Cuatro Aspectos de La Salvacion
Cuatro Aspectos de La Salvacion
Cuatro Aspectos de La Salvacion
“Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya
habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios” (1 Corintios 6:11). La salvación que Dios proporciona curará todos los
problemas que han sido creados por el pecado. Finalmente, restaurará todo lo que fue
perdido por Adán y aun más (Romanos 5:15-21) y nos hará de nuevo a la imagen de
Cristo (Romanos 8:29; 1 Juan 3:2). Este capítulo habla de cuatro aspectos
fundamentales de la salvación: la justificación, la regeneración, la adopción, y la
santificación. La Justificación La justificación es el hecho por el cual Dios declara
justo al pecador. El pecador no puede hacerse a sí mismo justo, mas Dios le considera
o cuenta como justo, sin considerar sus pecados pasados. La justificación es un
término legal que denota un cambio de posición con relación a Dios. La justificación
consta de dos elementos: (1) Dios perdona al pecador y le quita la culpa y la pena
asociadas con sus pecados (Romanos 4:6-8; 8:1). (2) Dios imputa (transfiere) al
pecador la justicia de Cristo, para que él pueda participar de todo lo que el Cristo
puro le da derecho a recibir debido a su justicia (Romanos 3:22; 4:3-5; 2 Corintios
5:20-21). Como resultado de esta doble obra, el hombre justificado es reconciliado
completamente con Dios (Romanos 5:1, 9-10) y adquiere el derecho a heredar todas
sus promesas, incluso la vida eterna (Romanos 5:9; 8:30; Gálatas 3:10-14; Tito 3:7).
La justificación que nos fue comprada por la sangre de Cristo tiene su origen en la
gracia de Dios: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Jesucristo, a quien Dios puso como propiciación por medio de la
fe en su sangre” (Romanos 3:24-25). Solo viene por fe en Jesucristo y no por las obras
de la ley: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la
ley” (Romanos 3:28); “Mas al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino
como deuda” (Romanos 4:5).
La sangre de Cristo representa su obra redentora total, lo que incluye su muerte (que
reunió los requisitos de la ley de Dios) y su resurrección (sin la cual su muerte no
habría tenido efecto). “Sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor
nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación” (Romanos 4:24-25). La gracia de Dios es la fuente de la justificación, la
sangre de Cristo (la muerte, la sepultura, y la resurrección) es la base de la
justificación, y la fe es la condición sobre la cual recibimos la justificación. Puesto que
la justificación viene por la fe, ocurre cuando una persona ejerce plenamente la fe
salvadora, que incluye la obediencia al evangelio (capítulo 2). Por tanto, la obra
completa de la justificación viene por la fe cuando uno se arrepiente, se bautiza en el
nombre de Jesús, y recibe el Espíritu Santo.
En 1 Corintios 6:9-10 Pablo enumeró diez categorías de personas injustas que no
heredarán el reino de Dios. Dijo a continuación: “Y esto erais algunos, mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del
Señor Jesús, y por el espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11). En otras palabras, la
justificación ocurrió cuando fueron bautizados en el nombre de Jesús y bautizados
con el Espíritu Santo. Aunque este versículo no menciona específicamente la palabra
bautismo, el Diccionario Smith de la Biblia dice que se refiere al bautismo:
“Generalmente se cree que aquí hay una alusión a ser bautizado en el nombre del
Señor Jesucristo. . . [La] referencia al bautismo parece incuestionable.” Un teólogo
bautista afirmó que, “La voz de erudición es unánime en afirmar la asociación con el
bautismo.” Un examen mas profundo sobre los propósitos del arrepentimiento, del
bautismo en agua, y del bautismo del Espíritu demuestra que la obra de la
justificación se desarrolla en los tres. En el arrepentimiento, el hombre y Dios
comienzan a formar una relación personal, lo que establece un fundamento para el
bautismo en agua y el bautismo del Espíritu. En el bautismo en agua, Dios perdona el
pecado (Hechos 2:38) que corresponde al primer elemento de la justificación. El
Espíritu Santo imparte la justicia de Cristo, porque el Espíritu es Cristo en nosotros:
“Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:4); “Mas vosotros no vivís según la
carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El. Pero si Cristo está en vosotros, el
cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la
justicia” (Romanos 8:9-10). El Espíritu que mora en nosotros nos da el derecho de
recibir la salvación futura (Romanos 8:11). Por medio del Espíritu quedamos
calificados para recibir las bendiciones y las promesas de Dios (Romanos 8:15-17;
Gálatas 3:14). En resumen, el bautismo del Espíritu corresponde al segundo elemento
de la justificación. La obra de la justificación empieza con el arrepentimiento inicial
de los pecados y se hace completa cuando uno es bautizado del agua y del Espíritu.
Por tanto, la justificación se puede considerar como una obra instantánea cuando se
completa el nuevo nacimiento. Sería incorrecto identificar a la justificación con un
solo aspecto del nuevo nacimiento, porque el nuevo nacimiento debe ser considerado
en conjunto como una sola obra. Sin embargo, en un cierto sentido, la justificación
está disponible en una base continua para los que cometen pecados después de la
experiencia del nuevo nacimiento y se arrepienten de ellos.
La Regeneración
La regeneración significa un nuevo nacimiento. Es más que una reforma de la vieja
naturaleza; el hombre regenerado recibe una naturaleza nueva y santa que tiene
poder sobre la naturaleza vieja y pecadora. El nuevo nacimiento incluye dos
elementos: (1) La destrucción del poder de la vieja naturaleza (2 Corintios 5:17) y (2)
La recepción de una nueva naturaleza que es realmente la naturaleza de Dios mismo
(Efesios 4:24; Colosenses 3:10; 2 Pedro 1:4). La nueva naturaleza trae un cambio de
deseos y actitudes (Efesios 4:23-32) y el poder para vivir una vida nueva (Hechos 1:8;
Romanos 8:4). El nuevo nacimiento no elimina la naturaleza pecaminosa. El cristiano
tiene dos naturalezas: la carne (la naturaleza pecaminosa o carnal) y el Espíritu. Si
anda conforme a los deseos de la carne o depende del poder de la carne, no puede
vivir una vida santa y victoriosa (Romanos 7:21-25; 8:12-13; Gálatas 5:19-21). Si anda
conforme al Espíritu, puede disfrutar de una vida de victoria sobre el pecado
(Romanos 8:1-4; Gálatas 5:22-23; 1 Juan 3:9). Nadie puede ser salvo sin la obra de la
regeneración en su vida (Juan 3:3-7; Gálatas 6:15). La regeneración tiene su origen en
la gracia de Dios (Juan 1:13; Tito 3:5; Santiago 1:18) y viene por la fe del individuo
(Juan 1:12-13). Somos engendrados (o concebidos) por la Palabra de Dios, es decir,
por el evangelio de Jesucristo (1 Corintios 4:15; Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23). El oír la
Palabra siembra la semilla de nuestra salvación, pero para que ésta pueda
desarrollarse en el nuevo nacimiento tenemos que responder con fe obedeciendo a
Hechos 2:38. En el arrepentimiento y el bautismo en agua, nuestro viejo hombre se
muere y es sepultado, significando esto que son destruidos nuestro viejo estilo de vida
y el dominio del pecado sobre nosotros (Romanos 6:1-7). El bautismo del Espíritu
Santo imparte la nueva naturaleza y el poder permanente de mantener muerto al
viejo hombre (Romanos 8:8-9, 13). Así entonces, el bautismo en agua y el bautismo del
Espíritu corresponden a los dos elementos de la regeneración, y los dos son parte del
nuevo nacimiento. La regeneración, entonces, ocurre en el momento en que nos
arrepentimos, somos bautizados en el nombre de Jesús, y recibimos el Espíritu Santo.
La obra de la regeneración nos beneficia a lo largo de nuestra vida cristiana al darnos
los deseos piadosos, la dirección espiritual, y el poder de vencer al pecado diariamente
La Adopción
La adopción es el hecho de escoger y de colocar a un niño dentro de una familia. La
regeneración indica que somos hijos de Dios por medio de un nuevo nacimiento
espiritual. La adopción significa que llegamos a ser los hijos adultos de Dios y
herederos de él por medio de una iniciativa consciente. La adopción, entonces, se
refiere a nuestra posición como hijos de Dios con todos los derechos asociados con ese
estado. En Gálatas 4:1-7, Pablo hizo un contraste entre la vida bajo la Ley antes de
Cristo y la vida en el Espíritu después de Cristo. Antes de la muerte de Cristo, la gente
vivía en la esclavitud al mundo. El pueblo de Dios vivía bajo sumisión a la Ley, así
como un niño que todavía no ha llegado a ser mayor de edad vive bajo el mando de
guardianes y tutores. Sin embargo, después de la obra redentora de Cristo, los hijos
de Dios llegaron a ser mayores de edad, recibieron el Espíritu de Cristo, y recibieron
el derecho a la herencia que Dios siempre había planeado para ellos. Pablo usó la
palabra adopción para describir este cambio de estado, puesto que una adopción
confiere derechos y privilegios para alguien que nunca antes los había disfrutado. En
Romanos 8:14-17, Pablo usó la analogía de la adopción de una manera algo diferente.
En nuestra conversión, fuimos adoptados en la familia de Dios y llegamos a ser
hermanos y hermanas menores del hombre Cristo. Como hijos adoptivos, obtenemos
todos los privilegios y derechos legales de un hijo nacido natural. Cristo es el unigénito
del Padre y el único que originalmente tenía derecho a ser un heredero, pero por la
adopción nosotros también llegamos a ser herederos del Padre y, por consiguiente,
coherederos con Jesucristo. Todavía no hemos heredado todos los beneficios de la
adopción. Todavía estamos esperando la revelación completa de nuestra posición
como hijos de Dios y la redención de nuestros cuerpos físicos (Romanos 8:23).
La adopción tiene su origen en la gracia y la elección de Dios (Efesios 1:4-5) y viene
por medio de la fe (Gálatas 3:26). Las Escrituras indican que la adopción ocurre por
medio del bautismo en agua y del bautismo del Espíritu, porque esto es lo que nos
coloca en la familia de Dios: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3:26-27); “Porque por un solo Espíritu fuimos
bautizados en un cuerpo” (1 Corintios 12:13); “Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de
adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15). El Espíritu es tanto
el agente de la adopción como el primer beneficio de la adopción.
Por tanto, la adopción en la familia de Dios, ocurre instantáneamente en el momento
del nuevo nacimiento. En un sentido, puesto que ya somos llamados los hijos de Dios,
es un evento pasado (1 Juan 3:1). Ya disfrutamos las primicias de nuestra herencia
que es el Espíritu de Dios (Romanos 8:23; Gálatas 4:6; Efesios 1:13-14), y tenemos la
certeza de una herencia futura. Sin embargo, en otro sentido la adopción es todavía
futura. Aún estamos esperando la revelación de nuestra posición ante toda la
creación, la redención de nuestros cuerpos, y la plenitud de nuestra herencia.
Recibiremos todas estas cosas cuando Cristo regrese.
La Santificación
La santificación significa literalmente la separación. En el contexto de nuestra
presente discusión, es básicamente equivalente a la santidad, lo cual significa la
separación del pecado y la consagración a Dios. En el nuevo nacimiento, Dios nos
separa del pecado (1 Corintios 6:11), pero esto es solo el comienzo del proceso. Dios
sigue obrando en nosotros para perfeccionarnos y hacernos santos. La Biblia enseña
que podemos alcanzar la madurez y la perfección en esta vida (2 Corintios 3:18; 7:1;
Efesios 4:11-15; 2 Pedro 3:18). Esta no es la perfección absoluta y sin pecado
ejemplificada por Jesucristo, sino una perfección relativa, porque la naturaleza
pecaminosa y la posibilidad de pecar aún moran en nosotros.
Todos podemos ser igualmente perfectos en un sentido relativo, aunque hayamos
alcanzado diferentes niveles en un sentido absoluto, tal como dos niños en etapas
diferentes de desarrollo pueden ser absolutamente normales y sanos. Dios evalúa
nuestras vidas tomando como base de dónde hemos venido, cuáles son nuestras
capacidades, qué es lo que El nos ha dado, y cuál es nuestro potencial (Mateo 13:23;
25:14-30). El espera que experimentemos un proceso de crecimiento (Marcos 4:26-29).
Si hemos nacido de nuevo, si crecemos a un ritmo apropiado en nuestra relación con
Dios, si usamos todo lo que Dios nos ha dado, si vivimos una vida arrepentida, y si
llegamos a parecernos progresivamente más y más a Jesucristo, podremos ser
perfectos ante sus ojos. La meta que El nos ha dado y que debemos esforzarnos por
alcanzar es la perfección absoluta (Mateo 5:48). Si nos sometemos al proceso de
santificación, finalmente Jesucristo en su venida nos transformará a la perfección
absoluta y pura (Filipenses 3:12-14; 1 Tesalonicenses 3:13; 1 Juan 3:2). Nuestra
santificación viene por gracia por medio de la fe, con base al sacrificio de Cristo
(Hechos 26:18; 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 10:10). La obra inicial de la
santificación sucede en el momento del arrepentimiento, del bautismo en agua, y del
bautismo del Espíritu (1 Corintios 6:11). La obra continua de la santificación viene
por la operación del Espíritu que mora en nosotros (2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro
1:2) cuando nosotros vivimos diariamente por la fe (Romanos 1:17). En resumen, la
santificación es un obra instantánea que ocurre cuando nacemos de nuevo, cuando
somos separados del pecado para Dios. La santificación continúa de manera
progresiva a lo largo de la vida cristiana y se hará completa cuando Cristo venga por
la iglesia.
El Plan Eterno de Salvación de Dios Romanos 8:28-30 describe cinco pasos en el plan
divino y eterno de salvación par la humanidad caída:
(2) La Predestinación. Ya que Dios sabía de antemano que habría esta reacción,
desde la fundación del mundo El planeó proveer la salvación por medio del
sacrificio expiatorio de Cristo (1 Pedro 1:18-20; Apocalipsis 13:8). Los que escogen
el plan de Dios son predestinados a ser conformes a la semejanza de Jesucristo. La
iglesia tiene el mandamiento de ser exitosa, pero cada individuo tiene que escoger
si va a ser parte o no de este plan preordenado.
(4) La Justificación. Dios entonces justifica a los que aceptan su llamamiento. Los
declara justos y esto les da el derecho a todos los beneficios de la salvación.
En resumen
Este capítulo ha investigado cuatro aspectos importantes de nuestra salvación: (1) la
justificación, el hecho por el cual Dios nos declara justos; (2) la regeneración, el hecho
por el cual nacemos de nuevo y recibimos una nueva naturaleza; (3) la adopción, el
hecho por el cual somos puestos en la familia de Dios y escogidos como sus herederos;
y (4) la santificación, el hecho por el cual somos separados del pecado, y el proceso por
el cual llegamos a ser realmente justos.
Todas estas obras de la salvación tienen su origen en la gracia de Dios, son adquiridas
por la sangre de Jesucristo, y llegan a nosotros por medio de la fe en Jesucristo.
Además, los cuatro ocurren cuando nos arrepentimos, nos bautizamos en el nombre
de Jesús, y somos llenos del Espíritu Santo. Entonces nuestro estudio ha reafirmado
dos verdades básicas: (1) La salvación es por gracia por medio de la fe y (2) tanto el
bautismo en agua como el bautismo del Espíritu son parte de la experiencia de la
salvación. La justificación, la regeneración, la adopción, y la obra inicial de la
santificación ocurren todas simultáneamente con la experiencia del nuevo nacimiento.
Las hemos descrito como obras instantáneas, en reconocimiento del hecho de que Dios
considera que el nuevo nacimiento es una sola cosa. Puesto que la Biblia enseña la
unidad del bautismo en agua y del bautismo del Espíritu (capítulo 4), creemos que la
obra no está completa hasta que ambos bautismos ocurran. El modelo normativo de
los Hechos es que ambos ocurren juntos (Hechos 2:38; 10:44-48; 19:1-6). Si la gente
tiene fe y es enseñada a esperar el bautismo del Espíritu en el momento del bautismo
en agua, sucederá así como sucedió en los días de los apóstoles. O ellos se bautizarán
en el nombre de Jesús y recibirán el Espíritu al subir de las aguas del bautismo
(Hechos 19:1-6), o recibirán el Espíritu e inmediatamente obedecerán el mandamiento
de ser bautizados en el nombre de Jesús (Hechos 10:44-48). En vista de esto, hemos
basado nuestra discusión en el caso típico de alguien que se arrepiente, es bautizado
en agua, y es bautizado con el Espíritu, todos al mismo tiempo. Es maravilloso ver
cómo Dios ha diseñado todo de tal forma, a fin de que se cumplan todos los distintos
aspectos de la salvación cuando obedecemos el mensaje sencillo de Juan 3:5 y Hechos
2:38.
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El Significado de un Nombre
El uso de nombres en los tiempos de la Biblia, especialmente en los días del Antiguo
Testamento, tenía mucha más importancia que hoy en día. La gente frecuentemente
usaba nombres para dar a conocer algo sobre las características, historia o naturaleza
de los individuos, y Dios hizo lo mismo. Entonces, Dios cambió el nombre de Abram
(padre exaltado) a Abraham (padre de una multitud), y el nombre de Jacob
(suplantador, engañoso) a Israel (él reinará como Dios). Aun en el Nuevo Testamento,
Jesús cambió el nombre de Simón (oyente) a Pedro (una roca). La Biblia Amplificada
(inglés) cita en una nota sobre 1. Reyes 8:43 del Diccionario Davis de la Biblia, el
Comentario de Ellicott sobre la Biblia Entera, y El Diccionario Nuevo de la Biblia
para indicar la importancia del nombre de Dios. “Conocer el nombre de Dios es
atestiguar la manifestación de esos atributos y aferrar aquel carácter que el nombre
denota . . . El nombre de Dios, es decir, su revelación personal . . . El nombre significa
la presencia activa de la persona en la plenitud del carácter revelado.” Los profesores
Flanders y Cresson, de la Universidad Baylor, declaran: “Para los antiguos, el nombre
es una parte de la persona, una extensión de la personalidad del individuo.” Dios usó
nombres como un medio de revelación personal progresiva. Por ejemplo, en Exodo
6:3 Dios dijo, “Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas
en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos”. Los versículos 4 al 8 hacen claro
que para Israel el significado del nombre Jehová estaba asociado con la redención y la
salvación. Sabemos que Abraham sí usó el nombre de Jehová (Génesis 22:14); sin
embargo, Dios no le dio a conocer la importancia plena de este nombre en su aspecto
redentivo. Pero en Exodo 6:3 Dios prometió revelarse a su pueblo de una manera
nueva. Es decir, El comenzó a asociar su nombre con una comprensión nueva de su
carácter y presencia.
