu Santo. "Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren"
(Jn. 4:24); por lo tanto, los himnos y cánticos deben estar basados en las
enseñanzas y pensamientos espirituales, para que en ellos nuestros espíritus
puedan tener comunión con Dios. Los himnos que cantamos deben estar en
perfecta armonía con la palabra de Dios. Debemos ser estrictos en lo que
predicamos y enseñamos, y debemos ser estrictos en lo que cantamos. No
conviene cantar lo que no podemos enseñar en el púlpito.
-- "hablando entre vosotros". El cantar es hablar un mensaje, dar una
enseñanza. Es para el Señor, y para la iglesia. El cantar no es para divertir a la
gente. Es un acto de adoración, y no es meramente para introducir el culto.
Muchos hermanos llegan tarde al culto y no participan en el primer canto (o en
los primeros cantos). Algunos entran durante esta parte del culto e interrumpen
la adoración de otros. (Los que llegan tarde deben esperar en la entrada hasta
que se termine el canto o la oración; si llegan durante el sermón, deben ocupar
los asientos de atrás, para causar menos estorbo). Pero el punto es que los cantos
son mensajes, y no puro rito o ceremonia.
-- "cantando y alabando al Señor en vuestros corazones". Algunos de
los que usan instrumentos musicales en el culto dicen que la palabra
"psallontes", traducida "alabando", significa cantar con instrumentos. Es
verdad que bajo el Antiguo Testamento se tocaban instrumentos con los cantos;
y es verdad que en la versión Septuaginta (versión griega del Antiguo
Testamento), la palabra "psallo" se usaba para indicar tanto el tocar como el
cantar. (Pero recuérdese que los israelitas usaron los instrumentos por el man-
damiento de Dios, 2 Crón. 29:25; y que no hay tal mandamiento para la iglesia).
Este verbo (psallo) se halla en Rom. 15:9 ("cantaré"); 1 Cor. 14:15
("cantaré") Sant. 5:13 ("cante alabanzas"); y en Efes. 5:19 ("alabando"). No hay
ninguna versión que traduzca el verbo "psallo" como "tocar" en el Nuevo
Testamento. Para el siglo primero la palabra "psallo" ya había perdido el
significado de tocar y cantar, y significó simplemente cantar.
Pablo sí nombra algún instrumento, pero ¿cuál es? El corazón ("alabando
al Señor en vuestros corazones). El significado radical de la palabra "psallo"
es tañer, y se aplicó a todos los sonidos producidos por la vibración de las
cuerdas de cualquier instrumento. Es muy razonable que se usara, pues, con
referencia a la voz humana, que es el sonido que sale de los pulmones y de la
boca del hombre, habiendo pasado por las cuerdas vocales. "La voz humana es
el más complicado, delicado y perfecto instrumento musical conocido por al
hombre. Es la perfección de la obra del Creador como instrumento musical, y
es capaz de producir combinaciones y armonía musicales mucho más dulces y
variadas que las de cualquier instrumento de fabricación humana, aun más que
aquellos inventados por David" (David Lipscomb).
Las iglesias evangélicas son muy inconsecuentes. Denuncian las muchas
prácticas de la iglesia católica romana que carecen de apoyo bíblico (tales como
el rosario, la misa, quemar incienso, invocar a María y los "santos", etc.), pero
se quedan con los instrumentos de música. Durante los primeros seis siglos no
se usaron instrumentos de música en la iglesia. Es otra invención católica.
-- "en vuestros corazones". No es suficiente denunciar el uso de
instrumentos mecánicos en el culto. Si no empleamos el instrumento correcto,
los cantos de nosotros tampoco serán aceptables. ¡Qué fácil es cantar sin pensar
en lo que decimos! y máxime cuando cantamos los mismos himnos en cada
reunión. Se saben de memoria y se pueden cantar sin ninguna concentración en
la letra. Si cantamos sin meditar en el mensaje del himno para alabar de corazón
a Dios (como también para exhortar al hermano), nuestro servicio sigue la rutina
católica de rezar el "Padre Nuestro", un servicio nada aceptable a Dios.
5:20 -- "dando siempre gracias por todo al Dios y Padre", 1:16; 5:4;
Fil. 1:3, 12-21; Col. 1:3, 12; 2:7; 3:17; 4:2; Filemón 4; a través de oraciones y
cantos. Muchos cantos son expresiones de gratitud a Dios. ¡Qué importante que
los cantemos de corazón! El evangelio cambia el cantar de la gente. Las
canciones del mundo son temas de sensualidad y toda forma de carnalidad. Pero
los salmos, himnos y cánticos de los cristianos son espirituales, expresiones de
gratitud a Dios.
Damos gracias todos y por todo. Los jóvenes deben dar gracias por su
juventud. Los ancianitos deben dar gracias al Señor por los años que les ha
concedido. Todos debemos dar gracias por el pan de cada día, y por la salud.
Demos gracias por el empleo. Y por la familia que Dios nos da. Por todas las
bendiciones espirituales (1:3). Demos gracias en tiempos de prosperidad y en
tiempos de escasez (Fil. 4:11-13). En tiempos de enfermedad y pobreza, demos
gracias por la salud y los recursos que nos quedan, y también por la fuerza que
Dios nos da para soportar tribulaciones, sabiendo que nos ayudan a ser más
fuertes. "Me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2
Cor. 12:10).
Todos deben estar contentos y agradecidos. Nunca hay excusa para tener
amargura de espíritu. Todos -- absolutamente todos -- debemos dar gracias a
Dios. Sin excepción.
-- "en el nombre de nuestro Señor Jesucristo". Siempre nos acercamos
a Dios por la mediación de Cristo. "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí ... y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré" (Juan 14:6, 13). Véase Col. 3:17.
5:21 -- "Someteos unos a otros en el temor de Dios". Sobre todo
"humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando
fuere tiempo" (1 Ped. 5:6). La sumisión a Dios requiere que estemos sumisos
según el orden establecido por Dios: todos al gobierno civil (1 Ped. 2:13-17;
Rom. 13:1-7; Tito 3:1); los siervos sujetos a sus amos (6:5-8; Col. 3:22; 1 Ped.
2:18,19); jóvenes sujetos a los ancianos (1 Ped. 5:5); hijos sujetos a sus padres
(6:1-3); esposas sujetas a sus maridos (5:22, 23, 33; 1 Ped. 3:1-7; Col. 3:18); y
la iglesia sujeta a los ancianos (Heb. 13:17).
5:22 -- "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos". Véanse Col.
3:18; Tito 2:5; 1 Ped. 3:1,7. Pablo enseña en estos textos el orden divino para el
hogar. El hogar que no respeta este orden está fuera de orden; en tal hogar hay
desorden. Es importante que la mujer aprenda esta enseñanza antes de casarse.
No debe casarse con algún hombre a quién no pueda sujetarse, porque después
de casarse, es muy tarde para decidir que no puede vivir en sujeción al marido.
Es lo que "conviene en el Señor" (Col. 3:18). Las casadas deben sujetarse
a sus maridos para que éstos las amen; y los maridos deben amar a sus mujeres,
para que éstas se sujeten a ellos
Además, la hermana en Cristo debe sujetarse al marido incrédulo (1 Ped.
