10 Andre Sassenfeld

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Mentalización.

Revista de psicoanálisis y psicoterapia, 14; Octubre 2020 1

Notas Sobre la Concepción de lo Inconsciente


en el Psicoanálisis Relacional
André Sassenfeld J.

Sabemos que el psicoanálisis ha sido En la actualidad, tenemos mayor cons-


definido tanto históricamente (Freud, ciencia respecto de que el estudio de lo in-
1926) como contemporáneamente como la consciente en ningún caso puede ser más -
ciencia de lo inconsciente (Schore, 2019a, ni menos- que el estudio psicoanalítico de
2019b), esto es, como aquello que yo lla- la subjetividad y sus estructuras constitu-
maría con mayor especificidad y en un in- yentes (Atwood & Stolorow, 2014 [1984]).
tento de separar con claridad el psicoanáli- Esto es, en congruencia con el giro fenome-
sis de las ciencias naturales el estudio teó- nológico del psicoanálisis contemporáneo
rico y clínico sistemático de los fenómenos (Sassenfeld, 2019a), no puede ser más ni
y procesos inconscientes. En varias otras menos que el estudio de la experiencia sub-
ocasiones he argumentado junto a las ideas jetiva e intersubjetiva en sus propios tér-
originales de Donna Orange, George At- minos. Se trata en particular de la significa-
wood y Robert Stolorow (1997) respecto ción del giro psicoanalítico fenomenoló-
de que el psicoanálisis en términos discipli- gico hacia la experiencia vivida, de acuerdo
narios no es una técnica psicoterapéutica al cual el psicoanálisis contemporáneo mo-
sino una práctica hermenéutica y por ende dificó su foco básico desde lo inconsciente
no puede entenderse como una ciencia na- hacia la experiencia tal como es vivenciada
tural (Sassenfeld, 2012a, 2016, 2019a; por el individuo. Tal como declara Paul
véanse, también, Ricoeur, 1965 y Zeddies, Wachtel (2008), la vía regia hacia lo in-
2001) -por mucho que mis propios esfuer- consciente en el psicoanálisis contemporá-
zos integrativos en el campo del psicoaná- neo es la experiencia consciente. En otras
lisis relacional siempre han incluido la palabras, hoy pensamos que solo la expe-
comprensión interpretativa de la amplia y riencia consciente es capaz de guiarnos ha-
a mi parecer significativa investigación cia todo aquello que al sujeto le es defen-
neuropsicoanalítica (p. ej., Schore, 1994, siva y no defensivamente inconsciente. De
2003a, 2003b, 2012, 2019a, 2019b). Es modo llamativo, el concepto de experiencia
verdad que dentro del psicoanálisis existen apenas existe en la obra de Freud (Orange,
diversos desacuerdos respecto de la natu- 1995; Sassenfeld, 2016, 2019a) y su auge
raleza de lo inconsciente, desacuerdos his- en el discurso psicoanalítico contemporá-
tóricos irresueltos que existen al menos neo debe ser considerado reciente.
desde las discusiones analíticas iniciales Como sea, críticos del movimiento rela-
entre Sigmund Freud, Alfred Adler, Carl cional como Jon Mills (2012) han en oca-
Jung, Sandor Ferenczi, Otto Rank, Wilhelm siones argumentado que el psicoanálisis
Reich y otros en las primeras décadas de relacional no es más que una psicología so-
existencia de la psicología profunda. Sin cial de la consciencia que no toma en con-
embargo, tales desacuerdos parecen ser sideración lo inconsciente. Mi tarea en este
menores en base a las diversas ideas inte- trabajo es en parte dejar en evidencia lo
grativas aunque diferentes pero comple- desencaminadas que tales críticas son. En
mentarias que revisaremos en este trabajo.

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vez de desechar el concepto de lo incons- constituir la vida intrapsíquica fundamen-


ciente, a mi parecer el psicoanálisis relacio- tal del individuo marcada por el conflicto
nal se ha ido nutriendo de una diversidad pulsional y los mecanismos defensivos.
de influencias inter-disciplinarias como las Cuando el individuo se relaciona con el
neurociencias, la teoría del apego o la in- mundo externo, lo inconsciente contribuye
vestigación de infantes que lo han obligado de modo predominante a distorsionar la
a ampliar y complejizar la concepción psi- percepción de la realidad exterior en base
coanalítica de lo inconsciente. Los teóricos a sus conflictos inconscientes a través de
relacionales no descartan lo inconsciente, mecanismos como la proyección. Cuando
sino que se han ido acostumbrando a en- ello ocurre en el contexto de la relación
tender la multiplicidad de fenómenos y analítica, hablamos de transferencia, fenó-
procesos que tal concepto en realidad tiene meno que para muchos es el descubri-
que englobar. Mi esfuerzo en este artículo miento más importante realizado por
no debe ser considerado exhaustivo; me li- Freud. ¿De qué otra manera se manifiesta
mitaré a hacer alusión a varias de las prin- el inconsciente unipersonal? La lista no es
cipales conceptualizaciones que han pa- breve: los síntomas, los sueños, los impul-
sado a desarrollar la concepción relacional sos, los mecanismos defensivos, los actos
de lo inconsciente. En ese marco, tampoco fallidos, los errores, los lapsus linguae, las
me detendré específicamente en examinar perturbaciones de los procesos psíquicos
las numerosas implicaciones clínicas que asociativos, los accidentes, los olvidos, las
las conceptualizaciones que revisaremos omisiones, los estados de ánimo, las sensa-
traen consigo. ciones, las ideas repetitivas o invasivas, las
compulsiones, la memoria somática, mu-
I chos comportamientos no-verbales, el ac-
ting-out, el acting-in, la regresión, ciertos
Basándonos en la difundida distinción fenómenos grupales, los fenómenos para-
en el campo del psicoanálisis relacional en- normales, etc. Esta lista no debiera consi-
tre la psicología unipersonal formulada por derarse exhaustiva.
Freud y una psicología de dos (o más) per- Aunque los teóricos relacionales de
sonas con raíces en las teorías británicas de ninguna manera comparten la naturaleza
las relaciones objetales y característica del básica que Freud atribuyó al inconsciente
pensamiento relacional (Aron, 1996; Sas- unipersonal, están lejos de desechar el con-
senfeld, 2019a), es factible diferenciar en- cepto mismo. En otras palabras, no cabe
tre un inconsciente unipersonal y un in- duda de que el sujeto cuenta con una di-
consciente bipersonal o relacional. El psi- mensión inconsciente unipersonal -nues-
coanálisis clásico investigó los fenómenos tros pacientes continúan soñando, incu-
y procesos inconscientes básicamente rriendo en actos fallidos, etc. No obstante,
como fenómenos y procesos que se origi- en cuanto fenómeno psicológico, lo incons-
nan y que se mantienen en el interior de ciente unipersonal está inserto en uno de
una mente aislada concebida como “apa- sus principios más fundamentales: todo fe-
rato psíquico” dedicado a la descarga de nómeno psicológico cuenta con contextos
pulsiones y la reducción de tensiones (Bui- relacionales que le permiten emerger,
rski & Haglund, 2001; Stolorow & Atwood, mantenerse y/o transformarse (Aron,
1992; Stolorow, Atwood & Orange, 2002). 1996; Mitchell, 1988; Sassenfeld, 2012a,
Estos fenómenos y procesos contribuyen a 2016, 2019a; Stolorow & Atwood, 1992).

