Modulo - 2010 Intervenciòn Psicosocial en La Familia
Modulo - 2010 Intervenciòn Psicosocial en La Familia
Modulo - 2010 Intervenciòn Psicosocial en La Familia
PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
CURSO
LECCION 3 Comprensión
LECCION 4 Diagnóstico: Situacional
LECCION 5 Diagnóstico: Estructural y funcional
CAPITULO 2 INTERVENCION Y CAMBIO
LECCION 1 Preventiva
LECCION 2 Crítica
LECCION 3 Constructiva
LECCION 4 Proceso de cambio situacional
LECCION 5 Proceso de cambio Estructural y funcional
CAPITULO 3 EVALUACION Y EXPERIENCIAS
LECCION 1 Procesos
LECCION 2 Metas
LECCION 3 Propósitos
LECCION 4 Dimensión ética de la Terapia Familiar
LECCION 5 La Terapia desde el punto de vista del constructivismo social
BIBLIOGRAFIA
Intervención Psicosocial en la Familia | 4
UNIDAD 1
ACERCAMIENTO A LA FAMILIA
Esto no significa que se pueda estudiar a la familia separando estas dos visiones,
pues ambas coexisten y mantienen una relación reciproca e indisociable. Lo que
ocurre es que las aproximaciones teóricas a la explicación de esta relación han
variado en el tiempo, según el grado en que consideren a la familia como un
agente social activo o pasivo; si su papel es activo, se la definirá como causal de
cambios en otros aspectos de la estructura social; y si es pasivo, ella será el
receptáculo de la incidencia de otras instituciones, principalmente la economía y la
política, cuyos avances se definen a veces como más rápidos y determinantes
absolutos de cualquier otro cambio.
No obstante, en la actualidad nadie se inclina por tal sobre simplificación, sino que
se admite que la familia es tanto causa como efecto de cambios hacia dentro y
hacia fuera de si misma, posición justamente asumida por el enfoque sistémico
(Burr, 1973).
En coherencia con todo esto, la familia tiene hoy un doble papel sobre la infancia:
uno de liberación protegida en beneficio de la individuación y otro de libertad
supervisada, para cumplir la función de filtro desde y hacia el entorno social, ya
que debe cuidar a los hijos de las malas influencias exteriores, tanto como
equiparlos para desenvolverse adecuadamente en el medio.
Aunque Freud no se propuso nunca hacer una teoría sobre la familia, es evidente
que se refirió a ella en distintos tópicos de su discurso, provocando sin duda
mucha mayor incidencia teórica y social que cualquier otro modelo de abordaje
psicológico de la familia. Freud se refirió a ella en estudios de caso, al hablar
sobre la técnica analítica, en sus estudios de metapsicologia y en sus trabajos
interpretativos sobre la historia, la sociedad y la cultura. No obstante, como lo
plantea Porter (1978), habría varios obstáculos importantes para que Freud
lograra una amplia conceptualización de la familia.
Esto significa que si bien la familia es el contexto de las experiencias con las que
trabaja el psicoanálisis, Freud busca descomponer al individuo en sus relaciones
familiares, esenciales pero inconscientes; porque tomando como unidad aislada, el
individuo seria incomprensible para el analista, razón por lo cual debe darle
sentido a la vida interior del analizado, rastreando sus contenidos en el pasado
significativo de la familia.
Otro obstáculo tiene que ver con la universidad del complejo de Edipo promulgada
por el psicoanálisis, principio que podría ser valido como explicación de
formaciones psíquicas dentro de estructuras familiares muy particulares, pero no
como una conceptualización generalizable a una teoría social mas amplia, que se
ha teñido de ideología, tal como señala Malinowski (1982), quien reconoce la
existencia de un complejo nuclear de la familia, pero con características que no
son fijadas por mecanismos de orden biológico, sino que varían en función de la
cultura.
a. La definición de familia como una instancia educativa, que utiliza los refuerzos
primarios y los refuerzos sociales condicionados, en cooperación con las
expectativas culturales sobre la conducta de los individuos; teniendo en cuenta
que la familia como grupo también es susceptible al reconocimiento y a la
censura de su entorno, responde al condicionamiento social que la premia o
no, según la eficacia con que cumpla su encargo de educar y controlar a sus
miembros.
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Nadie puede dudar que las intervenciones psicológicas desde cualquier enfoque
han aportado a la recuperación de muchas personas y familias, pero es necesario
apuntar los riesgos y limitaciones de tales medidas, sobre todo cuando se aplican
desconociendo los paradigmas y los valores que implican y movilizan, pues los
agentes de intervención no pueden pecar por ingenuidad filosófica ni por omisión
de acciones.
Por otra parte, las visiones parciales sobre la familia son insostenibles si se
analizan a la luz del paradigma sistémico-ecológico de la ciencia, el cual reconoce
la diversidad y la complejidad como condiciones para la comprensión de los
fenómenos en este momento histórico, y la noción de eco-dependencia, según la
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cual, toda acción que se ejerza sobre uno de ellos, repercute inevitablemente
sobre el individuo, la familia y su contexto
El concepto de sistema
La delimitación del sistema depende del observador. Por la razón, según el nivel
de observación elegido, el sistema puede ser: el individuo en su contexto familiar,
laboral, escolar social, etc.; la familia; el sistema de ayuda, conformado por el
profesional y los consultantes; la empresa o la institución; la escuela; el barrio, etc.
Existe además una serie de lealtades entre sus miembros, cuya intensidad, a
pesar de que fluctúan a través de los años, la distingue de otras instancias
sociales a las cuales equivocadamente se ha equiparado la familia. Aunque
instituciones como la escuela realicen tareas de socialización similares, en
ninguna se da el grado de apego afectivo propio de a familia, teniendo en cuenta
que por medio del afecto se generan no solo los fenómenos de vinculación
emocional concomitantes, sino que este sentimiento se constituye en un
instrumento de control, en el buen sentido, o de manipulación cuando es mal
usado en las relaciones interpersonales.
El grupo familiar, como todo sistema, tiene unos limites que constituyen su
perímetro; ellos tienen la función de contener a sus integrantes, protegerlos de las
presiones exteriores y controlar el flujo desinformación que entra y sale en sus
relaciones con el entorno, de manera que cumplen funciones tanto protectoras
como reguladoras, con el fin de conservar a los miembros unidos y al sistema
estable. Cuando la permeabilidad de los límites es excesiva, el sistema puede
perder su identidad e integridad, y cuando es escasa, el sistema se cierra y se
aísla.
Para mantener el sistema en un estado estable a través del tiempo, las reglas se
delimitan y se refuerzan por medio de mecanismos homeostáticos, asociados ante
todo a procesos de retroalimentación que se evidencian en interacciones
complementarias o reciprocas. Así, una amplia desviación de la norma familiar
puede ser contrarrestada para regular la tensión y restaurar el equilibrio familiar u
homeostasis.
Una definición completa de familia incluye por lo tanto tres perspectivas: una
estructural, relativa a los aspectos de composición, jerarquía, limites, roles,
subsistemas, etc.,; otra funcional, relacionada con los patrones y fenómenos de la
interacción, y otra evolutiva, donde se considera la familia como un sistema
morfogenetico en creciente complejidad. Estructura, funcionamiento y evolución,
conducen a identificar la cosmovisión de la familia como tal y de la sociedad y los
individuos sobre ella, de modo que en su estudio se incluya también su marco de
creencias y valores, contemplando al mismo tiempo las ideologías allí
subyacentes.
Todos estos elementos están en permanente interacción, en forma tal que las
creencias por ejemplo, pueden mantener cierto tipo de estructura y de
funcionamiento, lo mismo que cambios en uno de estos dos aspectos pueden
conducir a un cambio de creencias.
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Los síntomas serian indicios del intento del sistema total por maximizar o
minimizar una cierta conducta, proceso que aparece entonces como una
desviación extrema de su rango homeostático, pero tal desviación es sojuzgada
finalmente mediante procesos de orden superior que pueden incluir a otros
sistemas. Es decir, la aparición de síntomas en una persona seria tan solo un
punto específico dentro de los patrones recursivos y reflejarían un intento de su
sistema familiar de ajustarse a modificaciones de su estructura interna, de su
desarrollo o a exigencias del entorno en el proceso de interacción.
3) Para una persona fallecida se coloca una “X” dentro del cuadro o circulo.
Las figuras en el pasado distante (mas allá de tres generaciones), no se
marcan ya que están presumiblemente muertas.
• Embarazo: Triangulo
6) Si una pareja viven juntos pero no están casados se utiliza una línea de
puntos.
7) Las barras inclinadas significan una interrupción del matrimonio: una barra
para la separación y dos para el divorcio.
9) Si una pareja tiene varios hijos, la figura de cada hijo se coloca conectada a
la línea que una la pareja. Los hijos se van situando de izquierda a derecha
desde el mayor al más joven.
10)Se utiliza una línea de puntos para conectar un niño adoptado en la línea de
los padres.
Como las pautas vinculares pueden ser bastantes complejas, resulta a menudo
útil representarlas en un genograma aparte.
Para continuar con los criterios metodológicos se establecen varias categorías que
sirven para la interpretación de un genograma. Aunque se presenten por
separado, las categorías suelen superponerse unas con otras.
b) Constelación fraternal:
mayores como de los menores, aunque haya predominio de las primeras como
resultado de ser el único de atención de los padres.
Es común que los hijos del medio muestren características ya sea de hijo
mayor y del hijo menor o de ambos combinadas. Con frecuencia, un hijo del
medio, a menos que él o ella sea el único varón o la única mujer, debe luchar
para obtener un rol en la familia. Un niño así puede escapar de las
intensidades dirigidas al mayor o al menos, pero también deberá luchar para
que lo tomen en cuenta.
• Las mujeres por línea paterna están solteras – hermanos de una familia
contraen matrimonio con hermanas de otra familia.
Esta categoría implica la comprensión de las transiciones del ciclo vital a las
cuales se esta adotando una familia. El ajueste de edades y fechas en un
genograma nos permite ver si los sucesos del ciclo vital se dan dentro de las
expectativas normalizadas. De no ser así, se puede seguir investigando las
posibles dificultades al manejar esa fase vital del ciclo evolutivo de la familia.
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Los lazos principales son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del
establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio (que,
en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas mientras que en
otras es posible la poligamia), y vínculos de consanguinidad, como
la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos
que descienden de un mismo padre. También puede diferenciarse la familia según
el grado de parentesco entre sus miembros:
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Familia nuclear, padres e hijos (si los hay); también se conoce como
«círculo familiar»;
Familia extensa, además de la familia nuclear, incluye a
los abuelos, tíos, primos y otros parientes, sean consanguíneos o afines;
Familia monoparental, en la que el hijo o hijos vive (n) sólo con uno de los
padres;
Otros tipos de familias: aquellas conformadas únicamente por hermanos,
por amigos (donde el sentido de la palabra "familia" no tiene que ver con un
parentesco de consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos como la
convivencia, la solidaridad y otros), etcétera, quienes viven juntos en la mismo
espacio por un tiempo considerable.
En la primera mitad del siglo veinte se despertó especial interés por el concepto de
ciclo vital, tanto en la sociología como en la psicología. Freud propuso las etapas
del desarrollo psicosexual, A. Gesell y H. Wallon describieron las del desarrollo
moral en el niño, J. Piaget planeó su teoría sobre los estadios de la inteligencia y
Spock se encargó de interpreta la conducta infantil para el grueso público.
Daniel Levison y Roger Gould estuvieron entre los primeros estudiosos del
desarrollo psicológico del adulto y su trabajo fue base para el betseller que Gail
Sheeh publicó en 1976, titulado “Passages: Predictable Crises of adult Life”. La
orden. La obra de Levison “The Seansin of a Man’s (1978) reportó los resultados
de un estudio longitudinal a lo largo de diez años sobre la vida de cuarenta
hombres norteamericanos, recogiendo influencias de S. Freud, C. Jung, E.
Erickson, O. Rank, A. Adler, W. Reich y de varios psicólogos sociales.
