Etnografica 4648
Etnografica 4648
Etnografica 4648
Hernán Morel
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/etnografica/4648
DOI: 10.4000/etnografica.4648
ISSN: 2182-2891
Editor
Centro em Rede de Investigação em Antropologia
Edición impresa
Fecha de publicación: 1 octubre 2016
Paginación: 517-538
ISSN: 0873-6561
Referencia electrónica
Hernán Morel, « Milongas barriales en la ciudad de Buenos Aires: sentidos de lugar, sociabilidad y
tradiciones », Etnográfica [En línea], vol. 20 (3) | 2016, Puesto en línea el 28 noviembre 2016,
consultado el 19 abril 2019. URL : http://journals.openedition.org/etnografica/4648 ; DOI : 10.4000/
etnografica.4648
INTRODUCCIÓN
1 Dicho mapeo fue realizado conjuntamente con la Asociación de Organizadores de Milongas, ver
< http: / / tangoypatrimonio.com.ar / wp-content / uploads / 2014 / 02 / folleto-milongas_2015.pdf > (consul-
tado el 10 de septiembre de 2015).
2 Recordemos que a partir de los años 60, luego de las llamadas “décadas de oro del tango” del 40 y
el 50 – período en que el género alcanzó su máxima difusión –, las milongas porteñas dejaron de tener
el protagonismo y la afluencia de público de las décadas anteriores, reduciéndose como ámbitos de
incorporación para las nuevas generaciones, situación que se fue revirtiendo de manera gradual a partir
de la década del 80, tras el fin de la última dictadura militar (Morel 2012).
3 La antropóloga María Julia Carozzi (2015) propuso designar a estos lugares de reunión en donde
se baila el tango social “eventos de danza”.
4 En lo que concierne a la investigación de campo inicie mi inmersión en el mundo de las milongas
de Buenos Aires a partir de mi pesquisa de doctorado. En parte, utilizo aquí materiales de esta investi-
gación recolectados entre el 2006 y el 2011. A su vez, otras fuentes de información sobre la que se basa
este artículo provienen de mis experiencias de observación y participación derivadas de un proyecto de
investigación actual que aborda a las milongas que se organizan en clubes barriales de la [continua]
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zona del noroeste de la ciudad. Dicho trabajo de campo incluyó, además de mi participación en even-
tos culturales específicos – sea tomando clases o yendo a bailar a distintas prácticas y milongas –, la
realización de entrevistas semi-estructuradas y conversaciones informales con distintos participantes
asiduos y organizadores de estas milongas. Estos materiales recolectados se complementan con otras
fuentes de información provenientes de noticias y crónicas suministradas por medios de prensa y redes
electrónicas de comunicación.
5 “Milongueros” y “milongueras” son términos emic. Esta denominación la utilizan los participantes
de las milongas para referirse a las personas que son asiduas concurrentes a estos eventos.
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posibles.6 Por tanto, desde una perspectiva atenta a las dinámicas de autori-
dad y las estrategias de legitimación que organizan a estos lugares, advertimos
las narrativas y las prácticas variables que allí se despliegan, problematizando
los múltiples significados que el pasado de estos lugares tiene para los dife-
rentes agentes que organizan y asisten a estos eventos. En este sentido, enten-
demos a la tradición como una construcción simbólica selectiva, un proceso
de reelaboración e invención permanente que supone la ratificación de un
presente a partir de conexiones significativas que se establecen con elementos
del pasado (Williams 2000 [1977]; Bauman 2000; Martín 2005). Del mismo
modo, tal como observó Sahlins (2004), consideramos que las tradiciones
también están constituidas por aspectos creativos o inventivos, en ocasiones
a partir de las diferentes significaciones que adquieren éstas en relación a
nuevos contextos y situaciones socioculturales.
Además, sugeriremos que las personas y grupos que asisten a las milongas
que se consideran más tradicionales, no solo legitiman su predominio dentro
estos ámbitos a partir de las referencias activas que establecen con un pasado
significativo, sino que tal como reveló Elias (2000 [1994]) en su trabajo
“Ensayo teórico sobre las relaciones establecidos-outsiders”,
“Ali, podia-se ver que a ‘antiguidade’ da associação, com tudo o que ela
implicava, conseguia, por si só, criar o grau de coesão grupal, a identificação
coletiva e as normas comuns capazes de induzir à euforia gratificante que
acompanha a consciência de pertencer a um grupo de valor superior, com o
desprezo complementar por outros grupos” (Elias 2000 [1994]: 21).