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Así, el psicoanálisis relacional contextua- relacionalidad pertenece a la dimensión in-


liza en términos intersubjetivos todo fenó- consciente, en especial si consideramos tal
meno psíquico unipersonal y, con ello, como detallaremos en un punto posterior
vuelve necesaria la consideración sistemá- que la dimensión no-verbal de la intersub-
tica de los contextos pasados y presentes jetividad tiende a transcurrir al margen de
que posibilitaron, mantuvieron y/o modifi- la consciencia (Sassenfeld, 2009a, 2018).
caron su existencia a la hora de generar La conceptualización de un inconsciente
una comprensión suficientemente buena bipersonal en el trabajo de Karlen Lyons-
del fenómeno involucrado. No es lo mismo Ruth (1999) es con probabilidad uno de los
entender por ejemplo un síntoma ligado a primeros esfuerzos explícitos por dar
la alimentación como resultado de conflic- cuenta de un inconsciente compartido
tos pulsionales orales inconscientes que donde existen fenómenos y procesos in-
subrayar la presencia de un contexto rela- conscientes que no pueden atribuirse con
cional pasado que incluyó a un cuidador claridad a infante o cuidador o a paciente o
que obligaba al niño a comer y que además terapeuta. Forman parte del diálogo inter-
lo hacía ingerir el vómito que la imposición subjetivo temprano o analítico conjunto, en
de comer podía tener en ciertas ocasiones el seno del cual pueden emerger formas no-
como consecuencia. Tal como enfaticé con vedosas de organización relacional (vol-
detalle en otro lugar, la contextualización veré al trabajo de Lyons-Ruth en un punto
es el principio básico de la comprensión posterior).
(Sassenfeld, 2016). Una diferencia del psi- Timothy Zeddies (2000) y Samuel Ger-
coanálisis relacional con el psicoanálisis son (2004), por su parte, son quienes más
clásico es que el primero comenzó a priori- directamente han articulado el concepto de
zar determinados contextos (como los sis- un inconsciente relacional. Zeddies cree
temas intersubjetivos o los contextos so- que la formulación de este concepto es un
cioculturales) por sobre otros (como el avance crítico en el desarrollo de la teoría
desarrollo psicosexual o el conflicto pulsio- y práctica psicoanalíticas y asevera:
nal).
Ahora bien, aparte del concepto de un En términos generales, las teorías psicoanalíti-
cas clásicas sostienen el punto de vista de que los
inconsciente unipersonal, los teóricos rela- procesos mentales inconscientes están conteni-
cionales han hecho hincapié especialmente dos dentro de una psique individual: los pensa-
en la existencia de un inconsciente relacio- mientos y sentimientos que no están disponibles
nal o bipersonal, esto es, un inconsciente para la reflexión y expresión conscientes están
co-creado por al menos dos individuos, determinados principal o exclusivamente por
por el funcionamiento de la psicología del indivi-
sean estos infante y cuidador, adulto y duo. Las aproximaciones más interpersonales
adulto, paciente y psicoterapeuta. Si la re- han enfatizado la idea de un límite dinámico y
lacionalidad constituye el fundamento po- fluido entre estados mentales conscientes e in-
sibilitador de la subjetividad humana -tal conscientes, límite condicionado por interaccio-
como supone el psicoanálisis relacional en nes “reales” entre el individuo y su entorno. Es-
tos acercamientos representan lados opuestos
todas sus variaciones teóricas y clínicas de una dicotomía adentro-afuera en la cual la ex-
(Sassenfeld, 2019a)-, resulta lógico pensar periencia es determinada por eventos endóge-
que al igual que la subjetividad humana la nos o por eventos interpersonales. (pp. 468-
relacionalidad cuenta con una importante 469)
dimensión inconsciente. En realidad, hasta
podríamos asumir que la mayor parte de la

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Siguiendo a Zeddies, es necesario movi- la constricción de la subjetividad y del in-


lizarse hacia una conceptualización más in- consciente individual de cada uno de los
clusiva que abarque lo que llama “los as- participantes dentro de esa relación parti-
pectos interior, exterior e intermedio de la cular” (p. 72). Así, para Gerson al igual que
experiencia” (p. 469). Considera que el psi- para Zeddies el concepto del inconsciente
coanálisis relacional se basa en la idea de relacional permite la unión de lo intrapsí-
que los procesos inconscientes no solo quico y lo intersubjetivo en una concepción
pueden ni deben visualizarse como conte- integrada que no necesita dicotomizar am-
nido que ocupa espacio psíquico, sino que bos aspectos, sino que subraya su intrín-
a la vez son siempre reflejo de los procesos seca interconexión.
intersubjetivos inmediatos y los contextos Frente a este trasfondo, surge con na-
relacionales que los envuelven. En conse- turalidad la interrogante respecto de cuá-
cuencia, le parece legítimo hablar de un in- les son las manifestaciones del incons-
consciente relacional co-constituido por ciente bipersonal o relacional. Tal como ya
las psicologías del paciente, del psicotera- mencioné, el psicoanálisis clásico ha estu-
peuta y de su relación. diado una diversidad de manifestaciones
Gerson (2004) define el inconsciente de lo inconsciente unipersonal o indivi-
relacional en términos generales como “la dual. En paralelo, ¿qué ha hecho el psicoa-
propiedad estructurante fundamental de nálisis relacional en este sentido? Con-
toda relación interpersonal; permite así tando con la noción de un inconsciente re-
como restringe las modalidades de involu- lacional, ¿qué ha logrado hacer con ella? Se
cramiento específicas de esa díada e in- ha dedicado a estudiar en profundidad lo
fluencia la experiencia subjetiva dentro de que le parecen las manifestaciones princi-
la díada” (p. 63, cursiva del original). En pales del inconsciente bipersonal: la resis-
otras palabras, no existe relación interper- tencia intersubjetiva (Gerson, 2004), el im-
sonal sin la configuración determinante de passe (Safran & Muran, 2000), el enact-
un inconsciente co-constituido conjunto ment (Sassenfeld, 2010, 2012a; Zeddies,
que al mismo tiempo posibilita y delimita 2000) y, en realidad, todos los fenómenos
las formas de subjetividad e intersubjetivi- intersubjetivos que se producen entre pa-
dad que pueden surgir en esa relación en- ciente y psicoterapeuta -ya que todos ellos
tre dos sujetos. En concordancia con con- emergen y se mantienen o resuelven y
ceptos relacionales básicos (Aron, 1996; transforman en medio del inconsciente re-
Sassenfeld, 2012, 2019a), Gerson piensa lacional analítico. En realidad, todas las
que la influencia mutua de dos mentes in- manifestaciones que por lo común han sido
conscientes crea necesariamente un in- atribuidas al inconsciente individual o uni-
consciente personal. Le interesa aclarar personal pueden ser contextualizadas in-
que no se trata tan solo de la proyección de tersubjetivamente a través del concepto
las representaciones del self y del otro y de del inconsciente relacional. Cuando un pa-
los esquemas interaccionales de una per- ciente tiene un lapsus linguae en sesión, en
sona sobre la otra ni de algo que surge gra- la actualidad no solo nos interesa su con-
cias a proyecciones e introyecciones recí- flictiva intrapsíquica relacionada, sino
procas entre dos individuos. Más bien, el siempre también la relación de su lapsus
concepto del inconsciente relacional da con lo que ha estado ocurriendo en ese mo-
cuenta del “lazo no reconocido que en- mento en la relación analítica. Buscamos
vuelve toda relación tiñendo la expresión y no perder de vista ninguna de ambas pers-
pectivas.