Gould (1972) hizo una mayor contribución con un estudio que intentó definir las
fases de la vida adulta: aunque trabajó desde un punto de vista individual más que
familiar, destacó la importancia de los cambios interpersonales de los adultos,
mostrando su extrañeza sobre cómo hasta ese momento los investigadores
habían hecho de cuenta que el tiempo del desarrollo de detenía con la mayoría de
edad; por el contrario, subrayó que los cambios biológicos, psicológicos y
relacionales continúan a lo largo de toda la vida.
Según ella, toda la sociedad tiene un sistema de expectativas sobre las conductas
que corresponde a cada etapa de la vida, de forma tal que el individuo pasa desde
el nacimiento hasta su muerte por un ciclo socialmente regulado, en una sucesión
de status asociados a la edad y a una serie de derechos, deberes y obligaciones
específicos. Así, el ingreso formal a la escuela, el matrimonio, la paternidad, la
iniciación laboral, etc, son puntuaciones en el ciclo de vida que implica cambios en
el autoconcepto y en el sentido de la identidad, pues señalan la asunción de
nuevos roles sociales y emocionales que requieren nuevas adaptaciones.
Considera que ciertos eventos del ciclo vital serán quizá traumáticos si ocurren
fuera del período esperado, de la misma manera que los principales estresores
serían aquellos eventos que alteran la secuencia y el ritmo de dicho ciclo, como
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son la prematura muerte de uno de los padres durante la infancia de los hijos, la
llegada tardía o demasiado temprana de los hijos, la lenta realización profesional,
etc. Aclara sin embargo que la psicología del ciclo de vida no es la psicología de la
crisis sino la de la sincronía en el transcurrir del tiempo.
Los primeros pasos hacia el estudio del ciclo de vida familiar fueron dados en la
sociología por Reuben Hill y Evelyn Duvall, quienes presentaron sus trabajos en
mayo de 1948 en el Congreso Nacional sobre Vida Familiar en Estados Unidos. A
pesar de que aún se concebía la familia como una suma de vidas individuales,
estos autores destacaron su carácter interdependiente, haciendo notar que si bien
cada uno de los miembros tenía diferentes tareas según su etapa de desarrollo, el
logro de dichas tareas dependía y a la vez contribuía al logro de las de los demás,
dada la complemetariedad de sus roles.
Sin embargo, dicen Carter y McGoldrick (1980), que en el ciclo de vida familiar
como una estructura útil para los clínicos, no comenzó a aparecer en la literatura
sino hasta la década de los sesenta, gracias a la a la confluencia de tres
tendencias descritas en los párrafos anteriores: el estudio psicoevolutivo del
adulto; la conceptualización sociológica de los procesos del desarrollo familiar y la
inquietud de los terapeutas de familia por conocer la incidencia del ciclo vital sobre
sus intervenciones.
No obstante, el ciclo vital era desde antes una premisa implícita de la evaluación
en la iniciación del proceso de terapia familiar. Bowen, por ejemplo, lo consideraba
al elaborar los genogramas de tres generaciones; Satir, lo indagaba en su
“Cronología de la Vida Familiar”, como parte central de la primera entrevista, y
Intervención Psicosocial en la Familia | 35
En 1973, Jay Haley publicó Terapia No Convencional, donde usó el ciclo vital
familiar para conceptualizar el trabajo clínico de Milton Erickson, introduciendo
además la idea de que los síntomas individuales representan un estancamiento en
los puntos de transición de dicho ciclo. En ese mismo año M. Solomon escribió su
artículo sobre la concepción evolutiva como una premisa para la terapia familiar.
Desde entonces, el concepto de ciclo vital de la familia y sus etapas han sido
objeto de múltiples investigaciones y son uno de los factores fundamentales para
el abordaje y comprensión de la dinámica de las familias funcionales y
disfuncionales, con base en modelos inspiradores en su mayor parte en aportes
del paradigma sistémico-cibernético de las ciencias, cuyas premisas con respecto
a los procesos evolutivos de los sistemas complejos se presentan a continuación.
del bucle, que se vuelve a cerrar sobre sí mismo; es decir, el tiempo forma
doblemente parte de la definición de la organización activa, puesto que es a la vez
tiempo irreversible y tiempo circular (de Ronay,1975, pag 212).
Esta capacidad de los sistemas para persistir a través del cambio es lo que varios
autores han llamado resiliencia, para referirse a la posibilidad de absorber el
cambio cualitativo y mantener la integridad estructural a lo largo del proceso de
desarrollo (Jantsch &Waddington, 1976; Mccubbin, 1987).
Esto dice Heinz von Foerster (1984) en constancia con la idea de que el
cambio siempre será el resultado de una observación de alguien. Las
observaciones no son absolutas sino relativas al punto de vista de un
observador y afectan lo observado de modo tal que impiden toda esperanza de
predicción. La incertidumbre sobre la dirección del cambio es absoluta.
Intervención Psicosocial en la Familia | 42
CAMBIO Y CRISIS
Se resalta que los hijos llegan a una pareja por diversos caminos:
biológicamente, adopción y procreación asistida (laboratorio, inseminación
artificial), independientemente del tipo de vinculo conyugal. Destacándose además
otras figuras existentes en el contexto latinoamericano, como los hijos de crianza o
de leche, que responden a formas de solidaridad frecuentes todavía en el campo y
barrios marginados de las grandes ciudades.
Este momento evolutivo es reseñado como uno de los más críticos, dados
los cambios en el ejercicio de la autoridad por parte de los padres y la asunción de
la autonomía en los hijos. Hay que propender a que la familia permita un
desarrollo progresivo de la independencia de todos los miembros: la pareja debe
propiciar un reencuentro como tal, libre de las funciones de crianza y atención
permanente y directa a los niños; fomentando el compañerismo y revitalizando la
relación.
Aunque todavía algunos hijos vivan con uno o ambos padres, en caso de
muerte o rompimiento, manejan una relativa autonomía y se proyectan
fundamentalmente a los sistemas externos. En este sentido es una etapa
postpaternal.
En principio, debe quedar claro que no existe un monolito que podamos llamar
“terapia de familia”. En su lugar, nos encontramos con una diversidad
multifacético y heterogénea de terapias de familia. Cada una con sus pioneros y
sus premisas particulares, las cuales, en muchas ocasiones, parecen provocar en
el lector un pandemónium de variadas interpretaciones.
evaluadas de manera más crítica; asimismo, sin duda, ambas vertientes han
creado un impacto considerable en el campo de las terapias de familia.
ANTECEDENTES
Tal y como ha sucedido con muchas otras posturas freudianas, las preferencias de
Freud se convirtieron con rapidez en cánones inflexibles, lo que trajo como
consecuencia que el trabajo clínico con familias se comenzara a ver, en el mejor
de los casos, como poco eficaz y como peligroso en el peor de ellos. Por ejemplo,
Glover (1955) realizó una encuesta en 1938 entre psicoanalistas británicos sobre
el uso de analizar miembros de la familia del paciente. Los resultados indicaron
Intervención Psicosocial en la Familia | 51
que, casi sin excepción, los psicoanalistas veían como muy inadecuada la
intervención de la familia.
Factores como los señalados dieron margen para que en la década de 1960 se
creara la primera revista de terapia de familia titulada Family Process y varios
libros de texto que llevaban un mensaje claro y contundente: la familia es
importante y vital en el entendimiento y manejo de situaciones clínicas.
Intervención Psicosocial en la Familia | 52
LECCION 1 Desarrollo
poder negociar los cambios de ciclo de vida familiar y otros estresares internos.
Por ello, se alude a los cambios que son necesarios; por ejemplo, cuando un niño
entra a la adolescencia, o cuando una esposa tiene su primer bebé.
Para que quede más claro, en el ejemplo de una adolescente de 14 años que
comienza a evidenciar convulsiones psicogénicas. Dentro del paradigma
sistémico, estas tienen la función de mantener a esa familia unida, ya que sin ellas
habría una crisis familiar. En este caso, se supe que los padres de la joven han
empezado a manifestar intenciones de renegociar su matrimonio o, incluso, de
separarse. Las convulsiones no tienen otra finalidad que restablecer que la madre
y el padre se unan en una causa común (su hija) y que posterguen de manera
indefinida los planes de separación. Así, la comunicación y acciones de dicha
familia comenzarán a girar alrededor de la “enfermedad” de la hija desligándose
de la crisis marital. Los clínicos sistémicos emplean el término de homeostasis
para significar que toda la familia debe lograr un balance de funcionamiento. En el
caso hipotético de esta joven, los ataques y convulsiones logran restablecer una
homeostasis en su familia. Claro está, el costo es muy alto, ya que la homeostasis
se consigue a través de un miembro de la familia que comienza a enfermarse.
Minuchin (1974) afirma que, por lo común, niños y jóvenes con trastornos
conductuales y psicosomáticos toman el papel de “chivo expiatorio”, cuando en
realidad lo que sucede es que las familias de éstos son muy disfuncionales en
términos de renegociar diversos cambios en el ciclo de vida familiar. Así lo
plantean Minuchin, Rosean y Baker (1978) en el trastorno de anorexia nerviosa y
Minuchin, Bake, Rosean, Liebman, Milman y Todd (1975) en jóvenes con ataques
de asma.
Intervención Psicosocial en la Familia | 54
“Mientras que en una familia con fronteras difusas un evento simple, como lo sería
el estornudo de un niño, es suficiente para producir una movilización inmediata de
parte de los padres para buscar ayuda médica, en la familia con fronteras rígidas
se pueden tolerar cantidades marcadas de patología en algunos de sus miembros
sin que los padres se preocupen por ello”.
M P
H H H
M P
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H H H
M P
H H H
M P
Un triángulo
M P
donde existe
una coalición
de la madre e
hijo, en contra
del padre. M P
H
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Madre y padre crean una alianza que usan contra un hijo “enfermo” (chivo
expiatorio) de la familia.
Esta modalidad se identifica sobre todo con autores como Jay Haley (1976) y Cloe
Madanes (1981). La premisa básica en la cual se engrana esta terapia familiar de
corte sistémico consiste en conceptualizar un síntoma como un acto de
comunicación familiar o como una consecuencia de conducta que implican
mantener la homeostasis del sistema. Lo que todo terapeuta estratégico desea
hacer es interrumpir y desbalancear la homeostasis patológica anterior, lo que le
permitiría a la familia desarrollar y practicar nuevos estilos de comunicación.
Al igual que otras escuelas sistémicas, los terapeutas de familia estratégicos ven
la familia como un sistema interpersonal análogo a otros sistemas cibernéticos. La
familia funcionaría mediante procesos circulares, en donde entrarían en función
Intervención Psicosocial en la Familia | 60
Como el lector habrá notado, este ciclo se repite de modo continuo entre tres o
más personas. Para Haley, el terapeuta estratégico no descubre “causas” lineales
que expliquen los síntomas que una familia trae al consultorio. En lugar de ello, se
aboca a percibir a las familias como implicadas en un juego, el cual tiene la
función de conservar la homeostasis del sistema.
VERTIENTE CONDUCTUAL-COGNOSCITIVA
Por otro lado, durante la década de 1970 surge una literatura muy abundante
sobre terapia conductual de parejas (Jacobson, 1977; Jacobson y Margolin,
1979). Esta literatura ha seguido creciendo y ahora también abarca los procesos
cognoscitivos (Dattilio y Padesky, 1990). Aquí se parte de la premisa de que las
transacciones maritales o de pareja no están funcionando a cabalidad debido a
que los miembros de la pareja poseen deficiencias en habilidades de
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LECCION 2 Técnicas
Acomodo y unión
Debido a que cada familia llega al consultorio con patrones rígidos y una
homeostasis inflexible, el terapeuta debe acomodarse como un experto empático
entre los demás miembros de la familia. Una vez que éste acomodo se efectúa,
es fundamental confrontar y retar los estilos y hábitos anquisolados de la familia.
Esta labor es posible sólo si el terapeuta le demuestra a la familia que él puede
desarmar sus defensas, pero de manera que no se sientan amenazados y cada
miembro sienta que el terapeuta lo acepta y lo entiende. Por lo tanto, éste no
debe aliarse de modo permanente con un solo miembro o con un solo subsistema,
sino que sus confrontaciones o alianzas temporales deben estar condicionadas de
manera estratégica para ir debilitando coaliciones disfuncionales y fortalecer
subsistemas deteriorados.