3:1-4), con tal que no haya conflicto entre la voluntad del marido y la voluntad
de Dios (Hech. 5:29 "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres").
Si el marido dice que su esposa no puede bautizarse o que no puede asistir a las
reuniones de la iglesia, está en conflicto con Dios, y su esposa debe obedecer a
Dios y no al marido.
"Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir
con ella, no lo abandone ... Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está
el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz
nos llamó Dios". La esposa que es cristiana fue comprada por Cristo (1 Cor.
6:19,20) y pertenece a El. "Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos
de los hombres" (1 Cor. 7:23). Si el marido incrédulo no consiente en vivir con
la creyente y se separa, la hermana debe recordar que no está sujeta a
servidumbre en semejante caso; es decir, ella es esclava del Señor Jesús, y no
de su "señor terrenal" (su marido) y, por lo tanto, no debe abandonar su fe (que
incluye el asistir a las reuniones, etc.) complaciendo al marido para que no la
abandone.
¿Puede tal mujer casarse otra vez? De ninguna manera, porque el
matrimonio nunca se llama "servidumbre". La palabra "ligar" que Pablo usa
con respecto al matrimonio (1 Cor. 7:27, 39; Rom. 7:2, 3) no se usa en 1 Cor.
7:12-15, sino la palabra común que se refiere a la esclavitud. La cristiana no es
esclava de su marido, sea creyente o incrédulo, porque es esclava de Cristo, pero
si él se separa, la hermana debe quedarse sin casar o reconciliarse con su marido.
Muchas hermanas han ganado a sus maridos inconversos por su
"conducta casta y respetuosa", y su "espíritu afable y apacible" (1 Ped. 3:1-4).
Pero un espíritu rebelde y amargado no los convertirá. Las mujeres amargadas,
llenas de resentimientos, causan miseria para sí mismas y para sus familias
(véanse Prov. 19:13; 21:19). La mujer "rencillosa" es la que critica y regaña a
su marido y sus hijos, y se queja constantemente del trabajo que tiene que hacer
atendiendo a su familia, y de los problemas de la vida.
Las "feministas" son enemigas no solamente de los hombres, sino
también de las mujeres. Tienen espíritu de rebelión contra Dios, y no quieren
aceptar el papel que Dios ha dado a la mujer. Pero todo arreglo de Dios es
perfecto, y es para la felicidad de todos. La mujer halla el bien máximo
desempeñando su papel doméstico (1 Tim. 2:15). El hogar es su palacio, y
aunque muchas mujeres no lo quieran admitir, es el sitio principal de su
felicidad.
-- "como al Señor". La mujer debe estar sujeta porque el Señor lo
requiere. Debe pensar en lo que El quiere, y sujetarse a su marido para cumplir
la voluntad del Señor, y no solamente la voluntad del marido. Ella tiene que
obedecer al Señor primero, antes que al marido. ¡Qué bendición más grande
cuando la voluntad del marido coincide con la del Señor! Y ¡qué fácil es para
la mujer cristiana sujetarse a tal marido!
5:23 -- "porque el marido es cabeza de la mujer". Nuestro Dios es
Dios de orden. En todo arreglo de El hay orden, y en el hogar el marido es
cabeza de la mujer. Los que se oponen a este orden se oponen a Dios, y darán
cuenta a Dios. La palabra "cabeza" significa autoridad. El marido es el director,
el superintendente de la familia.
Esto significa que él es responsable por su familia. Debe ser director pru-
dente, para que en todo su familia esté bien y prospere.
La palabra "cabeza" no significa "dictador", y mucho menos "déspota".
El marido cristiano considera mucho a su esposa y a sus hijos. "Maridos ... vivid
con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a
coherederas de la gracia de la vida" (1 Ped. 3:7). La mujer comparte la dirección
de la familia (1 Tim. 5:14; Tito 2:5); ella es compañera, y no esclava del marido.
Debe proveer para su familia en todo sentido, física, espiritual y
socialmente. El es el proveedor, él "provee para los suyos" (1 Tim. 5:8), y si no
lo hace, "ha negado la fe, y es peor que un incrédulo". Debe proveer alimento,
abrigo, techo, educación, dirección en asuntos de recreo y actividad social, y
sobre todo, la dirección espiritual.
Es el protector de su familia. Protege su familia del daño físico, y también
del daño espiritual.
Como cabeza de la familia, el marido está obligado a disciplinar con amor
a sus hijos (6:4, notas).
-- "así como Cristo es cabeza de la iglesia". La autoridad del marido es
regulada y templada por esta regla: "así como Cristo" (véase el v. 25). Es el
modelo perfecto de cómo ejercer la autoridad con amor y consideración.
-- "la cual es su cuerpo, y él es su Salvador". La iglesia es el cuerpo de
Cristo (1:22, 23; 2:16; 4:4). Cristo es su Salvador, porque la iglesia es el número
total de los salvos. Los salvos se añaden a la iglesia (Hech. 2:47). Es importante
aprender que Cristo, y no la iglesia, es el Salvador.
No ingresamos en la iglesia para ser salvos, sino Cristo nos salva y nos
añade a la iglesia. No digamos, "Tenemos que estar en la iglesia de Cristo para
ser salvos", sino, "Obedezcamos a Cristo para ser salvos, y el Señor nos añadirá
a la iglesia". No es correcto el concepto de la iglesia como un tren que nos lleva
al cielo, y que si escogemos el tren correcto, no habrá problemas. Cristo es el
Salvador.
Cuando los evangélicos dicen que "la iglesia no salva", concluyen que
"se puede escoger la iglesia de su preferencia". Es otro extremo y su conclusión
es errónea. La iglesia no salva, pero los salvos sí están en la iglesia del Señor.
5:24 -- "Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo". La iglesia que
deja de reconocer esto, deja de ser iglesia de Cristo. Su candelero se quitará
(Apoc. 2:5). La expresión "sujeta a Cristo" está en pleno contraste con "sujeta
a" otra autoridad religiosa. La Iglesia Católica Romana está sujeta al Papa; los
grupos protestantes o evangélicos están sujetos a sus concilios; los mormones
están sujetos a José Smith y la jerarquía de esa iglesia; los "Testigos" están
sujetos a la Torre de Vigia, etc.
Los hermanos en Cristo pueden caer en el mismo error y estar sujetos a
los "ancianos patrocinadores", o a otros hombres de influencia en la iglesia.
Recuérdese que Cristo todavía tiene toda potestad en el cielo y en la tierra (Mat.
28:18).
-- "así también las casadas lo estén a sus maridos en todo". De la
misma manera las hermanas deben reconocer la autoridad de sus maridos. La
hermana que reconoce que Cristo es la cabeza de la iglesia debe entender
también que el marido es la cabeza de la familia. Esto significa que ella no debe
tomar en sus propias manos las riendas para dirigir la familia. Hay hermanas
que pueden ver claramente que la insubordinación a Cristo es pecado, pero no
pueden ver que la insubordinación de la mujer a su marido es pecado, pero la
mujer que no esté sujeta a su marido tampoco está sujeto a Cristo.
