Desarrollo Infantil Margaret Mahler
Desarrollo Infantil Margaret Mahler
Desarrollo Infantil Margaret Mahler
MATERIA:
DESARROLLO INFANTIL 1
MAESTRA:
Norma Escudero M.
Fecha: ABRIL 2020
CONTENIDO.
BIOGRAFÍA ………………………………………………………… 3
INTRODUCCIÓN…………………………………………………… 5
ANEXO
El sentimiento de identidad……………………………………………………. 14
Aplicaciones a la psicopatología……………………………………………… 15
CONCLUSIONES ………………………………………………………………… 19
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Margaret Mahler
BIOGRAFÍA
Margaret Schonberger, pues ese fue su nombre de nacimiento hasta que adquirió el apellido de su
marido, nació en Sopron (Hungría) el 10 de mayo de 1897.
Hija de un médico y una ama de casa de orígenes judíos, Margaret fue la primera de dos
hermanas. Mientras que su padre siempre la trató correctamente y la animaba a investigar (para la
época en cuestión se consideraba que le ofrecía el mismo trato que si hubiera nacido hombre), con
su madre nunca tuvo una relación demasiado cercana, más bien sufrió el rechazo de su madre
cuando todavía era una niña.
Margaret Mahler se interesó desde la infancia por la ciencia, probablemente en parte debido a la
profesión de su padre. En su adolescencia fue alentada a leer autores psicoanalíticos como
Sigmund Freud, interesándose sobre el tema de la psicología y el inconsciente.
Empezó la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Budapest en 1916, pero gracias a la
influencia de Sandor Ferenczi (médico y psicoanalista húngaro) a quien conoció en la adolescencia
terminó por decidir estudiar medicina, en la universidad de Budapest en 1917. Allí permaneció
varios años hasta que se mudó a Alemania a especializarse en pediatría en la Universidad de
Múnich. Sin embargo, en aquella época empezó a promoverse y acentuarse el antisemitismo y,
siendo de origen judío, decidió trasladarse a Jenna hasta su graduación en 1922.
Ese mismo año, Margaret Schonberger recibiría la noticia de que no podía permanecer en
Alemania, viéndose forzada a trasladarse a Viena. Margaret había empezado ya en Jenna a
interesarse por las relaciones de apego entre padres e hijos, lo que una vez en Viena en 1926
empezó a recibir formación en psicoanálisis. Tras varios años en este campo, especialmente en la
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terapia con niños consiguió certificarse como analista y en 1933 entraría a formar parte del Instituto
Psicoanalítico de Viena.
En 1936 a la edad de 39 años contrajo matrimonio con Paul Mahler, ingeniero químico, de quien
adoptaría el apellido. Sin embargo, los negocios y actividades de su esposo prácticamente los
llevaron a la quiebra.
Poco después de su matrimonio el ejército nazi estableció su poder en Austria, cosa que obligó huir
a Gran Bretaña en 1938, gracias en gran medida a la intervención de la mujer del virrey de la India
quien les ayudo a escapar.
Siguiendo la trayectoria de los freudianos expulsados de Europa por el nazismo dos años más
tarde se trasladaron a Nueva York, lugar desde el que intentaría que su familia se uniera a ella. Sin
embargo, su madre fue deportada y asesinada en Auschwitz mientras que su padre murió antes de
que los nazis invadieran la región.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Margaret Mahler (1949) empezó a trabajar e
investigar sobre la psicosis y el autismo junto con Edith Jacobson, publicando varias obras
colectivas sobre el tema. Trabajo con expertos como el Dr., Benjamín Spock, fue miembro de la
sociedad del Instituto de Desarrollo Humano, enseño en la Universidad de Columbia entre 1941 y
1955. En 1957 creó con Manuel Furer un centro de ayuda e investigación sobre el desarrollo de los
procesos de individuación y separación, el Masters Children Center, y un centro terapéutico para el
tratamiento de psicosis infantiles, la Masters Therapeutic Nursery. En ambas instituciones, los
niños eran recibidos junto con sus madres. Además de desempeñarse como como profesor clínico
de psiquiatría en el Albert Einstein College de Medicina hasta 1974. Consiguió ejercer en el
Instituto Psicoanalítico de Filadelfia. También sería aceptada en la Sociedad Psicoanalítica de
Nueva York
Pasó la mayor parte de su carrera trabajando con niños con problemas psicológicos. Ella fue uno
de los primeros psicólogos que se especializan en el tratamiento de niños psicóticos. Su trabajo en
esta área llevó al libro El nacimiento psicológico del infante humano: Simbiosis y la individuación.
