Educación Intercultural Bilingüe
Educación Intercultural Bilingüe
Educación Intercultural Bilingüe
Para 1970 los programas educativos para la educación indígena centraban su atención en
la dimensión lingüística tanto en relación con el desarrollo de la lengua materna como con
el aprendizaje del castellano como segunda lengua. Se necesitaba trascender la esfera
metodológica- idiomática para ingresar también al plano de los contenidos curriculares, con
vistas a recuperar saberes y conocimientos indígenas y oficializarlos a través del currículo
(Trapnell, 1984, op cit.López, 1999).
Desde la antropología surgió un nuevo concepto, el de biculturalidad o biculturalismo,
aunque no era visto como sinónimo de interculturalidad. El concepto se desarrolló en
Estados Unidos en un contexto en el cual se pensaba que un mismo sujeto podía recurrir a
conceptos, elementos y visiones de dos culturas diferentes y separar claramente entre una
cultura y otra y actuar en consecuencia. Cabe señalar que el concepto de biculturalidad se
adoptó en México en las políticas oficiales. En América del Sur, desde mediados de 1970
comienza a perfilarse la noción de interculturalidad. Aun cuando el uso de la lengua
materna en la educación indígena había sido ratificado por el gobierno, en México como en
otros países de América Latina la educación bilingüe promovía un bilingüismo sustractivo
o de transición. Para mediados de los 70 se dejó al menos en teoría el enfoque transicional
de la educación bilingüe que concebía el aprendizaje de la lengua indígena como una
muleta o puente para pasar al aprendizaje del castellano; esto dio paso a una nueva
propuesta de educación bilingüe: el de su mantenimiento y desarrollo, “que se distancia de
la orientación compensatoria que lo precedió y que apunta hacia una educación de mayor
calidad y equidad (López, 1999: 47).
La Educación Intercultural Bilingüe (EIB) parte de la cultura local del alumno, es decir,
de su forma de pensar y de vivir, de su forma de relacionarse con el entorno, de sus
costumbres y tradiciones, y del conjunto de símbolos y significados culturales propios, “la
EIB se concibe ahora como una educación abierta y flexible, pero a la vez enraizada en y a
partir de la propia cultura”. (López, 1999: 58).
En este modelo la lengua indígena materna es vista como un tesoro, es enseñada en su
riqueza y es a la vez usada como lengua de enseñanza para otras materias, como historia,
ciencias de la vida u otras. La otra cultura aporta sus contenidos y el currículo trata de
transmitir al niño/niña los saberes, las interpretaciones y los conocimientos de las dos
culturas. Este modelo es el más pertinente a las expectativas y a las reivindicaciones de los
pueblos indígenas. Concilia dos cosas fundamentales: una educación que no excluye lo
propio manteniendo la lengua materna y enseña lo otro, la otra cultura y la otra lengua. (L.
Abram, 2004).
Por eso se alude a la educación intercultural como una propuesta o modelo alternativo a
la educación homogeneizadora y asimiladora, que va a recuperar y fortalecer la cultura y la
identidad indígena.