Además de usar nombres para manifestar su carácter, Dios usó su nombre para
manifestar su presencia. En la dedicación del Templo, Salomón reconoció que Dios
era omnipresente y que ningún templo lo podría contener (1. Reyes 8:27). Ya que Dios
llena el universo, Salomón preguntó cómo el Templo, una estructura hecha por el
hombre, lo podría contener. Entonces él contestó su propia pregunta por recordarle a
Dios de su promesa: “Mi nombre estará allí” (1. Reyes 8:29). Aunque la
omnipresencia de Dios no podía ser restringida al Templo, sin embargo la plenitud de
su carácter representada por su nombre podía morar allí.
Salomón siguió orando “para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre”
(1. Reyes 8:43). Una vez más, esto vincula el nombre de Dios con una revelación de su
carácter. Dios mismo usó el concepto de su nombre para representar la revelación de
su naturaleza y poder. El le dijo a Faraón, “Y a la verdad yo te he puesto para
mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”
(Exodo 9:16).
A continuación, hay algunos otros puntos que demuestran la importancia que Dios
pone en su nombre:
3. Dios promete una bendición para aquellos que conocen su nombre (Salmo 91:14-
16). Hay una bendición para aquellos que piensan en su nombre (Malaquías 3:16).
Con la importancia del nombre en mente, examinemos algunos nombres usados por
Dios en el Antiguo Testamento.
En seguida hay una lista de las palabras principales usadas para designar a Dios en el
Antiguo Testamento.
Tabla 2 - Nombres de Dios en el Antiguo Testamento
Español Hebreo Ejemplo en la Escritura
1 Dios Elohim Génesis 1:1
2 Dios El Génesis 14:18
3 Dios Eloah Nehemías 9:17
4 Dios Elah (forma aramea) Daniel 2:18
5 Jehová YHWH (Yahvé) Génesis 15:2
6 JAH YH (Yah) Salmo 68:4
7 Señor Adon Josué 3:11
8 Señor Adonai Génesis 15:2
9 Yo Soy El que Soy Eheyeh asher Eheyeh Éxodo 3:14
10 Yo Soy Eheyeh Éxodo 3:14
11 El Dios Altísimo El-Elyon Génesis 14:18
12 El Dios que ve El-Roiy Génesis 16:13
13 Dios Todopoderoso El-Shaddai Génesis 17:1
14 Dios Eterno El-Olam Génesis 21:33
En algunas ocasiones, los traductores de las Escrituras han seguido una antigua
tradición judía de sustituir Adonai por YHWH cuando copiaban o leían las
Escrituras. Esta costumbre se desarrolló porque los judíos querían evitar tomar el
nombre de Dios en vano, lo que infringiría el Tercer Mandamiento (Exodo 20:7). Ellos
sentían que al repetir constantemente el nombre sagrado de Dios podrían comenzar a
tratarlo demasiado informal y ligeramente. El nombre de Dios era tan santo y sagrado
que ellos no se sentían dignos de usarlo.
Jesús y los apóstoles también siguieron esta costumbre. El Nuevo Testamento usa la
palabra griega kurios, que significa Señor, al citar escrituras del Antiguo Testamento
que contienen YHWH (Mateo 3:3; 4:7, etc.).
Dado que el hebreo antiguo no usaba vocales escritas y que los judíos dejaron de
pronunciar el nombre sagrado, nadie sabe cuál era la pronunciación original de
YHWH. Todo lo que tenemos son las cuatro letras hebreas (llamadas el
tetragrámaton) que son comúnmente transliterados como YHWH o JHVH y
pronunciados Yahvé (hebreo) o Jehová (español). Nosotros usaremos Jehová en el
resto del libro para conformarnos al español tradicional y al uso de la versión Reina-
Valera.
Tabla 3 - Los Nombres Compuestos de Jehová
Nombre Escritura Significado
1 Jehová-jiré Genesis 22:14 Jehová verá (p. ej., proveerá)
2 Jehová-rafa Éxodo 15:26 Jehová que sana
Jehová nuestra bandera (p. ej.,
3 Jehová-nisi Éxodo 17:15
victoria)
4 Jehová-m'kades Éxodo 31:13 Jehová que santifica
5 Jehová-salom Jueces 6:24 Jehová nuestra paz
Jehová de los ejércitos (p. ej.,
6 Jehová-sabaot 1. Samuel 1:3
omnipotente)
7 Jehová-elyón Salmo 7:17 Jehová el altísimo
8 Jehová-rá-a Salmo 23:1 Jehová es mi pastor
9 Jehová-hoseenu Salmo 95:6 Jehová nuestro hacedor
10 Jehová-sidkenu Jeremías 23:6 Jehová nuestra justicia
11 Jehová-sama Ezequiel 48:35 Jehová está presente
Hallamos que en el Antiguo Testamento, Dios dio a conocer más acerca de sí mismo
de una manera progresiva al surgir diversas necesidades en las vidas de los hombres,
y usó nombres para expresar esta revelación personal. Cuando Abraham necesitó un
cordero para sacrificar, Dios se reveló como Jehová-jiré, Jehová que provee. Cuando
Israel necesitaba liberación, Dios reveló que su nombre Jehová tenía una importancia
anteriormente desconocida respecto a liberación y salvación (Exodo 6:3-8). Cuando
Israel necesitaba protección de la enfermedad, Dios se reveló como Jehová-rafa,
Jehová que sana. Cuando Israel necesitaba victoria sobre los enemigos, Dios se reveló
como Jehová-nisi, Jehová nuestra bandera, p. ej. victoria. Así, los nombres y los
títulos descritos, sobre todo, dan a conocer aspectos importantes acerca de la
naturaleza de Dios.
El Nombre de Jesús
Cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios sí sació los anhelos de su pueblo y se
reveló en todo su poder y gloria mediante el nombre de Jesús. Jesús es el equivalente
griego del nombre hebreo diversamente traducido como Jesúa (Esdras 2:2), o Josué
(Exodo 17:9). Ambos Hechos 7:45 y Hebreos 4:8 demuestran que Jesús es el mismo
nombre que Josué.
Jesús es la culminación de todos los nombres de Dios, usados en el Antiguo
Testamento. Es el nombre más alto y exaltado que jamás ha sido revelado a la
humanidad. (Véase el Capítulo 4 para comprobar que Jesús cumple todos los once
nombres compuestos de Jehová que hemos enumerado.) El nombre de Jesús es el
nombre de Dios que El prometió dar a conocer cuando El dijo, “Por tanto, mi pueblo
sabrá mi nombre” (Isaías 52:6). Es el único nombre de Zacarías 14:9 que comprende e
incluye todos los otros nombres de Dios dentro de su significado.
A causa de la posición exaltada de este nombre, se nos exhorta a depender del nombre
de Jesús en todo lo que hacemos o decimos: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de
hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Colosenses 3:17). Nosotros
enseñamos y predicamos en el nombre de Jesús (Hechos 4:17-l8; 5:28). Echamos fuera
demonios, hablamos en lenguas, recibimos protección y poder sobrenatural, y oramos
por los enfermos — todo en el nombre de Jesús (Marco 16:17- 18; Santiago 5:14). Por
el nombre de Jesús son hechas señales y maravillas (Hechos 4:30). Oramos y hacemos
conocer las peticiones a Dios en el nombre de Jesús (Juan 14:13-14; 16:23). Nos
reunimos en el nombre de Jesús (Mateo 18:20). Bautizamos en el nombre de Jesús
(Hechos 2:38).
¿Significa esto que el nombre de Jesús es algún tipo de fórmula mágica? No. Para que
el nombre de Jesús sea eficaz nosotros debemos tener fe en su nombre (Hechos 3:16).
Debemos conocer a y tener fe en Aquel que es representado por ese nombre (Hechos
19:13-17). El nombre de Jesús es único, porque a diferencia de cualquier otro nombre,
representa la presencia de su dueño. Representa la presencia, el poder, y la obra de
Dios. Cuando nosotros invocamos con fe el nombre de Jesús, Jesús mismo se hace
presente y comienza a trabajar. El poder no viene del sonido del nombre, sino que
viene porque la pronunciación del nombre con fe, demuestra obediencia a la Palabra
de Dios y fe en la obra de Jesús. Cuando invocamos su nombre con fe, Jesús
manifiesta su presencia, realiza su obra, y suple la necesidad.
Por lo tanto, Dios se revela totalmente mediante el nombre de Jesús. Al punto tal que
cuando nosotros vemos, conocemos, honramos, creemos, y recibimos a Jesús; nosotros
vemos, conocemos, honramos, creemos, y recibimos a Dios Padre (Juan 5:23; 8:19;
12:44-45; 13:20; 14:7-9). Si negamos a Jesús, negamos al Padre (I Juan 2:23), pero si
usamos el nombre de Jesús glorificamos al Padre (Colosenses 3:17).
La Biblia predijo que el Mesías declararía el nombre de Jehová (Salmo 22:22; véase
Hebreos 2:12). Jesús afirmó que El había manifestado y declarado el nombre del
Padre (Juan 17:6, 26). Incluso, El heredó su nombre del Padre (Hebreos 1:4). ¿Como
manifestó y declaró Jesús el nombre del Padre? Lo hizo al revelar el significado del
nombre mediante las obras que El hizo, y que eran las obras de Jehová (Juan 14:10-
11). Así como en el Antiguo Testamento, Dios reveló progresivamente más sobre su
naturaleza y su nombre cuando respondió a las necesidades de su pueblo, así Jesús en
el Nuevo Testamento reveló plenamente la naturaleza y el nombre de Dios mediante
milagros, sanidades, al echar fuera demonios, y al perdonar pecados. Jesús declaró el
nombre del Padre a través de sus obras; porque por ellas El comprobó que El era
desde luego el Padre, el Jehová del Antiguo Testamento. (Compárese Isaías 35:4-6 con
Lucas 7:19-22.) Al demostrar el poder de Dios conforme a las profecías, El comprobó
que Jesús era el nombre del Padre.
RHEMA Y LOGOS
La riqueza que expresa el griego es evidente ha medida que profundizamos su estudio. Existe dos
palabras para traducir "palabra" en la Biblia. La primera es "logos", que comúnmente indica la
expresión de un idea completa pero a través del medio escrito. Contrastando con esto esta la
palabra "rhema", que suele referirse a algo dicho o hablado.
Cuando podemos entender esta diferencia hay muchas cosas que amplían su significado, por
ejemplo;
Rom. 10:8-9 "Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la "palabra", en tu boca y en tu corazón. Esta es la
palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo"
Cuando Pablo dice, cerca de ti está la palabra, no habla de la "Palabra escrita" sino de la palabra
revelada de Dios en nuestras vidas, esto es la palabra dicha.
Muchos de nosotros perdemos el verdadero sentido de un mensaje por no distinguir esta
diferencia.
Ef. 6:16-17 "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la "palabra"
de Dios" Es interesante notar que Pablo aquí menciona que la espada del Espíritu es la "palabra",
entendiendo que el vocablo original es "rhema". Dicho de otra forma, en nuestra lucha contra el
adversario se nos recomienda utilizar la palabra dicha o hablada, no la palabra escrita.
Muchas promesas que Dios nos da son "rhema", palabras frescas, reveladas y en muchos casos
exclusivas para una situación o persona.
En el Nuevo Testamento encontramos que el vocablo "Rhema" se utiliza en los siguientes versos:
Rhema
Mt. 12:36, 18:16, 27:14
Mr. 9:32, 14:72
Lc. 1:37, 1:38, 2:15, 2:29, 2:50, 3:2, 9:45, 18:34
Hch. 10:37, 28:25
Ro. 10:8
2Co. 13:1
Ef. 6:17
He. 6:5
1P. 1:25
Por otro lado, los versos en los que se menciona el vocablo "logos" son:
"logos"
Mt. 5:37, 28:15
Mr. 4:15
Lc. 4:332, 4:36, 5:15, 7:17, 8:11
Jn. 1:1, 1:14, 4:37, 6:60, 7:36, 8:37, 10:35, 12:38, 12:48, 14:24, 15:25,
17:17, 18:9, 18:32, 21:23
Hch. 6:5, 6:7, 11:22, 12:24, 13:15, 13:26, 13:49, 17:13, 19:20
Ro. 9:6, 9:9
1Co. 1:18, 2:4, 12:8, 14:36, 15:54
2Co. 1:18, 10:10
Ef. 4:29, 6:19
Col. 3:16, 4:6
1Tes. 1:8
2Tes. 3:1
1Ti. 1:15, 3:1, 4:9
2Ti. 2:9, 2:11, 2:17
Tit. 2:5, 3:8
He. 2:2, 4:2, 4:12, 4:13, 5:11, 7:28
1Jn. 1:10, 2:7, 2:14
Ap.19:13
Le sugerimos que revise los versos anteriores en algún momento, encontrará mucha riqueza.
entendiendo esto ahora apliquelo con la creacion del hombre en genesis 2:7 donde habla con
detalles como fue creado el hombre y haga un paralelo con lo que dice job 33:4 y proverbios 8:30 y
1ra corintios 1:24 y entonces podemos contestar con quien dijo Dios hagamos al hombre y lo de
juan 17:5 y 24 etendiendo esto
glorificame tu al lado tuyo con aquella gloria antes que el mundo fuese juan 17:5---- sabiduria
por que me has amado antes de la fundacion del mundo juan 17:24----sabiduria
juan 1:1 en el principio era el logos el logos era con Dios y el logos era Dios
en el principio era el rhema el rhema era con Dios y el rhema era Dios
en el principio era la sabiduria la sabiduria era con Dios Y la sabiduria era Dios
todas las cosas por el fueron hechas y sin el nada fue hecho juan 1:3 hebreos 1.3 rhema y logos
en el estaba la vida, y la vida era la lus de los hombres juan 1:4 el rhema y logos
Nota: Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia Reina Valera de 1909,
excepto las marcadas con un asterisco (*), que fueron tomadas de la Traducción del
Nuevo Mundo de las Santas Escrituras de 1985.
Supuesta Contradicción #1
¿Quién incitó a David a contar los hombres aptos para la guerra de Israel?
Supuesta Contradicción #2
Supuesta Contradicción #3
Supuesta Contradicción #4
¿Dios envió a Su profeta para que amenazara a David con cuántos años de hambruna?
Supuesta Contradicción #5
Supuesta Contradicción #6
Supuesta Contradicción #7
Supuesta Contradicción #8
¿Cuántos hombres mató de una sola vez el capitán de los poderosos soldados de David
con su lanza?
Supuesta Contradicción #9
¿Cuándo trajo David el Arca del Pacto a Jerusalén? ¿Antes o después de derrotar a los
Filisteos?
Siete (Génesis 7:2). Pero a pesar de ésta última instrucción , sólo dos pares
fueron introducidos en el Arca (Génesis 7:8-9)
Contradicción #11
¿En cuál año del reinado del Asa murió Baasa, rey de Israel?
Baasa aún estaba vivo durante el trigésimo sexto año (2 Crónicas 16:1)
¿Cuántos capataces designó Salomón para los trabajos de construcción del Templo?
¿De entre los israelitas liberados del cautiverio en Babilonia, cuántos eran hijos de
Pahath-moab?
Esdras 2:64 y Nehemías 7:66 coinciden en que el número total de toda la congregación
era 42.360. Aún así, la suma de las cantidades mencionadas por ambos no se acerca a
este total.
Pero Absalom tuvo solamente una hija y su nombre era Thamar (2 Samuel 14:27).
Pero los siete hijos de Zorobabel son los siguientes: Mesullam, Hananías, Selomith,
Hasuba, Ohel, Berequías, Hasadías y Jusabhesed (1 Crónicas 3:19-20). Los nombres
Abiud y Resa no encajan en ningún lugar.
(b) Pero un cuidadoso conteo de las generaciones revela sólo trece (Ver Mateo 1:12-16)
(b) No, ya que es un descendiente de Joacim (ver Mateo 1:11 y 1 Crónicas 3:16).
Joacim fue maldecido por Dios, de manera que ninguno de sus descendientes pudiera
sentarse en el trono de David (Jeremías 36:30 y 23:30)
“Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él”.
(b) En el río Jordán (Juan 1:42). Después de esto, Jesús decide ir a Galilea (Juan 1:43).
(a) Sí. Mateo 9:18 lo cita diciendo: “Mi hija acaba de morir…”
(b) No. Marcos 5:23 lo cita diciendo: “Mi hija está agonizando…”
Según el Evangelio de Juan, ¿qué fue lo que Jesús dijo acerca de dar testimonio de sí
mismo?
(b) No. Él entró en el Templo y miró alrededor, pero como era muy tarde no hizo nada.
En vez de eso, se fue a Bethania con sus discípulos a pasar la noche, y regresó la
mañana siguiente para purificar el Templo (Marcos 11:1-17)
Los evangelios dicen que Jesús maldijo a una higuera. ¿Se secó la misma
inmediatamente?
(a) Sí (Mateo 21:19)
(b) No. Judas no pudo acercarse lo suficiente a Jesús para besarlo (Juan 18:3-12)
(a) “No cantará el gallo de ninguna manera hasta que me hayas repudiado tres veces”
(Juan 13:38) *
(b) “…Hoy tú, sí, esta noche, antes de que un gallo cante dos veces, hasta tú me
repudiarás tres veces”* (Marcos 14:30). Cuando el gallo cantó una vez, las tres
negaciones aun no habían sido completadas (ver Marcos 14:72). Por lo tanto la
predicción (a) falló.
(b) No. Después que el velo se rasgara, Jesús, clamando a gran voz, dijo: “Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu”. Y habiendo dicho esto, expiró (Lucas 23:45-46)
(b) Sí. “Y sin parábola no les hablaba; mas a sus discípulos en particular declaraba
todo” (Marcos 4:34). Sus discípulos le dijeron: “¿Por qué les hablas por parábolas? Y él
respondiendo, les dijo: Por que a vosotros es concedido saber los misterios del reino de
los cielos; mas a ellos no es concedido” (Mateo 13:10-11).
Los evangelios nos dicen que dos ladrones fueron crucificados junto con Jesús. ¿Se
burlaron ambos ladrones de él?
(b) No. Uno de ellos se burló de él, el otro defendió a Jesús (Lucas 23:43)
(a) Sí. Él le dijo al ladrón que lo defendió: “De cierto te digo, que hoy estarás conmigo
en el paraíso” (Lucas 23:43)
(b) No. Él le dijo a María Magdalena dos días más tarde: “Deja de colgarte, porque aún
no he ascendido al Padre”* (Juan 20:17)
Cuando Pablo se encontraba camino a Damasco, vio una luz y escuchó una voz.