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II pre-reflexivo en sí misma cuestiona una


distinción clara entre consciente e incons-
Una de las propuestas más completas
ciente. Lo pre-reflexivo puede entenderse
acerca de lo inconsciente en el marco del
como aquello que hacemos, pensamos y
psicoanálisis relacional es la conceptuali-
sentimos sin prestar atención focal, sin ser
zación presentada por Stolorow y Atwood
ya en 1992. Sus influyentes ideas demues- reflexivamente conscientes de ello mien-
tran con rigurosidad el principio mencio- tras ocurre. En El momento presente, Da-
nado con anterioridad de la contextualiza- niel Stern (2004) presenta su así llamada
entrevista del desayuno: en su esfuerzo por
ción intersubjetiva de todo fenómeno psi-
hacer una fenomenología del momento
cológico: buscan “la comprensión de los fe-
presente, Stern inventa una forma de in-
nómenos psicológicos no como productos
de mecanismos intrapsíquicos aislados vestigar el momento presente basada en
pedirle a sus “sujetos experimentales” un
sino como emergentes de la interacción re-
relato acerca de su desayuno en la mañana
cíproca de las subjetividades en relación”
(p. 27). Su trabajo teórico y clínico sobre la del mismo día de la entrevista. En buena
medida gracias a las preguntas del entre-
noción de lo inconsciente, que empezó al
menos en 1984 (Atwood & Stolorow, 2014 vistador, va quedando en evidencia que
aunque la mayor parte de los sujetos no fue
[1984]), ha terminado diferenciando tres
formas de inconsciente. Antes de describir demasiado consciente del transcurrir de su
estas tres formas de inconsciente, cabe se- desayuno mientras tuvo lugar, al recordar
ñalar que en una perspectiva que destaca la ese transcurrir con la ayuda de un otro
sensibilidad contextual de los fenómenos emerge una multiplicidad de detalles que
psicológicos también la concepción de la lí- el sujeto registró mientras desayunaba,
nea divisoria entre lo consciente y lo in- pero que no se encontraban en su cons-
consciente debe ser visualizada de la ciencia focal. Sin embargo, con un cierto es-
misma manera. Stolorow (2000) indica en fuerzo, tales detalles o al menos una parte
ese sentido que la “barrera represiva” des- de estos puede ser recuperada para la
consciencia. Así, por lo general lo incons-
crita por Freud tiene que ser visualizada no
como estructura intrapsíquica relativa- ciente pre-reflexivo tiende a ser semi-cons-
mente fija y estructurada, sino más bien ciente mientras transcurre y con posterio-
como propiedad fluctuante de un determi- ridad tiende a deslizarse a una inconscien-
cia más plena.
nado sistema intersubjetivo. No existe una
Entonces, ¿qué quiere decir específica-
delimitación clara y estable entre lo cons-
ciente y lo inconsciente porque esta de- mente el concepto de lo inconsciente pre-
pende de los sistemas intersubjetivos pasa- reflexivo de Stolorow y Atwood (1992)?
dos y presentes de los que un individuo ha “El término inconsciente pre-reflexivo se
refiere a la formación de la experiencia a
participa o participa. En un punto posterior
través de unos principios organizadores
volveremos a aspectos adicionales de esta
que operan fuera del conocimiento cons-
idea al discutir el paso de una mente repre-
siva hacia una mente disociativa en el psi- ciente de la persona […]” (p. 67). Esto sig-
nifica con aún mayor especificidad que la
coanálisis contemporáneo.
organización habitual de la subjetividad de
Influenciados en profundidad por la fe-
nomenología filosófica, Stolorow y Atwood una persona es resultado de la actuación de
ciertos principios psíquicos que organizan
(1992) distinguen en primer lugar lo in-
la experiencia subjetiva e intersubjetiva de
consciente pre-reflexivo. La noción de lo
ese modo y no de otro, principios que en un

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inicio Atwood y Stolorow (2014 [1984]) motricidad en sus dimensiones de compor-


denominaron estructuras de la subjetivi- tamiento complejo, micro-acciones, expre-
dad o estructuras de la experiencia. Orange siones faciales, gestualidad, etc. Con ello, lo
(1995) intentó caracterizar estos princi- inconsciente pre-reflexivo es un concepto
pios organizadores de la experiencia de que engloba la corporalidad en su diversi-
manera muy cercana a la experiencia di- dad de manifestaciones. Si ser un sujeto im-
recta misma llamándolos conclusiones o plica organizar la propia experiencia de
convicciones emocionales. Tales conviccio- una determinada manera, ser un sujeto
nes emocionales pueden operar de forma corporizado implica organizar al mismo
positiva dando lugar a ciertas configuracio- tiempo la propia experiencia corporal,
nes de la experiencia subjetiva e intersub- afectiva y psíquica de una determinada ma-
jetiva o negativamente impidiendo el sur- nera (véase Sassenfeld, 2008, 2016, 2018,
gimiento de ciertas configuraciones expe- 2019a).
rienciales. Por otro lado, los principios or- En segundo lugar, Stolorow y Atwood
ganizadores de la experiencia “cristalizan (1992) hacen alusión al inconsciente diná-
en la interacción evolutiva entre el mundo mico. Ya en Freud la noción de lo dinámico
subjetivo del niño y el de sus cuidadores” remite a aquello que no es consciente por-
(Stolorow & Atwood, 1992, p. 68). Un ejem- que están presentes un conflicto psíquico y
plo serían el o los principios organizadores la actuación concomitante de mecanismos
de la experiencia que el psicoanálisis clá- defensivos. Esta idea basal no cambia en la
sico llama de manera resumida “superyó”, conceptualización de Stolorow y Atwood;
derivados de la percepción “que tiene el estos autores cambian más bien sus énfa-
niño acerca de qué es lo que se requiere de sis. El inconsciente dinámico abarca confi-
él para poder mantener aquellos vínculos guraciones experienciales subjetivas e in-
que son vitales para su bienestar” (p. 68). tersubjetivas que la consciencia no puede
El psicoanálisis relacional ha comen- vivenciar debido a que están asociadas a
zado a asumir cada vez más una concep- conflictos emocionales y una sensación
ción del sujeto como sujeto corporizado subjetiva de peligro. Estos teóricos consi-
que emerge, se mantiene y/o se transforma deran que lo inconsciente dinámico deriva
en sistemas intersubjetivos corporizados específicamente de lo que Daniel Stern
caracterizados por una continua influencia (2000 [1985]) llama interafectividad, esto
mutua corporizada (Sassenfeld, 2012b, es, de la dimensión afectiva de la intersub-
2014a, 2016, 2019a). Desde ese punto de jetividad en términos generales. En el caso
vista, argumenté hace algunos años que los de lo inconsciente dinámico el contexto re-
principios pre-reflexivos organizadores de lacional de su origen, mantenimiento y/o
la experiencia no podían ser visualizados transformación resalta con especial clari-
simplemente como fenómenos psíquicos, dad: la experiencia subjetiva e intersubje-
sino que por necesidad contaban con una tiva que da lugar a lo inconsciente diná-
dimensión sensoriomotriz basada en el mico es aquella en la que el niño experi-
cuerpo (Sassenfeld, 2014a). Me apoyé en el menta un cierto estado emocional que no
trabajo de Maurice Merleau-Ponty (1945) puede ser regulado e integrado porque fa-
y, asimismo, en la noción de convicciones lla la necesitada responsividad empática de
motrices articulada por George Downing parte del entorno relacional. Dado que ese
(2006). Mi punto argumentativo principal estado emocionalpor uno u otro motivo re-
ha sido que la idea de la organización de la presenta una amenaza para el cuidador y
subjetividad abarca la organización de la con ello para el lazo afectivo necesitado del