Mahler recibió varios premios por su trabajo a lo largo de su carrera, incluyendo el más alto honor
del Barnard College, la Medalla de Distinción Barnard, en 1980. Mahler muere el 2 de octubre de
1985 a la edad de 88 años en la ciudad de Nueva York.
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INTRODUCCIÓN.
Todos los seres humanos tenemos varios nacimientos Margaret Malher consideraba que eran dos
uno biológico y uno psicológico, este último es el que le permite a este, constituirse como individuo.
Cada persona es diferente es por esto que desde la infancia el proceso para llegar a esta
individuación se va dando con algunas variaciones, pero básicamente con el mismo esquema.
Un ambiente confortable en la familia le permitirá al niño que su proceso se dé sin mayor dificultad,
dando como resultado un niño psicológicamente sano, lo que le ayudará a que afronte el mundo
sin mayores complicaciones.
La autora en sus investigaciones realiza un estudio muy claro referente al desarrollo que atraviesa
el niño para cumplir el proceso de separación-individuación donde el niño logra constituirse como
persona separado de la madre. Establece la gran importancia que tiene el desempeño de esta o de
la persona que cuide del niño le permite al niño desarrollar sus habilidades en forma adecuada,
que serán la base de su personalidad y las futuras relaciones sociales y personales del infante.
Son tres etapas, por las que el niño pasa para su nacimiento psicológico, la primera fase
autística normal, donde el niño no logra diferenciar su yo del mundo, sin distinguir que su
madre es la que satisface cada una de sus necesidades, la fase simbólica normal, segunda
etapa de este proceso, el niño forma una matriz omnipotente con la madre, y por último la fase de
separación-individuación, el niño logra su primer paso hacia la independencia, la caminata y el
lenguaje verbal.
MAHLER denomina al nacimiento psicológico del infante humano como el proceso de “separación-
individuación”, dándose este de los 4 meses a los 36 meses, pero sin dejar de lado la importancia
de las etapas anteriores a la misma, ya que ninguna de las fases, o las subfases del proceso de
“separación-individuación” reemplazan a la anterior, sino que cada una aporta para el desarrollo del
siguiente.
A continuación, presentamos un cuadro de las etapas por las cuales pasa el niño para poder llegar
al nacimiento psicológico.
FASE EDAD
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3.3.- Subfase de acercamiento De 15 a 24 meses
El niño en este lapso de tiempo, pasa la mayor parte del día en un estado de semi-sueño y de
semi-vigilia, despertándose para satisfacer sus necesidades, ya sea ésta de alimentación o de
afecto y volviéndose a dormir cuando dichas necesidades son satisfechas.
En esta etapa el niño está prácticamente desconectado del mundo exterior, protegido por una
barrera ante los estímulos, y si algún estimulo pasa por esta barrera, el niño reacciona de una
forma refleja.
El niño desde el comienzo empieza a moldearse, formando una matriz de unidad con la madre (sin
importar el tipo de madre, ya que el material fresco y moldeable del niño, necesita adaptarse a su
yo auxiliar (la madre), dando el material para esta adaptación, ya que cuya madre presenta una
personalidad firme y a menudo rígidamente constituida, no importa si la madre presenta material
sano o patológico al niño, el simplemente se adapta.
MAHLER en esta fase presenta dos estudios realizados por ella: “El narcisismo primario” y
“psicosis autística normal”:
Seguido de esta etapa el niño toma conciencia de que uno mismo no puede proveer a la
satisfacción de las necesidades, teniendo a su madre como su yo auxiliar, quien atiende, cuida y
protege al niño.