¿Escucharon la voz quienes estaban con él?
Cuando Pablo vio la luz cayó al suelo. ¿Cayeron también sus compañeros de viaje?
(b) No. La voz le ordenó a Pablo entrar en la ciudad de Damasco y que allí se le haría
saber que debía hacer. (Hechos 9:7 y 22:10)
Cuando los israelitas estuvieron en Sittim, fornicaron con las hijas de Moab. Dios los
azotó con una plaga. ¿Cuántas personas murieron en dicha plaga?
¿Qué hizo Judas con las piezas de plata que recibió por traicionar a Jesús?
(b) Arrojó todas las piezas de plata en el Templo y se marchó. Los sacerdotes no
pudieron echarlas en el tesoro del mismo porque era precio de sangre, así que las
utilizaron para comprar un campo para enterrar a los extranjeros (Mateo 27:5).
(a) Después de arrojar las piezas de plata en el Templo fue y se ahorcó (Mateo 27:5)
(a) Porque los sacerdotes lo compraron con precio (dinero) de sangre (Mateo 27:8)
(a) “Porque el Hijo del hombre [sic.] vino para… y dar su vida en rescate por muchos”
(Marcos 10:45). “…Jesucristo hombre; el cual se dio a sí mismo en precio del rescate
por todos…” (1 Timoteo 2:5-6)
(b) “El rescate del justo es el impío; y por los rectos, el prevaricador” (Proverbios 21:18
Supuesta Contradicción #64
(b) No. “…El mandamiento precedente, cierto se abroga por su flaqueza e inutilidad…”
(Hebreos 7:18)
(b) No. Era Herodías, la esposa de Herodes, quien deseaba matarlo. Pero Herodes sabía
que Juan era un varón justo y recto, a quien respetaba y mantenía a salvo (Marcos
6:20)
(b) Judas [hijo] de Santiago* (Lucas 6:12-16) ---La Reina Valera (RV1909) dice “…
Judas, hermano de Jacobo…”
(b) Antes. Antes de la fiesta de Pascua (Juan 13:1), Judas salió de noche (Juan 13:30).
Los otros discípulos pensaron que él estaba yendo a comprar lo necesario para la
comida de Pascua (Juan 13:29). Cuando Jesús fue arrestado, los judíos no entraron en
el pretorio de Pilato debido a que querían estar limpios para comer la Pascua (Juan
18:28). Cuando el veredicto en contra de Jesús fue pronunciado, era cerca de la sexta
hora del día de Preparación para la Pascua (Juan 19:14).
Según los evangelios que dicen que Jesús oró para evitar la cruz, ¿Cuántas veces se
apartó él de sus discípulos para orar?
(b) Una. Jesús se retiró a orar una sola vez y cuando volvió encontró a sus discípulos
dormidos, y mientras les recriminaba esto, llegaron sus captores (Lucas 22:39-46)
Mateo y Marcos coinciden en que Jesús se apartó y oró tres veces ¿Cuáles fueron las
palabras de su segunda oración?
(a) Marcos no menciona cuales fueron las palabras, pero dice que eran las mismas de la
primera oración (Marcos 14:39)
(b) Mateo las menciona, y podemos ver que no son las mismas de la primera oración
(Mateo 26:42)
Supuesta Contradicción #73
¿Cuando Jesús dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, en qué
idioma estaba hablando?
(a) Hebreo: las palabras son: “Eli, Eli, ¿lama sabachtani?” (Mateo 27:46)
(b) Arameo: las palabras son: “Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani?” (Marcos 15:34)
Según los evangelios ¿Cuáles fueron las últimas palabras de Jesús antes de morir?
(b) No. Él envió a algunos ancianos judíos y amigos para que lo hagan (Lucas 7:3 y 6)
(a) Dios le dijo a Adán que si comía el fruto del árbol prohibido moriría el mismo día
(Génesis 2:17)
(b) Adán comió el fruto y vivió una larga vida de 930 años (Génesis 5:5).
(a) Dios decidió que el tiempo de vida de los humanos debía ser limitado a 120 años
(Génesis 6:3)
e esta decisión vivieron más de 120años. Arpaxad vivió 438 años. Su hijo Sala, vivió
433 años. Su hijo Heber, vivió 464 años, etc. (Génesis 11:12-16).
Supuesta Contradicción #79
¿Quién era el sumo pontífice cuando David entró en la casa de Dios y comió el pan
consagrado?
¿Fue envuelto el cuerpo de Jesús en especias antes de sepultarlo, según las costumbres
fúnebres judías?
(b) No. Jesús fue envuelto simplemente en una sábana. Después las mujeres
compraron y prepararon especias “para venir a ungirle” (Marcos 16:1)
(a) Para ungir el cuerpo de Jesús con especias (Marcos 16:1 y Lucas 23:55 a 24:1)
(b) Para ver el sepulcro. Nada es mencionado acerca de las especias (Mateo 28:1)
(c) Sin motivo especial. En este evangelio se envolvió a Jesús en especias antes del
sábado (Juan 20:1)
Una gran piedra fue colocada en la entrada del sepulcro. ¿Dónde estaba la piedra
cuando las mujeres llegaron?
(a) Ellas vieron que la piedra “había sido removida” * (Marcos 16:4)
María Magdalena vio “la piedra quitada del sepulcro” (Juan 20:1)
(b) Cuando las mujeres se estaban acercando, un ángel descendió del cielo, removió la
piedra y conversó con ellas. Mateo hizo que las mujeres hayan presenciado la
espectacular remoción de la piedra (Mateo 28:1-6)
¿Le dijo alguien a las mujeres qué había pasado con el cuerpo de Jesús?
(a) Sí. “Un mancebo [un joven] cubierto con una larga ropa blanca” (Marcos16:5). “Dos
varones con vestiduras resplandecientes” que después son descritos como ángeles
(Lucas 24:4 y 24:23). Un ángel, aquel que había movido la piedra (Mateo 16:2). En cada
caso, a las mujeres se les dice que Jesús había resucitado (Mateo 28:7, Marcos 16:6 y
Lucas 24:5).
(b) No. María no se encontró con nadie y retornó diciendo: “Han llevado al Señor del
sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto” (Juan 20:2)
(a) María y las otras mujeres se encontraron con Jesús cuando volvían de su primera y
única visita al sepulcro. Ellas abrazaron sus pies y le adoraron (Mateo 28:9)
(b) En su segunda visita al sepulcro, María encontró a Jesús fuera del mismo. Cuando lo
vió no pudo reconocerlo. Ella lo confundió con el jardinero. María todavía pensaba que
el cuerpo de Jesús había sido llevado a alguna parte y demanda saber dónde. Pero
cuando Jesús dijo su nombre, ella lo reconoció de inmediato, llamándolo “Maestro”.
Jesús le dijo: “No me toques: porque aun no…” (Juan 20:11 a 17).
(b) “…ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios” (Juan 20:17)
(b) Después de, por lo menos, 40 días. Aquella noche los discípulos aún se encontraban
en Jerusalén (Lucas 24:33). Jesús se les apareció allí y les dijo: “…asentad en la ciudad
de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto” (Lucas 24:49). Él se les
apareció “por cuarenta días” (Hechos 1:3), y “les mandó que no se fuesen de Jerusalén,
sino que esperasen la promesa del Padre…” (Hechos 1:4).
(b) “…a Potiphar, eunuco de Faraón, capitán de los de la guardia.” (Génesis 37:36). La
traducción de los Testigos de Jehová no menciona la palabra “eunuco” sino “oficial”
c) José le dijo a sus hermanos: “Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para
Egipto” (Génesis 45:4)
(a) Sí. La Palabra del Señor vino a Samuel diciéndole: “De veras me pesa haber hecho
que Saúl reinara como rey…” * (1 Samuel 15:10-11)
(b) No. Dios “no mentirá, ni se arrepentirá: porque no es hombre para que se
arrepienta” (1 Samuel 15:29)
(c) Sí. “Jehová se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel” (1
Samuel 15:35). ¡Nótese que estas tres citas son todas del mismo libro y del mismo
capítulo! Además, la Biblia nos dice, en varias ocasiones, que Dios se arrepintió:
* “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo”
(Éxodo 32:14)
La Biblia nos dice que por cada milagro que Moisés y Aron realizaban, los magos de
Faraón contrarrestaban haciendo lo mismo mediante sus artes secretas. Uno de estos
milagros nos llama la atención:
(a) Moisés y Aron convirtieron toda el agua existente en Egipto en sangre (Éxodo
7:19,20 y 21)
(b) Los magos hicieron lo mismo (Éxodo 7:22). Esto es imposible, porque no habría
quedado agua para convertir en sangre.
(a) “Entonces tomó Saúl la espada, y echóse sobre ella…Así murió Saúl en aquel día…”
(1 Samuel 31:4-6)
(a) Sí. “no hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46. Ver también 2 Crónicas 6:36,
Proverbios 20:9, Eclesiastés 7:20 y 1 Juan 1:8-10)
(b) No. Los cristianos verdaderos no pueden pecar, porque son los hijos de Dios.
Todo aquel que crea que Jesús es el Cristo es un hijo de Dios (1 Juan 5:1).
“…que seamos llamados hijos de Dios…Muy amados, ahora somos hijos de Dios…” (1
Juan 3:1).
“Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no
puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9).
(c) Pero, nuevamente ¡Sí! “Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros” (1 Juan 1:8).
(a) “Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas
6:2)
(b) Once (Mateo 27:3-5 y Hechos 1:9-26, ver también Mateo 28:16, Marcos 16:14,
Lucas 24:9 y 24:33)
(b) El primer día después de su bautismo, Jesús seleccionó a dos de sus discípulos.
El tercer día Jesús se encontraba en una fiesta de matrimonio en Cana, Galilea (Juan
1:35, 1:43 y 2:1-11)
(b) No. La familia no escapó a ninguna parte. Ellos presentaron tranquilamente al niño
en el Templo de Jerusalén, según mandaban las tradiciones judías; y después de ésto,
retornaron a Galilea (Lucas 2:21-40)
Cuando Jesús caminó sobre las aguas ¿Cómo reaccionaron sus discípulos?
(a) Ellos lo adoraron diciéndole: “En verdad tú eres el Hijo de Dios” (Mateo 14:33)
(b) “[E]llos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban: Porque aún no
habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones”
(Marcos 6:51). La traducción de los Testigos de Jehová dice que el corazón de estos
“continuaba embotado e incapaz de entender…”
a- El Cristo NO dijo "en el nombre del Padre, y del Hijo y del espi-
ritu santo", sino que dice que sus discipulos prediquen el Evangelio
y hagan discipulos en todas las naciones.
b- Eusebio dijo bien claro en ese parrafo que esos discipulos
predicaron el Evangelio CON EL PODER DEL CRISTO, es decir, con
la AUTORIDAD O NOMBRE (que es lo mismo) del propio Cristo.
c- Por consiguiente, la frase "Id EN MI NOMBRE, y haced discipulos
entre las personas de todas las naciones." es totalmente correcta
teologicamente, ya que armoniza con la frase de predicar el
Evangelio con el poder o autoridad del Cristo.
4- En Hechos 2:38 el apostol Pedro dijo bien claro que cuando uno se
arrepiente y se bautiza en el nombre de Yeshu a, el Cristo, recibe el
perdon de los pecados y el don del espiritu santo. ¿Crees que Pedro
mentia?
5- Ya he dicho cuales son los "otros bautismos" falsos que no sirven para
nada. Me refiero al falso bautismo por aspersion, o a los falsos bautismos
practicados por otras sectas falsas, los cuales no son mas que
chapuzones para ingresar en alguna secta, pero no es el verdadero
bautismo PARA EL PERDON DE LOS PECADOS.
Capitulo 1 Mateo
Mat 1:1 Esta es la genealogía[1] de Yahshúa[2] Ha Mashíaj, hijo de David, hijo de Avraham:
Mat 1:2 Avraham fue el padre de Yitzjak, Yitzjak fue el padre de, Ya'akov fue el padre de Yahudáh
y sus hermanos,
Mat 1:3 Yahudáh fue el padre de Peretz y Zeraj (su madre fue Tamar), [3] Peretz fue el padre de
Hetzron, Hetzron fue el padre de Ram,
Mat 1:4 Ram fue el padre de Amminadav, Amminadav fue el padre de Najshon, Najshon fue el
padre de Salmon,
Mat 1:5 Salmon fue el padre de Boaz (su madre fue Rajav), [4] Boaz fue el padre de Oved (su madre
fue Rut), Oved fue el padre de Yishai,
Mat 1:6 Yishai fue el padre del rey David, David fue el padre de Shlomó (su madre fue la mujer de
Uriyah),[5]
Mat 1:7 Shlomó fue el padre de Rejaveam, Rejaveam fue el padre de Aviyah, Aviyah fue el padre
de Asa,
Mat 1:8 Asa fue el padre de Yehoshafat, Yehoshafat fue el padre de Yoram, Yoram fue el padre de
Uziyah,
Mat 1:9 Uziyah fue el padre de Yotam, Yotam fue el padre de Ajaz, Ajaz fue el padre de Hizkiyah,
Mat 1:10 Hizkiyah fue el padre de Menasheh, Menasheh fue el padre de Amón, Amón fue el padre
de Yoshiyah,
Mat 1:11 Yoshiyah fue el padre de Yejanyah [Koniyah, Yehoyajim] [6]y sus hermanos en el tiempo
del exilio a Bavel.
Mat 1:12 Después del exilio Babilónico, Yejanyah fue el padre de Shealtiel, Shealtiel fue el padre
de Zerubavel,
Mat 1:13 Zerubavel fue el padre de Avihud, Avihud fue el padre Avner, Avner fue el padre de
Elyakim,[7] Elyakim fue el padre de Azur,
Mat 1:14 Azur fue el padre de Tzadok, Tzadok fue el padre de Yajin, Yajin fue el padre de Elijud,
Mat 1:15 Elijud fue el padre de Eleazar, Eleazar fue el padre de Mattan, Mattan fue el padre de
Ya'akov
Mat 1:16 Ya'akov fue el padre de Yosef, el esposo de Miryam, de quien nació Yahshúa, quien fue
llamado el Mashíaj.
Mat 1:17 De manera que hubo catorce generaciones desde Avraham a David; catorce
generaciones desde David al exilio Babilónico; Y catorce generaciones desde el exilio
Babilónico al Mashíaj.
Mat 1:18 Esta es la forma que el nacimiento de Yahshúa se llevó a cabo. Cuando su madre Miryam
estaba comprometida con Yosef, antes de que ellos se casaran, se halló que estaba
embarazada por obra del Ruaj HaKodesh.
Mat 1:19 Su futuro esposo, Yosef, era un hombre justo; así que hizo planes para romper el
compromiso secretamente, antes de ponerla en deshonra pública.
Mat 1:20 Pero mientras él pensaba esto, un malaj de YAHWEH se le apareció en un sueño, y dijo:
"Yosef, hijo de David, no tengas temor de llevarte a Miryam a tu casa como tu esposa; porque
lo que ha sido concebido en ella, del Ruaj HaKodesh es.
Mat 1:21 Ella dará a luz un hijo, y tú le llamarás Yahshúa, [que quiere decir 'YAHWEHsalva,']
porque El salvará a su pueblo de sus pecados."
Mat 1:22 Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que YAHWEH había dicho por medio del
profeta:
Mat 1:23 "La virgen[8] concebirá y dará a luz un hijo, y ellos[9] le llamaran Immanu'El.[10]"[Is
7:14]
(El Nombre significa, "Elohim con nosotros.")
Mat 1:24 Cuando Yosef despertó, hizo lo que el Malaj de YAHWEH le había dicho; llevó a Miryam a
su hogar para que fuera su esposa,
Mat 1:25 pero no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que dio a luz a su hijo, y le llamó
Yahshúa.
mateo 28 :19
Capitulo 28
Mat 28:1 Después del Shabbat, hacia el amanecer del Primer Día, Miryam de Magdala y la otra
Miryam fueron a ver el sepulcro.[185]
Mat 28:2 De repente, hubo un gran terremoto; porque un malaj de YAHWEH descendió del cielo,
removió la piedra y se sentó sobre ella.
Mat 28:3 Su aspecto era ( Is 26.19). como un relámpago, y su ropa blanca como la nieve.
Mat 28:4 Los guardias se pusieron tan atemorizados de El, que temblaban y se quedaron como
hombres muertos.
Mat 28:5 El malaj le dijo a las mujeres: "No tengan temor, yo sé que están buscando a Yahshúa, el
que fue ejecutado en la estaca.
Mat 28:6 ¡No está aquí, porque ha sido resucitado, tal como El dijo! Vengan y miren el lugar donde
yacía.
Mat 28:7 Después vayan deprisa a decirle a todos los talmidim: 'El ha sid o resucitado de entre los
muertos, y ahora va a Galil delante de ustedes; allí le verán.' Ahora, ya se los he dicho."
Mat 28:8 Así que dejaron el sepulcro deprisa, atemorizadas, pero llenas de alegría; y corrieron a
darle las Buenas Noticias a los talmidim.
Mat 28:9 De repente, Yahshúa las alcanzó, y les dijo: "¡Shalom aleijem!" Ellas agarraron sus pies,
cuando cayeron en tierra delante de El.
Mat 28:10 Entonces Yahshúa les dijo: "¡No tengan temor!" Vayan y digan a mis hermanos que
vayan a Galil, y los veré allá."
Mat 28:11 Mientras iban, algunos de los guardias fueron a la ciudad, y reportaron a los
principales kohanim todo lo que había ocurrido.
Mat 28:12 Entonces se reunieron con los ancianos; y después de discutir el asunto, dieron una
cantidad de dinero considerable a los soldados;
Mat 28:13 y les dijeron: "Digan a la gente: 'Sus talmidim vinieron durante la noche y se robaron el
cuerpo mientras dormíamos.'
Mat 28:14 Si el gobernador oye de esto, nosotros aclararemos la cuestión con él, y no tendrán
ningún problema."
Mat 28:15 Los soldados tomaron el dinero e hicieron tal como les habían dicho, y esta historia ha
sido divulgada por los Judíos hasta hoy mismo.
Mat 28:16 Así que los once talmidim fueron al monte en Galil, donde Yahshúa les había dicho que
fueran.
Mat 28:17 Cuando ellos le vieron, se postraron delante de El; pero algunos vacilaron.