Por lo cual, como expondremos aquí, los asistentes más antiguos y estable-
cidos de algunas de estas milongas consiguen imponer más fácilmente dentro
de estos lugares un conjunto de normas y valores que los ubican en posiciones
de prestigio y de poder, de manera tal que tienden a excluir a aquellas personas
y grupos más recientes, aquellos que no forman parte de sus círculos de socia-
bilidad o que no respetan ciertos códigos de comportamiento.
En términos metodológicos, en este trabajo haremos uso de la comparación
como herramienta de análisis para los datos etnográficos (Peirano 1995; Bour-
dieu y Wacquant 1995; Barth 2000). Tal como señala Barth, “debemos usar lo
más activamente posible comparaciones en el análisis de cada caso específico”
(2000: 200, nuestra traducción), por un lado, como solución a la reificación de
nuestras descripciones de los objetos comparados y, por otro, en la búsqueda
6 Como se verá más adelante en este artículo, la noción de “códigos” es una categoría nativa que
busca regular las normas de convivencia y los comportamientos admitidos dentro de la milonga. Entre
otros, estos “códigos” hacen referencia a la manera en que se viste, el modo en que se invita a bailar, el
modo en que se baila o cómo se mueven las parejas dentro del espacio de la pista de baile.
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7 Según este autor, el interés por estas nociones abarca los planteos evolucionistas de Morgan y
Maine que intentaban explicar la transición de una sociedad gentilicia a una sociedad política con base
territorial; los análisis estructural-funcionalistas de Evans-Pritchard que abordaban la estructura terri-
torial y ecológica en relación a la estructura política; la vertiente culturalista norteamericana de Boas,
que examinó los sistema de nombres indígenas en relación a la organización del ambiente físico; las
investigaciones de Durkheim y Mauss, vinculadas a los sistemas de clasificación social del espacio y el
territorio; así como los aportes de Lévi-Strauss, que procuraron correlacionar las formas de clasificación
del espacio con la estructura social (Trajano Filho 2012: 8-11).
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De acuerdo a este autor, las narrativas que constituyen a los lugares están
siempre conformadas por un atributo temporal. Parafraseando a Ochs (2000
[1997]), podríamos afirmar que cuando elaboramos narraciones que refieren
al pasado, lo hacemos en términos de lo que ellas implican tanto para el pre-
sente como para el futuro. En otras palabras, las narrativas que muchas veces
las personas y los grupos construyen para recordar el pasado, en este caso de
determinados lugares, están estrechamente relacionadas con el interjuego de
circunstancias presentes y las expectativas futuras (Jelin 2001). Tal como lo
han observado otros autores, esta dinámica narrativa también puede ser con-
cebida como un proceso de tradicionalización, en tanto prácticas que suponen
el ejercicio de referencias activas a un pasado significativo que se legitima en el
presente (Bauman 2000; Martín 2005).
8 Trajano Filho (2012) observa que, si bien en las últimas décadas se han incrementado los estudios
que abordan los desplazamientos y flujos globales a través del territorio, al mismo tiempo emergen
pesquisas que dan cuenta de mundos cada vez más localizados en los que se reivindican sentimientos
de pertenencia estrechamente enlazados con ciertos lugares.
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Las personas que van a bailar tango social de manera asidua o con cierta
frecuencia suelen referirse a la milonga apelando al nombre de la misma, al
lugar físico en que se emplaza, o simplemente mencionando el día y el hora-
rio en que funciona. Si bien la gran mayoría de las milongas se organizan un
día a la semana, existen algunas que funcionan una vez al mes. Su horario
suele ser nocturno, aunque también están aquellas que funcionan más tem-
prano en horarios por la tarde o de matiné. Para ingresar a las milongas se
paga una entrada, aunque también hay algunas que tienen entrada gratuita o
“a la gorra”. Hay milongas con capacidad para pocas parejas y otras en las
que llegan a caber más de 400 personas. En términos etarios, las personas
que concurren a estos lugares, dependiendo del tipo de milonga, abarcan una
franja que va desde los 15 a los 80 años; suelen haber sujetos de distintos estra-
tos sociales, con variados oficios y profesiones, entremezclados con personas
de diversas procedencias nacionales. Desde el punto de vista de la población
porteña, en general podríamos decir que predominan sectores de clase media,
entre los que se encuentran trabajadores manuales, pequeños comerciantes,
empleados, jubilados, profesionales, pequeños empresarios, estudiantes uni-
versitarios y artistas. También es común que asistan a las milongas porteñas
turistas y extranjeros provenientes en mayor medida de países europeos, lati-
noamericanos, de Japón o de Estados Unidos.