Realineamiento de fronteras
Reinterpretar el síntoma
Intervención Psicosocial en la Familia | 65
Crear desbalances
Debido al espacio reducido con que contamos, no nos es posible detallar todas las
técnicas que el terapeuta de familia estructural emplea. En la tabla 1 se presenta
un bosquejo de algunas de las más importantes a la luz de los cambios sistémicos
y estructurales deseados. El lector interesado debe consultar las siguientes
referencias para más detalles: Aponte y VanDeusen, 1981; Colapinto, 1991;
Minuchin y Fishman, 1981; Nichols, 1984.
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Problemáticas
Minimizar el síntoma
Moviéndose a un nuevo
síntoma
Reenmarcar el síntoma
Reorganizar el sistema
se da por supuesto que los cambios importantes en los síntomas individuales del
paciente sólo ocurrirán cuando se consigan cambios sistémicos familiares. Para
ello, el terapeuta adquiere un papel muy activo, estableciendo directrices y
asignaciones constantes a la familia. Dichas directrices tienen el propósito
cardinal de cambiar las formas en que la gente se relaciona con otros y con el
terapeuta. Las directrices pueden ser de tipo conductual o paradójicas; pueden
ser proporcionadas a un solo individuo o a toda la familia a la vez. Asimismo, el
terapeuta es el responsable de planificar estrategias efectivas que resolverán el
problema o síntoma. La meta es mayormente pragmática. Entre las técnicas
usadas se hallan las siguientes:
Intervenciones paradójicas
Reenmarcamiento (reframing)
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Esta técnica se aplica muy en especial para darle una connotación ingenua o
inocua a una conducta de algún miembro de la familia que, hasta ese entonces,
era vista como malévola. Por ejemplo, , si la esposa casi no es comunicativa y se
encierra en sí misma cuando su esposo le increpa algo, el terapeuta puede
reenmarcar la conducta de ella en términos positivos, tal como que ella ha hecho
esto porque ama mucho a su marido y no ha querido herirlo. Al redirigir sus
energías al cambio y menos a la crítica mutua, las familias pueden concentrarse
mejor en lograr una homeostasis más funcional.
Técnicas conductuales
Tanto los clínicos estructurales como los especialistas utilizan libremente una
amplia diversidad de técnicas conductuales. Por ejemplo, en su estudio, Minuchin,
Rosean y Baker (1978) emplearon técnicas de condicionamiento operante con
casi todas sus pacientes anoréxicas. Su uso es, más bien, para redirigir los
esfuerzos de la familia y para aminorar síntomas. Los clínicos sistémicos no
estarían de acuerdo con la postura de que tales técnicas son suficientes para un
cambio duradero. Estas son un medio para obtener una modificación de la
homeostasis. El lector interesado en profundizar sobre técnicas estratégicas
puede consultar las obras de Haley (1976) y de Madanes (1981).
TECNICAS CONDUCTUALES-COGNOSCITIVAS
Psicoeducativa
Contrato conductual
Entrenamiento en comunicación
No sólo los estilos de comunicación pueden ser deficientes en familias que buscan
ayuda, sino que también su modo de solucionar un conflicto. Para resolver o
modificar estos estilos anquilosados, el terapeuta expone a la familia a situaciones
problemáticas y les va enseñando y moldeando cómo manejar técnicas basadas
en solución de conflictos.
alternativa con más ventajas a favor; e) exponer un plan sistemático para que
dicha idea se implemente de inmediato; y f) un periodo de seguimiento para
estudiar si la misma es viable y exitosa.
Por ejemplo, puede ser que una joven esposa presente un cuadro de inseguridad
y de celos injustificados con la figura de su esposo, lo que, a su vez, ha provocado
malestar en éste. Si se utiliza terapia cognoscitiva, el terapeuta identificaría los
pensamientos automáticos que llevan a la esposa a pensar que su esposo no la
quiere. Asimismo tratará de detectar qué tipo de errores atribucionales comete
ésta. Una vez que se tenga un cuadro o mapa más claro de su procesamiento de
información, el terapeuta ayudará a la paciente a que rete, cuestione y se enfrente
a sus miedos e inseguridades. En todo este proceso, se incorporará la figura del
esposo para que éste sea un agente de cambio en su esposa.
Desplazar el interés del individuo hacia la relación entre individuos requiere una
sustentación epistemológica que para entonces fue encontrada en los principios
que aportan a la ciencia la TGS, la cibernética y el constructivismo. No obstante,
dichos principios llegan a generarse a partir del cuestionamiento hecho al modelo
mecanicista, imperante en el campo de la ciencia a comienzos del siglo XX, que,
para explicar los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales, recurría a los
principios de la física y de la mecánica, lo cual resultaba insuficiente e inadecuado.
Este modelo es conocido sobre todo en términos de la visión newtoniana del
mundo, en la que las partículas materiales establecen en mundo mecánico y
totalmente determinado. La única meta de la ciencia en tal modelo parecía ser
analítica: la división de la realidad en unidades cada vez menores, aislables y
actuantes según esquemas de causalidad lineal.
Intervención Psicosocial en la Familia | 73
Gregory Bateson, antropólogo, quien establece contacto con estas ideas a partir
de las conferencias interdisciplinarias organizadas por la Fundación Macy’s, en el
año de 1942, con el objetivo de encontrar una “ciencia de control” de donde
emergió la cibernética. Estas conferencias, señalan Shalanger y Wazlawick
(manuscrito inédito), se realizaron desde 1942 hasta 1949 y en ellas participaron
casi siempre los mismos personajes, entre los que vale la pena destacar a Milton
Ericsson, quien presentó sus trabajos sobre hipnosis, y el cibernético-
constructivista, Heinz Von Foester.
EPISTEMOLOGIA SISTEMICA
1
Hacer la transición desde una epistemología lineal progresiva que es atomista
reduccionista, anticontextual y se atiende a una lógica analítica de procesos
aislados, a una recurrente, circular o sistémica, no resulta nada fácil puesto que
implica para el terapeuta un cambio en su propia concepción del mundo, de la
naturaleza, de los problemas, de la terapia y de su participación en ella. Para ello,
el clínico debe, en primer lugar, reconocer las premisas que subyacen en su
1
Siguiendo a Bateson y a Kenney (1991), se emplea la expresión “lineal progresiva” para
referirse a una secuencia de ideas o proposiciones que no vuelven, que van en una sola
dirección. Lo opuesto a “lineal progresivo” es “recursivo”, entendiendo por recursividad el
retorno al punto de partida y advirtiendo que, cada vez que se regresa, que un proceso vuelve
sobre sí mismo, puede indicarse una diferencia porque, en realidad, no es un retorno hacia el
mismo momento inicial.
Intervención Psicosocial en la Familia | 76
Una idea básica para comprender la epistemología es que lo que cada cual
percibe y conoce se deriva en gran medida de las distinciones que traza; de esta
manera, el acto básico de la epistemología es la creación de una diferencia, ya
que sólo al distinguir una pauta de otra somos capaces de conocer nuestro
mundo. Para conocer, debemos hacer una distinción y ello, en sí mismo, sugiere
una opción o preferencia de quien la hace (Bateson, 1993). Por tal razón, para
comprender cualquier fenómeno, debemos empezar por apreciar cómo fue
construido; es decir, qué distinciones están en la base de su creación. ¿Qué
construcciones de la realidad tiene el observador, qué distingue esto de aquello?
Los planteamientos hechos por Maturana (1992) proporcionan una guía en cuanto
que afirman que nuestra percepción, más que depender de la agudeza de
nuestros sentidos, descansa en la comprensión de nuestros conceptos. Las
distinciones que el observador establece, surgen como producto de sus propias
distinciones en la repercusión de que éstas distinguen al que distingue.
Si bien en las cadenas progresivas de causalidad lineal tiene sentido hablar del
comienzo y del fin, tales términos carecen de sentido en los circuitos de
retroalimentación. En un círculo no hay comienzo ni fin. Sin embargo, este tipo de
puntuación lo emplean con frecuencia los participantes de cualquier interacción
cuando la persona A como la B afirman que sólo reaccionan a la conducta del
otro, sin comprender que influyen a la vez sobre él a través de su propia reacción.
2
Vale destacar que, cada vez que se regresa, que un proceso vuelve sobre sí mismo, que el
círculo se cierra, puede indicarse una diferencia porque, en realidad, no es un retorno hacia el
mismo momento inicial. En ese sentido, la imagen del círculo que se cierra quizás sea mejor
representada por la de una espiral.
Intervención Psicosocial en la Familia | 78
mundo en que parecemos vivir lo debemos sólo a nosotros mismos puesto que el
hombre es el único responsable de su pensamiento, de su conocimiento y de su
conducta. Es esto lo que, en última instancia, quiere afirmar el constructivismo y,
en su intento de hacerlo, pone de manifiesto aspectos de la teoría del
conocimiento que, de otra manera, pasarían inadvertidos.
Parece oportuno retomar la distinción hecha por Watzlawick (1992) entre realidad
de primer orden, que se refiere a los hechos tal cual son, y la realidad de segundo
orden, que es construida por medio de la atribución de sentido, de valor y de
significado que se otorga a la realidad en cuestión de primer orden. La distinción
hecha entre estas dos realidades se expresa en la historia acerca de la diferencia
entre un optimista y un pesimista: mientras que el optimista dice que una botella
está medio llena, el pesimista asegura que está medio vacía. La misma realidad
Intervención Psicosocial en la Familia | 81
Ello supone para el terapeuta realizar una planificación del caso, lo cual resulta
imprescindible para aplicar con eficiencia su capacidad terapéutica y resolver los
problemas con rapidez. Sino se le dedica el tiempo necesario a la planificación,
disminuyen notablemente las posibilidades de éxito y el tratamiento se convierte, a
menudo, en una aventura prolongada y errática, que termina porque el paciente
pierde el interés y abandona el tratamiento, o bien, porque el terapeuta termina
renunciando.
Planificar implica no preparar los temas de la sesión en la sesión misma, sino con
anterioridad, teniendo en cuenta el objetivo final de la terapia y los pasos que
deben seguirse para lograrlo. Esta no es una práctica común, no sólo porque
planificar es una tarea ardua, sino ya que buena parte de la terapia tradicional
induce al terapeuta a esperar la reacción del paciente y sólo entonces responder a
ella, debido, en parte, al hecho de considerar que casa sesión constituye una
entidad separada y no un segmento dentro de un proceso que se da en el
tratamiento global.
Ahora bien, así como podemos centrar la atención en las circunstancias en que
aparece el problema y detallar nuestra información sobre el mismo, también
podemos enfocarnos en las circunstancias de “no problema”; es decir, en lo que
sucede cuando éste no aparece, lo cual, en muchas ocasiones, ilumina la solución
de modo asombroso.
Soluciones intentadas: una vez que una dificultad se vive como “problema”,
éste se mantiene o empeora con los intentos ineficaces de las personas para
resolverlo. En otras palabras, el problema es el intento de solución que se ha
dado y que, en la mayoría de los casos, constituye acciones de la misma clase,
que pueden diferir en la forma, pero que, en esencia, son lo mismo. Este patrón
de “más de lo mismo” es, entonces, un objetivo de la intervención terapéutica.
Intervención Psicosocial en la Familia | 86
El terapeuta debe examinar muy bien las soluciones intentadas, con el fin de que
no proponga “más de lo mismo” y así evitar colaborar con el mantenimiento del
problema. Por otra parte, esta información permite conocer la realidad construida
por la persona en cuestión, en la que esos intentos de solución son los únicos
posibles, significativos, lógicos o permitidos.
Ahora bien, así como se presta atención a las soluciones intentadas y que no han
sido exitosas, también es de gran utilidad preguntar al paciente si alguna vez ha
logrado vencer el problema o manejarlo en forma satisfactoria o, incluso, sobre la
manera en que ha solucionado otros problemas, haciendo alusión a éxitos
pasados que, aunque en apariencia no tengan relación alguna con el problema en
cuestión, el terapeuta pueda establecer un lazo de unión entre las dos situaciones
y generar información muy importante acerca de las fortalezas, las capacidades y
los recursos que la persona tiene y que puede emplear ahora para resolver el
problema.
puedan posibilitar el cambio (Robles, 1991). Una de las piedras angulares del
enfoque ericksoniano que ha influido en la psicoterapia breve es la aceptación y el
uso del lenguaje del paciente, de sus intereses y motivaciones, de sus creencias y
marcos referenciales, de su conducta, de sus síntomas y, aun, de su “resistencia”.