Mat 28:18 Yahshúa se acercó y habló con ellos, diciendo: "Toda autoridad en el cielo y en la tierra
me ha sido dada.
Mat 28:19 Por lo tanto, vayan a hacer talmidim a gente de todas las naciones,[186]dándoles la
inmersión en i Nombre.[187] Mat 28:20 ¡Y enséñenles a obedecer todo lo que les he
ordenado! Yo estaré con ustedes, sí, hasta el fin de la época."[188]
PADRE, HIJO, Y ESPÍRITU SANTO
“Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis,
porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16-17).
El Capítulo 4 discutió el concepto bíblico del Hijo. En este capítulo examinamos el
significado de los términos Padre y Espíritu Santo en relación a Dios. También
exploramos las relaciones y las distinciones entre los tres términos Padre, Hijo y
Espíritu Santo. ¿Identifican estos términos a tres personas distintas o personalidades
en la Deidad? ¿O indican tres diversos papeles, modos, funciones, u oficios a través de
los cuales El Dios santo funciona y se revela?
El Padre
El término “Dios Padre” es bíblico y refiere a Dios mismo (Gálatas 1:1-4). Dios es el
Padre; El no es simplemente Padre del Hijo, sino el Padre de toda la creación
(Malaquitas 2:10; Hebreos 12:9). El es también nuestro Padre por causa del nuevo
nacimiento (Romanos 8:14-16). El título Padre indica una relación entre Dios y el
hombre, particularmente entre Dios y su Hijo y entre Dios y el hombre regenerado.
Jesús enseñó muchas veces que Dios es nuestro Padre (Mateo 5:16, 45, 48). El nos
enseñó a orar así, “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9). Por supuesto,
Jesús como hombre tenía una relación adicional con Dios en un sentido que ningún
otro ha tenido. El era el único Hijo engendrado del Padre (Juan 3:16), el único que fue
concebido realmente por el Espíritu de Dios y el único que tenía la plenitud de Dios
sin medida. La Biblia indica claramente que hay solamente un Padre (Malaquías 2:10;
Efesios 4:6). También enseña claramente que Jesús es el Padre (Isaías 9:6; Juan
10:30). El Espíritu que moraba en el Hijo de Dios no era ningún otro que el Padre Es
importante observar que el nombre del Padre es Jesús, porque este nombre revela y
expresa completamente al Padre. En Juan 5:43, Jesús dijo, “Yo he venido en nombre
de mi Padre.” Según Hebreos 1:4, el Hijo “heredó más excelente nombre.” Es decir, el
Hijo heredó el nombre de su Padre. Por lo tanto entendemos por qué Jesús dijo que El
manifestó y declaró el nombre del Padre (Juan 17:6, 26). El cumplió la profecía del
Antiguo Testamento que anuncio que el Mesías declararía el nombre del Jehová
(Salmo 22:22; Hebreos 2:12). ¿En qué nombre vino el Hijo? ¿Qué nombre obtuvo El
por herencia de su Padre? ¿Qué nombre manifestó el Hijo? La respuesta es evidente.
El único nombre que él utilizaba era el nombre de Jesús, el nombre de su Padre. El
Hijo Básicamente, el término “Hijo de Dios” refiere a Dios manifestado en carne en la
persona de Jesucristo para la salvación de la humanidad. El nombre del Hijo es Jesús:
“Y dará a luz un Hijo, y llamarás su nombre JESÚS” (Mateo 1:21). Puesto que Padre
se refiere únicamente a la Deidad, mientras que “Hijo de Dios” se refiere a la Deidad
encarnada en la humanidad, no creemos que el Padre es el Hijo. La distinción es
clara. Nosotros podemos decir que el Hijo murió, pero no podemos decir que el Padre
murió. La Deidad en el Hijo es el Padre. Aunque no creemos que el Padre es el Hijo,
creemos que el Padre está en el Hijo (Juan 14:10). Dado que Jesús es el nombre del
Hijo de Dios, en cuanto a su Deidad como Padre y en cuanto a su humanidad como
Hijo, es el nombre de los dos, del Padre y del Hijo.
El Espíritu Santo El Espíritu santo es simplemente Dios. Dios es santo (Levítico
11:44; 1. Pedro 1:16). De hecho, El solo es santo en sí Mismo. Dios también es Espíritu
(Juan 4:24), y hay solamente un Espíritu de Dios (1. Corintios 12:11; Efesios 4:4). Por
lo tanto, “Espíritu Santo” es otro término para el único Dios.
Que el Espíritu santo es Dios es evidente de una comparación de Hechos 5:3 con 5:4 y
de una comparación de 1. Corintios 3:16 con 6:19. Estos pasajes identifican al Espíritu
Santo con Dios mismo. No podemos limitar los términos “Espíritu Santo,” o “Espíritu
de Dios” al Nuevo Testamento, ni podemos así limitar las acciones o las
manifestaciones de Dios que esos términos describen. Encontramos al Espíritu
mencionado a través del Antiguo Testamento comenzando con Génesis 1:2. Pedro nos
dice que los profetas de la antigüedad eran movidos por el Espíritu Santo (2. Pedro
1:21). Si el Espíritu Santo es simplemente Dios, ¿por qué hay una necesidad de usar
este término? La razón es que enfatiza un aspecto particular de Dios. Enfatiza que El
Espíritu santo, omnipresente, e invisible obra entre todos los hombres de cualquier
parte y puede llenar los corazones de los hombres. Cuando hablamos del Espíritu
Santo, estamos recordando la obra invisible de Dios entre los hombres y su capacidad
de ungir, bautizar, llenar, y morar en medio de las vidas humanas. El término habla
de Dios en actividad: “y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
(Génesis 1:2). Se refiere a Dios obrando entre la humanidad para regenerar la
naturaleza caída del hombre y permitirle hacer la voluntad sobrenatural de Dios en el
mundo. Nosotros observamos que el Espíritu es el agente en el nuevo nacimiento
(Juan 3:5; Tito 3:5). Puesto que el Espíritu Santo es Dios mismo, utilizamos
correctamente el pronombre El para hacer referencia al Espíritu. Utilizamos a
menudo “Espíritu Santo” como una forma abreviada “del bautismo (o don) del
Espíritu Santo,” y en tales casos es apropiado utilizar el pronombre El como sustituto.
Sin embargo cuando hacemos esto, debemos recordar siempre que el Espíritu Santo es
Dios y no simplemente una fuerza o un líquido sin inteligencia. Los siguientes
versículos de la Escritura revelan que el Espíritu Santo no es una fuerza que no tiene
inteligencia, sino que es en realidad Dios Mismo: Hechos 5:3-4, 9; 20:23, 28; 21:11.
El Espíritu es revelado y es recibido por medio del nombre de Jesús. Él no es una
persona distinta con una identidad distinta que viene en otro nombre. Jesús dijo, “el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre. . .” (Juan
14:26). Entonces, el Espíritu Santo viene en el nombre de Jesús. El Padre es el
Espíritu SantoEl único Dios es el Padre de todos, es santo, y es el Espíritu. Por lo
tanto, los títulos Padre y Espíritu Santo describen al mismo Ser. Para decirlo de otra
manera, el único Dios puede cumplir simultáneamente los dos papeles de Padre y de
Espíritu Santo, y lo hace. Las Escrituras dan testimonio de esto.
1) Juan 3:16 dice que Dios es el Padre de Jesucristo, y Jesús se refirió al Padre como
su propio Padre muchas veces (Juan 5:17-18). Sin embargo Mateo 1:18-20 y Lucas
1:35 revelan claramente que el Espíritu Santo es el Padre de Jesucristo. Según estos
versículos de la Escritura, Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y
consecuentemente nació como el Hijo de Dios. El que efectúa la concepción es el
Padre. Puesto que todos los versículos de la Escritura que se refieren a la concepción
del Hijo de Dios, hablan del Espíritu Santo como el agente de la concepción, es
evidente que el Padre del cuerpo humano es el Espíritu; solamente es razonable
concluir que el Espíritu Santo es el Padre de Jesucristo, el Hijo de Dios.
2) Joel 2:27-29 registra las palabras de Jehová Dios: “derramaré mi Espíritu sobre
toda carne.” Pedro aplicó este versículo de la Escritura, al bautismo del Espíritu
Santo en el día de Pentecostés (Hechos 2:1-4, 16-18). Así el Espíritu Santo es el
Espíritu de Jehová Dios del Antiguo Testamento. Puesto que hay un solo Espíritu,
obviamente el Espíritu de Jehová debe ser el Espíritu Santo.
2. Dios Padre vivifica (da vida) a los muertos (Romanos 4:17; 1. Timoteo 6:13), sin
embargo, el Espíritu lo va a hacer (Romanos 8:11).
3. El Espíritu nos adopta, lo cual significa que El es nuestro Padre (Romanos 8:15-
16).
4. El Espíritu Santo llena la vida de un cristiano (Juan 14:17; Hechos 4:31), sin
embargo, el Espíritu del Padre llena los corazones (Efesios 3:14-16). Es el Padre que
vive en nosotros (Juan 14:23).
5. El Espíritu Santo es nuestro Consolador (Juan 14:26, (en el griego, parakletos).
Con todo, Dios Padre es el Dios de toda consolación (paraklesis) quién nos conforta
(parakaleo) en toda nuestra tribulación (2. Corintios 1:3-4).
6. El Espíritu nos santifica (1. Pedro 1:2), sin embargo, el Padre nos santifica (Judas
1).
7. Toda la Escritura es dada por la inspiración de Dios (2. Timoteo 3:16), sin
embargo, el Espíritu Santo inspiraba a los profetas del Antiguo Testamento (2. Pedro
1:21).
8. Nuestros cuerpos son templos de Dios (1. Corintios 3:16-17), sin embargo somos
templos del Espíritu Santo (1. Corintios 6:19).
9. El Espíritu del Padre nos dará palabras para decir en tiempos de persecución
(Mateo 10:20), pero el Espíritu Santo también lo hará (Marcos 13:11).
De todos estos versículos de la Escritura, concluimos que Padre y Espíritu Santo son
simplemente dos descripciones diferentes del único Dios. Los dos términos describen
al mismo Ser, pero enfatizan o enfocan diversos aspectos, papeles, o funciones que El
posee. La Deidad de Jesucristo es el PadreLa Deidad residente en Jesucristo no es
ninguna otra que el Padre. En otras palabras, el Espíritu que está en el Hijo es el
Padre. (Véase la sección, “Jesús es el Padre,” en el Capítulo 4 para una discusión
completa de este punto.) La Deidad de Jesucristo es el Espíritu Santo
El Espíritu Santo se llama el Espíritu de Jesucristo (Filipenses 1:19), y el Espíritu del
Hijo (Gálatas 4:6). 2. Corintios 3:17 dice del Espíritu, “El Señor es el Espíritu.” En
breve, el Espíritu que es residente en Jesucristo no es ningún otro que el Espíritu
Santo. El Espíritu en el Hijo es el Espíritu Santo.
A continuación hay algunos versículos de la Escritura, que son paralelos, y que
revelan aun más que el Espíritu de Cristo es el Espíritu Santo.
1. El Espíritu de Cristo estaba en los profetas de la antigüedad (1. Pedro 1:10-11), sin
embargo sabemos que el Espíritu Santo se movía en ellos (2. Pedro 1:21).
2. Jesús levantará al creyente de la muerte (Juan 6:40), sin embargo, el Espíritu
vivificará (dará vida) a los muertos (Romanos 8:11).
3. El Espíritu levantó a Cristo de los muertos (Romanos 8:9-11), sin embargo, Jesús
dijo que El se levantaría a sí mismo de los muertos (Juan 2:19-21).
4. Juan 14:16 dice que el Padre enviaría a otro Consolador, a saber, el Espíritu Santo,
pero en Juan 14:18 Jesús dijo, “no os dejaré huérfanos: vendré a vosotros.” En otras
palabras, el otro Consolador es Jesús en otra forma — en el Espíritu más bien que en
la carne. Jesús explicó esto en el versículo 17, diciendo que el Consolador ya estaba
con los discípulos, pero que pronto estaría en ellos. En otras palabras, el Espíritu
Santo estaba con ellos en la persona de Jesucristo, pero el Espíritu Santo, el Espíritu
de Jesucristo, pronto estaría en ellos. Jesús explicó este punto aun más en Juan 16:7,
diciendo que El tenía que irse o sino el Consolador no vendría. ¿Por qué? Porque
mientras Jesús estuviera presente con ellos en la carne El no estaría presente
espiritualmente en sus corazones, pero después de que El se marchara físicamente,
enviaría a su propio Espíritu para estar con ellos.
5. El Espíritu Santo mora en los corazones de los Cristianos (Juan 14:16), sin
embargo, Jesús prometió que El habitaría con sus seguidores hasta el fin del mundo
(Mateo 28:20). De igual manera, los creyentes se llenan del Espíritu Santo (Hechos
2:4, 38), sin embargo, es Cristo quien mora en nosotros (Colosenses 1:27).
6. Efesios 3:16-17 dice que cuando tenemos el Espíritu en el hombre interno, tenemos
a Cristo en nuestros corazones.
7. Cristo santifica a la iglesia (Efesios 5:26), pero esto lo hace el Espíritu (1. Pedro
1:2).
8. El Espíritu Santo es el parakletos prometido en Juan 14:26 (la palabra griega
traducida “Consolador”), sin embargo, Jesús es nuestro parakletos en 1. Juan 2:1 (la
misma palabra griega traducida “abogado”). Debemos observar que el mismo escritor
humano — el Apóstol Juan — escribió ambos versículos, entonces él estaba enterado
del paralelo.
10. El Espíritu Santo nos dará las palabras que debemos decir en épocas de
persecución (Marcos 13:11), sin embargo Jesús dijo que El haría lo mismo (Lucas
21:15). Padre, Hijo, y Espíritu Santo Está claro que los términos Padre, Hijo, y
Espíritu Santo no pueden significar tres personas, personalidades, voluntades, o seres
distintos. Pueden denotar solamente diversos aspectos o papeles de un ser espiritual —
el único Dios. Ellos describen las relaciones de Dios para con el hombre, no a personas
en una Deidad. Usamos Padre para enfatizar los papeles de Dios como Creador, Padre
de espíritus, Padre de los creyentes nacidos de nuevo, y Padre de la humanidad de
Jesucristo. Usamos Hijo para significar tanto la humanidad de Jesucristo como a Dios
manifestado en la carne con el propósito de dar salvación del hombre. Usamos
Espíritu Santo para enfatizar el poder activo de Dios en el mundo y entre los hombres,
particularmente su obra en la regeneración.
Debemos observar que estos tres títulos no son los únicos que Dios tiene. Hay otros
muchos títulos o nombres para Dios que son muy significativos y aparecen con
frecuencia en la Biblia, incluyendo términos tales como Jehová, Señor, Verbo, Dios
Omnipotente, y el Santo de Israel. La creencia en la Unicidad no niega al Padre, ni al
Hijo, ni al Espíritu Santo, pero sí refuta la idea de que estos términos denotan a
personas en la Deidad. Dios tiene muchos títulos, pero El es un Ser. En cuanto a su
existencia El es indivisible, pero en su revelación de sí mismo a la humanidad se ha
expresado a través de muchos canales, incluyendo su revelación como el Padre, en el
Hijo, y como el Espíritu Santo. Efesios 3:14-17, que hemos usado varias veces en este
capítulo, demuestra que el Padre, el Espíritu, y Cristo son uno en el sentido apenas
descrito. “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé,
conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones . . .”
Así entonces, este pasaje identifica al Espíritu en el corazón de un Cristiano como el
Espíritu del Padre y también como a Cristo. El Padre, Cristo, y el Espíritu todos se
refieren al único Dios indivisible. ¿Qué de los pasajes de Escritura que parecen
describir a más de una persona en la Deidad? Estos pasajes aparentemente describen
a más de una persona en la Deidad, pero esto es debido a los años en que los han
usado los que creen en más de una persona en la Deidad. Cuando una persona limpia
su mente de todas las interpretaciones, connotaciones, y doctrinas de los hombres, y
puede ver estos versículos a través de los ojos de los escritores originales (quienes eran
judíos monoteístas devotos), entenderá que estos versículos describen ya sea los
atributos y papeles múltiples de Dios o la doble naturaleza de Jesucristo. (Para ver un
comentario de los versículos particulares de la Escritura en este aspecto, véanse los
Capítulo 7, Capítulo 8, y Capítulo 9). Solamente hay dos versículos de toda la Biblia
entera que mencionan al Padre, al Hijo (o Verbo), y al Espíritu Santo de una manera
que podría sugerir tres personas o un significado especial del número tres en lo
referente a la Deidad. Ellos son Mateo 28:19 y 1. Juan 5:7. Sin embargo, ambos
pasajes presentan unos problemas serios para la opinión trinitaria Mateo 28:19 “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”En este pasaje, Jesús ordenó a sus discípulos
bautizar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Sin embargo, este
versículo de Escritura no enseña que Padre, Hijo, y Espíritu Santo son tres personas
distintas. En cambio, enseña que los títulos Padre, Hijo, y Espíritu Santo identifican a
un nombre y por lo tanto a un ser. El versículo expresamente dice “en el nombre,” no
“en los nombres.” Para contestar a cualquier duda de que la distinción singular –
plural es significativa o que fue planeada deliberadamente por Dios, necesitamos
solamente leer Gálatas 3:16, donde Pablo enfatiza el significado singular de la frase
“tu simiente” de Génesis 22:18. Muchos eruditos trinitarios han reconocido por lo
menos parcialmente el significado del singular en Mateo 28:19. Por ejemplo, el
profesor presbiteriano, James Buswell, dice, “el ‘nombre,’ no los ‘nombres’ del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo en el cual debemos ser bautizados, debe entenderse
como Yahweh, el nombre del Dios Trino.” [1] Su discernimiento del singular está
correcto, aunque su identificación del nombre singular es errado. Jehová o Yahweh
era el nombre revelado de Dios en el Antiguo Testamento, pero Jesús es el nombre
revelado de Dios en el Nuevo Testamento. Sin embargo, el nombre de Jesús incluye a
Jehová puesto que Jesús significa Jehová-Salvador.