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niño con este, se convierte en conflictivo jetivas e intersubjetivas del trauma rela-
porque pasa a ser percibido como amenaza cional en el marco del psicoanálisis relacio-
a la organización psíquica habitual del su- nal:
jeto y para el mantenimiento de ciertos
vínculos que son vivenciados como impres- Cuando las experiencias infantiles no son res-
pondidas de forma regular, o son activamente
cindibles para su propia supervivencia psí- rechazadas, el niño percibe qué aspectos de su
quica. Desde este punto de vista, “el incons- propia experiencia no son bienvenidos o son pe-
ciente dinámico no se considera consti- ligrosos para el cuidador. Entonces se deben sa-
tuido por derivados pulsionales reprimi- crificar (reprimir) ciertos sectores del mundo
dos, sino por estados afectivos que fueron experiencial del niño para salvaguardar así la re-
lación que es necesaria para la supervivencia.
tapiados defensivamente porque no habían (Stolorow & Atwood, 1992, p. 71)
conseguido evocar una responsividad em-
pática por parte del entorno de la infancia” En tercer lugar, Stolorow y Atwood
(p. 69). (1992) mencionan lo inconsciente no vali-
Desde la perspectiva expuesta ciertos dado. Aseveran que, aparte de los aspectos
aspectos afectivos de la experiencia son di- de la experiencia afectiva que quedan in-
sociados de la consciencia por dos razones conscientes por las razones dinámicas de-
complementarias. Tocamos aquí, en efecto, fensivas recién detalladas, otros aspectos
la ligazón de aquello que es dinámicamente de la experiencia del niño pequeño perma-
inconsciente con su origen traumático en necen inconscientes debido a que, “al no
un modelo psicopatológico traumatocén- haber habido una validación por parte del
trico como lo es el modelo psicoanalítico contexto intersubjetivo, simplemente
relacional. Stolorow y Atwood señalan que nunca estarán en disposición de hacerse
aquellos estados afectivos que son disocia- articulables” (p. 71). Lo inconsciente no va-
dos de forma defensiva de la consciencia lidado, el concepto claramente menos
sufren ese destino (I) porque se trata de es- desarrollado en su conceptualización, gira
tados emocionales cuya intensidad sobre- en torno a “experiencias que no han podido
pasa los recursos auto-regulatorios del ser articuladas porque nunca evocaron res-
niño convirtiéndose en estados emociona- puesta del entorno” (p. 73), a diferencia de
les insoportables, y (II) porque además se las reacciones negativas y/o caóticas que
produce un colapso del sistema temprano recibieron aquellos estados afectivos que
de regulación afectiva dado por la relación pasan a formar parte de lo inconsciente di-
de apego. En otras palabras, el niño pe- námico. Estamos frente a aspectos de la ex-
queño entra en un estado afectivo que le periencia del niño que no provocan con-
resulta abrumador y al mismo tiempo el flicto con el cuidador, sino que no logran
cuidador que debiera ser capaz de ser un provocar ninguna reacción. Quizás con un
otro auto-regulador (Stern, 2000 [1985]) afán clarificador, Stolorow y Atwood seña-
falla a la hora de cumplir esa función; y no lan que la atención clínica sistemática al in-
solo eso, el niño percibe adicionalmente consciente no validado es habitual en el
que su estado emocional pone en riesgo de tratamiento de aquellos pacientes “que han
manera activa la relación necesitada con el sufrido graves trastornos en la articulación
cuidador, debido a lo cual no le queda otra de la experiencia perceptiva y afectiva du-
alternativa que disociarlo. Toda la situa- rante su desarrollo” (p. 75), o sea, pacien-
ción descrita puede visualizarse como una tes que pudieran calificarse de más graves
buena definición de las complejidades sub- en términos del desarrollo de su afectivi-
dad y perceptualidad. Consideran que se

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trata de pacientes que vivieron infancias en III


las que extensas áreas de su experiencia no
Ya he hecho referencia a que el psicoa-
consiguieron evocar un entonamiento vali-
nálisis relacional desde sus inicios se ha
dador por parte de los cuidadores.
distanciado definidamente de la teoría psi-
En consecuencia, las percepciones de estos pa- coanalítica clásica de las pulsiones (Green-
cientes han quedado poco definidas y son difíci- berg & Mitchell, 1983; Mitchell, 1988; Sas-
les de sostener, fácilmente pueden quedar usur- senfeld, 2012a, 2016, 2019a), entendiendo
padas por los juicios de los demás, y sus afectos ese desmarcamiento como genuino quie-
tienden a ser sentidos más como estados corpo-
bre con el psicoanálisis freudiano. En el
rales difusos que como sentimientos elaborados
simbólicamente. (p. 75) marco de este trabajo, ello es de fundamen-
tal relevancia ya que el concepto de pulsión
Stolorow y Atwood (1992) creen que está estrechamente emparentado con la
más allá de los orígenes infantiles de los concepción freudiana de lo inconsciente.
distintos aspectos de lo inconsciente su Para el Freud (1933 [1932]) tardío, el ello
conceptualización continúa siendo válida debe ser visualizado como un caos y una
después de la niñez, de manera que “se caldera llena de excitaciones pulsionales
puede observar fácilmente en la situación efervescentes que buscan expresarse y que
analítica, en la que la resistencia del pa- el individuo tiene que aprender a controlar
ciente puede fluctuar como consecuencia gradualmente en sus primeros años de vida
de las percepciones de las variaciones de la en especial mediante la construcción del
receptividad y sintonía del analista con la super-yó. Entonces, si para los teóricos re-
experiencia del paciente” (p. 71). Años des- lacionales el inconsciente no está hecho de
pués de la publicación de los conceptos re- pulsiones, ¿qué es lo que lo constituye de
visados aquí, Stolorow (2007) hizo una acuerdo al psicoanálisis relacional? Esta-
contribución adicional a la concepción re- mos frente a una pregunta que toca de ma-
lacional de lo inconsciente con su noción de nera directa la forma en la que el psicoaná-
un inconsciente ontológico. Indica que, de lisis concibe la motivación humana en la
modo similar a cómo en el desarrollo tem- medida en la que en la teoría analítica tra-
prano los estados emocionales del niño que dicional las pulsiones representan la varia-
desentonan en la necesitada relación con el ble motivacional básica. En el psicoanálisis,
cuidador son disociados con el fin de pre- por ende, la concepción de la motivación
servar esa relación, estados afectivos cru- siempre ha guardado una relación directa
ciales para el propio sentido del self son re- con su concepción de lo inconsciente. Así,
legados al inconsciente ontológico en la au- es preciso preguntar acerca de la concep-
sencia de un hogar emocional y relacional ción relacional de la motivación porque
capaz de acogerlos. Así, el inconsciente on- esta nos revelará algunos aspectos signifi-
tológico guarda relación con la pérdida de cativos acerca de la concepción relacional
una parte del propio sentido de uno mismo de lo inconsciente.
a raíz de experiencias por lo común trau- En términos generales, el concepto de
máticas para las cuales el sujeto no logra pulsión como constructo motivacional cen-
encontrar un hogar relacional empático. El tral ha dado lugar al concepto de afecto.
uso del adjetivo “ontológico” está vincu- Para el psicoanálisis relacional, los estados
lado con que en la filosofía la ontología es emocionales deben ser visualizados como
el estudio del ser. la fuerza motivacional principal (Sassen-
feld, 2012, 2016, 2019a; Spezzano, 1993;