Siempre buscamos indicadores que nos ayuden a sentir o a pensar acerca de una
situación; el niño, cuando se cae, mira a su alrededor para tener un indicio de
cómo tratar ese incidente. Si oye gran preocupación en su entorno, es muy
probable que se ponga a llorar. Si lo ayudan a levantarse y lo alientan a seguir
haciendo lo que está haciendo, es probable que lo haga sin quejarse. De la
misma manera, en la psicoterapia, desde el primer momento, el terapeuta emite
mensajes verbales y no verbales que le harán pensar al paciente de tal o cual
forma. Entonces, como es inevitable que influya, mejor que lo haga de modo
propositivo y ofrezca un marco en el que piense que dispone de todas las
capacidades y recursos para resolver el problema y que, con ello, va a tomar
contacto en el proceso.
Algunas de estas intervenciones han sido presentadas por Steve de Shazer como
“tareas de fórmula”, puesto que han resultado útiles en el manejo de una amplia
gama de situaciones disfuncionales, iniciando cambios aun sin que medie una
comprensión detallada del terapeuta respecto de lo que está sucediendo. Por
ejemplo, la tarea de fórmula de la primera sesión en la que se solicita que desde
ese momento hasta el próximo encuentro el paciente observe lo que quiera que
siga ocurriendo en su vida en cuanto a un aspecto determinado relacionado con la
queja. Parecida a ésta es la tarea de ponerse los “lentes de buscar cosas
positivas” o la tarea genérica en la que se solicita a la persona que, una vez que
ha fijado su objetivo, observe las cosas que hace en la semana y que lo acercan a
esa meta. Las tres tareas se centran en lo positivo, en los recursos y en las
soluciones más que en los problemas favoreciendo de manera sorprendente el
cambio. La tarea de la sorpresa introduce en las relaciones un poco de azar y, por
tanto, rompe con rigideces preexistentes. En ella, se pide a la persona que haga
algo que sorprenda a otro (hijo, esposo, padre), que se comporte en forma distinta
respecto del problema o queja y que no lo advierta, ya que el otro debe percatarse
de qué fue lo que hizo. Sin duda, la tarea de “haga algo diferente” en la que se
demanda que desde ahora y hasta la próxima sesión haga algo distinto, es
Intervención Psicosocial en la Familia | 91
Algunos de tales rituales pueden implicar acciones como quemar, arrojar al agua,
botar, enterrar recuerdos, cartas u otros elementos simbólicos. Asimismo, pueden
ser acciones de dar, recibir, exhibir o mostrar algunos objetos significativos o
hacer una ceremonia para celebrar o conmemorar algo. Los rituales terapéuticos
resultan especialmente eficaces para la elaboración de duelos que se dan como
proceso de aceptación de una pérdida, no sólo de la provocada por la separación
o muerte de un ser querido, sino por la pérdida ocasionada por cualquier otra
situación en la que tenemos que dejar, desprendernos de algo que queremos y
que forma parte de nosotros. No en vano se habla, por ejemplo, de la elaboración
de duelo en la adolescencia, en los procesos de migración, o en el mismo proceso
terapéutico en el que se van dejando recuerdos, expectativas fantaseadas o
modos de actuar, integrando pasado con presente y futuro.
Estas y otras técnicas son algunas a las que el terapeuta puede recurrir para
facilitar el proceso de cambio creativo, haciendo de la terapia un arte, como
acertadamente lo señala Kenney (1992), donde el psicoterapeuta, como artista
que es, emplea a cabalidad sus recursos y sus limitaciones personales, con el
objeto de generar un estilo único, propio, que es el retrato estético de su ser en el
contexto. Un estilo personal, en el que, con seguridad, reflejará su propia
concepción del mundo, de los problemas, de la terapia y de su participación en
ella o, en última instancia, su particular epistemología, que, en esta propuesta
Intervención Psicosocial en la Familia | 93
Sin embargo, sea cual fuere el estilo particular del terapeuta, incluso de la escuela
y teoría a la que se adscriba, existe acuerdo en que hay algo en común que hace
que unos terapeutas sean más efectivos que otros y que tiene que ver con el
desarrollo de una capacidad para la conversación profesional, la retórica
estratégica y el lenguaje del cambio. Dentro de este marco, gran parte de la
formación del terapeuta se centraría en el desarrollo de una capacidad artística
para la comunicación, para lo cual Milton Erickson fue un maestro genial. Por
medio de su método, la hipnosis ericksoniana, proporciona una serie de elementos
para utilizar consciente y creativamente el lenguaje con el fin de crear contextos
en los que se perciba el cambio como inevitable. Por ello, Jefrey Zeig, quien fue
su alumno y que ahora promueve estas ideas, afirma que la hipnosis es un modelo
de comunicación más que otra cosa. Un modelo de cómo presentar ideas con un
máximo valor terapéutico sin necesidad de usar un trance formal; es un modo de
tomar las ideas, envolverlas como regalo y presentarlas al paciente en forma muy
atractiva para ayudarlo a hacer surgir las potencialidades y recursos necesarios
para resolver los conflictos (Robles, 1991).
Esta riqueza del lenguaje es aprovechada por la psicoterapia breve. Por ejemplo,
para alguien puede resultar difícil hablar de sus temores más profundos, pero
puede simbolizarlos y puede también simbolizar los recursos internos que tiene
para eliminarlos o transformarlos, reafirmando lo positivo que hay en él.
Asimismo, puede ir hacia atrás y reconstruir historias, dando un nuevo valor y
significado a sus vivencias; puede ir hacia delante, futurizando, e imaginarse libre
de esos temores, sintiéndose tan bien como se quiera sentir, actuando como
quiere actuar, logrando sus objetivos.
Existen algunas cuantas estrategias sencillas que se pueden aplicar para que
nuestra conversación favorezca el cambio; una de ellas consiste en emplear las
mismas palabras, expresiones idiomáticas o metáforas que usa el paciente; por
ejemplo, si nos habla del libro negro para referirse a algo que considera que debe
estar oculto en su vida, retomamos esta expresión para señalar esto que él quiere
expresar; si habla de discusión y no de pelea, entonces usamos en término
discusión; si habla de un “problema de actitud”, nos referimos a esa conducta con
sus palabras y detallamos qué entendería por actitud con preguntas como:
¿cómo notaría que su actitud ha cambiado?
En esos casos, vale la pena introducir la duda sobre tales afirmaciones; al fin y al
cabo no todo es blanco o negro, sino que existen muchas gamas de grises. La
Intervención Psicosocial en la Familia | 96
Es tanto como buscar relatos alternativos para las historias que respaldan nuestra
vida y que han sido construidos a lo largo del tiempo, a través de la experiencia
vivida, sobre la base de un relato dominante. Sin embargo, gran parte de nuestro
bagaje de experiencia queda sin relatar y nunca es contado o expresado. Estos
aspectos de la experiencia vivida que quedan fuera del relato dominante,
constituyen una fuente llena de riqueza y fertilidad para la generación o
regeneración de relatos alternativos. Son los llamados por White (1994)
acontecimientos extraordinarios que incluyen una gama de sucesos, sentimientos,
intenciones, pensamientos y acciones que son dejados de lado y que pueden
transformar totalmente el significado y valor de un acontecimiento.
Resulta útil encauzar el lenguaje, alejándolo de la jerga que emplea etiquetas fijas
y negativas para llevarlo hacia descripciones de comportamientos que se
encuentran en el lenguaje cotidiano. Es mucho más sencillo tratar a una persona
si sabemos qué es lo que hace a que si la rotulamos como esquizofrénica,
obsesiva-compulsiva, fóbica o hiperactiva. Es más fácil manejar acciones que
características fijas. De igual manera, es más viable que se propicie el cambio si,
en lugar de hablar de que “soy un depresivo” se hable de que “estoy pasando por
un mal momento y estoy triste”.
estos casos. Se manejan preguntas que refuerzan esta idea, como por ejemplo, si
el paciente plantea que es miedoso, se le puede preguntar desde cuándo se le
metió ese miedo, manejando, de paso, la idea implícita de que si es algo que se le
ha metido, se puede salir, o si alguien dice que es un fracaso, se le puede
preguntar desde cuándo ha comprado ese rótulo y quién se la ha vendido,
buscando después acontecimientos extraordinarios que comprueben que no ha
sido siempre miedoso o un fracaso, que ha habido momentos de valentía o
exitosos y que contradicen esa historia que nos trae. Aquí, no sólo podemos
recurrir al lenguaje oral, sino al escrito, que tiene grandes ventajas y posibilidades
terapéuticas; por ejemplo, se puede pedir al paciente que busque y nombre
testigos que den fe acerca de esos momentos en los que fue exitoso o valiente y
pedirle que se escriba una carta a sí mismo desde esas personas destacando
esos recursos que tiene, que ellas vieron y que le permitieron en ese entonces
salir adelante. A alguien que está muy enojado con su madre por todo lo que
siempre le ha hecho, se le puede pedir que le escriba una carta expresándole su
coraje y luego, podemos solicitar que se conteste a sí mismo esa carta desde la
posición de la madre. Entre otros medios narrativos, las cartas ofrecen la
posibilidad de reescribir historias y de brindar nuevas construcciones que alienten
al cambio (White, 1993).
Los órdenes del amor entre padres e hijos se presentan de la siguiente manera: el
primer orden es tomar la vida que los padres han dado a los hijos; segundo, lo
que los padres han dado es lo correcto; tercero, los padres cargan con sus
propias culpas y responsabilidades, así como con sus propios méritos; y cuarto,
los padres son grandes y los hijos, pequeños.
1. El orden del amor se inicia con la vida misma, con tomar la vida. Los padres
son quienes dan la vida a sus hijos, además del alimento, la protección, la
educación. Para el hijo, lo adecuado es que lo tome todo, tal como le es dado.
Cuando el hijo lo toma de buen modo, por regla general, eso es suficiente. Hay
excepciones, todos las conocemos, pero, por lo común, es suficiente. En este
contexto, el orden implica que el hijo les diga a los padres: “He recibido mucho.
Sé que es muchísimo y es suficiente. Lo tomo con amor”. Así, el hijo se siente
lleno y rico. Además, añade: “El resto lo hago yo mismo”.
Después, el hijo aún puede decirles a los padres: “Y ahora los dejo en paz”. El
efecto de estas frases llega muy hondo, ya que ahora el hijo tiene a sus padres, y
los padres tienen a su hijo, al mismo tiempo. Ambas partes están separadas y
libres.
3
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Intervención Psicosocial en la Familia | 99
Los padres han concluido su obra y el hijo es libre de vivir su vida, con respeto
ante los padres y sin dependencia.
2. Lo que los padres han dado es lo correcto; esto significa que un hijo nunca
puede decirle a sus padres: “Lo que me dieron, primero, fue lo equivocado y
segundo, muy poco. Aún me deben un montón”. Aquí encontramos que el alma
de este hijo sufre, ya que no acepta lo que ha recibido de sus padres. Al
rechazarlo, tampoco admite a sus padres y, por ende, tampoco se acepta él
mismo. Así, este hijo no puede desligarse de sus padres. El reproche y la
exigencia le ata a ellos, pero de manera negativa. Se siente vacío, pequeño y
débil.
3. El tercer lugar de los órdenes del amor entre padres e hijos comprende que se
respete aquello que personalmente les pertenece a los padres y lo que ellos saben
que tienen que hacer solos. Los hijos no pueden reclamar los laureles de sus
padres, ellos mismos tienen que labrarse su vida y ganar sus propios méritos. No
corresponde a los padres crear un falso talento sobre sus hijos. Por ejemplo, que
el padre o la madre sea muy importante en las ciencias o en las artes y que
imponga a sus hijos sus propios méritos. A los hijos mismos les corresponde
trabajar por descubrir sus dotes. Algo similar se aplica a la riqueza material de los
padres; por ejemplo, a la herencia. El hijo no tiene ningún derecho a reclamarla;
si recibe algo, se trata de un mero regalo.
De igual modo, sucede con la culpa personal de los padres. También ésta les
pertenece a ellos solos. En ocasiones, un hijo se arroga el derecho de cargar con
esta culpa, por amor y para llevarla en lugar de los padres. También esto
contradice el orden. De esta manera, el hijo se arroga algo que no le corresponde.