Padre, Hijo, y Espíritu Santo todos describen al único Dios, entonces la frase en Mateo
28:19 describe simplemente el único nombre del único Dios. El Antiguo Testamento
prometió que vendría una época en que Jehová tendría un solo nombre y que ese
único nombre se daría a conocer (Zacarías 14:9; Isaías 52:6). Sabemos que el único
nombre de Mateo 28:19 es Jesús, porque Jesús es el nombre del Padre (Juan 5:43;
Hebreos 1:4), del Hijo (Mateo 1:21), y del Espíritu Santo (Juan 14:26). La iglesia del
Nuevo Testamento asumía esto como la verdad, porque ellos bautizaban en el nombre
de Jesucristo (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 1. Corintios 1:13). Mateo mismo endosó
esta interpretación estando en pié con Pedro y con los otros apóstoles durante el
sermón en el cual Pedro mandó a la gente a que se bautizaran en el nombre de
Jesucristo (Hechos 2:14-38).
Algunos dicen que las referencias de los Hechos no significan que en realidad el
nombre de Jesús fue pronunciado oralmente como parte de la fórmula bautismal. Sin
embargo, esto parece ser una tentativa de torcer el lenguaje para conformarse con
una doctrina errónea y una práctica equivocada. Hechos 22:16 dice, “Levántate y
bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.” Por lo tanto este versículo de la
Escritura indica que el nombre de Jesús era invocado en el bautismo. Santiago 2:7
dice, “¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” La frase
griega indica que ese nombre fue invocado sobre los cristianos en un tiempo
específico. La Biblia Amplificada dice, “Que no son ellos quien blasfemaron ese
precioso nombre en el cual fuisteis distinguidos y llamados (el nombre de Cristo
invocado en el bautismo)?” Para un ejemplo de lo que significa “en el nombre de
Jesús”, solamente tenemos que ver la historia de la sanidad del hombre cojo en
Hechos 3. Jesús dijo que debíamos orar por los enfermos en su nombre (Marcos
16:17-18), y Pedro dijo que el nombre de Jesús curó al hombre cojo (Hechos 4:10).
¿Cómo sucedió esto? Pedro pronunció realmente las palabras, “en el nombre de
Jesucristo” (Hechos 3:6). El nombre de Jesús invocado con fe produjo el resultado. El
nombre significa poder o autoridad, pero este significado no detrae del hecho de que
Pedro invocó oralmente el nombre de Jesús para efectuar la sanidad. Si los numerosos
pasajes de la Escritura en los Hechos que se refieren al bautismo en agua en el
nombre Jesús no describen una fórmula bautismal, entonces es igualmente verdadero
que Mateo 28:19 no indica una fórmula. Esta interpretación dejaría a la iglesia sin
una fórmula bautismal para hacer una distinción entre el bautismo Cristiano, el
bautismo de los prosélitos judíos, y el bautismo pagano. Pero el Señor no nos dejó sin
una fórmula bautismal; la iglesia cumplió correctamente las instrucciones que Jesús
dio en Mateo 28:19 cuando los apóstoles usaron el nombre de Jesús en el bautismo en
agua. Muchas enciclopedias e historiadores de la iglesia convienen que la fórmula
bautismal original en la antigua historia de la iglesia era “en el nombre de Jesús.” Por
ejemplo, el profesor Luterano Otto Heick dice, “El primer bautismo fue administrado
en el nombre de Jesús, pero gradualmente en el nombre del Dios Trino: Padre, Hijo y
Espíritu.” [2] Esto no fue un resbalón de la pluma, porque más adelante él reafirmó su
opinión: “En el principio el bautismo se hacía en el nombre de Cristo.” [3] La
interpretación del único nombre de Mateo 28:19 como Jesús, halla más apoyo en la
descripción completa de los acontecimientos de los cuales este versículo es una parte.
En Mateo 28:18-19, Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo, y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre . . .”
En otras palabras, Jesús dijo, “Yo tengo todo el poder, entonces bauticen en mi
nombre.” Se torcería la lógica del pasaje si se leyera como, “tengo todo el poder,
entonces bauticen en los nombres de tres personas distintas.” En los otros relatos de la
Gran Comisión, el nombre de Jesús figura prominentemente (Marcos 16:17; Lucas
24:47). Lo que escribió Mateo “del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,” lo que
escribió Marcos “en mi nombre,” y lo que escribió Lucas “en su nombre,” todo se
refiere al nombre de Jesús.
Debemos recordar que el bautismo en agua es administrado debido a nuestra vida
pasada de pecado; es para “perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Puesto que el
nombre de Jesús es el único nombre salvador (Hechos 4:12), es lógico que el nombre
se use en el bautismo. Jesús mismo relacionó el perdón de pecados con su nombre: “y
que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).
Mateo 28:19 no enseña a tres personas en un Dios, pero da tres títulos de Dios, los
cuales se aplican correctamente a Jesucristo. Estos títulos resumen los diferentes
papeles de Dios o modos de su revelación; por su referencia singular al “nombre,” se
enfoca sobre el único nombre de Dios revelado en el Nuevo Testamento. Ese nombre
es Jesús. Luz adicional para la interpretación de que el nombre de Dios es Jesús, viene
de una comparación de Apocalipsis 14:1 con 22:3-4. Hay un solo nombre para el
Padre, para Dios, y para el Cordero. El Cordero es Jesús, entonces Jesús es el nombre
de Dios y del Padre. 1 Juan 5:7“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el
Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.”
Aunque este verso de Escritura es usado a menudo por los que creen en tres personas
de Dios, realmente refuta esa idea, porque dice que “estos tres son uno.” Algunos
interpretan esta frase para significar uno en unidad, tal como un hombre y su esposa
son uno. Pero debe ser precisado que ésta idea es esencialmente politeísta. Si la
palabra uno se refiere a la unidad en vez de a la designación numérica, entonces se
puede ver a la Deidad como a muchos dioses en un concilio o gobierno unido. Si
significaba la unidad, el versículo debía haberse leído, “Estos tres convienen como
uno.” También es interesante observar que este versículo no usa la palabra Hijo, sino
Verbo. Si Hijo era el nombre especial de una persona distinta en la Deidad, y si este
versículo intentaba enseñar que había personas distintas, ¿por qué usó Verbo en vez
de Hijo? Hijo no se refiere primariamente a la Deidad, pero Verbo sí. El Verbo no es
una persona distinta al Padre, así como un hombre y su palabra no son personas
distintas. Al contrario, el Verbo es el pensamiento o el plan en la mente de Dios y
también es la expresión de Dios.
De una manera similar, el Espíritu Santo no es una persona distinta al Padre así como
un hombre y su espíritu no son personas distintas. El Espíritu Santo solamente
describe lo que es Dios. 1. de Juan 5:7 dice que los tres dan testimonio en el cielo; es
decir, Dios se ha presentado a sí mismo en tres modos de actividad o se ha revelado a
sí mismo de tres maneras. El tiene por lo menos tres papeles celestiales: Padre, Verbo
(no Hijo), y Espíritu Santo. Además, estos tres papeles describen al único Dios: “estos
tres son uno.” Acabamos de explicar 1. Juan 5:7 de una manera consistente con el
resto de la Escritura. Sin embargo, ¡hay un acuerdo prácticamente unánime entre los
eruditos bíblicos de que este versículo realmente no forma parte de la Biblia! Todas
las traducciones mayores al idioma inglés, desde la versión King James (KJV) la han
omitido, incluso la Revisad Standard Versión, The Amplified Bible, y la New
Internacional Versión. También lo omite el texto griego generalmente aceptado (el
texto Nestle). La New Internacional Versión presenta 1. Juan 5:7-8 así: “Porque hay
tres que testifican: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres están de acuerdo.” La
KJV incluyó el versículo 7, solamente porque la edición del texto griego de 1522,
compilado por Erasmo, la incluía. Originalmente, Erasmo había excluido este pasaje
de sus ediciones de 1516 y 1519 porque no se hallaba en cualquiera de 5000
manuscritos griegos, sino solamente en manuscritos recientes de la Vulgata — la
versión en latín que usaba en ese entonces la Iglesia Católica Romana. Cuando la
iglesia Católica presionó a Erasmo a incluir este versículo, él prometió hacerlo si ellos
podían hallar aun un solo manuscrito griego que lo tuviera. Por fin produjeron uno, y
entonces Erasmo con renuencia incluyó el versículo, aunque el manuscrito producido
fechaba de 1520. (Véase a Norman Geisler y William Nix, Una Introducción General a
la Biblia [A General Introduction to the Bible], Chicago: Moody Press, 1968, p. 370.)
Por esta evidencia, parece ser creíble que algún copista sobremanera extremista vio
“tres son los que dan testimonio” y decidió injertar un poco de su propia enseñanza.
Por cierto, el pasaje en cuestión no se relaciona en nada al resto de la discusión aquí
de Juan, e interrumpe el flujo de su propio argumento lógico Aunque toda la
evidencia indica que este pasaje no formaba parte original de 1 Juan, Dios tuvo su
mano de protección y preservación sobre su Palabra. A pesar de los esfuerzos del
hombre, Dios no permitió que el pasaje contradijera su Palabra. Sea que una persona
crea o no que 1. Juan 5:7 era originalmente parte de la Biblia o que fue una
interpolación más reciente, no enseña tres personas de Dios sino que afirma más bien
la enseñanza de la Biblia de un solo Dios indivisible con varias manifestaciones. ¿Dios
Se Limita A Tres Manifestaciones? En este capítulo hemos discutido tres prominentes
manifestaciones de Dios. ¿Significa esto que Dios está limitado a estos tres papeles?
¿Abarcan los términos Padre, Hijo, y Espíritu Santo todo lo que es Dios? A pesar de
la prominencia que estas manifestaciones tienen en el plan de redención y salvación
del Nuevo Testamento, no parece que Dios puede ser limitado a éstos tres papeles,
títulos, o manifestaciones. Dios se manifestó a sí mismo de muchas maneras en el
Antiguo Testamento. El se reveló a sí mismo en muchas teofanías, incluso en formas
humanas y angélicas. (Véase el Capítulo 2). La Biblia usa otros muchos nombres y
títulos de Dios. Por ejemplo, Jehová y Señor aparecen con frecuencia en la Biblia. Dios
también se ha revelado al hombre en otras muchas relaciones. Por ejemplo, El es Rey,
Señor, Novio, Marido, Hermano, Apóstol, Sumo sacerdote, Cordero, Pastor, y Verbo.
Mientras que Padre, Hijo, y Espíritu Santo representan tres papeles, títulos, o
manifestaciones importantes de Dios, Dios no está limitado a estos tres. El número tres
tampoco tiene un significado especial con respecto a Dios. Una explicación popular de
Padre, Hijo, y Espíritu Santo es que hay un Dios que se ha revelado como Padre en la
creación, Hijo en la redención, y Espíritu Santo en la regeneración. El reconocimiento
de estas tres manifestaciones no implica que Dios esté limitado a tres manifestaciones
o que existan tres distinciones en la naturaleza de Dios. Además, no hay una distinción
total entre una manifestación y otras. Por ejemplo, Dios era el Espíritu Santo en la
creación y usó su papel como Espíritu en la creación (Génesis 1:2). Además, Dios usó
su papel como Hijo — es decir, El dependió de su plan para la filiación futura — en la
creación (Hebreos 1:2). (Véase la discusión acerca del Hijo y de la creación en el
Capítulo 5 y la discusión de Génesis 1:26 en el Capítulo 7). Dios es nuestro Padre en la
regeneración así como en la creación, porque por medio del nuevo nacimiento
llegamos a ser los hijos espirituales de Dios.
No podemos confinar a Dios a tres o a ningún otro número de papeles y títulos
específicos. Tampoco podemos dividirle agudamente porque El es uno. Incluso sus
títulos y papeles se transponen entre sí. El puede manifestarse a sí mismo de muchas
maneras, pero El es un Ser y solamente uno. Entonces ¿Cómo podemos tratar a Dios
de una manera que describa todo lo que El es? ¿Qué nombre incluye los muchos
papeles y atributos de Dios? Por supuesto, podríamos usar simplemente el término
Dios o el nombre Jehová del Antiguo Testamento. Sin embargo, tenemos un nuevo
nombre que nos ha sido revelado — el nombre de Jesús. Cuando usamos el nombre de
Jesús, abarcamos todo lo que es Dios. Jesús es Padre, Hijo, y Espíritu. Jesús resume
todos los nombres compuestos de Jehová. Jesús es todo lo que es Dios. Cualquier
papel o manifestación que Dios tiene, están contenidos en Jesús (Colosenses 2:9).
Podemos usar el nombre de Jesús para Dios mismo, porque denota la totalidad del
carácter, de los atributos, y de la auto-revelación de Dios.
Conclusión
La Biblia habla de Padre, Hijo, y Espíritu Santo como diversas manifestaciones,
papeles, modos, títulos, atributos, relaciones con el hombre, o funciones del único
Dios; pero no se refiere a Padre, Hijo, y Espíritu Santo como a tres personas,
personalidades, voluntades, mentes, o dioses. Dios es el Padre de todos nosotros y de
una manera única el Padre del hombre Jesucristo. Dios se manifestó a sí mismo en
carne en la persona de Jesucristo, llamado el Hijo de Dios. Dios también se llama el
Espíritu Santo, lo que enfatiza su actividad en las vidas y en los asuntos de la
humanidad. Dios no se limita a estas tres manifestaciones; sin embargo, en la
revelación gloriosa del único Dios, el Nuevo Testamento no se desvía del monoteísmo
estricto del Antiguo Testamento. En cambio, la Biblia presenta a Jesús como el Padre,
el Hijo, y el Espíritu Santo. Jesús no es la manifestación de una de tres personas en la
Deidad, sino que El es la encarnación del Padre, el Jehová del Antiguo Testamento. A
la verdad, en Jesús habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
MALAS INTERPRETACIONES
En los capítulos anteriores presentamos las verdades básicas acerca de Dios. Hemos
aseverado que El es esencialmente uno y que la plenitud de Dios habita en Jesús. En
este capítulo consideraremos algunos pasajes del Antiguo Testamento que algunos
trinitarios usan intentando contradecir estas verdades básicas. Examinaremos estas
referencias para demostrar que no contradicen el resto de la Biblia, sino que
armonizan con ella. En este capítulo harán lo mismo para algunos versículos de la
Escritura en el Nuevo Testamento.
Elohim
La palabra que comúnmente se usa más en el hebreo para referirse Dios es Elohim.
Esta es la palabra original en casi todo pasaje del Antiguo Testamento donde vemos la
palabra Dios en el español. Es la forma plural de la palabra hebrea Eloah, que
significa Dios o Deidad. La mayoría de los eruditos concuerdan en que el uso de la
palabra plural Elohim indica la grandeza de Dios o sus múltiples atributos; no implica
una pluralidad de personas o personalidades. Los judíos ciertamente no interpretan la
forma plural como algo que compromete su fuerte monoteísmo. Flanders y Cresson
explican que el uso plural en el hebreo tiene cierta función fuera de indicar
pluralidad: “La forma de la palabra, Elohim, es plural. Los hebreos pluralizaban los
sustantivos para expresar grandeza o majestad.” La misma Biblia revela que la única
manera de entender la forma plural de Elohim es que expresa la majestad de Dios y
no una pluralidad en la Deidad, por su énfasis en dos puntos. Su insistencia en un solo
Dios y por su uso de Elohim en situaciones que definitivamente representan solo una
persona o personalidad. Por ejemplo, Elohim identifica la manifestación singular de
Dios en forma humana a Jacob (Génesis 32:30). Los israelitas usaron la palabra
elohim para el becerro de oro que hicieron el desierto (Exodo 32:1, 4, 8, 23, 31), pero
sin embargo el relato bíblico indica claramente que había solo un becerro de oro
(Exodo 32:4, 5, 8, 19-20, 24, 35). El Antiguo Testamento usa con frecuencia la
palabra elohim para dioses paganos singulares como Baal-berit (Jueces 8:33), Quemos
(Jueces 11:24), Dagón (Jueces 16:23), Baal-zebub (II Reyes 1:2-3), y Nisroc (II Reyes
19:37). La Biblia aun le aplica la palabra elohim a Jesucristo (Salmo 45:6; Zacarías
12:8-10; 14:5), y nadie sugiere que hay una pluralidad de personas en Jesús. Entonces
la palabra Elohim no indica tres personas en la Deidad. Solo un ser llamado Elohim
luchó con Jacob, solo un becerro de oro fue llamado elohim, y solo un Señor Jesucristo
es Dios manifestado en carne.
Génesis 1:26
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen.” ¿Por qué usa este
versículo un pronombre plural para Dios? Antes de contestar, notemos que la Biblia
usa pronombres singulares para Dios cientos de veces. El próximo versículo usa el
sentido singular para demostrar cómo Dios cumplió el versículo 26: “Y creó Dios al
hombre a su imagen” (Génesis 1:27). Génesis 2:7 dice, “Entonces Jehová Dios formó
al hombre.” Debemos entonces reconciliar la forma plural en 1:26 con la forma
singular en 1:27 y 2:7. Debemos también mirar a la criatura imagen de Dios, que es el
hombre. Prescindiendo de cómo identificamos los varios componentes que forman un
hombre, un hombre definitivamente tiene una sola personalidad y voluntad. El es una
sola persona en toda manera. Esto indica que el Creador a cuya imagen el hombre fue
hecho es también un solo ser con una sola personalidad y voluntad. Cualquier
interpretación de Génesis 1:26 que permite la existencia de más de una persona de
Dios se encontrará con serias dificultades. Isaías 44:24 dice que solo Jehová creó los
cielos, y que creó la tierra por sí mismo. De acuerdo a Malaquías 2:10, había
solamente un Creador. Además, si la forma plural en Génesis 1:26 se refiere al Hijo de
Dios, ¿cómo reconciliamos esto con el registro bíblico de que el Hijo no nació sino
hasta por lo menos cuatro mil años después en Belén? El Hijo fue nacido de una
mujer (Gálatas 4:4); si el Hijo estaba presente en el principio, ¿quién era su madre? Si
el Hijo es un ser espiritual, ¿quién era su madre espiritual? Ya que Génesis 1:26 no
puede significar dos o más personas en la deidad, ¿qué significa? Los judíos lo han
interpretado tradicionalmente con el significado de que Dios habló con los ángeles en
la creación. Esto no implica que los ángeles tomaron realmente parte en la creación,
sino que Dios les informó acerca de sus planes y solicitó sus comentarios por cortesía y
respeto. Por lo menos, en una ocasión más, Dios habló con los ángeles y solicitó sus
opiniones al formular sus planes (1. Reyes 22:19-22). Y sabemos que los ángeles
estaban presentes en la creación (Job 38:4-7).