Hay mujeres que tienen más educación formal que sus maridos, y
aun pueden ganar más dinero que sus maridos. Pero esto no les da el derecho
de cambiar el orden de Dios. La mujer muy educada y de grandes capacidades
debe casarse con algún hombre a quien pueda respetar como su cabeza. Porque
no es nada inteligente la mujer que no acepte el papel de la mujer asignado por
Dios. Sant. 3:13 dice, "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por
la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre".
"Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y
tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del
varón" (1 Cor. 11:8,9). Este texto da énfasis al propósito de Dios en crear a la
mujer para ser una "ayuda idónea" para el hombre (Gén. 2:18). Ella, como ayuda
idónea, debe identificarse con su marido en todo. Debe estar siempre muy
interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo aspecto de su vida,
para apoyarle y ayudarle. Debe servir siempre de aliento, y nunca de estorbo.
Lamentablemente, hay muchas esposas que buscan sus propios intereses,
en lugar de apoyar a sus maridos. Se interesan en su propia carrera. Dicen que
no hallan satisfacción y cumplimiento personal en su papel doméstico. Aunque
tales mujeres tengan hijos, los dejan al cuidado de otros, para seguir su propia
carrera y sus propios intereses. Así rechazan el arreglo de Dios, y también
destruye la felicidad tanto para ella misma como para su familia. La mujer que
quiera independizarse de su marido y el trabajo de él, no está bien ante los ojos
de Dios, y obra en contra de sí misma.
5:25 -- "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella". La mujer debe estar sujeta al marido
como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como
Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a
la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo.
Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo perfecto!
¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2 Cor. 11:2)?
Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a
hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta
clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera
más amor tan sincero!
Este amor del marido debe ser expresado en el afecto, en la simpatía, en
el apoyo, en el consuelo, en la comprensión, en la paciencia, y sobre todo en la
consideración. Debe vivir con ella sabiamente (1 Ped. 3:7). "Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Col. 3:19). La crueldad en la
familia es algo inexplicable.
El machismo indica un complejo de inferioridad, una inmadurez casi
incalculable, y sobre todo una profunda ignorancia y falta de cultura. Muchos
hombres son crueles ("ásperos") con sus esposas, porque se sienten frustrados
en su trabajo o negocio, y buscan "víctimas". No se atreven a golpear al
verdadero objeto de su enojo, pero quieren golpear a alguien. Por tanto, la
esposa y los hijos llegan a ser sus víctimas.
Este comportamiento no coincide en ningún sentido con la actitud de
Cristo para con su iglesia. El "se entregó a sí mismo por ella", para demostrar
su gran amor por ella.
5:26 -- "para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra". Recuérdese que Dios "nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él"
(1:4). "La voluntad de Dios es vuestra santificación" (1 Tes. 4:3). La palabra
"santificar" significa sencillamente "apartar". Dios nos dice repetidas veces que
debemos apartarnos de toda especie de mal. Somos un pueblo separado del
mundo. Cristo murió para efectuar esta separación. La persona que profesa ser
cristiano pero que no quiere apartarse del mundo menosprecia la sangre de
Cristo.
-- "el lavamiento del agua por la palabra", el bautismo en agua para
perdón de los pecados (Mar. 16:16; Hech. 2:38; 22:16). Dios "nos salvó ... por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo" (Tito
3:5), texto que coincide perfectamente con Hech. 2:38. Aunque 10,000 pastores
sectarios digan que no es cierto, somos purificados por el bautismo, que es "el
lavamiento del agua por la palabra".
-- "por la palabra". "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". El
nuevo nacimiento se efectúa por medio de la palabra (1 Ped. 1:23; Sant. 1:18; 1
Cor. 4:15). El evangelio es la semilla que produce la nueva vida. La palabra
obedecida purifica el alma (1 Ped. 1:22).
5:27 -- "a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa". Tanto
en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento el pueblo de Dios se
llama su esposa. Véanse Isa. 62:5; 2 Cor. 11:2, 3; Apoc. 19:6-8; 21:2, 9. Se hace
esta comparación para dar énfasis al amor de Dios por su pueblo, y el amor que
su pueblo debe sentir por El, y para recordarnos de la gran necesidad de la
santificación y la pureza.
5:28 -- "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a
sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama". Son una
sola carne. Son uno. Lo que afecta a la esposa también afecta al marido. El
marido que promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su
propio bienestar. El marido que busca la felicidad para su esposa busca su
propia felicidad. El marido que honra a su esposa honra a sí mismo. Pero el
marido que maltrata a su esposa practica una forma de autodestrucción. El que
no ama a su esposa no se ama tampoco a sí mismo. El que aborrece a su esposa
se aborrece también a sí mismo.
5:29 -- "Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia". El marido no aborrece
a su propio cuerpo, y por lo tanto, no debe ser áspero (cruel, amargo) con su
esposa. El hombre sustenta y cuida su propio cuerpo, y es una sola carne con su
esposa; debe, por lo tanto, sustentar y cuidar a su esposa, ya que ella es como
un suplemento de él, o una extensión de él, de su cuerpo y de su vida. Dijo
Adán, "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada
Varona, porque del varón fue tomada" (Gén. 2:23). Todo marido debe
considerar a su esposa como otra Eva, como tomada de su propio costado.
-- "la sustenta y la cuida". "La nutre y la regala" (H-A). Sustentar o
nutrir quiere decir alimentar y sostener. La palabra traducida "cuidar" o
"regalar" se usa en 1 Tesal. 2:7, "Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la
nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos". Expresa la idea de cariño,
calor, amor tierno.
El marido que tiene esta actitud hacia su esposa imita a Cristo. Provee
toda cosa necesaria para ella, no solamente comida, ropa, casa, protección, sino
también el cuidado espiritual y emocional.
-- "como también Cristo a la iglesia". Otra vez, se refiere al perfecto
dechado. El marido debe sustentar y cuidar a su esposa como Cristo sustenta y
cuida a su iglesia.
5:30 -- "porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus
huesos". Su cuerpo es la iglesia (1:22,23; 4:4). Somos participantes de todas
las bendiciones espirituales en Cristo (1:3). Nuestra unión es verdadera, íntima
y fuerte. Cristo es la cabeza, y toda la fuerza y vitalidad procede de El.
(La expresión "de su carne y de sus huesos" es, probablemente, una in-
terpolación por algún escribano, porque no aparece en los manuscritos más an-
tiguos. Por lo tanto, se omite en algunas de las versiones que se usan ahora, o
aparece entre corchetes y con un número de referencia para indicar lo dudoso
de su inspiración. Gén. 2:23 se aplica a Eva, pero no hay seguridad de que se
aplique a la iglesia.)
5:31 -- "Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne". Este texto tan importante (Gén.
2:24) es citado por Jesús (Mat. 19:5) y aquí por Pablo, para que el marido
reconozca que su esposa es otra parte de él mismo. "Así que no son ya más dos,
sino una sola carne" (Mat. 19:5). Efes. 1:23 dice que la iglesia es "su cuerpo, la
plenitud de Aquel que todo lo llena en todo". La palabra "plenitud" puede tra-
ducirse "complemento" (así dice el margen de la Versión Hispano-Americana).