Por ejemplo, cuando los hijos pretenden expiar algo en lugar de los padres, se
elevan por encima de éstos. Entonces, los padres son tratados como hijos y los
hijos tienen que cuidarlos como su ellos fueran los padres.
4. Y, por último, el cuarto elemento que forma parte de los órdenes del amor entre
hijos y padres: los padres son grandes y los hijos pequeños. Por lo tanto,
Intervención Psicosocial en la Familia | 100
corresponde que los hijos tomen y que los padres den. Dado que el hijo recibe
tanto, siente la necesidad de compensarlo. Nos resulta difícil recibir algo sin
que nosotros mismos demos, pero con nuestros padres nunca podemos
compensar lo que recibimos; ellos siempre dan muchísimo más de lo que
nosotros podamos devolver.
Algunos hijos esquivan la presión de compensar, esquivan la obligación o la culpa
que sienten por recibir, sin tener la obligación de dar a cambio algo. En un caso
así dicen: “Prefiero no tomar nada, así tampoco siento alguna obligación ni
culpa2. El orden sería que dijeran: “Lo tomo todo con amor”. Esta es una manera
de tomar que al mismo tiempo compensa, porque los padres se sienten valorados
a través de este tomar con amor.
Al fin y al cabo, los padres hicieron lo mismo: tomaron de sus padres para
pasarlo a sus propios hijos. Precisamente por haber tomado tanto, sienten la
presión de pasar mucho a otros y pueden hacerlo.
Como podemos deducir, el orden para cada persona es que tiene un padre y una
madre y que muchos tienen, además, hermanos menores o mayores o se es el
hijo único; ésta es la familia y debo responder a las exigencias que ella me hace a
mí. Más adelante explicaremos cómo se regula esto por medio de la conciencia
familiar; por el momento, estudiemos una situación actual: hoy en día, muchas
veces las mujeres se comportan como si pudieran tener hijos sin un hombre o sin
un padre. O los hijos se comportan como si pudieran tener su vida sin sus padres.
Esto es totalmente desproporcionado. Esta realidad tan sencilla puede
reconocerse; el hecho de tener padres y de que éstos son los únicos verdaderos;
que si ellos fueran distintos, yo también lo sería y que yo no puedo estar en
consonancia conmigo mismo si rechazo a mis padres porque rechazándolos a
Intervención Psicosocial en la Familia | 101
Este proceso se lleva a cabo de una manera silenciosa y sin intención. Cabe
destacar que fue éste uno de los principales descubrimientos de la teoría
psicoanalítica. Freud hizo uso de la atención flotante o “no intención del
terapeuta”, en su propio análisis, en el análisis de los sueños y durante el tiempo
que realizaba sus investigaciones sobre la histeria en 1895.
Ahora explicaremos quiénes son los integrantes de la red familiar y por qué se
presentan los “movimientos interrumpidos” (Del Pozo, 1999) así como las
condiciones para el desarrollo de la red familiar.
Por regla general, pertenecen a la red familiar (sin tener en cuenta si aún viven o
han muerto):
4
La identificación es el proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una
propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste.
Intervención Psicosocial en la Familia | 102
- Todos aquellos que hicieron sitio para otros en el sistema; por ejemplo, un
primer marido o una primera mujer de los padres o de los abuelos, novios
anteriores, una mujer o un hombre con la/el que un miembro de la red
familiar tenga un hijo, y, por último, todos aquellos cuya desgracia,
desaparición o muerte hayan supuesto una ventaja para otros en el sistema
(quien dejó una herencia o regaló una casa).
La familia, como organismo vivo (A. Mahr, 2001; Sheldrake, 2004), tiene en su
haber una memoria o alma que es la encargada de velar porque cada uno de sus
integrantes mantenga su lugar allí; cuando por decisión de alguno de los
integrantes de la familia algún miembro es olvidado, entonces, esta alma familiar,
o inconsciente de la familia, busca equilibrar la familia. Luego, alguno de los
integrantes de la familia en una generación posterior, por lo general en la tercera
generación, representa para la familia a este personaje desplazado. Aquí, vemos
que, en la organización de la familia, como en la biología, es en la tercera
generación donde aparecen las problemáticas. Por ejemplo, un abuelo comete un
homicidio, pero él no asume su culpa por este asesinato, ya que lo llevó a cabo
bajo alguna convicción religiosa o política. Esta culpa sin asumir queda guardada,
almacenada en la memoria familiar, cual gen recesivo, y es en una tercera
generación cuando un nieto enferma gravemente o sufre de accidentes graves al
punto de peligrar la vida.
LA CONCIENCIA FAMILIAR
1. En el área del yo, la conciencia personal o del primer plano, que es la parte del
sujeto infantil que ama con intención, es decir, que busca pertenecer al grupo o
familia. Esta conciencia nos permite sentir lo que llamamos culpa o inocencia.
Culpa, si hemos transgredido las reglas internas del grupo e inocencia si, en
aras de pertenecer al grupo, hacemos lo que, de acuerdo con éste, está bien.
Por ejemplo, en una familia de atracadores, la conciencia familiar indica que lo
adecuado es engañar al transeúnte; si lo hacemos, obramos según sus reglas;
culpable sería si yo empezara a juzgar como deshonesto o ilegal este acto.
Como observamos, este sentido de conciencia nos la dicta el grupo del cual
somos parte; así, tenemos una conciencia en el lugar de trabajo, otra con
nuestros amigos, otra para la pareja, otra para el grupo religioso, otra para con
nuestros padres.
2. En el alma infantil, obra la conciencia sistémica u oculta: la conciencia del
alma familiar, la cual no tolera a los excluidos u olvidados; de este modo,
algún nieto representará a un abuelo olvidado o abandonado.
3. El alma tiene dimensiones distintas: también incluimos la instancia del alma
de un pueblo o un país (Lier, 2003). Así, muchas veces las conciencias se
encuentran en contradicción unas con otras, como dijo Hellinger en uno de sus
videos (Movement of the soul, 2001): “Uno no puede fiarse de la conciencia”
ya que ella busca el bien del grupo, no mira al individuo en particular. Las
condiciones por las que vela la conciencia son las siguientes:
como hijo mayor debo servir de apoyo a mis padres, pero no por encima de
alguno de ellos y yo, como hermano menor, le debo mi atención a mis
padres ya que es de suponer que recibí más atención de parte de mis
hermanos mayores. Entonces, como forma de equilibrar en el dar y recibir,
mis padres le dieron más a mi hermano mayor, éste del dio su apoyo al
segundo, yo, como hijo menor, recibí de mi hermano mayor y de mi
segundo hermano, en consecuencia, doy apoyo a mis padres en la vejez,
como gratitud por lo recibido.
h) Reconocer que todo es pasajero: esto implica aceptar que la vida tiene sus
ciclos y que nosotros no podemos impedir o alargar los ciclos o la vida de
los demás por más que lo queramos. Por ejemplo, si una pareja ha tenido
dificultades y desea empezar de nuevo, debe aceptar de corazón comenzar
de cero, sin reproches y sin “guardados” para la otra persona. “Lo que
pasó, pasó” y no nos aporta algo bueno traerlo al presente una y otra vez.
queda restringido y no puede ser un hombre adulto que forme pareja. Queda
invalidado de feminidad y termina compitiendo con la mujer. El hombre que no se
vincula con el padre es el favorito de las mujeres, el amante, el “Don Juan”, el
seductor, el héroe.
El hijo que está al lado del padre respeta a la madre y a la mujer; el que se queda
en la madre, domina, subyuga y abusa de la mujer. La hija que vuelve a la madre
respeta al padre y al hombre; la que se queda en el padre, manipula, controla,
domina y maltrata o explota al hombre.
Ahora bien, si ambos cónyuges configuran sus constelaciones, los dos poseen la
posibilidad de ver en qué aspectos percibían de manera diferente el otro; por
tanto, si esta imagen se corrige, la percepción del cónyuge se vuelve más real.
Así, si nos ha sido difícil establecer una pareja estable, ya sea porque somos
compulsivamente infieles o ya que a quien elegimos a la larga de muestra
Intervención Psicosocial en la Familia | 110
El estar cumpliendo con una función que no nos corresponde debilita nuestra alma
y cuerpo, además de que nos mantiene muy ocupados; así, por ejemplo, para no
ser desleal con la madre y hermanas luego de que el padre ha muerto, el hijo,
inconscientemente, puede decidir que no formará pareja estable y, para evitar la
tentación, caerá en enredos emocionales aunque, por supuesto, esto lo deje vacío
e insatisfecho.
El otro social me ayuda a definir quién soy, que seré mañana, qué quiere el otro
de mí. El vínculo establecido con el otro me construye o me deshace.
Es una lente desintegración del núcleo del yo o del sistema familiar o social.
Ya explicamos que nunca las tres leyes internas de la familia podrán estar al
tiempo perfectamente equilibradas; no obstante, es el obrar en consonancia con
el orden y el amor lo que nos lleva a la paz y a la armonía.
En los casos de los grupos al margen de la ley, cualquiera que sea, las víctimas
deberán incluir en su grupo al grupo perpetrador, en especial, al personaje
violento. De lo contrario, algún miembro de la familia querrá buscar venganza por
Intervención Psicosocial en la Familia | 113
LA MUERTE
Frente a este caso particular, Hellinger nos advierte acerca de que el reino de los
muertos es más grande que el de los vivos y que la vida y la muerte es un
continuo. La vida viene de la muerte y hacia ella se dirige de nuevo. Sólo en la
medida en que reconozcamos que la muerte es parte de nuestra existencia
podremos elaborar con tranquilidad la muerte de nuestros seres queridos y
odiados, ya que, ambos, como hemos dicho, hallan su paz en el mundo de los
muertos y allí lo que interesa es que los sobrevivientes los mantengan en un lugar
en su corazón, que honren su memoria, reconociéndoles el lugar que les
corresponde en el núcleo familiar.
UNIDAD II
ACERCAMIENTO A UN PROCESO DE ATENCION
LECCION 1 Afirmación
Introducción
Objetivo específico:
Priorizar el requerimiento de intervención profesional del psicólogo (a), en función
de procurar las mejores condiciones familiares para la realización personal de sus
miembros.
El síntoma
“síntoma.
5
LEY 1090 DE 2006, (septiembre 6), Diario Oficial No. 46.383 de 6 de septiembre de 2006 CONGRESO DE LA
REPÚBLICA “Por la cual se reglamenta el ejercicio de la profesión de Psicología, se dicta el Código Deontológico y Bioético
y otras disposiciones.” http://www.secretariasenado.gov.co/leyes/L1090006.HTM
6
Diccionario de la lengua española. Vigésima Segunda Edición. http://buscon.rae.es/draeI/
Intervención Psicosocial en la Familia | 115
La atribución
7
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El anti-edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós: Buenos Aires,
1995. p. 369 y 370.
Intervención Psicosocial en la Familia | 116
La interpelación
Conclusión:
El requerimiento al profesional de la psicología, se acompaña de la descripción de
una disfunción familiar y su correspondiente atribución. Esta situación, desde la
óptica del profesional, es considerada como síntoma susceptible de interpretarse
en el proceso de interpelación al sistema.
LECCION 2: Información
Introducción
El requerimiento necesita ser contextualizado con el conocimiento suficiente del
funcionamiento típico familiar y la situación particular de la que emerge. Por
consiguiente, se impone una estrategia de producción de información válida y
confiable, con apoyo en la cual se pueda realizar esta labor descriptiva.
Objetivo Específico:
Recopilar la información pertinente al funcionamiento típico del sistema familiar y
a la situación específica de la que se trata.
Situacional
Intervención Psicosocial en la Familia | 118
Estructural
Intervención Psicosocial en la Familia | 119
Por el lado de los vínculos afectivos, se puede decir que la familia es un grupo
incestuoso regulado, en el sentido en que promueve el afecto entre padres e
hijos, pero al mismo tiempo lo inhibe en su meta biológica.
Histórica
Ya se oyen voces, que incluyen al animal doméstico como miembro del sistema.
Lo que está indicando el nivel de indiferenciación en que se le ubica, con respecto
a otroras funciones socialmente primordiales.