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Stolorow, 2002). Es decir, el ser humano rioridad terminan siendo fallas auto-regu-
actúa en función de cómo se está sintiendo, latorias basadas en fallas regulatorias in-
se dé cuenta o no de la naturaleza de su teractivas internalizadas (Beebe & Lach-
sentir, un punto de vista que tiene mucho mann, 2002; Hill, 2015; Sassenfeld, 2012a,
sentido en términos fenomenológicos. Una 2019a, 2019b [2005]; Schore, 1994, 2003a,
perspectiva complementaria, tal vez más 2003b, 2012, 2019a, 2019b). En este
específica, es que la fuerza motivacional punto, además, es indispensable vincular la
basal es la regulación afectiva, esto es, el realidad de las experiencias traumáticas
esfuerzo del ser humano por mantener sus con el uso defensivo pero originalmente
afectos dentro de un rango subjetivamente adaptativo de la disociación con la finali-
soportable (Hill, 2015; Sassenfeld, 2012a, dad de manejar los estados afectivos trau-
2019a, 2019b [2005]; Schore, 1994, 2003a, máticos des-regulados. La concepción ba-
2003b, 2012, 2019a, 2019b), dentro de lo sal de una mente represiva ha dado lugar a
que Daniel Siegel (2012 [1999]) llama la la concepción basal de una mente disocia-
ventana regulatoria -ni demasiado intenso tiva (Bromberg, 1998, 2006, 2011; Howell,
des-regulado afectivamente, ni demasiado 2005; Howell & Itzkowitz, 2016; Sassen-
desconectado sobre-regulado afectiva- feld, 2012, 2019a). ¿Cuál es la diferencia?
mente. Estas ideas nos muestran que el in- La diferencia toca directamente la concep-
consciente pulsional se ha convertido por ción psicoanalítica de lo inconsciente:
completo en un inconsciente afectivo con mientras que en la mente represiva la ba-
un acento más fenomenológico que meta- rrera entre lo consciente y lo inconsciente
psicológico. Tanto en la salud psíquica tiende a cierta estabilidad -sin omitir el
como de forma más extrema en la psicopa- concepto freudiano del retorno de lo repri-
tología el sujeto puede ser bastante incons- mido-, la mente disociativa tiende a una
ciente respecto de su motivación basada en psicodinámica mucho más dinámica de lo
sus estados afectivos y, sin embargo, actuar que Freud puede haber llegado a imaginar.
básicamente en torno a la regulación de sus Como sea, en la actualidad lo inconsciente
estados emocionales. Por lo tanto, en tér- se entiende como inconsciente por la ac-
minos clínicos existe un amplio consenso tuación de la disociación.
entre los teóricos relacionales respecto de A diferencia de la represión, la disocia-
que el foco clínico siempre debe ser la afec- ción no tiende a excluir de la consciencia
tividad del paciente y, junto a ello, la propia ciertos contenidos y afectos de forma esta-
afectividad del psicoterapeuta. Tal foco es ble. Al revés, lo disociado aparece, desapa-
la manera principal de mantenernos cerca rece, reaparece y vuelve a desaparecer en
de lo inconsciente. la consciencia en función de diversos estí-
El concepto de regulación afectiva nos mulos y contextos relacionales. En un ex-
remite, tal como señalé en el punto prece- tremo, los flashback post-traumáticos son
dente, de forma inmediata a las experien- el mejor ejemplo de ello, aunque a menor
cias traumáticas. No me detendré nueva- escala ocurre lo mismo en la experiencia
mente en la definición y comprensión rela- subjetiva de la mayor parte de los pacien-
cional del trauma. Pero en este contexto tes traumatizados. Desde este punto de
cabe mencionar de todos modos que las fa- vista, la disociación en cuanto proceso ca-
llas en la regulación afectiva son antes que paz de excluir contenidos experienciales de
nada fallas en la regulación interactiva en- la consciencia es profundamente sensible y
tre infante y cuidador que solo con poste- dependiente de los sistemas intersubjeti-
vos pasados y presentes que forman parte

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del mundo de experiencia de un sujeto par- (Orange, 1995, 2011), conclusiones emo-
ticular. Ahora bien, la mente disociativa no cionales (Orange, 1995, 2011), representa-
es en sí misma una mente patológica; más ciones de interacciones que han sido gene-
bien, todas las mentes son de naturaleza di- ralizadas (Stern, 2000 [1985]), formas-de-
sociativa porque la disociación como fenó- estar-con (Stern, 1997), conocimiento re-
meno psicológico es intrínseco al funciona- lacional implícito (BCPSG, 2010), repre-
miento psíquico como tal -por ejemplo, sentaciones relacionales pre-simbólicas
prestar atención o concentrarse requieren (Beebe & Lachmann, 2002), expectativas
la disociación al menos momentánea de relacionales implícitas (Beebe & Lach-
otros estímulos- así como cierto grado de mann, 2002), configuraciones relacionales
disociación defensiva puede ser conside- yo-otro (Mitchell, 1988), estados del self
rado normal (Bromberg, 1998, 2006, 2011; (Bromberg, 1998, 2006, 2011) y otros más.
Howell, 2005; Sassenfeld, 2012a, 2019a). Aunque ciertamente existen matices
En sus modalidades psicopatológicas pro- conceptuales entre estas diversas concep-
piamente tales, la disociación defensiva sin ciones particulares, todas ellas apuntan a
embargo llega a desconectar lo que Philip que en el psicoanálisis relacional lo incons-
Bromberg llama diferentes estados del self ciente está constituido por configuraciones
incomunicando partes centrales del psi- psíquicas relacionales unidas por estados
quismo y con ello fragmentando el self. afectivos que son el resultado de interac-
Frente al trasfondo descrito, la pre- ciones repetitivas a lo largo del desarrollo,
gunta respecto de los contenidos de lo in- incluyendo en especial interacciones trau-
consciente es una pregunta esencial. En máticas. Lo que además todos estos con-
primer lugar, es cierto que se trata de esta- ceptos tienen en común y que trataremos
dos afectivos; no obstante, en un modelo en el próximo punto con mayor detalle es
psicoanalítico relacional un afecto nunca que se trata de conceptos que dan cuenta
existe en y por sí mismo, como en aisla- de estructuras psíquicas no conscientes en
miento, sino que más bien nunca está des- el sentido de que no son dinámicamente in-
ligado de nuestra vinculación con los de- conscientes, esto es, inconscientes por ra-
más (Sassenfeld, 2019b [2005]; Stolorow, zones defensivas. En el psicoanálisis rela-
2011), sea esta externa o interna. En con- cional, las estructuras de la subjetividad -
secuencia, los teóricos relacionales han con independencia de los conceptos parti-
formulado un amplio conjunto de concep- culares que se han articulado para definir-
tos para dar cuenta de las estructuras que las- no deben entenderse primariamente
conforman lo inconsciente: objetos como estructuras defensivamente disocia-
internos (diversos teóricos británicos de das; más bien, estamos frente a estructuras
las relaciones objetales), relaciones objeta- que no son conscientes porque su propia
les internalizadas (Fairbairn, 1952, 1963), naturaleza es formarse y mantenerse fuera
modelos operativos internos (Bowlby, de la consciencia. Esto no quiere decir que
1988), estructuras del self (Kohut, 1977; no existan elementos disociados en térmi-
Winnicott, 1960; Wolf, 1988), estructuras nos defensivos en lo inconsciente tal como
de la subjetividad o de la experiencia (At- describimos en el punto anterior; cierta-
wood & Stolorow, 2014 [1984]), principios mente un sinnúmero de estados afectivos y
organizadores de la experiencia (Stolorow con ello ciertas configuraciones relaciona-
& Atwood, 1992; Stolorow, Atwood & les internalizadas se encuentran fuera de la
Orange, 2002), convicciones emocionales consciencia por razones defensivas. Sin

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embargo, este no es el caso de todo lo que entre paciente y psicoterapeuta (BCPSG,