En esta etapa del niño que es la más temprana de la infancia puede existir una fijación, conocida
como psicosis autística infantil, en donde el niño no percibe para nada a su madre, como
representante mayor del mundo exterior, provocando un tipo de muro entre el niño y el mundo en
donde contrarresta los estímulos del exterior, y las excitaciones internas que amenazan aniquilar al
yo rudimentario del niño.
MAHLER nombra la relación objetal, estudiada por Freud la cual se desarrolla a partir del
narcisismo primario del infante siendo una etapa de relación preobjetal, cambiando cuando se logra
el proceso de separación e individuación, ya que el niño después de darse cuenta que no es uno
solo con la madre y con el mundo, descubre que necesita de otro, de un no-yo para poder llenar
sus necesidades, llegando a esta relación objetal, en donde forma el vínculo o esta matriz dual con
la madre.
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Se da a partir de la cuarta semana de vida, es decir en el segundo mes de vida, en donde el niño
aún no puede diferenciar lo externo o interno, formando una unión máxima con la madre.
Se conforma el “circulo mágico” del mundo simbiótico "madre-infante (Mahler, 1975, p. 299).
Mahler denomina "órbita simbiótica" a la madre con todos sus atributos, más los espacios que
ella utiliza. El rasgo esencial de la simbiosis es una fusión alucinatoria somatopsíquica
omnipotente, con la representación de la madre y la ilusión de un límite que envuelve a los dos.
Desde el punto de vista del hijo, no existen diferencias entre él y la madre. Se comporta como si
ambos constituyeran una unidad, un sistema omnipotente. Cuando la madre lo tiene en los brazos,
se puede observar cómo el bebé se amolda al cuerpo de ella. El yo regresa a esta etapa en la
psicosis simbiótica de la que hablaremos más adelante.
Dentro de la matriz simbiótica comienza a estructurarse el yo. Los cuidados maternos facilitan el
desplazamiento progresivo de la libido desde el interior del cuerpo hacia la periferia. Alrededor del
cuarto mes, tiene lugar una crisis madurativa. El infante muestra una creciente sensibilidad a los
estímulos externos, hay un incipiente reconocimiento de un objeto externo. La sonrisa frente a la
Gestalt del rostro humano (Spitz, 1946) se transforma en una respuesta específica a la madre
cuando ésta lo ayuda a calmar la tensión. El niño comienza a catectizar la periferia. En esta fase,
por periferia se entiende la "unión dual madre-hijo". Aparece la capacidad para investir a la madre
dentro de la unidad dual. Ésta es la matriz a partir de la cual se formarán las relaciones
interpersonales posteriores.
Las secuencias de placer-dolor contribuyen-a marcar las representaciones del yo corporal dentro
de la matriz simbiótica. Un paso fundamental en este desarrollo es el cambio de catexia de lo
propioceptivo a lo sensoperceptivo de la periferia. Este cambio catéctico es indispensable para la
formación del yo corporal.
En lo referente a las relaciones de objeto, esta fase es pre-objetal, se esbozan los precursores del
self y del objeto. Estamos todavía en el ámbito del narcisismo primario.
Entre el lactante y la madre existe un proceso de interacción circular que Mahler llama
"señalamiento mutuo". Cada uno interpreta en forma empática las señales que el otro emite. Así la
madre sabe entender qué significan los distintos llantos del bebé. Éste, a su vez,
inconscientemente, sabe cómo se siente la madre.
Ninguna madre puede responder perfectamente a todas las necesidades del niño, pero una
discrepancia muy grande entre lo que espera el lactante y la respuesta materna produce un
impacto negativo en el psiquismo primitivo.
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3.- La fase de separación-individuación propiamente dicha.
Los procesos intrapsíquicos que concluyen con la separación-individuación avanzan por dos
caminos interrelacionados, pero no simétricos.
b). La separación intrapsíquica: comienza con la salida de la órbita simbiótica, está unida a la
diferenciación y la formación de límites yoicos.
Estos dos caminos conducen al logro de representaciones internalizadas del self y del objeto. En
una situación óptima el desarrollo de las funciones autónomas del yo coincide con la conciencia de
separación corporal.