Conclusión:
La producción de información en el sistema familiar es inagotable. Así que, para
el trabajo profesional, debe tenerse en cuenta la finalidad de una caracterización
estructural del sistema y una descripción coyuntural de la situación específica que
da lugar a la intervención.
LECCION 3: Comprensión
Introducción
En una sociedad capitalista, marcadamente individualista, la intervención del
psicólogo con la familia tiende a restringirse al plano de la normalización de sus
integrantes, aún cuando esa misma normalización esté en cuestión ó por lo menos
no tenga referentes exentos de polémica. ¿Qué es un padre? ¿Qué una madre?
¿Qué un hijo? ¿Cual es la función de la familia?
De ahí que plantearse el tema del trabajo profesional del psicólogo con la familia,
conlleva la responsabilidad de situarla en su contexto histórico-cultural concreto,
que permita igualmente clarificar la posición del experto al respecto, no sólo de la
situación específica objeto del requerimiento, sino de la situación crítica global de
la familia en la sociedad contemporánea.
Intervención Psicosocial en la Familia | 122
Objetivo Específico:
Plantear técnicamente el problema del funcionamiento familiar del que derivó el
requerimiento.
El compromiso terapéutico
Del ámbito de la terapia con familias, han surgido muchas de las críticas a la
psicoterapia convencional basada en la omnipotencia del experto. El abordaje de
la familia por el terapeuta, le ha develado su consistencia y el carácter sintomático
del malestar personal con respecto a aquella. Y también ha permitido replantear
el papel del terapéuta con relación a las personas y al sistema familiar.
La perspectiva profesional
Lo cual posibilita indicar con el recurso del lenguaje, los hitos correspondientes
que orienten la actividad tanto del experto como del lego y la mantengan, durante
la intervención, susceptible al trabajo de evaluación permanente por quienes la
realizan, controladamente, en lo que respecta al requerimiento.
Conclusión:
Reconociendo las posibilidades contingentes del sistema familiar, el profesional
interventor requiere limitar el espectro de su trabajo profesional, con el objeto de
comprometerse con metas específicas y clarificar expectativas de desempeño en
cuanto al servicio.
Introducción
Entendido el requerimiento como sintomático, cabe hacer una exploración de la
situación específica de la que deriva, contabilizando los elementos básicos y
diferenciando los momentos críticos de los traumáticos.
Objetivo Específico:
Caracterizar suficientemente la situación de la que emerge el requerimiento de
intervención profesional.
Elementos
10
LUHMAN, Niklas. Complejidad y Modernidad. De la Unidad a la Diferencia. Trotta: Madrid, 1998. P.
62.
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Los episodios son eventos desde la perspectiva del actor que alteran la estabilidad
del funcionamiento familiar. Esto es, generan confusión en cuanto al
comportamiento esperado, por lo que frecuentemente resulta inapropiado,
desadaptado ó disfuncional. Por ello, provoca en los miembros de la familia
esfuerzos integradores generalmente inconsistentes, que animan la discrepancia y
el conflicto.
Crítico
Los aspectos críticos tienen que ver con el papel de los parientes, las pautas de
relación, las expectativas de retribución y/o el estado de bienestar. En cuanto al
papel de los parientes, el crecimiento del sistema en cuanto al número de
integrantes y la edad evolutiva por la que atraviesan, presiona cambios en sus
papeles. Una pareja jóven, enfrenta su primer embarazo y la crianza de su
Intervención Psicosocial en la Familia | 127
Por otra parte, la conformación de una familia se hace por expectativas que se
frustran. Se requieren expectativas sustitutas que renueven la motivación al
vínculo y mantengan la intensidad afectiva, aunque cambie su contenido. Si a
esta dinámica se agrega la conformación afectiva de los hijos, la situación se
complejiza para los parientes.
Traumático
Generalmente tienen que ver con eventos externos al sistema como la muerte
natural, accidental ó trágica de uno de sus miembros. Enfermedades
inesperadas, crónicas o terminales. Cambios abruptos en la actividad económica
Intervención Psicosocial en la Familia | 128
Conclusión:
La situación de la que emerge el requerimiento de intervención profesional puede
ser crítica o traumática. Una descripción suficiente de sus elementos básicos es
necesaria para que el profesional de la psicología defina su postura terapéutica en
ella.
LECCION 5: Estructural
Introducción
En el cumplimiento de sus funciones, el sistema familiar se estabiliza en una
estructura cuyas dimensiones, forma y características pueden describirse
adecuadamente, para entender mejor los procesos, las relaciones y las
situaciones que se ofrecen al análisis.
Objetivo Específico:
Describir la estructura familiar y sus procesos de mantenimiento.
Estabilidad
hijos del otro conyuge ó persistencia del núcleo monoparental. En este sentido, la
estructura básica soporta los embates de la movilidad social, que implican la
sustitución en el rol, por diferentes agentes.
Dicho rasgo puede apreciarse como ventaja, como cuando se privilegia el nivel de
competencia de los agentes. Entonces alguien puede resultar mejor padre, madre
o hijo que otro. Lo cual plantea diversos temas de reflexión al interior del sistema
y a los observadores del sistema.
Flexibilidad
Vulnerabilidad
11
BLAIKIE, Piers y otros. Vulnerabilidad. El entorno social, político y económico de los
desastres. http://www.desenredando.org/public/libros/1996/vesped/vesped-cap01_EDDLDYNE_sep-09-2002.pdf.
Intervención Psicosocial en la Familia | 131
Y esas diferencias tienen que ver con las características específicas del
funcionamiento del sistema familiar, los cuales constituyen su perfil de
vulnerabilidad. El cual depende fundamentalmente de sus antecedentes, que
constituyen la forma específica en que se ha conformado como entidad.
Conclusión:
Una caracterización adecuada de la estructura familiar, permite al interventor y a
los miembros de la familia, identificar los criterios de su estabilidad, las
condiciones de su flexibilidad y las fuentes de vulnerabilidad.
Seccion 6: Funcional
Introducción
Intervención Psicosocial en la Familia | 132
Objetivo Específico:
Identificar las funciones familiares específicas.
Protectiva
Reproductiva
Autorealizativa
Conclusión:
En la medida en que el sistema familiar garantice la protección suficiente de sus
integrantes, se reproduzca con costos llevaderos y favorezca la autorealización de
sus miembros, puede decirse que es funcional. Si ello no ocurre, la
disfuncionalidad probablemente conduzca a su desintegración.
LECCION 1 : Preventiva
12
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El anti-edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós: Buenos Aires,
1995. p. 189.
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Introducción:
Toda ocasión de intervenir profesionalmente, puede aprovecharse
terapéuticamente para anticiparse a situaciones probables, dados los rasgos de
vulnerabilidad de la familia. De ahí que, fortalecer sus funciones, constituir
soportes alternativos y disminuir las situaciones de riesgo, se convierten en
objetivos terapéuticos permanentes.
Objetivo Específico:
Fortalecer una actitud terapéutica crítica y previsiva.
“Los efectos civiles de todo matrimonio cesarán por divorcio con arreglo
a la ley civil.
Constitución de soportes
Los sistemas psíquicos de sus integrantes, que a su vez integran otros sistemas
sociales como el económico y el político. Por consiguiente, un soporte importante
13
Constitución Nacional de 1991.
Intervención Psicosocial en la Familia | 138
Disminución de riesgos
El trabajo preventivo también incluye la cuestión de disminuir los riesgos a los que
están expuestos los sistemas familiares. En una sociedad que tiende a
incrementar la movilidad de su población, la inestabilidad de sus ocupaciones, el
cambio de sus actividades económicas y la fragilidad de sus estructuras políticas,
Intervención Psicosocial en la Familia | 139
Conclusión:
La intervención profesional debe incidir en el fortalecimiento de las funciones
familiares, la ampliación de sus soportes funcionales y la disminución de los
riesgos potenciales y actuales.
LECCION 2: Crítica
Intervención Psicosocial en la Familia | 140
Introducción
Objetivo Específico:
Apoyo
Control
Proyección
Intervención Psicosocial en la Familia | 142
Conclusión:
Una situación de crísis familiar tiene un desenlace abierto. Lo cual constituye una
oportunidad para que con la asistencia de una intervención profesional, resulte en
el fortalecimiento del sistema familiar: más y mejores apoyos, controles efectivos y
proyectos pertinentes.
LECCION 3: Constructiva
Introducción:
Objetivo Específico:
Fortalecer una postura terapéutica reflexiva.
Reflexión
“Hace unos diez años yo me sentía cada vez más preocupada por las
paradojas del poder que afectan a los métodos tradicionales de la
terapia familiar. Todos estos métodos se basaban en el secreto, la
jerarquía y el control. Aun en las versiones más flexibles,
representadas por muchos terapéutas ericksonianos, y también por el
respetuoso enfoque de los miembros de la Asociación de Milán, se
mantenía al cliente a distancia y no se compartía el pensamiento del
terapeuta. Había una buena razón histórica para ello. Desde sus
comienzos, la terapia familiar contenía en el meollo mismo de su acción
un espejo de una sola cara: los profesionales eran los observadores;
las familias, los sujetos observados. Nunca había una calle de doble
sentido. La mayoría de los terapéutas familiares de primera generación
parecían partidarios de la idea del control del terapéuta, ejercido
abiertamente o no. No sé qué me gustaba menos: si empujar a los
clientes directamente a hacer lo que yo quería que hicieran, o actuar
solapadamente y lograr con subterfugios que hicieran lo que yo quería
que hicieran.” 14
● Analizar los temas para distinguir los explícitos de los implícitos, los
manifiestos de los ocultos, los emergentes de los subyacentes.
● Diferenciar los medios simbólicamente generalizados y sus
implicaciones para las relaciones presentes y las esperanzas personales
y comunales.
● Reconocer las pautas de reconocimiento personal (privado) del
sistema y compararlas con las pautas de reconocimiento público.
Postura de ignorancia
15
HOFFMAN, Lynn. Una postura reflexiva para la terapia familiar. En: McNAMEE, Sheila y GERGEN,
Kenneth. La Terapia como Construcción Social. Paidós: Buenos Aires, 1996. P. 36.
Intervención Psicosocial en la Familia | 145
Validación
Conclusión:
Con respecto al sistema familiar, el psicoterapéuta no es un elemento, toda vez
que la operación de este sistema es la comunicación. Mas bien, su posición de
ignorancia puede favorecer en el sistema un reflujo de comunicación alternativa,
que permita revisar estratégicamente su funcionamiento y alterarlo
convenientemente para sus miembros.
Introducción:
Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de transformación del sentido de una situación.
y aburrimiento, tiene que ver con la impertinencia y anacronismo de los temas, que
resultan de la evolución del sistema familiar.
Tiene que ver con el ámbito de previsión de las rutinas mantenidas y emprendidas
por el sistema. Esta dimensión es igualmente sensible a la variación personal de
las expectativas individuales de los integrantes de la familia. Y se pone en
evidencia en descalificaciones recíprocas: “qué inmadurez la tuya”, “eso ya no se
usa”.
Es evidente que eso es cada vez más dificil. Mientras en una tradición católica-
Cristiana dominante, la perennidad del vínculo familiar se garantizada por el
sacramento eclesiástico que los creyentes consideraban sagrado, actualmente la
liberalidad de la cultura da por sentado que el vínculo es insostenible cuando
carece de soporte afectivo. Y como éste es lábil y expuesto a las vivencias
personales, la estabilidad familiar se hecho vulnerable.
De ahí que las técnicas de intervención tengan que asistir individualmente a los
integrantes de la familia y al mismo tiempo procurar mecanismos de apoyo social
a la familia que contrarresten su rápida disolución, por la directa exposición al
interés individual. Entre ellas se pueden citar:
Tiene que ver tanto con los criterios internos del sistema para conceder identidad
a cada uno de sus miembros, como con las condiciones de soporte que ofrece
para que los individuos sean socialmente reconocidos. A este nivel, el
individualismo contemporáneo también propone problemas críticos.
Conclusión:
La dimensión social del sentido de la familia, trasciende el ciclo vital de las
personas que la integran. En cambio, el sentido personal necesita elaborarse
durante este ciclo. Aunque la psicoterapia se centra por consiguiente en este
sentido personal, el trabajo debe alimentar la crítica social al sistema, para
reformular su sentido colectivo.