es inconsciente. 2010; Sassenfeld, 2012a, 2013a; 2019a;
Schore, 2003a, 2003b, 2012, 2019a, 2019b;
IV Stern et al., 1998).
En este contexto, Lyons-Ruth (1999)
Ya en Freud existen ideas respecto de hace referencia a un inconsciente procedu-
elementos que son no conscientes más que ral, depositario del conocimiento relacio-
dinámicamente inconscientes. En el psi- nal implícito, que es un conocimiento rela-
coanálisis relacional, uno de los conceptos cional no-verbal configurado en los prime-
principales en este sentido es la dimensión ros años de vida respecto de cómo se hacen
de lo implícito. La distinción entre lo implí- las cosas con otros desde cómo reaccionar
cito y lo explícito proviene originalmente cuando el otro siente tristeza hasta cómo
de la neuropsicología de la memoria y a llamar la atención de alguien que a uno le
partir de esta desde la década de 1980 se interesa. Desde su punto de vista, la memo-
ha difundido de modo amplio en las neuro- ria implícita y la memoria procedural, li-
ciencias sociales y afectivas, la investiga- gada a la manera en la que se llevan a cabo
ción de infantes y el psicoanálisis (Beebe et ciertas cosas (habilidades sensoriomotri-
al., 2005; Beebe & Lachmann, 2002; Sas- ces en general), son ideas muy cercanas. De
senfeld, 2013a, 2014b). El concepto de lo hecho, para algunos teóricos, la memoria
implícito forma una parte fundamental de implícita está compuesta por la memoria
lo que he llamado el giro corporal del psi- procedural sensoriomotriz y la memoria
coanálisis contemporáneo hacia las vicisi- emocional (Sassenfeld, 2013a), sin que al
tudes de la dimensión no-verbal de la inter- menos en el terreno de los contenidos de la
acción humana (Sassenfeld, 2019a). ¿Por memoria implícita teórica y clínicamente
qué? Porque mientras lo explícito debe ser relevantes para el psicoanálisis relacional
considerado más bien consciente o cons- ambos aspectos sean en realidad aislables.
cientizable, verbal o verbalizable, y simbó- Es decir, el conocimiento relacional implí-
lico, lo implícito por el contrario es no cito es un conocimiento somático y afectivo
consciente, no-verbal y no simbólico. Exis- en base al cual tanto paciente como tera-
ten discusiones respecto de cuán conscien- peuta comienzan su relación analítica:
tizable es lo implícito y al menos en térmi-
nos generales existe consenso respecto de Al usar este término queremos diferenciar el co-
que solo lo es en una medida restringida nocimiento relacional implícito de otras formas
(BCPSG, 2010; Lyons-Ruth, 1998, 1999; de conocimiento procedural y enfatizar que tales
“conocimientos” son tanto afectivos e interacti-
Sassenfeld, 2013a). Tales discusiones vos como cognitivos. Este conocimiento relacio-
desde hace más de dos décadas instalaron nal implícito comienza a ser representado en
en el discurso psicoanalítico la idea de que una forma que aún no conocemos mucho antes
en el proceso analítico no solo operan me- de la disponibilidad del lenguaje y continúa ope-
canismos interpretativos de cambio que rando de modo implícito a lo largo de la vida. El
conocimiento relacional implícito típicamente
vuelven explícito lo implícito, sino también opera fuera de la atención focal y la experiencia
y quizás mucho más fundamentalmente consciente, sin el beneficio de su traducción al
mecanismos no-interpretativos incons- lenguaje. (Lyons-Ruth, 1998, pp. 284-285)
cientes de cambio a través de los cuales lo
implícito cambia de forma implícita, esto Los ya mencionados procesos implíci-
es, de modo no-verbal y no consciente por tos del cambio psicoterapéutico giran en
medio de la interacción e influencia mutua torno a la transformación del conocimiento

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relacional implícito hacia modalidades más mación socioemocional. En el seno del ni-
flexibles y adaptativas. vel implícito de la interacción que recién
El concepto más difundido ha sido examiné quienes participan de la interac-
aquel de una memoria implícita. Esa difu- ción están continuamente leyendo -desde
sión ha generado a mi parecer bastante im- hace años he hecho alusión a una lectura
precisión conceptual, difusión que busqué corporal implícita y a una lectura corporal
clarificar hace algunos años (Sassenfeld, implícita recíproca para subrayar que lo
2013a). En mi contribución diferencié tres que se lee del otro en el nivel implícito es la
aspectos ligados al dominio de lo implícito. diversidad de la expresividad corporal
En primer lugar, existe una dimensión im- (Sassenfeld, 2008, 2012a, 2013b, 2016,
plícita a toda interacción, que cubre todos 2018)- al otro. Tal lectura nos permite
aquellos fenómenos y procesos afectivos e ajustar nuestra forma de estar con el otro
intersubjetivos que transcurren de modo al comprender en términos implícitos sus
no-verbal, no-simbólico y no consciente estados emocionales e intencionales, una
continuamente en toda interacción entre función básica del psicoterapeuta. Las neu-
seres humanos. Por supuesto, la relación rociencias sociales, al entender el cerebro
analítica cuenta con una fundamental di- cada vez más como un órgano biosocial o
mensión implícita en la cual ocurren sin ce- relacional (Fuchs, 2016), han mostrado
sar intercambios inconscientes centrados que el cerebro no solo cuenta con un sis-
en los afectos, las intenciones y, desde una tema, sino con varios sistemas relaciona-
perspectiva neuropsicoanalítica, las biolo- dos esencialmente con el procesamiento de
gías en interacción y en especial las neuro- información que proviene de nuestra per-
biología en interacción. Allan Schore cepción de los demás (Cozolino, 2014
(2003a, 2003b, 2012, 2019a, 2019b) ha es- [2006]; Sassenfeld, 2009b). Esa circuns-
crito en este sentido hace ya muchos años tancia deja en evidencia la centralidad del
y basándose en un inmenso volumen de in- procesamiento implícito de información de
vestigación neurocientífica acerca de un naturaleza socioemocional en la vida hu-
diálogo implícito entre hemisferios dere- mana desde una perspectiva evolucionaria.
chos o también entre sistemas límbicos la- Stephen Porges (2004), uno de los más im-
teralizados al hemisferio derecho que es portantes especialistas mundiales en el sis-
parte intrínseca del vínculo entre infante y tema nervioso autónomo -es decir, en un
cuidador y, con posterioridad, entre pa- ámbito de funcionamiento del sistema ner-
ciente y analista. En la práctica analítica re- vioso que opera del todo en el nivel implí-
lacional, asumimos que en una psicotera- cito-, acuñó el concepto de neurocepción
pia que avanza bien los mecanismos implí- para dar cuenta de un aspectos del proce-
citos están actuando como deben gracias al samiento implícito del que estamos ha-
tipo de interacción que paciente y tera- blando: se refiere a “cómo los circuitos
peuta logran co-construir -la relación nece- neuronales distinguen si las situaciones o
sitada para el cambio sobre la que habla personas son seguras, peligrosas o amena-
Steven Stern (2017), que siempre está ba- zas a la propia vida” (p. 19) de manera
sada en una comunicación que Lyons-Ruth constante. Piénsese en este contexto tanto
(1999) describe como un diálogo colabora- en el sistema motivacional de apego que se
tivo, abierto y flexible. activa a menudo frente a la percepción im-
En segundo lugar, existe una modali- plícita por parte del infante de algún estí-
dad implícita de procesamiento de infor-

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mulo amenazante como en la hipervigilan- nálisis relacional porque para muchos teó-
cia tan característica de los pacientes trau- ricos ha contribuido a una comprensión
matizados. más completa de los fenómenos y procesos
Por último, existe la memoria implícita que transcurren al margen de la conscien-
propiamente tal. En cierto sentido, podría cia. Tal como ya mencionamos, la obra de
tal vez afirmarse que la memoria implícita Freud incluye ideas acerca de lo que en la
almacena tendencias del procesamiento actualidad llamamos no consciente en con-
implícito de información socioemocional traste con lo inconsciente, ideas como lo
basadas en experiencias reiteradas en las preconsciente y, en Jung, lo subliminal. Sin
interacciones implícitas con otros signifi- embargo, la noción de lo implícito ha per-
cativos -partiendo, por supuesto, por el mitido sistematizar el conocimiento psi-
vínculo de apego del niño pequeño con su coanalítico de lo inconsciente dejando al
cuidador principal. Así, la memoria implí- descubierto que el ámbito de lo no cons-
cita comienza a sesgar el procesamiento ciente es con un alto grado de probabilidad
implícito de información socioemocional bastante más amplio que el ámbito de lo di-
debido a la existencia de experiencias afec- námicamente inconsciente. Las neurocien-
tivas y relacionales previas repetidas. El cias afectivas, sociales y del desarrollo sin
concepto del conocimiento relacional im- lugar a dudas apuntalan ese punto de vista.
plícito al cual ya hicimos referencia ha bus- La noción de lo implícito ha permitido, al
cado abarcar la complejidad del dominio mismo tiempo, abrir la comprensión analí-
implícito que mis tres distinciones buscan tica a la realidad y trascendencia de los me-
volvernos más accesible y comprensible. El canismos relacionales, no-verbales y no
conocimiento relacional implícito se cons- conscientes de cambio, cuyo primer defen-
truye a través de interacciones implícitas; sor icónico fue Sandor Ferenczi, abuelo del
al mismo tiempo, una vez que la memoria movimiento relacional. Su influencia deter-
implícita ya registra ciertos patrones rela- minante ha corrido a través del concepto
cionales implícitos predecibles, influencia de la experiencia emocional correctiva for-
las posibilidades implícitas de interacción mulada por Franz Alexander (Alexander &
al sesgar lo que el individuo es capaz de French, 1946) pasando por la experiencia
percibir y anticipar en términos generales selfobjetal formulada por Heinz Kohut
como seguro o inseguro en el plano implí- (1977) hasta la diversidad de ideas res-
cito. No obstante, el conocimiento relacio- pecto de las experiencias intersubjetivas
nal implícito no permanece del todo está- que un paciente puede necesitar atravesar
tico; en ciertas situaciones intersubjetivas retratadas en el pensamiento psicoanalí-
se hace posible el registro de novedad rela- tico relacional contemporáneo.
cional y ese registro -sobre todo cuando es
reiterado- es capaz de descomprimir, di- V
versificar, ampliar y enriquecer el conoci-
miento relacional implícito del individuo. Otra de las formulaciones más impor-
Esto último es lo que ocurre en una psico- tantes respecto de la naturaleza de lo in-
terapia exitosa complejizando el mundo consciente en el psicoanálisis relacional es
implícito subjetivo del paciente y, a me- la propuesta que Donnel Stern viene arti-
nudo, del psicoterapeuta. culando de modo sistemático desde al me-
El concepto de lo implícito ha sido de nos 1997 hasta el día de hoy en una suce-
gran significación en el mundo del psicoa- sión de libros (1997, 2010, 2015, 2019). Su