Dentro de esta fase hay un desarrollo evolutivo intenso que permite dividirla en tres subfases:
3.1. Subfase de diferenciación. En el apogeo de la fase simbiótica, a partir del cuarto mes,
aparecen conductas que indican el comienzo de la separación-individuación. Por ejemplo, la
sonrisa específica a la madre cuando prodiga cuidados. El placer funcional por los logros
madurativos estimula el enfoque de la atención hacia el exterior, que en forma gradual se combina
con las huellas mnémicas de los desplazamientos maternos. El niño está más alerta y activo
mientras está despierto. Entre los 5 y 7 meses, el lactante lentamente emerge de la fusión primitiva
y responde a estímulos más lejanos; ahora distingue entre sensaciones internas y percepciones
externas, con un creciente reconocimiento del self y del objeto. Se interesa cada vez más en el
cuerpo de la madre y se puede observar cómo la compara visualmente con otras personas. Éste es
el comienzo de la diferenciación somatopsíquica.
La madre es todavía la parte activa de la díada, ella es quien organiza las actividades del bebé de
acuerdo con sus propias necesidades conscientes e inconscientes. Hacia el final de esta subfase,
el niño ya da los primeros pasos. El logro de la posición erecta tiene gran importancia para
alcanzar lo que Mahler llama "salida del cascarón" y el consiguiente "nacimiento psicológico".
Mahler estudia la "angustia del octavo mes" o reacción de ansiedad frente a extraños, pero la
incluye en un contexto más amplio que Spitz. Cuando la simbiosis ha sido óptima, el niño tiene una
confianza que le permite desarrollar la curiosidad e inspeccionar a personas extrañas. Cuando la
etapa simbiótica no fue satisfactoria, la angustia ante extraños es extrema e interfiere con las
conductas exploratorias. Éste es un fenómeno clave para evaluar el proceso de socialización y de
construcción del objeto.
En esta subfase, si las frustraciones son acordes a la edad, se adquiere la capacidad para
tolerarlas y saber esperar la gratificación.
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a). Temprano. El niño se separa corporalmente de la madre gateando, aunque todavía necesita
sostén. Al poder alejarse de la madre, puede establecer una diferencia entre su cuerpo y el de ella.
Las funciones autónomas del yo maduran aceleradamente. El vínculo del niño con la madre ahora
se basa en la capacidad de ésta para proveerle sostén emocional.
b). De ejercitación propiamente dicha. Se instala con la posibilidad de caminar. Mahler ubica en
este momento el nacimiento psicológico.
Junto con la bipedestación se dan tres desarrollos que contribuyen al logro de la separación de la
madre y que conducirán a la individuación:
Para el deambulador el mundo externo ejerce una atracción sin límite. Todo despierta su
curiosidad; predomina la exploración bucal y táctil de los objetos. Su mayor interés está en mejorar
las nuevas destrezas adquiridas. En estos logros se manifiesta el narcisismo secundario.
Las conductas maternas deben estar en consonancia con los logros del pequeño. La madre tiene
que disfrutar del crecimiento del hijo y estimularlo en el camino de una mayor independencia. Una
madre ansiosa puede impedir que el niño practique sus nuevas destrezas y explore a su alrededor.
En estos casos, al niño también le cuesta separarse de la madre porque el alejamiento le produce
una intensa angustia de separación.
Mahler nos dice que entre el niño que da sus primeros pasos y la madre existe "un cordón umbilical
invisible" que permite que estén juntos, aunque haya una separación espacial. El niño se aleja de
la madre, pero cuando se cansa se acerca, se reanima y retoma la actividad.
La madre sigue siendo el punto de referencia, "la base" a la que vuelve a reabastecerse a través
del contacto corporal. La confianza que la madre le transmite al niño es importante para que éste
convierta algo de su omnipotencia mágica en autonomía y autoestima.
Hacia el final de esta subfase, las catexias libidinales cambian al servicio del rápido crecimiento de
las funciones autónomas del yo. El niño es cada vez más activo en sus intercambios con el medio.