Cristo, la Cabeza, necesitaba de un cuerpo; la iglesia es el complemento
de Cristo. En un sentido, la iglesia lo completa. Así también el hombre necesita
complemento, "una ayuda idónea para él" (Gén. 2:18).
-- "se unirá" para el resto de la vida.
5:32 -- "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo
y de la iglesia". Un misterio es algo no entendido por los hombres sin alguna
revelación de Dios (compárense 1:9; 3:3, 4, 9). Desde el principio cuando Dios
juntó al primer matrimonio, esta unión ha simbolizado en su mente la unión de
Cristo y su iglesia, pero hasta ahora (en Efesios) se revela.
La Versión Vulgata traduce la palabra "misterio" como "sacramento", y
de este error vino el llamado sacramento de matrimonio. La palabra
"sacramento" no es palabra bíblica; tampoco es bíblico el concepto de
"sacramento" ("acto religioso que tiene por objeto la santificación de una
persona", Larousse).
Además, el matrimonio no es acto o rito eclesiástico. Es para toda la
humanidad, y tuvo su origen en Edén. Los votos matrimoniales no tienen que
ser solemnizados por la iglesia. Es bueno que los hermanos en Cristo
acompañen a los novios durante las bodas, y siempre es apropiado cantar, orar
y estudiar textos apropiados juntos en cualquier ocasión. Pero es importante
enseñar que el matrimonio no es un acto eclesiástico.
Todo el sistema de los sacramentos fue inventado por el clero romano
para ejercer más control sobre sus feligreses, desde el nacimiento hasta la
muerte.
5:33 -- "Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer
como a sí mismo; y la mujer respete a su marido". Pablo emplea el verbo
"agapao", el amor que describe a Dios (1 Juan 4:8; Jn. 3:16), y es el amor que
el Espíritu Santo produce en nuestros corazones (Gál. 5:22). Este amor nos
mueve a sacrificarnos para el bienestar de la persona amada.
-- "la mujer respete a su marido", "reverencie" (Versión Moderna y
Versión Hispano-Americana). La Biblia de las Américas dice, en el margen,
"Literalmente, tema"). La mujer cristiana tiene una reverencia sana y apropiada
para su marido. No es temor, como de un tirano, sino una combinación del amor,
respeto, gratitud y sujeción. La palabra "respetar" no es tan fuerte como la pa-
labra griega empleada en este texto; son más correctas las palabras "reverenciar"
o "temer".
Capítulo 6
Resumen: El capítulo final de la carta a los efesios es una continuación de las
exhortaciones prácticas: para los hijos, vers. 1-3; para los padres, ver. 4; para
los siervos, vers. 5-8; para los amos, ver. 9. Los vers. 10-17 describen la
armadura de Dios que todo soldado cristiano debe llevar todo el tiempo. Los
vers. 18, 19, una exhortación a que oremos en todo tiempo. Pablo se clasifica a
sí mismo como embajador en cadenas en el ver. 20. En las salutaciones finales
(vers. 21-22), les dice que Tíquico les podría informar del estado de él; y termina
con la bendición usual (vers. 23,24).
6:1 -- "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres". Véanse Ex.
20:12; 21:15-17; Lev. 20:9; Deut. 5:16; 21:8; 6:20; 30:17. Bajo la ley de Moisés
el pueblo fue obligado a apedrear a los hijos rebeldes (Deut. 21:18-21). Jesús
pone el buen ejemplo para los niños, estando sujeto a José y María (Luc. 2:51).
"En el Señor" significa "de acuerdo con la voluntad del Señor". Los hijos
deben estar en sujeción a sus padres en todas las cosas, a menos que haya con-
flicto entre la voluntad de ellos y la voluntad de Dios.
-- "porque esto es justo", "porque esto agrada al Señor" (Col. 3:20).
Agrada al Señor porque es justo y correcto; es razonable y normal. Los hijos
necesitan de dirección. No conviene en ninguna manera que se dejen solos para
dirigirse por ellos mismos. No tienen la capacidad para ello; les faltan el
entendimiento y la experiencia. La lección más básica que deben aprender todos
los niños es la obediencia, la sujeción a sus padres.
6:2 -- "Honra a tu padre y a tu madre". Véanse Ex. 21:17; Deut. 27:16;
21:18-21; Prov. 20:20. Jesucristo honraba a sus padres. Estaba sujeto a ellos. Y
sobre la cruz le encargó al apóstol Juan el cuidado de María, su madre (Juan
19:26, 27). Aun en su muerte Jesús no pensaba en su propio sufrimiento, sino
en el bienestar de su madre. Nuestros padres nos trajeron a este mundo, y nos
cuidaban cuando no podíamos cuidarnos solos, nos daban de comer, nos
educaban y nos criaban. Por todo esto merecen honor.
En Marcos 7:8-13 aprendemos una de las tradiciones más diabólicas
inventadas por los fariseos y escribas, una tradición por la cual ellos invalidaron
la ley de Dios de honrar a los padres. Este mandamiento incluyó el cuidado de
los padres en su vejez. La ley de Cristo requiere la misma cosa (1 Tim. 5:4-8).
Nuestra deuda es grande; no terminamos de "recompensarles", ni aun en todos
los días de su vida. Nos cuidaban cuando no podíamos cuidarnos solos, y ahora
nos corresponde cuidar de ellos cuando ya no puedan cuidarse solos.
-- "que es el primer mandamiento con promesa", véase el v. 3.
6:3 -- "para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra".
Véanse Deut. 6:24; 1 Ped. 3:10-12. La obediencia a Dios, desde la juventud, es
para nuestro propio bien, y para nuestra propia felicidad. Muchos jóvenes se
destruyen solos viviendo en plena rebeldía. Buscan satisfacción en las drogas,
en el alcohol, y en el desenfreno total, pero no les va bien. La vida de muchos
de ellos se ve disminuida, aun en cuanto a años de vida. Es alarmante el número
creciente de suicidios entre la juventud. Otros muchos destruyen sus cuerpos, y
aun sus mentes, con su forma de vivir.
6:4 -- "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros
hijos" ("Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten",
Col. 3:21).
Hay muchas maneras de provocar a ira o exasperar a los hijos: (1) abusar
de la autoridad (ser crueles, abusivos tanto con palabras como con hechos); (2)
criticarles, y aun hacer burla de ellos; (3) ser injustos en la disciplina
(administrar castigo que no es apropiado, por ser excesivo o inadecuado, o
motivado por el enojo); (4) ser parciales (Gén. 37:3,4); (5) por usar amenazas
huecas; (6) humillarlos y avergonzarlos innecesariamente; (7) usar medios
necios para "castigar" (encerrarlos en un cuarto oscuro, o asustarlos con
mentiras); (8) no hacerles caso; (9) esperar demasiado de ellos (como si fueran
adultos); en fin, los padres mismos, si no son maduros, pueden provocar a ira o
exasperar a sus hijos. Muchas veces los padres son más "niños" que los niños.