Un representante importante en la gestión de todo lo necesario para el
funcionamiento de una milonga es el “organizador / a”, figura que se encarga
de convocar al público asistente y que coordina todo el desarrollo del evento.
Los organizadores pueden estar representados por una o más personas y, en
cierto modo, son los “pequeños empresarios” del evento. Destaquemos que el
organizador es el encargado de articular a todos los actores que participan de
la milonga: el musicalizador / a, el profesor / a que da clase, los bailarines que
brindan una exhibición, los músicos, el buffet, del mismo modo que se encarga
de toda la infraestructura necesaria para que el evento se lleve a cabo. A su
vez, el organizador cumple también el rol de “anfitrión”: su labor no consiste
solo en convocar a los asistentes a través de la difusión y la publicidad sino que
establecen un trato permanente y personalizado con la gente que asiste a su
milonga.9 Como veremos, el hecho de que los organizadores / as sean también
milongueros / as implica que su impronta personal influya mucho en las pautas
9 En líneas generales, los medios a través de los cuales las milongas se publicitan a sí mismas inclu-
yen desde la entrega de “volantes” dentro de otras milongas hasta la difusión a través de la publicidad
en distintas revistas de tango. A su vez, en los últimos años adquirió mayor importancia la difusión a
través de Internet y de las redes sociales virtuales.
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10 Por “práctica” de tango nos referimos a un evento que se organiza para que las personas entrenen,
ensayen, investiguen y / o intercambien ideas sobre el baile, en algunos casos con la asistencia de profe-
sores. Estos encuentros no necesariamente cumplen con los distintos códigos de comportamiento que
se acostumbran en las denominadas milongas.
11 Para un análisis pormenorizado de estos “códigos”, ver Carozzi (2015: 121).
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Según suelen contar los milongueros más antiguos, en los barrios de la zona del
noroeste de la ciudad – un área que abarca en líneas generales a Villa Urquiza,
Saavedra, Villa Ortúzar, Villa Pueyrredón, Agronomía, Villa Devoto y Paternal –
funcionaron durante las famosas décadas del 40 y el 50 muchos clubes sociales
y deportivos en los que se organizaban bailes de tango de manera periódica
(Pujol 1999).12 En la actualidad en esta zona, existen algunos pocos clubes
barriales que continúan organizando bailes de tango, dentro de los cuales se
destacan y mencionan con mayor frecuencia dos de ellos que se ubican en el
barrio de Villa Urquiza: el Club Social y Deportivo Sin Rumbo y el Sunderland
Club.13 Al menos desde que comencé mi investigación en el año 2006, estos
clubes realizan bailes de tango de manera ininterrumpida cada semana, el pri-
mero los días viernes y el segundo los días sábados, siempre en horario noc-
turno. Estos eventos se organizan, en el caso del Sin Rumbo en un salón (con
una capacidad aproximada de 150 personas), mientras que para la realización
12 En lo que refiere a los cuatro clubes barriales que analizamos en este artículo, todos ellos fueron
fundados en las primeras décadas del siglo XX. Según suele mencionase, en el apogeo de la “época de
oro” del tango, allí se realizaban bailes muy populares y masivos en donde además de que se bailaba
tango, así como otras músicas como foxtrot, jazz, swing o tropical, también actuaban las “grandes”
orquestas típicas de entonces. Con el paso del tiempo, durante las décadas del 60 y el 70 estos clubes
fueron dejando de realizar bailes, aunque en algunos casos puntuales se siguió organizando bailes
de manera esporádica. En los 80 y principios de los 90, poco a poco se fue reactivando la actividad
milonguera, cuando algunos clubes comenzaron nuevamente a organizar bailes de manera periódica.