Como resultado, sufre nuevas frustraciones; por ejemplo, se cae con frecuencia, se golpea, otros
niños le arrebatan los juguetes o le prohíben tocar objetos.
En las actividades lúdicas el niño toma un rol activo. Es frecuente verlo escapándose de la madre o
retrocediendo receloso cuando un adulto trata de tocarlo. Estas conductas nos advierten sobre el
temor del niño a ser reabsorbido por la "madre de la separación", vivida como peligrosa porque en
ella proyecta la omnipotencia mágica perdida.
Sin embargo, el niño, en todos los juegos con la madre, actúa de manera que se asegura de que
ella lo pueda alcanzar. Así confirma, en forma repetida, que puede estar junto a la madre cuando lo
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desea. El niño al principio no busca intencional mente estas funciones, pero aparecen efectos que
entonces sí trata de repetir.
El deambulador tiene cambios extremos de humor; por ejemplo, de la gran exaltación pasa a
momentos de calma y retraimiento cuando nota la ausencia de la madre.
También aparecen estados de depresión mínima, que se manifiestan como pérdida del interés por
el mundo externo, quietud, apagamiento y retracción.
El niño ya domina la bipedestación. Sabe que puede separarse de la madre cuando así lo desea.
El contacto emocional exclusivo con la madre es ahora reemplazado por una interacción más
amplia que incluye al padre y a los otros miembros de la familia. También aumentan la
comunicación verbal y el juego simbólico. En este período, los intercambios sociales son el
principal interés del niño.
En las experiencias cotidianas, el deambulador tropieza con los obstáculos que le opone la realidad
y se da cuenta de que no recibe ayuda con tan sólo desearla; tiene que pedirla. Empieza a
entender que sus padres son individuos distintos de él y que tienen sus propias ocupaciones e
intereses. Tiene que deponer su ilusión de omnipotencia.
b) Crisis de acercamiento.
Este momento se caracteriza por una disminución de los esfuerzos exploratorios típicos de la
subfase anterior. Los deambuladores regresan junto a su madre, pero no ya para lograr una
recarga emocional por la proximidad de la progenitora (como sucedí a en la primera parte de la
subfase de ejercitación locomotriz) sino para compartir con ella sus logros y sus hallazgos. Es
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típico de esta etapa que el infante traiga los juguetes con que está jugando y espere de su madre
una respuesta concreta. En este momento el niño la siente como un objeto separado, lo que
despierta ansiedad y temor, a la vez que estimula el sentimiento de autonomía y refuerza su yo.
El padre empieza a jugar un papel en el mundo objetal del infante. Mahler explica que, por las
características de su estudio, esto no fue muy explorado pero que evidentemente en ese momento
el padre ya no es parala criatura un ser casi indiferente, como lo era hasta entonces.
b) La crisis de acercamiento:
Los niños observados por Malher y su equipo exhibían conductas que podían ser interpretadas
como de conflicto entre el ejercicio de la autonomía y la necesidad de la madre para satisfacer
mágicamente sus deseos. “Alrededor de los dieciocho meses nuestros deambuladores parecían
muy ansiosos de ejercitar a fondo su autonomía, en rápido aumento”.
Preferían cada vez más netamente que no les recordaran que a veces no podían arreglárselas
solos. Se producían como consecuencia conflictos que parecían centrarse en el deseo de estar
separado y ser grande y omnipotente, por una parte y hacer que la madre satisficiera mágicamente
los deseos sin tener que reconocer que en realidad llegaba ayuda del exterior, por otra.
En las conductas de huida se manifestaría el temor a ser absorbido por la madre en una simbiosis
a destiempo, es decir, a perder la autonomía y sus funciones matrices y cognitivas, las que son
vividas con gran placer.
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En esta subfase está la vertiente de la perpetua lucha del hombre entre el aislamiento y la fusión.
Todo el ciclo vital es un proceso, más o menos exitoso, de distanciamiento e introyección de la
madre simbiótica.
Se trata de un eterno añorar ese "estado ideal del self" del que se disfrutó en la unión simbiótica
con la madre.
Todos estos factores interactúan dentro del contexto de las dotes constitucionales de cada
individuo.