Otros comentaristas han sugerido que Génesis 1:26, simplemente describe a Dios
tomando consejo de su propia voluntad. Efesios 1:11 apoya este punto de vista,
diciendo que Dios obra todas las cosas “según el designio de su voluntad.” Por
analogía, esto es semejante a un hombre que dice “Vamos a ver” aun cuando está
formulando sus planes a solas. Otros explican la pluralidad en este pasaje como una
pluralidad majestuosa o literaria. Es decir, en la escritura u oración formal, el orador
o el escritor frecuentemente se refiere a sí mismo en la forma plural, especialmente si
el orador es de posición real. Se pueden citar ejemplos bíblicos de la forma plural
para ilustrar esta costumbre. Por ejemplo, Daniel le dijo al Rey Nabucodonosor, “la
interpretación de él diremos en presencia del rey” aunque solo Daniel procedió a darle
la interpretación al rey (Daniel 2:36). El rey Artajerjes, en su correspondencia,
alternó entre referirse a sí mismo en la forma singular y la forma plural. Una vez, él
escribió, “La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí” (Esdras
4:18). En una carta a Esdras, Artajerjes dijo de sí mismo “mí” en un lugar (Esdras
7:13) pero “os hacemos” en otro lugar (7:24).
El uso de la forma plural en Génesis 1:26, también puede ser semejante a la forma
plural Elohim en que denota la grandeza y majestad de Dios o los múltiples atributos
de Dios. En otras palabras, el pronombre plural concuerda con y se sustituye por el
sustantivo plural Elohim. Aun otra explicación, es que este pasaje describe la
presciencia de Dios acerca de la futura llegada del Hijo, muy semejante a los pasajes
proféticos de los Salmos. Debemos darnos cuenta de que Dios no vive en el tiempo. Sus
planes le son reales, aunque están en lo que nos concierne a nosotros, en el futuro. El
llama las cosas que no son como si fuesen (Romanos 4:17). Para El, un día es como mil
años y mil años son como un día (2. Pedro 3:8). Su plan —el Verbo— existió desde el
principio en la mente de Dios (Juan 1:1). En lo concierne a Dios, el Cordero fue
inmolado antes de la fundación del mundo (1. Pedro 1:19-20; Apocalipsis 13:8). No es
sorprendente que Dios pudiera transcurrir visualmente los corredores del tiempo y
dirigir una declaración profética al Hijo. Romanos 5:14 dice que Adán era una figura
de Aquel que había de venir, es decir, Jesucristo. Cuando Dios creó a Adán, El ya
había pensado de la Encarnación y creó a Adán con aquel pensamiento en
mente. Desarrollando esta idea un poco más, Hebreos 1:1-2 dice que Dios hizo el
universo por el Hijo. ¿Cómo podría ser esto, Dado que el Hijo no entró en existencia
sino hasta un punto del tiempo mucho más tarde que la creación? (Hebreos 1:5-6).
(Véase el Capítulo 5). Para citar en paráfrasis a John Miller (citado en el Capítulo 5),
Dios usó el papel de Hijo para hacer el mundo. Es decir, El basó todo en la futura
llegada de Cristo. Aunque El no tomó la humanidad hasta que llegó el cumplimiento
del tiempo, El la utilizó y actuó sobre ella desde el principio. El creó al hombre a
imagen del futuro Hijo de Dios, y creó al hombre sabiendo que aunque el hombre
pecaría, el futuro papel de Hijo proveería un medio de salvación. Dios creó al hombre
para que el hombre le amara y le adorara (Isaías 43:7; Apocalipsis 4:11). Sin
embargo, por razón de su presciencia Dios supo que el hombre caería en el pecado.
Esto derrotaría el propósito de Dios al crear al hombre. Si el futuro solo consistía en
esto, entonces Dios jamás habría creado al hombre. Sin embargo, Dios tenía en su
mente el plan para la Encarnación y el plan de la salvación mediante la muerte
propiciatoria de Cristo. Entonces, aunque Dios supo que el hombre pecaría, supo
también que mediante el Hijo de Dios el hombre podría ser restaurado y podría
cumplir con el propósito original de Dios. Es aparente entonces, que cuando Dios creó
al hombre, El tenía en mente la futura llegada del Hijo. Es en este sentido que Dios
creó los mundos por medio del Hijo o usando al Hijo, pues sin el Hijo, el propósito
entero de Dios de crear al hombre hubiera fracasado. En resumen, Génesis 1:26 no
puede significar una pluralidad en la Deidad, pues eso contradiría a las demás
Escrituras. Hemos ofrecido varias explicaciones armonizantes. (1) Los judíos y
muchos cristianos lo consideran como una referencia a los ángeles. Muchos otros
cristianos lo consideran como (2) una descripción de Dios tomando consejo de su
propia voluntad, (3) una pluralidad majestuosa o literaria, (4) un pronombre que
simplemente concuerda con el sustantivo Elohim, o (5) una referencia profética a la
futura manifestación del Hijo de Dios. Otros Pronombres Plurales En el Antiguo
Testamento, hay unas cuantas veces cuando Dios usó pronombres plurales, por
ejemplo, Génesis 3:22, 11:7, e Isaías 6:8. Una lectura de estos versículos de la
Escritura demostrará que pueden fácilmente significar Dios y los ángeles (los tres
versículos) o posiblemente Dios y los justos (Isaías 6:8). Cualquiera de las primeras
cuatro explicaciones dadas para Génesis 1:26 podría explicar adecuadamente el uso
plural en estos pasajes. El Significado de Uno (Hebreo, Echad) Sin claudicar, la Biblia
declara que Dios es uno (Deuteronomio 6:4). Algunos trinitarios sugieren que uno con
respecto a Dios significa uno en unidad o armonía en vez de absolutamente uno en
valor numérico. Ellos apelan a la palabra hebrea echad para apoyar esta teoría,
palabra que la Biblia usa para expresar el concepto de un solo Dios. La palabra
aparentemente puede significar de igual manera uno en unidad y uno numéricamente,
pues Strong la defiene como “unido, primeramente uno.” Ejemplos bíblicos del uso de
la palabra en el sentido de absoluta singularidad numérica nos ayudan a entender:
una lista de reyes cananitas, cada cual designado por la palabra echad (Josué 12:9-
24); el profeta Micaías (1. Reyes 22:8); Abraham (Ezequiel 33:24); una lista de
puertas, cada cual designada por echad (Ezequiel 48:31-34); y el ángel Miguel (Daniel
10:13). Por cierto, en cada uno de estos casos echad significa uno en valor numérico.
En vista de los muchos pasajes del Antiguo Testamento que describen en términos
inequívocos la absoluta unicidad de Dios (véase el Capítulo 1, en especial las
referencias escriturales en Isaías), es evidente que echad, cuando se usa respecto a
Dios, sí significa la absoluta unicidad numérica de su Ser. En el extremo de que echad
sí transmitiera un concepto de unidad o armonía, connotaría una unidad o armonía
de los múltiples atributos de Dios, y no una unión cooperativa de personas separadas.
Si echad no significa uno en número, entonces no tenemos defensa alguna contra el
politeísmo, pues tres (o más) dioses separados podrían ser uno en mente y propósito.
Sin embargo, la intención del Antiguo Testamento es claramente la de negar el
politeísmo, y sí usa echad para significar uno en valor numérico. Las Teofanía Una
teofanía es una manifestación visible de Dios (Véase el Capítulo 2). Ya que Dios es
omnipresente, El puede manifestarse en el mismo momento a diferentes personas en
diferentes lugares. No se requiere de un concepto de más de un solo Dios para explicar
alguna de las teofanías; el único Dios puede manifestarse en cualquier forma, en
cualquier tiempo y en cualquier lugar. Analicemos teofanías específicas o supuestas
teofanías que se usan frecuentemente para apoyar el concepto de una Deidad
compuesta de múltiples personas. Aparición a Abraham Génesis 18:1 dice que Jehová
apareció a Abraham en las llanuras de Mamre. El versículo 2 dice que Abraham miró
y vio a tres hombres. Algunos trinitarios intentan usar a estos tres “hombres” para
comprobar la existencia de una trinidad de Dios. Sin embargo, el versículo 22 revela
que dos de los “hombres” dejaron a Abraham y partieron hacia Sodoma, pero Jehová
permaneció un tiempo más para hablar con Abraham. ¿Quienes eran los otros dos
hombres? Génesis 19:1 dice que dos ángeles llegaron a Sodoma esa tarde. Claramente,
las tres manifestaciones humanas que aparecieron a Abraham
eran Jehová y dos de sus ángeles.
EL VERBO DE DIOS
El Verbo de Dios Nadie puede mantener con seriedad que en el Antiguo Testamento,
el Verbo (la Palabra) de Dios es una segunda persona en la deidad. El Verbo (la
Palabra) de Dios forma parte de El y no puede separarse de El. El Verbo de Dios no
implica una segunda persona, tal como la palabra de un hombre no implica que él se
componga de dos personas. Dice el Salmo 107:20, “Envió su palabra.” Isaías 55:11
dice, “Así será mi palabra que sale de mi boca.” De estos versículos de la Escritura, es
obvio que el Verbo (la Palabra) es algo que le pertenece a El y es una expresión que
proviene de El, no una persona aparte en la Deidad.
La Sabiduría de Dios
La manera correcta de considerar a la sabiduría en la Biblia es considerarla como un
atributo de Dios — parte de su omnisciencia. El utilizó su sabiduría cuando creó el
mundo (Salmo 136:5; Proverbios 3:19; Jeremías 10:12). Tal como la sabiduría de un
hombre no es una persona distinta de él mismo, así también la sabiduría de Dios no es
una persona aparte de El. La sabiduría es algo que Dios posee y algo que El puede
impartirle al hombre.
Por supuesto, debido a que Cristo es Dios manifestado en carne, toda la sabiduría de
Dios está en Cristo (Colosenses 2:3). El es la sabiduría de Dios tanto como el poder de
Dios (1. Corintios 1:24). Esto no significa que Cristo es una persona aparte de Dios,
sino más bien que en Cristo habita toda la sabiduría y todo el poder de Dios
(juntamente con los otros atributos de Dios). Por medio de Cristo, Dios revela su
sabiduría y poder al hombre. La sabiduría es simplemente un atributo de Dios
descrito en el Antiguo Testamento y revelado mediante Cristo en el Nuevo
Testamento.
¿Esta repetición triple de Isaías 6:3, implica de alguna manera que Dios es una
trinidad? No pensamos que esta teoría sea muy creíble. La repetición doble o triple
era una práctica literaria hebrea que era muy común, y ocurre muchas veces en la
Escritura. Básicamente, se usaba para dar énfasis adicional. Por ejemplo, Jeremías
22:29 dice, “¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová.” Ciertamente este versículo
de la Escritura no indica tres tierras. (Si la repetición triple de la palabra santo tiene
algún otro significado, es una sugerencia de la existencia pasada, presente, y futura de
Dios grabada en Apocalipsis 4:8.) Concluimos que “santo, santo, santo” enfatiza
fuertemente la santidad de Dios y no implica una pluralidad de personas.
Repeticiones de Dios o Jehová
¿Hay evidencia de una pluralidad de personas por repetir Dios, Señor, o Jehová en el
mismo versículo, tal como repeticiones triples (Números 6:24-26; Deuteronomio 6:4) y
repeticiones dobles (Génesis 19:24; Daniel 9:17; Oseas 1:7)? Una lectura de estos
pasajes de la Escritura demostrará que ellos no indican una pluralidad en la Deidad.
Vamos a analizarlos brevemente.
Números 6:24-29 es simplemente una bendición tripartita. Deuteronomio 6:4 dice que
Dios es uno. Dos de las repeticiones de aquel versículo son “Jehová Dios.” ¿Significa
esto que se indica a dos personas cada vez que aparece la frase Jehová Dios? Claro
que no. Simplemente se identifica al único Dios como a ningún otro que Jehová, a
quien Israel adoraba. Ya hemos considerado a Génesis 19:24 en otra parte de este
capítulo. En Daniel 9:17, el profeta meramente habla de Dios en tercera persona, y en
Oseas 1:7 Dios habla de sí mismo en tercera persona. Esto no es extraño, pues en el
Nuevo Testamento Jesús habló de sí mismo en tercera persona (Marcos 8:38). En
resumen, todos los pasajes de la Escritura que repiten las palabras Dios, Señor,
Jehová, o algún otro nombre para Dios, se conforman al uso normal y común.
Ninguno de ellos sugiere una pluralidad en la Deidad.
El Espíritu de Jehová
Esta frase hallada en Isaías 48:16 no indica dos personas, así como las frases “un
hombre y su espíritu” o “un hombre y su alma” no se refieren a dos personas. Por
ejemplo, el rico habló a su alma (Lucas 12:19), pero esto no significa que él consistía
de dos personas. “Jehová el Señor” significa el total de Dios en toda su gloria y
trascendencia, mientras que “su Espíritu” se refiere al aspecto de El, con el cual el
profeta ha tenido contacto y que se ha movido sobre el profeta. El siguiente versículo
(Isaías 48:17) habla de “el Santo de Israel,” no los dos santos o tres santos. Isaías 63:7-
11 habla de Jehová y “su santo espíritu,” mientras que Isaías 63:14 habla de “el
Espíritu de Jehová.” Claramente, no existe ninguna distinción entre Espíritu y
Jehová. (Para ver muchos ejemplos del Nuevo Testamento en los cuales y no significa
una distinción entre personas, diríjase al Capítulo 9). Jehová es un Espíritu, y el
Espíritu de Jehová es simplemente Dios en acción.
El Anciano de Días Y El Hijo del Hombre
Daniel vio una visión registrada en Daniel 7:9-28, en la cual vio a dos figuras. El
primer ser que vio Daniel se llamaba el Anciano de Días. Tenía un vestido blanco
como la nieve, pelo como lana limpia, un trono como fuego, y ruedas como fuego. El se
sentaba sobre el trono y juzgaba a miles y miles de personas. Entonces Daniel vio a
“uno como un hijo de hombre” acercándose al Anciano de Días. A este hombre le fue
dado un dominio eterno sobre todos los pueblos y un reino eterno. Algunos trinitarios
interpretan esta visión diciendo que trata de Dios Padre y Dios Hijo. Sin embargo,
examinemos más de cerca este relato.
En Daniel 7:13, uno como un hijo de hombre viene al Anciano de Días y recibe de El
dominio. ¿Quién es? El escenario parece ser una visión de un hombre que representa
a los santos (creyentes) de Dios. Esta explicación es, probablemente, la que es más
consistente con el capítulo. Daniel recibió la interpretación de la visión empezando con
el versículo 16. El versículo 18 dice que los santos del Altísimo poseerán el reino para
siempre. Luego, el versículo 22 dice que los santos poseerán el reino. Los versículos
26-27 dicen que el reino y el dominio (las mismas palabras como el versículo 13) serán
dados a los santos del Altísimo, y este reino es un reino eterno. Por supuesto, el
versículo 27 concluye diciendo que todos los reinos están finalmente bajo Dios.
Entonces, Daniel 7:16-28 nos da la interpretación de 7:9-14. Por sus propios términos,
el capítulo identifica al que era “como un hijo de hombre” como una representación
de los santos de Dios. Debemos tener en mente que en el Antiguo Testamento “hijo de
hombre” puede referirse a cualquier hombre individual (Ezequiel 2:1) o a la
humanidad en general (Salmo 8:4; 146:3; Isaías 51:12). En el Salmo 80:17 la frase
indica a un hombre a quien Dios ha dado soberanía y poder. Entonces, la
interpretación que dice que “hijo de hombre” representa a los santos es consistente
con el uso de la frase en otros pasajes de la Escritura.
Algunos igualan el “como un hijo de hombre” de Daniel con Jesucristo, ya que Jesús
frecuentemente se llamaba a sí mismo el Hijo del hombre. Sin embargo, esta
interpretación ignora la interpretación dada por el mismo Daniel 7. Si Daniel quiso
referirse a Cristo, ¿por qué no le llamó el Mesías como lo hizo en 9:25? Además,
aunque el “hijo de hombre” en Daniel fuera Jesucristo, “uno como hijo de hombre”
no necesariamente lo sería. En efecto, la estructura fraseológica podría indicar que el
hombre en la visión de Daniel no es Jesús, sino alguien parecido a El, es decir, los
santos o la iglesia. Sabemos que los santos son hijos de Dios, coherederos con Cristo,
hermanos de Cristo, conformados a la imagen de Cristo, y como Cristo (Romanos
8:17, 29; 1. Juan 3:1-2).
De todos modos, debemos recordar que la visión de Daniel era de naturaleza profética
y no era descriptiva de una situación actual en su tiempo. Si presumimos que
Jesucristo es el hombre en Daniel 7, entonces a lo máximo la visión demuestra los dos
papeles de Jesús, de Padre y de Hijo. No puede enseñar dos personas porque el
Anciano de Días es identificado como Jesús en su divinidad. A lo más, este pasaje
puede retratar la naturaleza y el papel dual de Cristo, muy parecido a la visión en
Apocalipsis 5 de Aquel que estaba en el trono (Dios en toda su Deidad) y el Cordero
(Jesús en su papel humano y sacrificial). (Véase el Capítulo 9 para una explicación
plena de este pasaje de Apocalipsis).
En conclusión,
“uno como un hijo de hombre” en Daniel 7 representa a los santos quienes heredarán
el reino de Dios. Si se refiere a Jesucristo, entonces le describe en su papel humano tal
como el Anciano de Días le describe en su papel Divino.
Compañero de Jehová
En Zacarías 13:7, Jehová habló del Mesías y le llamó “el hombre compañero mío.” La
clave para entender este versículo de la Escritura es darse cuenta de que Jehová
describía a un “hombre.” Es decir, El hablaba acerca del hombre Cristo Jesús,
diciendo que este hombre sería su compañero o alguien cercano a El. Este versículo no
describe a un Dios llamando a otro Dios “el Dios compañero mío.” Solamente el
inocente hombre Cristo podría acercarse al santo Espíritu de Dios y ser realmente
cercano a Dios. Es por eso que 1. Timoteo 2:5 dice, “Porque hay un solo Dios, y un
solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” Por supuesto, por medio
de Cristo, nosotros todos podemos alcanzar la comunión con Dios.
Conclusión
3. Cuando vemos un plural con relación a Dios, debemos verlo como una pluralidad
de papeles o relaciones con la humanidad, y no como una pluralidad de personas.