-- "sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor". La palabra
"disciplina" abarca todo el proceso de criar y entrenar a los hijos. Los hijos
consentidos tendrán una vida de miseria. "El muchacho consentido avergonzará
a su madre" (Prov. 29:15). La palabra "consentido" en este texto significa
"dejado solo". Dice la Versión Moderna, "dejado al gobierno de sí mismo". En
Job 39:5 esta palabra se traduce "echar libre" ("¿Quién echó libre al asno
montés, y quién soltó sus ataduras?") Los hijos no deben andar libres como el
"asno montés"; no les conviene. Pues no es para su bienestar, sino para su ruina.
Los padres, para obedecer este mandamiento, deben poner el buen
ejemplo en todo. Los hijos aprenden mucho del ejemplo de sus padres. Deben
ser, pues, fieles y constantes siempre en el habla, en la conducta, en la asistencia
a las reuniones de la iglesia, en la obra personal, y aun en su actitud.
Debe haber paz y armonía en el hogar, porque el ambiente en el cual se
crían nuestros hijos es un factor muy importante en su crianza.
Además, los padres deben instruir con toda diligencia a sus hijos. No
deben depender de la iglesia, sino deben aceptar la responsabilidad que Dios les
ha dado. Léanse con cuidado los siguientes textos sobre este asunto: Gén. 18:19;
Deut. 6:5-9; 2 Tim. 1:5; 3:14, 15. Lo importante es que cada hijo tenga
convicciones, que crea de todo corazón y que ame a Dios de todo el corazón, y
con toda su alma, y con todas sus fuerzas, y con toda su mente. Debe estar bien
doctrinado, para que no caiga en el error sectario. Para estar seguro de esto, los
padres deben animar a los hijos a expresarse, a hacer comentarios, a hacer
preguntas o a expresar dudas. Muchos padres suponen que sus hijos creen
cuando, en realidad, son incrédulos o indiferentes. Léase Job. 1:5.
Es muy importante que cada hijo sea enseñado, entrenado y corregido de
acuerdo con su propia individualidad. Muchos padres tienen problemas con sus
hijos porque no cumplen con este deber. Dice Prov. 22:6, "Instruye al niño en
su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". La expresión "en su
camino" puede traducirse "conforme a su camino"; es decir, según la naturaleza
del niño, según su edad, su mentalidad, su genio, su disposición y aptitudes.
Cada hijo es un individuo, diferente y único; debe ser enseñado y guiado según
su propia mentalidad, capacidad (aptitudes) y disposición. Los hijos no se
pueden criar "en grupos", sin darles atención individual.
La corrección debe ser estrictamente corrección, ni más, ni menos. Léase
otra vez la manera en que los padres pueden provocar a ira a sus hijos. El hijo
debe obedecer, y cuando obedece, debe ser alabado y alentado. Debe saber que
la obediencia le agrada a Dios y a sus padres. También debe aprender que la
desobediencia no se tolera, y que será castigada. Los padres no deben requerir
o prohibir alguna cosa si no esperan la obediencia. Un problema muy grande en
el hogar es que los padres siempre mandan y prohíben a la ligera, y no exigen
que los hijos les hagan caso.
Léanse con cuidado los textos en Proverbios sobre la corrección: 13:24;
19:18; 22:15; 23:13, 14; y 29:15. Son consejos muy prácticos, y buenos
comentarios sobre Efes. 6:4.
(Las notas presentadas aquí sobre Efes. 5:22- 6:4 se hallan en forma ampliada
en un estudio sobre el hogar por este servidor. Se manda gratis a los que lo
pidan.)
6:5 -- "Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y
temblor". El evangelio no prohíbe la esclavitud. Pero el evangelio sí ha tenido
mucho que ver con la abrogación de la esclavitud en el mundo. La enseñanza
de Cristo obra como la luz que ilumina las mentes de los hombres, y obra como
la levadura (Mat. 13:33). Ha elevado a la mujer que era víctima de muchos
abusos en el tiempo de los césares. Ha producido mejores leyes en el mundo.
Ha influido en las artes y en la literatura del mundo. En fin, ha tenido su impacto
sobre la civilización humana.
Los hermanos que quieren hacer leyes para controlar todo aspecto de la
conducta de los cristianos deben recordar esta sencilla verdad: el evangelio no
prohíbe todas las cosas que ellos prohíben en cuanto a la conducta de los
cristianos. Grábese bien en la mente el hecho de que no hay ley que prohíba la
esclavitud. ¿Cuántos hermanos estarían dispuestos a tolerar esta práctica ahora?
Si fuera legal, y si algún hermano quisiera tener esclavos, ¿con qué textos se
prohibiría? No hay textos bíblicos que lo hagan. Pero es muy probable que
muchos hermanos la prohibirían con leyes fabricadas por ellos mismos. Hay
enseñanzas básicas que cubren todo aspecto de nuestra vida, pero no hay
reglamentos para toda faceta de la vida como suponen algunos. Cada vez que
algún hermano es tentado a formular alguna ley, y excomulgar a los que no se
conforman a ella, recuérdese: ¿Ni la esclavitud fue prohibida por el evangelio!
Quererlo o no, es necesario dejar que la palabra obre a través de sus
enseñanzas básicas y generales cuando no da ley explícita ni implícita con
respecto a alguna cuestión o práctica. Si Dios quiere obrar en esta manera,
¿quiénes somos nosotros para que obremos de otro modo?
-- "con temor y temblor", expresión que indica profundo respeto por la
autoridad que nos hace obedecer y sujetarnos, para no ser castigados. Véase Fil.
2:12.
-- "con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo", con corazón
singular, con "sincera fidelidad" (2 Cor. 11:3). Es interesante observar que la
palabra "sencillez" se traduce también como "generosidad" en 2 Cor. 8:2, dando
a entender que si el corazón es sencillo o singular, seremos generosos en la
ofrenda a Dios. La sencillez de corazón que el siervo debe poseer se explica en
el siguiente versículo.
6:6 -- "no sirviendo al ojo ... de corazón". Debe dar servicio al amo,
como si fuera Cristo. No debe servir "al ojo"; es decir, cuando el amo le esté
vigilando, queriendo agradar al hombre (el amo) solamente, sino debe servir
fielmente porque Cristo se lo requiere, y le agrada a El. Toda carga es menos
pesada si se recuerda que el Amo verdadero no es algún hombre, sino es Cristo.
Los siervos podían alentarse con el pensamiento de que Cristo vino a la
tierra para ser el siervo de los hombres (Juan 13:1-20; Mar. 10:45; Fil. 2:7,8).
Cristo podía identificarse perfectamente con los siervos.
6:7 -- "sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los
hombres". Todo trabajo se hace más fácil si trabajamos "de buena voluntad,
como al Señor". El trabajo se hace más pesado para los que trabajan de mala
gana, con resentimiento y amargura. Esto no quiere decir que el trabajador
cristiano no puede tratar de mejorar la situación de su empleo. Pero la mala
voluntad, los enojos y disgustos, y las reacciones carnales no ayudan a mejorar
la situación, sino hacen más duro y más insoportable el trabajo. Jesús dice, "a
cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos" (Mat.
5:41).
Este pensamiento es muy importante para todo trabajador de hoy en día.