La autora insiste en que, si bien la respuesta materna es importante durante todo el proceso
evolutivo, en esta subfase tendrá una influencia decisiva en el desarrollo psicológico.
La madre puede generar una dependencia patológica que más adelante podrá convertirse en una
sobre adaptación del niño. La disponibilidad emocional de la madre es crucial para que el yo
autónomo del niño alcance su capacidad óptima.
Aquí entra en juego el desarrollo emocional de la madre. "Es el amor de la madre por el
deambulador y su aceptación de la ambivalencia de éste, lo que permite al niño catectizar su
autorrepresentación con energía neutralizada"
Al igual que en subfases previas, Mahler menciona algunas pre condiciones para que searribe a
esta etapa. Ellas son:
- Desarrollo del lenguaje: el niño puede ahora nombrar los objetos, nombrarse así mismo en el
espejo o en una fotografía y nombrar también a sus familiares. Esto le da la sensación de poder
controlar, hasta cierto punto, el ambiente.
- Comienzan los procesos de internalización de objetos buenos y reglas (precursoras del superyó)-
Progreso en la capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico. Ese avance,
al igual que el primero que indicamos, hace que el niño sienta una capacidad creciente de manejar
el medio ambiente.
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En esta etapa crucial se hacen patentes para los niños las diferencias entre los sexos, lo que
repercute de muy distinta manera en los varones que en las mujeres.
Los varoncitos habían descubierto mucho tiempo antes el pene, pero la posición erecta facilita su
exploración no sólo táctil sino visual. Como resultado, la zona queda fuertemente investida de
catexis libidinales. El descubrimiento va acompañado, en general, de poca ansiedad.
Parece haber una mayor disposición motriz en los niños que en las niñas. Esto permitiría mantener
el "yo corporal a flote" con más facilidad.
El niño tiene el recurso de la identificación con el padre, personaje que incrementa su importancia
en la constelación familiar. La niña, por el contrario, suele reaccionar ante el descubrimiento de que
no tiene pene con cólera hacia su madre, acusándola de no haberla provisto de ese órgano y, por
lo tanto, los recursos identificatorios están disminuidos en comparación con los varoncitos. Los
niños encuentran en la manipulación del pene una fuente de placer que facilita la posibilidad de
superar la ansiedad de castración. Esta etapa es de gran importancia para el curso posterior del
complejo de Edipo.
(En algunos artículos, la autora la ubica como subfase, mientras que en otros prefiere llamarla fase
porque su final está abierto)
Alrededor de los 21 meses se nota una disminución de la lucha por el acercamiento a la madre. El
deambulador encontró la distancia óptima. Esta nueva capacidad está apuntalada por:
b). El desarrollo del lenguaje que le permite expresar sus deseos y señalar objetos a distancia.
c). El proceso de internalización de las imágenes parentales buenas y de las normas (comienzos
del superyó).
Cuanto mayor y más duradera sea la ambivalencia, más se tardará en lograr la constancia objetal y
se tendrá más tendencia a la regresión y a la utilización de defensas primitivas.
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Las etapas en el camino hacia la constancia objetal no están estrictamente delineadas. Se
entrelazan una y otra fase y siempre existe un grado esperable de regresión.
Mahler recuerda con frecuencia que la conducta de la madre con el hijo debe ser adaptativa
durante todo el proceso de separación-individuación, pero especialmente en ciertos puntos
cruciales. "Es la necesidad inconsciente específica de la madre la que activa y hace eclosionar las
infinitas potencialidades del infante, en particular la que crean para cada madre 'al niño' que refleja
sus necesidades únicas e individuales" (Mahler, 1963).
ANEXO.
El sentimiento de identidad.
Cada fase del proceso evolutivo marca la personalidad con características especiales. Los residuos
de tensiones infantiles adquieren relevancia en la adolescencia, cuando tiene lugar el segundo
proceso de individuación (Blos, 1962).
Hacia el final de la adolescencia, las representaciones del self y del objeto adquieren límites firmes.
El resultado exitoso del proceso de separación-individuación es el logro de la constancia objetal, y
de un sentimiento de identidad que incluya la conciencia del propio sexo.