En especial, como veremos, el Sin Rumbo fue un espacio de encuentro importante para los milongueros
y milongueras locales durante la década del 80, seguido en los 90 por la milonga que se realiza en el
Sunderland.
13 El primero se ubica en la calle Tamborini 6157 y el segundo en Lugones 3161.
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de la milonga del Sunderland se utiliza una cancha de básquet (en la que caben
alrededor de 400 personas).
Quienes se encargan de organizar la milonga en estos clubes suelen ser pare-
jas de milongueros (marido y mujer) mayores de 60 años, los cuales son colo-
quialmente identificados por el apellido de la familia (los Matera, los Dupáa,
los Rodríguez), aunque en los últimos años en el Sin Rumbo han comenzado a
colaborar en la organización algunos milongueros / as de edad intermedia. Men-
cionemos que la mayor parte del público que asiste a estos lugares – en muchos
casos desde hace considerables años – es gente de edad intermedia y avanzada,
y tan solo en los últimos años se observa una mayor afluencia y cantidad de
jóvenes participando. En efecto, como veremos a continuación, las pautas de
sociabilidad y de actuación que tienden a primar en estas milongas barriales
están fuertemente regidas por la autoridad, la opinión y los puntos de vista de
los milongueros más antiguos y establecidos.
Por su parte, la milonga del Club Sin Rumbo, tal como lo celebra un cartel
en la entrada a su salón, es también conocida por el nombre de “La catedral
del tango”. En particular, dentro del ámbito milonguero porteño, el Sin Rumbo
es identificado como un club con mucha “historia de tango”, un lugar que
se distingue de las demás milongas porteñas por haber sido frecuentado por
“legendarios” milongueros. En relación a ello, una nota periodística señala:
15 Esta narrativa construida en torno a los milongueros y las milongas de Villa Urquiza también es
reafirmada a través distintos ámbitos oficiales. Para el caso el barrio de Villa Urquiza, ha sido declarada
por la legislatura de la ciudad como la “capital del tango bailado” en el año 2011. Además, tanto la
milonga del Sin Rumbo como la del Sunderland fueron seleccionadas para formar parte del inventario
de seis milongas que realizó durante el año 2013 la UNESCO, con el propósito de promover la salva-
guardia de elementos vinculados a las milongas “tradicionales” de Buenos Aires. A su vez, como hemos
analizado en otros artículos (Morel 2011), el estilo de baile que algunos denominan Villa Urquiza suele
ser una referencia común en muchos de los competidores que participan de los campeonatos de baile
que organiza el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Mencionemos que para determinados milon-
gueros el así llamado “estilo Villa Urquiza” posee patrones de forma y repertorios de movimientos que
lo distinguen de otras modalidades de baile. A pesar de que existen muchas controversias en torno a
los rasgos “típicos”, este estilo se lo reafirma como una forma de baile en la que adquiere importancia
el hecho de “llevar el compás” y “mantener la elegancia” en el baile. A esto se agregan otros elementos
que suelen ser nombrados para caracterizarlo, mencionándose una mayor disposición a la ejecución de
“pasos largos”, presencia de momentos de pausa, prolijidad en la colocación y el movimiento de los
pies, utilización de muchos giros acompañados de figuras y secuencias complejas.
16 Con respecto a esta valoración que se tiene desde el extranjero, en ocasiones las personas que
asisten a estas milongas suelen mencionar el hecho de que fueron visitadas por distintos músicos reco-
nocidos y actores de cine internacionales.
17 Como afirma Augé, en cierto modo “El retorno al lugar es el recurso de aquel que frecuenta los no
lugares (y que sueña, por ejemplo, con una residencia secundaria arraigada en las profundidades del
terruño). Lugares y no lugares se oponen (o se atraen)…” (1993: 110).
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para observar lo que ocurre dentro de la pista. Además, en estas mesas suelen
estar los milongueros / as considerados / as con mayor reputación o aquellos / as
que son bailarines / as profesionales. En consecuencia, las mesas que están más
alejadas de la pista son utilizadas por las personas y grupos que no asisten tan
frecuentemente a la milonga.