El cristiano siempre sirve a Dios. Dios le da empleo, y es importante que el
cristiano recuerde esto. Hay patrones y mayordomos duros, inconsiderados y
déspotas, pero será más fácil tolerarlos si recuerda que el verdadero Patrón es
Dios quien, con este empleo que le da al cristiano, pone pan sobre la
mesa. Por lo tanto, es necesario estar agradecido siempre y evitar el
murmurar. Si es posible conseguir otro empleo mejor, bien; pero, mientras
conviene la paciencia y tolerancia, y sobre todo el agradecimiento. Mucho
cuidado de no murmurar contra Dios (no vayamos a morder la mano que nos da
el pan).
6:8 -- "sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del
Señor, sea siervo o sea libre". "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra
obra" (Heb. 6:10). Tanto los siervos como los libres pueden hacer bien, y
pueden demostrar en su conducta las enseñanzas de Cristo, con la plena
esperanza de la recompensa eterna.
6:9 -- "Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las
amenazas". En la iglesia primitiva había esclavos y amos. Filemón era amo.
Los amos eran tentados a proferir amenazas y asustar a los siervos para que
trabajaran mejor y se sujetaran.
El castigo causa sufrimiento, y también lo causa el saber de antemano que
podemos ser castigados. Pero el evangelio requería que los amos buscaran el
bienestar de los siervos, porque en Cristo "no hay esclavo ni libre" (Gál. 3:28).
Con tales enseñanzas de hermandad el evangelio socavaba para terminar la
esclavitud.
-- "sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que
para El no hay acepción de personas". Dios no reconoce las distinciones de
clase hechas por los hombres; los "amos" también tienen Amo. Dios es el
Defensor de los siervos, de los pobres, de la viuda y los huérfanos y de todo
necesitado. Los que maltratan a los tales -- o no cuidan de ellos -- darán cuenta
a Dios.
6:10 -- "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el
poder de su fuerza". Para concluir su carta Pablo describe la armadura que el
soldado cristiano debe llevar para fortalecerse en el Señor. En esta armadura
vemos una combinación perfecta de la gracia divina y la responsabilidad
humana. "Fortaleceos" (vosotros) "en el Señor".
Cada cristiano debe prepararse con un "traje" completo de armadura. Es
algo que llevar, y no algo que ver y admirar. Debemos hallar nuestra fuerza en
el Señor. "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se
levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo" (2 Cor. 10:3-5). Los religiosos -- aunque sean hermanos
-- que emplean tácticas carnales no pelean por el Señor.
Recuérdese lo que Pablo ya había dicho en esta carta acerca del poder de
Dios (1:19,20; 2:6; 3:20); también en Rom. 1:16, "Porque no me avergüenzo
del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree".
6:11 -- "Vestíos de toda la armadura de Dios, para podáis estar
firmes contra las asechanzas del diablo". Es importante enseñar y predicar
sobre el tema de la armadura de Dios, pero lo más importante es que la llevemos.
No dice Pablo, "Analice la armadura", sino "Vestíos de la armadura".
Recuérdese siempre que Dios ha demostrado su gran poder en resucitar a
Cristo, y en resucitarnos a nosotros de la muerte espiritual, para hacernos sentar
en lugares celestiales. Cristo derrotó a Satanás, y esto nos asegura que podemos
hacer lo mismo. Sin embargo, para hacerlo es indispensable que llevemos la
armadura asignada por Dios. La recompensa es para los que puedan vencer
(Apoc. 2:7, 11, 17, etc.).
-- "las asechanzas del diablo". El diablo existe. No es una ilusión. Es
una persona, un espíritu maligno que no tiene cuerpo pero sí existe. Es llamado
"Satanás" que significa "adversario"; lucha sin cesar en contra de Dios y su
pueblo. Tiene un ejército, bien organizado. Tiene sus huestes. El campo de
batalla es el corazón humano (2 Cor. 3:4, 5). Tanto el diablo, como el Señor,
quieren tomar posesión del corazón humano. ¿Qué son las "asechanzas" del
diablo? La palabra significa "engaño o artificio que se hace para perjudicar a
otro" (Larousse).
Obsérvense algunos ejemplos: (1) mezclar el error con la verdad para que
sea más plausible (Gén. 3:4, 5, 22); (2) citar textos bíblicos pero torcerlos para
enseñar el error (Mat. 4:6; 2 Ped. 3:16); (3) aparecer como ángel de luz, y
presentar a sus ministros como ministros de justicia y aun como apóstoles de
Cristo (2 Cor. 11:13-15); (4) tratar de imitar a Dios, haciendo prodigios
engañosos (2 Tes. 2:1-4, 9); (5) sembrar cizaña entre el trigo (Mat. 13:39); (6)
convencer y animar a sus seguidores a pintar caricaturas ridículas de él para que
la gente crea que en realidad él no existe, sino que "Satanás" es simplemente la
invención de la imaginación humana (como le es "Santa Claus"); (7) entrar en
lugares (la iglesia) donde no se espera que entre (2 Tes. 2:4); y (8) prometer que
el bien se realiza haciendo el mal (Luc. 4:6, 7); Rom. 3:8).
El diablo empleará, pues, cualquier método que se pueda utilizar para
vencer y destruir a los hijos de Dios. Otros ejemplos de sus métodos son: la
atracción de placeres mundanos, el amor al dinero, el temor a la persecución, el
deseo de agradar a los hombres (mayormente a los familiares y amigos), lo
contagioso del mal ejemplo, y lo agradable del mundo.
Uno de los poderes más destructores del diablo es la enseñanza
de personas muy "educadas", que ridiculizan a la Biblia, la iglesia, la existencia
de Dios, y a la vez enseñan la evolución, la "educación sexual", y el humanismo
(que el hombre depende de sí mismo para todo, y que no depende de Dios para
nada). Lo que Pablo dice en 2 Cor. 10:5 se aplica a todas las enseñanzas
satánicas.
¿Quién, pues, no puede ver la importancia de vestirse de toda la armadura
de Dios? No se debe omitir nada. Es para nuestra defensa, y es para nuestra
pelea en la batalla del Señor. Es una locura avanzar contra el enemigo con la
armadura de la sabiduría y filosofía humanas y sin la armadura de Dios.
6:12 -- "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne", no contra
el hombre.
-- "sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes". No luchamos contra meros hombres, sino
contra hombres inspirados por Satanás, contra hombres que son títeres e
instrumentos del diablo, para llevar a cabo su obra en la tierra. Satanás entró en
Judas (Luc. 22:3); entró en Ananías y Safira (Hech. 5:3); trabajó por medio de
los judíos y romanos para crucificar a Cristo y para perseguir a los cristianos.
Es el criminal principal, el jefe de todos los criminales en el universo.
Pero es el "príncipe de este mundo" (Juan 12:31); es el "dios de este siglo"
(2 Cor. 4:4). Usa "lazos" (1 Tim. 3:7; 2 Tim. 2:26), y tiene muchos cautivos (2
Tim. 2:26), pero Cristo lo derrotó, e hizo posible la libertad para todos (Heb.
2:14,15). Esto demuestra que Satanás no tiene poder ilimitado. Podemos
escapar de sus tentaciones (1 Cor. 10:13), y podemos resistirlo (Sant. 4:7; 1 Ped.