Para rastrear los orígenes del sentimiento de identidad, tenemos que remitirnos a las primerísimas
experiencias vitales.
sentimientos primitivos forman la capa más profunda que se complementa con la sensación de ser
cuidado por el objeto de la libido. Muchas de las conductas lúdicas de los lactantes están
destinadas a promover la diferenciación y la integración de la imagen corporal. Pertenecen a este
grupo de actividades la autolibidinización afectivo-motriz de las distintas partes del cuerpo y los
juegos que ayudan al pequeño a diferenciar su imagen corporal de la del objeto. Así también, en la
subfase de ejercitación, las caídas y tropiezos facilitan la delineación de la imagen corporal. La
presión de la maduración hacia la autonomía es un factor poderoso para la construcción del
sentimiento de individualidad e incipiente identidad. Los cuidados prodigados por la madre y el
contacto corporal libidinizan los límites del cuerpo del infante. Éste constituye el punto de referencia
a partir del cual se inicia la diferenciación. También el buen uso de la agresión permite el cambio
de conductas pasivas en activas para lograr crear una distancia física óptima entre el self y los
objetos. Durante la subfase de acercamiento, el niño toma posesión de su cuerpo y lucha
oponiéndose a los manejos de la madre; ésta es una manera de proteger su naciente autonomía.
Hacia el fin del segundo año, surgen marcadas diferencias entre la conducta de los varones y la de
las niñas. Durante la fase anal, comienzan el orgullo del varón por su pene y el narcisismo corporal
de la niña. Habrá que esperar hasta la etapa fálica para la integración de la imagen corporal con el
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sexo correspondiente. Se abre entonces el camino para la adquisición la identidad sexual que,
según Mahler, depende de:
En la latencia se conforman imágenes cada vez más precisas del self y del objeto. Si las
integraciones de las fases anteriores no fueron exitosas, al llegar a la pubertad existe el riesgo de
fallas en la identidad yoica. Mahler insiste en señalar que no se puede estudiar el surgimiento del
self separado del desarrollo de la relación de objeto.
Aplicaciones a la psicopatología.
Margaret Mahler teorizó principalmente acerca de la etiología de las psicosis infantiles. Sin
embargo, algunos de sus colaboradores y discípulos más cercanos ampliaron el espectro
explicativo de su teoría aplicándola a los diversos tipos de neurosis e incluso a las perversiones.
Recordemos que la secuencia seguida por Mahler en la elaboración de su teoría comenzó con una
hipótesis etiopatogénica acerca de los estados psicóticos infantiles. Sus observaciones posteriores
no hicieron más que confirmar las características que supuso tendría el proceso de desarrollo
normal en el niño
Mahler toma como modelo etiopatogénico las series complementarias de Freud. Los factores
involucrados en el origen de la enfermedad mental pueden ser definidos como sigue:
1.- Defectos innatos: incluyen una incapacidad del yo para neutralizar los impulsos agresivos,
defectos perceptuales primarios y dificultades innatas enel establecimiento del vínculo con la
madre, como las que se ven en los niños con autismo primario.
2.- Defectos de la relación madre-hijo, dados ya sea por la psicopatología materna o bien por la
ausencia real de la pareja simbiótica.
3.- Traumas: enfermedades, accidentes, hospitalizaciones u otro tipo de eventos que cuestionen la
estabilidad del vínculo emocional con la madre o la autoimagen del individuo.
Consideremos un ejemplo. Un niño puede haber nacido con una dotación genética adecuada. Sin
embargo, sometido a un vínculo patógeno con una madre distante, inmadura y narcisista podría
llegar a desarrollar una psicosis simbiótica. Contrariamente, un bebé con pobre dotación natural
puede, gracias a una madre comprensiva y deseosa de establecer una sólida relación con su hijo,
tener un desarrollo emocional normal. Los eventos traumáticos, tales como las hospitalizaciones,
los accidentes e incluso aquéllos menos patológicos como el nacimiento de un hermano tienen,
enel modelo mahleriano, mucho menos peso que los dos primeros. Sin embargo, en las
descripciones clínicas de la autora, se mencionan en ocasiones hechos de esta índole como
precipitantes de un cuadro patológico. El lugar que le asigna a este tipo de fenómenos es como
desencadenante más que como origen o causa de la enfermedad.