Introducción:
Una situación de inconformidad con la vida familiar debe abrir espacio para la
reestructuración del sistema en función de las necesidades individuales de sus
miembros. El interventor requiere conocer técnicas puntuales que sirvan a este
propósito, con el fin de facilitar cambios estructurales en el sistema familiar.
Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de modificación estructural de la familia.
Intervención Psicosocial en la Familia | 151
Escenarios
Los escenarios determinan en gran medida los comportamientos. Así que una
estrategia apropiada en la re-estructuración familiar, pasa por la modificación y/o
innovación de sus escenarios operativos. Para efectos de discriminación, pueden
clasificarse en privados y públicos. Aquellos adscritos al ámbito de residencia y
los últimos relativos a las funciones educativas, económicas, culturales y políticas
de la familia.
Temas
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Mitos
La familia, como todas las instituciones sociales, se afianza en varios mitos como
el del “amor romántico”, el de la “indisolubilidad del matrimonio”, “cada hijo trae su
pan bajo el brazo”. En una época de desmitificación generalizada (lo cual a su
vez constituye también un mito), esos mitos se cuestionan, se debilitan o
fortalecen, y emergen otros nuevos, sobre los cuales cae rápidamente el trabajo
de desmitificación.
Conclusión:
Los cambios estructurales de la familia tienen que ver con la modificación de su
operación basal de comunicación. De ahí que la técnicas no apunten a una
Intervención Psicosocial en la Familia | 153
Introducción
Objetivo Específico:
Conocer técnicas específicas de modificación funcional de la familia.
Fortalecimiento
Sostenibilidad
El sistema familiar mismo encuentra los mecanismos para perdurar. Y ellos tienen
éxito o fracasan. Si fracasan, el sistema se desintegra. Si tienen éxito subsiste,
aun cuando no siempre con el mejor de los beneficios para sus integrantes. Lo
que a largo plazo implica la insostenibilidad del sistema.
Autoregulación
Conclusión:
Un sistema familiar puede funcionar aun a expensas de los propios individuos que
lo integran. Cuando al menos para un integrante se vuelve insoportable la vida en
familia, el interventor requiere procurar los medios para ajustar su funcionamiento
a unas condiciones que posibiliten la realización personal de todos sus miembros.
Lectura:
Virginia Satir fueran contempladas desde el mismo Palo Alto con reticencia
cuando no con desprecio. Por otra parte, Minuchin ( 1993 ) también ha evitado
cualquier explicitación de lo emocional en terapia, recurriendo al circunloquio de
"la utilización del sí mismo del terapeuta" para referirse a la evidencia de que las
reacciones afectivas de éste juegan un papel importante. Preguntar qué siente el
paciente o algún miembro del sistema ha sido considerado herético y descalificado
como banal por la ortodoxia sistémica, que ha enfatizado la conveniencia de
sustituirlo por qué piensa o qué hace, según se trate de la versión estratégica o de
la estructural de dicha ortodoxia.
La recuperación por Selvini ( 1987) del apego de Bowlby, así como la teorización
correspondiente a la última etapa de su pensamiento, la sitúa en la misma línea de
reconocimiento del espacio emocional que caracteriza a gran parte de la terapia
familiar europea.
Por otra parte, para muchos autores, las emociones son inseparables del lenguaje,
puesto que son construidas socioculturalmente y sentidas en cuanto expresadas
en base a sistemas de creencias, órdenes morales y normas sociales propios de
determinadas comunidades ( Harré, 1986).
Los construccionistas sociales rechazan el carácter fisiológico de las emociones
(una idea, por otra parte, difícilmente sostenible en la actualidad desde cualquier
posición seria) y coinciden con los cognitivistas en reivindicar la importancia del
proceso cognitivo, en forma de valores y creencias. Pero ahí acaba el acuerdo,
puesto que lo que verdaderamente interesa al socioconstruccionismo son las
situaciones y los modos en que se utilizan las palabras que expresan emociones.
Éstas siguen condenadas a la condición batesoniana de concepto dormitivo o, en
la despectiva expresión de Hoffman (1992), a la de "vaca sagrada de la psicología
moderna".
Una pareja que sigue la sugerencia del terapeuta de realizar ciertas salidas
nocturnas, puede encontrarse, en medio de la aparente banalidad de su acción,
percibiendo aspectos, el uno del otro, que antes les pasaban desapercibidos. Por
primera vez en muchos años han salido de la rutina para pasar un rato agradable
juntos, y ello les ha permitido descubrirse perspectivas inéditas: lo que antes era,
para él, una insoportable y asfixiante afición de ella por el control, se convierte en
expresión de fragilidad y necesidad de apoyo; y lo que, para ella, era
irresponsabilidad y egoísmo de él, pasa a ser legítima necesidad de un espacio
propio. Ambos se hacen tolerantes, a la vez que experimentan una ternura ya
olvidada. El orden puede variar. La aparición de una visión novedosa en la que, a
instancias del terapeuta, un adolescente empieza a considerar a sus padres
torpones pero llenos de cariño, en vez de arbitrarios y represores, lo relaja y alivia,
haciendo que disminuyan sus conductas provocadoras y aumente su colaboración
en las tareas domésticas.
Pablo es un niño que no habla salvo en la más estricta intimidad familiar y, aun
así, lo mínimo posible. Sus padres se han ido preocupando progresivamente, a
medida que los silencios de su hijo han empezado a dificultarle la escolaridad y a
arrojar sombras sobre su futuro profesional y social. Lo sobreprotegen no
permitiéndole asistir a colonias "para evitarle situaciones difíciles" y liberándolo de
cualquier tarea que comporte contactos extrafamiliares. Pablo es un chico
inteligente, capaz de realizar brillantes ejercicios escolares siempre que no
impliquen relacionarse activamente con maestros o compañeros. Durante las
sesiones de terapia permanece mudo, contemplando el mundo con ojos grandes y
asustados y siguiendo con interés lo que ocurre a su alrededor. Los intentos del
terapeuta por modificar la situación sugiriendo a la familia pautas menos
rígidamente protectoras han tenido escaso eco.
Hasta que, un día, la madre cuenta un episodio de su vida que antes había
ocultado. Ella también fue muy tímida de pequeña, y hablaba casi tan poco como
Intervención Psicosocial en la Familia | 162
Pablo. Ya de mayor, tuvo varias depresiones que la hicieron sufrir mucho. A raíz
de la última, los médicos le aconsejaron que tuviera un hijo para curarse y ella, en
efecto, quedó embarazada y tuvo a Pablo. Desde entonces no ha vuelto a saber lo
que es una depresión y, de hecho, su carácter ha mejorado mucho, haciéndose
más abierta y sociable. A medida que relata estos hechos se emociona
visiblemente y lo mismo le ocurre a Pablo, mientras que el resto de la familia, el
padre y una hija algo mayor, los contemplan con comprensiva serenidad. El
terapeuta siente que también él se ha contagiado de la intensa atmósfera afectiva
reinante: sus ojos se humedecen ligeramente y un leve nudo tensa su garganta.
Despejándosela con un suave carraspeo, comienza a hablar con voz vibrante.
También él se ha emocionado, dice, debido a la honda impresión que le ha
causado la historia de esa relación tan privilegiada entre Pablo y su madre:
El padre es, sobre todo, quien podrá tranquilizarlos, asumiendo las funciones de
cuidador de la madre en su convalescencia y mostrando al hijo cuántas otras
misiones fascinantes hay en la vida.
La pareja "aburrida"
Una pareja está enzarzada en una enésima disputa, en esta ocasión en plena
sesión, en presencia del terapeuta. No se hablan apenas entre sí, pero ambos se
dirigen a éste argumentándole acalorados sobre la excelencia de sus respectivos
puntos de vista. La situación de fondo no es demasiado mala. Se quieren, desean
tener hijos juntos y aún no han tenido tiempo de acumular mucho rencor, pero una
feroz simetría los enfrenta continuamente por nimiedades. Cuando , como ahora,
atraviesan un mal periodo, ella sufre crisis de ansiedad y él tiende a beber en
exceso.
Que el terapeuta no niegue, disimule u oculte sus emociones no quiere decir que
las exhiba o imponga desconsideradamente. La inteligencia emocional exige que
Intervención Psicosocial en la Familia | 164
La familia Martínez
Las palabras del terapeuta brotan firmes y cálidas, mientras sus ojos miran
intensamente al chico y su cuerpo se adelanta hacia él. Cuando alude a los
padres, su rostro se endurece. Al acabar el comentario, éstos se muestran
avergonzados, con la mirada clavada en el suelo, mientras que Carlos parece
sorprendido y desconcertado. Transcurridos unos minutos de silencio, el terapeuta
anuncia algunas sugerencias para ayudarles a cambiar ciertas cosas. Lo hace
serenamente, mirando a todos sucesivamente a los ojos y mostrándose amable
también con todos.
El terapeuta debe saber que el poder abusivo puede ejercerse mediante la fuerza
física, pero también mediante la seducción, el chantaje emocional, la coacción y la
capacidad verbal de crear realidades amenazadoras, debiendo estar dispuesto a
reaccionar frente a cualquiera de estas formas. Si lo hace de modo controlado y
ponderado, estará testimoniando de una parte su ineludible testimonio ético como
profesional y como ciudadano y, a la vez, estará creando un canal emocional para
desarrollar su intervención terapéutica.
Por eso, si, trabajando con individuos, el terapeuta tiene la oportunidad de incidir
de modo directo sobre las representaciones cognitivas y sobre la conducta con
ayuda de las reformulaciones y de las prescripciones, si de familias se trata,
ambos instrumentos intervendrán sobre los valores y creencias y sobre los
Intervención Psicosocial en la Familia | 167
Quizás resida en ello uno de los más claros marcadores de una psicoterapia
postmoderna.
Intervención Psicosocial en la Familia | 168
Notas
(*) Este artículo ha sido publicado en el nº 56 de Perspectivas Sistémicas
("Vínculos y Emociones"), Mayo- Junio 1999. Manténgase actualizado
suscribiéndose a Perspectivas Sistémicas por nuestro seguro y fácil medio de
suscripción on line en esta misma web o adquiéralo en cualquier quiosco.
(**) El Dr. Linares es Doctor en Psiquiatría, Presidente de la Asociación Europea
de Terapia Familiar, Director de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital Sant
Pau de Barcelona, autor de numerosos libros y artículos.
BIBLIOGRAFÍA
HARRÉ, Rom (1986) .- The Social Construction of Emotions. Basil Blackwell Ltd.
Edition Ital. : La costruzione sociale delle emozioni. 1992. Giuffré. Milano.
HOFFMAN, Lynn (1992) .- Una postura reflexiva para la terapia familiar. En: La
terapia como construcción social. Paidós. Barcelona. 1996. Edition Angl. : Therapy
as Social Construction. Sage Pub. London.
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SELVINI PALAZZOLI, Mara et al. (1987) .- I giochi psicotici nella famiglia. Edition
Fran. : Les jeux psychotiques dans la famille. 1990. ESF . Paris.
LECCION 1: Procesos
Introducción:
Objetivo Específico:
Determinar los indicadores de los procesos familiares.
Pertinencia
Oportunidad
Y el profesional debe facilitar los recursos para que el requiriente pueda tomar
decisiones, que no estén sujetas a la descalificación como parte del objeto de
intervención. Lo que es muy usual.
Eficacia
Conclusión:
Evaluar los procesos familiares es necesario para establecer el costo de
reproducción del sistema. Sus integrantes y el psicoterapéuta emplean este
recurso para reasumir su posición en esa familia.
Introducción
Al concretarse una intervención profesional del psicólogo con una familia, la
definición de metas es el asunto que delimita el campo de intervención, al tiempo
que define costos, designa responsabilidades y adscribe tareas. Todo un trabajo
cooperativo que requiere planeación, previsión y seguimiento.
Objetivo Específico:
Identificar las metas de la intervención psicoterapéutica con la familia.
Discriminación
Definición
Logro
Conclusión:
Discriminar las metas y definirlas, es sustancial a la hora de determinar los logros
de una intervención profesional con una familia.