5:8,9).
-- "las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales". La palabra
"tinieblas" se refiere a toda fuerza satánica que se opone a la luz de Dios. Se
refiere al antagonismo contra la voluntad de Dios. En esta categoría se incluyen
todas las influencias mundanas, y todas las "huestes espirituales". Los poderes
espirituales quieren ganar el espíritu (el corazón) del hombre. Hay una lista
interminable de estas fuerzas espirituales: incluye el paganismo, el judaísmo, la
idolatría, la superstición, la hechicería, el comunismo, el catolicismo, el
movimiento "anticristo" de los "Testigos" del Atalaya, el sectarismo, el
liberalismo, el extremismo, el materialismo, etc.
Recuérdese que esta lucha tiene que ver con ideas, enseñanzas y
filosofías, para ganar la mente y el corazón del hombre. Es por eso que Satanás
siempre ha tenido tantos falsos maestros y engañadores en el campo religioso.
"Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas" (1 Reyes
22:19-23). Así hablan los voluntarios de Satanás. ¡Cuántos hombres y mujeres
ofrecen su servicio a Satanás! (Estúdiense con cuidado los siguientes textos:
Mat. 16:23; 23:15; Juan 8:44; 2 Cor. 11:13-15. Los cristianos prestan sus
miembros -- y esto incluye su cabeza -- solamente a Cristo, Rom. 6:12-18).
6:13 -- "Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo". La Biblia nos enseña que podemos resistir al diablo
(Sant. 4:7; 1 Ped. 5:8,9), y que podemos vencerlo. Un gran número de santos lo
han hecho, y lo están haciendo ahora. Pero para vencer es preciso llevar toda la
armadura de Dios. Que todos oigan esta exhortación: "tomad toda la armadura".
El propósito de tomarla es para resistir al diablo en el día malo. Es
probable que el "día malo" se refiera a la tentación o prueba severa, algún
encuentro crítico con Satanás, alguna crisis en la vida. Pero no siempre sabemos
precisamente cuándo alguna prueba o tentación grande pueda venir, y tenemos
que estar preparados todo el tiempo. De esta manera podemos decir con el
salmista, "¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad
de mis opresores me rodeare?"
¿Cuál es la mejor defensa del cristiano? Su mejor defensa es el ataque
contra el mal. No conviene que los cristianos estén sentados esperando el ataque
del enemigo. Pablo describe los soldados listos para entrar agresivamente en la
pelea contra el diablo. Se defienden mientras atacan. Esta armadura no tiene que
ver simplemente con la defensa del cristiano cuando es atacado por Satanás,
sino con la protección del cristiano en la batalla que él mismo inicie contra el
enemigo.
Pablo demostró esto en su ministerio: (1) peleó continuamente contra los
errores de los judaizantes; (2) denunció los errores de los corintios (la división,
la fornicación, la litigación, etc.); (3) denunció a los tesalonicenses que no
trabajaban; (4) atacó severamente las especulaciones vanas de los colosenses;
(5) Hech. 13:13-28 narra las luchas continuas de Pablo durante su ministerio
que se extendió a todos los países. Sus labores constituyeron una "guerra
ofensiva" contra el mal. Los apóstoles encontraron "el mundo entero ... bajo el
maligno" (1 Juan 5:19), y atacó fuertemente su indiferencia. Su obra causó
mucho conflicto, porque el mundo no quiere que le moleste. Pero léanse Hech.
17:6; 19:19; 19:23-27, etc. para ver cómo la predicación de Pablo y sus com-
pañeros causó conflictos entre ellos y los siervos de Satanás. Invadieron el
territorio del diablo, porque este adversario tenía algo muy valioso en su poder:
tenía en cautividad a muchas almas, y Pablo quería librarlas para Cristo.
-- "y habiendo acabado todo, estar firmes", guardando el terreno ya
ganado, y estando firmes contra el enemigo, no rendirse, sino vencerlo siempre,
resistiendo sus ataques, y luchando para tomar más territorio para Cristo.
El soldado cristiano debe estar siempre firme, defendiendo y
perseverando en la doctrina apostólica. El que no lo hace puede caer en el error.
¿Quién puede estar en pie delante de Dios en el día final? No los pecadores (Sal.
1:5), sino los que están firmes, "habiendo acabado todo".
6:14 -- "Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la
verdad". Pablo se refiere al cinto ancho llevado por el soldado romano. La ropa
suelta fue ceñida para que no impidiera el movimiento libre (véase 1 Ped. 1:13).
El cinto nuestro es la verdad, tanto subjetiva como objetiva, porque la palabra
"verdad" incluye la idea de la sinceridad. Para ceñir bien sus lomos, el cristiano
debe creer la verdad y amarla de todo el corazón, y ser sincero en su lucha por
la verdad y contra el error. Esta exhortación tiene mucho que ver con la
franqueza.
Cada persona debe preguntarse, "¿Quiero sinceramente entrar en esta pe-
lea, y luchar contra las fuerzas de Satanás? ¿Soy sincero(a)?" Sobre todo el
guerrero del Señor debe poseer la integridad. "Siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo" (4:15). "He aquí,
tú amas la verdad en lo íntimo" (Sal. 51:6). "Quien tema y se estremezca,
madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad" (Jueces 7:3).
-- "y vestidos con la coraza de justicia". La coraza cubre el pecho (el
corazón, los pulmones). La justicia no es la expresión piadosa en la cara, ni el
tono "consagrado" en la voz. No significa llevar títulos religioso (Mat. 23:8,9).
No es difícil reconocer la justicia, porque "Si sabéis que él es justo, sabed
también que todo el que hace justicia es nacido de él ... Hijitos, nadie os engañe;
el que hace justicia es justo, como él es justo" (1 Juan 2:29; 3:7). Dice el Salmo
119:172, "Todos tus mandamientos son justicia". La coraza se menciona tam-
bién en 1 Tesal. 5:8, "Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habién-
donos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación
como yelmo". En 2 Cor. 6:4-7 Pablo dice, "nos recomendamos en todo como
ministros de Dios ... con armas de justicia a diestra y a siniestra". Sin la justicia
(nuestra coraza) no tenemos defensa, y no hay seguridad de la salvación. Sin
ella no hay fuerza para atacar las fortalezas de Satanás, y no puede haber victoria
para Cristo.
6:15 -- "y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz". En
este texto Pablo habla de "paz" en el contexto de guerra. Pero esta paz no se
logra por medio de algún compromiso con el diablo. Es la paz de Rom. 5:1; Fil.
4:7; y 2 Tim. 4:7, 8. Cuando peleamos contra Satanás estamos trabajando por
la paz. El pacificador de Mat. 5:9 no es algún individuo muy tolerante que
permita todo y que no se oponga a nadie ni a nada, sino es el guerrero de Cristo
que busca la paz a través de victorias sobre Satanás. No tenemos paz con Dios,
ni con cristianos fieles, si no estamos firmes en nuestra lucha contra el pecado
y el error. El evangelio produce paz con Dios, no con el diablo y sus siervos.