En el caso del autismo primario (aquellos niños que no han logrado establecer un contacto afectivo
con su madre o con otros seres humanos), el componente genético es de tal intensidad que aún en
presencia de una madre capacitada para un sostenimiento adecuado y en ausencia de situaciones
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traumáticas, la evolución psicótica parece inevitable. Si bien Mahler estudia fundamentalmente las
patologías de tipo psicótico, diversos autores post mahlerianos utilizan este mismo esquema para
explicar ciertos problemas de las neurosis o las perversiones.
Así, Pine (1979, pág.225) plantea que las sensaciones patológicas de soledad o de aislamiento son
síntomas que manifiestan la ansiedad por la separación. El paciente busca, a través de sus
mecanismos defensivos, la vuelta a un estado de unidad dual omnipotente con la madre. Este
autor relaciona con dicha patología tres tipos de perturbaciones: la folie a deux, los sentimientos de
des realización y despersonalización de sí mismo y de los otros y la personalidad "como si". Estas
patologías pueden presentarse en adultos y son explicadas tomando como marco de referencia el
proceso de separación e individuación.
Así como en la fase autista el papel protagónico está dado por la dotación genética del
bebé, en la fase de simbiosis normal son muy importantes ambos miembros de la díada madre hijo.
El bebé y sus capacidades innatas tienen tanta importancia como la psicopatología de la madre. Ya
hemos descrito suficientemente cómo una madre distante y narcisista puede perturbar las
necesidades de su hijo en esta importante fase del desarrollo.
En el mismo registro de la lucha entre la fusión y la separación podemos analizar el papel que
juega posteriormente el proceso de separación-individuación.
De las cuatro subfases de éste, la que más importancia tiene es la de acercamiento. En esta etapa,
el niño debe poner en práctica las habilidades que le permitirán una diferenciación y separación
normales sin por ello sentir que su madre está ausente. Por el contrario, deberá lograr
simultáneamente la incorporación de la madre como objeto total e identificarse con sus normas y
reglas.
En términos generales, Mahler hace hincapié que el éxito de cada fase depende del éxito con la
que se hayan superados las fases previas. Los conflictos edípicos tanto en su origen como en la
posibilidad de resolverse están en función de lo que sucedió en las fases pre-edípicas.
Desde esta perspectiva las neurosis tendrían, en última instancia, una relación íntima con los
conflictos de la fase simbiótica o de los primeros momentos de la separación-individuación.
Esto produce un importante viraje teórico en cuanto a la etiopatogenia, ya que para Freud el
complejo de Edipo era el punto central en la etiología de las neurosis. Dedicaremos, por último,
unas líneas a analizar el papel que juega la madre una vez que se estableció el proceso psicótico
en un niño. Nuestra autora sugiere que entre ambos miembros de la díada se establece un
"equilibrio psicótico". Así, el retraimiento autista puede producir en la madre un retraimiento
simétrico o un acoplamiento que favorezca la sensación de omnipotencia del niño. Son actitudes
que tienden a crear un equilibrio patológico y la terapia debe contribuir a romper este círculo vicios
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CONCLUSIONES.
Margaret Mahler marcó un hito en la historia del pensamiento psicoanalítico al tratar de unir la
teoría pulsional de Freud con la de las relaciones objetales.
Las formulaciones teóricas de Mahler son el resultado de su labor como investigadora de los
primeros años de la niñez, especialmente de la interacción madre-hijo y del estudio de la psicosis
infantil. Sus observaciones e hipótesis complementan la teoría freudiana y ofrecen nuevas pautas
para comprender el desarrollo primitivo y su incidencia en un amplio espectro de patologías.
Para Mahler, "buena adaptación" significa que el infante calza en la órbita simbiótica y encuentra
una "madre suficientemente buena".
Es importante destacar el valor de la teoría de Mahler para ser aplicada ene l área de prevención
de la salud mental.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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