4. Debemos recordar que los escritores del Nuevo Testamento no tenían ningún
concepto de la doctrina de la trinidad, la cual estaba en un futuro lejano al período en
que ellos escribieron las Escrituras. Ellos procedían de un trasfondo judío que era
estrictamente monoteísta; la doctrina de un solo Dios no era de ninguna manera un
punto de discusión para ellos. Algunos pasajes pueden parecernos “trinitarios” al
primer vistazo, porque a través de los siglos los trinitarios los han utilizado y los han
interpretado conforme a su doctrina. Sin embargo, para los miembros de la Iglesia
primitiva, quienes no tenían ningún concepto acerca de la doctrina de la trinidad que
estaba todavía en el futuro, estos mismos pasajes eran muy normales, comunes, y
fácilmente comprensibles, debido a su creencia del Dios poderoso en Cristo. Ellos no
tenían ninguna intención de contradecir la doctrina del monoteísmo estricto y la
Deidad de Jesús.
Con estos cuatro puntos en mente, queremos estudiar algunos pasajes específicos de la
Escritura.
El Bautismo De Cristo
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia” (Mateo 3:16-17).
Según este pasaje, el hijo de Dios fue bautizado, el Espíritu descendió como una
paloma, y una voz habló desde los cielos. Lucas 3:22 agrega además que “el Espíritu
Santo descendió sobre él en forma corporal, como paloma”. Para poder entender esta
escena correctamente, debemos recordar que Dios es omnipresente. Jesús es Dios y
era Dios manifestado en carne mientras que El estaba en la tierra. Él no podía
sacrificar su omnipresencia por estar en la tierra y no lo hizo, porque la
omnipresencia es uno de los atributos básicos de Dios, y Dios no cambia. Por supuesto,
el cuerpo físico de Jesús no era omnipresente, pero su Espíritu sí lo era. Además,
aunque la plenitud del carácter de Dios residía en el cuerpo de Jesús, el Espíritu
omnipresente de Jesús no podía ser contenido. Entonces, Jesús podía estar en la tierra
y en el cielo al mismo tiempo (Juan 3:13) y con dos o tres de sus discípulos en
cualquier momento (Mateo 18:20).
Puesto que la voz y la paloma eran manifestaciones simbólicas del único Dios
omnipresente, podemos preguntar ¿qué es lo que ellas representaban? ¿Cuál era su
propósito? En primer lugar, debemos preguntar ¿cuál era el propósito del bautismo
de Jesús? Ciertamente, El no fue bautizado para perdón de pecados como nosotros,
porque El era sin pecado (1. Pedro 2-22). Pero la Biblia dice que El fue bautizado para
cumplir toda justicia (Mateo 3:15). El es nuestro ejemplo y El fue bautizado para
darnos un ejemplo que debemos seguir (1. Pedro 2:21).
Por otra parte, Jesús fue bautizado como un medio de manifestarse, o darse a conocer
a Israel (Juan 1:26-27, 31). Es decir, Jesús utilizó el bautismo como el punto de
partida de su ministerio. Era una declaración pública de quién era y de lo que El vino
a hacer. Por ejemplo, en el bautismo de Cristo, Juan El Bautista aprendió quién era
Jesús. Juan no supo que Jesús realmente era el Mesías sino hasta su bautismo, y
después de su bautismo él pudo declararle a la gente que Jesús era el Hijo de Dios y el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29-34).
Habiendo establecido los propósitos del bautismo de Cristo, veamos cómo la paloma y
la voz fomentaban aquellos propósitos.
Juan 1:32-34 indica claramente que la paloma era una señal para el bien de Juan el
Bautista. Puesto que Juan era el precursor de Jehová (Isaías 40:3), él tenía que saber
que Jesús era realmente Jehová venido en carne. Dios le había dicho a Juan que aquel
que iba a bautizar con el Espíritu Santo, sería identificado por el Espíritu
descendiendo sobre El. Por supuesto, Juan era incapaz de ver al Espíritu de Dios
ungiendo a Cristo, entonces Dios escogió una paloma como la señal visible de su
Espíritu. Así entonces, la paloma era una señal especial para hacer saber a Juan que
Jesús era Jehová y el Mesías.
La paloma también era un tipo de unción para significar el principio del ministerio de
Cristo. En el Antiguo Testamento, los profetas, los sacerdotes, y los Reyes eran
ungidos con aceite para indicar que Dios los había escogido (Exodo 28:41; 1 Reyes
19:16). Los sacerdotes en particular eran lavados con agua y ungidos con aceite
(Exodo 29:4, 7). El aceite simbolizaba el Espíritu de Dios. El Antiguo Testamento
predijo que Jesús sería ungido de la misma manera (Salmo 2:2; 45:7; Isaías 61:1). De
hecho, la palabra hebrea “Mesías” (Cristo en griego) significa “el Ungido”. Jesús vino
para cumplir los papeles de profeta, sacerdote, y rey (Hechos 3:20-23; Hebreos 3:1;
Apocalipsis 1:5). El también vino a cumplir la ley (Mateo 5:17-18), y para guardar su
propia ley El tenía que ser ungido como profeta, sacerdote y rey.
Puesto que Jesús era Dios mismo y un hombre sin pecado, ser ungido por un humano
pecaminoso y con aceite simbólico no era suficiente. Más bien, Jesús fue ungido
directamente por el Espíritu de Dios. Entonces, en su bautismo en agua, Jesús fue
ungido oficialmente para el principio de su ministerio terrenal, no por el aceite
simbólico sino por el Espíritu de Dios en la forma de una paloma.
La voz vino de los cielos para el bien del pueblo. Juan 12:28-30 registra un incidente
similar en el cual vino una voz del cielo y confirmó la Deidad de Jesús al pueblo. Jesús
dijo que vino no para el beneficio de El mismo sino para el bien del pueblo. La voz era
el medio por el cual Dios presentó formalmente a Israel, a Jesús como el Hijo de Dios.
Mucha gente estaba presente en el bautismo de Jesús y muchos estaban recibiendo
también el bautismo (Lucas 3:21), entonces el Espíritu escogió al hombre Jesús y lo
identificó delante de todos como el Hijo de Dios por medio de una voz milagrosa del
cielo. Esto era mucho más eficaz y convincente que un anuncio que viniera de Jesús
como hombre. Esta manifestación milagrosa realizó eficazmente el propósito que tenía
Jesús en su bautismo.
El bautismo de Jesús nunca enseña que Dios es tres personas, sino que solamente
revela la omnipresencia de Dios y la humanidad del Hijo de Dios. Cuando Dios habla
al mismo tiempo a cuatro personas diferentes en cuatro continentes distintos, no
pensamos en cuatro personas de Dios, sino en la omnipresencia de Dios. Dios nunca
propuso que el bautismo revelara a los judíos monoteístas que estaban presentes una
revelación radicalmente nueva de una pluralidad dentro de la Deidad, y no hay
indicación de que los judíos lo interpretaran así. Incluso, muchos eruditos modernos
no ven el bautismo de Cristo como una indicación de una trinidad sino como una
referencia a “la unción autoritativa de Jesús como Mesías.”
Tres veces en la vida de Jesús vino una voz del cielo: en su bautismo, en su
transfiguración (Mateo 17:1-9), y después de su entrada triunfal a Jerusalén (Juan
12:20-33). Acabamos de explicar que una voz no indica a una persona distinta en la
Deidad sino a otra manifestación del Espíritu omnipresente de Dios.
En cada uno de los tres casos, la voz no vino para el beneficio de Jesús sino para el
bien de otros, y vino con un propósito específico. Como ya hemos hablado, la voz en el
bautismo de Cristo era parte de la inauguración de su ministerio terrenal. Se
presentaba para el bien de la gente, tal como la paloma venía para el bien de Juan. La
voz presentó a Jesús como el Hijo de Dios: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia” (Mateo 3:17). Indiscutiblemente, la voz en la transfiguración vino para
el bien de los discípulos que estaban presentes, porque el mensaje decía, “Este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5). La tercera
manifestación de la voz ocurrió cuando un grupo de griegos (al parecer prosélitos
gentiles) se presentaron para ver a Jesús. Jesús les explicó que la voz no vino para su
propio bien sino para el bien de la gente (Juan 12:30).
Las Oraciones De Cristo
¿Las oraciones de Cristo indican que hay una distinción de personas entre Jesús y el
Padre? No. Mas bien, sus oraciones indican una distinción entre el Hijo de Dios y
Dios. Jesús oró en su humanidad, no en su Deidad. Si las oraciones de Jesús
demostraran que la naturaleza Divina de Jesús es diferente que la del Padre, entonces
Jesús sería inferior al Padre en su Deidad. Es decir, si Jesús oró como Dios entonces
su posición en la Deidad sería de alguna manera inferior a las otras “personas.” Este
único ejemplo destruye eficazmente el concepto de una trinidad de personas coiguales.
¿Cómo puede Dios orar y a la vez ser Dios? Por definición, Dios en su omnipotencia
no tiene ninguna necesidad de orar, y en su Unicidad, no tiene ningún otro ser a quién
El pueda orar. Si las oraciones de Jesús prueban que hay dos personas en la Deidad,
entonces una de aquellas personas está subordinada a la otra y por lo tanto no es
completa o verdaderamente Dios.
Algunos pueden oponerse a esta explicación, afirmando que significa que Jesús oró a
sí mismo. Sin embargo, nosotros debemos darnos cuenta de que Jesús tenía dos
naturalezas perfectas y completas — la humana y la Divina, de una manera
totalmente distinta a cualquier otro ser humano. Lo que sería absurdo o imposible
para un hombre ordinario no es tan extraño para Jesús. No decimos que Jesús oró a sí
mismo, porque eso implica incorrectamente que Jesús tenía solamente una naturaleza
tal como la tienen los hombres ordinarios. Por el contrario, decimos que la naturaleza
humana de Jesús oró al Espíritu Divino de Jesús que moraba en el hombre.
La opción es sencilla. O Jesús como Dios oraba al Padre o Jesús como hombre oraba
al Padre. Si lo primero fuera cierto, entonces tendríamos una forma de
subordinacionismo o arrianismo en los cuales una persona de la Deidad es inferior a, y
no coigual con, otra persona en la Deidad. Esto contradice el concepto bíblico de un
solo Dios, la Deidad completa de Jesús, y la omnipotencia de Dios. Si la segunda
alternativa es correcta, y nosotros creemos que así es, entonces no existe ninguna
distinción de personas en la Deidad. La única distinción es entre la humanidad y la
Divinidad, y no entre Dios y Dios.
Este versículo (Mateo 27:46) no puede describir una separación real entre el Padre y
el Hijo porque Jesús es el Padre. Jesús dijo, “Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:30).
La Biblia indica que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2.
Corintios 5:19). Jesús era Dios Padre manifestado en carne para reconciliar consigo al
mundo. El grito de Jesús en la cruz, no significó que el Espíritu de Dios había salido
del cuerpo, sino que no había ninguna ayuda del Espíritu en su muerte sacrificial de
substitución por la humanidad pecaminosa. No es que una persona de la Deidad fuera
abandonada por otra, sino más bien que la naturaleza humana sintió la ira y el juicio
de Dios sobre los pecados de la humanidad.
No había dos hijos — uno Divino y otro humano — pero sí había dos naturalezas — la
Divina y la humana — fundidas en una persona. Si el Espíritu Divino se separaba de
la naturaleza humana, la vida humana no podía continuar. Pero durante el proceso
agonizante de esa muerte, Jesús sufrió los dolores de nuestros pecados. Su muerte
ocurrió cuando El entregó su espíritu.
En otras palabras, lo que Jesús quiso decir cuando El gritó, “Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has desamparado?” era que El había tomado el lugar del hombre pecaminoso
en la cruz y que El había sufrido el castigo completo por el pecado. No había
disminución del sufrimiento debido a su Deidad. Puesto que todos han pecado
(Romanos 3:23) y la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), toda la humanidad
(con la excepción del Cristo sin pecado) merecía morir. Cristo tomó nuestro lugar y
sufrió la muerte que merecíamos (Romanos 5:6-9). Jesús era más que un mártir
valiente como Esteban y más que un sacrificio del Antiguo Testamento, porque El
murió en nuestro lugar y experimentó la muerte que nosotros merecíamos. En la cruz,
El murió por todos los hombres (Hebreos 2:9). Esa muerte era más que una muerte
física; también implicó una muerte espiritual, que es la separación de Dios (2.
Tesalonicenses 1:9; Apocalipsis 20:14).
Nadie que viva en la tierra ha sentido esa muerte espiritual en su grado más profundo,
porque en Dios todos nosotros vivimos, nos movemos, y somos (Hechos
17:28). Aún el ateo se goza de muchas cosas buenas tales como la alegría, el amor, y la
vida misma. Toda cosa buena proviene de Dios (Santiago 1:17), y toda vida se origina
en El y es mantenida por El. Pero, Jesús experimentó la última muerte — la
separación de Dios que un pecador sentirá en el lago de fuego. El sintió la angustia y
la desesperación como si hubiera sido un hombre eternamente desamparado por Dios.
Entonces, la naturaleza humana de Jesús clamó en la cruz cuando Jesús tomó sobre sí
mismo el pecado del mundo entero y cuando sintió el castigo eterno de la separación a
causa de aquel pecado (1. Pedro 2:24).
Romanos 8:26-27 dice, “el Espíritu mismo intercede por nosotros” y “el que escudriña
los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu.” Estas declaraciones indican
solamente una pluralidad de funciones del Espíritu. Por un lado, Dios pone su
Espíritu en nuestros corazones para enseñarnos a orar y para orar a través de
nosotros. Por otro lado, Dios oye nuestras oraciones, examina y conoce nuestros
corazones, y entiende las oraciones que El ora a través de nosotros por medio de la
intercesión de su propio Espíritu. Este versículo de la Escritura no implica una
separación entre Dios y su Espíritu, porque Dios es Espíritu. Tampoco indica una
separación entre Cristo como el escudriñador de corazones y el Espíritu como
intercesor, porque la Biblia también dice que Cristo intercede por nosotros (Hebreos
7:25; Romanos 8:34), y que el Espíritu todo lo escudriña, incluso nuestros corazones.
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las
cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1. Corintios 2:10-11). Aunque el Espíritu
escudriña las “cosas profundas de Dios,” no debemos pensar que hay una separación
entre Dios y su Espíritu. Lo que nos está diciendo es que Dios nos revela las cosas por
medio de su Espíritu en nuestras vidas. Su Espíritu en nosotros comunica verdades de
su mente a nuestras mentes: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.” Entonces el pasaje
compara al hombre y su espíritu con Dios y su Espíritu. Un hombre no es dos
personas, ni tampoco lo es Dios.
Mateo 28:19
La Preexistencia De Jesús
Muchos pasajes de las Escrituras hacen referencia a la existencia de Jesús antes del
comienzo de su vida humana. Sin embargo, la Biblia no nos enseña que El existía
aparte y fuera del Padre. Al contrario, en su Deidad El es el Padre y el Creador. El
Espíritu de Jesús existía desde toda la eternidad porque El es Dios mismo. Sin
embargo, la humanidad de Jesús no existía antes de la encarnación, excepto como un
plan en la mente de Dios. Por tanto, podemos decir que el Espíritu de Jesús existía
antes de la encarnación, pero no podemos decir que el Hijo existía antes de la
encarnación en ningún sentido sustancial.
En Juan 17:5 Jesús oró, “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella
gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” Una vez más Jesús habló de la
gloria que El tenía como Dios en el principio y la gloria que el Hijo tenía en el plan y
en la mente de Dios. No significa que Jesús preexistía con gloria como el Hijo. Jesús
estaba orando, por lo cual El estaba hablando como hombre y no como Dios. Sabemos
que la humanidad no preexistió a la encarnación, entonces Jesús estaba hablando de
la gloria que el Hijo tenía en el plan de Dios desde el principio. En el Capítulo 4,
Capítulo 5, y Capítulo 9, se habla de otros versículos de la Escritura referentes a la
preexistencia de Jesús como Dios
Juan 3:17 y 5:30, juntamente con otros versículos de la Escritura, dicen que el Padre
envió al Hijo. ¿Significa eso que Jesús, el Hijo de Dios, es una persona distinta al
Padre? Sabemos que no es así porque muchos versículos de Escritura enseñan que
Dios se manifestó en carne (2. Corintios 5:19, 1. Timoteo 3:16). El se dio a sí mismo; El
no envió a alguien más (Juan 3:16). El Hijo fue enviado de Dios como hombre, no
como Dios: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gálatas 4:4). La palabra enviado
no implica la preexistencia del Hijo o la preexistencia del hombre. Juan 1:6 dice que
Juan el Bautista era un hombre enviado de Dios, y nosotros sabemos que él no
preexistió a su concepción. Más bien, la palabra enviado indica que Dios designó al
Hijo para un propósito especial. Dios formó un plan, puso carne en ése plan, y después
puso ese plan en marcha. Dios dio al Hijo una tarea especial. Dios se manifestó en
carne para alcanzar una meta especial. Hebreos 3:1 llama a Jesús el apóstol de
nuestra profesión. En el griego, apóstol significa “uno enviado”. Dicho brevemente,
enviar al Hijo enfatiza la humanidad del Hijo y el propósito específico por el cual el
Hijo nació.
Juan 3:35, 5:20, y 15:9 dicen que el Padre ama al Hijo, y Juan 17:24 dice que el Padre
amaba a Jesús desde antes de la fundación del mundo. En Juan 14:31 Jesús expresó su
amor para con el Padre. Todas estas declaraciones no quieren decir que hay personas
distintas. (¿No es extraño que estos pasajes omitan al Espíritu Santo en esa relación de
amor?) Lo que estos versículos expresan es una relación entre las dos naturalezas de
Cristo. El Espíritu de Jesús amaba a la humanidad y viceversa. El Espíritu amaba al
hombre Jesús tal como El ama a toda la humanidad, y el hombre Jesús amaba de la
misma manera como todos los hombres deben amar a Dios. Recuerde, el Hijo vino al
mundo para mostrarnos cuánto nos ama Dios y también para ser nuestro ejemplo. El
Padre y el Hijo mostraron amor el uno para con el otro para que estos dos objetivos se
alcanzaran. Dios sabía antes que el mundo comenzara que El se manifestaría como el
Hijo. El amaba ese plan desde el principio. El amaba a ese Hijo futuro tal como El nos
amó a todos nosotros desde el principio del tiempo.
Juan 5:19 dice, “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al
Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” (Véase
también a Juan 5:30; 8:28.) En Mateo 28:18 Jesús proclamó, “Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra.” implicando que el Padre le dio ese poder. En Juan
14:28 Jesús dijo, “Mi Padre mayor es que yo.” 1. Corintios 11:3 dice que la cabeza de
Cristo es Dios. Todos estos versículos de la Escritura indican que la naturaleza
humana de Jesús no podía hacer nada en sí misma, sino que su naturaleza humana
recibía poder del Espíritu. La carne estaba sujeta al Espíritu.