6:16 -- "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar
todos los dardos de fuego del maligno". El escudo del soldado romano era
grande y rectangular como una puerta. Al dar contra el escudo los dardos
encendidos se apagaban y sus puntas se quebraban. Satanás tiene muchos
dardos.
Sus dardos producen en el corazón y en la conducta las cosas carnales
mencionadas en Gál. 5:19-21, y en los otros catálogos del pecado. Pero con el
escudo de la fe podemos apagarlos.
6:17 -- "Y tomad el yelmo de la salvación". Este yelmo que protege la
cabeza es la esperanza (véase 1 Tesal. 5:8). "Porque en esperanza fuimos
salvos" (Rom. 8:24). La esperanza es el ancla del alma del cristiano (Heb.
6:18,19). "Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste,
tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados"
(1 Juan 2:28). En la lucha diaria es indispensable que el cristiano tenga
confianza y esperanza. De otro modo se desalienta y desmaya. En su primera
carta el apóstol Juan dice "sabemos" unas trece veces. Leamos esta carta
frecuentemente para que recordemos la base de nuestra confianza en Cristo.
-- "y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios". No se necesita
otra arma ofensiva, aparte de la palabra de Dios, para combatir y vencer las
huestes de Satanás. Por medio de su palabra Dios creó el universo y sostiene
todas las cosas. La palabra predicada convence y convierte almas, porque corta
y penetra el corazón (Hech. 2:22-37; 5:33; 7:54; Heb. 4:12). Jesús dijo a sus
apóstoles, "yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni
contradecir" (Luc. 21:15). La "espada del Espíritu" debe ser empleada para
exponer y derrotar toda forma de pecado y error, las religiones falsas, y las
filosofías humanas. Jesús usó esta espada cuando fue tentado (Mat. 4:1-11); tres
veces fue tentado, y tres veces dijo "Escrito está". Recuérdese 2 Cor. 10:3-5.
Los dardos de Satanás son de fuego, pero "¿No es mi palabra como fuego, dice
Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?" (Jer. 23:29). Esta "espada"
es eterna (1 Ped. 1:23-25). Isaías (11:4) dice acerca del ministerio de Cristo:
"Juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la
tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios
matará al impío" (compárese Apoc. 1:16).
6:13 -- "orando en todo tiempo", para tener comunicación continua con
nuestro "cuartel general". "En todo tiempo"; "orad sin cesar" (1 Tesal. 5:17). La
guerra es del Señor; El manda, y es importante que estemos en contacto con
El. Muchas campañas militares y muchos soldados se han perdido por falta de
buena comunicación entre el ejército y el general. Nuestros recursos son de
Dios. El soldado cristiano que lleva toda la armadura de Dios, emplea la espada
del Espíritu, y sigue en oración, tendrá una confianza firme de ser vencedor.
-- "con toda oración y súplica en el Espíritu", con alabanzas, con
peticiones, con acción de gracias, con confesión de pecados, y con intercesión
por otros, "en el Espíritu", en completa armonía con las instrucciones del
Espíritu.
-- "y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos". Velar y orar se conectan en varios textos (Mat. 26:41; Hech. 20:31; 1
Tesal. 5:1-8; 1 Ped. 5:8). Velar significa estar alerta, atento. "Con toda
perseverancia" (Luc. 11: 5-10; 18:1-8); no desmayar (2 Cor. 4:16). "Súplica por
todos los santos", y no solamente por nuestra propia lucha; todos los santos en
están la misma lucha. Somos compañeros de milicia.
Cristo intercede por nosotros (Heb. 4:15,16; 7:25; Juan 17:21). Los
conversos judíos debían interceder por sus hermanos gentiles, y éstos por
aquéllos. Los miembros ancianos y jóvenes deben orar los unos por los otros.
Todos somos uno en Cristo, un solo ejército, un solo cuerpo (1 Cor. 12:13-27).
Cada soldado tiene necesidad de los demás.
6:19 -- "y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra
para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio". Pablo pidió las
oraciones de los hermanos para que él tuviera un ministerio exitoso. Habló
frecuentemente de sus flaquezas (1 Cor. 2:1-5; 2 Cor. 12:8-10; 1 Tim. 1:15;
Efes. 3:8). Fue probado severamente en muchas ocasiones (2 Cor. 11:24-28).
Quería hablar con valor en toda ocasión, y mayormente cuando llevaba el
nombre de Cristo delante de reyes, gobernadores, y otros hombres eminentes.
-- "el misterio del evangelio", (véase 3:3-5, notas).
6:20 -- "por el cual soy embajador en cadenas", un cuadro
incongruente e inconsecuente: Los embajadores son hombres libres que
disfrutan de gran dignidad y respeto;es muy incorrecto que estén encarce-
lados. Pablo era y es embajador de Cristo (2 Cor. 5:20).
-- "que con denuedo hable de él, como debo hablar". Pablo siempre
habló con denuedo: delante de los filósofos de Atenas (Hech. 17:22-31); delante
de Félix (Hech. 24); delante del rey Agripa, "en cadenas" (Hech. 26:29); y en
todo lugar. Escribió esta carta a los efesios desde Roma, donde era embajador
de Cristo delante del emperador de Roma, y aunque estaba preso, "la palabra de
Dios no está presa" (2 Tim. 2:9). Pidió las oraciones de los santos a fin de que
pudiera seguir toda la vida hablando la palabra con valor, y que nunca fuera
intimidado y atemorizado como muchos presos. Cristo prometió su ayuda para
tales experiencias (Mat. 10:19,20; Luc. 21:12-15; Mat. 28:20).
Observación final sobre la armadura de Dios: la iglesia de Cristo es el
ejército del Señor, y es el único adversario verdadero de Satanás. Los que
profesan ser soldados en este ejército, pero que en realidad no quieren luchar,
deben hacer como los 22,000 que se mencionan en Jueces 7:3, porque no valen
nada en el ejército del Señor.
6:21 -- "Para que también vosotros sepáis mis asuntos
... Tíquico". Véanse Hech. 20:14; Col. 4:7,8. Tíquico fue el mensajero que les
entregó a los efesios esta carta.
6:22 -- "el cual envié a vosotros para esto mismo". La carta sería de
gran aliento para los santos, pero la visita personal de este fiel compañero de
Pablo, bien enterado personalmente de la condición de Pablo, sería de mucho
consuelo para ellos.
6:23 -- "Paz sea a los hermanos, y amor con fe". ¡Cuántas veces habla
Pablo de estas tres cosas! Son temas principales de esta carta. Habla de paz en
1:2; 2:14, 15, 17; 4:3; y 6:15. Habla del amor en 1:4, 15; 2:4; 3:17, 19; 4:2, 15,
16; 5:2, 25, 28, 33. Habla de la fe en 1:15; 2:8; 3:12, 17; 4:5, 13; 6:16. Estas
cualidades merecen el mismo énfasis ahora. "De Dios Padre y del Señor
Jesucristo", el origen, y la única fuente de estas cualidades.
6:24 -- "La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor
Jesucristo con amor inalterable (incorruptible). Amén". La gracia siempre
será con los tales. La gracia de Dios se recibe a través de Cristo.