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aproximación es constructivista y herme- por ejemplo un hueso de animal, fragmen-


néutica y, por lo tanto, antes que nada se tos de un jarro, una máscara ritual -objetos
debate entre lo que podemos denominar lo plenamente formados.
dado y lo hecho: ¿es la experiencia subje- Ahora bien, la interrogante acerca de lo
tiva inconsciente algo que la consciencia dado y lo construido en la experiencia sub-
descubre como algo que ya estaba dado de jetiva es clínicamente fundamental porque
antemano esperando ser conscientizado interpela el lugar del analista como intér-
(por ejemplo, lo reprimido existía como tal prete de la experiencia del paciente, una
y en psicoterapia tan solo fue des-cubierto) parte fundamental de lo que he llamado an-
o bien es algo que es resultado de lo que la teriormente el giro hermenéutico del psi-
subjetividad hace con la experiencia (por coanálisis contemporáneo (Sassenfeld,
ejemplo, lo disociado es reconstruido por- 2016, 2019a). Surgen al menos dos pre-
que faltan elementos para aclararlo como guntas básicas en este contexto: primero,
tal)? ¿Es la experiencia algo dado o algo ¿de qué hablamos cuando hablamos de ex-
construido? Esta interrogante se encuentra periencia (Orange, 1995; Sassenfeld, 2016,
en el corazón mismo de algunos de los 2019a)? Y, en segundo lugar, ¿de qué ha-
cuestionamientos epistemológicos y filosó- blamos cuando hablamos de la interpreta-
ficos del psicoanálisis relacional (Mitchell, ción de la experiencia? Respecto de la pri-
1988; Orange, 1995; Sassenfeld, 2012a) y, mera pregunta quizás podría aseverarse
mucho más allá, de los cuestionamientos que, cuando hablamos de experiencia, esta-
característicos de la filosofía postmoderna mos siempre haciendo alusión al hecho de
en general. Stephen Mitchell (1988) hace que el ser humano efectivamente se expe-
referencia en ese contexto a a la relevancia rimenta a sí mismo y experimenta el
de lo que llama la metáfora arqueológica en mundo y los demás que lo habitan. Podría-
el psicoanálisis clásico. (Efectivamente, mos agregar que cuando hablamos de ex-
Freud al igual que Jung tenía un gran inte- periencia además estamos implicando que
rés en el campo de la arqueología; testimo- la experiencia de cada ser humano tiene
nio de ello es su oficina, que hoy se encuen- una forma propia, cuenta con una determi-
tra en el Freud Museum en Londres.) De nada organización característica que se
acuerdo a esta metáfora -no reconocida desarrolla a lo largo de los primeros años
como metáfora por Freud- el proceso psi- de vida. Por otro lado, la noción de expe-
coanalítico puede visualizarse como el tra- riencia justamente encarna esa dualidad
bajo de un arqueólogo de la psique: una ex- entre lo dado y lo construido: tiene algo de
cavación que en la medida en la que avanza dada y algo de construida (Orange, 1995;
pone al descubierto el pasado enterrado. El Stern, 1997) en la medida en la que el indi-
punto es que para diversos teóricos rela- viduo la tiende a vivenciar como algo que
cionales el psicoanálisis tradicional supuso le ocurre o acontece -como algo dado-, pero
que las experiencias que se encuentran en de distintas maneras -por ejemplo, el tra-
un estado de inconsciencia y que deben ser bajo analítico- es capaz de vivenciarla
excavadas para ejercer un efecto terapéu- como algo a cuya construcción contribuye,
tico están en el inconsciente ya plenamente aunque sea de modo inconsciente. Tal
formadas. Continuando con la metáfora ar- como Orange (1995) definió el concepto de
queológica, el analista va trayendo a la luz sujeto, este es un organizador activo de la
del día objetos que ya existían como tales, propia experiencia.
La segunda pregunta recién planteada
toca el meollo de la conceptualización de

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Stern. Stern ha recibido una profunda y du- lenguaje puede entenderse como una di-
radera influencia de la hermenéutica filo- mensión básica a través de la cual el sujeto
sófica dialógica de Hans-Georg Gadamer, contribuye a construir, a dar forma, a su
cuya relevancia determinante quedará propia experiencia.
enevidencia en breve (para discusiones de Entonces, ¿qué es la experiencia no for-
la hermenéutica gadameriana desde un mulada? Es antes que nada una concepción
punto de vista psicoanalítico relacional, relacional de los significados inconscien-
véanse Orange, 2011 y Sassenfeld, 2012a, tes. A partir de su experiencia clínica, Stern
2016, 2019a). Stern formula temprana- (1997) indica que cuando un paciente por
mente su concepto de la experiencia no for- fin logra pensar sobre algún aspecto pre-
mulada, que es el fundamento de su con- viamente no aceptada de su vida y expe-
cepción relacional de lo inconsciente. Es- riencia, “pocas veces existen pensamientos
cribe: plenamente formulados tan solo espe-
rando ser descubiertos, listos para ser ex-
Cuando hacemos referencia a la influencia de lo puestos” (p. 36). Más bien, lo que la expe-
inconsciente en el psicoanálisis, ¿qué queremos
decir? ¿Buscamos referirnos a una presencia ob-
riencia analítica muestra es que por lo co-
jetiva en lavida psíquica, un pensamiento o un mún nos hallamos frente a “un estado
afecto o un recuerdo que de alguna manera fresco de no saber, una especie de confu-
existe como hecho, pero fuera de nuestro cono- sión -una confusión con posibilidades re-
cimiento? ¿O buscamos referirnos a una ausen- cién ahora reconocibles, y quizás una con-
cia, algo que falta en la experiencia, una implica-
ción no considerada o no desarrollada? ¿Está el
fusión intrigante, pero sin embargo una
material inconsciente plenamente formado me- confusión o un desconcierto” (p. 37). En
ramente esperando un des-cubrir o un descubri- otras palabras, siguiendo a Stern una clari-
miento, o es experiencia potencial que queda dad inconsciente rara vez subyace a los
para ser articulada? (1997, p. 33) procesos defensivos. Aquello que preferi-
mos mantener fuera de la consciencia en
Antes de decir algo más sobre el con-
general más bien está compuesto de ele-
cepto de la experiencia no formulada, al
mentos pobremente definidos, diferentes a
que la idea de experiencia potencial ya es
cómo serán cuando hayan podido ser for-
un guiño, es importante desde ya destacar
mulados. Así, la noción de experiencia no
un aspecto central de la influencia de Gada-
formulada da cuenta de “procesos psíqui-
mer: su concepción fenomenológica del
cos caracterizados por una falta de claridad
lenguaje, esto es, de la posibilidad de for-
y diferenciación” (p. 37). La experiencia no
mular. Stern se une a Gadamer en la idea de
formulada es “la forma no interpretada de
criticar una concepción ampliamente di-
aquellos materiales de la experiencia cons-
fundida del lenguaje como un conjunto de
ciente y reflexiva a los que eventualmente
etiquetas que nos sirven para nombrar las
se le pueden asignar interpretaciones ver-
cosas y experiencias. Junto a Gadamer,
bales y con ello ser llevados a una forma ar-
Stern comprende que el lenguaje y la expe-
ticulada” (p. 37). En opinión de Stern, los
riencia no son dos ámbitos separados en el
terapeutas de orientación analítica trabaja-
sentido de que las palabras pueden etique-
mos en primer lugar con este ámbito no
tar las experiencias que serían a-lingüísti-
formulado de la experiencia subjetiva e in-
cas o pre-lingüísticas. Todo lo contrario:
tersubjetiva.
lenguaje y experiencia son inseparables.
En la concepción de Stern (1997), la na-
Para partir, el lenguaje es en sí mismo una
turaleza de la experiencia es ser en primer
experiencia. Ahora bien, más allá de ello, el