Al hablar de la segunda venida, Jesús dijo, “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe,
ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32). Una
vez más la humanidad de Jesús no sabía todas las cosas, pero el Espíritu de Jesús sí.
Juan 3:17 habla del Hijo como el enviado de Dios. En Juan que 6:38 Jesús dijo,
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que
me envió.” Jesús no vino de sí mismo, eso es de su humanidad, sino que El procedió de
Dios (Juan 7:28; 8:42; 16:28). El Hijo no enseñaba su propia doctrina, sino la de su
Padre (Juan 7:16-17). El no enseñaba sus propios mandamientos, sino que enseñaba y
guardaba los mandamientos de su Padre (Juan 12:49-50; 15:10). El no buscaba su
propia gloria, sino más bien, El glorificaba al Padre (Juan 8:50; 17:4). Todos estos
pasajes describen la distinción entre Jesús como hombre (Hijo) y Jesús como Dios
(Padre). El hombre Jesús no se originó por la operación de la humanidad, ni el
hombre Jesús vino para exhibir la humanidad. El Espíritu formuló el plan, engendró
al bebé en la matriz, puso en aquella carne todo el carácter y toda la calidad de Dios, y
entonces envió aquella carne al mundo para manifestar a Dios en el mundo. Al final
de los tiempos, esa carne habrá cumplido su propósito. El Hijo estará sumergido en el
plan de Dios de modo que Dios pueda ser todo en todos (1. Corintios 15:28).
¿Cómo explicamos el uso de la palabra “con” de Juan 1:1-2 y 1. Juan 1:2? Juan 1:1
dice que el Verbo era con Dios, pero después dice que el Verbo era Dios. Tal como se
explica en el Capítulo 4, el Verbo es el pensamiento, el plan, o la expresión en la mente
de Dios. Así es cómo el Verbo podía estar con Dios y al mismo tiempo ser Dios mismo.
Debemos también observar que la palabra “pros” del griego, traducida aquí “con”, se
traduce “perteneciendo a” en Hebreos 2:17 y 5:1. Entonces el Verbo era con Dios en el
sentido de pertenecer a Dios y no en el sentido de ser una persona fuera de Dios.
Además, si Dios en Juan 1:1 significa Dios Padre, entonces el Verbo no es una persona
distinta porque en ese caso el versículo se leería, “El Verbo era con El Padre y el
Verbo era el Padre.” Para hacer que esto implicara una pluralidad de personas en
Dios se necesitaría de un cambio en la definición de Dios en el centro del versículo.
También debemos observar que 1. Juan 1:2 no indica que el Hijo estuviera con Dios
en la eternidad. Más bien, dice que la vida eterna estaba con el Padre. Por supuesto,
Jesucristo nos manifestó a nosotros la vida eterna. El es la Palabra de vida en el
versículo uno. Sin embargo, esto no quiere decir que la vida eterna existía como una
persona distinta al Padre. Simplemente significa que el Padre poseía la vida eterna en
sí mismo — estaba con El — desde el principio. El nos mostró la vida eterna por
medio de su manifestación en carne, en Jesucristo.
Dos Testigos
Jesús dijo, “No soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está
escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio
de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí” (Juan 8:16-18). Momentos
antes de estos versículos, Jesús había dicho, “Yo soy la luz del mundo” (versículo 12).
Esta era una aserción de su papel de Mesías (Isaías 9:2; 49:6). Los fariseos
contestaron, “Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero”
(Juan 8:13). Respondiendo a su acusación, Jesús explicó que El no era el único testigo,
sino que había dos testigos del hecho de que El era el Mesías, el Hijo de Dios. Estos
dos testigos eran el Padre (el Espíritu Divino) y el hombre Jesús. Es decir, tanto Dios
Padre como Jesús hombre podían testificar que el Padre se manifestó en carne, en
Jesús. Jesús era Dios y hombre y ambas naturalezas podían testificar ese hecho. Para
eso no era necesaria ninguna distinción de personas en la Deidad. De hecho, si una
persona contiende que los dos testigos eran personas distintas en una trinidad,
tendría que explicar porque Jesús no dijo que había tres testigos. Después de todo, la
ley exigía dos testigos, pero de ser posible pedía tres (Deuteronomio 17:6; 19:15).
Cuando Jesús hizo referencia a su Padre, los fariseos le preguntaron a Jesús acerca
del Padre, sin duda cuestionando cuando era que el Padre les había atestiguado a
ellos. En vez de decir que el Padre era otra persona en la Deidad, Jesús procedió a
identificarse a sí mismo con el Padre — el “Yo Soy” del Antiguo Testamento (Juan
8:19-27). Los dos testigos eran el Espíritu de Dios y el hombre Cristo, y ambos
testificaban que Jesús era Dios manifestado en carne.
El Uso Plural
Muchas veces Jesús hacía referencia al Padre y a sí mismo en forma plural. Estos
pasajes están en el Libro de Juan, el escritor neotestamentario que más que cualquier
otro, identificó a Jesús como Dios y como el Padre. Es incorrecto que alguien suponga
que el uso plural significa que Jesús es una persona distinta al Padre en la Deidad. Sin
embargo, esto indica una distinción entre la Deidad (Padre) y la humanidad (Hijo) de
Cristo Jesús. El Hijo, quien es visible, reveló al Padre, quien es invisible. Así entonces,
Jesús dijo, “Si a mí me conocieseis, también a mi Padre conocerías” (Juan 8:19); “no
me ha dejado solo el Padre” (Juan 8:29); “El que me aborrece a mí, también a mí
Padre aborrece” (Juan 15:23); “ahora han visto y han aborrecido a mí y a mí Padre”
(Juan 15:24); y “no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Juan 16:32). Estos
versículos de la Escritura utilizan el plural para expresar un tema constante; Jesús no
es simplemente un hombre, sino que El es también Dios. Jesús no era un hombre
ordinario como parecía serlo externamente. El no estaba solo, sino que tenía al
Espíritu del Padre dentro de El. Esto explica la naturaleza dual de Jesús y revela la
Unicidad de Dios.
¿Cómo estaba el Padre con Jesús? La explicación lógica es que El estaba en Jesús. Por
lo tanto, si usted conoce a Jesús, conoce también al Padre; si usted ve a Jesús, ve
también al Padre; y si usted odia a Jesús, odia también al Padre. 2. Juan 9 dice, “El
que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” ¿Cuál es la
doctrina de Cristo? Es la doctrina de que Jesús es el Mesías; Él es el Dios del Antiguo
Testamento manifestado en carne. En otras palabras, el apóstol escribió que si
entendemos la doctrina de Cristo nos daremos cuenta de que Jesús es el Padre y el
Hijo. Por lo tanto no negamos ni al Padre ni al Hijo. Cuando aceptamos la doctrina de
Cristo, aceptamos la doctrina del Padre y del Hijo. Es verdad también que si negamos
al Hijo estamos negando al Padre, pero si reconocemos al Hijo hemos reconocido
también al Padre (1. Juan 2:23).
Otro pasaje con uso plural, Juan 14:23, merece atención especial; “Respondió Jesús y
le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él,
y haremos morada con él.” La clave para entender este versículo es darse cuenta que
el Señor no estaba hablando de su entrada corporal en nosotros. Además, si hay dos
Espíritus de Dios, uno del Hijo y otro del Padre, entonces habría por lo menos dos
Espíritus en nuestros corazones. Sin embargo, Efesios 4:4 declara que hay un solo
Espíritu. Sabemos que Juan 14:23 no significa una entrada corporal porque Jesús
había dicho, “En aquel día vosotros conoceréis que estoy en mi Padre, y vosotros en
mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20). Ciertamente no estamos en Jesús en un sentido
corporal. Entonces, ¿qué significa este pasaje? Significa una unión — uno en mente,
en propósito, en plan, y en vida — con Cristo. Esta es la misma idea expresada en
Juan 17:21-22 cuando Jesús oró, “Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí,
y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me
enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros
somos uno.”
Entonces, ¿por qué usó Jesús el uso plural al hablar de la unión del creyente con Dios?
Por supuesto, Dios ha diseñado la salvación para reconciliar al creyente consigo
mismo. Sin embargo, el hombre pecador no puede acercarse al Dios santo, y el
hombre finito no puede comprender al Dios infinito. La única manera en que
podemos ser reconciliados con Dios y comprenderle es por medio de su manifestación
en carne, por medio del hombre sin pecado, Cristo Jesús. Cuando somos uno con
Jesús, entonces somos automáticamente uno con Dios, puesto que Jesús no es
simplemente un hombre sino que es también Dios. Jesús utilizó el plural para
acentuar que para ser unido con Dios debemos primeramente recibir la redención por
medio de la sangre de Jesús. Hay un solo mediador entre el hombre y Dios, el hombre
Jesús (1. Timoteo 2:5). Nadie viene a Dios excepto por medio de Jesús (Juan 14:6).
Para poder tener razón doctrinalmente, debemos reconocer que Jesús ha venido en
carne (1. Juan 4:2-3). Cuando nosotros recibimos a Cristo, hemos recibido al Padre y
al Hijo (2. Juan 9). Nuestra unión con el Padre y el Hijo no es una unión con dos
personas en la Deidad, sino que es simplemente una unión con Dios por medio de
Jesús hombre: “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2.
Corintios 5:19).
Otra manera de pensar en nuestra unión con Dios, es recordando los dos diversos
oficios o las dos relaciones representadas por el Padre y el Hijo. El creyente tiene
acceso a las cualidades de ambas misiones, tales como la omnipotencia del Padre y el
sacerdocio y la sumisión del Hijo. El creyente tiene al Padre y al Hijo. Sin embargo, él
recibe todas estas cualidades de Dios cuando recibe el único Espíritu de Dios, el
Espíritu Santo. El no recibe dos o tres Espíritus. Cuando el Espíritu Santo hace
morada en el cuerpo del creyente, eso se llama ‘el bautismo del Espíritu Santo’ y ese
don le da acceso a todos los atributos y misiones de Dios: “Porque por un solo Espíritu
somos todos bautizados en un cuerpo” (1. Corintios 12:13).
Si, por otra parte, una persona interpretara Juan 14:23 y 17:21-22 para describir la
unión de dos personas distintas en la Deidad, entonces para ser consistente, él tendría
que interpretar las Escrituras con el significado de que los creyentes llegan a ser
miembros de la Deidad tal como Jesús. Claramente, entonces, estos pasajes se refieren
a una unión con Dios que el Hijo de Dios tenía y que nosotros podemos disfrutar por
medio de creer y obedecer al Evangelio. (Por supuesto, Jesús es uno con el Padre en el
sentido de que El es el Padre, pero eso no es lo que estos versículos particulares de
Escritura describen.)
No hay ningún registro bíblico de una conversación entre dos personas de Dios, pero
hay muchas representaciones de la comunión entre las dos naturalezas de Cristo. Por
ejemplo, las oraciones de Cristo describen su naturaleza humana buscando ayuda del
Espíritu eterno de Dios.
Juan 12:28 registra una petición de parte de Jesús para que el Padre glorificara su
propio nombre. Una voz del cielo habló contestando aquella petición. Esto demuestra
que Jesús era un hombre en la tierra pero su Espíritu era el Dios omnipresente del
universo. La voz no vino para el bien de Jesús, sino para el bien de la gente (Juan
12:30). La oración y la voz no constituían una conversación entre dos personas dentro
la Deidad; se puede decir que era una comunicación entre la humanidad de Jesús y su
Deidad. La voz era un testigo a la gente del Espíritu de Dios, revelando la aprobación
de Dios para el Hijo.
Hebreos 10:5-9 cita un pasaje profético del Salmo 40:6-8. En este cuadro profético de
la venida del Mesías, Cristo como hombre habla al eterno Dios, expresando su
obediencia y su sumisión a la voluntad de Dios. Esta escena es esencialmente similar a
la de la oración de Jesús en el Getsemaní. Es obvio que Cristo está hablando como
hombre porque El dice, “me preparaste un cuerpo” y “vengo para hacer tu voluntad,
Oh Dios.”
En conclusión la Biblia no registra conversaciones entre personas en la Deidad, sino
entre las naturalezas humana y Divina. Al interpretar estas dos naturalezas como
“personas” se establece la creencia en por lo menos dos “Dioses.” (¡Es muy extraño
que el Espíritu Santo nunca haga parte de las conversaciones!) Además, “personas”
implicaría inteligencias separadas en una deidad, un concepto que no puede ser
distinguido del politeísmo.
Otro Consolador
Jesús fue al cielo en su cuerpo glorificado, para poder formar una nueva relación con
sus discípulos, al enviar a su propio Espíritu como el Consolador. El les dijo a ellos,
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a
vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). El Espíritu Santo es el Espíritu
de Cristo (Romanos 8:9; 2. Corintios 3:17-18). Cuando tenemos el Espíritu en
nosotros, tenemos a Cristo en nosotros (Efesios 3:16-17).
En breve, Jesús había morado físicamente con los discípulos por espacio de casi tres
años, pero había llegado el tiempo para que El saliera. Sin embargo, El prometió que
no los dejaría solos, sin consuelo, o como huérfanos. Más bien, El prometió volver en
una nueva manera. No vendría en un cuerpo visible para morar con ellos y ser
limitado por ese cuerpo, sino que volvería en la forma de Espíritu, de modo que El
pudiera morar en ellos. Entonces el Consolador, el Espíritu Santo, es el Espíritu de
Jesús. Esto es, Jesús manifestado en una nueva manera; Jesús puede estar con
nosotros y en nosotros. El puede estar a la vez en todos sus discípulos en todo el
mundo y El puede cumplir su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo
(Mateo 28:20).
Según Juan 17:21-22, los cristianos deben ser uno como Jesús era uno con el Padre.
¿Esto destruye nuestra creencia de que Jesús es el Padre? No. En este pasaje Jesús
habló como un hombre — como el Hijo. Esto se hace evidente porque El estaba
orando al Padre, y Dios no tiene por qué orar. En su humanidad, Jesús era uno con el
Padre en el sentido de la unidad de propósito, mente, y voluntad. En este sentido, los
cristianos también pueden ser uno con Dios y uno con cada uno (Hechos 4:32; 1.
Corintios 3:8; Efesios 2:14).
Debemos recordar que el Hijo no es lo mismo que el Padre. El título ‘Padre’ nunca se
refiere a la humanidad, mientras que el Hijo sí. Aunque Jesús es Padre e Hijo, no
podemos decir que el Padre es el Hijo.
En Juan 17:21-22, Jesús, hablando como hombre, no dijo que El es el Padre. Sin
embargo, otros pasajes describen la unidad de Jesús con el Padre de una manera que
supera la mera unidad de propósito, y de una manera que indica que Jesús es el
Padre. Este es el nivel más alto de la Unicidad, que es nuestro mayor alcance porque
habla de su Deidad absoluta. Cuando Jesús dijo, “Yo y el padre uno somos”, los judíos
entendieron correctamente que esto significaba que era Dios, e intentaron matarle
(Juan 10:30-33). En aquella ocasión, El no reclamó simplemente la unicidad con Dios
sino una identidad con Dios. Jesús también dijo, “El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre” (Juan 14:9). No importa cuán unido sea un cristiano con Dios, El no puede
hacer esa declaración. No importa cuán unidos sean dos cristianos, uno no podría
decir, “Si usted me ha visto a mí, ha visto a mi amigo.” Lo mismo es verdad en cuanto
a un marido y su esposa, aunque son una carne (Génesis 2:24). Entonces la unidad de
Jesús y el Padre, significa más que la unidad que las relaciones humanas pueden
lograr. Como hombre, Jesús era uno con el Padre en el sentido de unidad de
propósito, de mente, y de voluntad (Juan 17:22). Como Dios, Jesús es uno con el Padre
en el sentido de la identidad con el Padre — en el sentido de que El es el Padre (Juan
10:30; 14:9).
Conclusión
En el próximo capítulo, miraremos los demás libros del Nuevo Testamento, los
Hechos, las Epístolas, y el Apocalipsis, para terminar nuestro estudio. Tal como en los
Evangelios, estos libros enseñan la Unicidad de Dios sin distinción de personas.
Colosenses 2:9-10
Espíritu de fe Abraham
El Espíritu Santo trabaja dentro de la Promesa de la Palabra de Dios (Hechos 1:4-8)
1. ¿Puede uno realmente adquirir el Espíritu Santo por su propio esfuerzo? (Hechos 8:14-24)
6. El Bello Evangelio Que Permite Que El Espíritu Santo More En Los Creyentes (Isaías 9:6-7)
7. ¿A través de quien, fluye el Agua viva del Espíritu Santo? (Juan 7:37-38)
8. El Evangelio de Su Bautismo que nos hizo limpios (Efesios 2:14-22) 1ra corintios 6:11
14. Usted puede Vivir en el Espíritu Santo sólo cuando conoce la verdad (Juan 8:31-
36)
17. La verdad que lleva a los creyentes a vivir en el Espíritu Santo (Josué 4:23)
18. El Bello Evangelio Que Rasgó El Velo Del Templo (Mateo 27:45-54)
19. La persona en quien mora el Espíritu Santo tiene la encomienda de guiar a otros
para que reciban el Espíritu Santo (Juan 20:21-23)
ESPÍRITU SANTO
Guía interior, Job_32:8 33.4.
Espíritu nuevo, Eze_36:25-27
Lleno de poder, Mic_3:8
Nacimiento de Jesús, Mat._1:18
El Consolador, Joh_14:16-17
Espíritu Santo como maestro, Joh_14:26
El Consolador, Joh_15:26
Poder de resurrección, Rom_8:11 1Co_6:14 Eph_1:18-211Pe_3:18
Espíritu intercesor, Rom_8:26-27
Espíritu escudriñador, 1Co_2:9-10
Espíritu vivificador, 2Co_3:6 Eph_1:13
Espíritu de Cristo, Gal_4:6
Andar en el Espíritu, Gal_5:16
No contristar al Espíritu, Eph_4:30 Mic_2:7
Autor de la Biblia, 2Pe_1:20-21
Oración en el Espíritu, Jud_20:
Estar en el Espíritu, Rev_1:10
DONES (ESPIRITUALES)
Don de lenguas, Act_2:1-4
No se compran, Act_8:20
Lenguas y profecía, 1Co_14:22
ESPIRITUALIDAD
Anhelo de Dios, Isa_26:9
Espiritual y temporal, Joh_8:23
Justicia en Cristo, 1Co_1:4-9
Galatas 5:23-25
Da paz
Gozo
Templanza
Paciencia
Fe
Mansedumbre
Bondad
Amor
Benignidad
Romanos 8:9 y 11
DIOS
JESUS
CRISTO