Algo también característico de estas milongas barriales es que muchos de
los asistentes regulares se conocen interpersonalmente, de manera que durante
la noche la gente además de bailar despliega una intensa sociabilidad. Así,
por ejemplo, cuando las personas ingresan a la milonga y mientras se dirigen
a su mesa, es común que vayan saludando a lo largo del recorrido a sus redes
de amistad y conocidos. También es común ver grandes mesas con grupos de
amigos y amigas, así como se advierte la presencia de bailarines y profesores
que comparten la actividad de la noche junto a sus alumnos. En ocasiones,
los organizadores de estas milongas también suelen acercarse a las mesas para
saludar, conversar o bromear con los presentes. Además, es frecuente que los
habitués saluden y se relacionen de manera afectuosa con las personas que
trabajan en la milonga, sea el musicalizador, el mozo que los atiende o la per-
sona que se encarga del buffet.19 De esta manera, los grupos más antiguos y
establecidos (Elias 2000 [1994]) que participan de estos lugares, además de
la actividad de la danza propiamente, ejercitan una importante sociabilidad
19 Agreguemos que, además del organizador, otra figura importante que colabora en la realización del
evento es el musicalizador. El musicalizador es responsable de las selecciones musicales y del armado
de las distintas “tandas”, las cuales le imprimen un estilo propio al ambiente de la milonga.
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20 Cabe resaltar que a diferencia de las milongas del Sin Rumbo y el Sunderland, que organizan
bailes de tango desde las décadas del 80 y los 90, las dos milongas que analizamos en este apartado se
reactivaron, al menos de manera permanente, hace algunos pocos años.
21 La primera se ubica en la calle Pedro Morán 2446, en el barrio de Agronomía, y la segunda en la
calle Cesar Díaz 2453, en el barrio de Villa General Mitre.
MILONGAS BARRIALES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES… 531
22 Ver < http: / / lamilongadelmoran.blogspot.com.ar / > (última consulta en octubre del 2015).
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Figura 4 – Afiches que publicitan a la Milonga del Morán (Foto: Hernán Morel).
“ ‘El club está a 10 cuadras de donde nací y me crié, por eso conozco bien
el barrio – contó en charla con Télam Lavargata. Con Lucila, mi esposa,
damos clases de tango en Villa Urquiza y Parque Chas desde hace tres años,
y así surgieron las ganas de hacer una milonga por Agronomía, que convo-
que a los vecinos de barrios como Villa Pueyrredón, Saavedra, Villa Ortúzar,
todos muy tangueros y que creo que forman una zona única en el mundo’.
A partir de las charlas que mantuvieron con sus abuelos, con milongueros
de antes y con los socios más antiguos del club, los organizadores fueron
reconstruyendo una estética que hace que La Milonga del Morán se distinga
del resto porque toma elementos de otros tiempos y las trae al presente”.25
Ahora bien, ¿qué elementos “de otros tiempos” recuperan y “traen al pre-
sente” estos jóvenes organizadores? Por un lado, su propuesta incluye tanto un
reconocimiento al legado cultural de los “más antiguos”, aquellos “milongue-
ros de antes”, del mismo modo que también organizan distintas actividades
24 Por ejemplo, en el caso del Morán, la milonga posee un “padrino” representado en la figura de
Eduardo Pareja, un reconocido milonguero y vecino del barrio, con más de 80 años de edad, el cual solía
ir a bailar a este mismo club en sus años de juventud.
25 En < http: / / www.telam.com.ar / notas / 201307 / 25092-la-milonga-del-moran-celebra-con-tango-vi-
vo-barrial-y-popular.html >, 16 de julio de 2013 (última consulta en octubre 2016).
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estos distintos aspectos que retoman del pasado se establecen usos particulares
y estratégicos del mismo. Así, si en el caso de las milongas que se realizan en
Villa Urquiza se advierte un mayor dominio de los puntos de vista de los anti-
guos y más establecidos milongueros, en el caso de estas nuevas milongas estos
puntos de vista están en mayor grado mediados por los sentidos que le dan al
pasado los jóvenes organizadores. En efecto, este recambio generacional en los
organizadores favorece la puesta en marcha de procesos novedosos en términos
de los usos y las selecciones del pasado que se realizan.
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