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lugar no formulada. Por lo común, su for- sentido débil trae consigo lo que Stern de-
mulación con ayuda del lenguaje transcu- nomina una rigidez narrativa, que en cierta
rre de modo fluido y poco problemático, y medida está presente en la experiencia de
las palabras confieren forma y nitidez a la todo ser humano. La disociación en el sen-
experiencia para la consciencia. No obs- tido fuerte genera más que una rigidez na-
tante, en ciertas situaciones la formulación rrativa de la cual están excluidos algunos
interpretativa de la experiencia no formu- elementos que podrían estar incluidos. Da
lada -el momento interpretativo aquí de lugar a un no-poder-formular aspectos re-
modo específico remite a la formulación de levantes de la experiencia no formulada,
la experiencia no formulada mediante el dejando incompleto el relato de la propia
lenguaje en el sentido de una atribución de experiencia por razones defensivas. En am-
significado- se ve interferida por procesos bas modalidades de la disociación, para
disociativos (véase el punto tres). Stern Stern es fundamental destacar si acaso el
distingue la disociación en el sentido débil lenguaje que formula la experiencia es
y la disociación en el sentido fuerte. La di- creativo y auténtico o más bien estereoti-
sociación en el sentido débil guarda rela- pado. “El lenguaje estereotipado del len-
ción con aspectos no formulados de la ex- guaje siempre es disociativo porque im-
periencia a los que por algún motivo el su- pide experiencia nueva […]” (p. 113). El
jeto nunca ha prestado real y suficiente lenguaje creativo, en cambio, “resulta en la
atención. En esa medida, es una disociación articulación de experiencia nueva porque
“débil” porque prestándoles atención cons- el lenguaje creativo no quiere lograr nada
ciente pueden ser formulados sin mayores más” (p. 113). Desde este punto de vista, el
dificultades. La disociación en el sentido psicoanálisis clínico necesita moverse den-
fuerte, por el contrario, disocia experiencia tro del lenguaje creativo, capaz de “generar
no formulada por razones defensivas man- nueva experiencia”, debido a que eso es lo
teniéndola inconsciente, esto es, no formu- que nuestros pacientes buscan. Creo que el
lada. Stern hace referencia a una especie de desafío del uso de un lenguaje creativo
resistencia a formular esos aspectos de la para formular la experiencia no formulada
experiencia no formulada porque su for- recae tanto en el paciente como en el psico-
mulación verbal interpretativa para la terapeuta. Desde una perspectiva analítica
consciencia representaría un problema. En relacional, solo su colaboración puede lo-
este punto la concepción de Stern se sobre- grar encontrar palabras creativas capaces
pone con aquella de Bromberg (1998, de transformar la organización existente
2006, 2011), en el sentido de que la diso- de la experiencia subjetiva e intersubjetiva.
ciación en el sentido fuerte obtiene su mo- Hemos pasado revista a un conjunto
tivación defensiva del hecho de que los as- básico de los aspectos de la concepción re-
pectos no formulados de la experiencia que lacional de lo inconsciente. Espero que ha
son disociados en el sentido fuerte tienen quedado de relieve que el psicoanálisis re-
orígenes traumáticos y por ende altamente lacional está muy lejos de ser una psicolo-
disruptivos para la consciencia. gía superficial de la consciencia (Mills,
Stern (1997) discute estos dos tipos de 2005) y que tiene ideas teóricas y clínicas
disociación y la formulación verbal inter- relevantes respecto de lo inconsciente. Tal
pretativa de la experiencia no formulada vez para algunos la amplia diversidad de
también y de manera clínicamente útil en ideas puede generar cierta inquietud -¿cuál
términos del lenguaje. La disociación en el sigue siendo el territorio compartido del

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psicoanálisis (Wallerstein 1990)? Sin em- ello una concepción de lo inconsciente


bargo, el psicoanálisis relacional y contem- como “fuente importante de sentido, vitali-
poráneo está para bien o para mal caracte- dad y creatividad” (p. 399). En ello signifi-
rizado por la heterogeneidad y multiplici- cativamente el psicoanálisis relacional
dad de posturas conceptuales y clínicas coincide con ciertas importantes nociones
(Sassenfeld, 2019a) y tampoco busca hete- neurocientíficas actuales: Antonio Dama-
rogeneidad. Tolera los desacuerdos y las sio (2010) asume que
contradicciones siempre y cuando estas es-
tén basadas en argumentos sólidos y con- el conocimiento oculto de la gestión de la vida
precede a la experiencia de ser consciente de
gruentes. En términos generales, acepta la cualquier conocimiento de esta índole. Asi-
coexistencia de diversos puntos de vista mismo afirmo que el conocimiento oculto es bas-
sin sentir que esa coexistencia es amena- tante sofisticado y no debería ser considerado
zante a su identidad, algo que me parece primitivo. La complejidad de este conocimiento
muy saludable. En el mundo actual, globa- es enorme y su aparente inteligencia notable.
(pp. 68-69, cursiva del original)
lizado y enfrentado al tremendo desafío de
generar identidad a pesar de la tendencia Lo inconsciente ha dejado de ser el lu-
general a la dispersión y difusión, me pa- gar del caso psíquico impulsivo; en la ac-
rece que el psicoanálisis relacional ha he- tualidad, el psicoanálisis relacional lo en-
cho bien las cosas. Lo demuestra, por ejem- tiende como inconsciente más bien adapta-
plo, el funcionamiento general de la Inter- tivo y colaborativo.
national Association for Relational
Psychoanalysis and Psychotherapy
(IARPP), una organización pluralista
abierta que ha puesto de relieve una capa-
cidad sorprendente para mediar entre
realidades nacionales, teóricas y clínicas de
una impresionante diversidad.
Para cerrar, quisiera mencionar que se
ha producido un cambio de actitud (Beebe,
1997) radical desde el psicoanálisis clásico
hacia el psicoanálisis relacional en torno a
lo inconsciente. Mencioné que Freud visua-
lizó lo inconsciente de forma antagonista
como caldero lleno de excitaciones impul-
sivas propias del ello, en lo que en la actua-
lidad llamamos una hermenéutica de la
sospecha (Orange, 2011; Sassenfeld,
2012a, 2016, 2019a). La concepción basal
que el psicoanálisis relacional tiene res-
pecto de lo inconsciente queda clara en las
resumidas palabras de Jeremy Safran
(2006), que siguen la pista a Ferenczi,
Erich Fromm, Karen Horney y otros: se
trata de “un inconsciente creativo y gene-
rativo más que un inconsciente que es peli-
groso y destructivo” (p. 394), dejando con

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