Introducción:
La intervención del psicólogo con una familia debe ser explícita en cuanto a sus
propósitos. Si un miembro del sistema demanda la intervención, queda por fuera
del contrato una decisión sobre su existencia. La existencia del sistema familiar
Intervención Psicosocial en la Familia | 175
Objetivo Específico:
Describir los propósitos específicos de la intervención del psicólogo con la familia.
Discriminación
Definición
Logro
Conclusión:
El propósito de la intervención del psicólogo con la familia, tiene que ver con la
transformación del sistema en función de las necesidades de realización personal
de sus integrantes. Y no con la existencia misma de la familia, que es un asunto
que excede tanto a los miembros como al terapéuta.
Resumen
La tradición subraya que nos es necesario precisar qué está bien y mal, es decir,
el contenido de la vida moral. Esta tarea de discernimiento que debemos realizar
constantemente como personas, la ponemos también en juego desde una
perspectiva científica, en el ejercicio de nuestras profesiones, tarea que viene
realizando casi desde siempre la Ética como ciencia, al teorizar sobre la moral. (1)
1.- Toda persona tiene derecho a recibir asistencia psicoterapéutica y a que esta
se le brinde dentro de las mejores condiciones posibles para la recuperación de su
salud o la prevención de la enfermedad.
2.- Todo paciente tiene derecho a que se respete su individualidad, sus creencias
religiosas, éticas, morales y políticas, sin que estas sean consideradas en sí
mismas patológicas o anormales
Intervención Psicosocial en la Familia | 179
3.- Todo paciente tiene derecho a ser informado que existen técnicas y ora
metodología de trabajo, distintas a la que se propone el equipo tratante.
5.- Todo paciente tiene derecho a que las comunicaciones entre profesionales,
acerca de su problema, se realicen con el debido respeto a su dignidad
9.- Los pacientes tienen derecho a que todas las intervenciones técnicas sean
realizadas de tal modo que su autoestima no resulte dañada
10.- Todos los pacientes tienen derecho a expresarse libremente pero también a
guardar silencio en aquellos momentos que comunicarse pudiera resultar
humillante denigrante o peligroso.
12.- Los pacientes tienen derecho a una mirada de su terapeuta que tenga en
cuenta sus posibilidades de cambio y también sus limitaciones, que respete y
considere su tiempo personal, pero que también insista en que cambie hoy lo que
puede ser cambiado
13.- Los pacientes tienen derecho a un proceso diagnóstico que permita organizar
adecuadamente su tratamiento sin ser por ello etiquetados ni limitados
arbitrariamente en sus posibilidades de desarrollo.
Intervención Psicosocial en la Familia | 180
15.- Los pacientes tienen derecho a que los terapeutas aporten todos los recursos
y métodos que sea necesario aplicar para la resolución o alivio de sus problemas.
16.- Los pacientes y los terapeutas tienen derecho a equivocarse y a tener razón.
17.- Los pacientes tienen derecho a que los terapeutas revisen los modelos y
teorías que sustenten sus prácticas, a fin de descubrir si estas los llevan
ineludiblemente a vulnerar los derechos enunciados.
En la manipulación se realiza una acción sobre los otros para obtener un beneficio
personal, en la influencia esta acción pretende lograr un cambio al servicio de los
demás. Cambios que se establecen como metas y se proponen a la familia,
pudiendo esta aceptarlas o rechazarlas, eligiendo su propio camino.
Enfatizamos que el análisis ético, debe ser paralelo al análisis clínico en cada
familia en particular que consultemos, pues la dificultad inherente al medio clínico,
de que cada caso es diferente (9),no es ajena a la psicoterapia de familia y un
método adecuado debe llevarnos por los caminos de la beneficencia (máximo
grado de excelencia terapéutica) y la no maleficencia (evitación de la yatrogenia)
proceso terapéutico se le debe dar la opción al grupo familiar que este sea quien
tome la rienda de su elección y haga valer la autonomía que ha alcanzado durante
el tratamiento.
Otro tema que adquiere matices éticos es la coterapia. Muchos terapeutas deciden
compartir con otro la dirección directa de las sesiones. Puede adoptar diferentes
patrones, pero en mi experiencia se ha llevado a cabo a partir de un equipo de
más de cuatro miembros donde se rotan las funciones de terapeuta principal,
coterapeuta y supervisores, podríamos extendernos ampliamente sobre sus
ventajas, pero queremos señalar sus peligros(12), pues siempre existen
discrepancias entre los miembros de un equipo de trabajo, que en el caso de que
sea de terapia, si estas no se trabajan dentro de la supervisión pueden revertirse
al seno de las sesiones y dañar intensamente el curso de un proceso
psicoterapéutico (problema mayor sería la aparente ausencia de discrepancias).
Más que las diferencias objetivas entre los coterapeutas, lo que influye es el
manejo que se haga de ellas. De nuevo resalta la importancia del uso que hacen
(tengan o no conciencia de ello) de su propia personalidad como “herramienta” de
trabajo y el control que esta le permita de sus relaciones interpersonales, de la
importancia de que esta esté en condiciones de ser productiva es un objetivo del
entrenamiento, a lo que ya hice referencia en el análisis de la segunda dimensión.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
5. García Valdés M. Los factores curativos del proceso de grupo y la actividad del
terapeuta gestores de cambio en la psicoterapia de grupo. Tesis. Facultad de
Ciencias Médicas”Calixto García” I.S.C.M.H. La Habana; 1998.
"Si uno sabe lo que hará, está limitado, pero si sabe mejor lo que no hará,
entonces habrá una enorme cantidad de cosas que podrá hacer"
Goolishian.
Introducción
Dentro del debate propuesto por el curso "Lenguaje, Conducta y Cognición", una
de las propuestas teóricas que más me llamó la atención fue la propuesta por
Kenneth Gergen en su teoría del construccionismo social y la posibilidad de
observar su aplicación en muchos campos aplicados, particularmente la
psicoterapia. Además, se percibía en dicha propuesta un "revolcón" no solo en las
ciencias sociales sino en otros aspectos del desarrollo cultural de la humanidad,
"revolcón" que ha recibido el nombre de posmodernismo. Por ello considere válido
unir estas temáticas de interés personal y tratar de presentar un abrebocas teórico
para entender como puede existir una psicoterapia construccionista o
posmodernista.
novedosa que a su vez vuelve a generar una nueva antítesis y así sucesivamente.
Sin lugar a dudas esta forma de interpretar la evolución del conocimiento es muy
dialéctica y también puede leerse con algunas diferencias en la propuesta
kuhniana (Kuhn, 1981) del desarrollo de la ciencia a través de paradigmas que
luchan y se establecen durante periodos determinados.
A este respecto la organización de la cultura a seguido patrones similares. Por
ejemplo, hace algunos siglos el movimiento vigente y dominante era la ilustración.
La visión del hombre ilustrado (siglos XVII y XVIII) era la de un hombre observador
y racional (Descartes, Spinoza, Hobbes y Newton) que desafiaba el derecho divino
(Gergen, 1992). Pero posteriormente fue reemplazada por el romanticismo (siglo
XIX), movimiento basado en los sentimientos morales, la solidaridad y el goce
interior de la vida, una visión, sin lugar a dudas, más hedonista y menos
pragmática que pone el acento en lo que no se ve. Y a su vez este fue seguido por
el modernismo, que reunía características propias de la ilustración pero
desarrolladas de una forma muy distinta. La visión del hombre moderno (propia del
siglo XX) concibe que los elementos claves del funcionamiento humano son la
razón y la observación.
Se ve en las ciencias, las actividades de gobierno y empresariales. Esta
convencida de que las personas son agentes racionales que tras examinar los
hechos toman las decisiones que corresponden. Es un neoilustracionismo pero
con la fuerza que le aporta la ciencia y la tecnología. El avance es un movimiento
en permanente ascenso hacia la meta, a través del perfeccionamiento, la
conquista y los logros materiales. Los argumentos centrales del modernismo son
el progreso, la búsqueda de la esencia de las cosas y el hombre máquina
(funcional y productivo).
Pero al movimiento modernista del siglo veinte que ha sido expresado en el arte,
el folclore, la música, la ciencia, la política, la moral y demás manifestaciones de la
cultura humana, le ha surgido una nueva antítesis, que pretende remover los
cimientos del modernismo y volver a reconstruir (o tal vez deberíamos decir
desconstruir) sobre sus ruinas una nueva forma de concebir la realidad. El
posmodernismo es una forma alternativa y por lo tanto, rompe con los esquemas
mas arraigados del modernismo en los diferentes campos de la cultura, lo que
lleva sin lugar a dudas a la generación en el mundo modernista del miedo, la
resistencia al cambio y la duda de que exista otra forma de ver el mundo que no
responda al patrón modernista.
El posmodernismo es el termino con el cual se trata de agrupar a una variopinta
manifestación de diferentes autores en diferentes áreas que tratan de soltarse de
la camisa de fuerza que es, para ellos, el modernismo. El posmodernista se
enmarca en una conciencia generalizada del agotamiento de la razón, tanto por su
incapacidad para abrir nuevas vías de progreso humano como por su debilidad
teórica para sortear lo que se avecina. La racionalización de la sociedad no
conlleva ninguna perspectiva utópica, sino que más bien conduce a un
aprisionamiento progresivo del hombre moderno en un sistema deshumanizado.
Intervención Psicosocial en la Familia | 189
teoría que sustenta su terapia) para enfrentar los problemas y lo que se busca en
la relación terapéutica de forma implícita es una hipótesis que apoye el esquema
ya preconcebido. Es decir, si se es psicodinámico se buscará dentro de la
narración del cliente algún trauma o déficit en el desarrollo, mientras que si se es
conductista la explicación se centrara en patrones conductuales aprendidos que
se deben desaprender y reemplazar por otros más adaptativos. Si se es sistémico
se observará en las narraciones de los miembros de la familia patrones de
interrelación inadecuados que contribuyen a que el sistema este mal, si se es
logoterapeuta (un tipo de terapia existencial humanista) se buscara un déficit en la
posibilidad del paciente de encontrar un sentido a su existencia que le permita
abordar la problemática de forma distinta y así sucesivamente. Esto expresaría
que cuando el terapeuta se casa con un esquema particular, éste empieza a
constreñir su forma de ver la terapia y termina encuadrando la realidad dentro del
esquema.
Es necesario incorporar la duda, y una forma de hacerlo en la terapia es
estableciendo una situación en la que se favorezca la presencia de una pluralidad
de relatos y en la que los formatos de construcción conjunta superen los discursos
individualistas y deterministas de un yo aislado y en medio de su realidad. Para
entender esto pasaremos al siguiente apartado.
Los principios del construccionismo social aplicados a la psicoterapia.
Cuando observamos de cerca la terapia psicológica, nos damos cuenta que en los
últimos años dentro de ella se están gestando manifestaciones contrarias al punto
de vista modernista de la terapia. Estas manifestaciones se empiezan a gestar
sobre todo en el ámbito de la terapia familiar sistémica y son influenciadas por las
obras seminales, llenas de ideas sugestivas, de varios de los terapeutas que
componían la llamada Escuela de Palo Alto, personas como Watzlawick, Bateson,
Haley entre otros inspiraron a numerosos psicoterapeutas para desarrollar nuevos
estilos de terapia basados en nuevas filosofías "no modernas", que venían
articulándose con ideas provenientes de autores como Maturana, Varela o
Gergen. Este conjunto de propuestas que tratan de atacar los estandartes de la
psicoterapia científica moderna y que se agrupan o tratan de agrupar dentro de la
etiqueta de construccionismo social, representaría dentro de las ciencias sociales
al posmodernismo.
Los principios del construccionismo social en la psicoterapia se expresan de
diferentes formas, vamos a tratar de agrupar aquí las más importantes o
novedosas desde el punto de vista del autor.
1. Ante todo el primer compromiso construccionista propende por una ruptura
tajante de la tradicional y asimétrica relación entre terapeuta y paciente. Es más el
término paciente no debería ser utilizado en la nueva relación (se empieza a
masificar la utilización del termino cliente -que obviamente esta muy cercana a la
visión mercantilista del modernismo-) ya que su connotación médica esta
expresando una asimetría, entre el enfermo, el que no sabe, y el sabio, el sano, el
terapeuta. Este supuesto supone la desaparición del poder-control unilateral del
terapeuta y propone una dinámica de co-construcción sistémica. Asume la
Intervención Psicosocial en la Familia | 191
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